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CENTRO DE ALTOS ESTUDIOS NACIONALES

ANTOLOGÍA DE POLITICA

2007
ADVERTENCIA

LOS CONCEPTOS VERTIDOS EN CADA


UNO DE LOS ARTÍCULOS REPRODUCI
DOS SON DE EXCLUSIVA RESPONSABI-
LIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPRO-
METE DE NINGUNA MANERA AL CENTRO
DE ALTOS ESTUDIOS NACIONALES

ESTA ANTOLOGÍA RECOGE EL PENSAMIENTO


DE DISTINTOS ESPECIALISTAS Y SE HACE EN
CONCORDANCIA CON LO DISPUESTO POR LA
LEGISLACIÓN VIGENTE SOBRE DERECHOS DEL
AUTOR.

2
LEY No 13714

Art 96º.- PUEDEN SER REPRODUCIDOS BREVES


FRAGMENTOS DE OBRAS LITERARIAS, CIENTI-
FICAS Y AUN LA OBRA ENTERA, SI SU BREVE
EXTENSIÓN Y NATURALEZA LO JUSTIFICAN;
SIEMPRE QUE LA REPRODUCCIÓN SE HAGA
CON FINES CULTURALES Y NO COMERCIALES
Y QUE ELLA NO EXTRAÑE COMPETENCIA DES-
LEAL PARA EL AUTOR EN CUANTO AL APROVE-
CHAMIENTO PECUNIARIO DE LA OBRA, DEBIEN-
DO INDICARSE, EL NOMBRE DEL AUTOR Y EL
TITULO DE LA OBRA Y LA FUENTE DE DONDE
LA HUBIERAN TOMADO.

3
INDICE

INTRODUCCION …………………………………………………..6

OBJETO, FINALIDAD Y ALCANCE. …………………………….8

1. Política: Multiplicidad de Definiciones y Conceptos………. 10


Por: Francisco Miroquesada Rada

2. Evolución del Pensamiento Político………………………….32


Por: Alfredo Quispe Correa

3. Ciencia Política, Política y Ciencia Política………………….44


Por: Raúl Ferrero Rebagliati

4. El Poder Político………………………………………………..53
Por: Raúl Ferrero Rebagliati

5. Poder, Estado y Política……………………………………….85


Por: Mario Justo Lopez.

6. Estado y Sociedad………………………………………………94
Por: Raúl Ferrero Rebagliati.

7. Relación de los conceptos: Estado, Nación y Patria………..105


Por: Raúl Ferrero Rebaglati

8. Finalidad del Estado……………………………………………110


Por: Raúl Ferrero Rebagliati

9. Estado y Nación………………………………………………...124
Por: Alfredo Quispe Correa

10. La Constitución del Estado…………………………………….136


Por: Eduardo García Maynas

4
11. Constitución y Democracia…………………………………..…..151
Por: Alfredo Quispe Correa

12. Una Agenda Institucional para la Gobernabilidad Democrática


Por: Antonio Camou…………………………………………...….158

13. Partidos Políticos………………………………………………....168


Por: Peter H. Marki

14. Los Partidos Políticos y Misión de los Partidos………..………197


Por: Raúl Ferrero Rebagliati

15. Sistemas de Partidos……………………………………..……...204


Por: Francisco Miroquesada Rada

16. Partidos Políticos y Grupos de Poder…………………..………212


Por: José Paez Warton

17. Ideologías y Doctrinas Políticas……………………….………..224


Por: Francisco Miroquesada Rada

18. Grandes Ideologías al Final del Siglo XX…………..…..…..238


Por: W. Phillips Shively

19. Regímenes Políticos…………………………………..………242


Por: Juan Luís Paniagua Soto

20. ¿Qué es un Análisis Político?………………………….…….278


Por: Robert A. Dahl

21. Análisis Político: Especialidad Moderna……………………306


Por: Francisco Miroquesada Rada
INTRODUCCION

La realidad política, no es sino un aspecto abstracto


de la realidad social global inherente a toda
sociedad. La realidad política está conformada por
los fenómenos, hechos, situaciones, concepciones.
etc, de naturaleza política que se da en la vida social.

El conocimiento de la realidad política o conocimiento


político, metodológicamente adquirido y
sistemáticamente ordenado, es el cuerpo mismo de
la TEORÍA POLÍTICA, que engloba a las
descripciones, explicaciones, generalizaciones y
postulaciones acerca de la realidad política. La
teoría Política tiene dos grandes componentes: La
Filosofía Política y la Ciencia Política.

La Política afecta cotidianamente nuestras vidas, la


de nuestras familias, la de los grupos y organismos
sociales a los que nos hallamos vinculados. En
todas partes la omnipresencia de la política se hace
patente.

No hay virtualmente, aspecto de la vida social que


escape a la política. Trátese de delicados asuntos
internacionales, o de medios económicos, culturales,
educativos, científicos, o trátese del pasado,
presente y futuro del país invariablemente
encontramos problemas políticos, derivados de la
forma como se han estructurado y funcionan las
relaciones políticas, variante específica de las
relaciones humanas.

6
La política rige la marcha histórica de los pueblos
hacia metas de bienestar y además cautela la
supervivencia y permanencia de las naciones,
gracias a la seguridad con la que provisoriamente
tiene que rodearlas.

El Curso de Desarrollo y Defensa Nacional


contempla los estudios del proceso de la Política
Nacional, y de no obtenerse un conjunto de ideas y
conceptos suficientemente coherentes de como han
de producirse las decisiones políticas destinadas a
marcar el rumbo fundamental de la vida nacional y
del contenido de las mismas, mal podría tenerse una
concepción cabal de la Defensa Nacional, y el
planeamiento de ésta carecería de una buena
orientación.
Es pues preciso acercarse al estudio de la Política
primero como teoría y después como doctrina.

Todos somos objetos y sujetos de procesos políticos


y se hace imprescindible la participación en asuntos
políticos de interés general para contribuir al
progreso de la Nación y al aporte que todo peruano
debe brindar a la promoción de la sociedad en todos
sus aspectos.

Por las circunstancias anotadas, la Antología de


Teoría Política obedece a la conveniencia de que el
futuro Participante o Alumno del CAEN, disponga de
un conjunto de temas de diversos autores, sin que
éste, limite de ninguna manera la labor de informarse

7
de otras fuentes y con diversas perspectivas para
obtener conclusiones precisas.

OBJETO, FINALIDAD Y ALCANCE

I. OBJETO

Poner a disposición de Participantes y


Alumnos del CAEN, artículos sobre Teoría
Política, que reunidos en un solo documento
les facilite la tarea de buscar Bibliografía
apropiada, a fin de que sirva como elemento
de consulta para abordar los estudios
referentes al Proceso de la Política Nacional,
parte importante del Plan de Estudios e
Investigación del CAEN.

La vastedad del contenido de la Teoría


Política hace imposible recoger en un
compendio como éste, todo el universo del
conocimiento Político. Han sido criterios de
utilidad y pertinencia los que han orientado la
selección de temas, para los fines de
capacitación previa y la labor de investigación
de los Participantes acerca de los múltiples
deberes que tiene que desarrollar durante sus
estudios en el CAEN

8
II. FINALIDAD

Que los Participantes tengan los elementos


de juicio con respecto a la Teoría Política, les
ofrezca una base sólida de conocimiento bajo
diferentes enfoques y puntos de vista, y que a
su vez les permita sacar sus propias
conclusiones.

III. ALCANCE

Abarca una selección de artículos orientados


a absolver los aspectos esenciales de lo que
es la política; luego dirigidos a comprender lo
que es el Poder Político, el Estado, la
Constitución, los Partidos Políticos, los
sistemas políticos e ideológicos y finalmente
aquellos aspectos relacionados con el Análisis
Político y los Derechos Humanos.

9
1. POLITICA : MULTIPLICIDAD DE
DEFINICIONES Y CONCEPTOS

Por : Francisco Miro Quesada Rada(°)

El intento de comprender y precisar en forma


analítica, crítica y rigurosa la acción humana e
interacción social que conocemos como
política no es una aventura reciente, pues se
remonta a la antigüedad clásica.

A través de la historia encontramos una serie


de apreciaciones sobre política en pensadores
de genial dimensión como Platón, Aristóteles,
Séneca, Polibio, Maquiavelo, Santo Tomás,
Hobbes, Bodin, Lecke, Suárez, Belarmino.
Montesquieu, Rosseau, Tosqueville, Marx,
Stuart Mill, Lenin, Bertrand Bussell y otros.

Platón decía que la política es la "ciencia


regia", Aristóteles, sostenía que era una
mixtura institucional y social.

Siendo la acción política objeto de estudios


cada vez más especializados, los pensadores
modernos que se preocupan por el tema en la
gran mayoría son científicos políticos, aunque
hay también sociólogos, economistas, juristas
y filósofos, al igual que sus antecesores

(°)
Tomado del libro Política y Ciencia Política de Francisco
Miro Quemada Rada. Edil. Campodónico. Lima 1981. Pag.31
al 47.
10
clásicos han planteado una serie de
definiciones y elaborado diversos conceptos
que a continuación exponemos:

En uno de sus múltiples ensayos, "La Política


como vocación", el famoso sociólogo alemán
Max Weber sostiene que la política es "sólo
dimensión, o la influencia sobre la dirección de
una asociación política" (1). Según el
tratadista germano, política significa esfuerzo
por compartir el poder, o esfuerzo para influir
sobre la distribución del poder, ya sea entre
Estados o entre grupos dentro de un Estado.
Observa Weber, que "los que actúan en
política luchan por el poder, bien para servir
otros fines, ideales o egoísmos o bien como
"poder por el poder"; es decir, para disfrutar de
la sensación que proporciona el poder (2).
Con estas palabras Weber está señalando un
elemento esencial de la política : su naturaleza
agonal (3).

La política es lucha por el poder. Los móviles


que dan sentido a esta lucha son variados.
Pueden ser fines nobles como la toma y doma
del poder para liberar a los pueblos de la
dominación y explotación de los poderosos;
pueden ser fines innobles como la captura del
poder con el solo y único afán de gozar de las
prebendas, privilegios y prestigio que éste
ofrece.
Una de las notas esenciales del poder - según
Weber -es la dominación, que se sustenta en

11
el uso de la fuerza física, de la represión, y del
cuadro administrativo (burocrático-
administrativo), que garantizan el
establecimiento de un statu-quo determinado.

Maurice Duverger, politólogo francés, medita


sobre la política como "ciencia del poder" y
como "ciencia del Estado" y aunque estima
importante considerar al Estado, por ser una
estructura fundamental en donde actúa y se
desenvuelve la vida política, se pronuncia a
favor de la política como "ciencia del poder".
Señala Duverger que la política, su significado
y naturaleza, es siempre ambivalente. Para
demostrarlo da un ejemplo partiendo del mito
romano del dios Jano, al sostener que "la
imagen de Jano, el dios de las dos caras, es
la verdadera representación del Estado y la
expresión más profunda de la realidad
política" (4).

Para dicho científico-político galo, la política


como organización institucional (Estado) y
como realidad social (política práctica) es
lucha e integración. Ello es así porque el
Estado, institución de poder a través de la
historia, no es sólo un instrumento de
dominación sino también de integración que
intenta asegurar "cierto orden social".

La tesis de comprender la política como


realidad social e institucional organizada es
expuesta, con meridiana claridad, por el

12
politólogo norteamericano David Easton, para
quien la política es una "forma de hacer" que
se traduce en actividades grupales (partidos
políticos, grupos de presión) y en formas de
gobierno que establecen medidas de interés
para el conglomerado social. En Easton
siempre encontraremos una identificación de
la política con la autoridad, al sostener que "se
hace política o luchan los diferentes grupos
para influir en el tipo de medidas de carácter
autoritario" (5). Luego, a este concepto agrega
lo siguiente : "Si fuera a resumir el concepto
de política inspirado en nuestro sentido común
probablemente tendría la siguiente forma : la
vida política se refiere a toda actividad que
influye de manera importante en el tipo de
medida autoritaria que adopta una sociedad y
la forma en que la pone en práctica" (6).

Para David Easton "la vida política es un


sistema de conducir, incorporado a un
ambiente a cuyas influencias está expuesto al
sistema político mismo, que a su turno
reacciona frente a ellos" (7).

Esta concepción de Easton no se limita a


admitir que la política es un "sistema de
conducta" y que se trata de un "Sistema
aislado", es decir, cerrado. Por el contrario,
desde el punto de vista de Easton, la vida
política es un sistema abierto, expuesto a la
influencia de otros sistemas y rodeado de los
ambientes físico, biológico, social y

13
psicológico. Más aún, Easton no se queda allí:
pretende ir más lejos al sostener que el
sistema político, en sí toda la vida política,
tiene capacidad de autorregulación para
responder a las perturbaciones que lo
engloban, de manera que tiene una especie
de capacidad de adaptación.

De la visión eastoniana de la política se


desprende la siguiente conclusión: "los
sistemas políticos acumulan gran cantidad de
mecanismos mediante los cuales pueden
tratar de enfrentarse a sus ambientes. Gracias
a ellos son capaces de regular su propia
conducta, transformar su estructura interna y
hasta llegar a remodelar sus metas
fundamentales. Pocos sistemas, aparte de los
sociales, gozan de esta posibilidad (8).

Hemos hecho un breve comentario de las tres


más importantes definiciones que se han dado
sobre política en los últimos años; pero sin
duda dentro de este período hay otras muy
importantes que no se pueden descartar y que
vamos a indicarlas, si bien no es nuestro
propósito analizarlas en estas líneas como
hemos hecho con las de Weber, Easton y
Duverger.

"Política es la actividad humana fundada en


intereses justificados ideológicamente, que
pretende conseguir objetivos valederos para
toda la comunidad mediante el ejercicio del

14
poder público organizado y el flujo sobre él"
(Pablo Lucas Verdú).

"Un sistema político es cualquier patrón


persistente de relación interhumana que
englobe, en un significado extenso, el poder,
la regla y la autoridad" (Robert Dahl) (10).

"La política es la toma de decisiones por


medios públicos" (Larl W. Deutsch) (11).

"Por política entendemos el conjunto que se


establece entre individuos y grupos animados
de deseos contradictorios y de relaciones
estables de autoridad y de dependencia"
(Francoise Parroux) (12).

En estas definiciones encontramos conceptos


que son propios de la acción política como
poder, decisión, autoridad, interés, ideología,
acción grupal, dependencia.

Hay politólogos que prefieren abstenerse de


dar una definición sobre política, porque
consideran que el término es ambiguo e
impreciso, Así lo cree, por ejemplo, Robert
Murphy al afirmar que hay dificultades en dar
una definición única y omnicomprensiva de
política; y Beiley, quien está más preocupado
por comparar la política con el juego, porque
sostiene que ambos se mueven dentro de
ciertas reglas.

15
Los soviéticos Yákivlev, Bieglov, Bikkenin,
Brutents, Kelle, Okorelov, Vólkov, Petrenko y
Zeglandin, quienes parten de la concepción de
Lenin sobre la política, sostienen que "la
política es la expresión concentrada y la
culminación de la economía". (13).

Los politólogos soviéticos admiten que la


política tiene una relativa independencia de la
economía, y también la capacidad para influir
sobre ella.

Consideran que, por ser la expresión


concentrada de la economía, depende de
ésta, porque sirve para mantener y sostener
un régimen. La política es una superestructura
de lo económico, que es la base de lo social.

La concepción marxista de política vincula


correctamente la acción política con la acción
económica y está atenta a sus interrelaciones.

Así como hay diferencias de regímenes


políticos y existen diferentes regímenes
económicos, la sociedad se diferencia siempre
en ambos regímenes.

La concepción soviética de la política es


clásica y está fuertemente ligada a las
interpretaciones que ha hecho Lenin sobre
ella.

16
Otras interpretaciones marxistas de la política
distinguen la política de los políticos; distingo
que también hacen politólogos "no marxistas"
como Jiménez de Parga y Burdeau. Desde la
perspectiva marxista, lo político se reduciría al
Estado: es pues, la superestructura jurídico-
política del Estado; en cambio, la política es la
práctica política de clase.

Nicos Poulantzas diferencia con acierto la


organización política de la práctica. Dice que
mientras la primera es una superestructura, la
segunda es la acción confluctual. En este
caso, la política como acción humana es lucha
de clases. Esta idea coincide con las de Marx
y Engels, quienes sostienen en "El Manifiesto
Comunista" que "toda la lucha de clases es
una lucha política" (14).

Para Poulantzas, la política y la historia están


íntimamente ligadas. La política es la
expresión de una práctica social, de una
acción dinámica. La práctica política como
expresión de la dinámica política, en el devenir
histórico ligado a las luchas de clases, haría
de la política una ciencia revolucionaria
orientada a los cambios profundos de la socie-
dad.

Sostiene Mihailo Markovic que la política es la


"realización de todas aquellas actividades y la
toma de todas aquellas decisiones mediante

17
las cuales son regulados y dirigidos los
procesos sociales públicos esenciales" (15).

Este filósofo yugoslavo estima que en la


política hay dos formas de realización y
manifestación. Por una parte, es actividad y,
por otra, es decisión. La actividad y la decisión
tienen una función de regulación y dirección
de los procesos políticos. La política es un
mecanismo de regulación del comportamiento
inter-subjetivo y de los conflictos sociales.
Partiendo de Marx, Markovic señala los
rasgos esenciales de la política como forma
de deshumanización y despersonalización.
Las formas de alienación política según
Markovic serían:

a. El hombre pierde el control de las


instituciones políticas, del Estado, del
partido, que él mismo ha creado y que
funcionan en su nombre.

b. En una sociedad burocrática


(entiéndase contemporánea) el hombre
se aliena respecto a los demás, tanto si
pertenece a los dominadores como a
los dominados. En la elección de
aquéllos con quienes desearían
mantener relaciones estrechas, no
tiene fundamental importancia para él
quién sea el otro hombre sino qué
función ejerce.

18
c. En la sociedad burocrática la actividad
política deja de ser creadora.

d. Todas estas condiciones llevan a la


ruptura total entre la existencia política
del hombre y su esencia auténtica
posible.

Es significativo, por otra parte, el aporte de los


politólogos argentinos para la comprensión de
la política. Según Carlos A. Floria "la política"
es una dimensión constitutiva del hombre, de
modo que no se puede proponer no tener un
comportamiento político o ser apolítico,
porque de alguna forma ello es una posición
política" (16). Entiende Floria que la política se
ocupa del poder, que es un fenómeno
intrínsecamente político.

El planteamiento de Floria nos parece


correcto. Las posiciones apolíticas son
políticas en la medida en que evitan el
desenvolvimiento dinámico de la política y
contribuyen al mantenimiento de las injusticias
sociales en un sistema. Esta posición
"apolítica" tiene las características propias del
pensamiento y conducta totalitarios y
reaccionarios, que intentan encapsular la vida
política dentro de marcos institucionales y
categorías ideológicas consideradas
inmutables. Las posiciones apolíticas
contribuyen al mantenimiento del sistema y en
tal sentido son conservadoras. Ven un peligro

19
en la difusión de ideas distintas a las del
sistema imperante y en conflicto social.

Ello sucede frecuentemente con las corrientes


tecnocráticas, administrativas y burocráticas
que pretenden desvincular la ciencia y la
técnica de la política, haciéndolas vivir en
compartimientos distintos como si el ejercicio
del poder no fuera el producto de una técnica
orientada a inclinar voluntades, que con
acierto llama Mario Justo López, aspecto
formal de la política.

También nos parece correcto el planteamiento


de Floria sobre las dimensiones políticas,
pues la característica de toda relación de
poder es la de mando-obediencia, que se
produce a consecuencia de los mecanismos
que utilizan los grupos de poder dominantes
para inclinar voluntades, a fin de poner en
práctica un proyecto político determinado.
Estos mecanismos de poder son: la Fuerza
Armada, la ley positiva y los sistemas
educativos y propagandísticos; reflejo de la
mezcla de tres elementos claves en toda
política formal de dominación: fuerza, Derecho
e ideología.

Según Jorge Venossi, "cuando se hace


política se está creando o se está tratando de
reemplazar un sistema de lealtades por otro "
(17).

20
Estas lealtades pueden ser hacia las ideas,
hacia los hombres o hacia los intereses. Para
que la política funcione bien estas tres
lealtades deben interrelacionarse, pues de no
ser así se produciría el descalabro. La política
como acción no es sólo lucha; es proyecto y
construcción de estructuras sociales y de
Instituciones. De allí que es más importante el
político fundador que el conductor, sostiene
Vanossi. El político fundador y visionario es
escaso. Por lo general, la vida política
cotidiana favorece a los conductores.

Luis R.M. Dellera Jofré sostiene que la acción


social se convierte en acción política cuando
su finalidad es el poder. Para este científico-
político argentino "el fenómeno social se
trasmuta en política recién cuando el objetivo
último perseguido es posible de ser merituado
como finalidad de poder" (18). Agrega luego
que "la relación así generada se interesa en
provocar presión a full de uno de los términos
sobre otro; en tratar de alterar la voluntad, en
pretender modificar la conducta: el emisor
puede intentar o transformar la relación social
en relación de poder definitivo, o utilizar para
adquirir, conservar, aumentar o disminuir su
propio poder " (19).

De estas observaciones se desprende que las


relaciones sociales, tal como sostiene
Puolantzas, Onofri y Pissorno, son relaciones
de poder. Su característica principal, la de

21
inclinar voluntades y conductas para poner en
práctica un proyecto político, es consecuencia
de la dinámica de la sociedad en su faz
agonal y arquitectónica.

El planteamiento de Mario Justo López.

Mención especial y estudio detenido merece


el planteamiento que hace el politicólogo y
jurista argentino Mario Justo López. El
considera que la política es un término de
difícil definición por su naturaleza múltiple,
polifacética, variable, simbólica y
multirrelacionada. Para López, la política es
una realidad plenaria en donde interactúan
una serie de elementos que constituyen las
diversas fases de la misma.

Como realidad polifacética, la política tiene


una fase estructural, otra dinámica, una
agonal y otra arquitectónica.

Sostiene dicho profesor argentino que "la


actividad política no se desarrolla en el vacío,
no tiene sentido sino como relación
interhumana, y tal relación implica una
estructura que se presenta como jerarquizada,
existente entre los seres humanos, que
permite a los unos inclinar la voluntad de los
otros. Esa estructura, aunque puede
presentarse, a veces, muy débil y fluida,
ofrece siempre una tendencia natural a
traducirse en instituciones políticas-órganos y

22
normas- con vocación de orden y estabilidad
(20).

Si concebimos la estructura social como el


conjunto de grupos que desempeñan roles y
funciones, que son complementarios y
diferenciados dentro de una relación
jerarquizada, no cabe duda que la política
acontece en ella como actividad humana y
relación interhumana. Las diferencias en la
organización funcional de las estructuras son
las que determina, en gran medida, la
jerarquización y el ejercicio del poder político.
Es una secuencia de órdenes verticales entre
las diversas instancias institucionales de la
estructura.

Así, quienes desempeñan roles y funciones de


más alto nivel en la estructura social son
aquéllos que tienen mayor capacidad de
decisión para encausar el comportamiento
individual y social.

La estructura social vendría a ser el terreno en


donde se desenvuelve la acción política, pero
ésta no es un terreno baldío : es un terreno
organizado, debidamente planeado a través
de las instituciones. La revolución social
consistiría en la ruptura de la estructura
jerarquizada de dominación y de poder y el
cambio de una estructura por otra en donde
no existan jerarquías y los roles sean
funcionales.

23
La actividad política que opera dentro de la
estructura social es dinámica y está en
constante movimiento y cambio. La actividad
en la política tiene como principal fin la captura
del poder político, o en otros términos, de los
roles y funciones que permiten el ejercicio de
ese poder. Al respecto Mario Justo López
sostiene que la política como "actividad, tiende
inmediatamente a la conquista y conservación
de los cargos o roles, o también, caso
contrario, a resistir la actividad desplegada
desde ellos. En tal sentido la faz dinámica de
la política traduce una vocación de
movimientos y cambio" (21).

Los participantes en la acción política que


actúan dentro de la estructura y en relación
dinámica, entran en conflicto por razones de
orden ideológico, social y personales, es decir
que entre ellos se produce una lucha por
conquistar o conservar el poder. A esta lucha
se le denomina faz agonal. Indica López que
"esa competencia, esa lucha por la conquista,
y en un momento, por la conservación de los
cargos y roles, forma parte de la faz agonal de
la Política" (22).

En la faz agonal, la lucha puede darse dentro


de los cruces normativos e institucionales
establecidos en la estructura social. En tal
sentido, los grupos antagónicos actúan dentro
de los límites señalados por la ley. Esto

24
sucede, por ejemplo, en la democracia
representativa y competitiva, o también en las
monocracias. Pero la lucha puede extenderse
más allá de los cauces normativos e
institucionales llegándose a la "destrucción
organizada", como dice Mannheim, a través
de la guerra revolucionaria, o a través de
medidas revolucionarias que paulatinamente
van mellando y desdibujando el orden
institucional de una estructura social. El
fenómeno de la influencia, tan frecuente en
política, también desempeña una función
importante como elemento integral de la faz
agonal.

El acto de influir es diferente al acto de


capturar el poder. A los grupos de influencia y
de presión no les interesa capturar el poder
para ejecutar un proyecto político
determinado, sino por el contrario, persiguen
modificar las medidas y las conductas de
quienes ocupan roles y funciones en las
instituciones de la estructura social, para que
éstos tomen medidas a favor de sus intereses.

Los grupos de presión y de influencia se valen


de una serie de medidas para llevar a la
práctica sus objetivos. Desde el chantaje,
pasando por los medios de comunicación o
utilizando relaciones directas de contacto cara
a cara con quienes ejercen el poder.

25
La realidad política, que es agonal y que
opera dentro de una estructura social, tiene,
por último, la faz arquitectónica. No cabe duda
que de alguna manera los hombres elaboran
"modelos" de organización social y que luego
luchan para llevarlos a la práctica.

De allí que la política sea también


organización, conducción y administración del
comportamiento individual y colectivo. La
ejecución de un proyecto determinado impone
una secuencia de pasos aparentemente
prefijados, que pasan de la simple concepción
teórica del modelo, a la planificación,
organización y control de la sociedad. Así los
políticos que ponen en acción "su modelo" son
arquitectos o ingenieros sociales, hombres
eminentemente prácticos, ejecutores de un
plan determinado. López dice que la faz
arquitectónica "es la actividad creadora,
constructora, conductora, integradora, sin que
estos calificativos importen en modo alguno,
juicios de valor" (23). Lo que debe admitirse
es la necesidad de organizar la sociedad. El
problema consiste en saber cuál de los
"modelos" propuestos es el más adecuado.

La realidad política es variable, cambia en el


tiempo; con los hechos políticos, al igual que
los hechos históricos, no se repiten de igual
manera.

26
No obstante, habría que buscar ciertas
constantes de regularidad cíclica que nos
permitan precisar objetivamente leyes de la
política aplicadas en todas las épocas de la
historia. Quizás el desgaste progresivo de los
sistemas políticos, el desgaste de los
gobiernos y las revoluciones, se repiten a
pesar de sus diferencias y, en tal sentido,
podrían formularse leyes de esta naturaleza
que sean universales para todas las épocas y
para todos los casos posibles.

Por último, la realidad política es una realidad


simbólica. La ideología, como concepción del
mundo y como expresión de clase social,
determina el comportamiento social y político.
Los hombres crean una serie de teorías para
justificar la posición privilegiada que ocupan
en la estructura social. Incluso, llegan a
afirmar que la situación es objetiva, racional y
científica.

El elemento subjetivo juega un papel


importante en la vida política y esta
subjetivación conduce a internalizar una visión
determinada como un fenómeno universal,
válido e inmovible. Lo ideológico y lo político
están íntimamente ligados, y muchas veces
las ideas que tenemos sobre las cosas no son
la fiel expresión de su objetividad sino el
reflejo de una deformación de la realidad.

27
La sociedad política está organizada en
función de esas ideas, y el agente sujeto de la
política, el hombre político, actúa en función
de valores internalizados, como expresión del
proceso de socialización del comportamiento.

A la adecuación de las conductas, al conjunto


de ideas rectoras que justifican un "modelo
político", se le llama proceso de
ideologización.

Rasgos característicos de la política.

A continuación como resumen y utilizando


todo lo expuesto, vamos a señalar los rasgos
característicos de la política. Creemos que
son constitutivos los rasgos siguientes:

a. La política es parte de la realidad social


y está inmersa en ella.

b. La política es actividad humana


interrelacionada.

c. La política es la expresión del ejercicio


del poder coactivo físico dentro del
proceso de decisiones de efectos
colectivos.

d. La política es una actividad dinámica y


agonal.
Se basa fundamentalmente en la lucha
por el poder político y en los diversos

28
intereses ideológicos y materiales que
expresa acción humana.

Teniendo en cuenta las anteriores


características, podemos intentar una
definición de Política:

La política es una actividad humana y una


relación Inter-humana que acontece en una
estructura social, dinámica y agonal; la misma
que, dentro de una medida significativa del
ejercicio del poder físico coactivo que
manifiesta aspiraciones ideológicas para
poner en práctica un modelo societal, afecta el
comportamiento colectivo con el fin de inclinar
voluntades, de una manera eficaz.

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CITAS

(1) WEBER, Max. "La política como vocación". En


ensayos de sociología Max Weber. Ed.
Martínez Roca, España, 1972, págs. 97-98.

(2) Op. Cit., pág. 99.

29
(3) Agonal ; Término que se deriva del vocablo
agón, que quiere decir lucha, de donde
proviene también la palabra agonía.

(4) DUVERGER, Maurice. Introducción a la


Política, Ed. Ariel, Caracas Barcelona, 1967,
pág. 16.

(5) EASTON, David. Política moderna. Ed. Letras,


México, 1968, pág. 132.

(6) Op. Cit. pág. 133.

(7) EASTON, David. Enfoques sobre teoría


política. Ed. Amorrortu, Bs. As., 1969, pág.
217.
(8) Op., cit., pág. 218.

(9) LUCAS VERDU, Pablo, Principios de ciencia


política. Tomo II. Ed. Tecnos, Madrid, 1973,
pág. 178.

(10) DAHL, Robert. Modern Political Analysis. Ed.


"Fundations of Modern Political Science.
Series, 1965, pág. 6.

(11) DEUTSHC, Karl. Política y gobierno. Ed. F. E.,


México, 1976, pág. 20.

(12) FERROUX, Francoise. Pouvoir et Economie.


Ed. Bordes, París Bruxelles-Montreal, 1973,
pág. 3.

30
(13) YAKOVLEV, A. y otros. Conocimientos
políticos básicos Ed. Progreso, Moscú, 1975,
pág. 18.

(14) MARX, Karl y ENGELS, Federico. "El


Manifiesto Comunista". En Grandes
pensadores políticos. William Ubenstein. Ed.
Revista de Occidente, Madrid, 1975, pág. 847.

(15) MARKOVIC, Mihailo, Dialéctica de la praxis.


Ed. Amorrertu, Ba. As. pág. 20.

(16) FLORIA A., Carlos. "La política". En la


Argentina posible. Ed. Belgrano, Bs. As.,
1976, pág. 207.

(17) VANOSSI, Jorge. "La política". En la Argentina


posible. Ed. Belgrano. Bs. As. 1976, pág. 211.

(18) DOLLERA JOFRE, Luis. Manual de Ciencia


Política. Ed. Abeledo Perrot, Bs. As. 1971,
pág. 25.
(19) Op. cit., pág. 25.

(20) LOPEZ, Mario Justo. Introducción a los


estudios políticos Vol. I : Teoría Política. Ed.
Kapelusz, Bs. As., 1969, pág. 34.

(21) Op. cit., pág. 35.

(22) Op. cit., pág. 35.

(23) Op. cit., pág. 36.

31
2. EVOLUCION DEL PENSAMIENTO
POLITICO

Por : Alfredo Quispe Correa

Democracia, definía el Dr. Raúl Ferrero, es la


forma de gobierno que se concentra en la
libertad y la justicia. Está orientada al bien
común y al respeto de los derechos humanos.
Se basa en el predominio de la mayoría y en
el derecho de oposición.

En síntesis, quien fuera profesor de este


Centro, nos decía lo siguiente: el predominio
de la mayoría y el derecho de la oposición, se
reflejan sólo en lo que se ha dado en llamar
democracia representativa, forma de gobierno
en que el pueblo depositario de la soberanía
elige a sus mandatarios para que ejerzan el
Poder.

La minoría es un problema de legislación


electoral, si se acepta su presencia tal como lo
demandan las doctrinas democráticas. La
cuestión es que se debe conciliar la decisión
(mayoría), con la representación (minoría), a
fin que se pueda gobernar. La misión de la
minoría es supervisar; la de la mayoría,
gobernar. En consecuencia, minoría puede
ser un tercio, un cuarto, un quinto de
representantes y, a veces, mediante la cifra
repartidora, se introduce no una sino varias

32
"minorías" lo que, a nuestro juicio, entorpece
el desenvolvimiento de las instituciones
políticas.

Su destino, agrega el maestro, en la síntesis


que interpretamos, es asegurar la libertad y la
justicia, consagrar la plena vigencia de los
derechos humanos y, sobre todo que el poder
se oriente hacia el bien común.

John Stracey en "El desafío de la


Democracia", estimaba que un país era
democrático, cuando en él los ciudadanos
adultos procuran gobernarse a sí mismos en
vez de dejarse gobernar por una autoridad
que escape totalmente a su control (2), entre
sus preocupaciones señalaba : que si el
pueblo desea ser gobernado en su propio
interés, debe hacerlo el mismo, pues nadie lo
haría mejor. "...No hay nada que pueda
sustituir satisfactoriamente al gobierno propio,
cuando el gobierno está en manos de terceros
resulta al final un gobierno de beneficios de
terceros. Si se encomienda la función de
gobierno a un sólo individuo, como es más
frecuente, a una sola clase, se termina
siempre siendo explotado".

Las libertades que este autor invoca, son


clásicas, las de asociación, de palabra, de
reunión y la cuarta que denominaba el imperio
de la Ley. Esta última, un poco difícil de
explicar, le reducía el deseo de todos los

33
hombres de ser regidos por las leyes y no
voluntades arbitrarias.

Lenín en "El Estado y la Revolución"


caracteriza a la utópica sociedad que quería
formar como aquella en donde había "la
completa elegibilidad y revocabilidad en
cualquier momento de todos los funcionarios,
sin excepción " (4). Si comparamos, vemos
que la alternabilidad de la democracia
representativa es realidad, mientras que la
promesa de alternabilidad marxista, no se ha
cumplido.

Por el contrario, en los países en donde


gobiernan marxistas el político vitalicio es la
realidad mientras que la alternabilidad sigue
siendo promesa.

Hemos citado este pasaje de Lenín, porque


nos preguntamos si el concepto democracia,
tal como lo conocemos hoy, ha existido
siempre.

Y aquí es bueno hacer un primer deslinde.


Hablamos de democracia, porque la evolución
de las ideas políticas tienen que encararse
alrededor de este término. La política está
siempre vinculada al poder, se dice incluso,
poder político. Todo análisis de la política
debe llevarnos, necesariamente al poder. Y, si
rechazamos el poder despótico, debemos
admitir que hay un poder democrático. Esa es

34
la razón por la cual nuestro análisis gira
alrededor de esta palabra. Y si hemos hecho
este primer enfrentamiento con Lenín, es
porque los marxistas critican lo que llaman
democracia burguesa, por oposición a la que
denominan democracia popular.

Debemos señalar que no existe un


contrasentido o redundancia en usar ambos
términos. Etimológicamente democracia
significa demos-pueblo; cratos, poder, poder
del pueblo. Decir democracia popular no es
decir poder del pueblo popular; se quiere
graficar la idea de un gobierno ejercido por la
clase explotada, el pueblo, pero por el pueblo
sólo comprenden el proletariado y al
campesinado, y llaman a nuestra democracia
burguesa, (también la califican de formal,
literal), porque consideran que es un sistema
que naciendo con la revolución francesa,
descansa en la clase media (burgo viene de
ciudad), y sólo la sirve. Hay aquí cuando
menos, dos planteamientos encontrados.

Y vemos que la alternabilidad propuesta por la


democracia se cumple, mientras que el buen
propósito marxista ha trocado la alternabilidad
por la perpetuación política en el poder.

Podríamos decir que la evolución de la


sociedad humana se ha dado entre
despotismos y poderes compartidos, entre
concentración del poder y el poder ejercido

35
democráticamente. Si las naciones han sido
gobernadas transitoriamente por tiranías, ello
no invalida la esencia de la democracia, así
como un eclipse no destruye la presencia de
los astros.

Igualmente, como veremos más adelante, en


medio de ambas doctrinas ha surgido el
cristianismo para decir lo que se entiende por
democracia, en un esfuerzo por hacernos
comprender que su reino puede edificarse en
este mundo.

Antes de la Revolución Francesa hay un


despotismo, absolutismo lo han llamado,
encarnado por los reyes, quienes presumen
que su poder viene de Dios. La voluntad de
los monarcas es ley suprema. Nadie osa
contrariarlos, hasta que Voltaire, Rousseau,
Montesquieu, llamados los enciclopedistas,
van a cuestionar la teoría de los reyes, forjada
por Bodin, desplegando el centro del poder
hacia el pueblo como única fuente de la
soberanía. Este es el fin de los gobiernos
hereditarios, vitalicios, sin controles. Es el
comienzo de los gobiernos fundados en la
voluntad de poder y sujetados a la
normatividad de la ley. La doctrina
democrática es muy simple: el poder emana
del pueblo, el pueblo elige a sus gobernantes,
los gobernantes se deben al pueblo; la libertad
es el centro de toda la decisión política y la
justicia es la meta de todo esfuerzo del poder.

36
Ello lleva a elaborar toda una arquitectura
administrativa que va desde la separación de
funciones, hasta la fijación de plazos para
cambios de los gobernantes, como garantía
de la libertad y la igualdad. El liberalismo va a
oponer al feudalismo, el concepto de igualdad
por contraposición a las estructuras
estamentarias; la individualidad frente al
sometimiento colectivo; el derecho de todos
los hombres como reivindicación al derecho
de un solo hombre.

El liberalismo distingue entre sociedad y


estado; entre el hombre, como individuo y la
sociedad. Priman los derechos naturales que
son inherentes al hombre y anterior al Estado.
El derecho a la vida, a la libertad, a la
propiedad son propios de la naturaleza
humana, y toda la arquitectura legal sólo
puede edificarse alrededor de estos cimientos.
De allí, reiteramos, se diseña la política de la
representación porque el pueblo es el
depositario de la soberanía; se esboza la
teoría de la "separación de poderes" como
garantía de esa libertad, para que el poder no
se concentre en pocas manos, con el
consecuente peligro de la dictadura; y se
enmarca un Estado dentro de las normas -
Estado de Derecho -, para que la arbitrariedad
no sea la medida de todas las cosas.

Comparado con el feudalismo, el liberalismo


es un avance indiscutible. Pero se agota ante

37
las exigencias contemporáneas, los hombres
tienen ansias de justicia, urgencia de dignifica-
ción. Sobre el individuo prima el interés social.
Ante la infinidad de problemas, el Estado no
puede ser espectador. La indiferencia estatal
no puede institucionalizarse. De aquí deriva
otra concepción; el Estado social de Derecho,
enfatizando que tiene prioridad en lo social sin
sacrificar el individuo.

El marxismo, convertido en una religión,


surgió para oponerse al liberalismo. El
materialismo dialéctico explica los procesos
naturales a través del método de los
contrarios: tesis o afirmación, le sigue su
antítesis o negación, cuya solución
momentánea es la síntesis, la que vuelve otra
vez a ser tesis de una escala superior. Se
denomina materialismo, porque se funda en la
materia, a la que considera anterior a la
conciencia. El materialismo histórico,
basándose en las mismas leyes, se esfuerza
en explicar la evolución social: del feudalismo
surge el liberalismo, de éste el socialismo,
cuya negación lleva al comunismo. Habría,
eso sí, que preguntarse : ¿Sí el comunismo se
convierte en tesis cuál es su contrario,
antítesis?.

La realidad económica, formada por las


relaciones que surgen de la propiedad de los
medios de producción, determina una
estructura concreta, la que a su vez da origen

38
a una superestructura formada por leyes, el
arte, la religión, etc. Toda estructura social
tiene un equivalente de superestructura. He
aquí un fatalismo que rechazamos: la realidad
determina el espíritu; la estructura origina una
superestructura. Si fuera totalmente cierto,
¿Cuáles son las posibilidades de liberarse de
un medio opresor?.

A la burguesía como clase social, dueña de


los medios de producción, dueña del aparato
político, se le va a oponer el proletariado,
como clase antagónica, hasta arrebatarle el
poder y fundar una dictadura que servirá de
medio para la construcción del socialismo y
pasar de este estado a otra etapa, que es la
sociedad sin clases que llama comunismo y
en la que se extinguirá el Estado.

No se puede negar la importancia del


marxismo. Frente al liberalismo que partía del
supuesto del hombre libre, nos llamó la
atención hacia la dominación del hombre y
postuló su liberación, por lo menos en teoría.

Pero el marxismo no ha creado instituciones


políticas propias ni ha cumplido con abolir el
Estado, ni lo ha debilitado como preconizaba
Lenin; por el contrario, el Estado se ha
fortalecido en dimensiones fantasmales.

No se han atendido las necesidades básicas


del hombre, el pueblo no elige a sus

39
representantes; hay perpetuación en el poder.
Los postulados teóricos no han alcanzado
concreción real.

Hay, pues, en ambos sistemas, el liberal como


el marxista, graves fallas, pero mientras por la
vía de la libertad es posible concretar alguna
forma de socialismo, por el camino del
socialismo marxista no se alcanza la libertad,
como lo prueban los diversos Estados regidos
bajo este signo.

Como una solución del choque de los


extremos, surgiría el fascismo, aunque tarde
se comprobaría que era otra forma
abominable de dictadura. Si el marxismo
adecuaba el diseño político a la infraestructura
económica, el fascismo consideraba al Estado
como el supervisor del sistema económico; si
el marxismo hizo de la lucha de clases,
irreconciliable motor de la historia, el fascismo
se esforzó en soldar o conciliar las diferencias
de clases; y, si el liberalismo exaltó la libertad
individual, el fascismo lo hizo sinónimo de
egoísmo, en lugar de la soberanía popular
proclamó la autoridad y en sustitución de la
igualdad propuso la jerarquía.

El fascismo fue un intento de conciliar ambos


sistemas. No extraña por eso la denominación
del nacional socialismo que acuñara Hitler. Ni
que Mussolini arguyera que había bebido el
socialismo desde los senos maternos. El

40
falanguismo español y el cooperativismo
portugués reivindicaban idéntica posición. Por
descontado que hubo diferencias. El Nazismo
se centró en el endiosamiento de la raza aria,
más el estilo de gobierno fue el mismo y todos
enfrentaban los males del capitalismo y el
peligro comunista. Podría agregarse que el
Nazismo hizo del Estado un servidor de la
Nación, mientras que el facismo pensaba que
el Estado es el creador de la Nación. Podría
complementarse esta disertación diciendo que
el Nazismo basó su fuerza política en los
terratenientes mientras que el facismo lo hizo
en la burguesía; en tanto que el nazismo no
trató de corporatizar el Estado, lo que sí hizo
el facismo, la verdad es que ambos tuvieron
como común denominador la violencia, la
opresión, la intolerancia. Y acabaron siendo
desplazados como sistemas políticos, por la
más grande conflagración que haya
atormentado a la humanidad, la segunda
guerra mundial.

