Professional Documents
Culture Documents
‘odjo8 ac] oquaturtaour unsure eyeY ON PTT ap wI99 ‘osid Jo us OpeIIDs equISo 250f ‘eyzanb 1s ‘Ig “ou ord ‘eruy v A exO]] BDA BEAD "Ou ord ‘opnagqe eT -9f1Z) ‘OIA OT OpuENd OANyap ds BIDITN{ 2p UOZeIOD Ty] “suy[io sesatuord ap oust] gparede sepeiop seme] woo uOKivur OXeNd. ap WNGTE UP “Ueqeosnq onb ogt oy 4a anb uosarpuasduios A opepmns vod voreleq eT orodos [ap equa ule un ostarp viarpn{ ‘oruosd acy ‘uvqeiadso anb of ap epee osod ‘sopnopze so10 Kedor:pensn of uorenuosug "epowg ey ap souolvs soy “estaaz v uOIEZUatHOS ‘epanbsng ey EqeaT Dey Osg FOLLY orodor un A zny ap ensow yy cures eun vite seuady coxaisne redny uN vag “eLOT,] OP FT ‘exIO PTE UOIeSse -pnbey erusop Wye aruaur -a1uaprag ‘opesoarnbe ons fo ua ueqeas aonb ap erano oyp a8 tiorn{ ovoid osod ‘restaar & uorezadurg ‘ezaid bun v 1eSoq} easey souoIoeargey sey sepor 10d aaazq op faxO58T UN UOATOTFY “Sof 9p epNusop pephisoars ey wos expuoidios as osduroig “eperquiose ox of e2eTN/ “eBrp aa anb ssonb 98% ~-enBueyp ‘epour -9o seur oO] op adored aur vasa FUT Wy ‘—9S0{ grpuodsar— of oata apuop seENy [2 ars} ou anbrod oso s129¢7— ‘oonse|d ap vroinay un opuraueagy ‘eI9T[N{ QUaUIOS— jay Bs~D gAD!— onuopr ered soure, +—9s0{ ofp— epeu seqey ep aqop ou mnbe 1oq— -omnas ‘{ex9ua8 vordusyy oysay eIqey o1peu odwor oso opor amueinp & operodo viqey 9s ep vy onb opsop seueut -9s seun opesed uerqey &4 onbiod ‘soauoyuns sousstun sns ap wires amuowiayqegorg “eso vy ap aured vqeussoy onb BIDBIvY “OLAJOAUD SOT OPEIIUEDUOS oIURIDIFUISAP L JOJO ug ‘peyhoyrp wis 90 uossIpnd 4 exquinued vy v vor ~eaquanasope, 28, sofo. 80°] 3opepexpy US, v,OFMy PISTOLHubo una pausa con ruido'de heladera qué sé abria y de agua que [lenaba un vaso. —Esperame ac4 un momentito, que yo busco la re- vista de tejido y vuelve —dijo la mujer después de unos instantes-—. Vos tomé el agua tranquil, Manuel, no hay ningén apuro. Julieta le peg6 un codazo a José y le susurré: —Esa es mi prima Rita, que no tiene ningéin apuro, Pudieron ver los pies pasar hacia la pieza de Raquel yal rato volver a la cocina. Y pasar una vez mas. Cuan- do escucharon el ruido del depésito del bafio, com- prendieron dénde estaba la prima Rita... Advirtieron que los visitantes permanecian un rato “Apenas salicto; Volviezon a abril caja, Sentada** en el piso, Julieta pas6 las paginas del album con-emo- cién. En la primera hoja estaban los padres de Flora, que eran sus bisabuelos. Hasta ese momento nunca los habia visto, Eran fotos retocadas y colorcadas, de esas que cambian un poco las expresiories de la gente. De todas maneras, Julieta pensé que la mujer parecia fa- talmente amarga. Por supuesto que jamas podria caer- le simpatica, después de leer las cartas de Flora. Adn asi, le parecié objetivamente desagradable y estirada. Seguian las fotos de unas chicas. Apenas las vio, Julie- ta estuvo segura de quiénes eran. Realmente parecian ‘muy distintas. La mayot.