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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

UNIDAD DE POST-GRADO

Efectos del bienestar espiritual sobre la resiliencia en


estudiantes universitarios de Argentina, Bolivia, Perú y
República Dominicana

TESIS
Para optar el Grado Académico de Doctor en Psicología

AUTOR
Ana Cecilia Salgado Lévano

ASESOR
Dr. Carlos Arenas Iparraguirre

Lima-Perú
2012
A Dios Padre, rico en bondad y misericordia infinita.

A Nuestro Señor Jesús, compañero a lo largo de toda mi vida, en la

alegría y en el dolor, siempre fiel, siempre bueno, siempre amigo.

A Dios Espíritu Santo, dador de todos los dones, fuente de

inspiración.

Y a Nuestra Dulce Madre María, Mediadora de todas las gracias,

a la Llama de Amor de Su Inmaculado Corazón lleno de

dulzura y ternura.

II
Mi inmenso amor por mis seres más queridos:

Mi madre Celeste, el ser más dulce que hay sobre la tierra, sabia,

llena de fe y alegría, siempre confiando en el Poder y la Misericordia

de Dios.

Mi hija Cathy, mi princesa, mi razón para no detenerme y siempre

avanzar.

A mi hermanita Claudita, tesoro de bondad y nobleza, siempre mi

pequeña.

A mi esposo Alberto, fiel compañero, juntos uno al lado del otro.

A mi cuñado, Luis Manuel, bueno y generoso.

A mi padre José, mi buen Pepe, mi fuente de motivación, de lucha,

que siempre me inspiro a seguir aún en medio del cansancio, y

a mi hermana Carito, ellos desde el cielo también están conmigo,

acompañándome, intercediendo con sus oraciones por mi y cada

uno de nosotros, siempre unidos, todos como una gran familia, que

se entrelaza entre el cielo y la tierra con el gran tesoro que es

nuestra fe en Dios y Nuestra Madre María.

III
AGRADECIMIENTOS

Deseo expresar mi profundo agradecimiento a Dios, artífice de mi vida por

ser fuente de permanente amor, dador misericordioso, fiel, siempre

presente y siempre disponible. Y a Nuestra Dulce Madre Santísima la

Virgen María, por estar siempre a mi lado, en todo momento, guiándome

a cada instante y levantándome cada vez que tropiezo, socorriéndome en

todas mis necesidades, intercediendo por mí ante su Hijo Jesús, Mi

Señor.

A mi querida familia, por su amor, ternura y alegría, por ser mi soporte en

los tiempos difíciles, me siento feliz de pertenecer a la familia que Dios me

ha querido dar, entre el cielo y la tierra, siempre unidos, mi papito “José” y

mi hermana “Carito” en el cielo y por otro lado, mi mamita “Celeste”, mi

hermanita “Claudita”, mi hijita “Cathy”, mi esposo “Albertito” y mi cuñado

“Luisito” en la tierra, gracias a todos ellos, porque sin ellos no sería lo que

soy. Gracias especialmente por amarme tanto.

A mis amigas queridas, mis grandes amigas de los países investigados,

quienes con tanto amor, generosidad, cariño, dedicación, entrega y total

desinterés decidieron apoyarme en la adaptación cultural de los

instrumentos, así como en la aplicación y vaciado de datos de los

instrumentos, a Bianca Nathalia Melo Ballast de República Dominicana, a

IV
Patricia Patzi Mejía de Bolivia, y Eliana Lia Pesaola y Florencia Sancho

Juane de Argentina. Mi gratitud por siempre.

También deseo expresar mi agradecimiento muy sentido a mi gran amiga

personal Margot Elena Pérez Cano (Colombia), quien estuvo a mi lado

desde un inicio. Y a mi querida amiga Mirian Grimaldo Muchotrigo, quien

me apoyo en la adaptación cultural en Perú y además creyó en mí.

A mis grandes amigas María Julia Espinoza y Zorayda Ibazeta, mi cariño

especial por ser mis compañeras en la vida, siempre unidas

espiritualmente en la oración.

Mi gratitud y reconocimiento al Dr. Armando Rivera-Ledesma y la Dra.

María Montero-López Lena (México), así como a la Mag. Beatriz Sánchez

Herrera (Colombia) quienes no dudaron en apoyarme, orientarme y

asesorarme, dándole un impulso importante a mi investigación.

Gracias a las autoridades de las universidades nacionales investigadas,

quienes permitieron la aplicación de los instrumentos a las muestras

seleccionadas. Gracias a mi Asesor, mi querido Profesor, el Dr. Carlos

Arenas Iparraguirre quien ha sido un importante soporte en mi

investigación. Gracias también a mi querido Profesor, el Dr. Luis Vicuña

Peri, siempre acertado, dándome luces con sus sabias sugerencias.

V
Especialmente también deseo agradecer al Dr. Reynaldo Alarcón, por

quien siento un profundo cariño, aprecio y admiración.

Gracias también a mi querida hijita Cathy, quien con tanta paciencia y

disponibilidad me ayudo a construir las figuras. Gracias igualmente a

todos los estudiantes que libremente decidieron responder cada uno de

los instrumentos en los países involucrados en este estudio.

Finalmente, quiero expresar mi profundo agradecimiento a todos aquellos

que forman parte de mi vida, a todos aquellos que nutren mi existencia a

través de la fe en Dios que compartimos, también en el trabajo, el estudio

y la amistad.

Por siempre gracias……

VI
INDICE GENERAL

Pág.

DEDICATORIA II

AGRADECIMIENTOS IV

INDICE GENERAL VII

INDICE DE TABLAS IX

INDICE DE FIGURAS XV

RESUMEN Y PALABRAS CLAVES XVII

ABSTRACT Y KEY WORDS XVIII

INTRODUCCIÓN 19

CAPÍTULO I: PROBLEMA 23

1.1 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 23

1.2. JUSTIFICACIÓN 36

1.3. OBJETIVOS 40

CAPITULO II: MARCO TEÓRICO 43

2.1. ANTECEDENTES 43

2.2. BASES TEÓRICAS DEL ESTUDIO 55

2.2.1. RESILIENCIA 55

2.2.2. BIENESTAR ESPIRITUAL 134

2.2.3. BIENESTAR ESPIRITUAL Y RESILIENCIA 236

2.2.4. CULTURA 250

2.3. HIPOTESIS 279

2.4. DEFINICION DE VARIABLES Y CONCEPTOS 280

VII
Pág.

CAPITULO III: MÉTODO 281

3.1. TIPO DE INVESTIGACIÓN Y DISEÑO 281

3.2. POBLACIÓN Y MUESTRA 284

3.3. INSTRUMENTOS Y MATERIALES 289

3.4. PROCEDIMIENTO 356

CAPITULO IV: ANALISIS DE DATOS Y RESULTADOS 370

4.1. ANALISIS DESCRIPTIVO 371

4.2. ANALISIS CENTRADO EN LA ESTRUCTURA 374

4.3. ANALISIS CENTRADO EN EL NIVEL 399

4.4.ANALISIS COMPLEMENTARIO 405

CAPITULO V: INTERPRETACION Y DISCUSION DE LOS 410

RESULTADOS

CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS 453

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ANEXOS

VIII
INDICE DE TABLAS

Pág.
Tabla 1 Factores Multicausales de la adversidad 119

Tabla 2 Investigaciones de resiliencia, según grupos 132


muestrales
Tabla 3 Relación entre la Religión, Religiosidad, 221
Espiritualidad y Bienestar espiritual con variables
asociadas
Tabla 4 Distribución muestral según país de procedencia 287
Tabla 5 Distribución muestral según género y país de 287
procedencia
Tabla 6 Distribución muestral según condición laboral y 288
país de procedencia
Tabla 7 Distribución muestral según religión y país de 289
procedencia
Tabla 8 Adaptación Cultural de la Sub-Escala de 296
Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar
Espiritual en los cuatro países evaluados
Tabla 9 Correlación ítem-test de la Dimensión Religiosa de 301
la Escala de Bienestar Espiritual en los países
evaluados
Tabla 10 Análisis factorial de la Dimensión religiosa del la 303
Escala de Bienestar Espiritual en todos los países
evaluados
Tabla 11 Matriz de componentes rotados de la Dimensión 303
Religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual en
todos los países evaluados

IX
Pág.
Tabla 12 Análisis factorial de la Dimensión religiosa de la 305
Escala de Bienestar Espiritual en Argentina
Tabla 13 Matriz de componentes rotados de la Dimensión 306
religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual en
Argentina
Tabla 14 Análisis factorial de la Dimensión religiosa de la 307
Escala de Bienestar Espiritual en Bolivia
Tabla 15 Matriz de Componentes rotados de la Dimensión 308
religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual en
Bolivia
Tabla 16 Análisis Factorial de la Dimensión religiosa de la 309
Escala de Bienestar Espiritual en República
Dominicana
Tabla 17 Matriz de componentes rotados de la Dimensión 310
religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual en
República Dominicana
Tabla 18 Análisis Factorial de la Dimensión religiosa de la 311
Escala de Bienestar Espiritual en Perú
Tabla 19 Matriz de componentes rotados de la Dimensión 312
religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual en
Perú
Tabla 20 Resumen del Análisis Factorial de la Dimensión 313
religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual en los
países evaluados
Tabla 21 Resumen de los ítems de la Dimensión religiosa 314
de la Escala de Bienestar espiritual según factores
y países evaluados
Tabla 22 Resumen de la Confiabilidad de la Dimensión 315
religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual por
país y a nivel general

X
Pág.
Tabla 23 Organización de la Escala de Resiliencia, según 319
componentes e ítems
Tabla 24 Adaptación Cultural de la Escala de Resiliencia en 328
los cuatro países evaluados
Tabla 25 Correlación ítem-test de la versión adaptada de 334
la Escala de Resiliencia en los países evaluados
Tabla 26 Correlación ítem-test de la versión adaptada de la 336
Escala de Resiliencia, eliminando cinco ítems en
los países evaluados
Tabla 27 Análisis factorial de la Escala de Resiliencia en 338
todos los países evaluados
Tabla 28 Matriz de componentes rotados de la Escala de 339
Resiliencia en los países evaluados
Tabla 29 Análisis Factorial de la Escala de Resiliencia en 342
Argentina
Tabla 30 Matriz de componentes rotados de la Escala de 343
Resiliencia en Argentina
Tabla 31 Análisis Factorial de la Escala de Resiliencia en 344
Bolivia
Tabla 32 Matriz de componentes rotados de la Escala de 346
Resiliencia en Bolivia
Tabla 33 Análisis Factorial de la Escala de Resiliencia en 347
Republica Dominicana
Tabla 34 Matriz de componentes rotados de la Escala de 349
Resiliencia en República Dominicana
Tabla 35 Análisis Factorial de la Escala de Resiliencia en 350
Perú
Tabla 36 Matriz de componentes rotados de la Escala de 352
Resiliencia en Perú
Tabla 37 Resumen del Análisis Factorial de la Escala de 353
Resiliencia en los países evaluados

XI
Pág.
Tabla 38 Resumen de las diferencias teóricas y empíricas 354
de los ítems que conforman los factores de la
Escala de Resiliencia según países evaluados
Tabla 39 Resumen de ítems no coincidentes con la 355
propuesta teórica de la Escala de Resiliencia,
según país de procedencia
Tabla 40 Resumen de la Confiabilidad de la Escala de 355
Resiliencia en los países evaluados
Tabla 41 Distribución muestral del Estudio Piloto, según 360
género, edad, religión y país de procedencia
Tabla 42 Estadísticos descriptivos según variables y país de 372
procedencia
Tabla 43 Prueba de normalidad estadística de Kolmogorov- 373
Smirnov para la Escala de Resiliencia y la
Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar
Espiritual
Tabla 44 Relación entre la dimensión religiosa del bienestar 376
espiritual y la resiliencia en los países evaluados
Tabla 45 Bondad de ajuste del modelo en Bolivia 378
Tabla 46 Análisis de varianza del modelo en Bolivia 378
Tabla 47 Coeficientes B y Prueba t de significancia en 378
Bolivia
Tabla 48 Bondad de ajuste del modelo en República 380
Dominicana
Tabla 49 Análisis de varianza del modelo en República 380
Dominicana
Tabla 50 Coeficientes B y prueba t de significancia en 381
República Dominicana
Tabla 51 Niveles de resiliencia en general, en los países 383
evaluados

XII
Pág.
Tabla 52 Niveles del Factor de Competencia personal de la 383
Resiliencia, en los países evaluados
Tabla 53 Niveles del Factor de Aceptación de uno mismo y 384
de la vida de la Resiliencia, en los países
evaluados
Tabla 54 Niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar 385
espiritual en los países evaluados
Tabla 55 Asociación entre los niveles de la dimensión 387
religiosa del bienestar espiritual y los niveles de
resiliencia, según país de procedencia
Tabla 56 Asociación entre los niveles de la dimensión 389
religiosa del bienestar espiritual y los niveles de
resiliencia en los países evaluados
Tabla 57 Asociación entre los niveles de la dimensión 392
religiosa del bienestar espiritual y los niveles de
competencia personal de la resiliencia, según país
de procedencia
Tabla 58 Asociación entre los niveles de la dimensión 394
religiosa del bienestar espiritual y los niveles de
competencia personal de la resiliencia en los
países evaluados
Tabla 59 Asociación entre los niveles de la dimensión 397
religiosa del bienestar espiritual y los niveles de
aceptación de uno mismo y de la vida de la
resiliencia, según país de procedencia
Tabla 60 Asociación entre los niveles de la Dimensión 399
religiosa del Bienestar espiritual y los niveles de
Aceptación de uno mismo y de la vida de la
resiliencia en los países evaluados
Tabla 61 Diferencias en la resiliencia, según género, 401
condición laboral, religión y país de procedencia

XIII
Pág.
Tabla 62 Diferencias en la Dimensión religiosa del Bienestar 404
espiritual según género, condición laboral, religión
y país de procedencia
Tabla 63 Asociación entre Religión y condición de 405
practicante en los países evaluados

XIV
INDICE DE FIGURAS

Pág.
Figura 1 Construcción de la resiliencia según Vanistendael 82
y Lecomte
Figura 2 Construcción de la resiliencia según Sagor 85

Figura 3 Factores Protectores Internos que constituyen el 99


perfil de la persona resiliente
Figura 4 Persona, resiliencia y adversidad 115

Figura 5 Dimensiones de la espiritualidad 178

Figura 6 Características principales de la espiritualidad 189

Figura 7 Relaciones conceptuales entre la Espiritualidad, 226


Bienestar espiritual, Religión y Religiosidad
Figura 8 La espiritualidad como concepto macro que 230
engloba a la religiosidad
Figura 9 La religiosidad como concepto macro que engloba 230
a la espiritualidad
Figura 10 Punto de encuentro entre la espiritualidad y la 231
religiosidad
Figura 11 Factores de Espiritualidad/Bienestar Espiritual que 243
favorecen la Resiliencia
Figura 12 Los 3 niveles de programación mental 253

Figura 13 Diseño de Diferencias Psicológicas con Enfoque 283


émico-ético a nivel transcultural

XV
Pág.

Figura 14 Aplicación de las etapas del Enfoque Émico/Ético 369

al presente estudio

Figura 15 Influencia de la Dimensión Religiosa del Bienestar 379


Espiritual sobre la Resiliencia en estudiantes de
Bolivia
Figura 16 Influencia de la Dimensión Religiosa del Bienestar 381
Espiritual sobre la Resiliencia en estudiantes de
República Dominicana
Figura 17 Perfil de la dimensión religiosa del bienestar 406
espiritual en Argentina, Bolivia, República
Dominicana y Perú
Figura 18 Perfil de Resiliencia en Argentina, Bolivia, 407
República Dominicana y Perú
Figura 19 Perfil del Factor de Competencia personal de la 408
Resiliencia en Argentina, Bolivia, República
Dominicana y Perú
Figura 20 Perfil del Factor de Aceptación de uno mismo y de 409
la vida de la Resiliencia en Argentina, Bolivia,
República Dominicana y Perú

XVI
RESUMEN

Los objetivos del presente estudio fueron (1) determinar el impacto que la cultura
ejerce en el efecto de la dimensión religiosa del bienestar espiritual sobre la
resiliencia en estudiantes de Psicología de universidades nacionales de cuatro
países latinoamericanos; (2) establecer la asociación que existe entre los niveles
de las variables estudiadas; (3) comparar la resiliencia entre estudiantes de
Psicología de universidades nacionales, según género, condición laboral,
religión y país de procedencia y (4) comparar la dimensión religiosa del bienestar
espiritual según los mismos criterios. La muestra estuvo conformada por 308
estudiantes varones y mujeres que cursaban el primer año en las Facultades de
Psicología de las universidades nacionales de zonas urbanas de Argentina (82),
República Dominicana (79), Perú (74) y Bolivia (73) seleccionados a través de un
muestreo de conveniencia en cada país. Es un estudio transcultural con un
diseño de diferencias psicológicas con enfoque émico-ético. Como instrumentos
se utilizaron la Sub-Escala de la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar
Espiritual de Paloutzian y Ellison y la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young.

Entre los principales resultados se encontró que (1) La cultura ejerce un impacto
en el efecto de la dimensión religiosa del bienestar espiritual sobre la resiliencia,
específicamente en los estudiantes de Psicología de las universidades
nacionales de República Dominicana y Bolivia. Mientras que en los estudiantes
de Perú y Argentina no se halló ninguna relación. (2) Se halló que existe
asociación significativa entre los niveles de la dimensión religiosa del bienestar
espiritual y los niveles de resiliencia (con sus respectivos factores de
competencia personal y aceptación de uno mismo y de la vida) en los
estudiantes de Psicología de las universidades nacionales de Bolivia y República
Dominicana. Mientras que en los estudiantes de Perú y Argentina no se halló
dicha asociación. (3) No existen diferencias significativas en la resiliencia, según
género, condición laboral y religión. Sin embargo, según país de procedencia si
se hallaron, donde el mayor promedio se observó en República Dominicana, en
segundo lugar en Perú, en tercer lugar en Bolivia y en último lugar, en
Argentina. (4) Existen diferencias significativas en la dimensión religiosa del
bienestar espiritual según género, donde las estudiantes mujeres presentan
mayores niveles que los estudiantes varones; según condición laboral, donde los
que trabajan y estudian al mismo tiempo presentan mayores niveles que los que
solo estudian; según religión, los estudiantes no católicos presentan mayores
niveles que los católicos; y por último, según país de procedencia, donde los
estudiantes de República Dominicana presentan el mayor bienestar espiritual en
la dimensión religiosa, en segundo lugar Bolivia, en tercer lugar Perú y en último
lugar, los estudiantes de Argentina.

Palabras Claves: Bienestar espiritual, Bienestar religioso, Estudiantes,


Latinoamérica, Psicología, Resiliencia, Transculturalidad, Universidad nacional.

XVII
ABSTRACT

The objectives of this study were (1) to determine the impact that culture has on
the effect of the religious dimension of the spiritual well being on resilience in
psychology students from national universities from four Latin American
countries, (2) to establish the association between levels of the variables studied,
(3) to compare the resilience between psychology students from national
universities, by gender, employment status, religion and country of origin, and (4)
to compare the religious dimension of spiritual well being according to the same
criteria. The sample consisted of 308 male and female students who were in the
first year at the Faculty of Psychology of national universities in urban areas of
Argentina (82), República Dominicana (79), Perú (74) and Bolivia (73) selected
through convenience sampling in each country. It is a trans-cultural study with a
design of psychological differences with emic-ethical approach. As instruments
were used Subscale Religious Dimension of Scale of Spiritual well being of
Paloutzian and Ellison and Scale of Resilience of Wagnild and Young.

Among the main results, there were found that (1) Culture has an impact on the
effect of the religious dimension of spiritual well being on resilience, specifically in
psychology students of national universities in the República Dominicana and
Bolivia. While students in Perú and Argentina, there was not found a relationship.
(2) It was found a significant association between the levels of the religious
dimension of spiritual well being and the levels of resilience (with their respective
factors of personal competence and acceptance of self and life) in psychology
students from national universities of Bolivia and República Dominicana. While
this association was no found in students of Perú and Argentina. (3) There are no
significant differences in resilience, by gender, employment status and religion.
However, by country of origin, there were found differences, there was the
highest average in the República Dominicana, second in Perú, third in Bolivia and
at the bottom in Argentina. (4) There are significant differences in the religious
dimension of spiritual well-being by gender, where female students have higher
levels than male students; according to employment status, where those who
work and study at the same time have higher levels than those who only study;
as religion, non-catholic students have higher levels than catholics; and finally, by
country of origin, where students from the República Dominicana have the
highest spiritual well-being in the religious dimension, secondly Bolivia, Perú
thirdly and finally, students from Argentina.

Key words: Spiritual Well-being, Religious Well-being, Students, Latin America,


Psychology, Resilience, Transculturality, National university.

XVIII
INTRODUCCIÓN

La Psicología de la Religión y la Espiritualidad, como rama de la

Psicología hace referencia a las experiencias y formas de participación

religiosa, creencias y prácticas espiritual-religiosa, el afrontamiento

religioso, la conversión y la fe (Yoffe, 2007. Citado en Quiceno & Vinaccia,

2009) desde el punto de vista psicológico.

El mayor interés científico por la espiritualidad, se ha evidenciado

desde mediados del siglo XX (Rodríguez, Fernández, Pérez & Noriega,

2011) y se ha visto respaldado por un creciente número de

investigaciones empíricas que sustentan su innegable importancia para

comprender a cabalidad al ser humano. Kreitzer (2012) afirma que la

espiritualidad afecta a todos los aspectos del bienestar.

Es innegable la trascendencia actual que representa este campo

de trabajo para la ciencia. Sin embargo, a pesar que el bienestar

espiritual y variables asociadas al campo de la espiritualidad despiertan

un creciente interés en la ciencia, estas han sido muy poco abordadas por

los psicólogos.

Al respecto, Quiceno y Vinaccia (2009) señalan que es bien

conocido que en los últimos treinta años existe un sinnúmero de

investigaciones en el campo de la salud desde una perspectiva de la

Psicología de la religión y la espiritualidad, sin embargo, éstas han sido


20

llevadas a cabo principalmente por médicos psiquiatras, enfermeras y

trabajadores sociales, con una menor presencia de psicólogos.

Unido a lo anterior, de las pocas investigaciones desarrolladas por

los psicólogos, la mayoría de éstas han sido realizadas en países

anglosajones (Rivera, 2007; Quiceno & Vinaccia, 2009). Existiendo una

escasa investigación empírica sobre el tema en América Latina, a pesar

de la importancia histórica y cultural de la religión y la espiritualidad en las

poblaciones hispanoparlantes (Quiceno & Vinaccia, 2009).

A pesar del entonces marcado interés que existe en este campo de

parte de la comunidad científica para abordar variables ligadas a la fe, el

afrontamiento religioso, la convicción espiritual, el bienestar espiritual; aún

en nuestros países latinoamericanos pervive la falta de visión, prejuicios

sobre el tema, rechazos, entre otros. Como afirma Mitka (1998) en el

mundo académico la espiritualidad es una variable de la que se ha

preferido no hablar (Citado en Rivera, 2007).

En tal sentido, creemos que es importante, que nosotros, desde

nuestras propias realidades, superemos esos prejuicios, y tan igual como

en los países más desarrollados, empecemos a abordar, las variables

propias de la Psicología de la Religión y la Espiritualidad, para seguir

aportando, no cabe duda, desde nuestra idiosincrasia, nuestras formas de

vida y nuestra visión del mundo, al estudio de estas complejas variables.


21

Particularmente nos interesa, conocer la relación que existe entre

el bienestar espiritual y la resiliencia. Como se sabe, el concepto de

resiliencia ha marcado un antes y un después en las teorías de desarrollo

humano, rompiendo el paradigma que era insuperable bajo ciertas

condiciones superar la adversidad; y muy por el contrario nos ha abierto

una mirada de esperanza y optimismo, basada en un cúmulo

impresionante de investigaciones, que revelan, sin lugar a dudas, que el

ser humano es resiliente.

En este marco, nos planteamos como problemas de investigación,

en primer lugar ¿Qué impacto ejerce la cultura en el efecto de la

dimensión religiosa del bienestar espiritual sobre la resiliencia, en

estudiantes de Psicología de universidades nacionales de Argentina,

Bolivia, Perú y República Dominicana, medido a través de sus

semejanzas a nivel ético y diferencias a nivel émico?. Como segundo

problema, ¿Qué asociación existe entre los niveles de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual y los niveles de resiliencia en estudiantes

de Psicología de universidades nacionales de Argentina, Bolivia, Perú y

República Dominicana? Como tercer problema, ¿Qué diferencias existen

en la resiliencia entre estudiantes de Psicología de universidades

nacionales según género, condición laboral, religión y país de

procedencia? Y el cuarto problema ¿Qué diferencias existen en la

dimensión religiosa del bienestar espiritual entre estudiantes de


22

Psicología de universidades nacionales según género, condición laboral,

religión y país de procedencia?

Siendo un estudio transcultural se utilizó un diseño de diferencias

psicológicas con enfoque émico-ético. Para responder a los problemas

planteados, y cumpliendo con los requisitos metodológicos que se

requieren en las investigaciones transculturales, se procedió a realizar las

adaptaciones culturales de los instrumentos de medición para los países

involucrados, en las cuales se investigó sus propiedades psicométricas,

hallándose tanto la validez y la confiabilidad en cada país, y en general en

los cuatro países. Después de lo cual, se paso a responder a los

problemas de investigación.

La relevancia del presente estudio reside en conocer cómo afecta

la dimensión religiosa del bienestar espiritual la resiliencia en los

estudiantes de Psicología, que en pocos años, tendrán la responsabilidad

de ser agentes de cambio, investidos de nuevos conocimientos y nuevas

estrategias metodológicas, pero que al igual que todos, tendrán que

enfrentarse a la riqueza y complejidad del ser humano, donde una área

vital y trascendente es su espiritualidad.

Dadas las características del mundo globalizado, los

requerimientos que existen, y el escaso cuerpo de conocimientos que

existe sobre el campo de la Psicología de la Religión y la Espiritualidad en


23

países latinoamericanos, creemos que es importante conocer nuestras

propias realidades, para contribuir con nuevos conocimientos científicos

tanto a nivel ético como émico, tanto de la resiliencia como del bienestar

espiritual, intentando de este modo desterrar la adopción de modelos de

países anglosajones, -que a pesar de su riqueza- no siempre

corresponden a la realidad propia de Latinoamérica.

Somos conscientes que a pesar del creciente interés de la ciencia

en el campo de la Psicología de la Religión y Espiritualidad, y de la

Psicología Positiva, donde residen las variables de estudio de la presente

investigación, queda mucho camino por recorrer, ya que no existen

teorías rigurosas, por lo que su estatus epistemológico es incipiente, ese

es el reto, ese es el desafío que habremos de enfrentar.

CAPÍTULO I: PROBLEMA

1.1 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

En la actualidad vivimos en una sociedad que se caracteriza por un

alto desarrollo tecnológico y grandes avances en la ciencia, pero

paralelamente por un gran vacio existencial, carencias afectivas, falta de

amor y de compañía. Es público que los problemas de mayor prevalencia

a nivel mundial son la ansiedad, la depresión y un inevitable estrés que

forma parte de la vida, desde edades muy tempranas.


24

El fuerte énfasis en el logro, la acumulación y la independencia han

resultado en un mayor desapego, soledad, vacío y descontento. Los lazos

familiares, la pertenencia a la comunidad y el vínculo social han sufrido

enormemente (Abi-Hashem, 2001. Citado en Martínez Martí, 2006).

Este último cuarto de siglo ha estado marcado por notables

descubrimientos y progresos científicos, muchos países han salido del

subdesarrollo y el nivel de vida ha continuado su progresión con ritmos

muy diferentes según los países. Y, sin embargo, un sentimiento de

desencanto parece dominar (Delors, 1997).

Por ejemplo, el suicidio cada vez aumenta más, no conoce límites,

pues afecta a todas las regiones del mundo y a todos los grupos de edad.

Según la Organización Mundial de la Salud (2012) cada año se suicidan

casi un millón de personas, lo que supone una tasa de mortalidad "global"

de 16 por 100 000, o una muerte cada 40 segundos. Cada día hay en

promedio casi 3000 personas que ponen fin a su vida. Asimismo, en los

últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a nivel

mundial. El suicidio es una de las tres primeras causas de defunción entre

las personas de 15 a 44 años en algunos países, y la segunda causa en

el grupo de 10 a 24 años; y estas cifras no incluyen los tentativas de

suicidio, que son hasta 20 veces más frecuentes que los casos de suicidio

consumado.
25

Aunque tradicionalmente las mayores tasas de suicidio se han

registrado entre los varones de edad avanzada, las tasas entre los

jóvenes han ido en aumento hasta el punto de que ahora estos son el

grupo de mayor riesgo en un tercio de los países, tanto en el mundo

desarrollado como en el mundo en desarrollo (Organización Mundial de la

Salud, 2012).

Es pues indudable que aunque hayamos crecido en ciencia y

tecnología, paralelamente hemos crecido también en trastornos

emocionales y conductuales, cada vez existen más personas que a falta

de encontrarle sentido a su vida, optan por suicidarse, o por el contrario

en terminar con la vida de personas en cada vez más masacres. La ola de

violencia, afán de consumo sin medida y una crisis familiar, es el pan de

cada día.

El siglo XXI se inicia con una serie de avances en la ciencia, las

comunicaciones y la tecnología, en donde día a día se puede comprender

con mayor profundidad la complejidad del ser humano desde sus

dimensiones física, psíquica, social y axiológica. Por los avances en el

campo de las comunicaciones las distancias se acortan y el intercambio

permite el acercamiento de los seres humanos, de sus mentes y sus

emociones con las consiguientes posibilidades que emergen del orden o

del caos, de las certezas o de las incertidumbres, de la construcción o de

la destrucción, de las manifestaciones del amor y la ternura o de las


26

expresiones del odio que llegan a generar efectos tan letales como las

armas químicas y las armas biológicas (Quiñones, 2006).

Asimismo, como señalan Beltrán Guzmán, Torres, Martínez, Beltrán

Guerra y Calderón (2011) en nuestro mundo occidental en esta etapa

posmodernista ha empezado a predominar una indiferencia generalizada

con respecto a un proyecto o ideal, a un sentido o propósito en la vida,

misma que se ha distinguido por una apatía generalizada, preponderancia

de lo individual y particular frente a lo colectivo y universal, y una mayor

inconexión del individuo con el medio social produciendo un vacío social

por la falta de vida colectiva. Ante este nuevo escenario desvinculado de

un plan de civilización, sociedad y con una visión histórica poco definida,

la experiencia del “aquí y del ahora” es lo que prevalece, se prescinde de

toda conexión con el pasado y se vive sin una perspectiva hacia el futuro,

más que con el presente inmediato.

Purnell y Paulanka, en el 2005 (Citado en Beltrán Guzmán et al.,

2011) han señalado que el siglo XXI se consolida como la era de la

diversidad, misma que está caracterizada por la pobreza, la migración, los

conflictos políticos, religiosos que conforman una gama multicultural a

nivel mundial. De acuerdo a Jiménez (2005) vivimos en el contexto de

una economía globalizada y en una cultura de modernidad tardía, en la

que las dudas existenciales sobre el sentido de la vida y la propia

identidad son fuente creciente de malestar y psicopatología.


27

A pesar de la creciente demanda de consumo y de éxito social,

parece claro que las personas no encontramos un significado auténtico en

los logros personales y en los bienes materiales, aunque conlleven

satisfacción temporal, sino en la familia, la intimidad y los amigos (Myers,

2000. Citado en Martínez Martí, 2006). Algo que precisamente en esta

era está totalmente descuidado y dejado de lado.

Es evidente el sentimiento de soledad, vacío, falta de identidad clara,

conflictos personales, vidas sin sentido, corriendo tras recargadas

agendas día a día, sin encontrar un sentido de bienestar interior.

En la sociedad del conocimiento y de las megatendencias de la

posmodernidad crece aceleradamente el vacío espiritual en los seres

humanos; principalmente en los grupos etarios de la niñez, adolescencia y

juventud de la sociedad global; la misma que se encuentra saturada de

hedonismo, materialidad, sensualidad, fatuidad, aburrimiento (Russell,

2003), infelicidad y evasión hacia el fanatismo, el desenfreno, la

irracionalidad y las experiencias de vida extremas -a menudo con efectos

devastadores, autodestructivos y heterodestructivos- (Nizama, 2003.

Citado en Nizama, 2010).

Como consecuencia de lo anterior, muchas personas en cada

cultura luchan por salir adelante, por superar traumas, sufrimientos,

dolores y las adversidades propias de la vida, algunas lo consiguen y


28

otras no, sucumbiendo a una vida sin esperanzas, sin objetivos, sin

calidad.

Unido a lo anterior, en la actualidad se puede decir que a pesar que

se reconoce en la ciencia a través del desarrollo de la humanidad, que el

ser humano es espiritual y religioso; no obstante, poco a poco se ha

dejado de lado al protagonista que es Dios, quien ha ido pasando a un

segundo lugar para centrarse en el bienestar del individuo. La

espiritualidad ha sido sustituida por un sentimiento vago y etéreo de

utilizar aquello que haga sentir bien a la persona (Sánchez Griese, 2007).

Este panorama no es exclusivo de un país, de una cultura en

particular, o de un continente, es una realidad a la cual nos enfrentamos

en el día a día, sea en el escenario más privado como la intimidad del

hogar o en el escenario más público como los ambientes laborales,

educativos, sociales, políticos, entre otros, es decir, no conoce fronteras,

ni límites, es una realidad actual que lamentablemente constatamos.

Irónicamente, existe cada vez más interés por saciar el hambre de

Dios, la necesidad de creer, de sentirse amado, de sentir que la vida tiene

un sentido, de encontrarle un por qué a las cosas, un significado a cada

vivencia, sin embargo, paralelamente, cotidianamente, encontramos lo

contrario.
29

Así pues, Rodríguez et al., (2011) aseveran que el fenómeno

religioso ha sufrido una metamorfosis profunda, caracterizada por una

espiritualidad más personal, subjetiva y libre, experimentando ésta un

boom a nivel global a partir del siglo XX. Lo cual ha sido motivado por un

acelerado desarrollo social basado en la tecnología, el consumo y la

búsqueda del bienestar material que, al ahogar las aspiraciones

fundamentales de trascendencia, ha llevado a que las personas busquen

de manera acentuada significado, propósito y sentido a través de la

espiritualidad en sus más diversas manifestaciones.

Todo este panorama ha motivado que en la ciencia, se empiece a

estudiar desde hace varias décadas el rol que cumple la espiritualidad en

el desarrollo de la persona. Las razones por las cuales la espiritualidad

debe ser estudiada, serían por una parte, las creencias y experiencias

religiosas y espirituales que son parte integrante de la personalidad

(Peterson & Seligman, 2004) y por otra parte, un constante cuerpo

creciente de investigación empírica que muestra importantes alcances de

la espiritualidad en variados aspectos de las personas (Citado en San

Martin, 2007).

Es evidente entonces, la necesidad de otorgarle la debida

importancia a la espiritualidad y el bienestar que puede derivarse, para

conocer cómo afecta y repercute sobre la resiliencia, es decir, intentar

responder cómo la relación que tiene la persona con Dios, consigo mismo
30

y con los demás puede afectar el modo cómo se superan o no, las

adversidades y sufrimientos propios e inevitables de la existencia

humana.

Como señala Frankl, 1984 (Citado en Jaramillo, Carvajal, Marín &

Ramírez, 2008) el ser humano debe lograr, por encima de cualquier

adversidad, tener como objetivo primario un verdadero sentido de vida,

para que en esta medida pueda desarrollar y fomentar un continuo

existencial, la capacidad de obtener un desarrollo integral auténtico que

propicie un crecimiento positivo en el sí mismo, y el contacto pleno que se

establezca con el mundo que le rodea a pesar de las dificultades que

pueda tener.

Pero además, es necesario abordar las implicancias que tienen

estas variables –bienestar espiritual y resiliencia- en el sector educativo.

Como sabemos la educación representa un excelente medio para ayudar

a la persona, a alcanzar su realización, su sentido de vida y su bienestar

espiritual.

Al respecto, Delors (1997) plantea que frente a los numerosos

desafíos del porvenir, la educación constituye un instrumento

indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales

de paz, libertad y justicia social.


31

Al final de un siglo caracterizado por el ruido y la furia tanto como por

los progresos económicos y científicos, es imperativo que todos los que

estén investidos de alguna responsabilidad presten atención a los

objetivos y a los medios de la educación (Delors, 1997).

Esto es cada vez más apremiante en las instituciones educativas. Al

respecto, Brunner, 2006 (Citado en Pulgar, 2010) señala que la educación

superior en América Latina está en shock, a causa de la

internacionalización, las exigencias de calidad, las tecnologías de

comunicación e información, demandas de acceso y la presencia de

sociedades del conocimiento, que promueven la educación y la

renovación continua del saber. La falta de acomodación de las

instituciones educativas al nuevo contexto juvenil es considerada una de

las causales del bajo rendimiento y la deserción.

Más aún el descuido de una formación integral, del cultivo de

valores, de búsqueda del sentido de la vida y la necesidad de trascender,

hace que las instituciones educativas –llámense colegios, institutos o

universidades- no respondan a su verdadero rol de formadores de la

persona humana, sino que se queden básicamente restringidos a la

formación de los aspectos cognitivos, como si esa fuera su única misión,

la más importante, descuidando lo demás.


32

Beltrán Guzmán et al., (2011) plantean que en la actualidad se vive

un momento difícil en las nuevas generaciones, léase jóvenes,

adolescentes y hasta niños; en donde parece haber una ausencia de

sentido, un vacío en el propósito de las vidas de muchos de ellos.

Algunos como Jaramillo et al., (2008) afirman que los jóvenes sufren más

que las generaciones mayores a causa del vacío existencial. En

ocasiones el sentido de vida es bajo en estudiantes y se encuentra más

orientado hacia lo material, y a todas aquellas actividades que les

generan goce, placer y disfrute. Lo cual a nuestro juicio es producido por

una carencia afectiva profunda, por una falta de propósito y por la falta de

bienestar espiritual.

Esta lamentable realidad la encontramos desde los niños que

cursando sus primeros años, ya son víctimas de bullying, de intolerancias,

maltratos y violencia, hasta los grupos más avanzados en la formación

como son los estudiantes universitarios, sobre los cuales descansa el

futuro.

Unido a todo lo anterior, es necesario enfatizar la realidad

universitaria estatal. Los estudiantes que hoy ingresan a las

universidades públicas son en gran proporción jóvenes de los sectores

más pobres. Con una compleja realidad social, cultural y económica. En

este contexto, no contar con habilidades resilientes dificulta la situación de

permanencia en el proceso de formación profesional. Existe un sistema


33

curricular universitario en crisis que no responde a fortalecer factores de

resiliencia en los jóvenes (Pulgar, 2010).

El sistema universitario tal cual está diseñado actualmente, no sólo

no facilita el desarrollo de conductas resilientes, sino que tampoco

considera los aspectos referidos al desarrollo del bienestar espiritual y sus

implicancias en la formación del estudiante, que en un futuro será

profesional.

Particularmente encontramos que al examinar algunos estudios con

universitarios de diferentes disciplinas, son los estudiantes de psicología

los que obtienen menores niveles de bienestar espiritual, en comparación

con los estudiantes de medicina y derecho (véase vg. Gastaud et al.,

2006).

Algunos estudios como el de Jaramillo et al., (2008) han encontrado

que los estudiantes de Psicología, presentan trastornos emocionales,

alimentarios, problemáticas de conducta como el suicidio, el aborto, y en

general, considerando su estilo de vida y formas de actuar dentro de las

cuales se observa la ingesta de bebidas alcohólicas y sustancias

psicoactivas, entre otras.

Es entonces importante conocer cómo afecta el bienestar espiritual y

particularmente la dimensión religiosa, a la resiliencia, más aún si nos


34

estamos refiriendo a los futuros psicólogos, quienes tendrán la

responsabilidad de ser los especialistas que brindarán servicios dirigidos a

atender a las personas, por un lado en sus necesidades, sufrimientos y

adversidades que les toque enfrentar, y por otro lado, cuando se trate de

enriquecer, potencializar, optimizar y activar las fortalezas que tienen para

alcanzar una vida feliz y productiva.

Es indudable que todo psicólogo, sea cual sea su orientación,

trabaja con la parte más íntima de las personas, como sus pensamientos,

sentimientos, valores, actitudes, creencias, entre otros; por tanto resulta

vital que él previamente sea una persona capaz de haber superado sus

más grandes sufrimientos y/o traumas y que además sea una persona

con un buen nivel de bienestar espiritual que óptimamente le permita vivir

una relación armónica con Dios, consigo mismo, con el “otro” y con la

sociedad en su conjunto, siendo capaz de expresar sus convicciones, en

un clima de respeto, libertad y tolerancia frente a los demás,

Como muy bien señalan Beltrán Guzmán et al., (2011) ahí reside la

importancia de que los psicólogos posean un sentido claro de sus vidas,

que les proporcione un equilibrio con el tipo de sociedad y momento

histórico por el que se atraviesa.

Dada la realidad actual, consideramos que es necesario conocer el

impacto que ejerce el bienestar espiritual sobre la resiliencia, no sólo a


35

nivel nacional, sino también a nivel internacional, con algunos países que

comparten con nuestro país, algunas costumbres y estilos de vida, pero

que también tienen sus diferencias y particularidades.

Como sabemos la diversidad de culturas existentes en todos los

países del mundo y la heterogeneidad de grupos culturales distintos en un

mismo país, ha originado desde la antigüedad el interés por conocer el

carácter de los pueblos (Hollweg, 2001) interés que no ha decaído, sino

que se mantiene vigente, con el fin de aportar mayores bases para la

construcción de una psicología menos etnocéntrica, abierta a reconocer

las semejanzas que nos hacen iguales a los demás, pero también las

diferencias que lejos de separarnos, nos enriquecen en la comprensión

del ser humano y su interrelación con la cultura propia de cada país.

Por todo lo expuesto anteriormente, en la presente investigación se

busca dar respuesta a los siguientes problemas de investigación:

 ¿Qué impacto ejerce la cultura en el efecto de la dimensión religiosa

del bienestar espiritual sobre la resiliencia, en estudiantes de

Psicología de universidades nacionales de Argentina, Bolivia, Perú y

República Dominicana, medido a través de sus semejanzas a nivel

ético y diferencias a nivel émico?


36

 ¿Qué asociación existe entre los niveles de la dimensión religiosa

del bienestar espiritual y los niveles de resiliencia en estudiantes de

Psicología de universidades nacionales de Argentina, Bolivia, Perú y

República Dominicana?

 ¿Qué diferencias existen en la resiliencia entre estudiantes de

Psicología de universidades nacionales según género, condición

laboral, religión y país de procedencia?

 ¿Qué diferencias existen en la dimensión religiosa del bienestar

espiritual entre estudiantes de Psicología de universidades

nacionales según género, condición laboral, religión y país de

procedencia?

1.2. JUSTIFICACIÓN

Con la finalidad de poder comprender mejor la justificación de la

presente investigación se ha creído pertinente organizarla a nivel teórico,

a nivel práctico y a nivel metodológico.

A nivel teórico:

Se puede constatar en la revisión de la literatura científica que si

bien es cierto, existe un constante y continuo interés en estudiar la

resiliencia, existen muy pocas investigaciones que la asocien con el

bienestar espiritual, particularmente en estudiantes universitarios.


37

A pesar que el bienestar espiritual y variables asociadas al campo de

la espiritualidad despiertan un creciente interés en la ciencia, éstas han

sido muy poco abordadas por los psicólogos. Por tanto, la presente

investigación ofrecerá conocimientos científicos de los efectos que causa

el bienestar espiritual sobre la resiliencia, aportando de este modo

mayores elementos de juicio sobre la naturaleza, importancia e

implicancias que tiene cada una de estas variables en la vida del ser

humano.

Por otra parte, la mayoría de las investigaciones en el campo de la

Psicología de la Religión y la Espiritualidad han sido desarrolladas y

publicadas en países anglosajones, con muy poca presencia de los

países latinoamericanos. Por lo que nuestra investigación contribuirá

específicamente con conocimientos científicos sobre el bienestar

espiritual, una variable que aún no ha sido abordada de manera

significativa en nuestros países.

Además se pretende contribuir con nuevos conocimientos científicos

a nivel ético como émico, tanto de la resiliencia como del bienestar

espiritual, intentando de este modo desterrar la adopción acrítica de una

visión del mundo etnocéntrica, y trabajar más con la realidad propia de

cada país en Latinoamérica.


38

Como sabemos la psicología transcultural, como área de la

psicología social, se ha convertido en un elemento importante para la

comprensión del desarrollo humano. Al respecto Escotet (1977:159-160)

señala que “El verdadero valor del método transcultural, no se encuentra

en el descubrimiento de hechos para una sola cultura, sino en la

obtención de datos empíricos para rediseñar las hipótesis psicológicas…y

en encontrar los medios para reducir el etnocentrismo de la sociedad en

general”.

En esta línea de acuerdo a Wind y Douglas, 1983 (Citado en

Olavarrieta, 2001) la investigación transcultural ofrece cuatro tipos de

contribuciones a la literatura: Prueba la universalidad o generalidad de

teorías o conceptos desarrollados en una sola cultura; permite desarrollar

conceptos o definiciones más rigurosas; sugiere un camino para refinar o

desarrollar nuevos conceptos y; otorga a través del tiempo, una

metodología de investigación comparativa, progresivamente mejor

calibrada. En el presente trabajo, esperamos contribuir con algunos de

estos aspectos.

A nivel práctico:

Los resultados que brinden la presente investigación servirán como

elementos de juicio que permitan diseñar, elaborar y ejecutar programas

de intervención, prevención y promoción de conductas de resiliencia y

espiritualidad. Particularmente de espiritualidad, ya que si bien es cierto


39

ya se realiza en algunos países (léase v.g. Quiceno & Vinaccia, 2009) es

algo que aún se requiere hacer de manera más decidida.

En la medida que se incentive y promuevan más programas

dedicados a estimular la resiliencia y el bienestar espiritual, se disminuirá

el vacío existencial y la sensación de indefensión frente a la vida y por el

contrario la persona será más capaz de afrontar las adversidades, y de

alcanzar un mayor bienestar espiritual que permita ser más saludable

emocionalmente, más coherente y auténtico, y vivir con un mayor sentido

de plenitud y autorrealización.

Así también en la medida que se conozcan los resultados de las

variables de resiliencia y bienestar espiritual en estudiantes de Psicología,

se podrán revisar, reajustar y/o consolidar los aspectos de las mallas

curriculares, conducente a establecer un perfil del futuro psicólogo acorde

a las exigencias que la sociedad demanda, que no sólo sean excelentes

profesionales, sino ante todo que sean personas saludables tanto

emocional como espiritualmente.

De este modo, esperamos que los hallazgos obtenidos sean de

utilidad a las universidades investigadas para la definición de políticas de

apoyo en el desarrollo de competencias que abarquen aspectos

relacionados a la espiritualidad y la resiliencia, contribuyendo de este


40

modo a la formación integral de los estudiantes, que serán los futuros

profesionales del mañana.

A nivel metodológico:

La presente investigación ofrecerá información valiosa sobre la

adaptación psicométrica, tanto de la Escala de Resiliencia de Wagnild y

Young; como de la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual de Paloutzian y Ellison adaptada por Montero y Sierra; no solo

en nuestro país, sino también en los países participantes como son,

Argentina, Bolivia y República Dominicana.

1.3. OBJETIVOS

Primer Objetivo General

Determinar el impacto que la cultura ejerce en el efecto de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual sobre la resiliencia en estudiantes de

Psicología de universidades nacionales de Argentina, Bolivia, Perú y

República Dominicana, medido a través de sus semejanzas a nivel ético

y diferencias a nivel émico.

Objetivos Específicos

 Determinar el impacto que la cultura ejerce en el efecto de la

dimensión religiosa del bienestar espiritual sobre la resiliencia en

estudiantes de Psicología de una universidad nacional de Argentina.


41

 Determinar el impacto que la cultura ejerce en el efecto de la

dimensión religiosa del bienestar espiritual sobre la resiliencia en

estudiantes de Psicología de una universidad nacional de Bolivia.

 Determinar el impacto que la cultura ejerce en el efecto de la

dimensión religiosa del bienestar espiritual sobre la resiliencia en

estudiantes de Psicología de una universidad nacional de Perú.

 Determinar el impacto que la cultura ejerce en el efecto de la

dimensión religiosa del bienestar espiritual sobre la resiliencia en

estudiantes de Psicología de una universidad nacional de República

Dominicana.

Segundo Objetivo General

Establecer la asociación que existe entre los niveles de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual y los niveles de resiliencia en estudiantes

de Psicología de universidades nacionales de Argentina, Bolivia, Perú y

República Dominicana.

Objetivos Específicos

 Establecer la asociación que existe entre los niveles de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual y los niveles de la dimensión de

Competencia personal de la resiliencia en estudiantes de Psicología

de universidades nacionales, según país de procedencia.

 Establecer la asociación que existe entre los niveles de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual y los niveles de la dimensión de


42

Aceptación de uno mismo y de la vida de la resiliencia en estudiantes

de Psicología de universidades nacionales, según país de

procedencia.

Tercer Objetivo General

Comparar la resiliencia entre estudiantes de Psicología de universidades

nacionales, según género, condición laboral, religión y país de

procedencia.

 Comparar la resiliencia entre estudiantes de Psicología de

universidades nacionales, según género.

 Comparar la resiliencia entre estudiantes de Psicología de

universidades nacionales, según condición laboral.

 Comparar la resiliencia entre estudiantes de Psicología de

universidades nacionales, según religión.

 Comparar la resiliencia entre estudiantes de Psicología de

universidades nacionales, según país de procedencia.

Cuarto Objetivo General

Comparar la dimensión religiosa del bienestar espiritual entre estudiantes

de Psicología de universidades nacionales, según género, condición

laboral, religión y país de procedencia.


43

 Comparar la dimensión religiosa del bienestar espiritual entre

estudiantes de Psicología de universidades nacionales, según

género.

 Comparar la dimensión religiosa del bienestar espiritual entre

estudiantes de Psicología de universidades nacionales, según

condición laboral.

 Comparar la dimensión religiosa del bienestar espiritual entre

estudiantes de Psicología de universidades nacionales, según

religión.

 Comparar la dimensión religiosa del bienestar espiritual entre

estudiantes de Psicología de universidades nacionales, según país

de procedencia.

CAPITULO II: MARCO TEÓRICO

2.1. ANTECEDENTES

Es necesario señalar que como resultado de haber realizado una

exhaustiva búsqueda de la literatura científica a nivel nacional e

internacional, a la fecha no se encuentran reportes de investigación que

aborden las variables de resiliencia y bienestar espiritual en estudiantes

universitarios.

No obstante, se ha creído conveniente citar algunos estudios que se

relacionan de modo indirecto, ya sea porque abordan sólo la resiliencia o


44

sólo el bienestar espiritual en estudiantes universitarios; o porque abordan

ambas variables pero en otras muestras.

En tal sentido a continuación, examinaremos específicamente

algunos trabajos de investigación que podrían ser útiles como

antecedentes indirectos para el presente estudio.

Resiliencia y/o Bienestar Espiritual en universitarios

Smith y Faris, 2002 (Citado en Ortiz, 2007) investigaron en Estados

Unidos la espiritualidad como factor de protección con adolescentes

religiosos en comparación con aquellos que no practicaban ninguna

religión; se encontró que la atención regular a servicios religiosos, la

importancia subjetiva de la fe y el pertenecer a grupos religiosos por años,

se asociaba claramente a formas de vida más seguras, más sanas y más

constructivas. Los que participaron en actividades religiosas tenían menos

probabilidad de participar en actividades de delincuencia y

comportamientos de alto riesgo.

Por su parte, Volcan, Sousa, Mari y Horta (2003) llevaron a cabo una

investigación con el objetivo de examinar la influencia del bienestar

espiritual en la salud mental de estudiantes universitarios. El estudio fue

transversal con 464 estudiantes de Medicina y de Derecho, de la

Universidad Católica de Pelotas, RS. Se utilizó la Escala de Bienestar

Espiritual (SWBS), SRQ-20 (Self-Reporting Questionnaire) e información


45

sociodemográfica sobre prácticas religiosas/espirituales y sobre la

ocurrencia de eventos de vida productores de estrés.

Entre los principales resultados se encontró que la mayoría de los

estudiantes afirmó poseer una creencia espiritual o religiosa. El bienestar

espiritual presentó asociación con la frecuencia de servicios religiosos y

prácticas espirituales, y no demostró ser influenciada por variables

sociodemográficas y culturales. Personas con bienestar espiritual bajo y

moderado presentaron el doble de oportunidades de poseer trastornos

psiquiátricos menores.

Gastaud et al., (2006) realizaron un estudio que examinó las

asociaciones entre el bienestar espiritual y desórdenes psiquiátricos en

estudiantes de Psicología. Se utilizó una Escala de Bienestar Espiritual,

el Self-reporting questionnaire (SRQ-20) para detectar desórdenes

psiquiátricos menores y la información socio-demográfica en 351

estudiantes de Psicología de la Universidad Católica de Pelotas, RS,

Brasil, durante el año de 2002. Concurrentemente los puntajes fueron

comparados con los obtenidos por estudiantes de Medicina y Derecho de

la misma universidad en el 2001 (n= 464).

Entre los resultados hallaron que el 84.6% de estudiantes de

Psicología presentó espiritualidad negativa, comparada con el 68.8% de

estudiantes de Medicina y el 68.5% de estudiantes de Derecho.


46

Diferencias similares fueron encontradas en la sub-escala existencial y

religiosa. Según los autores, estos hallazgos confirman la hipótesis que

los estudiantes de Psicología obtendrían un nivel más bajo de bienestar

espiritual que los estudiantes de Medicina y Derecho.

Pulgar (2010) investigó los factores de resiliencia en estudiantes de

una universidad nacional en Chile. La muestra estuvo conformada por

120 estudiantes (60 de alto rendimiento y 60 de bajo rendimiento) de

varias carreras: Pedagogía en Educación Básica (20), Pedagogía en

Educación Matemática (20), Pedagogía en Educación Física (20),

Ingeniería Civil en Informática (20), Psicología (20) y Enfermería (20).

Como instrumento utilizó el Cuestionario de resiliencia para estudiantes

universitarios CRE–U.

Entre los resultados relacionados al presente estudio, se encontró

que los estudiantes de Psicología presentan altos puntajes en cinco

factores: Interacción, Pensamiento crítico, Introspección, Familia, y Buen

humor, lo cual indica que son estudiantes que: tienen alta habilidad social,

capacidad de analizar críticamente la realidad, capacidad de autoanálisis,

asignan alta valoración e importancia a la familia, y desarrollan buen

humor en su quehacer.

Los factores en los cuales obtuvieron baja puntuación fueron:

Iniciativa (Gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas


47

progresivamente más complejas), Independencia (Saber fijar límites entre

uno mismo y el medio, con problemas, mantener distancia emocional y

física sin caer en el aislamiento), Creatividad (Capacidad de crear orden,

belleza y finalidad a partir del caos y el desorden) y Moralidad

(Consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a toda la

humanidad y capacidad de comprometerse con valores).

Resiliencia y/o Bienestar Espiritual en otras muestras

Pentz, 2002 (Citado en Rodríguez et al., 2011) realizó un estudio

basado en la Teoría Fundamentada; los participantes del mismo fueron 13

adultos mayores que padecían cáncer. El objetivo fue conocer la

experiencia psicosocial de estos individuos ante las graves consecuencias

de su enfermedad. Se encontró que los participantes eran personas con

adecuada capacidad de recuperación y llenas de vida, “resilientes frente a

la devastación provocada por el cáncer”. Los adultos mayores con un

buen apoyo social, con mayor fe y espiritualidad, estaban en mejores

condiciones para hacer frente a las pérdidas asociadas con el cáncer que

los adultos mayores sin esta dinámica; de hecho, según el autor, los

primeros llegaron a mostrar sentimientos de gratitud hacia Dios y hacia los

demás.

Por su parte, Clark en el 2004 (Citado en Rodríguez et al., 2011)

estudió 131 refugiados musulmanes bosnios reasentados en Chicago

entre los años 1992 y 2002. El objetivo de esta investigación fue examinar
48

el grado en que la espiritualidad y la utilización de recursos del apoyo

social provocaron un efecto moderador sobre la adaptación de esta

población en los Estados Unidos. Los resultados no indicaron una

relación estadísticamente significativa entre la utilización de recursos de

apoyo social y la adaptación. Sin embargo, se hallaron asociaciones

positivas significativas entre la adaptación y la espiritualidad, el estado

civil, la educación, los ingresos, el tiempo de permanencia en los Estados

Unidos y el número de hijos. Los datos ilustran cómo las creencias

religiosas y la espiritualidad actúan como factores de resiliencia: los

refugiados bosnios vuelven a sus creencias religiosas y espirituales con el

fin de dar sentido a la experiencia del desplazamiento, lo que les permite

sobrevivir y adaptarse como grupo minoritario en un ambiente más bien

hostil hacia su etnia, su cultura y su religión, más aún en el ambiente anti-

islámico de los Estados Unidos luego de los atentados del 11 de

septiembre del 2001.

Martínez, Méndez y Ballesteros (2004) desarrollaron un estudio

sobre las características espirituales y religiosas de pacientes con cáncer

que asisten a un centro. Los objetivos fueron describir y analizar las

relaciones entre variables espirituales y religiosas definidas en la literatura

especializada y las características sociodemográficas y de la enfermedad

de estos pacientes. La muestra intencional fue de 100 pacientes quienes

respondieron una entrevista semiestructurada. Los resultados fueron

consistentes con la literatura especializada en cuanto a la relación


49

estrecha entre espiritualidad y religiosidad y en mostrar un incremento de

las mismas a partir de la enfermedad. También se confirmó el efecto de

apoyo y de bienestar que dan la religión y la espiritualidad.

Sundararajan-Reddy, 2005 (Citado en Rodríguez et al., 2011)

investigó la relación entre espiritualidad y resiliencia en 274 estudiantes

de dos escuelas secundarias. Entre sus resultados se encontró que la

espiritualidad estaba significativamente relacionada con la competencia y

negativamente correlacionada con problemas de conducta, sugiriendo

que los adolescentes que encuentran algún significado o propósito en sus

vidas, en medio de situaciones estresantes, están más fácilmente

propensos a ser resilientes y a no desarrollar trastornos de conducta.

Por otro lado, Jaramillo, Ospina, Cabarcas y Humphreys (2005)

desarrollaron una investigación con el objetivo de determinar la relación

de resiliencia y espiritualidad en mujeres maltratadas, con la aflicción, la

frecuencia e intensidad del maltrato y la severidad de las lesiones

recibidas. La muestra estuvo conformada por 199 mujeres consultantes

en Comisarías de Familia de Medellín, Colombia. Se utilizaron Escalas de

Resiliencia, Perspectiva Espiritual, Listado de síntomas de distrés y

Tácticas de conflictos. Entre los principales resultados se encontró que la

resiliencia mostró correlación con la espiritualidad y negativamente con el

total de síntomas positivos de aflicción, el índice global de severidad y las

9 dimensiones de síntomas. Llegaron a la conclusión que las mujeres con


50

más altos niveles de resiliencia reportaron altos niveles de espiritualidad y

menor número de síntomas positivos de aflicción y menos aflicción.

Zabala, Vázquez y Whetsell, 2006 (Citado en Rodríguez, et al.,

2011) buscaron en un estudio, determinar cuáles serían las estrategias

utilizadas por pacientes con Diabetes Mellitus tipo 2 para afrontar la

ansiedad asociada con su estado de salud. La muestra fue de 190

pacientes con edades entre 35 y 85 años. Se obtuvo una correlación

negativa estadísticamente significativa: a mayor espiritualidad, menor

ansiedad. Se concluyó que la mayoría de los pacientes tenía altos niveles

de bienestar debido a una relación íntima con Dios y a una fe que les

motivaba a adaptarse a un estilo de vida saludable y a tener más aprecio

por ellos mismos. De esta manera, se confirma que la espiritualidad ayuda

a afrontar los momentos difíciles y estresantes, como los asociados con

una enfermedad crónica, razón por la cual promueve la resiliencia.

Tinley en el 2006 (Citado en Rodríguez et al., 2011) realizó un

estudio, desde la Teoría Fundamentada, en mujeres miembros de familias

con cáncer hereditario de mama y ovario (Hereditary Breast and Ovary

Cancer, HBOC). Dicho estudio tuvo como propósito identificar la relación

entre la espiritualidad y la experiencia de ser parte de una familia con

HBOC y vivir bajo la amenaza constante de repetir la historia patológica

de sus ancestros, particularmente durante la juventud y la edad adulta

media. Se encontró que el tema común era que sus experiencias


51

influyeron en su espiritualidad. Por ello, se intensificaron sus luchas

internas, se fortalecieron sus prácticas espirituales y asumieron modelos

de espiritualidad. Alternativamente, su espiritualidad influyó en la

interpretación de tales experiencias, en cuanto a la percepción de fuentes

de apoyo, ayuda a la toma de decisiones, los regalos de Dios y la

sensación de gratitud frente a la adversidad. El estudio confirma que las

creencias espirituales son un factor de resiliencia para estas mujeres,

incluso al padecer la enfermedad.

Lawson y Thomas en el 2007 (Citado en Rodríguez et al., 2011) se

centraron en las estrategias de supervivencia de 20 adultos mayores

afroamericanos que fueron víctimas del huracán Katrina. En este estudio

exploratorio cualitativo se utilizó entrevista en profundidad y una hoja de

datos para la información demográfica. Los hallazgos indican que esta

población hizo frente a Katrina y sus consecuencias. Ellos percibían los

“milagros” como eventos diarios impredecibles que resolvían problemas

aparentemente insolubles, y también como el poder de Dios fluía en las

personas que oraban, lo que constituye una forma importante de afrontar

o interpretar la adversidad. Incluso, algunas personas daban gracias a

Dios por las experiencias positivas que aprendieron con la tragedia del

huracán. En síntesis, esta investigación muestra que la espiritualidad

promueve la resiliencia emocional ante el estrés o trauma producido por

desastres naturales.
52

Por otra parte, la investigación realizada por Rehm y Allison en el

2009 (Citado en Rodríguez et al., 2011), basada en la Teoría

Fundamentada, se centró en el papel de la espiritualidad en la

preparación universitaria de 25 jóvenes. Todos los participantes

consideraron que la espiritualidad era tanto la relación con un firme poder

superior, como un recurso flexible para adquirir resiliencia mediante: (a) la

transformación de las luchas de la infancia en una fuente de sentido y

significado profundo para la vidas y/o de pasión por la carrera elegida; (b)

la atribución de que el desarrollo de sus trayectorias profesionales

formaba parte de un plan superior de mayor lógica; y (c) el suministro de

recursos y respuestas para la toma de decisiones óptimas. Ellos creían en

los beneficios de la oración, de asistir a servicios religiosos y de otras

prácticas, señalando que no siempre buscaban el éxito al recurrir a éstas.

Este estudio sugiere que los jóvenes estudiantes creen que la

espiritualidad es un recurso eficaz para mantener tanto la coherencia

como la capacidad de adaptación, pues aumenta la autoeficacia, el deseo

de alcanzar el potencial completo y el compromiso.

Sánchez (2009b) realizó un estudio con el objetivo de describir y

comparar el bienestar espiritual en personas con y sin discapacidad. La

muestra estuvo conformada por 86 personas: 43 vinculadas al proceso

integral de rehabilitación (RHT) de una clínica universitaria y 43 con

características socio-demográficas similares y sin alteraciones

funcionales. Utilizó la Escala de Bienestar Espiritual de Ellison. Los


53

hallazgos señalan niveles de bienestar espiritual general en la categoría

alta y de sus dimensiones religiosa y existencial en la misma categoría,

tanto para las personas con discapacidad como para las que no la tienen.

La autora reporta que los niveles de bienestar espiritual de tipo

religioso son ligeramente mayores que los de tipo existencial, en las

personas con y sin discapacidad, lo que refleja un mayor sentido de

trascendencia vertical (de las personas hacia Dios, un ser superior o una

fuerza superior) que horizontal (de ellas hacia sí mismas, hacia los demás

y hacia el entorno). En general, al comparar los índices de bienestar

espiritual de las personas con y sin discapacidad, no se encontraron

diferencias significativas.

Harris en el 2010 (Citado en Rodríguez et al., 2011) estudió cómo el

bienestar espiritual apoya la adaptación y la calidad de vida en 52

personas adultas con enfermedad crónica de rechazo al injerto. Los

resultados indicaron que la fortaleza espiritual en los pacientes era alta;

no se hallaron asociaciones entre ésta y la intensidad de la

inmunosupresión (inhibición del sistema inmune con el propósito de

prevenir o tratar el rechazo del trasplante o injerto en el paciente). Los

participantes con baja fortaleza espiritual reportaron niveles inferiores de

bienestar físico, emocional, social y funcional, así como una reducción

general de la calidad de vida, en comparación con los de mayor fortaleza

espiritual. Además, quienes presentaron baja fortaleza espiritual también


54

tenían calidad de vida inferior, en relación con la norma poblacional. La

comparación entre el grupo que reportó más baja fortaleza espiritual y los

grupos que reportaron mayor fortaleza espiritual demostró

consistentemente una diferencia significativa en todas las subescalas de

calidad de vida. Se observó que al mantener bajo control el bienestar

físico, emocional y social, la fortaleza espiritual resultó ser un predictor

independiente significativo de satisfacción con la calidad de vida. Los

resultados sugieren que la fortaleza espiritual es un factor importante que

contribuye a mejorar la calidad de vida de los pacientes con enfermedad

crónica de rechazo al injerto, y; por lo tanto, a incrementar su resiliencia.

Como se puede apreciar por las investigaciones revisadas, son

evidentes los efectos beneficiosos que tienen tanto el bienestar espiritual

como la resiliencia en el desarrollo de la persona. No obstante, ha

existido una tendencia a investigarlos asociados al campo de la salud,

particularmente en el caso del bienestar espiritual. Asimismo, si bien es

cierto, se han trabajado con muestras heterogéneas, no existen muchas

investigaciones en estudiantes universitarios, y menos de Psicología.

De lo cual se deduce la necesidad de seguir investigando ambas

variables, tanto el bienestar espiritual como la resiliencia en muestras

diferentes a las vinculadas a temas de salud, debiendo no solo

investigarse a los estudiantes universitarios que serán los futuros

profesionales del mañana, sino también a otros grupos poblacionales,


55

para seguir descubriendo la naturaleza, características y manifestaciones

de las variables de estudio.

2.2. BASES TEÓRICAS DEL ESTUDIO

Para desarrollar las bases teóricas de la presente investigación, en

primer lugar abordaremos las conceptualizaciones ligadas a la resiliencia,

en segundo lugar las que están relacionadas al bienestar espiritual, en

tercer lugar, las vinculadas a la asociación entre el bienestar espiritual y la

resiliencia y por último, en cuarto lugar, las que se refieren a la cultura.

2.2.1. RESILIENCIA

ANTECEDENTES

Debemos partir de reconocer que las investigaciones sobre

resiliencia han significado un cambio radical en las teorías de desarrollo

humano, en la manera de concebir el impacto del dolor y el sufrimiento del

ser humano sobre su desarrollo, de una visión fatalista se ha pasado a

una visión más optimista, de una perspectiva determinista, se ha pasado a

una perspectiva más esperanzadora.

Como bien señalan Muñoz y De Pedro (2005) la resiliencia se

presenta como una realidad llena de interrogantes, situada en la

trayectoria vital de los seres humanos, que habiendo pasado por

situaciones traumáticas de duración e intensidad considerables, han


56

salido airosos de estas agresiones, y no sólo eso, si no que salen

reforzados en cuanto a su maduración y desarrollo.

Las investigaciones en resiliencia han cambiado la percepción del

ser humano, pasando de un modelo centrado en el riesgo, a un modelo

de prevención basado en las potencialidades y en los recursos que el ser

humano posee y en relación con su entorno (Manciaux et al., 2003. Citado

en Muñoz & De Pedro, 2005). Este modelo consiste en reconocer que los

seres humanos somos vulnerables ante la fuerza de un evento que en si

mismo puede causar daño, pero al mismo tiempo todos poseemos un

escudo protector que es la resiliencia que nos sirve como filtro que atenúa

los posibles efectos de esos sucesos y en ocasiones, logra transformarlos

en factores de protección, convirtiendo las amenazas en oportunidades

(Muñoz & De Pedro, 2005).

La resiliencia es estudiada en diferentes disciplinas. Se puede partir

de una prospectiva multi/interdisciplinaria: áreas de la salud, como

enfermería, odontología, medicina, bacteriología, terapistas ocupacionales

y tecnólogos-promotores. Economía: cuando se plantea como estrategia

contra la pobreza y en la búsqueda de mejorar o mantener adecuados

niveles de vida. Antropología: recoge las tradiciones ancestrales de las

comunidades latinas y preserva lo autóctono de las costumbres

comunitarias, étnicas y regionales. Biología: propugna por las relaciones

ecosistémicas, la armonía entre el hombre y la naturaleza para enfrentar


57

la adversidad. Sociología: asume las estructuras y funciones sociales, que

generan o coadyuvan en las disfunciones. Derecho: reconoce la

legislación que vela por la protección y divulgación de los Derechos

Humanos de primer y segundo orden. Trabajo Social: en su vocación

tradicional de abordar los sectores más desprotegidos y vulnerables de la

sociedad (Quintero, 2000. Citado en Salgado 2005a). En Ecología como

una forma para comprender las dinámicas no lineales así como los

procesos a través de los cuales los ecosistemas se auto-mantienen y

persisten frente a perturbaciones y cambios (Calvente, 2007).

Si bien es cierto la resiliencia ha sido estudiada por especialistas de

diversos campos, es en el campo de la Psicología donde ha sido más

investigada, cambiando drásticamente la manera de ver al ser humano,

dejando de enfatizar tanto las conductas de riesgo, carencias y déficits,

para volver la mirada a las fortalezas, potencialidades y riquezas que

permiten enfrentar la adversidad, superarla, salir fortalecido y mirar con

optimismo el futuro.

Desde hace 50 años que empezó su estudio (Becoña, 2006. Citado

en Vinaccia, Quiceno & Moreno, 2007) el concepto de resiliencia se ha

posicionado en el mundo de la ciencia, atrás quedó el origen latín de la

palabra resilio que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar,

rebotar. Atrás quedo la concepción original de la resiliencia, proveniente

de la física que designaba la resistencia que poseía un material ante los


58

choques. En la actualidad, se asume que la realidad humana de la

resiliencia como muy bien señala Vanistendael (2003) es mucho más rica,

porque se trata de una capacidad de crecimiento a través de las

dificultades.

En estas décadas que han transcurrido desde que empezó su

estudio han ocurrido muchos cambios. Para Vanistendael (2003) el tema

de la resiliencia, interesa a un número cada vez mayor de personas. El

campo de aplicación de la resiliencia parece ser ilimitado. Indudablemente

los psicólogos han mostrado un claro interés, pero esto ha ido mucho más

allá, interesando a los pediatras, a los educadores especializados, a los

trabajadores sociales, a las consejeras en planificación familiar, a los

docentes, a los capellanes de cárceles, a quienes intervienen en acciones

humanitarias y a una variedad de especialistas.

Pero el interés que suscita la resiliencia, rompe con los esquemas

convencionales de la ciencia, sobrepasando los marcos profesionales,

para despertar el interés en el ciudadano común, en aquel que está

luchando por superar sus traumas, o en aquel que ya lo hizo, y se siente

victorioso ante la adversidad.

Así, frente a la creencia tradicional fuertemente establecida de que

una infancia infeliz determina necesariamente el desarrollo posterior del

niño hacia formas patológicas del comportamiento y la personalidad, los


59

estudios con niños resilientes han demostrado que son suposiciones sin

fundamento científico y que un niño herido no está necesariamente

condenado a ser un adulto fracasado (Vera, Carbelo & Vecina 2006.

Citado en Vinaccia et al., 2007).

Para Quintero, 2005 (Citado en Vinaccia et al., 2007) la resiliencia es

un cambio de paradigma: privilegia el enfoque en las fortalezas, no en el

déficit o problema. Involucra a las personas, familias, grupos,

comunidades e instituciones a que sean parte de la solución con el

conjunto de recursos internos y externos que permitan enfrentar

situaciones críticas de todo tipo.

Según Vanistendael (2003) este gran entusiasmo por la

investigación en el campo de la resiliencia no es sorprendente, porque

ofrece un profundo arraigo en la vida: nos incita a abrazarla en su

totalidad, sin detenernos ante las desdichas a veces inevitables, sin dejar

de buscar la vida, el crecimiento, la construcción o la reconstrucción, al fin

de cuentas, una cierta felicidad. En una palabra, inspirándonos en la

resiliencia, reconocemos la existencia de los sufrimientos pero buscamos

el sentido y la construcción de la vida. Tomamos en cuenta al pasado

pero tratamos de construir un futuro.


