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SILABO

CURSO DE INDUCCIÓN A EDUCADORES SALESIANOS

I. INFORMACIÓN GENERAL:

 Destinatarios : Docentes ingresantes del 2018


 Equipo Responsable : Equipo de la RSE
 Nª de horas : 08 horas cronológicas
 Temporización : Del 22 al 25 de Enero
 Horario : 4:00 a 6:00 p.m.
 Sede : Sala de Catequesis del Colegio Salesiano SFS

II. SUMILLA:

Cuando nos incorporamos a trabajar a un nuevo centro educativo, lo hacemos cargado de ilusiones y
también de expectativas. Esto se vive de forma muy especial si se trata del primer trabajo en educación.
No cabe duda que todas tus ilusiones se harán vida con los alumnos y nuevos compañeros/as. Contamos
con conocimientos técnicos adquiridos fundamentalmente en la formación previa y seguramente tenemos
referencia e incluso vivencias en la escuela salesiana.
Nosotros ofrecemos, a través de este curso, que se complete esa formación y favorezca la reflexión sobre
esa nueva situación. El cambio de rol que se ha producido en la mayoría de educadores es un gran
potencial, así como haber logrado ya el paso del rol académico al rol personalizador, emocional y
espiritual.
Bajo estas premisas afrontamos el proyecto de diseñar los elementos básicos de un plan de formación-
inducción para profesores, que tenga eficiencia técnica y viabilidad económica, perfectamente alineado
con la misión salesiana. Y, en este caso, para las Escuelas Salesianas en Perú.

III. OBJETIVOS DEL CURSO:

GENERAL:
 Dar a conocer, animar y comprometer al nuevo personal docente en las líneas en las que se
fundamenta nuestra escuela salesiana.

ESPECÍFICOS:
 Identificar y comprender la influencia del contexto histórico, social y cultural en la escuela y las
nuevas competencias y habilidades docentes que se requieren. (nivel personal)
 Desarrollar y/o evaluar procesos y planes de acuerdo con las necesidades del contexto y del perfil de
los alumnos, todo ello en coordinación con otros educadores del Centro. (nivel educativo)
 Reconocer y comprometerse en el Proyecto Educativo de Centro, identificándose con el Ideario
propio y su propuesta educativo-pastoral. (nivel cristiano)
 Compartir y contribuir activamente a la comprensión y aplicación del Sistema Preventivo y los
aspectos centrales de la propuesta educativo-pastoral salesiana para las escuelas. (nivel salesiano)

IV. PROGRAMACIÓN:

NIVEL PERSONAL EDUCATIVO CRISTIANO SALESIANO

LUNES 22 DE ENERO MARTES 23 DE ENERO MIERCOLES 24 DE JUEVES 25 DE ENERO


HORA ENERO
4:00
ORACIÓN INICIAL
TEMA: TEMA: TEMA: TEMA:
Una Identidad para un Un proceso de Consagrados y laicos El sistema preventivo
proyecto: nuevas enseñanza y de compartimos la de Don Bosco
4:15 posibilidades, aprendizaje misma misión de la
competencias y Iglesia
habilidades
Ponente: Ponente: Ponente: Ponente:
Gina Canales César Del Carpio Javier Cesti SDB
5:00 RECESO
TALLER – VIDEO FORUM: TALLER – TALLER -
REFLEXIÓN: REFLEXIÓN: REFLEXIÓN:
Evaluando nuestras Identificando la Revisando el proyecto Identificando los
competencias educación actual educativo de nuestro rasgos del sistema
profesionales según Ken Robinson colegio preventivo
5:15
PRODUCTO: PRODUCTO: PRODUCTO: PRODUCTO:
Proponiendo acciones Proponiendo Identificando Elaborando un
de mejora intuiciones sobre la actitudes y demandas discurso sobre el
educación actual del educador cristiano sistema preventivo
para familia
6:00 SALIDA

V. RECURSOS:

 Computadora, proyector y ecran.


 Sala de conferencias
 Papelotes y plumones
 Pizarra, plumón y mota

VI. CERTIFICACIÓN:

Un vez concluido el curso y habiendo asistido puntualmente a 3 sesiones de clase se expedirá un


CERTIFICADO DE PARTICIPACIÓN a nombre de la Red Salesiana de Escuelas (RSE).
TEMA 1: Una identidad para un proyecto: nuevas posibilidades, competencias y habilidades

