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DE AMÉRICA
LATINA, 1959-2009
Valencia, 2010
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Índice
INTRODUCCIÓN ..............................................................................................................
Desde una perspectiva europea, la época cronológica que cabe englobar bajo
la denominación que da título a este libro (y podía haber sido otro: historia con-
temporánea [estricta], al modo que se utiliza en el mundo anglosajón; historia
del tiempo presente, tal y como se dice en Francia), queda bastante definida
porque arranca tras la finalización de la II Guerra Mundial. La pregunta podría
ser: ¿es válida esta compartimentación cronológica para trabajar en el ámbito
latinoamericano?
La pregunta no tiene una fácil respuesta. Podríamos dar argumentos a fa-
vor y en contra. América Latina, obviamente, no está al margen de las grandes
fracturas mundiales que acontecen en la que por estas latitudes denominamos
época contemporánea (aquella arranca para los historiadores con la Revolución
Francesa); y desde luego no es ajena al punto y aparte que significa la victoria
de las democracias occidentales y el comunismo soviético sobre los fascismos ita-
liano y alemán y el imperialismo japonés. Ahora bien, parece que 1945 no deja
de ser una referencia cronológica exógena a América Latina.
Desde esta posición, la pregunta puede formularse así: ¿podemos encontrar
una fecha de mayor ruptura, una fecha que marque un antes y un después de la
historia continental; una fecha que enmarque la que llamamos historia actual
de América Latina?
En nuestra opinión, 1945 no es una buena fecha de inicio, una buena puerta
de entrada para la historia actual de América Latina, ya que es una puerta que,
querámoslo o no, resulta externa al subcontinente. Es por ello que proponemos
considerar otra fecha de inicio, una fecha de mayor significación continental:
nos referimos a 1959. Probablemente, la Revolución Cubana, más que cualquier
otro proceso político continental, marca el antes y después en la historia lati-
noamericana. La victoria castrista genera una convulsión que se irradia, con
mayor o menor rapidez, a la práctica totalidad de la geografía continental. La
izquierda latinoamericana de filiación marxista, filosoviética o no, junto con los
populismos que han proliferado por las tierras americanas, aparecen desnudos
a los ojos de quienes con asombro contemplan a un grupo de barbudos sin gran-
des ínfulas teóricas que acaban de derrotar a un aliado fiel del imperialismo
norteamericano.
La Revolución cubana significó un punto y aparte, un antes y un después
como hemos dicho, en la historia del continente americano y, especialmente, en
la de las tierras que van del sur de Río Grande hasta la Patagonia.
El 1 de enero de 2009 se cumplió medio siglo de aquella victoria épica y de
apariencia romántica mediante la que unos fotogénicos barbudos que fumaban
sus buenos cigarros habían vencido a uno de los muchos dictadorzuelos propi-
ciados o amparados por el imperio estadounidense. En estos cincuenta años,
10 INTRODUCCIÓN
que con las transiciones democráticas, en marcha desde los años ochenta del
siglo pasado, los norteamericanos perdieron interés por América Latina (quizá
con la excepción de Nicaragua). Eso que era una sospecha, se convirtió en cer-
tidumbre tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Con la excepción la
sempiterna política anticastrista, del Plan Colombia y de las escaramuzas con
Hugo Chávez, las dos administraciones de G. W. Bush relegaron a la parte sur
del continente al negociado de problemas migratorios y al de problemas con el
narcotráfico. La nueva Administración Obama, pareciera, ha abierto una nueva
era, pero eso está todavía por confirmar.
La experiencia cubana irradió la práctica totalidad de las tierras al sur del
río Grande. Todo parecía fácil tras la victoria de los hombres de Castro y el Che.
Un grupo de revolucionarios que habían desembarcado en Cuba, comenzaron
a moverse como pez en el agua entre los guajiros de la Sierra Maestra y tras
apenas tres años de lucha, habían entrado victoriosos en La Habana. Cuba y su
revolución se convirtió, para miles de jóvenes latinoamericanos, en un ejemplo
a imitar. Con los matices que convendrá destacar, la lucha armada pareció a
muchos la vía más rápida para construir el socialismo, un sistema que no se
sabía hasta que punto correspondía con el modelo soviético. Pese a la indefini-
ción, se entendía que era un estadio superior al capitalismo. El pueblo podía ser
liberado con las armas en la mano, sin que importara demasiado la existencia
de los ejércitos nacionales. El error de cálculo fue tremendo. El sueño acabaría
en pesadilla.
El desafío lanzado por esa izquierda nueva, deslumbrada por el éxito cubano,
fue aceptado por los estados nacionales. Las fuerzas armadas, en buena medida
adiestradas por los Estados Unidos, supieron adaptarse al reto con rapidez. Y
su respuesta fue tan brutal como insospechada. La tesis del enemigo interior,
la delimitación imprecisa de los hechos punibles y la imposición clandestina de
medidas de sanción prohibidas por la ley, junto a otros principios de parecido
tenor abocaron a lo que técnicamente se denomina, desde la ciencia jurídica,
Terrorismo de Estado. A la represión brutal, a la persecución del disidente, a la
detención ilegal, a la tortura y a la desaparición forzada de personas, entendidas
como una forma de acción política de exterminio de quienes no simpatizaban con
el nuevo régimen militar, le acompañó una política económica revolucionaria.
Los principios del neoliberalismo económico más radical vinieron de la mano de
los militares. El aparente milagro económico de los primeros momentos pronto
se desvaneció y los costes sociales de la nueva política económica fueron desas-
trosos. Más allá, no obstante, de los fatales resultados en política económica y
social de los regímenes militares que se expandieron por doquier, la Declaración
de los Derechos Humanos que la ONU había realizado en 1948 pasó a formar
parte de la agenda política internacional tras la asunción violenta del poder por
los militares. El Informe Rettig chileno, el Informe Sábato argentino, o el de la
Comisión para el Esclarecimiento Histórico guatemalteca, por poner tres ejem-
12 INTRODUCCIÓN
plos señeros, nos permiten conocer hasta dónde, a qué profundidad del horror,
fueron capaces de llegar los seres humanos en la represión política.
Otro efecto más que relevante de los regímenes militares será la aparición de
la figura del exiliado. Nos referimos a los exilios políticos. Desde el exilio cubano
post revolucionario, la gusanera de Miami, como la denominó el castrismo ofi-
cial; al exilio de quienes huían de la represión de los militares responsables de
las dictaduras de Seguridad Nacional. Existe un exilio tradicional que marcha
al exterior, al extranjero; y existe un insilio, que mueve grandes contingentes de
población en el interior de los países, donde se abandonan, de grado o por fuerza,
territorios declarados zonas de guerra.
Las dictaduras militares, además, profundizaron la brecha de la desigualdad
interna de las repúblicas latinoamericanas. Es un tópico que responde a una
cruda realidad el decir que América Latina es el continente de la desigualdad.
Podemos encontrar el tercer y el primer mundo dentro de la misma nación, de
la misma ciudad, bajo las mismas autoridades y la misma bandera. Se trata de
realidades alejadas físicamente por los planes urbanísticos de las grandes ur-
bes, y separadas en niveles de vida y en satisfacción de las necesidades básicas
por un abismo dantesco. Recorriendo cualquier gran ciudad latinoamericana
encontraremos sus villas miseria, favelas, poblaciones callampas, tugurios, po-
blados jóvenes, ranchitos; son distintas formas, según cada denominación nacio-
nal, de señalar la misma cosa: barrios de viviendas de autoconstrucción (ladri-
llo, madera, plásticos, cartón), sin servicios básicos (alumbrado, agua potable,
desagües, escuelas, atención sanitaria, seguridad), en las que, por ejemplo, las
tasas de mortalidad infantil pueden ser tercermundistas. Mientras, en la misma
capital, a una distancia que se puede recorrer en un autobús urbano o sencilla-
mente caminando, nos encontramos con zonas que forman parte inequívoca del
Occidente más dinámico: una bajísima tasa de mortalidad infantil y todo tipo
de servicios y adelantos de las sociedades más avanzadas. En algunas de estas
ciudades es frecuente ver las urbanizaciones, los condominios o las colonias, en
las que vive la clase alta e, incluso, la clase media, protegidas por altos muros,
puentes levadizos, alambradas electrificadas y hombres pertrechados con armas
de combate.
Si las dictaduras ahondaron la brecha social, las democracias de mayor o
menor calidad actualmente existentes no han paliado el problema. La ola de-
mocratizadora que el subcontinente vivió durante la década de los ochenta y los
noventa presenta asincronías importantes. No es lo mismo, claro está, recobrar
la democracia en un país donde ya existía y fue bruscamente interrumpida por
los militares golpistas, que instaurar la democracia en otro en el que nunca se
ha podido hablar con propiedad de la existencia de un régimen democrático. Hay
quien piensa, desde el pesimismo de la razón, que la democracia simplemente no
puede afianzarse en América Latina en las actuales condiciones socioeconómi-
cas. Y eso porque las políticas neoliberales han producido una fragmentación so-
cial tan brutal que puede hablarse de la existencia de un régimen de apartheid
INTRODUCCIÓN 13
se dice, flota sobre petróleo y el mercado está ávido por comprarlo, lo que genera
unos recursos que están permitiendo una acción exterior que aúna propaganda,
ayuda e injerencia en asuntos internos de buena parte de los países del área.
¿Qué es Chávez y el chavismo? No son pocos los especialistas que niegan que se
trate de una nueva forma de populismo; pero parece imposible dejar de señalar
que la relación entre el régimen y el concepto es tangible, aunque no lo define
al completo. ¿Es el chavismo, o puede convertirse en, una propuesta política de
validez continental?
Si el militar venezolano es un inequívoco referente para muchos, en parecida
medida en la que es enemigo a batir para otros, mayor consenso parece concitar
otro gran líder continental como es el presidente brasileño Lula da Silva, quien
ya al final de su mandato exhibe no sólo una valoración excelente entre sus con-
ciudadanos que mucho tiene que ver con la mejora de los indicadores de pobreza
de su país, sino que se ha convertido en un reconocido estadista mundial que
está situando a Brasil como una potencia imprescindible no sólo para la región,
sino para el mundo.
¿Podemos dividir los sistemas políticos realmente existentes en dos grupos,
y adscribirlos a uno u otro de los campos, o eso es una simplificación excesiva?
Creemos que en estas páginas encontrará el lector argumentos para dar res-
puesta a las distintas preguntas que están abiertas en la América Latina de
nuestro presente.
Derrotadas y fracasadas, —las dos cosas—, las propuestas revolucionarias
de los sesenta y los setenta, otras propuestas insurgentes vendrían después du-
rante los años ochenta y noventa del siglo pasado a las que no se puede ignorar.
Descontando el empate catastrófico colombiano que tiene empantanado al país
tras décadas de guerra a cuatro bandas (guerrillas de las Fuerzas Armadas Re-
volucionarias de Colombia y del Ejército de Liberación Nacional, paramilitares
de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia, contingentes de hombres
armados pagados por los cárteles del narcotráfico y, en cuarto lugar, el propio
Estado Colombiano), prestaremos atención a dos insurgencias armadas: la del
singular maoísmo andino de Sendero Luminoso, y la del sorprendente Ejérci-
to Zapatista de Liberación Nacional —la llamada guerrilla postmoderna— que
apareció a la luz de las cámaras de televisión el 1 de enero de 1994.
En el siglo XXI, las propuestas de revolución armada han desaparecido prác-
ticamente del escenario, con la sempiterna y ya citada excepción colombiana.
Ahora, la democracia, la calidad de ésta, su eficacia social es, como hemos dicho,
el eje vertebrador de la recientísima historia de América Latina. Y en este ele-
mento central es fundamental atender a lo que podemos denominar la emer-
gencia de los descendientes de los pobladores originarios, la asunción efectiva
del papel de actores políticos de primer nivel de los indígenas. Un concepto que
arranca de la década de los setenta y que triunfará igualmente en la de los no-
venta es el de etnodesarrollo, que fue acuñado en la Declaración de Costa Rica
en 1981 como el más pertinente para sustentar que el grupo étnico ha de ser
INTRODUCCIÓN 15
LEONARDO CURZIO1
Universidad Nacional Autónoma de México
1
Investigador Titular del Centro de Investigaciones sobre América del Norte. UNAM.
2
O’Gorman, Edmundo, La invención de América, México, FCE. La primera edición es de 1958,
pero ha sido objeto de múltiples reimpresiones.
3
Para profundizar en las trayectorias divergentes de la América inglesa y la América española
es imprescindible referirse al portentoso estudio de ELLIOT, John, Imperios del mundo atlán-
tico, Madrid, Taurus, 2005.
22 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
4
Véase: Moreno Pino, Ismael, “Aspectos Históricos” en Orígenes y Evolución del Sistema Inter-
americano”, México, Colección del Archivo Diplomático Mexicano, Secretaría de Relaciones
Exteriores, México, 1977, pp. 48-73. Murphy, Gretchem, Hemispheric imaginings. The Monroe
Doctrine and narratives of U.S. Empire, Duke University Press, 2005. Rappaport, Armin, The
Monroe Doctrine, New York, Robert Kreiger Publishing Company, 1976.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 23
5
Un sugerente ensayo escrito desde la perspectiva canadiense sobre este asunto es el de Drache,
Daniel, La ilusión continental. Seguridad fronteriza y búsqueda de una identidad norteameri-
cana, México, Siglo XXI editores, 2007.
24 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
tista. Los Estados Unidos han desplegado desde entonces hasta el presente, con
las variaciones políticas de las distintas administraciones, una incomprensible
actitud de negación de los hechos consumados. La actitud de los Estados Unidos
hacia la isla combina elementos externos con rivalidades y pugnas de la política
partidista del estado de la Florida. Las relaciones con Cuba son tratadas en el
ámbito externo a través de condenas y mecanismos sancionadores tan conocidos
como el bloqueo al régimen de los hermanos Castro. Pero también son un asunto
interno debido a la presencia de una influyente colonia cubano americana que
exige tratar el tema cubano bajo una determinada óptica en el Congreso nor-
teamericano. La visión tradicional que desde Washington se ha tenido sobre la
isla se puede entender mejor si recordamos el origen de Cuba como república
independiente.
Tras la guerra de 18986 en la que España pierde sus últimas posesiones ame-
ricanas, los Estados Unidos quedan como el gran árbitro de la región. En 1901,
las fuerzas norteamericanas de ocupación consiguieron incluir en la constitu-
ción de la joven república la famosa “Enmienda Platt”, merced a la cual los
Estados Unidos tenían la facultad de intervenir en los asuntos de la isla cuando
lo estimarán pertinente. Cuba fue obligada también a arrendar de manera per-
petua la base naval de Guantánamo.
La intervención política y militar no se limitó a Cuba. Pocos años después,
en 1903, los Estados Unidos estimularon el que una parte de Colombia se in-
dependizara formando la República de Panamá bajo el patrocinio de Theodore
Roosevelt7. Al igual que en el caso cubano, los Estados Unidos se garantizaron
una facultad constitucional para intervenir en los asuntos de ese país y adqui-
rieron también los derechos sobre el canal de Panamá. La zona del Canal estaba
llamada a ser un foco de irradiación ideológica y de control militar de todo el
subcontinente en la segunda mitad del siglo XX. La vía intercontinental y su
zona aledaña fueron la sede de dos instituciones que marcaron las relaciones de
los Estados Unidos con América Latina. Una es el Comando Sur, desde donde
se coordinaban las operaciones militares que desembocaron en muchos casos en
intervenciones directas. La otra es la Escuela de las Américas, en cuyas aulas
se graduaron una buena parte de los represores latinoamericanos quienes en
nombre de la guerra contra el comunismo, plagaron el continente de dictaduras
militares.
La presencia norteamericana en Panamá cesó al finalizar el siglo XX al am-
paro de los tratados Torrijos Carter firmados en 1977. Sin embargo, la trans-
ferencia de soberanías no estuvo exenta de problemas. En diciembre de 1989,
6
Elorza, Antonio, La guerra de Cuba 1895-1898, Madrid, Alianza.
7
Collin, Richard, Theodor Roosvelt’s Caribbean: The Panama Canal, the Monroe Doctrine, and
the Latin American Context, Baton Rouge, Louisiana State University Press, 1990. Hendrix,
Henry, Theodore Roosevelt’s Naval Diplomacy. The US and the birth of the american century,
Washington, USNI, 2008.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 25
8
Johnson, Paul, Estados Unidos. La historia, Barcelona, Javier Vergara, 2001, p. 353.
26 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
9
Véase: Drache, Daniel, op cit.
10
Sobre las relaciones México-Estados Unidos en esa coyuntura puede verse Chacon, Susana,
Las relaciones México-Estados Unidos. Entre el conflicto y la cooperación, México, FCE, 2007.
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11
Kennedy, Paul, El parlamento de la humanidad, Barcelona, Debate, 2007.
28 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
ARTÍCULO 3.°
1. Las Altas Partes Contratantes convienen en que un ataque armado por parte de cualquier Estado
contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en
consecuencia, cada una de dichas Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque, en
ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la
Carta de las Naciones Unidas.
2. A solicitud del Estado o Estados directamente atacados, y hasta la decisión del Órgano de Consulta
del Sistema Interamericano, cada una de las Partes Contratantes podrá determinar las medidas inmediatas
que adopte individualmente, en cumplimiento de la obligación de que trata el parágrafo precedente y de
acuerdo con el principio de la solidaridad continental. El Órgano de Consulta se reunirá sin demora con el fin
de examinar esas medidas y acordar las de carácter colectivo que convenga adoptar.
3. Lo estipulado en este Artículo se aplicará en todos los casos de ataque armado que se efectúe dentro
de la región descrita en el Artículo 4.° o dentro del territorio de un Estado Americano. Cuando el ataque se
efectúe fuera de dichas áreas se aplicará lo estipulado en el Artículo 6.
4. Podrán aplicarse las medidas de legítima defensa de que trata este Artículo en tanto el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas no haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la segu-
ridad internacionales12.
12
http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/b-29.html
13
Una obra muy útil para conocer las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética
es la de Powasky, Ronald, La guerra fría, Barcelona, Crítica, 2000.
14
Una espléndida película que recrea esta coyuntura es de Donaldson, Roger, Thirteen days (13
días), New Line Home, 2001.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 29
entre las potencias. La Unión Soviética retiró sus cohetes de la isla, pero el ré-
gimen comunista de Fidel Castro sobrevivía y se convertiría en las siguientes
décadas en un importante difusor de ideología y de apoyo práctico a los grupos
que en distintos puntos del continente acariciaban el sueño de hacer realidad la
utopía comunista por la vía armada.
Para los responsables de la política exterior de los Estados Unidos, y por su-
puesto también para los responsables de la seguridad y la defensa, el episodio
cubano también resultaba ejemplar, pero por razones muy distintas. Lo que ha-
bía ocurrido en Cuba lo asumían como un hecho consumado, pero establecieron
como irrenunciable prioridad el que una situación similar no volviese ocurrir en
ningún otro país del continente. Para conseguir este objetivo era fundamental
atacar el problema desde la raíz.
La breve administración de JF Kennedy heredó el conflicto cubano y tuvo que
manejar la crisis los misiles. El avance del comunismo se usó como arma arro-
jadiza por parte de los radicales para criticar a un gobierno que consideraban
débil para enfrentar el avance de la izquierda. Después del fracaso que repre-
sentó la conversión de Cuba al comunismo, el presidente Kennedy reconocía que
la brecha económica que se abría entre las dos Américas era en parte la razón
por la cual las ideas revolucionarias tenían tantos partidarios en los países del
subcontinente latinoamericano. Si los republicanos tradicionales pedían mano
dura contra el comunismo o cualquiera de sus variantes, en el frente de los de-
mócratas la preocupación por el avance del comunismo era también importante
pero con un mayor nivel de creatividad analítica explicaban que la “amenaza
comunista” se expandía porque encontraba en la pobreza y la desigualdad rei-
nantes en toda Latinoamérica un terreno fértil. De esta forma, resultaba crucial
revertir esta situación a través de un programa de ayudas económicas para
promover la prosperidad y generar desarrollo. Este programa tuvo alcance con-
tinental pero corta vida y se llamó la Alianza para el Progreso.
La Alianza para el Progreso retomaba aspectos de la política del buen vecino
que alentó Rooseelt y también parte de la doctrina que movió al Plan Marshall
en Europa: es imperativo ayudar a los aliados a fomentar el desarrollo econó-
mico para evitar que caigan en la órbita enemiga. El discurso del Presidente
Kennedy era el siguiente:
“A nuestras hermanas repúblicas allende nuestra frontera meridional les ofrecemos una promesa espe-
cial: convertir nuestras buenas palabras en buenos hechos mediante una nueva Alianza Para el Progreso;
ayudar a los hombres libres y los gobiernos libres a despojarse de las cadenas de la pobreza. Pero esta
pacífica revolución de esperanzas no puede convertirse en la presa de las potencias hostiles. Sepan todos
nuestros vecinos que nos sumaremos a ellos para oponernos a la agresión y la subversión en cualquier parte
de las Américas. Y sepa cualquier otra potencia que este hemisferio se propone seguir siendo el amo de su
propia casa”15.
15
Kennedy, John F, Discurso de toma de posesión 1961 en: www.inep.org/content/view/2591/73/
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16
Para tener una idea bastante precisa de la evolución política de Latinoamérica puede verse el
libro colectivo de Diamond, Larry; Hartlyn, Jonathan; Linz, Juan y Lipset, Seymour, Democ-
racy in developping countries: Latin America, London, Lynne Rienner, 1999.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 31
pos de la diplomacia de las cañoneras en los albores del siglo XX, una serie de
maniobras injerencistas con distintos grados según el proceso interno de cada
uno de los países latinoamericanos. La primera de estas intervenciones ocurrió
en Guatemala.
En efecto, en 1954 las agencias de seguridad norteamericana, y de manera
muy especial la CIA, orquestaron el derrocamiento del gobierno democrática-
mente electo de Guatemala encabezado por Jacobo Arbenz17. La razón de este
golpe sigue siendo objeto de polémica. El presidente proponía tímidas reformas,
una de ellas agraria, que dañaba los intereses de una multinacional ligada a la
agroindustria (United Fruit). El patrón de intervención quedó establecido desde
entonces: si algún gobierno reformista en América Latina osara alterar los in-
tereses de alguna compañía norteamericana, sería considerado por las agencias
diplomáticas y de seguridad de ese país como un enemigo comunista al que
era lícito derrocar. El reduccionismo llegó a tener niveles absurdos al equiparar
mecánicamente cualquier decisión soberana que afectara algún interés signifi-
cativo de la potencia con un movimiento soviético en el continente. El saldo más
triste de la experiencia comunista en AL fue la aplicación del anticomunismo
como política continental.
El derrocamiento de Arbenz mandó una señal en sentido contrario y tuvo un
efecto demoledor en la conciencia de los sectores progresistas de Latinoamérica.
Es probable que los revolucionarios cubanos que tomaron el poder cinco años
después hayan tomado buena nota de esa experiencia. La potencia no parecía
dispuesta a reconocer que cada estado merecía el más elemental respeto a su
capacidad de autodeterminarse, así como a desplegar políticas de redistribu-
ción de riqueza que les parecieran apropiadas. Si en Guatemala se optó por el
derrocamiento de un gobierno legitimo, no había razón para suponer que este
comportamiento cambiaría en el tratamiento de otros casos. Algunos autores,
como José Luis Valdés, consideran que Guatemala fue un laboratorio en el que
se experimentó el modelo de intervención que se usaría de manera recurrente
hasta la mitad de los años 70 en diversos países de la región.
Una buena parte de los ejércitos de América Latina18 se convirtieron durante
esa etapa (a través de un eficaz adoctrinamiento impartido en la Escuela de
las Américas ubicada en la zona del canal de Panamá), en los brazos ejecutores
de una política represiva, primero soterrada y subrepticia y después abierta y
desembozada ocupando los espacios de los gobiernos constitucionales a través
de golpes de estado.
17
Sobre este tema véase Valdés, José Luis, Intervención y poder mesiánico. La guerra fría en
Guatemala, 1954, México, UNAM, 2004.
18
Para conocer más a fondo el tema Rouquié, Alain, El Estado Militar en América Latina, Méxi-
co, Siglo XXI, 1984.
32 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
19
Por cierto estas tendencias reeleccionistas han adquirido nuevos bríos en los últimos años en
países tan diversos como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Nicaragua y Colombia.
20
Lamounier, Bolivar, Brazil inequality against democracy. Página 163.
21
Es muy interesante la lectura de un libro reciente sobre las actividades de la CIA en México en
esa etapa de la historia. Morley, Jefferson, Our man in Mexico. Winston Scout and the hidden
history of the CIA, University Press of Kansas, 2008.
22
Pastor, Robert: EL Remolino. Política Exterior de Estados Unidos hacia América Latina y el
Caribe. México, Siglo XXI, 1995.
34 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
EL COMBATE AL NARCOTRÁFICO
En el ecuador de los 80 y a medida que se eclipsaba el poder de los soviéticos,
la confrontación ideológica baja de nivel y empieza a enfocarse sobre dos temas
primordiales. El primero es la crisis originada por la enorme deuda externa de
las principales economías de la región (especialmente Brasil y México) de la que
23
Este grave escándalo de la administración de Reagan ha sido objeto de múltiples investiga-
ciones e incluso un testimonio de uno de los implicados (Oliver North). Puede verse Kornbluh,
Peter, Byrne, Malcom (eds): The Iran Contra Scandal. The declassified history, New York, The
New Press, 1993.
24
Una visión panorámica del problema tratado en los primeros años de los 90 es la compilación
de Smith, Peter, El combate a las drogas en América, México, Fondo de cultura económica,
1993.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 35
nos ocuparemos más adelante y el otro tema que va marcar el paisaje estratégi-
co de las relaciones es el combate al narcotráfico. El cultivo y las exportaciones
ilegales de estas sustancias van a generar una economía criminal de grandes
proporciones.
El Presidente Reagan fue el responsable de elevar el combate a la produc-
ción, distribución y consumo de drogas a la categoría de Guerra. La utilización
del término implicaba que la potencia estaba dispuesta a utilizar todos los re-
cursos económicos, políticos, diplomáticos y militares para enfrentar ese flagelo
de la misma manera que lo había hecho durante la guerra fría para enfrentar
el comunismo.
Para entender el problema del narcotráfico en la región y la problemática que
éste genera en la relación con los Estados Unidos, es preciso comprender, como
explica Juan Gabriel Tokatlián, la tradición prohibicionista norteamericana que
ha tenido dos expresiones importantes en el siglo XX25. Como es sabido, en el
año 1919 entró en vigor en los Estados Unidos una enmienda constitucional que
prohibía el consumo del alcohol y se fundaba en una larga tradición política y
religiosa que considera al americano un pueblo elegido (una expresión más del
excepcionalismo norteamericano) al que fuerzas externas corrompen con el con-
sumo de sustancias que implican cambios orgánicos o anímicos, como el alcohol
y las llamadas drogas psicotrópicas. Hasta el año 1933 una nueva enmienda,
promovida por Franklin Delano Roosevelt, abre nuevamente la posibilidad de
no criminalizar el consumo del alcohol. Esta etapa de la historia norteamerica-
na ha sido retratada con amplitud en libros y películas. Es la época dorada de los
gángsters y las mafias que controlaban el mercado negro de bebidas alcohólicas.
No es el propósito de este trabajo profundizar en esta ideología prohibicionista
que tiene una vieja raigambre26, pero consideramos fundamental entender sus
grandes líneas para desentrañar la naturaleza del problema que hoy confrontan
muchos países latinoamericanos en su relación con los Estados Unidos y una de
ellas es que la contraparte del prohibicionismo es una criminalidad organizada
que crece simétricamente al tamaño del mercado de la sustancia prohibida.
La relación de los Estados Unidos con las drogas ha sido estudiada por di-
versos autores como Antonio Escohotado, a quien debemos el tratado más escla-
recedor sobre las drogas y su consumo. Derogada la prohibición del alcohol en
1933, los Estados Unidos empezaron a enfrentar, cada vez con mayor fuerza, el
25
Tokatlián, Juan Gabriel, Drogas, dilemas y dogmas. Estados Unidos y la narcocriminalidad
organizada en Colombia, Bogotá, TM editores, 1995.
26
En 1869, por ejemplo, se constituyen en los Estados Unidos el partido prohibicionista que
aspiraba redimir no sólo al pueblo norteamericano sino el mundo entero. En 1873 se crea una
sociedad para la supresión del vicio que es el progenitor de la cruzada contra las drogas del
siglo XX. En 1895 se crea la liga anti-salón que pugna por una América limpia de ebriedad,
juego y fornicación. Véase Escohotado, Antonio, Historia elemental de las drogas, Barcelona,
Anagrama, 1996, p. 99.
36 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
27
Astorga, Luis, El siglo de las drogas, México, Plaza y Janés, 2005.
28
Para quienes estén interesados en profundizar en este tema pueden consultar la compilación
de De Greiff, Pablo y Gustavo, Moralidad, legalidad y drogas, México, Fondo de cultura
económica, 2000.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 37
29
La estimación del Gobierno Mexicano era que la cifra de negocios de los carteles de la droga es
superior a los 13 mil millones de dólares.
38 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
30
Drogas y democracia; hacia un cambio de paradigma. Declaración de la Comisión Latinoa-
mericana sobre Drogas y Democracia, (2009). www.drogasydemocracia.org
40 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
31
Zolberg, Charles: A nation by design. Immigration policy in the fashioning of America, Cam-
brigde, Russell Sage Foundation, Harvard University Press, 2006.
42 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
El ser bilingüe y bicultural puede ser visto por muchas sociedades como una
oportunidad para enriquecerse, pero para el pensamiento de un segmento de la
elite universitaria de la Nueva Inglaterra, eso es simplemente una abomina-
ción. Cuando Huntignton defiende la identidad religiosa estadounidense ligada
al protestantismo, el profesor llega a sostener que los Estados Unidos fueron
creados: “como una sociedad protestante, del mismo modo que Pakistán e Israel
fueron creados como sociedades musulmana y judía, respectivamente, en el siglo
XX.”33 El catolicismo de los mexicanos es percibido como una suerte de quinta
columna papalina para desbaratar las ideas centrales del credo norteamericano,
que tiene su origen en el protestantismo disidente y en la creencia en una con-
traposición fundamental entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto. Los
estadounidenses, argumenta el autor, son más proclives a creer en distinciones
maniqueas, él prefiere llamarlas diáfanas, a las que los mexicanos (y en un sen-
tido más general los católicos romanos) parecen más refractarios. En resumen,
la cosmovisión religiosa de los mexicanos plantea un desafío enorme al edificio
conceptual de los anglosajones protestantes. No es éste un tema menor y es pro-
bable que los próximos años genere, al igual que otras corrientes migratorias lo
están haciendo en otras partes del mundo, problemas serios para organizar la
convivencia.
32
Huntington, Samuel, ¿Quiénes somos? Los desafíos a la identidad nacional estadounidense,
Barcelona, Paidós, 2004, p. 168.
33
Ibíd. p. 89.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 43
34
Jacquard, Albert, Inventer l’homme, Bruxelles, Ed Complexe, 1983.
44 AMÉRICA LATINA VISTA DESDE WASHINGTON (1959-2009)
35
Véase: Meisser, Doris, Meyers, Deborah, Papademetriu, Demetrios y FIX, Micheal, Immigra-
tion and America’s future: A new chapter, Washington, Migration Policy Institute. Woodrow
Wilson Center, 2006.
36
Jacoby, Tamar, “Immigration Nation” Nov. Dec. 2006. Vol. 85. N 6 Foreign Affairs. Página 53. El
texto original en ingles es: “But even if Mexico were to become Switzerland overnight, the fact
is that the US would still lack unskilled laborers and would have to find them elsewhere”.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 45
La oferta del Presidente Clinton en 1994 fue el crear una zona de libre co-
mercio (ALCA) en el continente y el plazo para conseguirla era el 2005. En ese
mismo año la IV Cumbre de las Américas, celebrada en la Argentina, demos-
traba que las distintas partes que componen el continente estaban mucho más
distantes en ese y en otros temas que en la década anterior. Los Estados Unidos
manifestaban interés en determinados temas que trataban de manera bilateral
como es el caso de la lucha contra el narcotráfico con Colombia o el perímetro de
seguridad de América del Norte con México. Pero algo parecido a una política
latinoamericana dejó de existir durante la administración del Presidente Geor-
ge W. Bush.
No es extraño, por tanto, que ese vacío haya sido cubierto por esfuerzos re-
gionales de integración como MERCOSUR y la Comunidad Sudamericana de
Naciones. Pero la indiferencia permitió que el discurso más sistemático de arti-
culación regional proviniera de Caracas y de manera muy significativa por una
propuesta con acentos bolivarianos y marcadamente antiamericanos de crear
una asociación bolivariana llamada ALBA.
OBAMA Y EL FUTURO
En noviembre del 2008 los norteamericanos eligieron a Barack Obama como
su presidente. Fuera de los Estados Unidos, el afro americano ha abierto la
esperanza de muchos sectores de que el mundo puede cambiar en un sentido
positivo y AL no es la excepción. El clima de esperanza que ha provocado sólo es
comparable con la profunda decepción que el gobierno republicano de Bush dejó
en los gobiernos democráticos de la región.
Obama ha trazado ya las líneas generales de su política exterior y AL no ha
sido, todo hay que decirlo, un punto de interés en sus discursos sobre la materia.
En su texto programático sobre política internacional, el entonces precandidato
del partido demócrata, anotaba que en el caso de Latinoamérica, desde México
hasta Argentina, los Estados Unidos habían fallado en atender las preocupacio-
nes sobre migración, equidad y crecimiento económico37.
El presidente de los Estados Unidos es por su experiencia vital y política un
hombre poco familiarizado con los temas latinoamericanos. Su conocimiento del
español es superficial y a pesar de que declaró haberlo estudiado en sus prime-
ros años de escolaridad, no es capaz de hilar tres frases. Tampoco se sabe que
haya hecho viajes a la región (antes de ser Presidente) por razones de trabajo,
personales o turísticas y además votó como senador por la construcción de un
muro en la frontera mexicana. Sin embargo, ha manifestado un gran interés en
profundizar la relación y ha establecido que Hugo Chávez es un riesgo maneja-
37
Obama, Barack “Renewing American Leadership”, Foreign Affairs. July August. 2007. Página
11.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 47
38
http://www.whitehouse.gov/the_press_office/Remarks-by-the-President-at-the-Summit-of-the-
Americas-Opening-Ceremony.
2. Fuego cruzado. Guerrillas, dictaduras
militares y violaciones masivas de los
derechos humanos en época de guerra fría
1
Profesor Titular de Historia Contemporánea de América en la Universidad de Valencia.
2
Fue profesor durante quince años del Departamento de Historia de Cuba de la Facultad de
Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana. En el año 1991, se doctoró
por la misma institución académica. Ha participado como profesor investigador invitado en
universidades de México, España y los Estados Unidos de América.
50 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
Así aparece también en los actos de su recorrido proselitista por los Estados
Unidos de América, a finales del año 1955. Y hasta en su estancia en México du-
rante 1956, cuando organizaba la expedición armada que lo regresaría a Cuba.
Ahora parece distante, pero recordemos que cuando protagonizó los hechos vio-
lentos del 26 de julio de 1953 iba vestido con el uniforme del ejército profesional.
Gorras, corbatas, insignias y cinturones de los soldados se utilizaron aquel día
para confundir a los moradores de los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo.
La mayoría, disfrazados de sargentos. Fidel Castro, de general. “¡Abran paso,
que aquí viene el general!”, gritó con autoridad el revolucionario Renato Gui-
tart cuando su automóvil aparcó a unos diez metros de la posta tres del famoso
Cuartel Moncada3.
3
Mencia, Mario, El Grito del Moncada. Volumen II, La Habana, Editora Política, 1986. pp. 426-
428.
4
Véase: Castro, Fidel, La historia me absolverá. Discurso pronunciado por el Dr. Fidel Castro
ante el Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba el día 16 de octubre de 1953. S.E., New York,
30 de octubre de 1955.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 51
Maestra. Mientras que no fracasó una huelga general el 9 de abril de 1958, los
guerrilleros de la Sierra se esforzaron en ganar la simpatía de estos campesinos
pobres, tanto para asegurarse víveres como para evitar la delación a los mili-
tares. Después de aquel acontecimiento, Fidel Castro cambió de estrategia, y
el Movimiento Revolucionario 26 de julio pasó de realizar ataques esporádicos
con huida posterior, a una nueva fase de mayor agresividad militar contra el
ejército.
Algo que se corresponde cronológicamente con el auténtico desastre de la
campaña de liquidación de los rebeldes implementada por Fulgencio Batis-
ta. Unidades militares enteras fueron capturadas por los insurgentes junto a
sus códigos secretos, el armamento y la munición. En consecuencia, Fulgencio
Batista respondió con el terror y dedicó su capacidad represiva a atacar a los
estudiantes y a la clase media sospechosa de colaboración con el Movimiento
Revolucionario 26 de Julio. El efecto, lógicamente, fue el contrario al deseado
por el dictador y cuanto más feroz era la represión, más aumentaba al prestigio
de Fidel Castro y más elementos humanos se sumaban a las guerrillas rurales
y urbanas del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. La táctica era clásica:
provocar en el gobierno la adopción de medidas represivas que incrementaban
su impopularidad y el número de guerrilleros y simpatizantes5.
Es necesario destacar, eso sí, que la oposición a Fulgencio Batista no fue sim-
plemente la dirigida por el grupo político de Fidel Castro. También existieron
otras formaciones políticas como la Sociedad de Amigos de la República fundada
por el coronel de la guerra de independencia Cosme de la Torriente y el Conjun-
to de Instituciones Cívicas liderado por el médico Raúl de Velazco, el Partido del
Pueblo de Carlos Márquez Sterling y la facción del Partido Revolucionario Cu-
bano (Auténtico) al frente de la cual destacaba Ramón Grau San Martín, parti-
darios de la negociación con el régimen; o el Directorio Revolucionario, fundado
por el Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria José Antonio Eche-
varría, operativo sobretodo en las zonas urbanas y protagonista del fracasado
asalto armado al Palacio Presidencial de la República el 13 de marzo de 1957.
Es cierto, además, que facciones del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos)
y del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), participaron desde el 10 de
marzo de 1952, en el enfrentamiento a la dictadura de Fulgencio Batista. Todos
ellos fueron protagonistas de la llamada Junta de Liberación Cubana, que el 15
de octubre de 1957, en la ciudad de Miami, intentó nuclear a la oposición violen-
ta a la dictadura cubana6. Y que, aunque fracasó por los obstáculos de carácter
5
Skidmore, Th. E. y Smith, P.H., Historia contemporánea de América Latina. América Latina en
el siglo XX, Barcelona, Crítica, 1996.
6
Acerca de la política de alianzas del grupo político de Fidel Castro. Ver: López Rivero, Sergio,
El viejo traje de la revolución. Identidad colectiva, mito y hegemonía política en Cuba, Univer-
sitat de Valencia, 2007, pp. 174-200.
52 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
7
Castro, Fidel, Carta a señores dirigentes del Partido Revolucionario, Partido del Pueblo Cuba-
no, Organización Auténtica, Federación Estudiantil Universitaria, Directorio Revolucionario
y Directorio Obrero Revolucionario. Sierra Maestra, 14 de diciembre de 1957. En: Guevara,
Ernesto, “Pasajes de la guerra revolucionaria”. Escritos y Discursos, La Habana, Editorial de
Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, 1972, pp. 206-224.
8
Véase: “Manifiesto del Frente Cívico Revolucionario de Oposición”. En: Franqui, Carlos, Diario
de la Revolución Cubana. Barcelona, Ediciones R. Torres, 1976, pp. 564-565.
9
Especialmente interesante resulta el lobby político que realizó en el Congreso estadounidense
Mario Llerena, Presidente del Comité del Exilio “26 de Julio” de Fidel Castro. En: Llerena,
Mario, The Unsuspected Revolution. The Birth and Rise of Castroim, New York, Ithaca, 1978.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 53
Con todo, el discurso del nuevo régimen revolucionario adoptó casi desde el
principio una retórica completamente distinta: la Revolución cubana era una
revolución obrera y campesina. Un viraje aceptado hasta por el viejo partido
de los comunistas cubanos, que realizó la conveniente autocrítica, reconociendo
que sus esquemas políticos eran deudores en exceso del modelo revolucionario
ruso. De esta forma, el régimen instaurado tras la huida de Fulgencio Batista
el 31 de diciembre de 1958 adoptó pronto unas características propias que, con
ligeras modificaciones, se mantuvieron, cuando menos, hasta la desaparición
de la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991. A saber, el establecimiento de
un régimen autoritario, el ultranacionalismo, la incorporación al bloque de los
países de la órbita soviética y la adopción de políticas socioeconómicas igualita-
rias. Junto a eso, el caudillismo de Fidel Castro, aderezado con una buena dosis
de retórica marxista-leninista, permitió organizar el nuevo Estado alrededor
del centralismo democrático, con una clara jerarquía estratificada alrededor del
liderazgo de su grupo político.
Desde el primero de enero de 1959 hasta la caída del Muro de Berlín el 9 de
noviembre de 1989 y la posterior desintegración de la Unión Soviética el 25 de
diciembre de 1991, se pueden establecer dos períodos que nos permiten enten-
der la evolución de la isla caribeña10. Uno, a partir del resultado revolucionario
de enero de 1959 hasta la proclamación de la Constitución Socialista del 15 de
febrero de 1976. El otro, desde esta última fecha hasta hasta la caída del Muro
de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y la posterior desintegración de la Unión
Soviética el 25 de diciembre de 1991. Vayamos por partes. La reanudación de las
relaciones diplomáticas con la Unión Soviética el 7 de mayo de 1960 y la ruptura
de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos el 3 de enero de 1961, lo an-
teceden. Igual que la declaración del carácter socialista de la Revolución cubana
tras los sucesos de Bahía de Cochinos el 16 de abril de 1961 y del credo marxista
de Fidel Castro, el 2 de diciembre de 1961.