60

DEFINICIONES

Es claro que las definiciones van a variar dependiendo de las

disciplinas científicas que aborden la resiliencia, como afirman Vinaccia,

et al., (2007) el término hasta el momento ha sido definido de diferentes

formas dependiendo del área de conocimiento donde se ha estudiado. En

base a esta consideración, a continuación, revisaremos algunas

definiciones en orden cronológico, para evaluar como han ido

evolucionando a lo largo de los años.

Garmezy, 1991 (Citado en Vinaccia et al., 2007) define la resiliencia

como la capacidad de recuperarse y mantener los comportamientos

adaptables después del maltrato. En cambio Munist et al. 1998 (Citado

en Rodríguez, Pereyra, Gil, Jofré, De Bortoli & Labiano (2009) plantean

una definición más amplia, pues señalan que es la capacidad humana

que permite hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser

transformado positivamente por ellas.

Por su parte, Quintero en el 2000 (Citado en Salgado, 2005b)

considera que la resiliencia es más que la aptitud de resistir a la

destrucción preservando la integridad en circunstancias difíciles, es

también la aptitud de reaccionar positivamente a pesar de las dificultades

y la posibilidad de construir basándose en las fuerzas propias del ser

humano. No es sólo sobrevivir a pesar de todo, sino que es tener la


61

capacidad de usar la experiencia sobre las situaciones adversas para

proyectar el futuro.

Luthar, Cicchetti y Becker (2000) consideran que la resiliencia se

refiere a un proceso dinámico que abarca la adaptación positiva dentro

del contexto de una adversidad significativa. Mientras que Braveman

(2001) la describe como el fenómeno del desarrollo exitoso de una

persona bajo condiciones adversas (Citado en Álvarez, 2011). De

acuerdo a Vanistendael (2003) la resiliencia es la capacidad de una

persona o de un sistema social para desarrollarse y crecer en presencia

de grandes dificultades. Esta capacidad tiene varios componentes: (1)

protegerse y defenderse, resistir, (2) construir y (3) proyectarse en el

tiempo.

La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un

trauma, una tragedia, una amenaza, o hasta fuentes de tensión

significativa, como problemas familiares o de relaciones, problemas serios

de salud o factores estresantes del trabajo o financieros (American

Psychological Association, 2004). Para Jiménez y Arguedas (2004) es

la capacidad para activar las fortalezas y proteger la integridad personal al

enfrentar adversidades, construyendo a partir de éstas.

Según Muñoz y De Pedro (2005) la resiliencia es un continuo que

refuerza las opciones y oportunidades de las personas mediante la


62

aplicación de sus capacidades y recursos internos para enfrentarse a

situaciones de riesgo, o que pongan en peligro su desarrollo, superarlas,

mejorar su calidad de vida y hacer posible sus proyectos de futuro.

Para Quiñones (2006) la resiliencia es la capacidad de la persona,

que a partir de situaciones adversas, construye o reconstruye alternativas

tanto del sí mismo como sujeto, como de los procesos relacionales y de

las condiciones de los entornos particulares de convivencia en que se

desenvuelve.

Por otra parte, la resiliencia se ha definido como la capacidad

personal de sobreponerse a las presiones y dificultades que, en su lugar,

otra persona no podría lograr (Trujillo, 2006); soportar retos perturbadores

en la vida y recuperarse de la adversidad (Greeff & Loubser, 2008. Citado

en Rodríguez et al., 2011).

Es la capacidad, fruto de la interacción de diferentes variables

personales con factores ambientales, que permite al individuo enfrentarse

y resolver, de manera adecuada e integrada en su entorno cultural,

diferentes situaciones de adversidad, riesgo o traumáticas por diferentes

motivos, permitiéndole alcanzar una situación normalizada y adaptada a

su medio cultural (Carretero, 2010).


63

Para Álvarez (2011) es el proceso de superar los efectos negativos

de la exposición al riesgo, afrontamiento exitoso de las experiencias

traumáticas y la evitación de las trayectorias negativas asociadas con el

riesgo.

Como en toda investigación es necesario partir de una definición de

la variable de estudio, en el presente trabajo se asume la definición de

resiliencia planteada por Wagnild y Young en 1993 (Citado en Álvarez,

2011) para quienes es definida como la habilidad de poder cambiar las

adversidades, que se presentan en la vida con éxito. Lo cual es

concordante con la manera como será medida y evaluada en este

estudio.

Si intentamos precisar cuáles son los puntos en común que tienen

en general las definiciones, que revelarían los grados de consenso entre

los diversos especialistas, según Carretero (2010) se pueden hallar tres:

Resiliencia como proceso, y no como algo acabado. Los autores

coinciden en señalar que resiliencia no es algo acabado, o algo

que algunos tienen y otros no, en todas las definiciones aparece la

idea de proceso, y por tanto, de aprendizaje.

Resiliencia como producto de la interacción entre la persona y el

entorno. Aparece la idea de que la resiliencia depende de factores

ambientales y personales, y de la interacción de estos.


64

Resiliencia como habilidades o capacidades para enfrentarse o

resolver de manera adecuada situaciones adversas, de riesgo o de

exclusión. Así la resiliencia se infiere de las conductas llevadas a

cabo en situaciones adversas.

Por otro lado, al intentar relacionar las definiciones de la resiliencia y

líneas de desarrollo. Se encuentra que en general pueden ubicarse en

dos; por un lado, se encuentra la línea de desarrollo de la Psicología del

Yo que concibe esta variable como un componente propio de la persona,

es decir, como un recurso personal o dependiente del Yo. Por otra parte,

la línea de desarrollo seguida por los Psicopatólogos del Desarrollo,

quienes conciben la resiliencia como un proceso interaccional, donde los

mecanismos protectores y vulnerabilidades interactúan con los factores de

riesgo para dar lugar al fenómeno de la resiliencia (Aracena et al., 2004.

Citado en Salgado, 2005b).

Si bien es cierto, la discusión sobre el carácter personal o contextual

del concepto de resiliencia continúa; en la actualidad al parecer según

Saavedra, 2005 (Citado en Saavedra & Villalta, 2008) la mayoría de los

autores comparte una perspectiva interaccional o constructivista del

concepto de resiliencia. En tal sentido, la resiliencia es un rasgo

propiamente humano, en tanto este se constituye en la interacción social.


65

En base a las definiciones revisadas, podemos decir, que a nivel

epistemológico, existe una clara confusión conceptual, por lo que falta

mucho camino por recorrer para unificar criterios al momento de definir la

resiliencia.

Al respecto, Lecomte, 2002 (Citado en Salgado, 2005c) investigó las

dificultades metodológicas que conlleva el estudio de la resiliencia,

examinando seis problemas potenciales con respecto a su definición y

evaluación: (1) Los criterios utilizados para caracterizar una situación o el

acontecimiento como traumático, (2) La definición de la resiliencia como

un rasgo, resultado y/o proceso, (3) El uso de un método retrospectivo o

futuro, (4) Los criterios utilizados para caracterizar un funcionamiento

como resiliente, (5) El número de criterios a utilizar y (6) los orígenes de la

evaluación de la resiliencia.

Ospina (2007) también considera que la falta de una clara definición

repercute en el proceso de medición de la resiliencia. Al respecto, indica

que la medición de un fenómeno implica definirlo con claridad e identificar

las propiedades que lo constituyen. Por tanto, cuando existen varias

definiciones para un mismo fenómeno o en él intervienen demasiados

factores que sólo permiten una operacionalización parcial, la medición se

hace difícil.
66

Precisamente a este problema se enfrentan quienes investigan

sobre resiliencia (Constantine, Benard & Diaz, 1999; Lyons, 1991; Tusaie

& Dyer, 2004) pues a pesar de existir un considerable consenso en

entenderla como un proceso dinámico que implica tanto la exposición a la

adversidad dentro de un contexto significante como la superación de

dicha adversidad y la adaptación exitosa de la persona; otras definiciones

hacen que el concepto pierda claridad al intentar su medición (Beardslle,

1989; Neill & Dias, 2001). En parte, la dificultad radica en que la lista de

factores que intervienen en la resiliencia es larga y aún incompleta (Citado

en Ospina, 2007).

DESLINDE CONCEPTUAL ENTRE LA RESILIENCIA Y VARIABLES

ASOCIADAS

Existen diversos autores que señalan los estrechos linderos que

permiten diferenciar a la resiliencia de otras variables. Por ejemplo,

Vinaccia et al., (2007) plantean que es importante profundizar las

semejanzas y las diferencias en relación con otros constructos

aparentemente similares como personalidad resistente, sentido de

coherencia, locus de control interno y personalidad positiva, ya que si se

observan los componentes de estos constructos, según los autores se

puede apreciar evidentes similitudes con la resiliencia.

Específicamente Kotliarenco, Cáceres y Fontecilla (1997) han

analizado las diferencias que existen entre la resiliencia con la


67

invulnerabilidad, competencia social y robustez. A continuación,

basándonos en estos autores, revisaremos cuáles son:

Resiliencia e invulnerabilidad

Hace varias décadas era muy popular el concepto de niño

“invulnerable”, con el que se aludía a algunos niños que parecían

constitucionalmente tan fuertes, que no cedían frente a las presiones del

estrés y la adversidad. No obstante, este concepto resultaba confuso y,

según lo afirma Rutter (1985), equivocado por al menos tres razones: la

resistencia al estrés es relativa, no absoluta, en tanto no es estable en el

tiempo y varía de acuerdo a la etapa del desarrollo de los niños y de la

calidad del estímulo. Las raíces de la resistencia provienen tanto del

ambiente como de lo constitucional, el grado de resistencia no es estable,

sino que varía a lo largo del tiempo y de acuerdo a las circunstancias. Por

estos motivos, en la actualidad se utiliza preferentemente el concepto de

resiliencia. Si bien, en las primeras publicaciones alusivas a la resiliencia,

se tendió a utilizar éste concepto como equivalente al de invulnerabilidad,

más tardíamente se han establecido claras distinciones entre ambos,

quedando el concepto invulnerabilidad más bien en el campo de la

psicopatología (Citado en Kotliarenco et al., 1997).

Resiliencia y competencia social

De acuerdo a Luthar, 1993 (Citado en Kotliarenco et al., 1997), es

frecuente que los estudios sobre resiliencia se focalicen en la capacidad


68

de competencia social, bajo el supuesto de que ésta refleja adecuadas

habilidades de enfrentamiento subyacentes. Sin embargo, esto como es

lógico no siempre se cumple, algunos se pueden comportar en forma

competente en situaciones de alto riesgo, pero a la vez pueden ser

vulnerables frente a problemas físicos o mentales.

Resiliencia y robustez (hardiness)

La robustez, según Levav (1995) podría ser considerado afín al de

resiliencia, siendo definida como una característica de la personalidad

que en algunas personas actúa como reforzadora de la resistencia al

estrés. Presenta una combinación de rasgos personales que tienen

carácter adaptativo, y que incluyen el sentido del compromiso, del desafío

y la oportunidad, y que se manifestarían en ocasiones difíciles. Incluye

además la sensación que tienen algunas personas de ser capaz de

ejercer control sobre las propias circunstancias (Citado en Kotliarenco et

al., 1997).

Como podemos apreciar, los tres conceptos estudiados se pueden

vincular a la resiliencia, pero son diferentes, por tanto, no deben ser

confundidos entre sí.

CARACTERISTICAS

Uno de los aspectos que más se desea conocer cuando se aborda la

resiliencia, es cuáles son sus características, cómo podemos identificar a


69

la persona que es claramente resiliente, de aquella que aún no ha

descubierto que lo puede ser. Seguidamente daremos a conocer en

primer lugar lo que dicen los autores al respecto y después daremos una

síntesis sobre todas ellas.

Un estudio longitudinal muy importante que ayudo a identificar las

características de las personas resilientes es el que llevo a cabo en 1963

Werner y Smith, 1982, 1989, 1992 (Citado en Bueno, 2005) quienes

investigaron durante más de 20 años a 614 niños con el objetivo estudiar

los riesgos biológicos y psicosociales. Las características más

sobresalientes que dichos autores encontraron en las personas resilientes

fueron: inteligencia promedio, facilidad para desarrollar amistades sólidas,

destrezas de comunicación y de leer y escribir, lazos afectivos y de apoyo

incondicional de sus familias, sus parientes y compañeros, un sistema de

creencias que guiaban sus vidas, apoyo externo de la escuela, el trabajo y

la iglesia, quienes reconocían sus competencias y esfuerzos. La conexión

con adultos y gente de la comunidad le permitieron al 70% de los jóvenes,

incluso en las peores condiciones, el no sucumbir ante las adversidades.

Para Vanistendael (2003) la resiliencia se construye en un proceso

continuo durante toda la vida, en una interacción entre la persona (o el

sistema social) y su entorno. Es, pues, variable según los contextos y las

etapas de la vida. La resiliencia nunca es absoluta. Nada está


70

definitivamente ganado, nada está definitivamente perdido, según este

autor, este es el realismo y la esperanza de la resiliencia.

La resiliencia no es, pues, ni una característica innata ni un

mecanismo fijo, como tampoco es solamente una pura construcción

humana. Se trata de una capacidad de crecimiento que resulta de un

proceso continuo de construcción durante toda una vida (Vanistendael,

2003). La resiliencia se produce como consecuencia de procesos

ordinarios, es decir, no se basa en cualidades especiales o extraordinarias

(Carretero, 2010). La resiliencia según Bernard, 1996 (Citado en Bueno,

2005) no es una característica o cualidad de ciertos grupos, sino que se

desarrolla como parte de un sistema de protección y es un proceso

ordinario que surge de los recursos humanos en el individuo, los padres,

las relaciones y la comunidad.

Por otro lado, una característica indiscutiblemente significativa en el

accionar de las personas resilientes, es la fortaleza que presentan ante

los eventos de adversidad y las formas como construyen sus

elaboraciones personales en las que fusionan la novedad de sus

respuestas y la gran flexibilidad que ellas implican, y más significativo aún

porque de un medio o condición insano, inadecuado, diferente, destruido

o en oportunidades, catastrófico, la persona resiliente logra un

empoderamiento que le permite reacciones eficaces (Quiñones, 2006).


71

Haciendo una recopilación de las características expresadas en

diferentes definiciones de la persona resiliente, Melillo y Suarez, 2001

(Citado en Quiñonez, 2006) elaboran una síntesis de las características

más significativas: habilidad, adaptabilidad, baja susceptibilidad,

enfrentamiento efectivo, capacidad, resistencia a la destrucción,

conductas vitales positivas, temperamento especial y habilidades

cognitivas, todas desplegadas frente a las situaciones vitales adversas,

estresantes, entre otras; que le permiten atravesarlas y superarlas.

Por nuestra parte, producto de una serie de revisiones, podemos

decir que la resiliencia podría ser caracterizada del siguiente modo:

1. Se funda en una interacción entre la persona y su entorno, es decir,

una persona puede ser resiliente en un medio y en otro no.

2. La naturaleza de la resiliencia es compleja y multidimensional e

implica factores individuales, familiares y del ambiente socio-

cultural.

3. No es una capacidad absoluta ni estable: si las circunstancias son

favorables, la protección será mayor, si son desventajosas habrá

más factores que pongan en riesgo a la persona. Por lo tanto, no

se adquiere de una vez para siempre, si no que es una capacidad

que resulta de un proceso dinámico evolutivo.


72

4. La resiliencia incluye mantener flexibilidad y balance en la vida

mientras se enfrentan circunstancias difíciles y eventos

traumáticos.

5. Es una capacidad universal, es decir, toda persona tiene el

potencial de desarrollar rasgos y conductas resilientes,

independientemente de su edad, sexo, grupo étnico, religión,

factores sociales, políticos, económicos, culturales y/o educativos.

6. La resiliencia incluye conductas, pensamientos y acciones que

pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona.

7. Se manifiesta en la cotidianidad, la resiliencia es común y surge

generalmente de las funciones normativas de los sistemas

humanos de adaptación, cediendo ante estos sistemas protectores

las amenazas más grandes del desarrollo humano, es decir, la

resiliencia corresponde más a procesos ordinarios que a procesos

extraordinarios.

8. La resiliencia permite una nueva epistemología del desarrollo

humano, en tanto enfatiza el potencial humano y es específica de

cada cultura.

MODELOS TEORICOS

El hecho que el constructo de resiliencia sea un concepto que se

utiliza en diversas disciplinas, y que aún como ya se señaló anteriormente

no hay un consenso entre los científicos sobre el modo en que debe ser

definida y abordada; genera que tampoco exista un único modelo


73

conceptual. Lo que queda claro es que la resiliencia implica la interacción

de factores personales y contextuales.

Como señalan Saavedra y Villalta (2008) los estudios producen

información que enriquece los factores tanto personales como de contexto

que componen la resiliencia, pero no hay acuerdo en un modelo

conceptual que los vincule de tal forma que se pueda explicar el

comportamiento en contextos de adversidad.

Es pues evidente que todos los modelos, de una u otra manera,

integran el desarrollo de las fortalezas internas del individuo con los

apoyos del medio ambiente (Bueno, 2005).

A continuación, mostraremos algunos esfuerzos que se han hecho

para plantear modelos teóricos que intentan explicar la naturaleza de la

resiliencia, sus elementos constitutivos y la manera implícita de cómo

abordarla.

Los Modelos Compensatorio Interactivo de Garmezy (1983, 1991),

Inmunización de Ruther (1987) y Reto de Luthan y Zigler (1988) son

remediativos y buscan levantar el ánimo de la persona ante la adversidad

y fortalecerlo para que pueda enfrentarse exitosamente ante retos futuros

(Citado en Bueno, 2005).


74

En otra línea de trabajo, Bronfenbrenner, 1987 (Citado en

Quiñones, 2006) plantea un Modelo Ecológico en el cual se analiza la

importancia para el desarrollo humano de la interacción persona y medio

ambiente, siendo esta una condición y requisito fundamental dentro del

enfoque holístico. Es mediante la interacción entre la persona y su

entorno particular, contemplando el conjunto de sistemas multipersonales

de interacción en el que se desenvuelve, con las posibilidades de

transformación y aprovechamiento mutuos, que se consolida un espacio

propicio para el desarrollo humano y la acción educativa que lo

potencializa. Este autor, en forma integradora centra su interés en el

ambiente ecológico el cual no limita a los entornos inmediatos en que se

desenvuelve la persona, sino que de una manera abarcadora propone

tener en cuenta tanto los sistemas más amplios propios de la cultura y la

subcultura (macrosistema), las interrelaciones entre entornos en los que

participa la persona, como hogar, escuela, barrio (mesosistema) y, los

entornos específicos y más cercanos al individuo, con características

físicas particulares (microsistema). Asimismo, propone los niveles que

conforman el marco ecológico a saber, el individual, el comunitario

vinculado preferencialmente a servicios sociales, y el cultural, vinculado a

valores sociales (Quiñones, 2006).

Otro modelo de resiliencia es el de Mándala propuesto por Wolin y

Wolin (1993) que se refiere al conjunto de características o cualidades

protectoras que los sobrevivientes exitosos tienen para afrontar la


75

adversidad. Toma los factores descritos por Werner (1982) denominados

pilares de la resiliencia, y los nombra como: introspección, interacción,

iniciativa, independencia, humor, creatividad y moralidad (Citado en

Pulgar, 2010).

Cabe señalar que el término Mándala que usan los autores

significa paz y orden interno, y es una expresión empleada por los indios

navajos del suroeste de los Estados Unidos, para designar a la fuerza

interna que hace que la persona enferma encuentre su resistencia interna

para sobreponerse a la enfermedad (Suarez, 1995. Citado en Kotliarenco,

et al., 1997).

Por otro lado, Singer y Powers, 1993 (Citado en Bueno, 2005)

presentan el Modelo de Apoyo Familiar el cual pretende que todos los

servicios y apoyos disponibles para los diferentes miembros de una

familia sean integrados. Reconoce que cada uno de sus miembros tiene

fortalezas individuales, las cuales deben aunarse en beneficio de todos

sus integrantes.

Grotberg, 1995 (Citado en Villalta, 2010) elaboró un Modelo

Interactivo para saber qué actitudes son necesarias para favorecer en las

personas su capacidad de recuperarse de la adversidad. Explica que

estas actitudes tienen que ver con tres aspectos de la relación con otros,

las cuales también son reconocidas como factores de la resiliencia:


76

 Las fortalezas intra-psíquicas y condiciones internas con las que se

define a sí misma (yo soy, yo estoy); también denominado recursos

personales, es la fuerza psicológica interna que desarrolla la persona

en su interacción con el mundo. Así también la autoestima,

autonomía, control de impulsos, empatía, optimismo, sentido del

humor y fe o creencia en un ser superior o en la fraternidad universal.

 El apoyo que la persona cree que puede recibir (yo tengo), también

llamado ambiente social facilitador, se refiere a redes de apoyo social,

como grupos comunitarios, religiosos; también a modelos positivos y a

la aceptación incondicional de la persona por parte de su familia y

amigos, entre otros.

 Las habilidades para relacionarse y resolver problemas (yo puedo),

consiste en ser capaz de manejar situaciones de conflicto, de tensión

o problemas personales (Muñoz & De Pedro, 2005; Villalta, 2010)

identificando sus habilidades y competencias para superar las

situaciones adversas.

Un planteamiento adicional que se hace a este modelo, es el que

propone Quiñones (2006) para quien sería importante además de

considerar Yo soy, Yo estoy, Yo tengo, Yo puedo, el “Yo siento” porque

según esta autora desde el componente emocional es fundamental

explicitar el reconocimiento que las personas hacen de sus emociones y

sentimientos. Yo siento: permite identificar los estados emocionales que

se asocian y experimentan ante la vivencia del impacto de la adversidad


77

ya sea en el momento de ocurrencia del evento adverso propiamente o,

en etapas posteriores de enfrentamiento al mismo.

Otro modelo teórico es el que postula Flach sobre “Familia resiliente”

(Citado en Pulgar, 2010) quien plantea que la familia resiliente es definida

como aquella que logra entender que los sucesos de la vida son parte de

un proceso continuo y constructivo de perturbaciones y de

consolidaciones. La familia comprende muchas fases que implican

acontecimientos y dificultades perturbadoras dadas la naturaleza dinámica

de la vida familiar. La capacidad de la familia para enfrentar esos sucesos

“puntos de bifurcación” y conseguir su reintegración, nos daría una

medida de su resiliencia. Los puntos de bifurcación permiten el

crecimiento y enriquecimiento de las relaciones familiares, pero también

son capaces de causar su disolución.

Según este modelo, las características atribuidas al niño resiliente se

asocian a la unidad familiar, la competencia, la flexibilidad, la capacidad

para resolver problemas y las habilidades de comunicación (Manciaux,

2003. Citado en Pulgar, 2010).

Por otro lado, los Modelos de Integración de Servicios, Ambiental de

Aprendizaje Adaptado y el de Jonhson City de Wang y Kovach, 1996

(Citado en Bueno, 2005) tienen un enfoque preventivo y están todos

dirigidos a consejeros, maestros, administradores y supervisores para


78

implantarse en las escuelas públicas de los Estados Unidos. Estos

ofrecen alternativas de cómo desarrollar resiliencia en los estudiantes.

En otra línea, Sagor, 1996 (Citado en Bueno, 2005) elabora el

Modelo de Desarrollo de Sentimientos Positivos a través del cual pretende

fortalecer al estudiante con destrezas de desarrollo personal, lo que

conlleva reforzar su autoestima, la toma de decisiones, el

autoconocimiento y la solución de problemas. El autor considera que el

apoyo que brindan la familia, los maestros, pares y la comunidad, es el

factor primordial para fortalecerlo, capacitarlo y desarrollar la resiliencia; y

hace la diferencia entre aquellos que superan las grandes dificultades de

la niñez, convirtiéndose en adultos productivos, o volviéndose retraídos,

antisociales y negativos.

A su vez, Salich, 2002 (Citado en Bueno, 2005) presenta el Modelo

de Consejería Grupal dirigido a un grupo focal de consejeros de escuela

intermedia donde les expone alternativas para capacitar a los estudiantes

utilizando los recursos personales de éstos. Enfatiza la reflexión y la

espiritualidad como método para desarrollar la resiliencia.

La Asociación Americana de Psicólogos también ha presentado dos

Modelos; uno denominado “Camino a la Resiliencia” (Martin, 2002;

Newman, 2003; Kersting, 2003 y Dittman, 2003) que integra un enfoque

remedial y preventivo, ya que surgió a raíz de que Estados Unidos sufriera


79

los ataques terroristas el 11 de setiembre del 2001. El segundo Modelo

es “Disminuyendo Riesgos” (Smith 2004) está dirigido a capacitar los

profesionales de ayuda de las escuelas para que éstos enfaticen en sus

estudiantes la prevención de enfermedades de transmisión sexual y

prácticas de sexo seguro (Citado en Bueno, 2005).

Por otro lado, Saavedra, 2003 (Citado en Villalta, 2010) ha

trabajado con casos latinoamericanos desde los cuales elaboró el Modelo

Emergente de la resiliencia.

Saavedra (2003) propone que 1) la respuesta resiliente es una

acción orientada a metas, respuesta sustentada o vinculada a 2) una

visión abordable del problema; como conducta recurrente en 3) visión de

sí mismo, caracterizada por elementos afectivos y cognitivos positivos o

proactivos ante los problemas; los cuales tienen como condición histórico-

estructural a 4) condiciones de base, es decir un sistema de creencias y

vínculos sociales que impregnan la memoria de seguridad básica y que de

modo recursivo interpreta la acción específica y los resultados (Citado en

Saavedra & Villalta, 2008).

Este modelo es una síntesis comprehensiva de la acción resiliente

desde la perspectiva de los participantes para aprender y transformar

proactivamente sus juicios: condiciones de base, visión de sí mismo,

visión del problema y respuesta resiliente (Villalta, 2010).


80

Según Saavedra y Villalta (2008) la perspectiva de Saavedra

(2003) recoge el carácter histórico de la constitución de la resiliencia

proyectando sus posibilidades más allá de la acción y sus resultados para

postular la reorganización de los diversos factores que describen los

variados estudios, en ámbitos de menor a mayor profundidad en la

reflexión de la acción.

Como se puede inferir, de la revisión de los modelos teóricos que

se ha realizado, existen diversidad de propuestas, tanto por un lado,

sobre áreas o dimensiones de la resiliencia que deben ser trabajadas,

fortalezas que deben enfatizarse, o enfoques de tipo clínico, otros más

sociales y otros con un fuerte sello educativo; en todos los casos, queda

claro que el status epistemológico aún es incipiente, pues no existen

modelos teóricos rigurosos, ciertamente algunos son más sólidos que

otros, pero también existen algunos que se han construido sin el respaldo

de investigaciones científicas, y más respondiendo a urgencias del

momento.

CONSTRUCCION

Es indudable que cada persona construye su propia resiliencia, la

cual se puede desarrollar a cualquier edad, no tiene fronteras en cuanto a

sexo, grupo étnico, credo, aspectos sociales, culturales, económicos o

políticos. Aunque en su proceso de desarrollo sí son imprescindibles los

factores protectores, tanto a nivel personal, familiar, el grupo de pares, así


81

como las instituciones que operan en el entorno y medio ambiente donde

se desarrolla la persona.

Según Pulgar (2010) la resiliencia la construye la persona en

función de sí misma y del contexto. Es un proceso donde interviene

directamente la voluntad y las competencias afectivas. Así demuestra que

no existe ningún determinismo genético o del medio ambiente en la

persona. Es el medio para abrir el campo a la creatividad y al correcto

ejercicio de la libertad, requiere mantener viva la curiosidad, abrir los

sentidos y la mente a la paradoja, usar la lógica, la imaginación y ser

responsable de sí mismo.

Vanistendael y Lecomte, 2002 (Citado en Muñoz & De Pedro,

2005) proponen que la construcción de la resiliencia es compleja y

equivale a las partes de una “Casita”, que se construiría con sólidos

cimientos. Cada estancia representa un campo de intervención posible,

para los que quieren contribuir a construir, mantener o reestablecer la

resiliencia. Se trata de sugerencias, cada uno debe descubrir en cada

situación concreta en que campos precisos puede actuar, y cuáles serán

las acciones a llevar a cabo en cada caso.


82

Desván Otras experiencias a


descubrir

Estrategias de
Autoestima Aptitudes y adaptación
Primer piso Sentido del humor
Optimismo competencias

Capacidad de descubrir un sentido, una coherencia


Planta baja, jardín (proyectos concretos)

Cimientos Redes de contacto informales: familia, amigos, vecinos

Aceptación fundamental de la
persona

Suelo: necesidades físicas básicas

Figura 1. Construcción de la resiliencia según Vanistendael y Lecomte.


Adaptada por Muñoz & De Pedro (2005).

En primer lugar está el suelo sobre el que está construida, se trata

de necesidades materiales elementales. Pero se necesita más que esto.

En los cimientos están también la red de relaciones sociales y en el

corazón de estas redes, se sitúa la aceptación profunda de la persona, no

de su comportamiento, su importancia es primordial. Esta aceptación no

es unilateral, no sólo el adulto acepta al niño, es preciso que haya

reciprocidad, el niño también desempeña su papel, debe consentir que se

le acepte.
83

En la planta baja se encuentra una capacidad fundamental,

encontrar un sentido a la vida, descubrirle un sentido, que puede

realizarse a través de una filosofía que consiste en apreciar plenamente la

existencia. Este nivel es el de los proyectos concretos, que debe

encontrar cada persona, como por ejemplo, cuidar de otro, ser generoso

con otros, responsabilizarse de tareas y cuidados. El niño se siente capaz

de descubrir un sentido de vida que está sin duda vinculado a su entorno.

El descubrimiento de sentido no es una actividad individual, puede ser

activado por los adultos favoreciendo el diálogo con los demás seres vivos

y con el entorno material (Vanistendael & Lecomte, 2002. Citado en

Muñoz & De Pedro, 2005)

En el primer piso se encuentran tres habitaciones: la autoestima,

las competencias y aptitudes, el humor y otras estrategias de adaptación.

Al igual que en una casa las habitaciones están comunicadas entre sí, es

decir que los campos están ligados, así la autoestima, considerada como

un factor esencial de la resiliencia, está en estrecha relación con otros

elementos como la aceptación del otro.

Las aptitudes y competencias interesan de modo particular a la

educación. No sólo las aptitudes cognitivas, también las relacionales,

profesionales y de supervivencia, gracias a las cuales se pueden expresar

sentimientos y emociones, y mostrar la capacidad práctica de

arreglárnosla en la vida cotidiana. La autoestima, considerada como un


84

componente ético, sentirse a gusto consigo mismo, estar rodeados de

personas que ratifican con justeza su valía y les animan. El buen

equilibrio mental permite explorar sus posibilidades, las de los demás y las

del entorno, aprenden a amar la vida y a estar motivados no sintiéndose

bloqueados por obstáculos que consideran insuperables. También el

sentido del humor es fundamental en las relaciones humanas. Gracias al

humor se construyen relaciones, vínculos, asociaciones inesperadas, y

eso relativiza las relaciones y los vínculos evidentes (Vanistendael &

Lecomte, 2002. Citado en Muñoz & De Pedro, 2005).

En el desván está la apertura a otras experiencias a menudo más

localizadas. Esto no es una estructura rígida y fija y no responde

necesariamente a este orden. Los contextos, los problemas, las culturas

son diferentes y variadas, por tanto, no se puede indicar que acciones

realizar en cada estancia de la casita. Esta propuesta según Muñoz y De

Pedro (2005) puede aplicarse a la resiliencia de un niño, pero también a

la de una familia, de una comunidad. La casita puede servir para

encontrar puntos fuertes y débiles de un niño, y es una herramienta del

enfoque de resiliencia.

Otro modo de construcción de resiliencia aplicables especialmente

a ambientes educativos, es el que propone Sagor en 1996 (Citado en

Bueno, 2005).
85

Este autor propone ciertas estrategias para que los profesores las

lleven a cabo con el objetivo de explorar si los estudiantes se sienten

académicamente competentes. A través de la figura 2, se pueden

visualizar los procesos en la construcción de la resiliencia, partiendo de la

condición prevaleciente en la persona, se procede a llevar a cabo ciertas

estrategias de intervención que traen, como consecuencia, los resultados

esperados; siendo el apoyo, el factor primordial para desarrollar y

fortalecer la resiliencia.

Condición Prevaleciente Estrategias de intervención Resultado deseado

Baja autoestima Destrezas de aprendizaje Estudiantes


académica competentes
Evaluación auténtica

Programa de consejería de Estudiantes que


Alienados / maestros sienten
Sin afiliación pertenencia
Estilo de enseñanza
amigable
No está
en riesgo

Sentirse que son Aprendizaje cooperativo Estudiantes que


necesitados / No se sienten útiles
rechazados Aprender a ser servicial

Disciplina a través de
Controlado solución de problemas Estudiantes
desde apoderados
afuera Currículo de causa y efecto

Establecimiento de metas

Figura 2. Construcción de la resiliencia según Sagor, 1996 (Citado en Bueno, 2005).


86

FACTORES QUE PROMUEVEN LA RESILIENCIA

Es importante identificar cuáles son los factores que estimulan,

promueven y facilitan la aparición, desarrollo, consolidación y/o

crecimiento de conductas resilientes. Pero antes es importante clarificar la

diferencia entre estos factores y los factores protectores.

Podemos distinguir que los factores que promueven la resiliencia

son experiencias positivas que actúan en general de manera directa,

predisponiendo a un resultado adaptativo. En cambio, los factores

protectores, que veremos más adelante, hacen referencia a las influencias

que modifican, mejoran o alteran la respuesta de una persona frente a

algún peligro que predispone a un resultado no adaptativo. Es decir,

manifiestan sus efectos ante la presencia posterior de algún estresor,

modificando la respuesta de la persona en un sentido comparativamente

más adaptativo que el esperable. Queda claro entonces que un factor

que promueve la resiliencia, entendido como experiencia positiva, se

puede convertir en un factor protector; pero no todo factor protector es un

factor que promueve la resiliencia, pues hay factores protectores que son

eventos displacenteros y potencialmente peligrosos que fortalecen a las

personas frente a eventos.

Según la American Psychological Association (2004) los factores

que contribuyen al desarrollo de la resiliencia son:


87

 Tener relaciones de cariño y sostén dentro y fuera de la familia.

Relaciones que emanen amor y confianza, que provean modelos a

seguir, que ofrezcan estímulo y seguridad.

 Capacidad para hacer planes realistas y llevarlos a cabo.

 Una visión positiva de su persona y confianza en sus fortalezas y

habilidades. Destrezas en la comunicación y en la resolución de

problemas.

 Capacidad para manejar sentimientos e impulsos fuertes.

Ahora bien, se han realizado diversas investigaciones que han

permitido identificar cuáles son los factores que logran el desarrollo de la

resiliencia a través de las diversas etapas de desarrollo del ser humano,

las cuales a continuación revisaremos:

En los niños y adolescentes:

Temperamento fácil, actitud reflexiva y receptividad a los demás

(Werner, 1989); ser del género femenino, capacidad intelectual igual o

superior al promedio (Fergusson & Lynskey, 1996); competencia escolar,

sentido del humor, creatividad y tolerancia a las frustraciones (Raffo &

Rammsy, 2005); participación en algún grupo religioso como refuerzo

social a los valores y políticas parentales de crianza (Baldwin & Cole,

1992); firmes creencias religiosas, las cuales proporcionan

estabilidad y sentido a sus vidas, especialmente en tiempos de

adversidad, junto a un sentido de enraizamiento y coherencia (Werner,


88

1993); entorno comunitario donde exista autoestima colectiva, identidad

cultural, humor social, honestidad estatal, solidaridad grupal y procesos de

aprendizaje escolar basados (Melillo, 2004) en la actividad conjunta y

cooperativa entre los estudiantes y los docentes (Citado en Rodríguez, et

al., 2011).

Mención aparte merece lo señalado por Werner, 1982 (Citado en

Pulgar, 2010) quien afirma que todos los estudios realizados en el mundo,

prueban que la influencia más positiva para los niños y adolescentes es

una relación cariñosa y estrecha con un adulto significativo.

En los jóvenes:

Expectativas altas y metas apropiadas a su edad, comunicadas de

manera consistente, con claridad y firmeza; apertura de oportunidades de

participación; reforzamiento comunitario de la autoestima y de valores

espirituales o trascendentes como la honestidad, la solidaridad y la

compasión, la creatividad y la estética, la paciencia reflexiva y crítica ante

sus propias cualidades y límites, su proyecto vital, la comunidad y la

sociedad (Velásquez, 2001. Citado en Rodríguez et al., 2011).

En adultos:

La lectura, la reflexión y los estudios; el humor y los vínculos

familiares; las expresiones culturales y creencias religiosas; el trabajo, el


89

sentido de pertenencia y la participación comunitaria (Menoni & Kalsse,

2007. Citado en Rodríguez et al., 2011).

En adultos mayores:

Fe en la religión, confianza en la familia y ayuda social; estilo de

vida saludable, espiritualidad, valores y educación (Rabkin, Wagner &

del Bene, 2000. Citado en Rodríguez et al., 2011).

En las familias:

Locus de control interno, comparación social pasiva (cuando la

persona, consciente de alguien menos afortunado, usa esa información

para hacer una comparación favorable a ella), el soporte social (que

puede ser a nivel emocional, recibiendo información, participando en

grupos o actividades comunitarias, o recibiendo ayuda material y/o

monetaria) y la espiritualidad (Juby & Rycraft, 2004. Citado en

Rodríguez et al., 2011).

Como se puede apreciar, en cada una de las etapas del desarrollo

del ser humano, la fe, religión o espiritualidad tiene un rol importante en el

desarrollo de la resiliencia.
90

FACTORES PROTECTORES Y FACTORES DE RIESGO

Al analizar la resiliencia se deben tomar en consideración dos

componentes que intervienen en su proceso de desarrollo; éstos son por

un lado, los factores protectores que promueven su desarrollo y por otro

lado, los factores de riesgo. A continuación examinaremos cada uno de

ellos.

FACTORES PROTECTORES

En el caso de la resiliencia es necesario definir en qué consisten los

factores protectores. Este concepto hace referencia a las influencias que

modifican, mejoran o alteran la respuesta de una persona ante algún

peligro o dificultad que predispone a un resultado no adaptativo (Rutter,

1985. Citado en Kotliarenco et al., 1997). Según Pulgar (2010) se refiere

a las características que existen en los distintos ambientes que parecen

revertir circunstancias potencialmente negativas. Para Villalta (2010) se

consideran factores protectores aquellos que se refieren a la capacidad

de las personas y grupos para resistir y sobreponerse a situaciones

adversas.

Sin embargo, esto no significa en absoluto que los factores

protectores tengan que constituir experiencias positivas o benéficas, con

respecto a las que difieren en tres aspectos cruciales (Rutter, 1985.

Citado en Kotliarenco et al., 1997):


91

 Un factor protector puede no constituir un suceso agradable en ciertas

circunstancias, por lo tanto, los eventos displacenteros y

potencialmente peligrosos pueden fortalecer a los individuos frente a

eventos similares. Por supuesto, en otras circunstancias puede darse

el efecto contrario; es decir que, los eventos estresantes actúen como

factores de riesgo, sensibilizando frente a futuras experiencias de

estrés.

 Los factores protectores, a diferencia de las experiencias positivas,

incluyen un componente de interacción. Las experiencias positivas

actúan en general de manera directa, predisponiendo a un resultado

adaptativo. Los factores protectores, por su parte, manifiestan sus

efectos ante la presencia posterior de algún estresor, modificando la

respuesta de la persona en un sentido comparativamente más

adaptativo que el esperable.

 Un factor protector puede no constituir una experiencia en absoluto,

sino una cualidad o característica individual de la persona. Las niñas,

por ejemplo, parecen menos vulnerables que los niños ante diferentes

riesgos psicosociales.

Diversos trabajos reconocen que la resiliencia supone una

combinación de factores personales y contextuales con los cuales la

persona enfrenta y supera las adversidades en su vida (Kotliarenco, 2000;

Luthar, 1991; Luthar, Ciccheti & Becker, 2000; Grotberg, 1995; Saavedra,

2003. Citado en Villalta, 2010). Es decir, podemos afirmar que la


92

resiliencia no resulta de la suma de factores internos y externos, sino de

su interacción permanente (Muñoz & De Pedro, 2005).

De acuerdo con Werner y Smith (2001) la resiliencia resulta de una

interacción entre factores protectores, tanto inherentes a la persona, como

externos, y los riesgos que se dan en la vida de las personas. Tal y como

lo resume Kotliarenco (1995) los procesos de vulnerabilidad/protección,

conducen a beneficios o desórdenes, dependiente de su interacción con

las variables de riesgo. Los patrones de adaptación de la persona

también determinan si los desafíos tienen influencia positiva o negativa.

Por ejemplo, se ha argumentado que enfrentar situaciones difíciles puede

ser constructivo y utilizarse para fortalecer habilidades, desarrollar la

persistencia y disfrutar estados de emoción positiva como la satisfacción

que dan las actividades creativas (Maslow, 1976; Seligman, 1995). Por lo

tanto, las personas necesitan conocer los factores protectores y los

posibles mecanismos para fortalecerlos, para que los procesos de

vulnerabilidad/protección conduzcan a beneficios y no a desórdenes

(Kotliarenco, 1995. Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).

Ahora bien, existen diversos modelos conceptuales que vinculan los

factores personales y contextuales para explicar el comportamiento en

contexto de adversidad (Hauser, 1999; Fergus & Zimmerman, 2005;

Mejía, 2003; Luthar & otros, 2000). Los modelos de la resiliencia tienen

en común la combinación de dichos factores que, en una perspectiva


93

procesual, protegen a la persona de la adversidad (Citado en Villalta,

2010).

Según Werner, 1993 (Citado en Kotliarenco et al., 1997) los factores

protectores operarían a través de tres mecanismos diferentes que se

explicarían a través de los siguientes modelos:

1. Modelo compensatorio, los factores estresantes y los atributos

individuales se combinan aditivamente en la predicción de una

consecuencia, y el estrés severo puede ser contrarrestado por

cualidades personales o por fuentes de apoyo.

2. Modelo del Desafío, el estrés es tratado como un potencial

estimulador de competencia (cuando no es excesivo). Estrés y

competencia tendrían una relación curvilínea.

3. Modelo de inmunidad, hay una relación condicional entre

estresores y factores protectores. Tales factores modulan el

impacto del estrés en calidad de adaptación, pero pueden tener

efectos no detectables en ausencia del estresor.

Garmezy, 1991 (Citado en Bueno, 2005) plantea que existen tres

tipos de factores de protección que ayudan a las personas a sobrepasar

las adversidades, los cuales son los factores personales, los

sociofamiliares y factores externos.


94

Factores Personales

Fergusson y Lynskey en 1996 (Citado en Kotliarenco et al., 1997) señalan

que son:

 Inteligencia y habilidad de resolución de problemas: se ha observado

que los adolescentes resilientes presentan una mayor inteligencia y

habilidad de resolución de problemas que los no resilientes. Según

estos autores, significa que una condición necesaria aunque no

suficiente para la resiliencia, es poseer una capacidad intelectual igual

o superior al promedio.

 Género: el pertenecer al género femenino es considerado como una

variable protectora, según lo indican estudios que han observado una

mayor vulnerabilidad al riesgo en los varones. De acuerdo a Rutter

(1990) el género masculino es una variable que genera una mayor

vulnerabilidad al riesgo, debido a los siguientes mecanismos: (1) Los

varones estarían más expuestos que las mujeres a experimentar

situaciones de riesgo en forma directa; (2) En situación de quiebre

familiar, los niños tienen más probabilidad que las niñas de ser

reubicados en alguna institución; (3) Los niños tienden a reaccionar a

través de conductas oposicionistas con mayor frecuencia que las

niñas, lo cual a su vez genera respuestas negativas de parte de los

padres; (4) En general, las personas tienden a interpretar de modo

distinto las conductas agresivas de los niños que las de las niñas y a

su vez, a castigar más severamente estos comportamientos en los

varones.
95

Por otro lado, Ugarte (2001) destaca las destrezas afectivas y

cognitivas como factores de protección (empatía, motivación, esperanza,

independencia, metas claras y destrezas en la solución de problemas).

Walsh (1996), Ruther (1987), Greene (2002) así como Raffo y Rammsy

(2000) señalan entre los factores internos a: la autoestima, el optimismo,

la fe, los valores religiosos y un sistema de creencias afirmativas (Citado

en Bueno, 2005).

A su vez, Henderson y Milstein, 2003 (Citado en Bueno, 2005)

consideran que las características más importantes como factores de

protección internos que facilitan y promueven la resiliencia son: ofrecer

servicio a otros o a una causa; desarrollo de destrezas sociales y

habilidad para tener relaciones sólidas y duraderas; tener una visión clara

del futuro; tener capacidad e interés por aprender y desarrollar motivación

intrínseca, entre otras.

Otra perspectiva sobre los factores protectores internos que se

podrían considerar como los pilares de la resiliencia, son los que propone

Suarez, 1997 (Citado en Jiménez & Arguedas, 2004) quien ha

identificado una serie de atributos personales, agrupados en cuatro

componentes los cuales son:


96

a) Competencia social, compuesta por los siguientes rasgos y

características:

Mayor respuesta al contacto con y mayor generación de respuestas

positivas en los otros.

Capacidad para comunicarse y demostrar afecto o empatía.

Sentido del humor.

La moralidad, es la actividad de una conciencia informada, es el

deseo de una vida personal satisfactoria, amplia y con riqueza

interior. Se refiere a la conciencia moral, a la capacidad de

comprometerse con valores y de discriminar entre lo bueno y lo

malo (Kotliarenco et al., 1997).

Saber medir el temperamento propio y el de los otros (Grotberg,

1999; Suarez, 1997; Wolin & Wolin, 1993. Citado en Jiménez &

Arguedas, 2004).

b) Resolución de problemas, este componente incluye:

La utilización de destrezas para planificar y para producir cambios

en situaciones frustrantes.

Iniciativa: evidenciada porque la persona dirige sus

comportamientos hacia una meta, planifica acciones y el

cumplimiento de objetivos, posee fuerte inclinación por el estudio

participativo con tendencia a la autorrealización, al liderazgo y a

enfrentar desafíos (Wolin & Wolin, 1993. Citado en Pulgar, 2010).

Sentimiento de autosuficiencia.
97

Autoeficacia y autodisciplina.

Creatividad o capacidad para crear orden a partir del caos y el

desorden (Suarez, 1997; Kotliarenco, 1995; Wolin & Wolin, 1993.

Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).

c) Autonomía, este componente tiene como principal factor el sentido de

la propia identidad, es decir, la habilidad para actuar

independientemente. Incluye:

Locus de control interno.

Autoeficiencia.

Conocimiento propio.

Distanciamiento adaptativo: capacidad para distanciarse de

ambientes disfuncionales.

Autodisciplina: iniciativa o disposición a exigirse y ponerse a prueba

en tareas progresivamente más exigentes (Wolin & Wolin, 1993.

Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).

d) Sentido de vida:

El experimentar que la vida propia tiene sentido es la fuerza

motivacional fundamental del ser humano y condición de la

autorrealización personal (Frankl, 1994). El logro de sentido se asocia

positivamente a percepción y vivencia de libertad; responsabilidad y

autodeterminación; cumplimiento de metas vitales; visión positiva de


98

la vida, del futuro y de sí mismo; y autorrealización (García-Alandete,

Gallego-Pérez & Pérez-Delgado, 2009).

Las personas involucradas en su existencia son más vitales, saben

dar continuidad a los objetivos planteados y son responsables, lo cual

les da sentido de vida. Cuanto más pronto se aclaren estos

significados, menos complicado será definir una intencionalidad o

visión hacia el futuro, y a su vez se posibilitará la adecuada definición

de aquello que se considera esencial y relevante en la vida (Frankl,

1999. Citado en Jiménez & Arguedas, 2004). Asimismo, el significado

que se da a la vida cambia de acuerdo con las distintas etapas que se

van superando. Las personas son capaces de encontrar un sentido

en su vida independientemente del sexo, la edad, el cociente

intelectual, la educación recibida, el medio ambiente y ser creyente o

no (Jiménez & Arguedas, 2004).

Está constituido por ocho rasgos (intereses especiales, metas,

motivación para el logro, aspiraciones educativas, optimismo,

persistencia, fe y espiritualidad, y sentido de propósito) que se

relacionan con la intencionalidad que siguen las personas para

alcanzar sus objetivos, la forma cómo se motivan y cómo evitan

sentimientos de desesperanza (Kukic, 2002. Citado en Jiménez &

Arguedas, 2004).
99

El perfil de la persona resiliente sistematizado por Kukic, 2002 (Citado

en Jiménez & Arguedas, 2004) que precisamente comprenden los

factores protectores internos considerados como los pilares de la

resiliencia se resume en la siguiente figura:

COMPETENCIA RESOLUCION DE AUTONOMIA SENTIDO


SOCIAL PROBLEMAS DE VIDA

Capacidad de Pensamiento Locus de control Fe y


respuesta crítico interno
Espiritualidad
Loc
Flexibilidad Iniciativa Habilidad para Sentido de
actuar Propósito
independientemente

Afecto/ Empatía Creatividad Sentido de poder Optimismo


personal

Habilidad para Autoeficacia Saber pedir ayuda Persistencia


comunicarse

Motivación para
Sentido Capacidad para el logro
del Autodisciplina distanciarse de
humor ambientes
disfuncionales Metas

Aspiraciones
educativas
Destrezas
Conciencia para planificar Capacidad para
moral y y producir manejar
compromiso cambios en sentimientos e
con valores situaciones impulsos propios Intereses
frustrantes especiales

Figura 3. Factores Protectores Internos que constituyen el perfil de la persona


resiliente

Fuente: Kukic, 2002 (Citado en Jiménez & Arguedas, 2004). Modificado por
Salgado (2012)
100

A continuación, desarrollaremos cada uno de los componentes que

forman parte del sentido de vida, por estar más ligados a la variable de

bienestar espiritual.

Fe y Espiritualidad

La espiritualidad “se refiere a aquellas actitudes, creencias y

prácticas que animan (dan espíritu a) la vida de las personas” (Ramsey &

Blieszner, 1999:6). Según Gardner (2001) lo espiritual se refiere a la

capacidad de la especie para interesarse en asuntos trascendentales

(Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).

La fe es un elemento de la estructura vital, como tal, hay

condiciones que pueden quebrantarla y condiciones que pueden

fortalecerla (Fromm, 1992). La persona con fe y espiritualidad tiene

confianza, seguridad y esperanza dadas por convicciones o experiencias

subjetivas, sean religiosas o no. La fe y la espiritualidad según Elkind

(1998) son formas de prepararse para que las adversidades resulten ser

menos traumáticas y desorientadoras (Citado en Jiménez & Arguedas,

2004).

Particular relevancia se le atribuye a la religión y a la espiritualidad

en el desarrollo de las personas resilientes. Al respecto, Baldwin et al.

(1992) reportan la importancia que reviste para los hogares que se

desenvuelven en ambientes de alto riesgo, la participación en algún grupo


101

religioso. Se sugiere que la iglesia, como grupo de apoyo social, refuerza

las políticas parentales de crianza y provee a los niños de influencias con

pares que refuerzan los valores familiares, constituyéndose por tanto, en

un elemento relevante dentro del desarrollo positivo de estos niños. A su

vez, Werner (1993) afirma que las familias de niños resilientes de distintos

medios socioeconómicos y étnicos poseen firmes creencias religiosas, las

que proporcionan estabilidad y sentido a sus vidas, especialmente en

tiempos de adversidad. La religión parece darle a los niños resilientes, y a

sus cuidadores, un sentido de enraizamiento y coherencia (Citado en

Kotliarenco et al., 1997).

Por ejemplo, en la investigación que desarrollaron Jiménez y

Arguedas (2004) encontraron que los adultos mayores percibían la fe y la

espiritualidad como fuentes de desarrollo personal que les habían

permitido fortalecer sus relaciones interpersonales por medio del respeto

propio y el de los demás. Consideraban que el haber sido espirituales les

permitía ver la vida con gratitud y como un aprendizaje en medio de las

perdidas, el sufrimiento y las alegrías. Según Ramsey y Blieszner, 1999

(Citado en Jiménez & Arguedas, 2004) la fe y la espiritualidad son una

guía que conduce a las personas durante sus vidas.

Sentido de propósito

Es la intencionalidad o visión que las personas tienen hacia el

futuro y se caracteriza por un impulso vital o entrega a una causa


102

(Ramsey & Blieszner, 1999; Frankl, 1999). El descubrimiento de este

objetivo o esta misión es una tarea de toda la vida. Según Daisaku (1998)

no es algo que alguien nos puede decir o que descubrimos

repentinamente (Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).

El tener un sentido de propósito permite situarse más allá de los

logros o derrotas del momento y ver las cosas en su debida perspectiva.

Puede llenar cada instante de la vida con alegría, incluso en medio de

circunstancias muy difíciles (Daisaku, 1998; Longaker, 1998. Citado en

Jiménez & Arguedas, 2004).

Optimismo

Según Avia y Vásquez, 1999 (Citado en Salgado, 2012) el

optimismo es la tendencia a esperar resultados favorables en el futuro.

Es una actitud que impide caer en la apatía, la desesperación o la

depresión (Seligman, 1995. Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).

De acuerdo a los especialistas, los optimistas son personas que a

pesar de los diversos problemas que puedan tener, no los niegan, si no

por el contrario, crean estrategias de acción y de afrontamiento a la

realidad (Salgado, 2012).

La persona optimista asume la responsabilidad adecuada para

lograr que los eventos buenos sucedan y, si ocurre algo negativo, lo


103

considera como temporal y específico de esa situación, además de

mostrarse realista si es ella quien ha causado ese acontecimiento

(Seligman, 1995. Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).

Persistencia

Persistente es la persona que continúa los esfuerzos a pesar de las

adversidades, que describe las situaciones difíciles como experiencias de

aprendizaje necesarias y que se concibe a sí misma como alguien que no

se da por vencido (Raskind et al., 1999). Para Seligman (1995) la

persistencia es uno de los pilares de la productividad y brinda resistencia

a la depresión a lo largo del ciclo vital. Lo que edifica la persistencia es

precisamente continuar los intentos, a pesar de esos sentimientos

desagradables, hasta acercarse lo más posible al dominio de lo deseado.

Esto requiere la combinación de paciencia, tenacidad y la disposición a

tolerar la frustración y la dificultad, hasta cumplir con el objetivo (Citado en

Jiménez & Arguedas, 2004).

Motivación para el logro

Es un tipo de motivación orientada al éxito, frente a la motivación

orientada hacia el temor al fracaso (Castaño, 1995), un impulso director

que lleva a esforzarse por mejorar o satisfacer un determinado criterio de

excelencia (Bisquerra, 2000. Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).


104

Las personas con motivación de logro buscan activamente el éxito,

asumen ciertos riesgos, pero sin exceder sus capacidades reales, evitan

riesgos extremos, pero asumen mayor cantidad de riesgos calculados,

asumen la responsabilidad de las consecuencias de su conducta,

ejecutan con eficacia las tareas desafiantes y son emprendedoras (Vargas

Vargas, 2007).

Metas:

Una meta es aquella finalidad que se persigue por medio de

actividades específicas de cualquier índole. Su establecimiento da

dirección y sentido a las acciones, lo que incrementa el rendimiento. La

persona con dirección hacia metas organiza sus actividades en términos

de lo que se ha propuesto y su cumplimiento. La meta en si no es lo

importante, sino que la persona se involucre en una actividad e invierta

esfuerzos en el proceso (Cuevas et al., 2001). Aunque algunos

consideran que cualquier meta puede dar significado a la vida, siempre

que tenga objetivos claros, pasos para la acción y una manera de

implicarse (Bonilla & Mata, 1998; Bisquerra, 2000. Citado en Jiménez &

Arguedas, 2004).

En el presente estudio se considera que no se trata de cualquier

meta, debe ser una meta dirigida a un objetivo que construya, que

incremente el bienestar de la propia persona o de los demás, lo que

contribuya a darle el sentido a su vida. No será lo mismo tener como


105

meta, vengar una herida que se cree haber recibido, a hacer un bien a

otra persona o a sí mismo, es decir, necesariamente en las metas que

forman parte del proceso resiliente, éstas deberán estar enfocadas hacia

un objetivo de bien, una causa noble, un fin constructivo.

Resulta interesante, el reporte de un estudio longitudinal que se

hizo a personas que lograron un desarrollo exitoso a pesar de enfrentar

limitaciones. Raskind et al., (1999) encontraron que estas personas

habían identificado metas tempranamente en la vida, lo que les dio

dirección en el curso de su desarrollo. Asimismo, al definir estar metas,

las habían visualizado como un proceso escalonado, es decir, por etapas.

En sus vidas habia evidencia de planeamiento pasado y futuro, y las

metas planteadas eran alcanzables (Citado en Jiménez & Arguedas,

2004).

Aspiraciones educativas:

Son los deseos que la persona tiene de aprender, para recibir un

certificado o bien para enriquecer su vida mediante estudios constantes,

periódicos u ocasionales. Este aprendizaje es un proceso personal, pues

nadie aprende por nadie, e implica un cambio de conocimientos, de

conductas o de experiencias socio-afectivas como resultado de la

necesidad interna o de una demanda del medio ambiente (Cazau, 2001.

Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).


106

Intereses especiales:

Interés es aquella preferencia que se manifiesta a través de las

actividades que la persona emprende durante su tiempo libre

(pasatiempos), el contenido de sus lecturas favoritas, el éxito y el gusto en

determinadas disciplinas escolares y en el trabajo (Casullo, 1994). Las

personas que tienen fuertes intereses y se pueden dedicar a ellos,

manifiestan sentirse más satisfechas (Bessell & Kelly, 1977). El interés

por las personas, cosas y otros elementos de la realidad, es un factor de

motivación que ayuda a las personas a sentirse bien. El cultivo de los

intereses cobra importancia durante todas las etapas del ciclo vital, así

como cuando se tiene el desafío de enfrentar situaciones adversas

(Erikson, 2000; Bisquerra, 2000; Raskind et al., 1999; Ramsey &

Blieszner, 1999. Citado en Jiménez & Arguedas, 2004).

Como acabamos de ver, es indudable la importancia que tienen los

factores personales para el desarrollo de la resiliencia. Pero no son los

únicos, igualmente es necesario examinar los factores protectores a nivel

familiar, pues es en la familia donde la persona nace y se desarrolla,

sobre todo las primeras etapas de la vida. A continuación, serán

abordados.

Factores de Protección en la Familia

Todos sabemos que las familias en diferentes períodos de su vida

típicamente pueden experimentar sufrimiento y dolor, pero también


107

pueden aprender de esas experiencias y fortalecerse. A partir de lo cual

la persona se enriquece, puede ver la vida de manera más humana,

volviéndose más madura o lo contrario.

Raffo y Rammsy (2000) afirman que entre los factores protectores

más importantes en el hogar que promueven la resiliencia, se encuentran

el apoyo incondicional de por lo menos una persona significativa, las

creencias y costumbres religiosas que promuevan la unidad familiar y la

búsqueda de sentido a la vida a pesar de tiempos difíciles. De acuerdo a

Garmezy (1991) entre los factores familiares destacan la cohesión, el

afecto, el interés por el bienestar de los otros y la presencia de un adulto

(Citado en Bueno, 2005).

Por otro lado, estudios longitudinales han destacado que la

presencia de una relación cálida, nutritiva y de apoyo, aunque no

necesariamente presente en todo momento (Greenspan, 1997), con al

menos uno de los padres, protege o mitiga los efectos nocivos de vivir en

un medio adverso (Fergusson & Lynskey, 1996. Citado en Kotliarenco et

al., 1997).

Heavy y Morris en 1999 así como Beach en 1997 (Citado en

Bueno, 2005) enfatizan que el vivir en familia y en comunidad permite

cultivar la espiritualidad, el bienestar mental, físico y emocional,

fortaleciendo así la resiliencia. Las creencias acerca de cuán importante


108

es uno, fortalecen los patrones motivacionales y el autoconcepto que

tiene el individuo de sí mismo y de sus habilidades, facilitando que

alcance sus metas.

De acuerdo a Clayton, 2007 (Citado en Pulgar, 2010) los factores

de protección más importantes que provienen de la familia son:

 Ser reconocido(a) y aceptado(a) como hijo(a).

 Experiencias de refuerzos positivos ante el esfuerzo y valoración del

rendimiento y motivación por la eficacia, así como apoyo para superar

los fracasos.

 Ambiente familiar afectivo y comunicación positiva.

 Actitudes y comportamientos contrarios al consumo de drogas, y

rechazo a las conductas de riesgo.

 Modelos de conducta positiva en los padres.

 Seguimiento y apoyo en los desafíos de la educación superior.

 Participación y disfrute en el tiempo libre familiar.

 Adecuado estilo de negociación y resolución de conflictos (no violento),

ambiente de humor y calidez.

Por lo expuesto, la familia no cabe duda es por excelencia el

soporte más importante para aprender a ser resilientes, para descubrir la

capacidad que tenemos todos de superar el dolor que genera la

adversidad.
109

Por último, pasaremos a examinar los factores protectores externos

que facilitan la aparición e incremento de la resiliencia.

Factores Protectores Externos:

Los factores protectores externos se refieren a condiciones del

medio que actúan reduciendo la probabilidad de daños como el apoyo de

un adulto significativo o la integración laboral y social (Pulgar, 2010).

Otros son la presencia de redes de apoyo, la valoración que las personas

reciban del medio y las oportunidades para la participación, la

contribución y el uso constructivo del tiempo (Kukic, 2002. Citado en

Jiménez & Arguedas, 2004). La presencia de alguna fuente de apoyo

externo que facilite los recursos, como por ejemplo un profesor, sus

vecinos, sus pares o una institución como la iglesia o la escuela

(Garmezy, 1991. Citado en Bueno, 2005).

Por ejemplo, Clark (1991) sostiene que el apoyo de los pares tiene

un gran impacto en el desempeño académico de los estudiantes porque,

además de buscar su compañía y amistad, éstos pueden tener gran

influencia en cómo se perciben, la competencia académica y la actitud

hacia la escuela. Asimismo, Ernery y Forehand (1996) plantean que el

aprendizaje entre pares les enseña que al ser interdependientes, cultivan

la responsabilidad y el respeto hacia otros y facilitan el alcanzar la

realización personal y social (Citado en Bueno, 2005).


110

En esta línea, un factor protector externo, lo constituyen los grupos

que sirven de soporte y apoyo. Según Pulgar (2010) la experiencia grupal

propicia en el estudiante la reflexión con sus pares y aprende a resolver

sus problemas que él solo no podría, aquí se requieren destrezas de

comunicación asertiva ya que el diálogo es fundamental. La interacción

grupal permite: desarrollar la capacidad de escuchar y comunicarse, da

oportunidades para el desarrollo y crecimiento personal, manejar las

tensiones, encontrar soluciones a sus problemáticas, aprender a fortalecer

sus destrezas, en el grupo experimenta como se siente y como lo ven los

demás, tiene mayor visión de sí mismo, desarrolla la habilidad de dar y

recibir afecto, mayor apertura, mayor grado de aceptación de los otros y

mayor comunicación, así como el desarrollo de la empatía.

El desarrollo de intereses y vínculos afectivos externos, es decir, la

presencia de intereses y personas significativas fuera de la familia,

favorece la manifestación de comportamientos resilientes en

circunstancias familiares adversas (Fergusson & Lynskey, 1996. Citado en

Kotliarenco et al., 1997).

Por otro lado, las comunidades que unen todos sus recursos para

promover valores sociales saludables y desarrollar en sus residentes el

capital humano y cultural apoyan el desarrollo de la resiliencia (Wang,

Haertel & Walberg, 1999. Citado en Bueno, 2005). Esta ayuda y apoyo

proveen a los jóvenes la oportunidad para que desarrollen nuevos


111

intereses y destrezas. Si este apoyo va unido al de los padres, la escuela

y los grupos de pares, el sostén es mayor en el manejo de las diversas

necesidades y dificultades (Bueno, 2005).

Después de haber realizado esta revisión de los factores

protectores más importantes, es necesario señalar que los especialistas

concuerdan en considerar que la resiliencia no se puede reducir a un

conjunto de rasgos personales, pero sí a elementos o factores que operan

dentro de la persona, y que son cultivados a lo largo de su historia

personal (Fergus & Zimmerman, 2005), posiblemente en vínculos

tempranos con sus cuidadores (Muñoz & De Pedro, 2005; Kotliarenco &

Lecannelier, 2004), siendo condición para el desarrollo de una particular

apropiación de los sucesos de la vida (Munitz & otros, 1998; Grotberg,

2006). Se distinguen entonces factores del entorno y factores personales

de la resiliencia, en una relación de interdependencia entre los mismos

(Munitz & otros, 1998; Pérez, Ferri, Melià & Miranda, 2007; Connor &

Davidson, 2003; Vinaccia, Quiceno & Moreno San Pedro, 2007. Citado en

Villalta, 2010).

Es claro, que los factores protectores no actúan de manera aislada,

por lo tanto, no hacen sus aportes independientemente uno del otro.

Todos los factores interactúan y de esta interacción, que es constante y

específica a cada persona, surge o no el fenómeno de la resiliencia. Así

pues, la complejidad de la resiliencia no está dada sólo por la gran gama


112

de factores implicados, sino también por la unicidad de cada persona.

Esto quiere decir que la resiliencia es siempre un resultado único, que

surge como consecuencia de las diferencias individuales en el

procesamiento interno del ambiente (Kotliarenco & Dueñas, 1994).

En la medida que se alienten, refuercen y consoliden los factores

protectores, podremos lograr personas más resilientes, más seguras de

sí, capaces de superar la adversidad, el dolor y el sufrimiento.

FACTORES DE RIESGO

Los factores de riesgo son las características potencialmente

negativas, existentes en los diferentes ambientes, las cuales afectan a la

persona dependiendo de sus características de personalidad y de su

contexto social, haciéndolos más o menos vulnerables ante las

circunstancias adversas (Bueno, 2005).

Según Pulgar (2010) los factores de riesgo son cualquier

característica o cualidad de una persona o comunidad unida a una

elevada probabilidad de daño físico, mental, socio emocional o espiritual.

Por su parte Ugarte, 2001 (Citado en Bueno, 2005) indica que el

factor de riesgo es cualquier circunstancia o evento de naturaleza

biológica, psicológica o social, cuya presencia o ausencia ofrece la


113

probabilidad de que se presente un problema determinado en una

persona o comunidad.

Además de los problemas sociales y del medio ambiente, Howkins,

Catalano y Miller, 1992 (Citado en Bueno, 2005) señalan como factores

de riesgo la presencia de problemas en el manejo de la estructura familiar

como relaciones tensas con los hijos, carencia de afecto, historial de

alcoholismo, conflictos en la pareja, disciplina rígida o inconsistente,

expectativas no definidas claramente en relación a las conductas

esperadas y pocas expectativas educacionales.

Siguiendo esta línea, Clayton, 2007 (Citado en Pulgar, 2010)

identifica como factores de riesgo provenientes de la familia los

siguientes:

Ausencia de afectividad y comunicación.

Actitudes y comportamientos permisivos y/o positivos ante las

drogas.

Falta de cohesión del grupo familiar y aislamiento emocional de sus

miembros.

Perdida de roles de las figuras de autoridad: ausencia de límites y

normas claras.

Incoherencia en la supervisión: excesiva exigencia en

determinados aspectos y excesiva tolerancia en otros.

Excesos de protección; disciplina severa.


114

Falta de reconocimiento y aceptación del/la hijo/a.

Ausencia de participación y disfrute en el uso del tiempo libre.

Alcoholismo y/o drogadicciones de alguno de los miembros de la

familia.

Situación de estrés de la familia por problemas económicos, de

pareja, entre otros.

Sin lugar a dudas, se puede inferir que en la vulnerabilidad del

individuo entran en juego las circunstancias adversas a las que se

enfrenta, sus características de personalidad y el apoyo que reciba de su

medio ambiente; de la forma en que conjugue estos elementos saldrá

airoso o sucumbirá (Bueno, 2005).

Es imposible que existan personas que no se enfrenten a ningún

factor de riesgo en sus vidas, por tanto, lo importante no es negar su

presencia, sino responder a éstos, activando nuestros recursos

personales, para incluso, transformar una aparente vulnerabilidad en una

fortaleza que permita construir algo positivo en nuestras vidas.

EL PROCESO RESILIENTE ANTE LA ADVERSIDAD

Quiñonez (2006) desarrolla en forma muy acertada en qué consiste

el proceso resiliente ante la adversidad, y señala que en la construcción

de dicho proceso es necesario tener en cuenta tres ejes fundamentales: la


115

persona, la adversidad y el proceso resiliente propiamente dicho, tal y

como se indica en la figura 4:

PERSONA

Historia individual y del


entorno social

ADVERSIDAD PROCESO RESILIENTE

Representación Creación de una


personal y social nueva realidad

Figura 4. Persona, resiliencia y adversidad


Fuente: Quiñonez (2006)

Primer eje: la persona resiliente

Dado que la persona que vive la adversidad, es la que construye

modos para superarla. Es necesario distinguir las condiciones y procesos

que ocurren en las primeras etapas del desarrollo, su trascendencia y

significado para las etapas subsiguientes. Los ambientes que dan

confianza y seguridad, las expresiones de afecto, serán condiciones

propicias para un buen desarrollo emocional; por el contrario, los vacíos


116

emocionales, ambientes hostiles y traumas que se presentan

especialmente en la infancia, tendrán una repercusión altamente

significativa por las huellas emocionales o físicas que ocasionan, y por la

desorganización de las estructuras básicas, que son los pilares del

desarrollo del psiquismo de las personas (Quiñonez, 2006).

Es necesario entonces, descubrir la realidad única y singular que

vive cada persona cuando enfrenta la adversidad, sus recursos,

fortalezas, sus riquezas, pero también sus debilidades, conflictos,

ansiedades, creencias, en otras palabras, todo aquello que le da un

carácter particular al modo como enfrenta el dolor y sufrimiento. Habrá

personas que ante la adversidad, son hasta capaces de quitarse la vida,

mientras que otras, lo usarán como un trampolín para levantarse e incluso

superarse a sí mismo, hasta límites insospechados.

En este conocer a la persona resiliente, será también importante

conocer sus redes sociales y culturales, grupo familiar, grupos de

referencias, valores compartidos por la colectividad de donde proviene,

entre otros aspectos, que de algún modo podrían influir en su persona.

Asimismo, según Quiñonez (2006) es indispensable partir de la

capacidad de reconocimiento que la persona logra de sí mismo, desde

tres dimensiones: cognitiva, emocional y actitudinal. En la dimensión

cognitiva la persona elabora o re-elabora la imagen de sí mismo en la


117

situación de adversidad. En ella se dará una integración de los conceptos

que posee sobre sí mismo, los significados de adversidad, catástrofe,

destrucción; significados que confrontará con la vivencia inmediata y que

adicionalmente y de manera espontánea construye ante los episodios

vividos. Mediante esta dimensión cognitiva la persona podrá crear,

proyectar y construir planes de solución a la problemática que vive y en

ella un aspecto fundamental es el reconocimiento del problema

propiamente dicho y en oportunidades la necesidad de una resignificación

de la situación que debe afrontar.

En la dimensión emocional según Quiñonez (2006) la persona se

ve abocada a experimentar una amplia gama de estados emocionales

que acompañan la vivencia tales como miedo, angustia, temor, ansiedad,

tristeza, desesperación, agresividad, para mencionar algunos de los más

significativos. De la misma manera surgen estados emocionales como el

amor, por ejemplo, expresado hacia los otros que se encuentran en

situaciones similares dando a su vez origen a manifestaciones como

solidaridad, comprensión, apoyo, lealtad y el estrechamiento de vínculos

que anteriormente no existían.

Y en la dimensión actitudinal se relaciona fundamentalmente con la

disposición que presenta la persona ante el hecho adverso y los

comportamientos y reacciones que construye sea de enfrentamiento o

negación de los hechos (Quiñonez, 2006).


118

Segundo eje: la adversidad

Como pudimos apreciar cuando revisamos las definiciones, la

adversidad es un elemento clave que está presente en varias de las

definiciones que existen sobre resiliencia. Incluso algunos científicos

plantean que un modo de esclarecer las diversas definiciones que existen

sobre resiliencia, es precisando que se entiende por adversidad (Ospina,

2007).

Según Quiñonez (2006) un evento o situación entra a catalogarse

como adversidad dependiendo del grado de afectación que presenta para

la persona que la vive, ya sea por considerarse como una condición que

le acompaña desde el nacimiento, pudiendo ser constitucional, o estar

determinada por eventos que de manera fortuita se presentan en alguna

de las etapas del desarrollo. Puede estar referida a factores emocionales,

físicos, materiales, sociales o culturales y, en situaciones extremas,

presentar una afectación al conjunto de todos los factores mencionados

(v.g. fenómenos naturales como una avalancha o un terremoto). Es decir,

la adversidad puede ser multicausal como veremos en la tabla 1.


