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T* CUATRIMESTRAL
m
FRANCISCANISIMO
Y ol. XXVI M A YO -A G O STO 1997 N .a 77
Publica:
Provincia Franciscana de Valencia, Aragón y Baleares
Redacción y Administración:
Apartado 7.017; 46080 Valencia; Teléfonos 391 20 31 y 391 96 51
1. Si a l g u n o s q u ie r e n t o m a r e s t a v id a y v ie n e n a n u e s t r o s h e r m a n o s .
a) La admisión
el permiso del bienaventurado Francisco, un día vino a verle, con otros compa
ñeros que querían entrar en la religión, el hijo de un señor de Lucca, noble
según el mundo» (LP 70), aunque los Tres Compañeros refieren que, algunas
veces, la solía delegar (TC 41). Incluso después de la creación de las Provincias
parece ser que mantuvo tal costumbre en Italia, ya que Jordán de Giano nos
cuenta que «al cruzar el mar el bienaventurado Francisco junto con Pedro
Cataneo, experto en leyes y jurisconsulto, dejó dos Vicarios, fray Mateo de
Narni y fray Gregorio de Nápoles. Estableció a Mateo en Santa María de la
Porciúncula, con el cargo de estar allí para recibir a los que debían ser acogidos
en la Orden, y a Gregorio para que, yendo por Italia, confortara a los herma
nos» (Crónica 11).
A esto parece aludir el Espejo de Perfección cuando dice que «todos los
hermanos de la Orden» acudían a la Porciúncula, «y era aquél el único lugar
donde eran admitidos a ella» (EP 8). Angel Clareno concreta más la noticia
explicando que se trataba de «todos los que querían entrar en la Religión
provenientes de cualquier parte de Italia».116Esto parece reflejar la Regla de
1221 que, en realidad, no hace más que fijar la costumbre nacida a raíz de la
división de la Orden en Provincias en 1217, pues Jordán de Giano cuenta que
Cesáreo de Spira fue admitido a la Orden por fray Elias cuando era Provincial
de Siria. Y el mismo Cesáreo comenzó ya desde el principio, como Provincial
de Alemania, a recibir candidatos, hasta el punto de que el año siguiente — es
decir, en 1222— había crecido tanto la Provincia que se celebró el primer
Capítulo (Crónica 9.11). El sentido común induce a creer que, tan pronto como
se vio la necesidad de fraccionar la Orden en Provincias, se delegó a los
Provinciales, sobre todo a los más distantes del centro de Italia que es donde se
encontraba Francisco, el derecho de admitir candidatos, aunque el padre Esser
supone que el Ministro encargado de recibir a los candidatos, de que habla la
Regla de 1221, es el General.117
El hecho de la concentración de poder en el General es evidente, si compa
ramos las dos Reglas. Por eso cabe preguntar cuál fue el motivo que indujo a
tomar tal decisión. La respuesta parece que deba buscarse en la influencia del
cardenal Hugolino en la estructuración de la Orden y, más concretamente, en
la redacción de la Regla.118 Resulta lógico pensar que si la Fraternidad se
organiza bajo una sola cabeza —el General—, con el fin de ser mejor controla
da por la Curia, éste dispusiera de todos los poderes, sin dejar cabos sueltos
que, en momentos de crisis, podía dificultar una intervención enérgica. Parece
razonable que Hugolino tuvo que ver en la formulación de este principio, pues
al surgir la duda en 1230 sobre el derecho de los Vicarios provinciales a recibir
hermanos, cuando los Ministros estuvieran en el Capítulo general, Gregorio IX
contesta en la bula Quo elongati diciendo «que no pueden, por la razón de que
esta facultad no la tienen ni siquiera los Ministros provinciales, si no les es
dada a este respecto una licencia especial, y así como el Ministro general la
puede conceder a los Provinciales, también pueda negarla. Y puesto que,
según la Regla, la facultad de admitir hermanos a la Orden puede ser conferida
solamente a los Ministros provinciales, mucho menos tienen potestad de
conferirla a otros los Ministros provinciales, a los cuales solamente, y no a
otros, es conferida».119
Aunque este principio centralista existía en la práctica,120 sin embargo
mantenía una coherencia con la organización de la Orden, vinculada a la
Iglesia a través del Ministro general.