Los nuevos cambios pedagógicos requieren el desarrollo de nuevas formas de interacción profesor-alumnos en el
proceso de enseñanza-aprendizaje, en un contexto de diversidad en las aulas. Por tanto, en estos momentos, el
profesorado, más que nunca, debe ejercer su papel docente basado en la responsabilidad de afrontar este reto,
el liderazgo del proceso de enseñar a aprender, la reflexión sobre su propia práctica y cuyas renovadas funciones
no puede ejercer en soledad, si no quiere terminar en fracaso. Este cambio de paradigma del maestro puede
resumirse en el siguiente cuadro:
Como educador salesiano, debes tomar de referencia un perfil adecuado para la escuela salesiana. Dentro de un
plan de formación, estaría descrita la identificación del perfil del profesor de la siguiente manera:
La institución que contrata a un docente, espera que colabore como miembro activo del equipo educativo,
impulsando con las ideas y el trabajo movimientos de renovación pedagógica adaptados a los tiempos actuales.
Hoy se nos pide ser personas con confianza en sí mismos y en lo que hacemos; creativos para poder realizar una
educación creativa y no meramente magisterial; formadora de conciencias críticas y por tanto críticos con
nosotros mismos; educadores con la capacidad para estimular a sus educandos haciéndoles responsables,
partícipes y merecedores de sus logros, mientras se les reconoce sus habilidades, destrezas y valores; personas
profundamente humanas, bondadosas y justas, con una afectividad sana y rica; educadores fuera y dentro del
aula; acompañantes que valoran los tiempos gratuitos con capacidad para contribuir a la educación,
estimulando, motivando y mediando; profesores que eliminen el marcado carácter vertical de las relaciones
docente-discente. El limitarse al horario rígido de clases, aunque esté perfectamente desarrollado y sea
científicamente impecable, es limitarse a instruir y no a educar, y está claro que somos educadores salesianos, no
sólo "enseñadores".

TEMA 2: Un proceso de enseñanza y de aprendizaje


¿Qué es aprender?
Aprender nos cambia y cambia la realidad porque la interpretamos de un modo distinto. Cuanto más sabemos,
tendremos más facilidad para aprender otras cosas. Gracias al aprendizaje nos beneficiamos de nuestra
experiencia personal y de la de toda la humanidad, ya que aseguramos la transmisión del conocimiento de una
generación a la siguiente. Pero es importante que tengamos una definición reflexionada de lo que es aprender.
El siguiente esquema puede servir de ayuda:

Puesto que el aprendizaje dura un tiempo (a lo mejor no se acaba nunca), mientras se produce, el aprendiz va
pasando por diversos niveles en su tarea de construcción del conocimiento. La primera vez que afronta un
nuevo reto, puede ser por casualidad (aprendizaje por ensayo y error) o porque seguía al pie de la letra las
instrucciones de un experto.

A este tipo de aprendizaje, a menudo presente en estadios iniciales de la construcción del conocimiento, que
implica sobre todo comprender por qué pasan las cosas, por qué se produce el efecto deseado o por qué es
correcta una solución que hemos dado, el profesor Ausubel le ha llamado aprendizaje por repetición o
aprendizaje mecánico (Ausubel, D.P. et al., Psicología educativa: un punto de vista cognoscitivo, Editorial Trillas,
México 1983).

Pero lo importante es procurar que el aprendizaje no se quede ahí, sino que avance hacia lo que el mismo autor
ha calificado como aprendizaje significativo.

Así, el aprendizaje es como la construcción de un puzzle del que ya tenemos algunas piezas (que constituyen los
conceptos que ya sabemos y lo que ya sabemos hacer). La nueva información son piezas nuevas que tenemos
que colocar en el lugar adecuado. Si estas piezas nuevas no se parecen en nada a las que ya tenemos, no
podremos colocarlas en su lugar, y la única solución que tendremos será guardarlas por separado (aprendizaje
mecánico). Si las nuevas piezas se pueden relacionar con las que ya tenemos, enseguida veremos dónde han de
ir colocadas y comprobaremos que pueden hacer cambiar la distribución de las piezas que ya tenemos o su
significado, y también nuestra capacidad para recibir y ordenar más piezas nuevas (aprendizaje significativo).

En primer lugar, tenemos que conocer cómo es el puzzle cuando está completo, qué dibujo representa. El
profesor es el primero que tiene que entender su materia significativamente; sólo de este modo seremos
capaces de seleccionar la información clave que dará más pistas al alumno sobre la figura completa y su
significado.

En segundo lugar, tenemos que saber qué piezas del puzzle ya están en poder del alumno. Si le damos una
información para la que no tiene conocimientos que le sirvan de referente, sólo le quedará la solución de
guardarla en un rincón, sin relacionarla con nada más (la aprenderá simplemente y repetitivamente de
memoria); será fácil que la extravíe y cuando la necesite ya no la pueda recuperar (la olvidará fácilmente). En
cambio, si le damos una información que completa un trozo de su puzzle, rápidamente sabrá dónde colocarla y
cómo relacionarla con las piezas adyacentes (le dará un significado), con lo que, firmemente enlazada con las
piezas de su alrededor, será difícil que se extravíe (no la olvidará fácilmente).

En realidad, esta tendría que ser la intención última de todo enseñante: facilitar el aprendizaje significativo. Pero,
¿cómo podemos conseguirlo? Vamos a dar más pistas (más piezas del puzzle).

Aprender estratégicamente
Partimos de que el alumno aprende significativamente cuando es capaz de situar la nueva información en su
estructura cognitiva. Pero, ¿cómo lo hace? Intentemos reconstruir el proceso paso a paso.

Supongamos que el aprendizaje empieza cuando el estudiante entra en contacto con algún tipo de información
nueva. Si nos centramos en el marco escolar, dicha información puede provenir del profesor, de un libro, de un
ordenador, etc. A todos estos agentes que proporcionan información vamos a llamarles mediadores externos, ya
que su función consiste en construir una especie de puente entre los nuevos datos y el aprendiz, que los capta a
través de sus receptores sensoriales.

