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Notas sobre socialismo y comunismo

Socialismo: Sistema social que aboga por la propiedad y control del Estado
sobre los medios de producción. Los comunistas lo consideran una etapa
intermedia entre el capitalismo y el comunismo.
El socialismo no es una idea nueva, pues ya los filósofos griegos Platón y
Aristóteles escribieron sobre el tema. Posteriormente, durante la Reforma
protestante del siglo XVI, Thomas Müntzer, un sacerdote católico radical alemán,
abogó por una sociedad sin clases. Pero sus puntos de vista fueron muy
polémicos, especialmente su llamamiento a la revolución, si fuese necesaria, para
alcanzar este objetivo. En el siglo XIX, el galés Robert Owen, los franceses
Étienne Cabet y Pierre-Joseph Proudhon, así como otros reformadores sociales,
entre ellos clérigos renombrados, enseñaron que el socialismo no era más que
otro nombre para el cristianismo.
Hubo quienes pensaron que el socialismo o el comunismo podrían producir una
sociedad sin clases en la que hubiera un justo reparto de la riqueza. Por
supuesto, los ricos no se entusiasmaron para nada con estos ideales, pero mucha
gente se sintió atraída por el lema que decía: “De cada cual según sus
capacidades, a cada cual según sus necesidades”. Muchos se ilusionaron con la
idea de que todos los países abrazarían el socialismo y se viviría en un mundo
ideal, casi utópico. Unas cuantas naciones acaudaladas adoptaron algunos
aspectos del socialismo y fundaron estados de bienestar que prometían cuidar de
todos los ciudadanos “desde la cuna hasta la tumba”. De hecho, aun hoy siguen
afirmando que la pobreza ya no amenaza la vida de sus súbditos.
Pero lo cierto es que el socialismo nunca consiguió su objetivo de producir
una sociedad altruista. La teoría de que los ciudadanos trabajarían por el
bien de la comunidad en vez de por ellos mismos resultó ilusoria. Algunos
se quejaron al observar que, en ciertos casos, compartir sus bienes con los
pobres hacía que estos no quisieran trabajar. Se cumplieron estas palabras
bíblicas: “No hay en la tierra hombre justo que siga haciendo el bien y
no peque. [...] El Dios verdadero hizo a la humanidad recta, pero ellos
mismos han buscado muchos planes” (Eclesiastés 7:20, 29).
Comunismo: Sistema social que propugna la ausencia de clases, la propiedad
común de los medios de producción y subsistencia, y la distribución equitativa de
los bienes económicos.

LA MITOLOGÍA griega nos habla del dios Cronos, durante cuyo reinado Grecia
disfrutó una edad de oro. “Todos tenían el mismo derecho a la propiedad común,
no se conocía la propiedad privada, y reinaban una paz y armonía
imperturbables”, explica el Dictionary of the History of Ideas. La misma fuente
añade: “Aparecen las primeras huellas del socialismo en lo que parece nostalgia
por esta ‘época dorada’”.
Sin embargo, no fue sino hasta principios y mediados del siglo XIX que el
socialismo hizo su aparición como movimiento político moderno. Encontró pronta
aceptación, especialmente en Francia, donde la Revolución francesa hizo

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

tambalear las ideas convencionales y —al igual que en otros países europeos—
la Revolución industrial creó graves problemas sociales. El pueblo estaba
preparado para aceptar el concepto de que la posesión pública de los recursos,
en vez de la privada, permitiría a las masas disfrutar por igual de los frutos del
trabajo común.
El socialismo no es una idea nueva, pues ya los filósofos griegos Platón y
Aristóteles escribieron sobre el tema. Posteriormente, durante la Reforma
protestante del siglo XVI, Thomas Müntzer, un sacerdote católico radical alemán,
abogó por una sociedad sin clases. Pero sus puntos de vista fueron muy
polémicos, especialmente su llamamiento a la revolución, si fuese necesaria, para
alcanzar este objetivo. En el siglo XIX, el galés Robert Owen, los franceses
Étienne Cabet y Pierre-Joseph Proudhon, así como otros reformadores sociales,
entre ellos clérigos renombrados, enseñaron que el socialismo no era más que
otro nombre para el cristianismo.
Las utopías de Marx y Moro
Sin embargo, “ninguno de estos portavoces del socialismo —dice la obra antes
citada— tuvo una influencia comparable a la de Karl Marx, cuyos escritos se
convirtieron en el fundamento del pensamiento y acción socialistas”. Marx
teorizaba que por medio de la lucha de clases, la historia progresa paso a paso;
una vez alcanzado el sistema político ideal, la historia, en ese sentido, terminará.
Este sistema ideal resolverá los problemas de las sociedades anteriores. Todos
vivirán en paz, libertad y prosperidad, sin necesidad de gobiernos o fuerzas
militares.
Esto guarda un parecido notable con lo que el estadista británico Tomás Moro
describió en 1516 en su libro Utopía. La palabra ou-topos, un nombre griego
acuñado por Moro, significa “en ningún lugar” y es posible que fuera un juego de
palabras relacionado con una expresión similar eu-topos, que significa “buen
lugar”. Moro propuso la utopía de un país imaginario (en ningún lugar) que era al
mismo tiempo un país ideal (buen lugar). Por eso, “utopía” ha llegado a significar
“un lugar de perfección ideal sobre todo en lo referente a las leyes, formas de
gobierno y condiciones sociales”. El libro de Moro era una acusación clara contra
las condiciones sociales y económicas nada ideales que prevalecieron durante
aquella época en Europa, especialmente en Inglaterra, y que después
contribuyeron al auge del socialismo.
Las teorías de Marx también se hicieron eco de las del filósofo alemán Georg
Wilhelm Friedrich Hegel. Según el Dictionary of the History of Ideas “el carácter
apocalíptico y casi religioso del socialismo marxista estuvo influenciado por la
redefinición filosófica de Hegel de la teología cristiana radical”. Con este fondo de
“teología cristiana radical”, explica el escritor Georg Sabine, Marx desarrolló “un
llamamiento moral muy poderoso, respaldado por una convicción casi religiosa.
Fue nada menos que un llamamiento a unirse al avance de la justicia y de la
civilización”. El socialismo era la esperanza del futuro y quizás algunos pensaran
que se trataba en realidad del cristianismo que marchaba hacia la victoria con un
nuevo nombre.

