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A CONCIENCIA MORAL: AUTONOMÍA Y HETERONOMÍA

Con el término conciencia moral designamos la capacidad que tienen las personas para

conocer y juzgar la bondad o maldad moral de las acciones, tanto ajenas como propias.

Además, la conciencia moral mueve y orienta nuestra conducta en la dirección que

consideramos correcta. Expresiones como tengo la conciencia tranquila, me remuerde la

conciencia, allá cada cual con su conciencia o he obrado según me dictaba mi conciencia,

reflejan claramente el significado moral y la importancia que concedemos a esta

capacidad para orientarnos en la vida. En todos estos ejemplos el lenguaje popular habla

de una especie de voz interior (la voz de la conciencia) que inspira, obliga y sanciona la

moralidad de nuestras acciones. La voz de la conciencia es como un juez interior que nos

obliga, que nos aplaude o nos sanciona, que nos indica cuándo actuamos de forma

correcta o incorrecta.

A este respecto afirma Kant: “Todo hombre tiene conciencia y se encuentra observado,

amenazado y, en general, sometido a respeto por un juez interior; y esa autoridad que vela

en él por las leyes no es algo producido arbitrariamente por él mismo, sino inherente a su

ser. Cuando pretende huir de ella, le sigue como a su sombra. Puede, sin duda, aturdirse

y adormecerse con palabras y distracciones, mas no puede evitar volver en sí y despertar

de cuando en cuando, tan pronto como percibe su terrible voz. Puede incluso, en su mayor

abyección, llegar al extremo de no prestarle atención, pero el oírla no puede nunca

evitarlo”.

Cuando reflexionamos sobre nuestras acciones nos introducimos en

Dep. Filosofía / Educación Ético-Cívica 4º ESO Profesora: Montse Díaz Pedroche A la

hora de juzgar sobre la bondad o maldad de nuestras acciones la conciencia se sirve de


principios en virtud de los cuales la persona rige su vida. A veces no sabemos muy bien

cuáles son nuestros principios, pero lo cierto es que cualquier persona se atiene a unos, se

dé cuenta o no de ello. Estos principios pueden venirle impuestos o dárselos ella misma,

racional y libremente. En el primer caso hablamos de heteronomía y en el segundo, de

autonomía.

⇒ Una persona es heterónoma cuando su conciencia se guía por:

✔ Los dictados del instinto o las apetencias.

✔ La tradición asumida de forma acrítica.

✔ La autoridad de otros, sean personas concretas, sea una mayoría.

✔ Por obtener un premio o evitar un castigo.

✔ La moda o los usos sociales vigentes.

Si una persona acepta los principios emanados de cualquiera de estos cinco supuestos sin

haber reflexionado sobre tales principios y sin haber decidido si su orientación es buena,

entonces es una persona heterónoma.

⇒ Una persona es autónoma cuando es su propia conciencia la que propone las normas

morales que deben guiar sus acciones, habiendo reflexionado y decidido sin coacciones.

Es decir, cuando los principios que guían sus acciones han sido asumidos de forma

racional, crítica y reflexiva, de tal modo que sus acciones las realiza porque le parecen

buenas y correctas y no por miedo al castigo, por obtener un premio, por crearse buena

fama, porque se lleva, porque lo hacen otros, etc. Sin duda, las personas empezamos por

aprender las normas en la sociedad en la que vivimos: en la familia, en la escuela, en el

grupo de amigos, etc. Esto significa que en un principio las normas nos vienen de “fuera”.
Cuando somos pequeños somos heterónomos, necesitamos que los mayores nos digan

cómo debemos comportarnos, que nos dicten nuestras normas de comportamiento.

Precisamente, la madurez moral se alcanza cuando se pasa de la heteronomía a la

autonomía moral, cuando uno es capaz de decidir reflexivamente qué normas considera

buenas y además es capaz de crear otras nuevas. La familia constituye un medio de

aprendizaje de normas muy importante, pero sólo en la medida en que reflexionemos

sobre ellas y las aceptemos si creemos que son válidas para hacernos mejores personas,

nos convertiremos en seres autónomos.

2 Dep. Filosofía / Educación Ético-Cívica 4º ESO Profesora: Montse Díaz Pedroche

Autonomía equivale, pues, a “autolegislación”, a darse a sí mismo las propias leyes. No

obstante, cuando hablamos de leyes, estamos indicando que valen universalmente, porque

una ley no puede valer para una sola persona. En el caso de la moral, las leyes han de

valer universalmente porque son aquéllas que cualquier persona debería cumplir para ser

verdaderamente humana. Por eso, con la expresión “autonomía moral” nos referimos a la

capacidad que tenemos las personas de guiarnos por aquellas leyes que nos daríamos a

nosotros mismos porque nos parecen propias de los seres humanos. No tiene, pues, nada

que ver con “hacer lo que me venga en gana”, ni tampoco con la independencia frente a

toda norma. Comportarse de forma autónoma es una posibilidad que cada ser humano

puede realizar o no. Las conductas heterónomas están siempre relacionadas con

situaciones de servidumbre, mientras que los seres autónomos se comportan como seres

dueños de sus propios actos. En definitiva, el término “autonomía” es sinónimo de

libertad: es libre quien se da a sí mismo sus propias leyes y las sigue, siempre que

entendamos por “sus propias leyes” aquéllas que extendería a todos los seres humanos.