Cuando esta información entra en el sistema cognitivo del aprendiz permanece un periodo muy corto de tiempo
en la Memoria Sensorial (MS), y si el aprendiz no le presta atención, es fácilmente olvidada. Es como si diéramos
al estudiante una pieza del puzle y la viera, pero no la tomara, desentendiéndose de ella. Si el aprendiz toma la
pieza (le presta atención), decimos que la información pasa a la Memoria a Corto Plazo (MCP), donde pueden
ocurrir tres cosas.

1. Que, aún habiéndola tomado, no la mire más y la deje distraídamente a un lado, con lo que también se
produce el olvido.
2. Que se dedique a mirarla atentamente e intente descifrar el significado del dibujo o parte del dibujo que
contiene, sin relacionarlo con nada más.
3. Que vaya a su puzzle, que llamaremos Memoria a Largo Plazo (MLP), e intente situar la nueva pieza en su lugar
correcto, o cambiar las que ya tenía situadas para ajustar mejor la nueva y así recomponer aquella parte del
rompecabezas.
Ahora bien, ¿de qué depende que el aprendiz trate la información de una manera u otra en su sistema
cognitivo? La diferencia fundamental entre un alumno que mira atentamente una nueva pieza del puzzle y otro
que intenta relacionar esta pieza con las que ya tiene, reside en que estas dos personas utilizan estrategias
distintas para aprender la nueva información.

Las estrategias de aprendizaje guían las acciones que hay que seguir. Por tanto, son siempre conscientes e
intencionales, dirigidas a un objetivo siempre relacionado con el aprendizaje. Son las encargadas de establecer lo
que se necesita para resolver bien una tarea de estudio, tienen la perspectiva y la mirada amplia de todo el
proceso del estudio. Para ello, determinan las técnicas más adecuadas a utilizar, controlan su aplicación y toman
decisiones posteriores en función de los resultados.

En conclusión, existe una estrecha relación entre las estrategias de aprendizaje y las técnicas de estudio. Estas
técnicas son actividades o procedimientos específicos que los alumnos adoptan cuando aprenden, son las
responsables de la realización directa del acto de aprender, a través de ejercicios concretos como subrayar, hacer
esquemas, realizar preguntas, etc. La técnica, sin la estrategia muere en sí misma.

Clasificación de las estrategias de aprendizaje según Monereo:


El uso de nuevos códigos y herramientas
La competencia digital incluye utilizar las tecnologías de la información y la comunicación extrayendo su
máximo rendimiento. El docente necesita hacer uso de las tecnologías de la información en la organización de su
estructura, planificación, canales y gestión de la comunicación. Las escuelas, como instituciones sociales,
necesitan tener presencia en internet y mejorar sus procesos y rendimientos gracias a la optimización de la
comunicación con todos los miembros (además de ello, la gestión digital propia de sus necesidades burocráticas
y económicas).

Por otro lado, la escuela como institución formadora de las futuras generaciones debe dedicar tiempo de su
currículo para enseñar a transformar la información en conocimiento y hacer uso de diferentes dispositivos
electrónicos para crear entornos y herramientas de aprendizaje, al mismo tiempo que potencia la comunicación
segura, responsable y confidente de sus alumnos en redes sociales.

Los dispositivos electrónicos son una motivación para el alumnado, trabajar con el ordenador es un valor
añadido a toda tarea educativa que ellos reciben de buena gana. Nuestros alumnos disponen de un avanzado
lenguaje digital específico, ya no necesitamos enseñarles a usar un programa, su trabajo es muy intuitivo y
podemos usar un gran elenco variado de programas informáticos.
La cantidad ingente de información disponible en internet, las páginas, proyectos educativos y enciclopedias
digitales, así como el material pedagógico gratuito en red es tan amplio que el potencial que tenemos a nuestra
disposición dibuja un vasto paisaje educativo que todavía hoy no nos hemos atrevido a explorar. Pero disponer
de información no produce de forma automática conocimiento: se exigen destrezas de razonamiento para
organizarla, relacionarla, analizarla y sintetizarla.

En la actualidad, disponemos de los requisitos técnicos necesarios (red, conexión, ordenadores, salas
acondicionadas, etc.) para educar a nuestros alumnos en la competencia digital y, sin embargo, existe una falta
de formación del profesorado y una enorme carencia en las habilidades pedagógicas necesarias para hacer uso
de todo el potencial del que disponemos para el día a día de nuestras aulas.

TEMA 3: Consagrados y laicos compartimos la misma misión de la Iglesia

La Misión compartida: mucho más que trabajar juntos


En el contexto eclesial y social son múltiples los cambios que estamos viviendo, como por ejemplo: el nuevo
concepto de Iglesia comunión; la teología del Vaticano II, que invita a todos los cristianos, cualquiera que sea su
vocación, a participar en la misión evangelizadora; el mensaje de apertura de los grandes Papas
contemporáneos; la nueva realidad de las entidades titulares y de los religiosos en la instituciones educativas
(Misión compartida); los cambios sociales que llegan a la escuela en la presencia de un tipo de familia y de
alumno/a plural en todo, y también en su vinculación con lo religioso; la innovación pedagógica, etc.

