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De Ignacio Aldecoa a Andrés Neuman

LOS ZIGZAG DE LA HISTORIA RECIENTE


DEL CUENTO ESPAÑOL
por Fernando Valls
(Universidad Autónoma de Barcelona)

E s probable que el cuento espa-


ñol que nos resulta más cerca-
no, aquel que seguimos teniendo en
Por lo que se refiere a la teo-
ría de lo que venimos denominando
cuento literario moderno, es sabido
glia han apostado por la idea de que
el relato cuenta siempre dos historias,
en la que una se encuentra oculta
la memoria, arranque con Ignacio que tiene su origen en Edgar Allan para emerger sorpresivamente en el
Aldecoa y llegue hasta el joven An- Poe, en la reseña que le dedicó a los desenlace.
drés Neuman. Son cuatro o cinco las Twice-Told Tales, o Cuentos contados dos El caso es que en España el
hornadas de narradores (recuérdese veces, en el Graham´s Magazine de mayo auge del cuento empezó con el gru-
aquello que comentaba Sánchez Fer- de 1842, y en su “Filosofía de la com- po del 50, encabezado por el citado
losio: “las generaciones son el redon- posición” (1846), donde siguiendo la Aldecoa (El corazón y otros frutos amar-
deo de la literatura”) que han venido tradición del cuento folklórico defien- gos, 1959, me sigue pareciendo su
cultivando el relato, entre los extre- de el relato cerrado, con un efecto mejor libro) así como también por
mos del realismo y lo fantástico, ya único y singular. Julio Cortázar (“Al- Rafael Sánchez Ferlosio (“Dientes,
sean narraciones cerradas o abiertas, en gunos aspectos del cuento”, 1963; y pólvora, febrero”, no debe faltar en
torno a los caminos que han venido “Del cuento breve y sus alrededores”, ninguna antología del género que se
trazando Poe y Cortázar, Chéjov, Ra- 1969), por su parte, arranca de una precie), Jesús Fernández Santos (Ca-
ymond Carver y Robert Coover, sin concepción romántica y surrealista beza rapada, 1958), Medardo Fraile (A
olvidar a los autores norteamericanos del relato para apostar también por la luz cambian las cosas, 1959), Carmen
de la generación perdida, o a cuentistas un texto cerrado, esférico, en el que Martín Gaite (Las ataduras, 1960),
tan significativos como Henry James, impera la intensidad y la tensión. Lo Ana María Matute (Historias de la Ar-
Isak Dinnesen, Joyce, Dorothy Par- compara con la fotografía, que en- támila, 1961), Daniel Sueiro (Los cons-
ker, Katherine Mansfield, Flannery marca y recorta sólo un fragmento de piradores, 1963) y el heterodoxo Alfon-
O´Connor, John Cheever, Borges, la realidad, pero que necesariamen- so Sastre (Las noches lúgubres, 1964).
