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ESQUEMA
A) MODERNISMO
Caracteres
- Sensorial: imágenes de gran belleza visual, musicalidad del lenguaje, referencia a colores exóticos,
goce de los sentidos, búsqueda de la BELLEZA (con mayúscula).
- Perfección formal: metros no usuales (alejandrino, dodecasílabo, eneasílabo, verso libre); léxico muy
rico (neologismos, cultismos, sinestesias, aliteraciones, imágenes audaces).
- Ambientes exóticos e irreales: palacios orientales, jardines, fauna exótica (cisnes, pavos reales...), aire
aristocrático, bohemia.
- Parnasianismo: "Arte por el arte". Poemas = objetos fríos. Autor francés: Leconte de Lisie
-Simbolismo: correspondencias. Autor francés: C. Baudelaire (Las flores del mal)
-Rubén Darío: 1) modernismo americano: Azul, Prosas profanas; 2) social y existencia!: Cantos de vida
y esperanza.
- Salvador Rueda: malagueño, semianalfabeto.
-M. Machado: malditismo decadente y casticismo andaluz. Alma, El mal poema
B) GENERACIÓN DEL 98
Caracteres:
- Preocupación por España (paisaje e historia de Castilla)
- Tema existencial (sentido de la vida, inmortalidad)
Autores:
Antonio Machado: Sevilla - Soria - Baeza - Madrid: poeta de la soledad, del paisaje y alma castellana.
Leonor.
a) modernista (1900-07): Soledades. Galerías y otros poemas; b) conciencia crítica (1907-17): Campos
de Castilla (fusión del alma y el paisaje: "La tierra de Alvar González); c) filosófico-didáctica (prosas
de Abel Martín y Juan de Mairena).
Miguel de Unamuno: expresión desnuda y sincera de su pensamiento. Metros clásicos. Opuesto al
modernismo.
Obras: Rosario de sonetos líricos, El Cristo de Velázquez y su póstumo Cancionero (1953)
C) NOVECENTISMO
Juan Ramón Jiménez: Poeta enfermizo. Exiliado tras guerra civil en Puerto Rico. Premio Nobel en
1956.
a) etapa modernista (sensitiva. Hasta 1915): Arias tristes, La soledad sonora. Platero y yo (prosa
poética)
b) etapa intelectual (pura. De 1916-36): Diario de un poeta recién casado
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c) etapa metafísica (suficiente. De 1937-58. Exilio): Animal de fondo; Dios deseado y deseante.
- Se consagró exclusivamente a la creación de su obra, continuamente retocada, y concebida
unitariamente.
D) LAS VANGUARDIAS
Cubismo: geometrización de figuras. Asociación ilógica de conceptos. Uso del collage y caligramas (G.
Apollinaire; Picasso)
Futurismo: Manifiesto de Marinetti (Velocidad, maquinismo, violencia). Destrucción de la sintaxis.
Dadaísmo: Reducción arte al absurdo, exaltación irracionalidad (T. Tzara lo funda en 1916)
Surrealismo: Mundo del subconsciente y los sueños. Manifiesto de André Bretón y L. Aragón en 1924.
España: Ultraísmo (R. Cansinos Assens en 1918) y Creacionismo (chileno V.Huidobro en 1918)
E) GENERACIÓN DEL 27
a) Características
-Compañerismo, intercambio cultural: "generación de la amistad"
-Conmemoración en 1927 del tercer centenario de la muerte de Góngora: "generación de 1927"
-Revistas: "Revista de Occidente", "Cruz y raya". “Litoral"
-Maestros: J.R.Jiménez, Ortega y Gasset
-Síntesis de vanguardia y tradición
-Temas: el amor, el universo, el destino, la muerte, la libertad, la gran ciudad...
-Estética: l) combinar formas métricas tradicionales con el verso libre; 2) la imagen, la metáfora figuras
retóricas fundamentales
-Etapas: l) hasta 1929-poesía pura 2) 1929-193 6-surrealismo, rehumanización poética 3) desde 1939-
compromiso, nostalgia.
b) Autores
-Pedro Salinas (1891-1951)
-Poesía vanguardista: "Presagios"
-Poesía amorosa: " Razón de amor", " La voz a tu debida"
-Poesía reflexiva, angustiosa: "Todo más claro"
-Jorge Guillén (1893-1984)
-Su obra fruto de un riguroso proceso de selección
-" Cántico": canto a la creación, la realidad y su relación con el hombre
-"Clamor": violencia, desorden, circunstancias históricas...
-"Homenaje": poesías a Hornero, Góngora, Salinas...
-Lenguaje condensado y preciso, métrica variada.
-Gerardo Diego (1896-1987)
-Conviven diferentes estilos y tendencias
-Temas: amor, paisaje, toros, religión, música.
-"El romancero de la novia": poesía tradicional.
-"Manal de espumas": poesía vanguardista.
-Federico García Lorca (1898-1936)
-Temas: amor, frustración existencial, muerte...
-"Romancero y gitano", " Poema del Cante Jondo": mundo gitano
-"Poeta en New York": imágenes visionarias, metáforas, símbolos....
-"Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías"
-Rafael Alberti (1902-1999)
-Temas: nostalgia, paraíso perdido, angustia, preocupación
-"Marinero a tierra": neopopularismo, formas tradicionales
-"Cal y canto": influencia de Góngora, vanguardismo
-"Sobre los ángeles": surrealismo
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c) Epígono del 27
-Miguel Hernández (1910-1942)
-Temas: amor, dolor muerte, esperanza de un mundo mejor...
-"El rayo que no cesa": amor, perfección de los sonetos...
-"Viento del pueblo": angustia, sufrimiento
-"Cancionero y romancero de ausencias": ausencia de libertad
1. MODERNISMO
Definición
El Modernismo es un movimiento literario que busca la renovación artística; se da gran importancia al
cuidado de los aspectos formales. Los modernistas son partidarios del "arte por el arte"; se evaden de
los problemas del Hombre. El Modernismo se inspira en dos movimientos del siglo XIX: el
Parnasianismo y el Simbolismo.
El Parnasianismo es un movimiento iniciado por T.Gautier que pretende conseguir la "obra bien
hecha". Es una tendencia formalista, partidaria del arte por el arte, con gran uso de los recursos
formales. Tratan temas clásicos y exóticos.
El Simbolismo pretende encontrar la realidad que se esconde tras las apariencias; para ello hay que
crear un lenguaje nuevo, mediante el uso de símbolos. Para los simbolistas la poesía es el arte de la
sugerencia. Es una poesía de corte intimista. Los principales simbolistas fueron Baudelaire, Verlaine y
Mallarmé.
El Modernismo español debe más al Simbolismo que al Parnasianismo. Los temas preferidos por los
modernistas son los exóticos e intimistas.
Estilo modernista
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El Modernismo tiene dos líneas temáticas principales, una que extrae los temas de la exterioridad
sensible (imágenes legendarias, exóticas, paganas, del mundo clásico: Modernismo Parnasiano) y otra
que los busca en la intimidad del poeta (optimista o, fundamentalmente, melancólica y angustiada:
Modernismo Simbolista). Con frecuencia se ha tenido por Modernista sólo la primera línea, cuando es
esta segunda la más fructífera.
Temas Modernistas
Los temas fundamentales son:
a) La soledad, motivado por un rechazo de la sociedad vulgar. Es un tema de clara raíz romántica. La
melancolía, la angustia, la tristeza son sentimientos centrales en los poemas modernistas (que se
reflejan en paisajes otoñales, nocturnos, crepusculares).
b) El escapismo. Ante el disgusto con el mundo, el poeta huye. Es la postura más parnasiana. La
evasión se produce en el espacio (lugares exóticos) o en el tiempo (medievo, Renacimiento, siglo XVIII,
mitología clásica...) El poeta crea una "torre de marfil" donde se refugia.
c) El cosmopolitismo. Es un aspecto más del deseo de evasión. Además, aporta a los modernistas un
sentido aristocrático. París será la capital del Modernismo.
d) Amor y erotismo. Aparecen poemas de amor delicado y, frente a ellos, otros de intenso erotismo: los
primeros, de amor imposible; los segundos, de desenfreno, motivados por una actitud antisocial y
amoral (búsqueda del escándalo).
e) Temas americanos. No va en contra del cosmopolitismo: se trata de una evasión más hacia el pasado
legendario, hacia los mitos indígenas. En Hispanoamérica esta línea será básica (siempre están muy
preocupados por su propia identidad).
f) Lo hispánico. Este tema se acentúa (sobre todo en Hispanoamérica.) al advertir el auge de los
Estados Unidos. Se reivindica lo español frente a los valores culturales de la civilización yanqui.
2. GENERACIÓN DEL 98
El año 1898 supone un punto de inflexión en la mentalidad española. La crisis de final de siglo en
España da, como resultado literario, la ya mencionada generación del 98, grupo de escritores e
intelectuales que rechazan todo el prosaísmo que significaba la burguesía. Este grupo, aun dentro del
movimiento ideológico y estético que inunda el mundo occidental desde fines del XIX, el modernismo,
mantiene particularidades y matices propios que hacen que algunos estudiosos lo consideren distinto e,
incluso, opuesto al modernismo.
Con respecto a la denominación de este grupo intelectual y literario, ya Azorín propuso el nombre de
“generación del 98”para englobar a todos los autores que coincidieran en ese rechazo de lo
decimonónico y que encarnaran un nuevo espíritu de protesta (hoy denominado “forma española del
modernismo”). El término fue polémico desde el principio, y aún más los apellidos que conformarían su
nómina. La inclusión de Unamuno, Benavente, Baroja, Rubén Darío y otros dentro de la misma corriente
literaria nos lleva a pensar que Azorín no encontraba excesivas las divergencias entre modernismo y 98.
Lo que sí es evidente, aparte ya de la diferenciación o no entre ambos movimientos, es que se puede
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hablar del 98 como grupo independiente incluyéndolo dentro del modernismo, pero pudiéndose definir
unas características propias en el ámbito español.
Con el precedente de Ángel Ganivet, los autores de esta generación son, principalmente, Unamuno,
Azorín, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu. Estos tres últimos forman el llamado grupo de los tres y
publican juntos un Manifiesto en el que proponen una necesaria regeneración de los valores e ideales
españoles que han entrado en crisis. Tradicionalmente, también se incluye a Valle-Inclán y a Antonio
Machado, quienes, manteniendo similitudes con los anteriores, se encuentran más próximos a
modernismo que al noventayochismo. Además, no podemos dejar de citar a otros que comparten
peculiaridades con los noventayochistas, aunque con menos trascendencia que los mencionados y con
puntos en común con otras tendencias: Manuel Bueno, Ciro Bayo...
