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Primera edicidn: 1994 Quinta reimpresidn: 2009 Resersades todos las derechos conforme la ey (©Mahia Biblos Ediciones Coyoaciin, 8. A. de C. V. ‘Ay Hidalgo No. 47-b, Colonia del Carmen Deley, Coyoacin, 04100, Mexico, DF. ‘Tela 56597117 y 565947978 Fax 565864282 imal: edicoyoaf@yahoo.com.ms, ISBN 978.970.633-317-9 INTRODUCCION Este libro se ocupa de analizar los mecanismos artisticos, denominados asi por ser comunes a los tres sistemas pro- ductores de imagenes, acciones y objetos de efectos esteti- cos que se denominan asi: 1. Artes pre-renacentistas, precapitalistas, feudales o artesa- nias gremiales, 2. Artes renacentistas, cultas, eruditas o simplemente artes. 3. Artes tecnologicas, industriales o disenos. Por cémoda simplificacién las denominaremos artesanias, artes y disenios. Nos centraremos en las artes, porque las co- “ocemos mejor y no porque sean éstas mas importantes que las artesanias ni que los disenos, menos atin que el sistema de valores de nuestras estéticas populares. Los mecanismos de los sistemas productores hoy coexis- tentes son precisamente las tres actividades basicas de todo sistema cultural, en general y del artistico en particular, a saber: la produccién, la distribucidn y el consumo, que exa- minaremos en sendos capitulos. En otras palabras, penetra- remos en los procesos sociales y psiquicos de la produccién, distribucién y consumo de los bienes estéticos, Pero nos cen- traremos en las artes. Al final de cada capitulo o durante el mismo, esbozaremos lo concerniente a las artesanias y alos disefos. El centro geografico de nuestros enfoques sera América Latina. Asi nos daremos cuenta de que nuestras artes se dis- itinguen menos de sus matrices occidentales. Los disefios son le reciente importaci6n y las artesanias pertenecen a nues- tras estéticas populares, siempre débiles en manifestaciones visuales, pero muy ricas en las auditivas y las corporales, las canciones y la oralidad. Y es gracias a nuestras artesanias que mostramos una verdadera personalidad, de sello par- ticular y distinguible. Lo que acabamos de manifestar llamaré la atencién al lector acostumbrado a ver a las artes por sus productos tni- camente. Para nosotros ellas constituyen fenémenos socio- culturales de actividades productivas, distributivas y consuntivas. En consecuencia, para que exista un arte debe poser distribuidores y consumidores, al lado de los pro- ductores. No bastan las obras solas, Para que existan de veras artesanias, artes o disefios latinoamericanos, es nece- sario que primero sean un fendmeno sociocultural comple- toy luego latinoamericanas, En los productos confluyen las tres actividades basicas/ El estudio de cada una de tales actividades nos ira mostrando hasta qué punto existen, en nuestros paises, las artesanias, las artes y los diseftos como fenémenos socioculturales completos 0 incompletos, en for- ‘macién o consolidados. ‘Actualmente ha perdido todo sentido preguntarnos sim- plemente si existen 0 no nuestras artes. Hemos superado los ‘maniqueismos y nos sentimos obligados a buscar las mati- gaciones y precisiones, por ajustarse éstas a la realidad con- rela; 2poseemos una cultura o realidad artesana, otra artis- tica y tuna tercera en los diseftos, que requieren respectivas definiciones multiples, ya que ninguna de éstas la agota. Hasta hace poco nos satisfacia aceptar su existencia real, pero lo haciamos guiados por criterios europeos y reduc- cionistas que nos limitaban a ver lo perceptible de los pro- ductos y productores (a los consumidores los consideraba- mos de menor cuantia). Consecuentemente omitiamos los procesos psiquicos y los sociales que los envuelven. Lo peor fue que nos incitaban a la pasividad, pues nos satisfacian sus modos paramentales de existir y deponiamos, por ende, todo descontento y critica, brisqueda y desafio. Si rechaza- bamos su existencia, era porque nos parecia que las obras carecian de elevada calidad y de caracteristicas propias. Ni Jos unos ni los otros veian lo nuestro de nuestras manifes- taciones estéticas, al lado de lo internacional de las mismas. Unicamente teniamos ojos para lo europeo y lo tangible, nadie sentia la urgencia de penetrar en la compleja cuestion del arte latinoamericano. Hoy preferimos manifestar que no existen las artes lati- noamericanas, tal como las necesitamos. En este caso, la duda y la insatisfaccién aguzaran nuestro sentido critico y