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La violencia familiar y su

tratamiento en el
derecho peruano

Violeta Bermúdez Valdivia

Abogada, con estudios de Maestría en Derecho


Constitucional en la Pohtificia Universidad Católica del Perú.
Especialista en derechos de la mujer.

La violencia contra las mujeres en el ámbito de las relaciones familiares es un problema


reiterado y de antecedentes remotos; sin embargo, es bastante reciente el interés de la
sociedad y del Estado por proteger a las mujeres que son víctimas de violencia cotidiana. La
reacción inicial de las autoridades y de la comunidad fue la de mostrarse renuentes a
intervenir en este problema, bajo el pretexto de preservar el derecho a la intimidad de las
familias y de sus integrantes. Pasó mucho tiempo antes de que se pensara en la adopción
de legislaciones especiales que abordaran el asunto. En América Latina y El Caribe, la pri-
mera norma que intenta responder a este problema es la Ley 59 de Puerto Rico denomina-
da Ley para la Prevención e Intervención con la violencia doméstica, promulgada en 1989.
Desde entonces, se ha producido un singular avance en el debate internacional so-
bre los derechos humanos de las mujeres, específicamente en la II Conferencia Mundial
sobre Derechos Humanos (Viena, junio de 1993), que aprobó el Programa de Acción de
Viena, documento que reconoció que la violencia contra las mujeres es una violación a los
derechos humanos. Posteriormente, en diciembre del mismo año, las Naciones Unidas adop-
taron la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y en junio de
1994, la Organización de Estados Americanos adoptó la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Todo ello impulsó un proceso de
producción normativa contra la violencia a la mujer en la familia que viene teniendo por
resultado la aprobación de leyes sobre la materia en trece países'.
En general, las opciones legislativas para enfrentar la violencia contra las mujeres en
las relaciones familiares no protegen exclusivamente a este sector de la población, pues las

Cuentan con leyes especiales sobre violencia familiar los siguientes países: Puerto Rico (agosto, 1989), Perú (diciembre, 1993;
modificada en marzo de 1997), Chile (agosto, 1994), Argentina (diciembre,1994), Panamá (junio 1995), Ecuador (noviembre 1995),
Bolivia (diciembre 1995), Costa Rica (marzo, 1996), Colombia (julio 1996), Nicaragua (octubre 1996),Guatemala (octubre,1996), El
Salvador (diciembre, 1996) y República Dominicana (enero, 1997).

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VIOLETA BERMÚDEZ VALDIVIA

respuestas o mecanismos que proponen pueden ser utilizados indistintamente por varones
o mujeres y sus posibilidades se extienden a otros integrantes del grupo familiar. De ahí que
la mayoría de leyes aprobadas aludan a la violencia familiar, intrafamiliar o doméstica. Sin
embargo, conviene tener presente que las usuarias por excelencia de este tipo de recursos
son las mujeres, debido a que la violencia al interior de las relaciones familiares se dirige
fundamentalmente contra ellas y tiene como agresores —en la mayoría de casos— a los
varones (cónyuges, convivientes o no, hayan o no procreado hijos, etc.).

1 . La violencia familiar: alcances conceptuales

Como se ha indicado anteriormente, las manifestaciones de violencia familiar se producen


fundamentalmente en contra de las mujeres, y es entendida como la más cruel manifesta-
ción de la discriminación, pues supone de un lado, la existencia de relaciones asimétricas e
inequitativas en las relaciones entre hombres y mujeres y un ejercicio abusivo del poder de
los primeros contra las segundas. De otro lado, tiene como correlato la subordinación de lo
femenino y su desvalorización'. Esta forma de discriminación cobra diversas manifestacio-
nes siendo considerada la más grave: la violencia contra la mujer en la familia, tanto por sus
dimensiones como por las personas involucradas'.
Entre las causas que originan esta forma de violencia se identifica el "sistema de
relaciones de género que postula que los hombres son superiores a las mujeres. La idea de
la dominación masculina —incluso de las mujeres como propiedad del hombre— está pre-
sente en la mayoría de las sociedades y se refleja en sus leyes y costumbres"4. Esto significa
que las situaciones de violencia contra la mujer en el ámbito familiar no son hechos aisla-
dos, sino que forman parte de un conjunto de relaciones sociales y valores culturales que
ubican a las mujeres en una situación de subordinación y dependencia respecto del varón.
Igualmente, este sistema de relaciones se reproduce a través de la socialización y el apren-
dizaje cotidiano de roles asignados a varones y mujeres, construyendo personalidades agre-
sivas y dominantes de un lado y sumisas y dependientes de otro.
La identificación de estas causas es producto de estudios relativamente recientes que
han permitido reconocer qu.e la violencia contra las mujeres es un grave obstáctilo para el
desarrollo humano y la paz mundial, pues constituye una barrera que impide lograr una
calidad de vida digna, saludable, en igualdad de oportunidades.
La violencia como problema de desarrollo está vinculada a la necesidad de compren-
derlo no sólo como un problema socioeconómico', sino igualmente como un aspecto de