Fundamental en los autores de la generación del 98 es el pesimismo ante la situación histórica
padecida por España: la contemplación de la dura realidad, de la decadencia del imperio español ante
la pérdida de Cuba y Filipinas y el recuerdo de su pasado heroico, glorioso e invencible. La pérdida de
las últimas colonias de Ultramar, restos casi simbólicos de la áurea grandeza española, es tomada
como muestra patente de la descomposición de los valores sociales y, sobre todo, de los espirituales,
por lo que el pesimismo y el desencanto se extienden desde lo histórico a lo metafísico, desde la
pérdida material a la ruina espiritual.
La identificación con el carácter de D. Quijote (personaje tan admirado y reelaborado por los
noventayochistas) por parte de estos autores queda confirmada en el idealismo que les es común pero,
a la vez, unida a la preocupación real por la situación de su tiempo. Así, entre los motivos temáticos
característicos de esta generación, van a ocupar un puesto principal las inquietudes religiosas y el dolor
de España.
Con respecto a las primeras, se realizan planteamientos desde la perspectiva del existencialismo
heredado de Schopenhauer y otros filósofos decisivos en estos tiempos, en los que la falta de sentido
de la vida, la duda existencial (y su consiguiente angustia) y el escepticismo ante lo dogmático serán los
puntos de referencia que cada autor concretará en su obra y en su vida.
El dolor de España nace de un profundo e interior patriotismo que tiene su centro en las tierras de
Castilla (aunque ninguno de ellos procede de esta zona) que no les oculta la miseria moral que
pretendían regenerar. Su sentido de España es, pues, centralista y casticista; aunque en un principio
pensaban que había que “europeizar” España, luego se convencieron de que había que “españolizar”
Europa. Este cambio de postura es una muestra de la evolución que estos autores experimentan en sus
respectivas trayectorias ideológicas, vacilación que se dejó sentir, sobre todo, en los temas políticos,
oscilando entre conservadurismo y liberalismo, derechas e izquierdas, moderación y exaltación...
El subjetivismo domina siempre a la hora de analizar la realidad. Por esta razón y por el intento
continuo de renovación literaria, este grupo de autores está íntimamente ligado a las tendencias
creadoras marcadas por Larra y Cervantes, la complejidad de los conceptos busca un modo de
expresión sencillo, aunque lírico, huyendo de las formas retóricas propias de la burguesía. El cuidado
del estilo no tiene otra finalidad que la búsqueda de la sobriedad para la correcta expresión de lo que
se quiere comunicar. El deseo de escaso ornamento retoricista contrasta con el modernismo, que tiene
en la expresión recargada uno de sus pilares básicos. En cuanto al léxico, los autores del 98 gustan de
utilizar arcaísmos y ciertos términos populares denominados “tradicionales”.
Los géneros literarios que se cultivan con mayor profundidad en esta época son la novela (con una
serie de innovaciones que la distinguen totalmente de la del siglo anterior) y el ensayo, aunque el 98
también encuentra cauce para su expresión en el teatro y, en menor medida, en la poesía.
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Se trata de un término eminentemente histórico-social que tiene una repercusión determinante sobre un
grupo de autores literarios preocupados por la marcha que España había tomado desde unos años
atrás hacia la decadencia.
Es difícil establecer características comunes para un grupo de escritores tan heterogéneo como el que
nos ocupa, aunque es indudable que hay rasgos compartidos por todos ellos –o al menos la mayoría–
que no pueden ser obviados.
El concepto de generación del que estamos tratando, en su sentido literario, fue analizado por un crítico
alemán llamado Julius Petersen. Este autor estableció una serie de premisas que un grupo de autores
deberían cumplir para poder ser considerados una generación. Vamos a analizarlas con respecto a los
autores del 98:
Los autores deben ser coetáneos: establezcamos desde aquí quiénes son los autores que conforman
esta generación: Miguel de Unamuno (1864-1936), Ángel Ganivet (1865-1898), Pío Baroja (1872-1956),
José Martínez Ruiz “Azorín” (1873-1967), Ramiro de Maeztu (1874-1936), Antonio Machado (1875-
1939) y Ramón del Valle-Inclán (1866-1936). Observamos que entre la fecha de nacimiento del mayor
de ellos –Unamuno– y del menor –Antonio Machado– no hay más que once años, con lo que pueden
ser considerados coetáneos.
Deben tener una formación intelectual semejante: todos estos autores recibieron las mismas influencias,
así como unas preocupaciones comunes. El liberalismo era común a la mayoría de ellos; todos
mostraron interés en mayor o menor medida por el Desastre del 98 y la situación subsiguiente;
realizaron publicaciones conjuntas, como el Manifiesto (conocido como Manifiesto de los Tres)
elaborado en 1901 por Azorín, Baroja y Maeztu, apoyados por Unamuno, en el que denuncian la
desorientación de la población española, especialmente de la juventud, con tintes regeneracionistas.
Debe darse un hecho generacional que los aglutine: sin duda, el Desastre del 98 es ese hecho en torno
al cual se reúnen estos autores al menos desde un punto de vista temático e ideológico.
Presupuestos estéticos, lenguaje y estilo comunes y opuestos a los de la generación anterior: los del 98
se rebelan contra la prosa inflada y grandilocuente de finales del siglo XIX y responden con unas obras
claras y luminosas donde la lengua se estructura en párrafos cortos formados, en su mayoría, por
oraciones simples, de manera que la comprensión del mensaje se facilita bastante.
Existencia de un jefe o guía espiritual: Miguel de Unamuno es la figura que podemos considerar guía de
este grupo.
La decadencia de España culmina con el Desastre mencionado, y esto motiva que los autores del 98
analicen la conciencia nacional, el problema de España: las causas de sus males, las posibles
soluciones, el pasado, el futuro, etc. Estos escritores toman una actitud bastante peculiar ante el
problema: buscan el conocimiento de España viajando por ella, describiendo los campos, las ciudades,
los viejos monumentos, para intentar recrear literariamente la historia del país. Con esto, podemos decir
que no se conforman con un acercamiento sin más al paisaje: es un acercamiento estético, bello, claro.
Castilla será el eje del paisaje, como representante de la esencia española, de la decadencia. Todos
estos autores provienen de la periferia –Unamuno, Maeztu y Baroja eran vascos, Azorín alicantino,
Machado y Ganivet andaluces y Valle-Inclán gallego– y coinciden en Madrid. Desde aquí descubrirán
los viejos pueblos castellanos, silenciosos y casi muertos, los paisajes, la historia de nuestro país, los
monumentos, los recuerdos. Su amor a España les llevó a analizar las causas de tanto declive a través
de tres temas fundamentales:
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El paisaje: viajaron por España y la describieron, especialmente Castilla, como una re-creación del
paisaje. Había que empezar de cero, y esto no era otra cosa que mirar con ojos nuevos lo que les
rodeaba. Castilla simbolizaba a toda España.
La historia: no se interesan por la Historia con mayúscula, es decir, la de los grandes hombres y las
grandes batallas, sino por la historia del pueblo, de las personas que trabajan día a día, la de los hechos
cotidianos, la del trabajo, la de las costumbres, la de “los millones de hombres sin historia”, calificada
por Unamuno como intrahistoria.
La literatura: las fuentes literarias que influyen están muy claras, ya que son un referente histórico y
literario. Los autores del 98 se interesan por los clásicos de nuestra literatura, como el Poema de Mío
Cid, Gonzalo de Berceo, el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Fray Luis de León, Cervantes,
Góngora...
Estos autores evolucionan desde el compromiso social y político de su juventud hasta la evasión por
medio de la literatura a medida que van envejeciendo. Azorín poseía de joven una ideología anarquista
radica para, posteriormente, evolucionar a posturas conservadoras; Baroja se mostraba contrario a todo
–era anticlerical, antimilitarista, anticristiano, antijesuita, antimasón, antisocialista y anticomunista–;
Unamuno estaba afiliado al partido socialista; Maeztu se consideraba anarco-socialista. Todos asistían a
las mismas tertulias o a los mismos actos como elemento ideológico común: realizaron una visita en
común a la tumba de Mariano José de Larra (considerado por algunos como un precedente de la
Generación), fueron de excursión a Toledo en 1902, asistieron al estreno de Electra de Galdós. Antonio
Machado y Valle-Inclán, mencionados en el capítulo anterior, fueron más bien modernistas en su
juventud (Valle-Inclán, además, simpatizaba con el carlismo tradicionalista) y poco a poco fueron
evolucionando hacia compromisos de tipo progresista en su madurez.
Entre los autores del 98 predomina el uso de la prosa para expresarse. La mayoría de las obras más
importantes son novelas o ensayos. Tres autores podemos destacar como poetas: Antonio Machado,
Valle-Inclán y Unamuno. Tanto Valle como Unamuno, a pesar de escribir algunas obras de poesía,
cultivan fundamentalmente la novela o el ensayo, en el caso del bilbaíno, o la novela y el teatro en el
caso del gallego. Por su parte, Machado es el poeta de la Generación. Aunque tenga escritos en prosa
más o menos apreciables, destaca fundamentalmente por su obra poética. Baroja será el gran novelista
del 98, entregado por entero a esta labor.
El estilo es muy personal en lo que se refiere a los autores de los que estamos tratando. Aun así,
podemos citar algunas características coincidentes:
b) El estilo es sobrio y directo. Importa el contenido e intentan que éste llegue al lector de la manera
más clara posible.
c) Cuidan la forma de su prosa, son exigentes y reaccionan contra las imprecisiones o los contenidos
confusos.
d) Recogen palabras que están en desuso y las incluyen en sus escritos. Las ven como una muestra del
pasado que hay que conservar.
e) Visión subjetiva (emotiva o intelectual), entonación lírica y sentimental. Al igual que los autores
románticos (Bécquer), asocian el paisaje al estado de ánimo, de ahí que el símbolo de la decadencia
española sea la yerma meseta castellana.
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f) Los temas principales de los autores de esta generación, además de los relacionados con la
regeneración del país y el problema de España, ya analizados, serán dos:
g) La vida y la muerte, el sentido de la vida, el paso del tiempo. Estas preocupaciones existenciales
estarán representadas fundamentalmente por Unamuno, aunque los demás autores también dan
muestras de ellas en su obra, como veremos.
h) La religión. No hay unanimidad entre ellos en cuanto a este tema: desde los católicos fervorosos
como Azorín y Maeztu hasta los agnósticos como Baroja, pasando por los dubitativos, como Unamuno,
vemos representadas en la Generación del 98 posturas muy diversas en relación con la religión.
