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ANTECENDENTES
Los antecedentes más próximos del
enfrentamiento documentan la forma en
que se acumularon las tensiones
políticas e ideológicas desde la década
de los cuarenta y principios de los años
cincuenta, incluyendo la eclosión
renovadora de 1944 y su rápida
radicalización. El enfrentamiento armado se desencadenó en Guatemala debido a
una suma de fenómenos internos como la caída del arbencismo, el feroz
anticomunismo de importantes sectores de la población y de la Iglesia Católica, y la
alianza defensiva de militares, empresarios y otros segmentos de la población
temerosos del cambio social. Asimismo, intervinieron factores externos como la
guerra fría y la influencia de la triunfante revolución cubana al alentar en todo
Latinoamérica el naciente movimiento guerrillero. Este capítulo está dedicado a un
recuento breve de los procesos mencionados.
LA REVOLUCION DEL 44
El descontento contra el régimen de Ubico estaba latente en todas las clases
nacionales y llego a su clímax en 1944, cuando la propaganda política de los países
aliados, que se mantenían en guerra contra el nazismo y fascismo de Europa desde
1939, hizo circular más que nunca las ideas de libertad que tanto ansiaban los
hombres guatemaltecos.
.REFORMA AGRARIA
Las reformas iniciadas por Arévalo fueron continuadas por su sucesor, Jacobo
Arbenz Guzmán, ganador de las elecciones siguientes.
Su proyecto, una reforma agraria que buscaría aumentar la productividad de las
tierras y el nivel de vida de los campesinos fracasó. Arbenz proponía la
expropiación de las tierras improductivas y su aparente cesión en usufructo a
campesinos, atacando de forma frontal y en base a expropiaciones a la United Fruit
Company.
Estrategias militares
El conflicto armado en Guatemala tuvo su mayor impacto en la población civil no
combatiente. En los años ochenta la campaña contrainsurgente utilizó un alto nivel
de violencia, particularmente en las áreas mayoritariamente indígenas del altiplano
pero también en contra del movimiento popular en el área urbana.
Aproximadamente 150.000 personas murieron como consecuencia del conflicto, y
entre ellos hay de cuarenta mil a cincuenta mil desaparecidos, la mitad de todos los
desaparecidos de América Latina. Comunidades enteras fueron arrasadas en los
años ochenta; centenares de aldeas y caseríos fueron quemados y sus habitantes
asesinados o forzados a exiliarse. Más de un millón de personas fueron
desplazadas (hoy en día existen todavía unos treinta mil refugiados guatemaltecos
en México) y aunque no existen cifras confiables, se estima que aproximadamente
500.000 personas fueron desplazadas dentro del país, muchas de las cuales se
vieron obligadas a trasladarse de las áreas rurales a los centros urbanos,
particularmente a la capital.
Tras el asesinato de Carlos Castillo Armas, asumió el poder Miguel Ydigoras Fuentes, con
quien se inició la guerrilla interna debido al levantamiento del pueblo por descontentos con
el gobernador. Ydigoras fue derrocado por el ejército en 1963 y asumió el mando de jefe
de estado Enrique Peralta Arzudia.
Durante los gobiernos de 1978-1982 (Fernando Romeo Lucas García), 1982- 1983
(Efraín Ríos Montt), 1983-1986 (Óscar Humberto Mejía Víctores) provocaron un
genocidio con más de 250.000 víctimas mortales, de las cuales 45.000 continúan
desaparecidas. El genocidio maya hizo que un millón quinientos mil ciudadanos
forzosamente fueran desplazados. La guerra provocó el desplazamiento de 450,000
campesinos, que se vieron obligados a refugiarse en México. Dichos desplazados
huyeron tanto de los guerrilleros como de los militares, ya que ambos bandos no
respetaron la neutralidad de varias comunidades, causando además 667 masacres y que
443 aldeas completas desaparecieran.