119

Tabla 1

Factores Multicausales de la adversidad

FACTORES EVENTOS Y/O SITUACIONES


DETERMINANTES DE ADVERSIDAD
Conflictos de Discriminación étnica, religiosa, de género, socio-
naturaleza ideológica cultural.
Conflictos de Desplazamiento forzado, invasiones, atentados,
naturaleza política y terrorismo, guerras, insurgencias, secuestros, entre
social otros.
Desigualdades sociales Pobreza, desigualdad en la distribución de ingresos,
condiciones de vivienda inadecuadas, deficiencia en los
servicios básicos, falta de suministro de agua potable y
saneamiento.
Desastres naturales Terremotos, inundaciones, maremotos, sequías,
tornados, huracanes, tsunamis, tormentas, entre otros.
Problemas de Discapacidades (visuales, auditivas, otras).
naturaleza física Patologías del sistema nervioso central (parálisis)
Problemas del desarrollo (patologías prenatales,
neonatales o postnatales).
Eventos fortuitos Accidentes de diferente índole que dan origen a
diferentes grados de discapacidades temporales o
permanentes o a decisiones impostergables como la
amputación de miembros.
Contextos y eventos Agresividad y abuso del poder: violencia intrafamiliar,
disfuncionales maltrato físico, abuso sexual, entre otras.
El moobing u hostigamiento psicológico en el trabajo.
El bullying o violencia continuada y persistente que se
ejerce contra un compañero en los contextos
educativos, ya sea individual o colectivamente.
Ausencia o pérdida de modelos parentales o figuras
significativas de crianza o de acompañamiento.
Vínculos afectivos deficientes o inexistentes.
Núcleos familiares disfuncionales en la dinámica
sistémica interna del grupo o en las especificidades de
uno de sus miembros como es el caso de problemas de
alcoholismo, farmacodependencia, conductas bipolares,
psicopatías, entre otras.
Problemas ambientales Contaminación del medio ambiente, cambios climáticos
y ecológicos irreversibles, utilización de químicos para el control de
plagas o de cultivos ilícitos que afectan a la población
(uso indebido de herbicidas, intoxicación).

Fuente: Quiñonez (2006). Modificado por Salgado (2012).

Es necesario entonces, conocer como la persona percibe la

adversidad, cómo reacciona cognitiva, emocional y conductualmente,

pues así sabremos el impacto que le genera, pudiendo reaccionar de dos


120

maneras, una asumiendo lo ocurrido y reconstruyéndose a partir de los

hechos dolorosos, o por el contrario, hundiéndose en la misma, con todo

lo nocivo que significa ello.

Quiñonez (2006) considera que la repercusión de las adversidades

puede analizarse teniendo en cuenta una serie de factores entre los que

se destacan:

a) La intensidad del impacto que produce la adversidad: aquí se puede

establecer una diferencia entre enfermedades que invalidan en un alto

porcentaje a la persona como, por ejemplo, la parálisis cerebral con

cuadriplejia o las discapacidades que pudiendo ser temporales o

permanentes, afectan solamente una parte del desempeño y

funcionalidad de la persona.

b) La etapa del ciclo de vida en que ocurre el hecho adverso:

dependiendo de la etapa en la que se encuentre la persona, el

impacto probablemente será diferente, no es lo mismo el

desplazamiento forzado para un niño, lo que le implicaría un cambio

de espacio y condiciones del entorno fácilmente manejables dentro de

su proceso de adaptación, que el desplazamiento forzado de una

persona mayor que tiene que asumir el significado del desarraigo de

su lugar de origen y todas las transformaciones que implica para su

nueva vida.

c) Los mediadores de contención y respaldo: referido a las personas o

grupos que apoyen y generen reconocimiento, acogida, protección,


121

contención y respaldo ante la adversidad que se vive. Hay núcleos

básicos de contención como los integrantes de la familia, la pareja, los

amigos e instituciones de apoyo y protección. Pero también se

pueden encontrar personas que ante un evento como un terremoto

pierden todo su núcleo familiar y su grupo inmediato de interacción.

d) Las condiciones personales de la persona que vive la adversidad: la

persona que percibe la adversidad, es quien la define, le otorga un

sentido, significado, apropiación y trascendencia en su vida y es,

finalmente el que elabora de manera creativa formas alternativas de

superación de esa situación adversa para su posterior transformación

(Quiñonez, 2006).

Tercer eje: el Proceso resiliente

Algunos enfoques psicológicos han sido criticados por centrar su

interés en el establecimiento de una relación causa-efecto como forma

explicativa de los problemas o dificultades de las personas, llegando a

enfatizar en los procesos de naturaleza un tanto patologizante. Sánchez

et al., (2002), analizan la necesidad de superar este paradigma utilizado,

con la perspectiva de replantear el rol activo que desempeña la persona

que vive la adversidad (Citado en Quiñonez, 2006), de este modo se

busca dejar de lado las explicaciones deterministas que enfatizaban el

conformismo y actitudes de derrota envuelta en una trágica pasividad.


122

Indudablemente el proceso resiliente consiste en analizar como la

persona se levanta frente a la adversidad, qué nuevas estrategias utiliza,

como se re-construye a partir del dolor y el sufrimiento, que nuevos

significados le otorga a sus vivencias, qué explicaciones le brindan mayor

soporte y estabilidad, lo que sin duda contribuirá a ponerse de pie y salir

fortalecido.

RESILIENCIA Y EDUCACION

El rol que cumple la educación en el fomento y desarrollo de la

resiliencia es fundamental, en tanto se encarga de la formación de la

persona, no sólo desde el aspecto cognitivo, sino también humano.

Es claro, que la resiliencia es un concepto con un enorme potencial

para todos aquellos profesionales de la educación que trabajan con

jóvenes, permitiendo sistematizar y poner en práctica aquello que se hace

de forma cotidiana para el bienestar de los estudiantes. La resiliencia

hunde sus raíces en las realidades educativas, con la finalidad de

desarrollar habilidades para surgir de la adversidad, adaptarse,

recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva (Pulgar, 2010).

Windfield, 1991; Wang y Kovach, 1996 (Citado en Bueno, 2005)

argumentan que la resiliencia es un concepto que no solamente se aplica

a la persona y a las situaciones familiares, sino también dentro de las

instituciones educativas. Por tanto, las organizaciones y la educación en


123

general pueden ser importantes constructoras de resiliencia en los

jóvenes después de la familia (Pulgar, 2010).

En esta línea, Brown, Caston y Bernard, 2001 (Citado en Bueno,

2005) sustentan que se debe fomentar una educación resiliente debido a

los ambientes de riesgo en que viven los jóvenes de hoy día. Sostienen

que la esencia de la educación es el desarrollo humano el cual se debe

ver como un todo desde la perspectiva social, psicológica y de

aprendizaje; por lo que la educación resiliente debe enfocarse hacia el

desarrollo de los intereses, fortalezas e identidad de los estudiantes.

Como bien señala Quiñones (2006) las comunidades educativas

tienen como objetivo fundamental implementar procesos educativos para

el desarrollo y transformación de los seres humanos. Las escuelas,

colegios y universidades son los espacios de educación formal por

excelencia y en ellos estudiantes, docentes, directivos y padres de familia

participan de manera activa a partir de compromisos personales y

sociales.

En toda institución educativa el profesor tiene una función de guía,

mediador y facilitador de aprendizajes significativos. La resiliencia está en

relación directa con los ambientes de aprendizaje y cómo afectan a su

desarrollo. Si el profesor genera un ambiente emocional de aprendizaje


124

amable y agradable, logrará que los estudiantes estén motivados y

puedan ver en su quehacer diario una realización personal (Pulgar, 2010).

Por tanto, el papel de las instituciones educativas es pues

determinante en los procesos de socialización de los estudiantes, siendo

una de las metas fundamentales promover el conocimiento personal y el

fortalecimiento en la toma de decisiones especialmente en situaciones de

adversidad, todo lo anterior independiente de los niveles educativos de

formación (Quiñones, 2006).

Por otro lado, recordemos que el concepto de universidad

comprende una serie de atributos que la caracterizan. Es la cuna del

saber, portadora de la historia de la humanidad, baluarte de la

conservación de las costumbres y la herencia cultural, promotora de la

identidad de los pueblos, laboratorio del saber y facilitadora del proceso

de desarrollo del ser humano (Bueno, 2005).

La Asociación Americana de Colegios y Universidades (Astin,

1993. Citado en Bueno, 2005) declara que las universidades tienen la

responsabilidad de educar al estudiante como un todo, no sólo en el

aspecto académico de adquirir conocimientos, sino también en el

desarrollo de introspección y de valores sólidos. Puyol, 2001 (Citado en

Bueno, 2005) afirma que corresponde a la universidad inspirar en el

nuevo milenio una sensibilidad universalista alimentada por valores, usos


125

y creencias que forjen un mundo de paz, libertad, desarrollo y solidaridad.

Lo cual requiere un compromiso serio no sólo de la institución, sino

también de su claustro y sus estudiantes.

Es evidente que el estudiante asiste a la universidad para adquirir

conocimientos que le permitan ejercen con eficiencia y calidad una

profesión, pero si entendemos como sugiere Bueno (2005) que la

educación universitaria es la promotora del desarrollo integral en la

persona, deberá entonces la universidad procurar una verdadera

integración del aprendizaje en todos sus aspectos socioculturales, físicos,

emocionales, espirituales e intelectuales.

Por tanto, la resiliencia debe ser promovida en los claustros

universitarios. El humor, la fantasía, el afecto, la aceptación de sí mismo,

la ilusión, la alegría, el amor, la generosidad, el optimismo realista, la

esperanza, son destrezas que pueden ser enseñadas, aprendidas y

desarrolladas. La pedagogía resiliente favorece el movimiento continuo de

la armonía entre riesgo-protección, abriendo a la persona del educador y

el educando, a nuevas experiencias, en un contexto de seguridad (Pulgar,

2010).

Silber, 1994 (Citado en Muñoz & De Pedro, 2005) agrupa en seis

categorías perfectamente válidas para todos los campos profesionales,

los elementos educativos fundamentales que habrán de potenciarse para


126

fortalecer la resiliencia, con los que debemos comprometernos todos los

profesionales adaptándolos a cada momento evolutivo:

 Conocer la realidad. Aumenta la resiliencia en los niños, adolescentes

y jóvenes que han desarrollado el hábito de preguntar y obtienen

respuestas honestas, ya que adquieren la capacidad del

discernimiento e intuición y pueden tener una percepción más

transparente de los hechos que suceden a su alrededor. Este

conocimiento genera la capacidad para entender lo que les sucede a

ellos mismos y a los demás y desarrollar la tolerancia. Para ello

necesitan disponer de personas adultas cercanas a quienes dirigir sus

preguntas.

 Avanzar hacia la independencia y la autonomía. Sólo puede

conseguirse desde la capacidad de los adultos para reconocer en los

niños su capacidad para orientarse según sus necesidades. El

objetivo debe ser la posibilidad de establecer una forma de relaciones,

donde domine más la razón que el sentimiento.

 Ampliar las posibilidades para conectar y establecer relaciones

positivas con el entorno social. Crece la resiliencia en los niños,

adolescentes y jóvenes que no quedan encerrados en su entorno y

salen a conocer la riqueza de posibilidades que les ofrece el mundo

que les rodea, así se puede completar lo que la familia no puede dar.

La posibilidad de establecer una buena red de contactos sociales, a

muy diversos niveles, potencia los factores de protección ante las

situaciones de riesgo.
127

 Potenciar la capacidad de explorar todo el entorno, animando a

experimentar las posibilidades que se le ofrecen. Se trata de una

forma de lucha activa contra los sentimientos de impotencia que

algunas familias transmiten a sus hijos. El objetivo final es completar

los proyectos y adquirir la capacidad para abordar los problemas

difíciles.

 Mantener la capacidad de jugar, como método para incrementar la

creatividad y activar el sentido del humor. Los niños, adolescentes,

jóvenes y adultos, que saben jugar son capaces de imponer orden,

belleza y objetivos concretos en el caos diario de experiencia y

sentimientos dolorosos. A través del sentido del humor, es posible

contemplar lo absurdo de los problemas que nos acongojan y

relativizar los complejos cotidianos.

 Educar la capacidad de juzgar y desarrollar el sentido crítico. Niños,

adolescentes y jóvenes necesitan una educación ética de calidad para

juzgar la bondad o maldad de los mensajes que llegan, necesitan

reelaborar los valores tras la experiencia traumática, considerando el

servicio a los demás como forma de compromiso social. Es

importante, entonces, saber discernir lo que está bien de lo que está

mal y no dejarse llevar por las presiones sociales.

Asimismo, de acuerdo a Muñoz y De Pedro (2005) la resiliencia

invita a modificar las prácticas educativas, observando y utilizando mejor

los recursos, de manera que la educación, pueda posibilitar una formación


128

integral, lo que hace necesario fomentar el desarrollo de capacidades

cognitivas, psicomotrices, de autonomía y equilibrio personal y capacidad

para la inserción en la sociedad. El profesor/tutor según estos autores

desde la práctica educativa es una figura fundamental en el proceso de

prevención y promoción de actitudes que facilitan la resiliencia, entre las

que enumeran:

 Establecer una relación personal.

 Descubrir en cada persona aspectos positivos. Confiar en sus

capacidades.

 Ser capaz de ponerse en el lugar del otro para comprender sus

puntos de vista, es decir, ser empáticos.

 Evitar la humillación, el ridículo, la desvalorización, y la indiferencia

que afectan de forma negativa a la imagen y confianza que la persona

tiene de sí misma.

 Adoptar actitudes de respeto, solidaridad y comprensión.

 Saber que cada persona tiene expectativas, dificultades y

necesidades diferentes.

 Desarrollar la escucha, expresión verbal y no verbal y de

comunicación en general.

 Poner límites, tener comportamientos tranquilizadores y hacer

observaciones que ayuden a mejorar la formación.

 Desarrollar comportamientos que transmitan valores y normas

incluyendo factores de resiliencia.


129

Complementando lo anterior, según Henderson y Milstein, 2003

(Citado en Pulgar, 2010) la construcción de la resiliencia en las

instituciones educativas implica trabajar para introducir los siguientes seis

factores:

1. Brindar afecto y apoyo proporcionando respaldo y aliento

incondicionales, como base y sostén del éxito académico.

2. Establecer y transmitir expectativas elevadas y realistas para que

actúen como motivadores eficaces, adoptando la filosofía de que

“todos los estudiantes pueden tener éxito”.

3. Brindar oportunidades de participación significativa en la resolución

de problemas, fijación de metas, planificación y toma de

decisiones. Que el aprendizaje se vuelva más “práctico”, el

currículo sea más “pertinente” y “atento al mundo real” y las

decisiones se tomen entre todos los integrantes de la comunidad

educativa.

4. Enriquecer los vínculos pro-sociales con un sentido de comunidad

educativa. Buscar una conexión positiva de familia-comunidad.

5. Capacitar al personal sobre estrategias y políticas de aula que

trasciendan la idea de la disciplina como un fin en sí mismo.

Permitir la participación de la comunidad educativa, en la fijación

de dichas políticas. Así se lograrán fijar normas y límites claros y

consensuados.

6. Enseñar “habilidades para la vida”: cooperación, resolución de

conflictos, destrezas comunicativas, habilidad para resolver


130

problemas y tomar decisiones. Esto sólo ocurre cuando el proceso

de aprendizaje está fundado en la actividad conjunta y cooperativa

de los estudiantes y los docentes.

IMPORTANCIA DE LA RESILIENCIA

Es evidente a todas luces la importancia que tiene el concepto de

resiliencia, por las implicancias que representa para el desarrollo del ser

humano, de una mirada fatalista y patológica, hemos pasado a una

mirada esperanzadora, segura y firme ante el dolor, sabedores que si

realmente nos proponemos podemos superar el sufrimiento y la

adversidad. Como bien afirma Quiñones (2006) el concepto de resiliencia

posibilita una nueva valoración y reconocimiento en cuanto a la

representación y potenciación de lo humano.

La importancia de la resiliencia está documentada en diversas

investigaciones que muestran la influencia que ejerce sobre la salud,

capacidad de adaptación, educación, entre otros. Podemos encontrar

estudios que evalúan la influencia favorable de la resiliencia en la

recuperación de las enfermedades crónicas, véase dolor crónico (Ong,

Zautra & Reid, 2010; Sturgeon & Zautra, 2010; Zautra, Johnson & Davis,

2005), VIH/Sida (Bletzer, 2007; Moskowitz, 2010), esclerosis múltiple

(Rab-kin, Wagner & Del Bene, 2000), artritis reumatoide (Strand et al.,

2006; Girtler et al., 2010), enfermedades reumáticas (Evers, Zautra &

Thieme, 2011), fatiga en pacientes con cáncer sometidos a radioterapia


131

(Strauss et al., 2007), cáncer de ovario (Wenzel et al., 2002), insuficiencia

renal crónica (White, Driver & Warren, 2008), lesiones en la medula

espinal (Catalano, Chan, Wilson, Chiu & Muller, 2011), tartamudez crónica

(Craig, Blumgart & Tran, 2011). Más recientemente Stewart y Yuen

(2011) y Trivedi, Bosworth y Jackson (2011) han desarrollado revisiones

sistemáticas de la literatura acerca del peso de la resiliencia sobre las

enfermedades crónicas, planteando un aumento exponencial año tras año

de estos estudios sobre todo en países anglosajones (Citado en Vinaccia,

Quiceno & Remor, 2012).

Otro modo de constatar la importancia que tiene el estudio de la

resiliencia para la ciencia en la actualidad, es darnos cuenta de la

cantidad y variedad de estudios que se realizan con diferentes grupos

humanos en diversos escenarios y bajo distintas condiciones.

Al respecto, Salgado (2005b) afirma que en las investigaciones

científicas que se han llevado a cabo, se puede observar un panorama

diverso sobre los diferentes grupos muestrales que se han utilizado, que

van desde condiciones como inmigrantes, personas que han sido

maltratadas, que han sido víctimas de abuso sexual y de violencia

intrafamiliar, niños de la calle, hijos de padres con trastornos afectivos y

neuróticos, con padres de niños con una discapacidad determinada,

jóvenes con orientación homosexual, hasta muestras conformadas por

personas que han sido testigos de homicidios en sus comunidades,


132

personas que han padecido una enfermedad que ha comprometido

gravemente su vida, con niños sobrevivientes del Holocausto nazi, con

presos políticos, con personas del ejército que han transitado a la vida

civil, con prisioneros de guerra, así como con personas afectadas por el

Sida (directa o indirectamente), tal y como se puede observar en la tabla

2.

Tabla 2

Investigaciones de resiliencia, según grupos muestrales

AUTORES GRUPOS MUESTRALES

Montts et al., (1999) Hijos de padres con trastornos afectivos, neuróticos y


normales.
Gold et al., (2000) Prisioneros de guerra de la Segunda Guerra Mundial.

Gowan et al., (2000) Personas del ejército que transitan a trabajos civiles.
Sanders y Kroll (2000) Jóvenes gays y lesbianas.

Aroian y Norris (2000)


Rumbaut (2000) Inmigrantes.
Miller y Chandler (2002)
Chang y Ng (2002)
Al-Naser y Sandman (2000) Población recientemente expuesta al estrés y adversidad
extrema (Sometida a la invasión de un país extranjero).
Felten (2000) Personas que acaban de tener una enfermedad
devastadora que compromete significativamente su vida.
Levy y Wall (2000) Haber sido testigos de homicidios en sus comunidades.
Rabkin et al., (2000) Pacientes con esclerosis amiotrópica lateral y las
personas que cuidan de ellos (esposos).
Farber et al., (2000) Adaptación de personas con la enfermedad sintomática
de VIH y SIDA.
Pivnick y Villegas (2000) Personas afectadas por el SIDA (Cuyos padres están
infectados o han muerto con VIH/SIDA).
133

Vaillant y Davis (2000) Estudiantes con bajos resultados en los tests de


inteligencia.
Dufour et al., (2000) Personas que han sido víctimas de abuso sexual.
Werner-Wilson et al., (2000) Mujeres que son maltratadas.
Henry (2001) Personas que se enfrentan a ambientes de abuso en el
hogar.
Rew et al., (2001) Adolescentes sin hogar que buscan servicios sociales y
de salud.
Felten y Hall (2001) Adultas mayores que se sobreponen a la adversidad de
una enfermedad o una pérdida.
Cadell et al., (2001) Niños de la calle, presos políticos y personas que cuidan
a personas con VIH/SIDA.

Sigal y Weinfeld (2001) Niños sobrevivientes del Holocausto y su funcionamiento


actual como adultos.
Humphreys (2001) Hijas adultas de mujeres que son maltratadas.
Neria (2001) Prisioneros de guerra.

Heiman (2002) Padres de niños con una dificultad intelectual, física o de


aprendizaje.
Amar et al., (2003) Niños que han sido víctimas de violencia intrafamiliar.
Poletto et al., (2004) Niñas en situación de riesgo que cuidan niños.
Fuente: Salgado (2005b)

Después de haber revisado las principales conceptualizaciones

teóricas acerca de la resiliencia, pasaremos a revisar las relacionadas al

bienestar espiritual.
134

2.2.2. BIENESTAR ESPIRITUAL

Para abordar nuestra variable de estudio, es necesario partir de los

aspectos más generales para adentrarnos más a lo que es la

espiritualidad, y concretamente el bienestar espiritual. En este sentido,

empezaremos revisando el estado de la Psicología de la Religión y la

Espiritualidad.

ESTADO DE LA PSICOLOGÍA DE LA RELIGIÓN Y LA

ESPIRITUALIDAD

El fenómeno religioso ha estado presente desde tiempos

inmemoriales en la humanidad, forma parte de la especie humana y no

sólo es potestad de la Psicología, sino de las demás disciplinas ligadas al

hombre. Al respecto, García-Alandete y Pérez (2005) afirman que el

fenómeno religioso, en sus diversas manifestaciones, tanto subjetivas

(personales) como objetivas (colectivas), siempre ha estado y sigue

estando, en el punto de mira de diferentes disciplinas humanas y sociales,

tales como la Filosofía, la Sociología y la Psicología, configurando ámbitos

de investigación específicos.

Si intentamos hacer un breve recorrido por las actitudes que hemos

tenido en la ciencia respecto a la religión y a la espiritualidad. Podemos,

señalar que entre los intereses iniciales de la Psicología se encontraba la

espiritualidad (Pargament & Mahoney, 2002; Spilka, 2003). Sin embargo,

posteriormente fue dejada de lado e ignorada por los psicólogos, que la


135

concebían como algo patológico o como un proceso que podía reducirse

a funciones psicológicas, sociales y biológicas subyacentes más básicas

(Pargament & Mahoney, 2002. Citado en San Martin, 2007).

No cabe duda que durante décadas, se ha evitado investigar la

espiritualidad por considerársele nada científico. Al respecto Rivera (2007)

señala que el área espiritual de la vida humana ha sido largamente

segregada del campo de la psicología, y parece ser necesario, hoy por

hoy, asignarle un lugar más allá del apasionamiento de la fe y el

escepticismo academicista contemporáneo.

Aunque en el mundo de la ciencia se ha evitado hacer referencia a

la espiritualidad; algunos de los psicólogos más respetados en la historia

de la psicología – William James (2002; 1902), Erich Fromm (1977),

Viktor Frankl (1985, 1992), Gordon Allport, Abraham Maslow y Rollo May,

citados en Elkins, (1999) – han hecho de la espiritualidad uno de sus

principales focos de atención y trabajo. Incluso se ha llegado a sugerir

que personajes usualmente identificados como opositores a lo religioso

como Spinoza, Nietzsche, Marx, Freud y Reich, si bien fueron concientes

del lado deformativo de la religión, ninguno de ellos fue hostil a los

aspectos esenciales de la espiritualidad (Boadella, 1998. Citado en

Rivera, 2007).
136

Pero es con el advenimiento de la Psicología Positiva que según

San Martin (2007) se retoman las misiones originales de la psicología, una

de las cuales es el hacer la vida de las personas más productivas y

plenas.

Estos pasos, permitieron constituir inicialmente de modo formal la

Psicología de la Religión, entendida como la rama de la psicología

aplicada y de la ciencia de la religión, que abarca las manifestaciones

psicológicas vinculadas a la práctica religiosa, cuyo centro de estudio son

las creencias, actividades y experiencias religiosas desde el punto de

vista psicológico (Font, 1999. Citado en Quiceno & Vinaccia, 2009).

Ahora bien, es importante conocer sus primeros pasos en el mundo

de la ciencia. Según Quiceno y Vinaccia (2009) a principios del siglo XX,

la psicología da un carácter científico a los fenómenos del

comportamiento espiritual-religioso con lo cual surge la llamada psicología

de la religión, que tuvo aportaciones de todas las corrientes psicológicas

en su desarrollo, como el conductismo, el psicoanálisis, la psicología

humanista y transpersonal, especialmente en Europa y Estados Unidos

donde surge como una área propia de la psicología.

Entre los primeros fundadores se considera a Friedrich

Schleiermacher con su obra “Psychologi” (1862), y como primer gran

clásico de la especialidad de la corriente del pragmatismo, al psicólogo y


137

filósofo William James con su obra “La variedad de la experiencia

religiosa” (1902). Entre sus aportes está la diferencia entre la religión

como institución (grupos religiosos y su organización), la religión como

práctica personal (vivir experiencias místicas, independientemente de la

cultura) y la diferencia entre religiosidad sana y religiosidad enfermiza.

Para William James, factores emotivo-cognitivo-conductuales operaban

en las experiencias religiosas (Citado en Quiceno & Vinaccia, 2009).

Otros precursores de la época que dieron los primeros aportes

científicos a la psicología de la religión fueron Edwin Starbuck en el año

1899, Stanley Hall del periodo de 1904-1917 y George Coe del año 1900

(Yoffe, 2007). Entre los teóricos principales del siglo XX se encuentran

Sigmund Freud, Carl Jung, Alfred Adler, Gordon Allport, Daniel Bastón,

Erik H. Erikson, Erich Fromm, Abraham Maslow y Viktor Frankl. Todos

ellos hacen énfasis en la existencia de un Dios, en las prácticas y

experiencias religiosas (Faller, 2001) y categorizan a la religión como

buena o mala, como medio de crecimiento y motivación o de enajenación

del hombre y la sociedad (Citado en Quiceno & Vinaccia, 2009).

Gordon Allport en su libro The Individual and his Religión en 1950,

ilustra cómo la gente puede usar la religión de formas diferentes y hace

una distinción entre la religión madura, en la que la persona es dinámica y

de mente abierta, y la religión inmadura, en la que la persona es egoísta y

generalmente representa los estereotipos negativos que tiene sobre la


138

religión. Más adelante, esta diferencia se define como “religión intrínseca”

(fe genuina, sentida, devota) y “religión extrínseca” (asistencia a la iglesia

para obtener el estado social). Luego, Batson, en 1993, define otra

orientación: “religión como medio”, “religión como final” y “religión como

búsqueda” (Rivera- Ledesma & Montero-López, 2007. Citado en Quiceno

& Vinaccia, 2009).

Es entonces, a mediados del siglo XX que comienzan a tener auge

las investigaciones relacionadas con espiritualidad, religión y salud

(González, 2004; Hill et al., 2000). Más concretamente, en las tres últimas

décadas se han venido publicando investigaciones en revistas médicas y

psicológicas, en las cuales Harold G. Koenig, Kenneth I. Pargament,

Pamela G. Reed, David B. Larson y Jeffrey S. Levin, aparecen como

algunos de los pioneros que abrieron una nueva etapa para la

investigación científica de la religión y la espiritualidad en el área de la

salud (Moreira-Almeida, Lotufo & Koenig, 2006. Citado en Quiceno &

Vinaccia, 2009).

Lo anterior posibilitó que se incorporara académicamente el estudio

de la espiritualidad, con lo cual surge el término “Psicología de la Religión

y la Espiritualidad”, que hace referencia a las experiencias y formas de

participación religiosa, creencias y prácticas espiritual-religiosa, el

afrontamiento religioso, la conversión y la fe (Yoffe, 2007. Citado en

Quiceno & Vinaccia, 2009).


139

Por lo revisado, es claro que al inicio esta importante área de la

Psicología solo se llamaba “Psicología de la Religión” y posteriormente

paso a llamarse “Psicología de la Religión y la Espiritualidad”, pues como

sabemos, la religión hace referencia a una serie de prácticas y normas

acorde a las creencias que se tiene, pero el sustrato a todas ellas es la

espiritualidad, entendiéndola como lo veremos más adelante, como

aquella que precisamente nutre la religión y le da sentido, nos referimos a

la fe en Dios.

Pareciera entonces que finalmente las variadas razones por las

cuales la comunidad científica dejo de lado la espiritualidad como una

importante dimensión humana han comenzado a superarse (Koenig,

2001; Kliewer & Saultz, 2006; Levin, 2001. Citado en San Martin, 2007).

De este modo, en el campo de la psicología, puede constatarse un

renovado interés en los últimos años por su estudio, como se puede

comprobar por el número creciente de publicaciones específicas dentro

del área de la Psicología de la Religión (Pérez-Delgado, 2001; Pérez-

Delgado, Samper & Soler, 2000); desde múltiples perspectivas teóricas se

han abordado diversidad de temáticas: los aspectos generales de la

Psicología de la Religión (Argyle, 2000; Grom, 1994; Wulff, 1991, 1997),

las expresiones sociales o colectivas de la religiosidad (Wilson, 1982), sus

rasgos como actitud personal (Beit- Hallahmi & Argyle, 1997; Fierro &

Baile, 1996; García- Alandete, 2003), el fenómeno de la conversión


140

religiosa (Rambo, 1996), el desarrollo del juicio religioso a lo largo de

estadios evolutivos (Oser & Gmünder, 1998), su significación personal y

su incidencia en la propia vida (Vergote, 1997), su relación con

determinadas actitudes (Duriez & Hutsebaut, 2000), sus relaciones con la

salud y el bienestar (Hill & Pargament, 2003; Pargament, 2002), con el

razonamiento moral (Batson, Schoenrade & Ventis, 1993; Cohen & Rozin,

2001; García-Alandete & Pérez-Delgado, 2002) y los valores (Duriez,

Fontaine & Luyten, 2001; Faiola, 2002); estas y otras cuestiones, tratadas

en variedad de trabajos junto a los citados, se evidencian en los últimos

años como núcleos de interés (Garcés, 1985) en relación con el fenómeno

religioso (Citado en García-Alandete & Pérez, 2005).

Como podemos observar existe un serio interés en la comunidad

científica para abordar variables ligadas a la fe, el afrontamiento religioso,

la convicción espiritual, el bienestar espiritual, entre otras variables que se

ha traducido en importantes investigaciones que se encuentran en libros y

revistas científicas; sin embargo, y a pesar de ser un área muy explorada

en otras realidades (vg. norteamericana, europea) es algo que en países

latinoamericanos, no se ha investigado de manera satisfactoria, antes

bien, se ha descuidado.
141

CONCEPTUALIZACIONES DE LA RELIGIÓN

Es necesario que conozcamos algunas conceptualizaciones acerca

de la religión, dada su íntima relación con la espiritualidad e incluso con la

resiliencia. Pues como afirma Osorio y Romero, 2001 (Citado en Salgado,

2005b) la religión brinda la capacidad para averiguar el significado,

sentido o coherencia en cuanto ocurre en la vida, en estrecha relación con

la vida espiritual y la fe religiosa. La religión es una forma de ayudar a

encontrar lo positivo y a profundizar en la realidad, lo que puede repercutir

en las personas brindándoles un sentido de trascendencia, de valía

personal, aún en medio de las dificultades. Como obviamente se

presentan en las personas resilientes que luchan por superar las

adversidades que forman parte natural de la vida.

DEFINICIONES

La Real Academia Española (2012) señala que la palabra religión

proviene del lat. religĭo, -ōnis y es definida como el conjunto de creencias

o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor

hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de

prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.

Es la virtud que mueve a dar a Dios el culto debido.

Solimine y Hoemman en 1996 (Citado en Pinto, 2007) describen la

religión como un sistema organizado de adoración, en el que la creencia y

las normas morales son mantenidas en un ritual formal y común, al igual


142

que tiene una serie de observaciones, producto de la práctica que pueden

ser una expresión de la espiritualidad de una persona, pero no su núcleo.

Para Koenig, McCullough y Larson, 2001 (Citado en Quiceno &

Vinaccia, 2009) la religión es un sistema organizado de creencias,

prácticas, rituales y símbolos diseñados para facilitar la cercanía a lo

sagrado o transcendente (Dios, un poder más alto, la verdad o la realidad

última).

La religión sitúa la vida espiritual en una comunidad con una

tradición. Ella se basa en una fe en Dios, busca una organización y una

expresión comunitarias así como un apoyo para la vida espiritual. Las

religiones varían a menudo en función de su fundador y de su cultura de

origen (Vanistendael, 2003).

La religión es un término que se refiere a un sistema organizado de

creencias, prácticas y formas de culto que se comparten en una

comunidad (Emmons & Paloutzian, 2003) y que generalmente se dirigen

según Hill y Pargament (2003) a la relación con Dios (Citado en

Rodriguez, 2006).

Por otro lado, la religión según Jiménez (2005) es definida como la

creencia en la existencia de un poder reinante sobrenatural, creador y


143

controlador del universo, que ha dado al hombre una naturaleza espiritual

que continúa existiendo después de la muerte del cuerpo.

Para Cabestrero, 2005 (Citado en Rodríguez et al., 2011) la religión

puede ser entendida como el conjunto de instituciones que formulan,

organizan, administran o coordinan el instrumental de teorías, doctrinas,

dogmas, preceptos, normas, signos, ritos, símbolos, celebraciones o

devociones, en torno a una creencia trascendental y a través de las

cuales se conservan, cultivan o expresan colectivamente las experiencias

espirituales personales.

Pinto (2007) considera que la religión alude a una institución cultural

u organización grupal, en torno a un culto específico, que tiene lugar y

tiempo particulares, ofrece consuelo en las privaciones, favorece la

autoaceptación y disminuye los sentimientos de culpa.

Desde la persona como parte de un sistema cultural, la religión sirve

como un lente para leer el mundo, el yo y las relaciones que se

establecen entre ellos (Korman, Garay & Sarudiansky, 2008). Es decir,

orienta nuestra percepción y nos permite ver la realidad de una manera

más rica y profunda.

Como se puede apreciar existen algunas pequeñas diferencias entre

las definiciones planteadas por los autores, aunque en todas ellas, hay un
144

hilo conductor, entendido como el conjunto de prácticas, creencias,

rituales, símbolos que se viven a nivel institucional y que tienen como

base la relación con Dios, el modo como se le percibe y qué actitudes

tenemos frente a Él, de ahí dependerá la asunción del estilo religioso que

se viva, basado solo en lo superficial, entendido como el mero

cumplimiento de normas y prácticas propias de una religión, o como la

manifestación coherente de una relación profunda de amor a Dios, que se

alimenta por el amor que proviene de Él y la fe que suscita.

CONDICIONES PERSONALES Y SOCIALES

Es evidente que el concepto integral del hombre; supone que el

hombre no es tan sólo un ser bio-psico-social, sino también espiritual y

religioso (Jaramillo et al., 2008). Prescindir de esta dimensión de la vida

del ser humano sería desconocer aspectos medulares del desarrollo de la

persona.

De acuerdo a Rivera (2007) el concepto religión es de naturaleza

social; se construye a partir de la coincidencia en muchos hombres y

mujeres de un lugar y una época dada, de dos situaciones

eminentemente humanas e individuales; por un lado, la experiencia de lo

espiritual, y por otro, la ansiedad existencial que plantea el sólo hecho de

vivir y la conciencia de ser finito. La religión constituye el campo social al

que a menudo se atribuye y donde a menudo se expresa la vida espiritual.


145

Moberg 1971 (Citado en Pinto, 2007) plantea que el hecho religioso

se presenta en la existencia humana como una manifestación de la

dimensión esencial del hombre, que lo constituye en su dimensión de

totalidad. Se asume una actitud religiosa cuando, ante una determinada

configuración anímico-espiritual, se manifiesta como la vivencia de un

“algo” o de un “alguien” que, en forma de lo “otro” por excelencia y como

excepción de la continuidad de los encuentros puramente humanos, nos

“trasciende” y como tal tiene el poder de obrar sobre los hombres, los

acontecimientos y las cosas.

Es importante analizar el desarrollo religioso del ser humano, el cual

implica la aceptación de determinadas creencias, valores, normas de

conducta o rituales. Puede o no ir paralelo al desarrollo espiritual. Por

ejemplo, alguien puede seguir ciertas prácticas religiosas, pero no

interiorizar el significado simbólico que hay detrás de las prácticas

(Goldberg, 1998. Citado en Pinto, 2007). O alguien puede considerarse

una persona muy espiritual, pero no seguir ninguna religión en particular,

sino creer en Dios a su manera o a su estilo, algo muy común en nuestros

días.

Es necesario entonces tener en cuenta por un lado, las

características personales del creyente y por otro lado, las características

sociales del entorno. Pueden haber personas, y de hecho las hay que

utilizan la religión para ganar status, para encontrar compañía, para


146

intentar superar sus odios, resentimientos y/o sentimientos de culpa,

dejando de lado, la base de toda práctica religiosa, como es la

espiritualidad que precisamente nos mueve a ella, nos mueve a Dios,

permitiéndonos reconocerlo como autor de nuestra vida. Por tanto, toda

práctica religiosa desprovista del sostén que da la verdadera fe en Dios,

se convertirá solo en un conjunto de prácticas ajenas a su esencia más

importante, como es el amor a Dios.

Asimismo, es necesario conocer y entender las características

sociales del entorno donde se desarrolla la religión, para discernir cuando

hay patología y cuando no la hay. Como bien señalan Korman et al.,

(2008) desde la perspectiva de los profesionales de la salud mental,

muchas prácticas religiosas pueden ser consideradas patológicas, si no

es tenido en cuenta el contexto.

Recordemos que si bien es cierto, la religión es entendida como un

sistema de creencias y prácticas, éstas son vividas, compartidas, sentidas

por un grupo de personas que según Johnstone, 1991 (Citado en

Rodríguez, 2007) interpretan y responden a lo que ellos sienten que es

sagrado y sobrenatural.

En este sentido la religión aunque tiene un correlato individual, es un

fenómeno grupal y por lo tanto es una forma de interacción y de

comunicaciones entre grupos de personas, hay metas y normas


147

compartidas, hay roles, funciona colectivamente mediante un sistema de

status, y hay un sentido de identificación con el grupo. Sin embargo, no se

trata de un grupo cualquiera sino que está concentrado en lo sobrenatural

o lo sagrado, sobre lo cual desarrolla un cuerpo de creencias, un conjunto

de prácticas e involucra una serie de prescripciones morales (Rodríguez,

2007).

DIMENSIONES

Beit-Hallahmi y Argyle en 1997 (Citado en Quiceno & Vinaccia,

2009) proponen la consideración de la religión como una actitud

compuesta de tres dimensiones: una cognitiva (creencias religiosas),

comportamental (comportamientos religiosos y rituales más o menos

institucionalizados y convencionales) y afectiva (vínculos entre el hombre

y la transcendencia) que nosotros particularmente creemos que es más

pertinente llamar “Dios”.

Por otro lado, es claro que la religión contiene numerosas variables

que no siempre tienen relación entre sí y por lo tanto no podemos

considerar la religión como un aspecto unidimensional de la existencia

humana, sino como algo multidimensional (Flannelly, Weaver & Costa,

2004; Kendler, Gardner & Prescott, 1997; King & Dein, 1998; Larson et

al., 1992). Por ejemplo, sería importante considerar por separado los

aspectos relacionados con el apoyo social de los aspectos relacionados

con las experiencias individuales de las personas (King & Dein, 1998)
148

dentro de las que estarían según Larson et al., (1992) variables

relacionadas con el sentido, tipo y frecuencia de práctica religiosa y sobre

cómo se vive la relación con Dios (Citado en Rodriguez, 2006).

Después de haber revisado las principales conceptualizaciones

ligadas a la religión, es importante que pasemos a distinguir su relación

con la religiosidad, de tal manera que exista más claridad en su abordaje,

pues ambas se encuentran íntimamente vinculadas.

CONCEPTUALIZACIONES DE RELIGIOSIDAD

Podemos empezar preguntándonos ¿En qué consiste la

religiosidad? y ¿Cuál es su vinculación con la religión?

Como preámbulo podemos decir que algunos consideran que la

religiosidad está presente en la vida de todo ser humano. La religiosidad,

que es manifestación de la apertura de la persona a la trascendencia,

forma parte constitutiva de la naturaleza humana, es intrínseca a la

misma, está enraizada en lo antropológico (Quintana, 2001), es

constatada antropológicamente como universal tanto a lo largo del tiempo

como en las diferentes sociedades y culturas (Citado en García Alandete,

2002).

Veamos en concreto en qué consiste.


149

DEFINICIONES

Para Emmons y Paloutzian, 2003 (Citado en Rodriguez, 2006) la

religiosidad es la forma que cada uno utiliza para expresar sus creencias

religiosas y la importancia que les confiere dentro de un contexto cultural

determinado. Puede considerarse como el conjunto de prácticas que

realizan los que profesan una religión (oración, lectura de textos

sagrados, rituales, etc.). También se puede definir la religiosidad como

una característica personal que tiene que ver con un sistema de creencias

y que proporciona sentido que es estable en el tiempo y que se pone de

manifiesto en diferentes situaciones.

Para Jiménez (2005) la religiosidad es el grado en el que una

persona cree, sigue y practica una religión. En este caso hay un sistema

de culto y una doctrina específica que es compartida por un grupo.

Otros consideran que la religiosidad es la expresión comportamental

del sistema de creencias, la doctrina y los cultos organizados de la

religión. La religiosidad se vive en lo social como un cuerpo de

conocimientos, comportamientos, ritos, normas y valores que rigen o

pretenden regir, la vida de personas interesadas en vincularse con lo

divino. Pretende ser un compromiso (no siempre logrado) con creencias y

prácticas características de una tradición religiosa particular (Peteet,

1994), expresada según Walker y Pitts (1998) en credos y rituales (Citado

en Rivera, 2007).
150

Para Frankl, 1999a (Citado en Rodriguez, 2006) la religiosidad

afecta a las decisiones más personales que puede tomar el hombre,

llegando incluso a afirmar que incluso en la persona que aparenta más

irreligiosidad, habría una religiosidad latente.

Según Milanesi y Aletti, 1974 (Citado en Gallego-Pérez, García-

Alandete & Pérez-Delgado, 2007) la religiosidad se enmarca dentro de la

tentativa de “dar un significado” al hombre, al mundo y a la relación entre

ambos, de modo que la experiencia religiosa se halla íntimamente

vinculada al fenómeno humano de la búsqueda de significado de la

realidad, en su sentido más amplio, y, de manera especial, de la

existencia personal. Ofrece un horizonte trascendente de sentido desde el

cual orientar la propia existencia. Se inserta, con ello, en un proceso de

búsqueda global de sentido.

Es evidente entonces la relación que existe entre religión y

religiosidad, la religión sería el conjunto de normas, rituales, practicas

vivida como parte de un sistema institucionalizado; mientras que la

religiosidad es precisamente la expresión comportamental de la misma.

En este sentido, nos podemos preguntar ¿Cómo vive cada persona esas

normas o prácticas que profesa según su religión?, ¿las vive a

conciencia?, ¿de modo coherente o incoherente?, ¿pleno de

convencimiento en lo que profesa o solo lo sigue por seguir, porque forma

parte de sus tradiciones o cultura determinada?


151

DIMENSIONES

Allport y Ross, 1967 (Citado en Rodriguez, 2006) diferencian entre

religiosidad intrínseca y extrínseca.

La religiosidad intrínseca es una expresión integrada de los

pensamientos y prácticas religiosas. Las personas con religiosidad

intrínseca, se toman la religión muy en serio, la asumen plenamente en su

vida cotidiana, y encuentran en la religión el fundamento de sus

motivaciones. Encaja con lo que James (1999) denominó “religión

personal” que para el significaría lo que tiene que ver con los

sentimientos, los actos y las experiencias de hombres particulares en su

soledad, en la medida en que se ejercitaran en mantener una relación con

lo que ellos consideran la divinidad (Citado en Rodriguez, 2006).

De hecho que la religiosidad intrínseca estaría totalmente vinculada

a la espiritualidad –como veremos más adelante-. Al respecto algunos

autores, como por ejemplo, Fehring, Miller y Shaw, 1997 (Citado en

Martínez et al., 2004) consideran que la religiosidad intrínseca, concierne

a la espiritualidad como tal. Probablemente esta sea una de las bases

para entender por qué muchas veces se superponen ambos conceptos,

ya que el centro de ambos es la relación con la divinidad, es decir, con la

manera como nos relacionamos con Dios, aspecto medular de la

espiritualidad.
152

Una manifestación particular de la religiosidad intrínseca es la

oración, que ha pasado a constituirse en uno de los más significativos por

la influencia positiva que ejerce en el mantenimiento y restitución de la

salud, o en la prolongación de la vida de quienes la emplean (Helm, Hays,

Flint, Koenig & Blazer, 2001; Mackenzie, Rjagopal, Meibohm & Lavizzo-

Mourey, 2000; VandeCreek, Pargament, Belavich, Cowell & Friedel, 1999.

Citado en González, 2004).

Según González (2004) en los últimos años el interés por su estudio

se ha ampliado, al extenderse el dominio de la oración no sólo hacia la

propia persona que la realiza, sino, hacia el influjo que ejerce a distancia

sobre otras personas. Desde que Byrd (1988) diera a conocer sus

hallazgos positivos en un grupo de pacientes de una unidad de cuidados

coronarios, quienes fueron motivo de oración por un grupo de creyentes,

sin conocimiento de ellos ni del personal médico y paramédico que los

atendía, y se les comparo con otros que sólo recibieron los cuidados

habituales en tales casos, reportándose en los primeros mejores

resultados sobre su evolución que en los segundos, la oración

intercesoria, como se le denomina a tal acción, ha pasado a constituir

dentro del contenido Religión-Salud uno de los de mayor consideración

(Thorensen & Harris, 2002). Varias han sido las réplicas que ha tenido

esa primera experiencia (Harris, Gowda, Kolb et. al., 1999; Sicher, Targ &
153

Moore, 1998), y en su mayoría los resultados han sido favorables a la

salud (Citado en González, 2004).

Por otro lado, la religiosidad extrínseca se refiere a las prácticas

rituales y a las religiones institucionales (Fehring, Miller & Shaw, 1997.

Citado en Martínez et al., 2004).

Autores como Rodríguez (2006) consideran que la religiosidad

extrínseca, se refiere al uso de las prácticas externas de la religión para

buscar relación social, seguridad o status. Es decir, se podría llegar a usar

la religiosidad como un instrumento de las propias motivaciones y no

como el origen de éstas.

Sin embargo, ello no necesariamente refleja la realidad, pues

aunque hay personas que efectivamente pueden buscar en la práctica

externa de la religión algo no relacionado a Dios, existen personas que

por el contrario, a través de dichas prácticas buscan vivir de modo

coherente su fe y amor a Dios, su sentido de vida y consecuentemente su

capacidad de trascendencia.

Otra manera de entender la religiosidad, es a través de cómo se

expresa la relación con Dios, manifestándose en dos momentos: subjetivo

y objetivo. En relación con el momento subjetivo, la religiosidad, como

experiencia subjetiva e íntima, adquiere el carácter de una experiencia de


154

encuentro (Velasco, 1976) con aquel <<Totalmente Otro>> (Citado en

García Alandete, 2002).

En cuanto al momento objetivo al que hacen referencia Milanesi y

Aletti (1974), resulta claro que la religiosidad personal, en términos de

experiencia religiosa, se inserta en un contexto histórico, cultural y social,

experimentando un proceso de institucionalización que la canaliza de

manera que pueda formar parte de una experiencia colectiva (Citado en

García Alandete, 2002).

El momento objetivo de la religiosidad es, pues, la religión, la cual

viene a ser el modo en que se externaliza la religiosidad en relación con el

contexto sociocultural más amplio en que tiene lugar. La religión es, en

resumidas cuentas, la religiosidad en su dimensión comunitaria,

compartida e institucionalizada (Milanesi, 1974; Grom, 1994), lo que De la

Pienda (1998) denomina orden categorial o conceptual de la religiosidad;

esto es, cuando un colectivo comparte un conjunto de símbolos, de ritos y

de costumbres, de conductas, en relación con lo sagrado. Así, mientras

que existe una sola religiosidad, la que es constitutiva del hombre, hay

variedad de religiones (De la Pienda, 1998) de expresiones simbólicas

institucionalizadas de la religiosidad (Citado en García Alandete, 2002).


155

IMPORTANCIA DE LA RELIGION Y LA RELIGIOSIDAD SOBRE EL

SER HUMANO: ESTADO DE LAS INVESTIGACIONES CIENTIFICAS

En el funcionamiento de una sociedad, la religión tiene un rol muy

importante, pues como se entiende gracias a los descubrimientos de la

ciencia –además de los conocimientos teológicos y filosóficos- el ser

humano es esencialmente religioso y espiritual.

De acuerdo a Pinto (2007) las religiones permiten tener una serie de

creencias, como rituales y prácticas relacionadas normalmente con la

muerte, el matrimonio y la salvación. A menudo se encuentran también

normas de conducta aplicables a la vida cotidiana. Muchas personas

satisfacen sus necesidades espirituales mediante una religión en concreto

o en un marco religioso.

La religión se ha presentado tradicionalmente como un marco de

estructuración de la existencia que proporciona alivio y consuelo (Yalom,

1984). Para Siegel, Anderman y Schrimshaw (2001) la religión ayuda a

las personas a proporcionar unos marcos de significado (proporciona la

posibilidad de encontrar sentido en una situación dada) y por otra parte

aumenta los recursos psicológicos que son valiosos (autoestima) o facilita

el acceso al apoyo e integración social (Citado en Rodriguez, 2006).

Para algunos autores, es posible que el valor de las creencias en

proporcionar apoyo interno y por otra parte el hecho de pertenecer a una


156

comunidad religiosa, pueda suponer un apoyo externo o social importante

(Ferrell et al., 2003; Holland et al., 1998). Además, las diferentes

tradiciones religiosas aportan un esquema de pautas de conducta que son

saludables y pautas para la regulación emocional que pueden ayudar a

los individuos a tener una mayor estabilidad psíquica (Emmons &

Paloutzian, 2003. Citado en Rodriguez, 2006).

Es claro que la religión se ha sumado a la búsqueda de dar solución

a los grandes problemas de que es víctima la humanidad, y constituyen,

según Pargament, 1997 (Citado en González, 2004) una estrategia de

afrontamiento activo para superar mejor los problemas de la existencia,

puesto que le permiten a la persona:

1. Buscar significado existencial para ciertas situaciones estresantes de

la vida.

2. Construir o reconstruir los eventos o problemas de la vida en términos

de significado.

3. Aportar un sistema de orientación existencial a los procesos de

afrontamiento.

4. Trasladar el sistema de orientación en métodos específicos de

afrontamiento.

5. Buscar significado en el proceso de afrontamiento a través de

mecanismos de conservación y transformación de significado de los

acontecimientos vitales.
157

6. Tratar de solucionar los problemas mediante diversas formas que son

convincentes para ellos.

7. Resolver los problemas a través de mecanismos que están insertados

en su sistema cultural.

Por otro lado, los resultados de algunas investigaciones parecen ser

bastante claros respecto a las relaciones entre religiosidad y bienestar

psicológico subjetivo, satisfacción vital y logro de sentido existencial,

aspectos vinculados estrechamente entre sí. Así, Hadaway y Roof (1978)

hallaron que las personas que consideraban importante la religiosidad

expresaban un mayor contento existencial y una esperanza más elevada

de poder configurar su propia vida, que aquellos que no la apreciaban en

absoluto. Diener (1984) concluía, en un trabajo de revisión, que la

religión, la fe y el respeto a la tradición se asociaban positivamente al

bienestar subjetivo. Asimismo, Witter, Stock, Okun y Haring (1985), en

una revisión de 556 estudios, hallaron que 28 de ellos informaban de la

correspondencia entre religiosidad y contento existencial, actitud positiva

ante la vida y sentimiento de felicidad. En otro estudio de revisión, Cox y

Hammonds (1988) hallaron que las actitudes y las conductas religiosas

están ligadas a la satisfacción vital y las medidas de bienestar (Citado en

Gallego-Pérez, et al., 2007).

Es innegable que la religión puede ayudar a las personas a seguir

adelante después de eventos traumáticos, así como ofrecer una fuente de


158

esperanza a aquellos que lidian con sus problemas todos los días. Las

creencias religiosas pueden incluso reajustar el significado de los

problemas de la vida diaria para que éstos parezcan más manejables,

aumentando así los niveles generales de satisfacción con la vida (Ellison

et al., 1991. Citado en Pérez, Sandino & Gómez, 2005).

Otros estudios apuntan en la misma dirección, hallando relaciones

positivas entre religiosidad intrínseca y sentido de la vida (Bolt, 1975;

Crandall & Rasmussen, 1975); entre satisfacción vital y asistencia al culto

religioso (Hadaway & Roof, 1978; McClure & Loden, 1982); entre

autoestima y logro de sentido de la vida en personas que experimentaban

sentimientos de pertenencia a “comunidades morales”, especialmente

religiosas (Johnson & Mullins, 1990); entre religiosidad y sentido de la

vida, independientemente de la confesionalidad católica o protestante, en

personas mayores (Gerwood, LeBlanc & Piazza, 1998); entre religiosidad,

felicidad, sentido de la vida y autorrealización (French & Joseph, 1999);

entre misticismo, satisfacción vital y sentido de la vida (Byrd, Lear &

Schwenka, 2000); entre satisfacción religiosa/espiritual, metas personales

y bienestar subjetivo (Emmons, Cheung & Tehrani, 2001); entre

sentimiento subjetivo de felicidad y frecuencia de asistencia a los servicios

religiosos, autodefinición religiosa, orientación doctrinal y creencia en que

la religión aporta una percepción de logro de sentido que sería la base del

bienestar personal (Ferris, 2002); y entre religiosidad y experiencia de


159

emociones positivas llenas de sentido, según Frederickson, 2002. (Citado

en Gallego-Pérez et al., 2007).

A su vez, Booth, Johnson, Branaman y Sica (1995) informaron sobre

correlaciones altas y directas entre religiosidad y adaptación marital.

Tales resultados son explicados en términos de que el proceso de

acomodación individual dentro de la diada marital, puede ser facilitado por

los principios religiosos mediante el seguimiento de normas conductuales

que guían, cómo vivir e interactuar con la pareja (Flisinger & Wilson, 1984;

Hansen, 1987). Asimismo, el cumplimiento de rituales (vg. asistir al

templo, participar en organizaciones religiosas, seguir los preceptos

religiosos) son facilitadores del ajuste marital (Wilkinson & Taner, 1980;

Wilson & Flisinger, 1986). Por su parte Bahr y Chadwick (1985),

encontraron que tanto el profesar una religión como el asistir al servicio

religioso, está asociado con la satisfacción marital. Estos autores

encontraron que las personas más religiosas tendieron a permanecer

casadas por más tiempo (Citado en Montero & Sierra, 1996).

Griffith, English y Mayfiel en 1980 y Hadaway en 1978 (Citado en

Pérez et al., 2005) han encontrado que diferentes actividades asociadas

a la afiliación religiosa, tales como pertenecer a grupos de oración o

congregaciones, son fuentes de apoyo psicológico e instrumental.


160

Según algunos autores, la religión ofrece un sentido de propósito

que otros tipos de apoyo social no pueden proveer (Antonovsky, 1979;

Ellison, Gay & Glass, 1991; Ferraro & Koch, 1994; Pargament & Hahn,

1986. Citado en Pérez et al., 2005).

La religión, en especial, la asistencia a la iglesia, también brinda

sentimientos de autoestima positiva y control como resultado de

actividades de devoción públicas y privadas, tales como ritos religiosos,

oración y meditación al establecer y sostener una relación personal con

un ser divino (Levin, 1994. Citado en Pérez et al., 2005).

Por otra parte, con respecto a la religiosidad, se ha encontrado que

existe una asociación negativa de la religiosidad intrínseca con ansiedad y

depresión (Koenig, George & Siegler, 1988) y una asociación negativa

entre religiosidad relacionada con organizaciones religiosas y depresión

(Strawbridge et al., 1998). Se ha encontrado también relación entre la

dimensión de la religiosidad “devoción personal” y menores niveles de

sintomatología depresiva (Kendler, Gardner & Prescott, 1997). También

se ha asociado una mayor religiosidad con un menor consumo de drogas

(Kendler, Gardner & Prescott, 1997; Kendler et al., 2003). Se ha hallado

que existe relación entre religiosidad intrínseca y bienestar espiritual y

esperanza en pacientes con cáncer (Mickley & Soeken, 1993) y se han

encontrado mayores tasas de remisión de depresión en pacientes adultos


161

mayores hospitalizados que tienen una mayor religiosidad intrínseca

(Koenig, George & Peterson, 1998. Citado en Rodriguez, 2006).

Así también, se ha encontrado en los pacientes adultos mayores

hospitalizados, remisiones mucho más rápidas de la depresión en los que

tienen mayor religiosidad intrínseca; sin embargo no se ha encontrado

relación entre el tiempo de remisión de la depresión y frecuencia de

asistencia a la iglesia o práctica religiosa privada (Koenig, George &

Peterson, 1998. Citado en Rodriguez, 2006).

En un estudio con pacientes con cáncer hospitalizados, se encontró

que la religiosidad correlaciona positivamente con la satisfacción en

general con la vida y negativamente con la desesperanza (Ringdal et al.,

1996. Citado en Rodriguez, 2006).

Hay diversos estudios que relacionan las creencias religiosas con el

mantenimiento y recuperación de la salud, abordando temas desde la

evolución positiva de síntomas y conductas, hasta las intervenciones. Por

ejemplo, la relevancia que tiene la religión para la psicoterapia (Bergin,

1991), el fomento del estado de ánimo más positivo (de Miguel, 1994), la

satisfacción hacia la vida (de Miguel, 1996), la menor probabilidad de

implicarse en la conducta de fumar (de Miguel, 1994, 1996), la

recuperación ante el alcoholismo (Vaillant, 1995) y el de uso de drogas en

general (Avants, Warburton & Margolin, 2001; Ahmed, Brown, Gary &
162

Saadatmand, 1994), el control de la tensión arterial (Steffen, Hinderliter,

Blumenthal & Sherwood, 2001), el pronóstico del cáncer (Feher & Maly,

1996), la reducción de la ansiedad (Koenig et al., 1993), el alivio de la

depresión (Commerford & Reznikoff, 1996) y de los eventos estresantes

(Shams & Jackson, 1993) en general (Citado en González, 2004).

Asimismo, los efectos positivos de la religiosidad en la salud mental

se han explicado en función de los siguientes parámetros: menor

consumo de drogas entre las personas religiosas, mayores posibilidades

de apoyo social, encontrar un sentido a las situaciones adversas en base

a un sistema de creencias que les da dicho sentido y tener un recurso

adicional para afrontar el estrés (Smith, McCullough & Poll, 2003. Citado

en Rodriguez, 2006).

Un estudio reciente ha sido realizado por científicos de la

Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) quienes a partir de

un extenso análisis longitudinal sobre la salud noruega denominado

HUNT, basado en 120.000 personas, ha permitido integrar datos

familiares e individuales, así como relacionar estas informaciones con los

registros sanitarios nacionales, hallando que la asistencia a la iglesia está

asociada a una baja presión sanguínea. Los investigadores descubrieron

que existía, concretamente, una relación positiva entre el tiempo que se

pasa en la iglesia y una presión sanguínea baja, tanto en hombres como

en mujeres, constatándose que cuanto más a menudo iban las personas


163

participantes a la iglesia, más baja era su presión sanguínea. En otras

palabras, aquellas personas que eran religiosamente más activas estaban

más sanas que las que no eran religiosamente activas (Lorenzo, 2012).

Por lo expuesto, son indudables los beneficios que aportan la

religión y la religiosidad en bien del ser humano, cuando son vividos y

experimentados con salud emocional, sin fanatismos, sin dogmatismos, o

como excusas para imponer un orden social o político. Es decir, haciendo

un recuento podemos decir que sus efectos son sumamente positivos. La

evidencia empírica al respecto es inobjetable.

Después de haber revisado los aspectos más principales de la

religión y la religiosidad como un marco de referencia general, es

necesario que pasemos a abordar más de cerca, los aspectos

relacionados propiamente a nuestra segunda variable de estudio, como

es el bienestar espiritual, por eso a continuación nos referiremos a la

espiritualidad.

ESPIRITUALIDAD

La espiritualidad es un concepto originado en la filosofía y en la

teología hace varios siglos, aunque dentro de la terminología científica es

un constructo relativamente nuevo, al igual que la resiliencia (Rodríguez

et al., 2011).
164

Filósofos y pensadores han llegado a la conclusión -que

actualmente es compartida por los psicólogos occidentales- del

importante papel que cumplen en la vida de la gente la espiritualidad,

entre otras variables más (Abi-Hashem, 2001. Citado en Martínez Martí,

2006).

La literatura documenta las diferentes formas en que las personas

experimentan la espiritualidad y la admiten como una condición universal

(Stoll, 1979; Burnard, 1988. Citado en Sánchez, 2009b). Diferentes

estudiosos de la psicología han planteado la necesidad de considerar la

dimensión espiritual del ser humano como un fenómeno que pertenece a

la naturaleza humana (James, 1999. Citado en Rodriguez, 2006).

El reciente interés en este tema es indicativo de la concientización

en varios sectores académicos y profesionales sobre la necesidad de

considerar la espiritualidad como una parte esencial e integral del

desarrollo de la personalidad del ser humano (Richard & Bergin, 1997;

Corey, 1996. Citado en Pérez Santiago, 2007).

Incluso en campos como en la Psiquiatría se está volviendo a

prestar atención a la dimensión trascendente que representa la

religiosidad y la espiritualidad a través de numerosos trabajos científicos

en los que al menos se tiene en cuenta como una variable más a

considerar habiéndose incluido incluso en el DSM-IV una nueva categoría


165

diagnóstica que se refiere a problemas religiosos o espirituales (Turner et

al., 1995; Weaver et al., 1998. Citado en Rodriguez, 2006).

Es claro que el ámbito de la espiritualidad, vincula lo profundamente

personal con lo universal y es esencialmente unificador (Jiménez, 2005).

Según Sánchez (2009b) los seres humanos son espirituales, y muchos de

ellos, religiosos.

Se ha destacado que el ser humano necesita a Dios porque

constituye la solución al problema de su muerte; a su incapacidad de

evadir su propia muerte; la solución al miedo, a la ansiedad de vivir en el

sin sentido, de vivir una vida sin propósito; es el problema de la finitud

humana lo que lleva al hombre a preguntarse sobre la existencia de Dios

(Tillich, 1952a, 1952b; Meadow & Kahoe, 1984. Citado en Rivera, 2007).

Probablemente estas sean las razones por la cuales el ser humano es

profundamente espiritual, lo cual es evidente en todas las culturas y

tiempos, es decir, la espiritualidad es una dimensión esencial a la vida

humana.

Así pues, la espiritualidad es parte de la totalidad del ser, tanto así

que la integridad espiritual ha sido descrita como una necesidad básica

humana (O’Brien, 1982). Sin embargo, en la vida cotidiana, y a pesar de

tener muchas manifestaciones de la espiritualidad, las personas no

siempre son conscientes de ella. Por el contrario, la espiritualidad resulta


166

evidente cuando se siente la vida amenazada (Reyes-Ortiz, 2006. Citado

en Sánchez, 2009b) ante la presencia de enfermedades, pérdidas de

diversa índole, situaciones extremas e incluso, la muerte.

Es pues innegable el rol que tiene la espiritualidad en la vida del ser

humano, para darle sentido, una motivación para seguir, la posibilidad de

trascender y de estar en armonía consigo mismo, con los demás y

especialmente con Dios.

DEFINICIONES

Según Chochinov y Cann, 2005 (Citado en Beca, 2008) se han

referido más de 90 intentos de definición de espiritualidad, las que

incluyen conceptos tan variados como la relación con Dios o un ser

espiritual, algo superior a uno mismo, trascendencia, significados y fines

de la vida, fuerza vital de la persona, vida interior, paz interior, comunión

con otros, contacto con la naturaleza, relaciones con familiares y amigos,

entre otros.

Según Rivera (2007) lo espiritual sigue siendo un fenómeno humano

sui generis, y hoy por hoy continúan las dificultades teóricas para acceder

a definiciones claras de los conceptos involucrados en su ocurrencia.

Para Jiménez (2005) la espiritualidad por su ausencia de límites es difícil

de definir, pero su impacto sin duda puede ser medido. Hecho que es
167

demostrado en la gran cantidad de investigaciones científicas

desarrolladas tanto desde la metodología cuantitativa como cualitativa.

A continuación, revisaremos varias definiciones que los científicos

han planteado acerca de la espiritualidad.

Etimológicamente, la palabra espiritualidad surge en el occidente

cristiano a inicios del primer milenio, a partir del término latino spiritualitas,

proveniente del sustantivo spiritus (espíritu) y del adjetivo spiritual

(espiritual), traducciones de los términos griegos pneuma (soplo), y

pneumatké, es decir, etéreo o no material (Príncipe, 1983. Citado en

Rodríguez et al., 2011). Según Pérez Santiago (2007) spiritus, significa

aliento de vida. Para Sánchez (2004) el espíritu es definido como el

principio vital, el alma, la esencia, la cualidad suprema, aquello que da

significado. “Espiritual” comparte la misma raíz que respirar, inspirar,

expirar, lo cual puede significar una esencia fundamental, una necesidad

que energiza y guía la acción y el pensamiento. Es decir, el espíritu tiene

la cualidad de la espiritualidad.

De acuerdo a la Real Academia Española (2012) la espiritualidad se

define como naturaleza y condición de espiritual. También se refiere al

conjunto de ideas referentes a la vida espiritual. En cambio, para Moberg,

1984 (Citado en Rodríguez et al., 2011) es el conjunto de creencias

trascendentales sobre Dios y la relación con Él, y de creencias


168

existenciales en cuanto a la relación consigo mismo y con los demás, que

proporcionan un propósito y satisfacción a la persona.

También la espiritualidad es definida como la confianza en el amor

personal y la ayuda amistosa de Dios, que permite al individuo gozar de

un mayor bienestar psicológico al incrementar su capacidad de control

interno, dominio, autodeterminación, autoeficacia y autoestima; dentro de

esta relación dinámica, la participación en la comunidad y en las prácticas

o actividades religiosas, serían una manera importante y privilegiada de

hacer efectiva y de fortalecer dicha convicción (Maton & Pargament, 1987.

Citado en Rodríguez et al., 2011).

Para Reed (1991) es la capacidad de autotrascendencia que permite

al individuo ampliar las fronteras personales y orientarse hacia actividades

y objetivos más allá de sí mismo, sin negarse el valor del ser en el

contexto presente y favoreciendo su propia maduración. Según Ross

(1995) es la comprensión del significado y propósito, junto a la voluntad

de vivir y la fe en uno, en los demás o en Dios (Citado en Rodríguez et al.,

2011).

Según el Cristianismo, la espiritualidad es un don del Espíritu Santo,

un regalo de Dios: "Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,

sino el Espíritu que viene de Dios, y por Él entendemos lo que Dios, en

su bondad, nos concedió" (1 Corintios 2:12).


169

Para Arbeláez, 1999 (Citado en Pinto, 2007) la espiritualidad es una

fuerza unificante que integra y trasciende las dimensiones físicas,

emocionales y sociales; que capacita y motiva para encontrar un propósito

y un significado a la vida, relacionándola con un ser superior. En cambio,

para Mytko y Knight, 1999 (Citado en Martínez et al., 2004) es el conjunto

de sentimientos de conexión consigo mismo, con la comunidad, con la

naturaleza y con el significado o propósito de vida.

Según Jiménez (2005) una definición de espiritualidad amplia, que

puede facilitar el encuentro de bases comunes entre diversas culturas,

incluye necesidades humanas que posiblemente son universales:

1. La necesidad de encontrar sentido, propósito y realización en la vida

(la necesidad de darle un sentido a la vida es un rasgo universal que

es esencial a la vida misma y la falta de sentido puede engendrar

sentimientos de vacío y desesperación).

2. La necesidad de esperanza o de voluntad de vivir (la necesidad de

esperanza y voluntad de vivir es importante tanto para personas

sanas como enfermas).

3. La necesidad de creer, tener fe en uno mismo, en los otros o en Dios

(contribuye a dar sentido a la vida y puede tener influencia sobre el

nivel de esperanza y el deseo de vivir).

Por otro lado, la espiritualidad puede ser entendida como mística y

ascética, es decir, como la huella de Dios en el alma y el esfuerzo del


170

hombre por encontrar a Dios (Sánchez Griese, 2007). La espiritualidad es

el caminar por la vida desde la fragmentación, desarmonía y

desintegración hacia la totalidad, armonía e integración en las relaciones

con Dios, con uno mismo, con los demás y con la creación (Bek, 2007.

Citado en Ortiz, 2007).

Según Pinto (2007) la espiritualidad se puede entender como un

sistema de guía interna, básico para el bienestar humano, que influye en

la vida, la conducta y la salud, sin importar la filosofía, las creencias o las

prácticas religiosas de la persona. Con sabiduría, entendimiento, creencia

y amor, la espiritualidad tiene el poder de dar forma y significado al patrón

de autorrealización de una persona, expresado en el ser, el saber y el

hacer de una perspectiva espiritual creativa y energética.

San Martin (2007) afirma que la espiritualidad es un conjunto de

sentimientos, creencias y acciones que suponen una búsqueda de lo

trascendente, sagrado o divino. En tanto representaciones acerca de un

poder final último, contribuyen a dar un sentido y propósito en la vida, y

orientan la conducta de las personas, sus relaciones interpersonales y su

forma de sentir y de pensar, tanto a la realidad como a sí mismos.

La espiritualidad se entiende como el conjunto de aspiraciones,

convicciones, valores y creencias que permiten a cada persona orientar

sus proyectos de vida (Beca, 2008). Para Quiceno y Vinaccia (2011) la


171

espiritualidad se refiere a la búsqueda personal para entender las

respuestas a las últimas preguntas sobre la vida, su significado y la

relación con lo sagrado o lo transcendente, que puede (o no puede)

conducir al desarrollo de rituales religiosos y la formación de una

comunidad.

La espiritualidad es un acto incuestionablemente vital, en tanto que

su relación vital con el alma alude, en cierto modo, a la capacidad de

trascendencia. Tal concepto conlleva la percepción de la espiritualidad

como un proceso de interacción entre nuestra conciencia y la interrelación

con Dios o con un poder superior, en función de lo que denominamos fe

(Pinto, 2007).

Nuestra vida individual o comunitaria se transforma cuando tratamos

de vivirla en relación con esta realidad espiritual, en el sentido amplio, o

en el sentido más preciso de Dios. Llamamos a este proceso de

transformación “vida espiritual”, o en una palabra “espiritualidad”

(Vanistendael, 2003).

De las definiciones revisadas, puede notarse con claridad que hay

un eje central en todas ellas, que es la relación con Dios, que

precisamente genera la necesidad de trascender, de ir más allá, en

armonía con uno mismo y con los demás pero siempre de cara a Dios, lo
172

cual proporciona un propósito y satisfacción a la persona, un sentido a su

vida.

A continuación revisaremos como se pueden llegar a clasificar las

definiciones hasta ahora expuestas.

Clasificación de las definiciones según perspectivas

De acuerdo a Krishnakumar y Neck, 2002 (Citado en Pérez

Santiago, 2007) las diversas definiciones en la literatura sobre el tema de

la espiritualidad pueden agruparse en tres perspectivas: la perspectiva de

origen intrínseco, la perspectiva religiosa y la perspectiva existencial.

La perspectiva de origen intrínseco argumenta que la espiritualidad

es un concepto o principio que se origina en la interioridad de la persona.

Esta perspectiva sostiene que la espiritualidad no se limita a las reglas de

la religión y que es capaz de trascenderla. Involucra un sentimiento de

estar conectado con uno mismo, los demás y el universo entero. Dado lo

anterior, la espiritualidad se entiende como una búsqueda interna de

significado que puede llevarla a cabo cualquier persona sin importar si

pertenece o no a una denominación religiosa particular.