Es imposible abordar este período sin hacer un alto en cinco fechas: el 2 de
septiembre de 1960, el 7 de febrero de 1962, el 28 de octubre de 1962, el 23 de
agosto de 1968 y el 22 de diciembre de 1975. Cinco fechas que se complementan
en demostrar el distanciamiento con Washington y la alianza de Fidel Castro
con Moscú, al estilo de Rumania, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria,
Yugoslavia, Albania, China, Vietnam y Corea del Norte. La ruptura pública del
tratado cubano-americano de ayuda mutua en la Primera Declaración de La
Habana, el decreto del embargo estadounidense a la isla, la solución de la llama-
da “crisis de los misiles”, la aprobación por el gobierno caribeño de la interven-
ción de las tropas soviéticas en Checoslovaquia y el Primer Congreso del Partido
10
El desarrollo de esta cronología, en Alcázar, Joan y López, Sergio, De compañero a contrarrevo-
lucionario. La revolución cubana y el cine de Tomás Gutiérrez Alea. Universitat de Valencia,
2009.
54 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
11
“Constitución de 1976”. Biblioteca Virtual Miguel Cervantes. En línea: http://www.cervantes-
virtual.com/portal/constituciones/pais.formato?pais=Cuba&indice=constituciones.
12
Véase: Castro, Fidel, Un encuentro con Fidel. Entrevista realizada por Gianni Miná, La Ha-
bana, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 1988. Páginas 52, 56-57. Y Núñez Jimé-
nez, Antonio, 1959. En marcha con Fidel. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1982. p. 67.
13
Castro, Fidel, Discurso pronunciado en el teatro Karl Marx, el 19 de abril de 1986. En línea:
http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 55
14
Castro, Fidel, Discurso pronunciado en la Plaza de la Revolución el 5 de diciembre de 1988. En
línea: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/
15
“Constitución de 1976 con reformas de 1992”. Biblioteca Virtual Miguel Cervantes. En línea:
http://www.cervantesvirtual.com/portal/constituciones/pais.formato?pais=Cuba&indice=const
ituciones.
16
Hemos escrito sobre esto en trabajos anteriores nuestros: Alcazar, Joan; Tabanera, N.; Santa-
creu, J.M. y Marimon, A., Historia Contemporánea de América, Valencia, Universitat de Valen-
cia-Universitat d’Alacant-Universidad Nacional Autónoma de México-Universidad de Gua-
dalajara, 2003. Igualmente, Alcazar Garrido, J., “América Latina en el siglo XX”, en Amores
Carredano, J. B. (coord.), Historia de América, Barcelona, 2006, pp. 801-855.
17
Véase Rodriguez Elizondo, J., La crisis de las izquierdas latinoamericanas, Caracas, Nueva
Sociedad, 1990; y también Rodriguez Elizondo, J., Crisis y renovación de las izquierdas. De la
revolución cubana a Chiapas pasando por “el caso chileno”, Santiago, Andrés Bello, 1995.
56 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
18
Véase Frank, A. G., Lumpenburguesía: lumpendesarrollo. Dependencia, clase y política en Lati-
noamérica. Barcelona, Península, 1970, 1972; Frankl, A. G., La acumulación a escala mundial,
Madrid, Siglo XXI, 1985; Cardoso, F.E. y Faletto, E., Dependencia y desarrollo en América
Latina, México, siglo XXI, 1969.
19
Una crítica a esta tesis, según la cual América Latina necesitaba una segunda independencia,
en Alcázar, Joan, “Mimetismo y fracaso de la izquierda latinoamericana”, Alcázar, Joan y Ta-
banera, Nuria (coords.), Estudios y materiales para la historia de América Latina, 1955-1990,
Universitat de Valencia, Tirant lo Blanch Libros, 1998, pp. 11-31.
20
“Primera Declaración de La Habana”, 2 de septiembre de 1960. En: Castro, Fidel, José Martí.
El autor intelectual, La Habana, Editora Política, 1983. Páginas 109-114.
21
“Segunda Declaración de La Habana”, 4 de febrero de 1962. En: Castro, Fidel, Ibídem. pp. 117-
144.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 57
22
Castro, Fidel, “Discurso pronunciado en la Clausura de la Primera Conferencia de la Orga-
nización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS)”, celebrada en el teatro “Chaplin” el 10 de
agosto de 1967. En: El militante comunista. Suplement, La Habana, Editado por la Secretaria
de Organización y la COR del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Instituto del
Libro, 1967. p. 17.
23
Tomado de Taibo II, Paco Ignacio, Ernesto Guevara, también conocido como el Ché, Barcelona,
Editorial Planeta, S.A., 1996, p. 726.
58 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
que se encargó de dar caza a unos guerrilleros aislados y sin apoyo logístico en
la zona.
En efecto, el problema estratégico militar más importante con que tropeza-
ron las guerrillas latinoamericanas fue la relación entre la tropa guerrillera y
las masas populares del territorio. En Bolivia, el Che Guevara debió compren-
der que es imposible que un foco consiga el apoyo del pueblo si no ha habido un
trabajo político de masas previo y efectivo. Ernesto Guevara y los suyos no sólo
no lo consiguieron, no sólo les resultó imposible conquistar una retaguardia a
la que retirarse a descansar y reponer fuerzas, a curar a los heridos, es que ni
siquiera contaron con la ayuda, antes al contrario, del Partido Comunista de
Bolivia, de filiación soviética. Mario Monge, su secretario general, le dijo perso-
nalmente al mítico guerrillero que no se le había perdido nada en Bolivia, y que
si alguien debía ejercer el mando de una insurgencia en el país, ese era él, que
para eso era boliviano. Actuar como si efectivamente existiera una ideal patria
latinoamericana y no los Estados-Nación realmente existentes, fue otro error de
bulto24.
En el Cono Sur, frente a la evidencia de que el planteamiento canónico del
Che referente a la ventaja del campo a la hora de crear la guerrilla no era váli-
do, surgieron grupos de guerrilleros urbanos que trasladaron la teoría del foco
a las ciudades. Al no tener sentido la liberación de un campo despoblado, la re-
volución había de hacerse en las ciudades, donde se agrupaba la población. Las
guerrillas urbanas constituyeron una variante muy especial de la guerrilla tra-
dicional25. ¿Sus antecedentes? Sin duda, un contexto perfilado por los efectos de
la victoria castrista en Cuba, las insuficiencias del desarrollismo y la supresión
de formas legales de expresión política (Brasil, 1964; Argentina, 1966; Uruguay,
1968), que entorpecieron en extremo la lucha reivindicativa de la izquierda más
tradicional. Son muchos quienes llegan a aquella conclusión de Perón, según la
cual contra la fuerza bruta, sólo la fuerza aplicada con inteligencia puede ser
efectiva.
24
Véase Rodríguez Elizondo, J. op. cit.
25
Gillespie, R., “La guerrilla urbana en América Latina”, en O’Sullivan, N.: Terrorismo, ideología
y revolución, Madrid, Alianza, 1987.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 59
Raúl Sendic. En diciembre de ese mismo año, el grupo armado se dio a conocer
tras un enfrentamiento armado con la policía en las calles de Montevideo. La
organización creció lentamente primero, a base de militantes bien formados, con
experiencia política o sindical; pero desde 1968, con la explosión del movimiento
estudiantil y a raíz de la durísima respuesta represiva del gobierno, con muer-
tes y detenciones durísimas de estudiantes, se incrementó sustancialmente la
afiliación al MLN-T. En diciembre de 1969, el grupo contaba con dos centenares
de militantes, pero en 1972, en el momento en que puede considerarse que ha-
bían sido derrotados, la cifra de detenidos por la policía y el ejército se acercaba
a los mil trescientos26.
El MLN-T había diseñado su estructura de forma que se adaptara de la me-
jor forma posible a las condiciones de clandestinidad propias de la guerrilla
urbana, y a garantizar la efectividad en la obtención de recursos económicos,
generalmente con el atraco a bancos y entidades susceptibles de manejar sumas
importantes de dinero. La acción violenta de los Tupamaros siempre estaba de-
terminada por criterios políticos, de manera que pudieran ser explicadas a la
sociedad. Se ha dicho que su patrón de combate es el de una narrativa épica,
es decir que cada significante, cada acción, había de tener un significado, un
discurso político con mensaje comprensible. Durante los primeros años ésta fue
la pauta, aunque al final las necesidades militares acuciaron de tal forma que
el esquema se diluyó un tanto. Tras un atraco a un casino, valga un ejemplo,
devolvieron la parte del dinero que constituía la propina de los trabajadores, no
sin desplegar un discurso político de autoidentificación con el pueblo trabajador
al tiempo que se deslegitimaba al enemigo.
Los Tupamaros, como en general la izquierda uruguaya del período, integra-
ron la influencia del potente anarcosindicalismo arraigado en el país. De éste
tomó, por ejemplo, la doble vía de reservar el MLN-T para las acciones violentas
y clandestinas, mientras que las movilizaciones y actuaciones legales eran de-
sarrolladas por el Movimiento de Independientes 26 de Marzo. Como los anar-
quistas, diferenciaban la acción directa de la acción de masas. De la izquierda
uruguaya tomaron también las formas de organización propias de su cultura po-
lítica: la construcción organizativa en un doble plano, el territorial (los barrios)
y el sectorial (los estudiantes y los trabajadores). Esa pauta prevaleció desde las
movilizaciones en defensa de la Revolución cubana a principios de la década de
los sesenta, hasta la construcción del Frente Amplio en 1971. No obstante, al
MLN-T se le criticó que sus formas organizativas, sus pautas de acción político-
militar e, incluso, sus estrategias de crecimiento casaban mal con la realidad
obrera. Ciertamente su aporte fundamental de militantes se encuentra en el
26
Rey Tristán, E., La izquierda revolucionaria uruguaya, 1955-1973, Universidad de Sevilla-
Diputación de Sevilla-CSIC, 2005. pp. 129-136.
60 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
medio estudiantil, aquel del cual se podía esperar una mejor adaptación a los
condicionantes de la militancia de los Tupamaros.
El MLN-T es un ejemplo paradigmático de la asunción de los planteamientos
del llamado dependentismo. En el caso uruguayo había sido la anarcosindica-
lista CNT la que había elaborado un programa que conseguiría la adhesión de
la práctica totalidad de la izquierda, desde los comunistas de orientación pro-
cubana o prochina a los propios Tupas o, años más tarde, el mismísimo Frente
Amplio. Todo arrancaba en el caso uruguayo del deterioro social producido por
la crisis y de la respuesta gubernamental de represión de las movilizaciones de
protesta. Había que erradicar la dependencia externa y derrotar al capitalismo
internacional y al imperialismo. Para ellos se identifica un nosotros y un ellos:
los que sufren la degradación social aparejada a la crisis y ponen los muertos y
detenidos, y los causantes de estos males. El objetivo era la deslegitimación del
otro y de su autoridad para, tras conseguirlo, apostar sin fisuras por la acción
desarrollada para derrotar hasta destruir a esta última.
En los primeros años, el MLN-T pasó de ser un grupúsculo conspirativo a
convertirse en un verdadero grupo revolucionario; ese cambio se produjo duran-
te un período en el que vivieron una concatenación de éxitos que pareció dotarlo
de una aureola de imbatibilidad. Las fuerzas armadas, especializadas ahora en
la lucha contrainsurgente, acabaron derrotándolo de forma inapelable. La dic-
tadura uruguaya se empleó a fondo y, como hemos dicho, a finales de 1972 podía
ufanarse de haber obtenido la victoria. A pesar de su gran potencia efectiva, el
MLN-T no estaba capacitado para asaltar realmente el poder. Como otros mu-
chos grupos de la izquierda radical surgida al calor de la Revolución Cubana,
los Tupamaros lograron capitalizarla en Uruguay, al tiempo que dieron una al-
ternativa orgánica al descontento de tantos perjudicados por la coyuntura. No
obstante, carecieron de un proyecto con visos de llevarlos al poder y ni siquiera
consiguieron hacerse con la hegemonía en el seno de la izquierda uruguaya27.
27
Ídem, pp. 420-429.
28
Véase nuestro subcapítulo “La revolución más linda del mundo” en Alcazar, Joan; Tabanera,
N.; Santacreu, J.M. y Marimon, A., Historia Contemporánea de América, Valencia, Universitat
de Valencia-Universitat d’Alacant-Universidad Nacional Autónoma de México-Universidad
de Guadalajara, 2003. Igualmente, Alcazar Garrido, J., “América Latina en el siglo XX”, en
Amores Carredano, J. B. (coord.), Historia de América, Barcelona, 2006. pp. 801-855.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 61
29
Smith, Ch., La Teología de la Liberación. Radicalismo religioso y compromiso social, Barce-
lona, Paidós, 1994.
30
Véase Gorostiaga, X., “Economía mixta y revolución sandinista (7 años de experiencia), Mien-
tras Tanto, 32, Managua, 1986; Marti i Puig, S., La revolución enredada, 1977-1996, Madrid,
La Catarata, 1997 y Cancino Troncoso, H., Las raíces ideológicas e históricas del movimiento
sandinista, Odense, Odense University Press, 1985.
62 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
31
Klare, M.T. y Kornbluh, P., “El nuevo intervencionismo: la Guerra de Baja Intensidad durante
la década de los ochenta”, en Klare, M.T. y Kornbluh, P. (Coord.), Contrainsurgencia, proinsur-
gencia y antiterrorismo en los 80. El arte de la Guerra de baja intensidad, México, D.F., Gri-
jalbo, 1990.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 63
taba una inflación incontrolable que provocaba dos veces por semana la subida
de los precios de las mercancías existentes.
La Contra fue el ariete contrarrevolucionario utilizado por la Administración
Reagan. Además de los efectos ya reseñados, también propició una polarización
extrema de la sociedad nicaragüense, dándole formas de enfrentamiento religio-
so a lo que no era más que una respuesta a lo que Washington entendía como
una maniobra del expansionismo cubano-soviético. A los desastres políticos,
económicos y humanos de la guerra se añadió la corrupción a varios niveles
del aparato político sandinista, lo que se conoció como la piñata. La corrupción
interna y los efectos devastadores del enfrentamiento armado con la Contra
eran incompatibles con la democratización programada. Todo hubo de ponerse
al servicio de las necesidades bélicas, lo que como es lógico generó una reduc-
ción de la participación política popular. Paradójicamente, esto no fue obstácu-
lo para que, más allá de la inestabilidad política asociada al conflicto armado
interno, el FSLN obtuvo en 1984 una importante victoria electoral.
En 1990, seis años más tarde, el deterioro progresivo de todos los indica-
dores, junto con la convicción generalizada entre los nicaragüenses de que la
guerra no finalizaría mientras los sandinistas se mantuvieron en el poder, pro-
dujo la victoria de la oposición. Con un marco legal homologable, con la presen-
cia de observadores internacionales y con todo el antisandinismo agrupado en
la Unión Nacional Opositora (desde la extrema derecha hasta los comunistas
locales), el FSLN perdería las elecciones. Los líderes revolucionarios, no sin
dudas, entregaron democrática y pacíficamente el poder que habían consegui-
do por las armas once años atrás.
Las urnas establecieron el fin de un proceso revolucionario que había des-
pertado tantas expectativas como simpatías dentro y fuera de la América La-
tina. Violeta Chamorro, la viuda del mártir antisomocista, asumió la Presiden-
cia de la República, con la promesa del gobierno de Washington de participar
de manera efectiva en la reconstrucción económica del país. Ese compromiso
de los Estados Unidos, sin embargo, no se convirtió en nada tangible. Una
vez desalojados del poder los sandinistas, los norteamericanos perdieron el
interés por Nicaragua. En 1994, el salario nicaragüense real tenía, en poder
adquisitivo, el 15 por ciento de su valor en 1980. El nuevo sujeto histórico, a
quién los sandinistas habían consagrado la revolución, había sufrido durante
las estrecheces y los grandes padecimientos de la década de los ochenta. Tras
la derrota de los revolucionarios, vencidos en las urnas por la guerra y por las
grandes promesas, la llamada lógica de las mayorías quedaba en el olvido más
absoluto.
64 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
32
Benítez -Manaut, Raúl, “Empate militar y reacomodo político en El Salvador”, Nueva Socie-
dad, nº 106, marzo-abril, 1990. pp. 73-81.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 65
33
Véase Poniatowska, Elena, “La Noche de Tlatelolco”, México, Editorial Era, 1971; y, también,
Farías, Luis M., “Así lo Recuerdo, Testimonio Político”. México, Fondo de Cultura Económica,
1992.
66 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
34
Véase: Nercesian, Inés: “Organizaciones armadas y dictadura institucional en Brasil en la
década de los setenta”, Fermentum, Revista Venezolana de Sociología y Antropología, mayo-
agosto 2006, vol. 16, nº 046. Universidad de Los Andes. Mérida. Venezuela, pp. 446-460. Tam-
bién Araujo, María Paula Nacimiento, “A Utopia Fragmentada. Novas esquerdas no Brasil e no
mundo na década de 1970”, Río de Janeiro, Fundação Getúlio Vargas, 2000.
68 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
nes armadas, la mayoría compuestas —en gran medida— por jóvenes universi-
tarios que abandonaban las aulas para echar mano a las armas. Los ejemplos
que inspiraban la lucha armada de los jóvenes brasileños eran la Revolución
cubana, la guerrilla vietnamita y la guerra popular prolongada de la Revolución
China. En Brasil, el incremento de la opción por la lucha armada, conjugada
con el endurecimiento del régimen, produjo resultados trágicos. En pocos años,
las organizaciones fueron destruidas, dejando un saldo importante de muertos,
desaparecidos, exiliados y expatriados.
Después de la derrota de la insurgencia armada, las izquierdas brasileñas
iniciaron una reflexión con el objetivo de alejarse del elitismo revolucionario
que les permitió abrir una nueva estrategia política que generó la adhesión de
grandes núcleos de la población. La etapa siguiente fue la de una lucha demo-
crática contra la dictadura militar. Entre 1974 y 1985, la sociedad civil y amplios
sectores de la izquierda brasileña llevaron a cabo una lucha por las libertades
democráticas.
35
Son diversos nuestros trabajos sobre Chile. El más reciente, que contiene diversos escritos
referidos al Chile reciente es Alcázar Garrido, Joan, Yo pisaré las calles nuevamente. Chile,
revolución, dictadura, democracia (1970-2006), Santiago de Chile, Editorial Universidad Boli-
variana, 2009.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 69
36
Sobre el periodo de la Unidad Popular y la dictadura militar: Cáceres, G., “El ‘modelo chileno’:
un producto de la intersección entre dictadura y democracia (1975-1998)”, en Alcazar, J. y
Tabanera, N., Estudios y materiales para la historia de América Latina, 1955-1990, València,
Tirant lo Blanch/Universitat de València, 1998; De Souza Fredrigo, F., Ditadura e resistencia
no Chile. Da democracia desejada à Transiçao possivel, 1973-1989, Franca, Universidade Es-
tadual Paulista, 1998; Garces, J., El Estado y los problemas tácticos del gobierno de Allende,
Madrid, Siglo XXI, 1974; Garreton, M.A. y Moulian, T., La Unidad Popular y el conflicto políti-
co en Chile, Santiago, CESOC/LOM, 1983; Meller, P., Un siglo de economía chilena, 1890-1990,
Santiago, Andrés Bello, 1996; Moulian, T., La forja de ilusiones: el sistema de partidos, 1932-
1973, Santiago, FLACSO/ARCIS, 1993.
70 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
de las fuerzas armadas, y Allende nombró sustituto a un general quizá gris, pero
con fama de legalista y de su mayor confianza: Augusto Pinochet Ugarte. Cinco
días después, ya a la desesperada, Allende forma un gobierno de salvación y
comunica a sus colaboradores que el 12 de septiembre anunciará al país la con-
vocatoria de un plebiscito para la reforma de la constitución.
Un día antes del anuncio, el 11 de septiembre de 1973, se produjo la subleva-
ción militar, y el Palacio de la Moneda, sede de la Presidencia de la República,
fue bombardeado por cazas de la Fuerza Aérea y sitiado por carros de combate37.
Allende y uno de sus más íntimos colaboradores, Augusto Olivares, se suicida-
ron en su interior. El resto de los resistentes, hombres y mujeres del entorno
más próximo al Presidente Allende, colaboradores cercanos e incluso agentes
de Carabineros de Chile que permanecieron leales, fueron detenidos. Muchos
de ellos todavía hoy integran la macabra lista de detenidos desparecidos de la
dictadura militar chilena.
Porque eso fue lo que comenzó aquel 11 de septiembre en el que tomó el poder
una Junta Militar formada por los generales Pinochet, Leigh, Merino y Mendo-
za. Según sus declaraciones iniciales, el golpe se había producido para “salvar al
país del cáncer marxista” y para “proteger la democracia”.
37
Caceres, G. y Alcazar, J., “Allende i la Unitat Popular. Cap a una deconstrucció dels mites
polítics xilens”, El Contemporani, nº 15, Afers/Centre d’Estudis Histórics Internacionals de la
Universitat de Barcelona, 1998.
38
Hemos escrito sobre este mismo tema en Alcazar, Joan; Tabanera, N.; Santacreu, J.M. y Ma-
rimon, A, Historia Contemporánea de América, Valencia, Universitat de Valencia-Universitat
d’Alacant-Universidad Nacional Autónoma de México-Universidad de Guadalajara, 2003.
Igualmente, Alcazar Garrido, J., “América Latina en el siglo XX”, en Amores Carredano, J. B.
(coord.), Historia de América, Barcelona, 2006. pp. 801-855.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 73
39
Son imprescindibles los trabajos de Alain Rouquié. Entre ellos el clásico Rouquié, A., El Estado
militar en América Latina, Madrid, Siglo XXI, 1984. Igualmente, Rouquié, A. i Suffern, S., “Los
militares en la política latinoamericana desde 1930”, en Bethell, L. (ed.), Historia de América
Latina. 12. Política y sociedad desde 1930, Barcelona, Crítica, 1997.
74 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
40
Maira, L., Las dictaduras en América Latina. Cuatro ensayos. Santiago, CESOC, 1986.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 75
Diferentes y variadas son las justificaciones que ofrecen los militares respec-
to de su intervención en tareas de gobierno: nacionalismo, modernización téc-
nica, necesidad de industrialización, necesidad de eliminar las contradicciones
partidistas beneficio del desarrollo nacional y, sobro todo, la seguridad nacional.
Esta formulación deliberadamente ambigua afecta cualquiera actividad, ya sea
económica, política o cultural. Todas tienen que estar sometidas a la doctrina
de la seguridad nacional. Esta constituye el más querido recurso teórico de las
nuevas dictaduras, que suelen utilizar un vocabulario quirúrgico o médico como
forma de aludir a sus objetivos: extirpar, amputar, cáncer, células malignas.
Una interesante tipificación ha establecido la existencia de cuatro fases iden-
tificables en las dictaduras militares de nuevo tipo41. La primera de ellas, deno-
minada fase reactiva es aquella en la que la problemática central del nuevo ré-
gimen es eliminar a los adversarios contra los cuales se ha dado el golpe militar.
El elemento básico de esta fase es el represivo y el actor principal indiscutible
son las Fuerzas Armadas. La oposición política, aquellos que son considerados
por los militares como el enemigo interior, se centra fundamentalmente en con-
seguir su supervivencia física y, si es posible, la de los aparatos organizativos
proscritos por los militares.
La segunda es la llamada fase transformadora o fundacional. La problemá-
tica básica del régimen es en esta fase la definición de un modelo de desarrollo,
de un nuevo sistema de relaciones sociales y de un modelo político de futuro que
se perfile como sucesor del régimen militar. La política económica está inspira-
da por los principios neoliberales y es la fase triunfalista de los booms o de los
milagros económicos, cuando la población es invitada a consumir. La ideología
dominante deja de ser puramente militar y el concepto de seguridad nacional
tiende a combinarse con aquellos que provienen de las visiones aportadas por
los grupos civiles vinculados a la ideología del modelo económico. La problemá-
tica central de la oposición en esta fase es impedir que se consoliden transfor-
maciones que echan a perder viejas conquistas, y ganar espacios de resistencia.
En esta fase, sectores que inicialmente dieron un apoyo pasivo al régimen, y
que se sienten perjudicados —u horrorizados— por la política de éste, tienden a
desplazarse hacia la oposición, cuando menos parcialmente.
Le sucede la denominada fase de administración de crisis recurrentes. El paso
a esta fase se produce por el fracaso de la dimensión fundacional, especialmente
de su política económica. El carácter especulativo y depredador de los grandes
grupos económicos formados bajo el amparo de las políticas estatales, unidos a
la débil capacidad de incorporación y cooptación de la sociedad civil, dejan al
régimen sin un proyecto atractivo. La deuda externa, el paro y la recesión, el
deterioro del aparato productivo, la emergencia de grupos corporativos que pre-
41
Garreton, M. A., “Proyecto, trayectoria y fracaso de los regímenes militares en el cono sur: un
balance”. Madrid, Síntesis, Enero/Abril,1987. pp. 24-39.
76 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
42
Para lo relativo a referencias bibliográficas sobre la dictadura militar chilena, nos remitimos
de nuevo a muestro más reciente trabajo: Alcázar Garrido, Joan, Yo pisaré las calles nue-
vamente. Chile, revolución, dictadura, democracia (1970-2006), Santiago de Chile, Editorial
Universidad Bolivariana, 2009. Conviene citar también Alcázar Garrido, Joan, “Continuar
viviendo juntos después del horror. Memoria e historia en las sociedades postdictatoriales”,
en Ansaldi, W. (dir.), La democracia en América Latina, un barco a la deriva, Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica, 2007. pp.411-434. Igualmente, Alcázar Garrido, Joan y Cáceres,
Gonzalo, “¿Clío contra las cuerdas?: memorias contra historia en el Chile Actual” en Cuesta,
Josefina (Dir.), Memorias históricas de España (siglo XX), Madrid, Fundación Francisco Largo
Caballero, 2007. pp. 412-427.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 77
43
Ampuero, R., “La contrarrevolución militar en América Latina”, en Caballa Rojas, A., Geo-
política y seguridad nacional en América Latina, México, UNAM, 1979.
78 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
muy expuesta a los vaivenes de la economía mundial y, por esto, una brusca
caída del precio internacional del cobre junto con una retirada de mercados
extranjeros y la súbita reducción del crédito exterior, en un contexto de eleva-
do endeudamiento internacional, hicieron estallar la crisis. La producción cayó
más del dieciséis por ciento en los años 1982 y 1983. Las quiebras empresariales
aumentaron de forma alarmante y, como efecto inmediato, el paro subió hasta el
treinta por ciento de la población activa, y la inflación volvió a dispararse. Aun
así, el gobierno no hizo nada, con la esperanza de que el mercado se autoajus-
tara, cosa que no sucedió. En 1983 la intervención fue imposible de aplazar y el
gobierno no sólo asumió la caída del sistema bancario, sino que firmó un acuerdo
con el Fondo Monetario Internacional que establecía como primera prioridad un
programa completo de atención al servicio exterior de la deuda. Después de esta
política de estabilización y ajuste, un nuevo equipo económico puso en marcha
un programa de recuperación basado en la captación de capital externo y en el
estímulo de las exportaciones como principal motor del crecimiento económico.
También se efectuó un cambio en el sistema de seguridad social y previsión, que
pasó a ser de capitalización individual en manos privadas. Pese a esto, la refor-
ma estructural más importante de la década de los ochenta consistió en la pri-
vatización de las más importantes empresas estatales, entre las cuales estaban
la mayoría de los servicios de utilidad pública. Con estas medidas se impulsó un
crecimiento generado por la exportación de productos primarios tradicionales
como el cobre, pero sobre todo por las mercancías agrarias (especialmente fru-
tas), la pesca (especialmente sus derivados) y por la explotación forestal. Estas
áreas en expansión permitieron hablar de nuevo de un boom de la economía chi-
lena, un boom cuyos efectos perversos recayeron sobre los sectores populares.
Los salarios se mantuvieron deliberadamente bajos, los niveles de paro muy
elevados y los gastos sociales claramente recortados. Ante este contexto de crisis
generalizada, se produjo una reacción de la sociedad civil. Entre mayo de 1983
y noviembre de 1984, surgirán las protestas. El principio será una convocatoria
de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), para expresar el descon-
tento contra un sistema económico, social y político que había conducido el país
a la crisis más profunda de su historia, y para hacer patente la desconfianza en
un régimen que había sometido Chile a la miseria, la injusticia y la carencia de
libertad. Tras el éxito por la respuesta obtenida por los convocantes y valorando
la magnitud de la implicación ciudadana, el régimen respondió con una extre-
mada contundencia policial y militar (de mayo de 1983 a mayo de 1984, murie-
ron setenta cinco personas, 44 de ellas niños y jóvenes). Pese a esto, las protestas
se mantuvieron con periodicidad casi mensual hasta la declaración de Estado de
Sitio que el gobierno hizo en noviembre de 1984.
El régimen, mediante el uso de la represión provocó una radicalización de los
grupos de izquierda, lo cual no hizo sino dividir a la oposición y aislar las pro-
testas. En agosto de 1985 las organizaciones de centro e izquierda (con la excep-
ción del Partido Comunista que se decantaba por la lucha armada y actuaba a
80 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
44
Nunca más en Chile (1999): Síntesis corregida y actualizada del Informe Rettig, Santiago,
LOM.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 81
45
Esta parte del texto es deudora de Alcazar Garrido, J., “América Latina en el siglo XX”, en
Amores Carredano, J. B., (coord.), Historia de América, Barcelona, 2006. pp. 801-855.
46
Romero, L.A., Breve historia contemporánea de la Argentina, Buenos Aires, F.C.E., 1994.
82 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
47
Devoto, F., “Para una historia de la Argentina en el siglo XX”, en Alcazar Garrido, Joan y Mat-
talia, Sonia (eds.), América Latina: Literatura e historia entre dos finales de siglo, Valencia,
Ediciones del CEPS, 2000.
48
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), Nunca Más, Informe de la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, Buenos Aires, EUDEBA, 1994.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 83
49
Gorriti, G. Sendero, Historia de la guerra milenaria en Perú, Lima, Apoyo, 1991.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 85
50
Degregori, C.I.: “Sendero Luminoso: los hondos y mortales desencuentros. Lucha armada y
utopía autoritaria”, en Ceresole, N. (comp.), Perú, Sendero Luminoso, ejército y democracia,
Madrid, Prensa y Ediciones Iberoamericanas, 1987.
51
Ceresole, N., “Perú: renderización, militarización y socialdemocracia”, en Ceresole, N. (comp.),
Perú, Sendero Luminoso, ejército y democracia, Madrid, Prensa y Ediciones Iberoamericanas,
1987.
86 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
52
Granados, M.J., “El PCP Sendero Luminoso: aproximación a su ideología”, Socialismo y Par-
ticipación, 37, pp. 15-35.
88 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
“Prometo ante el Camarada Gonzalo, Jefe del Partido Comunista del Perú y de la Revolución Mun-
dial. Prometo ante el Comité Central del Partido Comunista del Perú. Prometo ante el marxismo-leninismo-
maoísmo, Pensamiento Guía del Camarada Gonzalo, asumir mi responsabilidad como militante del Partido
Comunista del Perú y no traicionar nunca ni al Partido ni al Pueblo. Prometo luchar con valentía, decisión y
coraje contra el imperialismo y el feudalismo, hasta alcanzar la liberación de los pueblos oprimidos del mun-
do. Prometo luchar y entregar mi vida por la revolución mundial”53.
53
Gorriti, G., Op. Cit.
54
Ídem.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 89
55
Granados, M.J. Op. Cit.
56
Castañeda, F.G., La utopía desarmada. Intrigas, dilemas y promesa de la izquierda en América
Latina, México, Joaquín Moritz, 1993.
90 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
57
“Violencia política”, en Oxford Analytica. Latinoamérica en perspectiva. El País Aguilar, Ma-
drid, 1992.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 91
como de Bernardo Jaramillo de Unión Patriótica y del ex líder del M-19 Carlos
Pizarro en el año 1990, hizo desistir del proceso pacífico a la guerrilla más po-
derosa de Latinoamérica. O el hecho de que la “Alianza Democrática” (donde se
insertaron los guerrilleros desmovilizados del M-19, el Partido Revolucionario
de los Trabajadores y el Ejército Popular de Liberación), que obtuvieron un es-
pectacular 27 por ciento de los votos en las elecciones del año 1991, se desploma-
ra hasta el 0.6 por ciento en las elecciones locales de 1997. Hay quien insiste en
la influencia que pudo tener la incapacidad del Estado colombiano para afirmar
su autoridad, lo que provocó el auge de las organizaciones paramilitares (Auto-
defensas Unidas de Colombia, AUC) y el ascenso del narcotráfico, que les brindó
una cuantiosa financiación adicional. La realidad es que, a comienzos del siglo
XXI, 5.000 efectivos del Ejército de Liberación Nacional, 10.000 de Autodefen-
sas Unidas de Colombia y 17.000 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia-Ejército Popular enturbiaban todavía el escenario político nacional58.
De hecho, en el año 2001 se contabilizaron un total de 1.172 casos de violencia,
entre los que la delincuencia común acaparó el 58 por ciento, el Ejército de Libe-
ración Nacional el 20 por ciento, las Fuerzas Armadas de Colombia-Ejército Po-
pular el 20 por ciento y las Autodefensas Unidas de Colombia el 2 por ciento59.
Aunque el 20 de julio de 1964 se suele tomar como bueno para fechar la
fundación de las Fuerzas Armadas de Colombia, por la construcción de su an-
tecedente inmediato Bloque Sur, algunos estudiosos se remontan al año 1949,
cuando en el contexto que provocó el asesinato del líder del Partido Liberal y
candidato a la presidencia Jorge Eliécer Gaitán se produjo la creación del grupo
de autodefensa, mayoritariamente de origen campesino, por parte de su líder
histórico Pedro Antonio Marín, alias Manuel “Tirofijo” Marulanda, que luego
daría paso a la guerrilla organizada como brazo armado del Partido Comunista
colombiano el 5 de mayo de 196660. La insurgencia armada añadió “Ejército
del Pueblo” a Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), en
la Séptima Conferencia del Bloque Sur, entre el 4 y 14 de mayo del año 1982.
Y, aunque de manera efímera, desde septiembre de 1987 hasta junio de 1991,
integró la llamada Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar junto al M-19 y el
Ejército de Liberación Nacional, con el objetivo explícito de coordinar las accio-
nes militares y las negociaciones de paz con el gobierno.
El Ejército de Liberación Nacional, es una organización con la misma anti-
güedad que las FARC-EP, pero presenta una trayectoria diferente. Marcada por
58
Véase: Paramio, Ludolfo, “Nuevos actores y viejos problemas”, en Alcántara, Manuel; Paramio,
Ludolfo; Freidemberg, Flavia y Déniz, José, Reformas económicas y consolidación democrática.
Historia contemporánea de América Latina. Volumen VI, 1980-2006, Editorial Síntesis, Ma-
drid, 2006, pp. 45-84.
59
Anzit Guerrero, Ramiro, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. En línea: www.
monografías.com.
60
Soto, Ángel, “Las FARC: historia de una guerrilla”. CADAL. Centro para la apertura y el desar-
rollo de América Latina. En línea:
92 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
61
Véase US Department of State. Foreign Terrorist Organizations. En línea: http://www.state.
gov/s/ct/rls/other/des/123085.htm. También: Diario Oficial de la Unión Europea. En línea:
http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/site/es/oj/2005/l_272/l_27220051018es00150017.pdf
62
Para más detalles: “Cronología del proceso de paz”, en línea: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/
latin_america/newsid_1752000/1752115.stm
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 93
63
Cadena, José Luís, La geografía y el poder. Territorialización del poder en Colombia. El caso de
las FARC- de Marquetalia al Caguán. En línea: www.monografías.com.
64
“Profiles: Colombia’s armerd groups”. BBC News, en línea: http://news.bbc.co.uk/2/hi/
americas/4528631.stm
65
Véase: “Ecuador ratifica FARC no son terroristas”, en línea http://www.aporrea.org/actualidad/
n66816.html. Y “FARC: Colombia y Brasil en desacuerdo”, en línea: http://news.bbc.co.uk/hi/
spanish/latin_america/newsid_2782000/2782299.stm.
66
“Chávez pidió sacar a las FARC de la lista de organizaciones terroristas”, en línea: http://www.
clarin.com/diario/2008/01/11/um/m-01582986.htm
94 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
67
“La postura de Amnistía Internacional respecto al Plan Colombia”. Documento Público, en
línea: http://www.amnesty.org/es/library/asset/AMR23/049/2000/es/c535ea79-ded8-11dd-b9c3-
cd3dd9a9c0f7/amr230492000es.pdf.
68
Ver: “¡Déjennos en paz!” La población civil, víctima del conflicto armado interno en Colombia”,
2 de octubre de 2008. También: “Colombia: temor e intimidación”, 7 de septiembre de 2006,
“Informar, hacer campaña y servir a la ciudadanía sin temor: los derechos de periodistas, can-
didatos electorales y funcionarios electos”, 1 de febrero de 2006 y “Cuerpos marcados, crímenes
silenciados. Violencia sexual contra las mujeres en el marco del conflicto armado”, 13 de octu-
bre de 2004. Amnistía Internacional. Documentos. En línea: http://www.es.amnesty.org/paises/
colombia/documentos/tp/documentos/1/
69
“Colombia: Stop Abuses by paramilitaries successor groups”. Human Right Watch. http://www.
hrw.org/en/news/2010/02/02/colombia-stop-abuses-paramilitaries-successor-groups
70
Oficina del Representante Especial del Secretario General para la cuestión de los niños y los
conflictos armados. “Evolución de la situación en Colombia”, en línea: http://www.un.org/chil-
dren/conflict/spanish/colombia.html
71
“Los grupos irregulares y los derechos humanos”. Colombia en Marcha, Bogotá, 2002. En línea:
http://www.verdadcolombia.org/archivos/VerDocumento.php?Id=12
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 95
72
Garzón Valdés, E.): “El terrorismo de Estado”, Revista de Estudios Políticos, nº 65, Madrid,
1989.
73
Riquelme, H., “América del sur: derechos humanos y salud psicosocial”, en Era de Nieblas,
Caracas, Nueva Sociedad, 1993.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 97
74
Padilla Ballesteros, E., La memoria y el olvido. Detenidos desaparecidos en Chile, Santiago de
Chile, Orígenes, 1995.
98 FUEGO CRUZADO. GUERRILLAS, DICTADURAS MILITARES Y ...
75
Riquelme, A., “Historia y actualidad de los Derechos Humanos en América Latina. Una mirada
desde Chile”, en Alcàzar, J. y Tabanera, N. (coord.): Historia y Presente en América Latina,
València, Fundació Bancaixa, 1996.
76
http://shr.aaas.org/guatemala/ceh/mds/spanish/cap3/ter2.html
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 99
77
Ídem.
3. Nos fuimos de casa, nos fueron de casa:
la realidad de la migración
1
Silvia Dutrénit Bielous. Historiadora. Doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.
Profesora-investigadora titular del Instituto Mora (México). Pertenece al Sistema Nacional de
Investigadores y a la Academia Mexicana de Ciencias.
2
Evelyn Mejía Carrasco (México, D.F. 1982). Socióloga y Maestra en Estudios Políticos y Sociales
por UNAM. Ha participado como asistente y becaria en distintos proyectos de investigación en la
UNAM sobre procesos migratorios, sociedades indígenas y rurales, identidad étnica y relaciones
interculturales. Ha trabajado en el Programa México Nación Multicultural, UNAM. 2008.
102 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
3
Villa, Miguel y Martínez Pizarro, Jorge, Tendencias y patrones de la migración internacional
en América Latina y el Caribe, CEPAL-CELADE, 2001. En línea http://www.eclac.cl/Celade/
proyectos/migracion/VillaMartínez.doc
4
Véase: Villa, Miguel y Martínez Pizarro, Jorge, op cit. Martínez Pizarro, Jorge, “Panorama
regional de las remesas durante los años noventa y sus impactos macrosociales en América
Latina”, en Migraciones Internacionales Vol. 2, No. 2, julio-diciembre 2003, pp. 40-76. Martínez
Pizarro, Jorge, El mapa migratorio en América Latina y el Caribe, las mujeres y el género,
Santiago de Chile, CEPAL-CELADE-UNFPA, 2003. En línea. Pellegrino, Adela, La migración
internacional en América Latina y el Caribe: tendencias y perfiles de los migrantes, Santiago
de Chile, CEPAL-CELADE-ECLAC-BID, 2003. En línea http://www.migracion-remesas.hn/
document/migracion_inter_caribe_tendencias.pdf
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 103
5
Martínez Pizarro, Jorge, op. cit.
6
Villa, Miguel y Martínez Pizarro, Jorge, op. cit.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 105
7
Cardero, María Elena, “Mexico’s foreing sector, the exchange rate, trade and productive struc-
tures”, Martín Puchet Anyul and Lionello F. Punzo. Routledge. Londres y Nueva York, 2001.
8
Hamaus, Julia Isabelle, “La percepción del migrante y el país receptor. Ilusiones, manipulación
e intereses políticos y económicos”, en Guzmán, Martínez Vincent y Sandoval Forero, Eduardo
Andrés (Eds.), Migraciones, conflictos y cultura de paz. Cátedra UNESCO de Filosofía para la
Paz, UAEM, Programa Oficial de Posgrado en Estudios Internacionales de Paz, Conflictos y
Desarrollo de la UJI, México, 2009.
9
Zompo, Clizia del, “La voz silenciada de los migrantes” en Guzmán, Martínez Vincent y San-
doval Forero, Eduardo Andrés (Eds.), Migraciones, conflictos y cultura de paz. Cátedra UNES-
CO de Filosofía para la Paz, UAEM, Programa Oficial de Posgrado en Estudios Internacionales
de Paz, Conflictos y Desarrollo de la UJI, México, 2009.
10
Caggiano, Sergio. “Racismo, fundamentalismo cultural y restricción de la ciudadanía: formas
de regulación social frente a migrantes en Argentina” en Susana Novik, Coord. Las migra-
ciones en América Latina. Políticas, culturas y estrategias, Buenos Aires: Catálogos, 2008.
11
Ibíd.
