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Universidad del Valle

Escuela de Estudios Literarios


Licenciatura en Literatura
Didactica, creatividad y escritura
Prof. Gustavo Aragón
Alexandra Ruiz Ordoñez 201427691
María Fernanda Urbano
Matilda
“Matilda” (1988) de Roald Dahl es un extraordinario libro sobre una niña extraordinaria, sin
embargo, ese no es el tema del presente escrito, nos hemos guiado por otra representación
importante que se hace en el libro: la concepción de la educación y los elementos que giran a su
alrededor como el papel del profesor y la familia, así como la importancia del alumno. A partir de
estos puntos establecemos categorías relacionadas al aula como el sistema, contrato, configuraciones
y representaciones didácticas (Aragón, “¿Y si el lenguaje no estuviese ahí?”). Es debido a esto que
podemos poner en juego algunas conceptualizaciones del maestro y la educación en perspectiva
según la novela.
Para comenzar, debemos hablar del autor ya que es uno de los escritores más importantes en el
campo de la literatura infantil. Roald Dahl nació en Llandaff (Gales) en 1916 y “estudió en escuelas
inglesas caracterizadas, en aquella época, por un sistema educativo con una disciplina férrea, en el
que era frecuente que profesores y compañeros mayores utilizaran el castigo como muestra de su
autoridad” (Yubero y Sánchez, CEPLI). Esto es relevante pues nos permite conectar la vida del
escritor con las representaciones de su libro, ya sabemos que narrador y autor no son una misma
persona pero las ideas que se manejan en el libro si pueden corresponder con vivencias,
pensamientos y conceptualizaciones personales traídas a colación durante la narración.
Por otra parte, además de “Matilda” escribió libros como “James y el melocotón gigante” (1961),
“Charlie y la fábrica de chocolate” (1964) y “Cuentos en verso para niños perversos” (1982) estos
algunos de sus libros más conocidos aunque cuenta con un amplio trabajo literario reconocidos no
solo por su calidad literaria, su humor o el trabajo creativo sino por la mirada que se hace sobre el
niño y su lucha contra el adulto.
Ahora bien, entrando en el universo narrativo de la novela, hay un elemento que parece poco
importante pero creemos que es interesante, el narrador lo primero que hace es desmitificar la figura
del niño desde el punto de vista del profesor. El narrador comenta que los padres suelen creer que
sus hijos son perfectos y hermosos, sin embargo, si él –como profesor- pudiera ser sincero diría otra
cosa a los padres:
Si yo fuera maestro, imaginaría comentarios genuinos para hijos de padres imbéciles. «Su
hijo Maximilian —escribiría— es un auténtico desastre. Espero que tengan ustedes algún
negocio familiar al que puedan orientarle cuando termine la escuela, porque es seguro, como
hay infierno, que no encontrará trabajo en ningún sitio».
Sin embargo, los profesores no pueden ser honestos porque se tiene la creencia de que los niños
son perfectos e inocentes que cualquier tipo de falta por parte de ellos es culpa del adulto ya sea el
profesor o sea el padre. El libro entra rompiendo las concepciones clásicas del niño y el estudiante,
así como establece un nuevo paradigma desde la mirada de un adulto, si suponemos que el narrador
es un adulto.
Poco después aparecen los padres de Matilda, el narrador nos hace saber que estos no son como los
padres que se mencionaban anteriormente, se dice de ellos que hacen parte un grupo distinto:
“Padres que no demuestran el menor interés por sus hijos y que, naturalmente, son mucho peores
que los que sienten un cariño delirante. El señor y la señora Wormwood eran de ésos”. Unos padres
negligentes que desdeñan a su hija constantemente y cuyas únicas preocupaciones son el dinero y la
apariencia. Sin embargo, también se los trata de “estúpidos” y “egoístas” dejando claro que su
opinión poco importa.
