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Ciudad Museos * Mizoguchi * Fogwill Afoyy-MANEM ce )int= VOM Sito ek Molt (V1 01-43 RUNie) NUSIN 40 a Revista de cultura Aiio XXIV * Namero 71 Buenos Aires, Diciembre de 2001 ISSN 0326-3061 / RNPI 159207 Sumario 1 José Nun, El enigma argentino 5 Max Welch Guerra, Jordi Borja, Buenos Aires en perspectiva: Berltn y Barcelona 17. Andrea Giunta, Museos entre lo piiblico y lo privado 21 Rafael Filippelli, A propdsito de Mizoguchi 27 Beatriz Sarlo, Fogwill, la experiencia sensible D 32 Nora Catelli, Teorta feminista y experiencia literaria 36 Renato Ortiz, Estudios culturales, fronteras y traspasos. Una perspectiva desde Brasil 41 Noé Jitrik, Carlos Altamirano, Adrian Gorelik, José Luis Romero, un cldsico. Sobre “Latinoamérica: las ciudades y las ideas” Las ilustraciones de este nimero son obras de Alejandra Loiseau (Buenos Aires, 1975; desde 1991 reside en Espaiia) Consejo de direccién: ‘Carlos Altamirano José Arieé (1931-1991) Adrian Gorelik Mi fa Teresa Gramuglio la Sabato Beatriz Sarlo Hugo Vezzetti Consejo asesor: Ratil Beceyro Jorge Dotti Rafael Filippelli Federico Monjeau Oscar Terdin Direetora: Beatriz Sarlo Disefio: Estudio Vese y Josefina Darriba Difusién y representacién comercial: Darfo Brenman Distribuci6n: Siglo XXI Argentina Composicién, armado e impresién: Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires, Este ntimero se ha editado con el apoyo del “Plan de Promocién a la Edicién de Revistas Culturales”, de la Secretaria de Cultura y Medios de Comunicacién, Presideneia de la Nacién. ‘Suscripeiones Exterior: 60 USS (seis niimeros) Argentina: 24 § (tres nimeros) Punto de Vista recibe toda su correspondencia, giros y cheques a nombre de Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39, Sucursal 49, Buenos Aires, Argentina. ‘Teléfono: 4381-7229 Interns BazarAmericano.com E] enigma argentino José Nun 1, Un enigma al revés En los aftos cincuenta, c dié desde los Estados Unidos el paradigma tedrico-ideoldgico de la modernizacién, Argentina aparecié ‘como un enigma. Segin la narracién quese desprendia deese paradigma, los paises atravesaban tres grandes etapas historicas, que podian en parte super. ponerse: primero, ladel desarrollo eco- némico (monetizacién, salarizacién, industrializacion, crecimiento del pro: ducto, ete.); casi simultineamente, Ia del desarrollo social (urbanizacion, secularizacién, alfabetizacién, nuevos valores, etc.);y, poriltimo, la del d rrollo politico (instatacién de un régi- ‘men constitucional de democracia re- presentativa), Nuestro pais contaba ya con niveles muy apreciables de desa- rrolloeconémico y de desarrollo social; sin embargo, su desembocadura politi- ca habia sido el populismo peronista y no la demoeracia representativa (como courrié, digamos, en Uruguay 0 en Chile). Este era el enigma a despejar y Gino Germany otros se empefiaron en resolverlo, con varia fortuna. Medio siglo mis tarde (y en tiem- pos en que las viejas interpretaciones que nos llegaban del Norte han recupe- rado fuerzas bajo el previsible nombre de teorias de la “neomodernizacién”), Argentina vuelve a presentarse como lun enigma pero ahora al reves. Sucede que, segin dicen los papeles, “somo: una democracia representativa; s6lo ‘que, al mismo tiempo, el pais se subde- srolla activamente en lo econémicoy en lo social (des-monetizacién, des- salarizacién, des-industrializacién, des- ‘ocupacién, des-nacionalizacién, des- igualdad, des-proteccién, des-nutricién, de-crecimiento del producto, etc.) En una palabra, antes la moderniza- ciénno nos condujo ala democracia, Y hoy en dia la democracia est muy lejos de llevarmos a la modemizacién. La palabra excepcional, se sabe, tiene dos acepciones: una, designa lo quese apar- tadelanorma; a otra, algoextraordina- rio o muy bueno. Desde hace mucho tiempo, venimos siendo excepcionales inicamente en el primer sentido, Mas alld de que se crea ono en las teorias de lamodernizacién, éste es el gran miste- rio argentino a descifrar. a falsa? Asta altura, vale la pena considerar un elemento que, segiin se lo mire, puede convertirse en un tercer enigma o en la clave para solucionar los dos restantes. Este otro elemento es el peronismo. Porque, curiosamente, las dos “excep- cionalidades” argentinas que dejé ano- {adas se dieron bajo gobiernos de idén tico signo politico. En los afios 40 y 50 fue el justicialismo de Perdn; en los 10590, ejusticialismo de Menem. Por eso cuesta eludir la tentacién de consi derar el peronismo menos como un ‘componente de los enigmas que como suprincipal responsable y,en todocaso, una inedgnita en sus propios términos. Pero es una tentacién que conviene cludir, siquicraen parte. Primeramente, porque el peronismo original ni estuvo precedido ni tampoco fue reemplazado por un régimen democritico. Esto es ‘que nuestra vieja excepcionalidad no comenz6 ni termind con él. Y luego, porque el iltimo peronismo, a su vez, no sustituyé a un gobierno que estuvie~ ‘se modernizando al pais y ha sido rele~ vado por otro que ahonda cada dia mis nuestra involucién. O sea que nuestra nueva excepeionalidad también parece trascender el peronismo. ‘Seguramente, habré peronistas que se ofendan ante cualquier intento por vincular en el anilisis a Perén y a Menem. Pero hay algo que resulta ya indiscutible: no existié ni existe tal cosa como el verdadero peronismo. Fue siempre un movimiento con miiltiples caras, en cuya gran amplitud residieron tanto su fortaleza como su debilidad. Y nadie lo supo mejor que Perdn, que alababa la importancia de la organiza- cién pero sélo en la medida en que tuviese como eje el verticalismo y se hallara subordinada a su liderazgo, que ‘actuaba como cemento de las diversas fracciones. Por eso el peronismo de Menem puede ser motivo de una lucha intema entre sectores del movimiento pero no de una eritiea semdntica, Y bien: Perén estuvo claramente inseripto en la tradicién caudillesca de la Argentina y no en la de nuestros frdgiles y titubeantes ensayos republi- ccanos. Por otra parte, comenz6 su acer- camiento al poder en un pais donde la Constitucién venia sirviendo de pobre disfraz a la dictadura y en una época en la cual existia tan solo un pufiado de democracias representativasenel mun- doy, mis ain, el futuro no parecia pertenecerles precisamente a ellas sino al fascismo ol comunismo. Perorepi- to que su estilo de hacer politica reco nocia aqui sobrados antecedentes, por més que seria é! quien los llevaria a su culminacién al mismo tiempo que los dotaba de contenidos de masa nove- dosos, en el marco de sus ideas sobre la Justicia social, la comunidad organiza day la grandeza nacional. Conlo que la incorporacién de los trabajadores a la vida piblica, que fue el mayor mérito del peronismo, ni se eorrespondié con una afirmacién de las instituefones y las pricticasrepublicanas ni supusoun pro- eso de construceién de ciudadania en clave individualistay liberal, alamane- radelasdemocraciasoccidentales. Pero, reitero, esto tampoco sucedia antes del peronismo ni pasé en el par de décadas ‘que vinieron después. Me gustaria afladir que siempre he pensado de Perdn que fue un oportunis- ta con un par de principios bastante firmes; y por eso hubo ciertos parime- tros que marearon su accién por afios y {que los Montoneros, por ejemplo, nun- ‘ca supieron entender, En esto consistid justamente una de sus diferencias mas notorias con Menem, que no s6lo ha ido y es sino que hasta se ha preciado de ser un oportunista sin principios, Es verdad que entre un presidente yel otro mediaron muchos afios, muchos horro- res y muchos cambios en el pais y en el mundo. Insisto, no obstante, que de todas maneras también Menem enear- na ta continuidad con una de las ver~ tientes historicas del peronismo, la del populismo conservador y provineiano, éc en el cual el caudillo del lugar goza del derecho casi absoluto de fijar la ley yy de dispensar castigos y favores y no ‘conoce aladuras morales 0 ideolégicas para acumular todo el podery la ique- za posibles, en connivencia con sus familiares, amigos y cortesanos. Eneste sentido, durante los gobier- hos menemistas se produyjo un vacit miento sistemitico del muy médico caricter republicano que habia adquiri- do el régimen politico desde 1983. La intensidad inusitada de tal fendmeno estuvo sobredeterminada tanto por las propias tradiciones del peronismo a las ‘cuales me referi como por el auge local de un neoliberalismo salvaje, que de hecho redefinid la libertad politica clusivamente en términos de Ia eh nacién de trabas ala libertad de merea- do, Es importante tener en cuenta esto ‘iltimo porque permite comprender que hoy continiiey se profundice el proceso de decadencia y de crisis en que se ‘encuentra embarcado el pais aunque ya ‘no sea un peronista quien lo esté presi- diendo. Reitero, entonces, queen el peronis- mo puede encontrarse una parte muy significativa pero de ningiin modo toda In explicacién de los enigmas que dejé planteados mas arriba. Seri dil e im- portante estudiar en algin momento cul es el peso relativo que se le debe asignar en tal explicacién a una serie bastante compleja de causas, tanto na- cionales como internacionales. Pero sugiero desde ahora como hipdtesis de trabajo queleresultard poco productive ‘a quien lo haga intentar deseubrir res- ponsables tinicos de un drama que hace rato que se ha trasmutado en tragedia . Las alternativas y el factor Primo Levi 4sCémo se sale de a situacién en la que hos encontramos? Obviamente, no se sale si se mantiene la politica econém caactual, que viene de sermasivamente repudiada en las iltimas elecciones le- coaiios de dominio neoliberal directo 0 irecto, el ingreso real de los argen nos seha estancado mientras que en los veinticinco aftos anteriores habia creci do casi un 67 %. Claro que, ademis, ese cestancamiento del diltimo cuarto de elo (transformado ahora en franca de- presién) oculta una fenomenal redistri- bucidn regresiva de los ingresos y de la riqueza, quemis queduplicé el nivel de polarizacién social y situé las remune- raciones de los directivos de as grandes ‘empresas que operan enel pafs entre as mis altas del mundo (en promedio, s6lo un20% por debajode las delos Estados Unidos y muy por encima de las de sus colegas europeos). Mientras tanto, la sociedad se ha ido dualizando y frag- mentando al extremo, en medio de la pobreza, eldesempleo, lasubocupacién, la marginacién y/o el exterminio de nifios y de viejos, la desintegracién institucional, etc. {Es que, acaso, no hay alternativas? Hoy en dia, insinuarlo siquiera se ha vuelto un insulto a la inteligencia, Sin ‘embargo, lo siguen sosteniendo asi el ‘gobierno, varios de los grandes grupos ‘econémicos y financieros, sus consul- tores a sueldo y los politicos que temen ‘enemistarse con ellos. Més atin: uno de Jos empresarios que mas ha lucrado (y isfrutado) en estos afios acaba de pe- dirle piblicamente al ministo Cavallo que repita su hazaiia de 1982 y estatice a deuda privada de las comporaciones. ¢Por qué no si él, como muchos de sus coftades, se han acostumbrado a que la Argentina es un lugar donde siempre ueve para arriba? {Qué tendria de sor- prendente que se le hiciera caso si vivi- ‘mos en uno de los poquisimos paises del mundo donde en plena recesién se suben los impuestos y las tarifas, se bajan los salarios y se recortan los més que insuficientes planes sociales? Por supuesto que las alterativas cexisten y se conocen, lo cual no equiva- lea decir que haya soluciones ripidas ¢ indoloras para una economia que se hallatanmaltecha comolanuestra. Tal como seiialaba el Dr. Julio Oliveraen la presentacién del denominado Plan Fé- nix, la causa prineipal de nuestros ma Jes no hay que buscarla nien los gastos excesivos del sector pablico ni en los desequilibrios de las cuentas externas, Estos resultan, en todo caso, efectos derivados de la falta de produecién y de empleo, la cual “nace directa 0 indirec- tamente de la insuficiencia en la provi- sién de bienes piblicos, desde la segu- ridad juridica hasta la salud, la educa: ciényla paz social”, Poreso, cambiar la situacién requiere quese promuevaante todouna redistribucién progresivade la riqueza y del ingreso, generando un aumento de la demanda efectiva que tive la economia en el menor plazo posible; pero ciertamente exige mucho més que esto. Vuelvoasubrayarlo. Sesabe yabas- tante bien qué es lo que hay que hacer e incluso lo recomiendan con i tempinados expertos extranjeros;lacues: tién quese vuelve central es determinar quién lo va a hacer. Una redistribucién progresiva de la riqueza y del ingreso, Por ejemplo, no se realiza por decreto Por dos razones que, en rigor, son una: ningiin politico firmard ese decreto en ausencia de una fuerza social moviliza- da que se lo exija y se lo imponga Y si construir ese quién no es en absoluto una meta irrealizable, convie- } FA = ne serrealistas y darse cuentade que, en las actuales circunstancias, resulta en verdad una tarea muy dificil. Es cierto que se han venido multiplicando en el pais los focos de resistencia, que el Frente Nacional de Lucha contra la Pobrezaconstituye unesfuerzo extraor- dinario y que son numerosos los mili- tantes y los sindicalistas aby los escritores y los periodistas valien- tes, Pero se requiere introduciruna nota de cautela y deseo formularia, Pienso en una observacién durisima que dejé escrita Primo Levi y que transcribo: “Es ingenuo, absurdo e his- ‘ricamente falso creer que un sistema infernal como el Nacional Socialismo santifica a sus vietimas; por el contra. rio, las degrada y hace que se le parez= Guardemos toda la debida distancia que se quiera con el fenémeno siniestro de que habla Levi pero no desaprove- chemos la leecién que surge de sus palabras. La experiencia la confirma suficientemente, como lo muestra el fracaso de las ilusiones que depo: Gorbachovenla perestroika. Han trans- currido aqui demasiados afios de arbi- trariedades, de corrupeién, de nepotis- mo, de desprecio pot la justicia, de ‘mafias a todos los niveles, de inseguri- daden el trabajo oen lacalle, de salvese quien pueda, de impunidad y de pre- ios a los piearos como para imaginar que, de pronto y en medio de una des- composicién social semejante, pueden florecer masivamente en la Argentina la Solidaridad y los altos ideales. El malestar y la bronca no son lo mismo que la voluntad de cambio y, mucho menos, democritica, Y aunque esta voluntad existe y estoy convencido de que va en aumento, seria “ingenuo, absurdo e histéricamente falso” supo- ner que los malos ejemplos no cunden y que lamiseria, el temor y el sufrimiento no degradan a sus vietimas. Maxime ‘cuando la composicién de los sectores populares es tan heterogénea y frag- ‘mentada y son tan escasas todavia las instancias de representacién genuina capaces de dar forma, de expresar y de unificar sus demandas. Para construir se pueden emplear muchos tipos de materiales. Pero es decisivo no confun- dirse y saber como y con qué se em- prende la construccién, Quizas éste haya sido finalmente uno de los grandes (y més costosos) errores de Marx. Cuando afirmaba que en el vientre de la vieja sociedad se ‘estaba gestando la nueva, no advirtié {que era altamente probable que e! hijo de una madre muy enferma tampoco fuese muy sano, No es ésta una invita- ccién a la desesperanza sino una adver- tencia estratégica. Los entusiasmos in- fundados -ya lo aprendimos— condu- cen al desastre, 4, Moralitit Hegel, que criticé con tanta fuerza el subjetivismo individualista de la Moralitét kantiana y le opuso a ella la importancia primordial dela Sitlichkeit © “ética objetiva” ~propia de la vida piiblica-, reconocia, sin embargo, que én ciertos periodos histéricos Ia vida piiblica podia vaciarse de espiritu a tal punto que la Moralitdt era susceptible perioraella. Elejemploque ponfaerael de la decadencia del Imperio Romano, Creo que la Argentina atraviesades- de hace bastante tiempo por un perfodo semejante, de ésos que, al decir de Gramsci, “no hacen época”. Por eso adquieren prestigio tan répidamente quienes exhiben una conducta intacha- ble (y lo pierden con igual velocidad cuando flaquean). Por eso también las denuncias honestas y arriesgadas de las, pricticas corruptas y mafiosas se trans- formaron en estos afios en un valor politico de tanta significacién, El problema es no entender este punto cabalmente y, peor aun, confun- dir los niveles de accion. Le sucedié a Chacho Alvarez, que ciment6 su famaa travésdeuna “politica testimonial” que, de la noche a la mafiana, pasé a desdle- farennombre de unasupuesta"politica de poder”. Asie fue; y as le ir proba bblemente a otros que incurran en erro- res similares. No estoy sugiriendo, aclaro, que una politica progresista deba agotarse en la prédica moral. Digo, en cambio, que, como siempre, es necesario efec- tuar ante todo un buen diagndstico del campo de relaciones de fuerzas y de la trama compleja de elementos que lo estructuran en tun momento dado para recién después decidir los pasos técti- ‘eos que se adoptarin a fin de aproxi- marse a los objetivos de libertad y de igualdad que se persiguen. Y agrego que, a mi juicio, la princi- pal ofensiva de a militancia de izquier~ datiene que librarse hoy anivel debase, ‘enunesforzado y nada sencillo proceso de reconstruccién moral, de elabora- cidncolectiva de altemativas compren- siblesdemedianoy largoplazoy, desde luego, de organizacién. En cambio, en el plano de la politica parlamentaria, la fase que atravesamos resulta eminente- ‘mente defensiva, de afirmacién de po- siciones y de proteccién a ultranza de los derechos civiles, politicos, econd- micos, sociales y culturales dela pobla- cién, Desde luego que es dela indolede este plano que haga falta definir conti- nuamente acuerdos y alianzas; s6lo que éstas deben respetar tanto losprincipios que se han fijado como los tiempos que se necesitan para instalarlos en una so- ciedad tan dafiada como la nuestra, De lo contrario, el apresuramiento por ocupar presuntas posiciones de po- der genera una consecuencia conocida: ‘9 se cede en los principios (Ia vida piiblica degrada) 0 seabandona la lucha (la vida piblica expulsa). Pocos testi monios tan penosos ~me tocd conocer algunos de cerca~ que el de muchos Jovenes militantes progresistas que lle- ‘gana puestos oficiales y son absorbidos casi de inmediato por ta légica de un sistema que los convierte en “operado- res praginéticos”, que apelan a la reté- rica de la astucia para justificar sus ambiciones personales y defender lo indefendible. Convengamos en que, una de dos, 0 la presente situacién es gravisima o no Jo es. Si no lo fuera, se entenderfa que los politicos Hamados progresistas ‘aceptasen ceflirse exclusivamente al juego de la pobre democracia repre: tativa que tenemos, negociando con ‘mayor 0 menor éxito algunas reformas parciales. Pormi parte, estoy conven do de que Ia situacién es gravisima y exige remedios de fondo, acordes con cesta gravedad, Por eso la democracia representativa sigue siendo indispensa- ble pero ya no basta. ¥ ello no i mente porque se ha vuelto una demo- cracia de muy baja calidad, que para millones de argentinos no posee legit midad sustantivaalguna, También por- que el deterioro es tan generalizado que reclama con urgencia una gran dosis de inventivademocriticaa fin de construir y de articular desde abajo la fuerza social de una nueva ciudadanfa, Ellono implica abandonarlas luchassindicales partidarias sino reconocer que, libra das a si mismas, no estén en condi nes de revertir una situaci6n que, segu- ramente, empeorard todavia més, Alguien (creo que fue Ambrose Bierce) dijo que la paciencia es una forma menor de desesperacién, disfra- ada de virtud, En estos momentos, me parece de todos modos preferible a esa otra forma mayor de desesperacién que es la impaciencia por las candidaturas y porlos cargos, que termina no llevando ninguna parte por més seguro que uno se sienta -0 lo hagan sentirse- de su poder de convocatoria, Buenos Aires, 27 de octubre de 2001 Buenos Aires en perspectiva: Max Welch Guerra, Jordi Borja Las ciudades siempre se han compa- rado.con otras ciudades en un proceso intenso hecho de contactos culturales, viajes de intelectuales, de técnicos 0 simplemente de miradas, imdgenes, representaciones del progreso.ola vir ud. Buenos Aires ha mirado mucho y, siempre a su manera, ha asociado cada momento de esplendor con di- versas referencias del imaginario in- ternacional. En estas conversaciones con dos especialistas europeos se uscd volver a poner a Buenos Aires “en perspectiva", para pensar ahora Berlin y Barcelona las relaciones con otros mundos ur banos no desde el esplendor sino des- de la decadencia. Max Welch Guerra es chileno y se formd en ciencia poli- tica y urbanismo en Alemania, donde ejerce la actividad académica y par ticipa en los debates piiblicos sobre la ciudad a través det Stadiforum, importante en las discusiones recien- tes sobre la reconstruccién de Berlin; actualmente esté en Buenos Aires, dirigiendo la Cétedra Walter Gropius (DAAD-FADU-UBA). Jordi Borja es catalin, se especializé en sociologia urbana en Paris y particip6 activame te en la gestién de Pasqual Maragall en Barcelona en los afios del boom urbano espaiiol. Es profesor univer- sitario y consultor urbano interna- cional; en Buenos Aires integré el equipo de cooperacién para el pri- mer plan de Puerto Madero en 1989 y hasta la actualidad ha continuado asesorando en diferentes aspectos a los gobiernos de la Ciudad, Las en- trevistas fueron realizadas por Adridn Gorelik en septiembre de 2001 en Buenos Aires. Max Weleh Guerra: “En la ciudad europea, el protago: ptiblico no se ha puesto nunca en cuestion” Punto de Vista: ;Qué significa hay en dia una politica urbana reformista? La crisis de la planificacién tradicional fue la crisis de la asaciacién autométi- ca de las transformaciones urbanas con una idea de progreso. Fue la crisis del estado, de sus métodos autoritarios de gestiéndel territorio. Una crisis que seprolonga por lo menos desde finales de los afios sesenta y que ha producido ya diferentes respuestas. ;Cémo se ha replanteado a partir de esa crisis, en Berlin, y mas en general en Europa, la idea de reformismo? Max Welch Guerra: Un modo de en- tender el desarrollo de la reflexién ur- banistica en este punto es ver cuiles fueron las diferentes “ciudades-refe- reneia”, qué experiencias de transfor- ‘macién urbana se convirtieron cada vez en paradigmas de aquello que debia entenderse por reformismo, Podria de- cirse que, asi como en los afios 70 todos iban a buscar iéna Bolonia, en los 80laciuad fe Berlin Occidental y hacia fines de los 80 y principios de tos 90, Barcelona, Se trata de ver de qué fueron simbolo estas ciudades, qué eta pas marcaron para las ideas de cambio, por qué se fue a ellas a buscar lo nuevo. Por primera vez.en Europa, Bolonia ‘comenz6 a salvar, en forma sistemiti- a, tanto los monumentos, el patrimo- clisico y culto, como el parque edilicio en su totalidad junto con sus habitantes: aparecié la idea de preser- ‘vacién socio-espacial quealimenté una nueva relacién del urbanismo con la historia y la sociedad. Berlin Occiden- tal fue muy diferente, porque se con- vierte hacia mediados de los afios 70en uun campo de experimentacién social. Hasta la caida del muro, Berlin fue una ciudad completamente “artificial”, que recibia una enorme cantidad de subsi- diosestatalesy, por otra parte, tenia una concentraciénaltisimadegentenoadap- tada, fuera de los sistemas establecidos cn las ciudades “normales”, un campo de cultivo de