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Fortunata y Jacinta.

El gobierno durante la novela

EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. LA REVOLUCIÓN,


EL REINADO DE AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA

El Sexenio Democrático supone la primera experiencia democrática de España basada en


el sufragio universal y la plena garantía de derechos y libertades.

La crisis económica, la difusión de la ideología democrática entre el pueblo urbano y, sobre


todo, la deriva autoritaria de los gobiernos moderados con el claro apoyo de Isabel II,
conducen a la Revolución de 1868. Ésta se venía preparando desde que el Partido Progresista,
dirigido por Prim, la Unión Liberal, dirigida por Serrano y el Partido Demócrata, se unieron en
el Pacto de Ostende para destronar a la reina.

La Revolución comienza con un pronunciamiento militar en Cádiz. Los militares sublevados


consiguen derrotar a las fuerzas del gobierno en la batalla de Alcolea e Isabel II parte para el
exilio. Paralelamente, se producen levantamientos populares y se forman juntas provinciales
que constituyen una Junta Suprema Central. Las juntas asumen el ideal democrático y
reclaman el sufragio universal así como la abolición de consumos y quintas. Estas
reivindicaciones sociales chocarán, sin embargo, con la voluntad de la nueva clase política,
dispuesta a realizar únicamente cambios políticos.

La Junta Suprema encarga a Serrano la formación de un Gobierno Provisional. Éste disuelve


las juntas a cambio de aprobar el sufragio universal, al tiempo que en Cuba estalla la Guerra de
los Diez Años. Se convocan elecciones a Cortes Constituyentes mediante sufragio universal. En
ellas triunfan los partidos del Pacto Ostende unidos en la coalición monárquico-demócrata.
Pero en las Cortes aparecen dos importantes minorías: la republicana a la izquierda y
la carlista a la derecha.

Se elabora la Constitución de 1869, primera constitución democrática que establece la


soberanía nacional, una ampliación de derechos y libertades como el sufragio universal, el
derecho de asociación o la libertad de cultos, unas Cortes bicamerales elegidas por sufragio
universal, una monarquía con los poderes del rey limitados y la figura del jurado.

A continuación, las Cortes declaran a Serrano regente quien, a su vez designa a Prim jefe de
gobierno. Este se enfrenta a la primera manifestación de descontento popular por la falta de
mejoras sociales y tiene que reprimir el levantamiento republicano de 1869. Al mismo tiempo
inicia la búsqueda de un rey, que finalmente encuentra en la figura de Amadeo de Saboya.
Pero antes de que éste llegue a España Prim resulta asesinado.

Comienza el reinado de Amadeo I (1871-1873) que tiene que hacer frente al rechazo por la
oligarquía y la Iglesia, al desarrollo del movimiento obrero y la llegada de la Internacional de
Trabajadores, y al estallido de la Tercera Guerra Carlista. La crisis política se agrava por la
división entre los partidos políticos que recurren a la manipulación electoral. En este contexto,
Amadeo I renuncia al trono en1873.

Ante el vacío de poder, diputados y senadores proclaman la República. Pero mientras el


pueblo urbano apoya una República federal que solucione sus problemas, los más

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conservadores prefieren una República unitaria que garantice el orden. El primer


presidente, Figueras, convoca elecciones a Cortes Constituyentes que ganan los republicanos
federales con una amplia abstención. Bajo la presidencia de Pi i Margall se redacta
la Constitución de 1873, que establece la República Federal, pero que no llega a promulgarse
por la insurrección cantonal. Esta se inicia en Cartagena y, con el apoyo de las masas, se
extiende por el este y el sur para crear un Estado Federal a partir del hermanamiento de
cantones. En Alcoy además se proclama la revolución social. Pi i Margall dimite y le
sustituye Salmerón que inicia un giro conservador para reprimir la sublevación cantonal. Le
sustituye Castelar que suspende las Cortes y gobierna con métodos dictatoriales. En 1874,
ante la reapertura de Cortes y el temor a la destitución de Castelar, el general
Pavía protagoniza un golpe de Estado que pone fin a la República.