106 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
CUADRO 1
Migración Latinoamericana y Caribeña (2009)
MIGRACIÓN MUNDIAL MIGRACIÓN EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Más de 200 millones de personas que repre- 26 millones de migrantes, representan aproximadamente un 13%
sentan del total de migrantes a nivel mundial
3% de la población total mundial
Entre 20 y 30 millones (10 y 15%) del total 22.5 millones de migrantes latinoamericanos viven fuera de la re-
son ilegales gión; 3.5 viven en países de la región
50.4% sexo masculino Más del 50% de los migrantes pertenecen al sexo femenino
49.6% sexo femenino
Principales países expulsores de migrantes:
México, Puerto Rico, Cuba, El Salvador, Nicaragua, Colombia,
Ecuador, Argentina, Bolivia
Principales países receptores de migrantes dentro de la región:
Venezuela, Chile, Argentina, Costa Rica, Brasil y México
12
García, Pilar y Tarío, María, “Migración Internacional y Derechos humanos. Los trasnmigrant-
es centroamericanos en la frontera sur de México”, Los nuevos rostros de la migración en el
mundo, Carlos Videgaray, et al. Gob. Chiapas, OIM, INM. México, 2006.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 107
13
Martínez Pizarro, Jorge, op cit.
108 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
14
Canales, I. Alejandro y Zlolniski, Christian, “Comunidades trasnacionales y migración en la
era de la globalización”, Notas de Población No. 73, Santiago de Chile, Chile, 2001, pp. 221-252.
En línea: http://ccp.ucr.ac.cr
15
Guarnizo, “La migración internacional y el ‘nuevo’ orden global. La experiencia latinoameri-
cana y caribeña”, Anuario Social y Político de América Latina y el Caribe. No. 4 Flacso/UNES-
CO/Nueva Sociedad. Caracas, 2000, pp. 113-124.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 109
16
Bar, Din Anne, La vida de los trabajadores latinos contada por ellos mismos, México: Siglo XXI:
UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, CIALC, 2008.
17
110 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
18
Durand y Massey, Douglas, Clandestinos. Migración México- E.U. en los albores del siglo XXI,
UAZ-Porrúa, México, 2006.
19
Ibíd.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 111
Programa impulsado por el gobierno de los EU. Este periodo fue relevante pues
restringió el acceso únicamente a hombres trabajadores agrícolas con contrato
temporal. La cuarta fase es la de los ‘indocumentados’ (1965-1986) y responde a
la cancelación por parte de EUA del Programa Bracero. A partir de entonces se
toman tres medidas: legalización de un sector de la población trabajadora bajo
el sistema de cuotas por país; institucionalización fronteriza para obstaculizar
el paso y deportación sistemática de aquellos migrantes sin documentación en
regla. Según esta clasificación, en la actualidad se vive la quinta fase (1987), de
“migración clandestina” dada la aprobación de la ley de Inmigration Reform and
Control Act (IRCA). Es decir, se ratificó el cierre de la frontera mediante control
fronterizo y deportación20.
El aumento de la seguridad, inspirada en una concepción que buscó inhibir
la migración a través de la disuasión, no desalentó el flujo lo que sí provocó fue
el aumento en los costos del cruce ilegal y la modificación de las rutas tradicio-
nales. Se incluyó al desierto como lugar de tránsito21. Un repaso rápido de los
costos de “alcanzar EUA” para distintas nacionalidades muestran que los nica-
ragüenses deben entregar alrededor de 1.900 dólares, los costarricenses 3.000
y los mexicanos 1.300 dólares22 mientras para los sudamericanos, por ejemplo,
para los ecuatorianos puede llegar a costar entre 8.500 y 12.000 dólares23.
Es por ello que para concretar un proyecto migratorio hacia los Estados Uni-
dos es necesario invertir grandes sumas de dinero en el traslado, en el pago a
los “polleros” o las agencias de viajes que se encargan del “cruce”. Por lo general
se busca este camino “acompañado” que supuestamente alcanza el objetivo. Por
ello, no sólo el reto está en cruzar sorteando la vigilancia sino que su realización
conlleva conseguir el dinero que cubre los altos costos del viaje de los migrantes.
Las familias recurren muchas veces al endeudamiento con créditos, la venta
de tierras y casa cuando se poseen. Sin embargo, a pesar de realizar estos es-
fuerzos, los migrantes, en especial centroamericanos, que recorren el territorio
mexicano para llegar a la frontera con EUA, son engañados o abandonados en el
camino por los polleros, o abandonados en el desierto cuando van a cruzar. Ade-
más, durante el trayecto, son sumamente vulnerables y se convierten en objeto
de todo tipo de abusos, algunos son asaltados y muchas mujeres violadas24.
Y el fracaso de la estrategia norteamericana para disminuir el flujo migrato-
rio, de mexicanos en particular, se debe a la permanencia de condiciones estruc-
20
Ibíd.
21
Artola, Juan, “México y sus fronteras: migración y seguridad” en Los nuevos rostros de la mi-
gración en el mundo, Carlos Videgaray, et al. Gob. Chiapas, OIM, INM, México, 2006.
22
23
Gratton, Brian, “Ecuador en la historia de la migración internacional. ¿Modelo o aberración?”
en Herrera, Gioconda, Carrillo, María Cristina y Torres, Alicia Torres (ed.), La migración ecu-
atoriana. Trasnacionalismo, redes e identidades, Quito, FLACSO-Ecuador, 2005.
24
García, Pilar y Tarío, María, op cit.
112 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
25
bril, número 002. Red Internacional de Migración y Desarrollo Zacatecas, Latinoamericanis-
tas, 2004. Páginas 62-81.
26
Véase: Passel, Jeffrey S. y D’Vera Cohn, “Mexican Immigrants: How Many Come? How Many
Leave?”, Washington DC, Pew Hispanic Center, July 2009. En línea http://pewhispanic.org/files/
reports/112.pdf. CONAPO, http://www.conapo.gob.mx/MigrInternacional/Series/03_02_02.xls,
2009.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 113
sector informal. De tal forma que el escenario laboral, que incluye a la mayoría
de los latinos, se caracteriza por ser un mercado flexible, desigual en cuanto a
ingresos y acceso a seguridad social, y con ausencia de regulación estatal. Ello
implica largas jornadas laborales, a veces de más de 12 horas de trabajo, bajos
salarios (generalmente por debajo de la mitad de lo que obtendría un ciudadano
norteamericano por la misma labor), despidos injustificados, falta de seguridad
laboral, distintos tipos de abusos por parte de los empleadores, combinación de
una o más actividades laborales, ausencia de tiempo libre, entre otras situacio-
nes de explotación. Se trata de condiciones laborales altamente precarias bajo
el estigma de desprecio social que trasciende tanto a esta población migrante
como a este país receptor.
CUADRO 2
Migración en México (2009)
MÉXICO MIGRANTES ESTADOS UNIDOS
(en cifras)
106.5 millones de mexica- 11.5 millones de mexicanos mi- Los mexicanos representan 66% de la
nos grantes a Estados Unidos población latina y 32% del total de la
población extranjera.
Principales estados expulsores Sexo: Principales estados de llegada:
de migrantes: 56.0% son hombres California, Texas, Illinois, Arizona, Florida,
Jalisco, Michoacán, Zacatecas, 44.0% mujeres Colorado, Nevada, Nueva York, Carolina
Oaxaca, Guerrero, Puebla, Tlax- del Norte.
cala, Morelos, Edo. de México,
D. F. y Veracruz.
Perfil de los migrantes: Promedio de edad: Ocupación:
mano de obra barata poco cali- 35.2 años labores agrícolas, construcción, labores
ficada, bajo nivel educativo, ori- de limpieza en casa y edificios, venta de
gen rural y urbano, provenientes comida, manufactura, trabajadores en ho-
de contextos con altos niveles teles, lavanderías, tintorerías, cuidado de
de pobreza y marginación. niños.
Monto de remesas: Estado Civil:
26.304 millones de dólares 63.2 % unión libre
37.7% solos
25.0% ciudadanos norteamericanos
78.5% no ciudadanos norteameri-
canos
27
Véase: Canales, Alejandro I. y Zlolniski, Christian, “Comunidades trasnacionales y migración
en la era de la globalización”, Notas de Población No. 73, Santiago de Chile, Chile, 2001, pp.
221-252. En línea: http://ccp.ucr.ac.cr. Canales, Alejandro I. (Ed.), Panorama Actual de las mi-
graciones en América Latina, Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias
Económico Administrativas, Departamento de Estudios Regionales-INESER, Centro de estu-
dios de Población. Jalisco, 2006.
116 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
28
Delgado Wise, R., Márquez, H. y Rodríguez, H., “Organizaciones transnacionales de migrantes
y desarrollo regional en Zacatecas”, Migraciones internacionales, vol. 2 no. 4, 2004.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 117
29
Smith, Robert Courtney, Mexican New York. Trasnacional lives of new inmigrants, California,
University of California Press, 2006.
30
Rivera Sánchez, Liliana, “Transformaciones comunitarias y remesas socioculturales de los mi-
grantes mixtecos poblanos”, Migración y Desarrollo, abril, número 002. Red Internacional de
Migración y Desarrollo Zacatecas, Latinoamericanistas, 2004, pp. 62-81.
118 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
31
Herrera, Gioconda; Carrillo, María Cristina y Torres, Alicia (ed.), La migración ecuatoriana.
Trasnacionalismo, redes e identidades, Quito, FLACSO-Ecuador, 2005.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 119
insuficiencia de las políticas sociales del Estado con disminución sistemática del
gasto social —uno de los más bajos en América Latina— a lo que se sumaron los
efectos del fenómeno climatológico de “el niño” en la región sur del país32.
Como reacción a este contexto, se extendió la incertidumbre y la búsque-
da consecuente de nuevas alternativas de vida. La migración aparece entonces
como una estrategia colectiva de sobrevivencia. Entre 1998 y 1999 se duplica el
número de migrantes, pasa de algo más de 49 mil a casi 110 mil. Para el 2000
se acelera a tal punto que en el primer semestre casi llega a los 85 mil. Según la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el volumen de pobla-
ción que sale al exterior se ha mantenido, a tal punto que estimó para 2008 un
total de más de 2 millones de migrantes ecuatorianos (49.6 por ciento de muje-
res) en una población total de casi 14 millones para el mismo año33.
Como se refirió, la población migrante tiene un fuerte componente urbano
desde finales del siglo XX y se debe a que es este sector el más afectado por la
crisis. La población de las zonas urbanas representan un 65 por ciento del total
de habitantes de Ecuador. Como efecto de la crisis, se dio un creciente desempleo
con el consecuente deterioro de las condiciones de vida. En un estudio se registra
que para el periodo 1996-2001 los migrantes procedentes de zonas urbanas eran
alrededor del 70 por ciento y, según las ciudades, este porcentaje fue mayor34.
El perfil entonces se modificó observándose también que su composición es
de hombres jóvenes con un número ascendente de mujeres solas cuyo nivel edu-
cativo es superior al de los varones. Pero en su conjunto, estos migrantes tienen
un grado educativo mayor a la media nacional y provienen de diversos estratos
sociales. Al llegar al país de destino, muchos se desempeñan en oficios y labores
que no habían realizado antes, como el trabajo agrícola, la limpieza de casas u
oficinas, el cuidado de ancianos y niños.
Los destinos también se han diversificado por lo que es posible encontrar
migrantes ecuatorianos en Venezuela, Canadá, Italia y España. Este último des-
plazó a los Estados Unidos como principal destino de los ecuatorianos quienes,
según algunas estadísticas, representan el 49 por ciento del total de la población
migrante de su país. Y en España alcanzaron en los primeros años del siglo XXI
el tercer lugar en población extranjera, sólo por debajo de los rumanos y marro-
quíes.
Se estima que en EUA se encuentran cerca de 400 mil ecuatorianos distribui-
dos de manera principal entre Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Chicago
32
Goycoechea, Alba y Ramírez Gallegos, Franklin, “Se fue, ¿a volver? Imaginarios, familia y
redes sociales en la inmigración ecuatoriana a España (1997-2000)”, Íconos no. 14 Revista
FLACSO, Ecuador, 2002.
33
Ibíd.
34
Gratton, Brian, “Ecuador en la historia de la migración internacional. ¿Modelo o aberración?”
en Herrera, Gioconda, Carrillo, María Cristina y Torres, Alicia Torres (ed.), La migración ecu-
atoriana. Trasnacionalismo, redes e identidades, Quito, FLACSO-Ecuador, 2005.
120 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
y Miami. Pero el desplazamiento de un destino por otro se debe, como se dijo an-
teriormente, a la transformación de las políticas migratorias estadounidenses,
que implican en lo práctico el cierre de la frontera con México y el aumento de
su seguridad, así como el incremento en los costos para “cruzar”.
Si bien pensar en España como posible destino refiere a los lazos históricos
y a la afinidad cultural y lingüística que unen a ambos países, no contradice
que, en el imaginario de los migrantes, alcanzar “el sueño americano” continúa
siendo una meta, un reto también. Ello se retroalimenta por el intenso contacto
cultural e influencia que ejerce EUA en ALyC provocando la formación de esa
representación. Algunos testimonios de migrantes ecuatorianos dan cuenta de
que, al verse obstaculizadas las posibilidades de llegar a EUA por los motivos re-
feridos, se optó por buscar destinos más accesibles como España e Italia. La idea
con la que se decide ese otro destino es que resulte un puente o vía más sencilla
para entrar en EUA. España e Italia representan así para algunos migrantes
sólo una parada en su tránsito hacia el “sueño americano” y el reencuentro con
familiares que residen en ese país35.
Una mirada a los flujos de migración latinoamericana a España en la se-
gunda mitad del siglo XX hace posible distinguir tres etapas. La primera co-
rresponde al exilio político de los años setenta y que tiene como principales
nacionalidades, las de chilenos, argentinos y uruguayos. En los años noventa
se produce la segunda etapa, promovida en parte por los impactos de la crisis
económica en varios países latinoamericanos y caribeños, en especial peruanos
y dominicanos. La tercera, y más reciente, comienza en los últimos años de siglo
XX y se identifica por la llegada masiva de migrantes ecuatorianos, quienes au-
mentaron su presencia en 891 por ciento, colombianos que crecieron en un 522
por ciento, y argentinos que lo hicieron en un 17236 por ciento. Si bien no son las
únicas poblaciones de migrantes que entraron en España, representan aquellas
que se multiplicaron en forma sustantiva. Una respuesta al crecimiento de es-
tas comunidades, o dicho de otra forma, al motivo que provocó el flujo migratorio
masivo, es el tipo de reajuste económico vivido en los tres países que, junto con
los efectos de la crisis económica y financiera internacional, generaron la pau-
perización de sectores medios y bajos de la sociedad.
El crecimiento constante de la migración latinoamericana a España, vincu-
lado además al no requerimiento de visa para los ciudadanos latinoamericanos
—situación que cambia en 2004— es un fenómeno poblacional que ha llamado
la atención en distintos ámbitos. Algunos números dan cuenta de su importan-
cia. Por ejemplo, según el padrón municipal de habitantes, en diciembre de 2003,
el 31 por ciento de los extranjeros empadronados provenía de América Latina,
35
Véase: Gratton, Brian, op cit. Pedone, Claudia, “Las representaciones sociales en torno a la
inmigración ecuatoriana a España”, Íconos no. 14 Revista FLACSO Ecuador, 2002.
36
Les Chahiers, ALHIM. 12/2006. En línea.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 121
37
Véase: Echeverri, Buritacá Ma. Margarita, “Fracturas identitarias: migración e integración
social de jóvenes colombianos en España”, Migraciones Internacionales, vol. 3 n. 1, enero-junio
2005, pp. 141-164.
38
Goycoechea, Alba y Ramírez Gallegos, Franklin, op cit.
39
Observatorio de Economía Latinoamericana, en línea.
122 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
CUADRO 3
Migración en Ecuador (2009)
ECUADOR MIGRANTES ESPAÑA
13.927.650 ecuatorianos Entre 2.5 y 3 millones de mi- 41.063.950 españoles
grantes. 5.598.691 migrantes
Principales provincias expulso- Países de destino: 402.088 son ecuatorianos
ras de migrantes: Venezuela, Estados Unidos, 7.4% del total de extranjeros
Rurales Azuay, Cañar, Manabí, Canadá, Italia y España. 203.369 mujeres
Loja, Guayas, Pichicha. 198.719 varones
Urbanas Guayaquil y Quito.
Perfil de los migrantes: Sexo: Provincias de llegada:
Varones Muchos de ellos viajan 49.6% femenino Barcelona, Madrid, Murcia
solos y muchos son solteros. 50.4% masculino
Mujeres, Viajan solas aún sien-
do casadas especialmente a
destinos europeos, “mujeres
pioneras”.
Migrantes de ambos sexos de
origen urbano Tienen un grado
de escolaridad mayor a la media
del país. Se considera que no
provienen de un contexto social
de pobreza.
Monto de remesas: Monto de remesas:
1.164.2 millones de dólares 491.7 millones
Ocupación:
Varones Labores agrícolas, mecánicos,
hostelería.
Mujeres Cuidado de niños y ancianos,
labores de limpieza en casas y oficinas.
40
Pedone, Claudia, “Tú siempre jalas a los tuyos. Cadenas y redes migratorias de las familias
ecuatorianas hacia España”, Herrera, Gioconda; Carrillo, María Cristina y Torres, Alicia (ed.),
La migración ecuatoriana. Trasnacionalismo, redes e identidades, Quito, FLACSO-Ecuador,
2005.
41
Parrella, Sonia, “Los vínculos afectivos y de cuidado en las familias trasnacionales. Migrantes
ecuatorianos y peruanos en España”, Migraciones Internacionales, Vol. 4, No. 2, Tijuana, CEL-
RF, julio-diciembre 2007.
42
Bonilla, Adrián; Herrera, Gioconda y Ramírez, Jacques, Migraciones Latinoamericanas: Proce-
so Político, Flujos y Remesas. Ponencia presentada en el Foro de Biarritz, Francia, Noviembre
3-4 2008.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 125
43
Parrella, Sonia, op cit.
44
Goycoechea, Alba y Ramírez Gallegos, Franklin, op. cit.
45
Ibíd.
46
Koller, Sylvie. “Para nuestro hermanos en el mundo: el destino de los migrantes ecuatorianos
visto desde Ecuador”, Amérique Latine Historie et Mémorie. Les Chahiers, ALHIM, 8/2004. En
línea http://alhim.revues.org/
126 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
47
Pedone, Claudia, 2005, op cit.
48
Goycoechea, Alba y Ramírez gallegos, Franklin, op. cit.
49
Retis, Jessica, op. cit.
50
Pujadas y Massal, Julie, “Migraciones ecuatorianas a España: procesos de inserción y claroscu-
ros”, Íconos no. 14 Revista FLACSO Ecuador, 2002.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 127
51
López Rodríguez-Girones, Pilar, “Aquí no hay familia: estrategias para la inserción laboral
desde la Rambla, Murcia. El día a día de los (pos) jornaleros ecuatorianos”, en Herrera, Gio-
conda; Carrillo, María Cristina y Torres, Alicia (ed.), La migración ecuatoriana. Trasnacional-
ismo, redes e identidades, Quito, FLACSO-Ecuador, 2005.
52
Carrillo, Cristina, “El espejo distante. Construcciones de la migración en los jóvenes hijos e
hijas de los migrantes ecuatorianos”, en Herrera, Gioconda; Carrillo, María Cristina, Torres,
Alicia (ed.), La migración ecuatoriana. Trasnacionalismo, redes e identidade,. Quito, FLACSO-
Ecuador, 2005.
128 NOS FUIMOS DE CASA, NOS FUERON DE CASA: LA REALIDAD DE LA MIGRACIÓN
1
Dutrenit Bielous, Silvia y Rodríguez de Ita, Guadalupe (coords.), Asilo diplomático mexicano
en el Cono Sur, México, Instituto Mora/SRE, 1999.
2
Buriano Castro, Ana; Dutrenit Bielous, Silvia y Rodríguez de Ita, Guadalupe, “Protección in-
ternacional y derechos de los perseguidos políticos en la experiencia mexicana”, Papeles de
Población, nº 57, 2008, pp. 94-116.
3
Katz, Friedrich, “La guerra fría en América Latina” en SPENSER, Daniela (coord.), Espejos de
la guerra fría: México, América Central y el Caribe, CIESAS-SRE-Porrúa, México, 2004.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 131
4
Buchenau, Jürgen, “Por una guerra fría más templada”, en SPENSER, Daniela (coord.), Espe-
jos de la Guerra Fría, México, Porría-SER-CIESAS, 2004, p. 136.
5
Ludec, Nathalie, “Voces del exilio guatemalteco desde la Ciudad de México”, Amérique Latine His-
toire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM, 2/2001. En línea: http://alhim.revues.org/index599.html
6
Véase: Amnesty International, Guatemala: the human rights record, Nueva York, Amnesty
International, 1987. También Casa Refugio Citlaltépetl- Gobierno de la Ciudad de México,
Ciudad de México, ciudad solidaria, capital de asilos, México, CRC-Gobierno de la Ciudad de
México, 2008, p. 139.
7
ACNUR, La situación de los refugiados en el mundo. Cincuenta años de acción humanitaria,
2000, pp. 330. En línea: www.acnur.org/publicaciones/SRM/indicepdf.htm
8
Véase: Calloni, Stella, Operación Cóndor. Pacto criminal, México, La Jornada, 2001. Dinges,
John, Os anos do Condor. Una década de terrorismo internacional no Cone Sul, Sao Paulo,
Compañía Das Letras, 2005.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 133
9
Palma Mora, Mónica, “Destierro y encuentro. Aproximaciones al exilio latinoamericano en
México, 1954-1980”, Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM, 7/2003. En
línea: http://alhim.revues.org/index363.html
10
Dutrenit Bielous, Silvia y Varela Petito, Gonzalo, Tramitando el paso. Violaciones de los de-
rechos humanos y agendas gubernamentales en casos latinoamericanos, México, FLACSO-
CLACSO, 2009.
11
Pedraza, Silvia, Political Disaffection in Cuba’s Revolution and Exodus, Nueva York, Cambrid-
ge University Press, 2007, p. 359.
134 LOS EXILIOS: UNA IMPRONTA REGIONAL
ción en la segunda ciudad cubana del mundo: Miami. Quizá lo que vino después
de esta ola, que entre otros asuntos expresaba un reclamo de libertad, obedece
a una crisis política posterior al derrumbe del campo socialista, a su repercu-
sión en la condiciones económicas del país y también a un efecto llamada de
una inmensa mayoría de familiares que hoy residen no sólo en Estados Unidos
sino también en países europeos como España y en varios latinoamericanos. Sin
duda, se trata de un exilio heterogéneo, más bien de muchos exilios que exhiben
por ejemplo distintas formas de relacionamiento con el Estado cubano y por tan-
to diferentes maneras de convocarse como comunidades extra territoriales12.
No se puede dejar de valorar que en este proceso diaspórico cubano un ele-
mento provocador e interventor, tanto para acciones como para reacciones, ha
sido Estados Unidos. El mismo país que con su intervención ha incitado o coa-
dyuvado o estimulado con factores concurrentes otros tantos y contrastantes
exilios.
Si por ejemplo mantenemos el foco de observación en el Caribe y fijamos el
lente en República Dominicana, ubicamos el régimen represivo de Rafael Leóni-
das Trujillo (1930-1961), caracterizado como un sultanato, dio lugar a distintas
coyunturas de exilio. Se ha señalado en algunas interpretaciones académicas
que Trujillo fue al sultanato como Franco al autoritarismo13. Por lo general, la
ruta de los exiliados apuntaba a los países isleños del Caribe pero también de la
América continental e incluso hacia Estados Unidos14. La acción represiva del
trujillismo llegó hasta esas tierras que acogieron a los exiliados registrándose
asesinatos en Cuba y Estados Unidos. No obstante, esta acción no limitó la fue-
rza del exilio porque desde allí se organizaron grupos como la Unión Patriótica
Dominicana (Venezuela y Cuba) y el Frente Unido (Estados Unidos y Puerto
Rico). No podría negarse, por una parte, que la actividad del exilio coadyuvó a
la derrota de la dictadura trujillista, y por la otra, que éste se insertó en el cam-
bio del equilibrio político que en el Caribe produjo el triunfo de la Revolución
Cubana. Y el exilio dominicano pese a que la era trujillista encontrara su final,
no concluyó. Si sólo miramos la experiencia de los dos principales y opuestos
políticos —Joaquín Balaguer y Juan Bosch— el exilio continuó siendo una rea-
12
Bobes, Cecilia, reseña sobre: Pedraza, Silvia, Political Disaffection in Cuba’s Revolution and
Exodus, Nueva York, Cambridge University Press, 2007, en Política y Gobierno, volumen XVI
· número 1 · I semestre de 2009, pp. 194-197.
13
Chelabi, Houchang. E., Linz, Juan J., Sultanistic regimes, Baltimores, The Johns Hopkins Univer-
sity Press, 1998.
14
Véase: Lafontaine, Ana Feliz, “Dominicanos en situación de refugio: La vida en otras tierras”,
Jornadas conmemorativas del Día Mundial del Refugiado, Servicio Jesuita a Refugiados y Mi-
grantes (SJRM), Santo Domingo, 20 de junio de 2006 (ponencia). En línea: www.espacinsular.
org/IMG/PONENCIA_DE_ANA_LAFONTAINE.doc. También: Bonilla, Walter R., “Entre el re-
cuerdo y el olvido: las memorias de los exiliados antitrujillistas”, Revista Mexicana del Caribe,
Vol. VIII, No. 15, Chetumal, México, Universidad de Quintana Roo, Chetumal, México, 2003,
pp. 79-105. En línea http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/128/12881503.pdf
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 135
15
Latino de Genoud, Rosa María, “Voces del exilio: una isla, dos culturas”, II Congreso intero-
ceánico de Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina,
11-13 de septiembre de 2003 (ponencia). González Bernaldo de Quiros, Pilar, “Emigrar en
tiempos de crisis al país de los derechos humanos. Exilios latinoamericanos en Francia en el
siglo XX”, Anuario de Estudios Americanos, No. 64, enero-junio, Sevilla, España, 2007, pp. 15-
36. En línea: http://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/article/
view/31/30
16
Pierre-Charles, Gerard, Haití la crisis ininterrumpida 1930-1975, La Habana, Casa de las
Américas, 1978.
136 LOS EXILIOS: UNA IMPRONTA REGIONAL
17
Monroy García, Juan, “La insurrección democrática en Nicaragua: Conservadores, liberales y
marxistas”, en Sosa, Ignacio, Insurrección y democracia en el Circuncaribe, México, CCyDEL-
UNAM, 1998, p. 143.
18
ACNUR, op cit.
19
Ibíd.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 137
20
Nina, Andrés, “La Doctrina de Seguridad Nacional y la integración latinoamericana”, Nueva
Sociedad, núm. 42, mayo - junio, pp. 70-86.
21
Leal Buitrago, Francisco, “La doctrina de Seguridad Nacional: materialización de la Guerra
Fría en América del Sur”, Revista de Estudios Sociales, núm. 15, Junio 2003, pp. 74 -87.
22
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forme de la CNVR, Santiago de Chile, 1991, 3 vol. Poder Legislativo, “Comisión Investigadora
sobre la Situación de Personas Desaparecidas y Hechos que la Motivaron” y “Comisión Inves-
tigadora sobre los Secuestros y Asesinatos de los Ex Legisladores Zelmar Michelini y Héctor
Gutiérrez Ruiz”, Montevideo, 1985. COMIPAZ, Informe final de la Comisión para la Paz, Mon-
tevideo, 2003.
23
CELADE-CEPAL, El mapa migratorio internacional de América Latina y el Caribe: patrones,
perfiles, repercusiones e incertidumbres, Chile, CELADE-CEPAL, 2001.
24
Salles, Vania, “Migrantes y trashumantes: Percepciones sobre el exilio en Gobierno del Distrito
Federal”, Babel. Latinoamericanos en la Ciudad de México, México, 1999, pp. 48-50.
25
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tica, emigración y exilio en la declinación argentina”, América Latina Hoy, vol. 34, Universidad
de Salamanca, España, agosto 2003, pp. 119-143. En línea: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/
pdf/308/30803407.pdf
138 LOS EXILIOS: UNA IMPRONTA REGIONAL
26
Quiroga, Hugo, “La política en tiempos de dictadura” en Hugo Quiroga y César Tcach, comps.,
Argentina 1976-2006. Entre la sombra de la dictadura y el futuro de la democracia”, Rosa-
rio, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral-Homo Sapiens Ediciones. (Colección Politeia),
2006, pp. 69-96.
27
Dutrenit Bielous, Silvia, “Aconteceres en el Cono Sur de los setenta: tierras de exilio que obli-
gan a nuevos exilios”, en Rey Tristán, Eduardo (dir.), Memorias de la violencia en Uruguay
Argentina: golpes, dictaduras y exilios, 1973-2006, Santiago de Compostela, Universidad de
Santiago de Compostela, 2007, pp. 235-270.
28
Oliveira-Cezar, María, “El exilio argentino en Francia”, Amérique Latine Histoire et Mémoire.
Les Cahiers ALHIM, 1/2000. En línea: http://alhim.revues.org/index67.html
29
Mira Delli-Zotti, Guillermo, op cit.
30
OÑATE, Rody, et al., Exilio y retorno, Santiago de Chile, LOM, s/f. (Nosotros los chilenos, 13).
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 139
31
Ramírez, Renzo, “Sociedad, familia y género: el caso de los migrantes y exiliados colombianos
en Suecia”, Revista de Estudios Sociales, núm. 21, agosto de 2005, pp. 53-63.
140 LOS EXILIOS: UNA IMPRONTA REGIONAL
32
Pellegrino, Adela, La migración internacional en América Latina y el Caribe: tendencias y per-
files de los migrantes, Santiago de Chile, CEPAL-CELADE-ECLAC-BID, 2003. En línea http://
www.migracion-remesas.hn/document/migracion_inter_caribe_tendencias.pdf
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 141
países como fue la instrucción militar. Ello respondió a que el reingreso al país
para abatir la dictadura estaba comprendido en la estrategia exiliar de algunos
grupos. Ahora bien, para el ingreso a los países socialistas o dicho de otra forma,
para que esas tierras fueran receptoras de los perseguidos políticos, en este caso
uruguayos, no alcanzaba con la condición de exiliado, mediaba una certificación
partidaria confiable para sus gobiernos33.
En todo caso, estos y otros tantos destinos respondieron a las muy distintas
circunstancias de salida al exilio o de reincidencia en la búsqueda de protección
en otros países. Algunas fueron casuales y otros se debieron a la existencia de
redes de origen partidario, sindical, profesional, familiar y sin duda de amistad.
Un ejemplo a destacar es el del exilio uruguayo en España. En este caso sus
protagonistas apelaron preponderantemente a dos tipos de redes: las políticas y
sindicales generadas a partir del exilio republicano y las familiares por los lazos
de sangre con la comunidad de migrantes que constituyó fuertemente aque-
lla sociedad del sur latinoamericano34. En forma simbólica, tanto España como
Italia pueden entenderse como aquellas sociedades que posibilitaron viajes de
regreso, o dicho de otra forma, viajes de ida y vuelta. Sin duda aquí no se cierran
las posibilidades de pensar en otras redes así como en derroteros muy diversos.
Una aproximación más cercana a las vicisitudes individuales y grupales mues-
tra una dinámica de reutilización de viejas redes y de utilización de otras más
contemporáneas. No obstante, a pesar de la fortaleza de las redes la decisión
última para lograr la residencia del exiliado en algún país dependía de los go-
biernos en turno. Éste ha sido siempre un problema crucial al que se enfrentan
los exiliados de manera individual y el exilio organizado como comunidad repre-
sentativa y espacio de contención de grupos desprotegidos.
Esta fugaz referencia a las tierras que recibieron a los exiliados permite ad-
vertir que México ha tenido un lugar destacado en América Latina. País de
exilio de importantes y señeras personalidades de la historia política regional e
internacional como José Martí, César Augusto Sandino, León Trosky, lo ha sido
también de voluminosos contingentes de perseguidos entre los que sobresale el
de los refugiados republicanos españoles. Referirse a México además es situar a
la tierra receptora de perseguidos centroamericanos, caribeños, incluso es recor-
dar que allí llegó y de ahí salió Fidel Castro y un grupo de revolucionarios en el
emblemático Granma. En su ciudad principal se dio a lo largo del siglo XX, y en
particular a partir de los años sesenta, una conjunción de exilios que repercutie-
ron volviéndola aún más diversa. Lo que removió y conmovió a los exiliados fue
el encuentro con la riqueza cultural, con su historia milenaria, a la vez que, con
33
Dutrenit Bielous, Silvia (coord.), El Uruguay del exilio. Gente, circunstancias, escenarios, Mon-
tevideo, Trilce, 2006.
34
Coraza de los Santos, E., El exilio uruguayo en España 1973-1985: redes, espacios e identidades
de una migración forzada, Tesis de Doctorado, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2007.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 143
35
Dutrenit Bielous, Silvia, Allier Montaño, Eugenia y Coraza de los Santos, Enrique, Tiempos de
exilios. Memoria e historia de españoles y uruguayos, Uruguay, CeALCI-Fundación Carolina/
Textual /Instituto Mora, 2008.
144 LOS EXILIOS: UNA IMPRONTA REGIONAL
36
OEA, Convención sobre Asilo Diplomático, OEA, Caracas, 28 de febrero de 1954.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 145
hasta diciembre de 1983. Con información diversa referida a las actividades del
exilio por el mundo, lo mismo que a asuntos captados por los medios internacio-
nales sobre la situación uruguaya, alcanzó un tiraje de entre 2 y 3 mil ejempla-
res que se distribuía en distintos países, incluido Uruguay.
La acción militante de los exiliados tuvo otras expresiones. En México se
desarrollaron propuestas organizativas y estratégicas propias de la política de
alianzas del exilio. Uno fue el Acuerdo de México en 1977 y el otro la Conver-
gencia Democrática (1980). El primero se desdibujó rápidamente aunque la idea
que lo originó se mantuvo presente: crear un amplio frente antidictatorial ante
la duda, para algunos sectores más que para otros, sobre la posibilidad real de
que el Frente Amplio —partido de gobierno desde 2005- pudiera convocarlo. El
segundo, que había sido anunciado en el salón Oficial de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, abrió puertas y posicionó el tema
y la solidaridad en un contexto regional e internacional que iba favoreciendo la
democratización pero al mismo tiempo provocó una conflictiva situación entre
la política de alianzas en el exterior y en Uruguay. Nació en vísperas de la prin-
cipal crisis pública del régimen: la derrota de la reforma constitucional en el
plebiscito de noviembre de 1980. Dos contextos distintos para estas propuestas
de alianzas estratégicas.
Asimismo se instalaron en México, como en otros países, las representaciones
del Frente Amplio en el Exterior (FAE), cuya secretaría ejecutiva se instaló en
Madrid, y la correspondiente a la Convención Nacional de Trabajadores (CNT)
—en la actualidad Plenario Intersindical de Trabajadores-CNT—, que desempe-
ñó con éxito la relación con el movimiento obrero oficial e independiente además
de promover la presencia de la CNT en foros internacionales.
Estos y otros espacios de representación como por ejemplo, el Comité de So-
lidaridad con Uruguay (COSUR), que mantuvo una importante presencia desde
los inicios del exilio hasta la coyuntura del retorno, entre 1984 y 1985, desplegó
actividades similares a las que realizaban sus pares en otros países, por señalar
uno, la Casona Orientala en Barcelona. Si hubiera que ponderar los espacios de
representación del exilio en cuanto a su repercusión o singularidad en el país
de exilio, seguramente el COSUR no logró fijar un sello distintivo del exilio en
México como sí lo pudo tener por ejemplo la Comisión Permanente de Mujeres
Uruguayas, radicado también en Barcelona. Una forma de agrupación con mu-
cha presencia en el espacio público marcada por la condición de género37.
Ahora bien, al ser el exilio diversidad, al tener distintas motivaciones dentro
de una razón crucial que son las condiciones de violencia política y de atentado a
las libertades, la sobrevivencia cobra posturas distintas: exilio como resistencia
o como una forma de encierro en el destierro, es decir alejamiento del ámbito
principal que lo obligó a huir: la política. La postura de resistencia (que se evi-
37
Dutrenit Bielous, Silvia, Allier Montaño, Eugenia y Coraza de los Santos, Enrique, op cit.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 147
38
Dutrenit Bielous, Silvia (coord.), El Uruguay del exilio. Gente, circunstancias, escenarios. Op
cit.
148 LOS EXILIOS: UNA IMPRONTA REGIONAL
*******
Recapitulando, se puede afirmar que durante la segunda mitad del siglo XX
América Latina recorrió distintos caminos para alcanzar regímenes políticos
con proyectos de transformación nacional. Sin embargo, ese propósito fue prác-
ticamente avasallado por la violencia estatal o por la extensión de la guerra civil
que dominaron la escena regional por casi 25 años. Con ellas el exilio marcó su
impronta, dejó de ser un fenómeno novedoso y se impuso dentro y fuera de sus
fronteras. América Latina para entonces tejió lazos internos, se reconoció como
región en las penurias de las diásporas y en muy distantes lugares del mundo.
Los exiliados uruguayos como los de otros países de la región vieron convertir
la experiencia exiliar en huella indeleble de su vida personal y colectiva refor-
zándose en la medida que se trató de tiempos largos en los que los protagonis-
tas se contaron por miles y decenas de miles. Por tanto, esa experiencia no se
aparta de otras que muestran la polifonía de sentimientos de ajenidad respecto
al medio, de dolor por la distancia de lo propio, diversas formas de rechazo de la
sociedad de acogida hasta, finalmente, buscar o integrar con el tiempo el enten-
dimiento, la incorporación de los códigos culturales limando en parte el sinsabor
del difícil trasplante. Y esto ha conducido al final del siglo y en los comienzos
del nuevo milenio, a una transformación que acompaña los cambios producidos
por el transitar de hombres y mujeres de muy diversas extracciones en el más
amplio sentido del término. Los exilios pasaron a convertirse en un “estado de
exilio”. No pasan porque no se vuelve al lugar del que se salió aunque físicamen-
te se retorne. Se establecieron puentes culturales y afectivos que transforman al
exiliado en la medida que éste también contribuyó a modificar el ambiente del
que fue despojado y aquel otro en el que se insertó.
La épica de los exilios se insertó en las sociedades involucradas y en unas
quedó materialmente la presencia de distintas generaciones que radican en un
lado u otro, que se identifican aquí y allá sin sentirse estrictamente de un solo
lugar.
5. El verde oliva en desuso. Nuevos
protagonistas y nuevos escenarios
contrahegemónicos en América Latina
“A quienes consideran que no sólo es más sencillo sino también mejor mantener ondeante la bandera
roja, mientras los cobardes retroceden y los traidores adoptan una actitud despectiva, les acecha el grave
riesgo de confundir la convicción con la prosecución de un proyecto político; el activismo militante con la
transformación social y la victoria con la “victoria moral” (que tradicionalmente ha sido el eufemismo con el
que se ha denominado la derrota); el amenazar con el puño en alto al statu quo con la desestabilización del
mismo o (como sucedió muchas veces en 1968) el gesto con la acción”.
Eric Hobsbawm. Política para una izquierda racional. Crítica, Barcelona, 1993, pp. 12-13.
Las reflexiones del destacado historiador británico, tras la caída del Muro de
Berlín el 9 de noviembre de 1989 y la posterior desintegración de la Unión So-
viética el 25 de diciembre de 1991, se habían hecho explícitas en la isla de Cuba
mediante un período que con cierto eufemismo la élite dirigente denominó “Pe-
ríodo Especial en Tiempo de Paz” desde el 29 de agosto de 1990. Esto es: más de
tres décadas después de tomar el poder y aliarse con la Unión Soviética frente a
los Estados Unidos en el juego geopolítico de la Guerra Fría, a los otrora jóvenes
barbudos (ahora ya, hombres de más de mediana edad) les bastó con acusar
de “desmerengamiento” el final del llamado socialismo real, y les resultó “más
sencillo” sostener “ondeante la bandera roja”, transformando la esencia de su
consigna política central de “Patria o Muerte” en otra: “Socialismo o Muerte”.
Las consecuencias de confundir la victoria con “la victoria moral” sobre la que
alertaba Eric Hobsbawm, se hacen explícitas con más rudeza en el caso cubano,
si tenemos en cuenta que hasta ese momento la economía de la isla era subsi-
diada por la Unión Soviética. Los datos no dejan lugar a dudas. A finales de los
años ochenta, el comercio exterior de Cuba se realizaba en un 72 por ciento con
la URSS y en otro 15 por ciento con el resto de los países del llamado socialismo
real. A la vez, los soviéticos proporcionaban más del 90 por ciento del petróleo
consumido en la isla. Se recuerda que en el año 1985, Moscú llegó a comprar el
azúcar cubano a un precio doce veces superior al que habría debido venderlo La
Habana en el mercado internacional. Así y todo, los soviéticos proporcionaban
el 40 por ciento de los alimentos y mantenían en la isla fábricas que producían
la mitad de los bienes industriales y de los fertilizantes agrícolas consumidos.
150 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
Se estima que durante la década de los ochenta del siglo anterior, la subvención
económica soviética alcanzó un valor semejante a una quinta parte del producto
interior cubano y representó más del triple del valor de los perjuicios provocados
por el embargo norteamericano. En general, sin contar la ayuda de los demás
países del bloque comunista, entre los años 1960 y 1990 Cuba recibió 65.000
millones de dólares de la Unión Soviética1.
Si tomamos las cifras que suministran los informes del Programa de Nacio-
nes Unidas para el Desarrollo (PNUD), según el Índice de Desarrollo Humano
del año 1990, Cuba se encontraba en el lugar 39 de un total de 130 países. El de-
terioro provocado por la desaparición del bloque soviético llevó a Cuba al puesto
89 entre 173 países en 1994, el año más crítico. Sin embargo, a partir de 1999
comenzó una lenta recuperación del país, y éste comenzó a escalar posiciones
en la clasificación del IDH por países. En 2007, Cuba aparece en el lugar 51 de
la lista de países del mundo, como el cuarto país latinoamericano. Chile es el
primero (44), y luego vienen Argentina (49) y Uruguay (50). Por detrás de Cuba
aparecen México (53), Venezuela (58) y Brasil (75). Cerca de éste último Colom-
bia (77), el Perú (78), y Ecuador (80); y, ya en el furgón de cola, Paraguay (101),
El Salvador (106), Honduras (112), Bolivia, (113), Guatemala (122), Nicaragua
(124) y Haití (149). De hecho, el índice de 2009 que sitúa a Cuba en el lugar 51,
es 0.838; inferior al índice 0.877 de 1990.