Cfr. Rico, Nieves. "Violencia de género: un problema de derechos humanos". Comisión Económica para América Latina, Serie Mujer
y Desarrollo, N° 16. Santiago de Chile, 1996; p. 8.
En 1980, Naciones Unidas calificó a la Violencia contra la mujer como el "crimen encubierto más numeroso del mundo". Citado
por: Falcón, Lidia. "Violencia contra la mujer". Vindicación Feminista publicaciones. Madrid, 1991; p. 41.
4Heisse, Lori, Pitanguy, Jacqueline; Germain, Adrieene. "Violencia contra la mujer: la carga oculta de salud". Programa Mujer, Salud
y Desarrollo. Organización Panamericana de la Salud. Washington D.C., noviembre de 1994; p. 2.
sMayor información sobre las implicancias de la violencia de género para el desarrollo socioeconómico las encontramos desarrolla-
das en: Heisse, Op.cit.; pp. 33-34.

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LA VIOLENCIA FAMILIAR Y SU TRATAMIENTO EN EL DERECHO PERUANO

fortalecimiento y crecimiento humano6. La violencia contra la mujer impide el desarrollo


pleno de sus capacidades ya que sus efectos producen una gran alteración en la autoesti-
ma, ocasiona sentimientos de minusvalía, de vergüenza, de culpa, de inseguridad'. De esta
manera, la violencia atenta y lesiona la salud de la mujer8, limita su capacidad de participa-
ción en la familia y en la sociedad. Por ello, esta forma de violencia es considerada en
diversos estudios como "un síndrome cuyos efectos incluyen tanto las lesiones físicas que
pudieran ser consecuencias de estas agresiones —las mismas que van desde las levísimas, es
decir, simples moretones, hasta las que ponen en peligro la vida o provocan la muerte—,
como la disminución de la autoestima de la víctima y, por lo tanto, la disminución de su
capacidad de respuesta a las responsabilidades que la sociedad le reclama"9.
Adicionalmente, investigaciones realizadas desde el campo de la salud nos informan
de otros problemas. Así, se afirma que las personas sometidas a situaciones crónicas de
violencia dentro del hogar "presentan un debilitamiento gradual de sus defensas físicas y
psicológicas, lo cual se traduce en un incremento de los problemas de salud (enfermedades
psicosomáticas, depresión, etc.). Estas personas también registran una marcada disminu-
ción en su rendimiento intelectual que afecta sus actividades laborales y educativas (ausen-
tismo, dificultad de concentración); los niños y adolescentes que son víctimas o testigos de
la violencia intrafamiliar frecuentemente presentan trastornos de conducta escolar y difi-
cultades en el aprendizaje(...)"1°.
Resulta evidente, en consecuencia, que las repercusiones de la violencia trascienden
los nefastos efectos sobre la vida y la salud física y mental de las personas que la padecen.
Su impacto tiene además efectos sociales y hasta económicos si tenemos en cuenta el alto
costo de los servicios legales, de salud y sociales que se requieren para la atención de estos
casos de violencia.
Por consideraciones de este carácter, actualmente este problema es reconocido como
una violación de los derechos humanos" que atenta "el derecho a la identidad, puesto que
refuerza y reproduce la subordinación de la mujer al varón, así como la distorsión del ser
humano; del derecho al afecto, debido a que la violencia es la antítesis de toda manifesta-
ción de esa índole, del derecho a la paz y a relaciones personales enriquecedoras, ya que es
una forma negativa de resolución de conflictos; del derecho a la protección, debido a que
crea una situación de desamparo, que no proviene sólo del esposo y la familia sino también
del Estado, que niega protección a las mujeres, y de la sociedad que invisibiliza el proble-
ma; del derecho al desarrollo personal, puesto que las víctimas sufren una parálisis psicoló-
gica que les impide desarrollar su potencial creativo; del derecho a la participación social y
política, debido a que coarta la realización de actividades extradomésticas (con excepción

