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CONTRATOS

 CAPÍTULO I: EL DERECHO, LA ECONOMÍA Y LAS RELACIONES SOCIALES


La adopción de un sistema económico determinado condiciona el modelo de contrato, ya que a través de éste, circulan
los bienes y servicios de la sociedad.
La Constitución Nacional de 1853 adoptó un Sistema de Economía Capitalista de Acumulación Privada (SECAP).
El art 14 de la constitución nacional legaliza el trabajo como mercancía, lo que permite convertir el dinero en bienes y
servicios de consumo y establece la inviolabilidad del derecho de propiedad sin perjuicio de requerirse la misma para
“utilidad pública”.
La misma constitución establece los “principios generales” del sistema económico capitalista de acumulación privada en
los artículos 9 (sólo aduanas nacionales con tarifas dictadas por el Congreso), el articulo 10 (en el territorio es libre de
derechos de circulación de los efectos de producción o fabricación nacional, articulo 11 (los artículos de producción o
fabricación nacional o extranjera serán libres de los derechos llamados de tránsito), articulo 12 (los buques destinados de
una provincia a otra no serán obligados a anclar y pagar derechos por causa de tránsito) y articulo 15 (en la Argentina no
hay esclavos, los pocos que existan serán liberados con la jura de la constitución).
De esta forma, cada persona a través de su trabajo brindado a las empresas y el estado a cambio de una remuneración e
instrumentado mediante un contrato de trabajo, puede generarse para sí y para su familia el consumo de bienes y
servicios y un patrimonio. En el artículo 2513 Vélez Sarsfield establece la posibilidad de disponer de la propiedad privada
de una manera irrestricta, sometida sólo a la autonomía de la voluntad.
Con posterioridad en la década de los sesenta, en la reforma del profesor Borda el derecho de propiedad se sometía a la
ley y luego en la década de los ochenta, con el dictado de las leyes de protección para los consumidores, mediante la ley
24.240 y sus modificaciones y el art 42 de la constitución, se enfatizó la defensa de los derechos de los consumidores
como sujetos minusválidos e indirectamente se protegió así su derecho de propiedad al dinero-retribución que reciben
por su trabajo.
De esta forma, contrato es la institución jurídica de que dispone el derecho como herramienta para viabilizar el hecho
económico de la generación de bienes y servicios, consumo y propiedad privada.

Los primeros momentos de la economía como resolución al problema de generación de bienes y servicios fue una
“relación económica artesanal” entre los insumos y el trabajo. Esta economía diferenciaba los bienes y servicios a partir
de su apariencia, calidad y diseño, ya que cada bien y cada servicio poseía un rasgo único y su precio se ajustaba a esa
realidad. Es una estructura contractual denominada paritaria o de negociación individual. Se relacionan quien construyó
el bien o servicio y el adquirente mediando consenso para generar acuerdo de voluntades, ya que se cree que están en
igualdad jurídica; lo cual no es real, hay asimetría de poder económico.
A la etapa artesanal le siguió la revolución industrial, donde el descubrimiento de la máquina y su incorporación como
medio de producción generó el aumento de bienes y servicios y la expansión del comercio, constituyendo no sólo la
ampliación del lugar geográfico sino la fragmentación entre el lugar de producción y el de circulación, distribución y
comercialización de aquellos bienes y servicios.
La empresa (reemplaza al artesano) establece costos de producción a lo cual le adiciona su tasa de ganancia o beneficio,
arribando al precio final de mercado.
Nacen los contratos por estructura de adhesión, donde la empresa genera siempre los mismos contratos y el comprador
no participa de la negociación. Frente a la nueva realidad económica, el derecho reacciona dictando una nueva
regulación jurídica de protección a los derechos del consumidor (ley 24.240 y 26.361) y la reforma constitucional de 1994
incorpora la protección de las relaciones de consumo en el art 42 y tratados internacionales.

El derecho sin duda es un elemento de control social y el contrato es instrumento de control económico dentro de la
estructura social.

 CAPÍTULO II: PRESUPUESTOS DEL CONTRATO


La naturaleza del contrato es económica referida a la producción de bienes y servicios. Ese hecho económico como
antecedente es imprescindible para la contratación.
El fenómeno natural interesa sólo en la medida en que afecte al ser humano. Los hechos humanos pueden constituirse
en objeto de derechos.
Los hechos se juzgan voluntarios si son efectuados con discernimiento, intención y libertad, añandiéndose la necesidad
de una manifestación exterior.
Elementos internos: cuando el proceso programático interno se desarrolla en su totalidad o con un mínimo indispensable
para poder decir que se trata de un proceso gobernado, nos encontramos frente a un acto o conducta.
El discernimiento es la facultad de conocer en general: el conocimiento histórico de la humanidad acumulado a través de
los siglos. El art 921 explica que los actos serán reputados sin discernimiento si fueron actos lícitos practicados por
menos impúberes o ilícitos por menores de 10 años. La capacidad de derecho es inalienable para el sujeto una vez
reconocido como ente jurídico.
En cuanto a la protección de las personas se determinó la incapacidad absoluta cuando se es menor impúber y relativa
cuando se es menor adulto.
La capacidad de hecho consiste en la aptitud de las personas para ejercer por sí solas los actos en la vida civil. El principio
general de la capacidad negocial es a partir de los 14 años. El estado de demencia, la pérdida transitoria de
razonabilidad, son presupuestos que se interponen en esa capacidad negocial en cuanto a la falta de discernimiento.
La intención es la aptitud concreta o particular. Los actos serán reputados sin intención cuando fueren hechos por
ignorancia o error y aquellos que se ejecuten por fuerza o intimidación. La ignorancia de las leyes o el error de derecho
en ningún caso impedirá los efectos legales de los actos lícitos ni excusará la responsabilidad de los actos ilícitos. Sólo se
excluirá la responsabilidad de losa gentes si fuese sobre el hecho principal que constituye el acto ilícito (error de hecho) o
hay dolo.
La libertad es la posibilidad de la elección entre los motivos de la independencia de la voluntad. Para que la misma no
existe debe haber mediado algún tipo de violencia física irresistible o cuando hubo intimidación por amenaza, la cual
debe ser injusta, grave e inminente y generar un temor fundado.
Elementos externos: es común a los actos voluntarios e involuntarios.
Acto jurídico bilateral: son actos jurídicos, según el 944, aquellos que devienen de actos voluntarios lícitos y tienen por
fin inmediato establecer entre las personas relaciones jurídicas destinadas a crear, modificar, transferir o aniquilar
derechos. El contrato debe ser un acto jurídico bilateral. El contrato requiere precisamente de dos partes para confirmar
el consentimiento y debemos diferenciarlo del contrato bilateral o singular que alude a las obligaciones asumidas.

