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Socialismo: Sistema social que aboga por la propiedad y control del Estado
sobre los medios de producción. Los comunistas lo consideran una etapa
intermedia entre el capitalismo y el comunismo.
El socialismo no es una idea nueva, pues ya los filósofos griegos Platón y
Aristóteles escribieron sobre el tema. Posteriormente, durante la Reforma
protestante del siglo XVI, Thomas Müntzer, un sacerdote católico radical alemán,
abogó por una sociedad sin clases. Pero sus puntos de vista fueron muy
polémicos, especialmente su llamamiento a la revolución, si fuese necesaria, para
alcanzar este objetivo. En el siglo XIX, el galés Robert Owen, los franceses
Étienne Cabet y Pierre-Joseph Proudhon, así como otros reformadores sociales,
entre ellos clérigos renombrados, enseñaron que el socialismo no era más que
otro nombre para el cristianismo.
Hubo quienes pensaron que el socialismo o el comunismo podrían producir una
sociedad sin clases en la que hubiera un justo reparto de la riqueza. Por
supuesto, los ricos no se entusiasmaron para nada con estos ideales, pero mucha
gente se sintió atraída por el lema que decía: “De cada cual según sus
capacidades, a cada cual según sus necesidades”. Muchos se ilusionaron con la
idea de que todos los países abrazarían el socialismo y se viviría en un mundo
ideal, casi utópico. Unas cuantas naciones acaudaladas adoptaron algunos
aspectos del socialismo y fundaron estados de bienestar que prometían cuidar de
todos los ciudadanos “desde la cuna hasta la tumba”. De hecho, aun hoy siguen
afirmando que la pobreza ya no amenaza la vida de sus súbditos.
Pero lo cierto es que el socialismo nunca consiguió su objetivo de producir
una sociedad altruista. La teoría de que los ciudadanos trabajarían por el
bien de la comunidad en vez de por ellos mismos resultó ilusoria. Algunos
se quejaron al observar que, en ciertos casos, compartir sus bienes con los
pobres hacía que estos no quisieran trabajar. Se cumplieron estas palabras
bíblicas: “No hay en la tierra hombre justo que siga haciendo el bien y
no peque. [...] El Dios verdadero hizo a la humanidad recta, pero ellos
mismos han buscado muchos planes” (Eclesiastés 7:20, 29).
Comunismo: Sistema social que propugna la ausencia de clases, la propiedad
común de los medios de producción y subsistencia, y la distribución equitativa de
los bienes económicos.
LA MITOLOGÍA griega nos habla del dios Cronos, durante cuyo reinado Grecia
disfrutó una edad de oro. “Todos tenían el mismo derecho a la propiedad común,
no se conocía la propiedad privada, y reinaban una paz y armonía
imperturbables”, explica el Dictionary of the History of Ideas. La misma fuente
añade: “Aparecen las primeras huellas del socialismo en lo que parece nostalgia
por esta ‘época dorada’”.
Sin embargo, no fue sino hasta principios y mediados del siglo XIX que el
socialismo hizo su aparición como movimiento político moderno. Encontró pronta
aceptación, especialmente en Francia, donde la Revolución francesa hizo
tambalear las ideas convencionales y —al igual que en otros países europeos—
la Revolución industrial creó graves problemas sociales. El pueblo estaba
preparado para aceptar el concepto de que la posesión pública de los recursos,
en vez de la privada, permitiría a las masas disfrutar por igual de los frutos del
trabajo común.
El socialismo no es una idea nueva, pues ya los filósofos griegos Platón y
Aristóteles escribieron sobre el tema. Posteriormente, durante la Reforma
protestante del siglo XVI, Thomas Müntzer, un sacerdote católico radical alemán,
abogó por una sociedad sin clases. Pero sus puntos de vista fueron muy
polémicos, especialmente su llamamiento a la revolución, si fuese necesaria, para
alcanzar este objetivo. En el siglo XIX, el galés Robert Owen, los franceses
Étienne Cabet y Pierre-Joseph Proudhon, así como otros reformadores sociales,
entre ellos clérigos renombrados, enseñaron que el socialismo no era más que
otro nombre para el cristianismo.