6 Bunch, Charlotte. "Los derechos de la mujer como derechos humanos: hacia una revisión de los derechos humanos". En: "Violencia
de género. Un problema de desarrollo y derechos humanos". Center for Women's Global Leadership. USA, agosto 1995; p. 15.
' Galeana, Patricia. "La Violencia Intrafamiliar como delito tipificado. Un proyecto pendiente". En: "Memoria de la reunión nacional
sobre derechos humanos de la mujer". Comisión Nacional de Derechos Humanos, México, 1995; p. 21.
Cfr. Heisse, Lori L. with Jacqueline Pintanguy and Adrienne Germain. "Violence against Women. The Hidden Health Burden" World
Bank discussion papers. The World Bank, WaShington D.C., 1994; pp. 17-22.
9 Pérez Duarte, Alicia Elena. "Las víctimas de la Violencia Intrafamiliar". En: ''Memorias de la reunión nacional sobre derechos de las

mujeres". Comisión Nacional de Derechos Humanos. México, 1995; p. 27.


u' Cfr. Corsi, Jorge. "Abuso y victimización de la mujer en el contexto conyugal". En: "Las mujeres en la Imaginación colectiva. Una
historia de discriminación y resistencias". Paidós, Buenos Aires, 1992; p. 86.
Cfr Declaración y Programa de Acción de Viena. II Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos, Viena, 1993.

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VIOLETA BERMÚDEZ VALDIVIA

de las mínimas relacionadas con los roles tradicionales), como la participación en organiza-
ciones, grupos o reuniones; del derecho a la libertad de expresión, y del derecho a una
salud física y mental óptima"12.

2. Tratamiento normativo de la violencia familiar en el Derecho Comparado

El objetivo de las leyes contra la violencia familiar es la protección de los integrantes del
grupo familiar —conviviente o no—, frente a cualquier forma de violencia que se produzca
en el contexto de las relaciones familiares. Sin embargo, los datos oficiales del registro de
este tipo de agresiones informan que en todos los países, las víctimas "por excelencia" de
estos casos son mujeres y, en consecuencia, las usuarias de esta normatividad pertenecen a
este grupo humano.
A continuación las denominaciones de las leyes vigentes:

• PUERTO RICO: Ley 54 del 15.08.1989 Ley para la Prevención e Intervención con la
Violencia Doméstica.
• PERÚ: Ley 26260 del 24.12.93, modificada por la Ley 26763 de 1997, Ley sobre
política del Estado y de la Sociedad frente a la Violencia Familiar.
• CHILE: Ley 19.325 del 27.08.94, Ley sobre violencia intrafamiliar.
• ARGENTINA: Ley 24.417 del 07.12.94, Ley sobre protección contra la violencia
familiar.
• PANAMÁ: Ley 27 del 16.06.95, Delitos de violencia intrafamiliar y maltrato a
menores.
• ECUADOR: Registro Oficial N° 839 del 14.11.95, Ley contra la violencia a la
mujer y la familia.
• BOLIVIA: Ley 1674 del 15.12.95; Ley contra la violencia en la familia o doméstica.
• COSTA RICA: Ley 7586 del 25.03.96, Ley contra la Violencia doméstica.
• COLOMBIA: Ley 294 del 16.7.96, Normas para prevenir, remediar y sancionar la
violencia intrafamiliar.
• NICARAGUA: Ley N° 230 del 09.10.96, Ley de Reformas y adiciones al Código
Penal.
• GUATEMALA: Decreto N° 97-96 del 24.10.96, Ley para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia intrafamiliar.
• EL SALVADOR: Decreto N° 902 del 28.12.96, Ley contra la Violencia Intrafamiliar.
• REPÚBLICA DOMINICANA: Ley N° 24 del 27.01.97, Ley mediante la cual se mo-
difican varios artículos del Código Penal.

