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Debates ciudad / educacion memoria / izquierda liberalismo Eric Hobsbawm Thomas Bernhard MUO] Of fin RINE Macnee Cac Ye Te CesT ANC oflltocomm {Ceo Ram VCO cel VLCC LICL leiras * Myers _lustra: Jorge Boccardo Revista de cultura Afo XXII + Némero 63 Buenos Aires, Abril de 1999 Sumario 1 Graciela Silvestri, La ciudad de los arquitectos 10 Adrién Gorclik, Observaciones sobre la sociedad civily el Estado en la Argentina 17 Beatriz lo, Educacién: el estado de las cosas 22 Miguel Dalmaroni y Margarita Merbilhad, Memoria social e impunidad: los limites de la democracia 26 Nelly Richard, La cita de a violencia: convulsiones del sentido y rutinas oficiales Federico Monjeau, Thomas Bernhard: misica y merifora 37 Carlos Altamirano, Lecciones de un historiador socialista 40 Marcelo Leiras, Hechos y nombres de la izquierda 43. Jorge Myers, Entre la libertad y el miedo: Botana y la esporddica tradicién liberal argentina Las ilustraciones de este niimero son obras de Jorge Boccardo (Buenos Aires, 1957). Consejo de direceién: Carlos Altamirano José Aricé (1931-1991) Adridin Gorelik Marfa Teresa Gramuglio Hilda Sabato Beatriz Sarlo Hugo Vezzeut Consejo asesor: Rail Beceyro Jorge Dott Rafael Filippelli Federico Monjeau Oscar Terin Directora: Beatriz Sarlo Diseiio: Estudio Vese y Josefina Darriba Suscripetones Exterior: 50 USS (seis ndimeros) Argentina: 24S (tres nimeros) Punto de Vista recibe toda su correspondencia, giros y cheques & nombre de Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39, Sucursal 49, Buenos Aires, Argentina, Teléfono: 4381-7229 Nuevo Offse Buenos Aires. La ciudad de los arquitectos Graciela Silvestri La ciudi En Jos dltimos diez ais se consolidé un triple vin formas de produccién fisica de dad, con caracterfsticax que alt imente las modalidades tradiciona- ‘que articula grandes capitales privados. instituciones de gobierno de laciudad e instituciones especificas del campo profesional de las. disciplinas ricntadas a la transformaci6n urbana en particular de la arquitectura, Se par- te aqui de la hipstesis de qu a fue mis estrecha, y po- see formas especificas y novedosas de funcionamiento, alo que define boy las an to- Esta transforma directamente relacionada con el de la construcei6n en Buenos Ai La estabitidad econémica y las condi- ciones més que generosas con que el gobiemo de Ia ciudad recibe cualquier iniciativa privada, en la misma linea que sus antecesores inauguraron, ha motivado una reactivacién que supera ‘umpliamente las inversiones en ta dé- ada de 1980 (el punto mas bajo en las inversiones de la tiltima mitad de siglo), acercéndose a la potencia de na. Pero por supuesto, hoy no estamos hablanda siones del estado, Segiin los datos del diagnéstico preparados por el equipo én se encuentra los alos, del Plan Urbano Ambie O8), la inversién pablica en infraes il (octubre tructura urbana ha disminuido un 100% en los altimos diez —lo que resulta obviame: te para cubrir la amortizaciGn anual promedio det capital jo." La in versiGn inmobiliaria privada. en cam- bio, ha superado los niveles tradicio- rales de construcei6n en lt ciudad GES necesario redundar sobre las implicancias de esta situacién, desp de los desasires del reciente ver Si el tema pluvial ya habia sido reco- nocido como grave, y los limites de Funcionamiento del viejo sistema clo- cal pudicron ser encarados cireuns- tancialmente, la peor crisis en la his- toria local de los servicios eléctricos. desde que la CATE se instalo a prin- Cipios de siglo, no habia sido siquiera prevista. ;No se conocfan, puede uno preguntarse, “4 del estado de los servicios efectuadas an tel ador en marzo de 1998? Quiznes caminaron en febrero por las sur oscuro vieron otra s denuncias acer calles de ese ciudad: Ta degradaci6n y la pobreza se hicieron més evidentes a la luz de las fogatas que los vecinos iniciaban co- mo impotente protests. Los restos ur- hanos que aparecen en las pelic de ciencia ficcién desde los alos ‘ochenta, en el estilo de Blade Runner, podrian confundirse cen los barrios del suroeste en febrero, 1. Cf Gobiarna de a Cina de Bueno Aes Plan Uriano Ambiensal de a Ciudad de Buenos Aires Elemontos de Diagnético, 199% La division socioespacial en Bue- nos Aires nunca fue mas evidente que entonces, ¥ la constatacién cotidiana aparece corroborada por las evaluaci nes estadisticas. Si comparumnos los datas de tiveles de sociohatitabitidad, ‘educacién, origen de la poblacién, y ca- icteristicss de la vivienda —traduci dos aqui en esquemas espaciales—, se obtiene un plano en el que aparece laramente delimitada ta riqueza del norte y la pobreza del sur-suroest, luyendo gran parte del centro hist6- fico de la ciudad, con islas cada vez mis estrechas de capas medias, La gregacién, cabe agregar, nunca fue mds clara en ta historia, ‘Superpongamos a estos planos de diagnéstico el esquema de inversio- nes privadas y pablicas en la ciudad cen los diltimos diez afios: los lugares més promisorios son el objeto de las inversiones tanto privadas como pii- blicas, ;Alguien puede confiar, en es te marco, en ls oficina de planeamien- {to urhano cuando expone una multitud de proyectos para las zonas mis de- ‘gradadas, en Lugano 0 en Barracas. cuando ellos no s6lo aparecen indefi- nidos en tas ideas sino huérfanos de Ccualquicr instnumento especifico de in- ervencién —como no sea la aleato- riedad de que algin Soros sc interese? Sobre este fondo de problemas no tuna segresacion cristalicada. ‘Arriba: habitantes con estudios primarios: abajo: habitantes con estudios universitarios (Fuente: Plan urbano Ambiental) Los esquemas socioespaciales ide educacién como los de ingresos, visienda, etc. coinciden todos en mostrar resvelios, sin caminos aparentes para Ja resolucién, se erigen torres cerra- das, centros comerciales, grandes pro- yeetos que implican vastas zonas de Ia capital, hoteles cinco estrellas, esta dios, y como broche de oro, la famosa aeroisla. ;Es que Buenos Aires es una ciudad tan pobre que s6lo puede de- pender de la voluntad de grandes eapi- tales intemacionales? Por el contrario, cs una ciudad rica, al menos compari livamente con cualquier oa ciudad de la Argentina y con muchas de La- tinoamérica; concentra, dentro de las frontcras de su astonomia, alrededor del 25% del PBI nacional, en contras- te con la residencia de s6lo el 10% de la poblacién total det pafs. de tn cual tun imporante segmento posee el ma- yor poder adquisitivo, No se trata de pobreza en el mut ipio; se trata de la ausencia de cual- quier proyecto de reforma, en el sex tido social y fisico, del espacio urbano, de la entzega incondicional a las pou- tas del mercado. Sin proyecto, la ciu- dad crece y se expande, en un sentido siempre opuesto a la adn prociamsda retGrica politica de igu social Estas transformaciones tan publicisa- das como ausenies de proyecto afve- tan a la forma de ta ciudad de manera tan definida que, por primera ver des- {de los aos trcinta, estamos en los m= brales de otra Buenos Aires, ;COmo se decide este carcter futuro, si es que alguien lo piensa? ,Quignes son los actores reales de esta transforma cidn? Durante mucho tiempo la ciu dad estuvo en manos de! go! ional, y 1a oposicién politi justeza, sefial6 su responsibil los problemas que aquejsban a Bue ngs Aires. ;Qué ha hecho hoy la opo~ sicion convertida en gobierno de ka ciudad para transfonmar esiasituacién? El papel de la arquitectura En este ples solicit en una época to biisico det acio de conflicto y miilti- jones que es la ciudad. y que el funcio abitar s¢ ha puesto en crisis, centrarse en ta arquitectura pue de parecer, en principio, superfiuo. Sin ‘embargo no lo es, por diversas rizo- nes. En principio, porque en los gran- des emprendimientos a los que hemos hecho alusion. ta arquitectura (en sen- tido amplio de construcci6n visible y significativa de la ciudad) sintetiza las istintas coestiones urbanas, en ka me= ida en gue éstas constituyen el mate= rial de su forma: por aftadidura, quitectura posee una dimensiGn simbélica en la que no sélo puede cerse una interpretaciGn del presente y del pasado, sino también un proyecto futuro, En segundo lugar, ella se ha convertido, intemacionalmente, en una pieza clave para promover una civ dad, mis allé dz sus funciones con- eretas en la produccién econdmica 0 el uso socin raha ipel que te otorgaha Dindcrates, ef arquitecto de ‘Alejandro: la del manifiesio mais com- pleto de celebracién del poder. Como puede verse en el ejemplo d Guggenheim de Bilbao, oen tas inte venciones de gran escala de Paris ode Berlin, la arquitectu ¢ especticulo, ¢s publicidad. y con- tribuye decididamente a la colocaci6n de la ciudad en el concierto nacional € intemacional, econémico y cultural 10, su papel ha cambiado con re pecto ala efimera voluntad modernis- ta, que en sus vertientes ms radicales intentata recusar ese caricter clisico de representacién, presentindose co mo construccidin al servicio de las n les mas acuciantes. trastocan la forma visible de la ciudad —pero que también alteran el tejido social, los flujos citculaterios 0 et ¢ io pblico—, implican en este mo- ‘mento una forma de producciGn now dosa en nuestro pais, que ha alterado sustancialmente no s6lo kay maneras de hacer arquitectura sino tambicn la de hacer negocios y, sin duda, las for- mas de gobemar la ciudad. Los sucesivos gobiernos de Bue~ nos Aires en el periodo democritico han sido especialmente sensibies al nuevo valor otorgado a los grandes proyectos de arqaitectura, Por cierto, ‘ya habian cambiado los parimetos tra- icionales de la plani que ten dia a disolver en la cantidad y a efi- cacia el valor de la arquitectura de la ciudad. Madrid y Barcelona. que im- plementaron las auevas orientaciones urtanisticas en su propia transicion de- ‘mocritica. fueron convocadas oportu- namente como modelo, Pero en estos casos europens, si bien se intreductan aspectos