La perspectiva religiosa de la espiritualidad es aquella que emana de

las creencias e instituciones asociadas a una religión en particular. Se

apoya en la existencia de un Ser Supremo que rige los destinos de las


173

personas, ofreciéndoles a sus seguidores reglas, rituales y prácticas sobre

la convivencia y el comportamiento moral. La dimensión espiritual se

realza en la medida en que la persona cumple con estas normativas

institucionales (Krishnakumar & Neck, 2002. Citado en Pérez Santiago,

2007).

La perspectiva existencial hace mayor énfasis en la búsqueda de

significado personal en nuestras vidas. Esta búsqueda de significado es

activa y se da en todos los contextos sociales en los cuales

interactuamos, tales como la comunidad, familia, pareja y trabajo. En esta

perspectiva toma singular importancia la consistencia valorativa entre los

principios ético-morales del individuo y las exigencias del ambiente

externo. La concordancia o no entre estos dos aspectos propician el

cuestionamiento continuo sobre la contribución relativa de las actividades

en las que nos involucramos a nuestro sentido de bienestar y armonía

individual (Krishnakumar & Neck, 2002. Citado en Pérez Santiago, 2007).

Indudablemente, podemos encontrar definiciones que con claridad

aborden una de las perspectivas, pero también vamos a encontrar

definiciones que integren dos o tres perspectivas, pues podríamos hablar

fácilmente de la espiritualidad cuya base es religiosa, pero se asienta en

un origen intrínseco y tiene implicancias a nivel existencial; es decir,

podemos encontrar definiciones que señalan que el centro de la

espiritualidad es Dios, la relación que existe con Él, el amor dirigido a Él,
174

pero vivida en la intimidad de la persona, y manifestada en las relaciones

que establece la persona con los demás, lo mismo que le otorga sentido y

significado a su vida.

Es decir, si bien es cierto, la sistematización de las definiciones

según perspectivas puede ser útil, no se debe pensar que vamos a

encontrarlas totalmente diferenciadas unas de otras.

MODELOS DE ESPIRITUALIDAD EN SALUD

Koenig, 2008 (Citado en Quiceno & Vinaccia, 2009) planteó cuatro

modelos sobre la relación de la salud mental y física con la religión y la

espiritualidad o secularidad (laicidad):

Versión tradicional-histórica de espiritualidad:

Se caracteriza por la profunda religiosidad, dedicación al servicio de

la religión y los miembros de una comunidad y, la enseñanza de las

tradiciones de la fe a través del testimonio de vida. En esta versión, la

religión, la espiritualidad y la secularidad (laicidad) son recursos que

pueden promover valores morales, conexiones con otros, tranquilidad,

armonía, bienestar, esperanza, rasgos positivos de carácter y estados

mentales positivos como el propósito y significado de la vida.

La versión tradicional-histórica de espiritualidad puede ser estudiada

usando los métodos de investigación de las ciencias sociales y


175

conductuales. La espiritualidad es aquí distinta de las formas más

superficiales o menos devotas de religión y de la secularidad (laicidad).

Las personas espirituales pueden ser identificadas a través de medidas

de participación religiosa que luego son comparadas con aquellas que

son menos religiosas y con individuos seculares (laicos). La espiritualidad

en esta versión es entonces un constructo completamente separado de

las medidas de salud mental o física.

Versión moderna de espiritualidad:

Se caracteriza porque amplía o va más allá del constructo de religión

tradicional. El término espiritualidad ha sido utilizado más ampliamente en

la asistencia de salud, cuyo objetivo ha sido aplicarlo tanto a personas de

diversos credos religiosos como aquellas que no lo tienen. Lo cual abre

entonces una nueva categoría de “personas espirituales, pero no

religiosas”. Esta versión conceptualiza la comparación de la salud mental

y física de los que son “espirituales religiosos”, los que son “espirituales,

pero no religiosos”, y los que son “completamente seculares”.

Versión tautológica moderna de espiritualidad:

Aunque es similar a la anterior (versión moderna) se caracteriza

porque se extiende hacia fuera incluyendo en su definición la salud mental

positiva y los valores humanos. Este concepto de espiritualidad incluye no

sólo indicadores religiosos tradicionales o una búsqueda de lo sagrado,

sino también estados psicológicos positivos como propósito y significado


176

de la vida, la conexión con los demás (la calidad de apoyo social),

tranquilidad, armonía y bienestar. Se define como versión “tautológica”

porque incluye indicadores de salud mental en la definición de

espiritualidad, lo que asegura una correlación positiva entre estas dos

variables.

Versión clínica moderna de espiritualidad:

Esta versión se caracteriza porque no sólo incluye las anteriores, es

decir, el constructo de religión y los indicadores positivos de salud mental,

sino también lo secular (laicismo) como elementos de su definición. En

este modelo es considerado espiritual incluso lo agnóstico y lo ateo.

Como hemos visto estos modelos pueden ser útiles para clarificar

las relaciones entre la espiritualidad y la salud mental.

DIMENSIONES DE LA ESPIRITUALIDAD

Stoll 1979 (Citado en Pinto, 2007) describe la espiritualidad como un

concepto bidimensional que tiene una dimensión vertical y una dimensión

horizontal, en permanente interrelación.

Por su parte, Montero y Sierra (1996) basándose en los aportes de

Moberg y Brusek recogidos en Paloutzian y Ellison (1982) señalan que la

dimensión vertical alude al bienestar derivado de la relación con Dios;

mientras que la dimensión horizontal se refiere a la percepción que posee


177

la persona sobre el propósito y satisfacción con la vida, al margen de

cualquier adhesión a algún grupo religioso en particular.

Para Sánchez (2004) la trascendencia de la espiritualidad es

asumida en estos dos planos. A la dimensión vertical, le añade además

de la relación con Dios, la relación con un ser superior, una fuerza

superior o los valores supremos. Mientras que la dimensión horizontal, es

la relación de la persona consigo misma y su relación con los demás, el

contexto y la naturaleza. En esta línea, el bienestar espiritual refleja una

armonía entre los diferentes significados y niveles de trascendencia.

Es decir, el bienestar espiritual, puede ser entendido como la

armonía entre la dimensión vertical y la dimensión horizontal de la

espiritualidad, en la medida que sean coherentes entre sí. Pero la base

para que esta vinculación sea coherente y efectiva, será la dimensión

vertical, es decir, la relación que establecemos con Dios, por ejemplo, no

podríamos decir que alguien alcanza el bienestar espiritual, amando a

Dios pero odiando a los demás.

A continuación, presentamos la figura 5 que permite visualizar las

dimensiones de la espiritualidad.
178

DIMENSION VERTICAL
Relación con:

Dios
Valores supremos

DIMENSION HORIZONTAL
Relación:

Consigo mismo ESPIRITUALIDAD


Con los demás
Con el contexto

Figura 5. Dimensiones de la espiritualidad

Fuente: Sánchez (2008) modificado por Salgado (2012)

En relación a las dimensiones que presenta la espiritualidad, es

importante señalar lo que Ortiz (2007) considera, para quien las cosas

que hacen, sienten y dicen las personas tienen un sentido dentro de su

marco existencial y contextual. La espiritualidad no puede desvincularse

de las otras condiciones materiales de existencia, ya que se sustenta en

las condiciones políticas, sociales, económicas, culturales y biológicas; en

que vive y trasciende el ser humano.


179

Por tanto, las manifestaciones de la espiritualidad tendrán su sello

característico insertado en las realidades socioculturales y políticas de los

países.

Es importante que a continuación abordemos la espiritualidad como

factor protector por un lado, pero también como posible factor de riesgo.

ESPIRITUALIDAD COMO FACTOR PROTECTOR

Es necesario reconocer la importancia que tiene la espiritualidad en

la vida de la persona, pues a través de ella se configuran aspectos que

tienen un impacto en la sociedad en su conjunto.

Tan cierto es esto, que por ejemplo queda reflejado en la misma

Organización Mundial de la Salud, para quienes los seis sectores

actualmente considerados como decididamente importantes para la

calidad de la vida en todas las culturas son: 1) los factores físicos, 2) los

factores psicológicos, 3) el nivel de independencia de la persona, 4) las

relaciones sociales, 5) el entorno de cada uno, y 6) la espiritualidad/la

religión/ las creencias de cada persona (Larson, 2001. Citado en Ortiz,

2007).

Examinemos seguidamente como la espiritualidad se ha convertido

en uno de los más sólidos factores protectores para el ser humano.


180

La espiritualidad se ha asociado con menor mortalidad, menor

depresión, menor riesgo de cirrosis, enfisema, suicidio y muerte por

isquemia cardiaca, así como menor uso de servicios hospitalarios, e

inclusive menor tendencia a fumar. Así mismo, la revisión hecha por

Levine en 1997, de más de 250 estudios, demostró una reducción del

cáncer y otros padecimientos crónicos, lo cual fue consistente con

diferentes religiones y diferentes culturas (Citado en Pinto, 2007).

Chiu, Clark y Doroszewski (2000) y Nelson, Rosenfeld, Breitbart y

Galietta (2002), coinciden en los aspectos benéficos de la religión,

relacionados con el aspecto espiritual implicado, más que con los ritos y

costumbres propios de cada religión. Por otra parte, para varios autores la

búsqueda de sentido de la vida hace referencia a la dimensión espiritual

de la persona (Burkhart & Solari-Twadell, 2001; Ferrer, 2001; Gotterer,

2001; Hardy, 1979; Monge Sánchez & Benito Melero, 1996). Godoy

(1999) y Fernández- Ríos y García-Fernández (2000) hacen énfasis en la

necesidad de tener en cuenta conductas espirituales y religiosas en las

intervenciones psicológicas, especialmente en el campo de la salud

(Citado en Martínez et al., 2004).

Diversos estudios han demostrado una implicación importante de la

dimensión espiritual a la hora de hacer frente a la enfermedad y se han

encontrado correlaciones positivas entre los índices de recuperación y

espiritualidad (Mueller, Plevak & Rummans, 2001; Mytko & Knight, 1999),
181

así como entre bienestar espiritual y calidad de vida, y entre bienestar

espiritual y ajuste a las situaciones que supone la enfermedad (Cotton,

Levine, Fitzpatrick, Dold & Targ, 1999; Brady, Peterman, Fitchett, Mo &

Cella, 1999). La espiritualidad se constituye como una forma de

afrontamiento para los pacientes, más que una forma de negación o

evitación, y algunas investigaciones han mostrado que muchos pacientes

desearían que sus médicos discutieran con ellos (Mytko & Knight, 1999;

Reiman, 1999) cuestiones sobre la misma (Citado en Martínez et al.,

2004).

La espiritualidad se asocia con la enfermedad terminal en varios

aspectos. De una parte, la misma cercanía a la muerte parece modificarla

y algunos informes reportan un mayor nivel de perspectiva espiritual en

las personas en esta situación (Coward & Kahn, 2005; Reed, 1991).

Particularmente el abordaje teórico de la trascendencia propia que

propone un crecimiento espiritual al final de la vida no siempre coincide

con el desarrollo cronológico. Este supone que en un evento de esta

naturaleza el ser trasciende su capacidad de desarrollo (Reed 1996,

1991) y redimensiona el significado de la existencia (Citado en Sánchez,

2009a).

Por ejemplo, Mueller et al., (2001) citan un estudio realizado por

Fitchett, Burton y Sivan en 1997 con pacientes con cáncer, en el cual se

encontró que sin importar variables de orden demográfico, los niveles más
182

altos de bienestar espiritual se relacionaban con niveles bajos de

ansiedad. El estudio de Feher y Maly (1999) con mujeres con cáncer de

mama, llegó a la conclusión de que las creencias religiosas o espirituales

se mantuvieron o incrementaron durante la enfermedad, sirviendo de

soporte emocional para el 91% de las mujeres que participaron en el

estudio; las pacientes encontraron la forma de darle significado a su vida,

sobre todo, durante su experiencia con el cáncer (Citado en Martínez et

al., 2004).

Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que la espiritualidad se

constituye en un innegable factor protector en la vida de la persona, lo

cual se manifiesta no solo en su salud, sino también en su manera de

relacionarse con el entorno, afectando sus relaciones familiares, de

pareja, académicas, laborales y sociales, entre otras.

ESPIRITUALIDAD COMO FACTOR DE RIESGO

Si bien es cierto, la espiritualidad es un importante factor protector

como lo acabamos de revisar, no podemos negar que en algunos casos,

lamentablemente ocurre lo contrario, es decir, se puede llegar a convertir

en un factor de riesgo, en función de cómo la vive la persona.

Por ejemplo algunos grupos religiosos, rechazan las intervenciones

médicas por entender que serán sanados por la Fe, lo cual puede

provocar, muertes prematuras por enfermedades que hubieran podido


183

tratarse. Las actitudes religiosas negativas tales como considerar que la

enfermedad es un castigo de Dios, o poner en tela de juicio el poder o el

amor de Dios, son consecuencias del agravamiento de un problema de

depresión, de la precariedad de la vida y de la insensibilidad hacia otras

personas (Larson, 2001. Citado en Ortiz, 2007).

Todo lo cual demuestra que la religión puede tener aspectos

negativos para la salud y estar relacionada con ciertos problemas

clínicos, e incluso con un empeoramiento del estado del enfermo (Ortiz,

2007) aunque estos casos son pocos frente al gran cúmulo de evidencias

de los efectos beneficiosos de la espiritualidad que actúan como factores

protectores para la persona.

De todos modos, debemos señalar que no todos los autores están

de acuerdo en esta posible relación entre religiosidad y/o espiritualidad y

mejor salud mental (Larson et al., 1992). Al respecto, es bien conocida la

crítica de Freud a la religión o incluso en algunos estudios se pone de

manifiesto que en algunas personas religiosas hay más alteraciones

psicopatológicas (Koenig et al., 1992). Por ejemplo, en un estudio se

encontró relación entre mayor religiosidad y más síntomas de tipo

obsesivo-compulsivo (Sica, Novara & Sanavio, 2002). También se ha

encontrado (Harrison et al., 2001) relación entre religiosidad extrínseca y

más ansiedad (Citado en Rodriguez, 2006).


184

Algunas de las posibles influencias negativas, podrían ser, según

González (2004) que puede originar entre sus seguidores, sentimientos

de culpa, miedo, ansiedad y reducción del control interno sobre sus

decisiones de salud.

Hay otros trabajos en los que no se halla ninguna relación entre

religiosidad con alteraciones psíquicas (Larson et al., 1992), como el de

Francis y Jackson (2003) en el que no se encuentra relación entre

religiosidad y ansiedad, hipocondriasis y obsesividad; aunque sí se

encontró relación negativa entre religiosidad e infelicidad y relación

positiva entre religiosidad y sentimientos de culpa. En el estudio de

Holland y colaboradores (1999) con enfermos con melanoma maligno

tampoco se encontró relación entre religiosidad y malestar psicológico

(Citado en Rodriguez, 2006).

Finalmente, como bien afirman Strawbridge et al., 1998 (Citado en

Rodriguez, 2006) parece ser, en función de los datos obtenidos, que las

relaciones entre religiosidad y/o espiritualidad y salud mental son

complejas.

Para clarificar los aportes de los estudios se tendrán que someter a

los mismos a evaluaciones rigurosas sobre la metodología con la cual han

sido conducidas, es decir, ¿cuál fue el tamaño muestral?, ¿cómo se

controlaron las posibles variables extrañas?, ¿qué instrumentos de


185

medición se utilizaron?, ¿contaban con validez y confiabilidad y sobre

todo, fueron adaptados culturalmente a los grupos o contextos a los que

se aplico? Estas y muchas más preguntas nos podrán ayudar a evaluar la

robustez de los hallazgos obtenidos.

CARACTERÍSTICAS DE LA ESPIRITUALIDAD

Recogiendo diversas propuestas que se han planteado, en el

presente estudio se han sistematizado las características de la

espiritualidad en base a algunos autores:

 La espiritualidad al ser entendida como una relación con Dios, provee

un significado, propósito y misión de vida.

 La espiritualidad se puede expresar a través del cuerpo, el

pensamiento, los sentimientos, los juicios y la creatividad. Incluye la

relación de la persona con los aspectos no materiales de la vida.

Agrupa las ideas filosóficas acerca de esta vida y su propósito. Tiene

el poder de dar forma y significado al ser, saber y hacer. Es un

impulso unificador, un sistema de guía interno básico para el bienestar

humano. No es prerrogativa de los creyentes, puede estar

desvinculado de la religión y no ser expresado como una práctica

religiosa. Es un componente de la salud relacionado con la esencia de

la vida (Sánchez, 2004).

 La vivencia de la espiritualidad varía de una persona a otra y de un

momento a otro de la vida. A su vez, la espiritualidad puede generar

bienestar o malestar en las personas (Sánchez, 2009b).


186

 Muchas veces se solapa o enmascara la verdadera vida espiritual y

solo en situaciones extremas de dolor, sufrimiento o pérdida se pone

de manifiesto. Por ejemplo, con frecuencia los enfermos que se

enfrentan a la muerte manifiestan necesidades de tipo espiritual o

trascendente (Bayés, 2006; Murray, 2004; Taylor, 2003; Walter, 1997.

Citado en Rodriguez, 2006).

 Al entender la espiritualidad como la búsqueda de lo sagrado, puede

abarcar tanto las expresiones espirituales tradicionales, teocéntricas y

de base institucional, como las expresiones no-teístas, apartadas de

las creencias y prácticas tradicionales (Pargament & Mahoney, 2002

Citado en San Martin, 2007) lo cual sería la base para afirmar que la

espiritualidad puede ser experimentada por creyentes y no creyentes.

 La espiritualidad puede ser usada tanto constructiva como

destructivamente y su valor depende de la manera específica en que

las personas buscan lo sagrado (Pargament & Mahoney, 2002.

Citado en San Martin, 2007).

 La espiritualidad puede ser vivida de manera positiva (fe, confianza,

abandono en Dios). Bek, 2007 (Citado en Ortiz, 2007) señala que la

espiritualidad significa cultivar un Dios de amor, de solidaridad y de

servicio, no de miedo. Con relación a uno mismo, cultivar la

autoestima, y sentido de propósito en la vida; con relación a los

demás, cultivar el perdón, la reconciliación, ser inclusivo/a y con

relación a la naturaleza, el cultivo del respeto a la creación, su

cuidado y disfrute en acción de gracias. La espiritualidad produce


187

unos estados afectivos, tales como el altruismo, amor, caridad,

misericordia y el perdón, que tienen un efecto significativo en las

relaciones de la persona consigo mismo, con las otras personas y con

Dios.

 La espiritualidad puede ser vivida de forma negativa, sobre todo a raíz

de una situación de crisis o de dificultad como la experiencia de

enfermedad. Según Ferrell et al., 2003 (Citado en Rodriguez, 2006)

dichas experiencias serían pérdida de la fe, incertidumbre y

desesperanza en relación con aspectos espirituales.

 Las variables relativas a espiritualidad tienden a acompasarse a un

rango de conceptos como significado, totalidad, trascendencia,

conexión, gozo y paz, y no requieren de la participación en una

organización religiosa (Martínez et al., 2004).

 La espiritualidad tiende a asociarse con la trascendencia, con la

esperanza, propósito y sentido (Frankl, 1988, 1999a; Flannelly,

Weaver & Costa, 2004) o con aspectos inmateriales de la existencia

(Meraviglia, 2004). La espiritualidad apuntaría según Musick et al,

(1989) a la trascendencia o a la búsqueda de algo más grande que

uno mismo (Citado en Rodriguez, 2006).

 La espiritualidad representa la búsqueda de significado existencial

(Monge & León, 1999). La espiritualidad puede proporcionar una

sensación de significado y propósito (Bayés, 2006; Fitchett & Handzo,

1989; Frankl, 1990a, 1999; Musick et al., 1989. Citado en Rodriguez,

2006).
188

 La espiritualidad conlleva la creencia en algún significado o algún

orden en el universo, significa aceptación de lo que es (no

resignación), y aptitud para hallar la paz y la felicidad en un mundo

imperfecto, lo que genera creatividad y capacidad de amar

desinteresadamente (Siegel, 1995. Citado en Rodriguez, 2006).

 La espiritualidad implica un sistema de creencias acerca del sentido

de la vida, de la muerte, de la enfermedad y otros temas existenciales

(Ellison, 1991; Reed, 1991; Taylor, 2001. Citado en Rodriguez, 2006).

De acuerdo a Pinto (2007) la espiritualidad puede existir por niveles;

mientras más alto el nivel de ella, mayor la influencia sobre la vida y la

salud. Aunque la fuerza vital inherente, que es el espíritu de una persona,

no se debilita por sí mismo, el reflejo de espiritualidad de una persona

puede ser afectado por los factores físicos o ambientales que influencian

la armonía de la vida.

A continuación, presentamos en la figura 6, cuáles serían algunas de

las principales características de la espiritualidad, donde se puede

apreciar que la base de todo, es la relación que se establece con Dios,

que provee un significado, propósito y misión en la vida.


189

Representa la búsqueda del Tiene un efecto importante en la


significado relación consigo mismo y con los
existencial. demás.

Implica un sistema RELACIÓN CON DIOS Estimula


de creencias acerca principios
del sentido de la Provee un significado, trascendentales:
vida, de la muerte y propósito y misión en la vida. amor,
temas misericordia,
existenciales. BASE altruismo,
respeto, entre
otros.

Varía de una persona a A veces aparece solo en


otra, y puede variar en situaciones extremas (dolor,
función de la cultura. sufrimiento, pérdida,
enfermedad).

Figura 6. Características principales de la espiritualidad


190

ESPIRITUALIDAD Y EDUCACIÓN

Es innegable la relación que existe entre la espiritualidad y la

educación. Al respecto, cuando se revisa lo que plantea la Organización

de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura

-UNESCO- (2012) para alcanzar el Desarrollo Sostenible, señala que se

requiere de la indivisibilidad de la dignidad humana, y que además la

Educación para el Desarrollo Sostenible: Contribuye al total desarrollo de

la persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, apreciación de la

dimensión estética y espiritualidad.

Nosotros nos tendríamos que preguntar, si efectivamente en

nuestras aulas, desde los más diversos niveles, sea la educación básica

regular, la universidad, en pre-grado y post-grado, se aborda la

espiritualidad como parte integral de la persona que estudia.

Somos muchas veces expertos, en plantear las competencias u

objetivos en nuestros cursos, diseñar estrategias didácticas, utilizar

recursos tecnológicos altamente sofisticados, pero nos podemos

preguntar ¿Qué hacemos para desarrollar la espiritualidad?, ¿Para

atender las necesidades espirituales?, ¿Para ayudar a forjar un sentido de

vida que termine con tantas olas de suicidios que viven las generaciones

más jóvenes por no saber cómo enfrentarse a la adversidad, como

superar problemas, como encontrarle un sentido de plenitud y realización

a su propia vida en relación con los demás y con Dios?


191

Al respecto, Bruzzone (2006) se pregunta ¿Qué significa educar en

un mundo desorientado por la crisis de valores y amenazado por el vacío

existencial?, ¿Es posible una educación que sepa integrar el pluralismo

de culturas y religiones con la búsqueda de un sentido común a ellas?,

¿Existe una cura educativa que permita a cada uno realizar el sentido de

su propia existencia y, al mismo tiempo, permita a todos compartir un

horizonte de sentido y de valores? Son preguntas que urgen responder.

Recordemos que los pilares presentados como las bases de la

educación que se plantea para este nuevo milenio que hemos empezado

a vivir hace un poco más de una década, son precisamente que en todo

ámbito educativo no solo se debe “aprender a aprender”, “aprender a

hacer”, sino particularmente “aprender a ser” y “aprender a vivir con los

demás”.

Según la UNESCO (2012) “aprender a ser” asume que cada

individuo tiene la oportunidad de desarrollar completamente su potencial.

Esto parte de la premisa de que la educación no sólo tiene como

propósito cubrir las necesidades del desarrollo del estado o la nación, o

de la globalización, o modular el pensamiento; la educación busca

capacitar a los individuos para aprender, buscar, construir y utilizar el

conocimiento para abordar los problemas en una escala que va de lo

mínimo a lo mundial y más allá, lo que se vincula con el conocimiento, los


192

valores, las capacidades personales y la dignidad para el bienestar

personal y familiar.

En este sentido, la espiritualidad es una dimensión básica de toda

persona humana, su manera de relacionarse consigo misma, con los

demás y con Dios, su manera de conducirse en el mundo, de tener un

sentido de vida, de trascender, lo cual se torna fundamental para adquirir

un sentido de realización, plenitud y bienestar.

El mismo Delors (1997) como presidente del Informe a la UNESCO

de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, plantea

que una de las tensiones, que sin ser nueva, están en el centro de la

problemática del siglo XXI y ha de superarse, es precisamente, la tensión

entre lo espiritual y lo material. En sus propias palabras el autor dice que

la tensión entre lo espiritual y lo material, es una constatación eterna. “El

mundo, frecuentemente sin sentirlo o expresarlo, tiene sed de ideal y de

valores que vamos a llamar morales para no ofender a nadie. ¡Qué noble

tarea de la educación la de suscitar en cada persona, según sus

tradiciones y sus convicciones y con pleno respeto del pluralismo, esta

elevación del pensamiento y el espíritu hasta lo universal y a una cierta

superación de sí mismo! La supervivencia de la humanidad…depende de

ello” (p.12).
193

Es indudable que la educación debe brindar los conocimientos y

herramientas necesarias para hacer frente a la vida, para alcanzar el

desarrollo personal, social, cultural, económico, político de nuestros

pueblos, pues la educación tiene influencia directa en cada área de la vida

del ser humano, pero hace falta mucho más, hace falta replantearse el

modelo educativo, para no caer sólo en un cúmulo de conocimientos, de

informaciones, de habilidades y técnicas, de instrumentos y recursos,

convirtiendo a las personas en verdaderos especialistas, sino que hace

falta la formación de personas más humanas, más conectadas con sus

sentimientos, más abiertas a los demás, más interesadas no sólo en su

crecimiento personal, sino en el crecimiento del “otro”, de la sociedad en

su conjunto.

En este sentido, el otro pilar que se plantea para la educación, como

ya se comento, es el “aprender a vivir con los demás”, como el mismo

Delors (1997) postula se trata de aprender a vivir juntos conociendo mejor

a los demás, su historia, sus tradiciones y su espiritualidad y, a partir de

ahí, crear un espíritu nuevo que impulse la realización de proyectos

comunes o la solución inteligente y pacífica de los inevitables conflictos,

gracias justamente a esta comprensión de que las relaciones de

interdependencia son cada vez mayores y a un análisis compartido de los

riesgos y retos del futuro. El autor nos dice “Una utopía, pensarán, pero

una utopía necesaria, una utopía esencial para salir del peligroso ciclo

alimentado por el cinismo o la resignación” (p.16).


194

Es evidente la necesidad de comprender a los demás, de aprender a

relacionarnos con tolerancia, con respeto, pero aún más con el deseo de

abrirnos a los demás para juntos construir puentes, acuerdos, alianzas,

relaciones constructivas y sólidas, pues así la persona alcanzara su

realización. Como el mismo Delors (1997) afirma, el profundo cambio de

los marcos tradicionales de la existencia, nos exige comprender mejor al

otro, comprender mejor el mundo. Exigencias de entendimiento mutuo, de

diálogo pacífico y, por qué no, de armonía, aquello de lo cual,

precisamente, más carece nuestra sociedad.

La Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI en

su Informe para la UNESCO (Delors, 1997) piensa en una educación que

genere y sea la base de este espíritu nuevo, lo que no quiere decir que

haya descuidado los otros pilares de la educación.

Nadie puede objetar que asistimos a un mundo formado por

personas que han podido tener acceso a diferentes niveles educativos,

-otras lamentablemente aún no lo tienen-; sin embargo, en todas ellas hay

un eje transversal caracterizado por el egoísmo, el excesivo

individualismo que ha llevado a una marcada indiferencia e insensibilidad,

unido a una grave crisis de valores, una ola creciente de suicidios en

diversas partes del mundo, que hacen dudar seriamente sobre la manera

como formamos a nuestros niños, adolescentes y jóvenes.


195

Por tanto, es necesario, que las universidades contribuyan a los

cambios que la sociedad exige, que sea capaz de transformarse, de

ajustarse a la realidad actual, a las necesidades del hombre moderno.

Como el mismo Delors (1997) afirma, en la medida que la universidad

diversifique su oferta, la universidad encontraría de nuevo el sentido de su

misión intelectual y social en la sociedad, siendo en cierto modo una de

las instituciones garantes de los valores universales y del patrimonio

cultural.

No se puede responsabilizar solo a la educación, porque eso sería

caer en un sesgo reduccionista, sin embargo, es evidente que la

educación es uno de los pilares del ser humano y de la sociedad en todos

los tiempos. Por lo tanto, la espiritualidad y la educación, están

estrechamente unidas, si se busca que la educación realmente alcance su

misión, debemos necesariamente incluir a la espiritualidad como una de

las áreas medulares en la formación.

Al respecto, Bruzzone (2006) considera que la autotrascendencia,

es el principio metodológico de toda formación. La persona auténtica,

sana y madura, en efecto, no está centrada sobre sí misma, sino que está

siempre interesada por el mundo, en realizar alguna obra, en luchar por

alguna razón, en encontrar y amar a alguna persona, incluso servir a Dios.

A través de este movimiento intencional de búsqueda de sentido y


196

entrega de sí mismo en el mundo, la persona humana consigue su

auténtica realización personal.

Habiendo concluido la revisión de las conceptualizaciones teóricas

de la espiritualidad, pasaremos más concretamente a abordar lo

relacionado al bienestar espiritual.

BIENESTAR ESPIRITUAL

En realidad el bienestar espiritual está íntimamente ligado al

concepto de espiritualidad, forma parte de él, ya que si entendemos a la

espiritualidad como sentimientos de conexión consigo mismo, con los

demás y con Dios; es lógico entender que el bienestar espiritual se

referirá al modo como esta relación es satisfactoria o no.

Como muy bien señala Pinto (2007) la espiritualidad abarca y está

presente en todas las dimensiones y fases de la vida, y va más allá al

parecer del concepto de bienestar. Sin embargo, según este autor, el

bienestar espiritual ha sido definido como “la reafirmación de la vida en

relación con Dios, el ser, la comunidad y el ambiente que alimenta y

celebra la totalidad” (p.27).

Particularmente Ellison, 1983 (Citado en Sánchez, 2009a) sostiene

que el bienestar espiritual es un sentido de armonía interna que incluye la

relación con el propio ser, con los otros, con Dios, con el orden natural o
197

un poder superior manifiesto, a través de expresiones creativas, rituales

familiares, trabajo significativo y prácticas religiosas que generan una

dimensión religiosa (hacia Dios, un ser o fuerza superior) y una dimensión

existencial (hacia sí mismo y los demás).

Es decir, el bienestar espiritual para este autor comprendería por un

lado el bienestar religioso y por otro lado, el bienestar existencial. Si

unimos la definición de cada una de las dimensiones “hacia Dios, un ser o

fuerza superior, que nosotros preferimos llamar exclusivamente Dios” y

“hacia sí mismo y los demás”, nos podemos dar cuenta que directamente

está refiriéndose a la “espiritualidad” pues combina los 3 elementos

básicos –relaciones entre Dios, la persona y los demás-. Esta es

precisamente la postura que se asume en la presente investigación,

acorde al modo cómo se va a evaluar esta variable.

Bruce, 2000 (Citado en Pérez Santiago, 2007) afirma que ser

espiritual implica la búsqueda de un significado en nuestras vidas el cual

nos comunica un sentido de interconexión con uno mismo y los demás,

ofreciéndonos un sendero continuo de descubrimiento y propósito

personal. Cuestionamientos continuos sobre quiénes somos realmente,

qué deseamos de la vida y qué legado esperamos dejar, se convierten en

el fundamento para una confrontación y exploración personal profunda,

trastocando nuestra visión básica sobre la vida (Bruce & Plocha, 1999.

Citado en Pérez Santiago, 2007).


198

Por tanto, en la medida que la persona alcance un mayor bienestar

espiritual, tendrá un mayor sentido de satisfacción en la vida, tendrá más

claro quién es, cuál es su propósito en la vida, cuál es su misión, cómo va

a trascender y en la base de todo, su relación con Dios, consigo mismo y

con los demás será satisfactoria. Según Smutko, 1995 (Citado en Pinto,

2007) la relación con Dios, con el otro y consigo mismo debe de ser

equilibrada, si uno de los componentes no funciona bien, los otros

también estarán afectados.

Es evidente entonces que la dimensión espiritual relaciona al

individuo con el mundo, pues le da significado y sentido a la existencia.

Establece, además, un puente común entre las personas, pues las

trasciende y les permite compartir sus sentimientos.

Para Frankl (1999a) la persona sería el centro de la actividad

espiritual, pues su esencia sería espiritual. El núcleo espiritual garantizaría

y constituiría la unicidad y la plenitud en el hombre, pues ayudaría a

integrar lo somático, lo psíquico y lo espiritual y estaría estrechamente

conectado con el sentido de la vida (Citado en Rodriguez, 2006).


199

IMPORTANCIA DEL BIENESTAR ESPIRITUAL PARA EL

DESARROLLO INTEGRAL Y LA SALUD DE LA PERSONA

Es necesario destacar que el concepto de espiritualidad ha ido

cobrando cada vez más importancia, sobrepasa los límites de la religión y

de la moral, especialmente en el mundo occidental, hasta convertirse en

un constructo estudiado ampliamente por el campo de la salud (Koenig,

2008). En los últimos veinte años es cuando más se ha encontrado una

fuerte relación entre religiosidad-espiritualidad y salud física y mental en

todo tipo de enfermedad (Koenig et al., 2001; Baldacchino & Buhagiar,

2003; Moreira-Almeida et al., 2006. Citado en Quiceno & Vinaccia, 2009).

Por ello, en la actualidad, para muchas disciplinas, el bienestar

espiritual viene siendo considerado más una dimensión del estado de

salud, junto a la dimensiones físicas, psíquicas y sociales (Pedrão &

Beresin, 2010).

A continuación, revisaremos investigaciones científicas que

muestran los efectos beneficiosos que tiene el bienestar espiritual sobre el

desarrollo integral y la salud de la persona. Debe hacerse notar, que

algunos especialistas no lo diferencian con términos como espiritualidad,

religiosidad, religión o religiosidad intrínseca, existiendo algunos que los

confunden, superponen entre sí o los vinculan estrechamente, por lo que

deberá tenerse en cuenta al hacer la lectura de esta parte.


200

Peterson y Seligman (2004) citan una serie de estudios en los que

se hacen patentes los beneficios de la espiritualidad, así como de la

religiosidad y de las instituciones que las fomentan. Al proporcionar un

marco moral claro, ayudan a construir significado y ofrecen un sentido de

propósito, esperanza y apoyo emocional (Maton & Pargament, 1987; Dull

& Skokan, 1995). Existe una relación entre religiosidad, felicidad y

propósito en la vida (French & Joseph, 1999), y entre compromiso

religioso y bienestar físico y psicológico (Krause, 1997; Levin, 1997). La

religión juega un papel importante en el afrontamiento de la enfermedad y

el estrés psicológico (Handal, Black- López & Moergen, 1989; Williams,

Larson, Buckler, Heckmann & Pyle, 1991; Pargament, 1997), está

asociada a la capacidad de perdonar (Rye et al., 2000), la amabilidad

(Ellison, 1992) y la compasión (Wuthnow, 1991) y la implicación en la

iglesia es a menudo un predictor de altruismo, voluntariado y filantropía

(Hodgkinson, Weitzman & Kirsch, 1990; Schervish, 1990; Regnerus,

Smith & Sikkink, 1998; Smith, Fabricatore & Peyrot, 1999; Mattis et al.,

2000. Citado en Martínez Martí, 2006).

El compromiso religioso y espiritual temprano desempeña un papel

importante en la promoción de valores prosociales (Mattis et al., 2000), y

la religiosidad se ha asociado, en niños y adolescentes, con menos

actividades antisociales (Johnson, Larson, Li & Jang, 2000) y mejor

rendimiento académico (Donahue & Benson, 1995). Los jóvenes con

mayor grado de participación religiosa perciben el mundo como un lugar


201

más coherente (Bjarnason, 1998), y diversos estudios ofrecen

correlaciones positivas entre diversas medidas de espiritualidad y

religiosidad y varios aspectos personales y familiares adaptativos (Citado

en Martínez Martí, 2006).

Pérez et al., (2005) encontraron una correlación negativa

significativa entre el nivel de depresión y pertenecer activamente a un

grupo religioso o espiritual en adultos tanto hombres como en mujeres.

Asimismo, la espiritualidad se ha relacionado con mayor bienestar

subjetivo (Ellison, 1991) y menor impacto psíquico de eventos vitales

traumáticos o estresantes (Ellison, 1991; Kendler, Gardner & Prescott,

1997; Musick et al., 1989; Williams et al., 1991). Aunque con respecto a

este último punto hay hallazgos empíricos que muestran que el efecto de

la religiosidad, en reducir el impacto de dichos eventos estresantes, se

produce si dichos eventos no tienen que ver con conflictos familiares (en

los que la religiosidad puede exacerbar el estrés de la situación), como

situaciones de dificultades económicas o de enfermedades físicas graves;

así que la religiosidad tendría un efecto en la reacción ante el estrés en

función de la naturaleza de la situación estresante –véase Strawbridge et

al., 1998- (Citado en Rodriguez, 2006).

Diversos autores señalan la importancia que tiene la dimensión

espiritual en la vida de las personas. Incluso se ha afirmado que las

personas que viven conscientemente dicha dimensión espiritual obtienen


202

diversos beneficios psíquicos (Emmons & Paloutzian, 2003; Frankl, 1988,

1990a, 1990b, 1999a; Musick et al., 1989; Hill & Pargament, 2003) y hay

hallazgos empíricos que apoyan esta afirmación (Ellison, 1991; Kendler,

Gardner & Prescott, 1997; Kendler et al., 2003; Koenig, George & Siegler,

1988; Larson et al., 1986, 1992; Williams et al., 1991). En función de la

importancia que estos aspectos pueden tener para las personas, en

diferentes investigaciones del campo de la psicología y de la psiquiatría,

se han ido introduciendo cada vez con más frecuencia, en estudios

empíricos y epidemiológicos, según Emmons y Paloutzian (2003)

variables relacionadas con la religiosidad y la espiritualidad (Citado en

Rodriguez, 2006).

Según Montero y Sierra (1996) el impacto que el bienestar espiritual

tiene sobre el funcionamiento psicológico y físico de la persona se puede

apreciar particularmente en el nivel interpersonal. Estas autoras reportan

los estudios que en 1994 realizaron Sack, Keller y Hinkle, donde señalan

que la práctica espiritual o religiosa, medida en términos de frecuencia de

asistencia a la iglesia está correlacionada inversamente con la

permisividad para tener relaciones sexuales prematrimoniales tanto en

hombres como en mujeres. El aspecto espiritual también fue asociado

con el funcionamiento marital.

Por su parte, Whetsell, Frederickson, Aguilera y Maya (2005)

hallaron una relación positiva entre los niveles de bienestar espiritual y los
203

de la fortaleza relacionada con la salud en una población de personas en

edad avanzada. Dichos autores afirman que niveles altos de bienestar

espiritual para la población que estudiaron, significa que la cercanía con

Dios muestra el camino para lograr la adaptación ante los retos del

envejecimiento (percepción del ambiente como fuente de oportunidades y

no de obstáculos).

Por otro lado, Canaval, González y Sánchez (2007) en un estudio

con mujeres maltratadas, hallaron que la espiritualidad se convierte en un

recurso importante para las mujeres que viven situaciones de violencia y

que les ayuda a iniciar y mantener un proceso de cambio que puede

conducir a resolver el conflicto.

Definitivamente como veremos a continuación las principales

contribuciones de las investigaciones sobre la espiritualidad y sus

beneficios se ha hecho en el campo de la salud.

Koenig, McCullogh y Larson en el 2001 (Citado en Jiménez, 2005)

ofrecieron un análisis crítico, sistemático y amplio de más de 1.200

estudios empíricos y 400 revisiones que examinaron las relaciones entre

espiritualidad y religión y variadas condiciones físicas y psíquicas.

Estudios correlacionales y longitudinales que incluyeron enfermedades

cardíacas, hipertensión, enfermedad cerebro-vascular, disfunción

inmunológica, cáncer, mortalidad, dolor y discapacidad, mostraron entre


204

un 60% y un 80% de relación entre mejor salud y religión o espiritualidad.

Las condiciones psiquiátricas revisadas incluyeron psicosis, depresión,

ansiedad, suicidio y problemas de personalidad. Los beneficios de la

espiritualidad son triples: ayudan a la prevención, aceleran la

recuperación y promueven la tolerancia frente al padecimiento.

Así pues, la religiosidad/espiritualidad y la salud mental parecen

estar positivamente asociadas (Gastaud et al., 2006). Hill y Pargament

(2003) afirman que las creencias espirituales pueden proporcionar apoyo

y estabilidad en tiempos de crisis, además de que pueden brindar una

sensación de un sentido último incluso en medio de situaciones vitales

muy estresantes; proporcionando una filosofía de vida unificadora. Estos

aspectos son los que podrían tener que ver con una mejor salud mental

en las personas con estas características. A esto se podrían asociar

variables que se han vinculado a una mejor salud mental como el énfasis

en tener conductas virtuosas, evitar los vicios, el apoyo social, las

prácticas de tipo meditativo y la oración (Citado en Rodriguez, 2006).

Se ha hallado también que hay relación entre diferentes parámetros

relacionados con la salud mental y creencias religiosas en enfermos de

cáncer. Por ejemplo, se han encontrado menores niveles de depresión

entre los que son religiosos (Musick et al., 1998), en los que tienen mayor

bienestar espiritual (Nelson et al., 2002) y en los que tienen mayor

religiosidad intrínseca (Fehring, Miller & Shaw, 1997). También se ha


205

encontrado menos angustia entre los que manifiestan mayor conciencia

espiritual (Brady et al., 1999; Smith et al., 1993), una relación inversa

entre ansiedad y bienestar espiritual (Kaczorowski, 1989) y correlación

negativa (Smith et al., 1993) entre percepción de desarrollo espiritual y

malestar psicológico (Citado en Rodriguez, 2006).

La religión y la espiritualidad juegan un papel importante en la vida

de muchos individuos y los enfermos con frecuencia usan prácticas de

tipo espiritual y/o religioso como vía para afrontar el estrés que les

provoca su situación (Ferrell, 2003; Fitchett & Handzo,1989; Flannelly,

Weaver & Costa, 2004; Koenig et al., 1992; Koenig, Pargament & Nielsen,

1998; Holland et al., 1998; Silverfarb et al., 1991; Musick, 1998; Smith,

1993; Stefanek, McDonald & Hess, 2005; Taylor, 2001. Citado en

Rodriguez, 2006).

Otros hallazgos asociados a la influencia de la espiritualidad en la

salud física, señalan que las personas que regularmente asisten a la

iglesia, oran individualmente y leen la Biblia, tienen una presión

sanguínea diastólica mucho más baja que los menos religiosos, sufren

menos hospitalizaciones, tienden a tener estilos de vida más saludables,

tienden a evitar el abuso de alcohol y drogas y los comportamientos

sexuales riesgosos. Las personas que asisten regularmente a servicios

religiosos tienen sistemas inmunes más fuertes que sus contrapartes

menos religiosos, y muestran significativamente mejores resultados al


206

sufrir alguna enfermedad que los no religiosos (Koenig, 2001. Citado en

San Martin, 2007).

Para especialistas como Sánchez (2009a) trabajar en investigación

sobre el bienestar espiritual con quienes viven en situaciones de

enfermedad terminal puede significar un factor de crecimiento personal,

un aspecto de trascendencia que acerca a muchas respuestas necesarias

para dar sentido a la vida, la cotidianidad, el dolor y el sufrimiento

humano, en donde se afrontan los retos de trascendencia más

importantes de la vida.

Con respecto a la adaptación adecuada a la enfermedad se ha

encontrado una relación entre creencias de tipo espiritual y práctica

religiosa con la mejor adaptación a la situación de padecer un cáncer

(Jenkins & Pargament, 1995), aunque hay algún autor que no ha

encontrado asociación entre religiosidad y adaptación a la enfermedad

(Rifkin et al., 1999). También se han relacionado con dicha adaptación

más positiva, aspectos concretos de dichas creencias como tener un

sentido trascendente de la vida y asistir a la iglesia (Acklin, Brown &

Mauger, 1983), práctica religiosa (Fenring et al., 1997), bienestar espiritual

(Kaczorowski, 1989), conciencia espiritual (Smith et al., 1993) y

pensamientos religiosos -Fehring, Miller y Shaw, 1997- (Citado en

Rodriguez, 2006).
207

En pacientes oncológicos, la espiritualidad mejora la función inmune,

aumenta la sobrevida, disminuye los síntomas de la enfermedad y los

efectos adversos del tratamiento, favorece estilos de vida y

comportamientos más sanos, y por lo tanto contribuye a un menor riesgo

de enfermedades, y en general, mejora la calidad de vida (San Martin,

2007).

Según Sánchez (2009b) varios investigadores documentan la

relación entre la espiritualidad y la salud y entre el desarrollo de rituales y

prácticas religiosas y la calidad de vida (Santos, 2000; Sprangers &

Schwartz, 1999). Se encuentra descrito en la literatura cómo las

creencias afectan el estilo de vida (Avants, Warburton & Margolin, 2001),

el tratamiento (Matthees, Anantachoti, Kreitzer, Savik, Hertz & Gross,

2001), las decisiones frente al cuidado de la salud (Haddad, 1999;

Gillman, 1999) y la percepción de la situación de enfermedad (Morrison &

Thornton, 1999). Algunos estudiosos (Haynes & Watt, 2008) asocian la

espiritualidad con comportamientos saludables (Citado en Sánchez,

2009b).

Hay diferentes estudios en los que se ha explorado la espiritualidad

en enfermos de cáncer. Moadel y colaboradores (1999) encontraron que

las necesidades espirituales de enfermos oncológicos eran las siguientes:

vencer temores (51%), encontrar esperanza (42%), encontrar sentido de

la vida (40%), encontrar recursos espirituales (49%). Además expresaban

su deseo de hablar sobre los siguientes temas: encontrar paz mental


208

(43%), sentido de la vida (28%) y sobre la muerte y el proceso de morir

(25%). En otro estudio (Yates et al., 1981) se encontró que los pacientes

terminales (entre los que había enfermos con cáncer de pulmón)

confiaban fuertemente en sus creencias durante los últimos meses de su

vida. En otro estudio sobre necesidades espirituales de estos enfermos

(Taylor, 2003), ellos referían tener más necesidades espirituales desde

que tenían el cáncer y referían que sus necesidades espirituales tenían

que ver con necesidad de encontrar sentido (a la enfermedad y a la vida),

necesidad de expresar alegría, necesidad de pertenencia, amor o de

relacionarse, necesidades de tipo religioso o necesidad de orar (Citado en

Rodriguez, 2006).

Muchos pacientes refieren que confían en que sus creencias

religiosas y espirituales les ayuden a poder afrontar con éxito el estrés

que supone una enfermedad grave (Koenig, Pargament & Nielsen, 1998;

Yates et al., 1981; Silberfarb et al., 1982 y 1991) o bien para que les

puedan ayudar a adaptarse a esta situación (Jenkins & Pargament, 1995).

Koenig, George y Siegler (1998) encontraron, en un estudio sobre

actitudes y prácticas religiosas en pacientes adultos mayores

hospitalizados, que aproximadamente un 40% de ellos referían

espontáneamente que su fe religiosa era el factor más importante para

afrontar su situación (Citado en Rodriguez, 2006).


209

Se han desarrollado varias investigaciones en personas con dolor,

cuya experiencia modifica la vida. Los resultados han reflejado que la

dolencia está asociada, de manera importante, con la espiritualidad y, en

particular, con el comportamiento religioso. De igual forma ha sucedido

con aspectos que alteran la funcionalidad, como la modificación de la

autoimagen (Dyeson, 2000) y la ansiedad – véase Kaczorowski, 1989;

Selman, Beynon, Higginson & Harding, 2007- (Citado en Sánchez,

2009b).

Así también desde la perspectiva terapéutica se ha estudiado el

impacto de la espiritualidad en el comportamiento en situación de

discapacidad y se encuentra documentación que muestra como los

pacientes con enfermedad crónica discapacitante han podido mejorar los

comportamientos o los resultados de algunos tratamientos, la forma como

la espiritualidad influye en su adaptación, la asociación entre las creencias

y los temores de quienes están hospitalizados, las estrategias de

afrontamiento positivo, los patrones de este afrontamiento y su relación

con el estrés, la asociación entre los valores y el afrontamiento y el apoyo

en el afrontamiento positivo del día a día (Sánchez, 2009b).

Koenig, 2001 (Citado en San Martin, 2007) señala que la fe religiosa

parece proteger a los adultos mayores de las dos más importantes

aflicciones del final de la vida, la enfermedad cardiovascular y el cáncer, y

también parece evitar por mayor tiempo el llegar a una invalidez.


210

La espiritualidad también tiene una importante influencia sobre la

longevidad, el enfrentamiento a la muerte y la satisfacción vital. Koenig

(2001) encuentra que los adultos mayores que tienen una profunda y

personal fe religiosa tienen una mayor sensación de bienestar y

satisfacción vital que sus pares menos religiosos. Asimismo, encuentra

que los mayores tienden a confiarse más a su fe religiosa y a la oración,

cuando se encuentran bajo estrés, tienden a mostrar mucho menor o

ningún temor a la muerte, comparados con pares para quienes la fe y la

oración son menos importantes. Más que la actividad religiosa en sí, es la

fe personal la que parece ayudar a las personas mayores a enfrentar el

estrés y el temor a la muerte (Citado en San Martin, 2007).

Por otra parte, se ha encontrado relación positiva entre religiosidad

intrínseca y esperanza, y entre bienestar espiritual y otros estados de

ánimo positivos en enfermos de cáncer (Fehring, Miller & Shaw, 1997).

También se han hallado menores deseos de muerte entre quienes

manifestaban mayor bienestar espiritual (Breitbart, 2000). En varios

estudios se ha encontrado que las fuertes creencias religiosas en los

enfermos de cáncer, se asociaban a menores niveles de dolor, ansiedad,

hostilidad y aislamiento social y con niveles más altos de satisfacción con

la vida (Acklin, Brown & Mauger, 1983; Holland et al., 1998; Kaczorowski,

1989; Koenig et al., 1992; Yates et al., 1981). Algunos pacientes han

referido que dichas creencias les reportan mayores niveles de bienestar

(Rowland, 1989b) e incluso se relacionaban con menores niveles de dolor


211

en pacientes con cáncer avanzado (Yates et al., 1981). Dichos mayores

niveles de bienestar se han relacionado con el apoyo social que aporta la

pertenencia a una comunidad religiosa (Yates et al., 1981). Con respecto

a la religiosidad intrínseca, Mickley y Soeken (1993) encontraron que en

mujeres blancas con cáncer de mama la religiosidad intrínseca era

predictora de esperanza y bienestar espiritual (Citado en Rodriguez,

2006).

En otra línea, se ha encontrado, además, que en las situaciones de

enfermedad crónica hay relación entre la espiritualidad y el soporte social.

La religión se identifica como fuente de soporte social, de ayuda, de

fortaleza y de esperanza en medio de situaciones de enfermedad y de

discapacidad. Hay documentación abundante que señala que creer en

Dios y pedir su apoyo ayuda a muchas personas a sobrellevar su

limitación (Narayanasamy, 2002; Soecken, 1987; Saudia & cols, 1991).

De igual forma se relaciona la oración con la sensación de control, y esta

se tiene en cuenta como una forma de motivación interna. En este mismo

sentido varios autores han encontrado que las creencias y prácticas

religiosas tienden a redimensionar el sufrimiento, disminuir el estrés, son

fuente de autocuidado y ayudan a evitar la depresión (Citado en Sánchez,

2009b).

Parece haber un consenso amplio entre diferentes autores al señalar

que la espiritualidad puede tener utilidad para el cuidado de quienes


212

tienen una condición de discapacidad asociada a enfermedad crónica, y

que ésta da elementos para permitirles afrontar mejor esa situación y

encontrar significado en la experiencia para aceptar, crecer o trascender

(Sánchez, 2009b).

Por lo expuesto, es innegable, el rol fundamental que adquiere la

espiritualidad en las investigaciones científicas que en la actualidad se

conducen para comprender como la persona se ve favorecida por el

cultivo de esta área en su vida.

INVESTIGACIONES SOBRE EL IMPACTO DE LAS INTERVENCIONES

ESPIRITUALES EN SALUD

En la actualidad, no sólo se han hecho investigaciones que miden el

impacto de la espiritualidad en la vida de las personas, si no que se ha

avanzado a realizar investigaciones que promueven y desarrollan

programas de intervención espiritual en salud, las cuales seguidamente

revisaremos.

Distintos autores han sugerido que la espiritualidad es inherente a la

psicoterapia, y se ha argumentado que toda psicoterapia supone aspectos

espirituales. Por ello es muy importante reconsiderar la importancia de lo

espiritual (Rivera, 2007) dada su trascendencia en la vida del ser humano.


213

Aunque no hay muchos estudios en el área de intervención

espiritual, se observa que se está dando un aumento paulatino y creciente

sobre el diseño de intervenciones que hagan referencia al valor de la

espiritualidad en la salud (Kennedy, Abbott & Rosenberg, 2002;

Cunningham, 2005; Martinez, Smith & Barlow, 2007. Citado en Quiceno &

Vinaccia, 2009).

La investigación empírica (Lapierre, 1997; Rajagopal et al., 2002;

Castillo et al., 1991; Parker & Johns, 1997) posee datos alentadores con

respecto al uso de técnicas espirituales y religiosas en la psicoterapia

tales como la oración, la enseñanza de conceptos religiosos, las

referencias a las Escrituras, el perdón, tareas religiosas, el uso de

parábolas, y el uso de recursos externos. La espiritualidad ha sido

utilizada dentro de la terapia cognitivo-conductual con buenos resultados,

mediante el uso de imaginación guiada con contenidos espirituales (Props

et al., 1992; Cole & Pargament, 1999), en pacientes deprimidos (Hawkins

et al., 1999. Citado en Rivera, 2007).

En Estados Unidos, en el 2001, Yanek, Becker, Moy, Gittelsohn y

Koffman (Citado en Quiceno & Vinaccia, 2009) desarrollaron un estudio

cuyo objetivo fue evaluar el impacto sobre los perfiles de riesgo

cardiovascular de mujeres afroamericanas mayores de 40 años, después

de un año de participación en un programa basado en nutrición y

estrategias de actividad física. Hubo tres grupos, el primero, de


214

intervención estándar de grupo conductual (n=188), un segundo, de

intervención estándar complementado con las estrategias espirituales

(n=267), y un tercer grupo, de estrategias de autoayuda (n=74). 529

mujeres de 16 iglesias fueron evaluadas en una línea de base, antes y

después de un año de la intervención, y las intervenciones fueron de 20

sesiones.

La intervención de comportamiento estándar consistió en educación

sobre nutrición y actividad física (de acuerdo con las capacidades de las

asistentes) con aeróbicos, caminar enérgicamente, ejercicios en el agua y

ejercicios de boxeo.

La Intervención estándar con componentes de estrategias

espirituales consistió en que las iglesias que ofrecieron la intervención

espiritual recibieron las mismas sesiones que las iglesias estándar de

intervención, con la adición de componentes espirituales contextualizados

de acuerdo con cada iglesia, allí las sesiones se basaron en la oración

grupal y mensajes sobre salud, guiados por los textos religiosos, y las

actividades físicas incluyeron aeróbicos con música espiritual o evangélica

(GodSpell, que en castellano se traduce como “llamada de Dios”). Hubo,

además, soporte social religioso en el que el líder hacia llamadas

telefónicas a los participantes para motivarlos a que asistan, también hubo

boletines en las iglesias que incluyeron recordatorios de las sesiones

semanales que llevaban impresos mensajes positivos, como: comer


215

sanamente, desarrollar actividades físicas y estar alegres. Estos mensajes

estaban, a su vez, acompañados por pasajes de las Escrituras.

La intervención de autoayuda fue incluida como un plan de

contingencia de referencia o de control que implicó el empleo de lecturas

de folletos de la Asociación Americana del Corazón que hablaban sobre el

comer sano y desarrollar actividades físicas.

Los resultados indicaron que no hubo diferencias significativas entre

el grupo de Intervención de comportamiento estándar y el grupo de

Intervención estándar con componentes de estrategias espirituales, lo que

llevó a unificarlos en un solo grupo llamado Intervención estándar

espiritual y compararlos con el grupo de Intervención de autoayuda.

En general, hubo mejoras significativas en el grupo de Intervención

estándar-espiritual respecto a los niveles de peso corporal, la

circunferencia de cintura, tensión arterial sistólica, niveles de calorías y

grasas, y niveles de sodio. En el grupo de Autoayuda hubo una mejoría

sólo en los niveles de grasas. En el grupo de Intervención estándar

espiritual, las mujeres, en el transcurso de un año, tuvieron una pérdida

de peso muy significativa. Los autores concluyeron que la Intervención

estándar-espiritual favorece un importante cambio en los perfiles de riesgo

cardiovascular, lo que no se vio reflejado en el grupo de Autoayuda.


216

Por otra parte, Kennedy et al., 2002 (Citado en Quiceno & Vinaccia,

2009) desarrollaron en Estados Unidos una investigación cuyo objetivo

fue evaluar si la participación en un programa de dos días y medio de

duración para pacientes cardíacos y sus parejas causaba cambios en la

espiritualidad, y si estos cambios estaban relacionados con cambios en la

vivencia de la cólera, en el significado de bienestar en la vida, y en la

confianza en el manejo de sus problemas. Participaron 72 pacientes,

quienes respondieron cuestionarios antes y después del programa, que

incluyó análisis y discusión sobre estilos de vida saludables, alimentación,

manejo del estrés, comunicación, apoyo social y principios básicos de

sanación espiritual.

Las prácticas empíricas incluían la meditación, la visualización y la

oración, entre otras. Los resultados indicaron que el 78% de los pacientes

tuvieron un incremento en la espiritualidad después de la terminación del

programa. Los cambios encontrados en la espiritualidad estuvieron

positivamente asociados con un aumento significativo en la percepción

del bienestar en la vida, la autoconfianza en el manejo de problemas y

una tendencia en la disminución de enfado o enojo. Los autores

concluyeron que muchos pacientes y sus familias consideran la

espiritualidad como un elemento importante de la salud en sus vidas.

A su vez, en el 2005 en Canadá, Cunningham (Citado en Quiceno &

Vinaccia, 2009) condujo un estudio exploratorio sobre los efectos de un


217

curso breve psicoeducativo cuyo objetivo fue enfatizar en los aspectos

espirituales del afrontamiento y la salud. Participaron 97 pacientes con

diferentes tipos y etapas de neoplasias en ocho sesiones. Se hizo un pre-

test - pos-test y un seguimiento a los seis meses de la finalización del

estudio. Los resultados indicaron mejoras significativas inmediatamente

después de la intervención (antes de los seis meses), sin embargo, estas

mejoras se empezaron a percibir a partir de la mitad de la octava semana

de tratamiento. En las tareas para la casa, diseñadas en el programa, los

pacientes debían trabajar arduamente sobre asuntos relacionados con

Dios, la justicia y el perdón, la culpabilidad, la proyección, el

autoconocimiento, y el significado del amor.

Cuando el curso avanzó, muchos afirmaron poder aceptar de mejor

forma su condición y experimentar una visión más positiva del significado

de sus vidas, se integraron con una apreciación más sensible para los

acontecimientos de la vida diaria y tuvieron menos tendencia a estar en

desacuerdo con los demás. Se concluyó que la visualización en la terapia

de grupo en los pacientes con cáncer puede ser de gran beneficio cuando

se aborda desde una perspectiva espiritual.

En Brasil, Elias, Giglio, Pimenta y El-Dash, 2007 (Citado en Quiceno

& Vinaccia, 2009) desarrollaron un programa de entrenamiento sobre

intervención RIME que consistió en la integración de técnicas de

relajación mental y visualización de imágenes mentales con los elementos


218

que representan la espiritualidad y con base en los relatos de EQM

(experiencia de casi-muerte) para profesionales de salud. Este programa

tenía como objetivo resignificar el dolor espiritual de los pacientes

terminales.

Los participantes del estudio fueron una enfermera, un médico, tres

psicólogos y una terapeuta alternativa que atendían a once pacientes

terminales internados en diferentes hospitales entre los 27 y los 76 años

de edad. Como resultado se observaron diferencias estadísticamente

significativas, en el que los enfermos relataron mayor nivel de bienestar al

final en comparación con el inicio de las sesiones. Los autores concluyen

que el programa de entrenamiento propuesto es eficaz para preparar

profesionales de la salud para el uso de la intervención RIME,

capacitándolos para el proceso de cuidar y prestar asistencia espiritual

según una perspectiva académica. Los resultados además sugirieron que

el RIME posibilita la resignificación del dolor espiritual en pacientes

terminales.

Rivera (2007) en México, realizó una investigación en donde uno de

los objetivos fue desarrollar y evaluar la eficiencia de un Modelo de

Intervención Psicológico-Espiritual basado en la Terapia Racional Emotivo

Conductual de Ellis, al cual denomino Terapia Racional Emotivo

Conductual Cristianamente Orientada (TRECCO) dirigida a reducir el

desajuste psicológico del adulto mayor; el cual fue contrastado con un


219

modelo exclusivamente espiritual de corte cristiano. La muestra fue de 20

mujeres de 60 años o más, de religión cristiana, que eran cognitivamente

funcionales.

El análisis intragrupal, constató que ambos métodos de tratamiento

generaron en su muestra cambios significativos en los niveles de

desajuste psicológico global, obteniéndose cambios significativos en el

puntaje de cada una de las áreas de desajuste psicológico (depresión,

ansiedad, desesperanza y soledad), tanto en el grupo que fue sometido a

TRECCO como en el grupo que fue sometido al modelo exclusivamente

espiritual de corte cristiano, con excepción de la enfermedad percibida,

que en este último no varió significativamente.

Por su parte, el análisis intergrupal arrojo que no existen diferencias

significativas entre ambos métodos en cuanto a su capacidad para

producir cambios en el desajuste psicológico global. Tampoco se

reportaron diferencias significativas entre ambos métodos en cada una de

las áreas de desajuste psicológico. De acuerdo con estos datos, los

métodos habrían sido eficaces para producir un cambio en las personas

de sus respectivas muestras, pero ninguno habría sido capaz de producir

una diferencia estadísticamente significativa con respecto al otro.

Aunque no hubo diferencias estadísticamente significativas entre

ambos métodos de tratamiento, en el grado de desajuste psicológico


220

global, el análisis de la significancia clínica reportó que la TRECCO sólo

fue superior al método religioso-espiritual en las variables soledad y

enfermedad percibida, en tanto que éste lo fue para el resto de las

variables (depresión, ansiedad y desesperanza). En estos términos, la

TRECCO no reportó ventajas clínicamente significativas sobre el modelo

exclusivamente espiritual.

En síntesis, podemos afirmar que los reportes de investigación son

extensos y abundantes cuando se revisan los efectos que ejerce la

espiritualidad sobre la vida del ser humano. Por tanto y aunque hay

mucho que seguir investigando, su relevancia para el mundo de la ciencia

es indiscutible.

BIENESTAR ESPIRITUAL ASOCIADO CON OTRAS VARIABLES

Al revisar diversos estudios es evidente que la religión, la

religiosidad, la espiritualidad y el bienestar espiritual, han sido

ampliamente investigados, producto de lo cual se ha encontrado que

existe en general una fuerte asociación directa entre ellas y variables

positivas que ayudan a la persona a seguir creciendo, a enfrentar la

adversidad, a encontrarle un mayor sentido de vida, a alcanzar una

mayor autorrealización, cuya base es la fe en Dios y el amor a Él.

Paralelamente, se reporta una asociación inversa con variables

negativas que generan malestar psicológico y social, que afectan o


221

perturban la vida de la persona y de su entorno, en donde a mayor

presencia del aspecto espiritual/religioso, existe menor presencia de

dichas variables.

A continuación, presentamos la tabla 3 que pretende resumir ambos

tipos de variables, tanto positivas como negativas y la relación que

presentan:

Tabla 3

Relación entre la Religión, Religiosidad, Espiritualidad y Bienestar

espiritual con variables asociadas

Relación Directa con Variables Inversa con Variables


positivas negativas
Satisfacción con la vida Ansiedad
Felicidad Depresión
Valores prosociales Consumo de alcohol
Logro de sentido existencial Consumo de drogas
Autoestima Estrés
Religión, Sentido de vida Angustia
Religiosidad, Autorrealización Conducta antisocial
Espiritualidad Metas personales Desesperanza
y Bienestar Bienestar subjetivo Hostilidad
espiritual Bienestar físico Aislamiento social
Calidad de Vida
Afrontamiento frente a la
enfermedad
Compasión
Altruismo
Soporte social
Adaptación familiar
Adaptación a la enfermedad
222

ANALISIS EPISTEMOLOGICO DE LOS CONCEPTOS DE RELIGION,

RELIGIOSIDAD, ESPIRITUALIDAD Y BIENESTAR ESPIRITUAL

Después de haber revisado las diferentes conceptualizaciones

acerca de la religión, la religiosidad, la espiritualidad y el bienestar

espiritual, es claro que se trata de conceptos diferentes, que sin embargo,

presentan según algunos autores grandes similitudes, hasta el punto que

para algunos no existen diferencias entre algunos de estos términos,

mientras que para otros las diferencias están presentes y deben ser

señaladas.

Esta situación se debe probablemente a que el campo de la

Psicología de la Religión y la Espiritualidad es bastante nuevo, porque si

bien es cierto, ya tiene varias décadas de estudio, esto en el mundo de la

ciencia, apenas representa los primeros pasos, por ende, es lógico asumir

que aún existen definiciones circulares que en más ocasiones de las que

quisiéramos, se sobreponen entre sí.

A continuación, en primer lugar, abordaremos sus diferencias y

relaciones, y en segundo lugar realizaremos una síntesis.

Diferencias y relaciones

Como hemos podido examinar, existe una gran cantidad de

definiciones que abordan las relaciones entre la religión, la religiosidad, la

espiritualidad y el bienestar espiritual, intentando diferenciarlas entre sí.


223

Martínez et al., (2004) señalan que la espiritualidad y la religiosidad

son dimensiones de lo psicológico, observables en una serie de

conductas individuales y prácticas culturales, sin embargo, al revisar la

literatura especializada, no se encuentra una clara diferenciación entre

ellas. Como muy bien dice Bayés (2006) el constructo espiritualidad no

es un constructo bien definido desde la psicología y no está clara su

relación con la religiosidad, pues se ha visto que son términos

relacionados entre sí, aunque no siempre exista dicha relación para todo

el mundo. Además, hay que tener en cuenta que tanto la espiritualidad

como la religiosidad surgen de una interrelación entre factores culturales

(Moadel et al., 1999; Taylor, 2001) y experiencias personales –véase

Taylor, 2001- (Citado en Rodriguez, 2006).

Por su parte, Martínez et al., (2004) consideran que es importante

abordar la relación entre espiritualidad y religión, dadas las distintas

posturas al respecto y la dificultad de definir claramente el constructo de

espiritualidad. Además, como la meta de muchas religiones

institucionalizadas es adoptar la espiritualidad, es inevitable la confusión

entre el dominio de estas variables. De esta manera, religiosidad y

espiritualidad no serían conceptos mutuamente excluyentes, sino que se

pueden sobreponer y también existir separadamente.

Para las personas que pertenecen a una determinada religión habría

solapamiento entre lo religioso y lo espiritual (Emmons & Paloutzian,


224

2003; Nelson et al., 2002) en el sentido de que ambas apuntarían a una

búsqueda de lo sagrado (Citado en Rodriguez, 2006).

Algo similar, consideran Pargament y Mahoney, 2002 (Citado en San

Martin, 2007) quienes señalan la conveniencia de no polarizar los

constructos de religión y espiritualidad y destacan que hay importantes

puntos de solapamiento entre ambos. Por ejemplo, tanto la religiosidad

como espiritualidad, se pueden expresar social e individualmente.

Es evidente que el término espiritualidad se equipara

frecuentemente con el de religiosidad, esta tendencia se debe a la

evidencia de que la espiritualidad puede conducir o surgir del desarrollo

de creencias religiosas y la formación de comunidad (Koeing, McCullough

& Larson, 2000); también se asocia a la opinión de muchas personas de

que ambos términos pueden intercambiarse siempre que se viva la

experiencia afectiva, personal y privada con la Divinidad en el contexto de

una afiliación religiosa; por esta razón, la diferenciación o delimitación de

dichos conceptos a nivel científico (Hill & Pargament, 2003) podría ser

difícil, tendiendo a entre cruzarse (Citado en Rodríguez et al., 2011).

En el presente trabajo de investigación, a pesar que como hemos

podido ver no existen definiciones precisas ni rigurosas de cada una de

las variables que estamos analizando, hemos creído necesario elegir


225

algunas definiciones de cada una, y construir la figura 7 con el fin de

poder visualizar mejor sus posibles relaciones.


226

BIENESTAR ESPIRITUAL
Sentido de armonía interna que
ESPIRITUALIDAD incluye la relación con el propio
Conjunto de creencias ser, con los otros, con Dios, con
trascendentales sobre Dios y el orden natural o un poder
la relación con Él, y de superior manifiesto, que generan
creencias existenciales en una dimensión religiosa -hacia
cuanto a la relación consigo Dios, un ser o fuerza superior- y
mismo y con los demás, que una dimensión existencial -hacia
proporcionan un propósito y sí mismo y los demás- (Ellison,
satisfacción a la persona. 1983. Citado en Sánchez,
(Moberg, 1984. Citado en 2009a).
Rodríguez, Fernández,
Pérez & Noriega, 2011).

INTRÍNSECA
Está totalmente
vinculada a la
espiritualidad.
Fehring, Miller y
Shaw, 1997
RELIGIOSIDAD (Citado en
Es la forma que Martínez, Méndez
RELIGIÓN cada uno utiliza & Ballesteros,
Sistema organizado de creencias, para expresar sus 2004) consideran
prácticas y formas de culto que creencias religiosas que, concierne a
comparten una comunidad y la importancia que la espiritualidad
(Emmons & Paloutzian, 2003) y les confiere dentro como tal.
que según Hill y Pargament (2003) de un contexto
generalmente se dirigen a la cultural
relación con Dios (Citado en determinado.
Rodriguez, 2006). (Emmons & EXTRÍNSECA
Paloutzian, 2003. Se refiere a las
Citado en prácticas rituales
Rodriguez, 2006). y a las religiones
institucionales
(Fehring, Miller &
Shaw, 1997.
Citado en
Martínez, Méndez
& Ballesteros,
2004).

Figura 7. Relaciones conceptuales entre la Espiritualidad, Bienestar espiritual,


Religión y Religiosidad.
227

Se debe enfatizar que estas relaciones no son definitivas y que

dependerá del enfoque que se tenga.

Así tenemos que para Burkhart y Solari-Twadell, 2001 (Citado en

Martínez et al., 2004) en la literatura sobre la espiritualidad, ésta se define

como el concepto más amplio y religiosidad como un subconcepto,

mientras que la literatura sobre religiosidad define religiosidad como el

concepto más amplio y la espiritualidad como subconcepto. De tal forma,

que la diferencia radica en cuál de las dos sea tomada como concepto

más amplio.

A continuación revisaremos las posturas que existen entre cada una

de las variables: espiritualidad, bienestar espiritual, religión y religiosidad.

La espiritualidad abarcaría la religiosidad

Para Martínez et al., (2004) la espiritualidad sería la categoría más

general e incluiría la religiosidad cuando la persona asume un sistema de

creencias dentro de una comunidad que profesa una fe específica,

aunque no necesariamente está ligada a la adopción de una religión.

La religiosidad parece ser entendida como el conjunto de actos que

realiza la persona que pertenece a una religión, siendo ésta una

organización o institución que reúne un grupo de personas con creencias

similares de carácter teológico, bajo el precepto de la creencia en un Dios


228

o un ser superior. La espiritualidad es entendida como la capacidad de la

persona de dar sentido a su vida, así como a los procesos que hacen

parte de ella, como la muerte y la enfermedad. La espiritualidad implica

trascendencia, referida no a la relación necesaria con un ser superior,

como en la religiosidad, sino a un otro circundante, es decir, en relación

con las demás personas, la naturaleza o el entorno, la persona tiene la

sensación de excederse a sí misma y trascender (Martínez et al., 2004).

Peterson y Seligman 2004 (Citado en San Martin, 2007) plantean

que tanto espiritualidad como religiosidad hacen referencias a las

creencias y prácticas basadas en la convicción de que existe una

dimensión trascendente, no física, de la vida. Estas creencias son

persuasivas, abarcadoras y estables, y brindan información acerca de las

atribuciones que realizan las personas, los significados que construyen y

las formas en que se interrelacionan con otros. La espiritualidad sería

universal, todas las culturas tienen concepciones y representaciones

referidas a una fuerza última, trascendente y sagrada, que orienta en los

temas centrales de la vida, como el sentido y propósito de la vida, y

ofrecen reglas y valores que guían las relaciones interpersonales.

