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(pensemos en el saqueo de Roma en 1526 por parte de los ejércitos de Carlos V, emperador reinante tanto
en la Alemania luterana como en la España católica),
Los Reyes Católicos, al mismo tiempo que defendían la suficiencia de los títulos romanísticos de
‘descubrimiento y ocupación’, solicitaron la correspondiente confirmación papal, que obtuvieron
mediante las llamadas ‘Bulas Alejandrinas”: a partir de 1493, Alfonso Maestre Sánchez “Todas las
gentes del mundo son hombres” Anales del Seminario de Historia de la Filosofía 2004, 21 91-134
94 cuatro Bulas papales datadas en fechas sucesivas otorgaban “(... ) a vos, Reyes de Castilla y
Aragón, y a vuestros herederos los Reyes de Castilla y León perpetuamente” las islas y tierras no
pertenecientes a otros príncipes cristianos que se descubriesen navegando hacia Occidente, con
idénticos derechos a los otorgados a los monarcas portugueses. Estas Bulas –”Inter caetera” (3 de
mayo de 1493), “Eximie devotionis” (3 de mayo de 1493), “Inter caetera” (4 de mayo de 1493),
“Dudum siquiden” (25 de septiembre de 1493), a la que hemos de añadir la Bula “Sublimis Deus”
del Papa Paulo III (2 de junio de 1537)– platean el afianzamiento de la presencia castellana en el
Nuevo Mundo en función del ‘territorio descubierto y a descubrir en el futuro’, que a la vez
presuponía la pacífica sumisión de los indianos. Sin embargo, las consecuencias de la resistencia
de los aborígenes son bien conocidas: guerras, malos tratos, trabajos forzados, expropiación de
tierras y bienes, reducción a esclavitud, etc., dando lugar con ello al desplazamiento del problema
inicial: no se trata ya de aportar ‘justos títulos’ para conquistar el territorio, sino de responder a las
preguntas que en las Navidades de 1511 formulaba el dominico Fray Antón de Montesino en la
ciudad de Santo Domingo de la Isla Española3
La bula papal es urgente e imprescindible, porque es obvio que si los indios no pertenecen a
la especie humana, la evangelización de sus pueblos no tiene sentido. Si para ellos no existe
otra vida después de la muerte por carecer de alma, ¿para qué el esfuerzo de su
cristianización?
Empero, la singular bula papal, es quizás más imperiosa y necesaria para la monarquía
española. Para sus reyes es un importante instrumento de conquista, pues una religión que
predica la resignación y el sometimiento, resulta un arma formidable para imponer el
dominio y consolidar la colonización. Es el cuchillo pontificio de que nos habla nuestro
obispo Gaspar de Villarroel. Por tanto, hay que imponer el catolicismo a cualquier costo,
para lo cual es forzoso arrasar las religiones indígenas, como efectivamente sucede. Una
cohorte de clérigos, destruyendo todo lo que para ellos significa idolatría, se desplaza por
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todos los rincones del nuevo continente para cumplir tan sagrado oficio. Un Diego de
Landa, por ejemplo, se destaca en el cumplimiento de este cometido por las tierras mayas.
TESIS DE SEPULVEDA
Una ley humana, o un conjunto de leyes e instituciones humanas serán ”cada vez
mejores, si están en concordancia con la naturaleza, con Dios y con la opinión de
los grandes autores”.
Por el contrario, puede suceder que leyes o instituciones, a pesar de ser humanas,
autoricen o no tengan interés en reprimir prácticas contrarias a la naturaleza (y por
lo tanto al derecho natural y divino). Todos los seres de razón, paganos o cristianos,
según Sepúlveda, han condenado y sancionado siempre estas prácticas, como
bárbaras e inhumanas: es el caso, en especial, del incesto, de la bestialidad, de la
sodomía, de los sacrificios humanos, de la antropofagia y de la idolatría.
Las instituciones (las ”repúblicas”) que autoricen o que no repriman estas prácticas
que van contra la naturaleza, contrarias al derecho natural y divino, son ellas
mismas contrarias al derecho natural y divino.
Es deber de todo príncipe respetuoso del derecho natural y divino (por lo tanto a
fortiori de todo príncipe cristiano) hacer todo lo que esté a su alcance para destruir
instituciones tan bárbaras e inhumanas.
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Gilles Bienvenu Universalismo o relativismo de valores: el debate de Valladolid
© Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1998
http://books.openedition.org/cemca/584?lang=es
CONTRAPOCISION Y CONSECUENCIAS
86No voy a invitar aquí a arbitrar entre las tesis de Sepúlveda y de Las Casas. No
voy a entrar tampoco, como con frecuencia se ha hecho, en el juego que pretende establecer
quien, de Sepúlveda o de Las Casas, se acerca más a Francisco de Vitoria, durante mucho
tiempo presentado en una Europa colonial, como el que formuló una posición equilibrada y
como padre fundador del derecho internacional.53
89En cuanto a la tentación del relativismo absoluto, presenta otros peligros. Como
lo menciona Lévi Strauss,55 condujo a Montaigne al escepticismo radical: siempre y en
todas partes las creencias son arbitrarias; no existe criterio absoluto a partir del cual una
cultura podría autorizarse a juzgar otra. No existen ”leyes firmes, perpetuas e inamovibles
impresas en el género humano por la condición de su propia esencia”. Entonces ”no hay ley
natural, no hay luz natural y — añade Lévi-Strauss citando a Montaigne — ”no hay
comunicación en el ser humano”. Y cada uno puede percatarse de que el ideal del cual se
inspira, inmóvil y separado, es el de un mundo caduco, que los gritos de Las Casas no
bastaron para reanimar.
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MAESTRE SáNCHEZ, A.. “Todas las gentes del mundo son hombres” El gran debate entre Fray Bartolomé de
las Casas (1474-1566) y Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573). Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía, Norteamérica, 21, ene. 2004. Disponible en:
<http://revistas.ucm.es/index.php/ASHF/article/view/ASHF0404110091A/4728>. Fecha de acceso: 01 nov.
2017. P 20