Las utopías de Marx y Moro
Sin embargo, “ninguno de estos portavoces del socialismo —dice la obra antes
citada— tuvo una influencia comparable a la de Karl Marx, cuyos escritos se
convirtieron en el fundamento del pensamiento y acción socialistas”. Marx
teorizaba que por medio de la lucha de clases, la historia progresa paso a paso;
una vez alcanzado el sistema político ideal, la historia, en ese sentido, terminará.
Este sistema ideal resolverá los problemas de las sociedades anteriores. Todos
vivirán en paz, libertad y prosperidad, sin necesidad de gobiernos o fuerzas
militares.
Esto guarda un parecido notable con lo que el estadista británico Tomás Moro
describió en 1516 en su libro Utopía. La palabra ou-topos, un nombre griego
acuñado por Moro, significa “en ningún lugar” y es posible que fuera un juego de
palabras relacionado con una expresión similar eu-topos, que significa “buen
lugar”. Moro propuso la utopía de un país imaginario (en ningún lugar) que era al
mismo tiempo un país ideal (buen lugar). Por eso, “utopía” ha llegado a significar
“un lugar de perfección ideal sobre todo en lo referente a las leyes, formas de
gobierno y condiciones sociales”. El libro de Moro era una acusación clara contra
las condiciones sociales y económicas nada ideales que prevalecieron durante
aquella época en Europa, especialmente en Inglaterra, y que después
contribuyeron al auge del socialismo.
Las teorías de Marx también se hicieron eco de las del filósofo alemán Georg
Wilhelm Friedrich Hegel. Según el Dictionary of the History of Ideas “el carácter
apocalíptico y casi religioso del socialismo marxista estuvo influenciado por la
redefinición filosófica de Hegel de la teología cristiana radical”. Con este fondo de
“teología cristiana radical”, explica el escritor Georg Sabine, Marx desarrolló “un
llamamiento moral muy poderoso, respaldado por una convicción casi religiosa.
Fue nada menos que un llamamiento a unirse al avance de la justicia y de la
civilización”. El socialismo era la esperanza del futuro y quizás algunos pensaran
que se trataba en realidad del cristianismo que marchaba hacia la victoria con un
nuevo nombre.
frente al colapso del socialismo, sino que por el contrario, el proceso socialista se
desarrollará en múltiples formas en el mundo”.
Por lo tanto, los líderes comunistas no están dispuestos a concordar con la
evaluación hecha el año pasado por el columnista Charles Krauthammer, que
escribió: “La pregunta constante que ha preocupado a todo filósofo político desde
el tiempo de Platón — ¿Cuál es la mejor forma de gobierno?— ya ha quedado
contestada. Después de milenios de probar toda clase de sistema político,
cerramos este último con la seguridad de que en la democracia capitalista,
pluralista y liberal hemos encontrado lo que buscábamos”.
Por otra parte, el periódico alemán Die Zeit admite con franqueza que las
democracias de corte occidental presentan hoy día un cuadro lamentable, y
enfoca la atención en el “desempleo, el alcoholismo, la drogadicción, la
prostitución, la reducción de los programas sociales, la reducción de tasas y en
los déficits presupuestarios” y entonces pregunta: “¿Es esta realmente la
sociedad perfecta que ha triunfado para siempre sobre el socialismo?”.
TERMINOLOGÍA SOCIALISTA Y COMUNISTA
BOLCHEVIQUES/MENCHEVIQUES: El Partido Obrero Social-Demócrata Ruso
fundado en 1898 se escindió en dos grupos en 1903: los bolcheviques,
literalmente “miembros de la mayoría”, dirigidos por Lenin, preferían que el partido
tuviese un número limitado de revolucionarios disciplinados, y los mencheviques,
“miembros de la minoría”, que abogaban por que el partido tuviese mayor número
de miembros y emplease métodos democráticos.