La Familia Salesiana cuenta con un número de religiosos/as que desarrollan una importante Misión dentro de la
Iglesia, según su propio carisma. Hacen compatible la vida de comunidad con los trabajos propios del centro
educativo. La dedicación es grande aunque diferenciada entre los distintos religiosos, según sus posibilidades,
carácter y formación previa. A pesar de las diferencias personales, les unen muchos aspectos comunes: la vida
consagrada es un denominador común a todas ellas.

Pero no están solos, cuentan con la colaboración de laicos que con mayor o menor compromiso trabajan y
comparten la misión de Iglesia que tienen encomendada. Compartir la misión en la escuela católica, en general,
y en la salesiana, en particular, implica saberse protagonista de la misma, participando de algo que es propio de
la institución, junto con los otros miembros de la comunidad educativa; es ésta una misión compartida que nace
de una experiencia espiritual y se inserta en organizaciones que tienen bien definidas las competencias de cada
agente educativo con vocación de liderazgo.

Aunque en tiempos no muy lejanos la escuela católica se identificaba socialmente con una escuela promovida,
impulsada y animada, en la mayoría de los casos, por una comunidad de religiosos o religiosas consagrados a la
tarea de la educación, es evidente que la situación ha cambiado. Seguramente estarás de acuerdo con las tres
afirmaciones siguientes:
 «En los Centros hay mucho trabajo. Dado que todos/as religioso/as y laicos formamos parte del equipo
educativo, podemos repartir el trabajo para que entre todos lo llevemos adelante».
 «Cada vez se hace más difícil llevar adelante las múltiples tareas que hay que desarrollar en un centro
educativo. Es necesario compartir las responsabilidades y los laicos pueden llevarlas a cabo igual que los
religiosos, incluso con responsabilidades de coordinación y dirección».
 «Tengo el convencimiento de que las decisiones en los centros educativos de la Iglesia son tanto
responsabilidad de los laicos como de los religiosos».

Tras analizar los tres puntos, te darás cuenta que cada una de las cuestiones planteadas hace referencia a tres
modos distintos de compartir:
 En primer lugar se ha planteado un modo de compartir el trabajo.
 En segundo lugar se trata de compartir la responsabilidad.
 En tercer lugar estamos hablando de compartir la Misión.

¿Qué es esto de compartir la misión? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de misión compartida?
Al clarificar el papel de laico en su relación con la vida consagrada, Juan Pablo II escribía:

"...no pocos institutos han llegado a la convicción de que su carisma puede ser compartido con los laicos. Éstos
son invitados, por tanto, a participar de manera más intensa en la espiritualidad y en la misión del instituto
mismo (...) se puede decir que se ha comenzado un nuevo capítulo, rico de esperanzas, en la historia de las
relaciones entre las personas consagradas y el laicado" (Exhortación Apostólica Postsinodal, JUAN PABLO II, Vita
Consecrata, 1996, n° 54). La comunión y la misión están profundamente unidas entre sí, se compenetran y se
implican mutuamente, hasta tal punto que la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión
(Exhortación Apostólica Postsinodal, JUAN PABLO II, Christifideles Laici, 1988, n° 32).

La educación como misión ahonda sus raíces en la fe. Compartir la misión supone un salto cualitativo desde la
"escuela de los religiosos/as" a la "escuela de la Comunidad Educativo-Pastoral", donde religiosos/as y laicos
comprometidos trabajan corresponsablemente en una tarea de primer orden, social y de Iglesia, desde la clave
del carisma salesiano.

Desde esta concepción de Iglesia como Pueblo de Dios, en la que ser testigos e instrumentos de la misión
incumbe absolutamente a todos sus miembros, entendemos por misión compartida, en el ámbito educativo,
esta doble vocación eclesial a la que cada uno de nosotros somos llamados y a la que queremos responder:
 Por una parte, deseamos acoger y vivir personalmente y con coherencia la específica vocación eclesial de
religiosos, laicos o sacerdotes que nos ha sido dada a cada uno como don inestimable, y hacerlo desde
los acentos propios de nuestra específica tradición espiritual;
 y, por otro lado, desde lo que cada uno somos, nos sentimos convocados a trabajar juntos en la misión
evangelizadora de la Iglesia en los más diversos ámbitos de la educación.

Esta misión evangelizadora, de singular importancia en la actividad educativa, pretende la promoción y


desarrollo humano y cultural, la entrega a las nuevas generaciones de las tradiciones y el diálogo de la fe con la
cultura. Ahora bien, para los cristianos una educación integral se logra cuando, de uno u otro modo, con
profundo respeto a todos, transmite a las nuevas generaciones la memoria de Jesucristo y su mensaje, para que
pueda ser encarnado en el modo de ser y vivir de las personas, y, así, lograr transformar la sociedad según el
proyecto de Dios.
En este sentido, la corresponsabilidad supera esquemas de relación laboral y económica, siempre
imprescindibles, y a los que se debe prestar la debida atención, pero que encasillan a las partes en roles de
‘propietarios’ y ‘contratados’. La corresponsabilidad es asumir como propia la misión y estar dispuesto a poner
toda la competencia y la persona al servicio del bien común de todos, principalmente de los alumnos/as.