Juan Rulfo y Mercè Rodoreda, por te debe tener suficiente significación Predominaba entonces el realismo,
citar sólo unas pocas referencias que para amplificárnosla, como si de una descarnado o lírico, irónico, kafkiano
resultan imprescindibles; mientras explosión se tratara. Chéjov, en cam- o simbólico, valga la paradoja, y los
que si nos atenemos al presente más bio, y con él Hemingway y Carver, maestros más frecuentados solían ser
rabioso, los nombres indiscutibles defienden el cuento abierto, en el Hemingway, Faulkner, Carson Mc-
quizá pasarían por Alice Munro, que sólo conocemos un fragmento de Cullers, Truman Capote y el italia-
Amy Hempel, David Foster Wallace, vida, sin principio ni final. Los argen- no Cesare Pavese. El realismo social,
Lorrie Moore y Quim Monzó. tinos Jorge Luis Borges y Ricardo Pi- entonces predominante, para cuyos

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cultivadores la escritura era ante todo de Carlos Clarimón, Juan Antonio don Juan y cuentos completos nos depara
una cuestión moral, y sólo después Gaya Nuño, Carlos Edmundo de muy gratas sorpresas), Jorge Cam-
estética, se caracteriza por la utiliza- Ory y Ricardo Doménech. Respec- pos, Alonso Zamora Vicente, Vicen-
ción de un protagonista colectivo, y to a los premios, entre mediados de te Soto, Arturo del Hoyo, Fernando
un tiempo y un espacio reducido. Sus los sesenta y de los setenta, surge el Quiñones, Juan García Hortelano,
temas más frecuentes solían ser la lu- Leopoldo Alas (1955-1969), cuya Jorge Ferrer-Vidal, Antonio Pereira y
cha por la vida en un medio social primera convocatoria ganó un juve- Francisco Umbral, ferviente defensor
y políticamente adverso, el trabajo, nil Mario Vargas Llosa con Los jefes, del cuento abierto, en el que nada se
como una realidad patética, y la in- el Sésamo (1955-1967) y un par de cuenta. Y, desde luego, el puñado de
justicia, como una manera de alertar concursos que todavía hoy siguen fa- excelentes narradores del exilio re-
al lector y agitar su conciencia, como llándose: el Gabriel Miró (1960) y el publicano, cuya obra, en el mejor de
preconizaba Sueiro. Los llamados Hucha de Oro (1966). Pero visto con los casos, recibimos siempre con un
neorrealistas, quienes intentaron dis- la perspectiva que nos proporciona cierto retraso. Me refiero a Ramón J.
tanciarse del realismo estrictamente el paso del tiempo, a diferencia de lo Sender, Rosa Chacel, Manuel Cha-
crítico, se valieron para ello de un na- que ha ocurrido con la poesía y la no- ves Nogales (A sangre y fuego, 1937),
rrador que va concediéndole la voz a vela, los concursos de cuentos apenas Rafael Dieste (Historias e invenciones de
los distintos personajes y de un cier- han descubierto a nuevos autores, y Félix Muriel, 1943), Francisco Ayala
to simbolismo atmosférico. Los me- parecen haber servido para que sur- (Los usurpadores, 1949), Álvaro Fer-
nos acomodaticios, como Aldecoa o ja esa curiosa especie que son “los nández Suárez (Se abre una puerta...,
Sánchez Ferlosio, aunque no fueron fabricantes de cuentos para concur- 1953), Segundo Serrano Poncela (La
los únicos, cultivaron una manera sos”, que ya se daba en los cincuenta venda, 1956) y Manuel Andújar. Al
distinta de observar la realidad, la sin que se haya extinguido aún hoy, respecto, debe consultarse la cuidada
existencia, e incluso una nueva con- a quienes parodia con su habitual antología de Javier Quiñones, Sólo una
cepción de la prosa, más expresiva, ingenio Fernando Iwasaki en España, larga espera. Cuentos del exilio republicano
por más exacta y precisa. aparta de mi estos premios (2009). español (2006). Sobre el conjunto del
En medio de la constante de- Y, sin embargo, el libro más siglo pasado, es de obligada consulta
fensa del género, la participación en sorprendente y novedoso, tanto por la recopilación de José María Meri-
concursos y la búsqueda -no siempre el estilo como por la temática, a pesar no, Cien años de cuentos. 1898-1998.
sencilla- de una editorial que apo- de sus innecesarias oscuridades, sigue Antología del cuento español en castellano
yara sus obras narrativas breves (re- pareciéndome el de Juan Benet, Nunca (1998); y para los autores del cin-
cuérdese que los relatos de Aldecoa llegarás a nada (1961), aunque en aquel cuenta, en concreto, debe verse la de
aparecieron en editoriales modestas), momento apenas nadie lo apreciara. Ana Casas, Voces disidentes. Cuentos de la
surgió una recopilación significativa El cuento vivía entonces, en perpe- generación del medio siglo (2009).