Se crea un nuevo poder dictatorial en manos de Serrano, que prohíbe las asociaciones obreras
y se apoya en el Ejército para restablecer el control. La oligarquía aspira a la vuelta de los
Borbones en la persona de Alfonso XII, hecho que se produce a finales de 1874 con el triunfo
del pronunciamiento militar de Martínez Campos.

EL REINADO DE ALFONSO XII (1874-1885). EL SISTEMA CANOVISTA Y LA CONSTITUCIÓN DE


1876

En 1874, con el reinado de Alfonso XII, comienza en España el periodo de la Restauración,


caracterizado por la vuelta de los Borbones y el dominio político e ideológico de la oligarquía,
desplazada del poder durante el Sexenio Democrático. El nuevo sistema político tuvo sus
orígenes en la abdicación de Isabel II en su hijo Alfonso como forma de devolver el prestigio a
la dinastía, y la labor de Cánovas del Castillo dando a conocer la persona de Alfonso XII a
través del Manifiesto de Sandhurst. Finalmente, el pronunciamiento de Martínez
Campos propiciaría la proclamación de Alfonso XII.

Cánovas sentó las bases del nuevo sistema político, de apariencia liberal pero destinado a
garantizar la estabilidad política y el dominio político y social de la oligarquía. Para lograrlo, se
basó en varios principios teóricos. En primer lugar, la idea de Constitución interna, conjunto
de normas y tradiciones no escritas de un país según las cuales en España el rey y las Cortes
debían ser la base del nuevo sistema político.

En segundo lugar, se creó una Comisión de Notables encargada de elaborar la


nueva Constitución de 1876, aprobada por las Cortes recién elegidas. Se trata de un texto
caracterizado por su elasticidad y que recoge aspectos de la constitución moderada de 1845 y
la constitución democrática de 1869. Establece la soberanía compartida entre Cortes y rey y
una amplia declaración de derechos y libertades aunque redactados de forma ambigua. La
religión católica es la oficial del Estado aunque se admite libertad de cultos a nivel privado. Las
Cortes son bicamerales con un Senado reservado a las élites y personas nombradas por el rey
mientras que los diputados son elegidos por la Nación. El rey conserva amplios poderes,
incluido el derecho de veto.

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Por último, Cánovas se inspira en el modelo británico para diseñar un sistema bipartidista en
el que dos partidos se alternan pacíficamente en el poder evitando el recurso a los
pronunciamientos militares o los levantamientos populares. Cánovas crea el Partido
Conservador y Sagasta funda el Partido Liberal. Estos son los llamados partidos dinásticos,
únicos capacitados para gobernar por aceptar la Monarquía y la dinastía. En realidad, ambos
partidos se identifican con los intereses de la oligarquía y sus diferencias eran más aparentes
que reales. Pero los dos aceptaban el juego político y garantizaban con su alternancia la
estabilidad política.

En teoría el presidente del gobierno debía contar con la doble confianza del rey y las Cortes,
que se renovaban según las elecciones. En la práctica el sistema se veía manipulado. La
alternancia estaba pactada de antemano entre los dos partidos dinásticos en lo que se conoció
como turnismo. El rey convocaba las elecciones y el Ministro de Gobernación realizaba
el encasillado con la lista de diputados que debían ser elegidos. Daba las instrucciones a los
gobernadores civiles que se ponían en contacto con los caciques, personas de poder
económico y con influencia para determinar el resultado de las elecciones en su distrito
mediante la extorsión, el chantaje, la manipulación, el inflado del censo con los difuntos o la
intimidación. Se conseguía así la mayoría en las Cortes acorde con el partido al que
correspondía gobernar. Este sistema aseguró la estabilidad política en una España
mayoritariamente rural.

Cánovas del Castillo gobernó la mayor parte del tiempo y logró someter al ejército al poder
civil y puso fin a la Guerra Carlista y a la Guerra de Cuba con la paz de Zanjón. Desde el punto
de vista político limitó los derechos y libertades y restauró el sufragio censitario con la Ley
Electoral de 1878. En 1881 se produjo la primera alternancia y Sagasta sube al gobierno con
una política más tolerante hacia la oposición.

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