Sabemos que la misión compartida es una gracia de nuestro tiempo y una esperanza para el futuro. Sin embargo,
la complejidad de la vida diaria y las circunstancias de cada persona hacen que no sea fácil definir y desarrollar
claramente los rasgos específicos de cada una de las formas de vida en la Iglesia. En la realización concreta de
esta misión compartida la vida ordinaria parece igualarnos a todos y eso no nos ayuda. La reciprocidad de las
vocaciones, evitando la contraposición o la homologación, se sitúa como perspectiva de especial fecundidad
para enriquecer el valor eclesial de la Comunidad Educativo-Pastoral. Por eso, hay que prestar atención para que
no sea la ambición de poder o de prestigio, o las inercias y perezas, lo que motive nuestras decisiones, sino que
queramos servir todos juntos, abiertos al Espíritu, a la única misión de Cristo y de su Iglesia.

La coherencia con el principio de misión compartida y de corresponsabilidad debe animar la implantación de


procesos de incorporación de personas laicas a funciones directivas a todos los niveles, incluidas las de
coordinación de centros de la misma institución titular. En estos procesos deberá tenerse particularmente en
cuenta la sensibilización de las Comunidades Educativo-Pastorales y de los responsables inspectoriales.

La Comunidad Educativo-Pastoral une a las personas por dentro, en su interioridad, y no simplemente en sus
funciones. Se logran así sentimientos comunes, y una tendencia a realizarse en la intercomunión personal,
consagrados y laicos. Es un ser juntos que conduce a realizarse juntos, en solidaridad unos con otros. La relación
interpersonal es mediadora de este crecimiento del ser. De aquí cobra todo su sentido hablar de “Comunidad”.

Ante esta nueva situación, hemos de reflexionar y repensar el presente y el futuro de las escuelas y potenciar
una nueva cultura organizativa en la que pasemos:
 De “mi” centro a “nuestra red” de centros inspectoriales;
 De “hacemos lo que podemos” a “ofertamos una alternativa educativo-pastoral de calidad”;
 De un “Director Titular multicompetencial” a un “Equipo Directivo” de gestores técnicos y animadores de
la fe;
 De un “colegio docente capacitado y conocido” a uno “comprometido académica y comunitariamente”;
 De “cubrir gastos” a “gestionar economías viables”;
 De “hacer pastoral” a “ser una comunidad educativa y evangelizadora visible y creíble”.

Laicos de “segunda generación”


Los laicos de nuestros centros educativos hoy tienen la posibilidad de recibir la formación y el carisma
directamente de los religiosos. Pero con el paso de los años, la estructura organizativa de los centros educativos,
sus instalaciones, las personas que en ellos gobiernan y animan el proyecto salesiano establecido, será (y está
siendo) una tarea exclusivamente de los laicos.

De esta manera, esta “segunda generación” de laicos forman ya parte activa y 100% en la toma de decisiones,
con cargos directivos que obligan a plantearnos cómo organizar la delegación de la titularidad.

Desde la experiencia, nos parece importante señalar los siguientes rasgos, que creemos imprescindibles para que
la misión compartida vaya siendo más auténtica en el futuro:
 Atentos al espíritu: somos conscientes de que lo que está en juego, en último término, es que el
Evangelio y sus valores tengan oportunidades de prender en el corazón de las nuevas generaciones. Un
reto de tal magnitud exige de todos, laicos, religiosos/as y sacerdotes, la escucha atenta del Espíritu, de
modo que sea Él quien vaya guiando nuestro discernimiento y nuestro caminar, y nos posibilite una
conversión interior. Para responder a los desafíos que la educación y la evangelización nos plantean hoy,
necesitamos una gran apertura de mente y capacidad para superar esquemas de relación y de gobierno
que pudieron servir en otros tiempos, pero que ya no responden a las necesidades de hoy.
 Una asignatura pendiente es la colaboración y el trabajo en red entre las distintas escuelas salesianas y
no salesianas del entorno. Se reconoce aquí una situación de déficit, cuyas causas hay que encontrarlas
en el recelo, los enfoques individualistas, la competitividad y la falta de hábitos. Pero cuando
excepcionalmente se da esa deseable cooperación, la satisfacción es alta.
 Ahora bien, para no caer en expectativas generadoras de desilusión, hemos de tener claro que la Misión
compartida ni puede ni va a ser asumida por todos con el mismo grado de implicación. Sensibilidades
diversas y momentos vitales en las personas merecen un hondo respeto de todos, aunque de todos es la
obligación de animarnos mutuamente y examinar cómo podemos vivir la misión de manera más plena.
Interesante la observación recogida de K. Gibrán quien habla del respeto mutuo, la aceptación de la
identidad y las diferencias de cada cual como la primera condición para que un grupo madure: “Dense
mutuamente, pero no se dejen absorber unos por otros. Porque sólo la mano de la vida puede contener
sus corazones. Y permanezcan juntos, pero no demasiado próximos. Porque las columnas del templo se
sostienen de pie juntas pero a distancia. Ni la encina ni el ciprés crecen el uno a la sombra del otro”.
 l La Misión compartida no es sólo un modo de trabajar o gestionar un centro, sino que quiere y debe ser
también un testimonio de vida. Compartir la misión afecta, pues, a los planteamientos de la vida
religiosa o de la vida laical de sus protagonistas, y, por ello, entendemos que supone una disposición a la
cercanía humana, a la mutua estima para participar juntos en la vida de fe y para sentirse solidarios en la
vida. La misión común llevará a compartir momentos o aspectos de la vida personal, familiar o
comunitaria, que enriquecen a todos como personas, que hacen solidarios en la misión y constituyen a
quienes los viven en signo cristiano de unidad y concordia. Donde exista una comunidad religiosa se hará
necesario una mayor apertura de ésta. Generar, en definitiva, comunidades cristianas que se vivan como
tales y que asuman la misión de animar la evangelización del centro donde están insertas y de garantizar
—por sí mismas o junto a la entidad religiosa de referencia— la identidad carismática del mismo.
 Claridad en las organizaciones: muchas de las dificultades que encontramos al hacer camino junto tienen
su raíz en una falta de clarificación en aspectos importantes del ser, del hacer y del decidir. En estos
procesos de discernimiento son imprescindibles la información, el diálogo y la participación de muchos,
pero sería un error pensar que la misión compartida es un proceso de ingenuo asambleísmo. La misión
compartida será más fecunda y estará más lograda en la medida en que haya mayor claridad en los
tiempos, ámbitos y personas a los que correspondan las decisiones y las responsabilidades últimas o no
tan últimas. Es verdad que a la rica dinámica de la vida ni se la puede ni se la debe encerrar en las letras
y las normas; sin embargo, en la medida en que los reglamentos, manuales de funciones o estatutos
clarifiquen las tareas y responsabilidades de cada cual, se armonizarán mejor los carismas de todos hacia
el bien común y se tendrá mayor seguridad para vivir y actuar en el día a día.
 Formación conjunta para la misión compartida: la misión compartida no surge espontáneamente, sino
que requiere un "plan de actuación" que encamine la vida y potencie en los diversos centros esta
manera de entenderse y vivir; por otra parte, se requieren personas "vocacionadas" y con capacidad de
respuesta a la llamada recibida. Por ello, es imprescindible que todos presten especial atención a la
formación, la articulen con planes eficaces que respondan a los objetivos que persiguen e inviertan
tiempo y recursos en tareas formativas de calidad. A nadie se le oculta que la formación de los
educadores laicos y consagrados será uno de los puntos clave por donde pasa el futuro de la educación
cristiana.

