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EL PODER Un enfoque radical Segunda edicién por ‘Seven LUKES uducion del prfacio, los capitdos 293 ve gua de lectras complementartas Cantos MARrin RaMi “traduccion del capttlo | orcs DEIKE. SIGLO 1. EL PODER: UN ENFOQUE RADICAL 1 INTRODUCCION Este capitulo encierra un anilisis conceptual del poder. En él voy a pronunciame por un enfogue del poder (es decit, una manera de identificar a éste) que es radical en sentido teérico y en sentido politico (y, en este contexto, considero que hay voa relacién intima entre los dos sentidos). El enfoque que voy @ defender, yo ditia que, por un lado, es inevitablemente evalua- tivo y esté “eseacialmente contestado” (Gallie, 1955-1956) ' y, por el otto, es aplicable empiricamente. Intentaré demostrat por gué este enfoque es superior a los alternativos. Defenderé, ademés, su carécter evaluativo y contestado, cosas que no son defectos para mi, y sostendré que es «operativo», es decir em piticamente Gil, por cuanto permite forjar hipétesis en térmi- ros de dicho enfoque gue en principio son verificables y falsa bles (a despecho de los argumentos coméinmente esgtimidos ‘en contra). Incluso daré ejemplos de tales hipétesis, de algunas de las cuales llegaré hasta el extremo de pretender que son ciertas. Alo largo de mi acgumentacién tocaré una serie de proble- mas metodolégicos, tedricos y politicos. Entre los primeros fi- guran los limites del behaviorismo, el papel desempefiado por 1 Bi poner Jos valores en la explicacién y el individualismo metodoldgico. Entre las problemas tedticos estén cuestiones relacionadas con Jos limites o prejuicios del pluralismo, con la falsa conciencis y con los intereses reales. Entre los problemas politicos estan Jas tres famosas fveas problemiticas clave estudiadas por Robert Dabl (Dahl, 1961) en New Haven (nuevo desarrollo urbano, educacién piblica y nombramientos politicos), Ia pobreza y las relaciones raciales en Baltimore, asi como la polucién atmosté rica, Estos temas no setan discutidos en sf, sino que simple- mente se aludiré a ellos en puntos significados de ln argumen- tacién. Por su naturaleza, éta es polémica, Y realmente, ol que lo sea fornna parte esencial de mi alegato, Comienza esta argumentacién examinando un enfoque del poder y concepciones emparentadas —gue tiene profundas tafces histéricas, pasticvlarmente en el pensamiento de Max Weber, y que adquirié una sensible influencia entre los polits- Jogos americanos ce fa décacl cle los sesenta a través dela obra de Dali y sus colegas phuralistas—. A este enfoque se le etitics por superficial y restictivo y se le acusé de llevar a una injusti- ficada celebracidn del pluralismo ameticano, del cual se pre- tende que cumple los requisitos de la democracia, en especial pot parte de Peter Bachrach y Morton S. Baratz en un fanoso ¢ influyente articulo titulado «The two faces of power» (1962) y ‘en un segundo articulo (Bachrach y Baratz, 1963), incorpora- dos ambos postesiormente, previa modiliceciéa, en su libro Power and poverty (1970). La atgumentacién de éstos fue, a su vez, objeto de enérgicos contraataques por parte de los plura- listas, en especial Nelson Polsby (1968), Raymond Wolfinger (1971, 19716) y Richard Merelman (19688, 1968); pero tam- bién se granjes defensas de gran interés, como la de Frederick 2 JEL PODER: UN ENFOQUE RADICN. Fiey (1971), y porlo menos una aplicacién empfrica, interesan. teen gtada stumo, en el libro de Matthew Crenson The un-polt tics of air pollution (Crenson, 1971). Argumentaré que el enfo- que de los pluralistas era, efectivamente, inadecuado, por las tazones aduciclas por Bachrach y Baratz, y que el enfoque de éstos va mis lejos, aunque, por otro lado, no lo bastante, j esti necesitado de un temple radical. Mi estrategia consistiré