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eal - N aCcIo 6 i ee NEToTEM maleic an ee i0 y Cine ern pe ov Straub y Huillet * Costa SO a alm Morse: el americano inquieto Revista de cultura Aflo XXV * Nimero 73 Buenos Aires, Agosto de 2002 ISSN 0326-3061 / RNPI 159207 Sumario Oscar Tern, La experiencia de la crisis Beatriz Sarlo, Epica de la multitud o de la consolacién por la filosofta Ds el Link, Politicas del género Cine sin pactos Ri 1 Filippelli, Una cierta mirada radical David Oubifia, Puro cine Hernén Hevia, Band @ part 0 qué ha dejado fuera del mundo a qué. Lo straubiano y lo huilletiano Santiago Palavecino, Sokurov, wanderer Raiil Beceyro, La construccién de ta mirada Richard Morse, las ciudades y las ideas Jorge Myers, Un historiador entre dos espejos: El espejo de Prospero veinte aflos despites ‘Adrin Gorelik, La “ciudad latinoamericana” como idea Este nimero ha sido ilustrado por Adolfo Nigro (Rosario, 1942), can naturalezas muertas realizadas en 1967. Consejo de direcetén: Carlos Altamirano José Aric6 (1931-1991) Adriin Gorelik Maria Teresa Gramuglio Hilda Sabato Beatriz Sarlo | Hugo Vezzetti Consejo asesor: Raill Beceyro Jorge Dotti Rafael Filippelli Federico Monjeau Oscar Tern Directora: Beatriz Sarlo Diseio: Estudio Vese y Josefina Darriba Difusién y representaci6n comercial: Darfo Brenman Distribucién: Siglo XXI Argentina Composicién, armado e impresi6n: Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires, | Suseripeiones Exterior: 60 USS (seis ntimeros) Argentina: 24 § (tres nimeros) Punto de Vista recibe toda su correspondencia, giros y cheques a nombre de Beatriz Sarto, Casilla de Correo 39, Sucursal 49, Buenos Aires, Argentina, ‘Teléfono: 4381-7229 Internet: BazarAmericano.com E-mail: info@BazarAmericano.com La experiencia de la crisis Oscar Terdn No han caido nunca desde una esperanza muy alta Existe un muy bajo nivel de predicti- bilidad sobre e! curso de las crisis, por- que justamente ellas quiebran el tipo de temporalidad hasta entonces vigente y recomponen lo que eran datos defi- nnidos y articulados en el interior de otro sistema de sentido, La erisis es lo De todos modos, y sin necesidad de aceptar en bloque “la superioridad epistemolégics de lo excepcional ‘como la crisis desarticula, también puede tomar visibles algunas estruc- turas que os tiempos normales llega~ Rilke ron a naturalizar, Asf, en su clésica evocacién sobre los efectos del con- flicto bélico de 1914, Freud sefialaba que “la guerra mostré con emda des- rmudez, nuestra vida instintiva, desen- caden6 los espfritus malignos que mo- ran en nosotros y que suponfamos do- meiiados definitivamente por nuestros impulsos més nobles, gracias a una educaciGn multisecular. Cerré de nue- vo el Ambito de nuestra patria y vol- vi6 a tomar lejano y vasto el mundo restante, Nos quit6 tanto de lo que amébamos y nos mostré la caducidad de mucho de lo que crefamos esta- ble”.. Parafraseando a Furet, podemos observar asimismo que e! colapso ar- gentino no es solamente la cafda bru- tal de una condicién econémica: es también el conjunto de modalidades por las que una sociedad civil, sibita- mente abierta por la crisis, libera las palabras de las que es portadora, A su vez, las palabras que la sociedad pro- nuncia (comenzando por la desespe- rada, desoladora, extraiia y hasta ilé- gica pero no sin sentido “Que se va- yan todos”), esas palabras —decfa dependen de la gramética histérica que Namamos “cultura”, esto es, del con- junto de ideas, creencias y valores im- perantes, Ese universo simbélico es el {que oftece las bases de interpretacién y donacién de sentido de las pricticas humanas, incluidas las que se desen- vuelven en el ambito de la economia Determinar las diversas representacio- nes de la situacién resulta por ello una parte insoslayable a 1a hora de com- prender el modo en que los actores sociales experimentan los. aconteci- mientos desencadenados aun por la 16- gica de los intereses Acerca de este papel de tas forma- cciones culturales en tanto “carriles” de las précticas econémicas nos han ilus- trado no s6lo textos clisicos como los de Weber 0 Sombart; también una no escasa produccién historiogrifica mas reciente, Naturalmente, esta “cultura econémica” (asf como se habla de “cultura politica”) se configura a su vez sobre un entramado més vasto donde conviven diversas dimensiones de 1a cultura tout court, con lo cual “el imaginario social se revela como tuna de las fuerzas reguladoras de la vida colectiva” (Bacako). En rigor, en toda sociedad com- pleja conviven y compiten imagina- tios de diversa fndole, de manera que no pretendo que los rasgos que sefia- laré constituyan una suerte de “ser na- cional” en los tiempos det giro ti Blifstico, Lo que intento es esquemati zar cierto tipo a partir de un conjunto de figuraciones dominantes que teco- fren transversalmente, de manera “dl sigual y combinada”, diferentes estra- tos sociales y regionales de Ia Argen- tina actual. En esta direccién, intento argumen- tar por contraste respecto de un caso ‘muy cercano, tematizado por diversos historiadores al definir ta conforma- cién de la *mentalidad uruguaya” e las primeras décadas del siglo pasado. Alli, y de manera estrechamente liga- da ala gestin del batllismo, se habri £86 Ia busqueda del consenso por sobre el conflicto, Asimismo, se consolidé la bisqueda del cambio por via refor- mista, una “cierta estatizacién de la idea de ‘lo pablico’ y el establecimien- to de una relacién de primacfa de ‘lo piiblico’ sobre ‘lo privado’.” Por fin, se estructuré una matriz, democrat pluralista basada en el sistema de par- tidos, junto con la exaltacién del lega- lismo, enteniido como el respeto ieres- tricto a las reglas de juego.! Bastard ahora repasar el listado ofrecido para mostrar que un rfo de distancia ~asf fuere realmente tan an- cho como para que los uruguayos lo amen “mar"~ puede separar como por la diferencia de un océano a culturas y culturas politicas, hasta el punto de Permitir la fundada sospecha de que, frente a la caracterizacién de Real de Aria de la uruguaya como una socie~ dad “amortiguadora”, entre nosotros predominan caracteristicas que permi- tirfan definir a la argentina como una “sociedad aceleradora’. No es mi intencién pronunciarme aquf respecto de Ia jerarqufa de los valores que en cada pats predominan, De hecho, les mismos estudiosos uru- guayos han criticado el cardcter hipe- Fintegrado de esa sociedad como un elemenio que obtura el cultivo de la diferencia y por ende