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EL MUNDO DE SOFÍA

CAPÍTULO 1: “EL JARDÍN DEL EDEN”

Sofía Amundsen volvía a casa después del instituto. La primera parte del camino la había
hecho en compañía de Jorunn. Sofía miró el buzón al abrir la verja de su jardín. Solía haber
un montón de cartas de propaganda, además de unos sobres grandes para su madre. Tenía
la costumbre de dejarlo todo en un montón sobre la mesa de la cocina, antes de subir a su
habitación para hacer los deberes. A su padre le llegaba únicamente alguna que otra carta del
banco, pero no era un padre normal y corriente. En la notita ponía: ¿Quién eres? No ponía
nada más. En realidad, no lo sabía. Era Sofía Amundsen, naturalmente, pero ¿quién era eso
–Soy Sofía Amundsen –dijo. La chica del espejo no contestó ni con el más leve gesto. Hiciera
lo que hiciera Sofía, la otra hacia exactamente lo mismo. Estoy en el mundo ahora, pensó.
Pero un día habré desaparecido del todo. ¿Habría alguna vida más allá de la muerte? ¿El
gato ignoraría también esa cuestión por completo? La abuela de Sofía había muerto hacía
poco. Casi a diario durante medio año había pensado cuánto la echaba de menos. ¿No era
triste que la mayoría de la gente tuviera que ponerse enferma para darse cuenta de lo
agradable que es vivir? ¿Necesitarían acaso una carta misteriosa en el buzón? Quizás
debiera mirar si había algo más en el buzón. También en este sobre ponía su nombre. Abrió el
sobre y sacó una nota igual que la primera. ¿De dónde viene el mundo?, ponía. No tengo la
más remota idea, pensó Sofía. Al fin y al cabo, algo tuvo que surgir en algún momento de
donde no había nada de nada. En el colegio aprendían que Dios había creado el mundo, y
ahora Sofía intentó aceptar esa solución al problema como la mejor. Pero volvió a pensar en
lo mismo. Podía aceptar que Dios había creado el universo, pero y el propio Dios, ¿qué? ¿Se
creó él a sí mismo partiendo de la nada? De nuevo había algo dentro de ella que se rebelaba.
El cartero acababa de dejar el correo del día. Sofía recogió un grueso montón de publicidad,
periódicos y un par de cartas para su madre. Sofía notó que se le aceleraba el pulso al leer el
nombre del destinatario: Hilde Moller Knag c/o Sofía Amundsen, Camino del Trébol 3...”. La
dirección era la correcta. La postal decía: Querida Hilde: Te felicito de todo corazón por tu
decimoquinto cumpleaños. Cómo puedes ver, quiero hacerte un regalo con el que podrás
crecer. Perdóname por enviar la postal a Sofía. Resulta más fácil así. Con todo cariño, papá.
¿Quién era esa Hilde que cumplía quince años poco más de un mes antes del día en que
también ella cumplía quince años? ¿Por qué un padre iba a enviar una felicitación a la
dirección de Sofía cuando estaba clarísimo que iba destinada a otra persona? ¿Qué padre
privaría a su hija de la ilusión de recibir una tarjeta de cumpleaños enviándola a otras señas?
¿Por qué resultaba «más fácil así»! Y ante todo: ¿cómo encontraría a Hilde? De esta manera
Sofía tuvo otro problema más en que meditar. Quien era Hilde Møller Knag y por qué
Sofía había recibido una felicitación de cumpleaños para aquella chica desconocida. Estaba
segura de que estos enigmas estaban, de alguna manera, relacionados entre sí, porque justo
hasta ese día había tenido una vida completamente normal.