Para Taylor, 2001 (Citado en Rodriguez, 2006) la religión es un

concepto menos amplio que el de espiritualidad, ya que está más acotada

en una serie de pautas, rituales y significados más concretos.


229

La espiritualidad incluye necesariamente lo religioso, pero no se

agota en ello, aunque para muchas personas su espiritualidad es religiosa

en cuanto a que a través de su fe buscan respuestas acerca de lo

sobrenatural y llegan a establecer una relación con Dios y la

trascendencia (Bermejo, 2005. Citado en Beca, 2008).

En consecuencia, la espiritualidad es un concepto más amplio

relacionado directamente con la persona y su desarrollo es individual. De

esta manera, los individuos pertenecientes a una religión habrían de ser

espirituales, lo cual no implica que las personas que se reconocen como

espirituales pertenezcan necesariamente a una religión (Martínez, et al.,

2004).

La posición que la espiritualidad es más amplia que la religiosidad,

es asumida en el presente trabajo de investigación.

La figura 8 pretende graficar dicha asociación.


230

Espiritualidad

Religiosidad

Figura 8. La espiritualidad como concepto macro que engloba a la religiosidad

La religiosidad abarcaría la espiritualidad

Hay quienes afirman que la espiritualidad se podría considerar como

la parte subjetiva y personal de la vivencia religiosa, ya que muchas

personas experimentan dicha dimensión dentro de un contexto religioso

(Hill & Pargament, 2003. Citado en Rodriguez, 2006). En la figura 9 se

puede apreciar la vinculación entre ambas variables.

Religiosidad

Espiritualidad

Figura 9. La religiosidad como concepto macro que engloba a la espiritualidad


231

Puntos de unión entre la espiritualidad y la religiosidad

Espiritualidad y religiosidad se refieren a las creencias y prácticas

basadas en la convicción de que existe una dimensión trascendental (no

material) de la vida. Psicológicamente, estas creencias son importantes

porque influyen en las atribuciones que las personas hacen, en el

significado que construyen y en la forma en la que establecen sus

relaciones con los demás y con el mundo. Ambas tienen en común la

creencia en la existencia de una dimensión trascendental de la vida (Ver

Figura 10) pero difieren en que la religiosidad tiene que ver con la

aceptación de creencias asociadas al culto de una figura divina y la

participación en actos públicos y privados relacionados con ella, y la

espiritualidad describe lo privado, la relación de intimidad entre el ser

humano y lo divino, y las virtudes que se derivan de esa relación

(Martínez Martí, 2006).

Espiritualidad Trascendencia Religiosidad

Figura 10. Punto de encuentro entre la espiritualidad y la religiosidad


232

Religiosidad intrínseca y espiritualidad serían iguales

Para algunos autores como Fehring, Miller y Shaw, 1997 (Citado en

Martínez et al., 2004) la religiosidad intrínseca, se refiere a la

espiritualidad como tal.

Religiosidad extrínseca y religión serían similares

Para Koenig, McCullough y Larson, 2001 (Citado en Quiceno &

Vinaccia, 2009) la religión es un sistema organizado de creencias,

prácticas, rituales y símbolos diseñados para facilitar la cercanía a lo

sagrado o transcendente (Dios, un poder más alto, la verdad o la realidad

última).

Y es precisamente la religiosidad extrínseca, la que es considerada

como las prácticas rituales y a las religiones institucionales (Fehring, Miller

& Shaw, 1997. Citado en Martínez et al., 2004). Por tanto, al parecer

existiría una superposición de ambos conceptos.

Bienestar espiritual y Espiritualidad serían iguales

Como vimos anteriormente, el bienestar espiritual está íntimamente

ligado al concepto de espiritualidad. Analizaremos una definición de cada

una para sustentar esta idea.

Para Moberg, 1984 (Citado en Rodríguez et al., 2011) la

espiritualidad es el conjunto de creencias trascendentales sobre Dios y la

relación con Él, y de creencias existenciales en cuanto a la relación


233

consigo mismo y con los demás, que proporcionan un propósito y

satisfacción a la persona.

Por su parte, para Ellison, 1983 (Citado en Sánchez, 2009a) el

bienestar espiritual es un sentido de armonía interna que incluye la

relación con el propio ser, con los otros, con Dios, con el orden natural o

un poder superior manifiesto, a través de expresiones creativas, rituales

familiares, trabajo significativo y prácticas religiosas que generan una

dimensión religiosa (hacia Dios, un ser o fuerza superior) y una dimensión

existencial (hacia sí mismo y los demás).

Es evidente la similitud en ambas definiciones, la diferencia estaría

en que para la espiritualidad serían básicamente creencias, mientras que

para el bienestar espiritual, el sentido de armonía en relación a dichas

creencias serían las bases. Los demás aspectos medulares de ambas

definiciones están presentes, como es la relación con Dios, la relación

consigo mismo y la relación con los demás.

Síntesis de los análisis realizados

Podemos apreciar al revisar la literatura científica que en general

existen definiciones imprecisas o circulares que generan una gran

confusión, probablemente esta sea una de las razones para entender

porque muchas veces se superponen los conceptos analizados, no

obstante, lo que queda claro es que en el centro de todos los conceptos,


234

se encuentra la creencia en Dios y por ende la relación que se establece

con Él, en base a lo cual gira todo lo demás.

A continuación haremos un esfuerzo por integrar los conceptos de

espiritualidad, bienestar espiritual, religión y religiosidad.

Podríamos decir que la espiritualidad es intrínseca a todo ser

humano, forma parte de él, es inevitable que sea cual sea la cultura, sea

cual sea el tiempo histórico que se vive y las condiciones que rodean a la

persona, ésta siempre se ha preguntado sobre el sentido y propósito de la

vida, cuál es el objetivo o misión, y en la medida que lo ha ido

descubriendo, ha ido alcanzado una mayor realización; pero esta

espiritualidad se asienta sobre el aspecto cognitivo, vale decir, las

creencias que existen en relación a Dios, (o a lo que algunos otros llaman

según sus opciones, ser superior o de naturaleza superior), que dirige las

vidas de las personas, lo cual se evidencia principalmente en situaciones

extremas de dolor, sufrimiento y perdida, donde el ser humano es retado

ante la adversidad.

El bienestar espiritual es el sentido de armonía de las creencias que

existen sobre Dios, y la manera cómo estas creencias, alimentan, nutren y

dan vida a la persona y las relaciones que ella establece con los demás y

su entorno en general. Si la persona es alguien que realmente se ha

encontrado con Dios y vive de modo coherente su fe en Él, se pondrá de


235

manifiesto en sus pensamientos, sentimientos y acciones, reflejado en un

mayor sentido de vida y bienestar en general. Pero si por el contrario la

persona realmente no se ha encontrado con Dios -fuente de amor y

misericordia-, sino con ideas distorsionadas acerca de Él, probablemente

sentirá temor, culpa, angustia y en vez de llevarla a alcanzar un mayor

bienestar, podría llevarla en algunos casos, a lo contrario.

En cambio la religión es el conjunto de creencias, prácticas y formas

de culto que comparten un grupo cultural y que se dirige básicamente a la

relación con Dios. Mientras que la religiosidad es la expresión de la

religión, traducido en pensamientos (componente cognitivo), sentimientos

(componente afectivo) y conductas (componente conductual).

Las creencias religiosas, el hecho de pertenecer a tal o cual religión,

ha sido motivo –y lo sigue siendo- de crecimiento, de aporte a una

sociedad determinada, pero también ha sido motivo de desencuentros,

posturas irreconciliables e incluso de guerras y masacres. Es decir,

dependiendo de la manera como se expresa la religiosidad, esta será un

factor protector como se ha demostrado en abundantes estudios

científicos alrededor del mundo que la asocian con efectos altamente

beneficiosos para la salud y el desarrollo social. O por otro lado, también

podrá ser un factor de riesgo, evidenciado particularmente en conflictos

socio-étnicos y políticos en algunas zonas del mundo.


236

Ahora bien, es importante estudiar la espiritualidad en todas las

personas, sean creyentes o no creyentes, ya que el ser humano es un ser

profundamente espiritual, todos nos enfrentamos a los retos que significan

“estar vivos”, los sufrimientos, las adversidades, las angustias, el dolor, las

esperanzas, los anhelos más profundos, las necesidades que se van

desarrollando y evolucionando a lo largo de nuestras vidas. Por lo que es

necesario continuar investigando en este campo.

2.2.3. BIENESTAR ESPIRITUAL Y RESILIENCIA

Después de haber abordado las conceptualizaciones de cada una de

las variables de estudio por separado, es necesario que analicemos su

relación conjunta, motivo de la presente investigación.

Para ello, es necesario señalar que como se pudo apreciar no

existen claras diferencias entre el bienestar espiritual y la espiritualidad,

dado el estatus epistemológico del área de Psicología de la Religión y la

Espiritualidad, que aún está dando sus primeros pasos, por tanto en esta

parte se abordará tanto la relación que se ha encontrado entre resiliencia

y bienestar espiritual como espiritualidad.

Para los diversos especialistas es evidente la relación que existe

entre la resiliencia y el bienestar espiritual/espiritualidad. Al respecto la

American Psychological Association (2004) plantea que una forma de


237

fortalecer la resiliencia constituyen las prácticas espirituales que ayudan a

otras personas a establecer relaciones y restablecer la esperanza.

Ambos términos están asociados significativamente con la salud

individual y colectiva. Desde finales del siglo pasado se ha empezado a

estudiar con rigurosidad empírica la relación entre la espiritualidad y la

resiliencia, tratándose de evaluar ambos elementos y de verificar su

interrelación en diferentes tipos de poblaciones, particularmente en

aquellas con vivencias traumáticas, con enfermedades crónicas o

enfrentadas a la posibilidad real y próxima de la muerte (Navas & Villegas,

2007. Citado en Rodríguez et al., 2011).

Al respecto, Rodríguez et al., (2011) asumen que existe relación

entre la espiritualidad y la resiliencia. Dichos autores consideran que la

espiritualidad se ha descrito en el contexto científico y terapéutico como la

cualidad que impulsa al ser humano a trascender y a darle un propósito a

su existencia, buscando los medios necesarios para lograr estos objetivos

mediante una vinculación significativa con Dios (según la concepción que

se tenga de Él) y/o con los demás, dentro o fuera de las instituciones

religiosas. Y es precisamente esta búsqueda, en definitiva, la que

proporciona un estado de bienestar psicológico que favorece la resiliencia

individual. Por tanto, la espiritualidad actúa como variable independiente

que favorece el desarrollo de la resiliencia.


238

En tal sentido, el bienestar espiritual es un factor protector para

desarrollar, estimular y consolidar conductas resilientes. Por ejemplo,

Quintero, 2000 (Citado en Salgado, 2005b) afirma que en la búsqueda de

factores o de oportunidades de protección, la espiritualidad, la

organización, la actividad de vida comunitaria, la identidad, la vivencia de

la cultura y la solidaridad, son algunas fuentes que conforman el apoyo y

recursos de los que las personas resilientes se sirven para superar la

adversidad.

Por los hallazgos de numerosas investigaciones en resiliencia, se

puede señalar que entre sus características se encuentran además de la

competencia social, iniciativa, aspiraciones educativas, propósito en sus

vidas, esperanza, optimismo, perseverancia, entre muchas más, la

espiritualidad (Bueno, 2005).

Así pues, es innegable que la espiritualidad, fuera del campo clínico,

se perfila como uno de los factores determinantes en la promoción de la

resiliencia a todos los niveles de la población: niños, jóvenes, adultos,

estudiantes, profesionales, trabajadores, familias, enfermos y sanos, ricos

y pobres. Como elemento clave para la salud y la supervivencia de la

especie humana, la comunidad científica apenas hoy está empezando a

descubrir y reconocer en la espiritualidad una gran riqueza. En el campo

preventivo, según los hallazgos encontrados sobre el tema, una oportuna

educación en valores y en actitudes espirituales, inspirada en principios


239

trascendentales para el individuo (como el amor, el respeto y la

solidaridad para con toda persona, sin distinción), sería probablemente la

mejor manera de forjar personalidades fuertes y resilientes ante las

inevitables presiones o problemas de la vida en todos sus períodos

(Citado en Rodríguez et al., 2011).

ESPIRITUALIDAD Y DESARROLLO DE LA RESILIENCIA SEGÚN

ETAPAS DE LA VIDA O GRUPOS MUESTRALES

De acuerdo a Rodríguez et al., (2011) existe una relación positiva

entre la espiritualidad y la resiliencia que abarca las diversas etapas

críticas de la vida en las que el ser humano puede verse amenazado o

retado a poner en práctica una serie de recursos que resultan necesarios

para su supervivencia biológica o para su adecuada adaptación

psicosocial, como lo confirman las investigaciones.

Werner, 1993 (Citado en Kotliarenco et al., 1997) afirma que las

familias de niños resilientes de distintos medios socioeconómicos y

étnicos poseen firmes creencias religiosas, las que proporcionan

estabilidad y sentido a sus vidas, especialmente en tiempos de

adversidad. La religión parece darle a los niños resilientes, y a sus

cuidadores, un sentido de enraizamiento y coherencia.

En la niñez, adolescencia y juventud, la espiritualidad actuaría como

un amortiguador del impacto de situaciones adversas como exposición a


240

la violencia, maltrato físico o abuso sexual, inestabilidad o abandono

familiar, o elevado estrés psicosocial (como el de los adolescentes en sus

medios académicos). Entonces, la espiritualidad favorece el sano

desarrollo de la personalidad durante el tránsito a la vida adulta, en un

marco de relativa estabilidad emocional, sin la cual los niños, los

adolescentes y jóvenes, al ser más vulnerables, serían más propensos

que los adultos a presentar diversos trastornos (Rodríguez et al., 2011).

En personas adultas, la espiritualidad parece promover una actitud

proactiva frente a la adversidad (enfermedades crónicas, situaciones de

estrés laboral que demandan liderazgo o exposición continua a

frustración, dolor o pérdidas humanas, o desplazamiento migratorio

forzado). Es decir, fomenta la consolidación de proyectos vitales tales

como: salud, estabilidad familiar y éxito profesional. Además, la

espiritualidad favorece el fortalecimiento de la autoestima y de la propia

identidad, en el caso de quienes sufren discriminaciones o exclusión por

razones culturales, étnicas o religiosas (Rodríguez et al., 2011).

Por otra parte, para los adultos mayores, la espiritualidad es un

recurso trascendental de resiliencia, sin el cual probablemente se verían

afectados por la depresión, la ansiedad, la amargura o el vacío

existencial, entre otros. En esta etapa evolutiva, son comunes los

sufrimientos por enfermedad crónica, discapacidad, pérdida o soledad,

por lo que las personas necesitan recapitular e integrar los logros y fallas
241

cometidas a lo largo de la vida para otorgarle un valor o significado último

que les proporcionen gratitud, paz y realización personal. De hecho, se

evidencia que los adultos mayores tienden a buscar más las prácticas y

creencias espirituales que la gente joven (Rodríguez et al., 2011).

Estos mismos autores señalan que en el caso de las mujeres, la

espiritualidad es un recurso importante que les ayuda a ser resilientes

ante el impacto de enfermedades crónicas (como el cáncer o el

VIH/SIDA), del maltrato físico, del abuso sexual y los factores asociados a

estos hechos (como el aislamiento o la estigmatización social). En este

sentido, la espiritualidad contribuye a la prevención y superación de los

síntomas asociados con la baja autoestima, la depresión, el estrés

postraumático, o con diversas conductas no adaptativas derivadas de

tales adversidades. El hecho de que más mujeres que hombres asuman

prácticas espirituales, principalmente a nivel religioso, podría reflejar una

conducta adaptativa; dicha conducta hace que las mujeres, encuentren un

recurso de fortaleza y adaptación eficaz.

Por otro lado, las investigaciones en familias demuestran que, en

situaciones de elevado estrés por pérdidas económicas, enfermedades y

muerte de algún miembro, o circunstancias ambientales que las

desestabilizan; la espiritualidad permite transformar dichos eventos

amenazantes en oportunidades para que sus miembros descubran y

pongan en práctica los valores, creencias y actitudes que les permiten


242

salir fortalecidos de tales adversidades, pese al dolor que ello implica. El

apoyo social al interior y alrededor de la familia, motivado por

convicciones de fe, infunde en sus miembros los sentimientos de

optimismo, apoyo, amistad y esperanza que necesitan para saberse

amados y para encontrar un sentido, individual y compartido, al

sufrimiento (Rodríguez et al., 2011).

Es decir, es evidente que la espiritualidad/bienestar espiritual tiene

un impacto sobre la resiliencia, sea cual sea la etapa de desarrollo en la

que se encuentre el ser humano, sea cual sea la situación de vida que le

este tocando enfrentar, no cabe duda que la vinculación con Dios, el tipo

de relación que se establece con Él, y a través de Él, consigo mismo y

con los demás, afecta la manera de ver la vida, los acontecimientos,

enfrentar el dolor y la adversidad, superarlos y salir fortalecidos. La

evidencia a través de investigaciones es innegable.

Por otro lado, si bien es cierto, anteriormente en el presente

trabajo, ya se abordaron los factores que en general promueven la

resiliencia, a continuación creemos importante enfatizar, en la figura 11,

aquellos factores de espiritualidad/bienestar espiritual, (los mismos que

también se encuentran asociados a la religiosidad en algunos casos), que

favorecen la resiliencia, según etapas de desarrollo.


243

Fe en la religión, espiritualidad y valores


(Rabkin, Wagner & del Bene, 2000).

Adultos mayores

Creencias religiosas y sentido de


pertenencia (Menoni & Kalsse, 2007).

Adultos
FACTORES DE

ESPIRITUALIDAD/

Reforzamiento comunitario de valores BIENESTAR


espirituales o trascendentes como la
ESPIRITUAL
honestidad, la solidaridad y la
compasión, la paciencia reflexiva y QUE
crítica ante sus propias cualidades y
FAVORECEN LA
límites y su proyecto vital (Velásquez,
2001). RESILIENCIA

Jóvenes

Participación en algún grupo religioso


como refuerzo social a los valores y
políticas parentales de crianza
(Baldwin & Cole, 1992); firmes
creencias religiosas, las cuales
proporcionan estabilidad y sentido a
sus vidas, especialmente en tiempos
de adversidad, junto a un sentido de
enraizamiento y coherencia (Werner,
1993).

Niños y Adolescentes

Figura 11. Factores de Espiritualidad/Bienestar Espiritual que favorecen la


Resiliencia

(Elaborado en base a Rodríguez, Fernández, Pérez & Noriega, 2011).


244

Como podemos apreciar existe una estrecha relación entre el

bienestar espiritual y la resiliencia, asumiendo que es la primera la que

impacta y afecta la segunda, es decir, la relación que se establece con

Dios basado en las creencias que se tiene sobre Él, de la cual va a partir

como la persona se relaciona consigo mismo y con los demás; va a

marcar la manera como se enfrenta el dolor, la adversidad y se sale

fortalecido de ella, en las diversas etapas de desarrollo que conforman la

vida.

JUVENTUD, ESPIRITUALIDAD/BIENESTAR ESPIRITUAL Y

RESILIENCIA

Es importante que analicemos la importancia que tiene

concretamente la vinculación que existe entre la espiritualidad/bienestar

espiritual y la resiliencia en la juventud.

Resultan interesantes los hallazgos que reporta Lee, 1998 (Citado

en Bueno, 2005) quien estudió a 31 jóvenes exitosos que habían sido

expuestos en su infancia a abusos sexuales por sus padres, y encontró

que la esperanza en un futuro, la autodeterminación, perseverancia y

valores religiosos fueron los factores que facilitaron el éxito académico

alcanzado. Lo cual lo llevo a concluir que los individuos resilientes tienen

una fuerte orientación religiosa que no necesariamente se manifiesta por

la asistencia frecuente a la iglesia, pero si por un profundo sentido de

espiritualidad.
245

Otro estudio realizado por el Instituto de Artes de los Indios

Norteamericanos arrojó, según documentan Henderson y Milstein, 2003

(Citado en Bueno, 2005) que el 76% de los estudiantes enfatizaba la

espiritualidad en su proceso de adaptación y el 35% superaba la tensión

hablando con sus líderes religiosos y consejeros. Los autores concluyeron

que la resiliencia en estos jóvenes fue la capacidad para levantarse y

crecer exitosamente ante la adversidad y desarrollar competencias

sociales, académicas y vocacionales, a pesar de la exposición a las

tensiones severas o las simples que son inherentes en el mundo de hoy.

En general, sabemos que es en la juventud donde se acentúan las

incertidumbres sobre el futuro existencial, se enfrentan los grandes

dilemas sobre uno mismo y la vida, en los diversos ámbitos que conlleva,

tales como académico, familiar, laboral, social, entre otros.

Nizama (2010) al reflexionar sobre la espiritualidad en la

posmodernidad, señala que vivimos en una sociedad del conocimiento

que muestra como contraparte la vacuidad, la cual la concibe como “la

carencia de contenido espiritual en la persona; un foso profundo en la

interioridad humana. La orfandad de amor a sí mismo e incapacidad de

amar al prójimo sumerge a la persona en una inmensa soledad… en el sin

sentido de la existencia y ausencia de un proyecto de realización

personal; al igual que en la egolatría, infelicidad y permanente actitud

evasiva, en una búsqueda insaciable de felicidad artificial” (p.89). La


246

vacuidad se caracteriza por la sensación de inexistencia interior, soledad,

hastío, carencia de voluntad de sentido (Frankl, 1994, 2000 y 2003), de

sentido de existencia (Frankl, 2001, 2003) y de proyecto de vida (Citado

en Nizama, 2010).

Según Nizama (2010) muchos jóvenes en la posmodernidad

pertenecen a la generación vacua, es decir, son una generación con un

gran vacío espiritual manifestado de diversas formas. Producto de este

vacío espiritual, las personas se evaden masivamente hacia la

materialidad, la insensibilidad, el hedonismo y la violencia, lo cual

configura una sociedad decadente y deshumanizada, en cuyo trasfondo

subyace el desamor familiar, la pérdida de los valores y la primacía de los

antivalores en el ethos social.

Este vacío espiritual es multicausal y es generado principalmente

por la ausencia de amor en la familia. El modelo de familia natural, fuente

de amor, se encuentra en extinción y es sustituida aceleradamente por el

modelo de familia moderna, liberal y asistencialista con pérdida del rol de

los padres, quienes han abdicado su autoridad, su rol protector y

formativo, para convertirse básicamente en padres proveedores.

Proceden de familias disfuncionales a cuyos padres, mayormente, les

interesan los aspectos materiales y financieros, generalmente no forman

espiritualmente ni se interesan frecuentemente por el desarrollo humano


247

integral de sus hijos, por lo que habitualmente desconocen cómo se

encuentran ellos espiritualmente (Nizama, 2010).

Esta situación que describe la realidad actual, donde ambos padres

deben trabajar para cubrir y satisfacer las necesidades de la familia, ha

generado que muchos niños, adolescentes y jóvenes, crezcan solos, se

sientan solos, con una gran carencia afectiva que los lleva precisamente a

involucrarse en situaciones de riesgo, a experimentar más veces de las

que quisiéramos, una clara falta de sentido a sus vidas.

No obstante, consideramos que no sólo es la familia, la que

evidencia su falta de cumplimiento de sus más fundamentales roles como

es la formación integral de la persona, sino que es la sociedad en su

conjunto, la que actualmente se caracteriza por una presencia de

disvalores, donde lo “bueno” se ha vuelto “malo” o ridículo o poco

inteligente de seguirse, pues no da tan buenos resultados. Los principios

no se enseñan, ni respetan y mucho menos se siguen, el sentimiento de

soledad es tan grande que a temprana edad se intenta sustituir con

apegos marcados a las redes sociales, con un despertar cada vez más

temprano de la sexualidad, con un consumismo muchas veces

desenfrenado reflejado en un deseo intenso de usar ropas de marca,

como respuesta a una constante agresión de los medios masivos de

comunicación para consumir, y como una manera de encontrar una

identidad de referencia como joven.


248

Probablemente esta sea una de las razones más fundamentales

del por qué vivimos en una sociedad donde la ansiedad y la depresión

son los diagnósticos más frecuentes reportados en los ámbitos clínicos en

la población mundial, donde cada vez existe una ola creciente de niños,

adolescentes y jóvenes, que optan por suicidarse y terminar así con sus

proyectos de vida (véase estadísticas de OMS, 2012).

Indudablemente, no podemos dejar de señalar de modo

esperanzado, que paralelamente a este panorama, existen jóvenes que

muy por el contrario, se involucran en grupos sociales que buscan

trascender haciendo el bien social, grupos religiosos que favorecen el

desarrollo de los valores y la formación humana en donde se enseña que

la vida se nos ha dado para hacer algo grande sirviendo a los demás,

donde se lucha por desterrar actitudes egocéntricas, donde se enfatiza el

compromiso y la responsabilidad social, entre tantas más riquezas que se

trabajan. Estos jóvenes son pocos, en comparación con aquellos que

describíamos anteriormente (que están sumidos en un individualismo

alienante, en una vorágine de disvalores y pérdida de sentido de vida); sin

embargo, existen y eso ya es una promesa.

Es claro entonces la importancia de otorgarle a las nuevas

generaciones, las posibilidades de formarse integralmente no solo con las

nuevas herramientas que el mundo globalizado en esta sociedad del

saber nos concede; sino principalmente a nivel humano, con todas las
249

fortalezas, riquezas, talentos, cualidades, virtudes y valores que los hagan

ser capaces de salir adelante, no sólo como personas productivas que

engrosarán la larga fila de trabajadores eficientes y eficaces, sino, por

sobre todo, como personas realizadas, satisfechas, con bienestar

espiritual que tengan un claro sentido de su existencia, enraizado en el

compromiso de luchar por alcanzar objetivos e ideales nobles.

Es necesario entonces favorecer el desarrollo de la salud integral

de los jóvenes, entendido no sólo como ausencia de enfermedad, sino

como la posibilidad de alcanzar el máximo desarrollo en las diversas

áreas de su vida.

Al respecto, Peralta (2005) nos señala que dentro de los marcos

conceptuales para comprender y proteger la salud juvenil y adolescente,

se exige considerar diversos conceptos o enfoques, uno de los cuales, es

la salud integral y otro es la resiliencia, entre otros. Y aunque son muchos

los factores protectores que intervienen en la salud integral juvenil y

adolescente, dependiendo del especialista y la disciplina en la que se

base, este autor plantea varios, entre los que se pueden resaltar:

Sistemas de valores y comportamientos compatibles con el

desarrollo espiritual.

Habilidades resilientes.

Tener un proyecto de vida elaborado y deseado, un sentido de la

propia vida.
250

Familias funcionales, contenedoras y con adecuadas relaciones

interpersonales.

Estilos de vida saludables sin conductas de riesgo.

Promoción de redes de apoyo social y pertenencia social.

Como se puede notar es evidente la presencia de la

espiritualidad/bienestar espiritual y la resiliencia como unos de los

principales factores protectores en la vida de todo joven, de allí la

necesidad de fortalecer, estimular y consolidar estas variables.

Finalmente, dado que el presente estudio corresponde a una

investigación transcultural, abordaremos los conceptos que nos permitirán

comprenderla mejor.

2.2.4. CULTURA

Para desarrollar esta parte, en primer lugar abordaremos lo

relacionado a la cultura en general y sus dimensiones; en segundo lugar,

los enfoques émico, ético y émico/ético con los cuales se conducen los

estudios transculturales; y en tercer lugar, nos centraremos en

Latinoamérica y la aplicación concreta de las dimensiones culturales y

constructos construidos propios para la cultura de nuestros países.

Es evidente que la cultura tiene un gran impacto sobre todas las

áreas de las ciencias sociales, por eso es necesario conocer las


251

diferencias que se presentan en la forma de pensar, actuar y reaccionar

frente a diversas situaciones en distintos países (Farias, 2007).

DEFINICIONES

El término cultura tiene varias acepciones conceptuales desde

diferentes disciplinas y dentro de cada una de ellas desde diferentes

enfoques teóricos (Vera, Rodríguez & Grubits, 2009).

Ogliastri et al., (1999) señalan que se entiende por cultura la

identidad, los valores, creencias, motivos e interpretación del sentido de

eventos significativos, que han resultado de experiencias compartidas por

miembros de una colectividad, y que son transmitidas de una generación

a otra.

Según Vera et al., (2009) en psicología, el concepto de cultura es

útil para describir la manera en la cual la narrativa biográfica adquiere

sentido a través de las relaciones con los colectivos e instituciones, las

cuales cuentan con un sistema de reglas y normas de inclusión y

exclusión que en diferentes épocas permiten, a través de diferentes

valores, aumentar las posibilidades de supervivencia y bienestar.

De acuerdo a Quiroz y Valtiérrez (2010) el concepto integral de

cultura, permite conocer de donde parte cada sociedad para definir las

percepciones sobre su realidad, es decir, que es lo correcto o incorrecto,


252

el valor del tiempo, que rol debe guardar cada miembro de la familia

(considerada la base de una sociedad), la importancia de las relaciones

extendidas o limitadas, las diferencias de la distribución de la riqueza y su

aceptación, así como la tolerancia al manejo de situaciones ambiguas.

Uno de los científicos más destacados en el estudio de la cultura es

Hofstede, 1991, 1994 (Citado en Farias, 2007) quien la define como la

programación mental colectiva que diferencia a miembros de un grupo o

categoría de personas de los de otros. Los programas mentales pueden

ser heredados (transferidos a través de nuestros genes), o pueden ser

aprendidos después de nacer.

Hofstede, 2001 (Citado en Farias, 2007) define tres niveles de

programación mental: individual, colectiva y universal, tal y como se

muestra en la figura 12:


253

PERSONALIDAD
Individual
(Heredada y
Aprendida)

CULTURA
Colectiva
(Aprendida)

NATURALEZA HUMANA
Universal
(Heredada)

Figura 12. Los 3 niveles de programación mental (Hofstede, 2001)


Fuente: Farias (2007)

Hofstede señala que a nivel individual (personalidad) al menos una

parte de la programación mental debe ser heredada. A nivel colectivo

(cultura) la mayoría de nuestra programación mental es aprendida.

Mientras que el nivel universal (naturaleza humana) de la programación

mental es compartido por todos las personas. La naturaleza humana es

heredada a través de los genes, determinando nuestro funcionamiento


254

físico y psicológico básico. La capacidad humana de sentir miedo, furia,

amor, placer, enojo, etc., pertenecen a este nivel de programación mental

(Citado en Farias, 2007).

La definición de cultura propuesta por Hofstede se refiere más

tangiblemente a fortalecer las características personales que sean

comunes y estándares en una sociedad dada (Nakata & Sivakumar,

1996). Dado que existe una gran variedad de personalidades individuales

en cualquier sociedad, aquella que se observa con mayor frecuencia (en

términos estadísticos) ha sido usada para aproximarse a la cultura

nacional (Clark, 1990; Nakata & Sivakumar, 1996). El término “cultura” en

este sentido puede ser aplicado a naciones, organizaciones, ocupaciones

y profesiones, grupos religiosos, grupos étnicos, etc. Sin embargo, las

manifestaciones de cultura a esos diferentes niveles varían

considerablemente (Hofstede, 1991, 1994. Citado en Farias, 2007).

En un contexto de creencias y valores, los cuales se reflejan en

tendencias profundamente arraigadas, la cultura nacional, según Gray

(1995), se refiere a los valores de la mayoría de los miembros de un país

o sociedad (Citado en Vargas Hernández, 2007).

El concepto de cultura es aplicable estrictamente hablando, más a

sociedades que a naciones. Sin embargo, muchas naciones

históricamente han desarrollado una forma conjunta, aun si estas


255

naciones consisten de grupos claramente diferentes y aun si estas

naciones contienen minorías menos integradas (Hofstede, 1991). Ello

pues, al interior de las naciones han existido a través del tiempo, “fuerzas”

que posibilitan la integración: un lenguaje nacional, representación

nacional en eventos deportivos, mercados nacionales de productos y

servicios, etc. (Hofstede, 1991, 2001. Citado en Farias, 2007). Un

ejemplo en nuestro país, lo constituye marca Perú, las ferias

gastronómicas, entre otros.

En este mismo análisis, es importante reconocer que también

existen “fuerzas” que dificultan la integración. Por ejemplo, en cada país

existen grupos religiosos o étnicos que buscan su propia identidad, en

algunos países incluso se habla de diversas naciones que conviven bajo

un mismo territorio y bajo una misma denominación como país (tal es el

caso de algunos países europeos).

A continuación abordaremos una de las teorías más sólidas para

explicar la cultura y sus dimensiones, que ha sido propuesta por Hofstede.

En contraste con la mayoría de estudios anteriores, que incluían un

número limitado de países o analizaban diferentes compañías en distintos

países, Hofstede encuestó a más de 116,000 empleados de 40 países,

que trabajaban para una sola corporación multinacional. Su enorme base

de datos confirmó que la cultura nacional tiene gran impacto sobre los

valores y actitudes (Quiroz & Valtiérrez, 2010).


256

En tal sentido, abordaremos las dimensiones de la cultura nacional,

que nos sirven para entender las semejanzas y diferencias que pueden

existir entre las culturas que conforman los países.

DIMENSIONES DE LA CULTURA NACIONAL

Hofstede (1991) define dimensión como un aspecto de una cultura

que puede ser medido, relativo a otras culturas. Hofstede, 1980 (Citado

en Farias, 2007) identificó inicialmente cuatro dimensiones de cultura

nacional que definen las diferencias culturales entre países: Distancia de

poder, Aversión a la incertidumbre, Individualismo vs. Colectivismo y

Masculinidad vs Femineidad. Posteriormente agregó una quinta

dimensión Orientación a largo plazo vs Orientación a corto plazo.

Estudios independientes han identificado las mismas o similares

dimensiones a las encontradas por Hofstede (por ejemplo, Bond et al.,

1987; Fernández et al., 1997; Hoppe, 1990; Sondergaard, 1994). Estos

estudios soportan la robustez de la tipología de Hofstede, proveyendo una

base para incrementar el entendimiento de las diferencias culturales entre

países. Aunque también se debe señalar que existen algunas críticas a

la teoría -v.g. Robinson, 1983; Jaeger, 1986; Armstrong, 1996-. (Citado en

Farias, 2007).

Revisaremos a continuación como se entiende cada una de las

dimensiones, las cuales han mostrado influencias importantes de la


257

cultura en la cognición, emoción, motivación y conducta social (Triandis,

1994. Citado en Vera et al., 2009). Asimismo en muchas investigaciones

transculturales se pretenden explicar las diferencias mediante las

dimensiones caracterizadoras de las culturas, planteadas por Hofstede

(Olavarrieta, 2001).

Distancia del Poder: se define como el grado en el cual una

sociedad acepta la distribución desigual del poder en instituciones y

organizaciones. Las instituciones son los elementos básicos de la

sociedad, tales como la familia, la escuela y la comunidad; las

organizaciones son los lugares donde las personas trabajan. Una alta

distancia del poder indica que las desigualdades de poder y riqueza son

consideradas aceptables dentro de la sociedad (Citado en Farias, 2007).

En contraste, una sociedad con poca distancia del poder minimiza

las desigualdades tanto como es posible. Los superiores conservan su

autoridad, pero los empleados no se sienten temerosos ante el jefe.

(Quiroz & Valtiérrez, 2010).

Evasión a la Incertidumbre: es el grado en el cual los miembros

de la sociedad se sienten inconfortables en situaciones no estructuradas.

Las situaciones no estructuradas son nuevas, desconocidas, sorpresivas

e inusuales. Esta dimensión también puede ser definida como el grado

en el cual las personas en un país prefieren situaciones estructuradas


258

sobre situaciones no estructuradas. Una alta evasión a la incertidumbre

indica que los ciudadanos del país tienen una baja tolerancia hacia la

incertidumbre y la ambigüedad. Esto crea una sociedad orientada a las

reglas, que instruye normas, leyes, regulaciones y controles para reducir

el nivel de incertidumbre. Estas reglas pueden ser escritas, pero también

pueden no ser escritas y seguidas por tradición. Mientras que una baja

evasión a la incertidumbre indica que la sociedad tiene una menor

preocupación por la incertidumbre y la ambigüedad. Esto se refleja en

una sociedad menos orientada a las reglas, que acepta más fácilmente el

cambio, más tolerante a opiniones y comportamientos alternativos, y una

sociedad que adquiere más y mayores riesgos (Citado en Farias, 2007).

En las sociedades con poca evasión de la incertidumbre, las

personas se sienten relativamente seguras. La gente se siente más o

menos cómoda con los riesgos. También son relativamente tolerantes con

respecto al comportamiento y opiniones que difieren de los suyos, porque

no se sienten amenazados por ellos. Por el contrario, una sociedad con

una alta evasión de la incertidumbre se caracteriza por un alto nivel de

ansiedad entre su gente, que se manifiesta en tensión y agresividad.

Puesto que la gente se siente amenazada por la incertidumbre y la

ambigüedad en estas sociedades, se crean mecanismos para

proporcionar seguridad y reducir el riesgo. Es posible que las

organizaciones tengan reglas más formales; habrá menos tolerancia a las


259

desviaciones de ideas y comportamientos, y los miembros se esforzarán

en creer en verdades absolutas (Quiroz & Valtiérrez, 2010).

Individualismo-Colectivismo: se refiere al grado en el cual las

personas prefieren actuar como individuos en lugar de actuar como

miembros de un grupo. Es decir, es el grado en el cual una sociedad

valora los objetivos personales, autonomía y privacidad por sobre la

lealtad al grupo, el compromiso con las normas grupales y actividades

colectivas, cohesión social e intensa socialización (Hofstede, 1980, 1984,

2001; Swaidan & Hayes, 2005; Triandis, 2004. Citado en Farias, 2007).

De acuerdo a Triandis, 1994 (Citado en Vera et al., 2009) esta

dimensión surge por el interés de comprender qué es lo que mantiene

unidas a las personas dentro de una sociedad, e impide a éstas

desintegrarse, y se basa en el supuesto que en toda cultura coexisten y

son más o menos enfatizados en cada una, dependiendo de la situación.

Es decir, las personas poseemos tanto cogniciones individualistas-

colectivistas; la diferencia es que en algunas culturas existe mayor

probabilidad de ser individualista y en otras colectivista.

Hofstede encontró que el grado de individualismo en un país está

relacionado muy de cerca con la riqueza del mismo (Quiroz & Valtiérrez,

2010). Para Triandis, 1995 (Citado en Fernández, Álvarez, Velásquez &

Ruiz, 2002) los rasgos definitorios del individualismo son la competición,


260

el desapego emocional y la distancia hacia los endogrupos. Las

conductas son reguladas por las actitudes personales, por cálculos de

coste-beneficio y por la aceptación de la confrontación. Además los

objetivos personales tienen primacía sobre los grupales.

Como consecuencia, se socializa a las personas en la

autosuficiencia y en la independencia. Su status y roles no están

adscritos, sino que vienen definidos por sus logros. Un mayor bienestar

afectivo, aunque también la soledad y depresión, un menor apoyo social,

un mayor estrés y mayores tasas de divorcio, suicidio y de enfermedades

vinculadas al estrés serian el coste del individualismo (Fernández et al.,

2002).

Un alto individualismo indica que la individualidad y los derechos

personales son supremos dentro de la sociedad. Las sociedades

individualistas tienden a creer que los intereses personales son más

importantes que los intereses de grupo (Hofstede, 1984; Lu et al., 1999.

Citado en Farias, 2007).

En cambio, un bajo individualismo caracteriza a sociedades de una

naturaleza más colectivista con lazos más cercanos entre las personas.

Las culturas colectivistas muestran un alto grado de comportamiento e

interés grupal para promover su continua existencia, manteniéndose

emocionalmente más ligados a sus in-groups y ubicando sus objetivos


261

personales, motivaciones y deseos acerca de aquellos in-groups. Los in-

groups son generalmente caracterizados por las similitudes entre sus

miembros y un sentido de “destino común” que tienen las personas con su

grupo, el cual puede ser la familia, amigos, partidos políticos, clases

sociales o grupos religiosos (Triandis, 1995. Citado en Farias, 2007).

Los atributos del colectivismo son la integridad familiar y la

solidaridad. La conducta es regulada por las normas, se valora la

armonía y la jerarquía del endogrupo, los endogrupos se perciben como

más homogéneos (Fernández et al., 2002).

Las consecuencias serán la socialización de las personas en la

obediencia y el deber, se valorara el sacrificio por el endogrupo,

focalizando el pensamiento en lo que es común a los miembros del grupo,

la conducta reflejara la jerarquía, la orientación personal será la de

mantener la apariencia y buena imagen pública, así como la de dar apoyo

social. Una mayor corrupción, dificultades para el crecimiento económico

y el tradicionalismo serian los costes del colectivismo (Triandis, 1995;

Kagitcibasi, 1997. Citado en Fernández et al., 2002).

Las culturas colectivistas se caracterizan por un marco social

riguroso, en el que la gente espera que el resto de los miembros de los

grupos a los que pertenece (como una organización) vele por ella y la

proteja cuando se encuentre en dificultades. A cambio de esta seguridad,


262

piensa que le debe una lealtad absoluta al grupo (Quiroz & Valtiérrez,

2010).

Es importante señalar que no se trataría solamente de una

dimensión bipolar. De acuerdo a Martínez-Pampliega, Rivero e Iraurgi

(2010) dos culturas individualistas o colectivistas pueden diferenciarse por

la importancia que le conceden a diferentes aspectos del individualismo o

del colectivismo. En este sentido, algunos autores diferencian entre

dimensiones horizontales y verticales dentro del individualismo o

colectivismo.

Los individualistas que puntúan alto en la dimensión horizontal

apoyan las nociones de igualdad, libertad de ser uno mismo sin

comparación con otros, y no animan al esfuerzo por ser mejores que otros

(Komarraju & Cokley, 2008. Citado en Martínez-Pampliega et al., 2010).

Son personas que valoran el tener su propio espacio, tener identidad

propia y ser diferente de los demás (Triandis, 1998. Citado en Vera et al.,

2009).

En cambio, según Komarraju y Cokley, 2008 (Citado en Martínez-

Pampliega et al., 2010) los individualistas que puntúan alto en

dimensiones verticales tienden a aceptar la existencia de desigualdad y

enfatizar el logro, el status, la jerarquía en comparación con otros. Según


263

Triandis, 1998 (Citado en Vera et al., 2009) las personas se dirigen hacia

el ideal de triunfo y de hedonismo.

Por otro lado, el colectivismo horizontal es cuando el rasgo

principal es la relación de iguales dentro del grupo, el establecimiento de

la armonía grupal son expresiones que contempla esta dimensión.

Mientras que el colectivismo vertical se refiere al sentido de cumplimiento,

de obediencia y respeto por lo que tienen el poder (Triandis, 1998. Citado

en Vera et al., 2009).

Es importante destacar, como lo proponen Martínez-Pampliega et

al., (2010) que a menudo no es fácil distinguir entre culturas colectivistas e

individualistas, ya que existen diferencias importantes en función de su

énfasis en lo personal o en lo grupal dentro de cada cultura.

Masculinidad-Feminidad: es definida como el grado en el cual

valores como asertividad, desempeño, éxito y competición, los que son

asociados con el rol masculino, prevalecen sobre valores como la calidad

de vida, relaciones personales, servicio, solidaridad, los que son

asociados con el rol femenino. Hofstede (1985) define masculinidad como

una preferencia por el logro, heroísmo, asertividad y éxito material. Una

sociedad más “masculina” (alta masculinidad) otorga mayor énfasis a la

riqueza, al éxito, a la ambición, a las cosas materiales y a los logros,

mientras que una sociedad más “femenina” (baja masculinidad) otorga


264

mayor valor a las personas, a ayudar a otros, a preservar el medio

ambiente y a la igualdad. En una cultura “masculina” se dice que “se vive

para trabajar”, en cambio, en una cultura “femenina” se dice que se

“trabaja para vivir” (Helgstrand & Stuhlmacher, 1999; Hofstede, 1980,

2001. Citado en Farias, 2007).

Algunos prefieren llamarle a esta dimensión “cantidad en

comparación con la calidad de vida” debido a la fuerte connotación

sexual que tiene el término (véase por ejemplo, Quiroz & Valtiérrez,

2010), en este caso la cantidad estaría asociada a la masculinidad y la

calidad de vida a la feminidad.

El grado de feminidad-masculinidad representa dos conjuntos de

habilidades conductuales y competencias interpersonales que las

personas, independientemente de su sexo, usan para relacionarse con su

medio, oponiendo los valores cooperativos a los competitivos (Arrese,

2002). Las culturas femeninas enfatizan la cooperación y el apoyo social

y, refuerzan la expresividad, mientras que las masculinas (Hofstede,

2003) enfatizan la competencia, las recompensas materiales y laborales

(Citado en Quiroz & Valtiérrez, 2010).

Orientación de Largo Plazo: se define como el grado en el cual

los miembros de la sociedad aceptan postergar la gratificación de sus

necesidades materiales, sociales y emocionales (Hofstede, 2001). Una


265

alta orientación de largo plazo indica que la sociedad valora los

compromisos de largo plazo, donde la recompensa es esperada como

resultado del duro trabajo de hoy (Swaidan & Hayes, 2005). Una baja

orientación de largo plazo indica que la sociedad no refuerza este

concepto (Citado en Farias, 2007).

Asimismo, consideramos que es importante referir que la

percepción sobre cómo esas dimensiones se presentan en los países,

varía en los reportes de investigaciones, probablemente entre varias

razones, por los aspectos metodológicos, como características de la

muestra, instrumentos utilizados, entre otros criterios (Véase por ejemplo,

Ogliastri et al., 1999 en comparación con Fernández et al., 2002).

Pasando a otro punto, es necesario que a continuación

desarrollemos los enfoques émico y ético que permiten explicar las

diferencias que se pueden encontrar en las investigaciones que se

dedican a comparar culturas de diferentes países, como es el caso de la

presente investigación.

ENFOQUES EMICO, ETICO Y EMICO/ETICO

En la Psicología Transcultural, es fundamental saber distinguir

entre los constructos “émicos” y “éticos”. Dicha distinción fue planteada

originalmente por Pike (1966) y desarrollada posteriormente por Berry y


266

otros (Berry, 1969; Berry & Dasen, 1974; Triandis, 1980. Citado en

Carretero, 1982).

La distinción entre lo émico y lo ético hasta hoy tiene plena

vigencia cuando se trata de comparar culturas o naciones (Olavarrieta,

2001). Ahora bien, es necesario acotar que desde cualquiera de las

aproximaciones -sea émica, ética o émica/ética-, todas coinciden según

Ortiz et al., 2007 (Citado en Flores, 2011) en el objetivo de poder entender

y explicar el impacto de la cultura en el comportamiento de los seres

humanos.

Seguidamente abordaremos brevemente cada uno de ellos y la

unión de ambos.

Enfoque émico

Emico se refiere al comportamiento específico de una cultura

(Carretero, 1982). De acuerdo a Flores (2011) estudia un constructo

desde el interior de una cultura determinada.

Es decir, hace referencia a conceptos que existen solo en una

cultura o nación (específicos en esa cultura). Establece que los

fenómenos deben estudiarse dentro del sistema, con criterios y conceptos

escogidos dentro del mismo. Requiere un conocimiento profundo de la

cultura que se investiga y se asume que los fenómenos actitudinales y


267

conductuales se expresan de maneras únicas e idiosincráticas en cada

cultura, y por tanto, deben ser descubiertas por el investigador

(Olavarrieta, 2001).

En otras palabras, son las manifestaciones idiosincráticas de un

país o cultura, que se aplican solo a ésta, en una época histórica

determinada.

Enfoque ético

Se refiere a conceptos que operan en diversas sociedades y que

pueden considerarse independientes de la cultura. Permite el estudio de

fenómenos o realidades desde afuera del sistema. Desde esta

perspectiva, se pueden examinar varias culturas en forma simultánea y

comparativa. Supone la existencia de criterios o conceptos universales

que pueden encontrarse en las culturas o países, y obviamente, permite

la comparación entre culturas y países (Olavarrieta, 2001).

Se caracteriza porque intenta desarrollar un entendimiento de

constructos comparándolos a través de culturas (Church & Katigbak,

1988. Citado en Flores, 2011).

Enfoque émico-ético

Pike en 1966 y Berry en 1989 (Citados en Olavarrieta, 2001)

plantean que ambos enfoques, tanto el émico como ético, tienen valor y
268

no necesariamente constituyen una dicotomía. La mayoría de los trabajos

más modernos en investigación transcultural han propuesto una manera

de resolver el aparente dilema émico/ético. La mayoría si no todos,

comienzan con una aproximación ética al fenómeno en estudio, para

después enriquecerla, con un análisis emico.

Es sabido que la psicología como ciencia, estudia la cultura,

llevando a cabo interpretaciones desde sus invariantes émicos y éticos

para un colectivo, en relación a un proceso o estado psicológico con el

objeto de contextualizar en lo social un grupo de variables (Vera et al.,

2009).

Es decir, el enfoque émico-ético nos permite conocer tanto los

aspectos específicos como los universales de las culturas. Por ello, de

acuerdo a Olavarrieta (2001) una perspectiva combinada émica-ética es la

más apropiada, para descubrir aspectos de las culturas investigadas, que

de otra manera pasarían inadvertidos.

LATINOAMERICA

Empezaremos diciendo que la expresión ‘América Latina’

comprende una realidad muy compleja (Tünnermann, 2007. Citado en

Martínez-Pampliega et al., 2010) por su gran riqueza cultural, diversidad

de grupos étnicos, lenguas, tradiciones y costumbres.


269

Aunque a las personas nacidas en el Caribe, se les suele llamar

“caribeños”, también se encuentra que se les llama “latinos del Caribe”,

por ejemplo, a los cubanos, puertorriqueños y dominicanos, por lo que en

el presente estudio, asumiremos en general, el término “latinoamericano”

para referirnos a los países participantes.

Ahora bien, es necesario que recordemos que el sintagma

“América Latina” y el gentilicio latinoamericano se han expandido con

lenta rapidez. Oficial y tempranamente (1862), en la esfera religiosa se

consagra, al instalarse en Roma el Colegio “latinoamericano”; casi un

siglo después (1955) nace en Bogotá la Conferencia Episcopal de

América Latina y el Caribe (CELAM); casi paralelamente en 1957, con

similares referentes, en el ámbito académico, inicia sus actividades la

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO); en el área

económica en 1948, se inaugura la Comisión Económica para América

Latina y el Caribe (CEPAL) en Santiago de Chile (Rubilar, 2000), es decir,

desde diferentes áreas se ha asumido la necesidad de trabajar

conjuntamente una visión latinoamericana y del Caribe, reconociendo

nuestras diferencias nacionales, pero al mismo tiempo, los puntos de

encuentro.

Según Rubilar (2000) desde múltiples aportes se instituye América

Latina como categoría social de pertenencia, significando a la vez una

formación histórico-cultural concreta y un símbolo representacional


270

compartido. En su ancho y aún ajeno territorio, con cerca de diecinueve

millones de kilómetros cuadrados, alberga millones de habitantes, con

ricos ecosistemas y heterogéneas expresiones culturales, pero también

con graves deficiencias socio-estructurales. Según este autor, la

circunstancia latinoamericana no implica, una referencialidad cultural

abstracta (o virtual), ya que ella se instituye sobre una base geofísica y

ecosistémica peculiar.

Desde la formación de los Estados-naciones el decurso histórico se

ha visto permeado, debido a factores tanto endo como exógenos, por las

contradicciones y la lucha casi titánica entre pares contrarios: tradición-

modernidad, dictadura-democracia, dependencia-autonomía,

disgregación-integración, defensa de los Derechos Humanos en la letra y

su violación crónica en la práctica social oficial (Rubilar, 2000) algo que es

vivido, percibido y sentido por todos los latinoamericanos.

Se podría decir “que en la historia político cultural latinoamericana

se ha ido desarrollando un proceso identitario dinámico, polifacético y

multipolar, atravesado por una serie de contradicciones, esto es, un

proceso de asimilación, negación e integración, que aún no logra dar

cuenta de una entidad colectiva consistente, autónoma y unitaria, pero

que avanza por la senda del reconocimiento y aprecio de lo común y de

aceptación de lo plural y diverso, en términos geopolíticos, económicos y

socioculturales” (Rubilar, 2000: 9).


271

Consideramos que una manera de entender y amar a nuestros

países latinoamericanos, es reconocer que nos unen una serie de lazos y

valores compartidos, costumbres y estilos de vida; pero paralelamente,

nuestros países se distinguen unos de otros, en modos particulares,

idiosincrasias propias, que fuera de ser puntos de desencuentro, deberían

ser puntos de convergencia que nos enriquezcan.

Dimensiones culturales en América Latina

Al aplicar las dimensiones culturales que plantea Hofstede a

América Latina, podemos encontrar los siguientes hallazgos:

Se señala acerca de la Distancia de poder, que en los países

latinoamericanos habría una mayor distancia jerárquica (v.g. Fernández et

al., 2002) es decir, las desigualdades de poder y riqueza son

consideradas aceptables dentro de la sociedad.

Respecto a la Evasión de la incertidumbre, los países

latinoamericanos se caracterizarían por una tendencia a tener una alta

evasión de la incertidumbre, es decir, habría más inseguridad, menor

tolerancia con los comportamientos que son diferentes, las personas se

sentirían más amenazadas por la incertidumbre y la ambigüedad.

En relación al Individualismo-Colectivismo, los países

latinoamericanos son preponderantemente colectivistas. Al respecto,


272

Furman, Negi, Iwamoto, Rowan, Shukraft y Gragg, 2009 (Citado en

Martínez-Pampliega et al., 2010) señalan que los valores culturales de

colectivismo y orientación comunal son propios de la cultura latina y tienen

el potencial de servir como un factor protector en mitigar la tensión, en la

medida que implica empatía mutua, deferencia hacia los intereses del

grupo sobre los intereses individuales y conformidad a las expectativas

grupales, proporcionando sentido de pertenencia y respeto a la persona.

En relación a la Masculinidad-Feminidad, durante mucho tiempo se

había pensado que nuestros países latinoamericanos eran básicamente

femeninos pues no se reforzaba mucho la competición, y más bien si la

cooperación y el cuidado de las personas débiles. Sin embargo, debido al

rol que actualmente ejercen las mujeres, (son más asertivas, tienen más

aspiraciones, más motivación de logro, entre otros), esto ha ido

cambiando.

Es importante no confundir la dimensión de Masculinidad en los

términos como los plantea Hofstede con el “machismo” entendido como

la sobrevaloración de los papeles que el hombre desempeña sobre la

mujer, lo que lamentablemente es una característica aún presente no solo

en los países latinoamericanos, sino en muchos países del mundo.

Referente a la Orientación a largo plazo, los países

latinoamericanos se inclinarían más a una baja orientación a largo plazo,


273

es decir, no buscan postergar la gratificación de sus necesidades

materiales, sociales y/o emocionales, por lo que no se valoran los

compromisos de largo plazo.

Es muy importante precisar que las dimensiones culturales no son

estáticas en los países, sino que son susceptibles de cambiar con el

tiempo, por lo que debemos ser muy cuidadosos al momento de

caracterizar las naciones de tal o cual modo.

Por ejemplo, en un estudio llevado a cabo por Fernández et al.,

(2002) en una muestra de 1,909 personas pertenecientes a 12 naciones

americanas, encontraron que en los países individualistas y con baja

distancia jerárquica se expresaban más las emociones. Las personas que

vivían en sociedades individualistas presentaban un autoconcepto más

expresivo o femenino que las personas socializadas en culturas

colectivistas. Lo cual no es compatible con lo que se podría esperar, ya

que se esperaría que en los países colectivistas se expresen más las

emociones y no en los países individualistas.

Constructos culturales latinos

Si bien es cierto, ya hemos abordado las dimensiones de la cultura

nacional que sirven para analizar los países en cualquier parte del mundo,

y hemos visto cómo se aplican en América Latina; es necesario que a

continuación abordemos los constructos culturales propios de nuestros


274

países que corresponden claramente a nuestros estilos de vida,

costumbres, valores, normas y prácticas socio-culturales.

Andrés-Hyman, Ortiz, Añez, Paris y Davidson, 2006 (Citados en

Martínez-Pampliega et al., 2010) sitúan seis constructos culturales latinos:

Dignidad y respeto, Familismo, Personalismo, Machismo, Marianismo,

Religión y Espiritualidad. A continuación describiremos cada uno de ellos.

Dignidad y respeto: se refiere al valor cultural que subraya la

reverencia por todas las formas de vida, principalmente el valor de la

humanidad. Independientemente del estatus o el dinero, todas las

personas merecen respeto. El respeto es también muy cercano a la

jerarquía de deferencia en la cual mayores y padres están en un pedestal.

El respeto promueve la igualdad, la empatía y la conexión en cada

relación, incluso aunque sea jerárquica (Andrés-Hyman, Ortiz, Añez, Paris

& Davidson, 2006. Citados en Martínez-Pampliega et al., 2010).

Familismo: es un valor cultural alocéntrico que enfatiza los

apegos, reciprocidades y lealtades de todos los miembros de la familia

más allá de las fronteras de la familia nuclear. Las personas se

comprenden a través de otros, enfatizan las relaciones sociales y buscan

las metas de grupo más que las individuales. Las fronteras de la familia

incluyen familiares cercanos y amigos de familiares (padrinos). Las

familias tienden a estar emocionalmente muy cercanas y, a menudo, viven


275

juntos en la misma casa o vecindad y funcionan interdependientemente.

(Andrés-Hyman, Ortiz, Añez, Paris & Davidson, 2006. Citados en

Martínez-Pampliega et al., 2010).

Según Martínez-Pampliega et al., (2010) el familismo incluye la

solidaridad familiar, la integración familiar, el apoyo intra e

intergeneracional y los compromisos con los miembros de la familia por

encima de las necesidades individuales, y ha demostrado tener relación

importante con el funcionamiento psicológico de los miembros de la

familia y la búsqueda de ayuda. Se relaciona con la empatía, la

conciencia de las expectativas familiares, el respeto, el desarrollo de

fuertes apegos, la reciprocidad y la lealtad a miembros de la familia

extensa.

Es indudable que para los latinoamericanos, la familia tiene un

lugar muy especial en la vida, aunque esta certeza cambia con el paso de

los años, cuando se es niño se considera vital, en la adolescencia y

juventud, muchas veces hay un quiebre por la fuerza del grupo de pares;

en la adultez y en la adultez mayor, la familia vuelve a ocupar el sitial más

importante.

Personalismo: se refiere a la preferencia por lo personal frente a

lo formal o institucional, lo cual se manifiesta en la permeabilidad de los

hogares, en los cuales, familiares y amigos pueden llegar sin avisar,


276

simplemente para conversar un rato. Los saludos implican besos,

abrazos, dar la mano, con un mayor contacto que entre euroamericanos

(Andrés-Hyman, Ortiz, Añez, Paris & Davidson, 2006. Citados en

Martínez-Pampliega et al., 2010).

Esta característica en parte, hace que en general a los latinos se

les considere personas cálidas y afectuosas, cualidad muy valorada en

otras partes del mundo.

Machismo: es un comportamiento controlador del hombre hacia la

mujer y los hijos, puede incluir la promiscuidad, el abuso de alcohol y la

agresión. No obstante, esto es una representación patológica de la

masculinidad propio de todas las culturas, más que una característica de

la cultura latina (Andrés-Hyman, Ortiz, Añez, Paris & Davidson, 2006.

Citados en Martínez-Pampliega et al., 2010). Indudablemente el

machismo está íntimamente asociado a graves problemas sociales como

la violencia doméstica, el maltrato, el abuso sexual, entre otros.

Marianismo: es una reverencia a la Virgen María. Las mujeres

deben permanecer y llegar vírgenes al matrimonio y la transmisión de la

tradición cultural y religiosa descansa en las mujeres. También se espera

de las mujeres la falta de preocupación por ellas mismas o el sufrimiento

con dignidad. Se espera humildad, bondad y/o empatía (Andrés-Hyman,


277

Ortiz, Añez, Paris & Davidson, 2006. Citados en Martínez-Pampliega et

al., 2010).

De acuerdo a la Conferencia Ecuatoriana de Religiosos/as (2010)

de muchas maneras y desde diversas perspectivas la presencia de la

Virgen María, la Madre de Dios ha acompañado a los habitantes del

continente latinoamericano, siendo venerada y celebrada bajo diferentes

advocaciones. María es símbolo de una fe católica fuerte que contiene los

valores de un humanismo multicultural de carácter trascendente. Esto

significa que la devoción a María es la característica más popular y

enraizada de la fe cristiana en Latinoamérica.

Desde sus albores, la Virgen María ha sido con su presencia Madre

y Modelo de santidad, para los pueblos de América Latina y del Caribe, ha

sido y continúa siendo mediadora de la esperanza de un amor que tiene

su fundamento en la fe en Jesucristo, redentor y salvador (Conferencia

Ecuatoriana de Religiosos/as, 2010).

Definitivamente en la cultura latinoamericana, Nuestra Madre la

Virgen María tiene un lugar privilegiado, en nuestros pueblos existe un

amor especial por Ella, manifestado a través de los santuarios que

existen, de la difusión de las diversas advocaciones, de las multitudes que

se congregan en los países cuando se le homenajea en las fiestas


278

tradicionalmente religiosas, y por las experiencias cotidianas que forman

parte de nuestras vidas.

Al respecto, la Conferencia Ecuatoriana de Religiosos/as (2010)

señala que los santuarios marianos que conforman el continente de

América Latina, son una prueba innegable de esta devoción a la Virgen

María, que como Madre mística, atrae e ilumina a todos los hombres en

orden a vivir como hijos de Dios Padre y como hermanos en Cristo, en

una convivencia pacífica y en un desarrollo integral de los pueblos, bajo la

Carta Magna del humanismo basado en el valor supremo y universal del

amor.

Religión y espiritualidad: existen diferentes formas de

espiritualidad en nuestras culturas, manifestadas comúnmente por la

creencia en Dios (Andrés-Hyman, Ortiz, Añez, Paris & Davidson, 2006.

Citados en Martínez-Pampliega et al., 2010).

Latinoamérica está conformada por naciones con una larga

tradición cultural a nivel espiritual y religioso, habitan personas que en

medio de la globalización y desarraigo de valores, mantienen aún viva la

fe en Dios, lo cual se evidencia a través de las creencias, valores, normas

y estilos de comportamiento que asumen.


279

2.3. HIPOTESIS

Dado que la presente investigación es transcultural, con un diseño

de “Diferencias Psicológicas” no tiene hipótesis, pues este tipo de

estudios se caracteriza por su carácter exploratorio y por no plantearlas

(Grad & Vergara, 2003).

Asimismo, si bien es cierto existen diversas investigaciones sobre

la resiliencia por un lado y el bienestar espiritual por otro, no se han

encontrado reportes que aborden las variables de estudio al mismo

tiempo en la muestra seleccionada a nivel transcultural, de este modo se

considera que la presente investigación tiene un carácter exploratorio y es

pionera, por lo que no se formulan las hipótesis del estudio, tal y como se

recomienda en este tipo de investigaciones (De Canales, De Alvarado &

Pineda, 1988; Hernández, Fernández & Baptista, 2010).

Sin embargo, es necesario puntualizar que en base a los

resultados obtenidos, se podrán establecer futuras hipótesis en nuevos

trabajos de investigación.
280

2.4. DEFINICION DE VARIABLES Y CONCEPTOS

Bienestar espiritual

Es un sentido de armonía interna que incluye la relación con el propio ser,

con los otros, con Dios, con el orden natural o un poder superior

manifiesto, a través de expresiones creativas, rituales familiares, trabajo

significativo y prácticas religiosas que generan una dimensión religiosa

-hacia Dios, un ser o fuerza superior- y una dimensión existencial -hacia

sí mismo y los demás-. (Ellison, 1983. Citado en Sánchez, 2009a).

Resiliencia

Habilidad de poder cambiar las adversidades, que se presentan en la vida

con éxito (Wagnild & Young, 1993).

Cultura

Programación mental colectiva que diferencia a miembros de un grupo o

categoría de personas de los de otros (Hofstede, 1991, 1994. Citado en

Farias, 2007).
281

CAPITULO III: MÉTODO

3.1 TIPO DE INVESTIGACIÓN Y DISEÑO

Tipo de Investigación

La investigación corresponde a una investigación no experimental, dado

que no se manipulan las variables de estudio.

Es un estudio transversal pues recolecta datos en un solo momento, en

un tiempo único (Hernández, Fernández & Baptista, 2010).

Es una investigación comparativa de tipo transcultural, pues busca

comparar culturas de diferentes países latinoamericanos como son

Argentina, Bolivia, Perú y República Dominicana. El énfasis principal de

la investigación transcultural es la identificación de similitudes y

diferencias en conductas o conceptos en distintas culturas (Poortinga &

Van de Vijver, 1987). Siguiendo a Van Raaj (1978) así como a Frijda y

Jahoda (1966) la variable independiente examinada para explicar

diferencias en los resultados es la nación o cultura (Citado en Olavarrieta,

2001).

Diseño de Investigación

En el marco de la investigación transcultural al presente estudio le

corresponde un diseño de Diferencias Psicológicas (Van de Vijver &

Leung, 1997a, 1997b. Citado en Grad & Vergara, 2003). Su objetivo es


282

exploratorio y generalmente no se incluyen variables contextuales

(Vergara & Balluerka, 2000), se caracteriza porque aplican instrumentos

ya existentes en culturas, la elección de las culturas se basa

habitualmente en consideraciones de conveniencia (Grad & Vergara,

2003).

Asimismo sigue un Enfoque émico-ético, por ser el más apropiado, para

descubrir aspectos específicos de las culturas investigadas (Olavarrieta,

2001).

Como se puede apreciar en la figura 13, se busca conocer el impacto que

ejerce la cultura en los efectos del bienestar espiritual sobre la resiliencia

en cada país examinado, distinguiendo por un lado el componente émico

propio de la realidad idiosincrática de cada uno, y por otro lado, el

componente ético, común a todos los países, de carácter más universal.


283

Argentina

Emico

Bolivia E

Emico T

B I
CULTURA E R
C

O
Perú

Emico

República

Dominicana

Emico

BE. Bienestar espiritual

R. Resiliencia

Figura 13. Diseño de Diferencias Psicológicas con Enfoque émico-ético a

nivel transcultural
284

3.2 POBLACIÓN Y MUESTRA

De acuerdo a los criterios metodológicos propios de la investigación

transcultural, se consideraron dos tipos de criterios para desarrollar esta

parte, el muestreo de culturas y el muestreo de participantes. A

continuación se presenta cada uno de ellos.

Muestreo de culturas:

Se utilizó el muestreo de conveniencia que es uno de los más

frecuentemente utilizados en la investigación transcultural (Van de Vijver

& Leung, 1997a, 1997b. Citado en Grad & Vergara, 2003), mediante esta

estrategia las culturas que representan cada país, fueron elegidas, por

criterios de conveniencia, como la accesibilidad para la investigadora, ya

que se dispuso de personas colaboradoras en cada una de las culturas

elegidas y además por el idioma español que une los países. De este

modo los países seleccionados fueron:

Argentina

Bolivia

República Dominicana

Perú
285

Muestreo de participantes:

El principal objetivo de la selección de personas para la comparación

transcultural es obtener muestras de características equiparables en las

culturas estudiadas, de forma que las diferencias encontradas puedan ser

atribuidas a las diferencias culturales y no a las diferencias en otras

características de las muestras (Grad & Vergara, 2003).

En el presente estudio, la muestra estuvo conformada por 308 estudiantes

varones y mujeres que cursaban el primer año en las Facultades de

Psicología de universidades nacionales de zonas urbanas, seleccionados

a través de un muestreo de conveniencia en cada país, asumiendo que

cumplen funciones y roles sociales similares en las culturas comparadas.

El criterio para seleccionar las universidades nacionales fue que se

consideraron que eran representativas en relación a las mayorías

poblacionales de cada país que puede tener acceso a seguir estudios

universitarios; asimismo, por la accesibilidad y las garantías que ofrecían

para una adecuada recogida de datos.

Para participar en el estudio, los estudiantes debieron cumplir los

siguientes requisitos:
286

Criterios de inclusión

Tener de 17 a 25 años de edad.

Ser de estado civil soltero.

Estar matriculados en el semestre académico.

Cursar el primer año de formación.

Pertenecer a la Facultad de Psicología.

Aceptar participar voluntariamente en la investigación.

Dar su consentimiento por escrito.

Criterios de exclusión

Ser de una nacionalidad diferente del país que se evalúa.

Estar matriculado en el turno noche.

Presentar errores en la resolución de los instrumentos (doble marca o

respuestas en blanco).

A continuación se presenta la distribución muestral según características

sociodemográficas.

Según país de procedencia:

Como se puede apreciar en la tabla 4, los estudiantes de Argentina

constituyen el 26.6%, los estudiantes de República Dominicana, el 25.6%

los estudiantes de Perú, el 24% y los estudiantes de Bolivia, el 23.7%, es

decir, todos presentan pesos porcentuales similares.


287

Tabla 4

Distribución muestral según país de procedencia

País N %

Argentina 82 26.6

República Dominicana 79 25.6

Perú 74 24.0

Bolivia 73 23.7

Total 308 100.0

Según género y país de procedencia:

En la tabla 5 se aprecia que la muestra tiene un predominio de

estudiantes mujeres (81.8%) frente a los estudiantes varones (18.20%), lo

cual es esperable de acuerdo a la carrera que estudian, que es

Psicología, la cual se caracteriza por tener mayor cantidad de estudiantes

mujeres.

Tabla 5

Distribución muestral según género y país de procedencia

País
Género Argentina Bolivia República Perú Total
Dominicana
Masculino N 14 14 12 16 56
% 17.10% 19.20% 15.20% 21.60% 18.20%
Femenino N 68 59 67 58 252
% 82.90% 80.80% 84.80% 78.40% 81.80%
Total N 82 73 79 74 308
% 100.00% 100.00% 100.00% 100.00% 100.00%
288

Según condición laboral y país de procedencia:

Se puede observar en la tabla 6, que en total existen 28.2% de

estudiantes que si trabajan, frente a 71.8% de estudiantes que no lo

hacen. Debe destacarse que en todos los países, el que presentó mayor

cantidad de estudiantes que si trabajan fue República Dominicana

(48.1%).

Tabla 6

Distribución muestral según condición laboral y país de procedencia

País
Trabaja Argentina Bolivia República Perú Total
Dominicana
Si N 15 22 38 12 87
% 18.30% 30.10% 48.10% 16.20% 28.20%
No N 67 51 41 62 221
% 81.70% 69.90% 51.90% 83.80% 71.80%
Total N 82 73 79 74 308
% 100.00% 100.00% 100.00% 100.00% 100.00%

Según religión y país de procedencia:

Como se puede visualizar en la tabla 7, existe un claro predominio de

estudiantes católicos en todos los países evaluados, los que constituyen

el 66% de la muestra, seguido de los estudiantes evangélicos (9.4%) y de

estudiantes cristianos (8.4%).


289

Tabla 7

Distribución muestral según religión y país de procedencia

País
Religión Argentina Bolivia República Perú Total
Dominicana
Católico N 56 46 46 57 205
% 68.30% 63.00% 58.20% 77.00% 66.60%
Mormón N 1 0 1 0 2
% 1.20% 0.00% 1.30% 0.00% 0.60%
Evangélico N 3 6 13 7 29
% 3.70% 8.20% 16.50% 9.50% 9.40%
Cristiano N 7 8 9 2 26
% 8.50% 11.00% 11.40% 2.70% 8.40%
Testigo de N 0 0 3 0 3
Jehová % 0.00% 0.00% 3.80% 0.00% 1.00%
Protestante N 0 0 1 0 1
% 0.00% 0.00% 1.30% 0.00% 0.30%
Judío N 0 0 0 1 1
% 0.00% 0.00% 0.00% 1.40% 0.30%
Ateo N 15 0 6 3 24
% 18.30% 0.00% 7.60% 4.10% 7.80%
Otros N 0 13 0 4 17
% 0.00% 17.80% 0.00% 5.40% 5.50%
Total N 82 73 79 74 308
% 100.00% 100.00% 100.00% 100.00% 100.00%

3.3 INSTRUMENTOS Y MATERIALES

En la presente investigación se han considerado dos instrumentos, la

Escala de Bienestar Espiritual (Dimensión Religiosa) y la Escala de

Resiliencia.

A continuación se pasará a describir cada uno de ellos.


290

ESCALA DE BIENESTAR ESPIRITUAL

La Escala de Bienestar Espiritual fue construida por Paloutzian y Ellison

en 1982. Los autores definieron la vida espiritual como el resultado del

establecimiento de una relación personal con Dios (Rivera & Montero,

2007). Esta escala proporciona un indicador general del bienestar

espiritual y dos sub-escalas: el bienestar religioso -que hace referencia a

la autoevaluación de la relación de la persona con Dios- y el bienestar

existencial -que hace referencia a la autoevaluación del sentido del

propósito y la satisfacción con la vida- (Paloutzian & Ellison, 2012).