TEMA 4: El Sistema Preventivo de Don Bosco

El Sistema Preventivo se asocia al alma, a las actitudes y a las opciones evangélicas de Don Bosco. La “genialidad”
de su espíritu está unida a la actuación de este: un sistema bien logrado, que es modelo e inspiración para
cuantos hoy están comprometidos en la educación en los diversos continentes, en contextos multiculturales y de
pluralidad religiosa. Un sistema que pide a todos una continua reflexión para favorecer cada vez más la
centralidad de los jóvenes como destinatarios y protagonistas de la misión salesiana. La palabra “sistema”
sugiere la idea de plenitud, es decir, una experiencia orgánica: una propuesta articulada hacia un dinamismo
pedagógico. En el Sistema Preventivo, de hecho, se pueden distinguir algunas articulaciones, que están
profundamente vinculadas entre sí: un principio inspirador que crea una determinada actitud espiritual en la
persona: la caridad pastoral.
Como consecuencia, la praxis salesiana tiene como marco de referencia y como medida de autenticidad la
actuación de un proyecto pastoral, espiritual y pedagógico de Don Bosco, que es justamente el Sistema
Preventivo. En otras palabras, se entiende como una triple realidad dinámica. El Sistema Preventivo es:

 un “impulso pastoral”, es decir, un proyecto educativo de promoción integral [ver «Cuadro de


Referencia. La Pastoral Juvenil Salesiana» (2013) del Dicasterio para la Pastoral Juvenil (sdb), capítulo IV,
n.2];
 una espiritualidad para una propuesta de vida cristiana – Espiritualidad Juvenil Salesiana –[ver «Cuadro
de Referencia. La Pastoral Juvenil Salesiana» (2013) del Dicasterio para la Pastoral Juvenil (sdb), capítulo
IV, n.3];
 un método pedagógico práctico, inspirado en el “criterio oratoriano”, que guía las modalidades
concretas de opciones e intervenciones operativas [ver «Cuadro de Referencia. La Pastoral Juvenil
Salesiana» (2013) del Dicasterio para la Pastoral Juvenil (sdb) capítulo V, n.3].

El principio inspirador es la caridad pastoral


Para Don Bosco, educar comporta una actitud especial del educador y un conjunto de intervenciones, basadas
en convicciones de amor, de razón y de fe. En el centro de su visión está la “caridad pastoral”. Se trata de buscar
de manera particular el bien espiritual de los jóvenes, su salvación, su bien integral («Da mihi animas»).

El Sistema Preventivo encuentra su fuente y su centro en la experiencia de la caridad de Dios que previene a toda
criatura con su Providencia, la acompaña con su presencia y la salva entregando la vida (cfr. Const. 20). Don
Bosco tenía una profunda fe en la bondad y en la paternidad misericordiosa de Dios. La elección de San Francisco
de Sales como ejemplo para sus colaboradores y como protector de su Congregación lo confirma.

