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Coloquio final

La impersonalización de la violencia: sociedad disciplinaria y sociedad


de control.

Guzmán Cerón, Antony Omar (95.634.423)

Teoría de los Medios y la Cultura

Cuatrimestre 02/2017

Comisión: Edgardo Pigoli

Cátedra: Dra. Ana Longoni

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 07 de diciembre de 2017


La impersonalización de la violencia: sociedad disciplinaria y sociedad de control.
La violencia, como acción básica de todas las formas de vida conocidas, se puede pensar
a partir de muchos puntos, entre los cuales se encuentran dos: la violencia para la
sobrevivencia y la violencia para el dominio. A razón de pensar a los no humanos como
seres inocentes y hasta inferiores, podemos caer en la tentación de no adjudicarles actos
de dominio y represión. No obstante, estas relaciones de dominio son evidentes inclusive
en la composición de una manada, jauría o comunidad de individuos de una misma
especie que se rigen por un líder macho como en el caso de los leones y lobos, o por una
pareja dominante como en las suricatas –a pesar de que en la práctica es la hembra la
líder de la manada. Pero en adelante no hablaremos de las relaciones de dominio entre los
animales no humanos, sino en las sociedades disciplinarias y de control como aspectos
del pasado y remanentes.

A partir de dichos ejes he armado un recorrido por categorías a la luz de distintos autores
que, de una forma u otra, se entrelazan con las prácticas dominantes en las distintas etapas
de la historia reciente. De la misma forma, la mirada al pasado estará fijada con mayor
énfasis en los modos de actuar de las dictaduras latinoamericanas, y en especial la
argentina, como un ejercicio de lectura flexible. Asimismo, una crítica al pasado más
inmediato como germen del presente nos ilustrará, a manera de interpretación de
categorías, cómo la sociedad de control funciona como un trabajo conjunto entre los
dominantes y dominados en el dualismo Estado-empresas.
Avanzar hacia el futuro dándole la cara al pasado

La idea de futuro es representada como aquello que tenemos frente a nosotros, es decir
que el pasado está “atrás” de nosotros, como lo que ya no observamos porque nuestra
vista se mantiene fija en el futuro. Sin embargo, y esperando no caer en el absurdo, en los
siguientes puntos a desarrollar mantendremos la mirada hacia el pasado sin “voltear” la
cabeza hacia atrás, es decir, avanzar de espaldas al futuro y observando el pasado como
un proceso que se sigue desarrollando en nuestra presencia y se aleja en la medida en que
se produce el presente.
La primera mirada será a partir del pasado inmediato (o sea, el presente continuo), en el
cual, con los ojos puestos en la sociedad de control (Deleuze, 1999) identificaremos
puntos comunes y a la vez equidistantes dentro de un sistema que aparenta no tener un
arquetipo constante, puesto que el dominio además de ser impuesto es aceptado.
Legitimar la violencia

Con Bourdieu, pensar los campos y sus articulaciones es asociar el papel del Estado como
legitimador. Su actuar en las sociedades disciplinarias y de control nos muestra que lo
único que cambian son los modos en que la violencia se ejerce en los ámbitos, inclusive,
más privados de los individuos. El poder político impone su visión, y con ello consagra a
los autores y actores de los modos en que la sociedad es receptora de un tipo de violencia
que de ser disciplinaria pasó a ser de control (Bourdieu, 1997). Sin embargo, pensaremos
las sociedades disciplinarias y las sociedades de control como situaciones ajenas la una
de la otra, puesto que las primeras tienen la principal característica de visualizar la
violencia por medio de la represión y el encierro, y las segundas actúan de manera más
anónima en cuanto a la visualización de quiénes ejercen el dominio.

La identificación de quien ejerce el monopolio de la violencia se puede registrar a partir


de la transición que Foucault (2011) demarca entre el derecho de soberanía y el nuevo
derecho –el de regularización. Foucault atribuye al soberano el derecho de “hacer morir
y dejar vivir”, desligando la muerte del proceso natural; mientras que en la regularización
el imperativo es “hacer vivir y dejar morir”, asociando este hecho a la capacidad de tener
poder sobre la vida. Foucault le llamará “biopoder” a este último modo de dominio sobre
las poblaciones, puesto que la aplicación de “biopolíticas” van asociadas al control de los
nacimientos, defunciones, etc., y el objeto de observación ya no son los cuerpos. Sin
embargo, en función a nuestro análisis, veremos rasgos remanentes de las sociedades
disciplinarias inmersos en las sociedades de control.