 CAPÍTULO III: CONCEPTO Y ELEMENTOS DEL CONTRATO


El artículo 1137 del CCC define como contrato al acuerdo entre varias personas sobre una declaración de voluntad
común, destinada a reglar sus derechos. El artículo asienta su base en el libre albedrio responsable, sublimándose en la
autonomía de la voluntad. El artículo 1197 le otorga cuerpo legal al contrato: las convenciones hechas en los contratos
forman para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley misma.
De esta forma, la fuerza vinculante de lo regulado por la autonomía privada en caso de autodeterminación de intereses,
es libre y faculta a cada individuo a comprometerse en sus relaciones. Pero ejercida tal libertad, nadie podrá librarse de
la obligación de cumplir con la palabra empeñada.
Ante el incumplimiento de cualquiera de las partes, quien ha colaborado en la satisfacción de las necesidades motivantes
del acuerdo, cuenta con un remedio legal a tal situación, en virtud del derecho subjetivo reconocido a los individuos-
contratantes por el ordenamiento legal y podrá defenderse adecuadamente, ya que el art 505 del CC le permite poner en
funcionamiento el mecanismo de ejecución sobre el incumplidor.
La autonomía privada es la herramienta por la cual se crea el negocio jurídico-económico-social propuesto por la ley y a
disposición de los particulares, a fin de que puedan servirse de él.
Los elementos esenciales del instituto del contrato surgen de la definición del 1137. Como antecedente deberá
generarse un hecho económico conjugarse a partir de un hecho jurídico bilateral, en el cual la voluntad de las partes sea
expresada de forma manifiesta.

 CAPÍTULO IV: LA CAUSA MOTIVO EN EL CONTRATO


La causa del contrato la situamos como elemento externo, como fuente o eficiente del mismo. Es el origen de una cosa,
lo que produce efecto.
La causa final en las obligaciones contractuales se conecta con el efecto del contrato, con generar derechos y
obligaciones conformes a los art 500 y 502.
Respecto a la causa-fin en las obligaciones de origen contractual, el código posee tres presunciones: cuando ambas
partes creen en la existencia de la causa-fin, cuando en realidad no existe; la sanción es la ineficacia de la obligación.
Cuando las partes por acuerdo deliberado y consciente simulan la existencia de la causa, en caso de que exista otra causa
real y la misma fuera lícita, es eficaz. Se dispone la nulidad de la obligación por la ilicitud de la causa.
Todo contrato siempre posee un móvil que se adelanta a la concreción material de la interrelación económica-jurídica y
está destinado a limitar los efectos de la voluntad creadora y cerrar las condiciones o características del negocio.
La celebración del contrato es un acto en que interviene la voluntad negocial de los contratantes, que simultáneamente
obran en función de circunstancias objetivas, que sirven a la realización de la utilidad económica que le dio sentido al
acto que las partes buscaban alcanzar.
La afectación de la causa motivo negocial se resuelve con la nulidad por error o vicio y en cambio el aspecto objetivo con
la lesión objetiva si es a la formación y si es a la ejecución, con el instituto de la imprevisión.

 CAPÍTULO V: EL OBJETO DEL CONTRATO


El objeto del contrato está en una íntima relación con su causa fuente real, es decir con el hecho económico y regula el
acceso a los bienes y servicios para satisfacer necesidades de consumo de las familias o insumo de las empresas.
El objeto inmediato es aquel sobre lo que accede o se somete al consentimiento: la disponibilidad social contractual y en
cambio; el objeto mediato es el contenido de aquél contrato, que son la obligación y el derecho.
El objeto de la obligación siempre es una conducta y el contenido de ésta (obligación) se materializa en prestaciones de
dar, de hacer o de no hacer.
Requisitos del contrato:
La posibilidad jurígena de captación de la realidad social como disponibilidad social contractual: se trata de la posibilidad
de captación del hecho económico por la forma jurídica contractual, estableciendo institutos contractuales.
La juridicidad como elemento de permisión: el art 953 del CC establece como requisito del acto jurídico que el objeto no
sea ilícito, contrario a las buenas costumbres o prohibidos por las leyes o que se opongan a la libertad de las acciones o
de la consciencia o que perjudiquen los derechos de un tercero.
El valor económico del objeto y la prestación: el art 1169 establece que el objeto del contrato posea una operación
pecuniaria o valor económico.
La obligación como objeto del objeto o efecto del contrato: la contratación interrelaciona los sujetos de derecho en
función de sus conductas económicas, el objeto constituye, entonces, la regulación de aquella conducta o hecho
económico negocial.
Objetos contractuales inmateriales: los derechos evaluables económicamente comprenden los objetos inmateriales,
quedan excluidos los derechos personalísimos y los nacidos en relación de familia, tampoco lo son las cualidades
personales del sujeto de derecho.
Objetos contractuales materiales: el art 2311 alude a las cosas como objetos materiales.
Cosas muebles e inmuebles: los inmuebles, según el 2314, son aquellos que se encuentran por sí mismos inmovilizados;
también los objetos accesorios de ellos. Los objetos muebles, según el 2318, son los que pueden transportarse de un
lugar a otro.
Cosas principales y accesorias: art 2327 califica de principales a las cosas que pueden existir por sí mismas y el 2328
considera accesorias aquellas cuya existencia precisamente está ligada a otra.
Frutos y productos de la cosa: son frutos civiles las que provienen del uso o del goce de la cosa que se ha concedido a
otro. El producto de una cosa son aquellos objetos que al separarse de la sustancia de la cual provienen, la alteran o
disminuyen su valor.
La determinabilidad del objeto de la obligación: la cosa es cierta cuando las partes determinaron acabadamente la
identificación en forma precisa. Será incierta cuando las partes a la formación del contrato han fijado criterios para una
posterior identificación en concreto.
La factibilidad material: el art 953 alude a la factibilidad material, hechos que no sean imposibles.

