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“…la filosofía más que ninguna otra disciplina debe ser vivida.”
García-Morente
Cuando nos preguntamos qué es filosofía, tenemos dos vía de reflexión: nuestro
propio pensamiento o investigar qué han dicho otro estudiosos de la filosofía sobre
el tema para poder emitir una reflexión un poco más “informada” y hasta
convincente para nosotros mismos (no por ello más válida).
En primer lugar podemos agrupar las posturas que afirman que la filosofía es una
cualidad del pensamiento que todo mundo posee, y que sólo hace falta un
estímulo adecuado que propicie la reflexión para ejercitar esa cualidad que todos
tenemos de forma inherente.
Así, la filosofía es un ejercicio que todo mundo puede realizar. Un ejercicio del
pensamiento que los pueblos comparten como la cultura. Es decir, todos tienen o
pertenecen a una cultura, pero todos la tienen o pertenecen a ella de forma
particular.
¿Por qué no sucede esto con la ciencia? Jaspers mismo responde: porque la
ciencia, a lo largo de su historia ha legitimado un método “Mientras que se admite
que en las ciencias son condición del entender el estudio, el adiestramiento y el
método, frente a la filosofía se pretende poder sin más intervenir en ella y hablar
de ella.” (1993:7).
Entonces, ¿de cara a esta realidad, será tarea de los estudiosos de filosofía
desarrollar o descubrir un método? No, desde mi punto de vista, el estudioso de la
filosofía no podría ni debería acudir a una metodología específica, no puede
hacerlo por la diversidad de temas que aborda. Los estudiosos de la filosofía,
debemos recurrir a la tradición, he aquí, presento de forma adelantada, la segunda
acepción de las que anuncié recoger al inicio, en torno al problema de definir “qué
es la filosofía”.
El peligro de que la filosofía sea una cualidad del pensamiento es que se trivializan
cosas que bien podrían ser importantes para nuestro desarrollo humano, cosas
que han sido, históricamente, tema de la filosofía. Ejemplo de ello es todo lo que
se desarrolla alrededor del coaching, ya no se diga en lo que hoy, las personas de
a pie, entiende como metafísica, hablando de libros como Metafísica 4 en 1, o de
esoterismo carentes de fundamento o con ambigüedades graves de cosas que
bien podrían ser importantes como lo sagrado.
¿Cuántos coaches no hemos visto que anuncian cursos sobre “cómo conocerse a
sí mismo (como descubrir nuestro verdadero potencial (!))”, “cómo saber qué es el
amor”, “cómo lograr la felicidad” o “cómo lograr el éxito” prometiendo prepararnos
para conocernos a profundidad y para ver más allá de lo evidente (tarea también
de la filosofía desde sus inicios: una explicación sobre el mundo, sobre la
justificación de nuestra existencia y sobre el origen de las cosas)? la inundación
de personas que aprovechan estas inclinaciones humanas-naturales a ciertos
aspectos que nos acontecen en el día a día desde tiempos inmemoriales, y que
han sido temas de la filosofía, da cuenta de lo necesitados que estamos de
atender y de socializar nuestros pensamientos y nuestras vivencias en torno a
esto temas. Pero ¿qué hacer ante la trivialización?
Desde mi punto de vista, primero debemos admitir que así como se requiere una
preparación para propiciar la ciencia o el arte, es indispensable una preparación
para hablar en términos filosóficos y/o de filosofía, por lo que, dicho en palabras de
Heidegger, “La filosofía es un tipo de competencia que posibilita buscar algo con la
mirada.” (2004: 47) [el subrayado es mío, no del autor].
Todo lo que acabo de decir, además implicaría que la filosofía es un valor que
puede modificar nuestros pensamientos y nos devuelve mejor equipados a la vida.
La evidencia de esta vivencia filosófica son nuestros actos al estilo de las escuelas
helenistas, pero con las reservas que nos impone la vida moderna.
Ahora bien, Morente, en las Lecciones preliminares de filosofía afirma que “la
filosofía más que ninguna otra disciplina debe ser vivida”, no habla precisamente
de la vivencia en este sentido de la filosofía helenista, como una herramienta para
la vida; sino de la vivencia de la filosofía misma a ser empleada reflexionando en
sus problemas, de hecho no lo explica, sólo induce al lector a que le acompañe en
sus disertaciones que él considera que ya son un ejercicio filosófico.
Heidegger en ¿Qué es filosofía? hace la misma invitación, pero este segundo, nos
propone, como él mismo señala: un camino específico frente a la dificultad de
explicar qué es filosofía. El camino que nos propone es, nuevamente, desde la
tradición. Es decir, cómo se ha pensado la filosofía en manos de sus propios
intelectuales. Y para ello recorre dos vías, una historiográfica, aunque su
planteamiento no es sólo historiográfico y otra etimológica, a partir de un rastreo
minucioso de la palabra filosofía en griego.
Muchos pensadores, entre ellos Mircea Eliade en Mito y realidad, ven al mito como
el marco procedente del pensamiento filosófico. Han sugerido, muchas veces
entre líneas, que la filosofía es una continuidad del mito, un nuevo intento del
hombre por situarse en el mundo y por describirlo. Ven a la filosofía como una
nueva forma de abordaje, es decir la construcción de un nuevo discurso a partir de
los problemas que resuelve el mito (generalmente ven la continuidad en el
problema de la verdad), de lo no oculto, la a-letheia griega. Afirman que al hacer lo
mismo el pensamiento y el mito, desocultar o tratan de desvelar lo que hay detrás,
construyen discursos paralelos.
Para mí, la filosofía converge entre todas las ideas que expuse antes: es una
forma de proceder en el pensamiento, un valor, una vivencia al estilo helenístico y
al estilo de Morente, una forma de acercarse a conocer el mundo en su sentido
más esencial, tal como lo hace el mito. La filosofía es contemplativa y creadora al
mismo tiempo. En esto se parece al arte, la diferencia está en que mientras la
filosofía elabora discursos sobre el ser para develarlo, el arte le toma una foto y lo
muestra en una obra.
Bibliografía