Frente a esas concepciones surgió el social-


cristianismo. Creemos que en el futuro
cercano, la lucha se dará entre el social-
cristianismo y el marxismo, por la natural
extinción del liberalismo. No se trata de una
tercera posición. El social cristianismo,
contenido en las encíclicas (5) toma del
liberalismo su profundo sentido de la libertad
humana y los derechos que son esenciales al
hombre.

41
Rechaza el egoísmo individualista, en cuanto
trata de prevalecer sobre los intereses
generales. Pero admite, como el marxismo,
que si bien el hombre nace libre, hay un orden
que le impide desarrollar su personalidad, por
lo que trata de liberarlo; admite las profundas
desigualdades económicas y sociales y
postula un replanteamiento de la sociedad
para hacerla girar alrededor del bien común.

No cree, a diferencia del marxismo, que el


hombre sea un producto de la materia, sin
posibilidad de salvación, ni que deba sacrificar
su libertad presente por su utopía venidera.

De allí que la doctrina social de la iglesia


preconice una igualdad y un rol más activo por
parte del Estado y un régimen que,
menoscabo de la libertad, pueda afirmar la
libertad total.

La dignidad del hombre no debe ser atacada.


Si admitimos que el marxismo alerta a los
cristianos, no queremos decir que una alianza
entre ellos sea inevitable.

Esta pugna que vemos rondando los


umbrales, no se dará en el nivel de la
satisfacción de las necesidades, sino en el del
respeto a la libertad, de la dignidad, en la
trascendencia del hombre; será la batalla por
la primicia del espíritu en esfuerzo por edificar

42
en la tierra el mundo que Dios quiso a su
semejanza.

----------------------------------------------------------------

CI T A S

1. Ferrero, Raúl "Teoría del Estado" Studiun


Liner Pag. 105.

2. Strachey John "El desafío de las


Democracías" Ediciones Mar y Mar Ed. aird.
1964 pág. 08.

3. Strachev, John Ob. Cit. Págs 11-12.

4. Lenin "El Estado y la Revolución "Editorial


Progreso Mosein 1966 Pág. 41.

5. Encíclicas "La Prensa México 1962.

43
3. CIENCIA POLÍTICA

Por : Raúl Ferrero Rebagliati

Es la ciencia del poder. Es una ciencia crítica


que ha venido a destruir la ingenuidad del
derecho constitucional, que encubría en parte
los hechos al atribuir a las formas una realidad
separada de la vida que las inspira. Equivale a
la sociología política, o sea que es una ciencia
pragmática y realista, empírica. Sus
especialistas se denominan politólogos y en
los países anglosajones «científicos políticos».
La nueva disciplina se ha desprendido de la
Sociología, con dimensión propia, a partir de
la Segunda Guerra Mundial. Analiza la
naturaleza y el ejercicio de la autoridad. Es
objeto de su estudio la relación mando-
obediencia dentro de la sociedad. Hace luz
sobre el gobierno como hecho y sobre el
origen y la formación de las decisiones
políticas. Este estudio del proceso decisional
(decisión - making processus ) permite
particularizar lo político dentro del marco de lo
social. Se trata de un conocimiento
preferentemente sociológico, dado que el
poder reprime pero a la vez absorbe la
influencia innovadora de los gobernados.

44
La descripción e interpretación del fenómeno
político, es decir de la movilidad del poder, o
sea de los hechos políticos, es decir de la vida
política, constituye el área propia de la ciencia
política. Pero con frecuencia, sobre todo
cuando la tratan autores franceses, la ciencia
política ensancha su ámbito y pretende
constituirse en ciencia global del Estado. En
su acepción estricta, la ciencia política es el
conocimiento de la vida política, del
comportamiento humano en relación con el
poder, la dominación y la toma de decisiones.
En una acepción amplia o globalizadora,
atañe al Estado: ideas, instituc iones y vida .
Hasta hoy no existe unanimidad respecto a
establecer si el estudio de las realidades y de
las abstracciones que conforman el Estado
constituye una sola ciencia o varias, o sea si
cabe emplear la expresión ciencias políticas o
solamente la de ciencia política.

Es pertinente recordar que los especialistas,


reunidos por la UNESCO en 1948, se
inclinaron por la denominación en singular, o
sea ciencia política, fundándose en que a la
unidad de objeto debe corresponder la unidad
de ciencia. de la ciencia. A pesar de que
dicho consenso ha sido corroborado en
importantes certámenes internacionales, lo
real es que el comportamiento político no
puede ser analizado sino por una gran
variedad de disciplinas, por ser un
comportamiento humano de complejidad

45
extensa. De entre esa variedad de disciplinas
tres son las que comprenden la mayor parte
de los conocimientos relativos al Estado:
Teoría del Estado, Derecho Constitucional y
Ciencia Política. Hemos considerado útil
demarcar estas tres disciplinas con la mayor
claridad e inclusive con reiteración.

Distinguiendo entre teoría del Estado y ciencia


política, repetiremos que esta última es la
ciencia del poder; de los hechos y no de los
principios. La teoría del Estado se propone
desentrañar la esencia del Estado, o sea lo
que éste tiene de permanente, aquello que le
confiere identidad. Pero, dado que existe una
conexión indisoluble entre lo teórico y lo
práctico, la actitud teórica no alcanza a
desprenderse de los factores reales para
cobrar una autonomía radical. Por eso, en
todo estudio doctrinario sobre el Estado
advertimos la presencia, o cuando menos la
referencia ilustrativa, de hechos reales, con
valoración política. De este modo, la ciencia
política, que es de naturaleza sociológica, se
entrelaza con la teoría del Estado, que es
filosofía, y con el derecho constitucional, que
es jurídico-positivo, para darnos una valiosa
explicación de la dinámica del Estado, o sea
de los grupos que lo dominan. La evaluación
hecha por la ciencia política es útil
particularmente a los países en desarrollo
para la adopción de una política de

46
mejoramiento social y de reforma o sustitución
de estructuras.

El estudio del derecho constitucional, que


debería circunscribirse a los textos legales
supremos, se extiende hoy al análisis de las
instituciones políticas, tal y como funcionan en
la realidad. Casi siempre existe
disconformidad entre los textos legales y los
hechos. Tal contraposición entre los hechos y
el derecho distingue qué parte del derecho
tiene aplicación real y qué parte no la tiene.
Más aún, hoy reluce que el ordenamiento
jurídico se esfuerza por coordinar la realidad
con la legislación, adecuando ésta a aquélla.
El derecho constitucional, para analizar
instituciones que la constitución ignora, tales
como los partidos políticos, la prensa, los
grupos de presión, la manipulación de la
opinión pública, recurre a la ciencia política,
desprendida de la sociología.

Efectúase así un valioso proceso de


abstracción. Dicho proceso, partiendo del
estudio de los hechos políticos (ciencia
político), conduce al estudio de la organización
formal del Estado (derecho constitucional), y
por último, se eleva a lo especulativo racional
(teoría del Estado). El eslabonamiento de las
tres disciplinas es constante y resulta
imposible demarcarlas con nitidez excluyente.
Pero, en sus líneas fundamentales, cada una
tiene su ámbito propio y constituye una etapa

47
de la operación gnoseológica que permite
penetrar en la naturaleza del ente estatal.

La técnica de la ciencia política tiene mucho


de sociología y aún de micro-sociología, como
cuando estudia la formación de líderes o el
discurrir de las opiniones en grupos de
magnitud menor que la sociedad nacional o
regional. Pero guarda gran conexión con el
derecho, como que muchos de los
investigadores llamados científicos políticos
(political scientist ) han ejercido primero como
constitucionalistas y recaen en lo jurídico, no
obstante el móvil de su disciplina. Su
pragmatismo no les impide elevarse a
abstracciones, a conceptos generales que
están más allá de los datos materialmente
identificables. Al aprehender el fenómeno
político que está inextricablemente unido al
conjunto de fenómenos sociales, realizan un
proceso de abstracción para expresar la
unidad de la esencia. Como dice Burdeau, sin
tal abstracción la ciencia política resulta
encadenada a la política menuda; se hace de
ella una simple recopilación de recetas para
cada contingencia. El científico político realiza
investigación valiosa, pero se halla lejos de la
objetividad que proclama. Al fin y al cabo, está
implicado en la «la aventura humana que
analiza», aunque no se crea comprometido;
tanto más en los casos en que se sabe
comprometido y considera que tiene por ello
un mayor título moral.

48
POLÍTICA Y CIENCIA POLÍTICA

También debe distinguirse entre política, que


es acción práctica, disputa del poder, y la
ciencia política, que es conocimiento reflexivo
del objeto de la política. Ni la teoría del Estado
ni el derecho constitucional pueden hacer
abstracción del acontecer real, de esa «vida
estructurada en que consiste el Estado» como
anotó Hermann Séller. Por eso, el ser y el
deber ser no pueden ser totalmente
emancipados; cuando se pretende hacerlo,
nos encontramos con que todo lo estatal se ha
volatilizado y flotamos en la vaguedad.

Es tan grande la importancia alcanzada por la


ciencia política que Georges Burdeau,
eminente profesor de la materia, pretende que
el derecho constitucional sea segregado de
las disciplinas propiamente jurídicas y pase a
ser considerado como complemento de la
ciencia política, en el área de las ciencias
sociales. En verdad, la politología refleja una
nueva actitud mental, pues aborda los temas
con realismo penetrante. Mediante el análisis
de lo fáctico esclarece lo doctrinario e incita a
remodelar las estructuras tradicionales. El
estructuralismo, corriente filosófica que es
ante todo un método, comienza a ser aplicado
a la ciencia política, con el ánimo de encontrar
invariantes en las relaciones de poder. Pero
su estudio del comportamiento político es

49
todavía incipiente, por lo que no cabe hablar
de constantes.

El surgimiento de la ciencia política se debe


principalmente a la corriente marxista, a los
estudios realizados en las universidades
estadounidenses y a la obra de notables
especialistas franceses. El marxismo ha
aportado aspectos positivos para la
investigación, incitando a la desacralización, a
la destrucción de ciertos mitos políticos, al
análisis de problemas tales como la
dependencia externa, la estratificación social y
la selección de los cuadros o dirigente. La
ciencia política occidental debe a los Estados
Unidos y a Francia una poderosa corriente
creativa, perceptible desde fines del siglo
pasado. Duverger, Burdeau, Meynaud,
Parsons y Easton son los especialistas más
notables. Pablo Lucas Verdú y Luis Sánchez
Agesta son representativos españoles ilustres.
Desde la segunda guerra mundial, la ciencia
política se ha configurado como disciplina
autónoma, coincidiendo con la protesta del
Tercer Mundo, con la crisis del marxismo
oficial y con cuestionamiento de los sistemas
de democracia formal imperantes en Estados
Unidos y en Europa Occidental.

No es demás subrayar que la ciencia política


propiamente dicha es sociología. Estudia el
comportamiento humano en un área de la
actividad social. Se ha enriquecido con

50
observaciones de la sicología social y guarda
relación con disciplinas no sociológicas, como
son el derecho constitucional y la teoría del
Estado, de carácter jurídico y filosófico,
respectivamente. El poder se legitima por su
institucionalización como Estado, o sea
cuando se organiza como autoridad
impersonal. A partir de entonces se entiende
que ejerce coacción con miras de proteger los
derechos de cada cual y a cautelar el
cumplimiento de lo deberes.

No basta hoy el análisis de las disciplinas


constitucionales o el razonar sobre las teorías
políticas que justifican el ejercicio del poder.
La investigación sociológica ha penetrado
todas las disciplinas atañederas al Estado y
trata de elucidar la conducta política. Por ello,
como quieren Duverger, Gatlin y Bentley, las
expresiones sociología política y ciencia
política son equivalentes. Explicarse la política
sobre bases científicas, es decir descubriendo
las leyes del comportamiento político, es la
aspiración de la ciencia política. Desde luego,
sin incurrir en la exageración de formular leyes
de rigor matemático o con la precisión de un
recetario, puesto que la observación de la
conducta humana sólo permite esbozar leyes
tendenciales.

El trasfondo económico y social, antes


ignorado por los expositores políticos, aflora
modernamente con interés avasallador. Se

51
analiza el papel que cumplen los sindicatos, la
Fuerza Armada, los medios de comunicación
o información (prensa, radio, televisión), la
Iglesia, los grupos de presión, los electores, la
opinión publica. Toda la política ha entrado en
crisis y sus fundamentos doctrinarios son
revisados hasta llegara posiciones anárquicas.
En algunos países la opinión se divide por
mitades, determinado gobiernos precarios, o
de indefinición obligada. Por doquiera se
indaga e impugna respecto de la alineación,
del burocratismo, de la tecnocracia
privilegiada, de los mecanismos de poder, de
la dominación y del «poder popular». La
redistribución de la renta nacional entre los
diversos sectores, la conducción de masas, la
fabricación de mitos, la estrategia
revolucionaria, la prioridad de acumulación de
capital nacional, las aspiraciones a una justicia
social real, las superestructuras y la
correlación entre el poder y el status de
diversos grupos, todo ello ha determinado una
movilización del interés intelectual, dirigida a
desmontar la teorización abstracta. Claro está
que tal inflación sociológica, acompañada casi
siempre del uso de un lenguaje esotérico,
ocasiona distorsiones de la realidad y de las
ideologías, pero el cúmulo de observaciones y
planteamientos inquietantes resulta
sumamente útil para hallar la verdad.

52
4. EL PODER POLITICO

Por : Raúl Ferrero Rebagliati(* )

Naturaleza del Poder.- La Política como lucha


por el poder y como función social que organi-
za el grupo. Función de dirección, de espe-
cialización y de coacción.

Necesidad del Estado.-Poder de hecho y


Poder de Derecho.- Politicidad esencial del
Estado, derecho y política .-La política :
ciencia de gobierno y arte de gobierno.- El
poder y la sociedad de masas.- El orden, el
poder, la libertad.- La revolución y el
movimiento.

NATURALEZA DEL PODER

En el ápice del Estado se halla el Poder o sea


la facultad de gobernar, de citar reglas a la
conducta ajena. Al abordar el presente
estudio, comprobamos que el poder es
inherente a la naturaleza humana y que el
Estado, en un primer aspecto, es
institucionalización del poder.

( *)
Tomada del libro "Ciencia Política" de Raúl Ferrero. Ed.
Studium. Lima. 1975 Capítulo I. Págs. 29 al 50.

53
El poder es la energía organizadora de la vida
Social, Heuriou lo define como una "energía
de la voluntad" que asume el gobierno gracias
a su superioridad, para asegurar el orden y
crear el derecho. Ello significa que la actitud
para el mando y la vocación de poder son
cualidades naturales del espíritu, que
corresponden a personas dotadas de
ascendiente. Acertadamente, Meinecke define
el poder como un impulso de intensificación
de la personalidad.

Para Burdeau, el Poder es una fuerza al


servicio de una idea. "Es una fuerza nacida de
la voluntad social preponderante, destinada a
conducir el grupo hacia un orden que estima
benéfico y, llegado el caso, capaz de imponer
a los miembros, los comportamientos que ésta
búsqueda exige". La coacción que el Poder
ejerce en todo grupo social, así como el
derecho de la colectividad a imponer normas,
constituyen hechos evidentes y constantes
más allá de las justificaciones que se buscan
para razonarlos. La fuerza de que dispone el
Estado es tan ostensible que domina por
simple demostración, sin que el Poder
necesite recurrir a ella en la generalidad de los
casos.

El poder comporta dos elementos: dominación


y competencia. Este último determina que
normalmente el poder sea obedecido sin
recurrir a la coacción.

54
En cuanto a idea, el poder pertenece al
mundo del espíritu, a diferencia de la fuerza,
que pertenece al mundo físico. Tiene el poder
quien sabe ofrecer al hombre motivos eficaces
del obrar; posee la fuerza quien dispone de
armas ante las que desaparece toda
resistencia, dice Meyer. El poder puede existir
sin la fuerza, así como la Fuerza puede
carecer de poder.

La Iglesia, que carece de medios de


compulsión material, ejerce un poder evidente
sobre sus creyentes y sobre la sociedad en
general; inversamente, un gobierno de
ocupación detenta la fuerza, pero carece de
poder. El poder precede al derecho positivo,
pues establece el Estado y éste se organiza y
consolida mediante normas jurídicas.

No cabe explicarse la vida social sin analizar


el impulso de poder, ya que la historia nos
prueba que la voluntad de dominio es una de
las fuerzas más constantes en la dinámica
social y seguramente la de mayor expansión.
Sociológicamente, el poder es la aptitud de un
individuo o de un grupo para realizar su
voluntad, para exigir colaboración de los
demás individuos o grupos.

La voluntad de poder, verdadera libido


dominandi, significa la ambición de un
hombre, de un sector o de un pueblo. El

55
temperamento político aspira a ocupar el
escenario, a dominar o cuando menos
sobresalir sobre los demás, y constituye la
motivación impura de los grandes. Si va
acompañada del carisma, o sea del imán o
simpatía personal, forja al líder, deseoso de
agradar y de ejercer poder. El carisma es un
don natural, sobre abundante, que motiva en
otros una inclinación no razonable, hasta una
fe que lleva a entregarle una lealtad
incondicional. A veces, la luz de un destino
superior dota al conductor de algo mágico e
irracional, como si el sentimiento, exaltado por
sobre el realismo y los desengaños sucesivos,
viniera a ofrecer una esperanza, un hálito
nuevo y distinto. Tal sucede cuando una
nación se reconoce en un hombre.

La política como función social

La política es la lucha por el poder. Pero no es


lucha ciega, al menos modernamente, pues
se halla condicionada por intereses morales,
por ideologías que conforman una cultura
política, o sea un ámbito que es parte de la
cultura general. La realidad social es
gobernada y orientadas por la política en
cuanto a vocación de poder. La actividad
política se diferencia de las demás funciones
sociales en el hecho de que sobre ella recae
la responsabilidad de dirigir lo social. Mucho
antes de que hubiera Estado, la actividad

56
política existía como función social que
organizaba la cooperación del grupo. El
concepto de lo político es más amplio que el
de lo estatal; no sólo la actividad política es
anterior a la aparición del Estado sino que
existen grupos políticos dentro del Estado y
entre los Estados. No toda actividad del
Estado es actividad política, pues la mayor
parte de sus funciones constituyen aspectos
de mera administración. Ordinariamente, la
actividad de los órganos estatales
subordinados, que se realiza siguiendo pautas
precisa, no es función política. Esta consiste
en dirigir la marcha del Estado o en disputar la
tenencia del Poder.

La idea del poder ha sido obsesiva en muchos


pensadores alemanes, sobre todo desde el
siglo diecinueve. "La voluntad de poder" fue
exaltado por Nieztche y primó como teoría
sicológica y racial con el nazismo. Cuando el
Estado resulta un ente ávido de poder, ello
conduce, inevitablemente, a la dictadura en lo
interno y a la guerra en lo exterior. La política
se explica por la aspiración al poder y a la
ostentación de él, lo que pervierte con
frecuencia todo sistema de valores y lleva a
constatar que los recursos jurídicos de nada
sirven frente a los hechos de poder. Si la vida
internacional se mira con realismo, no puede
negarse que ella obedece, casi siempre, a un
pugna de poder, pugna que puede ser sutil o
con despliegue de fuerza, pero que subyace

57
respecto de las doctrinas y las declaraciones
retóricas.

El poder político es el único que puede


ejercerse sobre la comunidad entera, a
diferencia del poder económico, del poder
religioso o del poder sindical. El poder es
multiforme e incluye desde la jefatura de una
organización de cualquier tipo hasta el de la
burocracia. Pero el cargo político es el único
que inviste de autoridad global, el que dota de
la aptitud para imponer un orden de conducta.
El poder económico o el sindical son
prominentes, pero no alcanzan la amplitud y
eficacia del poder gubernativo, que es el
máximo. El empuje de una convicción
determinada mueve a los hombres a una
acción unida, como sucede con los
nacionalismos que ofrecen motivación eficaz
para el todo social. Los poderes distintos al
poder político pueden ser temporalmente muy
fuertes o aún dominantes, pero si bien influyen
en la vida del Estado al punto que no cabe
afirmar que existe una forma de poder social
con carácter de absoluto, el poder del
gobierno resulta siempre distinto e impone a la
comunidad el sentido unitario que esta
requiere. Puede ser influido, a veces quebran-
tado, pero se reconstituye por necesidad vital
del grupo humano y emprende su propia
dirección, para realizar un orden determinado.
Al final de toda crisis, es el poder de signo
político el que predomina sobre el mando

58
militar, la influencia económica o la presión
sindical.

El poder cumple una triple función: de


dirección, de especialización y de coacción.
En efecto dicta reglas, las aplica de modo
continuo y sanciona a los infractores.

Función de Dirección

Siempre que se trata de una acción colectiva,


la ausencia de dirección, implica el desorden,
de ahí la necesidad de un poder que dirija y
dicte normas antes de aplicarlas. Por lo
general, se piensa que el poder es necesario
sólo para el efecto de poner la fuerza al
servicio del orden y por eso concebimos el
Estado como un aparato coactivo. Hay error
en tal concepción, pues la necesidad de
coacción no es la razón esencial del Poder. La
razón primordial de éste y por lo tanto la del
Estado mismo, consiste en la necesidad de
una Dirección que asegure la unidad de
acción social, sea de una mente que formula
el orden antes de imponerla. La imposición de
un orden determinado, es una fase
indispensable, sin duda, pero posterior a la
formulación de la norma.

Toda sociedad, toda actividad, toda empresa,


supone necesariamente una dirección, es
decir, una autoridad. Nada importa que una
labor empiece a una hora y otra, pero siempre

59
será indispensable que se haga a una hora
uniforme, el tránsito de vehículos puede
realizarse por la derecha o por la izquierda
pero siempre será indispensable que una
autoridad determina sobre que lado deben
circular los vehículos, pues de lo contrario se
producirán colisiones a cada momento. En la
Suma Teológica, Tomás de Aquino se
pregunta si la autoridad sería necesaria en
una sociedad compuesta por hombres en
estado de inocencia a lo que responde "La
vida en una sociedad numerosa no es posible
sin un Jefe que vele por el bien común.
Librados a ellos mismos, hombres distintos
tienden a cosas distintas; un sólo hombre
tiende a una sola cosa". Suponiendo una
sociedad compuesta por seres perfectos,
siempre sería indispensable una autoridad
que dicte normas generales para organizar la
vida en común. En efecto, podrían suprimirse
el código penal, las cárceles y todo el sistema
de sanciones, pero siempre habría necesidad
de una autoridad que coordinara la actividad
de los asociados y velará por el bien común.
Como dice Vialatoux, siempre habría
necesidad de un reglamento de tránsito y de
un policía que concertara la circulación y el
cruce de los vehículos, por más que no
impusiera multas por infracciones. La
necesidad de un poder directo es obvio,
además, por el hecho de que los hombres no
pueden ponerse de acuerdo diariamente
sobre cada asunto, de modo que alguien debe

60
encargarse constantemente de adoptar la
decisión sobre cada particular. Tal es la
función rectora que cumple el Poder.

Función de especialización

Como quiera que la sociedad se halla basada


en la división del trabajo, se precisa que cada
cual asuma una determinada función,
especializándose en ella y realizándola mejor
que la generalidad. La tarea de dirigir el grupo
supone una especialización; pues, aunque el
gobierno interese a todos los asociados, es
menester que exista un grupo de hombres
consagrados exclusivamente a las tareas del
gobierno a fin de realizar tal función de una
manera continua y con mayor aptitud.
Mientras unos hombres se dedican a la
producción de bienes económicos otros a la
instrucción y al pensamiento y otros a la
defensa de la sociedad, un grupo se consagra
a la función de dictar normas para la
convivencia social y de vigilar su aplicación
con miras al bien común.

Función de coacción

La función compulsiva del Poder es, sin duda,


la que más impresiona y la más visible. De

61
otro lado, es casi imposible concebir el
derecho sin la nota de coercitividad, en virtud
de la cual la norma se impone independiente
de la voluntad de los obligados, pues la
regulación jurídica es inexorable y no depende
del acuerdo con el sujeto. Es por ello que
generalmente concebimos al Estado como un
aparato coactivo, aunque sustancialmente su
función es de dirección. Dada la naturaleza
del hombre que obedece normalmente a
estímulos egoístas, no basta que el Poder
establezca un orden sino que debe imponerlo
en muchos casos por la fuerza. Por lo común,
el Poder no necesita emplear la fuerza
porque, conociendo los asociados que ella es
incontrastable, obedecen las normas
respaldadas por los medios de compulsión
que el Poder ejercita en caso de resistencia.
El empleo de la coacción sólo es necesario
cuando hay infractores del orden jurídico, lo
que es menos frecuente en los pueblos de
cultura homogénea. Pese al progreso material
logrado, y en parte por efecto del mismo, el
tipo actual de nuestra civilización hace cada
día más necesaria la función coactiva del
Poder, en razón de la creciente agresividad
antisocial.

Insistimos en que el Estado no es


sustancialmente un orden coactivo, aunque
tampoco puede ser concebido sin fuerza
coactiva. En efecto, la coacción no es una
nota específica de la norma jurídica, por más

62
que la eficacia de la norma jurídica depende
en gran parte de la coacción que la respalde.
Norma y coacción son idealmente indepen-
dientes. Entre el Estado como poder y el
Derecho como norma, existe una relación
pero no una dependencia, pues aunque el
Estado garantiza el Derecho y lo respalda con
su fuerza coactiva, las normas jurídicas son
siempre del Derecho y no del Poder.

Necesidad del Estado

La primera necesidad es subsistir, lo que


implica alimentarse y resistir a los vecinos.
Ello no se logra sin un mínimo de cohesión. La
formación del Estado obedece a una
inclinación de la naturaleza humana y ha sido
admitida en todo tiempo por la razón como
algo conveniente y necesario.

Una fuerza organizada, ejercida por una


autoridad superior a todos y que mira el bien
común, es evidentemente preferible a las
fuerzas particulares, dispersas y antagónicas,
que emplearían los hombres si el Estado no
existiera. El conflicto de intereses y el
contraste de apetitos y pasiones, que son la
entraña misma de la vida, hacen quimérico
pensar en la conciliación espontánea. Si se
ensayara la anarquía como forma de vida
legítima, inspirada en la creencia de la bondad
universal, el resultado sería la imposición
despótica de un hombre o de un grupo. El

63
orden social que la historia de la humanidad
patentiza, nos indica como la sociedad ha
optado entre una situación de anarquía librada
al abuso de los más fuertes, y una situación
de autoridad, con imperio de la fuerza pública
que el Estado emplea para proteger a todos
los asociados. La sociedad ha escogido
siempre al gobierno que asegura un orden.

Guillermo Ferrero coincide con Hobbes a


explicar que la humanidad se ha organizado
en Estados porque cada hombre sabe que es
más fuerte que otros, pero también que es
más débil que otros. Para liberarse del círculo
de terrores, o sea para no temer a los más
fuertes, el hombre renuncia a imponerse sobre
los más débiles. El orden social radica en
admitir la autoridad porque ella organiza la
defensa contra otros grupos, a la vez que
impone normas para precaver a todos contra
la agresión interna. El temor al abuso, así
como el temor a la guerra, explican el
acatamiento al Poder desde las sociedades
más rudimentarias hasta hoy día en que se
aspira a una organización internacional o
super-Estado.

Lo cierto es que la necesidad del Poder se


confunde con la necesidad del Estado, pues
su triple función de dirección, especialización y
coacción es lo que determina y mantiene el
hecho Estado, que perfecciona la sociedad, la
estructura conscientemente y la domina. La

64
unidad social previa al Estado nace por obra
del poder y de la convivencia.

Poder de hecho y poder de derecho

Propiamente hablando, no existe sino un


Poder, pero se distingue corrientemente entre
el poder de hecho y el poder de derecho. En
puridad, son los gobiernos los que pueden ser
clasificados en regímenes de jure y regímenes
de facto, según se posesionan del poder
conforme el ordenamiento jurídico o
quebrantando sus reglas.

Los gobiernos de hecho se constituyen por


revolución o por golpe de Estado, como
sucedió en los casos típicos de Cronwell y
Bonaparte, respectivamente. Por lo general se
consolidan por medio de una Constitución o
bien por el uso acertado de las facultades
legislativas que se arrogan. El gobierno de
facto conserva casi todos los caracteres del
poder legítimo y su legislación es convalidada
expresamente por el régimen legal posterior o
bien subsiste por la bondad intrínseca de las
normas dictadas. Fundamentalmente, el
gobierno de facto se legítima cuando cumple
el fin para el que existe el Poder. El
advenimiento del General de Gaulle al
gobierno, en 1958 demuestra hasta qué punto
la toma del poder es una empresa de la
voluntad.

65
Cualquiera que sea su origen, el Poder
necesita contar con adhesión pública, siquiera
sea en su forma de asentimiento tácito, pues
de lo contrario establece un régimen de fuerza
que es inestable. El grupo que ejerce el poder
tiende a convertir su gobierno de hecho es un
gobierno de derecho, sea que provenga de un
golpe de Estado o de una revolución.

Un gobierno puede mantenerse por la fuerza


durante largos períodos, pero sólo en los
casos en que una raza más ilustrada domina a
otra. En cierto grado de civilización, es
imposible que subsista un gobierno que tenga
en su contra a la enorme mayoría de la
nación. La adhesión a las monarquías en gran
parte pasiva e inspirada en hábitos
tradicionales, explica el poder de que gozaron
los reyes. El principio de la soberanía del
pueblo reside en el fondo de todos los gobier-
nos y se oculta aún en las instituciones menos
libres, como observara Tocqueville. El propio
emperador romano, autócrata omnipotente,
decía fundar su autoridad en la delegación de
poder que había recibido del pueblo.

El poder de Derecho posee la ventaja de ser


ejercido en nombre de una institución, el
Estado. Ello le permite dar respuesta a dos
grandes interrogantes :

66
1° En virtud de qué principio tiene el Poder
la facultad de mandar?
2° En un grupo dado, a quién le
corresponde el derecho de mandar?

En cuanto a lo primero, o sea como


competencia del Estado, el poder tiene la
facultad de mandar porque la naturaleza
social del hombre hace necesaria una
autoridad. En cuanto a determinar a qué grupo
de hombres corresponde el gobierno, ello
constituye un problema debatido durante
milenios y que trataremos de delucidar más
adelante.

El Poder institucionalizado es el Estado. La


formación de éste no trae consigo,
aparentemente, una modificación del
fenómeno político primordial, pues siempre se
ve unos hombres que mandan y otros
hombres que obedecen.

Pero en esencia sí existe una transformación,


pues las personas que deciden ya no llevan
en sí mismas la vocación de mando. Ahora es
la voluntad social la que sustenta la existencia
de un Poder y no reconoce jefes sino simples
gobernantes, habilitados en virtud de un
estatuto del poder, o sea la Constitución,
obligados a ceñirse en el ejercicio de su
autoridad a los fines del Estado. Desde que el
Estado adquiere forma, la investidura de los

67
gobernantes, así como su actividad y su
sucesión, se hallan normados por el derecho.

El titular del Poder es el Estado, o sea un


titular abstracto. En su nombre se exige
obediencia y se obliga a un comportamiento
determinado. El Poder resulta así dividido
entre un titular, que es el Estado, y los
agentes a su servicio, que son los
gobernantes. Como ilustran Kalsen y Georges
Burdeau, el Estado existe porque es pensado,
a la vez que se da en la experiencia como
real. Es pensado por los gobernantes, que
encuentran en él la fuente de su autoridad, y
por los gobernados, que ven en él un
fundamento de las reglas.

Politicidad esencial del Estado : derecho y


política

Política es la relación entre gobernantes y


gobernados y una búsqueda de lo que es
bueno para los gobernados. El acto político
tiene una naturaleza propia, tal como se
distingue un acto moral o un acto económico.
Dado que los hechos se vinculan con el
pensamiento, el conocimiento del Estado no
puede desprenderse de la actividad política.
Esta es la actividad ordenadora que precede a
la sociedad ordenada o Estado, así como al
orden de la sociedad o sea a la Constitución.
Como anota Sánchez Agesta, la actividad
política no es una forma de conducta que

68
realice su efecto (la ordenación) y luego se
inhiba. Por el contrario, supone una acción
continua dentro del Estado e influye sobre el
orden constitucional para remoderarlo según
las ideas que predominan.

La "Razón de Estado" es la máxima del obrar


político, la ley motor del Estado, a fin de
mantenerlo vigoroso. Pueden los políticos
discrepar en cuanto a los medios para
alcanzar los objetivos del Estado, pues en
cada momento histórico hay una línea ideal de
obrar, o sea una razón de Estado ideal. Pero,
junto al valor del bien del Estado, existen otros
valores elevados que también piden para sí
una vigencia incondicionada, como son la
moral y la idea del Derecho. En último
término, el poder mismo puede verse
amenazado por el quebrantamiento de los
valores morales y jurídicos.

Meinecke, en "La idea de la razón de Estado


en la Edad Moderna", señala el vasto espacio
en la cual se entrecruzan en la acción
gubernativa al utilitarismo y la motivación ética
al punto que ésta se pone de manifiesto sólo
cuando coincide con el provecho del Estado.
El político respeta las fronteras del Derecho y
limita su impulso de mayor poder por la
presión coincidente de razones prácticas y de
móviles idealistas. El hombre "goza con
deleite del poder en sí y en lo que tiene de
intensificación de la personalidad". La

69
voluntad de poder, al lado del hambre y del
amor, dice Meinecke, es uno de los impulsos
más eficaces; "sin las bárbaras
concentraciones de poder, tejidas con terror y
crueldad, de déspotas y castas primitivas, no
se hubiera llegado a la fundación de Estados
ni a la educación del hombre para grandes
cometidos supra-individuales". Desde luego,
en la misma dirección han obrado también los
ideales, como factores para edificar y vigorizar
el Estado.

Como afirma Jellinek, hay un derecho virtual,


engendrado por el ansia de justicia, que aspira
a ser derecho actual mediante su
consagración por la ley. Por eso, las ideas
políticas adquieren juricidad, o sea que la
política se juridiza, cuando la aspiración
alcanza a triunfar en la esfera del poder. Una
visión realista del poder nos lleva a considerar
la relación entre derecho y política, ya que el
objeto directo de la idea de derecho no es el
hombre sino el grupo social, el cual asume un
ordenamiento según sea la ideología de
quienes gobiernan.

La política tiene por fin al gobierno y dirección


del Estado; para sus relaciones se sirve de
técnicos y administradores que hacen posible
la ejecución de los planes concebidos por los
políticos. El estadista posee el arte de hacer
posible lo que es necesario, sirviendo su ideal
con eficiencia. Se encuentra situado en la

70
zona de interferencia de dos ámbitos: lo que
debe ser y lo que puede ser, como anota Ruíz
del Castillo; orienta a la opinión pública y
procura crear el ambiente favorable a sus
designios. Para el pensador, la política es un
conjunto de principios; para el estadista, es
una realización que marcha a través de
escollos, transacciones e impurezas.

Cabe distinguir, pues, entre la política como


ciencia de gobierno, especulación teórica, y la
política como arte de gobierno, actividad
práctica.

En la realidad social tal diferencia es difícil de


advertir, pues la política se vale de
instrumentos jurídicos y de medios prácticos
para alcanzar finalidades señaladas por la
elaboración doctrinaria. Arnold Brecht ha
puesto de relieve, con los ejemplos de Lenin y
Stalin, que el pensamiento teórico no es
asunto ajeno a la vida, como sostienen
algunos políticos de oficio. La importancia de
la teoría es muy grande. Basta recordar que la
ideología Marxista condujo al poder a Lenín,
precisamente en el país que Marx consideró
no adecuado en razón de hallarse
insuficientemente desarrollado.

La ideología, es decir la superestructura,


cambió las formas de producción es decir la
infraestructura, contrariando el determinismo
económico por efecto de la voluntad de poder.

71
Por lo que se refiere a la importancia que tiene
las teorías políticas, citamos el pensamiento
de Stalin, expresado en una de sus
conferencias sobre los fundamentos del
leninismo: "La teoría pierde todo objeto si no
enlaza con la práctica revolucionaria,
exactamente igual que la práctica queda ciega
si no elimina su camino con la teoría". La
teoría puede convertirse en otra inmensa
fuerza si se desarrolla en unión con la
práctica.

Más allá de toda cuestión jurídica, es


indubitables que la voluntad de poder
constituye una de las grandes fuerzas de la
vida individual y social.

Bertrand Rusel afirma en su obra "El Poder"


que éste tiene en el mundo del espíritu la
misma importancia que la energía en el
mundo de la física.

Por tanto, el Estado debe ser mirado


esencialmente, como agrupación política, o
sea como un ente de poder, antes que como
ordenamiento jurídico. Es la agrupación
política suprema y; como quiera que orienta
su actividad con arreglo a cauces jurídicos,
puede definírsele como un ser político que se
organiza jurídicamente.

72
Querer huir de la política es como pretender
huir del Estado, dice Carl Schmit, dado que la
comunidad nacional nos envuelve y nos afecta
en una totalidad en la que se entrecruzan la
administración, la economía, la moral y el
poder. El fenómeno político guarda relación
con el fenómeno económico, el demográfico y
otros, que pueden ser anteriores,
concomitantes o subsiguientes, pero siempre
es motor de una colectividad el poder por el
poder, la voluntad de dominio. De ahí la
importancia de integrar el mando en un orden
moral para evitar la opresión.

La política está constituida por puntos de vista


sobre la justicia. Los partidos y los grupos
presionan en el sentido de aquello que
consideran justo, aunque no lo sea
objetivamente. La política actual se cubre de
un substrato ideológico y todo obrar tiene tras
de sí, más o menos conscientemente, un
pensamiento. La noción ideológica según la
cual se organiza jurídicamente la convivencia
social, es llamada "fórmula política", inspirada
en una concepción capital sobre el modo de
relación que deba existir entre la sociedad y
los individuos. Por eso, hablamos de sistemas
políticos liberales, socialistas, comunistas, etc.
Claro está que, unas veces, son las ideas las
que determinan los hechos políticos, y otras
veces son éstos los que toman tributarias a
las ideas, en un proceso de interacción.

73
La función política es vital, figura el lado de
aquellas que aseguran físicamente la
supervivencia de la especie, como la nutrición
o la reproducción. Expresa la conciencia del
grupo para encontrar un eje de cohesión.

La política está profundamente inserta en lo


social. Las teorías que diferencian la sociedad
natural de la sociedad política pretenden
señalar el paso de la primera a la segunda,
como sucede con tal liberalismo y con el
marxismo, se funda en una hipótesis no
comprobada por la historia. El carácter
religioso o guerrero que tuvieron las primeras
autoridades ha ocultado el hecho esencial de
que la autoridad es siempre política, no
importa quien la ejerza, ya provenga de la
imposición o de la elección.

El hecho político es simultáneo al hecho


social, es indispensable para evitar que la
sociedad se disuelva. La distinción entre
sociedad natural y sociedad política puede
hacerse conceptualmente pero no en la
realidad.

El poder y la sociedad de masas

La sociedad de nuestro siglo es una sociedad


de masas, caracterizada por su tamaño y su
complejidad. A las pequeñas democracias
griegas, a las nacionalidades surgidas desde
la edad moderna y gobernadas por pequeñas

74
élites, han sucedido las sociedades masivas,
sean pluralistas o totalitarias en las que la
voluntad política determinante es aquella que
sabe apoyarse en la masa. El comportamiento
de las masas las hace vulnerables al
totalitarismo, al engreimiento arrollador del
derecho, a la manipulación mediante
maniobras de conductismo, pero es innegable
que traduce la aspiración de mejores niveles
de vida, a la vez que una exigencia de mayor
participación en las decisiones políticas,
lograda a través del sufragio frecuente o por la
cohesión transitoria en torno a una dictadura.

El máximo problema de nuestra época radica


en organizar el consentimiento, o sea la
adhesión a una forma política, bien sea por
resignación o por participación activa. El
creciente número de contestatarios e
impugnadores y la violencia desatada por "el
poder joven", el "poder negro" y el terrorismo
urbano constituyen fisuras en el orden social,
que hoy es movimiento hacia el cambio.
Nuestra sociedad respeta cada vez menos los
medios jurídicos de resistencia a la opresión,
por ineficaces, y es incitada a los métodos de
violencia. La masa intuye una necesidad de
transferencias de los centros de poder,
problema arduo y de manejo más difícil que el
de los explosivos, pues supone el planteo de
los teóricos y la habilidad innata del hombre
político, del conductor carismático que sea
capaz de equilibrar su poder personal con la

75
subsistencia de instituciones valiosas pero
necesitadas modificación urgente.

Vivimos una era de discontinuidad, tentando


vías que conduzcan a nuevo pluralismo, a la
reforma de todo lo viciado, a la organización
de un consentimiento sin miedo. En cada
circunstancia histórica ha surgido la
reinterpretación de los ideales vigentes. Para
ello, la teoría Política y la ciencia política nos
brindan un rico material de reflexión, aunque
ésta sea contemporánea a la realización de
hechos violentos que viene alterando la
subestructura social.

La sociedad no es una adición de individuos,


sino un compuesto. Por virtud del Poder
adquiere una voluntad y sigue un
comportamiento determinado. Este
comportamiento es producto de la orientación
política. El ordenamiento jurídico y la
estructura del Estado son resultantes de la
actividad política. Por la toma de conciencia
de ésta realidad, el poder se ha convertido
hoy en el centro de la lucha social y
económica. A su vez, la política es mirada
como el arte de convertir las tendencias
sociales en normas jurídicas. El político hace
posible el objetivo entrevisto o anhelado.

Nuestra época es una transición del Estado


Liberal al Estado Social, siendo perceptible
una mayor participación del pueblo en el

76
poder. Se quiere pasar de la democracia
gobernada a la democracia gobernante. Las
construcciones formales están cambiando su
contenido, para no quedar vacías de verdad.
Tanto el pensamiento del derecho natural del
Siglo XVIII como el derecho racional de Kant,
concibieron una organización estatal con
raíces individualistas. Pero a partir de la
primera guerra mundial, se hizo patente que
los partidos políticos, los sindicatos y los
grupos de presión iban operando con un
dinamismo que debilitaba lo formal del
derecho. Por ello se ha acentuado
notablemente desde que los sindicatos de
masas, las Iglesias, el poder militar y la
tecnocracia han gravitado claramente sobre la
vida del Estado.

Paralelamente a esta transformación del


Estado en el interior, se ha venido
produciendo la declinación de su soberanía
exterior y el surgimiento de organizaciones
supranacionales que limitan la
autodeterminación. El proceso más hondo es
el de una nivelación subjetiva y acompañada
de un desplazamiento del poder, que ha
pasado de las esferas parlamentarias y
gubernativa al seno de los partidos políticos.
El estado ya dejó de ser neutro, por virtud de
la exigencia general de que tome posición
contra determinadas formas de orden
existentes.

77
Podemos señalar, siguiendo a Fayt, tres
posiciones en pugna ideológica : la de quienes
quieren conservar el Orden existente y
consideran que bastaría dulcificar la injusticia
humana; la de quienes quieren establecer la
burocracia totalitaria, arrebatando al hombre la
posibilidad de decidir por sí sobre su destino,
y, por último, la de quienes deseen la
transformación del orden dentro de la libertad,
para obtener un ordenamiento social que
asegura la justicia económica y el pleno
desarrollo de la personalidad humana. Esta
tercera posición es la única que permitirá crear
una sociedad nueva en el mundo occidental.

Ello significa analizar, con frialdad de


especialista, cuáles son los instrumentos que
permitirán implementar el cambio de un modo
racional, progresivo, con la conciencia de que
el poder es bifásico, o sea supone percepción
clara de las metas en quienes gobiernan y
motivación acertada en quienes obedecen y
presionan para participar. La relación mando-
obediencia conduce, en el mundo de hoy,
hacia una amplia participación popular, con lo
que la política se ennoblece en la medida en
que el miedo deja de ser el sistema normal de
gobernar.

