LA CRISIS DE LA HISTORIOGRAFÍA Y LAS PERSPECTIVAS EN EL CAMBIO
DE SIGLO- JULIO AROSTEGUI En el capitulo tercero de su obra “La investigación histórica teoría y método”, Julio Arostegui nos presenta el panorama de las transformaciones que acontecieron sobre la historiografía a partir de la denominada “crisis de la historia” que se da en el decenio de los setenta del siglo XX tras una pérdida de seguridad y un agotamiento en los paradigmas que habían sido el eje de las investigaciones sociales en los treinta años anteriores. Dentro del contexto de esta crisis se dan diferentes intentos renovadores dentro de los que se destacan el desarrollo del posmodernismo y el giro lingüístico desde la filosofía. El posmodernismo y el giro lingüístico El posmodernismo nace desde el arte y la literatura como una transformación que fue respuesta a la crisis de la posguerra y la crisis del capitalismo y centra sus fundamentos en una reacción a la concepción de la modernidad como un proyecto intelectual basado en la racionalidad teórica e instrumental negando el “pensamiento racionalista de la modernidad como conductor del progreso de la humanidad”. Dentro de este contexto la historia seria negada como “evolución creadora, progresiva y conjunta de la humanidad”. Si bien encuentra sus antecedentes mucha antes seria definido por Jean François Lyotard en su obra “La condición posmoderna”, siendo uno de sus mayores representantes. El posmodernismo se vio nutrido de una variada obra de ensayistas de la cultura, filósofos, teóricos de la literatura y antropólogos y marcaria la pauta que pone fin a las grandes concepciones del mundo y de la historia basadas en la “metateoría” y las “metanarrativas”. El giro lingüístico surge de un cuestionamiento sobre la representación lingüística del mundo que se constituyó desde la filosofía e influenció la teoría histórica. De acuerdo con esto, las problemáticas filosóficas y posteriormente la realidad social solo podían concebirse como un problema del lenguaje, convirtiéndose en una consecuencia de “la existencia, estructura y uso del lenguaje”. Sus antecedentes se pueden encontrar en los trabajos de Ferdinand Saussure sobre el estructuralismo lingüístico, que proponen el lenguaje como “un sistema cerrado de signos autosuficientes y que encerraba en él toda la realidad del conocimiento”. Teniendo en cuenta esto se terminaría definiendo la lengua como la plasmación última del conocimiento incluso de la realidad exterior, pues esta no podía ser captada de otra forma sino solo a través del lenguaje. La influencia del giro lingüístico sobre la historia se centra específicamente en la forma de entender el texto histórico y la fuente histórica, de donde surge la discusión sobre la existencia del pasado fuera del discurso, fuera del documento lingüístico en que tal cosa se nos presenta. Teniendo en cuenta estos la fuerza que la fuente histórica había tenido como representación fiel del pasado es puesta en tela de juicio. El texto histórico entra en un plano de discusión en cuanto la historia comienza a ser concebida como una forma del lenguaje literario escrito y como una producción que no se diferenciaba del relato de ficción. Dentro de esta discusión encontramos a Hayden White como el pionero de las tesis que definía la historia como algo más ligado a lo estético y mas cercano a los relatos literarios que ha una pretendida verdad científica. A partir de esto, se hablará de la narrativa histórica como única forma de presentar la historia y se dará prioridad al carácter interpretativo de la historia. Dentro de esta propuesta, encontramos el desarrollo del deconstruccionismo, que guiado el posestructuralismo se dirigió a la de-codificación de todo lenguaje, especialmente el textual, llegando a la indistinción entre realidad y lenguaje y proponiendo que “todo lo real para serlo tiene que estar elaborado como lenguaje”. De acuerdo con esto, el texto no seria un referente de la realidad exterior, sino que posee una dinámica autónoma. Esta propuesta, de acuerdo con Arostegui se contrapone a la búsqueda que el historiador hace de la realidad en la fuente histórica como reflejo de la misma, el documento histórico ya no seria concebido entonces como fuente de la realidad exterior y el sentido de objetividad se perdería. El posmodernismo implicó el abandono de dos ideas modernas sobre la historia: 1. La historia abarca el desarrollo de lo temporal 2. El curso de la historia es el progreso de la racionalidad