e influyente, acogida por una casa tua crisis, como ha sido siempre, en El denominado boom latino-
editorial académica, Gredos, la de la que los autores se lamentaban de americano, junto con la llamada
Francisco García Pavón, Antología la escasa atención que les prestaba la de atención sobre sus antecedentes,
de cuentistas españoles contemporáneos crítica y el poco aprecio que mostra- cambió radicalmente el panorama,
(1959), que tuvo un par de ediciones ban los editores por el género. Pero no sólo por el prestigio de la obra de
más con ciertos cambios, en 1966 y todo ello no impidió que narradores Borges, Rulfo y Cortázar, sino tam-
1976, aun cuando su excesiva bene- de otras hornadas sacaran a la luz vo- bién porque otros escritores, como
volencia en la elección de los autores lúmenes de gran calidad, tanto en el Alejo Carpentier, Virgilio Piñera,
impidiera una cierta jerarquización interior como en el exilio: Doce cuentos García Márquez, Vargas Llosa o
de nombres y obras. El mismo Gar- y uno más (1956), de Lauro Olmo; La Carlos Fuentes, habían cultivado el
cía Pavón, director de la editorial verdadera historia de la muerte de Francisco género con notable fortuna. En pri-
Taurus, le encargó por aquel enton- Franco y otros cuentos (1960), de Max mer lugar, el cuento era para ellos
ces a Aldecoa una colección de Na- Aub; y Cuentos republicanos (1961), de una forma prestigiosa, no en vano
rraciones (1961-1968), tal fue su título, Francisco García Pavón. A los que algunos se habían consagrado como
en la que aparecieron algunos de los habría que añadir los nombres de narradores de proyección internacio-
volúmenes que pronto recordare- Camilo José Cela, Carmen Laforet nal, así Borges o Cortázar, con sus
mos, u otros no menos singulares (la reciente recopilación de su Carta a relatos, un concepto que reivindicó el

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autor de Rayuela, frente al de cuento o to del género. A los citados narrado- (La marca de Creta, 2008), Fernando
narraciones que solían utilizar los espa- res habría que sumar el nombre de Clemot (Estancos del Chiado, 2008) y
ñoles, infectados casi todos de realis- Juan Marsé, cuyo Teniente bravo (1987) Javier Sáez de Ibarra (Mirar el agua,
mo. Las excepciones puedesnverse tiene al menos un par de piezas, la 2009). A los que podrían añadirse
en la antología de Ana Casas y Da- que da título al conjunto e “Historia los nombres de Cristina Grande (La
vid Roas, La realidad oculta. Cuentos de detectives”, que podrían figurar novia parapente, 2002), Berta Vias Ma-
fantásticos españoles del siglo XX (2008). en los balances más exigentes. hou, Mercedes Cebrián (El malestar al
En segundo lugar, el relato fantástico En estas dos últimas décadas, alcance de todos, 2004), Berta Marsé,
nos proporcionaba una visión más el cuento español ha pasado por di- Patricia Esteban Erlés, Pilar Adón
sutil y compleja de la realidad. Y, por versos avatares, viniendo a cuajar en (El mes más cruel, 2010), Irene Jimé-
último, el relato ofrecía una distan- un puñado de nombres nuevos que nez, Elvira Navarro y Lara Moreno.
