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El niño, al nacer, posee un conjunto de pulsiones libidinales (ligadas principalmente a la satisfacción sexual) que buscan
satisfacción inmediata Esta pulsiones se localizan en el ello.

• La realidad se opone a la satisfacción inmediata, lo que lleva al surgimiento de una instancia “administrativa” para
mediar entre el ello y el ambiente El yo: que busca equilibrar la satisfacción y la adaptación.

El niño, luego, generará una instancia interna donde organizará todas las demandas, creencias y normas de la realidad
internalizadas El superyó.

• A partir de este momento, el yo mediará entre las demandas del ello y el superyó (en reemplazo de la realidad).

Teoría psicosexual:

La evolución de la libido

Libido

• Se define como la intensidad de la energía dinámica del instinto sexual.

• Corresponde a la energía que todos sentimos durante nuestras vidas y que interpretamos como deseo o afán.

• En este sentido, instinto sexual es toda carga de afecto que dirigimos a un objeto.

• Sin embargo, la libido sería el aspecto cuantitativo de dicha energía.

Libido

• La libido no es una energía estática.

• Está sometida a un proceso de evolución íntimamente relacionado al instinto sexual.

• Este proceso de evolución es el que nos permite entender la mirada psicoanalítica sobre el desarrollo humano.

La libido y el narcisismo

• Durante la etapa fetal, el sujeto no tienen objetos a quienes recubrir de libido.

• Por esto, antes de nacer existiría unidad entre el yo y la libido.

• Al nacer, la libido de las personas estaría fuertemente fijada en sus órganos y en su propio ser Narcisismo
primario.

• Luego, con el tiempo, la libido recubre “objetos externos” Libido objetal.

Antes de continuar, es bueno diferenciar entre dos tipos de narcisismo:

– Narcisismo primario: Es una etapa temprana, cuando la libido no ha recubierto a los representantes internos de los
objetos.

– Narcisismo secundario: Ocurre cuando la libido objetal es frustrada, abandona el objeto y se vuelve a tener el yo como
objeto único.

• De todas formas, una parte del narcisismo primario se conserva durante toda la vida.
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Apenas el sujeto nace, los instintos ya están en actividad.

• En estos momentos, determinadas regiones del cuerpo emiten impulsos que excitan sexualmente al sujeto
Zonas erógenas.

• La estimulación de estas regiones condiciona la satisfacción libidinosa.

Freud notó que en ciertas etapas, algunas zonas erógenas presentaban un predominio en su capacidad satisfactora.

• Sin embargo, había una secuencia común a todos los niños en cuanto a la zona dominante.

• Esta secuencia sería principalmente somática, y estaría originada en una tendencia instintiva del desarrollo.

A partir de esta secuencia, Freud distingue una serie de etapas de evolución del individuo.

• Cada etapa se caracterizaría por la zona erógena dominante.

• Estas etapas serían:

– Etapa oral (0 a 1½ año)

– Etapa anal (1½ a 3 años)

– Etapa fálica (3 a 6 años)

– Etapa de latencia (6 a 11 años)

– Etapa genital (adolescencia)

La fijación

• En ocasiones la libido no puede trasladarse completamente a otra zona erógena.

• Queda adherida a una etapa, ya sea por una estimulación excesiva y prolongada, o por una frustración prematura y
brusca.

• En momentos extremadamente estresantes, el sujeto vuelve a presentar características de la etapa en que está fijado
Regresión.

El enfoque evolutivo es central en la teoría psicoanalítica.

• Los fenómenos mentales se explican por el regreso a lo primitivo.

• La regresión implica un movimiento de la libido en dirección opuesta a la evolución normal.


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La significación etiológica de la vida sexual. -La segunda novedad surgida al sustituir la técnica hipnótica por la asociación
libre fue de naturaleza clínica y se nos reveló al continuar la investigación de los sucesos traumáticos de los que parecían
derivarse los síntomas histéricos. Cuanto más cuidadosamente llevábamos a cabo esta investigación más abundante se
nos revelaba el encadenamiento de tales impresiones de significación etiológica y más se remontaban a la pubertad o la
niñez del neurótico.

