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Religión de la Antigua Grecia


Fuentes
La religión de Grecia Antigua no es posible describirla a partir de observaciones
directas. Hace falta pues, para conocerla, apoyarse en un conjunto importante
de fuentes, que son principalmente de orden literario, epigráfico y arqueológico.
Por muy ricas e interesantes que ellas sean, todas estas fuentes no son
realmente pertinentes más que consideradas juntas.

Las fuentes literarias

Las fuentes que permiten aprehender la religión griega son principalmente de


carácter literario. Lo más notable es la ausencia de textos sagrados. Ninguna
de estas fuentes es de naturaleza divina, ni religiosa, ni enuncia un dogma ni
describe de manera normativa los ritos. Se tiene sólo un conjunto dispar de
textos literarios, en los cuales hay mezclados de forma dispersa elementos de
naturaleza religiosa (como descripciones de ritos), leyendas, mitos. Además,
los autores griegos querían distinguirse por su conocimiento enciclopédico de
los mitos en cuestión, llegando incluso a citar o inventar hechos desconocidos
de otras fuentes. No es, pues, siempre posible, cuando se halla la descripción
de una leyenda aislada o de un mito diferente de una versión más célebre,
decidirse: ¿es un caso particular de la leyenda o del mito propio de una región
precisa, o bien no es más que una invención del autor que le permite
distinguirse de otros?

Homero

Constituye el primero de los autores griegos — se le sitúa alrededor del siglo


VIII a. C. — cuyas dos obras que la tradición le atribuye (su existencia misma
está sujeta a cautela), la Ilíada y la Odisea, son consideradas, hasta el final de
la antigüedad griega, como la primera fuente de sabiduría y de aprendizaje de
los valores humanos. En época clásica aún, en los siglos IV y V a. C., los
griegos se reconocían en estos textos.
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Son ricos en descripciones de ritos (principalmente de oraciones y sacrificios),


que se encuentran en ellas como en las épocas posteriores. Los testimonios
aportados son pues relativamente fiables. Incluso, informan sobre las
relaciones entre los hombres y los dioses, los cuales son vistos de manera muy
humana: ellos sufren (física y psicológicamente), se alegran, pueden ser
heridos. Esta gran proximidad entre los dioses y los hombres es una
concepción clásica de la divinidad, que se encuentra frecuentemente a lo largo
de la antigüedad.

Ejemplo de descripción de un rito, en el canto xi, versos 23-43, de la Odisea :

Ἔνθ’ ἱερήϊα μὲν Περιμήδης Εὐρύλοχός Allí, Perímedes y Euríloco sostuvieron las víctimas [del
τε sacrificio];
Ἔσχον· ἐγὼ δ’ ἄορ ὀξὺ ἐρυσσάμενος Yo, desenvainando la aguda espada que llevaba en el
παρὰ μηροῦ muslo

Βόθρον ὄρυξ’ ὅσσον τε πυγούσιον Abrí un hoyo de casi un codo:

ἔνθα καὶ ἔνθα, Alrededor, hice la libación a todos los muertos:


Primero con aguamiel, luego con dulce vino
Ἀμφ’ αὐτῷ δὲ χοὴν χεόμην πᾶσιν
Y, por último, con agua y espolvoreé una blanca
νεκύεσσιν,
harina.
Πρῶτα μελικρήτῳ, μετέπειτα δὲ ἡδέϊ
A continuación, supliqué con fervor a las cabezas sin
οἴνῳ,
vida de los muertos
Τὸ τρίτον αὖθ’ ὕδατι· ἐπὶ δ’ ἄλφιτα
Y les prometí, si regresaba a Ítaca, la mejor vaca no
λευκὰ πάλυνον.
paridera que hubiera
Πολλὰ δὲ γουνούμην νεκύων ἀμενηνὰ
para sacrificársela en mi palacio, y que llenaría la pira
κάρηνα,
de tesoros.
Ἐλθὼν εἰς Ἰθάκην στεῖραν βοῦν, ἥ τις
También a Tiresias le sacrificaría un carnero
ἀρίστη,
Enteramente negro, joya de nuestros rebaños.
Ῥέξειν ἐν μεγάροισι, πυρήν τ’ Tras mis ruegos y súplicas al pueblo de los muertos
ἐμπλησέμεν ἐσθλῶν, Tomé las reses y las degollé sobre el hoyo;
Τειρεσίῃ δ’ ἀπάνευθεν ὄϊν ἱερευσέμεν Corrió la negra sangre y al instante
οἴῳ Los espíritus de los muertos, saliendo del Erebo, se
Παμμέλαν’, ὃς μήλοισι μεταπρέπει congregaron:
ἡμετέροισιν. Mujeres jóvenes, mancebos, ancianos que en otro
Τοὺς δ’ ἐπεὶ εὐχωλῇσι λιτῇσί τε, ἔθνεα tiempo padecieron males,
νεκρῶν, Tiernas vírgenes con el corazón afligido por un

