You are on page 1of 65
L Anscombe idn tntroauccién de Jestis Mosterin Paidés/I.C.E.-U.A.B. e ¢ g £ 6 ee g £ & 5 6 £ 5 a 5 a 3 & Burcetena feud rebelh In Ana Toabel Stellinc Las Dascombe, Latencion, CONTENIDO 1. El tema introducido bajo tres titulos: expresion de intencién de futuro, accién intencional e in- tencién al actuar. 2, Refutacién de la Comprensi6n intuitiva de la di- ferencia entre «prediccién> y «expresién de in- tencién» como fundamento para una explicacién filosofica de las expresiones de intencién. Defi cién de la prediccion de modo que abarque érde- nes y expresiones de intencién ademas de apre- ciaciones del futuro. La falsedad de las expresio- nes de intencién en el tiempo futuro simple a) co- mo mentira y 6) como falsedad debida a que la intencién no se ejecuta. 3. La utilidad de considerar la expresion verbal de intencién de futuro con el fin de evitar diversos callejones sin salida. La utilidad de explicar in- trospectivamente la intencién. Distincién entre expresiones de intencién y apreciaciones del fu- turo mediante la justificacién, en caso de haber- Ja, que se da de ellas. 4, gBxiste alguna afirmacién del tipo «A tiene la Intencién de X» que pueda expresarse con certe- za absoluta? Las descripciones de las acciones de un hombre son a menudo sustituibles por «X» en «A tiene la intencién de X». Las razones de ‘que supongamos que un hombre posee autoridad. exclusiva sobre sus propias intenciones. 5. Definicién de las acciones intencionales como aguellas en las que se aplica cierto sentido de la pregunta «Por qué?» La dificultad de definir el sentido pertinente de esta ultima y el riesgo de aL 42 49 32 INTENCION, movernos en cfrculos en nuestras explicaciones sobre «raz6n para actuar» y «accién». «Tiré la taza de la mesa porque me sobresalté» responde ala pregunta «¢Por qué?» con respecto a algo que se realiz6 6. Se niega aplicacién a la pregunta «Por qué?» con la respuesta «No sabia que lo estuviera ha- ciendo». La misma accién puede tener muchas descripciones y el agente la reconoce segtin algu- nas de ellas, pero no segtin otras. 7. También se niega aplicacion a la pregunta cuan- do la accién fue involuntaria; pero esta nocién bo puede introducirse sin tratar como resuelto el, problema que precisamente estamos discutiendo. Dificultades de la nocién de «involuntario». 8. El «conocimiento sin observacién» introducido como, por ejemplo, el que uno posee sobre sus propios movimientos. También existe un conoci- miento sin observacién sobre la causacién de un movimiento, como cuando explicamos por qué hemos experimentado un sobresalto. Podemos definir una clase de movimientos involuntarios sin peticién de principio, como la clase de movie mientos conocidos sin observacién, pero en la cual no hay lugar para el conocimiento sin ob- servacién de la causalidad: por ejemplo, el espas- mo muscular que en ocasiones experimentamos antes de quedarnos dormidos. 9. En uno de los sentidos de «¢Por qué?», la respues- ta menciona hechos; pero, en consecuencia, una respuesta a la pregunta «Por qué?» con respec- to a una accidn, que no mencione hechos, no ofrece necesariamente una razén para actuar. Los casos en que habia dificultades para distin- guir entre causa y razén resultan ser los que contienen un conocimiento sin observacion de la causacién. 10. Identificacion de este tipo de causacién como 54 35 57 59 LL 12, 1B. 14. 15. 16. 17, 18. ‘CONTENIDO «causalidad mental», Las causas mentales deben distinguirse de los motivos de las acciones y de los objetos de las sensaciones. ¥ también de las intenciones con las cuales ac- ‘via una persona, aun cuando éstas puedan expre- sarse bajo la forma «queria... La causalidad mental no es importante en si misma, sino como medio para realizar estas distinciones. Los filésofos han diferenciado tajantemente los motivos de las intenciones y los han descrito como causas. En el nivel popular, motivo e inten- cién no son tan distintos; pero «motivo» es una nocién mas amplia que «intencién». Un motivo no es en absoluto una causa. Entre los motivos que no son intenciones de fu- ‘turo podemos distinguir los motivos retrospecti- vos como Ja venganza («Lo maté porque asesin6 a mi hermano») de los motivos en general («Lo hizo por amistad»). Estos iltimos también pue- den denominarse «interpretativos». Qué diferencia a los motivos retrospectivos de las causas mentales? Las nociones de bien y mal intervienen en ellos En algunos casos, ld distincién entre causa men- tal y raz6n no es tajante, por ejemplo: «Lo bajé porque él me dijo que lo hiciera». Resumen de los resultados alcanzados hasta el momento. No se niega aplicacin a la pregunta «¢Por qué?» cuando la respuesta es, por ejemplo «Por ningu- na razén en particular» o «No s¢ por qué lo hice». Analisis de la ultima respuesta. El hecho de que «Por ninguna raz6n en particu- Jaro sea una respuesta posible a la pregunta «@Por qué?>"con respecto a una accién no de- muestra que siempre tenga sentido. Pero cuando Ja calificamos de sinsentido, queremos decir que no entendemos al hombre que la utiliz6, y no 33 60 60 62 66 68 - 9 70 i INTENCION que «un juego de palabras se halla excluido del Jenguaje>. Identificacién de la pregunta «¢Por qué?» como aquella que espera una respuesta de la categoria que hemos descrito, la cual utiliza~ mos para definir la clase de acciones inten- cionales. . No mencionamos ninguna caracteristice adicio- nal, relacionada con la accién en el momento en. que se realiza, denominéndola intencional. Se prueba esto mediante la suposicién de que esa caracteristica existe. Discusi6n acerca de si las acciones intencionales tendrian la caracteristica de ser intenciona- Jes aunque no existiera una expresion de inten- cién de futuro 0 una intencién posterior con la cual se actia. No habria nada que se pareciera a nuestra pregunta «Por qué?» ni la accién inten- cional si la tnica respuesta fuera: «Por ninguna razén en particular». . Critica de la demostracién aristotélica sobre el fin diltimo de las acciones humanas. No obstan- te, podemos ver ahora que deben producirse al- gunas cadenas de razones para actuar con el fin de que exista algo como la accién intencional. Discusion sobre la intencién con la cual, cuando ésta menciona algo futuro. Para que sea posible decir que un agente hace P con el fin de Q, 4 debe tratar al reconomiento de que «pero si P,Q no sucederd» como incompatible con tener esa intencién al actuar. . ¢Existe una descripcién que sea la descripcién de una accion internacional cuando ésta se pro- duce? Imaginamos un ejemplo para analizar la pregunta: un hombre que mueve su brazo al bombear agua para restablecer Ja cisterna de un edificio con el fin de envenenar a sus habitantes Y que realiza también otras cosas con la palanca, de la bomba al mismo tiempo. Todas las descrip- B 16 81 32 cONTENIDO ciones verdaderas acerca de lo que hace, que satisfagan nuestros criterios, son descripciones de acciones intencionales. ¢Hay tantas acciones y tantas intencidnes como descripciones? . Dificultades. Si «Esté envenenando a los habi- tantes del edificio» constituye una de esas des- cripcignes, gcudndo lo hace? ¢En qué sentido el movimiento de arriba abajo del brazo es un acto de envenenamiento? . Suponierido que|el hombre sabe que el agua en- venenaré a los habitantes del edificio, pero dice «A mf eso no me interesaba, yo sélo hacia mi trabajo de bombeare, esto no entra dentro de la categoria de respuestas a «Por qué?» mediante Ta cual hemos definido la accion intencional. ¢Po- demos determinar nuestras intenciones tinica- mente por lo qu¢ decimos que son? El interés de las intenciones de un hombre, aparte de lo que hizo realmente. Respuiesta a las preguntas del § 23. El orden de Aa D: es decir, el orden de las descripciones de una accién domo intencional, de modo que pueda decirse we cada término de la serie es una intencién e7 Ia accidn segtin se halla descri- ta por el término inicial o cualquiera de los intermedios. | . ¢Siempre hay lugar para un acto interior de in- tencién, que determine realmente lo que esté 0 no esta sucediendo bajo el titulo de «tal o cual tipo de accion»? . Nuevo estudio del conocimiento sin observacién. El conocimiento|de las propias acciones intencio- nales: puedo de¢ir lo que estoy haciendo sin es- tarlo viendo. . Pero, gno deben existir dos objetos de conoci- miento: lo que estoy «haciendo», es decir, mi intencién, y lo que realmente est teniendo Iu- gar, cl cual s6lé puede darse por observacién? 85 90 a1 98 100 36 INTENCION Opiniones filos6ficas sobre Ia voluntad y la inten- cion que surgen a partir de este problema. 30. Ejemplo para demostrar que es un etror tratar de llevar la intencién real, el acto de voluntad, hacia algo que inicié los movimientos que luego se produjeron. 31, Intento de solucién mediante la comparacion de los hechos que pueden falsificar una afirmacién de accién intencional con los hechos que pueden destruir un orden. Insuficiencia de esta solucion. 32. Ejemplo de un hombre con una lista de la com- pra: la relacién de esta lista con lo que compra y de las compras con una lista claborada por un detective que lo sigue. El cardcter de las discre- pancias entre la lista y lo comprado en ambos casos. {Existe el «conocimiento practico» en el sentido de la filosofia de la Antigiedad y me- dieval? 33, Esta nocién s6lo puede entenderse si se comprende primero lo que Aristételes denominé «razona~ miento practico». El silogismo practico no cons- tituye una forma de demostracién de lo que deberia hacer. Es un tipo de razonamiento dife- rente del silogismo de comprobacién, pero ha sido mal interpretado en la época moderna. 34. Los silogismos practicos no se hallan confinados a los que se parecen a los silogismos de compro- bacién. El punto inicial para un ejemplo de ra- zonamiento préctico es algo querido, y la prime- ra premisa menciona algo querido. 35, Inclusién de términos valorativos en la primera premisa de los silogismos practicos presentados por Aristételes. No toda afirmacién de una razén Para actuar muestra un razonamiento prictico. No es correcto que «quiero» se presente en las premisas, pero la primera premisa debe mencio- nar algo querido, 36. En el sentido pertinente de «querer», «X» en «A 103, 105 108 109 ut 116 417 37. 38. 39, 40. 4a. 42. 43. CONTENIDO quiere X» no cubre a todos los objetos 0 situacio- nes que puedan describirse. La volicion y el co- nocimiento sensible no pueden describirse de manera independiente. El problema de querer una esposa y, en general, de querer lo que el agente supone que todavia’ ni siquiera existe. Si un hombre quiere algo, siempre se le puede preguntar el para qué, 0 en qué sentido es desea- ble, hasta que ofrece una caracterizacién de de- seabilidad. No se puede formular la pregunta «¢Para qué?» como continuacién de la serie de esas preguntas una vez gue se ha legado a una caracterizacién de deseabilidad. El problema ilustrado por un ejemplo: «Es propio de un nazi pasar su ultima hora exterminando judios». Ello no implica que no se pueda atacar el razonamiento prictico, siempre que éste no contenga una falaci EI hecho de que se requiera una caracterizacién de deseabilidad no demuestra que todo sea com- pulsiyo en relacién con el acto de querer. Bonian est multiplex. Comparacién del problema de la relacién entre al se relaciona con una forma de descripcin de los hechos. La intencién en los animales. Muchas descripciones de hechos efectuados por seres humanos son formalmente descripciones de acciones ejecutadas. Elucidacién de la nocién de conocimiento practico. Explicacion de accién «voluntaria». Retorno a la expresin de intencién de futuro. Lo que se dijo sobre la intencién en la accién presente también se aplica a la intencién futura. Una prediccién es una expresién de intencién cuando nuestra pregunta «Por qué?» se aplica a ella. Anélisis de «Sélo quiero hacerlo, eso es todo» con respecto a una descripcién de intencién de futuro. «No voy a...» como expresién de intencién, y «No voy a...» como expresién de convencimiento. Ca- sos en los que ambas pueden presentarse juntas. 139 uM 142 144 147 150 151 151 153 INTRODUCCION La mayor parte de lo que se presenta en estas paginas fue publicado como un curso de conferencias en Oxford en 1957. Los pasajes que comprenden la discusion sobre la diferencia entre «motivo», «intencién» y «causa mental» integraron, con pequefias modificaciones, un informe de la Aristotelian Sotiety que se publicé el 3 de junio de 1957. Estoy en deudd com la sociedad por su autorizacion para reproducir parte sustancial de ese material. Este libro re- ne los resultadgs, concernientes a este tema en particular, del estudio iniciado durante mi permanencia como investi- gadora emérita|en la Universidad Sommerville. Deseo por Jo tanto expresar mi gratitud a los patrocinadores. Poste- riormente recibi el apoyo de la Fundacién Rockefeller, a la cual también debo por ello mi agradecimiento. 1. Con mucha frecuencia, cuando un hombre dice: «Voy a hacer tal cosa», decimos que se trata de una expresion de intencién. En ocasiones también hablamos de una accion como intencional,-e induso podemos preguntar con qué in- tencién se ha hecho algo. En cada caso empleamos un con- cepto de «intencién», pero si nos propusiéramos definirlo y tomaramos sélo uno de estos tres tipos de enunciados como si abarcara todo nuestro tema, es muy probable que dijéra- mos cosas sobre el significado de «intencién» que resulta- rian falsas para cualquiera de los otros casos. Por ejemplo, podriamos afirmar que «la intencién siempre se refiere al futuro». Pero una accion puede ser intencional sin implicar el futuro cn modo alguno. Darnos cuenta de esto podria levarnos a decir que existen varios sentidos de sintencién», y quiz que resulta completamente equivoco relacionar al témmino «intencionals con el término «intencién», pues una accién puede Ser intencional sin que haya ninguna inten- cién. O por el Contrario, podemos sentirnos tentados a pen- sar que s6lo las acciones que se realizan con cierta in- tencién posterior deberian denominarse intencionales. ¥ po- demos inclinaknos a afirmar que la «intencién» posee un sentido diferente cuando hablamos de las intenciones de un hombre simpliciter, es decir, lo que intenta hacer, y de la intencién contenida en su acto 0 proposicién, es decir, su objetivo, Pero eri realidad, resulta poco creible la afirmacién de que el término es equivoco segin se presenta en estos ~ distintos ca ‘Cuando nds sentimos tentados a hablar de los «dife- rentes sentidos» de una palabra que evidentemente no ¢s equivoca, podemos inferir que, en realidad, nos hallamos totalmente a s en lo que se refiere al caracter del 42 INTENCION, concepto que ella representa. Sin embargo, no existe nin- gin impedimento para abordar un tema por partes. En. consecuencia, comenzaré el estudio con la observacién de las expresiones de intencién. 