Simultáneamente tomaron un carácter unitario, y, por último, tuvimos que rendirnos a la evidencia y reconocer que en
la raíz de toda producción de síntomas existían impresiones traumáticas procedentes de la vida sexual más temprana. El
trauma sexual sustituyó así al trauma trivial, y este último debía su significación etiológica a su relación simbólica o
asociativa con el primero y precedente. Dado que la investigación simultáneamente emprendida de casos de nerviosidad
corriente, clasificados como de neurastenia y neurosis de angustia, procuró la conclusión de que tales perturbaciones
podían ser referidas a abusos actuales en la vida sexual y curadas con sólo la evitación de los mismos, no era nada
aventurado deducir que las neurosis eran, en general, manifestación de perturbaciones de la vida normal: las llamadas
neurosis actuales, la manifestación (químicamente facilitada) de daños presentes, y las psiconeurosis, la manifestación
(psíquicamente elaborada) de daños muy pretéritos, de tal función, tan importante biológicamente y tan
lamentablemente desatendida hasta entonces por la ciencia. Ninguna de las tesis del psicoanálisis ha hallado tan
obstinada incredulidad ni tan tenaz resistencia como esta de la magna importancia etiológica de la vida sexual para las
neurosis. Pero también hemos de hacer constar que, a través de toda su evolución y hasta el día, el psicoanálisis no ha
encontrado motivo alguno de retirar tal afirmación.

La sexualidad infantil. -La investigación etiológica llevó al psicoanálisis a ocuparse de un tema cuya existencia apenas se
sospechaba antes de ella. La ciencia se había habituado a hacer comenzar la vida sexual con la pubertad y a juzgar como
raros signos de precocidad y degeneración las manifestaciones de una sexualidad infantil.

Pero el psicoanálisis descubrió una plenitud de fenómenos tan singulares como regulares, que forzaban a hacer coincidir
el comienzo de la función sexual en el niño casi con el principio de su vida extrauterina, y nos preguntamos sorprendidos
cómo había sido posible no advertirlo. Los primeros atisbos de la sexualidad infantil nos fueron procurados, ciertamente,
por la investigación analítica de sujetos adultos y entrañaban, por tanto, todas las dudas y todos los defectos inherentes
a una revisión tan tardía; pero cuando más tarde (a partir de 1908) comenzamos también el análisis de sujetos infantiles,
comprobamos directamente en ellos nuestras tesis. La sexualidad infantil mostraba en algunos aspectos un cuadro
distinto al de los adultos y sorprendía por integrar numerosos rasgos de aquello que en los adultos es calificado de
perversión.

Hubo necesidad de ampliar el concepto de lo sexual hasta hacerle abarcar más que la tendencia a la unión de los dos
sexos en el acto sexual o a la provocación de determinadas sensaciones de placer en los genitales. Pero esta ampliación
quedaba recompensada por la posibilidad de comprender unitariamente la vida sexual infantil, la normal y la perversa.
Mi investigación analítica cayó primero en el error de sobreestimar la seducción o iniciación sexual como fuente de las
manifestaciones sexuales infantiles y germen de la producción de síntomas neuróticos. La superación de este error
quedó lograda al descubrir el papel extraordinario que en la vida psíquica de los neuróticos desempeñaba la fantasía,
francamente más decisiva para la neurosis que la realidad exterior. Detrás de estas fantasías emergió luego el material
que permite desarrollar la exposición siguiente de la evolución de la función sexual.

La evolución de la libido. -El instinto sexual, cuya manifestación dinámica en la vida anímica es lo que denominamos
«libido», se compone de instintos parciales, en los cuales puede también descomponerse de nuevo y que sólo
paulatinamente van uniéndose para formar determinadas organizaciones. Fuentes de estos instintos parciales son los
órganos somáticos, especialmente ciertas zonas erógenas, pero todos los procesos funcionales importantes del soma
procuran también aportaciones a la libido.

Los diferentes instintos parciales tienden al principio, independientemente unos de otros, a la satisfacción, pero en el
curso de la evolución quedan cada vez más sintetizados y centrados. El primer estadio de la organización (pregenital) de
la libido es el oral, en el cual, correlativamente al interés capital del niño de pecho, es la zona bucal la que desempeña el
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papel principal. A continuación viene la organización sádico-anal, en la cual resaltan especialmente el instinto parcial del
sadismo y la zona anal; la diferencia de los sexos es representada en esta fase por la antítesis de actividad y pasividad. El
último y definitivo estadio de organización es la síntesis de la mayoría de los instintos parciales bajo la primacía de las
zonas genitales. Esta evolución se desarrolla generalmente con gran rapidez y discreción, pero partes aisladas de los
instintos permanecen detenidas en los estados previos al desenlace final y producen así las fijaciones de la libido, muy
importantes como disposiciones a ulteriores transgresiones de las tendencias reprimidas y que integran una
determinada relación con el desarrollo de ulterior neurosis y perversiones (véase, más adelante, «Teoría de la libido»).

Otro tema

Para hablar de sexualidad en Psicoanálisis, es necesario comprender la época histórica de su conceptualización. La


sociedad del 1900 tenía una visión particular de la sexualidad, que Freud va a subvertir desde la postulación del
concepto de pulsión.