promueve la me- diania y bloquea la innovacién, Lo que trato, en cambio, es ensayar una ca- racterizacién de unos pocas pero sig- nificativos rasgos de lo que considero un extendido imaginario argentino que permita arrojar alguna luz sobre el mo- do como se reacciona ante la crisis P y sin que importe ahora determinar genealogias, puede sostenerse que en una porcién co derabley tal vez dominante de la Ar- gentina moderna (dominante si no por su cantidad, sf por su cardcter diga- mos “ejemplar”) se configuré una so- cledad de pluralismo negativo ¢ igua- litarismo populista, con una peculiar ¥y compleja representacién de la rela cién Estado-sociedad y con altas ex- pectativas cortoplacistas de ascenso social y de consumo de bienes mate~ riales y simbolicos; todo ello vaciado en el molde mitico de la excepciona- lidad y ta grandeza argentinas. El pluralismo negative define un escenario polifénico que no contribu- ‘ye a generar un concierto que extraiga riqueza a partir de la diversidad, por- que estes Voces no constrayen un es- pacio de accién comunicativa: hablan todas al mismo tiempo y de objetos disfmiles, con lo cual logran que na- dic escuche nadie, creando ademas la ilusién de que todos tos demés di- cen Io mismo que cada uno de ellos. Esta simultaneidad y auseneia de je- Tarquizacién de los mensajes se funda en que esas voces se sienten igual- mente autorizadas, como producto de 4que el pluralismo dominante en nues- {ro pafs estuvo tempranamente hat do por impulsos propios det populis- ‘mo igualitarista, esto ¢s, de una de ‘maoeracia social que liquidé la diferencia Y que arrastré junto con esta rebeldia sin duda positiva la creencia qualun- ‘quista de una igualdad de autorizacién ‘en el orden de las posiciones, los sa- beres y las destrezas. Esta pasion igualitarista se articula «de modo bizarro con una sociedad pe- netrada por rémoras corporativas. Con- viven asf representaciones modernas de habitar una “sociedad” (sumatoria pactada de individuos con relaciones fundadas en una racionalidad instru- ‘mental) con tas tradicionales de una “comunidad” (orden de estamentos con sus propios valores y fuentes de satisfaccién, vinculades por lazos afec~ tives y personalizados). Estas tenden- cias € instancias particularistas opa- can el espacio piblico, y en muchas circunstancias poseen més capacidad de yeto que de hegemonfa, con lo cual reproducen la inequidad y un recurren- te empate involutivo. En esta linea, asf como se dice que el Estado alemén corporiz6 desde el XIX la voluntad nacional, mientras en Inglaterra result6 un arefacto para pro- veer de seguridad a los individuos y brindarles arbitraje en los conflictos, cen la Argentina se entrevé una barro- cca relacién Estado-sociedad que no se corresponde plenamente con ninguna de esas dos tipificaciones. Aqu{ se con- cibe al Estado més bien como prove- edor de los intereses sectoriales que como garante de derechos y deberes generales, y al mismo tiempo como fuerza opuesta a los intereses societa- les, De este modo, lo piblico tiende a configurarse 0 bien como pre 0 para- estatal, o bien segin la visidn de un antiestatalismo perverso, que mira al Estado como una exterioridad enemi- ‘ga pero a la cual se le puede ~y debe~ eexigir la permanente provisidn de re- cursos, Esta figuracién de lo estatal ha si- do scompaitada por una cultura polf- tica inclinada a formas de democracia preinstitucional que, o bien induce un ‘estado de disponibilidad para la dele- gacién de poderes en un lider caris- méticy 0 en una fuerza exterior a la institucionalidad partidaria, o bien de- manda una participacién que descon- fia de toda idea de mediacién repre- sentativa, Dichas convicciones se ac- tivan y fortalecen cuando, en el seno de la severa crisis de la politica exas- peradla por la decadencia de la gencia local, “el Estado -segiin escri- bi6 Oszlak— ha dejado de ser el ce- ‘mento que amalgama a la sociedad, la principal instaneia de articulacién de relaciones sociales, el garante de Ia re- produccién de un sistema de reglas de 1, Gerardo Cuetano, en Lor uruguayos del Centenario, Taurus, Montevideo, 200, pp 910, juego bajo las cuales se desenvuelven ‘esos vinculos”. En téminos de Cava- rozzi, puede afirmarse que, debilitada Ja siempre débil ciudadanfa de tipo de- moenttico liberal representativa, se for- talecen las ciudadanias corporativa, plebiscitaria y clientelar. Esta sociedad civil més mévily activa que en otras partes de Latinoa- mériea (movilidad y activismo a los que contribuy6, lejos de su supuesta pasivizacién, el notable proceso inmi- ‘gratorio) protagonizé un ingreso en la lad montado sobre una excep coyuntura econémica, 10 cual cristalizé una matriz de altas expec tivas societales y culturales; expecta- tivas vaci vez en el molde mitico y fundacional de ta grandeza argentina, Cuando crisis de diversa fn- dole (econdmicas, politicas, institucio- niles y hasta una reciente derrota mi- litar) ocurrieron entre nosotros, aquel tito resistié alos cuestionamientos de la realidad mediante el conocido re- curso de la no falsabilidad, consisten- te en la implementacién de diversas estrategias y racionalizaciones desti- nadas @ que las creencias no se con- fronten con la realidad. Es muy posi- ble que este mecanismo contribuyera Ia elaboracién de respuestas defen sivas ante los fracasos mediante una transferencia de responsabilidades o de culpabilizacién de algdn “otro”. Util cen este sentido result6 Ia teorfa cons- pirativista que el revisionismo hist6ri- co, éntre otros, instalé exitosamente: Ja Argentina tiene un destino mani- fiesio de grandea: si no se cumple es porque existen fuerzas malsanas (me- {jor si son exégenas) empecinadas en desviarnos de ese futuro venturoso inscripto hasta en nuestra geografia Util, asimismo, la difundida creencia que supone la existencia de una histo- ria oficial y falsificada destinada a cultar las malversaciones y el vacia- miento que de ese destino de grande- za realizaron diversos agentes. Sobre este panorama de targa du racién tan ripidamente expuesto, en {as Gltimas décadas las politicas eco- inémicas generaron una enorme trans- ferencia de ingresos y una extrema po- larizacién que erosions y hasta disol- vié el lazo social, al mismo tiempo que en el polo beneficiado se alenta- ron expectativas “primermundistas” En el interior de este movimiento de tenazas se quebré uno de nuestros fun- damentales orgullos de pertenencia € identidad colectiva, afincado en ta con- ciencia de formar parte de una de las