 CAPÍTULO VI: EL CONSENTIMIENTO EN EL CONTRATO


El art 1137 fundamente la concepción contractual en la autonomía de la voluntad, de tal forma que consentimiento se
construye como estructura de integración, a partir de la conjugación de dos actos voluntarios. Son presupuestos del
consentimiento la esfera jurídica o sujeto de derecho y la capacidad.
Son elementos del consentimiento la oferta y la manifestación de aceptación de las partes que negocian.
En el contrato de negociación individual o paritario, los “sujetos de derecho” se enlazan en personas jurídicas, o de
existencia real para poder negociar en un pie de libertad e igualdad. No sucede lo mismo en el contrato de adhesión,
donde se presenta una asimetría de poder económico.
En cuanto a la capacidad, el menor adulto posee una capacidad genérica de contratación, posee capacidad de derecho
(por ser persona jurídica) y capacidad de obrar.
La persona jurídica obra con su poder como facultad de conducta sobre los bienes y servicios como medios de satisfacer
necesidades en comunidad.
El art 54 establece que son incapaces, entre otros, los menores impúberes (menores de 14 años), los dementes y los
sordomudos que no pueden darse a entender por escrito. Los art 126 y 127 establecen que aquellas personas que hayan
cumplido los 14 años hasta los 18 están habilitados para realizar todos los actos de la vida civil. Los menores
emancipados por matrimonio adquieren una capacidad limitada en cuanto a sus bienes.

El art 1144 establece que se denominará oferta de una de las partes y el 1148 establece los requisitos para que la
propuesta sea considerada técnicamente una oferta contractual: debe estar dirigida a una persona o personas
determinadas, debe ser sobre un contrato en especial y debe reunir todos los elementos básicos y constitutivos del
contrato sobre el cual versa.
En la etapa de conformación de la oferta contractual , su finalidad es la configuración definitiva del contrato y además
suma como un antecedente muy valioso del contrato. Este acercamiento por medio de las concesiones reciprocas de
ambas partes debe inducir a que las negociaciones se lleven en un ámbito de confianza recíproca.
De esta forma, quien se retira intempestivamente de las negociaciones previas obrando contrariamente a la buena fe,
usos y costumbres y con su actitud causa daños, debe repararlos.
En la negociación por adhesión, esta fase de negociación es mucho más dificultosa de distinguir. No existe comunicación
personal y la publicidad es reemplazado como canal de comunicación masiva.
Ante la posibilidad de una oferta pública a persona indeterminada obliga a quien la emite durante el tiempo en que se
realice. La revocación de la oferta hecha pública es eficaz una vez que haya sido difundida por medios similares a los
empleados para hacerla conocer.
La manifestación de la oferta puede ser dirigida a una persona que esté presente o ausente.
El art 1149 establece que en cuanto al fallecimiento o incapacidad sobreviniente del ofertante se prevé la falta de
vigencia de la oferta cuando los hechos enunciados acaecen para el ofertante antes de haber sabido de la aceptación y
para el aceptante antes de haber aceptado. El art 1150 prevé la posibilidad de retractación cuando la oferta no ha sido
aceptada.
Si la retractación no se da en las condiciones especificadas, quebrando la buena fe por ejemplo, el ofertante deberá
reparar los daños y perjuicios ocasionados y que puedan ser atribuidos a su responsabilidad. El alcance de la reparación
podría asemejarse a las etapas precontractuales.
En la negociación de tipo individual (paritaria), la manifestación de la oferta como tal debe guardar congruencia expresa
e implícitamente con aquellos términos, además debe, en forma concreta y clara, dejar abierta la posibilidad de su
aceptación lisa y llana pues de lo contrario, si está sujeta a alguna modalidad, también tiene que revestir la misma
transparencia.
La oferta exteriorizada puede ser retractada antes de llegar a conocimiento de la otra parte; en cambio cuando ésta toma
conocimiento tendrá un plazo prudencial para emitir su aceptación. La misma también debe ser emitida por signos
inequívocos y recepcionada por el ofertante y no permite modificación en términos de la oferta. El silencio no es
admisible como aceptación de una oferta.
En los contratos de adhesión, la cuestión funciona generalmente con la publicidad previa, en donde se conforman las
líneas rectoras de la oferta o a través de la exposición de los bienes que generarán en la mayoría de los supuestos una
conducta social típica de aceptación.
Sobre el consentimiento entre ausentes, el código civil prevé la metodología de usar “agentes” y cartas, telegramas, CD,
etc., y esto implica la instantaneidad en la oferta y la aceptación.
Con respecto al asentimiento en los contratos de adhesión, se puede decir con respecto al consumidor-sujeto que existe
un condicionamiento de referencia ajena, el consumidor para a ser el objeto del consumo. Lo que en el contrato de
negociación individual es un consentimiento, en los contratos de adhesión se transforma en un asentimiento, revisable
judicialmente en busca de la seguridad económica del consumidor.

 CAPÍTULO VII: FORMA DE LOS CONTRATOS


En el art 1180 del CC se establece que los contratos concluidos entre presentes se rigen por la ley del lugar de conclusión.
Para los contratos celebrados entre ausentes, dispone la norma 1181 del CC que la forma será juzgada por las leyes del
lugar indicado en la fecha del instrumento.
La forma de los contratos se relaciona con la prueba por lo que el art 1191 del CC dispone que aquellos contratos que
tengan una forma determinada por las leyes no se juzgarán como probados si no estuvieren en la forma prescripta.
El art 978 del CC determina que la forma de instrumentación puede revestir la exteriorización pública y/o privada. La
nota distintiva de los instrumentos públicos es la presencia de un tercero en el acto, que es el oficial público; y basta con
el otorgamiento de un solo ejemplar, sin perjuicio de que las partes puedan guardarse una copia. En los instrumentos
privados, se ha consagrado el derecho a la firma digital con certificación y encriptación; se deberán redactar tantos
originales como partes haya con interés distinto.
Cuando la forma instrumental fuere exclusivamente decretada en una determinada especie de instrumento, el contrato
no valdrá si se hiciese de otra forma; de donde se infiere que el ordenamiento legal, en ciertas circunstancias, requiere
una forma determinada para la validez y eficacia. Se puede diferenciar la forma ad solemnitatem y ad probationem. La
primera es la que establece la ley como requisito de conformación para que el tipo contractual adquiera validez y
eficacia.
La forma ad solemnitatem apunta al elemento instrumental como probatorio de la relación jurídica contractual. Deben
ser hechos por escritura pública: los contratos que tuvieren por objeto la transmisión de bienes inmuebles en propiedad
o usufructo; las particiones extrajudiciales de herencias; los contratos de sociedad civil; las convenciones matrimoniales;
toda constitución de renta vitalicia; la cesión, repudiación o renuncia de derechos hereditarios; los poderes generales o
especiales que deben presentarse en juicio, y los poderes para administrar bienes; la cesión de acciones o derechos
procedentes de actos consignados en escritura pública; todos los actos que sean accesorios de contratos redactados en
escritura pública; los pagos de obligaciones consignadas en escritura pública.
Los contratos que debiendo ser hechos en escritura pública fuesen hechos por instrumentos particulares no quedan
concluidos como tales, mientras no se firme la escritura pública. Quedan concluidos como contratos en que las partes se
han obligado a hacer escritura pública.