de adecuscién al nuevo or- den econémico mundial —como las empresas de capitales mixtos piblicos Y privados—, las grandes intervene! nes propulsadas por el estado tendian a cvalificar espacios degradados de ta ciudad: por otro lado, la mayor fe bilidad de les planes a0 implicaba que no se asumicran estrategias globales en lo refereate a los problemes clési- afracstructura, medio ambien- ta de terrenos al mejor postor. La S ccretaria de Planeamiemto del actual g0- bierno de la Cindad no hia permanecido inactiva en lo que se refiere a colocar cen los medios de difusion una multi- tud de proyectos inconexos, que van desde ambiciosas transformaciones de fa costa, reactivacién de arterias cen- tales, proyectos para vastos fragmen- tas urbanos y promesas para el sur. Varios de ellos parecen responder 3 lat expectativa de igualacién social que gn la mayor paste de la poblacién de Buenos Aires hace suya. Pero en rea- fidad, ta Secretaria podria en estos ca- Montos en miles por distrita escolar Do-40.000 9 +0.001-80.000 Wis0.001-350.000 Distribuciin espacial det gasto piiblico 1988-1997 Enlos iltinos diezatos las inversiones pilicas reconocen lamisma distribuctiin espacial que los esquemas sovivespaciales, Lo que nuestra que han reforsadt la segregacin. Fuente: Plan Urbano Ambiental 08 recurrir a los expedientes de Po- temkin sin grandes gastos: su volun- tad social es pura retérica, Revisemos las propuestas para las ‘reas degradas. La “recuperacidn” de Lugano y Soldati pasa por la conce- si6n del viejo panue de diversiones y (sic) “23 viviendas del plan arraigo™: la rehabilitacién de los terrenos va- antes del Wames, por la construccidn de un megamercado cuya contribucién al espacio piiblico consistiré en un in- finito paredén: la de ta Boca, por ta propuesta de un pasco asomndose a las aguas negras del nunca sancalo Riachuelo. Otros proyectos apareazn con cierta vol Gta es ine los hechos: ef plan de mejoramiento de los espacios verdes, por ejemplo, sé tradujo en las rojas y en los pese- bres de fin de ano, Exedndallos nunca faltan, para seguir con una tradicién argentina: baste nombrar la reciente ‘ventas de la Rural, y la posterior post- bilidad de aumento de metros cons- tnuidos sin cambiar el destino fijalo por el Cédigo; 0 la venta de mediano- che de os terrenos de Tandanor. En cuanto a las responsabilidades de la Nacign —el proyecto de aeroisia, que continéa revitalizado; las transforma- cciones del puerto nuevo, cayo impac- to ambiental an est por evaluarse, © las promesas incumplidas de sanea- miento del Riachuclo—, no originan ningén conflicto entre el gobierno di- rigido por la oposiciOn y el gobierno nacional. De la Ria y Menem parecen estar muy satisfechos de sus mutuos las entidades profesionales, y conflic~ tos entre las distintas l6gicas del po- der politico y de las disciplinas técni- cas, Recordemos, por ejemplo, It oposicién clara de 1a Sociedad Cen- tral de Arquitectos al proyecto de au- topistas de Cacciatore en plena dicta dara militar. Es que la arquitectura en la Argentina se conforms como cam- Po intelectual especifico. con aptitad para actwar sobre la ciudad, en las lu- ‘chas por imponer un modemismo que, desde la posguerra, tue canonizado 6- ‘mo democritico y progresista. Asi, la légica téenica, aun con todas sus con- tradicciones, levata a denunciar fre- ccuentemente las acciones inequitativas cen la ciudad. Pero, zeGmo hoy las ins- tituciones de este campo profesional van a denunciar nada si el establish- ment de ta arquitectura se encuentra directamente implicado en las propues- tas actales? Basta revisar los integran- tes de la Secretaria de Planeamiento Urbano y Medio Ambiente: de 42 per- sonas en cargos de importancia direc- tiva y tenica, 28 son arquitectos, y s6l0 un puflado de ellos poseen for- macién urbanistica, ya sea académica © de oficio. ,Cémo se plasma la vo- luntad “transdisciplinaria” del propio plan? Por otro lado, muchos de los ‘emprondimientos se proponen sonjun tamente con la Facultad de Arquitee- tura y Urbanismo y con la Sociedad Central de Arquitectes. ,Quién va a protestar? Por fuera de los mecanis- mos oficiales, los estudios grandes nunca tuvieron un peso similar en ta ciudad. En un somero anilisis de ta profesiGn, publicado en 1997, se nos informa que existe en ta ciudad un ar- ‘quitecto por cada 170 habitanies (sf, no hay error de impremta) y que cerca del 70% trataja en la profesidn. Por cierto, a esta situacién se agrega un porcentaje aliisimo de trabajo en con- iciones precarias y temporales, en fos stafis de los diversos estudios 0 en trabajos free lance: un porcentaje mi- ‘nim posee su propio estudio (6.7%). Dentro de ex concenirado, s6lo alre- dedor de quince estudios en Buenos Aires estén en condiciones de compe- tencia para obtener obras de enverga dura, Algunes poscen una trayectoria destacable, tatos poseen contactos de primera. Paraellos. como para los fun- cionarios actuales. la voluntad fu ca ce Ia arquitectura modema parece haberse cumplido, exciuyendo casi to- talmente las preocupaciones por la equidad social en favor de un “realis- mo” ad hoe. Analicemos tres ejemplos recien- tes para identificar el impacto de tas nuevas formas de producci6a en ta ar- ‘quitectura urbana: una operacién mix= ta, como la del sector Este de Puerto ‘Madero, la dltima etapa del plan de ta Corporacion: una operacion privacka, pero festejada por el gobiemo portefio ‘como si fuera suya: el Abasto; los ava- tares de los Gitimos grandes concur- sos de ideas para Ia ciudad, en parti- ular de Retiro, formulados en el mar- €0 de propuestas generales sobre los ‘espacios vacantes 0 sobre la costa, Los tres ejemplos son paradigmaticos: ef primero concieme a una operacién im- pulsada desde el estado. la primera de las grandes realizaciones en Buenos Aires que formul6 un modclo de ges- tidn en el que se articulaban distinas Tepairticiones y jurisdicciones estatt- les y em el que se proponia la partici- pacién activa del capital privado: et segundo constituye una operaciGn pri vada en manos de IRSA (Soros), con l particular caricier de situarse en una ‘zona degradada; en tercer lugar, el con- curso de Retiro remite directamente a la transformacion de las modalidades proyectunles y productivas de In dis- Ciplina arquitecténica en su operar s0- bre la ciudad. Los diques al este en la operacién de Puerto Madero. Pocas operaciones t- vieron tanto éxito como la de Puerto Mavlero, Ella constituye el caso mo- delo para actuar sobre la ciuxkad, con- solidado durame ta intendencia de Grosso. Los cambios acaecidos en ta ciudad desde principios de 1990 hasta hoy son palpables sobre todo en gunda parte de la operacign: ka adju- dicaci6n de los terrenos al este de los diques. La primera parte del proyecto tu- vo un largo parto, e ilustra sobre dife- rencias esenciales con las aci tuales, Debemos buscar en Ideas para Buenos Aires el inicio pa- blico de una actitud contestataria con- tra el autoritarismo de Ia planificacién ‘que antes comentamos, en favor de una mayor participacién ciudadana y de un avercamiento cualitativo a los nacleos problemsticos de la ciudad. Algunas de las Veinte Ideas, que cubrian todo el territorio de Buenos Aires, se refe- rian a la costa del puerto.Ya hemos comentado en otro articulo la sen: lidad del proyecto de ‘Tony Diaz y aso- 2. E, Bekinchatein y A. Aldisoro, Argui- lectus la ersin de tn provecte, Formatin realidad profesional. CBCASICYT. Facultad de Arquitectura. Disefo y Urbanismo, Buenos ‘ites, 1997 Giados para esta érea industrial donada: una leccion vigente de las po- sibilidades de leer la historia, fa topo- grafia, y las necesidades inmediatas, afirmando simultineamente una inno vaciOn formal particular.’ Esta pers- pectiva no predomind, pero aun ast, las bases del concurso resultaban cla- ras con respecto al cardicter buscalo en el dea. En efecto, el programa remarcaba dos cuestiones: 1a afirmacion de una identidad para el drea, que se presu- mfa part: de la identidad urbana en general, y la reactivacién del cent, ‘que yas diagnosticaba en plena de- cadencia. Se esperaba que la rehabil {aciGn del viejo puerto en posicién cen tral redundara en la mejora cualitativa tanto del norte como del sur. También se acentuaba lt proporcién de espe ‘clos pablicos con respecto a un pro- yecto anterior, matriz. del actual, de fos asesores espaioles. Los equips nadores de los tes primeros premios se abocaron luego a la especificacién del master plan; a ello sucedié la pri mera etapa de remoxtclaci6n de los ¥ jos almacenes. Por entonees, el peso de la historia, para bien y para mal, era fuerte: agut actu6 como contrata- lanceo de acciones salvajes. No asi en los diques al este, que también for- man parte del plan maestro. Esto se debe a diversas coyunturas: en primer lugar, el rea en su conjunto continia separada de Ia ciudad: si algo no su: cedi6 con esta intervenciéa, es La in- tegracién del “nuevo barrio” gentrifi- ado al tejido urbano ¥ su posible impacto en la recualificaci6n del cen- {tro (mucho menos del sur), Obsticu- Jos que no se habyan tenido en cuenta (ta autopista metropolitana; la ausen- cia de inversiones en infracstructuras Ja displicencia en el tratamiento pro- yyectual de las barreras urbanas) con- tribuyeron a que el barrio det pueno siga siendo una isla atractiva para los turistas y un patio de comidas para sectores de altos recursos que despla- 26 a ta Recoleta, sin incidencia en la Ciudad real. El sector este de 10s di: ques es aiin poco visible, y no se ¢s- pera de esta 4rea ninguna incidencia activa en el resto del espacio urbano, Pero también existe un factor ide- olégico que bloques a posibil un proyecto coherente en los diques del este: ciertas convicciones compar- Uidas por especialistas y ciudadanos se adelgazaron en lugares comunes, per miticndo el avance de una acci6n su- Jota exclusivamente a las reglas eco nGmicas. A la actitud conservacionista ‘elemental que tifa hace diez aftos la isciplina arquitect6nica, casi como él- timo baluarte cualitativo, sucedio una ‘modzmidad salvaje, apoyada en los 16- picos del “fragmento”, el “eaos” o la “globalizacién”. ‘Aquel plan maestro de Puerto Ma- ero constituia, al menos, un proyecto definido a principios de la década: esto rio ocluye que ef gobiemo muni- cipal de entonces, delegado del nacio- nal, haya inaygurado moxalidales: de corrupcién nunca vistas. Veamos en cambio las intervenciones en los di- ques al este que se pusicron a punto, después de un breve letargo de la Cor- porscidn, a partir de 1996, La licita- in del dique cuatro fue comidilla en los circulos arquitect6nicos: en poten- cia, se tratabade una licitaci6n de pro- yeeto y precio; en realidad, se wataba de ver quién ofrecia més; ganaron quienes ofrecieron por las tieras un precio tan espectacular que se los pre- ‘mié con la ampliacién del predio. No necesito redundar sobre los proyectos, -¥a que todos los que se presentaron, ‘studios grandes locales asociados en- tre sf y con empresas norteamerica- s mismos, dema- siado satisfechos, Los "pesos pesados de la arquitectura sumados a podero- sos inversores nacionales y exiranje= ros", sein descripcidn apologética del diario Clarin en marzo del 97, tavie- ron un desempenlo més que conven- ccional. Desde entonces no s6lo se su- ‘maron mds propuestas de poco relieve, sino que, inadvertidamente, se demo- lieron 10s silos de Bunge y Bor, su- puestamente protegidos en el plan, Ningin arquitecto medianamente cul- to ignora que estos silos, més alld de su calidad intrinseca, constituyeron un paraligma para la arquitectura moder- na intemacional, publicitados por Gro- pus y Le Corbusier. No se trataba sO- Jo de un patrimonio local. QUE caracteristicas de paisaje ure ‘ano va a conformar esta suma de in- tervenciones apenas controlada, que suma sin conexién la épera de Sidney en miniatura, lavadas oficinas a la americana. y hoteles de cadens inter- nacionales que sin esfuerzo podran su- perar en fealdad al Sheraton? Las ba- ses del concurso y los proyectos del 91 también cran convencionales, pero posefan una definicién con respecto al cardcter del sitio gue, sin grandes in- novaciones, prometia cumplir con al- unos items que ya perienecian all sen- tido coméin ciudadano. Los diques at Este no quiebran ningun sentido c0- mén —instalan lo peor de la vasta y rica cultura norteamericana— y no lo- gran, en conjunto, convertirse en un Proyecto identificable. A la Corpora- cién Puerto Madero sélo le interesd cn este caso los réditos de la venta y ‘no precisamente porque los fuera a vertir. como todos los habitantes de la ciudad sabemos, en las zonas mis des- protegidas 0 en la infracstuctura de la ciudad. La experiencia de Puerto Madero deja, ademds, un sabor amar- 0 a quienes defendicron la mode: zaci6n de los criterios tradicionales de planificacién en Argentina, viendo c6- mo la flexibilidad y apertura que se publicitaban en los inicios de la de- mocracia se convirticron en suj a las reglas de juego del capital pri- vado. EL Abasto, Las primeras propuestas pa- +a cualificar un barrio degradado pero central en la ciudad a través de la re- cuperacién del magnifico edificio construido en 1927-30 por Del Pini, Sulcic y Bes datan de fines de 1970. Fueron proyectadas por un equipo i- erado por Marcos Winograd, de fuct- te inspiraciGn social, y se movian en ‘un plano experimental, ya que las con- diciones politicas y econdmicas impe- dian su concreciéa; se trataba, como cn tantos casos de la época, de Hevar adelante un manifiesto en una zona ejemplar de Ia ciudad, que pudiera ser aprovectiado por diversas organizacio- nes vecinales, cooperativas, y grupos altemativos de trabajo urbano, Por en- tonces, mievos temas tales como la reservacién edilica o la pasticipacidn 3. CEL A. Govelik y G. Silvestri, “Requiem 39, dicicmnee barrial comenzaban a corroer el cor- pus de la planificacién modernista, preparando ¢1 campo para los grandes cambios del ochenta, En los grupos ceriticos del autoritarismo planificader, acentuado por las circunstancias, esti- ba de moda e1 modelo de intervencién del municipio evrocomunista de Bo- logna: la rehabilitaciOn de Tos centros historicos sin la expulsiGn de fos sec- tores de menores recursos. El Abasto resultaha ideal para propouer wn pro~ yecto en esta direcci6n; la remodcla- ‘ci6n del viejo mercado desplazaba en {a propuesta tas funciones productivas hacia las culturales y sociales —un ejemplo del cambio de sensibilidad en €l campo progeesista. Cuando en 1983, la inauguracién del nuevo Mercado Central cra inmi- niente, se presentaron otros proyectos ue ya inclufan el tema del centro c0- mercial. Con nuevas normas para ef fea, en 1984, el Hogar Obreto se bi 20 cargo del edificio: de acuerdo con las nuevas orientaciones, Ins activid- des participativas y culturales se con- densaron y redujeron en ta actividad ‘boom del momento: et pasco de com- pras, La reconstruccion se inici6, pero ¢ Hogar Obrero quebré al poco tiem- po. Con intenciones similares a las det ‘Abasto, la Cooperativa habia alcanza- do a remodelar para este fin el viejo mercado Spinetto, que pusde dar boy una idea de esta mezcla imida entre preservacién de las fachadas y° pasti- cche del espacio interior, y de Su limi- tado eco en la cxalificaciéa de un ba- rrio que necesitaba algo més que un bonito centro de compras para levan- tarse. Por entonees, el estudio de LO- pez y asociados. pionero en Ia intro- duccién de nuevas modalidades cn la arquitectura para el comercio, habia Jogrado una férmula exitosa tanto en la gestidn det encargo como en la ima ‘gen presentada (“a eleccidn del clicn- te"), Apoydndose en el quiebre, den- tro de la disciptina arquitect6nica, de Jos principios de austeridad formal de cuflo europe, Juan Carlos Lopez ¥ su ‘grupo no temian ni palmeras de plis- tico ni dorados a la hoja; el gusto kkitsch-norteamericano, sicmpre conju- ado, penctraba definitivamente en ka disciplina, El impacto social de los shoppings de Lopez fue objeto asiduo de reflexi6n sociologica, arquitecténi- cea y periodistica: y en efecto el estit- dio llevé al prictica el desplaza- jento que actualmente es moneda corriznte en los argumentos populis- tas: el que partiendo del “pueblo” 0 —segin fuera el grupo politico— ta “clase obrera”. se focaliz6 en los se- tenta en ef “vecino™ aunando todas las fracciones politicas, y desde fines de {os ochenta en el pablico consumidor, alias, “la gente”, representada por et clieute, a su vez condensado cn el agente inmobiliario. Lopez compren- io bien cl cambio. al afincar su éxito ‘en las imagenes establecidas en la me- dia cultural de Buenos Aires. Pero en estas obras mencionadas estamos atin bajo los efectos de la hiperinflacién, Més allé de los proble~ mas particulares de Ia vieja cooper tiva socialists, una empresa de trans formacién en gran escala como la imaginada para et Abasto no potlia ser enfrentada sino por consorcios pode: rosos, Resulta evidente el contraste de estos antecedentes con la operacion ac- tual, que introduce varias novedades ‘con respocto a los proyectos anterio~ res y también con respecto a las pers- ppeetivas mis acotadas de los primeros centros comerciales. La primera: Ia concentracin de capitales intemacio- nialcs (IRSA-Soros), grandes empresas de disefo noteamericanas (Thompson y Asociados) y un mix de grandes es- tudios argentinos, que ademés de “tra ducit” el proyecto norteamericano a las condiciones locales. se ocupsuron de la remodelacién de dos manzanas verinas al mercado, En una de ellas. el estudio Solsona proyects tes torres sobre un manto verde conveni mente cercado: en otra, Pfeifer y Zur- do instalaron un supermercado COTO, al que sumaron, sobre 1a plataforma, dos torres que poscerin una sin dud interesante vista sobre los techos. Con el mismo sistema de producci6n de arquitectura, las diferencias de calidad proyectual en ambos casos son nota bis. Las tes tortes de Solsona mantic~ nen una coberencia gue el estudio se cencarga de justificar ideol6gicamente, defondiendo la concentracidn masi cen la ciudad —en contra del chalecito suburbano hoy tan en boga— y la con secuente liberacién del suelo, articu- lacién caracteristica de la anquitectira de vanguardia. Peto ta légica inmobi- liaria implica aspectos que la yolun- tad de un estudio no pucde sostayar: por ejemplo, la privatizacien absoluta del espacio liberado, con convenicn= les rejas y casillas de seguridad, Des de el punto de vista comercial, las torres tuvieron un éxito de venta ins- tantinco apoyado en facilidades a g0 plavo dirigidas a una clase media con ciertas posibilidades de ahorro, Pa- ra entonees, In capacidad de venta de las torres de Iujo habla Hegado a st limite: desde entonces, ta apuesta por esta tipologéa se generaliz6 en barrios tun disimiles. y no precisimente co- quetos, como San Cristobal, Villa Crespo 0 Almagro, No es necesrio insistir sobre los aspectos que hacen a estos emprendimientos tan apetecibles: la seguridad y la “filosofia” verde. EL caso de COTO, realizado por una desprendimiento del estudio de Lépez (el mismo que realiz6 el aspec- to arquitect6nico del tren de la costa), test més en consonancia con tos em- prendimientos medios en esta ciudad: carece de cualquier valor arquitects- ico, de cualquier conexién con el es- pacio piblico urbano, ¥ dificilmente pueda sacarse de él alguna idea para comentar. COTO, como se sabe. es kt cadena menos indicada para favorecer ‘un mejoramiemto de las cualidades ur- banas del barrio. y los proyectistas, formados en la escuela de “lo que cl cliente quiere”, no ofrecen ninguna re- sistencia Pero es el mismo centro comercial Abasto, ya inaugurado, el que nos per- mite reflexionar sobre cual seri la me~ dia de una arquitectura producida se- 26n el sistema “mandamos pianos tipo ¥ ustedes los truducen”, Por suerte el ‘dificio habia sido declarado de