sociedades mas homogéneas e iguali- tarias de América, Fragmentada esta promesa igualitarista y tantas otras a ella asociadas, el vinculo nacional le- ‘gitimo y legitimante se debilta, y hoy embajadas ta eri agen de la Argen tina como tierra promisoria, mostriin- donos el espejo de lo que Paul Auster imagin6 como ese desdichado pats de las iiltimas cosas, donde incluso esté amenazada la esperanza de recuperar a esperanza. Si esta evaluacién no resultare de- do desatinada, y si ésta fuere una estructura de recepci6n, experimenta- ci6n y tramitaciOn de la crisis, pod quizds comprenderse el estado de es- tupor, desazén y furia con que estra- tos significativos de Ia sociedad ar- gentina afrontan una cafda cuya gra vedad material -qué duéa cabe- dificilmente pueda exagerarse. Pero puede saberse, asimismo, que esos sen- timientos -méxime si no se articulan través de una institucionalidad poli- tica y un tramitacién democratica~ suelen alentar salidas de derechas au- toritarias, Nos confrontamos entonces con un colapso que hace vacilar las antiguas seguridades. Seria bueno que hiciera 1 asimismo antiguas certezas. Es cierto, como escribié Nietzsche, que es més diffeil quebrar una idea que quebrarse una pierna. Pero si bien es- tas idemtificaciones simbslicas no tie- nnen por qué ser eternas, para que una sociedad salde cuentas con su vieja conciencia mitolégica es preciso que tenga un diagnéstico preciso de la cri- sis y del tipo de crisis que nos sacude hhasta los tuétanos. Precisamente, esa forma mentis, algunos de cuyos ras ‘gos he tratado de describir, creo que ‘opera de manera eficar para no dar cuenta del cardcter de In calda y, de ‘ese modo, puede preparar el escenario para reiterar los errores que, tras el suefio vano de una Argentina més grande que justa y dichosa, han ga- rantizado el extraordinario sufrimien- to del que diariamente somos actores ¥ testigos. Asi, lenta e inexorablemente la sis va penetrand hasta los tltimos in- tersticios de nuestra realidad y produ- ciendo situaciones inimaginables en el dia de ayer. No podemos saber cusin: do ni en qué va.a terminar, Pero pro- yecténdola hacia un futuro arqueolé- ‘gico podemos insinuar un par de po- sibilidades. Cuando Ia lava de este voledn social haya decantado, ,qué quedari sepultado en esta Pompeya {que supo ser del uno-a-uno? ,Una Ma- rianne con un d6lar en Ia frente como figuracién crispada de la Repéblica del interés, 0 el gesto solidario tramitado por una politica institucionalizada y democrética que de una vez por todas se disponga a atender a los expulsa- dos de eso que Hamamos el sistema, y {que ahora ya podemos lamar Ia vida? Creo que solo en una de estas eleccio nes -si cabe esta palabra— podremos evitar la disgregacién nacional y re- vertir el escindalo de la extrema in- justicia social; esedindalo que sin dud: 1e diversos niveles de responsabili dades, pero que entre nosotros sélo puede ser la marea de un enorme fra- caso colectivo. Epica de la multitud o de la consolacién por la filosofia Beatriz Sarlo ‘Tiempos. Es un éxito editorial, aunque conausteraprudencia lasegundaedicion de Paidés declara 3000 ejemplares. Se trata de las mejores ventas y no s6lo de tun suceés d'estime en la prensa local, donde se publicaronentrevistasdiversas ¥ parecidas a los autores de Imperio, ‘onel ntusiasmo porlanovedad ques ‘undestino del periodismo. Al Aype (para decirlo con la palabra que usan los norteamericanos cuando quieren designar el entusiasmo producido por la publicidad) de los titulares y el centimetraje de los comentarios,' se agrega lo que sobre Imperio puede cencontrarse en Internet: gran repercusién en lengua inglesa, ecos mis moderados en Italia y, naturalmente, en Francia que es siempre un poco mezquina ‘cuandose rata deconsagrarextranjeros. En ambos lugares, Toni Negri es un personaje conocido, parte de Ia ola contestaria de losafios sesenta, sin duda respetado, pero menos héroe romiintico © profeta de Ia nueva era que en los Estados Unidos donde la figura de un dirigente de la Autonomia Operaia, injustamente encarceladoy perseguido, ‘euya condena no ha terminado todavia, tieneelauradelrevolucionacioitinerante, politicoy fildsofo. Especie postmodema de Lenin que ha leido a Deleuze, especialmente atractivo para quienes no leyeron a Lenin. De esto no es culpable Negri, sino una cultura poco familiarizada con el tipo de militancia ‘que Negri representa Lallegadade /mperio, porotraparte, fue precedida por la repercusién de Paolo Vimo y su revisién filoséfica del concepto de multitud; también por una cierta moda de Spinoza perceptible en la filosofia mundana, Lo queno deja de sorprender es que /mperio parezca tan novedoso, comosisus lectoresestuvieran por primera vez frente a un libro de tcoria politica revolucionaria, como si nunca hubieran leido la prensa mas menos progresista (digamos, tipo Le Monde Diplomatique), 0 como si los nombres de Deleuze y Homi Bhabha o la palabra biopolitica garantizaran Ia novedad de todo el discurso, Todo esto 1, Santiago Kovadloff rese libvo para el siplemento cultural de La Nacién (19 de mayo. de 2002), y adopts, misteiosamentc, un ton de resumen neutro, del que era dificil extrocr conelusiones mi conocer qué pensaba el autor de la resefa; Bruno Bosteller, de Columbia University, eseribi6 el comentario publicado en Clarin, y hace alll objeciones iateligentes penpicaces. Radar Libros de Pagina 12, publi £6, como todos los medics, reporajes ¥uego tuna resefa firmada por mi. Mario Goloboff publicé una resefa en Ia revista Cultura, bien ‘azenada, con objeciones tebricas formuladas con coherencia y apoyadss en lectures que no se alvinan en todas la efusiones que provoca, Impsria, Neaba de uparcoer el libgo de Atiio Boréa, dmperio & Imperialismo, Una lectura erica de Michael Hardt y Antonio Negri (Buenos Aires, CLACSO, 2002), La leetra, verduderamente critica y marxist, se organiza desde una perspectiva ecordmica y sociolégica, ¥y sen Tos temas 0 las ausencias de esos temas fos que sefiala en Jmperio. También subraya ef ‘lvido completo de In teoia de la dependencia ¥ los pores latinoamericanos, salta a la vista pero no aleanza para explicar la repercusién de Imperio. Por Jotanto, tomando estas cosas en cuenta, hay que buscar también por otro lado. Lanecesidad de quel futurono sea s6lo una insistencia del presente, tanto en los paises ricos como en los pobres, sino un tiempo de innovacién, es el impulso generoso de Imperio, Nos promete la emergencia de un sujeto histérico que inexorablemente, por