El orden, el poder, la libertad

78
Orden social, poder y libertad son nociones
llamadas a equilibrarse en la vida normal de
un estado. Maurice Hauriornu, eminente
constitucionalista de la década anterior a la
segunda guerra mundial, opina que la
concepción de un régimen constitucional tiene
por fin establecer "un equilibrio fundamental
que sea favorable a la libertad, asegurando el
desenvolvimiento regular del Estado". Este
equilibrio se establece por juego de dos
fuerzas dinámicas o de movimiento, que son
el poder y la libertad, y de una fuerza de
resistencia, que es el orden. Así como afirmó
Freud, toda sociedad se construye sobre el
renunciamiento a las satisfacciones instintivas;
por ello es represiva. Orden, poder y libertad
conforman una trilogía en torno a la cual se
centra toda la problemática política. Son
factores recíprocamente imbricados, pues el
poder hace un juego equilibrador a fin de
compatibilizar el orden y la libertad. Si se pone
énfasis extremo en el orden, o sea si es
preferida la libertad, el poder resulta un
aparato de coacción y arbitrariedad.

El equilibrio constitucional es el término medio,


pues el orden hace resistencia a los cambios,
en tanto que la libertad y el poder suelen
presionar para alterar lo establecido por virtud
de la dinámica política. Si la resistencia que el
orden opone a los cambios reclamados por la
libertad, es excesiva, dice Haurion, el poder

79
coloca su fuerza al lado del cambio. Por el
contrario, si las reformas le parecen
exageradas o prematuras, el poder se inclina
del lado del orden. Otro tanto podemos decir
de las reformas exigidas por el sentido, de
justicia o de liberación social, que Hauriou no
pudo entrever.

La primacía del poder en la formación o en la


vida del estado es evidente. Es él quien
mantiene la cohesión entre los componentes
de una sociedad, más por situación que por
adhesión, como anota Prélot. Un mínimun de
fuerza material le es indispensable, pues la
cooperación libre, espontánea, unánime, no
pasa de ser una utopía; por ello afirmó Idering
que hablar de Estado sin fuerzas es "una
contradicción en sí". Pero desde luego, la
autoridad no es solamente fuerza material,
compulsiva; consiste sobre todo en ofrecer
motivos para ser obedecida. Si el poder
residiera en la fuerza, tras de cada súbdito
habría que situar un vigilante o un policía, así
como tras de éste habría que colocar otro
guardián. En el límite cabría preguntar ¿Quién
custodia al guardián?. El orden previene del
hecho de que cada súbdito del Estado
reconoce que éste tiene derecho a ser
obedecido, porque existe una relación de
dependencia respecto de la norma. De ahí
que, cualquiera sea su origen, todo gobierno
invoca algún tipo de legitimidad, sea por su
procedencia democrática o afirmando que

80
realiza el bien común. Todo poder aspira a ser
obedecido con un empleo mínimo de la fuerza
y trata de ganar prestigio como condición de
perdurabilidad.

Ciertamente, la importancia de la represión


varía en razón inversa del grado de consenso.
En los grupos coherentes, la represión es
innecesaria de modo general, pero en los
grupos de consenso débil, la represión es
indispensable para evitar la disolución. Por
ello, en los países en lo que el consenso
sobre los valores colectivos es grande, la
influencia de la Fuerza Armada es menor y su
actividad se limita al rol específico de
seguridad.

En el punto de partida de toda concepción


humanista está la afirmación de la libertad
humana, que opone resistencia a los
gobernantes en todo caso de arbitrariedad. Se
admite la necesidad del mando, y más ahora
que se tiende a hacer del Estado el "agente
creador de una sociedad nueva", como
definen muchos. El diseño de esta
organización futura es impreciso, además de
que varía ciento ochenta grados de uno a otro
lado del mundo. Sin embargo, existe la
convicción de que el Poder no es solamente el
servidor del orden establecido sino también el
regulador de los cambios anhelados, el árbitro
que puede hacer de la democracia un
movimiento más que un estado de cosas.

81
Movimiento que conduzca a la justicia
económica sin anular la libertad.

La revolución y el movimiento

La realidad política es la de un orden en


movimiento. Como dice Georges Burdeau,
llamamos estabilidad a lo que no es sino un
equilibrio de fuerzas. El orden muestra
siempre un determinado grado de aptitud para
integrar las fuerzas de renovación.

Cuando el proceso de cambio se cumple por


medio de una contínua incorporación de
normas de justicia al orden establecido, éste
no sufre convulsión.

Pero cuando el orden no muestra capacidad


para introducir los cambios que la tensión
social exige, se presenta el fenómeno
denominado revolución. Consiste en el cambio
brusco de estructuras, sea raíz de un simple
golpe de estado o bien tras una subversión
radical, que se enfrenta a las fuerzas del
Gobierno y las domina.

Las democracias representativas tienen


mecanismos reguladores, principalmente la
autoridad de las ánforas libres, para que el
orden, solidario de una determinada idea del
Derecho, incorpore reformas con oportunidad
que evita violencias. El instrumento legislativo

82
es el modo normal de usar la flexibilidad si el
orden tiene razonable porosidad. Pero cuando
el pluralismo de las corrientes políticas enerva
la autoridad gubernativa, o bien cuando las
fuerzas conservadoras se muestran
impermeables y ciegas, adviene el cambio
brusco; la revolución. Esta realiza el cambio
que inspiró el desacato del orden, pero a la
vez aspira a restablecer la cohesión social,
pero que el nuevo orden sea estable. Más allá
del cambio de equipo gobernante, una
revolución entraña la sustitución del orden
social sobre el cual se basaba el anterior
aparato político.

La revolución recoge la nueva idea del


derecho y la convierte en derecho. Desde
luego, la palabra Derecho comprende todo lo
legislado que esté vigente. Por tanto, no hay
derecho y viejo derecho, sino simplemente
Derecho. Esto se enriquece incorporando
medidas de justicia que la convicción general
reclamaba y que faciliten un orden social
estable, de acuerdo con los tiempos.

No es imposible, aunque si improbable,


efectuar una revolución dentro de la libertad, o
sea mediante la ley, respetando las formas de
la democracia representativa. En la esencia
de la revolución, no está la violencia, pero
generalmente le acompaña, como sucedió en
la revolución francesa, la rusa, la mexicana, la
china y la cubana. La experiencia de algunos

83
países no desarrollados es contradictoria al
respecto, pues la transformación se ha
realizado de maneras diversas, inclusive sin
derramamiento de sangre. A partir de la
experiencia cubana, los regímenes
instaurados con el propósito de cambiar las
estructuras rápidamente se denominan
"gobiernos revolucionarios", tales como los de
Argelia, Perú, Guinea e Irak.

La conquista del Poder no es un fin en sí: el


Poder que tiende a oficializarse no es otra
cosa que la promesa y el símbolo del orden
social futuro, nos dice Burdeau, el cual
agrega: "La revolución sanciona el desajuste
entre la vitalidad de las representaciones
colectivas y la atrofia del aparato político que
hubiera cuando el Poder dicta las reglas por
encadenamiento de los sucesos, debido
registrarlas". Las tensiones sociales
desaparecen consolidando la posición política
obtenida.

84
5. PODER, ESTADO Y POLITICA

Por : Mario Justo López (* )

1. Poder y Política

1.1. El poder, significados. Su carácter


"relacional"

Sin mengua del examen que en su momento


se hará al poder del Estado, resulta ahora
conveniente, a los fines de una mejor
comprensión, considerar el poder en su
acepción más amplia.

En el uso común y frecuente, la palabra poder


sirve tanto para designar una especial aptitud
para hacer algo (potencia, en el lenguaje
aristotático-temista) como al sujeto o titular de
esa aptitud. Con tales acepciones, se puede
tener poder y ser poder. En el primer caso se
lo posee, en el segundo, se lo personifica.

Pero en la concepción que prevalece en la


actualidad, al poder no se presenta ni como
una actitud, ni como un ente, sino como una
relación. Es a esto a lo que reiteradamente se
ha aludido en páginas anteriores cuando se
( *)
Tomado del libro Introducción a los Estudios Políticos: Teoría
Política de Mario Justo López. Edic. Kareluz. Buenos Aires. 1979.
Páginas 39 a 43.

85
ha hablado de la política en tanto relación:
interhumana en virtud de la cual la acción de
unos determina el comportamiento de otros,
relación, en definitiva, de mando y
obediencia.

El carácter relacional del poder se hace


evidente a poco que se le observe. El
gobernante es poder o tiene poder sólo en la
medida en que es obedecido. Si falta este
requisito de nada vale que lleve una corona
sobre la cabeza y se siente en un trono de oro
o que el Boletín Oficial lo llame Presidente. En
plena Edad Media, Bonifacio, apóstol de
Germania, preguntaba al papa Zacarías :
"Conviene llamar rey a aquel que tiene la
realidad o aquel que tiene la apariencia del
poder". Y la realidad del poder no es sino la
obediencia de los súbditos. Muchos siglos
antes le había advertido Aristóteles en la Etica
a Nicómaco : "El magistrado, revestido de
poder, no es algo sino con relación a los
demás, como que está ya en comunidad con
ellos".
Corresponde advertir, sin embargo, que en
esta obra, antes de ahora - y volverá a ocurrir
después - se ha localizado el poder como
sujeto o como aptitud; pero ello se debe a que
a veces hay que expresarse elípticamente o
no se puede eludir el empleo de una termi-
nología de uso común.

86
1.2. Acepción amplia del poder,
Vinculación con la política

La acepción del poder como relación de


mando y obediencia abarca un ámbito muy
extenso; un ámbito tan extenso como el de la
política en su sentido más amplio. Es que
poder y política suponen recíprocamente la
relación política en su acepción más amplia el
carácter puramente formal de la política es ya
una relación de poder. Cuando un vecino
incita a otros para apagar un incendio y
obtiene su concurso, se está en presencia de
una relación de poder. Lo mismo es el caso
del ganster que obtiene la colaboración de
otros congéneres para asaltar a un banco. Y
es también relación de poder, por supuesto, la
relación política que con carácter también
material está configurada, por la existencia de
una iglesia, de una sociedad anónima, de un
club deportivo. Es que, en definitiva, el poder
no es otra cosa que otro nombre que se da a
la relación política, o, quizás con más
propiedad, al complejo de relaciones políticas.
Dentro de esa amplia acepción cabe tanto el
poder político como el poder no político.

1.3. Acepción limitada del poder.


Vinculación con la política

Cuando se trata del "sistema político" mayor,


es decir, de aquel que corresponde al grupo
humano superior a todos y que incluye en sí a

87
los demás, la política se reduce
conceptualmente - según se ha visto- a la
actividad y a la relación que tienen al Estado
como marco de referencia. En ese caso se
produce igual reducción en el concepto de
poder. Sólo existe, por una parte, el poder del
Estado, es decir, la relación entre aquellos
seres humanos cuya actividad se imputa al
Estado y los demás seres humanos que se
comportan como súbditos del mismo; por otro,
las relaciones que se originan internamente en
los grupos que tienden a ejercer influencia
sobre los ocupantes de los cargos o roles en
función de mando, y, por fin, las que se
generan externamente a esos grupos
precisamente para ejercer la mencionada
influencia. El poder en su acepción limitada -
tal como aquí se lo considera - es, pues, el
poder político en sus distintas manifestaciones
(estatal, no estatal e influencia).

1.4 Poder e influencia. Aclaración


conceptual y terminológica

No hay duda que el poder - la relación política


- es una relación de influencia. Hay poder si
hay influencia. Hay poder si unos influyen
sobre otros para inclinar sus voluntades. Pero,
para una mejor comprensión de ese complejo
de relaciones políticas que es el "sistema
político", a nivel del Estado, resulta
conveniente establecer en el uso de ambos

88
vocablos la siguiente diferencia conceptual:
hay poder, cuando la relación política opera
en sentido directo, de "arriba" a "abajo", es
decir, de los ocupantes de los cargos o roles
(de mando) normativamente establecido, a los
no ocupantes, hay, en cambio, influencia,
cuando opera en sentido inverso, de "abajo" a
"arriba", es decir, de los "no ocupantes" a los
"ocupantes". Por supuesto que en ambos
casos hay también, en alguna medida,
consentimiento, sea "abajo" o "arriba". Por lo
demás, iguales tipos de relación política
pueden originarse en el seno de los grupos
políticos no estatales. Cabe, pues, distinguir
entre poder político estatal, poder político no
estatal e influencia política.

1.5 Poder político y actividad política

Caracterizado en sus distintas


manifestaciones, en el poder político que es el
que aquí se hace patente el carácter de su
vinculación con la actividad política. Esta, en
cuanto tal, no es sino el dinamismo de aquella
estructura. Actividad política "en faz agonal",
en tanto algunos grupos, o individuos,
desplegando poder político no estatal
procuran acceder a la ocupación de los cargos
o roles desde los cuales se enhebra la
relación del poder político estatal, o bien de
ejercer influencia sobre los mismos, en
sentido positivo o negativo. Actividad política

89
en "faz arquitectónica", en tanto a los
ocupantes de los cargos o roles procuran
conducir a los no ocupantes (súbditos,
gobernados) de acuerdo con el propio
proyecto para la empresa común de la
comunidad política (lo que comúnmente se
denomina "ejercicio del poder").

2. Estado y Política

Estado y acepción limitada de la política

La vinculación entre Estado y política ha sido


puesta de manifiesto en páginas anteriores.
En su amplia acepción, la política excede, al
igual que el poder, el marco de referencia del
Estado pero en su acepción limitada - que es
la adoptada en esta obra - la política, como
actividad y como relación - de poder -, cobra
sentido en y por su vinculación con el
Estado, y ésta se realiza en tanto y en
cuanto aquélla es realidad.

En esa acepción limitada que, hay que


insistir, es la que aquí interesa, la vinculación
de la política con el Estado ofrece
numerosas manifestaciones. La actividad
política en "faz agonal" tiene lugar con
referencia al Estado. La pugna entre los
aspirantes a la ocupación de los cargos o
roles, para conquistarlos, conservarlos o
resistirlos, según los casos, no es sino una

90
pugna pero que su actividad puede, en su
momento, llegar a ser imputada al Estado
mismo. Así, el juego múltiple entre diversas
fuerzas, según ciertas formas, condicionadas
por determinados factores y en procura de
diversos fines, gira alrededor de ese ente -
real o imaginario - que es el Estado. Del
mismo modo, la actividad política en "faz
arquitectónica" realiza la relación de poder
del Estado con sus súbditos,
institucionalizándola mediante una estructura
especial de órganos y normas y haciéndola
funcionar.

3. La múltiple y recíproca relación entre


poder, Estado y Política.

Distintos aspectos de una realidad única

La múltiple y recíproca relación entre poder,


Estado y política se advierte si se tiene
presente a la vez el poder objetivo del
Estado, el poder subjetivo sobre el Estado y
el poder subjetivo en el Estado. Si dejamos
de lado, por el momento, el poder subjetivo
sobre el Estado, que no es otra que el
llamado poder constituyente, el cual será
objeto de consideración más adelante
encontraremos que los otros no son sino dos
aspectos de una realidad única. En efecto,
se llama poder objetivo del Estado a la
capacidad de acción de todo el agregado

91
humano que se desarrolla por la
organización combinada de todos sus
miembros y que no corresponde localizarla
en ninguno de ellos en particular, y se da el
nombre de poder subjetivo en el Estado a su
efectivo ejercicio por los seres humanos que
concretamente realizan la actividad. En tal
sentido, cabe hablar - y ésa será la
terminología empleada en esta obra - de
poder del Estado (poder objetivo del Estado )
y de poder de los ocupantes de los cargos o
roles del Estado (poder subjetivo en el
Estado), en la inteligencia de que el primero
no es sino imputación de la actividad
desplegada por el segundo (única actividad
real).

El poder del Estado, es, pues, poder político


estatal, y el Estado, en definitiva, sólo cobra
existencia mediante él. Hay, fuera, más
poder político (no estatal e influencia), pero
éste gira necesariamente alrededor de aquél,
y lo que hace que se realicen uno y otro,
poder del Estado (o sea el Estado mismo) y
poder político no estatal (e influencia), no es
sino la actividad política. Queda así
evidenciada la múltiple y recíproca relación
entre poder, Estado y política, lo que no
implica, sin embargo, confusión ya que,
como se ha visto, hay actividad política que
es actividad estatal, y la hay también que no
lo es. Hay, además, actividad estatal que no
es política.

92
93
6. ESTADO Y SOCIEDAD
(* )
Por : Raúl Ferrero

Naturaleza del Estado

El Estado es sociedad más Poder, o sea una


sociedad políticamente organizada.
Estado y sociedad son indesligables en la
práctica, si bien se les separa
conceptualmente. En cuanto realidad socio-
política, el Estado es una obra del hombre,
pero de acuerdo con la naturaleza social de
éste. Como dice Heller, el hombre es
producto y a la vez productor de la historia. En
la historia que se produce actúa la ya
producida. Analizar la naturaleza del Estado
es un estudio conexo al de los elementos de
su trama, que son la sociedad, el poder y el
derecho. Como toda institución, el Estado es
un producto de la interacción humana.

Al Estado no lo advertimos en forma corpórea


sino a través de sus manifestaciones, o sea a
través de la legislación, de la administración
pública, de la fuerza armada y de los
símbolos. De ahí que su naturaleza aparezca
inaprehensible, y es que el Estado es un

(*) Tomado del Libro: CIENCIA POLITICA (TEORIA DEL ESTADO Y


DERECHO CONSTITUCIONAL) Librería Studium LIMA-PERU

94
concepto, ante todo. Su realidad se concreta
en la sociedad.

El concepto de sociedad es más extenso que


el de Estado; el primero representa el género
y el segundo la especie.
No es un orden normativo por más que las
normas reflejen la estructura que decide
darse. No está formado por hombres sino por
actividades humanas.

Aclarando la noción, enseña Carnelutti que


una sociedad se llama Estado en tanto y en
cuanto produce derecho.
Precisamente la palabra Estado expresa la
consistencia que la sociedad adquiere merced
al derecho. "El Estado es una sociedad que
está, es decir, que dura, por que el derecho
impide la disgregación.

El destino del hombre es influido por lo social


por que la existencia, como precisara
Heidegger, comporta la dimensión de vivir con
otros. Esta condición gregaría está en la
esencia de la historia. El hombre es
naturalmente social: ordena su vida a través
de una convivencia necesaria. El Estado
realiza una inclinación humana radical: la de
organizarse políticamente. Pero el hombre, a
la vez que recibe el Estado como una
imposición de la realidad social, lo reforma a
su voluntad.

95
La Filosofía del Derecho nos explica el sentido
radical de lo jurídico en la vida humana y en el
universo. Nos presenta la sociedad como
convivencia humana bajo unos mismos
principios, según definió Ortega y Gasset, el
cual aclara que el Estado es también
sociedad, pero no toda ella, sino un modo de
ella. Es importante subrayar, además, la
coexistencia de sociedad e individuo, para
valorizar que el hombre sea como persona o
como colectividad, es el sujeto, por lo que no
puede ser usado como un medio para la
grandeza del Estado.

Con un fin didáctico, puede definirse el Estado


como la colectividad humana organizada
políticamente sobre un territorio. No tiene una
existencia natural propia; es una entidad
formada por la agrupación de individuos. De
ahí que se empleen indistintamente los
términos Sociedad y Estado, pues éste no es
sino la forma más elevada de organización
social. Como fenómeno social concreto, se
distingue, de las demás agrupaciones por el
elemento Poder. Ante todo, cabe preguntarse,
¿Cuál es la naturaleza o esencia del Estado?.
La naturaleza de su realidad es la de un ser
de relación, o sea un tejido de
comportamientos.

Como estructura social-histórica, se basa y se


sustancializa en los hombres en sociedad que
lo componen; sin esta base social, el Estado

96
no es nada. El concepto Sociedad es más
general que el Estado, pues éste, aunque muy
importante, es sólo un aspecto de lo social, el
aspecto político-jurídico.

La naturaleza de su realidad es la de un ser


de relación, pues no existen a la manera de
un árbol o un animal, los cuales tienen
sustancia. El Estado no existe y subsiste por
sí mismo; existe y subsiste en el ser de los
individuos. No es la mera pluralidad de éstos,
pues al conjunto de hombres agrega una
realidad nueva la relación de poder,
indestructible y necesaria. De otro lado, el
fenómeno social que llamamos poder político
suscita una actitud intelectual, cuyo resultado
es el Estado.

El Estado existe porque es pensado. No es


una construcción a partir de lo real sino un
concepto, porque su realidad reside en el
espíritu de los hombres que lo componen,
como explica Burdeau. Es una institución de
instituciones, la institución suprema, algo que
ha sido fundado. El Estado es un ser de
derecho que resume abstractamente una
colectividad humana. Definirlo por sus
elementos es didáctico, pero equivale a una
presentación heterogénea, que pugna con la
esencia unitaria y homogénea del Estado, tal
como advierte Jorge Xifra Heras. Sumar sus
elementos es una manera aritmética de
definirlo, por yuxtaposición, pero no brinda la

97
concepción unitaria que le corresponde. Con
todo, en calidad de aproximación al personaje
Estado, es válido definirlo por sus tres
elementos, pueblo, territorio y poder,
agregando la finalidad que lo anima, o sea el
bien común. El poder y el fin son los datos que
fundamentan el orden jurídico, el cual es la
textura institucional del Estado.

Elementos del Estado.

Pueblo, territorio y poder son los tres


elementos del Estado. Si se añade que el
poder o autoridad existe para realizar el bien
común, la definición se completa. Algunos
autores consideran como un cuarto elemento
el ordenamiento jurídico, pero nosotros
creemos que tal arquitectura de normas es la
producción del Estado, a la vez que el sistema
que lo estructura. Refleja la voluntad que
dicta las normas, es decir, el Poder.
Esencialmente, el Estado es poder, impuesto
inicialmente y más tarde institucionalizado.
Derecho y Estado se entremezclan y se
suponen recíprocamente. Los actos coactivos
que caracterizan al Derecho y al Estado son
los mismos.

El Estado, como dice del Vecchio, puede


concebirse en dos formas: a) como unidad de
un sistema jurídico que tiene vigor positivo, o
sea que puede ser impuesto por la fuerza; b)

98
como sujeto invisible pero real de ese mismo
orden jurídico.

Origen de la denominación "Estado".

Para los griegos, la palabra "polis", o sea


ciudad, expresaba la comunidad diferenciada
por un modo de vida propia. El Estado era
entendido por los romanos como «Res pública
o Civitas». Del uso de expresiones tales como
"Status Rei Romana" puede provenir la voz
Estado. Al extender su dominación, Roma
llamó «Imperium» a su organización política,
acentuando así el elemento decisivo del
concepto Estado, que es el imperio o potestad
de mandar. En el derecho germánico también
se acentuó el elemento de dominio, pues el
Estado fue llamado "Reich", voz que procede
de "Regnum", o sea mando de un príncipe.

El Estado moderno en cuanto construcción


consciente u obra de arte, apareció en Italia
de los siglos catorce y quince, cuando se
centralizó el poder por reacción contra el
feudalismo. La denominación "estado", fue
empleada por primera vez por Maquiavelo, en
las líneas iniciales de su obra "El príncipe". Tal
acepción de la palabra "status" como orden
vino a responder a una necesidad general, ya
que ninguna de las voces antes usadas servía
para denominar la pluralidad de formas
políticas existentes en la Italia renacentista.
Unida al nombre de una ciudad como

99
Florencia, Génova o Venecia, el término
"stato" dió expresión a todas las formas, ya
fueran republicanas, monárquicas o tiránicas,
o bien aplicadas a sólo una ciudad o a toda
una región sometida al imperio de la misma
autoridad. La nueva denominación fue
adoptada antes de los siglos por los
principales idiomas y su uso se convirtió en
universal.

Formación histórica del Estado.

El Estado es el resultado de una larga


evolución de la convivencia humana. Aparece
con la civilización sedentaria, cuando el grupo
pasa de la vida nómade a la vida agraria. Con
el Estado se alcanza el grado más alto de la
organización social, el de una unidad colectiva
dotada de capacidad para la
autodeterminación y regida por una
ordenación jurídica. El hecho de que el
hombre esté naturalmente destinado a la
convivencia fue lo que determinó las formas
primitivas de la vida social y la aparición del
Estado.

Los elementos humanos más próximos del


Estado no son los individuos, puesto que la
sociedad no es un agregado de átomos, sino
las comunidades locales y las familias.
Se ha constituido históricamente por la
asociación de los grupos naturales, o sea
familia y comunidades locales, las cuales

100
formaron un grupo superior en cuyo desarrollo
se fueron distinguiendo las funciones que
hacen necesario el Poder, que son
básicamente las siguientes:

1° Establecer reglas para las actividades del


grupo.

2° Hacer efectivas dichas reglas,


contrarrestando los actos que estén en
conflicto con ellas.

La primera sociedad natural fue sin duda la


familia. Por extensión o crecimiento
espontáneo de la familia, o bien por
agregación de otras, se formaron el clan y la
tribu. Esta fundó la ciudad, realidad
permanente que arraiga al hombre a un
territorio. Las necesidades de la defensa
común y el intercambio comercial favorecieron
la agregación de ciudades dentro de una más
vasta unidad social: La nación. Sólo dentro de
ella puede el hombre realizar sus destinos y
alcanzar el mayor grado posible de perfección.

Históricamente, ha sido el Poder quien ha


creado al Estado, organismo social encargado
de realizar el derecho.

Lo más probable es que el Estado reconozca


su origen en el acatamiento tácito de la
autoridad de quienes asumieron el Poder por
un simple impulso de voluntad. La

101
coexistencia de familias, o bien quizá la
sujeción de unas familias a otras, añadidas a
la descendencia común de una estirpe, no
bastan para dar nacimiento a la sociedad civil,
que es específicamente distinta de la familia.
Se precisa siempre un factor de asentimiento
a las obligaciones recíprocas, de costumbre o
aceptación tácita, para explicarse la formación
del Estado.

El poder del Estado moderno es


incontrastable. Desde el siglo XV ha venido
dominando toda feudalidad. El Ejército
permanente, la burocracia jerarquizada y el
establecimiento de impuestos generales lo
han emancipado.

Concentra el empleo legítimo de la fuerza e


impone su dominación.

El Problema del Origen del Estado.

El Problema del origen del Estado no es tan


fácil de resolver como el de su definición, pues
ésta se hace en vista de tres elementos
empíricos: un territorio, un pueblo y un
gobierno. Como quiera que el problema del
origen y el problema de la esencia del Estado
son de carácter predominante sociológico y
filosófico, respectivamente, muchos juristas
han renunciado a investigar los principios
esenciales del Estado y se limitan a enfocar
su atención sobre el estudio del derecho

102
positivo. Así, el eminente tratadista Hans
Kelsen sostiene que la teoría política debe
renunciar por principio a todo intento de
explicación del Estado y sus fuentes, pues su
causalidad es metajurídica, o sea que se halla
más allá de la ciencia del Estado. Según
Kelsen, cada Estado debe ser estudiado con
pautas puramente jurídicas; la norma original
de cada Estado la «Ursprungnorm»,
determina la naturaleza de su estructura y el
estudio de dicha norma original escapa a la
teoría política.

A una conclusión igualmente escéptica llegó


Carré de Malberg, quien afirmó que la ciencia
del derecho no se relaciona con la
investigación del origen del Estado, problema
ajeno al examen de los juristas. Semejante
conclusión, válida para los juristas, no lo es
para la politología, pues comporta una
abdicación de la ciencia política a su carácter
de ciencia si renunciara a ofrecer una
aplicación racional de las causas primeras.

El problema del origen del Estado, extremado


su planteo, consiste en saber si el Estado
existe como una exigencia de la naturaleza
humana o si es una creación de la voluntad.
El problema interesa directamente al Derecho,
pero pertenece a la filosofía social, pues
entrana un juicio de valores; equivale a
preguntarse si el Estado es dado o construido.
La respuesta acertada es una media entre

103
ambos extremos, pues el Estado es natural
por su origen y también es voluntario por el
hecho de contar con el asentimiento del
grupo.

Entre las diversas teorías sobre el origen del


Estado, merecen especial estudio las cuatro
siguientes : la teoría organicista, la teoría de la
lucha de clases, la teoría de la naturaleza
social del hombre y la teoría del contrato
social.

7. RELACION DE LOS CONCEPTOS ESTADO,


NACION Y PATRIA

104
(* )
Por: Raúl Ferrero

El Estado puede existir tanto cuando el pueblo


constituye una nación como cuando pertenece
a diversas nacionalidades. Pero,
ordinariamente, la nación es el medio social
en el que se produce el hecho Estado.

Entre los conceptos Estado y Nación hay un


paralelismo y no una identificación, pues el
uno es concepto jurídico y el otro es
sociológico.

La nación es una sociedad, como también lo


es el Estado, pero con la diferencia de que el
Estado es una sociedad organizada, en tanto
que la nación carece de organización o bien la
tiene en el Estado. Hacia 1851, el profesor
Mancini definía la nación como "una sociedad
natural de hombres a los que la unidad de
territorio, de origen, de costumbres y de
idioma conduce a la comunidad de vida y
conciencia sociales".
En cuanto una nación adquiere conciencia de
sí misma, aspira a la unidad estatal; y a su vez
una comunidad estatal no es verdaderamente
armónica sino cuando reposa sobre una
auténtica comunidad nacional.

(*) Tomado del Libro: CIENCIA POLITICA (TEORIA DEL ESTADO Y


DERECHO CONSTITUCIONAL) Librería Studium, LIMA-PERU.

105
La nación es un complejo que reúne diversos
elementos, de índole natural y cultural , o sea
geográfico, lingüístico, antropológico e
histórico. Es el conjunto de hombres unidos
por una comunidad espiritual, forjada por la
convivencia histórica en el mismo territorio y
proyectada idealmente hacia el futuro.

Su factor esencial es la tradición. En cuanto a


la palabra nacionalidad, distingamos que tiene
dos acepciones. En sentido objetivo, significa
el conjunto de caracteres que configuran una
nación; en sentido subjetivo, designa para un
individuo el hecho de pertenecer a un
determinado Estado.

La presencia de los caracteres de raza,


religión, lengua y costumbres puede darse en
general, pero no es indispensable. Lo
importante es que exista entre los miembros
de una nación el sentimiento de afinidad, la
conciencia social. Cuando ésta se halla en
formación o sea fundiendo elementos dispares
a través de la vida en un mismo territorio, el
proceso es llamado integración. La
solidaridad del compuesto es la nota que
revela haberse alcanzado la homogeneidad, la
cual es fruto de una secular evolución en
común. La nacionalidad se nutre por el cruce
de razas, por la larga convivencia por la
tolerancia recíproca, por la libertad de las
tendencias contradictorias, todo ello de un
modo real y vivo.

106
Ha dicho Renán que la nación se constituye
por "un plebiscito de todos los días". La nación
es un alma, un principio espiritual. "Dos cosas
que, a decir verdad, no hacen más que una,
constituyen esta alma: una, es la posesión en
común de un rico legado de recuerdos; la otra,
es el consentimiento actual, el deseo de vivir
juntos, la voluntad de continuar haciendo valer
la herencia que se ha recibido indivisa..tener
glorias comunes en el pasado, una voluntad
común en el presente, haber hecho grandes
cosas en común, querer realizarlas todavía,
he ahí la condición esencial para hacer un
pueblo".

Patria es la nación, en cuanto ha adquirido


conciencia de sí misma y ha llegado a ser
objeto de culto y amor para su miembros,
según definió Hauriou.

Cuando Nación y Estado coinciden, el


sentimiento patriótico arraigado a la nación
fortalece el Estado y lo hace concebir como
una empresa histórica. "Los hombres sienten
en su corazón que son un mismo pueblo
cuando tienen una comunidad de ideas, de
intereses, de afectos, de recuerdos y de
esperanzas. He aquí lo que hace la patria y la
patria es lo que amamos". Así define Fustel de
Coulanges la comunidad espiritual a la cual
adherimos más por respeto al pasado, o sea a

107
las generaciones que nos han precedido, que
por amor al suelo.

La patria no es sólo la tierra en que se nace,


realidad que arraiga; no sólo la bandera,
emblema que exalta; no sólo los muertos,
cuyos huesos sagrados son el pasado. Es
también el futuro con la aspiración de
grandeza y de destino por cumplir. Como
dijera José de la Riva Aguero, la patria supone
la comunidad de los compatriotras
contemporáneos y también la comunidad de
las generaciones sucesivas. Vive de dos
cultos el del recuerdo y el de la esperanza, o
sea de los muertos y el del ideal proyectado
en lo venidero.

El sentimiento patriótico unge de espíritu la


política anota Ruíz del Castillo, y es el factor
que concilia en el alma de cada persona su
conciencia de individualidad con el sentido de
pertenecer a una comunidad. La exaltación
del patriotismo contribuye a definir la
nacionalidad. Acelera el proceso de
integración interna por virtud de una
solidaridad nueva: el nacionalismo. Este se
inspira en la tradición, pues invoca los
sentimientos de lealtad histórica, pero a la vez
forja un credo modernizador, dirigido a
reforzar la identidad de la nación. Tratándose
de países que han sufrido opresión externa o
vasallaje económico, la mira del nacionalismo
es independizarse del control extranjero.

108
8. FINALIDAD DEL ESTADO

109
(* )
Por : Raúl Ferrero

El Bien Común

La causa del Estado es el bien común, o sea


el bien de la comunidad. Así lo definió
Aristóteles y ha quedado inconcluso de modo
universal. Elemento fundamental del bien
común es el orden jurídico, pero éste se
inspira en el bien común. Poder y fin están
contenidos en el orden, al cual remodelan. El
poder está antes del orden y el fin está más
allá del orden.

El bien común consiste en un conjunto de


condiciones sociales que favorecen la
existencia y el desarrollo del hombre. Es el
medio social propicio para que la persona se
realice. No es una masa de bienes por
repartir, sino un orden justo, más allá del cual
existe para el individuo un fin último. La
consecución del bien particular es franqueada
por la existencia de un orden que brinda
seguridad y justicia, a través de los servicios
públicos, con mayor o menor eficiencia.

Tal definición del bien común como el medio


social propicio para que el hombre cumpla su
destino, es individualista. Debemos

( *)
Tomada del Libro:CIENCIA POLITICA (TEORIA DEL ESTADO Y
DERECHO CONSTITUCIONAL) Librería Studium LIMA-PERU

110
sobreponerle la concepción comunitaria de
Tomás de Aquino: el bien común es un orden
justo para la vida suficiente de una
comunidad.

Tiene el carácter de bien intermedio.

Si a la idea del bien común se le despoja de


su connotación filosófica, viene a ser lo que
denominamos interés social. Desde luego, el
bien común no es una fórmula de gobierno
sino un principio rector: el bien de los hombres
que componen la sociedad. Como aclara
Bertrand de Jouvenel, el bien común no se
traduce en bien particular de los individuos
sino de modo indirecto, o sea en función del
orden y de la justicia que proporciona al
conjunto. Por eso, Dabin lo denomina bien
común público, agregando la palabra "público"
para expresar que engloba sólo bienes
sociales considerados indispensables para el
bien individual, como son la seguridad de la
vida y la de poseer el fruto del trabajo, la
educación, el matrimonio, los servicios de
salud o los medios de transporte masivo, y no
comprende la distribución de bienes que sean
alcanzables individualmente.

|Excepcionalmente, como sucede con la


edificación de viviendas en numerosos países,
el Estado asume la tarea de proporcionar el
bien particular, al dotar con viviendas a
personal de un determinado sector de la

111
población. Lo hace para remediar un malestar
social que no puede ser encarado sólo por
acción estatal indirecta. Igualmente cuando
proporciona medios de producción, tal como
sucede con la Reforma Agraria, el Estado
realiza directamente el bien particular de los
adjudicatarios. Pero en la sociedad occidental
sobre todo, el poder se limita a crear las
condiciones sociales, como son el orden
jurídico y su protección, la educación, la
administración de justicia, que hacen posible
que cada persona se realice. Por este
carácter de generalidad tiene un rango
superior al bien particular. En la sociedad
humanista, los gobernantes se distinguen por
su voluntad de servir de medio para el bien del
pueblo todo, reconocimiento que el Estado
existe para que se realice a plenitud de las
facultades personales.

Triple función del Estado.

De dicha concepción deriva para el Estado


una Triple función de tutela, suplencia y
promoción, consistente en proteger los
derechos individuales, suplir la iniciativa
privada y promover el progreso social.

Poniendo énfasis en la primera de estas


funciones, el liberalismo concibió el llamado
"Estado Gendarme", que se limitaba a
garantizar la seguridad, en tanto que el

112
socialismos ha concebido el Estado Bienestar,
el cual ofrece procurar bienes económicos a
todos.

Superando los extremos del estado gendarme


y del estado providencia la democracia social
diseña un Estado que promueva el bienestar
sin ahogar la libertad.

La misión del Estado es simultáneamente


estática y dinámica, o sea de tutela y de
subsidiaridad. De un lado debe protegerse los
derechos de la persona, y del otro, la de suplir
lo que la iniciativa privada es incapaz de
realizar, así como promover el desarrollo
económico y social para elevar los niveles de
vida y reducir al mínimo las desigualdades.
Tal función supletoria, así como la de
promoción, aplican el principio de
subsidiaridad. Cuando el Estado se sustituye
a los particulares para hacerlo que éstos
pueden realizar tan bien como él, o en
muchos casos mejor que él, la libertad es
recortada innecesariamente.

Las funciones concretas del Estado, así como


la amplitud con que deben ser ejercidas,
dependen de causas sumamente variables en
su número y naturaleza. Cabe mencionar
algunas funciones primordiales, como la
conservación del orden social, la defensa
contra agresiones externas, la administración
de justicia, los servicios civiles, la educación,

113
la regulación de las operaciones económicas
fundamentales,el desarrollo económico y
social, la organización de la salubridad y los
seguros sociales. Respecto de la intervención
del Estado en la vida económica, la discusión
doctrinaria se actualiza cada día. Las escuelas
totalitarias preconizan un intervencionismo
absoluto, que centralice los medios de
producción y distribución de la riqueza, en
tanto que la concepción democrática
occidental respeta las formas esenciales de la
propiedad, dentro de una organización en la
que el Estado dirija la economía con miras al
bien común.

La fórmula más adecuada a la actual


coyuntura es la que ha anunciado la
democracia social: "Libertad hasta donde sea
posible y planificación hasta donde sea
necesario". Así se viene logrando en algunos
países que consideran que la iniciativa privada
debe ser llamada a participar en el
planeamiento del desarrollo, para que éste se
logre con un sentido de comunidad y no de
estatismo. Ello supone que toda actividad
económica sea puesta bajo el imperio de la
ley nacional de modo que los centros de
decisión estén en el país y que el sector
público de la economía acreciente su radio de
eficacia.

La revolución industrial y el notable


crecimiento demográfico, así como los

114
requerimientos de una sociedad que se
masifica, han determinado que se acentue la
intervención del Estado en esferas que, hasta
hace pocos años, quedaba libradas a la
actividad privada. La democracia
representativa, enfrentaba a sistemas
colectivas compactos, ha comprendido por fin
que la economía debe estar al servicio del
hombre.

Admite ahora activamente sus deberes de


promoción económica, mediante una política
fiscal, crediticia, de salarios y de seguros
sociales, a fin de favorecer la redistribución de
la riqueza y disminuir los desniveles en el
tenor de vida.

Determinación de los fines del Estado.

Durante siglos, cuando menos a partir de


Aristóteles, los hombres han considerado
injustas las grandes desigualdades
económicas. Pero no se tenía conciencia de
que fuera posible cambiar fundamentalmente
la distribución de la riqueza. Desde comienzos
de este siglo fue extendiéndose la convicción
de que los factores económicos podían ser
orientados hacia la justicia social. La
formación de una vasta clase proletaria,
consecuencia de la industrialización, puso en
mayor evidencia las injusticias sociales,
porque las acentuó. Al mismo tiempo, la

115
evolución de las ideas demostraba que la
jerarquización social no respondía a una
fatalidad, sino que era, más bien, una
organización o estructura que el hombre podía
transformar. La pasividad de las masas fue
compensada con el dinamismo de los
miembros de los grandes partidos,
comenzando a manifestarse tensiones
exigentes y premiosas.

La ciencia política ha venido clarificando la


interpretación de la acción política, la cual
incide sobre la composición social. A partir de
la segunda guerra mundial, los politólogos han
visto definidamente que la acción del Estado
depende de las creencias y de valores. Estos
últimos son más diversos y se les fija como
objetivos simultáneamente: justicia social,
autodeterminación, respeto de la persona,
cooperación internacional. La acción política
se orienta según sean los valores a cuya
realización tiende cada época. En la nuestra,
la justicia social es el valor predominante. De
modo universal se tiende a que se acorten las
desigualdades en el disfrute de los bienes. En
materia de rentas no derivadas del trabajo, el
sistema tributario más adelantado tiende a
reducirlas notablemente. Tocante a ingresos o
remuneraciones por razón del trabajo existen
diferencias notorias entre los campesinos y los
obreros, entre las mujeres y los varones, entre
los burócratas de categoría elevada y los
empleados públicos subalternos, entre los

116
ejecutivos de las empresas y el común de los
trabajadores, por ejemplo.

Ello es objeto de distintas tentativas para


acortar distancias en el "abanico de las
remuneraciones" con la finalidad remota de
una nivelación. Si se comparan los sistemas
de remuneraciones a todo lo ancho del mundo
se comprueba que a cada nivel de desarrollo
corresponde una mayor o menor desigualdad,
mereciendo relieve particular el caso de China
por ser el país que viene aplicando con mayor
sinceridad los incentivos morales. En general,
se aspira a llegar a un punto de equilibrio
entre los incentivos económicos y los
incentivos morales, lo cual depende de una
reeducación paulatina y de una no siempre
duradera.

La Declaración de la Independencia de los


Estados Unidos, así como la introducción a su
Constitución y el preámbulo de la Constitución
suiza, mencionan los fines del Estado, al
expresar la razón de ser aquellas formaciones
políticas. También la Constitución de México
menciona el fin del Estado.

Así, la Constitución de los Estados Unidos se


proclama dictada "en orden a formar una
unión más perfecta, establecer la justicia,
asegurar la tranquilidad doméstica, proveer a
la defensa común, promover el bienestar
general y asegurar a nosotros mismos a la

117
posterioridad contra las infracciones a la
libertad¨. La constitución helvética es más
precisa, pues declara que la unión se propone
“afirmar la independencia de la patria,
mantener el orden, proteger la libertad y los
derechos de los súbditos, y promover el bien
común de los mismos”. La mexicana expresa
que el poder ha sido instituído para el bien del
pueblo. El estado concreto, o sea cada Estado
vigente, legitima su existencia por virtud de los
fines que invoca. Toda modificación en la
organización y en la legislación del Estado se
justifica por la doctrina de sus fines. Cada
Estado regula su actividad política según sean
los fines supremos que persigue.- De ahí la
importancia de analizarlos, más en nuestra
hora, en que se enfrentan la concepción
monocrática y la pluralista. Los componentes
del bien común son la seguridad y el bienestar
general.

La seguridad tiene dos connotaciones: interna


y externa. La seguridad interior (que abarca el
orden público y la seguridad jurídica) garantiza
la coexistencia de los hombres; la seguridad
exterior protege de la agresión. El bienestar
general consiste en la satisfacción de las
necesidades del compuesto social; sin un
mínimo de bienestar no existe el medio
propicio para que la persona humana se
realice.