Cabe indicar igualmente que en los últimos años en América Latina existe la tenden-
cia a evitar el uso del término de "violencia doméstica" y reemplazarlo por violencia fami-
liar, intrafamiliar, o más propiamente violencia contra la mujer en la familia; por cuanto, en

'2 Rico, Nieves. Op.cit.; pp. 14-15.

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LA VIOLENCIA FAMIUAR Y SU TRATAMIENTO EN EL DERECHO PERUANO

nuestra región, el término "doméstico" alude al espacio físico de residencia de la víctima y


en muchos casos, este tipo de agresiones se producen, igualmente, en otros espacios fre-
cuentados por las víctimas: centros de estudio, trabajo, barrio, etc.

2.1 Definición legal de la violencia familiar

Se entiende por violencia familiar a las agresiones o maltratos físicos y/o psicológicos infe-
ridos contra uno o más integrantes del grupo familiar, conviviente o no. En algunos países,
la definición comprende adicionalmente a las agresiones sexuales, como en los casos de
Puerto Rico, que alude a la agresión sexual conyugal; Panamá, que considera a la violencia
sexual en el caso de los menores; Ecuador, que se refiere a la violencia sexual como una
forma de violencia intrafamiliar. Bolivia sigue la misma tendencia al igual que Costa Rica y
Colombia.
Adicionalmente, países como Puerto Rico y Costa Rica incorporan en la definición la
violencia patrimonial. En el primer caso, se considera como manifestaciones de violencia
psicológica a "la limitación irrazonable al acceso y manejo de los bienes comunes" y a "la
destrucción de objetos apreciados por la persona". Por su parte, Costa Rica señala que la
violencia patrimonial es la acción u omisión que implica daño, pérdida, transformación,
sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, instrumentos de trabajo, do-
cumentos personales, bienes, valores, derechos o recursos económicos destinados a satis-
facer las necesidades de la(s) víctima(s).

2.2 Políticas públicas contra la violencia familiar

El aspecto relativo a las políticas públicas constituye uno de los temas de atención central
en el tratamiento de la violencia contra la mujer, pues sin la formulación e implementación
de políticas públicas que acompañen a las medidas legislativas y las fortalezcan, será difícil
reportar al éxito de la intervención estatal en este campo.
Siguiendo esta línea, la mayor parte de países ha optado por precisar las políticas
públicas contra la violencia familiar en sus respectivas leyes; aunque las leyes chilena y
argentina guardan silencio al respecto.
La tendencia de las políticas aprobadas es que ponen énfasis en la necesidad de
propiciar el desarrollo y poner en marcha medidas eficaces de protección y de ayuda a las
víctimas de violencia. Del mismo modo, se orientan a promover estudios sobre la materia,
definir campañas preventivas, de sensibilización y educación contra la violencia familiar.
Reconocen la necesidad de capacitar a los funcionarios públicos y en general, a las autori-
dades involucradas en la atención del problema y se proponen desarrollar programas for-
mativos especializados. Otro aspecto a destacar es el relativo a la creación de servicios
públicos con personal especializado: comisarías, centros de salud, refugios, entre otros.
Algunas leyes precisan a las instituciones u organismos responsables de la dirección
e implementación de estas políticas. En Puerto Rico corresponde a la Comisión para los

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VIOLETA BERMÚDEZ VALDIVIA

asuntos de la mujer. En el Perú, la ley vigente indica que las acciones que se desarrollen en
la lucha contra la violencia familiar serán coordinadas por el Ministerio de Promoción de la
Mujer y del Desarrollo Humano; en Ecuador corresponde a la Dirección Nacional de la
Mujer; en Costa Rica el ente rector es el Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la
Familia; en el caso argentino corresponde al Consejo Nacional del Menor y la Familia y en
Colombia el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. La ley de Guatemala dispone que
en tanto se cree el ente rector, corresponderá a la Procuraduría General de la Nación ser el
ente asesor encargado de las políticas públicas que impulsen la prevención, atención, san-
ción y erradicación de la violencia intrafamiliar.
Cabe indicar que si bien la ley boliviana indica que la erradicación de la violencia
intrafamiliar es una estrategia nacional, no precisa la instancia o ente responsable de esta
función.
En síntesis, la consignación de políticas públicas en los textos legislativos sobre esta
materia podría entenderse como un reconocimiento estatal de la gravedad del problema
de la violencia familiar y como una expresión de la voluntad de enfrentarlo y erradicarlo13