én es- bozar tres mapas conceptuales, que espero pongan de mani- fiesto los rasgos distintivos de esos tres enfoques del poder, a saber el de los pluralistas (al que llamaré unidimensional) el de sus eriticos (al que lamaré bidimensional) y un tercer enfoque del poder (al que llamaré tridimensional), Luego pasaré a ex. minat los lados fuertes y débiles respectivos, intentando de- mostrar mediante ejemplos que el tercero de estos enfoques permite un anilisis de las relaciones de poder més profundo y satisfactorio que el proporcionado por cualquiera de los otros dos. UL BL ENFOQUE UNIDIMENSIONAL ‘A menudo se califica a éste de enfoque «pluralista» del poder, peto tal etiqueta es ya engaiiosa, por cuanto Dahl, Polsby, Wol- finger y otros pretencen demostrar que el poder —segtin lo identifican ellos— esta, de hecho, disteibuido de manera plura- lista en New Haven, por ejemplo, y més generalmente en el sis. tema politico de Estados Unidos en su totalidad. Hablas, como hacen los susodichos autores, de un «enfoque pluralista» del po- der, 0 de una «aproximacién pluralista» al mismo o bien de una 3 : EL PODER ‘anetodologia plucslista» presupane que las conclusiones de los pluralstas ya estén contenides en sus coneepeiones, aproxima: cidn y método. Realmente, yo no creo que asi sea. Creo que éstos on capaces de generar en determinados casos conchusiones no pluralistas. Utilizando, por ejemplo, su enfoque del poder y su ‘metodologia para identificatlo (de manera que el lugar donde se ubica el poder se determina viendo quién prevalece a la hora de ‘adoptar decisfones dondequiera que haya un conflicto observa ble). Robert McKenzie (1964) concluye que el poder es pirami- dal en los dos principales partidos politicos britanicoss y sirvién ‘dose de un enfoque y una metodologia diferentes, Saniuel Beer (1965) concluye que en el caso del Partido Leborista no lo es. Del primero de esos enfoques se extraen conclusiones elitistas ‘cuando ¢s aplicado q estructoras elitistas de adopcién de decisio nes y conclusiones pluralistas cuando es aplicado a estructuras pluralistas de adopcién de decisiones (y también, dla yo, con: clusiones pluralistas cuando es aplicado a estructuras que él identifica como pluralistas, mientras que otros enfogues del po: der no lo hacen). Asi pues, al intenter caracterizarlo identificaré sus rasgos distintivos independientemente de las conclusiones ppluralistas que se hayan solido obtener: En su temprano articulo «The concept of power», Dahl des cribe su idea intuitiva del poder» como «algo semejante a A tiene poder sobre B en la medida en que puede conseguir Gjue B haga algo que, de otra maners, no baria» (Dahl, 1957, en Bell, Edwards y Harrison Wagner (eds.), 1969: 80). Mas adelan ren ese mismo articulo, Dahl describe su «enfoque intuitivo de Ja telacién de poder» en términos ligeramente diferentes: pare- cfa, dice, cimplicar una tentativa coronada por el éxito por pat- te de A de conseguit que B haga algo que, de otra manera, no 4 {Ee popu ON ENFODUE RADICAL asia» (bid, p- 82). Nétese que sie primer enuncial, gira 9 vvno a la capacidad de A («ea mela en que puetle con- sau gue B haga algo ~»), el segundo esperifica ape tereatve seaepadla por el éxito, y en ello esta, desde ego, la fever serene los poderes actual y potencal, entee posesion y lets cia del poder. Es éste —el ejrcicio del poder— Ia iden central Se ewe enfoque del poder (como eaccin a hineapié aye haces jos Hdtaados «elitistas» en las reputactones del poder). En Who governs?, el mézodo capital de Dabl consist e® ‘edeterminar aon respecto a cid decisidn qué pattcipantes propusieron at ror grives que Binalmente fueron adoptadas, vearon «ternal vs propuestas por otros © propusieron altexnativas dve fueron vreleazadas, Estas acciones fueron después clesificadas como vetos” o "dereotss” individuales. Los participantes con le me yor proporcién de éxitos sobre ef total de éstos fueron consi “erados como los més inflayentes» (Dahl, 1961: 336)? Bit cena, como dice Polsby: «Bn la aproximacion plurals (3 serenes extn os resultados espeificos con visas & deter spac auién prevalece efecivamente ep adopcion de deisio nes dentro de una comunidad» (Polsby, 1963: 113). Aqui se have hincapié en el estudio del comportaniento concrsto, ob se ble. I investigador, sein Polsby, «cdeberta estudiar a comportamniente efectivo, ya sea de primera mano, ya sea Fe- onstrayéndolo a partir de documentos, testimonios petiédi veo'y obras fuentes apropiadasy (ibid, p. 120, Ast pues, Jame: todologfa plaralista, en palabras de Merelman, cestudié €l omportamientoefectivo, initio en ls definiiones operaiess yencontrd pruebas, Més aii: parecié abtencs conclasiones fin- bles, que satisfacian los cfnones de Ta clencia> (Merelman, 1968a: 451). Ex Popa (Convendré tener en cuenta que Jos pluralistas.tienden a usar de forma intercambiable «poder»; «influencian, ete, su poniendo que hay una nocién primaria que patece estar detrés dle codes esos conceptos» (Dabl, 1957, en Bell, Edwards y Ha. srison Wagner (eds,), 1969: 80). Who governs? habla sobre todo de «influenciae, mientras que Polsby habla ante todo de «poder»,) Este hincapié en el comportamiento observable a la hora de identificar el poder inueve a los plurelistas a estudiar la adopeién ale decisiones como tarea centtal, Para Dahl, pus, el poder sto ppuede ser analizado tras un «examen minucioso de una serie de decisiones concretas» (1958: 466); Palsby, a su vez, escribe: Se puede concebir el «poder» —einfluencia» y «control» son sinéni- mos servibles— come la capacidad de un actor de hacer algo que afecte a atso actor, que cambie el probable cuts de unos fururos acontecimientos especilicados. listo puede ser mas ficilmente conce- bilo en una situacién de adopeidn de decisiones (1963: 3-4) Arguye este autor que identificar a «quitn prevalece en Ja auopcién de decisiones» parece ser «la mejor manera de deter- rminar qué individuos y grupos tienen “més” poder en la vida social, porque el conflicto directo entre actores plantea tna si- tuacién que se asemeja sobremodo # una verificacién experi- mental de su capacidad de influir en los resultados» (p. 4). Como se desprende de esta tiima cita, se supone que las «decisio- nes» enteaiian un conflieto wdivecton, es decir efectivo y obser- vable. Ast pues, Dahl afirma que sélo es posible verificar estric- tamente la hipétesis de una clase dirigente si hay «.. casos que impliquen decisiones politicas clave donde las preferencias de la hipotétien ite ditigente choqnen con las de cualquier otro ‘ EL, pone: UN ENFOQUE RADICAL grupo similar que se piteda sugericn, y «.. en tales casos preva- lecen rejulatmente las preferencias de la élite» (Dahl, 1958 466). Los pluralistes hablan de decisiones relativas a problemas pertenecientes a «seas problematicas» (clave) seleccionadas, suponiendo una vez mas que tales problemas son polémicos e implican un conflicto efective. Como dice Dahl, es «requisite necesatio, aungue quizé no suficiente, que el tema claye impli- quejun desacnerdo efectivo en his preferencias de dos © més grupos» [p. 467). Hemos visto, pues, gue los pluralistas bacen hincapié en el compottamienta en Ia adopcidn de decisiones sobre proble mas clave o importantes por cuanto implican un conflieto ob: servable efectivo, Obsérvese que tal implicacién no es requeri- da por las definiciones de poder de Dahl o te Polsby, las cuales simplemente requieren que A pueda llegar 0 llegue « afectar alo que hace B, Y de hecho, én Who governs? Dahl se mues- tra muy sensible a la operatividad del poder o la influencia en ausencia de conflicto; incluso afirma, en efecto, que