 CAPÍTULO VIII: LA PRUEBA EN LOS CONTRATOS


A modo de prueba de los contratos se establecen ciertos marcos de referencias, independientemente de lo que puedan
regular los códigos procesales: la primer premisa es la que establece el 1193 al colocar el límite de la prueba testimonial
para aquellos negocios jurídicos cuyo valor económico supera los 10.000 pesos. La segunda, dispone el 1191, que los
contratos que posean una forma determinada por la ley deberán probarse acorde a ella.
Se debe establecer los requisitos del instrumento privado: la firma del instrumento; no hay ninguna forma especial, las
partes pueden formarlos en el idioma y con las solemnidades que juzguen convenientes; la especificación de la fecha
cierta; y la creación de ejemplares del contrato como partes haya con intereses diferentes.
El instrumento privado celebrado ante la ausencia del oficial público requiere previamente el reconocimiento de la o de
las partes que intervinieron. En especial el acto se realiza a través de la autenticidad de las firmas. El segundo tramo en
importancia es la certidumbre de la fecha de celebración del acto, ella surge también el reconocimiento de la firma.

El art 1190 del CC señala uno de los elementos probatorios a las presunciones legales: la confesión de parte, juramento
judicial y testigos. El art 1191 establece que cuando hubiere principio de prueba por escrito en los contratos que pueden
hacerse por instrumentos privados, se admitirán los medios del artículo anterior para suplir la forma determinada por la
ley.
Esto es importante en la actualidad ya que la mayoría de los negocios jurídicos de consumo cotidiano se celebran sin
instrumentación contractual; sin embargo se entregan tickets, resúmenes de cuentas u otras modalidades.
La contradicción de derechos devenidos por instrumentos privados y públicos de varios sujetos, debe coordinarse para la
resolución del problema con el instituto jurídico de la posesión y la registración y diferenciarse entre bienes muebles e
inmuebles.
En los bienes muebles no registrables resulta de los artículos 592, 593 y 2412 que prevalece el derecho del tercero frente
al acreedor si es de buena fe y a título oneroso.
En los inmuebles del art 2505 quedarán fuera de esta regulación cuando no hubiese inscripción y sólo tradición.
Cuando varios adquirentes poseen instrumentos privados iguales prevalece aquel a quien se haya hecho tradición
siempre que fuese de buena fe, la que se presume quedando a cargo del acreedor la alegación y la prueba de mala fe del
tercero adquirente que la alega y requerir la anulación del acto con las consecuencias que eso conlleva.

En las relaciones de consumo rige el art 42 de la CN, el art 3 de sobre interpretación pro consumidor, el art 4 sobre
información en las condiciones de comercialización, el art 7 respecto a la oferta debiendo tener fecha precisa de
comienzo y finalización, como también las modalidades, condiciones o limitaciones; el art 10 contenido del documento
de venta; el art 14 sobre el certificado de garantía; el art 15 sobre la constancia de reparación; el art 32 respecto de los
requisitos del presupuesto de reparación; el art 25 las prestadoras de servicios domiciliarios, los instrumentos y unidades
de medición; el art 30 bis sobre las constancias que las empresas prestadoras de servicios sobre el de los mismos; el art
32 las ventas domiciliarias o fuera de los locales comerciales deben celebrarse por escrito; los artículos referidos a los
contratos de adhesión y cláusulas abusivas; art 36 y siguientes.

 CAPÍTULO IX: LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO Y LA CONTRATACIÓN


Los principios generales del derecho son conceptos fundantes y fundamentales en toda sociedad, construyen el
comportamiento de las personas como sujetos de derecho y en sus diversos roles.
Los derechos resultan de la norma y deben ejercitarse de acuerdo a una teleología social, sin abuso, de tal forma que
simultáneamente, mediante el ejercicio de un derecho propio, no sólo se resguarde al titular sino también se contemple
al otro y se consolide el sistema jurídico en sí mismo como algo solidario entre seres humanos.
El art 1071 del CC establece un supuesto de responsabilidad objetiva, pues apunta al resultado dañoso del ejercicio del
derecho.

El principio de buena fe abarca los dos grandes campos del derecho privado, el derecho de los negocios y la obligación de
no dañar a la persona en sí mismo como ser humano y sus derechos económicos, como modelo de comportamiento;
como pauta general y cada situación contractual en particular.
El principio de buena fe debe destacarse en los siguientes modos de aplicación: la buena fe como causa de exclusión de
culpabilidad; la buena fe como causa o una fuente de creación de deberes de conducta exigibles; la buena fe es causa de
limitación del ejercicio del derecho subjetivo.
Los contratos son entonces el marco a partir del cual las partes general obligaciones y derechos no sólo para esas mismas
partes sino que en determinadas situaciones para terceros también, y en general para toda la sociedad con una
obligación de abstención de intervenir en esa contratación. El cumplimiento de unos y otros se verifica comparando el
proyecto de esas conductas con el efectivo comportamiento al momento previsto para que sucediera, conforme a la
naturaleza de la obligación, las circunstancias de persona, modo y lugar. Esa comparación entre el hecho o acto
proyectado y el hecho o acto acaecido debe ponderarse precisamente con el parámetro de la buena fe, de tal forma que
de constatarse la conducta de mala fe determinará el incumplimiento o el cumplimiento parcial y de acaecer daño,
conllevará a la reparación de los daños causados al otro contratante. Puede acaecer, en determinadas circunstancias, que
a pesar del incumplimiento no exista en el deudor una actitud de mala fe y pueda considerarse un atenuante para la
reparación.
La ponderación de buena o mala fe en la distribución de comportamientos en el cumplimiento e incumplimiento de los
contratos debe considerarse como un elemento sustancial para la resolución de casos.
El art 1198 del CC establece el comportamiento de buena fe de los contratantes y a su vez lo conexa con las condiciones
expresas e implícitas del contrato en que las partes o una de las partes incursionó y entendió. Las empresas
predisponentes de los contratos de adhesión pueden comportarse violando el principio de buena fe.
Los derechos subjetivos contienen poder para ejercer sobre sí mismo o sobre otros, sin embargo ese poder jurídico debe
ser limitado y precisamente opera la buena fe como modelo abstracto de conducta que se compara con el
comportamiento efectivo y real, así habrá una diferencia notoria entre la empresa y el consumidor.
Los derechos y garantías de las personas jurídicas de existencia física o de empresas son siempre limitados por la
coexistencia entre ellos, de tal forma que el criterio de la buena fe nos permite dilucidar conductas y cuando ese uso del
derecho es contrario a la buena fe y causa daños en la dinámica contractual deben ser reparados.

