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Arquitectura civil en Próximo Oriente.

TEMA 6. LA SEDE DEL PODER: EL PALACIO

1. Los palacios de Mesopotamia


La cultura sumerio-acadia y su arquitectura palacial
El palacio de Mari
Las ciudades-residencia de los grandes imperios del I milenio a.C. en Mesopotamia: los
palacios de Asiría y Babilonia
2. Las áreas periféricas
Los palacios sirios e hititas: el bithilani
Los palacios de la Persia Aqueménida: Pasagarda y Persépolis

.1 Los palacios de Mesopotamia

.1.1 La cultura sumerio-acadia y su arquitectura palacial


Junto al templo, el palacio constituye el más importante ejemplo de
arquitectura monumental del Próximo Oriente Antiguo. La primera
estructura palacial mesopotámica posiblemente sea una compleja
construcción de época protohistórica, fechada en torno al 3000 a.C., que
corresponde a un edificio realizado en adobe, con numerosas estancias
distribuidas en torno a patios, agrupadas en un recinto muy cerrado que se
articulaba al exterior mediante torres.

Será en el período protodinástico sumerio cuando tengamos


confirmación de la aparición de los primeros palacios, coincidiendo con el
momento en que las diferentes dinastías reales comienzan a identificarse
con las numerosas ciudades del sur de Mesopotamia, dando paso a una
nueva organización estatal en la que el palacio comienza a adquirir un
importante papel, entrando en competencia con el templo y llegando a
convertirse en el principal centro del poder.

Características generales:

- tendencia al encastillamiento, estando en la mayoría de los casos


rodeados de murallas.

- gran complejidad estructural, determinada por los numerosos usos y


funciones dados a sus espacios:

- residencia del monarca, que implica la inclusión de una zona residencial de


habitación

- lugar de representación política que debía contar con espacios oficiales


adecuados, destacando la Sala de Audiencias y el Salón del Trono.

- además, se configuró como un centro económico y de administración; con


frecuencia incluyó un ámbito dedicado al almacenaje de mercancías, a
talleres y a archivos.

- en ocasiones los conjuntos reales albergaron lugares de culto que se


organizaban como verdaderos templos.

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En las diferentes tipologías de palacios construidos en Mesopotamia,


siempre encontraremos como rasgo común su distribución funcional en
torno a patios, que servían para organizar el espacio e iluminar las
estancias. La tendencia que se irá desarrollando con el tiempo será la de
incrementar el número de sectores existentes en el palacio y, como
consecuencia, también del número de patios, reflejo de la creciente
diversificación de sus espacios.

El primer palacio reconocido de


época protodinástica es el Palacio
de Mesilim o Palacio A de Kish.
La estructura de este palacio estaba
formada por dos conjuntos
yuxtapuestos en los que se aprecia
una diversificación de funciones.

Al parecer el conjunto situado más


al norte estaba destinado a uso
cortesano y de representación,
mientras que el otro, de mayor
tamaño, se utilizó para funciones
administrativas.

Por lo demás, el interior de ambas construcciones poseía un gran número


de estancias sin orden aparente, estando ambas circundadas por un recinto
amurallado que les otorgaba un aspecto fortificado, característica de buena
parte de las estructuras palaciales mesopotámicas.

Con la llegada de los acadios y la fundación por parte de Sargón de Acad


de un Imperio, se pone fin al sistema de ciudades-estado y dando lugar a la
creación de un estado centralizado bajo el poder de una poderosísima
Monarquía que puso el arte a su disposición, empleándolo como
instrumento de propaganda política y, más concretamente, de exaltación de
la figura del rey. El palacio de Naram-Sin, en Tell Brak (Siria), constituye
por el momento el único elemento con que contamos para conocer la forma
que los acadios dieron a los palacios.

Estructura arquitectónica de
planta cuadrada cuyo interior
estaba distribuido de forma
ordenada con estancias
rectangulares de
dimensiones similares y
disposición regular, usadas al
parecer como depósitos de
mercancías, a las que un
patio principal y otros
secundarios servían como
elemento distribuidor. Se
puede deducir la existencia
de un proyecto de
planificación del conjunto

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previo a su construcción.

