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Problemática de la literatura y las artes actuales

Trabajo práctico nº 2
Estudiante: Milena Frank

La potencia de lo que está en suspenso: acciones artísticas y públicos del


presente.

Los que miran hacen los cuadros


Marcel Duchamp

Todo ser humano es un artista


Joseph Beuys

Los vaivenes
Elegí para trabajar la tercera opción de la consigna 1, luego de pasar una semana de
indecisión. Tenía una serie de ideas posibles a partir de diversas acciones artísticas de
las que quería hablar. Sucede que esta materia me moviliza porque viene a dialogar con
muchos interrogantes y deseos propios, y en este sentido, el modo en que se nos
presenta a los estudiantes me posibilita hacer cuerpo todo aquello que aprendo, leo, veo,
escucho.
Como no pude generar una reflexión que hile todas las imágenes que quería, voy a hacer
eco de la sentencia psicoanalítica que reza: “gozá tu síntoma”. Por eso, opté por trabajar
con el problema del público en relación a las acciones artísticas contemporáneas,
partiendo de algunas preguntas que fui apuntando mientras cursaba y leía para la
escritura de este trabajo. Inicio desde mi subjetividad para preguntar ¿qué me pasa
frente a tantos envíos a estéticas que no conocía, o conocía muy escuetamente? ¿Qué
aprendí en la escuela sobre vanguardias artísticas? ¿Qué tiene que ver la escuela del
presente con el arte contemporáneo? ¿Hubiese accedido a ciertas prácticas artísticas si
no fuera por cursar esta materia? Y para quienes no cursan una carrera vinculada a lo
artístico, ¿es internet un dispositivo desde el cual acceder al “reparto de sensibilidad” en
términos de Ranciere? ¿Qué lugar ocupa el arte en la vida cotidiana de las personas en
el presente? ¿Qué dice el arte contemporáneo sobre ello? y al revés, ¿qué lugar ocupa el
público o los públicos del presente en relación al arte contemporáneo?
Se nos plantea analizar una aproximación de Montejo que leo como una paradoja: “El Formatted: Font color: Custom Color(RGB(0,0,10)), Highlight
público está desapareciendo, pero todavía se lo ve mucho.” (2005: 1) Una paradoja que,
entiendo, para explicar su contradicción, nos lleva a pensar en la circulación del arte
contemporáneo, en quién es ese público que puede acceder a las obras y de qué modo lo
hace y a su vez, que relación establecen las obras artísticas para con sus receptores. Otro
aspecto que además me llama la atención de esta paradoja es el tiempo en que Montejo
la enuncia. Se trata de un presente continuo secundado por una afirmación que fija un
punto en el tiempo. Está desapareciendo pero se lo ve. Así, otra de las implicancias en
esta afirmación es la del problema de los públicos en el tiempo presente, en relación con
el arte contemporáneo que también se caracteriza por todavía seguir siendo producido y
experimentado.
Agamben entiende por contemporáneo una relación singular con el propio tiempo que Formatted: Font color: Custom Color(RGB(0,0,10)), Highlight
se adhiere a él pero que a la vez toma distancia, una relación que produce un desfasaje,
un anacronismo. Allí reside la potencia transgresora del arte, que coloca muchas veces
al público frente al dilema: ¿esto es arte? Me pregunto cuántas veces habrá sido
enunciada esta pregunta frente a la Fountain de Duchamp. Y justamente por actualizar
esa pregunta, es que podemos pensar a Duchamp como un contemporáneo. A partir de
esto, nos acercamos a lo que propone García Canclini (2010) respecto del público. A Formatted: Font color: Custom Color(RGB(0,0,10)), Highlight