118
Para aclarar la visión del Estado hemos de
dividir sus actividades en dos grupos:
actividades que corresponden exclusivamente
al Estado y actividades mediante las cuales
ordena y promueve la vida social.

Actividades que corresponden de modo


exclusivo al Estado son las de seguridad, o
sea la protección de la comunidad y de sus
miembros, lo que entraña la defensa del
territorio y de la soberanía. Dice Jellineck: "No
sólo tiene el Estado funciones propias
respecto del exterior, sino también respecto
del interior; su fin consiste en la conservación
de sí mismo y en el mantenimiento de la
integridad de sus fines generales; lo que en
primer lugar se logra mediante ella, es
asegurar la existencia del Estado. Los
deberes de policía y los penales, no protegen
sólo los bienes individuales y sociales, sino al
Estado mismo. En toda actividad del Estado
hay un elemento cuya finalidad consiste en
conservar y fortalecer al propio Estado. De
aquí que el mantenimiento y la protección de
la existencia propia y del propio prestigio, sea
uno de los fines correspondientes al Estado,
dada nuestra conciencia de éste y de sus
funciones".

Igualmente, es función del Estado la


formación y mantenimiento del orden jurídico.
Tras una lucha secular, ha monopolizado el
Derecho, el cual a su vez penetra las

119
manifestaciones del Estado y canaliza sus
actividades.

El fin jurídico comprende la legislación vigente


y también la legislación futura; ésta ha de
corresponder a las exigencias del devenir
social, ya que la evolución histórica determina
el contenido del derecho.

Conjuntamente con las funciones de


seguridad o tutela, el Estado cumple otras con
miras al bienestar, ellas son de suplecia y
promoción, compartidas eficazmente con la
actividad individual. Tal extensión de la
actividad del Estado, más allá de sus fines
exclusivos, varía según las épocas y está
condicionada por la evolución de los hechos y
de la cultura.

Actualmente, casi todo cuanto se refiere a la


vida comunitaria recibe la impronta de la
voluntad estatal, porque el Estado atiende
directamente al interés común o bien orienta
el modo como los particulares deben
propender a él. El problema de los fines del
Estado guarda relación estrecha con el
fundamento del poder. No hay sociedad
posible sin poder, ni hay satisfacción de las
necesidades humanas sin Estado. De aquí
recibe el Estado su justificación y su valor: nos
ha sido impuesto por la vida histórica, pero
continuamente lo reformamos, persiguiendo el

120
ideal humanista de que sirva a todos los
hombres y a todo hombre.

Política General y Política de Sectores.

Distingamos la política en cuanto conquista y


uso del poder, o sea la política-dominio, de la
política en cuanto acción, la cual consiste en
un haz de programas, política económica, vial,
educacional, sanitaria, etc.

La política general del Estado persigue el bien


común, compuesto del valor seguridad y del
valor bienestar. Pero en cada circunstancia
histórica y en cada país se presentan
necesidades múltiples a las que el Estado
atiende por requerimiento exigente.

El Estado es la puesta en forma de una


determinada sociedad, lo que supone el
empleo de una inteligencia y de una voluntad
que, más que de la masa de gobernados,
procede de una minoría resuelta. La minoría
que condujo el proceso revolucionario en
Francia así como aquella que modernizó al
Japón en el siglo pasado, o la que transformó
la sociedad y el gobierno en Rusia, inspiró su
acción en una ideología no generalizada hasta
mucho después. Igualmente viene
sucediendo en América Latina.

La autodeterminación de cada Estado se


manifiesta en propósitos rectores, siendo lo

121
ideal que dichos objetivos sean
deliberadamente deseados por la colectividad.
La política se "abre en abanico", para atender
a muy diversos ámbitos: el de gobierno o
poder, el de educación, el de sanidad, el de
manejo monetario, el de población, el de
protección de las fronteras, el de
mejoramiento de las infraestructuras (vial,
escolar, hospitalaria y de vivienda). Se trazan,
de modo más o menos planificado,
numerosas políticas o frentes de acción del
Estado.

Para la seguridad exterior, se traza una


política militar y una estrategia diplomática;
para facilitar el acceso de la mayoría o los
bienes materiales se traza una política; para
alcanzar una conciencia de unidad nacional,
se sigue una política de integración social;
para elevar el nivel cultural, se traza una
acción educativa; para mantener los derechos
individuales, inherentes a la dignidad del
hombre, se emplea el respeto al pluralismo
político y una democracia con participación
real del pueblo; para incentivar el desarrollo,
se sigue una política fiscal y una política
económica determinadas, para prevenir las
secuelas del infortunio o del desempleo se
traza una política de seguridad social, para
extender una real, se traza una política de
transferencia del poder económico hacia los
sectores más vastos, mediante la
redistribución de los ingresos, para reducir la

122
dependencia externa, se traza una política de
inversiones e industrialización. Así con una
creciente planificación, el Estado ensancha su
actividad y sus perspectivas.

El principio rector para que la autoridad no se


torne prepotente es el que anunció Rousseau:
"Para ser legítimo, es preciso que el gobierno
no se confunda con el soberano, sino que sea
su ministro".

Quienes mandan no son hombres


providenciales; ejercen autoridad porque se
les inviste o tolera para lograr el bien común.
Aún en el caso de gobernantes de facto, la
conciencia de su provisionalidad es impuesta
por la experiencia histórica y constituye un
apremio para normar sus actos por la
delimitación del bien común. En los países del
tercer mundo, en presencia de tensiones
sociales que son incentivos de transformación
urgente, la función de gobierno comporta la
necesidad de trazar estrategias para cada
problema vital. La estrategia del desarrollo es,
sin duda, la más incitante y supone la reforma
o cambio de las estructuras, así como el
planteamiento racional de las técnicas a
seguirse.

9. ESTADO Y NACION

Por : Alfredo Quispe Correa(*)


(*)
Tomada de una Conferencia dictada por el autor ante los
123
En la Constitución de 1993 se otorga a ambos
vocablos significados diferentes. El artículo
cuarto nos dice que la comunidad y el Estado
protegen a la familia y promueven el
matrimonio. El artículo 39° señala que todos
los funcionarios y trabajadores públicos están
al servicio de la Nación. El artículo 66°
sostiene que los recursos naturales son
patrimonio de la Nación, pero, agrega, que el
Estado es soberano en su aprovechamiento.

El artículo 110° hace del Presidente de la


República Jefe del Estado y personificación de
la Nación. Y, el artículo 163°, dispone que el
Estado garantiza la seguridad de la Nación ,
mediante el Sistema de Defensa Nacional.

Las normas citadas, contienen palabras que


han sido objeto de controversias, se han
usado como sinónimos y, por último han
generado crueles conflictos que marcaron
para muchas sociedades su fin como
entidades políticas y, para otras, el
engrandecimiento que han servido como
ideales de grandeza, de sacrificio, de unidad
de destino.

Trataremos en esta breve disertación de hacer


un deslinde entre ellas, su enfoque
constitucional y, lo que creo sería la piedra

Participantes del Curso de Defensa Nacional del CAEN.


124
angular en esta intervención, su proyección
política.

Jacques Leclerc: decía que "los conceptos de


patria y de nación corresponden a un
sentimiento intenso y a una idea imprecisa".

(1) Efectivamente, mientras patria se vincula


siempre como el padre y con el territorio,
la patria es tierra del padre, la tierra de los
antepasados; nación que viene del nasci,
nacer, apunta al conjunto de hombres
unidos por vínculos comunes al margen
del territorio. Hoy podemos afirmar que los
palestinos constituyen una nación porque
les falta territorio, como lo fuera hasta
fines de la segunda guerra mundial el
pueblo Israelí. En el caso de la Patria,
también se desciende del antepasado,
como en la Nación, pero mientras ésta
pone énfasis en la comunidad de hombres
y el destino futuro, la Patria redunda sobre
la tierra y los antepasados. Nación, a
nuestro entender viene disparada de
ancestros inmemoriables, pasa por el
presente, en que destaca la voluntad de
unión y se proyecta hacia el futuro
mediante una vinculación sicológica que
endurece la solidaridad entre los hombres.
Estado, en cambio, es la organización
jurídica de la sociedad. El Estado es, en
otra definición, la sociedad políticamente
organizada. El Estado no se confunde con

125
la Nación; en todo caso "Sociedad" puede
usarse como sinónimo de Nación, como
puede servirnos el término comunidad.
Hay que distinguir : Nación es siempre el
elemento humano, un pilar de la
estructura estatal, pero no es el Estado. El
Estado tiene tres elementos básicos,
como una estructura que son pueblo o
población o nación, el territorio y el poder,
como hemos visto en la parte introductoria
de esta conferencia. Nación es parte del
Estado, cuando lo consideramos como
elemento humano; las otras, el territorio y
el poder.

El Estado es más la administración de la


sociedad y sus recursos. Por esa razón en
la constitución se dice que el Estado
protege a la familia que es la base de la
nación y que los recursos son patrimonio
de la Nación aunque pertenezcan al
Estado. Aclaremósle, los recursos
naturales constituyen el patrimonio de la
Nación, es decir de la sociedad, pero es el
Estado que en nombre de ella los
administra, los usa y los concede en
explotación. Es el Estado, reitera la carta
política, el que garantiza la Seguridad de
la Nación. En realidad, la nación, de
donde proviene la nacionalidad, constituye
ese conjunto de seres humanos unidos
por un destino común. Renán diría :

126
unidos por el deseo de querer compartir
un destino común.

Ahora bien, el Estado realiza políticas


para integrar a la comunidad alrededor de
un proyecto común, trata de universalizar
un idioma concreto, en nuestro caso, el
castellano - para unificar; persigue crear y
robustecer una conciencia nacional,
combate o debe combatir aquellas
doctrinas que tratan de destruir las bases
de la identidad política. Se esfuerza, en
suma, en hacer de esa sociedad
heterogénea una nación, integrando a los
habitantes en una cadena solidaria e
invisible cuyo fin debe ser el bien común.
Por lo menos, esa debe ser la tarea
estatal.
Hemos delimitado los conceptos de patria,
estado, nación. Nos orientamos ahora a
su contenido y perspectivas.
Antiguamente se definía la nación como
una comunidad humana vinculada por
religión, idioma, pasado, presente, futuro y
raza. Hoy esa definición no resiste
compararse con la realidad; más aún, es
difícil encontrar una sociedad humana que
resuma todas esas características. La
afinidad colectiva es un ideal, no una
realidad. Comencemos por la raza.
¿Como definirla? Un diccionario común
nos dirá que es una "casta o calidad de
linaje", "grupos de seres humanos que se

127
dividen según el color de su piel y otros
caracteres". ¿Es posible encontrar tanta
pureza en la pigmentación?
definitivamente, el vocablo "raza" ha
sufrido una revaluación y no se lo usa en
el sentido tradicional. Raza es un grupo
humano que tiene algunas características
comunes, no necesariamente físicas; aquí
incidimos más en el aspecto cultural. El
énfasis en las características físicas llevó
al mundo al borde de la destrucción, por
culpa del nazismo. No existen rasgos que
privilegien a unos hombres sobre otros. La
inteligencia no es potestativa de algunos
que poseen determinada conformación.

Hoy se sabe que la igualdad de


oportunidades y de posibilidades, permite
a los niños de diversas latitudes,
reacciones y desarrollo parecidos. Habrá
siempre diferencia de aptitudes, pero ellas
no provienen de la diferencia de "rasgos"
sino de los cromosomas. Genéticamente,
el hijo de un "genio" no necesariamente es
"genial", como tampoco el hijo de un
limitado físico, hereda sus limitaciones.

Decimos luego que nación tiene un


idioma común, y observamos aquí, cerca
a las fronteras, desmentidos rotundos.
Brasil y Portugal tienen el mismo idioma
pero constituyen no sólo Estados distintos,
lo que es obvio, sino unidades políticas

128
muy diferenciadas. Y en Europa, en
Suiza, en donde se hablan idiomas
diferentes, nadie duda en calificarla de
una "nación". Y en América del Sur, que
se habla mayoritariamente el castellano,
nos sobran escrúpulos para pensar que
estamos en camino de integrar una
nación.

(2) La religión tampoco resulta, hoy en día,


causal de identidad. Los yugoslavos se
encuentran unidos a pesar que los croatas
y servios profesan religiones como la
católica y sismática griega, mientras que
pueblos, como los latinoamericanos, que
tienen una confesión mayoritariamente
católica, se hallan divididos, a veces por
pugnas irreconciliables. Incluso dentro de
un Estado coexisten religiones diversas,
protegidas por la libertad de creencias que
las constituciones modernas consagran.

La historia es un factor de aglutinación


cuando existe conciencia de ese pasado
común. Diremos mejor, cuando un Estado
ha logrado socializar, integrar a su
población, para que comparta ciertos hitos
culturales. ¿En América del Sur hay un
pasado común y, sin embargo, no existen
Estados diferenciados que se esfuerzan
en cimentar sus diferencias en grupos
humanos?. ¿Del Tahuantinsuyo, de la
Colonia, en lugar de pasar a una gran

129
confederación aprovechando las
analogías sicológicas, idiomáticas,
religiosas, no hemos formado un
conglomerado de islas enfrentadas?. En
nuestro propio Estado, el pasado no ha
sido internalizado por el total de la
población peruana, lo que revela el
fracaso de la educación en nuestro medio,
porque educar es también integrar. Igual
apreciación podemos hacer sobre el
presente y el futuro. No existe una
conciencia compartida de nuestro rol hoy,
y menos, del papel de mañana, hablando
en términos internos. El "presente"
histórico pasa por filosofías de gobierno
tan distintas, que la población no logra
movilizarse alrededor de una "idea-motor"
que la subyugue. Con mayor razón el
futuro aparece nebuloso; la gente mira el
mañana sin esperanzas.

Es curioso observar como Stalin, en su "El


Marxismo y el problema de la
Nacionalidad", hablaba de la nación como
si fuera "una comunidad estable,
históricamente desarrollada, de lengua,
territorio, vida económica y rasgos
sicológicos, que se manifiestan en una
comunidad de cultura". Y decimos
curiosos , porque los marxistas han
criticado mucho al nacionalismo que se
funda precisamente en esos caracteres,
llamándolos movimiento burgueses,

130
chauvinistas. Hoy existe un retorno a esa
línea de apoyo, para aprovechar las
legítimas aspiraciones de un pueblo por
alcanzar su independencia y encausarlas
hacia el autoritarismo marxista.

(3) Hay que ver las críticas que el propio Marx


y Engels lanzaran, en su manifiesto
comunista, al Estado Nacional.

(4) Desgraciadamente el Fascismo vendría a


justificar, en alguna medida, las críticas
acerbas, por que en nombre de la "nación
italiana", propinó a los hombres peores
vejámenes.

Como una reserva a la idea de la


nación.estado, identificación propuesta por el
nazismo y el fascismo, se sugería la
existencia de los estados multinacionales.
Rusia era un ejemplo, como lo era Bélgica,
Suiza, China, Yugoslavia. Y es bueno
recordarlo, hubo épocas en que los
comunistas intentaron dividir al Perú en
Quechuas y Aimaras, sin que éste
temperamento prosperara. Pues bien, ¿qué
hace que un Estado multinacional no se
disgregue? Volvamos los ojos a Renán, la
respuesta sigue siendo fundamentalmente
una cuestión sicológica : la solidaridad entre
los hombres por el convencimiento del destino
común. Si esa solidaridad no existe, un
Estado es débil, invertebrado, desintegrado,

131
exponiéndose a toda clase de presiones. Si,
por el contrario, un Estado logra cohesionarse,
integrarse, vertebrarse, le será mucho más
fácil eludir las amenazas y alcanzar los
objetivos que se proponen.

¿Existe la nación, es posible un Estado-


Nación ?. La nación, en nuestro concepto es
un ideal a alcanzar. Es sumamente cómodo
gobernar, cuando existe un idioma común,
cuando se conocen las viscisitudes pasadas,
cuando el pueblo afirma su vocación de
realizarse en un futuro cercano. Y a esa
situación debe propender un estado.

La educación es un medio , los planes y


programas deben coincidir en esa tarea
aglutinante; los profesores también aunque
este resulta en el caso concreto nuestro, el
talón de aquiles de todo esfuerzo integrador
alrededor de la idea nacional, porque poseen
ideologías diversas convierten cada aula en
un centro descohesionador de los esfuerzos
que se realizan por unir.

El Perú es un país heterogéneo. Debemos


esforzarnos en constituir una nación. El
nacionalismo, que viene de nación, es una
esperanza frustrada; es un vehículo
aglutinador no utilizado políticamente.
Nosotros debemos tratar de universalizar la
cultura, el idioma, integrar los planteles,

132
incluyendo las universidades, hacia los
grandes objetivos nacionales, que
comprenden las políticas de desarrollo y de
defensa. Insistimos que nación es, sobre todo,
una vinculación sicológica. Israel se une por la
amenaza de los Arabes; Los palestinos por
recuperar su territorio, en Estados Unidos hay
clara conciencia sobre el valor de su carta
política y destino imperial; los países
comunistas, porque juzgan que están
realizando una tarea de liberación, como si
fueran mecías renacidos.

¿En el Perú, que nos une ? He aquí el gran


problema.

Debemos rechazar toda idea que intente


hacer del nacionalismo un egocentrismo, que
lleve a considerar que el mundo gira alrededor
nuestro, que culmine en una soberbia
despreciativa hacia otros pueblos. Nuestro
nacionalismo se debe fundar en la solidaridad,
para lograr un proyecto nacional que
compartan todos. Y debemos señalar
objetivos básicos de estas ideas: el
poblamiento de las fronteras, la ocupación
plena del territorio, la divulgación histórica en
todo los niveles, el recuerdo constante de los
héroes, la descentralización económica y,
sobre todo, como idea-motor las tareas que
reserva el futuro, las grandes reinvidicaciones.

133
Es evidente que el proyecto no puede
agotarse en breves líneas. Pero si queremos
resaltar que la nación es un ideal a alcanzar,
que el Perú es un país invertebrado y que se
debe realizar una gigantesca obra
vertebradora. Nuestra Constitución habla de la
integración, pero integrarnos así como
estamos, divididos, sin clara conciencia de
nuestra unidad política, de nuestra
importancia, con otros Estados sería para
desaparecer como Estado Peruano. Por ello
debemos realizar esfuerzos en lograr esta
vertebración, es decir, por hacer del Perú una
nación, de lograr, en caso de ser posible, una
identidad Estado-Nación, que facilitaría
enormemente no sólo la tarea de gobierno,
sino la seguridad interior.

Las condiciones están dadas. Debemos si


cuidar un aspecto: que los diversos gobiernos
no compitan con ideologías diversas,
aceptamos que la carta política contiene los
grandes fines que el Estado propone. Pues
bien, alrededor de esas ideas, que deben ser
internalizadas, forjemos la unidad que se
requiere. Entre nosotros no sólo hay
diferencias de gobierno, sino hasta diferencias
de ministro a ministro dentro de un mismo
gobierno, superemos estas trabas. Es hora de
pensar integralmente al Perú y de realizar su
destino.

134
CITAS

1. LECHEROG JACQUES "El derecho y la


sociedad"Barcelona, 1965 pág. 253.
.
2. ROSARIOS, OTTOCAR "América Latina,
veinte repúblicas; Una Nación".

3. EMECE. BS AS 1966.

4. BRUTENTS, K."Las Revoluciones de liberación


Nacional Contemporánea". Edit. Progreso
Moscú 1974.

5. MARY Y ENGELS "Manifiesto Comunista" Edit.


América, Montevideo - Pág 5.

10. LA CONSTITUCION DEL ESTADO

135
(* )
Por : Eduardo García Maynas

Hemos definido al Estado como la


organización jurídica de una sociedad bajo un
poder de dominación que se ejerce en
determinado territorio.

El Estado es, por consiguiente, una forma de


organización y dicha organización es de
índole jurídica.

Por organización se entiende - dice Ehrlich -


"La regla de la asociación que asigna a cada
miembro de ésta su posición dentro de la
misma "ya de dominación, ya de sujeción, y
las funciones que le corresponden".

Las normas relativas a la organización


fundamental del Estado reciben el nombre de
constitución. La Constitución del Estado
comprende - según Jellinek - "las reglas
jurídicas que determinan los órganos
supremos de éste; su modo de creación: sus
relaciones recíprocas; su competencia y la
posición de cada uno en relación con el poder
estatal".

La palabra constitución no es solamente


aplicada a la estructura de la organización

(* )
Tomado del libro INTRODUCCION AL ESTUDIO DEL DERECHO, de
Eduardo García Maynas. Edit. Porua. A. México D.F.

136
política, sino también sobre todo en la época
moderna - al documento que contiene las
reglas relativas a dicha organización -
(constitución en sentido formal).

La idea de la constitución como norma


fundamental fue formulada por vez primera en
el siglo XVI. En Francia, durante la época de
Enrique IV, Loyseau sostuvo que el poder real
encuentra serias limitaciones en "las leyes
fundamentales del Estado". Y "Hobbes, en su
obra Leviathan, escribe que la ley fundamental
es aquella "cuya abolición traería consigo la
ruina del cuerpo social y provocaría una
anarquía completa". Esta ley tiene su origen,
según el mismo autor, en el contrato que sirve
de base a la organización estatal.

La idea de que la Constitución emana de un


contrato celebrado por los particulares para
instituir el poder político, reaparece, con
variantes de mayor o menor monta, en las
doctrinas de la época sobre el derecho
natural.

Pero el concepto de Ley Suprema, en el


sentido de carta constitucional, sólo empieza a
tener importancia práctica en las colonias
inglesas de América del Norte.

La organización de éstas hallábase


establecida en una serie de Cartas otorgadas
por los reyes de Inglaterra, en las cuales se

137
fijaban los principios fundamentales de su
gobierno y organización administrativa: "Las
Fundamental Orders de Connecticut,
aparecidas en forma de contrato celebrado
por los colonos, constituyen el núcleo principal
de la Corte otorgada por Carlos II a la Colonia,
confirmada en 1776 por el pueblo como
constitución. Del mismo modo, la colonia de
Edhode-Island, establecida por Roger
Williams sobre la base de un contrato de
colonización, recibe en 1663 una Carta de
Carlos II, que confirma las instituciones ya
existentes y sirve de Constitución a ese
Estado hasta 1842. Las cartas de ambos
Estados de la confederación americana son,
pues, las dos más antiguas cartas
constitucionales en el sentido moderno de la
palabra". 1.

Cuando estalló la revolución americana, las 13


colonias tenían Cartas de esa índole, las dos
ideas que sirvieron de base a tales
documentos son, por una parte, la del contrato
fundamental concluído por los miembros de la
comunidad, y la de concesión emanada del
poder real, por la otra. Esta última, idea fue
debilitándose paulatinamente, en tanto que la
tesis de que la constitución es fruto de un
contrato se robusteció cada vez más. En las
Cartas de las colonias inglesas de América
consagrábase el principio de la división de
poderes, lo mismo que el de la limitación del
poder legislativo de cada colonia. Tal poder

138
tenía un límite en las mismas Cartas y en las
leyes inglesas. Toda disposición legal
contraria a las Cartas otorgadas por el Rey o a
la legislación del reino, podía ser declarada
nula por el privy council británico. De este
modo empezó a dibujarse la idea de la
constitución como ley fundamental o suprema,
es decir, como norma de normas. Esto
significa, por un lado, que la constitución sirve
de base o fundamento a las demás leyes y,
por otro, que la legislación ordinaria se
encuentra subordinada al orden constitucional.

Al independizarse las colonias y transformarse


en Estados, promulgaron, en ése y los
siguientes años, sus distintas Constituciones,
de acuerdo con los principios de soberanía del
pueblo y división de poderes. Tales
documentos ejercieron una influencia decisiva
en la Asamblea Constituyente, francesa de
1789-1791 y, a través de las Constituciones
de Francia en las demás de Europa y
América.

Las constituciones americanas comprenden


dos partes principales: el Bill of Regte
(Declaración de Derechos) y el Plan of
Goverment (Plan de Gobierno).

Las Declaraciones de Derechos no figuraban


en las Cartas coloniales o, al menos, no
tenían la extensión que alcanzaron más tarde.
El Bill of Rights contiene una enumeración de

139
los derechos subjetivos públicos; el Plan of
Goverment determina la estructura
fundamental del Estado.

Al promulgarse, en 1787, la Constitución


Federal Americana, no se incluyó en ella
ninguna Declaración de Derechos. Pero en
1789 añadiéronse diez (10) artículos más, con
el carácter de Bilo of Rights para toda la
Unión.

A las dos partes principales de las


constituciones modernas suele dárseles,
actualmente, los nombres de Parte Dogmática
(que en lo esencial corresponde al Bill of
Rights) y Parte Orgánica (para el Plan of
Goverment). (2).

La idea de que la constitución es la norma


fundamental deriva de dos consideraciones
principales. En primer término, las normas
constitucionales - en los países que tienen
una constitución escrita - hállanse por encima
de la legislación ordinaria y sólo pueden ser
modificadas de acuerdo con un procedimiento
mucho más complicado y largo que el que
debe seguirse para la elaboración de las
demás leyes; en segundo lugar, tales normas
representan el fundamento formal de la idea y
de los preceptos jurídicos de inferior rango.
Este último aspecto ha sido definitivamente
esclarecido por la teoría del orden jerárquico

140
de los preceptos del derecho, elaborada por
Markl, Kelsen y Verdross.

En los países que no poseen una constitución


escrita, como Inglaterra, el orden
constitucional no es definido de acuerdo con
características formales, sino atendiendo a un
criterio material. Por constitución se entiende
entonces la estructura fundamental del
Estado, es decir, la forma de organización
política, la competencia de los diversos
poderes y los principios relativos al "status" de
las personas.

Las constituciones modernas suelen ser


divididas en dos grupos: rígida y flexibles. (3).
Las del primer grupo son aquellas que no
pueden ser modificadas, en la forma
establecida para la elaboración o modificación
de las leyes ordinarias las del segundo no
señalan ninguna diferencia de orden formal
entre leyes ordinarias y constitución, por ende,
la reforma de éstas últimas puede hacerse del
mismo modo que la de aquéllas. La
Constitución Inglesa son los dos ejemplos
típicos de constitución rígida y constitución
flexible. La de nuestro país pertenece a la
primera categoría, ya que su reforma está
sujeta a requisitos mayores que los que se
exigen para la modificación de las leyes
ordinarias.

141
Derecho Constitucional

El derecho político o constitucional es el


conjunto de normas relativas a la estructura
fundamental del Estado, a las funciones de
sus órganos y a las relaciones de éstos entre
sí y con los particulares. Al referirnos, al
concepto de constitución, vimos como pueden
entenderse en sentido formal o en sentido
material. Desde el punto de vista formal la
palabra constitución se aplica al documento
que contiene las normas relativas a la
estructura fundamental del Estado; desde el
punto de vista material, en cambio, aplicáse a
esa misma estructura, es decir, a la
organización política, a la competencia de los
diversos poderes y a los principios
concernientes al status de las personas.

De acuerdo con esta doble posibilidad, cabe


hablar del derecho político tanto en sentido
formal como material. La acepción en que
aquel concepto se toma dependerá de la
forma en que la palabra constitución se
emplea.

Si entendemos el término en sentido material,


habremos de admitir que todo Estado tiene
una constitución. "Tomada, en efecto, la
constitución, en su aceptación amplia, es
aplicable a todo tiempo y lugar. Se trata
entonces, de un concepto de alcance y valor
muy generales y referibles no sólo a los

142
Estados, sino a los cuerpos físicos ...". "La
palabra constitución, dice Schmitt, reconoce
una diversidad de sentido. En una acepción
general de la misma, todo, cualquier hombre y
objeto ... puede tener una constitución. De
aquí no cabe obtener ningún sentido
específico. Si se requiere llegar a una
inteligencia hay que limitar la palabra
constitución a la constitución del Estado, es
decir, de la unidad política de un pueblo (4).
Pero un entendido de Estado, la expresión
puede tomarse, según dijimos antes, tanto en
sentido formal como en sentido material. En
este último sentido, todo Estado tiene una
constitución; en el primer sentido sólo la
poseen aquellos cuya organización política
aparece regulada en un documento solemne,
al que se le dá el nombre de Constitución (Ley
Gubernamental, norma de normas).

Aún cuando todo Estado - tiene materialmente


hablando - una constitución escrita o
consuetudinaria- el término Estado
constitucional suele aplicarse únicamente a
las organizaciones políticas "cuyas máximas
fundamentales no sólo definen cómo deben
ser elegidos o designados aquellos a quienes
se confíe el ejercicio de los poderes
soberanos, sino que imponen restricciones
eficaces a tal ejercicio, con el fin de proteger
los derechos y prerrogativas individuales y
defenderlos contra cualquier acción del poder
arbitrario". (5). El carácter fundamental de una

143
constitución escrita, en sentido moderno,
como dice Borgeaud, es ser "una ley de
protección pública, una ley de garantías".

De aquí que en los Estados Constitucionales


que poseen constitución escrita, esta última
tenga, el lado de la Parte Orgánica, una Parte
Dogmática (Bill of Rights), en donde se
consagran los derechos subjetivos públicos
del individuos. Pero es claro que un Estado
puede quedar comprendido dentro de aquella
categoría aún cuando carezca, como
Inglaterra, de constitución escrita. Por ello es
que al definir el Derecho Constitucional como
conjunto de normas relativas a la estructura
fundamental del Estado, a las funciones de
sus órganos y a las relaciones de éstos entre
sí y con los particulares, aludimos tanto a
reglas escritas como a normas
consuetudinarias.

Derecho Administrativo

"El derecho administrativo es la rama del


derecho público que tiene por objeto
específico la administración pública". Esta
definición, que expresa el concepto más
moderno del derecho administrativo, no puede
ser entendida si no se explica su última parte.

Administrar significa, en términos generales,


cobrar para la gestión o el cuidado de
determinados intereses, propios o ajenos. La

144
administración pública puede ser definida
como actividad a través de la cual el Estado y
los sujetos auxiliares de éste tienden a la
satisfacción de intereses colectivos.

Para precisar el concepto de función


administrativa es necesario recordar la
doctrina de la división de poderes. De acuerdo
a tal doctrina, las funciones del Estado pueden
ser concebidas en dos sentidos diversos, uno
material y otro formal. Desde el punto de vista
formal, las diversas funciones son definidas de
acuerdo con la índole de los poderes: así, la
legislativa es atribuida al Congreso; la
jurisdiccional, a los jueces y tribunales y la
administrativa a los órganos ejecutivos.

Esta delimitación no coincide en todo caso


con la índole material de las distintas
funciones. Puede ocurrir que un acto
administrativo desde el punto de vista formal,
sea, desde el material, jurisdiccional o
legislativo, o que un acto realizado por el
Congreso o por los tribunales, tenga desde el
segundo punto de vista, carácter
administrativo.

En los Estados modernos tanto la


administración como la jurisdicción
encuentránse normativamente reguladas.
Esta subordinación de las citadas funciones al
orden legal es distinta en cada caso. Al
ejercitar la de juzgar, al Estado persigue la

145
realización del derecho controvertido o
incierto; al ejercitar la administrativa, tiende a
realizar intereses generales.

Las funciones legislativa y jurisdiccional


ofrecen dos características comunes:
imparcialidad y objetividad (Santi Romano).
Los jueces deben aplicar el derecho existente
y se encuentran colocados por encima de las
partes; el legislador, en cuanto tal, nunca
interviene en las relaciones jurídicas que
derivan de las normas por él formuladas. En
cambio, al realizar la tarea administrativa, el
Estado obra por sí mismo, es decir, como
sujeto o parte interesada en ejercicio de dicha
función.

Los procesalistas han elaborado un criterio


que permite distinguir claramente las
funciones administrativa y judicial. Al realizar
esta última, el Estado obra por cuenta ajena,
subsistuyéndose a los particulares para la
declaración y tutela del derecho controvertido
o incierto, en tanto que, al desempeñar la
primera, obra por cuenta propia.

"Cuando el Estado, dentro de los límites que


le ha señalado el derecho, persigue sus
intereses, desarrolla una actividad
administrativa. Por el contrario, cuando
interviene para procurar la satisfacción de
ciertos intereses a que el titular no pueda
proveer por sí mismo, a causa de la

146
incertidumbre y de la inobservancia de la
norma que los protege, existe la jurisdicción.
La distinción entre actividad administrativa y
jurisdiccional estriba, pues, en que mientras
con la primera el Estado persigue
directamente sus intereses, en cuanto pueden
ser directamente perseguidos, con la segunda
interviene para satisfacer intereses de otro,
que han quedado sin satisfacción y que no
pueden perseguirse directamente.

"Administrar, aquí como en cualquier otro


orden, en cuidar intereses propios; hacer
justicia es intervenir en el interés de otro..

La posibilidad de definir las funciones del


Estado desde el doble punto de vista, material
y formal, vuelve a presentarse en relación con
el concepto de administración pública. En
efecto, dicho concepto puede ser entendido
tanto formal como materialmente.

La administración pública, en sentido material


u objetivo es la actividad del Estado
encaminada a la satisfacción de intereses
generales (sea cual fuere el órgano que la
realice).

En sentido formal, por administración pública


se entiende todo acto del poder ejecutivo (aún
cuando tenga, desde el punto de vista
material, carácter diverso).

147
Para precisar nuestra definición del derecho
administrativo tendremos que decidir en qué
sentido ha de tomarse en ella el término
administración pública.

Los autores no han conseguido entenderse


en este punto. La mayoría se inclina, sin
embargo, en favor del criterio formal. De
acuerdo con este último, el derecho
administrativo podría definirse como el
"complejo de normas jurídicas que regula la
organización y la actividad de la
administración pública en sentido formal.

CITAS

(1) Jellinok, obra citada, II, pág. 183.

(2) "El sistema normal de las constituciones


escritas comprende ordinariamente una parte
que suele y puede muy bien llamarse,
dogmática, y otra orgánica. Las Declaraciones
de Derechos de las Constituciones
norteamericanas y de la Constitución
Francesa de 1791, así como los títulos
primeros de otras, vgr., de la nuestra, en que
se habla de los españoles y sus derechos,
forman esa parte o elemento dogmático, con
sus expresiones y declaraciones, definidoras
o imperativas, que consagran determinados
principios y formulan normas fundamentales

148
como, por ejemplo, la fuente o residencia de la
soberanía, las condiciones y garantías de la
personalidad y ciertos derechos o libertades,
etc. El resto de las constituciones, o sea las
disposiciones sobre organización de poderes,
determinación de sus respectivas funciones y
de las relaciones entre las instituciones que
las desempeñan, forma parte o elemento
orgánicos". A Pozada, Tratado de Derecho
Político, 4° ed., Madrid 1929.

(3) "Por Constitución de un Estado o Nación


entendemos - dice Bryce - Las Normas o
Leyes que determinan la forma de gobierno,
los derechos y deberes del gobierno ante los
ciudadanos y viceversa; en algunas partes las
leyes o normas que forman la Constitución
pueden ser establecidas o modificadas por el
Legislativo ordinario, de la misma manera que
las demás leyes, mientras en otras, esas
normas están colocadas por encima o fuera
del alcance de su Poder Legislativo; dictadas
por una autoridad superior no pueden
cambiarse por ella. En los países de la
primera clase, "lo que se llama Constitución
no es más que el conjunto de leyes -
comprendiendo entre ellas, naturalmente, a
las costumbres y decisiones judiciales de
carácter político-, en esos países no hay nada
con la forma de las que se llaman
comúnmente constitucionales, ni se distinguen
éstas por su origen ni por el grado de
autoridad, de las otras leyes .

149
Una Constitución de ese género, susceptible
de ser modificada en todo momento,
ampliándose o restringiéndose, en lo que,
puede llamarse propiamente una constitución
flexible".

"En los países de la otra clase las leyes y


normas que describen la naturaleza, los
poderes y las funciones de Gobierno, están
contenidas en uno o varios documentos
emanados directamente de una autoridad
superior a la legislativa ordinaria". "En todos
esos casos, no encontramos en esos países
una ley o grupo de leyes que se distinguen de
las otras, tanto por el carácter de su contenido
como por su origen y por su autoridad ..."-
Cuando la Constitución consta de una o de
varias leyes, de esa naturaleza, propongo que
se llame constitución rígida". Citado por Adolfo
Posada, obra citada, II, Página 134.

(4) A. Posada, Derecho Político, 5a Ed., Madrid,


1935, II, pág. 13.

(5) Frases de Gooley, citado por Posada, II, p

11. CONSTITUCION Y DEMOCRACIA

Por : Alfredo Quispe Correa

150
En la democracia moderna si el pueblo yerra
tiene derecho a rectificarse. En la Democracia
petrificada, sobreviviente de ideologías de
otros siglos, si el pueblo se equivoca tiene que
sufrir.

La Democracia se puede caracterizar como


gobierno de la opinión pública y control de
poder. Si fallan, un régimen podrá ser
Constitucional pero no democrático. La
Constitución es el continente y la democracia
el contenido : para medir su trascendencia se
requiere evaluar las normas y apreciar
críticamente el ejercicio del poder.

El propósito de éste artículo no es enjuiciar la


normatividad Constitucional, es observar si su
principal objetivo se viene cumpliendo; es
decir, si la democracia se ha desarrollado
plenamente o si, por el contrario, a pesar de la
carta magna y de los regímenes
Constitucionales, la democracia es todavía
proyecto.En otras palabras, descubrir si
nuestro sistema político se ha modernizado al
extremo de profundizarla o es sólo, la
democracia, arquitectura frágil.

Se elige gobierno por un período determinado.


Ese es el sentido de la democracia
representativa. La elección de un gobierno
significa el triunfo de la opinión pública
prevaleciente en el país, en un momento
dado. En consecuencia, si esa opinión pública

151
varía, tiene todo el derecho de cambiarlo
siguiendo las pautas legales, como una forma
de dinamizar, darle vida a la democracia.

Es sensato, en lugar de sostener que la


sociedad está obligada a padecer al mal
gobierno hasta el término de su mandato. Es
un concepto sadomasoquista de la
democracia que rechazo.

Equivale decir : sufre por haberte equivocado,


con el agravante que se tortura también al
inocente. El concepto de la democracia es
algo más digno.

En la democracia moderna si el pueblo yerra


tiene derecho a rectificarse. En la democracia
petrificada, sobreviviente de ideologías de
otros siglos, si el pueblo se equivoca tiene que
sufrir. Modernizarse supone, entonces, no
esperar resignadamente la muerte, sino
posibilidad de seguir viviendo mediante un
cambio de rumbo.

Existen instituciones diversas que han


superado las deficiencias del gobierno
representativo.

Tal anacronismo se apreciaría si un ministro


nos dijese que no renuncia porque cuenta con
la confianza del presidente de la República y
es su atribución Constitucional removerlo o
confirmarlo, lo que constituiría una verdad a

152
medias. Es cierto que la designación y
remoción de los ministros es prerrogativa
presidencial, pero la verdad total es que no
basta ese respaldo si no se tiene la confianza
de la opinión pública.

Un ministro, por no decir un régimen, que


tiene el 80% del electorado en contra, ¿puede
seguir gobernando un país? Misterio.

Para no encubrir la autocracia bajo un manto


Constitucional, lo que debió decir
hipotéticamente ese Ministro, es lo siguiente:
ejerzo el cargo porque tengo el respaldo de la
opinión pública y del presidente de la
República. Un gobierno debe legitimarse
diariamente : las confianzas son mutuas.

Otra característica comprende el control del


poder, antigua aspiración que no logra
plasmarse. El problema no radica en la
Constitución sino, además en la voluntad de
los gobernantes. Veamos. La ley fundamental
ha establecido una serie de mecanismos
formales para que ese control se produzca. Lo
que no pudo preveer fue la concentración del
poder, a pesar de las elecciones y por el papel
que desempeña el partido en la época
contemporánea.

Sin embargo, diez años de experiencia son


suficientes para haber propuesto las
enmiendas requeridas si, como resultado del

153
sistema electoral, hay una tendencia a
concentrar el poder de un partido. Si ese
monopolio es la negación de la democracia,
se debió reformar la Constitución para evitar
acaparamientos peligrosos.

El poder debe ser controlado por muchas


razones : la libertad humana, la justicia, el bien
común. Títulos suficientes para plantearse
algunas innovaciones en la carta, establecer
otras formas de designación y/o elección o,
cuando menos, que los gobernantes
demostraran explícitamente su voluntad de no
temer el control ni a la opinión pública.

Las mejores lecciones de ciencia política las


da el sentido común. Si un gobernante quiere
cumplir la Constitución no vacila en nombrar
personas idóneas, así fuesen adversarios, en
el tribunal de Garantías Constitucionales, para
que lo ayuden en tal noble propósito. A un
gobernante que tiene el deseo de manejar
honrada y eficientemente los recursos del
Estado, no le asusta que existan funcionarios
autónomos encargados de las tareas de
inspección.

Si quiere, en cambio, que le cubran sus


infracciones Constitucionales; busca
complacientes en la composición del tribunal.
Si no quiere justicia o le molesta que fiscalicen
sus manejos presupuestales, apela a otros
incondicionales. Sin reformar la Constitución,

154
hubiese bastado la actitud del gobernante,
para evitar malentendidos y afianzar la
democracia.

Esa conducta negativa por eludir el control y


obediencia a la opinión pública, conduce a
que sea cada vez mayor el número de
personas que desconfían del sistema
democrático. Si ese sentimiento negativo se
extiende, resulta peligroso para el porvenir de
un modo de vida que se funda en libertades.
Si ocurre serán culpables quienes, a
sabiendas de lo que pasa, no se han atrevido
a rectificar la carta ni a comportarse de tal
manera que el ciudadano sienta orgullo de su
régimen político.

Si el pueblo comete errores debe tener la


posibilidad de enmendarlos. Después de todo
el pueblo es la fluencia del poder. Así nos lo
han enseñado y repetido desde que nacimos
a la vida independiente. Más que transferir la
culpa al pueblo, hay que responsabilizar a
quien, teniendo el poder en sus manos, no es
capaz de crear medios eficientes de
participación ciudadana, ni osa cimentar la
confianza en el sistema promoviendo
instituciones autónomas de control del poder.

La Constitución admitimos que requiere


algunas reformas, pero lo que apreciamos
más como saldo negativo es el desdén de la
autoridad por la opinión pública, así como su

155
afán crónico por eludir cualquier forma de
control. Si se persiste en esa línea no habrá
que buscar culpables de la destrucción del
sistema entre sus enemigos tradicionales.

Esa situación precaria la aprovechan los


aventureros del totalitarismo, para burlarse en
nuestros rostros de la justicia tasada, la
ausencia de participación, el monopolio del
poder y la inmoralidad pública, como si la
Constitución fuese el decorado que cubre una
realidad sufriente y distinta, y nos incitan a
rebelarnos con otras banderas y diferentes
himnos.

La democracia, si quiere sobrevivir debe


superar amenazas mediante instituciones de
autogobierno y participación, la renovación del
régimen atendiendo a los clamores de la
opinión pública, al manejo idóneo de recursos
públicos y la imagen de la patria señalando el
camino, por encima de intereses personales o
de partido. Si no se logra próximamente, la
celebración del siguiente decenio de vigencia
Constitucional será, sencillamente, otra
frustración histórica.

Sebastián Soler decía, refiriéndose a la


Argentina, que educar al pueblo era fácil y que
lo difícil era educar a los educadores del
pueblo. Las dificultades, afirmaba, se encuen-
tran en niveles más altos. Pensando en el
Perú suscribió en su totalidad ese

156
pensamiento. Si se traba el proceso de
democratización del poder, no es culpa del
pueblo y si así fuese, educarlo no es difícil.
Las dificultades se encuentran aún en niveles
altos.

