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Cicerón: la razón frente a la

fuerza
 Una nueva edición crítica de las 'Filípicas' muestra el vigor intelectual del senador y
emperador romano

LUIS ANTONIO DE VILLENAMadrid


Actualizado: 21/03/2014 05:25 horas
A Marco Tulio Cicerón bien se le podría considerar como un intelectual
contemporáneo. No es que no haya grandes diferencias entre el mundo antiguo y el
presente, pero Cicerón sigue siendo una figura que atrae en la medida en que
ejemplifica el eterno conflicto entre la razón y el poder, la palabra y la fuerza.

José Guillén Cabañero, catedrático de Salamanca, acaba de publicar una nueva


edición de las 14 'Filípicas' de Cicerón, en las que denuncia el intento de Marco
Antonio de instaurar una dictadura en Roma. Son llamadas así en honor a las que
pronunció Demóstenes contra Filipo de Macedonia, el padre de Alejandro. Estamos
ante la última obra notable de Cicerón que, con 63 años, sabía que se jugaba la vida
al defender la libertad y los valores de la República romana contra Marco Antonio, que
estaba actuando como un dictador tras la sucesión del asesinado Julio César.
Cicerón pronunció en el Senado y editó esos discursos en un momento crítico y ello
le costó la vida. 'El Arpinate', así llamado por haber nacido en Arpino en el año 106
antes de Cristo, halló la muerte cuando intentaba salir de Roma, en diciembre del año
43. Su nombre encabezaba la lista negra del nuevo triunvirato formado por Octaviano,
Marco Antonio y Lépido. Cicerón fue decapitado y su cabeza y sus manos se
expusieron en público, como castigo ejemplar.
La historia es narrada de forma didáctica y minuciosa por el profesor Guillén
Cabañero. Hay que situarse en los años finales de la República romana (un régimen
caracterizado por sus colonias y su poderío militar), donde las leyes y los cargos
venían del pueblo y del Senado. De ahí el célebre Senatus Populus Que Romanus,
SPQR, que conservaron las insignias del Imperio.

¿Se pueden proclamar las libertades de la República y al tiempo erigirse como


un rey autócrata o un déspota, al estilo de las monarquías del Oriente helenístico,
que aquellos romanos conocían tan bien? ¿Se puede invocar la legitimidad del pueblo
y a la vez imponerse a su voluntad con métodos dictatoriales? ¿Es lícito recurrir al pan
y circo para distraer a ese pueblo e ignorar su opinión?
Ese era el dilema del momento: el gobierno del pueblo a través del Senado o un
populismo autoritario que gobierna para el pueblo sin el pueblo. Los leales al modelo
tradicional (Cicerón entre ellos, notable como abogado, escritor, sabio y cónsul) eran
los republicanos. Frente a ellos, estaban los que defendían la tiranía y el surgimiento
solapado de un Imperio. Eran los cesaristas, encabezados por Marco Antonio, que
reivindicaban el legado del general asesinado, Cayo Julio César. Su muerte
desencadenó un cruento conflicto y una abierta lucha de poder. El general, político y
escritor nos cuenta en sus cartas que apreciaba y se llevaba bien con Cicerón cuando
hablaban de literatura y filosofía, pero que mantenían una profunda discrepancia
política.
En la guerra civil entre César y Pompeyo -cuando se deshace el primer triunvirato-
, Cicerón había estado del lado de Pompeyo, servidor de la República, y contra
César que aspiraba a coronarse como rey. Dice la leyenda que, siendo amante y
protector de la reina Cleopatra y estando en Alejandría, a César le ofrecieron la
cabeza de Pompeyo, su ya caído enemigo tras la aplastante derrota en la batalla de
Farsalia.
Tras imponerse a su rival Pompeyo, parecía inevitable que César lograra acabar con
el Senado para hacerse dictador, rey o monarca de un futuro imperio. Pero unos
conjurados (amigos de Cicerón, pero a los que éste reprochará su falta de planes, su
precipitación) asesinan a César, a puñaladas en el mismo Senado. Ello sucede poco
después de que Marco Antonio le hubiera ofrecido en público una corona real a su
jefe.

Bruto y Casio son los principales conjurados y cuando acuchillan a César


gritan: "¡Cicerón, Cicerón!", como si éste fuera -y en cierto modo lo es- el mentor
intelectual de los hechos. Adelantándose a Maquiavelo, Cicerón llegará pensar que
los cesaricidas tendrían que haber acabado también con Marco Antonio, que estaba
presente y tenía miedo. Pero no lo hicieron. Al contrario, tal vez asustados por el
magnicidio, Bruto y Casio corrieron a esconderse y ver qué pasaba. No habían
previsto las consecuencias del crimen y ese fue el mayor error de su cobardía.
Bruto era hijo adoptivo de César (de ahí que César exclamara, al morir, "¿Tú
también, hijo mío?") y a la vez hijo de la noble Servilia, amante muchos años de César
antes de Cleopatra. Los que gustan de la historia íntima, siempre han pretendido que
Servilia instigó a su hijo a la venganza por celos. Pero le guiaban ideas más nobles
que no supo plasmar. Muerto César, la tiranía parecía acabada con el tirano. Pero la
estrategia no les salió bien.
Los meses siguientes fueron confusos. La República parecía a salvo pero los amigos
de César y de la creación de un poder imperial estaban al acecho. Marco Antonio era
su principal líder. Bárbaro, borracho y gladiador, como le definirá Cicerón en alguna
de las Filípicas. Pero además aparece un rival inesperado: el joven Octaviano (el
futuro César Augusto) sobrino e hijo adoptivo del difunto César. El papel de Octaviano
en los meses siguientes será ambiguo. Parecerá del lado de la República -Cicerón
nunca lo creyó- pero terminará aliándose con Antonio a quien después habrá de
vencer para ser el primer emperador de Roma. Pero eso Marco Tulio ya no lo pudo
ver.

Lo que las 'Filípicas' revelan es el arrojo y la inteligencia de un gran escritor y


hombre público (en esos años había concebido los diálogos filosóficos De amicitia y
De senectute) que se juega su vida y sus ideas a una carta, para salvar no sólo su
honor sino la dignidad de lo que cree. Él sabe que va a perder porque se enfrenta a la
fuerza.
En este drama antiguo, hay escrita una lección que vale para cualquier época: que el
fin justifica los medios en la lucha por el poder. No existe el fair play. Los ambiciosos
se ponen de parte de quien conviene en cada momento. El propio Octaviano actuó
así para lograr sus fines. Cicerón, por el contrario, optó por ser fiel a sus ideas y su
visión de la patria, aunque fuera a costa de su vida. Y como todo debe cambiar para
que nada lo haga, el Imperio Romano, que inauguró Octaviano, mantendría siempre -
acaso en vago recuerdo de Cicerón- las formas republicanas aunque bajo un régimen
de poder personal. El Senado sobrevivió formalmente, aunque a menudo fuera sólo
un adorno en manos de los césares sucesivos.
El historiador Valeyo Paterculo dirá, poco después de los hechos narrados, que «el
criminal Antonio» amputó la voz del pueblo, ese Cicerón que había buscado siempre
la salvación de Roma y de sus ciudadanos. Las 14 'Filípicas' (la última pronunciada en
abril del 43) son un demoledor alegato contra Marco Antonio, fulminado por las
acusaciones y derrotado en Módena. El pueblo lleva en triunfo a Cicerón al Capitolio,
se declara a Marco Antonio «enemigo público» y se proclama una ovatio a Octaviano
por su papel en la defensa de la República.

Pero poco después todo cambia. Nada es seguro, porque siempre triunfa al más
fuerte o el que menos escrúpulos tiene. Guillén Cabañero apunta: "Cicerón no tenía
esperanza de conseguir nada positivo más que dejar, si así estaba determinado, el
vivo testimonio de su voz y de su valentía a favor de la República si algo triste
sucedía". No hubo concordia ni avenencia y la pugna se decantó del lado de la
coalición entre Antonio y Octaviano.
La modernidad de Cicerón no está sólo en ser un intelectual que no desoye la voz de
la cosa pública sino en su pluralidad de intereses: la oratoria, la filosofía griega, la
historia, y los trabajos del Foro y del Senado. Quedan como legado esas espléndidas
cartas que escribía a sus amigos (Ático, verbigracia, al que conoció de joven
estudiante en Atenas) o las que dictaba, caminando por su estudio, a su célebre
secretario Tirón, que inventó una suerte de taquigrafía para seguir su voz.

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EDUCACIÓN
MEDIEVAL
Escrito por historiadelapedagogia el 18-01-2011
en General.Comentarios (3)
EDUCACIÓN MEDIEVAL

Laeducación de la edad media tuvo una característica importante


que fue estar influenciada por el cristianismo y otras culturas y por
esto tuvo un avance importante, tanto que empezaron a surgir las
universidades.

Desarrollo

Las escuelas monacales, ubicadas en los monasterios,


preparaban a niños y jóvenes para la vida religiosa; constaba
generalmente de dos escuelas, la escuela interior reservada a los
futuros monjes, y la escuela exterior para aquellos jóvenes que
deseaban ser sacerdotes.

La vida cultural y el intercambio de conocimientos entre unas y


otras escuelas,contribuyeron a consolidar el mundo monacal,
como un centro de expansión científica.

Las escuelas palatinas estaban regentadas por eclesiásticos, sus


enseñanzas sei mpartían por clérigos, aunque sus alumnos no
tenían que seguir necesariamentela vida sacerdotal.

“Elplan de estudios variaba muy poco de unas escuelas a otras, si


bien el curriculum cambió en los diferentes periodos escolásticos,
comprendían, la gramática, retórica y el cuadrivium, y hay otros
que aparecen mas tardíamente,como son la dialéctica y la lógica”.

El curriculum de estas escuelas que se impartía respondía


generalmente a tres niveles:

Iniciación,en el que se enseña la lectura, la escritura, algunos


conocimientos elementalesde lengua latía, y el inicio en textos
bíblicos.

Estudiode artes, que conformaban el trivium, gramática, retórica y


dialéctica, y enmenor grado el cuadrivium.

Nivel superior, en el que se estudiaba la escritura con


comentarios de ordengramatical, histórico y teológico.”

Carlo Magno en Francia quien se preocupó por las deficiencias


que presentaba la educación de su época.

En otro lado Alcuino importante Teólogo y filósofo inglés


considera a la Filosofía considerándola “conocimiento de las
cosas divinas y humanas” y maestra de todas las virtudes.

En el siglo XII las escuelas monacales han reducido su área se


acción a loslímites estrictamente indispensables de formación de
sus monjes: las escuelascatedralicias alcanzan un nivel relevante
que será decisivo para el nacimientode las universidades.