Asimismo, el bienestar espiritual se concibe a través del bienestar

derivado de la relación con Dios (dimensión vertical) y de la percepción de

la persona respecto de su propósito y de la satisfacción con su vida

(dimensión horizontal), al margen de cualquier adhesión a algún grupo

religioso (Calleja, 2011). Es decir, la dimensión vertical correspondería a

al bienestar de la dimensión religiosa, mientras que la dimensión

horizontal al bienestar de la dimensión existencial.

De este modo, la escala brinda tres resultados:

Nivel de bienestar espiritual total

Nivel de bienestar de la dimensión religiosa

Nivel de bienestar de la dimensión existencial


291

La versión original está constituida por 20 ítems, con 10 ítems para cada

sub-escala, con graduación de tipo Likert para determinar el valor de la

respuesta. En la escala original las alternativas se presentan desde

acuerdo hasta desacuerdo (Paloutzian & Ellison, 2012). La asignación de

puntajes va de 1 a 6, donde “Completamente en desacuerdo” (1),

“Moderadamente en desacuerdo” (2), “En desacuerdo” (3), “De acuerdo”

(4), “Moderadamente de acuerdo” (5) y “Completamente de acuerdo” (6).

Existen puntajes que se califican de modo directo, y otros de modo

inverso. A mayor puntaje existe mayor bienestar.

Los puntajes de las dos sub-escalas son sumados para obtener la medida

general del bienestar espiritual. Los autores de la escala original sugieren

el establecimiento de una puntuación de corte con los intervalos de 20 a

40 para bienestar espiritual bajo, 41 a 99 para moderado y 100 a 120 para

alto. En las sub-escalas de Bienestar Religioso y Existencial, los intervalos

son 10 a 20, 21 a 49 y 50 a 60 puntos, para bajo, moderado y alto,

respectivamente.

En algunas investigaciones, los puntajes altos son considerados como

bienestar espiritual positivo y los puntajes bajos y moderados como

bienestar espiritual negativo (v.g. Gastaud et al., 2006; Volcan et al.,

2003).
292

PROPIEDADES PSICOMETRICAS

Según datos reportados por Ellison, el coeficiente de confiabilidad

obtenido por el método test-retest de la Escala de Bienestar Espiritual fue

de 0,93 para el bienestar espiritual general, 0,96 para el bienestar en la

dimensión religiosa y 0,86 para el bienestar en la dimensión existencial

(Sánchez, 2009a).

La consistencia interna se evaluó utilizando el coeficiente alfa,

obteniéndose 0.89 para el bienestar espiritual, 0.87 para el bienestar

religioso y 0.78 para el bienestar existencial (Ellison, 1983. Citado en

Sánchez, 2009b).

Lo cual permite afirmar que tanto la escala total como sus respectivas

sub-escalas poseen una alta confiabilidad y consistencia interna.

La validez de constructo fue obtenida por el análisis factorial, arrojando

dos factores. Asimismo, de acuerdo a los autores, la escala ha sido

empleada en poblaciones de diferentes culturas, traducida y validada en

diferentes idiomas, incluidas la comunidad latina y el idioma español

(Sánchez, 2009b).
293

ADAPTACIONES

Con la Escala Total

En México, Montero y Sierra (1996) adaptaron la Escala de Bienestar

Espiritual en una muestra de 200 adultos casados de ambos sexos, de los

cuales 100 eran practicantes católicos activos y 100 adultos sin práctica

religiosa activa de entre 30 y 50 años.

El análisis factorial con rotación varimax confirmó los dos factores de la

escala original propuesto por Paloutzian y Ellison, los cuales explicaron

50.3% de la varianza. Las dos sub-escalas presentaron en general pesos

factoriales de .40 o más. Con excepción del reactivo 9, que cargo en un

tercer factor de manera aislada, por lo que se eliminó, reduciéndose esta

nueva versión a 19 ítems.

Los coeficientes de confiabilidad obtenidos por el método test-retest

fueron de 0.93 para la Escala Total, 0.96 para la dimensión de

bienestar religioso (Relación con Dios) y de 0.86 para la dimensión de

bienestar existencial. Asimismo, los coeficientes de consistencia interna

fueron de 0.89, 0.87 y 0.78 respectivamente, lo cual indica que tanto la

escala total como las sub-escalas que contiene poseen una alta

confiabilidad y consistencia interna.


294

En otros estudios se han hallado las propiedades psicométricas de la

adaptación de la sub-escala de dimensión religiosa con clara evidencia de

su validez y confiabilidad (véase Rivera & Montero, 2007).

En la presente investigación, se utilizó la adaptación cultural de la

dimensión religiosa, realizada por Montero y Sierra (1996).

Por otro lado, en Brasil, también la Escala de Bienestar Espiritual ha sido

adaptada para población brasileña en el 2009 por Marques, Sarriera &

Dell’Aglio (Citado en Pedrão & Beresin, 2010).

Con la Sub-Escala de Bienestar Existencial

En Perú, Torres, 2001 (Citado en Torres, 2003) adaptó la sub-escala de

bienestar existencial de la versión original encontrando evidencias de la

validez de constructo a través del agrupamiento unifactorial en los ítems.

Los índices de carga factorial para cada uno de los ítems fue de (.63 .65

.54 .61 .54 .52 .66 .51 .56 .64 respectivamente) confirmándose la validez

de constructo. Con respecto a la confiabilidad se reportó un índice alfa de

Cronbach igual a .64.


295

Adaptación cultural de la Dimensión Religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en Argentina, Bolivia, Perú y República

Dominicana

La Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual de Paloutzian

y Ellison (1982) adaptada por Montero y Sierra (1996), fue nuevamente

adaptada en los países evaluados en el presente estudio, de acuerdo a

los requerimientos metodológicos propios de las investigaciones

transculturales.

La nueva versión adaptada fue sometida al juicio de personas nativas de

cada país (Ver Anexo A) quienes además manejaban aspectos de la

disciplina psicológica y aspectos metodológicos.

Los cambios que se realizaron en esta nueva adaptación se pasan a

describir:
296

Tabla 8

Adaptación Cultural de la Sub-Escala de Dimensión Religiosa de la Escala

de Bienestar Espiritual en los cuatro países evaluados

Sub-Escala de la Dimensión Religiosa Versión adaptada por Salgado (2012)


de la Escala de Bienestar Espiritual de para Argentina, Bolivia, República
Paloutzian y Ellison adaptada por Dominicana y Perú
Montero y Sierra (1996) para México

Instrucciones: Instrucciones:
Las instrucciones oscilan desde Se mantuvieron iguales y sólo se
“Completamente de acuerdo hasta cambio “Completamente” por
completamente en desacuerdo” “Totalmente”, debido a que su
significado es más categórico y genera
mayor fuerza y certeza a la afirmación.
Es decir:
“Totalmente de acuerdo”
“Totalmente en desacuerdo”
Alternativas: Alternativas:
Empiezan con el acuerdo hasta Se procedió a invertir las alternativas,
desacuerdo, se califica de 6 a 1. ya que como estaban dispuestas,
empezando con el acuerdo hasta
desacuerdo, se calificaba de 6 a 1, por
lo que siendo las mismas alternativas,
sin variar en nada, se decidió
invertirlas para que la calificación sea
más fácil y directa, es decir, sea de 1 a
6 (desacuerdo a acuerdo), siguiendo
en todo momento los criterios de los
autores, donde a mayor puntaje
significa mayor bienestar espiritual.

Ejemplos de preguntas: Ejemplos de preguntas:


El ejemplo “a” “No sé cuantos granos Se cambio por Bolivia, porque aunque
de arena hay en la playa” la jueza de dicho país, indico que si
era comprensible la oración para su
cultura, se creyó conveniente
cambiarlo, pues el hecho que no
tengan mar, podría ser una variable
extraña.
El nuevo ejemplo es “No sé cuantas
estrellas hay en el cielo”.

Item 3: Item 3:
“Creo que Dios es algo impersonal al Se cambio “algo” por “alguien”,
que le tienen sin cuidado mis quedando el ítem redactado como
situaciones cotidianas.” “Creo que Dios es alguien impersonal
al que le tienen sin cuidado mis
situaciones cotidianas”.
297

Item 10: Item 10:


“Mi relación con Dios contribuye a mi Se cambio debido a que la jueza de
sensación de bienestar”, Perú manifestó que era mejor
especificar a qué área de bienestar se
refería. Dado que este ítem no mide
un área concreta, sino a nivel general,
se cambio del siguiente modo “Mi
relación con Dios contribuye a mi
sensación de bienestar en general”

Debe destacarse que la versión final de la adaptación se sometió

nuevamente a la evaluación de parte de las juezas de cada país,

recibiendo un acuerdo unánime.

En base a lo cual, la nueva versión fue sometida al análisis de sus

propiedades psicométricas como se pasa a describir a continuación.

PROPIEDADES PSICOMETRICAS HALLADAS EN EL PRESENTE

ESTUDIO

En el caso de las investigaciones transculturales, como es esta

investigación, el análisis de las características empíricas de los

instrumentos aporta valiosa información sobre su validez y equivalencia

transcultural, así como su posible sesgo o funcionamiento diferencial en

las culturas estudiadas. Por eso de acuerdo a Grad y Vergara (2003) así

como Vergara y Balluerka (2000) se procedió a analizar las propiedades

psicométricas.
298

Con el fin de establecer la validez y la confiabilidad de la adaptación

cultural de la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual de

Paloutzian y Ellison adaptada por Montero y López (1996), según país de

procedencia; se hicieron los siguientes cálculos.

VALIDEZ

De acuerdo a los estándares sobre el uso de tests psicológicos y

educativos (American Psychological Association, American Educational

Research Association y National Council on Measurement in Education,

1999. Citado en Elosua, 2003) las fuentes de evidencia de validez

pueden ser fuentes internas (relacionadas con el contenido, el proceso de

respuesta y la estructura interna) y externas (las relaciones con otras

variables y las consecuencias del test). En esta investigación solo se han

trabajado dos fuentes de evidencias de validez interna, las cuales a

continuación se describirán.

Contenido:

Comprende dos tipos de estudios suplementarios, unos encaminados a

evaluar las relaciones entre el constructo y el contenido del test, y otros

dirigidos a valorar los factores contextuales internos y externos que

puedan añadir varianza no deseada (Elosua, 2003).

En el presente estudio, se trabajaron los factores contextuales referidos a

la evaluación de la propia situación de test. Ya que se controlaron las


299

instrucciones para la administración, que eran las mismas para todos los

países, verificando la apropiada comprensión de las instrucciones y las

condiciones en que el participante en la investigación respondió a la

escala. También se controló la corrección de la escala (que fueron las

mismas en todos los países), así como la interacción entre examinador-

examinado (se cuido que las examinadoras fueran del país de origen

asumiendo que compartían la misma cultura que los examinados). De

este modo, se logró evitar las fuentes de dificultad irrelevantes (Elosua,

2003) logrando de esta manera, controlar la calidad del dato recogido que

repercute en las inferencias y generalizaciones que de ellos se derivan.

Asimismo, se evito un uso sesgado del lenguaje para lo cual, por un lado,

se hizo una adaptación cultural de la escala, evaluando las distintas

acepciones o significados que un mismo término podía poseer en cada

país; encontrando que en general la versión previamente adaptada por

Montero y Sierra (1996) era bastante clara y no presentaba ítems

ambiguos o de difícil comprensión. Por otro lado, se cuido que la

experiencia de los participantes fuera la misma, pues todos cursaban el

mismo año de formación.

Estructura Interna

Según los estándares sobre el uso de tests psicológicos y educativos

(American Psychological Association, American Educational Research

Association y National Council on Measurement in Education, 1999.


300

Citado en Elosua, 2003) la estructura interna se centra en la evaluación

de la dimensionalidad de la prueba. Para ello, en primer lugar, se hizo el

análisis de ítems a través de la correlación ítem-test de modo global en

los cuatro países evaluados. Y en segundo lugar, para cada país se

realizó el análisis factorial para evaluar propiamente la dimensionalidad de

la escala. Específicamente se utilizó el análisis factorial exploratorio para

determinar los factores iniciales de la escala, los cuales fueron verificados

mediante el análisis confirmatorio.

CONFIABILIDAD

Se calcularon los índices de confiabilidad, los cuales fueron estimados a

través del método de consistencia interna por el coeficiente alfa de

Cronbach, considerándose aceptable, valores entre 0.70 y 0.90 (Bland &

Altman, 1997; Cervantes, 2005. Citado en Campo-Arias & Oviedo, 2008).

A continuación, se presentan los resultados de validez y confiabilidad de

la adaptación de la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual.

Validez

Análisis de ítems en los países evaluados

Se hizo el análisis ítem-test en los cuatro países evaluados, encontrando

que todos los ítems que conforman la Dimensión Religiosa de la Escala

de Bienestar Espiritual son válidos, dado que la correlación es mayor a


301

0.20, que corresponde a valores p igual y menores a 0.05, tal y como se

puede apreciar en la tabla 9.

Tabla 9

Correlación ítem-test de la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual en los países evaluados

Varianza Alfa de
Media de la de la Correlación Cronbach
escala si se escala si se elemento- si se
Items elimina el elimina el total elimina el
elemento elemento corregida elemento
1 44.54 181.142 0.81** 0.943
2 44.31 182.116 0.827** 0.943
3 44.31 204.373 0.307** 0.96
4 45 178.391 0.857** 0.941
5 44.84 176.673 0.871** 0.941
6 44.73 176.509 0.897** 0.94
7 44.77 195.046 0.535** 0.953
8 44.94 181.856 0.773** 0.945
9 44.88 178.99 0.846** 0.942
10 44.81 178.57 0.869** 0.941
11 44.51 177.469 0.889** 0.94

**p<0.01

Análisis de la Dimensionalidad en los países evaluados

Con el fin de saber si era posible aplicar el Análisis factorial, se realizó el

test de adecuación de la muestra de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) y el test

de esfericidad de Bartlett, tal como lo señalan Ferrando y Anguiano-

Carrasco (2010).
302

De acuerdo a estos autores, el rango de valores del KMO es de 0 a 1, y,

cuanto más alto el valor, más substancialmente relacionadas entre ellas

estarán las variables.

En el presente análisis, la medida de adecuación del muestreo de KMO

obtuvo un valor de 0.944 el cual es superior a 0.5. Respecto a la prueba

de esfericidad de Bartlett, se obtuvo un valor de 3327,615 (p<0.000). Lo

cual resulta satisfactorio para proceder a aplicar el análisis factorial.

Se aplicó el Análisis Factorial exploratorio mediante el método de

extracción de componentes principales con rotación varimax y valores

eigen mayores a 1. Se halló un solo factor que explica con una varianza

acumulada de 68.27%. (Ver Tabla 10). Es decir, en los países evaluados

se confirma la unidimensionalidad de la Dimensión Religiosa de la Escala

de Bienestar Espiritual, pues se explica con un alto grado de significación

conceptual, las correlaciones entre los ítems.


303

Tabla 10

Análisis factorial de la Dimensión religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual en todos los países evaluados

Sumas de las saturaciones al


cuadrado de la extracción
% de la %
Componente Total varianza acumulado
1 7.51 68.27 68.27

Por otro lado, en la tabla 11 se presenta la matriz de componentes

rotados.

Tabla 11

Matriz de componentes rotados de la Dimensión Religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en todos los países evaluados

Matriz de componentes
Componente
Ítems 1
1 0.85
2 0.864
3 0.345
4 0.89
5 0.903
6 0.926
7 0.582
8 0.822
9 0.886
10 0.901
11 0.919
304

Confiabilidad en todos los países

Se halló a través del coeficiente alfa de Cronbach, obteniendo un valor de

0.949 en todos los países, lo cual evidencia su alto nivel de confiabilidad.

Se podrá apreciar la versión final de la Dimensión Religiosa de la Escala

de Bienestar Espiritual en el Anexo B. (Dicha versión es muy similar a la

que se presentó en el Estudio Piloto, porque ningún ítem se llegó a

eliminar).

A continuación se presentan los resultados de la validez y confiabilidad

obtenidos en cada país.

Validez y confiabilidad de la Dimensión Religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en Argentina

Validez

Análisis de la Dimensionalidad

Con el fin de saber si era posible aplicar el Análisis factorial, se realizó el

test de adecuación de la muestra de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) y el test

de esfericidad de Bartlett.

La medida de adecuación del muestreo de KMO obtuvo un valor de 0.930

el cual es superior a 0.5. Respecto a la prueba de esfericidad de Bartlett,

se obtuvo un valor de 971,594 (p<.000). Lo cual resulta satisfactorio para

proceder a aplicar el análisis factorial.


305

Se realizó a través del Análisis Factorial exploratorio mediante el método

de extracción de componentes principales con rotación varimax y valores

eigen mayores a 1.

Como se puede observar en la tabla 12, se hallaron dos factores, donde

la varianza explicada del primer factor es de 70.72% y del segundo factor

es de 9.31%, sumando una varianza acumulada de 80.03%, lo cual

evidencia su validez.

Tabla 12

Análisis factorial de la Dimensión religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual en Argentina

Sumas de las saturaciones al cuadrado de la


extracción

Componentes Total % de la varianza % acumulado


1 7.779 70.718 70.718
2 1.024 9.308 80.026

Por otra parte, al realizar los cálculos de la matriz de componentes

rotados (Ver Tabla 13) se encontró que los ítems 3 y 7 cargan en un

segundo factor.
306

Tabla 13

Matriz de componentes rotados de la Dimensión religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en Argentina

Matriz de componentes rotados


Componentes
Items 1 2
1 0.808 0.251
2 0.851 0.197
3 0.051 0.942
4 0.885 0.176
5 0.889 0.202
6 0.916 0.184
7 0.504 0.581
8 0.843 0.191
9 0.926 0.103
10 0.913 0.199
11 0.899 0.174

Confiabilidad

Se halló a través del coeficiente alfa de Cronbach, obteniendo un valor de

0.956, lo cual confirma su alto nivel de confiabilidad.

Validez y confiabilidad de la Dimensión religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en Bolivia

Validez

Análisis de la Dimensionalidad

La medida de adecuación del muestreo de KMO obtuvo un valor de 0.900

el cual es superior a 0.5. Respecto a la prueba de esfericidad de Bartlett,


307

se obtuvo un valor de 799,371 (p<.000). Lo cual resulta satisfactorio para

proceder a aplicar el análisis factorial.

Se realizó el Análisis Factorial exploratorio mediante el método de

extracción de componentes principales con rotación varimax y valores

eigen mayores a 1.

Como se puede apreciar en la tabla 14, se hallaron dos factores, donde

la varianza explicada del primer factor es de 65.94% y del segundo factor

es de 9.51%, sumando una varianza acumulada de 75.45%.

Tabla 14

Análisis factorial de la Dimensión religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual en Bolivia

Sumas de las saturaciones al cuadrado de la


extracción

Componentes Total % de la varianza % acumulado


1 7.253 65.939 65.939
2 1.046 9.513 75.452

Por otra parte, como se puede observar en la tabla 15, al realizar los

cálculos de la matriz de componentes rotados de la Dimensión Religiosa

del Bienestar Espiritual se encontró que sólo el ítem 7 carga en un

segundo factor.
308

Tabla 15

Matriz de Componentes rotados de la Dimensión religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en Bolivia

Matriz de componentes rotados


Componentes
Items 1 2
1 0.839 0.064
2 0.862 -0.096
3 0.266 -0.68
4 0.879 0.178
5 0.881 -0.15
6 0.934 -0.043
7 0.299 0.705
8 0.854 -0.017
9 0.9 0.108
10 0.906 -0.05
11 0.93 0.07

Confiabilidad

Se halló a través del coeficiente alfa de Cronbach, obteniendo un valor de

0.937, lo cual confirma su alto nivel de confiabilidad.

Validez y confiabilidad de la Dimensión religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en República Dominicana

Validez

Análisis de la Dimensionalidad

La medida de adecuación del muestreo de KMO obtuvo un valor de 0.674

el cual es superior a 0.5. Respecto a la prueba de esfericidad de Bartlett,


309

se obtuvo un valor de 354,276 (p<.000). Lo cual resulta satisfactorio para

proceder a aplicar el análisis factorial.

Se utilizó el Análisis Factorial exploratorio mediante el método de

extracción de componentes principales con rotación varimax y valores

eigen mayores a 1.

En la tabla 16, se puede apreciar que se hallaron dos factores, donde la

varianza explicada del primer factor es de 41.36% y del segundo factor es

de 12.33%, sumando una varianza acumulada de 53.69%.

Tabla 16

Análisis Factorial de la Dimensión religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual en República Dominicana

Sumas de las saturaciones al cuadrado de la


extracción

Componentes Total % de la varianza % acumulado


1 4.55 41.36 41.36
2 1.356 12.332 53.691

Por otra parte, al realizar los cálculos de la matriz de componentes

rotados de la Dimensión religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual,

(Ver Tabla 17) se encontró que los ítems 8 y 9 son los que cargan en el

segundo componente, a diferencia de los demás países.


310

Tabla 17

Matriz de componentes rotados de la Dimensión religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en República Dominicana

Matriz de componentes rotados


Componentes
Items 1 2
1 0.621 0.187
2 0.725 -0.121
3 0.642 -0.162
4 0.675 0.295
5 0.754 0.238
6 0.74 0.256
7 0.561 0.365
8 0.034 0.781
9 0.098 0.754
10 0.626 0.17
11 0.817 -0.017

Confiabilidad

Se halló a través del coeficiente alfa de Cronbach, obteniendo un valor de

0.821, lo cual confirma su buen nivel de confiabilidad.


311

Validez y confiabilidad de la Dimensión Religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en Perú

Validez

Análisis de la Dimensionalidad

La medida de adecuación del muestreo de KMO obtuvo un valor de 0.927

el cual es superior a 0.5. Respecto a la prueba de esfericidad de Bartlett,

se obtuvo un valor de 759,274 (p<.000). Lo cual resulta satisfactorio para

proceder a aplicar el análisis factorial.

Se halló el Análisis Factorial exploratorio mediante el método de

extracción de componentes principales con rotación varimax y valores

eigen mayores a 1.

Se puede visualizar en la tabla 18, que se hallaron dos factores, donde la

varianza explicada del primer factor es de 68.39% y del segundo factor es

de 9.22%, sumando una varianza acumulada de 77.62%.

Tabla 18

Análisis Factorial de la Dimensión religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual en Perú

Sumas de las saturaciones al cuadrado de la


extracción

Componentes Total % de la varianza % acumulado


1 7.523 68.393 68.393
2 1.014 9.222 77.615
312

Por otra parte, al realizar los cálculos de la matriz de componentes

rotados, como se puede apreciar en la tabla 19, se encontró que los ítems

3 y 7 cargan en un segundo componente.

Tabla 19

Matriz de componentes rotados de la Dimensión Religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en Perú

Matriz de componentes rotados


Componentes
Items 1 2
1 0.757 0.395
2 0.767 0.418
3 0.183 0.847
4 0.823 0.286
5 0.884 0.134
6 0.861 0.243
7 0.268 0.785
8 0.816 0.322
9 0.872 0.287
10 0.88 0.208
11 0.881 0.198

Confiabilidad

Se halló a través del coeficiente alfa de Cronbach, obteniendo un valor de

0.95 lo cual confirma su alto nivel de confiabilidad.


313

Con el fin de precisar con mayor nitidez los resultados de la validez y

confiabilidad de la versión adaptada de la Dimensión Religiosa de la

Escala de Bienestar Espiritual, en Argentina, Bolivia, República

Dominicana y Perú, se pasa a realizar un resumen de los valores

obtenidos.

Resumen del análisis factorial según país de procedencia

Como se puede observar en la tabla 20, en todos los países se ha hallado

evidencias de la dimensionalidad de la Dimensión Religiosa de la Escala

de Bienestar Espiritual, encontrando que Argentina presenta la mayor

varianza acumulada, seguida de Perú, en tercer lugar de Bolivia y

finalmente de República Dominicana.

Tabla 20

Resumen del Análisis Factorial de la Dimensión Religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual en los países evaluados

Primer Segundo Varianza


Países Componente Componente acumulada

Argentina 70,72 9,31 80,03


Bolivia 65,94 9,51 75,45
República Dominicana 41,36 12,33 53,69
Perú 68,39 9,22 77,62
Total de países 68,27 -- 68,27
314

Resumen de la matriz de componentes rotados

Se aprecia en la tabla 21 que en Argentina y Perú, se hallan semejanzas

en la carga factorial que han asumido los ítems según factores, mientras

que en Bolivia es parcial, y en República Dominicana existe una

configuración de los ítems que conforman el segundo factor diferente a la

de los demás países. Asimismo a nivel general en todos los países

evaluados, se halló que sólo existía un factor.

Dichos resultados son esperables, en función por un lado, de los

componentes emicos que caracterizan las realidades propias de la cultura

que representa cada país, y de los componentes éticos, que superando

fronteras pueden presentarse en varios países de similar forma.

Tabla 21

Resumen de los ítems de la Dimensión religiosa de la Escala de Bienestar

espiritual según factores y países evaluados

Países Primer Segundo


Factor Factor
Argentina 1, 2,4, 5, 6, 8, 9, 10, 11 3, 7

Bolivia 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 10, 11 7

República Dominicana 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 10, 11 8, 9

Perú 1, 2, 4, 5, 6, 8, 9, 10, 11 3, 7

Total de países 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 ……


315

Resumen de Confiabilidad

A continuación se presenta la tabla 22 que muestra la confiabilidad

obtenida en cada país por separado y a nivel general en los países, en

donde se puede observar que la confiabilidad más alta la obtiene

Argentina, seguida de Perú, en tercer lugar Bolivia y finalmente, República

Dominicana.

Tabla 22

Resumen de la Confiabilidad de la Dimensión religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual por país y a nivel general

Países Alfa de Cronbach


Argentina 0,956
Bolivia 0,937
República Dominicana 0,821
Perú 0,95
Total de países 0,949

ESCALA DE RESILIENCIA:

Fue construida por Gail M. Wagnild y Heather M. Young (1993) en

Estados Unidos, con el objetivo de identificar el grado de resiliencia,

considerada como una característica positiva de la personalidad que

permite la adaptación individual.

La resiliencia es definida por las autoras como la habilidad de poder

cambiar las adversidades que se presentan en la vida con éxito (Citado


316

en Álvarez, 2011). Asimismo es visto por Wagnild y Young (Citado en

Vinaccia et al., 2012) como un conjunto de cualidades personales que

hacen posible que personas y comunidades puedan crecer e inclusive

avanzar en condiciones desfavorables.

Según Pesce, Assis, Santos y Carvalhaes de Oliveira (2004) esta Escala

es uno de los pocos instrumentos usados para medir niveles de

adaptación psicosocial positiva frente a eventos importantes de la vida.

La Escala de Resiliencia (ER) fue construida tomando como base el relato

de 24 mujeres mayores estadounidenses, quienes habían superado

favorablemente la mayoría de las situaciones adversas de su vida.

Wagnild y Young (1993) posteriormente describieron la evolución y la

evaluación inicial de la Escala de Resiliencia en una muestra de 810

adultos del género femenino residentes en comunidades. Si bien la

escala fue construida inicialmente en población femenina, también puede

ser utilizada con la población masculina y con un amplio alcance de

edades (Del Águila, 2003).

La ER consta de 25 reactivos, respecto de los cuales las personas deben

indicar el grado de acuerdo o desacuerdo. Está dirigido a adolescentes y

adultos, puede administrarse en forma individual o colectiva, y no tiene

tiempo límite para completarlo. Los ítems están redactados en forma


317

positiva y reflejan con exactitud las declaraciones hechas por los

examinados.

Está conformada por dos factores, cada uno de los cuales refleja la

definición teórica de resiliencia.

Factor I: Competencia personal, indica auto-confianza, independencia,

decisión, invencibilidad, poderío, ingenio y perseverancia. Comprende 17

ítems: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 9, 10, 13, 14, 15, 17, 18, 19, 20, 23 y 24.

Factor II: Aceptación de uno mismo y de la vida, representa adaptabilidad,

balance, flexibilidad y una perspectiva de vida estable que coincide con la

aceptación por la vida y un sentimiento de paz a pesar de la adversidad.

Comprende 8 ítems: 7, 8, 11, 12, 16, 21, 22 y 25.

Asimismo, los dos factores que evalúa el instrumento toman en

consideración desde la perspectiva teórica los siguientes componentes de

resiliencia:

Ecuanimidad, considerada como la perspectiva balanceada de su propia

vida y experiencias; connota la habilidad de considerar un amplio campo

de experiencia, “esperar tranquilo” y tomar las cosas como vengan; por

ende modera respuestas extremas ante la adversidad.


318

Satisfacción personal, consiste en comprender que la existencia tiene un

propósito, hay una razón para vivir y esforzarse, sin negar que el esfuerzo

puede también cansar o molestar.

Sentirse bien solo, referida a la comprensión de que la senda de vida de

cada persona es única mientras que se comparten algunas experiencias;

quedan otras que deben enfrentarse solo, el sentirse bien solo nos da un

sentido de libertad y un significado de ser únicos.

Confianza en sí mismo, es la creencia en uno mismo y en sus propias

capacidades; también es considerada como la habilidad de depender de

uno mismo y reconocer sus propias fuerzas y limitaciones.

Perseverancia, está referida al acto de persistencia a pesar de la

adversidad o desaliento; la perseverancia connota un fuerte deseo de

continuar luchando para construir la vida de uno mismo, permanecer

involucrado y practicar la autodisciplina.

En la tabla 23 se pueden apreciar los componentes de la resiliencia y los

ítems que las miden.


319

Tabla 23

Organización de la Escala de Resiliencia, según componentes e ítems

Componentes de Resiliencia Ítems

Ecuanimidad 7, 8, 11 y 12

Satisfacción Personal 16, 21, 22 y 25

Sentirse bien solo 5, 3 y 19

Confianza en sí mismo 6, 9, 10, 13, 17, 18 y 24

Perseverancia 1, 2, 4, 14, 15, 20 y 23

Respecto a la calificación, todos los ítems se califican sobre la base de

una escala tipo likert de 7 puntos; donde 1 significa máximo desacuerdo

hasta 7 que significa un máximo de acuerdo, donde a mayor puntaje se

considera que existe una mayor resiliencia.

Álvarez (2011) asigna los siguientes criterios a cada valor de la escala 1 =

siempre estoy en desacuerdo, 2 = casi siempre estoy en desacuerdo, 3 =

a veces estoy en desacuerdo, 4 = ni en desacuerdo ni de acuerdo, 5 = a

veces estoy de acuerdo, 6 = casi siempre estoy de acuerdo, hasta 7 =

siempre estoy de acuerdo.

El puntaje total se obtiene por la suma de los puntajes de la escala y los

valores teóricos van desde 25 a 175. Los valores mayores a 147 indican
320

mayor capacidad de resiliencia; entre 121-146, moderada resiliencia; y

valores menores a 121, escasa resiliencia (Rodríguez et al., 2009).

PROPIEDADES PSICOMETRICAS

Wagnild y Young, 1993 (Citado en Novella, 2002) hallaron la validez

concurrente de la Escala, a partir de altas correlaciones con mediciones

establecidas de constructos vinculados con la resiliencia, tales como

depresión con -0.36, satisfacción por la vida con 0.59, moral con 0.54 y

salud con 0.50. La validez también fue verificada al correlacionar positiva

y significativamente los puntajes de la ER con puntajes de autoestima

(r = 0.57), correlacionar negativa y significativamente con la percepción al

estrés (r = -0.67).

La validez de constructo se efectuó mediante el análisis factorial de los

ítems para lo cual se emplearon el método de los componentes

principales seguido de una rotación Oblimin y normalización Kaiser y

finalmente se usó el método de Scree Plot. Según el criterio de Kaiser

(valores propios mayores que 1) se identificaron 5 componentes y según

el criterio Scree Plot se identificaron dos factores (Novella, 2002)

denominados competencia personal y aceptación de uno mismo y de la

vida (Wagnild & Young, 1993).

Por otra parte la consistencia interna fue hallada por Wagnild y Young

(Citado en Jaramillo et al., 2005) a través del alfa de Cronbach,


321

encontrando un valor de 0.94 para toda la escala, de 0.91 para el Factor I

de Competencia personal y de 0.81 para el Factor II de Aceptación de uno

mismo y de la vida.

En otros estudios citados por Wagnild y Young (1993) la consistencia

interna con el coeficiente alfa de Cronbach, fueron 0.85 en una muestra

de cuidadores de enfermos de Alzheimer; 0.86 y 0.85 en dos muestras de

estudiantes mujeres graduadas; 0.90 en madres primerizas post parto y

0.76 en residentes de alojamientos públicos (Citado en Novella, 2002).

Por otro lado, a nivel mundial, la validez concurrente ha sido demostrada

en diversos estudios en los cuales se han hallado correlaciones

significativas entre la ER y las medidas de los constructos que se

encuentran teóricamente vinculados con la resiliencia, como la moral, la

satisfacción con la vida, el estrés, la autoestima, la depresión y la salud

(Skehill, 2001). Además ha mostrado alta correlación con escalas que

miden satisfacción con la vida, moralidad y depresión (Ospina, 2007).

Asimismo, la consistencia interna ha sido verificada en diversos estudios,

hallándose valores que oscilan entre .76 y .91 (Skehill, 2001).

Por otro lado, respecto a la estructura factorial de la ER, se han

encontrado similitudes en algunos estudios, pero también importantes

diferencias, como a continuación pasaremos a describir.


322

Heilemann, Lee y Kury (2003) desarrollaron la versión en idioma español

(Vinaccia et al., 2012) y analizaron las propiedades psicométricas de la

versión española de la ER en una muestra de 315 mujeres. Concordando

con la escala original, en esta versión fueron hallados dos factores y la

consistencia interna arrojó un alfa de Cronbach de 0.93. Sin embargo,

identificaron dos ítems complejos: el ítem 11 y el ítem 25. Asimismo se

encontró correlación negativa entre resiliencia y síntomas depresivos

(Rodríguez et al., 2009).

Pesce et al., 2005 (Citado en Rodríguez et al., 2009) realizaron la

validación portuguesa del instrumento aplicándolo en una muestra

heterogénea de estudiantes brasileños. Dichos investigadores hicieron la

traducción y adaptación de la ER original al idioma portugués hablado en

Brasil; modificando para facilitar su comprensión el contenido de los ítems

7, 11, y 12. En el análisis factorial hallaron tres factores: realización

personal, autodeterminación y adaptación asertiva. El alfa de Cronbach

para la muestra total fue de 0.85.

Lundman, Standberg, Eisemann, Gustafson y Brulin, 2007 (Citado en

Rodríguez et al., 2009) estudiaron las propiedades psicométricas de la

versión sueca de la ER, en una muestra de 1,719 personas (1,248

mujeres y 471 hombres) el rango etario fue de 19 a 103 años. A diferencia

de la versión original de Estados Unidos, en el análisis factorial de la

versión sueca, emergieron cinco factores que fueron identificados como:


323

estabilidad de ánimo, perseverancia, sentimiento de mismidad, capacidad

de reflejar auto-confianza y capacidad para encontrar sentido a la vida. El

alfa de Cronbach para el primer factor fue de 0.78; para el segundo factor

de 0.77; para el tercer factor de 0.78 y para el cuarto y quinto factor de

0.70. Estos autores concluyeron que a mayor edad se incrementa la

capacidad de resiliencia no encontrando diferencias entre hombres y

mujeres respecto de la misma capacidad.

Rodríguez et al., (2009) investigaron la validez y confiabilidad de la Escala

de Resiliencia en Argentina realizándose la traducción y adaptación al

español hablado en este país. La muestra estuvo compuesta por 222

hombres y mujeres de 18 a 70 años. En el análisis factorial fueron

extraídos tres factores (capacidad de autoeficacia, capacidad de propósito

y sentido de vida, y evitación cognitiva) que explicaron el 32.63% de la

varianza; identificándose cuatro ítems complejos que tuvieron una escasa

carga factorial (5, 6, 13 y 20). La consistencia interna según el alfa de

Cronbach de la ER total fue de 0.72. No hubo diferencia significativa entre

el puntaje medio de varones y mujeres. Concluyeron que la ER es un

instrumento confiable para su aplicación en la población argentina.

Como se puede apreciar, la ER original distingue dos factores, al igual

que la versión española. En la versión sueca de la escala se extraen cinco

factores, sin embargo en la versión argentina y portuguesa emergieron

tres factores. Lo cual pone de manifiesto la influencia de la cultura en la


324

configuración de la resiliencia, así como la necesidad de someter los

instrumentos de medición a estudios psicométricos propios en cada país

donde se aplica.

Por otro lado, la Escala de Resiliencia también ha sido adaptada a otras

poblaciones o se han hecho versiones más cortas. Por ejemplo, Álvarez

(2011) en México, realizó una adaptación de toda la escala como parte de

una investigación sobre consumo de alcohol, tabaco y marihuana en

adolescentes. Por su parte, Aroian, Schappler-Morris, Neary, Spitzer &

Tran (1997) construyeron una versión de la ER en ruso basados en una

muestra de 450 inmigrantes. La versión de 12 ítems fue en su mayor

parte válida y fiable. Mientras que Daisuke, Ritei, Maki y Yutaka (2010)

construyeron una versión japonesa corta de la ER, de la cual solo tomaron

14 ítems. La muestra estuvo conformada por 430 estudiantes

universitarios de enfermería y psicología. Hallaron que la versión

japonesa de la ER tiene propiedades psicométricas con un alto grado de

consistencia interna, fiabilidad test-retest y validez concurrente

relativamente baja.

Pasando a revisar los estudios realizados en nuestro país con la ER,

encontramos que Novella (2002) también analizó las propiedades

psicométricas en una muestra de 342 estudiantes de 3ro. 4to. y 5to. año

de secundaria de 14 a 18 años de un colegio nacional de Lima. La

validez fue hallada mediante el análisis factorial de los ítems utilizando el


325

criterio Scree Plot, encontrándose dos factores (el primero, con 20 ítems,

y el segundo, con 5) que explicaban el 45.06% de la varianza. Asimismo

el estudio de la validez arrojó un carácter unidimensional que indica que

los diferentes componentes se interrelacionan formando el constructo de

resiliencia.

La confiabilidad de la versión adaptada por Novella (2002) hallada por el

método de consistencia interna de alfa de Cronbach, fue de 0.88.

Igualmente hallo la consistencia interna por el alfa de Cronbach para cada

componente: Confianza en sí mismo (0.80), Ecuanimidad (0.75),

Perseverancia (0.76), Satisfacción personal (0.78) y Sentirse bien solo

(0.71) encontrando que son confiables y que por tanto pueden estudiarse

por separado, lo que amplia significativamente los usos de la escala, que

solo contaba con un puntaje total reportado por las autoras de la misma.

También en el Perú, Del Águila (2003) halló la validez, la confiabilidad y

percentiles para la ER en 300 estudiantes de 4to. y 5to. año de

secundaria de colegios representativos de los tres niveles

socioeconómicos alto, medio y bajo de Lima. La validez de contenido se

efectuó por análisis de correlación ítem-test, utilizando el coeficiente

producto-momento de Pearson corregido efectuado en la muestra de

estandarización, donde se observó que los ítems evaluados contribuían al

constructo para la medición de la resiliencia, excepto los ítems 7, 11, 20

y 22 (Del Águila, 2003).


326

Mientras que respecto a la confiabilidad, el Factor I presentó un alfa de

.7816 y un coeficiente de Spearman Brown de .7220, lo que significa un

buen grado de confiabilidad. Mientras que en el Factor II se encontró un

alfa de .3797 y un coeficiente de Spearman Brown .3740, lo que significa

un bajo grado de confiabilidad, por lo cual Del Águila (2003) realizó un

análisis factorial para determinar su aporte, el cual fue confirmado.

Del Águila (2003) señala que el resultado hallado en el Factor II se puede

deber a que la traspolación de las muestras de otras realidades culturales

distintas a la peruana, motivan en algunas circunstancias discrepancias

en la confiabilidad, debido a la traducción, diferencias de la población y

realidad cultural, hecho que probablemente se presentó en su

investigación. Asimismo hallo que los ítems 7, 8, 11, 12, 22 y 25 no

correlacionaron significativamente, por lo que posiblemente no deban ser

considerados en la Escala.

Adaptación cultural de la Escala de Resiliencia en Argentina, Bolivia,

República Dominicana y Perú

Para cumplir con los requerimientos metodológicos que exige la

investigación transcultural, fue necesario adaptar la Escala de Resiliencia

en los países evaluados en el presente estudio.

De este modo, se tomo como base para la construcción de la nueva

versión, 16 ítems (1, 2, 5, 6, 8, 9, 10, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 20, 23, 25) de
327

la versión adaptada por Novella (2002) en el Perú, quien hizo la

adaptación de la ER mediante la traducción del inglés al castellano,

hallando la conformidad de la misma a través del criterio de 10 jueces.

Asimismo se seleccionaron 9 ítems (3, 4, 7, 11, 18, 19, 21, 22, 24) de la

versión argentina de Rodríguez et al., (2009) que fue traducida al español

por personal calificado y además contó dicha traducción con la

supervisión de especialistas en lengua inglesa y española.

Posteriormente algunos de los ítems seleccionados fueron modificados en

base al análisis y opiniones que dieron las juezas de los cuatro países

evaluados en este estudio, así como al criterio de la autora (Ver Anexo C).

Se hizo una nueva adaptación (Ver Tabla 24) en las instrucciones,

alternativas de respuesta, ejemplos de preguntas, y en algunos ítems del

Factor de Competencia Personal. En el Factor de Aceptación de uno

mismo y de la vida no se realizó ningún cambio.


328

Tabla 24

Adaptación Cultural de la Escala de Resiliencia en los cuatro países

evaluados

Versión construida en base a la Versión adaptada de Salgado (2012) para


adaptación de Novella (2002) y Argentina, Bolivia, República Dominicana
Rodríguez et al., (2009) y Perú
Instrucciones: Instrucciones:
Las instrucciones son generales, Se decidió agregar nuevas instrucciones
similares a la versión original. “Por favor lea atentamente y marque con
“Por favor circule el número indicando su un aspa (X) la opción que mejor indique su
grado de acuerdo o desacuerdo con cada grado de acuerdo o desacuerdo con cada
ítem”. oración. No existen respuestas buenas ni
malas por lo que le pedimos que sea
sincero(a)”.

Alternativas de respuesta: Alternativas de respuesta:


Oscilan desde desacuerdo hasta Se creyó conveniente eliminar los
acuerdo. números que pueden sugerir algún tipo de
Y la persona debe circular el número que respuesta, y directamente se indago por
corresponde con su posición, el cual su grado de acuerdo, empezando por
puede variar de 1 a 7. “Totalmente en desacuerdo,
moderadamente en desacuerdo, en
desacuerdo, de acuerdo, moderadamente
de acuerdo y totalmente de acuerdo”.

Asimismo, las alternativas de respuesta Se eliminó la columna intermedia de


contienen una columna intermedia respuesta intermedia que evaluaba la
(representada por el número 4) que posición “Ni en desacuerdo ni de acuerdo”
significa “Ni en desacuerdo ni de y que se puntuaba 4, ya que en esta
acuerdo”. escala, a mayor puntaje se considera que
existe mayor nivel de resiliencia. Es decir,
personas que no asumían una posición
definida, que tenían respuestas ambiguas,
se le otorgaba más puntaje que incluso
una persona que por ejemplo habia dicho
abiertamente un desacuerdo. Dicho de
otro modo, la ambigüedad se calificaba
superior al desacuerdo, cuando en
realidad la ambigüedad o falta de
posicionamiento no nos dice nada acerca
de la resiliencia y por tanto no se debe
puntuar, por tal razón se eliminó esta
alternativa de respuesta, induciendo a las
personas a que se posicionen en algún
grado de acuerdo o desacuerdo.
Ejemplos de preguntas: Ejemplos de preguntas:
No tiene ni la versión original, ni las Se introdujeron 3 ejemplos: “El agua es
versiones adaptadas previamente. importante para vivir”, “Sé donde vivo” y
“En verano hace calor”; ya que es usual
que en las investigaciones transculturales
se utilicen ejemplos, con el fin de evitar el
sesgo producido por las “diferencias
muestrales existentes en la experiencia
329

previa que presentan los sujetos en la


realización de las pruebas” (Vergara &
Balluerka, 2000: 558).

Ítem 2: Item 2:
“Generalmente me las arreglo de una La jueza de República Dominicana sugirió
manera u otra”. cambiar este ítem.
Redacción final:
“Generalmente busco la manera de salir
de los problemas”.
Ítem 5: Item 5:
“Puedo estar solo(a), si tengo que La jueza de República Dominicana sugirió
hacerlo”. cambios en la redacción. Este ítem
pertenece al componente “Sentirse bien
solo” de la escala y en el ítem original
faltaba indicar el sentirse bien por el hecho
de estar solo.
Redacción final:
“Me siento bien, si tengo que estar
solo(a)”.

Ítem 6: Item 6:
“Me siento orgulloso(a) de haber logrado La jueza de Republica Dominicana
cosas en mi vida”. observó que el ítem se comprende, sin
embargo al leerlo es como si la pregunta
no invitara a realizar más cosas, como si
la persona se encontrase en la cúspide.
Se acepto la sugerencia planteada.
Redacción final:
“Me siento orgulloso(a) de las cosas que
he logrado en mi vida”.

Ítem 10: Item 10:


“Soy decidido(a)”. La jueza de Republica Dominicana sugirió
que se debía ser cuidadoso con lo que se
escribe después de “Soy...” por lo que se
decidió cambiar el ítem de acuerdo a la
sugerencia que dio.
Redacción final:
“Tengo la capacidad de tomar decisiones
cuando es necesario”.

Ítem 13: Item13:


"Puedo enfrentar las dificultades porque La jueza de Republica Dominicana sugirió
las he experimentado anteriormente”. una mejor redacción.
Redacción final:
“Las experiencias difíciles del pasado me
ayudan a enfrentar las dificultades que se
me presentan”.

Ítem 20: Item 20:


“Algunas veces me obligo a hacer cosas Era necesario especificar que “son para
aunque no quiera”. bien”, pues hay personas que se pueden
obligar a hacer cosas negativas por
presión del grupo, necesidad de
aprobación u otro tipo de alteraciones,
como fumar, drogarse, etc., que no se
refieren en absoluto a conductas
330

resilientes.
Redacción final:
“Algunas veces me obligo a hacer cosas
que son para bien, aunque no quiera”.

Debe señalarse que la versión final como resultado del proceso de

adaptación cultural fue sometido nuevamente a la evaluación de parte de

las juezas, recibiendo un acuerdo unánime.

Esta versión ha sido sometida al estudio de sus propiedades

psicométricas como a continuación se describe.

PROPIEDADES PSICOMETRICAS HALLADAS EN EL PRESENTE

ESTUDIO

Dado que es un requisito metodológico adaptar los instrumentos que se

utilizan en una investigación transcultural, y determinar sus propiedades

psicométricas, se procedió a determinar la validez y confiabilidad de la

adaptación cultural de la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young, en

los países evaluados.

VALIDEZ

Al igual que en el caso de la Dimensión religiosa de la Escala de

Bienestar Espiritual, se tomo como referencia los estándares sobre el uso

de tests psicológicos y educativos (American Psychological Association,

American Educational Research Association y National Council on


331

Measurement in Education, 1999. Citado en Elosua, 2003) para

considerar las fuentes de evidencia de validez: internas (relacionadas con

el contenido, el proceso de respuesta y la estructura interna) y externas

(las relaciones con otras variables y las consecuencias del test).

En este caso solo se han trabajado dos fuentes de evidencias de validez

interna, las cuales se describen a continuación.

Contenido:

Según Elosua (2003) comprende dos tipos de estudios suplementarios,

unos encaminados a evaluar las relaciones entre el constructo y el

contenido del test, y otros dirigidos a valorar los factores contextuales

internos y externos que puedan añadir varianza no deseada.

En esta investigación, se estudiaron los factores contextuales referidos a

la evaluación de la propia situación de test. Ya que se controlaron las

instrucciones para la administración, que eran las mismas para todos los

países, verificando la apropiada comprensión de las instrucciones y las

condiciones en que el participante en la investigación respondió a la

prueba (aulas universitarias). También se controló la corrección de la

prueba, pues fue la misma en todos los países; así como la interacción

entre examinador- examinado, ya que se cuido que ambos fueran del país

de origen teniendo como premisa que compartían la misma cultura. De

este modo, se logró evitar las fuentes de dificultad irrelevantes (Elosua,


332

2003) logrando de esta manera, controlar la calidad de los datos

recogidos.

Por otra parte, se evito un uso sesgado del lenguaje para lo cual, por un

lado se llevo a cabo una adaptación cultural de la escala (como ya

anteriormente se ha señalado, véase tabla 24), evaluando las distintas

acepciones o significados que un mismo término podía poseer para cada

país y por otro lado, se cuido que la experiencia de los participantes fuera

la misma, ya que todos cursaban el mismo año de formación en la carrera

de Psicología.

Estructura Interna

De acuerdo a los estándares sobre el uso de tests psicológicos y

educativos (American Psychological Association, American Educational

Research Association y National Council on Measurement in Education,

1999. Citado en Elosua, 2003) la estructura interna se centra en la

evaluación de la dimensionalidad de la prueba.

Para ello, en primer lugar, se hizo el análisis de ítems a través de la

correlación ítem-test de modo global en los cuatro países evaluados. Y

en segundo lugar, para cada país se realizó el análisis factorial para

evaluar propiamente la dimensionalidad de la escala. Utilizando el

análisis factorial exploratorio para determinar los factores iniciales de la

escala, los cuales fueron verificados mediante el análisis confirmatorio.


333

CONFIABILIDAD

Se estimaron los índices de confiabilidad, a través del método de

consistencia interna obtenido por el coeficiente alfa de Cronbach,

considerándose aceptable, valores entre 0.70 y 0.90 (Bland & Altman,

1997; Cervantes, 2005. Citado en Campo-Arias & Oviedo, 2008).

A continuación, se presentan los resultados obtenidos de la validez y la

confiabilidad de la adaptación cultural de la Escala de Resiliencia.

Validez

Análisis de ítems en los países evaluados

Se hizo el análisis ítem-test de la versión adaptada con los 25 ítems, en

los cuatro países evaluados, con el fin de evaluar la capacidad

discriminativa de los ítems y el índice de sesgos de los mismos.

Como se puede observar en la tabla 25, se halló que la mayoría de los

ítems tenía correlación por encima de 0.20.

Se halló una confiabilidad por medio del coeficiente de alfa de Cronbach

de 0.857.
334

Tabla 25
Correlación ítem-test de la versión adaptada de la Escala de Resiliencia
en los países evaluados

Estadísticos total-elemento
Varianza
Media de de la Alfa de
la escala escala si Correlación Cronbach
si se se elimina elemento- si se
elimina el el total elimina el
Items elemento elemento corregida elemento
P1 113.06 161.006 0.52 0.849
P2 112.68 158.948 0.559 0.847
P3 112.95 160.688 0.455 0.85
P4 112.46 162.243 0.475 0.85
P5 113.42 162.798 0.291 0.856
P6 112.49 157.124 0.591 0.846
P7 114.31 169.747 0.084 0.864
P8 112.89 156.607 0.543 0.847
P9 113.23 160.178 0.469 0.85
P10 112.74 157.934 0.6 0.846
P11 114.54 171.083 0.037 0.866
P12 113.7 160.967 0.372 0.853
P13 112.66 157.555 0.521 0.848
P14 112.98 160.762 0.45 0.85
P15 112.91 158.66 0.609 0.846
P16 112.64 163.639 0.351 0.853
P17 112.59 157.357 0.557 0.847
P18 112.43 160.845 0.524 0.849
P19 112.73 159.991 0.483 0.849
P20 113.35 166.894 0.186 0.859
P21 112.38 159.878 0.49 0.849
P22 114.04 167.904 0.139 0.862
P23 112.87 157.772 0.591 0.846
P24 112.98 160.39 0.467 0.85
P25 112.72 165.92 0.226 0.858
335

De acuerdo a Campo-Arias y Oviedo (2008) es posible observar un

incremento en la consistencia con la reducción en el número de ítems,

cuando se eliminan aquellos que muestran correlaciones corregidas bajas

con la puntuación total, es decir, cuando los ítems eliminados son de poca

calidad y exploran pobremente el constructo.

Tomando como base este criterio, fue necesario eliminar cinco ítems

(ítems 7, 11, 20, 22 y 25) que no alcanzaron el valor de 0.20, pues no

contribuían a la validez de la escala ni a su homogeneidad.

Finalmente la versión adaptada quedo conformada por 20 ítems válidos

para los cuatro países evaluados: Argentina, Bolivia, República

Dominicana y Perú tal como puede verse en la tabla 26.


336

Tabla 26

Correlación ítem-test de la versión adaptada de la Escala de Resiliencia,


eliminando cinco ítems en los países evaluados

Estadísticos total-elemento
Varianza
Media de de la Alfa de
la escala escala si Correlación Cronbach
si se se elimina elemento- si se
elimina el el total elimina el
Items elemento elemento corregida elemento
P1 93.33 134.373 0.558 0.882
P2 92.95 132.33 0.601 0.88
P3 93.23 134.64 0.463 0.884
P4 92.74 135.418 0.518 0.883
P5 93.7 136.544 0.297 0.891
P6 92.77 131.255 0.605 0.88
P8 93.17 130.849 0.553 0.882
P9 93.51 133.99 0.485 0.884
P10 93.01 131.935 0.618 0.88
P12 93.97 135.524 0.355 0.889
P13 92.93 132.103 0.516 0.883
P14 93.26 134.758 0.456 0.885
P15 93.19 132.681 0.625 0.88
P16 92.91 138.041 0.33 0.888
P17 92.86 131.61 0.564 0.881
P18 92.71 134.422 0.552 0.882
P19 93 134.212 0.483 0.884
P21 92.66 133.249 0.526 0.883
P23 93.15 131.724 0.612 0.88
P24 93.26 134.589 0.467 0.884

De este modo, de una confiabilidad inicial de 0.857 obtenida por el

coeficiente alfa de Cronbach, se incremento a un valor de 0.888.

Se podrá ver la Versión Final de la Escala de Resiliencia compuesta por

20 ítems en el Anexo D.
337

Análisis de la Dimensionalidad

Tal y como lo indican Ferrando y Anguiano-Carrasco (2010), con el fin de

saber si era posible aplicar el análisis factorial, se realizó el test de

adecuación de la muestra de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) y el test de

esfericidad de Bartlett.

La medida de adecuación del muestreo KMO obtuvo un valor de 0.916

el cual es superior a 0.5. Respecto a la prueba de esfericidad de Bartlett,

se obtuvo un valor de 1885,493 (p< 0.000). Lo cual resulta satisfactorio

para proceder a aplicar el análisis factorial.

Se utilizó el Análisis Factorial exploratorio mediante el método de

extracción de componentes principales con rotación varimax y valores

eigen mayores a 1.5.

Se hallaron dos factores, donde la varianza explicada del primer factor es

de 33.652% y del segundo factor es de 6.259%, sumando una varianza

acumulada de 39.91%, lo cual evidencia su validez (Ver Tabla 27). Es

decir, los factores alcanzan a explicar con un alto grado de significación

conceptual, las correlaciones entre los ítems.


338

Tabla 27

Análisis factorial de la Escala de Resiliencia en todos los países

evaluados

Sumas de las saturaciones al cuadrado de la


extracción
% de la
Componentes Total varianza % acumulado
1 6.73 33.652 33.652
2 1.252 6.259 39.911

Por otro lado, como se puede apreciar en la tabla 28, todos los pesos

factoriales superan los valores de 0.20 - 0.30, que son los que se

recomiendan interpretar (Ferrando & Anguiano-Carrasco, 2010).

Al realizar el análisis de la matriz de componentes rotados de la Escala de

Resiliencia en todos los países evaluados, se encontró que existen

diferencias entre lo que proponen las autoras y la realidad hallada.

Específicamente podemos observar que 16 de los ítems cargan en los

factores propuestos inicialmente por las autoras (color amarillo) y 4 ítems

cargan en un factor distinto (color rojo).

Respecto a los ítems que cargan en un factor diferente al propuesto por

las autoras, es importante señalar que el análisis factorial, como todos los

métodos estadísticos, opera a un nivel puramente matemático y no

conceptual (Morales, 2011). En este estudio se asumió la propuesta de


339

Heisse, 1974 (Citado en Morales, 2011) de que “la relevancia de un factor

no depende de sus características estadísticas, sino del contenido teórico

de las variables que, en cuanto tal, no entra en el análisis numérico”

(p.21); por lo que en todos los casos se decidió respetar la significación

conceptual dada por las autoras del instrumento.

Tabla 28

Matriz de componentes rotados de la Escala de Resiliencia en los países

evaluados

Matriz de componentes
Componentes
Items 1 2
P1 0.628 -0.057
P2 0.669 0.089
P3 0.525 0.404
P4 0.581 0.24
P5 0.342 0.418
P6 0.662 0.216
P8 0.611 -0.184
P9 0.546 0.021
P10 0.683 -0.052
P12 0.407 -0.338
P13 0.577 -0.193
P14 0.525 -0.455
P15 0.688 -0.125
P16 0.385 0.409
P17 0.629 0.294
P18 0.622 0.056
P19 0.546 0.027
P21 0.603 -0.14
P23 0.672 -0.148
P24 0.537 -0.299
340

Confiabilidad

La confiabilidad con el coeficiente alfa de Cronbach es de 0.888,

lo cual permite señalar que el instrumento es confiable en todos los países

evaluados.

A continuación, después de haber efectuado el análisis de los ítems en

general en todos los países, así como su validez y su confiabilidad; se

procedió a establecer las propiedades psicométricas en cada país por

separado.

Validez y Confiabilidad de la Escala de Resiliencia en Argentina

Validez

Análisis de la Dimensionalidad

En primer lugar para saber si era posible aplicar el análisis factorial, se

realizó el test de adecuación de la muestra de KMO y el test de

esfericidad de Bartlett.

La medida de adecuación del muestreo de KMO obtuvo un valor de 0.811

el cual es superior a 0.5, lo cual resulta satisfactorio para proceder a

aplicar el análisis factorial, pues los especialistas recomiendan como

límite de aceptación de este índice KMO valores superiores a 0.5.

Respecto a la prueba de esfericidad de Bartlett, se obtuvo un valor de

567,080 (p<.000). Los resultados se dan como válidos cuando presentan


341

un valor elevado de la prueba y cuya fiabilidad sea menor a 0.05. Lo cual

permite señalar que las variables forman patrones de correlaciones

lineales identificables y por lo tanto, pueden ser sometidas al análisis

factorial. De esta manera, se confirmó que se debe continuar con el

análisis factorial.

Se utilizó el Análisis Factorial exploratorio mediante el método de

extracción de componentes principales con rotación varimax y eigen value

mayores a 1.5, los cuales permiten brindar interpretaciones sobre la

identificación de los factores que forman una red de constructos

relacionados entre sí.

Como se sabe los factores equivalen a constructos hipotéticos o

conceptos subyacentes (no observables directamente) deducidos de las

correlaciones entre las variables (Morales, 2011).

Se observó la conformación de dos factores donde el primer componente

tiene una varianza explicada de 31.67% y el segundo componente una

varianza explicada de 8.25%, sumando ambos una varianza acumulada

de 39.9%, lo cual evidencia su validez (Ver Tabla 29). Es decir, los

factores alcanzan a explicar, con algún grado de significación conceptual

las correlaciones entre los ítems.


342

Tabla 29
Análisis Factorial de la Escala de Resiliencia en Argentina
Sumas de las saturaciones al cuadrado de
la extracción
% de la
Componentes Total varianza % acumulado
1 6.336 31.678 31.678
2 1.65 8.251 39.929

Por otro lado, como se puede visualizar en la tabla 30, al realizar el

análisis de la matriz de componentes rotados de la Escala de Resiliencia,

se aprecia que todos los pesos factoriales superan los valores de 0.20 -

0.30, que son los que se recomiendan interpretar (Ferrando & Anguiano-

Carrasco, 2010).

Asimismo se encontró que existen diferencias entre lo que proponen las

autoras y la realidad hallada. Específicamente podemos observar que 12

de los ítems cargan en los factores propuestos inicialmente por las

autoras (color amarillo) y 8 cargan en un factor distinto (color rojo).

Como ya se indico anteriormente, en todos los casos se decidió respetar

la significación conceptual dada por las autoras del instrumento.


343

Tabla 30

Matriz de componentes rotados de la Escala de Resiliencia en Argentina

Matriz de componentes rotados


Items Componentes
1 2
P1 0.662 0.22
P2 0.741 0.156
P3 0.537 0.188
P4 0.012 0.64
P5 0.013 0.564
P6 0.606 0.449
P8 0.399 0.318
P9 0.458 0.372
P10 0.253 0.589
P12 0.329 0.36
P13 0.671 -0.094
P14 0.207 0.279
P15 0.159 0.752
P16 0.155 0.584
P17 0.659 0.254
P18 0.414 0.333
P19 0.331 0.515
P21 0.617 0.134
P23 0.746 0.142
P24 0.426 0.446

Confiabilidad

La confiabilidad con el coeficiente alfa de Cronbach es de 0.88, lo cual

permite señalar que el instrumento es confiable.


344

Validez y Confiabilidad de la Escala de Resiliencia en Bolivia

Validez

Análisis de la Dimensionalidad

En primer lugar, se hallo la medida de adecuación del muestreo de KMO

que obtuvo un valor de 0.787 el cual es superior a 0.5. Respecto a la

prueba de esfericidad de Bartlett, se obtuvo un valor de 617,468 (p<.000).

Lo cual resulta satisfactorio para proceder a aplicar el análisis factorial.

Se utilizó el Análisis Factorial exploratorio mediante el método de

extracción de componentes principales con rotación varimax y valores

eigen mayores a 1.5.

En la tabla 31 se observa la conformación de dos factores donde el primer

componente tiene una varianza explicada de 36.57% y el segundo

componente una varianza explicada de 8.08, sumando ambos una

varianza acumulada de 44.66, lo cual evidencia su validez.

Tabla 31

Análisis Factorial de la Escala de Resiliencia en Bolivia

Sumas de las saturaciones al cuadrado de la


extracción
% de la
Componentes Total varianza % acumulado
1 7.314 36.571 36.571
2 1.617 8.087 44.658
345

Por otra parte, como se puede visualizar en la tabla 32, al realizar el

análisis de la matriz de componentes rotados de la Escala de Resiliencia,

se puede apreciar que todos los pesos factoriales alcanzan y superan el

valor de 0.20 - 0.30 considerados como aceptables.

Se encontró que existen diferencias a nivel teórico y empírico, hallando

que 13 de los ítems cargan en los factores propuestos por las autoras

(color amarillo) y 7 no (color rojo). Como se ha señalado anteriormente, la

relevancia de un factor no depende de sus características estadísticas,

sino del contenido teórico de las variables, por lo que en todos los casos

se decidió respetar la significación conceptual dada por las autoras del

instrumento.
346

Tabla 32

Matriz de componentes rotados de la Escala de Resiliencia en Bolivia

Matriz de componentes rotados


Items Componentes
1 2
P1 0.544 0.255
P2 0.278 0.659
P3 0.191 0.539
P4 0.52 0.309
P5 0.553 -0.013
P6 0.538 0.471
P8 0.58 0.343
P9 0.38 0.187
P10 0.712 0.29
P12 0.667 -0.281
P13 0.517 0.458
P14 0.704 0.207
P15 0.657 0.317
P16 -0.228 0.569
P17 0.212 0.825
P18 0.408 0.624
P19 0.464 0.492
P21 0.413 0.473
P23 0.561 0.469
P24 0.384 0.253

Confiabilidad

La confiabilidad hallada con el coeficiente alfa de Cronbach es de 0.899,

lo cual permite señalar que el instrumento es confiable.


347

Validez y Confiabilidad de la Escala de Resiliencia en República

Dominicana

Validez

Análisis de la Dimensionalidad

Fue necesario en primer lugar hallar la medida de adecuación del

muestreo de KMO obteniéndose un valor de 0.754 el cual es superior a

0.5. Respecto a la prueba de esfericidad de Bartlett, se obtuvo un valor

de 494,986 (p<.000). Lo cual fue satisfactorio para proceder a aplicar el

análisis factorial.

Se realizó a través del Análisis Factorial exploratorio mediante el método

de extracción de componentes principales con rotación varimax y valores

eigen mayores a 1.5.

Se observa en la tabla 33, la conformación de dos factores donde el

primer componente tiene una varianza explicada de 27.497% y el

segundo componente una varianza explicada de 8.777%, sumando

ambos una varianza acumulada de 36.27%, lo cual evidencia su validez.

Tabla 33

Análisis Factorial de la Escala de Resiliencia en República Dominicana

Sumas de las saturaciones al cuadrado de la


extracción

Componentes Total % de la varianza % acumulado


1 5.499 27.497 27.497
2 1.755 8.777 36.274
348

Al realizar el análisis de la matriz de componentes rotados (Ver Tabla 34)

de la Escala de Resiliencia se encontró que todos los pesos factoriales

alcanzan y superan el valor de 0.20 – 0.30 considerados como

aceptables.

Asimismo se halló al igual que en los países anteriores, que existen

diferencias a entre lo que proponen las autoras y la realidad.

Específicamente podemos observar que 12 de los ítems cargan en los

factores teóricamente propuestos (color amarillo) y 8 no (color rojo).

En este estudio se asume que la relevancia de un factor no depende de

sus características estadísticas, sino del contenido teórico de las variables

(Heisse, 1974. Citado en Morales, 2011) por lo que se decidió respetar la

significación conceptual dada por las autoras del instrumento.


349

Tabla 34

Matriz de componentes rotados de la Escala de Resiliencia en República

Dominicana

Matriz de componentes rotados


Items Componentes
1 2
P1 0.633 0.024
P2 0.668 0.148
P3 0.187 0.475
P4 0.478 0.382
P5 -0.117 0.556
P6 0.268 0.632
P8 0.614 0.15
P9 0.444 0.148
P10 0.783 0.113
P12 0.559 0.056
P13 0.522 0.156
P14 0.618 -0.032
P15 0.574 0.323
P16 0.132 0.56
P17 0.074 0.801
P18 0.446 0.409
P19 0.104 0.398
P21 0.507 0.214
P23 0.464 0.253
P24 0.429 0.047

Confiabilidad

La confiabilidad con el coeficiente alfa de Cronbach es de 0.843, lo cual

permite señalar que el instrumento es confiable.


350

Validez y Confiabilidad de la Escala de Resiliencia en Perú

Validez

Análisis de la Dimensionalidad

La medida de adecuación del muestreo de KMO obtuvo un valor de 0.846

el cual es superior a 0.5. Respecto a la prueba de esfericidad de Bartlett,

se obtuvo un valor de 791,221 (p<.000). Lo cual resulta satisfactorio para

proceder a aplicar el análisis factorial.

Se utilizó el Análisis Factorial exploratorio mediante el método de

extracción de componentes principales con rotación varimax y valores

eigen mayores a 1.5.

Como se puede observar en la tabla 35, se encontraron dos factores

donde el primer componente tiene una varianza explicada de 41.921% y

el segundo componente una varianza explicada de 8.812%, sumando

ambos una varianza acumulada de 50.733% lo cual evidencia su validez.

Tabla 35
Análisis Factorial de la Escala de Resiliencia en Perú
Sumas de las saturaciones al cuadrado de la
extracción
% de la
Componentes Total varianza % acumulado
1 8.384 41.921 41.921
2 1.762 8.812 50.733
351

Por otra parte, como se puede visualizar en la tabla 36, al efectuar el

análisis de la matriz de componentes rotados de la Escala de Resiliencia

se encontró que todos los pesos factoriales de los ítems alcanzan y

superan el valor de 0.20- 0.30 considerados como aceptables.

Así también se halló que existen evidentes diferencias entre lo que

proponen teóricamente las autoras y la realidad. Ya que 11 de los ítems

cargan en los factores teóricamente propuestos (color amarillo) y 9 no lo

hacen (color rojo).

Se respeto como anteriormente se ha descrito, la significación conceptual

dada por las autoras del instrumento.


352

Tabla 36

Matriz de componentes rotados de la Escala de Resiliencia en Perú

Matriz de componentes rotados


Items Componentes
1 2
P1 0.376 0.676
P2 0.326 0.758
P3 0.239 0.811
P4 0.374 0.718
P5 0.061 0.654
P6 0.234 0.756
P8 0.659 0.233
P9 0.557 0.399
P10 0.715 0.308
P12 0.054 0.311
P13 0.69 0.133
P14 0.511 0.326
P15 0.74 0.31
P16 0.586 0.043
P17 0.604 0.257
P18 0.663 0.265
P19 0.588 0.261
P21 0.779 0.07
P23 0.615 0.401
P24 0.623 0.175

Confiabilidad

La confiabilidad con el coeficiente alfa de Cronbach es de 0.92, lo cual

permite señalar que el instrumento es confiable.


353

En suma con el fin de precisar con mayor claridad los resultados

obtenidos se pasa a realizar un resumen.

Resumen del análisis factorial según país de procedencia

Como se puede apreciar en la tabla 37, en todos los países se ha

encontrado evidencias de la dimensionalidad de la Escala de Resiliencia,

destacando Perú donde se obtuvo la mayor varianza acumulada, seguido

de Bolivia, en tercer lugar Argentina y finalmente República Dominicana.

Tabla 37

Resumen del Análisis Factorial de la Escala de Resiliencia en los países

evaluados

Países Primer Segundo Varianza


Componente Componente acumulada

Argentina 31,67 8,25 39.9


Bolivia 36,57 8,08 44,66
República Dominicana 27,497 8,777 36,27
Perú 41,921 8,812 50,73
Total de países 33,652 6,259 39,91

Resumen de la matriz de componentes rotados

Se aprecia en la tabla 38 que en todos los países no existe coincidencia

entre lo que proponen teóricamente las autoras de la Escala de

Resiliencia y la realidad, siendo el caso de Perú donde existe la menor

coincidencia.
354

Tabla 38

Resumen de las diferencias teóricas y empíricas de los ítems que

conforman los factores de la Escala de Resiliencia según países

evaluados

Países Número de Ítems que coinciden con los


factores propuestos teóricamente
Si No
Argentina 12 8
Bolivia 13 7
República Dominicana 12 8
Perú 11 9
Total de países 16 4

Asimismo al hacer un análisis de los ítems según países, que no

coinciden con la propuesta teórica de las autoras, hallamos que no hay

concordancia entre ellos, de acuerdo a lo esperado por los componentes

emicos propios de cada cultura, encontrándose diferencias que

responden a la particularidad de cada país, tal y como se puede observar

en la tabla 39.
355

Tabla 39

Resumen de ítems no coincidentes con la propuesta teórica de la Escala

de Resiliencia, según país de procedencia

Países Ítems no coincidentes con la


propuesta teórica
Argentina 4, 5, 8, 10, 14, 15, 21, 24
Bolivia 2, 3, 8, 12, 17, 18, 19
República Dominicana 3, 5, 6, 8, 12, 17, 19, 21
Perú 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 16, 21
Total de países 5, 8, 12, 21

Resumen de Confiabilidad

Al hacer un resumen de la confiabilidad que se ha hallado en los países

evaluados, se puede apreciar en la tabla 40, que la más alta ha sido en

Perú, seguido de Bolivia, en tercer lugar por Argentina y después por

República Dominicana.

Tabla 40

Resumen de la Confiabilidad de la Escala de Resiliencia en los países

evaluados

Países Alfa de Cronbach


Argentina 0,88
Bolivia 0,899
República Dominicana 0,843
Perú 0,92
Total de países 0,888
356

3.4 PROCEDIMIENTO

3.4.1. Coordinaciones con las colaboradoras

Se seleccionaron un grupo de colaboradoras, una en cada país (a

excepción de Argentina en donde se conto con dos) con la finalidad de

garantizar la aplicación de los instrumentos acorde a los criterios

metodológicos y éticos que exige la ciencia, estableciéndose como

criterios para su elección los siguientes:

1. Que sean profesionales en el campo de la Psicología o tengan

estudios concluidos en dicha especialidad.

2. Que manejen aspectos metodológicos de la ciencia.

3. Que tengan habilidad para comunicarse con los adolescentes y

jóvenes.

4. Que tengan experiencia en manejo de grupo.

5. Que tengan una escala adecuada de valores éticos que garanticen

la honestidad en el manejo de la información.

Las comunicaciones se efectuaron a través del correo electrónico con el

fin de coordinar acciones conjuntas a realizar con las muestras

seleccionadas. Asimismo, se capacitó a las colaboradoras de cada uno

de los países en:

 Criterios metodológicos que se deben seguir (Ver Anexo E).