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Del capitalismo a la utopía


Durante su vida Marx sólo pudo publicar el primer volumen de su libro El Capital.
Los dos últimos fueron editados y publicados en 1885 y 1894 respectivamente por
su colaborador más estrecho, Friedrich Engels, filósofo socialista alemán. El
Capital intentó explicar el desarrollo histórico del capitalismo, sistema económico
característico de la democracia representativa occidental. Basándose en el libre
mercado y la competencia sin control estatal, el capitalismo —tal como lo explica
Marx— concentra la propiedad de los medios de producción y distribución en
manos privadas y empresariales. Según Marx, el capitalismo crea una clase
media y una clase trabajadora, lo que provoca antagonismos entre las dos y la
opresión de los trabajadores. Utilizando los trabajos de economistas ortodoxos
para respaldar sus puntos de vista, Marx argumentó que el capitalismo es en
realidad antidemocrático, y que el socialismo es definitivo en cuestión de
democracia, útil para el pueblo al promover la igualdad y libertad humanas.
La utopía se alcanzaría cuando el proletariado hiciera la revolución y se librara de
la opresión burguesa, y así establecería lo que Marx llamó la “dictadura del
proletariado”. (Véase la página 21.) Sin embargo, con el tiempo moderó su punto
de vista y empezó a admitir dos conceptos sobre la revolución: la revolución
violenta y la revolución gradual, más permanente. Esto hizo surgir una cuestión
interesante.
¿Se consigue la utopía por la revolución o por la evolución?
“Comunismo” se deriva de la palabra latina communis, que significa “común,
perteneciente a todos”. Al igual que el socialismo, el comunismo afirma que la
libre empresa produce desempleo, pobreza, oscilaciones en la economía y
conflictos entre patronos y empleados. Por lo tanto, la solución es distribuir la
riqueza de la nación de forma más justa y equitativa.
Sin embargo, a finales del siglo pasado, los marxistas no se ponían de acuerdo en
cuanto a cómo lograr los objetivos deseados. A principios del siglo veinte la
vertiente socialista que rechazó la revolución violenta y abogó por trabajar dentro
de un sistema parlamentario democrático cobró fuerza y se convirtió en lo que
ahora se llama socialdemocracia. Es el socialismo que se puede encontrar hoy en
democracias como las de la República Federal Alemana, Francia y Gran Bretaña.
Estos partidos, han rechazado a todos los efectos el pensamiento marxista puro y
simplemente están interesados en el establecimiento de un Estado benefactor
para sus ciudadanos.
Por otra parte, Lenin fue un marxista convencido que creía firmemente en que la
utopía comunista podría lograrse solo mediante la revolución violenta. Sus ideas,
junto con las del marxismo, sirven de base para el comunismo ortodoxo
contemporáneo. Lenin, seudónimo de Vladimir Ilich Ulianov, nació en 1870 en lo
que ahora es la Unión Soviética. En 1889 se convirtió al marxismo y desde 1900,
después de un período de exilio en Siberia, vivió casi siempre en Europa
occidental. A la caída del régimen zarista, volvió a Rusia, fundó el partido
comunista ruso y dirigió la revolución bolchevique de 1917. Desde entonces, fue

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el primer dirigente de la Unión Soviética hasta su muerte en 1924. Concibió el


partido comunista como un grupo altamente disciplinado y centralizado de
revolucionarios que eran la vanguardia del proletariado. Los mencheviques
disentían de esta concepción. (Véase la página 21.)
La línea de demarcación entre la revolución y la evolución ya no está tan clara. En
1978 el libro Comparing Political Systems: Power and Policy in Three Worlds
comentó: “El comunismo se ha vuelto más ambivalente en cuanto a cómo lograr
las metas socialistas. [...] Las diferencias entre el comunismo y la
socialdemocracia han disminuido notablemente”. Ahora, en 1990, estas palabras
adquieren más significado a medida que el comunismo experimenta cambios
drásticos en la Europa del Este.
El comunismo reintroduce la religión
“Necesitamos valores espirituales [...]. Los valores morales que la religión generó
y representó durante siglos pueden ayudar también en la labor de renovar nuestro
país.” Pocas personas pensaban que escucharían alguna vez estas palabras de
boca de un secretario general del partido comunista de la Unión Soviética. Sin
embargo, el 30 de noviembre de 1989, Mijail Gorbachov anunció este
espectacular cambio de actitud hacia la religión durante su visita a Italia.
¿Apoya esto de alguna forma la teoría de que los primeros cristianos eran
también comunistas, y que practicaban un tipo de socialismo cristiano? Algunos
quizás lo afirmen, mientras citan las palabras de Hechos 4:32 sobre los cristianos
de Jerusalén: “Todas las cosas las tenían en común”. Sin embargo, si
investigamos lo sucedido, descubrimos que era solo una disposición temporal
debido a circunstancias imprevistas, no un sistema permanente de socialismo
“cristiano”. Como compartían amorosamente sus bienes materiales, “no había
ningún necesitado entre ellos” y “se efectuaba distribución a cada uno, según
tuviera necesidad”. (Hechos 4:34, 35.)
“Glásnost” y “perestroika”
Desde los últimos meses de 1989, la Unión Soviética y sus gobiernos satélites
comunistas en Europa del Este han experimentado cambios políticos
sorprendentes, y gracias a la política de glásnost, o apertura, todos los hemos
presenciado. Los europeos del Este han pedido reformas de largo alcance, que a
cierto grado, se han conseguido. Los líderes comunistas han admitido la
necesidad de un sistema más humanitario y compasivo y piden “el resurgimiento
de un socialismo diferente, más solidario y eficaz”, como lo definió un economista
polaco.
Uno de los líderes principales ha sido Gorbachov, quien, poco después de llegar
al poder en 1985, introdujo la idea de la perestroika (reestructuración). Durante
una visita a Italia defendió la perestroika como algo necesario para enfrentarse a
los desafíos de esta década y comentó: “Al haber tomado el camino de la reforma
radical, los países socialistas están cruzando un punto sin retorno. No obstante,
es incorrecto insistir —como hacen muchos en Occidente— en que nos hallamos