Estassurgieron por ciertas causas que se podrían resumir en las


siguientes:

 De orden científico, la presencia crucial de culturas como la


griega, la latina,la cristiana, la judía y la arábiga, contribuía
en esencia a un renacimientocultural y a una rica
confrontación de concepciones e ideologías, que
conformaran el nacimiento de las universidades a finales del
XII y comienzosdel XII.

 De orden socio-laboral, la necesidad de formar un cuerpo


gremial entre maestros yescolares, que vele por los
intereses, no sólo científicos, de unos y otros. La universidad
comienza a ser realidad comunidad de maestros y
escolares, comoexpresión del sentido gremial de la sociedad
del medioevo.

 De orden académico y de organización escolar, el número a


crecido debido al desarrollo de las nuevas estructuras
socioeconómicas y políticas, ello hace que proliferen las
escuelas entorno a una central.

“En general las universidades eran autónomas en su gobierno


eran verdaderas repúblicas casi independientes, apenas
subordinadas al estado y a la iglesia,elegían sus rectores y
autoridades. Nombraban a los profesores y concedían losgrados”.

Bienvenido a «Pensamiento Cristiano»

Este website proporciona información sobre la obra literaria del pastor José M. Martínez y su
hijo, el Dr. Pablo Martínez Vila.
A través de esta obra fluye el pensamiento evangélico de los autores sobre cuestiones
teológicas, psicológicas, éticas y de estudio bíblico con aplicaciones prácticas a problemas
actuales.

José M. Martínez ha sido pastor de la Iglesia Evangélica en la calle Verdi en


Barcelona (España) por espacio de treinta años y ha desarrollado una amplia
actividad como profesor de materias bíblico-teológicas en el Centro Evangélico
de Estudios Bíblicos (CEEB) en Barcelona (España) y como presidente de este
Centro, así como de la Alianza Evangélica Española (AEE), del Consejo de
Dirección de la Sociedad Bíblica y de la Unión Bíblica. Su fecunda obra literaria
abarca 23 títulos.

Más información...

El Dr. Pablo Martínez Vila es médico psiquiatra y ejerce actualmente en una


consulta privada. Realiza además un valorado ministerio como conferenciante
en España y muchos países de Europa. Destacan sus aportaciones sobre la
relación entre mente y fe, el valor terapéutico del Evangelio, el duelo etc.
Muchos de estos temas han sido vertidos en su obra literaria traducida a 16
idiomas. Desarrolla una amplia labor docente en el campo de la Teología
Pastoral y también es muy apreciado su ministerio de exposición bíblica. Es el
presidente en España de la “Fundación Ravi Zacharias para el diálogo entre fe
y cultura”, así como presidente honorario de los Grupos Bíblicos Universitarios (GBU).

La historia y desarrollo del Ejército de Guatemala es uno de los temas más extensos y
complejos que existe dentro de toda la historia del país, pues es la historia de Guatemala
misma.

Su nacimiento se extiende desde las primeras formaciones, cuya finalidad primordial era
proteger a sus pobladores, cultura y territorio, además de las rutas de comercio en la región
que hoy se conoce con el nombre de MESOAMÉRICA, así pues, al desarrollarse estas
sociedades se observa a un representante militar como parte del Consejo Principal que regía
el gobierno, existiendo una jerarquización completa en sus filas, Academias de Instrucción y
servicio militar complejo. Sin embargo, el proceso de descubrimiento, conquista y colonización
desarticuló totalmente éstas organizaciones, desapareciendo también la sociedad hasta
entonces existente.

El período colonial no implicó mayor desarrollo en lo que a milicias nacionales se refiere, pues
durante esta época el Ejército era compuesto por europeos asentados en las colonias o los
hijos de éstos nacidos en el Nuevo Mundo, sin embargo, Chinchilla Aguilar considera al
Capitán General don Pedro Salazar y Herrera como el autor de los primeros intentos por
conformar un Ejército regular en Guatemala, aunque no fue posible concretarse el proyecto.

Posteriormente el Capitán General don Matías de Gálvez, organizó los Cuerpos de Infantería y
Caballería desde Chiquimulilla hasta Cartago, así como reforzó el abastecimiento para la
defensa del reino, atribuyéndosele la expulsión de piratas en las colonias españolas, gracias a
una reorganización que incluyó nativos y mestizos de la región.

Luego de la Independencia la composición militar continúa siendo de tipo miliciano, sin


entrenamiento real, ni disciplina que implique una jerarquización eficiente en las filas, aunado
a los conflictos regionales que impedían un funcionamiento efectivo para el Ejército.

Tanto Manuel Arce, como Francisco Morazán lograron durante algún tiempo mantener un
cierto nivel de control y organización dentro del incipiente Ejército Centroamericano, no
obstante, fue Rafael Carrera quien, luego de una serie de acciones militares le dio un nuevo
sentido e interpretación al concepto de estrategia que en lo sucesivo utilizaría el Ejército de
Guatemala, para convertirse en esta época como el mejor y más organizado contingente
defensivo de la región, permitiéndole incluso, triunfar sobre grupos más numerosos, pero
evidentemente menos entrenados.

A la muerte de Carrera se observa un período de vacío para el Ejército, pues el gobierno


presidido por el Mariscal de Campo Vicente Cerna no brinda logros de importancia para con
las filas militares, con lo cual resurge el Mariscal de Campo Serapio Cruz como una de las
luminarias en la historia de país y cuya muerte brindó una inspiración determinante para la
culminación exitosa de la llamada Revolución Liberal de 1871, acaudillada por los Generales
Miguel García – Granados y Justo Rufino Barrios.

Este movimiento que implicó grandes avances para el país, trajo consigo el mayor logro en la
historia militar con la fundación de la ESCUELA POLITÉCNICA y gracias a la cual el Ejército
surge como una institucional profesional; a partir de este momento puede decirse que el
avance para el Ejército toma un nuevo rumbo, pues continúan los cambios en beneficio de las
filas y del país, con nuevas perspectivas y proyecciones y cuya función educativa y formativa
para los cuadros militares permite alcanzar grandes logros entre los que se incluye el
surgimiento de la aviación nacional desde 1912 y que se consolida eficientemente a partir de
1921, con figuras tales como los Coroneles Jacinto Rodríguez Díaz, Miguel García Granados
(Nieto), Carlos Mérlen, Ricardo Rodas, Oscar Morales López y otros.

Hacia años posteriores y luego de un período de constancias políticas se concreta el


movimiento del 20 de Octubre de 1944, que implicó cambios radicales para el país a todo
nivel. Para el Ejército se observa la modernización de armamento, así como la organización
táctica y utilización de armas y servicios.

A los niveles más altos se abolieron temporalmente los grados de General de Brigada y
División, estructurándose una nueva organización para el Estado Mayor del Ejército, así como
para la regionalización militar que permitió un mayor control de guarniciones y Comandos
Militares en el interior.

Para 1945 desaparece la Secretaría de la Guerra y toma su lugar el Ministerio de la Defensa


Nacional, concretándose igualmente una nueva organización para la Fuerza Aérea
Guatemalteca; se actualizan Reglamentos diversos, dejando atrás los hasta entonces
vigentes.

En un período más reciente, el campo militar ha observado varios cambios que han sido
motivados por un espíritu de progresos para con el país; ya que la principal función del Ejército
basado en un precepto constitucional es mantener la soberanía, libertad, integración territorial
y paz en la República, que ha implicado la creación de la Marina de la Defensa Nacional con
sus bases y Escuela naval.

Los actuales momentos han inspirado la reorganización de comandos militares, fundándose


nuevas dependencias dentro de un campo tecnológico moderno y de proyección a la
población con lo cual solamente se busca cumplir con la misión encomendada a través de
objetivos específicos y gracias a la mayor profesionalización del personal que sirve en sus
filas, entregando lo mejor de ellos para con la institución y primordialmente para con
Guatemala; extendiéndonos por más de dos mil años a lo que ocasionó la formación de
Ejército en la antigüedad brindando protección a nuestra población, cultura y territorio

El sistema político-administrativo colonial


Presencia Española

El sistema político-administrativo que se estableció en América fue un modelo creado por España. Las

instituciones clásicas del mundo español tendieron a mantener las características esenciales en estas nuevas

tierras, aunque los criollos y peninsulares tendieron a transformarlas de acuerdo a su realidad.

El rey estuvo a la cabeza de toda la institucionalidad administrativa, jurídica y política. El Consejo de Indias

gobernó América por orden real. Para poder controlar y fiscalizar América, la Corona creó, a medida que fue

necesario, toda una institucionalidad, parte con residencia en España y parte en América.

La política administrativa fue creada durante la Colonia, época que sigue a la Conquista. A través de ella la
población se dedicó a cultivar la tierra, a explotar los minerales, a la actividad comercial y a fortalecer el
crecimiento de las ciudades. En virtud de ello surge la prosperidad que a su vez permite el desarrollo de la

vida social y cultural.

El período colonial abarca, tanto en América Hispana como en Chile, aproximadamente, desde mediados del

siglo XVI hasta los inicios del siglo XIX.

Los vínculos de América con España estuvieron regulados por instituciones que representaban la autoridad y

el poder del rey en estas tierras, ya que ellas eran posesiones de la corona y no del pueblo o nación hispana.

Así había quedado dispuesto en la Bula Papal Inter Caetera de 1493. Las Indias, como fueron llamadas,

pasaron a constituir un bien público que los reyes no podían enajenar o vender, como podían hacerlo con sus

otros reinos. Los monarcas se denominaban comúnmente como los reyes de España y de las Indias, para

dejar establecida la diferencia entre la administración en territorio español y americano. Sus autoridades no

estaban vinculadas entre sí y obedecían jerárquicamente a una sola autoridad que era la persona del rey.

El monarca Carlos V, en 1524, definió una administración para las Indias, creando instituciones que

funcionarían en territorios españoles y otros en territorios americanos.

Los organismos que administraron América fueron:

– Consejo de Indias

– Casa de Contratación

– Virreinatos

– Capitanías generales-Gobernaciones

– Audiencias

– Consulado

– Cabildo

El Consejo de Indias y la Casa de Contratación eran organismos que funcionaban en España, mientras que el

resto estaba establecido en América.


Administración Colonial española

1) El Real y Supremo Consejo de Indias:

En 1519, se estableció en el Consejo de Castilla una oficina destinada a resolver los asuntos de las Indias. De

ellas surgió el Consejo de Indias (Valladolid, 8 de marzo de 1523), cuyo primer presidente fue el cardenal

García Jofré de Loayza, nombrado el 1º de agosto de 1524.

