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Introducción
Uno de los conceptos fundamentales para la construcción y consolidación de la
democracia en México, es el de ciudadanía. Este concepto engloba las tareas y las
responsabilidades que la sociedad debe de asumir en el contexto postransicional en el
país. La recuperación de este concepto lo haremos desde la perspectiva del desarrollo
de la ciudadanía activa, a partir de los planteamientos enunciados por Sinesio López
(1997) y Chantal Mouffe (1998), quienes llevan el debate más allá de la perspectiva de
la ciudadanía como una serie de derechos políticos, sociales o económicos (Marshall,
1997) y los sitúa como un mecanismo que permite la convivencia en la cada vez más
compleja estructura social.
Bajo la lógica anterior, la discusión del concepto de ciudadanía lo podemos
abordar desde distintos niveles. Sin embargo, la visión que se va a imponer en el debate
acerca de este concepto, va a surgir a parir desde los postulados de la filosofía política
liberal de los siglos XVIII y XIX, (debates que rescatan la idea de la autonomía del
sujeto en relación al Estado), el cual va a generar una caracterización normativa de la
ciudadanía, la cual resulta insuficiente para tratar de explicar los problemas generados
por la creciente complejidad social (problemas como los derechos de las minorías tales
como los migrantes, las personas con preferencias sexuales distintas, gente con
capacidades diferentes, etcétera). Ante esta limitación teórica, el eje argumentativo de
este ensayo, versará sobre la necesidad de generar una nueva conceptualización acerca
de la ciudadanía, la cual nos permita englobar y explicar las nuevas problemáticas
emanadas de la creciente complejidad social en este mundo globalizado.
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Profesor por asignatura en El Colegio de Veracruz y Universidad Veracruzana. Doctor en Ciencia
Política Por la Universidad Autónoma de Madrid.
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Concretamente las mujeres, esclavos y gente que no poseía propiedades materiales
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1. La recuperación contemporánea
Kymlicka y Norman (1997) argumentna que a pesar de que en los años mil novecientos
setenta el interés conceptual sobre la ciudadanía no era muy fuerte, para finales de los
años noventa del siglo pasado esta situación cambia, la discusión sobre este tema se
reactiva, debido a una serie de circunstancias que ocurrieron a nivel mundial: (a) una
revisión acerca de los criterios de justicia en relación a los derechos humanos, (b) el
problema de las migraciones y los procesos de generación de identidades emergentes, y
(c) la desafección ciudadana en términos de la participación política, que se demuestra
con los altos niveles de abstencionismo en los procesos electorales.
La recuperación de la discusión contemporánea se sitúa a partir de la
recuperación del texto de T. H. Marshall (1997) “ciuadadanía clase social” publicado
en el año de 1950 “ciudadanía y clase social”. En este texto, este autor define a la
ciudadanía como el “asegurar que cada cual sea tratado como un miembro pleno de una
sociedad de iguales. La manera de asegurar este tipo de pertenencia consiste en otorgar
a los individuos un número creciente de derechos de ciudadanía” (Kymlicka y Norman,
1997: p.7)
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Marshall ubica tres tipos de derechos que dan origen a los principios de
ciudadanía. Esquemáticamente 3 quedaría de la siguiente manera: Derechos civiles
generados en el siglo XVIII (reconocimiento de derechos de propiedad, de libertad,
etcétera), derechos políticos, ubicados en el siglo XIX (derecho a votar y ser votado, así
como la participación política sin restricción) y derechos sociales, generados en la
segunda mitad del siglo XX, (derecho a la salud educación, etcétera). 4
La crítica a este modelo se funda en la idea de que la perspectiva es demasiado
utópica, ya que presenta un cuadro de desarrollo sucesivo como cascada de todos los
derechos ciudadanos, por lo que el surgimiento de un derecho específico permite que el
inmediato posterior surga al paso del tiempo, visión contraria a los procesos sociales y
políticos empíricos, tal y como sucede en los países postrancisionales de América latina
por poner solo un ejemplo. Además, su teoría tenía un fuerte sesgo racial y
anglocéntrico. Sinesio López (1997:92) nos da una idea de esto cuando dice que “sus
distinciones conceptuales entre ciudadanía civil, política y social presupondrían la
jerarquización de genero y de raza, en vez de problematizarla”
Por ejemplo, la primera etapa de la instauración de los derechos civiles no
resultó beneficioso para todos los sectores de la sociedad, ya que estos derechos le
quitaron el apoyo gubernamental a minusválidos o personas sin apoyo familiar. En estos
años las mujeres no eran contempladas como pertenecientes a la colectividad, ya que
estos derechos estaban estrechamente ligados a la visión liberal; la ciudadanía quedaba
ligada a las posesiones materiales, relegando así, a los sectores sociales que aún tenían
formas económicas precapitalistas de la ciudadanía, ya que no tenían responsabilidades
sociales 5 tales como impulsar el económico de la sociedad por ejemplo, por lo que para
la mayoría de la sociedad, “el derecho de propiedad derivado de la ciudadanía civil
significó la desposesión (López, 1997: 93).