De ahí que podamos valorar el tránsito de la heteronomía a la autonomía moral como un

progreso, como un ganar en madurez, que puede lograrse individual y socialmente. Los
individuos tenemos una conciencia capaz de progresar, pero también las sociedades

tienen una conciencia que puede ir madurando desde la heteronomía a la autonomía:

desde regirse por tradiciones, autoridades y costumbres no asumidas reflexivamente

desde principios humanizadores, hasta guiarse por ese tipo de principios. En el caso de

las sociedades, Habermas ha elaborado lo que él llama una “Teoría de la evolución

social”, en la que muestra que las sociedades han ido aprendiendo moralmente. Sin

embargo, nos vamos a ocupar sólo de la evolución de la conciencia individual hacia la

autonomía moral.
LA ÉTICA AUTÓNOMA Y LA ÉTICA HETERÓNOMA

Una ética heterónoma es aquella que acepta un sistema moral que se impone

culturalmente. Es decir, uno es moralmente heterónomo si se ve obligado aceptar un

sistema moral (o simplemente acepta un sistema moral) sólo porque lo creen los propios

padres o maestros, o porque es lo que se cree en la comunidad en la que se está inmerso.

La moral heterónoma es una aceptación irreflexiva delos principios y normas imperantes

en la sociedad. Una ética autónoma es aquella que induce a las personas a pensar por sí

mismas. En la esfera moral, la autonomía implica una voluntad libre que muestra

mediante la razón, que ciertos principios morales son correctos. Podemos decir, para

aclarar, que si uno actúa de acuerdo a una moral heterónoma, cumple con los principios

morales sólo por temor al castigo, mientras que si actúa autónomamente, sigue los

principios porque los considera su deber. Es decir, la autonomía se rige por el

cumplimiento del deber por el deber mismo.

LA ÉTICA AUTÓNOMA Y LA ÉTICA HETERÓNOMA

Ética heterónoma: es aquella que acepta un sistema moral que se impone

culturalmente. Es decir, uno es moralmente heterónomo si se ve obligado a aceptar un

sistema moral (o simplemente acepta un sistema moral) sólo porque lo creen los propios

padres o maestros, o porque es lo que se cree en la comunidad en la que se está inmerso.

La moral heterónoma es una aceptación irreflexiva de los principios y normas

imperantes en la sociedad.

Ética autónoma : es aquella que induce a las personas a pensar por sí mismas. En

la esfera moral, la autonomía implica una voluntad libre que muestra mediante la
razón, que ciertos principios morales son correctos. Podemos decir, para aclarar, que

si uno actúa de acuerdo a una moral heterónoma, cumple con los principios morales

sólo por temor al castigo, mientras que si actúa autónomamente, sigue los principios

porque los considera su deber. Es decir, la autonomía se rige por el cumplimiento del

deber por el deber mismo.

Autonomía y heteronomía

Una concepción de la moralidad puede tender hacia cualquiera de las posibles

direcciones en un campo determinado. De hecho, existen morales que recomiendan

ciertas restricciones sobre el comportamiento (heteronomía), así como existen morales

que recomiendan una autodeterminación totalmente libre (autonomía) y una variedad de

posiciones intermedias.

a) El formalismo kantiana (ética material). En la sociedad moderna en la que vivimos

que ha llegado gracias al desarrollo técnico y a la eficacia política a un grado de

bienestar notable exige de cada uno de sus ciudadanos autonomía y racionalidad,

es decir: exige en este mundo globalizado individuos capaces de regirse por

principios que permitan la convivencia y la solidaridad entre grupos e

individuos. Si bien, y no podemos dejar de mencionarlo, también de individuos

libres capaces de acceder voluntariamente a los productos que nuestro mercado

pletórico pone a nuestra disposición. O sea, debemos ser libres, solidarios, y

buenos consumidores. Pero vayamos directamente al tratamiento de cuestiones

de índole ético y moral que son en definitiva las que realmente nos interesan. La

distinción entre autonomía y heteronomía moral se la debemos al filósofo

alemán InmanuelKant (1724-1804). Para Kant un hombre obra bien cuando


tiene como fundamento de su acción un principio de validez universal

(imperativo categórico en palabras del autor), o sea válido para todos los

hombres en todas las circunstancias, en cualquier tiempo

y lugar. Principio de validez universal que descansa en la voluntad individual

libre y racional que todo hombre por el mero hecho de serlo posee. Siempre

y cuando el hombre obedezca a su voluntad obrará libremente, autónomamente,

racionalmente. Esto no quiere decir que cada uno de nosotros obre como le dé la

gana, hay ciertos límites y Kant los sitúa acudiendo a la conducta heterónoma.