Las primeras disposiciones respecto de la organización de este nuevo organismo son de 1526. Las Leyes

Nuevas de 1542, dictadas en favor de los indios, dedicaron sus nueve primeros títulos a establecer las

ordenanzas definitivas que el Consejo necesitaba. Por último, el 24 de septiembre de 1571 se dictó una nueva

ordenanza que reorganizó esta institución. Aunque hubo modificaciones en 1636 y 1680, se estima que las de

1571 presidieron la época de mayor auge del Consejo.


El Consejo no tuvo en sus primeros tiempos una residencia fija. Generalmente seguía a la corte en sus

desplazamientos. Cuando en 1561 Madrid pasó a ser la residencia estable del rey, éste se instaló en El
Escorial, mientras el Consejo lo hacía en el Alcázar Viejo. Más tarde el Consejo pasó a residir en el Palacio de

“los Consejos”.

Las atribuciones del Consejo de Indias, establecidas por el rey, se resumieron en la Ordenanza Nº 2 de 1571.

En ella se señalaba qué funciones tocaban el ámbito de lo ejecutivo, lo legislativo y lo judicial, realizando sus

actuaciones en nombre del rey.

Al Consejo de Indias le correspondió llevar a cabo dos sistemas de control de la realidad americana. Uno de

ellos fue el Juicio de Residencia o examen judicial al cual eran sometidas todas las autoridades al término de

sus respectivos gobiernos. Consistía en una rendición de cuentas que se hacía a través de un funcionario

delegado, el cual, en el lugar donde había actuado el funcionario examinado, escuchaba a los posibles

agraviados. El Consejo aprobaba o rechazaba el informe presentado de acuerdo a los antecedentes reunidos.

Si el juicio era negativo, podía implicar el término de la carrera del funcionario. Si, por el contrario, resultaba

favorable, lo habilitaba para ascender de grado.

El segundo sistema estuvo constituido por las visitas. Éstas consistían en viajes de inspección, que podían ser

generales, cuando se hacían a un virreinato o a una capitanía general, o específicas, cuando se realizaban

para inspeccionar la gestión de un funcionario o un suceso particular. Constituían una medida excepcional y,

como tal, se la reservó para hechos de primera y grave importancia.

Como organismo legislativo para América, el Consejo de Indias era el encargado de elaborar las ordenanzas,

reales cédulas y otros documentos normativos. Como poder judicial, tenia la función de árbitro en los

conflictos de competencia surgidos entre las Audiencias, los de las Audiencias con la Casa de Contratación, o

los conflictos que se suscitaban entre estos organismos y los particulares. Como tribunal de apelación, era la

última instancia para los pleitos entre particulares por sumas superiores a los seis mil pesos de oro.

En el siglo siguiente, este organismo experimentó una serie de transformaciones, ocasionadas por las

reformas borbónicas. Éstas, al crear en 1717 la Secretaría del Despacho Universal de Indias, dejaron al

Consejo como una instancia meramente consultiva.

Durante los primeros años del siglo XIX, el Consejo de Indias fue afectado por las alteraciones políticas

ocurridas en la Península. Fue eliminado en 1809, reestablecido el año siguiente y suprimido otra vez por la

Constitución de Cádiz en 1812. Al volver, en 1814, Fernando VII de su destierro, el Consejo reinició su

funcionamiento, desapareciendo definitivamente en 1834.

El real y supremo Consejo de las Indias estaba integrado por un presidente, cinco consejeros y un fiscal. Su

función principal era la legislatura, vale decir, formular las leyes para las Indias. Además sugería al rey el

nombramiento de los funcionarios superiores para representarlo en los territorios americanos.

2) La Casa de Contratación

Con sede en Sevilla primeramente y luego en Cádiz, tenía a su cargo la organización del tráfico comercial

entre España y América. También le correspondía preparar al personal para estudiar y desarrollar la
cartografía y continuar las investigaciones de reconocimiento del continente americano. Además debía

controlar el proceso migratorio hacia el Nuevo Mundo.


La Casa de Contratación era una institución compuesta por un importante número de funcionarios, fue creada

para llevar a cabo la política de Monopolio comercial de España. Ésta legitimó su dominio sobre los territorios

descubiertos, e intentó impedir que otro reino europeo pudiese obtener las eventuales riquezas a descubrir.

Como fue la Corona de Castilla la que se adjudicó los territorios, el puerto de Sevilla, situado al interior de

Andalucía y a orillas del Guadalquivir, adquirió la misión de controlar el monopolio. Se eligió este puerto

fundamentalmente por dos razones: estaba a salvo de los ataques de los corsarios y de los piratas, y era un

puerto castellano. Más tarde, en 1717, Sevilla fue reemplazada por Cádiz, puerto que tenía mejor acceso,

pero que se encontraba expuesto a los ataques de piratas y corsarios.

La Casa de Contratación se fundó por cédula del 20 de enero de 1503. Una de sus obras fue la creación de

una escuela náutica y de estudios geográficos.

Entre las atribuciones de la Casa de Contratación se encontraban:

a) Control de todo el tráfico comercial de flotas y galeones entre España y América.

b) Registro de todos los que venían a América, evitando el paso de aquellos que no eran cristianos.

c) Jurisdicción civil y criminal durante la travesía de las naves.

d) Tribunal de comercio encargado de aclarar todos los problemas de tipo económico y comercial que

tuviesen relación con América.

En 1790, la Casa de Contratación fue suprimida a raíz de la implementación y aplicación de las Ordenanzas

de Libre Comercio, que inhabilitaban el principio de monopolio comercial.

3) El Virreinato:

América estaba dividida en virreinatos, capitanías generales y presidencias o gobernaciones. Los virreinatos

eran gobernados por un virrey, quien fue el representante directo de la Corona, y tenía a las capitanías y

presidencias bajo su tuición. En el siglo XVI se establecieron en América dos virreinatos: el de Nueva España

o México (1535) y el de Perú (1544); en el siglo XVIII se incorporaron otros dos: Nueva Granada (1717) y el
Río de la Plata (1776).

Reyes Católicos
(ampliar imagen)

El virreinato fue la máxima expresión territorial y administrativa que existió en las Indias. Se creó en las

célebres Capitulaciones de Santa Fe, firmadas el 17 de abril de 1492 entre los Reyes Católicos y Cristóbal

Colón. Este último recibió, en aquella oportunidad, el título de Virrey y Gobernador General de todas las tierras

que descubriera, cargo que le fue reconocido a su regreso del descubrimiento por cédula de los Reyes

Católicos otorgada en Barcelona el 28 de mayo de 1493.

Sin embargo, la poca destreza demostrada por el almirante para gobernar aquellas tierras, hizo que la Corona

lo destituyera de esos cargos en 1499 y le nombrara un sucesor, el cual no recibió el título de Virrey. En 1509,
Diego Colón, hijo del Almirante, logró el reconocimiento del título de Virrey de la Isla Española y de las otras
que fueron descubiertas por el Almirante, su padre. Pero este título era ya sólo honorífico.

El emperador, por cédula firmada en Barcelona el 17 de abril de 1535, nombró virrey de Nueva España y

presidente de su Real Audiencia a Antonio de Mendoza, conservando Hernán Cortés el título de Capitán

General, el que mantuvo hasta su muerte, acaecida en 1547. Este hecho consagró la costumbre de nombrar,

para dicho cargo, a súbditos de la primera nobleza de Castilla, como continuó sucediendo durante los siglos

XVI, XVII y los primeros años del XVIII. Más tarde, durante el siglo XVIII, comenzó a prevalecer la carrera

burocrática y fueron nombrados virreyes funcionarios que no pertenecían a la Vieja nobleza española, por lo

que el rey, muchas veces, los distinguió otorgándoles títulos de conde o marqués.

El propio monarca definió las facultades del virrey: “Representen nuestra Real persona, y tengan el gobierno

superior, hagan y administren justicia igualmente a todos nuestros súbditos y vasallos y entiendan en todo lo

que conviene al sosiego, quietud, ennoblecimiento y pacificación de aquellas provincias”.

El virrey era la máxima autoridad existente en las Indias, por lo que gozaba, en el territorio que se le había

asignado, de las mismas facultades que el rey, aunque las instrucciones para su gobierno las recibía

directamente del Consejo de Indias.

Por su cargo, ejercía la potestad ejecutiva, le correspondía el gobierno superior del virreinato, en general, y la

administración interior, en particular, cuidando especialmente de la paz, sosiego y quietud de todos sus

habitantes, del ejercicio del patronato, de las obras públicas, de la defensa de su territorio y de la protección y

evangelización de los naturales. El monarca agregó en sus cédulas que daba a los virreyes todo el poder

necesario para desempeñar su cometido y les daba su “palabra Real de que todo cuanto hicieren, ordenaren y

mandaren en nuestro nombre, poder y facultad, lo tendremos por firme, estable y valedero para siempre

jamás”.

En su calidad de vicepatrono de la Iglesia, al virrey le corresponda ejercer todas las funciones del Patronato

Real en calidad de delegado. Respecto de la Real Hacienda, tenía el control y vigilancia del cobro y

administración de las rentas del rey como superintendente de ellas. Finalmente, en lo que toca a la defensa

del territorio, sobre su persona recaía el mando supremo de las fuerzas de mar y de tierra, incluido el mando

de las Reales Armadas que llegaran desde España con sus almirantes, como lo ordenaba la cédula del 17 de

enero de 1593.

Con respecto a sus funciones legislativas, podía crear leyes mediante ordenanzas. Éstas, sin embargo, no

podían contradecir las que dictaba el propio monarca o el Consejo de Indias en su nombre.

Los virreyes eran designados como propuesta del Consejo de las Indias. Debían proceder de la alta nobleza.

La corona española eligió sus mejores servidores para que ocuparan este cargo que significaba una gran

responsabilidad. El virrey era el representante personal del rey y por lo tanto depositario del Poder real.

4) Capitanías generales y gobernaciones

Las capitanías generales fueron territorios dirigidos por un jefe militar que desarrollaba el poder civil y judicial.
Durante la Colonia eran cuatro capitanías generales: Santo Domingo, Guatemala, Venezuela y Chile.

Por último, las gobernaciones eran gobiernos creados en territorios ya pacificadas. El poder lo ejercía el
presidente de la Real Audiencia, como era el caso de Ecuador y Bolivia.

Teniente de gobernador: Era el encargado de ejecutar soberanía y establecer poblados en nombre del

Gobernador.

Por ejemplo, Francisco de Aguirre siempre cumplió celosamente las tareas encomendadas por Valdivia. El 20

de junio de 1549 fue nombrado teniente de Gobernador de La Serena, con la orden de refundar y repoblar la

ciudad que había sido destruida por los indígenas en enero anterior, y también se le entregó el derecho de

conceder encomiendas .