B. ANTONIO MACHADO
Vida
Nace en Sevilla en 1875. A los ocho años se traslada a Madrid. Visitó en varias ocasiones París, donde
conoció la obra de los simbolistas franceses (Verlaine). Fue catedrático de francés en Soria (donde se
casó co Leonor) hasta la muerte de su mujer. Posteriormente fue a Baeza (Jaén). Fue un firme
partidario de la República y debió exiliarse a Francia (Colliure) donde murió en 1939. Su carácter se fue
haciendo más radical con la edad.
Múltiples han sido los intentos de encasillar la poesía de Machado. clásico, romántico contenido,
noventayochista puro, modernista-simbolista... La crítica ha descubierto la presencia de numerosos
influjos presentes en la poesía machadiana. Es patente en él el influjo de Bécquer y de los autores
simbolistas.
Machado fue un innovador, sobre todo en los aspectos formales (búsquedas de estrofas propias, sobre
todo la silva-romance; empleo del símbolo). Los temas que trata son los de siempre: preocupación por
el ser, el tiempo, la muerte y Dios; resignación ante la vida; la vida como sueño. Lo mejor de la obra de
Machado se encuentra en sus dos primeros libros: Machado se inicia en el Modernismo Simbolista. A
este estilo pertenece su primera obra, Soledades, Galerías y otros poemas, publicada en su versión
definitiva en 1907. Allí trata los temas de el paso del tiempo, la melancolía, Dios y, sobre todo, la muerte,
una constante en su obra. Destacan algunos símbolos, como la tarde o la fuente, en los que se encierra
el concepto del tiempo de Machado. Su segunda obra de importancia la publica en 1912: Campos de
Castilla, obra característica del 98, donde, a los anteriores, se une el tema de Castilla; descripciones
subjetivas de paisajes, actitud crítica (atraso y pobreza de la tierra castellana, denuncia de los
problemas del país...). También apreciamos hermosas composiciones dedicadas a su mujer, Leonor,
donde el paisaje toma un papel fundamental al mostrarse, a través de él, la sensibilidad y el estado de
ánimo del poeta. En poemas posteriores se irá acrecentando la crítica social. Por todo esto, Machado se
convirtió en el poeta favorito de los poetas de posguerra, sobre todo por su segunda obra, ejemplo del
compromiso de un poeta con su tiempo. Hoy en día se está revalorizando la poesía intimista de su
primera época. También escribió prosa (Juan de Mairena) y teatro (junto con su hermano Manuel: La
Lola se va a los puertos).
Trayectoria literaria
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2. Hasta 1919 se desarrolla su vida como profesor de instituto en Soria y en Baeza. Son los años
en los que conoce a Leonor y se casa con ella. Su presencia primero y su muerte después,
marcaran su vida y su poesía. También es decisivo su encuentro con Castilla, concretamente
con Soria, sus gentes y su paisaje
3. A partir de 1919 mantuvo una gran actividad literaria, como crítico, conferenciante, etc. Es
también la etapa en la que colabora con su hermano Manuel en varias obras de teatro. Pero
poéticamente es una etapa de menor riqueza y producción. En 1924 publica nuevas canciones.
En este libro predomina lo filosófico sobre lo lírico.
4. A partir de 1924 con la irrupción de las vanguardias y de los poetas del 27, Machado se siente
distinto y en muchas ocasiones muestra su desacuerdo con la nueva poesía. Los poemas que
escribe en estos últimos años no aparecerán publicados con títulos nuevos, sino que se van
introduciendo en sucesivas publicaciones de sus poesías completas.
Al estallar la Guerra Civil, Machado escribe sus poesías de guerra, una serie de poemas en los
que destaca la elegía a la muerte de Federico García Lorca que lleva por título El crimen fue en
Granada.
3. EL NOVECENTISMO
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Guerra Civil española y los primeros años de la posguerra vive exiliado en Francia e Hispanoamérica.
En 1954 regresa definitivamente a España. Muere en 1962.
Aunque destaca, principalmente, como novelista y ensayista, Pérez de Ayala cultiva también una
poesía de corte modernista, a pesar de que, en su obra, veremos una evolución hacia la plena
intelectualidad. Su novela es una simbiosis entre los postulados noventayochistas y lo galdosiano.
Formalmente, sus novelas son líricas, intelectuales y minoristas.
Como en Unamuno y Azorín, en sus novelas filosóficas, el argumento pasa a un segundo plano. Sin
embargo, Ayala maneja la palabra para conseguir una eficacia estilística que muestre lo que la realidad
provoca en el lector, muchas veces, desde la más hiriente de las ironías. Algunos de sus títulos más
significativos son La plata de la raposa (1912), Prometeo (1916).
Vida y personalidad
Nació en Moguer en 1881. Procede de una familia acomodada. De joven se traslada a Madrid a "luchar
por el Modernismo". A la muerte de su padre le sobrevino una fuerte crisis psicológica (normales en él).
Se casó con Zenobia Camprubí en 1916, fecha que coincide con un cambio en su poesía. Se exilió con
la guerra civil. En 1956 se le concedió el premio Nobel de Literatura. En las mismas fechas muere su
mujer. Juan Ramón murió en 1958. Tuvo un carácter fuertemente pesimista, con tendencia a la
depresión (era muy aprensivo). Juan Ramón es un ejemplo de persona completamente dedicada a la
Literatura toda su vida la dedicó a la poesía; revisaba continuamente sus escritos. Declaró que le
gustaría poder revisar todos sus escritos en el momento de su muerte.
Concepción poética
Para Juan Ramón la poesía es:
*Belleza (expresión de lo bellos; fue muy exigente; eso le lleva a ser un poeta minoritario: dedicaba sus
obras "a la minoría siempre").
*Conocimiento: concibe la poesía como una forma de profundizar en el auténtico ser de las cosas, en su
esencia más íntima.
*Deseo de Eternidad: hacer algo eterno, perdurablemente bello. El poeta se hace eterno al escribir, ya
que vive en la memoria de las gentes.
Etapas
La obra de Juan Ramón atraviesa por varias etapas, que él mismo señaló:
1) Poesía sencilla, de raíz becqueriana: Arias Tistes (1903)
2) Poesía modernista: Sonetos espirituales. En Platero y yo (1914) se observa ya una suavización del
Modernismo.
3) Poesía desnuda: depuración del estilo: Diario de un poeta recién casado (1916), Eternidades, Piedra
y cielo....
4) Última etapa (1936-58): poesía pura, hermética, difícil: Destaca Dios deseado y deseante y En el otro
costado, que incluye el poema en prosa "Espacio".
4.VANGUARDIA
Movimiento que se opone frontalmente al pasado y propone nuevos caminos para las artes (sobre todo
plástica) y las letras.
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1º Futurismo
Movimiento que tiende al futuro (las máquinas, la tecnología).
Es, por encima de todo, un afán desmedido de novedad y originalidad por encima de todo.
2º Dadaísmo
Hacia 1906, junto con el futurismo.
Se caracteriza por:
3º Surrealismo
Es el movimiento cultural de mayor relevancia en el arte y la literatura del siglo XX.
Nace de la mano de André Bretón, que publica en 1924 el manifiesto del surrealismo.
A todas las características anteriores de las que participa también el surrealismo, se añaden otras dos:
- ciertas ideas del psicoanálisis de Freud, que descubre el subconsciente en donde se acumulan los
deseos frustrados que se liberan en el sueño.
El surrealismo quiere ser más que una revolución estética. Pretende ser un movimiento de liberación
total del hombre; liberación de los impulsos reprimidos (Freud) y de las trabas impuestas por la sociedad
burguesa (Marx).
Para los surrealistas, lo que llamamos vida no es sino la cara más gris de la realidad. Hay que descubrir
una súper-realidad que se halla amordazada en el fondo del hombre (subconsciente) para liberarla.
- la liberación del poder creador, es decir, la defensa de la libertad de imaginación, que tiene como
técnicas la escritura automática o la trascripción de los sueños.
- la liberación del lenguaje: metáforas insólitas, imágenes oníricas, es decir, los conceptos o
sentimientos que la razón mantiene separados aparecen integrados en un texto surrealista. Por eso, un
texto surrealista no va dirigido directamente a la razón, sino que por debajo de ella quiere despertar en
nosotros sentimientos o reacciones también subconscientes.
1º Greguería
Nace de la mano de Ramón Gómez de la Serna (mayor representante de la vanguardia) como nuevo
género en 1910. Se trata de apuntes brevísimos, apenas frases, que encierran una metáfora insólita con
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una mezcla de humor. En ella se dan cita al mismo tiempo: el concepto, el humor, el lirismo o el puro
juego mental.
2º Creacionismo
Nace de la mano del poeta chileno Vicente Huidobro, desde París. Este movimiento no se proponía
reflejar o imitar ninguna realidad, sino crear una realidad dentro del poema (lo que nunca veremos,
según él). Se deja influir por Gerardo Diego.
5. LA GENERACIÓN DEL 27
Si algún grupo de autores merece el nombre de Generación, sin duda es éste. Pese a las precauciones
que hay que tener, podemos considerarlos como grupo compacto, si bien con variedades muy notorias
dentro de ellos (lo cual es lógico). El grupo lo forman Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego,
Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Luis Cernuda y Rafael Alberti. Algunos
críticos incluyen también a los malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Estos diez son los que
se citan con mayor frecuencia, si bien ello deja fuera de lugar a muchos otros (Hinojosa, Garfias,
Chabás...) que, por distintas razones, han quedado relegados a un segundo término
Estrictamente estamos ante un grupo generacional (el nombre "grupo del 27" ha sido muy usado por la
crítica (G. de Torre, D.Alonso, Rozas); también se les ha dado otros menos afortunados: del 25
(Cernuda, J.L.Cano), de la Dictadura (Max Aub), Vanguardista (Rozas), de la República, de Guillén-
Lorca...).
Todos nacen en un período menor a 15 años: desde 1891 (Salinas) a 1905 (Altolaguirre).
Formación intelectual semejante: la mayoría son universitarios, algunos llegan a ser profesores
(Salinas, Guillén, Alonso...). Casi todos pasaron por la Residencia de Estudiantes.
El acontecimiento generacional que les une (aunque muchos ya estaban unidos) fue la
celebración del tricentenario de la muerte de Góngora, con unos actos de reivindicación del
poeta cordobés (cuya obra "difícil" aún no había sido redescubierta). Se oponen a los que no
reconocían el talento de Góngora (actos contra la Academia). Celebran un homenaje en el
ateneo sevillano, invitados por Ignacio Sánchez Mejías. Colaboran en las mismas revistas
(Revista de Occidente, Litoral). De 1920 a 1936 sus vidas están muy unidas.
No hubo caudillo (algunos hablan de Juan Ramón, pero no parece claro, pese a su gran
influencia).