2.3 Procesos previstos en las leyes vigentes

Resulta difícil ubicar los procedimientos a seguir en los casos de violencia familiar en lo que
tradicionalmente conocemos como "proceso civil o "proceso penal". Ello en razón a que
cada país ha tratado de dar a la víctima diversas posibilidades de accionar para detener la
agresión, para reparar el daño causado y/o para sancionar al agresor. Algunas normas que
regulan la violencia familiar le dan énfasis al proceso civil, otras al proceso penal; otras en
cambio presentan una variedad de posibilidades a las víctimas para que sean ellas quienes
escojan la vía más adecuada a sus intereses. Así, las leyes de Colombia, Costa Rica y Puerto
Rico han desarrollado procedimientos ad hoc para el caso de las medidas cautelares; otras
como Panamá sólo posibilitan la vía penal; Bolivia y Nicaragua admiten medidas cautelares
o de protección dentro del proceso penal; Chile y Ecuador regulan un proceso civil diferen-
ciado de las medidas cautelares, mientras que las leyes de Argentina y Perú dejan a la
víctima todos los caminos abiertos.
En todo caso, la mayór parte de estas normas, ha previsto —tanto en uno.como en
otro proceso—, la regulación de las medidas cautelares, cuyo principal objetivo es evitar que
se produzca la agresión o detenerla si ésta ya se ha efectuado.

3. La Ley peruana contra la violencia a la mujer

La Ley 26260 de diciembre de 1993, modificada por la Ley 26763 de marzo de 1997,
regula la política del Estado y de la sociedad frente a la violencia familiar y establece las
medidas de protección que corresponden.

'3En el Perú, el artículo 3° de la ley vigente propone como política del Estado la lucha contra toda forma de violencia familiar.

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VIOLETA BERMÚDEZ VALDIVIA

• La salida inmediata del agresor de la vivienda donde habita el grupo familiar;


• La fijación de domicilio diferente de la persona agredida y disposición de la entre-
ga inmediata de sus efectos personales;
• El reintegro al domicilio a quien ha salido por seguridad personal;
• El allanamiento de morada;
• La prohibición y decomiso de armas;
• La suspensión provisional al agresor de guarda, crianza y educación de sus hijos e
hijas menores;
• La prohibición de interferencia en la guarda, crianza y educación de sus hijos-as;
• La suspensión del derecho de visita del agresor;
• El confiar la guarda de hijos o personas incapaces a tercera persona;
• La prohibición de perturbación o intimidación a cualquier integrante del grupo
familiar;
• La prohibición de acceso a domicilio, lugar de trabajo o estudio de la persona
agredida;
• La obligación provisional de prestar alimentos;
• El embargo preventivo de bienes del agresor;
• El inventario de bienes muebles del núcleo habitacional y de inmuebles de propie-
dad común;
• El uso exclusivo temporal del menaje de la casa por la persona agredida;
• La prohibición de uso y disfrute por el agresor de instrumento de trabajo de la
persona agredida.

Estas medidas, al ser decretadas como medidas urgentes, tienen un carácter tempo-
ral, pues dependerá de lo que se pruebe en el proceso correspondiente para evaluar si han
sido apropiadas o si deben ser modificadas —ya sea para su ampliación o su revocación.
Una vez neutralizada la agresión o el peligro de su realización, tanto la parte agraviada
como el supuesto agresor deben comparecer ante el Juzgado a ventilar las pruebas perti-
nentes en defensa de su derecho.
Cabe tener presente que las medidas cautelares de protección a la víctima pueden
también ser adoptadas por el juez penal, a tenor de lo dispuesto por el artículo 24° de la ley
vigente.