valor patrimonial, por lo que la estructura misma no pudo tocarse, Pero la cali- dad det espacio que otorgaban las bé- vedas, el leit-motiv del edificio, es sis- teméticamente negada en el proyecto actual. No es dificil comprender, aun para un lego, que se necesita cierta ‘dimension y cera proporcion para ad- mirar tan voluminosa cubierta; pucde usted imaginarse el Pantedn dividilo cen Varios pisos y logrard, si no conoce an el Abasto, hacerse una idea de ta obra, Hacia ta calle, la fachada man- tione su dignidad gracias al énico con- twol que el poder piblico ejercié sobre esta operacién (la inclusién del edi io en la lista de monumentos locales) pero puede observarse, nadia més, la permanencia del resto de las fachadas laterales, pertenecientes a otra época del mercado, 4 escasos metros de un fondo monumental: para logear un efecto tal. que no hubiera sido apro- bado en un proyecto de alumnos de ta facultad, hubiera sido mejor demo- lerlas. Si revisamos la recepcion de esta periodisticos, veremos que, mientras abundan las: lebraciones, las erficas paren silo de aquellos especialistas que ccupan un lugar marginal en la disciplina, en es- pecial de los historiadores. Como voz isla, el urhanista David Kullock fe el primero en denunciar en una enu- meracién sistemftica, mucho antes de que Ja obra estuviera terminada. los problemas urbanos que acarrearia ta- mafia operacion, part advertir el tipo de estudios y controles que competia al poder municipal: problemas de con- gestiGn en el trinsito, rendimiento de la infracsiructura en el Area, impacto sobre el comercio minorista, expulsiGn de la poblaciGn de bajos recursos. Des- tac6 ademas Ia ausencia de mecanis- mos por los cuales la revalorizac de los inmuebles del entorna podia ser aprovechada por el gobiemo de fa civ: dad para recuperar parte de dichos va- lores y poder aplicarlos a mejoras turbans, Fue el dnico urbanista reco- nocido que tuvo un espacio de eritica al emprendimiento, El gobiemio de fa ciudad. no con- twola nada, no pide nada y da las gra- cias: el Abasto le permite afirmar que el proyecto de revitalizacidn Ue la cae lle Corrientes esté en marcha, Mas alld de propuestas de mobiliario urhano en la zona central, que probablemente nunca serdn realizadas, Abasto y War- aes, cuyas logicas son totalmente pri vadas y su solucién altamente discuti ble, se asumen como parte del proyecto. Uin resumen de los temas que im- plica el Abasto. Enel trea de impacto directo del nuevo shopping. la pobla i6n “tipica” que en los primeros pro- yeetos se imtettaba incentivar para la participacidn, salvar asistencialmente © cooperativamente, fue expulsada, Los terrenos s¢ valorizaron especta- cularmente en poco tiempo, per la ciudad nada obtuvo de esta valori- zaci6n, Los nuevos modelos de pro- duceién de la arquitectura, por dtimo, ‘no aportan al mejoramiento de ta ea Fidad urbana: por el contrario, proyec- {os como el de las torres que podrian ‘constituir un ensayo de alternativas ra la revalorizacién del espacio pal co cn.un dea donde pricticamente no cexisten espacios verdes, deben cerrar- se sobre sf mismos y obedecer a las idas reglas de lo que s¢ vende y n0 se vende, El principal responsable de esta siuacién no es IRSA, ni Soros, ni los estudios de arquitectura, sino ef gobiemo de la ciudad, y mas precis ‘mente Ia oficina de planeamiento, pla- ‘gala de anquitectos, como vimos, que ni ha estudiado ef impacto ambienta ni ha protegidoa los seciores expulsa- dos de menores recursos, ni ha inci do minimamente, como no sea en lt pemnisividad total. en et collage ex- trafio que representa tox la operacién. Los concursos. Los concursas de ideas. una instancia en la que supuestamente las propuestas arquitecténicas pueden manifestarse en plena autonomfa de recursos, compietan este panorama ré- pido de la arquitectura de ta ciudad. Se trata de una cuestiOn clave en la conformacién del campo arquitectin co de los aos sesents-setenta, cuando la movitidad social y la twansforma- cci6n del ideario dentro de la discipli- na se proxucéa, precisamente, a través de la multplicidad de concursos p= blicos, transparentes en su mecanismo y abiertos a nuevas propuestas. Por su Puesto que el sistema de concurso de Proyecto en las obras piiblicas pesefa diversos aspectos. probleméticos (el ‘costo, la iresponsabilidad con respec to a la posibitidad y economia de ta construccién, Ia ausencia de opinio- nes no arquitecwnicas). Pero es iane- gable la movilizaci6n cultural que ellos proxucian. Ganaban frecuentemente cestudios muy j6venes, a veces sin nin- guna experiencia, que imponian auc- vas tendencias: desde ta Biblioteca Na- ional hasta el Auditorio Buenos. Ai- res, desde el edificio de la UIA hasta Aerolineas Argentinas, la innovacién ea la norma, Por cierto, el tema de los concur 80s atendia entonces s6lo casos parti- culares de alto valor simb@lico, Lai quierda de la matricula los criticaba, entregada a la sociologéa y a la plani- ficacién. A la distancia de treinta anos, podemos evaluar tanto las justezas de esta critica (los grandes estudios ac- tuales son hijos de esta modalidad efectista) como sus limites al no reco- nocer su importancia cultural en la ciu- dad, Hacia los setenta, una alianza en- tre las perspectivas sociales del progresismo y la modalidad de con- cursos redund6 en las experiencias de Jos grandes conjuntos de vivienda, que ‘condensaban todo lo malo y todo lo bueno de este periodo: Ia imesponsa- bilidad det gesto “de artista” y las pre- ‘cupaciones por las necesidades biisi= cas de la pod qué consiste la novedad de tos concursos actuales? No, precisamen- te, en que hallemos soluciones impen- ssadas en los premios. Aunque muchos ‘concursos contindan con la modalidad tradicional (un edificio, un comitente preciso, un programa I6gico y delimi- tado que implica que, en poco tiempo, un estudio de arquitectura lo puede solver), la novedad consiste en las di- mensiones y envergadura de algunos de ellos, que proponen ta resolucién de fragmentos clave de Ia ciudad, Aun- que en algunos easos participan urba- nistas en el equipo de proyecto, la ma- yor parte de estas propuestas son resueltas dentro de la Kégica exclusiva de ta arquitectura Detengémonos en un concurso re- cciente: Retiro. Justo Solsona publicé recicntemente en la revista de la So- ciedad Central de Arquitectos una bre- ve eritica sobre este concursa, en ef «que apuntaba con claridad sus proble- mas: los arguitectos fucron convoca- dos para urbanizar, resolver problemas ‘ehiculares en relaci6n con la ciudad existente y dentro del conjunto, legis- lar sobre cédligos de uso y vokimenes construidos, que se acercan al millén de metros cuadrados, realizar propues- tas de normas patrimoniales, en eta- pas imprecisis en el tiempo y sin co- ‘nocimiento de la capacidad real de re- alizacién, “Lograremos sin duda, los arquitectos —afirma irdnicament ‘una solucién sin necesidad de espe~ cialistas, ni conociendo profundidades de cafios, niveles de subtes, estudios de winsito, medicién de fujos vehi- culares, capacidades para racionallizar lineas de colectives y sin saber si exis- te alguna capacidad politico adminis- trativa para tomar decisiones. No de- sesperar. Lograremos casi sin datos kt soluci6n ideal. Cémo se Heg6 al concurso de Re- tiro? La propuesta de reestracturar 100 hectireas de la ciudad nacié en los fochenta como iniciativa de Ferroca- files Argentinos, que intent6 vender tox fa franja de Avenida Libertador, La reestructuracion ferroviaria libert- ria las tierras, financiando et costo de la reforma. Una consultora imternacio- nal, asociada con el estudio de arqui- {ectura Hampton y Rivoira, planted las bases generales de ka operacin: el pro- yyecto fue calificalo como la inmobi- Tiaria de Menem (se loteaba toda el area), mientras a fa oposicin no se le ‘ocurria otra cosa que “hacer un par- 1a renovacion de la concentracion ct litativa en el norte de ta civdad, el im- pacto no medido en el mercado inmo- biliario, a articulacién con el resto de fa ciudad ante Ia inexistencia de un plan estrutégico, Se sumaban a ests ccuestiones graves problemas sociales. de casi imposible solucion equitativa, ‘como la erradicaciGn de la villa a cu- Yyos habitantes se les habia otorgado la posesiGn de las tierras durante la intendencia de Grosso, Las luchas de los habitantes de ta villa tal vez se recuerdea; menos se recontard que la propia Sociedad Central de Arquitec~ tos se manifest6 en principio en con- tra del proyecto Retiro... hasta que se le dio la posibilidad de organizar ef concurso, sin cambios esenciales en fa orientacion, Ei gobierno encontrd tun medio mas que eficaz para evitar cualquier critica: como afirma el li- quidador de Ferrocarriles Argentinos ¥y presidente de FEMESA, “Ia propues- ta del concurso nos parecié la mejor manera de despolitizar el tema y de permitirle a la sociedad. a través de los profesionales arquitectos y urba- nistas (sic), coneretar su opinion res- pecto al tema Por qué raz6n los arquitectos son tratados como la voz de la sociedad, cuando el proyecto ‘cuestionado estaba propuesto por un ‘equipo en el que participaban activa- mente arquitectos, se ignora. Para 1996, cuando se abre el concurso, las bases presentadas fueron preparadas y asesoradas por seis arquitectos, un in- geniero y un abogado; el jurado estu- vo integrado por cinco arquitectos, el liquidador de ferrocarites argentinos y el doctor de la Ria. He aqui la voz de la sovieded. El equipo del proyecto ganador en el concurso de ideas comprendi ime- diatumente que no se trataba de un concurso de i en forma eficiente y lo mas orden posible a los requerimientos de las ‘nuevas condiciones econdmicas de la ‘ciudad. Ningin proyecto presentado se hace cargo de los conflictos anterio- res, y mucho menos de Jos eventuales problemas. Obedecen a las reglas ins turadas. EL mismo equipo gan6 el concurso de Ciudad Universitaria, con una fér- ‘mula similar