mucha innovacién y Iu- cchas urbanas, como las tomas de casas, Pero lo llamativo para Alemania es que ese movimiento comenz6 a recibir el apoyo de instituciones importantes, como el gremio de los profesores 0 la iglesia evangéliea, lo que supuso un quiebre extraordinario de la legalicad, una desestabilizacién que no se produ- ciadesde el nazismo, Quebré lamanera fordista de producir ciudad a través de a permanente destruccién y construc- cién de grandes superficies. Este es el aporte berlinés a los cam- bios enel pensamiento urbanistico pro- sresista: un quiebre econémico y cultu- ral, sintetizadoenel"'small is beautiful” quese generaliza entonces. Pero, loque se conoce menos es el giro hacia una forma de mejorar la ciudad con mucha gestién directa, con mucha interven- cidn social, en el intento de adaptar el proceso de renovacién de cada barrio, de cada cuadra, alas condiciones de sus habitantes concretos. Todo exe proceso hha quedado emblematizado en las ex- periencias de la IBA (Internationale Bauausstellung), en la Berlin Occiden- tal delos afios 80, de la que han trascen- dido las obras mas notables de los ar- quitectos més conocidos (y hubo mu: chas). La IBA es el resultado de una tensa participacién social y afectd cuestiones urbanas de pequefia escala, completamente al margen de las mar- quesinas arquitecténicas, No fueron solamente las ideas de algunos arqui- tectos geniales 0 de politicos hibiles, fue un nuevo rumbo econdmico, politi- co, cultural, espacial y urbanistico im- puesto por un amplio espectro social. Posible, evidentemente, por el finan- ‘ciamiento piblico que s6lo podia obte- ner una ciudad subvencionada como Berlin Occidental, Toda esa movilidad social inicial rapidamente fue capitalizada por el sis- tema politico para quebrar el poder del bloque industrialista, bloque formado porla central sindical, la gran industria de la construccién, los bancos semi- estatales que financiaban los emprendi- jentos, en un marco de corrupeién. El tema fordista de produccién de la citudad habia sido un gran negocio y el bloque de intereses que se beneficid con él perdié su hegemonia. Berlin fue el caso referencial para el resto de Ale mania Federal y también tuvo sus efec- tos en Alemania Oriental, donde los movimientos altemativos estaban si ‘guiendo el proceso muy de cerca. Toda Ja energia desplegada por los ilegales fue aspirada por el sistema politico, en ‘un proceso de integracién y cooptacién muy tipico de la sociedad alemana. Ahi cambia todo el discurso progre- sista sobre como hacer ciudad. Desapa- rece lo que, en Alemania Oriental, se Iamaba la ideologia de las toneladas, parala que 1000 ilometros decalleson tun progreso mayor que 500 kilémetros de calle, Ahi comienzan a observarse ‘con atenei6n los procesos y se impone la idea de que, por lo general, los cam- jos mAs cautelosos son cambios més Justos. Esta disposicién a percibir los “detalles” también abre el diseurso pro- gresista al reconocimiento de la dife- rencia, en ciudades que estaban incor- porando diversas comunidades extran- Jeras que comienzan a serrespetadas en sus idiosinerasias. Bien, es justamente esta escala de pensamiento lo que se modifica con Barcelona, Berlin demostré la neces dad de pensar en pequefia escala, en el barrio, pero hacia finales de los afios 80 Barcelona mostré cémo incorporar todo eso en una perspectiva que pensa~ ra la ciudad en su conjunto: se sistematiza toda Ia ciudad, desde ta transformacién a gran escala hasta el tarro de la basura de la parada de colee- tivos, Este aspecto tuvo una importan- ciainmensa, Volvimosadiscutirsobre laciudaden su totalidad. Pero hay otro aspecto de Barcelona que adquirié peso ms tarde y que creo que es una de las razones para la atraccién que ejerce ‘ese modelo también en América Lati- na, Setratadewn quiebre histérico enel urbanismo: por primera vez.el proyecto socio-urbanistico, que durante todo el siglo XX habia estado dedicado a las grandes masas, a la poblacién en su totalidad, a mejorar las condiciones de ‘vida del promedio, por primera vez se dirigea las capas medias, a transformar la ciudad para (y a través de) las capas ‘medias. Nada loretrata mejor quecuan- do en el barrio viejo se echa abajo una ‘manzana para construir una plaza con ‘unestacionamiento subterrineo:se baja la densidad también para poder distru- tar mejor de la preservacion de los sec- tores histéricos que quedan en pie (eslo 4que alli se Hlama el proceso de “espon- Jamiento”), se crean espacios estupen- dos, se permite Hegar con el auto y estacionar en plena ciudad vieja de Barcelona, Esta actualizacién dela ciu- dad lahace atractiva paralaclase media local y para la que viene de afuera, el turismo. Una clase media de origen muy progresista, con gran porcentaje de universitarios. Ese es otro aspecto importante: el componente académi- co de estos movimientos innovado- res, indispensable para entender el caso de Barcelona y también el de Berlin. Lagrannovedad es que por primera vez un nuevo urbanismo progresista presenta la ventaja de que también lo aaceptan los “otros”, los enemigos jura~ dos de la planificacién tradicional, los inversores privados, las cimaras de comercio, los politicos liberales, etc, ‘Aunque me parece importante hacer ‘una distincién, porque no se puede de- cir realmente que sea un urbanismo neoliberal, Lo clisico neoliberal es lo que se hacia en aquel tiempo en Lon- dres: la completa cesién a ta iniciativa privada para gestionar la ciudad. Bar- celona da otra respuesta, le otorga mu- chomés protagonismoalaciudadcomo espacio piblico y, consiguientemente, al urbanismo pablico. El protagonismo piiblico es de nuevo importante, hablar de la ciudad también, tanto como hacer buena arquitectura 0, por lo menos, convocar a arquitectos conocidos, dis- cutirsobrearquitectura, presentarlea la opinién piblica proyectos interesantes: ese es ef atractivo de Barcelona. Lo contradictorioeselcontenidoqueatien- de prioritariamente a las clases medias, que define la perspectiva urbanistica sobre toda la ciudad fundamentalmente en su beneficio, Es que uno de sus objetivos era atraer unas capas medias que habian fugado de la ciudad en los aitos setenta desfinanciando por completo las polit as piiblicas, ya que trabajaban y usa- ban ta ciudad, pero pagaban sus im- ‘puestos afuera. Ahi es donde la “resu- peracién” de la ciudad, con preserva- cién histérica y renovactén del espacio piiblico adquiere, en muchos casas eu- rropeos, otro sentido. Bfectivamente, y ahi es donde se produ- cen transformaciones enormes en la discusién sobre lo que se llama comiin= ‘mentesub-urbanizacién, queesunnom- bre que abrevia el problema, porque no se rata solamente de quealgo se va para afuera sino de que también cambian tos centros. Entonces, frente a la renova- ccién urbana progresista, cautelosa, cul- ta, de Berlin, aparece Barcelona con un proyecto deciudad completayy flexible, con una gran cantidad de instituciones que actian en cada barrio, convirtién- dolo en un escenario urbanistico dife- rente pero articulado, Si se le suma Ia witacién a arquitectos de renombre, a receta parece completa. Eso, desde lue- 20, {uvo una inmensa influencia tam- bién sobre Berlin, En ese momento eo- ‘menzaba la euforia de que en pocos afios mas Berlin se mediria s6lo con New York y Tokio, quizés con Lon- dres, que en pocos afios ibamos a ser cinco 0 seis millones de habitantes y no tres y medio como ahora, y la mayoria estaba de acuerdo con esa perspectiva ‘magnificada, Ello implicaba gastar pla- taamanos llenas para prepararel boom que se venta. Y, efectivamente, los dos primeros atios después de ta caida del Muro hubo un inmenso boom. Esta secuencia: Bolonia, Berlin, Bar- celona, muestra una serie de ideas y transformaciones que, siendo europeas, no han sido ajenas a Buenos Aires. Por ‘momentos da la sensacién de que, con todos los componentes que caracteri- ‘an todavia a Buenos Aires, especial- mente su clase media, hay posibilila- desdeanalogia, Sin embargo, noes ast. En las itltimas décadas, Buenos Aires devino una ciudad mas y més “latinoa- ‘mericana”, lo que se advierte en el colapso de su infraestructura y en la decadenciadel espacio piiblicoy, como contraparte, en el florecimiento de los negocios privados con resultados de Sfragmentacién soctal y urbana. En ese sentido, la sensacin ex que este tipo de transformacién que se aglutina en tor- no a la reivindicacién cultural de nue- vos sectores sociales en la ciudad, pue- de llegar a erun lujo europea, genera- do por los importantes margenes de intervencién que tiene la politica euro- ‘Pea incluso dentro de las limitaciones de la globalizacién. Todas esas efem- plos, Bolonia, Berlin, Barcelona, aqui ‘aparecen con enormes distorsiones, ya que el fondo sobre el que se recortan es totalmente diferente, Si, es cierto. Incluso aqui ni siquiera se conocen los aspectos més importantes de esos ejemplos, sino que hay una lectura muy selectiva, sobre todo muy ‘mareada por la arquitectura, En Améri- ca Latina estos temas se discuten en revistas de arquitectura, nose ven como algo urbanistico, no se habla de que tanto en Barcelona como en Berlin, todo comienza con In infiaestructura técnica, con el equipamiento téenico de la ciudad, Donde més plata gasté Ale- ‘mania, después de ta caida del muro, fue en la renovacién de infraestructura, Por eso Alemania Oriental tiene hoy ‘una inffaestructura més desarrollada que a occidental: purificadoras de agua, desagiies, fibra éptica, Todo se hizo nuevo. La ciudad del socialismo, no solamente en Alemania Oriental sino ‘enmayor medida aiinen los otros socia- lismos europeos del sigloXX, descuid6 completamente el mantenimiento de la infraestructura urbana. Como las ciudades latinoamericanas.. Es un consuelo, podriamos decir en tonces que acé siempre tuvimos ciuda- des socialistas sin saberlo... Hay efectivamente un inmenso pareci- doen muchos aspeetos. El caso de Pra- ‘2, una de las ciudades con el mejor nivel de vida de la Europa socialista, es sintomiatico. EI tercio del agua potable se perdia hasta hace pocos afios en alguna parte, se perdia por ahi. El socia- lismo no se preocupaba por renovar os desagties ni las cafierias de agua potable, En Alemania Oriental, des- pués de la reuniticacién, esto se hizo de ‘manera bastante intensa, con gigantes- cas inversiones. Desde Iuego que tam- bién fue un negocio para ta industria ‘occidental, Se gastaron miles de millo- nex de mareos para renovar la infraes- tructura y habfa un consenso: los orien- tales lo querian, los occidentales esta ban ganando plata con eso y se estaba modernizando el pais. Pero, ademas, es fuerte la idea en Alemania, y en parte también en Ia Unién Europea, de que se debe mantener un protagonismo pibl 0 en el desarrollo espacial (no sélo urbano) para lograr una coherencia so- cio-territorial, También en aras de la competitividad: se busca evitar desni- vveles demasiado grandes para que no haya sectores eriticos que puedan des- ‘moronar la economia de toda una re~ gidn europea. Por ejemplo, alos paises orientales candidatos a la Unidn Euro- pea, se les exige para su ingreso que desarrollen una politica urbano-regio- nal. Yoloestudié enel caso de Praga:se le exige que se entienda con las comu- nasaledafias, sino o ogra, no entra, De algin modo se puede hablar de una europeizacion desde arriba: exigencias, por un lado, y facilitacién de recursos, por el otro, ademas de medios muy flexibles para adquirir los conocimien- tos que permiten responder a las exi- gencias. El protagonismo pablico, en ese sentido, no se ha puesto nunca en cuestién. Hay también programas spe- ciales para éreas rurales: en el mapa de las inversiones piblicas, el territorio de Alemania Occidental, una de las regio~ nies més ricas de Europa, esté prictica- mente cubierto eon programas espacia- lesde fomento social y de infraestructu- +a implementados por la Unién Euro- pea. Pienso que afuera de Europa mu- chos no se han percatado de que ta Unién Europea es un territorio con un régimen de desarrollo espacial basado enun protagonismo publico-y estamos hablando de una concepeién de urba- nismo y de planificacién regional que seva extendiendo con la integracién de mis paises. Esta es una diferencia que conviene puntualizar: un capitalismo urbano- territorial que, por razones también de productividad, fomenta una serie de decisiones piiblicas que tienen que ver con la nivelacién social. Mientras que ‘en Buenos Aires, y pongo Buenos Aires ‘como caso extremo, porque fue la ciu- dad menos desigual de América Latina, se dio un proceso de fragmentacién social y desaparicién del estado. A tal punto que pedir hoy politicas activas de ‘igualacién social aparece con el grado de radicalidad con que podia aparecer hace veinte afos la idea de revolucién, En la ciudad europea funciona un dis- positivo econdmico-productivo, que ‘afecta aspectos cotidianos de la vida y la gestion urbana, que tiene entre sus claves la tendencia a la igualacién so- cial no como filantropia, sino como ‘mecanismo interno de la reproduccién. Se trata de una sociedad que planifica 4 largo plazo y con continuidad un uso social racional de los recursos. La pe- culiaridad de Buenos Aires es que pa- rece una ciudad que, en términos rela- tivos, sigue teniendo recursos impor tantes y sigue teniendo algunos secto- res sociales con capacidad y con ideas, ‘pero que no logran cambiar esta ten- dencia de decadencia. ¥ ahi entra et tema de la politica, ¢Cémo se hace politica en un lugar y en otro? Hay diferencias historicas, desde lue- 0. Por ejemplo, el hecho de que Berlin sea el producto de la reunién tardia de ferentes comunas que yaexistian,con patricios locales, con toda unatradicién anterior a la constitucién det estado ‘modemo, de politica eomunal, de inj rencia comunal en asuntos de desarro- Ilo espacial. Creo que es una primera e inmensa diferencia con América Lati- na, donde primero lego el estado y después la ciudad. El segundo punto que me parece importante es mucho mis reciente y me llama mucho la aten- ccidn aqui en Buenos Aires: la ausencia de debate social sobre los temas de la ciudad. Cuando se discute politica de desarrollo urbano en Berlin, en Europa en general, quien discute es un colecti- Yo inmenso, enun mecanismoen el que intervienen de modo articulado por lo ‘menos cuatro actores. Primero, los de- partamentos de planifieacién de las co- ‘munas, 0 de la ciudad entera 0 de los estados federados, cuyos funcionarios sontéenicosrelativamente independien- tes de la politica coyuntural, que no ‘cambian con cada eleccién, especiali- zados en temas espaciales ~pueden ser gedgrafos urbanos, economistas regio- nales, urbanistas-. Segundo, los politi- ‘608, que han incorporado los tenias ur- banos asu agenda y, porafadidura, han aprendidoa delegar decisionesenaque- Hos cuerpos técnicos. Tercero, la po- blacién, que tiene una muy desigual participacién en temas de la ciudad en general, pero una inmensa participa- cién en los asuntos locales, Cuarto, los especialistas en fa universidad y tam- bién Los que estén fuera del aparato estatal, y que no son s6lo urbanistas, sino también, porejemplo, losperiodi tas especializados, que tienen una gran intervencidn. Es un colectivo que dis- ‘cule permanentemente sobre la ciudad de forma muy conflictiva, pero que va ‘generando consensos sélidos, de modo {que cuando se producen grandes giros, como el que mencionamos, de la reno- vacién brutal ala renovacién cautelosa, estin incluidos en un proceso de cam- bio colective donde hasta la Democra- cia Cristiana, un partido de derecha, asume la programitica de la IBA. Para que eso ocurra debe garanti- zarse el libre acceso a una abundante informacién piiblica: los politicos y el sector administrativo de la planifica- cién urbana y regional proporcionan constante informacién a los profesio- nales independientes de la universidad, a os periodistas especializados, a los ‘grupos es, ecologistas, etc, Detal forma que el gobierno puede aprovechar el potencial critico. para, primero, experimentar como se recibi- ria una propuesta, cudles serian los as- peetos que podrian dificultarsurealiza- cin; una especie de sistema de alarma previa que detecta inmediatamente los conflictos. ¥ segundo, para nutrirse de ideas innovadoras. Porque, por ejem- plo, los ecologistas saben perfectamen- te bien que en tal ciudad de Holanda se hizo tal cosa con las bicisendas, y a travésde lascriticasdeesos grupos, que nnunea se quieren integrar, ripidamente el gobierno se entera e introduce las modificaciones, con lo cual también los. tegra. Eso forma un mecanismo de innovacién permanente, basado en el libre acceso en todo momento a todo tipo de informaciones. Ese tipo de participacién plural en el debate, acti seria identificado con la imposibilidad de realizar transforma- ciones efectivas, una especie de poster- sgaciénad etemum de todadecisiényde toda politica. ¢Cémo se articula un debate tan amplio eintenso con la toma de decisiones? Porque deben ser deci- sionesqueamuchosnovanagustarles, que afectan intereses. Bueno, muchas veces no se realizan las cosas. Peto no diria que es un rasgo negativo de este modelo de accién. En parte, hay cosas que no se realizan, que la discusién piblica no resuelve. Si, es parte del modelo. Pero existe una agen- dda bastante definida de lo que hay que hacer, gracias a los grandes acuerdos pliblicos logrados con el mismo mode- Jo, que van armando una trama de larga duracién que acompafia muchas discu- siones puntuales, Ademés, esti muy sneralizado un sistema de participa- cin que excede lo que prevé la ley (los casos en que se exige formalmente un procedimiento de participacién en ta toma de decisiones, como la aproba- cidn de planes urbanisticos). Por ejem- plo, cuando tos politicos no se pueden poner de acuerdo, cuando hay dos mi- norias fuertemente encontradas, cuan- dounalealdese va dando cuenta de que Jos costos politicos de imponer su posi- cién, aunque tenga Ia mayoria, serian inmensos; en easos de desorientacién, se amplia el campo de discusién, se demora el proceso pero se atinan erite- tios y después se llegaa una decisi6n en la cual por lo menos se disminuye mu- cho el grupo de perdedores, de tal forma que después de tomarse la decision es mucho mis débil el grupo que pretende bloquearla, Desdle luego, hay cosas importantes que no se pueden deci por participacién ciudadana. Pero hay tuna inmensa difusién de actividades participativas incluso allf donde la ley no las prevé (aunque la ley prevé mu- chisimas). Por supuesto que existen grandes temas en los que se arman bloques de opiniéneintereses inconciliables,yque se van tramitando conflictivamente a lo largo del tiempo, como sucede con el tema de los automéviles. Esta Ia frac- cién que quiere facilitar el trafico de automéviles a toda costa, el Automévil (Clubde Alemania, la DemocraciaCris- tiana y un sector populista de derecha Y Ia fraccién que quiere disminuirlo, formado por los vecinos que reclaman porque frente a sus casas pasan dema ssiados autos, por los ecologistas, y por ‘un grupo de teenderatas que saben que la ciudad no puede resistir material- mente mas autos, Esta discusién se ha desarrollado alo largodetodaladécada del 90 y yo diria que poco a poco fue ganando la fraccién que quiere dismi- ‘nuirlacantidaddeautoméviles, angostar las calzadas y poner mas tranvias. Los ecologistas se quejan de que todavia no se ha impuesto su opinién, pero todos han madurado en Ia discusién, y el conjunto de la sociedad hoy entiende ue, por lo menos en ciudades grandes, s preciso disminuir el trifico de vehi culos. Creo que aqui influye también el terror a la ciudad americana, a que el deterioro de los espacios piblicos vaya a dividir a nuestra ciudad en ghettos. ¢Cémo convive ese terror con el americanismo que uno nota en la po- blacién comiin en Alemania, yquese ve ‘en la gran difusién de modelos de con- sumo, los shoppings, la vida de los suburbios, con la pequeita casita y el ‘auto, ete, ete.? Es evidente que hoy la “ciudad europea” representa, como dice Corboz, apenas una infima parte de la realidad urbana europea; los cen- 1ros histéricos, compactos, $07 wn por- centaje minimo del territorio realmen- te urbanizado, Hay diferentes opiniones: quienes de- fienden la ciudad compacta, europea, por llamarla asi, y quienes dicen que no se puede evitar una suburbanizacién a la norteamericana; pero, incluso éstos, a diferencia de lo que ocurre en los Estados Unidos, también plantean la necesidad de la administracién pablica del territorio, Es decir, los terrores dela ciudad norteamericana son los de la falta deadministracion de a interciudad y el abandono del espacio piblico de los centros tradicionales, En esto in’lu- xye la percepcién (también por parte de los politicos de derecha) del costo fiscal que tiene la dispersién de la textura de Ja ciudad y el abandono de los centros por las clases medias. Como bien decias de Barcelona, todos estos ejemplos suponen tipicas deman- das de clase media. Pero, qué ocurre ccon los sectores mds bajos de la pobla- cin; gcémo se hace una politica urba- na para sectores carenciados? Aqui aparece, entre otras casas, la cuestion delavivienda, Esnotorioen las barrios viejos de Berlin, desde los atos ocken- ta en el oeste, con el IBA, y en los noventa en Berlin Oriental, que la poli- tica de mejoramtento de los barrios ha tendido a fijar la poblacién previa, disminuyendo en lo posible, con subsi- dios para el arreglo de las viviendas, el riesgo de la gentrificacién. Este pro- blemaes nuevo para Buenos Aires, una ciudad que se modernizaba pareja- ‘mente, aunque con desniveles, pero donde la movitidad social era la carac- teristica comiin. Ahora las barrios que se modernizan se gentrifican, y los que no, se tugurizan, ¢Cémo abrir esa pin. za de hierro, sin los recursos que tuvo Berlin? ¥ en un contexto en el que se han terminado practicamente as politicas estatales de vivienda colectiva. Bueno, también en Alemania se han terminado las politicas de vivienda co- lectiva. La tarea del momento es Ia preocupacién por los barrios modestos de antes de la Primera Guerra y por los productos del urbanismomodemo dela Ultima postguerra, sobre todo en Ale- mania Oriental, con la intencién de estabilizar la poblacién afectada por la cesantiay preservarun patrimoniocons- truido muy importante, Respecto de la renovacién de vi- viendas Viejas, tampoco hoy, con me- nos recursos que en los 80 y los prime- +05 90, es posible garantizar que se vaa seguir preservando la poblacién origi naria. En Berlin Oriental, en Mitte, en Prenzlauer Berg, hay claros procesos de gentrificacién. Hoy, en barrios de gente modesta, se busea, a través de programas focalizados y muy flexibles, ‘comprometer a la poblacién con sus barrios y sus viviendas, crear una iden- tidad con su espacio piblico, En mu- chos casos se empleaa jévenes habitan- tes de esas viviendas para que realicen tareas de cuidado de las plazas aleda- fias, por ejemplo, y asi, con politicas micro, se logran avances. Incluso por- que se erean instancias de participacién democritica en la toma de decisiones 10 locales para una poblacién que, por ser extranjera, no tiene derecho a voto. Asi seeonstruyeuna identidad yseestabiliza el barrio, Con medidas urbanisticas no se puede cambiar la sociedad, ni hacer modificaciones estructurales; pero 1a estabilizacién deun barrio tiene unsen- tido de justicia y es un camino para producir alguna transformacién, con pocos medios. Hay otro tema, muy novedoso para los ectores de izquierda, pero que