b) La fe católica
por el Credo, el cual no contiene todas las «verdades de fe» ni, por su
puesto, los sacramentos.126
c) Situación de libertad
dad este texto formaba parte del Propositum de 1210,137pues Francisco mismo
dice en su Testamento que, después de haberlo probado el Papa, «los que
venían a tomar esta vida, daban a los pobres todo lo que podían tener» (Test
16). La Regla de 1221 conserva este mismo texto, añadiendo otros que indican
también la radical elección del reino y las consiguientes renuncias, entendidas
como el único modo viable de «seguir la doctrina y las huellas de nuestro
Señor Jesucristo».138
Para Francisco está claro que el Evangelio sólo se puede vivir desde la
pobreza; de ahí que los iguale casi hasta identificarlos, como en el Testamento
a Clara, en el que aparece su firme voluntad de «seguir la vida y pobreza de
nuestro altísimo Señor Jesucristo y de su santísima Madre y perseverar en ella
hasta el fin; y os ruego, mis señoras, y os aconsejo que viváis siempre en esta
santísima vida y pobreza» (UltVol ls.).
137 Además de ser un texto reiterativo en Francisco, lo toman todos los que han
intentado recomponer el Propositum. Cf. nota 14.
138 1 R 1, 1 s. Cf. S. L egasse, L'appel du riche, París 1965; T. M atura, El radicalismo
evangélico, Madrid 1980, 96 ss.
139 Se deduce de las citas de la nota 136; para seguir a Jesús hace falta haberlo
dejado todo.
140 Aunque ya aparece como una posibilidad en La Regla de S. Benito 58, 24, y
también en las Costumbres de la Cartuja, Maestro Bruno, 352, es, sobre todo, en los
Movimientos pauperísticos, donde se aplica con radicalidad; cf. K.-V. S elge, «Die
Armut in den nichtrechtgláubigen religiósen Bewegungen des 12. Jahrhunderts», en La
povertd del secolo xn, 179-216.
141 Cf. H. G rundmann, Movimenti religiosi, 15 ss.; en general, los Movimientos
pauperísticos medievales se remiten al comportamiento apostólico (cf. G. T heissen,
Sociología del movimiento de jesús, 17), conllevando cierta agresividad; sin embargo, en la
actitud pobre de Francisco no aparece este matiz. Cf. S. D a C ampagnola, La povertd ñeñe
«Regulae», 217-253; R. M anselli, «La povertá nella vita di Francesco d'Assisi», en La
povertd del secolo xn, 255-282.
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nos por el mañana ni recibir oro ni plata ni otra cosa; sólo el vestido y la
comida diaria.»142
2. D e s p u é s , c o n c é d a n l e s l a s p r e n d a s d e l t ie m p o d e l a p r o b a c ió n ; o s e a :
144 Aunque las Reglas no dicen nada sobre el rito seguido en la vestición, hay
indicios de que al comienzo del noviciado había un gesto simbólico que expresaba, de
algún modo, la nueva relación del candidato con la Fraternidad. Posiblemente se
trataba de un compromiso serio de pertenecer a la Fraternidad realizado «en las manos
del ministro». Así parece deducirse de un documento pontificio de 1220 en favor de un
clérigo de Constantinopla acusado de que «había profesado en la Orden de los Herma
nos Menores», y que, para conocer la verdad, el Papa se había informado del Ministro
provincial «en cuyas manos había hecho la profesión». Cf. L. de A spurz, El rito de la
Profesión, 188 ss.
145 Cf. La Regla de S. Benito, 163 ss.
146 S. Francisco de Asís. Escritos..., 964.
236 JULIO MICO
A m o n e s t o y e x h o r t o a t o d o s a q u e n o d e s p r e c ie n n i j u z g u e n a q u ie n e s
a) La profesión
señor papa Inocencio y a sus sucesores» (1 R Prol 3 s.), no parece que deba
entenderse como la «profesión religiosa» de Francisco y sus primeros compa
ñeros,153pues en la Regla bulada se repite esa misma fórmula como expresión
de una orden estructurada bajo una sola cabeza —el general— y en dependen
cia directa del Papa como cabeza de la Iglesia.
Si esto no es, al parecer, ninguna fórmula de profesión, ¿cuándo comenzó a
concretarse en un rito la acogida de los candidatos «a la obediencia, prome
tiendo guardar siempre esta Vida y Regla»? Las fuentes callan sobre el particu
lar, pero no parece probable que la primera fórmula se redujera a la mera
promesa de obediencia, pues este término tiene en los escritos de Francisco un
sentido más amplio que el tradicional voto de obediencia monástica.154
Hugo de Digne, en su comentario a la Regla, trae una fórmula que, a pesar
de no ser literal, debe acercase bastante a la pronunciada en la profesión:
«Prometiendo delante de Dios y los santos guardar siempre la Vida y Regla del
bienaventurado Francisco, por el señor papa Honorio confirmada...»155 La
fórmula que posteriormente figura en las Constituciones Narbonenses de 1260
parece demasiado elaborada para que pueda remitirse a los orígenes de la
Fraternidad.156
Como se puede comprobar, el objeto de la profesión en el comentario de
Hugo de Digne no son los votos, sino la Vida y Regla. La Curia, sin embargo,
no aceptó este lenguaje y usó el término voveo —hacer voto— para indicar el
acto de la profesión.157Francisco, siguiendo la tradición monástica, tal como
aparece en la Regla de san Benito, emplea el verbo promittere —prometer— . A
la «promesa de obediencia» por parte del novicio, corresponde el «recibir a la
obediencia» por parte de la Fraternidad (2 R 2,11).