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diferencia de Oliveras (2008), no volverá sobre los tipos de “ojos” para clasificar a los Formatted: Font color: Custom Color(RGB(0,0,10)), Highlight
receptores, sino sobre cómo el problema del público en el arte es una pregunta relativa a
su posautonomía.
Es pensando en la relación entre el público y la autonomía del arte que elegí los
epígrafes que encabezan el texto. Encontré que estas dos frases de artistas que vivieron
en distintos momentos del siglo XX parecen formar un silogismo: “Los que miran hacen
los cuadros” ergo “Todos los seres humanos son artistas”. La fetichización de Duchamp
ha sido tal que resulta extraño que ambos artistas puedan dialogar. Sobre esto vuelve
Aguilar en su texto “Olvidar a Duchamp” (2007), en donde da cuenta de cómo el arte,
una vez producido por el artista, puede funcionar para cualquier cosa. Hasta como
tótem. Pero lo que me interesa de este silogismo Duchamp-Beuys es este dilema que
instala en relación al rol activo del público. En tanto que todos somos artistas y hacemos
los cuadros, el sentido de la autonomía artística se desdibuja junto con la concepción del
artista y el público como dos esferas separadas.

La paradoja
Ahora bien, como señala García Canclini, esta sólo es una tendencia. Lo que sucede, Formatted: Font color: Custom Color(RGB(0,0,10)), Highlight
dice el autor, es que “La historia contemporánea del arte es una combinación paradójica
de conductas dedicadas a afianzar la independencia de un campo propio y otras
empecinadas en abatir los límites que lo separan” (2010: 15) El problema recae en que
en la actualidad, no podemos hablar sólo de artista, obra y espectadores. En la Formatted: Font color: Custom Color(RGB(0,0,10)), Highlight
actualidad el arte está desbordado y pulsa en otras esferas de lo social. Por eso Oliveras
habla, por ejemplo, del “turismo cultural” (2008: 131) para referirse a aquel espectador
que acude a los museos y galerías con una agenda y un itinerario ajustado en horario,
que no le permite detenerse, deambular, realizar una experiencia plena de la obra o
acción artística. Vemos que las obras funcionan para la industria del turismo, así como
lo hacen para los inversores que compran arte “por un gusto que suele durar, para
obtener distinción simbólica o rendimientos monetarios más estables que los de la
economía productiva o financiera.” (García Canclini, 2010: 11). En ambos casos, vemos
mucho público en los museos, galerías, subastas, pero no una interacción con el arte por
fuera de estos intereses. Lo mismo sucede con las polémicas mediáticas, discusiones,
tomas de posición de personas ajenas al arte, respecto a determinadas acciones artísticas
que interpelan a los públicos: “la mayor parte de los argumentos son morales, políticos,
religiosos o cívicos. Los valores sobre los cuales se discute son la justicia, el interés
nacional, hasta dónde puede transgredirse el orden social y el derecho de disidentes a
manifestarse.” (García Canclini, 2010: 222).
Se trata de una espectacularizarición constante de los hechos y de la generación de
sentidos que pretenden otorgarle una funcionalidad a algo que no lo posee,
privilegiando otras discusiones por sobre la estética. Se imponen así, lecturas que
anestesian al espectador, cierran la posibilidad de disenso, lo que evidencia que no basta
con que el arte “nos arroje a la cara lo despreciable” (op. cit.) para rebelarnos, ni nos
moviliza el hecho de que nos busque fuera de un museo. Y desde otro lugar, pero en
sintonía con esto, pienso que tampoco basta con tener acceso a internet (considerando
que existe un gran número de personas que no puede acceder) para ver y experimentar
las imágenes. Estas llegan cuando el público sabe cómo y dónde buscar lo que quiere,
encuentra envíos o una persona que le tienda puentes hacia los materiales artísticos
disponibles en la web.

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La ambulante
Conocí esta experiencia a través del relato de algunas artistas que participaron y
después, leyendo la publicación en formato libro que realizaron en 2009. La Muestra
ambulante es “una obra colectiva que se bifurca a medida que se la van apropiando los
vecinos, los artistas y colectivos culturales que participan.” (2009: 11) Una muestra en
donde las acciones artísticas se devoran entre sí, y “como decían los antropófagos, los
jugos se mezclan y de ese revoltijo nadie sale intacto, nadie puede ser el mismo de
antes.” (op. cit.)

Fig. 2 Exposición obra colectiva Migrar


realizada allí por Ana Laura de la Fuente y
vecinos.