inci- dedirectamente en el bienestar del con- junto de la poblacién urbana: el ahorro fiscal como instrumento para imponer reformas progresistas. En el ejemplo del transporte se ve muy claro. Aqui en Buenos Aires me sorprende el consen- soque-tiene la politica deampliarlared del subte, una solucién magnifica, pero ‘muy cara, ,Cudles larazon porlaquese decide realizar un subterrineo y no una red de tranvias, que se construye con mucho menos dinero, es mis flexible y genera una estructura mucho mas reticular? La tinica razbn es que el tran- via le quita espacio de calzada al auto- mévil. Entonces, el consenso sobre el subterréneo esuna respuesta oportunis- ta para ocultar que se quiere seguir inerementando el trfico de autos en la ciudad a costa de fondos piiblicos. Ein Praga sucede lo mismo: también entre gente progresista cinnovadora, persiste la concepcién de que ta politica de transporte debe tener, por supuesto, la meta de que mucha gente use la loco- mocién piblica, pero que a la vez se sigamejorando el flujo vehicular priva- do, construyendo 0 manteniendo ca- les. Mientras que en Berlin, y en la mayor parte de las ciudades europeas, el tema del automévil se ha planteado con claridad como una disyuntiva de hierro, y en ella el progresismo opta claramente por disminuir los espacios paral automévil. Abordarenserioeste problema desde la perspectiva del aho- rro fiscal, entonces, obliga a replantear toda la cuestién del transporte piiblico, que afecta la vida de la poblacién, espe- cialmente de sus capasméspobres. Y es una reivindicacién novedosa en el progresismo, que tradicionalmente pen- iba que todos los problemas debian resolverse, simplemente, con mayores astos pilblicos. Jordi Bor} : “Las reformas son posibles cuando parten de Ja voluntad politico-intelectual de una transformacién mas radical de la sociedad” Punto de Vista: Buenos Aires ha tenido ‘ya una larga e intensa relacién en te~ ‘mas de pensamiento urbano con Espa- ia: con Madrid al comienzo de la de- ‘mocracia y luego decididamente con Barcelona: proyectos de colaboracién, consultorias, encargos directos. Podria decirse que la renovacién del pensa- ‘miento urbanistico a partir de los aos 80se dio en Buenos Aires a través de la experiencia espatiola y a través més especificamente de algunas figuras como vos, que partieron de esa expe- riencia y produjeron un modelo, diga- ‘mos, de exportacién, lo quese ha dado en lamar "planeamiento estratégico” Ahora bien, paso bastante tiempo, se sucedieron diferentes gestiones urba- ‘nas que mantuvieron en esencia los ‘mismos planteos, y quizds ya sea posi- bley necesario hacerun balance de esa experiencia de contacto cultural y téc- nico. En ese sentido, queda la sensa- cin de que aquellos discursos y préc- ticas tan renovadoras queimplicéensu ‘momento Barcelona, con su reivindi- cacién cultural, ta apelacién a la ar- quitectura de la ciudad, la idea de una ciudad flexible y por partes frente a la abstraccién planificadora, se convir~ lieronen Buenos Aires, yaparentemen- te en América Latina, en la coartada “progresista” de una modernizacién conservadora, en meras ustificaciones ideolégicas para un neoliberalismo urbano salvaje. De un discurso com- plejo sobre la ciudad y lo piblico, aqui quedé apenas laidea de lactudad como lugar para los negocios privados, la ‘ciudad como empresa. Hubo wn fuerte empobrecimiento de ese imaginario y, «al mismo tiempo, una funcionalidad a clertos procesos de caida de la gestién piiblica y fragmentacién social y urba ina. Entonces, primero quiero ver si compartis esa sensacién ¢, inmediata- mente, qué balance hacés de todo ese proceso. Jordi Borja: Mi relacién con Buenos Aires comienza en los afios 80. Y una constante que he visto desde entonces, y que tal vez pueda explicar parte del problema que mencionas, es la debili- dad del liderazgopolitico, enun sentido amplio de la palabra, como direccién intelectual de la politica en un proyecto de ciudad, El periodo alfonsinista estu- vo completamente marcado por lo in- mediato, por la crisis econdmica, asi que es dificil evaluar sus politicas para Buenos Aires, El intendente Saguier ‘murié muy pronto, y tampoco se puede evaluat, ni en un sentido ni en otro, el periodo de Suérez Lastra, que me pare- ci6 lleno de buenas intenciones perosin posibilidades de desarrollar una politi a més 0 menos sistematica. Por otra parte, fue una etapa mareada por eues- tiones de tipo politico-administrativas, no habia proyectos urbanos potentes. En este sentido, el tinico lider politico ciudadano que yo he conocido en esta ciudad es Carlos Grosso, que sitenia un cierto proyecto de ciudad, no solamen- teen los discursos sino incluso al deci- ir cierto tipo de acciones: Puerto Ma- dero, la descentralizacién de Ia ciudad, ‘ete, Por circunstancias por todos cono- ciidas, este periodo terminé mal y perso- nalmente creo que no sélo termind mal, sino de una manera injusta respecto del mismo Grosso, que se convirtié en el ‘0 expiatorio de todo un sistema, evidentemente criticable. A partir de entonces, los mismos proyectos que hubieran podido ser importantes y posi- tivos, o bien no se legaron a realizar, 0 bien se pervirtieron. La perversién de Puerto Madero, que era una oportuni- dad tan fantistica, degradada en simple ‘ocasién para buenos negocios priva- dos, es lamentable. Afios después de que la operacién se puso en marcha, tos problemas de insereién con la ciudad y de polivalencia del area no solamente estin por resolverse sino que cada vez parece més dificil quese resuelvan des- de un punto de vista adecuado para la ciudad. Y asi tantas cosas: la conver- sién del Wares en un gran shopping center, la novedad de los rascacielos — Jas Hamadas “torres country"— rom- piendo la trama urbana, etc. Es decir que ya en ese periodo que podria haber sido interesante, no solamente por la figura de Grosso, sino porque era un ‘momento de recuperacién de la activi- dad econdmica en la ciudad, alla por los primeros afios del menemismo, las co- sas no funcionaron. Yo creo que el balance no es positive. Hubiese podido ser, perono loes. Y lo que vino después no ha revertido la situacién, La autonomfa no ha modificado el hecho de que asumen el gobiemno de la citudad equipos que estin pensando en otra cosa, a los que la ciudad no les importa. Més alld de lo que me parezca De la Réia como personaje politico ¢ intelectual, fue evidente desde el pri- mer momento que utilizaba la ciudad como trampolin. ¥ me temo que con el ‘equipo actual, con Tbarra al frente, esta pasando lo mismo: Ibarra sale en los periddicos casi mas por sus batallas internas en el Frepaso y en la Alianza ‘que con proyectos coneretos de ciudad. Esto se nota mucho en la falta de con- viceién que ponen de manifiesto los lideres politicos al hablar de ta ciudad. ‘Cuando esto ocurre, cuando no hay proyectos y convicciones fuertes sobre la ciudad, todo vale, mAs alla de la honestidad o las buenas intenciones del gobernante (tengo razones para pensar que Ibarra y su equipo son gente hones- tay bien intencionada). Todo vale a fa hhora de admitir las inversiones y los proyectos, {Con qué eriterio se eva- léan? {En qué mareo global se los in- corpora? Si es0 no existe, se termina aceptando cualquiercosa,esdecir, aque- Ho que se impone por eapacidad de presién privada. Esto no sucede sola- ‘mente en Buenos Aires. Muchas perso- nas que hemos estado vinculadas a la gestién de Barcelona, y nos sentimos aim vineulados por razones histéricas, politicas y personales a sus responsa- bles actuales, estamos haciendo alli la misma critica: cuando se carece de un proyecto fuerte de ciudad, el sector p- blico est incapacitado para definir un marco de condiciones para los promo- u 12 tores y los ciudadanos. Entonces se invierte la ecuacién, y el poder pablico se convierte en un aparato pasivo, a la esperade que los inversoreshagan cual- quier cosa en cualquier lugar. Barcelo- na también tiene como Buenos Aires una estructura heredada muy potente, desde el punto de vista de la trama, las avenidas, los sistemas de plazas, que permite la polivalencia de usos y tam- ign la heterogencidad social, que per- mite un espacio piblico muy rico. En Jos tiltimos aifos, todo ese tejido no se esti desarrollando. Lo que se prepara para.el nuevo acontecimiento del 2004, proyectos como Diagonal al Sur, etc., ‘generan la sensacién de que alguien ha tirado sobre la ciudad distintas torres. que son simplemente emblemiticas del capital privado, sedes de empresas, sin ninguna continuidad con el tejido urba- noy social. Y lo mismo esté pasando en. Buenos Aires, que por otra parte es una ciudad que tiene seguramente Ia trama urbana mas potente de América Latina, ‘Me gustaria volver un momentoaltema de Grosso porque ahi hay un niicleo importante respecto de mi pregunta inicial sobre la transformacién de las ideas urbanisticas en su viaje transatlantico de Espaia a Buenos Ai- res. Més alld de que tenemos un balan- ce diferente de la gestién de Grosso, creo que en el aspecto especifico de las propuestas para la ciudad ya estaba el germen de su fracaso local. En el mis ‘mo sentido en que puede decirse que la corrupeién -por poner un nombre de- ‘masiado genérico~ estuvo indisoluble- ‘mente ligada al modo en que se dio la apertura econémica en Buenos Aires y enel pais; digamos, fue el modo en que se reformularon las relaciones entre el estado y el mercado en los 90, no una aberracién puntual y marginal en un proceso que podria haber tenido otros resultados. Entonces, con las discursos urbanisticos pasé algo anélogo: hoy aparece con claridad que todas las novedades que introdujo el “planea- miento estratégica " europeo partieron allé del supwesto fundamental de un estado que seguia siendo fuerte, que segula controlando las riendas de las politicas urbanas y territoriales, que ‘seguia preocupado por garantizar un funcionamiento solidario de la ciudad ‘como organismo social. Desde ese su- ‘puesto se le dio mayor juego al merea- do, Pero aqui, desde el comienzo, con ‘e508 mismos discursos se justified la desaparicién lisa y Hana del estado; una desaparicién parcial y tendencio- ‘sa porque continuaron fortisimas poli- ticas pidblicas dirigidas a los sectores més concentrados, {Qué es, si no, en sus resultados econémicos, Puerto Madero? En este momento a mi me resulta muy dificil hacer un balance completo de toda Ia gestién Grosso, 0 de otras ges- tiones. Solamente quiero remarcar dos cosas. Primero, que en sus inicios el discurso sobre la citidad de Grosso y su equipo es el inico que he escuchado en Buenos Aires con una cierta potencia y con una cierta claridad respecto de lo que es Ia ciudad y de la importancia politica de un proyecto urbano. ¥ se- gundo que, es cierto, desde el primer ‘momento hubo tanto un sistema politi- co propio del pais y de la ciudad, como una visién de cémo hacer la apertura, que llevaba implicito muchos de estos resultados. Una visién en la que se trataba de “hacer cosas”, como decian algunos dirigentes de entonces, sin im- portar qué cosas ni cémo hacerlas, En ese contexto, Puerto Madero signiticaba, por ejemplo, venderlo al mejor postor. Adems, se produjo la suma de vos factores distintos. Uno, la orientacién capitalista ultraliberal del periodo, con tun capitalismo tanto local como inter- nacional muy voraz, muy egoista, sin ninguna mentalidad ciudadana ni so- cial, completamente inmediatista. La otra, una conduceién local organizada en funcién de recaudar fondos para la actividad politica, Creo que en ese sen- tido Carlos Grosso ha sido mis victima que otra cosa, en la medida en que estaba obligadoa serel principal recau- dador, por lo menos en la ciudad, de fondos para la corona, Bueno, creo que Grosso cumplié esa funcién con bastante entusiasmo, pero esta es otradiscusién. Eltema me pare- ce importante en el sentido de poder establecer qué pasa en el traslado de los discursos. Pero es que no hubo solamente trasla- dos; los nuevos discursos urbanisticos son en parte transoceénicos, pero tam- biénson producto de la nueva situacién de democracia en Argentina. Buenos Aires es entonces una ciudad con tantas potencialidades, tieneenaquel momen- tounaclase politica de origen demoera- tico, con sectores profesionales e inte- lectuales también muy activos. Siem- prehe elativizado mucho, para Buenos Aires pero también para Espafia, la im- portancia de nuestra contribucién, me fefiero al grupo de Barcelona, y creo que se ha exagerado la importancia de instrumentos como el “planeamiento estratégico”. Por unarazén: cuando lle~ ga la democracia a Espafia y se ponen en marcha procesos interesantes de transformacién urbana, no tinicamente en Barcelona ni inicamente en Madrid, no fue porque hubiéramos inventado cosas nuevas o especiales. Nuestro mérito fue que hicimos cosas que ta ciudad hacia tiempo se habia plantea- do, que cumplimos eon un programa largamenteconsensuado. El pensamien- to sobre la ciudad, como todo pensa- ‘miento sobre las realidades sociales, es unpensamientohistérico, acumulativo, Y cuando finales de los afios 70 llega- ron al gobiemo de Barcelona lideres como Pasqual Maragall, junto a toda una generacién que venia procesando criticamente la cultura urbanistica, se sabia muy bien lo que se tenia que hacer. El plan general metropolitano nos daba un marco bastante aceptable. Era un plan de 1974, disefiado todavia con Franco en el poder; pero en él intervino un conjunto de profesionales progresistas incrustados en la adminis- tracién; terminé aprobindose en 1976, ya como producto de la transicién, con luna hegemonia de ideas progresistas y planificadoras,en absolutoneoliberales. Ese plan fue el marco dentro del cual fuimos decidiendo los proyectos secto- riales que debian impulsarse estraté: camente, Desde ya, no creo que todo haya sido perfecto. Se ha criticado a veces un exceso de diseiio o de preocu- pacién por dar una imagen vendible, de marketing urbano. Puede ser, aunque la apuesta por la calidad, 1a belleza y el disefio, especialmente en los barrios populares, creo que es una virtud. Mis criticable me parece la tendencia re- ciente a ofrecer pedazos de ciudad a promotores privados que generan pro- ductos aislados. En los afios 80 y 90, en cambio, la cantidad y la calidad de los proyectos sectoriales realizados logra- ron transformar los barrios populares de lo que hasta entonces era la periferia © la Barcelona de los suburbios. Y mas recientemente la Ciudad Vieja, Prime- 10 se siguié una estrategia de espacios publicos y equipamientos y luego se continud con el transporte y Ia renova- eidn habitacional, Y aunque para mi no ¢ lo mas significativo, se ha mejorado la calidad de vida del Ensanche, la tip ca Barcelona de las clases medias, a través de pequefias actuaciones en el espacio piblico, lamejora dela calidad del transporte piblico y la normativa para mantenerlamezela de usos tercin- ales, Siacertamos fueen mn, porque se trat6 de proyec- tos movilizadores de una transforma. cién més general. La idea de la “ciudad por partes” busca materializar la urba- nistica en arquitecturas coneretas, en soluciones especificas, pero no supone laausencia de plan, o la desarticulacién de la ciudad, la ruptura de su necesaria solidaridad. Esos proyectos estratégi- €0S eran para nosotros muy obvios, porque estaban en el marco de un Plan, Esto no pasaba en Buenos Aires. Quizds uno de los principales aciertos de la experiencia de Barcelona es lo quepodria lamarse su reformismorea- lista, en el sentido de que la critica ala planificacién tradicional no se centré tanto en el hecho de que el estado Planificaba, sino en que lo hacia de ‘modo abstracto, en su ineapacidad de ‘pensar laciudadreal. Elreformismoen cambio se aplica a entender y modifi- car procesos reales dela ciudad, reales también en el sentido de su capacidad de incorporar los procesos de la socie= dad y el mercado, a partir de instru- mentos piiblicas consolidados. Pero, como todo reformismo, en su aplica- cién especifica no puede sino ser ad hoc, en el sentido en que lo es la medi- Cina: un medicamento que cura a un aciente, a otro lo mata. La sensacién es que al funcionar aqui como argu- ‘mento en pro del desmantelamiento del estado, el mismo discurso det refor- mismo realista, quedd como un craso realismo de mercado, Es cierto, y eso esta pasando ahora también en Europa. De todas formas, volviendo al caso espaol, creo que un elemento importante fue que la gente que llegé a la gestion, tanto a nivel politico como profesional, venia de una ‘cultura de izquierda, de la que no rene- gaba. Eso implica entender que las re- formas estin vinculadas a ciertos valo- res ¢ incluso a una cierta voluntad inte- Jectual de transformacién mis radical de la sociedad. Alguien dijo que sola- ‘mente se hacen reformas si tienes ideo- logia revolucionaria, porque estan diff- cil hacerlas.. En este sentido, hay dos ‘cosas que distinguen el caso de Barce~ lona frente al de Buenos Aires. Uno, que en ningin momento los responsa- bles de la gestién cambiaron su esque- ma para decir “Ahora somos liberales” Y dos, que habia ciertas ideas basicas den proyecto de ciudad, mas o menos ‘orginico, queno se modificaron nunca, Por ejemplo, una propuesta como la que hizo el gobierno de Buenos Aires para sucandidatura olimpicaenel2002, en Barcelona s6lo la habria hecho la derecha, y quizés tampoco; a nadie con tradicién de izquierdase tehubiera ocu- rrido concentrar toda la renovacién ur- bana entre ef Puerto Madero y la Costa- nera Norte, en la zona mis rica de Buenos Aires, Solo los especuladores proponen esas cosas. Uno hubiera po- dido discutir variantes mis 0 menos radicales, ver si era posible hacerlo ha- ciael sur, en el eje del Riachuelo, no sé, Pero siempre la pregunta que hubiera presidido la discusin es qué es lo me- Jor para ordenar y reequilibrar la ciu- dad, no para que algunos hagan nego- cios seguros. En Barcelona nos parecié importante abrir e1 debate urbanistico hacia temas que antes la izquierda no planteaba, como Ia participacién del ‘mercado, pero siempre tuvimos muy claro que el papel del urbanismo no es Ponerse.a su servicio, sino en todo caso utilizarlo, Creo que estas diferencias explican en parte las polémicas y los desencuentros en América Latina, De todos modos, y aun aceptando este diagnéstico sobre los problemasen la transferencia de los discursos, creo que eso es s6lo una parte, y que deben ser afladidos dos argumentos comple- ‘mentarios. En primer lugar, nose puede hacer s6lo una lectura negativa de todo ‘ese proceso, Lo que se ha hecho en Puerto Madero viene inspirado muy lateralmente por la experiencia en Bar- ccelona; en la primera propuesta (la que dirigieron desde alla Joan Busquets y Joan Alemany y desde aqui Alfiedo Garay) habia una incidencia dir ppero lo que se ha hecho después tiene pocoque ver. Y nomerefieroal concur- 80 posterior del que sali6 el proyecto final (con un equipo dirigido por Juan Manuel Borthagaray), porque tampoco se lo ha respetado en el desarrollo real Ha habido una degradacién completa, producto de lo que se ha permitido hacer y de lo que se ha decidido no hacer. Y de eso no se puede culpara los discursos o a las propuestas iniciales. Pero, ademis, creo que en América Latina ha habido algunas otras expe- riencias més exitosas en las que hemos intervenido directa indirectamente yo ‘mismo w otros profesionales de Barce- ona. El plan Rio cidade, los planes de mejora y consolidacién de las favelas (Favela bairro) son muy interesantes. Ola propuesta que hizo Rio como pre- ‘candidata alos juegos olimpicos: alli la colaboracién con la cultura de Barcelo- na fue itil, sobre todo en el intento de producir una relacién més operativa entre el planeamiento y los proyectos cconcretos de ciudad; o el objetivo de democratizar la gestién de la ciudad y combatir los desequilibrios tremendos forzando estructuras locales intra-ur- ‘banas (como puede ser la descentraliza- ccidn). En esos casos me parece que ha habido alguna transferencia positiva. Y Jo mismo podria decir de Bogoté, don- de contribuimos a elaborar un plan es- tratégico que ponta en contacto una variedad de instituciones dela sociedad civil que nunea se habian comunicado. Otros ejemplos son las propuestas que hicimos para el Centro Civico de San- tiago de Chile, para la reforma politi de México D.F. o para el ABC de la periferia de San Pablo, Las experien- ‘cias han sido miiltiples. Y sien algunas se cumple eso de que las ideas, que tuvieron buenas aplicaciones en Barce- Jona y en otras ciudades espafiolas, en América Latina han sido utilizadas para el peor neoliberalismo urbano, en otras no. Asi que, en primer lugar, yo creo que hay una parte que ha sido positiva. Y en segundo lugar, la critica que hace 13 veces la izquierda de todo esto, es tan ideolégica y tan doctrinaria que pierde todo interés. Me refiero a las discusio- nes que hemos tenido en Brasil con Otilia Arantes y Carlos Vainer, que publicaron un libro contra el “pensa- miento inico” del “planeamiento estra- tégico”. Ellos parten del supuesto de ‘queno se puede admitirninguna incor- poracién de capital privado en la ges- tién urbana, porque todo capital priva- doesperverso, yentodas partes cumple el mismo papel; a mi esta posicién me parece poco productiva para pensar los desafios que enfrenta la ciudad. Volvamos a Buenos Aires. Me gustaria que sintetices cudles son a tu juicio las potencialidades de Buenos Aires y cud- les son tus criticas a la politica urbana de no favorecerlas. Yono estoy, ni mucho menos, conven- ccido de mi competencia para hacer este balance critico. Tengo la impresién de que con Argentina, y en especial con Buenos Aires, me pasa algo curioso: en los primeros viajes me parecia todo muy claro, pero cuanto més la conozco siento que cada vez la entiendo menos. Creo que Buenos Aires tiene unas po- tencialidades tremendas, bastante 2b- vias, al menos, en ta ciudad-capital, la que depende del Gobierno de la Ciu- dad. Si uno enumerara los “requisitos del éxito” que debe cubrir una ciudad, en Buenos Aires se dan casi todos: una estructura urbana muy potente y muy adaptable, incluso a las demandas de la economia modema; una trama urbana de calidad, que ademés favorece un nuevo tipo de transporte piblico, por ejemplo, favorece la recuperacién del tranvia o de formas de transporte no contaminante; recursos humanos muy calificados; tuna sociedad civil activa y una oferta cultural importan- te, Hay muchas cosas. Entonces, ,por qué no? Creo que, aparte de las cuestiones més generales del pais, hay dos o tres aspectos criticos especificos. Uno esel icionamos, la ausencia de liderazgo politico ciudadano que se manifiesta en falta de proyectos de ciu- ‘dad pero también en la dispersién polt- tica, en la corruptela como sistema de funcionamiento de todas las institucio- nes que inciden en la ciudad; y digo corruptela para no hablarde corrupeién econdmica tinicamente, sino también de los pequefios clientelismos que en- turbian toda la vida institucional y poli- tica, Lo que se traduce también en la incapacidad del sistema politico de in- corporar gente, ideas, que provengan de fuera de él, Esto fue muy evidenteen la elaboracién del Plan Urbano Am- biental, que no dio lugar desde su inicio 4 procesos amplios de discusién. Hay un ejemplo muy claro y dotoraso de esta contradiecién entre las potenciali- dades urbanas de Buenos Aires y las politicas que se realizan: la calle Co- rrientes, ,Cémo puede ser que en esta ‘ciudad no haya habido desde hace afios ‘una reaccién de indignacién por como se ha dejado degradar