En principio y contra todo principio naturalista, Freud va a decir que la sexualidad es algo constitutivo de la historia de
cada sujeto y de las vicisitudes del Complejo de Edipo. ¿Qué quiere decir esto?

En primer lugar, que la anatomía sexual que cada uno porta en tanto seres humanos, no define nuestra sexualidad. Esto
es lo mismo que plantear que no es una cuestión necesaria que por ser del sexo femenino elegiremos sujetos del sexo
masculino y viceversa.

Freud, en “Tres ensayos de teoría sexual” (texto escrito en 1905), plantea lo que él llama “aberraciones sexuales” como
aquellas desviaciones que se producen en las elecciones de objeto (volveremos sobre esta cuestión más adelante), es
decir aquellos sujetos “invertidos” son quienes no eligen a una mujer por ser hombres ni a un hombre si son mujeres.

Pero también Freud va a plantear que la elección sexual, es decir, asumir una posición sexuada y poder elegir a otro
sujeto, depende de lo que haya ocurrido en el Complejo de Edipo, podemos decir, referido a la relación con los
progenitores, y sus vicisitudes.

Para plantear el concepto de pulsión, concepto central en su teoría de la sexualidad, Freud investiga sobre la concepción
de su época. En este momento histórico la sexualidad era circunscripta exclusivamente a la genitalidad, es decir a la
unión de los genitales en el coito. A su vez, se decía que la misma tenía el fin de la reproducción exclusivamente, que el
objeto (a través de lo cual se consigue el fin) es el sexo opuesto, y su comienzo se puede localizar en la pubertad.

Ahora bien, Freud va a decir que este concepto imperante en su época no es una definición científica, sino que es un
concepto moral, vulgar, que no alcanza para definir correctamente lo que ocurre en la sexualidad humana. Recordemos
que Freud escribió “Tres ensayos de teoría sexual” en donde observa estas llamadas “desviaciones de la meta sexual”, es
decir, que no siempre se alcanza la satisfacción a través del sexo opuesto, incluso el sujeto puede prescindir de otro para
obtener la satisfacción.

Lo que Freud observa a partir del tratamiento de sus pacientes (en su mayoría histéricas) es que hay algo de la
sexualidad en juego. En principio es un enigma para él, y esto lo llevará a indagar sobre la cuestión de la sexualidad en el
ser humano, un ser atravesado por el lenguaje y la cultura, y que por tal motivo ha perdido toda “naturalidad”.

Primero va a decir que la sexualidad es más amplia que la genitalidad, dado que se pueden observar muchas
manifestaciones en donde está en juego el placer sexual y no se incluye el acto sexual en sí mismo.

En segundo lugar nos dirá que no existe, para el ser que habla, un objeto predeterminado para nuestra satisfacción
sexual. Así lo observa en los fetichistas, por ejemplo, que prescinden completamente de otro para alcanzar la
satisfacción. Basta con un zapatito o cualquier objeto que cause el deseo para obtener el fin de la sexualidad. Freud
observa que cada sujeto realiza una “elección de objeto” para alcanzar la satisfacción, y que no siempre (como dijimos
anteriormente) deberá ser el sexo opuesto.
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Por otro lado plantea que el fin de la sexualidad no es únicamente la reproducción, cuestión que sí se observa en los
animales, que poseen ciclos de apareamiento. Para Freud el fin de la sexualidad es la satisfacción. Veremos qué quiere
decir esto a partir de su texto “Pulsiones y destinos de pulsión” (escrito en 1915).

Y finalmente ¿por qué no? una de sus postulaciones más revolucionarias para su época: la sexualidad no comienza en la
pubertad, sino en el nacimiento. Decimos que es una de las ideas más revolucionarias si nos situamos en la época
Victoriana, en donde plantear la sexualidad infantil le ha traído grandes problemas a este autor.

Freud concluye entonces que la concepción de la sexualidad de su época no alcanza para definir lo que efectivamente
ocurre con la sexualidad humana, por lo que reservará la misma al concepto de “instinto” (instinkt), que es aquel
comportamiento animal fijado por los esquemas filogenéticos hereditarios y planteará su “concepción psicoanalítica” a
partir del concepto de “pulsión” (trieb).

Concepto de Pulsión.

Para definir este concepto, tomaremos dos referencias de Freud que pertenecen a dos momentos diferentes en su obra:
la primera es “Tres ensayos para una teoría sexual” (1905) y la segunda es “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915).

En “Tres ensayos…” Freud define a la pulsión como “la agencia representante (representación) psíquica de una fuente
de estímulos intrasomática en continuo fluir”(p153).

¿Qué podemos decir de esto? En primer lugar, que la coloca en relación con lo psíquico y lo corporal, así la pulsión es la
representación psíquica de una fuente de excitación que proviene del propio cuerpo (zonas erógenas).