Al exterior el edificio tenía un potente muro de cierre de 10 metros de


espesor en el que se abría una única puerta de acceso flanqueada por
torres.

La tipología de este palacio fue posteriormente repetida en el Palacio viejo


de Assur, donde se construyó hacia el 1813-1781 un edificio considerado
como obra acadia, que repite las proporciones y planimetría del palacio de
Naram-Sin. Con una estructura también similar se construiría en Ur, ya en
época neosumeria, el Ekhursag, un palacio cuya principal característica era
su división en dos grandes sectores, uno público con grandes salas y otro
privado.

El palacio neosumerio de
Shusin en Ur es singular por
constituir un palacio-templo,
formando unidad
arquitectónica con el templo
de Shusin, reflejo de la
vinculación existente en estos
momentos entre lo religioso y
lo político, aunque la
construcción del palacio fue
posterior a la del templo.

Desde el punto de vista


estructural, este palacio
constaba de tres unidades
destinadas a diferentes
funciones: - religiosa,
- representativa y
- administrativa.

- la más oriental estaba dedicada al culto privado del palacio: era una
especie de capilla a la que se tenía acceso desde el interior de la residencia
palacial y también desde la calle; la cella iba precedida también de una
antecella.

- el acceso a las restantes unidades se hacía por una puerta que


desembocaba en dos largos corredores de necesario recorrido para llegar al
patio principal.

- el patio principal organizaba el resto del conjunto palacial:

- un área de residencia privada al norte, situada seguramente en un primer


piso al que se accedía por unas escaleras

- un área «política», compuesta por estancias de representación y


administración que cobrarán ahora una gran importancia, con una sala
alargada que desempeñaba las funciones de salón del trono y un gran
vestíbulo rodeado de dependencias de uso administrativo.

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.1.2 El palacio de Mari


Sobre las pautas constructivas de la
cultura sumerio-acadia, el templo
evolucionó hacia un aumento de su
complejidad estructural hasta
convertirse en verdaderos recintos
urbanos autónomos dentro de las
ciudades mesopotámicas más
importantes.

Comenzaba así la época de las


«ciudades-palacio», que inauguró la
construcción del Palacio de Mari.
Su relevancia reside en la
grandiosidad de su conjunto y en el
lujo y riqueza de su decoración,
anunciando además algunos de los
principales rasgos de los más
grandes conjuntos políticos y
residenciales de los grandes
imperios de Asiría, Babilonia y
Persia, realizados durante el II y el I
milenio. Este palacio contó con
diversas fases constructivas desde el
final del periodo neosumerio y las
primeras dinastías babilónicas a
comienzos del II milenio a.C.,
alcanzando su máximo apogeo con
Zimrilin (1782-1759), antes de la
llegada de Hammurabi y la
fundación del Primer Imperio
Babilónico.

-> Algunas características/comentarios:

- El palacio de Mari estaba fortificado, con murallas menos que variaban


su espesor según los sectores, abriéndose una única puerta en todo el
recinto flanqueada por torres defensivas.

- Gran abundancia de patios (12) cuyo función era, principalmente, la de


servir de elemento distribuidor de estancias. Dos eran los patios
principales:

- el primero, muy amplio y de forma rectangular, desempeñaba un


papel eminentemente distribuidor

- el segundo, denominado «patio de las palmeras» y ubicado


prácticamente en el centro del palacio, era de planta cuadrada y
estaba revestido de yeso y adornado con frescos, desarrollándose en
torno a él la zona oficial de representación a la que servía de
vestíbulo. El espacio del patio adquiere autonomía propia: ya no es
únicamente un elemento distribuidor, sino un espacio con funciones

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precisas al que se dedica un interés arquitectónico y decorativo


especial.

- Sabemos que el palacio de Mari constaba de dos plantas, la primera


dedicada a funciones oficiales y la segunda a residencia del monarca y
del personal del palacio, así como a administración.

