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A definition is given of child sexual abuse (CSA) for the purposes of this
publication. The data was obtained from clinical records. Sexual abuse is
described in a population of 44 children and adolescents of both sexes, 24 girls
(54.5%) and 20 boys (45.5%) that were seen at the Pediatric Mental Health
Service of Roberto del Rio Hospital during 1998 either directly for the sexual
abuse, for psychiatric pathologies associated with the situation, or because of a
past history of CSA. The sexual abuse was generally the more serious type
carrying more serious legal penalties (mouth, vaginal or anal penetration, or
attempted penetration) and affected 62.5% of the girls and 55% of the boys.
The abusers included both adults (over the age of 18) and adolescents (under
18), 79.5% and 20.5% respectively. Abusers were relatives or acquaintances in
90.9% of the cases, and 66.7% were cases of intrafamily sexual abuse. Sexual
abuse is an emerging pathology in the pediatric psychiatric services, and it
must be intentionally sought so that it does not go undetected. The need to
establish multiprofessional groups is suggested in order to protect minors from
subsequent abuse and to facilitate the recovery of the family members
affected.
Introducción
El abuso sexual infantil se destaca de otras formas del maltrato infantil por
primar en aquellas perturbaciones psicológicas por sobre el daño físico. El daño
físico es objetivable en un porcentaje aproximado al 5% de las consultas por
abuso (1).
Consideramos como abuso sexual infantil (ASI) toda actividad sexual impuesta,
motivada consciente o inconscientemente en el abusador, quien ejerce poder
físico o psíquico sobre la víctima, la que por su edad no siempre está en
condiciones de comprender lo inadecuado de esta actividad (6). El abusador,
con mayor frecuencia, es un varón adulto. El ASI puede ser cometido por un
adolescente con un desarrollo físico y cronológico mayor que la víctima. Ambos
tipos de abusadores buscan preferentemente complacer sus propias
necesidades sexuales inmaduras e insatisfechas, en tanto la víctima percibe el
acto como abusivo e impuesto. En los ASI intrafamiliares la situación, con
frecuencia, es precedida de juegos seductores o de situaciones de privilegio
para la víctima, lo que representa para esta una situación confusa y
ambivalente. Una minoría de los ASI es realizada por mujeres.
El Servicio de Salud Mental Infantil (SSMI) del Hospital Roberto del Río recibe
aproximadamente 1.020 nuevas consultas al año, por las distintas patologías
psiquiátricas propias del niño y del adolescente. El abuso sexual se detecta
como antecedente preferentemente en pacientes derivados por otras
patologías psiquiátricas. En una menor proporción se consulta directamente
por situaciones de abuso alejadas del acto.
Población y método
Se considera que existe ASI cuando la situación es relatada por el familiar que
recibe la información de la víctima o sorprende al abusador en el acto, o
cuando el relato es proporcionado por la víctima en forma verosímil, aunque
sea rechazada su veracidad por el abusador u otros familiares adultos, ya que
la literatura consigna que, en la mayoría de los casos, el niño abusado dice la
verdad (8), con excepción del niño triangulado en un conflicto de pareja. Para
los propósitos de este estudio la situación de ASI abarca desde las caricias
eróticas sin contacto corporal hasta la penetración vaginal, anal o bucal.
Resultados
Discusión
Si bien las caricias eróticas son la forma más frecuente de abuso (50%), al
agrupar las formas más graves, éstas alcanzan al 59% de las víctimas,
correspondiendo a las formas de mayor penalidad legal.
El tratamiento del abusado y del abusador (sobre todo cuando éste es menor
de 18 años y es a su vez víctima de abuso), debiera ser uno de los objetivos
principales del tratamiento, a fin de interrumpir la secuencia abusado-
abusador, que tiende a persistir a través de las generaciones.
De no existir denuncia, o disposición de los familiares a hacerla, la denuncia
por los profesionales a cargo puede perturbar en forma definitiva la acción de
elaborar la situación traumática, corregir las deficiencias al interior de la
familia, y de proteger a la víctima de nuevos abusos. Existe una problemática
ética derivada de la denuncia, ya que con frecuencia provoca nuevos daños a
la víctima, sin lograr los objetivos buscados.
Esta mayor detección y consultas por ASI en el SSMI nos motiva a constituir, en
1999, un grupo multidisciplinario compuesto por psiquiatras infantiles,
psicólogos, asistentes sociales, enfermera y abogado, con el objetivo de
realizar y coordinar las distintas acciones terapéuticas y de protección que se
requieren para facilitar la superación del trauma y de las interferencias en el
desarrollo psicosexual y de la personalidad que esta situación conlleva (2, 3,
13, 14).
Para los propósitos de esta publicación, se define lo que entendemos por abuso
sexual infantil (ASI). Los datos se obtienen de un protocolo utilizado en la
revisión de las fichas clínicas. Se describen algunas de las características del
abuso sexual en una población de 44 niños y adolescentes de ambos sexos, 24
mujeres (54,5%) y 20 varones (45,5%), que consultaron en el Servicio de Salud
Mental Infantil del Hospital Roberto del Río durante 1998, ya sea directamente
por la situación de abuso sexual, por la patología psiquiátrica asociada a esta
situación o porque en sus antecedentes figuraba el dato de ASI. Los abusos
sexuales mayoritariamente correspondieron a las formas más graves y de
mayor penalidad legal (penetración bucal, vaginal, anal o intento de
penetración), afectando éstos al 62,5% de las mujeres y al 55% de los varones.
Los abusadores se distinguieron, de acuerdo a la edad, en adultos (mayores de
18 años) y adolescentes (menores de 18 años) que correspondían al 79,5% y
20,5% respectivamente. El abusador era un familiar o conocido en el 90,9% de
los casos. El 66,7% de los casos fueron abusos sexuales intrafamiliares. El
abuso sexual constituye una patología emergente en los Servicios de
Psiquiatría Infantil, debe ser buscado intencionadamente, pues de lo contrario
puede pasar desapercibido. Se plantea la necesidad de constituir grupos
multiprofesionales para proteger al menor de nuevos abusos y favorecer la
recuperación de los miembros de la familia afectados.
Referencias
1. Espinoza A, Paredes M. Perfil médico legal del niño víctima de abuso sexual.
Boletín de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y la
Adolescencia 1997; 8:4
5. Tebbutt J, Swanston H, Oates R, Otoole B. Five years after child sexual abuse.
Persisting dysfunction and problems of prediction. J Am Acad Child Adolesc
Psychiatry 1993; 36: 330-9
Direcci�n postal:
Carlos Almonte
Obispo Donoso 24, depto. 4
Santiago