Ya muy adentrado el siglo XX, las dictaduras militares en Latinoamérica nos ofrecen el
más claro ejemplo de la hibridación de los sistemas de dominio abordados en este tema,
puesto que en el uso de tecnologías de control y represión por sobre las poblaciones,
también se pueden encontrar elementos disciplinarios sobre los cuerpos. La violencia
ejercida se desprende de los individuos y se traslada a una cadena de mandos, y esta última
a una institución que ha sido legitimada para ejercer dicha violencia. Así como en las
dictaduras se educaba a los escolares a acatar la norma, también se ejercía el monopolio
de la violencia desde la institución militar; cuya legitimación (o autolegitimación en el
caso de los golpes de Estado) otorgaba un carácter impersonal sobre quienes se dedicaban
a reprimir “en nombre de…”

En boca del general Videla (1979), se reafirmará el sentido de la categoría de


“desaparecido” que dominó el ideario argentino en época de la dictadura, definiéndolos,
llanamente, como una incógnita; ni vivos, ni muertos porque no-están. Los desaparecidos
no tenían ningún trato especial puesto que al no contar con pistas era simplemente una
imposibilidad exigir la presencia de responsables. En este caso específico de los
desaparecidos, la impersonalización de la violencia ejerce su peso de la manera más
corrupta. En palabras de Calveiro (2006), a partir del golpe de Estado de 1976 la
desaparición y el campo de concentración-exterminio dejaron de ser una de las formas de
la represión para convertirse en la modalidad represiva del poder (p. 27). La clave para
no terminar como un desaparecido más era seguir la norma, adecuarse a lo estipulado por
las instituciones y, sobre todo, obedecer. Tal vez algunos puedan tener una interpretación
divergente acerca de la posición transitoria de las dictaduras como el paso de una sociedad
disciplinar a una sociedad de control, puesto que elementos de ambos procesos pueden
encontrarse en dicho período.

La evolución del capitalismo tardío hasta su intervención más descarada en el Estado


mediante las políticas neoliberales iniciadas a partir de mediados de los años 80’s y cuya
implementación ha sido el punto de inflexión definitivo para la instauración de una
sociedad de control en la mayoría de países latinoamericanos, en los cuales la ciega
repetición y la rápida difusión de palabras establecidas relaciona la publicidad con las
consignas del orden totalitario (Adorno, T., y Horkheimer, M., 1997). En este orden
veremos a continuación las relaciones de consumo en los casos abordados.
Sociedad disciplinaria: imponer el consumo
Es más que conocido el papel de las dictaduras en la instauración de nuevos modos de
consumo entre la población. En todos los casos de dictaduras latinoamericanas, y sin
excepción alguna, se encuentra la constante relacionada a las imposiciones de consumo
implementadas por los gobernantes de turno fuesen juntas militares o juntas cívico-
militares. La diada prohibir-imponer (en infinitivo) es visible en la denominación que
hace Preciado (2008) en el sistema de construcción biopolítica que toma como centro
somático de invención y control de la subjetividad del sexo del individuo, es decir, el
“Imperio sexual” (p. 59). Se busca la producción de una sociedad de individuos como
poseedores de una identidad y de una verdad sexual. No conciliar con el modo de
consumir y qué se consume era identificado como signo de posible subversión y amenaza
para el “orden”. En la misma sintonía, la heterosexualidad como imposición de consumo
se presenta como un muro construido por la naturaleza (Preciado, 2009), el cual es
sustentado por las “observaciones” hechas a la naturaleza y la cual, cuan inmaculado
manto, no es vista como posible fuente de corrupción.
Lo que resiste puede sobrevivir sólo en la medida en que se integra (Adorno, 1997), de lo
contrario es tratado como una anomalía en el sistema de organización de la sociedad
moderna y civilizada. La afirmación anterior dominó, en menor medida en algunos y en
mayor en otros, todo el período de las dictaduras militares en Latinoamérica. La no
integración tenía sus consecuencias específicas, y como ya vimos en el apartado anterior
la desaparición fue el modo más implementado en este período. Desaparecer no podía ser
considerado categóricamente como una consecuencia de haberse sublevado contra el
sistema dominante, sino que, en la mayoría de los casos era consecuencia de meras
sospechas o resultados de investigaciones con intereses privados cuyo fin no era la
eliminación de un posible subversivo, sino el establecimiento de un dominio que no
estimaba en daños colaterales.