Crisis de las ciencias sociales y la historiografía
Como se menciono anteriormente esta crisis que fue entendida como una “crisis de representación” surge tras el agotamiento de los paradigmas que guiaron la investigación social, sus causas se puede resumir en: 1- El agotamiento del marxismo 2- La consolidación del posmodernismo 3- La decadencia de la escuela de Anales (para el caso de la historia) Para el caso especifico de la historia esta crisis se caracterizó por: 1. Marcar el fin de la historia como un estudio que podía explicar el pasado de forma coherente y científica 2. Rechazo a la historia sin sujeto 3. Rechazo a la historia cuantitativa Esta crisis se dinamizó a partir del posmodernismo y el giro lingüístico desde donde se produjeron nuevas formas de entendimiento histórico, y trayendo como consecuencia una proliferación que para Arostegui debe ser entendida como un demigajamiento de la disciplina que se fragmento y cayó en la dispersión historiográfica.
CONSECUENCIAS Y NUEVOS INTENTOS RENOVADORES
Como consecuencia de esta crisis se dan dos reacciones a partir de la búsqueda de un camino de salida desde dos puntos: el primero de ellos fue el camino externo a la historiografía que se centro en una vuelta a la narrativa con la renovación lingüística, la antropología cultural simbólica y el “nuevo historicismo”, y el segundo fue el camino de las propuestas que surgieron desde la historiografía misma de donde nacieron nuevos modelos para el entendimiento histórico. Estos nuevos modelos se caracterizaron por: 1. Una vuelta al sujeto como objeto de estudio 2. El trabajo con actores concretos (en el caso de la microhistoria) 3. Resaltar la dimensión cultural 4. En el énfasis en la acción y la estructura Y estuvieron influenciados los cambios que se produjeron en otras ciencias como la antropología (La influencia de Clifford Geertz es fundamental). Dentro de estos nuevos modelos históricos se destacan: 1. La microhistoria: Nace como una práctica historiográfica que se sitúa en Italia y que toma fuerza tras la publicación de Ginzburg sobre el molinero Menocchio en 1976, aunque su formación es anterior. Su objetivo es el análisis microscópico y un estudio intensivo del material documental, entendiendo que no se trata de una fragmentación sino de una reducción de la escala de análisis para encontrar nuevas observaciones sobre un mismo objeto de estudio. Por medio de este modelo se recupera el sujeto y su experiencia, el cual es concebido como el eje del discurso histórico. Plantea además una renovación a la historia local y una vuelta al genero narrativo. 2. La nueva historia cultural: Surge tras la influencia interdisciplinaria tanto de la antropología como de la lingüística y se centra en la importancia de las representaciones simbólicas para la comprensión del pasado. Uno de sus mayores representantes es Robert Darton con su obra “La gran matanza de gatos”. Este autor concibe la nueva historia cultural como algo que va mas allá de la historia de las mentalidades y la cual pretende el estudio de las creencias populares colectivas como objeto etnográfico reconociendo la influencia de Geertz para explicar los hechos como textos que poseen un contenido simbólico. Otro de sus representantes fue Roger Chartier quien posee una producción entorno a la discusión sobre este tipo de historia, mostrando como se pretende la revaluación del sujeto y de la conciencia de los actores. Este modelo a tenido una fuerte influencia del giro lingüístico y una línea se ha dirigido hacia el deconstruccionismo concibiendo que el lenguaje es el que contiene la realidad social, sin embargo, Chartier se aleja en sus propuestas de esta tesis. 