Es importante tener en cuenta que ellos se caracterizan como figuras de poder, como si estuvieran
arriba y miraran a Matilda desde su autoridad, anulan la voz de la niña y por consiguiente la anulan
como un individuo. En esta posición parecen situarse todos los adultos de la obra –con alguna que
otra excepción- aunque cada uno tenga una forma distinta de hacerlo. Esto es relevante a la hora de
ver el papel que tiene el niño dentro de la escuela y qué tan importante se puede considerar su
educación y su rol dentro de la sociedad, y en el caso de los padres observar esa falta de protección
y seguridad que se supone debe brindar la familia, de esta forma, eliminando la idea de la familia
como centro.
Los padres de Matilda creen que la educación y la escuela son prescindibles, la señora Wormwood
piensa que su hija “se está echando a perder” por sus lecturas o si no creen que es estúpida e
ignorante. Aun así, son ellos los tontos quienes creen que estafando y burlándose de los demás los
superan y se enojan cada que su hija les recuerda su inferioridad. Este es el verdadero motivo tras la
cólera de los padres que se saben, en lo profundo, ignorantes, cosa que se ratifica cuando el narrador
dice en cierto momento: “Puede que su enfado aumentara al ver que ella disfrutaba con algo que no
estaba a su alcance”, la lectura. Y más adelante, “No había duda de que el hombre sentía cierto tipo
de celos. ¿Cómo se atrevía ella —parecía decir con cada página que
arrancaba—, cómo se atrevía a disfrutar leyendo libros cuando él no podía? ¿Cómo se
atrevía?”. No se especifica la razón de su no poder pero es posible entender que quizás era
demasiado tonto para hacerlo.
La siguiente figura que nos encontramos es la bibliotecaria, la Señora Phelps. A simple vista podemos
creer que las figuras centrales, aparte de Matilda, son la señorita Honey y Trunchbull, pues son
quienes más influyen en el desarrollo de la trama. A pesar de esto, en realidad la bibliotecaria es la
primera en acercarse a Matilda desde una posición de docente o mejor de guía, en tanto tiene un
saber que quiere facilitarle y es el primer adulto que se acerca a ella con una función educativa
aunque sea solo en la orientación de sus lecturas pero termina siendo central pues la biblioteca es el
primer centro de aprendizaje de la niña y cuyos saberes la van a continuar acompañando.
Le preguntó si podía sentarse un rato y leer un libro. La señora Phelps, algo
sorprendida por la llegada de una niña tan pequeña sin que la acompañara ninguna
persona mayor, le dio la bienvenida.
— ¿Dónde están los libros infantiles, por favor? —preguntó Matilda.
—Están allí, en las baldas más bajas —dijo la señora Phelps—. ¿Quieres que te ayude a
buscar uno bonito con muchos dibujos?
—No, gracias —dijo Matilda—. Creo que podré arreglármelas sola.
La señora Phelps aunque sorprendida por la llegada de Matilda sin un adulto muestra total
desinterés al dejarla continuar sola. Aunque es importante ver la concepción que ella tiene del niño
y de la literatura que le corresponde, pues inmediatamente la ve salta a “bonitos con muchos
dibujos”, es decir que esta es la principal característica que debe regir a los libros para niños y los
niños solo pueden estar interesados en esta clase de libros “bonitos”. Ahora bien, más allá de
determinar si su acción fue buena o mala, hay que entender que vio a una niña de menos de cuatro
años, solo asumió lo que se supone era “normal”. Cuando ve cómo la niña devoraba los libros
decidió acercarse:
No sabía muy bien qué escoger. ¿Cómo iba a escoger un libro famoso para adultos
para una niña de cuatro años? Su primera idea fue darle alguna novela de amor de las
que suelen leer las chicas de quince años, pero, por alguna razón, pasó de largo por
aquella estantería.
—Prueba con éste —dijo finalmente—. Es muy famoso y muy bueno. Si te resulta muy
largo, dímelo y buscaré algo más corto y un poco menos complicado.
—Grandes esperanzas —leyó Matilda—. Por Charles Dickens. Me gustaría probar.
—Debo de estar loca —se dijo a sí misma la señora Phelps, pero a Matilda le comentó—
: Claro que puedes probar.