5) Las Audiencias

La Real Audiencia era el supremo tribunal de justicia durante la época colonial. Fue un organismo político-

administrativo que residía en las principales ciudades de América. Formado por cuatro oidores o magistrados,

era tribunal de primera instancia en algunos casos, y de apelación de las sentencias de los jueces inferiores.

Se estableció en Chile en 1609.

Las Audiencias fueron el más alto Tribunal Judicial de Apelación en las Indias, con jurisdicción civil y criminal y

con amplia competencia, ya que ésta solía extenderse a la jurisdicción eclesiástica. Sobre la Audiencia sólo

estaba el Consejo de Indias, al que se podía recurrir únicamente en casos de muy elevada cuantía.

Las Audiencias tenían, además, que ocuparse de casos especiales, como los pleitos relativos a los intereses

de los indios, para los que solían reservar dos días a la semana. En éstos, los naturales estaban exentos de

gastos procesales y se les designaban abogados especiales para que los representaran.

Lo mismo ocurría con los recursos de fuerza (apelaciones a la justicia seglar ordinaria); éstos podían

presentarse por los abusos cometidos en las decisiones judiciales de un tribunal eclesiástico. Le correspondía

juzgar, en primera instancia, los juicios eclesiásticos de carácter secular, como los problemas relativos a la

disposición de los diezmos, a las tierras de la Iglesia y otros semejantes. También veía las causas por los

delitos cometidos por eclesiásticos que estaban regidos por la ley civil.

Finalmente, conocía, en primera instancia, los casos en que estuvieran en juego los intereses de la Corona y

sus funcionarios, y en los llamados casos de corte, que eran una medida de protección al interés social.

Debían ventilarse ante la Audiencia y no ante el tribunal del domicilio del demandado y constituían un

privilegio en favor de los pobres, personas desvalidas y otras que litigaban en inferioridad de condiciones

contra personas o instituciones importantes.

Cada Audiencia tenía un presidente, cargo que generalmente era ejercido por la autoridad política o militar de

la zona. Así, el virrey o el gobernador, en su caso, presidieron las Audiencias ubicadas en la capital de su

jurisdicción, aunque ciertas Audiencias subordinadas tenían presidente propio.

Los oidores eran los funcionarios que conformaban la Audiencia. Tenían por misión oír a las partes y a las

autoridades y dictar sentencia en los casos que la ley así lo determinara.

Durante el siglo XVI las autoridades españolas llevaron a cabo una activa política de fundación de Audiencias
en los territorios donde se fue asentando la conquista. De este modo, a fines del siglo, había tribunales

establecidos desde La Española hasta Concepción, en Chile.


Las Audiencias más importantes coincidieron con los virreinatos en que fue dividido administrativamente el

territorio americano: la de México (1527); la de Lima (fundada en 1542); Bogotá (1549), y Buenos Aires

(1782).

6) El Cabildo

Fue una de las primeras instituciones que España llevó a América. Fueron el trasplante a América de los

municipios españoles de la Edad Media, los cuales eran cuna y defensa de las libertades populares. Los

cabildos eran instituciones urbanas que existían en Castilla. Apenas los españoles fundaban una ciudad, se

creaba el cabildo. Eran entidades importantísimas, porque representaban a la comunidad y derivaban su

nombramiento de ésta, y -caso único- no del rey (debe recordarse que todos los nombramientos los hacía

personalmente el rey). El cabildo se ocupaba del gobierno de las ciudades. (Ver Cabildo).
Títulos y jerarquía

Durante los primeros tiempos de la conquista era corriente que capitanes exploradores, descubridores y

conquistadores usaran el título de adelantado. Ejemplos de ellos fueron Vasco Nuñez de Balboa, adelantado

del Mar del Sur, en 1514; Pedro de Alvarado, en 1527, adelantado, gobernador y capitán general de

Guatemala; Diego de Almagro en 1535, adelantado, gobernador y capitán general de Nueva Toledo (Chile).

El título de adelantado iba asociado con el de gobernador y capitán general, porque a quienes se les otorgó el

título, generalmente se les encomendó la exploración, descubrimiento y conquista de un determinado

territorio.

Estos gobernadores, llamados “lugartenientes” generalmente tuvieron la facultad de repartir las tierras y los

solares, otorgar encomiendas de indios, dictar ordenanzas y ejercer la jurisdicción civil y criminal; en síntesis,

la suma del poder. Tenían funciones y atribuciones muy parecidas a las del virrey. Eran nombrados por el rey,

en consecuencia eran su representante personal. Su jefe inmediato era el virrey, pero podía dirigirse

directamente al rey cuando lo considerar necesario.


Una vez que la Corona intervino en las Indias y dio una nueva estructura e instituciones de gobierno, las

gobernaciones se mantuvieron con carácter de subordinadas a los virreyes, con lo cual perdieron la iniciativa y

se transformaron sólo en órganos administrativos que repetían, en jurisdicciones más pequeñas, las funciones

de gobierno ejecutivo que el virrey cumplía en la zona de residencia del virreinato. Esta dependencia, aunque

mantuvo la norma de un gobernador nombrado por el rey, implicó que, en determinados casos, este

nombramiento pudiese ser realizado por el virrey.

Lo mismo pasó con el cargo de capitán general, primero asociado de adelantado y gobernador, y más tarde,

reservado para algunos gobiernos con zonas dominadas por indígenas guerreros y rebelados con

proliferación de corsarios, piratas o filibusteros en sus costas.

El cargo de presidente tenía directa relación con todas las Audiencias en las cuales era ejercido por los
virreyes o por los gobernadores. Sin embargo, adquiría especial importancia en las Audiencias subordinadas o

presidenciales.
Durante el siglo XVIII, a raíz de las reformas introducidas por la nueva dinastía de los Borbones, se creó el

cargo de intendente, institución de origen francés, implantada y experimentada previamente e España desde

1749. Este funcionario, que sustituyó a gobernadores y corregidores, recibió facultades relacionadas con el

gobierno, la hacienda y los asuntos militares y de justicia.

El oidor era nombrado por el rey y actuaba en la administración colonial a través de la Audiencia. Un oidor

debía recorrer la provincia con el fin de controlar la realización del buen gobierno del territorio. Asesoraba al

virrey como consultor sobre materias de gobierno.

El corregidor era el funcionario que representaba la autoridad real y presidía el Cabildo. Además administraba

justicia en las ciudades pequeñas. Existían, también, los corregidores de indios que tenían autoridad sobre la

población indígena, actuando como policías y controlando el régimen de trabajo.

LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA COLONIA

La organización del Estado y la Monarquía hispánica bajo los Reyes Católicos

El reinado de los Reyes Católicos (1469-1516) marca el límite entre la Edad Media y la Edad Moderna. Se

caracteriza por la unión política de los reinos peninsulares, la conclusión de la Reconquista y el

descubrimiento de América. Los órganos de poder en España eran:

• la familia: el padre tiene todos los derechos sobre los hijos;

• el municipio era la base territorial y estaba dominado por la nobleza, las atribuciones del municipio eran muy

amplias, mayores que las del Estado;

• el corregidor era una especie de gobernador civil con mayores poderes, su función era ejercida por la bajo y

media nobleza;

• el señorío territorial y señorial representaba la delegación del poder real en favor de un particular (más de la

mitad de las villas de España estaban sometidas al régimen señorial).

• el Rey: la autoridad real recibía una sanción religiosa y civil, tenía carácter absoluto (no estaba obligado a las

leyes ordinarias, sólo a las morales y divinas); los poderes autónomos de que estaba dodata la sociedad se

contraponían a la suprema autoridad que poseía el rey;

• las Cortes representaban el reino y eran el órgano de colaboración con él, hacían jurar los fueros a los reyes

y votaban impuestos extraordinarios;

• los Consejos eran órganos asamblearios consultivos encargados de asuntos específicos: Consejo de

Estado, Consejo de Castilla, Consejo de Indias, Consejo de Hacienda;

• la Iglesia: el regalismo se fue cifrando en la confrontación permanente entre el poder monárquico y el

pontificio por el control de dominios discutibles: retención de bulas, inmunidades, patronato sobre las iglesias,

recursos de fuerza, los reyes de España reclamaban a la Iglesia los derechos a presentación de cargos

eclesiásticos, pase regio y recursos de fuerza. Las interferencias entre Iglesia y Estado eran jurisdicionales,

económicas y políticas.
Incorporación de las Indias Occidentales al reino de Castilla

«La América Hispana no estaba compuesta de “colonias”. La corona de Castilla no llamó nunca “colonias” a
sus “reinos de Ultramar”; sino “reinos de las Indias”. Y un maestro vasco de la Universidad de Salamanca,

comparaba, en 1529, la soberanía y dignidad política de esos “reinos” indianos, con las de los reinos europeos

de Francia, Castilla y Venecia. Para reforzar impresiones, vale la pena comparar la rica cultura que floreció en

la América española durante los siglos XVI, XVII y XVIII, con la escasa producción artística y literaria de la

América inglesa, que sí era colonia.» [Hamilton, Carlos: Historia de la literatura hispanoamericana. Madrid:

EPESA, 1966, p. 20]

Las tierras conquistadas hasta el 1518 se consideraron jurídicamente adquiridas a título personal mitad por el

rey Fernando de Aragón (Fernando el Católico), mitad por la Reina Isabel de Castilla (Isabel la Católica) y se

administraron como señoríos reales.

A partir de 1519, las llamadas Indias Occidentales fueron incorporadas al reino de Castilla como parte

inalienable del mismo.

«Los flamencos que llegaron a Castilla con Carlos I demostraron una brutal voracidad de mercedes, que el rey

les concedió sin chistar y que constituyeron un verdadero escándalo; entre ellas figura la concesión de

licencias en exclusiva para llevar esclavos a las Antillas, y que apenas obtenidas las vendieron a altos precios

a negreros genoveses; el resultado fue que, por encarecimiento de la mano de obra, las plantaciones de caña

en Santo Domingo se convirtieron en muy poco rentables y declinaron con rapidez.

Las irresponsables y estrafalarias concesiones reales a los flamencos de su entorno fueron tantas que en la

Corte se temió el traslado de Sevilla a Flandes de la Casa de Contratación de las Indias [fundada en 1503

para monopolizar el comercio con el Nuevo Mundo].