condiciones materiales y simbolicas, cambiari un tablero dominado, desde hace por lo menos dos décadas, en el mejor de los casos por el reformismo y enel peor, porel pensamiento conserva- dor, Nace un nuevo sujeto histérico de quien podemos esperar una transfor- macidn radical. Et mundo det Imperio se convertiri en el mundo de la Mul- titud, Existen fuerzas sociales que, sin saberlo hoy, causardin el derrumbe de tuna arquitectura econdmica y juridica que parece invencible. EI consenso que presidié la globatizacién caeré por la presién y In accién de las nuevas mul- ides globalizadas. Lo que hoy parece una lucha dispersa, se revela como la nueva forma de las Iuchas futures Este mensaje optimista, conden- sado en las tltimas paginas de /mperio, no puede sino encontrar a miles que desearian creerlo, En efecto, ,qué pro- gresista, hoy desesperanzado, esta dispuesto a rechazar, en el umbral mismo de los nuevos tiempos que se vislumbran, estas noticias sobre el futuro y estos anuneios de que la apa- rente dispersion de las luchas contem- porineas encuentra su secreta unidad en las multitudes globales? Justamente en tiempos de atomizacién de tas iniciativas piblicas, cuando la politiea tiene su sede muy lejos de aquellos que dice representar, y las cuestiones econémicas muestran In ineompren- sible complejidad que multiplica la influencia de los sindicatos de pode- 050s, Jmperio oftece una vision donde Jas cuestiones se ordenan segiin esque- mas que, aunque parezean nuevos, en realidad tocan una adormilada me- moria marxista y, en muchos paises, también una memoria més populista ‘que democritica. Enefecto, frente ala demoeracia de las instituciones y los procedimientos ‘que, especialmente en América Latina, hha mostrado su fracaso no s6lo eco- némico sino también politico, Imperio no insiste en el perfeccionamiento de un sistema del cual easi todo el mundo tiene buenas razones para desconfiar, sino en lacreacién de un mundo nuevo donde la politica recobraré ta inme- iatez perdida (o que nunca tuvo). Sera posible fundar una Nueva Repiblica, No es extrafio que este mensaje suene especialmenteatractivoen lugares como Ja Argentina, donde todas jas salidas parecen cerradas. A diferencia de otras vetas de la tradiciGnmarxista,? Jmperiono se ocu- Pa, ni podria oeuparse, del momento tactico, Tampoco se preocupa por establecer una direccién estratégica porque ella esta garantizada por la teleologia de la globalizacién y de su hija vengadora, fa multitud, En ambos aspectos, Imperio pide una confianza en la auto-produccién politica, apo- yada en el cardcter inevitable que atribuye « ese impulso. Y, al desenten- derse del momento tictico, Jmperio no exige de sus lectores ninguna reso- lucién politica inmediata. Las cosas se desarrollen més allé de las voluntades xyladiscusién sobre lo quedebe hacerse no tendria mucho lugar en una historia donde a globatizacién ya ha engen- drado las fuerzas que la destruiran, Lim- piamente, Imperio refuta toda pers- pectiva “leninista”, en el sentido de la construccién de algin aparato politico de direceién. Tampoco podria decirse ‘queopta por una salida “movimientista”, porque la multitud se territorializa y desterritorializa en una escena mundial donde las redes que unen los puntos son produeciones dindmicas del movimiento mismo. Es claro que una teoria como la de Imperio no puede responder a exi- geneias que parecerian demasiado ‘clisieas", Dificilmente poitria esbo- zarse el momento tictico més alla de la certeza de que “para combatir contra el iperio, hay que hacerlo en su propio nivel de generalidad e impulsando los procesos que ofrece mis alli de sus Jimitaciones actuales”. Los autores de Jnperio tienen la seguridad de quien est recorriendo, en términos flos6ficos, una historia inelu- dile. Enel pasado, la modernidad; en cl presente la postmodernidad globa- lizada; en el pasado, el eapitalismo; en el presente, la sociedad informatizada; en el futuro, Ia nueva sociedad que produciré la multitud, Esta teodicea del proletariado global tieneuna inevitable determinacién, La sencilla inca narra- tiva presenta un mundo que semueve al unisono de la globalizacién, porencima de las particularidades regionales. y culturales, Hay algo en esta sencillez que evoca la confianza en el progreso atribuida a los esquemas filoséficos de Ja Iustracién. ¢mperio muestra el tem- peramento de la fe progresista que parecia ausente del imaginario contem- porineo. Sin embargo, este sentimiento simple, que despierta en todos nosotros la nostalgia de momentos politicos plenes, tiene una forma expositiva convulsionada, Rizoma, Es imposible no hacerse una pregunta por la forma, Toni Negri y ichael Hardt han escrito un texto que es undrbol pero parece un rizoma,’ Un rizoma desafia siempre la l6gica de las direcciones tnicas y las oposiciones binatias, porque a diferencia de la raiz © del érbol (que responde a la misma morfologia que sus raices), no tiene puntos en los cuales se produzcan bifureaciones. En el rizoma, nada se divide en dos, ni un par de opuestos se unifica, Porelcontrario, el rizomacrece en el aparente desorden de lo miltiple que nunca puede reducirse a uno. Los segmentos de un rizoma son siempre lineas de fuga que no se alejan de un centro, como las ramas den drbol, sino que (siendo el centro unaausencia, algo que Ia forma rizomitica expulsa) se remiten, nuevamente, unas a otras; por 50, las estratificaciones de un rizoma nunca forman una estructura jerér- quica, y nunca responden a una orga- nizacién dual. En la linea de fuga 2. Por ejemplo, a diferencia de Gramsci como lo ha sefalado Jon Beasley-Murray: “Lenin in America. A review of Mi Hardt and Antonio Negri, Empire. Cambridge Mass.: Harvard University Press, 2000 (wwwart. man ae.uk/SPANISH/st/ Writings! empire ml), 3. Exo contradice la idea misma de izoma, una Aisposiién que no puede ser distinta de Io qu su forma indiea: "Cualquier panto de un rizoma puede y debe conectarse con cuslguice otro punto. Es muy diferente del érbol 0 de Ia rate ‘que fijan un punto, un orden” (G, Deleuze yF. Guutari, Milles Plareaus, Pais, Minuit p13). vuelve el todo rizomatico. La dinimica del rizoma es la de una recomposicién permanente, Como la multitud, un rizoma no tiene centro, ni exterior, ni interior, Se entiende que la logica del rizoma es la forma del rizoma, y viceversa. Conellibrode Hardty Negrisucede algo extraio, Su composicién es rFizomética pero su tesis responde a la sintaxis del drbol, gobernada por un conflicto (un solo