Es aquí cuando Phelps decide abiertamente ayudar a Matilda según sus necesidades, sin dejarse
llevar por sus prejuicios sobre una niña pequeña leyendo grandes libros. Hay un entendimiento del
otro como un igual que busca y desea. Sigue habiendo esa sorpresa y un deje de subestimación pero
el personaje logra superarlo para ejercer un nuevo papel, el de puente o de escalera, como lo
menciona Guillermo Bustamante, ser ese canal entre un saber y otro. La señora Phelps se presenta
como ese primer mediador entre la niña y los libros, en este caso entendido como el conocimiento
o el aprendizaje en sí. Ahora bien, ella no lo ejerce de la maravillosa forma en la que quizás
Bustamante lo plantea, de hecho, incluso puede ser una participación mínima, se limita a pasarle un
libro que Matilda pudo coger por sí misma pero Dahl nos muestra otro “tipo” de adulto menos
negligente y facilitador del saber.
Después el narrador nos dice “la señora Phelps estaba maravillada y emocionada, pero
probablemente hizo bien en no mostrar su entusiasmo”. Esta idea es muy fuerte y se mantiene
durante toda la novela, pareciese que quiere decir que a los niños extraordinarios no se les debe
decir que lo son pues se vuelven orgullosos. Los niños no deben ser conscientes de su valor porque
esto los convierte en un peligro para el adulto, siempre está la idea de menospreciarlos, la única
excepción es la señorita Honey y aun así, en varios momentos se ve como deja de lado a sus
estudiantes “normales” en favor de Matilda. Aquí la menospreciación se hace de forma distinta, no
desde el ataque sino desde la excesiva consideración. Sin embargo, antes de continuar con esto vale
la pena decir que este aspecto, el no reconocer la genialidad de Matilda, parece que beneficiarla en
cierta medida, pese a esto, es necesario preguntarse, ¿por qué no reconocer sus habilidades?
Así termina el primer encuentro de Matilda con una persona que se pone en el rol de docente y
decide ayudarla en su camino de descubrimiento. Después conoció a la señorita Honey y la señorita
Trunchbull que marcan dos opuestos a nivel de representación de la docencia. Antes de empezar,
hay que resaltar que los nombres de estos dos personajes son caractónimos, describen a los
personajes. Honey hace referencia a una persona amable y cariñosa mientras que Trunchbull remite
a mal carácter como se dice en la obra parece “un toro enfadado”.
En primer lugar, nos presentan la escuela de ésta manera: “era un edificio tristón de ladrillo, llamado
Escuela Primaria Crunchem. (…) La directora, la jefa, la suprema autoridad de este establecimiento,
era una dama terrible, de mediana edad, llamada señorita Trunchbull”. La descripción no permite
una asociación amable con las instituciones pedagógicas aunque Matilda sí se encuentra emocionada
por ir. Esa caracterización de la directora como “la máxima autoridad” se presenta como la única
con poder en la institución y esto es central pues pronto se muestra el tipo de relación que sostiene
con sus alumnos e incluso con los adultos, considerándose ella en una posición de infinita
superioridad frente a todos.
Para comenzar a comprender el contraste que representan ambos personajes podríamos partir de
su descripción física. De la señorita Trunchbull se dice que:
Se trataba de un gigantesco ser terrorífico, un feroz monstruo tiránico que atemorizaba la
vida de los alumnos y también de los profesores. Despedía un aire amenazador (…) Cuando
marchaba por un pasillo (…) se oían sus resoplidos al acercarse y, si por casualidad se
encontraba un grupo de niños en su camino, se abría paso entre ellos como un tanque, y los
niños tenían que apartarse a derecha e izquierda.
Era, sobre todo, una mujerona impresionante. En tiempos pasados fue una famosa atleta y,
aun ahora, se apreciaban claramente sus músculos. (…) Su rostro no mostraba nada de bonito
ni de alegre. Tenía una barbilla obstinada, boca cruel y ojos pequeños y altaneros. Y por lo
que respecta a su atuendo... era, por no decir otra cosa peor, extraño. Siempre vestía un
guardapolvo de algodón marrón, ceñido a la cintura por un cinturón ancho de cuero. (…)
En suma, parecía más una excéntrica y sanguinaria aficionada a las monterías que la directora
de una bonita escuela para niños.