Ojalá que el próximo proceso culmine con la


elección de personas que tengan otras
actitudes, vocabularios y procedimientos
acordes con nuestro tiempo. Ello nos permitirá
descubrir que la democracia es hermosa
porque se funda en la libertad, en la
solidaridad humana y quiere alcanzar el bien
común. Y que entre técnica, eficiencia y buen
gobierno y honradez y buenas maneras, no
existen abismos.

12. UNA AGENDA INSTITUCIONAL PARA LA


GOBERNABILIDAD DEMOCRÁTICA

Por: Antonio Camou


El primer punto de la agenda se concentra
en los temas de la seguridad ciudadana y el
157
mantenimiento del orden público; el segundo
combina las dimensiones del desarrollo
económico y la promoción del bienestar
social; los últimos tres puntos se refieren al
ámbito más general del orden político.

LA GARANTÍA DEL ORDEN PÚBLICO.

La gobernabilidad supone una reconocida


capacidad del gobierno para mantener o
restaurar rápidamente el orden público,
hacer cumplir la ley y hacer acatar las
políticas gubernamentales. Sin embargo, la
proliferación de delitos comunes y la
vinculación entre las dependencias del
Estado y el crimen organizado, en particular
ligado al narcotráfico, han generado durante
los últimos años en las sociedades
latinoamericanas una creciente inseguridad
ciudadana. En tal sentido, las exigencias de
una gobernabilidad democrática nos obligan
a buscar un equilibrio entre eficacia
gubernamental y control ciudadano. Así, es
preciso dotar al gobierno de herramientas
ágiles y eficientes para combatir el delito,
pero también es necesario desarrollar
mecanismos institucionales, entre los que se
destacan la conformación de un Poder
Judicial ágil e independiente, para impedir
que la acción de los servicios de seguridad y
las Fuerzas del Orden se desnaturalice por

158
los cauces de la conducta arbitraria y la
impunidad.

LA REDEFINICIÓN DEL ESQUEMA DE


RELACIONES ENTRE ESTADO,
MERCADO Y SOCIEDAD CIVIL.

El mantenimiento de adecuadas condiciones


de gobernabilidad depende en alto grado de
la capacidad del gobierno para llevar
adelante una gestión eficaz de la economía y
una satisfactoria promoción del bienestar
social. La experiencia histórica indica que la
democracia funciona mejor cuando hay un
aumento gradual, pero relativamente
constante, del bienestar económico de la
sociedad. En consecuencia, el control de
variables macroeconómicas, la promoción
del desarrollo y la distribución del ingreso,
considerando cuidadosamente los efectos
del crecimiento sobre el agotamiento de los
recursos y la contaminación ambiental, han
de tener la más alta prioridad en las agendas
de las democracias.
Desde esta perspectiva, dos desafíos
cruciales parecen presentarse para la
gobernabilidad democrática: la lucha contra
la pobreza y la vinculación con una
ciudadanía cada vez más diferenciada en
sus demandas y aspiraciones. En particular,
y de manera más urgente, se hace evidente
159
la necesidad de políticas sociales más
activas, destinadas a contrarrestar los
efectos negativos de la crisis de los años
ochenta, y de los ajustes y sobre ajustes
posteriores. Como es sabido, estos ajustes
se han traducido en desocupación y
subocupación, deterioro de los servicios
sociales, y degradación general en las
condiciones de educación, salud, vivienda,
trabajo y cultura, entre otros aspectos.
Ahora bien, aquellos países que parecen
estar reestructurando sus economías con un
resultado de estabilidad y crecimiento se
enfrentan con un dilema perturbador: ¿cómo
responder a esta gama cruzada de
demandas sin amenazar los logros en
materia de estabilidad económica y
reducción del déficit fiscal, o las perspectivas
de crecimiento económico?
En los últimos años un conjunto de autores
ha abogado por una redefinición de las
relaciones entre Estado, mercado y sociedad
civil, que supere los extremos fáciles del
viejo modelo del Estado interventor o los
limitados horizontes del llamado Estado
"mínimo". En esta línea se destaca la
necesidad de que el Estado desarrolle una
estructura en la que se combinen la
coherencia interna del aparato estatal
(dotado de una burocracia eficiente, un grado
significativo de autonomía respecto de los
intereses inmediatos de los grupos sociales
160
circundantes, una concentración del saber
técnico, un reclutamiento de personal con
base en méritos y aptitudes, y la provisión de
oportunidades mediante una carrera bien
remunerada de largo plazo) con la capacidad
para vincularse con sectores económicos,
grupos y organizaciones de la sociedad civil,
en un intercambio productivo en el proceso
de formulación e implementación de las
políticas públicas.
En tal sentido, se hace necesario fortalecer
al Estado a fin de que pueda contar con los
recursos necesarios para asumir una eficaz
"gerencia pública del desarrollo social"; una
gerencia capaz de diseñar y poner en
práctica políticas sociales que alcancen a los
sectores tradicionalmente postergados y a
aquellos que han sido marginados por los
procesos de ajuste. Lo anterior implica la
rearticulación orgánica entre las políticas
económicas y las sociales, la mayor
participación de las comunidades asistidas
por los programas sociales, la
descentralización de las políticas, así como
la incorporación de las organizaciones no
gubernamentales para su más eficiente
ejecución, y la formación sistemática de
gerentes sociales.

161
FORTALECIMIENTO DE LAS
INSTITUCIONES DEL LIDERAZGO
POLÍTICO.

El flujo eficaz y legitimado de las decisiones


políticas, en las sociedades democráticas
modernas, requiere del equilibrio y el
fortalecimiento de las instituciones de
liderazgo, tanto en el nivel del Poder
Legislativo como del Poder Ejecutivo. Si el
Congreso tiene que desempeñar un papel de
gobierno efectivo, distinto del papel crítico y
de oposición, habría de ser capaz de
formular metas generales, determinar
prioridades e iniciar programas, con base en
mayorías estables y consistentes. Por su
parte, un Poder Ejecutivo con capacidad
operativa es esencial para una conducción
efectiva de la política externa, el control de la
burocracia y el establecimiento de metas
generales y de política. El Poder Ejecutivo
tiene la responsabilidad de asegurar la
acción nacional en situaciones críticas de
política económica y externa. No puede
asumir esa responsabilidad si está amarrado
por una cadena de restricciones y
prohibiciones legislativas de escaso
significado. Las restricciones legislativas
sobre el Poder Ejecutivo deberían ser
juzgadas siempre bajo la siguiente pregunta:
¿si el Presidente no ejerce ese poder, quién
lo hará? Si el Congreso puede ejercer
eficazmente esas responsabilidades, puede

162
haber buenas razones para restringir el
poder del Ejecutivo. Pero debe cuidarse que
cada restricción al poder presidencial no se
traduzca en un aumento abusivo del poder
de las dependencias burocráticas o de los
grupos de interés privado.
Asimismo, es necesario instalar el debate
democrático en el procedimiento
administrativo, para impedir el monopolio de
la destreza en la administración pública, y
para restaurar algunas funciones del
Parlamento, dándole nueva capacidad y, por
lo tanto, la posibilidad de debatir en un
mismo nivel con los funcionarios
gubernamentales.
Una reforma general de la administración
pública, y especialmente de su sistema de
decisión y operación regional y local,
constituye un tema central de la agenda de
gobernabilidad de las democracias
modernas.

REVIGORIZACIÓN DE LOS PARTIDOS


POLÍTICOS.

Los partidos políticos son indispensables


para asegurar el debate abierto sobre
alternativas significativas, coadyuvar a la
integración de intereses dispersos y
desarrollar líderes políticos. Pero para
continuar realizando estas funciones, los
163
partidos tendrían que adaptarse a las
cambiantes necesidades e intereses de un
electorado más educado, más exigente y, en
general, más sofisticado, que está menos
dispuesto a comprometerse ciega e
irrevocablemente con un partido específico y
sus candidatos.
Para cumplir adecuadamente con sus
funciones un partido político debe, por un
lado, reflejar los intereses y necesidades de
grandes fuerzas sociales y de grupos de
interés de la sociedad y, por otro, ser en
alguna medida independiente de los
intereses particulares y tener capacidad de
agregarlos y sintetizarlos en compromisos
más amplios, proponiendo cursos de acción
concretos respecto de los diversos
problemas sociales. Los cambios en la
estructura del partido, membresía, liderazgo
y actividades, habrían de estar orientados
hacia el incremento de su habilidad para
realizar estas dos conflictivas pero

indispensables funciones. En particular, en el


marco de un ambiente altamente complejo y
cargado de información, los partidos han de
servir de ayuda para percibir el mundo,
interpretar los acontecimientos, seleccionar y
filtrar la información y simplificar alternativas.
Por otra parte, la re-vigorización de los
partidos políticos requiere de una
164
diversificación de las fuentes de
financiamiento. Los partidos políticos no
deberían depender exclusivamente de sus
miembros individuales, intereses
organizados o del Estado, para tener los
recursos necesarios que les permitan llevar a
cabo sus funciones. Deberían ser capaces
de obtener apoyo de las tres fuentes. Lograr
un balance apropiado entre estas tres
fuentes requiere de diferentes acciones en
las distintas sociedades. El peligro de que los
partidos políticos se conviertan en
demasiado dependientes y responsables
ante unos cuantos intereses corporativos,
puede ser evitado por medio de una abierta
publicidad de todas las contribuciones
políticas y de la disposición equitativa de los
dineros públicos como una alternativa y
contrapeso de los fondos del sector privado.

REFUNCIONALIZACIÓN DE LOS
MECANISMOS DE REPRESENTACIÓN.

Es sabido que no existe un sistema electoral


"óptimo", y que la combinación entre
principios de representación (mayoritario y
proporcional) e instrumentos de
configuración del sistema (diseño de las
circunscripciones, umbrales de
representación y fórmulas específicas de
asignación de escaños) impactan de manera

165
diferencial en la configuración del sistema de
partidos y la conformación del gobierno. Si
bien la elección de un sistema por sobre otro
ha de ser evaluada en el contexto concreto
de la relación entre Estado y sociedad,
desde la óptica de este trabajo creemos
conveniente destacar la necesidad de
conformar opciones partidarias sólidas, que
eviten la dispersión electoral, y mayorías
legislativas consistentes, que superen los
peligros de una excesiva fragmentación.
Ahora bien, en las sociedades complejas la
representación y agregación de intereses no
pasa solamente por los partidos políticos;
también está vinculada al desarrollo de
fórmulas institucionales novedosas, capaces
de responder a la creciente complejidad de
una sociedad en continuo cambio y cada vez
más demandante. En particular, y con
atendible razón, se ha insistido en algunas
limitaciones del modelo clásico del
"subsistema de partidos" como esquema de
mediación privilegiado entre la sociedad civil
y el Estado. Así, por contraste, se han
destacado las ventajas de los "varios
acuerdos posibles, mediante los cuales los
intereses organizados pueden mediar entre
sus miembros (individuos, familias,
empresas, comunidades, grupos) y diversos
interlocutores (sobre todo los organismos del
Estado o gobierno). Como se expresó
anteriormente, lejos de reivindicar las formas
anquilosadas del "corporativismo autoritario",
166
hoy parece necesario revisar los alcances y
posibilidades de pactos múltiples, en
diversas dimensiones y niveles de la
sociedad. Estos pactos de "nuevo tipo"
constituirían acuerdos básicos sobre el
rumbo de paquetes estratégicos de políticas,
pero también fórmulas de toma de
decisiones, capaces de incorporar garantías
de previsibilidad y de compromiso en la
acción de los actores económicos, sociales y
políticos, de modo que aseguren la
conformación de lo que hemos denominado
un "paradigma de gobernabilidad".

13. LOS PARTIDOS POLITICOS

Por : Peter H. Markl


167
Los Partidos Políticos son actualmente una
característica general y principal de la mayor
parte de los sistemas políticos. Es casi
imposible describir un proceso macropolítico o
una relación significante sin incluir la
consideración del funcionamiento del sistema
de partidos en un país determinado. Lo que es
exactamente un partido o el modo en que los
partidos pueden ser clasificados son temas
muy debatidos. La mayoría de los partidos y
sistemas de partidos contemporáneos reflejan,
además, el desarrollo de las organizaciones
de masas y su penetración en los partidos y
organismos del gobierno. La definición del
papel del sistema de partidos en las teorías de
los sistemas políticos se ha embrollado,
además, con teorías empíricamente precarias:
Se supone que en los países desarrollados los
partidos son "subsistemas autónomos". Pero,
acaso es el partido laborista inglés realmente
independiente del Congreso de Sindicatos?
Hasta qué punto los demás sindicatos
europeos son independientes de sus
respectivos partidos?. Es, a veces, más
importante la cola que la cabeza y, en tal
caso, cuál es la cola y cuál la cabeza?.

Los partidos políticos siempre han constituido


un fenómeno bastante evasivo que a menudo
se reconoce únicamente en términos
negativos. Por ejemplo, el término anterior
"facción" tiene un tufo de conspiración e

168
intereses especiales que los estadístas
responsables del siglo XVIII condenaron
claramente. Jorge Washington y John Adams
tuvieron una borrosa visión de los partidos y
en el Federalist Papel N° 10 James Madison
expuso los méritos especiales de la
constitución federal como un medio para
controlar" los efectos de las facciones". En los
regímenes autocráticos y coloniales la sola
idea de un partido indicaba una oposición
incontrolable. Sólo mucho después se
reconoció la unción política de los partidos (a
menudo con conceptos erróneos) y fue
examinado por los especialistas en ciencias
políticas.

Algo de la primera desconfianza que los


partidos despertaban, y especialmente las
oposiciones partidistas, aún desempeña un
papel considerable es el popular recelo de la
política. Aún es más respetable atribuir una
política a un primer ministro y a su gobierno
que a su partido como tal, aunque la decisión
pueda atribuirse claramente a este último. En
otras palabras pretendemos que el Partido
que está en el poder "es menos real que los
individuos que ocupan cargos públicos y que
su autoridad. Por iguales motivos la gente se
muestra renuente a reconocer al "partido en el
electorado" y preferiría atribuir las decisiones
electorales a la elección espontánea del
votante que a su actuación como miembro de
un partido.

169
Enfoque del Estudio de los Partidos

A medida que la importancia primordial de los


partidos fue reconocida en el siglo XX, el
estudio comparado de los mismos se convirtió
en un claro reto para algunos de los mejores
sociólogos de la época. Desde las obras:
Políticos as a Vocation de Max Weber,
Democracy and the organization of Political
Parties de M. Y. Ostrogereki, Political Parties
de Maurice Duverger hasta el concepto del
"partido inclisvo" europeo definido por Otto
Kirohheimer, toda una tradición de teorías
clásicas de los partidos europeos ha
proporcionado muchos de los términos de la
referencia. Aunque este acervo nos ha dado
muchos conocimientos ha sido también,
algunas veces, causa de limitaciones. Por
ejemplo, gran parte de los tratados
consideraban de rigor empezar con una
definición abstracta del concepto del partido
político que, por lo general, derivaba la
palabra del término latino persa (parte) y
yuxtaponía la "parcialidad de sus opiniones e
intereses a la "integridad" del interés público o
del Estado. Pero todos éstos malabarismos
verbales difícilmente podían abarcar la gran
variedad de estructuras y procesos que
merecen el nombre de partido en diferentes
sistemas. Los partidos son fenómenos
sumamente adaptables que pueden ajustarse
a sistemas políticos muy distintos y, al ser

170
aislados de éstos, no se prestan a una
generalización.

Para evitar tales peligros hay dos caminos


promisorios. Uno de ellos consiste en reducir
las estructuras y procesos de los partidos a las
funciones y actividades políticas básicas que
algunos partidos realizan total o parcialmente.
Así, las actividades del partido pueden
dividirse en una función expresiva (o
representativa) y otra gubernativa o en
funciones tales como el reclutamiento de
dirigentes, la selección de candidatos, la
participación en campañas electorales, la
organización de los votantes, la socialización
política, las comunicaciones políticas, la
selección de programas, la determinación de
la política, etc., y los partidos pueden
clasificarse según lo que realmente llevan a
cabo en un sistema particular. Durante cierto
tiempo los partidos políticos norteamericanos
han sido estudiados así. También es posible
considerar determinados partidos políticos
como una parte integral del sistema político
más vasto y estudiarlos como un sistema de
partidos o como las funciones macropolíticas
de los partidos en sus marcos específicos.
Esta última perspectiva se observa, por
ejemplo, en la indicación de que los partidos
constituyen una parte importante de lo que
David Easton y Gabriel Almond han llamado
"funciones de conversión" las cuales

171
transforman las demandas y apoyos políticos
en políticas específicas del gobierno.

Ambos enfoques (la reducción a elementos


menores y la relación de los partidos y el
sistema) tienden a combinarse en la práctica.
El hecho de reducir la actividad de los partidos
a funciones específicas inevitablemente
descubre una estructura de importantes
funciones sistémicas macropolíticas que los
partidos parecen cumplir. El estudio de los
partidos como sistemas, en vez de que como
partidos individuales, dirige la atención a los
procesos más amplios de la determinación de
la política, el reclutamiento, la socialización y
las comunicaciones de todo el sistema y evita
que tengamos que delimitar a los partidos del
medio que los mantiene y que suele ser difícil
de separar. Por lo tanto, ambos enfoques
tienden a someter a nuestra consideración
grandes áreas más allá de los partidos
políticos y a extender el estudio de los
sistemas de partidos casi tan lejos como el
sistema político total. La comprensión de un
sistema de partidos entraña, evidentemente,
la del marco institucional, el sistema de grupo
total y sus brechas, la cultura políticas y los
procesos de la socialización y el reclutamiento
político.

Incluso en áreas deliberadamente alejadas del


vaivén de los partidos, como la del servicio
civil, el judicial y las amplias esferas de la

172
cultura y la educación, la influencia del
partidismo se deja sentir en mayor o menor
grado.

Teorías de los Partidos Políticos

Esto no es el lugar adecuado para pasar


revista minuciosamente a la enorme literatura
que se ha escrito sobre los partidos políticos.
Sin embargo, es necesario dar algunas
nociones esenciales para sentar las bases de
la consideración ulterior del tema en un
contexto sistemático. Los partidos pueden ser
definidos empíricamente como grupos
sociales.

La teoría del partido como grupo social aclara


lo que tal vez constituye su más importante
aspecto no funcional. Desde los comienzos de
la teoría de los partidos, éstos han sido
descritos como agrupamientos de individuos
de ideas políticas afines (por Edmund Burke y
Sir Ernest Barker) o como unidades sociales
con metas comunes, una división de papeles,
canales de comunicación y una estructura
jerárquica de autoridad (por Samuel J.
Eldersvold). Un partido es una especie de
forma de gobierno que recluta y socializa
nuevos miembros, escoge dirigentes mediante
procesos interiores de representación y
elecciones, resuelve sus conflictos internos y
establece decisiones que conciernen a su
política tocante al mundo exterior. En los

173
partidos cuyos miembros son muy activistas,
como los partidos socialistas europeos de la
pasada generación o los movimientos de
clubs políticos de todos los matices, es muy
posible que los miembros vivan literalmente
en el partido, como el contexto social que da
sentido y orientación a sus vidas. Así los
partidos pueden ser subsistemas sociales y
políticos bastante autónomos con una
subcultura política distintiva que va mucho
más allá de sus programas e ideologías
particulares. Muchos autores que han
estudiado los partidos europeos de este tipo
los comparan con comunidades religiosas,
"capillas" o sectas dedicadas a un credo
común y unidas por la constante y estrecha
intersección y por la identificación. Sigmund
Neumann consideró que su "integración" del
ciudadano particular, a través de su propia
comunidad, en la comunidad mayor es una de
sus principales funciones modernas. En los
partidos vagamente estructurados que no
exigen a sus miembros caracteres específicos
o en los que el activismo es escaso, como en
los de los Estados Unidos, los partidos
políticos pueden funcionar como comunidades
sociales sólo intermitentemente. Sus redes de
relaciones internacionales quizá se reducen o
incluso llegan a atrofiarse entre las elecciones.

Los partidos y su clientela

174
Tal como Samuel J. Elderseveld ha señalado,
los partidos políticos difieren de otras
formaciones o grupos sociales por sus
"propiedades estructurales primordiales". En
particular, un partido democrático es un
sistema de acción especializado cuyo objetivo
es la ocupación de cargos en el gobierno, una
relación competitiva electoral con
organizaciones similares y una pauta especial
de apoyo público y de estrategias de
adaptación. Los partidos se orientan hacia una
clientela de electores actuales o potenciales
aunque la presencia de un electorado
"flotante" sustancial puede variar según el
sistema. El Partido y su clientela, e incluso sus
miembros, en cierto sentido se utilizan
mutuamente en beneficio de todos; esto
contribuye al carácter abierto y
multifaccionario de la mayor parte de los
partidos. Por otra parte, algunos partidos muy
unidos, como los totalitarios de izquierda o de
derecha, suprimen las banderías.

Agregación de Intereses

Los partidos también están unidos por


"subcoaliciones" a los intereses
socioeconómicos que buscan reconocimiento
político si no control. Esto los relaciona
estrechamente con la función de la
articulación de intereses así como la agre-
gación de intereses (Almond y Coloman).
Generalmente los intereses se articulan con

175
anterioridad o para el propósito de vincularse
con la política a través de un partido. Les
conviene buscar expresión e influencia a
través de uno o, incluso, varios partidos. Al
partido por su lado, le conviene formar una
gran alianza; o agregación de tales
subcoaliciones, y preferiblemente una alianza
que le asegura una mayoría en los cuerpos
representativos. Si no alcanza esa mayoría no
podrá tener el control político. Una alianza que
le ofrezca mucho más de la mayoría, por otra
parte, podría comprometerlo con demasiados
socios todos los cuales esperarían resultados
de alguna clase. La agregación de diferentes
subcoaliciones en un mismo partido requiere
una considerable capacidad de organización y
bastante esfuerzo. Sus intereses suelen
oponerse y deben reconciliarse también con
los objetivos comunes del partido. Las
tensiones interiores resultantes deben ser
cuidadosamente manejadas por la dirección
del partido que tiene conocimiento de cómo
satisfacer las demandas de los grupos a
cambio de su dedicación a la causa.

Organización Jerárquica

Al igual que muchos autores desde Robert


Michele, Eldersveld también hace hincapié en
la estructura jerárquica de los partidos
políticos que combina pautas de "deferencia
descendente" que van hasta la base de
mando centralizado. La propia dirección

176
puede ser reclutada en fuentes o carreras muy
numerosas y diversas o convertirse en una
camarilla cerrada y oligárquica tal como
Michels ha descrito. Sea como fuere e
independientemente de las pautas de
deferencia descendente, incluso los partidos
más democráticos suelen estar dominados
por los criterios de la dirección en materia de
política más que la iniciativa de los miembros
ordinarios. Este hincapié en la dirección deriva
evidentemente del carácter competitivo de los
partidos y difiere considerablemente del que
suele esperarse de la dirección
gubernamental. Cuando los dirigentes del
partido se convierten en dirigentes del
gobierno deben, por lo tanto, sufrir un gran
cambio en su conducta y actitud puesto que
sirven a un nuevo electorado: el público.

Tipos Estructurales de Partidos

Algunos autores como Maurice Duverger y


Sigmund Neumann han indicado la
conveniencia de clasificar a los partidos
políticos según su estructura o tipo. Duverger
propuso distinciones estructurales basadas en
el carácter del personal del partido, tales como
entre partidos de cuadro y partidos de masas
y entre los miembros directos e indirectos (de
la organización). Generalmente los partidos de
masas tienen también miembros directos
mientras que los partidos de cuadro, como los
de Estados Unidos, no tienen personal formal.

177
Los partidos indirectos, como los de la Gran
Bretaña, se apoyan en comités electorales,
parecidos a cuadros, escogidos por
organizaciones constituyentes que realmente
pueden proporcionarles una base de masas.
Duverger también hizo hincapié en las
diferentes estructuras locales o tipos
distintivos de los partidos europeos. El tipo
junta, comité electoral compuesto de figuras
principales, es característico de los más
antiguos partidos europeos liberales,
conservadores o radicales. En realidad, éstos
son también los que Neumann llamó "partidos
de representación individual" que son pautas
típicas de participación popular muy limitada y
que no va mucho más allá del acto de votar.
Entre las elecciones, la organización electoral
desaparece y el representante electo puede
gozar su "libre mandato" y decidir de acuerdo,
únicamente, con su conciencia. Aunque la
idea del libre mandato puede estar bien
arraigada en las teorías occidentales del
gobierno representativo, es evidente que
sufrió un gran menoscabo con la aparición de
las camarillas de cabilderos de la disciplina de
partido en las legislaturas.

El segundo tipo de estructura local que


Duverger menciona es la sección, una
asamblea local y club de debates de
considerable tamaño que se reúne con
frecuencia. Típicos partidos de sección fueron
los socialistas del contingente europeo antes

178
de que de ellos derivarán los "partidos
inclusivos" o "populares". Estos son los que
Neumann llamó "de integración social",
partidos de masas unidas por la trama social
de asociaciones auxiliares, incluídos la
atención a los hijos de los trabajadores, las
organizaciones juveniles, los clubes
recreativos, culturales y educativos, los
sindicatos, etc., que literalmente rodeaban a
los miembros por todas partes y durante toda
su vida. Naturalmente, esta subcultura política
también los aislaba mucho de la sociedad no
socialista lo cual reforzaba su estereotipo
ideológico "del sistema". Algunos partidos
católicos e incluso conservadores y agrarios
evolucionarios en la misma dirección. Los
tipos tercero y cuarto de estructura local que
Duverger señala, la pequeña y a menudo
clandestina célula de fábrica o célula de área y
la milicia del partido han caracterizado a los
movimientos fascistas y comunistas,
especialmente en las décadas de 1920 y
1930. Por lo general, cada una de ellas está
relacionada con el partido superior inmediato
sólo por lazos verticales lo que permite la
práctica del centralismo democrático en las
estructuras comunistas y del principio de
dirección en las estructuras fascistas. El grado
de centralismo, disciplina y fuerza de
articulación" de todo el partido también brinda
distinciones significativas. Neumann
caracteriza la intensa vida de las células y
milicias como una "integración total" a

179
diferencia da "integración democrática", para
relacionar la militancia y el utopismo
ideológico de la lucha por el poder de éstos
partidos con la dictadura totalitaria que suelen
establecer una vez que la alcanzan.

Otros criterios para clasificar los partidos


políticos han sido aceptados desde hace
mucho tiempo en esta disciplina. Huelga decir
que es posible clasificar los partidos de
acuerdo con sus programas ideológicos, o con
su culto de pragmatismo o de la dirección. A
menudo se establece, también, una distinción
entre los partidos que defienden el statu quo
(o que tratan de restaurar el anterior) y los
partidos reformistas y revolucionarios.

Esta última distinción en las democracias


constitucionales utiliza con frecuencia el
término "partidos constitucionales" (partidos
dispuestos a aceptar al gobierno
constitucional prevaleciente, incluidas las
reglas para el cambio constitucional) a
diferencia de los partidos que se oponen a la
constitución o que no están dispuestos a
aceptar su autoridad legítima.

Sistemas de un sólo partido

180
Estos sistemas no son fáciles de definir. La
literatura tradicional ha tendido a excluir de la
definición, automáticamente, a esos partidos
en cuanto cesa la competencia. Sigmund
Neumann, por ejemplo, ha afirmado que: "El
sistema de un sólo partido es una
contradicción en sí mismo". A juicio, la
competencia no puede excluirse al definir un
partido político como "la organización
articulada de los agentes políticos activos de
la sociedad, quienes se ocupan del control del
poder gubernamental y compiten por el apoyo
popular con otro grupo, o grupos que tienen
distintas opiniones". Neumann y otros se
interesaban en el fenómeno de las dictaduras
de un partido que surgieron en el período
entre las dos guerras mundiales.

Cada vez que un partido totalitario fascista o


comunista se adueñaba del poder y eliminaba
a todos los demás partidos de un sistema
determinado, podía verdaderamente decirse
que el carácter básico de la organización
había sufrido un cambio drástico. En muchos
casos el hecho de asumir funciones
totalmente nuevas que hasta entonces
estaban reservadas a la policía, el ejercicio o
la administración, indicaba que su básica
raison dietre había cambiado al lograr el
monopolio del poder.

El interés de los especialistas en Ciencias


Políticas por las naciones en desarrollo así

181
como por las primeras fases de la formación
de los países más viejos, centró nuevamente
la atención en el parti unique ya que la
mayoría de los sistemas en desarrollo
parecían haber empezado con un solo partido,
generalmente una especie de movimiento
nacionalista o de independencia.

Estos sistemas de un partido de los países en


desarrollo pueden no ser competitivos pero no
son forzosamente dictatoriales y es posible
que se dividen en facciones Oportunamente,
el movimiento nacionalista quizá se divida en
dos y la competencia política aparece mucho
después de la primera organización semejante
a un partido.

Esa es la razón de que quienes estudian los


partidos políticos africanos, por ejemplo,
evitan relacionar su definición de los partidos
con la competencia James S. Coloman y Carl
Rosberg, por ejemplo, los definen como
"asociaciones formalmente organizadas con el
propósito explícito y declarado de adquirir y/o
mantener el control legal, bien sea solos o en
coalición o competencia electoral con otras
asociaciones similares, sobre el personal y la
policía del gobierno de un estado soberano
real o futuro". En otras palabras incluso los
partidos únicos son aceptados como partidos
si cumplen ciertas funciones sociales que
normalmente se adescriben a los partidos
políticos.

182
Funciones de los Partidos Políticos

Funciones básicas de los partidos

Para la orientación inicial del estudiante


diremos que las numerosas y diferentes
funciones políticas atribuidas a los partidos
políticos pueden dividirse en unas cuantas
categorías básicas.

1. Reclutamiento y selección del personal


directivo para los diversos cargos
gubernativos.

2. Generación de programas y políticas de


gobierno.

3. Coordinación y control de los órganos de


gobierno.

4. Integración social mediante la satisfacción


y reconciliación de las demandas de los
grupos o por la generación de un sistema
común de creencias o ideología.

5. Integración social de los individuos


mediante la movilización de la ayuda y la
socialización política.

6. Contraorganización de oposición o
subversión.

183
Selección de candidatos

Tal como James Bryce dice al describir a los


partidos políticos norteamericanos antes de la
Primera Guerra Mundial, "Lo principal es la
selección de candidatos" para ocupar cargos
públicos. En su más amplio sentido, esta
afirmación es válida incluso en las dictaduras
totalitarias de un sólo partido, como la del
mundo comunista. Unicamente en las
dictaduras militares y en los sistemas
tradicionales que carecen de partidos, como
Etio pís, los dirigentes políticos son escogidos
exclusivamente por otros organismos que los
partidos. Es más, en las democracias
modernas el proceso de selección tiende
obstensiblemente a dar a las masas de
electores una verdadera opción aunque está
limitada por la selección previa por parte de
los partidos.

Tal como E. Echattschncider señaló hace ya


una generación, los electores serían bastante
incapaces de realizar una elección significativa
de no ser por esta previa reducción de sus
alternativas que el teórico "todo el mundo"
pasa a un puñado de candidatos.

Importancia del papel del electos

184
Pero la necesidad de una selección previa no
debe oscurecer la cuestión principal : la muy
considerable variación en la relativa influencia
de los electores o, incluso, de los miembros
ordinarios del partido, al escoger a un
candidato.

Reclutamiento de Candidatos

Al igual que en todos los procesos de


reclutamiento para posiciones importantes, la
selección de los partidos políticos entraña
implicaciones cualitativas muy marcadas. Es
necesario examinar los principios de solución
y comparar, quizá, la selección para los
cargos públicos con los procesos de
reclutamiento rivales para la industria privada,
las provisiones o el servicio civil para saber si
el reclutamiento que el partido efectúa tiende a
la crema o a los productos de segundo orden
de otros procesos de reclutamiento.

Por ejemplo, en el sistema norteamericano y


salvo raras excepciones, la crema va a parar a
otras vocaciones. Es muy significativo
observar, también, si el reclutamiento del
partido para la dirección política se limita a
una clase social particular o a una clientela
particular de carácter geográfico, étnico o
religioso. Como la básica distribución de
fuerzas entre los partidos de la mayor parte de
los sistemas es bastante constante, también
vale la pena saber cuáles son los procesos de

185
reclutamiento que realmente llevan a las más
altas posiciones gubernamentales y cuáles
reclutan meramente voceros para una
oposición más o menos permanente.

Papel de los partidos en las elecciones

Un aspecto relacionado de la selección de


candidatos en los sistemas competitivos, es
también, el esfuerzo organizado para lograr
que sean elegidos y reelegidos. En realidad,
hay muchas pruebas de que los partidos
modernos deben en gran parte su existencia a
la necesidad de representantes
parlamentarios elegidos para crear comités
electorales o una organización netamente
nacional para asegurar su reelección. Por lo
menos este fue el origen de las
organizaciones permanentes de los partidos
en Inglaterra y en otros lugares al ampliarse el
sufragio.

Generación de programas y políticas

La segunda función básica que generalmente


se atribuye a los partidos es la generación de
programas y políticas. Algunos partidos
pueden variar mucho en lo que respecta al
grado de compromiso ideológico o de
pragmatismo que tienen. En realidad, el que
un partido determinado sea considerado como
muy ideológico o muy pragmático dependen
más bien del criterio del observador.

186
Si un partido se acerca a nuestras propias
opiniones sobre determinadas políticas nos
parecerá más pragmático al abordar
cuestiones concretas. Si está bastante lejos
de nuestro propio criterio, nos parecerá más
estrechamente ideológico en sus pautas. Sin
embargo, algunos partidos sumamente
ideológicos se caracterizan por su hincapié en
fórmulas verbales coherentes y complejas
para toda clase de políticas. Para ellos la
ideología es un medio de organización y
disciplina así como una cuestión de
convicción. Por ejemplo, para el miembro
individual de un partido, comunista o fascista,
la ideología constituye a menudo al mundo de
significado real, un hogar espiritual alejado de
aquel enajenado que ocupa en la sociedad
que la rodea. Un partido pragmático, por el
contrario, vive en un medio caracterizado por
el consenso básico por plural que sea.

Programas y políticas del partido

En cualquier caso, incluso el partido más


pragmático tiene que desarrollar una
respuesta más o menos coherente al reto
constante que supone la determinación de
una política. Si está en la oposición, muestra
un punto de vista propio al criticar a quienes
están en el poder. Generalmente, en la
competencia electoral tiene que mostrar un
programa de políticas alternativas para atraer

187
a los electores. En realidad, hay muchos
sistemas oligárquicos de determinación de la
política en la que ésta sólo se decide en la
cumbre o en donde su elaboración, atañe
principalmente a los organismos del gobierno
y a los grupos de presión más que a los
electores que son miembros ordinarios de un
partido. Pero incluso en los sistemas de un
sólo partido suele haber cierta competencia
interior entre los intereses a las facciones or-
ganizadas informalmente alrededor de propias
alternativas de política.

Cuando un partido de distinto programa llega


al poder, ese programa suele servir para
orientar a los numerosos individuos que
ocupan cargos en los cuerpos legislativos,
ejecutivos o en los gobiernos regionales o
locales en lo que respecta a los objetivos
comunes. Como las ideologías políticas y los
programas electorales de los partidos más allá
de las volubles fórmulas verbales son
bastante vagos, el programa del partido en el
poder suele ser modificado considerablemente
al ejecutar las políticas día tras día. Los
seguidores ven lo que "su partido" lleva a cabo
y se identifican con él, independientemente de
los detalles del programa. En otras palabras :
la idea unificadora del programa en la mente
de los adictos al régimen se convierte en su
percepción de lo que el partido en el poder
realiza.

188
Naturalmente, la percepción de los regidores y
opositores está teñida por sus respectivas
ideologías. Pero el hecho es que no se aferran
tanto a éstas como a sus dirigentes en el
poder. Tienden a identificar el gobierno
existente, en el historial del partido, con su
propia adhesión u oposición al partido en el
poder.

Elecciones y perfiles de los partidos

Asimismo, durante la competencia electoral


los partidos presentan sus respectivos perfiles
pragmáticos, incluso acordatorios de sus
actuaciones pasadas y promesas para el
futuro.

Los diversos perfiles del partido interactúan


para definir los problemas de la campaña y
orientar a los electores en campos definidos
por tales cuestiones. Naturalmente, estas no
son el único factor determinante de las
alineaciones de una campaña que deben
mucho a las adhesiones al partido preexis-
tentes así como a las personalidades y
exigencias mayores del momento. La magia
del dirigente carismático o un profundo
descontento relacionado con él así como las
grandes crisis políticas tales como el peligro
de guerra, revolución o hambre pueden
sofocar el discurso político sobre cuestiones
específicas bajo una oleada de emoción
elemental. Aún así, la mayoría de las

189
campañas electorales se realizan según una
pauta de alineaciones con respecto a
determinadas cuestiones que sirven para
moldear el perfil de los partidos y contribuyen
a definir la identidad del elector y miembro de
un partido de un modo que él puede expresar.
Estos perfiles o identidades se diseminan
mediante la red de comunicaciones políticas.
Como elementos importantes de la cultura
política sirven, además, para los propósitos de
socialización política de quienes se identifican
con ella así como quienes forjan su identidad
política al reaccionar en contra.

El control y la coordinación del gobierno

La tercera función primordial de los partidos


políticos estriba en el control y coordinación
del gobierno. Es muy posible que este sea su
principal función para el sistema del que forma
parte. Es posible definir a los partidos como
una respuesta sistémica a la necesidad de
organización y coordinación de un cuerpo
político con el fin de tomar decisiones y
gobernarse. Los votantes por sí mismos, a
pesar de la soberanía popular, son incapaces
de controlar y dirigir al gobierno sin el
beneficio de los partidos. Las "élites"
gubernamentales también necesitan a los
partidos para movilizar el apoyo popular.

Muchas democracias constitucionales tiene


tantos controles y divisiones de la autoridad

190
gubernamental que se pasarían gran tiempo
estancados de no ser por el papel que los
partidos desempeñen al salvar los abismos
artificiales que el bicameralismo, la separación
de poderes y el federalismo crean. Las
naciones grandes, heterogéneas y nuevas
serían incapaces de mantener, no digamos de
aumentar, su cohesión interna y su consenso
político si no obtuvieran la ayuda de los
partidos políticos.

Integración de la sociedad

La cuarta función importante de los partidos


políticos es la integración de la sociedad
mediante la satisfacción y reconciliación de las
demandas de grupo. Todas las sociedades
están formadas por muchos y diversos
agrupamientos e intereses cuyas necesidades
y reivindicaciones frecuentemente se oponen.
Las demandas opuestas tienen un efecto
centrífugo en la entidad política a menos de
que estén contrarrestadas por períodicos
esfuerzos en el proceso de la competencia
electoral. En realidad, los partidos que logren
llegar al poder pueden satisfacer algunas de
las demandas de grupo. Pero incluso en la
oposición, un partido numeroso puede
reconciliar los grupos en su coalición al darles
voz y aportar su solidaridad en toda la nación
a la que de otro modo no hubiera sido más
que un grupo aislado, la capacidad de los
partidos políticos para unificar o mantener la

191
unidad se ilustra con ejemplos tales como el
de los principales partidos de Bélgica, que
evitan que el país sea dividido entre las dos
comunidades linguísticas. El Canadá, hasta
hace poco tiempo, y el partido demócrata
norteamericano en los tiempos anteriores a la
Guerra de Secesión, son buenos ejemplos.
Claro está que incluso los lazos de partido
pueden romperse pero mientras perduran,
ofrecen a las naciones divididas, y
especialmente a las nuevas, una esperanza
concreta de supervivencia. ¿Dónde estaría la
India hoy de no ser por el partido del
Congreso?.

El proceso de integración de los grupos e


intereses en la sociedad más vasta forma
parte del proceso de conversión que
mencionamos con anterioridad, a medida que
las demandas se transforman en política. Pero
también puede adoptar la forma de
inconversión o insatisfacción inalcanzables del
momento por otras futuras. Así, en la lucha
por la independencia nacional, los
movimientos nacionalistas de los países
jóvenes que están a punto de hacer tienen
muy pocas satisfacciones inmediatas que dar
a los grupos de interés, sean lo que fueren,
que van formando su coalición : Geográficas,
socio-económicas, religiosas, tribales o
étnicos o políticos. No pueden dispensar más
que satisfacciones simbólicas de independen-
cia nacional, ideología e identidad y ofrecer

192
grandes promesas. La fe nacionalista en el
futuro y en las metas comunes pueden crear
un vínculo de unidad tan fuerte como una
población en los albores del desarrollo de las
comunicaciones sociales pueden sentir. Esta
fe integradora del nacionalismo es, de hecho,
más fuerte que cualquiera distribución de
escasos favores porque esta por encima de
las consideraciones sobre la escasez y de las
demandas opuestas.

Integración social de los individuos

La quinta función importante de los partidos


políticos es la integración de los individuos en
la sociedad y la entidad política, parte vital de
la socialización política. Todos los partidos
cumplen esta función en mayor o menor grado
al hacer que la gente participe en la
competencia electoral, movilizar su apoyo u
oposición al gobierno y servir como cauces de
las comunicaciones políticas. Sin embargo, los
partidos de "integración social" (Neumann)
tales como los socialistas de los primeros
tiempos o los católicos, o incluso los
comunistas y fascistas, hacen mucho más;
sus reclutas consisten, característicamente,
en masas de individuos desarraigados del
campo, el pueblo, el "grito" urbano y otros
vínculos humanos y que necesitan
reintegrarse en comunidades humanas. Los
socialistas europeos satisfacían esta
necesidad literalmente desde la cuna hasta la

193
tumba con sus grupos juveniles, clubs
femeninos, asociaciones deportivas y
recreativas, sindicatos y organizaciones
profesionales, ligas educativas obreras y, para
completar el círculo, sociedades funerarias.
En la década de 1890, una generación
después de que los socialistas empezaron en
abierta competencia con ellos, el partido del
Centro Católico Alemán también empezó a
crear una red similar de grupos juveniles,
asociaciones femeninas, profesionales y
campesinas así como sindicatos. Del mismo
modo, otros países católicos formaron
organizaciones sumamente cohesivas y
estructuradas que absorbían al individuo y
sostenían su fidelidad a pesar de otros
procesos de movilización social. Después de
la Primera Guerra Mundial, grandes números
de personas movilizadas por las dislocaciones
que provocó ese conflicto, también fueron
integradas socialmente por los partidos
comunistas y fascistas. Generalmente, las
organizaciones auxiliares así como la intensa
interacción social en éstos partidos
extremistas podían ofrecer a los
desarraigados, a los descontentos y a los
enajenados una "integración totalitaria" en sus
comunidades de lucha y de credo.

Vemos nuevamente que una ideología o una


afirmación de creencias comunes pueden
obrar milagros al ayudar a los individuos a
fundirse con el grupo. En sus brillantes

194
ensayos sobre "el opio de los intelectuales" de
Europa, el francés Reymond Aron ha
señalado el carácter y la atracción de los mitos
del marxismo y de la revolución proletaria. Los
intelectuales que describe están
profundamente enajenados de la sociedad
que les rodea, situación que equivale a la
migración del campo a la ciudad o al
desplazamiento como resultado de la guerra o
una catástrofe. De ahí que "busquen una
religión", una fe en las causas colectivas que
puede integrarlos a sus sociedades.

Oposición y subversión

La sexta función importante de los partidos


políticos estriba en lo contrario de controlar y
coordinar el gobierno, es decir, en la contra
organización para la oposición o la
subversión. El hecho de que califiquemos a
esta función de importante puede plantear
interrogantes sobre el peligro que implica para
la autoridad legítima y, en realidad, su carácter
disfuncional en potencia. Sin embargo, es
indudable que tiene suma importancia para el
sistema y sus ciudadanos. No sólo hace falta
cierta oposición para la competencia política
sino que su institucionalización y aceptación
como "la leal oposición de su Majestad" es,
desde hace mucho tiempo, una válvula de
seguridad contra el peligro de una revolución
popular.

