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La fiesta de los toros ha sido una fuente de inspiración


desde hace más de dos siglos. Creadores de todas las
disciplinas artísticas se han dejado deslumbrar por las
luces de la fiesta. Unos pocos, como Goya y Picasso,
también han contribuido a inspirar o bien a enriquecer
la indumentaria taurina.
Además, desde las últimas décadas del siglo XX el
mundo de la moda, de la mano de diseñadores como
Christian Lacroix, Lorenzo Caprile, Francis Montesinos
o Giorgio Armani, también ha ofrecido su particular
visión del traje de torero.
ARTE DE LUCES gas atacadas de terciopelo negro y ancho cinturón de
cuero para evitar en la medida de lo posible la acción
Vestirse de luces es esencialmente un acto ritual. de las astas del toro, en un momento en el que las
Significa revestirse, imbuirse de un halo, una esencia, suertes aún no están definidas y la lidia se asemeja a
una identidad que trasciende a la persona corriente. Es ejercicios que tienen como fin más el zafarse airosa-
el medio por el cual el hombre se transforma en tore- mente de las embestidas del animal, que ahormar sus
ro. De la misma forma en la que lo pudiera hacer un envites. Al parecer la única seña distintiva que les dife-
sacerdote, en un lugar fuera de la mirada de los devo- renciaba en la plaza de otros hombres comunes era
tos y ayudado por un asistente, para aparecer después una banda de tafetán de color que les era proporciona-
ante los fieles creando un gran impacto escénico, el da por los organizadores del festejo2.
torero se viste en la habitación del hotel en soledad A medida que avanza el siglo van cambiando las
junto a su mozo de espadas -su hombre de confianza- formas de la lidia y la indumentaria. Así, el toreo anda-
que le va poniendo las prendas siguiendo siempre el luz va a imponerse sobre otros como el navarro y
mismo orden y repitiendo los mismos gestos. La elec- serán los diestros del sur quienes con sus hazañas en
ción del vestido tampoco es un acto baladí; de hecho los ruedos levanten pasiones y creen estilo. Joaquín
se cuida desde su encargo escogiendo a un sastre en Costillares y Pedro Romero fueron inmortalizados en
concreto, con unos colores y unos bordados determi- los grabados de Juan de la Cruz en 17783 tocados con
nados; también influirán en la decisión de portar un cofia y sombrero de tres picos y vestidos con chaque-
traje u otro las sensaciones que tenga el diestro al lle- ta de solapa vuelta (aún bastante larga, a la cadera) y
varlo, la ocasión de la que se trate, los triunfos o los hombreras ornadas con lazos y cintas, chaleco, camisa
percances que pueda haber tenido vistiéndolo. La con chorrera, amplia faja, calzón, medias y zapatos sin
corrida no empieza con el toque de clarines que anun- tacón con grades hebillas. Los tejidos igualmente se
cia el comienzo del festejo, sino que se inicia en esa habían aligerado, sustituyéndose el ante y el cuero por
habitación de hotel cuando el hombre ve la figura del la seda y el algodón. Más o menos en la misma fecha
torero reflejada en el espejo. fueron retratados los hermanos rondeños Pedro y
El traje de luces actual es sin duda un icono mun- José Romero por Francisco de Goya4, quien con pince-
dial que identifica a su portador con su profesión. Sin lada suelta y vivaz da fe del gusto por el vestido de
embargo esto no ha sido así desde el comienzo de la ambos diestros. Fue Joaquín Costillares quien solicitó
historia del toreo a pie. Podemos situar ésta en el siglo y consiguió de la Real Maestranza de Sevilla el permi-
XVIII1, cuando con la llegada de los Borbones la noble- so para que los matadores pudieran lucir en su indu-
za abandona el hábito de practicar lances a caballo y mentaria galones de oro, al igual que hacían los pica-
toman el relevo de la ejecución de los festejos taurinos dores, y de plata los subalternos (1793)5. Es el primer
hombres de a pie que se irán profesionalizando a lo paso hacia la diferenciación del torero frente al resto
largo de la centuria. En esos momentos la indumenta- de los hombres de su clase social. Sin embargo, no
ria de los toreros es de corte más bien defensivo, será hasta al menos 1830 cuando se producirá esa
puesto que visten calzones y jubón de ante con man- disociación en el vestir y tanto en el último cuarto del
siglo XVIII como en los primeros años del XIX su indu- Dos de las formas cuya evolución más llama la
mentaria no será distinta de la de cualquier “majo” atención son la de las hombreras y la de montera. El
varón salvo, quizás, por el mayor recargamiento en el germen primero de las hombreras en el traje de torear
adorno. No obstante no debemos olvidar que estamos está en las cintas de seda que unen el cuerpo con la
refiriéndonos a las figuras del toreo de la época, con lo manga en los ejemplares del siglo anterior. Poco a
que es más que probable que tanto los miembros de poco se sustituirán por galones adornados con cadene-
las cuadrillas como los matadores de segunda fila tas o pasamanerías que derivarán en estructuras
lucieran atuendos más sencillos. redondeadas algo caídas sobre los hombros, que sir-
La transformación estética que se produce entre ven para tapar la unión entre manga y cuerpo de la
1790 y 18366 en la indumentaria taurina va a estar liga- chaquetilla. Por lo que respecta a la montera, se atribu-
da a un cambio en el propio concepto de la tauroma- ye su invención a Francisco Montes “Paquiro”; de ahí
quia, al que irá aparejado a su vez una acentuación pro- su nombre, pero lo cierto es que es el resultado de la
gresiva de la asociación quasi mítica entre torero y evolución natural del tocado de los toreros. Éstos,
héroe popular. Asistimos a esta transmutación a través como símbolo de identidad, dejan crecer su pelo cuan-
del arte. Se parte del torero “majo”, es decir, del valien- do el resto de los varones de su época comienzan a
te o chulo que da muestras de su arrojo ante el toro cortárselo7 y lo recogen a la altura de la nuca en forma
con las formas airosas y algo rococós de Carnicero y de grandes moñas. La forma del peinado obliga a redu-
se llega al torero romántico, arrebatado y arrebatador cir el tamaño del tocado, cuya forma no estaba con-
al mismo tiempo de Doré (por citar uno de los ilustres sensuada en los primeros años del XIX, y tan pronto
extranjeros que pasaron en ese tiempo por nuestro encontramos, en las colecciones de estampas de la
país), sin poder olvidar en ningún momento a Goya, época, representaciones de éstos que se parecen a
sobre cuya obra volveremos más adelante. las monteras populares, como los vemos con peque-
La forma en la indumentaria taurina sustancia este ños sombreros rematados en borlas; al final, la forma
cambio en el que la figura del primer espada crece en triunfante será la “montera de M” con grandes
protagonismo. Al mismo tiempo, por el efecto de la machos cayendo a los lados. Este es el modelo de
Guerra de la Independencia y la aparición del cuya evolución resulta la montera actual.
Romanticismo, la fiesta de los toros se convierte en un Entre 1840 y 1860 se estandariza el diseño del ves-
acto de afirmación identitaria y pintoresquismo sin tido de luces, que sin grandes modificaciones, al
parangón, a través, por una parte, de la estilización de menos en el corte general y el número de piezas que
la figura del torero, acortando progresivamente el largo lo componen, ha llegado a nuestros días. Si bien pode-
de la chaquetilla y el chaleco, ajustando el calzón y mos afirmar que la chaquetilla era menos rígida, más
dejando libre el empeine del pie con un calzado más recargada de adornos, con hombreras más pequeñas y
abierto y plano que se ata con un pequeño lazo, y, por redondeadas, y mucho más abierta para dejar ver el
otra, con el aumento significativo del adorno, emplean- chaleco igualmente más adornado, o que el actual fajín
do cada vez más asiduamente las aplicaciones de cor- era entonces una gran faja de seda enrollada en torno
doncillo de oro, extendiendo y complicando los borda- a la cintura del matador, o que la taleguilla era más hol-
dos en la superficie del paño, y transformando borlas y gada y menos elástica, o que los modelos con brague-
pasamanería en lo que en la década de los 40 ya serán ta8 no aparecen hasta el último tercio del siglo XIX y
machos y caireles. que la superficie del bordado era más estrecha, la línea
ha permanecido como tal inalterable. También es el cia deriva inevitablemente en la ritualización del vestir-
momento en que las modas burguesas urbanas impo- se a la que aludíamos al comienzo.
nen una estética en los varones mucho más sobria Existen en la actualidad tres tipologías de trajes de
que hace desaparecer el adorno y los colores brillantes torear: el de luces, el corto y el goyesco. Tal vez inclu-
de su indumentaria y generaliza el uso del pantalón. so estemos asistiendo al nacimiento de un cuarto tipo,
Este hecho es crucial para la antropología del traje de el “traje picassiano”; aunque será el tiempo el que nos
luces, pues es aquí donde se produce la disociación diga si esta indumentaria se significará lo suficiente
definitiva entre la indumentaria torera y la civil. Así, el para que esto ocurra. Es cuanto menos curioso com-
vestido de torear adquiere un significado trascendente, probar cómo el nombre de dos grandes artistas está