Mientras que su profesora es descrita como:
La profesora era la señorita Honey, que no tendría más de veintitrés o veinticuatro
años. (…) Su cuerpo era tan delgado y frágil que daba la impresión de que, si se caía,
se rompería en mil pedazos, como una figurita de porcelana. La señorita Honey era
una persona apacible y discreta; que nunca levantaba la voz y a la que raramente se
veía sonreír, pero que, sin duda, tenía el don de que la adoraban todos los niños que
estaban a su cargo. Parecía comprender perfectamente el desconcierto y el temor que
tan a menudo embarga a los niños a los que, por primera vez en su vida, se les agrupa
en una clase y se les dice que tienen que obedecer lo que se les ordene.
Podemos ver que hay una forma de representar a la profesora agradable y buena, delgada, joven,
apacible. Es importante que se le reconozca que aunque no sonríe siempre los niños la adoraban y
esa es una característica importante. También se propone que un buen profesor “comprende” el
temor de los niños al comenzar a estudiar que lo define como “obedecer lo que se les ordene”, aquí
reconocemos que se deja claro un contrato didáctico que define como ordenar y cumplir lo que se
les ordene, aunque esto no se le puede atribuir totalmente a la señorita Honey ya que por lo visto
estas son las ideas que Trunchbull promueve
Ella quiere que haya una estricta disciplina en la escuela y, si queréis un consejo, haced todo
lo posible para comportaros bien en su presencia. No discutáis nunca con ella. No la
repliquéis nunca. Haced siempre lo que diga. Si os enfrentáis a ella, puede haceros papilla.
No es cosa de risa, Lavender. Suprime esa sonrisa de tu cara. Haríais bien en recordar que
la señorita Trunchbull es muy severa con cualquiera que se sale de las normas de esta
escuela. ¿Habéis entendido lo que quiero decir?
Hay una relación evidentemente injusta y desigual entre el poder del adulto, director, profesor y el
alumno que puede llegar al maltrato físico. Durante toda la obra muestra su pobre imagen de los
niños como seres despreciables que deben convertirse rápido en adultos para estar en lo correcto,
para ser razonables, llega a tal su desprecio que su idea de una escuela perfecta es una “escuela sin
niños” y cree que ni siquiera ella fue una niña, se tiene en tal consideración que no se cree capaz de
haber estado en algún momento en tal estado de ignorancia. Hay que tener en cuenta esta anulación
de la propia infancia al observar su trato hacia los otros.
En este sentido, la señorita Trunchbull representa el odio al niño por su condición de niño y la
creencia del adulto como una versión mejorada, útil y siempre en lo correcto:
—Las niñas son criaturas repugnantes y malas. Me alegro de no haberlo sido nunca.
—Pero usted ha tenido que ser alguna vez niña, señora directora. Seguro que lo ha sido.
—No por mucho tiempo —rugió la señorita Trunchbull, sonriendo desagradablemente—. Me
hice mujer enseguida.
Ella simboliza un modelo educativo tradicional basado en el famoso “la letra con sangre entra”, es
por esto que se ven esos repetidos ataques físicos y psicológicos contra los niños, ella tiene una fuerte
ideología sobre cómo debe ser el trato hacia los niños: “se dará cuenta de que no es bueno ser
amable con los niños. Lea Nicholas Nickleby de Dickens, señorita Honey. (…) Él sí que sabía cómo
manejar a esas pequeñas bestias, ¿no? Sabía cómo emplear el látigo”.
Toda la relación con los estudiantes se basa en el miedo por parte de ellos y en la burla por parte
de ella, no hay una mirada justa con el niño. Es un ser egoísta y ególatra que solo considera su propia
posición por eso no le importa aterrorizar al otro, sea quien sea aunque su principal blanco sean los
niños, “Pero supongo que ninguno del puñado de retrasados mentales que tenemos aquí lo leerá
nunca, porque, por su aspecto, ni siquiera aprenderán a leer”.