 Criterios éticos que se deben respetar (Ver Anexo F).


357

3.4.2. Coordinaciones con las instituciones

Se solicitó el permiso y aprobación de las autoridades de las

universidades nacionales de los países seleccionados, con el compromiso

de mantener en reserva y máxima confidencialidad la privacidad de los

participantes, y brindar la respectiva retroalimentación de los resultados,

al finalizar la investigación (Ver modelo de carta que se utilizó en el Anexo

G).

3.4.3. Adaptación cultural de los Instrumentos

Cuando se utilizan instrumentos en una investigación transcultural, es

necesario adaptarlos, para tratar de controlar las posibles fuentes de error

o invalidez. Por tanto es necesario asegurar que los ítems de cada

instrumento sean comprensibles a la cultura del país donde se va a

aplicar. Para ello se recomienda que se cuente con personas nativas

propias de cada país para evaluar la pertinencia o no de cada ítem.

En tal sentido, en la presente investigación se consultó con personas

oriundas de cada país, que fueron las mismas colaboradoras, quienes

como juezas evaluaron la pertinencia de las adaptaciones culturales.

Ellas además de conocer su propia cultura, eran psicólogas (con grado de

doctor, magister, titulo de licenciada o condición de egresadas) y conocían

aspectos metodológicos de la investigación científica.


358

Según Campo-Arias y Oviedo (2008) siempre se necesario hacer

adaptaciones lingüísticas no solo cuando se traducen escalas de otros

idiomas, sino incluso, en el mismo idioma cuando el contexto cultural es

distinto; algo que se presentó en el presente estudio, pues se trata de

cuatro países con culturas diferentes, que si bien presentan rasgos

comunes en tanto son países latinoamericanos, también presentan sus

características propias.

Respecto a los formatos de los instrumentos, se cuido que existiera un

equilibrio entre los tipos de formatos de ambas escalas, tanto de la Escala

de Resiliencia, como de la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual para asegurar la imparcialidad y reducir las fuentes de invalidez

en el proceso de evaluación. Además, la Escala de Bienestar Espiritual

ya contaba con ejemplos, pero en el caso de la Escala de Resiliencia, fue

necesario agregarlos, con el fin de evitar el sesgo producido por las

“diferencias muestrales existentes en la experiencia previa que presentan

los sujetos en la realización de pruebas” (Vergara & Balluerka, 2000: 558).

Referente a los criterios de adaptación de los ítems de los instrumentos

de medición, se tuvieron en cuenta las recomendaciones de Brislin, 1980,

1986 (Citado en Olavarrieta, 2001) para facilitar la adaptación de

instrumentos en distintas culturas:

El uso de frases simples y cortas.

El uso de la voz activa en vez de pasiva.


359

La evitación de metáforas y coloquialismos.

La evitación de frases complejas o vagas, entre otros criterios.

Véase el resultado de las adaptaciones culturales realizadas tanto de la

Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual, como de la

Escala de Resiliencia en la sección de instrumentos y materiales de la

presente investigación.

3.4.4. Estudio Piloto

Se realizó con el fin de comprobar la inteligibilidad de los instrumentos en

los grupos a aplicarse, la detección de términos ambiguos o de difícil

comprensión y el tiempo que dura la aplicación.

Se aplicaron las versiones de los instrumentos a muestras reducidas de

participantes en cada país, que compartían las mismas características de

la muestra definitiva, tal y como se puede apreciar en la tabla 41.

El tiempo promedio que duro la aplicación de ambos instrumentos fue de

20 minutos.
360

Tabla 41

Distribución muestral del Estudio Piloto, según género, edad, religión y

país de procedencia

Países Argentina Bolivia Perú República Total


Dominicana

Género

Varones 02 04 03 06 15
Mujeres 17 14 21 10 62

Edades

17-20 17 13 21 16 67
21-25 02 05 03 0 10

Religión

Católico 16 10 20 09 55
Evangélico 0 02 01 04 07
Cristiano 0 0 01 0 01
Protestante 0 0 01 02 03
Mormón 0 0 0 0 0
Testigo de 0 0 0 0 0
Jehová
Judío 0 0 0 0 0
Ateo 03 01 01 01 06
Otro 0 05 0 0 05

Total 19 18 24 16 77

Al final de la aplicación de cada uno de los instrumentos se entregó un

Sondeo dirigido a medir cuál fue la percepción sobre las preguntas que

conformaban los instrumentos, detectar si existían algunas preguntas

difíciles y conocer posibles sugerencias para optimizar la calidad de los

instrumentos (Ver Anexo H).


361

Los resultados de dichos sondeos en todos los países arrojaron, tanto

para el caso de la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual, como de la Escala de Resiliencia, que en general, las

preguntas eran por un lado interesantes y fáciles de responder, y por otro

lado no eran aburridas ni complicadas.

Dados los resultados del estudio piloto se tomó la decisión de aplicar los

instrumentos a las culturas estudiadas.

3.4.5. Consentimiento Informado

Se aplicó el consentimiento informado en cada país, invitando a los

estudiantes a participar explicándoles de manera sencilla y comprensible

el objetivo y las características del estudio verbalmente y por escrito.

Se les indico que su participación era totalmente libre y voluntaria, que los

datos iban a ser manejados respetando el principio de anonimato y

confidencialidad y estábamos disponibles para aclarar las dudas que

pudieran surgir (las colaboradoras en Argentina, Bolivia y República

Dominicana y la autora de esta investigación en Perú), así mismo se les

señalo que aquellos que estuvieran de acuerdo con la naturaleza del

estudio y les interesara participar podían proceder a firmar el

Consentimiento Informado. Finalmente se les indicó que aunque ya

hubieran empezado a responder los instrumentos, si alguien deseaba

retirarse, podía hacerlo sin recibir ningún tipo de sanción por ello.
362

Se utilizaron dos formatos diferentes, uno para la aplicación del Estudio

Piloto (Ver Anexo I) y otro formato para la aplicación a la muestra

definitiva (Ver Anexo J).

3.4.6. Aplicación de los Instrumentos

Como se ha dicho anteriormente las colaboradoras fueron elegidas de

cada país; por tanto estaban familiarizadas con su cultura; tenían

experiencia así como las habilidades que se requieren para la aplicación

de instrumentos.

Las colaboradoras se encargaron de conducir la aplicación en cada país;

a excepción del Perú, donde la que condujo la aplicación fue la autora del

presente estudio.

Una vez obtenido el consentimiento informado, las colaboradoras de

cada país, previamente capacitadas por la autora de esta investigación,

procedieron a aplicar los instrumentos en forma colectiva en las aulas de

cada universidad seleccionada, a los participantes que en forma

voluntaria decidieron participar, para lo cual siguieron los procedimientos

estandarizados para la administración de pruebas.

El orden de aplicación fue en primer lugar una Hoja de Datos generales

(Ver Anexo K), en segundo lugar la Escala de Resiliencia y en tercer


363

lugar, la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual,

teniendo una duración aproximada de 20 minutos en total.

3.4.7. Control de posibles sesgos relacionados con el procedimiento

De acuerdo a la literatura científica los sesgos que se pueden presentar

en las investigaciones transculturales y que se controlaron en este estudio

han sido:

a) Presencia del investigador como intruso

Según Lonner y Berry (1986) y Van de Vijver y Poortinga, 1992 (Citado en

Grad & Vergara, 2003) un posible sesgo en la investigación transcultural

hace referencia al investigador o entrevistador como intruso, ya que la

mera presencia de una persona de otra cultura puede influir sobre las

respuestas de los participantes. Esto se controló, dado que las personas

que aplicaron los instrumentos pertenecieron a la misma cultura de cada

país donde se examinó a los participantes.

b) Interacción entre el entrevistador y el entrevistado

Este es otro posible sesgo que se puede presentar (Vergara & Balluerka,

2000), por ello se controló que la comunicación entre ambos sea clara y

carente de toda ambigüedad, para lo cual se dieron instrucciones precisas

tanto al aplicar el consentimiento informado, como los instrumentos de

medición, siguiendo fielmente los criterios metodológicos previamente


364

establecidos en la capacitación que brindo la autora de la presente

investigación a las colaboradoras de cada uno de los países.

c) Diferencias existentes en la experiencia previa que presentan los

participantes en la realización de pruebas

Grad y Vergara (2003) plantean que un tipo de problemas que se suele

presentar en los procedimientos que se siguen en una investigación

transcultural, es que las diferencias entre las muestras pueden implicar

diferencias en la experiencia de los participantes en la realización de las

tareas solicitadas.

Siguiendo las indicaciones de Vergara y Balluerka (2000) para controlar

este posible sesgo, se cumplió por un lado con dar las instrucciones con

ejemplos en ambos instrumentos, y por otro lado, se sometió los

instrumentos a un estudio piloto.

Además, el hecho que todos los participantes tuvieron el mismo nivel

educativo (estudiantes universitarios de primer año de formación en

Psicología) permitió presumir que tenían la misma experiencia en la

resolución de instrumentos.

3.4.8. Control de sesgos en general

Como bien afirman Moreno y Humanes (2009) la investigación

transcultural necesita prestar atención a varias fuentes de sesgo, como


365

por ejemplo, los sesgos relacionados con las muestras, con los

procedimientos, sesgos relacionados con los instrumentos como el estilo

de las preguntas, nivel educativo de las personas analizadas y sesgos

relacionados con el análisis estadístico de los datos.

Al respecto, en la presente investigación, como se ha podido apreciar en

el aspecto metodológico, se cuido que:

 Las muestras fueran similares, así como el tipo de muestreo

utilizado, pues en todos los casos se trato de estudiantes de primer

año de estudios de Psicología de universidades nacionales. Y el

tipo de muestreo fue de conveniencia.

 Los procedimientos fueron similares, manejándose en todos los

países los mismos criterios (aplicación del consentimiento

informado, instrucciones, orden de aplicación de instrumentos y

administración).

 Se controló el sesgo que podrían ocasionar los instrumentos,

realizando para ello una adaptación cultural por personas oriundas

de cada país, llegando a encontrar evidencias de la validez de

dichas adaptaciones, tanto para la Escala de Resiliencia, como

para la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual.

 Se controló que el nivel educativo de los participantes no fuera una

variable extraña, en la medida que todos eran estudiantes de

primer año de Psicología.


366

 Finalmente se controlaron los posibles sesgos relacionados con el

análisis estadístico de los datos.

3.4.9. Conformación de la muestra final

Argentina:

Se aplicó a un total de 100 estudiantes, de los cuales se eliminó a 18 por

los siguientes criterios:

1 Por estado civil conviviente.

3 Por estado civil casado.

4 por estar fuera del rango de edad.

2 Por dejar respuestas en blanco.

8 para uniformizar la muestra en relación a los otros países.

Quedando la muestra final conformada por 82 estudiantes.

Republica Dominicana:

Se aplicó a un total de 107 estudiantes de los cuales 28 fueron eliminados

por los siguientes criterios:

2 por ser extranjeros.

9 por tener más de 26 años de edad.

3 por estar en su 2do año de carrera.

2 por estar en su 3er año de carrera.

12 por ser casados.

Quedando la muestra final conformada por 79 estudiantes.


367

Bolivia:

Se aplicó a un total de 96 estudiantes, de los cuales 23 fueron eliminados

por los siguientes criterios:

2 por ser de estado civil convivientes.

2 por ser de estado civil casados.

7 por tener más de 25 años.

12 por respuestas incompletas.

Quedando la muestra final conformada por 73 estudiantes.

Perú:

En el caso de Perú, se aplicó a un total de 88 estudiantes, de los cuales

14 fueron eliminados por los siguientes criterios:

04 por identificación de los nombres y apellidos.

02 por estado civil casado.

01 por ser de estado civil conviviente.

01 por ser de otra nacionalidad.

02 por edad (16 y 30 años).

03 por datos incompletos.

01 por respuestas incompletas.

Quedando la muestra final conformada por 74 estudiantes.


368

3.4.10. Equivalencia de datos y equivalencia del estudio

Finalmente como cierre del procedimiento, es necesario señalar que a lo

largo de toda la investigación se cumplió con el rigor metodológico propios

de las investigaciones transculturales con un enfoque émico/ético, tal y

como se ha descrito anteriormente, siguiéndose varias etapas, como se

muestra en la figura 14.

Es necesario enfatizar en la parte de “Equivalencia del estudio” que la

equivalencia tanto de la muestra, como del procedimiento de

administración que se ha seguido en el presente trabajo, permite tener

certeza de la validez y equivalencia de los resultados. De otra manera,

como indica Olavarrieta (2001) la presencia de vicios o errores

significativos en las medidas o explicaciones opcionales en la relación de

las variables estudiadas no podrían descartarse.


369

APLICACIÓN DE LAS ETAPAS DEL ENFOQUE


EMICO/ETICO AL PRESENTE ESTUDIO:

Dirigidas a establecer la equivalencia entre países o culturas.


Debe ocurrir en cuatro niveles: constructo, medición, muestra
y procedimientos de administración.

Equivalencia de datos: Equivalencia del estudio:

Validez y equivalencia de Equivalencia de la muestra y del


constructo y medición. procedimiento de administración.

1.Constructo: debido a que se


contó con instrumentos
previamente validados, no se han
considerado las etapas iniciales
de construcción de instrumentos. 1.Equivalencia de la muestra
(Marcos muestrales y tipos de
muestreo iguales en todos los
países).
2. Medición: se hallaron
evidencias de la validez y
confiabilidad de los instrumentos
en los países evaluados
(Argentina, Bolivia, República 2.Equivalencia del procedimiento
Dominicana y Perú). de administración en todos los
países.

3.Establecimiento de la
equivalencia relacional entre los
países (Se examinaron las
estructuras de correlación de
ítems y estructuras factoriales en
todos los países evaluados).

Figura 14. Aplicación de las etapas del Enfoque Émico/Ético al presente estudio
370

CAPITULO IV: ANALISIS DE DATOS Y RESULTADOS

Los datos fueron procesados de acuerdo a las instrucciones de los

autores de los instrumentos y se procesaron con el software estadístico

SPSS versión 20.

Se presentan los hallazgos obtenidos en función del análisis propio que

se realiza en el caso de investigaciones transculturales, donde las

técnicas del análisis estadístico se centran por un lado en la estructura y

por otro lado, en el nivel de los constructos estudiados (Grad & Vergara,

2003).

En tal sentido, el primer y segundo objetivo buscan atender la orientación

estructural, pues se centra en el análisis de las relaciones ya existentes

entre las variables, que en nuestro caso es la relación entre la dimensión

religiosa del bienestar espiritual y la resiliencia, y se busca identificar

posibles diferencias y similitudes interculturales en dichas relaciones.

Asimismo, el tercer y cuarto objetivo buscan atender la orientación del

nivel, ya que se centran en el estudio de las diferencias o similitudes

interculturales en la magnitud de las variables, tanto de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual, como de la resiliencia, en cada país

evaluado.
371

4.1 ANALISIS DESCRIPTIVO

Como se puede apreciar en la tabla 42, analizando los puntajes totales de

resiliencia, el mayor promedio se observó en República Dominicana (X=

99.66), seguido de Perú (X= 99.32), luego Bolivia (X= 98.68), y en último

lugar, Argentina (X= 94.66).

En el caso de los puntajes totales de la dimensión religiosa del bienestar

espiritual, el mayor promedio se obtuvo en República Dominicana (X=

59.16), en segundo lugar Bolivia (X= 50.18), seguido de Perú (X= 48.07) y

por último, Argentina (X= 39.62).

Analizando la variabilidad de los puntajes, en el caso de la resiliencia es

muy alto en el Perú (Ds= 13.08) y el más bajo es en República

Dominicana (Ds= 10.83).

Para la variable de la dimensión religiosa del bienestar espiritual, la

variabilidad más alta se obtuvo en Argentina (Ds= 16.55) y la más baja en

República Dominicana (Ds= 7.8).


372

Tabla 42

Estadísticos descriptivos según variables y país de procedencia

Desviación
Variable Países n Media típica CV Mínimo Máximo
Resiliencia Argentina 82 94.66 12.22 0.13 42 117
Bolivia 73 98.68 11.9 0.12 58 119
República 79 99.66 10.83 0.11 62 118
Dominicana

Perú 74 99.32 13.08 0.13 23 118


Total 308 98.02 12.14 0.12 23 119

Dimensión Argentina 82 39.62 16.55 0.42 11 66


Religiosa Bolivia 73 50.18 12.98 0.26 16 66
del
Bienestar República 79 59.16 7.8 0.13 21 66
Espiritual Dominicana

Perú 74 48.07 13.33 0.28 11 66


Total 308 49.17 14.84 0.3 11 66

Nota: n= Tamaño muestral. CV= Coeficiente de variación.

Asimismo, se realizó la normalidad estadística de la Escala de Resiliencia

y la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual con el

procedimiento de Kolmogorov-Smirnov para decidir si el análisis

estadístico se haría paramétrico o no paramétrico.

Como puede observarse en la tabla 43, los resultados hallados arrojan

valores z para un valor de significancia en la Escala de Resiliencia mayor

del 0.05. Y para la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual menor al 0.05. Dato que nos dice que la primera escala puede

procesarse con estadísticos paramétricos, y la segunda definitivamente no


373

paramétricos, por tanto, la decisión que hemos asumido es mantener

estadísticos no paramétricos.

Dicha decisión se vio respaldada además debido a que la distribución de

los datos fue asimétrica, el muestreo utilizado fue no probabilístico y en

función del coeficiente de variación obtenido, donde una de las variables

obtuvo un valor inferior a 0.25.

Tabla 43

Prueba de normalidad estadística de Kolmogorov-Smirnov para la Escala

de Resiliencia y la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual

Dimensión
Resiliencia Religiosa del
Bienestar
Espiritual
N 308 308
Parámetros normales(a,b) Media 98.016 49.166
Desviación
típica 12.136 14.836
Diferencias más extremas Absoluta 0.077 0.128
Positiva 0.061 0.128
Negativa -0.077 -0.107
Z de Kolmogorov-Smirnov 1.352 2.251
Sig. asintót. (bilateral) 0.052 0.000
a La distribución de contraste es la Normal.
b Se han calculado a partir de los datos.
374

4.2. ANALISIS CENTRADO EN LA ESTRUCTURA

Con el fin de responder el primer objetivo dirigido a determinar el impacto

que ejerce la cultura en el efecto de la dimensión religiosa del bienestar

espiritual sobre la resiliencia en estudiantes de Psicología de

universidades nacionales de Argentina, Bolivia, República Dominicana y

Perú, medida a través de sus semejanzas a nivel ético y sus diferencias a

nivel émico; se procedió en primer lugar a establecer la relación entre

ambas variables utilizando el coeficiente de correlación de Spearman

(Rho), y en el caso de encontrar relación significativa, se procedió a

utilizar regresión lineal simple, para determinar la existencia de una

relación causal.

Para responder al segundo objetivo dirigido a establecer asociaciones

entre los niveles de la dimensión religiosa del bienestar espiritual y los

niveles de resiliencia, se procedió a realizar el análisis de contingencia

mediante la prueba de chi cuadrado.

A continuación se presentan los hallazgos obtenidos.


375

IMPACTO QUE EJERCE LA CULTURA EN EL EFECTO DE LA

DIMENSIÓN RELIGIOSA DEL BIENESTAR ESPIRITUAL SOBRE LA

RESILIENCIA EN ESTUDIANTES DE PSICOLOGÍA DE

UNIVERSIDADES NACIONALES DE ARGENTINA, BOLIVIA,

REPÚBLICA DOMINICANA Y PERÚ

En la tabla 44 se presentan los resultados obtenidos respecto al primer

objetivo en función de cada país de procedencia.

Argentina: al efectuar la correlación entre los datos de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual y la resiliencia hemos encontrado un valor

Rho de 0.052 no significativo.

Bolivia: existe una relación significativa entre ambas variables, al ser

Rho = 0.38, siendo significativo al 0.001.

República Dominicana: se observa que existe una relación significativa

entre la dimensión religiosa del bienestar espiritual y la resiliencia, donde

Rho = 0.412 con una p menor a 0.001.

Perú: en nuestro país, se halló un Rho= 0.091 con una probabilidad

mayor a 0.05, por lo que se puede afirmar que no existe relación

significativa entre las variables de estudio en los estudiantes que fueron

evaluados.
376

Por otro lado, en los cuatro países latinoamericanos la correlación entre la

dimensión religiosa del bienestar espiritual y la resiliencia, es significativa,

al 0.0001, sin embargo, debemos interpretar que la intensidad de la

correlación encontrada se debe a que estas variables se encuentran

significativamente correlacionadas en los países de Bolivia y República

Dominicana, no así en Argentina y Perú.

Tabla 44

Relación entre la dimensión religiosa del bienestar espiritual y la

resiliencia en los países evaluados

Países Rho p
Argentina 0,052 0,646
Bolivia 0,380 0,001**
República Dominicana 0,412 0.000***
Perú 0,091 0,443
Total de países 0,27 0,000***
** p < 0,01
***p< 0,001

Relación causal entre la Dimensión religiosa del Bienestar espiritual

y la Resiliencia en estudiantes de Bolivia y República Dominicana

Con el fin de conocer si existía una relación causal entre ambas variables,

en los países en donde se encontró previamente una relación

significativa, se procedió a utilizar regresión lineal simple.

A continuación se presentan los resultados obtenidos.


377

Relación causal de la Dimensión religiosa del Bienestar espiritual y la

Resiliencia en Bolivia

Como se puede apreciar en la tabla 45 respecto a la bondad de ajuste del

modelo, se encontró un coeficiente de correlación de 0.37 que indica que

existe una relación lineal directa, y un coeficiente de determinación de

0.136 que indica que el 13.6% de la variabilidad de la variable resiliencia

es explicada por el modelo de regresión.

En la tabla 46 se aprecia el análisis de varianza del modelo, donde se

aprecia que el valor f de Fisher es significativo al 0.001, es decir, las

variables de la dimensión religiosa del bienestar espiritual y resiliencia

están relacionadas linealmente.

Lo cual es comprobado en la tabla 47, donde se muestra que el puntaje t

es significativo al 0.001, por lo que se puede afirmar que las variables de

estudio presentan una relación lineal significativa. Por lo tanto se

confirma la relación causal, donde la dimensión religiosa del bienestar

espiritual influye predictivamente en la resiliencia en estudiantes de

Psicología de una universidad nacional de Bolivia.


378

Tabla 45

Bondad de ajuste del modelo en Bolivia

Resumen del modelo

R cuadrado Error típ. de


Modelo R R cuadrado corregida la estimación
a
1 ,368 0.136 0.124 11.14029
a. Variables predictoras: (Constante), Bienestar Espiritual (Dimensión Religiosa)

Tabla 46

Análisis de varianza del modelo en Bolivia


a
ANOVA

Suma de Media
Modelo cuadrados Gl cuadrática F Sig.
b
1 Regresión 1384.227 1 1384.227 11.154 ,001
Residual 8811.526 71 124.106
Total 10195.753 72
a. Variable dependiente: Resiliencia
b. Variables predictoras: (Constante), Bienestar Espiritual (Dimensión Religiosa)

Tabla 47

Coeficientes B y Prueba t de significancia en Bolivia


a
Coeficientes
Coeficientes no Coeficientes
estandarizados tipificados
Modelo B Error típ. Beta t Sig.
1 (Constante) 81.736 5.24 15.599 0
Bienestar 0.338 0.101 0.368 3.34 0.001
Espiritual
(Dimensión
religiosa)
a. Variable dependiente: Resiliencia

Tal como puede visualizarse en la figura 15.


379

Figura 15. Influencia de la Dimensión Religiosa del Bienestar Espiritual

sobre la Resiliencia en estudiantes de Bolivia

Relación causal de la Dimensión religiosa del Bienestar espiritual y la

Resiliencia en República Dominicana

Se observa en la tabla 48 que respecto a la bondad de ajuste del modelo,

se encontró un coeficiente de correlación de 0.402 que indica que existe

una relación lineal directa, y un coeficiente de determinación de 0.162 que

indica que el 16.2% de la variabilidad de la variable resiliencia es

explicada por el modelo de regresión.

En la tabla 49 se puede observar el análisis de varianza del modelo,

donde se aprecia que el valor f de Fisher es significativo al 0.001, es decir,

las variables de dimensión religiosa del bienestar espiritual y resiliencia

están relacionadas linealmente.


380

Lo cual es corroborado en la tabla 50, donde se muestra que el puntaje t

es significativo al 0.000, por lo que se puede afirmar que las variables de

estudio presentan una relación lineal significativa. De este modo se

confirma la relación causal, donde la dimensión religiosa del bienestar

espiritual influye predictivamente en la resiliencia en estudiantes de

Psicología de una universidad nacional de República Dominicana.

Tabla 48

Bondad de ajuste del modelo en República Dominicana

Resumen del modelo

R cuadrado Error típ. de


Modelo R R cuadrado corregida la estimación
a
1 ,402 0.162 0.151 9.97739
a. Variables predictoras: (Constante), Bienestar Espiritual (Dimensión Religiosa)

Tabla 49

Análisis de varianza del modelo en República Dominicana


a
ANOVA
Suma de Media
Modelo cuadrados gl cuadrática F Sig.
b
1 Regresión 1476.545 1 1476.545 14.832 ,000
Residual 7665.227 77 99.548
Total 9141.772 78
a. Variable dependiente: Resiliencia
b. Variables predictoras: (Constante), Bienestar espiritual (Dimensión religiosa)
381

Tabla 50

Coeficientes B y prueba t de significancia en República Dominicana


a
Coeficientes
Coeficientes no Coeficientes
estandarizados tipificados
Modelo B Error típ. Beta t Sig.
1 (Constante) 66.661 8.641 7.714 0
Bienestar 0.558 0.145 0.402 3.851 0
espiritual
(Dimensión
religiosa)
a. Variable dependiente: Resiliencia

Tal como puede visualizarse en la figura 16.

Figura 16. Influencia de la Dimensión Religiosa del Bienestar Espiritual

sobre la Resiliencia en estudiantes de República Dominicana


382

ASOCIACIÓN ENTRE LOS NIVELES DE LA DIMENSIÓN RELIGIOSA

DEL BIENESTAR ESPIRITUAL Y LOS NIVELES DE RESILIENCIA EN

ESTUDIANTES DE PSICOLOGÍA DE UNIVERSIDADES NACIONALES

DE ARGENTINA, BOLIVIA, REPÚBLICA DOMINICANA Y PERÚ

Con el fin de responder el segundo objetivo dirigido a establecer la

asociación entre los niveles de la dimensión religiosa del bienestar

espiritual y los niveles de resiliencia en estudiantes de Psicología de

universidades nacionales de Argentina, Bolivia, República Dominicana y

Perú; fue necesario en primer lugar, establecer los niveles alto, medio y

bajo de los estudiantes en cada variable, en todos los países estudiados.

A continuación, se muestran los datos obtenidos.

Niveles de Resiliencia en los países evaluados

Los valores obtenidos oscilaron entre 23 y 119. Al hacer la distribución de

porcentajes en base a la variabilidad de los datos, se obtuvieron tres

puntos de corte, los cuales presentan claramente una distribución

asimétrica.

En la tabla 51, se puede observar que el mayor peso porcentual en el

conjunto de los países evaluados, lo obtuvo el nivel medio (35.7%),

seguido del nivel bajo (33.8%), y por último el nivel alto de resiliencia

(30.5%).
383

Tabla 51

Niveles de resiliencia en general, en los países evaluados

Niveles Puntajes directos f %

Alto 105 a 119 94 30,5


Medio 95 a 104 110 35,7
Bajo 23 a 94 104 33,8
Total 23 a 119 308 100,0

Por otro lado, con el fin de tener una lectura más minuciosa, se calcularon

los niveles según factores de la resiliencia (ver tabla 52), pudiendo

apreciarse que en el factor de Competencia personal, el mayor peso

porcentual recae sobre el nivel bajo (35.4%), seguido con mínimas

diferencias por los niveles alto y medio (32.5% y 32.1% respectivamente).

Tabla 52

Niveles del Factor de Competencia personal de la Resiliencia, en los

países evaluados

Niveles Puntajes directos f %


Factor de Competencia
Personal
Alto 84 a 96 100 32,5
Medio 77 a 83 99 32,1
Bajo 19 a 76 109 35,4
Total 19 a 96 308 100,0
384

Respecto al factor de Aceptación de uno mismo y de la vida de la

resiliencia, se puede observar en la tabla 53, que el mayor peso

porcentual recae sobre el nivel medio (39.9%), seguido del nivel bajo

(34.7%) y por último, el nivel alto (25.3%).

Tabla 53

Niveles del Factor de Aceptación de uno mismo y de la vida de la

Resiliencia, en los países evaluados

Niveles Puntajes directos f %


Factor de Aceptación de
uno mismo y de la vida

Alto 22 a 24 78 25,3
Medio 19 a 21 123 39,9
Bajo 04 a 18 107 34,7
Total 04 a 24 308 100,0

Niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar Espiritual en los

países evaluados

Para establecer los niveles de la dimensión religiosa del bienestar

espiritual, también se hicieron tres puntos de corte, en base a la

variabilidad de los datos obtenidos.

Como se puede apreciar en la tabla 54, los estudiantes de los países

evaluados, presentan un mayor peso porcentual tanto en el nivel medio

como en el nivel bajo, con mínimas diferencias (34.7% y 34.1%

respectivamente), seguido del nivel alto (31.2%).


385

Tabla 54

Niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar espiritual en los países

evaluados

Niveles Puntaje directo f %


Alto 61 a 66 96 31,2
Medio 46 a 60 107 34,7
Bajo 11 a 45 105 34,1
Total 11 a 66 308 100,0

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar

espiritual y los niveles de Resiliencia, según país de procedencia

En base a los niveles encontrados, se procedió a realizar el análisis de

contingencia para hallar la asociación entre los niveles de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual y los niveles de resiliencia mediante la

prueba de chi cuadrado.

Como se observa en la tabla 55, se hallo un valor chi cuadrado de 13.63

para Bolivia que resulta significativo al 0.01, y un valor chi cuadrado de 11

para República Dominicana que resulta significativo al 0.05, es decir, en

ambos países existe una asociación significativa entre los niveles de la

dimensión religiosa del bienestar espiritual y los niveles de resiliencia.


386

Mientras que en los países de Perú y Argentina, no se encuentra

asociación significativa entre las variables estudiadas, lo cual corrobora

los resultados anteriormente hallados.

Asimismo, se presentan los mayores pesos porcentuales obtenidos al

establecer la asociación entre los niveles de la dimensión religiosa del

bienestar espiritual y los niveles de resiliencia, según país de procedencia:

En el caso de Argentina, el mayor porcentaje (35.4%) se ubica en el nivel

bajo de la dimensión religiosa del bienestar espiritual y en el nivel bajo de

resiliencia. Como es de esperarse por los datos obtenidos anteriormente

en este país, no se halló asociación entre los niveles de ambas variables.

Para el caso de Bolivia, se hallo que el mayor porcentaje de los

estudiantes (19.2%) se ubica en el nivel alto de la dimensión religiosa del

bienestar espiritual y en el nivel alto de resiliencia.

En República Dominicana se encontró que el 26.6% de los estudiantes

presentó alto nivel en la dimensión religiosa del bienestar espiritual y alto

nivel en resiliencia.

Para el caso de Perú, se aprecia que el mayor porcentaje (21.6%) se

ubica en el nivel medio de la dimensión religiosa del bienestar espiritual y

en el nivel medio de resiliencia.


387

Tabla 55

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar


espiritual y los niveles de Resiliencia, según país de procedencia
Niveles de Bienestar
Espiritual
(Dimensión Religiosa)
Chi
País Bajo Medio Alto Total cuadrado P
Argentina Niveles de Bajo N 29 3 5 37
Resiliencia
% 35.40% 3.70% 6.10% 45.10%
Medio N 17 7 4 28
% 20.70% 8.50% 4.90% 34.10%
Alto N 8 4 5 17
% 9.80% 4.90% 6.10% 20.70%
Total N 54 14 14 82
% 65.90% 17.10% 17.10% 100.00%
7.01 0.14
Bolivia Niveles de Bajo N 10 9 2 21
Resiliencia
% 13.70% 12.30% 2.70% 28.80%
Medio N 10 11 7 28
% 13.70% 15.10% 9.60% 38.40%
Alto N 4 6 14 24
% 5.50% 8.20% 19.20% 32.90%
Total N 24 26 23 73
% 32.90% 35.60% 31.50% 100.00%
13.63 0.009**
República Niveles de Bajo N 3 14 9 26
Dominicana Resiliencia
% 3.80% 17.70% 11.40% 32.90%
Medio N 0 8 14 22
% 0.00% 10.10% 17.70% 27.80%
Alto N 0 10 21 31
% 0.00% 12.70% 26.60% 39.20%
Total N 3 32 44 79
% 3.80% 40.50% 55.70% 100.00%
11 0.03*
Perú Niveles de Bajo N 7 9 4 20
Resiliencia
% 9.50% 12.20% 5.40% 27.00%
Medio N 11 16 5 32
% 14.90% 21.60% 6.80% 43.20%
Alto N 6 10 6 22
% 8.10% 13.50% 8.10% 29.70%
Total N 24 35 15 74
% 32.40% 47.30% 20.30% 100.00%
1.22 0.88
**0,01
* 0,05
388

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar

espiritual y los niveles de Resiliencia en todos los países evaluados

Como se puede apreciar en la tabla 56, se halló un valor de chi cuadrado

de 26.776 con un nivel de significancia de 0.000 que permite afirmar que

ambos niveles de las variables están asociados significativamente, en los

países evaluados.

En base a los análisis realizados tanto a nivel de cada país, como de los

países en su conjunto, se puede inferir que existe una asociación

significativa entre los niveles de la dimensión religiosa del bienestar

espiritual y los niveles de resiliencia a nivel general; sin embargo esta

asociación se debe a que es fuerte en Bolivia y República Dominicana,

mientras que en Perú y Argentina no lo es.

Esto explica el por qué por un lado, los mayores pesos porcentuales,

recaen en los estudiantes que presentan un nivel bajo en la dimensión

religiosa del bienestar espiritual y un nivel bajo de resiliencia (15.9%), y

por otro lado, seguido muy de cerca un 14.9% de los estudiantes

presentan un nivel alto en la dimensión religiosa del bienestar espiritual y

un nivel alto en resiliencia.


389

Tabla 56

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar

espiritual y los niveles de Resiliencia en los países evaluados

Niveles de Bienestar
Espiritual (Dimensión
Religiosa)
Bajo Medio Alto Total
Niveles de Bajo N 49 35 20 104
Resiliencia % 15.90% 11.40% 6.50% 33.80%
Medio N 38 42 30 110
% 12.30% 13.60% 9.70% 35.70%
Alto N 18 30 46 94
% 5.80% 9.70% 14.90% 30.50%
Total N 105 107 96 308
% 34.10% 34.70% 31.20% 100.00%
Chi cuadrado: 26,776 con un nivel de significancia
de 0,000

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar

espiritual y los niveles de Competencia personal de la Resiliencia,

según país de procedencia

Como se observa en la tabla 57, se hallo un valor chi cuadrado de 12.44

para Bolivia y un valor chi cuadrado de 12.48 para República Dominicana,

ambos significativos al 0.01, lo que permite señalar que existe una

asociación significativa entre los niveles de la dimensión religiosa del

bienestar espiritual y los niveles de la competencia personal de la

resiliencia en ambos países.


390

Mientras que en los países de Perú y Argentina, no se encuentra

asociación significativa entre las variables estudiadas, lo cual corrobora

los resultados anteriormente hallados.

Asimismo, consideramos pertinente señalar los mayores pesos

porcentuales obtenidos en la asociación entre los niveles de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual y los niveles de competencia personal de

la resiliencia, según países estudiados.

En los estudiantes de Argentina, se encontró que el mayor porcentaje

(30.5%) se ubica en el nivel bajo de la dimensión religiosa del bienestar

espiritual y en el nivel bajo de competencia personal de la resiliencia.

En los estudiantes de Bolivia, se hallo que el mayor porcentaje de los

estudiantes (19.2%) se ubica en el nivel alto de la dimensión religiosa del

bienestar espiritual y en el nivel alto de competencia personal de la

resiliencia.

En República Dominicana se encontró que el 25.30% de los estudiantes

presentó alto nivel en la dimensión religiosa del bienestar espiritual y alto

nivel en competencia personal de la resiliencia.


391

Para el caso de los estudiantes de Perú, se aprecia que el mayor

porcentaje (17.6%) se ubica en el nivel medio de la dimensión religiosa

del bienestar espiritual y en el nivel medio de competencia personal de la

resiliencia.
392

Tabla 57
Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar
espiritual y los niveles de Competencia personal de la Resiliencia, según
país de procedencia
Niveles de Bienestar
Espiritual
(Dimensión Religiosa)
Chi
País Bajo Medio Alto Total cuadrado p
Argentina Niveles de Bajo N 25 4 5 34
Competencia
Personal % 30.50% 4.90% 6.10% 41.50%
Medio N 19 6 4 29
% 23.20% 7.30% 4.90% 35.40%
Alto N 10 4 5 19
% 12.20% 4.90% 6.10% 23.20%
Total N 54 14 14 82
% 65.90% 17.10% 17.10% 100.00%
3.01 0.56
Bolivia Niveles de Bajo N 11 9 2 22
Competencia
Personal % 15.10% 12.30% 2.70% 30.10%
Medio N 7 11 7 25
% 9.60% 15.10% 9.60% 34.20%
Alto N 6 6 14 26
% 8.20% 8.20% 19.20% 35.60%
Total N 24 26 23 73
% 32.90% 35.60% 31.50% 100.00%
12.44 0.01*
República Niveles de Bajo N 3 14 8 25
Dominicana Competencia
Personal % 3.80% 17.70% 10.10% 31.60%
Medio N 0 7 16 23
% 0.00% 8.90% 20.30% 29.10%
Alto N 0 11 20 31
% 0.00% 13.90% 25.30% 39.20%
Total N 3 32 44 79
% 3.80% 40.50% 55.70% 100.00%
12.48 0.01*
Perú Niveles de Bajo N 11 12 5 28
Competencia
Personal % 14.90% 16.20% 6.80% 37.80%
Medio N 6 13 3 22
% 8.10% 17.60% 4.10% 29.70%
Alto N 7 10 7 24
% 9.50% 13.50% 9.50% 32.40%
Total N 24 35 15 74
% 32.40% 47.30% 20.30% 100.00%
3.09 0.54
* 0.05
** 0.01
393

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar

espiritual y los niveles de Competencia personal de la Resiliencia en

todos los países evaluados

Como se puede apreciar en la tabla 58, se obtuvo un valor de chi

cuadrado de 21.6 con un nivel de significancia de 0.000 que permite

afirmar que ambos niveles de las variables están asociados en los países

evaluados.

Por los análisis realizados tanto a nivel de cada país, como de los países

en su conjunto, se puede inferir que la asociación significativa que se

halla entre los niveles de la dimensión religiosa del bienestar espiritual y

los niveles de la competencia personal de la resiliencia a nivel general; se

debe específicamente a que la asociación es fuerte en Bolivia y República

Dominicana, mientras que en los países de Perú y Argentina no lo es.

Lo cual permite entender que los mayores pesos porcentuales obtenidos

al asociar los niveles de ambas variables, recaen en primer lugar en el

nivel bajo (16.20%) seguidos de cerca por el nivel alto (14.90%).


394

Tabla 58

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar

espiritual y los niveles de Competencia personal de la Resiliencia en los

países evaluados

Niveles de Bienestar Espiritual


(Dimensión Religiosa)
Bajo Medio Alto Total
Niveles de Bajo N 50 39 20 109
Competencia % 16.20% 12.70% 6.50% 35.40%
Personal
Medio N 32 37 30 99
% 10.40% 12.00% 9.70% 32.10%
Alto N 23 31 46 100
% 7.50% 10.10% 14.90% 32.50%
Total N 105 107 96 308
% 34.10% 34.70% 31.20% 100.00
%
Chi cuadrado de 21,6 con un nivel de significancia de 0,000

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar

espiritual y los niveles de Aceptación de uno mismo y de la vida de la

Resiliencia, según país de procedencia

Se puede apreciar en la tabla 59, que para el país de Bolivia, se hallo un

valor chi cuadrado de 14.76 con un valor p de 0.005; y para el país de

República Dominicana se encontró un valor chi cuadrado de 12.99 con un

valor p de 0.01, lo que confirma que en ambos países existe una

asociación significativa entre los niveles de la dimensión religiosa del

bienestar espiritual y los niveles de aceptación de uno mismo y de la vida

de la resiliencia.
395

Mientras que en los países de Perú y Argentina, no se encuentra

asociación significativa entre los niveles de las dimensiones de las

variables estudiadas, lo cual confirma los resultados anteriormente

hallados.

Por otro lado, es necesario señalar los mayores pesos porcentuales

obtenidos en la asociación entre los niveles de la dimensión religiosa del

bienestar espiritual y los niveles de aceptación de uno mismo y de la vida

de la resiliencia, según países estudiados.

En los estudiantes de Argentina, se encontró que el mayor porcentaje

(37.80%) se ubica en el nivel bajo de la dimensión religiosa del bienestar

espiritual y en el nivel bajo de aceptación de uno mismo y de la vida de la

resiliencia.

En los estudiantes de Bolivia, se hallo que el mayor porcentaje de los

estudiantes (19.2%) se ubica en el nivel medio de la dimensión religiosa

del bienestar espiritual y en el nivel medio de aceptación de uno mismo y

de la vida de la resiliencia.

En República Dominicana se encontró que el 26.60% de los estudiantes

presentó nivel alto en la dimensión religiosa del bienestar espiritual y nivel

medio en aceptación de uno mismo y de la vida de la resiliencia.


396

Para el caso de los estudiantes de Perú, se aprecia que el mayor

porcentaje (20.30%) se ubica en el nivel medio de la dimensión religiosa

del bienestar espiritual y en el nivel medio de aceptación de uno mismo y

de la vida de la resiliencia.
397

Tabla 59

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar


espiritual y los niveles de Aceptación de uno mismo y de la vida de la
Resiliencia, según país de procedencia
Niveles de
Bienestar Espiritual
(Dimensión Religiosa)
Chi
País Bajo Medio Alto Total cuadrado p
Argentina Niveles de Bajo N 31 4 7 42
Aceptación de
% 37.80% 4.90% 8.50% 51.20%
uno mismo y
de la vida Medio N 19 7 4 30
% 23.20% 8.50% 4.90% 36.60%
Alto N 4 3 3 10
% 4.90% 3.70% 3.70% 12.20%
Total N 54 14 14 82
% 65.90% 17.10% 17.10% 100.00%
5.75 0.22
Bolivia Niveles de Bajo N 13 9 4 26
Aceptación de
% 17.80% 12.30% 5.50% 35.60%
uno mismo y
de la vida Medio N 8 14 8 30
% 11.00% 19.20% 11.00% 41.10%
Alto N 3 3 11 17
% 4.10% 4.10% 15.10% 23.30%
Total N 24 26 23 73
% 32.90% 35.60% 31.50% 100.00%
14.76 0.005**
Republica Niveles de Bajo N 2 14 5 21
Dominicana Aceptación de
% 2.50% 17.70% 6.30% 26.60%
uno mismo y
de la vida Medio N 1 9 21 31
% 1.30% 11.40% 26.60% 39.20%
Alto N 0 9 18 27
% 0.00% 11.40% 22.80% 34.20%
Total N 3 32 44 79
% 3.80% 40.50% 55.70% 100.00%
12.99 0.01**
Perú Niveles de Bajo N 6 8 4 18
Aceptación de
% 8.10% 10.80% 5.40% 24.30%
uno mismo y
de la vida Medio N 11 15 6 32
% 14.90% 20.30% 8.10% 43.20%
Alto N 7 12 5 24
% 9.50% 16.20% 6.80% 32.40%
Total N 24 35 15 74
% 32.40% 47.30% 20.30% 100.00%
0.26 0.99
** 0,01
398

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar

espiritual y los niveles de Aceptación de uno mismo y de la vida de la

resiliencia en todos los países evaluados

Se aprecia en la tabla 60, que se obtuvo un valor de chi cuadrado de

24.99 con un nivel de significancia de 0.00 que permite afirmar que ambos

niveles de las variables están asociados en los países evaluados.

En base a los análisis realizados tanto a nivel de cada país, como de los

países en su conjunto, se puede inferir que existe en general una

asociación significativa entre los niveles de la dimensión religiosa del

bienestar espiritual y los niveles de aceptación de uno mismo y de la vida

de la resiliencia; no obstante, esta asociación se debe a que es fuerte en

Bolivia y República Dominicana, mientras que en los países de Perú y

Argentina no lo es.

Se observa que los mayores pesos porcentuales obtenidos al asociar los

niveles de la dimensión religiosa del bienestar espiritual y los niveles del

factor de aceptación de uno mismo y de la vida de la resiliencia, recaen en

primer lugar en el nivel bajo (16.9%), seguidos de cerca por el nivel medio

(14.6%).
399

Tabla 60

Asociación entre los niveles de la Dimensión religiosa del Bienestar

espiritual y los niveles de Aceptación de uno mismo y de la vida de la

resiliencia en los países evaluados

Niveles de Bienestar Espiritual


(Dimensión Religiosa)
Bajo Medio Alto Total
Niveles de Bajo N 52 35 20 107
Aceptación de % 16.90% 11.40% 6.50% 34.70%
uno mismo y de
Medio N 39 45 39 123
la vida
% 12.70% 14.60% 12.70% 39.90%
Alto N 14 27 37 78
% 4.50% 8.80% 12.00% 25.30%
Total N 105 107 96 308
% 34.10% 34.70% 31.20% 100.00%
Chi cuadrado de 24,99 con un nivel de significancia de 0,00

4.3. ANALISIS CENTRADO EN EL NIVEL

Para responder tanto al tercer objetivo dirigido a identificar las diferencias

en la resiliencia según género, condición laboral, religión y país de

procedencia, así como el cuarto objetivo dirigido a identificar las

diferencias en la dimensión religiosa del bienestar espiritual bajo los

mismos criterios, se utilizaron los siguientes estadígrafos.

Para comparar dos promedios, en el caso de género y condición laboral,

se utilizó U de Mann Whitney, y para comparar más de dos promedios,

como fue religión y país de procedencia, se utilizó Kruskal-Wallis.


400

Es conveniente señalar que para efectos del análisis, la religión se

agrupo en 3 niveles: católicos, no católicos y no creyentes.

A continuación se presentan los resultados obtenidos.

DIFERENCIAS EN LA RESILIENCIA ENTRE ESTUDIANTES DE

PSICOLOGIA DE UNIVERSIDADES NACIONALES, SEGÚN GENERO,

CONDICION LABORAL, RELIGION Y PAIS DE PROCEDENCIA

Como se puede apreciar en la tabla 61 no se hallaron diferencias

estadísticamente significativas según género y condición laboral ya que

los valores z de la prueba U de Mann Whitney no fueron significativos. De

manera similar, comparando la resiliencia según la religión, tampoco se

hallaron diferencias significativas, pues el valor de Kruskal Wallis no fue

significativo.

Por el contrario, comparando la resiliencia según país de procedencia, se

encontró un valor de Kruskal Wallis de 10.27, que resulta significativo al

0.05. Específicamente se halló que si bien es cierto, todos los países

alcanzan un nivel medio de resiliencia, entre ellos existen diferencias

significativas, donde el mayor promedio se observó en República

Dominicana (99.7), en segundo lugar en Perú (99.3), en tercer lugar en

Bolivia (98.7) y en último lugar, en Argentina (94.7).


401

Tabla 61

Diferencias en la Resiliencia según género, condición laboral, religión y

país de procedencia

Variable Categoría N Media DS Estadístico p

Género Masculino 56 100.7 9


Femenino 252 97.4 12.7 Z= -1.47 0.14

Condición Si Trabaja 87 99.4 10.5


laboral No Trabaja 221 97.5 12.7 Z= -0.77 0.44

Religión Católico 205 98 11.5


No Católico 62 99.8 9.1
No Creyente 41 95.2 17.9 Kruskal Wallis =
1.535 0.46

País Argentina 82 94.7 12.2


Bolivia 73 98.7 11.9
Republica 79 99.7 10.8
Dominicana

Perú 74 99.3 13.1 Kruskal Walllis= 0.02¨*


10.27

Nota: N= Tamaño muestral. DS= Desviación estándar.


*p < 0,05
402

DIFERENCIAS EN LA DIMENSION RELIGIOSA DEL BIENESTAR

ESPIRITUAL ENTRE ESTUDIANTES DE PSICOLOGIA DE

UNIVERSIDADES NACIONALES, SEGÚN GENERO, CONDICION

LABORAL, RELIGION Y PAIS DE PROCEDENCIA

En la tabla 62 se puede apreciar que existen diferencias significativas

según género, ya que el valor obtenido fue de z = 3.79 que fue

significativo, donde las mujeres presentan un mayor bienestar espiritual

en la dimensión religiosa (51) que las ubica en el nivel medio, frente a los

varones (41.1) que están en el nivel bajo.

Igualmente se aprecian diferencias significativas en la condición laboral,

obteniéndose un valor z= 3.06, donde los que presentan mayor bienestar

espiritual en la dimensión religiosa son los estudiantes que laboran (52.6)

frente a los que no lo hacen (47.8). Aunque ambos se encuentran en el

nivel medio, las diferencias alcanzan a ser significativas.

Por otro lado, respecto a la religión se hallaron diferencias significativas

entre los estudiantes católicos de los que no lo son, ya que se halló un

valor de Kruskal Wallis de 54.755, que resultó ser significativo, donde los

estudiantes no católicos presentan un mayor bienestar espiritual en la

dimensión religiosa (57.3) frente a los estudiantes que son católicos

(50.1). Aunque ambos grupos presentan un nivel medio, existen

diferencias significativas entre ellos. Asimismo, de acuerdo a lo esperado,


403

los estudiantes que no son creyentes, presentan el menor bienestar

espiritual en la dimensión religiosa (32) que los ubica en el nivel bajo.

Respecto al país de procedencia, se halló un valor Kruskal Wallis de

71.57 que resultó significativo, por lo que se puede afirmar que existen

diferencias altamente significativas, en donde los estudiantes de

República Dominicana presentan el mayor bienestar espiritual en la

dimensión religiosa (59.2), seguidos de Bolivia y Perú (50.2 y 48.1

respectivamente) y en último lugar, los estudiantes de Argentina (39.6).

Si bien es cierto hay claras diferencias interculturales en los países, debe

señalarse que de acuerdo a los niveles hallados en la variable en el

presente estudio, todos los países alcanzaron un nivel medio de bienestar

espiritual en la dimensión religiosa, a excepción de Argentina que tiene un

nivel bajo.
404

Tabla 62

Diferencias en la Dimensión religiosa del Bienestar espiritual según

género, condición laboral, religión y país de procedencia

Variable Categoría N Media DS Estadístico p


Género Masculino 56 41.1 17.5
Femenino 252 51 13.6 Z= -3.79 0

Condición Si Trabaja 87 52.6 14.4


Laboral No Trabaja 221 47.8 14.8 Z=-3.06 0.002

Religión Católico 205 50.1 12.5


No Católico 62 57.3 10
No Creyente 41 32 18.2 Kruskal Wallis=
54,755 0.000

País Argentina 82 39.6 16.6


Bolivia 73 50.2 13
Republica 79 59.2 7.8
Dominicana

Perú 74 48.1 13.3 Kruskal Wallis = 0


71.57
Nota: N= Tamaño muestral. DS= Desviación estándar.

Teniendo en cuenta los resultados obtenidos en la religión entre los

estudiantes católicos y los estudiantes no católicos, se decidió hacer un

análisis con el fin de conocer qué vinculación existiría con la condición de

ser practicante o no practicante.

Como se puede apreciar en la tabla 63, se halló un valor chi cuadrado de

31.132 con un nivel de significancia de 0.000, que revela una relación

significativa entre la religión y la condición de ser practicante,

encontrándose que los estudiantes católicos son practicantes en un


405

50.2%, mientras que los estudiantes no católicos son practicantes en un

77.4%.

Tabla 63

Asociación entre Religión y condición de practicante en los países

evaluados

Practica
Si No Total
Religión Católica 50.20% 49.80% 100.00%
No católica 77.40% 22.60% 100.00%

Chi cuadrado de 31,132 con un nivel de significancia de 0,000

4.4. ANALISIS COMPLEMENTARIO

Se presentan los niveles obtenidos en cada una de las variables, tanto de

la dimensión religiosa del bienestar espiritual, como de la resiliencia, con

el fin de poder construir un perfil de los países latinoamericanos que han

sido estudiados.
406

Perfil de la Dimensión religiosa del Bienestar espiritual en los países

evaluados

Como se observa en la figura 17, República Dominicana presenta el

mayor peso porcentual en el nivel alto (55.7%), mientras que Argentina

es la que presenta el mayor peso porcentual en el nivel bajo (65.9%).

Figura 17. Perfil de la Dimensión religiosa del Bienestar espiritual en

Argentina, Bolivia, República Dominicana y Perú


407

Perfil de Resiliencia en los países evaluados

Como se puede apreciar en la figura 18, el país con mayor peso

porcentual en el nivel alto es República Dominicana (39.2%) y el que tiene

mayor peso porcentual en el nivel bajo es Argentina (45.1%).

Figura 18. Perfil de Resiliencia en Argentina, Bolivia, República

Dominicana y Perú
408

Perfil del Factor de Competencia personal de la Resiliencia en los

países evaluados

Se observa en la figura 19 que el mayor peso porcentual del nivel alto de

competencia personal recae sobre República Dominicana (39.2%) y el

país que tiene el mayor peso porcentual en el nivel bajo es Argentina

(41.5%).

Figura 19. Perfil del Factor de Competencia personal de la Resiliencia en

Argentina, Bolivia, República Dominicana y Perú


409

Perfil del Factor de Aceptación de uno mismo y de la vida de la

Resiliencia en los países evaluados

En la figura 20 se puede apreciar con claridad que al igual que en los

análisis anteriores, el mayor peso porcentual en el nivel alto del factor de

aceptación de uno mismo y de la vida, lo alcanza República Dominicana

(34.2%) seguido muy de cerca por Perú (32.4%). Mientras que el mayor

peso porcentual en el nivel bajo lo presenta Argentina (51.2%).

Figura 20. Perfil del Factor de Aceptación de uno mismo y de la vida de la

Resiliencia en Argentina, Bolivia, República Dominicana y Perú


410

CAPITULO V: INTERPRETACION Y DISCUSION DE LOS

RESULTADOS

En primer lugar, analizamos los hallazgos obtenidos acerca de la

relación entre el bienestar espiritual y la resiliencia en los países

evaluados; en segundo lugar, se analiza la resiliencia según género,

condición laboral, religión y país de procedencia e igualmente en tercer

lugar, se analizan los resultados obtenidos en la dimensión religiosa del

bienestar espiritual bajo los mismos criterios. En cuarto lugar, se

discuten los resultados obtenidos en el análisis psicométrico de la Escala

de Resiliencia y, de la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual según países; y en quinto lugar, se hace un análisis

epistemológico del estado actual del conocimiento tanto de la resiliencia

como del bienestar espiritual. Finalmente se plantean las limitaciones del

presente estudio. A continuación, desarrollaremos cada una de estas

partes.

Empezaremos señalando en primer lugar, que al analizar la

relación entre el bienestar espiritual y la resiliencia, se encontró que

existe relación significativa entre la dimensión religiosa del bienestar

espiritual y la resiliencia, a nivel general en los cuatro países

latinoamericanos, sin embargo, una mirada más cercana, nos permite

apreciar que solo la relación se cumple en dos de ellos, nos referimos a

Bolivia y República Dominicana. En dichos países incluso se presenta


411

una fuerte relación causal, comprobando que el bienestar espiritual influye

en forma significativa sobre la resiliencia, a diferencia de Argentina y Perú

donde no existe relación entre ambas variables.

Nuestros hallazgos confirman por un lado las semejanzas que

tipifican a nuestras naciones, lo cual corresponde al componente ético, es

decir, las características comunes a los países; pero también las

diferencias, que constituyen el componente émico, que al mismo tiempo

también implican diferencias interculturales, sus propias particularidades,

matices e idiosincrasias.

Es indudable que a pesar que nos unen lazos estrechos entre los

países que conforman Latinoamérica, también existen diferencias

importantes. De acuerdo a Carranza (2011) las realidades nacionales de

América Latina y el Caribe son diversas y las condiciones específicas en

cada país y en cada subregión son igualmente diferentes, aún cuando

puedan identificarse un conjunto de rasgos comunes.

En trabajos como el presente donde se ha seguido un enfoque

émico-ético, como bien afirma Olavarrieta (2001) lo más probable es que

los resultados del análisis de equivalencia sean mezclados con algún

grado de similitud pero con dimensiones o indicadores idiosincráticos.

Para Vargas Hernández (2007) es indudable que el comportamiento de

los habitantes de una nación es moldeado por los valores, creencias y


412

tradiciones culturales que les son comunes y los cuales difieren de otras

naciones.

Ahora bien, es necesario detenernos en los países, en los cuales si

se halla relación causal entre las variables. Al respecto, creemos que es

trascendental el comprobar que el bienestar espiritual es una variable

predictora de la resiliencia, pues no cabe duda que en todo ser humano

como parte de su desarrollo, existen situaciones en los cuales debe lidiar

con la adversidad que genera dolor y sufrimiento, donde tendrá por lo

menos dos opciones, sucumbir ante ellas o ponerse de pie y salir

fortalecidos, pero no solo es eso, sino darnos cuenta que aquellos que

alcanzan mayores niveles en la dimensión religiosa del bienestar

espiritual, son personas con mayor predisposición a levantarse.

Por tanto, en base a los hallazgos encontrados, podemos darnos

cuenta como la dimensión religiosa del bienestar espiritual, vale decir, la

manera como nos relacionamos con Dios, con nosotros mismos y con los

demás, va a ser un factor muy importante para ser más o menos

resilientes.

La relación entre ambas variables, ya ha sido reportada en otros

estudios con muestras diferentes, por ejemplo, Canaval et al., (2007)

encontraron una relación positiva y significativa entre espiritualidad y


413

resiliencia, donde mujeres con más altos niveles de resiliencia

presentaban niveles altos de espiritualidad.

Rodríguez et al., (2011) afirman que si la espiritualidad determina

de manera importante el desarrollo de la resiliencia, es posible que el

estudio de la primera como atributo de la persona tenga un impulso cada

vez mayor en diferentes campos como la medicina, la enfermería, el

trabajo social o la educación. Según estos autores, aunque la psicología

positiva ha dado un empuje al estudio de las fortalezas y cualidades

humanas, es claro que respecto a la investigación empírica dirigida a

explorar, comprender o explicar la relación entre espiritualidad y

resiliencia, la psicología en general está dando apenas sus primeros

pasos.

Por otro lado, debemos señalar que para explicar las diferencias

entre las naciones, por qué en unas si se halla relación entre las variables

de estudio y en otras no, tendríamos que hacer un análisis de carácter

histórico (historia antigua y reciente), sociocultural, político y educativo,

para saber con precisión; algo que nos es difícil, pues supera las

implicancias de este estudio, por lo que deberá ser abordado en futuras

investigaciones.
414

Pasando a otro punto, en segundo lugar, al analizar los

resultados obtenidos en la resiliencia según género, condición

laboral, religión y país de procedencia, se encontró que en los tres

primeros no existen diferencias significativas.

Particularmente el hecho que no existan diferencias en la

resiliencia entre varones y mujeres coincide con otros estudios (v.g.

Saavedra & Villalta, 2008; Rodríguez et al., 2009) aunque también

existen otros que difieren con nuestros hallazgos (v.g. Pulgar, 2010).

El hecho que no existan diferencias según condición laboral y

religión, resulta alentador y esperanzador, y va en la línea de lo

esperable, pues en recientes investigaciones, se ha revelado que el ser

humano es resiliente, es decir, independientemente de la cultura o etapa

socio histórica en la cual se viva, en general, las personas somos capaces

de superar el dolor y la adversidad, ponernos de pie y seguir adelante. No

se requiere cualidades especiales o extraordinarias (Carretero, 2010). En

esta línea es necesario recordar que la resiliencia se basa en el supuesto

de la capacidad universal de los seres humanos para abordar

satisfactoriamente la adversidad (Grotberg, 1995; Kotliarenco, 2000;

Saavedra, 2003 Citado en Villalta, 2010).

Por otro lado, en el caso de los países, encontramos que si existen

diferencias significativas, en donde los que presentan mayores niveles de


415

resiliencia son los estudiantes de República Dominicana, en segundo

lugar Perú, en tercer lugar Bolivia y en último lugar Argentina. Cruzando

estos datos con los niveles hallados en la muestra de los 4 países, se

puede apreciar que todos llegan a alcanzar niveles medios de resiliencia,

donde República Dominicana sobresale, pero igualmente sigue teniendo

un nivel moderado. El caso de Argentina es el único que está entre el

nivel medio y el bajo de resiliencia, justo en el límite.

Es decir, en general, podemos afirmar que las muestras según

país de procedencia, en su gran mayoría son resilientes. Pues aunque

existan diferencias significativas entre los países, en general presentan

niveles moderados de resiliencia.

Es necesario puntualizar que para intentar comprender a cabalidad

por qué un país es diferente al otro, no basta solamente estudiar las

adversidades que ha vivido y ha superado o intentan superar; es

necesario por sobretodo conocer cómo cada pueblo enfrenta las

adversidades, como se teje su espíritu de resistencia y superación, cómo

se moldean las actitudes frente al dolor y al sufrimiento. Puede existir el

espíritu nacional de un país que se caracterice por empoderarse frente a

la adversidad, y que ésta no sea más que el impulso para alcanzar cada

vez mayores logros, o por el contrario, un país que tenga un espíritu

nacional que se siente amenazado ante la adversidad, se siente


416

intimidado, y que cae en un abismo traducido por más miedos,

ansiedades, angustias, desesperanza y violencias, entre sus pobladores.

Pero una vez más debemos ser cautos y prudentes, no podemos

generalizar y decir que tal o cual nación es más resiliente que otra, para

eso haría falta hacer estudios sobre diferentes grupos socioculturales,

grupos etáreos y de diferentes realidades económicas en cada país; por

tanto, lo que si podemos decir, es que en estudiantes de Psicología de

universidades nacionales, estos son los hallazgos que se han encontrado,

los mismos que deberán ser corroborados en futuros estudios que se

realicen al respecto.

En este análisis tampoco debemos olvidar que la muestra está

conformada por estudiantes de primer año de formación en Psicología,

por tanto debemos ser cuidadosos con la lectura que se haga de estos

datos, pues no podríamos aseverar que estos hallazgos se van a repetir

en todos los jóvenes, ni en los demás grupos poblacionales de cada país.

En base a los resultados obtenidos, podríamos preguntarnos ¿Los

resultados hallados estarán influidos porque la muestra era

específicamente de Psicología?, ¿Por qué se trataba de estudiantes de

universidades nacionales, donde la mayoría de las veces, ya es un logro

ocupar una vacante y casi siempre solo lo logran los que perseveran para

ingresar?, ¿Encontraremos los mismos resultados entre los estudiantes


417

que recién empiezan su formación y los que ya la terminan?, ¿La carrera

de Psicología favorece de algún modo la resiliencia?, ¿Los que eligen

seguir la carrera de Psicología es porque tienen un gran deseo de superar

la adversidad que se presenta en diversas etapas de la vida, propia de la

condición de ser persona?, estas y muchas más preguntas quedan

pendientes de responder en futuros estudios.

Para conducir futuras investigaciones, necesariamente deberemos

desarrollar investigaciones en otros grupos humanos, y particularmente

con otros instrumentos de medición más sensibles y sobre todo

construidos en nuestros propios países, diseñados especialmente para

nuestras realidades socioculturales.

En tercer lugar, se analizan los resultados obtenidos en la

dimensión religiosa del bienestar espiritual, donde si hemos

encontrado diferencias tanto en género, como condición laboral, religión y

país de procedencia. A continuación analizaremos las implicancias de

estos resultados según los criterios de comparación utilizados.

En relación a las diferencias en la dimensión religiosa del bienestar

espiritual, según género, se encontró que las mujeres tienen mayores

niveles que los varones. Al ubicar la media obtenida en cada grupo según

los niveles asumidos en la presente investigación, se encuentra que las

mujeres presentan un nivel medio (51) frente a los varones que presentan
418

un nivel bajo (41,1). Lo cual es coincidente con otros trabajos de

investigación, que han reportado que el género femenino es uno de los

factores más influyentes en el comportamiento espiritual-religioso (Véase

referencias en el trabajo de Quiceno & Vinaccia, 2011).

Efectivamente se puede observar en la realidad que las mujeres

con mayor facilidad suelen tener (a veces desde temprana edad) una

relación personal con Dios. Son las mujeres quienes decididamente

muestran en diferentes etapas de desarrollo mayor cercanía a Dios, las

que más conductas de religiosidad expresan (v.g. asistencia a las iglesias

y reuniones de tipo espiritual, participación en núcleos de oración, actos

de adoración al Santísimo Sacramento, concurren a manifestaciones

populares de fe, entre otros) sobrepasando en números importantes a los

varones, quienes generalmente en etapas avanzadas en la vida se

acercan más a Dios.

Algunos estudios sugieren que los efectos de apoyo de la religión

son más fuertes para las mujeres. Ellison et al., (1994) encontraron que

las mujeres religiosas que regularmente asistían a la iglesia reportaron

recibir más beneficios de apoyo social y expresivo que los hombres y

aquellas mujeres que no asistían con frecuencia a la iglesia. Otros

estudios han encontrado que las mujeres son más propensas a utilizar y

mantener relaciones y redes de apoyo a través de la participación


419

religiosa (Belle, 1987; Ferraro et al., 1994; Gerstal, 1988; Griffith et al.,

1980; Thompson, 1991 Citado en Pérez et al., 2005).

El hecho de que más mujeres que hombres asuman prácticas

espirituales, principalmente a nivel religioso, podría reflejar una conducta

adaptativa; dicha conducta hace que las mujeres, encuentren un recurso

de fortaleza y adaptación eficaz (Rodríguez et al., 2011) sobre todo

cuando se tienen que enfrentar a las enfermedades, al maltrato, al abuso

o a la adversidad en general.

Por otro lado, varios estudios sugieren que el ejercicio de

actividades espirituales puede influir a través de las emociones positivas

como la esperanza, el perdón, la autoestima y el amor, las cuales pueden

ser importante para la salud mental, a través de mecanismos de acción

psiconeuroinmunológicos y psicofisiológicos (Gastaud et al., 2006),

probablemente ésta pueda ser una de las causas -entre muchas más que

existen- que expliquen porque las mujeres habitualmente alcanzan a tener

mayor esperanza de vida que los varones. Lo que deberá ser investigado

en un futuro.

Ahora es necesario que analicemos las diferencias en el bienestar

espiritual, según condición laboral, donde hemos encontrado que los que

trabajan y estudian al mismo tiempo, presentan mayores niveles (52,6) de

bienestar espiritual que los que solo estudian (47,8) y aunque ambos se
420

encuentran en el nivel medio, de todos modos, existen diferencias

significativas.

Creemos que el hecho que los estudiantes que trabajan tengan

mayor bienestar espiritual, que aquellos que no lo hacen, se puede deber

a que probablemente, el tener que lidiar con mayores responsabilidades,

frente a aquellos que solo deben de preocuparse por estudiar y tener un

buen rendimiento; marca la diferencia en la relación que establecen con

Dios, quizás el hecho de tener que “madurar” más pronto al asumir ese

tipo de responsabilidades contribuya a esta diferencia.

Es sabido, que cuando tenemos que enfrentar situaciones difíciles

y estresantes, una de las mejores opciones que tenemos, es la de confiar

en Dios; los golpes de la vida, los sinsabores, las preocupaciones, las

demandas internas y externas, definitivamente, nos pueden permitir por lo

menos dos caminos, acercarnos a Dios, o alejarnos de Él; al parecer, los

estudiantes que estudian y trabajan al mismo tiempo han optado por el

primer camino, pues en esta investigación han obtenido mayores niveles,

lo que se traduce en decir, que tienen una relación más rica y profunda

con Dios.

Este hallazgo deberá ser corroborado en futuros estudios para

saber si el dato obtenido ha sido fortuito o no.


421

Después de haber analizado las diferencias según condición

laboral es necesario que hagamos lo mismo, pero en relación a la religión.

Como se ha podido apreciar se hallaron diferencias significativas entre los

estudiantes católicos (50,1) de los que no lo son (57,3) y aunque ambos

se encuentran en el nivel medio de la dimensión religiosa del bienestar

espiritual, la diferencia es clara a favor de los estudiantes no católicos.

Más aún, cuando hacemos una lectura más minuciosa,

encontramos que la diferencia se debe a la condición de ser practicante o

no, en donde hallamos que existen diferencias marcadas entre los

estudiantes católicos donde solo el 50,2% se consideran practicantes

frente a los estudiantes no católicos de los cuales 77,4% se consideran

practicantes.

Podemos darnos cuenta que efectivamente nuestro continente

americano tiene una marcada presencia de católicos, sin embargo,

generalmente no nos caracterizamos por vivir de modo coherente lo que

decimos creer, menos ahora en estos tiempos, donde proclamar

abiertamente que creemos en Dios se ha convertido en tema de

vergüenza, en algo que debe esconderse, ocultarse y mejor si se olvida

porque no está de moda, no se ve bien a la persona que lucha fielmente

por sus ideales, por sus creencias religiosas, que expresa abiertamente

su amor a Dios, más aún si esta persona es un estudiante universitario,

pues en muchas universidades (ciertamente no todas) polémica y


422

lamentablemente se enseña que Dios es una fantasía, equiparable a un

invento del hombre.

Paralelamente a este oscuro panorama, encontramos otro grupo

de estudiantes que siendo más minoritario y perteneciendo a diversas

denominaciones, como evangélicos y cristianos, entre otros, se declaran

mayoritariamente practicantes, y aunque son personas en mucho menor

cantidad que los católicos (62 frente a 205), definitivamente nos muestran

con claridad la importancia de vivir la fe con convicción, con firmeza y con

valor.

Esta es la diferencia, en la vida de las personas de acuerdo a la

religión, es decir, aquellos que sean practicantes van a presentar una

mejor relación con Dios, traducido en un nivel más alto de dimensión

religiosa del bienestar espiritual. En otras palabras, no basta decir, “Creo

en Dios”, hay que vivirlo de modo coherente, que realmente sea capaz de

transparentarlo a los demás, teniéndolo presente en la vida día a día.

Es importante acotar, que la espiritualidad va más allá de la

afiliación religiosa (Jiménez, 2005). En nuestro continente podremos decir

que a comparación del resto del mundo, existe mayor presencia de

católicos, pero hay que tener cautela en cómo interpretar este hecho,

pues no es suficiente decir que se es de tal o cual religión, sino que es


423

fundamental, no quedarse en apariencias externas, y actuar de modo

coherente, viviendo a plenitud nuestra fe en Dios.

En la sociedad actual, como bien apunta Sánchez Griese (2007)

cuando el centralismo en la persona se exagera, la espiritualidad se

sustituye con medios que hacen sentir bien a la persona, le exigen poco o

nada de esfuerzo. La consecuencia son personas centradas en sí mismas

y alejadas de Dios.

Por eso es que la manera como hablamos de la Fe en Dios, de

cómo la vivimos y la practicamos debe de cambiar, debemos darnos

cuenta que es necesario construir estilos más coherentes entre lo que

decimos sentir (componente afectivo) y lo que creemos (componente

cognitivo), con lo que hacemos (componente comportamental) en relación

a Dios. Como afirma Garrido (1996) si en nuestras catequesis seguimos

empeñados en enseñar “verdades” y no suscitamos experiencia personal,

la fe quedara reducida a un sistema de convicciones sin conexión real con

el corazón del hombre. Si queremos que esto sea diferente, pues

entonces, debemos procurar que la espiritualidad se convierta en el

camino a seguir para alcanzar a Dios, de acuerdo a la huella que el

mismo Dios deja en el alma de la persona (Sánchez Griese, 2007).

Un punto aparte en este análisis le corresponde a los estudiantes

no creyentes, quienes obtuvieron un claro resultado negativo en la


424

dimensión religiosa del bienestar espiritual (32) que los ubica en el nivel

bajo. Al respecto, debemos reconocer que en el presente trabajo se ha

medido exclusivamente la “Relación con Dios” como medio de entender la

dimensión religiosa del bienestar espiritual, de acuerdo a los autores del

instrumento.

No obstante, no debemos dejar de considerar que en las personas

no creyentes también existe una dimensión espiritual, pensemos en

aquellos que nunca han escuchado hablar de Dios, o aquellos que

sabiendo de Él, voluntariamente han rechazado creerle; pero que sin

embargo, buscan un sentido de trascendencia, buscan relacionarse bien

con los demás, le otorgan un significado a su existencia; en esos casos,

será posible hablar de bienestar espiritual, pero no de bienestar en el área

religiosa, como ha sido medido en este estudio.