¿Qué es para Kant una conducta heterónoma?

Será aquella cuya norma guía procede de una instancia diferente a la del propio

individuo libre: padres, profesores, amigos, ideologías políticas, credos

religiosos..., o lo que es lo mismo, cuando la norma obedece no al deber en

sí mismo sino a fines u objetivos que satisfagan (o nos esclavicen diría Kant)

nuestras inclinaciones y deseos. Responden a la forma proposicional:

“si...entonces”, es decir: es condicionada, no libre (imperativo hipotético diría

Kant). Acudamos a un ejemplo concreto para aclarar el significado de lo que

estamos diciendo; así: “si estudias y apruebas entonces te compraré un pony

como el de Lisa Simpson”. De este modo concluirá Kant: si actuamos en función

de principios normativos ajenos a nuestra voluntad libre estaremos

condicionados, obedeceremos a causas externas, y por tanto, es imposible

que nuestra acciones puedan ser buenas y correctas. Nuestro obrar debe ser

libre, ajeno a condiciones, a imposiciones exteriores; nuestro obrar debe ser

fin en sí mismo. Nuestro obrar bueno y correcto debe ser para Kant

racionalmente justificado e internamente asumido. Y este buen obrar Kant lo

formula como imperativo categórico a través de dos máximas:


a) Obra de modo que puedas querer la máxima de tu acción como ley universal.

b) Obra de modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de

cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio.

Las éticas heterónomas son aquellas en las que la obligación moral es algo

impuesto al hombre y externo a su voluntad. Por ejemplo, la obligación moral

viene impuesta por la naturaleza, por nuestra esencia o por dios. La acción

moralmente buena será la adecuación a esos fines prefijados de antemano

y de los que no somos responsables (en el pleno sentido de la palabra).La ética

eudemonista aristotélica y la ética de Tomás de Aquino son heterónomas,

porque el fin último del hombre, el bien que éste puede alcanzar (la felicidad,

Dios) nos viene impuesto por nuestra propia naturaleza. Ser feliz, comportarse

éticamente implica conocer esa finalidad impuesta y llevarla a cabo. En las éticas

autónomas, la obligación (ley) moral ha de provenir del mismo hombre, y no de

algo exterior a él. Es el propio hombre (mediante su razón) el que se determina a

sí mismo para obrar moralmente. La ética Kantiana, como veremos, será

autónoma, no fundada en los sentimientos, gustos o inclinaciones, sino en la

propia razón. Efectivamente, la voluntad no es buena por naturaleza. Está en una

lucha constante con sus instintos, deseos e inclinaciones. Precisamente, según

Kant, obrar porque algo nos cause placer o nos traiga felicidad no es obrar ni

moralmente ni libremente. No esobrar moralmente porque se trataría de una

acción egoísta, interesada, que busca su propio beneficio (felicidad, placer...).

Tampoco sería libre porque ¿Qué o quién determina nuestras "ganas" o deseos?

Lo propio de la moral es obrar buscando sólo el cumplimiento del deber, y sólo

hay buena voluntad cuando la acción moral se realiza con vistas a él y no a causa

de nuestro propio beneficio. El deber es la necesidad de una acción por respeto a


la ley moral, y sin determinación por inclinación alguna. Sólo la razón puede

justificar mandatos por deber.

LA MORAL AUTÓNOMA Y LA MORAL HETERÓNOMA

Moral heterónoma: Es la moral que se da en los individuos que no cuestionan las


normas que provienen de una determina autoridad. Se da sobre todo en niños, que
son los que no cuestionan la autoridad del adulto. Esta moral crea una forma de
pensamiento llamada realismo moral, que nos hace creer que las obligaciones y los
valores de una persona están determinados por la norma sin tener en cuenta el
contexto y las posibles intenciones que haya tenido alguien. Por ejemplo: Una
persona no cuenta que ha perdido el empleo para no preocupar más a su familia, al
final se enteran cuando la situación es mucho más crítica y causa, además de la
preocupación esperada, el enfado por la ocultación de la información. La moral
heterónoma juzga sólo el hecho de ocultación de la verdad y no la posible buena
intención que tuviera la persona en hacerlo aunque agrave la situación. Vamos, que
es una moral rígida y poco empática. Es natural que se encuentre hasta los 7 u 8 años.

Moral autónoma: Es la moral que se da en los individuos que son capaces de juzgar
las normas, independientemente de quien las dicte, según su bondad o maldad. Se
basa en el respeto mutuo y en la reciprocidad. Se da a partir de los 11 años.

Bibliografía:

Psicología del Desarrollo II de Francisco Gutiérrez Martínez y José Óscar Vila Chaves.

https://es.scribd.com/doc/20702618/LA-ETICA-AUTONOMA-Y-LA-ETICA-
HETERONOMA

http://doynigo.blogspot.com/2017/07/etica-autonoma-y-heteronoma.html

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