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Se reconoce que el proceso no es tan mecánico, pero para fines de agilizar este punto sigo la
temporalidad propuesta por Kymlicka.
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La temporalidad tan estricta que se utiliza no permite ver los casos específicos que escapan a esta
tipología, un claro ejemplo de esto es que la constitución política de México de 1917, ya contenía los
elementos que definían claramente los derechos sociales, educación gratuita en la educación elemental,
derecho a la salud pública, etcétera. Por lo anterior, la argumentación de Marshall sirve como referencia
histórica y conceptual en general, pero para cada caso específico habría que hacer una investigación que
nos diera un mapeo de cada país.
Metodologías de este tipo las desarrollan autores como Kymlicka y Norman (1977), López (1997) o
Isunza (2001), quienes a pesar de investigar temas distintos, utilizan la misma herramienta metodológica.
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Por ejemplo, ayuda comunitaria, principios mutualistas en casos de inundaciones o desastres, o trabajos
colectivos en aras de la comunidad.
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En este sentido, Mouffe nos dice que “el problema con dicha aproximación es
que ignoran los límites impuestos sobre la extensión del pluralismo por el hecho de que
algunos derechos existentes han sido constituidos sobre la propia exclusión o
subordinación de los derechos de otras categorías” (1998: 139).
La instauración gradual de los principios de la ciudadanía significó el afectar
necesariamente otros intereses. Sin embargo, el problema de fondo era el hecho de que
la ciudadanía no era solamente una cuestión del reconocer derechos, también tenía que
ser concebida como una identidad activa, la cual no solamente se generaba por el
reconocimiento efectivo de los derechos, sino por ser una acción social, la cual
transformaba el papel y los límites de la ciudadanía en términos reales.
Este esquema resulta fuertemente cuestionado tanto en su aspecto político -
práctico como teórico y las discusiones vienen de la nueva derecha, como de la nueva
izquierda. La Nueva derecha le crítica a Marshall el hecho de que, para que se
desarrolle un concepto de ciudadanía, él plantea la existencia de un estado de bienestar6 ,
pero esto le genera una gran carga al estado, ya que la existencia de seguros de
desempleo hace que la ciudadanía prefiera la asistencia estatal, en vez de integrarse a
los sectores laborales y productivos. La nueva izquierda le crítica que con este esquema
que partía de la presencia del estado benefactor, se generaba un clientelismo y una
pasividad social, que impedía un ejercicio de participación social consolidado y, por lo
tanto, no dejaba espacio para los procesos de democratización. Ambas posiciones
entran en un debate ideológico el cual trata de superarse en términos analíticos a partir
de un debate teórico entre comunitaristas y liberales de finales de los setenta y
principios de los ochenta del siglo pasado..
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Sinesio López (1997: 90) comenta que funda las bases de una concepción socialdemócrata de la
ciudadanía.
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En esta lógica podríamos encontrar los planteamientos enunciados por Octavio Paz en su texto del
“ogro filantrópico”. (1990: 85 y ss)
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aún grandes contingentes sociales son excluidos formalmente de las decisiones políticas
y
(c) los procesos de migración mundial acelerados a partir de los procesos de
globalización, hacen que la idea de ciudadanía restringida a un espacio territorial
llamado Estado nación sea problemático e insuficiente.
Por lo anterior, López argumenta (y coincide con Mouffe) que la ciudadanía no
es un estatus legal definido, sino que es un proceso que confiere identidad y punto de
referencia a amplios sectores de la sociedad 8 . Por esto, muchos grupos sociales se
sienten excluidos de los procesos legales o de reconocimiento formal; ya sea por su
situación económica o sociocultural, por cuestiones étnicas u orientación sexual; por
esto rescata el concepto de “ciudadanía diferenciada”, el cual adquiere una dimensión
fundamental no sólo para la construcción para la construcción de la ciudadanía, sino
también para generar movimientos sociales, aglutinar a la sociedad civil, o para
impulsar luchas por el reconocimiento (Taylor, 1997).
Kymlicka y Norman construyen una nueva forma de entender a la ciudadanía en
un contexto de sociedades complejas, y las engloba dentro del principio de ciudadanías
diferenciadas, estas se pueden englobar dentro de estos tres puntos:
(a) Derechos especiales de representación, por grupo de preferencia sexual, por
nacionalidad, por edad, etcétera;
(b) derechos multiculturales, que no tienen la finalidad de buscar gobiernos
autónomos o paralelos a los establecidos, sino más bien integrar estas referencias
culturales al contexto social específico del que se trate; y
(c) derechos de autogobierno, reconociendo formas étnicas u organizacionales a
partir de las características de los grupos sociales de referencia más pequeños
(Kymlicka. Y Norman, 1997).