2. Por lo general, nos referimos a la distincién entre una expresién de intencién y una prediccién como a algo claro en términos intuitivos. Normalmente, «Me voy a po- ner enfermo» es una prediccién; «Voy a dar un paseo» es por lo regular una expresién de intencién. La distincién sefialada resulta en efecto intuitivamente clara en el siguien- te sentido: si digo «Voy a suspender este examen», y alguien me replica «Seguro que no desconoces la materia hasta ese punto», puedo aclarar lo que he querido decir explicando sando una intencién y no una apreciacién de mis probabilidades de éxito. ‘No obstante, si en filosofia preguntamos sobre la dife- rencia entre, por ejemplo, «Me voy a poner enfermo» en su acepcin mas usual, y «Voy a dar un paseor también en su sentido mas habitual, no resulta muy revelado: sefialar que una constituye una prediccion y la otra una expresion, de intencién. Pues en realidad estamos preguntando qué es cada una de ellas. Supongamos que se dijera que «una prediccion es un emunciado acerca del futuro». Esto indica que una expresién de intencién no Jo es. Constituye tal vez. Ja descripcion, o la expresion, de un estado de animo pre- sente, un estado de animo que posec las propiedades que lo caracterizan como intencién. Posiblemente, atin haya que descubrir cudles son éstas, pero entonces resulta dificil en- tender por qué deben estar relacionadas esencialmente con, el futuro, como la intencion parece estarlo. Es probable que nadie crea que se trata de un accidente, un simple hecho de psicologia, el que los estados de animo que son intenciones se vinculen siempre con el futuro, de la misma forma en que constituye un hecho de la psicologia racial, como la podriamos denominar, el que la mayoria de las primeras tradiciones histéricas se refieran a figuras heroicas. ¥ si tratamos de que alguna propiedad definitoria de las inten- INTENCION Y PREDICCION 43 ciones se halle vinculada con el futuro, se nos podria pre~ guntar de qué nos sirve distinguir esta vinculacién de la relacién existente entre el futuro y la prediccion. ‘Tratemos entonces de explicar la prediccién. El siguien- te ejemplo prometedor: una persona dice algo utili- zando cierta conjugacion verbal en su enunciado; poste~ riormente, la misma proposicién, con sdlo un cambio de conjugacién, podré calificarse de verdadera (0 falsa) a la uz de lo sucedido. ‘Ahora bien, segtin este criterio, las drdenes y las expre- siones de intencién también serian predicciones, En vista de las dificultades expuestas més arriba, esto tal vez no represente. tina objecién. Recogiendo una sugerencia de Wittgenstein (Investigaciones filasdficas, § 629-630), podria- mos dar wna primera definicién general de la prediccién ‘que se parezca a lo anterior, para después, entre las predic- cones, diferenciar 6rdenes, expresiones de intencién, apre- ciaciones, profecias duras, etc. La distincién «intuitivamen- te clara» dé la que hablabamos resulta ser una diferencia- cién entre éxpresiones de intencion y apreciaciones. Pero una misma proposicién puede funcionar como mas de una de estas clases de prediccién. Por ejemplo, cuando un mé- dico le dice al paciente, en presencia de la enfermera: «La enfermera lo Hevara al quiréfano», esto puede funcionar a Ja vez coms una expresion de su intencién (si con ella que- da expresada su decision de Io que debe suceder) y como una orden, ademas de ser una informacién para el pacien- te; y es esto tiltimo, a pesar de que no se trata en modo alguno de una apreciacién del futuro basada en hechos, ni ‘tampoco una conjetura ni una profecta. Asimismo, el pacien- te no infiere normalmente la informacién a partir de lo dicho por el médico; afirmard que el doctor se lo ha dicho. Este ejemplo muestra que el cardcter indicativo (descripti- vo, informativo) no es la marca distintiva de las «prediccio- nes» como opuestas a las «expresiones de intencién, segan nos hubiéramos inclinado a pensar en un principio. Un imperativo es la descripcién de alguna accién futu- ra, dirigidd al agente probable, y expresada de una forma 44 INTENCION cuya finalidad en el lenguaje consiste en lograr cue la per- ‘sona haga lo descrito. Digo que es su finalidad enel lengua- je y no el propésito del hablante, en parte porque éste puede, desde luego, dar una orden con un propésito muy distinto al de su cumplimiento (por ejemplo, que no se cumpla), sin que por ello deje de ser una orden. Las condiciones de ejecucién para las érdenes correspon- den a las condiciones de verdad para las proposiciones. , con la reduccién de la intencién a una especie de deseo, es decir, a una clase de emocién, 0 con una intuicién irreduc- tible del significado de «Es mi intenciéno. El andlisis| de la expresién verbal de intencién es en realidad util para evitar precisamente estos callejones sin salida. A todos ellos se Hega a causa de que la distincion entre las apreciaciones del futuro y las expresiones de inten- cion se toma simplemente como algo obvio en el nivel in- tuitivo. Alguien dice: «Voy a dar un paseo», ¥ nosotros afirmamos qué se trata de una expresin de intencién, no de una prediccién. Pero, gc6mo lo sabemos? Si se lo pregun- ‘ramos a la persona en cuestion, seguramente nos lo pero, equé sabe y cOmo lo sabe? Wittgenstein demostré Ia imposibilidad |de responder a esta pregunta cuando dijo: «Reconoce qué tiene 0 ha tenido la intencién de dar un paseo, o que ha empleado las palabras como una expresion de intencién».|Si esto fuera correcto, deberia existir la po- sibilidad de un reconocimiento erréneo. Es mas, cuando recordamos que quisimos hacer algo, Ia memoria nos reve- laa lo’sumo unas cuantas cosas sueltas de lo que sucedié en nuestra conciencia, las cuales no Hegan a integrar esa intencién, o sencillamente nos impulsa a emplear palabras como «Tenfa pensado...», sin ni siquiera una imagen men- tal que nos sirva para juzgar si las palabras constituyen una descripcién adecuada. La distincion, entonces, no puc- de quedar como algo intuitivamente claro, excepto cuando se emplea para contestar en qué sentido alguien utilizé las palabras «Voy'a...» en uma ocasion determinad: Podriamos|tratar de establecer la distincién diciendo que una expresion de intencién es una descripcién de algo 48 INTENCION, futuro, en la cual el hablante es una especie de agente, cuya descripcisn se justifica (si llegara a ofrecer una justificacién) mediante razones para actuar, es decir, razones de por qué serfa util o atractivo que la descripcién se levara a efecto, Y no mediante pruebas de su veracidad. Sin embargo, al llegar a este punto, no veo adénde nos conduce esta linea de razonamiento, y nuestro tema signe siendo todavia bas- tante oscuro, Una vez lei unas notas sobre una conferencia, de Wittgenstein, en la cual él imaginaba algunas hojas arrastradas por el viento que, conforme éste las empujaba, decian: «Ahora iré en esta direccién... Ahora iré en aqueélla>. ‘La analogia es insatisfactoria, pues en apariencia no asigna ninguna funcién a estas predicciones, excepto la de ser un. ‘acompafiamiento innecesario de los movimientos de las ho- jas. Pero se nos podria replicar: gqué significa acompatia miento , nuestro estudio ha arrojado resultados que, aunque no son realmente falsos, parecen muy confusos. Obviamente, el sentido de «razén» que aqui empleamos ofrece una linea de investigacién fructifera, pero preficro consideratla primero en su relacién con la nocién de accion intencional. 4. Ast pues, comenzaré una nueva linea de reflexién: geo- mo sabemos las intenciones de una persona? O también: equé clase de juicios verdaderos podemos formular con cer- teza acerca de las intenciones de las personas, y cémo sabemos que son verdaderos? En otras palabras, ces posible encon- trar una clase de juicios del tipo «A tiene Id intencién X», de la cual podamos afirmar que-posee un alto grado de certidumbre? Bien, si queremos decir por lo menos algunas cosas verdaderas acerca de las intenciones de un hombre, tendremos grandes probabilidades de éxito si mencionamos Jo que hizo o esta haciendo. Pues al margen de cualquier otro objetivo que tenga en mente, o de sus intenciones al actuar como actéa, la mayor parte de lo que digamos direc- tamente alpartir de lo que un hombre hace o estuvo hacien- do serdn cosas que él tiene la intencién de realizar. Estoy refiriéndome a la clase de cosas que diriamos en un juicio si fuéramos testigos y se nos preguntara qué esta~ ba haciendo el hombre cuando lo vimos. Es decir, comuin- i | 50 INTENCION, mente, entre la amplia cantidad de juicios verdaderos que podrfamos formular acerca del hombre, nuestra eleccin, coincidiria con Io que él hubiera dicho que hacia, tal vez incluso sin penser en ello, y seguramente sin darse cuenta de que era observado. Estoy sentada en una silla escribien- do, y cualquier persona de este mundo que tenga uso de razén lo sabria apenas me viera, y normalmente ésta seria su primera descripcién sobre lo que estoy haciendo. Si tu- viera dificultades para llegar a esta conclusion y en cambio se diera cuenta de inmediato y con exactitud cémo estoy afectando a las propiedades actisticas del cuarto (ana infor- macién inasequible para mi), 1a comunicacién entre noso- tros se veria seriamente obstaculizada. ‘As( pues, con el fin de mostrar en lineas generales la clase de cosas que aqui se pone de manifiesto, puedo tomar un atajo y no explicar la forma en que hago mi eleccién entre el gran nimero de juicios verdaderos que puedo for- mular sobre tna persona, ni qué entrafia la existencia de descripciones directas como «Ella esta sentada en una silla y escribe>. (Esto no quiere decir que no suscite preguntas interesantes. Véase Investigaciones filosoficas, pag. 59 bi «Veo una foto: muestra a un hombre apoyado en un baston. que sube un camino empinado. ¢Cémo lo sé? ¢No podria ‘verse de la misma manera si estuviera deslizandase cuesta abajo en esta posicién? Quiz4s un marciano lo describiria asi». Et passim.) Todo mi interés radica ahora ea destacar este hecho: podemos decir simplemente: «Observe a ese hombre y explique qué est haciendo», o en otras palabras, diga lo que vendria esponténeamente a su mente si estuvie~ ra informando a una persona que no puede ver al hombre ¥ que quiere saber qué est4 pasando en ese lugar. En la mayorfa de los casos, lo que puede decirse es lo mismo que el hombre sabe, y también en la mayoria de ellos, aunque de he- cho en menos, se estara informando no s6lo de lo que hace sino ademés de una de sus intenciones, a saber, la realiza- cién de esa accién. Es mAs, si ésta no fuera su intencién, casi siempre quedaré claro aun sin preguntarselo. ‘Ahora bien, no es dificil que parezca que, por lo general, LAS ACCIONES INTENCIONALES 51 Ja cnestién| de cuales son las intenciones de una persona s6lo pueda resolverse definitivamente por ella misma. Una razén de esto consiste en que, comtinmente, no sélo nos interesa su|intencién de realizar una acci6n, sino también, ‘su intenci6n en la realizacién del acto, y a menudo esto no puede percibirse a partir de la mera observacién de lo que hace. Otra |raz6n es que, por lo regular, no se nos ocurre cuestionar si tiene la intencién de hacer lo que hace (por- que la respuesta es obvia), y en el caso de que se nos ocurra, el problema se resuelve frecuentemente preguntandoselo. Por dltimo, existe la posibilidad de que un hombre alber- gue una intencién, pero que no haga nada por llevarla a efecto, ya sea porque encuentra un impedimento o porque ha cambiado de parecer: no obstante, la intencién puede hallarse completa en s{ misma, aunque permanezca como algo puramente interior. Todo esto nos obliga a pensar que ssi deseamos saber las intenciones de una persona debernos buscar en la sustancia de su pensamiento y s6lo en ella. En consecuencia, si queremos comprender qué ¢s la intencién tendremos que investigar una materia cuya existencia se da puramente en el ambito de la mente, y aun cuando la inten- cién desemboca en acciones, y la forma en que esto sucede presenta problemas interesantes, lo que ocurre fisicamente, es decir, lo que esa persona hace en realidad, es lo dlti- mo que necesitamos considerar en nuestra investigacion. ‘Aunque quisiera afirmar que es lo primero. Con este pream- balo, pasaremos al segundo punto de la divisién que he realizado eh el §1: la accién intencional. 5. ¢Qué distingue a las acciones intencionales de las que no Io |son? La respuesta que voy a sugerir consiste en que aquéllas comprenden las acciones en las cuales re- sulta aplicable alguno de los sentidos de la pregunta «{Por qué?»; desde luego, el sentido al que nos referimos es el que presenta en su respuesta, de ser positiva, una razén para actuar. Sin embargo, esto no basta, pues las preguntas: «2Cual es el sentido pertinente de la pregunta “Por qué?» 52 INTENCION, y no prueba que esa persona fuera a tirar la taza de la mesa. Tampoco podemos decir que, como menciona algo previo a la acci6n, Ja respuesta es una causa en lugar de una razon. Si pregun- tamos, «Por qué lo mataste?», y nos responden: «Maté a mi padres, se trata sin duda de una raz6n y no de una causa, aunque el hecho mencionado sea previo a la acci6n, Es cierto que normalmente no pensamos en cosas como sobresaltarse cuando hablamos de razones para actuar. Se podria decir que . Por Jo tanto, aun cuando estamos dispuestos a decir, por ejemplo, «¢Por qué te has sobresaltado tan bruscamente?», esto es comaple- tamente distinto a preguntar: «Por qué has excluido a falano de tu testament?» o «Por qué has llamado a un taxi?» Pero, ccudl es en realidad la diferencia? La respuesta no es, en ninguno de los casos, factual. ¢Por qué respingar © sobresaltarse no es una , despo- jada del cactuar»; si lo conseguimos, quiz descubramos lo que quiere decir «actuar», cuando se utiliza con este énfasis especial. No seria muy revelador decir que en el caso del sobre- salto, la «razéne es una causa. El tema de la causalidad se LAS ACCIONES INTENCIONALES 33 halla en un estado de confusion demasiado grande: sabemos que ésta es una dé las circunstancias en que se emplea el término «causa», pero también sabemos que se trata de un caso bastante extraio de causalidad. Fl sujeto puede esta- blecer la causa ‘ela jun pensamiento, de un sentimiento o de un movimiento corporal del mismo modo en que puede localizar el lugar de su dolor o la posicién de sus miembros. ‘Tampoco podemos decir: «Bueno, Ia “‘razén” de un mo- vimiento es una causa, y no es una razén en el sentido de “razon para "", cuando el movimiento es involuntario; es una raz6n, en oposicién a una causa, cuando el movimien- to es voluntario e intencional». Esto se debe en parte a que, en ultima instancia, el objetivo de toda esa reflexién es en realidad delinear conceptos tales como lo voluntario y lo intencional, y en parte porque también se puede dar una srazén> que sea solamente una «causa» de lo que es volun- tario e intencional. Por ejemplo: «Por qué caminas de un Indo a otro de ese modo?» «Es por la banda militar: me entusiasmay. O bien «2Qué te hizo firmar por fin el docu- mento?» «La idea|de que era mi deber no dejaba de reso- nar en mi mente, Hasta que me dije: "Es lo tinico que puedo hacer” y firmé>. Con mucha frecuencia escuchamos que tal 0 cual propo- sicién es lo que lamamos erazones para actuar>, y que es «racional», o «lo que Zamamos racional», actuar por razo- nes; pero estos comentarios tienen un sentido fandamental- mente moralista (y el moralismo, segin dijo Bradley, es malo para el pensamiento). Por lo demas, dejan intactos auestros problemas conceptuales mientras pretenden dar répida cuenta de ellos. En todo caso, esta pretension no es ni siquiera verosimil, ya que tales comentarios no contienen nj una vaga sugerencia de qué significa actuar por razones. 6, Para aclarar Ja solucién propuesta de que «las accio- nes intencionales |son aquellas a las que puede aplicarse algunos de los sentidos de la pregunta “¢Por qué?"», expon- dré este sentido y simultaneamente presentaré casos en que’ esa pregunta no es aplicable. Voy a emprender la segunda 54 INTENCION, tarea en dos etapas, porque lo expresado en la primera contribuira a explicar el sentido pertinente de la pregunta «. ‘Como una sola accién puede tener muchas descripcio- nes distintas, por ejemplo, «aserrar una tabla», «aserrar caoba>, 35. afirma que la pregunta «¢Por qué? es inaplicable, no siem- pre se le puede cuestionar la veracidad de su respuesta por el hecho de que haya prestado atencién a los actos que ella misma estaba ejecutando y que componen la realizacién de X. 7, También es evidente que negamos Ja aplicacién de la pregunta «Por qué?» (en su sentido pertinente) si decimos que «fue involuntario», aun cuando fuéramos conscientes de la accion. Pero no puedo utilizar lo anterior segtm quedé expresado, porque resulta demasiado obvio que el concepto de lo involuntario abarca exactamente las nociones del tipo que deberia elucidar la investigacién filoséfica sobre la intencién. En este punto, mediante una digresién momenténea, quisiera refutar la creencia popular de que los términos «voluntario» e «involuntario» se emplean apropiadamente s6lo cuando una persona ha realizado un acto ingobernable. Si alguien se| siente atraido por esta concepcién, deberia pensar que a los fisi6logos les interesa la accién voluntaria, y que no asighan un sentido técnico especial al término. Si ies preguntamos cual es su criterio de diferenciacién respon- derén que cuando se trata de un ser humano adulto lo interrogarén, jy cuando se trata de un animal consideraran los movimientos mediante los cuales intenta, por ejemplo, conseguir algo, digamos comida. En otras palabras, el mo- vimiento que|hace un perro al erguir las orejas ante un ruido repentino no se usaria como ejemplo. Esto no quiere decir que los fisidlogos se interesen en~ toda descripcién de las acciones en las que se pueda consi- derar la voluntad. S6lo estén interesados, desde luego, en los movimientos corporales. ‘También ¢s facil confundirse por el hecho de que sinvo- luntario» no fignifica simplemente no voluntario, ni tiene una acepcién|propia que no presente problemas. En reali- dad, este par| de conceptos se presta a muchos equivocos. Consideremos los cuatro ejemplos siguientes sobre lo in- voluntario: 56 INTENCION 4) El movimiento peristiltico de los intestinos. 2) El espasmo o sacudida del cuerpo que en ocasiones se produce cuando uno est a punto de dormirse. ©) «Retiré la mano con un movimiento involuntario de repulsion.» 