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USO Y FUNCIÓN DE LAS IMÁGENES

Atenta lectura de los textos presentados


Identificación del periodo y contexto histórico
Análisis de los textos, objetivos e ideas principales que argumentan:
clases de imágenes (imagen del natural que procede del prototipo, idea prexistente en
Dios de las cosas, el hombre por imitación- mimesis- de Dios, las imágenes que concretan en lo
material lo que es invisible, las prefiguras en el Antiguo Testamento lo que sucede en el Nuevo…)
Finalidad de las imágenes: didácticas (diferenciar tipos de público), sacralizadoras,
apotropaicas, etc.
Posturas ante la imagen: iconoclastas o iconodulas.

CLASE
En clase se establecerá un debate entre las posturas iconoclastas y las iconodulas. Para ello los alumnos
cuyo primer apellido esté comprendido entre la A y la M (incluido) adoptarán posturas iconoclastas, y
los alumnos cuyo primer apellido esté entre la O y la Z adoptarán posturas iconodulas.

Cada uno tendrá que defender sus posturas iconodulas/iconoclastas acorde con las ideas de los
textos expuestos empleando los argumentos de dos o tres autores.

TEXTOS A ANALIZAR:

PLINIO, HISTORIA NATURAL, LIBRO XXXV, 2-3. (CA. 77-79)


“La pintura, arte ilustre antaño, cuando interesaba a reyes y ciudadanos, y que, por otra parte, hacía
célebres a los particulares a los que juzgaba dignos de pasar a la posteridad, pero que ahora se ha visto por
completo suplantada por los mármoles y también por el oro, hasta el punto que no sólo se cubren paredes enteras,
sino que incluso se utiliza el mármol recordado y cincelado o placas incrustadas cuyo dibujo contorneado
representa objetos y animales. Lo que agrada no son ya los paneles, ni las vastas superficies que hacen penetrar
las montañas en una habitación: nos hemos puesto a pintar incluso con la piedra.
Lo cierto es que la pintura de retratos, que permite transmitir a la posteridad representaciones
extraordinariamente fieles al original, ha caído totalmente en desuso. Se dedican, ahora, escudos de bronce,
efigies de plata, donde se ignora la distinción entre los rasgos. Se cambian las cabezas de unas estatuas con la de
otra, y sobre esto desde hace tiempo corren versos satíricos, hasta tal punto prefieren todos que se admire el
material utilizando antes que el que se les reconozca. Y entre tanto se tapizan las pinacotecas de pinturas antiguas
y se admiran las efigies de extranjeros, considerándolas dignas de honor sólo en la medida de su precio; ello
explica que el heredero las destruya y también que el lazo del ladrón las sustraiga. Así, al conservarse la efigie
de un individuo, no perduran sus propios rasgos, sino los de su dinero. Las mismas personas decoran sus palestras
y sus gimnasios con retratos de atletas y colocan en sus dormitorios la imagen de Epicuro la llevan consigo
cuando viajan…La desidia ha destruido el arte, y puesto que no puede hacer el retrato de las almas, se olvida
también el de los cuerpos”

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA (150-215/17), EL PEDAGOGO, Libro III, CAP. XI:


“Que las figuras grabadas en nuestros sellos sean la paloma, el pez, la nave llevada por el viento, o la lira musical
que usó Polícrates, o el áncora de nave, que llevaba grabada Seleuco en su anillo. Y si alguno es pescador,
recordará al apóstol y a los niños sacados del agua. No, no debemos grabar imágenes de ídolos, pues volver la
mente hacia ellos está prohibido; ni espada, ni arco, porque nosotros anhelamos la paz; ni una copa, pues somos
prudentes”

SAN AGUSTÍN (354-430), DE DOCTRINA CHRISTIANA. SOBRE LOS SIGNOS:


“...son toda cosa que, además de la fisonomía que en sí tiene(n) y presenta(n) a nuestros sentidos, hace(n) que
nos venga al pensamiento otra cosa distinta. Así cuando vemos una huella pensamos que pasó un animal que la
imprimió...”

PAULINO DE NOLA, POEMAS, Num. 26, (ANO 402).