conflicto aunque despliegue innumerables diferencias), Por qué digo que Ia composicin es Fizomitica? Quizés podria sefalarse, simplemente, que el libro. primero produce el efecto de una fuga infinite, ‘il mesetas tebricas y filosoficas cuya expansién no es detenida por un principio compositivo, cuyos temas emigran de un capitulo a otto, se tocan para. separars sin con- Cluirse, Pero la inicial definicién de lo que eselimperio no se complejiza ni se despliega, sino que se reitera hasta las ‘ltimas paginasde latina parte, como si poco hubiera sucedido en el medio (pagina 59: “su proceso de construc cién llega a ser el proceso de su derro- camiento”; pag. 359: “El imperio crea un poteneial para la revolucién”, ete.). Hardt y Negri dicen lo mismo, pero la forma de e90 mismo ha recorrido una multiplicidad rizomatica, con todas sus mesetas: juridica, filosdfica, politica, econdmica, social, cultural. En ese recorrido el imperio esté al principio y alfinal, idéntico asi mismo. Este podria ser un mérito del libro: su simplicidad ‘conceptual, su l6gica historica sencilla. Pero entonces, ,por qué su movimiento rizomético y su nomadismo teérico? Para decitlo de otro modo, e! libro- tizoma (el “caosmos” de Deleuze y Guattari) no puede prescindir de la multiplicidad, ni ajustarse a una sola tesis, ya que no tiene ralz que asegure genéticamente su unidad, Cada punto ¢ idéntico jerénquicamente e infinita- ‘mente diferente. Por cierto, el rizoma no puede resumirse en ninguno de sus puntos porque su dindmica espacial (0 conceptual en el caso del libro-rizoma) rechaza la sintesis, el uno, la reduccion ogica del principio de identidad 0 un mero despliegue de diferencias reconducibles a una logica unifica- dora. Mil mesetas es un libro-rizoma, Imperio parece un rizoma, por sus ‘mesetas que renuncian a un ordena- iento jerirquicofilos6ficoo historico. Sin embargo, esta dindmicarizomatica es dominada y reducida. Imperio se deja resumir, y su multiplicidad resulta de su liberal politica de cites. La hipertextualidad de Jmperio es posiblemente més verdadera que su apariencia rizomatica: una leetura del libro podria ser la de sus cits. Imperio organiza un recorrido por varias bibliotecas (entre las quese diferencian, proponiendo al lector curioso un juego deadivinanzas, las bibliotecas de Negri y Hardt, del italiano marxista de los aiiossesentay el académico postmoder- no de los noventa) clasicas, modernas, postmodernas, posteoloniales, con la notoria susencia de ta seccién latinon- ‘mericana. De todas formas, no seria justo criticar a Jmperio slo por no ser lo que no se propuso ser. Negri y Hardt no quisieron escribir un libro como Mil ‘mesetas. Les result6 un libro con un solo argumento fundamental, que se expone rizométicamente en diversos territorios. La forma rizomitica y desordenada del libro no oculta ta centralidad desutesis, Elefecto-rizoma probablemente atrajo @ un grupo de lectores y alejé a otros. Les primeros reconocen en la hipertextualidad de Imperiolasmesetasde sentidos en fuga constitucidn, sistema juridico, institu- ciéndelos valores, estado, modernidad, postmodemidad, globalizacién, multi- tud. Los segundos se quedan obser- vando la reiterada unicidad de la tesis pese al estallido de fas citas. Si una sintesis fuera posible, diria: compo- ‘én en deriva rizomatica y unidad conceptual. Una filosofia de la practica, Hardt y Negri se proponen una tarea clisica expresada en términos que también los son; “Lo que aparece aqui no es una nueva racionalidad; setratadeun nuevo panorama de diferentesactosracionales: unhorizonte deactividades, resistencias, voluntades y deseos que repudian el orden hegem6nico, proponen lineas de fuga y forjan itinerarios constitutivos altemativos. Este sustrato real, abierto a la critica, examinado por el enfoque ético-politico, representa ef referente ontoldgico real de la filosofia 0, mejor dicho, el campo propicio para una filosofia de la liberacién’ (60). Como eneste "panorama de aciosracionales", las luchas “han legado a ser casi incomunicables”, la filosofia de estas prdcticas debe restablecer un todo que es invisible para cada uno de los actores implicados en ellas. O, paradecirlo con las palabras que utilizancasi doscientas ‘paginas después: asicomo Marx y Lenin cestudiaron el capital, hoy debe trazarse un esquema tedrico que “coloque a la subjetividad de los movimientos sociales del proletariado en el centro del escenario de los procesos de globalizacién” (221), La filosofia revolucionaria debe proporcionarel discursodeuna prictica que no sabe de si, ya no por alienacién modema sino por dispersién postmo- dema, En yerdad, esta filosofia, mas ‘que los desarrollos tebricos del marxis- mo, recuerda la funcién que Zygmunt Bauman atribuye a los intelectuales- intérpretes. En tanto “las luchas que se libranen otras partes del mundo y hasta rmuestras propias luchas parecen escri- tas en un ineomprensible lenguaje extranjero”, la teoria debe comunicar estas “singularidades”. El manifiesto que esa filosofia propone es el de una “teleologia materialista” que comuni- que a la multitud-sujeto con su objeto- {a liberacién cosmopolitica, Quien se apresure a pensar que ésta ha sido una problematica de la teoria politica revo- no siglo, no se De todos mods, no podria impug- narse la tarea que se adjudican Negri y Hardt s6lo porque ya otros la hayan intentado durante décadas. “;,Cémo puede encontrar su principe el esfuerzo desalvar la distancia entre la formacién de la multitud como sujeto y la consti- tucién de un aparato politico demo- ceritico?” (74) Gramsci se preguntaba por el principe moderno (el partido); Hardt y Negri se preguntan por el principe postmodemo (la coordinacién virtual del movimiento de la serpiente- ‘multitud). Lapreguntanecesita de unrecorrido hhistérico, Hardt y Negri ofrecen un sintético resumen de lahistoria europea de los tiltimos siglos, donde seria demasiado ficil sefialar el esq ‘matismo que recuerda el de las etapas de los manuales de materialismo hist6rieo (equiénquehayaleidoalgunonorecuerda parasiemprequeelestado-nacién, despues de Termidor, encama la dominacién bburguesa? cy que hubo una “primera” modernidad revolucio-naria y una “segunda” modemidad reaccionaria que reprimié las fuerzas desatadas por la primera?). En este repaso de Ia historia, cuando Hardt y Negri arriban a los nacionalismos, los describen como ‘entramadosdeprincipios revolucionarios y reaceionarios; la conclusion es que las haciones-cstadcspostcofonialesterminan necesariamente