153 El P. Lázaro parece entender que «del prólogo de la Regula non bullata —
aun prescindiendo de las encontradas opiniones de los críticos sobre la fecha de
composición— se deduce que el Papa Inocencio III, al aprobar oralmente la primera
forma vitae en 1209-10, recibió de Francisco la promesa de obediencia y reverencia en
forma de verdadera profesión, y es de suponer, con el gesto simbólico de rigor, tal
como lo practicaban los Canónigos Regulares de Letrán, gesto que, por lo demás,
encaja bien en los gustos caballerescos del joven fundador». L. de A spurz, El rito de la
Profesión, 187.
154 Cf. K. E sser, La Orden franciscana, 191 ss.
155 Expositio Hugonís super Regulam Fratrum Minorum, 177 ss.
156 AFH 34, 40.
1,7 Los dos rescriptos Constitutus in praesentia, de 1220 y 1221 (Bull Fran I, 7a y 8a)
traen la expresión in cuius manibus vovisse... dicebatur. Es la primera vez que aparece el
verbo vovere para expresar la profesión como «emisión de votos».
EL CARISMA FRANCISCANO DE ASÍS 239
b) Modo de vestir
158 Cf. G. D uby, L os tres órdenes o lo imaginario del feudalismo, Barcelona 1980; J. L e
G off, Le v o c a b u la ir e .93-123.
159 1 Cel 22; TC 25; Lm 3,1.
160 J. de V itry, «Historia del Oriente», en San Francisco. Escritos..., 966.
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franceses vestían de este modo. De Roberto de Arbrissel se dice que iba siempre
con los pies descalzos y vistiendo ásperas túnicas de saco.161Bernardo de Thiron
y sus seguidores llevaban hábito monástico, pero tan vil, burdo y peloso, que
más se parecía a las ovejas, cuya lana se había tomado para confeccionar la tela,
que al hábito de otros monjes.162Vital de Savigny andaba también descalzo y
pobremente vestido.163De Norberto de Xant, fundador de los Premostratenses,
dice su biógrafo que, habiendo repartido sus bienes a los pobres, iba vestido con
una sola túnica de lana y los pies descalzos. Su programa era el Evangelio y, a
imitación de los Apóstoles, no llevaba ni calzado, ni alforja ni dos túnicas.164
Los Movimientos evangélico-pauperísticos, a partir del texto de la misión
de los Apóstoles, adoptan de forma unánime la norma sobre el vestido. Los
grupos menos radicales se contentarán con prescribir vestidos humildes, pero
los más radicales llevarán a la práctica literalmente el texto evangélico antes
mencionado, llegando algunos hasta el extremo de negar la salvación a los que
utilizaran más de una túnica.
Esta actitud de pobreza orgullosa o autosuficiente asoma, en cierto modo,
en la Carta que dirige san Bernardo a su sobrino Roberto, ironizando su vuelta
al monasterio de Cluny: «¿La salvación —dice— se asegura mejor buscando la
vanidad de los trajes que la modestia de los vestidos? Si las mórbidas y tibias
pieles, si los finos y preciosos paños, si las largas mangas y los amplios
capuchos, si las sobrevestes de animales salvajes o el blanco tejido hacen el
santo, ¿por qué me entretengo aquí en vez de seguirte yo también?»165
Francisco, por el contrario, advierte y exhorta a los hermanos que «no
desprecien ni juzguen a quienes ven que se visten de prendas muelles y de
colores y que toman manjares y bebidas exquisitos; al contrario, cada uno
júzguese y despréciese a sí mismo». El seguimiento de Cristo pobre no es una
carga pesada que haga surgir la envidia de los que viven de otro modo. El ser
pobre es una gracia que concede el Señor, por eso debemos aceptarla con
alegría.
La descripción del vestido presentado por la Regla responde a la tradición
de los Movimientos evangélico-pauperísticos, distinguiéndose, por lo tanto,
de los usados por los monjes.166 En comparación con el traje monástico, con