Freud aquí está hablando de una cierta transformación de la energía somática en energía psíquica. En este texto plantea
que la “fuente” de la pulsión es “un proceso excitador en el interior de un órgano, y su meta inmediata consiste en
cancelar ese estímulo de órgano” (p153).

Cuando plantea que fluye de manera continua, nos está queriendo decir que la pulsión insiste para su satisfacción, es
una exigencia permanente de la que no podemos huir. Esto nos hablará luego sobre la cuestión del “Empuje” o
“Perentoriedad” de la pulsión: la pulsión es perentoria, es apremiante, plantea una imposibilidad de aplazamiento.

En 1915 Freud escribe “Pulsiones y destinos…”, realizando un segundo intento de conceptualización: “un concepto (…)
del cual en psicología no podemos prescindir, es el de pulsión. Intentemos llenarlo de contenido desde diversos lados”
(p113).

Precisamente esto es lo que hará Freud con su “oscuro concepto”, nos dará definiciones desde la fisiología y desde lo
psicológico.

Como primer definición desde la biología, equipara a la pulsión con un estímulo para lo psíquico, pero lo descarta
porque el estímulo se da de un solo golpe y es una fuerza de choque momentánea. Nosotros del mundo exterior
podemos huir, sin embargo la pulsión no cesa, no podemos huir de ella: la fuerza pulsional persiste por ser una fuerza
constante.

A esta “necesidad” (así llama al estímulo pulsional) únicamente la cancela la “satisfacción”, que es la supresión de la
excitación que se origina en la fuente, es decir, en la zona erógena.

Esto es lo que Freud llamará “la esencia de la pulsión”: que provenga de fuentes de estímulo que se originan en el
interior del organismo y su incoercibilidad, es decir que no podamos huir de este estímulo por más que empleemos los
recursos que tengamos a nuestra disposición. La pulsión exige la satisfacción.

Desde la consideración de la vida psíquica, Freud nos da la siguiente definición (1996): “la “pulsión” nos aparece como
un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos que provienen
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del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a
consecuencia de su trabazón con lo corporal” (p117).

Trataremos entonces de explicar qué nos quiere decir Freud en esta definición.

En primer lugar, que nos diga que es un concepto límite, fronterizo, entre lo psíquico y lo somático, quiere decir que se
encuentra “entre” ambos.

La pulsión es un concepto que estará “entre” lo psíquico y lo somático, precisamente por la ligazón o trabazón que
existe entre estos dos planos.

Es por este motivo, y retomando la definición de “Tres ensayos...” que la define como el representante psíquico de los
estímulos del interior, que alcanzan lo psíquico.

Freud nos dice que la pulsión es la “medida de exigencia de trabajo impuesta a lo anímico, a causa de su ligazón con lo
corporal” (p117), ¿qué quiere decir esto? Precisamente nos está hablando del factor cuantitativo del aparato psíquico,
que tiene que ver con el aspecto económico de su metapsicología.

Recordemos que este aspecto económico es aquella teoría que califica a la tentativa de conocer el destino de las
cantidades de excitación (energía / afecto) que se invierten cuando el aparato psíquico realiza cierto trabajo para
procurarle al organismo una satisfacción.

La pulsión es, junto con el deseo, el motor del aparato psíquico. A partir de este concepto, introduce la sexualidad en el
aparato psíquico (ya no es solo de representaciones), es aquel proceso dinámico que consiste en un empuje que hace
tender al organismo hacia un determinado fin: obtener la satisfacción.

En su texto de 1915, Freud nos habla de los términos que se utilizan conectados con el concepto de pulsión: el empuje,
la meta, el objeto y la fuente. Podemos distinguirlos como cuatro elementos de la pulsión.

Comenzaremos definiendo al empuje, también llamado “esfuerzo” por Freud, como esta característica que posee la
pulsión desde el aspecto económico: “es el factor motor, la suma de la fuerza o la medida de la exigencia de trabajo que
ella representa” (p117).

Entonces, lo que Freud nos está diciendo es que la pulsión en tanto que es perentoria, desde el factor cuantitativo
explica el desencadenamiento de la acción que tiende a la satisfacción.

En cuanto a la meta de la pulsión, y estamos hablando del fin o la finalidad de la misma, es definida como la actividad
hacia la que “empuja” la pulsión y que conduce a la resolución de la tensión interna: esto es, a la supresión del estado de
excitación que se genera en la fuente.

Freud nos dirá algo que es muy importante para entender el concepto de pulsión: “ésta meta última permanece
invariable” (p118), lo que es lo mismo que decir que la pulsión siempre intentará llegar a su fin: obtener la satisfacción. Y
agrega “los caminos que llevan a ella pueden ser diversos” (p118), cuestión que ampliaremos a continuación cuando
hablemos del objeto de la pulsión, y sin perder de vista una cuestión importantísima que son los “destinos” de la
pulsión, que no abordaremos aquí momentáneamente.