definitorio y en él se plasman físicamente las alegorías vinculado a la indumentaria taurina. Y es que el mundo
de lo que debe definir al torero: la brillantez, la gallar- del arte no ha permanecido indiferente a la fiesta de
día, el lucimiento... Tanto es así que los diestros se los toros. Su estética y la plasticidad de la lidia han ins-
sienten toreros cuando se enfundan en el vestido; a pirado a poetas, escritores, músicos, escultores y pin-
través de él se transforman en algo más que hombres tores. Por citar tan sólo un ejemplo, de sobra es cono-
para enfrentarse a la res en la plaza. Tamaña importan- cida la relación del torero Ignacio Sánchez Mejías con
los miembros de la Generación del 279 y cómo su des-
afortunada muerte en la plaza dio lugar a la creación de
uno de los poemas más bellos escritos por Federico
García Lorca.
Pero son las artes plásticas las que con mayor profu-
sión han tratado el tema taurino. Muchos son los artis-
tas que nos ofrecen su particular visión de la fiesta,
desde el propio Goya hasta Picasso, pasando por
Manet, Sorolla, Gutiérrez Solana, Zuloaga, Alberti, Dalí,
Iturrino, Clavé, Barjola y tantos otros que dejamos por
el camino. Sin embargo son pocos los que han trapasa-
do la frontera de sus pinceles para llegar al territorio de
las agujas. La forma en que lo hicieron también difiere
sustancialmente. Esta muestra reflexiona sobre ello.
Cronológicamente el primero de los pintores que
influye de manera directa en el diseño del vestido de
luces es Ignacio Zuloaga y Zabaleta (1870-1945), ya
que diseñó, durante varias temporadas de las décadas
de 1930 y 1940, para su amigo y ahijado Rafael García
Escudero “Albaicín” una serie de chaquetillas10 que
diferían bastante de los repertorios de los bordados y
la decoración tradicional.
Si continuamos esta línea temporal, Francisco de
Goya (1746-1828) es el siguiente en hacer su aporta-
ción a la indumentaria taurina. El maestro aragonés es
sin duda alguna un referente de lo taurino. Sabemos
incluso que en alguna ocasión firmó como “Don en honor a Pedro Romero en el II centenario de su
Francisco, el de los toros” o que entre sus amigos del nacimiento en la plaza de Ronda, que organizó
mundo taurino era llamado “Ilustre Goya”11. Esta vin- Cayetano Ordóñez, cuando se crea la tipología de
culación y afición se refleja en su producción, particu- “traje goyesco” para torear. En puridad bien se podría
larmente en sus series de grabados pertenecientes a haber bautizado este tipo de indumentaria como “a la
La Tauromaquia (1815)12 o las litografías Los toros de manera de Carnicero” o con algún otro epíteto que la
Burdeos (1826), desde las que ofrece una visión abso- vinculara a la propia figura del matador rondeño home-
lutamente diferente a las de sus contemporáneos, que najeado. Pero es Goya el elegido como “padrino” de
marcará a las generaciones futuras de artistas13. Su tal evento porque su influjo es irresistible y el nivel de
relación con la indumentaria taurina y la creación de un iconicidad de su obra, insuperable. Tampoco hemos de
tipo es la causante de que aparezca en segundo lugar olvidar que el término de corrida goyesca no era
en la enumeración que llevamos a cabo, ya que no es nuevo. Tenemos constancia a través de diferentes
hasta 1954, con la celebración de una corrida goyesca fuentes de información, entre las que se encuentran
los carteles que se muestran en esta exposición, de el corte del vestido y respeta la forma de la chaquetilla
que se celebraron “corridas goyescas” en la y la distribución de la decoración; sin embargo aligera
Monumental de Barcelona en 1929. Dichos festejos se impresionantemente la densidad de la misma. Consi-
diferenciaban de los ordinarios en que antes del gue un vestido ligero, rítmico y más elástico, tal y
comienzo de los mismos tenía lugar un desfile de como al parecer le pidió Dominguín.17 Parece que al
coches de caballos cuyos ocupantes vestían trajes que igual que hace en las aguatintas de su “Tauro-
imitaban más o menos el estilo indumentario de los maquia”18 resume en formas sencillas (círculos) la luz,
majos dieciochescos que Goya representó en múlti- el movimiento y los entrelazados de los bordados. El
ples pinturas. Los matadores no lucían un atuendo impacto visual conseguido no tuvo al parecer una gran
especial para estas corridas, sino que seguían portado acogida por parte del público, con lo que estos vesti-
el traje de luces de cualquier tarde. Cuando la corrida dos quedaron relegados en favor de otros de corte tra-
rondeña se instaura en el calendario anual de festejos, dicional.
el modelo de vestido también se convierte en un tipo Puede que en el presente estemos asistiendo al
más que después traspasará la frontera malagueña fenómeno inverso. En vez de la creación de un traje de
para formar parte de otras celebraciones como, por torear por parte de Picasso, son los sastres los que
ejemplo, las que tienen lugar cada dos de mayo en la están imaginando un traje picasiano. El caso es muy
Plaza de Toros de las Ventas de Madrid. similar al que aconteció hace medio siglo con la corrida
Pablo Ruiz Picasso (1881-1973) es el siguiente gran goyesca de Ronda. En el año 2009 tuvo lugar un feste-
nombre en nuestra lista. No podríamos explicar buena jo en honor a Pablo Picasso en su ciudad natal de
parte de la producción artística del genio malagueño Málaga. Fue bautizada como “corrida picasiana” y
sin hablar del toro. Podemos diferenciar (solo a veces) nació con vocación de continuidad, puesto que el pasa-
entre “el toro” y “los toros” en su obra. No entrare- do 5 de abril de 2010 se celebró su segunda edición.
mos aquí a realizar un análisis de su obra ni de su pro- En esta exposición se muestran los vestidos de los
ducción por exceder ambos temas el ámbito de esta matadores que participaron en la primera de ellas y
exposición, sino que centraremos nuestra atención en podemos ver cómo cada uno de ellos propone una
su gran afición por la fiesta y su contribución a su indu- solución distinta a este nuevo reto de crear una tipolo-
mentaria. Existen multitud de imágenes del artista gía. Aún es pronto para adivinar si el festejo se consoli-
como espectador en los cosos franceses, de su intimi- dará y si la indumentaria lucida acabará unificándose
dad familiar con sus amigos toreros. De especial rele- en sus criterios. En su segunda edición un modisto de
vancia para lo que a nosotros atañe es su grandísima la talla de Christian Lacroix, quien ya había realizado
amistad con el diestro Luis Miguel Dominguín, cuyos incursiones anteriores en el diseño taurino, se ha inte-
frutos, entre otros, fueron el diseño de varios trajes de resado por la oportunidad y ha lanzado su propuesta19.
torear para el matador en su reaparición en la década Y es que los modistos son los creadores mo-der-
de los 50 que fueron cosidos en la Sastrería Fermín14, nos que se han acercado a la fiesta de los toros a tra-
la edición del libro Toros y Toreros15 o incluso el proyec- vés de su indumentaria. Indudablemente ésta ha influi-
to para una plaza de toros16. Respecto a los trajes dire- do en muchas creaciones de firmas como Elio
mos que, como se ilustra perfectamente en el que se Berhayer o Jean Paul Gaultier, pero también ha habido
exhibe en la muestra, la principal contribución del artis- modistos que han hecho el camino inverso, el de ofre-
ta se encuentra en la sintetización del adorno. No varía cer sus propuestas de indumentaria taurina. Como
afirmábamos anteriormente, tal vez Lacroix sea el pri-
mero de ellos que lo hizo, con vestidos como el reali-
zado para “Chamaco” hijo el día de su alternativa en
Nimes (1991) o para Paquito Leal20, también en la
década de los 90; continúa su relación con el mundo
de los toros con el vestido lucido en la corrida picasia-
na de 2010 por Javier Conde.
Lorenzo Caprile también ha diseñado un vestido de
torear para Pepín Liria21, pero en esta ocasión ha sido
un goyesco, cuyas formas y detalles son fruto de la
inspiración directa en los modelos originales de la
época de Goya custodiados en el Museo del Traje.
Justo un año después el modisto valenciano
Francis Montesinos propuso un vestido goyesco para
César Jiménez22 absolutamente diferente en plantea-
miento al de Caprile, en el que interpreta de forma
libérrima materiales y adornos, con la novedosa aplica-
ción de pedrería y láminas metálicas en la chaquetilla.
Giorgio Armani es el último de los creadores de
moda que se han interesado por la indumentaria tauri-
na. Diseñó en 2008 para su torero fetiche, Cayetano
Rivera, un vestido con espíritu goyesco para que lo
luciera en la corrida goyesca de Ronda de 2008.
Desgraciadamente un severo percance del diestro
impidió que esto ocurriera, pero en 2009 por fin estre-
nó este vestido que hoy se exhibe en nuestra sala.
La fiesta de los toros ofrece un caudal de inspira-
ción, pero también recibe los frutos de quien ha sido
alimentado por ella y los integra reinventándose y enri-
queciéndose. La indumentaria constituye uno de los
elementos más icónicos de la fiesta, y es lógico el
interés que ha suscitado en el mundo del arte. El diálo-
go constante entre ambos mundos a lo largo de la his-
toria de la tauromaquia nos ha dado una producción
enorme de obras de arte y unas formas iconográficas
indisociables ya de nuestro imaginario.