3.2 La intervención del Ministerio Público

El Fiscal Provincial de Familia está facultado para conocer las peticiones que se formulen al
amparo de la Ley contra la violencia familiar. También podrá actuar de oficio ante el cono-
cimiento directo de los hechos. Como se ha indicado, el representante del Ministerio Públi-
co podrá dictar las medidas de protección inmediatas que la situación exija y gozará de la
potestad de libre acceso al lugar donde se haya perpetrado la violencia. Una función espe-
cial otorgada al Ministerio Público en este tipo de procesos es la facultad conciliatoria. Para
tal efecto, el Fiscal convocará a la víctima y al agresor a audiencia de conciliación con la

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LA VIOLENCIA FAMILJAR Y SU TRATAMIENTO EN EL DERECHO PERUANO

finalidad de buscar una solución que permita el cese de los actos de violencia. La ley precisa
con claridad que serán nulos los acuerdos que legitimen los actos de violencia y aquéllos
referentes a la renuncia de los derechos de la víctima.
Al respecto cabe mencionar que la conciliación debe ser entendida como una vía
para resolver un problema que consiste en la intervención de un tercero —en este caso el
Fiscal de Familia— que habrá de buscar un acercamiento entre las partes procurando el
acuerdo basado en la voluntad de ellas. Dada las características de la violencia familiar en
la que existe desequilibrio de poder entre las partes, se requiere de la intervención califica-
da del Fiscal de Familia para evitar el uso erróneo y distorsionado que, en muchas ocasio-
nes, se suele hacer de la conciliación entendiéndola como "reconciliación" que prioriza la
"unidad familiar", sin poner atención en los derechos y en la protección de la (o de las)
víctimas.
En tal sentido, un estudio realizado por el Movimiento-Manuela Ramos—mediante el
cual analizaron 40 expedientes seguidos al amparo de la Ley contra la violencia familiar—
durante los primeros tres años de su vigencia, concluyó que algunas actas de conciliación
conciben a este mecanismo como un sinónimo de reconciliación. Así por ejemplo:
"...Este despacho actuando de acuerdo a sus atribuciones, exhorta a las partes a
fin de que depongan sus actitudes negativas se perdonen cuidando de no come-
ter los mismos errores... Para ello hicieron los siguientes acuerdos PRIMERO: Am-
bos convivientes, aceptaron, vivir como Dios manda ...SEGUNDO: La denuncian-
te, también trataría al igual que su conviviente de darse todos sus afectos recípro-
camente y someterse a su compañero y juntos dirigir la mejor marcha de sus
„14.
hogar...

En otro caso suscitado en 1996, la representante del Ministerio Público en la Au-


diencia de conciliación fijó reglas de conducta y ordenó pericias psicológicas para ambos.
En dos oportunidades posteriores, la denunciante reiteró que la violencia continuaba y dos
meses más tarde el Ministerio Público volvió a fijar reglas de conducta.
Si bien no se puede sostener que ésta constituye una tendencia en la actuación de
los representantes del Ministerio Público, es bastante conocido que tradicionalmente, en
materia de familia, el rol que se esperaba de los fiscales fundamentalmente era el de ser un
promotor de la preservación del vínculo entre las partes, pues se entendía que la vigencia
de la familia era el objeto central de la intervención del Estado. Sin embargo, desde que la
violencia contra la mujer es considerada como una violación de los derechos humanos, el
rol que corresponde al Ministerio Público es el de garantizar la protección y seguridad de la
víctima de violencia.
Siguiendo esta línea, la Ley vigente indica que "el Fiscal está obligado a suspender la
conciliación, cuando la víctima experimente temor ante la coacción presente o eventual y se
sienta en una situación de inseguridad o se desista de participar en ella" (Art. 13). De esta
manera, la norma peruana otorga al Fiscal la responsabilidad de velar por los derechos de
las víctimas.

"Movimiento Manuela Ramos: "Análisis de la Aplicación de la Ley 26260. Estudio de Casos". Acta de la Audiencia de Conciliación
celebrada en una Fiscalía de Lima el 29 de enero de 1997. s.p.