No se alzan contra nada (son muy respetuosos con la tradición literaria española; de hecho, este
dato impide que cuaje el nombre de "Generación vanguardista", ya que son tan vanguardistas
como tradicionales (J.M.Rozas).
No existe un único estilo; eso sí, en todos se ve el deseo de renovar el lenguaje poético y a
veces coinciden en su trayectoria, aunque cada uno mantiene un estilo muy personal
(afortunada-mente). Para todos la poesía es algo muy serio, que hay que trabajar bien,
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buscando siempre la perfección formal y conceptual. Por eso Góngora es el modelo común.
Debicki señala que todos hacen de lo poético una idea vital. Además, rastrea una serie de
contactos entre ellos:
Dámaso Alonso destaca otros puntos de conexión: "coetaneidad, compañerismo, reacción similar ante
excitantes externos". Es firme defensor de la existencia de la generación. En todo caso, sería partidario
de reformar la idea de Petersen antes que renunciar al nombre de Generación del 27. En cuanto a las
características de la generación, habla de dos fases:
Entre lo intelectual y lo sentimental. La emoción tiende a ser refrenada por el intelecto. Prefieren
inteligencia, sentimiento y sensibilidad a intelectualismo, sentimentalismo y sensiblería
(Bergamín). Se observa muy bien en Salinas.
Entre una concepción romántica del arte (arrebato, inspiración) y una concepción clásica
(esfuerzo riguroso, disciplina, perfección). Lorca decía que si era poeta "por la gracia de Dios (o
del demonio)" no lo era menos "por la gracia de la técnica y del esfuerzo".
*Entre la pureza estética y la autenticidad humana, entre la poesía pura (arte por el arte; deseo
de belleza) y la poesía auténtica, humana, preocupada por los problemas del hombre (más
habitual tras la guerra: Guillén, Aleixandre...).
Entre el arte para minorías y mayorías. Alternan el hermetismo y la claridad, lo culto y lo popular
(Lorca, Alberti, Diego). Se advierte un paso del "yo" al "nosotros". "El poeta canta por todos",
diría Aleixandre.
Entre lo universal y lo español, entre los influjos de la poesía europea del momento (surrealismo)
y de la mejor poesía española de siempre. Sienten gran atracción por la poesía popular
española: cancioneros, romanceros...
Entre tradición y renovación. Se sienten próximos a las Vanguardias (Lorca, Alberti, Aleixandre y
Cernuda poseen libros surrealistas; G.Diego, creacionistas); próximos a la generación anterior
(admiran a Juan Ramón, Ramón, Unamuno, los Machado, Rubén Darío...); admiran del XIX a
Bécquer (Alberti, ("Homenaje a Bécquer") Cernuda "Donde habite el olvido"...); sienten auténtico
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fervor por los clásicos: Manrique, Garcilaso, San Juan, Fray Luis, Quevedo, Lope de Vega y,
sobre todos, Góngora.
5.4. Autores.
RAFAEL ALBERTI
Datos Biográficos
Nació en El Puerto de Santa María (Cádiz). Se trasladó muy pronto a Madrid donde quiso dedicarse a la
pintura, afición que nunca olvidará del todo. Trabó amistad con otros miembros de la Generación y
comenzó a escribir poesía. Se afilió al Partido Comunista y durante la guerra civil desarrolló una
importante actividad cultural al servicio de la causa republicana. Estuvo exiliado en Argentina y, antes de
regresar a España, en Italia.
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Obra.
El primer libro de Alberti, Marinero en tierra (1924), fue Premio Nacional de Literatura. En poemas
cortos, llenos de luz, gracia y color, expresa el poeta la añoranza de su tierra natal, del mar de su
infancia. Emplea preferentemente formas de la lírica popular, elaboradas cuidadosamente. La amante
(1925) es un libro, también inspirado en la poesía popular, fruto de un viaje por el interior de la
Península. Son un conjunto de cancioncillas cortas muy desnudas y concentradas.
Cal y canto (1929) supone un cambio hacia lo culto y la vanguardia. La influencia de Góngora se alía
con temas y formas vanguardistas. Sobre los ángeles (1929) es un libro plenamente surrealista en el
que el autor expresa un mundo de descomposición. Cada uno de los ángeles simboliza los vicios y
miserias humanos. Poeta en la calle (1938) da título a un conjunto de poemas surgidos con motivo de
la guerra civil española. Abre este libro otro de los caminos de su obra: la poesía como arma política, de
urgencia, comprometida, a veces panfletaria.
Entre los numerosos libros escritos en el exilio, abiertos a nuevos temas y formas, destacan: A la
pintura (1949), homenaje del autor a un arte siempre presente en su vida. La añoranza de España, la
nostalgia de la patria perdida, desde su situación de desterrado es el tema central de Retornos de lo
vivo lejano (1952) y de Ora marítima (1953). Roma, peligro para caminantes (1968) es uno de los
últimos libros de Alberti, homenaje a la ciudad italiana que le acogió en su última etapa de desterrado.
Federico García Lorca nace el 5 de Junio de 1898 en Fuente Vaqueros (Granada, España), hijo de
Federico García Rodríguez, hacendado propietario agrícola, y de Vicenta Lorca Romero, maestra
nacional. En Fuente Vaqueros y en Valderrubio permanecerá durante los años de su infancia. Aprende
las primeras letras con su madre y acude a la escuela de Fuente Vaqueros dirigida por el maestro don
Antonio Rodríguez Espinosa.
A partir de 1908 cursa estudios de Bachillerato en Granada. Pasa unos meses en Almería como alumno
y pupilo de don Antonio Rodríguez Espinosa al trasladarse éste a aquella ciudad e inicia sus primeros
estudios de música. En 1915 comienza los estudios de Filosofía y Letras y de Derecho en la
Universidad de Granada donde conoce a Melchor Fernández Almagro, Manuel Ángeles Ortiz, Juan
Cristóbal, Ismael G. de la Serna, Antonio Gallego Burín... y se inscribe en el centro artístico de Granada.
Frecuenta la tertulia "El Rinconcillo" en el Café Alameda.
García Lorca publica en 1918 su primer libro, Impresiones y Paisajes y en 1919 se traslada a Madrid a
una Residencia de Estudiantes en la que vivirá hasta 1928. Allí conoce a célebres autores como Luis
Buñuel, Salvador Dalí, Pepín Bello, José Antonio Rubio Sacristán, José Moreno Villa, Ricardo Orueta o
Emilio Prados.
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En 1924 conoce en la Residencia de Estudiantes a Rafael Alberti y escribe algunos poemas del
Romancero gitano y en 1925 termina en Granada su obra teatral Mariana Pineda. En la primavera y en
verano marcha a Cadaqués invitado por Salvador Dalí. Lee a la familia de Dalí su Mariana Pineda.
García Lorca publica en 1927 su libro Canciones en las ediciones de Litoral que dirigen sus amigos
Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. La compañía de Margarita Xirgu estrena, el 24 de junio en el Teatro
Goya de Barcelona, "Mariana Pineda", con decorados y trajes de Salvador Dalí. El 25 de junio se
inaugura una exposición de sus dibujos en las Galerías Dalmau de Barcelona. El 12 de octubre
Margarita Xirgu estrena Mariana Pineda en el Teatro Fontalba de Madrid. Con motivo del tricentenario
de la muerte de Góngora, se celebra, en el mes de diciembre en Sevilla, una lectura de poemas de los
poetas de su generación. Leen Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Juan Chabás, José
Bergamín, Rafael Alberti y Lorca. Durante la estancia en Sevilla conoce a Luis Cernuda.
La censura prohíbe en 1929 Amor de don Perlimplín. En el mes de junio emprende un viaje a Estados
Unidos (Poeta en Nueva York), pasando por París y Londres donde encuentra a Dámaso Alonso,
Gabriel-García Maroto, León Felipe, José Antonio Rubio Sacristán y a sus amigos Ignacio Sánchez
Mejías y La Argentinita. En 1931 inicia Diván del Tamarit y publica Poema del cante jondo y Poeta en
Nueva York. Ya en ese año concibe y proyecta el Teatro Universitario "La Barraca" y un año más tarde
dirige y funda, con Eduardo Ugarte, el Teatro Universitario "La Barraca", que recorrerá los pueblos de
España representando el teatro clásico español. La primera actuación tiene lugar en Burgo de Osma.
El 8 de Marzo de 1933 la compañía de Josefina Díaz de Artigas estrena, en el Teatro Beatriz de Madrid,
su drama Bodas de sangre y estrena en el Teatro español de Madrid Amor de don Perlimplín.
Colabora en las representaciones de El amor Brujo, de Falla, en el Auditórium de la Residencia de
Estudiantes de Madrid. Durante el verano dirige las representaciones de "La Barraca" en la Universidad
de Verano de Santander. En el mes de septiembre emprende viaje a América del Sur.
El 12 de Marzo de 1935, y con motivo de las 100 representaciones de Yerma, lee en el Teatro Español
de Madrid el Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías. Finalmente en 1936 muere asesinado:
el 13 de Julio sale para Granada, el 18 se produce el alzamiento militar contra el Gobierno de la
República y se inicia la guerra civil española. Federico García Lorca es asesinado en Víznar, Granada,
el 19 de Agosto.
Otras obras de Lorca son: Romancero Gitano, que recoge la tradición de los romanceros medievales y
aúna la tradición gitana andaluza; La casa de Bernarda Alba, donde trata el tema del “qué dirán”, las
tradiciones rurales y la situación de la mujer en los primeros años del siglo XX.
Nace en1902 en Sevilla. Allí fue alumno de P.Salinas. Partidario de la República, se exilia en 1938. Viaja
por G.Bretaña y Estados Unidos y muere en México, en 1963. Soledad, dolor, sensibilidad... son notas
características de la personalidad de Cernuda. Su descontento con el mundo y su rebeldía se deben, en
gran medida, a su condición de homosexual, a su conciencia de ser un marginado. Admite ser un
"inadaptado". Sus principales influencias proceden de autores románticos: Keats, Hölderling, Bécquer...