Esta experiencia apunta a la acogida de Dios en los jóvenes: en ellos Dios nos ofrece la gracia del encuentro con
Él, nos llama a servirlo en ellos. Una experiencia que reconoce su dignidad, renueva la confianza en sus recursos
para el bien, los educa en la plenitud de la vida (cfr. CG23, n. 95). En esta dinámica educativa, atendiendo a los
jóvenes, los educa para ser protagonistas de la evangelización.

La caridad pastoral salesiana tiene otra característica más precisa que la define mejor: es una caridad
pedagógica. Demuestra pasión educativa, pero también discreción, sentido común, equilibrio, afecto y respeto
al adolescente y al joven. Esta actitud es fruto de la convicción de que toda vida, aún la más pobre, compleja y
precaria, lleva en sí, por la presencia misteriosa del Espíritu, la fuerza de la redención y la semilla de la felicidad.
La expresión sintética “primado de la caridad educativa” refleja el amor que sabe crear una relación educativa: se
expresa a la medida del adolescente, en particular del pobre que debe ser ayudado a abrirse, a descubrir la
riqueza de la vida, a crecer. Por esto, para el adolescente necesitado, a veces escaso de decisión, de educación,
de palabras y de pensamiento, la caridad pedagógica del educador se convierte en comunicación del amor de
Dios: una caridad que llega a los últimos, a los más humildes, a aquellos que tienen mayores dificultades. Es
expresión de sabiduría paterna que enseña a afrontar la vida.

La escuela salesiana es una “Experiencia de Aprendizaje Mediado”, en expresión de R. Feuerstein, experiencia de


relación en la cual, por el hecho de sentirse querido, se aprende a querer.

Sistema Preventivo como pedagogía práctica: el estilo educativo salesiano


Decíamos más arriba que el Sistema Preventivo está asociado a un método pedagógico-práctico. En su
centralidad, el Sistema Preventivo, como pedagogía concreta, no solo facilita la acción educativo-pastoral, sino
que lleva en sí los contenidos de la propuesta. Sus aspectos más significativos han sido identificados con los
iconos de “casa”, “parroquia”, “escuela” y “patio”. Son iconos que no concretan ambientes, espacios y lugares
determinados, sino más bien una serie de las experiencias que hay que ofrecer y proponer. La diversidad de las
experiencias de estos “iconos”, componen una unidad inseparable e indivisible: dan rostro a las diversas
modalidades de convivencia y comunión del “estilo salesiano”, presuponen diversas formas de acción en
función del contexto juvenil, de modo que ninguna de ellas permanezca desatendida.

Casa que acoge (experiencia de “espíritu de familia”)


 La experiencia de la “casa” suscita un ambiente rico de confianza y familiaridad. Exactamente como en
familia, el cuidado de los demás por parte de cada miembro es esencial.
 En el ambiente salesiano, esta atención se concreta en una diversidad de momentos en los cuales se
siente uno profundamente escuchado y comprendido.
 Es la propuesta de una serie de experiencias y de valores transmitidos por el testimonio de los
educadores y por el acompañamiento de quien ama y es amado.
 Es fuerte el impacto de la acogida incondicional al que llega por primera vez y advierte que sus
necesidades principales son respetadas y se les da la respuesta oportuna.
 Esta experiencia de «casa» en el espíritu de familia constituye un elemento característico de nuestra
pedagogía: la asistencia salesiana, moldeada con actitudes de empatía, atenta acogida y disponibilidad a
acoger sus inquietudes.
 Solamente dentro de esta relación afectuosa y significativa, los jóvenes advierten que es posible, aunque
sea lentamente, el crecimiento del diálogo y la circulación de los valores. En este clima se desarrollan
todas las condiciones fundamentales para que el joven pueda madurar en todos los aspectos y
dimensiones.

Parroquia que evangeliza (la vivencia religiosa y la pedagogía de los itinerarios)


 La experiencia de la «parroquia» se construye sobre dos grandes pilares: en primer lugar, la convicción
de que cada joven lleva escrito en el propio corazón el deseo de Dios, el deseo de una vida plena, en la
perspectiva unificadora de la fe; y, en segundo lugar, una serie de propuestas adaptadas a los
destinatarios, que tienen como fin el descubrimiento y la consecución de su vocación.
 Sobre estos fundamentos, la actividad evangelizadora se propone como ambiente, donde la fe es vivida
diariamente con espontaneidad y normalidad, testimoniada ante todo por la CEP.
 Es un entorno donde se expresan las dimensiones esenciales de la Iglesia, según el carisma salesiano: la
«Koinonia», cuya máxima expresión es la comunión de la Comunidad Educativo-Pastoral, que vive los
valores del Reino y llama a otros a tomar parte en él como protagonistas; la «Liturgia», celebración
cristiana de los acontecimientos cotidianos, cuya expresión máxima y plena se concreta en los
sacramentos, de modo especial en la Eucaristía y en la Reconciliación; la «Diakonia», disponibilidad para
el servicio educativo y de promoción humana con modelos de referencia que van más allá de la sola
asistencia; la «Martyria», testimonio de los valores del Reino ante el mundo en acciones de caridad, con
propuestas formativas que preparen a los jóvenes y a los educadores para «dar razón de la esperanza
que hay en ellos» (1 Pe 3,15-16).
 Todo esto se desarrolla en la CEP con una propuesta de itinerarios graduales de educación a la fe que
ayuden a los jóvenes a descubrir la propia vocación y a seguirla según el proyecto de Dios.

