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“En 2017 han muerto en Bogotá 36 ciclistas; uno de los últimos, Gerardo Romero,
fue arrollado por un carro particular subiendo a Los Patios, vía La Calera.”
Así comienza el texto; en el cual se hace una crítica sobre los aspectos a tomar en
cuenta en las vías de Bogotá; la mala administración que tiene el alcalde al invertir
en más ciclorutas pero no se tienen en cuenta las normas para poder construir estas
e ir en pro de la movilidad de Bogotá; así mismo tenemos también que al construir
tantas vías para los ciclistas, se tiene una mayor congestión para los vehículos de
transporte masivo, y aumenta la demanda de transmilenio en el cual el alcalde tiene
intereses propios, lo cual conlleva a que haya mayor contaminación, tanto ambiental
como auditiva. Por otra parte, a pesar de que la bicicleta es un medio de transporte
no contaminante, las vías no tienen el suficiente espacio para que puedan transitar
tanto automóviles como ciclistas. El alcalde está de acuerdo con que los ciclistas
sean la prioridad en la vía, pero eso amenaza con la libre circulación de automóviles.
Como dice en el texto “La vía a La Calera se ha vuelto una prolongación de la ciclo
vía los domingos. Miles de ciudadanos suben jadeantes y bajan desenfrenados.”
Estos tienes todo el derecho de circular por estas vías, pero tienen un deber, el que
es respetar las señales y normas de tránsito, las personas tienen que pensar que
no son las únicas usando la carretera, que hay diferentes medios de transporte que
también circulan por la vía. Si los ciclistas y los conductores, no son capaces de
respetar las normas que se tienen, terminaran como en la película “La muerte de un
ciclista” todo el mundo muerto, por no ser tolerantes y ser capaces de respetar las
diferencias y las normas de tránsito, se deben exigir normas para los ciclistas.
Reconciliación concreta
“Las cosas están cambiando: ahora estoy una lista distinta, la de los miles de
ciudadanos que recibimos al papa en el aeropuerto militar de Catam. Un honor
sumado al privilegio de verlo de cerca. Bondadoso, alegre, atento, inteligente.
Confieso que me emocionó sentir de lejos su humanidad. Su carisma transmite la
poderosa energía que la atención de medio mundo pone sobre él. Yo no había visto
ningún papa, ni me interesaba. Pero a Francisco lo tengo como uno de mis maestros
políticos, un tema que en el fondo considero espiritual.”
La llegada del papa Francisco a Colombia, fue una de las cosas más habladas del
2017; ya que unos estaban en contra de que se llevará acabo esto, porque ese
dinero que se invertía, se podía “invertir en distintas cosas para mejorar el país”; y
otras personas estaban de acuerdo con la visita del papa, ya que esto ayudaría con
el proceso de paz que se estaba viviendo en Colombia; se decía que esa
“Bendición” ayudaba a que Colombia se perdonará. El caso del escritor Alfredo
Molano es del que estaba de acuerdo con su llegada, estaba emocionado, tras ya
haber visto como cinco papas han subido a sus aposentos, en los que su memoria
los ve como los opositores a una paz anhelada en el mundo, los ve como los
conservadores que siempre están contra la libertad, que no dejan que las personas
se expresen y peor aún se ve una revolución teológica con la cuál aumento más ese
conservatismo hacia las fuerzas del capitalismo y el consumismo. Con lo que ha
dejado marcas en las distintas épocas del mundo, que han marcado la historia.
Pero ha llegado un nuevo papa, un papa que dice “¿Qué energía es capaz de frenar
esa poderosa fuerza que destruye la vida para producir, y produce para botar a la
basura, y que de paso se carga cuanto valor se topa?”; un papa que ha venido a
cambiar el pensamiento de las personas, que fue hasta Villavicencio donde los
efectos de la guerra han sido más grandes y ha ayudado a que sus habitantes se
perdonen y perdonen el pasado que se ha vivido allí. Se llenó de paz la llanura
aunque fuera por un instante para lograr la reconciliación con su pasado, y dejar la
guerra y el odio como solo un mal recuerdo.