Desde la década de los 70 el sistema de producción de bienes y servicios y las empresas en particular, invierten
cuantiosas sumas de dinero en estrategias de confiabilidad para poder posicionarse en el mercado, que luego sirva para
lanzar líneas de bienes y servicios complementarios o diferenciados de los que habitualmente producen o comercializan-
Se trata de darle confiabilidad al sistema económico en sí mismo y por otro, las empresas apuntan a que aquella
confiabilidad se deslice hacia sus productos, relacionándolos con la calidad de vida.
Las empresas consolidan su posición prevalente en el mercado y amplían su clientela, sin embargo a veces estas
estrategias sólo se hacen con fines de captación de clientela cuando los productos o servicios no reúnen ni la calidad ni la
eficiencia y sobre todo la seguridad que se induce, por lo cual resultan damnificados; y esto da lugar a un nuevo daño
con su respectiva reparación.
Generar confianza implica otorgar una certeza sobre algún acontecimiento futuro, la eficiencia y seguridad del bien o
servicio. Entre relación y confianza hay una relación de previsibilidad.
Un aspecto tiene que ver con la imagen externa que deben exhibir las empresas hacia el consumidor para lograr un buen
posicionamiento en el mercado con el objetivo de atraer a la masa de consumidores e incluso incrementarla.
El posicionamiento ético se vincula con la reputación en el mercado de una empresa, su trayectoria y línea de conducta,
la honestidad y transparencia en su historia o lo que representa su nombre, la preocupación por el público, etc. factores
éstos que activan e integran la confianza, y marcan una diferencia para las elecciones de los consumidores.
La publicidad es una herramienta esencial en este proceso, en tanto es un vehículo de comunicación entre empresas y
consumidores que transmite esa imagen y sirve como elemento de persuasión y estímulo a los potenciales clientes o a
permanecer siendo leales a una misma marca o firma.
La confianza es entonces un recurso económico y jurídico productivo que se acumula como cualquier otro capital. Si un
consumidor no confía debe conseguir toda la información necesaria acerca del producto, servicio y el contrato que desea
realizar. Pero esta información no es de fácil acceso, entonces en esta situación de fuerte asimetría de información el
comprador queda obligado a confiar en lo que adquiere.
Es posible que la empresa se abuse de esta confianza mediante comportamientos oportunistas. Cuando resulte
quebrada la confiabilidad que el usuario aposto en una empresa o marca el derecho privado debe hacer funcionar los
mecanismos de anticipación quitando todo un producto engañoso del mercado. El principio de buena fe involucra la idea
de cooperación, información y cuidado con el patrimonio y la persona del contratante en todas las etapas de la relación
negocial. Buena fe implica proteger la confianza generada para el consumidor en cuanto a la eficiencia y seguridad del
producto o servicio adquirido que constituyen la legitima y razonable expectativa del contratante débil, conforme a lo
que las partes entendieron.
Eficiencia en cuanto a que las empresas deben adecuarse a las razonables expectativas que se esperan de ellos, a los
principios de identidad e integridad del cumplimiento. Seguridad en cuanto debe preservar la esfera personal y
patrimonial del contratante a través de la obligación de indemnidad que implica la adopción de deberes adicionales de
protección para garantizar la seguridad económica y extraeconómica del individuo.
El art 8 de la ley de defensa del consumidor integra la publicidad del contrato, su incumplimiento afecta la indemnidad
económica porque invierte en su confianza.
La confianza es un nuevo criterio autónomo para que nazcan obligaciones cuyo único fundamento es precisamente la
confianza que en base a una declaración, comportamiento o apariencia de lugar a desplazamientos económicos del
consumidor o causar daños, el quebrantamiento de la confianza constituirá un factor objetivo de atribución.
La mera inclusión de cláusulas abusivas en un contrato de adhesión genera un daño moral autónomo,
independientemente del daño moral causado por el incumplimiento contractual que se deriva del contenido de la
cláusula abusiva, pues a través de este obrar abusivo y desleal se rompe con la relación de confianza originada por la
empresa, para luego a través de un comportamiento oportunista aprovecharse de esta situación de confiabilidad como
sentimiento ciego del consumidor y de su vulnerabilidad para introducir una cláusula abusiva.

Es función del Estado ejercer el poder de policía con las consiguientes atribuciones de fiscalización sobre las empresas
que operan en el mercado. Cuando un usuario o consumidor confía en una empresa, lo hace con la confianza de que el
Estado monitorea y controla lo que ocurre en el mercado y que las empresas cumplan con todos los requisitos que
impone la ley.
El Estado debe ser garante de la seguridad del sistema, situándose en una posición aval frente a los consumidores,
quienes confían en estos dispositivos de seguridad atribuidos constitucionalmente al Estado. El mismo debe ser
responsable por la causalidad por omisión en el cumplimiento de sus obligaciones específicas.