esa calle? Una calle que podria ser el equivalente a lo que es Broadway en Nueva York o Ia Rambla en Barcelona, No todas las ciu- dades tienen este tipo de espacios tan cargados de sentido; es una fortuna tenerloen Buenos Aires. Y sinembargo se ha contemplado su degradacién, no tanto porque se hayan degradado los cines, los teatros, los comercios, queen algunos casos se han renovado, sino por desidia y por cobardia del gobierno de la Ciudad. Desidia, por haber abando- nado el mantenimiento del espacio pi- blico, el mobiliario urbano, las veredas, una serie de cosas que son tan ficiles de arreglar; y cuando se lanza la “Recupe- raci6n della calle Corrientes”, se propo- ne algo simplemente aparatoso, para lo que llaman a un arquitecto como Mi- guel Angel Roca, que podré ser muy interesante para muchas otras cosas, ‘pero no para hacer un trabajo que nece- sita simplemente transparencia, un eui- dado artesanal por los pequefios deta- Iles del entramado material de la vida piblica, Al mismo tiempo, cobardia en no tener una politica de trafico, de cir- culacién, que permita regenerar la ciu- dad como tejido urbano y social. No tiene sentido que haya estas veredas cestrechas y seis carriles de tres metros ceada_uno para los autos; con cuatro carilles sobraria, incluso volviendo a las dos direcciones (con doscarriles para ceaca mano), para que Corrientes fuera utilizada como lo que deberia ser, un pasco urbano, No es ni tiene que ser una vvia para atravesar ripido la ciudad, Para 0 hay miiltiples alternativas; no puede ser que toda la ciudad esté a la dis- posicién absoluta del trinsito vehicular. En segundo lugar, Buenos Aires no deberia permitirse hacer algo que ya han hecho otras ciudades hace diez 0 veinte afios con pésimos resultados: cencerrarse sobre si misma, obviando la realidad metropolitana y regional. Este ‘es otto tema politico. Resulta inereible que en todo este tiempo no se haya podido crear una estructura de coor nacién entre el gobierno de la Nacién, el gobierno de la Provincia, los muni pios de la Provincia y el gobiemo de Ia Ciudad, para acordar estrategias mini mas. Aqui si que hace falta un plan estratégico, con una estructura que hi- ciera un seguimiento de este plan, aun- que tuviera Gnicamente dos funciones: coordinar los programas de inversion ‘en relacién a los proyectos estratégicos acordados y gestionar ciertos progra- ‘mas y ciertos servicios comunes. Por- que Ia ciudad-capital tiene problemas sociales, territoriales y funcionales gra- ‘ves, pero claro que después esta el salto al Gran Buenos Aires, donde todos esos problemas cambiancualitativamentede escala, Al Gran Buenos Aires no hay que verlo tinicamente como un proble- ma heredado, sino como una oportuni- dad de futuro, Por ejemplo, a mi me indignaqueel Aeroparque se trate como tun problema de la ciudad de Buenos Aires, cuando en verdad no deberfa ser pensado como un problema, y menos ‘ain de la ciudad: ge6mo puede soste- netse que la ciudad tiene que mantener ‘toda costa un aeropuerto dentro de su territorio? Se trata de un equipamiento de escala regional, cuya localizacién debe ser parte de una vision general del funcionamiento de la metrépoli, Lo mismo respecto del subte: no puede plantearse un plan de extensién como el que esté en curso desvinculado de todo un sistema de transporte regional urbano, Y esto se vincula con una tercera razén, ya que todos estos servicios involucran aspectos de la produccién en la ciudad: aqui falta una verdadera politica econémica de ciudad, Esta ra- zn es mas general, porque es evidente que este pais vive, por lo menos desde la época de Ia dictadura militar, eon politicas tendientesa liquidar lasactivi- dades productivas en funcién de favo- ever negocios especulativos. En espe- ial €S0 es Hamativo en Ia ciudad, que iene muchas potencialidades para la nueva economia productiva, pero en ta que prevalecen con exclusividad las ‘operaciones especulativas, también en tos organismos de gestién. Finalmente, yo no ereo que un dis- curso sobre Buenos Aires pueda surgir hoy del sistema politico. Noes un tema que figure en su agenda, y no creo que egue a serlo. Un discurso sobre la ciudad, y sobre la ciudad en su émbito metropolitano, se tiene que crear hoy, ‘en gran parte, desde estructuras socia- les ¢ intelectuales externas al sistema politico local, y luego buscar en él apo- ‘yo. Creo que se trata de impulsar deba- tesenaciudad con los distintos actores sociales ¢ intelectuales, en la biisqueda de nuevos horizontes para entender los desafios que se enffentan. Lo que falta en estos momentos no son respuestas puntuales, ver si convencemos a esta secretaria de que haga algo més, o@ ver si el Plan Urbano Ambiental lo conse~ guimosconcretaren tres o cuatro cosas. ‘Todo eso esti bien, pero no cambiar ‘casi nada. Lo que hace falta es construir un diseurso politico de ciudad, que tie ‘ne que tener en cuenta, poruna parte, el ‘rea metropolitana, y por otra parte, no lun proyecto u otto, sino la relacién de conjunto entre todos esos proyectos, porque esa relacién es lo que justificara las decisiones que se tomen en cada uno. Lo que ocurre actualmente es que se suceden acciones dispersas, en el mejor de los casos bien intencionadas y, en el peor, nefastas o planteadas ‘desde una perspectivaestrecha, cuando Ro por sometimiento a grandes nego- ‘cios, Por es0 me parece poco interesan- te el modo en que se planted el trabajo de la Corporacién del Sur: la idea de que con unos cuantos fideicomisos, y que vengana invertirlos que puedan, se pone en marcha un proceso de transfor- ‘macién en una zona como ésa. Me pa- Tecerealmente tan pobrerespectodelos objetivos deseables, que quizas por eso no despierte grandes entusiasmos. Un nuevo discurso sobre la ciudad, ademas de tener que tener en cuenta la dimensién metropolitana y la articula- cidn de grandes proyectos estratégicos, tiene que tener en cuenta también una nueva forma de gobierno, No puede ser que en Buenos Aires haya, por una parte, una inflacién politico-adminis trativa (multitud de seeretarias y subse cretarfas que tratan los mismos temas de forma desconectada 0 enfrentada) y, por otra parte, una mala y escasa artieu- lacién con los colectivos sociales y pro- fesionales de la ciudad. Mala por clientelar y eseasa porque se atiende la formalidad de la consulta pero sin nin- sgn énimo de incorporarla. Por ejem- plo, lo que ocurrié con el Plan Urbano Ambiental: se iba a las asociaciones vecinales, a veces de gran vitalidad y con voluntad de participacién, eon un plan demasiado genérico y muy atado, yademés ni siquiera se les entregaba la documentacién, solamente unas cuan- {as hojitas de resumen. ,Qué discusién puede hacerse sobre esa base? La per- sona que iba en nombre del Plan Urba- no Ambiental decfa: lo toman 0 lo de- ‘jan, y sino les gusta, pues, cuando haya elecciones voten otra cosa. Asi no se puede funcionar. Evidentemente, afaltade calidad polt- tica de la ciudad, que la autonomia tendria que haber comenzado a resol- ver, estd tramada por todos esos pro- blemas. Peroyo notengo una visién tan optimista de la sociedad civil de Bue- nos Aires, porque me parece que es de 1a sociedad civil desde donde no salen demandas para producir esa traduc- én politica de los problemas urbanos. Es una sociedad civil que tiene una vinculacién utilitaria con la politica y, or eso, también fomenta esa brecha, histérica en Argentina, con el sistema politico. La saciedad civil tiende a ver- se como una vietima de la politica, cuando en realidad la politica es una expresin en todo caso de cémo esa sociedadcivil se organiza; y, en el caso de la ciudad, ex claro que tiende a fragmentarse en intereses extremada- ‘mente puntuales y territoriales, que replican las debilidades que anotamos ena politica y el gobierno. Esto gene- raliza en todos los actores una vision cadministrativista de la ciudad, cuando una de los grandes logros de la nuevas urbanisticas de los afios 80 en Europa fue incorporar una vision politica, y de ‘ahi ta importancia del espacio piiblico. Aqui, las asociaciones que deftenden las plazas y los parques son asociacio- nes de “espacios verdes", no son aso- claciones de espacio puiblico. Eso se expresa muy bien en la absoluta ausen- cia de la preocupacién metropolitana, Excepto los profesionales de la urba- nistica, no es posible encontrar a nadie que advierta que la ciudad no puede encerrarse sobre si misma, En todas partes es asi. Lo que ocurre es que solamente una relacién lo mas articulada posible entre los segmentos politicos, las organizaciones sociales de base mas 0 menos territorial o secto- Fialy los sectores que podriamos llamar intelectuales o profesionales, permite clevar el nivel, Ese.es el problema del ‘modo en que se trata en Buenos Aires ‘un tema como el Plan urbano ambien- tal, que es uno de los temas caracter ticos que permitirian elevar el nivel, y aqui seloha desaprovechado. Del modo en que se hizo mas bien fomenta esa especie de corporativismo natural o¢s- pontineo de las asociaciones de base. Las sociedades de fomento, vecinales 0 deese tipo, tienden a veces una mirada miope de la realidad, enfocada en sus necesidades més inmediatas, lo cual es légico, y a un cierto conservadurismo formal y social, Eso esté en la base de estas organizaciones, pero hay alli po- tencialmente algo més, Ha habido mo- mentos en que se ha elevado el nivel, incluso aqui mismo. Yo lo he visto en otras ciudades. En Barcelona, cuando se niciaron los movimientos populares urbanos hacia los afios 60, muchas ve- ces planteaban reivindicaciones muy inmediatas. Pero en muy pocos afios se Negé.a.un cierto consenso sobre el mo- delo de gobierno de ciudad que queri mos. ¥ silos proyectos politicos tuvi ron tanta aceptacién es porque respon- na demandas latentes, aunque no hhubieran surgidoespontineamente. Que Barcelona tuvieraun frente demar,oun cierto planteamiento de los planes de reforma interior, fue algo rpidamente acordado, Lo mismo con el tema del espacio piblico; claro, de entrada lo que se planted como demanda fue “yo quiero una placita cerea”, La visién de la ciudad como espacio pilico se con- sigue a través de un largo trabajo en el que debe entrar en juego todo el capital intelectual y politico. Prismas Revista de historia intelectual Ravario del Programa de Historia intelectual de la Universidad Nacional de Quilmes milpalabras letras y artes en revista Graciela Speranza - Alejandra Laera Martin Kohan - Marcelo Cohen - Gonzalo Aguilar Numero 2/ verano 2001 Nuevos realismos: literatura, cine, poesia, medios ‘Terminal / Kuitca - Barthes y Boltanski/ Perloff - Entrevista Spregelburd / Bardaull Salié el N° 5, 2001 Articulos, lecturas y resefias bibliogréficas. Argumentos: la historia intelectual segin Pocock, Dossier: el ensayo de interpretacién nacional milpalabras@ yahoo.com.ar en Brasil y Argentina Suscripciones apartado postal 440, Sucursal 28 CP 1428, Buenos Ares, Argentina Museos entre lo piiblico y lo privado Andrea Giunta La ciudad de Buenos Aires tiene un ‘muevo musco -malba: Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires~ y esto merece, por muchas razones, cele~ brarse. Porun lado, porla novedad que importa que su edificio no sea el resul- tado deunreciclajemasomenosexitoso sino de un proyecto concebido para el uso al que fue destinado, es decir, un musco.' Basta recordar, para destacar Jo inaugural de este hecho, que el Mu- seo Nacional de Bellas Artes funciona en lo que era el edificio de aguas co- TTientes o que el Museo de Arte Moder- no se instalé en el edificio que ocupaba la fibrica de tabacos Picardo.” Por otra parte, también hay que ce- lebrar la coleceiin que se exhibe en el ‘alba: por primera vez podemos ver una seleccién de mas de doscientas obras argentinas y latinoamericanas contemporineas en un museo de la Ar= gentina, Eduardo , Costantini reunié durante varios afios cuadros y escultu- ras y, con la apertura del museo, su coleccion ingresé al espacio pablico.’ En la primera quincena de funciona- miento, el museo convocé un promedio de 2500 visitantes diarios, Enel contex- to de una realidad que dia a dia se anuncia como peor, este hecho no deja de parecer una anomalia, Sin embargo, también podria considerarse el desen- lace de un proceso que se desarrollé durante Ia altima déeada, El protago- nnismodelosmuscos, delcoleccionismo, del mercado de arte, que mareé el final del siglo, se cumplid en Ia escena inter- nacional y también se cumplié en la Argentina, aunque no al margen de las contradicciones que atraviesan este ‘medio cultural. La apertura del malba fue anunciada por los debates que, du- rante el tiltimo alo, colocaron a este espacio en la escena piblica, retrasan- doyamenazando, incluso, suapertura.* 1, Fn1997seconvocé aun concurs interacio: nal para el proyecto del malba que gand el estudio de los arquitectos cordobeses Gestén A\tclman, Manin Fourcade y Alfiedo Tapia, quienes tam bigmestuvieron a cargo del proyecto dela direc cin dela obra. E jurado estuvointegrado por los arqutectos: Sara Topelson (México), presidenta 4e la Unidn Internacional de Arquitectos; Mario Bota (Suiza; Kenneth Frampton (Estados Uni dos); Norman Foster (Reino Unido); Joseph Kleihues (Alemania); Enric Minalles (Espa) Terence Riley (Estados Unidos); César Pell (Ar ‘entina-Estados Unidos); Beratdo Dujovne (Ar ‘entina) y José Ignacio Miguens (Argentina), 2. El teciclaje, merece subrayarse, no e8 una ‘ondicién deimposiilidad: Tate Modem, elmuc- ‘vomuseo de are modemo en Londres, instal enelquecrael edificiode eectricidad. El proble ‘aes cémo se acondicionan los espaciosa fin de que sos sirvan opropiadamente @ sus nucvas funciones. 3. Ademis de las alas de exhibicin el malba cuenta con un auditoro, biblioteca, bar-estau- rant y Iberia, 4. _Ensepticmbre de 1999 se pidié sutoizacidn al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires par techar la terraza, La legilauraaprob el timate pero los vevinos de opusievon porque exceia a altura y la superficie méximas y por los “problemas de trinsi- to" quepodiaprovocarene futuro. Al parecer, alos ‘vecinos les preoeuparon mis los inconvenentes ‘que podiaoezsionar un mus que el shopping que se encuentra en la siguiente cura 18 El espacio del museo es luminoso, transparente y sus salas offecen un re~ corrido coherente y placentero, Es ex- tremadamente gratificante caminar por cespacios que se pueden recorrer en una visita, donde las obrasno quedan some- tidas a la arquitectura, pero donde ésta tampoco desaparece. Podria hacer mu- cchos comentarios acerea del montaje 0 del guidn curatorial de 1a exhibicion inaugural (Arte en América latina) que ‘organiza el orden de las obras y de los textos que las explican. El itinerario ‘que propone la exhibicién suseribe el relato modemista, pero la historia que aqui se ordena no se entreteje,estricta- mente, a partir del desarrollo de la van- guardia europea y norteamericana. Lo que se cuenta es la historia del arte ‘modemo latinoamericano en un mode- lo que rompe con la eronologia de los desarrollos nacionales para instalarse, plenamente, en 14 médulos organiza- dosapartirde cortesestilisticos y tema- ticos que trazan diversos mapas regio- rales (el comienzo dela modemidad, el constructivismo, el paisaje regional, la preocupacién social, las. poéticas surreales, el coneretismo y el neo-con- cretismo, el cinetismo,elinformalismo, a nueva figuracién, el pop, la diltimas décadas), Ademas de “Abaport” de Tarsila de Amaral o de “Manifesta- cién” de Antonio Berni, ejemplos cen- trales para el arte de Brasil y de Argen- tina, tuve el placer de encontrar obras que munea, 0 casi nunca, pude ver en Buenos Aires: las cajas cinéticas de Martha Botto, de Julio Le Pare o de Abraham Palatnik, el “bélido” y los “metaesquemas” de Helio Oiticica, los “bichos” de Lygia Clark, o la gran tela cireular del cubano José Bedia, Me sor- prendieron la “Cabeza de nifio” de ‘Siqueiros (especialmente los “chorrea- dos” de pintura en su cabello); “Libera~ cién” de Raquel Forner; “La mafiana verde” de Wifredo Lam; los éleos y dibujos tempranos de Matta; las lineas coloreadas sobre fondo blanco de Ale- Jandro Otero; las 9 variaciones de E nesto Deira; la “Convocatoria a la bar- barie” de Luis Felipe Nog; “El hombre de siete colores” de Anita Malfat civilizacién occidental y eristiana” de Leén Ferrari y, por supuesto, la amplia seleccién de Xul Solar, Torres-Garciao Juan Battle Planas. Recuerdo la satis- faccién que me produjo ver el “Rompe- cabezas” de Jorge de la Vega mientras ascendia por la esealeramecénica, anti- cipando la emocién de ver obras que muchas veces habia deseado ver juntas. El concepto curatorial de la exhibicién ‘es opinable, pero sin duda permite que el piblico que recorre estas salas acce- da'a una lectura posible del desarrollo del arte latinoamericano de este siglo, La apertura del malba coloca una coleccién privada en el espacio piblico y lo hace con un proyecto que cumple on las condiciones que deseariamos que reunieran todos los museos de la Argentina, Muchos nos hicimos lan ‘ma pregunta: por qué no podemos ver enlasmismas condiciones las coteccio- nes -muchas de ellas excelentes colec- ciones~ de los muscos nacionales 0 provinciales? Lo que me preocupa de este contraste es que subraya presu- puestos sobre los que se instalan posi ‘ciones que dominaron en el debate cul- tural de los dltimos afios. Posiciones que, atravesadas por las consignas del neoliberalismo feroz que invadié todos Jos discursos durante la dltima década, suscriben la idea de que todo lo que no puede hacerse en el espacio piblico puede hacerse enel privado. Sin embar- 0, y a pesar de la falta de presupuesto (razon que siempre se esgrime para justificar el estado de muchos museos que albergan colecciones piblicas), no se hacen muchas cosas que podrian hhacerse, y no por falta de recursos, sino porlamésabsoluta desidia. Voy a limi- tarmie a un ejemplo paradigmético: el Museo Nacional de Bellas Artes. Qui- siera proporcionar algunos materiales para la reflexién que no provienen de Jargas investigaciones en archivos sino de observaciones sencillas, que pueden constatarse visitando algunas salas del MNBA. Existe un acuerdo convalidado por Iahistoria de la cultura occidental acer- cca de cules son las funciones primor- diales de un museo: coleccionar y con- servar un patrimonio cultural -un con- junto de objetos que, obviamente, re- presentan determinada concepcidnacer- ca de qué es importante conservar-, estudiarlo y difundirlo, es decir, abrirlo al piblico. Las diferencias surgen cuan- do se analiza qué se conserva en los muuseos, cémo se conserva y cuales son Jos caminos que se disefian para poner sucolecciénen contacto conel piblico. Las formas de hacer todo esto son dife- rentes y no estin al margen de la cons- truccién del poder cultural, tanto en términos nacionales como internacio- nales: ningin museo tatinoamericano posee una coleccién comparable a Ia del Louvre o del Museo de Arte Moder no de Nueva York. Por més que en el programa sobre el MNBA que se e por cable, su director, Jorge Glusberg, no se canse de afirmar que este museo se encuentra én el circuito internacio- nal, sabemos que esté muy lejos de espacios como el Guggenheim (con sus sedes en Nueva York, Bilbao, Venecia, Berliny Las Vegas), la Tate Modemen Londres, 0 el conjunto de museos en Paris. Pero dejemos de lado los museos itermacionales mis famosos. Aun si ‘comparamos Ia historia de los museos en Argentina con la de otros de Latinoamérica (paises como Brasil, Chile 0 Uruguay, construyeron edifi- cios destinados a funcionar como mu- se0s), nos encontramos con una suce- sién de imposibilidades. Fundado en 1895, el MNBA circulé durante mas de {reinta afios por espacios provisorios para finalmente instalarse, como ya se- fialé, en un edificio construido como depésito de agua de la ciudad. También el Museo de Arte Modemo de Buenos Aires fue, inicialmente, un museo “flo- tante”: paradéjicamente, al utilizar las paredes de un barco que se desplazaba por distintos puertos del mundo, hacia “realidad” el suefio internacionalista. La precariedad y Ia ausencia de polit ‘cas que marcan el origen de los museos argentinos son condiciones que siguen pautando el funcionamiento de estas instituciones, ‘A pesar de todo, quienes visitan Buenos Aires, quieren conocer el MNBA. Quieren ver, especialmente, arte argentino y latinoamericano. Y no es que no puedan encontrarlo en este museo que, hay que destacarlo, tiene unaexcelentecoleccién dearte argenti- no, algo de arte latinoamericano y de arte europeo y norteamericano, La co- leccién es buena, y a través de ella et pliblico podria conocer muchas cosas ‘acerca de ta historia dela cultura argen- Voy adetenerme en algunos aspec~ tos que cualquier espectador puede ver hoy, 30 de octubre de 2001, si recorre las Salas del MNBA. Dejemos de lado los espacios de venta que invaden el ingreso al museo convirtiertiéndoto en una feria, los earteles que promocionan tarjetas de orédito 0 el bar improvisado en el que una sefiorita vestida de rojo nos offece un aperitivo. Quedémonos enlaplantabaja y entremosen laprime- rasalaaladerecha, A pesar del caricter aluvional de lacoleceién internacional, formada, sobre todo, a partir de donaciones, lo que puede verse en estos primeros espacios son obras de artistas centrales para cualquier historia del arte intemacional de posguerra: Pollock, Léger, Rothko, Tépies, Dubuffet, Saura, Picasso,’ Muchas cosas podrian hacer- se con esta coleccién, Entre las mis urgentes, pintar las paredes sobre las que cuelga (que parecen més “infor- ‘malistas” que as obras); reparar la grie- ta que hay debajo del cuadro de Burris retirarlos restos de goma de carteles de identificacién que correspondieron a ‘montajes anteriores; ponerle un marco al cuadro de Pollock y quitarle las ‘grampas que lo atornillan a la pared; ‘enderezar la escultura de Pietro Cons: gra que alguien corrié de su posici original en el pedestal. También seria bueno saber si es posible quitar las marcas de agua que debe haber dejado alguna inundacién en el depésito del museo sobre el “tajo” de Lucio Fontana, Ademis, pensando en el publico, seria {til proporeionarle alguna informacién sobre los artistas y sobre esta coleccién que se formé, casi en su totalidad, du- rante los afios sesenta, cuando la Ar- gentina tenia més razones que ahora para pensar que el arte nacional podria instalarse en la escena internacional, Apenas iluminados, agarrados con grampas, colgados sobre paredes su- ciasy descascaradas, los cuadrosquese reiinen en estas salas parecen querer exhibir las pruebas de un proyecto fra casado. Si subimos al primer piso podemos hacer dos recorridos. Podemos ir hacia la derecha y, atravesando el sector de Jos aperitivos, ver la exhibicién tempo- raria de Rodin: una buena exposicion organizada a partir de la excelente co- leccién del MNBA y de obras prestadas por el Museo Rodin de Paris. Este es uno de los mejores espacios del museo. No es ajeno a su mantenimiento el 5. Lasobrasdelosartstsqueestoy meneionan- do no fueron donaciones, Pertenscen ala colee- cidn Di Tella y fueron compradas porel gobiemo nacional a eomienzos de los aos 70, Cit. A. Giunta, “Poseer y usa a belleza: erdnica de una coleceién", Block N*, Buenos Aires, 2000, 19 20 hecho de que alli se instalen las expo- siciones curadas y financiadas por mu- seos de otros paises, Frente a esta sala se encuentra la de arte argentino y lo ‘que alli vemos es desolador. No por las ‘obras, Alli se exhiben uno de los pocos ‘cuadros informalistas de