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Material de apoyo 2

El Gato Con Botas o Maese el Gato

(Adaptación del cuento del mismo nombre de Charles Perrault)
- Narrador 1
Había una vez, hace muchísimo tiempo, un molinero.
Un día, viendo que se acercaba su muerte, decidió repartir sus bienes entre sus tres
hijos. Los llamó a los tres y muy pronto fue hecho el reparto, pues sólo tenía un molino,
un asno y un gato
Así fue como les dijo:
- Padre
-Hijos míos, como veo que se aproxima mi última hora, quiero repetirles lo que ya saben.
Los quiero mucho, y ustedes me han hecho muy feliz. No tengo mucho para darles, pero
algo les dejaré. Sean astutos e inteligentes, y saquen buen provecho de mi pobre
herencia.
-Narrador 2
De modo que ni hizo testamento ni llamó al notario que, seguramente se hubiera llevado
la mejor parte de sus escasos bienes.
-Narrador 1
Al mayor de sus hijos le dejó el molino, al segundo el asno y el tercero hubo de
conformarse con el gato.
Este último no podía resignarse de haber recibido tan pobre herencia.
-Hermano menor
- ¡Mis hermanos podrán ganarse la vida honradamente si saben aprovechar el legado
que les dejó mi padre, pero yo, después de matar al gato, comérmelo y hacerme una
chaqueta con la piel, que por cierto apenas me alcanzaría, no me quedarán más
recursos que morirme de hambre.!
-Narrador
El gato que oyó el monólogo del joven, se le puso delante y mirándolo con aire formal e
inteligente, le dijo:
-Gato
¡ No os aflijais, mi amo!
No teneis más que darme un saco, un par de botas para andar por las malezas y ya
vereis cómo no teneis tantos motivos para quejaros.
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Narrador
Aunque el joven molinero no ponía mucha fe en las palabras del gato, pensó que ya era
bastante sorprendente que un gato hablase, y eran tantas las habilidades que le había
visto desplegar para cazar ratas y ratones

Narrador
-como colgarse por las patas, o esconderse en la harina haciéndose el muerto-
Narrador
que no le pareció del todo descabellado tener en él un poco más de confianza, para ser
socorrido en su miseria.
Narrador
Cuando el gato recibió las botas, se las calzó dándose aires de importancia, y
echándose el saco a la espalda y los lazos al cuello, se encaminó resuelto a la quebrada
donde había gran cantidad de conejos. No sin antes decirle a su amo:
Gato
¡No os preocupeis, amo mío, yo me preocuparé por tu destino. Como dueño y señor mío,
yo te serviré fielmente! Hasta ahora, no hay empresas en las que no sea yo un
triunfador.
Narrador
El gato puso unas pocas semillas y unas hierbas muy verdes dentro del saco y, timbado
como si estuviera muerto, esperó que algún conejo joven, tierno y poco experimentado
se metiera en el saco para comerse lo que había adentro.
Narrador
El gato no tuvo mucho que esperar para ver satisfechos sus deseos pues en todas las
quebradas abundan los conejos necios.
Narrador
De pronto un conejo gordo y reluciente se metió en el saco y Maese Gato, tiró las
cuerdas y lo cogió en su trampa. En seguida lo mató sin misericordia exclamando:
Gato:
¡Mi primer conejo, con él comenzará una nueva vida para mi buen amo!
Narrador
Luego, orgulloso de su presa, se dirigió el gato, al palacio del rey y pidió permiso para
hablar con él.
Gato
¡Guardias de palacio! Avisen a su majestad, el rey, que necesito verlo. Anunciadme como
Maese el Gato o si quereis, como el Gato con Botas.
Guardia
Muy bien señor, así lo haré. Esperad un segundo que voy a anunciaros al rey.
Narrador:
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Lo condujeron a las habitaciones de su majestad, donde - después de hacer una