una «veri- ficacién aproximada de la influencie abierta o encubierta de tuna persone es la frecuencia con que consiga llevar adelante una politica importante en contra de la oposicién de otros, o vetar po- liticas propuestas por otros, 0 Wevar adelante una politica donde 10 aparexca oposici6n (siel» (Dahl, 1961: 66) ». De todos mo: dos, éste es sélo uno de los muchos ejemplos de que el texto de Who governs? es més sutil y profundo que la mayoria de los pronunciamientos conceptuales y metodolégicos de este autor y sus colegas' est4 en contradiccién con su armaz6n concep- tual y su metodologia, Dicho de otra manera, constituye ua descubrimiento que el enfoque unidimensional del poder es incapaz de explotar. we de oY y BL poet De acuerdo con este enfogue, el conflicto es crucial por cuanto procura una vetificacién experimental de las atribucio- nes del poder: parece pensarse gue sin él el ejercicio del poder ino se pondra de manifiesto. Entre qué se da el conflicto? La respuesta es: entre preferencias que se supone son formuladas conscientemente, manifestadas a través de acciones y, por ende, susceptibles de ser descubiertas por observacién del compostamiento de Ja gente, Ademés, los pluralistas suponen gue los inzereses schan de entender como preferencias por po- liticas determinadas, de suerte que un conflicto de intereses equivaldsia aun conflicto de preferencias. Rechazan cualquier sugerencia de que los intereses puedan ser inarticulados o inabservables, y sobre todo la idea de que las personas puedan ‘estar equivocadas acerca de sus propios intereses 0 set incons- ientes de ellos. Como dice Polsby: Rechazando esta prestincién de una «objetividad de los jntereses>, podemos ver ciettos casos de desacuetdo intraclasista como wn con- ficto inteaclasista de intereses y ¢l acuerdo interclesista como wns sumonia interclasista de intereses. Defender lo cositrario se n0s ano: ja un ertor Sila infoxmacién acerca del compostamiento efective de Jos grupos dentro de la comunidad no se considera importante en el momento en que diserepa de las expectativas del investigedor, en) tonces es imposible aun refutar las proposiciones empiricas de la te: orfa de la estatificacién (que postulan intereses clasistas}, porlo que habré que considerarlas como asertos mas metaflsicas que empiri- 08, Suponer qué los inteseses areales» de una clase le pueden ser asignados por un analiata permite a ésteatribuir una efalsa concien- cia de clase» cuando la clase en cuesti6n no coincide con él (Polsby, 1963: 22-25) [Re poets UN ENROQUE RADICAL Concluyo, por ende, que este primer enfoque unidimensi pal del poder entrafia una insistencia en el comportanniento 8 la hora de adoptar decisiones sobre problemas en torno alos cus les hay un confliio observable de intereses (subjerivos), enten ‘Judes como preferencias expresadas por une determinada pol ticay revelados a través cle une participacién politica, ui. ELENFOO! E BIDIMENSIONAL En su critica de este enfoque, Bachvach y Baratz aducen que es resttictivoy,en vireud de este hecho, presenta un cuadro plus five, engafiosamente optimist de la politica americane. El po den dicen, tiene dos casas. La primera es la que teebamos de considletar, segin la cual «el poder est@ enteramente incorpora- ddoy plenamente rellejado en la “decisiones concretns” 0 ¢n lt sievided dicectamente relacionada con su adopei6n» (1970: p. 7). Esctiben estos autores Por supuesto, el poderse ejerce cuando A participa eo laadopeién de decisiones que afectan a B, También se eerce el poder cuando A con agra sus energies a crear oreforzat aquellos valores socies ¥ polit aaa y prdtiasinsticacionales qu initan el alcance del proceso pole theo ala consideracin pablica solamente de los problemas que sean telativamente inocuos pata A, En lainedida en que A consigue