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

frente al colapso del socialismo, sino que por el contrario, el proceso socialista se
desarrollará en múltiples formas en el mundo”.
Por lo tanto, los líderes comunistas no están dispuestos a concordar con la
evaluación hecha el año pasado por el columnista Charles Krauthammer, que
escribió: “La pregunta constante que ha preocupado a todo filósofo político desde
el tiempo de Platón — ¿Cuál es la mejor forma de gobierno?— ya ha quedado
contestada. Después de milenios de probar toda clase de sistema político,
cerramos este último con la seguridad de que en la democracia capitalista,
pluralista y liberal hemos encontrado lo que buscábamos”.
Por otra parte, el periódico alemán Die Zeit admite con franqueza que las
democracias de corte occidental presentan hoy día un cuadro lamentable, y
enfoca la atención en el “desempleo, el alcoholismo, la drogadicción, la
prostitución, la reducción de los programas sociales, la reducción de tasas y en
los déficits presupuestarios” y entonces pregunta: “¿Es esta realmente la
sociedad perfecta que ha triunfado para siempre sobre el socialismo?”.
TERMINOLOGÍA SOCIALISTA Y COMUNISTA
BOLCHEVIQUES/MENCHEVIQUES: El Partido Obrero Social-Demócrata Ruso
fundado en 1898 se escindió en dos grupos en 1903: los bolcheviques,
literalmente “miembros de la mayoría”, dirigidos por Lenin, preferían que el partido
tuviese un número limitado de revolucionarios disciplinados, y los mencheviques,
“miembros de la minoría”, que abogaban por que el partido tuviese mayor número
de miembros y emplease métodos democráticos.
BURGUESÍA/PROLETARIADO: Marx afirmaba que el proletariado (la clase
trabajadora) derrocaría a la burguesía (clase media, incluidos los propietarios de
fábricas), establecería la “dictadura del proletariado” y lograría una sociedad sin
clases.
KOMINTERN: Abreviatura de Internacional Comunista (III Internacional),
organización fundada por Lenin en 1919 para fomentar el comunismo y que se
disolvió en 1943. La precedieron la I Internacional (1864-1876), un parlamento
internacional de grupos socialistas europeos, y la II Internacional (1889-1919), un
parlamento internacional de partidos socialistas.
MANIFIESTO COMUNISTA: Declaración hecha en 1848 por Marx y Engels,
donde se exponían los principios fundamentales del socialismo científico que
sirvió de base durante mucho tiempo para los partidos comunistas y socialistas
europeos.
EUROCOMUNISMO: Sistema utilizado por los partidos comunistas de Europa
occidental, independientes del liderazgo soviético y dispuestos a servir en
gobiernos de coalición. Preconizan que ya no es necesaria “la dictadura del
proletariado”.
SOCIALISMO CIENTÍFICO/UTÓPICO: Términos utilizados por Marx para
diferenciar sus teorías —supuestamente basadas en un examen científico de la
historia y del sistema capitalista— de las enseñanzas socialistas puramente
utópicas de sus predecesores.

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

*** g82 22/3 pág. 5 La prosperidad material... una meta universal ***
La prosperidad material... una meta universal

“SE DICE que la religión de la nación es el consumo de artículos materiales.


Todos los estadounidenses deben querer ser ricos, y la cultura se basa en la
comodidad y el placer. . . . El materialismo de la cultura estadounidense se difunde
en todo aspecto de la vida.” Se informa que este es el punto de vista que
actualmente se presenta en los libros de texto de las escuelas francesas en cuanto a
la vida en los Estados Unidos.
Se reconoce que esta valoración es algo exagerada, pero sin duda tiene algo de
verdad. El nivel de vida de los Estados Unidos ha llegado a ser el criterio por el cual
se mide el éxito económico de todo país. Solo unas cuantas otras naciones (tales
como Suiza y Suecia) pueden jactarse de tener un nivel de vida similar. Estas
cuantas naciones favorecidas han llegado a ser objeto de envidia de muchos otros
países, incluso los países comunistas.
“Salarios más altos,” “menos horas de trabajo” y “mejores condiciones de vida.”
Estas son las demandas de la clase obrera de todos los países, sin importar que su
sistema de gobierno sea capitalista, socialista o comunista.
En lo que se refiere a la actitud de la gente para con la vida, la palabra
“materialismo” ha sido definida como “la doctrina de que la comodidad, el placer y la
riqueza son las únicas o las supremas metas o valores.” ¿Quién puede negar que
gran parte del género humano haya adoptado tal parecer materialista tocante a la
vida? Para muchos, la prosperidad material se ha hecho el sinónimo de la felicidad.
Parece que ha llegado a ser la meta universal que se debe alcanzar. Pero, ¿por qué
medios?
Muchas personas de los países industriales sinceramente creen que el sistema
capitalista ofrece la mejor esperanza para lograr la prosperidad y la felicidad. Ellos
están a favor de la libertad de empresa, en la que el estado se interpone lo menos
posible.
Millones de otras personas están convencidas de que el capitalismo favorece a
unos pocos, en detrimento de la mayoría de la gente. Prefieren el comunismo, un
sistema económico y político fundado en el principio de que el estado o la comunidad
tienen la posesión o el dominio de toda propiedad. Están dispuestas a renunciar a
ciertas libertades con tal que el estado les garantice la prosperidad material.
Entre estos dos grupos se encuentran otros millones de personas para quienes el
camino a la prosperidad material y a la felicidad no está en seguir ni el capitalismo ni
el comunismo. Estas personas reconocen las desventajas del sistema capitalista,
pero también se dan cuenta de los peligros del comunismo. Por medio de reformas,
esperan realizar una sociedad igualitaria democrática en la cual el estado planifica y
controla los principales medios de producción. Estas personas son socialistas, que

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Notas sobre socialismo y comunismo

se llaman por los nombres Socialdemócratas, Laboristas, defensores del Estado


Benefactor y así por el estilo.
El repasar brevemente la historia del capitalismo, el comunismo y el socialismo, y
los logros que estos sistemas han efectuado, nos ayudará a determinar si uno de
estos sistemas puede producir felicidad verdadera.