(evidentemente se trataba de Anita) era hermiosa, tenia un porte femenino al extremo. El rostro angelical con cierto toque de fragilidad y una sonrisa muy suave. Se detuvo en ese aspecto de calma. Por eso creyé reconocer su aire familiar, A lo mejor, por ese sig- no minimo, Flora insistia en [amarla igual. Su abuela, en cambio, tenia un aspecto cnérgico. Aparecia en posturas definidas, con el rostro anguloso y una mirada firme. Comprendié que estaba viendo a la sefiorita Flo y quiso més. Sc incliné para observar me- jor. Bsas fotos serian de la misma época que las cartas. Un poco antes, tal vez. Observé que las cejas de su abue- la eran gruesas como las de ella, pero tuvo que recono- cer que dentro del conjunto no se parecian demasiado. en Ia‘cocina, Después escucharon: los pasos, la luz se apagé y la puerta volvié a cerrarse con lave. Asi como Hegaron, se fueron. Eso fue todo... ee Por las dudas, se quedaron debajo de la cama unos minutos mas. José prendié la linterna, ilumiiné a Julie- ta y lanz6 una carcajada. —jCasi, casi, changuital —dijo en un tono bur- Jén—. Qué sustol, jzeh?! Tu prima no nos descubrid por un pelito, Julieta segufa acostada abrazando la caja, con las me- jillas rojas de miedo, excitaci6n y de aguantar la risa que largé toda de golpe contagiada por José. Y estuvieron riéndose debajo de la cama, hasta que el polvillo de va- rios dias les provocé una tos frenética. 132 133ser olaq ‘ngwo [pp eo199 eqeasa anb ooueg [9 Ua gIUAs ag ofary o1d ‘vze]d ey e weSary orsandsip wiquy opoduryy, ‘vyos OWE UN FeIS9 9p PepIssdau ET ENUDg “QUTUARD “eI -uano aszep ulg ‘ours 4 9sof ap orpidsap as w11]N{ opiiroapeut ise9 opursed ‘uy 10d ‘gs0{ A “seiungord seidoad sns zeny un Spe us opuvosng seor[N{ osouTTIS OLMDsURN wpSNA ap afer [aL “vrop ap voUoUr ey UOD UOONy as “““opey UNBupE uo tuyaso ou 028g anb seasondsox sey onb 0919 —reo1]dxa ouaiut-— 9s0{ ‘oso op wen os ou onb aoared ayy— estos vun ozysop & solo soy ofeq seuade exorqn( “opueosng mines A exp ono z0aoa souopod ‘eanBuvyp ‘ouong ‘K— :oltp 9] ‘sesoo sey e se1fanA aprep ap vio ou ouoo 4 ‘nuoWTTeUT equarnbso zrot]n{ anb esopisinbur epezur eun3ye eqeloxre 9s0{ ‘op sues ua zaa aq epered ey vasey sopeypes uoreuTETE:) “onuns eo nb oy any 089 ‘sousus of Jog “eIoFTN{ ap sezewredso sey Ae TT uo opuezi99 ‘worotfes & opemtuoous eIqeY OT OWED OPOr worefoq]-reBny ns uo vprouod v o1Ajoa A ele> eT 94399 LIF] -n{ ‘osnpuoaut eprepanb anb o8je rydum.eqy ap wo -esuos vURIIXD E] HOD “spUN asreIOUTDP LeEIpod OU EK, : ‘uum woo soa aonb ep | -eu { a810[ OyoNge, [9,, OUFO? JZ. B OPHDJex URTqeY as ard 3 rel -wrois ‘opdurafs 10g ‘vango{uos eso ex191 sod ueqeyps saa -UapIad sozec] ‘S2UDLeIZIPsWL OYDesop onb *vd9] apr vun ony org “L4O],| 2p OpLeW Jo ‘ojaNge Ns Oprs eASIq -nq nunyg anb op eiseauey ey oprua eigey orusuour un3ye uo onb opsosay “eunry] wiprurey ey vo NWUTYS ¥ sou ow oypnus £ varuy e eqeuoruour omotns0p unsure oxod ‘seaseo se] uo soquosoad sosquiou sop 2p ounsye 2A vgeiadso wistpNf “epeu UO UOOUD ou OsOd ‘sajad -ed soy voreaioueyy ‘es0py op afedinbo Jo uoo opepueur wiqey, of jonbey anb eysoo19 omn$os onb vpeasidsop ue) ero pureur ns [eI07, TSN] O20 UNSTe Ud Oo “ese Ns ud S}USteprudiop exer sp reuyurssy vaed ozry OT eIDTT “nf ‘orayBns ¢, zepryoour vy us uMgye > svAaq] 22 ou anb aog?,, ‘oprea vzo nb opuvorpur ordumsxoaut Py 2s0f a o8fe vavayey 1s our -09 exg “12a oprpod exqey onb of woo equzuvsye ou aonb