195
El razonamiento básico es que mientras los
descontentos pueden lograr, mediante el voto,
que los gobernantes sean derrocados y que
un nuevo grupo de dirigentes ocupe sus
puestos, no es probable que las cosas se
deterioren hasta llegar a un levantamiento
popular.

Además, las profundas necesidades de


muchas personas hacen que se sientan
románticamente atraídas por la posibilidad de
unirse a la oposición, rebelarse contra la
autoridad establecida o participar en las
conspiraciones de la subversión franca; el
proceso mismo de la elaboración de la
política, en todos los niveles, engendra una
gran cantidad de disensiones y frustraciones.
Cada vez que se toma

14. LOS PARTIDOS POLITICOS Y MISION DE


LOS PARTIDOS POLITICOS

196
Por: Raúl Rebagliatti

LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Lo político está inserto en lo social tan


profundamente que no puede ser extirpado
sin que la sociedad se disuelva. Pero, así
como lo político mantiene agrupados a los
hombres, la política los divide y los enfrenta
en lucha. Esta disputa de poder lleva a
organizar partidos, o sea agrupaciones que
persiguen el ejercicio del gobierno. Su
nombre proviene de la voz “parte” y está
expresando que la opinión se divide en
corrientes diversas. Los partidos tamizan las
opiniones individuales de modo que resultan
canalizadas en opiniones de grupos. Sólo así
alcanzan a influir en la vida pública las
tendencias y las ambiciones personales.

En la práctica, los partidos son expresión de


la idea de equilibrio que ha inspirado la
separación del poder del estado en tres
poderes. Obedecen a la misma concepción
mecanicista, que impera desde la edad
moderna. Para llegar a resultados prácticos,
los partidos transigen con sacrificio de sus
postulados esenciales, atentos más bien a
lograr el poder o a conservarlo.

Teóricamente, el partido agrupa a los


ciudadanos para defender convicciones
197
comunes y alcanzar fines determinados
respecto a la marcha del Estado. Pero en la
práctica, la organización de un partido y la
disciplina que logre sobre sus miembros son
más importantes que el fin ideológico
proclamado, el cual resulta, no pocas veces,
alterado para adecuar la acción a las
circunstancias. En realidad neta, los partidos
son agrupaciones que se diputan el poder.

El origen de los partidos como sectores de


opinión y no simplemente como banderías
palaciegas o religiosas, puede remontarse
con precisión al siglo XVII. Los partidos
aparecieron en Inglaterra, bajo el reinado de
Carlos II, cuando se intentó dictar el llamado
bill of exclusión, por el cual se excluía de la
sucesión del trono al legítimo heredero, el
duque de York, por ser de religión católica.
Los grandes señores, así como los
parlamentarios adictos a los derechos
tradicionales de la Corona, hicieron oposición
a la ley y fueron apodados torys , del nombre
de los insurgentes irlandeses católicos. Los
industriales y comerciantes, de mentalidad
reformista, apoyaron la ley y fueron
apodados whigs , del nombre que se daba a
los bandidos escoceses presbiterianos. Los
motes despectivos fueron luego ondeados
como bandera por los propios motejados.
Durante un siglo los torys fueron partidarios
de la primacía del trono sobre el Parlamento,
en tanto que los whigs lucharon por afianzar
198
el predominio del Parlamento sobre la
Corona. Desde mediados del siglo pasado
adoptaron la denominación de
conservadores y liberales respectivamente.

Durante la Convención, o sea en la etapa


culminante de la Revolución Francesa,
aparecieron el partido de los girondinos y los
partidos montañeses. Entre los de la
Montaña, así llamada porque sus diputados
ocupaban los asientos de la parte alta del
recinto, el más importante fue el de los
jacobinos , cuya hegemonía se alcanzó
mediante el terror. Dichos partidos carecían
de una organización verdaderamente
nacional y fueron, salvo el de los jacobinos,
simple grupos parlamentarios. Es durante la
Monarquía de Julio, o sea en el Reinado de
Luis Felipe de Orleáns, entre 1830 y 1848,
cuando se definen los partidos
parlamentarios, titulados de derecha, de
centro y de izquierda , en razón de la
ubicación de las bancas que ocupaban, así
como los partidos populares, con
organización nacional, llamados
bonapartistas, socialistas, católicos y
republicanos. Durante el siglo XIX, y
propiamente desde la ampliación del
sufragio, se organizan partidos con el sentido
y relevancia que hoy tienen; la división del
Parlamento y de la opinión en partidos
políticos se extiende por el mundo a fines del
siglo y se torna mecanismo esencial de la
199
democracia con la vigencia del sufragio
universal.

No son pocos los defectos que la existencia


de los partidos apareja. Desde el fanatismo
hasta el acopio de fondos de origen turbio y
el montaje de una democracia meramente
formal. Un partido no está constituido
únicamente por una idea y un programa.
También consta de un complejo de
tradiciones, de lealtades y de intereses.
Como todos los fenómenos que atañen al
Gobierno, deben ser estudiado como
biología y no como anatomía. En Inglaterra y
en los Estados Unidos, el partido es con
frecuencia más poderoso que las masas. Las
organizaciones locales de un partido
raramente influyen en las directivas
centrales; son más bien, de un espíritu
subalterno y estrecho. Las críticas de los
afiliados no llegan hasta el cerebro del
partido y, en todo caso, el caudillo influye
poderosamente sobre las figuras inmediatas
y dispone de medios para contrarrestar
cualquier insurgencia. Sobreponerse al
caudillo o imponer normas a la jerarquía del
partido, es casi imposible para los simples
afiliados. Por lo demás, éstos no tienen la
misma concepción que los jefes; se limitan a
enterarse del programa, interpretándolo cada
cual a su manera y según sea sus
inclinaciones.

200
Desde el siglo pasado, particularmente en
Inglaterra, los Estados Unidos y Alemania,
los partidos han tenido preponderancia
efectiva. Los políticos no afiliados han jugado
un papel secundario. En el curso de nuestro
siglo, el Estado ha quedado subordinado a
los partidos y las grandes democracias han
afirmado y extendido el poder del Estado
sobre casi todos los aspectos de la vida,
dando con ello mayor importancia a los
partidos predominantes. Como anota
Jouvenel, los partidos se han instalado en la
“sala de máquinas” del Estado.

MISIÓN DE LOS PARTIDOS

Los partidos participan en el gobierno


mediante sus representantes parlamentarios,
y además influyen poderosamente por medio
de sus órganos de prensa y de los
movimientos de opinión que organizan. El
partido influye sobre sus representantes en
el Parlamento y suspende sobre ellos la
amenaza de no reelegirlos. El propio Jefe del
Poder Ejecutivo, si bien es con frecuencia
caudillo de su partido, no puede dejar de
escuchar a los afiliados más importantes.
Los partidos, aunque estén en minoría,
participan en el gobierno por su función de
control y por los cargos administrativos que
el Poder les acuerda en atención a la
capacidad personal de los designados. La

201
opinión pública, que no puede expresarse en
elecciones mensuales o anuales, se
manifiesta por medio de la prensa y en otras
formas diversas.

Dice Bryce: “Aunque es difícil muchas veces


determinar la relativa potencia de las
diferentes corrientes de opinión, todos
admiten que cuando una corriente es
marcadamente más fuerte que cualquier
otra, o sea, cuando de seguro prevalecería si
el pueblo fuera llamado a votar, debe ser
obedecida. Hasta que se realiza la votación,
su poder, expuesto a dudas, carece de título
legal a la obediencia. Pero no obstante que
es impalpable, nadie le disputa su poder y
los órganos gubernativos, como ministerios y
cámaras, tienen el deber de tomarla en
consideración y acomodar a ella sus
actitudes. En este sentido, pues, el pueblo
está dirigiendo siempre, porque su voluntad
es reconocida, y por más que, formal y
legalmente, su único modo de expresarse
sea el proceso de sufragio, con frecuencia es
bastante perceptible para producir todos sus
efectos sin necesidad de ese proceso”.

Ahora bien, es evidente que la acción política


del pueblo es imposible sin la existencia de
partidos que orienten la opinión, que den
concreción a los anhelos colectivos y que
ofrezcan a los individuos la posibilidad de ver

202
realizados sus propósitos mediante la
asociación con otros que piensan de igual
manera. Manuel Vicente Villarán anota lo
siguiente: “Absorbido por sus ocupaciones, el
pueblo necesita alguien que le llame la
atención sobre las cuestiones públicas, que
se las exponga, que lo ilustre sobre ellas.
Los partidos son como los abogados ante el
tribunal: plantean la cuestión y argumentan
cada cual a favor de su causa. No siempre
razonan con sinceridad, pero aun incurriendo
en faltas, llenan un papel necesario”.
Además, los partidos facilitan enormemente
que las opiniones individuales concuerden en
propósitos comunes y alcancen eficacia en la
acción. Sin partidos, el pueblo no adquiere
sentido cívico; se despreocupa por los
intereses colectivos y cae fácilmente en la
sumisión a dictadores o en la conducción del
demagogo.

15. SISTEMA DE PARTIDOS

203
Por : Francisco Miroquesada Rada

Por lo general, la mayoría de los científicos


políticos coinciden en afirmar que a un
determinado tipo de régimen político
corresponde una forma específica de sistema
partidario. De esta manera, se afirma que en
los regímenes totalitarios hay partidos únicos y
que en los regímenes democráticos se han
establecido sistemas bipartidistas y
multipartidistas.

Esta afirmación es cierta pero sólo en parte,


porque en los regímenes políticos
encontramos una serie de variantes en
relación a los sistemas de partidos. Por
ejemplo, en los regímenes socialistas, además
del unipartidismo, existe el sistema
denominado de "partidos hegemónicos
ideológicos", que es una característica de
algunas democracias populares, como
Polonia y la República Democrática Alemana
(RDA).

El "partido hegemónico ideológico", tal como


su nombre lo indica, es un partido que tiene el
control del Estado y del gobierno, pero que
permite la existencia de otros partidos; los
mismos que pueden participar en la vida
política, pero dentro de fuertes limitaciones
legales y de acuerdo a ciertas reglas de juego
establecidas por el partido hegemónico. En
este sistema, los demás partidos actúan en la

204
perifería del partido principal, es decir, como
"partidos de segunda", tal como indica Sartori.
Estos "partidos de segunda", no compiten con
el partido hegemónico en pie de igualdad;
pero tienen, aunque muy reducidamente,
alguna presencia en la estructura formal del
Estado. Están permitidos siempre y cuando no
alternen las reglas de juego fijadas por el
partido hegemónico y no pongan en tela de
juicio la ideología dominante en la sociedad.

Según La Palombara y Weiner, el partido


hegemónico deja de ser expresión de un
sistema monopartidista y funciona en un
sistema "unipartidista Pluralista". En este
caso, se trata de la presencia de un partido
hegemónico fuertemente autoritario, que
también tiene el control del gobierno e impone
ciertas reglas de juego a la contienda
partidaria; e, incluso limitaciones legales que
regulan la participación en el poder de los
otros partidos, pero se diferencia de los
partidos hegemónicos ideológicos porque no
impone una ideología, sino que se preocupa
sólo por mantener su status privilegiado.

Hay casos en que estos partidos


hegemónicos autoritarios son pragmáticos,
porque dan más importancia a soluciones
inmediatas y efectistas de los problemas
sociales que a una concepción del mundo o al
ejercicio autoritario del poder.

205
Dentro de esta clasificación, podemos
mencionar al PRI mexicano y a la antigua
"falange" española. Partidos de esta
naturaleza, tanto hegemónicos ideológicos,
como hegemónicos autoritarios y pragmáticos
existen en Africa, pero la tendencia
hegemónica ideológica tiene mayor presencia
que la autoritaria y pragmática Guinea, Túnez
y Argelia son ejemplos-tipo.

Jean Blondel señala que hay tres sub tipos de


partidos único : sistema de partido único
autoritario-radical (del tipo comunista) sistema
de partido único autoritario de centro (de tipo
populista); sistema de partido único autoritario
conservador (de tipo fascista).

Para Coleman y Almond, los partidos


autoritarios se subclasifican en totalitarios y
autoritarios propiamente dichos. Ambos
sistemas son similares, pero se diferencian
por el grado de penetración en una sociedad.
La penetración autoritaria es menos completa
e integral que la totalitaria que es más
ideológica y universal.

Por su lado, Duverger se refiere a lo que él


llama partido único provisional, que se
mantiene en el poder por cierto tiempo; pero
que, luego desarrolla una tendencia hacia el
pluralismo multipartidista, como sucedió en
Turquía durante el gobierno de Kemal Ataturk;
y el partido político que es definitivo, como en

206
los casos de los países de regímenes
totalitarios, de tipo stalinista y fascista; en que
el partido está ligado al Estado, o viceversa,
es portador de una ideología dominante y
asume la conducción de la sociedad hacia un
supuesto "destino histórico" que no puede ser
puesto en tela de juicio.

Un caso similar al explicado sobre el sistema


de partido único es el de los regímenes
políticos con más de un partido como son los
del sistema bipartidista, multipartidista,
dominante y ultradominante.

A nivel del sistema bipartidista, tenemos dos


tipos o modelos; el bipartidismo perfecto, en
donde participan y predominan, en franca y
libre competencia, dos partidos políticos que
suman alrededor del 90% del electorado.
Estos partidos predominan sobre otros
partidos menores que tienen poca influencia
en el electorado.

El bipartidismo perfecto existe en los países


anglosajones (Gran Bretaña, Estados Unidos,
Canadá, Australia y Nueva Zelandia). Se dice
también que el bipartidismo perfecto es sólo
una característica de los regímenes
anglosajones, pero esta afirmación carece de
base empírica, porque hubo y hay
bipartidismo perfecto en Austria y Uruguay. En
este último país, el sistema se rompió por el

207
golpe de Estado en 1973, pero con las
elecciones de 1984 se ha vuelto a restablecer.

El bipartidismo imperfecto se produce porque


al lado de los dos partidos importantes existe
un tercero que, si bien no tiene mucho arraigo
electoral, es valioso para lograr la estabilidad
en el parlamento y el gobierno. En este caso,
uno de los dos partidos principales debe por lo
general, formar alianza con el tercero para
poder tener el control del gobierno.

Por otro lado, la imperfección puede consistir


en la marginación de ciertos sectores y
partidos políticos que los grupos dominantes
imponen, como práctica y norma, en una
sociedad: tal como sucede en Africa del Sur,
en donde el bipartidismo es imperfecto por
discriminación racial y política.

También hay bipartidismo imperfecto en


sociedades no anglosajonas como Alemania
Federal, Bélgica, Ceilán, Colombia, Filipinas y
Japón.

Lo que se viene señalando respecto al


bipartidismo también es aplicable al
multipartidismo. En este sistema hay, como es
lógico, una serie de variantes. El
multipartidismo puede ser integral o extremo
cuando, por lo general, hay más de cuatro
partidos que determinan una polarización tal
del sistema político que, incluso, puede poner

208
en riesgo el sistema parlamentario; situación
que obliga, para su mantenimiento estable, a
la formación de pactos o alianzas partidarias
a fin de lograr una mayor estabilidad de la
democracia competitiva. También el
multipartidismo puede ser atemperado o
moderado. Según autores, como
Schwartzenberg y Sartori, esta modalidad
supone la presencia de cuatro partidos, los
mismos que por medio de pactos y alianzas
como en el caso anterior, contribuyen a evitar
la polarización extrema y con ello una
situación intermedia entre el bipartidismo y el
multipartidismo integral o extremo. Esta
modalidad de multipartidismo moderado
predomina en países como Alemania Federal,
Bélgica e Irlanda, que tienen tres partidos
importantes; y que, como se ha indicado,
podrían considerarse dentro de la clasificación
de bipartidismo imperfecto, porque el tercer
partido sólo sirve de apoyo de los dos más
importantes, ya que tiene poca influencia en la
sociedad y la vida política. Este sistema
también existe en Suecia, Islandia y
Luxemburgo.

Duverger indica que el sistema electoral es un


factor técnico prioritario para la formación de
los sistemas de mas de un partido, aunque no
el único factor porque hay que considerar
situaciones de orden histórico. Pero, por regla
general, el escrutinio mayoritario de una sola
vuelta tiende al dualismo de los partidos.

209
En cambio, el escrutinio mayoritario de dos
vueltas y la representación proporcional
tienden al multipartidismo.

Hay multipartidismo integral o extremo en la


mayoría de los países de Europa latina
(Francia, Italia, España, Portugal); en países
de América Latina como Perú, Ecuador, Chile
(antes del golpe de Estado), Honduras,
República Dominicana, El Salvador,
Nicaragua, Panamá. En cambio, en Argentina,
Brasil, Venezuela y Costa Rica se tiende al
multipartidismo atemperado o moderado. Hay
multipartidismo extremo en países no latinos
como Dinamarca, Finlandia, Suiza, Israel,
Noruega.

Como se ha indicado ya, entre los sistemas


con más de un partido, además del
bipartidismo y del multipartidismo,
encontramos el sistema de partido dominante
y ultradominante.

El sistema de partido dominante se presenta


en los casos en que un partido político logra,
de manera constante y permanente el control
electoral en un porcentaje que oscila entre el
40 y 50% de los votos. Estos partidos reflejan,
en cierta medida, las aspiraciones sociales
principales de un pueblo y están ligados a su

210
tradición histórica; pero su predominio se
desarrolla dentro de marcos pluralistas y
democráticos, en franca competencia con
otros partidos, los que coaligados pueden
desplazar del poder al partido dominante. Lo
mismo se puede decir sobre los sistemas de
partidos ultradominantes; pero, en esta
situación, un partido en tales condiciones,
logra de manera permanente e ininterrumpida,
por medios democráticos, competitivos y
pluralistas, el control de aproximadamente el
90% del electorado, como sucede con el
Partido de Congreso en la India. Pero también
este partido puede perder las elecciones y ser
derrotado por sus opositores, por lo menos en
el control del gobierno (poder ejecutivo).

Al partido dominante Sartori lo llama


predominante, y al ultradominante,
hiperdominante. La diferencia entre estos
sistemas partidarios y el partido único o
hegemónico, en sus forma ideológicas y
autoritaria, es que no se mantienen en el
poder por la fuerza sino por la persuasión,
dentro de las reglas de juego pluralista y
competitivas, vale decir, democráticas.

16. PARTIDOS POLITICOS Y GRUPOS DE


PODER

211
Por : José Paez Warton

A. Proceso de formación de los Partidos


Políticos

En términos generales y estáticos se puede


afirmar que las clases y los grupos sociales se
generan como consecuencia del lugar que
ocupan los hombres en un sistema de produc-
ción y en las relaciones que se establecen
entre ellos.

En un sistema capitalista como el nuestro, la


organización de la sociedad para producir los
bienes y servicios dio como resultado la
existencia de grupos de propietarios
asociativos y no propietarios; de otro lado,
trabajadores directos (obreros) y no directos
(empleados, administradores y funcionarios) y
por el sector donde laboran (trabajadores
agrícolas, mineros, fabriles, pesqueros y
otros). La combinación de los sectores más o
menos homogéneos entre los señalados
anteriormente, daría como resultado
agrupaciones cuyos intereses son también
similares.

Continuando con éstas generalizaciones


podemos decir que respecto a la propiedad,
habría tres tipos de intereses
correspondientes a las tres formas de
propiedad existentes.

212
En relación al lugar ocupado en la
organización del trabajo, habría también tres
grupos derivados de los status obreros y
similares, empleados y funcionarios por el
sector productivo, varios más.

Interrelacionando unos grupos resultan una


serie de intereses más globales, por ejemplo,
los que agrupan a todos los no propietarios,
sin distinguir su rol en el proceso productivo ni
el sector económico. Los que agrupan a todos
los que laboran en un sector productivo, sin
específicar su calidad de propietarios o no
propietarios, ni el puesto que ocupan: y así
una serie de combinaciones.

Cada conjunto pues tiene una serie de


intereses comunes que se expresan en
expectativas, opiniones y reclamos, pero
simultáneamente en ese grupo existen
también diferencias. Los partidos políticos
tienen su origen en esas expectativas
comunes de los grupos sociales, son por
tanto, instituciones que representan a grupos
más o menos homogéneos convirtiéndose en
sus voceros. Esta aproximación al
entendimiento del significado de los partidos
no incluye aún varios aspectos importantes :
las luchas, el sentido de pertenencia, el rol de
la ideología y otros.

213
Haciendo abstracción de los partidos políticos,
se observa que en la sociedad existen
conflictos derivados de intereses
contrapuestos, en las luchas, los grupos
contendientes llevan a cabo acciones con el
objeto de imponerse, una de éstas es la
difusión de ideologías justificatorias de su
posición y actuación, también se ve que los
hombres se ubican en diversos bandos, a
veces en los que supuestamente no les
correspondería por su posición social y por
último no se aprecia un orden, sino por el
contrario, un cierto caos en cuanto a aspi-
raciones y acciones, falta pues un elemento
organizador y orientador.

Un segundo rol de los partidos políticos es


precisamente organizar. Inicialmente atraer a
sus filas a todos los que tienen intereses más
o menos comunes a fin de organizarlos y
luego orientar su conducta política, lo que
implica, un proceso de adoctrinamiento.

B. Finalidad de los Partidos

Aunque en términos generales, la finalidad de


los partidos es defender los intereses
concretos e inmediatos de grupos sociales
similares, en la práctica, esa finalidad se
convierte en algunos casos, en la
visualización de intereses inmediatos en un
mundo diferente edificable después de la

214
liquidación del sistema vigente y de las
instituciones que lo sustentan.

Podríamos en consecuencia, dividir a los


partidos políticos por su finalidad en dos
grupos; partidos que buscan mantener el
sistema social, ya sea en sus formas actual o
aplicando reformas, y partidos que pretenden
cambiar el sistema sustituyéndolo por otro.

El fundamento de ambas posiciones se


encuentra en las Bases Filosóficas,
ideológicas o doctrinarias de cada partido.

Veamos dos ejemplos contrapuesto :

1) Ideario del PPC

El PPC está integrado por hombres y mujeres


de todas las ocupaciones y clases sociales, y
se ha fundado para encarar y resolver los
agudos problemas del país y promover el
desarrollo integral del hombre peruano según
el criterio y los principios de la doctrina social
cristiana. Por lo tanto se compromete a
conducir una política honesta, transformadora,
concreta, realista y eficaz, auténticamente
democrático.

El PPC tiene como misión irrenunciable hacer


del Perú una sociedad comunitaria,
entendiendo por ello su proclamación del Bien

215
Común como razón suprema del orden
político.

De las bases mencionadas se desprende que


el PPC no comparte la tesis del viejo
liberalismo, en cuanto representan una
orientación egoísta que ignoran el Bien
Común y en cuanto encarna una concepción
materialista que olvida al hombre integral. De
las mismas bases se desprende que el PPC
rechaza también toda concepción totalitaria y
colectivista, como la marxista leninista, que
desconoce el valor de la libertad humana con
su determinismo económico, que desvanece
toda moral en el relativismo oportunista y que
aplasta la dignidad personal con el Estado
todopoderoso, el positivismo jurídico y el
ejercicio dictatorial de la autoridad monopoli-
zada por un partido único.

Consciente de su deber, el partido expresa


que pondrá todo su empeño en evitar que las
tensiones, problemas e injusticias que aún se
manifiestan en la sociedad peruana, al no
encontrar solución democrática alienten la
subversión comunista o entronicen una
dictadura.

La propiedad privada de los bienes de uso y


consumo y de los bienes y medios de
producción, es un derecho natural porque es
expresión y defensa de la libertad personal.
Puede ser individual pero no es derecho

216
absoluto. Se justifica plenamente sólo cuando
cumple una función social. Por eso el estado
debe fijar sus límites subordinando su ejercicio
a la satisfacción de las necesidades genera-
les. El PPC busca el advenimiento de "una
economía de propietarios".

El trabajo, desde el punto de vista moral, tiene


la primicia entre los factores de la producción
por ser el aporte humano por excelencia. La
realización de su dignidad supone, en primer
lugar, la reivindicación del obrero, del campe-
sino, del artesano o del empleado, y su libera-
ción de toda alienación, lo que traba o maltrata
su ser. Es urgente su formación técnica y su
acceso a la propiedad. Es indispensable por
ello alentar la asociación sindical libre y
representativa, pero sin generar antagonismo
que esterilicen o destruyan el progreso
productivo.

2) Programa del PUM (Introducción)

El programa del PUM tiene como objetivo final


la instauración de la sociedad comunista mun-
dial, cuyos rasgos fundamentales serán :

En lo económico, en el comunismo, al eli-


minarse la propiedad privada de los medios de
producción y generalizarse el desarrollo de las
fuerzas productivas, libradas de la camisa de
fuerza que impone la ley del valor será posible

217
orientar la producción de acuerdo con las ne-
cesidades del conjunto de la sociedad.

La abolición de la propiedad privada de los


medios de producción en el comunismo, no
significará la eliminación de la apropiación
individual de bienes de consumo.

En lo político, la eliminación de la opresión y la


explotación del hombre por el hombre. Al irse
extinguiendo las clases sociales, se irá
extinguiendo el Estado como aparato de
opresión de una clase sobre otra,
organizándose la sociedad para la
administración de las cosas para beneficio
social.

Sin embargo, para revolucionar la sociedad


actual y caminar al comunismo es necesario
atravesar por un largo período histórico de
transición y de enconada lucha contra la
burguesía y sus remanentes : el socialismo.

El proletariado y su partido de clase tienen


que destruir el poder reaccionario de la
burguesía, implantar su propio poder político
(la dictadura democrática y revolucionaria del
proletariado) y dirigir todo el proceso de
construcción del socialismo hasta la extinción
de las clases y el Estado.

C. Organización de los Partidos

218
Para cumplir con las tareas de : representar
los intereses y aspiraciones de grupos afines,
atraer a quienes siendo miembros de sus
grupos no tengan sentido de pertenencia a los
mismos, organizarlos, adoctrinarlos y elaborar
estrategias y técnicas destinadas a alcanzar
los objetivos de los grupos: los partidos
requieren una organización.

En la práctica, la organización de los partidos


obedece básicamente a su finalidad y a la
forma como llevarán a cabo sus actividades.

1) En el caso de un partido respetuoso del


sistema y que no vise la lucha armada
como componente tiene la siguiente
composición :

2) Los partidos orientados a cambiar el


sistema social, adecuan su organización a
esa finalidad y definen el partido como
instrumento de lucha, un elemento del
poder popular y un destacamento
organizado como vanguardia de la clase
obrera y del pueblo.mediante la lucha
pretenden conquistar el poder político a fin
de construir el poder popular y el
socialismo.

Definen sus estructuras como clandestinas,


que desarrolla dos tipos de trabajos, abiertos o
legales y secretos.

219
-Organismos Congreso Nacional
deliberativos Plenario Nacional.
(Adaptan decisiones Convenciones
Departamentales.

-Organismos Ejecutivos: Comité Ejecutivo


Cumplen las Nacional, Comités
Decisiones) Ejecutivos
Departamentales,
Provinciales, Distritales

-Organismos Políticos: Comité Político (Línea


Política) nacional.

-Organismos de Tribunales, Nacional.


Disciplina Departamentales y
Distritales.
-Organismos Electorales

-Organismos de
Finanzas
-OrganismosConsultivos Consejo Nacional de Plan
de Gobierno y
Departamentales

220
Generalmente sus estatutos son claros en
especificar que Exigen a sus militantes
abnegación, conciencia y combatividad y son
aceptados tras un juramento de lealtad.

Los organismos componentes son:

- Organismo Rector : Congreso nacional

- Organismos Ejecutivos: Comité Ejecutivo


Nacional Comité Central y Secretariado.

- Organismos Doctrinarios: Comisión


Política, Conferencia Nacional.

- Organismos Consultivos: Comisiones


Nacionales.

- Organismos Intermedios. Comités


Regionales, Departamentales,
Provinciales y Locales.

- Organismos de Base. Células


Territoriales, Células Sectoriales.

- Organos de Disciplina y de Economía.

D. Grupos de poder

221
Si aplicamos estrictamente el significado de
poder son los partidos políticos, los sindicatos,
los colegios profesionales, las organizaciones
sociales y muchos más que ejercen algún tipo
de poder, e igualmente, si empleamos la
misma lógica para definir grupos de presión y
de interés, encontraremos que las
instituciones señaladas merecen esos cali-
ficativos.

Sin embargo en el lenguaje político el


concepto grupo de poder" ha ido tomando una
aceptación muy particular, se refiere en el
campo económico, a los conformantes de los
monopolios, oligopolios y otros cuyos
intereses específicos los llevan a actuar en
función de su corporación.

A diferencia de los partidos políticos que tratan


de atraer y organizar grandes núcleos
humanos con el objeto de acceder al estado,
sea por vías violentas, pacíficas o
combinadas: los grupos de poder económico
defienden sus intereses concretos, mediante
una labor discreta ante los órganos de poder
político. Actúan en diversas formas, a través
de los partidos políticos afines
ideológicamente, mediante representantes
oficiosos en los organismos del Estado, en los
medios de comunicación social, en los
sindicatos y en toda institución que pueda ser
utilizada para sus fines.

222
En algunas oportunidades realizan campañas
de difusión destinadas a convencer a la
ciudadanía que las medidas propugnadas por
el grupo son beneficiosas para la comunidad.

En el campo social, los grupos de poder, son


aquellos, que por haber alcanzado consenso
entre la población o por organización llegan a
tener poder, por ejemplo, los ecologistas o
algunas asociaciones de profesionales:
periodistas, abogados.

Para efectos del análisis solamente


consideramos grupos de poder a los descritos,
que actúan en los campos económico y social.
Todas las demás organizaciones: sindicatos,
organizaciones vecinales, regionales y otras,
se consideran en función de sus conexiones
con el campo político para establecer las
correlaciones de fuerzas y la actividad de los
actores políticos, así por ejemplo, un sindicato
no será tomado como grupo de poder sino
como un elemento integrante de una fuerza
política pero siempre y cuando exista una
relación o influencia política.

223
17. IDEOLOGIA Y DOCTRINAS POLITICAS

Por : Francisco Miro Quesada


Rada

A. CONCEPTO DE IDEOLOGIA

Sobre lo que es una ideología los autores no


se han puesto de acuerdo. Por ejemplo,
Vladimir Weidlé ha señalado que la discusión
sobre el concepto de ideología tiene un
significado estéril, pues no ha dado nuevas
luces al problema (1). En cambio, Ferrucio
Roosi-Landi encuentra que hay once
concepciones de ideología : La ideología
como : 1) mitología y folklore, 2) ilusión y
autoengaño, 3) sentido común, 4) mentira,
deformación y oscurismos. 5) estafa o
engaño consciente, 6) falso pensamiento en
general, 7) filosofía, 8) visión del mundo, 9)
institución del mundo, 10) sistema de
comportamiento , 11) sentimiento. (2).

Etimológicamente, el término ideología


deriva de las voces griegas “eidea”, que
significa “Idea” y “logos”, que quiere decir
palabra, verbo, ciencia tratado. Ideología
significa, pues, ciencia de las ideas y como
tal fue definida y concebida por Destutt de
Tracy, quien pretendía elaborar una ciencia
tan rigurosa como la física y la matemática.

224
Para Destutt de Tracy, la ideología era la
ciencia más alta de todas; una disciplina
filosófica cuya misión era la de formar la
base de todas las ciencias. Señala Hans
Barth que, según Destutt Tracy, la ideología
es la “ciencia filosófica fundamental” y que su
obra, “elements d’Ideologie”, abriga un fin
pedagógico, y “es además el fundamento
teórico de la sociedad”. (3).

Sin embargo, el concepto de ideología tiene


sus antecedentes, en otros pensadores
anteriores a De Tracy. Entre ellos está
Maquiavelo, quien estableció la distinción
entre una realidad factual y una realidad
imaginaria; está última de una visión inexacta
de las cosas a la que se hallan sujetos todos
los subordinados; con el corolario de que las
opiniones de los hombres varían de acuerdo
con sus intereses y su posición social. (4).
También encontramos antecedentes en
Bacon. Tomás Moro y Vico.

Quién más destaca en esta gama de


precursores es Francis Bacon, pues su
famosa “teoría de los ídola” es el
antecedentes más inmediato del concepto de
ideología que elaboran De Tracy y algunos
filósofos de la ilustración (Helvetius.
D’Holbach) y Marx.

225
Como señala Ludovico Silva, en su obra
“Plusvalía Ideológica”, se quiere hacer
justicia con respecto al término usado por
Bacon, lo deberíamos llamar idología y no
ideología.

Para Bacon el ídolo es la imagen de una


falsa deidad. Según él, los ídolos se han
posesionado del espíritu humano y lo han
deformado; por consiguiente, hay que liberar
el espíritu humano de esta especie de
posesión demoníaca, y hay que romper esta
negativa influencia porque impide la
evolución natural de la razón.

Bacon distingue cuatro clases de idolos. Los


idola tribu que tienen su fundamento en la
estirpe humana; los idola specus o de las
cavernas, que son los factores dañinos del
conocimiento que cada individuo posee
exclusivamente para sí mismo; los idola fori o
del mercado, que tienen su origen en la
convivencia de los hombres, y finalmente, los
idola theatri o ídolos del teatro, que derivan
de la tesis y de las fábulas de los filósofos,
así como de las reglas tergiversadas de la
demostración.

Desde el punto de vista de Bacon, la


ideología es una deformación de la realidad
se produce principalmente en las relaciones
económicas y en las creencias teológicas.
Esta última observación baconiana sirvió a

226
los filósofos de la Ilustración para desarrollar
su crítica anticlerical, por cuanto estimaban
que la idea de lo divino es el producto de la
superstición.

Sostiene Barth que la “crítica de los ídolos y


de la superstición se convierte en la crítica
de una capa social que se inicia en los
albores del pensamiento liberal
revolucionario, cuyos pensadores llamaron a
los ídolos de Bacon, prejuicios”. (5)

Antes que Marx desarrollará su famosa


teoría de la ideologización y alineación,
muchos filósofos del llamado período
ilustrado, como Locke y Rousseau, entre
otros, descubrieron que las clases
dominantes elaboraban teorías para justificar
sus privilegios, como consecuencia de su
posición social. Había, pues, toda una
concepción del mundo aceptada como
verdadera, absoluta e inmutable. La Teoría
más conocida fue la del poder divino de los
reyes, poder que emanaba de la voluntad
divida y cuyo depositario era el rey; quien,
por un don otorgado por Dios, se encontraba
en una posición superior a la de sus
súbditos. Este argumento fue refutado por
los ideólogos de la Ilustración, quienes
afirmaron que el poder no emanaba ni de
Dios ni del rey, sino que radicaba en la
voluntad del pueblo.
5
) Barth, Han Op. cit. pág. 42.
227
Marx sostuvo que la ideología era una
superestructura, un conjunto de doctrinas y
teorías elaboradas para justificar la posición
de la clase que determina el pensamiento y
la conducta de los individuos. La ideología es
una “Weltanschaung” (6), una concepción del
mundo, una manera de pensar, de sentir y
de actuar de la clase dominante. Las
concepciones religiosas, económicas,
políticas y culturales, la filosofía y la ciencia,
son ideología.

Para Marx la ideología es una ilusión, una


completa falsedad, algo que se impone como
cultura sin fundamento objetivo. Al respecto,
Marx en “La ideología alemana”, dice que
“Las ideas, de la clase dominante son las
ideas de cada época; o, dicho en otros
términos, la clase que ejerce el poder
material dominante en la sociedad es, al
mismo tiempo, el poder espiritual
dominante”. (7).

Hay otra concepción más moderna de


ideología, pero menos global que las de
Bacon. De Tracy y Marx. Es aquélla que dice
que la ideología es la justificación teórica de
6
) Weltanschung: Concepción del mundo o visión del
mundo en el idioma alemán.
7
) Marx, Karl. “La ideología alemana”. En obras
escogidas. C. Marx y F. Engels. Tomo I . De.
Progreso, Moscú, 1976, pág. 45.
228
la praxis (práctica) política. Esta concepción
es limitada porque solo vincula la ideología
con la política. En este caso, existe una
relación entre un concepto universal, como
es el de ideología; y una forma concreta de
acción, es decir, la acción política.

Si bien muchos movimientos políticos han


adaptado o creado ideologías, no todo
movimiento político tiene una ideología.
Muchos sólo tienen programas de acción que
se confunden con el concepto de ideología.
Hay que diferenciar, entonces, en dónde está
la distinción entre ideología y programa.

Mientras la ideología es un conjunto


de ideas que expresan una concepción y
visión particular del mundo y de la sociedad,
el programa constituye lineamientos
generales y particulares para actuar en
situaciones concretas y resolver problemas
del momento; persigue soluciones
pragmáticas. El programa no pretende
elaborar una concepción del mundo aunque
puede contener, y desde luego contiene, una
ideología implícita.

B. EL FIN DE LA IDEOLOGIA Y SU
CRITICA

En ciertos círculos se sostiene que el mundo


moderno asiste al “fin de las ideologías”. El
argumento se expresa en la frase: “el pueblo

229
no come ideologías”. La razón de este
argumento consiste en afirmar que la
tecnificación, la eficacia tecnológica del
mundo moderno, ha derrumbado los
cimientos en que se basan las ideologías.
Pero, esta afirmación es tan ideológica como
cualquier otra semejante; es “la ideología de
la desideologización, como acertadamente
señala Marcos Kaplan. (8).

Esta tendencia tiene sus raíces en aquellas


corrientes mecanicistas y organicistas que
desembocaron luego en un pragmatismo
burdo, y que durante mucho tiempo
predominaron en el pensamiento político y
sociológico contemporáneos. Es una
corriente que pone especial énfasis y
confianza en la técnica y en la ciencia, como
si ambas fueran las únicas llamadas a
resolver los problemas del mundo; cuando,
en realidad, solamente son un medio o
instrumento que debe estar al servicio del
hombre. Una cosa muy distinta es que el
pensamiento racional cuestione las
interpretaciones especulativas que hay en
toda ideología, para dar a éstas un contenido
más científico y riguroso, y otra cosa es
sostener que el desarrollo técnico termina
con las ideologías.

8
) Kaplan, Marxos. “Estado y sociedad”. Ed. UNAM. 1978.
pág. 28.

230
Sobre el intento de suplantar la ideología por
la técnica, ha reflexionado el historiador
alemán Henry Jacoby, quien luego de
sostener que la ideología es “una idea de
justificación del orden existente, idea que
siempre ha existido en cualquier orden
social”. (9). Señala que “si pudiéramos
emplear la ideología en su doble sentido,
entonces podríamos hablar de la ausencia
ideológica, que es la justificación del mundo
administrativo. (10).

Según Jacoby, “la aparente cosificación del


mundo administrativo con “su ausencia de
ideología” resalta únicamente la cosificación
de las relaciones humanas”. (11)

C. IDEOLOGIA Y RIGOR CIENTIFICO

Hemos sostenido que hay una diferencia


sustancial entre el intento de reemplazar la
ideología por la técnica y la ciencia, y el
intento de elaborar ideologías con mayor

9
) Jacoby, Henry. “La burocratización del mundo”. De.
Siglo XXI. México. 1972. pág. 301.
10
) Op. cit. , pág. 301.

11) Op. cit, pág. 303.

12) Ver MIRO QUESADA CANTUARIAS. Francisco.


”Humanismo y Revolución”. De. Casa de la cultura del
Perú. Cap. Y : Sobre el concepto de Ideología.
231
rigor científico. En este último caso, hay
interesantes avances gracias a los aportes
de algunos filósofos contemporáneos.

Existe un antecedente remoto en Lenin, que


se refiere a la necesidad de elaborar una
“ideología científica”. Esta idea ha
empezado a madurar gracias a los aportes
de : Mannheim, Schumpeter, Marth, Popoer,
Myrdal, Northrop, Myers y Chomsky.

En el Perú, Francisco Miro Quesada


Cantuarias (12). Ha hecho un esfuerzo por
deslindar las características de las diversas
formas de ideología. Sostiene el filósofo
peruano que hay ideologías epistémicas y
estimativas. Las primeras se basan en
fundamentos de carácter científico o
filosófico, o de ambos tipos, y tratan de
justificar sus planteamientos con argumentos
exclusivamente teóricos. Sus principios
pretenden ser verdades científicas y/o
filosóficas. La ideología burgués-liberal, que
tiene sus orígenes en el pensamiento
ilustrado de los enciclopedistas, y también el
socialismo marxista, son ideologías
epistémicas.

Las segundas se fundamentan en principios


y valores. No pretenden ser científicas para
justificar su contenido. El cristianismo y el
humanismo son ideologías estimativas
porque parten de principios morales y éticos

232
que se basan en la fé (cristianismo) y en el
reconocimiento de la dignidad humana
(humanismo).

Para sistematizar el pensamiento ideológico.


Miró Quesada sostiene que es conveniente
tratar de axiomatizar las ideologías; pues, en
esta forma se pueden explicitar con mayor
claridad sus conceptos fundamentales. En
esta lìnea, Miro Quesada sostiene que el
humanismo es una ideología
monoaxiomática, es decir, que parte de un
solo axioma; el hombre debe ser un fin en sí
mismo, no un medio.

Los esfuerzos por axiomatizar el


pensamiento ideológico son recientes, como
se ha señalado, pero constituyen una
orientación importante, ya que permiten
reflexionar rigurosamente sobre problemas
concretos que se presentan en la aplicación
de toda ideología.

D. IDEOLOGIA Y DEFORMACION DE LA
REALIDAD

Las reflexiones más reciente en torno a las


ideologías giran sobre el problema de la
deformación en el conocimiento de la
realidad.

En la medida que ha avanzado el


pensamiento filosófico y científico, nos

233
hemos dado cuenta de que por el sólo hecho
de ser sujetos cognoscentes, cada vez que
tratamos de aprehender un objeto de saber
que es, obtenemos una captación deformada
del mismo.

La primera deformación que se descubrió fue


la del conocimiento de la realidad física y se
le llamó deformación sensorial, que es la que
nos imponen nuestros sentidos. Ya los
griegos se habían dado cuenta de este
hecho al observar varios fenómenos físicos,
como el que sucede al introducir una vara en
el agua.

Esto les permitió plantearse la siguiente


interrogante : ¿Cuál es la forma correcta de
la vara, la que tiene cuando está fuera del
agua, o cuando está dentro de ella?.

Otro ejemplo similar es el de los colores. Así


el ojo humano nos hace ver el mundo de
ciertos colores a pesar de que los objetos
que consideramos reales, como las
moléculas y los átomos, no tienen colores.

Conforme progresaban la ciencia y la


filosofía, los hombres se dieron cuenta que, a
veces, la deformación se producía debido a
su posición en el universo o cosmos. A esta
clase de deformación se le puede llamar
cosmológica. Por ejemplo, vemos la tierra
plana porque estamos sobre ella, pero si

234
estuviéramos en la Luna la veríamos
redonda. A veces, la deformación se produce
porque estamos en movimiento, por eso
vemos girar los astros, porque la Tierra gira y
nosotros junto con ella.

Cuando el pensamiento filosófico social inicia


su proceso de desarrollo, los estudiosos se
dan cuenta de que además de la
deformación sensorial y cosmológica hay
otras dos deformaciones; la psicológica y la
social.

