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EL PRIMER SELLO

El significado del color y de las armas de guerra que se describen en el primer


caballo y en su jinete, no es muy difícil de determinar. Juan ve "un caballo blanco, y el
que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y sali6 venciendo, y para
vencer" (Ap 6:2). Así se revela la pureza y el poder ofensivo del evangelio sobre el
paganismo en el comienzo de la dispensación cristiana (Ap 6: 1-2).

En la visión del primer sello, se ve una batalla semejante a la que el Mesías libra en el
fin del mundo, pero circunscripta a una dimensión espiritual. Los heraldos de la fe son
representados allí de una manera semejante al Mesías, la Palabra de Dios, debido a que
lo encarnan o representan en la tierra. Pablo dijo: "con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo
vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amo y se entrego a sí mismo por mi" (O al
2:20). Al ser embajadores de Cristo, agreg6, es "como si Dios rogase por medio de
nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios" (2 Cor 5:20). De
esta forma, los ministros del Señor libran sus batallas con "toda la armadura de Dios."

En relacion con la vision semejante del Mesías en la batalla final, sin embargo, es el
Mesías mismo el que libra la batalla y da el último golpe a los reinos de este mundo. La
batalla que se revela en el primer sello es espiritual.
Se da antes que se libre la batalla final, pues los sellos preceden a la posesi6n del reino
del Hijo de Dios, y su consiguiente enfrentamiento con los poderes de la tierra.
Siendo el primer sello, refleja el estado de la iglesia en el principio, cuando fue fundada
por Cristo y sus ap6stoles en el primer siglo de la era cristiana. La iglesia se caracteriz6
entonces por su poder espiritual y la pureza de doctrina, lo que le permiti6 predicar el
evangelio en poco tiempo a todo el mundo conocido en aquella época.
No hubo ejércitos que respaldasen la labor de los proclamadores de las buenas nuevas.
Los apostoles no dependieron del poder humano ni de la excelencia de la sabiduría
terrenal. Pablo escribe a los corintios diciéndoles: "Hermanos, cuando fui a vosotros
para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.
Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste
crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi
palabra ni mi predicaci6n fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostraci6n del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría
de los hombres, sino en el poder de Dios" (1 Cor 2:1-5).

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