Fig. 1 Tapa del libro de la Muestra Fig. 3 La casa del mañana. Intervención-instalación
en las vías del tren. Maite Pelaez y Gonzalo
Manuele.
Esta muestra es gestionada por el colectivo La Grieta, una organización social de la
ciudad de La Plata, en colaboración con la Universidad Nacional de La Plata, una serie
de artistas y vecinos del barrio Meridiano V, el territorio en donde la montaron. Es la
cuarta vez que se realiza, durante el año 2009. En el libro, pueden leerse distintas
secciones, tituladas con una resonancia foucaultina a Las palabras y las cosas: la ciudad
y el barrio, los negocios y las obras, los garajes y los oficios, la calle y las
intervenciones y las veredas y las ocupaciones.
La propuesta de la Muestra ambulante es invitar a los ciudadanos de La Plata a
aventurarse por el espacio, derivar, mirar otra vez lugares cotidianos, intervenirlos
artísticamente. Una de las acciones que se ven en las fotos es la de la sillada popular. La
consigna era que todos saquen sus sillones a la vereda y a partir de allí, intervengan
charlando, actuando, tomando mates, pintando, riendo. No se trata en este caso, de ir a
los museos y/o galerías a percibir lo cotidiano que nos rodea porque afuera no podemos
verlo. Sino que se insiste en quitarse las anteojeras en la calle, sus galerías, sus

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negocios, sus veredas. Buscar la experimentación artística en el propio barrio. En este


sentido, Oliveras retomando la frase de la que hablé al principio explica qué
repercusiones tienen las acciones del arte que llama “relacional”:

“Son los espectadores quienes hacen la obra de arte”, afirmaba Duchamp. Y hoy más que
nunca vemos cómo ese hacer, esa poiesis, no sólo se da en el nivel de la interpretación o de la
construcción teórica sino, además, en un nivel material al ser el espectador parte del
phainomenon mismo, de eso que aparece.
El público ya no es visto por los artistas en términos ideales, como una construcción abstracta
o como un mero eslabón final en la cadena de la comunicación estética, sino como un
elemento formador del ob-jectum estético, psicología y físicamente posicionado; no mero
receptor sino también emisor. (2008: 142).
La atención al receptor de las acciones artísticas como un creador o participante en el
proceso estético es una preocupación presente en Duchamp, en algunos artistas del
teatro de comienzo del s. XX como Brecht y Pirandello. No obstante, el giro al receptor, Formatted: Font color: Custom Color(RGB(0,0,10)), Highlight
como afirma García Canclini, puede ubicarse en los años sesenta y no es endógeno al
arte. Es producto de la reubicación de los artistas y las instituciones en los cambios Formatted: Font color: Custom Color(RGB(0,0,10)), Highlight

sociales y políticos del momento. “Fue el cuestionamiento a las instituciones culturales,


la crítica a la economía capitalista y el autoritarismo político, lo que llevó a dirigir la
mirada a los receptores del arte y a la potencialidad estética de los movimientos
sociales.” (2010: 216). De lo que se trata es de oponerse a la funcionalización del arte,
de correrse de las leyes más crudas del mercado, para pensar en que el público vuelque
sus cuerpos, su pasiones, sus deseos a algo diferente a lo que acostumbran, por fuera de
controles y dominaciones. Allí reside la efectividad del arte, aunque no reconozcamos si
quien propuso la acción fue un artista, arquitecto o un publicista.

El suspenso y lo suspendido
La aproximación de Montejo, que constituyó mi punto de partida, habla irónicamente de
la desaparición de un público que pueda disponer de tiempo, en principio, para estar
plenamente en la acción artística. Ese sujeto está desapareciendo, aunque las estadísticas
del MOMA, la Tate Gallery y el Louvre den cifras millonarias. En relación a eso, vimos
que existe tanto la figura del turista cultural, que no llega, por su agenda apretada a
mirar arte más que a través de una cámara, como la de aquellos que son expulsados de
los museos por el propio lugar que ocupa en la cartografía urbana para la mayor parte de
los habitantes de la ciudad1. Entonces, ¿hay que sacar el arte afuera? Hay quienes lo han
hecho. Encontré un ejemplo en el documental Todo hombre es un artista (1979) de
Werner Krüger, en donde se filman distintas performances y entrevistas a Joseph Beuys.
Al comienzo del film, se muestra una acción artística en la que el artista camina con un
bastón y un saco de fieltro, acompañado por mucha gente disfrazada con los mismos
sacos, cantando y bailando. En un momento, Beuys tira al piso bastón y saco y
comienza a quemarlos, indicándole a las personas que lo acompañan para que quemen
sus sacos (firmados previamente por el artista) también. Casi nadie quiere desprenderse
de ese objeto que lleva la firma “Beuys”, por lo que se problematiza allí la fetichización
de los objetos de arte. Así, no basta tampoco con sacar el arte del museo.