Los colones de la isla Española, recelando que en tal tesitura el rey fuese capaz de regalar o vender las

tierras que había heredado en el Nuevo Mundo, dejándoles sometidos a otro príncipe y a otras leyes que las

castellanas, solicitaron del monarca la incorporación de las Indias Occidentales al reino de Castilla, con la

promesa de que jamás serían enajenadas; de ese modo se aseguraban de que sus tradiciones e intereses

quedarían preservados. La petición halagó al rey, y en 1519 quedó conformado que las Indias formaban parte

inalienable de Castilla.» [Guillermo Céspedes: “La conquista”. En: Carrasco, Pedro / Céspedes, Guillermo:

Historia de América Latina. Madrid: Alianza Editorial, 1985, vol. 1, p. 306]

Lo que no impidió que en 1524 el rey concediera a genoveses y alemanes, súbditos suyos como emperador,

permiso para asentarse en Indias y comerciar con aquellos territorios.

En 1528, los Welser, una familia alemana de banqueros de Augsburgo, eran los principales prestamistas del

emperador Carlos V, a los que éste había tenido que recurrir para financiar sus guerras contra Francia, los

otomanos y los protestantes alemanes. Fue así como el Carlos V fue contrayendo una enorme deuda con los

Welser. Para pagarla, firmó con ellos en 1528 una capitulación que les otorgaba la conquista de Venezuela,

con derecho a nombrar gobernadores, así como el monopolio de introducción de esclavos negros y el derecho

de efectuar navegaciones directas a los Países Bajos.


En 1545, el Consejo de Indias retiró la concesión a la casa alemana por las graves disputas entre españoles y

alemanes. En 1614, Matías Welser declaró la bancarrota de su banco.


«La palabra “colonia” no puede aplicarse a la América de los Habsburgo, porque el estatuto jurídico de los

“Reinos de Indias”, como se denominaba oficialmente al Nuevo Mundo, era idéntico al de los demás Estados

de la Monarquía Hispánica.

En los primeros tiempos, la Corona delegó muchas de sus atribuciones en personas particulares al no poder

hacerse cargo directamente de la empresa americana. El rey, dueño nominal del Nuevo Mundo, cedía sus

derechos de conquista sobre un territorio determinado a un particular a cambio de un porcentaje sobre los

beneficios que se obtuvieran (el famoso quinto real). El contratante, por su parte, se comprometía a correr con

todos los gastos de la conquista, exigiendo como compensación amplios poderes militares, civiles y criminales

que conservaría mientras viviese. No obstante, una vez consumada la Conquista, el rey recuperó rápidamente

los poderes cedidos.

El gobierno de las Indias se ejercía mediante dos tipos de instituciones: las generales, comunes para toda

América, y las locales. Las primeras estaban en la Península Ibérica, y las segundas se repartían a lo largo y

ancho del continente.» [Vázquez, Germán / Martínez Díaz, Nelson: Historia de América Latina. Madrid:
Sociedad General Española de Librerías, 1990, 111-112]

ORGANISMOS DE GOBIERNO METROPOLITANOS

La Casa de Contratación de las Indias (1503)

La Corona castellana, al monopolizar los derechos de descubrimiento y soberanía sobre los nuevos territorios,

quiso controlar también la emigración a ultramar. El tráfico castellano con América se centralizó en Sevilla,

donde el rey tuvo un representante y pronto creó su Casa de la Contratación de las Indias occidentales en

1503, a imitación del modelo lusitano de la Casa de Guiné e Mina, más tarde Casa de India. La Casa de

contratación tenía un carácter económico. Sus objetivos principales eran: organizar y controlar el tráfico

marítimo, recaudar los impuestos de la Corona sobre el transporte de mercancías y viajeros, juzgar los delitos

civiles y criminales cometidos durante los trayectos trasatlánticos o en contra de las leyes que regulaban la

navegación de las Indias, y el de regular y vigilar el movimiento migratorio a las Indias. El empeño por

controlar el traslado de los pasajeros a América permitió acumular una documentación de gran interés para

los historiadores y para la demografía histórica.

El Consejo de Indias (1517) – Consejo Real y Supremo de las Indias

Los orígenes de este máximo órgano consultivo del gobierno de Indias se remontan a 1517, fecha en la que

los responsables de la política americana se independizaron del Consejo de Castilla. Pero el Consejo Real y

Supremo de Indias no adquirió su forma definitiva hasta el reinado de Felipe II. Creado en 1524 para atender

los temas relacionados con el gobierno de los territorios españoles en América. En 1834 resultó

definitivamente suprimido.

En 1568 se concretaron las cuestiones a las que el Consejo había de hacer frente. Las competencias del
Consejo abarcaban todas las facetas del gobierno de América, salgo la militar y la económica (Guerra y
Hacienda), encomendadas a la Junta de Hacienda de Indias y a la Junta de Guerra de Indias.

El Consejo de Indas realizó una extraordinaria tarea legislativa, adaptando las leyes castellanas a las

necesidades del Nuevo Mundo y elaborando otras nuevas en caso de necesidad. Hizo una permanente

revisión del extenso cuerpo legislativo que se iba acumulando desde el inicio de la política indiana. El Consejo

creó también la figura del cronista de Indias.

Una gran parte de la legislación de Indias tenía como objeto la protección de la población indígena: Leyes de

Burgos (1515), las Ordenanzas sobre el buen tratamiento a los indios (1526), las Leyes Nuevas (1542). Para

hacer cumplir estas leyes se creó la figura del Protector de indios, cargo que desempeñó Bartolomé de las

Casas.

A principios del siglo XVIII, con la reforma de la administración pública llevada a cabo por el primer rey de la

Casa de Borbón, Felipe V, el Consejo de Indias pasó a depender, en tanto que órgano superior de justicia

para las colonias americanas, de la Secretaría de Estado y de Despacho de Marina e Indias. En medio de la

guerra de la Independencia española, resultó suprimido y restablecido sucesivamente en varias ocasiones

desde 1809 hasta el final de la misma, en 1814, para desaparecer de la estructura organizativa del Estado
español, de forma definitiva, en 1834.

ORGANISMOS DE GOBIERNO AMERICANOS

Los CABILDOS

La base política de la colonia la formaban los cabildos, instituciones municipales que en su día constituirían la

base de los movimientos emancipadores. Ya dijo algún autor que España sembró cabildos en toda

Hispanoamérica y recogió más tarde naciones.

El cabildo americano era un organismo dedicado al gobierno de las ciudades de la América hispana. En teoría

estaba elegido por los vecinos, pero estuvo muy mediatizado por los virreyes. Tenía carácter colegiado y

estaba basado en el modelo español de ayuntamiento o cabildo castellano medieval. Cada cabildo estaba

constituido por un conjunto de vecinos elegidos por sus conciudadanos cabezas de familia, que en la mayoría

de los casos fue sólo un planteamiento teórico. Estaba formado por de 6 a 12 regidores y dos alcaldes

mayores.

A partir de 1591, los cargos también podían ser adquiridos a través del sistema de venta de oficios, hasta

convertirse en vitalicios y hereditarios. Los cargos de alcaldes y regidores se elegían anualmente. Para

controlar este sistema de cabildos colegiados, eran nombrados por el rey o el virrey los llamados corregidores

o alcaldes mayores, que no podían ser vecinos de la ciudad en la que ejercían ni poseer tierras ni en ella ni en

su distrito. También había corregidores de indios, dedicados al gobierno de las poblaciones indígenas.

Algunos de estos corregidores fueron indígenas.

Durante los primeros años de la vida de las ciudades, los cargos del cabildo fueron ocupados por los
encomenderos, que posteriormente fueron sustituidos por las elites económicas hasta convertirse en muchos
casos en monopolio de las oligarquías, cuyos componentes se iban eligiendo entre sí un año tras otro. Estas

oligarquías, poseedoras de grandes capitales, formaron el germen de las tendencias independentistas en el

siglo XIX. Estos cabildos, que se consideraban depositarios de la autoridad de la nación, fueron el preludio de

la independencia de la América hispana (Buenos Aires, Bogotá, 1810).

Las AUDIENCIAS

Como eslabón intermedio entre los cabildos y el virrey, estaban las audiencias, que eran un organismo

colegiado integrado por jueces, denominados oidores, con la función de administrar justicia y actuar como

tribunales de apelación en las diferentes provincias. Más tarde se añadió un fiscal. En el orden jerárquico,

ocupaba un lugar por debajo del virrey, aunque mantenía un alto nivel de independencia. Las audiencias

americanas tuvieron mayores competencias que las españolas, que sólo actuaban como tribunales de justicia.

Con el título de audiencias gobernadoras, ejercieron el mando en las primeras áreas conquistadas, antes de la

formación de los virreinatos. Su principal cometido fue reforzar la autoridad real frente al poder que

reclamaban los conquistadores, así como consolidar el gobierno colonial tras un periodo inicial de formación.

En estos casos, desempeñaban al mismo tiempo la función de gobierno y la de justicia, llegando a veces a

hacer funciones de virreyes.

Con precedentes en el bajo Imperio Romano (audientia principis, audiencias episcopales) y en el aula regia de

los visigodos, las audiencias o chancillerías aparecen en los reinos hispánicos en la baja Edad Media como

tribunales inapelables y generadores de legislación en los que el rey, asesorado por miembros de la Corte,

imparte justicia personalmente. Fueron reorganizadas a principios de la Edad Moderna (reinos de Castilla y

Aragón). La audiencia se componía de juriconsultos (oidores para asuntos civiles, alcaldes del crimen para

causas criminales) bajo la presidencia del representante real, el regente.

Transplantadas a América, la fundación de las audiencias americanas represente el paso de la conquista a la

colonización, controlada por la Corona española.

Audiencias en el siglo XVI:

La Audiencia de Santo Domingo (actual República Dominicana) actuó desde 1524 hasta 1527.

La Audiencia de México (1527)

La Audiencia de Panamá (1530)

La Audiencia de Lima (1542)

La Audiencia de Los Confines o Guatemala (1543)

La Audiencia de Santa Fe de Bogotá (Colombia) (1549)

La Audiencia de Nueva Galicia o Guadalaja (México) (1548)

La Audiencia de Charcas (1559)

La Audiencia de Buenos Aires (1561)

La Audiencia de Quito (1563)


La Audiencia de Chile (1563)

Al final se formaron once audiencias en tierras americanas y una en Manila (Filipinas).


El papel que desempeñaba la audiencia en su relación con el virrey era fundamentalmente consultivo y de

asesoramiento. Pero su función fundamental era la judicial y actuaba con independencia del propio virrey. En

cuanto a la Hacienda, la audiencia tenía la misión de cuidar de los intereses de la Corona. La audiencia

asumía las funciones del virrey en caso de muerte en activo de éste.

La GOBERNACIÓN

En algunos países, territorio que depende del gobierno nacional: las gobernaciones en la antigua América

hispánica gozaban de competencias administrativas, legislativas y judiciales.

Circunscripción gubernativa de la América Colonial, dependiente judicialmente de las Audiencias y

administrativamente de los Virreinatos.

