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lí. PADRE DE LA IGLESIA — DOCTOR DE LA IGLESIA — 4. Antiquiías: deben pertenecer al período de la antigüedad ecle-
ESCRITOR ECLESIÁSTICO siástica.
El papa Bonifacio VIII confirió en 1295, por primera vez, a Ambro-
1 El concepto «Padre de la Iglesia» subraya un aspecto de la com- sio, Jerónimo, Agustín y Gregorio Magno —Padres de la Iglesia lati-
pleja concepción de padre. Presenta al obispo como auténtico transmi- nos— el título honorífico de «Doctor de la Iglesia». El papa Pío V, en
sor y garante de la fe verdadera que, en la sucesión ininterrumpida de su breviario del año 1568, elevó al mismo rango a los Padres griegos
los apóstoles y en la comunión con la Iglesia, conserva la continuidad y Atanasio, Basilio el Grande, Gregorio de Nacianzo y Juan Crisósto-
uaidad de la fe. Él es el maestro fiable de la fe al que se puede recurrir mo. Se les venera desde entonces como los «cuatro grandes doctores de
en caso de duda. Como es natural, esta autoridad no hace que el Padre la Iglesia de Occidente y de Oriente». Y, como tales, han sido tema de
de la Iglesia concreto sea infalible en todo instante. Él debe atenerse a muchas representaciones artísticas. El concepto de Doctor de la Iglesia j !
la Sagrada Escritura y a la regula fidei de la Iglesia universal. Y cuan- concuerda con el de Padre de la Iglesia, sin estar restringido a la Anti- 1
do sintoniza plenamente con ellas es testigo auténtico de la fe y de güedad. Suple al cuarto criterio la descollante prestación científica (emi-
la doctrina de la Iglesia. Por eso, a partir del siglo iv, los obispos que' nens doctrina). La elevación expresa de Padres de la Iglesia a Doctores
se habían significado de manera especial en !a transmisión, explicación de la Iglesia quiere destacar y honrar su extraordinaria importancia
y defensa de la fe —comenzando por los obispos del concilio de Nicea como transmisores sobresalientes de la fe y de la doctrina de la Igle-
(325)— recibieron el título de «Padres de la Iglesia» o de «Santos sia. Se concedió tal título en 1722 a Isidoro de Sevilla, en 1729 a Pedro
Padres». Basilio el Grande adjuntó por primera vez, en el sentido de Crisólogo, en 1754 a León Magno, en 1851 a Hilario de Poitiers, en 1882
«prueba patrística» (argumentado patrística), a su obra De spiritu «me- a Cirilo de Alejandría y a Cirilo de Jerusalén, en 1890 a Juan de Damas-
to (374/375) una lista de Padres de la Iglesia en apoyo de su opinión doc- co, en 1920 a Efrén Siró.
trinal [capítulo 29]. Agustín utilizó el argumento patrístico a partir del A los escritores cristianos antiguos que no cumplen uno o varios
año 412, sobre todo en la controversia con el pelagianismo. Y, durante de los tres primeros criterios, pero que pertenecen a la Iglesia católica,
el concilio de Éfeso (431), Cirilo de Alejandría, para demostrar su se les denomina «escritores eclesiásticos». Los restantes escritos anti-
propia ortodoxia, mandó leer públicamente extractos de obras de Padres guos cristianos y también no eclesiásticos (por ejemplo, apócrifos, obras
El concilio aceptó oficialmente esos extractos y los recogió en sus actas.1 heréticas, etc.) constituyen el amplio campo de la literatura del «cris-1
Por último, Vicente de Lérins acuñó en su Commonitorium (434) el tianismo temprano» o del «cristianismo antiguo».
término clásico de magistri probabiles, y desarrolló la teoría del argu- Ha sido en la época moderna cuando se ha restringido el término
mento patrístico [capítulo 41]. «Padre» a la Antigüedad. Todavía Jean Mabillon (1632-1707) conside-
Debido a su singular importancia como testigos privilegiados de la ró a Bernardo de Claraval (t 1153) como el último de los Padres. Y Jac-
tradición viva de la Iglesia, se define tradicionalmente a los Padres de ques-Paul Migne (1800-1875) concluyó su monumental colección de
la Iglesia según cuatro criterios; la Patrología Graeca con Genadio II de Constantinopla (t después de
1472), incluye por tanto toda la literatura bizantina; y cierra la Pairo-
( 1. Doctrina orthodoxa: toda su teología debe estar en comunión logia Latina con el papa Inocencio III (t 1216). Hoy se acepta la res-
doctrinal con la Iglesia. Pero eso no significa inerrancia absoluta en todos tricción a la Antigüedad, pero no está exenta de controversia su deli-
los pormenores. mitación cronológica. Los manuales tradicionales —y también éste—
2. Sanctitas vitae: santidad en el sentido de la Iglesia antigua, en la cierran para Occidente con Isidoro de Sevilla (t 636) y para Oriente con
que la veneración de los santos no se basaba en una canonización expre- Juan de Damasco (t h. 750). Pero son cada día más numerosas las voces
sa, sino en el reconocimiento y veneración de la vida ejemplar por el que, esgrimiendo razones de peso, abogan por poner el límite de la épo-
pueblo fiel. ca de los Padres a mediados o a finales del siglo v. Con todo, esas voces
1 3. Approbatio ecclesiae: el reconocimiento, no necesariamente no han logrado imponerse aún. (Para la periodización de la.patrística,
expreso, de la persona y de su doctrina por la Iglesia. cf. las introducciones de las partes 2 a 4.)