Ἐλλισάμην, τὰ δὲ μῆλα λαϐὼν reciente pesar,


Varones que habían muerto por armas de bronce,
ἀπεδειροτόμησα
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Ἐς βόθρον, ῥέε δ’ αἷμα κελαινεφές· αἱ Víctimas de la guerra, llevando todavía sus armaduras
δ’ ἀγέροντο ensangrentadas.
Todos estos espíritus se juntaron alrededor del hoyo,
Ψυχαὶ ὑπὲξ Ἐρέϐευς νεκύων
En un formidable clamor. Un gran miedo se apoderó
κατατεθνειώτων.
de mí.
Νύμφαι τ’ ἠΐθεοί τε πολύτλητοί τε
γέροντες
Παρθενικαί τ’ ἀταλαὶ νεοπενθέα θυμὸν
ἔχουσαι,
Πολλοὶ δ’ οὐτάμενοι χαλκήρεσιν
ἐγχείῃσιν,
Ἄνδρες ἀρηΐφατοι βεϐροτωμένα
τεύχε’ ἔχοντες·
Οἳ πολλοὶ περὶ βόθρον ἐφοίτων
ἄλλοθεν ἄλλος
Θεσπεσίῃ ἰαχῇ· ἐμὲ δὲ χλωρὸν δέος
ᾕρει.

Se trata de una invocación a los muertos cuyas etapas son descritas


detalladamente: cavadura de una fosa (los muertos se sitúan tradicionalmente
en las profundidades de la tierra), libaciones, oraciones y sacrificio cruento, la
sangre de las víctimas animales puede devolver a las almas de los muertos
bastante fuerza así como una cierta forma de consciencia. Esta escena no
debe ser considerada como un elemento folclórico aislado: este rito, en efecto,
es confirmado bajo esta forma por otros documentos, y los testimonios
coinciden.

Hesíodo

Autor beocio del fin del siglo VIII a. C., dos de sus principales obras son ricas
en testimonios religiosos: la más célebre, la Teogonía, informa de como fue
creado el mundo y los dioses. Es ante todo una fuente mitológica. La segunda,
Trabajos y días, poema consagrado al mundo agrícola, describe los ritos
propios del mundo rural. Es, además, en este poema donde se halla el mito de
las razas.

Himnos homéricos
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Estos textos, escritos entre el siglo VII a. C. y el siglo IV a. C., no suelen ser
atribuidos a Homero, pero están redactados en su estilo. Forman una selección
de poemas dirigidos a tal o cual divinidad, sin orden ni unidad. Su interés es
sobre todo mitológico, cada dios principal tiene aquí su biografía.

Poetas líricos arcaicos (siglos VII-V a. C.)

Esencialmente no quedan más que fragmentos de las obras de estos poetas.


Destacan en particular dos poetas:

 Baquílides (siglo V a. C.), varios de cuyos textos están completos; se


consagran a héroes, comparados a tal o cuál dios.
 Píndaro (c. 518-c. 446 a. C.), poeta de la corte, escribe por encargo de
tiranos para celebrar sus victorias deportivas (epinicios) en los juegos;
sus textos son comparaciones de los atletas con los dioses. Ofrecen, sin
embargo, testimonios a veces ambiguos. Su enfoque moral, le hace
suprimir algunos pasajes «incómodos» de episodios divinos, lo que
reconoce a veces.