Con estos rasgos el conjunto ponía de manifiesto en lo que se había


convertido realmente un palacio: lugar de residencia del monarca, sede del
poder político, y finalmente centro económico y de administración. Era
prácticamente una ciudad autónoma dentro de otra ciudad, cuya estructura
y decoración, realizada mediante pinturas al fresco que representaban
escenas de dioses y reyes, ha sido muchas veces comparada con la de los
palacios cretenses.

.1.3 Las ciudades-residencia de los grandes imperios del I milenio


a.C. en Mesopotamia: los palacios de Asiría y Babilonia
La monarquía fue afirmando su papel en Mesopotamia a lo largo de la
historia, incrementando un poder que tendría su reflejo artístico en la
construcción de los grandes conjuntos palaciales del I milenio a.C.,
instrumento perfecto para demostrar su poder absoluto y el prestigio
político de la monarquía.

)i Asiria
Partiendo de las bases culturales y artísticas del pueblo acadio, a los que
tomaron como referente político y cultural, los asirios comenzaron a
configurar un arte con personalidad propia que tuvo como referente común
en todas las modalidades artísticas la exaltación de la figura del soberano.
El control absoluto del imperio asirio se hallaba en manos del rey, elegido
por los dioses; la imagen del soberano mostrando su poder absoluto ante
los dioses y los hombres caracterizó la más relevante manifestación del arte
asirio, el relieve, intentando transmitir un mensaje ideológico que veremos
idénticamente expresado en la construcción de los imponentes conjuntos
palaciales.

Kalakh había sido convertida en capital del Imperio asirio por uno de sus
grandes reyes, Asurnasirpal II, quien decidió someter a la ciudad a un
completo plan de remodelación urbanística que incluía la construcción de la
residencia palaciega, el llamado Palacio del Noroeste. Este palacio asirio
estaba formado, como los palacios acadios o como el mismo Palacio de
Mari, por dos grandes patios conectados entre sí y rodeados de estancias,
quedando acentuada en este caso la división entre la zona pública
(babanu), y la zona residencial o privada al sur (bitanu). Ambas quedaban
separadas por dos grandes estancias de representación, entre ellas el salón
del trono, siguiendo una disposición similar a la ya estudiada en el Palacio
de Mari.

Uno de los rasgos peculiares de este palacio consistió en la decoración


escultórica de sus principales estancias a base de ortostatos. Estos relieves

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reproducían escenas de guerra y caza donde el rey era el protagonista,


sustituyendo a los dioses en el papel de garantes del orden universal: con
estas representaciones el palacio substituía por primera vez al templo, como
lugar elegido para las celebraciones y el rendimiento de cuentas por parte
de los reyes ante los dioses. Además incluía en los accesos a sus principales
estancias gigantescas figuras de animales fantásticos tallados en piedra,
procedentes en esta ocasión de la tradición hitita, con una finalidad
simbólica.

También en Kalakh se edificaron otros conjuntos palaciales, con un patio


central que seguía conservando su función arquitectónica principal como
elemento distribuidor. Destaca el construido por Tiglat-pileser III (744-
727): incorpora por primera vez una estancia formada por un pórtico con
columnas y piso superior, siguiendo una fórmula arquitectónica, la del
bithilani, que tenía su origen en la arquitectura sirio-hitita del II milenio a.C.

La expresión arquitectónica del palacio


como poder absoluto del soberano tuvo
su mejor expresión en la ciudad de
Dur Sarrukín (Jorsabad). Adoptó la
forma de un gran recinto fortificado de
dos kilómetros de lado, con siete
puertas de acceso, en cuyo interior se
dispuso una ciudadela elevada y
también amurallada, que englobaba los
edificios monumentales de más alta
representación política y religiosa: el
palacio del rey, su residencia y la de la
corte, otros palacios menores
dedicados a diferentes usos, los
templos y el zigurat.

El palacio real se alzaba rodeada de su propia muralla sobre dos terrazas de


18 metros de altura, a las que se accedía a través de una puerta
monumental que paso al gran patio regulador de todo el conjunto
arquitectónico, y que se componía de:

- un sector oficial, en el que de nuevo destacaba el salón del trono,


presidido por toros androcéfalos

- un área privada de carácter residencial, destinada al monarca, con


estancias distribuidas en torno a otro gran patio.