profunda reverencia dijo:
Gato:
¡Señor, he aquí un magnífico conejo de las tierras de mi señor, el Marqués de Carabás,
que me ha encargado ofreceros humildemente de su parte.
Rey:
Di a tu amo que acepto su obsequio y le quedo muy agradecido.
Narrador
El gato volvió a esconderse otra vez en un campo de trigo y cazó dos hermosas perdices
de la misma manera en la que cazó al conejo. Las agarro y se las llevó nuevamente a
palacio.
Gato:
Decidle al rey que tengo algo para él, de parte de mi amo.
Guardia
Acompañadme a sus aposentos
Narrador
Su majestad se mostro tan contento que dijo
Rey
Llevad a este gato a la cocina y dadle de comer y de beber. Quiero que su amo esté
seguro del buen trato que le damos aquí.
Narrador
El gato continuó durante dos o tres meses llevando de vez en cuando al rey presas
cazadas, según decía, en las tierras de su amo.
Narrador
Un día, el gato supo que el rey iría de paseo por la orilla del río con su hija, que era la
princesa más hermosa del mundo. Entonces Maese Gato dijo a su amo:
Gato
Señor, si quereis seguir mi consejo, teneis la fortuna asegurada. Lo único que debeis
hacer es ir a abañaros al río, en el lugar que yo os indicaré. Todo lo demás, corre por mi
cuenta.
Tened sólo presente que ya no sois el hijo del molinero, sino mi señor y amo, el Marqués
de Carabás.
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Hijo menor
Acepto someterme a tus indicaciones. Quiero ver qué sucederá. Además no debo dudar
de alguien que ha sabido cuidarme tan bien en este tiempo. Así es que voy a ir
Narrador.
Mientras se estaba bañando, he aquí que el rey y toda la corte que pasaba por ahí
cerca, se asustaron mucho oyendo gritar a voz en cuello:
Gato
¡Socorro! ¡Socorro! Que se ahoga mi señor el Marqués de Carabás.
Narrador
El rey sacó la cabeza por la ventanilla de la carroza y no vio a nadie más que al gato que
varias veces le había traído obsequios de caza. Entonces, y dirigiéndose a sus criados
les gritó
Rey
¡Criados, pajes y gentes de mi corte! Id en auxilio del señor Marqués de Carabás. Ese es
su gato, con quien me ha enviado, muchas veces, presas de caza de regalo.
Narrador
Mientras aquellos sacaban del agua al desgraciado marqués, el gato se acercó a la
carroza
Gato
Imaginaos, buen rey, que unos ladrones nos han asaltado y a mi amo le han robado
todos sus atuendos. A él no le ha quedado otro remedio que refugiarse en las aguas.
Narrador
En realidad, el astuto del gato los había escondido debajo de unas rocas.
Narrador
El rey actuó rapidamente y se dirigió a sus oficiales
Rey
Id a toda velocidad a palacio y traedle uno de mis mejores trajes a este respetable
caballero.
Narrador
Mientras tanto, el hijo del molinero había sido sacado del agua y esperaba escondido
entre las hierbas de la ribera.
Narrador
Cuando estuvo vestido, ofreció un aspecto tan elegante (pues el molinero era guapo y
esbelto) que la hija del rey lo encontró de su agrado y éste, lo recibió gentilmente.
Narrador
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Apenas el Marqués de Carabás le dirigió a la princesa dos miradas tiernas y

respetuosas, ella se enamoró locamente de él. Y el rey le habló
Rey
Venid con nosotros en la carroza, daremos un paseo. Será un placer y un honor contar
con vuestra compañía.
Narrador
El gato estaba loco de contento al ver que sus planes marchaban tan bien. Y con aquella
alegría se adelantó a la carroza tomándole mucha ventaja.
Encontró a unos campesinos que trabajaban en un potrero y les dijo
Gato
Buenas gentes, el rey va a pasar muy pronto por aquí, y si no le decís que este campo
es de mi señor el Marqués de Carabás, os mandaré a trinchar y cortar a todos hasta
dejaros como picadillo.
Campesinos
Muy bien, señor, no se preocupe, no queremos que nos pase nada. Diremos lo que
quiera. Tranquilo su señoría
Narrador
Al acercarse el rey a esos potreros con un sembrado precioso, preguntó
Rey
¿A quiénes pertenecen estos terrenos? ¿Quiénes cultivan de tan buena manera estas
tierras?
Campesinos
¡Al Marqués de Carabás! , su Majestad
Rey
Marqués, poseeis unas tierras magníficas
Marqués
Sí señor, no es un mal prado. Todos los años rinde con abundancia.
Narrador
Luego llegó Maese Gato a un campo de trigo donde los campesinos estaban cegando.
Se les acercó y les dijo
Gato
Hoy pasará el rey, y si no decís que este campo de trigo pertenece a mi señor, el
Marqués de Carabás, os haré cortar a todos hasta convertiros en picadillos.