Se puede constatar un ejemplo claro de esto en la segunda parte de la


Olímpica I. Está dedicada a los Atridas Tántalo y Pélope, su hijo. El episodio
mitológico tradicional informa como, habiendo querido verificar la sagacidad de
los dioses, Tántalo les invita a una comida en el curso de la cual les sirve a su
propio hijo guisado. Deméter se come una paletilla, sin darse cuenta de la
ignominia de su acto. Este episodio es problemático: presenta a los dioses
como caníbales a pesar de ellos mismos. Píndaro no puede, sin embargo, en
una oda dedicada a las carreras de caballos, ignorarlo. Pélope era el fundador
mítico de los concursos hípicos. El poeta cuenta otra versión del mito,
precisando que las otras son falsas y blasfemas: Tántalo habría invitado a los
dioses a una comida; Poseidón cayó enamorado del joven Pélope, lo habría
raptado y ante la ausencia del joven un vecino celoso de Tántalo le habría
calumniado diciendo que, justamente, si Pélope estaba en paradero
desconocido, era porque su propio padre lo habría servido a los dioses.
Píndaro indica aquí claramente que rechaza las versiones anteriores a la suya
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(en griego, Ἐμοὶ δ’ ἄπορα γαστρίμαργον μακάρων τιν’ εἰπεῖν. Ἀφίσταμαι. «Me
es imposible llamar «glotón» a cualquier immortal que lo sea. Me niego a ello»).

Literatura clásica (fin del siglo V-IV a. C.)

La literatura clásica es rica en testimonios religiosos indirectos. No se


encuentran, sin embargo, más que en sólo un texto, la tragedia Las Bacantes
de Eurípides (circa 480-406 a. C.), en el cual se consagran exclusivamente a
un sujeto religioso. En la comedia, las divinidades aparecen a menudo, pero la
mayor parte del tiempo de manera paródica. Los acarnienses, comedia de
Aristófanes (445-380 a. C.), describe una dionisia rural, ceremonia en honor de
Dionisos. La autenticidad de la descripción está garantizada por el humor del
autor; esto es, para hacer reir a su público, no inventa ni deforma la dionisia; la
evocación, en efecto, no es burlesca en sí; es que lo es, un personaje conduce
su dionisia él solo.

Periodo helenístico (323-30 a. C.)

Obras didácticas

Es en esta época cuando empiezan a aparecer análisis, descripciones y


comentarios de los ritos. El problema principal de estos testimonios es que se
preocupan de su racionalización, surgida tras Platón, quien ha podido impulsar
a los comentaristas a modificar o transformar sus objetos de estudio (ritos,
leyendas, mitos) a fin de hacerlos conformes a cierto rigor lógico, de suerte que
el lector moderno no tiene asegurada la autenticidad de las descripciones. La
importancia del evemerismo (de Evémero, escritor del siglo III a. C.) se hace
también sentir: es la tendencia a justificar las leyendas y los mitos por la
supuesta deformación de hechos históricos lejanos. El evemerismo, por
ejemplo, explica que los dioses principales del panteón griego eran antiguos
reyes que la memoria humana ha divinizado. Estos textos son sobre todo de
esencia filosófica: no es posible saber lo que el pueblo mismo pensaba de su
religión. Entre los autores notables, hay que recordar a Diodoro Sículo (v. 90-v.
20) y su Biblioteca histórica, así como el pseudo-Apolodoro del siglo I o II a. C.
y su Biblioteca, una clase de compilación analítica de los mitos.
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Poesía

La poesía helenística ofrece algunos testimonios, menos seguros puesto que


sus autores, una vez más, inventan mitos en los que utilizan raras versiones.
Lo que sea para agradar al público, pero a la vez era necesario conocer las
leyendas descritas, lo que excluye una gran inventiva. Se encuentra en
Calímaco de Cirene (v. 310-v. 243), en sus Himnos (a veces muy próximos a
los Himnos homéricos; podría además ser el autor de alguno de estos textos),
la mención de ritos raros, sin embargo conocidos por otras fuentes a veces
muy lejanas. Incluso, Apolonio de Rodas (v. 295-v. 215), en sus Argonaúticas
(que cuenta la leyenda de los Argonautas), pone en escena un mito que data al
menos del periodo homérico, adornando ritos y dioses poco conocidos que, sin
embargo existían. Se hallan pues ahí testimonios verdaderos.

Otras fuentes literarias

Dos autores «inclasificables» a recordar:

 Plutarco (h. 46–h. 120): habiendo él mismo asumido el cargo de


sacerdote de Apolo en Delfos, varios de sus escritos están consagrados
a fenómenos religiosos.
 Pausanias (siglo II): infatigable geógrafo de una gran erudición, en su
Descripción de Grecia (Periégesis) describe minuciosamente la Grecia
no insular de su época redactada bajo la forma de una guía turística,
todos los santuarios en actividad, los ritos de su tiempo y del pasado, los
lugares sagrados, estatuas, edificios y otras «antigüedades religiosas».
Verdadera mina de información para los arqueólogos, algunas de sus
descripciones son de una precisión impresionante. El problema que
tienen sus testimonios viene de su método de investigación: Pausanias
no distingue claramente lo que se le ha informado de lo que ha visto y de
lo que se podía ver en el pasado.