- una tercera área, esta vez religiosa, en la que se construyó un zigurat


y cuatro templos bajos.

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El palacio cobraba sentido inscrito en el complejo de la ciudadela, en la que


existía también un área religiosa, con el Templo de Nabu, directamente
conectada con el palacio a través de una pasarela y un sector de viviendas
destinadas a los dignatarios de la corte. Se creaba así un eje ceremonial,
religioso y cortesano, que imponía su presencia a la ciudad a través de la
plataforma sobre la que se elevaba y de la muralla que le separaba del
conjunto urbano, queriendo ser la máxima expresión del poder absoluto del
soberano.

)ii Babilonia
Frente al orden mostrado en su disposición por los palacios asirios del I
milenio a.C., los autores reconocen la existencia de una cierta improvisación
en la disposición estructural de los palacios babilónicos. Los ejemplos más
importantes conservados pertenecen a la ciudad de Babilonia, que alcanzó
su etapa de mayor esplendor con Nabucodonosor II (604-562.

El palacio de Nabucodonosor sabemos que presentaba variaciones con


respecto a la tipología de palacio vista hasta el momento: tenía planta
trapezoidal y se organizaba en torno a cinco patios separados por puertas y
corredores, formando un laberinto de pequeñas células como si se tratase
de una agrupación de diversas casas, cada una de ellas con su
correspondiente patio; además, contaba con un salón del trono que pudo
estar abovedado y que ubicaba el trono en el lado mayor de la estancia (a
diferencia de los asirios). La decoración de la cámara era con una amable
combinación de ladrillos vidriados azules con decoración de columnas con
capiteles vegetales en blanco, amarillo y azul, que ponían de manifiesto los
contactos mantenidos con el mundo artístico griego.

Formando parte de la estructura del palacio se hallaban los jardines


colgantes que fueron considerados como una de las siete maravillas del
mundo. Su estructura arquitectónica resulta muy interesante, por constituir
un verdadero alarde de ingeniería y arquitectura, que se haría también
presente en otras construcciones neobabilónicas, como la del puente sobre
el Eufrates o la de la misma muralla de Babilonia.

Estaban construidos sobre unos escalones ascendentes hechos con


piedra impermeabilizada con betún. Según la descripción de Estrabón, la
estructura de estos jardines estaba realizada a base de pilares, arcos y
bóvedas de ladrillo cocido y mortero asfáltico, lo que ha hecho pensar en
una posible reconstrucción helenística de los jardines colgantes por la
complejidad técnica de esta obra.

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.2 Las áreas periféricas

.2.1 Los palacios sirios e hititas: el bithilani


En relación a los palacios de las denominadas «áreas periféricas» señalar
que existieron importantes diferencias entre su tipología y la de los palacios
mesopotámicos, cuestión que se ha venido explicando en función del
diferente papel que desempeñó en estas zonas la Monarquía desde el punto
de vista político y social.

El Palacio real G de Ebla (2400-2250 a.C), fue realizado con gruesos


muros de adobe sobre cimientos de piedra. La primera novedad consistía en
su acceso, que se realizaba a través de un pórtico con cuatro columnas; a
este espacio se abría una gran escalera desde la que se daba paso a las
diferentes estancias superiores del palacio y además desde este mismo
pórtico de entrada se podía acceder a un gran patio, llamado «patio de las
audiencias» configurado como si fuese la plaza porticada de una ciudad en
vez de la función eminentemente distribuidora en los asirios. Junto a la
disposición asimétrica de las diversas estancias del conjunto y su sentido
abierto, ponen de manifiesto que estamos ante una concepción
arquitectónica adaptada a una sociedad más abierta, cuyo monarca
detentaba un poder más moderado y vinculado a funciones comerciales.

Pero la gran aportación siria a la tipología palacial fue el bithilani, fórmula


arquitectónica consistente en un pórtico columnado, a veces con basas en
forma de escultura, que era seguido de una larga sala de recepción paralela
a la fachada del palacio, a partir de la cual se ubicaban diversas estancias
dedicadas normalmente a un uso residencial, existiendo en uno de los
laterales del pórtico de acceso una escalera que conducía al piso superior.