Elena Vázquez
Comisaria
1 En torno a 1740, según Ortega y Gasset, J.: La caza y los toros. 2ª toros de Pontevedra en 1927.
10 Campo, Luis del: Opus cit. Se puede ver una de ellas en: Ricci, R.
ed. Madrid, 1982.
2 Campo, Luis del: El traje del toreo de a pie. Evolución. Psicología. y Durand, J.: Vêtu de lumières. París: Editions Plume, 1992. (p. 43).
11 Mújica Gallo, M.: ¿Fue Goya figura del toreo? Lima, 1960.
Pamplona: La acción social, 1965. p. 19.
3 Cruz Cano y Olmedilla, Juan de la: Colección de trajes de España, 12 Publicada en Madrid por primera vez en 1816.
13 Primero desde Francia a través principalmente de sus grabados y
tanto antiguos como modernos. Madrid: Turner, 1988. N.os 27 y 28.
4 Ambos pintados ca. 1795–98. El primero de ellos pertenece a la más tarde de nuevo en nuestro país. Ver: Martínez- Novillo, A.:
colección del Kimbell Art Museum y el segundo se conserva en el “Goya. La Tauromaquia”. En: El siglo de oro de las tauromaquias.
Philadelphia Museum of Art. Estampas taurinas 1750- 1868. Madrid: Consejería de Cultura,
5 Cossío [Juan Miguel Sánchez Vigil, ed.]: Los toros. Vol. 4. Madrid: Centro de Asuntos Taurinos, 1989.
14 El capote de paseo que acompañaba al traje diseñado por
Espasa Calpe, 2007. p. 61.
6 Escogemos este rango de fechas como hitos marcados por el año Picasso la tarde de su reaparición en los ruedos fue pintado por
en que el pintor Antonio Carnicero termina su Colección de las prin- Rafael Alberti.
15 Picasso, P. y Dominguín, L. M.: Toros y Toreros. París: Cercle d’
cipales suertes de una corrida de toros (Madrid, 1790), que influirá
en todo el grabado taurino europeo del siglo XIX, incluyendo la Art, 1961.
segunda edición de la Tauromaquia o Arte de torear a caballo y a pie 16 Los bocetos de dicho proyecto son conservados en la actualidad
de Pepe- Hillo (Madrid, 1804) y la publicación de la obra que dará ori- por doña Lucía Bosé, que fue esposa del diestro.
gen al toreo moderno, Tauromaquia completa, de Francisco Montes 17 Según la entrevista realizada a D. Antonio López, actual director
“Paquiro” (Madrid, 1836). de la Sastrería Fermín, que asistió personalmente a la creación de
7 Actuarán de igual forma frente al aspecto del rostro, puesto que estos trajes.
mientras el uso del bigote se impone en la moda masculina del XIX, 18 Realizadas en 1957 para la edición de Gustavo Gili de La
los toreros siempre irán rasurados, a excepción de un breve período, Tauromaquia o Arte de Torear de Pepe- Hillo.
anterior siempre a 1850, en el que lucen grandes patillas. En la 19 Se trata del traje lucido por Javier Conde y confeccionado en
actualidad este hecho diferenciador continúa siendo una constante: Santos Sastrería de Toreros.
ningún diestro ha hecho jamás el paseíllo con barba. 20 Ricci, R. y Durand, J.: Opus cit. (pp. 47 y 137).
8 Las taleguillas más antiguas tienen alzapón a la manera de los cal- 21 Lucido en la corrida goyesca del 2 de mayo de 2006 en la Plaza
zones del siglo XVIII y los empleados en entornos populares. de Toros de Las Ventas de Madrid.
9 Rafael Alberti llegó a hacer el paseíllo con su cuadrilla vestido de 22 Estrenado en la corrida goyesca de 2 de mayo de 2007 en la
luces en naranja y azabache, aunque no llegó a torear, en la plaza de Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid.
MINOTAURO ENGALANADO cinematográficos luego, los cuales contribuirían a fijar
EL MITO SEDUCE LA MODA la imagen tópica que persiste hasta la actualidad y que
es la que se explota mediáticamente, una imagen exi-
Hace ya un tiempo que los medios vienen haciéndose mida de las debilidades cotidianas. Desde Merimée
eco del acercamiento que se está produciendo entre hasta Blasco Ibáñez, desde Rodolfo Valentino hasta
el mundo de los toros y el de la moda. El momento Adrien Brody, el torero es el hombre dionisíaco, lúdico,
álgido lo marcó la relación entre Cayetano Rivera jovial; es un hombre instintivo, audaz y pleno de valor,
Ordóñez y la casa Armani, materializada en la creación un hombre con un pie en la muerte, un héroe dispues-
de un traje goyesco y en una campaña publicitaria a to cada tarde a acometer una nueva proeza4. Y es tam-
nivel internacional. Posteriormente, el torero ha firma- bién el hombre cortés por antonomasia, un galán más
do para ser imagen de una inminente campaña de seductor que los iconos cinematográficos porque está
Loewe. La casa busca reforzar su imagen masculina y dotado de una característica exclusiva del profesional
recalcar su raíz española y su carácter artesanal. del toreo: la torería.
En cierto modo, la moda sirve como platafor- “Detalles de buena educación con la gente
ma de difusión desde la que se intenta normalizar la pudiente y humilde, elegancia moral y estética en todo
percepción pública del tanta veces denostado mundo momento, perfecto conocimiento de la profesión,
de “la Fiesta”. Los protagonistas de este naciente sobriedad del gesto…”5 ¿Es plausible considerar la
fenómeno han manifestado su consciencia de lo que torería como un paradigma de elegancia? Así parecen
tal relación puede aportar al arte de la tauromaquia. El haberlo entendido algunas marcas de moda, que no
propio Cayetano ha afirmado que “la exposición por valerse de la fama del personaje han podido dejar
mediática bien hecha es beneficiosa para la Fiesta”1, de considerar su especial condición como portador de
mientras que Julio Benítez, “El Cordobés”, ha concreta- mensajes, tan complejos como afianzados en el imagi-
do más al considerar que “lo de posar para una publici- nario del consumidor. Y así lo han querido reflejar las
dad o desfilar es una manera de evolucionar y por revistas de moda, en el ámbito nacional, al rescatar a
hacerlo no eres menos purista o peor que otro profe- las figuras del toreo de las páginas del corazón para
sional”2. Ni mucho menos. De hecho se ajusta a la forjar nuevos iconos de elegancia y masculinidad.
evolución icónica de la figura del matador, cincelada ya Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, Javier Conde,
por la literatura, la pintura, el celuloide... Ahora es el Morante de la Puebla, Alejandro Talavante, Sebastián
turno de la moda. Castella, Julio Benítez o José María Manzanares, espe-
En el torero confluyen una serie de ideales, cialmente dotado éste para posar ante las cámaras,
propios o transferidos por el público, que convierten al han aparecido ya en diversas publicaciones de moda.
hombre en héroe, en algunos casos en mito3. El mata- Carlos Clementson6, aludiendo a la evolución de los
dor arriesga la vida, ofrece arte y conquista la fama, el Califas del Toreo, compara el toreo de Manolete y el
prestigio, el dinero; se carga del magnetismo sexual de “El Cordobés”, padre, con la diferencia existente
que emana del ruedo. El Romanticismo encontró en su entre el albornoz y el bikini. Hoy esa metáfora puede
figura un filón para la creación de personajes literarios, tomar un sesgo literal.
Al igual que Cayetano ha vestido de Armani en
Ronda, antes lo hicieron Chamaco hijo, de Lacroix en
Nimes, y Pepín Liria y César Jiménez, de Lorenzo
Caprile y Montesinos respectivamente, ambos en
corrida goyesca en Las Ventas. Otros modistos se han
aventurado en los talleres del sastre taurino para
experimentar con la “alta costura” que es la confec-
ción del vestido de luces. En estos casos hemos de
considerar más importante la aquiescencia del torero
a vestir una firma de moda en la plaza que el calado
artístico de la intervención del diseñador. En cierto
sentido, la aportación del creador de moda no dista de
la del artista plástico: se limita al plano ornamental,
puesto que los imperativos funcionales poseen una
excepcional importancia que limita por completo la
creatividad. Se trata, pues, de una anécdota, de un
gesto de recíproca deferencia. El vestido torero lo
hacen los artesanos profesionales y sólo de ellos pue-
den partir las verdaderas innovaciones en este campo.
Pero mientras, la moda, como le es tan propio,
fagocita sin recato: hoy se ha valido de la imponente
presencia de un torero y ha utilizado su indumentaria
laboral como plataforma publicitaria; ayer tomó y
siempre tomará prestadas tipologías, formas decorati-
vas y contenidos simbólicos como fuente para sus
propias creaciones. En España, naturalmente, modis-
tos y diseñadores no se han sustraído a esa influen-
cia. Hemos escogido algunos ejemplos, pertenecien-
tes a la colección del Museo del Traje. CIPE, que refle-
jan claramente este influjo en los maestros: una tore-
ra (tipología de raigambre obvia) de Balenciaga
(MT091407), fechada en 1960 y nutrida de bordados
de hilo de plata y lentejuelas; un conocido vestido de
1975 de Elio Berhanyer (MT099864-6) concebido
como referencia directa al capote torero; y una cha-
queta de Pertegaz de los años ochenta (MT096350)
con estilizadas aplicaciones de pedrería en el tercio
superior de la manga que remite a la rigidez estructu-
ral de la chaquetilla torera.
El influjo no se detiene en nuestras fronteras. De
sobra conocidos son los dos ejemplos de diseñadores
contemporáneos que han demostrado sobre las pasa-
relas su fascinación por el mundo taurino, dentro quizá
de una más genérica y tópica imagen de España. Nos
referimos a Christian Lacroix, siempre atento a las
fuentes culturales más diversas, pero especialmente
ligado a lo español a través de su Arles natal, y a John
Galliano, manifiesto admirador del folklore patrio que,
en un gesto tan inusitado como propio de su carácter
extravagante, vistió en el desfile conmemorativo del
80º aniversario de la casa Dior, en 2007, un vestido de
luces prestado para la ocasión por el matador Miguel
Abellán, quizá el más “fashionista” de la nueva horna-
da de toreros “a la moda”. Ojalá todo esto no sea más
que el principio de una fructífera relación.