que ef jurado mismo, no demasiado entusiasimado con los pro- ‘yectos presentados, ju7g6 como “co- ‘recta y eficaz”. En este caso. el con- la Facultad de Arguitectura y la Se- cretaria de Plancamiento de Buenos ‘Aires, que lo presenta como parte de su proyecto de recuperacion del rio, Si en este caso se uataba de un cconcurso a la vigia usanza, ¢s decir twansparente en la eleccién y relativa- mente abierto en la convocatoria, en ‘otros casos la FADU Hevé adelante ‘convenios coa el municipio local y con otros municipios del gran Buenos Aires, en los que la eleccién de tos ‘equipos proyectistas pasaba mis bien por tramas inlemas que por una co- recta evaluaci6n de los antecedentes, Se trata, en realidad, de ofertas de “ransferencia técnica” que le otorgan a la Facultad importantes ganancias: 6s dudaso que estos trabajos se encar- guen a los equipas més competentes, a juzgar por ls ltimas compulsas, Es {que la facultad se ha vuelto un exce- lente lugar para realizar todo tipo de negocios: la famosa autonomia aca- démica ya resulta una entelequia et Arquitectura de la Universidad de Bue- os Aires, Los ues ejemplos analizados cubren distin franjas de problemas y dis- tintas modalidades de produceién de la ciudad. Sin embargo, en los tres ea- sos el peso de la arquitectura prove- sional es decisivo, ya sea a través de tuna nutiida representacién en la se- erctaria de plancamiento, a wavés de entidades profesionales o académicas, 0 a través de un puftado de estudios ‘grandes que poseen contactos impor- tantes con inverwores de evergadura Las instiuciones comprometidas (Ia ‘municipalidad, la universidad y la So- ciedad Central) no trabajan en forma autGnoma, sino que han establecido, cn Jos ditimos afios, una alianza diff- il de romper, ya que a las tres partes convienen las buenas relaciones, y no precisamente por el declamado inte- és en Ia ciudad. En cuanto a los estu- dios grandes, queda claro que para las dimensiones de los casos presentados, Jos pequeiios estudios no estan en tuacién de competencia. Y al capital, por definicién, s6lo le interesan las ga- Por cierto, la participacién de ar- quitectos en la forma urbana asegura, especialmente cuando se trata de con- cursos abiertos, un nivel de calidad que ninguna otra profesiGn esti en grado de ofrecer. Mas dudoso resulta, en cambio, que cl aryuitecto cucnte cnire sus competencias ordenar el trinsito 0 legislar sobre Ia ciudad. Muy riesgo- 80, por cierto, el becho de que los pro- cesos de concertacién previos al mo- ‘mento del concurs o del torgamiento de la obra propiamente dicho se duzcan, y s6lo en raras ocasiones, a audiencias pOblicas no vineulantes que ro pasan de ser una catarsis colectiva. La particién en comunas, sino existe un apoyo equitativo desde los organismos centrales, acentuard 10 que hoy sucede: que s6lo tendrin oporu- nidad de ser levados cabo los pro- 4. J. Soboma,“h de Arquitectura, 1 Onder", Revista de Arguitetura, a 184, eneronfabeero 1997. ‘yectos situados en zonas ricas; que s6- Jo allf existira. al menos, un concurso previo que proponga cierwos limites 2 la accidn del capital privado, u org: nizaciones de vecinos con fuerza para incidir en ta calidad urbana de su lu- gar (no ¢s fo mismo la presion de los ‘Amigos de Palermo que la que pucde evar adelante un grupo de vecinos de Lugano); el resto se parecerd més bien al proyecto del Wares con su largo paredén. Cortadas ya las Gltimas amarras con la ideologta del proyecto moder- 1o, que, tal como se manifesté en la Argentina en las décadas que median entre el SO y el 76, aparecia fuerte- mente cargado de deberes sociales y de aspiraciones de equidad det es cio. es dificil encontrar en ios proy tos arquitect6nicos de hoy propuestas que ejerzan una minima critica al sta- tu quo. La excusa para esta mu titud es que hoy el arquitecto se colo- ‘ca en una posicién mas modesta, “no imenta cunbiar guas, Lopez, justi pings (,por qué cambiar el gusto de la 22). nbargo, esti mente represe te inmobiliario © por el desarrollador, que inciden en muchos casos directa- mente en ta calidad del proyecto. Tam- bién esta actitud pragmdtica est en la base de ta ripid acion del pro- yecto Retiro, Sin embargo, nunca ¢o- mo hoy el arquitecto posey mas poder y logré operar sobre tales dimensio- nes, aceptando sin fisuras tas re del juego. direct La Ciudad Futura Revista de cultura socialista Bmé. Mitre 2094 - 19 Tel.: 4953-1581 No existe lugar en este concierto para la disens ra la experiment sobre ta ciudad son apoyadas plena mente por un aparato publicitario que se exticnde no sélo por un pufiado mf- nimo de revistas de la profesién, sino ‘especialmente por los suplementos de arguitectura de los grandes diaries lo- ccales. Si algunas voces se alzan para objetur tal o euall aspecto negative, és- tas no s6lo son aisladas y por lo tanto inconexas, sino que, como sabemos muchos por experiencia propia, se ope- a frecuentemetiie una censura sobre Ja libre opinin, La cantidad de arg tectos 0 urbanistas que no participa en cesta entente teme manifestarse, cuan- do las pocas oportunidades de trabajo radican en inicgrar este concierto. Si agregamos que en ef mundo académi- co, las cétedras principales de arqui tectura no han tenido renovacién des- de el 85, y que cl propio decano de Ia Facultad €s miembro de uno de tos studios mds exitosos, el cfrculo se {Redunda esto, ya que no en cali- dad de vida general, en ¢l mejoramien- to de la “ciudad visible”, en la racio- nalizaci6n y mayor perfeccién de una construccién tradicionalmente mala después del cuarenta, 0 en nuevas pro- puesias en Ia forma esiética? ;Halla- mos proyectos osados como el Gug- genheim, refinados como el Musco Judio de Berlin, grandes reimerpreta- ciones de ta tadicion como en Paris? No: las mejores obms de arquitectura de los ailtimos diez: alos no pertene- p. (1039) Capital cen a la “movida cultural” de ta Reina del Plata: existen, sin duda, obras Interesantes por fuera de 10s ajetreo cxitistas del “puerto maderismo” como ha scfalado Pablo Beitia. En contraposicidn a Buenos Aires, vale la pena sefialar el caso de Rosario, ya que se tram de intervenciones de es- ala urbana en una ciudad que, si bien ms manejable, no puede decirse mas rica: y que, sin duda, debe moverse también dentro del juego que las nue- vas. condiciones econémicas exigen, Sin embargo, un proyecto coberente para ta ciudad ha redundado en una alta calidad de los espacios pablicos. ‘como la pliza Santa Cruz de Gerardo Caballero y Ariel Giménez 0 el com- pletamiento del conjunto civico del Monumento a la Bandera, de Rubén Fernindez y Silvia Rumieri. La alianza sin fisuras entre el gran capital, las instituctones pablicas y las corporaciones profesionales no es tun destino ineluctable, salvo que se elija que sf fo sea, como sveede en Buenos Aires. Después de esta breve resefia de las condiciones en que se produce la arquitectura de la ciudad. la pregunta sobre la existencia de ur proyecto, de una imagen 0 de un ci récter para la tan cacareada ciudad del 2000 puede contestarse ficilmente. La ciudad de los arquitectos, como se nombr6 a Barcelona durante ely mentado plan modernizador. se con- vVierte en Buenos Aires en la ciudad de los developers a los que arquitec- tos y funcionarios seguirin sin res- quicios. JENTREPASADOS ( REVISTA H ISTORIA Afio Vill - Nimero 15 - Fines de 1998 Conflicto social en la campafa bonaerense Autobiograffas de inmigrantes italianos Trabajo y ciudadania en Brasil Dossier: el cine y la historia Susrpoonce ao Aria Se 24 (et mar Enel aera, via spt, us 3s ites: via ad, v2 (ds ni Observaciones sobre la sociedad civil y el estado en la Argentina Adritin Gorelik amos hoy ett la Argenti- nna cuando hablamos de ta sociedad civil? El articulo de Mariano Naro dowski que suscita estas lincas 110 = sarrolla ese tema.! Su tema ¢s el est do y, en todo caso, la sociedad poli el modo acritico en que ésta ha natu: ralizado la estatalidad de la edueacién cn la Argentina y emo eso le impide elaborar una propuesta de politicas ‘educativas que se haga cargo de la ac- tual erisis, En vez de ello, se ha habi tundo a repetir una y ot cen falta politicas edu estado” como sien Ia propia consi radicara la respuesta: sin advertir, se flala Narodowski, que lo que ha so- brado en la Argentina son politicas ceducativas de estado, por lo que for- marian més parte del problema que de la solucién, Fs una posicién provoca- tiva si pensamos, por ejemplo, el gra- do de insustancialidad de ta fundamen tacion del FREPASO cuando anunei6 ‘que pondria en el centro de su p ma de gobiemo futuro a ta educaciCn (nsustancialidad ratificada por el be~ cho de que es casi imposibl se de esos anuncios realizados en el momento Algido de la C: también es provoeativa en un sentido desartollado por el articulo de Sarlo de este mismo némero: kt negacién del conflicio que supone el actual sentido comén polftico acerca de que todos los temas criticos de la politica argentina deben formar parte de pol ticas de estado consensuaias, EL articulo se dad de Ia estatalidad de la educacién piblica, contrastando el caso argenti- no con ejemplos en que pablico no es singnimo de estatal (fundamentalmente el caso anglosajén), y muestra, frente al habito de suponer que el modelo estatalizado ha estado funcionando a la perfecciOn, Ia evidencia de la pri- vatizacién que se ha venido con mando desde los aftos sesenta como producto de una suma de politicas po- blicas y de microdecisiones de Ia s0- ad, Asf, lo que existe actualmente ido priblico-privado que ado por la fuerte present 1s politicas de estado (tanto por: que cs una politica de estado eva a la privatizaci los resortes de ba edt seguirfan en manos del es nal y provincial); y al no reconocerse ido nacio- lo expecifico de esta nueva situacién, no se proponen politicas que se hagan cargo de las inequidades de todo tipo que produce el nuevo marco, De este modo, Narodowski parece alertar