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“Ahora quiero que veas las pinturas que colorean el pórtico en una larga sucesión y que fuerces un poco tu cuello
para arriba mientras vas leyendo cada uno de los cuadros con el rostro reclinado (...) Tal vez se plantee por qué
motivo se ha aposentado en mí esta decisión de pintar las santas iglesias con representaciones de seres vivos, en
una costumbre inusual. Escuchad, que voy a intentar explicaros brevemente mis razones (...) La población más
numerosa es la del campo, no desprovista de fe pero tampoco capaz de leer. Acostumbrada desde antiguo a servir
a los cultos paganos, teniendo como dios a su barriga (...) Por todo eso me pareció útil tarea representar con
pintura argumentos sagrados en todas las iglesias de Félix por si gracias a estas imágenes el asombrado
entendimiento de los campesinos se deja seducir por una sombra teñida de colores, que está explicada con las
inscripciones que lleva encima, para que la letra muestre lo que la mano ha pintado. Y mientras todos se van
enseñando unos a otros y releyendo las pinturas, puede que se acuerden más tarde de comer, alimentando entre
tanto con los ojos un ayuno que les es grato; de esta forma puede que se les meta a través de su estupefacción una
costumbre mejor, mientras que la pintura engaña su hambre”.

CONCILIO DE ELVIRA, C. XXVI, (ESPAÑA, CA. 400)


“Que no se hagan pinturas para la iglesia. Se decidió que no debe haber pinturas en la iglesia, a fin de que
aquello que se honra y adora no se vea pintado en las paredes”.

PSEUDO- DIONISIO AREOPAGITA (SIGLOS V-VI), DE COELESTI HIERARCHIA:


“… en efecto, la tosquedad de esos símbolos sirve de estímulo para que incluso los aficionados a las cosas terrenas
no puedan juzgar verosímil ni posible la semejanza de estas cosas triviales con las celestes...”.

GREGORIO MAGNO (540-604), EPISTOLA AD SERENUM:


“El comienzo de su carta demostraba a tal grado su sacerdotal benevolencia que quedamos altamente satisfechos
por vuestros fraternales sentimientos. Pero su final es tan diferente de su inicio que nos maravillamos sobre si la
epístola procedía de una mente o de dos. Sus dudas sobre la autenticidad de la carta que nosotros le enviamos
hace que parezca usted un imprudente. Porque si hubiera puesto atención a nuestras fraternales advertencias, no
sólo debería no haber tenido dudas, sino que debería haber sabido que su alta dignidad sacerdotal debe obligarle
a hacerlo. El anterior abad Ciriaco que llevó nuestras cartas era de tal conducta y conocimientos, como para
hacer difícil la suposición de que podría haberse atrevido a hacer lo que usted creyó, o que pudiera llegar a ser
un impostor. Su negligencia respecto a la sana advertencia le ha hecho culpable de esta duda, además de ser
culpable de una mala acción. Desde entonces nos han llegado noticias de que usted, poseído por una ciega furia,
ha roto las imágenes de los santos con la excusa de que no deberían ser adoradas. Y ya lo creo que le aplaudimos
sinceramente por evitar que fueran adorados, pero le reprochamos su destrucción. Díganos, hermano, ¿ha oído
nunca de algún otro obispo en cualquier parte que haya hecho lo que usted? Esto, si no otra cosa, debería haberle
calmado. ¿Desprecia a sus hermanos y cree que sólo usted es santo y sabio? Adorar imágenes es una cosa;
enseñar con su ayuda lo que debería ser adorado es otra. Lo que la escritura es a los doctos, las imágenes son
para los ignorantes, quienes ven a través de ellas lo que deben admitir; leen en ellas lo que no pueden leer en los
libros. Esto es especialmente verdad de los paganos. Y ello incumbe particularmente a usted, que vive entre
paganos, no le permite a usted arrebatarse por justo celo y así dar escándalo a mentes salvajes. Por tanto, no
debía haber roto aquello que estaba colocado en la iglesia, no en razón de ser adorado, sino solamente para
instruir las mentes de los ignorantes. No es sin razón que la tradición permite que los hechos de los santos sean
pintados en lugares santos. Si usted hubiera atemperado el celo con discreción, hubiera podido ciertamente haber
acabado mejor lo que quería, y antes que dispersar el rebaño que estaba reunido, podía haber reunido el rebaño
que estaba disperso, y de este modo haber aumentado la gloria de su nombre de pastor, antes de adquirir el
culpable nombre del que dispersa. Pero, por seguir su imprudente impulso, como oigo, ha escandalizado así a su
rebaño que en su mayor parte no estará durante mucho tiempo en comunión con usted. ¿Cómo quiere guiar la
errante grey hacia el Señor, si no es capaz de guardar lo que ya tiene? Por tanto, le exhortamos a que deje a un
lado el falso orgullo y de inmediato haga todo lo que pueda para hacer volver, con amor paternal, aquellas almas
desafectas que usted sabe que están fuera de la unidad de su comunidad.
Porque esos hijos dispersos de la Iglesia debe hacerse que vuelvan, y aquellos pasajes de la Santa Escritura
deberían ser mostrados a aquellos que prohíben la adoración de la obra del hombre; por ello está escrito:
<<Adorarás al Señor tu Dios, y sólo a Él servirás>> (Lucas 4, 8). Pero entonces deberías añadir que, porque
viste que aquellas semejantes pinturas estaban siendo adoradas, hechas para instrucción del ignorante de modo
que ellos podían entender las historias y así aprender lo que sucedió, tú te enfureciste tanto que ordenaste que
fueran destruidas. Y deberían también decirles: << Si deseáis tener imágenes en la iglesia a fin de obtener de
ellas la instrucción para la cual fueron originariamente hechas, permito libremente que sean hechas y colocadas