Sigamos entonces a Freud y veamos qué tiene para decirnos acerca del objeto de la pulsión: “es aquello en o por lo cual
(la pulsión) puede alcanzar su meta” (p118), como vimos anteriormente, la satisfacción.

Como nos dice Freud, el objeto respecto de la pulsión “no está enlazado originariamente con ella, sino que se le
coordina sólo a consecuencia de su aptitud para posibilitar la satisfacción” (p118).

Esto muestra que no hay relación entre la pulsión y el objeto mediante el cual se realiza descarga y se logra la
satisfacción, es por esto lo más indeterminado de la pulsión. Teniendo en cuenta lo que planteamos al comienzo, el
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objeto es lo más variable, puede ser una persona, un objeto parcial, real o fantaseado, incluso puede ser una parte del
propio cuerpo. Redoblemos la apuesta y digamos, por supuesto siguiendo a Freud, que las pulsiones son parciales,
quiere decir que debemos remitirnos al autoerotismo, y las etapas pre-genitales, es decir la satisfacción que se obtiene
en el propio cuerpo desde el comienzo de la vida, para dar cuenta de esto. También Freud nos dice que la pulsión se
puede ligar a un determinado objeto, produciéndose una fijación (en particular en las etapas pre-genitales del desarrollo
de la libido) en donde se repite un modo de satisfacción.

Para echar un poco más de luz sobre la cuestión del autoerotismo, es preciso definir la fuente de la pulsión. Freud dirá
que es “aquel proceso somático, interior a un órgano o a una parte del cuerpo, cuyo estímulo es representado en la vida
anímica por la pulsión” (p118).

Vemos que la fuente es, entonces, el origen interno específico de cada pulsión, el lugar donde aparece la excitación y
que Freud llamará zona erógena.

Es en este lugar del cuerpo, que no tiene una localización precisa, en donde se verifican los aumentos y disminuciones
de la excitación, este proceso somático que se desenvuelve en aquella parte del cuerpo y que el yo (recordemos el
Principio del placer/displacer) percibe como excitación.

Pues bien, varias cosas para tener en cuenta a la hora de definir el concepto de pulsión:

- Es el representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo, que por su característica de ser
perentoria empuja constantemente hacia la obtención de satisfacción. Por este motivo, y porque proviene del interior
del cuerpo no se puede cancelar de un solo golpe y no se puede huir de él.

- Es lo que motoriza, junto con el deseo, el trabajo que realiza el aparato psíquico y explica el factor económico.

- La pulsión es, por definición, parcial y esto explica el autoerotismo originario en el comienzo de la vida del sujeto.

Concepto de Apuntalamiento.

Para tener un poco más de claridad respecto de este concepto de apuntalamiento y articulado al autoerotismo,
hablaremos acerca de cómo se origina la pulsión: a partir de “apuntalarse” en las necesidades.

Estas “necesidades” son las que tiene un bebé cuando nace y que hacen a la conservación de la vida: necesidad de ser
alimentado, de ser abrigado, etc.

Leamos lo que dice Freud en “Tres ensayos…” cuando se refiere a la primer etapa de la sexualidad infantil: la etapa oral
(1998):

“Es claro que la acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de un placer ya vivenciado y ahora recordado. Así
en el caso más simple, la satisfacción se obtiene mamando rítmicamente un sector de la piel o mucosa.(…) Su primer
actividad, la más importante para su vida, el mamar del pecho materno (o sus subrogados), no pudo menos que
familiarizarlo con ese placer. Diríamos que los labios del niño se comportarán como una zona erógena, y la estimulación,
por el cálido aflujo de leche, fue la causa de la sensación placentera. Al comienzo, claro está, la satisfacción de la zona
erógena se asoció con la satisfacción de la necesidad de alimentarse. El quehacer sexual se apuntala primero en una de
las funciones que sirven a la conservación de la vida, y solo mas tarde se independiza de ella” (p164).

¿Qué quiere decir esto?

En primer lugar que la necesidad de repetir la experiencia que proporciona la satisfacción sexual, se separa de la
necesidad de obtener alimento. El chupeteo es el modelo de la manifestación de la pulsión sexual en la infancia.

A su vez, es necesario que este “quehacer sexual” se apuntale, se apoye, en las funciones que sirven para que el niño
conserve su vida, motivo por el cual al comienzo funcionan juntas.
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Pero, y esto es lo novedoso, luego se independizan y se separan, las tendencias que sirven a la conservación y las
pulsiones que se dirigen a la obtención de placer sexual.