Juan Gutiérrez
Técnico de museos
Departamento de indumentaria

1 http://www.burladero.com/noticias/8656
2 Elle, Nº252. Multiediciones Universales, Madrid, 2007. Pág. 90.
3 Como lo expresó, y lo sufrió, Juan Belmonte: “Yo era una crea-
ción mítica de mis paisanos” […] Entonces yo no era sólo yo, sino
también algo de cada sevillano”. Ver en Pérez Mateos, Juan Antonio:
El toreo. Una visión inédita. Alianza Editorial, Madrid, 1995. Pág. 18.
4 Sobre la proeza y su excepcionalidad en el marco de la socie-
dad contemporánea, ver Veblen, Theodorn: Teoría de la clase ociosa.
Fondo de Cultura Económica, México, 1989.
5 Zumbiel, François: “La torería o la dialéctica de lo esencial y lo
accesorio, en La antropología como pasión y como práctica”.
Ensayos in honorem Julian Pitt-Rivers, CSIC, Madrid 2004. Pág. 415.
6 “Imagen y mito. Los califas en las artes y la literatura”, en Los
Califas del Toreo. Historia y vida. Círculo de Iniciativas y Proyectos
Culturales de Córdoba, Córdoba 2007. Pág.111.
[ 1. ] G OYA Artista, aficionado
y cronista de la época
en la que se comienza
a dar forma a la
“Tauromaquia”. Las
imágenes que nos
transmite son tan
poderosas que inspiró,
siglo y medio después,
la estética de las corri-
das de Ronda. Con
ellas se crea una nueva
tipología de vestido de
torear: el goyesco.
Cartel
Sucesores de Henrich y Cía. (Barcelona)
1929
Cromolitografía. Tipografía
Museo del Traje. CIPE
MT023150

Cartel
Imprenta y Litografía José Ortega (Valencia)
1929
Cromolitografía. Tipografía
Museo del Traje. CIPE
MT023911

Cartel
Imprenta y Litografía Jerez Gráfico
1964
Serigrafía
Museo del Traje. CIPE
MT020743
Ligereza y atrevimiento de Juanito
Apiñari en la plaza de Madrid
La Tauromaquia. Estampa nº 20
Francisco de Goya y Lucientes
(1746-1828)
1814-16
Aguafuerte. Aguatinta
Museo del Traje. CIPE
MT014008A

Pedro Romero matando a toro parado


La Tauromaquia. Estampa nº 30
Francisco de Goya y Lucientes
(1746-1828)
1814-16
Aguafuerte. Aguatinta
Museo del Traje. CIPE
MT014008B
Vestido de torear
Anónimo
ca. 1800-1820
Seda labrada con aplicaciones
Museo del Traje. CIPE
MT000986-87; MT020773
Vestido de torear
Anónimo
ca. 1830- 850
Paño y pana bordados con aplicaciones
Museo del Traje. CIPE
MT009018-19
Chaquetilla de torear
Anónimo
ca. 1840
Raso bordado con aplicaciones
Museo del Traje. CIPE
MT001138

Montera
Anónimo
ca. 1875-1920
Terciopelo con aplicaciones
Museo del Traje. CIPE
MT016042

Cofia
Anónimo
Siglo XVIII
Calceta con aplicaciones
Museo del Traje. CIPE
MT000740
[ 2 . ] P I C AS S O Su obra no se puede
explicar sin la presencia
del toro. Artista total,
también diseñó vestidos
de luces. Con la
creación de las corridas
picassianas (2009) ahora
sirve como modelo de
inspiración para la crea-
ción de los trajes que se
lucen en ellas.
Vestido de torear de Luis Miguel Dominguín
Pablo Picasso. Sastrería Fermín
ca. 1971-73
Seda bordada con aplicaciones
Colección familia Bohórquez
Toros y toreros
Pablo Ruiz Picasso (1881- 1973). Luis Miguel
Dominguín (1926-1996)
Barcelona, Gustavo Gili, 1961
Colección Antonio Pareja
Vestido de torear de Francisco Rivera
Francisco Rodríguez. Santos Sastrería de Toreros
2009
Seda bordada con aplicaciones
Colección Francisco Rivera Ordóñez