cia perfecta para la experimentación, ya a finales del XX y comienzos del ¿Qué caracteriza la narrativa breve
aunque esto se acentuó con los años, XXI apuntan excelentes maneras. de estas nuevas autoras? En general,
cuando la novela, en las prostrimerías Se trata de Agustín Cerezales (Perros cuentan historias contemporáneas,
del XX, se hizo más conservadora. verdes, 1989), Antonio Soler (Extranje- urbanas, casi siempre sentimentales,
Así las cosas, entre mediados ros en la noche, 1992), Mercedes Abad realistas, alternando narración y diá-
de los sesenta y setenta hubo unos (Amigos y fantasmas, 2004), Eloy Tizón logo, escritas en un estilo escueto, a
años de un cierto decaimiento en la (Velocidad de los jardines, 1992; Parpa- veces poco elaborado, aunque quizá
narrativa breve, cuya recuperación deos, 2006), Juan Bonilla (El que apaga sea el vehículo más adecuado para
empezó a producirse en los prime- la luz, 1994; y Tanta gente sola, 2009), lo que pretenden contarnos. Resul-
ros ochenta, con la aparición de tres Carlos Castán (Frío de vivir, 1997), Ja- ta, así, en suma, una literatura poco
libros importantes pertenecientes a vier González (Frigoríficos en Alaska, complaciente con los nuevos usos y
Juan Eduardo Zúñiga (Largo noviembre 1998), Gonzalo Calcedo (Temporada costumbres, aunque los personajes
de Madrid, 1980), Cristina Fernández de huracanes, 2007) y Adolfo García suelan aceptar sus problemas y fraca-
Cubas (Mi hermana Elba, 1980) y Es- Ortega (La ruta de Waterloo, 2008), sos con una cierta resignación, vayan
ther Tusquets (Siete miradas en un mismo muchos de ellos recogidos en la an- éstos de la enfermedad al adulterio o
paisaje, 1981). Este grupo de autores tología Los cuentos que cuentan (1998), la insatisfacción, como males propios
se consolidaría, sobre todo, duran- que preparé junto a Juan Antonio de los mediocres y malos tiempos que
te esa misma década, junto a otros Masoliver Ródenas, quien también les ha tocado vivir. Da gusto, por tan-
nombres y libros, como los de Álvaro –por cierto- es un singular cultivador to, encontrarse con unas escritoras
Pombo (Relatos sobre la falta de sustan- del relato. dueñas de un proyecto literario sen-
cia, 1977), Luis Mateo Díez (Brasas de Por fin, de entre las más re- sato y coherente, ambicioso, clásico y
agosto, 1989), José María Merino (El cientes recopilaciones del cuento moderno a la vez, más o menos cua-
viajero perdido, 1990; y Cuentos del Barrio español, destacaría la del inquieto jado, cuyo empeño no parece estri-
del Refugio, 1994), Enrique Vila-Matas Andrés Neuman, Pequeñas resistencias. bar en alcanzar todo premio literario
(Suicidios ejemplares, 1991; e Hijos sin hi- Antología del nuevo cuento español (2002), que asome en el horizonte, ni tampo-
jos, 1993), Ana María Navales (Cuen- avalada por un prólogo de José Ma- co en hacerse las modernas. Con todo,
tos de Bloomsbury, 1991), Javier Marías ría Merino. Los nuevos nombres, ya llama la atención las escasas referen-
(Mientras ellas duermen, 1990; y Cuan- en el siglo XXI, con sus libros más cias que encontramos en sus decla-
do fui mortal, 1996), Juan José Millás significativos, podrían ser los siguien- raciones a la tradición narrativa en
(Primavera de luto y otros cuentos, 1992), tes: Manuel Moyano (El amigo de castellano, siendo tan fecunda. Casi
Pedro Zarraluki e Ignacio Martínez Kafka, 2001), Pablo Andrés Escapa todos estos últimos nombres que ven-
de Pisón (Aeropuerto de Funchal, 2009, (Las elipsis del cronista, 2003), Ángel go aduciendo aparecen recogidos en
donde se recogen sus mejores cuen- Zapata (La vida ausente, 2006), Ángel la antología Siglo XXI. Los nuevos nom-
tos). Todos estos autores aparecen Olgoso (Astrolabio, 2007, y Los líquenes bres del cuento español actual (2010), que
en mi recopilación Son cuentos. Anto- del sueño. Relatos, 1880-1995, 2010), he compuesto en colaboración con
logía del relato breve español, 1975-1993 Andrés Neuman (El último minuto, Gemma Pellicer.