4) «El bien involuntario que le hice con el acto median- te el cual pensaba perjudicarlo.» Ante ejemplos como c) y d), ede qué manera voy a intro- ducir el «fue involuntario» como una forma de anular la pregunta «Por qué», empleada en el sentido especial que quiero elucidar, siendo que el propésito de la elucidacién es dar cuenta del concepto «intencional»? Obviamente, no pue- do hacerlo. Sin embargo, existe una clase de fenémenos que estan englobados bajo el concepto «involuntario» y que es posible introducir sin la formulacién de preguntas ni la suposicion de que se comprenden las nociones del tipo que precisamente me propongo investigar. El ejemplo 8) perte- nece a esta clase, la cual abarca los movimicntos corporales en una descripcién puramente fisica. Otros ejemplos son los tics, los reflejos rotulares y el movimiento del brazo hacia arriba que se observa después de haberlo presionado ‘con fuerza contra una pared. 8. Es preciso describir esta clase de fenémenos sin uti- lizar nociones como «intencional», edescado» o «volimnta- rio», einvoluntario». Ello puede efectuarse de la siguiente manera: primero sefialamos una clase particular de cosas que son verdaderas con respecto a un hombre, a saber la clase de cosas que esa persona sabe sin observacién. Por ejemplo, generalmente un hombre conoce la posicién de sus miembros sin observarlos. Lo sabe sin observacién por- que nada le muestra la posicion de sus miembros; no es como si una especie de comezin le indicara que tiene la rodilla flexionada y no extendida. Cuando podemos hablar de sensaciones que se describen independientemente y que en algin sentido constituyen nuestro criterio para hacer uun comentario, podemos decir que observamos el objeto del comentario. Pero normalmente éste no es el caso cuan- “INTENCIONAL», 57. do sabemos la posicién de nuestros miembros, y no obstan- te, sin pauta alguna, podemos indicarla, Pero digo que la sabemos y no simplemente que podemos indicarla porque existe la posibilidad de acertar o equivocarnos: resulta im- portante hablar de conocimiento tnicamente cuando se pre- ‘senta un conttraste entre «él sabe» y «él (solamente) cree que sabe». De esta forma, a pesar de que hay una similitud entre sefialar Ia posicién de nuestros miembros y localizar el sitio de un dolor, quisiera aclarar que ordinariamente sabemos la posicién de nuestros miembros, sin observacién, pero la capacidad de sefialar donde nos duele no es un ejemplo de algo sabido. Esto no es asi porque la localiza- cién del dolbr (la sensacién, no el dafio) deba ser aceptada por la persona a quien se la sefialo, pues podemos imaginar circunstancias en que no se acepte, como, por ejemplo, si digo que es imi pie y no mi mano lo que esté muy lastima- do, pero me|toco la mano y no temo ni me opongo a que se manipule mj pie con brusquedad, aunque Jo sigo sefalando como la parte lesionada. Pero en este caso dirfamos que resulta dificil adivinar qué quiero significar, mientras que si alguien afirma que su pierna esta extendida cuando la tiene flexionada, puede ser sorprendente pero no particularmen- te oscuro. La persona se equivoca en lo que dice, pero no es ininteligible. Por lo tanto, llamo «conocimiento» a este tipo de capacidad de expresién y no solamente «capacidad de expresiOn>. Ahora bien, la clase de cosas conocidas sin observacién ¢s de interés general para nuestro estudio porque las accio- nes intencionales constituyen una subclase de ella, Ya he mencionado que el «No me di cuenta de lo que hacia» es una negacién de la pregunta «{Por qué?», cuyo sentido es- tamos tratando de establecer; en este punto, puedo afiadir que «Sabia llo que estaba haciendo, pero s6lo porque lo observaba», también seria una negacién de aquélla. Por ejemplo, si nos damos cuenta de que accionamos un sem4- foro al cruzar Ia calle. Pero la clase de cosas conocidas sin observacion también Pposee un interés especial en esta parte de nuestra investiga- I i b i i i | i 38 INTENCION, cién porque nos permite describir la clase particular de | sacciones involuntarias» que hasta aqui sélo ha quedado indicada mediante unos cuantos ejemplos: éstas son accio- | nes como el ejemplo 4) que presentamos mas arriba, y nues- | tra tarea consiste en identificarlas sin dar por resueltas las, preguntas que estamos tratando de responder. Los movi- mientos corporales como el peristaltismo de los intestinos son involuntarios, pero no nos interesan desde el momento | en que un hombre no sabe que su cuerpo los esta realizan- | do, si no es por medio de la observacién, Ia inferencia, etc Lo involuntario que nos interesa se limita a la clase de cosas conocidas sin observacién, como sabriamos aun con | los ojos cerrados que hemos dado un puntapié cuando el | médico mos ha golpeado la rodilla, a pesar de que no pode- ' ‘mos identificar una sensacién que nos Jo indique. Hablar de «la sensacion que experimentamos al dar un punta- | ié por reflejo cuando se nos golpea Ia rodilla» no se pare- ce, por ejemplo, a «la sensacién de descender en un ascen- sore. Aun cuando podemos decir «Cref que habia dado un puntapié reflejo aunque no me movi», nunca diriamos, por ejemplo, «Las noticias sorprendentes provocan esa sensa- | ciéne: ésta no es separable, como lo es la sensacién de ‘edescender en un ascensor». Ahora bien, entre las cosas conocidas sin abservacién, en ocasiones se incluye la causa de un movimiento. Por ejemplo: «Por qué has retrocedido repentinamente?» «La | sacudida y el grito que ha lanzado ese cocodrilo me hicie- | ron saltare. (No digo que no haya observado la conducta | del cocodrilo, pero no he observado que eso me hiciera saltar.) En cambio, en casos como 6) la causa del movimien- to se sabe solamente a través de la observacion. | Entonces, esta clase de acciones involuntarias es la cla- se de movimientos del cuerpo, en una descripcion puramen- te fisica, que se saben sin observacién, y para las cuales no " existe una causa conocida sin observacién. (Por lo tanto, mi sobresalto por la sacudida y el grito del cocodrilo no perte- nece a esta subclase de acciones involuntarias.) Esta subcla- se puede describirse sin necesidad de aclarar antes el con- i | CAUSA Y RAZON 59 cepto «involuntario». Asignarle un movimiento equivaldria anegar la ape «<éPor qué?» 9, En un principio, al considerar las expresiones de i tencién, ha sefialado que se trataban de predicciones justi- ficadas, en todo caso, por razones para actuar, como opues- tas a las razones para creer en su veracidad. De modo que aqui ya he distinguido un sentido de «Por qué?>, en el cual la respuesta menciona hechos. «Habra un eclipse mafiana.» «¢Por qué?» «Porque...x, y la respuesta constituye la razén para creer que asi seré. © bien: «Aqui hubo un antiguo campamento bretén.» «¢Por qué», y la respliesta constitu ye la razén para creer que ast fue. Pero como ya hemos sefialado, una respuesta a la pregunta <¢Por qué?» que no ofrezca razones para creer en la realidad del hecho no pro- porciona por Ip fanto una razon para actuar. Puede mencio- nar una causa, y esto no es en modo allguno lo que queremos. No obstante, observamos que hay contextos en los cuales resulta dificil explicar la distincién entre una causa y una az6n; como, por ejemplo, cuando respondemos a la pregun- ta egPor qué has tirado la taza de la mesa?» con Ia frase «He visto tal cosa y eso me ha sobresaltado>. Ahora bien, podemos ver que los cajos en que se presenta esta dificultad son pre- cisamente aquellos en que la causa misma qua causa (0 tal vez deberiamos més bien decir: la causalidad misma) se en- cuentra en la clase de cosas conocidas sin observacién. 10. Llamaré al tipo de causa en cuestién una «causa mental». Las causas mentales son posibles no s6lo para las acciones («La mnisica marcial me apasiona, por eso camino de un lado a otro»), sino también para sensaciones ¢ incli- so pensamientos. Ai considerar acciones es importante dis- ‘tinguir entre causas mentales y motivos; al considerar sen- timientos, como miedo 0 enfado, es importante distinguir entre causas mentales y objetos del sentimiento. Para com- prender esto, analicemos los siguientes casos: Un nifio vio algo rojo en un rellano de la escalera y | ; 60 INTENCION pregunté qué era. Creyé que su nifiera le decia que se tra- taba de un pedazo de Satén y sintié un tremendo temor (Gin duda, ella dijo que era un pedazo de satén). Estaba asustado por aquel pedazo de material; la causa de su mie- do fue el comentario de su nifiera. El objeto del temor puede ser la causa del temor, pero, como comenta Wittgens- tein? no es en cuanto tal la causa del temor. (Un rostro repugnante que aparece en Ia ventana serfa, desde nego, tanto causa como objeto, por Jo cual ambos se confunden, fécilmente.) O también, podemos enfadarnos por la accién, de una persona cuando lo que nos produce el enfado es acordamnos de esa accién o cl que alguien nos Ja refiers. Esta clase de causa de un sentimiento o de una reaccién puede ser identificada por el mismo individuo, y reconoci- da por otra persona, aun cuando sca distinta al objeto. Observemnos que esta clase de causalidad o sentido de la «causalidady se halla tan lejos de adecuarse a las explica- ciones de Hume que quienes creen que éste agoto el tema de la causalidad la dejarian completamente fuera de sus razonamientos; si se llamara su atencién al respecto, pro- bablemente insistiria en que la palabra «causa» era inapro- piada o muy equivoca. O tal vez tratarian de resolver la cuestién a la manera de Hume en lo que se refiere al reco- nocimiento de la causa por parte de un observador externo; pero no desde el punto de vista del agente. LL. Podria pensarse que cuando se responde a la pre- gunta «Por qué?, presentando la intencién con que acta luna persona, por ejemplo, con la mencién de un hecho futuro, también se trata de una causa mental, pues, ¢no podria acaso replantearse la respuesta segiin la forma: «Por- que queria...» © «Debido al deseo de...»? Si me asaltan de- seos de comer manzanas y me levanto y voy a la alacena donde creo que hay algunas, podria responder a la pregun- ta de qué me condujo a esta accién mencionando que el 2. Investigaciones filoséficas, § 476. MOTIVOS E INTENCIONES 61 deseo me hizo..., ete. Pero no en todos los casos «Hice esto con el fin'de...» se puede justificar con . En sentido popular, motivo ¢ intencién no se utilizan como si tuvieran un significado tan distinto. Por ejemplo, se habla de «motivos para ganar». Algunos filésofos han preferido considerar esta expresién como eliptica; ganar debe ser la intencién y deseos de ganar, el motivo. Al pregun- tarsele por su motivo, un hombre puede contestar: «Que- ia...», lo cual complaceria a esos fil6sofos, o «Lo hice con el fin de...», lo cual no serfa de su agrado. Sin embargo, cl significado de ambas frases es idéntico. Decir que los moti- vos de un hombre son buenos puede ser lo mismo que Hamar buenas a sus intenciones, por ejemplo, «Sélo queria tranguilizar a sus amistades>. No obstante, incluso en sentido popular, existe una dis- tincién entre el significado de «motivo y el de «intencién». Por ejemplo, si un hombre mata a alguien, puede decirse que lo hizo por amor y piedad, 0 por rencor. Esto podria en realidad formularse como «para liberarlo de su terrible su- frimiento» 0 epara deshacerse de ese cerdo». Pero aunque éstas son formas de expresién que indican un objetivo, qui- 24s estén manifestando el espiritu con que el hombre come- MOTIVOS E INTENCIONES 63 tié el asesinato, en lugar de explicar ¢l fin para el cual el crimen fue un miedio, es'decir, la situacién futura provocada por el acto de njatar. Y esto nos demuestra parte de la dis- tincion que existe entre las acepciones populares de motivo e intencién. Pot os decir que, popularmente, «mi vo de una accién» posee una aplicacién mucho més amplia y diversa que «intencién con que se ejecuté el acto». Cuando un hombre, en su habla comin, nos refiere cual. fue su motivo: xfo hace de una manera en que «motivo no es intercambiable con «intencién», no esta proporcionando una . 64 INTENCION 13. La venganza y la gratitud son motives. Si mato a alguien como un acto de venganza puedo decir que lo hago para ser vengado o que mi objetivo es la venganza. Sin embargo, esta tiltima no es algo posterior que se obtiene al matar a una persona, mas bien el acto de matarla es la venganza. Si me preguntan por qué la maté, contestaré: «Porque asesiné a mi hermano». Podemos comparar esta respuesta, que describe un hecho concreto del pasado, con la respuesta que describe un hecho concrete del futuro y ‘que en ocasiones recibimos como enunciaciones de obj ‘vos. Lo mismo sucede con la gratitud, el remordimiento y la piedad aplicados 2 algo especifico. Estos motives sélo difieren de, pongamos por caso, el amor, la curiosidad o la desespcracién en lo siguiente: se presenta un hecho que ha ‘ecurrido (o que esta ocurriendo en el presente) como funda- mento de una accién 0 una abstencién que resulta buena 0 mala para la persona (que puede ser uno mismo, como en | el caso del remordimiento) a quien esta dirigida. Y si, por ejemplo, quisiéramos explicar la venganza, diriamos que se trata de lastimar a una persona porque nos ha hecho dafio; no necesitamos afiadir una descripcién de los sentimientos gue originaron la accién ni de los pensamientos que la MOTIVOS E INTENCIONES 65 acompaiiaron. En cambio, no es posible explicar de la mis- mma manera la afirmacién de que un individuo hizo algo por amistad. Llamaré a la venganza, la gratitud, el remordi- miento y la piedad motives retrospectivos, para diferenciar- los de los motivos en general. Estos iiltimos constituyen un tema muy escabroso en el que no deseo profundizar. Consideremos la aseveracién de,que uno de los motives para suscribir cierta solicitud consistié en la admiracion que siento por su promotor, X, Si alguien me preguntara: «¢Por qué la suscribiste?», po- dria contestar: «Bueno, por una parte, X, que la esta pro- mocionando| hizo...», y describir su proceder en términos entusiastas. Podria afiadir: «Por supuesto, ya sé que ésta no es razon para suscribirla, pero estoy segura de que fue una de las cosas ue mis influyeron en mf». En realidad, digo «consideremos esto» para poder decir «no lo examinemos aqui». Es un|problema demasiado complejo. La explicacién de «motivo» que popularizé el profesor Ryle no parece apropiada. Ryle recomienda que «presumia por vanidad» se interprete como «presumia... y al hacerlo ‘satisface la proposicién, con caracter de ley, de que siempre que encuentfa una oportunidad para granjearse la admira- cién y la envidia de los demas hace todo lo que, segtin cree, las despertarao.? Este pasaje es mas bien curioso y evasivo en su expresjén; parece indicar, y soy incapaz de entender sino quiere decirlo, que no se puede decir que un hombre estaba presumiendo por vanidad a menos que siempre s¢ comportara vanidosamente, o que lo hiciera con mucha frecuencia. Bero esto no parece ser cierto. Presentar un motivo (de la clase que he llamado motivo en general, fen contraposicién con motivos ¢ intenciones retrospectivos) equivale a decir algo como «Veamos la ac- cién a esta Itize. La explicaciém de nuestras propias acciones indicando un motivo implica colocarlas bajo cierta perspec tiva. Con frecuencia brindamos este tipo de explicacion en 3. The Concept of Mind, pag 89. - 66 INTENCION, respuesta a la pregunta «Por qué?» La cuestién de si la luz | con que iluminamos nuestra accion es verdadera resulta | particularmente dificil de abordar. | Motivos como la admiracién, la curiosidad, el despreci la amistad, el miedo, el amor a la verdad, Ia desesperacién y muchos otros pertenecen a esta clase en extremo comple- | ja o se encuentran orientados al futuro o se presentan com- | binados. Digo que un motivo esté orientado al futuro si es | una intenci6n. Por ejemplo, afirmar que una persona hizo algo por temor a... equivale frecuentemente a decir que lo | hizo para que... o con el objeto de que... no sucediera. | 14, Dejemos el tema de los motivos en general o moti- | vos «interpretativos» y regresemos a los motivos retrospec- tivos. ¢Por qué sucede que con la venganza y la gratitud, la | piedad y el remordimiento, el hecho pasado (0 la situacién | presente) es una razdn para actuar, y no s6lo una causa mental? | Observemos que el aspecto mis notable de estos cuatro | motivos es la forma en que involucran el bien y el mal. Por | ejemplo, si le estoy agradecida a una persona es porque me | ha causado algun bien, 0 al menos creo que lo ha hecho, y no puedo mostrar gratitud mediante una accién concebida | para dafiarla. Con respecto al remordimiento, siento repul- sién por ciertas cosas que me resultarfan buenas; no podria , expresar remordimiento procurindome diversiones, 0 con algo que no considero malo. Si Ilevo a cabo un acto de venganiza que resulte provechoso para mi enemigo en ver | de pesjuicia, ml aceon, en tanto que provechoss para dl, es involuntaria. Estos hechos constituyen la clave del problema que nos | ocupa ahora. Si el agente debe concebir la accién como algo que produce cierto tipo de bien o mal y el hecho pasa- | do como bueno malo, para que este iiltimo se convierta en una raz6n para la acciGn, entonces esta raz6n no repre- senta una causa mental sino un motivo. Ello se manifestara | en la elaboracién de la respuesta que el agente dé a la | pregunta «¢Por qué?» | MOTIVOS E INTENCIONES 67 Podria parecer que el punto més importante no fuera éste, sino la posibilidad de cuestionar la accién propuesta y gue la réplica haga mencién de algo pasado. «Voy a matar- lo». «Por qué?»