Fuentes epigráficas
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Las fuentes epigráficas, para el conocimiento de la religión griega, son las más
ricas y las más fiables; no son, en efecto, literarias: el estilo y la originialidad no
priman en ellas, al contrario, hacen gala de concisión y de carácter informativo.
La epigrafía ofrece múltiples testimonios:

 calendarios religiosos;
 descripciones de rituales, de fiestas;
 cuentas de gestión de santuarios (número de sacrificios, tasas...);
 reglamentos de asociaciones religiosas (modalidades de entrada de
miembros, por ejemplo);
 dedicatorias a los dioses (lo que permite a veces conocer aspectos más
raros);
 cuestiones planteadas a los oráculos (grabadas sobre plaquetas de
plomo, por ejemplo);
 cuentas de ingresos de los oráculos, etc.

El interés principal de estos testimonios es su status de documentos crudos:


muestran el aspecto colectivo e individual de la religión, sin estar deformados
por el prisma literario. Su principal defecto es su carácter fragmentario y a
menudo aislado de todo contexto.

Fuentes arqueológicas

Lo esencial de estas fuentes provenientes de excavaciones de santuarios, es


que ofrecen principalmente:

 informaciones sobre la arquitectura religiosa;


 estatuas de dioses;
 decoraciones religiosas sobre los:
o frontones de los templos,
o frisos jónicos,
o metopas dóricas;
 representaciones de ritos y de episodios mitológicos sobre los vasos;
 retratos de dioses sobre monedas (cada población es protegida por un
dios preciso), etc.
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Conclusión

Todas estas fuentes forman un conjunto dispar, que es a veces difícil de


aprehender en su justo valor; permiten sin embargo diseñar los grandes trazos
de lo que fue la religión de Grecia Antigua.

Bibliografía

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 – (2000). Ilíada. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-2460-7.
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Fragmentos. Certamen. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-3517-7.
 Homero (2003). Himnos Homéricos. La Batracomiomaquia. Madrid: Editorial
Gredos. ISBN 978-84-249-3501-6.
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 Píndaro (1995). Odas y fragmentos: Olímpicas. Píticas. Nemeas. Ístmicas.
Fragmentos. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-0928-4.
 Eurípides (1998). Obra completa. Volumen III: Helena. Fenicias. Orestes.
Ifigenia en Áulide. Bacantes. Reso. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-
249-3526-9.
 Aristófanes (1995). Obra completa. Volumen I: Los Acarnienses. Los
Caballeros, Introduccciones, traducción y notas de Luis Gil Fernández.
«Premio Nacional a la obra de un traductor» 1999 edición, Madrid: Editorial
Gredos. ISBN 978-84-249-1678-7.
 Diodoro Sículo (2001/2006 (en preparación)). Biblioteca histórica, Obra
completa edición, Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-2292-4.

1. Volumen I: Libros I-III, Introducción, traducción y notas de Francisco Parreu


Alasá, 2001 edición. ISBN 978-84-249-2291-7.
2. Volumen II: Libros IV-VIII, Traducción de Juan José Torres Esbarranch,
2004 edición. ISBN 978-84-249-2732-5.
3. Volumen III: Libros IX-XII, Traducción de Juan José Torres Esbarranch,
2006 edición. ISBN 978-84-249-2858-2.
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 Pseudo-Apolodoro (1985). Biblioteca mitológica, Trad. y notas de M.


Rodríguez de Sepúlveda. Intr. de J. Arce. Rev.: C. Serrano Aybar edición,
Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-0997-0.
 Calímaco (1980). Himnos, epigramas y fragmentos. Madrid: Editorial
Gredos. ISBN 978-84-249-3549-8.
 Apolonio de Rodas (1996). Argonáuticas. Madrid: Editorial Gredos. ISBN
978-84-249-1827-9.
 Plutarco (1995). Obras Morales y de Costumbres (Moralia). Obra completa.
Volumen VI: Isis y Osiris; Diálogos píticos: «La E de Delfos», «Los oráculos
de la Pitia» y «La desaparición de los oráculos». Madrid: Editorial Gredos.
ISBN 978-84-249-1791-3.
 Pausanias (1994). Descripción de Grecia, Obra completa edición, Madrid:
Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1650-3.

1. Volumen I: Libros I-II. ISBN 978-84-249-1651-0.


2. Volumen II: Libros III-VI. ISBN 978-84-249-1656-5.
3. Volumen III: Libros VII-X. ISBN 978-84-249-1662-6.

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