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aquí>>. Y explicar que no fue la visión de la historia aquí relatada en un texto pintado la que te encolerizó, sino
la adoración que se les había concedido ilícitamente”.- (Epistola ad Serenum, P. L., LXXVII, cols. 1128-1130).

SAN JUAN DAMASCENO (675 – 749), DE IMAGINIBUS ORATIONE:


“Primero, ¿qué es una imagen? Una imagen es un parecido, un modelo o una figura de algo, de forma que muestra
en sí misma al sujeto representado. Con seguridad, la imagen no es desde todos los puntos de vista semejante a
su prototipo, por ejemplo, su materia porque la imagen es una cosa y su materia es otra y allí hay necesariamente
un diferencia entre ellos...
Segundo, ¿cuál es el propósito de una imagen? Cada imagen es afirmativa e indicativa de algo escondido…
… Cuando no tengo libros, o mis pensamientos me torturan por gustar de la lectura, me voy a la iglesia que es
asilo abierto a todas las enfermedades del alma. La frescura de las pinturas atrae mi mirada, cautiva mi vista,
así... insensiblemente lleva mi alma a alabar a Dios. Considero el valor del mártir, la corona con la cual es
recompensado, su ardor inflama mi emulación, caigo a tierra y rezo a Dios por medio de la intercesión del mártir
y obtengo mi salvación...”

NICÉFORO I, O SAN NICÉFORO, PATRIARCA DE CONSTANTINOPLA (758-829), ANTIHERETICUS:


“Afirmamos que la delineación o representación de Cristo no fue instituida por nosotros, así como no fue
comenzada por nuestra generación, ni es una invención reciente. La pintura está dignificada por la edad, se
distingue por su antigüedad y es coetánea a la predicación del Evangelio... De la misma manera que aquellos
hombres nos instruyeron en las palabras de la divina religión, así también respecto a esto, actuando del mismo
modo, aquellos que representan en pintura los gloriosos hechos pasados representan la vida del Salvador en la
Tierra, como se hizo manifiesta en la Escritura de los Evangelios, y lo consignaron no solamente en los libros,
sino también dibujando sobre paneles... Por tanto, quien acepta la consideración de los escritos, aceptará
necesariamente las historias pintadas...

… ¿Y qué creen aquellos hombres impíos de las así llamadas filacterias, esto es, los objetos de oro y de plata que
han sido hechos por los cristianos desde el principio, y a los que nosotros los cristianos llevamos suspendidos al
cuello y colgando sobre el pecho para protección y seguridad de nuestras vidas... por cuyo motivo han recibido
su nombre... y sobre las cuales se representan a menudo la pasión y milagros de Cristo y su viviente resurrección,
objetos que se encuentran en número incontable entre los cristianos? En vez de preservarlos, abominan de ellos;
en vez de buscarlos, los evitan...”