No obstante, un análisis interno cubano aclara los datos: “En este último In-
forme, como en los anteriores, también se constata que la clasificación de Cuba
como país de desarrollo humano alto se debe a los indicadores de calidad de
vida, en tanto los económicos progresan muy lentamente. Un posicionamiento
realizado exclusivamente a partir de los ingresos movería a la Isla al lugar 94”2.
La apreciación anterior, se demuestra a través de las cifras comparativas con
América Latina del estudioso cubano Carmelo Mesa Lago. Del 12.5 por ciento
en 2005 al 4.3 por ciento en 2008 descendió en la isla la tasa de crecimiento
del Producto Interno Bruto: la mitad de la meta propuesta para el año 2008 y
menor que el promedio regional de 5.6 por ciento. Del 0.5 por ciento en 1989 al
4.9 por ciento en 2008 promedió la inflación, frente al promedio regional del 8.8
por ciento, pero excluyendo los precios del mercado informal y las tiendas en
divisas. Por otra parte, el total de la deuda externa alcanzó los 45.915 millones
de dólares. Y sólo en moneda convertible equivalió al 380 por ciento de las ex-
1
Mesa-Lago, Carmelo, “Problemas sociales y económicos de Cuba durante la crisis y la recu-
peración”, Revista de la Cepal (86), 2005, p. 184. En línea: http://www.eclac.org/publicaciones/
xml/8/22218/G2282 e MesaLago.pdf
2
En otras palabras, recordando que el IDH se elabora con datos sobre el producto interno bruto
(PIB) per cápita, educación y expectativa de vida, y que en sus resultados finales muestra mar-
cadas diferencias entre el mundo desarrollado y el mundo en vías de desarrollo. Alonso, Aure-
lio, “Cuba en el índice de desarrollo humano: La economía cubana y América Latina”, Progreso
Semanal, [10.02.2009], http://www.eleconomista.cubaweb.cu/2009/nro350/desarrollo-humano.
html
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 151
portaciones, frente al 83 por ciento del promedio en América Latina. Sépase que
para el destacado economista cubano, el que la isla haya sobrevivido se debe a la
subvención venezolana: 5 mil millones por la labor de profesionales cubanos en
territorio venezolano, en el año 2007. Suministro del 65 por ciento de la deman-
da de crudo y derivados del petróleo e inversión de 1.355 millones de dólares en
2008 y proyectos por valor de 2.000 millones para 20093.
Algo que podemos relacionar con la falta de productividad de la economía cu-
bana, que recientemente ha desvelado Raúl Castro ante el Segundo Período de
Sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional el 29 de diciembre del
año 2008: “No nos engañemos más; si no hay presión, si no existe la necesidad de
trabajar para satisfacer mis necesidades, y me lo están dando gratis por aquí y
por allá, nos quedaremos sin voz llamando al trabajo”4. Asunto sobre lo cual in-
sistió el 26 de julio de 2009, en un nuevo discurso centrado en cuestiones econó-
micas. Un baño de realismo para un país agrícola que se ve obligado a importar
el 80 por ciento de los alimentos que consume, mientras mantiene sin cultivar
más de la mitad de las tierras que son propiedad del Estado. Tras afirmar que
“no podemos sentirnos tranquilos mientras exista una sola hectárea de tierra
sin empleo útil”, el dirigente cubano endureció el tono y afirmó “No es cuestión
de gritar Patria o Muerte, abajo el imperialismo, el bloqueo nos golpea y la tierra
ahí, esperando por nuestro sudor”5.
Es cierto que a pesar de aquel 25 de diciembre de 1991 en que desapareció
la Unión Soviética, la Revolución cubana sobrevive. Heroicamente para algu-
nos, porfiadamente y sin futuro posible para la mayoría de los observadores.
Al cumplirse los cincuenta años de aquella entrada triunfal de unos joviales y
orgullosos jóvenes barbudos en La Habana, el régimen no ha sido capaz de re-
generarse en sus cuadros de dirección. De los 32 años de Fidel Castro, los 26 de
Camilo Cienfuegos, los 30 de Ernesto ‘Che’ Guevara y los 27 de Raúl Castro, se
ha pasado a un país cuya dirección del Consejo de Estado presenta una media
de edad de 71 años6.
En los primeros noventa, las estrofas de la canción Guillermo Tell, del tro-
vador cubano Carlos Varela, alertaban sobre este fenómeno: “Guillermo Tell no
comprendió a su hijo, que un día se aburrió de la manzana en la cabeza, y echó
a correr y el padre lo maldijo, pues cómo entonces iba a probar su destreza/
Guillermo Tell, tu hijo creció y quiere tirar la flecha, la toca a él probar su valor
3
Mesa-Lago, Carmelo. “La veleta económica cubana. Huracanes internos, crisis mundial y
perspectivas con Obama”, Encuentro de la Cultura Cubana (51-52), invierno-primavera, 2008,
pp. 35-47. De sumo interés, también resulta el estudio de Monreal, Pedro, “El problema eco-
nómico de Cuba”, Espacio Laical (2), 2008, pp. 33-35. En línea: http://www.espaciolaical.net/
contents/14/3335.pdf.
4
Vicent, Mauricio: “Raúl Castro anuncia tiempos duros” El País 29-12-2008.
5
Discurso de Raúl Castro, Acto Nacional por el aniversario 56 del asalto a los cuarteles Monca-
da y Carlos Manuel de Céspedes. http://www.youtube.com/watch?v=7xoDUAFWHdA
6
“Cuba: la revolución castrista cumple cincuenta años en el poder”, INFOLATAM, 28.12.2008.
152 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
usando tu ballesta”7. Cierto que por aquellos años Abuelo Paco, del también tro-
vador cubano Pedro Luís Ferrer, ofrecía pocas esperanzas de cambio y advertía
del peligro: “Abuelo hizo esta casa, y aunque todos la vivimos con la suerte que
conlleva cuidarla en el sacrificio, para mover un alpiste hay que pedirle permiso;
si el abuelo no está de acuerdo nadie cambia el edificio./ Ten paciencia con abue-
lo; recuerda bien cuanto hizo; no contradigas su afán; pon atención a su juicio:
gasta un poco de tu tiempo, complaciendo su egoísmo/ No olvide que abuelo tiene
un revólver y un cuchillo; y mientras no se lo quiten abuelo ofrece peligro”8. En
general, nada que ver con las estrofas de aquellos verdaderos juglares de la re-
volución, que como Silvio Rodríguez (Cuando digo futuro, 1977) o Pablo Milanés
(Acto de fe, 1980), en los segundos setenta solicitaban la adhesión de la pobla-
ción cubana al proyecto del grupo político liderado por Fidel Castro.
Más de medio siglo después de su victoria revolucionaria, con 83 años, Fidel
Castro reina pero, parece, no gobierna. O sí. Quien figura en la cúspide del or-
ganigrama es su hermano Raúl Castro con 77 años, inseparable desde el 26 de
julio de 1953. En realidad, desde que el 31 de julio de 2006 Fidel Castro debió
traspasar los poderes al ser intervenido con urgencia por una enfermedad in-
testinal, su salud se ha convertido en secreto de Estado y el Comandante no ha
vuelto a aparecer en público. Año y medio después, el 24 de febrero de 2008, el
máximo dirigente renunció a sus cargos de Presidente del gobierno y de la Repú-
blica de Cuba. Sin embargo, si bien Fidel Castro no está en el día a día, su mera
existencia lo condiciona absolutamente todo en la política cubana.
En primer lugar, es evidente que los rasgos esenciales de la personalidad de
Raúl Castro han marchado a remolque de la fabricación de los contornos míticos
de la figura de Fidel Castro. Salvando las distancias, a Raúl Castro le ha corres-
pondido ocuparse de la disposición de las cosas odiosas que en esa exposición
perfecta de la técnica del poder (de cómo conseguirlo, conservarlo y acrecentar-
lo) que es El Príncipe, Nicolás Maquiavelo explicitó ya hace varios siglos. Cada
uno tendrá su propia idea. Pero en su conjunto, quienes tengan mayor edad,
guardarán en su memoria el arrebato antinorteamericano del hermano menor
de Fidel Castro, que lo condujo a secuestrar a 49 ciudadanos de aquel país el 22
de junio de 1958. Del mismo modo, la dirección de los fusilamientos en la Sierra
Maestra delante de la cámara del periodista Andrew Saint George, en la edición
de Look del 4 de febrero del mismo año. También escudriñando en el pasado,
aparecerá el lenguaje soez para calificar a quienes a nombre de su grupo políti-
co se adelantaron a participar en la Junta de Liberación contra la dictadura de
Fulgencio Batista, el 20 de noviembre de 19579. Y la reacción desproporcionada
7
Varela, Carlos. “Guillermo Tell”. Música.Com. En línea: http://www.musica.com/letras.
asp?letra=1016611
8
http://marimbular.blogspot.com/2007/07/abuelo-paco.btm
9
Castro, Raúl, Carta a Fidel Castro, Sierra Maestra, 20 de noviembre de 1957, en Franqui,
Carlos, Diario de la Revolución Cubana. pp. 335-338.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 153
que dejó helado al general republicano español Alberto Bayo, encargado de los
entrenamientos militares en México, cuando propuso pena de muerte para el
aprendiz de guerrillero Calixto Morales por negarse a continuar un ejercicio a
finales del año 195610.
No es difícil encontrar en la memoria su Informe al Comité Central del Par-
tido Comunista de Cuba sobre la llamada “microfracción”, en medio de la deten-
ción de 43 comunistas cubanos de la “vieja guardia” los días 24, 25 y 26 de enero
de 196811. Así mismo, sería un error olvidar la reacción violenta registrada en
el vídeo relacionado con la rendición del coronel Pedro Tortoló, ante tropas esta-
dounidenses en la isla de Granada. Por último, los más jóvenes se acordarán de
su discurso el 13 de junio de 1989, que preparó el terreno para fusilar al general
Arnaldo Ochoa. En estas fechas es conocido también su papel en la defenes-
tración pública de Carlos Aldana, jefe del Departamento Ideológico del Comité
Central del Partido Comunista de Cuba, en el mes de octubre del año 1992.
Y a pesar de que no se ha publicitado mucho, casi cuatro años más tarde, su
informe en el V Pleno del Comité Central desembocó en la purga de investiga-
dores y académicos en el Centro de Estudios de América y la Universidad de
La Habana. Bajo esta misma tendencia, se inscribe su impugnación al canciller
Roberto Robaina, destituido de la jefatura del Ministerio de Relaciones Exte-
riores el 29 de mayo de 1999. “No voy a permitir que gente como tú jodan esta
revolución tres meses después de que desaparezcan los más viejos”, le dice en un
vídeo Raúl Castro a Roberto Robaina acusándolo de autopromocionarse como
“candidato” de la transición postcastrista.
Se equivocan quienes piensan que se trata de asuntos coyunturales en la
biografía revolucionaria de Raúl Castro. Cada día quedan menos dudas de que
ha vivido una sinfonía perfecta con su hermano Fidel. En consecuencia, no sólo
cada uno puede tener su propia idea de los excesos de Raúl, sino también de las
reacciones de Fidel Castro rebajando el perfil de su discurso, hasta adecuarlo a
lo posible en cada momento histórico. En México, en la Sierra Maestra y en el
llamado Palacio de la Revolución, existen hitos en el itinerario de esta forma de
concebir el poder en la isla. No es casual que desde el 31 de julio de 2006 hasta
el 24 de febrero de 2009, Raúl Castro se haya comportado de la misma manera.
Así se explica su silencio, ante la escalada verbal de Fidel Castro a través de ese
espacio publicitario que con el título de “Reflexiones del compañero Fidel” se ha
reservado en la isla. Así también, que en las reuniones de las altas esferas del
poder se haya preocupado en dejar vacía la silla que habitualmente ocupaba su
10
Kalfon, Pierre Ché. Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Barcelona, Plaza & Janes,
1998, pp. 166-167.
11
“Informe del Comandante Raúl Castro, presidente de la Comisión de las FAR y de Seguridad
del Estado del Comité Central, ante la reunión de este organismo del Partido”, en El Militante
Comunista, febrero 1968, pp. 15-80.
154 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
hermano y mediante un guiño cómplice asegure que Fidel Castro está de acuer-
do con sus argumentos.
Apenas unas horas antes de que se cumpliera el cincuenta aniversario del
resultado revolucionario del primero de enero de 1959, el diario oficial del Par-
tido Comunista cubano publicó un extenso balance de las cinco últimas décadas
de la historia de Cuba. Lo firma su director Lázaro Barredo y lo hacía titulando,
significativamente, “50 AÑOS DESPUÉS… Y el mismo reto de hacer la revo-
lución”. Tras hacer un repaso de las cifras en las que se pueden resumir las
grandes parcelas de la realidad económica, social y cultural cubana, el diario
Granma recuerda que todo eso se ha conseguido a pesar de la enemistad de los
Estados Unidos. Especialmente, el editorial del 30 de diciembre del año 2008,
insiste en los efectos del bloqueo (embargo), después que Cuba perdió sus mer-
cados naturales en Europa del Este. Al “Acta por la Democracia Cubana” (Ley
Torricelly, 1992) y el “Acta para la Libertad y para la Solidaridad Democrática
Cubana” (Ley Helms-Burton, 1996), que prohíben a subsidiarias de empresas
estadounidenses, radicadas en terceros países y sujetas a leyes de esas naciones,
la realización de operaciones comerciales o financieras con Cuba, se refiere el
documento. Actualizado con la “Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre”
el 30 de junio de 2004, donde el Departamento de Estado encarga a uno de sus
dirigentes la responsabilidad de ser gobernador para la transición12.
Es sintomático como el informe de 2009 de Amnistía Internacional, coincide
con el editorial de Granma en los efectos negativos del embargo para la pobla-
ción cubana. En su apartado “Consecuencias del embargo impuesto por Estados
Unidos”, pide que sea levantado “pues resulta muy perjudicial para el disfrute
por parte de la población cubana de una serie de derechos económicos, sociales
y culturales, como el derecho a la alimentación, a la salud y a la salubridad, y
afecta especialmente a los sectores más débiles y vulnerables de la población”.
Hay que advertir que al no tener autorización para visitar Cuba, Amnistía In-
ternacional no tiene documentos propios sobre las dimensiones del problema,
pero asume los elaborados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF), según el cual la disponibilidad de medicamentos y material médico
básico ha disminuido en Cuba a consecuencia del embargo impuesto por Esta-
dos Unidos. Amnistía Internacional también cree que el embargo ha socavado la
libertad de circulación entre Cuba y Estados Unidos y ha dificultado las reuni-
ficaciones familiares.
No obstante, la prestigiosa organización previene en torno a que el gobierno
cubano continúe utilizando el antagonismo político con el gobierno de Washing-
12
Barredo Medina, Lázaro, “Cuba, 50 años después … y el mismo reto de hacer la revolución”.
En línea: http://www.alternativabolivariana.org/modules.php?name=News&file=article&sid=
3857.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 155
ton como pretexto para vulnerar los derechos humanos de la población cubana13.
Y es que Amnistía Internacional denuncia una restricción ilícita de las liberta-
des fundamentales, ya que la legislación cubana impone importantes recortes a
derechos humanos que están consagrados en el derecho internacional. Aunque
la Constitución reconoce libertades fundamentales como la libertad de reunión,
asociación o expresión, paralelamente establece limitaciones excesivas a su ejer-
cicio. Según Amnistía Internacional, “ninguna de las libertades reconocidas a
los ciudadanos puede ser ejercida contra lo establecido en la Constitución y las
leyes, ni contra la existencia y fines del Estado socialista, ni contra la decisión
del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo. [Además] la infrac-
ción de este principio es punible”. Esto significa que, cuando se considera que
las libertades fundamentales se ejercen contra el sistema, no están protegidas
constitucionalmente.
En el Informe de Amnistía Internacional se destacan como especialmente
graves las faltas de libertad de expresión, la de asociación y la de derecho a un
juicio justo. En Cuba, la libertad de expresión está muy limitada porque el go-
bierno ejerce un control total sobre todos los medios de comunicación. Es muy
grave la falta de libertad de asociación, ya que el registro oficial está vedado no
sólo a los partidos políticos, sino a todos los sindicatos y asociaciones civiles, pro-
fesionales y de derechos humanos que no pertenezcan al aparato del Estado o a
las organizaciones de masas controladas por el gobierno. Igualmente, Amnistía
Internacional denuncia que el derecho a un juicio justo es muy limitado, ya que el
gobierno ejerce un control férreo sobre la justicia. La Asamblea Popular elige al
presidente, al vicepresidente y a los demás jueces del Tribunal Supremo Popular,
así como al fiscal general y al fiscal general adjunto. Además, todos los tribunales
están subordinados a la llamada Asamblea Nacional del Poder Popular.
Como ha escrito Carlos Malamud, el problema son los propios ciudadanos cu-
banos, aquellos que no obtienen respuesta a sus perentorias demandas sociales,
los que no pueden consultar libremente Internet ni viajar al exterior de manera
razonable, los que padecen pésimas condiciones de habitabilidad en ciudades
degradadas. Es cierto que las reformas de Raúl Castro han encontrado obstácu-
los inesperados, como son el impacto destructor de los últimos huracanes y los
efectos perniciosos de la crisis internacional sobre una economía autárquica y
vulnerable. Pese a ello, si las reformas no avanzan, ahora además que la nueva
Administración de Barak Obama tiene otra mirada hacia Cuba, será porque los
problemas reales son más profundos de lo que se reconoce14.
13
Cuba: Información de Amnistía Internacional para el Examen Periódico Universal de la ONU.
Cuarto periodo de sesiones del Grupo de Trabajo sobre el Mecanismo de Examen Periódico
Universal, febrero de 2009. En línea: http://www.cubaencuentro.com/es/documentos/posicion-
de-amnistia-internacional-sobre-el-examen-periodico-universal-de-cuba-ante-la-onu-138036.
14
Malamud, Carlos, “Cuba ante el 50º aniversario de la revolución”, Infolatam, Madrid, 30 di-
ciembre 2008.
156 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
15
“El crecimiento de las economías latinoamericanas ha sido, en efecto, magro. El término de la
década perdida para referirse a los 80 es muy apto, pues el crecimiento promedio fue de 1.2
por ciento. Sin embargo, el crecimiento promedio en los 90 fue de 3.3, lo que es sin duda bajo,
pero representa una mejoría con respecto a la década anterior”. Véase: Ortiz, Antonio, “Los
indicadores económicos y el bienestar social”. América Latina. Democracia, neoliberalismo,
populismo”. Vanguardia, número 4, enero/marzo, 2003, p. 26.
16
Batalla, Xavier, “El malestar de América Latina”. En: Ibídem. p. 7. Norbert Lechner lo ha dicho
de esta manera: “Si la revolución es el eje articulador de la discusión latinoamericana en la
década de los sesenta, en los ochenta el tema central es la democracia”. En: Lechner, Norbert,
“De la revolución a la democracia”. El debate intelectual en América del sur”. Síntesis, No1,
Enero-Abril, 1987, p. 12.
17
Debe tenerse en cuenta la advertencia de Carmen Ninon, en cuanto a no confundir transición
con consolidación de la democracia en América Latina. Ver: Ninon, Carmen, “Transición y
consolidación democrática en América Latina”, en Harto de Vera, Fernando (comp.), América
Latina: desarrollo, democracia y globalización, Madrid, Trama Editorial y Cecal, 2000, p. 123-
151.
18
Castañeda, Jorge, La utopía desarmada. Intrigas, dilemas y promesa de la izquierda en Amé-
rica Latina, Barcelona, Editorial Ariel, S.A., 1995, p. 153.
19
Flisfich, Ángel, “América Latina y sus desafíos finiseculares: democracia, ajuste estructural
y cohesión social”, en Reyna, José Luís (compilador). América Latina a fines de siglo, México,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 511.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 157
20
“Tripartito tropical en Nicaragua”, El País, 18 de septiembre de 2007, p.7. Sobre este proceso
de deterioro, véase: Ramírez, Sergio, “La revolución que no fue”. El País, 18 de julio de 2004, p.
4. Y Tagar, Joaquín “19 de julio, el principio de una utopía que terminó en fracaso”. El País, 19
de julio de 2004, p. 10.
21
Torres-Rivas, Edelberto, “Centroamérica: de la izquierda revolucionaria a la izquierda social-
demócrata”. Quorum. Revista de Pensamiento Iberoamericano (22), 2009, p. 47.
22
Véase: Aznárez, Juan Jesús, “La violación de Zoilamérica”. El País, 29 de junio de 2008, p. 12.
Y Vargas Llosa, Mario,. “Para la historia de la infamia”. El País, 27 de julio de 2008, p. 31.
Además: Ramírez, Sergio, “Canciones confiscadas”. El País, 5 de julio de 2008, p. 19.
158 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
cio de la vida. La muerte propia y la de los otros. Esa sensible fábrica de héroes
y de mártires paganos, en el imaginario colectivo latinoamericano.
Continente de revoluciones y contrarrevoluciones, en América Latina parece
que se impone una síntesis equilibrada bajo la forma de democracias generali-
zadas: inserción en el modelo de democracia liberal vigente en Estados Unidos
y en Europa. Por ello hoy, a pesar de la crisis económica global, los latinoameri-
canos apuestan por el régimen democrático y la economía de mercado. Así lo re-
fleja el Latinobarómetro de 2009, una macroencuesta realizada a partir de más
de veinte mil entrevistas, en toda América Latina (excepto Cuba), que muestra
una población preocupada por la economía y la seguridad ciudadana, pero más
tolerante y con mayor confianza en el futuro23. Probablemente por eso que lla-
man el quinquenio virtuoso (2003-2008), en que la economía continental creció
un promedio anual del 4.8 por ciento, lo que ha posibilitado la expansión de las
clases medias y la reducción de la pobreza en diez puntos. Quizás ello explica
también que a pesar de que los problemas económicos tengan prioridad para la
mitad de los encuestados, el 59 por ciento apoye la economía de mercado y el 60
por ciento la labor de sus mandatarios.
De ningún modo, esto significa que la desigualdad haya sido borrada del
mapa latinoamericano. Ese triángulo compuesto por democracia, desigualdad
y pobreza que Joaquín Estefanía reconoce en la región, no ha desaparecido. Los
países latinoamericanos siguen siendo más desiguales que el promedio mundial,
y 16 de 18 podían ser catalogados de sumamente desiguales en el año 2004. En
15 de ellos, más del 25 por ciento de la población vivía por debajo del límite de
la pobreza y en 7 la proporción superaba el 50 por ciento24. Aún cuando hay que
estar de acuerdo con Norman Gall, en cuanto al “olvidado progreso” de América
Latina desde 1950 a esta fecha, que se desprende de la lectura de Forgotten Con-
tinent: The Battle for Latin America´s Soul25, de Michel Reid. No es poco haber
aumentado la esperanza de vida de 51 a 73 años, reducir la mortalidad infantil
un 83 por ciento, y haber alcanzado superiores índices de alfabetización y esco-
larización, acceso prácticamente generalizado a la radio y la televisión, así como
la ampliación del transporte y el tendido eléctrico, que sin duda han favorecido
la predisposición hacia la democracia26. De hecho, el crecimiento sostenido de la
economía, la disminución del desempleo y el aumento de ingresos no salariales
(remesas y programas de transferencias condicionadas) son los que han permi-
tido cierta reducción en los niveles de pobreza extrema en el año 2007. Las tasas
23
“Informe Latinobarómetro 2009”, 11 de diciembre de 2009. En línea: http://www.latinobarome-
tro.org/
24
Estefanía, Joaquín, “Las nuevas venas abiertas de América Latina”. El País, 25 de abril de
2004, pp. 1-3.
25
Yale University Press, 2007.
26
Gall, Norman, “El olvidado progreso de América Latina”. El País, 19 de enero de 2008, p. 29.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 159
más bajas desde el año 1980, que representan el menor número de personas en
los últimos 17 años27.
Sea como fuere, la realidad demuestra que la Revolución cubana no significa
hoy un referente para el desarrollo latinoamericano. Aunque el embargo norte-
americano pueda ser motivo de solidaridad continental y su mística perdure en
cierta parte del imaginario latinoamericano, ni su sistema político ni su modelo
económico atraen como antes las miradas de América Latina. Si nos fijamos,
desde hace años otros protagonistas y otros escenarios ocupan las dimensiones
simbólicas de los procesos que pueden considerarse contrahegemónicos en la
región: retando al stablishment de sociedades elitistas bajo la tradicional hege-
monía de los Estados Unidos, pero distantes de hacer una revolución socialista,
como aclararía Joan Prats28. Probablemente con el ingrediente de “inestabilidad
creativa” que Fernando Filgueira y Cecilia Rossel les reconocen ahora, tras los
consensos desgarrados y las crisis institucionales que caracterizaron los años
noventa29.
Definidos por oposición a los modelos neoliberales (privatización de los ser-
vicios públicos, desregulación del sector financiero, disminución de los gastos
del estado), esto que se ha llamado “izquierda institucionalizada” difiere de los
paradigmas establecidos por la Revolución cubana: ni lucha armada, ni enfren-
tamiento de clases, ni economía centralizada encontramos en sus principios
programáticos30. Mucho menos la atención primordial a la convocatoria del De-
partamento de América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba a la
revolución continental, que sin distinción entre dictadura y democracia influyó
en las guerrillas procubanas de los sesenta y los setenta en América Latina. En
términos generales, más bien los unen la naturaleza personal del liderazgo, así
como principios de no injerencia y de justicia social, insertados en posiciones
discursivas (en algunos casos ambiguas con la democracia representativa) que
renuevan las tradiciones ancestrales proporcionando un sistema identitario que
reconstruye la sensación de pertenencia31. Todo sea dicho con un genoma político
donde se reproducen las características básicas del populismo: protagonismo del
27
Lagos, Marta, “Sinóptica Económica de América Latina, 2007-2008”. Revista Gobernanza (7),
en línea: http://www.aigob.org/content/view/101/60/
28
Prats, Joan, “¡Tomemos los populismos en serio!”. Revista Gobernanza (9), en línea: http://www.
aigob.org/content/view/119/60/
29
Filgueira, Fernando y Rossel, Cecilia, “Desigualdad, pobreza y exclusión: impotencia, fatiga y
asedio en las democracias latinoamericanas”, en Crespo, Ismael y Martínez, Antonia (Eds.),
Política y gobierno en América Latina, Valencia, Tirant Lo Blanch, 2005, p. 365.
30
Moraña, Mabel, “Negociar lo local. La “marea rosa” en América Latina o ¿qué queda de la
izquierda?”, en Moraña, Mabel (de.), Cultura y cambio social en América Latina, Madrid-
Frankfurt am Main, Iberoamericana Vervuert, 2008, pp. 113-136.
31
Véase: Bonilla, Adrián y Páez, Alexei, “Populismo y caudillaje una vieja historia”, en “América
Latina. Democracia, neoliberalismo, populismo”, Vanguardia, número 4, enero/marzo, 2003,
pp. 18-24.
160 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
líder, denuncia de los partidos tradicionales, mensaje a todas las clases y cultura
del pueblo como fuente de legitimación32. Y una marca que refleja la profunda
vocación de refundación, a través de reformas constitucionales o convocatorias
a asambleas constituyentes33.
Es necesario aclarar que en ningún caso estamos ante el populismo clásico
del tipo de la Alianza Popular Revolucionaria Americana de Víctor Haya de la
Torre en Perú, el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) de Ramón Grau
San Martín en Cuba, el Estado Novo de Getulio Vargas en Brasil, el Movimien-
to Nacional Revolucionario de Víctor Paz Estensoro en Bolivia, o aquel estado
corporativo de Juan Domingo Perón en Argentina, que se desarrollaron durante
los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo anterior. Aquellos que privile-
giaban el orgullo nacional, los sindicatos y la diplomacia sólida, tanto como la
industrialización y la intervención del Estado, de aparente extinción a raíz de
los regímenes militares de los setenta y los ochenta.
Tampoco hablamos de los desarrollistas del tipo Juan Velasco Alvarado en
Perú, Carlos Andrés Pérez en Venezuela o Luís Echevarría en México, que adop-
taron esa especie de keynesianismo latinoamericano que significó la teoría de la
dependencia promovida por la Comisión Económica para América Latina de las
Naciones Unidas (CEPAL). La cual, sin negar la utilidad de la economía de mer-
cado, privilegió hasta el año 1989 la idea de que Latinoamérica era una víctima
de la relación semicolonial entre el centro (países desarrollados) y la periferia
(países subdesarrollados).
Ni de aquellos de nuevo cuño al estilo de Fernando Collor de Mello en Bra-
sil, Carlos Menen en Argentina y Carlos Salinas de Gortari en México, que con
un manejo exquisito de los medios masivos de comunicación, las encuestas de
opinión y el marketing político, surgieron dando vivas al neoliberalismo con es-
trategias de libre mercado y privatizaciones en los primeros noventa. Los mis-
mos que hicieron la transición al mundo post-guerra fría en América Latina,
abandonando los antiguos criterios intervencionistas del populismo, con buena
conducta fiscal y atracción del capital extranjero, pero sin resolver la eficacia de
los partidos políticos, la educación pública, el desempleo y la concentración del
ingreso en el entorno latinoamericano.
Lo que caracteriza a los neopopulistas latinoamericanos actuales es que, a
tenor de la crisis de representación y las deficiencias del proceso de reforma
neoliberal en sus respectivos países, así como la doctrina del unilateralismo
32
Conniff, Michael L., “Neo-populismo en América Latina. La década de los 90 y después”, Revis-
ta de Ciencia Política (001), Santiago de Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2003,
pp. 31-38. En línea: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/324/32423103.pdf.
33
Sepúlveda, Isidro Jesús, “Cambio, renovación y revolución. Balance del ciclo electoral Ibero-
americano”, en Iberoamérica: Nuevas coordenadas, nuevas oportunidades, grandes desafíos.
Ministerio de Defensa. Cuadernos de Estratégia (136), Instituto Español de Estudios Estraté-
gicos. Instituto Universitario “General Gutiérrez Mellado”, junio de 2007, p. 33.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 161
34
Baizán, Mario, “Entre el nuevo populismo y la guerra global contra el terrorismo. La debilidad
estructural de la democracia en América del Sur”, Fundación de Estudios Políticos del Tercer
Milenio. América Latina. En línea: http://www.fupomi.com.ar/img/America%20Latina.pdf
35
Skidmore, Thomas E. y Smith, Peter H., “América Latina: el fin de la vía socialista”, Historia con-
temporánea de América Latina. América Latina en el siglo X, Barcelona, Crítica, 1996, p. 439.
36
Follari, Roberto, “Los neopopulismos latinoamericanos como reivindicación de la política”. CE-
CIES. Pensamiento Latinoamericano y Alternativo. Universidad Nacional de Cuyo, junio de
2008. En línea: http://www.cecies.org/articulo.asp?id=166
37
Mignolo, Walter D., La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial, Bar-
celona, Gedisa Editorial, 2007, p. 210.
162 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
38
“Declaración de la Selva Lacandona”, 1993. En línea: http://www.ub.es/conflictes/metodo/am-
pliacio/lacandona.htm
39
“Haremos política sin el ‘glamour’ del pasamontañas”, entrevista de Ignacio Ramonet al Sub-
comandante Marcos, El País, 26 de febrero de 2001.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 163
Como dice José M. Fernández, lo que fue aprobado en Costa Rica fue que ya
no se trataba solo de tomar en consideración la opinión y las aspiraciones de los
descendientes de los pobladores originarios, sino que se afirmó que deben ser
ellos, y únicamente ellos, los que deben tomar en sus manos las riendas de su
propio destino histórico. Esta concepción, que se consolidaría en la reunión de
Managua en 1994, era el resultado de una ecuación con variables tales como la
quiebra del modelo modernizador tradicional, la transformación del papel del
Estado, la propia emergencia de los pueblos originarios, y el desarrollo científico
40
Citado por Fernández, José M., “Indigenismo”, en Román Reyes (dir): Diccionario Crítico en
Ciencias Sociales. En línea: http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/I/indigenismo.htm
41
Fernández, José M., Op. Cit. p. 13.
164 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
42
Véase: VI Declaración de la Selva Lacandona, junio de 2005. En línea: en http://www.ezln.org/
documentos/2005/sexta.es.htm.
43
Ibídem.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 165
No deja de ser paradójico que pocos meses después de hacerse pública esta
Declaración en México, Evo Morales Ayma, un indígena aymara sin más forma-
ción que aquella obtenida en “la Universidad de la vida” según sus palabras,
obtuviera el 53,7 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales y se
convirtiese en presidente de la República de Bolivia, al frente del Movimiento al
Socialismo (MAS). Declaración por declaración, si la de los zapatistas de la Sel-
va Lacandona es jugosa, no desmerece en absoluto el discurso de Evo Morales
del 22 de enero de 2006, durante el solemne acto de toma de posesión de la pre-
sidencia de Bolivia. La alocución de Morales se desarrolló en un doble plano: el
primero, el dedicado a enaltecer las anclas originarias y a comprometerse con los
principios básicos de la ley de los antepasados; y el segundo, dedicado a anunciar
los objetivos centrales de su gobierno que pretende una segunda independencia
de Bolivia mediante “como en España dicen, un nuevo pacto social”44.
Con la solicitud de un minuto de silencio por los Mártires por la Liberación
(indígena) comenzó Evo Morales su declaración, citando por su nombre a los
más reconocidos héroes de la mitología india: desde Tupac Amaru, Tupaj Katari
o Bartolina Sisa, a otros más recientes y universales como Ernesto Che Gue-
vara, el socialista boliviano Marcelo Quiroga y el jesuita catalán Luis Espinal,
asesinados estos últimos en Bolivia durante el golpe militar de García Meza
en el año 1980. El discurso acabó con una deferencia hacia el líder chiapaneco:
“Cumpliré con mi compromiso, como dice el Subcomandante Marcos, mandar
obedeciendo en el pueblo, mandaré [en] Bolivia obedeciendo a su pueblo”. Y el
pueblo del presidente Morales es mayoritariamente descendiente de los pobla-
dores originarios, y son muchos los agravios que han sufrido:
“Los pueblos indígenas —que son mayoría de la población boliviana—, para la prensa internacional, por-
que los invitados sepan: de acuerdo al último censo de 2001, el 62.2 por ciento de aymaras, de quechuas, de
mojeños, de chipayas, de mulatos, de guaraníes. Estos pueblos, históricamente hemos estado marginados,
humillados, odiados, menospreciados, condenados a la extinción. Esa es nuestra historia; a estos pueblos
nunca los reconocieron como seres humanos, siendo que estos pueblos son los amos absolutos de esta
noble tierra, de sus recursos naturales”45.
44
Discurso de Evo Morales al asumir la presidencia de Bolivia, el 22 de enero de 2006, en línea:
http://www.presidencia.gov.bo, p.11. Además, véase: “Territorio, soberanía, vida. Programa de
Gobierno. Todo depende de nosotros”. En línea: www. masbolivia.org/mas/programa/progmas/
htm.
45
Ibídem, p. 19.
46
Ibídem, pp. 1-2.
166 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
47
Ibídem, p. 7.
48
Álamo, Óscar del, “Desigualdad y emergencia indígena en Bolivia”, en línea: http://www.revis-
tafuturos.info/futuros14/emerg_bolivia.htm, p. 2-4.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 167
49
Ibídem, p. 4.
50
Archondo, Rafael, ¿Qué le espera a Bolivia con Evo Morales?, Nueva Sociedad, nº 202, Abril de
2006, p. 4.
51
Ibídem, p. 8.
52
Ibídem, p. 7.
53
Alcàzar, Joan, “Indigenisme, democràcia i pacte social”, L’Espull, nº 23, pp. 34-43.
168 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
tad autonomista de la provincia de Santa Cruz (la más rica del país), y la poca
simpatía hacia el indigenismo etnicista que es patente tanto en esta misma pro-
vincia como en las de Tarija, Pando y Beni. Cuatro provincias, de las nueve con
las que cuenta el país, en las que la población indígena no es mayoritaria. En las
dos primeras, además, que son las principales productoras de hidrocarburos, la
política sectorial de Morales tampoco despierta demasiada pasión.
Aún cuando los retos del gobierno de Evo Morales son diversos, quizá el más
relevante no es otro que aquel que ha sido el gran problema de otras coyunturas
de cambio en otros países de la América Latina: la eficacia social de la demo-
cracia. ¿Será posible superar la situación de apartheid social en la que vive una
amplia mayoría de la población boliviana, pero de forma mucho más severa la
indígena? Ciertamente, diversas noticias que llegaban de La Paz habían rebaja-
do el perfil democrático del presidente Evo Morales. La decisión de darle carác-
ter originario a la Asamblea Constituyente, es decir, desvinculándola de toda la
legislación boliviana de 1825 hasta nuestros días; junto al acuerdo impuesto por
el MAS de aprobar los artículos del texto constitucional por mayoría absoluta
y no por los dos tercios de los constituyentes, lo cual asegura a este partido la
victoria, explica que la oposición convocara movimientos de protesta por todo el
país pero, especialmente, en las provincias de la llamada media luna (las ya ci-
tadas Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni), y que las cifras demoscópicas de apoyo
a Morales en aquel momento bajaran de forma sensible54. No debemos olvidar
que, aunque ganó las elecciones del 6 de diciembre de 2009 con un 64.2 por cien-
to de los votos y ahora exhibe un 66 por ciento de apoyo, el nivel de reprobación
de Evo Morales había alcanzado el 41 por ciento sólo un año antes55.
La nacionalización de los hidrocarburos y las demostraciones de fuerza hacia
las compañías extranjeras que operan en Bolivia, así como las confusiones que
genera un discurso conciliador mezclado con una actitud de confrontación, pu-
dieron haber provocado más problemas que soluciones. Las vacilaciones respeto
de las relaciones con Chile, a propósito de la exportación de gas, conectándolas
un día sí y otro no a la cesión de una salida territorial al Pacífico, no beneficiaban
en absoluto la confianza internacional que el país andino necesita. Tanto como
la expulsión del Embajador estadounidense Philip Goldberg el 10 de septiembre
de 2008, por presunta conspiración contra su gobierno. Una escalada que al día
siguiente incluyó la expulsión del Embajador boliviano Gustavo Guzmán de los
Estados Unidos, así como la subida de tono beligerante del mandatario venezo-
lano Hugo Chávez contra la Administración de George Bush. Por el contrario, el
acuerdo con la oposición (tras renunciar a una segunda reelección y aceptar la
corrección del proyecto constitucional) para celebrar el referéndum sobre la nue-
54
Vilas, Carlos M., “La izquierda latinoamericana y el surgimiento de regímenes nacional-popu-
lares”, Nueva Sociedad, nº 197, 2005, p. 92.
55
“Bolivia, el respaldo a Evo Morales llega al 66%”. Prensa indígena, 9 de enero de 20010. En
línea: http://www.prensaindigena.org.mx/nuevositio/?p=22560
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 169
56
Ruiz Collantes, F. Xavier, “Construcción de identidades colectivas y constitución boliviana”.
Revista Gobernanza (11), en línea: http://www.aigob.org/content/view/130/60/
57
Discurso de Evo Morales al asumir la presidencia de Bolivia, el 22 de enero de 2006, en línea:
http://www.presidencia.gov.bo, p.14.
170 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
58
Malamud, Carlos, “Nuevos socios para el ALBA”. Infolatam, 22 de junio de 2009. En línea:
http://www.infolatam.com/entrada/nuevos_socios_para_el_alba-14564.html
59
Bastenier, M.A. “La petrocracia de Hugo Chávez”, El País, 6 de septiembre de 2006.
60
Bastenier, M.A. “El hombre que odiaba el silencio”. El País, 19 de noviembre de 2007.
61
Martínez, Ibsen, “No es de izquierdas, es fascista”. El País, 1 de diciembre de 2007, p. 33.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 171
62
Véase: G. Manrique, Luís Esteban, De la conquista a la globalización. Estados, naciones y na-
cionalismos en América Latina, Madrid, Biblioteca Nueva, Estudios de Política Exterior, 2006,
pp. 474-476.
63
Chávez, Hugo, “Discurso sobre el partido único”. En línea: http://www.analitica.com/bitblio/
hchavez/partido_unico.asp
172 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
64
Véase: Institut Internacional de Governabilitat de Catalunya http://www.iigov.org
174 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
65
Partido dos Trabalhadores. En línea: http://www.pt.org.br
66
O Estado de Sao Paulo, 5.09.02.
67
La Tercera, Santiago de Chile, 07-10-2002.
68
El País, 17.03.2003.
69
Jornal do Brasil, 5.10.2002.
70
Movimento dos Treballadores Rurais Sem Terra (nst), http://www.mst.org.br.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 175
71
Los documentos, en línea: http://moviments.org/cloc/mst-brasil/.
72
Folha de Sao Paulo, 1.01.2003.
73
Folha de Sao Paulo, 5.10.02.
74
El Periòdic, Barcelona, 8.10.02.
176 EL VERDE OLIVA EN DESUSO
mismo, crear la riqueza para luego distribuirla75. Lo que Luiz Werneck Vianna,
reconocido profesor del Instituto Universitario de Pesquisas do Rio de Janeiro,
ha denominado (recordando el concepto gramsciano de revolución pasiva, una
revolución sin revolución) una revoluçao silenciosa, en la que “todo ha cambiado,
porque nuestras instituciones surgen ahora como lugares de confianza para la
realización de los cambios que la sociedad ha decidido emprender”76.
Convencido de que la revolución en estos tiempos de mundialización y de
cambios radicales en los patrones productivos no puede ser una revolución de
ruptura, el problema reside en quién dirige los cambios para que estos tengan
una dirección y un sentido positivos. En consecuencia, el gran desafío es que
sean las fuerzas del cambio, las de la mudança, las que dirijan el proceso en
términos de los actores políticos, de los programas de gobierno, de los cambios
sociales y económicos. Y los siete años de gobierno de Luis Inácio Lula da Silva,
aportan motivos para creer que la revolución pasiva a la brasileña, ha puesto
en marcha profundas reformas sociales financiadas desde el crecimiento con
estabilidad (que es el contenido del que Lula llama nuevo contrato social), lide-
rando un proceso democráticamente revolucionario que pudiera convertirse en
referencia para toda la América Latina.