bacer- tose impide, paca todos los efectos précticos, que B ponge sobre el tapete cualquier problema cuys sesoluctén pueda pesca sere mente al conjunto de preferencias de A (p. 7) FE. one «Punto capital» desu argumentacién es el siguiente: «En la medida en que una persona 0 un grupo —consciente 6 incons. cicniemente-— crea o refuerea barreras al aireamiento de los conflictas politicos, esa persona o grupo tiene poder» (p. 8) Citan a este propésito las famosas y frecuentemente repetidas palabras de Schattschneider: “Todes las formas de organizacién politica sienten inclinacién por la explotacién de unos tipos de confictos y fa supresién ce otros, to que orgunizar es movibizer inclinaciones. Ciertos temas se organizan dentro de In politica, mientras que otros lo hacen fuera de ella (chattschneider, 1960: 71), ues. El significado del trabajo de Bachrach y Baratz reside en que estos autores apostan a la discusién en torno al poder la idea-—de crucial importancia— de la «movilizacién de inclina- ciones», Hay, segiin sus propias palabras, un conjunto de valores, creencias, rituales y procedinsientos institu- ionales («reglas del juego») predominantes gue actian sistematice y-consccuentemente en beneficio de personas y grupos detetminados a expensas de otros. Los beneficiarios estén colocades en posicién aventajada para defender y promover sus intereses establecidos. La iayorfa de las veces, los adefensores del statu quo» son tn grupo mi- noritario o eltista dentro de la poblacién en cuestién, Sin embargo, el litismo no esté predestinado ni es omnipresentey como fécilmente pueclen certifiear Jos contrarios a In guerra de Vietnam, la movil cién de inclinaciones puede beneficiar y frecuentemente beneficia a ‘und neta mayoria (1970: 43-44). Qué valor tiene entonces este segundo enfogue, bidimen- sional, cel poder? ¢Qué mapa conceptual es el suyo? Respon- 0 EL PODER: UN ENFOOUE RADICAL: der a esta pregunta plantea una dificultad, toda vez que Bach- rach y Baratz usan el témniino «poder» con dos significados dis tintos. Pot un lado, lo emplean de una manera general para re fesirse a-todas las formas de control con éxito de A sobre B, es decir: de la consecucién por A dé la obediencia de B. Los mien- cionados autores, en efecto, desarrollan toda una tipelogia (in teresante en grado sumo} de estas formas de control, formas, que ellos entienden como tipos de poder en cualquiera de sus dos facetas, Por otro lado, califican de «poder» a uno de esos tipos, a saber, la consecucién de la obediencia mediante Ia ame- paza de sanciones. Sin embargo, al exponer su posicién pode- mos eliminar ficilmente el equivoco llamando «poder» a lo primero y weoercidn» a lo segundo. Su tipologta del «pocler» abarce, pues, coercién, influencia, autoridad, fuerza y manipulacién. Existe coercién, como acaba- sos de ver, cuando A consigue la obediencia de Bsmediante tune amenaza de privaci6n dondequiera que bay «un conflicto en torno a los valores o al curso de la accién entre A y Bo (p. 24)4, Existe influencia donde A, «sin recurrir a una amena- za tacita o franca de privacién sigurosa, hace que [B] cambie el course de su accién» (p. 30). En una situacién que comporta au- toridad, «B obedece porque reconoce que la orden (de A] es razonable en términos de sus propios valores», bien porque ‘su contenido es leyitimo y eazonable, bien porque se ha llega do a él a través de un procedimiento legitimo y razonable (pp. 34,37). Ea el caso de la fuerza, A aleanza su objetivo fren- tealano obediencia de B despojindole de la opcién entre obe- diencia y no obediencia, Maripulacién es, por tanto, un «aspec- to» o una subnocién de la fuerza (distinta de la coercién, el poder, la influencia y fa sutoridad), dado que aqt la «obedien- u dD ) Me

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