|«Mat6 a mi padre.» Pero con ello demos- traremos que olvidamos el curso de nuestra investigacion. Ain no sabemos qué es una accién propuesta; hasta aqui s6lo podemos describirla como una accién predicha por el agente, ya-sea que éste no justifique su prediccién 0 que para justificarla aluda a una razén para actuar; y es preci- samente el significado de la expresiOn «razén para actuar> lo que'de momento estamos tratando de elucidar. No es posible predecir las causas mentales y sus efectos? O inclu- 30 sus efectos después de que se han producido las causas? Por ejemplo, «Esto va a irritarme». En este punto cabria destacar que es tn error creer que no se puede elegir entre actuar o no actuar por un motivo. Un ejemplo de ello nos lo dio Platéa cuando le dijo a un esclavo: «Te golpearia si no estuviera enfaddado». O un individuo puede tener el pro- pésito de no hacer comentarios sobre cierta persona porque es incapaz de referirse a ella sin envidia o sin admiracion, ‘Hemos logrado distinguir entre un motivo retrospectivo yuna causa mental y hemos encontrado que, al menos en este aspecto, 1o que el agente dice en respuesta a la pregun- ta «gPor qué?» es una raz6n para actuar si al tratarla en tanto tal la concibe como algo bueno o malo y considera que su propia actién causa un bien o un mal. Si, por ejem- plo, pudigramos|mostrar que la accién de la cual se ha vengado era inofensiva o benéfica, el agente ya no tiene una raz6n, excepto si va precedida por un «Yo crea. Si se trata de una venganza propuesta, el agente debera abando- narla o cambiar de razin. Este descubrimiento no afectaria a una afirmacion de causalidad mental. Auin falta por de- terminar si el bien y el mal desempefian, en términos genc- rales, una funcién esencial dentro del concepto de intencién. Hasta aqui, s6lo los hemos introducido en tanto que esta- blecen una clara| diferencia entre motivos retrospectivos y causas, mentales,| Cuando la respuesta a Ja pregunta «;Por qué?», 'referida a una accién presente, describe una situa- ae 68 INTENCION cion futura, se la distingue inmediatamente de una cau- sa mental por el simple hecho de aplicarse al futuro. Por lo tanto, hasta el momento no parece existir a necesidad de decir que la intencién como tal es intencién de un bien oun mal. 15. Pero consideremos ahora este caso: —éPor qué lo hiciste? —Porque él me lo dijo. ¢Se trata de una causa o de una razén? Aparentemente, depende en gran medida de cul fue la acciéa o cudles fueron las circunstancias. Y normalmente nos negarfamos a establecer una distincion entre la razén y la causa de este tipo de problema, pues hemos explicado que éste es el ob- jetivo que el agente manifiesta cuando le preguntamos qué lo impulsé y provocé la accién. Pero el hecho de que le hayan dado una razén para actuary haberla aceptado po- dria ser lo mismo. ¢Y cémo vamos a diferenciar entre causa y razén en casos como el de haber colgado el sombrero en. tuna percha porque nuestro anfitrién ha dicho: «Cuelgue su sombrero en la percha». Pienso que tampoco seria correcto decir que se trata de una razén y no de una causa mental debido a que hemos comprendido las palabras, lo cual nos ha llevado a la aceptacién de la sugerencia. Ello equivaldria a tratar de comparar este caso con el de, por ejemplo, dar- nos la vuelta al escuchar que alguien silba. Pero en reali dad, esto ultimo no se situaria definitivamente de uno u otro lado. Si nos viéramos obligados a clegir entre conside- rar el sonido como razén 0 como causa, probablemente decidiriamos basandonos en la rapidez de la reaccién. Atin | mas, en el siguiente caso no se presenta el problema de la comprensién de un enunciado: «(Por qué hiciste girar tus | indices en torno a tus sienes?» «Porque él estaba haciendo | Jo mismo. Esto no es muy diferente de colgar nuestro sombrero porque el anfitrién lo haya indicado. En lineas generales, si nos fuerzan a ahondar en la distincién, cuando | Ia accién se explica mejor como una mera respuesta, nos inclinamos mas por el término «causa»; en cambio, en la | coNcLUSIONES cy medida en que se explica mejor como una reaccién cuya significacién|esté considerada en la interpretacién del agen- te, o una reaccién rodeada de pensamientos y preguntas, nos sentiremos més inclinados a emplear el término «ra- zon». Sin embargo, en la mayoria de los casos la distincién no tendria sentido. ' Pero ello no significa que siempre carezca de sentido. Podriamos amar «completos» a los casos en que fundamos la distinci6xl en un principio, es decir: de un lado, el caso de, por ejemplo, la venganza, y del otro, lo que provocé que nos sobresaltéramos y tiraramos la taza de la mesa. En términos generales, se establece que algo ¢s una razén si podemos arpumentar en contra de ello; no como cuando alguien «Los ruidos'no deberian sobresaltarte de ese modo; harias bien en consultar a un médico», sino de una manera que lo vincule con motivos e intenciones: «Lo hi- ciste porque te dijo que lo hicieras? Pero, gpor qué hacer lo que él dice?» Respuestas como «Ha hecho tanto por mi», «Es mi padré», «Me habria ido mal si no lo hubiera hecho», colocan la uesta original entre las razones. Desde lue- go, «xazonesy se une aqui a nuestra explicacién general. Ast pues, los casos completos son los que se deben considerar para entenc ler la distincién entre razon y causa. Pero cabe destacar que no es verdad la aseveracién tan comin de que la razén y la causa son siempre nociones que se diferencian nitidamentel | 16. Resultara provechoso resumir en este punto las con- clusiones a las que hemos llegado hasta el momento. Las acciones intencionales constituyen una subclase de los he- chos en la historia de un hombre que éste conoce no sélo porque los haya observado. En esta clase mas amplia se incluye un tipo de acciones involuntarias, caracterizadas por el hechd de que la causalidad mental queda excluida de ellas; y a sul vez la causalidad mental se distingue porque se conoce sin observacion. Pero las acciones intencionales no se caracierizan tinicamente por estar sujetas a la causa- Jidad mental, puesto que hay acciones involuntarias que no 70 INTENCION, excluyen a esta ultima. Por lo tanto, las acciones intencio- nales son aquellas que permiten la aplicacién de la pregun- ta «¢Por qué?», en un sentido especial que hasta aqut se explica como sigue: la pregunta no tiene ese sentido si la respuesta es factual o presenta uma causa, que incluye las causas mentales; en caso contrario, la respuesta puede @) mencionar sencillamente un suceso del pasado, b) inter- pretar la accion o c) mencionar algo futuro. En los casos 5) Y ©), Ia respuesta se caracteriza de inmediato como una raz6n para actuar, es decir, como respuesta a la pregunta «¢Por qué?s, formulada en el sentido requerido; y en el caso a), ser una respuesta a esa pregunta si las nociones del bien y del mal se hallan implicadas en su significado como respuesta, o si la investigacién posterior demuestra gue esta vinculada con un motivo «interpretative» o una intencién con la cual proceder. 17, Puedo ahora terminar mi exposicién sobre los casos en que nuestra pregunta <2Por qué?» no tiene aplicacién, Vimos que resultaba inaplicable cuando la respuesta del agente era «No me he dado cuenta de lo que hacia», y también si la respuesta indicaba que «observaba que lo es- taba haciendo». Habla ademas una tercera cireunstancia en la cual esta pregunta resultaba inaplicable, a saber: cuan- do la accién se caracteriza de alguna manera por no dar Tugar a lo que denomino causalidad mental. Este serfa el caso si, por ejemplo, la tinica forma de tratar una pregunta sobre la causa fuera mediante especulaciones o explicando por qué habria que considerar un hecho determinado como su causa. Por ejemplo, si preguntamos: «Qué te ha hecho saltar de esa forma?», cuando una persona acaba de sacu- dirse con el espasmo que en ocasiones se produce antes de quedarnos dormidos, el interrogado podria no hacer caso de la pregunta o decir: «Ha sido involuntario; ya sa- bes, a veces uno tiene esos espasmos». Ahora bien, un indi- cio de la negacién de esa pregunta particular, «{Qué te ha levado a hacerlo?», consiste en que contestamos cosas coro «No sé si alguien conoce Ja causa» 0 «¢No tiene algo que CONCLUSIONES nm ver con descargas eléctricas?», y que ése es el tinico sentido que atribuimos a «causa» en estos casos. Desde Iuego, una respuesta posible a la pregunta «Por qué?» es «Sdlo se me ha ocurrido hacerlo», o «Ha sido un impulso», 0 «Por ninguna razén particulars, o «Ha sido ‘una accidn sin sentido, sélo estaba garabateando». No de- nomino negacién de la pregunta a respuestas de este tipo. La pregunta no se vuelve inaplicable porque la respuesta exprese que 10 hay razén, del mismo modo que la pregunta de cuanto dinero tengo en la cartera no resulta inaplicable sila respuesta es «Nada». Una respuesta que posee un interés muy peculiar es: «No sé por qué lo he hecho». Esta puede tener un sentido que tio se refiera a que quizés existe una explicacién cau- sal que tuno desconoce. Se aproxima a «Me he encontrado haciéndolo», «Me he oido decir..», pero resulta apropiada para accioues que parecen exigir alguna razén especial, y no tenemos ninguna, Sugiere sorpresa ante nuestras propias acciones, aunque esto no es una condicién suficiente para darla, pues podemos estar un poco sorprendidos sin necesi- dad de utilizar ¢dsa expresién, por ejemplo, cuando hacemos un juego de palabras que no corresponde a nuestro estilo habitual. «No sé por qué lo he hecho» constituye quiz4s una ex- presién frecuente entre personas a quicnes se sorprende cuando cometian un delito trivial, en cuyo caso suele estar ‘acompatiada por «Ha sido un impulso>. No tendré en cuen- ta este uso porque se ha convertido en un formulismo, y porque en realidad no es extrafio sentirse inclinado a come- ter delitos triviales sin necesidad (lo extratio radica tinica- mente en que nd nos disuadan algunas consideraciones ob- vias, y no en que pensemos hacer ese tipo de cosas). En ocasiones, nos podemos preguntar: «ZY ahora por qué he hecho esto?», por ejemplo, cuando descubrimos que hemos colocado un objeto en un lugar bastante insélito. En cam- bio, «No sé por, qué lo he hecho» puede ser dicho por al- guien que no descubre que lo ha hecho; se da cuenta de ello mientras lo esté|haciendo, pero acude a esta expresién como I 2 INTENCION | \ si quisiera decir: «Es el tipo de acciones que parece exigir | una razén». Como si existiera una razén que debiera saber. Desde luego, en este caso no se trata del sentido pertinente, aunque el psicoandlisis Io convenza de algo como su raz6n, © de si encuentra la razén en algin plan o inspiracién de origen divino o diabélico, o de una explicacién causal en el hecho de haber sido hipnotizado previamente. | ‘Yo misma siempre evito utilizar esas palabras de esta forma, pero ello no me Hleva a suponer que carezcan de sentido. Se trata de un curioso caso intermedio: la pregun- ta «¢Por qué?» es'¥, sin embargo, no es aplicable; lo es en" el sentido de que se la admite como una pregunta apropia- da; no lo es por cuanto la respuesta consiste en que no hay | respuesta. Més adelante discutiré la diferencia entre lo in- tencional y lo voluntario, y una vez establecida esa distin- cién podremos decir: una accién de este tipo es voluntaria y no intencional. También veremos (§ 25) que hay otros ‘casos mas comunes en los cuales no se comprueba que la pregunta «Por qué?», sea inaplicable y, sin embargo, no tiene aplicacién. i 18, Respuestas como «Por ninguna raz6n particulars 0 «Solo se me ha ocurrido» y otras son con frecuencia total- mente inteligibles, en ocasiones extrafias y a veces ininteli- gibles. Es decir, si alguien tomara todos los libros verdes de | su casa y los extendiera cuidadosamente por el techo, y Iuego diera una de estas respuestas para contestar a la pregunta «Por qué?», sus palabras resultarfan ininteligi- bles excepto como una broma, Serian ininteligibles no por- que desconozcamos lo que ellas significan, sino porque no podriamos desentrafar lo que la persona quiso decir al emplearlas en ese contexto. Resultara ritil abundar un poco sobre estas distintas formas de ininteligibilidad. | Wittgenstein dijo que cuando calificamos algo como un. | sinsentido, no es que su significacion carezca de sentido, sino que tna forma de expresién queda excluids del lengua- je. Por ejemplo, «Quizd los ciegos de nacimiento tienen | imagenes visuales». Sin embargo, el argumento para «ex: | CONCLUSIONES 3 cluir esta forma de expresion del lenguaje» consiste aparen- temente en que «su significado carece de sentido». El argue mento sigue aproximadamente esta linea: ¢qué significa? (Que esas personas perciben lo mismo que yo cuando tengo una imagen visual. ¢Y qué tengo yo? Algo como esto. De aqui Wittgenstein pasaba a refutar las definiciones oste bles internas. El paso siguiente consiste en considerar cual es el juego Lingdistico que se manifiesta con «tener una imagen visual» 0 «ver con los ojos de la mente». No se trata solamente de decir estas cosas, ni se puede explicar por el heclio de que Se formulan con Ja referencia correcta (esto quedé demostrado mediante la refutacién de las definicio- nes ostensibles internas). La conclusién es que el juego lin- Biistico de «ver» forma parte necesaria del juego de «ver con los ojos di la mente», 0 més bien, que s6lo podemos identificar al djtimo como un juego lingiiistico si el prime- ro se construyé con las mismas palabras. El resultado del argumento, de tener éxito, es que ahora evitaremos decir «Quizé los ciegos... etc.» Por ello Wittgenstein habla de sterapias». La xexclusion del Jenguaje» no se realiza por las leyes, sino por la persuasion. El «significado que'carece de sentido» es el tipo de significado que sugieren nuestras ex: presiones; la sugerencia se origina en una efalsa asimilacion de los juegos». Sin embargo, el caso que nos ocupa es enteramente diferente. Si decimos: «No tiene sentido que este hombre diga que ha hesho esto sin ninguna razén en especial», no estamos . | Ahora bien, no se puede afirmar el caracter intencional de | Ta accién sin presentar la descripcién segin Ia cual es inten- cional, pues la misma accién puede resultar intencional segrin una deseripei6n y no intencional segin otra. No obs- tante, si existe una accién intencional, lo intencional es ‘algo que realmente ocurri6. Sin duda, un hombre contrac ciertos muisculos para coger un martillo, pero por lo gene- ral seria falso decir que la contraccién de sus misculos constituye el acto intencional que acaba de realizar. Esto | significa que la contraccién de sus miisculos no sea inten- | ional. Vamos a denominarla epreintenciozal». ¢Debemos | afirmar que I, que supuestamente es la ceracteristica en virtud de la cual su acci6n resulta intencional, constituye algo que acompafia a una accién preintencional, un movi- iento de su cuerpo? De ser asf, el movimiento preintencional | + I garantiza que se Ileve a efecto una accion intencio- nal; pero coudl? Es evidente que nuestro simbolo «I> debe ACCION INTENCIONAL 15 interpretarse como la descripcién, o el portador de una relacién interna con la descripcién de una acciGn. Pero nada en el hombre considerado en si mismo en el momento de con- wraer sus miisculos puede determinar el contenido de esa deseripcién; y ésta por lo tanto puede ser cualquier descripcién, si solamente consideramos lo que se determina con respecto al hombre en si mismo durante esc momento. Entonces se trata simplemente de un feliz accidente el que un I plicable al contexto mas amplio y a consecuencias posteriores| siempre ‘acompasie a los movimientos preinten- cionales con los cuales el hombre ejecuta una accién in- tencional determinada. Lo que convierte en verdadero el hecho de que el movimiento del individuo sea el medio con el cual realiza una accién especifica no incide en modo alguno sobre el I que tiene lugar, a menos que supongamos lun mecanismo por el cual pueda producirse un I apropiado a Ia situacion en virtud del conocimiento que el hombre posee con tespecto a ella (presupone, por ejemplo, que sus contracciones musculares lo Ilevardn a sujetar el martillo, y de esta manera se produce el I correcto). Pero no es pro- bable que asi suceda, pues un hombre muy dificilmente tendré alguna conciencia de sus actos preintencionales. Ade- mas, queremos sin duda que I tenga cierto efecto sobre lo que ocurre! zAcaso el individuo observa que I va seguido frecuentemente por la realizacién de su descripcién, y por ello recurre a I? Pero entonces esto convierte al mismo acto de recurrir|a Ten una accién intencional, para Ja cual ten- dremos qué buscar un segundo I. De esta forma, la suposi- cién de qu¢ una caracteristica del momento de actuar vuel- ve intenciohales las acciones nos conduce a confusiones in- salvables, por lo cual debemos abandonarla. Y cuanto describimos acciones intencionales en tanto gue tales, serfa un error buscar Ia descripcién fundamental de lo que ocurre, como el movimiento de los musculos 0 de las moléculas, para después pensar en la intencién comé algo, quiza muy complejo, que la califica. Los tinicos hechos que deben considerarse son Jas acciones intencionales mis- mas, y llamar intencional a una accién significa que es 16 INTENCION intencional segtin alguna ‘descripcién que demos (0 poda- mos dar) de ella. ‘Normalmente no se plantea la cuestién de si el proceder de una persona es intencional; por ello a menudo resulta eraro» Ilamarlo de ese modo. Por ejemplo, si observo que un hombre que caminaba por la acera, gira hacia la calle, mira cn ambas direcciones y cruza cuando no hay peligro para él, seria raro que yo dijera que ha cruzado la calle intencionalmente. Pero seria incorrecto inferir de lo anterior que no debemos presentar ese proceder como un ejemplo tipico de accién intencional. Aunque resultaria igualmente erroneo decir: puesto que cruzar la calle es un ejemplo de accién intencional, consideremos esta accién en s{ misma y tratemos de encontrar en ella, o en el hombre en el momen- to de actuar, la caracterfstica que la convierte en intencional. 