ADVERSUS CONSTANTINUM CABALINUM (CA. 754):


“Dime, ¡oh hombre!, si algún pagano te pide: “Muéstrame tu fe a fin de que crea yo mismo, ¿qué haces?, ¿Qué
le muestras?, ¿No comienzas por lo material para guiarle hacua lo invisible a fin de hacerlo fácilmente aceptable?
Porque sí, para darle confianza en tu propia consciencia y fe, le dices que Dios es invisible, ¿Qué de concreto
tiene para ver? Comienzas entonces, en primer lugar, por lo material, y lo elevas progresivamente hacia lo
invisible. Le conduces a la iglesia, le muestras los ornamentos, los personajes de los santos iconos. El no creyente
mira los iconos y le pregunta: ¿Quién es aquél que se ha crucificado?, ¿Quién es aquél que resucita y cuyo pie
está colocado sobre la cabeza de este anciano?, Entonces, tú, apoyándote en el icono, le enseñas, diciendo: “Aquél
es el Hijo de Dios que se ha hecho crucificar para levar los pecados del mundo. Este resucitado es el mismo que,
por su resurrección, eleva con él al prmer hombre, “Adam”, caído por su desobediencia. Este anciano sobre el
que se coloca representa hades, que después de tantos años guardaba a Adán con cadenas imposibles de desligar
y barras indesligables en los sibterráneos”. De esta manera, interpretando los iconos le llevas al conocimiento
de Dios… Desde lo visible le elevas hacia lo invisible”.

RABANO MAURO (776-856), CARTA A HATTON DE FULDA:


“… En efecto, la Sagrada Escritura es la norma perfecta para la virtud, tiene mayor valor y es más útil en todo,
más evidente para el gusto literario, más perfecta para el espíritu y los sentidos humanos y más perdurable que
el arte; ésta está al servicio de los oídos, los labios y la mirada, y aquélla sólo presta algún consuelo a la vista.
Ésta muestra la verdad en su apariencia, en la palabra y en el sentido, es agradable y duradera; aquélla mantiene
una imagen fresca y soporta la carga de su vejez, se apartará rápidamente de la verdad y no será mediadora en
la fe…”.

AGOBARDO DE LYON (779-840), LIBER IMAGINUM:


“… Así pues, los antiguos tuvieron imágenes de santos pintados o esculpidas, tal como anteriormente se ha
mostrado, pero el motivo de la historia era para recordar, no para venerar... Así como viendo pintados hombres

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armados o afanados en la agricultura, o recolectores, o vendimiadores, o pescadores, permaneciendo inmóviles
en naves o echando las redes, y también cazadores arrojando venablos, persiguiendo cabras y ciervos con perros,
creemos que no obtendremos de ellos ni el aumento del ejército, ni la ayuda del trabajo anual, ni acumulación de
trigo, o arroyos de mosto, ni peces, cabras, ni cerdos, igualmente, si vemos pintados ángeles alados, apóstoles
que predican, mártires sufriendo tormentos, no debemos esperar ninguna ayuda de las imágenes que
contemplamos...
… Cualquiera que adore alguna pintura o una estatua, fundida o dúctil, no ofrece culto a Dios, no honra a los
ángeles o a los hombres santos, sino venera a unos simulacros...”.

I CONCILIO ICONOCLASTA DEL 754:


“Después de examinar esos materiales con mucho cuidado y deliberación..., hemos encontrado que el ilícito arte
de pintar es injurioso para la crucial doctrina de nuestra salvación, esto es, la Encarnación de Cristo, y que
subvierte los seis concilios ecuménicos que habían sido convocados por Dios, mientras que se apoyaba a Nestorio,
que dividía en dos hijos al único Hijo y al Verbo de Dios, que se hizo hombre por nuestra causa; y aún a Arrio, y
también a Dióscuro, Eutiques y Severo, quienes enseñaron la confusión y la mezcla de las dos naturalezas de
Cristo.
Por consiguiente, hemos considerado adecuado demostrar en detalle... el error de aquéllos que hacen y
reverencian imágenes... ¡Cuán absurda es la idea del pintor que por el vil amor al beneficio persigue lo
inasequible, esto es, dar forma con sus impuras manos a cosas que se creen con el corazón y se reconocen con el
alma! Este hombre hace una imagen y la llama Cristo: ahora bien, el nombre de Cristo significa a la vez Dios y
hombre. De aquí él ha considerado unido, por su vana idea, la infinitud de la Divinidad con o finito de la carne
creada...
... Cuando los iconódulos son condenados por los rectos... acuden a otra ruin excusa, esto es, que
“nosotros pintamos sólo la imagen de la carne, que hemos visto y tocado y con la que hemos vivido”, que es una
impiedad y una invención del maligno ingenio de Nestorio...
¿Cómo osaban figurar con el obsceno arte de los paganos a la muy alabada Madre de Dios, que estaba
cubierta por la plenitud de la divinidad, a través de quien una inaccesible luz brilla para nosotros, que es más
alta que los cielos y más santa que los querubines? ¿O bien a los santos que reinan con Cristo y se sientan junto
a él para juzgar al mundo y participar de su gloria... no se avergüenzan de representarlos por medio del arte
pagano?
No ose ningún hombre seguir en lo sucesivo esta impía y profana práctica. Nadie, a partir de ahora,
intente construir un icono o adorarlo, o elevarlo en una iglesia o en una casa privada, u ocultarlo; si es obispo,
presbítero o diácono, debe ser destituido; si es un monje o un lego, debe ser anatematizado y juzgado culpable
por la ley imperial, como adversario de los mandatos de Dios y un enemigo de las doctrinas de los Padres...”.