*** g82 22/3 págs. 6-9 ¿Pueden éstos producir felicidad verdadera? ***
¿Pueden éstos producir felicidad verdadera?

¿el capitalismo? ¿el comunismo? ¿el socialismo?

EL BUSCAR la felicidad por medio de la prosperidad material no es una idea


nueva. Fue el modo de vida de muchos griegos y romanos de la antigüedad. Pero
esta idea no tuvo buena acogida durante toda la edad media. ¿Por qué?
Principalmente por razones religiosas.
La religión dominaba todo aspecto de la actividad humana en la sociedad
medieval. La Iglesia Ortodoxa de Oriente y la Iglesia Católica Romana consideraban
que la pobreza era una virtud. Era una “prueba” que los pobres tenían que aceptar.
Los ricos eran ricos y los pobres eran pobres a causa de lo que se consideraba que
era un arreglo ordenado por Dios. La pobreza voluntaria se consideraba algo “santo,”
y el derecho canónico condenaba la “usura” (el prestar dinero por ganancia).
Pero, mientras condenaban a los prestamistas judíos, los cabildos de las
catedrales católicas prestaban dinero y cobraban intereses altos. El papado mismo
se convirtió en “la mayor institución financiera de la edad media.” Este arreglo
continuó durante gran parte del período del orden feudal eclesiástico.
El nacimiento del capitalismo
Con la desintegración del sistema feudal hubo un aumento en el comercio entre
los pueblos y las ciudades. Aumentó también el comercio entre las naciones. Las
ideas circularon más libremente, en particular después que se inventó la imprenta. La
influencia que ejercía la Iglesia Católica comenzó a debilitarse.
El catolicismo de la edad media había sido el mayor obstáculo al desarrollo de un
sistema económico nuevo. Sin embargo, hacia el fin de la edad media grupos que
empleaban una forma capitalista de comercio, de manufactura y de banca habían
estado creciendo aquí y allá dentro de la mismísima cristiandad católica. Este fue el
caso de ciudades católicas como Venecia en Italia, Ausburgo en Alemania y
Amberes en Flandes.
Entonces, en el siglo dieciséis se desataron la Reforma Protestante. Aunque sería
una exageración decir que la Reforma engendró al capitalismo, sí puede decirse que
liberó ideas que dieron un impulso decisivo al capitalismo. Entre otras cosas, gracias
al Calvinismo la ganancia legal que se obtenía en los negocios ya no llevaba el
estigma de que se le considerara “usura.” Además, ciertas creencias de los
protestantes proporcionaban el incentivo para que las personas trabajaran duro de

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modo que tuvieran éxito en la vida y así demostraran que estaban entre los
“elegidos.” El éxito en los negocios se consideraba un indicio de que uno tenía la
bendición de Dios. La riqueza que resultaba de esto llegaba a ser el “capital” que uno
podía invertir en su propia empresa comercial o en alguna otra. Así, la ética
protestante que hacía hincapié en el trabajar fuerte y en la economía contribuyó a la
expansión del capitalismo.
No es sorprendente que la economía capitalista se haya desarrollado más
rápidamente en los países protestantes que en los estados católicos. Pero la Iglesia
Católica rápidamente recuperó el tiempo perdido. Permitió que el capitalismo se
desarrollara en los países donde ella era poderosa, y se convirtió en una
organización capitalista extremadamente rica por derecho propio.
Indudablemente, cuando se compara con el sistema feudal, el capitalismo trajo un
mejoramiento, aunque sea solo en el sentido de proporcionar más libertad a la clase
obrera. Pero también trajo consigo muchas injusticias. La brecha entre los ricos y los
pobres fue haciéndose más grande. En el peor de los casos resultó en explotación y
en la lucha entre las clases sociales. En el mejor de los casos produjo, en algunos
países, una sociedad opulenta de consumidores que, desde el punto de vista
material, lo poseían todo. Pero también ha producido un vacío espiritual, y no ha
producido felicidad verdadera y permanente.
¿Es el comunismo el camino a la felicidad?
La Reforma Protestante fue una revuelta contra el abuso papal del poder y de los
privilegios. Sin embargo, desató un diluvio de ideas que se extendió mucho más allá
de lo que los reformadores originales habían previsto. Estas ideas —tarde o
temprano— habrían de producir revoluciones en otros campos además del campo
religioso. La revuelta contra Roma no solo dio impulso al desarrollo del capitalismo,
sino que también contribuyó a innovaciones en el campo de la ciencia, la tecnología
y la filosofía... innovaciones que condujeron al ateísmo.
Con el advenimiento de la máquina de vapor y otras maquinarias, el capitalismo
se extendió del campo comercial al de la industria. A fines del siglo dieciocho y
durante el siglo diecinueve aparecieron inmensas fábricas que requerían una fuerza
laboral inmensa, de modo que se reclutaron como obreros a campesinos, artesanos
y hasta a niños. Pero la “explotación [capitalista] del hombre por el hombre” resultó
en la creación de movimientos obreros y en filosofías revolucionarias tales como el
comunismo.
Teóricamente, el término “comunismo” denota “sistemas de organización social
que se basan en la propiedad común, o en la distribución equitativa de los ingresos y
la riqueza.” En la práctica general, el comunismo es un sistema de gobierno que
tiene como fundamento el que la propiedad esté en manos del estado, que controla
la economía bajo una estructura política de un solo partido.
A millones de desposeídos alrededor del mundo les pareció que el comunismo
ofrecía la esperanza de una vida mejor. Parecía que era el mejor medio de nivelar las
flagrantes desigualdades sociales que había creado el sistema capitalista. Muchas
personas hasta estuvieron dispuestas a renunciar a las esperanzas de obtener