20, ¢Las acciones intencionales seguirian teniendo la caracteristica «intencional> si no existieran expresiones como intencién de futuro o intencién posterior para actuar? Es decir, glo «intencional» constituye una caracteristica de las acciones que la poseen, la cual es formalmente indepen- diente de otros accidentes del concepto de intexcién? Para averiguarlo haré dos suposiciones ms bien curiosas: a) su- pongamos que «intencién» s6lo se presentara como en el caso de «accién intencionals, y 6) supongamos que la tinica respuesta a la pregunta «Por qué estés haciendo X?», siem- pre que no se niege su aplicacion, fuera «Simplemente lo estoy haciendo, eso es todo». @) Podriamos decir que esta suposicién implica la suge- rencia de que significa algo como «ac- cin intenciosa», en el sentido de que lo intencional de una accién se asemeja a lo triste de una expresiGn facial. Desde Tuego, ello no careceria de consecuencias; la pregunta «¢Por qué?» seguiria siendo aplicable. Pero, del mismo modo, el dictamen de melancolia en una expresién también posee consecuencias, y de un tipo similar; podriamos preguntar: «cQué te entristece?», y recibir una respuesta positiva o la | | | | ACCION INTENCIONAL, 7 respuesta «Nada», la cual a su vez puede significar que uno esta triste pero no por algo, 0 que uno no esta triste. La intencién, segiin esta interpretaciOn de la suposicion a), se ha convertido en una caracterfstica estilistica de los actos humanos observables, a la cual esta asociada la pregunta «¢Por qué?» Sin embargo, esto es completamente contrario al concepto de intencién, porque los mismos actos humanos pueden ser interrogados segiin la descripcién «X» («Por qué estas haciendo X?») y seguin la descripcion «Yo («zPor qué estas haciendo Y?»), y que se admita la aplicacién dé la primera pregunta mientras que se le nieza a a segunda, de tal manera que el mismo proceder seria intencional segiin una descripcién y no intencional segin otra. Resulta evidente que un concepto en el cual no se aplica lo anterior no es un concepto de intencién. Si trata- mos de hacer que retenga esta caracterfstica mediante le sugerencia de que el proceder segin una descripcién deter- minada es Io que ostenta el sello de intencién, tendriamos que suponer que cuando le preguntamos a un individuo, después de haberlo visto claramente, «¢Por qué estabas hi ciendo X?», punca podra aducir inconsciencia del acto, si en realidad éstaba haciendo X, a menos que fuera tun men- tiroso. Y esta suposicién implicaria cambios tan radicales que seria imposible determinar si atin tendria cabida el concepto mismo de intencién, o establecer que la pregunta «Por qué?»|conserva en parte el mismo sentido de nues- tra preguntal «¢Por qué?». Tendrfamos solamente una pre- gunta cuyas/posibles respuestas serian: «Simplemente lo estaba haciendo, eso es todo», «No lo estaba haciendo», la mencién de ‘algo pasado como «Maté a mi padres, 0 una. caracterizacién sentimental de la accién. Ello seria asi por- ‘que, desde luego, Jas respuestas que presenten intenciones estarian excluidas ex hipothesi, ya que si se las incluyera las sustituciones posibles de «X» en «A tiene intencién de X» abarcarian mas de lo que permite la suposicién. No obstahte, podemos tratar de dar una interpretacién diferente de la suposici6n a). La intencién contintia incidien- do sélo en la accién presente. Es decir, atin no existe la ne 8 DNTENCION intencién posterior con la que un individuo hace Io gue hace, ni intenciones de futuro, Pero Ja intencién no es un estilo que marea una accién, ni una accién segun cierta descripcién; pues es posible que una persona crea que esté haciendo una cosa cuando en realidad efectia otra. Por ello, podra responder que no sabia que lo estaba haciendo cuando se le pregunte el porqué. Sin embargo, no debemios mostrarnos demasiado generalizadores al excluir Ia inten- ci6n con que alguien hace algo; pues probablemente tenga- mos que dar cabida a la intencién posterior con que el individuo realiza X, digamos Y, siempre que resulte razo- nable afirmar que esté haciendo ¥ al mismo tiempo y en la realizacién de X. Por ejemplo, puede decirse que una per- sona se leva un vaso a los labios con (por lo menos) la intencién de beber, si bebe cuando se lleva al vaso a los labios. Lo que la suposicién excluye es uma intencién poste- rior. ¥ de la cual pudiéramos objetar que aim no esta ha- ciendo Y sino tan sélo X con vistas a hacer ¥, como cuando un hombre descuelga su escopeta con el objetivo de cazar conejos. En este caso, las acciones intencionales estarén defini- das como aquellas que el hombre conoce sin observacion y para las cuales existe una pregunta cuya respuesta entra dentro de la clase a) «Simplemente lo hices, b) motivos retrospectivos y c) caracterizaciones sentimentales. La res- puesta a) carece de interés, por lo cual nuestra pregunta debe ser: {El motivo es suficiente para configurar las accio- nes intencionales como una clase especial? Podemos obj tar los motivos (por ejemplo, criticar a alguien por haber actuado baséndpse en determinado motivo), pero buena parte de la pertinencia de esas objeciones desaparecera si imaginamos que est ausente la expresién de intencién de futuro, como es el caso en nuestra hipétesis. Por ello, segtin esta hipétesis, la presentacién de un motivo interpretativo se convierte en una caracterizacién sentimental. Parece ra- zonable afirmar que si la tinica incidencia de intencién fuera la de hacer fo que se est4 haciendo, la nocién misma de accién intencional se volveria muy endeble, y no queda ACCION INTENCIONAL 9 claro por qué deberia clasificarse como una clase especial entre todas las acciones y movimientos que un hombre sabe sin observaci6n; esto no tendria mayor raz6n que clasificar los moviientos que constituyen expresiones de emocién como una clase diferenciada e importante de aconteci- mientos. ) Segtin la segunda suposicién, aun cuando se presume ‘que la intencién ocurre tanto en acciones intencionales pre- ‘ sentes como en expresiones de intencién de futuro, la unica respuesta |a Ja pregunta «:Por qué?» es «Simplemente lo estoy haciendo». (Naturalmente, «la intencién posterior con, ique> un hombre actiia queda eliminada de esta hipétesis, ‘pues se expresa en un tipo de respuesta a la pregunta «¢Por qué? que se halla excluido.) Si ello fuera asi, no habria ningdin sentido especial para la pregunta <¢Por qué?» y, en ‘consecuericia, ningun concepto diferenciado de accién inten- cional. En otras palabras, no seria posible establecer distin- ‘ ciones dentro de la clase de actos conocidos sin observacién. Pues una pregunta cuya unica respuesta es una afirmacion de que s¢ esta haciendo el acto por el que se inquiere no puede identificarse con nuestra pregunta «Por qué?>, aun, si los términos empleados son los mismos que solicitan evidencias o investigan la:causalidad, Por lo tanto, segtin esta hipétesis, no existirian distincionés entre cosas como sobresaitos y gritos sofocados, por una parte, y, en general, acciones Yoluntarias, por la otra. Es natural pensar que podemos observar esta diferencia en las cosas mismas. Indudablemente, todas ellas son igua- Tes en Jo que respecta a la manera en que, sabemos que estan ‘ocutriendo; pero no existe una diferencia discernible enel nivel introspectivo entre uha contestacién brusca ¢ involuntaria del aliento y una aspiracién de aire volunta- ria? Bueno, tal vez una es mas violenta que’ la otra. No ‘obstante, puedo ejecutar el acto voluntario con mucha brus- quedad, asf que la diferencia no estriba en esto. ¢Podriamos decir que la clase de lo voluntario se puede prever, prede- cir? Perolla clase de lo involuntario, también puede prede- cirse. Aunque el fundamento de la ‘prediccion no seria el | 80 INTENCION mismo... indudablemente, pero la diferencia entre los fun- damentos de una prediccién, consiste precisamente en la diferencia entre evidencia y razon para actuar. Aun cuando «. No obstante, ahora podemos ver por qué en todo caso alguna cadena debe comenzar. Como hemos sefialado, esto no significa que una accién no pueda Iamarse voluntaria 0 intencional a menos que el agente tenga un fin en mente; significa que el concepto de accién voluntaria o intencional no existiria si no existiera la pregunta «Por qué?», con respuestas que ofrezcan razones para actuar. Dado que exis- 82 INTENCION, te, pueden producirse los casos en que la respuesta consiste en «Por ninguna raz6n en particular», etc., aunque su inte- és es menor, y no debe suponerse que, como puede produ- cirse, esa respuesta sera siempre inteligible, o que se trata- ra de la dnica. 22. En toda esta discusién, cuando he hablado de la respuesta a la pregunta «Por qué?» en el sentido de que menciona una intencién, la intencién en cuestién ha sido desde luego aquella con la cual alguien hace lo que hace. Debemos ahora examinar esto con més detenimiento. Has- ta aqui sélo he dicho: «Si la respuesta a la pregunta “Por qué?” es una simple mencién de algo futuro, entonces ex- presa la intencién», y el problema de Ia causa en contrapo- sicion con la raz6n, que nos ha preocupado en loconcernien- te a las respuestas que mencionan el pasado, aqui sencilla- mente no se presenta. Desde luego, no pretendo decir que toda respuesta que nos informe con qué intencién una per- sona hace lo que hace sea una descripcién de una situacion, futura; pero sila descripcion de la situaci6n futura tiene sentido en si misma como respuesta a la pregunta, entonces se trata de una expresion de intencién, Sin embargo, exis- ten otras expresiones de la intencién con que una persona hace algo: por ejemplo, una descripcion mas amplia de lo que est4 efectuando. Pongamos por caso que alguien entra en el cuarto, me ve acostada en la cama y pregunta: «¢Qué estas haciendo?» La respuesta «Estoy acostada en la cama» ‘inicamente provocarfa irritacién, mientras que respuestas ‘como «Estoy descansando» 0 ua acto futuro constituye una expresién de la intencién con Ja cual una persona acttia, El hecho de que esta calificaciéa sea necesa- ta puede observarse en el siguiente ejemplo: <, y yo contestara: «Ya sé, pero de todos modos, voy por ella'a la planta alta», mi respuesta resulta- ria oscura; por lo menos, habria un hueco que salvar. Quiz pensemos en un ascensor que puedo operar desde el piso superior para subir la camara del sétano. Pero si digo: «No, estoy totalmente de acuerdo, no hay manera de que una persona traiga la camara desde la planta alta, pero aun asi voy a subir a buscarla>, me vuelvo ininteligible. Para que hago P con el fin de Q» tenga sentido, debemos ver cémo se supone que Ja situacién futura Q se convierte cn una posible etapa posterior en la concatenacién de hecho: de los cuales P constituye una etapa anterior. Es cierto que los casos del conocimiento cientifico por un lado y, por el ctro, Jos de los ritos magicos, o de una nocién vaga sobre un gran. poder o autoridad, como en el ejemplo de Dean Swift, caen bajo esta formula tan difusa y general. Todo lo que he dicho es, en realidad, «No es cierto que la descripcién de cualguier situacién futura pueda ser una respuesta para esta pregun- ta relativa a uha accién presentes. La intencién que posee un hombre al actuar no resulta tan privada e interna como para que tenga la autoridad absoluta de explicar cu! es, como tiene autoridad absoluta de explicar gué sofié. (El hecho de que la narracién de su suefio carezca de sentido, no implica que su afirmacién de que lo sofié sea un sin- sentido.) No voy a tratar de desarrollar mi formula, vaga y gene- ral, de que debemos poseer una nocién de como la situacion Q se constituye en una etapa dentro de la concatenaciéa de Ja cual P es una etapa anterior, para que podamos decir que realizamos P con el fin de Q. Pues, desde luego, no es preciso manejar estas nociones generales para afirmar que «Hago P con el fin de Q». Todo lo que necesitamos compren- der es que decir, de una u otra forma: «Pero Q no se produ- cira, aunque realices P» 0 «Pero Q va a producirse de todas maneras, hagas o no hagas P», es en cierto modo contrade- cir a la intencién. : 23. Preguntémonos: gexiste una descripcién que sea la descripcién de una accién intencional, en el supuesto de ACCION INTENCIONAL 85 que ocurra una laccién intencional? Y consideremos una situacién concreta. Un hombre esta bombeando agua pota- ble a la cisterna de un edificio. Alguien ha encontrado una manera de containinar sistemdticamente el manantial con un veneno acumulativo mortal, cuyos efectos pasan inad- vertidos hasta que resultan incurables. E] edificio esta ha- bitado por un pequefio grupo de dirigentes politicos y sus familias, el cual controla a una gran nacién; estan compli- ‘cados en la exterminacion de los judios y posiblemente plancan una guerra mundial. El hombre que ha contamina- do el manantial supone que si estas personas son destrui- das, individuos honestos asumiran el poder y gobernaran apropiadamente,|o incluso podran instaurar el reino de los cielos en la tierra y asegurarén el bienestar de todo el pue- blo. Esta persona ha confesado sus suposiciones, ademas del asunto del veneno, al hombre que esté bombeando. Des- de luego, la muerte de los habitantes del edificio scarreara muchos otros efectos; entre ellos, cierto nimero de perso- nas, desconocidas para estos hombres, recibirn herencias de las que no saben nada. E] brazo de este hombre sube y baja, sube y baja. Algu- nos masculos, cuyos nombres en latin conocen los médicos, se contraen y se|relajan. Ciertas sustancias se generan en algunas fibras nerviosas, sustancias cuya secrecién durante un movimiento vphuncario interesa a los fisidlogos. El bra- 420 en movimiento proyecta una sombra entre las rocas, donde, en un punto y desde cierta posicién, produce un «efecto curioso, como si un rostro se asomara entre las pie- dras. Ademés, la bomba emite una serie de ruidos chicrian- tes que siguen uni ritmo definido. Preguntemos ahora: ¢Qué estd haciendo ese hombre? {Cua es Ia deseripeidn de su accién? Primero, desde luego, cualquier descripcién de lo que ‘esta sucediendo, ue incluya al hombre como sujeto y que sea de hecho verdadera. Por ejemplo, se esta ganando su sala- rio, esté manteniendo a su familia, esta gastando las suelas de sus zapatos, ésta contaminando el aire. Suda, secreta esas sustancias eh sus fibras nerviosas. Si en realidad acce- 86 INTENCION, de al poder un buen gobierno, o el reino de los cielos en la tierra o el bienestar de todos mediante el esfuerzo de los hombres honestos que asumirén el poder cuando mueran los dirigentes politicos, esta persona habra contribuido en- tonces a producir esa situacién. Sin embargo, nuestras in- vestigaciones sobre la pregunta «Por qué?» nos permiten reducir la consideracién de las descripciones de lo que esté haciendo a una categoria que cubra todas sus acciones in- tencionales y sélo ésas. ¢Est4 haciendo X» constituye la descripcién de una accién intencional si a) es verdadera y b) existe una respuesta dentro de la categoria que he defini- do para la pregunta «¢Por qué estés haciendo X?s En otras palabras, la descripcién supuesta en «Por qué estas contra- yendo esos musculos?» queda descartada si la tinica clase de respuesta para la pregunta «{Por qué?» demues-ra que el conocimiento que el hombre posee, si posee alguno, de que esté contrayendo los misculos constituye una inferen- cia derivada de sus conocimientos de anatom{a. En cuanto a Ja descripcién implicada en Ia pregunta «¢Por qué estas secretando esas sustancias en tus fibras nerviosas?», queda- ra siempre descartada de hecho sobre la misma base, a menos que supongamos que el hombre se propone produ- cirlas (Gi fuera posible, supondriamos que desea obtener una muestra de ellas), por lo cual mueve vigorosamente el brazo. En cambio, las descripciones supuestas en las pre- guntas «¢Por qué haces que aparezca y desaparezca ese Tos- tro entre las piedras?» y «¢Por qué estas marcando ese curioso ritmo?», se manifestaran 0 no como descripciones de acciones intencionales segtin los diferentes tipos de res- puesta, de los cuales uno contendria un indicio de que el hombre se da cuenta de que hace eso, mientras que el otro entrarfa dentro de Ia categoria que hemos definido. Sin embargo, hay una gran cantidad de X, en el caso que he- mos imaginado, para los cuales podriamos suponer sin di- ficultades que la respuesta a la pregunta <¢Por qué estas haciendo X?