que con la educaci6n pablica se corre el mismo riesgo que con ENTEL: defen- der una es go de su verdadero s de Tos desalios que atalidsal que no se haga ignificado actual, se enfrentan y de vas de Es @, Hacen falta ‘politieas ot lado’ la Argentina?, Punto de Vista. diciembre 1998, los cambios que se advierten en la so- cicdad, deja las iniciativas moderniza- doras en las manes de quienes no pien- san la educacién en términos de equidad, de formaciGn de calidad “pa a una sociedad democritica y diver- a, Como se ve, entonces, el articulo no se centra en el tema de la sociedad Civil, por lo que discutir sus implican- cias en é1 podria parecer un forzamicn~ to, Sin embargo, creo que es en la ‘enorme confianza en a sociedad civil que subticnde todo el articulo donde Narodowski puede fundar la radi dad con que desmonta y combate ct sentido comin del modelo estatalista. Lo que en su argumentacion se recor- ta nftidamente como relevo democra- tizador del monopolio estatal en Ia ceducacién pablica argentina (ya no s0- Jo autoritario, sino ineficwz), son los “actores sociales” que involucra la es- ceuel: familias, alumnos y educado- res: son ellos, nos dice Narodowski, como elemento reprimide por ka est talidad. los que deben tener ahora el poder en las instituciones escotares, estionando sus propios proyectos ede cativos descentratizados y control do Ia transparencia de un estado que quedaria apenas con algunos mecanis- ‘mos para garantizar principios de equi- dad. Es el protagonismo dc ka socie~ dad civil, el public privade, de acuerdo a la acepeiéa anglosajona, que el ar- ticulo pone como contraejemplo de la estatalidad de fo pablico en a Argen- red de individuos y aso cciones que se movilizan por virtud ciu= dadana ¢ interés burgués (decidir cudinto de ta primera y cufinto del se- gundo ha ocupado una buena porcién de Ins reflexiones sobre la ral), cuya existencia solida en ues tras tierra, una solider que le permit serel relevo del estado en un tema tan ‘crucial como la educaciéa, no parece ‘cuestionarse. Fs curioso que, en tren de desmon- tar fa naturalidad del estatalismo, Na- ski no advierta que apela a soluci6a que, hoy por hoy, en casi to- dos los émbitos, esta bastante ms turalizada que el ya anacrénico estata- lismo. Podria decirse que ef sentido ‘comén actual, aguel conjunto de pre- sis cuya verad to se cuestions por- que ni siquiem se percibe como pro- ducido culturalmente, es desde hace tiempo furiosamente societalista, des~ centralizador y antiestatal, Més ain, ‘en una gran cantidad de temas ese sen- tido comin a favor de la “sociedad civil” se ha convertide cn et principal obsticulo para pensar los verdaderos problemas. Un ejemplo de ello, vin- cculado a los temas que mejor conoz- 0, ¢3 €1 de Ia desceniralizacién en la ciudad. La nueva Constituci6n de Buc~ hos Aires instituy6 ta figura de la al cealdfa sin ningéin debate, ea una espe- cic de epifanfa que conts con et consenso uninime de todas las fuer- as politicas y de las organizaciones sociales y vecinales que cercaron ka Constituyente con sus reclames, con Jo oval més que afrontar el desafio de tun nuevo disefio de la retaciGn entre el estado y la sociedad en una ciudad Peculiar Como Bucnos Aires, se rine Side", Panto oe Vira NP 24, jlersapt, 1080, 3, fe, sear Tern, “La estacibn Foucaat”, Panto de Visu N° 48, abil 199% n 12 extranjeros— como espacio de resis- {encia y transmisién de una democra- cia “al acecho” * La reflexién sobre ct autoritarismo producta una reivindica- ida optimista de los procesos propios ‘de la sociedad frente al estado y, al articularse con la aceptacién conscien- te del fracaso del populismo y la ca- ‘da de la ambicién revolucionaria de 1a izquierda marxista. se waducia en tuna revisién no esencialista ni teleo- logica de los sectores populares y, en particular, en una revaloracién —com- pletamente novedosa en la cultura pro- ‘gresista argentina— de la clase media ‘como sociedad civil por excelencia. Lat aceptacién politica del marco de la de- ‘mocracia liberal implicaba, como con- secuencia légica, adoptar la nocién de sociedad civil: y, de hecho, en las ar- ‘duas discustones que esos trabajos ge- neraron respecto del uso de la categoria “sectores populares” en lugar de las mas tradicionales de clase, hoy podria verse 1 dificultad de la ortodoxia de izquier- da para aceplar las mismas consecuent- cas conceptuaies, Situacion. similar a Ja que producen las dos cxtegortas as0- cindas a ta de “sociedad civil”, espacio Pablico y mercatlo: la tzquicrda demo Critica tuvo que dejar de lado Ta vision cescatol6gica de la politica para paxer incorporar en si horizonte de proble- mas este paquete de nociones, en un proceso de reevaluacién del liberal mo que colocé la reflexi6n sobre cl autoritarismo en la Argentina en cl cauce de un vasto movimiento politi- co-intelectustl mundial que buscabs ha- cerse eargo de la crisis del socialismo, Larevisién hist6rico-teérica sobre 1s relaciones extadovsociedad en la Ar- _gentina fue entonces uno de los cami- ‘nos de valorizacién de Ia sociedad ci- vil como categoria politica y como protagonista de la transformacién de- moeriica, en el marco del clima an- tidictatorial, Pero, en segunido lugar, y sin que sus conexiones se advirtieran ‘con claridad, esta valorizacién comen 26 a convivir, a poco de andar, con la transformacién formidable del mene- mismo, que por fuera de toda concep- twalizacién, como simple adecuacién realista a un diagndstico de derecha sobre las relaciones de fuerzas en el mundo, produjo de modo vanguardis- ta un nuevo escenario que hoy podria ‘verse como la consumacién monstruo- sade los sueitos del democratismo an. ticstatal, Decreté la extincién de los Principales mecanismos del estado — muchos de los cuales sobrevivian ado en cada rineén de la sociedad, Produciendo una completa identifica- in entre ambos. Las erfticas al esta talismo que esta transformacion con- Hevé combinaron los argumentos Iralicionales contra el Estado de Bie- nestar de les grupos sociales podero- sos —que en la Argentina siempre cri- ticaron al estado al mismo tiempo que Jo colonizaban para que funcionara ca su favor— con una cantidad de argu- ‘mentos (a veces cinieos, a veces opor- tunistas, a veces ingenuos) que se ha- ofan cargo det ascemo de la sociedad civil, Como sefialaron algunos auto- res, las consecuencias del Estado de Bienestar en lo que hace a ta relacion estudo/sociedad civil (al hacerse car- go de la existencia social, el estado alent6 el consumo pasivo y la anatia ‘cludadana: sus intentos de ampliar ka regulacién y el contol de la vida so- cial mediante formas corporativistas de iniervencién supeditaron los imtereses ‘mejor organizadtos de Ia sociedad a los intereses del gobiemo) fueron popula rizadas por el neoconservadurisino que se valid de ellas para fortalecer una visién peculiar, ida, de las vides de la sociedad civil: “autoin: terGs,flexibilidad, autoconfianza,liber- tad de eleccién, propiedad privads y desconfianza en la buroeracia estatal”, en Ia enumeraci6n que hacen Cansi- nos y Leroux.’ Lo cierto es que el experimento smenemista, mientras en su versiGn imiis democratista apoy6 su politica priva- tizadora en un discurso que mentaba ta resurrecciGn de lt sociedad civil, fue produciendo en todos esios aos una Cantidad de ejemplos de e¢mo fun- ions una sociedad civil alumbrada en tales condiciones (“cirujia mayor sin ‘anestesia”), como para que al primer ‘optimismo voluntarista pudiera suce- derle una visién un tanto mas desen cantada, y como para que a las eri cas ragicales al rol del estado pudicra seguirle una evaluaciOn més atenta a Jas peculistidades del caso argentino. De hecho, escribo estas lineas en una pane de la ciudad que est hace més de una semana a oscuras por las fallas de una empresa de servicio piiblico privatizada. La falta de elec- tricidad, seguramente el servicio mis cesencial después del agua, constit tuna situaci6n inaudita en cualquier cu- dad del mundo que no esié en guerra. Fn ta Buenos Aires actual, ademés. realiza las mis légubres escenas de la Titeratura de anticipaciOn; un paisyje de nuina urbana, barricadas de fuego cen todas las esquinas, una sociedad compictumente desarticulada a ta que, descabezado el Estado Providencia, 6 lo parece haberle quedado el recurso de la imploraciéa a la mera Providen- cia, Hoy se descubre ta falta de garan- tas de las privatizaciones. menemis- i6n se poxdria descubeir delo anglosajon 4) inspira: no fue s6lo porque Margaret ‘Thatcher fuese mejor estadista que arlos Menem que en Inglaterra se t0- maron cinco kargos aflos pana, prime- 10, discfar y crear los entes de control de la prestaci6n de los servicios pé- blicos que se pensaba privatizar y, re- ign después, pana elaborar los respec- lvos pliegos de licitacion y sus ccontratos, Mas alld de las escenas in- dividuales de solidaridad conmovedo- ra que la emergencia ha producido, ‘queda 4 la vista una sociedad andmi- ca, desarmada, que earece de los ms cclemeniales resortes de una sociedad ‘civil te6ricamenie definida como tal; es decir, no s6lo el dmbito de lo mas privado, ta familia y el tréfico mer- ccantil, sino también una rica trama de asociaciones y una fortisima vincula- 4, Mo efiero may especialmeate ala linea de trabajos Hievada adelante durant los aos ochen ta por Leanleo Gulidres y Luis Alberto Rome ‘0, cuya expresia ts acabada se puede ver em el libeo Sectores populares. Cultura y politica. Buenos diresen la eureguerra, Sdamenicana. Bucnor Aires, 1998, de euyos ateulos 408 las ccxpresionesenteeconilladas. 