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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación


Escuela de Historia
Historia de América Colonial
Semestre II-2017
Gabriela Aristimuño CI 25321455
I Parcial

AMÉRICA: ENTRE LA CONQUISTA ESPIRITUAL Y EL DEBATE DE


LAS GENTES.

Tras el descubrimiento del nuevo mundo, se admite un cambio en la mentalidad y el


orden europeo antes conocidos, en los siglos XV y XVI. Todo este proceso de conquista
estuvo sustentado bajo diversos tipos de documentos jurídicos que regularon a grandes
rasgos el modo como debía darse el descubrimiento, y cuáles eran las consecuencias que de
ese descubrimiento debían producirse1. La necesidad de dotar de un fundamento jurídico a
la conquista del “nuevo mundo” dio lugar a debates interesantes, entre ellos, aquel que tuvo
lugar en la ciudad de Valladolid donde la contraposición de las tesis de Fray Bartolomé de
las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, fueron las protagonistas.

Entre Tratados Y Bulas

Durante los años 1530 a 1550, la fragmentación de la cristiandad, bajo el efecto de


la Reforma protestante y del debilitamiento del poder del Papa2 se combina con el
descubrimiento de nuevos territorios. Si bien los poderes en turno siguen recurriendo a los
instrumentos tradicionales (bulas papales que confían los territorios descubiertos a España
y a Portugal), la Europa conquistadora no puede sustraerse a una reflexión cuyo objeto
consiste en afianzar la legitimidad de las guerras que ha emprendido al otro lado del
Atlántico, ya no contra pueblos débilmente estructurados, sino contra reinos poderosos,
dotados de instituciones bien establecidas, como es el caso de la Nueva España o de Perú.

1
2
(pensemos en el saqueo de Roma en 1526 por parte de los ejércitos de Carlos V, emperador reinante tanto
en la Alemania luterana como en la España católica),
Los Reyes Católicos, al mismo tiempo que defendían la suficiencia de los títulos romanísticos de
‘descubrimiento y ocupación’, solicitaron la correspondiente confirmación papal, que obtuvieron
mediante las llamadas ‘Bulas Alejandrinas”: a partir de 1493, Alfonso Maestre Sánchez “Todas las
gentes del mundo son hombres” Anales del Seminario de Historia de la Filosofía 2004, 21 91-134
94 cuatro Bulas papales datadas en fechas sucesivas otorgaban “(... ) a vos, Reyes de Castilla y
Aragón, y a vuestros herederos los Reyes de Castilla y León perpetuamente” las islas y tierras no
pertenecientes a otros príncipes cristianos que se descubriesen navegando hacia Occidente, con
idénticos derechos a los otorgados a los monarcas portugueses. Estas Bulas –”Inter caetera” (3 de
mayo de 1493), “Eximie devotionis” (3 de mayo de 1493), “Inter caetera” (4 de mayo de 1493),
“Dudum siquiden” (25 de septiembre de 1493), a la que hemos de añadir la Bula “Sublimis Deus”
del Papa Paulo III (2 de junio de 1537)– platean el afianzamiento de la presencia castellana en el
Nuevo Mundo en función del ‘territorio descubierto y a descubrir en el futuro’, que a la vez
presuponía la pacífica sumisión de los indianos. Sin embargo, las consecuencias de la resistencia
de los aborígenes son bien conocidas: guerras, malos tratos, trabajos forzados, expropiación de
tierras y bienes, reducción a esclavitud, etc., dando lugar con ello al desplazamiento del problema
inicial: no se trata ya de aportar ‘justos títulos’ para conquistar el territorio, sino de responder a las
preguntas que en las Navidades de 1511 formulaba el dominico Fray Antón de Montesino en la
ciudad de Santo Domingo de la Isla Española3

La bula papal es urgente e imprescindible, porque es obvio que si los indios no pertenecen a
la especie humana, la evangelización de sus pueblos no tiene sentido. Si para ellos no existe
otra vida después de la muerte por carecer de alma, ¿para qué el esfuerzo de su
cristianización?

Empero, la singular bula papal, es quizás más imperiosa y necesaria para la monarquía
española. Para sus reyes es un importante instrumento de conquista, pues una religión que
predica la resignación y el sometimiento, resulta un arma formidable para imponer el
dominio y consolidar la colonización. Es el cuchillo pontificio de que nos habla nuestro
obispo Gaspar de Villarroel. Por tanto, hay que imponer el catolicismo a cualquier costo,
para lo cual es forzoso arrasar las religiones indígenas, como efectivamente sucede. Una
cohorte de clérigos, destruyendo todo lo que para ellos significa idolatría, se desplaza por

3
todos los rincones del nuevo continente para cumplir tan sagrado oficio. Un Diego de
Landa, por ejemplo, se destaca en el cumplimiento de este cometido por las tierras mayas.