Debemos advertir que antes de presentarla el narrador dice que normalmente los directores de las
escuelas gozan de ciertas cualidades que los dotan en su trato con los niños como la comprensión,
el preocuparse por ellos, ser amables e interesarse por la educación. Esto nos muestra un ideal del
director en consonancia con el ideal del maestro simbolizado en la señorita Honey y diameralmente
opuesto a la señorita Trunchbull.
Y en este mismo sentido contrasta las diferentes metodologías educativas que cada una de las
docentes representa, ya se mencionó que Trunchbull hace parte de la tradición de “la letra con
sangre entra”, una metodología convencional que estuvo por muchos años vigente en los sistemas
educativos, ésta docente anula cualquier nueva forma de enseñanza y promueve una educación en
donde el alumno no debe aprender sino equivocarse para que sea castigado.
Trunchbull muestra quizás el paradigma de lo que no debe ser el maestro: “Y le voy a decir una
cosa. Me gustaría que me permitieran usar el látigo y el cinto como se hacía en los viejos tiempos”.
Aquí hace referencia a un método utilizado antes, es decir, una idea cercana a lo que Alice Miller
llamó pedagogía negra que “supone un intento de dominar la voluntad del niño y convertirlo en una
persona dócil y obediente, que no se revele por miedo al daño que van sus padres a causarle” o
maestros, en otras palabras, las figuras de poder.
Para finalizar con este tema, la directora parece no entrar en ninguna de las categorías presentadas
por Guillermo Bustamente sino que las rompe todas, acercándose al rol histórico del maestro, al
ideal tradicional y primitivo que alguna vez existió y que muchos creían había desaparecido. Cabe
añadir que su anulación por el otro no es solo al niño sino también al adulto y que todo el tiempo
desacredita a la señorita Honey y su manera de enseñar.
Entonces, para continuar con la señorita Honey: en el sistema didáctico se deja claro que la
profesora es muy amable pero que tiene claro su rol al igual que los estudiantes que responden a
sus comentarios con un “sí, señorita”, se nota un poco esa autoridad característica de su papel y
siguiendo esta idea inicia su presentación y bienvenida al sistema:
Es el principio de once largos años de escuela, por lo menos, que tenéis que pasar
todos vosotros. (…) —Por mi parte —prosiguió la señorita Honey—, quiero ayudaros a
que aprendáis todo lo posible mientras estéis en esta clase. Sé que eso os facilitará
luego las cosas. Así, pues, espero que para finales de semana sepáis todos la tabla de
multiplicar por dos y, al final del curso, que hayáis aprendido las tablas de multiplicar
hasta doce. Si las aprendéis, os ayudará enormemente.
Este es el primer momento en el que se muestra un verdadero interés o una intención en la
educación, y no solo en la educación también en ellos como estudiantes y niños, quiere incluso
facilitarles las cosas porque parece entender que aquí se sientan las bases para su futuro. Propone su
labor como una ayuda y no una instrucción, y en algunas ocasiones deben dejarse ayudar por
ella.Luego plantea las tablas de multiplicar como un comienzo y después hablará de aprender a leer.
Así pues, además de tener un rol claro, la señorita Honey presenta en su sistema didáctico una
posición de ayudante del conocimiento. Muestra además que su configuración didáctica radica en
aprender directamente el tema en el caso de aprender el código para leer y memorizar las tablas, en
este sentido podemos ver una caracterización más amplia del rol del docente y lo vemos cumpliendo
otras funciones como la del pastor que guía y protege a sus ovejas, el maestro como un faro o brújula
orientadora.
Después de descubrir las habilidades de Matilda su suposición es creer que
Tiene unos padres maravillosos que ya la han enseñado a multiplicar por un montón de
números. --¿Fue tu madre la que te enseñó, Matilda?