subordinadas a la Wbgica del capital. Conel destello anarquista que Je da el tono roméntico a muchas paginas deeste libro, concluyen que “el estado es el regalo envenenado de Ia liberacién nacional” (131), De todas formas, el veneno de este regalo esti perdiendo mordiente y los estados-naciones, fundados por los procesos delliberacién postcoloniales, hoy estin dando paso a las nuevas formas de soberania imperial. No hay que preguntarse demasiado por qué esta afirmacién, lefda en la Argentina que debe obedecer al FMI, suscita simpatia y también alivio, ya que la soberania imperial encuentra en la multitud su pura negatividad. Si la “soberania imperial” no es una catego- ria que Negri y Hardt apliquen con intensidad al anilisis de algunas reati- dades coneretas, de todos modos parece ‘captar una trama de intereses suprana- cionales ¢ instituciones supreestatales de las que provendrian los males de las regiones periféricas. Frente a estas instituciones, la multitud, Ella ha sido producida por el movimiento de la globalizacién, llamado también imperio para distinguirlo del viejoimperialismo. Diferencindose explicitamente de Jos modernos, de Kant a Foucault, para quienes lo exterior “se construye desde lo interior’, en la postmodernidad se ha debilitado la frontera entre “exterior” e “interior”. Asistidos por Guy Debord, Hardt y Negri definen a la sociedad imperial como una sociedad de especticulo, donde al desaparecer los espacios piblicos desaparece ef lugar de la politica modema. Apoyados en Jameson (pero podrian también haberse apoyado en Baudrillard), consideran liquidada la contradiceién entre el ‘orden de la sociedad y el orden de Ia naturaleza. Este nuevo mundose define por el hecho de que la naturaleza se ha ausentado para siempre, y, con ella, la alteridad radical. “El poder soberano ya no se enfrentard con su Otro ni tendré que vérselas con su exterior, sino que irk expandiendo progresivamente sus fronteras hasta abarcar la totalidad del globo, La historia de las guerras impe- rialistas,interimperialistas yantiimperia- listas ha terminado. Elfin de esa histor hha dado paso al reinado de la paz. , en realidad, hemos entrado en la era de los conflicios menores ¢ intemos”. Lo inadecuado de esta descripeién, silo que se busea es entender e! mundo contemporineo, no puede reprochiirse séloa Hardt y Negri, En Inestela de un Hegel Ieido en los think-tanks esta- dounidenses de relaciones interna- cionales, Fukuyama logré tanta reper- cusiéncomoellos, hacetunos pocosaos, Un republicanismo postmoderno, Hardt y Negri se planteanuna pregunta verdaderamente interesante: {e6mo deberia ser un republicanismo postmo- demo? La respuesta no es tan intere- sante: se unen en ella la “voluntad de estar en contra” y la “base de la experiencia vivida por las multitudes del mundo” (199), Ahora bien, la vieja clase obrera de la teoria marxista era pensada como el soporte de una comin experiencia vivida: ta alienacién, ta produccién de plus valor, la inclusién en el sistema de fibrica, unificaban la experiencia, La postmodernidad de Hardt y Neeri se caracteriza, precis por la disolucion de estas sunificadoraso lainexistencia de alguna otra que garantice esa suelo comin, El imperio oprime de mil ‘manerasy la multitud responde también de mil modos diferentes, con luchas que, como se vio, no e: ccadas en el nivel de la experiencia (ni podrian estarlo salvo en ese espacio ‘comodin que sirve para todo: Internet) Este es verdaderamente un pro- blema del “republicanismo postmo- demo”, cuyas masas serian multitudes desterritorializadas, en constante movimiento, presionandodesdeadentro (aunque no haya ni adentro ni afuera), reconstruyendo limites y trazando fronteras desconocidas, La multitud tiene mil caras que no se reconocen mutuamente, Pero justamente en la desterritorializacion de la multitud postmodema estaria su fuerza, {Cua seria su manifestacién practica? La desercién, el éxodo, el nomhadismo, el equivalente postmodemo de la resis- tencia por sabotaje que conocié la moderidad, “Las batallas contra el imperio podrian ganarse a través de la renuncia y ladefeccién, Esta desercién no tiene un lugar; es la evacuacién de los lugares del poder” (201), Salvo que se trate de una ficcién més poética que filoséfica, hebria que recordar, por lo menos, que el sabotaje no fue con- siderado por los “modernos” (sean quienes fueren) como una “nocién basica” de la estrategia revolucionaria (@ diferencia, por supuesto, de la “huelga general”), La “desercién” recuerda la bri- Mante lectura que Deleuze hace de “Bartleby”, relato donde sefiala una “Hogica de los presupuestos, segiin la cual un jefe espera’ ser obedecido,oun amigo benevolente, escuchado, mien- tras que Bartleby ha inventado una Togica nueva, una logica de la pre- ferencia que basta para socavar los presupuestos del lenguaje”.* Lo que Deleuze interpreta como un rechazo lingiiistico que excluye cualquier temativa y produce “el vacio en el lenguaje”, es espectacularizado por Hardt y Negri en la desercién, presion dinimica de tervitorializacién y des- territorializacién ejercida por la mul- titud, Al “desertar, la multitud pondria al imperio frente a un vacio donde el ‘orden no ¢s refutado ni negado, sino simplemente tomado como “Io que no se prefiere hacer”. En su ensayo, Deleuze escribe que Bartleby no puede sino terminar en la prisién “donde muere, de “desobedien- cia civil, como dice Thoreau, ‘el nico lugar dondeel hombre libre podriresidir conhonor™. Poreso,concluye Deleuze, “aun catatonico y anoréxico, Bartleby ‘no es el enfermo, sino el médieode una ‘América enferma, el Medicine-man, el nuevo Cristo 0 el hermano de todos nosotros", En la estela de Bartleby- Thoreau, podria inscribirse 1a “desercién” de la multitud, finalmente también ella un acto de insistencia en lo que se es y se desea, un impulso incon- tenible de movimiento. LoqueenDeleuzeesinterpretacién ilosofica, y alegoria cultural, en Hardt yNegries linea descriptivay programé- Las diferencias entre esos tipos de discursos son evidentes. Si la pregunta es por un republicanismo postmodemno y en Ia respuesta aparece la “deser- én”, es casi indispensable volver a la pregunta, pensar que se la ha enten- ido mal, Sin embargo, la “desercién” insiste como concepto que interpreta los movimientos poblacionales en términos de una praxis postmoderna y globalizada del no hacer, del no estar donde se ha ordenado que se perma- nezea, También se la incorpora a una formula clasiea, Ia formula poéticn del