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Notas sobre socialismo y comunismo

libertad inmediata a condición de que, por medio de una revolución, pudieran obtener
mejores condiciones de vida. Ellos pensaban que la libertad vendría después. Pero
los años han pasado. En muchos países el sistema de gobierno comunista ha tenido
tiempo para mostrar lo que puede hacer. Los resultados han sido desalentadores,
aun en lo que toca a la prosperidad material, sin hablar de la libertad y la felicidad.
Por años, muchas personas jóvenes de Occidente —y hasta algunas no tan
jóvenes— se sintieron atraídas por la ideología comunista. Pero las malas noticias
que salen de continuo de muchos países comunistas y el flujo de refugiados en una
sola dirección han desilusionado a muchas personas.
¿Ofrece el socialismo algo mejor?
La palabra “socialismo” se deriva de la palabra latina socius, que significa
“compañero.” Se usó por primera vez en Inglaterra a principios del siglo diecinueve, y
un poco más tarde en Francia. Se aplicó ésta a las teorías sociales del inglés Robert
Owen (1771-1858) y de los franceses Saint-Simón (1760-1825) y Charles Fourier
(1772-1837).
Owen criticó el sistema capitalista de organizar la industria, basado en la
competencia y la explotación de los obreros. Recomendó un sistema cooperativo en
el que los hombres y las mujeres vivirían en “Aldeas de Unidad y Cooperación,”
donde disfrutarían de los frutos de su labor tanto en la agricultura como en la
industria. Se establecieron varias comunidades owenitas en Escocia, Irlanda y aun
en los Estados Unidos. Pero con el tiempo éstas se desintegraron.
En Francia, Fourier abogó por la creación de comunidades modelos a las que
llamó falansterios, y que habrían de estar compuestas de personas que trabajarían
según sus propias preferencias. A diferencia de Owen, quien aceptaba que el estado
interviniera en el establecimiento de las “aldeas,” Fourier creía que su sistema
funcionaría sobre una base completamente voluntaria. Además, a los miembros de
dichas comunidades se les habría de pagar de acuerdo con los esfuerzos que
hicieran y se les permitiría ser dueños de propiedades. Fourier creía haber
encontrado la organización social que correspondía con los deseos naturales del
hombre en su búsqueda de la felicidad. De hecho, se establecieron comunidades
fourieristas en Europa y en los Estados Unidos. Pero éstas también fracasaron.
Las ideas del francés Saint-Simón se asemejan más al socialismo moderno. El
abogó por la posesión colectiva de los medios de producción y el que éstos fueran
administrados por peritos en los campos de la ciencia, la tecnología, la industria y las
finanzas. Saint-Simón opinaba que la cooperación entre la ciencia y la industria
produciría una nueva sociedad en la que las personas tendrían igual oportunidad de
prosperar, pues la prosperidad de cada uno dependería de sus habilidades y de la
cantidad y la calidad de su trabajo.
Aunque ninguna de estas primeras ideologías socialistas tuvo éxito, prepararon el
camino para movimientos socialistas posteriores. Fueron las primeras expresiones
del socialismo moderno, al que se ha descrito como un sistema de organización
social que tiene como fundamento el que los principales medios de producción y
distribución de bienes estén en posesión del pueblo y bajo el control de éste. Aunque

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Notas sobre socialismo y comunismo

las miras de este movimiento son semejantes a las del comunismo, la democracia
social del día presente difiere del Marxismo en que aboga por reformas progresivas
pero no favorece la revolución ni un sistema político de un solo partido.
Aunque el socialismo tiene mayor respeto por la libertad del individuo que el
comunismo, no ha tenido éxito en producir paz internacional y felicidad. ¿Por qué?
¿Por qué ha fracasado?
Por un lado, el socialismo no ha resultado más poderoso que el nacionalismo.
Concerniente a la Segunda Internacional, una federación de partidos socialistas y
sindicatos que se fundó en 1889, se dice que “emitió muchas proclamas
emocionantes y conmovedoras en contra de la guerra, pero cuando estalló la guerra
[en 1914], quedó revelada la incapacidad de la federación. La mayoría de sus
miembros nacionales apoyaron a sus propios gobiernos y abandonaron la idea de la
solidaridad internacional de la clase obrera.”—Encyclopaedia Britannica.
Desde entonces, el movimiento socialista ha continuado dividido y significa
diferentes cosas para diferentes personas. Varios gobiernos en diferentes partes del
mundo usan el nombre socialista, y algunos de estos gobiernos varían muy poco de
gobiernos progresivos conservadores, mientras que otros son autoritarios y hasta
totalitarios. Por lo tanto, la palabra “socialista” ha perdido mucho de su significado
para muchas personas sinceras que creían que dicho sistema político resultaría en
una hermandad mundial dentro de una sociedad materialmente próspera y feliz en la
que no habría distinción de clases.
No es de extrañar entonces que el líder sindical francés Edmond Maire escribiera
en Le Monde: “El fracaso histórico del movimiento laboral en su ambición de edificar
el socialismo . . . [ha] hecho que una cantidad de militantes —tanto trabajadores
como intelectuales— abandonen aun sus esperanzas a largo plazo. . . . El que la
esperanza socialista se haya debilitado parece haber afectado en particular a los
jóvenes.”
Por lo tanto, ya sea por medio del capitalismo, el comunismo, o el socialismo, la
búsqueda de la humanidad de un sistema que le proporcione prosperidad material y
felicidad verdadera ha fracasado. El sociólogo norteamericano Daniel Bell admite lo
siguiente: “Para el intelectual radical, las viejas ideologías han dejado de ser ‘la
verdad,’ y han perdido su poder de persuadir. Quedan pocas personas de mentalidad
seria que crean que uno pueda trazar los ‘planos’ y que por medio de ‘la ingeniería
social’ se pueda producir una nueva utopía de armonía social.”—The End of
Ideology.
No obstante, esta búsqueda de prosperidad material y de felicidad es algo natural.
Entonces, ¿por qué no les ha sido posible a los sistemas económicos y políticos de
la humanidad encontrar el modo de lograr tal prosperidad y felicidad? El siguiente
artículo dará atención a esa pregunta.
[Nota a pie de página]
Vea The Vatican Empire, por el autor católico Nino Lo Bello.