—No, señorita Honey, no.
—Entonces tienes que tener un padre magnífico. Debe de ser un profesor excelente.
Significa que ella une la educación a la familia pues piensa en la educación en casa como una
posibilidad, aunque también lo une a una vocación de maestro por parte de los padres.
Llegados a este punto, antes habíamos mencionado a Trunchbull como símbolo de una
metodología, así mismo, la señorita Honey es representante de otro tipo de enseñanza, un
“aprendizaje-enseñanza innovador y motivante para el alumnado”, intenta utilizar canciones, rimas y
un trabajo grupal para la correcta comprensión del material, hace transposiciones para facilitar el
aprendizaje y utiliza diversas maneras para lograr los objetivos.
La señorita Honey parece aceptar que cada estudiante necesita un acercamiento distinto e intenta
ofrecer una educación individualizada como por ejemplo lo que hace con Matilda pues ella se
encarga de buscar libros sobre cosas que le pueden interesar con el objetivo de no aburrirla en su
clase con materiales ya conocidos puesto que la directora no dejó que la protagonista se adelantara
en los cursos. Esto demuestra su comprensión de que cada alumno es distinto y que, contrario a la
directora, no quiere la homogenización del estudiantado.
—No tiene ningún sentido —dijo— que estés sentada en clase sin hacer nada mientras yo les
enseño a los demás la tabla de multiplicar por dos y a deletrear gato, rata y ratón. Así que
durante las clases te dejaré uno de estos libros para que estudies. Al final de la clase me
puedes hacer las preguntas que quieras, si tienes alguna, y yo intentaré ayudarte. ¿Qué te
parece?
Así se demuestra un esfuerzo por propiciar un aprendizaje significativo1 que para Matilda gira
entorno a los libros y las preguntas mientras que a los demás gira entorno a la repetición de las tablas
y el reconocimiento de las letras y sus sonidos. Aunque parece simple hay que pensar que es un nivel
inicial donde normalmente se enseña el código y a nivel didáctico hay que recordar que el libro es
de 1988; aun así vemos un intento de acercamiento desde la música y la voz un tema muy importante
en la didáctica actual
“Por aquel entonces los maestros sabían, o por lo menos intuían, que el aprendizaje de las
ciencias, las matemáticas, las humanidades, y, sobre todo, de las actitudes sociales, pasaba
por la estética, por el respeto, por la transmisión de la cultura de manera emocional y no sólo
reflexiva y memorística. Por ello, y como parte de sus actividades, hacían uso del arte, en
especial de la música, como su mejor aliado”. (Vasco, 2008)
Después nos vuelven a recalcar su humildad respecto al talento de Matilda, cosa que el narrador y
la señorita Honey ven de muy buena manera: “No me importa lo que haya dicho su padre de ella;
parece muy tranquila y es muy amable conmigo. Y nada engreída a pesar de su talento. La verdad
es que no parece darse cuenta de ello”. Porque la señorita Honey no es solo buena profesora también
es una buena persona que muestra preocuparse por la situación de sus alumnos, en este caso de
1
Definición de transposición didáctica. “Yo entiendo por transposición didáctica el mayor o menor esfuerzo que
realizamos los profes cuando queremos propiciar el aprendizaje de algo en nuestras aulas. En este sentido coincido
con las posturas de colegas como Gloria Rincón, de Cali, o Mauricio Pérez, de aquí de Bogotá, o Anna Camps,
española: se trata del paso de un saber disciplinar a un saber enseñable, un saber de aula” (Aragón).
Matilda y por eso se presenta en casa de sus padres para discutir su educación a pesar de lo sucedido
con la señorita Trunchbull. Aquí nos topamos con una pared por el carácter de los padres de Matilda
quienes ahora no solo se ven como incompetentes sino con una clara y perjudicial perspectiva sobre
la educación y la posición de la mujer:
—No me gustan las chicas marisabidillas. Una chica debe preocuparse por ser atractiva
para conseguir luego un buen marido. La belleza es más importante que los libros,
señorita Hunky...