> entraria dentro de nuestra categoria. Por ejemplo: «¢Por qué est4s subiendo y bajando el brazo?» «Estoy bombeando,» «Por qué estés bombeando?» «Estoy ACCION INTENCIONAL 87 bombeando el suministro de agua para el edificio.» «¢Por qué estés marcando ese curioso ritmo?» «Bueno, descubrt c6mo hacerlo, pues de todos modos la bomba chirria, y lo marco s6lo por divertirme.» «¢Por qué est4s bombeando agua?» «Porque se necesita arriba en el edificion, y (en voz baja) «Para climinar a ésos». «Por qué estas envenenando a esas personas?» «Si pademos deshacernos de ellos, el otro ‘grupo tomaré el poder y...» Ahora bien, existe una interrupcién de la serie de res- puestas que podemos obtener para tal pregunta. Suponga- mos que la respuesta contiene una descripcion adicional, Y, por lo cual en ocasiones es correcto no sélo afirmar que «El hombre esta haciendo X> sino también que «El hombre esté haciendo Y», es decir, en caso de que ninguna observa cin invalide|la afirmacién de que ei hombre est4 haciendo Y. Por ejemplo: , aunque en algunos casos su propia afir- macién de gue hace Y, en cierta etapa del proceso, resulta- 4 necesaria para que otra persona pueda decir que esta haciendo Y, pues la accién no estar lo suficientemente adelantada como para que ello resulte evidente, por cjem- plo, cuando vemos que un hombre manipula un conjunto de cables, clavijas y otros objetos. En ocasiones, bromeando, nos gusta decir que alguien realiza una accion determinada cuando manifiestamente no ¢3 asi. Por ejemplo: «Est reabasteciendo el suministro de agua, siendo que esto no ocurre porque, como nosotros: podemos ver pero el hombre no, el agua se escurre por un agujero de la tuberia que va a Ja cisterna. Y podemos ha- blar de la misma forma de algin objeto muy dudoso 0 remoto, por ejemplo, «Esta demostrando el ultimo toorema de Fermat»; o bien podemos decir, refiriéndonos a un loco: «Est dirigiendo a sus huestes victoriosass. No obstante, resulta facil excluir a estos ejemplos de nuestras considera- ciones y sefialar la ruptura entre los casos en que podemos decir que «Esté haciendo Y» cuando la persona en cuestion hha mencionado Y en respuesta a la pregunta «¢Por qué estés haciendo X?», y aquellos en que ms bien afirmamos que «Va a hacer Y». No creo que ésta sea una ruptura muy nitida. Por ejemplo, zhay mucha diferencia entre «Ella esta haciendo té» y «Ella esta poniendo la tetera al fuego con el fin de hacer téx, es decir, «Va a hacer té>? Resulta obvio que no. De abf el empleo comtin del tiempo presente para describir una accién futura que no es solamente una etapa posterior dentro de una actividad que recibe un nombre como un todo. «Estoy reparando el refrigeradors 0 «Est haciendo la tesis» pueden ser frases que se expresan cuando Ja persona implicada esté, en ese momento, ordenando los ACCION INTENCIONAL 89 elementos que necesita para la accién.* En cambio, cuando no es normal dar por descontada la consecucién de un ob- jetivo, resulta) mas comuin que éste se exprese tinicamente mediante «con el fin de». Por ejemplo, «Voy a Londres con el fin de hacer|que mi tio cambie su testamento», y no «Voy a hacer que mi tio cambie su testamento». En cierta medida, las tres divisiones del tema que se establecieron en el § 1 son simplemente equivalentes. Es decir, cuando: jas afirmaciones «Voy a buscar mi camara», «Estoy buscarldo mi cémara> y «Con el fin de buscar mi cémara» son intercambiables en tanto respuestas a la pre- gunta «Por. qus?> formulada cuando subo al piso superior. Ahora bien, si todo lo anterior es. valido, gqué hemos de decit acerca de esta diversidad de descripeiones de una accién intencional? ¢Tendremos que afirmar que existen tantas acciones distintas como descripciones podamos ge- nerar, tomando X como punto de partida? Quiero decir que preguntamos: ls¢Por qué estas haciendo X?», y obtenemos la respuesta «Para Y» 0 «Estoy haciendo Y», donde Y es de tal naturaleza que podemos decir «Esta haciendo Y»; enton- ces podemos preguntar: «Por qué estis haciendo Y?», y recibir quiza como respuesta: «Para Z», y también afir- mar que «Esta haciendo Z». Por ejemplo: «Por qué estas moviendo el brazo de arriba abajo?» «Para accionar la bombas, y esta accionando la bomba. «¢Por qué estas bom- beando?» «Para reabastecer el depésito de agua», y esta reabasteciendo el depésito de agua. «Por qué estds reab: teciendo el depésito de agua?» «Para envenenar a los ing! inos», y Io esta haciendo, puesto que éstos se estan envene- nando. Y ahora se produce la ruptura, porque a pesar de * El presente continuo, en inglés, puede designar acciones ‘que en espaiiol sélo se expresan mediante el futuro, Los ejemplos. originales de Anscombe, «I am seeing my dentist» (Woy al dentista (9 voy a ver a thi dentista) y «He is demostrating in Trafalgar Square>’ (esta en una manifestacién 0 va a una manifestacién en ‘Trafalgar Square), no poseen la misma significacién en nuestro idioma. [FJ 90 INTENCION que en el caso que hemos presentado existe probablemente otra respuesta, aparte de «Sélo por placer», la siguiente descripcisn (por ejemplo, para salvar a los judies, para dar el poder a los hombres honestos, para instaurar el reino de los cielos en la tierra) no se presta de todas formas a que ‘podamos decir: esta salvando a los judios, est4 instaurando el reino de los cielos, esta dando el poder a hombres hones- 10s. Por lo tanto, vamos a detenernos en este punto y a preguntarnos: puesto que hemos encontrado cuatro descrip- ciones distintas que satisfacen nuestras condiciones, a saber, mover el brazo de arriba abajo, accionar la bombs, reabastecer el suministro de agua y envenenar alos ocupan- tes del edificio, ctenemos ante nosotros cuatro acciones? 24, Sin embargo, antes de tratar de responder a lo an- terior, debemos plantear ciertas dificultades. Se nos podria objetar que bombear no constituye un acto de envenena- miento. Es, desde luego, como dirian los abogados, un acto de verter veneno, y podriamos tratar de responder a la objecién diciendo que un hombre envenena a los inquilinos si vierte veneno y éstos resultan envenenados. Pero después de todo, sefialamos que se trataba de un veneno acumulati- ello significa que ningtin acto aislado de verter veneno constituye por s{ mismo un acto de envenenamiento; ade- ris, eno fue la otra persona quien «verti» el veneno? ‘Supongamos que preguntamos: «Cuando envenen hombre a los inguilinos?» Podrlamos responder: durante todo el tiempo en que resultaron envenenados. No obstan- te, en ese caso podria replicarse: «El hecho de cue los enve- nenara no fue wn acto, pues quiz4 cuando estas personas debian el veneno, el hombre no hacia nada que se relacio- nara con ellos. gAcaso es preciso responder a la pregunta de cuando los envenené exactamente, mediante la enume- racién de los distintos momentos en que vertié el veneno? Sin embargo, ninguno de esos momentos puede Hamarse por si mismo envenenamiento de los inquilinos; ¢e6mo po- demos decir entonces que el bombeo presente de nuestro hombre es un acto intencional de envenenamiento? <0 de- ACCION INTENCIONAL, 91 bemos acaso llegar a la conclusion de que no los envenend ‘en ningtin momeito porque no se ocupaba de ello durante los periodos en que se estaban envenenando? No nos es posible afirmar que, puesto que en algin momento los en- venené, debe haber acciones que podamos denominar «enve- nenarlos», y en las cuales encontremos qué significa esto. Pues en los actos de bombear agua envenenada no sucede , Recesariamente nada en particular que no pudiera ocurrir con la misma exactitud si se hubiera tratado de actos de bombear agua sin veneno. Incluso si suponemos que en la ‘mente del hombre se suceden imagenes de los habitantes | del edificio ya fallecidos, y que esto le produce placer, po- drian presentarse las mismas imagenes en la mente de otra persona que no estuviera envenenandolos, y no es necesario que se le ocurran a nuestro hombre. Aparentemente, la di- ferencia estriba en las circunstancias, no en lo que sucede en ese momento. 25, Surge, no obstante, una dificultad adicional a partir del hecho! de que la intencién del hombre tal vez no fuera ‘envenenarlos sino wnicamente ganarse su paga. Es decir que, suponiendo que nos muestra una confianza poco pro- bable, le preguntamos: «¢Por qué llenaste la cisterna del edificio con agua envenenada?», y no nos responde «Para climinar a ésos>, sino: «Eso no me importa; querfa mi paga, asi que silo realicé mi trabajo habitual». En este caso, aunque sabe lo referente a un acto intencional suyo (porque éste, a saber, el reabastecimiento del depésito de agua del edificio, es intencional segtin nuestros criterios), el cual tam- bién es ellacto de lenar la cisterna con agua envenenada, resultaria|incorrecto afirmar, segiin nuestros criterios, que su acto de reabastecer el depésito del edificio con agua envenenada fue intencional. ¥ no tengo dudas sobre la jus- teza de la|conclusién; parece demostrar que nuestros crite- ios son bastante buenos. Por otro lado, parece que realmen- te tenemos cierto grado de dificultad para identificar el acto intentional de envenenar a estas personas, suponiendo que éste sea su acto intencional. En realidad no resulta 92 INTENCION sorprendente que tanta gente haya pensado en Ja intencién como un movimiento interior especial; de ser asf, lo que define el proceder de este hombre como envenenamiento intencional de esas personas seria precisamente que este movimiento interior ocurrié en él. Pero (aparte de las obje- ‘ciones que ya hemos considerado) la nocién del movimien- to interior Suele tener consectiencias muy absurdas v desa- fortunadas. Porque, después de todo, pademos formarnos intenciones, pero si éstas fueran un movimiento interior pareceria que podemos escoger entre tener deterriinada intencién y no otra, tinicamente con decirnos a nosotros mismos: , la respuesta a «:Por qué?» referida a esta iiltima accién no nos conduce a D. 9 INTENCION, Ou implicacién de lo que Hamo «englobamiento» ra- dica en que no es preciso en absoluto definir el nimero de términos que ponemos entre A y D. Por ejemplo, para el caso que hemos imaginado, no incluimos el término «Hacer que el agua fluya por la tuberia», el cual, no obstante, tendrfa un sitio en la serie si a alguien se le ocurriera pre- guntar <¢Por qué?» en relacién con ello. 27. ¢Existe siempre un espacio para un acto interior de intencién? Supongo que el hombre que imaginé, que dijo , Pero, como seftalé Wittgenstein (Investigaciones filoséficas, pag. 128), las conclusiones en esta situaciéti son de una especie difusa. «La diferencia de actitud que tiene una persona» serfa una conclusion difusa; o si se quiere que «conclusiOn» signifique «inferencia»: los matices que uno puede esperar que tengan posteriormente las relaciones del hombre éon el resto de los conspiradares, la atmésfera exis- tente entre uno y otros, y hechos similares. Podeinos imaginar tna intencién que sea un asunto pu- ramente interior y que no obstante cambie todo el cardcter de algunas cosas. Una idea desderiosa puede penetrar en los pensamientos de un hombre de modo que en una ocasion ! determiniada su comportamiento cortés y afectuoso hacia 100 INTENCION cierta persona tenga la intencién de ser s6lo irénico, sin que se observe nunguin signo exterior de ello (pues quiz no se atreva a manifestarlo). No es preciso que exista un ante- cedente especifico ni consecuencias, a la luz de los cuales un observador externo pudiera apreciar que las férmulas de afecto quieren ser irénicas; pues en lo que concierne a Jos antecedentes, siempre es posible hallar elementos des- preciables en las personas sin que exista un incidente par- ticularmente especial que provoque el desdén en esta ova: sion, y posteriormente, el individuo puede cambiar de opi nin, pensar en el episodio como en un raro extravio y no permitir que éste se repita en ocasiones futuras, Suponga- mos que el pensamiento que se le ocurrié es: «Eres un tonto». Ahora bien, tampoco en este caso basta con que se Je ocurra esa frase. Debe estarla significando. Esto demues- tra una vez més que no es posible tomar ningiin proceso (ni siquiera el interior) como un acto de intenci6n en si mismo, puss si describimos un proceso, el hecho de que haya teni- do lugar no constituye una prucba de intencién; por ejem- plo, pueden surgir frases en los pensamientos de una perso- na sin que ésta les dé ningtin significado. Por lo tanto, la intencién no es nimca un proceso en la mente, aunque en algunos casos este iltimo, si se lo quiere significar seriamen- te, puede modificar la explicacién correcta de la accién de un hombre, por ejemplo, al abrazar a alguien. No obstante, los casos en discusién son necesariamente aquellos en los cuales los actos externos resultan «significativos» de algu- na manera. 28. Debemos ahora analizar con més detenimiento la formula que se ha presentado con tanta insistencia durante esta investigacién: «conocido sin observacidn>. Esta tuvo su primera aplicacién en la postura de nuestros miembros y en algunos movimientos, como el espasmo muscular que se produce antes de quedarnos dormidos. Normalmen‘e, no es posible encontrar un indicio que nos muestre que tenc- mos la pierna flexionada. Puede ocurrir en realidad que lo | pmtcuntapes 101 sepamos porque tenemos sensaciones, pero ello no significa gue lo separos porque identificamos esas sensaciones. Por lo general, resulta posible lograr esto con los sentidos exter- nos. Quiero decir que si una persona afirma que vio a un hombre parado en determinado lugar, 0 que escuché que alguien se movia, o que sintié que un insecto caminaba por su cuerpo, es posible al menos preguntarle si no malinter~ pret una epariencia, un sonido o una sensacién; es decir, podemos preguntar: mira, {no habra sido esto tal vez lo que Viste? Y reproducir un efecto visual del cual esa persona puede contestar} «Si, esto es, o podria ser, lo que vi, y admito que no puedo estar seguro de otra cosa»; y lo mis- fo oourfe con al sonido o la sensaciée.