El palacio de Yarimlin
tenía una disposición
original: parecía una
vivienda ampliada con
estancias agrupadas en
torno a un patio rectangular
central que dividía
claramente al conjunto en
dos sectores, uno dedicado
a las funciones políticas de
la monarquía, y otro
doméstico.

A su vez, en el sector norte


de este palacio se dispuso
una sala que prefigura el
bithilani de los palacios del I
milenio, a la que se accedía
por un gran pórtico sostenido por cuatro pilares de madera, seguida de otra
sala con una columna en el centro.
Por primera vez vamos a encontrar en este palacio estancias adornadas con
ortostatos de basalto al estilo de las de la arquitectura palacial asiría del I

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milenio, y presentes también con posterioridad en edificios oficiales hititas y


persas.

La importancia de este palacio residió, en el hecho de que tanto algunos


rasgos de su disposición, por ejemplo la ubicación de las estancias más
destacadas de la zona residencial en la primera planta, como su decoración,
realizada a base de pinturas murales de colores que representaban temas
animalísticos y vegetales, revelaban los contactos mantenidos entre la
cultura siria del II milenio y la minoica.

En el palacio de Niqmepa, la sala de


audiencias estaba muy compartimentada y
se dividía en otras seis salas más pequeñas.
Pero además contaba con una sala
precedida de escalinata con dos columnas
centrales, una sala a sus espaldas con
columna en el centro y una escalera lateral,
que se ha considerado también un eslabón
en la evolución hacia la configuración del
bithilani.
Por lo demás, el palacio mostraba en su
estructura una disposición asimétrica y
abierta que fue muy característica de los
palacios sirios del II milenio. Su tendencia
fue recogida por los arquitectos que
construyeron los grandes conjuntos
palaciales de Ugarit.

Con los dos palacios descritos quedó


configurada la estructura del bithilani,
cuyos rasgos básicos aparecen
también en la arquitectura hitita
imperial de mediados del II milenio
a.C., quedando consagrado en los
palacios del norte de Siria durante el I
milenio a.C., tal y como podemos
observar en el Bithilani de Kapara.

Tras la caída del Imperio Hitita a finales del II milenio a.C., surgen en el
norte de Siria los denominados «reinos luvio-arameos». En sus palacios
el bithilani adquirió su plena configuración, siendo frecuente el empleo de
columnas en las que arquitectura y escultura se fundían dando lugar a
soportes con formas escultóricas que reproducían figuras humanas y
animales, a las que podemos considerar como precedente de las cariátides
y atlantes de la arquitectura griega.

Analizando la estructura de sus palacios podemos decir que la arquitectura


palacial hitita desarrolló un estilo propio compuesto por diversos edificios
independientes entre los que se abren plazas empleadas como lugar de
reunión. Una de las mejores representaciones está en el palacio-
ciudadela de Büyükale, construido en el II milenio a.C., durante los
primeros tiempos del Estado Hitita.

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.2.2 Los palacios de la Persia Aqueménida: Pasagarda y Persépolis


El estado persa aqueménida tuvo su origen en el siglo VII a.C. Hasta
entonces los persas habían constituido junto con los medos un pueblo
nómada que se había instalado en el II milenio a.C. al este de Mesopotamia,
formando en el milenio siguiente dos reinos independientes: el de los medos
al norte y el de los persas al sur. A partir del siglo VII se sucedieron
importantes hechos: en principio los medos destruyeron Asiría; ochenta
años después los persas se hicieron con el Imperio Babilónico y
posteriormente ambos reinos —el de medos y persas— quedaron unificados
bajo la figura de Ciro, un monarca aqueménida con el que se inició una
etapa expansiva que alcanzaría su momento de mayor esplendor entre
finales del siglo VI y principios del siglo V a.C. El Imperio Persa consiguió
entonces dominar buena parte de Mesopotamia y extender sus límites hasta
Egipto y la costa jonia de Asia Menor, compartiendo entonces protagonismo
con el otro ámbito cultural y artístico desde el que se estaban haciendo en
estos momentos importantes aportaciones a la historia de la Antigüedad: el
del mundo griego.