SÍNODO DE NICEA II (787):


“.. Y, para que hagamos resumen, todas las tradiciones de la Iglesia que nos han sido dadas por ley a través de
la escritura o sin escritura, las guardamos sin novedad: una de ellas es la impresión, por medio del icono, del
modelo representado en tanto que se adecúa a la letra del mensaje del Evangelio, y que sirve de confirmación de
la Encarnación, real y no fantástica, del Verbo de Dios y que nos procura un provecho sin igual, porque reenvían
una a la otra en lo que manifiestan como en lo que, sin ambigüedad significan.
Puesto que es así, como si marchásemos sobre el camino real, siguiendo la enseñanza proclamada por
Dios y la tradición de la Iglesia Universal, sabemos en efecto que es la Iglesia del Espíritu Santo que habita en
ella, definimos con rigor y justicia totales:
Que de una manera casi igual al signo de la Cruz honorable y vivificante, las venerables y santas imágenes
(eikonas) sean consagradas: aquéllas hechas de colores, de mosaicos y de cualquier otra materia apropiada, en
las santas iglesias de Dios sobre los vasos y los vestidos sagrados, sobre los muros y las tablas, en las casas y en
las calles, tanto el icono de Nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, como el de Nuestra Señora inmaculada, la
sagrada Théotokos, aquéllos de los honorables ángeles y de todos los hombres santos y santificados. Durante todo
el tiempo que se miran por medio de la impresión en el icono, todo ese tiempo que se miran los iconos se conduce
hacia el recuerdo y el deseo de los prototipos; atribuir a los iconos el derecho del beso y prosternación de honor;
no la verdadera adoración según nuestra fe, que sólo conviene a la naturaleza divina, sino según la manera que
sirve para el signo de la Cruz honorable y vivificante, para los Santos Evangelios y otros objetos de culto;
proporcionándoles incienso y luces, según la piadosa costumbre de los antiguos. Porque el honor concedido al
icono llega hasta el prototipo y aquél que se prosterna ante el icono se prosterna ante la hypostasis de aquél que
está impreso en él...”

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TEODULFO DE ORLEANS/ALCUINO DE YORK, LIBRI CAROLINI, O CAPITUALRE DE
IMAGINIBUS (CA. 790):
“… Así., los pintores de algún modo tienen el poder de devolver a la memoria las historias de hechos insignes...
Pues mientras nosotros nada despreciamos en las imágenes, excepto su culto, puesto que permitimos que haya
imágenes de los santos en las basílicas, no para ser adoradas, sino para recuerdo de hechos insignes y adorno de
las paredes, aquéllos ponen casi toda la esperanza de su creencia en las imágenes, de manera que sólo faltaría
que nosotros veneremos los santos en sus cuerpos, o mejor, en lo que resta de sus cuerpos, o también en los
vestidos, según la tradición de los padres antiguos....
… Permitimos las imágenes de santos a cualquiera que desee representarlos, tanto en la iglesia como fuera de
ella, por amor de Dios y de sus santos, pero de ninguna manera aceptamos que se adores, aunque no permitimos
que se rompan o destruyan...
Dicen los griegos que el arte pictórico es piadoso, como si no compartiera el carácter de piedad o impiedad con
cualquiera de las restantes artes mundanas. ¿Pues qué tiene el arte de pintar que no tenga el arte de los
arquitectos, de los escultores, de los fundidores, de los cinceladores, de los picapedreros, de los carpinteros, de
los agricultores, o de los demás artífices?”
(Sobre la justificación del titulus junto a la imagen): “… Se muestra a cualquiera de aquellos que adoran
las imágenes, por ejemplo, las figuras, sin ninguna inscripción, de dos bellas mujeres, a las que él rechaza
menospreciándolas y permite desecharlas, abandonadas en cualquier lugar. Alguien le dice: una de ellas es la
imagen de Santa María, que no debe ser despreciada, la otra es de Venus, que ha de ser completamente desechada.
Se dirige al pintor preguntando ¿por qué son semejantes en todo, cuál de ellas es la imagen de Santa María, o
cuál la de Venus?. Aquel le da la inscripción de Santa María, otros la inscripción de Venus; ésta, porque tiene la
inscripción de la Madre de Dios... ha de ser venerada [...] aquélla ha de ser detestada. Una y otra figuras son
iguales, de los mismos colores, hechas de los mismos materiales, solamente se diferencian en la inscripción...”.