5. Ver César Cansioosy Sergio Ortiz Lenox, uevoscnfoques sabe Ia sociedad tapoltiea NP 2. México, abeibjunio 1997. pecralmente su anilsis de las eonclusiones de Jaan Kaye, Democracia y sociedad civil Aan za, Madeid, 1992. cin entre el espacio paiblico ciudada- no y el espacio pi mente politico. Sobre Ia trama de aso- ciaciones se puede decir. para ico més plena- que en estos casos se nota la extrema autoindefensiGn de los. con- sumidores cn la Argentina pero, mis gravemente adn, como antes con cl aatentado a la AMIA, que aparece en cescena la peculiar noci6n que se tiene aquf de la Defensa Civil: una entidad burocrdtica estatal, creada con los cri- terios gendarmes ¢ ineficientes blecidos en décadas de monopolio mi- litar sobre los temas de la seguridsd Respecto de la vinculacién con et ‘iblico politico, por su pare, cia externa al estado para suv control ciudadano, pero no se suele ver que en uma sociedad democrética es fun damzntal la mediacién politica entre sus funcionarios elec la “segunda esfera pi: los partides politicos que penetra al esiado a través del mento realizando la representac {Donde se proujo la taduecién poli tica del malestar social de estos dias de emergenci il y que espacio pibl —y aguf entran también los medios de comunicacién— producen este sis tema politico que existe solamente dentro de ta pantalla det televisor? Lo que ha quedado a ta vista en esta emergencia, adems de que las ‘ones se hicieron mal y sin control, es que 1a cadena de institu ciones sociedad civil / mercado / e: pacio piiblico / estado es una cadena cultural y colectivamente producida y ‘que, por lo tanto, de modos no senci- lios ni reflejos, esas instituciones. se reenvian mutuamente, en una socie- dad dada, sus principales caracteristi- priv 6 “Fnefeao, ln emergencia de um nueva fo ‘ma de autortad publica unificad, despersona Timada y buvverdtica, el Estado moderna, debe responsable an te y contra no silo por el impesio dela ley sino tambids por la emezpeaeia de una segunda ‘xfera publica poiticamente relevante (Jen de Ia sociedad y penetando al Estado en ta forma de palamentos) gue cucstiona tanto ala ison deta con a ara impor; wer Al row Ara y Jean L. Cates, “Esfera publica y sociedad ciul". en Meteplitca, 9, México, cencrormarzo de 1999, 4 ‘eas. Aunque esto no suponga més que ratificar la comprobacién cireulsr por 1a cual un estado comprometido con 1a igualdad social sucle ser el resulta- ceversa, un estado ajeno a cualquier tipo de compromiso social sucle ser et resuliado de una sociedad débil y de- sarticulada.” El problema, en todo ‘caso, es c6mo se interviene en ese circulo. {Estamos incapacitados cul- turalmente para producit una articula- cién mas rica de esas instituciones? Evidentemente, la eoria maesira de ta sociedad civil —ta visi6n liberal clé- sica de las relaciones sociedad civil! estado— se formulé en el andlisis de la experiencia hist6rica y social an- slosajona (por eso a Narodowski fe sale tan naturalmente el contracjem- plo inglés, mientras que no menciona ‘en su articulo los ejemplos francés 0 lem, en los que la educacién pé- blica es estatal y funciona); especial- mente Ia experiencia norteamericana. Fue en su visita a los Estados Unidos donde Tocqueville puso constituir a la sociedad civil en el reaseguro de la fibertad en las democracias igualita- ristas, gracias al rol del autogobierno local y las asociaciones voluntarias, Frente al centratisino estatal frances (y alas consecuencias que suponta la inevitable extensién en Ia sociedad francesa del principio igualitarista en las condiciones puestas por ese cen- tralismo estatal), Tocqueville sefiala- ba que “Lo que més choca al europso que corre los Estados Unidos es In ausen- cia de Io que nosotros lamamos biemo © administracion. En Améri se ven leyes eseritas y se observa su sjecucién cotidiana: iodo se mveve en tome nuesto, més por ningila lato des- cubrimos el motor. La mano que diri xe la méquina soeial se oculta en todo instante”.S Experiencia muy diferente de la ar- _gentina, como pruchan cantidad de tra- bajos de historia: especialmente de ka experiencia de ta Argentina moderna ‘que surgi de la consolidacion det es- taJo nacional en 1880. Esto s¢ sal pero, porque es précticamente tna per- fecta inversi¢n de la frase de Tocque- ville, me parece interesante citar la sor- presa divers de oto viajero que recomié la Argentina un siglo después de que el francés recorriera los Esta- dos Unidos: ) Mis, mucho més que todos los adelants econdmicos. urbawos. etc. de la Argentina, soqvende el gra de ma- ensive" (1929), em Medan del puebl jo vem ) otrar ensyos sobre América, Alaura, Madnd, 1995, pig, 117, 10. Nalalio Botasa, Lt tradiién republican, Bucnce Aires, Sudamericana, 1984, p. 482, afilos ochenta, es la Sociedad de Fo- ‘mento. con su enorme riqueza y cap ccidad integrativa hacia e! interior del espacio piblico local del barrio y su asociacién corporativa con el estalo hacia afvera, en la basqueda de un r= emplazo de la politica a a que siem- pre sefial6 como el principal obstécu- Jo para cl “progreso”."! El fomentismo siempre desconfio de la politica ¢ ima- giné una gestiéa sin mediaciones en defensa de los intereses de “los veci- nos”, con una visién administrativista de la gestién de lo pablico en Ia ciu- mocratizadoras, es ésta la vision que preside las propuestas urtanas descen- tralizadoras: la exclusiva identificacin de gobiemo de la ciudad con “efi Gia®, que concibe la cindad como un mero espacio addministrativo. lugar de las decisiones técnicas y los intereses inmediatos, y no como el Ambito emi- nentemente poliico de la cultura hu- mana, la polis. El asociacionismo se desentiende de los efectos globales de su préctica cotidiana y de sus reivin- jones, slo encaminadas al pro- _greso de su barrio, de su cuadra, de su casa. Y si durante el proceso de ex- pansiGn modernizadora este “plurals ‘mo negativo" no fue contradictorio con {a integraci6n y la equidad —garanti- zadas por el estado—, en un proceso de crisis Ia sociedad estalla en una multiplicidad de demandas locales satisfechas. Esto es lo que no advier- ten las propuestas de alcaldias, bie~ nintencionadas desde el sentido comnin de época: que en una ciudad fragmen- tada es necesario reponer visiones co- lectivas de las que carecen por defini= cin las instituciones sociales que. por fo tanto, libradas a su propia logica, no hacen sino reproducir la fragmen- lacién: que en una ciudad fragmen da, la convocatoria a una descentrali- zacin imestricta no hace sino ocultar que Ia verdadera escala en que los actores de peso econémico toman sus decisiones sobre Ia ciudad, deja hasta a los vecinos més organizados como espectadores desarmados. En este sentido, es fundamental en- tender el rol hisi6rico del estado een tral en I conformacién de la propia ciudad: ef estado nacional pudo cons: truir una barocracia con principios uni versiles gracias a que pudo formar funcionarios investidos de un rol pé- blico que les permitia ganar una con- siderable distancia de sus intereses més inmediatos: por eso pudo ser mucho mds progresista que los gobiemos lo- ales anteriores —o que los vecinos “notables” del Coneejo—., justamente ‘por la ausencia de mediaciones en el tipo de representacién: en cl nivel lo- cal pesan mucho menos los compo- nentes politicos y mucho més los in- tereses econémicos directos; y esto es soincidente con la experiencia de la urtanizacién decimondnica en casi to: dos los pases, en los que el poder pa- blico central fue més innovador que los grupos de gestidn locales, atados a redes de intereses inmovilizadoras.!? ‘Otra de tas manifestaciones. mas perversas del “pluralisino negativo” en la relaciOn sociedad civiléestalo que se fue construyendo se adviene en la proverbial evasiGn impositiva de la so- Giedad argentina. Un estado que se ropuso encamar lo universal y termi= ‘n6, en el mejor de los casos, produ- cicndo una maquinaria pesad, des jusiada ¢ ineficiente, sinénimo de carga y de demanda sin contrepartida de bienestar o justicia: y una sociedad que se habitué a usar ese argumento como excusa para reforzar su sentido particularista, para desentenderse de ‘modo irresponsable de la produccién de cualquier mecanismo de distribu- ci6n social, No es dificil encontrar en ‘una misma persona al mas combativo defensor de los derechos de tos jubi- Iados y al evasor mas pertinaz; en otro plano. esto tumbign explica que la Ar- «gentinsa sea uno de los pocos paises en ue los sectores politicos progresistas piden que se bajen fox impuesios. No S€ tata de socializar las culpas y olvi= que, en todo caso, es un sistema impositivo recesivo, que no afecta a las grandes empresas y los grandes propietarios; pero es importante set lar las consiantes que, en diferentes ‘grados de presencia y responsabilidad, atraviesan el completo sistema socie- dad civil / mercado / espacio puibli- 0 / estado: la produccion hist6rica y eolectiva de sus mareas de agua, EL despilfaro social de un sistema asf concebido no tiene limites y se ma- nifiesta en Tos aspectos mas nimios del funcionamiento colectivo: por ejem- pilo, la recolecciGa de basura. Buenos ‘Aires debe ser una de las pocas ciua- des del mundo en que no se recicla ta basura: al gobierno de la ciudad no le parecié que eso debfa figurar en la re- novaci6n de los contratos con las con- cesionarias, Pero, ademas, Bucnos Ai- res debe ser una de las pocas ciudades del mundo donde se recoge la basura seis veces por semana; y eso no impi- de que 10s vecinos la saquen en horas diferentes de las permitidas y muy es- pecialmente ef dia en que n0 se reco- je, lo que hace que las veredas estén siempre Henas de basura. Contra un estado despreocupado por el gasto so- cial, una sociedad menos preoeupada adn: con la apariencia de afrontar una de las causas de las inundaciones en la ciudad —las bolsas de basura que tapan las alcantarillas—, una asoci ciOn civil rectamé combativamente en la Giltima sudestada que el gobierno renegociara los contratos con las em- presas recolectoras part imponerles... ;que pasaran también los sibados! Entender qué ocurre en este marco institucional cuando el estado es di- rectamente desmantelado no es muy dificil: Ia sociedad atomizada, indivi- dualista, en el mejor de los casos tan esforzada como