La interpretación que propone Sepúlveda se arraiga directa y profundamente en la


visión aristotélica, que se articula alrededor de la oposición jerárquica entre griegos y
bárbaros. Esta oposición, que es correlativa de otra dualidad característica del aristotelismo
-amos y esclavos-, es actualizada en el siglo XVI en la oposición entre españoles e
indígenas y, de manera más general, entre europeos y extraeuropeos. Se presenta, en la obra
de Sepúlveda, como un verdadero "principio" lógico y natural, confirmado por la "razón
natural". Rompiendo con esta tradición, Las Casas propone un análisis original
delserbarbaro que, partiendo del horizonte de racionalidad u-tópica del cristianismo
originario, se abre al reconocimiento del otro como otro. La racionalidad que supone la
argumentación de Las Casas indica un cierto des-ensimismamiento de la racionalidad de la
tradición cultural europea.

La determinación de los presupuestos antropológicos implícitos en el debate sobre


la legitimidad o ilegitimidad de la violencia como medio de evangelización y colonización
constituye el primer objetivo de este trabajo. Desde esta perspectiva, estableceremos,
inicialmente, los antecedentes históricos inmediatos del debate entre Las Casas y
Sepúlveda; examinaremos, en un segundo momento, la representación del otro como
bárbaro así como las diversas representaciones del ser-bárbaro presentes en el debate; en la
tercera parte esbozaremos, a modo de conclusión, las principales implicaciones ético
religiosas de la posición de Las Casas

TESIS DE SEPULVEDA

Si se resume, ahora, el pensamiento de Sepúlveda en algunas propuestas,


tendríamos el cuadro siguiente:

 El derecho natural, de origen divino, lo imprime Dios en la razón de todas las


criaturas humanas. La ley natural es entonces divina, accesible a la razón y
universal. La reprobación del mal y la elección del bien están impresas divinamente
en el alma racional, de manera que la ciencia no es necesaria para discernir el bien o
el mal.

 Los cristianos no tienen entonces el monopolio del conocimiento del derecho


natural. Da cuenta de ello, principalmente, la proximidad de las definiciones que
dieron al respecto una parte de los filósofos paganos (y Sepúlveda cita a Aristóteles:
la ley natural es la que tiene en todas partes la misma fuerza y no depende de
nuestras diversas opiniones) y por otra parte los Padres de la Iglesia: ”los teólogos,
con otras palabras, dicen lo mismo: la ley natural es una participación de la ley
eterna en la criatura razonable [...]; el hombre participa entonces en esta ley eterna
por su razón recta y por su probidad que lo inclinan al deber y a la virtud”.

 Una ley humana, o un conjunto de leyes e instituciones humanas serán ”cada vez
mejores, si están en concordancia con la naturaleza, con Dios y con la opinión de
los grandes autores”.

 Por el contrario, puede suceder que leyes o instituciones, a pesar de ser humanas,
autoricen o no tengan interés en reprimir prácticas contrarias a la naturaleza (y por
lo tanto al derecho natural y divino). Todos los seres de razón, paganos o cristianos,
según Sepúlveda, han condenado y sancionado siempre estas prácticas, como
bárbaras e inhumanas: es el caso, en especial, del incesto, de la bestialidad, de la
sodomía, de los sacrificios humanos, de la antropofagia y de la idolatría.

 Las instituciones (las ”repúblicas”) que autoricen o que no repriman estas prácticas
que van contra la naturaleza, contrarias al derecho natural y divino, son ellas
mismas contrarias al derecho natural y divino.

 Es deber de todo príncipe respetuoso del derecho natural y divino (por lo tanto a
fortiori de todo príncipe cristiano) hacer todo lo que esté a su alcance para destruir
instituciones tan bárbaras e inhumanas.

 Toda guerra emprendida con este objetivo será declarada justa.4

4
Gilles Bienvenu Universalismo o relativismo de valores: el debate de Valladolid
© Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1998
http://books.openedition.org/cemca/584?lang=es
CONTRAPOCISION Y CONSECUENCIAS

El lector moderno de la controversia de Valladolid no está en la posición incómoda


del jurado de 1550-1551. Éste, lo sabemos, retardará su decisión. Cada miembro del jurado
fue invitado a comunicar por escrito su opinión, para dar una opinión mayoritaria, a la que
nunca se le dio forma.

53 Francisco de Vitoria, Leçons surles indiens et sur le droit de guerre,


Introducción, traducción y (...)

