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Golpe en Chile
Año 2013, cuarenta años tras el Golpe Militar en Chile, hecho que dio paso una de las
dictaduras más crueles y terribles de Latinoamérica y el mundo entero. Esta fecha da inicio
una etapa marcada por hechos de sangre y violencia que en muchos casos aún no tienen
culpables claros y tampoco juicios que procuren la prosecución de la verdad. Por el
contrario, la impunidad sobre los genocidas ha sido la tónica, miles de familias aún no
tienen la justicia que merecen y muchas otras ni siquiera han logrado saber la verdad
sobre lo que sucedió con sus seres queridos.
La publicación traspasa las fronteras entre ensayo y novela con el fin de invitar al
lector a un mundo poco conocido. A un Santiago que contaba con locomoción durante
todo el día y durante toda la noche. Un Santiago movido, bohemio con lugares abiertos
para ir todos los días. Una capital nacional que según el propio autor, aún no ha
podido a volver a ser lo que era en esa escena bohemia de antaño.
El Chile desde el año 50 y el Golpe de Estado es, según Asalazar, la época más
republicana de la república. Una etapa de Chile en la que los partidos políticos estaban
profundamente metidos en la estructura social y en la mayoría de las familias de Chile
y también una etapa fuerte en términos de movilizaciones sociales, desde los
campesinos que migraban hacia la ciudad y no tenían casa hasta los obreros en las
industrias.
Creo que toda escritura es autobiográfica. El primer deseo que tuve fue estudiar la
historia de la homosexualidad en Chile y luego me metí en el trabajo de un
poeta, Nestor Perlongher, quien hizo un estudio antropológico sobre la prostitución
en Sao Paulo en los años 80 que se llamaba El Negocio del Deseo. Él hace un estudio
del centro de Sao Paulo, de los espacios ocupados por la prostitución masculina. Me
encontré con este libro y me inspiró mucho. Por otro lado claramente esta idea viene
de mi propio deseo homoerótico y de mis propias prácticas. Yo también he practicado
el hecho de pinchar en la calle y creo todos lo hemos hecho. Siento que de esa misma
vivencia y de mi mismo deseo parte este proyecto.
Sí. En un principio lo que yo quería era entrevistar a colas viejas, a viejitos. Empecé
entrevistando a personas a las que accedí a través de los que fueron, por ejemplo,
parte del Movilh histórico. Uno de ellos me dijo que fuera a la Plaza de Armas, y ahí
identifiqué, yo mismo como cola, a unos viejitos cola. Me acerqué a ellos, les conversé
y les conté que estaba haciendo una investigación y si los podía entrevistar. Algunos
me dijeron cosas muy interesantes pero no me dejaron que los grabara. Después de
tener estas entrevistas tuve que buscar documentos que respaldaran lo que me habían
contado.
Caminar de la mano con otro hombre podía hacer que te juzgaran de dos formas, por
indecencia pública y por sodomía, estaba específicamente el artículo 365 del código
penal que la castigaba. La sodomía tenía que ver con relaciones sexuales anales entre
hombres. Igual nadie iba de la mano en la calle, nadie lo hacía en realidad. Ni una
pareja cola andaba de la mano por la calle. De hecho los colas se reunían dentro del
ambiente de la bohemia, carrete y prostitución. Muchos estaban casados pero vivían
en una doble vida. Tenían un rato libre y se agarraban a un pendejo en el cine o se lo
llevaban a un hotel, o iban al barrio Bellas Artes, al Cerro Santa Lucía o al cerro San
Cristóbal, pero todo en secreto. Nadie era públicamente cola, de hecho yo no estudio la
identidad, sino que las prácticas homoeróticas en los espacios públicos como parques
o cines.
Rescato esa palabra porque me parece una de las pocas palabras chilenas auténticas,
creada en nuestro país, en el siglo XIX, en este ambiente del que te he hablado.
Aparece esta palabra, que era un insulto, pero que ahora es una marca de identidad.
Viene de colipato. Hay varias versiones, por ejemplo, una vez hablaba con un viejito
que me decía que era por como mueven la cola los patos, es como un caminar
femenino. Esta palabra viene del ambiente de la prostitución, viene del ambiente del
sexo mercantil.
Hay un deseo muy grande por ser moderno en Chile. Sobre todo con la repercusión
mediática que tuvo la muerte de Daniel Zamudio. Hubo un giro en los medios más
institucionales favorable hacia los colas, hacia las sexualidades diversas. A partir de
eso comienzan a difundirse muchos discursos de tolerancia y de aceptación. Al mismo
tiempo no sabría decirte si dentro de esos discursos están todos los colas. A lo que voy
es que veo a la sociedad chilena aceptando la homosexualidad gracias a la
globalización y al mismo tiempo escondiendo bajo la alfombra todo lo que no le guste
a la imagen televisiva o si no es un cola políticamente correcto.
En general a todas las personas que sienten curiosidad por el pasado chileno. También
a todas las personas que les interesan las historias no contadas o secretas. A todos
quienes tengan amigos colas y que no necesariamente lo sean y por supuesto que
también a los mismos colas, lesbianas, trans y a toda la sexualidad diversa. Esto es
también mirarnos y reconocernos en la historia, de dónde venimos.