impotente y, en el pe- or. atravesada porel cinismo y la tram- pa. La desintegraciOn de las escasas y ya decadentes redes piblicas que el estado garantizaba ha librado a Ia so- ciedad a ta mis salvaje competencia de suma cero: la aceplacién natural vada de ta fragmentacién social. per- dido todo universal, slo garantiza ka reproducciOn de la diferencia, ta de- fensa a vltranza de la posicién conse- fuida. Es ef paisaje de las rejas y las ‘waritas de vigilancia, de los barrios ¢2~ rados y las “torres country”, de tos isticieros” y los chicos de ta calle, Desaparecido el horizonte de la movi- lidad social y el nico garante de la integracién, ef particutarismo de la o- ciedad civil hegeliana se conviene muy ficilmente en el estado de nata- raleza hobbesiano: la lucha de todos contra todos. Hay un ejemplo que permite ver esta I6gica funcionando en el tema ceducativo, En los barrios de clase me- dia y alta de Buenos Aires funciona 16 tuna no demasiado sutil discriminacion por la cual hay escuelas piblicas esta~ tales para los hijos de los vecinos-ve- cinos, y escuelas pablicas estatales pa- 2 los hijos de los porteros 0, cuando hhay, de los habitantes de casas toma- das y pensiones. Los funcionarios es- tatales directivos de ests escuclas y Jos inspectores estatales que los con- twolan traicionan uno de los principa- les fundamentos de la escuela piblica cstatal, la igualdad de posibitidades, y fomentan la cristalizacién de las dife- rencias; si eso hubiera ccurrido en las tues primeras décadas dcl siglo, pro- bablemente no se hubiera formado la tan represcntativa clase media argen- tina, Pero es evidente que, junto 2 los funcionarios estatales, una parte 1m- portante de esa clase media hoy parti- ipa activamente del proceso diseri minatorio; es més, ¢se proceso se ‘convierte en una demeanda social so- bre el estado educativo (es una de las garantfas de que algunas de las esct las estatales sigan siendo “buetas"). Es imaginable que tales mecanismos de discriminacidn se desactiven si lt gestidn educativa queda en manos de los actores sociales que los han cons tmuido? (De hecho. si me enteré de ta cexistencia del caso fue gracias a las denuncias impulsadas de oficio por tuna institucién pablica estatal, la Ofi- sina del Ombudsman, y no gracias a las cooperadoms escolares 0 a las fa- millias involucradas.) Mosa y el estado no fue tan malo, problema es que ambas afirmaciones, ‘como las contrarias, parten de supo- ner el contramodelo de la sociedad li- beral anglosajona clésica como pana- cea, ya no slo te0rica sino efectiva, y ‘no como compleja construcci6n his- X6rico colectiva de la que se puede aprender mucho, pero no injertar a la fuerza sin que se produecan efectos perversos. Segunda obviedad: como el modelo privatizador es una importa- cidn abrupta de ta receta norteaneri cana, su celebracién del mercado pre- supone la celebracién dc kt sociedad civil cuando esa cadena de asociacio- nes funciona (y es notable cémo fun- ciona all’, por lo tanto, eémo presu- pone también un estado muy activo), cosa muy dificil de verificar aqui. Es una obviedad y, sin embargo, no puc- do dejar de pensar al planteatta lo po- co que se ha debatido y, tal vez por eso, que asf presentada se presta a dos tipos de lecturas: Ia superioridad det modelo anglosajén o la defensa cerra- da de la “peculiaridad” argentina, cuando el problema es el de siempre: se debe entender cémo funciona esa peculiaridad inclusive para intentar transformaria en una direcciGn dife- rente (y parto de la certeza de que ésa cs una necesidad pendiente), Tal vez las culpas de un pasido de hueca de- cclumacién antiimperiatista hayan sido tun obstculo para que cl progresismo podiera discutir a fondo las implican- ias socio-culturales del modelo te6ri- co sociedad civil/estado que conlieva la globalizacién de la recet nontea- ‘mericana, cosa que no parece ocurrir, por ejemplo, en Francia, donde es s6- lidamente combatida y, en los casos mas licides como el de Boundicu, ess polémicas no traslucen una mera re- accign chauvinista 0 antimodemizado- ra Tal vez eso s¢ deba también a que los franceses tienen ms que defender fen su estado que nosotros: pero eso ime eva al éltimo punto. ‘Si todas estas discusiones y proce s08 que tienen en el centro el proble: rma de la sociedad civil han sido tan intensos en los siltimos aftos. :por qué en un articulo como el que comento, ‘comprometido con valores como la equidad y la justicia social, no se cues tiona su naturalizaciOn y sila del es tatalismo? Indudablemente, porque en €l tema educativo se ha preservado un extraho bolson de sentido comun es- tatalista que, més alla dc las intencio- nes de Narodowski al refutarlo, podria decir muchas otr cosas del sistema educativo argentino. Principalmente, que en la educacién el estatalismo fue is exitoso que en otras dimensiones de la vida social, y que todavia sigue remitiendo a valores que esta socie- ad. no ha sabido producir en ningén mbito extra estatal: igualdad de posi- bilidades, compensacién social. Valo- res que fueron durante buena parte del siglo XX Ia lave para la movitidad social y cuya instrumentacién estatal no puede ser ficilmente responsabili- zada de la actual eristalizaci6n eneuna sociedad dualizada. También cn la educacion el estado central fue —y siguid siendo por mucho ticmpo— mas progresista que los actores socia- les, especialmente la famil samnenic, la propia familia acepts ka divisién de tareas micniras ese pro- gresismo garantiz6 un lugar en ba so- ciedad que los valores tragicionales ha- cian imposible. Quizas éta pueda ser tuna explicacién del apoyo social a la Carpa Blanca y a las movilizaciones docentes, aun en este marco de des- ‘movilizacién, y aun cuando no son los docentes 10s que, mas alla de la de nuncia de una situacion angustiantc, parezcan poder hacerse cargo del diag- n6stico, ni la clase politica haga otra cosa que aferrarse al sentido comén (que, en su desesperaciéa, expresa. Un diagndstico realista como el de Narodowski debe ser indudablemente cl punto de panida de ua debate poli- lico y cultural sobre Ia educacién; pe- 10, al mismo tiempo, el tema educati- vo, por haber emblematizado en una larga tradicién algunos de los mejores aspectos del estado y algunos de los perfiles mas nobles de su relaci6n con Ia sociedad civil, y también porque es tun tema que toca enfreniar hoy, cuan- do ya asistimos a los estragos de la mercalizacién compulsiva en el teji- do social: por todas esas razone: ino serd la educacion el tema mas Propicio para debatir una politica de reforma capaz. de abordar con un co- nocimiento a fondo el problema de las relaciones sociedad civil/estado, sin maniquefsmos, sin voluntarismo cstatalista pero tampoco societalista? Es mucho lo que esti en juego para ‘que To dejemos en manos de la inercia cestatal, pero el proceso privatizador ‘que Narodowski propone asumir con realismo muestra una inercia social que no parece mejor, aunque el pro- ‘gresismo bienpensante educative 10- davia no haya hecho de ella su ban- dera 11, He desarollalo esta polimica en La grila ‘vel pargue, Espacio piblico y cultura xrbana ‘or Buenas Ares, 1887-1936, Eaitogal dela Unie CCesiad Nacional de Quilmes, Bernal, 1998. 12. Cit Paolo Sica, Historia del urbantsmo, EL siglo XIX, Instituto de Estudios de Admi- nistracin Local, Madrid, 1981, especialmente el tome pp. 62 Educacién: el estado de las cosas Beatriz Sarlo En el dltimo nimero de esta revista se publicé un articulo de Mariano Naro- dowski cuyo titulo revelaba la orig nalidad del argumento: “;Hlacen falta ‘politicas educativas de Estaio en gentina?”.' Quien titula de ese modo, tiene una respuesta negativa: no het cen falta potficas de estado sino otra cost, Por lo menos desde 1860 y du- ante un siglo, hubo politicas de esta- do ef cl re clamo de poltticas de estado pasa por alto que las diffcultades de la edu- cacién tienen algo que ver con un pasado estat ralizador, Al Aargumento lo acompaiia una miisica conocida (a los estados de bienestar s¢ les atribuye todos los desastres que el capitalismo se niega a cargar en sus Propias cuentas: sobre esto ya ha ha: blado Pierre Bourdieu con elocuencia); 120, seria injusto encontrar en Jos ecos de esa miisica la oportunidad para descartarlo, Por el contario, Narodowski in- terviene en el debate de manera pro- Vvocativa y original, Su tema no es s6- lo de espe (reconocerle ese cestatulo reforvarta las tendencias tec- nocriticas que invaden la politica y suborinan a los politicns). Es prsi- ble, entonces, retomar sus ideas desde fuera del campo de las tecnologias de politica educativa, para hablar un poco de historia y owe poco de polf- El interrogante ablerto por Narodows. i sobre Ia necesidad de “politicas de estado” podria aplicarse no slo a la cuestion educativa. Se ha convertido ‘en un habito repetir, frente a cualquier cuestién conflictiva, que su solucién depende de acordar alguna “politica de estado”, Es ef gran comodin de kt ret6rica po! alos: las “politieas de estado” nk lizarfan y sin n las diferencias programfticas y garantizarfan la eon- tinuidad de gestién. Cuando no se sa- be muy bien cémo resolver conflictos econémicos 0 sociales en el campo de educacién 0 en cualquier otro, se recurre al paraguas retérico de las po- licas de estado, que permite remitir a tun acuerdo funuro la debilidad de ide- 8.0 de fuereas en el presente. En un momento de muy bajas di ferencias progrun’ el paraguas ret6rico “politicas de 40” permite colocar el problema (cua guiera sea) en un rubro superpartida- rio que tendria el mérito de asegurar bajo nivel de conflictos, alto nivel de acuerdos, y sintesis de diferencias que 1 sean significativas (:pero cules son 1, Matiano Nuolowsti, “gHlacen fata “poli: ticat educativas de Estado’ en Is Argentina?” Punso de Vista, ninver0 62, dic-1998, Todas las sitas comrespoatien a extearticul.

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