SANTOS, SASTRERÍA DE TOREROS

El trabajo del sastre de torero es una labor altamente


especializada. Podemos confeccionar vestidos cuyo
diseño inicial sea de otros, pero a la hora de la verdad,
la de enfrentarse al patrón, al bordado y al montaje de
las piezas, son nuestras manos las que hacen posible
el traje de luces.
La importancia del vestido de torear radica en que
quien se lo pone se siente torero con él y que forma
un cuerpo indesligable con su portador. Es por esto
por lo que tanto matadores como picadores y “hom-
bres de plata” otorgan una grandísima importancia a
sus trajes, y eligen el color, el tipo de bordado, los
adornos... y también al sastre, porque tienen que con-
fiar en nuestro oficio –buen oficio se entiende- para
hacer realidad ese vestido con el que ellos se imagi-
nan. Y es ahí donde, además de poner a su servicio
nuestros conocimientos técnicos, debemos interpretar
sus ideas y plasmarlas primero en el patrón y luego en
la tridimensionalidad del traje.
La diferencia entre la confección de un terno y cual-
quier otra prenda de indumentaria es que el sastre pien-
sa en el torero a quien está vistiendo en todo momento
durante el proceso de confección: si bien conoce de
antemano sus preferencias, también analiza cómo se
mueve, cuál es su manera de evolucionar en la plaza,
qué tipo de necesidad de movimientos tendrá durante
la lidia en brazos, piernas, muñeca, etc. Al mismo tiem-
po visualiza el traje en su conjunto: cómo se verá en
movimiento y su reacción ante el juego de luz y sombra jes goyescos para el diestro. El hecho de haber colabo-
que se producirá. Todas estas reflexiones le llevan a rado con él en ocasiones anteriores ha facilitado consi-
tomar decisiones que afectan al resultado final. derablemente mi labor, puesto que sobre mis patrones
Pero no todo se reduce a un proceso meramente ha podido dibujar los motivos. Pese a este conocimien-
intelectual, también entra en juego otro parámetro to mutuo, siempre es necesario adaptar esa idea pri-
importante, la inspiración. Inspiración que aparece en mera a los condicionantes del soporte y a las posibilida-
multitud de formas y lugares y que a veces se encuen- des de ejecución. Tal es el caso de las solapas de la
tra en las fuentes antiguas: estampas, cuadros, tra- chaquetilla, en las que he interpretado libremente el
jes... Sin embargo, no buscamos (al menos yo) hacer dibujo original para poder darles el cuerpo y la rigidez
reproducciones historicistas, ni siquiera para eventos necesarios para permitir la desenvoltura en los movi-
tan significados como las corridas goyescas, que tie- mientos del tronco y los brazos de Francisco, sin que
nen tantísima resonancia iconográfica. El traje de tore- se engancharan o deformaran. De igual modo es perso-
ar, tanto el de luces como el goyesco y actualmente el nal la adaptación definitiva de los dibujos propuestos a
picassiano, ha de estar en constante evolución. la superficie del traje, o el diseño bicolor de los
Entiéndase el término “evolución” no como transfor- machos, que son más sencillos de lo habitual y que se
mación radical sino más bien como un proceso adapta- inspiran en la esquemática sencillez de las escenas de
tivo que camina a la par al de la forma de la fiesta o al tauromaquia de Picasso en blanco y negro. El cordonci-
del propio arte del toreo. Pensemos por ejemplo en la llo azul y blanco que ribetea la chaquetilla igualmente
introducción de nuevos materiales como el tejido de es aportación original, porque considero que enmarca y
punto elástico que se emplea en la parte sin bordar de define mejor los contornos de un traje cuyo fondo es
la taleguilla y en cómo, no modificando en lo sustancial bastante oscuro.
la esencia formal de la misma, ha permitido no obstan- Santos García
te un ajuste y una movilidad mayores que los tejidos Sastre
anteriormente utilizados.
En cuanto a mis vestidos expuestos en esta mues-
tra, el trabajo realizado para cada uno de ellos ha sido
diferente. Si bien vengo trabajando para los hermanos
Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez desde hace
tiempo, la excepcionalidad de ambos encargos han
convertido a estos vestidos en piezas muy especiales.
En el caso del vestido de Francisco Rivera Ordóñez
el reto principal estribaba en que estaba enfrentándo-
me a un traje para un tipo de corrida de toros que no
se había celebrado antes, una corrida “picassiana”,
homenaje al genio malagueño. Al final he optado por
un vestido de corte goyesco en el que la principal inno-
vación está en los motivos del bordado. Para su realiza-
ción he trabajado sobre los dibujos del artista sevillano
Francisco Rodríguez, quien ya había diseñado más tra-
PICASSO DESDE TRIANA supuesto a su obra más emblemática: El Guernica. De
LA HISTORIA DE UN TRAJE esta imagen, que está impresa en nuestras retinas y
que forma ya parte de nuestro imaginario colectivo,
Soy desde hace años el diseñador de los trajes goyes- abstraigo algunas formas, que interpreto convirtiéndo-
cos que luce el diestro Francisco Rivera Ordóñez. las en el motivo principal del bordado: líneas quebra-
También dibujé para su hermano Cayetano el primero das, los cuernos del toro, dedos y manos abiertas,
que vistió en este estilo como matador de toros. Mi caras y ojos que miran fijamente…
profesión es la de escultor y por eso otorgo mucha Los elementos complementarios del traje tampoco
importancia a la distribución de la decoración en el están puestos al azar. Los machos no presentan las
vestido, para jugar con el peso visual y los volúmenes formas habituales de los trajes de torear, sino que se
que se crean. ha acentuado su geometrismo y simplificado la forma,
Francisco Rivera tiene una especial predilección por al tiempo que se insiste en la idea de lo bicolor y el
el corte del vestido goyesco; ese es el motivo principal contraste con el blanco y el azul; recuerda al Arlequín.
por el que a la hora de elegir su traje para la corrida La faja que acompaña a este vestido ha sido igual-
picassiana se optó por esta tipología como base para mente diseñada ex profeso para la ocasión: trazos
el diseño del mismo. Normalmente el diestro me deja potentes sobre fondo blanco en formas circulares que
total libertad para desarrollar mi creatividad en su ves- recuerdan los ruedos que dibuja Picasso una y otra vez
tuario, con la condición única de que emplee algún ele- en sus platos.
mento iconográfico presente en el paso de la imagen Todos los que intervinimos en los diseños de los
de Nuestra Señora de la Esperanza de Triana, de la que trajes de aquella corrida bebimos de las mismas fuen-
es devoto. Por eso sus vestidos goyescos están cuaja- tes; sin embargo cada uno de nosotros interpretó de
dos de adornos barroquizantes y en algunos aparecen una manera muy distinta una misma obra. Creo que
bordados motivos tan extraños a priori para un torero precisamente esa fue una de las circunstancias más
como un ancla, símbolo del gremio de pescadores que bonitas que acontecieron aquella tarde.
está vinculado a la imagen desde el siglo XVII. Sin
embargo, el traje picassiano había de ser diferente de Francisco Rodríguez
lo que había venido haciendo hasta ahora. Diseñador del vestido de Francisco Rivera
Pensé mucho en la obra de Picasso antes de lanzar-
me a hacer los primeros dibujos. Quería que resultara
un vestido homenaje a toda la carrera del artista, pero
su ingente producción y variedad de estilos me hicie-
ron dudar entre si debería identificar visualmente el
vestido con un período concreto o, por el contrario,
recrear una imagen nueva que resumiese mi visión
global de su obra. Al final me decanté por la segunda
opción.
El corte del traje recuerda al vestuario que el crea-
dor malagueño diseñó para el ballet de Falla El som-
brero de tres picos. La elección del color, azul intenso,
hace referencia directa a su etapa pictórica “azul”. Los
bordados de los dibujos son blancos y negros en
honor a sus tauromaquias, cerámicas bicolores y por
Patrón Patrón
Francisco Rodríguez Antonio Pareja. Justo Algaba
2008-09 2008-09
Colección Francisco Rodríguez Colección Justo Algaba
Vestido de torear de Manuel Díaz "El Cordobés"
Antonio Pareja. Justo Algaba Sastrería de Toreros
2009
Seda bordada con aplicaciones
Colección Manuel Díaz