3. La historia socio estructural: Tuvo influencia de la historia social y la sociología histórica, uno de sus principales representantes es Christopher Lloyd. Esta corriente nació en América a partir de la Social Science History y propone una historiografía identificada con la sociología. Se aleja de la microhistoria y la historia cultural, pero sin embargo reconoce a influencia de Clifford Geerzt. Su propuesta principal se centra en la comprensión de la estructura socio- histórica no como una pauta de sucesos, acciones o comportamientos sino como algo que tiene una existencia autónoma y relacionada con los fenómenos que ocurren dentro de ella. Pretende el descubrimiento de los cambios socio- estructurales y de la real estructura de la sociedad. Otras propuestas renovadoras fueron la historia oral, la historia de la vida cotidiana y la historia de los conceptos. La historia oral se centra en el estudio de fenómenos recientes de los cuales aun hay testigos o protagonistas y a partir de ella se han abordado problemáticas específicas como el género, el trabajo, los acontecimientos traumáticos, etc. Su carácter hace que deba centrarse en situaciones de espacio y tiempo especificas por lo que ha estado relacionada con la historia local. En la segunda parte del texto el autor se cuestiona si en la década de los noventa la historiografía se ha desarrollado un proceso para salir de la crisis anterior, por lo que caracterizara el transito del siglo XX al siglo XXI y las perspectivas historiográficas de este periodo. De acuerdo con Arostegui en la década de los noventa aún continúan presente dos interrogantes fundamentales: ¿Es posible conocer el pasado? ¿Es posible decir la verdad acerca de lo que realmente sucedió o son los historiadores como los novelistas creadores de ficciones? Estos interrogantes que aún continúan presentes han llevado a una toma de conciencia en relación al objetivo mismo y la comprensión de la historia y a poner en discusión tres caracteres principales que la habían definido: 1. El concebir la historia como una reproducción fiel de la realidad, tesis a la cual se contrapone la de la historia como imagen de la realidad 2. La capacidad de la historia para representar el pasado y dar cuenta completa de sus dimensiones socioculturales 3. La historia como una construcción objetiva Las consecuencias del posmodernismo sobre la historia nutrieron esta discusión y llevaron a la proliferación de la producción histórica, lo que Arostegui interpreta como un eclecticismo desde el cual realmente no se ha dado respuesta a la crisis con la consolidación de un nuevo paradigma capaz de reemplazar los antiguos. Arostegui reconoce las siguientes consecuencias del posmodernismo: 1. Reconoce que para hacer ciencia social no basta con las grandes generalizaciones abstractas, sino que se debe explicar y comprender las acciones humanas concretas 2. Se ha dado una vuelta hacia los sujetos en relación a las estructuras 3. No se logró imponer la negación de la capacidad de la investigación social para representar la realidad 4. Se ha dado un proceso en el cual la historiografía actual está en búsqueda de estrategias de investigación mas que en modelos globales de entendimiento histórico y explicativo Finalmente, el autor nos presenta la influencia de estas transformaciones sobre las temáticas trabajadas dentro de la producción histórica y el surgimiento de un nuevo tipo de sensibilidad histórica que se caracterizó por estar más cerca al presente del historiador. Entre estos temas destaca: los sujetos sobre las estructuras, la tendencia a conocer la historia de los individuos comunes, las nuevas formas de cultura, las identidades individuales y colectivas, la sociabilidad, las problemáticas de género, etnia y todo tipo de marginación. Estas temáticas son producto de esa nueva sensibilidad histórica que concibe la historia como algo que se vive en “tiempo real” y no en tiempo pasado: “La historia no quedará ya en el silencio inmediato para ser más tarde rescatada en el documento, sino que se revelará en cada instante, se registrará a la vista” (Arostegui, pág. 184). El modelo más claro que expresa este nuevo tipo de sensibilidad es la Historia del tiempo Presente que se centra en el estudio de fenómenos cercanos al presente del historiador.