CAPITULO 2: EL SOMBRERO DE COPA

Sofía dio por sentado que la persona que había escrito las cartas anónimas volvería a
ponerse en contacto con ella. Mientras tanto, optó por no decir nada a nadie sobre este
asunto. En el instituto le resultaba difícil concentrarse en lo que decía el profesor; le parecía
que sólo hablaba de cosas sin importancia. ¿Por qué no hablaba de lo que es el ser humano,
o de lo que es el mundo y de cuál fue su origen? Tuvo una sensación que jamás había tenido
antes: en el instituto y en todas partes la gente se interesaba solo por cosas más o menos
fortuitas. Pero también había algunas cuestiones grandes y difíciles cuyo estudio era mucho
más importante que las asignaturas corrientes del colegio. ¿Conocía alguien las respuestas a
preguntas de ese tipo? A Sofía, al menos, le parecía más importante pensar en ellas que
estudiarse de memoria los verbos irregulares. Cuando sonó la campana al terminar la última
clase, salió tan deprisa del patio que Jorunn tuvo que correr para alcanzarla. Al cabo de un
rato Jorunn dijo: –¿Vamos a jugar a las cartas esta tarde? Sofía se encogió de hombros. –
Creo que ya no me interesa mucho jugar a las cartas. Jorunn puso una cara como si se
hubiese caído la luna. –¿Ah, no? ¿Quieres que juguemos al badmington? Sofía mira fijamente
al asfalto y luego a su amiga. –Creo que tampoco me interesa mucho el badmington. –¡Pues
vale! Sofía detectó una sombra de amargura en la voz de Jorunn. –¿Me podrías decir
entonces qué es lo que tan de repente es mucho más importante? Sofía negó con la cabeza.
–Es... es un secreto. –¡Bah! ¡Seguro que te has enamorado! Anduvieron un buen rato sin
decir nada. Cuando llegaron al campo de fútbol, Jorunn dijo: –Cruzo por el campo. «Por el
campo» Ese era el camino más rápido para Jorunn, el que tomaba sólo cuando tenía que irse
rápidamente a casa para llegar a alguna reunión o al dentista. Sofía se sentía triste por haber
herido a su amiga. ¿Pero qué podría haberle contestado? ¿Qué de repente le interesaba
tanto quién era y de donde surge el mundo que no tenía tiempo de jugar al badmington? ¿Lo
habría entendido su amiga? ¿Por qué tenía que ser tan difícil interesarse por las cuestiones
más importantes y, de alguna manera, más corrientes de todas? Al abrir el buzón notó que el
corazón le latía más deprisa. Al principio, solo encontró una carta del banco v unos grandes
sobres amarillos para su madre. ¡Qué pena! Sofía había esperado ansiosa una nueva carta
del remitente desconocido. Al cerrar la puerta de la verja, descubrió su nombre en uno de los
sobres grandes. Al dorso, por donde se abría, ponía: Curso de filosofía. Trátese con mucho
cuidado. Sofía corrió por el camino de gravilla y dejó su mochila en la escalera. Metió las
demás cartas bajo el felpudo, salió corriendo al jardín y buscó refugio en el Callejón. Ahí tenía
que abrir el sobre grande. Sherekan vino corriendo detrás, pero no importaba. Sofía estaba
segura de que el gato no se chivaría. En el sobre había tres hojas grandes escritas a máquina
y unidas con un clip. Sofía empezó a leer.
PRIMERA PARTE “LA MENTE Y LA CONCIENCIA”

1. DESENTRAÑAR EL CEREBRO

EL CEREBRO DE BROCA

Pierre Paul Broca, documentó la historia de un paciente en apariencia normal, salvo que
sufría graves dificultades para hablar, sufría una lesión en su lóbulo temporal izquierdo, una
región del cerebro situada junto a la oreja izquierda. En 1874, el médico alemán Carl
Wernicke describió a los pacientes que sufrían el problema contrario, eran capaces de
articular las palabras con claridad, pero no podían entender la lengua escrita o hablada.
Gustav Fritsch demostró sistemáticamente que, al estimular eléctricamente el cerebro, el
hemisferio izquierdo era el que controlaba la parte derecha del cuerpo y viceversa. El doctor
Wilder Penfield comprobó que, si estimulaba ciertas zonas de la corteza con un electrodo,
respondían distintas partes del cuerpo.

UN MAPA DEL CEREBRO

Todos los lóbulos del cerebro se dedican a procesar las señales procedentes de los sentidos,
excepto uno: el lóbulo frontal, localizado detrás de la frente. El hemisferio derecho controla la
atención sensorial y la representación de nuestro propio cuerpo. El lóbulo occipital procesa la
información visual procedente de los ojos. El lóbulo temporal controla el lenguaje, así como el
reconocimiento visual de los rostros y determinados sentimientos emocionales.

EL CEREBRO EN EVOLUCION

El doctor Paul MacLean, del Instituto Nacional de la Salud Mental aplicó la teoría de la
evolución de Charles Darwin al cerebro. El tronco encefálico, el cerebelo y los ganglios
basales, son prácticamente idénticas al cerebro de los reptiles. A medida que evolucionamos
de reptiles a mamíferos, el cerebro también se volvió más complejo. Nos encontramos aquí
con el «cerebro mamífero». Finalmente, desde un punto de vista evolutivo, la estructura más
reciente de la corteza cerebral es la neocorteza, que controla los comportamientos cognitivos
más elevados. En cierto sentido, el cerebro humano es como un museo que conserva los
vestigios de todos los estadios previos de nuestra evolución a lo largo de millones de años.