229
VIOLETA BERMÚDEZ VALDIVIA

3.3 La intervención del Juez Especializado de Familia

Corresponde el conocimiento de este tipo de procesos al Juez Especializado de Familia del


lugar del domicilio de la víctima o del lugar de la agresión. El proceso puede ser promovido
por la víctima o su representante y por el Fiscal de Familia. El trámite a seguir es el de
Proceso Único previsto por el Código de los Niños y Adolescentes, con las precisiones deta-
lladas en la Ley 26260 y su modificatoria.
El proceso civil busca determinar el daño causado por la violencia inferida, lograr su
reparación y evitar su reproducción. En la medida que la vía civil se orienta a determinar el
daño causado, en este proceso se pueden utilizar todos los medios probatorios pertinentes,
entre ellos: testigos, certificados médicos, pericias sicológicas, ínformes de asistentes socia-
les, etc. Igualmente, el juez podrá requerir que especialistas realicen un diagnóstico que
incluya la situación de peligro y el medio social y ambiental de la familia, a fin de adoptar
o recomendar las medidas correctivas necesarias.
Como la finalidad de la ley contra la violencia familiar es actuar de manera eficaz y
oportuna ante esta clase de supuestos, otra de sus características es que proponen un
carácter sumarísimo al procedimiento. Esto significa que los plazos para la actuación de las
diligencias son muy breves y la actuación de l'as autoridades debe estar orientada por el
mínimo formalismols. De esta manera, la audiencia prevista deberá realizarse dentro de los
10 días siguientes de recibida la contestación de la demanda bajo responsabilidad. La
resolución que pone fin al proceso civil o familiar es una sentencia y como tal debe pronun-
ciarse sobre la ocurrencia del hecho constitutivo de violencia doméstica, el daño físico,
psicológico, sexual y/o patrimonial causado; la responsabilidad del demandado y la vigen-
cia de las medidas cautelares pertinentes. Igualmente, de acuerdo al Art. 21° de la Ley
peruana, la resolución establecerá: a) Las medidas de protección en favor de la víctima
pudiendo ordenar entre otras, la suspensión temporal de la cohabitación, la salida tempo-
ral del agresor del domicilio, la prohibición temporal de toda clase de visitas, etc.; b) el
tratamiento que debe recibir la víctima, su familia y el agresor, si se estima conveniente; c)
la reparación del daño y d) el establecimiento de una pensión de alimentos para la víctima.
Adicionalmente, el Juez puede agregar a su decisión los mandatos que aseguren la eficacia
de las pretensiones exigidas y los derechos esenciales de la(s) víctima(s).

3.4 Intervención del Juez Especializado en lo Penal

En los últimos años, existe la tendencia a considerar este tipo de agresiones como delitos16.
En ese sentido, el proceso está orientado no sólo a sancionar al agresor, sino que también
busca su readaptación a través de terapias de resocialización. La denuncia penal deberá ser
dirigida ante el Juez Penal, quien llevará adelante la investigación y actuación de pruebas

is Cfr Ley 26260, Art. 3° inciso d).


'6 En algunos países de la región el proceso penal ya estaba previsto para los casos de violencia en las relaciones de pareja (cónyuge
o concubino); sin embargo, estos hechos eran considerados como simples faltas y contravenciones (Código Penal Peruano, Art.
442°).

230
LA VIOLENCIA FAMILIAR Y SU TFtATAMIENTO EN EL DERECHO PERUANO

correspondiente. Dictado el auto apertorio de instrucción por hechos tipificados como


delitos, corresponde al Juez dictar de oficio las medidas cautelares que contempla la Ley
contra la Violencia Familiar. Según la naturaleza o la gravedad de los hechos, podrá dispo-
ner la detención del encausado (Art. 25).
Cabe destacar que, tanto el Juez Especializado en lo penal —tratándose de delitos— o
el Juez de Paz letrado —tratándose de faltas— están facultados para adoptar todas las medi-
das de protección indicadas anteriormente. Ello en atención a que es política del Estado
recurrir a todos los mecanismos posibles para enfrentar la violencia familiar y lograr la
protección de la víctima. En tal sentido, dichas medidas podrán ser adoptadas en cualquier
momento del proceso penal: al inicio, durante su tramitación y al dictar sentencia.