Es cierto que el cambio ha sido gradual. Sólo después de tres años en que se
aplicaron recetas más conservadoras, que elevaron las tasas de interés al 26.5
por ciento e insistieron en alcanzar un alto superávit fiscal, se relajaron algunas
restricciones y se expandió el gasto público, surgiendo el llamado “Programa de
Aceleración del Crecimiento”. Pero hoy, el resultado es plausible. La reducción
de la inflación anual del 150 por ciento en el año 1986 al 3.6 por ciento en 2007,
así como el pago de la deuda externa, representan dos botones de muestra de
lo que venimos diciendo. Igual que la duplicación de las importaciones (mante-
niendo la balanza comercial en un superávit oscilante entre los 30 y los 40 mil
millones de dólares), la revalorización del real (de 3 a 1.6 por dólar) y el 6.8 por
ciento de crecimiento del Producto Interno Bruto en el año 2008. En medio de
una avalancha de inversiones directas entre 2004 y 2008, que ha alcanzado la
cifra de 115.000 millones de dólares. Y la diversificación del mercado externo,
hoy redistribuido de la siguiente forma: 25 por ciento a América Latina y el
Caribe, 23.4 por ciento a la Unión Europea, 18 por ciento a Asia, 13 por ciento
a los Estados Unidos y 11 por ciento al Mercosur. Todo lo cual, ha repercutido
en la creación de 3 millones de empleos, la subida del salario mínimo de 135 a
415 reales, la salida de la pobreza de más de 16 millones de personas y la incor-
poración de 10 millones de ciudadanos al contingente de la clase media. Espe-
75
Ruiz, José Juan, “No es la revolución, pero da resultados”, Revista Quorum. En línea: http://
www.revistaquorum.es/opinion/jose_juan_ruiz_2.html
76
Werrneck, Luis, “O que modou”. Folha de Sao Paulo, 10.02.2003.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 177
cialmente importante: el ingreso del 30 por ciento más pobre aumentó 4 veces,
mientras que el 10 por ciento con menos recursos aumentó siete77.
No hay dudas que el “Proyecto Hambre Cero”, el “Programa Bolsa-Familia”,
el “Plan Nacional de Erradicación del Trabajo Esclavo”, el “Plan Nacional de
Reforma Agraria” y la creación del “Fondo de Manutención y Desenvolvimiento
de Educación Básica”, el “Programa Universidad para Todos”, han mejorado la
calidad de vida de los más desfavorecidos. De la misma manera, que los intentos
de revitalización de Mercosur, las alianzas estratégicas con China, Rusia, India,
Suráfrica o la Unión Europea, el protagonismo en el G-20, el préstamo de 10 mil
millones de dólares al Fondo Monetario Internacional para formar parte de su
sistema de cuotas y de votos, así como la insistencia en reformar el Consejo de
Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, muestran un interés por li-
derar nuevas propuestas de desarrollo e integración regional, así como un orden
global más democrático, justo y equilibrado entre las naciones78.
Cuatro eventos presidió el presidente Luis Inácio Lula da Silva en el mes de
diciembre del año 2008, un momento en que aprovechó para anunciar la crea-
ción del Consejo Sudamericano de Defensa, el Consejo Sudamericano de la Sa-
lud y la organización de la próxima Cumbre de América Latina y el Caribe. En
ningún caso con la presencia de representantes de la Unión Europea, Canadá o
los Estados Unidos. Así mismo, la cumbre del Grupo de Río significó el regreso
de Cuba al entorno latinoamericano, y allí se consideró la readmisión de la isla
en la Organización de Estados Americanos. De visita en La Habana tras el tras-
paso de poderes a Raúl Castro, Lula manifestó el deseo de levantar el embargo
norteamericano y convertirse en el principal socio económico de Cuba, como par-
te de su idea de una nueva política de Estados Unidos hacia América Latina.
Despierta mucho interés en América Latina esa revolución pasiva a la brasi-
leña liderada por Luis Inácio Lula da Silva. Un proceso que, a pesar de los años
de gobierno, ha mantenido altas cuotas de popularidad (60.82 por ciento de los
votos en la segunda vuelta de las elecciones de 2006), y un exitoso reconocimien-
to internacional, que le ha valido a Brasil las sedes a la Copa Mundial de Fútbol
en 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016; y a Luis Inácio Lula da Silva el Premio
Príncipe de Asturias, el 24 de octubre de 2003.
77
Gómez Bruera, Hernán, “Brasil: país goleador”. En línea: http://reformacom.typepad.com/
espacio_e_elector/
78
Costa, Alcides, “El gobierno de Lula ¿Una nueva política exterior?”, Nueva Sociedad (187), en
línea: http://www.nuso.org/upload/articulos/3147_1.pdf
6. El narcotráfico y la democracia en
América Latina
LEONARDO CURZIO1
CISAN-UNAM2
1
Leonardo Curzio es investigador titular del Centro de Investigaciones sobre América del Norte
(CISAN) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
2
180 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
3
Para conocer más de este personaje véase Kempe, Frederick: Noriega. México. Grijalbo. 1990.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 181
portantes jerarcas del régimen pugnaban por una apertura y uno de los que se
señalaba era el General Arnaldo Ochoa4.
En medio de especulaciones políticas y un entorno geopolítico incierto, el ré-
gimen de La Habana enjuició y condenó al paredón a Ochoa. En efecto, el 13 de
julio de 1989 un héroe de la Revolución cubana y condecorado por hazañas en
África, fue fusilado. La acusación de alta traición a la patria tenía como funda-
mento el haber traficado, entre otras cosas, con cocaína, operación por la cual
según el fiscal cubano Ochoa obtuvo un beneficio de tres millones de dólares.
Al general lo vincularon con el poderoso cártel de Medellín y en lo personal con
Pablo Escobar. Con el fusilamiento del General, Cuba logró desviar eficazmente
las acusaciones de ser un estado promotor del narcotráfico.
4
Sobre este episodio puede verse el libro del periodista Oppenheimer, Andrés, La hora final de
Castro, Buenos Aires, Javier Vergara, 1992.
182 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
5
Estados Unidos se ha convertido después de México en el principal productor de marihuana.
Una buena parte de su consumo es, digámoslo así, producción nacional. No es sorprendente
que ante esta nueva realidad la cannabis pueda utilizarse de manera legal (con propósitos me-
dicinales) en estados tan diversos como Alaska, California, Colorado, Hawai, Maine, Maryland,
Michigan, Montana, Nevada, Nuevo México, Oregón Rhode Island, Vermont y Washington.
6
Puede verse el capítulo de Bagley, Bruce: “Los mitos de la militarización. Las fuerzas armadas
en la guerra contra las drogas”, en Smith, Peter, El combate a las drogas en América, México
FCE. 1992.
7
http://www.justice.gov/dea/index.htm
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 183
8
Musto, David F: The American disease. Origins of narcotics control, Oxford University Press,
1999.
184 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
9
Es importante subrayar que la tesis de Luis Astorga es que por lo menos en el caso de México
el narcotráfico creció par a par con el sistema político de la Revolución. Ver Astorga, Luis, El
siglo de las drogas, México, Plaza y Janés, 2005.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 185
das con enorme fuerza, desafiando a las nacientes democracias e incluso esca-
lando peldaños hasta convertirse en el primer tema de la agenda de seguridad
de la región.
10
Huntington, Samuel, La tercera ola, Barcelona, Paidós.
186 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
11
Véase el interesante estudio de Naim, Moses, Ilícito, México, Debate, 2006.
12
Diaz, Tom, No boundaries. Transnational Latino Gangs and America Law enforcement, Lan-
sing, The University of Michigan Press, 2009.
188 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
13
www.latinobarómetro.org Informe 2009.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 189
EL ESTADO INFILTRADO
Como hemos visto hasta ahora, la debilidad de las democracias ha sido su
incapacidad de ofrecer seguridad a los ciudadanos. La desconfianza en las insti-
tuciones de seguridad y justicia es producto de una larga tradición de cohabita-
ción, o de abierta infiltración, de las autoridades con diversas manifestaciones
del crimen organizado. No es posible en esta materia hacer una generalización,
pero si es posible en unos cuantos trazos ubicar las coordenadas del problema.
El vínculo de las estructuras gubernamentales con el crimen organizado pue-
de tener, según los especialistas en la materia, cinco niveles que por supuesto
plantean desafíos diferentes.15 El primero es aquel que consiste en actos espo-
rádicos de corrupción a policías, para desarrollar alguna actividad ilegal. El
segundo nivel supone ya un carácter sistemático, al incorporar a policías o fun-
cionarios de bajo nivel en las nóminas del crimen organizado, para garantizar
la continuidad de sus operaciones. Ese tipo de arreglo es frecuente cuando el
14
Idem.
15
Buscaglia, Edgardo; Gonzalez Ruiz, Samuel y Ratliff, William, Undermining the foundations of
the organized crime and public sector corruption. Essays in public policy, Stanford University.
Hoover institution. Number 114. 2005.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 191
16
Astorga. Luis, Seguridad, Traficantes y militares, México, Tusquets, 2007.
17
Informe Mundial sobre las Drogas. 2009. UNODC. Oficina de las Naciones Unidas contra la
droga y el delito. ONU.
18
Este tema se desarrolla en Curzio, Leonardo, “Crimen organizado y financiamiento de campa-
ñas políticas en México”, en Bailey, John y Godson, Roy, Crimen Organizado y gobernabilidad
democrática, México, Grijalbo, 2000.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 193
LA CULTURA
La extensión del fenómeno del narcotráfico en diversos países de la región no
solamente ha dejado impronta en los sistemas político, económico e institucio-
nal. También tiene manifestaciones culturales que merecen consideración ana-
lítica. El narco ha logrado acuñar una estética característica, tanto en los hom-
bres como en las mujeres. El uso de joyas ostentosas y vehículos de tipo militar
es frecuente. No son personajes discretos, les gusta ser anfitriones de fiestas
pantagruélicas amenizadas por grupos musicales que cantan corridos y otras
variantes regionales, que en muchos casos hablan de sus proezas de bandoleros
y sus enfrentamientos con las fuerzas del estado y los oficiales americanos. La
cultura del narco ha dejado de ser una expresión marginal y es cada vez más
visible y consumida por sectores que sin tener un vínculo con el narcotráfico,
gustan de esas expresiones.
El narcotráfico ha logrado también en algunas regiones fundirse con las tra-
diciones de bandolerismo social, tan difundido en zonas de Colombia y México,
y es innegable que ha conseguido respaldo social de campesinos que se integran
a una cultura de la resistencia. Una cultura que no solamente explica, sino que
legitima el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad del Estado.
Otro aspecto importante del narcotráfico es que ha generado una cultura li-
gada a sus valores. Hay una religiosidad ligada a los narcotraficantes. La madre
de Escobar, por ejemplo, acudía semanalmente a una iglesia en Medellín, en
donde practicaba de manera ostentosa la cristiana caridad. La cultura de vio-
lencia y la muerte convive con manifestaciones de devoción intrigantes, como se
refleja en la película La Virgen de los Sicarios (el guión es de Fernando Vallejo)
o con el desarrollo de figuras de culto como Jesús Malverde, llamado el santo de
los narcos, cuya capilla está en el estado mexicano de Sinaloa. En las zonas ur-
banas en donde crece la economía de la ilegalidad (contrabando, piratería, etc.),
se ha introducido el culto a la Santa Muerte.
19
Tokatlian, Juan Gabriel, Drogas, dilemas y dogmas, Bogotá, TM Editores, 1995, p. 67.
194 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
EL PLAN COLOMBIA
El país que más ha sufrido el impacto del narcotráfico es Colombia. Una na-
ción que ha servido de laboratorio a muchas otras y que ha sido el espacio para
el despliegue más importante de recursos y de voluntad política de Washington
para enfrentar el problema en conjunto con el gobierno de Bogotá. En efecto, la
operación más importante realizada por los Estados Unidos en un país latino-
americano en los últimos años es el Plan Colombia. Éste fue diseñado durante
la administración de Clinton en los Estados Unidos y la presidencia de Andrés
Pastrana en Colombia. El objetivo más visible (no el único) era combatir el poder
de las organizaciones criminales, para desafiar al Estado y debilitar la simbiosis
de narcotráfico y guerrilla que representaban las fuerzas armadas revoluciona-
rias de Colombia, mejor conocidas por sus siglas, las FARC.
El grupo guerrillero colombiano nace en 1964 en pleno apogeo de la guerra
fría. Su líder y fundador, Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”, militó en
las filas del Partido Comunista y en sus orígenes fue una organización de cor-
te marxista leninista cuyo objetivo era defender a las comunidades rurales. El
movimiento no es atípico en la historia de Colombia, país que registra diversos
movimientos que oscilan entre la reivindicación popular y justiciera y el ban-
dolerismo puro. Entre 1965 y 1980, las FARC llegaron a contar con tres mil
elementos activos, pero a diferencia de otras organizaciones de corte izquierdis-
20
Herrera, Yuri, Trabajos del Reino, Cáceres, Periférica, 2008.
21
Mendoza tiene varias novelas. Véase por ejemplo: Mendoza, Elmer, Balas de plata, Barcelona,
Tusquets, 2007.
22
La novela fue publicada por el sello Alfaguara y ha sido objeto de varias ediciones.
23
Publicada en Barcelona por Random House. 2009.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 195
Las FARC tienen una deriva criminal que explica su auge en el ocaso de la
guerra fría. En los años noventa llegaron a contar con 10 mil efectivos en 70
frentes distribuidos en todo el país, es decir, tres veces más que en los años de
apogeo del insurreccionismo latinoamericano. Su implantación en un amplio
territorio del país, explica la razón por la cual el gobierno de Andrés Pastrana
apostó por un proceso de paz negociado en 1998 y reconoció el control efectivo
de las FARC en un área de 42 mil kilómetros cuadrados, a la que se nombró
“la zona de despeje.” En 2002, Pastrana daba por terminado el proceso de paz,
argumentando que Marulanda no había cumplido (los secuestros, entre otros el
de la famosa Ingrid Betancourt, no habían cesado) con su palabra. A partir del
2002, el Presidente Álvaro Uribe cambió la estrategia de la negociación por la
confrontación directa y a los antiguos guerrilleros los etiquetó como terroristas,
en consonancia con el auge de la amenaza terrorista islámica y decidió pasar
a la ofensiva dentro y fuera del territorio colombiano. En 2008, el gobierno de
Uribe liberó a Ingrid Betancourt en una operación casi cinematográfica y poco
tiempo después decidió atacar de manera directa un campamento ubicado en
Ecuador, en el que dormía en aquel momento Raúl Reyes, principal líder de la
organización tras la muerte de “Tirojifo”. Para muchos observadores, este episo-
dio marca el principio del fin de las FARC.
La complicada situación colombiana a lo largo de los 80 reforzaba, en las
oficinas de Washington encargadas de enfrentar el flagelo de las organizaciones
criminales, la idea de que militarizar la lucha contra las drogas era la solución
más directa para doblegar a los narcos. Por supuesto que esa militarización iba
de la mano de una asistencia y colaboración (los más ingenuos la consideran
desinteresada) de la DEA y los servicios de inteligencia americanos. En este
marco conceptual nace el llamado Plan Colombia, que es hoy por hoy el modelo
de cooperación más estrecho que los Estados Unidos han establecido con algún
país latinoamericano.
La idea central que alentaba el plan era la de la responsabilidad compartida.
Es decir, el gobierno de los Estados Unidos asumía que las graves amenazas que
enfrentaba el estado colombiano eran producto, en gran medida, de la enorme
demanda de estupefacientes que exigía el mercado norteamericano. El plan, en
principio, reconocía que el combate a la producción suponía una importante in-
versión para reconvertir a los campesinos colombianos que cultivaban droga y
ofrecerles alternativas viables de desarrollo económico.
El Plan Colombia estaba dotado de un presupuesto millonario, superior a los
10 mil millones de dólares y un amplio despliegue de asesores militares, para re-
forzar las capacidades del estado colombiano de combatir a los narcotraficantes.
Las estimaciones del gobierno colombiano es que el Plan Colombia fue un éxito,
ya que permitió la erradicación de cultivos de drogas en cerca de 800,000 hectá-
reas. Se interceptó droga por un valor estimado de 17 mil millones de dólares y
además se garantizó que el gobierno colombiano extraditara a 362 delincuentes
a la Unión Americana. Otros efectos benéficos del plan, esgrimidos por el propio
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 197
24
Puede consultarse www.dnp.gov.co
198 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
LA INICIATIVA MÉRIDA
Los problemas estructurales de Colombia permanecen a pesar de los éxitos
conseguidos por el gobierno de Uribe en desmembrar a la FARC, pero lo que es
muy claro es que el foco de atención se ha desplazado de ese país sudamericano
a México. Desde el 2005 a la fecha, México se presenta en los medios de comu-
nicación global como el principal frente de batalla en el combate a las drogas.
Las razones de este protagonismo se explican por la vecindad con los Estados
Unidos. Las ciudades mexicanas con mayor violencia (Tijuana, Ciudad Juárez
y Nuevo Laredo) son fronterizas. El gran negocio que supone el mercado de las
drogas en Estados Unidos, sigue siendo un poderoso motor para el funciona-
miento de las organizaciones criminales.
El deterioro de la vida cotidiana en esas ciudades fronterizas y el espeluznante
número de asesinatos registrados, obligaron a los gobiernos de los dos países a desa-
rrollar un mecanismo de atención que reconociera la corresponsabilidad de ambos,
tanto en las causas que provocan el problema como en la adopción de soluciones
para superarlo. Ese instrumento se llamó “la Iniciativa Mérida” y fue firmado por
los gobiernos de Estados Unidos y México, para reforzar la cooperación en el com-
bate al narcotráfico y la aprobación de un presupuesto de mil millones de dólares
a cargo del contribuyente norteamericano para reforzar las capacidades del estado
mexicano y diluir así el fantasma de un “estado fallido” en la frontera sur.
La Iniciativa Mérida no tiene los alcances del Plan Colombia porque en un
país con una larga tradición nacionalista antiamericana, resulta inviable propo-
ner el que asesores militares norteamericanos operen en territorio mexicano por
lo menos de manera abierta. Tampoco es sencillo imaginar que un ejército como el
mexicano, tradicionalmente distante del americano, pudiese tener los espacios de
confianza mutua suficientes para interactuar de manera parecida a como lo hicie-
ron los colombianos. La iniciativa en cuestión es un paso intermedio entre el Plan
Colombia y una cooperación bilateral, sin ninguna corresponsabilidad precisa en
la que cada país se hace cargo de su casa. México y Washington pactan destinar
apoyos económicos para fortalecer las capacidades del estado mexicano y de esa
manera corresponsabilizarse de un problema de grandes magnitudes25.
Distraer dinero del contribuyente norteamericano para apoyar los esfuerzos del
gobierno mexicano no puede interpretarse como un acto altruista. Los Estados Uni-
dos ayudan cuando consideran que su círculo de intereses vitales está en riesgo,
como sucedió en 1994 con el préstamo para reflotar la economía mexicana. La for-
mulación del entonces Presidente Clinton fue: ayudémoslos porque está en la lógica
de nuestro interés que nuestro flamante socio comercial no se hunda, cuando días
antes había sido presentado en la Cumbre de las Américas de Miami de 1994 como
25
Para conocer los detalles de la iniciativa puede verse www.diputados.gob.mx/cedia/sia/spe/
SPE-CI-A-02-08.pdf
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 199
el modelo a seguir por todos los países del continente. El apoyo de Clinton se hizo
bajo la lógica del interés nacional y no hay razón para suponer que la Iniciativa
Mérida (salvando las distancias) no se haga bajo las mismas premisas. México es
una país con una presión enorme por el poder de las organizaciones criminales que
operan en su territorio y los Estados Unidos estiman que si la violencia se sale de
control, podría enfrentar una crisis de gobernabilidad seria que pondría en riesgo
sus intereses.
El sistema de seguridad mexicano padece de un grave déficit de credibilidad y
una débil coordinación interna. Aunque en los últimos años no ha tenido un escán-
dalo de las dimensiones de Gutiérrez Rebollo, los niveles de infiltración del nar-
cotráfico en altos niveles de decisión ha sido una constante y no se ha conseguido
“blindar” a los cuerpos de seguridad, que periódicamente enfrentan escándalos de
corrupción de alguno de sus funcionarios. Tampoco se ha conseguido detener la
hemorragia de militares y funcionarios entrenados y capacitados en operaciones es-
peciales, para engrosar las filas de los brazos armados de los carteles. La Iniciativa
aporta dinero para reducir el impacto de estos problemas estructurales. La rotación
de cuadros en el aparato de seguridad y la baja profesionalización de algunos sec-
tores de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal), explican en gran
medida que los espacios de construcción de confianza para mantener políticas de
largo aliento sea débil y si alguna vez se construyen puentes más o menos sólidos,
muy pronto algún “topo” es descubierto y se cancela así el camino andado y de allí
a empezar de nuevo. Esa es la tragedia del estado mexicano, que al igual que Sísifo,
cada vez que se acerca a su meta, regresa al inicio.
Con dinero del contribuyente americano, las agencias de seguridad mexica-
nas han adquirido también helicópteros, aviones y equipos de comunicación,
para mejorar el intercambio de información de inteligencia. México reconoce
en los hechos al aceptar ese dinero que no puede contener el problema con sus
propios recursos y depende del esfuerzo fiscal de sus vecinos26.
La Iniciativa Mérida plantea, en resumen, un esquema novedoso cuyo eje es
la corresponsabilidad, lo cual es bastante más amable y civilizado que el modelo
aplicado en Panamá o las presiones ejercidas con el esquema de la certificación
en los últimos años del siglo pasado, pero en el fondo el paradigma y la gran
estrategia se lleva desde Washington y por ello es importante escuchar las voces
que desde diferentes playas piden un nuevo paradigma para atender el proble-
ma.
26
Una aproximación académica exhaustiva se encuentra en Velazquez, Rafael y Prado, Juan
Pablo, La iniciativa Mérida ¿nuevo paradigma de cooperación entre México y Estados Unidos
en seguridad?, México, UNAM, 2009.
200 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
Para concluir este capítulo, vale la pena retomar el diagnóstico que un grupo
de notables ha hecho público después de realizar un balance muy detallado de
lo que han sido estos años de combate a las drogas en la región. Un balance que
aspira a incidir en el debate público norteamericano, con la esperanza de que la
administración de Obama pueda cambiar el enfoque con el que tradicionalmen-
te Washington ha enfrentado el problema.
La Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia es un órgano pre-
sidido por tres expresidentes latinoamericanos que tuvieron una experiencia
directa en el diseño e instrumentación de una política de contención del fenóme-
no criminal. Uno de ellos es César Gaviria de Colombia, el segundo es Fernando
Henrique Cardoso del Brasil y el tercero es Ernesto Zedillo de México. La comi-
sión la integran otros distinguidos intelectuales, como Mario Vargas Llosa, Moi-
sés Naim y Tomás Eloy Martínez, entre otros. En 2008 la citada comisión emitió
un documento, cuyo eje era constatar que el paradigma dominante de combate a
las drogas, basado en la prohibición del consumo y la represión de la producción
de enervantes que ha inspirado la estrategia desplegada en toda la región desde
Reagan hasta Bush, no ha arrojado en el balance final resultados positivos.
Que tres ex presidentes de tres países tan importantes en esta materia como
Colombia, Brasil y México afirmen con rotundidad que, con la perspectiva que
dan los años, es posible comprobar que los estados enfrentan una guerra que han
perdido de antemano, resulta por decir lo menos inquietante.
El documento no se queda en el enunciado general, señala que las políticas
desplegadas no han surtido el efecto esperado de reducir la producción, el con-
trabando y la producción, sino que paradójicamente han alejado al continente
del objetivo de erradicar las drogas. América Latina, después de más de dos
décadas de combate frontal al narco incluso con fuerzas armadas, sigue siendo
el principal productor de cocaína y marihuana del planeta y empieza a destacar
como productor de drogas sintéticas. Esta descomunal producción de enervantes
ha provocado un aumento del poderío de las organizaciones criminales que, o
bien corrompen a jueces, funcionarios y políticos, o bien desafían violentamente
al estado, confrontando en las calles o en los campos a las fuerzas de seguridad,
generando situaciones de violencia extremas en algunas regiones.
La importancia del citado documento no estriba en la precisión de su diag-
nóstico, sino en la propuesta de romper con el paradigma impuesto por Was-
hington y reconocer los fracasos de las políticas vigentes y abrir la reflexión para
replantear un nuevo paradigma.
Las resistencias ideológicas y políticas son enormes. La administración Oba-
ma no ha dado ninguna señal hacia el exterior de que vaya a revisar el modelo
heredado de las administraciones anteriores y en los países latinoamericanos
el debate se abre con alguna fuerza y se discute la posibilidad de legalizar el
consumo de algunas drogas, pero todos los gobiernos de la región reconocen que
despenalizar el consumo es una medida que no puede adoptar unilateralmente
un país, debe ser un esfuerzo regional.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 201
27
Véase UNODC: Informe Mundial sobre las drogas. 2009.
7. DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES
FRAGMENTADAS1
WALDO ANSALDI2
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Disculpe el señor,
se nos llenó de pobres el recibidor
y no paran de llegar
desde la retaguardia, por tierra y por mar.
Joan Manuel Serrat, Disculpe el señor.
BREVE INTRODUCCIÓN
En las transiciones de dictaduras a democracias políticas producidas en
América Latina en las décadas de 1980 y 1990, la gran novedad fue la renuncia
a transformaciones radicales. A diferencia de los sesenta y comienzos de los se-
tenta, en la década de 1980 la revolución se diluyó como posibilidad, aun cuando
Nicaragua y El Salvador aparecieron como ratificación (a la postre, también
relegada) de ella. A su vez, tanto las experiencias de las Fuerzas Armadas Re-
volucionarias Colombianas y del Ejército de Liberación Nacional, en Colombia
—más ajustadas al modelo “clásico” de las guerrillas sesentistas—, cuanto la
muy peculiar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en México, no cons-
tituyen efectivas alternativas de poder, más allá de su innegable efecto político
en el interior de sus respectivos países.
De un modo muy significativo, Norbert Lechner desarrolló la proposición del
pasaje de la demanda de revolución, en los años 1960-1970 a la demanda de demo-
cracia en los ochenta3. Se puede coincidir o no con el argumento de Lechner, pero es
1
En este capítulo se exponen resultados parciales alcanzados en la ejecución del Proyecto S 057,
“Condiciones sociohistóricas de la democracia y la dictadura en América Latina, 1954-2010”,
financiado por la Programación Científica 2008-2010 de la Universidad de Buenos Aires. Reto-
mo en cierta medida lo ya sostenido en mis trabajos citados en la Bibliografía.
2
Investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CO-
NICET) con sede en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, de la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), del cual es Director. Es profesor
titular consulto de Historia Social Latinoamericana y del Taller de Investigación de Sociología
Histórica de América Latina en la misma Facultad.
3
Lechner, Norbert, “De la revolución a la democracia”, artículo del cual hay varias ediciones
en castellano. Puede verse, entre otras, en Leviatán, nº 21, Madrid, otoño 1985; en La Ciudad
Futura, n° 2, Buenos Aires, octubre de 1986, pp. 33-35; en Síntesis, nº, 1, Madrid, 1987, pp. 3-20,
204 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
6
Barrington Moore. Jr., Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia, Barcelona,
Ediciones Península, 1973, p. 359.
206 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
la política no fue (ni es) necesariamente igual a ser parte activa en la toma de
decisiones políticas. Y si de democracia se trata, esta es una condicio sine qua
non.
Seguramente, en las condiciones objetivas y subjetivas existentes en las so-
ciedades latinoamericanas del siglo XIX, las clases populares —de haber podido
hacerlo— habrían votado por candidatos conservadores, habida cuenta del peso
de condicionamientos materiales y mentales heredados de los tiempos colonia-
les e incrementados en los poscoloniales: propiedad latifundista de la tierra,
caudillismo, paternalismo, clientelismo, peso de la religión, papel de la Iglesia,
cultura política escasa o nulamente democrática (que las repúblicas acentua-
ron) y, después de la ruptura del nexo colonial, el militarismo. Tampoco hay que
olvidar la violencia del enfrentamiento entre distintas fracciones de las clases
propietarias por la construcción del nuevo orden, muestra de sus dificultades
para resolver la conflictividad mediante la lógica de la política. La primacía de
la lógica de la guerra, en cambio, obturó o hizo muy difícil la necesaria unidad
para ejercer el poder. Las clases propietarias, sus fracciones con aspiraciones
a ser dominantes —casi nunca dirigentes (uso la distinción gramsciana)— no
pudieron, no supieron y tal vez no quisieron construir un orden sobre la base
del consenso, construcción que sólo puede hacerse a partir de la admisión del
disenso, sin olvidar que consensuar exige ciertas condiciones materiales y cul-
turales, condiciones que estuvieron ausentes en la casi totalidad de los países
latinoamericanos.
Por añadidura, la historia de América Latina ofrece, a lo largo del siglo XIX,
múltiples ejemplos de situaciones en las cuales las políticas liberales —sobre todo
si ellas afectaban los intereses materiales de la Iglesia Católica— tuvieron como
grandes contradictoras a las clases populares. En el caso de las sociedades con fuer-
te presencia indígena, tal hecho fue notorio y reiterado. Y no se explica tan sólo
porque las políticas liberales arrasaban con sus comunidades. No se entiende esta
participación al lado de los conservadores si no se presta atención al peso lapidario
de las mentalidades modeladas por tres o cuatro siglos de dominio ideológico de
la Iglesia Católica. La educación para la servidumbre, a la que se le dio primero
fundamento religioso —la voluntad de Dios—, tuvo después un principio secular,
supuestamente científico, encarnado en el positivismo. Con fundamento religioso
o con fundamento secular, el resultado fue el mismo: los indígenas, los afroameri-
canos, los pobres (cualquiera fuese su condición étnica), las mujeres habían nacido
para ser objeto de dominación.
Adicionalmente, en la América Latina independiente, la dinámica de la con-
flictividad política interna generó una asociación clave para construir órdenes
políticos y sociales conservadores, jerárquicos, antidemocráticos: la de la Iglesia y
el Ejército, ambas, instituciones jerárquicas, verticales. No fue por azar que Cos-
ta Rica y Uruguay, países usualmente considerados expresión paradigmática de
democracia política (aunque el calificativo merece ser acotado históricamente),
hayan sido casos de ruptura de ese vínculo tan terrenal.
208 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
Dos de las preguntas que guían mi investigación sobre las condiciones so-
ciohistóricas de la dictadura y la democracia en América Latina son: 1) ¿cómo
—en el proceso de construcción del primer orden poscolonial o independiente—
se gestaron, sobre la base de precondiciones generadas durante la dominación
colonial, las condiciones que imposibilitaron la constitución de regímenes políti-
cos democráticos burgueses?, y 2) ¿cuándo hay condiciones de posibilidad para
construir democracia como régimen político? La segunda es, a priori, más fácil
de responder: cuando existen fuerzas sociales con la capacidad y la voluntad de
proponerla como proyecto colectivo. Pero, claro, esto es algo que hay que verificar
empírica, históricamente, en cada caso.
Las respuestas a esas dos preguntas nos permiten, contrario sensu, explicar
las condiciones de realización del autoritarismo, la dictadura, la dominación
oligárquica. Pero ambas son claves para responder a una tercera pregunta, ins-
pirada en una preocupación similar de Edelberto Torres-Rivas: ¿cuándo y cómo
comenzaron a gestarse efectivamente, en América Latina, las precondiciones,
primero, y las condiciones, luego, para el establecimiento de sociedades demo-
cráticas?
Brevemente dicho, entiendo que la construcción de la democracia es un pro-
ceso histórico complejo que, en nuestra región, produjo regímenes políticos estruc-
turalmente débiles. Ese resultado obliga a prestar atención a condiciones socio-
históricas múltiples y no sólo a las relativas al procedimiento. Metodológicamente,
entonces, es necesario integrar tres dimensiones de la democracia: la social, la
política y la histórica. “La conjunción de estas dimensiones es lo que permite ob-
servar el grado en que la democracia constituye una formación histórica que ha
penetrado en la sociedad (clases sociales) y en el Estado (régimen político)”, para
decirlo en los términos de Jorge Graciarena7.
En el marco espacial de este capítulo sólo puedo dejar planteadas las pregun-
tas y señalar que las respuestas a ellas son condición necesaria para explicar
el coeficiente histórico8 que condiciona la construcción de la democracia en el
7
Graciarena, Jorge, “La democracia en la sociedad y la política. Apuntes sobre un caso concreto”,
Varios Autores, Los límites de la democracia, Buenos Aires, CLACSO Consejo Latinoamerica-
no de Ciencias Sociales, 1985, vol. 2, p. 192.
8
Coeficiente histórico es un concepto acuñado por el sociólogo polaco Piotr Sztompka reuniendo
seis presupuestos ontológicos: 1) La realidad social no es fija sino un proceso dinámico. Más
que existir es acontecer, siendo el tiempo un factor inmanente de la vida social. Todo cuanto
ocurre, cómo y por qué ocurre y los resultados que produce, depende del tiempo en el que
acontece y de su ubicación en la secuencia procesal. 2) El cambio social es una confluencia de
múltiples procesos con varios vectores que, en distinta medida, se solapan, convergen, diver-
gen, se apoyan o destruyen mutuamente. 3) La sociedad no es percibida como una entidad,
objeto o sistema, sino como “una red fluida de relaciones, dominadas” por díadas antagónicas:
tensión o armonía, conflicto o cooperación. 4) En cada proceso social, la secuencia de sucesos es
tratada de forma acumulativa, de modo tal que cada fase del mismo es considerada como un
resultado acumulado o un punto de llegada de todas las formas anteriores y, simultáneamente,
germen, “empapado de potencial” o punto de partida de las fases por venir. En cada momen-
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 209
entre siglos XX y XXI. Para explicar, en definitiva, porque, hoy, las democracias
realmente existentes en América Latina son mayoritariamente democracias de
pobres, en lo económico-social, y pobres, en lo político. Son dos déficits que encor-
setan —y en el límite ocluyen— la construcción de la democracia, incluso en su
forma liberal. Pero más serio y grave que esa doble pobreza está el hecho de que
tales democracias rigen políticamente sociedades brutalmente desiguales, muy
por encima de los valores de desigualdad consustancial de las sociedades capi-
talistas desarrolladas. Y éste es el problema central a resolver, pues sin reducir
sustancialmente la desigualdad (toda vez que en el capitalismo es imposible su
abolición definitiva), no hay democracia posible, cualquiera sea el adjetivo que
ésta tenga.
DEMOCRACIAS FORMALES
Entre 1978 y 1982, con los procesos en Ecuador, Perú y Bolivia, se abrió en
América Latina una singular etapa —para la mayoría de los países, sin pre-
cedentes— de continuidad jurídico-política asociada a la primacía de la demo-
cracia política liberal. Esa permanencia ha sido celebrada y a menudo es con-
siderada como continuidad de la democracia. Empero, conviene hacer algunas
precisiones: continuidad jurídico-política no es sinónimo de estabilidad política
ni, mucho menos, de afirmación democrática. De hecho, en buena parte de la
región se han producido importantes crisis que incluso terminaron con gobier-
nos, pero no interrumpieron —a diferencia del pasado— la continuidad jurídico-
política. Tampoco, salvo el caso de Honduras, los regímenes democráticos se han
interrumpido. No se interrumpieron, pero la continuidad no significa necesaria-
mente robustecimiento de la democracia.
De hecho, se trató de un proceso de transición a la democracia desde —salvo
México— situaciones de dictaduras, en su casi totalidad institucionales de las
Fuerzas Armadas, cuando no Estados Terroristas de Seguridad Nacional. Dichas
transiciones adquirieron diferentes formas, según los casos. Así, dos de ellas fue-
ron por colapso de las dictaduras (Bolivia, Argentina), tres tuvieron un notorio
9
Según dicha organización, los países percibidos como menos corruptos del mundo o, contrario
sensu, más honestos son, compartiendo el primer lugar, Dinamarca, Nueva Zelanda y Suecia,
con 9.3 puntos. Les siguen Singapur, con 9,2, Finlandia y Suiza, ambos con 9.
212 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
rrupto, según dicha organización. Ésa acota: “La pobreza no siempre arrastra
a un país a una espiral negativa de malas prácticas de gobierno y privaciones
económicas (…) [Algunos] países como Bután, Botswana, Cabo Verde, Chile, Jor-
dania, Uruguay y ciertas islas del Caribe, pese a tener ingresos bajos, continúan
presentando niveles relativamente bajos de corrupción percibida”10.
Más allá de los las objeciones que suelen recibir los informes de esta orga-
nización, lo cierto es que los efectos corrosivos de la corrupción son amplios: se
sienten en la economía, privando de recursos al Estado, distorsionando el mer-
cado y operando como un impuesto regresivo; en la política, restando credibili-
dad en los políticos, los gobernantes y las propias instituciones; en la sociedad,
minando el acatamiento de la legalidad y las redes de cooperación y solidaridad;
en la cultura, generando prácticas y opiniones permisivas de las “bondades” de
la venalidad y negativas sobre la “estupidez” de la observancia de los deberes,
las que devienen tradición y refuerzan la continuidad de la corrupción y dificul-
tan la lucha contra ella.
La corrupción dentro de (o tolerada por) los niveles más altos del Estado
alienta su práctica en todos los escalones de la burocracia y en la propia socie-
dad. La ausencia de líneas directrices para la lucha frontal contra la corrupción,
por parte de la cúpula del poder, no hace más que alimentar su práctica en los
escalones subalternos. La extensión de la corrupción estructural no es ajena a
la pérdida de credibilidad en los políticos, en los partidos políticos, en los gober-
nantes, en las instituciones estatales en general, comenzando por el Congreso y
la justicia, y, en el límite, en la propia democracia, al menos en América Latina,
la mayoría de cuyos países carece de tradiciones democráticas sólidas y tempo-
ralmente amplias.
En el caso de los partidos, esa carencia de credibilidad es inseparable de su
creciente crisis de representatividad. La cuestión no afecta sólo a organizacio-
nes y a políticos tradicionales: de hecho, la mayor extensión de la corrupción se
observa tanto en los casos de presidentes pertenecientes a partidos tradicio-
nales (tales, Carlos Andrés Pérez, en Venezuela, Carlos Menem, en Argentina,
y Carlos Salinas de Gortari, en México), cuanto en los de reales o supuestos
outsiders de la política (casos de Fernando Collor de Melo, en Brasil, Alberto
Fujimori, en Perú, Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad, en Ecuador). Un buen
número de dirigentes sindicales —los históricos casos del charrismo mexicano,
la burocracia sindical argentina, el peleguismo brasileño lo prueban— aparece
asociado, desde largo tiempo atrás, a la corrupción estructural. Aunque menos
aludida, también debe tenerse muy en cuenta a la corrupción de empresarios y
gestores de operaciones financieras.
10
Transparency International, Informe global de la corrupción 2009. Corrupción y sector priva-
do, Cambridge, New York, Melbourne, Madrid, Ciudad del Cabo, Singapur, São Paulo, Delhi,
Cambridge University Press, 2009, p. 237. En línea: http://www.cooperativa.cl/prontus_nots/
site/artic/20090923/asocfile/20090923191535/ipc2009_9.pdf
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 213
11
Corporación Latinobarómetro, Informe 2009, Santiago de Chile, noviembre de 2009, p. 36.
214 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
12
“Este efecto, como es conocido, designa esa característica de la globalización de acuerdo con
la cual la realidad existe exclusivamente en términos de medios de comunicación de masas.
Lo que aparece en pantalla es relevante, lo que se oculta al ojo de la cámara desaparece”. en
Balado, Manuel y García Regueiro, J. Antonio (directores), La Declaración Universal de los
Derechos Humanos en su 50 aniversario, Barcelona, Bosch, 1999, pp. 45-46.
13
Esta es también la preocupación y, en cierta medida, la posición del investigador de la Uni-
versidad de Valladolid, José Luis Castillo Vega. Véase su artículo “Democracia mediática, con-
centración de los medios de comunicación y mentira política”, Anales de la Cátedra Francisco
Suárez, N° 34, Granada, 2000, pp. 29-43. Castillo Vega sintetiza muy bien el resultado de la
primacía de los medios sobre la política y las instituciones de la democracia: “una democracia
sin ciudadanos”, en la cual “la actividad política se ha trasladado del Parlamento [ámbito
privilegiado del pensamiento del liberalismo político] a la televisión”, los sujetos políticos se
reducen drásticamente y la ausencia de reflexión y de controles jurídicos (como ocurre en los
sondeos de opinión por Internet o los votos telefónicos durante el transcurso de programas de
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 215
opinión). Véase, también, Sartori, Giovanni, Homo videns. La sociedad teledirigida, Madrid,
Taurus, 1998.
14
Corporación Latinobarómetro, Informe 2009, op. cit.; ambas citas en p. 15.
216 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
15
Corporación Latinobarómetro, Informe 2002, Santiago, Chile, p. 4; itálicas mías.
16
Corporación Latinobarómetro, Informe 2009, op. cit., p. 29.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 217
17
Corporación Latinobarómetro, Informe 2009, op. cit., pp. 26-28.
218 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
países donde casi no existe: Argentina (7 por ciento), República Dominicana (10
por ciento), Perú (15 por ciento) son los países donde hay menor percepción de
que se gobierna para el bien del pueblo. Este indicador tiene alta correlación con
otros referidos al desencanto sobre la política”18. Uruguay es, con 58 por ciento,
el país de la región donde más se cree que se gobierna para el bien del pueblo.
Su vecina, la República Argentina, en cambio, se ubica en el otro extremo de la
escala.
18
Corporación Latinobarómetro, Informe 2009, op. cit., p. 38.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 219
19
El mejor análisis del gobierno radical puede verse en Pucciarelli, Alfredo R. (coord.), Del poder
de la democracia a la democracia del poder. Economía y política durante la presidencia de Raúl
Alfonsín, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2006.
20
Basualdo, Eduardo, Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina. Notas sobre el
transformismo argentino durante la valorización financiera (1976-2001), Bernal, Universidad
Nacional de Quilmes Ediciones, 2001, pp. 54 y 57-58.