 CAPÍTULO X: INTERPRETACIÓN Y COMPRENSIÓN DEL CONTRATO


La tarea de acceder al conocimiento de la relación económico jurídica en su complejidad necesariamente hace que
obtengamos información sobre los sujetos y el objeto de contratación.
En este sentido debemos acceder a ello como proceso, lo cual requiere de causas inmediatas y mediatas, como proceso
histórico de negociación. En segundo lugar, cuál ha sido la finalidad de los contratantes o de alguno de ellos en especial y
la del negocio mismo. En tercer lugar, el rol y las funciones asignadas a cada parte y a terceros. En cuarto lugar, las
relaciones de poder existentes antes y durante del desarrollo contractual. En quinto lugar las formas, métodos y técnicas
adoptadas en la formulación del negocio y la redacción de sus cláusulas. Por último, la legislación bajo la cual se formuló
el negocio.
La interpretación jurídica en un sentido general se relaciona con todo el conjunto de actividades dirigidas n un sentido
general, se relaciona con todo el conjunto de actividades dirigidas a reconstruir el significado que debe atribuirse ,
dentro de un determinado contexto histórico, social y cultural a formas representativas de valoraciones jurídicas.
El proceso de conocimiento se constituye por dos fases: una actividad intelectual y otra pragmática. La primera es una
labora de cognición y evaluación con un método. La fase pragmática apunta al producto de la interpretación-decisión
consistente en la dilucidación de la situación jurídica cuestionada.
El fenómeno económico-jurídico contractual como conducta social, sólo puede ser interpretado en un tiempo y lugar
acotados. En toda interpretación y/o integración no debemos perder de vista que el contrato es una relación económica
e instrumento de acceso a los bienes y servicios y en este sentido, la producción y circulación de los bienes y servicios en
la sociedad han sufrido un cambio económico sustancial.
Existe una concurrencia entre la ley y la voluntad, puesto que la ley confiere poder jurígeno a esa voluntad claramente
expresada. En la medida en que las partes se han comprometido, podrán exigirse recíprocamente el cumplimiento de lo
pactado. La ley considera a las partes en pie de igual y les reconoce libertad absoluta para contratar, dentro de los
límites que imponen la moral, el orden público y las buenas costumbres. Una vez celebrado el acuerdo, la libertad de las
partes se limitará a lo convenido y el incumplimiento dará lugar al pertinente derecho de reclamo de lo debido o sus
daños y perjuicios.
La idea de un equilibrio perfecto entre los contratantes se ha ido modificando, y el concepto de igualdad fue dejado de
lado ante lo que se manifestaba como una necesidad. La importancia de la influencia de este cambio en lo económico
obliga a señalar dos consecuencias: la cualidad de los sujetos que comienza a tener importancia a partir de la irrupción
de la empresa en el papel del agente económico de producción y que manifiesta el surgimiento de un poder de hecho,
colocando a los consumidores en una condición sustancial de subordinación. La segunda consecuencia es el contenido
del fenómeno regulado, que surge como parte del cambio económico que regula en favor del consumidor.
Los medios de comunicación masivos son hoy los portadores de las propuestas económicas contractuales, para que los
consumidores y usuarios accedan a los bienes y servicios, demarca un tipo de sociedad que ha sido denominada por los
científicos de distintas disciplinas como sociedad de consumo que es la expresión cultural de un modo de vida y
organización cultural.
El intérprete también está inmerso en esta concepción de vida, y debe adecuar ese marco exógeno a la relación jurídica
contractual en concreto, dando preeminencia sólo al sentido valioso de esa cultura social, para actuar como un corrector
del orden jurídico en el orden social.
La concepción que nos brinda el CC del Vélez impulsa a señalar que el negocio jurídico contractual era el producto de una
economía individualista y de libre disposición de los bienes y servicios en un mercado sin intervención estatal. El
consentimiento involucraba la concepción de igualdad generando negocios autorregulados. Se trata de negociación
individual, ubicado actualmente entre empresas o particulares entre sí que posean el mismo poder de negociación.
A partir del CC de Borda, el marco jurídico referencial cambió y por lo tanto la metodología contractual pasó de ser
individual a predispuesta o de adhesión. Las empresas reemplazan al individuo en la producción de bienes y servicios y
crecen en relación a los consumidores. Esta mutación implicó una falta de respuesta del ordenamiento jurídico.

La primera herramienta de interpretación son los principios generales que se encuentran legislados en el CC. En el
segundo plano, el art 16 del CC nos remite a los principios legislados por el código de comercio donde habla de los usos y
costumbres del comercio y considera que las palabras de los contratos y convenciones deben entenderse en el sentido
que les da el uso general.
La conducta de las partes debemos circunstanciarlas con su proceso cultural y lugar de pertenencia.
Los art 901 y 902 del CC señalan que los hechos y sus consecuencias serán medidos en función de la valoración cultural
del autor: el hombre no es él, sino sus circunstancias. El art 954 explica tres elementos axiológicos: la necesidad como
pauta de conducta, la ligereza e inexperiencia como nivel cultural de convencimiento negocial, la cuanti-cualificación de
los términos objetivamente económicos, en función de las ventajas patrimoniales causadas, la equidad en función de
equidistancia patrimonial.

La ley 24.240 establecen claramente que ante cualquier conflicto interpretativo debe entenderse pro consumidor (art 3):
en los casos de duda sobre la interpretación de los principios que establece esta ley prevalecerá la más favorable al
consumidor.
El art 65 establece que la ley de defensa del consumidor es de orden público: de aplicación prioritaria y estricta.
El art 4 establece la exigencia de información de la empresa al consumidor durante el desarrollo contractual. El art 5
genera el deber de seguridad que alcanza no sólo a lo físico sino también a las relaciones de consumo. El art 8 establece
que las precisiones de la publicidad integran la oferta. El art 10 explica que los documentos de venta son tomados como
instrumentos de interpretación no sólo de las cláusulas contractuales sino también de cómo se desarrolló la relación de
consumo.

 CAPÍTULO XI: EFECTOS DE LOS CONTRATOS Y DE LAS OBLIGACIONES GENERADAS EN EL CONTRATO


Establece el art 1137 la institucionalización jurídica del negocio económico que vincula a las partes y genera un proyecto
futuro de conductas que son las obligaciones y los derechos y que el art 1197 lo constituye en ley para las partes. El resto
de la sociedad asume el rol de omisión de toda conducta que interfiera en aquella relación jurídica.
Esta institucionalización debe respetar los límites impuestos por la necesidad del sistema: no puede constituirse en
conductas antijurídicas o contrarias a la moral o a las buenas costumbres.
Los efectos en cuanto a terceros se producen en los contratos cuando las partes han dispuesto conductas activas por
acción u omisión respecto de la relación jurídica. Ejemplo, los sucesores particulares y universales, y los acreedores del
causante.
El art 1195 señala la exclusión de terceros del ámbito contractual, diferenciando cuando pueden invocar derechos
nacidos de la relación negocial a su favor que, como consecuencia, pueden o deben soportar el cumplimiento de una
obligación y que de surgir el incumplimiento del deudor se analizaran las consecuencias en el ámbito de la reparación de
daños.
En las relaciones de consumo donde se producen efectos múltiples tanto el lado empresarial como los usuarios, se
involucra también a todos los que tuvieron relación en las etapas económicas.