También de los clásicos, en especial de Garcilaso. Hay una voluntad de síntesis muy propia del 27. Su
obra se basa en el contraste entre la su anhelo de realización personal (el deseo) y los límites
impuestos por el mundo que le rodea (la realidad). Es una poesía de raíz romántica. Los temas más
habituales son la soledad, el deseo de un mundo habitable y, sobre todo, el amor (exaltado o
insatisfecho). Posee Cernuda un estilo muy personal, alejado de las modas. En sus inicios toca la
poesía pura, el clasicismo y el Surrealismo, pero a partir de 1932 inicia un estilo personal, cada vez más
sencillo (de una sencillez lúcidamente elaborada), basado en un triple rechazo:
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1) Inicios: poesía pura (Perfil del aire, 1924-27; fue muy mal recibida; Dámaso Alonso declara que aún
estaba "inmaduro") y clásica garcilasiana (Égloga, elegía y oda, 1927-28)
3) Su obra capital es Donde habite el olvido (1932-33), con un lenguaje ya propio; es un libro desolado
y triste, tremendamente sincero. En esta línea se sitúa Invocaciones a las gracias del mundo (1934-
35), que incluye el poema "Soliloquio del farero", sobre el tema de la soledad. Tres temas
fundamentales en esta obra: la belleza de los cuerpos masculinos, el destino del artista y la filosofía de
la soledad. Después de la guerra continúa con su línea de depuración estilística, y trata temas como el
de la patria perdida, recordada con añoranza o rechazada. Persiste su amargura. Desolación de la
quimera (1956-62): es un balance final, sin retractarse ni disculparse. En prosa escribe Ocnos (1942)
evocación de Andalucía desde la distancia y Variaciones sobre tema mexicano. También fue un crítico
literario bastante agudo. También tradujo obras de Shakespeare.
En los escritores de finales del siglo XIX, no hay siempre una ruptura total con el Realismo y el
Naturalismo y, de hecho, se advierte cierta continuación con el Naturalismo radical de las últimas
décadas del XIX. Así ocurre con uno de los autores más leídos de la época, Vicente Blasco Ibáñez; son
muy conocidas sus primeras novelas de ambiente valenciano: Arroz y Tartana, 1894; La Barraca, 1998;
escribirá luego un ciclo de novelas de marcada intención social. La continuidad entre Naturalismo
radical, actitudes políticas revolucionarias, bohemia y Modernismo es más clara en autores como
Alejandro Sawa, o en los autores de la llamada novela galante o erótica: Felipe Trigo, Eduardo
Zamacois..., ya en la segunda generación del siglo, continuarán estas tendencias autores como Concha
Espina o Ricardo León.
Es un momento de reacción frente a los cánones propios de la tradición realista, que aún
sigue viva con autores de la talla de Galdós, y que predomina también en la literatura más
comercial. Pero en las elites intelectuales se produce una tendencia que baila entre el
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Queda manifestada, pues, la profunda escisión que existe entre la narrativa realista-naturalista y el
nuevo concepto de novela que traen consigo los autores del 98. La diferencia clave radica en el paso
del objetivismo al subjetivismo. Unamuno, Baroja, y Azorín son los más importantes de esta generación
literaria.
Como Unamuno, Baroja también nace en el País Vasco (S. Sebastián, 1872). Sin embargo, motivos
familiares le hacen trasladarse de residencia frecuentemente. Cursa estudios de Medicina en Madrid y
ejerce esta profesión durante dos años (mientras escribe una tesis sobre el dolor). Desengañado de esa
dedicación por la ausencia de vocación, vuelve a Madrid para regentar una panadería. Comienza a
escribir, a conocer los ambientes intelectuales españoles de principios de siglo y entabla amistad con
Azorín y Maeztu (con quienes forma el grupo de los tres). Dedica, por entero, su vida a la literatura –su
verdadera pasión-. Como novelista, enfoca la vida desde unos parámetros individualistas y
antidogmáticos, siempre desde una perspectiva existencialista y nietzscheana. Eterno defensor de
ideas de corte liberal, durante la guerra civil se exilia en Francia. A partir de 1940 vuelve a residir en
Madrid, donde muere en 1956.
De entre todos los autores del 98, Baroja es considerado el novelista por excelencia del grupo, aunque
hizo algún intento de ensayo y de teatro. Siendo autodidacta, pretendió dedicarse a la literatura de
manera profesional y exclusiva. Así se explica una producción de más de sesenta novelas, sin contar
narraciones y cuentos breves.
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Este autor entiende el género narrativo como la manera más apropiada para mostrar una concepción de
la vida marcada por la angustia y el hastío existenciales. La falta de sentido de la vida viene dada por
el escepticismo radical en todos los ámbitos –consecuencia de su formación empírica y materialista- lo
que le produce incredulidad manifiesta en temas políticos, religiosos, etc. Así, su anarquismo juvenil le
lleva a considerarse antimilitar, antisocialistas, anticomunista, anticristiano... Su ideología, basada en el
anarquismo y en los postulados de Nietzsche, nos ofrece una visión de la vida como el totalitarismo de
la minoría, una lucha en la que domina el superhombre nietzscheano frente al débil: la vida en sociedad
es una guerra, de la que sólo sobreviven los fuertes. Paulatinamente fue evolucionando hacia posturas
menos radicales y más en consonancia con el liberalismo.
Como novelista, su forma de narrar está entroncada, formalmente, con Cervantes y, en cierta medida,
con Galdós, a pesar del absoluto rechazo que Baroja siente hacia la novela decimonónica. Su estilo es
sobrio y sencillo, alejado del retoricismo y basado en períodos oracionales cortos y concretos. Este
tono coloquial es afectado por algunos vulgarismos que le llevan, incluso, a incorrecciones gramaticales.
Lo principal es el contenido pero, como novelista, quiere dotar a sus relatos, y a los episodios que los
conforman, de rapidez, precisión y claridad. Baroja domina a la perfección la técnica de la descripción y
la ambientación de los personajes en ese mundo marcado por la lucha, en esa vida que “es crueldad,
ingratitud, inconsciencia”.
Muchas de sus novelas se agrupan en trilogías, destacando entre ellas Tierra vasca (La casa de
Aizgorri, 1900; el mayorazgo de Labraz, 1903; Zalacaín el aventurero, 1909); La raza (El árbol de la
ciencia, 1911; la dama errante, 1908; la ciudad de la niebla, 1909) A partir de 1913, Baroja escribe una
serie narrativa de veintidós episodios históricos cuyo título es Memorias de un hombre de acción, en
donde cuenta las peripecias de su tío abuelo Eugenio Avinareta, personaje de la primera mitad del XIX.
La producción literaria de Baroja, a partir del año cuarenta, se centra en un libro titulado Desde la
última vuelta del camino (1944-1949).
> Camino de perfección (1902) nos transmite la angustia existencial del protagonista,
Fernando Osorio, frustrado por las vacilaciones de su voluntad, o de su falta de la misma, ya que deja
que sea anulada por el peso del ambiente tradicionalista en el que vive. Baroja plantea, como tema de
fondo de esta obra, la oscilación entre los impulsos místicos y la sexualidad.
> La busca (1904), junto a sus compañeras de trilogía, es la novela del Madrid de los
suburbios de la época. En ella asistimos a la articulación de dos personajes, los hermanos Manuel y
Juan, quienes encarnan, entre el realismo y el idealismo, el concepto barojiano de la crueldad de la
vida.
> El árbol de la ciencia (1911) narra la historia de Andrés Hurtado, un médico sin vocación
decepcionado por lo que le ofrece el mísero paisaje de su existencia. Se adivinan en este personaje
ciertos rasgos autobiográficos del autor, también desengañado de la vida por diversas circunstancias
que recrea en la novela, tales como la mentira, la ilusión sin fundamentos, el fanatismo religioso...
Este autor alicantino nace en el pueblo de Monóvar en 1873, de donde era alcalde su padre. Intenta, sin
éxito, obtener la licenciatura de Derecho en Valencia, Granada, Salamanca y otras ciudades. Ya desde
sus tiempos de estudiante muestra tendencias de carácter anarquista, lo que le inducirá a escribir,
principalmente, sobre temas sociales y revolucionarios, tratándolos desde la literatura y el periodismo,
oficio al que dedicará su vida. Ya en Madrid en el año 1896 conoce a Baroja y Maeztu, con quienes
comparte pensamiento y forma el ya citado grupo de los tres. Con el tiempo va moderando las posturas
radicales anarquistas de su juventud, pasando a militar en el partido conservador, del que fue diputado
en 1907. Se dedica a la política hasta 1918. Al estallar la Guerra Civil Española (1936), Azorín se exilia
en París, desde donde vuelve en los años cuarenta para continuar dedicándose al periodismo, pero ya
de manera más moderada. Muere en Madrid en el año 1967.
Azorín destaca por su excelente manejo del género ensayístico. Como novelista establece, influido por
el ensayo, una forma distinta de expresión, en la que la acción gubernamental ya no es el eje de la
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novela: se trata de dibujar detalles y fragmentos que, acumulados, den una visión dolorida de España,
del hombre angustiado y anulado por el pesimismo existencial. Sus novelas no tienen argumento
porque “la vida no tiene fábula, es diversa, multiforme”. Así, utiliza una técnica impresionista, en la que
las frases breves, la precisión léxica y el lirismo serán sus notas características más importantes.
Publica sus novelas en los primeros años del siglo: La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y
Confesiones de un pequeño filósofo (1904). A partir de esta fecha tan sólo publica ensayos: Los
pueblos (1905), la ruta de Don Quijote (1905), Castilla (1912). Es importante destacar los intentos de
renovación del teatro que procura realizar Azorín, con piezas como Old Spain.
La voluntad (1902) es la novela más representativa de este autor. En ella, el protagonista (el mismo
que en las otras dos) es Antonio Azorín, trasunto biográfico del autor. Son resaltables las descripciones
donde se sitúan los personajes, además de las ideas propiamente noventayochistas: el escepticismo, la
incultura, la miseria económica y, sobre todo, la falta de voluntad, ideas que Azorín expresa con un
estilo peculiar y significativo. Toda esta obra es una rememoración anhelante de la imperial y legendaria
España, de los heroicos tiempos perdidos. La anulación de la voluntad no sólo hace irrecuperable el
pasado sino que, además, provoca el hundimiento en la vulgaridad y en el olvido.