BURGUESÍA/PROLETARIADO: Marx afirmaba que el proletariado (la clase
trabajadora) derrocaría a la burguesía (clase media, incluidos los propietarios de
fábricas), establecería la “dictadura del proletariado” y lograría una sociedad sin
clases.
KOMINTERN: Abreviatura de Internacional Comunista (III Internacional),
organización fundada por Lenin en 1919 para fomentar el comunismo y que se
disolvió en 1943. La precedieron la I Internacional (1864-1876), un parlamento
internacional de grupos socialistas europeos, y la II Internacional (1889-1919), un
parlamento internacional de partidos socialistas.
MANIFIESTO COMUNISTA: Declaración hecha en 1848 por Marx y Engels,
donde se exponían los principios fundamentales del socialismo científico que
sirvió de base durante mucho tiempo para los partidos comunistas y socialistas
europeos.
EUROCOMUNISMO: Sistema utilizado por los partidos comunistas de Europa
occidental, independientes del liderazgo soviético y dispuestos a servir en
gobiernos de coalición. Preconizan que ya no es necesaria “la dictadura del
proletariado”.
SOCIALISMO CIENTÍFICO/UTÓPICO: Términos utilizados por Marx para
diferenciar sus teorías —supuestamente basadas en un examen científico de la
historia y del sistema capitalista— de las enseñanzas socialistas puramente
utópicas de sus predecesores.
*** g82 22/3 pág. 5 La prosperidad material... una meta universal ***
La prosperidad material... una meta universal
*** g82 22/3 págs. 6-9 ¿Pueden éstos producir felicidad verdadera? ***
¿Pueden éstos producir felicidad verdadera?
modo que tuvieran éxito en la vida y así demostraran que estaban entre los
“elegidos.” El éxito en los negocios se consideraba un indicio de que uno tenía la
bendición de Dios. La riqueza que resultaba de esto llegaba a ser el “capital” que uno
podía invertir en su propia empresa comercial o en alguna otra. Así, la ética
protestante que hacía hincapié en el trabajar fuerte y en la economía contribuyó a la
expansión del capitalismo.
No es sorprendente que la economía capitalista se haya desarrollado más
rápidamente en los países protestantes que en los estados católicos. Pero la Iglesia
Católica rápidamente recuperó el tiempo perdido. Permitió que el capitalismo se
desarrollara en los países donde ella era poderosa, y se convirtió en una
organización capitalista extremadamente rica por derecho propio.
Indudablemente, cuando se compara con el sistema feudal, el capitalismo trajo un
mejoramiento, aunque sea solo en el sentido de proporcionar más libertad a la clase
obrera. Pero también trajo consigo muchas injusticias. La brecha entre los ricos y los
pobres fue haciéndose más grande. En el peor de los casos resultó en explotación y
en la lucha entre las clases sociales. En el mejor de los casos produjo, en algunos
países, una sociedad opulenta de consumidores que, desde el punto de vista
material, lo poseían todo. Pero también ha producido un vacío espiritual, y no ha
producido felicidad verdadera y permanente.
¿Es el comunismo el camino a la felicidad?
La Reforma Protestante fue una revuelta contra el abuso papal del poder y de los
privilegios. Sin embargo, desató un diluvio de ideas que se extendió mucho más allá
de lo que los reformadores originales habían previsto. Estas ideas —tarde o
temprano— habrían de producir revoluciones en otros campos además del campo
religioso. La revuelta contra Roma no solo dio impulso al desarrollo del capitalismo,
sino que también contribuyó a innovaciones en el campo de la ciencia, la tecnología
y la filosofía... innovaciones que condujeron al ateísmo.
Con el advenimiento de la máquina de vapor y otras maquinarias, el capitalismo
se extendió del campo comercial al de la industria. A fines del siglo dieciocho y
durante el siglo diecinueve aparecieron inmensas fábricas que requerían una fuerza
laboral inmensa, de modo que se reclutaron como obreros a campesinos, artesanos
y hasta a niños. Pero la “explotación [capitalista] del hombre por el hombre” resultó
en la creación de movimientos obreros y en filosofías revolucionarias tales como el
comunismo.