El escritor e investigador Regis Debray, unos de los cronistas de ese momento señala que
los jóvenes rebeldes eran de los MAS DESCOLLANTES ALUNMOS DE LAS ESCUELAS
DE LA SELVA DEL EJERCITO DE LOS EE.UU. Alejandro de León figura carismática para
quienes lo recuerdan, Caudillo Nato de los cadetes de la Escuela Politécnica dirigieron el
movimiento. Los apoyaban los tenientes Marco Antonio Yon Sosa y Luis Trejo Esquivel y
el subteniente Luis Augusto Turcios Lima. El movimiento, integrado por más de 100
oficiales y aproximadamente 3 mil hombres. Tenía una sola coincidencia de criterio:
participar en la intentona. Se acordó un alzamiento simultáneo en varias bases militares.
El movimiento fue traicionado y a las pocas horas de haberse gestado las acciones
militares, los dirigentes se encontraron solos con un número reducido de seguidores. La
fuerza aérea no actuó de inmediato y la circunstancia fue hábilmente aprovechada por
Ydígoras quien acompañado del embajador estadounidense en Guatemala, logró
controlarlos.
Cuatro meses después, en 1,961 un segundo brote rebelde dirigido por los mismos ex
oficiales con el nombre MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO 13 DE NOVIEMBRE, (MR-13)
se da a conocer en Izabal. A la espera del momento para impulsar un nuevo intento de
golpe, de común acuerdo con partidos políticos y grupos de poder que les apoyan. Es
durante este periodo cuando los rebeldes hacen un primer contacto con los representantes
del Partido Guatemalteco de los Trabajadores (PGT) y se les plantea la posibilidad de
iniciar una lucha armada revolucionaria. Al transcurrir las semanas y los meses aumenta el
descontento contra el gobierno de Ydígoras en la metrópoli capitalina.
Número de masacres
De acuerdo con un informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH) publicado
en 1999, bajo el respaldo de la Organización de Naciones Unidas, precisó que el Ejército
de Guatemala cometió un total de 626 masacres contra comunidades de campesinos
durante la guerra. A la guerrilla guatemalteca se le atribuyen 32. En otras palabras, de
acuerdo con la misma fuente, entre el 90 y 94 por ciento de las masacres registradas
durante el Conflicto Armado Interno fueron cometidas por el Estado de Guatemala
Las masacres
Con gran consternación, la CEH concluye que, en el marco de las operaciones
contrainsurgentes realizadas entre 1981 y 1983, en ciertas regiones del país, agentes del
Estado de Guatemala cometieron actos de genocidio en contra de grupos del pueblo
maya. La estrategia contrainsurgente no sólo dio lugar a la violación de los derechos
humanos esenciales, sino a que la ejecución de dichos crímenes se realizara mediante
actos crueles cuyo arquetipo son las masacres. En la mayoría de las masacres se han
evidenciado múltiples actos de ferocidad que antecedieron, acompañaron o siguieron a la
muerte de las víctimas.
Desplazamientos
El terror sin precedentes, provocado por las masacres y la devastación de aldeas enteras
en el periodo comprendido entre 1981 y 1983, desencadenó la huida masiva de una
población diversa, cuya mayoría estaba constituida por comunidades mayas. Las
estimaciones sobre el número de desplazados va desde quinientos mil hasta un millón y
medio de personas en el periodo álgido (1981 - 1983), incluyendo las que se desplazaron
internamente y las que se vieron obligadas a buscar refugio en otro país. Aquella
población desarraigada se ubicó de diversas formas: a) refugiaron en Mèxico; b)
desplazamiento interno a altas zonas del país, incloso en la capital; c) Comunidades
Populares en Resistencia.
Efraín Ríos Montt era el acusado por tener a su cargo las fuerzas armadas en ese año.
Ese mes de diciembre era el número ocho de los 16 meses que gobernó Ríos Montt luego
de un golpe de Estado en marzo de 1982. La tarea del fiscal especial de derechos
humanos del MP, Julio Herrera, y el director del Bufete de Abogados de Derechos
Humanos de Guatemala (BJDHG), Edgar Pérez Archila, como parte acusadora, se enfocó
en una cosa: trazar la cadena de mando por la cual se ejecutaban órdenes, se daban
permisos, se evaluaban datos, se obtenía información y se conocían las operaciones de
las brigadas del ejército en todo el territorio nacional.