* Pero lo que ocure ‘con, por ejemple, Ta posicién de los miembros es distinto a To que se produce con los sentidos externos. Si un hombre afirma que su pierna esté flexionada cuando se encuentra extendida, seria incorrecto decir que malinterpreté la apa- riencia kinestési¢a interna como apariencia de tener la pier- na flexionada, cuando en realidad la sensacién que se le presentaba efa la de tener su pierna extendida. (Este es un tema dificil y merece una exposicién mas completa, la cual se hallaria|aqui fuera de lugar.) Esta consideracién, suponiendo que |sea correcta, basta para justificar la afir- 4. Créo que estos hechos deberian provocar que la gente se mostrara menos despectiva con respecto al fenomenalismo de lo que ha sido la moa desde hace ya muchos afios; he escuchado a personas que se burlaban de la expresi6n ever apariencias» basan- ose en que se trata de una frace incorrecta. No me parece que sea ‘un problema de correceiéa 0 incorreccién del lenguaje; lo cierto es ‘que se puede distinguir entre ver efectivamente aun hombre y ver apariencias tales que uno afirma que esté viendo o vio a un hom- bre, y que se puede describir o identificar elo que uno vio» en esa ‘casion sin saber que realmente estaba abservando el reflejo de st mismo 0 un abrigo que colgaba de un perchero. Ahora bien, cuan- do una persona describe o identifica « lo que vio» en estas circuns- tancias, resulta perfectamente razonable lamar aesto: descripcion o identficacién de una apariencia, Universidad de Navarra Bervicio de Biblioteca 102 INTENCION macién de que normalmente no sabemos la posicién o el movimiento de nuestros miembros «por cbservacién». Sin embargo, en la investigacion de la accién intencio- nal, he utilizado esta formula en términos muy generales, y existe una alta probabilidad de que al lector se le haya cocurrido la siguiente objecién: «conocido sin observaci bien puede ser una formula justificable para el conocimien- to de la posicién y los movimientos de los miembros, pero se ha hablado de que toda accién intencional esta incluida en este concepto. Ahora bien, puede sucecer que, por ejem- plo, una persona pinte una pared de amarillo con la inten- cién de pintarla de ese color. ¢Pero es razonable decir que «sabe sin observacién» que est pintando la pared de ama- rillo? ¥ ocurre lo mismo con todas las demas clases de acciones, es decir, toda accién que se halle descrita bajo cualquier aspecto que no esté incluido en los movimientos corporales. ‘Mi respuesta es que el contenido de una intencién pue- de ser un elemento en el que existe un conocimiento u opinién basado en la observacién, la inferencia, un rumor, una supersticién o cualquier cosa en que se base el conoci- miento o la opinién; o también, un elemento a partir del cual se sostiene una opinién sin que exista ningtin funda- mento. Cuando el conocimiento o la opinion se encuentran Presentes en lo que concierne al caso y a lo que puede suceder, digamos Z, si hacemos ciertas cosas, digamos ABC, es posible entonces tener la intencién de realizar Z al hacer ABC; y si se trata de un caso de conocimiento, o si la opinién es correcta, realizar o provocar Z constituye wna accién intencional, y no es por observacién que sabemos que estamos haciendo Z; o hasta donde uno observa, infie- re, etc., que efectivamente Z esta teniende lugar, el conoci- miento no es el que posee un individuo sobre sus acciones intencionales. Por conocimiento que un hombre tiene de sus acciones intencionales quiero significar el conocimiento que se niega si, cuando le preguntan: «Por qué tocaste el timbre?», contesta: «Cielos, no me di cuenta de que yo estuviera tocéndolo». DIFICULTADES 103 Esto es complejo. Digamos que voy a la ventana y la abro, Alquien ‘que escuché que me movia exclama: «Qué estas haciendo con tanto ruido?» Contesto: «He abierto Ia ventana». A lo largo de estas paginas he denominado cono- cimiento a tal afirmacién, y a causa precisamente de que lo que digo en este caso es verdad, pues en efecto he abierto la ventana; y ello significa que la ventana se abre mediante los movimientos del cuerpo de cuya boca salen esas pala- bras. Pero no expreso las palabras de la siguiente manera: «Déjame ver, ¢qué esta ocasionando este cuerpo? Ah, sf, la apertura de la ventana». Ni siquiera de esta forma: «Vea- mos, ¢qué esta ocasionando mis movimientos? La apertura de Ja ventana». Para entender lo anterior, si ati’ no ha quedado claro, comparémoslo con el siguiente caso: abro la ventana y ésta proyecta un rayo de luz sobre la pared. Una persona que no puede verme, pero que ve la pared, pregun- ta: «@Oué has hecho para que apareciera esa luz en la pa- red?>| y contesto: «Claro, lar ventana abierta produce ese efecto» o «Esto siempre ocurre cuando abro esa ventana a medicdia y hay sol». 29, No obstante, la dificultad es la siguiente: gen qué consiste abrir la ventana sino en realizar ciertos movimien- tos determinados que tienen un resultado determinado? Y en este caso, cen qué consiste saber que una persona abre la ventaha si no en saber que ello se esta produciendo? Ahora bien, si aqui existen dos maneras de saber, a una de las cuales denomino conocimiento de la accién intencional que uno réaliza y a la otra llamo conocimiento por observacion de lo que esta ocurriendo, no tendria que haber entonces dos dojetos de conocimiento? ¢Cémo podemos hablar de dos conocimientos diferentes acerca de exactamente la misrah cosa? No se trata de que existan dos descripciones de lo|mismo y que ambas se conozcan, como cuando uno sabe que un objeto es rojo y que esta coloreado; no, en este caso la descripcion, abrir la ventana, es idéntica, ya se la conozca por observacién o por tratarse de nuestra accién intencional. 104 INTENCION, Creo que es la dificultad de este probleme lo que ha conducido a tanta gente a decir que uno no conoce como ac- cién intencional tinicamente la intencién, o quiza también el movimiento corporal, y que se sabe por observacién que el resto seré el resultado, el cual fue también una voluntad dentro de la intencién. Pero ésta es una explicacién absur- da, pues el tinico sentido que le puedo dar a evoluntad> es el de mirar algo y tener la voluntad de que se mueva. En ocasiones, la gente dice que se puede mover un brazo con un acto de voluntad, pero no una caja de cerillas; sin em- bargo, si ello implica «Tiene la voluntad de que una caja de cerillas se mueva y no lo hard», la respuesta es «Si en ese sentido tengo la voluntad de que mi brazo se mueva, no lo hard»; y si significa «Puedo mover mi brazo pero no puedo mover la caja de cerillas», la respuesta es que puedo mover la caja de cerillas... nada més fécil. Otra via de escape falsa consiste en afirmar que real- mente «hago», en el sentido intencional, cualquier cosa que crea que estoy haciendo. Por ejemplo, si creo que muevo el dedo gordo del pie, aunque en realidad no se mueva, estoy «moviendo el dedo gordo del pier en cierto sentido, y en cuanto a lo que sucede, desde luego, no tengo ninguna for- ma de controlarlo, salvo de una manera accidental, Lo esen- cial es solamente lo que ha ocurrido dentro de mi, y si lo gue sucede coincide con lo que «hago» en Ia esfera de las intenciones, se trata simplemente de una gracia del desti- no, Este era, segtin creo, el pensamiento de Wittgenstein en el Tractatus cuando escribi6: «E] mundo es independiente de mi voluntad> y ‘Aun si todo lo que deseamos acacciera siempre, seria ini camente una gracia del destino, pues no existe ninguna co- nexiOn Iogica entre la voluntad y el mundo que lo garantie, ¥ en cuanto a la supuesta conenién fisica, no pademos tener voluntad sobre ela. (Pags. 6373 y 6374) En otras palabras: suponiendo que esta ultima no exis- ta, seré imitil tener la voluntad de que suceda. Y creo que T : | SOLUCION 105 este razonamiento se aplica a la eficacia de todo acto de Yoluntad. De ahi que Wittgenstein escribiera en sus apun- ies durante esa época: «Soy completamente impotente> Pero esto también es absurdo. Pues de la misma forma en que nada garantiza que la ventana se abra cuando «abro la ventana, nada garantiza que mi dedo se mueva cuando emuevo el|dedo gordo del pie»; por lo tanto, lo tinico que sucede efectivamente es mi intencién, pero, ¢dénde hay que buscarla? Quiero decir, ceudil es su vehiculo? ¢Se encuentra formulada'en palabras? Y de ser asi, gqué garantiza que yo formule las palabras que pretendo, dado que la formulacién de palabras es en si misma un acto intencional? Y si la intencién no poses un vehiculo que’ se halle garantizado, qué Ie queda sino ser un disparo en el vacio? Hace tiempo, al considerar estos problemas, yo misma legué a la férmula hago lo que sucede. Es decir, cuando la descripcida de lo que ocurre es lo mismo que deberia afir- mar que estoy haciendo, no hay distinciGn entre mi accién y Jo que sucede, Pero quienes escuchaban esta formula Ja encontraban demasiado paraddjica y oscura. Y pienso que la razin es Ja siguiente: lo que sucede debe darse por observaciGn, pero he explicado que mi conocimiento de Io que hago no es por observacién. Un caso muy claro e inte- esante de lo anterior es cuando cierro los ojos y escribo algo. Puedo decir que lo estoy escribiendo. ¥ lo que digo que escribo apareceré de hecho casi siempre en el papel. Ahora bien, en este ejemplo resulta claro que mi capacidad de referir fo que se halla escrito no se deriva de ninguna observacién. Desde luego, es muy probable que en la prac- tica lo que escribo no resulte muy legible si no utilizo la vista; pero la funcién de todo nuestro conocimiento por observaci6n, en lo relativo a saber lo que bacemos, gno se asemeja a/la fancion de Ia vista en lo relativo a escribir correctamente? En otros términos, una vez. que se determi- na que poseemos el conocimiento o la opinion sobre la materia’ en que vamos a practicar acciones intencionales, nuestra observaci6n es solamente un auxiliar, al igual que Ja vista es un auxiliar para escribir. Una persona que no ve 106 INTENCION, quiz siga escribiendo con una pluma a la que se le acabé la tinta, 0 no se dé cuenta de que traspasd el margen del papel y est4 rayando Ia mesa u otras Iineas ya escritas; en estos casos es cuando la vista resulta util, pero el acto esencial que realiza, es decir, escribir algo, lo lleva a cabo sin mirar. De modo que, sin ver, esta persona sabe lo que escribe, pero la vista contribuye a asegurarle que su escrito es realmente legible. Frente a esto, ¢cmo puedo decir que hago lo que sucede? Si existen dos formas de conocer, debe haber dos cosas conocidas diferentes. 30. Antes de terminar con el planteamiento de dificul- tades, voy a exponer un ejemplo que demuestra que consti- tuye un error rechazar lo que se sabe por ser el contenido de una intencién, primero al movimiento corporal, luego quizés a la contraccién de los misculos, despues a la tenta- tiva de realizar el acto, el cual se coloca exactamente al principio. La tinica descripcién de mi proceder que conozco con claridad puede ser la de algo que se encuentra a cierta distancia de mi. No es. que yo sepa con claridad los movi mientos que realizo, y que la intencién sea s6lo un resulta do que, segim lo que calculo y espero, seguira a estos movimientos. Se podria expresar la perspectiva que estoy descartando con Jo siguiente. Consideremos el enunciado: «Estoy tiran- do el bote hacia afuera». Aqui, la tinica parte del enunciado que realmente expresa la accién conocida en la accién in- tencional es sestoy tirando». Las palabras «el bote» expresan una opinién sobre un objeto que asumo que se encuen- tra frente a mi, y esto se halla verificado por los sentidos, es decir, es una cuestion de observaci6n. Los términos «hacia afuerar expresan la intencién con que estoy tirando por- ‘que manifiesta una opinién concerniente al efecto de estar tirando en estas circunstancias, opinién que se halla acom- pafiada por un deseo de mi parte. Y éste debe ser el modelo para analizar toda descripcién de una accién intencional. ‘Mi ejemplo para refutar este punto de vista es el siguien- te, Imaginemos que planteamos esta pregunta bastante cu- SOLUGION 107 rriosa: gexiste alguna diferencia entre dejar caer el brazo y bajar el brazo a la velocidad en que caeria? ¢Puedo bajarlo delibgradamente a la velocidad en que caeria? Me resulta- Hia diffell convertir esto en el titulo segin el cual actué. Pero Supongamos que alguien quisiera producir sencilla~ mente el efecto de que baje mi brazo a esa velocidad; se trata de un fisiélogo y desea observar si al hacesld genero alguna sustancia distinta en mis fibras nerviosas. De este modo, fabrica un mecanismo en el cual un objeto mévil se mantiene en equilibrio si sostengo una palanca y tiro de tal forma que, en el movimiento descendente, bajo mi brazo a la velocidad en que caeria. Ahora bien, mis instrucciones son: inantén él objeto en equilibrio, y con un poco de préc- tica aprendo a hacerlo. Mi explicacién de lo que estoy rea lizando es que mantengo el objeto en equilibrio; no consi- dero en absoluto el movimiento de mi brazo. Puedo dar una descripcién mucho més exacta de lo que estoy haciendo a ciertd distancia que a partir de lo que hace mi brazo, De tal modo, mantener el objeto en equilibrio no es de ninguna manera algo que yo calcule como el efecto de lo que estoy haciendo en términos reales e inmediatos, y en corisecuen- cia, de lo que sé directamente en mi «conocimiento de mi propia accion». Por lo general, segin sefiala Aristoteles, reflexiona sobre una habilidad adquirida; la descrip- cién de lo que estamos efectuando, y que comprendemos cabalinente, se encuentra a cierta distancia de los detalles de nuestros movimientos, a los cuales no consideramos en. absoluto. 31, Después de plantear tantas dificultades, tratemos de bosquejar tna solucién y, en primer lugar, preguntamos: ¢qué es la contradiccién en Ia descripcién de una accion intencional? ¢Es decir que «En realidad no lo ests hacien- do», por ejemplo, «No estés llenando la cisterna del edificio porque el agua se escurre por un agujero de la tuberfas? Creo gue no es esto. Con el fin de entenderlo, consideremos el siguiente incidente, que aparecié para diversion de los lectores de una seccién fija del New Statesman. Cierto sol- 108 INTENCION, dado fue sometido a consejo de guerra (0 algo paretido) por insubordinacién. En apariencia, sc habia comportado «abu- sivamente» durante su examen médico. El doctor que lo examinaba le habia pedido que apretara los dientes, y en- tonces el soldado se los quit6, se los dio al doctor y le dijo: cApriételos usted». ‘Abora bien, Ja afirmacién: «El agua se esta escurriendo de la tuberfa al otro lado de la pared» se encuen:ra en la misma relacién con el enunciado «Estoy Ienando la cister- na del edificio» que «Mis dientes son postizos» con la orden eApriete los dientes»; y, por lo tanto, el enunciado (basado en la observacién) «No estas lenando la cisterna del edifi- cio» se halla en la misma relacién con la descripcién. de la accién intencional «Estoy lenando la cisterna del edifi- cio» que la prediccién, bien fundada, «Este hombre no va a apretar los dientes porque son postizos» con la orden «Apricte los dientes». Y de la misma forma en qu: la con- tradiccién de esta orden no es: «Este hombre, como se pone de manifiesto por la siguiente evidencia, no va a apretar los dientes, al menos no en el sentido que usted quiere», sino «No apriete los dientes», la contradiccion de «Estoy llenan- do la cisterna del edificior no es . Sin embargo, volviendo a la orden y a Ja descripeién que el agente realiza de su accién intencional presente, no existe un punto en el cual se interrumpe el paralelismo, es decir, donde comenzamos precisamente a hablar de conoci- miento? Pues indicamos que la descripeién del agente es un conocimiento, pero una orden no lo es. Por Jo tanto, aunque el paralelismo es interesante e ilustra la periferia del pro- blema, falla en su centro y lo deja en la oscuridad donde nos vemos inmersos. SOLUCION 109 32. Pensemos en un hombre que recorre el pueblo con una lista de compras en las manos. Ahora bien, resulta evidente que la relacion de esta lista con las cosas que realmente compra es una y la misma si su esposa se la dio o si él la elaboré, y que la relaciGn es diferente cuando un detective qué lo sigue elabora una lista. Si el hombre reali- 26 la lista, fue una expresién de intencién; si se la dio su esposa, pose¢ Ja funcién de una orden. ¢Cual es entonces la relacién idéntica con lo que sucede, para la orden y para la intencién,|y que el registro de las compras no comparte? Es precisamente la siguiente: si la lista y las cosas que el hombre compra realmente no coinciden y si esto, y s6lo esto, constituye un error, el error no se encuentra en la lista sino en la actuacién del hombre (si su esposa le reclamara: «Mira, dice mantequilla y has traido margarina», no repli- carfa:'«jQué error! Debemos corregir eso» para cambiar entonces la palabra de Ja lista por margarina), mientras que si el registro del detective y lo que el hombre realmente compra no (oinciden, el error se halla entonces en el registro. En