Teóricamente, el término “comunismo” denota “sistemas de organización social
que se basan en la propiedad común, o en la distribución equitativa de los ingresos y
la riqueza.” En la práctica general, el comunismo es un sistema de gobierno que
tiene como fundamento el que la propiedad esté en manos del estado, que controla
la economía bajo una estructura política de un solo partido.
A millones de desposeídos alrededor del mundo les pareció que el comunismo
ofrecía la esperanza de una vida mejor. Parecía que era el mejor medio de nivelar las
flagrantes desigualdades sociales que había creado el sistema capitalista. Muchas
personas hasta estuvieron dispuestas a renunciar a las esperanzas de obtener
libertad inmediata a condición de que, por medio de una revolución, pudieran obtener
mejores condiciones de vida. Ellos pensaban que la libertad vendría después. Pero
los años han pasado. En muchos países el sistema de gobierno comunista ha tenido
tiempo para mostrar lo que puede hacer. Los resultados han sido desalentadores,
aun en lo que toca a la prosperidad material, sin hablar de la libertad y la felicidad.
Por años, muchas personas jóvenes de Occidente —y hasta algunas no tan
jóvenes— se sintieron atraídas por la ideología comunista. Pero las malas noticias
que salen de continuo de muchos países comunistas y el flujo de refugiados en una
sola dirección han desilusionado a muchas personas.
¿Ofrece el socialismo algo mejor?
La palabra “socialismo” se deriva de la palabra latina socius, que significa
“compañero.” Se usó por primera vez en Inglaterra a principios del siglo diecinueve, y
un poco más tarde en Francia. Se aplicó ésta a las teorías sociales del inglés Robert
Owen (1771-1858) y de los franceses Saint-Simón (1760-1825) y Charles Fourier
(1772-1837).
Owen criticó el sistema capitalista de organizar la industria, basado en la
competencia y la explotación de los obreros. Recomendó un sistema cooperativo en
el que los hombres y las mujeres vivirían en “Aldeas de Unidad y Cooperación,”
donde disfrutarían de los frutos de su labor tanto en la agricultura como en la
industria. Se establecieron varias comunidades owenitas en Escocia, Irlanda y aun
en los Estados Unidos. Pero con el tiempo éstas se desintegraron.
En Francia, Fourier abogó por la creación de comunidades modelos a las que
llamó falansterios, y que habrían de estar compuestas de personas que trabajarían
según sus propias preferencias. A diferencia de Owen, quien aceptaba que el estado
interviniera en el establecimiento de las “aldeas,” Fourier creía que su sistema
funcionaría sobre una base completamente voluntaria. Además, a los miembros de
dichas comunidades se les habría de pagar de acuerdo con los esfuerzos que
hicieran y se les permitiría ser dueños de propiedades. Fourier creía haber
encontrado la organización social que correspondía con los deseos naturales del
hombre en su búsqueda de la felicidad. De hecho, se establecieron comunidades
fourieristas en Europa y en los Estados Unidos. Pero éstas también fracasaron.
Las ideas del francés Saint-Simón se asemejan más al socialismo moderno. El
abogó por la posesión colectiva de los medios de producción y el que éstos fueran
administrados por peritos en los campos de la ciencia, la tecnología, la industria y las
finanzas. Saint-Simón opinaba que la cooperación entre la ciencia y la industria
produciría una nueva sociedad en la que las personas tendrían igual oportunidad de
prosperar, pues la prosperidad de cada uno dependería de sus habilidades y de la
cantidad y la calidad de su trabajo.
Aunque ninguna de estas primeras ideologías socialistas tuvo éxito, prepararon el
camino para movimientos socialistas posteriores. Fueron las primeras expresiones
del socialismo moderno, al que se ha descrito como un sistema de organización
social que tiene como fundamento el que los principales medios de producción y
distribución de bienes estén en posesión del pueblo y bajo el control de éste. Aunque
las miras de este movimiento son semejantes a las del comunismo, la democracia
social del día presente difiere del Marxismo en que aboga por reformas progresivas
pero no favorece la revolución ni un sistema político de un solo partido.