Miguel de Unamuno y Jugo nació en Bilbao en 1864. La guerra carlista que vivió allí de niño pasaría a
ser tema de su primera novela, Paz en la guerra. Unamuno estudió Filosofía y Letras en Madrid, pero
pasó casi todo el resto de su vida en Salamanca, donde obtuvo la cátedra de griego e historia de la
lengua. Subió al rectorado de la Universidad de Salamanca en 1901. En 1924 Unamuno fue destituido
de su puesto de rector de la Universidad de Salamanca por el dictador Miguel Primo de Rivera. Fue
desterrado a una de las islas Canarias, pero se refugió en Francia. Volvió a Salamanca en 1931 y ocupó
de nuevo el rectorado de la Universidad de Salamanca, donde continuó su vida de intensa
intelectualidad. Unamuno poseía una cultura muy amplia. Conocía lenguas y literaturas modernas y
antiguas y le interesaba la filología. Las obras de Unamuno se distinguen por una fuerte preocupación
filosófica e incorporan sus estudios de Kant, Hegel, Nietzsche, Schopenhauer e Ibsen. A Unamuno le
apasionó toda su vida la filosofía y la historia, sobre todo la filosofía de la historia de España. Fue
profundamente religioso pero se distanció mucho de la ortodoxia cristiana. El pensamiento unamuniano
refleja su angustia por la división entre lo ideal y lo real, entre el corazón y la razón. Unamuno perdió la
fe católica tras unas crisis juveniles. Vivió unos años de militancia socialista y estuvo afiliado al Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) entre 1894 y 1897 . Otra crisis a los 31 años le renovó la meditación
sobre los problemas espirituales y la política. Abandonó la militancia política en 1897, concentrando su
atención en el problema de la muerte y de la nada. Los dos grandes temas del problema de España y
del sentido de la vida humana lo angustiaron toda su vida. Además de preocuparse por el futuro de su
país, Unamuno mostró una profunda preocupación por su fin personal. La fe es un problema central en
su obra, pero no le interesaba la fe estática sino la fe individual y personal. Para Unamuno el anhelo de
Dios y de la inmortalidad era tan importante como el aspecto científico-racional del individuo. Reconoció,
sin embargo, que la fe tradicional no podía sostenerse ante los avances científicos modernos. Según
Unamuno, la persona siente la necesidad de Dios y la fe llega a ser una afirmación del individuo. Sin
embargo, Unamuno insistió que el aspecto racional de la persona no le permite creer ciegamente. La
base del "sentimiento trágico de la vida"--título del libro que Unamuno publicó en 1913--es la paradoja
entre el vivir y el conocer, ya que "todo lo vital es antirracional, no ya sólo irracional, y todo lo racional,
antivital." La vida en sí es una paradoja, y la persona se contradice a sí mismo. Unamuno se consideró
"un hombre de contradicción y de pelea [. . .] uno que dice una cosa con el corazón y la contraria con la
cabeza, y que hace de esta lucha su vida." En más de una ocasión el angustiado escritor declaró que
"la paz es mentira." Identificó la vida con la agonía, entendida ésta en el sentido etimológico de "lucha."
Estas preocupaciones son manifiestas en el libro Del sentimiento trágico de la vida, en el que Unamuno
explica que tanto el sentimiento como la razón definen al individuo: "El más trágico problema de la
filosofía es el de conciliar las necesidades intelectuales con las necesidades afectivas y con las
volitivas."
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Su primer libro, En torno al casticismo (1895), es un intento de definir lo eterno y universal del espíritu
español. Ya en este libro Unamuno insiste en la necesidad de que España se integre intelectual y
espiritualmente al resto de Europa. Otro concepto muy importante que Unamuno planteó en su primer
libro, es la distinción entre la historia (los cambios cronológicos e incidentales) y la intrahistoria (la
continuidad y lo esencial de los pueblos).
La vida de don Quijote y Sancho (1905) sirve como contraposición a la idea de la europeización de
España. En este libro se realza la independencia y el voluntarismo de don Quijote, el cual representa el
alma española rechazando la lógica para seguir su propia fe y visión personal. El "problema de España"
se define ahora como una falta de "Quijotes," y Unamuno insiste en la necesidad de "rescatar el
sepulcro del Caballero de la Locura del poder de los hidalgos de la Razón."
Algunos críticos consideran que la filosofía de Unamuno anticipa el existencialismo de los años 30, 40 y
50, y usan el término "pre-existencialista" para hablar de la obra unamuniana. A otros críticos les parece
más apropiado hablar del "vitalismo" unamuniano. No importa tanto la clasificación de la filosofía
unamuniana, en parte porque ésta evolucionaba a lo largo de la vida del autor, pero impregna toda su
copiosa producción literaria. Miguel de Unamuno fue autor de novelas, poesía, teatro y ensayo y en su
asombrosa y prolífica obra artística se encuentra la manifestación de su preocupación por la
inmortalidad.
Los temas predilectos de Unamuno--la inmortalidad, la procreación, la maternidad, la lucha del individuo
por realizarse--no son sino pretextos para la exploración de sus ideas filosóficas. Empleaba un lenguaje
esencial, sin adornos, para transmitir sus ideas. Buscaba un estilo desnudo que permitiera desplegarse
una densidad de ideas. Unamuno luchaba con el lenguaje para conseguir lo que él llamaba "una lengua
seca, precisa, rápida, sin tejido conjuntivo." Sus personajes casi carecen de descripción física, ya que lo
que los definen es la lucha interior.
La obra literaria de Unamuno resiste toda categorización. Rechazó los límites tradicionales del género
narrativo al escribir Niebla (1914), obra que él clasificó de "nívola" en vez de "novela": "Invento el género
e inventar un género no es más que darle un nombre nuevo, y le doy las leyes que me placen." El
protagonista de Niebla, Augusto Pérez, entra en diálogo con el autor, insistiendo que como ente de
ficción es tan auténtico como el autor de carne y hueso, y explicando que no quiere morirse. El deseo
de "serse" del protagonista se debate contra la muerte y la disolución de su personalidad.: "¡Quiero vivir,
quiero ser yo!" El diálogo de la novela se convierte en vehículo imprescindible para la exteriorización de
la voluntad del protagonista.
Unamuno adaptó el tema bíblico del cainismo en su novela Abel Sánchez (1917), ampliando el tema de
la envidia al reconocer una dialéctica entre el envidiado y el envidioso, que se necesitan mutuamente.
No es que haya víctimas y verdugos, sino que todos llevamos dentro un Caín y un Abel luchando en
íntima tragedia. Ante este destino trágico Unamuno propone la caridad y el perdón como únicas
respuestas.
Unamuno unió tres novelas cortas bajo el título de una de ellas, San Manuel Bueno, mártir (1931). En la
novela aparecen unas de las grandes obsesiones unamunianas: la inmortalidad y la fe. El protagonista
de San Manuel Bueno, mártir es un cura que pierde la fe. Este hombre, sin fe ni esperanza, se
convertirá sin embargo en ejemplo de la caridad. Unamuno establece un contraste entre una verdad
trágica y una felicidad ilusoria, optando en esta obra por la segunda, a diferencia de lo que había
sostenido en obras más tempranas.
Escritor infatigable, Unamuno escribió varios libros de poesía, entre ellos un diario de su destierro en
Francia durante los años veinte y unas meditaciones sobre una pintura de Cristo del famoso pintor
Velázquez. Igual que sus obras narrativas, la obra poética de Unamuno constituye un tipo de
autobiografía espiritual, expresión de su constante lucha vital. Se mantuvo al margen de las modas
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El teatro de Unamuno no es sino continuación de su obsesión con el conflicto íntimo del individuo. En
obras como Fedra, El otro, La venda y El hermano Juan intentaba presentar directamente ese conflicto.
Se nota en la obra dramática, igual que en sus novelas, una reducción casi absoluta a la palabra y la
acción. y una intriga mínima. Es casi imposible discernir entre teatro, novela y poesía en Unamuno, ya
que su obra es esquemática dentro de un contexto de diálogos intelectuales y ensayísticos que llevan a
los personajes a "monologar. Cuando las tropas nacionalistas de Francisco Franco se apoderaron de
Salamanca al principio de la Guerra Civil, Unamuno resumió su opinión de la política del "Generalísimo"
en la consabida conclusión concisa: "Venceréis, pero no convenceréis." Por su postura ante las fuerzas
franquistas, Unamuno fue destituido y sufrió arresto domiciliario. Murió repentinamente el 31 de
diciembre de 1936.
EL ÁRBOL DE LA CIENCIA, PÍO BAROJA
Introducción
Argumento
El narrador
Tiempo del relato
Espacios y ambientes
Pueblo, Alcolea del Campo
Ciudad, Madrid
Estructura
Los personajes: Andrés Hurtado, Lulú, Julio Aracil, Montaner, Antonio
Lamela, Margarita, Pedro Hurtado, Dorotea, doña Leonarda.
Explotadores y oprimidos
El tema de España
El diálogo
El estilo
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Introducción
El texto que vamos a analizar es un fragmento de El árbol de la ciencia, una obra escrita por Pío Baroja
en 1911. Esta obra presenta una visión áspera y hostil de la sociedad española de finales del siglo
XIX. El pesimismo del protagonista se corresponde con el del propio autor y con el ambiente dominante
en la sociedad española de la época, enormemente afectada por la llamada crisis del 98. Baroja
traslada a sus personajes reflexiones filosóficas en las que se percibe la influencia de autores que le
interesaban: Nietzsche, Schopenhauer y Kant. Es la obra más representativa del autor ya que recoge
todas las inquietudes de su Generación.
Argumento
La obra tiene dos partes separadas por una larga conversación de carácter filosófico entre el
protagonista, Andrés Hurtado y su tío, el doctor Iturrioz. En este diálogo encontramos características del
pesimismo existencial, del que Pío Baroja fue un firme representante.
Esta novela tiene un carácter semiautobiográfico. En ella se narra la vida de Andrés Hurtado, un
estudiante de Medicina, como el propio Baroja, que asiste en Madrid a una Universidad mediocre y
corrompida fiel reflejo del mundo que le rodea. Luego, a través de la estancia de Hurtado en Alcolea,
Baroja nos expresa su disconformidad por las tradiciones típicas de la España del siglo XIX. También
aquí hay ecos de la breve época en que Baroja ejerció como médico rural en el País Vasco. Hurtado,
después de experiencias durísimas ejerciendo su profesión, regresará a Madrid y encontrará un
paréntesis de paz al casarse con Lulú. Al final se produce la muerte de esta, del hijo que esperaban y el
suicidio del protagonista. Los fallecimientos corresponden al final de las ilusiones, de la lucha y a la
resignación hacia un mundo destinado a la fatalidad.
El narrador
Tenemos un narrador en tercera persona, externo, es decir, no lo sabe todo (no es omnisciente). Este
narrador puede identificarse con el autor. Es subjetivo, valora los hechos y asume el punto de vista del
protagonista (lo cuenta todo desde la perspectiva de Andrés Hurtado).
En cuanto al tiempo, hemos de decir que hay cierta indeterminación, aunque sabemos que la acción
transcurre durante la última década del siglo XIX (1898 como fecha emblemática).
Espacios y ambientes
- Pueblo. El mundo rural (Alcolea del Campo) es un mundo inmóvil como “un cementerio bien
cuidado”, presidido por la pasividad y la insolidaridad de sus gentes ante las injusticias. Palabras
como egoísmo, prejuicios, envidia, crueldad, etc. son las que sobresalen en su pintura. Es un
pueblo ficticio al que Baroja le da las características típicas de un pueblo manchego. Así, su
crítica sociopolítica pretende ser de carácter nacional. Se denuncia también el caciquismo, que
conlleva la ineptitud de los políticos.