Greco, “Intro- duceién a la esperanza” de Luis Felipe Noé 0 “El mudo”, de Distéfano. La coleccién, que retine piezas centrales de Prilidiano Pueyrredén y Candido Lépez, también es fundamental para el arte argentino del siglo XIX. El proble- ma ya no radica exclusivamente en la suciedad delas paredes oenel amonto- namiento de cuadros, sino en tratar de comprender los eriterios que organizan las obras de este sector. Cuailes son las razones por las que, entre “El despertar de Ia eriada” de Eduardo Sivori, “La sopade los pobres” de Reinaldo Giu “EI regreso del malén” de Angel della Valle 0 “Sin pan y sin trabajo” de Er- nesto de la Clircova, todos cuadros paradigméticos del arte argentino det XIX, se ubique “Un comentario grama- tical”, instalacién que el conceptualista norteamericano Joseph Kosuth realiz6 4 partir de Rayuela de Julio Cortézar. Pasar de a pintura realista del XIX a las, paredes con comas y puntos de nen intercalados entre {as palabras de! es- critor argentino podria ser una propues- ta interesante si respondiese a alguna planificacién curatorial y no a la mas absoluta improvisacién. Si para un es- pecialistaqueconoce lahistoria del arte argentino tal coexistencia resulta in- comprensible, no es dificil imaginar el desconcierto que puede sentirunespec- Director: Hoiduit Schmist NUEVA SOCIEDAD tador que pretenda entender el signifi- cado de tal organizacién de las obras. La confusién Hega al extremo en la sala siguiente donde, entre las pinturas, de Ciinsolo, Lacdmera, Guttero o Xul Solar se colg6 una pintura de Emesto Sabato donada por la Fundacién An- ddreani, Después de constatar Ia escasa calidad de esta pintura, no sélo cabe preguntarse por las condiciones en las que se acepté tal donacién, sino tam- bignpor la decision que leva colgarla entre las obras de aquellos artistas que fundaron la tradicién del arte moderno argentino, La campafia de autopromocién con Ja que Jorge Glusberg respalda su ges- tién, no deja de destacar el caudal de pablico que visita el museo. ¥ esto, hay ‘que reconocerlo, es cierto, Pero geémo se define el piblico de un museo? Si ‘s6lo es un niimero, muchos otros espa- cios pueden ofrecer indices mayores de asistencia: desde un shopping hasta a exhibicién de animales en la Rural de Palermo, EI nimero de espectado- res no ¢s ni el tinico indice ni el rads significativo para evaluar el éxito de un museo, Su funcién no es colgar cuadros en Ins paredes, sin importar en qué condiciones se encuentren (ni Jos cuadros, ni las paredes), y sin im- Portar qué materiales se ofrecen al pliblico para que, cuando salga del mu- seo, recuerde algo mis que un amon- tonamiento de impresiones retinianas. El piblico de un museo no es una masa que recorre espacios sin mis argue ‘mentos que aquellas obras que, acada paso de su recorrido, el azar y la improvisacién arrojan ante sus ojos. Nada de lo que aqui describo pasa inadvertido en el medio artistico de Buenos Aires. Hay unaanecdotariocon- solidado sobre la actual direccién del MNBA. Pero ante la situacién critica que atraviesa el pais en areas mas gentes, como la politica o la economia, el tema no ocupa un lugar en el debate pablico, La cultura es un rubro secun- dario, que se cubre con un buen numero de espectadores. La apertura del malba, un espacio donde la coleccién y las condiciones de exhibicién logran organizarse en un programa que funde placer y conoci- miento, vuelve més evidente el estado deplorabe del Museo Nacional de Be- llas Artes. No creo que tengamos que aceptar que los buenos proyectos s6lo pueden Hlevarse adelante en el émbito de Ja gestidn privada. Mas alla de sus condiciones de exhibicion, lacoleccién del MNBA es fabulosa y, sin duda, es ‘una de las que mejor condensa la histo- riaartistica dela Argentina. El teentre estos museos podria servirtam- ign para recolocar el debate sobre una serie de cuestiones que nose plantean y para las que tampoco se discuten pro- puestas: para qué sirven nuestros mu- eos; en qué estado se encuentran sus reservas, sus colecciones y sus espacios de exhibicién; qué busca y qué eneuen- trael piblico que los visita. Celebrarla apertura del malba también es una bue- na oportunidad para restablecer el de- bate acerca del estado en el que se ‘encuentran las colecciones y los mu- se0s pablicos. FisPAME ICA ote de Redaccién: 8, Cheltoc Péigina digital: www.nuevasoc.org.ve SUSCRIPCIONES ANuaL (incluldo flete aéreo) (6 ndms.) ‘América Latina Uss 50 US$ 85, Resto dal mundo USS 80 US$ 145 PAGOS: Cheque on délaras a nombre de NUEVA 'SOGIEDAD. Rogamos no ofectuar transterencias banca ‘ins para cancelar auscripciones. Direccién: Apartado @1.712- Chacao-Garacas 1080-A. Venezuola, Tots 267.31.89/265.99,75/265.53.21/266.16.48/265.18.49, Fax: 267.93.97; Correo E: BIENAL (2ndms.) SAUL SOSNOWSKI 5 Pueblo Court Gaithersburgh MD 20878 USA ‘Tarifas de Suscripelén Bibliotocas 0 Institucionos USS 21 Suscripciones incividuales USS 30 Patrocinadores USS 90 (Excopcién Ano 1 Nés 1, 2y 3 USS 25) A propésito de Mizoguchi Rafael Fitippelli Sabiamos algunas cosas. Como siem- pre, en primer lugar, a través de Godard, Conociamos la bella foto del propio Godard dejando una flor sobrela tumba de Mizoguchi, Leimos su articulo de 1958 en Arts a propésito de una retros- pectiva en la Cinemateca Francesa, dos afios después de su muerte. Ahi nos informabaque Kenji Mizoguchi nosélo era el més grande director japonés sino ‘que era tan importante como Murnau o Rossellini Para lamisma época Jacques Rivette, siempre fielasuestilojacobino, escribia que el peor de los planos de Mizoguchi era mejor que todo Kuro- sawa, En su momento Bergman, Antonioni y Tarkovsky loconsideraron uno de los més grandes de todos los tiempos. Si bien los eriticos, incluido Serge Daney, se refirierona él comoun adelantado, Mizoguchi se nos dibujaba como tn cineasta para cineastas 0, en cualquier caso, admirado por los mejo- res. El problema era que nosotros, aci cen fa Argentina, aunque las habiamos visto tempranamente, s6lo conociamos dos peliculas: La vida de O'Haru y Ugetsu, Es cierto que nos gustaban, pero no aleanzaba para comprender del todo por qué ese cineasta merecia tan- tos elogios de otros maestros. Una vez mas, la inquebrantable pa- siénde Luciano Monteagudo como pro- gramadordelaSala Leopoldo Lugones, hos permitié ver entre el 7 y el 18 de agosto de este aio doce peliculas de oguchi correspondientesal periodo que vadesde 1936hhasta 1956, atodesu muerte.! Pues bien, ahora también lo pode- ‘mos decir nosotros: Kenji Mizoguchi € uno de los grandes cineastas de to- dos los tiempos. Es més, junto a todo Renoir, todo Rossellini y £l Ciudadano de Welles, es el origen de los procedi- mientos cinematogrificos que dieron lugar a lo que mas tarde se conocié como cine moderno. Elautor Kenji Mizoguchi nacié en Tokio en 1898; su padre era carpintero y la fami- lia de su madre, comerciantes de hier- bas medicinales chinas. De su periodo escolar, no se recuerda una gran pasion por el estudio pero ya lo cautivaban el disefio y la pintura. ‘Al terminar la guerra ruso-japone- sa, el padre estaba quebrado econémi- camente; su hermana fue entregada en adopeién y &1 mismo colocado como aprendiz en un hospital del norte de Japon. Un poco mis tarde, su hermana 1. Seexhibieron:Blegia de Osaka (1936), Her- ‘manas de Gion (1936); La historia del iltimo crisantemo (1939); Las leales 47 Ronin, parte | (1941); Los leales 47 Ronin, parte I! (1942); Una ‘geisha (1953); Lavidade O'Haru(1982); Ugeisu (1953); Sansho, el gobernador (1954), Amantes ‘rueficados: una historta de Shikamateu(1954); Princesa Yang Kwei Fei (1985) y Calle de la vergenza (1956), 2 22 fue vendida como “maiko” a una casa de geishas, lo cual, a pesar del infortu- nio, Ie permitié conectarse con la aris- tocracia, tener un sueldo y una casa, convirtiéndose répidamente en el sos- tén de toda la familia. A los quince afios, Mizoguchi co- menzé a trabajar en un negocio de ma- nufactura de kimonos, donde se fami liariz6 eon el dibujo de motivos tradi- cionales japoneses. Al afto siguiente se inscribié en una escuela de pintura oc cidental, sostenida por admiradores y difusores del impresionismo francés. Alli conocié el proceso de construecién de decorados, que la escuela realizaba para compafias de opera y ballet. A los diecinueve afios, su hermana le consi- guid un nuevo trabajo como ilustrador de un periddico, Escribia y publicaba poemias que, segiin su bidgrafo Kaneto Shindo, fueron los mejores del Japénen esemomento, Simulténeamenteleiacon admiracién a europeos como Zola, Tolstoi y Maupassant, En 1918, volviba Tokyoy seinstalé encasadesuhermana, Nomuyconven- cido de la necesidad de trabajar, f ccuenté la bohemia y los salones litera- rios ycomenzé a estudiar el “biwa”,un instrumento tradicional japonés pareci- do al banjo. A través de uno de sus maestros de biwa (que también era ac- tor) se coneeté con la industria cinema togrifica, para esos momentos en ex- pansin, Conociéa Osamu Wakayama, director de moda del perfodo, con quien comenzé a colaborar en algunos films. los 25 afios, debutd como director. Su primer film Ai Ni Yomigaeru (Le jour ctirevitIamour) desencadenduna tem- pestad de protestas y fue censurado por sus “ideas socialistas”. Al margen de ideas”, Mizoguchi incluyé en las jones del film un procedimiento que ya prefiguraba al vanguardista: en la sala de proyeccién, algunos actores sglosaban la pelicula e interpretaban las voces de los personajes.* Como sucede con Ozuy Kurosawa, no partia solamente de la tradicién ja- ponesa: de sus seis primeros films, cu- {ro (todos ellos de 1923) estén basados cen obras occidentales: 8/3 Rupimono (Une aventure d’Arséne Lupin de Maurice Leblanc); Chi Toi Rei (Lesang et'dme),en una traduceién de Cuentos de Hoffmann; Kiri No Minato (Le port sus des brumes), en Anna Christie de Eugene O'Neill y Toge No Uta (Le chant du col), en The beautiful demon de Lady Gregory. En 1925, Mizoguchi dejé de filmar yocupd sutiempoenlascasasde geishas del barrio de Gion. Tuvo una relacién amorosa con una sirvienta de Kyoto, se fue a vivircon ella y de su salario. Poco ‘mas tarde, la sirvienta se hizo prostituta ¥y Mizoguchi volvié a su trabajo en los estudios. En 1929 enfrent6 un nuevo acto de censura: su film Tokai Kokiodaku (La symphonie de la grande ville) fue se- cuestrado con la acusacién de difundir ideas de izquierda. Basado en textos de Teppei Kataoka, Fussao Hayashi, Rokuro Asahara y Saburo Okada, quie- nes se autodenominaban “escritores proletarios”, contenia escenas donde los ricos maltrataban a desocupados que vivian en condiciones de extremo hacinamiento. Decidido a conservar el maximo de independenciaartisticapposible,en 1934 fund su propia compafiia productora junto asu amigo Masaichi Nagata, des de donde filmé su primer film sonor Orizuru Osen (La cigogne en papier). A este periodo corresponde Elegia de (Osaka, film que abrié la muestra de la Sala Lugonesy que, porotro lado, cons- ituye Ta primera colaboracién de Yoshikata Yoda como guionista, que se profonga hasta el final de la obra de Mizoguchi. A fin de los aiios treinta Mizoguchi es, junto a Ozu, un cineasta del mayor reconocimiento y fue nom- brado Presidente de la Asociacién de Directores de Japon. Durante la guerra realizé seis films, dos melodramas escritos por Yoda y ‘cuatro adaptaciones de historias feuda- les. Después de la rendicién de Japén, en 1945, acepta codirigir con Hireshi Shimuzu y Masahiro Makino un film bastante cuestionado acerca del coraje de la armada japonesa: Hissio Ka (Le chant de la victoire), En 1946, films Joshei No Shori (La victoire des femmes), que fue ripidamente puesto fuera de circulacién, Se dice que el film ilustraba, de una manera teatral, las consignas del ejército de ocupacién americano sobre la instauracién de la demoeracia y la emaneipacién de las mujeres, De todos modos, su proximo film, Utamaro © Meguru Gonin No Onna(Cing femmesautourd” Utamaro), fue sobre la sumisiOn del artista al po- der politico y la censura. Lo cierto es ‘que partir de ese momento comienza el periodo mas personal de Ia obra de Mizoguchi: desde 1947 hasta 1956, 0 sea en los tiltimos nueve afios de su vida, realiz6 quince peliculas y logré el reconocimiento internacional, in 1954, Mizoguchi enfermé de Ieucemia y murié el 24 de agosto de 1956, en el momento en que se prepara- ba para asistir a la presentaciOn de su iltimo film, La calle de la vergiienza, enel Festival de Venecia, Dejé su tlti- ‘mo guidn, Osaka Monogatari (Histoire d’ Osaka), que fue filmado al aio si guiente por Yoshimura, uno de sus di cfpulos, Las peliculas ‘Appesar de haber trabajado durante diez afios del perfodo mudo del cine, recién al fin de los afios treinta Mizoguchi aleanza plenamente suestiloy definesu ‘mundo poético. Los personajes femeni- nos se convierten en el eje de todas sus peliculas en la medida en que, a través de esas mujeres, logra presentar cabal- ‘mente el conflicto de valores entre tra- dicién y transformacién. Incluso en sus films de ambientacién historica (privi- legiados durante los afios de guerra), os personajes femeninos funcionan como elemento revelador de los meca- nismos de la sociedad y sus injusticias Durante ese periodo, la estructuracién de las peliculas adquiere una luidez y una profundidad que en ese momento parecian cualidad exelusiva de lalitera- tura, La protagonista de Elegia de 2. Aprendiz de geisha. 53. Todos los films mudos de Mizoguchi esin perdidos, salvo Tokio Kyoku (La marche de To. io) y un fragmento de Taki No Shiraio (Le fil blane de la cascade). La traduccion defo tiulos {aponeses, eos films que no fueron proyectados en la Argentina, fue tomada del francés, tal como sparecen eitados en: Jean-Pierre Jackson, Les contes de la lune vague aprés la plule, Pai, Nathan; yfuerontambiéneotejados con; Yoshida Yoda, Souvenirs de Kenji Mizoguchi, Pari, Petite Bibliothéque des Cahiers du Cinéma, de donde se hhan extra también ls datos biogrieos. 4. Se lo considera el primer antecedents del cine sonoro japonts, Osaka, por ejemplo, recorre un camino complejo de la inocencialaperdicién, mientras que en Hermanas de Gion el personaje se desdobla: de las dos her- ‘manas, ambas geishas, una esta defini- tivamenteentregadaallatradiciénmien- tras que la otra se rebela trigicamente, Y sibien, durante el transcurso del film, se podria concluir que las simpatias estin del lado de Ia primera, al final es observada con particular dureza, Esta tipologia desarrollada através de varia. ciones estupendas, no s6lo porsu pre psicolégica sino también por la presencia de un ritualismo cruel, acom- paftard el resto de su obra hasta Callede 1a vergiienza, su tiltimo film, Durante los afios de guerra y postguerra predo- mina y se consolida este tipo de perso- naj. Si el fin de la guerra pone como nunca de manifiesto el conflicto entre Jo nuevo y lo viejo, ambientar las pel ‘culasen un perfodo pretérito le permitia a Mizoguchi, por un lado, eludir Ia censura military, por el otro, instalarse ‘con mayor comodidad en Ia consolida- de une ematogrifico, Al- ccanzé durante esos alos su madurez a ‘través de composiciones complejisimas y muy controladas, de emplazamientos ampliosy figuraciones de gran elabora- cién estética, en las cuales la tensién dramética nace de utiles desplazamien- tos, del estremecimiento de la naturale- zay de los personajes y, finalmente, de la aguda y continua pereepeién del malestar del personaje en su ambiente. De todos modos, durante este periodo donde las grandes obras se multiplican, poco importa queel ambiente sea hist6- rico o modemo. La protagonista de La vida de O'Haru va de caida en caida en ambientes sociales muy diferentes en- tre si, pero atravesados por una misma légica: la concepeién de la mujer como tun objeto, Princesa Yang Kwei Fei (su tinica pelicula color que potencia las posibilidades expresivas y pictéricas de Mizoguchi) es la travesfade un reco- rrido sacrificial ofrecido aun hombre; Amantes crucificados es una desgarra- dora historia de amor donde ambos amantes se rebelan pero es la mujer la que lleva mas lejos la ruptura abando- nando suelase porun subaltemno, porun amor prohibido, Tal vez de su saga de prostituciones contemporineas, sea en altimo film Calle de la vergiienza donde aparezca la mas amarga galeria de personajes femeninos. Bl dltimo pla- no, que muestra el atavio de una pros- titutannifiaes, seguramente, el mis terri- blee indignadoquehayadadoel cinede sa época, Sin embargo, es muy probable que sea en el universo de las ilusiones mas- culinas, en Ugersu, donde se pueda en- contrat el resultado més alto, complejo yoriginal dela obra de Mizoguchi. Uno de los personajes campesinos deja a su mujer para hacerse samurai, la vuelve a ‘encontrar, después de muchas vi des, en un burdel, violada por bandidos y, @ partir de ahi, reanuda con ella el regreso hacia el campo. El otro, se deja cautivar por el fantasma de una mujer vida de amor y, también él, una vez quehadesaparecido el hechizo, regresa asucasa ya su esposa. Tal vezeste film sea una sintesis de las preocupaciones de Mizoguchi: por un lado la necesidad de amor y Ia tragedia de la mujer y, por el otro, el extravio y Ia incapacidad de los hombres se contraponen dando lu- gar a la biisqueda desesperada de un orden que, desde la perspectiva de una mirada desilusionada, nunca ha existi- doy que por lo mismo, nunca podra ser “aquel de otros tiempos” (a modo de digresién, a este film le debe casi todo Los carabineros, de Godard). Los procedimientos Los grandes cineastas modernos ~y Mizoguchi es uno de ellos— trabajan de dos modos bien diferentes por no decir ‘opuestos (tal vez esto sea extensible a otras artes): los que avanzan en una direccién tnica y entonces su bisqueda se concentra cada vez mis sobre los mismos propésitos estéticos (Antonio y los que construyen su obra a través de rupturas y desvios (Godard). Los primeros, en cada paso, “cierran” los posibles caminos, y los segundos los “abren”” en. distintas direcciones. Mizoguchi pertenece a estos tiltimos, Si se tiene en cuenta que a diferen- cia de otros cineastas més contempo- rineos, Mizoguchi desarrolla su obra durante las primeras etapas del cine, sus descubrimientos y_giros cobran uuna importancia mayor. ,Por qué digo ‘esto? En primer lugar, porque la discu- sign tedriea (salvo la obra escrita de Eisenstein que, por otra parte, iba en otro sentido bien diferente del de Mizoguchi) era mas precaria y estaba menos destinada a cuestionar ciertos caminos queaafirmarlos hegeménicos. Por el otro, si el periodo de descubri- mientos, desvios y cambios en el cine de Mizoguchi se extiende desde 1936 hasta 1956, resulta evidente que su obra concluye precisamente en el momento ‘en que comienza el gran giro del cine modemo, Sobre todo, si se tiene en ‘cuenta que los otros dos grandes innovadoresdel mismo periodo, Renoir y Rossellini, filman respectivamente, cl primero hasta 1969 y el segundo hasta 1970. Precisamente entre 1956 y 1970 se consolida por un lado la gran teoria del cine moderno y pore otro un tipo de cine que tiene como anteceden- tes, entre otros, al de Mizoguchi. Me estoy refiriendo a lo que se ha dado en Hamar las “nuevas olas” de los aftos sesenta, que en realidad comienzan unos pocos alos antes. Como se dijo mas arriba, el cine de Mizoguchi abre caminos en lugar de cerrarlos, Resulta indudablequejuntoa Renoir es el primer director que trabaja con Ia idea del plano secuencia, esto es, resolver los momentos que tienen uni- dad dramética y de accién en un solo plano. La diferencia en Mizoguchi es que una vez que lo logra en varias peli- culasno sedetiene, yexploraotras direc ciiones no necesariamente parecidas. ‘A medida que avanza en su oficio, Mizoguchi descubre que el problema central no es el plano secuencia sino la autonomia de la cémara, Ya no se trata de recrear el espacio de la representa- cién ni de rodear con cierta discrecién el desplazamiento de los personajes; tampoco dle ejecutar movimientos gra- tuitos porlos decorados para poder com- pletar la aecién. Mizoguchi compone ‘entre el movimiento de los personajes y la cdmara que los mira moverse un tipo de relacién musical de una riqueza y un rigor sin precedentes. La organizacién interior de los planos muy largos que ‘componen sus films, las formas del ritmo, a través de las salidas y entradas de campo, la evoeacién permanente del fuera de campo visual y sonoro, acer- can su composiciona la forma sinfé de la misica, 23 Y esto es asi porque la estilizacién de los movimientos de cémara y la de Jos desplazamientos de los personaj se sittan en un estricto nivel de igual- dad, definiéndose mutuamente. La re~ lacién musical entre cdmara, decorado y personajes, podria también homolo- garse a la del baile, Pero esta “danza” no se realiza entre la cémara y los personajes, sino, mis bien, entre los personajes y la prolongacién de la c mara que es el encuadre: la constante renovacién de Ia imagen lograda a través del reencuadre continuo, el tra sito de personajes por zonas lejanas del campo y los cambios de tamaiio de los planos, sobre todo en tas salidas y entradas de personajes, constituyen el hecho plistico fundamental de la esté- tica de Mizoguchi Para decirlo de otto modo: hay un momento en que Mizoguchi deja de interesarse por la continuidad espacial, y enfatiza su ruptura, Cuando aparecen los cortes entre un plano largo y otro, ‘generalmente, dela misma duracién, se tiene la impresién de que se ha cortado porque no habia més pelicula en ta cémara. O lo que vendria a ser casi to mismo, porque ya no se tienen mis ideas de por dénde seguir. Esto deter- ‘mina un estatuto bastante extraiio, ori- ginal, dado que ni siquiera se crean elipsis entre un plano y el siguiente: simplemente se comienza de nuevo. Pero se recomienza por la mitad, no por el principio. La secuencia continia y el hiato permanece ahi como una marca que no tiene explicacién Si todo el cine ha privilegiado, en uno u otto sentido, la funcidn del corte de un plano a otro, Mizoguchi, que se moviaenun contexto de planos de muy larga duracién, privilegia la plastica interior del campo y detiene el plano ‘cuando ya no tiene mas que hacer con 41, pasando al siguiente como si se pa- saran las paginas de un libro. Elsor Mientras miraba La historia de! tiltimo crisantemo, filmada en 1939, me deci “Esta pelicula es un afio anterior a ET Ciudadano”. :Por qué pensaba en eso? Porquepara cualquiera resulta evidente que, a partir de ese film de Welles, cambian muy decisivamente ciertas perspectivas del lenguaje del cine. Si bien algunas de las cuestiones del film de Welles estin presentes en La histo- ria del tltimo crisantemo, esto es, us0 del plano secuencia, la profundidad de campo (artificios visuales marcada- mente manieristas) ya incidencia dect- siva de los decorados en los comporta- mientos de los personajes, el film de Mizoguchi comienza a recorrer un ea- mino que, sin duda, se va a tornar mas cevidente en La vida de O Haru (1952), Sansho, el gobernador y Amantes cru. cificadas (ambos de 1954), Se trata de un uso revolucionario del sonido, més precisamente del uso del sonido fuera de campo, Yan el film del 39, algunas voces de ambigua procedencia acompafiaban laconversaciéndelos personajes cami- nando en exteriores; el canto de un aya incidia climaticamente sobre una con- versacién tensa entre madre e hijo; un coro denifios (quenoestinencampoen toda la secuencia) ritmaba la biisqueda desuamante porparte del protagonista Si bien es cierto que un sonido evoca siempre una imagen (cosa que no suce- de necesariamente al revés), esa