Manifiesto comunista: “Un fantasma recorre el mundo y es el fantasma de la migracién”(202), Dealli ls indiferen- cia respecto de los pasos de la politica. El republicanismo postmoderno, como Ia frase de Bartleby, descansa en una ficcién de vaciamiento de laaceién y de ‘movilidad en el territorio (todo republi- canismo descansa en algin tipo de ficeién, de relato madre y éste podria ser el de Hardt y Negri). ‘Tesis y método. Con el tiempo, este ro pod ser tomado por historia de las ideas y reconducido, en un sentido filologico, a su multiplicidad intertex- tual, Fs tanto lo que citan Negri y Hardt que ni los comentarios entusiastas ni las observaciones eruditas han podido situarse més que en algunos de los puntos de un recorrido rizomatico 0 desordenado (al lector corresponde elegir el adjetivo). Si no se celebra la apertura tedrica de Imperio, podria juzgérselo como una yuxtaposicién fractal deestratos de pensamiento; sino se lo considera un punto muy alto de innovacién, podria criticérselo como tuna masa de temas modemos y sus refracciones postmodernas, Kelsen y Schmidt, Agustin y Maquiavelo, Duverger y Foucault, Homi Bhabha y Walzer, Spivak y Bobbio, van de un lado a otro, retertitorializados y mi- grantes, como la misma multitud. ‘Ninguno es reconocible por completo, ¥y Parecen paseantes extraviados en un paisaje desconocido en sus escritos ‘Todo es posible, Juzgar esta mezcla como. una inconsistencia, implica extendere! juicio al “método del libro”. El gesto tedrico grandioso no es un detalle de /mperio y seria subestimar a sus autores decir que es innecesario, Sin ese gesto, el libro cae para con- vertirse en un manifiesto, yano extenso sino corto, sobre las posibilidades revolucionarias encerradas en un presente que a muchos parece hostil a larevolucién, zSeria posible este mani- fiesto sin la teoria que lo rodea? Perfectamente posible, Sinembargo, Ja fuerza del libro reside en la acumula- cién argumentativa, en el aparato de notas (hipertexto heterogéneo donde se saludan las familias ideolégicas mas enemistadas) y en Ia proliferacién de perspectivas, aunque, ‘como intenté mostrar, un eje ordena las lineds de fuga en una tesis. Lo que se ha escrito en la prensa es un resumen de esta tesis, que no deja nada verda- deramente importante afuera. Si es posible hacer esto con un libro de ta extensin proliferante de Imperio es también porque sus “mesetas” no fugan rizométicamente para volverse acruzar en algtin punto inesperedo, sino porque se articulan con tna I6gica de hierro, Negri y Hardt afirman que el movimiento de esta articulacién no es dialéctico, Y, en efecto, no lo seria cuando deseriben a la multitud como lo radicalmente otro, habitante de un espacio ni exterior ni interior al del imperio, Sinembargo, también sugieren lo contrario: “En el imperio, ninguna subjetividad queda afvera y todos los lugares han sido incorporados en un no lugar general” (324). El libro oscila ast entre dos caracterizaciones. En una, el nuevo proletariado representa la exelusién; en otra, nada escapa a un movimiento de incorporacién plane- taria. Ladefinicién queestial comienzo del libro sostiene ta sistematicidad inclusiva del imperio, en especial cuando se lo describe, usando términos foucauldianos, como “régimen espe- cifico de relaciones globales”. Si se sigue esta segunda linea, se encontrardn las huellas borrosas de una dialéctica operando en la espectacular topologia postmodera que no se ordenaria por el par exterior-interior Estas huellas borrosas son lasde latesis marsiana segin la cual dentro del capitalismo, y por el impulso de sus propias contradicciones, se engendran Is fuerzas que van a destruirlo. Tanto ‘como Negri y Hardt afirman que la 4, Gilles Deleuze, “Barly 0 la formula”, en Critic y ethic, Barcelona, Anagrams, 1996 p 105. Las etas siguientes son de pp. 124 y 127 globalizacién produce el tinico sujeto que puede negarla, In dialéctica mar- xiana sostiene el cardcter filoséti ‘mente inevitable de la superaciénde las contradicciones del capitalismo, De todas formas, Imperio se des- plaza en varias direceiones: por un lado, el imperio no “produce nade vital niontolégico” (329); porel otro produce identidades y diferencias, cuyo desa- rrollo deviene “en su propio critico y su proceso de construccién lega a ser el proceso de su derrocamiento” (59). En la extensién de este libro, se esfuma el ‘contraste entre estas proposiciones que no terminan de ajustarse unas a otras. Sin duda, ni los autores ni su piblico recibirian alborozados la observacion de que se les ha infiltrado la dialécticn, resistida en los barrios fashion de la academia (sobre todo de la norteame- ricana donde Imperio ha cobrado varias victorias), Pero si hay alli lectores que ‘no sufran de amnesia, podrin adoptaro rechazar la tesis de Jmperio. Lo dificil es no percibir, en a marcha de la globalizacién hacia su derrumbe inevitable, los fosiles de Ia dialéctica, como pentiment filoséficos del texto. Esta “consolacién por la filosofia” abre un imaginario de futuro. Frente al bloqueo del presente, latesisde/mperia permite pensar que, alli donde sélo hay clausura, puede emerger una nueva sociedad. Resistirse a esta confianza es tun acto de masoquismo intelectual ensafiado con el imaginario de una transformacién, al que se refuta desde posiciones “realistas” que s6lo ven en elpresenteun camino haciasurepeticion expandida. Lanarracién optimista le da Imperio su ocasional inspiracién de novela filoséfica donde, pese a la fragmentacién de las perspectivas, una fuerza impone su direccién al movi miento de las cosas de este mundo y, pese a la aparente atomizacion del sujeto multitud, un mismo desplazarse Zigzagueante le da la unidad que tiene ante los ojos de quien ha descubiecto su ogica seereta. Por eso, la multitudtiene Ja articulacién futura) de un personaje que todavia no sabe qué es lo que verdaderamente es. Aunque Hardt y Negri no lo digan de este modo, el proceso de le multitud es el de su autoconciencia, Eneste sentido, Imperio es una ficcién filoséfica que puede juzgarse por su poder explicativo y, toméndole la palabra al libro, también por su poder de prediceién. Sublime y mitolégico. La multitud es sublime. "No hay que subestimar la inradiacin de esta cualidad superior en épocas donde el imaginario politico es “hiperrealista” y atenido a la aceptacion de los limites mas estrechos, Perdido su potencial de creacién productiva de lo nuevo, el imaginario politico es administrativo, como corresponde a una donde ella