JUSTO ALGABA, SASTRERÍA DE TOREROS

Yo me formé en la Sastrería Fermín y allí tuve la oca-


sión de bordar los trajes que Picasso diseñó para su
amigo Luis Miguel Dominguín. Recuerdo varios: uno
rosa, otro canario, otro gris y otro tabaco y oro. Como
esto lo sabía el diestro Manuel Díaz “El Cordobés”,
cuando me encargó confeccionar su vestido para la
corrida picassiana de 2009, me pidió que lo hiciera
basándome en el traje tabaco y oro de Picasso. A mí
sin embargo esa idea de coser un vestido que fuera
una imitación de aquel original no me acababa de con-
vencer, ya que a mi juicio se trataba de homenajear al
artista, no de copiarle. No obstante ese vestido se
hizo, pero, a la vez y en absoluto secreto, Antonio
Pareja y yo comenzamos a trabajar en otro que fue el
que al final lució el diestro en la corrida, y es el que se
muestra en esta exposición.
Mi primera idea sobre el traje era que tenía que
tener un fuerte contraste, con lo que la cuestión de los
colores estuvo clara desde el principio: fondo blanco y
los bordados en negro. También quería dar un matiz
dorado, ya que el oro es el símbolo del matador y de la
grandeza; así que los perfiles y la pedrería serían de
ese color. A partir de esas premisas Antonio Pareja me
ayudó a elegir los motivos y comenzó a dibujar. He de
decir que me sentí muy a gusto trabajando con él, ya
que ambos lo hicimos desinteresadamente y con toda
la ilusión puesta para sorprender al matador Manuel
Díaz, amigo común de ambos, y que además se esta-
bleció entre nosotros un entendimiento total por el
cual supimos interpretar y materializar a la perfección lo que imagina, la prenda con la que se sienta a gusto,
nuestras respectivas ideas. seguro de sí mismo, la que proyecte la imagen que él
Nuestras fuentes de inspiración principales, que desea al público. Se dice que hay toreros maniáticos
están presentes en el vestido, fueron el motivo circular para sus trajes, pero yo afirmo que no hay toreros
que representa un coso, la estrella y un dibujo lineal de maniáticos sino exigentes y que su conocimiento
toros. Las primeras están tomadas de una Jarra con sobre las posibilidades estéticas que podemos ofre-
guirnaldas que realizó Picasso en 1957 en Madoura en cerles es cada vez mayor. A mí me apasiona el reto
colaboración con Georges Ramié y que representa una que se me plantea en cada encargo y me hubiera
vista sintética de una plaza de toros desde el cielo. Se encantado poder abordar la creación del cuarto tipo de
pueden distinguir la barrera del callejón, los tendidos, vestido de torear. En la actualidad hay establecidos
el público… y en el centro la estrella; una estrella asi- tres: el traje corto, el goyesco y el de luces. La instau-
métrica, gestual, perfecta para definir gráficamente la ración de una corrida picassiana en 2009 fue una opor-
simbología picasiana. El dibujo de los toros aparece en tunidad única de crear una nueva tipología de indu-
el libro que hicieron en conjunto Luis Miguel mentaria taurina, como ya se hizo en los cincuenta con
Dominguín y Picasso: Toros y toreros. El patrón está las goyescas en Ronda; pero todos la perdimos.
cortado pensando en los vestidos de torear que se Quizás hubiera sido el momento de reunirnos todos y
hacían entre 1930 y 1960, porque es un momento en sentar unas bases comunes, con independencia de
la historia del traje de luces en el que las formas ya quién se encargara de su ejecución. Desgraciada-
están perfectamente definidas dentro del clasicismo y mente no fue así y el resultado es dispar.
a la vez son los que Picasso tenía como referencia por No quisiera que de estas palabras se extrajera la
ser contemporáneos a los años en los que se vincula conclusión errónea de que la indumentaria taurina
más intensamente con la fiesta. constituye una tipología estática y acabada. Existe la
El momento de la verdad llegó cuando fui a probar moda en el vestido de luces. Quizás las variaciones
al diestro su traje tabaco y oro a Málaga y después le más notables desde los años 60 sean en relación con
mostré el que habíamos creado entre tanto secreto. la tecnología de los tejidos y la estilización de la figura
He de decir que elegí cuidadosamente el momento de del torero, con taleguillas más altas y chaquetillas más
enseñarle este traje porque en mi fuero interno yo cortas. Ahora bien, una vez establecidas estas bases
deseaba verlo terminado y tal vez, si se lo hubiera pro- puede que los ojos del profano no lo noten, puesto
puesto como una opción al de su idea primera al estilo que los cambios que se producen año tras año son
de Dominguín, este vestido que hoy ven en la sala del sutiles y no afectan tanto a elementos del corte sino
Museo no habría nacido siquiera. Es más, tal era mi más bien al colorido, los motivos de los adornos, etc.;
pero ahí están. Yo mismo permanezco en una constan-
voluntad de coserlo, que si Manuel Díaz no se lo
te búsqueda, todos los días estoy haciendo pruebas:
hubiera querido poner, me hubiera quedado yo muy
de materiales, de color, de durabilidad, conservación...
gustoso este traje. Sin embargo no hizo falta, pues
Nuestra profesión va evolucionando igual que los vesti-
quedó encantado con él y en cuanto se lo probó deci-
dos de torear y debemos seguir trabajando.
dió que ese era realmente su vestido picasiano, el que
luciría en la corrida.
Y es que cada torero tiene su traje y es labor del Justo Algaba
sastre interpretar su personalidad y ser capaz de darle Sastre
Belleza que se desvanece, arte que supera la sublima- unidad; sentir cómo salen a nuestro encuentro sus cre-
ción. Hechizo que devora los siglos, superándolos, lle- aciones, y poder ver cómo la forma y el color confluyen
gando hasta hoy, alcanzando el alma y los sentidos. en la materia conformando un obra final armónica es
acercarse a esa perfección que hace que identifique-
Misterioso y sorprendente: el arte de torear.
mos en el acto cada pieza de la “Tauromaquia” de
Picasso como una obra realmente única, y al mismo
Cuando Manuel Díaz “El Cordobés” me pidió que cola- tiempo sentir cómo su genio creativo estalla en infini-
borase con él, diseñando un capote de paseo que que- dad de piezas de cerámica, dibujos y pinturas…, varia-
ría lucir en la corrida picassiana de Málaga, me pareció ciones infinitas entorno a “toros y toreros” y ver cómo
que estaba ante un gran reto y, al mismo tiempo, ante en cada una de ellas queda siempre de manifiesto la
la posibilidad de ofrecer mi total disponibilidad de cola- gran vinculación del artista con la fiesta de los toros.
boración, para que esa corrida se convirtiera en un La belleza, aunque sea recubierta por la cotidiani-
común y sentido homenaje a uno de los artistas que dad, al final tiene siempre el sublime poder de triunfar y
más he admirado y a una fiesta que ha sido tantas regenerar el espíritu humano.
veces fuente de inspiración para mí trabajo. Al enfrentarme al reto de diseñar, además, un traje
Decía Federico García Lorca que para buscar al de torear para Manuel Díaz “ El Cordobés”, me encon-
duende no hay mapa ni ejercicio. Solo se sabe que traba, una vez más, intentando comprender y desvelar
quema la sangre como un tópico de vidrios, que agota, la complicada esencia de las formas de Picasso,
que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que enfrentado a buscar la sencillez manifiesta de sus dibu-
rompe los estilos. Ese es el duende que hace que jos cargados de duende, buscando esa raíz fundamen-
Picasso, maestro de maestros, nos arrebate con sus tal de su obra vinculada al espectáculo que él amaba y
formas, con su complicada sencillez, con sus exabrup- que como nadie había sabido plasmar a lo largo de su
tos pictóricos y nos encontremos siempre en el punto obra y al mismo tiempo realizar un vestido de torear
de la reflexión sobre la manera o la forma de expresar. que fuese fiel al sentir del torero.
Federico decía, además, que al duende hay que des- Este tipo de proyecto, para mí, suponía afrontar un
pertarlo en las últimas habitaciones de la sangre, y rediseño cuidadoso de cada uno de los elementos del
nadie como Picasso fue capaz de mantenerlo siempre vestido, sin que perdiera, el modelo final, ninguno de
vivo y despierto, exhalando a borbotones. Así, pues, el los atributos que hacen reconocible el traje actual de
duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un torear. Tras analizar exhaustivamente la obra del genial y
pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: universal malagueño, la primera conclusión a la que lle-
“El duende no está en la garganta; el duende sube por gué fue que el vestido debía estar bordado en negro
dentro desde la planta de los pies”. Es decir, no es sobre fondo de seda blanca y, a partir de ahí, debía ir
cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es incorporando elementos de la iconografía picassiana,
decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de crea- sintetizando los trazos y exagerándolos mediante el
ción en acto… contrapunto de los elementos dorados; llegaría así a un
Volver a estudiar a Picasso, refrescar las imágenes diseño y una presencia de gran sencillez. Intento, en
de sus obras y seleccionar los motivos, fue realmente todo momento, mantener el código clásico, aunque
una tarea muy gratificante. Encontrarme, una vez más, aplico pequeños cambios formales, que permiten
frente a imágenes sublimes, perfectas y formando una aumentar la sensación de sobriedad y elegancia.
Plato
Pablo Ruiz Picasso (1881-1973)
Cerámica esmaltada
ca. 1950
Colección Antonio Pareja

