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EL DDT Y SUS EFECTOS EN EL CUERPO

En distintos países se ha asociado la presencia de patologías cancerígenas al uso


del DDT, especialmente el cáncer de mama que pudiera ser un efecto del consumo
de leche materna en madres con concentraciones de ese insecticida en su
organismo (Boza, 1972; Andow y Davis, 1989; Pimentel, 1992).

Los efectos del DDT sobre la salud humana, que una ingesta de entre diez y treinta
gramos del pesticida es letal, y que en concentraciones importantes se han
observado efectos muta-génicos y cancerígenos positivos en ratones, pero también
en células humanas in vitro. Se sabe igualmente que, aun en concentraciones
extraordinariamente bajas, puede alterar funciones biológicas normales, incluyendo
la actividad natural de las hormonas y otros mensajeros químicos, así como disparar
una serie de efectos potencialmente dañinos(Montilla y Alvarado Moreno 2015).

La inhalación del polvo provoca irritación pulmonar. Los efectos primarios tóxicos
no mortales, resultantes de la ingestión por exposición a altas concentraciones, se
presentan en el hígado, y lo mismo ocurre en casos de intoxicaciones subagudas o
crónicas. La utilización de productos de uso doméstico que contienen DDT hace que
la inhalación del aire en los hogares sea una importante vía de ingreso para los
niños, así como la respiración de las partículas en suspensión que se encuentran
en el aire de Las regiones agrícolas donde se ha empleado El compuesto(Fernícola
1985).

La toxicidad crónica de estos compuestos es elevada, sobre todo para el sistema


nervioso central, en el cual desencadena una variedad de síntomas, entre los cuales
se pueden mencionar alteraciones neuromusculares y de conducta. También
ocasionan alteraciones degenerativas en el hígado y los riñones, así como edema
cerebral. Se considera que algunos de estos tóxicos pueden ser teratogénicos y
mutagénicos (Ennaceur et al., 2008; Frank, 2000; Tanner y Ben-Shlomo, 1999).
El DDT es toxico, principalmente para el sistema nervioso central, induciendo a las
enzimas hepáticas y desencadenando una gran variedad de síntomas. Sus efectos
tóxicos sobre la salud humana son crónicos, pero también se han llegado a
presentar intoxicaciones agudas. Tienen una fuerte tendencia a penetrar la
membrana celular y al almacenarse en el tejido adiposo del sistema nervioso
central, hígado, riñón y miocardio (Rentería, 1991).

En un estudios que se han realizado en mujeres embarazadas que concluyeron que


los compuestos organoclorados pueden atravesar la barrera placentaria
provocando un alto riesgo para el producto, pero demostraron que las
concentraciones en el cordón umbilical y en la sangre de los recién nacidos son
menores que en la sangre de la madre, lo cual ha sugerido que la placenta puede
bloquear parcialmente dicha transferencia (Ramírez, 1997).

Algunos factores nutricionales tienen influencia, y pueden ser determinantes en la


toxicidad de los organoclorados; tal es el caso de la deficiencia proteica, ya que se
ha observado que estos compuestos reducen la actividad de las enzimas
microsomales, lo que repercute en la disminución de los procesos en las que
participan y en su capacidad de destoxificación. El DDT reduce los niveles de vitamina
A en el hígado, además de que este efecto aumenta si hay deficiencia de metionina
en la dieta (De Faubert-Maunder y Egan, 1999; Rietjens et al., 1999).

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