Generada la relación obligacional, comienza la eta de desarrollo o efectos, en los cuales hay dos caminos: el
cumplimiento o el incumplimiento.
El cumplimiento íntegro e idéntico permite al deudor librarse de la obligación y presupone la verificación de ciertos
elementos propios (sujeto, objeto, etc.).
Con posterioridad al cumplimiento pueden producirse dos efectos: relacionados con vicios redhibitorios y garantía de
evicción y lo relacionado con los services que garantiza la ley del consumidor.
El efecto incumplimiento surge como consecuencia de no haberse corroborado alguno de los elementos comparados
(sujeto, objeto, lugar, tiempo y modo) con lo cual genera en el acreedor una insatisfacción del crédito. En el
incumplimiento absoluto no podrá proseguirse con el programa de la obligación y deriva una sustitución de la prestación
en una reparación. En el incumplimiento relativo persiste la conveniencia de recibir la prestación en especie por el
acreedor sin que se deje de analizar algún tipo de reparación.
Sucedido el incumplimiento, se presume la responsabilidad constatándose los elementos de roda situación reparable:
hecho humano, daño y relación de causalidad entre el hecho y el daño.
El daño reparable comprende el daño a los derechos de la persona tanto económicos como extraeconómicos. En cuanto
a los daños económicos se completa con el daño emergente y el lucro cesante y el derecho a chance (conforme a que se
acredite con las pruebas). Los extraeconómicos se comprenden por el daño físico, el estético, el estado vegetativo, el
daño moral, el daño psicológico, el daño neurológico y por último el daño espiritual o a los derechos personalísimos.
La causalidad adecuada son las consecuencias de un hecho que acostumbra a suceder, según el curso natural y ordinario
de las cosas. Si el factor de atribución es subjetivo se adiciona la antijuridicidad, imputabilidad y culpa.
La importancia de establecer la relación de causalidad no es sólo conectar el hecho con el daño, sino establecer el
alcance de la reparación.
Si el incumplimiento es absoluto la reparación comprende la prestación en sí misma y cualquier daño y perjuicio que
resulta del mismo. Del incumplimiento relativo se desprende la parte de la prestación afectada y sus daños y perjuicios.
Cuando el incumplimiento contractual simultáneamente constituye un delito del derecho penal el damnificado tiene la
facultad de fundar su reclamo con las disposiciones del ámbito extracontractual.
El encuadramiento dentro del ámbito extracontractual conlleva: la procedencia obligatoria de reparación del daño moral,
la reducción de la prescripción a 2 años y la solidaridad de los coautores.

En los casos de los contratos de adhesión, la ley de consumidores establece obligaciones legales cuyo incumplimiento
coloca a las empresas frente a situaciones de responsabilidad objetiva y que derivan en reparación de daños y/o
sanciones punitivas.
Las obligaciones legales: art 4 obligación de seguridad, art 5 obligación de cumplir con la publicidad, art 8 obligación de
trato digno y de no implementar prácticas abusivas ni incorporar cláusulas abusivas, art 37 garantías legales. Establece la
responsabilidad objetiva y solidaria de toda la cadena económica: producción, distribución y comercialización de bienes y
servicios. La reparación tanto de los daños económicos y extraeconómicos debe ser integral.
En la dirección del consumidor se puede reclamar el daño directo con tope económico en cinco canastas básicas (INDEC)
y daños punitivos.

Se establece la posibilidad de no cumplimiento cuando se genera el incumplimiento del deudor cuando el acreedor debe
realizar previa o simultáneamente una contraprestación y no la efectiviza. Se trasladan los riesgos contractuales a la otra
parte (la acreedora).