evoca- n0 es siempre precisa en relacién con st origen o su naturaleza. El cine tiene una dificultad inherente a volver reconocibles ciertos sonidos si estin desprovistos del soporte explicito de Ia imagen, salvo que sean aislados o fic ‘mente detectables, como vasos oruidos de autos o de puertas u otros similares El gran descubrimiento de Mizoguchi esque la potencia evocadora del sonido no esté necesariamente ligada a sus rasgos 0 cualidades, sino al espacio fu npo: a una cierta tensidn en el campo visual generada en el fuera de ‘campo sonoro. Efectivamente, las ban- das de sonido de los films de Mizoguchi de los aos cincuenta, si bien estin configuradas por elementos diversos, palabras, ruidos, musica, siempre son presentadas como un todo que posee Ia potencia de un tinico continuo sonoro. Y si més arriba se pudo afirmar que el uso del sonido por parte de Mizoguchi cra revolucionario es porque, en esa poca, aun los films mas modernos tra- bajaban el sonido como una redundan- de reduplicacién de ta ima- gen visual El gran descubrimiento de Mizo- guchi consiste, precisamente, en consi- derar et sonido off (ruidos, palabras, ‘miisica) como una instancia que com- pleta el fuera de campo de ta imagen visual y, en ese sentido, es un compo- nente de esa misma imagen. Esto, sobre todo, si se tiene en cuenta que el fuera de campo sonoro de Mizoguchi no es el de la relacién de un conjunto con otro que lo protonga, sino de una naturaleza que excede los estrictos espacios visua- les y da testimonio de una potencia que no proviene de la prolongacién de to visto. Mizoguchi comprende que los sonidos off no independizados de la en quedan sometidos a una nueva referenciatidad:en este caso, no ala del mundo exterior, sino a la del propio ‘campo visual. Deeste modo, através de su heterogeneidad con la imagen vi- sual, Ios sonidos fuera de campo, sobre todolamisica, pierden suomnipotencia descriptiva, se vuelven dudosos, ambi- ‘2405, precisamente porque han roto su dependencia con la imagen visual, Es ‘muy probable quesblodesde Mizoguchi sepueda hablar definitivamente de ima- en sonora, Resulta claro que el eardcter de In sica japonesa, sumadoanuestracon- dicion de espectadores occidentales, vuelve aiin mas evidente Ia sensacién de extraitamiento, Si bien esta misica, basada, entre otras cosas, en el predo- minio de la percusién, hace posible una lacién “musical” con los ruidos, la insistencia sobre esta cualidad convier- te a Mizoguchi en un cineasta tinico. Como afirma Michel Fano, miisico devenido primero en director de sonido y luego en director de cine, ademas del azo orgénico que se establece entre estos dos aspectos de la banda de soni- do, el mismo hecho de que se trate de rnuido sinerénico con la imagen, suscita otros lazos entre ésta y el complejo sonoro que, por ello mismo, pasa, a ‘veces imperceptiblemente, del fuera de campo al espacio visible Planos y conflictos En los films de Mizoguchi hay mas conversacién que accién, incluso en aquellos que, ripidamente, pueden Ila marse bélicos, En cualquier caso, lo original es el tratamiento de la camara en relacién con el silencio y los didlo- gos. En escenas caracteristicas de su eseritura, cuando un personaje entra en un decorado, Ia cimara permanece fija hasta que el personaje se sienta y co- mienza a hablar. De ahi en mis, Ia camara se mueve muy lentamente du- rante la conversacién, Este casi imper ceptible movimiento enfatiza Ia din mica de la ieralmente, ticipa una accién por venir, Pero lomés notorio es que ese movimiento sobre os didlogos tiende a desviar todo énfa- sis emocional levando las palabras di chas por un personaje sobre otro que va ser incorporado gradualmente al et ‘euadre, Este procedimiento produce una inversién del sistema narra- tivo del cine clasico, donde los fijos sobre conversaciones filmadas a través de la téenica del campo y contracampo se convierten en “invisi- bles” en la medida en que nos fuerzan a concentramosen el didlogo y las expre- siones de los personajes. En Mizoguchi, eada plano fijo que interrumpe el didlogo de los personajes crea una nueva dindmica; cada segundo sinmovimiento genera intensidademo- cional y, por qué no, suspenso, Por lo general, en esos planos fijos la compo- sicién del encuadre esta levemente desbalanceada como siestuviera a pun- to de ser transformada en otra cosa, Incluso, esa misma composicién, atr vesada por diagonales y con personajes colocados con cierto desequilibrio, en- ‘cuentra su “orden” en el momento en que la cdmara comienza a moverse. Es iis: los personajes que representan roles sociales no sélo son definidos por sus acciones sino también por las posi- ciones y moyimientos de cémara. Un ejemplo: cuando en la segunda parte de Los leales 47 Ronin, Oishi, un guerrero ‘quehajurado vengarlamuertede Asano, susefior, se encuentra con la esposa del noble asesinado, el tratamiento es sig- nificativo al respecto, Al comenzar la escena, ella lo invita a acercarse para iar la conversacion. Oishi se acerca nunca eruza el umbral de la habi- y In conversacién se desarrolla con una evidente divisién fisica y sim- bélica entre ambos. En uno de estos planos se ve ala sefiora Asano, hablan- do, aislada por el encuadre; la cémara retrocede para incluira Oishi y, a partir de ese momento, una y otra vez, los ‘movimientos de cdmara transforman e1 énfasis de la situacién, y cuando oca- sionalmente se vuelve a planos dos, estos detienen la conversacion. El ethos de Mizoguchi es bien diferente al del melodrama occidental: mientras los films de Hollywood son conducidos hacia las emociones de los personajes, JosdeMizoguchisonconducidos haciala conelusién de un significado para el espectador: las vidas individuales son més significativas cuando se amalga- ‘man a los cédigos de una cultura,’ Un clima emocional cierra la pri- mera parte de Los leales 47 Ronin, cuando la mujer de Oishi abandonaa su marido y se va con su padre y sus dos hijos pequefios. La escena es descripta con uno de los planos mas largos de la ‘obra de Mizoguchi. La edmara acom- pafia de un interior a un exterior la salida dela mujer de Oishi y su séquito; cl hijo mayor (que se queda con el padre) sale al camino para observar la partida; a los pocos instantes, Oishi entra cuadro, mis cerca de cdmaraque su hijo, pero en un plano bastante leja- no, también para observar a los que se van. Los viajeros entran a un bosque y cen la extrema lejania ya no se perciben sus movimientos. Ahi, cuando la esce- na parece agotada, padre € hijo, de espaldasa nosotros, siguen observando ensilencio, yano la partida de sus seres queridos, sino el vacio. Es facil sefalar que se trata de una diferencia radical con la clisiea representacién de las emociones através del primer plano de Jos personajes: imposibilitado de “ver la emocién’ en el rostro de los persona- jes, el espectador es convocado a ima- ‘ginarlos sentimientos. De modotal que Mizoguchi parece menos preocupado por las reacciones individuales de Oishi yy su hijo mayor que por las que todo padre e hijo pueden sentir, fo que le da ‘ala escena una dimensién épica, Inclu- 0, si uno de los conflictos centrales del film es la relacién entre las emociones individuales y el respeto por los cédi- gostradicionales, laseparaciénde Oishi de su familia esti presentada como una tragedia que resulta no tanto de ta defi- ciencia de los caracteres individuales sino mas bien dela inexorable logica de la historia, Por supuesto que fos conflictos en- tre los deseos individuales y los limites sociales son constitutivos también del drama occidental; la diferencia es que, en Mizoguchi, los deseos se encuentran, subordinados a los cédigos sociales. Un poco antes del final dl film, cuando Jos guerreros hacen un harakiri masivo, Ja joven que ama a uno de los samurais implora verlo antes de su suicidio para saber si realmente su amor era verdade- ro, La tensién entre el deseo de ella la conclusion (que nosotros ya conoce- mos) es inevitable y, sin embargo, lo Lltimo que vemos de ella no es su repo- so emocional sino su propio harakiri ‘A modo de breve conclusion Mizoguchi fue et cineasta que llev6 mis lejos en su tiempo 10 que poco después se convertiriaen el problema central del cine modemo: la conexién. generalizada de los componentes del espacio. A ese efecto contribuyeron varios procedimientos que definen una poética pero también una téenica, En primer lugar, el principio de distancia que se inhibe de superar el plano medio y permite movimientos cireulares de la ‘cdmara,no neutralizando laescensa, sino por el contrario manteniendo y prolon- gando su intensidad hasta el final.* En segundo lugar, su peculiar uso del pla- no secuencia, que produce, como ya se ha dicho, una forma de la autonomfa de la cémara que, a veces a través de mo- vimientos arbitrarios, extravagantes y ‘omniscientes, abandona la perspectiva subjetiva de los personajes para posi litar la conexién de los sucesivos espa- cios.” Por otro lado, el uso por primera vez del fuera de campo sonoro que permite unir todo el espacio de la repre~ sentacién, antes dividido entre lo que eravisible yloqueno. Y, finalmente, 1a recurrencia de una posicién relativa- ‘mente elevada de la cdmara que produ- ceun efecto en perspectiva restringien- do el érea de la escena, unido al mante- nimiento del mismo éngulo através del jento frontal en el corte de Este ultimo procedimiento no ha sido analizado (que yo sepa) y, sin em- bargo, es importante por el parentesco que tiene con la puesta en escena del teatro “a la italiana”. La eonstruccién de los decorados y la frontalidad de ta cémara evocan la famosa “cuarta pa red" 0, fo que es lo mismo, la posicién del espectador. Elemplazamiento fron- tal respeta-porasi decirlo—la posicién “Jimitada” del espectador; y los cortes laterales a la accién, ademés de poner ‘de manifiesto que el espectadorno puc- de ver*“desde las bambalinas”, generan la disrupcién narrativa a la que nos referiamos antes. Godard, citado en el programa que acompaiié la muestra de Mizoguchi en Ja Sala Lugones, ha dicho: “Sila poesia se manifiesta en cada segundo, en cada plano filmado, es porque Mizoguchi es capaz de describir una aventura que es, almismo tiempo, una cosmogonia”. En ‘efecto, una cosmogoniaes, precisame: te, elestablecimiento de un orden ori nal, de una forma que domina todos los, materiales, todas las materias. Estas notas intentaron mostrar la peculiari- dad de los procedimientos de Mizoguchi, y pensar cual fue esa forma que ponia su orden original sobre los conflictos de explotacién y sumisién que lo obsesionaron. 5. Cierta perspectiva critica ha pretendido ver ‘en Ia obra de Mizoguchi un parentesco con el ‘melodrama clisico americano, cosa que puede ‘ser posible en Ozu, pero no en Mizoguchi 6, Tema desarollad por Gilles Deleuze en sus ‘studios sobre cine, 7. NoslBurch,cnsutrabyjo Pourunobservieur lointain,siguiendoa Eisenstein, prefier amar a est0 “plano rodillo”. Su azonamiento es franca- mente diseuibe, dado que lo lleva a opinar que se trata de un codigo clisico y homologa sus ‘movimientos de cémara al plano secuencis manera de William Wyler”. Fogwill, la experiencia sensible Beatriz Sarlo Realismo 1 En los meses inmediatamente posterio- res a la guerra de Malvinas, Fogwill hizo circular por varias editoriales una novela que recién se publicd al aio siguiente. Lei en ese momento Los pichiciegos, latepresentacién mis inte- ligente, mas arriesgada de la guerra y, junto.a Las islas de Carlos Gamerro, su mejor denuncia hasta hoy. Fogwill, que habia mostrado que le resultaban senci- Hos todos los ejercicios literarios al gusto de la época, escribié una narra- cidn que no renunciaba a la representa- ci6n ni se sostenia sobre primeros pla- nos de autorreflexién y metadiscurso, Los pichiciegos todavia debe ser lefda como la gran novela realista de los ochenta, aunque decir eso sea bastante poco porque los ochenta quizs tengan sélo esa novela realista, escrita como hoy puede pensarse el realismo: una situacién completamente imaginaria ‘cuyos hilos se prolongan hasta tocarlas coordenadas verdaderas de Ia guerra Una irrealidad ideolégica y cultural- mente verosimil, sobre todo porque la lenguade Los pichiciegas tiene un ajus- te preciso, marcas sociales nitidas (una especie de lumpen-hemingway) y des- cribe con una frialdad de manual ti co delirante (Fogwill hace esto con una facilidad que puede comprobar cual- quiera que lea, por ¢j como “Japonés”) nplo, un cuento Realismo 2 En la primera pagina de La experien- cia sensible,’ impresa en bastardilla, Fogwill no quiere evitar una polémica internaa la literatura argentina, Denun: cia la estética anti-realista que habria prevalecido desde mediados de los se- tenta, Por eso, sujetos a Ia moda anti realista, 10s lectores de una supuesta primera versién de La experiencia sen- sible quedaron insatisfechos,y también ‘su propio autor. Esa versién, que no se perdié como le habria correspondido si elhumorde la época se hubiera impu to, es la que ahora se publica, Sin em- bbargo, no puede ser leida como la mis- ma porque el tiempo ha marcado un hiato entre los hechos de la historia y el recuerdo que se tiene de esos hechos. En esta breve introduccién a su no- ‘ela, Fogwill, a la manera de James, se coloca frente ados cuestiones estéticas: el realismo no como estilo sino como un tipo de narracién; y el desfasaje/ desacuerdo inevitable entre lo narrado y su referencia, Toda La experiencia sensible pivotea sobre estos puntos ¢s- tablecidos al comienzo, Haciael final de lanovela, se vuelve al tema: la representacién se construye sobre tramos inseguros de recuerdos. Lonarrado es lo que “otro (diferente de sus personajes) simula construircon los 1. Fogwill, La experiencia sensible, Barcelona, Mondadori, 2001, 158 pags fragmentos de su voluntad, de su des- cuidada memoria y de lo que pudo suponer sobre sus rudimentarias emo- ciones”, Por lo tanto, no hay ninguna seguridad en a empresareconstructiva, ni siquiera cuando el narrador conoce un futuro que los personajes no pueden conocer en su presente, nisiquieracuan- do hay diferencias explicitas entre el punto de vista de quien sabe mas y el de quienes estin hundidos en las peripe- cias del relato, Representar es un pro- grama condenado al desacierto y Ia inestabilidad. Hay que ver qué se hace con esta condena. Como sea, el acto reconstructive de ‘un pasado muy proximo vale la pena sobre todo porque Fogwill encuentra claves significativas de uno de los pe- riodos mis degradados de la sociedad argentina, cuando, quiérase 0 no, se instalan los estilos de vida que hoy: se atribuyen a la “nueva burguesi y vulgar Las Vegas La experiencia sensible transcurre en Las Vegas. El lugar (decisivo en una “novelade escenario”) ofrece una orga- nizacién espacial que tiene mucho de alegoria, Se trata de la timba en su versién tardo-capitalista, el Paradise, un hotel-casino igual a todos, verdade- ro campo de fronteras tan solidas como invisibles en el que se recluyen, como monjes entregados a una sensualidad hipndtica, los personajes. Las Vegas es un sueiio deforme de larazén, disefiado con todos los recursos de larazén técni- ca, Es la taquigrafia de una sociedad ‘mundial con sus limites raciales, sus ricos, sus apasionados, sus marginales, drogadictos, prostitutas nifias, vigilan- tes, sirvientes, sus indiferentes y sus fildsofos, La experiencia sensible del casino es de un orden absoluto, de extremo control tecnoldgico, con circulaciones definidas por un sistema central pater- nalista, provisor, despético y azaroso. E| Paradise de Las Vegas es un recinto cerrado, hipervigilado, pandptico. Se vviveen condiciones de control comple to y se experimenta la contradictoria sensacién del azar permanente. En el hotel-casino rigen leyes inapelables (nadie puede apelar el veredicto de la ruleta 0 el black-jack: esto es bastante obvio) que requieren de un primer pac- to (aceptar ser pasajero del hotel) para que todas las consecueneias de ese pac- to se impongan de un solo golpe. Bajo Ja imagen de una deriva interminable por salones, pasillos, corredores espe- jados, dormitorios simétricos, audito- rios, restaurantes temiticos y salas de juego, el orden del recinto es secreto y, por eso, inmodificable. Esti ademiés su orden aparente, su reserva de significa- dos fiicilmente accesibles a los turistas mis distraidos: el Paradise, donde van losargentinos, esunhhotel'‘salvajemente temético”. Se respirael aire artificial de ‘una atmésfera quimica donde el oxige- no y los perfumes son inyectados a través de una maquina en movimiento perpetuo; los huéspedes nadan en el agua enriquecida de las piscinas, y los espejos de cristal fumé planchan las arrugas de la ropa y los rostros. Hacia el final de la novela, e! hotel oftece a sus huéspedes la arrebatadora kermesse de un desfile de modelos top y animales. Por ironia, los personajes de La ex- periencia sensible salen de la Argenti- nna concentracionaria de la dictadura para ingresar en el ocio reglamentado de una gigantesea explosidn capitalista en medio de! desierto, un resplandor atémico que no se extingue (de lejos Las Vegas muestra su fuego, sobre todo si se llega de noche, por tierra, atrave~ sando el paramo). En Las Vegas go- bierna un despotismo aceptado tempo- rariamente y con alegria por sus habi- antes, también temporarios, Para los que llegan de la Argentina, ese mundo totalmente administrado hasta en los detalles cuya invisibilidad revela, de todos modos, su importancia, deberia set el reflejo glamoroso de un espacio concentracionario que ellos (turistas de Jadictadura) no quieren veren su paise, incluso, postulan como no existente. Ir a Las Vegas es el non plus ultra de la repeticién, El régimen del hotel-casino escamotea su légica. En este sentido es comouna gigantografiadel capitalismo (0 del gobierno de los militares): siste~ ‘mas que deben disimular los resortes que los hacen posibles. Los personajes de La experiencia sensiblesalen dela Argentinade Videla, en plan de vacaciones torzadas (en vez de ira su casa de Punta del Este, que se han visto obligadosaalquilara un hom- bre de la dictadura), para residir por un mes en un campo de ocios administra dos, Esto es importante porque coloca lanovela de Fogwill fuera del realismo soviologico (la gente habitualmente iba ‘4 Miami) para ponerla en una dimen- si6n casi alegorica, Asi, ta novela no necesita explicarlarazén porla cual los personajes saben que ésas fueron las peores vacaciones de su vida. Si el lectornosehadado cuenta, lanovelano tiene nada més que decile, Teorias Apenas la historia comienza (en el ae~ ropuerto de Miami, la familia Romano, padre, madre, dos nifios y nifiera, espe- ra cl vuelo a Las Vegas), Fogwill la interrumpe ¢ intereala varias paginas con teorias: sobre la extincién de la cculpa en la religion y en las institucio- nies modemnas; sobre los supuestos re- sultados de una encuesta realizada en- tre nifias para ver cémo imaginan el més alld, los disparatados imaginarios de la muerte caleados sobre las ilusio- nes producidas por la estética de los medios. Como si fueran escalones con los ‘que alguien tropieza sin darse cuenta hasta que ha caido al suelo, estas pigi- nas aforisticas sobre la condicién cultu- ral contempordnea interrumpen lo que hha empezado a contarse. Dificilmente podrian ser leidas como reflexiones del protagonista; pertenecen a otra voz, la de un narradot que se ha olvidado, por lun rato, de su historia, La funcién de este olvido (al igual que otros olvidos que luego vendrin) es precisamente la de interrumpir la ilusién realista en el momento en que una situacién o un didlogo pueden ser leidos como senci- Hamente realistas, Difiriendo la accion, ‘ya que las interpolaciones “olvidan’” la narracién, Fogwill se separa del estatu- torrealista lo suficiente como para indi car desde qué distancia ese estatuto lioy es posible, Fogwill hace, con acritud, la critica de las ilusiones de las capas medias. Este es:un terreno en el que se mueve con Ia acidez de un disolvente: en la familia Romano ni los chicos, ni los padres pueden ser otra cosa que la rea- lizacién torpe y desfigurada de sus ilu- siones. Este es un tema de La experien- ia sensible: detris de la ilusién no hay sino ilusidn, sin fondo, La narracién, que en cada punto parece recapitular para interrumpirse nuevamente, esta intercalada con sucesivas “teorias”, al- gunas de ellas a cargo del narrador, otras de Romano, La explicacién del tonomoshi, una sociedad japonesa para a autoinmolacién material y moral en cl juego, regida por una especie de sorteo y licitacién como los circulos ‘cerrados para comprarautos, y también por deberes ciegos que sonadjudicados alamanerade"Laloteriade Babilonia”, produceunaespeciedeefecto alegérico 30 que no podria traducirse directamente ‘en algo “real” pero que evoca modelos de regulacién exeesivos y existentes. La funcion de las intercalaciones es clara, La experiencia sensible trata de evitar ta i imple de los personajes situaciones. Atentia el “asi era”, aunque Fogwill también dice que asi fueron as cosas con personajescomo éstos. Sin embargo toma sus recaudos: “A poco que un narrador ponga en movimiento natural y vigile la evolu- ccién de personajes como Critti, Roma. no y sus hijos, si pretende mantenerse fiel a los paradigmas de la verdad, ter- minard componiendo las figuras de au- ténticos imbéciles. Sin embargo, larea- lidadno es imbécil, yalavistade queen el mundo real estos personajes se des- empeftan con mayor eficacia, y que la sociedad -no sélo la cadtica sociedad ‘moderna, sino toda sociedad organi da los prefiera a la hora de repartir recompensasy deproponer figuras para Ja emulacién de sus semejantes, habria que atenuar la perspectiva y renuneiar por un momento a Ia ingenuiidad de los relatos”. Critti, el amigo encontrado por los Romano casualmente en Las Vegas, es una especie de concien despierta sobre la naturaleza del régi- men militar en lo que respecta a los ‘caminos que ofrece para maximizar las ganancias. A Romano le explica, como una especie de Settembrini degradado ante Hans Castorp, cules son las lineas. probables de un futuro: en plena dicta- dura, lo ilustra sobre el posible regreso de la politica y la necesidad que esa politica tendré de cultivar las reglas del especticulo. Romano, empresario “tur- c0-judio” no esta en la posicién ideols- agica de percibir lo que Critti (que tiene algunos millones mis y por es0 ha lo- grado saber, 0 viceversa: porque sabe, hizo algunos millones extra) le explica, Una linea de ese didlogo tiene la fijeza de un proverbio cinico: con los milita- res se trata de darles algo de comer para que se vuelvan mansitos. Un mundo aparte Los hijos de! matrimonio Romano ysu nifiera Verdnica, una adolescente con una carrera como modelo si se le die~ ran las cosas y, por el momento, estu- diante de biologia, forman un “mundo aparte”, ‘Verénica habla como un personaje de Puig del que hubieran fugado todas las represiones y quedara el deseo en estado ineandescente pero, al mismo tiempo, sometido a planificacion y cuantificacién, Sus monélogos son la realizacién material de la fantasia: no hay represién sexual, no hay prohil cién, Sélohay un vacioy limpido deseo multiplicado, Verénica es impermea- ble a cualquier dilema moral y esti completamente suelta, en un ejercicio de autonomia que es anterior a todo pensamiento sobre la libertad. Lejos de toda deliberacién excepto la que re- quiere el cumplimiento de su deseo, Verdnica esti también lejos de eval- quier refutacién de lo dado, Bs una conciencia plana, en un cuerpo