220 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
Los primeros meses de la gestión del sucesor de Alfonsín, Carlos Saúl Me-
nem, no mejoró sustancialmente la situación económica. Finalmente, en 1991,
tras un nuevo pico hiperinflacionario, el gobierno tomó una decisión crucial,
introduciendo la convertibilidad del peso, igualado, en su valor nominal, al dó-
lar estadounidense, al tiempo que comenzó a aplicarse una brutal política de
ajuste estructural. El cambio de patrón de acumulación de capital agravó la
desindustrialización de la economía (proceso iniciado bajo el Estado Terrorista
de Seguridad Nacional, 1976-1983), con su secuela de empobrecimiento, des-
empleo y desigualdad. De hecho, Menem fue el líder de la alianza de clases que
intentó llevar adelante el más consistente intento de la burguesía argentina
(en el último medio siglo) por construir un nuevo bloque histórico, intento que,
finalmente, no pudo superar una década de duración21. La alianza se dio entre
la gran burguesía financiero-especulativa y los más pobres de la sociedad (una
expresión deliberadamente ambigua, que remite a un colectivo poco homogéneo,
dentro del cual se incluyen trabajadores, algunos sectores proletarios y clase
media baja). La breve duración del intento fue, en definitiva, expresión de las
fortísimas dificultades de la burguesía argentina por constituirse nuevamente
en clase dirigente, una condición que perdió en 1930, cuando la crisis orgánica
puso fin al bloque histórico constituido hacia 1880.
La década de 1990, signada por todas las taras asignadas al menemismo,
exacerbó el descrédito de los partidos y los políticos y puso en cuestión la repre-
sentatividad de unos y otros. En particular, los políticos y el funcionamiento de
la política quedaron asociados con la corrupción. En 1998, con la crisis económi-
ca, el proyecto acaudillado por Menem comenzó a agrietarse.
El 24 de octubre de 1999, la ciudadanía argentina —harta de menemis-
mo— votó mayoritariamente (48,5 por ciento contra 38 por ciento del candidato
justicialista, Eduardo Duhalde) por la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la
Educación —un conglomerado caracterizado con el impreciso rótulo de centro—
izquierda, cuyos principales componentes eran la centenaria Unión Cívica Radi-
cal y el más reciente Frente País Solidario (Frepaso)— y su programa a favor de
la ética. Fernando de la Rúa, de la UCR, y Carlos Chacho Álvarez, del Frepaso,
formaron la dupla ganadora.
Como antes Menem, de la Rúa aplicó el modelo neoliberal, siguiendo las pre-
ceptivas del denominado Consenso de Washington. Los efectos de las políticas
prescriptas por el mismo se hicieron sentir fuertemente sobre la sociedad argen-
tina, que estaba atravesando una etapa de cambios estructurales sustanciales
21
En términos gramscianos, el menemismo fue una más de las varias prácticas transformistas
ejercidas por la burguesía argentina. El transformismo es una política de cooptación de cua-
dros dirigentes opositores o, más específicamente, la acción mediante la cual la clase dominan-
te coopta, absorbe y/o integra a los intelectuales de las clases subalternas, descabezando, así,
a éstas en el plano de la dirección política e ideológica. El transformismo puede ser orgánico o
molecular, según capture, respectivamente, a grupos enteros o sólo a individualidades.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 221
cuya manifestación más visible fue la redefinición de las clases sociales y su par-
ticipación en la distribución de la riqueza. Dos años después de asumir, toda la
esperanza puesta en el nuevo gobierno no sólo se había esfumado, sino que ha-
bía exacerbado hasta el límite la tolerancia popular. Los resultados electorales
del 14 de octubre de 2001 —una verdadera catástrofe para la Alianza— fueron,
en ese sentido, muy elocuentes. La crisis no tardó en hacerse profunda.
La crisis argentina fue triple: económica (iniciada en 1998), social y política.
Si bien las movilizaciones populares de los días 19 y 20 de diciembre de 2001
suelen tomarse como símbolo de la dimensión política de la crisis, sus comienzos
visibles se sitúan en la renuncia del vicepresidente Carlos Chacho Álvarez, el 5
de octubre de 2000, y se hizo ya patente, como dije, con los resultados electorales
de 2001. No obstante, un análisis cuidadoso podría probar que ella empezó a
incubarse en el momento mismo en que la Alianza decidió llevar como candidato
a Presidente a Fernando de la Rúa, un político conservador, mediocre y con ante-
cedentes de gestión no muy felices. Esa candidatura pronosticaba un resultado
negativo. Tal vez, incluso, la formación de la misma Alianza —al menos para los
sectores predominantes, en el interior de ella, en términos cuantitativos y de
dirección, esto es, el radicalismo afín a de la Rúa— conllevaba ese sino. La unión
por el espanto (el menemismo) fue, así, más fuerte y decisiva que el programa
(combatir al modelo neoliberal).
Desigualdad social incrementada; altas tasas de desempleo; subempleo y
empleo “en negro”; deterioro del nivel de vida de la mayoría de la población;
incremento de la delincuencia y la inseguridad; violencia policial indiscrimina-
da; amputación del futuro de millones de niños y adolescentes (por deterioro de
la salud, incluso en términos irrecuperables, de la educación, de la dignidad);
pérdida de soberanía económica; política exterior atada acríticamente a la nor-
teamericana; irrepresentatividad de las instituciones representativas (partidos
políticos, sindicatos, asociaciones empresariales) y de las del propio Estado, en
particular los Poderes Legislativo y Judicial)… He ahí algunos componentes de
cualquier balance que quiera hacerse de poco más de una década de aplicación
del modelo neoliberal con Menem y con de La Rúa.
Una cuestión clave en el caso argentino fue el ya señalado carácter triple de
la misma, la soldadura de la crisis social con la crisis económica y la crisis polí-
tica. La economía argentina había tenido su ultimo momento de crecimiento en
el tercer trimestre de 1998, pero ya desde 1995 se observaban indicadores pre-
ocupantes, tales como contracción de la demanda, fuerte reducción de las inver-
siones y rápido incremento del endeudamiento. A partir del último trimestre de
1998, la economía comenzó a decrecer, pari passu las crisis del sudeste asiático y
rusa, siendo ya notable en enero de 1999, tras la devaluación del real en Brasil.
A lo largo de 2001 fue especialmente perceptible la importante fuga de depósitos
del sistema financiero, acompañada de una simultánea caída de las reservas del
Banco Central. La situación se hizo más grave en el segundo semestre de ese
año, cuando se produjeron una muy fuerte contracción del crédito y abruptos
222 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
22
Ello ya fue pasible de advertir el día en que la Asamblea Legislativa se reunió para tratar la
renuncia del efímero presidente Adolfo Rodríguez Saá y designar al senador Eduardo Duhal-
de. El alto cuerpo sesionó dentro del edificio del Congreso rodeado de un vallado situado a 200
metros. Posteriormente, y hasta hoy, las vallas liberaron ese espacio, pero siguen cerrando la
casa de las leyes, incluyendo no sólo el edificio principal sino también el anexo. Lo mismo ocu-
rre con la Casa Rosada, la sede del Poder Ejecutivo.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 223
Aires. Su expansión cuantitativa, como forma de lucha, fue muy rápida. En los
inicios, sus demandas se centraban, casi exclusivamente, en materia de alimen-
tación, salud, vivienda, educación y, de manera central, como es obvio, trabajo.
En los piquetes participan tanto hombres como mujeres, unos y otras en una
amplia banda etaria. En su organización y modus operandi es posible apreciar
el pasado obrero. Sólo la experiencia de las luchas sindicales puede dotar de
instrumentos de las características de los empleados, incluyendo la apelación
a la violencia. Política e ideológicamente constituyen un mosaico de posiciones,
a menudo con importantes divergencias, aunque todos se reconocen como parte
del campo popular, una expresión ambigua que sirve para potenciar lo que los
une y postergar el análisis de las diferencias.
Las organizaciones piqueteras generaron un nuevo tejido social, a partir de
originales formas de acción en los barrios, las cuales abarcan desde huertas ve-
cinales hasta comedores y centros de salud comunitarios. Empero, el potencial
disruptivo se ha visto ocluido por la entrada en la lógica perversa de funcio-
namiento del sistema político tradicional. El Estado destina una importante
suma anual de dinero para atender los Planes Jefes y Jefas de Hogar y éstos se
han convertido, adicionalmente a su objetivo específico, en una fuente de finan-
ciamiento de dichas organizaciones. Ellas rompieron el antiguo monopolio del
reparto de la ayuda social, que compartían caudillos políticos y sindicales, pero
no con la práctica de negociar con el Estado (en los niveles nacional, provincial y
municipal) y entre ellas mismas, el quantum del reparto. De ese modo, terminó
imponiéndose la lógica clientelar, propia de este tipo de planes, a la cual no esca-
pan las organizaciones más contestatarias. Más aún, han sido capturadas —o se
sumergieron, también ellas— en la histórica primacía de la lógica corporativa,
tan típica del sistema político argentino (según una hipótesis que he planteado
hace ya largo tiempo y que me parece cada vez más consistente). Por otra parte,
la frecuencia de sus movilizaciones callejeras le ha enajenado el anterior apoyo
de buena parte de la clase media, especialmente en la Capital Federal. Adicio-
nalmente, el gobierno del Presidente Néstor Kirchner realizó un notorio trabajo
de captación de dirigentes piqueteros (transformismo molecular, si se quiere).
Tras la renuncia de Fernando de la Rúa, Ramón Puerta, presidente del Sena-
do, fue designado Presidente provisional, reemplazado de inmediato por Adolfo
Rodríguez Saá, a quien la Asamblea Legislativa (el Congreso Nacional en pleno)
nombró, sorpresivamente, con la intención de una pronta convocatoria a eleccio-
nes. Empero, las reales o supuestas intenciones del nuevo mandatario de ejercer
el cargo hasta completar el período iniciado por de la Rúa (es decir, hasta el 10
de diciembre de 2003), generaron una fuerte oposición dentro del propio Partido
Justicialista y, por extensión, una situación de debilidad que le llevaron, tras
apenas una semana en el cargo, a presentar su renuncia —con sabor a destitu-
ción—, y a su reemplazo, también interinamente, por Eduardo Caamaño (presi-
dente de la Cámara de Diputados) y, finalmente, al nombramiento del senador
Eduardo Duhalde, otra vez por decisión del Congreso en pleno, con mandato
224 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
23
Aunque no siempre se lo tiene en cuenta, las crisis —especialmente las más agudas— son
también crisis de derechos. En el caso argentino, la magnitud de la misma fue tal que afectó
derechos civiles fundamentales de una economía y una sociedad capitalista, incluyendo el
mismísimo derecho de propiedad privada, como en el caso de la confiscación de los depósitos
bancarios.
24
Basualdo, E., Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina, op. cit., pp. 86-87.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 225
Néstor Kirchner tuvo, como Presidente, rasgos que han sido y son clásicos
no sólo de un tipo de presidentes, sino de la propia cultura política argentina,
en particular la peronista: por ejemplo, los gestos de intolerancia, quizás mejor
que autoritarios, amén de un estilo ejecutivo, un claro liderazgo fuerte —his-
tóricamente tan al gusto de la mayoría de los argentinos— y una tendencia
personalista que, de no mediar acciones colectivas, potencia la también histó-
rica característica de la cultura política argentina de construcciones políticas
“desde arriba”, que el peronismo, por lo demás, llevó a altas cimas. Dicho de otra
manera: la tendencia personalista de líderes fuertes se construye pari passu
y en interacción con la simétrica de masas más dispuestas a ser guiadas que
a construir una conducción consciente colectiva, es decir, a definir direcciones
delegadas, más que personalistas.
Durante su mandato se tomaron decisiones tendentes a recuperar cuotas de
poder que el Estado había resignado, sin que ellas implicaran un retorno a las
intervenciones estatales típicas del Estado de Compromiso Social del pasado,
ni tampoco pasibles de ser caracterizadas como nacionalistas. La proclamada
intención de hacer de Argentina “un país normal” —según la expresión emplea-
da por el Presidente en el mensaje ante la Asamblea Legislativa el día de la
asunción de su cargo— aludía a la recuperación de las instituciones, las del
Estado en primer (pero no único) lugar, y por tanto a la restauración del Estado
de Derecho.
Un dato relevante, dentro de una coyuntura tan crítica como la vivida por
el país desde 1998, es el importante grado de adhesión a la democracia por
parte de los argentinos durante las últimas décadas, no exento de una paralela
insatisfacción con los resultados alcanzados en ella. Desde que Latinobaróme-
tro mide esos indicadores, Argentina muestra, para el período 1995-2009, un
promedio de adhesión del 68 por ciento, si bien en 2009 se registró una caída de
4 puntos respectos de ese promedio, siendo de 64 por ciento. Con todo, no son
malos indicadores: en dicho período, Argentina ocupa el tercer lugar, compartido
con Venezuela, tras Uruguay (79 por ciento) y Costa Rica (75 por ciento), pero la
medición de 2009 la distancia de ellos y de otros países que en el promedio están
por debajo de Argentina. En 2009, en fin, el país comparte con Panamá el sépti-
mo lugar en la escala de adhesión a la democracia, escala que, como vimos antes,
encabezan Venezuela (84 por ciento) y Uruguay (82 por ciento y en la cual Boli-
via y El Salvador se han posicionado notablemente entre los cinco primeros.
Ecuador constituye otro caso aún más destacable que Argentina. Entre 1979,
inicio de la etapa democrática, y diciembre de 2006, el país andino tuvo doce o
trece (según se mire) Presidentes, más dos triunviratos efímeros, en una secuen-
cia de acciones que puso en cuestión la gobernabilidad del país. El primero de
los Presidentes de ese período —Jaime Roldós Aguilera— no completó su man-
dato pues falleció, en 1981, en un poco claro accidente aéreo. El Vicepresidente,
Osvaldo Hurtado Larrea le sucedió hasta cumplir el período constitucional. Los
tres mandatarios posteriores —León Febvres Cordero (derecha), Rodrigo Borja
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 227
25
Paz y Miño Cepeda, Juan J., Golpe y contragolpe. La “Rebelión de Quito” del 21 de enero de
2000, Quito, Ediciones Abya-Yala, 2002, pp. 24-25.
26
Sintomáticamente, las Fuerzas Armadas han actuado —desde 1979— como soporte y garante
del orden constitucional, pero también como “última instancia” de decisión.
230 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
27
Paz y Miño Cepeda, Golpe y contragolpe, op. Cit, pp. 30-32.
28
Esta demanda aludía a la entrega de la base aérea de Manta a fuerzas militares norteameri-
canas, en el marco del “Plan Colombia”. La concesión fue derogada por el gobierno de Rafael
Correa.
29
Cabe señalar que, en Ecuador los curas salesianos —como los jesuitas en Bolivia— desempe-
ñaron un papel importante en la toma de conciencia indígena.
30
Paz y Miño Cepeda, Golpe y contragolpe, op. cit., p. 59.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 231
31
Paz y Miño Cepeda, Juan J., “Ecuador: democracia con tensiones, sociedad con desatenciones”,
en Ansaldi, Waldo (director), La democracia en América Latina, un barco a la deriva, Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007, pp. 306-308. Téngase presente que Paz y Miño Ce-
peda escribió su trabajo en 2005, antes de la elección de Rafael Correa como Presidente.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 233
32
Paz y Miño Cepeda, Juan J., “Ecuador: democracia con tensiones, sociedad con desatenciones”,
op. cit., pp. 310-311; itálicas mías.
234 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
33
Hernán Siles Zuazo (1982-1985); Víctor Paz Estenssoro (1985-1989); Jaime Paz Zamora (1989-
1993); Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997); Hugo Banzer Suárez (1997-2001); Jorge Qui-
roga Ramírez (2001-2002); nuevamente Gonzalo Sánchez de Lozada (2002-2003); Carlos Mesa
Gisbert (2003-2005); Eduardo Rodríguez Veltzé (2005-2006). Siles, como Raúl Alfonsín en Ar-
gentina, entregó el mando antes de completar su mandato. Banzer falleció en ejercicio.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 235
34
Stefanoni, Pablo y Do Alto, Hervé, La revolución de Evo Morales. De la coca al palacio, Buenos
Aires, Claves para Todos, Capital Intelectual, 2006, p. 24.
35
Stefanoni y Do Alto, La revolución de Evo Morales, op. cit., pp. 24-25; itálicas mías.
236 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
La “Guerra del Gas” fue la tercera gran acción de esta fase de movilización de
los nuevos movimientos sociales bolivianos. Se inició como reacción a la medida
gubernamental de exportar gas a México y Estados Unidos a través de puertos
chilenos, la cual (1) disparó la protesta por enviar gas al extranjero, mientras
la mayoría del pueblo boliviano carece de redes domiciliarias para utilizarlo; y
(2) potenció el sentimiento nacionalista —caro a los bolivianos desde el trienio
del “socialismo militar” (1936-1939), cuando se nacionalizaron los yacimientos
petrolíferos controlados por la norteamericana Standard Oil, y, sobre todo, la
Revolución de 1952—, en la doble vertiente antichilena (por la pérdida del lito-
ral marítimo al cabo de la Guerra del Pacífico, 1879-1882) y antiyanqui (por su
oposición al cultivo de la coca y su excesiva ingerencia en la política nacional).
Rápidamente, de allí se pasó al cuestionamiento de la política neoliberal del
gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.
El 19 de septiembre de 2003, un cabildo abierto en Cochabamba, del que
participaron más de 40.000 personas, levantó las consignas de huelga general
indefinida, bloqueo de caminos y resistencia civil en caso de no tener respuestas
satisfactorias a sus demandas. Movilizaciones simulares se produjeron en otras
ciudades de país, incluyendo a La Paz, donde fueron convocadas por la COB y el
MAS. El asesinato de campesinos por fuerzas de seguridad provocó una escala-
da de violencia, pues los aymaras no vacilaron en responder, constituyendo, en
Achacachi un “alto mando de la resistencia civil”, siguiendo el camino iniciado
durante los dos años anteriores, culminando con la apelación “ahora sí, guerra
civil”.
En El Alto, las Juntas Vecinales —original institución para la resolución de
conflictos entre vecinos— se sumaron a la protesta, decidiendo, el 8 de octubre,
realizar un paro cívico. A su vez, los mineros de Huanuni avanzaron, a pie y
en camiones, sobre La Paz, y los campesinos cocaleros de Yungas bloquearon
caminos. La capital quedó aislada por completo, rodeadas por insurrectos. El
gobierno, intentando romper el cerco, reprimió brutalmente (25 muertos), sin
éxito en su propósito. Los sectores medios, e incluso acomodados, de La Paz y de
otras ciudades se pusieron de lado de los contestatarios. Una masiva concentra-
ción popular en la Plaza de los Héroes, en la capital, terminó con el gobierno de
Sánchez de Losada.
El desenlace fue resultado de “una red contingente de centenares de agrupa-
ciones de base y formas autónomas de organización”. La COB, aunque reapare-
ció, estuvo lejos del protagonismo del pasado. A la cabeza estaban ahora las Jun-
tas Vecinales y los sindicatos campesinos, cuya “capacidad de resistencia (…) se
transformaría con rapidez en ofensiva política en el terreno institucional”36.
El Presidente provisorio, Carlos Mesa debió gobernar sin el apoyo del Con-
greso, reducto de la vieja política, y con la desconfianza vigilante de las masas
36
Stefanoni y Do Alto, La revolución de Evo Morales, op. cit., p. 77.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 237
37
Stefanoni y Do Alto, La revolución de Evo Morales, op. cit., p. 91.
238 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
los partidos políticos y no por los movimientos sociales, como éstos reclamaron
en vano. La decisión no fue ni es una cuestión menor. Con una muy alta partici-
pación (84.4 por ciento), fueron ganadas holgadamente, el 2 de julio de 2006, por
el MAS que, con el 51 por ciento de votos ratificó su condición de fuerza política
mayoritaria, notoriamente en las áreas rurales. Logró 137 escaños (sobre 255),
cifra que no le permitió alcanzar el objetivo de los dos tercios (170) necesarios
para imponer sin negociaciones sus propuestas fundamentales. Es decir, puso
al partido de gobierno en situación de negociación con la oposición. La derecha
representada por el Poder Democrático y Social (Podemos) bajó su caudal elec-
toral a 20,4 por ciento (contra 30 por ciento en las presidenciales) y obtuvo 60
bancas.
La Constituyente fue convocada para refundar radicalmente el Estado Bo-
liviano sobre la base del reconocimiento de la pluralidad étnica. También para
definir la estrategia a seguir en dos cuestiones muy sensibles: el control de los
recursos naturales, hidrocarburos y tierras y las nueve autonomías departa-
mentales.
El largo y muy conflictivo proceso constituyente, iniciado en agosto de 2006,
concluyó entre diciembre de 2007 —cuando la Asamblea aprobó el texto de
la nueva Constitución Política del Estado— y enero de 2009 cuando ella fue
refrendada por el pueblo. En el ínterin, los militantes derechistas hostigaron
continuamente a los asambleístas oficialistas, principalmente a los indígenas,
campesinos y mujeres. La violencia fue tanto simbólica cuanto física, con una
extrema carga de racismo explícito. Es que la derecha resistió la resolución de
la Asamblea, en particular a través de los comités cívicos formados en los cuatro
departamentos de la media luna. Ellos han sido y son la expresión organizada
de la burguesía y los terratenientes y sus aliados de clase media, que —después
de usufructuar secularmente del centralismo estatal— se han tornado autono-
mistas por razones étnicas y de clase. Estas razones son de carácter estructural
(en el sentido gramsciano del término), es decir, de larga duración. Nunca han
sido democráticos ni lo son ahora. Sus intereses siempre han sido antidemocrá-
ticos, antipopulares, antinacionales y fuertemente opositores a la justicia social
y al reconocimiento de la condición indígena de la mayoría del pueblo. Siguen
siendo, como siempre, opositores a la nacionalización de los recursos naturales y
energéticos y a la reforma agraria favorable a los campesinos. Son fieles aliados
del imperialismo norteamericano.
Dos medidas de justicia social tomadas por el gobierno irritaron a esos sec-
tores: el Bono Juancito Pinto, la Renta Dignidad y el Bono Juana Adurduy. El
primero es un incentivo monetario de permanencia escolar, al que cada niño ac-
cede en beneficio de su familia al completar la educación anual en colegio (primer
a octavo grados). La segunda es el pago, por el Estado, de una mensualidad a toda
persona mayor de 60 años, jubilada o no, sea del campo o de la ciudad, para que
pueda vivir con dignidad y tranquilidad hasta su muerte. El tercero beneficia a
mujeres embarazadas. La irritación fue mayor aún porque la asignación de esos
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 239
radical de nuevo tipo, pero todavía le falta conseguir el poder. Éste pertenece
todavía, en gran medida, a las viejas clases dominantes, las cuales controlan la
economía (la gran propiedad agraria, los bancos, el gran comercio, las fábricas)
y casi todos los medios de comunicación, un instrumento de poder y domina-
ción poderosísimo en el mundo actual (manipulación de la información, des-
información, campañas de miedo, etc.). Y, lo que es decisivo, todavía gobiernan
en la región más rica del país, con sus enormes recursos naturales estratégicos
(petróleo, gas, hierro). A la luz de los resultados de las elecciones de 2009, hay
condiciones para que esta situación se modifique y, como decían los milicianos
republicanos españoles, “la tortilla se vuelva”. Las elecciones locales de abril de
2010 serán un momento importante para ello.
La Bolivia de la Revolución Democrática y Cultural, aun con toda la impreci-
sión de ésta, es un verdadero laboratorio político-social donde se pone a prueba
la fuerza de las clases dominantes para resistir los cambios que afectan sus
seculares privilegios y la fuerza de las clases populares para construir una so-
ciedad menos desigual, más justa, más libre, más plural, más democrática.
Estos tres destacados casos de crisis políticas en regímenes democráticos, de
las cuales se salió sin cambio de régimen político, muestran, en Argentina, la
continuidad de la democracia representativa, un retorno a la vieja política y una
relegitimación de políticos y partidos repudiados durante la crisis, mientras en
Bolivia y Ecuador se salió de ellas redefiniendo el régimen político diseñando
una radicalización de la democracia.
UN CONSTITUCIONALISMO PLUSDEMOCRÁTICO
Las Constituciones son, a la organización política del Estado, lo que el di-
seño y los planos de un arquitecto a la construcción de un edificio. Expresan
la intencionalidad de sus autores respecto de cómo entienden que debe ser tal
organización. Proyectan el país al que se aspira. Establecen la forma del Estado
—monarquía o república, federal o centralizado—, los Poderes del Estado, quié-
nes y cómo los integran, sus respectivas atribuciones y competencias, etc. Tam-
bién, en la fundamental parte dogmática, como es común llamarla, los deberes
y obligaciones del Estado y de los ciudadanos. Su estudio es importante, claro,
pero ningún analista serio explicaría la historia de un país —en la corta o en la
larga duración, en el tiempo pasado o en el tiempo presente— leyendo la Consti-
tución que lo rige y/o rigieron. Mucho más útil es establecer la relación entre la
premisa, esto es, lo que la Constitución establece, y las consecuencias, es decir, lo
que el Estado, los gobiernos y la sociedad hacen respecto de lo que está mandado
hacer, relación que, al menos en la historia de las sociedades latinoamericanas
muestra frecuentes, largos desfases.
Hago esta aclaración inicial por no tener una actitud fetichista respecto del
dictum o del mandato constitucional, pero tampoco indiferencia por ello. No es
una aclaración baladí cuando el objeto de análisis es América Latina, cuyos paí-
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 241
ses tienen, desde 1801 —primera Constitución de la unificada isla de Sainte Do-
mingue—, una larga y prolífica tradición en materia de aprobar Cartas Magnas.
Ecuador y Venezuela, por ejemplo, han tenido más de veinte. En contraste, la
colombiana de 1886 rigió hasta 1991; la argentina de 1853, hasta 1949 (si bien,
violando la legalidad, la dictadura cívico-militar autodenominada “Revolución
Libertadora” abolió ésta y restableció la primera), y la uruguaya de 1830, hasta
1918.
Aquí me interesa destacar la importancia de las actuales Constituciones de
las Repúblicas Bolivariana de Venezuela (1999), de Ecuador (2008) y de Bolivia
(2008-2009), expresión de un nuevo constitucionalismo, que llamo plusdemo-
crático, en tanto formulan sustanciales proposiciones para profundizar la de-
mocracia, radicalizándola. La importancia de estas nuevas Cartas se hace más
notable si se tiene en cuenta que a lo largo de la actual etapa democratizadora
en América Latina (desde 1978 hasta hoy) todos los países ha reformado par-
cialmente o reemplazado sus respectivas Constituciones —y varias de ellas han
reconocido explícitamente, aunque con diferencias de grado y/o de matices, los
derechos de los pueblos originarios—, pero sólo esas tres (dejando de lado el caso
de Cuba, que es de otra índole) tienen carácter fundacional de un nuevo régimen
político democrático.
En otra ocasión he escrito, y repito ahora: la democracia no se reduce a la ob-
servancia de un conjunto de libertades fundamentales: el problema fundamen-
tal de la democracia, como la de todo régimen político, es el poder: quién lo posee,
detenta o ejerce, cómo lo ejerce y a favor de quién38. Es desde esta perspectiva
que me interesa señalar algunas disposiciones que dichas nuevas Constitucio-
nes han establecido como premisas para instaurar regímenes políticos que va-
yan más allá de las democracias formales realmente existentes.
Las Constituciones de Bolivia y Ecuador han optado por una organización
unitaria descentralizada del Estado. En el primer caso, el artículo 1º define a
Bolivia como “un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario,
libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con
autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico,
jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país”, mientras
en el segundo, también en el primer artículo se establece que “Ecuador es un
Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, in-
dependiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se organiza en forma
de república y se gobierna de manera descentralizada”. En cambio, la República
Bolivariana de Venezuela se constituye, por el artículo 2, bajo la forma de “un
Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valo-
38
Ansaldi, Waldo, “A mucho viento poca vela. Las condiciones sociohistóricas de la democracia en
América Latina. Una introducción”, en Ansaldi, Waldo (director), La democracia en América
Latina, un barco a la deriva, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 37.
242 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
39
Agradezco a Cintia Pinillos, alumna de mi curso en el Doctorado en Ciencia Política, de la
Universidad Nacional de Rosario (Argentina), haberme llamado la atención sobre este punto.
Las observaciones de Pinillos que cito fueron formuladas en ocasión del desarrollo del curso,
no constan hasta ahora en un texto édito.
40
Véase: Kornblith, Miriam, “Democracia directa y revocatoria de mandato en Venezuela”; Ma-
yorga Fernando, “Democracia participativa en Bolivia: representación, legitimidad y proceso
político decisional”; Pachano, Simón, “Democracia directa en Ecuador” y Romero Ballivián,
Salvador, “Democracia directa en Bolivia”, en Lissidini, Alicia; Welp, Yanina y Zovatto, Daniel,
Democracia directa en América Latina, Buenos Aires, Prometeo, 2008.
244 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
41
Germani, Gino, Política y sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la
sociedad de masas, Buenos Aires, Paidós, 1966, págs. 80 y 164.
246 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
misas planteadas por los partidarios del dualismo. En la saga de Lambert, éstos
sostenían que la sociedad tradicional, agraria y estancada, se había originado
en el período colonial y conservaba importantes elementos socio-culturales mo-
delados en aquel entonces; sus cambios eran lentos y escasos y, por añadidura,
impuestos desde fuera de ella por la sociedad moderna (urbana, industrializada,
dinámica, progresista, en desarrollo), con la cual coexistía dentro del perímetro
de cada país. Una interpretación más elaborada planteaba la cuestión en térmi-
nos de sociedades duales feudal-capitalista; la primera de ellas era el locus del
conservadurismo social y político, de los terratenientes, oligarcas, caudillos…; la
segunda, el del progresismo de los sectores modernos, como la burguesía nacio-
nal, las clases medias y el proletariado industrial urbano. La tarea política era
terminar con el feudalismo y desarrollar un capitalismo progresista, tarea que
competía a los empresarios burgueses nacionales (diferenciados de los burgueses
que eran expresión de los intereses del capital extranjero, a los cuales estaban
aliados) o, en algunas interpretaciones tributarias de la de John J. Johnson (en
La transformación política de América Latina), por las clases medias urbanas.
En términos políticos: la solución pasaba por la revolución democrático-burgue-
sa, propuesta que fue rechazada por quienes entendían que las sociedades lati-
noamericanas no eran duales, eran capitalistas dependientes y no contaban con
una burguesía nacional con intereses diferenciados y términos antagónicos con
los del imperialismo; en esta hipótesis, no había posibilidad de una revolución
burguesa ni de desarrollo capitalista: la solución era la revolución socialista. En
lo que todos (o casi todos) coincidían era en que el desarrollo era más un proble-
ma político que económico.
El debate sobre el carácter de la conquista y la colonización española y lusita-
na —feudal o capitalista— era parte del núcleo duro de la discusión teórica, his-
toriográfica y política. Tempranamente (en 1949 y 1952), Sergio Bagú planteó la
hipótesis del carácter capitalista de la misma, abriendo la trilla del pensamien-
to crítico latinoamericano, cuyas manifestaciones más altas se alcanzarán en los
años 1960 y 1970. Este pensamiento crítico tenía un importante, incluso fuerte,
componente marxista (tanto el de la Vulgata stalinista cuanto el no dogmático),
pero no era exclusivamente marxista. De hecho, había una pluralidad de teorías
y de categorías analíticas y hasta —cuando todavía no se escribía amucho acer-
ca de ello— hibridaciones disciplinarias y teóricas.
Fueron precisamente científicos sociales críticos los que arremetieron contra
las tesis dualistas a lo Lambert. De las varias que se formularon, aquí recorda-
ré, por razones de espacio, sólo tres: las de Rodolfo Stavenhagen, Francisco de
Oliveira y Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto.
La virulencia de la disputa ideológica en el interior del marxismo ocluyó el
rescate del pensamiento de León Trotsky por parte de quienes no eran trotskis-
tas ni querían ser tildados de tales. Pero, de hecho, a veces explícitamente, pero
la mayoría implícitamente, es claro que se pensaba en los términos de la ley del
desarrollo desigual y combinado. En pocas palabras, lo sustancial de esta ley,
248 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
42
Stavenhagen, Rodolfo, “Siete falacias sobre América Latina”, en Petras, James y Zeitlin, Mau-
rice, (compiladores), América Latina: ¿reforma o revolución?, Buenos Aires, Editorial Tiempo
Contemporáneo, tomo I, pp. 15-31.
43
Stavenhagen, Rodolfo, “Siete falacias sobre América Latina”, op. cit., págs. 17 y 19; itálicas del
autor.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 251
Así, la teoría del colonialismo interno, anticipada por Stavenhagen, fue una
derivación de la crítica al dualismo. Cupo a su compatriota Pablo González Ca-
sanova desarrollarla más sofisticadamente. El colonialismo era concebido como
un fenómeno no sólo internacional, sino también intranacional. En palabras de
González Casanova: “El colonialismo interno corresponde a una estructura de
relaciones sociales de dominio y explotación entre grupos culturales heterogé-
neos, distintos, (…) La estructura colonial y el colonialismo interno se distin-
guen de la estructura de clases, porque no son sólo una relación de dominio y
explotación de los trabajadores por los propietarios de los bienes de producción
y sus colaboradores, sino una relación de dominio y explotación de una población
(con sus distintas clases, propietarios y trabajadores) por otra población que
también tiene distintas clases (propietarios y trabajadores)”44.
A su vez, el brasileño Francisco de Oliveira, polemizando con el enfoque di-
cotómico cepalino, también recordó que la polaridad de la oposición formal en-
tre un sector atrasado y otro moderno carecía de originalidad, por ser un tipo
de dualidad pasible de encontrar en casi todos los sistemas y en casi todos los
períodos históricos. En el proceso histórico, acotaba, podía constatarse una sim-
biosis, una unidad de conceptos opuestos en la cual el sector considerado “mo-
derno” crecía y se alimentaba del sector llamado “atrasado”. El enfoque cepalino,
que consideraba al subdesarrollo como una etapa transitoria hacia formas más
avanzadas —es decir, el desarrollo—, olvidaba lo más importante: que el subde-
sarrollo era, precisamente, un producto de la expansión del capitalismo y, más
aún, una formación capitalista y no una mera etapa histórica45.
Las insuficiencias de las diversas explicaciones que sobre América Latina
se formularon a mediados del siglo XX, llevaron no sólo a la crítica de la teo-
ría de las sociedades duales sino que generaron crecientes esfuerzos por ela-
borar teorías más consistentes. La hipótesis del colonialismo interno fue una
de ellas, pero fuera de algún impacto inmediato, no tuvo demasiados adeptos.
El momento de viraje se produjo a mediados de los años sesenta, cuando la
asociación intelectual entre dos sociólogos —uno brasileño y otro chileno— que
se desempeñaban como docentes e investigadores en el Instituto Latinoameri-
cano de Planificación Económica y Social (ILPES), dependiente de la CEPAL, y
mantenían un intenso diálogo con economistas, planificadores y otros científicos
sociales (entre los cuales varios brasileños, exiliados tras la instauración de la
dictadura en su país, en 1964), produjo en 1966-1967 la primera versión de una
nueva interpretación de la naturaleza social y política de los problemas de desa-
rrollo de la región. El texto original tuvo inicialmente una circulación restringi-
da a especialistas, hasta que en 1969 Siglo Veintiuno Editores publicó en México
44
González Casanova, Pablo, Sociología de la explotación, México DF, Siglo XXI Editores, 1969,
particularmente pp. 221-250.
45
Oliveira, Francisco de, “A economia brasileira: crítica à razão dualista”, Estudos CEBRAP, 2,
São Paulo, outubro 1972, pp. 4-82.
252 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
46
Cardoso, Fernando Henrique y Faletto, Enzo, Dependencia y desarrollo en América Latina,
México DF, Siglo XXI Editores, 24ª edición, 1990, p. 161.
47
En un texto escrito en 1976: “Post Scriptum” a las ediciones en inglés y alemán y a la 14ª edi-
ción (corregida y aumentada) en español de Dependencia y Desarrollo. En op. cit., p. 167.
48
Cardoso y Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latin, op. cit., p. 193.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 253
fue consolidar una tipo de relación que, fundada en la división internacional del
trabajo, le permitía (le permite), en condición de socia menor del imperialismo
y en una situación de dependencia, mantener su carácter de clase socialmente
dominante a escala de cada país, al precio de renunciar a un proyecto nacional.
Los estudios de situación de dependencia —o de teoría de la dependencia,
para otros— pueden complementarse con los basados en la ley del desarrollo
desigual y combinado, permitiendo un análisis de la economía-mundo como una
totalidad que unifica y combina diferentes formas y modos de producción, de
modernidad y de atraso. La tendencia histórica reciente muestra que la des-
igualdad resultante de ese proceso se ha acrecentado tanto en el interior de cada
sociedad cuanto en el plano planetario.
La llamada crisis de los paradigmas llevó a muchos científicos sociales a
abandonar el estudio de las sociedades latinoamericanas en términos de depen-
dencia. Se argumentó sobre las debilidades de la teoría —no sobre los méritos—
y en lugar de superarlas se ocluyó un instrumento analítico de valor notable, es-
pecialmente para dar cuenta de los profundos cambios producidos en el interior
del capitalismo como economía-mundo (y de los capitalismos latinoamericanos
en particular), a lo largo de los casi cincuenta años que median entre la formu-
lación inicial de la teoría y un presente dominado por un sistema mundial de
reproducción de las desigualdades.
Pese a ese retroceso en el pensamiento y en las ciencias sociales latinoame-
ricanas representado por el retorno a la vieja práctica del colonialismo cultural
—que se había superado en las décadas de 1960 y 1970—, es decir el tratar de
explicar a las sociedades de la región mediante teorías elaboradas en los países
desarrolladas y traducidas al idioma vernáculo (para decirlo con viejas palabras
de Sergio Bagú), vuelven a soplar vientos de renovación y búsquedas originales
que no nieguen los aportes externos pero que tampoco sean reverencias inhibi-
torias49.
Respecto de la cuestión que aquí nos ocupa, bueno es señalar las reflexiones
de Rodolfo Stavenhagen en 1997, tres décadas después de sus célebres “tesis
erróneas”. Reflexionando sobre ellas, el antropólogo mexicano acotaba que la
crítica a la teoría de las sociedades duales había postulado, como alternativa
—esto es, como vimos, que las regiones “atrasadas” eran, simultáneamente re-
sultado del desarrollo dependiente y de las estructuras de explotación y domi-
nación generadas por el sistema mundial durante los períodos colonial y pos-
colonial— había resultado simplista. “En realidad, el proceso de cambio de las
últimas décadas ha producido una fragmentación y diversificación creciente de
las sociedades latinoamericanas. Lo moderno no solamente convive con lo arcai-
co o tradicional, sino la modernización misma (para usar un concepto poco satis-
49
Véase: Varios autores, Crítica y teoría en el pensamiento social latinoamericano, Buenos Aires,
CLACSO, 2006.
254 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
50
Stavenhagen, Rodolfo, “Treinta años después”, Análisis Político, nº 31, Bogotá, mayo-agosto
1997, p. 21.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 255
51
Esta apretada síntesis de los contenidos nodales del llamado Consenso de Washington es tri-
butaria de la realizada por Eduardo Bustelo Graffigna, director de la UNICEF en Argentina,
en la “Presentación” del libro de Alberto Minujin, Desigualdad y exclusión. Desafíos para la
política social en la Argentina de fin de siglo, Buenos Aires, UNICEF/Losada, 1993, p. 7.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 257
Latina. A fines de 1989, el producto real por habitante de la región era igual
al de 1976 (en algunos países incluso menor). En conjunto, el crecimiento del
PBI regional arroja, entre 1981 y 1989, un resultado negativo: —8.3 por ciento,
siendo particularmente significativo el hecho de que los seis países exportado-
res de petróleo acusaron índices negativos, como también las cuatro grandes
economías (Argentina, Brasil, México, Venezuela), de las cuales dos eran y son
exportadoras de petróleo. El ajuste fue regresivo y provocó deterioro social, pro-
duciéndose el mayor costo (de modo desproporcionado) entre los trabajadores y
los sectores de ingresos medios, por una parte, y la masa de desocupados y su-
bempleados, por otra, condenados a pagar el grueso de los sacrificios provocados
por la combinación de estancamiento con inflación.
52
Véase: PREALC, Ajuste, empleo e ingresos. Informe final de la V Conferencia del PREALC,
Santiago de Chile, 1987.
260 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
mente ocupado por migrantes recientes, jóvenes y mujeres, personas con bajo
nivel educativo, ex trabajadores industriales e incluso, como se apreció en Ar-
gentina, sectores pauperizados de clase media urbana. Todos ellos coincidían en
un aspecto pesimista y dramático: la inexistencia de futuro. Algunas estrategias
propuestas en relación al papel del sector informal destacan un supuesto factor
dinamizador de éste, algo así como una versión moderna (y degradada) de la fi-
gura del empresario innovador, sea que adopte una forma individual o la de las
promocionadas “microempresas”. Al respecto, parece difícil sostener seriamen-
te políticas fundadas en tales concepciones. Independientemente de cualquiera
otra consideración, un límite seguramente infranqueable es la contracción de la
demanda de los bienes y servicios que puede ofrecer el sector informal —obvio,
en razón de la continuidad y profundización de la crisis— y el incremento de la
competencia en la oferta de los mismos —por el flujo de nuevas incorporaciones
al sector. En el mejor de los casos, la perspectiva es apenas la supervivencia
para crecientes sectores de la sociedad. Franqueado este límite, el único terri-
torio posible de explorar es la anomia, la violencia bajo sus diversas formas, la
desintegración social. Dentro de los marcos del propio sistema, no se produje-
ron, durante los años 1990, estrategias gubernamentales dirigidas a mantener
la integración social y, al mismo tiempo, fortalecer políticas de gobernabilidad
democrática, no reducible a meras disposiciones administrativas más o menos
efectivas.
Las políticas de ajuste tienden a mostrar una faceta que bordea lo siniestro:
no sólo se redujeron (se reducen) dramáticamente las partidas presupuestarias
destinadas a atender demandas sociales generalmente satisfechas por el Estado
de Compromiso, sino que incluso el Estado tendió a desatenderse de la suerte de
los beneficiarios de ellas. Por contrapartida, la desatención estatal en materia
de las necesidades (tutelares, sociales, públicas) en salud, educación, vivienda,
previsión social, se tradujo en un reforzamiento de la atención de necesidades
públicas más tradicionales, particularmente la seguridad interior. La opción por
la seguridad interior significa adoptar medidas conducentes al control social.