1. Cf. B. Studer, «ArgumenMtion, patrisíic»: EECh 172; B. Studer.Síoria della Teo-
logía, I. Época patrística, Cásale Monferrato 1993,457-461.
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III. PATROLOGÍA — PATRÍSTICA - HISTORIA ta toda la literatura cristiana antigua en todos sus aspectos y con todos
DE LA LITERATURA los métodos adecuados.
LA LITERATURA APOSTÓLICA
Y POSTAPOSTÓLICA
INTRODUCCIÓN
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c) En la catcquesis para transmitir la fe dentro de la comunidad y , E: A. Resch =TU 5/4 (1899);TU 30/3-4 (1906).— M. Asín y
para adoctrinar a los recién convertidos; en especial para preparar a la Palacios: PO 13/3 (1916) 327-431; 19/4 (1926) 529-624.—E. Klos-
recepción del bautismo, como, por ejemplo, las primeras fórmulas bre- termann = KIT8 (31929): 11 (21911).—A. <Je Santos Otero = BAC
ves del Credo (Hch 8,37) y la fórmula bautismal Mt 28,19. 148 (91996) 102-116.
d) En la predicación misionera como fórmulas kerigmáticas que T: O. Hofius: W. Schneemelcher, Neutestameniliche Apokry-
resumen las homilías misionales (ITes l,9s) o delimitan de modo polé- phen in deutscher Übersetzung I,Tb 51987,76-79.
mico y proclamador el monoteísmo cristiano frente al politeísmo (acla- L: artículos de léxicos: O. Hofius: TRE 2 (1978) 103-110.—
maciones EÍg, ICor 8,6). M. G. Mará: EECh 118.
Estudios (en parte con recopilaciones de textos): I H. Ropes,
L: Ph. Vielhauer, Geschichte der urchristlichen Literalur. Einleitung in
Die Sprüche Jesu, c';? in den kanonischen Évangelien nichí über-
das Neue Testament, die Apokryphen und die Apostolischen
Valer, B — NY 1975,9-57. liefertsind. Eine kncische Bearbeitung des von D. Alfred Resch
gesammelten Materials =TU 14/2 (1896).— J. Jeremías (con cola-
e) Constituye una categoría literaria específica la tradición oral de boración de O. Hofius), Unbekannte Jesusworte = BFChTh 45/2
dichos y hechos de Jesús, recogida en buena medida, pero no de forma (31963).— F. Bovon / H. Koester, Cénese de iécriture chrétien-
completa, en la redacción de los cuatro evangelios canónicos. Existen ne,1\i 1991.— J. K. Elliott, «Non-Canonical Sayings of Jesús in
los llamados «Agrapha» (áyQacpog = no escrito), dichos del Señor que Patristic Works and in the New Testament Manuscript Tradición»:
se han conservado no en los evangelios canónicos, sino en otras fuen- R. Gryson (ed.), Philologia sacra (FS H. J. Frede / W. Thiele) =
tes, a veces muy posteriores: en los restantes escritos del Nuevo Testa- VL 24/2 (1993) 343-354.
mento (por ejemplo, Hch 20,35: «Tened presentes las palabras del Señor
Jesús, cuando dijo: Mucha mayor dicha es el dar que el recibir»), en
los apócrifos neotestamentarios, en los escritos de los Padres de la Igle-
sia e incluso en obras islámicas. Especialmente fértiles al respecto son IL LOS GÉNEROS LITERARIOS DE LA
los papiros descubiertos entre los años 1897 y 1928 en Oxyrhynchos LITERATURA APOSTÓLICA
(doscientos kilómetros al sur de E! Cairo) y el gnóstico Evangelio de
Tomás, descubierto en 1945 en Nag Hammadi y que contiene una colec-
ción de 114 dichos del Señor (cf. capítulo 1.1. C). El escrito más antiguo de literatura cristiana que poseemos es la
Muchos «agrapha» nacieron como creaciones libres, tendenciosas, ,^ Primera Carta a los tesalonicenses, del apóstol Pablo, escrita en el año
de ciertos grupos y sectas a fin de apoyar sus propias doctrinas especia- 51/51 en Corinto. Vienen luego las restantes cartas auténticas de Pablo
les. Otros vieron la luz como ampliaciones y derivaciones de los evan- a los gálatas, a los corintios, a los füipenses, a Filemón y a los romanos.