La ejecución del proyecto fue realizada por el mag- una pieza de 1957 denominada Jarra con guirnaldas y
nífico sastre de toreros Justo Algaba, quien dejó de diferentes piezas de cerámica de su serie
patente en la realización del trabajo su gran maestría. “Tauromaquia”.
En todo momento, tanto Justo como yo, intentamos El duende..., ¿dónde está el duende? Por el arco
ser fieles al sentimiento picassiano. El resultado final, vacío entra un aire mental que sopla con insistencia
para nosotros, es un traje de gran sencillez cromática, sobre las cabezas de los muertos, en busca de nue-
lleno de movimiento y armonía, con un estilo que dis- vos paisajes y acentos ignorados: un aire con olor de
curre entre el ascetismo riguroso y la exuberancia saliva de niño, de hierba machacada y velo de medusa
barroca. que anuncia el constante bautizo de las cosas recién
Los motivos están sacados de dibujos que Picasso creadas.
realizó para el libro Toros y toreros y, que fue publica- Antonio Pareja
do en colaboración con Luis Miguel Dominguín; de Diseñador del vestido de Manuel Díaz “El Cordobés”
Vestido de torear de Sebastián Castella
Sastrería Fermín
2009
Seda pintada y bordada con aplicaciones
Colección Sebastián Castella