OPTOGENÉTICA - ILUMINANDO EL CEREBRO

Como una varita mágica, permite activar ciertas vías que controlan nuestro comportamiento
haciendo incidir un haz de luz sobre el cerebro. Se puede introducir directamente en una
neurona, con precisión quirúrgica, un gen sensible a la luz que hace que la célula se dispare.
A continuación, se enciende el haz de luz y la neurona se activa. Y, lo que es más importante,
esto permite a los científicos excitar esos recorridos, de manera que pueden activar y
desactivar determinados comportamientos con pulsar un interruptor.

EL CEREBRO TRANSPARENTE

A escala celular, cada célula por separado es transparente, y todos sus componentes
microscópicos están completamente a la vista. Sin embargo, cuando miles de millones de
células se unen para formar órganos como el cerebro, la adición de lípidos (grasas, aceites,
ceras y compuestos químicos no solubles en agua) contribuye a hacer que el órgano sea
opaco. Si se introduce el cerebro en una solución jabonosa y se aplica un campo eléctrico, se
puede lavar la solución, que arrastra con ella los lípidos, dejando así el cerebro transparente.
Si se añaden tintes, se pueden volver visibles las vías nerviosas. Hacer que un tejido se
vuelva transparente no es nada nuevo, pero fue necesaria una gran inventiva para conseguir
establecer las condiciones precisas necesarias para lograr que todo el cerebro se volviese
transparente

¿ES REALMENTE REAL LA «REALIDAD»?

Todo el mundo conoce la expresión «ver para creer». Y, sin embargo, mucho de lo que vemos
es en realidad una ilusión. En nuestro campo de visión hay un gran punto ciego, que se
corresponde con la ubicación del nervio óptico en la retina. Deberíamos ver esta gran mancha
negra y fea dondequiera que miremos, pero el cerebro disimula calculando un promedio. Eso
significa que parte de nuestra visión es en realidad una falsificación que nuestra mente
subconsciente produce para engañarnos

LA PARADOJA DEL CEREBRO DIVIDIDO

Una característica notable del cerebro es que está formado por dos hemisferios, casi
idénticos. Desde hace mucho tiempo, los científicos se preguntan el porqué de esta
redundancia innecesaria, puesto que el cerebro puede funcionar incluso si se le extirpa por
completo uno de los hemisferios. Ninguna estructura corporativa normal tiene esta extraña
característica. Además, si cada hemisferio posee conciencia, ¿significa esto que tenemos dos
centros de conciencia separados dentro de un único cráneo? El doctor Roger W. Sperry, del
Instituto Tecnológico de California, obtuvo el Premio Nobel en 1981 por demostrar que los dos
hemisferios cerebrales no son copias exactas, sino que, de hecho, realizan tareas distintas.
Este descubrimiento causó sensación en neurología.

¿QUIÉN MANDA AQUÍ?

Una persona que ha dedicado un tiempo considerable a la investigación para comprender el


problema de la mente subconsciente es el doctor David Eagleman, neurocientífico en el
Baylor College of Medicine. Cuando lo entrevisté, le pregunté por qué si la mayoría de
nuestros procesos mentales son subconscientes ignoramos este importante hecho. Nuestras
decisiones a la hora de votar en unas elecciones o de elegir pareja, amigos o carrera
profesional están influidas por cosas de las que no somos conscientes. Esto significa también
que podemos pensar que la «realidad» es solo una aproximación que el cerebro crea para
rellenar los huecos. Cada uno de nosotros ve la realidad de manera ligeramente distinta.

2. LA CONCIENCIA VISTA POR UN FÍSICO


CÓMO ENTIENDEN LOS FÍSICOS EL UNIVERSO
En física, el modelo se describe mediante una serie de parámetros. A continuación, el físico
utiliza el modelo para predecir su evolución futura simulando sus movimientos. Después se
puede crear un modelo mejor, utilizando parámetros más sofisticados, y simular asimismo su
evolución temporal. Hoy en día, con ordenadores, podemos ejecutar simulaciones de este
modelo hacia el futuro y crear vistosas imágenes que representan las colisiones de agujeros
negros. Incorporemos esta estrategia básica a una nueva teoría de la conciencia.