El gobernador realizaba funciones administrativas, legislativas y judiciales, ayudado por un teniente de

gobernador y por un asesor letrado si no sabía de leyes. Ambos cargos solían ser nombrados por el propio

gobernador. Generalmente el gobernador recibía también el cargo de capitán general, que aparejaba el

mando militar.

La gobernación fue sobre todo un instrumento de controlde la Corona. El primer gobernador de una provincia

era el conquistador que la había sometido, el cargo de gobernador se incluía en las capitulaciones. Cuando

fallecía el primer gobernador (conquistador), el rey recobraba el cargo y nombraba un funcionario para ejercer

la gobernación por un periodo de tres u ochos años. El gobernador era la máxima autoridad administrativa y

judicial de una región, su cargo incluía también el control militar de la provincia, aunque esta función la

desempeñaba a veces la Capitanía general, cargo que desempeñaban militares profesionales.

Los VIRREINATOS

En la cima de la organización jurídico-política estaban los virreyes.

Virrey era el título utilizado en España, Portugal, Gran Bretaña y Francia para denominar al representante de

la monarquía en el gobierno de los reinos situados fuera de los propios límites fronterizos.

En la Edad Media, en los antiguos reinos de la corona de Aragón, el virrey gobernaba en ausencia del rey,

asumiendo sus funciones como “otro yo” del soberano. Este cargo aparece a principios del siglo XV en

España y tiene muchas veces carácter transitorio. Respondía a las necesidades de la administración de la

Corona de Aragón, en la que el monarca era rey de todos y cada uno de los diferentes reinos que quedaban

incorporados a la Corona: Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca, así como de las conquistas realizadas fuera

de los límites peninsulares.

Al residir los reyes en Castilla, durante el siglo XVI, la institución del virreinato o virreino se hizo permanente,

si bien se tendió a reforzar su carácter administrativo, como lugarteniente general. El cargo pasó a la América

colonial a partir de 1535. El título recayó en miembros de la nobleza castellana, y conllevaba amplios poderes

y elevada dignidad.

Ya antes del descubrimiento de América, el convenio que los Reyes Católicos firmaron con Cristóbal Colón en
las Capitulaciones de Santa Fe (1492) otorgaba a Colón los oficios de almirante, virrey y gobernador en

cuantas islas o tierra firme descubriera. A pesar de este nombramiento y del que mantuvo su hijo Diego Colón,
el título y sus definitivas competencias no quedaron fijados hasta 1535.

Los virreyes eran elegidos entre los miembros de la nobleza española, especialmente la castellana y

solamente en casos muy contados fueron nombrados para desempeñar el cargo personajes nacidos en

América (criollos). A veces y con carácter interino, ocupaban este puesto eclesiásticos, especialmente

arzobispos, mientras llegaba desde España el nuevo virrey nombrado por el monarca. El periodo de mandato

estuvo limitado a seis años y luego a tres, con posibilidad de renovación.

Las atribuciones de los virreyes eran amplias, pero estaban oficialmente muy controladas. Los virreyes

carecían de la independencia necesaria para actuar con iniciativa propia. A veces se originaban disputas por

la competencia por la confusión de funciones con los gobernadores y capitanes generales. Al final de su

mandato eran sometidos a una inspección denominada juicio de residencia.

La Corona instituyó las “visitas” para controlar a sus funcionarios, incluido el virrey. El “visitador” era nombrado

para el caso por el mismo rey y tenía que informar al rey sobre los abusos cometidos por las autoridades,

proponiendo las reformas necesarias. El virrey estaba obligado a rendir al rey de España cuentas de todos los

asuntos importantes de su gobierno, incluidos los de carácter religioso.

Etapas del desarrollo político de Hispanoamérica:

La América de los Austrias > siglos XVI-XVII

Durante los siglos XVI y XVII sólo existieron dos virreinatos:

Virreinato de la Nueva España (1535) desde México a Panamá.

Tras la conquista de México y transcurridos los primeros años del gobierno de Hernán Cortés, el emperador

Carlos V nombró a Antonio de Mendoza virrey de Nueva España y presidente de la Real Audiencia de México.

Sus sucesores tendrían además el título de capitán general, que en aquella época todavía pertenecía a

Cortés. La jurisdicción del virreinato novohispano llegó a incluir desde La Florida y California hasta Panamá, y

desde las Antillas y parte de Venezuela hasta las islas Filipinas.

Virreinato del Perú (1542) resto del continente, excepto la costa venezolana y las Antillas, que pertenecían a

la antigua Audiencia de Santo Domingo (1512).

En 1542 se fundó el virreinato del Perú, cuyo primer virrey, Blasco Núñez Vela, fue nombrado el 28 de febrero

de 1543, y su jurisdicción se extendió desde Panamá hasta los actuales territorios de Chile y Argentina.

La América de los Borbones > siglos XVIII-XIX

Virreinato de Nueva Granada (1719-1724, 1740) con Venezuela, Colombia y Ecuador.

En 1717 se creó el virreinato de Nueva Granada, que fue disuelto en 1723 y vuelto a crear, ya definitivamente,

en 1739.

Virreinato del Río de la Plata (1776) Argentina, Uruguay, Paraguay y parte de Bolivia.

En 1776, finalmente, se creó el virreinato del Río de la Plata. Estos dos últimos virreinatos se formaron a partir

de una subdivisión del virreinato del Perú.


Lucha por la independencia > 1810-1825

Formación de las naciones independientes actuales.


Lucha por la democracia: Caudillismo y oligarquía > 1825-1900

Lucha entre liberales y conservadores, federalistas y centralistas.

ESTRUCTURA SOCIAL DE LA COLONIA AMERICANA

Hasta la llegada de Diego Colón como gobernador a Santo Domingo (1509), la sociedad antillana estaba

constituida por inmigrantes de la clase humilde procedentes de Andalucía occidental y Extremadura, algunos

vascos, aragoneses, genoveses, esclavos negros hispanizados y gentes de varia procedencia. El mestizaje

racial ya se había iniciado, ya que la mayoría de los inmigrantes llegados de Europa eran solteros.

Llega Diego Colón, acompañado de su esposa, de familia noble, y comienza a constituirse una sociedad

estamental al estilo castellano. La élite del poder la formaban los funcionarios reales. Los repartimientos y

encomiendas de indios, servirían de base a una jerarquización social, apoyada en los siguientes factores; la

condición de hidalgo, a falta de nobles, era la más apreciada por los gobernadores; los lazos de amistad y

paisanaje con los que ejercían el poder; la veteranía y experiencia en la frontera del baquiano. Primero

estaban los funcionarios públicos y los clérigos, les seguían en influencia los encomenderos y misioneros,

luego los empresarios (mercaderes, prestamistas, dueños de medios de explotación o de transporte); a

continuación estaban los propietarios de plantaciones o de ganado. En los niveles más inferiores estaban los

técnicos mineros, los empleados y criados, los artesanos, los aventureros, los vagabundos.

Un tipo social de gran importancia en la conquista y colonización de América fue la figura del llamado

baquiano, el veterano que conocía bien el terreno, los caminos, las trochas y los atajos. Derivado del árabe

baqiya ‘el resto, lo restante’: hombres de baquía parece haber indicado primitivamente los que quedaron en

América de expediciones anteriores, y por lo tanto conocían ya el país, de modo que eran de gran utilidad

para dirigir, guiar y orientar a los recién llegados de la península. El baquiano, el conocedor del terreno,

comenzó siendo cazador de esclavos para los trabajos en las minas, pero abrió el camino para

asentamientos. Los baquianos, odiados y temidos por los indígenas, despreciados como rudos y crueles por

muchos castellanos en el Caribe y en la Península, terminaron por ganarse el respeto de no pocos de sus

socios, amigos, cómplices y aun enemigos y a hacerse imprescindibles. Eran tipos curtidos y resistentes a las

adversidades climatológicas, de gran tenacidad y bravura. Estos triunfadores se volvieron cada vez más

ambiciosos, líderes testarudos, prestos a jugarse la vida –sin miedo y sin temeridad– primero por dinero, luego
también por alcanzar prestigio social y poder político.
La evangelizacion en el periodo
hispánico. Dificultades y límites de la
labor apostólica

 Bodas de casamiento de indios. Album del obispo


Baltasar Jaime Martínez Compañón, ca. 1791. Biblioteca del Palacio Real, Madrid.
Facsímil en la Biblioteca Nacional de Colombia, Bogotá.

Autor: Martini P., Mónica


Por: Mónica P. Martini

No cabe duda de que tanto la práctica regular como la comprensión cabal de los
sacramentos son señales inequívocas de una participación activa en la vida
cristiana. Desde esa perspectiva, el análisis de los problemas que se suscitaron en
su administración y de las interpretaciones erróneas que, por motivos diversos,
cundieron entre los naturales --incluídos los neogranadinos-- permite acercarse a
una puesta en valor de los esfuerzos de la primera Iglesia misionera y de los
límites del éxito de la tarea asumida.

En primer lugar, una serie de dificultades generales incidieron, individual o


conjuntamente, sobre el proceso de cristianización en América y, como meollo de
éste, sobre la administración sacramental. Las peculiares características de la
naturaleza (distancias enormes, ríos caudalosos, caminos ásperos,
comunicaciones insuficientes) entorpecieron la labor de los evangelizadores, cuya
tarea se vio puesta en jaque por otras dos situaciones difíciles de superar: la
diseminación aborigen y la mala distribución de los operarios, concentrados
básicamente en las áreas centrales. A ello se sumó la conducta poco ortodoxa de
laicos y eclesiásticos. Pese a las severas sanciones impuestas por la legislación
canónica, no faltaron clérigos comerciantes, hacendados, jugadores,
amancebados, solicitantes y otros poco responsables de su tarea apostólica, que
no titubearon en cobrar estipendios o en exigir contribuciones para administrar tal
o cual sacramento, lo cual desembocó en que el indio prefiriera evitarse el
desembolso, o que malinterpretara lo sagrado entendiéndolo como algo posible de
ser vendido por el sacerdote en provecho propio.

En cuanto a los laicos, encomenderos y corregidores movidos por intereses


personales, lesionaron con frecuencia la recepción sacramental: no faltaron
ejemplos de quienes, para parecer moralmente irreprensibles, dejaron de bautizar
a los hijos de sus indias concubinas; por no pagar la contribución establecida, no
dieron entierro en sagrado a indígenas moribundos a su cargo; y, por no perder el
servicio de las mujeres de su encomienda, impidieron sus matrimonios con los
indígenas de otro repartimiento y las forzaron a contraer con los del propio.

Por otra parte, un abanico de malas interpretaciones concebidas por los naturales
sobre fundamentos de diversa índole influyeron negativamente sobre la correcta
inteligencia de cada sacramento en particular. Veamos algunos ejemplos.