 CAPÍTULO XII: MODOS DE EXTINCIÓN DE LOS CONTRATOS


Comprende cualquier modo de agotamiento de las prestaciones. Por un lado el contrato tiene una virtualidad que es su
cumplimiento y de esta forma agota sus afectos; la otra vertiente se sucede a partir de la situación de anormalidad y en
este sentido existen dos grandes grupos: causas sobrevinientes y causas originarias.
La extinción por el cumplimiento de las obligaciones se cumple cuando las partes se adecuan a las conductas pactadas y
si el contrato es la ley para las partes, y ésta nace para cumplirse, el incumplimiento de uno de los contratantes a falta de
previsión expresa, no da lugar a otra facultad que la de exigir el cumplimiento.
En las situaciones de extinción por anormalidad, se pueden establecer algunos modos de frustración del contrato. En
este sentido, el contrato puede concluir en virtud de circunstancias concomitantes o contemporáneas a la formación del
acto y se manifiestan con posterioridad o a través de causas que actúan en el plano de los efectos.
La nulidad del contrato se trata de una sanción legal que priva a un acto de sus efectos propios en virtud de un defecto
existente al tiempo de su celebración. Supone una prohibición de la ley y su consiguiente violación. Esta falla puede
provenir de aspectos formales, omisión de formas solemnes o de obstáculos sustanciales. El negocio jurídico será nulo o
anulable según la índole del vicio. La sanción de la nulidad absoluta o relativa deviene de la transgresión del interés
general o de terceros, o solamente de un interés meramente particular.
El acto pasible de nulidad relativa podrá subsanarse si el interesado lo conforma. La nulidad de una de las cláusulas no
afecta a la validez total del contrato, si ésta es separable. Los efectos consisten en retrotraer las cosas al estado anterior a
la celebración del acto, salvo los derechos de los terceros adquirentes de buena fe y a título oneroso.
Teoría del acto inexistente: falta de uno de los elementos esenciales.
Hay causales de extinción que pueden tener operatividad con posterioridad a la formación del contrato, las causas
sobrevinientes. Quedan comprendidos bajo este hecho la imposibilidad sobreviniente, la rescisión, la resolución, la
revocación y el supuesto de frustración del fin del contrato.
La imposibilidad sobreviniente a la formación del contrato no genera responsabilidad alguna para la parte incumplidora.
Es el efecto típico del caso fortuito o la fuerza mayor. La obligación se extingue cuando se torna física o legalmente
imposible.
Los modos extintivos propios del contrato son los provenientes de la configuración del acto jurídico en donde las partes o
unilateralmente alguna de ellas y en forma lícita, otorgan dicho acto jurídico con el fin inmediato de aniquilar derechos y
obligaciones nacidas del contrato.
La rescisión del contrato sucede cuando los contratantes deciden de mutuo acuerdo poner fin al vínculo contractual, se
da un nuevo contrato que tiene como finalidad aniquilar los efectos del anterior. La forma de este nuevo contrato debe
ser igual a la forma del que le dio origen al primero. Las obligaciones se extinguen a futuro, no retroactivamente. Se
podrá pactar lo retroactivo cuando se restituye, por ejemplo, lo entregado. Pero respecto de terceros los efectos ya
cumplidos quedan siempre firmes.
Existe la posibilidad de rescisión unilateral que se presenta como la facultad acordada a cualquiera de las partes de
retirarse unilateralmente del contrato.
La resolución de contratos surge como consecuencia del acaecimiento de un hecho posterior a la celebración, que ha
sido previsto por la ley o por los contratantes en forma expresa o tácita, y con efecto retroactivo; el contrato deviene
ineficaz en su fase de ejecución ante la producción del evento previsto. Se puede diferenciar: una condición resolutoria,
cuando se subordina la resolución al acontecimiento de un hecho futuro e incierto, o al plazo resolutorio.
También puede ser por incumplimiento de una de las partes, el pacto comisorio o cláusula resolutoria por
incumplimiento puede ser expreso o convencional, o bien implícito o legal. En el primer caso las partes convienen en
reservarse la facultad de resolver el contrato si la otra no cumple las obligaciones a su cargo. La extinción se produce
automáticamente, comunicada la voluntad del acreedor. Si la cláusula es implícita, el acreedor debe intimar al deudor
durante un plazo (mínimo 15 días) y bajo apercibimiento de resolver; no mediando ejecución y vencido el plazo las
obligaciones quedan resueltas. La parte no incumplidora podrá accionar judicialmente por resolución en ambos casos.
Otro supuesto es por excesiva onerosidad sobreviniente, donde la doctrina de la imprevisión puede ser causal de
resolución, ante la solicitud de la parte perjudicada si es que la otra no ofrece una recomposición del valor de las
prestaciones. La resolución se declara en sede judicial no debiendo para ello el accionante estar constituido en mora o
haber obrado con culpa.
El efecto principal de la resolución consiste en volver las cosas al estado anterior a la celebración del contrato.
La revocación de los contratos se constituye siempre que una de las partes retira su declaración de voluntad en razón de
una causa prevista por la ley. se trata de un contrato plenamente válido en su celebración, no obstante lo cual alguna de
las partes produce una retracción de su voluntad originaria, en virtud de las circunstancias consagradas por el legislador.
La ocurrencia del presupuesto de hecho que establece la norma legal no implica la extinción del acto de pleno derecho,
es necesaria la voluntad de uno de los contratantes.
Encuentra su justificación en los negocios unilaterales, teniendo una principal aplicación en la donación y el mandato.
La regla de los efectos es a futuro, salvo excepciones que pueden llegar a incluir a terceros.
La frustración del fin en los contratos sucede cuando se modifican determinadas circunstancias fácticas que constituían la
base del negocio, malogrando la finalidad de las partes de modo tal que la prestación si bien es posible, carece de
utilidad al interés del acreedor. Supone de un contrato válido, pero su ejecución es económicamente estéril.
Hay tres elementos necesarios para la frustración del contrato: que se trate de un contrato de ejecución diferida o
continuada (entre la celebración y el cumplimiento debe mediar tiempo), que el acontecimiento sea imprevisible,
extraordinario e irresistible (el hecho generador debe escapar a la previsión de las partes) y cuando la finalidad resulta
inalcanzable cuando aquella ha sido colocada expresamente (aun cuando la prestación es posible de ejecución, el
contrato ha perdido su causa).

En cuanto a la ley de defensa del consumidor, el art 8 establece la posibilidad de que la empresa revoque la oferta
pública con determinados requisitos: que la revocación de la oferta sea difundida por los medios similares a los
empleados para hacerla conocer. En cuanto a la revocación del consumidor en las ventas domiciliarias y por
correspondencia, el usuario tiene 48h para su devolución sin ninguna causa ni justificación. El consumidor debe colocar
el bien a su disposición de la empresa y la empresa debe retirar dicho bien a disposición de la empresa y la misma debe
retirar el producto corriendo con los gastos y costos.

 CAPÍTULO XIII: CATEGORIZACIÓN DE LOS CONTRATOS


El acto jurídico bilateral o multilateral es el antecedente o presupuesto inmediato del contrato. Aceptada la existencia de
partes diferenciadas y con intereses contrapuestos en la estructura contractual, éste es fuente jurígena de obligaciones,
las que pueden nacer para una o para ambas partes lo que da origen a calificar el contrato como unilateral, bilateral o
plurilateral.
La base económica del negocio jurídico contractual es una calidad constante y estructural, del negocio puede darse la
existencia y función de contraprestaciones como intercambio de bienes y servicios (oneroso) o simplemente obtenerse
un incremento patrimonial sin contrapartida económica (gratuito).
Los contratos son consensuales o reales. Los primeros quedan concluidos para producir sus efectos propios desde que las
partes hubiesen recíprocamente manifestado su consentimiento. Los reales quedan concluidos desde que una de las
partes haya hecho a la otra la tradición de la cosa sobre la que versare el contrato.
El álea puede presentarse de dos formas distintas: como situación derivada de juego o apuesta. El riesgo se deriva del
objeto de los contratos y es más genérica, cosas sujetas al riesgo de llegar o no a existir.
Serán no formales cuando las partes instrumentan de acuerdo a su voluntad, y formales cuando poseen formas
instrumentales determinadas por el ordenamiento jurídico. Éstos pueden tener una formalidad requerida en función de
prueba solamente (ad probationem) o una función de validez (ad solemnitatem).
Si el cumplimiento de la obligación genera que las prestaciones se extinguen con su cumplimiento al instante es de
ejecución instantánea. Si el pago necesita un lapso más prolongado de tiempo es de ejecución diferida.

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