La lógica de este razonamiento estaría construido a partir del reconocimiento de
las diferencias, y no de una homogeneidad muchas veces construida bajo criterios
impuestos autoritariamente. Estos grupos diferenciados buscan espacios de inclusión e
integración en la sociedad, pero no a partir de la homogenización, sino en el conservar
su diferencia. La instauración de estos derechos no es fácil, ya que en un momento
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Entendida más allá de los espacios locales o regionales, sobre todo con la revolución tecnológica y la
internet, que amplían al espacio público en dimensiones supranacionales y globales. Los procesos
globales de información hacen que tengamos nuevos criterios y problemas mundiales por ejemplo, el
tráfico de órganos y armas, los derechos humanos, y recientemente la llamada guerra contra el terrorismo,
para ampliar este punto puede revisarse a Keane, en su articulo sobre “las transformaciones estructurales
del espacio público” (1997).
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dado podría romper la unidad o comunidad política más amplía, pero este esfuerzo
puede solventarse a partir de la construcción de un concepto más amplio de ciudadanía,
en el cual se incluyan mecanismos de participación y de construcción de nuevas
relaciones entre la ciudadanía y el estado.
La recuperación de la ciudadanía en este sentido, nos lleva a entender el papel de
la sociedad civil y los movimientos sociales para construir los espacios de lucha
simbólica que ayuden a subsanar estas “diferencias” al interior de la sociedad, y en su
relación con el Estado. Esto, con la finalidad de garantizar que estos reclamos se
conviertan a la larga en norma jurídica, y sirvan para construir un diseño institucional y
legal que permita establecer una nueva relación Estado -sociedad.
Conclusión
La concepción moderna de la ciudadanía se acerca más a una visión culturalista que a
una constitución legalista. Se trascienden las visiones normativistas de la ciudadanía y
se construye una perspectiva dinámica de la misma, sustentada en una transformación
social en términos simbólicos y culturales. La concretización de esas formas se debe al
hecho que las instituciones pueden generar un diseño democrático, pero las prácticas
sociales pueden resultar autoritarias, por lo que un diseño democrático amplio debe
poseer una ciudadanía activa y diferenciada, la cual luche por incorporarse al espacio
público reconociendo y mediando sus diferencias, de tal manera que los principios de
igualdad y libertad que llevan implícitos los discursos de la ciudadanía y del estado de
derecho se hagan efectivos.
La igualdad y libertad deben estar sustentadas no en un principio de
igualitarismo, sino estructuradas a partir del reconocimiento de la diferencia y el
disenso, la cual se puede materializar a partir de grupos de ciudadanos autoorganizados
fuera de los canales institucionales. La forma en que la sociedad puede organizarse para
interactuar con el sistema puede ser variado, por ejemplo, grupos de presión, sindicatos,
partidos políticos, etcétera. Sin embargo, hay formas no institucionalizadas, las cuales
pertenecen al sector civil y poseen una gran capacidad de transformación de la
estructura: estas formas son los movimientos sociales, los cuales se convierten en una
de las partes visibles tanto de la sociedad civil como de la ciudadanía, por lo que
aquellos se convierten en una parte fundamental para los procesos de transformación
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Bibliografía
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moral y democracia. 2003. Alainza Editorial. Madrid.
Castrejón Diez, Jaime. La política según los mexicanos. 1995. Océano, México.
Isunza Vera, Ernesto. Las tramas del alba. Una visión de las luchas por el
reconocimiento en el México contemporáneo (1968 – 1993). 2001. CIESAS – Miguel
Ángel Porrúa, México.
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Kymlicka, Will y Wayne Norman. “El retorno del ciudadano. Una revisión de la
producción reciente en teoría de la ciudadanía.” En La política. # 3. 1997. Octubre.
Paidos, Barcelona.
López Ayllón, Sergio y Héctor Fix–Fierro.”¡So Near, So Far¡”. Rule of Law and
Juridic Reform in Mexico. 1999. Ponencia presentada en el seminario
“Transformaciones del derecho y la cultura jurídica en Europa mediterránea y América
Latina los últimos veinticinco años”, efectuado por la Universidad de Derecho de la
Universidad de Stanford, el 9 y 10 de septiembre. Stanford.
Marshall, T.H. y Tom Bottomore Ciudadanía y clase social. 1997. Alianza Editorial,
Madrid.
Oxhorn, Philip. Social inequality, civil society and the limits of citizenship in Latin
America. 2000. Documentos de discusión sobre el Tercer sector. Número. 9 El colegio
Mexiquense, Toluca.
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Oxhorn, Philip. When Democratic Ins’t All That Democratic: Social Exclusion And The
Limits Of The Public Sphere In Latin America. 2001. en Papers Forty Tour. April 2001.
North South Center. University of Miami
Tilly, Charles. From Mobilization to Revolution. 1978, New York. Addison Wesley
Masachussets