SASTRERÍA FERMÍN

La primera noticia que tuve sobre la celebración de la


primera corrida picassiana (abril de 2009) fue cuando el
diestro Sebastián Castella me llamó desde México, en
diciembre de 2008, para encargarme el vestido que
luciría para esa ocasión. A partir de entonces mi mente
no dejó de darle vueltas hasta que pude hablar directa-
mente con el torero, cuando éste regresó a España
unas semanas después de su llamada telefónica.
Entonces él depositó en mí su confianza y me dió liber-
tad para trabajar.
La realización de este vestido suponía todo un
reto, puesto que era la oportunidad de marcar un nuevo
tipo, de “crear”. Lo primero que pensé fue que se trata-
ba ante todo de un homenaje a Picasso, a un pintor,
con lo que quería introducir la pintura de forma literal en
la realización del traje: por eso, en vez de bordado, el
adorno está pintado directamente sobre la tela. En
segundo lugar, no podía olvidar que a quien iba a vestir
era a un matador de toros, con lo que el oro, su color
distintivo por antonomasia, debería estar presente tam-
bién. La forma más adecuada para conjugar ambas pre-
misas era utilizar un fondo negro así destacarían mucho
más los colores. Al fin y al cabo el mundo del toro lo
primero que tiene que ser es colorista.
Una vez decididas las líneas generales del tra-
bajo, pensé en la obra de Picasso, de la cual soy gran
admirador, y, aunque sus “Tauromaquias” son sober-
bias -por la simplicidad con la que consigue transmitir
toda la plasticidad y el movimiento de los personajes
de las corridas, a la vez que por los fondos blanquísi- cias son las que marcan su carácter y condicionan su
mos de sus cerámicas, con los que logra captar de diseño. Yo, como sastre de toreros, debo jugar a la
alguna manera la luz del sol que inunda los cosos- sin hora de pensar el traje con las sensaciones que quiero
embargo, yo ví en una época anterior del malagueño lo crear, en cómo hacer vibrar el bordado, y lo hago prin-
que estaba buscando. Se trata de la época de su cola- cipalmente huyendo de la verticalidad a través de la
boración con Diaghilegev en el diseño de los decorados sinuosidad del dibujo y de la aplicación de los brillos.
y el vestuario para sus ballets. También la corrida de Es un trabajo fascinante para quien lo ama, pero exige
toros es una especie de ballet con los hombres danzan- una dedicación absoluta puesto que los buenos resul-
do frente a los cuernos del animal. Precisamente de tados se consiguen a base de experiencia.
ese período creativo de Picasso es el cuadro que me Esa es quizás la razón por la que, en ocasio-
sirve como fuente directa de inspiración, el retrato de nes, cuando algunos diseñadores de moda han hecho
su hijo Pablo vestido de Arlequín. La actitud algo lángui- incursiones en el mundo taurino han acudido a nos-
da del niño, cómo se deja caer..., me recordaba la otros, los sastres de toreros, para el corte de los patro-
forma de estar en la plaza de Sebastián Castella y nes, el para armar el traje... Por ejemplo, Christian
entonces le ví toreando vestido de arlequín. Lacroix quiso diseñar el traje para la alternativa de
La confección de este traje no ha supuesto ni Chamaco hijo en Nimes a comienzos de los noventa,
para mí ni para esta casa el primer contacto con pero fuimos nosotros los que enviamos los cortes del
Picasso. Hace ya muchos años, aquí cosimos varios tra- vestido a bordar a París y los que luego confecciona-
jes que el artista diseñó para su amigo Luis Miguel mos el traje. Nuestro oficio requiere una gran especia-
Dominguín con motivo de su reaparición en los ruedos. lización porque nuestro producto final es único.
Eran vestidos que recordaban un poco a lo que ya men-
cionaba antes, la simplicidad y la capacidad sintética de Antonio López
las formas que plasmó en sus Corridas. No intentó Sastre
innovar en la indumentaria taurina, simplemente,
basándose en lo que él veía en los trajes de los años 50
del siglo pasado, aplicó el esquematismo de la forma.
¿Cómo? Pues por ejemplo pensando en un traje muy
descargado de adornos, más ligero y elástico.
De hecho la innovación en el traje de luces,
que ya tiene una forma tan marcada y tan estable, en
mi opinión no va encaminada a transformar la silueta
del torero, sino a la experimentación con nuevos mate-
riales que permitan mejorar las cualidades técnicas del
vestido (aumentar la comodidad de los toreros a la
hora de moverse con él, su facilidad de lavado, etc.) y
sus resultados estéticos. Un traje de luces ante todo
tiene que ser “torero”. Con esto quiero decir que no
tiene que ser estático; es un vestido para ser visto en
movimiento y a plena luz del sol. Esas dos circunstan-
[ 3 . ] L A M O DA La estética del traje de
luces no ha pasado
desapercibida al mundo
de la moda y ha servido
como fuente de
inspiración para muchas
colecciones. Algunos
creadores han llegado un
poco más lejos y han
diseñado sus propios
vestidos de torear.
Vestido de torear
Francis Montesinos
2007
Bordado con aplicaciones
Colección César Jiménez
Mi vinculación con el mundo taurino está plasmada a cuadros que respiran hondura y verdad, los linos finos
lo largo de mi carrera profesional. Son muchas las y tostados o en los colores primarios.
colecciones que llevan motivos taurinos. La tauroma- - El rito y el mito: igualmente vestidos para oficiar la
quia y el arte del toreo han estado muy presentes en liturgia y el espectáculo, los toreros y el público acu-
mi vida personal y profesional. Ya de pequeño iba con den al espacio esencial, circular y volátil como una
mi padre a los toros y siempre me ha gustado este verónica. El cóctel y la fiesta en una colección toreada
otro “arte”. a base de chicuelinas, delantales, revoleras, navarras,
Mi musa Paola Dominguín ha cerrado muchas trincherillas y pases de pecho que conducen, indefecti-
veces mis colecciones con una estampa muy taurina. blemente, hasta la puerta de toriles, donde las mano-
Son muchos los bordados, machos, alamares, ador- las acompañan a César Jiménez para recoger al toro
nos taurinos, flores, etc., del traje de luces que utilizo –en este caso, la novia- con una larga cambiada “a
también en los modelos de algunas de mis coleccio- porta gayola”…
nes, tanto de prêt-à-porter como en trajes de fiesta a Hacerle el traje a Cesar Jiménez fue fantástico. Nos
medida. entendimos muy bien en las pruebas y en nuestras
Siempre han sido un punto de inspiración mis raí- conversaciones de maestro a maestro…; me encanta-
ces, el folclore y la tradición. ría volver a colaborar con él en un futuro cercano.
Recuerdo que la colección del verano de 2008, que
llamamos “al quite”, era un destilado de mis experien-
Francis Montesinos
cias en el mundo taurino, un homenaje a la tauroma- Modista
quia, la lucha del hombre y el toro hecha rito y hecha
arte, donde sólo podía ocurrir así: made in Spain.
El quite es, al tiempo, la variedad, la fantasía y la
esencia; pero también la oportunidad, el riesgo y la
generosidad, como la moda misma…
La colección se vertebraba en cuatro ritos:
- La tienta: la capea, el traje corto, una cierta infor-
malidad alegre entre sol y sombra que se materializa
en el sport base, el jean índigo y la fina raya azul mari-
no y blanco.
- Las flores: una serie que recogía el mundo floral
de Montesinos y era un guiño a su nueva fragancia:
lilas, violetas, blanco con pequeños brotes de verde y
limón…
- El natural: la mano izquierda, el pase natural, la
quinta esencia del toreo, la difícil sencillez hecha músi-
ca y cadencia de baile se traducía aquí en la rayas y los
Vestido de torear
Lorenzo Caprile
2006
Raso bordado con aplicaciones
Colección Pepín Liria
El traje de luces para el maestro Pepín Liria se realizó en madroñera con borla, recreación de ejemplares expues-
mi taller durante la primavera de 2006. Se trata de una tos en el Museo del Traje: el detalle más comentado.
recreación de los trajes de majos que se utilizaban en Quise siempre recrear el porte y el estilo chulesco
tiempos de Goya para torear, antepasados del traje de de los toreros que retrató Goya, en especial los de los
luces actual. hermanos Romero, el famoso Pedro y su hermano
Como iba destinado a la corrida goyesca de esa tem- José, quién se atrevió a desafiar ¡al mismísimo Godoy!
porada (Las Ventas, 2 de mayo de 2006), intenté ser lo Aprovecho estas líneas para agradecer a Dña
más fiel posible a los modelos originales de la época Dolores Aguirre, La Ganadera por excelencia, Señora
conservados en el Museo del Traje, alejándome todo lo del Mundo del Toro, y a su hermana Pilu, clientas y
posible de las, a veces, grotescas fantasías “inspiradas” amigas, sin cuyo entrañable “celestineo” este traje –y
en Goya que se utilizan actualmente. En todo momento el honor de vestir al Maestro Liria- no hubiese sido
recibí el apoyo de D. Andrés Carretero, Dña. Amalia posible.
Descalzo, Dña. Lucina Llorente y Dña. Concha Herranz,
del Museo del Traje, que me permitieron investigar a Lorenzo Caprile
Modista
fondo y sin censuras en los ricos archivos del Museo;
por tanto, el traje para el maestro Liria es prácticamente
una reproducción actualizada y revisada de las piezas
auténticas del Museo. El material elegido para su con-
fección fue un raso doble de seda y algodón, tejido
especialmente en los telares de Alberto Catalá, en
Valencia, a quien agradezco desde aquí que me saque
siempre de los líos en los que meto. Se eligió un verde
esmeralda, muy goyesco, para contrastar con los ricos
bordados de caireles y pasamanería, cordón y azaba-
ches negros, realizados a mano con la maestría caracte-
rística de mi fiel bordadora, Carmen María Mayz.
El maestro nos envío una de sus taleguillas, para
reproducir el patrón, con sus consiguientes incrustacio-
nes de punto elástico, cedido amablemente por el gran
maestro del “traje de torear”, Fermín.
El traje, compuesto de tres piezas, jubón, chaleco, y
la mencionada taleguilla de talle alto, se completaba con
una camisa de batista (adornada con chorreras de enca-
je y fichú anudado al cuello, siguiendo la moda madrile-
ña de finales del siglo XVIII), fajín de bambula de seda y
flecos, medias de seda blanca, manoletinas y una cofia
Vestido de torear
Gioigio Armani. Santos Sastrería de Toreros
2008
Seda bordada con aplicaciones
Colección Cayetano Rivera
SANTOS SASTRERÍA DE TOREROS na manera la entonación del conjunto creada por el
diseñador italiano; así que al final opté por las que
El vestido de torear de Cayetano Rivera ha consti- ahora se pueden ver en el traje: dos trenzas de seda
tuido una forma de trabajo totalmente nueva para mí. gris que cubren la unión entre manga y cuerpo de la
Está diseñado por Giorgio Armani, sí, pero con mis chaquetilla.
patrones y montaje. Como decía al principio, el sastre de toreros es un
Ya otros diseñadores de moda habían hecho incur- oficio único. Por eso podrán ver la etiqueta de la casa
siones en el mundo taurino, pero la inmensa mayoría en el interior de este traje.
ha actuado sólo en la parte creativa, dejando la reali-
zación del traje a los sastres de torero; son los casos Santos García
de Lacroix, Gaultier, etc. Sastre
Fue el propio matador quien me implicó en el pro-
yecto; envió a la oficina técnica de Armani en Milán
los dos trajes que había lucido con anterioridad en la
corrida goyesca de Ronda y que yo había cosido: uno
azul con bordados florales muy sencillos que recorda-
ban a los trajes que llevaba su abuelo Antonio
Ordóñez en los años cincuenta en esas corridas y
otro en un azul más oscuro con bordados en blanco.
Sobre esos cortes empezarían un trabajo que dio
como fruto el boceto del vestido que todos conoce-
mos. Me pidieron los patrones de los trajes del dies-
tro, pero tras algunos intentos se decidió que fuera
yo quien enviase a Milán la tela cortada para que allí
hicieran el bordado mecánico.
Después volvieron a mis manos las piezas ya bor-
dadas y en la sastrería montamos el vestido saliendo
al paso de los problemas que nos iba planteando,
como el hecho de tener que encajar las franjas hori-
zontales de la decoración de forma coincidente, la
propia fragilidad de la unión de las aplicaciones de
cristales al traje, etc.
También hice aportaciones originales sobre deta-
lles que el diseño propuesto por Armani había dejado
sin especificar, como es el caso de los botones, los
machos y el remate de las hombreras. Estas últimas
me plantearon un auténtico dilema: en un principio yo
había pensado en resolverlas con una redecilla platea-
da, pero el brillo y color de esa plata anulaba de algu-
Quisiera agradecer su amabilidad y desinteresada cola-
boración a todas las personas que nos han cedido
algunas de las piezas de esta muestra para su exhibi-
ción: Mercedes Domeq, Sebastián Castella, Manuel
Díaz, Francisco Rivera Ordóñez, Francisco Rodríguez,
Antonio Pareja, José Liria, César Jiménez y Cayetano
Rivera.
También hacerlo a los sastres de toreros
Antonio López, Justo Algaba y Santos García, quienes
gentilmente me han abierto las puertas de sus talleres
y han querido compartir su gran conocimiento del ofi-
cio y sus reflexiones en torno a la indumentaria taurina
a través de sus palabras plasmadas en este catálogo.
De igual manera agradezco el entusiasmo con
que han acogido este proyecto y todas las facilidades
que me han dado los modistos Lorenzo Caprile y
Francis Montesinos, así como la generosidad expresa-
da por la oficina técnica de Giorgio Armani en Milán.
Por último, deseo hacer una especial mención
a José Joaquín Domínguez Alonso. Sin su apoyo cons-
tante esta exposición no sería la misma.

Muchas gracias a todos.

Elena Vázquez
Comisaria de la exposición

Producción
Maniquíes y faldonaje
Museo del Traje. CIPE
Práxedes García y Rebeca Gordo
Comisariado
Restauración
Elena Vázquez
Silvia Montero y Gerardo González
Coordinación
Corrección de textos
Gemma Bayón y Natalia Jiménez
Ana Guerrero
Colaboración científica
Fotografía
Juan Gutiérrez
Munio Rodil
Producción y montaje
Coordinación gráfica
Equipo técnico del Museo del Traje. CIPE
Mª José Pacheco

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