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El contrato es la fuente ordinaria o normal de las obligaciones, que no está

limitadas a los bienes, sino que se extiende a las personas y a la familia, pues en
el orden extrapatrimonial el matrimonio y la adopción son también contratos.

Así mismo se distingue una noción además del contrato; el convenio el cual se
establece como un acuerdo de dos o más personas para crear, transferir o
modificar o extinguir obligaciones.

Dentro del terreno patrimonial existe una oposición entre obligaciones


contractuales y obligaciones extracontractuales, fundada en la plasticidad de las
obligaciones contractuales ya que en estas las partes crean y modelan ellas
mismas su ley, pues dan al lazo obligatorio que las va a unir el carácter que ellas
quieren, determinan el objeto la duración y las modalidades del mismo, deciden la
combinación de obligaciones con varios acreedores o con varios deudores,
regulan el modo de ejecución y las consecuencias de incumplimiento. Por el
contrario, cuando la deuda nace de una fuente extracontractual, se presenta bajo
la forma más simple y muy a menudo tiene que reducirse inmediatamente a su
ejecución.

En su estructura del contrato podemos encontrar la libertad de contratar y la


libertad contractual en la primera nos dice que es la liberta celebrar el contrato y
para escoger a la persona con que se va a contratar es lo que se conoce como
libertad en el contrato. Y en la segunda nos hable a la forma y el contenido del
contrato.

La autonomía de la voluntad surgió durante el auge del individualismo y del


liberalismo económico del siglo pasado al amparo de la teoría del contrato social.
La autonomía de la voluntad se reducía fundamentalmente a sostener, primero
que salvo muy rara excepciones todas las obligaciones contractuales, nacían de la
soberana de la voluntad de dos partes libres e iguales y segundo que eran justas
todas esas obligaciones creadas por la voluntad.

De igual manera los contratos de adhesión que prescinden de toda discusión


precontractual entre las partes y se reducen a la aceptación total por una de ellas
de las condiciones propuestas unilateralmente por la otra, debilitaron también
considerablemente el principio de la autonomía de voluntad. Además de que se
establecieron requerimientos de las grandes mayorías de la población obligando al
Estado s intervenir en la formación y ejecución de diversos contratos. No obstante
estos cambios, a pesar de que tuvieron una gran trascendencia no han llegado al
extremo de hacer desaparecer la libertad contractual, sino que constituyeron sólo
limitaciones a la misma y fueron las causas que originaron el llamado “dirigismo
contractual”
El dirigismo contractual tiende a hacer prevalecer los requerimientos de la
sociedad sobre los intereses puramente individuales, pero no de manera total en
esta materia sino sólo a propósito de determinados contratos y con respecto a
ciertos objetos

Para establecer el equilibrio entre las prestaciones recíprocas de ambas partes de


los contratos bilaterales, las legislaciones de mundo han adoptado hasta ahora
distintos sistemas que de manera esquemática corresponden a diferentes formas
de concebir la justicia en el contrató. Teniendo en cuenta a la justicia liberal en
oposición a una justicia igualitaria y una justicia individual en contraste con una
justicia colectiva.

Aun hoy en día se establece principios de la libertad de contractar bajo el concepto


de que con frecuencia se limita esta libertad en la práctica, porque nos vemos
precisados a contractar y mediante contratos de adhesión para recibir servicios
indispensables, como el suministro de energía eléctrica, de gas de teléfonos; y la
libertad contractual, con el principio de contratación en la cual las partes tienen
libertad para celebrar un contrato y determinar su contenido, además de las que
con frecuencia derivan de los contratos de adhesión en compras en grandes
almacenes o para la utilización de servicios.

La libertad contractual está consagrada en nuestro Derecho civil tanto por lo que
hace a la forma, como por lo que toca al fondo del contrato.

Existe libertad contractual en cuanto a la forma porque existe la regla general de la


consensualidad o ausencia de formas obligatorias en la celebración de los
contratos, si bien se advierte un renacimiento del formalismo en nuestros días.

Hay asimismo libertad contractual en cuanto al fondo, porque pueden sin


insertarse en los contratos las cláusulas y condiciones que las partes libremente
convengan y pueden celebrarse figuras de contratos distintos de los expresamente
reglamentados sin perjuicio de que existan limitaciones unas de carácter general y
otras de índole particular a la libertad contractual.

Las limitaciones de carácter general están inspiradas en el interés público o en el


orden público o en las buenas costumbres o aún hasta en intereses políticos se
hace notar que aumentan cada día las limitaciones por razones de orden público y
que en cambio, decrecen en algunos aspectos las inspiradas en las buenas
costumbres.

Las limitaciones de carácter particular, son las relativas a cada contrato en


concreto, como en la compraventa, en la donación, en el mutuo, en el
arrendamiento, en la prestación de servicios profesionales, en la aparcería, en la
prenda, etc.

Bibliografía
Ramón, S. M. (2004). De los Contratos Civiles . México: Editorial Porrúa.

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