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GENERO

El enfoque de género considera las diferentes oportunidades que tienen los hombres y las
mujeres, las interrelaciones existentes entre ellos y los distintos papeles que socialmente se
les asignan. Todas estas cuestiones influyen en el logro de las metas, las políticas y los planes
de los organismos nacionales e internacionales y por lo tanto, repercuten en el proceso de
desarrollo de la sociedad. Género se relaciona con todos los aspectos de la vida económica
y social, cotidiana y privada de los individuos y determina características y funciones
dependiendo del sexo o de la percepción que la sociedad tiene de él.

Los científicos sociales y los especialistas del desarrollo utilizan dos términos
distintos para referirse a las diferencias biológicas y a aquellas construidas
socialmente, éstos son sexo y género, respectivamente. Aun cuando ambos se
relacionan con las diferencias entre mujeres y hombres, las nociones de género y
sexo tienen connotaciones distintas.

El sexo se refiere a las características biológicas que, entre otras, son comunes a todas las
sociedades y culturas. Género, en cambio, se relaciona con los rasgos que han ido
moldeándose a lo largo de la historia de las relaciones sociales. Las divergencias biológicas
son el origen de las que se producen en materia de género, pero los modos en que se
determina el papel que desempeñan mujeres y hombres van más allá de las particularidades
físicas y biológicas que distinguen a cada sexo. Las diferencias en materia de género se
construyen socialmente y se inculcan sobre la base de la percepción que tienen las distintas
sociedades acerca de la diversidad física, los presupuestos de gustos, preferencias y
capacidades entre mujeres y hombres. Es decir, mientras las disimilitudes en materia de sexo
son inmutables, las de género varían según las culturas y cambian a través del tiempo para
responder a las transformaciones de la sociedad.
Las relaciones de género derivan de los modos en que las culturas asignan las funciones y
responsabilidades distintas a la mujer y al hombre. Ello a la vez determina diversas formas
de acceder a los recursos materiales como tierra y crédito, o no materiales como el poder
político. Sus implicaciones en la vida cotidiana son múltiples y se manifiestan, por ejemplo,
en la división del trabajo doméstico y extra-doméstico, en las responsabilidades familiares,
en el campo de la educación, en las oportunidades de promoción profesional, en las
instancias ejecutivas, etc.
DERECHOS HUMANOS
El enfoque basado en los derechos humanos se centra en los grupos de población que son objeto
de una mayor marginación, exclusión y discriminación. Este enfoque a menudo requiere un
análisis de las normas de género, de las diferentes formas de discriminación y de los
desequilibrios de poder a fin de garantizar que las intervenciones lleguen a los segmentos más
marginados de la población.

 La respuesta a situaciones de emergencia a menudo se limita a atender las necesidades


prácticas a corto plazo, mediante la prestación de servicios. Dichos servicios, no por
menos importantes, no siempre están adaptados al marco que protege y promueve los
derechos de los beneficiarios, al contrario de lo que hace el enfoque basado en los
derechos. El enfoque basado en los derechos reviste suma importancia en el trabajo sobre
violencia contra las mujeres y las niñas, que sólo es posible combatir ahondando en sus
causas subyacentes y en los derechos básicos de igualdad de género.
INTERCULTURALIDAD

El enfoque intercultural pretende fomentar la convivencia entre las personas de


diferentes culturas y religiones a través de una mirada centrada en la persona
como protagonista y titular de derechos.
Con respecto a la estrategia, se plantea desde una mirada intercultural a las políticas
públicas. Esta mirada intercultural tiene como punto de partida la constatación de una
realidad social, religiosa y culturalmente diversa. Ante esta diversidad, la mirada
intercultural apuesta por su reconocimiento y por su valoración, y favorece las
relaciones interculturales, la igualdad entendida como la igualdad de derechos y la no
discriminación, destacando la heterogeneidad frente a la homogeneización.
Desde la perspectiva intercultural se pretende contribuir a la transformación social
promoviendo cambios en las dinámicas de exclusión, discriminación, invisibilización
y desigualdad que se dan hacia determinados colectivos que pertenecen a culturas
minorizadas.
La interculturalidad no se puede entender como un mero instrumento de intercambio
entre personas de culturas y religiones diversas. Debe promover un diálogo crítico
que cuestione las relaciones de desigualdad, de discriminación. Por eso, se hace una
apuesta por un modelo transformador que parta de la necesidad de incidir en las
estructuras generadoras de vulneraciones de derechos y de desigualdades.
MEDIO AMBIENTAL

El enfoque ambiental es una estrategia que facilita la integración de las áreas de


aprendizaje, abordando problemas locales y globales. Se trata de una
conceptualización de la relación existente entre la sociedad, su entorno y la cultura,
fomentando la conciencia crítica en los y las estudiantes. La educación con enfoque
ambiental se refleja transversalmente en la gestión escolar, tanto a nivel institucional
como pedagógico, orientada al desarrollo sostenible.

Promover una educación y cultura ambiental que permita formar ciudadanos(as)


ambientalmente responsables que contribuyan al desarrollo sostenible

TERRITORIALIDAD
El enfoque territorial es una perspectiva heurística que contempla al territorio como el
escenario socialmente construido donde ocurre todo lo social y simbólico; sin
embargo, es a la vez natural, espacial, social, cultural, económico, político, e histórico.
Un territorio es una construcción social dinámica que constituye un proyecto político
que incluye una relación de poder o posesión por parte de un individuo o grupo.
Región, lugar, espacio y territorio no son nociones neutras desprovistas de contenido
y significación, sino formas creadas socialmente, cargadas de sentido e identidad; en
estos conceptos radica la esencia de la espacialidad de la vida social y son
expresiones de la geografía del poder, con las manifestaciones de cooperación y
conflicto que del ejercicio de éste se suscita (Montañez y Delgado, 1998). El enfoque
territorial en el desarrollo rural significa un cambio de perspectiva: de lo sectorial a lo
multisectorial, promoviendo el análisis multidimensional (elementos económicos,
políticos, sociales y ambientales, entre otros); así, contempla al territorio como el
escenario donde todas estas dimensiones suceden y se articulan, por lo que no se
busca desarrollar un sector, sino al territorio y sus actores en conjunto.
El territorio es la convención provisional y dinámica de la dialéctica socio-ambiental,
nunca exenta de conflictos y contradicciones tanto al interior del grupo (o grupos)
social(es) que lo habitan como en relación a grupos externos.
El territorio es por tanto producto de un complejo proceso de construcción que implica
un dominio (Económico-político) y una apropiación (simbólica-cultural) de formas-
contenido asignadas por los sistemas sociales (Haesbaert, 2004). Dicho proceso está
mediado funcionalmente por relaciones verticales y horizontales de acciones y objetos
sociales, en escalas, jerarquías y tiempo (Arreola, s/f:5).

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