—Me llamo Honey —corrigió la señorita Honey.
—Míreme a mí —dijo la señora Wormwood— y luego mírese usted. Usted prefirió los
libros. Yo, la belleza. (…) He dicho que usted eligió los libros y yo la belleza —dijo la
señora Wormwood—. ¿Y a quién le ha ido mejor? A mí, por supuesto. Yo vivo
cómodamente en una casa preciosa con un próspero hombre de negocios y usted trabaja
como una negra, enseñándole el abecedario a un montón de niños horribles.
Encontramos pues la representación didáctica de los padres de Matilda que se resume a enseñar el
abecedario y a algo inútil por no proveer “un buen marido”.
Para concluir con esta caracterización de la profesora es necesario decir que ella no solo ofrece a sus
estudiantes una guía educativa, también les ayuda a enfrentar situaciones como el comportamiento y
las reglas que deben mantener en la escuela y la mejor forma de cuidarse de Trunchbull o de sus
padres, es más, Honey les enseña cómo hacerle frente al maltrato y tortura que sufren en la escuela.
Después de todas estas consideraciones, debemos observar la opinión que Matilda nos brinda sobre
su visión de la relación e interacción con los profesores
La había considerado siempre como una profesora, una persona que surgía de no se sabía
dónde, daba clases en la escuela y luego desaparecía de nuevo. “¿Alguna vez nos detenemos
a pensar —se preguntó Matilda— dónde van nuestras profesoras cuando terminan de dar sus
clases? ¿Nos preguntamos si viven solas o si tienen en casa una madre, una hermana o un
marido?”.
Esto nos da pie para pensar que el sistema didáctico evoluciona a una mirada que humaniza la figura
del profesor, dejar de pensar en él como una figura lejana y sin contexto, así, en un entendimiento e
igualdad de condiciones logran una “estrecha amistad”. Esto es importante, parece postular que una
buena profesora realiza relaciones cercanas e importantes con los alumnos, se entienden y se ayudan
mutuamente.

Concluyendo, Matilda es una excelente obra infantil que nos plantea un paradigma educativo a
romper que es el de una educación basada en las figuras de poder y la autoridad, donde el objetivo
no es una verdadera enseñanza sino la repetición de ciertos conceptos, es una educación
tradicionalista anclada en el maltrato y en la poca o nada consideración hacia la infancia; Dahl vivió
y padeció esta metodología, quizá por eso plantea a la señorita Honey como el nuevo paradigma y
como el rompimiento con una tradición establecida, a través de ella se nos muestra un tipo de
educación refrescante en donde el niño y su bienestar físico, cognitivo y emocional es primordial, en
donde el objetivo es lograr un verdadero aprendizaje y comprensión y para lograr eso es necesaria
la utilización de métodos que se adapten a las habilidades y capacidades de cada niño. Finalmente,
se sabe que la obra no trata sobre ello y que su tema principal, parece ser más bien el enfrentamiento
del poder del niño contra el del adulto y por eso no hay mejor medio o sistema para hacer esto que
el colegio un lugar donde los adultos quieren dictar y controlar a los niños en un ambiente que gira
alrededor de ellos, es decir, se supone que el bienestar de los niños debería estar en todo el centro
de la cuestión y, sin embargo, ellos son los que menos voz tienen en el sistema educativo, a pesar de
que todo sea dirigido hacia ellos. Por lo tanto, en la novela se plantea toda esta compleja situación a
través de sus personajes, girando un poco sobre ella, aunque como tal no sea el tema central y esto
la convierte en un texto supremamente interesante de leer tanto a un nivel narrativo así como desde
un punto de vista pedagógico.
Bibliografía
Bustamante, G. (2012) El Maestro Cuadrifonte. Revista Infancias Imágenes. (11). 2. (87-97)
Dahl, Roald y Blake, Quentin. (1988) Matilda. Penguin Books.
Quiles, Cerillo J. (2016) Procesos de Enseñanza y Aprendizaje en la Literatura de Roald Dahl.
Edetania. 49. (147-162)

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