Escuela que prepara para la vida (el crecimiento integral por medio de la educación)
 La experiencia de la «escuela» adquiere calidad cuando ofrece los recursos necesarios para que cada
joven desarrolle las capacidades y las actitudes fundamentales para la vida en la sociedad.
 En cada espacio educativo, formal o informal, el educador debe buscar y encontrar el punto accesible al
bien de cada joven para que desde este pueda madurar integralmente.
 El joven es el protagonista del propio crecimiento y maduración. El educador lo acompaña en su camino
presentando las propuestas necesarias para el progreso armonioso de su personalidad, en una vida
social sustentada sobre el respeto y sobre el diálogo, para la formación de una conciencia crítica y
comprometida.

Patio para encontrarse entre amigos y vivir alegres (la pedagogía de la alegría y de la fiesta)
 La experiencia del «patio» es propia de un ambiente espontáneo, en el que se crean y se estrechan
relaciones de amistad y de confianza. En el «patio», entendido como pedagogía de la alegría y de la
fiesta, la propuesta de los valores y la actitud de confianza se realizan de manera auténtica y cercana.
 Es el lugar apropiado para la atención personalizada a cada adolescente o joven mediante “la palabra al
oído”, el lugar donde la relación educador-joven supera el formalismo propio de otras estructuras,
ambientes y roles.
 En este sentido, la experiencia del “patio” es una llamada a salir de nuestras estructuras formales, de las
paredes entre las que trabajamos, para hacer de cada lugar donde se encuentran los jóvenes un
ambiente rico en propuestas educativas y pastorales. Incluso allí donde se prueban nuevos caminos
pastorales, como la calle o los parques, la atención no se centra solo en la relación personal sino también
en la importancia y el valor de las dinámicas de los grupos informales.
 En el ámbito del tiempo libre, los nuevos lugares de encuentro virtuales, las redes sociales, son
verdaderos espacios que no deben sernos extraños y de los que tenemos que saber servirnos para llegar
a estar con el joven allí donde lo encontramos.
Actividad 1: COMPETENCIAS PROFESIONALES DEL PROFESORADO.

En el presente cuadro se señalan cada una de las diez competencias profesionales del profesorado, así como sus
correspondientes comportamientos.

VALORACIÓN
COMPORTAMIENTOS
COMPETENCIAS
1 2 3 4 5

1. Competencia científica.  Planificar las estrategias y su


temporalización (proyecto curricular)

2. Competencia intra e  Producir textos adecuados a las


interpersonal. situaciones y contextos.

3. Competencia didáctica.  Leer, escuchar y ver, con frecuencia,


noticias, estudios e informaciones de
tipo teórico-científico sobre el área,
materia o módulo correspondiente.

4. Competencia organizativa y de  Mostrar justicia, imparcialidad y


gestión. objetividad en las relaciones con los
alumnos.
5. Competencia en gestión de la  Aprender de los errores y saber
convivencia. escuchar a los compañeros.

6. Competencia en trabajo en  Favorecer la integración de los padres


equipo. y madres en la vida escolar.

7. Competencia en innovación y  Utilizar metodologías innovadoras,


mejora. funcionales e idóneas para lograr los
objetivos definidos.

8. Competencia comunicativa y  Establecer, de forma consensuada, las


lingüística. normas y comprobar el cumplimiento
de las mismas.

9. Competencia digital (TIC).  Desarrollar proyectos que


contribuyan a buscar soluciones
creativas e imaginativas.

10. Competencia social-relaciona.  Gestionar el uso de la red, equipos y


entornos de trabajo virtuales.

Actividad 2: PROCESO DE ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE

El video de Ken Robinson ofrece algunas reflexiones que pueden cambiar la percepción de la educación actual.
Escoge tres de estas intuiciones suyas y coméntalas.

https://www.youtube.com/watch?v=zuRTEY7xdQs&list=PLZ6wNnb-ED0wjLQbLkWDOn5aOdD0mZPvD&index=6
Actividad 3: ACTITUDES Y DEMANDAS DEL EDUCADOR CRISTIANO.

A partir de las ideas clave del texto “Consagrados y laicos compartimos la misma misión de la Iglesia”, anota tu
reflexión sobre los aspectos comentados y trata de rellenar los siguientes cuadros:

Tu actitud como laico:

Tu demanda a los religiosos/as:


Sugerencias:

Actividad 4: ¿CÓMO PRESENTARÍAS EL SISTEMA PREVENTIVO?

En las distintas épocas históricas los educadores salesianos no han dejado de confrontarse con el Sistema
Preventivo de Don Bosco, asumiéndolo como criterio pedagógico de acción, contextualizado en cada momento
histórico-social y en cada realidad nacional, en fidelidad creativa. De otro modo, una opción vaga por la
educación no podría haber tenido una vida larga, ni la profundidad pedagógica que caracteriza el sistema
educativo salesiano.

Si tuvieras que presentar el Sistema Preventivo a las familias de tu colegio, ¿cómo lo harías? Comparte la
explicación con los compañeros/as.

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