excep- cional que se usa como miiquina. Lo interesante en el personaje de Verénica es la soltura, Posee una gra- cia, una levedad un poco estélida, que otros ejercicios “modernos” dela liber tad como refutacién del orden ignoran porcompleto. Lagranescenaerdticade Ta novela, donde Verénica realiza los actos que responden aun plan desenfre- nado, es contada por ella como si no existieran barreras de Lenguaje: habla iperbélicamente sobre sexo, acumu- lando lugares comunes: “un negro de gomia que coge como a motor”, "se la chupo muerta a.un viejo”. Verénica no usa ninguna de las tenguas que a li- teratura atribuye al erotismo, sino una especie de dialecto (donde se escucha Lamborghini, Copi, Genet y la novela pornogrfica) donde todas las cosas son lamadas por su nombre, Los chicos, naturalmente, partici- pan de este mismo encanto idiota. Lo primero que la nenita Magali le dice a sus padres: “;Ustedes dos sabian que Verdnica se vuelve loca por los negros porque tienen la punta del pito colora- da?”, es una pregunta edindida y trans- parente que tiene valor ejemplar, Co- nectados con Veronica de un modo que pasa por alto a sus padres, envidiados por sus padres precisamente porque tienen esa conexién, ellos plantean al final de la novela la Unica pregunta que daenel centro de la légica del lugar que estin visitando. Quieren saber porqué en el hotel Paradise no se consiguen helados de Burger King, y Verdnica se ve ante Ia eircunstancia de explicarles qué es un convenio de exclusividad con MacDonald’s. Verdnica instruye a los nifios en el abe del mercado, donde ellos y sus padres se desplazan como briznas de hierro atraidas por las mar- as (“Caalvin, Revlon”, ailla lamadre en el duty-free). El dinero A lanifiera se le pagan tres mil délares por acompafiar a los chicos y ocuparse de los trimites de equipaje durante un ‘mes, Los mil doscientos délares que ‘cuesta el alquiler semanal de un Jaguar son “cinco centavos”. Estas son las ci- fras de la Argentina durante la dictadu- ra militar, Los tres mil délares de lanifiera son tan significativos como las comidas de ostras y Pommery que al matrimonio argentino le parecen a precio de liqui- dacién, las propinas de quince délares, yel fastidio con que se mira alos mozos cuando cuentan centavos para dar un vuelto. “Ni me fijé”, responde Romano cuando su mujer le pregunta cudnto costé una cena. “Ni me fijé” es la con- sagracién lingiistica de una relacién ‘con el dinero para quien lo consigue facil, en afios de dictadura. La formula ica que las mismas personas que se mueven con el tinico aliciente de la ‘ganancia répida han adquirido un refle- jo rastacuero (que todo el mundo re- ‘cuerda): “ni me fijé” habla de que slo secalculael dinero que se adquiere, y el que se gasta queda migicamente por encima del célculo. La moneda es s6lo un medio para ccuantificar el lucro, no para medi el gasto. Es la torsién corrompida del capitalismo, un capitulo deenajenacién ‘moral peculiarmente argentino incluso si se lo mide respecto de los habitos de otros capitalismos, La frase “ni me fjé” tiene una significacién suplementaria porque quien la pronuneia es un rico ‘cuyos soliloquios sefialan una relativa sensatez en el mundo de negocios que, de todos modos, tuvieron mucho de insensato, Romano es un burgués cal- culador, que sabe abstenerse de ganar para no correr el riesgo de perder, un ave rara cuyos pensamientos colocan a La experiencia sensible en un registro quenoeseldelcostumbrismomimético que busca la exageracién repetida para obtener un verosimil, sino en el de una tipificacién que prefiere cierto gradode excepeionalidad para evitar la repre sentacién banal y compacta. Romano tiene algunas grietas: por su pasado de hijo de una familia de origen drabe-judio de empresarios tex- tiles, Hega desde la produccién de bie- nes materiales al mundo del showbiz y los servicios de imagen, Algo queda de su pasado en una estrategia de empren- dedor que saca cuentas, cubierta casi por completo por el nuevo estilo de burgués triunfante para quien todas las, facturas vienen en moneda chica. Ro- ‘mano ¢3 una bisagra en un capitulo ‘monstruoso del capitalismo argentino Y puede serloporquelanovela ledados caras: una, de serenidad relativa frente la. demencia social por la ganancia inmediata; la otra, del insultante dispendio de esos afios locos donde la dictadura se creia tan estable como una moneda sobrevaluiada que halagaba el mito de una Argentina en el centro del ‘mundo (det cual se la expulsaba justa- ‘mente por su régimen politico y poco después se la expulsarfa por las conse- cuencias de la fiesta financiera), Roma no es perfectamente significativo por su oscilacién entre alguna cualidad he- redada y un desenfreno presente. Los pormenores con que la novela ‘Va probando este caricter son de un verosimil perfecto y el narrador los intercala con la ironia indispensable para que de la historia de Romano no se JENTREPASADOS( HISTORIA REVISTA DE pueda extraer ni la absolucién de una vieja forma de hacer negocios ni una perspectiva blandamente moralista 0 inreflexivamente cinica sobre una me- cdiniea del eapitalismo periférico en condiciones de dictadura. El futuro En fa novela de Fogwill hay algunas lineas impresionantes sobre Ia muerte: “Romano, como todos tos que lo siga- ‘mos, encontrd Ia misma escenografia de la muerte, pero se vio enfrentando una sala vacfa, mudo, sin libreto y, ala par de la luz yéndose, vio que se disol- via el decorado y desaparecian derecha € izquierda, no tuvo mas delante ni detris, ni piso abajo: estaba solo y sos- tenido por la visién —Ia sensacién—de que cuando ta tltima fuente de luz, arriba, terminara de apagarse, no que- daria nada, Nada més: ni él.” Bl futuro es es0, dice La experiencia sensible en tun inesperado giro, De todos modos, algo de ese giro estaba anunciado en una pregunta que se hacen Romano y Critti y no pueden responder: {por qué estin alli, en Las Vegas, siel juego los aburre y no entienden a los jugadores? ‘Lapregunta indica esa dimensién fuera de control en la que se mueven estos sujetos que, al mismo tiempo, parecen completamente al mando de sus vidas més 0 menos miserables. Ese futuro que el narrador conoce, también incluye los afios que siguen ala excursidn por el Paradise de Las Vegas. Los chicos dela familia Romano termi- fan tan previsiblemente como puede terminaresamezcla de mufiecas Barbie, tablas de skate, perfumes y escuelas bilingiies en la que crecieron. Los dos establecen una relacién con Asia (una irdniea hipdtesis del porvenir): Chachi, cl vardn, porque compra alla chips y partes de computadoras para revender cen la Argentina, Magali, porque viaja a la India para conocer al Sai Babba y se somete a esa espiritualidad de materia- aciones que evocan el mercado (relo- Jes 0 pafuelos de marca) y sustancias que remiten al comienzo de la creacién (cenizas y polvos). Esta vocacién por Oriente conduce a los dos Romano ju- nior a donde debe conducitlos: Chachi viveconsumujerenun country, Magali los visita para contarles sobre la buena nueva de las supersticiones espirituales postmodemas. Como cuando eran chi- cos, el mundo esta hecho de vuelos intercontinentales y limites culturales infranqueables: no pueden ver més alla del alcance de su mano. La paradoja Final de los de su clase, Este futuro, ignorado porlos Roma- ‘no en 1978 cuando fueron a Las Vegas, es perfectamente conocido por el narra- dorde La experiencia sensible. Su inte- figencia y su saber le evitan que lo que cuenta sea obvio o demasiado cifrado; su perspectiva queda sin embargo bien ‘la vista en el tono con que narra los episodios més sorprendentes 0 alude al fondo brutal que sostenia el tinglado en 05 afios. Novela de la dictadura mili- tar, La experiencia sensible muestra su verdad cultural y un mecanismo de su ccapitalismo monstruoso, ESTUDIOS SOCIALES Revista Universitaria Semestral Consejo de Redaccién: Dario Macor (Director), Ricardo Falodn, Eduardo Hourcade, Enrique Ajo IX - Numero 18/19 - Fines de 2000 Cine y fotografia - Entrevista a Laura Mulvey y Luis Priamo / Arte y politica / Raphael Samuel y el ojo de la historia Susrpiones: on retin, fs 24 (dn rma. Mases, Ofelia Pianetto, Hugo Quiroga N® 19 - Primer semestre 2001 Escriben: Asensio * Buchbinder * Susana Garcia + Ignacio Garcia + Agustina Prieto + Follari « Alonso * Gongalves Couto stuns Socutes, Universidad Nacional del Lora, 9 de uo 9563, ‘Santa Fe, Argentina; telefax directo: (042) 571194 Dm connesronoenc 4: Casilla de Correo 253, Santa Fe, Argentina 31 Teoria feminista y expe Nora Catelli GES posible razonar ta literatura sin tomar en la cuestién de tos géneros? Es posible razonar la cues- tibn de los géneros incluyendo lo lite- rario como exigencia formal? Lo que sigue no pretende responder a tales preguntas, sino dibujar el paisaje que las vuelve, quiz, reveladoras de t siones en el campo del feminismo: hipertrofia académica en algunas re- giones y segregacién en otras; enra- recimiento tebrico; y, por iltimo, pro- funda transformacién de las exig cias estéticas de la sociedad literaria, en la que ha tenido fugar un cambio radical. La teoria feminista pertenece al nicleo del pensamiento mas arduo; ncia literaria Jas obras que Ia ilustran tienden en cambioa componeruna vastanarracién epigonal de estilos y procedimientos convencionales. Los dos primeros rasgos no aluden directamente al problema del valor, mientras que si lo hace el cambio en la sociedad literaria, lo cual se ve en las solicitaciones inconscientes del mer- eado y en la rapidez con que la cues- tién de los géneros ha contribuido a produciruna gamaamplisima de ot ras femeninas y feministas més cerca del folletin que de la literatura, Esto no es nuevo; lo nuevo es que la identidad de _género pueda sustituir la exigencia de inaleanzable pero visible horizon- te formal por el despliegue de diversas, y bastante tradicionales epopeyas de la diferencia. Podriasostenerse que diver- sas poéticas anteriores a las de la dife- encia operaron cambios tan signifiea- tivos como éste; no obstante, lo que lo hace singular es su cardcter transversal cen relacién con todas las otras pautas, Lateoria feminista tiene muy diversos desarrollos segiin la red continental de laquesetrate. Argentina muestra, como algunos paises europeos, una tenden- cia a la segregacién de los estudios de mujeres, que parecen ereceral margen de la historia y la critica en sus distin- tas vertientes. A pesar de que son no- tables los efectos de Ia segregacién, pocas veces es sometido a examen el desarrollo de la teoria feminista en su vinculacién estricta con las peculiari- dades regionales, tanto ideolégicas como filos6ficas. Por eso es revelador que Judith Butle! su“Prefacio” de 1999 lareedicion de uno de los ensayos norteamericanos de politica del género més influyentes de la iiltima década: “Zl género en disputa tiene sus origenes en la teoria francesa, que es de suyo una construc- ciénestadounidense extrafia [que] tien- de a interpretar unidos, en una vena sinerética, a varios y varias intelectua- les franceses (Lévi-Strauss, Foucault, Lacan, Kristeva, Wittig) que pocas veces se aliaron y cuyos lectores en Francia rara vez, onunca, leyeron.a los demas”! Imposible exagerar el poder de inradiacién de esa “construccién esta- dounidense” que es la “teoria france- sa”; para esbozar estas notas acerca de larelaciénentre pensamiento feminista yeritica en nuestro medio es necesario Tecurrir a la comparacién de nuestras construeciones con esa construccién estadounidense de la teoria francesa, sobre todo porque tenemos in mente otra eoria francesa previa y distintaala que describe Butler. Hay que evocar una biblioteca argentina ~americana— formada en los afios sesenta en el cho- que entre estilistica e historia de la literatura, porun ladoy estructuralismo, marxismo y psicoandlisis, por otro, En esta interseecién lo feminista no exis- tia. Tans6lo Elsegundo sexo de Simone de Beauvoir figuraba entre las lecturas admisibles, aunque no se le atribuyese posibilidad de penetracién seria en la organizacién prestigiosa de lahistoriay de la critica literaria. Tras Simone de Beauvoir estaba Juliet Mitchell (Psicoandlisis y femi- rnismo, 1974) una excelente y suspicaz exposicién del aparato clisico freudia- no, ya considerada con bastantes repa- 10s por los eriticos de la época, para quienes la relectura lacaniana de Freud daba por caducacualquier viadeacceso al psicoandlisis queno fuese através de 1a analogia entre procedimientos lingiiisticos y leyes del inconsciente, No obstante, aunque mencione a De Beauvoir y Mitchell, hay que sefialar que ninguna de las dos jugé en aquella década (1969-1979) un papel impor- tante en el modo de pensar la literatu- ray sus limites, s6lo concebible, por enionces, a partir de Lévi-Strauss, Jakobson, Althusser, Kristeva, Barthes, Deleuze, Foucault y Derrida; a los que se agregaron, al final de la década, Raymond Williams y Pierre Bourdieu, cuyos nombres ya figuraban en los pri- meras antologias de textos estructura- listas, junto con Genette,? En la historia de las modas teéricas en la que podrian inscribirse muchos coccidentales y americanos -no norte- americanos~ ese corpus constituia un instrumento derefutacién de la corrien- te dominante en los estudios literarios: por un lado, la estilistica; por otro, Io que se denominaba contenidismo 0 positivismo. AA finales de los setenta, en el caso de quien escribe estas notas, el momen- to inaugural del choque entre teoria literaria y ferninismo tuvo lugar en Es- paiia, a través de la lectura de Patricia Meyer Spack (La imaginacidn femeni- nna, 1975),SandraGilberty Susan Gubar (La loca en el desvén, 1979) 0 Elaine ‘Showalter (4 Literature of Their Own, 197). 2. Modelos eriticos Dos criterios empezaban a circular en- tonces, Primero, que en la literatura escrita por mujeres hay un suplemento de significados ocultos tras su sujecién un supuesto canon patriarcal, inde- pendientementedesuorganizacion for- que es posible verificar esos significados ocultos en cualquier texto fuese la que fuese su tradi i: Telladoa Virginia Woolf, desde George Bliot a Delmira Agust ‘Segundo, que releer la literatura de Jas mujeres en busca de esos significa- dos ocultos, obliga a releer también la escrita y concebida (histérica o presu- ‘miblemente) porn sujeto patriarcal de indole monolitica, No slo quedaba en centredicho la literatura sino la organi: zacién académica del saber literario. Para decirlo de otra manera: lacolumna vertebral de los estudios literarios era ofrecida a un dispositivo de interpreta cin transversal ~la critica feminista— para el que no habia sido pensada ni disefiada, Puede argiirse que ha habido hay ottos dispositivos semejan‘es: pero el conflicto que se hace patente en los géneros subyace a todos los otros y a la vez se expresa en ellos, En ese momento se somete la tradi- cién occidental en su conjunto a un ‘aparato independiente, pero apoyado cen disciplinas de la interpretacién in- ‘mediatamente anteriores a la critica fe- ‘minista: el marxismo y el psicoanilisi, Porcontundentes razones el materialis- ‘mo historico ha visto disminuido su campo de irradiacién, cosa que no ha sucedido con el psicoanilisis. ;Se con virtié entonces la critica feminista en otra hermenéutica dela sospecha? Exa- minemos un caso, en el que los dos rasgos mencionados ~existencia de un suplemento de significados ocultos re feridos a Ia relacién de dominacién entre masculinoy femeninoyrelectura, desde tal ngulo, de toda Ia tradicién oceidental~ se advierten con cierta cla- ridad. Se trata de un cuento de Karen Blixen? analizado por Susan Gubar en “The Blank Page and the Issues of Female Creativity". Gubar empieza parafraseando el episodio ovideanocla- sico de Pigmalién y Galatea, en el que se exponen dos obsesiones masculinas: convertir el cuerpo inerte de la estatua de marfil en cuerpo vivo gracias a la caricia de dedos masculinos y dar vida sin someterse a la humillacién de de- pender de la vida que da la mujer. ‘A partirde este doble suefio, en tres paginas, antes de analizar el cuento de Blixen, Gubar brinda, con citas de per sonajes, frases, metiforas de la ficcién © vers0s, un contingente de referencias que incluye los roménticos ingleses, Gerard Manley Hopkins, Simone de Beauvoir, Chaucer, Shakespeare, George Eliot, Ezra Pound, H.D., Henry James, Virginia Woolf, Joseph Conrad, T, S, Bliot, F. S. Fitzgerald, Ishmael Reed, William Gass, Claude Lévi Strauss, Jacques Derrida y Gayatri Spivak. De todos ellos extrae ejemplos figuras y sentencias~ acerea del mo- delo de escritura de la pluma y del pene =pen-penis-, actividad doblemente masculina, frente ala pagina en blanco femeninaen|acualescribirserelaciona ‘con la herida 0 castracion, El secreto esti, se supone, en la relacién entre lienzo silencioso y silen- jo elocuente; contar, en “The Blank Page” es revivir el silencio, Gubar su- braya la figura del tejido de la paginaen blanco para trazar la alegoria de la es- ccritura femenina; el comentario acaba con alusiones a George Eliot, a Edith Wharton, denuevoa Virginia Woolf (el 1. Judith Butler, El género en disputa lfemints- moylasubversiondelaidenidad{1990),Paidés, México, 2001, pig 1 2, Aunque puede arglirse que ya entonces se rompisabiertamenteconlautilizacénexeluyente de Ia alta literatura en la reflexin teria, creo que el recurso a los subgéneros asi innugurado poseia un earisterheurstico y no tendia a reem- plazar la exigencia formal y estética de aquélla, 3.K. Blixen, “La pégina en blanco” en Uldimas ‘xentos (1957), Bruguera, Baeelona, 1982. 33 4 final de Al faro), Dorothy Richardsor Hilda Doolittle, Anne Sexton, Frid Kahlo, Mary Elisabeth Coleridge, Charlotte Bronté, Margaret Drabble, Sylvia Plath, Adrienne Rich, Tillie Olsen, Mallarmé, Melville, la Virgen Maria (y su inmaculada concepcién, a Ia vez terrible liberadora), las Carme- litas, Santa Teresa, de nuevo George Eliot, Florence Nightingale, Gertrude Stein, Héléne Cixous, Margaret Anderson, James Joyce, Katherine Mansfield y Denise Levertov. Insistoen enumerarfosautores cita- dosno porquesuponga que esta enume- racién rebaje el ensayo de Gubar, forzarlos a una coexistencia intima més i de toda cronologia 0 geografia lingijstica imaginables, sino para mos- trar cémo los textos reverberan unos junto a otros y queda asegurada la co- nexién temitica. A través de las citas, personajes, frases, episodios narrados, diatios o cartas, se elabora un asunto que ¢s, al tiempo, un lazo retérico: ef asunto de la pagina en blanco como escritura femenina. Gubar utiliza el cuento de Karen Blixen como ilustracién: es el modelo circular-ejemplarizante de lacritica fe minista. El texto se vuelve denso a partir de un tema previo, su exposicién ‘es convertida en segundo tema y éste se ilustra a partir de un repertorio mas 0 menos recurrente de autoridades, que empujan la exposicién hacia el tema previo. El segundo modelo se reclama de uuna prosapia que, ala vez, se superpone aotra version de ese mismo linaje. Julia Kristeva y Luce Irigaray son sus prota- gonistas. Aqui vuelve a parecer el pro: blema cronolégico, En nuestro propio Ambito, en los afios setenta, ni Kristeva ni Trigaray pertenecfan a la critica femi- nista sino que formaban parte, respe vamente, del grupo Te! Quel y del psi- coanilisis lacaniano, Sus aportes ~que Hegaron més tarde a las universidades norteamericanas~seconcretaban en una red de conceptos de los cuales los mis importantes ran ateoriadel textocomo productividad y el problema de la defi- nhicién del sujeto basada en la teoria del significante de Jacques. Lacan, Pocos afios después Julia Kristeva y Luce Irigaray ademas de Héléne Cixous-se habjan convertido en “femi- nismo francés". En ese momento la critica feminista pasé del andlisis de la misoginia -det odio a la giné~al andli- sisdelaginé, y del andlisis dela ginéa la teoria del género, La teoria feminista se transforms en teoria del género,y de nuevo la teoria del género recurrié. al psicoandlisis. Y, por primera vez, a Jacques Derrida, que habia esbozado, en 1967, el programade la desconstruc- cién en De la gramatologia, Este es el momento de formacién del asi llamado “postestructuralismo”. Resultado de esta fusion vertiginosa son frases como la siguiente, en la que se define el sujeto patriarcal: “Lo que las feministas francesas llaman escritu- ra femenina se concreta en un estilo heterogéneo que deliberadamente so- cava todos los drdenes jerirquicos de Ia filosofia racionalistamasculina frac- turando su idea de significacién cohe~ rente” El conjunto de herramientas para la teoria ferninista resumido en la supues- ta“posicidn construetivista” eslaunién entre algo esencialmente femenino—un estilo- y Ia eseritura, Tras el cirewar- eemplarizante, esta unién compone el segundo modelo de a critica feminist: el estlistico-genérico, donde el estilo “heterogéneo” seria Ia manifestaciin del género marcado, Bajo el prisma de lo cireular-ejemplarizante la eseritura expresa la red temitica de lo femenino; bajo el prisma de lo estlistico-genéri- co, In escritura expresa Ia identidad de género, Hay un deslizamiento conceptual, sin embargo, que es necesario subra- en el modelo circular-ejemplari- zante lo femenino es punto de partida y de llegada, mientras que el recorrido es zigzageante y hasta imprevisible, como imprevisibles son las citas de Gubar, En el modelo estilistico-genérico lo feme~ nino es el recorrido, pero el punto de partida puede ser el ciudadano James Joyce, yel punto de llegada lo femenino en James Joyce. La critica del género tribuye rasgos fijos a la oposicién en- tre géneros pero no localizaciones fijas ‘a quienes la expresan o practican. Con una salvedad: lo femenino no sélo es ‘géneromarcado, sinodesideratum, algo 4, Jolie Rivkin y Michael Ryan, “Feminist ParadigmsenJ. RivkinyM. Ryan, eds, Literary Theory: An Anthology, Blackwell, New York, 1998, pig. 830. que se sitia més cerca de la verdad que del poder. De modo indirecto, esto muestra tuna de las debilidades de la definicion de lo patriarcal: al sustentarse en una idea de sujeto que conlleva la de in- consciente, necesariamente debe admi- tir una grieta en el propio discurso. No sepuede ser“postestructuralista’’ como proclaman Rivkin y Ryan, y a la vez aferrarse a una nocién de lo patriarcal que no admita en esa nocién la escision inherente a cualquier experiencia de enguaje: encapsular la “filosofia ra- cionalista masculina” en una unidad que se pueda “deliberadamente” soca- var supone volver a una teoria del suje~ to anterior a las formulaciones en las ‘que se sustenta la presunta unidad con- cceptual del “postestructuralismo”, 3. Interpretacién e historia Cabe otro ejemplo, ahora en el campo de las relaciones entre teoria e se ha conveni ersalmente en ‘que a comienzos del siglo XIX las con- vvieciones que cristalizan en el modelo del angel del hogar supusieron, junto con la notoria desigualdad de derechos consagrada por los cédigos napoleé- nicos, un frenomomentineo ala libera- ccién de las mujeres. Esta idea, notoria- mente extendida, ha sido discutida por el historiador de la familia Edward Shorter, quien sostiene que la conquista deunespacio fisico auténomo porparte de las mujeres tuvo lugar a partir de la ruptura del vinculoestrictamente popu- lar y femenino en las costumbres del alumbramiento tradicional,’ $6lo con la tendencia a alumbrar en los hospita- les y con ayuda masculina se rompié el vinculo de extraneidad maléfica que ligaba saberes ancestrales, comadronas y mujeres en un dmbito oscuro (para Shorter, el ambito de la victimizacién completa) al que los hombres se sus- traian. ¥ este espacio fisico auténomo sélo pudoasu vez.configurarse cuando ‘empez6 a arraigar, en las capas medias urbanas europeas y americanas, cierta nocidn de frenoal ancestral acceso con- yugal imrestricto que convertia a las mujeres, ante si mismas yante los otros, ‘en victimas fisicas y psiquicas. La idealizacién del papel de esposa -ymadre fuenecesaria, concluyeShorter, para que empezara lentamente a dismi- nuir la tasa de hijos por mujer, proceso ‘que se desarrolla a partir de mediados del siglo XIX, Al mismo tiempo mejord laalimentacién femenina, siempre mis escasa que la de los hombres, y por tanto aumenté la capacidad de supervi- vencia de las mujeres. Lo que hace Shorter es revalorizar la nocién de an- gel del hogar: subraya su caricter de freno ideol6gico-y por tanto fisico- ya ‘que exaltaba una mujerque fuera, sobre todo, espiritualidad recogida y exenta de sexualidad. A partir de esa idealiza- cién se hizo concebible un ambito en el que la brutalidad de la reproduccién continua quedase, al menos, limitada por una nueva visidn, mds restrictiva y ‘menos sometida, de lo femenino, Meneiono estos rasgos no sélo para mostrar el cardeter inconcluso y por ello dinémico de la teoria det género cuando selaponeentelaciéneon diver- sas interpretaciones en la historia de las ideas sino, al mismo tiempo, para rei- vindicar su necesidad: salvo excepeio- nes, en nuestro medio la descripcién de las figuraciones y representaciones de lo femenino suele ocupar un lugar tangencial en la ensefianza de la filoso- fia ¢ incluso en la historia de las ideas. 