El arte persa va a ser un arte de corte imperial, puesto al servicio del rey,
que tiene en los palacios y en las tumbas su mejor representación; su
arquitectura constituye un ejemplo de cómo supieron llegar a soluciones
originales a partir de las influencias mesopotámicas, egipcias y griegas,
dando forma a dos nuevas tipologías de construcción palacial absolutamente
diferentes: los palacios de Pasagarda y de Persépolis..

El palacio de Ciro el Grande en Pasagarda ocupaba una explanada sobre


la que se construyeron diferentes pabellones independientes rodeados de un
muro de cuatro metros de espesor, que constituyen la reproducción en
piedra de las tiendas de los jefes nómadas. El edificio más singular del
conjunto era la sala de audiencias o apadana: se trataba de un gran
pabellón de planta rectangular con pórticos abiertos en sus cuatro lados,
compuestos por dos hileras de columnas, que comunicaban con la sala
interior, también con doble hileras de columnas y a mayor altura que los
pórticos. La originalidad de este palacio consistió en:

- la estructura que acabamos de describir,

- algunos de los detalles decorativos que acompañaron a su estructura


arquitectónica, donde se recogían parte de los elementos asirlos y
egipcios, entre ellos los toros alados androcéfalos (lamasus) que
presidieron el acceso a las principales estancias,

- aparece por primera vez un tipo de columna con una basa estriada de
inspiración griega jónica y un capitel, denominado «tauromorfo», al que
daban forma dos figuras de toros enfrentados de clara inspiración
mesopotámica, que apoyaban directamente sobre las vigas de la
cubierta.
El Palacio de Persépolis fue construido sobre una terraza natural
siguiendo la práctica asiría, pero en este caso los edificios no aparecen

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dispersos como en el caso de Pasagarda, sino aglutinados en un amplio


conjunto protegido por un muro de cierre, al que se accedía a través de un
pórtico monumental protegido por figuras de lamasu de tradición asiría.

Persépolis, como en Pasagarda,


incluye amplias estancias de planta
cuadrada de entre las cuales
podemos destacar especialmente dos
pertenecientes a la parte pública del
palacio: la sala de audiencias y el
salón del trono.

- La sala de audiencias era una


apadana o sala hipóstila muy
parecida a la de Ciro, con tres
pórticos y unas imponentes
dimensiones que podían dar cobijo a
diez mil personas.

- El salón del trono o "sala de las


cien columnas», era un espacio
también hipóstilo, esta vez de planta
cuadrada como el resto de los
espacios de este palacio y precedida
de un gran pórtico columnado.

A las espaldas de estas


construcciones se desarrollaba la
parte privada y administrativa del
palacio, con las residencias de los
soberanos y el tesoro, que servía de
almacén, arsenal y archivo.

Pero sin duda alguna la proliferación de


columnas y la forma que éstas
adquirieron fue su rasgo más destacado:
en este caso los fustes no serán lisos
como en Pasagarda, sino acanalados
como los Jonios (tener en cuenta que
Darío, tras el regreso de la guerra del
Egeo, llevó a Persia a un gran número de
artesanos griegos).

Por su parte, el capitel tendrá una pieza


superior compuesta por dos medios
cuerpos unidos de animales,
generalmente toros, hombres-toro o
dragones, que podían apoyar
directamente sobre el fuste o tener unas
piezas con volutas.

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Todos estos rasgos ponen de manifiesto cómo los persas captaron los
influjos de los pueblos que les rodeaban, imponiéndoles su sello personal
para crear un nuevo estilo arquitectónico.

.3 PRÁCTICAS

Escoge dos palacios pertenecientes respectivamente a Mesopotamia y a las «áreas


periféricas» y comenta sus principales características, estableciendo cuales son los rasgos
fundamentales que diferencian las tipologías generales de ambas áreas. Completa tu
comentario con una argumentación relativa a las posibles causas que pueden motivar la
configuración de dichas características e ilustra dicha argumentación con ejemplos
representativos.

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