En el primer caso, nuestro carácter, nuestro


temperamento, contribuye a que veamos el
mundo de manera diferente de lo que es. Por
ejemplo, el genial Einstein se negó a aceptar
que la teorìa de los quanta era una auténtica
descripción de la realidad, porque no
encuadraba en sus preconceptos mentales.
Como sabemos, la teoría de los quanta ha
terminado por imponerse. Einstein, a pesar
de ser un genio, fue víctima de la
deformación porque en este caso, vió el
mundo físico deformado por su propia
psicología.

Otro ejemplo típico de la deformación


psicológica se da cuando una persona
acepta teorías científicas basándolas en la
autoridad de grandes científicos. En este
caso, se está concibiendo el mundo de tal o
cual manera, porque confiamos en el talento

235
de los científicos y en las teorías que han
creado.

Hasta mediados del siglo XIX, no se tenía


una visión clara de la deformación social, a
pesar de los aportes de Bacon en el siglo
XVI y del Baron D’Holbach en el siglo XVIII.
Es a partir de Hegel, y luego con Marx, que
los pensadores occidentales se dan cuenta
de que así como la situación del hombre en
el cosmos contribuye a deformar la captación
de los cuerpos celestes, su trayectoria y
movimiento, de igual manera su posición en
la sociedad contribuye a deformar la
captación de la realidad social. Se comienza
a descubrir que los economistas clásicos del
capitalismo y de la sociedad industrial habían
elaborado una ciencia que daba la impresión
de ofrecer conocimientos objetivos sobre la
manera como se desarrollaban los hechos
económicos, especialmente la formación de
precios en el mercado basada en la “libre
competencia” pero que no hacían sino
reflejar, de manera deformada, cómo dichos
economistas captaban la realidad social. A
esta captación deformada de la realidad
social, debido a la posición social o de la
clase de un individuo, se le llama, hoy en día,
ideologización. Una teoría social (política,
económica, sociológica, antropológica,
histórica, lingüística, etc), que pretende ser
objetiva, pero que proporciona, de manera
total o parcial, conocimientos deformados

236
sobre algún aspecto de la realidad social, es
una teoría ideologizada. Superar, en lo
posible, la ideologización es la tarea principal
el problema central, de las ciencias sociales.
(13 ).

Sobre el problema de la deformación social


hay diversas posiciones, y, como sucede
siempre, los pensadores no se han puesto
de acuerdo. Al respecto, hay tres tendencia:
el realismo ingenuo, el escepticismo y el
realismo crítico.

Los realistas ingenuos creen que es posible


superar por completo la deformación
subjetiva y llegar a un absoluto conocimiento
objetivo. Los escépticos creen que esto no
es posible; que hagamos, lo que hagamos,
jamás podremos conocer la realidad.

En cambio, el realismo crítico afirma que,


aunque no podamos llegar a un
conocimiento perfectamente objetivo,
podemos irnos acercando cada vez más a
este tipo de conocimiento

13
) Las diversas expresiones de deformación de la
realidad son propuestas por Francisco Miro Quesada
Cantuarias, en su ensayo “La historia de las Ideas en
América Latina y el Problema de la objetividad en el
Conocimiento Histórico. Ed. UNAM 1974.
237
18. LAS GRANDES IDEOLOGÍAS AL FINAL
DEL SIGLO XX

Por: W. Phillips Shively

Con el largo periodo de paz general en


Europa y entre otros Estados industrializados
desde la Segunda Guerra Mundial, se han
limado algunas de las asperezas del conflicto
entre las grandes ideologías modernas.
Conforme la sociedad moderna se establece
con mayor firmeza, las antiguas injusticias no
parecen mover a la gente con tanta fuerza
como alguna vez lo hicieron. Con la
decadencia de la región (fuera de las
regiones islámicas) y con el desempeño
económico deficiente de los Estados
socialistas, ha habido un resurgimiento del
liberalismo -pero un liberalismo modificado
por un apoyo gubernamental considerable
para los débiles-.

Muchos líderes de partidos, en especial


aquellos que tienen la responsabilidad del
gobierno de un Estado, han comenzado a
modificar sus ideologías a la luz de la
experiencia práctica. El ejemplo más
dramático de esto lo proporciona el colapso
de los regímenes comunistas de Europa
oriental y Rusia. Muchos Estados de esta
región se convirtieron en democracias
liberales y todos abandonaron sus antiguos

238
sistemas basados ideológicamente en el
comunismo.

Otros líderes, también, muestran cada vez


más una mezcla comprometida de
ideologías. Margaret Thatcher, en Inglaterra,
fue durante quince años líder del partido
Conservador, el cual entre otras cosas
enfatiza los vínculos estrechos con la Iglesia
anglicana y la monarquía. Pero su ideología
personal combinaba estos elementos
conservadores con un conjunto de políticas
económicas muy liberales que exigían una
reducción mayor del papel del Estado en la
economía, marcada por la "privatización"
(venta a propietarios privados) de muchas
empresas del gobierno. En el otro extremo
del espectro, algunos socialistas como el ex
primer ministro Felipe González de España
combinan su socialismo con preocupaciones
por la eficiencia y el crecimiento económico
estable que apenas se reconoce como una
doctrina de conflicto entre clases. Y el ex
Partido Comunista de Italia, que ahora
incluso eliminó la palabra "comunista" de su
nombre, surgió a mediados de la década de
1990 como el Partido Democrático de la
Izquierda, un partido democrático de centro
izquierda que es uno de los partidos
principales en Italia después de la Guerra
Fría.

239
Sin embargo, el conflicto ideológico no está
muerto a fines del siglo xx. En Europa,
nuevos partidos "verdes" plantean una serie
de asuntos que los líderes establecidos,
acostumbrados a las antiguas ideologías,
encuentran difíciles de absorber en sus
debates. Estos asuntos denominados
"asuntos posindustriales" por Ronald
Inglehart, incluyen el feminismo, la
protección del ambiente y los estilos de vida
abiertos y espontáneos. (6). En parte, los
representan partidos nuevos por completo
(entre otros, los Verdes); o encuentran su
camino en partidos socialistas establecidos
donde a menudo representan la voz de una
minoría. En los partidos socialistas, el nuevo
estado de ánimo ha producido un especial
interés en. la participación directa de los
trabajadores en la administración de sus
industrias. (7) En el otro extremo del espectro,
partidos antiinmigrantes, como el Frente
Nacional de Francia, plantean asuntos de
raza y nacionalismo que se pensaba estaban
muertos desde la Segunda Guerra Mundial.
Fuera de Europa, el islamismo militante, con
sus reclamos de un Estado religioso, ha
elevado la temperatura política en muchos
(6)
Ronald Inglehart, Culture Shift in Advanced
Industrial Society (Princeton, N.J.: Princeton University
Press, 1990).
(7)
Véase, por ejemplo, W. Rand Smith, “Toward
‘Autogestion’ in Socialist France? The Impact of
Industrial Relations Reform”. West European Politics,
vol. 10 (no 1, enero de 1987), pp 46-62.
240
Estados del norte de África, Medio Oriente y
el sur de Asia.

La historia y el desarrollo de las ideologías


no se detienen. Las grandes ideologías
modernas fueron un producto de la tensión
entre la industrialización de Europa y las
instituciones estáticas que Europa heredó de
su pasado feudal. Conforme ahora
disminuye esa tensión, otras fuentes de
desarrollo ideológico comienzan a destacar,
en una mezcla a veces confusa de fuerzas y
tensiones: las experiencias económicas
prácticas de la Unión Soviética y Estados
Unidos; el creciente problema de la
degradación del ambiente; el resurgimiento
del islamismo militante; el descubrimiento de
la juventud y las mujeres como clases, aun
cuando el socialismo marxista consideraba a
las clases como basadas solamente en la
posición económica; y la creciente división
clara de intereses entre Estados ricos y
Estados pobres -el "Norte" y el "Sur"-.

241
19. REGIMENES POLITICOS

Por Juan Luis Paniagua Soto(*)

A. CIUDADANIA Y CONOCIMIENTO DE
LOS SISTEMAS DE GOBIERNO(1)

Constitución, república, monarquía,


dictadura, parlamentarismo, presiden-
cialismo, democracia, etc; son términos que
con reiterada frecuencia, vemos recogidos
en los medios de comunicación, aunque no
siempre de manera unívoca, y que, a
menudo también, manejamos acentuando su
sentido ambiguo; acaso porque algunos de
ellos han cambiado, en buena medida su
significación original. ¿Representa, pues, la

(*)
Tomado de Temas claves de colecciones SALVAT (2da Edición,
JUL 1984) una recopilación de temas referentes a El Estado (de
G. Burdeau - 1975), Los regímenes Políticos y las Dos caras de
Occidente (de M. Duverger - 1972= y Teorías del Estado y
Sistemas Políticos (de OLLERO GOMEZ y SANTAMARIA -
1974) entre otros autores que toma como referencia .
(1)
"…La ciudadanía entraña ahora muchas obligaciones, y
cualquier persona seria, reconocerá que es dificil, si no imposible,
cumplir con tales obligaciones sin estar familiarizada con la
organización y el funcionamiento del gobierno. Pero el
conocimiento de un solo sistema de instituciones políticas puede
dar ocasión a la patriotería, a prejuicios peligrosos y a una
incapacidad general para comprender cómo podría mejorar el
propio gobierno. La persona que solo conozca el gobierno de su
país esta expuesta a no percibir su carácter auténtico, a no
advertir sus puntos fuertes y debiles, porque carece de
perspectivas …" (H. ZINK: Los sistemas contemporáneos de
Gobierno, 1965).
242
monarquía de nuestros días, tan alejada de
aquella otra que recibía su legitimación de la
gracia divina, el poder en manos de una sola
persona? ¿Responde todavía hoy la
democracia al viejo postulado que la
señalaba como “el gobierno del pueblo”. A la
vista de la realidad histórica ¿Habría que
convenir con ROUSSEAU, sin duda el más
grande teórico de la democracia de todos los
tiempos, que en rigor ésta no se ha dado
nunca ni existirá jamás, por cuanto es
antinatural que los mas gobiernen y los
menos sean gobernados? Y ¿ que pensar de
las adjetivaciones que suelen acompañar al
sustantivo democracia?, si para muchos no
hay más democracia que la liberal, otros, en
cambio, entienden que la democracia solo
cobra pleno sentido allí donde la clase obrera
es dueña de los medios de producción
(democracia popular).

El centro de la cuestión es la relación entre


gobernantes y gobernados; la distinción
fundamental que todo colectivo social genera
en su propio seno; el eje sobre el cual
báscula toda sociedad política. Y de ahí,
también, la permanente paradoja que en
cualquier comunidad encierra la relación
entre unos y otros: organizar un poder y,
habiéndolo estructurado, arbitrar los medios
para controlarlo, dada su incontenible
tendencia a adquirir cada vez mayor
autonomía, escapando progresivamente a

243
los frenos que puedan oponérsele. Así las
cosas, y en un sentido amplio de la
acepción, un régimen político es,
precisamente, el modo como se presenta
esa distinción entre gobernados y
gobernantes en el marco de una colectividad.

B. GOBERNANTES Y GOBERNADOS: EL
PUNTO DE PARTIDA

La historia política de la humanidad viene a


confundirse con la sucesión de los distintos
modelos de dominación que desde tiempo
inmemorial unos hombres han ido
imponiendo a otros. Desde el mismo
momento en que surge el poder, se da,
lógicamente, una división automática entre
gobernantes y gobernados. Aparece así la
división de la comunidad entre aquel o
aquellos que disponen del dominio y los que
se someten, de grado o por fuerza, al criterio
de los que gobiernan. La existencia del poder
se hace, pues, realidad al encarnarse en
una persona o en una institución, En ambos
casos, ya sea poder personalizado o poder
institucionalizado, su efecto (capacidad de
imponerse coactivamente) es el mismo, si
bien la forma que adopte puede ser muy
diferente: legitimado por los gobernados
mediante su consentimiento (democracia);
apoyado o ejercido en interés de un sector
minoritario (oligarquía) o asumido por una
sola persona (monocracia).

244
Conseguir una organización acabada en el
ejercicio del poder, con órganos adecuados,
distribución de funciones y articulación de
controles, constituye el objetivo de todo
régimen político. Este vendrá dado entonces
por la forma concreta de organizar el poder
dentro de un territorio o, si se prefiere por el
modo como se distinguen y se relacionan
gobernantes y gobernados.

¿Cuales son los òrganos de un régimen


político? Toda vez que las comunidades
políticamente organizadas fueron
adquiriendo cierto grado de evolución, su
gobierno iría diferenciando distintas áreas o
modos de operar en la dirección de los
asuntos públicos: una función de crear las
normas de convivencia (leyes); otra, para
ejecutar esas normas y hacerlas cumplir
(capacidad ejecutiva o poder coactivo), y una
tercera para dirimir los conflictos, de acuerdo
con aquellas normas, entre los intereses
contrapuestos dentro de la comunidad. Esas
tres grandes funciones dieron lugar a su vez
a otros tantos órganos; el poder legislativo o
parlamento, el poder ejecutivo o gobierno, y
el poder judicial o tribunales de justicia. (2)
(2)
" En cada Estado hay tres clases de poderes: la
potestad legislativa, la potestad ejecutiva de las cosas
pertenecientes al derecho de gentes, y la potestad
ejecutiva de aquellas que caen bajo la jurisdicción del
derecho civil. Merced al primero, el príncipe o magistrado
hace las leyes, bien sea para cierto tiempo, bien para
245
Delimitadas las áreas del poder político y sus
órganos, cabe entonces preguntarse ¿como
se configuran? La historia ofrece muchos y
variados ejemplos, mencionaremos los dos
más próximos: la autocracia, es un régimen
político que deriva de la desaparecida
monarquía absoluta, en el que el gobernante
ejerce un poder absoluto, asumiendo todas
las funciones ejerciéndolas
unipersonalmente, no reconociendo límite
alguno, pues su voluntad es la suprema ley;
la democracia, que confiere cada una de
aquellas funciones a órganos distintos,
formados por personas y procedimientos
diferentes. En la actualidad, esta última es la
formula de configuración más comúnmente
aceptada, aunque no la más fielmente
cumplida, cuyas características básicas son
la formación de parlamentos por sufragio, la
separación en grados diversos entre el
legislativo y el gobierno, y la existencia de
jueces independientes de los dos poderes
anteriores.

siempre, y corrige o deroga las que están en vigor.


Gracias al segundo, hace la paz o la guerra, envia o recibe
embajadores, establece la seguridad y previene las
invasiones. Por el tercero , castiga los crímenes o dirime
los litigios de los particulares. Este último se llamará
poder castiga los crímenes o dirime los litigios de los
particulares. Este último se llamará poder judicial, en tanto
que el otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado"
(MONTESQUIEU: El Espíritu de las leyes, 1748)
246
Sin embargo, es claro que no basta con
separarlos; es preciso establecer unos
controles, tanto entre gobernantes y
gobernados como entre los distintos
órganos. A este respecto, la organización de
consultas electorales periódicas es el más
sobresaliente ( de los controles), aunque no
el único.

De la combinación de estos factores resulta


el régimen político, y de las distintas
variantes que una u otra combinación
pueden producir surgen los diferentes tipos.
De su comparación obtendremos una
tipología que, aún siendo relativa, nos
permitirá conocer las formas de organizar
políticamente la comunidad.

C. PLURALIDAD DE CRITERIOS Y
DIVERSIDAD DE TIPOS

Varios son los criterios que podemos


manejar para establecer una tipología de los
regímenes políticos y proceder a su estudio
comparado. Tomando como punto de
referencia la existencia o no de procesos
electorales, comprobaremos el carácter
representativo, en mayor o menor grado, de
aquellos que periódicamente organizan la
renovación de sus órganos, frente a aquellos

247
otros que carecen de tal mecanismo.(3) Los
primeros en la participación de los

(3)
Sistemas Electorales

Sistema · Generalmente uninominal: se vota a un


Mayoritario solo candidato
· El país se divide en circunscripciones
electorales (Espacio geográfico dentro del
cual se vota y al cual se adjudican
escaños)
· Este sistema reduce consideramente el
número de partidos en el parlamento, con
lo cual muchas opciones con porcentajes
de votos relativamente importantes no
obtienen escaños.
· Hay dos tipos: Mayoritario puro (resulta
elegido el candidato mas votado por
mayoría relativa) y mayoritario de dos
vueltas (en primera convocatoria, para
obtener el escaño se exige un mínimo de
votos normalmente mayoría absoluta, mitad
más uno, etc. En caso contrario, se realiza
una segunda convocatoria en la que
resultará elegido el candidato más votado
entre dos opciones o simplemente por
mayoría relativa entre los candidatos).
Sistemas · Generalmente plurinominal: se vota listas
Proporcion de partidos o coaliciones electorales.
al · El reparto de escaños se realiza a nivel
nacional (no circunscirpciones)
· Las opciones políticas tienen una
representación parlamentaria proporcional
al número de votos obtenidos (puede haber
ciertos límites mínimos como cifra
repartidora por ejemplo)
· El parlamento resultante suele reproducir
finalmente el espectro político nacional, no
impidiendo el multipartidismo.
Sistemas · Combinación de aspectos de los
Mixtos sistemas anteriores
· Pretende evitar radicales injusticias del
sistema mayoritario y eludir también
las exageraciones del muiltipartidismo.

248
gobernados para nombrar a los gobernantes,
mientras que los segundos nos sitúan ante
regímenes dictatoriales. entre los que tienen
su fundamento en el sufragio algunos
presentan determinadas limitaciones: así, por
ejemplo, los hay que excluyen a ciertos
partidos o ideologías de la lucha electoral, y
otros dejan fuera del control periódico de las
urnas a instituciones concretas, como es el
caso de las monarquías, que, con su
carácter hereditario, no están sujetas a la
sanción electoral periódica.

De acuerdo con el número de partidos, se


pueden clasificar en: regímenes de partido
único, bipartidistas y multipartidistas. Los
primeros, característicos del fascismo y
algunas formas de gobierno de países
latinoamericanos (México y Cuba). Pero
tanto en el bipartidismo como en el
multipartidismo puede haber elementos
correctores que suponen una limitación de la
actividad política sancionada por la ley; en
otros casos, sin haber una expresa
prohibición, se limitan las opciones
encauzando al electorado hacia el llamado
voto útil, en beneficio de los partidos
mayoritarios.

La existencia de frenos que limitan la


actuación del poder es, por otra parte, una
categoría diferenciadora que separa a unos
regímenes de otros. Estos límites pueden

249
ser institucionalizados, cuando proceden de
la propia Constitución; pero también el
respeto a la opinión pública y a la libre
organización de los ciudadanos en
asociaciones para la defensa de sus
intereses constituyen otras tantas
limitaciones. Otra restricción lo constituye la
coexistencia del poder central con otros
poderes locales, originados por un proceso
descentralizador, o bien por la organización
federal del Estado.

Desde un punto de vista político-


institucional, que combina aspectos
dinámicos (el proceso político) y también
estáticos (mecanismos jurídicos-
institucionales) podemos establecer una
clasificación a partir del grado de mutua
influencia, interdependencia o separación
entre el Parlamento y el Ejecutivo.
Combinando este enfoque con la forma de
nombramiento o elección de los órganos se
obtendrá una tipología, que distingue los
siguientes regímenes: presidencial (elección
del presidente y separación de poderes);
parlamento (gobierno apoyado en una
mayoría parlamentaria y colaboración de
poderes); convencional o directorial
(predominio absoluto del parlamento). Este
último, dado su carácter atípico, en realidad,
solo cuenta con un ejemplo SUIZA, por lo
que se tiene una variante del
parlamentarismo, el parlamentario corregido.

250
Finalmente y en relación con las grandes
áreas internacionales,los regimenes se
pueden clasificar en: democracias liberales
(Con economía de mercado ) y democracias
socialistas ( de algunos estados europeos
por ejemplo ).

D. CONSTITUCIÓN FRENTE A LA
ARBITRARIEDAD DEL PODER.

El Objetivo que se propone todo aquel que


aborda el estudio de un régimen político es,
en ultima instancia, conocer las claves del
poder. ¿Cómo se organiza? ¿Cuáles son
sus características esenciales?. La frecuente
distancia entre el Derecho y más
concretamente el Derecho Público (el que
tiene por objeto regular el orden general del
estado y sus relaciones), y la realidad social
sobre la que opera hace que sea difícil
apropiarse del objeto - la realidad del poder -
y condiciona el entendimiento del fenómeno
en cuestión .

El hombre vive, desde su constitución en


comunidades políticas en una permanente
paradoja: tiende a organizar un poder y, una
vez constituido, se esfuerza por oponerle
toda suerte de controles, por cuanto el poder
muestra siempre una inclinación irresistible

251
a adquirir cada vez mayor autonomía,
escapando en forma creciente a los controles
que se le ponen. La Criatura, el Estado, se
impone, pues, finalmente a sus creadores.

La Constitución es en principio, el
instrumento mediante el cual el poder se
somete al Derecho. Dicho de otro modo :
gracias a ella el poder deja de ser arbitrario
en cuanto que se objetiva en esa Ley
Fundamental. Taxativamente, la declaración
de Derechos del Hombre y del Ciudadano
(1789) decía en su artículo XVI: “Toda
Sociedad en la que no este asegurada la
garantía de los derechos, ni determinada la
separación de poderes, no tiene
constitución“.

Esta afirmación se ha convertido desde


entonces en la piedra angular del moderno
Constitucionalismo, y es la clave de la radical
división entre regímenes democráticos y
autoritarios

Actualmente el principio de separación de


poderes es sin duda más formal que real. En
el régimen presidencial, cuando el partido del
Presidente es también el mayoritario en el
Parlamento, esta división resulta bastante
ficticia, lo cual suele ser por otra parte, harto
frecuente. Del mismo modo en el régimen
parlamentario de nuestros días no se da tal
separación ya que el gobierno sale de la

252
mayoría del Parlamento, en la que se apoya.
De hecho, la división de poderes solo se
produce en el momento de la pérdida de
aquella mayoría y, por tanto, del apoyo
parlamentario. Tan pronto como se
recompone la mayoria y se forma el nuevo
Gabinete, la identidad, que no la separación
de poderes, será una realidad. Esta peculiar
situación se ve reforzada por cuanto el
presidente de la Camara, que dispone de
poderes notables, también pertenece a la
Mayoria.

Desde esta perspectiva, es necesario


concluir que los supuestos controles que
limitan el poder han caído, cuando menos en
desuso, y en cualquier caso han perdido
gran parte de su fuerza original. La sociedad
moderna deberá por consiguiente arbitrar
nuevos mecanismos si quiere garantizar el
respeto que los poderes públicos deben
tener para con la comunidad; al tiempo,
habrá de sacar todo el partido posible a los
instrumentos con que se cuenta en la
actualidad: prensa, asociaciones ciudadanas,
partidos políticos e instituciones territoriales,
sociales, etc. Sólo así será factible articular
un nuevo proyecto de limitación del poder y
adecuar a la nueva realidad el viejo principio
de la división de poderes mediante el
establecimiento de unos controles efectivos.

253
E. PARTIDOS Y SISTEMAS POLITICOS

El análisis de los regímenes políticos tiene


que centrarse necesariamente en la
observación de las relaciones entre los
poderes ejecutivo y legislativo, habida cuenta
de un hecho capital que tiende a
generalizarse cada vez más: y es que el
órgano representativo por excelencia - el
parlamento - ocupa hoy un lugar secundario
desplazado por las crecientes atribuciones
del Ejecutivo. Pero el estudio de los
regímenes políticos quedaría incompleto si,
junto a estas dos instituciones, del poder, no
consideramos el papel desempeñado
simultáneamente por los partidos y los
sistemas electorales.

El régimen de los partidos es un fenómeno


complejo, ya que en el intervienen sectores
de distinto signo y fuerza variable. En los
regímenes pluralistas el multipartidismo
viene a ser, el estado natural; sin embargo,
la larga experiencia acumulada primero con
el sufragio censitario (aquel en que se
reserva el derecho de voto para los
ciudadanos que reúnen ciertas condiciones
económicas - renta anual, posesione
agrarias , tributación , etc. Tipo de sufragio
restringido anterior al actual, que es
universal), luego con la elección indirecta,
hasta llegar al momento actual, en que
domina el sufragio universal directo, ha

254
llevado a la creación de técnicas - los
sistemas electorales - que corrigen aquel
estado natural, plural, de la opinión pública,
reduciéndolo en un gran número de casos a
dos opciones importantes que, aceptando el
modelo de sociedad en su conjunto ofrecen
variaciones de tono menor en el orden
práctico.

Hay una tendencia creciente a la


consecución de mayorías parlamentarias lo
más homogéneas posibles, y a tal fin se
utilizan las técnicas electorales más
complejas. Desde la implantación del
sufragio como instrumento de formación de
las cámaras representativas, dos han sido
las corrientes principales para conseguir tal
objetivo, por más que los criterios
inspiradores de una y otra tienen una
finalidad bien diferente: mientras que los
defensores del Sistema mayoritario
pretenden la formación de un parlamento con
pocos partidos políticos y mayorías
relativamente claras y estables, los
partidarios del Sistema proporcional
sacrifican los fines anteriores en aras de una
cámara que sea fiel reflejo de las
inclinaciones político-ideológicas del
electorado.

En la cámara elegida proporcionalmente


tienen asiento la mayoría de los grupos que
la sociedad produce de forma natural, en la

255
elegida mediante criterios mayoritarios solo
consiguen escaños dos o tres de estas
agrupaciones políticas, quedando sin
representación el resto de las opciones. En
la proporcional, multipartidista, es muy difícil
que un partido consiga la mayoría absoluta, y
lo más frecuente es que las fuerzas estén
muy repartidas, por lo que será preciso llegar
a pactos para formar una mayoría de la que
salga el equipo gubernamental. La
estabilidad y duración de éste vendrán
predeterminadas por el grado de
“naturalidad“ o “artificiosidad“ de dicho pacto:
las coaliciones de derecha, o izquierda,
serán siempre más naturales que las del
centro-derecha o centro - izquierda, y éstas
más que las formados por partidos muy
distantes en el abanico político.
Lógicamente, cuanto mayor sea la distancia
entre los partidos de una coalición ocasional
más fácil será que éste se rompa y, en
consecuencia, que arrastre consigo al
Gobierno que apoyaba.

Por el contrario, un Parlamento formado por


el sistema mayoritario dará solo cabida a dos
o tres opciones políticas - bipartidismo puro o
imperfecto -, las de mayor implantación o
potencial económico, quedando el resto - las
minoritarias del Sistema proporcional sin
representación en la cámara. Es fácil, que
alguna de ellas obtenga la mayoría absoluta
de los escaños o, al menos, la suficiente

256
para, en alianza con la tercera fuerza
política, poder gobernar. En este caso el
Parlamento no recoge la representación de
todas las opciones existentes, pero si, en
cambio, ofrece una estabilidad de
gubernamental muy superior a la que se da
generalmente en el multipartidismo.

SISTEMAS DE PARTIDOS POLITICO

Partido · Modelo adecuado a la dictadura


Unico · Frecuente opción como Salida
de procesos revolucionarios.

Bipartidis · consecuencia de la
mo sedementación de largos
procesos históricos (USA, Reino
Unido).
· Consecuencia (artificial)
de sistemas electorales
mayoristas puros.

Multiparti · Presencia de varios partidos.


dismo · sociedad con fuertes tensiones.
· Riqueza ideológica. Gran
debate.
· Ausencia (en general) de un
partido con mayoría absoluta.

257
F. QUIEBRA DEL ORDEN SOCIAL Y
DICTADURA

¿Donde radica el origen del poder ? ¿Quien


lo legitima ? En líneas generales, tres son las
respuestas posibles: la autoridad se legitima
por la voluntad divina, por la tradición o por la
propia colectividad. Estas tres fuentes, si
dejamos a un lado las posibles
combinaciones y matices, legitimaron
distintas formas de gobierno. Solo la
dictadura prescinde de ese fundamento
legitimador, imponiéndose por la exclusiva
voluntad del dictador que detenta el poder.

¿Cual es el origen de la dictadura?. Las


causas que dan lugar a los regímenes
dictatoriales son múltiples, sin embargo, es
posible fijar su nacimiento en torno a dos
momentos: en los inicios de una comunidad
en la que la ausencia de instituciones
pueden dar lugar a la aparición de personas
o sectores con afanes monopolizadores, o en
el supuesto, más frecuente hoy día, en que
una comunidad política ya formada entra en
crisis, poniendo en peligro la estructura de
poder político - económico existente. Esta
quiebra del orden social vigente produce de
forma inmediata la inestabilidad del sistema
y, en consecuencia, abre las puertas a su
desaparición. En este sentido, la salida a tal
situación, mediante la cual surge la

258
dictadura, vendrá explicada de dos maneras
distintas, aunque en algunas medida
coincidentes. En unos casos será la defensa
del orden social, bien aplicando los
mecanismos constitucionales de excepción,
es decir, estableciendo una dictadura
constitucional y, por tanto, limitada y dirigida
a restaurar el modelo amenazado; o bien
dejando en suspenso la legalidad para, por
medio de la dictadura anticonstitucional,
preservar la hegemonía y el dominio de la
clase o sector amenazados por la crisis. En
otros casos, y desde la posición contraria,
esto es, al margen de los cauces
constitucionales, de lo que se trata es de
poner fin al orden establecido, instaurando la
dictatura al servicio de nuevos intereses y
proyectos.

Las diferencias básicas entre la dictadura


constitucional y la extraconstitucional, no
legítima en origen, estriban en que mientras
la primera es legal, la segunda no lo es; y en
que si una nace con un límite temporal y
finalista (vuelta a la normalidad anterior), la
otra no tienen más emplazamientos que la
absoluta voluntad del nuevo poder. Tanto
esta última como aquella que surge en
defensa de un orden social en crisis, y para
ello suspende la legalidad estatuida, pueden
convertirse en regímenes constitucionales,
con un ordenamiento jurídico que regula los

259
procedimientos y le confiere estabilidad
aunque ello no signifique necesariamente
que sean democráticos.

Cabe reseñar algunos de los regímenes


dictatoriales mas frecuentes, que en
ocasiones pueden llegar a confundirse, bien
por su objeto o por el componente humano
que los sustentan. Estos son: la dictadura
personal, las dictaduras desarrollistas y las
oligárquicas. Es la primera, el gobierno está
al servicio de unos intereses unipersonales o
familiares, y estos se apoyan en una cerrada
organización policial, burocrática y militar.
Las desarrollistas siempre de base
militarista, aunque dirigidas indistintamente
por militares o civiles, pretenden alcanzar un
desarrollo económico mediante un rígido
control de la economía, de las fuerzas
productivas y del aparato político, y a su vez
pueden contar con una base popular.

Por último, las oligárquicas frecuentes en


sociedades débilmente integradas o con
predominio étnico o económico de un sector
de la población, suelen caracterizarse por el
apoyo institucional que les confiere el
presidencialismo, y en ellas se produce
frecuentemente una identidad entre
oligarquía y fuerzas armadas.

260
G. REGIMEN PARLAMENTARIO

El régimen parlamentario se estructura de


acuerdo con una interpretación de la teoría
de la división de poderes, según la cual la
articulación de las funciones del estado
(legislar, ejecutar, juzgar) se hace de forma
que, depositadas en órganos diferentes,
estén en estrecha colaboración. El sistema
funciona, pues, gracias al concurso de los
tres poderes, que, sin llegar a confundirse,
están íntimamente relacionados. Dos de
ellos, el legislativo y el Ejecutivo, realizan la
labor más dinámica, mientras que el poder
judicial permanece ajeno al quehacer político
inmediato y limita su actuación a dirigir los
conflictos y a aplicar e interpretar las normas.
La esencia del régimen parlamentario
radicará, por consiguiente, en el modo como
están establecidas las relaciones entre esos
poderes, sobre todo entre el Ejecutivo y el
Legislativo.

El Parlamento nace de la voluntad popular,


encausa la soberanía y, por tanto es el
órgano de representación. En su seno se
reproduce, más o menos fielmente, según
los sistemas electorales, los distintos
segmentos de opinión resultantes de la
libertad, de pensamientos, de expresión y de
asociación. Y el Gobierno, con su Presidente
al frente, surge de la mayoría parlamentaria,
pues debe de ser investido una vez que

261
presenta su programa; investidura que solo
se obtiene si se dispone de un apoyo
mayoritario en el parlamento. Teóricamente,
el regimen parlamentario parte del supuesto
de que ambos poderes son iguales; que el
equilibrio entre uno y otro es máximo, por
cuanto los dos disponen de los medios
necesarios para contrarrestarse; en
definitiva, que el sistema funciona merced a
una serie de mutuos controles, que operan a
modo de frenos y contrapesos. Así las cosas,
las relaciones entre Gobierno y Parlamento
tendrían que ser colaboración, por, más que
ésta se manifieste en ocasiones
negativamente a través de la crítica e incluso
de la renovación de cualquiera de ellos. Pero
en la práctica no siempre ha sido así, y el
régimen parlamentario se ha visto sometido
a un movimiento pendular. Hasta la tercera
década del SXX, los parlamentos
predominaron sobre gobiernos frágiles;
desde entonces hasta nuestros días la
balanza se ha ido inclinando del lado del
Ejecutivo (varias épocas en diferentes
países).

Es el régimen parlamentario la organización


de las relaciones entre los poderes ejecutivo
y legislativo se articula de la siguiente
manera:

(1) El parlamento inviste al Gobierno y a su


Presidente, que se presenta ante él para

262
exponer su programa. El Jefe del
Gabinete, por lo general líder de la
mayoría, suele escoger a sus ministros
entre los parlamentarios, aunque puede
no hacerlo así.

(2) Tanto el gobierno como el Parlamento


disponen de iniciativa legislativa. El
primero propone proyectos de ley, y el
segundo proposiciones de ley, (4 ) que
habrán de ser discutidos y aprobados por
votación, según el procedimientos y las
mayorías requeridas en cada caso por la
Constitución o el reglamento interno de
la Cámara.

(3) El gobierno elabora el Presupuesto anual


del Estado, y el Parlamento lo aprueba,
con o sin enmienda, o lo rechaza.

(4) El gobierno dirige la política nacional e


internacional, de acuerdo con su
programa, mientras que el Parlamento
tiene la facultad de controlarlo a través

(4 )
Proyecto de Ley: denominación que reciben los textos
legales que el Gobierno (iniciativa legislativa del Ejecutivo)
presenta a las cámaras(o Congreso); una vez tomados en
consideración por el Pleno, y tras trámites reglamentarios,
llegarán a convertirse en leyes.
Proposición de ley: textos articulados que, originados en el
Congreso(iniciativa legislativa del Parlamento), se tramitarán,
si son aceptados por el Pleno hasta su forma definitiva como
LEY.
263
de preguntas, interpelaciones, mociones,
etc.

(5) El gobierno disuelve el Parlamento y este


a su vez puede hacer dirimir al Gabinete.
Estos casos están sujetos a un
procedimiento que recoge la
Constitución, para sustraerlos al mero
capricho o conveniencia momentánea.

De ellos se desprende que el régimen


parlamentario pretende, a través de
determinados controles, evitar un ejercicio
arbitrario del poder, al tiempo que facilita una
comunicación permanente entre dos centros
capitales de decisión, quedando en la base
del sistema el electorado como depositario
de la última palabra en las elecciones. Este
esquema puede ser alterado por diversas
circunstancias: el sistema electoral y el de
partidos, la influencia real de la opinión
pública, etc, actúan de diferente modo sobre
él.

H. REGIMEN PRESIDENCIAL

Si el régimen parlamentario institucionaliza


unos cauces de comunicación y acción
recíprocas entre Gobierno y parlamento, el
régimen presidencial los separa y no
establece esos mecanismos de relación
mutua. Generalmente, un estudio a fondo de
este modelo solo puede realizarse a partir de

264
su prototipo, LOS ESTADOS UNIDOS, pues
aunque en la actualidad hay casi un centenar
de regímenes presidencialistas, lo cierto es
que la mayor parte son más que una
apariencia bajo la que se oculta un poder
personalizado, de base oligárquica o similar
y no sujeto a controles democráticos. En este
sentido se ha llegado a afirmar que este tipo
de régimen político está tan ligado a las
instituciones norteamericanas, que cabría
preguntarse si los EEUU no constituyen su
modelo y único ejemplo auténtico.

El presidente, elegido por sufragio, directo o


indirecto según los casos, representa la
voluntad popular del mismo modo que el
parlamento. Este hecho fortalece
políticamente al ejecutivo que, dado su
origen, no tiene por qué someterse a la
voluntad de los parlamentarios. Se trata,
pues, de dos órganos con idéntica
legitimidad, lo que supone al menos
teóricamente, que no existe supremacía de
uno sobre otro. Carecen de cauces
institucionales de comunicación, o si los hay,
son muy débiles; tampoco disponen de
instrumentos ordinarios para resolver las
crisis políticas que puedan surgir como
consecuencia de mutuos enfrentamientos,
sobre todo en el caso de que el partido del
Presidente no fuera mayoritario.

265
El presidencialismo no cuenta, por tanto con
los recursos de que está asistido el régimen
parlamentario: caída del Gobierno o
disolución del parlamento y convocatoria de
nuevas elecciones. Ante situaciones como
esta, el régimen presidencial puede abrir
entonces las puertas a soluciones
extraconstitucionales. De ahí que, si
exceptuamos el caso de las sociedades
homogéneas y que hayan asumido
claramente un comportamiento democrático
en momentos difíciles, o el de aquellos en las
que las clases dirigentes estén dispuestas a
pactar salidas pacificas a las crisis, lo normal
sea que casi siempre se de una intervención
militar. un enfrentamiento civil, o ambas
cosas a la vez, es decir, el golpe de estado.

Sin embargo, el regimen presidencial, y


sobre todo en los países de tradición
democrática, se ha dotado de varios
instrumentos para paliar esas carencias. Asi
por ejemplo, un conocimiento constante del
estado de la opinión publica es hoy una
necesidad de todos los gobernantes, y más
aún en los regímenes presidencialistas. El
perfeccionamiento conseguido por los
sistemas de encuesta es tal, que en todo
momento puede conocerse con exactitud el
porcentaje de población que está a favor o
en contra de una política o de una institución,
y dentro de este tanto por ciento, cual es a
su vez el de las distintas ideologías,

266
creencias religiosas, razas, sexos, ingresos,
edades, etc. Sólo así se podrán introducir las
correciones pertinentes para recuperar,
dentro de lo políticamente posible, los
segmentos de población no vinculados a tal
o cual opción. Pero este importante y eficaz
instrumento, que puede inducir al Presidente
o al Parlamento a ceder frente a su contrario,
requiere evidentemente unos costosos
medios y, tambintrario, requiere
evidentemente unos costosos medios y,
también cierto tipo de sociedad que reuna
condiciones mínimas imprescindibles de
alfabetización, concentración de habitat, nivel
de vida, libertad de expresión, etc.

El presidente ejerce un auténtico liderazgo


personal, ya que al mismo tiempo que
acumula varias jefaturas: la del Estado, la del
Gobierno, la del Partido a que pertenece, la
del las Fuerzas Armadas- esta ligado a la
población no solo por el voto, sino por los
mecanismos que hoy en día posibilitan un
contacto directo y permanente con la opinión
pública, como las ruedas de prensa y las
intervenciones radiotelevisivas, que resultan
más inaccesibles al Parlamento por su
composición plural, y que, obviamente, son
inncesarios en los casos de partido único,
donde el presidencialismo, la más de las
veces, oculta bajo sus formas la dictadura.

267
El Congreso en el régimen presidencialista
norteamericano, está representado por un
Parlamento bicameral: una cámara popular,
la de Representantes; y, otra de los Estados,
el Senado. La existencia de estas dos
cámaras es el resultado del acuerdo al que
se llegó entre las posiciones encontradas
representadas por los dos proyectos
estatales que se elaboran con la
independencia: la Cámara popular recogía
los deseos de los partidarios de la
integración en tanto que el Senado venía a
constituir la garantía del respeto de las
peculiaridades estatales y protegía los
derechos de los Estados miembros de la
Federación frente a los posibles abusos del
poder central.

Asi, vemos que la Constitución


norteamericana, que establece un poder
ejecutivo unipersonal, confiere, en cambio, el
legislativo a dos Cámaras, ambas elegidas
por sufragio universal, pero de duración
diferente: la de Representantes se elige en
bloque cada dos años, y en el Senado sus
miembros los son por seis, si bien se
renuevan por tercios cada dos, lo que lo
convierte en una Cámara permanente. Y
aquí surge la paradoja y, en consecuencia, la
explicación del papel predominante del
Senado: mientras que la Cámara de
Representantes, al igual que el Presidente, lo
es del conjunto de la población de los

268
Estados Unidos, el Senado representaría, al
menos formalmente, los intereses de los
Estados.

Sin embargo, la Cámara de Representantes


ha pasado a ser la más localista, la más
provinciana, ya que sus miembros, al
someterse a reelección en períodos tan
breves, se ven condicionados por la
servidumbre de tener que responder
directamente a los intereses locales de sus
electores. Por el contrario, el carácter
permanente del Senado y el más dilatado
mandato de los Senadores ponen a su
disposición los medios para plantear una
política nacional menos sujeta a las
necesidades electorales inmediatas. Si a
esto añadimos que le corresponde aprobar
los nombramientos presidenciales y la
política exterior, es fácil comprender su
creciente importancia en detrimento de la
Cámara de Representantes.

El trabajo en Comisiones, procedimiento que


hoy es habitual en todos los Parlamentos,
tuvo en el Congreso norteamericano su
primer cultivador; y constituye todavía, por su
número y la importancia de alguna de ellas,
un elemento clave de la actuación
parlamentaria. A este respecto, interesa
destacar las Comisiones de Investigación o
Encuesta -verdaderos instrumentos de
Control Ejecutivo, de la Administración y,

269
eventualmente de los parlamentarios-, cuya
repercusión sobre la opinión publica está
fuera de duda. Pero también desempeñan
esta Comisiones una función nada
desdeñable: y es que a través de ellas el
Ejecutivo ha encontrado una formula de
comunicación con el congreso, pues los
secretarios (Ministros) tienen acceso al
trabajo de las comisiones, aunque no a las
sesiones plenarias, debido a la separación
de poderes establecida en la constitución.

Otra institución parlamentaria es el LOBBY


(pasillo), que representa los intereses de los
grupos de presión, y cuya actividad, regulada
legalmente, se realiza en los aledaños del
Salón de Sesiones. Su cometido es ganar a
los parlamentarios para las causas que
defienden, que no siempre son privadas. En
efecto, como consecuencia de la separación
de poderes, el propio jefe del ejecutivo en
ocasiones envía a las Cámaras a algunos
de sus funcionarios, que actúan como tal
lobby.

I. MAS ALLA DEL MODELO : CRISIS Y


DOMINIO OLIGARQUICO

El modelo presidencialista norteamericano se


ha reproducido en un buen número de
países, sobre todo de su área de influencia
continental. Y si no totalmente, al menos en
algún aspecto parcial y con determinadas

270
variantes según los casos- elección directa
del Presidente, creación de Tribunales,
establecimiento del Sistema federal y del
bicaramelismo a que dió lugar - su influjo se
ha dejado sentir tanto en Europa como en
África y Asia. Pero donde realmente ha
obtenido carta de naturaleza es en gran
parte de América Latina, en cuyos Estados
pueden hallarse una serie de características
comunes que explican la adopción de ese
modelo y, más aún, las razones de su
permanente crisis.