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

[Ilustración en la página 6]
Niño trabajando en una mina de carbón de Inglaterra en 1842
[Recuadro en la página 8]
Capitalismo
El sistema económico en el que todos los medios de producción y distribución de
bienes (tierras, minas, fábricas, ferrocarriles, etc.) o la mayor parte de ellos están en
posesión privada, y se les opera por lucro; los propietarios (capitalistas) emplean los
servicios laborales de personas que no tienen capital (los obreros)
Comunismo
Un sistema de organización social que tiene como fundamento el que toda propiedad
esté en manos de la comunidad o del estado, que planea y controla la economía bajo
una estructura política de un solo partido
Socialismo
Un sistema de organización social que tiene como fundamento el que los principales
medios de producción y distribución de bienes estén en posesión del pueblo y bajo el
control de éste; en los países occidentales el socialismo se distingue del comunismo
porque aboga por reformas progresivas dentro de una sociedad democrática

*** g82 22/3 págs. 9-10 ¿Basta con la prosperidad material? ***
¿Basta con la prosperidad material?

EL DESEO de disfrutar de prosperidad material no es malo en sí. ¿Pero basta


ésta para alcanzar verdadera felicidad? ¿Se han olvidado el capitalismo, el
comunismo y el socialismo del ingrediente principal para la felicidad verdadera? ¿Y
pudiera esta falta seria explicar, al menos en parte, por qué esos sistemas no han
podido hacer que la gente sea verdaderamente feliz?
No hay duda de que hombres sinceros han dedicado toda su vida para hacer que
el capitalismo, el comunismo o el socialismo tengan éxito. Y cada sistema ha tenido
éxito en elevar la norma de vida en ciertos países, para cierta gente. Pero, ¿han
traído éstos felicidad genuina a la mayoría de la gente de esos países? ¿Han
acabado con el crimen, la violencia y la guerra? ¿Ha podido alguno de estos
sistemas eliminar el suicidio, el enviciamiento en la droga o el alcoholismo? ¿Es
propio de la gente feliz suicidarse, “escapar” mediante el uso de drogas o “ahogar
sus penas” en el alcohol?
El propósito declarado de estos diversos sistemas humanos es promover un
modo de vida que todos, o por lo menos “el grueso de la gente,” consideren el mejor.
Ellos dan más o menos importancia a la libertad o a la igualdad como esencial para
la felicidad humana. El capitalismo está dispuesto a sacrificar la igualdad a favor de
la libertad. El comunismo antepone la igualdad a la libertad. La democracia social
trata de conseguir lo mejor de ambos sistemas. Pero ninguno de éstos ha tenido
éxito en cambiar la naturaleza humana. El egoísmo humano saca a relucir lo peor de
los capitalistas y hace de muchos de ellos explotadores injustos; el egoísmo ha
convertido los experimentos comunistas en capitalismo del estado, donde el estado,

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

en vez de los capitalistas individuales o las grandes corporaciones, explota a la gente


común; el egoísmo ha arruinado los utópicos sueños socialistas.
No basta con la tecnología
Hasta hace poco ideólogos políticos y economistas de toda tendencia cifraron sus
esperanzas en el progreso científico y en la tecnología. Leemos: “La nueva
tecnología parecía caerle [al capitalismo de libre empresa] como anillo al dedo y
parecía garantizar la realización inmediata del ideal de los filósofos utilitaristas, que
es ‘el mayor bien para el grueso de la gente.’ Hasta Marx y Engels, cuya orientación
política era radicalmente diferente, vieron solo beneficios en la tecnología.”—
Encyclopaedia Britannica.
Sí, desde los capitalistas más intransigentes hasta los comunistas más
revolucionarios, hombres han aclamado la tecnología como la clave para la felicidad
futura de la humanidad. Máquinas nuevas y mejores eliminarían el trabajo pesado.
Se reducirían las horas de trabajo, lo cual dejaría más tiempo libre para que la gente
viajara, se educara o se divirtiera. ¿En qué pudiera resultar todo esto sino solo en
felicidad?
Hoy día el optimismo se ha desvanecido. La tecnología ha creado tantos
problemas como los que ha resuelto, o quizás usted pregunte: ¿no ha producido más
problemas? La obra de consulta que acabamos de citar pasa a hablar de “los
defectos sociales del progreso tecnológico, tales como las muertes por accidentes de
automóvil, la contaminación del aire y el agua, la superpoblación en zonas urbanas y
el ruido excesivo.” También menciona el serio problema de la “tiranía tecnológica
sobre la individualidad del hombre y los patrones tradicionales de la vida.”
¿Quiénes, hoy día, pueden afirmar seriamente que la tecnología ha mejorado la
vida familiar, que ha provisto a la gente empleos satisfacientes o ha hecho que el
mundo sea un lugar más seguro en el cual vivir? Indudablemente se necesita algo
más que la tecnología para que la gente sea feliz.
“No de pan solamente”
Mientras comenzaba la revolución tecnológica, varios hombres perspicaces
previeron los peligros de ésta. El estadista británico William Gladstone (1809-1898)
advirtió en contra de la “dominación aumentante de las cosas que se ven sobre las
que no se ven,” y en contra del “poder de un materialismo inconsciente que es
silencioso y reservado.” El ensayista estadounidense Ralph Waldo Emerson (1803-
1882) escribió esta advertencia en contra del materialismo
¿Pueden éstos producir felicidad verdadera?

¿el capitalismo? ¿el comunismo? ¿el socialismo?

EL BUSCAR la felicidad por medio de la prosperidad material no es una idea


nueva. Fue el modo de vida de muchos griegos y romanos de la antigüedad. Pero
esta idea no tuvo buena acogida durante toda la edad media. ¿Por qué?
Principalmente por razones religiosas.