(1993), que cuenta ya en su haber 2007), Ricardo Menéndez Salmón Pero, además, de entre los li-
con cinco ediciones, en un momento (Gritar, 2007), Hipólito G. Navarro bros más logrados, los que parecen
en que se hace balance del renacimien- (El pez volador, 2008), Óscar Esquivias haberse convertido ya en referencia

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en lo que llevamos de nuevo siglo, nas pequeñas editoriales, como
figuran Capital de la gloria (2003), de Páginas de Espuma y Salto de
Juan Eduardo Zúñiga; Los girasoles página, de Madrid; Xordica y
ciegos (2004), de Alberto Méndez, con Trota, de Zaragoza; y Menos-
más de 250.000 ejemplares vendidos; cuarto, de Palencia, consagra-
y los multipremiados Los peces de la das casi en exclusiva al género,
amargura (2006), de Fernando Aram- como apenas nunca había ocu-
buru, y la recopilación de Todos los rrido antes. Y premios como el
cuentos (2008), de Cristina Fernández NH Vargas Llosa, el Setenil y el
Cubas. más reciente Ribera de Duero,
Desde que Forrest L. Ingram que tanto están contribuyendo a
llamó la atención sobre los ciclos de llamar la atención y a hacer vi-
cuentos (Short Story Cycles of the Twen- sible el género, entre un público
tieth Century. Studies in a Literary Genre, más amplio.
1971), valgan como ejemplos pio- Sea como fuere, y a pesar
neros Dublineses (1914), de Joyce, o de todos los lamentos y pesares,
Winnesburg, Ohio (1919), de Sherwood en este último medio siglo, me
Anderson, algunos narradores han parece que el cuento ha dado en
utilizado este sistema en el que las España excelentes frutos; buena
piezas individuales aparecen interre- prueba de ello son los autores
lacionadas, para organizar sus libros y libros citados, en los diversos
de relatos, procedimiento que no re- matices que van del realismo
sulta mejor ni peor, sino que produ- más estricto a los diferentes ri-
ce en los lectores un efecto distinto y betes que ofrece lo simbólico o
obliga al autor a pensar, más que en lo fantástico, y sus posibles hi-
una mera acumulación de piezas, en bridaciones. La mala salud de
las diversas posibles trabazones del hierro del cuento, su crisis per-
conjunto. Además, esta nueva idea, manente, lo ha convertido en un
nos ha llevado a releer la tradición, territorio, ante todo, de libertad
haciéndonos entender que libros que y experimentación. A la vista de
hoy solíamos aceptar cómo novelas los numerosos autores jóvenes
se comprenden mejor como ciclos de que lo cultivan, así como de la
cuentos, como ocurre con Las afueras calidad y ambición de sus pri-
(1958), de Luis Goytisolo; Viejas histo- meras propuestas, el panorama
rias de Castilla la Vieja (1964), de Mi- futuro se revela muy esperanza-
guel Delibes, los citados volúmenes dor.
de Esther Tusquets y Alberto Mén-
dez, o Ladera norte (2001), de Berta
Vias, y La ciudad en invierno (2007), de
Elvira Navarro.
Pero, sin embargo, el fenóme-
no más novedoso y significativo quizá
Fernando Valls. España, 1954. Profesor de Literatura Española Contemporánea en la
sea el papel que viene desempeñan- Universidad Autónoma de Barcelona. Ha publicado La enseñanza de la literatura en
do internet, a través de las bitácoras el franquismo (1936-1951) (1983) Autor de antologías: Son cuentos. Antología del
y páginas web, formato ideal para relato breve español, 1975-1993 (1993) y Los cuentos que cuentan (1998; en cola-
la difusión de las formas literarias boración con Juan Antonio Masoliver Ródenas), y con Neus Rotger, Ciempiés. Los mi-
crorrelatos de `Quimera´ (2005). En 1999 obtuvo, con Juan Luis Panero, el XII Premio
breves, en la propuesta y defensa de
Internacional Comillas, por Sin rumbo cierto. Memorias conversadas con Fernando
nuevos nombres, mediante críticas y Valls (2000). Libros recientes: La realidad inventada. Análisis crítico de la novela es-
entrevistas. Tampoco debería olvi- pañola actual (2003), El artículo literario. De Francisco Ayala a Javier Cercas (2006)
darse la apuesta por el relato de algu- y Soplando vidrio y otros ensayos sobre el microrrelato español (2008).

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