Aunque el socialismo tiene mayor respeto por la libertad del individuo que el
comunismo, no ha tenido éxito en producir paz internacional y felicidad. ¿Por qué?
¿Por qué ha fracasado?
Por un lado, el socialismo no ha resultado más poderoso que el nacionalismo.
Concerniente a la Segunda Internacional, una federación de partidos socialistas y
sindicatos que se fundó en 1889, se dice que “emitió muchas proclamas
emocionantes y conmovedoras en contra de la guerra, pero cuando estalló la guerra
[en 1914], quedó revelada la incapacidad de la federación. La mayoría de sus
miembros nacionales apoyaron a sus propios gobiernos y abandonaron la idea de la
solidaridad internacional de la clase obrera.”—Encyclopaedia Britannica.
Desde entonces, el movimiento socialista ha continuado dividido y significa
diferentes cosas para diferentes personas. Varios gobiernos en diferentes partes del
mundo usan el nombre socialista, y algunos de estos gobiernos varían muy poco de
gobiernos progresivos conservadores, mientras que otros son autoritarios y hasta
totalitarios. Por lo tanto, la palabra “socialista” ha perdido mucho de su significado
para muchas personas sinceras que creían que dicho sistema político resultaría en
una hermandad mundial dentro de una sociedad materialmente próspera y feliz en la
que no habría distinción de clases.
No es de extrañar entonces que el líder sindical francés Edmond Maire escribiera
en Le Monde: “El fracaso histórico del movimiento laboral en su ambición de edificar
el socialismo . . . [ha] hecho que una cantidad de militantes —tanto trabajadores
como intelectuales— abandonen aun sus esperanzas a largo plazo. . . . El que la
esperanza socialista se haya debilitado parece haber afectado en particular a los
jóvenes.”
Por lo tanto, ya sea por medio del capitalismo, el comunismo, o el socialismo, la
búsqueda de la humanidad de un sistema que le proporcione prosperidad material y
felicidad verdadera ha fracasado. El sociólogo norteamericano Daniel Bell admite lo
siguiente: “Para el intelectual radical, las viejas ideologías han dejado de ser ‘la
verdad,’ y han perdido su poder de persuadir. Quedan pocas personas de mentalidad
seria que crean que uno pueda trazar los ‘planos’ y que por medio de ‘la ingeniería
social’ se pueda producir una nueva utopía de armonía social.”—The End of
Ideology.
No obstante, esta búsqueda de prosperidad material y de felicidad es algo natural.
Entonces, ¿por qué no les ha sido posible a los sistemas económicos y políticos de
la humanidad encontrar el modo de lograr tal prosperidad y felicidad? El siguiente
artículo dará atención a esa pregunta.
[Nota a pie de página]
Vea The Vatican Empire, por el autor católico Nino Lo Bello.
[Ilustración en la página 6]
Niño trabajando en una mina de carbón de Inglaterra en 1842
[Recuadro en la página 8]
Capitalismo
El sistema económico en el que todos los medios de producción y distribución de
bienes (tierras, minas, fábricas, ferrocarriles, etc.) o la mayor parte de ellos están en
posesión privada, y se les opera por lucro; los propietarios (capitalistas) emplean los
servicios laborales de personas que no tienen capital (los obreros)
Comunismo
Un sistema de organización social que tiene como fundamento el que toda propiedad
esté en manos de la comunidad o del estado, que planea y controla la economía bajo
una estructura política de un solo partido
Socialismo
Un sistema de organización social que tiene como fundamento el que los principales
medios de producción y distribución de bienes estén en posesión del pueblo y bajo el
control de éste; en los países occidentales el socialismo se distingue del comunismo
porque aboga por reformas progresivas dentro de una sociedad democrática
*** g82 22/3 págs. 9-10 ¿Basta con la prosperidad material? ***
¿Basta con la prosperidad material?