- La ciudad, Madrid, es un “campo de cenizas” por donde discurre una “vida sin vida”. De nuevo
se nos presentan muestras de la más absoluta miseria, con la que se codea la despreocupación
de los pudientes, de los “señoritos juerguistas”.
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Las descripciones de los paisajes adquieren importancia por sí mismas. No tenemos descripciones
detalladas sino trazos dispersos, impresiones vivísimas (técnica impresionista).
Estructura
El relato presenta una estructura abierta, es decir, no hay una estructura argumental básica con
planteamiento, nudo y desenlace sino una gran variedad de sucesos y situaciones vagamente
conectados. Podemos decir que el hilo conductor es la evolución espiritual del protagonista y los
ambientes, personas y situaciones con que se va encontrando. Distinguiremos dos estructuras:
- Estructura externa: siete partes que suma 53 capítulos generalmente breves. El número de
capítulos de cada parte es variable: 11, 9, 5, 5, 10, 9, 4 respectivamente.
- Estructura interna: dos etapas en la vida del protagonista separadas por un intermedio reflexivo
(parte IV). En torno a este intermedio, las etapas, integradas cada una por tres partes, presentan
entre sí una clara simetría:
Los personajes
Andrés Hurtado
Es huérfano de madre y tiene desavenencias con su padre y sus hermanos. Esto le lleva a tener un
carácter reconcentrado y triste, pues se siente solo y abandonado. Tiene la necesidad de encontrar una
orientación, algo que le dé sentido a su vida. En este intento de buscar un camino, sufrirá el primer
desengaño: la situación precaria de la Universidad acabará con sus ansias de conocimiento. Luego, con
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su paso por los hospitales, entrará en contacto con la miseria, el dolor y la crueldad humana, un nuevo
motivo de “depresión”.
El contacto con la degradación de los bajos fondos madrileños aumentan su pesimismo, y solo la
compañía de Lulú le proporciona cierta paz. La enfermedad y la muerte de Luisito, su hermano, será
una experiencia decisiva que incrementará la desorientación y el escepticismo de Andrés. Se consolida
su visión pesimista de la vida y de la existencia, la cual quedará expuesta en sus conversaciones con
Iturrioz. A pesar de todo, Andrés confía en la ciencia, ya que solo el conocimiento científico puede
contribuir a transformar la vida o, al menos, a comprenderla.
Decide marcharse de Madrid. Fuera de Madrid, intenta encarrilar su vida ejerciendo de médico rural.
Conocerá el oscurantismo y la miseria moral y espiritual de la España profunda. Tendrá su primera
experiencia sexual con Dorotea, de la cual se lleva la sensación de hastío y desesperanza. Después
regresa de nuevo a Madrid, donde volverá a encontrarse con Lulú. Busca un último intento de salvación
en su matrimonio con ella, el cual supondrá un breve periodo de felicidad para Andrés, breve porque
pronto se desatan una serie de sucesos trágicos que acabarán con esa felicidad: embarazo de Lulú,
muerte del hijo que esperaban y, tres días más tarde, muerte de Lulú. Con estos acontecimientos, el
protagonista se desmorona definitivamente. Por segunda vez, la ciencia no ha sido capaz de salvar la
vida humana y elige el suicidio como única salida para alguien que no tiene fuerzas para vivir.
Paradójicamente, Andrés se suicida con Duquesnel. Con esto, el autor nos quiere hacer ver que la
ciencia, que no consiguió salvar la vida de las personas a las que amaba Andrés, sirvió sin embargo
para provocar su propia muerte. Se confirma de esta manera lo que Iturrioz decía en la cuarta parte “El
árbol de la ciencia mata”.
El personaje de Andrés Hurtado se perfila poco a poco, se va revelando tal cual es a través de su
comportamiento, sus reflexiones, etc. Otra técnica utilizada para perfilar el carácter del personaje es la
técnica del contraste. Ejemplos:
Lulú
Al principio aparece como alguien poco significativa para Andrés, pero poco a poco él se da cuenta de
que es la mujer a la que ama y llega a representar, para él, el culmen de la mujer inteligente y bella.
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Al igual que Andrés, Lulú es un personaje confrontado con su entorno: ambiente sórdido de extrema
pobreza, familia venida a menos, etc. Su relación con Andrés es una relación sincera, de afecto, de
simpatía y amistad. Es una esposa abnegada y afectuosa, con deseo de tener el hijo que la matará.
Julio Aracil
Amigo íntimo de Andrés, compañero desde antes de la carrera y más tarde de trabajo. Aunque su forma
de vida no concuerda con los ideales de Andrés Hurtado, son buenos amigos.
Montaner
Compañero de carrera de Julio Aracil y de Andrés Hurtado, con quien mantenía discusiones de todo
tipo. Al principio, estas discusiones eran muy tensas, y Aracil hacía de intermediario entre los dos
compañeros. Montaner era derechista, aristócrata, monárquico y creía en las clases sociales.
Paradójicamente, acabó siendo pobre y pidiendo un puesto de trabajo a Aracil.
Antonio Lamela
Aparece también brevemente en otras novelas de Baroja. Como Julio Aracil y Montaner, fue un
conocido de Baroja en sus años de estudiante, y es incluido en la novela sin otra modificación que la de
su nombre.
Margarita
La hermana real de Baroja (Carmen) se convierte en este personaje. Es una mujer resignada a los
valores sociales de la época y acostumbrada a vivir en el seno de una familia costumbrista y de
derechas.
D. Pedro Hurtado
Es el padre de Andrés y va totalmente en contra de las ideas de este. Demuestra (y siente) muy poco
afecto por Andrés.
Dorotea
Representa para Andrés (y en la obra) el amor carnal, toda la lujuria desenfrenada de una pasional
explosión de amor por una noche.
Doña Leonarda
Madre de Lulú. Representa la mujer madura de la época de Andrés. Está volcada en la tradición y en los
valores tradicionales que la sociedad había impuesto anteriormente.
Explotadores y oprimidos
- Explotadores: Don Pedro, los médicos y curas de los hospitales, Julio Aracil, doña Virginia, don
Marín (Tío Miserias), etc.
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- Oprimidos: despiertan compasión y ternura: las Minglanillas, Rafael Villasús y sus hijas Pura y
Ernestina, don Cleto Meana, las prostitutas, etc.
Esto refleja una visión darwinista de la sociedad: la vida es una lucha constante, una cacería cruel
en la que nos vamos devorando los unos a los otros.
El tema de España
El diálogo
A lo largo de toda la obra, hay un uso magistral del diálogo. La cuarta parte tiene una estructura casi
dialogada, teatral, en la que al narrador apenas interviene, y esto la hace diferente a las demás partes.
Estilo
El estilo se caracteriza por la sencillez y la claridad. Tenemos una prosa natural, directa, sencilla y
espontánea. Predominan las frases cortas, los párrafos breves y los diálogos directos y ágiles. Hay una
gran naturalidad expresiva, el lenguaje de los personajes da sensación de autenticidad, está lleno de
términos coloquiales y vulgarismos.
Junto a los autores que acabamos de comentar, coexisten otros en los primeros años del siglo. Algunos
de ellos son exponentes del casi acabado naturalismo del XIX; tal es el caso de Blasco Ibáñez (1867-
1928) con La barraca (1898) o Cañas y barro (1902) y Felipe Trigo (1865-1916) con Jarrapellejos
(1914). Otros cultivaron una novela de tipo costumbrista como Alejandro Pérez Lugín (1870-1926) que
escribe La casa de la Troya y Currito de la Cruz. Ricardo León y otros desafiaron la sobriedad de los
del 98 y Concha Espina (1877-1955), cercana al novecentismo, desarrolla temas concernientes a la
mujer, a veces en clave de denuncia. También cercano al ambiente novecentista es Wenceslao
Fernández Flórez (1884-
1964), que escribe desde el humorismo y el didactismo como El bosque animado (1943). Otros
importantes autores de novelas: Valle-Inclán, Gómez de la Serna o Jardiel Poncela.
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A finales del siglo XIX, el espectáculo teatral está fuertemente condicionado por una clase social que
exige verse retratada en el escenario: la burguesía. Este público burgués reclama un teatro
determinado, por lo que comercialmente el panorama teatral seguirá unas pautas conservadoras y
realistas; alejado de toda posibilidad de crítica, el teatro dominante defiende los ideales
conservadores propios de la Restauración, y los dramaturgos deben plegarse a él si quieren ver
representadas sus obras.
Fue este teatro burgués el que, con diversas formas, predominó durante la segunda mitad del siglo XIX.
Todas esas formas respondían de uno u otro modo al gusto burgués, desde el más elevado —la que se
llamó a veces «alta comedia», personificada por Echegaray y que en realidad presenta formas muy
parecidas en todos los países de Europa—, hasta un teatro burgués pensado para las clases medias
urbanas, a las que habían ido incorporándose elementos populares y que ofrece, por tanto, un
espectáculo teatral con concesiones. En concreto, el teatro burgués de finales del siglo XIX y principios
del XX encuentra estas cuatro formas fundamentales:
El drama posromántico, melodramático y efectista, está perfectamente representado por José de
Echegaray (1832-1916), cuya obra —pese a su escaso valor— fue premiada con el Nobel en 1904, lo
que indica hasta qué punto este tipo de teatro era característico de la Europa de la segunda mitad del
XIX.
La comedia burguesa, sin embargo, no rehúye cierta crítica de determinados comportamientos
burgueses. Frente a la aproblemática facilidad de otras clases de teatro, este tipo de comedia,
representada por Jacinto Benavente (1866-1954), concilia el retrato de la burguesía conservadora con
la presentación de sus hipocresías y convencionalismos —su oportunidad fue tal, que le valió el Nobel
de 1922. No obstante, su primer estreno, El nido ajeno (1894), aclamado por Azorín y los modernistas,
indignó al público burgués y la obra fracasó comercialmente. Desde entonces Benavente se limitó a una
«comedia de salón» más benevolente, con ambientes cotidianos y una filosofía trivial, formalmente más
ingeniosa y fluida, y de mayor facilidad y eficacia escénica. Destacan, sobre todas, Los intereses
creados (1907), sin duda su mejor obra, donde critica nuevamente los ideales burgueses, ahora con una
visión cínica y mordaz deudora de la commedia dell'arte italiana.