DEFINICIÓN DE CONCIENCIA

Tomo prestados diversos fragmentos de descripciones ya existentes de la conciencia en los


campos de la neurología y la biología para definirla como sigue: «Conciencia» es el proceso
de crear un modelo del mundo a partir de múltiples bucles de retroalimentación basados en
distintos parámetros para lograr un objetivo. La llamo «teoría espaciotemporal de la
conciencia», porque hace hincapié en la idea de que los animales crean un modelo del mundo
principalmente en relación con el espacio y con los demás individuos, mientras que los
humanos van más allá y crean un modelo del mundo en relación con el tiempo, tanto hacia
delante como hacia atrás.

¿POR QUÉ TENEMOS EMOCIONES?

Todas las teorías deben ser falsables. El desafío al que se enfrenta la teoría espaciotemporal
de la conciencia es el de explicar todos los aspectos de la conciencia humana dentro de este
marco. Será falsable si existen determinados patrones de pensamiento que no encajen en la
teoría. Pero planteémonos lo siguiente: buena parte del humor, como cuando se cuenta un
chiste, depende de cómo termine la historia. Cuando escuchamos un chiste no podemos
evitar simular el futuro y completar la historia por nuestra cuenta. Sabemos lo suficiente sobre
el mundo físico y social para anticipar el final, por eso soltamos una carcajada cuando el
chiste termina con una conclusión totalmente inesperada.

¿POR QUÉ COTILLEAMOS Y JUGAMOS?

El cotilleo es fundamental para la supervivencia, porque los complejos mecanismos de las


relaciones sociales están siempre evolucionando, por lo que tenemos que hacernos una idea
de este terreno social en cambio continuo. Este es un ejemplo de conciencia de nivel II en
acción. Pero, en cuanto oímos algún chisme, realizamos simulaciones para saber cómo
afectará a nuestra posición en la comunidad. Entonces pasa a la conciencia de nivel III. De
hecho, hace miles de años, los cotilleos eran la única manera de conseguir información vital
sobre la tribu. A menudo, nuestra propia vida dependía de que estuviésemos al tanto del
último chisme

NIVEL I: FLUJO DE CONCIENCIA

Probablemente, los humanos seamos los únicos en el planeta que operamos en todos los
niveles de conciencia. El flujo de conciencia de nivel I es en gran medida la interacción entre
la corteza prefrontal y el tálamo. Cuando damos un paseo por el parque somos conscientes
de los olores de las plantas, la sensación de una brisa ligera, los estímulos visuales de la luz,
etcétera. Las señales se procesan en las cortezas correspondientes y después pasan a la
corteza prefrontal, donde finalmente tomamos conciencia de todas estas sensaciones.

NIVEL II: ENCONTRAR NUESTRO LUGAR EN LA SOCIEDAD

La conciencia de nivel II, en esencia, consiste en la reacción de la amígdala, el hipocampo y


la corteza prefrontal. Pero, más allá de limitarse a reconocer a otras personas, el cerebro
posee la misteriosa capacidad de adivinar en qué están pensando. Es lo que se denomina
«teoría de la mente», propuesta inicialmente por el doctor David Premack, y que consiste en
la capacidad de deducir los pensamientos de los demás, permite formar alianzas con
terceros, neutralizar a nuestros enemigos y consolidar nuestras amistades, lo que hace que
aumente notablemente nuestro poder y la probabilidad de que sobrevivamos y encontremos
pareja.

NIVEL III: SIMULAR EL FUTURO

Se asocia principalmente con el Homo sapiens, es la conciencia de nivel III, en la que,


partiendo de nuestro modelo del mundo, realizamos simulaciones hacia el futuro. Para
hacerlo, analizamos nuestros recuerdos de personas y eventos, y simulamos el futuro
enlazando múltiples relaciones causales hasta formar un árbol «causal». Por una parte, las
simulaciones del futuro pueden producir resultados deseables y placenteros, en cuyo caso se
activan los centros del placer en el cerebro (en el núcleo accumbens y el hipotálamo

¿DÓNDE ESTOY «YO»?

Probablemente exista una parte específica del cerebro cuya función sea la de unificar las
señales de ambos hemisferios para crear una sensación del propio yo continua y coherente.
El doctor Todd Heatherton, psicólogo en la Universidad de Dartmouth, cree que esta región
está situada en el interior de la corteza prefrontal y se denomina «corteza prefrontal medial».
El doctor Carl Zimmer, biólogo, escribe: «La corteza prefrontal medial podría desempeñar
para el yo el mismo papel que el hipocampo tiene para la memoria […], podría estar tejiendo
continuamente la sensación de ser quienes somos». 9 Dicho de otra manera, puede que esta
sea la vía de acceso al concepto del «yo», la región central del cerebro que combina, integra
e imagina una narrativa unificada de quiénes somos.

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