onuys A seyerZo10y sey 294 eNO QstAdy, {soUDUT [e ‘09 “od up? gsoprr{durmo opexSoy eiqeyy? gsouans soyjanbe sopor zered & opt uerqey opugpy? greyserqatiO pp vSeugi5 ue ouvzea Janbe op spndsap exo}, woo gTEINI0 HH? suedorimur sop enadar ‘seyjany ap esuasne esa ‘odurop Jp ua ores aso anb orpuasdusos K errr e OrAjOA erOUDs eso A Wuru Ise> YOLIAIUL vUTed LT ap OPT eqr0ues effonbe ouaus sour sorrea opesed uersqepy ‘S01 ~oy eru9) eure ns snbsod ‘za, v0 anb eungye orsta eq -PY O] Is J V-OaNge Ns v o1UMN! eIAOL 9p epHIsaa ‘TOAEUT erop] PUN WOD oRUODUD 28 ‘eUIBed LUN, vIpINA TEP TV,la mochila sobre el asiento y Se éstiré. Alargé todo el cuerpo para que la tristeza se desparramara. Porque cuando se le juntaba en el pecho, entonces, salia en esos ataques de Hanto que no podia paras, Miré el arbol y volvié a pensar en Flora. Recorrié con Ia mirada las curvas mansas y esas raices gruesas, que salian de la tierra como si quisieran lanzarse a caminar. Pens6 en esa sensacién de queret moverse y sentirse atrapada. Pero... gera Flora 0 ella? Tuvo la impresi6n ‘de volver en el tiempo. Reflotar ese caos de sentimientos que la dejaba estaqueada en medio de la nada. A lo mejor, era ella la que estaba atrapada, la que no lograba moverse en el mundo. ¥ si los sentimientos no eran quietos? 2 si ella tenia que seguirlos en sus movimientos para acomodarlos una y otra vez? Tal vez, las cosas no eran definitivas. BEE di Ahora mismo, alo mejor, estaba un poco triste, pero también un poco feliz, Julieta se acordé de los minutos que habia pasado escondida con José y una sonrisa se le dibuj6 por dentro. Y es0 no cambiaba nada, porque to- davia tenia cierto gusto a decepcién en Ia boca, Atin, hubiera querido encontrar algo... para saber. Las cosas no podian ser perfectas, parecia. “De todas maneras”, pensé, “esto es un buen hallazgo”. Al menos ahora sa. bia que las respuestas no eran solo para Flora. Tampo- co el motivo de su interés cra simple curiosidad. De a poquito espiaba en sus ganas. Aunque lo que viera no 136 fuera ‘lo’ que esperaba. O lo que los demas esperaban. Era su paisaje. Sencillamenite eso. Arrojé una tiltima mirada al ombé. Casi no podia ver el ciclo entre tantas hojas de la copa. Levanté la mochila y caminé hacia el departaménto. Con paso firme y destino seguro esta vez. Flora estaba asomada por la ventana. Un haz de luz entraba y la inundaba. Millones de particulas blancas danzaban a su alrededor. Fl resplandor no parecia mo- lestarla. A lo mejor, trataba de florecer en.la primavera que se aproximaba. A Julieta le gusté Ja idea. Buscé una silla y se senté a su lado. Flora seguia inmutable, tran- itando vaya a saber qué pensamientos en qué lugares recénditos. —Julicta a¢aricié su mano-miuy. suavemente. Apenas rozando, Y la sintié tibia. —¢Qué pasé con Shimiu, Flo? —pregunté con voz tcnue asomando entre Ios labios.” —Salié con el abuelo, Anita... Salié con el abuelo... sali6... Julieta sonrié y saludé a Gladis quie aparecia: — {Todo bien? —pregunté a la mujer. —Todo bien, Juli, zy vos? —Como siempre, mucho trabajo para el colegio contesté Julieta, y pas6 a la cocina donde, afortu- nadamente, habia un plato esperandola. 137