gelios canónicos. Y queda un pequeño número, considerado como autén- Ellas permiten comprender bien cómo nació la literatura cristiana: no
tico y que es lícito colocar al lado de los evangelios canónicos. A decir con la intención de componer una obra literaria, sino como respuesta a
verdad, no comunican nada que no sepamos por los evangelios canóni- una necesidad práctica. La propagación creciente del cristianismo difi-
cos, pero confirman los testimonios auténticos de la predicación de Jesús. cultaba de modo creciente el contacto personal; la forma escrita de la
En los «agrapha» se pone de manifiesto con claridad singular lo carta debía sustituirlo. Por tanto, la verdadera carta no pertenece en
que vale para toda la tradición oral del cristianismo: que ésta no ter- principio a la literatura. Eso no significa que esas cartas, en cuanto a
mina cuando nace la literatura cristiana, sino que continúa paralela a su forma, tengan que ser no literarias. La cultura griega y romana había
está —sobre todo en la liturgia y en la catcquesis— a lo largo de los desarrollado antes de la llegada del cristianismo una cultura de la escri-
siglos, de modo que hay que contar con que ella influyó de continuo en tura de cartas con perfiles literarios fijos que eran respetados en la corres-
los escritos y en la teología de los Padres. pondencia culta, por no hablar de los formularios de la dirección, tra-
tamiento, fórmulas de saludo, etc. (cf. Excurso 2). La verdadera carta
B: J. H. Charlesworth, «The New Testament Apocrypha and documenta un cierto radio que va desde la carta privada a una persona
Pseudepigrapha: a guide to publications, with excursuses on apo- concreta hasta la carta pública dirigida a toda la población. En ocasio-
calypses» = ATLA.BS 17 (1987) 138-155. nes, el autor sabe o sospecha que su carta es conservada y considerada
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como literatura, y la estiliza como corresponde. Estas diferencias se pue- Finalmente, como cuarto género de la literatura apostólica, nacie-
den constatar también en la cartas cristianas primitivas, algunas de las ron las Apocalipsis. La primera de ellas fue la de Juan, a finales del siglo i.
cuales están dirigidas a comunidades enteras; están pensadas para ser Son revelaciones proféticas del tiempo final, y pretenden advertir que
dadas a conocer públicamente en el culto y para ser remitidas a otras el final del mundo es inminente; pero también quieren insuflar ánimo
comunidades. Por eso tienen el carácter de escrito de exhortación y de en las persecuciones y sufrimientos de ese tiempo final. En cuanto a
predicación para todos los cristianos. contenido y estilo siguen a los modelos literarios de la apocalíptica que
Unos veinte años más tarde, aproximadamente a partir del año 70, experimentó un pujante desarrollo en el judaismo tardío.
nació el segundo género de la literatura cristiana, los evangelios, debi-
do a otra necesidad de comunicación, la de conservar para las genera-
ciones venideras la auténtica doctrina de Cristo. Cuarenta años después
de la muerte y resurrección de Cristo, los cristianos comprendieron que
se habían equivocado al esperar que el retorno del Mesías sería inmi-
nente. Iban muriendo los testigos oculares, y los grupos concretos se
remitían con frecuencia creciente a tradiciones orales divergentes. De
ahí, la necesidad de fijar por escrito el verdadero evangelio. Diversos
autores, en diferentes lugares y bajo presupuestos distintos, se lanzaron
a esa tarea. Así nació hacia el año 70, en una comunidad helenista, el
evangelio de Marcos. Era el primero en ver la luz. Hacia el año 80 apa-
reció el evangelio de Lucas. Entre los años 90 y 95 nació el evangelio de
Mateo en una comunidad judeocristiana; y hacia el año 100, el evan-
gelio de Juan. Los evangelistas informan de la vida y doctrina de Jesús
desde su nacimiento o desde el comienzo de su vida pública hasta su
resurrección. Sin embargo, no les guía un interés cronológico o histo-
rizador, sino que, inspirados por su fe, se basan en la reflexión teológi-
ca y en la experiencia de las comunidades. Su objetivo es hacer una expo-
sición teológica y catequética de la fe. Marcos, por ejemplo, quiere
explicar el secreto mesiánico. Por eso comienza exponiendo cómo Juan
el Bautista prepara la primera actuación pública del Mesías, y nos narra el
bautismo de Jesús. Mateo, en cambio, está interesado en mostrar cómo
el Antiguo Testamento se consuma en el Nuevo; acentúa la filiación divi-
na y soberanía de Jesús. Por eso comienza con la genealogía de Jesús
arrancando desde los patriarcas. Todos los evangelios ofrecen una selec-
ción de materiales, estructura y modo de exposición específicos. Y ela-
boran piezas de tradición llegadas hasta ellos.
La intención de Lucas se revela en que él compuso su evangelio
como primer libro de una obra doble de la que Hechos de los Apósto-
les forma parte como elemento integral. Esta última obra creó un nue-
vo y tercer género literario del Nuevo Testamento. Como dice expre-
samente en el proemio de su evangelio (1,1-4), Lucas quiere ofrecer un
relato histórico, investigado con precisión, de la historia de la salvación.
El relato va desde la anunciación del Mesías hasta su ascensión a los
cielos y cuenta luego la posterior difusión de la salvación en el mundo
entero por medio de los hechos de los Apóstoles.
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