Es claro que si bien no todas las personas tienen una religión,

todas tienen, de alguna manera, inquietudes espirituales (Beca, 2008). Es

entonces posible hablar de espiritualidad, aun en aquellos que no creen

en Dios (Jiménez, 2005).

Todas las personas, creyentes o no creyentes, tienen espiritualidad

y necesidades espirituales que se van desarrollando y evolucionando a lo

largo de sus vidas. Frente a situaciones existenciales más significativas, y

evidentemente ante una enfermedad seria, limitante o amenazante de la


425

vida, surgen interrogantes de causas y significados, incertidumbres de los

proyectos de vida, temores, culpabilidades, necesidad de balances,

reconciliaciones y esperanzas (Beca, 2008).

Por tanto, debemos ser cautelosos con los resultados obtenidos en

los estudiantes no creyentes y darnos cuenta que se refieren

específicamente a la dimensión religiosa del bienestar espiritual, donde

por no creer en Dios, obviamente han obtenido niveles bajos. Sin

embargo, ello no quiere decir que no puedan tener una saludable

espiritualidad, no en su relación con Dios, pero si en su relación con los

demás, consigo mismos y con el entorno.

Y aunque ciertamente partimos de la premisa que la falta de una

sólida relación con Dios repercute desfavorablemente sobre la vida de las

personas en muchos sentidos, tanto consigo mismos, como con los

demás; eso es algo que deberá ser comprobado en futuros estudios.

Pasando a otro punto, analizaremos las diferencias en la dimensión

religiosa del bienestar espiritual según país de procedencia, donde se

hallo que existen diferencias altamente significativas, siendo los

estudiantes de República Dominicana quienes presentan el mayor

bienestar espiritual (59,2), seguidos de Bolivia (50,2) y Perú (48,1) y en

último lugar Argentina (39,6). De acuerdo a los niveles hallados en el

presente estudio, los tres primeros países alcanzan niveles medios,


426

mientras que el último país presenta un claro nivel bajo en la dimensión

religiosa del bienestar espiritual.

Consideramos que definitivamente el bienestar espiritual es una

variable altamente compleja, por tanto las diferencias existentes entre

varios grupos pueden ser función de las diferentes tradiciones, normas y

valores, estereotipos, procesos de socialización, condicionamientos

socioculturales e históricos que impactan en la manera como percibimos e

interpretamos nuestra relación con Dios, con los demás y con nosotros

mismos.

Vanistendael (2003) afirma que la espiritualidad es una noción más

conocida que la resiliencia pero con interpretaciones tan múltiples y tan

divergentes, que el riesgo de no comprenderla es muy elevado.

Tendríamos entonces que preguntamos ¿Qué factores contribuyen

a que en unos países exista una mejor relación con Dios?, (pues eso es lo

que precisamente aborda la dimensión religiosa del bienestar espiritual),

¿Será la práctica de la tradición judeo-cristiana?, ¿El apego a la

religiosidad popular?, ¿La tradición oral que mantiene más viva la

transmisión de valores cristianos que enfatizan la fe en Dios?, ¿Tendrá

alguna vinculación la relación con Dios, con los valores morales, es decir,

en países donde existe mayor cultivo de los valores morales habrá una

mejor relación con Dios, o será independiente?, ¿Habrá alguna


427

vinculación entre la autopercepción que tienen las personas de

determinadas naciones como que son capaces y autónomos, pero al

mismo tiempo sabedores de su pequeñez y necesidad frente a Dios;

frente a aquellos pobladores de naciones donde existe mayor orgullo y

soberbia, donde con más facilidad se prescinde de Dios por considerar

que no se le necesita, y quizás por eso negar su existencia?

Como bien afirma Vásquez (2005) la cuestión se complica en el

ámbito de la investigación transcultural en la que el investigador debe

reconstruir, desde el marco conceptual-valorativo en el que su sociedad lo

ubica, y desde sus propias categorías cognitivas que no puede dejar en

suspenso (poner entre paréntesis), las creencias, costumbres, valores,

estructura de pensamiento, estructuras sociales, etc., propias de un

contexto histórico y cultural que le es extraño y desconoce.

Por tanto, las preguntas formuladas deberán ser respondidas en

futuras investigaciones, las que con prudencia y cautela nos develen el

rostro de la espiritualidad en nuestros países, para conocernos más y

mejor.

Después de haber hecho un análisis de los hallazgos obtenidos en

la dimensión religiosa del bienestar espiritual según género, condición

laboral, religión y país de procedencia, creemos que es importante que

realicemos un análisis de los resultados a nivel general, en función del


428

perfil que se ha obtenido de cada país, según niveles y las implicancias

que conlleva al tratarse de una muestra conformada por estudiantes de

Psicología que cursan el primer año de formación.

En base al perfil obtenido, nos encontramos con resultados

sorprendentes y alentadores en 3 de los 4 países evaluados, pues al

sumar los puntajes medios y altos de la dimensión religiosa del bienestar

espiritual, encontramos un claro posicionamiento a favor, específicamente

en República Dominicana hallamos que sumando ambos niveles

presentan un 96,2%; en Perú, los niveles medios y altos arrojan 67,6%;

en Bolivia los dos niveles suman 67,1% y solo en Argentina es de 34,2%

con un claro predominio desfavorable de los niveles bajos de bienestar

espiritual.

Es decir, podemos afirmar que en estudiantes de primer año de

formación de Psicología de universidades nacionales de zonas urbanas

de los países evaluados (a excepción de Argentina), existe un claro

predominio de niveles altos y medios de bienestar espiritual, traducido en

que la relación con Dios se percibe en general como positiva.

Podríamos pensar que el hecho que se trate de estudiantes de

universidades nacionales, que presumiblemente no cuentan con los

recursos económicos suficientes para estudiar en una universidad

privada, pueda permitir tipificarlos como estudiantes de bajos recursos


429

económicos (aunque no siempre sea así, ya que algunos prefieren estas

universidades por su alto prestigio).

Precisamente, uno de los factores que influyen directa o

indirectamente en el comportamiento espiritual-religioso, es tener bajo

estatus socioeconómico, entre otros (Véase referencias en el trabajo de

Quiceno & Vinaccia, 2011). Por lo que si tipificamos a nuestra muestra

como de bajos recursos, podemos presuponer que las necesidades,

sufrimientos y adversidades que tienen que enfrentar es lo que

probablemente los lleva a tener una mejor relación con Dios.

Nuestros resultados entonces, son similares a los reportados por

Quiceno y Vinaccia (2011) quienes hallaron que en las personas de

estrato bajo, las creencias y prácticas religiosas y espirituales, el apoyo

social religioso, las estrategias de afrontamiento religioso y no religioso se

manifiestan en mayor frecuencia, en comparación con las personas de

estrato alto, y en las personas del estrato medio con relación a las

personas de estrato alto. Pero debido a que dicho estudio se hizo con

pacientes con enfermedades crónicas y no en estudiantes, deberá

seguirse sometiendo a nuevas replicaciones.

Las personas más capaces de sobreponerse a las dificultades son

aquellas que tiene un propósito por el cual vivir, una tarea qué realizar

(Frankl, 1983 Citado en Manrique, 2011). ¿Y quién podría darnos el


430

mayor sentido a nuestras vidas?, si no es Dios, el tipo de relación que

establezcamos con Él, una relación de amor y confianza, o por el

contrario, de temor y recelo, o de negación completa. No cabe duda que

muchas de nuestras vidas y nuestros quehaceres serán diferentes en

función de reconocer a Dios como centro de nuestras vidas o no hacerlo.

Pero ahora es necesario que planteemos varias preguntas sobre

las implicancias a futuro, sobre la durabilidad de estos hallazgos cuando

los estudiantes ya no se encuentren en primer año de formación, sino que

vayan avanzando hasta lograr terminar su formación como psicólogos y

psicólogas.

Las preguntas inevitables que surgen son ¿Será que recién están

en el primer año de formación y que con el correr de los años, la

universidad –como suele ocurrir en la mayoría de ellas- se encargará de

enseñarles que Dios no existe?, ¿Será que aún mantienen viva la fe que

les enseñaron de pequeños y que conforme pasen los años se irá

durmiendo y hasta olvidando como la mayoría de las veces ocurre?,

¿Será que a medida que aprendan y se nutran en mayores conocimientos

científicos aprenderán que no se ve bien al creyente y menos si se precia

de ser buen científico e irán dejando de lado estas creencias?, ¿Qué

pasaría si examinamos a los mismos estudiantes pero al final de sus

carreras?, ¿Qué impacto habrán tenido la formación universitaria en

mantener viva su Fe en Dios y más aún consolidarla o echarla a perder?,


431

¿Qué modelo ejerce el docente universitario cuando, lamentablemente

muchas veces, el mismo le dice a sus estudiantes que Dios no existe, en

un supuesto clima de libertad de culto y tolerancia, donde sin embargo, no

se valora al creyente, muy por el contrario, se le sanciona? son tantas

preguntas que falta responder.

En este contexto, creemos que el rol de las universidades es

fundamental. Si bien es cierto, existen universidades que viven en forma

coherente la fe en Dios, asumiendo una relación estrecha con la ciencia,

entendida ésta como un medio para ponerla al servicio del ser humano;

penosamente esto no ocurre en la mayoría de las universidades, muy por

el contrario nos podríamos preguntar ¿Realmente se respeta, se acoge y

se valoran los pensamientos orientados a Dios, las creencias de que Dios

existe y nos ama sin medida, sin límite. Realmente eso ocurre en la

mayoría de las universidades? O por el contrario, ¿Se enseña y se

transmite que Dios no existe, que creer en Él es motivo de vergüenza, de

ser rechazado, de ser considerado como poco científico o nada científico?

Como se sabe la realidad universitaria –al margen de algunas

excepciones- se caracteriza en su gran mayoría, porque se transmite la

idea de que la Fe en Dios y la ciencia son incompatibles, o se es creyente

o se es científico, ambos no; con más frecuencia de la deseable, se

escucha a docentes universitarios afirmar que el que se precie de ser

verdadero científico, debe dejar de creer en Dios, ¿Dónde queda


432

entonces el respeto por las creencias de cada uno?, ¿Si yo no comparto

las creencias de que Dios existe, tengo acaso el derecho de decirle a los

demás que dejen de creer, por qué eso no resulta inteligente?, diríamos

aún más, ¿Es popular en estos tiempos demostrar y cultivar la fe en Dios?

O muy por el contrario, ¿Es motivo de vergüenza, de acomplejamiento, de

creerse inferior a los demás, pues los que presumiblemente se creen

inteligentes no deben tener fe en Dios? Son cientos de preguntas que nos

podemos hacer, y para responder a cabalidad hace falta que se sigan

investigando estos aspectos con toda la rigurosidad metodológica propia

de los estudios científicos.

Consideramos que la realidad universitaria -especialmente

conforme van transcurriendo los años de formación-, la mayoría de las

veces, reprime y sanciona el hecho que las personas crean en Dios. Lo

cual indudablemente refleja una pérdida de sentido en nuestras vidas, una

pérdida de visión de lo que debe ser la educación, donde a decir, de los

organismos internacionales (véase v.g. Informe a la UNESCO de la

Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI en Delors,

1997) también debe atenderse la realidad no sólo social, cultural,

histórica, donde se desarrolla el proceso educativo, sino además la

realidad religiosa y espiritual de las personas.

Según Miller y Thoresen, 2003 (Citado en Torres, 2003) existen

dos supuestos erróneos que han influido en subestimar la investigación


433

en el área de espiritualidad: el supuesto que la espiritualidad no puede ser

estudiada científicamente y el supuesto que la espiritualidad no debe ser

estudiada científicamente. No tenemos duda que esto ha influido

significativamente en la vida universitaria, generando rechazos, prejuicios

e incluso exclusiones a todos aquellos que buscan ser coherentes con la

Fe en Dios, expresarla y defenderla.

Por ello, si entendemos que las universidades, son por excelencia

el centro del saber, el lugar donde se acunan y forjan las nuevas

generaciones de profesionales que asumirán roles fundamentales en la

vida de nuestras naciones; es entonces imprescindible que preparen a los

estudiantes en las habilidades que requieren para enfrentar los desafíos

que plantea este milenio. Recordemos que una de las perspectivas

fundamentales y fines de la educación es según Wenger, 1999 (Citado en

Quiñones, 2006) que el aprendizaje sea funcional, es decir que los

conocimientos adquiridos por el estudiante le resulten útiles en las

circunstancias de la vida cotidiana.

De acuerdo a Rodríguez et al., (2011) las investigaciones dadas a

conocer hasta ahora, confirman que la espiritualidad determina de manera

importante el desarrollo de la resiliencia en las diversas áreas y etapas del

desarrollo humano, por lo que esto debería ser suficiente como para que

las universidades incluyan en sus currículos profesionales, tanto a nivel de


434

pregrado como de postgrado, el tema de la espiritualidad como materia

transversal en la formación.

Podría ser útil citar aquí los resultados obtenidos por Gastaud et

al., (2006) con una población de estudiantes de todos los ciclos de

Psicología de una universidad, quienes fueron comparados con

estudiantes de Medicina y Derecho, hallándose que los que estudian

Psicología obtuvieron un nivel más bajo de bienestar espiritual que los

estudiantes de Medicina y Derecho.

Lo cual nos puede hacer reflexionar sobre ¿Qué tipo de formación

se brinda al estudiante de Psicología?, ¿Qué tipo de psicólogos

responderán los retos que plantea el futuro?

Al respecto, Rodriguez et al., (2011) señalan que un psicólogo que

no toma en cuenta, no entiende lo suficiente o ignora la dimensión

religiosa/espiritual de la persona o de la comunidad, viéndola en algunos

casos como un obstáculo cognoscitivo o un campo de la psiquis poco

importante para el desarrollo humano, estaría negando o subestimando el

aspecto quizás más medular de la persona y de sí mismo como

instrumento de sanación e incluso, de resiliencia mutua, a través de la

relación que se establece.


435

En esta línea, creemos que el rol que ejerce la universidad,

ciertamente es de formar a futuros profesionales, sabedores de su

disciplina, capaces de ejercer sus roles de manera eficiente y aportar

nuevos conocimientos para seguir enriqueciendo la ciencia; pero es

mucho más que eso; tengamos presente que la formación del ser

humano se sigue dando. En las aulas ingresan adolescentes y jóvenes

de tan solo 16, 17 ó 18 años hacia adelante en su gran mayoría, personas

que en las aulas van a descubrir muchos de ellos el amor, el dolor y el

sufrimiento; que paralelamente van a transformarse de jóvenes a adultos,

con las implicancias que conlleva.

Por lo expuesto, podemos preguntarnos qué implicancias tiene la

dimensión religiosa del bienestar espiritual en el estudiante que dentro de

pocos años será un psicólogo o psicóloga. Preguntémonos: ¿El bienestar

espiritual es una variable importante o no en la vida de las personas?,

¿Tiene o no implicancias en el quehacer profesional?, ¿Es una variable

que puede ricamente utilizarse para abordajes más integrales, ya no solo

desde la habitual perspectiva biológica, psicológica y social, sino también

espiritual?, ¿Será verdad que todos querámoslo o no, nos tenemos que

enfrentar a situaciones en la vida que tienen que ver con la perdida, la

enfermedad, la muerte, el infortunio, donde se activarán nuestras

creencias espirituales, sean cuales fueren?, ¿Cuál es entonces el rol que

cumple el psicólogo frente a dichas situaciones?, ¿Cómo encara eso,


436

callándolas, negando su existencia o las atiende como parte del desarrollo

del ser humano sin prejuicios?

Las preguntas continúan ¿Qué pasara, si este psicólogo o

psicóloga, es una persona creyente, cómo es su relación con Dios, con

los demás, consigo mismo?, ¿Cómo afecta esto su vida y su ejercicio

profesional?, ¿Respeta las creencias de los demás concuerden con las de

él o no?, ¿Impone su ateísmo o su fe?, ¿Su dimensión espiritual

enriquece su trabajo o no?, ¿Qué podemos perder si no tenemos vida

espiritual que nos permita ser sensibles a las necesidades espirituales de

los demás?, ¿Sólo aquellos que tienen una rica vida espiritual pueden

comprender a los demás en sus necesidades espirituales o no es

necesario?, la lista de preguntas en realidad es interminable, queda claro

que se requiere seguir investigando para responder de manera objetiva,

válida y confiable estos aspectos, no desde posiciones prejuiciadas, sino

de la mano con la evidencia empírica, pues solo así podemos dar pasos

seguros y firmes en la ciencia y contribuir al campo de la Psicología de la

Religión y Espiritualidad.

Tengamos claro que los hallazgos de la presente investigación se

han obtenido en estudiantes de psicología que en pocos años se

convertirán en profesionales del comportamiento humano (algunos

prefieren llamarlos profesionales de la salud) sea cual sea la

denominación que utilicemos, es claro que son profesionales que


437

trabajaran de cerca con las personas, con sus pensamientos,

sentimientos, creencias, valores, estilos de vida, riquezas y

potencialidades, sufrimientos y debilidades, todo aquello que constituye la

compleja trama de la vida del ser humano, donde el psicólogo tiene

mucho que aportar.

Es innegable que los seres humanos tenemos necesidades

espirituales (Almanza & Hollnad, 1999; Bayés, 2006; Moadel et al., 1999;

Taylor, 2003) y estas necesidades adquieren diferentes formas, siendo

condicionadas por el aprendizaje, las cuales están en relación con el

plantearse según Bayés (2006) las grandes preguntas que tienen que ver

con el sentido o significado de la vida (Citado en Rodriguez, 2006).

Por ello, si buscamos brindar servicios de máxima calidad, es hora,

que demos entrada al área espiritual en nuestro trabajo como

profesionales, y precisamente para atender las diversas manifestaciones

espirituales que pueden surgir en la persona o grupos o entorno que se

trabaje o estudie; es necesario que el psicólogo este preparado para

intervenir espiritualmente si fuera el caso, pero siempre en un clima de

libertad, apertura, respeto y tolerancia frente a los demás, sea que

comparten sus creencias o no.

No cabe duda que una de las profesiones que más tiene que

trabajar con las necesidades espirituales de las personas, son los


438

psicólogos, que tienen que ver de acuerdo a Monge y León, 1999 (Citado

en Rodriguez, 2006) con la búsqueda de la verdad, de la esperanza, del

sentido de la vida y de la muerte; los grandes interrogantes que aparecen

en la vida de todos los seres humanos.

Pues quién de nosotros no se ha hecho esas preguntas

fundamentales acerca de nuestro sentido de vida, ¿Por qué vivimos?,

¿Cómo enfrentar el dolor y la enfermedad, el sufrimiento y las

adversidades?, no solo en las vidas de los mismos psicólogos, sino

especialmente en las vidas de todas aquellas personas a las cuales los

psicólogos atienden, educan, rehabilitan, potencializan, capacitan, y un

largo etcétera, sea cual sea su campo de acción profesional.

Preguntémonos entonces, ¿Qué psicólogo puede eludir ese

aspecto en la vida de los demás a quienes brinda sus conocimientos y

experiencias?, ¿Por qué dejar de lado, entonces algo que es vital y

trascendente a toda existencia humana, sin importar credos, culturas y

tiempos?

Según Martínez Martí (2006) es evidente que en la vida de las

personas las prácticas religiosas y la espiritualidad en sentido amplio son

aspectos muy centrales que cumplen un papel muy eficaz como guías,

ayudas en situaciones difíciles y fuentes de crecimiento y compromiso

personal.
439

King y Dein (1998) se refirieron a la necesidad de considerar la

relevancia de las creencias religiosas en los futuros profesionales de la

salud, para su trabajo cotidiano; no consistiendo esta labor en hacer

proselitismo religioso entre las personas sanas o enfermas o entre sus

familiares e incurrir por ello en una transgresión ética (Sloan & Bagiella,

2002), sino en aprovechar la tendencia natural y espontánea de los

propios creyentes en aras de su salud; por consiguiente, la actitud del

profesional debe distar de minimizar las creencias o sus valores, a través

del menosprecio explícito e implícito, así como el de pretender eliminar o

modificar los preceptos doctrinarios que los rigen haciendo uso de la

crítica (Citado en González, 2004).

En este marco, se ha avanzado bastante en medicina, enfermería y

servicio social; sin embargo, en la psicología, y particularmente la

psicología latinoamericana, hace falta mucho camino por recorrer. Y

aunque como bien dice San Martin (2007) ninguna profesión puede

apropiarse del campo de lo espiritual; es indudable que los psicólogos

tenemos mucho que hacer.

Pasando a otro punto, en cuarto lugar es necesario discutir los

resultados obtenidos en el análisis psicométrico de la Escala de

Resiliencia y, de la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual según países.


440

Como se ha observado en los resultados, respecto a los ítems que

conforman la Dimensión Religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual no

fue necesario eliminar ningún ítem; algo que sin embargo, si ocurrió en el

caso de la Escala de Resiliencia, donde se eliminaron 5 ítems (7, 11, 20,

22 y 25) que no alcanzaron el valor de 0,20, pues no contribuían a la

validez de la escala ni a su homogeneidad.

Este hallazgo es similar a lo reportado por Heilemann, Lee y Kury,

2003 (Citado en Rodríguez et al., 2009) quienes al analizar las

propiedades psicométricas de la versión española de la Escala de

Resiliencia, identificaron dos ítems complejos: el ítem 11 y el ítem 25. De

modo análogo, Del Águila (2003) hallo que los ítems 7, 8, 11, 12, 22 y 25

no correlacionan significativamente, por lo que según la autora

posiblemente no debían ser considerados en la Escala de Resiliencia.

Por otra parte, como hemos podido apreciar en el presente estudio,

se han encontrado estructuras factoriales diferentes en cada uno de los

instrumentos evaluados, existiendo algunas coincidencias, pero al mismo

tiempo, claras diferencias, cuando se han hecho análisis por cada país. Al

respecto Morales (2011) nos señala que debemos tener cautela en la

interpretación del análisis factorial, para lo cual debemos diferenciar la

significación estadística y significación conceptual, ya que el análisis

factorial, como todos los métodos estadísticos, opera a un nivel


441

puramente estadístico y no conceptual. De acuerdo a Heisse, 1974

(Citado en Morales, 2011) las consideraciones estadísticas solas no

garantizan unos resultados con significación conceptual: la relevancia de

un factor no depende de sus características estadísticas, sino del

contenido teórico de las variables que, en cuanto tal, no entra en el

análisis numérico.

Asimismo no debemos olvidar que el análisis factorial según

Morales (2011) “no nos da un retrato fiel de la realidad subyacente” (p.21).

Ya que si se añaden nuevas variables se podría observar según este

autor que o bien se mantienen los factores, y quizás haya que matizar o

cambiar su significado, o bien cambia la estructura. Si se llega a eliminar

alguna variable, puede suceder que desaparezca un factor, y las otras

variables que definían el factor desaparecido pasan a contribuir a la

definición de los otros factores. Y otras variables distintas pueden

conformar los mismos factores.

Si a lo anterior unimos el hecho que hemos evaluado países que

comparten rasgos comunes entre sí como pasa en Latinoamérica, pero

que al mismo tiempo tienen particularidades propias impuestas por cada

cultura, es comprensible que los factores sean diferentes.

Lo cual particularmente ya se noto en diversos trabajos realizados

con la Escala de Resiliencia, donde se halló que se presentan distintas


442

estructuras factoriales según países donde se ha evaluado, por ejemplo,

en Brasil, Pesce et al., (2005) hallaron que el análisis factorial arrojo tres

factores. Mientras que en Suecia, Lundman, Standberg, Eisemann,

Gustafson & Brulin (2007) encontraron 5 factores (Citado en Rodríguez et

al., 2009). También en Argentina, Rodríguez et al., (2009) hallaron tres

factores al realizar el análisis factorial. Lo cual permite afirmar que la

cultura juega un papel importante en la configuración de las variables

psicológicas y particularmente en la resiliencia, por lo que es

indispensable que se realicen estudios sobre las propiedades

psicométricas en cada país.

Por otro lado, es importante recordar que en el análisis factorial, de

acuerdo a Ferrando y Anguiano-Carrasco (2010) se considera el término

de error, como aquel que incluye todos aquellos efectos distintos al factor

o factores comunes que influyen en la puntuación en la variable

observada. De forma más sistemática, se puede considerar el error de

aproximación –entre otros-, que significa que el modelo especificado no

se considera exactamente correcto ni siquiera en la población, es decir,

los modelos no son, ni pretenden serlo, exactos. De acuerdo a este autor,

son, en el mejor de los casos, aproximaciones razonables a la realidad,

por lo que deberán interpretarse los hallazgos obtenidos con cautela y

someter tanto la Escala de Resiliencia como la Dimensión religiosa de la

Escala de Bienestar Espiritual a futuros estudios.


443

Finalmente, en quinto lugar, al hacer un análisis

epistemológico del estado actual del conocimiento tanto de la

resiliencia como del bienestar espiritual, debemos partir de reconocer

los límites en los abordajes teóricos y metodológicos en las Ciencias

Sociales.

Según Vásquez (2005) la ausencia de hegemonía de un marco

teórico o, si se prefiere de un paradigma abarcador, y la clara conciencia

de la relatividad de todo método, ha generado multiplicidad de puntos de

vista encontrados, diversas maneras de concebir la naturaleza y

constitución de la organización interna de las ciencias sociales, diferentes

modos de considerar las relaciones entre métodos y técnicas de

investigación, de implementar estrategias de investigación y de validar los

conocimientos obtenidos.

Este panorama real de las ciencias sociales trasladado al campo

concreto que representa la resiliencia y el bienestar espiritual, representan

un reto para la ciencia.

Por un lado, es evidente que la resiliencia permite una nueva

epistemología del desarrollo humano, en tanto enfatiza el potencial

humano, es específica de cada cultura y convoca a la responsabilidad

colectiva (Pulgar, 2010) así como constituye un valioso aporte que

posibilita el rescate de los valores y la dignidad de los seres humanos


444

promoviendo un fortalecimiento para la toma de decisiones (Quiñones,

2006).

Sin embargo, existen varios problemas teóricos y metodológicos,

tanto desde las definiciones que se plantean hasta las maneras de medir

y evaluar la resiliencia (véase Lecomte, 2002 Citado en Salgado 2005c;

Ospina, 2007), lo que deberá ser abordado por los especialistas.

Por otro lado, en relación al bienestar espiritual, debe tenerse en

cuenta que es una variable que se investiga en la ciencia recién en los

últimos años, por lo que aún no existen definiciones claras, muchas de

ellas son circulares en relación al concepto de espiritualidad y religiosidad,

lo cual además repercute en su modo de medición y evaluación.

Tampoco existen teorías o modelos teóricos que apoyados en

investigaciones expliquen con rigurosidad metodológica la naturaleza de

la espiritualidad y sus intimas relaciones con otras variables asociadas,

por lo que hace falta seguir investigando. Como bien señala Vanistendael

(2003) se reconoce que la posibilidad de exploración de la espiritualidad o

de la religión por métodos científicos es muy limitada, a pesar que existen

diversos instrumentos que la intentan medir.

Es necesario por tanto, empezar por la construcción de definiciones

más precisas y abordajes teóricos que permitan seguir caminando de


445

modo más firme en el estudio del bienestar espiritual, en base a los cuales

se elaboren nuevos instrumentos de medición.

En la actualidad, es innegable que nos movemos en la ciencia

entre dos polos contrarios, uno donde se reconoce la creciente

importancia de la espiritualidad, lo cual coincide según Garrido (1996)

con una época de desencanto de las utopías globales. Y por otro lado,

paralelamente existe en ciertos sectores de la ciencia, una actitud de

franco rechazo y discriminación hacia todo lo que represente la vida

espiritual, por considerársela incompatible con la ciencia o en el mejor de

los casos, poco científica. Sabemos que no resulta rentable, popular, ni

muy usual, cultivar la vida espiritual, cuidar nuestra relación con Dios,

intentando que está relación con Él, alimente y moldee nuestra propia

vida y el estilo cómo nos relacionamos con los demás; a aquellos que

luchan por eso, se les podría llamar poco serios, no científicos, poco

inteligentes, personas extrañas o raras, etc., porque no corresponden a lo

que actualmente se maneja a nivel secular.

Al comparar la Psicología con otras disciplinas, es indudable que

Medicina y Enfermería han dado mayores pasos en el estudio de la

espiritualidad. La religión y espiritualidad según González (2004)

actualmente ocupa un lugar destacado dentro de la Medicina, pues la

presencia o no de las creencias y prácticas de este tipo, pueden contribuir

a la modificación de las tasas de morbi-mortalidad, de la preservación de


446

la salud e incluso, de la esperanza de vida. Existe un creciente cuerpo

de evidencias que iluminan la relación entre las variables espirituales y el

bienestar emocional tanto en pacientes como en sus médicos tratantes

(Jiménez, 2005). También pueden destacarse los trabajos de Sánchez

(2004, 2009a, 2009b, entre otros) en el campo de la Enfermería y sus

excelentes aportes al estudio del impacto que tiene la espiritualidad en la

salud y recuperación del enfermo.

En cambio en la Psicología, no se ha trabajado de manera

satisfactoria, ya que si bien es cierto, existe una gran cantidad de

investigaciones; la mayoría han sido realizadas en Europa y Estados

Unidos, a diferencia de Latinoamérica donde los estudios han sido muy

escasos y donde además según Pérez et al., (2005) se encuentra un

panorama cultural y una participación religiosa bastante diferente.

Como acertadamente afirma Hollweg (2001) la existencia de

muchos pueblos con diferentes creencias, tradiciones y costumbres, no

faculta a una cultura como modelo universal para explicar la realidad de

las otras. Los pueblos de culturas diferentes se comprenden desde sus

propias peculiaridades, sin referirlas desde normas o padrones que partan

de los sistemas culturales europeos.

Por lo expuesto, esperamos con el presente estudio, contribuir con

la producción científica en el campo de la Psicología Positiva y


447

especialmente en el campo de la Psicología de la Religión y de la

Espiritualidad, donde a decir de los más reconocidos especialistas ha

existido un claro descuido y desatención sobre el bienestar espiritual,

quizás por desconocimiento, falta de visión, prejuicios al creerse que no

puede ser abordada desde la ciencia, haciéndonos recordar décadas

pasadas, donde se creía que habían objetos de estudios que eran

inabordables, nos hemos quedado en el pasado, dejando de estudiar una

de las variables más importantes de la existencia humana.

Es indudable el rol que juega en las vidas de las personas tanto la

resiliencia como el bienestar espiritual, su importancia es fundamental, por

tanto, queda un largo camino que recorrer en la Psicología, hace falta

avizorar nuevas realidades, construir nuevos modelos teóricos, dejar atrás

prejuicios que nos impiden responder a los desafíos que nos presenta la

complejidad del ser humano, si realmente nos consideramos especialistas

de la conducta, sabedores del mundo interno de las personas, es hora

que dediquemos mayores esfuerzos a la investigación de ambas

variables, particularmente del bienestar espiritual, que es una de las

menos investigadas en nuestros países latinoamericanos.

Es necesario tomar nuestros resultados con cautela y seguir

proponiendo nuevas investigaciones que permitan seguir delineando las

cautivantes variables que representan la resiliencia y el bienestar

espiritual, así como toda la esperanza que representa para el mundo de la


448

ciencia, su estudio, solo así podremos seguir caminando para alcanzar

conclusiones más válidas que correspondan a las realidades de nuestras

naciones, de nuestros pueblos.

LIMITACIONES

A continuación, siguiendo el Modelo APA, es importante que

señalemos cuáles han sido las limitaciones de la presente investigación,

pues como sabemos la metodología cuantitativa, gracias al enfoque

epistemológico del pospositivismo ha renunciado a creer que existen

investigaciones científicas libre de errores.

Respecto al Muestreo:

Una de las limitaciones de este estudio es el tipo de muestreo que

en el caso de diseño transcultural de “Diferencias psicológicas”

generalmente es el de conveniencia, como señalan Grad y Vergara

(2003) mediante esta estrategia las culturas son elegidas por criterios de

conveniencia, como la proximidad o la accesibilidad para los

investigadores.

Dicha situación se presentó en esta investigación, donde se eligió

la cultura de cada país, por la cercanía que se tenía con las

colaboradoras, quienes aceptaron participar en la aplicación de los

instrumentos.
449

Asimismo, se utilizó un muestreo por conveniencia en el caso de

los participantes, lo que ha generado que las muestras obtenidas, no

estén homogenizadas distribucionalmente, lo cual se puede notar con

claridad en relación al género, condición laboral y religión.

Sin embargo, debe notarse que al mismo tiempo dichas

características muestrales tienen validez ecológica, es decir, reflejan la

realidad estudiantil de Psicología de los países evaluados, pues existe

evidentemente un predominio de mujeres que estudia la carrera, la

mayoría no labora y nuestro continente sigue siendo preponderantemente

católico.

Respecto al Diseño:

Vergara y Balluerka (2000) señalan que en los diseños

transculturales de Diferencias psicológicas, “normalmente no se incluyen

variables contextuales y se utilizan explicaciones post-hoc para interpretar

las diferencias transculturales” (p.557). Es decir, son los más proclives a

interpretaciones culturales post-hoc sobre resultados circunstanciales.

Lo cual se constituye precisamente en una debilidad del presente

estudio. Como los mismos Grad y Vergara (2003) sostienen en el diseño

de diferencias psicológicas como el nuestro, “la ausencia de variables

contextuales no permite contrastar hipótesis específicas para explicar las

diferencias transculturales” (p.97).


450

En el caso de los diseños transculturales, la verificación de

hipótesis y el control de las explicaciones alternativas, cuestiones

referidas a la validez interna de la investigación, es más fácil cuando se

descompone la cultura en factores con significado psicológico sustancial

susceptibles de explicar los efectos esperados. Es decir, cuando se

hacen explícitas las condiciones contextuales concretas (sistémicas –

ecológicas, socio-económicas, educativas, políticas, institucionales,

históricas- o individuales) que pueden influir sobre el aspecto estudiado

de la conducta y esos factores son utilizados para explicar las diferencias

observadas (Kohn, 1987; Leung, 1989; Poortinga & van de Vijver, 1987;

Whiting, 1976. Citado en Grad & Vergara, 2003).

Precisamente el hecho que no se consideren variables

contextuales, genera que en este tipo de diseños transculturales de

“diferencias psicológicas” exista ambigüedad en la interpretación (véase

Grad & Vergara, 2003).

Al respecto, Moreno y Humanes (2009) señalan que las hipótesis

contextuales sólo pueden comprobarse si se poseen datos comparables

para todos los países, lo cual implica la existencia de bases de datos con

indicadores socioeconómicos, políticos y culturales para cada uno de los

estudios nacionales, algo que no fue posible realizar en la presente

investigación.
451

Respecto a los Instrumentos:

Si bien es cierto, el presente estudio hallo la confiabilidad de los

instrumentos, por medio del coeficiente alfa de Cronbach, considerado

como una de las mejores medidas de la homogeneidad de un test

(Alarcón, 1991). No obstante, no hemos tenido ninguna medida del

coeficiente de estabilidad (test-retest) de los instrumentos, lo cual es una

limitación.

Por otro lado, otra limitación del presente trabajo, fue haber

realizado el análisis factorial con muestras de conveniencia. Al respecto,

Ferrando y Anguiano-Carrasco (2010) plantean que en cualquier estudio

factorial, y más aún en aquellos en que se desarrolla o adapta un test,

debe tenerse una idea relativamente clara de la población de interés. Por

tanto, el Análisis Factorial debería basarse en una muestra representativa

de esta población.

También es necesario tener presente que el Análisis Factorial es

un modelo para variables continuas e ilimitadas y ni las puntuaciones de

los ítems ni las de los test lo son. Por lo que según Ferrando y Anguiano-

Carrasco (2010) en la mayor parte de las aplicaciones psicológicas el

Análisis Factorial deberá verse como un modelo aproximado cuya ventaja

es la simplicidad.
452

Si bien es cierto, tanto la Escala de Resiliencia, como la Dimensión

religiosa de la Escala de Bienestar Espiritual, mostraron una adecuada

correlación entre los ítems; no obstante, las soluciones bifactoriales

encontradas en cada país, han sido diferentes, por lo que el mejor ajuste

de los modelos deberá ser evaluado en el futuro.


453

CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS

CONCLUSIONES

Las conclusiones del presente estudio se organizan en base a los

objetivos planteados:

En relación al primer objetivo general

Se encontró que la cultura ejerce un impacto en el efecto de la dimensión

religiosa del bienestar espiritual sobre la resiliencia, específicamente en

los estudiantes de Psicología de las universidades nacionales de

República Dominicana y Bolivia. Mientras que en los estudiantes de Perú

y Argentina no se halló ninguna relación.

En relación al segundo objetivo general

Se halló que existe asociación significativa entre los niveles de la

dimensión religiosa del bienestar espiritual y los niveles de resiliencia (con

sus respectivos factores de competencia personal y aceptación de uno

mismo y de la vida) en los estudiantes de Psicología de las universidades

nacionales de Bolivia y República Dominicana. Mientras que en los

estudiantes de Perú y Argentina no se halló dicha asociación.


454

En relación al tercer objetivo general

Se ha encontrado que al comparar la resiliencia según género, condición

laboral, religión y país de procedencia; sólo existen diferencias

significativas en el último, donde el mayor promedio se observó en

República Dominicana, en segundo lugar en Perú, en tercer lugar en

Bolivia y en último lugar, en Argentina.

En relación al cuarto objetivo general

Al comparar la dimensión religiosa del bienestar espiritual según género,

condición laboral, religión y país de procedencia, se hallaron diferencias

significativas, donde las estudiantes mujeres presentan mayores niveles

que los estudiantes varones; los que trabajan y estudian al mismo tiempo

presentan mayores niveles que los que solo estudian; los estudiantes no

católicos presentan mayores niveles que los católicos; y por último, a

nivel de país, también se encontraron diferencias altamente

significativas, en donde los estudiantes de República Dominicana

presentan el mayor nivel en la dimensión religiosa del bienestar espiritual,

en segundo lugar Bolivia, en tercer lugar Perú y en último lugar, los

estudiantes de Argentina.
455

SUGERENCIAS

Según variables a correlacionar:

Es importante que por un lado, se investigue la resiliencia asociada

a variables como la esperanza para conocer qué tipo de vinculación

existe. Igualmente sería necesario conocer la asociación que existe entre

el perdón y la resiliencia, para confirmar si es que la resiliencia habilita a

la persona en su capacidad de perdonar, liberándola de resentimientos y

cargas afectivas negativas.

Por otro lado, en el caso del bienestar espiritual, falta mucho que

investigar, por lo que será necesario conocer las asociaciones que existe

entre la felicidad, el amor, la esperanza, el optimismo, la dinámica familiar,

el altruismo, el perdón, la inteligencia emocional, entre otras variables, ya

que hace falta seguir configurando sus relaciones con otras variables

claves en el desarrollo del ser humano.

Asimismo, creemos que es importante seguir realizando

investigaciones que aborden la relación entre el bienestar espiritual y la

resiliencia, pero tomando en cuenta variables contextuales, las cuales se

podrían subdividir de acuerdo a tres contextos: Familia (v.g. soporte

social, manejo de conflicto -interparental y entre padres-hijos-,

funcionamiento familiar -cohesión, adaptabilidad y comunicación-);

Universidad (v.g. estilo docente y clima social en el aula) y Comunidad


456

(v.g. soporte social, redes de apoyo y acontecimientos vitales estresantes)

que podrían tener un efecto explicativo directo o indirecto sobre la

relación entre el bienestar espiritual y la resiliencia. De tal forma que

podamos disponer de mayor información sobre la relación que existe

entre ambas variables de estudio.

Por otro lado, creemos que es probable que las diferencias

encontradas en los países, se deban a múltiples factores, tales como,

factores sociales, históricos y educativos, por lo que sugerimos que sea

tratado en futuras investigaciones.

Según grupos muestrales:

Creemos por un lado que la resiliencia debe ser investigada en

grupos conformados por personas desempleadas para conocer su

capacidad de respuesta; personas dependientes emocionalmente que

han hecho de la pareja su único soporte; personas abusadas sexualmente

para conocer cuáles son las características de aquellas que han podido

superar dicho evento traumático; pobladores que han vivido desastres

naturales para poder conocer su capacidad de respuesta y de

resurgimiento frente a dicho impacto, entre otros grupos.

Respecto al bienestar espiritual, es necesario investigarlo en

docentes, dado el importante rol que ejercen frente a sus estudiantes, al

ser modelos de vida, lo quieran o no, frente a ellos. Igualmente será


457

necesario conocer el bienestar espiritual en profesionales de la salud

como médicos y enfermeras, que tienen que trabajar con el ser humano y

su proceso de enfermedad, atendiendo no sólo al organismo que sufre

sino especialmente a la persona que se siente impactada por dicha

enfermedad. Asimismo también es importante investigar el bienestar

espiritual en líderes, que asumen responsabilidades sociales de gran

envergadura cuyo principal rol debiera ser comprometerse con el bien

común y no utilizar el cargo como un medio para subir en la vida.

También creemos importante conocer el bienestar espiritual en los

padres de familia que son guía y modelo de vida frente a sus hijos,

constituyéndose en su principal fuente de referencia a lo largo de la vida.

Asimismo es sumamente importante investigar el bienestar

espiritual en líderes de opinión y comunicadores sociales intentando

conocer a través de ello, las razones por las cuales los roles que

desempeñan actualmente se caracterizan por la abundancia de

morbosidad en búsqueda del aumento de rating, con un aparente bajo

sentido de espiritualidad.

Desarrollar más investigaciones dirigidas a determinar el peso de

las variables socio-demográficas (llámese género, edad, estado civil,

nivel educativo alcanzado, nacionalidad, tipo de ocupación) sobre el

bienestar espiritual, con el fin de conocer su influencia.


458

En general, los grupos muestrales en el caso del bienestar

espiritual, son diversos y amplios, dado que es una variable bastante

nueva que básicamente más ha sido investigada asociada a procesos de

enfermedad, por lo que hace falta seguir investigando.

Según diseños de investigación:

Realizar investigaciones con diseños metodológicos mixtos que

combinen tanto la metodología cuantitativa como la metodología

cualitativa, superando las debilidades de cada una, y combinando y

potencializando sus fortalezas.

Conducir investigaciones multivariables que nos ofrezcan

relaciones entre diversas variables con el fin de brindar explicaciones más

sólidas tanto sobre la resiliencia, como sobre el bienestar espiritual.

Según instrumentos de medición:

Los instrumentos utilizados en el presente estudio, como son la

Escala de Resiliencia y la Dimensión religiosa de la Escala de Bienestar

Espiritual, se sugiere que sean sometidos a nuevas investigaciones sobre

sus propiedades psicométricas, buscando mayores evidencias de su

validez y su confiabilidad.

Asimismo, se sugiere diseñar instrumentos de medición acordes a

las realidades de los países latinoamericanos, dejando de utilizar


459

instrumentos de otras realidades (Estados Unidos, Europa, Asia) que si

bien es cierto son aportativos y ricos, no corresponden a las realidades

culturales de nuestros pueblos.

Se sugiere que los instrumentos que se elaboren, utilicen formatos

variados en la construcción de las alternativas de respuesta, que resulten

agiles y motivadores.

Según responsables del quehacer investigativo:

Involucrar a las autoridades de las universidades, institutos de

investigación y organismos no gubernamentales en el desafío que

significa impulsar, apoyar y financiar investigaciones, a través de líneas de

investigación, ligadas al campo de la Psicología Positiva (Resiliencia) y la

Psicología de la Religión y Espiritualidad (Bienestar espiritual) pues sólo

así se podrán llevar a cabo investigaciones permanentes en países

latinoamericanos como los nuestros, en donde el desarrollo de este tipo

de investigaciones (sobre todo del segundo tipo) son escasos, a

diferencia de los cientos de estudios que se desarrollan en otras latitudes

del mundo.

Incentivar la línea de investigación de la Etnopsicología dedicada a

estudiar los conceptos psicológicos universales desde la cultura en la cual

se producen, manejando un enfoque integral donde se incluyan variables

culturales, sociales, históricas y psicológicas.


460

Particularmente las universidades tienen la enorme responsabilidad

de atender además de las necesidades -llámese educativas, académicas,

cognitivas, pre- profesionales- de sus estudiantes; también las

necesidades referidas a su formación integral, logrando hacer realidad el

perfil ideal de lograr profesionales con una rica vida interior, con sólidos

valores morales, con bienestar espiritual, capaces de tomar las riendas de

la sociedad, dejando de lado todo aquello que despersonaliza al ser

humano, y lo convierte en un profesional más, entre tantos que son

egocéntricos y solo miran sus propios intereses. La diferencia de una

universidad no está en cuántos libros tiene su biblioteca, cuántos

convenios logra con países del extranjero, cuantas acreditaciones tiene,

qué tipo de infraestructura ofrece, pues aunque ello es de vital

importancia, mucho más trascendental es formar hombres y mujeres con

calidad humana, capaces de tener una visión de servicio, de entrega, de

dedicación, que luchen por alcanzar nobles ideales y que realmente

hagan la diferencia; y para conseguirlo, el desarrollo de la resiliencia y del

bienestar espiritual, son herramientas fundamentales.

Según tipos de muestreo:

Utilizar muestreos probabilísticos que permitan contar con

muestras representativas que aseguren la validez externa, es decir, la

posibilidad de extrapolar los resultados obtenidos a otras poblaciones.


461

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ANEXOS
ANEXO A

VERSION ADAPTADA DE LA DIMENSION RELIGIOSA DE LA ESCALA DE BIENESTAR ESPIRITUAL


SOMETIDA A CRITERIO DE JUECES

DATOS GENERALES:
Nombre de la especialista:
Estudios: Licenciatura ( ) Maestría ( ) Doctorado ( )
Profesión:
Ocupación:
Centro de trabajo:
Correo electrónico y teléfono:
País:

ESTIMADA EVALUADORA:
A continuación le presentamos la Escala de Bienestar Espiritual de Paloutzian y Ellison (1982) adaptada por Montero y Sierra (1996).
La escala evalúa el bienestar espiritual y dos dimensiones: dimensión religiosa y dimensión existencial. Solo se trabaja en este estudio
la dimensión religiosa.

Para entender mejor como se han redactado los ítems, es conveniente conocer como sus autores definieron el bienestar espiritual y la
dimensión religiosa de dicho bienestar.

Bienestar espiritual es un sentido de armonía interna que incluye la relación con el propio ser, con los otros, con el orden natural o un
poder superior manifiesto, a través de expresiones, creativas, rituales familiares, trabajo significativo y prácticas religiosas que generan
una dimensión religiosa (hacia un ser o fuerza superior) y una dimensión existencial (hacia sí mismo y los demás).

Bienestar religioso: Hace referencia a la autoevaluación de la relación de la persona con Dios.

PARTES QUE LE PEDIMOS QUE POR FAVOR EVALUE:


Le presentamos dos partes, la primera parte es de instrucciones y ejemplos de preguntas; la segunda parte es de la dimensión religiosa.
Por favor revise si a su juicio los ítems son comprensibles a la CULTURA DE SU PAÍS. Le pedimos que por favor coloque su grado de
acuerdo o desacuerdo al lado de cada parte que se evalué. Y si desea también puede colocar opcionalmente, observaciones o posibles
sugerencias para mejorar el ítem respectivo.

PRIMERA PARTE
En esta parte, se presentan las instrucciones y ejemplos de preguntas que son exactamente las mismas que utilizaron los autores de la
escala original. Por favor coloque su grado de acuerdo o desacuerdo, y si tiene alguna observación o sugerencia que hacer.

Instrucciones (Son las que se les da a las personas que van a responder el instrumento):
En cada una de las oraciones marque con un círculo la opción que mejor indique su acuerdo o desacuerdo con respecto a su
experiencia personal:

CA = Completamente de acuerdo D = En desacuerdo

MA = Moderadamente de acuerdo MD = Moderadamente en desacuerdo

A= De acuerdo CD = Completamente en desacuerdo

Por favor díganos si las instrucciones son comprensibles en la cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones
Sugerencias
Ejemplos de preguntas (Los autores lo colocaron para que la persona que va a responder, entienda como debe responder cada ítem
que se le presente)

A No sé cuantos granos de arena en la playa. CA MA A D MD CD


B Yo sé mi nombre. CA MA A D MD CD
C No sé cuantos años tengo. CA MA A D MD CD

Por favor díganos si los ejemplos de preguntas son comprensibles en la cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones
Sugerencias

SEGUNDA PARTE: DIMENSION RELIGIOSA, LLAMADA POR MONTERO Y SIERRA “RELACION CON DIOS”

1. Encuentro satisfacción en rezar a Dios en privado.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:
2. Creo que Dios me ama y cuida de mí.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

3. Creo que Dios es alguien impersonal al que le tiene sin cuidado mis situaciones cotidianas.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

4. Tengo una relación personal significativa con Dios.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:
5. Me siento bien de saber que Dios dirige mi vida.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

6. Creo que Dios está interesado en mis problemas.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

7. Mi relación con Dios es poco satisfactoria.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:
8. MI relación con Dios me ayuda a no sentirme solo(a).

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

9. Me siento completamente satisfecho(a) cuando estoy en comunión con Dios.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

10. Mi relación con Dios contribuye a mi sensación de bienestar.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:
11. Creo que Dios tiene un propósito especial para mi vida.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

MUCHAS GRACIAS POR SU VALIOSA COLABORACION.


DIOS LA COLME DE SUS BENDICIONES
Cecilia Salgado Lévano
ANEXO B

VERSION FINAL DE LA DIMENSION RELIGIOSA DE LA ESCALA DE BIENESTAR ESPIRITUAL


Instrucciones:
En cada una de las oraciones marque con un aspa (X) la opción que mejor indique su acuerdo o desacuerdo con respecto a su experiencia personal.

Ejemplos Totalmente Moderada- En De Moderada- Totalmente


en mente en desacuerdo acuerdo mente de de
desacuerdo desacuerdo acuerdo acuerdo
A No sé cuantas estrellas hay en el cielo.

B Yo sé mi nombre.

C No sé cuantos años tengo.

Puede pasar a responder cada oración:


1 Encuentro satisfacción en rezar a Dios en privado.

2 Creo que Dios me ama y cuida de mí.

3 Creo que Dios es alguien impersonal al que le tiene sin cuidado mis
situaciones cotidianas*
4 Tengo una relación personal significativa con Dios.

5 Me siento bien de saber que Dios dirige mi vida.

6 Creo que Dios está interesado en mis problemas.


Oraciones Totalmente Moderada- En De Moderada- Totalmente
en mente en desacuerdo acuerdo mente de de
desacuerdo desacuerdo acuerdo acuerdo
7 Mi relación con Dios es poco satisfactoria*

8 Mi relación con Dios me ayuda a no sentirme solo(a).

9 Me siento completamente satisfecho(a) cuando estoy en comunión con


Dios.
10 Mi relación con Dios contribuye a mi sensación de bienestar en general.

11 Creo que Dios tiene un propósito especial para mi vida.

¡MUCHAS GRACIAS!

*Invertir Puntaje
ANEXO C
VERSION ADAPTADA DE LA ESCALA DE RESILIENCIA SOMETIDA A CRITERIO DE JUECES

DATOS GENERALES:
Nombre de la especialista:
Estudios: Licenciatura ( ) Maestría ( ) Doctorado ( )
Profesión:
Ocupación:
Centro de trabajo:
Correo electrónico y teléfono:
País:

ESTIMADA EVALUADORA:
A continuación le presentamos la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young (1993) que evalúa dos factores, uno es el factor de
competencia personal y el otro factor es de aceptación de uno mismo y de la vida.

Para entender mejor como se han redactado los ítems, es conveniente conocer como las autoras definieron la resiliencia. La resiliencia
es definida como la habilidad para poder cambiar las desgracias en éxito, se le considera una característica positiva de la personalidad
que permite la adaptación individual.

La adaptación la hemos realizado basándonos en la versión original y contrastándola con las adaptaciones que hicieron en el Perú,
Novella (2002) del cual hemos tomado 17 ítems y en Argentina, Rodriguez, Pereyra, Gil, Jofré, De Bortoli y Labiano (2009) del cual
hemos tomado 8 ítems.

PARTES QUE LE PEDIMOS QUE POR FAVOR EVALUE:


Le presentamos tres partes, la primera parte es de instrucciones; la segunda parte es del factor de competencia personal y la segunda
es del factor de aceptación de uno mismo y de la vida.
Por favor revise si a su juicio los ítems son comprensibles a la CULTURA DE SU PAÍS. Le pedimos que por favor coloque su grado de
acuerdo o desacuerdo al lado de cada parte que se evalué. Y si desea también puede colocar opcionalmente, observaciones o posibles
sugerencias para mejorar el ítem respectivo.

PRIMERA PARTE: INSTRUCCIONES


En la escala original la escala de respuestas solo indica lo siguiente:

Item Desacuerdo Acuerdo


Aquí se coloca el enunciado correspondiente 1 2 3 4 5 6 7

Y se le dice a la persona que coloque su grado de acuerdo o desacuerdo, pero según nuestra experiencia profesional en el campo
clínico y en la investigación, falta mayor precisión, por lo que se ha creído conveniente adaptar las instrucciones de la siguiente manera:

Instrucciones adaptadas:
Por favor lea atentamente y marque con un aspa (X) la opción que mejor indique su grado de acuerdo o desacuerdo con cada oración.
No existen respuestas buenas ni malas por lo que le pedimos que sea sincero(a).

ITEM Totalmente en Moderadamente En desacuerdo De acuerdo Moderadamente Totalmente de


desacuerdo en desacuerdo de acuerdo acuerdo
Aquí se coloca el
enunciado
correspondiente

No colocamos ningún número, porque según los especialistas, eso puede sugerir un tipo de respuesta.
Asimismo, se ha creido conveniente eliminar la columna central “Ni en desacuerdo, ni de acuerdo”, ya que esa columna originalmente
tiene un valor de 4, es decir, personas que no asumen una posición definida, que tienen respuestas ambiguas, se les otorgaba más
puntaje que una persona que por ejemplo habia dicho abiertamente un desacuerdo. De este modo se induce a las personas a que se
posicionen en algún punto de acuerdo o desacuerdo. El nuevo puntaje es de 1 a 6.
Por favor díganos si las instrucciones son comprensibles en la cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones
Sugerencias

SEGUNDA PARTE: EJEMPLOS DE PREGUNTAS

Se introdujeron 3 ejemplos:
“El agua es importante para vivir”,
“Sé donde vivo”
“En verano hace calor”

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:
TERCERA PARTE: FACTOR DE COMPETENCIA PERSONAL
Indica auto-confianza, independencia, decisión, invencibilidad, poderío, ingenio y perseverancia.

1. Cuando planeo algo lo realizo.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

2. Generalmente me las arreglo de una manera u otra.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

3. Soy capaz de hacer las cosas por mi mismo(a) sin depender de los demás.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

4. Mantengo el interés en aquellas cosas importantes para mí.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

5. Puedo estar solo(a) si tengo que hacerlo.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

6. Me siento orgulloso(a) de haber logrado cosas en mi vida.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

9. Siento que puedo manejar varias cosas al mismo tiempo.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.
De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )
En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

10. Soy decidido(a).

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

13. Puedo enfrentar las dificultades porque las he experimentado anteriormente.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

14. Tengo autodisciplina.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

15. Me mantengo interesado(a) en las cosas.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

17. El creer en mí mismo(a) me permite atravesar tiempos difíciles.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

18. En una emergencia, soy alguien en quien las personas pueden confiar.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

19. Usualmente puedo ver una situación desde varios puntos de vista.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

20. Algunas veces me obligo a hacer cosas aunque no quiera.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

23. Cuando estoy en una situación difícil generalmente encuentro una salida.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

24. Generalmente tengo energía para hacer aquello que tengo que hacer.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

CUARTA PARTE: FACTOR DE ACEPTACION DE UNO MISMO Y DE LA VIDA


Representa adaptabilidad, balance, flexibilidad y una perspectiva de vida estable que coincide con la aceptación por la vida y un
sentimiento de paz a pesar de la adversidad.

7. Acostumbro a tomar las cosas sin mucha preocupación.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.
De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )
En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

8.Soy amigo(a) de mi mismo(a).

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

11. Rara vez me pregunto sobre el objetivo de las cosas.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:
12. Tomo las cosas una por una.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

16. Por lo general encuentro algo de qué reírme.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

21. Mi vida tiene sentido.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:
22. No insisto en cosas en las que no puedo hacer nada al respecto.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

25. Acepto que hay personas a las que yo no les agrado.

Por favor no responda el ítem de modo personal, solo díganos si el contenido y la redacción del ítem son comprensibles en la
cultura de su país.

De acuerdo ( ) Totalmente de acuerdo ( )


En desacuerdo ( ) Totalmente en desacuerdo ( )
Observaciones:
Sugerencias:

MUCHAS GRACIAS POR SU VALIOSA COLABORACION.


DIOS LA COLME DE SUS BENDICIONES
Cecilia Salgado Lévano
ANEXO D

VERSION FINAL DE LA ESCALA DE RESILIENCIA

INSTRUCCIONES:

Por favor lea atentamente y marque con un aspa (X) la opción que mejor indique su grado de acuerdo o desacuerdo con cada oración. No existen
respuestas buenas ni malas por lo que le pedimos que sea sincero(a).

Ejemplos Totalmente Moderada- En De Moderada- Totalmente


en mente en desacuerdo acuerdo mente de de
desacuerdo desacuerdo acuerdo acuerdo
A El agua es importante para vivir.

B Sé donde vivo.

C En verano hace calor.

Puede pasar a responder cada oración:

1 Cuando planeo algo lo realizo.

2 Generalmente busco la manera de salir de los problemas.

3 Soy capaz de hacer las cosas por mi mismo(a) sin depender de los
demás.
4 Mantengo el interés en aquellas cosas importantes para mí.
No. Oraciones Totalmente Moderada- En De Moderada- Totalmente
en mente en desacuerdo acuerdo mente de de
desacuerdo desacuerdo acuerdo acuerdo

5 Me siento bien, si tengo que estar solo(a)

6 Me siento orgulloso(a) de las cosas que he logrado en mi vida.

7 Soy amigo(a) de mi mismo(a).

8 Siento que puedo manejar varias cosas al mismo tiempo.

9 Tengo la capacidad de tomar decisiones cuando es necesario.

10 Tomo las cosas una por una.

11 Las experiencias difíciles del pasado me ayudan a enfrentar las


dificultades que se me presentan.
12 Tengo autodisciplina.

13 Me mantengo interesado(a) en las cosas.

14 Por lo general encuentro algo de qué reírme.

15 El creer en mí mismo(a) me permite atravesar tiempos difíciles.


N6 Oraciones Totalmente Moderada- En De Moderada- Totalmente
en mente en desacuerdo acuerdo mente de de
desacuerdo desacuerdo acuerdo acuerdo
16 En una emergencia, soy alguien en quien las personas pueden confiar.

17 Usualmente puedo ver una situación desde varios puntos de vista.

18 Mi vida tiene sentido.

19 Cuando estoy en una situación difícil generalmente encuentro una


salida.
20 Generalmente tengo energía para hacer aquello que tengo que hacer.

¡MUCHAS GRACIAS!

Sin Negrita: Ítems que evalúan el factor de Competencia Personal.

Con negrita: Ítems que evalúan el factor de Aceptación de uno mismo y de la vida.

* Al haber eliminado los ítems 7, 11, 20, 22 y 25 la numeración ha variado.


ANEXO E

CRITERIOS METODOLOGICOS

Aspectos Generales:
Primero se aplicará el consentimiento informado, y solo después a aquellos que deseen participar libremente, se les explicarán las
instrucciones de cada Escala, tanto de la Escala de Resiliencia, como de la Escala de Bienestar Espiritual, para proceder luego a que
resuelvan cada una. La aplicación será colectiva en las mismas aulas de cada universidad, siguiendo los procedimientos
estandarizados para la administración de pruebas de auto-reporte.

Lo ideal es que se aplique en las primeras horas del turno de estudio. No se aplicará en los descansos o recreos, ni tampoco a la hora
de salida, para evitar que estén desmotivados o cansados.

De ninguna forma se colocaran los nombres de los estudiantes en las Escalas, pues se debe respetar el anonimato y la
confidencialidad.

No hay tiempo límite, sin embargo, se deberá registrar la duración, desde el inicio hasta el final de la aplicación, para saber cuál fue el
tiempo promedio de duración de la aplicación.

Aspectos Específicos:

1. Se entregaran los materiales en un folder en el orden siguiente:


Consentimiento Informado (encima del folder)
Escala de Resiliencia
Escala de Bienestar espiritual (Dimensión religiosa)
Si no fuera posible hacerlo en un folder, podría ser un sobre, engrampados o con doble click (para que no se vaya a confundir con los
de otros estudiantes al momento de recoger los instrumentos).
2. Se dará lectura del consentimiento informado en forman conjunta (en voz alta las colaboradoras y mentalmente cada
participante).
3. Los que deseen participar deberán firmar el consentimiento informado y entregar solo esa hoja para colocarla en el escritorio del aula,
o en algún lugar visible para todos los estudiantes (la colaboradora lo puede recoger personalmente de uno en uno o puede decirles a
los estudiantes que lo entreguen y coloquen ellos mismos en el escritorio) ES IMPORTANTE QUE SE RECOJAN TODOS LOS
CONSENTIMIENTOS INFORMADOS ANTES DE EMPEZAR CON LA APLICACIÓN PROPIAMENTE DICHA DE LOS
INSTRUMENTOS.
4. Los que no deseen participar devolverán el folder y se les invitara gentilmente a abandonar el aula.
5. Con los que hayan firmado se procederá a hacer lectura de las instrucciones y ejemplos del primer instrumento (Escala de
Resiliencia) respondiendo las preguntas o inquietudes que surjan e inmediatamente se hará lo mismo con el segundo instrumento
(Escala de Bienestar Espiritual), después de tener claro que los participantes han comprendido las instrucciones, se les dirá que
pueden empezar a responder.
De este modo, los que terminen antes se podrán retirar del aula, pues de lo contrario si se dan las instrucciones de cada prueba por
separado, se tendría que esperar a que todos los estudiantes terminen de responder el primer instrumento para recién poder pasar al
segundo instrumento, lo cual puede generar cansancio, aburrimiento, fatiga o desmotivación, entre otras variables.
6. Es importante tener presente que mientras se está realizando la aplicación, es decir, los participantes han empezado a responder,
debemos estar caminando por el ambiente, para poder verificar que todos han entendido y nadie está dejando ítems sin responder,
con doble marca o dejando sus datos personales sin llenar (edad, sexo, estado civil, etc.).
7. Conforme vayan terminando de responder y antes de que entreguen el folder con los instrumentos, se les dirá que por favor revisen
sus respuestas para verificar que no hay ninguna respuesta en blanco o con doble marca, que todos sus datos personales están
completos. De esta manera se evitara que hayan “valores perdidos” al procesar los datos.
8. Cuando entreguen los folders con los instrumentos, éstos se colocaran en otra parte del escritorio u otro lugar (diferente a donde se
colocaron los consentimientos), si es el mismo escritorio, este podrá dividirse en dos partes, una para los consentimientos y otra para
los instrumentos. Lo que se busca a través de este procedimiento es que el participante este seguro que no tenemos como
establecer la asociación entre las pruebas respondidas y sus consentimientos informados.

Cecilia Salgado Lévano


24 de Agosto del 2012.
ANEXO F

CRITERIOS ÉTICOS

1. Aplicación del Consentimiento Informado de los participantes por escrito (Ver documento enviado), sin la intervención de ningún
elemento de fuerza, fraude, engaño, coacción o sumisión u otra forma distinta de coacción o coerción. El mismo que deberá
firmar cada participante.

El Consentimiento Informado se aplicará tanto en la muestra del estudio piloto como en la muestra definitiva.

2. Se tendrá en cuenta el principio ético de la honestidad en la aplicación, calificación de los datos y a lo largo de toda la
investigación.

3. La participación será voluntaria, se manejara en forma confidencial toda la información recibida, se respetara el anonimato de los
participantes y de las instituciones.

4. Al final del estudio, se harán llegar los resultados obtenidos por el grupo de participantes a cada autoridad respectiva de cada
país, con el fin de que este informado de lo que se hallo.

Cecilia Salgado Lévano


23 de Agosto del 2012
ANEXO G

MODELO DE CARTA DIRIGIDA A LAS AUTORIDADES DE LOS PAISES PARTICIPANTES

Lima, Agosto del 2012.


Señor
Dr.
Facultad de
Universidad
Presente.-

De mi mayor consideración:
Lo saludo muy cordialmente, le escribo desde el Perú, mi nombre es Ana Cecilia Salgado Lévano, soy psicóloga, investigadora y
docente universitaria. Y actualmente me encuentro realizando mi tesis doctoral titulada “Efectos del bienestar espiritual sobre la
resiliencia en estudiantes de Psicología de universidades nacionales de Argentina, Bolivia, República Dominicana y Perú”.
Dados los avances científicos en el estudio de las variables motivo de mi investigación, es necesario contar con información valiosa
sobre los aspectos éticos que son comunes a las culturas y que son más de carácter universal, como los aspectos emicos, propios de la
cultura de cada país.
En este sentido, solicito su apoyo y autorización para poder aplicar dos instrumentos psicológicos “Escala de Bienestar Espiritual de
Paloutzian y Ellison” y la “Escala de Resiliencia de Wagnild y Young” a los estudiantes de los primeros años de la Facultad que usted
dirige.
Para conducir la aplicación en su país, cuento con la valiosa colaboración de (….Se coloco el nombre de cada colaboradora de cada
país participante…), quien muy generosamente y sin ningún tipo de interés personal, sino todo lo contrario, ha decidido colaborar
conmigo.
Por mi parte, me comprometo a cumplir con todas las normas éticas que la ciencia exige, como son la aplicación previa del
consentimiento informado, el manejo del anonimato y confidencialidad de los datos, la devolución de los resultados a usted, entre otros
criterios. Así como a cumplir con todos los requerimientos metodológicos propios de una investigación científica de tipo transcultural.
Desde ya le agradezco muy sinceramente y me despido deseándole que Dios y Nuestra Madre María lo colmen de sus gracias y
bendiciones.
Con mucha gratitud,

Ana Cecilia Salgado Lévano


(Se especifico al final el número de documento de identidad nacional, el número de colegiatura y el correo electrónico de la autora).
ANEXO H: SONDEO

Nos gustaría conocer su opinión sobre el cuestionario que acaba de responder.

1. Las preguntas le parecieron:

a. Interesantes SI ( ) NO ( )

b. Difíciles SI ( ) NO ( )

c. Aburridas SI ( ) NO ( )

d. Complicadas SI ( ) NO ( )

e. Fáciles SI ( ) NO ( )

2. Si alguna pregunta le fue difícil, ¿Cuál fue?:

……………….............................................................................................................................................................................................................

……………….............................................................................................................................................................................................................

.3. ¿Qué sugerencias daría para mejorar este cuestionario?:

……………….............................................................................................................................................................................................................

……………….............................................................................................................................................................................................................

¡MUCHAS GRACIAS POR SU VALIOSA COLABORACION!


ANEXO I

CONSENTIMIENTO INFORMADO DEL ESTUDIO PILOTO

El propósito de esta ficha de consentimiento es dar a los participantes de esta investigación una clara explicación de la naturaleza de la misma, así como de su rol
en ella como participante.

La autora de la presente investigación es la Ms.C. Ana Cecilia Salgado Lévano de Perú y será aplicada por (nombre de la colaboradora) en (nombre del país). Los
objetivos de este estudio son conocer si las preguntas de dos instrumentos son comprensibles para la cultura del país, uno mide la resiliencia que es la capacidad
para superar la adversidad a pesar de situaciones difíciles, y el otro mide el bienestar espiritual.

Si usted accede a participar, se le pedirá responder estos dos instrumentos de 25 y 11 preguntas cada uno, y al final se le pedirá que nos diga su opinión sobre que
le parecieron las preguntas de cada instrumento. En total el tiempo promedio que se demorara es aproximadamente de 20 minutos. La participación es
estrictamente voluntaria. La información que se recoja será confidencial y no se usará para ningún otro propósito fuera de los de esta investigación. Sus respuestas
a los instrumentos serán codificadas usando un número de identificación y por lo tanto, serán anónimas. Una vez revisadas las respuestas, los instrumentos se
destruirán.

Si tiene alguna duda, puede hacer preguntas en cualquier momento; asimismo puede retirarse, sin que eso lo perjudique en ninguna forma. Si alguna de las
preguntas que tiene que responder le parecen incómodas, tiene usted el derecho de hacérselo saber a (nombre de la colaboradora) quien aplica los
instrumentos, o de no responderlas. De tener preguntas sobre su participación en este estudio, puede contactar al correo de la autora:
csalgadolevano@peru.com

Desde ya le agradecemos su valiosa participación.

Yo (Nombre y apellidos): .............................................................................................................

He leído la ficha de Consentimiento Informado que se me ha entregado y estoy de acuerdo con lo que ahí se indica.
He recibido suficiente información sobre la investigación.
Comprendo que mi participación es voluntaria.
Comprendo que soy libre de retirarme en cualquier momento, aunque ya haya empezado a responder los instrumentos, sin que eso me perjudique.
Comprendo que los datos obtenidos son confidenciales y anónimos.
He podido hacer preguntas sobre la investigación si me pareció necesario.
Expreso libremente mi conformidad para participar en esta investigación.

Fecha: ……………….. Firma del participante……………………..


ANEXO J

CONSENTIMIENTO INFORMADO UTILIZADO EN LA APLICACIÓN A LA MUESTRA DEFINITIVA

El propósito de esta ficha de consentimiento es dar a los participantes de esta investigación una clara explicación de la naturaleza de la misma, así como de su rol
en ella como participante. La autora de la presente investigación es la Ms.C. Ana Cecilia Salgado Lévano de Perú y será aplicada por (nombre de la colaboradora)
en (nombre del país). Los objetivos de este estudio son (1) Establecer la validez y la confiabilidad de dos instrumentos con los cuales se medirá la resiliencia y el
bienestar espiritual, respectivamente; (2) Determinar los efectos que ejerce el bienestar espiritual sobre la resiliencia y (3) Determinar el impacto que ejerce la
cultura sobre el bienestar espiritual y la resiliencia en estudiantes de Psicología de universidades nacionales de Argentina, Bolivia, República Dominicana y Perú.

Si usted accede a participar, se le pedirá responder dos instrumentos de 25 y 11 preguntas cada uno, lo cual tomará aproximadamente 20 minutos de su tiempo.
La participación es estrictamente voluntaria. La información que se recoja será confidencial y no se usará para ningún otro propósito fuera de los de esta
investigación. Sus respuestas a los instrumentos serán codificadas usando un número de identificación y por lo tanto, serán anónimas. Una vez transcritas las
respuestas, los instrumentos se destruirán.

Si tiene alguna duda, puede hacer preguntas en cualquier momento; asimismo puede retirarse, sin que eso lo perjudique en ninguna forma. Si alguna de las
preguntas le parecen incómodas, tiene el derecho de hacérselo saber a (nombre de la colaboradora) quien aplica los instrumentos o de no responderlas. De
tener preguntas sobre su participación en este estudio, puede contactar al correo de la autora: csalgadolevano@peru.com

Desde ya le agradecemos su valiosa participación.

Yo (Nombres y apellidos):
.............................................................................................................

He leído la ficha de Consentimiento Informado que se me ha entregado y estoy de acuerdo con lo que ahí se indica.
He recibido suficiente información sobre la investigación.
Comprendo que mi participación es voluntaria.
Comprendo que soy libre de retirarme en cualquier momento, aunque ya haya empezado a responder los instrumentos, sin que eso me perjudique.
Comprendo que los datos obtenidos son confidenciales y anónimos.
He podido hacer preguntas sobre la investigación si me pareció necesario.
Expreso libremente mi conformidad para participar en esta investigación.

Fecha: ……………….. Firma del participante……………………..


ANEXO K

DATOS GENERALES

Sexo: Hombre ( ) Mujer ( ) Edad:……………………….. Nacionalidad:…………………………….

Estado civil: Soltero ( ) Casado ( ) Conviviente ( ) Separado ( ) Otro:……….……………………..


(Especificar)
Ciclo o año de estudios:…………………………

Trabaja: Si ( ) No ( )

Religión:

Católico ( ) Mormón ( ) Evangélico ( ) Cristiano ( ) Testigo de Jehová ( ) Protestante ( ) Judío ( ) Ateo ( )

Otro:……………………………..
(Especificar)

En base a la religión que ha marcado, se considera:

Practicante ( ) No Practicante ( )

Antes de empezar a responder los cuestionarios, es importante que mantenga el orden, solo pase a la página siguiente, si ya ha

terminando la página anterior, si no por favor NO avance a la siguiente página.

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