1
Me refiero a las investigaciones de Pierre Bourdeau (1960;
1979) citadas por García Canclini (2010: 212)

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Poner a dialogar en esta consigna el texto de Montejo con el de García Canclini y


Oliveras me permitió ampliar mi comentario para pensar en aquello que guarda de
suspenso y que está suspendido en el arte contemporáneo. Y desde ese lugar, pensar no
tanto en qué es el arte para definirlo y que encaje en alguna funcionalidad. Sino en qué
puede efectivamente, desde los logros y fracasos del mundo globalizado en que
vivimos. Y la respuesta a esa pregunta que hoy encuentro es esta:
“El arte es el lugar de la inminencia (…) anuncia algo que puede suceder, promete el sentido o lo
modifica con insinuaciones (…) Las obras no suspenden la realidad; se sitúan en un momento
previo, cuando lo real es posible, cuando todavía no se malogró. Tratan los hechos como
acontecimientos que están a punto de ser” (2010: 12)

Desde el arte podemos imaginar futuros, subjetividades, posibilidades de vida. De ahí


que más allá de la discusión por el adentro y afuera del museo, lo que interesa diría con
urgencia, es la interlocución, el dialogo, la experimentación, el disenso. En este sentido,
la Muestra Ambulante me parecía una acción de democratización del arte, cuyas
imágenes dejan ver el goce retenido por la fotografía. El arte es una experiencia sí, pero
requiere de tiempo. Para que nos provoque algo, primero tenemos que poder acceder a
las obras, sean del formato, soporte, lugar que sea. Tenemos que pasar tiempo
experimentando, imaginando desde el presente más allá, desde la tensión entre la
desaparición y la invitación a participar del arte.

Bibliografía
- Agamben, G. (2008) ¿Qué es lo contemporáneo?, en http://www.ddooss.org/articulos/
textos/Giorgio_Agamben.htm
- Aguilar, G. “Olvidar a Duchamp”. Punto de Vista. Revista de cultura Año XXX, N°
88 (Buenos Aires, agosto de 2007): 14- 19.
- Beuys, J. y Bodenmann-Ritter, C. (1972) Joseph Beuys: cada hombre, un artista.
Conversaciones en Documenta 5, 1972. Madrid: Visor, 1995.
- Colectivo La Grita (2009) La Muestra Ambulante. La Plata: Ediciones Grupo La
Grieta y Facultad de Bellas Artes, Universidad Nacional de La Plata.
- Didi-Huberman, G. (2000) Ante el tiempo. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2006.
- García Canclini, N. (2010) La sociedad sin relato. Antropología y Estética de la
inminencia. Buenos Aires: Katz.
- Krüger, W. (1979) Joseph Beuys: Jeder Mensch ist ein Künstler (Todo hombre es un
artista). Alemania.
- Montejo Navas, A. “77 aproximaciones para una vulgata crítica”. Lápiz. Revista
Internacional de Arte 210- 211 (feb.- marzo, 2005).
- Oliveras, E. (ed.) (2008) Cuestiones de arte contemporáneo. Hacia un nuevo
espectador en el siglo XXI. Buenos Aires: Emecé.
- Speranza, G. (2006) Fuera de campo. Literatura y arte argentinos después de
Duchamp. Buenos Aires: Anagrama.
----- (2012) Atlas portátil de América Latina. Arte y ficciones errantes.
Buenos Aires: Anagrama.

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