BAUTISMO

En el caso del bautismo, puerta de entrada a los demás, los eclesiásticos que
tomaron contacto con las áreas centrales no sopesaron la posibilidad de que,
dentro de la angustia del esquema de conquista, la recta intención con la que el
indio se acercaba al sacramento no fuese tal. El temor al amo español y a su Dios
poderoso --que parecía haber triunfado sobre los dioses locales--, la necesidad de
congraciarse con ambos, la tentación de llevar como los blancos un nombre
cristiano o de tener por padrino a algún español de alcurnia, hubieron de haber
empujado a más de uno a pedir el bautismo sin una firme convicción interior y sin
comprender con claridad las obligaciones que importaba el carácter indeleble de
cristiano. Los laicos participaron activamente en esta primera evangelización un
tanto apresurada. Al respecto, resulta esclarecedor el caso de las indias
bautizadas en vista del escrúpulo del español a cohabitar con infieles, práctica que
los eclesiásticos consideraban circunstancia agravante. En 1535, el obispo de
Cartagena de Indias se quejaba de que muchos de sus fieles tenían la costumbre
de bautizar a las indígenas "para poder echarse con ellas -dice- sin ser enseñadas
en las cosas de la fe, y así bautizadas se han huído algunas veces de los indios
cristianos y se han vuelto a sus pueblos", con riesgo de apostasía. Igualmente
dudosa resultó la enseñanza impartida a los indios a quienes se bautizaba durante
las expediciones de conquista. Refiriéndose a tales bautismos, Fernández de
Oviedo apostaba un peso por cada indio que "diese razón de sí como cristiano",
contra un maravedí por el que no recordase siquiera el padrenuestro o el avemaría
y pronosticaba una notable ventaja monetaria a su favor.
Como en el resto de Hispanoamérica, la reacción de la legislación canónica fue
inmediata: las sinodales de fray Juan de los Barrios de 1556 fijaron en dos meses
el tiempo de preparación para los adultos, mientras que el Catecismo de Zapata
de Cárdenas insistió en la necesidad de que, antes de recibir el sacramento, el
indio comprendiera cabalmente su sentido. Respecto de las malas
interpretaciones, la más extendida fue la visión mágica del sacramento vinculada a
la idea de que el bautismo provocaba la muerte, o, en el extremo opuesto,
concedía la salud corporal: esto significaba, en suma, suponer que el bautismo
actuaba sobre el cuerpo y no sobre el alma. El error se originó en el celo de los
misioneros que entraron en las áreas marginales por bautizar (mientras
preparaban al resto) a recién nacidos y a pequeños y adultos enfermos. Como
muchos de los bautizados morían, no tardaron los naturales en considerar que
aquella ceremonia extraña que los recién llegados repetían sobre sus congéneres
no era más que un auxiliar para sus sortilegios mortíferos. De este modo, el
sacramento pasó a ser sinónimo de ceremonia fatal y los misioneros, "asesinos"
que buscaban con ansias a grandes y a niños para que nadie escapara con vida.

MATRIMONIO

El matrimonio fue, junto con el bautismo, el sacramento más asiduamente


administrado en Indias. Considerados los naturales ineptos para el sacerdocio y
siendo la carnalidad uno de sus vicios dominantes a los ojos de los
evangelizadores, está de más subrayar que ellos mismos se abocaron a la tarea
de estimular a los aborígenes a contraer matrimonio apenas llegados a la edad
legítima. Las dificultades se originaron, fundamentalmente, en el arraigo de la
poligamia y del repudio en la gran mayoría de los pueblos originarios. La primera,
relacionada con las clases superiores, respondía a motivos de orden moral
vinculados a ciertos tabúes que impedían la cohabitación durante el largo período
de gestación y lactancia; de orden sociopolítico, pues era considerada signo de
poder; y de orden económico, en tanto la pluralidad de mujeres constituía la
riqueza de un marido, cuyas esposas se encargaban de alimentarlo, vestirlo,
realizar trabajos productivos y darle una abundante prole, seguro para su vejez. El
repudio, vinculado por lo general a los estratos inferiores, podía ser considerado
una variante de la primera, en tanto su objetivo era el deshacerse sucesivamente
de mujeres que no satisfacían a sus esposos aun en aspectos harto nimios.

Malinterpretando el compromiso monogámico e indisoluble que importaba el


sacramento cristiano, los indios intentaron defender, por distintas vías, su
entrañable costumbre vinculada con la pluralidad de mujeres, sea que inventaran
haber contraído con impedimentos causantes de nulidad (como no estar
bautizados y haberse casado con impedimento dirimente de disparidad de cultos o
haber consentido sólo externamente apremiados por el miedo o por la violencia de
caciques o de encomenderos); sea que, sin más, abandonaran a la mujer y,
mudándose el nombre y cambiando de vecindad, pasaran a segundas nupcias
cayendo en el delito de bigamia.
CONFESION

Pese a que la legislación canónica obligaba a los curas a aprender las lenguas
generales e, incluso, las particulares de cada grupo, el desconocimiento lingüístico
fue una de las dificultades que tocó más de cerca al sacramento de la confesión.
Aunque ajeno en este caso a los naturales, el problema atentó seriamente contra
la integridad del sacramento. Las malas interpretaciones derivaron, básicamente,
de dos cuestiones. Por una parte, de un generalizado concepto material de
"pecado", al que entendían no como una mancha que aquejaba al alma, sino
como una forma de intoxicación que invadía al cuerpo a causa de la violación de
algún tabú grupal y que les acarreaba, por tanto, un castigo (enfermedad, muerte,
pestes, sequías, hambre, etc.). Esta noción constituida en sustrato del sacramento
cristiano influyó, y no poco, en los resultados obtenidos por el grupo
evangelizador. Por otra parte, se relacionaron con la dificultad demostrada por los
indígenas para comprender los postulados dogmáticos sobre los cuales se
apoyaba la confesión, sobre todo, la disposición interior requerida para que el
pecado les fuese perdonado (examen de conciencia, contrición, propósito de
enmienda, cumplimiento de la penitencia impuesta). La falta de examen de
conciencia, por ejemplo, solía imposibilitarles una enumeración cuidadosa de las
faltas, y el ocultamiento de pecados por vergüenza --en general carnales--, por un
temor erróneo al castigo corporal por lo confesado, o por malicia --vinculados,
sobre todo, al mantenimiento de idolatrías-- invalidaba el sacramento sin que
pudiera descartarse la posibilidad de inmediatas comuniones sacrílegas.

COMUNION

Como en el resto de Hispanoamérica, la incorporación de los indios al sacramento


de la comunión distó de ser sencillo. Tras la negativa inicial de las sinodales de
1556 --dentro de la tónica del I concilio limense-- el Catecismo de Zapata de
Cárdenas de 1576 y las sinodales de 1606 suavizaron la prohibición al permitir
administrarlo con gran cautela. El concilio santafereño de 1625 --siguiendo la línea
de apertura trazada por el III concilio limense-- ordenó a los párrocos los
instruyeran en la doctrina necesaria y excitaran su deseo de comulgar. En la
práctica, sin embargo, se mantuvo la opinión generalizada sobre que la
persistencia de vicios tan comunes como la carnalidad o la embriaguez los hacía
incapaces de recibir el sacramento, y los párrocos continuaron negándoselo para
evitarse el trabajo de prepararlos debidamente. La cuestión llegó al extremo de
impulsar al arzobispo fray Cristóbal de Torres a convocar en 1636 una junta de
hombres doctos para estudiar la manera de fomentarla: fruto de ello, según J. M.
Pacheco, fue un decreto donde el prelado enjuició el abuso de apartar a los indios
de la comunión y dio a conocer su decisión de enviar predicadores a las doctrinas
para que se encargasen de instruirlos suficientemente. En suma, el acceso regular
a la E

Eucaristía, sobre todo fuera del tiempo pascual, fue sumamente lento, y
probablemente no se haya logrado a lo largo del período. El viático no hubo de
correr mejor suerte.
No obstante la parquedad de las fuentes, la mala interpretación más común hubo
de ser, en este caso, la derivada de la incomprensión del misterio de la
transustanciación: parece innegable que muchos naturales se inclinaron a creer
que, en el momento en que el sacerdote elevaba la Hostia, Cristo en persona
descendía del cielo para introducirse en ella. No de otra forma se explica la
preocupación de cierto cacique del Orinoco quejoso de que su miopía le impedía
ver el momento en que el Hijo de Dios bajaba desde lo alto. No estuvo exenta la
comunión de interpretaciones de tipo mágico: algunos hechiceros orinoquenses,
por ejemplo, sentenciaron que tanto la muerte a consecuencia de una peste de
cuarenta párvulos bautizados, como la enfermedad de romadizo que cundía entre
los adultos, se debían a la asistencia del pueblo a la misa e instaron a ultimar al
cura "para matar la enfermedad". En el polo opuesto, indios de las misiones del
Marañón suponían que la misa era un medio eficaz para preservarse de
desgracias y "tenían por mal agüero el dejarla".

EXTREMAUNCION

No siendo la extremaunción un sacramento necesario para la salvación, su


administración no se generalizó entre los naturales: sorprende que, a fines del
siglo XVIII, los cánones conciliares sigan exhortando a los párrocos a llevarlo a
quienes vivan en lugares alejados sin poner excusas tan nimias como el no tener
mulas que los transporten. Dado que, tras su administración, era frecuente el
deceso del enfermo, no es extraño que, dentro de una visión mágica similar la
señalada para el bautismo, los indígenas concibieran a la unción como vehículo de
muerte. El resultado no se hizo esperar: muchos escondían a sus parientes
moribundos en la espesura de los bosques y, si el misionero preguntaba por ellos,
los declaraban por muertos y enterrados. Como en el caso del primer sacramento,
no podían los evangelizadores hacer otra cosa más que esperar la cura milagrosa
que convenciese al grupo de lo contrario.

CONFIRMACION

Poco se conoce tanto sobre las dificultades como sobre las malas interpretaciones
relativas al sacramento de la confirmación, el peso de cuya administración recayó
únicamente, al menos hasta mediados del siglo XVIII, sobre las espaldas del
obispo. La más corriente parece haber sido la de reiterar el sacramento
desconociendo su carácter indeleble, probablemente por la satisfacción de contar
con el patrocinio de más de un padrino o madrina. Fuera de ello, entre algunos
grupos no faltó la visión mágica que convirtió al crisma en responsable de dolores
de cabeza, pestes y muerte.