El teatro en verso se nutre por un lado de cierta vena modernista —en su sensualismo y
musicalidad—, mientras que por otro responde a tópicos tradicionalistas anclados en el
posromanticismo. En este sentido, es un teatro que pretende entroncar con la tradición dramática del
Siglo de Oro por su acción e ideales nobiliarios. Sus mayores exponentes son Francisco Villaespesa
(1877-1936), con Abén Humeya (1914); y Eduardo Marquina (1879-1946), a quien se debe En Flandes
se ha puesto el sol (191l). También los hermanos Machado escribieron alguna obra de teatro poético
con éxito notable, como La Lola se va a los puertos (1929).
El teatro cómico es una forma dramática que tuvo amplia vigencia durante largos años —de hecho,
sobrevive hoy día de modos diversos— y que, por estos años, tuvo su forma más característica en el
«sainete» y la «zarzuela». Este tipo de teatro, exclusivamente español y asociado a tópicos
regionalistas, tiene como máximos representantes al «madridista» Carlos Arniches (1866-1943) y a los
sevillanos Álvarez Quintero, los hermanos Serafín (1871-1938) y Joaquín (1874-1944), al que se suma
el creador del "astracán", Pedro Muñoz Seca, con La venganza de don Mendo (1918).
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Miguel Hernández. Valle-Inclán y Lorca, van a ser los máximos representantes de esa nueva realidad
teatral, adelantándose en algunos aspectos a las corrientes vanguardistas posteriores.
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posible doble lectura: una que hace referencia a esa realidad caricaturizada, y otra de significado
profundo y crítico, que apunta hacia una lección ética de dimensión social.
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quizá la más vitalista, es un vívido drama de instintos y deseos elementales: básicamente, es la historia
de un amor que acaba en tragedia a causa de su imposible realización en las peculiares estructuras
sociales de la Andalucía gitana, un mundo cerrado poseído por fuerzas extrañas e irracionales (como
símbolo de cualquier otro mundo cerrado e irracional). Yerma (1934) es una tragedia del amor frustrado,
el drama de la mujer infecunda cuyo obsesivo deseo de proyección amorosa en un hijo torna el amor
por su marido en un odio irracional. Su desarrollo casi monológico hace que casi todo el peso recaiga
sobre la protagonista, mientras que el resto de los personajes actúan casi como un coro trágico. Pero la
mejor de las tres es, sin duda, La casa de Bernarda Alba (1936) fundamentalmente porque presenta
una forma más realista, a pesar del marcado simbolismo de muchos de sus elementos; una forma casi
«social», esto es, cercana a un tipo de producción más comprometida con ¡a sociedad real de su época.
La casa de Bernarda Alba presenta la historia de Bernarda, mujer autoritaria que ha enviudado por
segunda vez, y de sus cinco hijas, con quienes se enclaustra en su casa para guardar un rigurosísimo
luto. Toda la acción se desarrolla en esa casa, verdadero universo cerrado dominado por el silencio
(«¡Silencio!» son las primeras y las últimas palabras de Bernarda en la obra) y por el ocultamiento que
impone su poder tiránico. El mundo exterior, con el que actúa de enlace la Poncia, sirvienta de
Bernarda, está representado por el pueblo, hipócrita como los habitantes mismos de la casa; pero
también por Pepe el Romano, que a pesar de no aparecer nunca en escena es el auténtico motor de la
acción: este gañán -símbolo del «macho»- es el objeto del deseo de todas las hijas de Bernarda, pero
sólo Adela, la menor, lo conseguirá con su rebeldía, con su enfrentamiento a la autoridad, la represión y
las convenciones de su madre y del pueblo; pero la consecuencia inmediata será la muerte, un final
motivado por la hipocresía de quienes la rodean.
4.TEXTOS
1 1
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Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
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ANTONIO MACHADO
CAMPOS DE CASTILLA
iCampillo amarillento,
como tosco sayal de campesina,
pradera de velludo polvoriento
donde pace la escuálida merina!
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SELECTIVIDAD – LENGUA
¿Y el viejo romancero
fue el sueño de un juglar junto a tu orilla?
¿Acaso como tú y por siempre, Duero,
irá corriendo hacia la mar Castilla?
SE EQUIVOCÓ LA PALOMA
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Academia Ciencias 34
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En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
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35 BUJÍAS
Sí. Cuando quiera yo
la soltaré. Está presa,
aquí arriba, invisible.
Yo la veo en su claro
castillo de cristal, y la vigilan
-cien mil lanzas- los rayos
-cien mil rayos- del sol. Pero de noche,
cerradas las ventanas
para que no la vean
-guiñadoras espías- las estrellas,
la soltaré. (Apretar un botón.)
Caerá toda de arriba,
a besarme, a envolverme
de bendición, de claro, de amor, pura.
En el cuarto ella y yo no más, amantes
eternos, ella mi iluminadora
musa dócil en contra
de secretos en masa de la noche
-afuera-
descifraremos formas leves, signos,
perseguidos en mares de blancura
por mi, por ella, artificial princesa,
amada eléctrica.
Perfección
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Y tanto se da el presente
Que al pie caminante siente
La integridad del planeta.
COLUMPIO
Bandadas de flores
Flores de sí
Flores de no
Cuchillos en el aire
que le rasgan las carnes
forman un puente
Sí
No
Cabalgaba el soñador
Pájaros arlequines
cantan el sí
cantan el no
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La acción de la cultura europea en España era realmente restringida, y localizada a cuestiones técnicas,
los periódicos daban una idea incompleta de todo; la tendencia general era hacer creer que lo grande
de España podía ser pequeño fuera de ella y al contrario, por una especie de mala fe internacional.
Si en Francia o en Alemania no hablaban de las cosas de España, o hablaban de ellas en broma, era
porque nos odiaban; teníamos aquí grandes hombres que producían la envidia de otros países:
Castelar, Cánovas, Echegaray… España entera, y Madrid sobre todo, vivía en un ambiente de
optimismo absurdo. Todo lo español era lo mejor.
Esa tendencia natural a la mentira, a la ilusión del país pobre que se aísla, contribuía al estancamiento,
a la fosilificación de las ideas.
Aquel ambiente de inmovilidad, de falsedad, se reflejaba en las cátedras. Andrés Hurtado pudo
comprobarlo al comenzar a estudiar Medicina. Los profesores del año preparatorio eran viejísimos;
había algunos que llevaban cerca de cincuenta años explicando.
Sin duda no los jubilaban por sus influencias y por esa simpatía y respeto que ha habido siempre en
España por lo inútil.
Sobre todo, aquella clase de Química de la antigua capilla del Instituto de San Isidro era escandalosa.
El viejo profesor recordaba las conferencias del Instituto de Francia, de célebres químicos, y creía, sin
duda, que explicando la obtención del nitrógeno y del cloro estaba haciendo un descubrimiento, y le
gustaba que le aplaudieran. Satisfacía su pueril vanidad dejando los experimentos aparatosos para la
conclusión de la clase con el fin de retirarse entre aplausos como un prestidigitador.
Los estudiantes le aplaudían, riendo a carcajadas. A veces, en medio de la clase, a alguno de los
alumnos se le ocurría marcharse, se levantaba y se iba. Al bajar por la escalera de la gradería los pasos
del fugitivo producían gran estrépito, y los demás muchachos sentados llevaban el compás golpeando
con los pies y con los bastones.
En la clase se hablaba, se fumaba, se leían novelas, nadie seguía la explicación; alguno llegó a
presentarse con una corneta,
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Siguió el baile con animación creciente y Andrés permaneció sin hablar al lado de Lulú.
—Me hace usted mucha gracia —dijo ella de pronto, riéndose, con una risa que le daba la expresión de
una alimaña.
—Sí, diga usted que sí. Ahora, que usted es demasiado delicado para confesarlo. A él le parece eso
muy natural. Se tiene una novia pobre, una señorita cursi como nosotras para entretenerse, y después
se busca una mujer que tenga algún dinero para casarse.
— ¿Que no? ¡Ya lo creo! ¿Usted se figura que no va a abandonar a Niní? En seguida que acabe la
carrera. Yo le conozco mucho a Julio. Es un egoísta y un canallita. Está engañando a mi madre y a mi
hermana… y total, ¿para qué?
—Usted no, porque usted es de otra manera… Además, en usted no hay caso, porque no se va a
enamorar usted de mí ni aun para divertirse.
—Porque no.
Ella comprendía que no gustara a los hombres. A ella misma le gustaban más las chicas, y no es que
tuviera instintos viciosos; pero la verdad era que no le hacían impresión los hombres.
Iturrioz abrió la fuente que tenía en un ángulo de la terraza, llenó de agua una cuba y comenzó con un
cacharro a echar agua en las plantas.
Andrés habló de la gente de la vecindad de Lulú, de las escenas del hospital; como casos extraños,
dignos de un comentario; de Manolo el Chafandín, del tío Miserias, de don Cleto, de Doña Virginia…
— ¿Qué consecuencia puede sacarse de todas estas vidas? —preguntó Andrés al final.
—Para mí la consecuencia es fácil —contestó Iturrioz con el bote de agua en la mano—. Que la vida es
una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los unos a los otros. Plantas,
microbios, animales.
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—Sí, yo también he pensado en eso —repuso Andrés—; pero voy abandonando la idea. (…)
Muchas veces a Hurtado le parecía Alcolea una ciudad en estado de sitio. El sitiador era la moral, la
moral católica. Allí no había nada que no estuviera almacenado y recogido: las mujeres en sus casas, el
dinero en las carpetas, el vino en las tinajas.
Andrés se preguntaba: ¿Qué hacen estas mujeres? ¿En qué piensan? ¿Cómo pasan las horas de sus
días? Difícil era averiguarlo.
Con aquel régimen de guardarlo todo, Alcolea gozaba de un orden admirable; sólo un cementerio bien
cuidado podía sobrepasar tal perfección.
Esta perfección se conseguía haciendo que el más inepto fuera el que gobernara. La ley de selección
en pueblos como aquél se cumplía al revés. El cedazo iba separando el grano de la paja, luego se
recogía la paja y se desperdiciaba el grano.
Algún burlón hubiera dicho que este aprovechamiento de la paja entre españoles no era raro. Por
aquella selección a la inversa, resultaba que los más aptos allí eran precisamente los más ineptos.
En Alcolea había pocos robos y delitos de sangre: en cierta época los había habido entre jugadores y
matones; la gente pobre no se movía, vivía en una pasividad lánguida; en cambio los ricos se agitaban,
y la usura iba sorbiendo toda la vida de la ciudad.
El labrador, de humilde pasar, que durante mucho tiempo tenía una casa con cuatro o cinco parejas de
mulas, de pronto aparecía con diez, luego con veinte; sus tierras se extendían cada vez más, y él se
colocaba entre los ricos.
Era una política de caciquismo, una lucha entre dos bandos contrarios, que se llamaban el de los
Ratones y el de los Mochuelos; los Ratones eran liberales, y los Mochuelos conservadores.
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