86No voy a invitar aquí a arbitrar entre las tesis de Sepúlveda y de Las Casas. No
voy a entrar tampoco, como con frecuencia se ha hecho, en el juego que pretende establecer
quien, de Sepúlveda o de Las Casas, se acerca más a Francisco de Vitoria, durante mucho
tiempo presentado en una Europa colonial, como el que formuló una posición equilibrada y
como padre fundador del derecho internacional.53

87Me limitaré a hacer hincapié en que la controversia de Valladolid permitió sin


duda, por primera vez en la historia de la humanidad, el planteamiento con una extrema
claridad, de los dos polos extremos — pretensión universalista, tentación relativista —
entre los cuales oscila hoy día el pensamiento occidental de la guerra.

54 Alexis de Tocqueville, De la colonie en Algérie, presentación de Tzvetan


Todorov, Bruselas, Éditio (...)

88La pretensión al universalismo, en marcha en el pensamiento de la época de las


luces, animará todas las empresas coloniales de Occidente. Tocqueville, heraldo del
pensamiento liberal, exclamará en 1847 con relación a Argelia: ”sólo se puede estudiar a
los pueblos bárbaros con armas en la mano”, y propondrá instituciones ”adaptadas a la
infancia de esas sociedades”.54

55 Claude Lévi-Strauss, Histoires de lynx, París, Flammarion, 1991.

89En cuanto a la tentación del relativismo absoluto, presenta otros peligros. Como
lo menciona Lévi Strauss,55 condujo a Montaigne al escepticismo radical: siempre y en
todas partes las creencias son arbitrarias; no existe criterio absoluto a partir del cual una
cultura podría autorizarse a juzgar otra. No existen ”leyes firmes, perpetuas e inamovibles
impresas en el género humano por la condición de su propia esencia”. Entonces ”no hay ley
natural, no hay luz natural y — añade Lévi-Strauss citando a Montaigne — ”no hay
comunicación en el ser humano”. Y cada uno puede percatarse de que el ideal del cual se
inspira, inmóvil y separado, es el de un mundo caduco, que los gritos de Las Casas no
bastaron para reanimar.

El hecho más importante de la historia de la “guerra justa” en las Indias fue el


debate de Valladolid (1550–1551), en que Fray Bartolomé de las Casas, teólogo y jurista y
con más de medio siglo de experiencia misionera en América, discutió con Juan Ginés de
Sepúlveda, humanista español y cronista real, sobre la cuestión que tanto preocupó a
muchos españoles del siglo XVI: ¿era justo hacer la guerra a los indios naturales del Nuevo
Mundo?25 ¿Por qué surgió la disputa? El rey Carlos I ordenó el 16 de abril de 1550 que se
suspendieran todas las conquistas en el Nuevo Mundo hasta que una Junta especial de
teólogos y juristas decidieran sobre el método justo de llevarlas a cabo. El mismo día se
despachó otra orden real que proveía que antes de que se diese licencia para cualquier
conquista, el rey debía ser informado de las condiciones propuestas, a fin Alfonso Maestre
Sánchez “Todas las gentes del mundo son hombres” Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía 2004, 21 91-134 110 23 Juan Belda Plans, La Escuela de Salamanca y la
renovación de la teología en el siglo XVI. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2000,
p. 512. 24 Apología de Juan Ginés de Sepúlveda contra Fray Bartolomé de las Casas y de
Fray Bartolomé de las Casas contra Juan Ginés de Sepúlveda. Traducción castellana de los
textos originales latinos, introducción, notas e índices por Ángel Losada. Madrid: Editora
Nacional, 1975. 25 Seguimos la obra de Lewis Hanke, La lucha por la justicia en la
conquista de América. Presentación por Manuel Gómez Tabanera. Madrid: Ediciones
Istmo, 1988. de que todo se hiciera de una “manera cristiana”. Esta orden tan severa se
cumplió “de facto”, por lo menos en Nueva Granada, la región del Chaco y Costa Rica. Las
Casas había ganado su pleito; las conquistas se habían detenido. Tanto él como Sepúlveda
deseaban tener un encuentro para decidir si las conquistas eran o no justas, y es lo que
ordenaron el rey y el Consejo de Indias.5

5
MAESTRE SáNCHEZ, A.. “Todas las gentes del mundo son hombres” El gran debate entre Fray Bartolomé de
las Casas (1474-1566) y Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573). Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía, Norteamérica, 21, ene. 2004. Disponible en:
<http://revistas.ucm.es/index.php/ASHF/article/view/ASHF0404110091A/4728>. Fecha de acceso: 01 nov.
2017. P 20

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