Como acaba de decirse, en las décadas de 1970 y 1980, millones de latinoa-
mericanos se tornaron pobres y/o más pobres y por añadidura han sido objeto de
mayor desatención por el Estado y librados a la ventura. Así, las partidas para
salud y educación, dentro del presupuesto total de los gobiernos centrales, han
descendido en la mayoría de los países de la región entre 1970 y 1985, caída
acentuada en el decenio siguiente.
La retirada estatal del campo de la solidaridad social llegó, incluso, a los ca-
sos de protección a refugiados políticos. Así, la internacionalización de la guerra
en Centroamérica generó desplazamientos de población entre países, los cuales
fueron atendidos por la comunidad internacional, la que brindó protección a
los afectados. Pero no ocurrió lo mismo en el caso de los desplazados internos,
especialmente en Colombia (donde todavía subsiste) y Perú. En estos países,
las respectivas situaciones de enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas (en
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 261
53
Véase: “Violencia política y desplazamiento interno en Colombia y Perú: una emergencia inter-
nacional”, Reporte de Derechos Humanos, Vol. 1, nº 8, ILSA, Bogotá, mayo de 1994; las citas, en
págs. 1-2 y 9.
262 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
54
Tironi, Eugenio, “Marginalidad, movimientos sociales y democracia”, Proposiciones, n 14, San-
tiago de Chile, agosto de 1987, p. 17.
55
Calderón, Fernando y dos Santos, Mario R., “Hacia un nuevo orden estatal en América Latina.
Veinte tesis sociopolíticas y un corolario de cierre”, Cuadernos del Claeh, Año 15, nº 54, Mon-
tevideo, octubre de 1990, pp. 79-111 (hay otras ediciones, entre ellas la ampliada con notas con
ejemplos y referencias empíricas y unas reflexiones y comentarios a las tesis formuladas por
distintos académicos y político: Hacia un nuevo orden estatal en América Latina. Veinte tesis
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 263
57
Calderón y dos Santos, Hacia un nuevo orden estatal en América Latina, op. cit., pp. 28 y 32.
58
Ludolfo Paramio advirtió este aspecto en una entrevista realizada por Antonella Attili y Luis
Salazar, “La izquierda en un tiempo de incertidumbre”, Leviatán. Revista de hechos e ideas, nº
51/52, Madrid, primavera/verano 1993, p. 71.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 265
59
Giner, Salvador, “Clase, poder y privilegio”, Leviatán. Revista de hechos e ideas, nº 51/52, Ma-
drid, primavera / verano 1993, p. 133.
60
Bobbio, Norberto, Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política, Ma-
drid, Taurus, 1995, pp. 143-146. Bobbio sostiene que el principio igualitario —o, como él prefie-
re denominarlo, igualitarista— se expresa como “lo mismo para todos”. Está claro que igual-
dad no puede ni debe ser confundida, como de hecho ha ocurrido, con uniformidad. La cuestión
remite, a su vez, a otra, la de la alteridad, cuyo reconocimiento se sintetiza en la proposición
que considera al otro como un igual pero diferente.
61
Giner, “Clase, poder y privilegio”, op. cit., pp. 127-128.
266 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
62
Ritter, Gerhard, El problema ético del poder, Madrid, Revista de Occidente, 1972.
63
Polanyi, Karl, The Great Transformation, Boston, Beacon Press, 1957. Hay edición en caste-
llano: La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo, México,
Fondo de Cultura Económica, 1ª edición, 1992, pero véase, mejor, la primera edición argentina,
del mismo sello editorial (Buenos Aires, 2007), con Prólogo de Joseph E. Stiglitz e Introducción
de Fred Block.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 267
el sector informal urbano, pero es también un fenómeno que, con las obvias
diferencias, atraviesa verticalmente al conjunto de la sociedad y se extiende
por los campos de la cultura y de la política.
La fragmentación social dificulta la (re)constitución de identidades colec-
tivas y potencia, en el mejor de los casos, las representaciones segmentadas,
puramente sectoriales; en el peor, en cambio, abre camino a la anomia. En un
contexto tal —que se yuxtapone en algunos países con sistemas de partidos polí-
ticos débiles y culturas políticas democráticas endebles— las direcciones políticas
partidarias vacilan, no encuentran respuestas nuevas, dejan de representar ca-
balmente los intereses de la sociedad civil y se “oligarquizan”, rompen o debilitan
notoriamente sus vasos comunicantes con la sociedad y hasta con sus propias
bases. Fragmentación-disgregación en la base de la sociedad, concentración en el
vértice. Desestructuración de los sujetos socio-políticos y con ella reforzamiento
de las dificultades en los mecanismos de mediación / representación. Tales las no-
tas distintivas, en este plano, de las políticas de ajuste. La consecuencia obvia es
la debilidad o incluso la inexistencia de garantías sobre el componente de recon-
versión económica que conllevan las políticas de ajuste estructural. En general,
los partidos políticos han revelado, hecha explícita, su incapacidad para agregar
las demandas y contribuir a procesar el conflicto social, situación a la que se suma
la pérdida de centralidad de los movimientos sindicales en el sistema político y el
fraccionamiento y diferenciación de los movimientos sociales, a menudo resultado
de las propias políticas estatales hacia ellos, llegando incluso al clientelismo y la
cooptación, como en el caso de los piqueteros argentinos. El resultado es la des-
aparición de mediaciones políticas capaces de generar y procesar cambios dentro
del sistema.
Las rupturas del tejido social y de las redes de solidaridad potencian las sali-
das individuales, sean dentro o fuera del marco de la ley o en espacios de indefi-
nición que suelen existir al respecto, cuando no en la yuxtaposición (como en los
casos de la comercialización de artículos contrabandeados o robados). Entre las
ilegales están los robos y hurtos en pequeña escala —de bienes comercializables,
alimentos o dinero—, las ocupaciones de terrenos o viviendas, que se constituyen
en una de las primeras “salidas” para los marginales. Uno de sus efectos es la
generación de acciones de autodefensa personal o de grupos parapoliciales que
atacan barriadas marginales sospechadas de ser refugio de ladrones, o de “lim-
pieza social” (como en Bogotá, Sâo Paulo y Rio de Janeiro). Ésta constituye uno
de los más brutales géneros de violencia aparecidos y extendidos por varios paí-
ses de América Latina desde mediados de la “década perdida” de 1980. Se trata
de una práctica que mata sistemáticamente personas que, por su paupérrima
situación económica o desplazamiento social, viven en los márgenes (o fuera de
ellos) de la sociedad. Los grupos que la practican atacan preferentemente a mu-
268 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
64
Véase: “Limpieza social en Colombia y Brasil: exterminio de los pobres”, Reporte de Derechos
Humanos, vol. 1, nº 7, ILSA, Bogotá, diciembre de 1983.
65
Crompton, Rosemary, Clase y estratificación. Una introducción a los debates actuales, Madrid,
Tecnos, 1994, pp. 197-198.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 269
cas en Europa occidental y en Estados Unidos han permitido trazar los nuevos
mapas de clases, en los cuales la infraclase “aparece identificada por una serie
de factores relacionados entre sí”, que Crompton resume en cuatro: 1) aumen-
to de la desocupación de larga duración; 2) incremento del número de hogares
con familias monoparentales, en las cuales el progenitor suele ser la madre; 4)
“la concentración espacial de los miembros más pobres de la sociedad en áreas
urbanas degradadas y en viviendas miserables proporcionadas por autoridades
locales”; 4) “la dependencia económica de estos grupos de la provisión pública
estatal”. El debilitamiento, cuando no la desaparición de ésta y de las formas
emparentadas, agrava la condición de vida de los hombres, mujeres y niños de
la infraclase. En América Latina, como en otras partes del mundo, esa condición
de vida está sistemáticamente relacionada con las diferencias étnicas.
Históricamente, para el pensamiento conservador (o de derecha) la desigual-
dad y la pobreza son naturales, no históricas o sociales. La expresión “Entre
ustedes, pobres habrá siempre” es paradigmática de ese pensamiento: se trata
de un discurso del poder que construye una mirada negativa (descalificadora) de
los pobres66. Que los habrá, presupone que los hay y que los hubo. Así, la pobreza
se “naturaliza” y adquiere una temporalidad eterna, en definitiva ahistórica.
Simultáneamente, esa “naturalización” tiende a hacer de la pobreza una fata-
lidad, algo aceptable y con la cual se convive. Pero no es cierto: pobres no hubo
siempre. Es cierto que ellos aparecieron en la historia de la humanidad hace ya
largo tiempo, tanto que en la mismísima Biblia se hacen referencias a ellos. Pero
pobres / pobreza es un binomio construido históricamente y no siempre quiere
decir lo mismo, variando según las sociedades y los tiempos. Los pobres apare-
cieron por primera vez durante la primera mitad del siglo XVIII y comenzaron
a ser cuestión social (como comenzó a decirse desde de los años 1830) cuando los
albores del capitalismo. Karl Polany lo señala explícitamente y a él remito.
Si en los comienzos del capitalismo los pobres eran necesarios e imprescin-
dibles, en su apoteosis son innecesarios y prescindibles. Si en el pasado podían,
eventualmente, formar parte del ejército industrial de reserva, antes de degra-
darse a lumpen proletariado, hoy sólo constituyen la infraclase. Los pobres de
ayer eran parte de la sociedad, estaban integrados a ella, en cierto sentido le
eran funcionales; eran marginales, sí, pero su estar en los márgenes de la socie-
dad era un estar dentro de ella. Los pobres de hoy, en cambio, están excluidos,
fuera de la sociedad67.
66
La expresión fue explícita y literalmente dicha por el ex Presidente aargentino Carlos Menem.
El lenguaje de los organismos financieros internacionales no le va a la zaga cuando hace res-
ponsables a los pobres de su condición, imputándoles serlo porque quieren.
67
Castel,Robert, Les métamorphoses de la question social Une chronique du salariat, Paris, Li-
brairie Arthème Fayard, 1995. Hay edición en castellano: Las metamorfosis de la cuestión
social. Una crónica del salariado, Barcelona-Buenos Aires-México, Paidós, 1997.
270 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
68
Sen, Amartya, Nuevo examen de la desigualdad, Madrid, Alianza Editorial, 1995, p. 129. Sen
analiza la distinción entre recursos y libertad en los capítulos 2 (“Libertad, logros y recursos”)
y 5 (“Justicia y capacidad”).
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 271
en 1980 se llevó el 41.4 por ciento de los ingresos, en 1990 descendió a 34.9 por
ciento69.
La situación mejoró a partir de 2002. “El período 2002-2008 se caracterizó
también por una reducción en el número total de personas pobres e indigentes,
en 21 millones y 26 millones respectivamente. Este hecho marca una diferencia
clara con los períodos anteriores, durante los cuales el número de personas en
situación de pobreza e indigencia aumentó constantemente”. Si bien la pobreza
es sensiblemente mayor en las áreas rurales que en las urbanas, la concen-
tración demográfica en las ciudades implica que 66 por ciento de las personas
pobres viven en éstas. Tornando a la pobreza y la indigencia en un fenómeno
predominantemente urbano. Según los datos de la CEPAL, en el informe 2009,
180.400.000 latinoamericanos son pobres y 70.700.000, indigentes.
“Un rasgo sobresaliente de América Latina es la elevada heterogeneidad de
la pobreza entre países. Los menores niveles de pobreza se registran en la Ar-
gentina (datos solo del área urbana), Chile, el Uruguay y Costa Rica, con tasas
de pobreza inferiores al 22 por ciento y tasas de indigencia de entre un 3 por
ciento y un 7 por ciento. Por su parte, el grupo de pobreza media-baja está cons-
tituido por el Brasil, Panamá y la República Bolivariana de Venezuela, en los
que la tasa de pobreza se mantiene por debajo del 30 por ciento.
“Por su parte, el grupo de países con niveles de pobreza media-alta incluye a
Colombia, el Ecuador (datos del área urbana), México, El Salvador, el Perú y la
República Dominicana, con tasas de pobreza de entre un 35 por ciento y un 48
por ciento. Los países con las tasas más altas de pobreza e indigencia, que supe-
ran el 50 por ciento y el 30 por ciento respectivamente, son Bolivia, Guatemala,
Honduras, Nicaragua y el Paraguay.
“Las nuevas cifras disponibles al año 2008 reflejan una evolución positiva de
la pobreza respecto de 2007. En Brasil, Perú y Uruguay (datos del área urba-
na) la incidencia se redujo en al menos 3 puntos porcentuales, en Costa Rica y
Paraguay lo hizo en más de 2 puntos porcentuales, y en Panamá y la República
Bolivariana de Venezuela se registró una disminución en torno a un punto por-
centual. Cabe mencionar también a Colombia, que registró una reducción de 4
puntos porcentuales, pero en este caso referida al período 2005-2008. En tanto,
Ecuador y República Dominicana no mostraron variaciones significativas. El
único país en el que se registró un empeoramiento en la situación de la pobreza
fue México, cuyo incremento de 3,1 puntos porcentuales entre 2006 y 2008 refle-
ja los primeros efectos de la crisis económica que se empezó a manifestar hacia
fines del año. (…) En cambio, la indigencia mostró un aumento generalizado, ya
que solamente Brasil, Paraguay y Perú lograron reducciones en sus indicadores,
en torno a un punto porcentual. Ellos contrastan con los aumentos registrados
en Ecuador, México, Panamá, República Dominicana y Venezuela, de entre 1,4 y
69
CEPAL, La brecha de la equidad, Santiago de Chile, 1997.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 273
2,5 puntos porcentuales, y con los de Costa Rica y Uruguay, que resultaron muy
leves. En Colombia la indigencia creció en 2,7 puntos porcentuales entre 2005 y
2008, equivalentes a un aumento anual de 0,9 puntos”.
También habrían mejorado los índices de la desigualdad en materia de distri-
bución de ingresos. La CEPAL considera cuatro grupos: 40, 30, 20 y 10 por ciento
de hogares. “El primer grupo, integrado por el 40 por ciento de hogares con me-
nores recursos, capta en promedio un 15 por ciento del ingreso total, es decir me-
nos de la mitad de su participación en la población. En la República Bolivariana
de Venezuela y Uruguay, los países con la mejor distribución del ingreso de la
región según la mayoría de criterios, este grupo recibe alrededor de la mitad de
ingresos de lo que le correspondería según su participación en la población (20
por ciento). Los valores más bajos se registran en Bolivia, Honduras y República
Dominicana y corresponden a participaciones inferiores al 12 por ciento.
“El grupo compuesto por los deciles 5, 6 y 7 tiene una participación en el ingreso inferior a su tamaño en
todos los países. Dicha participación promedia 24 por ciento, y puede tomar valores entre 19 por ciento y 28
por ciento. Por su parte, los deciles 8 y 9 reciben en todos los países un ingreso superior al que les corres-
ponde según su tamaño. En promedio captan un 27 por ciento de los ingresos totales, porcentaje que varía
entre 25 por ciento y 30 por ciento en los distintos países.
“Por su parte, el 10 por ciento más rico de los hogares concentra en promedio el 34 por ciento de los in-
gresos totales. La participación de este grupo muestra la mayor heterogeneidad entre los países de la región,
ya que los valores más altos bordean o superan el 40 por ciento, como en el Brasil y Colombia, y los valores
más bajos no exceden del 27 por ciento, en la República Bolivariana de Venezuela y el Uruguay”
70
A diferencia de años anteriores, en este informe no hay datos sobre Cuba, que supo mostrar,
siempre según la CEPAL, los menores índices de desigualdad.
71
CEPAL, Panorama social de América Latina, Santiago, Chile, 2009, capítulo 1, cuadro I-A.2.
274 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
72
CEPAL, Panorama social de América Latina, Santiago, Chile, 2009, capítulo 1.
73
Barón, Ana, “Aumentó el número de ricos y su fortuna en América Latina”, Clarín, Buenos
Aires, 19 de junio de 2002, p. 25.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 275
74
Las cifras del informe de Merrill Lych y las declaraciones de Solimano, en Oppenheimer, An-
drés, “La concentración de riqueza en América Latina” 20/08/2008 | El Miami Herald, 20 de
agosto de 2008. Disponible en línea, entre otros, en <http://ricos-y-pobres.blogspot.com/2008/08/
la-concentracin-de-riqueza-en-amrica.html> y en <http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/
la-concentracion-de-la-riqueza-en-america-latina-302564-302564.html>. No he podido consul-
tar el 13º Informe (2009), el cual registra, a escala mundial, una caída del orden del 15 por
ciento.
75
Sztompka, Sociología del cambio social, op. cit, p. 305.
276 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
76
Esta proposición contraría las teorías de la privación —la más importante de la cual es la de
la privación relativa, formulada por James Davies y, sobre todo, Ted Gurr—, según las cuales
la miseria alimenta la revuelta
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 277
77
Corporación Latinobarómetro, Informe 2009, pp. 41-43.
278 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
78
Esta cuestión está muy bien planteada por el catalán Capella, Juan Ramón, Los ciudadanos
siervos, Barcelona, Editorial Trotta, 1993, a quien sigo aquí; la última cita, entrecomillada, en
p. 140; las itálicas son del autor.
79
Jelin, Elizabeth, “¿Ciudadanía emergente o exclusión? Movimientos sociales y ONG en Amé-
rica Latina en los años 90”, Sociedad, nº 8, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
de Buenos Aires, abril de 1996, pp. 57-81. Una posición diferente es sostenida por Ludolfo
Paramio, para quien “el principal problema para la democracia en América Latina no es (…) el
empeoramiento de las desigualdades que puedan haber traído las reformas económicas, sino
la dificultad de los partidos políticos para mantener la confianza social como mecanismos de
representación de las demandas e intereses sociales”. Véase su artículo “La democracia tras
las reformas económicas en América Latina”, Anales de la Cátedra Francisco Suárez, N° 33,
Universidad de Granada, 1999, pp. 191-207; la cita, en la última página.
DEMOCRACIA Y APARTHEID SOCIAL EN SOCIEDADES FRAGMENTADAS 279
80
Véase: Lasch, Christopher, La rebelión de las élites y la traición a la democracia, Paidós, Bar-
celona-Buenos Aires-México, 1996.
280 EL NARCOTRÁFICO Y LA DEMORACIA EN AMÉRICA LATINA
Los diversos relatos sobre los que se sustenta toda construcción democráti-
ca adquieren siempre una importancia central a la hora de evaluar sus forta-
lezas y sus capacidades para enfrentar las coyunturas adversas y de cambio.
En América Latina, luego de la visión triunfalista que siguió a la caída de las
dictaduras de la “seguridad nacional”, en las últimas décadas ha avanzado la
preocupación sobre la “calidad” y la “baja intensidad” de nuestras democracias,
sobre la creciente endeblez de sus instituciones y autoridades, las consecuencias
de la miseria de millones de seres humanos, el también fuerte distanciamiento
crítico de los ciudadanos respecto a los partidos y a los políticos. Este “malestar”,
como veremos más adelante, ha estado en la base de cambios y giros políticos
muy visibles en la región, en especial en América del Sur durante los últimos
diez años, muchos de ellos identificados con el impulso de procesos de reforma
constitucional en verdad “refundacionales”2.
Sobre el telón de fondo de este giro político, que en sí mismo no ha estado
exento de turbulencias y conflictos, desde el 2008 se ha sumado al contexto gene-
ral de la región el impacto a distintos niveles de la crisis económica y financiera
internacional más importante desde los años treinta, lo que ha abonado aun
más un cuadro de inestabilidad y temores acrecidos. En un contexto de fuertes
transformaciones de toda índole, en un escenario de auténtica “encrucijada ins-
titucional” como se verá en detalle más adelante, América Latina y el Caribe
(ALC) recibieron el impacto de una severa crisis internacional, que venía a po-
ner a prueba radical los cambios en curso a nivel de las ciudadanías del conti-
nente y la evolución de sus visiones acerca de la democracia y sus fundamentos.
Focalizado principalmente sobre los escenarios políticos de los países de Améri-
1
Historiador y politólogo. Doctor en Historia. Coordinador del Observatorio Político, Depar-
tamento de Ciencia Política, Universidad de la República. Director Académico del Centro de
Formación para la Integración Regional. (CEFIR) Integrante del Consejo Superior de FLAC-
SO. Secretario Académico del Centro Uruguayo para las Relaciones Internacionales. (CURI)
Investigador Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores. (SNI) Docente de grado y de
posgrado en el país y en el exterior.
2
Tal es el caso de los procesos de reforma constitucional de perfil “refundacional” impulsadas
por los gobiernos de Rafael Correa en Ecuador y de Evo Morales en Bolivia y, en un sentido
que creemos por lo menos parcialmente diferente en sus orígenes y apuestas, por el gobierno
de Hugo Chávez en Venezuela. En los dos primeros casos se postula y en ciertos aspectos se
perfila —creemos— el proyecto de una refundación del Estado.
282 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
3
En el texto que sigue, sin dejar de remitir a la globalidad de los procesos políticos de América
Latina, se priorizará la consideración de los casos sudamericanos, conocidos más en profundi-
dad por el autor.
4
Las consideraciones que siguen derivan de sendos proyectos de investigación que el suscrito
coordinó en colaboración con Laura Gioscia, en el marco de las actividades del Área de Ciuda-
danía del Departamento de Ciencia Política, FCS, UDELAR. Se trata del proyecto de investi-
gación “La reinvención de la política” financiado en el marco del llamado a concurso de I + D de
la Comisión Sectorial de Investigación Científica, (CSIC) Universidad de la República, agosto
de 2002, y del proyecto “Valores y virtudes cívicas”, también financiado en el marco del llamado
a concurso de I + D de la Comisión Sectorial de Investigación Científica, (CSIC) Universidad de
la República, agosto de 2006. Muchas de las ideas que se manejan son tributarias también de
la Tesis Doctoral de Laura Gioscia publicada bajo el título Ciudadanía y Diferencia, Serie Tesis
de Posgrado No. 1, Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Montevideo,
2004.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 283
Este sistema legal truncado genera lo que se ha llamado una ciudadanía de baja
intensidad”5.
Por definición, toda construcción democrática resulta inacabada e inacabable,
vive en el cambio y a través del cambio. Democratizar la democracia constituye
una tarea compleja, que con seguridad demandará en el corto plazo reformas po-
líticas, institucionales, electorales y sociales, pero que también deberá enfatizar
en las dimensiones del poder tal como este se ejerce a diferentes niveles de la so-
ciedad, en la educación en principios democráticos de la ciudadanía, así como en
la reafirmación y renovación de aspectos sustantivos de la cultura política. En
otras palabras, a contramano de algunas propuestas simplistas, las demandas
no se agotan en la apelación —a menudo retórica y sin correspondencia efectiva
en la realidad— a mayores cauces de participación social, como vía de configura-
ción de una “democracia participativa” que tendería paulatinamente a sustituir
a la “democracia representativa” clásica, en una lógica de alternativa rígida sin
posibilidades de síntesis superadoras. Por cierto que también se necesitan cam-
bios estructurales más profundos y concretos, dentro de los cuales resulta nece-
sario incluir propuestas (específicas y no meramente enunciativas) sobre cómo
implementar una democracia inclusiva que a la vez pueda ser más efectivamente
participativa y mejorar de modo simultáneo su calidad de representación.
Como es sabido, los debates académicos e ideológicos acerca de las definicio-
nes y contenidos de la democracia, además de eternos, viven en estos tiempos
una coyuntura especialmente agitada. Hoy enfrentamos un nuevo problema que
ha dado en calificarse como el de la “confusión democrática”: bajo el rótulo pres-
tigioso e incontrastable de la democracia se “hacen pasar” contenidos y prácticas
muy poco democráticos, lo que redobla la exigencia de una mirada rigurosa y
atenta, lejana por igual de la autocomplacencia conformista como del atajo ca-
tastrofista.
Teniendo en cuenta las dificultades y la indeseabilidad de cualquier posición
absolutista en sociedades democráticas, a la hora de respetar la heterogeneidad
interna que marcan las complejas y plurales sociedades de la América Latina
contemporánea, no podemos aspirar a respuestas concluyentes ni mucho menos
a recetas aplicables a tan distintos contextos. Lo que sí podemos promover es la
renovación de espacios de discusión político-intelectual de proyección efectiva-
mente regional, en los que, entre otras cuestiones, sea posible debatir de manera
consistente y sin “dobleces” sobre ciertos “filtros conceptuales” inclaudicables
para la calificación de una democracia genuina, para precisar qué pertenece o no
al ámbito de la política democrática, qué significa o no ser un ciudadano, cómo
incorporar las dimensiones comunitarias y étnicas en las fraguas de sistemas
5
PNUD, La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos.
Montevideo, PNUD, 2004, p. 63.
284 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
6
Tal es el caso a nuestro juicio de la República de Bolivia.
7
Una mera presentación de los principales enfoques teóricos e ideológicos que hoy confrontan
—en la región y en el mundo— en los ámbitos académico y político en torno al tema de la demo-
cracia y de su resignificación en tiempos de crisis excede largamente los límites de este texto.
8
Aquí vale lo mismo que para la cita anterior.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 285
9
Zapata Barrero, Ricard, “Hacia una Teoría Normativa de la Ciudadanía Democrática”, Levia-
tán 59, Madrid, p. 86.
286 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
por la capacidad que tengan los agentes sociales y políticos para escuchar, aten-
der y promover el interés y las actividades del ciudadano común, intentando
salvar las distancias entre sus aspiraciones democráticas y los modos en los que
estas se pueden ir completando adecuadamente. ¿Cómo hacerlo posible?
Las discusiones sobre el concepto de ciudadanía abarcan hoy todo el espectro
político. Desde fines de los años ochenta, el concepto de ciudadanía se utiliza en
debates teórico-políticos tan dispares como los que surgen de la reseña siguien-
te: los Estados de bienestar, gobernabilidad, recombinación de formas comunita-
rias y autonomía del sujeto individual, educación, libre expresión, rearticulación
entre pluralismo cultural e igualdad política, fracaso en el apoyo voluntario de
los individuos a políticas de medio ambiente, apatía de votantes, ágora mediáti-
ca, entre otros muchos. Los estudios de los años setenta y ochenta se centraron
fundamentalmente en problemas estructurales estatales restando importancia
al ciudadano. Si bien en cualquier análisis de la ciudadanía el Estado es el
mediador que equilibra lo legal con lo legítimo, 10 no es posible omitir hoy que
una adecuada concepción de la ciudadanía parece requerir un equilibrio entre
derechos y responsabilidades, así como una toma de posición frente al contro-
vertido tema de la participación democrática y su promoción. T.H. Marshall en
su clásico “Citizenship and Social Class” de 1949, definía la ciudadanía en tér-
minos de posesión de derechos. Para Marshall cada uno debía de ser tratado
como un miembro pleno en una sociedad de iguales. A nivel de la teoría, el con-
cepto de ciudadanía está vinculado a las exigencias de justicia y de pertenencia
comunitaria. La ciudadanía se asocia a la idea de derechos individuales y a la
noción de vínculo con una comunidad particular. No se trata simplemente de
un estatuto legal definido por un conjunto de derechos y responsabilidades, sino
que es también una identidad, la expresión de la pertenencia a una comunidad
política. Los conceptos abstractos de “ciudadanía”, “identidad” y “diferencia” son
hoy tan familiares como triviales, como resultado de transformaciones políticas
y culturales recientes a nivel global, que desafían tanto las nociones de univer-
salidad y de agencia, como las tradiciones del liberalismo, del nacionalismo y
del pluralismo.
La ciudadanía sugiere entonces una tensión permanente entre los diferentes
componentes que articulan la identidad política y colectiva de los miembros de
una sociedad democrática. Se trata de un concepto político con pretensiones de
universalidad, que encarnan individuos particulares en una tensión que cons-
tituye la arena de conflictos abiertos y latentes. Pertenencia y responsabilidad
son caras de la misma moneda pero es claro que no alcanza con eso. Ya si pensa-
mos en el proceso de globalización, en la pertenencia a aldeas o junglas globales,
el sentido de desarraigo resulta bastante generalizado y por motivos diversos.
Cuando lidiamos con el uso clásico de la ciudadanía, lo que juega un rol impor-
10
Ibídem, p. 88.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 289
tante es el tema de las inclusiones y las exclusiones, un viejo problema que tiene
nuevos giros con el aumento de la emancipación de grupos minoritarios, los
ataques al Estado de bienestar y los problemas en torno a la marginalización. Y
estas discusiones alcanzan una relevancia superlativa en torno al contexto de
una América del Sur en la que el impacto previsible de la crisis apunta, como
veremos, a una desaceleración en el combate a la pobreza y a una más difícil
promoción de políticas redistributivas cuya implementación es impostergable.
De este modo el impacto de la crisis global se despliega sobre una América La-
tina en tránsito de cambios inciertos, con ciudadanías sensibilizadas sobre los
tópicos de la democracia y de la democratización de sus respectivas sociedades
políticas.
11
Para fundamentar las consideraciones de este subcapítulo se ha recurrido de manera parti-
cular a los siguientes trabajos: Rojas Aravena, Francisco, “V Informe del Secretario. Documen-
to preparado para el XXXII Consejo Superior de FLACSO”. 2009 (mímeo); Altmann Borbón,
Josette y Rojas Aravena, Francisco, “Efectos sociales de la crisis financiera global en América
Latina y el Caribe”. Secretaría General de FLACSO-programa de Gobernabilidad y Conviven-
cia Democrática en América Latina y el Caribe - AECID, 2009. Cfr. www.flacso.org; Bárcena,
Alicia (Secretaria Ejecutiva de CEPAL), “Las economías de América Latina y el Caribe frente a
la crisis internacional”. Montevideo, CEPAL, marzo de 2009. (Power point); Roy, Tobías (Repre-
sentante Residente en Asunción del FMI), “La Crisis Económica Mundial. Causas y el Impacto
sobre América Latina”. (Power point presentado en el Seminario organizado por CEFIR sobre
el tema “La región frente a la crisis mundial. Impactos y nuevas respuestas”, 8 y 9 de junio
de 2009); Rivera Banuet, José (Secretario Permanente del SELA), “América Latina y el Caribe
ante la Crisis Económica Mundial”. (Power point presentado en el mismo seminario citado en
la referencia anterior); SEGIB, “América Latina ante la crisis financiera internacional”. Mon-
tevideo, Centro de Información de la SEGIB, 2009; González, Felipe (ed.), “Iberoamérica 2020.
Retos ante la crisis”. Madrid, Fundación Carolina - Siglo XXI, 2009. Fueron también consulta-
das las páginas web de la OIT, de CEPAL, del Banco Mundial, de la OMC, del FMI, de ALADI,
entre otras.
290 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
12
En esta dirección resulta ilustrativa la lectura de los textos que integran la sección “Tema
Central” del último número de la revista Nueva Sociedad, precisamente bajo el título “Crisis
bajo control. Efectos de la recesión mundial en América Latina”. Cfr. “Nueva Sociedad”. Nº 224,
noviembre-diciembre 2009. Buenos Aires, Nueva Sociedad - FES, 2009, pp. 47-199.
13
José Antonio Ocampo da una versión diferente respecto a este punto: “… debe matizarse consi-
derablemente la percepción de que la fortaleza de la región proviene de un cambio importante
en la política macroeconómica durante los años de auge, que se expresaría en la alta prioridad
otorgada a los equilibrios macroeconómicos. En realidad, tanto la política fiscal como la evolu-
ción del saldo en la cuenta corriente de la balanza de pagos siguieron mostrando en general un
comportamiento procíclico”, Cfr. Ocampo, José Antonio, “La crisis económica global: impactos e
implicaciones para América Latina”, “Nueva Sociedad”, Nº 224, etc. ob. cit. p. 62.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 291
14
El concepto de “populismo” suele utilizarse con mucha confusión y equívoco y con frecuente
intencionalidad política descalificadora en relación con los procesos políticos latinoamericanos
contemporáneos. Para precisar mejor los límites y alcances de la categoría, Moira Mackinnon,
María y Petrone, Mario Alberto (Comp.), Populismo y neopopulismo en América Latina. El pro-
blema de la Cenicienta, Buenos Aires, EUDEBA, 1999; y Panizza, Francisco (compilador), El
populismo como espejo de la democracia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 295
15
Sobre el particular, Natanson, José, La nueva izquierda. Triunfos y derrotas de los gobiernos de
Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela, Chile, Uruguay y Ecuador, Buenos Aires, Sudamericana,
2008; Sader, Emir, El nuevo topo. Los caminos de la izquierda latinoamericana, Buenos Aires,
Siglo Veintiuno - CLACSO, 2009; entre otras publicaciones recientes.
296 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
16
Con esta mención no se busca omitir o invisibilizar la conflictividad fuerte que ha caracteriza-
do la coyuntura política boliviana de estos últimos años, en especial durante buena parte de la
trayectoria de la Constituyente, cuyo proyecto resultó finalmente aprobado. Sin embargo, si se
profundiza en la perspectiva histórica de esa sociedad mayoritariamente indígena, en el lega-
do ancestral de la marginación política y social de esas poblaciones, en la estructura tradicio-
nalmente injusta de esta nación andina, sin duda que pueden entenderse mejor y compartirse
muchas de las propuestas de “reinvención democrática” impulsadas por el actual gobierno del
MAS presidido por Evo Morales. Asimismo, el conflicto entre ese intento y las aspiraciones
autonomistas (¿secesionistas?) lideradas por las provincias poderosas de Santa Cruz y Tarija
parece inevitable. Lo que debe esperarse (y ayudarse desde la acción de política exterior de los
Estados sudamericanos, como sucedió con la reciente intervención de UNASUR) es que estas
controversias puedan tramitarse en paz, sin esa violencia institucionalizada que tanto daño
ha hecho a Bolivia en el pasado. La aplastante victoria de Evo Morales en los comicios del 6
de diciembre de 2009 configuran un espaldarazo decisivo del electorado boliviano al proyecto
de “revolución democrática” impulsado por el MAS. Los años venideros serán fundamentales
para evaluar la consistencia y profundidad de esos cambios, así como el signo inequívoco de su
proclamada orientación democrática.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 297
aspecto constituye uno de los talones de aquiles de estas experiencias, con signos
evidentes de un estilo confrontativo, con una sociedad muy polarizada y con fal-
ta de consensos básicos para la credibilidad de las instituciones democráticas.
Debe advertirse de todos modos que los problemas políticos en estos países
no empezaron con sus actuales gobiernos. Este señalamiento acerca de la fragi-
lidad de la democracia venezolana, por ejemplo, advertido incluso por sectores
y grupos de izquierda de ese país, debe necesariamente complementarse por el
registro del descaecimiento político e institucional que precedió el advenimiento
de Chávez al poder, a lo que debe sumarse el reconocimiento de actitudes de
deslealtad institucional manifiesta por parte de varios de los partidos y sectores
de la oposición, a menudo estimulados abiertamente por el gobierno norteame-
ricano.
Por su parte, la Colombia de Álvaro Uribe y el Perú de Alan García, con sig-
nos ideológicos muy diferentes, tampoco proyectan situaciones de solidez en tér-
minos de cohesión democrática. Claro está que en un contexto de confrontación
que heredó, Uribe también ha cedido a la tentación reeleccionista y a la extrema
personalización de su experiencia de gobierno, no ha mejorado en forma efectiva
la grave situación de violación a los derechos humanos en su país (lo que entre
otras cosas, ha empantanado la aprobación en el congreso norteamericano del
TLC ya firmado) y ha terminado en una situación de aislamiento en el continen-
te, tanto en sus contenciosos con sus vecinos como en su proyecto de instalación
de bases con militares norteamericanos en territorio colombiano, iniciativa que
ha despertado casi unánimes recelos en la región. Por su parte, el gobierno de
García no ha logrado capitalizar políticamente los éxitos económicos del impul-
so previsible de los primeros momentos de aplicación del TLC con los EEUU, al
tiempo que su creciente impopularidad (que se ha acrecentado tras el impacto
de la crisis global) y la conflictiva situación social peruana marcan fuertes du-
das sobre el signo de la evolución política futura de ese país.
En este marco, en la última década han podido registrarse algunas señales
más generales en el panorama político regional de América del Sur. Las profun-
das crisis políticas e institucionales que algunos países de la región han padeci-
do en estos años dan cuenta de muchos fenómenos ya inocultables. Advirtamos
algunos de ellos:
i) Los formatos democráticos clásicos y sus actores tradicionales han deteriora-
do su legitimidad en varios países de la región y hoy presentan —en mayor o me-
nor medida según los casos— insuficiencias claras para consolidar democracias
nuevas y arraigadas en el continente. Al tiempo que varios sistemas de partidos
se han desplomado (Venezuela, Bolivia, Ecuador) o se revelan sumamente dé-
biles (Argentina, Perú, Colombia), en varias sociedades del continente emergen
nuevos actores sociales y políticos de signo contestatario, en gran medida como
rebelión inorgánica frente a las “democracias limitadas y de baja intensidad” de
los años 90 y como apuesta para encontrar nuevos cimientos políticos para pro-
cesos de profundización democrática, que incorporen la participación de grandes
298 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
das aún más luego del estallido de la actual crisis financiera internacional, con
las múltiples evidencias que ha dejado respecto a las consecuencias negativas
del dogmatismo desregulador del “capitalismo sin reglas y sin miedo” de las úl-
timas décadas. Más allá de la fuerza y profundidad extendidas de estas visiones
críticas, también debe advertirse que muchas de estas posturas resultan más
consistentes desde los discursos de oposición y resistencia que en los contenidos
mismos de las políticas implementadas desde el ejercicio del gobierno. En este
sentido, resulta notorio que las alternativas presentadas por los gobiernos sud-
americanos antes referidos resultan —según los casos— más o menos sólidas
y defendibles en términos de cambio efectivo o, en algunas experiencias, bas-
tante retóricas y poco viables. Parece poco discutible el señalamiento sobre que
los actuales contextos de crisis internacional constituyen —para los gobiernos
sudamericanos que invocan la bandera del cambio social— una coyuntura muy
desafiante para aquilatar la consistencia efectiva de sus propuestas transforma-
doras, en especial en relación a políticas económicas y a modelos de desarrollo
genuinamente alternativos, que no sólo logren éxitos en abatir la pobreza sino
que también generen procesos arraigados de redistribución del ingreso. Como
vimos, la coyuntura de la crisis global con sus impactos en la región refuerza la
radicalidad de este auténtico test acerca de la profundidad del signo alternativo
y del sustento efectivo de los modelos de desarrollo anunciados o en cursos de
implementación por los gobiernos “progresistas”.
Las claves y posibilidades de este “nuevo orden postneoliberal” en la región
se han traducido en efecto en cambios electorales y políticos tan espectacula-
res como impensables hace algunos años. La profundización del rechazo popu-
lar en las sociedades sudamericanas a la política exterior implementada por
la administración Bush entre el 2001 y el 2009, la crítica creciente a las polí-
ticas “neoconservadoras” y a sus defensores en el subcontinente, así como la
lentitud en los procesos de superación efectiva de los cuadros de pauperización,
desigualdad, marginación y concentración del ingreso, constituyeron en efecto
factores no únicos pero sí de los más decisivos para explicar el advenimiento de
los cambios políticos anotados en la región. Todos estos fenómenos también re-
sultan factores desafiantes y problematizadores en tanto herencias “malditas” o
contextos muy demandantes para medir los límites y alcances de la gestión de
estos nuevos gobiernos de signo más progresista. En suma, los mismos factores
que han estimulado su crecimiento electoral y su triunfo en las urnas, tienden
a interpelar la gestión de estas fuerzas políticas renovadoras, una vez que se
transforman en gobierno y tienen que lidiar con realidades muchas veces dra-
máticas, que exigen transformaciones urgentes y profundas. El impacto de la
crisis global en la región profundiza de manera radical estos desafíos, aunque
como veremos más adelante, los gobiernos y los presidentes sudamericanos que
ascendieron al poder en los últimos años han gozado de muy altos índices de
popularidad.
300 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
ni latitud del planeta ajena a la profundidad de los cambios en curso. Pero pre-
cisamente, la consideración de los impactos políticos de una crisis económica
y financiera de proyección inocultablemente global invita a problematizar el
concepto de globalización y sus alcances precisos en la región. Por ejemplo Re-
nato Ortiz, un estudioso brasileño sobre estos temas, ha planteado en muchos
de sus trabajos la necesaria distinción entre la mundialización de la cultura y
la globalización de la economía, al tiempo que ha referido en su concepción de
“modernidad-mundo” una advertencia importante: este mundo de la globali-
zación en donde explota la reivindicación de lo diverso, muchas veces no es un
mundo plural, con todo lo que esto implica, sino que es un mundo diverso, con
identidades fuertemente asimétricas. En tal sentido, la exigencia de discernir y
no confundir diversidad con pluralismo supone una primera pista interesante,
en especial para el tema central que nos ocupa17.
Martín Hopenhaym, por su parte, sociólogo chileno que ha transitado de
modo renovador las intersecciones entre cultura, política y desarrollo, registra
en muchos de sus últimos trabajos una multiplicidad de miradas posibles sobre
el concepto de globalización. En esa dirección, reseña distintas perspectivas:
una “mirada crítica” que tiende a postular que la globalización destruye la in-
tegración social y regional; una “mirada apocalíptica”, desde la que se observa
la globalización como un “big bang de imágenes”, con un mundo que se contrae
y en el que “lo virtual explota”; una “mirada posmoderna”, desde la que se reco-
nocería el surgimiento de un “mercado de imágenes” y de un nuevo “modelo de
software cultural” que modifica en forma radical la vida cotidiana; una “mirada
tribalista”, con un fuerte contexto de exclusión en el marco de identidades frá-
giles, fugaces y móviles, un “nuevo panteísmo moderno sin dioses pero con mil
energías”; una “mirada culturalista”, desde la que se celebraría —muchas veces
con ingenuidad— un encuentro con el otro, con la intersección que se vuelve ac-
cesible de miríadas de culturas dispersas; y finalmente, otra mirada que podría
sintetizarse en la visión de un “atrincheramiento reactivo”, simulacro imposible
pero que se vuelve atractivo para muchos. La tentación que supone ser seduci-
dos por cada una de estas miradas tampoco ayuda a calificar los cambios políti-
cos en curso en la región, en especial si cultivamos en exclusiva una de ellas o si
caemos en el igualmente infértil camino del eclecticismo “ramplón”18.