Narrador
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El rey pasó por ahí un momento después y quizo saber a quien pertenecía el trigo que
cosechaban.
Rey
¿Decidme buenas gentes, de quien son estos potreros tan bien cuidados?
Campesinos
Pertenecen al Marqués de Carabás
Narrador
Nuevamente el rey felicitó al marqués.
Rey
¡Pero hombre, qué buenos terrenos posee usted!
Narrador
Siguieron andando y el gato, que iba delante decía lo mismo a todos los que encontraba.
Y el rey se quedó asombrado de la gran hacienda del Marqués de Carabás.
Narrador
He aquí que Maese Gato llegó a un gran castillo habitado por un ogro riquísimo, a quien
pertenecían todas las tierras por las cuales el rey acababa de pasar.
El gato, que tuvo el cuidado de informarse quien era este ogro y de sus habilidades,
solicitó hablar con él diciendo a los criados del ogro
Gato
Señores, no he querido pasar cerca del castillo de vuestro amo sin pasar a ofrecerle mis
más sentidos respetos.
Narrador
El ogro salió entonces a la puerta a recibir al viajero, con la cortesía de que es capaz un
ogro, le dijo
Ogro
Os ruego, que vengais a descansar en mis aposentos. Si teneis hambre, os daremos de
comer
Gato
Gracias señor, en países lejanos ha llegado a mis oídos la fama de las extraordinarias
dotes de vuestra persona, especialmente en la virtud que teneis para transformaros a
voluntad en una bestia o en una fiera. Como por ejemplo en león o en elefante
Ogro
No os han dicho nada más que la verdad. Y para que no os quede la menor duda, ahora
mismo me convertiré en un león
Narrador
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Así lo hizo y el gato se espantó tanto que saltó al tejado y se escondió en el canalón.
Medida, ésta, un poco peligrosa a causa de las botas, que no eran lo bastante
apropiadas para andar por las tejas.
Por fin viendo que el ogro había vuelto a su forma primitiva, bajó tímidamente del tejado,
y confesó que había pasado mucho miedo.
Gato
Pero señor, también me han asegurado, y apenas puedo creerlo que poseeis además el
poder de convertiros en un animalito. En rata o ratón, por ejemplo. Os confieso que por
mi parte, lo creo imposible
Ogro
¡Imposible! Ahora vais a ver
Narrador
Inmediatamente desapareció el ogro de la vista del gato que no vio más que un ratón
que corría por el suelo
Apenas pudo, se arrojó sobre él y se lo comió.
Gato
¡Qué banquete que me he dado! Ahora sí que todo será para mi señor y amo.
Narrador
Entre tanto, el rey pasaba por delante del castillo y le asaltaron unos deseos irresistibles
de visitarlo.
Narrador
Al oír el gato los ruidos de las ruedad de la carroza, corrió a su encuentro y desde la
puerta saludó gritando:
Gato
¡Bienvenido señor al castillo del Marqués de Carabás!
Rey
¡Cómo, también el castillo es vuestro! En verdad, marqués, no he visto nada tan
espléndido como este patio y estas construcciones. Entremos os lo ruego.
Gato y Marqués
¡Pero no faltaba más! Será un placer.
Narrador.
El marqués ayudó a la princesa a bajar de la carroza, sin decir palabra, y, apartándose
para que el rey pasara adelante, pues había adquirido todas las maneras cortesanas,
siguió a su majestad. Llegaron una gran sala donde esperaba un magnífico almuerzo,
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que habían preparado para el ogro y sus invitados, pero que éstos no habían alcanzado
a aprovechar.
Narrador
Encantado el rey de las excelentes prendas del Marqués de Carabás, y dándose cuenta
que su hija estaba igualmente prendada de tan augusto caballero, dice
Rey
Marques, poseeis grandes bienes, estais en las cercanías de mis tierras, sois una
agradable persona y mi hija parece estar de acuerdo conmigo.
Marqués
¡Qué decís, majestad! Soy un fiel servidor suyo y un ferviente admirador de vuestra hija
Rey
Sólo de vos depende, marqués, el que seais mi yerno
Marqués
Acepto el honor que haceis conmigo, al concederme la mano de vuestra hija.
Narrador
Con grandes reverencias, el marqués aceptó el honor que le hacía el rey y ese mismo
día se casó con la princesa.
En cuanto al gato se convirtió en un personaje de importancia y ya no tuvo necesidad de
correr tras los ratones sino cuando quería divertirse.