Esto dará lugar en dicho texto a la presentación de la Primer teoría pulsional o primer dualismo pulsional. Si nos
posicionamos desde el aspecto dinámico de la metapsicología, aquel punto de vista que pondera los fenómenos
psíquicos como la resultante de un conflicto entre los sistemas, y de la combinación de fuerzas de origen pulsional que
son determinantes para el funcionamiento del aparato, podremos comprenderlo mejor.

El primer dualismo pulsional hace referencia a la tensión que se establece entre las pulsiones yoicas o de auto-
conservación y las pulsiones sexuales. Lo esquematizamos así:

1) Pulsiones yoicas o de auto conservación (cuyo prototipo es el hambre), son aquellas que apuntan a la conservación de
la vida del individuo, a la conservación de su integridad.

2) Pulsiones sexuales (cuyo prototipo es el amor), son las pulsiones que van más allá de la conservación, su fin es la
obtención de placer.

Más adelante, allá por el 1920 Freud escribirá su texto “Más allá del Principio del Placer”, introduciendo un concepto
crucial del psicoanálisis: la pulsión de muerte.

No lo abordaremos aquí, pero lo dejaremos planteado para decir que por diversos motivos, entre ellos la introducción
del Narcisismo y la consecuente sexualización del yo, Freud planteará un segundo dualismo pulsional: pulsión de vida vs.
pulsión de muerte.

LA PERSPECTIVA DINÁMICA

Describe los conflictos psíquicos en términos de desarrollo. La larga experiencia analítica de Freud le llevó a pensar que
la mayoría de las pulsiones que eran reprimidas por las normas sociales y culturales eran de origen sexual, y ello desde el
nacimiento del hombre hasta su muerte. La afirmación de la existencia de una sexualidad infantil escandalizó a sus
contemporáneos por dos razones. Una, porque en dicha época la sexualidad constituía un verdadero tabú cultural, y
dos, por el desconocimiento del sentido que daba Freud al término «sexualidad». Debe distinguirse claramente, para
comprenderlo, el campo de lo sexual del campo de lo genital. La sexualidad es una estructura afectiva global mientras
que la genitalidad no es más que una de sus funciones. Lo genital se refiere exclusivamente a la fecundación y a la
procreación, mientras que la esfera de lo sexual desborda ampliamente esta función: ella se relaciona con todo lo que
sea satisfacción de una pulsión, es decir, con una experiencia de placer.

La hipótesis de Freud es que el conjunto de estas pulsiones sexuales –que él llama libido– no están ligadas a la zona
genital más que al final de un desarrollo que se realiza a lo largo de la infancia. Sólo en el adulto coincidirán sexualidad y
genitalidad. El instinto sexual no es diferente de los demás instintos y, como ellos, existe desde el nacimiento. Si no,
sería incomprensible la súbita aparición de la sexualidad en la pubertad.
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Freud ha descrito la génesis de las etapas por las que pasa normalmente todo individuo, aprovechándose de otro
descubrimiento fundamental: la existencia de diversas zonas erógenas. Hay, además de la genital, muchas otras partes
del cuerpo susceptibles de provocar un placer. Antes de centrarse en esa última, la sexualidad se satisface en otras
zonas diferentes. El niño pasa en su desarrollo por diversas etapas, y cada una de ellas se organiza alrededor de un tipo
específico de satisfacción sexual. Se distinguen un primer período de autoerotismo –que comprende las fases oral y
anal–, de otro heteroerótico – fases fálica y genital, en que el niño satisface su placer a través de otras personas.

Las Transformaciones Fisiológicas Puberales

La palabra pubertad procede del latín “pubes”( que quiere decir pelos) y, en efecto, la aparición del vello en el pubis, en
las extremidades y en las mejillas (en el caso de los varones) es uno de sus signos. Los cambios se suceden a lo largo de
unos años e implican una enorme transformación en el sujeto.

A partir de los 10 años y hasta los 12 o 13 años (con variaciones individuales), éstos cambios se traducen en un mayor
crecimiento y maduración destinados ambos a crear nuevas funciones. Los cambios se dan en ambos sexos aunque con
algunas diferencias; éste proceso se pone en marcha por la acción de determinadas glándulas (hipófisis, testículos,
ovarios) que, ya maduras, segregan las hormonas que modifican los órganos para los cuales están destinadas. A partir de
estos cambios los/las jóvenes ya están en condiciones de procrear.

Talla: Aumento rápido de la talla que lleva a un crecimiento desordenado (crecen primero los pies y las manos). El
crecimiento puberal es en principio disarmónico y con sustanciales diferencias en varones y mujeres, en comparación
con la etapa anterior en la cual el crecimiento era armonioso y similar en ambos sexos.