El fiscal Herrera ya había leído los nombres de las víctimas y había explicado por qué
acusaba a Ríos Montt de asesinato. En resumen: porque los medios de investigación
concluían que la cadena de comunicación entre los mandos del ejército era directa. Ríos
Montt tuvo que haber estado enterado de todo lo que ocurría, tanto de las órdenes como
de los resultados.
Tres mil cuarenta hojas, presentadas por la fiscalía, intentaban la síntesis de la evidencia.
Una torre de papel de medio metro que Ríos Montt observó con una expresión de
sorpresa, casi estupefacción y desde luego rechazo. Se vio una vez más a sí mismo en la
pantalla de proyecciones: joven, sin canas, admitiendo el liderazgo de las fuerza armadas.
Leyó nombres y testimonios, fechas y datos. Permaneció inexpresivo durante las
acusaciones. Eran las pruebas de un solo caso: La masacre de las Dos Erres.
–¿Ha comprendido usted los hechos? –preguntó la juez Flores al acusado.
–No los he comprendido –Ríos Montt respondía, tras un silencio, apenas audible.
–¿Qué no ha comprendido?
–Todos los hechos. En cuanto a lo que ellos suponen a que yo actué.
Ríos Montt habló una única vez de modo estentóreo. Alcanzó a decir:
“Resulta que se sacan las cosas de contexto. Yo mantengo siempre el respeto por la ley.
Yo era político, y mis funciones implicaban la restitución de la ley. En consecuencia yo me
declaro inocente de esto. Y no soy ajeno al dolor, a la angustia, y a las emociones que
arrastra esa desgracia nacional”.
Dos planes de campaña militar que se gestaron entre 1982 y 1983 sirvieron para
fundamentar el veredicto. Su estrategia era plantear que la cadena de mando dentro de la
institución armada era tan fuerte y bien engrasada que sus eslabones podían ser leídos en
los hechos, en los peritajes, en la masacre, en los testimonios y en los manuales de guerra
que aparecían en el plan Victoria 82 y plan Firmeza 83.
“Se comete el delito de genocidio cuando se tiene intención de destruir a una población
nacional. En este caso fueron 201 personas. Analizando los medios de investigación, los
peritajes, y los planes de campaña militar Victoria 82 y Firmeza 83, es implícita la
intencionalidad: el objetivo era destruir, aniquilar a toda una población. El acusado tenía
conocimiento de ello”.
Doce horas después de haber iniciado la audiencia, la juez finalmente explicó su decisión.
Efraín Ríos Montt sería ligado a proceso no por asesinato, como pedía la fiscalía, sino por
genocidio, como resaltaba la resolución.
La sentencia, cuando lo más probable era que fuese enviado a una cárcel, resaltó, no
obstante, la “buena voluntad” del acusado. La juez Flores admitía, como lo había hecho en
la pasada audiencia del mes de enero, medidas sustitutivas para el acusado. Se recapituló
su edad –86 años–, su condición física, el cumplimiento de su actual arresto domiciliario.
El último gesto de consternación de parte de Efraín Ríos Montt fue espontáneo, en más de
doce horas no había sido tan evidente su disgusto, sucedió una vez mencionado el montó
de la fianza: medio millón de quetzales.
WEB-GRAFIA
https://wikiguate.com.gt/conflicto-armado-interno/
https://elperiodico.com.gt/opinion/2016/11/16/la-verdad-historica-del-enfrentamiento-
armado/
http://html.rincondelvago.com/conflicto-armado-interno-de-guatemala.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_civil_de_Guatemala
https://4tousac.files.wordpress.com/2012/04/conflicto-armado-interno.pdf
http://unamrypong.blogspot.com/2009/07/consecuencias-del-conflicto-armado.html
https://www.plazapublica.com.gt/content/rios-montt-de-asesinato-genocidio
https://www.plazapublica.com.gt/content/rios-montt-es-condenado-por-genocidio-contra-
ixiles