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

La religión dominaba todo aspecto de la actividad humana en la sociedad


medieval. La Iglesia Ortodoxa de Oriente y la Iglesia Católica Romana consideraban
que la pobreza era una virtud. Era una “prueba” que los pobres tenían que aceptar.
Los ricos eran ricos y los pobres eran pobres a causa de lo que se consideraba que
era un arreglo ordenado por Dios. La pobreza voluntaria se consideraba algo “santo,”
y el derecho canónico condenaba la “usura” (el prestar dinero por ganancia).
Pero, mientras condenaban a los prestamistas judíos, los cabildos de las
catedrales católicas prestaban dinero y cobraban intereses altos. El papado mismo
se convirtió en “la mayor institución financiera de la edad media.” Este arreglo
continuó durante gran parte del período del orden feudal eclesiástico.
El nacimiento del capitalismo
Con la desintegración del sistema feudal hubo un aumento en el comercio entre
los pueblos y las ciudades. Aumentó también el comercio entre las naciones. Las
ideas circularon más libremente, en particular después que se inventó la imprenta. La
influencia que ejercía la Iglesia Católica comenzó a debilitarse.
El catolicismo de la edad media había sido el mayor obstáculo al desarrollo de un
sistema económico nuevo. Sin embargo, hacia el fin de la edad media grupos que
empleaban una forma capitalista de comercio, de manufactura y de banca habían
estado creciendo aquí y allá dentro de la mismísima cristiandad católica. Este fue el
caso de ciudades católicas como Venecia en Italia, Ausburgo en Alemania y
Amberes en Flandes.
Entonces, en el siglo dieciséis se desató la Reforma Protestante. Aunque sería
una exageración decir que la Reforma engendró al capitalismo, sí puede decirse que
liberó ideas que dieron un impulso decisivo al capitalismo. Entre otras cosas, gracias
al Calvinismo la ganancia legal que se obtenía en los negocios ya no llevaba el
estigma de que se le considerara “usura.” Además, ciertas creencias de los
protestantes proporcionaban el incentivo para que las personas trabajaran duro de
modo que tuvieran éxito en la vida y así demostraran que estaban entre los
“elegidos.” El éxito en los negocios se consideraba un indicio de que uno tenía la
bendición de Dios. La riqueza que resultaba de esto llegaba a ser el “capital” que uno
podía invertir en su propia empresa comercial o en alguna otra. Así, la ética
protestante que hacía hincapié en el trabajar fuerte y en la economía contribuyó a la
expansión del capitalismo.
No es sorprendente que la economía capitalista se haya desarrollado más
rápidamente en los países protestantes que en los estados católicos. Pero la Iglesia
Católica rápidamente recuperó el tiempo perdido. Permitió que el capitalismo se
desarrollara en los países donde ella era poderosa, y se convirtió en una
organización capitalista extremadamente rica por derecho propio.
Indudablemente, cuando se compara con el sistema feudal, el capitalismo trajo un
mejoramiento, aunque sea solo en el sentido de proporcionar más libertad a la clase
obrera. Pero también trajo consigo muchas injusticias. La brecha entre los ricos y los
pobres fue haciéndose más grande. En el peor de los casos resultó en explotación y
en la lucha entre las clases sociales. En el mejor de los casos produjo, en algunos

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

países, una sociedad opulenta de consumidores que, desde el punto de vista


material, lo poseían todo. Pero también ha producido un vacío espiritual, y no ha
producido felicidad verdadera y permanente.
¿Es el comunismo el camino a la felicidad?
La Reforma Protestante fue una revuelta contra el abuso papal del poder y de los
privilegios. Sin embargo, desató un diluvio de ideas que se extendió mucho más allá
de lo que los reformadores originales habían previsto. Estas ideas —tarde o
temprano— habrían de producir revoluciones en otros campos además del campo
religioso. La revuelta contra Roma no solo dio impulso al desarrollo del capitalismo,
sino que también contribuyó a innovaciones en el campo de la ciencia, la tecnología
y la filosofía... innovaciones que condujeron al ateísmo.
Con el advenimiento de la máquina de vapor y otras maquinarias, el capitalismo
se extendió del campo comercial al de la industria. A fines del siglo dieciocho y
durante el siglo diecinueve aparecieron inmensas fábricas que requerían una fuerza
laboral inmensa, de modo que se reclutaron como obreros a campesinos, artesanos
y hasta a niños. Pero la “explotación [capitalista] del hombre por el hombre” resultó
en la creación de movimientos obreros y en filosofías revolucionarias tales como el
comunismo.
Teóricamente, el término “comunismo” denota “sistemas de organización social
que se basan en la propiedad común, o en la distribución equitativa de los ingresos y
la riqueza.” En la práctica general, el comunismo es un sistema de gobierno que
tiene como fundamento el que la propiedad esté en manos del estado, que controla
la economía bajo una estructura política de un solo partido.
A millones de desposeídos alrededor del mundo les pareció que el comunismo
ofrecía la esperanza de una vida mejor. Parecía que era el mejor medio de nivelar las
flagrantes desigualdades sociales que había creado el sistema capitalista. Muchas
personas hasta estuvieron dispuestas a renunciar a las esperanzas de obtener
libertad inmediata a condición de que, por medio de una revolución, pudieran obtener
mejores condiciones de vida. Ellos pensaban que la libertad vendría después. Pero
los años han pasado. En muchos países el sistema de gobierno comunista ha tenido
tiempo para mostrar lo que puede hacer. Los resultados han sido desalentadores,
aun en lo que toca a la prosperidad material, sin hablar de la libertad y la felicidad.
Por años, muchas personas jóvenes de Occidente —y hasta algunas no tan
jóvenes— se sintieron atraídas por la ideología comunista. Pero las malas noticias
que salen de continuo de muchos países comunistas y el flujo de refugiados en una
sola dirección han desilusionado a muchas personas.
¿Ofrece el socialismo algo mejor?
La palabra “socialismo” se deriva de la palabra latina socius, que significa
“compañero.” Se usó por primera vez en Inglaterra a principios del siglo diecinueve, y
un poco más tarde en Francia. Se aplicó ésta a las teorías sociales del inglés Robert
Owen (1771-1858) y de los franceses Saint-Simón (1760-1825) y Charles Fourier
(1772-1837).