Varios son en efecto, los rasgos distintivos


que caracterizan a las repúblicas
latinoamericanas, y todos ellos políticos,
unos, socioeconómicos, otros hunden sus
raíces en el pasado colonial. Por un lado,
está el virreinato, modelo de dominación
impuesto por las metrópolis y fiel reflejo de
sus monarquías absolutas, en el que sin
duda se inspiraron las clases dirigentes que
capitanearon las independencias
respectivas; atraídas por el régimen
norteamericano, no es aventurado afirmar
que vieron en el Presidente una moderna
versión del virrey. Por otro lado, no se puede
pasar por alto su complejidad étnica y su
peculiar estructura económica, cuyos efectos
llegan hasta nuestros días. En efecto,
contrasta la importancia numérica de la
población india y mestiza, a las que luego se
vinieron a añadir negros, mulatos, y

271
asiáticos, con su marginación económica y
social, consecuencia de la dominación a que
se vieron sometidos por la minoría rectora
criolla. Así mismo, una economía basada
en las materias primas y una agricultura
frecuentemente monocultivadora, en manos
de grandes propietarios y sujeta a unas
relaciones de intercambio desiguales,
constituía el marco que hizo posible el
dominio de unas pocas familias, al tiempo
que explica la dependencia internacional de
estas repúblicas.

Una estructura social y económica como ésta


tenía que conducir al caciquismo, a la
manipulación política y al secuestro de la
voluntad popular por un reducido numero de
personas, familias o clanes. De ahí, pues,
que en tales condiciones la implantación de
un régimen tan complejo como el
presidencial no se pudiera realizar sin caer
en desviaciones que acabarían haciéndolo
derivar hacia formas autoritarias, cuando no
autocráticas o dictatoriales. En primer lugar,
porque estas sociedades carecen de
tradición democrática, lo que resulta a todas
luces imprescindible para un buen
funcionamiento de este sistema, que en gran
medida tiene sus controles en la opinión
publica. En segundo lugar, porque al ser
esta misma opinión la que decide las salidas
de una crisis política, en regímenes donde no
se cuenta con ella o no esta bien articulada

272
termina siendo sustituida por los aparatos del
poder o por las clientelas políticas, y
entonces el golpe de Estado es la solución a
la que se suele llegar. Y, en tercer lugar,
porque el presidencialismo conlleva el
establecimiento de dos grandes centros de
decisión y poder, y uno de ellos, el Ejecutivo,
es unipersonal, lo que da paso en
sociedades no democráticas a la aparición o
reproducción del caudillaje en cualquiera de
sus modernas o antiguas formulaciones:
populismo, plesbiscitos, etc, es decir, a la
instauración de dictaduras. Por ello la historia
del presidencialismo, con la excepción de las
EEUU de NA y quizás de algún otro país, se
confunde con la historia de los
pronunciamientos y de los golpes de Estado.
Cabe poner en duda, sin embargo, que el
régimen parlamentario pudiera ofrecer
mejores resultados con respecto a la
democratización política, ya que el problema
de fondo radica en la estructura oligárquica.
Con todo, la elección del modelo
presidencial, mimetismos aparte, no se debe
al azar, sino más bien a las posibilidades que
brinda para el mantenimiento de una
determinada situación; y, sin duda, esta
función la cumple más adecuadamente que
el régimen parlamentario.

273
J. FRENOS Y RENOVACION:
PARLAMENTARISMO CORREGIDO

Durante el SXIX y principios del SXX el


régimen parlamentario vivió por lo general
una época de predominio de las Asambleas,
sobre todo en Europa y de modo especial en
Francia. Y ello por varias razones: la
juventud del modelo; la plena aceptación del
principio de que la soberanía popular reside
en el Parlamento; y la configuración del
sistema de partidos, por mas que todavía la
figura del parlamentario sin disciplina de voto
fuera bastante frecuente. Frente a estos
Parlamentos poderosos, los Gobiernos se
mostraban débiles y limitaban su acción al
cumplimiento de las directrices establecidas
por las Cámaras; de ahí que un
enfrentamiento con ellas se tradujera las más
de las veces en dimisión, dado que las
coaliciones ocasionales en que se apoyaban
se rompían fácilmente.

Una larga experiencia en este sentido llevó


a pensar que el régimen parlamentario era
sinónimo de crisis de gobierno y aún más,
que el parlamentarismo al uso podría acaba
con el Estado; tal fue, precisamente, la idea
que esgrimiría el fascismo para justificar su
intervención autoritaria. Por otra parte la
entrada de los representantes del pueblo en
los Parlamentos no hizo sino aumentar estos
recelos. En efecto, con la conquista del

274
sufragio universal los partidos obreros
comenzaron a romper la homogeneidad de
las Cámaras, y acabaron por suponer una
amenaza para la misma pervivencia de la
hegemonía gobernante. Al comenzar a
introducirse correctivos al régimen para darle
estabilidad, aparecen nuevas técnicas de
articulación del sufragio cuya finalidad no es
otra que crear mayorías sólidas, y se dota al
Ejecutivo de capacidad legislativa. En la
ultima postguerra esta tendencia se
consolida.

El Parlamentarismo corregido o frenado


implica, pues, un reforzamiento del ejecutivo
y facilita la formación de gobiernos estables,
al tiempo que supone una norma de poder
del legislativo. Por un lado, la elección por
sufragio universal del Presidente de la
República lo acerca de hecho al
presidencialismo; por otra parte, se fortalece
al jefe de gobierno en la medida en que se
hace difícil su caída, ya que toda moción de
censura ha de cumplir unos requisitos -
mayorías muy elevadas, presentación previa
de un candidato, o bien ambas cosas- que
con frecuencia se convierten en
impedimentos. Además, amplía
considerablemente la función legislativa del
gobierno bien a través de los proyectos de
ley o bien por medio de su capacidad
parlamentaria; a este respecto, el sistema
electoral mayoritario o el proporcional

275
corregido aseguran al gabinete la mayoría
parlamentaria necesaria para que no exista
más iniciativa legislativa que la suya, por lo
que no resultara fácil, que prospere una
proposición de Ley de la oposición. Por
último provoca una disminución del papel
político del Parlamento; ya que la mayoría se
ve reducida a apoyar al gobierno, mientras
que la oposición, minoritaria y con escasas
posibilidades de derribarlo mediante el voto
de censura se delimitara a criticar, preguntar
e interpelar, de acuerdo con las normas del
trabajo parlamentario establecido por la
Constitución y el reglamento de la Cámara
elaborado por ésta, pero aprobado según los
criterios de la mayoría.

K. SOBERANIA LIMITADA : ¿UNICA


SALIDA?

Una simple ojeada a la historia de las formas


políticas nos basta para percibir que
evolucionan con no poca lentitud; junto a
ciertos cambios de innegable importancia
perviven todavía modos y formas que ya se
daban sustancialmente hace varios siglos
cuando no provienen de la misma
antigüedad. A este respecto, contrasta, pues,
la aceleración histórica que en las últimas
décadas han experimentado la ciencia y la
tecnología con la permanencia en lo básico
de las estructuras del poder político, del
Estado en cuanto aparato de dominación o

276
como conjunto de instituciones mediante las
cuales una comunidad se procura una forma
concreta de existencia política. Esta
resistencia al cambio de los regímenes
políticos se han visto acrecentada
últimamente con la consolidación de una
política internacional basada en la existencia
de bloques, dotando de gran rigidez a las
estructuras internas de los distintos Estados
Nacionales.

La creciente interrelación entre las naciones


está produciendo, por otra parte, unos
efectos que no pueden dejar de
mencionarse: el mundo actual cada vez
moldeado por las medios de comunicación,
que condicionan las diferentes corrientes de
opinión; la dependencia económica va en
aumento y conduce al establecimiento de
políticas comunes frente a terceros países.
Esta estrecha vinculación, voluntaria unas
veces, ineludible otras, pone al descubierto
una nueva versión de la soberanía nacional.
En efecto, si bien todos los Estados se
siguen autotitulando soberanos, lo cierto es
que la realidad actual, que se traduce en una
mutua dependencia económica, política
militar y tecnológica, hace pensar que, pése
a las frases altisonantes, nos encontramos
en una etapa de soberanía compartida, o, si
se prefiere limitada.

277
20. ¿QUE ES UN ANALISIS POLITICO?

Por: Robert A. Dahl (°)

Nos guste o no, virtualmente nadie está


totalmente fuera del alcance de algún tipo de
sistema político. El ciudadano encuentra la
política en el gobierno de un país, un pueblo,
escuela, iglesia, firma comercial, sindicato,
club, partido político, asociación cívica y
muchas otras organizaciones. La política es
una realidad inevitable de la existencia
humana. Todos se hallan involucrados de
alguna manera, en algún momento, en algún
tipo de sistema político.

Si la política es ineludible, también lo son sus


consecuencias. En algún momento está
afirmación quizá pudo haberse descartado por
retórica, pero en la actualidad es una realidad
brutal y palpable. Pues si la humanidad ha de
explotar hecha añicos, o si podrá llegarse a
acuerdos políticos que permitan sobrevivir a
nuestra especie, lo están decidiendo ahora la
política y los políticos.

La respuesta a la pregunta ¿ Para qué


analizar la política ? es pues evidente.
Algunos quizá deseen estudiar política en una
forma independiente y contemplativa, pero
hay por cierto esferas más provechosas para

278
la medición pura. La mejor razón para
aumentar nuestra pericia en materia de
análisis político es la siguiente: nos ayuda a
comprender al mundo en que vivimos, realizar
opiniones más inteligentes entre alternativas a
que nos enfrentamos y ejercer influencia en
los cambios inherentes a todos los sistemas
políticos. Para actuar inteligentemente en
política se requiere que seleccionemos
cuidadosamente los objetivos y que logremos
la mayor cantidad de ellos al menor costo
posible.

CUATRO ORIENTACIONES

Para comprender y actuar inteligentemente, a


menudo formulamos una pregunta
fundamental que, por supuesto, varía de una
situación a otra. Frecuentemente esta
pregunta es más o menos la siguiente: ¿
Cómo podemos actuar a fin de llegar a un
mejor estado de cosas (para mí, mi familia,
mis negocios, mi partido, mi país, los débiles y
sufrientes, los fuertes y capaces, toda la
humanidad, etc.)? Más, para responder, hay
que hacer otra pregunta: ¿ Qué es lo que
sería un mejor estado de cosas ? De un
modo general, ¿ quién distingue lo mejor de lo
peor? Y aún debemos formular una tercera
pregunta: ¿Cómo se reproducen las cosas en
el mundo real ? Por ejemplo, si creemos que
la paz es mejor que la guerra y si deseamos

279
impedir las guerras, debemos hacer algo con
respecto a las causas de éstas.¿Pero cuáles
son las causas de las guerras?.

Las tres preguntas presuponen respuestas a


una cuarta, tan fundamental que a menudo se
da por sentada la contestación y no se
advierte siquiera que existe tal interrogante: ¿
Qué quiere significar con los términos clave
que uso, a las afirmaciones que hago? Por
ejemplo: ¿Cómo defino una guerra? ¿Cómo
la distingo de otras formas de violencia?

Cada una de las preguntas representa una


orientación diferente con respecto al mundo.
Al formular la primera, nos orientamos al
descubrimiento de una política; al hacer la
segunda, se busca descubrir normas, o
criterios, para juzgar políticas alternativas.
Con la tercera tratamos de descubrir
relaciones empíricas entre elementos del
mundo real; con la cuarta, procuramos
alcanzar el significado. Por consiguiente,
podemos hablar de una orientación política,
de una orientación semántica. Según cual
sea la cuestión que concentra la atención en
un momento dado en el análisis político, se
puede hablar de análisis de política, análisis
normativo, análisis empírico y análisis
semántico (al que a veces se alude como
analítica conceptual).

280
Orientación empírica

La mayor evidencia de análisis empírico se


presenta en las ciencia naturales, pero
también está presente en todas las ciencias
sociales y del comportamiento.

Los científicos procuran sistemáticamente


describir, explicar y predecir acontecimientos
dentro de su campo de investigación, tratan
de descubrir y describir relaciones
estadísticas, de probabilidad, funcionales y
causales entre acontecimientos, cosas y
personas. Ejemplos de proposiciones
empíricas aparentemente verdaderas son la
ley de la inercia de Galileo, que establece que,
librado a sí mismo, un cuerpo se moverá con
velocidad uniforme en una dirección; la
segunda ley de Newton, de que la fuerza es
igual a la masa por la aceleración, la ecuación
de Einstein e= mo2 y la ley de Boyle, de
compresibilidad de los gases. También lo son
estas proposiciones menos elegantes pero
importantes y probablemente ciertas: la
aspirina alivia el dolor, el tabaco provoca
cáncer de pulmón y los trabajadores, más que
las personas de clase media, tienden a votar
por partidos de izquierda.

Sin embargo, la orientación empírica no se


limita a la ciencia. Esta es simplemente, una
evolución más sistemática y refinada de una
orientación básica de cada persona. Ninguno

281
de nosotros podría continuar la vida cotidiana
sin una orientación empírica respecto del
mundo. toda acción que se realiza (incluso la
más simple, como cepillarse los dientes) está
ineludiblemente vinculada a creencias sobre la
naturaleza empírica del mundo. Estas
creencias pueden resultar falsas y a menudo
lo son. Lo que es verdadero para nuestra vida
diaria lo es también en las creencias científi-
cas. En general la validez de las
proposiciones empíricas (aún las "leyes de la
ciencia") depende cómo el hombre percibe e
interpreta el mundo. Por lo tanto, las
proposiciones empíricas pueden quedar
alteradas o ser refutadas a la luz de nuevas
observaciones, percepciones, experimentos e
interpretaciones. es importante, pues recordar
que cuando hablamos de una organización
empírica tenemos en mente un tipo de
pregunta implícita. La respuesta explícita (
creencia, proposición, ley científica o supuesto
empírico del sentido común) puede ser
errónea. "El Presidente Nixon fue removido
del cargo por un fallo condenatorio de
impugnación», es una declaración empírica,
ocurre que es falsa.

Orientación normativa

El análisis normativo característico de la


religión y la filosofía resulta particularmente
evidente en materias como la ética y la
filosofía política. Al igual que la orientación

282
empírica y normativa es una parte ineludible
de nuestros actos y creencias. Aún en los
aspectos más mundanos de la vida actuamos
en la creencia de que ciertas cosas son
mejores que otras. Incluso quien admitiera
que persigue sólo el propio interés, tendría
ciertas ideas sobre la naturaleza de su propio
interés. ¿Es la felicidad? ¿El dinero? ¿El
Poder? ¿Complacencia para consigo mismo?

Cuando una orientación normativa estimula


una búsqueda más sistemática del
conocimiento, con frecuencia trata de encon-
trar respuestas a preguntas como las
siguientes: ¿Qué queremos decir con "bueno"
y "mejor"? ¿Hay un único criterio óptimo para
juzgar lo bueno, como la felicidad, la libertad,
la igualdad o la justicia? Si no es así ¿Cómo
se relacionan estos varios bienes? ¿Sobre
qué base justificamos uno o más de estos
criterios de bondad? ¿Cómo podemos saber
lo que es bueno? ¿Nuestro conocimiento de
lo que es bueno es "objetivo" aproxi-
madamente en el mismo sentido en que el de
las ciencias naturales se considera "objetivo",
o es mucho más, o quizá totalmente
"subjetivo"? ¿Estamos obligados a buscar al
bien? ¿Por qué?.

Orientación política

El análisis de política realiza la búsqueda de


cursos de acción o actos que puedan cerrar

283
una parte de la brecha que hay entre un
estado actual de cosas y un posible futuro,
que sería mejor. Vemos que algo es
insatisfactorio, deseamos llegar a un estado
de cosas más necesarias y buscamos una
solución, una política que nos lleve de donde
estamos a donde queremos estar. Todos
realizamos esta búsqueda, ya se trate de
ropa, comidas, colegios o candidatos.

En esta época, el análisis sistemático político


lo realizan quienes detentan las políticas y su
personal de gobierno, firmas comerciales,
bancos y una gran cantidad de otras
organizaciones similares aunque en la
práctica no se trate de un análisis tan exigente
como requiere el pensamiento humano, pues
dicha actividad intelectual sistemática es
comparativamente nueva. A este respecto,
difiere del análisis empírico y del normativo,
que desde hace varios miles de años poseen
ese carácter.

La esencia de la orientación política es una


consideración de alternativas y sus
consecuencias. La conveniencia de adoptar
una política depende tanto de los objetivos en
mira (por ejemplo, la reducción del
desempleo) como de la naturaleza de la
situación específica. (¿La economía soporta
una inflación, o estancamiento, o recesión?)
Por lo tanto, en la práctica el análisis de
política sistemático refleja, a menudo, las

284
características especiales de una situación
concreta, los objetivos particulares y un
análisis empírico tomado de algún campo
especializado del conocimiento, como la
economía, la ciencia política, la medicina, etc.
En cuanto a la transformación de este análisis
en un campo especializado del conocimiento,
por el momento no se puede predecir satisfac-
toriamente.

Orientación semántica

El análisis semántico trata de aclarar el


significado, especialmente de conceptos clave
(por lo tanto, a veces se lo menciona como
análisis conceptual). El primer capítulo de este
libro, en el que tratamos de aclarar el
significado del término "política", y éste, en
que procuramos comprender el "análisis de
política", son ejemplos de análisis semántico.
En el capítulo siguiente, cuando exploremos el
significado de términos clave tales como
poder, influencia y autoridad, también nos
ocuparemos de un análisis del significado.

La aclaración del significado es un elemento


importante del análisis político, porque
muchos de los conceptos clave que en él se
utilizan no tienen una definición comúnmente
aceptada. Por ejemplo, democracia, libertad,
revolución, coerción, poder e igualdad son
términos notoriamente ambiguos. Su
significado varía incluso entre expertos

285
profesionales de la ciencia política y filósofica
de esta disciplina. Los intentos de aclarar
estos diferentes significados, o de especificar
uno en particular, no han dado por resultado
un acuerdo general.

COMO SE VINCULAN LAS CUATRO


ORIENTACIONES

A veces se dice que el análisis empírico trata


de proveer el conocimiento de lo que es; la
orientación normativa, de lo que debe ser; y la
orientación política, de cómo pasar de lo que
es a lo que debe ser. Esto es, quizá, tan
preciso como puede serlo cualquier afirmación
sucinta. Sin embargo, sería erróneo pensar
que cada una de las orientaciones busca
obtener conocimiento de un tipo
completamente independiente de los demás.

El análisis de política requiere la comprensión


de lo que es y de lo que debe ser. Es una
combinación específica que se aplica a
circunstancias concretas, tanto de análisis
empírico como de supuestos normativos. Se
juzgaría que una política es mala si se basara
en una comprensión falsa del mundo, de
modo que no condujera a los resultados
propuestos. Un ejemplo sería la elección de
una política que esté destinada a detener la
inflación, pero que, en la realidad, no tiene
efecto o incluso la agrava. También
juzgaríamos que una política es mala si

286
provocase lo que consideramos una
consecuencia mala, aún cuando fuese la
consecuencia propuesta. La política nazi de
exterminación de los judíos fue mala porque el
propio objetivo fue malo; los medios eficientes
de exterminación que utilizaron los nazis sólo
agravaron esa política.

Aunque es evidente que debemos considerar


por igual los fines y los medios al analizar
política, a veces se supone que el análisis
normativo trata sólo de los fines; y el análisis
empírico, solo de los medios. Como ya
hemos dado a entender, el inconveniente con
este concepto es que todo análisis normativo
presupone cierta creencia empírica. Un
presupuesto puede ser alguna creencia
comparativa trivial, obvia o generalmente
aceptada, como la de que la mayoría de las
personas prefieren el placer al dolor. Sin
embargo, todo análisis normativo amplio
usualmente descansa en un conjunto
detallado de creencias empíricas, cuya validez
no es evidente ni reconocida en forma
universal.

Podría parecer razonable concluir, pues, que


el análisis de política requiere los otros dos;
que el normativo requiere creencias empíricas
de algún tipo; pero que el empírico puede
realizarse sin supuestos ni normativos ni de
políticas. Desde este punto de vista de la
ciencia, incluso lo social, trata de descubrir

287
conocimientos objetivos que sean indepen-
dientes de la norma de bondad o maldad. El
científico trata de descubrir y describir lo que
es, no de prescribir ,lo que debe ser.

Sin embargo, este concepto origina una serie


de preguntas, cuya respuestas se discuten
furiosamente: ¿El conocimiento objetivo es
posible incluso en las ciencias naturales? Si
es así ¿Es también posible en las ciencias
que se relacionan con los seres humanos (las
sociales y del comportamiento)? Aún si se
demostrase que es posible en las ciencias
humanas, ¿sería conveniente buscar el
conocimiento empírico sin preocuparse por los
valores? Estas preguntas son altamente
polémicas.

Algunos escritores argumentan que el análisis


político involucra, por lo menos en forma
implícita, orientaciones empíricas y normativas
de algún tipo los que apoyan esta opinión
pueden fácilmente señalar el hecho de que,
aunque teóricamente el análisis político
empírico se pueda o no llevar a cabo
independientemente de las orientaciones nor-
mativas y de política, en la práctica las
orientaciones se hallan mezcladas. En
realidad, a veces se encuentran tan
enmarañadas que no se puede estar seguro
de las intenciones del autor. Si leyéramos que
"los norteamericanos siempre han preferido la
democracia a otras formas de gobierno",

288
podríamos preguntarnos si la intención del
autor es que su afirmación se interpreta
puramente como la mejor forma de gobierno.
Evidentemente, el significado que damos a
proposiciones de este tipo depende
parcialmente de lo que creemos que fue la
intención del autor. En la medida en que
interpretamos equivocadamente el significado
del discurso o la expresión escrita. Esta clase
de ambigüedad es común en el análisis
político, no sólo porque el analista no aclara
sus intenciones, sino también porque el lector
o el oyente a menudo asignan una orientación
que quizás no se haya pretendido dar.

289
ANALISIS SEMANTICO

EL PROBLEMA DE LAS DEFINICIONES

El análisis de política, el normativo y el


empírico requieren ciertos supuestos que
raramente son explícitos en el propio análisis.
Por ejemplo, todo el análisis empírico
depende del supuesto de que el universo no
es extremadamente casual o caótico, que
tiene ciertas regularidades, que algunas de
éstas se pueden detectar, que las pruebas de
la existencia de una regularidad en el pasado
da fundamento racional para esperar que se
produzca esa misma regularidad, bajo las
mismas circunstancias, en el futuro, etc.

Detrás de todo supuesto explorable


usualmente hay otro supuesto explorable.
Para evitar lo que podría llamarse retroceso
infinito de investigación, todos los tipos de
análisis empiezan con algunos supuestos que
se dan por sentados.

Además de varios supuestos filosóficos, los


tres tipos de análisis político presuponen una
gran medida de acuerdo sobre el significado
de términos elementales. Algunos,
simplemente, hay que dejarlos sin definir,
pues de otro modo nos embarcaríamos para
siempre en un retroceso infinito de definición,
en el cual cada término se define empleando

290
otros términos, que a su vez tienen que
definirse usando otros, ad infinitum. En el
caso de la mayoría de los términos nos
detenemos, más o menos arbitrariamente, en
significados que creemos están contenidos en
el lenguaje ordinario.

Sin embargo, el hecho de que algunas


personas (incluso eruditas) puedan discrepar
no sólo en los términos sino también en
cuanto a la función de una definición, origina
inconvenientes. Aunque no siempre se le
acoge entusiatamente, una forma de aclarar el
significado de un término clave es que al
orador o escrito estipule simplemente la defini-
ción que emplea, presumiblemente acorde
con importantes significados del lenguaje
ordinario y registrados en diccionarios. A lo
que se estipula de esta manera en ciertos
casos se le llama definición nominal de un
término. Una definición nominal es, por asi
decirlo un tratado propuesto, para gobernar el
uso de los términos.

A menudo, la comprensión clara de los


términos ayuda a lograrla también en la
política, actividad en la que el lenguaje es
ambiguo y con frecuencia se emplea con
propósitos de propaganda. Pero también
debemos tener conciencia de las limitaciones
de la definición.

291
Las definiciones no revelan nada de los
"hechos", de lo que ocurre en el mundo "real".
Mediante la definición de un término
solamente, no se puede demostrar que algo
sea verdadero o falso en el mundo político
real ( o en la economía, o en cualquier otro
terreno). Las definiciones pueden ayudarnos a
comprender nuestro lenguaje pero, por sí
solos, no nos ayuda a comprender como es el
mundo "real". Para esto necesitamos
proposiciones empíricas que afirman mas que
una definición algo que, aunque sea un
principio, se puede confirmar o refutar con
experiencias.

Por ejemplo, está es una afirmación empírica :


En 1974, ningún país con un PNB per cápita
de menos de 200 dls. anuales tuvo un partido
legal de oposición con más de 10 por ciento
de bancas en el Parlamento. Para decir si
esta afirmación es cierta, debemos tener
definidos cuidadosamente algunos términos.
Por ejemplo, ¿Qué se quiere decir con
"partido legal de oposición"? Pero por más
que se discutan las definiciones, finalmente no
podremos demostrar la validez de la
proposición a menos que examinemos sobre
el mundo "real", llámeselo como se quiera.
(Apropósito, la proposición es falsa por lo
menos en un caso: la India). Una vez
expuesto, este punto debe parecer obvio, pero
en el análisis político es común que no se

292
distingue una definición de una proposición
empírica.

Por ejemplo, consideremos la cuestión tan


debatida de las relaciones entre el capitalismo,
el socialismo y la democracia. Si empleamos
los términos definidos en el Capitulo I,
podemos enumerar cuatro relaciones que son
lógicamente posibles (Diagrama 3). Ninguna
de estas combinaciones se excluye por
definición. Para saber si cada una de ellas
existe, o qué probabilidad de existir tiene, se
requeriría algún análisis empírico de los
sistemas políticos y económicos pasados y
presente. ¿Es verdad, como a veces
argumentan los defensores del capitalismo,
que la democracia no podrá existir en las
naciones industriales sin una economía capi-
talista? ¿Es verdad, como lo argumentaron
Lenín y otros comunistas, que la economía
capitalista sólo puede existir bajo una
dictadura política? Si bien no es fácil
responder a preguntas como estas, nunca
podríamos hacerlo debatiendo simplemente
definiciones. Lo importante es que la estipula-
ción de definiciones puede ayudar al análisis
semántico, que a su vez puede ayudarnos a
comprender el significado de afirmaciones
contenidas en el análisis de política, normativo
y empírico. Pero, el análisis semántico nunca
puede sustituir al análisis de política, al
normativo o al empírico.

293
DIAGRAMA 3

El sistema político es : El sistema económico es:

I Una Democracia Capitalismo


II Una Democracia Socialismo
III Una Dictadura Capitalismo
lV Una Dictadura Socialismo

294
ANALISIS POLITICO Y CIENCIAS POLITICA

En los campos de la enseñanza y la


investigación, en colegios y universidades, el
término ciencia política (más que análisis
político) ha llegado a emplearse con amplitud
durante este siglo, inicialmente en los
Estados Unidos, pero, desde mediados de
este período, también en el resto del mundo.
Por supuesto, la materia de los departamentos
y eruditos de ciencia política es el análisis
político.

Aunque el nombre "ciencia política" sugiere


una orientación exclusiva hacia el análisis
empírico, éste no es el caso. Los expertos y
los departamentos académicos de ciencia
política se interesan en los cuatro tipos de
análisis político. Aunque esos departamentos
ofrecen cursos destinados a proporcionar una
descripción de los sistemas políticos (lo que
es, más que lo que debe ser), también brindan
otros que ponen de relieve ideas normativas,
particularmente como fueron desarrolladas por
los grandes filósofos políticos. Al igual que los
propios filósofos, muchos cursos combinan al
análisis normativo con el empírico. En verdad,
probablemente pocos cursos de ciencia
política no limitan estrictamente al análisis
empírico y como ya hemos visto, todo curso
que se encuentre en el análisis normativo

295
debe incluir también al empírico. Así, política,
de Aristóteles, contiene un análisis vital sobre
el tema de las revoluciones. Y como no es
probable que un curso de ciencia política
avance sin prestar alguna atención a los
conceptos, siempre se incluye al análisis
semántico.

Una buena parte de la ciencia política ha


contenido siempre un análisis implícito de
políticas. Como otros que se interesan
profundamente en la vida política, la mayoría
de los expertos en esta materia de política,
naturalmente, tienen opiniones
personalmente, firmes en materia de política
pública, no obstante solo en los últimos
tiempos muchos expertos en ciencia política
trataron de desarrollar herramientas
intelectuales útiles para comprender
alternativas de política disponible en una
situación determinada y para llegar a una que
se puede recomendar. Aún es demasiado
pronto afirmar cuál será la contribución de los
expertos al análisis de política. Quizá, como
materia de índole académica, el análisis de
política deba realizarse penetrando en las
"Ciencias Políticas", tales como la política, el
derecho o la economía.

296
ANALISIS POLITICO EMPIRICO

¿ARTE O CIENCIA?

El análisis político empírico ¿ es una ciencia ?


¿ o un arte ? creemos que es ambas cosas a
la vez. Es un arte en la medida en que, con la
práctica y la capacitación, bajo la vigilancia de
una persona experta se dominan muchos
aspectos de los análisis políticos. Es un
enfoque científico cuando los estudiosos de la
política comprueban escrupulosamente sus
generalizaciones y teorías comparándolas con
los datos de la experiencia, mediante la
observación, clasificación y medición
escrupulosa. En la medida en que este
enfoque produce proposiciones comprobadas
de generalidad considerable, se puede
considerar que los resultados del análisis
político son científicos.

Se debate fervorosamente la medida en que


el análisis político empírico se debe encarar
como un arte o como una ciencia. Y si se le
considera una ciencia, hay importantes
diferencias entre los que gustan igualarlos a
las ciencias naturales (como la física y la
química) y los que creen que el estudio de los
seres humanos es intrínsecamente distinto del
de la naturaleza de sus manifestaciones no
humanas.

297
Muchos que sostienen la segunda opinión
argumentan que no podemos comprender
verdaderamente una acción humana a menos
que se capte su significado subjetivo, que
quiere decir a la persona que lo realizó, que se
propuso, etc. Una particula atómica no se
propone nada; lo que hace no tiene significado
subjetivo para el físico. La física funciona bien
como ciencia al describir la actividad en
términos puramente, externos, físicos. Pero
un acto tan simple como el voto no se puede
entender sencillamente como una actividad
física. Podríamos imaginar como percibiría el
voto un observador invisible, desde marte,
alguien que no conociera el lenguaje humano
y no tuviese la menor idea de lo que hacen
esos peculiares terráqueos al entrar en una
cabina cerrada y tirar de una pequeña palanca
o encerrar en un sobre un pedazo de papel.
Para lo que sabe el marciano, una persona
que vota o una que hace una llamada desde
una cabina telefónica, están realizando actos
similares.

El carácter incompleto de las descripciones


puramente externas de la actividad humana
combinado con la dificultad de llegar a una
comprensión adecuada de los rasgos
subjetivos que dan tanto significado a la
acción humana, han llevado a algunos
estudiosos a sostener el concepto de que es
imposible la comprensión "ciéntifica" de la

298
mencionada acción. Otros con optimismo
consideran difícil el problema, pero no in-
superable. El punto de vista pesimista adolece
de la debilidad usual del perfeccionamiento.
En este caso el perfeccionista parece estar
diciendo que no hay nada que valga la pena
entre la ignorancia, en un extremo, y el
conocimiento de regularidades tales como se
muestran en las leyes físicas y químicas, e.
Esto cierta absurda reducción de nuestra
incertidumbre es mejor que una incertidumbre
total. Nadie sostiene seriamente que la investi-
gación sistemática nunca puede mejorar
nuestros conocimientos, reduciendo la incer-
tidumbre.

Sin embargo, es cierto que la incertidumbre


parece ser una característica fundamental de
toda la vida política. El análisis político
sistemático puede reducir algo esa incerti-
dumbre pero hasta el mejor análisis deja un
gran elemento de inseguridad en nuestra
comprensión de la vida política, así como un
gran elemento de la vida política.

Para el futuro previsible, quizá la única certeza


sobre la vida política sea su seguridad. Por
consiguiente, la acción política inteligente se
debe basar en el supuesto de que el
conocimiento en este campo tiene límites
definidos, aún cuando no sean permanentes.
En los capítulos que siguen encontraremos
una cantidad de factores que crean

299
incertidumbres en nuestros conocimientos
políticos. En el Capítulo X sugerimos formas
de hacer frente a la incertidumbre al desar-
rollar políticas.

300
ANALISIS POLITICO Y ANALISIS PRACTICO

Aunque se superponen, no debemos


confundir el análisis político sistemático con la
práctica política. Como los críticos de arte, una
persona capaz de analizar no es, forzosa-
mente, un actor dotado.

La habilidad para analizar la política no es lo


mismo que la pericia en su práctica. Los
discursos de James Mádison, en la
Convención Constitucional, y sus capítulos en
The Federalist demuestran que fue un brillante
analista político, pero fue un Presidente
mediocre. Por contraste, Franklin Roosevelt
poseía una enorme habilidad, visión y astucia
como dirigente político y presidente. Pero no
podemos encontrar en sus mensajes,
documentos oficiales y cartas, un análisis de
la forma como actuaba en su cargo de
Presidente que parezca tan válido como el
contenido en varios estudios posteriores de
eruditos. Aún si Roosevelt hubiese tratado de
explicar cómo actuaba, ¿ lo habría
conseguido? El artista hábil frecuentemente
no es capaz de explicar por qué o cómo hace
lo que hace tan sobresaliente.

Por cierto, a veces la pericia en la práctica


política va de la mano con la pericia en el
análisis político. Woodrow Wilson fue
historiador y experto en ciencia política antes

301
de ser político. Aún ahora casi un siglo
después se lee mucho su obra"Congressional
Goverment", que escribió en 1884, a los
veintiocho años de edad. Como gobernador
de Nueva Yersey y como presidente Wilson
también mostró un alto grado de habilidad en
su carácter de profesional de la política, hasta
que la oposición a sus objetivos, durante su
segundo término reveló aspectos de su
personalidad que afectaron gravemente su
pericia de político.

Además todo profesional hábil de la política


debe tener cierta capacidad de análisis
político, aunque no pueda explicar lo que
sabe. La complejidad rápidamente creciente
de la política moderna nacional o internacional
requiere un aumento correspondiente de la
competencia análitica de los lideres. Los
antiguos ayudantes de los jefes políticos,
cuyos conocimientos en la materia eran
estrechos y limitados al orden local, están
desapareciendo de la política norteamericana,
en parte porque ofrecen una lamentable
imagen contra el telón de fondo de los
problemas complejos de la era de energía
nuclear y satélites hechas por el hombre.

302
ALGUNAS PREGUNTAS INEVITABLES

EN MATERIA POLITICA

La política es una experiencia vieja y


universal. El análisis político se ha
desarrollado, en especial, en todas las
culturas que heredaron el enorme legado de
un antiguo pueblo escaso en número pero
grande en influencia: los griegos de la era
precristiana. Como muchas otras artes y cien-
cias, el análisis político alcanzó un grado
extraordinario de perfeccionamiento entre los
griegos, hace veinticinco siglos, bajo la estela
de Sócrates, Platón y Aristóteles. Desde
entonces, todas las edades, en la civilización
occidental han dado en la historia algunos
grandes estudiosos de la política que trataron
de mantener interrogantes fundamentales. En
realidad se puede afirmar que todos los
grandes teóricos políticos, cuyas obras son de
interés contemporáneo, han formulado
preguntas similares: Entre estas se citan las
siguientes:

1) ¿Cuál es el papel del poder y la influencia


de los sistemas políticos (veáse capítulos
III y IV). Por ejemplo: ¿Hay una élite
gobernante en los Estados Unidos? ¿O un
circulo dominante, o estructura de poder,
o una estructura del poder de los blancos?

303
2) ¿Qué tiene en común los sistemas
políticos y como se condicionan unos a
otros? (veánse capítulos V y VI). Por
ejemplo: la desigual política es elemento
ineludible en todos los sistemas políticos?

3) ¿Qué condiciones inducen a la


estabilidad, al cambio, a la revolución en
diferentes sistemas políticos? ¿Qué se
requiere si debe mantenerse la paz y
evitar la violencia? ¿Cuáles son los
requisitos previos de una democracia
estable? (Veáse capítulo VII). Por
ejemplo: ¿Cómo en su caso, los
gobiernos populares pueden tener éxito
en las naciones que nacen? ¿El rápido
desarrollo económico ayudaría a los
gobiernos populares a impedir golpes
militares en estos países?.

4) ¿Cómo se conduce el hombre en política?


¿Cuáles son los rasgos distintivos del
homo políticos? Véase Capítulo VIII) Por
ejemplo:¿Los políticos? Veáse capitulo
VIII). Por ejemplo: ¿Los políticos son,
principalmente, buscadores de poder?

5) ¿Que clase de sistema político es el


mejor? ¿Como podemos evaluar
diferentes sistemas políticos? (Veáse
capitulo IX). Por ejemplo: ¿Los
norteamericanos pueden justificar la

304
creencia que la democracia es el mejor
sistema político?

6) Como podemos actuar con sensatez en


medio de la gran incertidumbre que
parece caracterizar la vida política?
(Veáse capitulo X). Por ejemplo: ¿Los
gobiernos deberían realizar mas
experimentaciones antes de llegar a
decisiones políticas?

La primera pregunta exige un análisis del


significado, en el cuál se debe estipular una
definición del término clave. Las siguientes
tres preguntas involucran principalmente un
análisis empírico. La quinta requiere más
análisis normativo y la última mas análisis de
política.

Todas las preguntas están dotadas de la


simplicidad infantil que se halla en los
permanentes problemas de la vida humana.
Son fáciles de hacer y enormemente difíciles
de contestar. Este libro no provee las
respuestas. En cambio ofrece unas pocas her-
ramientas análiticas que se necesitan para
buscarlas de manera inteligente.

305
21. ANALISIS POLITICO: ESPECIALIDAD
MODERNA

Por: Francisco Miró Quesada R.

La palabra análisis viene de los términos


griegos "ana", partícula que significa
orientación y "Lusis", que quiere decir
disolución. Análisis significa, pues hacia la
disolución, o sea, disolver un todo en sus
partes.

Analizar es ir al fondo de un problema o


realidad específica. Hay quienes sostienen
que el proceso de análisis de cualquier
realidad consiste en profundizar en las partes
sin hacerlo en el todo. Por ejemplo, en lugar
de estudiar la totalidad de un objeto o de un
hecho, se procede al conocimiento de sus
elementos. En términos clásicos, el analista
estudia las partes del todo, es decir, que en
lugar de conocer la totalidad de una
estructura, recurre al conocimiento de las que
la integran.

La realidad política se nos presenta como un


sistema interconectado de un conjunto de
prácticas. Es una estructura global. Al interior
de esta estructura podemos identificar una
variedad, de hechos, acciones, instituciones,
conductas, intereses y valores. Cuando se
estudia a fondo algún elemento de la

306
estructura política, se esta haciendo análisis
de coyuntura.

Por ejemplo, se investiga la función de los


partidos, políticos, los procesos electorales, el
liderazgo, el mensaje de los dirigentes
políticos, las demandas de la población, la
conducta de los grupos de presión, etc.
Incluso se puede conocer los elementos
propios de la coyuntura. El analista político
profundiza, investiga las conexiones e
interconexiones del o de los hechos que ha
elegido conocer.

Profesión Específica.

Los métodos que utiliza la Ciencia Política:


descripción, explicación, predicción y las
técnicas propias de esta disciplina: estudio de
contenido, observación directa, encuestas,
entrevistas, análisis de contenido, muestreo,
procedimientos matemáticos, panel, sondeo
de opinión, interrogación, test y medición de
actitudes, forman parte de la llamada
investigación pura.

El método de la Ciencia Política, que es el


mismo que utilizan las ciencias sociales:
economía, sociología, antropología, etc, se
desarrolla de acuerdo a los siguientes pasos:

1) Observación del o de los fenómenos


(hechos políticos que se quieren conocer).

307
2) Formulación de una interrogante acerca
de alguno o de varios fenómenos
observados.

3) Elaboración de una hipótesis factual


preliminar, que pueda responder a la
interrogante.

4) Según Mario Bunge, una hipótesis factual


preliminar es aquella que sólo se refiere,
inmediata o mediatamente a hechos no
sujetos a la experiencia o en general, no
sometidos a la misma, y es corregible a la
vista de nuevos conocimientos.

5) Comprobación de la hipótesis con los


datos empíricos pertinentes que resulta de
su aceptación, rechazo, modificación o no,
con lo que ella enuncia.

6) El proceso no se detiene, sino que el ciclo


se reinicia con otras interrogantes o
modificaciones y nuevas confrontaciones.

Análisis Político: Investigación aplicada.

Como sucede en toda ciencia al lado de la


investigación pura está la investigación

308
aplicada. El análisis político es, investigación
aplicada, una especialidad fundamentalmente
técnica. Esto no significa que el politólogo no
recurra a la politología aplicada y que el
analista político no pueda hacer investigación
pura. Pero hay una diferencia. Porque el
politólogo hace Ciencia Política, procura
elaborar una teoría explicativa de la realidad
política, en cambio el analista político es un
técnico que aplica los métodos de las ciencias
sociales a diversos aspectos parciales de la
realidad política.

Si lo comparamos con otras disciplinas, es la


misma diferencia que hay entre el químico
puro y el laboratorista o el ingeniero químico,
el jurista y el abogado, el arquitecto y el
ingeniero.

Quien estudia Ciencia Política puede


encauzar su vida profesional en tres grandes
líneas; investigación, docencia, tareas de
aplicación.

Definición y Procedimiento

Coincidimos con el politólogo argentino


Eduardo Arnoleto, quien define el análisis
político como "el conjunto de actividades
intelectuales que se ejercen sobre una
situación política dada, para conocer su
génesis (origen), formación, actualidad y
proyección".

309
Según ha indicado lo que caracteriza al
análisis político, es su tarea de aplicación. En
esta tarea, al analista político realiza cuatro
tipos básicos de actividad:

1) Diseño de políticas.
2) Planificación de políticas.
3) Conducción de procesos de toma de
decisiones.
4) Elaboración y gestión de estrategias de
implementación.

Cuando un analista político estudia algún


aspecto particular de la realidad política, es
decir, hace análisis de coyuntura, debe
proceder de la siguiente manera:

a) Delimitar la situación a analizar.


b) Determinar los factores influenciales del
contexto global.
c) Enumerar los elementos intervinientes.
d) Establecer el nivel de protagonismo.
e) Determinar las relaciones actuales.
f) Buscar el origen y el desarrollo de la
situación política hasta el presente.
g) Extrapolar la situación futura.
h) Analizar la posibilidad de intervención
de factores latentes o nuevos.
i) Redacción del informe.

310
Formación Profesional

El análisis político es una especialidad que


requiere una formación profesional, no puede
confundirse con el comentario político. Este
último forma parte de la doxa, o sea, del
conocimiento común, no científico. El análisis
político requiere del manejo de metodologías y
técnicas, que deben ser adquiridas a través de
un proceso educativo y el ejercicio de la
profesión.

Cabe destacar el valor profesional del analista


político; porque cuando se advierte en nuestro
país su importancia práctica tendrá una gran
demanda laboral. Esto ya es un hecho en
países en donde la Ciencia Política aplicada
tiene tradición. La llamada "evaluación re-
search", investigación evaluativa y el método
análisis-aprendizaje constituyen técnicas cuya
importancia no sólo se limita a la gestión de
los poderes públicos sino que es aplicable en
el contexto de las organizaciones interna-
cionales, intermedias y de las empresas
privadas.

Así como sucede con los análisis de gestión y


las encuestas de opinión pública, sobre la
base de una alta capacitación profesional los
servicios que presten los analistas políticos
serán requeridos.

311
En muchas universidades extranjeras se
forman politólogos y analistas políticos. En el
Perú está especialidad empieza a enseñarse
fuera del contexto universitario, en el marco de
lo que se conoce como Educación
Tecnológica Superior.

312

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