posible, o de la guerra, donde ella parece inevitable. Lejos de las grandes pasionespoliticas, exceptoen losrincones ionalismo, e religioso, el mundo globalizado se contenta con una expansién irestricta de la tecnologia y del mereado que son los grandes productores de mitos identificatorios (tribus mundiales de consumidores, tribus mundiales de participantesen lasneo-culturastécnicas). ‘A este escenario llega la multitud convocads por Negri y Hardt, cuyo arribo ya habia sido filoséficamente anticipado por Paolo Vimo. En su graméticade la multitud, Vimo lee en Ia tradici6n de fa filosofia politica un combate entre dos conceptes, el de puebloy deldemultitud,cuyodesenlace fue la marginalizacién del segundo en beneficiodelas cualidades organizado- ras y disciplinantes del primero, La fundacién de los estados modemnos se hizo bajo la advocacién y en nombre del pueblo, anulando la multiplicidad ingobernable de 1a multitud que res- plandeceea los escritos de Spinoza. Sin embargo, eseribe Vimo, la multitud insiste “en la accién colectiva, en los asuntos comunes, sin converger en el Uno y sin evaporarse en direcciones centripetas”. Con Spinoza, Virno sos- tiene que “la multitudes elareo maestro de las libertades civiles”, asi como fue el fantasma que Hobbes quiso exorcizar. Para Vimo, la multitud no esmeramente elobjetodeunaargumen- tacién fileséfica contra Hobbes sino también un principio explicativo de “un cierto nimero de comportamientos sociales contempordneos”” Lairreductibilidad de la multitud al Uno essucualidad sublime. Incalculable ceingotemable,a-normalizable, indemne alasregulaciones queintentanconvertiria en sujeto politico de la repablica ‘moderna, lamultitudesel cuerpo infinito ¢ ilimitado euyos limites no se conocen, ‘cuyas leyes no coinciden con las de la repiiblica, el cuerpo que se opone a la titucién por la pasién y el deseo, la materialidad y la insistencia. Podria continuarse: amultitudesel anclaje posible de un mito, enel sentido de Georges Sorel: una imagen potente, capaz de articularse en diferentes fescenas no como concepto social 0 politico, sino como impulso. El mito explica por figuras, por narraciones y habla con una voz.que viene de més alla de la razén, respondiendo a preguntas {que laraz6n todaviano hanormalizado, Hay una relacién especilar entre lo mitico y lo sublime politico, cuya di mica es impulsada por Ia cualidad ingobernable de la pasion. ‘Aunque el estilo del libro de Hardt xy Negri sea por completo inapropiado para la representacién de lo mitico sublime, su movimiento en ondas 0 ‘mesetas alrededor de la dupla globa- lizaciéa-multitud traza el eampo mag- nético de un sujeto inconmensurable, cuya multiplicidad rechaza la des- ctipeién sociolégica y I normaliza- ciénpolitica, Rebelde fientea cualquier institueién, la multitud tiene lacualidad deestarmasallé de los limites dentro de los que se piensa y se actia en las repiiblicas modernas. En esto es sublime. Y también en su ausencia de forma,ensu desestructuracién original, en la resiliencia para normalizarse en un territorio, en sus virtualidades. Multitu-des de migrantes que se desplazan en el mundo globalizado: ‘una imagen que tiene tantode la ciencia ficciéneomodelarealidad demogrifica, Deimagen amito, se cumpleun destino figurative de 1a multitud, que existe paraacabar en un libro, siguiendoasi un itineraio lamativamente postmodemo: del mito para la accién al mito para la consolacién intelectual. Hardt y Negri responden a una necesidad de época. Y no les faltan motivos para intentar la respuesta, porqueen la ausencia radical de mito esta el riesgo de una época conservadora, Como sea, en lacualidad de indefinicién sublime, también alli Imperio ba interpelado a sus lectores. 9 10 Politicas del género Daniel Link aes op {De dénde sale El vuelo de la reina?! {Cémo y para qué ha sido escrita esa novela? {Qué nos tuaci6n actual de la literatura argenti- nia de ficci6n? {Qué politicas de la no- vela podrian deducitse a partir de su Jectura? Preguntas seguramente des- mesuradas, pero necesarias si es que se pretende situar el diltimo ejercicio narrativo de Tomés Eloy Martinez en ‘el contexto de la crisis terminal de la cultura argentina o si se pretende una reflexién sobre las relaciones entre po- Itica y fiecién, una de las tradiciones més ricas de la literatura argentina, desde Esteban Echeverria a Fogwill. Sabemos que El vuelo de la reina obtuvo el V Premio Alfaguara de No- vela 2002 (dotado con 175,000 déta- res) el 4 de marzo de este afto. El acta del jurado integrado por Jorge Sem- pran, Rosa Regis, Agustin Diaz Ya- nes, Rosario Ferré, Juan Gonzélez, Carlos Monsivdis y Nélida Pifién no es exterior al libro. Los editores de Alfaguara consideraron de buen tono incluirla al final, con lo cual su texto contamina el texto de Martinez, por mera contigilidad. La tltimas palabras del libro no serfan “Volar hacia el va- ‘fo es su Unico orgullo, y también es su condena”, que cierran la historia protagonizada por G. M, Camargo, ni tampoco la Nora final que se lee en ta pagina le y que resume la po- ética de Tomas Eloy Martinez: “To- dos los personajes y lugares de esta novela, atin los que parecen tomados de la realidad, corresponden al orden de la fiecién, Leerlos de otro modo Violentarfa su naturaleza", Las dltimas palabras del libro son las que el jura- do ha pronunciado sobre El yuelo de Ia reina, como un veredicto 0 epitafio de lectura. En esas palabras descansa la (impposibilidad de leer 1a novela, Es un instructivo, sf, pero puesto al final equivale, més bien, a una puerta que se cierra y no a una apertura. No leerds sino esto, se le dice al lector, en un tono biblico que ciertamente conviene a todo lo que se ha venido leyendo antes El Jurado dice haber “valorado de forma muy positiva en la novela g: nadora Ia deseripeién de los mecani mes del poder politico y de los me- dics que componen un mundo de co- rrupcién y se extienden a todos los mbitos de la vida. Y al mismo tiem- po el relato de los misterios de la ob- sesidn sentimental y erdtica que a su vez se pueden interpretar como una ‘metéfora de a realidad en fa que trans ceurre la accién”. Salvo la titima alu- sidn a una cierta “metifora de la rea- lidad”, las ripiosas palabras del Jura- do (“Y al mismo tiempo... que a su ver...") bien podrfan ser cl dictamen sobre una clase magistral de concurso para la provisién de cargos en a ma- 1. Buenos Aires, Alfaguara, 2002 (segunda reimpresion en mayo).

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