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

Owen criticó el sistema capitalista de organizar la industria, basado en la


competencia y la explotación de los obreros. Recomendó un sistema cooperativo en
el que los hombres y las mujeres vivirían en “Aldeas de Unidad y Cooperación,”
donde disfrutarían de los frutos de su labor tanto en la agricultura como en la
industria. Se establecieron varias comunidades owenitas en Escocia, Irlanda y aun
en los Estados Unidos. Pero con el tiempo éstas se desintegraron.
En Francia, Fourier abogó por la creación de comunidades modelos a las que
llamó falansterios, y que habrían de estar compuestas de personas que trabajarían
según sus propias preferencias. A diferencia de Owen, quien aceptaba que el estado
interviniera en el establecimiento de las “aldeas,” Fourier creía que su sistema
funcionaría sobre una base completamente voluntaria. Además, a los miembros de
dichas comunidades se les habría de pagar de acuerdo con los esfuerzos que
hicieran y se les permitiría ser dueños de propiedades. Fourier creía haber
encontrado la organización social que correspondía con los deseos naturales del
hombre en su búsqueda de la felicidad. De hecho, se establecieron comunidades
fourieristas en Europa y en los Estados Unidos. Pero éstas también fracasaron.
Las ideas del francés Saint-Simón se asemejan más al socialismo moderno. El
abogó por la posesión colectiva de los medios de producción y el que éstos fueran
administrados por peritos en los campos de la ciencia, la tecnología, la industria y las
finanzas. Saint-Simón opinaba que la cooperación entre la ciencia y la industria
produciría una nueva sociedad en la que las personas tendrían igual oportunidad de
prosperar, pues la prosperidad de cada uno dependería de sus habilidades y de la
cantidad y la calidad de su trabajo.
Aunque ninguna de estas primeras ideologías socialistas tuvo éxito, prepararon el
camino para movimientos socialistas posteriores. Fueron las primeras expresiones
del socialismo moderno, al que se ha descrito como un sistema de organización
social que tiene como fundamento el que los principales medios de producción y
distribución de bienes estén en posesión del pueblo y bajo el control de éste. Aunque
las miras de este movimiento son semejantes a las del comunismo, la democracia
social del día presente difiere del Marxismo en que aboga por reformas progresivas
pero no favorece la revolución ni un sistema político de un solo partido.
Aunque el socialismo tiene mayor respeto por la libertad del individuo que el
comunismo, no ha tenido éxito en producir paz internacional y felicidad. ¿Por qué?
¿Por qué ha fracasado?
Por un lado, el socialismo no ha resultado más poderoso que el
nacionalismo. Concerniente a la Segunda Internacional, una federación de
partidos socialistas y sindicatos que se fundó en 1889, se dice que “emitió
muchas proclamas emocionantes y conmovedoras en contra de la guerra, pero
cuando estalló la guerra [en 1914], quedó revelada la incapacidad de la
federación. La mayoría de sus miembros nacionales apoyaron a sus propios
gobiernos y abandonaron la idea de la solidaridad internacional de la clase
obrera.”—Encyclopaedia Britannica.

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

Desde entonces, el movimiento socialista ha continuado dividido y significa


diferentes cosas para diferentes personas. Varios gobiernos en diferentes partes del
mundo usan el nombre socialista, y algunos de estos gobiernos varían muy poco de
gobiernos progresivos conservadores, mientras que otros son autoritarios y hasta
totalitarios. Por lo tanto, la palabra “socialista” ha perdido mucho de su significado
para muchas personas sinceras que creían que dicho sistema político resultaría en
una hermandad mundial dentro de una sociedad materialmente próspera y feliz en la
que no habría distinción de clases.
No es de extrañar entonces que el líder sindical francés Edmond Maire escribiera en
Le Monde: “El fracaso histórico del movimiento laboral en su ambición de edificar el
socialismo . . . [ha] hecho que una cantidad de militantes —tanto trabajadores como
intelectuales— abandonen aun sus esperanzas a largo plazo. . . . El que la
esperanza socialista se haya debilitado parece haber afectado en particular a los
jóvenes.”
Por lo tanto, ya sea por medio del capitalismo, el comunismo, o el socialismo, la
búsqueda de la humanidad de un sistema que le proporcione prosperidad material y
felicidad verdadera ha fracasado. El sociólogo norteamericano Daniel Bell admite lo
siguiente: “Para el intelectual radical, las viejas ideologías han dejado de ser ‘la
verdad,’ y han perdido su poder de persuadir. Quedan pocas personas de mentalidad
seria que crean que uno pueda trazar los ‘planos’ y que por medio de ‘la ingeniería
social’ se pueda producir una nueva utopía de armonía social.”—The End of
Ideology.
No obstante, esta búsqueda de prosperidad material y de felicidad es algo natural.
Entonces, ¿por qué no les ha sido posible a los sistemas económicos y políticos de
la humanidad encontrar el modo de lograr tal prosperidad y felicidad? El siguiente
artículo dará atención a esa pregunta.
[Nota a pie de página]
Vea The Vatican Empire, por el autor católico Nino Lo Bello.
[Ilustración en la página 6]
Niño trabajando en una mina de carbón de Inglaterra en 1842
[Recuadro en la página 8]
Capitalismo
El sistema económico en el que todos los medios de producción y distribución de
bienes (tierras, minas, fábricas, ferrocarriles, etc.) o la mayor parte de ellos están en
posesión privada, y se les opera por lucro; los propietarios (capitalistas) emplean los
servicios laborales de personas que no tienen capital (los obreros)
Comunismo
Un sistema de organización social que tiene como fundamento el que toda propiedad
esté en manos de la comunidad o del estado, que planea y controla la economía bajo
una estructura política de un solo partido
Socialismo
Un sistema de organización social que tiene como fundamento el que los principales
medios de producción y distribución de bienes estén en posesión del pueblo y bajo el

Fuente WT Library Jose Gallardo


Notas sobre socialismo y comunismo

control de éste; en los países occidentales el socialismo se distingue del comunismo


porque aboga por reformas progresivas dentro de una sociedad democrática

Fuente WT Library Jose Gallardo

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