CONCLUSIONES

Dado el panorama apenas esbozado, de más está subrayar que no es posible


llegar a una conclusión generalizadora. Sin descartar los casos en que los
indígenas llegaron a una aceptación íntima y consciente de las obligaciones del
cristiano, ni a aquellos otros en que se mantuvieron en la idolatría lisa y llana --ya
por rechazo, ya por habitar zonas a donde no llegó la penetración misionera--;
debemos poner de relieve, entre ambos extremos, una amplia franja de matices
variados. Dentro de ella, la coexistencia entre lo pagano y lo cristiano importó, por
un lado, un intrincado esquema de yuxtaposiciones y de unas pocas expresiones
sincréticas; y, por otro, visiones de tipo mágico en las que los sacramentos, fuente
de gracia, se convirtieron en vehículo de salud, enfermedad o muerte.

Esta confusa situación puede rastrearse hasta la actualidad: en la América


hispana perviven aún malas interpretaciones de sacramentos que continúan
definiendo la polifacética franja intermedia a la que nos hemos referido. Sin
embargo, no creemos que, dentro de ella, el cristianismo indígena sea un mero
barniz bajo el cual se halla, casi sin modificaciones, la antigua religión gentílica: es
obvio que ésta ha cambiado internamente. De todos modos, en los innegables
límites del éxito obtenido por la evangelización durante la Colonia es donde debe
buscarse el origen de las fallas de las que adolece el catolicismo novomundano
actual en el Nuevo Mundo, si es que se pretende avanzar hacia una nueva
evangelización basada en una práctica sacramental más consciente.

 ACERCA DE BANREPCULTURAL
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 TRANSPARENCIA
 NOTICIAS
 PRENSA
 PUBLICACIONES

Proceso de edición de un libro

La publicación de un libro en una editorial universitaria supone diferentes acciones, indispensables para
garantizar su calidad y promover su circulación entre los lectores. Estas acciones constituyen el proceso
editorial. Se pueden agrupar en cuatro grandes etapas: selección, producción, impresión y posproducción.
Algunas acciones involucran a los autores, otras a los editores y otras a ambos.
PRIMERA ETAPA. SELECCIÓN

Presentación de propuestas

Si usted tiene interés en presentar un manuscrito en Ediunc, el primer paso es conocer el Catálogo y
sus Colecciones para evaluar si es acorde con su propuesta. Luego deberá consultar las fechas establecidas
anualmente para la presentación de propuestas, que podrá encontrar en la sección Calendario de este sitio
web.

Usted podrá adecuar el manuscrito a la normativa de los instructivos 1 Manual de estilo para originales, 2
Citas y bibliografía y 3 Indicaciones técnicas para imágenes, disponibles en la sección Requisitos. Esta
condición no es obligatoria en esta etapa, pero sí cuando la propuesta ha sido aprobada. Asimismo,
sugerimos la lectura y utilización de los instructivos disponibles en la sección Recursos para autores, que
han sido realizados para ayudar al autor en el proceso de escritura de un libro.

Evaluación de propuestas

Luego de que usted presenta el manuscrito, el trabajo es revisado por el Comité Editorial de Ediunc y por
expertos en la temática. Esta etapa culmina con la aceptación o el rechazo de la propuesta.

Presentación de proyectos

Si la propuesta es aceptada, se transforma en un proyecto editorial de Ediunc. En esta instancia, el autor


presentará el manuscrito completo, con las modificaciones que hubiera sugerido el Comité Editorial, los
revisores externos y la dirección de Ediunc.

Además, el original (textos e imágenes) deberá adecuarse, si no se hubiera hecho desde un comienzo, a los
instructivos 1 Manual de estilo para originales, 2 Citas y bibliografía y 3 Indicaciones técnicas para
imágenes. Deberá presentar también el índice completo de la obra, con todos los títulos, principales y
secundarios, de capítulos y apartados.

El equipo profesional de Ediunc definirá en qué colección, formatos y soportes será publicado el proyecto
(según el género textual, los contenidos y el público al que se dirige). Se podrán establecer también, en
acuerdo con el autor, otros textos e imágenes que enriquezcan el trabajo.

SEGUNDA ETAPA. PRODUCCIÓN

Corrección de estilo

El objetivo de esta etapa es fijar el texto que ingresará a la etapa de diseño gráfico. El Departamento de
corrección y edición solicitará al autor las aclaraciones que considere necesarias y podrá realizar correcciones
y modificaciones.

Diseño gráfico y escritura de paratextos

El Departamento de diseño de Ediunc maqueta las páginas interiores del libro con los textos e imágenes
definitivos y diseña su tapa o cubierta. Las imágenes que integren el libro habrán sido aportadas por los
autores o por la editorial de común acuerdo.

Es el momento también de la redacción de los textos que acompañarán a los contenidos del libro: el título
definitivo, la contraportada y las solapas, lo que será realizado por el equipo editorial de Ediunc.
Aprobación definitiva por parte del autor

Ediunc entregará al autor una copia del libro ya diseñado, en formato digital (pdf), para su revisión final. Los
autores o autoras deberán revisar y aprobar los contenidos.

TERCERA ETAPA. IMPRESIÓN Y EDICIÓN DIGITAL

Una vez que Ediunc cuenta con la versión final del libro, se gestionará la impresión o edición digital. Se inicia
el trámite de registro legal (solicitud de Ediunc ante el organismo correspondiente) y se establece un acuerdo
de edición con los autores (costos, tirada, distribución, etc.).

Los autores firmarán una cesión de derechos autorizando a Ediunc a reproducir, distribuir y vender la obra.

CUARTA ETAPA. POSPRODUCCIÓN: DIFUSIÓN, PROMOCIÓN Y DISTRIBUCIÓN

Una vez finalizado el proceso de edición propiamente dicho, y que el libro ya está producido en algún soporte
(impreso o digital), Ediunc, en acuerdo con el autor, realizará la presentación, difusión y distribución de la
obra.

La editorial cuenta con estrategias y protocolos de comunicación y promoción, generados por su equipo de
profesionales para todas las piezas que emite. Los autores no deberán realizar producciones o promociones
no acordadas con la editorial para el lanzamiento y difusión de los libros.

Tiempo estimado total del proceso de publicación desde la recepción de la propuesta: entre 7 y 16 meses
(según la complejidad del proyecto).

La Pintura en Guatemala durante la


Colonia

Durante la época colonial, florecieron las Bellas Artes en el Reino de


Guatemala. En especial fue famosa la escultura guatemalteca; se
exportaba a la Nueva España, Sudamérica y España por su gran calidad
y belleza.

La pintura logró también considerable desarrollo y fueron varios los


pintores, generalmente autodidactas, que sobresalieron.
Al igual que las otras artes de la época, la pintura acusaba un fuerte
impacto religioso en su temática. Las primeras pinturas del siglo XVI se
ejecutaron para decorar iglesias y conventos con considerable influencia
de los pintores mexicanos.

Los pintores guatemaltecos comenzaron a distinguirse con un sello


personal en el siglo XVII. Entre ellos destacó Pedro de Liendo quien
ejecutó las pinturas para varios retablos famosos.

En el mismo siglo destacaron los tres pintores Montúfar de una misma


genealogía. El fundador, Francisco de Montúfar ejecutó varias obras,
entre ellas posiblemente el discutido retrato de Sor Juana de Maldonado
y Paz.

Su hijo Antonio de Montúfar fue famoso por la ejecución de un ciclo


pictórico de La Pasión para la Iglesia de El Calvario en Santiago de
Guatemala (hoy La Antigua), y a su hijo Francisco Antonio de Montúfar
se le atribuye el retrato del Santo Hermano Pedro de Betancur que se
conserva en el Museo de la Iglesia de San Francisco El Grande en La
Antigua. Esta pintura, que ilustra el presente artículo, se considera el
verdadero retrato del Santo, con gran apego a la apariencia física que
tuvo en vida.

La figura descollante en el siglo XVIII fue sin duda Tomás de Merlo,


considerado la personalidad más destacada de la pintura barroca de
Guatemala. Su paleta se caracteriza por ricos tonos primarios como el
rojo, blanco y azul, con una abundante gama de ocres.

José Martí describió su obra así: “Original para inventar, osado para
componer, hábil para colocar, alejar y acercar, dar perspectivas; oscuro
en el color, seguro en el dibujo…”

Tomás de Merlo ejecutó una serie pictórica de once cuadros de gran


formato de La Pasión, para decorar El Calvario antigüeño, en sustitución
de los de la misma temática pintados por Antonio de Montúfar que fueron
destruidos por los terremotos de 1717.

Estas pinturas de Merlo se conservan en el Museo de Arte Colonial de La


Antigua y seis de ellas aún en El Calvario. El autor ha dirigido durante
más de once años los proyectos para su restauración con fondos de
ADESCA.

Otros pintores guatemaltecos famosos del siglo XVIII fueron Pedro de


Alvarado Mazariegos, Alfonso Álvarez de Urrutia, Manuel España, José
de Valladares y finalmente Juan José Rosales, considerado el último
pintor barroco de Guatemala.

Fuente: Miguel F. Torres / Académico de Número,Academia de


Geografía e Historia de Guatemala

Transcripción de CRONISTAS Y ESCRITORES


LINKS
* http://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_de_Aguado
* http://es.wikipedia.org/wiki/Bartolomé_de_las_Casas
*http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/las_casas.htm
*http://blogdelenguajeau.blogspot.com/p/biografias-los-escritores.html

FRAY PEDRO DE AGUADO


Fray Pedro de Aguado fue un franciscano español, provincial del convento de Santa Fe en él Nuevo
Reino de Granada. Además, fue autor de varias crónicas de la conquista de las actuales Colombia y
Venezuela
FRAY PEDRO SIMON
Fray Pedro está ligado a la historia de Colombia y Venezuela por su extensa obra que trata sobre la
conquista e inicios de la colonización de ambos países. Simón llegó al Nuevo Reino de Granada en
1604, con la misión de establecer los estudios en la provincia franciscana, permaneciendo como
profesor durante más de 14 años continuos. De su vida en España, antes de venir a América,
GONZALO JIMENEZ DE QUESADA
fue un explorador y conquistador español del territorio colombiano entre 1536 y 1572. Comandó la
expedición de la conquista de la Nueva Granada (actual Colombia) y fundó entre otras la ciudad de
Bogotá, la actual capital de Colombia, en 1538. La última expedición la realizó entre 1569 y 1572
en busca de El Dorado, la cual culminó en forma desastrosa.
fue un encomendero español y luego fraile dominico, cronista, filósofo, teólogo, jurista, obispo de
Chiapas en el Virreinato de Nueva España, escritor y principal apologista de los indígenas siendo el
«Procurador o protector universal de todos los indios de las Indias».
CRONISTAS Y ESCRITORES
FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS

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