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Houria Bouteldja
Traducido por Dulce María López Vega
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Hasta aquí una pequeña introducción, ahora les propongo que entremos de lleno
al tema. ¿Qué significa para nosotros, indígenas de la república, el concepto de
interseccionalidad, y sobre todo qué utilidad política tiene, por qué nos tiene que
interesar? Identifico seis razones:
• 1. La primera razón es que este concepto nació de la conciencia de las luchas
de las mujeres negras y existe una experiencia común entre las mujeres de color
de los Estados Unidos y las de Europa. No podríamos utilizar o discutir este
concepto sin rendir primero homenaje a las feministas de color o al feminismo
negro al que debemos un trabajo teórico magistral, que frecuentemente es
aprovechado por los medios académicos para despolitizarlo, neutralizarlo y
reducirlo a objeto de investigación. Considero que si este concepto teórico nació
en las entrañas de las luchas de las mujeres negras en medios racistas, es
porque estas teorías son válidas a priori y no es necesario esperar su validación
por parte de su cuerpo académico blanco para convencerse de ello. Dicho esto,
debo confesar que no conozco lo suficiente las luchas de las mujeres negras de
los Estados Unidos para saber cómo a partir de ese concepto llevaron a cabo
sus luchas políticas, es decir, cómo articularon las opresiones al interior de sus
organizaciones. Es por ello que no abordaré este punto más que en el contexto
francés.
• Nos dicen también: “Reúnanse entre mujeres, como han hecho las feministas
blancas. Reúnanse en grupos no-mixtos, excluyan a los hombres indígenas”.
Crecí en Francia con la idea de que los hombres blancos eran superiores a los
hombres de color, dignos de confianza, respetuosos de las mujeres, civilizados,
etc. Les pido que lean un artículo que escribí sobre el tema [2]. Como ya estamos
separados, ¿qué puede significar ese consejo de que los grupos no sean mixtos?
Respondo desde un punto de vista decolonial y con el interés de las mujeres en
la mira: “primero, nos tenemos que amar”, primero tenemos que reencontrarnos,
rehabilitarnos. En una palabra, tenemos que restablecer la confianza entre
nosotros. Es por ello que el primer eje de la lucha de un feminismo decolonial
que “articula” es el que dice: solidaridad con los hombres dominados y rechazar
el principio del hombre de color como principal enemigo.
Así, las mujeres actúan de acuerdo a su propio interés y al mismo tiempo por el
interés del conjunto de su comunidad. Por supuesto, ese feminismo no tiene el
carácter absoluto de un feminismo radical, pero como dije hace un rato hablo
desde el punto de vista materialista. Las mujeres de la inmigración,
mayoritariamente pobres, dependen de las solidaridades familiares y
comunitarias, por ello no pueden permitirse el lujo de la ruptura. Hablé del velo,
pero yo que no uso velo tuve que andar el mismo camino. Siempre negocié con
el poder masculino de color porque no tenía otros medios (en tanto proletaria,
indígena y mujer), pues no hacerlo hubiera significado simple y llanamente
complicidad con los blancos contra mi comunidad, ruptura con mi familia, y una
mayor inseguridad social. El precio a pagar es demasiado elevado. No somos
heroínas.
Lo que digo de las mujeres resulta casi idéntico si se aplica a los homosexuales
musulmanes y negros que viven en los barrios populares. La mayor parte de
ellos eligen conscientemente la invisibilidad pues el “coming out” puede tener
consecuencias dramáticas. Evidentemente, el “coming out” se le percibe como
blanco. Así como cuestionamos la invitación imperialista a la liberación de las
mujeres, podemos cuestionar legítimamente el deseo no expresado de aquellos
y aquellas blancas/os que animan al “coming out” como el temor sospechoso de
verse privados de los cuerpos indígenas… Así, hay tres estrategias posibles para
un homosexual o una lesbiana de color en el contexto de opresión racial en
Francia: el alejamiento familiar si cuentan con los medios económicos, lo cual es
raro; someterse al matrimonio heterosexual o al matrimonio con un homosexual
del sexo opuesto para salvar las apariencias con sus familias. Lo que es común
entre las tres opciones posibles, es el deseo de preservar a su familia y rechazar
el “coming out”. Se han realizado estudios sobre las lesbianas de color en
Francia y lo que sorprende es que rechazan el “coming out” porque desean
proteger a sus madres. Saben que son ellas a quienes se culpará de mala
educación. Y no me refiero aquí a aquellas y aquellos que son muchos y que no
contemplan siquiera identificarse en su vida como homosexuales y para quienes
la identidad homosexual ni siquiera puede ser pensada como una categoría en
sí misma. Pregunta: ¿Qué significa interseccionalidad cuando la invisibilidad es
la elección mayoritaria de los principales interesados?
Para concluir, lo que digo a las feministas blancas, a los LGBT y a los blancos
en general, es que dejen de darnos consejos e inmiscuirse en nuestras luchas y
que convenzan a los demás blancos de que tanto el feminismo como las luchas
LGBT, y el anticapitalismo son eurocéntricos y que hay que descolonizarlos.
Hace rato decía que no éramos heroínas. Ahora me voy a desmentir. Pienso que
somos heroínas y que nuestro heroísmo en tanto dominadas dentro de un grupo
racializado e inferiorizado, es precisamente haber alcanzado nuestro objetivo de
dignidad en círculos tan hostiles y tan conflictivos, navegar entre intereses
contradictorios y hacer lo que los dominantes del grupo no hacen: pensar lo
colectivo y lo individual, lo que de alguna manera constituye las primicias de una
tercera vía entre el sometimiento al modelo de emancipación eurocéntrica y el
regreso a una autenticidad tan ilusoria como perdida.