devendran ambas seminales. pues nos impeliran a criticar nuestras practicas artisticas y a cambiar su curso entre no- sotros. Nuestro latinoamericanismo debe ser razonado, cri- tico y activo; nunca ingenuo, sentimental y pasivo. Las ai tes latinoamericanas existent, sin duda, pero dependientes y desvinculadas de nuestras mayorias demograficas. En ve dad todavia no satisfacen nuestra necesidad de cambios estéticos ni responden a las necesidades de tales mayorias, Gomo tampoco entran en interdependencia con las manifes- taciones de los paises ricos de Occidente._ Sin lugar a dudas, nuestras artesanias son de veras nacio- nales y latinoamericanas, porque las genera la cultura popular y consecuentemente se hallan estrechamente lig; das a nuestras mayorias demograficas y sus modos produc- tivos, distributivos y consuntivos son en parte autéctonos y en parte forineos; entre estos tiltimos, los africanos, los oc- cidentales y los mestizos|Las artesanias constituyen un fe- [némeno sociocultural con sus tres actividades basicas en Jequilibrio (producci6n, distribucion y consumo), aunque [por varias razones sus objetos estan adoleciendo de un dé- ficit de consumidores y distribuidores populares. En sinte- ‘sis, las artesanias son cuantitativamente mas representativas de América Latina que las artes y que los disefos|Sus pro- ductos musicales, por ejemplo, siempre fueron dignos y ex- portables, pues recibieron reconocimientos internacionales y fueron consumidos por los paises ricos de Occidente. No importa si no entraban en intercambio con las artesanias de e805 paises, porque éstas ya habian desaparecido. Los disentos, por su lado, son practicados por algunos pro- fesionales latinoamericanos, pero con criterios eurocen- tristas. Si bien el disemio urbano y el arquitectonico, el grafi- €o y el industrial son ajenos todavia a nuestras mayorias demograficas, los audiovisuales intervienen directamente enel sistema axiolégico denuestras culturas populares. En ‘suma, los diseftos audiovisuales se ocupan del tiempo libre del sector popular, més las otras clases sociales, y copan su interés. Si en algunos hay dificultades de produccién, las re- gistramos en la distribucién y consumo de todos. No cabe todavia aludir a diseftos latinoamericanos como un fenéme- ho sociocultural completo. == artes, a su turno/existen entre nosotros desde hace si- \ glo y medio, pero sin unidad ni continuidad; nos referimos ¥ las artes visuales) pues la novela latinoamericana las po- ‘see y muestra, Ademés, siempre fueron extraias a la esté- tica popular. Sus productos, productores, distribuidores y eonsumidores son latinoamericanos, mas no sus motivacio- nes axiologicas, sus méviles culturales ni sus finalidades estéticas,|Los medios intelectuales de su produccién, distri- " bueion y consumo son puramente occidentales y oficialistas; — decir, nuestras artes todavia no responden a Ja realidad itos actuales de América Latina, Dicho en otras palabras, nuestras artes no tienen efectos latinoameri- ‘canos, como tampoco reflejan lo que en verdad es nuestra América y ni siquiera lo que sabemos hoy de ella. He aqui el nudo de la cuestién; nudo ya senalado por José Marti al aseverar éste que existe la literatura latinoamericana en tan- to existe América Latina, Precisamente, el estudio de la pro- duccién, distribucién y consumo por separado, nos facilitara el conocimiento de ios problemas internos de nuestras artesanias, artes y disenos, para luego poder formular solu- ciones. No basta acelerar artificialmente la produccién. Para poder desenmarafar el nudo, nos es indispensable ubicar obviamente los hilos y luego sacarlos de la confusion. Entre los importantes estén los que toman a Latinoamérica ¥ a sus artes por realidades o, lo que es igual, por procesos © fenémenos, cuyas metamorfosis atin no conocemos total- mente y en detalle. Si se quiere, todavia no sabemos leer todos sus cambiantes pliegues. Ocultan a estos hilos las gruesas cuerdas de la creencia que América Latina y sus artes son fijas e inmutables y que sus intimidades solo pue- den ser detectadas con el instrumental de la cultura occiden- tal oficial. Por todo esto, es que hay abismos entre lo que son nuestras artes y lo que sabemos que son; mas profundos los abismos respecto a lo que deseamos o necesitamos que ellas sean. Por desgracia, atin nos tiene sin cuidado la produccién de conocimientos de nuestras realidades e ignoramos la necesidad vital de disponer de criterios propios.No conju- ‘gamos nuestras subjetividades cori nuestras objetividades y de este modo poder acercar nuestra conciencia (social) 0 subjetividad al ser (social) u objetividad de nuestras artes y de América Latina.’ Otros hilos tenemos en las relaciones que deben existir en- tre lo que son nuestras artes y lo que es América Latina, y entre lo que sabemos son nuestras artes y nuestros conoci- mientos de América Latina, Es de lameniar que nos absten- gamos de utilizar las artes para conocer a nuestra América Y que no empleemos los conocimientos de ésta en el desa- rrollo de nuestras artes. Operamos en sumisién sensorial, sensitiva y mental a los patrones del oficialismo occidental. Los terceros hilos importantes que necesitamos ubicar son los de nuestra obligaci6n de reemplazar, en un futuro, los modos europeos con que hoy conceptuamos a nuestras ar- tes y a nuestra América, por otros que correspondan a nues- tros intereses mayoritarios. Nuestra produccién de conoci mientos con medios occidentales nos haré ver, a la larga, la urgencia de concebir nuestros propios medios intelectuales de conceptuar las realidades latinoamericanas. En concreto, el desenredo del nudo depende de la idea que tengamos de las artes y luego de América Latina. Para mejor explicarnos tomaremos la pintura hecha por nosotros En primer término, tiene que ser pintura propiamente di- cha y después latinoamericana de verdad. Para muchas per- sonas, la existencia de la pintura se reduce a los cuadros y murales y sittian en segundo plano a los pintores, aficiona- dos y compradores. A ellas les bastan los cuadros para afir- mar que existe la pintura en todos nuestros paises. En este caso, ellas pueden establecer que los cuadros muestran co- munes denominadores de naturaleza pictérica o artistica, para en seguida afirmar que hay una pintura latinoameri- cana. Asi la singularidad pictérica se torna personalidad la- tinoamericana, en sentido geografico. Los que negaban la presencia de tales denominadores comunes ono alcanzaban a verlos, se referiran a la pintura en (o made in) Latinoa- mérica. En realidad, el arte de la pintura comprende también ga- lerias y museos, publicaciones y escuelas, muse6grafos y cri- ticos, historiadores y teéricos, que pocas capitales de Amé- rica Latina poseen y, si los poseen, su ntimero es magro.y su calidad, baja. En casi todos nuestros pafses la pintura exis- 2 te, pero incompleta, Aqui no termina el 4rea de la pintura ni nuestros conceptos de ella: constituye un fenémeno sociocultural muy complejo y, por consiguiente, compren- de procesos psiquicos, sociales y culturales, con unos deter- minados medios intelectuales 0 materiales de produccién, distribucién y consumo pictoricos. Si estos medios son im- portados y cumplidos al pie de la letra, habré tan s6lo una jpintura occidental hecha en América Latina, esto es, sera de- endiente o colonial. Propiamente, todavia no existe ella ‘omo un fenémeno sociocultural completo: apenas si esté en formacién. Otra cosa si nuestros medios intelectuales de /producir y consumir pinturas poseen elementos de cosecha latinoamericana, vale decir, son singulares y distintos a los de otros continentes. ‘Veamos ahora en qué casos los medios intelectuales pue- den ser de nuestra cosecha. Ya hemos seftalado la posibili- dad de ser pictoricos o artisticos los comunes denominado- res de nuestra pintura. Pues bien, es muy posible que su novedad y unicidad sean latinoamericanizables al identifi- carla o emparentarla con alguna idea o aspecto de América Latina, En realidad, si existe una pintura entre nosotros, sera como formaci6n pictorica o-coexistencia de modos resi- duales, dominantes y emergentes de producirla y consumir- la. Pero estos tres calificativos pueden ser sopesados desde nuestra realidad o de la occidental. En otras palabras, los, comunes denominadores seran anacrénicos, actuales 0 prospectivos (0 vanguardistas), respecto a nuestra pintura 0 la occidental; lo mismo el valor de lo actual y Io vanguar- dista. En términos practicos, decir que una pintura existe, significa que es importante. Pero gpara quién? Indudable- mente, no cabe la existencia de un valor internacional, sin ser antes local, aunque éste pueda existir sin Hegar a ser in- ternacional. En verdad, no existe la obra universal ni la internacional por origen o hechura, pues tiene que haber sido hecha en un

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