SÍNODO DE PARÍS (AÑO 825)


“… Que aquéllos que lo deseen tengan imágenes pintadas o dibujadas para una celebración propia o por santa
doctrina, en los lugares adecuados, absteniéndose de todo culto indebido; pero que aquéllos que no las deseen no
rechacen a aquéllos que tienen imágenes o a las imágenes que tienen aquéllos…”

TEÓFANES CONTINUATOS (S. X), CRONOGRAFÍA:


“... Puesto que el tirano había decidido que todos los pintores de sagradas imágenes deberían ser exterminados,
o, si elegían vivir, deberían su salvación a haber golpeado ligeramente sobre las imágenes y tirarlas a
continuación en el suelo como algo sucio y pisotearlas. Al mismo tiempo determinó presionar al monje Lázaro,
quien por aquel tiempo era famoso como pintor. Encontró, sin embargo, que estaba por encima de toda adulación
y no dócil a su voluntad, y, habiéndole reconvenido no una o dos sino varias veces, finalmente le sometió a torturas
tan severas que las últimas carnes se fundieron con su sangre y creyó con seguridad que había muerto.
Cuando oyó que Lázaro, habiéndose recobrado un poco en la primsión, había tomado de nuevo sus artes y
representaba imágenes de santos sobre tablas, dio órdenes de que debían aplicársele planchas de hierro al roko
vivo en las palmas de las manos. Su carne fue cosnumida por el fuego, hasta que perdió la conciencia y quedó
miedo muerto. Todavía estaba destinado a ser protegido por la Gracia como un destello de luz para la siguiente
generación, Porque, cuando teofilo fue informado de que Lázaro estaa en su lecho de muerte, le sacó de la prisión
gracias a las súplicas de la emperatriz y algunos de sus más próximos allegados, y Lázaro buscó refugio en la
iglesia de los Precursores, llamada “tou Foberou”, donde, a despecho de sus heridas, pintó una imagen del
Precursor que existe hoy en día y realiza muchas curaciones”.

CHRISTOPHOROS MITYLENAIOS (primera mitad s. XI), Poema 11.


“Si estás pintando únicamente la apariencia de Miguel, mezcla tu ocre y muele los restantes colores, pero
si, juntamente con su apariencia (incluyes) todas las virtudes, hazlo vivo, si puedes hacerlo así; porque no puedes
pintarlo sin sus virtudes, a él que es un vivo catálogo de virtudes”

GUILLERMO DURANDO, RATIONALE DIVINORUM OFFICIORUM (ca. 1286)


“Las pinturas y los ornamentos que están en la iglesia son las lecturas y las esculturas de los laicos, lo dice
Gregorio, “una cosa es adorar las pinturas, otra cosa es aprender, a través de la historia, lo que representan, lo
que se debe adorar”, pues la <escritura lo muestra a los que la leen; la pintura enseña a los ignorantes que la
miran, para que sin instrucciones ellos vean lo que deben seguir y leer en estas pinturas, lo que no conocen por
las letras. Los caldeos adoran el fuego y obligan a otros a hacer lo mismo, quemando sus ídolos. Los paganos