El argentino mexicano Néstor García Canclini, sociólogo y antropólogo de
la cultura, cuyos textos de las últimas décadas han removido tanto la reflexión
sobre estos asuntos, en algunos de sus trabajos cuestiona la equivalencia entre
globalización y homogeneización. Advierte sin embargo que ciertas visiones in-
genuas en torno al renovado multiculturalismo devienen a menudo en cohones-
17
Ortiz, Renato, Otro territorio. Ensayos sobre el mundo contemporáneo, Buenos Aires, Universi-
dad Nacional de Quilmas, 1996.
18
Hopenhaym, Martín, Ni apocalípticos ni integrados. Aventuras de la modernidad en América
Latina, Santiago de Chile, Fondo de Cultura Económica, 1994.
302 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
tar nuevas “máquinas estratificantes”, al punto que previene con igual fuerza
sobre los efectos de lo que llama una “homogeneización recesiva”, que en Amé-
rica Latina promovería el intercambio cultural en el preciso momento en que
los latinoamericanos producimos menos bienes culturales. Desde una invitación
a pensar de modo diferente el desafío planteado, García Canclini nos previene
acerca de ciertos cursos peligrosos: “atrincherarse en el fundamentalismo”, li-
mitarnos a “exportar el melodrama”, aceptar la “hibridación tranquilizadora”
de “insertarse en la cultura ecualizada y resistir un poco”. Este mismo autor,
en uno de sus textos más celebrados, “Consumidores y ciudadanos. Conflictos
multiculturales de la globalización”, advierte además sobre una relación fuerte
entre el “repliegue hogareño” y “el descenso de formas públicas de ciudadanía”,
dos fenómenos por cierto característicos de estos tiempos de globalización19.
Podrían agregarse otros autores y perspectivas analíticas pero ello no haría
otra cosa que confirmar y profundizar la premisa inicial que suponía la nece-
sidad de una visión renovada y más crítica en torno a la globalización como
fenómeno histórico y a sus múltiples impactos en América Latina y el Caribe.
Reseñemos algunos de ellos como simples titulares de fenómenos que afectan
profundamente el quehacer político, en especial el ejercicio de la ciudadanía y
las formas de la representación política en la actualidad: la revolución mundial
de las comunicaciones y de las tecnologías de la información; la emergencia con-
siguiente de un nuevo paradigma tecnoeconómico, con consecuencias impactan-
tes en el plano de la organización social y en el de los derechos (desaparición de
la clase obrera tradicional, crecimiento exponencial del sector servicios, dismi-
nución fuerte de la población que trabaja en agricultura, reformulación radical
de los mapas de empresas y mercados; etc.); emergencia de un nuevo tipo de
“sociedad red” (como señala, entre otros, Manuel Castells), con fórmulas alter-
nativas de vínculos y diferenciación; modificaciones en el campo de lo que con-
cebimos como acción social o iniciativas públicas, muy unidas con la emergencia
de nuevas fronteras entre lo público y lo privado; fuertes modificaciones en el
plano de la llamada “nueva subjetividad” y en el plano de la vida cotidiana, con
procesos de la envergadura de una resignificación profunda de la definición del
género, una reestructuración radical de la familia, una relación diferente con el
lugar del trabajo en el nuevo capitalismo; el “retorno de Dios” (o la “revancha de
Dios”, como dice más explícitamente el siempre polémico Samuel Huntington),
impregnando las áreas más diversas de la vida personal u colectiva; entre otros
muchos fenómenos que podrían citarse.
Todos estos fenómenos y procesos por cierto tienen un fuerte impacto en tor-
no a las formas de cómo se concibe y practica actualmente la vida política en la
mayoría de los países sudamericanos. Incluso en aquellos en que las reivindica-
19
Además del texto ya citado, ver del mismo autor su obra ya clásica Culturas híbridas. Estrate-
gias para entrar y salir de la modernidad, Buenos Aires, Sudamericana, 1992.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 303
20
Lechner, Norbert, “Nuestros miedos”, Estudios Sociales, Nº 15, 1998, pp. 149 a 162.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 305
que lo único que generan son nuevos circuitos de exclusión. Nunca como hoy,
por ejemplo, las políticas culturales deben pensarse en tanto políticas sociales,
al tiempo que también nunca resultó tan necesario el atender debidamente las
bases culturales de cualquier desarrollo consistente y sostenido en América del
Sur. Si se sigue con atención lo medular de las agendas políticas de la mayoría
de los países del subcontinente, se advertirá que lo que se ha venido poniendo
en discusión refiere cada vez más a temas de civilización, a formas de vivir, a los
marcos más profundos de la vida individual y comunitaria. El impacto de la cri-
sis global no hace más que amplificar la visibilidad de muchos de estos procesos.
En puridad, el cambio político de la última década expresa en más de un sentido
la visibilización y el estallido de muchas “revoluciones silenciosas” que fueron
madurando en el pasado reciente.
Advirtamos también que construir política hoy en el marco de sociedades en
donde el Estado ya no puede lo que antes podía, implica evitar atajos perezosos,
atajos simplistas. Aquí el tema, el gran tema, vuelve a ser qué Estado y qué
instituciones públicas se quiere y se necesita. En esa perspectiva los asuntos
se acumulan: cómo construir una política que no sea “estadocéntrica” pero que
sostenga alternativas públicas consistentes frente a la eventualidad de un im-
perio incontestado de las lógicas del mercado; qué modelo de relación entre las
instituciones políticas y la sociedad civil resulta el más fecundo para renovar
las vías de comunicación, representación y participación en contextos tan cam-
biantes y azarosos; cómo se contribuye de la mejor manera a la construcción de
espacios públicos no estatales y de instancias efectivas que corporicen la noción
de “comunidades de ciudadanos”; cómo se transforma la vieja idea de estatali-
zación rígida de lo público que tantas veces nos impidió pensar de manera más
libre la política, la sociedad y la cultura, en suma, los vínculos ciudadanos más
intensos.
21
Adviértase la escalada de conflictos bilaterales y fronterizos que en los últimos tiempos se
han desatado o han despertado en ALC y en especial en el territorio sudamericano y se podrá
ponderar la relevancia efectiva de este tema.
308 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
primera vez de manera específica se pueden medir algunos efectos del impacto
de la crisis.
En la evolución que presentan las mediciones del Latinobarómetro 22 para el
período 1996-2008 abundan constataciones significativas sobre muchos temas
importantes en la perspectiva señalada. En lo que tiene que ver con diversos
indicadores que refieren a la actitud predominante de los latinoamericanos en
torno a los valores y prácticas asociadas a la vigencia de la democracia, pueden
observarse algunas tendencias preocupantes. Durante ese período bajó prome-
dialmente el grado de adhesión y apoyo al sistema democrático en la región
(un 4 por ciento menos en 2008 que en 1996). Descendió también la calidad
en la evaluación de sus desempeños. De acuerdo a las mediciones del Informe
2008, la percepción dominante entre los latinoamericanos (70 por ciento) era la
de que “se gobierna no para la mayoría sino para los intereses de unos pocos”.
Si bien persistían en el continente valoraciones y actitudes positivas hacia la
democracia como el mejor sistema político, también decrecían los porcentajes y
adquirían magnitudes de apoyo relativamente altas ciertas versiones de la sa-
biduría convencional que resultan muy criticables desde un punto de vista más
consistentemente democrático.
En segundo término, las mediciones del Latinobarómetro 1996-2008 revela-
ban la persistencia de una erosión preocupante de las críticas a las formas polí-
ticas autoritarias y aun dictatoriales, en contraposición con un desencanto más
o menos instalado respecto a las valoraciones sobre la democracia. La relación
democracia vs. autoritarismo-militarismo arrojaba una evolución sorprendente,
en especial si se tienen en cuenta las valoraciones que proyectaban estas compa-
raciones a la salida de las dictaduras de la seguridad nacional (cotejo sin duda
bastante improcedente desde el punto de vista teórico y argumental). Un 53 por
ciento de los encuestados manifestaba en 2008 que no le importaría el carácter
“no democrático” de un gobierno si este resolvía los problemas económicos. Este
guarismo debía conceptuarse como grave habida cuenta de que se producía lue-
go de un lustro de continuo y fuerte crecimiento económico, con mejoría general
de indicadores sociales y bajo el liderazgo de regímenes democráticos. De todos
modos, en el continente permanecían de acuerdo al Latinobarómetro 2008 otras
hipótesis de tolerancia respecto a gobiernos autoritarios y aun militaristas, las
sociedades se mostraban más proclives a defender los valores de la seguridad y
del orden sobre los de la libertad (tensión histórica que aparece desbalanceada
en el continente ante los cuadros de inseguridad y violentismos desatados en los
últimos tiempos).
Los grados de satisfacción o insatisfacción en relación al funcionamiento de
las instituciones revelaban también contrastes significativos. Un 57 por cien-
22
Corporación Latinobarómetro, “Informe 2008”. Santiago de Chile, noviembre de 2008. (Banco
de datos en línea www.latinobarómetro.org)
310 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
23
Ibídem, pp. 69 y ss.
24
Ibídem, p. 73.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 311
25
Ibídem, p. 88.
312 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
ciones, sus presidentes, el mercado y está más satisfecha con su democracia. ¿La
democracia está madura?” 26 La pregunta final, como se advertirá, no era nada
retórica y apuntaba a uno de los matices más sustantivos de las mediciones
presentadas y de su primer análisis.
El Informe tomaba como temas centrales de su indagatoria sobre los giros de
la opinión pública latinoamericana en el último año el golpe de Estado en Hon-
duras, las amenazas sobre la estabilidad de la democracia y el registro de indi-
cadores varios en torno a la misma, el impacto de la crisis mundial en lo político-
electoral y en lo económico-social, entre otros. En la introducción se adelantaban
algunas conclusiones generales que perfilaba el Informe en su conjunto:
“Las democracias latinoamericanas muestran crisis de representación, en primer lugar a través del hi-
perpresidencialismo, la fiebre reeleccionista y el desmedro de la confianza en las instituciones, así como la
atomización del sistema de partidos en tantos países. (…) La Democracia en América Latina no sufre con
la crisis económica como se había esperado. Veremos en este informe como los resultados de la crisis son
positivos para la democracia, paradojalmente a pesar de los problemas de “la política”. La actual crisis no
es la crisis asiática que encontró a la región pobre y desprevenida. Esta crisis pilla a la región después de 5
años de crecimiento sin precedente, y con una ola de elecciones que había elegido a los gobernantes más
populares de los últimos 30 años. Nunca tantos habían estado tan satisfechos con sus gobiernos como en
los años 2006, 2007 y 2008. Con todo, la democracia no se consolida porque (…) hay reformas pendientes
que no se pueden obviar. Las reformas emprendidas por países como Bolivia, muestran que se avanza en la
percepción de democratización cuando las estructuras de la sociedad sufren modificaciones sustantivas que
permiten el acceso a las oportunidades, la movilidad social, la igualdad ante la ley. (…) En resumen, a pesar
del Golpe (de Estado en Honduras) y a pesar de la crisis, América Latina es más democrática después de
la crisis 2009, es más tolerante, es más feliz. Sólo resultados positivos de un año en el cual no hay ningún
motivo para celebrar. Las reformas que han tenido lugar en la región están empezando a mostrar sus frutos,
ya que sin duda este fortalecimiento de la democracia a pesar de la crisis es un síntoma positivo”27.
26
Corporación Latinobarómetro. Informe 2009. Banco de datos en línea. www.latinbarómetro.
org
27
Ibídem, pp. 4 y 5.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 313
28
Ibídem, pp. 10 y 15.
29
Ibídem, p. 22.
30
Ibídem, p. 23.
31
Ibídem, p. 29.
32
Ibídem, p. 36.
314 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
“Si se usa un indicador compuesto, donde se incluye la necesidad de partidos políticos, Parlamento,
rechazo a los gobiernos autoritarios, apoyo a la democracia por encima de los otros tipos de régimen, la can-
tidad de personas que adhieren a la democracia no alcanza los dos dígitos en América Latina. Si se incluyen
en el índice las elecciones, la libertad de expresión, aumentan los porcentajes. Si se buscan categorías más
híbridas donde las personas tienen algunas actitudes correctas y otras incorrectas, se puede alcanzar hasta
el 40 por ciento de la población. Por último, es desalentador saber que alrededor de un 40 a un 45 por ciento
de la población de la región no logra tener actitudes democráticas en más de dos aspectos como los arriba
definidos. (…) Si por el contrario no es el investigador el que “define” lo que tiene que ser democracia sino la
gente con sus respuestas, entonces aumenta considerablemente la cantidad de demócratas”33.
33
Ibídem, pp. 16 y 17. En el Informe se reconocen los problemas teóricos que las ciencias sociales
siempre han tenido para una definición consensuada de democracia. A partir de este reconoci-
miento y de sus fuertes implicaciones en las distintas mediciones, se señala que “los ciudada-
nos de los países gobernados por la izquierda califican mejor esa democracia (medida en una
autoidentificación en una escala de 1 a 10) que los ciudadanos no gobernados por la izquierda.”
Ante este registro, los autores del Informe concluían: “Si lo que cada cual está comprendiendo
por democracia está contaminado por la ideología y depende de la orientación del gobernante,
entonces no es el funcionamiento de las instituciones lo que cuenta, ni los procedimientos o las
normas, sino más bien la posición de los gobernantes.” Ibídem, p. 16.
34
Ibídem, p. 18.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 315
“los Presidentes son los grandes ganadores de esta crisis, ya que no sólo aumenta su valoración política
como gobernantes, sino que también logran mejorar la percepción de la democracia en sus países. Esta
crisis produce, por el contrario de lo esperado, efectos políticos positivos sobre el régimen democrático y los
gobiernos. (…) No se produce alternancia de la izquierda a la derecha o viceversa por motivos económicos
de la crisis como se suponía en un principio que podía suceder. Muy por el contrario, los cambios en los
gobiernos no han sido por esa causa, sino por otras que tienen que ver con la situación (política más que
económica) interna de cada país”35.
35
Ibídem, p. 83.
36
Ibídem, pp. 58 y 59.
37
Ibídem.
316 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
dad, a la mayoría de los países latinoamericanos les resulta muy difícil sentirse
ajenos a los fenómenos enfatizados por autores como Isidoro Cheresky38. Aun-
que con sus tiempos y sus maneras, en las distintas sociedades del continente
también se producen fenómenos que refieren a procesos de cambio profundo
identificados con temas y enunciados como los siguientes: la emergencia de “de-
mocracias diferentes”; de “ciudadanías atomizadas y constantes”, en las que se
vislumbra una suerte de “estallido de oportunidades” para nuevos formatos de
acción política, para la constitución de “identidades no plenamente constituidas”,
para la emergencia de “espacios públicos no presos de tramas de institucionali-
zación”; tras el debilitamiento y la desagregación de los partidos tradicionales
irrumpe con fuerza la controversia en torno a los “partidos de nuevo cuño”, con
modalidades organizacionales y pautas de interacción diferentes con otros ac-
tores (movimientos sociales, redes de opinión, etc.); las elecciones replantean su
significación “como promotoras de constitución de escenas con inducción de iden-
tidades”; el fenómeno de los liderazgos fuertes no sólo supone la profundización
de procesos de “personalización de la política” sino que hace a esta última mucho
más permeable y hasta vulnerable a “fenómenos de popularidad”, de duración
y de solidez muy diversas; en medio de procesos de creciente “subjetivación de
la política”, el peso de los medios de comunicación se amplifica en la vida cívica
dentro de redes de sociabilidad “más espontáneas y menos institucionalizadas”;
entre otros que podrían citarse39.
En ese contexto, autores como Evelina Dagnino, Alberto J. Olvera y Aldo Pan-
fichi, entre otros, han desarrollado en trabajos recientes la idea de la expansión
en el continente de formas de “representación contenciosa”, fundamentalmente
sociales y no políticas, episódicas y reiteradas, afincadas más en lo local y pro-
yectadas a menudo a través de movilizaciones fuertemente personalizadas. Los
conflictos sociales que tenderían a expresar estas formas de “representación con-
tenciosa”, proyectan por lo general demandas específicas sin alternativas globa-
les ni inserciones claras en “proyectos alternativos”40.
Aunque resulta también difícil no advertir ciertas resistencias y sobreviven-
cias de las viejas matrices nacionales todavía influyentes en cada cultura polí-
tica, ya no resulta persuasivo ni fundamentable en términos empíricos la visión
38
Entre otros textos de este autor: Cheresky, Isidoro (comp.), “La política después de los parti-
dos”. Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006; Cheresky, Isidoro (comp.), “Ciudadanía, sociedad
civil y participación política”. Buenos Aires, Miño y Dávila editores, 2006; Cheresky, Isidoro
(compilador), “Elecciones presidenciales y giro político en América Latina”. Buenos Aires, Edi-
ciones Manantial, 2007; Cheresky, Isidoro, “Poder presidencial, opinión pública y exclusión
social”. Buenos Aires, CLACSO-Manantial, 2008.
39
Ibídem.
40
Dagnino Evelina; Olvera, Alberto J. y Panfichi, Aldo, “Innovación democrática en América La-
tina: una primera mirada al proyecto democrático-participativo”, en Raventós, Cisma (Comp.),
Innovación democrática en el Sur. Participación y representación en Asia, África y América
Latina, Buenos Aires, CLACSO, 2009, pp. 31.
318 ¿DEMOCRACIAS “INCIERTAS” O “DIFERENTES”? IMPACTOS ...
1
Notas al Capítulo 9.
Historiador y politólogo. Doctor en Historia. Coordinador del Observatorio Político, Depar-
tamento de Ciencia Política, Universidad de la República. Director Académico del Centro de
Formación para la Integración Regional. (CEFIR) Integrante del Consejo Superior de FLAC-
SO. Secretario Académico del Centro Uruguayo para las Relaciones Internacionales. (CURI)
Investigador Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores. (SNI) Docente de grado y de
posgrado en el país y en el exterior.
2
En la reunión del llamado “G 20 financiero”, conformado por las 19 economías más fuertes
del mundo más la Unión Europea como bloque, participaron Argentina, Brasil y México. Cabe
referir que los cancilleres y presidentes de los bancos centrales de esos países y bloques se
reunieron primero en Brasil antes de la Cumbre de Washington, celebrada a mediados de
noviembre, en lo que significó una nueva ratificación del liderazgo internacional del gigante
sudamericano y la confirmación de su condición de “global player”. El Presidente Lula impulsó
de manera protagónica la elaboración de un documento en el que se plantearon cambios pro-
fundos en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial, se demandaron nuevos
instrumentos de regulación y supervisión, a la vez que se exigió una mayor participación de los
llamados países emergentes en los foros de decisión de la economía mundial.
330 EL CAMBIO POLÍTICO Y SUS EFECTOS EN LAS ESTRATEGIAS DE ...
3
A este respecto resulta muy fuerte la vinculación del resultado final de Doha con la posibilidad
de avances efectivos en la negociación de Acuerdos de Asociación entre los bloques y países la-
tinoamericanos con la Unión Europea. Sin embargo, las opiniones divergen acerca de los efec-
tos de esta circunstancia: mientras hay observadores y analistas que sostienen que la falta de
acuerdo estimula las negociaciones birregionales, hay otros que sostienen la tesis contraria.
4
Los mínimos y muy insuficientes acuerdos obtenidos en la Cumbre de Copenhague sobre el
tema crucial del Cambio Climático, celebrada en diciembre de 2009, constituyen un ejemplo
por demás ilustrativo acerca de los fundamentos de este señalamiento.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 331
5
Cfr. por ejemplo, “Nueva Sociedad”. Nº 224, “Crisis bajo control. Efectos de la recesión mundial
en América Latina”. Caracas, Noviembre-Diciembre 2009, en especial los artículos contenidos
en su sección “Tema Central”.
6
Para fundamentar en clave empírica estas consideraciones se pueden consultar los siguientes
trabajos: Altmann Borbón, Josette y Rojas Aravena, Francisco, Efectos sociales de la crisis
financiera global en América Latina y el Caribe, Secretaría General de FLACSO-programa de
Gobernabilidad y Convivencia Democrática en América Latina y el Caribe - AECID, 2009. Cfr.
www.flacso.org; Bárcena, Alicia (Secretaria Ejecutiva de CEPAL), “Las economías de América
Latina y el Caribe frente a la crisis internacional,. Montevideo, CEPAL, marzo de 2009. (Power
point); Roy, Tobías (Representante Residente en Asunción del FMI), “La Crisis Económica
Mundial. Causas y el Impacto sobre América Latina”. (Power point presentado en el Seminario
organizado por CEFIR sobre el tema “La región frente a la crisis mundial. Impactos y nuevas
respuestas”, 8 y 9 de junio de 2009); Rivera Banuet, José (Secretario Permanente del SELA),
“América Latina y el Caribe ante la Crisis Económica Mundial”, (Power point presentado en
el mismo seminario citado en la referencia anterior); SEGIB, “América Latina ante la crisis
332 EL CAMBIO POLÍTICO Y SUS EFECTOS EN LAS ESTRATEGIAS DE ...
registros que evidencian descensos fuertes en el envío de remesas desde migrantes latinos en
EEUU a sus países de origen, lo que sin duda conmoverá las economías de estos últimos.
9
En diciembre de 2009, el Senado brasileño en una votación dividida (35 votos favorables y
27 contrarios) terminó de aprobar el Protocolo de Adhesión de Venezuela al Mercosur. Con la
aprobación ya concretada por parte de Argentina y Uruguay, ahora sólo resta la decisión del
Parlamento paraguayo, quien resolverá en marzo del 2010.
10
Los EEUU han firmado TLCs con México, toda Centroamérica más República Dominicana,
Chile, Perú y Colombia, en este último caso, con la aprobación pendiente del Congreso. Han
rechazado esta alternativa todos los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uru-
guay), Venezuela, Bolivia y Ecuador. Este discernimiento, a partir de los contenidos específicos
del formato norteamericano de TLCs y de sus fuertes condicionamientos en varios temas, im-
plica una diferencia sustancial en términos de estrategia de inserción internacional.
11
De esa manera puede reputarse su eficaz intervención, impulsada inicialmente por Chile y
luego respaldada por Brasil y el resto de los países del continente, en ocasión del recrudeci-
miento de la crisis boliviana hace pocos meses. El proyecto de la UNASUR, que sucedió con
increíble celeridad al malogrado y efímero intento de la precedente Comunidad Sudamericana
de Naciones, desde un comienzo parece haberse orientado a objetivos específicos como la con-
certación política, los proyectos de infraestructura común y de articulación energética, y el más
controversial tema del llamado “Consejo de Defensa”.
334 EL CAMBIO POLÍTICO Y SUS EFECTOS EN LAS ESTRATEGIAS DE ...
el nuevo Perú jugado a la estrategia de su flamante TLC con EEUU, a los que
podría sumarse ese Chile “postconcertación”, si se confirma en enero próximo el
triunfo en primera vuelta de Sebastián Piñera. La presencia internacional de
América Latina, en especial a través de su protagonismo en el “G 20 plus” o de
alguno de sus países (Brasil, México y Argentina) en el “G20 financiero”, que dis-
cute una nueva institucionalidad para el sistema financiero internacional tras
la crisis, no termina de resignificar su necesario rol contestatario ante los pode-
rosos (como en las Cumbres de Cancún o Lima) en la posibilidad de concreción
de acuerdos positivos (en particular luego del persistente fracaso de la “Ronda
de Doha” y en cómo ha quedado el maltrecho escenario de la OMC) a nivel de los
ámbitos multilaterales o birregionales con la UE. Si es cada vez más visible que
Brasil deviene un “actor global” poderoso, tampoco resulta consistente su sopor-
te regional, necesario para la afirmación de su protagonismo mundial. De todos
modos, este tema crucial —el de si la vocación global de Brasil requiere o no de
un sólido afincamiento regional sudamericano— configura uno de los temas más
relevantes de las cruciales elecciones brasileñas del 2010. Quien se perfila como
el más seguro candidato de la oposición, el “tucano” José Serra12, ha venido rei-
terando su convicción acerca de que Brasil necesita “desatarse” de la región.
En suma, desencanto o incertidumbre parecen ser los balances más pertinen-
tes en este punto, más allá de las apuestas activas en juego, algunas de las cua-
les pueden también encontrar proyecciones favorables en los próximos años.
12
José Serra, perteneciente al Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB), el mismo del expresi-
dente Fernando Henrique Cardoso (1994-2002), se perfila como el candidato opositor con más
chance para disputarle la presidencia al candidato oficialista (todavía no resuelto) en los comi-
cios de 2010. Serra ya anteriormente fue candidato presidencial en el 2002, siendo derrotado
en aquella oportunidad por Luiz Inácio Lula Da Silva, quien luego reiteraría su triunfo cuatro
años después. Lula ha rechazado la posibilidad de impulsar una reforma constitucional que lo
habilite a disputar un tercer mandato consecutivo.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 335
13
Este tema ha provocado una extensa bibliografía reciente en América Latina. Para citar tan
solo dos ejemplos valiosos, desde perspectivas y enfoques diversos, Natanson, José, La nueva
izquierda. Triunfos y derrotas de los gobiernos de Argentina, Brasil, Venezuela, Chile, Uruguay
336 EL CAMBIO POLÍTICO Y SUS EFECTOS EN LAS ESTRATEGIAS DE ...
Para citar sólo algunas de esas preguntas difíciles que no admiten respuestas
ni atajos perezosos: ¿Qué pasará en Cuba en los próximos años? ¿Cuál será el
impacto de esa evolución en Centroamérica y en el resto del continente? ¿Cuáles
serán los efectos del golpe de Estado en Honduras y de su resistencia frente a la
presión de la comunidad internacional? ¿Cuál es el futuro del proyecto bolivaria-
no y de la propia Venezuela, más allá de Chávez incluso? La Colombia de Uribe,
también convertido a la “fiebre reeleccionista”, ¿encontrará finalmente una paz
viable y una democracia respetuosa de los derechos humanos tras décadas de
violencia? ¿El otro camino encarnado por Perú y Colombia, en cuanto a sus es-
trategias de inserción internacional con EEUU y la Unión Europea, terminará
afirmándose o se verá desbordado por la crisis actual? ¿Cómo dirimirá Ecuador
las reformas y cambios encarnados en la experiencia del Presidente Correa? ¿Se
ha agotado definitivamente la experiencia de la Concertación Democrática y del
“modelo chileno” tras cuatro gobiernos sucesivos y la consolidación de visibles
signos de agotamiento? ¿El previsible triunfo de Piñera inaugura una nueva
etapa o es apenas un intermedio necesario para la renovación del espacio de
“centro-izquierda” en Chile? ¿Cómo se desarrollará el tramo final del segundo
gobierno de Lula en Brasil y que vendrá después? Tras la definición crucial de
los comicios brasileños del 2010, ¿Brasil confirmará su apuesta sudamericana o
variará hacia un protagonismo global más solitario y bilateralista? ¿Se confir-
mará ese sentido común reafirmado de que a la Argentina “sólo la puede gober-
nar el peronismo”, aun después de la severa derrota electoral del kirchnerismo
en las legislativas del 2009? ¿Emergerá un neoperonismo de contenido incierto o
se está en los umbrales de una inflexión política fuerte y de destino no previsible
en Argentina? ¿Cómo seguirá la “era progresista” en Uruguay, tras el significa-
tivo triunfo electoral de José Mujica? ¿Qué pasará con la experiencia singular
—y ratificada con el muy fuerte respaldo electoral obtenido en los comicios de di-
ciembre de 2009— del gobierno del MAS y de Evo Morales en una Bolivia reno-
vada pero también conflictiva? ¿El gobierno de Lugo abre de modo efectivo una
nueva era democrática en Paraguay o sus debilidades se dirigen a una situación
de inestabilidad política y tal vez hasta institucional? Y, más allá de los Estados
nacionales, ¿cuál será el destino de los diferentes proyectos regionalistas en el
continente? ¿Sudamérica, Latinoamérica, Iberoamérica o América a secas, tras
el avance de los TLCs bilaterales o de una (poco probable) iniciativa diferen-
te de proyección continental del nuevo gobierno de Obama? ¿MERCOSUR o
UNASUR? ¿O predominarán formatos flexibles de “regionalismo abierto”, que
habiliten membresías y compromisos múltiples y cada vez más laxos entre los
Estados partes de los diferentes proyectos integracionistas?
Como ha sido dicho, demasiadas preguntas difíciles para afirmaciones tajan-
tes y seguras. De allí que, en especial desde cualquier visión panorámica que se
y Ecuador, Buenos Aires, Sudamericana, 2008; Sader, Emir, El nuevo topo. Los caminos de la
izquierda latinoamericana, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2009.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 337
14
En efecto, el 26 de marzo del 2009 se cumplirán 18 años de la firma del Tratado de Asunción
de 1991, a través del que se formalizó el nacimiento del MERCOSUR.
338 EL CAMBIO POLÍTICO Y SUS EFECTOS EN LAS ESTRATEGIAS DE ...
15
El 26 de julio de 2009, los Presidentes de Brasil, Lula da Silva, y de Paraguay, Fernando Lugo,
firmaron un acta que significa un cambio en verdad histórico respecto al Tratado originario. El
acuerdo, que consta de 31 puntos, establece pasar el coeficiente de compensación a pagar por
el Brasil al Paraguay de 5,1 a 15,3, lo que implica un incremento del 200 por ciento, a resultas
de lo cual, a valores actuales significa pasar de 120 a 360 millones de dólares estadounidenses
anuales. De todos modos, según lo rubricado por los dos primeros magistrados, ello, como algu-
nas de las otras pautas acordadas, requerirá de la aprobación de los respectivos Parlamentos
nacionales. En otra de sus cláusulas, el acuerdo logrado establece el uso exclusivo hasta 2023
de la energía de Itaipú por los socios, lo que restringe el objetivo paraguayo de comercializar a
terceros sus excedentes energéticos. De todos modos, el acuerdo significó un avance muy serio
respecto a lo dispuesto en el Tratado originario firmado en 1975. Paraguay también tiene un
contencioso parecido con Argentina respecto a la Represa de Yacyretá.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 339
ros. Como se ha señalado, esa apuesta enfrenta desde hace tres años una fuerte
detente, de la que da cuenta por ejemplo la postergación de la aprobación por parte
del Congreso norteamericano del tratado firmado con Colombia. Todo parece alen-
tar la previsible continuidad de esta situación tras el triunfo demócrata en las
elecciones norteamericanas del 4 de noviembre pasado y los fuertes impactos de
la crisis internacional en un EEUU que ya no puede ocultar su recesión.
Asimismo, aunque de manera completamente diferente, apunta también en
esa dirección poco proclive a la activación de las negociaciones birregionales la
constatación que en América Latina persisten la inestabilidad política, la pobre-
za y una conflictividad multidimensional (interna a los Estados, binacional o de
componentes múltiples en algunas fronteras “calientes”) cargada de violencia.
Ya no está nada clara pues la prevista coordinación de las políticas birregionales
y multilaterales entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe. Asimis-
mo, la idea misma de cooperar entre bloques para ganar más poder de negocia-
ción ante terceros, si bien ha tenido un hito con la concreción de la iniciativa del
G20 plus liderada por Brasil, no ha terminado de perfilarse en el logro imposter-
gable de acuerdos positivos, sin una agenda única y testimonial de contestación
a la agenda de los países desarrollados. El propio Brasil hoy parece apostar más
decididamente a su inserción en los BRICS y en su capacidad creciente de inter-
locución con los poderosos.
En suma, las tres lógicas originarias de aquel acuerdo estratégico de 1994
que buscaba una auténtica profundización de las relaciones birregionales pare-
cen haberse debilitado en forma convergente: i) la lógica de integración ha debi-
do enfrentar obstáculos, entre los que uno de los más negativos ha sido la falta
de voluntad política real de los bloques latinoamericanos y del MERCOSUR en
especial por avanzar en diseños institucionales de un perfil de “supranaciona-
lidad realista” que facilitarían los acuerdos; ii) la lógica económica tampoco ha
mantenido sus avances, ya que si bien entre 1992 y 1997 llegó más capital euro-
peo a América que en cualquier otro quinquenio del siglo XX, la situación varió
en los años siguientes, en algunos casos dramáticamente, de la mano también
de la fuerte crisis económica y financiera de los países del MERCOSUR, sin que
las nuevas mejoras del lustro 2003-2008 hayan podido recuperar plenamente
la situación precedente; iii) la lógica política también se ha deteriorado, entre
una Europa que no quiere interpelar o provocar de modo directo al hegemonis-
mo norteamericano y que a lo sumo —como es el caso típico de sus iniciativas
de cara al MERCOSUR— actúa reactivamente (cuando avanza EEUU hacia la
región, lo mismo hace un poco más tarde la U.E.), pero que en los foros multila-
terales como la OMC o las Cumbres de la ONU no abandona un formato rígido
de alianza básica Europa-EEUU.
Sin embargo, pese a la persistencia y, en algunos casos, a la profundización de
estos y otros problemas, siguen pesando favorablemente factores cuyo influjo no
debe menoscabarse: i) la singularidad de los vínculos históricos entre Europa y
América Latina; ii) el hecho que la Unión Europea sigue siendo un socio comer-
342 EL CAMBIO POLÍTICO Y SUS EFECTOS EN LAS ESTRATEGIAS DE ...
16
www.realinstitutoelcano.org.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 343
17
Tomado de la Tesis doctoral de Valeria Marina Valle Lomuto, presentada en el 2008 en la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en su Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales, bajo el título Las negociaciones del acuerdo de Asociación Interregional entre la Unión
Europea y el Mercosur. Agradecemos a la autora la posibilidad de consulta de esta muy buena
tesis, todavía inédita.
346 EL CAMBIO POLÍTICO Y SUS EFECTOS EN LAS ESTRATEGIAS DE ...
18
Toda la información que sigue ha sido tomada del portal del ALBA www.alianzabolivariana.
org
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 347
“El ALBA, en tanto que alianza política estratégica tiene el propósito histórico fundamental de unir las
capacidades y fortalezas de los países que la integran, en la perspectiva de producir las transformaciones
estructurales y el sistema de relaciones necesarias para alcanzar el desarrollo integral requerido para la con-
tinuidad de nuestra existencia como naciones soberanas y justas. (…)El ALBA se sustenta en los principios
de solidaridad, cooperación genuina y complementariedad entre nuestros países, en el aprovechamiento
racional y en función del bienestar de nuestros pueblos, de sus recursos naturales —incluido su potencial
energético—, en la formación integral e intensiva del capital humano que requiere nuestro desarrollo y en la
atención a las necesidades y aspiraciones de nuestros hombres y mujeres”19.
En sus documentos conjuntos, los Estados parte del ALBA manejan los con-
ceptos de proyectos y empresas “grannacionales”, definidos en contraposición a
la idea de “proyectos y empresas transnacionales”. De manera expresa, afirman
una común visión ideológica sustentada en una “concepción crítica acerca de la
globalización neoliberal, la necesidad del desarrollo sustentable con justicia so-
cial, la soberanía de nuestros países y el derecho a su autodeterminación, gene-
rando un bloque en la perspectiva de estructurar políticas regionales soberanas”.
Entre los “proyectos grannacionales” que hoy se formulan en distintas etapas de
maduración, figuran: el Banco del ALBA, el proyecto Grannacional de Alfabeti-
zación y Postalfabetización, el ALBAMED (con su buque insignia del venezolano
Telesur), el Sistema Unitario de Compensación Regional (SUCRE), considerado
este último como primer paso hacia una moneda común, entre otros.
En cuanta su institucionalidad básica, el ALBA cuenta con una estructura
básica, cuya máxima autoridad es el Consejo de Presidentes del ALBA-TCP.
También existe un Consejo de Ministros que está constituido en las áreas polí-
tica, social y económica, al que se suman el Consejo Ministerial de Mujeres del
ALBA-TCP (para asegurar la transversalidad de género en todos los instru-
mentos de integración) y el Consejo de Movimientos Sociales (en el mismo nivel
jerárquico, actualmente en fase de instalación).
19
El último párrafo está tomado en forma textual del documento político de la V Cumbre del
ALBA.
348 EL CAMBIO POLÍTICO Y SUS EFECTOS EN LAS ESTRATEGIAS DE ...
20
Véase a este respecto las mediciones del latinobarómetro acerca de la evolución de la popula-
ridad del presidente venezolano en la opinión pública de 18 países latinoamericanos.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 349
21
Naishtat, Silvia, “Brasil, el socio elegido por París y Bruselas. Cae el acuerdo entre Europa y
el Mercosur”,Clarín, Buenos Aires, 8 de octubre de 2008.
HISTORIA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA, 1959-2009 351
el seminario que se hizo en Buenos Aires, es muy importante que Brasil y Argentina no se miren como com-
petidores, sino como socios. (…) En función de esa realidad argentina, Brasil tiene conciencia del papel que
juega en la Ronda de Doha y de cómo combinar eso con la cooperación con Argentina para su recuperación
industrial. Por eso, no existe ninguna hipótesis ni posibilidad de que Brasil se juegue sólo. Brasil tiene claridad
que su relación con Argentina, cuanto más armónica y más productiva sea, más contribuirá para fortalecer
el Mercosur y la integración sudamericana. (…) No debemos ver, en nuestras divergencias, situaciones de
conflicto sino situaciones de diferencias; diferencias económicas y de potencial industrial. Vea, cuando Brasil
estuvo dispuesto en la Ronda de Doha a realizar un acuerdo con los términos negociados para agricultura
y productos industriales, es porque el país estaba dispuesto a realizar, en el ámbito del Mercosur, las com-
pensaciones que exigiera Argentina para no tener problemas.(…) Ocurre que Brasil trabajó todo el tiempo
teniendo en cuenta que Doha debería tener un instrumento: favorecer a los más pobres del mundo, que
dependen casi exclusivamente de la agricultura y con un mercado europeo prácticamente cerrado para ellos.
Lo que nosotros queríamos es que ese mercado se abriese un poco”22.
Como señal que las versiones periodísticas sobre este particular reiteran la
incertidumbre y las versiones encontradas que se perciben en los medios diplo-
máticos y académicos, apenas un día después de estas declaraciones del Pre-
sidente Lula, en el semanario uruguayo “Búsqueda”, bajo el título de “Crisis
global y fracaso de Doha reavivaron interés de Unión Europea en un acuerdo
político y comercial con el Mercosur”, el periodista Edison Lanza señalaba, como
enviado especial a Bruselas para realizar un informe acerca de las opiniones
prevalecientes a nivel de las autoridades comunitarias:
“La Unión Europea (UE) tiene un alto “interés político y económico” en cerrar “un acuerdo birregional
equilibrado y amplio” con el MERCOSUR, porque pese al estancamiento de este último, se lo considera un
proceso de integración “exitoso” y con potencial de crecimiento, dijo a “Búsqueda” Ángel Carro Castrillo,
director general de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea y jefe de la Unidad MERCOSUR y Chile de
ese organismo, durante una reunión con periodistas de América del Sur que tuvo lugar en Bruselas. (…) El
fracaso de la ronda de Doha, la crisis financiera mundial y el comienzo de un período de recesión en Europa,
parecen haber acicateado a la burocracia de Bruselas en la búsqueda de ampliar los mercados y desempol-
var la dilatada negociación con el MERCOSUR, que hasta el momento se mantenía en el congelador y va
rumbo a cumplir una década. “Ahora hay más razones económicas que antes, porque podemos superar el
percance juntos”, confió una fuente de la “capital” de Europa”23.
22
23
Cantelmi, Marcelo; Kirschbaum, Ricardo y Gosman, Eleonora (Brasilia, Enviados especiales),
Lula, en exclusiva con Clarín: “No existe ninguna hipótesis de que Brasil se juegue solo”, Cla-
rín, Buenos Aires, 7 de septiembre de 2008.
“Búsqueda”, Montevideo, 9 de octubre de 2008, p. 7. “Crisis global y fracaso de Doha reavivaron
interés de Unión Europea en un acuerdo político y comercial con el Mercosur.”
352 EL CAMBIO POLÍTICO Y SUS EFECTOS EN LAS ESTRATEGIAS DE ...
RAZONES E INCERTIDUMBRE
Hace algunos años las expectativas y el fervor integracionista en la región,
en especial en el MERCOSUR, originaban especulaciones y pronósticos mucho
más auspiciosos que los actuales. Pensemos por ejemplo en los anuncios y pro-
yectos que siguieron a la crisis 2001-2002 en el Cono Sur. Los contextos desde
entonces hasta hoy han variado dramáticamente. Sin embargo, pese a las cir-
cunstancias vividas y a aquellas que están en curso, los “costos” de “salirse” y de
no estar en la región siguen siendo mucho mayores. Más allá de los discursos, no
parece plausible sostener hoy que, finalmente, las opciones “por la región” o “por
el mundo” han devenido dicotómicas. Si ello es así, como creemos, los países del
continente no pueden sensatamente implementar estrategias confiables para
“estar en el mundo” sin estar “en la región”, o peor aún, “contra la región”. Sin
embargo, ¿cómo se resuelve, de la mejor manera y con la urgencia que exigen
las demandas de las sociedades de la región, ese cúmulo vastísimo de obstáculos
y disonancias que tanto están afectando los procesos de integración regional en
América del Sur?
Esa interrogación, que tal vez sea la clave primordial de toda estrategia de
inserción internacional para los países del continente, como dijimos, requiere de
una definición más política que ideológica. No puede resultar un mero resultado
presentado como una “consecuencia natural” de la coyuntura, de la geografía,
de la historia, de la economía o del comercio. Tampoco esto se resuelve desde
la convergencia ideológica de los gobiernos. El diseño de una política exterior y
mucho menos las prácticas y estrategias de integración regional y de inserción
internacional no pueden verse ni resolverse desde esos “ojos de cerradura”. Su
atención adecuada requiere de definiciones políticas consistentes, legítimas des-
de sus procedimientos de decisión, formuladas como clave transversal de visio-
nes estratégicas de desarrollo y competitividad. Esa es —creemos— la vía más
adecuada para los países sudamericanos en procura de encontrar un “lugar”
dinámico en un mundo cada vez más complejo e incierto.
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