4. Reflexiones finales

A lo largo del presente artículo hemos podido constatar que la protección normativa de las
víctimas de violencia familiar es relativamente reciente. Por tal motivo, corresponde a las
autoridades responsables de la aplicación de esta legislación desarrollar pautas de actua-
ción eficaces para la protección de los derechos afectados por este grave problema. En este
orden de ideas somos de la opinión que ha de tenerse presente lo siguiente:

a) La violencia contra la mujer en el ámbito de las relaciones familiares es un problema


complejo que constituye un obstáculo para el desarrollo de nuestras sociedades. Por ello, la
legislación no debe ser considerada como el único instrumento para su erradicación, aun-
que sí como uno de los más importantes. En efecto, sin un real compromiso de nuestros
Estados y sin recursos legales de protección a las víctimas y de promoción de sus derechos
no será posible avanzar en la sensibilización, capacitación y actuación de todos los agentes
involucrados en el problema. El Estado tíene pues el deber de intervenir a través de sus
autoridades y órganos competentes en aras de lograr la equidad, la paz y el desarrollo.

b) Si bien el objetivo de la ley vigente es la protección de los integrantes del grupo familiar
—conviviente o no— frente a cualquier forma de violencia que se produzca en el seno de las
relaciones familiares, la realidad del problema indica que, en el Perú, las víctimas mayorita-
rias de esta forma de violencia son mujeres.

c) Teniendo en cuenta que este problema requiere de respuestas oportunas y eficaces, entre
las medidas que son importantes de adoptarse tenemos a las de naturaleza cautelar. La
característica principal' de estas medidas es que son temporales y su objeto se dirige a evitar
la vulneración del derecho en peligro, es decir que buscan evitar que el daño se produzca
a través de la injerencia, de una autoridad facultada para tal propósito y mediante una
resolución, en la esfera de la libertad del agresor. Esta injerencia se justifica plenamente en
la necesidad de proteger de manera urgente y oportuna a los derechos amenazados o
vulnerados. En tal sentido, es recomendable que la intervención de las autoridades se oriente

231
VIOLETA BERMÚDEZ VALDIVIA

hacia la adopción de tales medidas, enriqueciendo el inventario de posibilidades que ofre-


ce la Ley contra la violencia familiar.

d) Aunque la ley peruana presta puntual atención al campo penal como mecanismo para
enfrentar la violencia en la familia, se estima que ubicar este tipo de agresiones en el
ámbito penal puede contribuir a disuadir a muchos agresores de la comisión de estos
hechos; así como, proyectar una postura social de rechazo y censura a la violencia familiar.

e) Respecto del carácter conciliatorio que se le otorga a este tipo de procesos. La experien-
cia peruana y la de otros países latinoamericanos que han puesto en práctica estas normas
nos alerta sobre el uso erróneo y distorsionado que algunos operadores de justicia hacen de
la institución de la conciliación, mal entendiéndola como una "reconciliación" que prioriza
la preservación de una mal concebida "unidad familiar" y que deja de lado la protección de
la víctima.
Por ello, es importante que las autoridades responsables de aplicar la norma conoz-
can con claridad lo que debe entenderse por conciliación. La conciliación es una vía para
resolver un problema que consiste en la intervención de un tercero que busca un acerca-
miento de las partes procurando el acuerdo basado en la voluntad de ellas''. Dada las
características de la violencia familiar en la que, conforme hemos visto, existe desequilibrio
de poder entre las partes, se requiere de la intervención de personal capacitado, pues la
víctima podría llegar a aceptar acuerdos que en el fondo no quiere y que la perjudican, sólo
por el temor que le inspira el agresor.
La conciliación no debe ser entendida en ningún caso como un requisito para acce-
der a la intervención jurisdiccional, sino como un recurso adicional del cual podrá hacer uso
la autoridad competente una vez garantizada la seguridad y los derechos de la víctima y
siempre que ella esté de acuerdo con el uso de esta vía. En tal sentido, el primer paso,
habrá de ser la protección de la víctima para, en un segundo momento, evaluar las posibi-
lidades de proponer la conciliación.

f) Finalmente, es importante tener presente que la violencia familiar es un problema de


derechos humanos y que sus consecuencias tienen incidencia en el desarrollo, el progreso
y la paz de nuestro país. En este sentido, las declaraciones y convenios internacionales
sobre derechos humanos de las mujeres constituyen fundamentales pautas orientadoras en
esta materia, particularmente la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erra-
dicar la Violencia contra la Mujer, adoptada por la Asamblea General de la Organización de
Estados Americanos en junio de 1994, instrumento ratificado por el Estado peruano y que
en consecuencia forma parte de nuestro derecho nacional.

'7 Vescovi, Enrique. "Teoría General del Proceso". Ed. Temis, Bogotá, Colombia, 1984; pp. 6 - 7.

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