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adoran las imágenes y los ídolos, esto en cambio no hacen los sarracenos, animador por estas palabras “Tú no
harás la imagen de todas las cosas que estén en el cielo o sobre la tierra, o en las aguas o bajo la tierra” (Éxodo)…
Nos reprenden fuertemente sobre dicho artículo, pero nosotros no adoramos estas iágenes y no las tomamos por
dioses y no colocamos en ellas la esperanza de nuestra salvación porque ello sería idolatría, pero als veneramos
y nos evocan el recuerdo de los hechos pasados que ellas representan; de ello hablan los siguientes versos: “Tú
que pasas ante la imagen hónrala posternando, no adores esta imagen sino sólo lo que ella representa, creer que
ella es Dios es faltar a la razón”. Pues ella es piedra material, esculpida por la mano del obrero y la imagen que
tú ves no es Dios ni hombre, pero éste es Dios y es hombre cuya santa imagen te enseña, pero ella misma no es
Dios
Mírala y adórala en tu alma por aquello que tú sabes representa…”.

RAMÓN LLULL, DE CÓMO SE MARAVILLAN DE CUANTO HACEN LOS PINTORES (1272)


“Divino señor, eterno y glorioso que eres sin principio ni fin. Vemos que los pintores hacen figuras e imágenes de los
hombres, bestias, pájaros, peces y árboles. Pero aun alcanzando un alto grado al pintar y adornar aquellas pinturas,
no consiguen que sus pinturas tengan movimiento ni realidad ni propiedad como los animales y los vegetales a los
que se parecen en figura y en forma.
De la misma manera, señor, que la imagen del hombre pintada en la pared o tallada en piedra se asemeja al
hombre, pero no tiene parecido en sus obras...
(...) Vemos pintores que pintan las cruces de oro y plata, de colores rojos y de piedras preciosas...
(...) Si los pintores pintan los altares de colores, de ricos paños y de piedras preciosas...
(...) si los pintores pintan los altares de colores, de ricos paños y de piedras preciosas...
[así menciona cómo los pintores dibujan cálices, lechos de colores, mesas, cámaras, pórticos, casas, coronas,
bolsas, cinturones, zapatos, etc...]
Señor, veo todo el mundo lleno de pintores y pinturas, y pues unos pintan sus caras, otros sus vestidos, unos
sus palabras, otros sus cosas, unos sus libros, otros sus armas y los demás su mercadería. Por lo que todo el mundo
está lleno de pintores malvados”.

JEAN PUCELLE, EL BREVIARIO DE BELLEVILLE (ca. 1343):


“Explicación de las imágenes de las figuras que están ene l calendario o en el Salterio, esto es, propiamente la
concordancia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. San Gregorio dice que aquel que mira y no entiende recoge
tanto provecho como el que va de caza y no captura nada; y en esto está de acuerdo el sabio Salomón que dice
que, escuchando y comprendiendo, se vuelve uno más sabio, y cuando se ve alguna cosa presentada oscuramente,
nos debemos acercar y preguntar el significado y la explicación; y puesto que en los folios que siguen, hasta el
final del Salterio, aparecen algunas figuras presentadas oscuramente, las quiero esclarecer para que cada cual
pueda entenderlo y sacarle provecho.
La Escritura dice que Dios no es un hombre que pueda equivocarse o cambiar porque, mientras el hombre y toda
criatura puede cambiarse a sí mismo, en sus obras y en sus acciones, a pesar de esto, el Creador, el artífice
supremo, no puede sufrir mutación. Y puesto que Él mismo ordenó y fijó el antiguo y Nuevo testamento, conviene
que los dos sean conciliados y vueltos a la unidad. Y están de acuerdo en esto los santos en muchos pasajes de la
Sagrada Escritura, pues dicen que el Nuevo testamento está presente en el Antiguo con figuras y símbolos. A esta
concordancia se refieren las imágenes que aquí se siguen…”

FRAY HERNANDO DE TALAVERA, CATÓLICA IMPUGNACIÓN (ca.1480-1487):


“… la iglesia no adora a aquellas imágenes, agora sean de pincel, agora de bulto, quier sean de palo, quier de
piedra, quier de algún metal, ni adoran las personas que por esas son ideadas, imaginadas y representadas…
tenemos y honramos las imágenes porque nos reducen a la memoria y nos representan a aquellas personas y
cosas cuyas imaginaciones son, y nos recuerdan de ellas”.

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