En los varones el mayor crecimiento se da a partir de los 13 años y, en promedio llegan a crecer 12-13 cm. por año. En la
mujer el período de mayor crecimiento (9- 10 cm. Por año) se da antes de la menarca (primera menstruación) y luego
disminuye el ritmo. Esto lleva a que, en la primera etapa, las chicas sean más altas que los varones.

Cambios en la estructura ósea: Se produce en el varón un aumento del tamaño de los hombros y dorso, y en las mujeres
crece predominantemente la cintura pelviana (lo que favorecerá el desarrollo uterino durante el embarazo).

Distribución del vello: En ambos sexos aparece el vello en la zona pubiana. La distribución del vello pubiano en varones y
mujeres es distinta: con forma de triángulo en la mujer y romboidal en el varón. El desarrollo del vello pubiano mas los
cambios genitales en el varón y en las mamas en la mujer llevan a una clasificación de la madurez puberal. Aparece el
bozo o bigote en ambos sexos y posteriormente la barba en el varón, también el vello axilar y el aumento del mismo en
miembros superiores e inferiores.
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Genitales: En el varón se produce un aumento en el tamaño del pene, primero en longitud y luego en diámetro. Se da un
aumento de tamaño en bolsas y testículos. Las erecciones se hacen mas frecuentes y aparecen las primeras poluciones
nocturnas (pérdidas involuntarias de líquido seminal durante el sueño alrededor de los 12-13 años).

En la mujer se da una mayor turgencia de la vulva, aparición de flujo vaginal de características normales y, alrededor de
los 12 años la menarca. Los ciclos posteriores a la primera menstruación pueden ser regulares o no, ovulatorios o no (los
primeros ciclos son en general anaovulatorios). Se supone que, una mujer debe tener ciclos mas o menos regulares a
partir de los dos años de edad ginecológica (esta edad comienza con la menarca).

Desarrollo mamario: En la mujer comienza alrededor de los 10años, con cambios a veces unilaterales o sea desarrollo de
una sola mama y que luego de unos meses se iguala con la otra. En los varones se produce frecuentemente el aumento
de tamaño de las mamas que luego retrogradan casi siempre espontáneamente.

Otros cambios: En el varón la propulsión de la laringe hacia adelante (nuez de Adán) da como resultado la voz mas grave,
el cambio de la voz es mas neto en los varones que en las chicas y, en éste período, le produce por momentos la voz
distonal.

Al final del proceso puberal el/la jóven es núbil, con un cuerpo fisiológicamente apto para la práctica genital y la
procreación, pero, la fisiología no alcanza para explicar el cuerpo erógeno ni la exquisita complejidad de la sexualidad
humana que, desde el inicio de la vida, está atravesada por vicisitudes vinculares.

Freud nos enseñó en sus Tres Ensayos para una Teoría Sexual como la sexualidad humana “nace” apoyada en funciones
vitales y en relación con el encuentro con la madre. Es ésta quien, con sus cuidados, es distribuidora de libido en el hijo;
aporta el “plus” de placer necesario para el nacimiento de la vida psíquica, de la pulsión, de la sexualidad..(1) Freud
postula ésta relación como paradigmática para todo vínculo de amor; relación fundante del cuerpo erógeno y matriz
vincular.

Debemos agregar además los condicionamientos culturales que marcan los comportamientos sexuales y genéricos en
los distintos momentos históricos o distintos sectores sociales. El antiguo Egipto fue una sociedad excepcionalmente
sensual, se creía que el sexo formaba parte de la naturaleza humana y, como tal, no debía generar culpa.

No se desalentaba ni castigaba el divorcio, el adulterio, ni el travestismo; la virginidad no se veneraba como un ideal, se


aceptaba la homosexualidad siendo legitimada , en ocasiones, a través del matrimonio religioso entre un hombre y un
travestido. En la antigua Grecia la homosexualidad era aceptada, incluso las familias dejaban a sus jóvenes hijos con los
maestros que los inciaban no solo en el aprendizaje de las ciencias sino que los iniciaban sexualmente sin que por esto
se los considerara homosexuales. Se creía que solo los hombres podían transmitir lo relativo a la sexualidad y el amor y,
recién después de éste paso el joven podía elegir una compañera.