En la sociedad disciplinaria todo era parte de distintos procesos en los cuales siempre
había que volver a empezar, con el objetivo de que el poder fuese masificador e
identificante, por tanto, existía una marca que identificaba al individuo y la matrícula que
indicaba su posición en la masa. Así, el individuo que siempre transitaba por distintos
centros de encierro debía iniciar desde cero cada proceso, pero sin cambiar el tipo de
lenguaje analógico común a todos los lugares de secuestro (Deleuze, 1999). Y la
dictadura, como situación extendida en Latinoamérica, se puede interpretar como el
centro de encierro más grande y por excelencia en un país. Seguir la norma dejó de ser
del ámbito privado y pasó a ser imperativo categórico en cualquier situación en la cual se
pudiese ser asociado a conductas subversivas. Por ende, el aparato militar no solo ejercía
la violencia mediante la represión física, sino mediante la imposición de lo que el
individuo tiene y debe de consumir para estar en armonía con el sistema dominante.
Sociedad de control: fomentar el consumo

Aunque durante el desarrollo del tema parece que la asociación de la sociedad de control
con la sociedad disciplinaria es un resultado inmediato de la sucesión histórica en ambos
contextos, hay que tener en cuenta que las características específicas de cada una son
resultado de la caída de un modo de gobierno para el ascenso de otro. Con el aparente
triunfo de la democracia moderna como el sistema menos desigual para elegir a los
gobernantes, también han tenido triunfo las nuevas formas de consumo a partir de la “libre
elección”. Elegir un producto va asociado a la libertad de elección de éste. Sin embargo,
es la identificación casi hinóptica con las imágenes del mundo difundidas por la
publicidad y por la cultura de masas la que nos lleva a consumir, disponiendo todos, por
tanto, de una subjetividad flexible y procesual (Guattari, F. y Rolnik, S., 2013). Y como
en la sociedad disciplinaria existía la matrícula que identificaba la posición del individuo
en la masa, en la sociedad de control existe la contraseña como lenguaje de control, que
se compone de cifras que marcan o prohíben el acceso a la información (ibídem). Así, el
paso de un lenguaje analógico a uno digital, impulsa a un control ejercido a corto plazo y
rotativo; de forma continua e ilimitada. Caso opuesto con la disciplina que tenía una larga
duración y discontinua.

Sin embargo, la impersonalización de la violencia es un elemento presente en ambas


sociedades. En la sociedad disciplinaria es la institución militar la que ejerce el monopolio
de la violencia a través de la imposición de las conductas a seguir y los productos a
consumir. Por otro lado, la sociedad de control se caracteriza por una impersonalización
fantasmal, puesto que quienes ejercen el dominio en conjunto con el Estado son las
empresas multinacionales de productos básicos y de ocio, los medios masivos de
comunicación (en especial la internet) y los nuevos movimientos que a la larga son
adoptados por el mercado capitalista para convertirlos en productos de consumo masivo.
Sin embargo, esto no significa no tener memoria, sino que la memoria pudo manifestarse
y ser memoria colectiva gracias a los medios masivos de comunicación, pero también por
su efecto se convirtió en un producto de consumo. En muchos casos, no se trataba de
procesar o de integrar de alguna manera la realidad de los campos de concentración como
parte de reflexión crítica, sino de consumirla y desecharla, como cualquier otra mercancía
que se lanza al mercado (Calveiro, 2006)
Impersonalización de la violencia

En la institución militar de la dictadura, se apelaba a la cadena de mando para justificar


los actos de barbarie cometidos por los soldados; y los altos mandos militares apelaban a
la institución militar como única responsable, puesto que las decisiones eran tomadas en
conjunto. En la institución de los gobiernos democráticos modernos y la intervención de
las grandes transnacionales, se apela al libre mercado y a la libertad de elección para
desviar la responsabilidad de quienes ejercen la violencia mediática y consumista en la
población. Ningún individuo se hace responsable cuando actúa en nombre de la
institución a la que pertenece. Desligarse de la responsabilidad en nombre de una
institución o multinacional es impersonalizar la violencia. Impersonalizar la violencia es
actuar en nombre de “algo” y no de “alguien”.
Bibliografía
- Adorno, T. y Horkheimer, M (1997). Dialéctica de la ilustración. Madrid,
España: Editorial Trotta.
- Bourdieu, P,. (1997). Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario.
España: Editorial Anagrama.
- Calveiro, P,. (2006). Poder y desaparición: los campos de concentración en
Argentina. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Colihue S.R.L.
- Deleuze, G,. (1999). Conversaciones 1972-1990. España: Pre-Textos.
- Foucault, M,. (2001). Defender la sociedad. Argentina: Fondo de Cultura
Económica.
- Guattari',F. y Rolnik, S (2013). Micropolítica, Cartografías del deseo. Buenos
Aires, Argentina: Tinta Limón Ediciones.
- Preciado, B,. (2008). Testo Yonqui. Madrid, España. Editorial Espasa.
- Preciado, B,. (2009). Terror anal: Apuntes sobre los primeros días de la
revolución sexual., en Hocquenghem, G. El deseo homosexual. Barcelona:
Melusina. pp. 135-174

Vídeos
- Declaración de Videla ante los desaparecidos. Recuperado de:
https://youtu.be/Dhvn6fjk1nM?t=1538

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