4, Horizonte formal La pobreza académica regional del fe- minismo y el enrarecimiento concep tual son quizé consecuencias de la sepa- racién entre historia y teorfa, que deja vvastas zonas inertes, zonas que la cues- tién de los géneros volverian extraor- dinariamente dinémicas. Mucho més complicado es responder de los cam- en la sociedad literaria—oen lo que queda de ella— frente al auge de algo que podriamos denominar relatos de género. Desde dentro de la institucién lite- Taria o, al menos, reclamandose como parte de ella, estos relatos van sustitu- yendo.esa exigenciaestética aludida al principio de estas notas; una exigencia que supone, incluso en nuestra época, el rechazo de las seducciones de lo identificatorio y la defensa de una re- ticencia sistemitica frente a la clausu- ra del significado que estas seduccio- nes promueven. tra vez hay que adelantarse a las objeciones: vastas zonas de la produc- cién literaria, se dird, han ocupado an- tes espacios limitrofes entre literatura alta ~incluso en las mas parddicas de sus versiones- y literatura de consumo, Lo que revela la cuestién de los géneros en este aspecto es, sin embar- go, una fractura conceptual en ta teoria ‘que consagré el estatuto central de Ia diferencia, construida a partir del ase- dio de diversas disciplinas, desde el psicoandlisis a la historia, Elaborar una formulacién del sujeto atravesada por Iadiferencia de los géneros suponeacep- tarla separacién entre las diversas posi- ciones en que ese mismo ente consiste y los discursos maltiples que lo susten- tan, Pero en el caso que aqui se trata esa formulacién ha servido para consagrar tuna figura que se realiza en una petipe- cia encantatoriamente unitaria: lade un personaje tan monolitico como el suje~ to patriarcal, tan premoderno en su pre~ sentacién como éste, Tal sujetono emerge de laexperien- cia de Ia forma, sino que es sustituide porel testimonio directo de una serie de personajes que se han independizado de a forma misma. La mujer eseritora =o cualquier otro de sus equivalentes, como el escritor 0 escritora gay 0 les biana- son concebidos como soportes existenciales, no estéticos, de peripe- diversas ~doméstica, sanitaria, pi- caresca, bandolera o carcelaria-, reve- ses simétricos deesa “filosofia raciona- lista masculina” glosada mas arriba, En cada una de estas vertientes se ofrece ‘una mascara fabricada con los materia- les de ese sujeto sedicentemente “soca- vyado" y soldada con el pegamento de los lectores de una franja cada vez mis sblida e internacional del mercado, 5. End History of Women Bodies (Basic Books, Inc,, N.Y., 1983) “No sostengo que mejores histerectomias y téenicas de aborto fuesen Ia “eausa” del feminisma...] Sostengo sin embar- go,queel etimizacién de las mujeres fue una precondicién del feminisimo”, pags. x Lapostura de Shorter ha sido muy contesta- da, Puntos de vista opuestos, respecto sobre todo al caricternefasto dela pérdida de control de as ‘comadronas sobre el alumbramiento seenconta= rinen Genevieve Fraissey Michelle Perot cds, El siglo XIX (vol 1V), en G. Duby y Michelle Perro, Historia de las mujeres {1990-92}, Cireu- lode Lectores, 1994, piginas 315 a 403, 35 Estudios culturales, fronteras y traspasos Una perspectiva desde Brasil Renato Ortiz En una conferencia organizada por Hermann Herlinghaus en Berlin, en 1995, tomé conciencia por primera vez de que eraun practicante de los estudios culturales, Al afio siguiente, en un se~ minario realizado en Stirling (Escocia), del cual participaba Stuart Hall, esta sensacién se reforz6, pues me encon- traba alld, al lado de mis amigos Néstor Garcia Canclini y Jess Martin Barbe- ro, como representante dealgo quenun- cahabiaimaginado. Elcuestionario pro- puesto por la Universidad de Stanford! me cita como uno de los mis “sobre: lientes” latinoamericanistas dedicados 4 los estudios culturales, lo que me proporciona gran satisfaccin. Sin em- bargo, a pesar de estas pruebas, la ima- gen que tengo entre mis colegas brasi Ieftos no seajustaaestadefinicién, Para ellos soy, simplemente, socidlogo, antropélogo, aunque mis textos, leidos y apreciados en distintas éreas ~critica literaria, arquitectura, geografia, co- nunicacién— no encajen bien en las fronteras académicas existentes. Per- sonialmente, no tengo ninguna angustia lentitaria, aun en tiempos de globa- lizacién, cuando muchos estén preocu- pados por el afin insensato de descifrar su"“yo” mayor. Creo con sinceridad que no deberiamos tener ningin documen- to de identidad, que dice poco sobre nuestra individualidad, sino un “docu- mento de diferencias”, rico, complejo, indefinido, eapaz de revelar la diversi- dad de nuestros itinerarios alo largo de la vida, y que s6lo se cierre con nuestra propia muerte. Pero si las representa- ciones sobre mi trabajo son diferentes “afuera’ y “adentro” del Brasil, es pro- bable que los lugares en que estas repre- sentaciones son acufiadas expresen algo acerca de Ia actividad intelectual que desarrollamos y presuponemos como dada, como objetivamente inmutable. Soy incapaz.de responder por completo alas preguntas que elabord la Unive dad de Stanford. Muchas de las cuestio- nes tratadas me resultan relativamente distantes, tal vez por ser brasilefio,lati- noamericano, lo que de cierto modo me aleja de la logica del campo universita- rio norteamericano. Consideraré los puntos que me parecen més relevantes, yquizé, con una mirada algoextranjera, pueda contribuir al debate en cuestién, Los estudios culturales no existen enel Brasil como una disciplina especi- fica. Por cierto, el interés por lo que se produce, ya sea en Inglaterra, a través de la escuela de Birmingham, sea en los Estados Unidos, estudios literarios, posmodemidad, globalizacién, estipre- sente entre nosotros. Pero los términos del debate son otros. No sé si constitui- ran en el futuro una especializacion académica ni sabria decir si eso seria realmente deseable. La verdad es quela institucionalizacién del conocimiento 1, El texto que publicamos, tradvcido por Ada Solari, es la respuesta de Renato Ortiz a una jouesta organizada por la Universidad de Stanford en a esfera de las humanidades se en- cuentra mas o menos definida, consti- tuida pordisciplinas y algunasactivida- des especificas tales como comunica- cién y artes. Aun en los institutos y departamentos de letras, as divisiones tradicionales entre ensefianza einvesti- gacién parecen estar en vigencia sin ‘mayores problemas. Esto establece de inmediato un “adentro” y un “afuera”, pues las preguntas sobre a posiblerela- cidnentreestudios culturales"y “estu- dios literarios®, el destino de los “estu- dios culturales”, su politizacién o no, no son para nada universales, Estos siguen el ritmo de los cambios ocurri- dos en las universidades americanas, pero dificilmente expresen Ia realidad brasilefia y, agregaria, latinoamerica- na, En la introduccién de mi libro O proximo eo distante: Japao ea modernidade-mundo (Sao Paulo, Brasiliense, 2000) digo que la nocién de“estudios japoneses”, conocidacomo Japonotogia, silo tiene sentido cuando se aprecia la cultura japonesa desde el exterior. Los japondlogos son investi- adores, preferentemente oriundos de Europa y los Estados Unidos, cuya in- tenciénes comprenderlarealidad deun determinado pais. Lo mismo pusa con Jos brasilianistasy latinoamericanistas, ‘Sonpersonasque se encuentran “fuera del Brasil y de América Latina, que trabajan generalmente en instituciones norteamericanas 0 europeas. Pero nin- sinbrasieio olatinoamericano seiden- tificaria como un brasilianista © un Jatinoamericanista, algo que s6lo suce de cuando emigran a una institucién extranjera yseinsertanen otro mercado académico. En ese momento, su identi- dad profesional se alterara. Por eso, no hay japondlogos en el Japén ni latino- americanistas en América Latina, sino socidlogos, economistas,historiadores, eleétera, Desde el punto de vista inter- no, a realidad de las zonas geogriiicas tiene poca consistencia (incluso te6ri- ca), y depende mas delosinflujosexter- nos, A pesar de que la situacién no sea exactamente la misma —los estudios culturales no coineiden con una zona geogrifica determinada-, ocurre algo semejante, ya que el conocimiento esti ‘mareado por la historia de los lugares cn los cuales es producido. ;Constitu- yen estos estudios una di particular? ;Configuran un éreaespeci- fica de conocimiento? La respuesta puede sereventualmente positivacuan- do los consideramos en el contexto de asuniversidadesnorteamericanas, pero negativa, 0 al menos ambigua, si mira- mos hacia América Latina. En lo que concieme al Brasil, me parece que la penetracidn de los estudios culturales se lleva a cabo por los margenes, es decir, para usar una expresién de Bourdieu, en la periferia del campo jerarquizado de las ciencias sociales, Particularmente en las escuelas de co- ‘munieacién (lo que demuestra por cier= to el conservadurismo de disciplinas ‘como la sociologia, la antropologia, Ia literatura). Sinembargo, ningunadeellas se propone modificar su estatuto institucional. Se leen los textos, se culti- ‘van autores, sin que el concepto de “co- ‘municacién”, como area especifica de conocimiento o, sise quiere, de agrega- cidn de intereses, se vea amenazado, Los estudios culturales se caracteri- zanporsudimensién multidiseiplinari por la ruptura de las fronteras tradici nalmente establecidas en los departa- mentos y universidades. Este es para mi lun aspecto altamente positivo del pro- ceeso de renovacién de las ciencias so: ciales. No hay dudas de que el mov ‘miento de institucionalizacién del co- nocimiento durante el siglo XX se en- 37 38 ‘eaminé muchas veces hacia una espe- ciede fordismo intelectual, enel que las especialidades, las subdivisiones disci- plinarias y temitieas (sociologia rural, antropologia dela familia, partidos po- liticos, ete), alimentadas sobre todo en os momentos de celebracién ritual, los grandes congresos académicos, impli- caron la preponderancia de un saber fragmentado en relacién con una vision ms"‘globalizadora”, “totalizadora”, de os fendmenos sociales (recuerdo que para Marcel Mauss la categoria de “to- talidad” era fundamental en la cons- truceién del objeto sociolégico). No se puede decir que el proceso de especia- lizacién haya sido enteramente negati- vo; de alguna manera posibilitd el and. is mas detallado de ciertos “hechos” pero queda la impresién de que la fragmentacién existente no favorece demasiado el perfeccionamiento del conocimiento y de que se vincula mis con los intereses de los grupos profesio- rales que rivalizan por subsidios de investigacién y posiciones deautoridad en el campo intelectual, Sin embargo, no sedebe considerar la importancia de Jo multidisciplinario como algo idénti- coal “fin de las fronteras”. Caeriamos en la obviedad del sentido comin que ha hecho alarde insistentemente, ya en el ocaso del siglo XX, del “fin” de las ideologias, del espacio, del trabajo, de la historia, En este caso seria como sustituir una insuficiencia real por un falso problema. Las fronteras son nece- sarias para la existencia de un saber auténomo, independiente de las impo- sicionesextemas(religién, politica, pro~ vincianismo local, sentido comin). El enfoque multidisciplinario no es por consiguiente un valoren si mismo, sino un valorrelacional (esto es, seestablece en relacién con las “verdades” de las diseiplinas), y es necesario entonces vincularlo con una cuestién anterior: en qué medida favorece ono larealizacién iis adecuada del propio pensamiento. Silos estudios culturales proponen una solucién multidisciplinaria, no es me nos cierto que también pueden explo- rarse otras alternativas, por ejemplo, el enfoque transdisciplinario. Eneste caso, loshorizontes delas disciplinassurgen, nocomounobsticulo que debe abolirse, sino como punto de partida para un “Viaje” entre saberes compartimentados. Puede explorarseeltema de las fron- teras también desde otro dngulo, La comparacién con los Estados Unidoses sugerente, Desde la década de 1920, con la Escuela de Chicago, la sociolo- ‘gia conoce en los Estados Unidos un intenso movimiento de institucionali- zacién. Introduction to the Science of Sociology, de Park y Burgess, conside- rada la pequeiia biblia de los socidlogos de Chicago, se publicd en 1921. La expansién de la enseftanza universita- ria, la reacién de departamentos ¢ ins- titutos de investigacién, multiplicarian losnichosinstitucionalese incentivarian el lorecimiento de las diferentes dreas académicas. Ya en los ailos cuarenta, diversas escuelas de pensamiento, funcionalismo,culturalismo, sepresen- tan como referencias teérieas impor- tantes en el campo intelectual norte~ americano. En el Brasil, para emplear un término caro a la intelectualidad latinoamericana, a nstitucionalizacién de las ciencias sociales es “tardia”. La ‘escuela paulista” de sociologia, per- sonalizada en la figura de Florestan Femandes, data de los aflos cincuenta, En ese momento existian por cierto otras disciplinas, como la antropologia, pero apenas de forma incipiente, desa- rrolladas en puntos alejados y desco- nectados del pais, practicadas por una cantidad bastante reducida de personas (las ciencias politicas no existian ain como especializacién). No hay que ol- vidar que el desarrollo de una red uni- versitaria de ensefianza era, hasta Ja reforma de 1968, también muy limita do. En verdad, ta institucionalizacién de las ciencias sociales se consolida en los affos setenta y ochenta con el sur~ gimiento de un sistema nacional de posgrado (maestria y doctorado) apo- yado por los organismos de financia- miento federales (Capes, CNPq) yest duates (Fapesp).Un panorama quehace que el Brasil sea actualmente un pais relativamente “privilegiado” en rela- cin con sus vecinos, pues en ninguno de ellos hubo un desarrollo tan intenso de las redes universitarias de investi cién. Al contrario de las dictaduras chi Jena, argentina y uruguaya, los milita- resbrasileiios fueron"modernizadores”, ‘esdecir, impulsaronel crecimiento eco- nomico en los marcos de una politi autoritaria, lo cual tuvo consecuencias importantes en a reestructuracién dela uuniversidad. Con esto quiero decir que, en un contexto de institucionalizacién restringido, las fronteras entre discipli- nas nunca lograron imponerse con la misma fuerza y rigidez que en los Esta- dos Unidos. No hubo ni tiempo ni con- diciones materiales para que esto ocu- rriera. Sin duda, estas fronteras existen en las universidades y en los centros de investigacién, pero son mas porosas, fluidas, y permiten una interaccién ayor entre los practicantesdelascien- ias sociales. Los pasajes de la filosofia a la sociologia, de las ciencias politicas a la historia, de 1a antropologia a la comunicacién, dela sociologia ala lite- ratura,noson casosexcepcionales, sino queconstituyen més bien casi una regla del campo universitario, Tal vez por 0, el ensayo, como forma de aprehen- sién de la realidad, sobre todo en la tradicién latinoamericana hispdnica, haya sobrevividoal procesode formali- zacion de las disciplinas, puesto que su propia naturaleza es no respetar la for- ‘malidad de los limites establecidos. EL andlisis de la cultura constituye uun nuevo paradigma sistémico? Perso- nalmente, no estoy convencido de que las ciencias sociales operen con para- digmas, en el sentido que Kuhn le atri- buy6 al término, Aun si se toma el ‘concepto de una manera mas alusiva y abarcadora, como sinénimo de “refe- rencia teérica”, mis. dudas persisten Recuerdo que algunos afios atris tuvo lugar un debate semejante en relacién con el area de comunicacién, ;Existe tuna “teoria de la informacion” distinta de las otras esferas de conocimiento? {Son las escuelas de comunicacién el lugar privilegiado de este “sistema epistemologico”? El resultado de esta polémica, hoy apagada por el tiempo, no fue alentador. Me gustaria, sin em- bargo, retomar la cuestion, si es que la entendibien, apartirdeuna formulacién distinta: aetualmente, ;1a problemitica de la cultura encierra algo cualitativa- mente diferente respecto de las pers- pectivas trabajadas anteriormente? Creo que si. La tradicién de las ciencias so- ciales, en sus diversas ramas, confinaba Inesfera de la cultura a ciertos géneros especificos: en la literatura, al debate estético; en la antropologia, a Ia com- prensin de las sociedades indigenas,el folklore y la cultura popular; en la histo- ria, alareflexién sobre las civilizaciones (hoy revigorizada por el surgimiento de Ia globalizacién). Tantoen Europacomo en los Estados Unidos, la sociologia, cuando se ocupaba del tema, lo restrin- siapricticamentealaesferadela Kultur. La literatura y el arte disfrutaban enton- esdeun estatuto privilegiado, Eldebate sobre el surgimiento de la cultura de masas en los Estados Unidos (afios cua- renta y cincuenta) tomaba el univers dol arte como referencia obligatoria, ya sea para criticarlo como “elitista” (los autores liberales vinculados a Ia idea de -democracia de masas y al mercado), sea para valorizarlo (los frankfurtianos) ‘como iltimo refugio de la libertad espi- ritual, Se puede aun decir que el andlisis de los fenémenos culturales gozaba de tun prestigio “menor” en el campo inte- Jectual, Otros temas, partidos politicos, estado, modemizacién, industrializacion, urbanizacién, eran vistos como “mis importantes” que los estudios referidos a la cultura popular alas reli tera. Por cierto, la esfera de la “alta cultura” permanecia ilesa, pues era con- siderada como algo parte, lo que garan- tizaba su aura Solitaria, También en ‘América Latina, con las debidas propor- ciones, se reprodujo este movimiento, Pero a diferencia de lo que se dio en ropa y en los Estados Unidos, la aso- ciacién de la temétiea cultural con el dilema de la identidad nacional fue una preocupacién permanente de Ia inte- lectualidad. En este sentido, los anilisis realizadlos traspasaron los limites esta- blecidos por las ciencias sociales euro- Peas y norteamericanas. La constitucién de la nacién implicaba una reflexién diferenciada, Sin embargo, en las trans- formaciones que tuvieron lugar en los. 'ysetenta, con el proceso de institucionalizacion de las disciplinas, temas como desarrollo, modemizacién, transicion de . dependencia, tendrin un poder de convocatoria mu- cho mayor entre los cientificos sociales yel piblico mis amplio. Es posible que la tradicién marxista, tal vez de forma inconsciente, haya desempefiadoenesto cierto papel debido a que la nocién de “superestructura”, como reflejo o no de {a “inffaestructura”, atribuia una posi cidn secundaria a las manifestaciones culturales, De cualquier manera, con ones, eted- excepciéndelaantropologiaculturaista norteamericana (confinada a los estu- dios de las sociedades indigenas y cam- pesinas y a la aculturacién) y del debate sobre la cultura nacional en América Latina, la esfera de la cultura era consi- derada no como totalidad, sino de forma recortada segiin los temas y las discipli- nas. Los estudios literarios tenian poco {que ver con los anilisis sociolégicos, la antropologia dificilmente dialogaba con a dimensién “modema” de ta llamada “cultura de masas”, y asi de seguido. Actualmente, en contraposicién a esta tendencia hacia la compartimentacién del conocimiento, el universo de ta cul- ‘ura pasé a pereibirse como una encraci jada de intenciones diversas, como si constituyese un espacio de convergen- cia de movimientos y ritmos diferencis dos: economia, relaciones sociales, tec- nologia, etcétera, No creo que pueda cexistir, como se pens6 en el pasado, uni Teoria de la Cultura” (intencién algo ingenua de los antropélogos culturalis tas), pero estoy convencido de que dif cilmente este espacio de convergencia pueda ci irse a las fronteras ca~ ‘ndnicas de las disciplinas existentes. Otro aspecto se relaciona con la pro- blemitica del poder. Tradicionalmente, las ciencias sociales tendieron a identifi- carlo con la politica, Hay, evidentemen- te, excepciones que confirman la regla; por ejemplo, la sociologia de la religion de Max Weber. Sin embargo, el movi- miento dominante en el pensamiento sociolégico (en el sentido mis amplio del término) fue la consideracion del poder como algo preferentemente vin- culadocon el universo dela politica, Por €50, temas como estado, gobiemo, parti- dos, sindicatos, movimientos sociales, se tomaron hegeménicos entre los cien- tificos sociales. La cultura quedaba un tanto al margen de todo ello, Otra vez, ante este cuadro, puede verse a América Latina de manera diferente, pero es im- Pportante dimensionar las cosas para no caer en malentendidos. El dilema de la identidad nacional tlevé a Ia intelectualidad latinoamericana a com- prender el universo cultural (cultura na cional, cultura popular, imperialismo y colonialismo cultural) como algo intrin- secamente vinculado a las cuestiones politicas. Diseutir sobre “cultura” era de cierta forma discutir sobre politica tema de la identidad encerraba los dile- ‘mas y las esperanzas referidos ala cons- trucci6n nacional. Dicho esto, es impor- tante sin embargo cualificar el contexto cen el cual se trababa el debate y sefialar Jos cambios ocurridos desde entonces. Primero, el surgimiento de una industria cultural, particularmenteenn paiscomo el Brasil, redefinié la nocién de cultura popular y despolitiz6 el debate anterior (traié este aspecto de manera exhaustiva en mi libro A moderna tradigao brasileira, Sio Paulo, Brasiliense, 1988). ‘Segundo, el estado-nacion era el presu- 39 40 puesto bisico de la argumentacién desa- rrollada. Tercero, el movimiento de institucionalizacién de las ciencias so- ciales, incluso restringido, con la espe~ cializaciOn de las disciplinas, incentive Ia separacién entre comprensién de la realidad y actuaci6n politica. Ademés, las transformaciones recientes despla- zan a centralidad del estado-nacin y redefinen la situacién en la cual se pro~

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