Margaret Mead, antropóloga cultural norteamericana (1901-1978), publicó en el año 1928 su libro “ Adolescencia,
Cultura y Sexualidad en Samoa”; lo que originó su viaje de investigación que concluyó con la publicación de su libro. Fue
a investigar si las dificultades que angustiaban a los adolescentes norteamericanos -respecto de la sexualidad- eran
debido a …”la adolescencia o a la civilización y si en diferentes culturas la adolescencia es diferente”…Entrevistó con la
ayuda de un intérprete a mujeres samoanos entre 10 y 20 años y comprobó que en ésa cultura la aparición de las reglas
era tomado muy naturalmente, las jóvenes no tenían dolores menstruales. El paso de la infancia a la adolescencia no
estaba marcado por las angustias que se observaban en los jóvenes americanos. Las samoanas postergaban el
matrimonio mientras disfrutaban del sexo casual y, una vez casadas podían criar a sus hijos sin inconvenientes.
Aparentemente la posterior conversión de los samoanos al catolicismo cambió sus costumbres (esto fue publicado en
trabajos posteriores a la muerte de M. Mead y por otros antropólogos). No podemos dejar de mencionar a las histéricas
de Freud tan condicionadas por la moral victoriana y como influyeron los usos y costumbres de la época en las
teorizaciones Freudianas respecto de su concepción sobre la sexualidad femenina.
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Quizás los ritos de pasaje (ritos iniciáticos) que nuestras sociedades ya no conocen ayudaban a los jóvenes en el paso de
la infancia a la edad adulta; en estos rituales la promoción era validada por todo el grupo social que participaba
emocionalmente haciendo un trabajo de acompañamiento…

En nuestro país, recientemente, se presentaron los resultados de una encuesta llevada a cabo entre los años 2005 y
2006, en el marco del Programa de Salud Sexual y Reproductiva . La encuesta se realizó a nivel nacional, fue dirigida a
mujeres entre 10 y 49 años y, los resultados obtenidos, se utilizarán para encaminar y priorizar las acciones a seguir en
dicho programa. Se testearon 7713 mujeres en edad fértil. Algunas de las conclusiones de la encuesta: El 50% de las
mujeres se inició sexualmente entre los 15 y los 19 años; casi 8 de cada 10 mujeres activas sexualmente utiliza algún
método anticonceptivo. El método de anticoncepción mas utilizado es el preservativo, seguido por la píldora y el D.I.U.

El promedio de hijos por mujer, a nivel nacional, es de dos hijos por cada una; ahora bién, el estudio muestra las grandes
diferencias, tanto en la información sobre anticoncepción, como en la cantidad de hijos según las zonas del país. El
relevamiento encontró que, a medida que aumenta el nivel sociocultural de la mujer, disminuye el número de hijos que
tiene. La educación y la pobreza condicionan también el uso de los métodos anticonceptivos. En el NOA, las mujeres no
solo utilizan con menos frecuencia la anticoncepción , sino que recurren con mas frecuencia a métodos menos eficaces
como, por ejemplo, el método promovido por la Iglesia Católica (el método del ritmo ovulatorio); es en ésta zona del
país en donde se registra el mayor número de hijos por mujer.

Metamorfosis de la Pubertad

Con la metamorfosis de la pubertad, la sexualidad infantil se integra en la sexualidad adulta bajo la égida del primado
genital; se reorganiza lo que había y se agrega algo nuevo: el placer final. Traumatismo por excelencia, la pubertad,
impone un trabajo a la psique: apropiarse de ese cuerpo capaz de procrear y, al mismo tiempo, es la reorganización de
una antigua lógica del placer, ahora bajo el dominio de la genitalidad adquirida (2)

En la pubertad reemerge la masturbación (mas ostensible en el varón y generalmente mas encubierta en la jóven),
primero como descarga de tensión, luego como prueba, como ensayo (con efecto de ligadura) , ésta precede lo que será
el “trabajo adolescente”: la salida a la búsqueda- creación del objeto por fuera del cuerpo propio, y por fuera del cuerpo
familiar, trabajo que se inscribe como “creación propia”(3), puesta en escena de una sexualidad que, incluyendo el
pasado historizado, satisfaga también las necesidades de ternura. Es en este sentido que nos dice Ricardo Rodulfo que
“la iniciación sexual en la adolescencia es el verdadero pasaje de lo fálico a lo genital; la función del orgasmo en la
adolescencia (no como descarga de tipo económico sino en una experiencia erótica, en una verdadera intersubjetividad)
es un acontecimiento

estructurante. Algo se termina de escribir y algo se resignifica en cuanto a la vivencia de satisfacción…(4)

La práctica genital requiere de un tiempo de conocimiento y ejercitación hasta su acomodamiento. Las características de
la excitación en el hombre y en la mujer son distintas, como son diferentes los orgasmos femeninos y los masculinos. El
encuentro sexual incluye todo el cuerpo y los sentidos, en un tiempo suspendido y con la ilusión de pérdida
momentánea del propio contorno (los franceses se refieren al climax como pequeña muerte); en este encuentro cada
sujeto tendrá una modalidad propia, de acuerdo a su historia.

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