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TRABAJO CON POLARIDADES

Paciente: Mónica

Edad: 55

Mónica es paciente mía desde hace un año y medio. En sus comienzos, acudió a terapia luego
de haber ingerido una tableta de pastillas antidepresivas, con el diagnóstico de depresión
realizado por su psiquiatra.
Hace un tiempo que Mónica afirma que su relación de pareja no le agrada, y que la misma es
el foco de sus angustias. Ha tratado de ver para qué se mantiene en la relación, y ha afirmado
que lo hace por conveniencia, por la cuestión económica, para no estar sola, entre otras ideas.
La realidad es que nunca deja de quejarse de su relación, afirma que hace mucho tiempo que
no tienen sexualidad de ningún tipo ni diálogo. Cuando conocí al marido, me llamo la atención
que en entre ellos no se escuchaban, su trato era frío y cortante y sus modos de dirigirse muy
violentos.
Mónica se critica mucho a sí misma por no dejar al marido, y al mismo tiempo dice que no se
anima a dejarlo. Cuando habla del tema cambia la cara, frunce el seño, abre grande los ojos y
su tono es fuerte y tajante, conteniendo las lágrimas; y cuando sale del tema vuelve a tener
una mirada dulce y sonriente, y un habla suave. Cuando toma la primera forma, en seguida
trata de hablar de otra cosa, diciendo que no quiere perder la tranquilidad, pero ella misma
vuelve a hablar de su relación reiteradamente.
Podría trabajar con Mónica una silla vacía con el marido, pero decido trabajar sus polaridades
porque percibo una lucha interna entre dos aspectos de ella. Le propongo hacer el ejercicio de
las polaridades, partiendo desde el ensueño del pueblo.
En el cuento se encuentra con dos personajes. El primero, con el que se identifica, lo
denomina Mónica ‘la serena’, mientras que al segundo lo llama Mónica ‘la exigente’. Las
características de la serena son: no se hace problemas por nada, es tranquila y amorosa, no
piensa en los demás, se abstrae de las situaciones. La postura es relajada y el rostro sonriente.
Las características de la exigente son: está pendiente del entorno, es seria, está alerta, es
estratégica, impulsiva y manipuladora. La postura es más erguida y el rostro rígido y tenso.
A continuación describo partes del diálogo, luego de que cada personaje se describe:
- Serena: culpa tuya nos enfermamos. Te haces problemas por todo y por eso nos enfermas.
- Exigente: tenes razón, no quiero ser así, me siento mal. Se le llenan los ojos de lágrimas. Te
envidio.
(La ‘serena’ critica y la ‘exigente’ es criticada. Dejo que fluya el dialogo porque mi sensación es
que las polaridades están marcadas, aunque los nombres no coincidan)
- Serena: Te haces problemas por todo y por eso nos enfermas.
- Exigente (girando la cabeza hacia mí): quiero volver allá (al otro almohadón)
(Dos o tres veces habla desde la exigente pero siendo serena, y le pido que se describa, siendo
la exigente. Cuando se describe, se interrumpe y se dirige a mí diciendo que no le gusta ese
lado, que quiere volver al otro. Me pongo nervioso, no sé si cortar el ejercicio o animarla a
seguir. Decido pedirle que, como exigente, le cuente a Serena para qué sirve)
- Exigente: sirvo para defenderte. Te defiendo cuando te quieren pasar por arriba. A vos te
resbala todo.
(Cuando dice esto afirma con la cabeza)
(En este punto creo que encuentra la funcionalidad de esta polaridad, y que empieza a
aceptarla)
- Serena: a mí no me importa lo que hagan o me digan los demás, yo no les presto atención.
- Exigente: Pero a veces te enfrentas con gente que puede dañarte, y yo te defiendo.
- Serena: de quién me defendes?
- Exigente: de Eduardo (el marido), cuando se pone violento, y de la gente del trabajo cuando
te maltratan.
- Serena: no lo sabía.
(dejo que retorne a la exigente, y desde ahí hago el cierre)
Le pregunto qué toma de cada una:
‘De serena tomo la capacidad de estar relajada y disfrutar, y de dar amor. De la exigente tomo
la fuerza y el ser estratégica para no dejarme avasallar’.
Luego le pregunto de qué se da cuenta a raíz del experimento. Me dice que la exigente es su
parte fuerte…‘es mi fuerza’, y la serena es su parte relajada. ‘Tendría que encontrar un punto
medio’. Le pregunto cómo sería un punto medio, y me responde que a veces lo logra, y se trata
de defenderse sin ser impulsiva y sin perder la tranquilidad, sin violentar, pero diciendo las
cosas con firmeza.
Pienso que el ejercicio puede servirle a la paciente para aceptar su parte agresiva y defensiva,
y dejar de rechazarse cuando se pone ‘seria’.

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