el caso de la discrepancia entre la lista y lo que el hombre compra, debo introducir la condicién: si esto y sélo esto constituye un error. Pues la discrepancia podria susci- tarse a causa de gue no logré conseguir algunas de las cosas, y si el hombre hubiera podido saber que no iba a obtenerlas, hablarfamos de un error (de juicio) en la elabo- racién de la lista. Si me encuentro en Oxford con una lista Ge compras |que incluye «Equipo para cazar tiburones>, nadie pensaria que se trata de un error de actuaciéa cuan: do rere i 41. Y ademas también puede producirse una discrepancia entre la lista y lo que el hombre compré debido a que|cambi6 de parecer y decidié adquirir otra cosa. Desde luego, esta tiltima discrepancia sélo se presenta cuando la descripcién se refiere a una accién futura. El caso que nos interesa considerar ahora es el del agente que dice qué esta haciendo en ese momento. Pero supongamos que su afirsnacién no es cierta. Puede ser falsa debido a que, sin * el agente lo sepa, no sucede algo que deberia 110 INTENCION suceder para que su enunciado fuera verdadero, como el agujero en la tuberia que el hombre de la bomba descono- cfa, Pero segtin he sealado, esto se relaciona con su afirma- cién de que est4 Henando la cisterna de! edificio de la mis- ma forma en que el hecho de que el soldaco no tuviera dentadura propia se relaciona con la orden «Apriete Jos dientess; es decir, podemos afirmar que frente a ello su enunciado se desmorona, al igual que, en el caso citado, la orden se desmorona, pero no es una contradiccién directa. No existe, sin embargo, otro caso posible en el cual una persona simplemente no esté haciendo Io que dice? Como cuando me digo «Ahora presiono el bot6n A» y presiono el bot6n B, algo que ciertamente puede ocurrir. Denominaré a esto falsificacién directa de lo que digo. Y en este caso, para usar nuevamente la expresi6 de Teofrasto, el error no es de juicio sino de actuaciéa. En otros términos, no sostengo: lo ue difiste fue un error, porque se suponia que estabas des- cribiendo lo que hacfas y no lo describiste, sino: lo que hiciste fue un error, porque no coincidié con lo que dijiste. Es exactamente andlogo a obedecer mal una orden, ¥ deberiamos sorprendernos por el hecho de que esto exista y ‘que no sea lo mismo que hacer caso omiso, pasar por alto © desobedecer una orden. Si una persona recibe la orden de volverse a la izquierda y se vuelve a la derecha, pueden presentarse signos claros de que no se traté de un acto de desobediencia. Pero existe uma discrepancia entre el lengua- Je y aquello de lo cual el lenguaje es una descripcion. Sin ‘embargo, la discrepancia no pertenece a un fallo del lengua- je, sino del hecho. por la mente que la infiere. Y existe el silogismo practico propiamente dicho. Aqui la conclusién es una accién cuyo sentido es mostrado por las premisas, las cuales, ahora, estan, por ast decir, en servicio activo. Cuando Aristételes afirma que lo que ocurre es lo mismo, parece querer decir gue siempre se trata del mismo mecanismo psiquico por medio del cual una conclusion es educida. Exkibe también los silogismos practicos con el fin de hacer que resalte su parecido con los silogismos probatorios. Imitemos uno de sus ejemplos de Ia sala de clase confi- rigndole un contenido moderno y verosimil: La vitamina X es buena para todos los hombres {mayores de 60 afios Los callos de cerdo contienen mucha vitamina X Yo soy un hombre de mas de 60 afios 6. De Motu Animation, VIE, 17. Ethica Nicomachea, 1147a, 27-28. CONOCIMIENTO PRACTICO M5 Aqui hay un plato de callos de cerdo. ist6teles apenas enuncia la conclusiéa de tin silogis- mo practico, y en ocasiones se refiere a ella como a una accién;|cn consecuencia podemos suponer que el hombre que ha reflexionado segun estas lineas tomaré una porcién del plato que esté viendo. Pero, desde luego, nada impide inventar una forma de expresién con Ja cual ese hombre acompajie a su accién y a la que podemos denominar la conclusién en una forma verbalizada. Es posible presentar- Ja como: a) Por lo tanto, tomaré un poco © |b) Por lo tanto, es preciso que tome tn poco . 0 |c) Por lo tanto, me hara bien tomar un poco. Ahora bien, ciertamente nadie se sentirfa inclinado a pensar en a) como una proposicién derivada de las premi- sas. Pero tampoco lo son 8) y c), a pesar de que a primera vista parecen asemejarse en términos generales a la clase de conclusion que habitualmente presentan los comen- taristas! Lo que esta aqui es bueno para mi. Pero, por supuesto, en el sentido que pretenden darle de derivacién de las premisas, esto sélo significa: «Lo que esta aqui es tin tipo de alimento que es bueno para mi», lo cual se halla|lejos de significar que es preciso que tome un poco. Ahora Bien, la raz6n de que no podamos concluir «Es pre- tciso qué tome un poco» de las premisas no es en absoluto ‘que no podamos construir de ninguna manera premisas que, de ser dceptadas, arrojen esta conclusién. Pues podriamos hacerloly sin dificultades. Solo necesitamos alterar ligera- mente la premisa universal: Es preciso que todos los hombres mayores de 60 afios coman todos los alimentos con vitamina X que se les ofrezcan 116 INTENCION, Ja cual, junto a las otras premisas, llevaré a la conclusién expresada en la forma «Es preciso que tome un poco» de un, modo totalmente satisfactorio. La tinica objecién consiste en que la premisa es absurda, como lo habria sido la varian- te correspondiente para la premisa universal de Arist6teles: ‘Todos los seres humanos necesitan comer todos los alimentos secos que vean. En suma, la cuniversalidad> de la premisa universal de Aristételes se encuentra mal situada para arrojar cualquier conclusién por via de la derivacién. Solo las premisas generales negativas tienen la posibili- dad de evitar esta clase de absurdo. Ahora bien, éstas, aun acepténdolas como premisas précticas, no conducen a nine guna accién particular (por lo menos no por si mismas ni Por un proceso formal) sino tinicamente a no hacer deter- minadas cosas. Pero lo que Aristétcles queria decir median- te el razonamiento practico se referia, indudablemente, al razonamiento que llevaba a la accién, no a las omisiones. Ahora bien, cuando un hombre se formula estas considera- ciones, como las relativas a la vitamina X, y termina por tomar un poco del plato que tiene enfrente diciendo, por ejemplo, «Por lo tanto, supongo que es preciso que tome un poco», puede afirmarse que ciertamente est4 razo- nando; por otro lado, resulta evidente que éste es otro tipo de razonamiento que aquel que lleva de las premisas a una conclusién de la que constituyen una prueba. Y creo que incluso es posible sefialar que (salvo con respecto a, por ejemplo, trabajar en aritmética o danza, es decir, en las profesiones o las artes, que Arist6teles llamaba téuai) no existe ninguna regla positiva general del tipo , es siempre més alla de Ja ruptura en que nos detuvimos en el § 23. Pues aunque un. hombre «esté haciendo» lo que «quiere», como nuestro maestro imaginario, nunca lo logra por completo, al menos hasta el final del tiempo en que lo quiere (que puede ser el término de su vida). 35. En cuatro de los silogismos pricticos que nos da Aristoteles aparecen las expresiones «conviene», «deberias y «agradable». Las cuatro premisas universales a las que nos referimos son: ! RAZONAMIENTO PRACTICO 119 2) Los alimentos secos convienen a todos los hom- bres B) «Yor deberia probar todo lo dulce ¢) Todo lo dulce es agradable 4) Tal persona deberia hacer tal cosa Las tres primeras provienen de la Etica a Nicémaco, la cuarta de El alma; en esta tltima, Aristoteles discute sobre To que bone en movimiento fisico a un ser humano, y el universal d) es s6lo un esquema de una premisa universal. La inclusion del , «X» abarca todos llos objetos o situaciones que se puedan describir. Esto e5 insostenible; por ejemplo, la variedad se halla res- tringida a los objetos presentes o futuros ¥ a las situaciones futuras; pues aqut no nos interesan los deseos ociosos. La caracterfstica principal de un deseo ocioso consiste en que un hombre no hace nada, ya pueda 0 no, para el cumpli- miento de su deseo. Quizé ia creencia popular que he men- cionado podria convertirse en correcta si se limitara al acto de desear. La expresién més primitiva de este acto es, por ejemplo, «(Si tan s6lo...1»: si tan s6lo pudiéramos medir V2, © si atin viviera Helen, o estallara el Sol, o pudiera tener la Luna en la palma de la mano, o no bubiera cafdo Troya, 0 fuera shillonaria. Se trata de una forma especial de expre- siOn, para la cual hay un tono de voz caracteristico que es apropiado, y tal vez resultara instructivo preguntarnos cudntas de estas formas se encuentran identificadas (por ejemplo, en un idioma aprendido por el uso); pero ello no nos interesa aqui. Desde luego, «querer» puede aplicarse al aguijén del deseo que surge ante el pensamiento 0 la vista de un objeto, aun cuando no se haga nada para obtenerlo. Ahora bien, cuandd el objeto que despierta una sensacién de anhelo es cierta situacién futura para Ia cual existe por lo menos alguna [probabilidad, e) acto de querer, que puede denomi- narse anhelo si es sostenido, tal vez resulte apenas distin. guible del deseo ocioso; a medida que el objeto se concibe més como una probabilidad, el deseo se vuelve mas un acto de querer,.si no se evapora ante la probabilidad. Ese ac- to de querer es esperanza. Pero querer, en el sentido de aguijén|del deseo, resulta compatible con no hacer nada en absolutp para obtener lo que se quiere, aun cutando se pue- da hacer algo; aunque esperar que ocurra algo que se halla dentro de nuestro alcance tratar de provocar y aun asi no hacer nada para que se produzca, constituye una esperanza de un tipo bastante envilecido; 0 «esperar que suceda», aun- que no fealice nada de lo que sé que podria hacer para que 124 INTENCION se produzca, ¢s més bien «esperar que suceda sin que yo haga nada para ello»: un objeto distinto del que implica la primera esperanza, Sin embargo, cl acto de querer que nos interesa no es el deseo ni la esperanza ni la sensacién de deseo, y de él no puede decirse que exista en un hombre que no efectiia nada para obtener lo que quiere. El signo primitivo de querer es tratar de obtener, lo cual desde luego sélo puede adscribirse a criaturas dotadas de sensacién. En consecuencia, no se trata de un siraple movi- miento ni de avanzar hacia algo, sino que es esto realizado Por una criatura de la cual puede decirse que conoce el ‘objeto, Por otra parte, el conocimiento en si mismo no pue- de describirse en términos independientes de la volicién; la adscripcién del conocimiento sensible y de la volicién van unidas. Una nocién que siempre ha estado implicita en el fenomenalismo es que, por ejemplo, el conocimiento del significado de los términos para los colores consiste tinica- mente en seleccionar y nombrar algunas de las diferencias, y similitudes que se perciben entre los objetos. Y este tipo de nocién no Ha desaparecido, a pesar de que el fenomena- lismo se encuentra pasado de moda. Un Samético moderno, influido por los epistemélogos, podria encomendar un nifio 2 un grupo de personas cuyas instrucciones fueran no ha- cerle ningéin signo al iratar con él, pero pronunciar con frecuencia los nombres de objetos y propiedades que, segtin su juicio, se hallen dentro del campo perceptivo del nifto, con el fin de descubrir cuales fueron Jas primers cosas 0 propiedades que los seres humanos aprendieron a nombrar. Pero, por ejemplo, la identificacién que se establece gracias al nombre de los colores no es en realidad primariamente la de los colores, sino la de los objetos por medio de los colores; y, de esta forma también, la caracteristica distinti- va de la discriminacién por los colores consiste en realizar cosas con los objetos —tomarlos, transportarlos, colocar- los— de acuerdo con sus colores. Por lo tanto, la posesion de una discriminacion sensible y de una volicién son inse- parables; no es posible decir que una criatura tiene el po- RAZONAMIENTO PRACTICO 125 der de la sensaci6n sin decir a la vez que hace cosas segtin las diferencias sensibles que percibe. (Naturalmente, esto ino significa que toda percepcion deba hallarse acompafiada por una accidn; en virtud de que esto no es asi resulta posible|formular una epistemologia segiin las cosas a las cuales se aplican precisamente los nombres de los objetos de la percepcién en una clase de definicién ostensible.) El signo primitivo de querer es tratar de obtener: al decir esto, describimos el movimiento de un animal en términos que rebasan lo que hace en el presente. Cuando un perro hnuele un pedazo de care que se encuentra al otro lado de Ja puerta, su intento por conseguirla sera aratiar violenta- mente los bordes de la puerta, husmear por debajo de ella y otras acciones. De tal modo, hay dos caracteristicas que se hallan presentes en cl acto de querer; el movimiento hacia un objeto y el conocimiento (© por lo menos la opi- nién) de que el objeto se encuentra ahf. Al considerar una accion humana, aungue es muchisimo mas compleja, estén presentes las mismas caracteristicas cuando la cosa queri- da es algo que ya existe: como uma vaca Jersey determina- da que Se cree que esta a la venta en el mercado de Here- ford, o una mujer determinada que se desea en matrimonio. Pero un hombre puede querer una vaca, no una-vaca determinada, o una esposa, Esto origina una dificultad que se expresa mejor desde el punto de vista de las descripcio- nes. Pues no podemos presentar a «A quiere una vaca» como «No siempre ¢s falso decir de X que X es una vaca y que A quiere a X». Tampoco podemos superar esta dificul- tad introduciendo la creencia en nuestro andlisis para lue- go utilizar lo que Russell dice sobre la creencia, a saber: gue «A cree que hay una vaca en su jardin» puede signifi- car, no gue «No siempre es falso decir de X que X os una vaca y A crce que X esta en su jardin», sino que «A cree que no siempre es falso decir de X...». Pues esté claro que que- Ter una vaca no necesita incluir la creencia de que «Una vaca esta...». En realidad, también puede presentarse una dificultad parecida con los animales: decimos que el gato esta esperando a un ratén frente a la ratonera, pero zy si no 126 INTENCION hay ningtin ratén? No obstante, en este caso, resulta bastan- te razonable introducir la creencia y afirmar que el gato piensa que hay un ratén: mi intencién es que esta expresién suene exactamente como se dirfa de la manera mas natu- ral. ¥ aunque parece bastante cémico aplicar el andlisis de Russell a los «pensamientos» de un gato, no existe en reali dad ninguna objecién; pues nuestra dificultad era de tipo logico, sobre Ia condicién del término significante «un ra- ton» en «El gato est esperando a un ratén>, y no sobre lo que pueda acaecer en el alma de los gatos; de abi que sea posible utilizar el andlisis de Russell para disipar la dificul- tad. Y cuando afirmamos «El perro quiere un hueso», tam- poco se presentan muchos problemas, pues podemos decir que el perro sabe que hay huesos en ua bolsa y por ello se encuentra inguieto, etc., 0 que siempre le damos un hueso asta hora y por ello se pone en un estado de excitacién e insatisfaccién hasta que lo consigue. Pero cuando un hom- bre quiere una esposa, parece surgir una dificultad mayor. Debemos afirmar: quiere que «No siempre es falso decir de X...» se convierta en realidad. (Aqui me aparto de Russell al sostener que las proposiciones pueden ser variables en cuan- toa su valor de verdad; de todas maneras debo hacerlo por otras causas, Pero, en consecuencia, el término «siempre» se vuelve ligcramente equivoco y, por lo tanto, lo sustitui- ria por la forma mas comin: «No es el caso que para todos Jos X...») De tal modo, los problemas especiales relacionados con las descripciones indefinidas no liegan a crear dificultades peculiares en una explicacién del acto de querer; la dificul- tad en este caso es la de tipo general que surge cuando el objeto querido no es algo que exista o que el agente crea que existe. Pues hablamos de dos caracteristicas que se hallan presentes en el , relacionada con la caracteristica que ast apare- ce en una premisa, necesite de una respuesta. Hemos visto gue, al menos en’ ocasiones, la descripcién de un objeto querido se encuentra sujeta a dicha interrogante, es decir, esta pregunta sobre la descripcién requiere efectivamente de una respuesta, Esta serfa entonces la razén de que las formas del silogismo prictico de Aristételes nos brinden esas primeras premisas. Arjst6teles nos brinda un nuevo silogismo préctico cuan- do observa que

You might also like