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BLOQUE I

NUEVAS DINÁMICAS
NUEVOS PARADIGMAS

Migraciones II
Grado en Antropología Social y Cultural
TEMA 1: Inmigración y globalización

Cuando hablamos de globalización perdemos de vista el papel que juega en su realización los
Estados nacionales aunque seamos conscientes de que la mayoría de los procesos globales se
materializan en ellos. Los Estados juegan un papel fundamental, en primer lugar, porque como
señala Saskia Sassen, los propios Estados se están transformando en la medida en que interactúan
con la economía global, creando, a juicio de la autora, una nueva zona fronteriza de interacciones
político-económicas que producen nuevas formas institucionales y alteran algunas antiguas. En
segundo lugar, conviene rechazar la idea de que la globalización es algo externo a los Estados
nacionales, porque ciertos componentes del estado operan como instrumentos necesarios para la
implementación de un sistema económico global, preservando la integridad del territorio nacional
como condición geográfica, al tiempo que ceden parte de la autoridad territorial al sector privado a
través de la desregulación normativa y de las privatizaciones de determinados servicios públicos,
llegando incluso a la desnacionalización de determinadas funciones hasta ahora asumidas por los
gobiernos nacionales. Todo esto trae consigo la existencia de un cuerpo legal sumamente elaborado
que garantiza la exclusiva autoridad de los Estados nacionales sobre su territorio, al tiempo que se
institucionalizan los derechos de las empresas no nacionales, se legalizan un conjunto creciente de
transacciones transfronterizas así como la participación creciente y cada vez más institucionalizada
de las organizaciones supranacionales en asuntos nacionales. En este sentido, Bourdieu (2001),
señala que la globalización podría significar la unificación del campo económico mundial, aunque
también puede significar una política económica que busca unificar el campo económico por medio
de muchas medidas legal-políticas cuya finalidad sería acabar con los límites de esa unión, límites
vinculados a los Estados nacionales, para crear nuevas condiciones de dominación y confrontación
a los agentes y empresas previamente incluidos en los límites de los Estados nacionales. Para
Bourdieu, la palabra globalización sustituye a la anterior "modernización" y define la imposición de
un modelo de evolución etnocéntrico que permite la clasificación de las distintas sociedades en
función de su cercanía con la sociedad más desarrollada económicamente, Estados Unidos, que se
establece así como modelo universal, destino inevitable, proyecto político liberador, fin de la
evolución natural, así como ideal cívico y ético. Y es que, Bourdieu advierte que este ideal proviene
del ideal de EEUU, que tanto política como económicamente, está caracterizado por la debilidad del
Estado y que, además obvia una cantidad importante de ventajas competitivas de EEUU en este
nuevo escenario que llegan a permitirle a EEUU, llegado el momento, a retornar a las prácticas
proteccionistas, propiamente nacionales, cosa que prohíbe a los países en "vías de desarrollo". De
esta forma, las políticas de globalización no son más que la materialización de esta asimetría en
busca de un modelo más favorable para el dominante, bajo la apariencia de un universalismo sin
límites, que consigue que las fuerzas económicas dominantes pongan a su servicio la ley y las
grandes organizaciones internacionales, dedicando gran parte de sus esfuerzos a deshacer los
derechos nacionales. Gracias a la globalización, el campo económico mundial está sometido
estructuralmente al campo mundial financiero, brutalmente liberado, señala Bourdieu, de todas las
regulaciones y convertido en una fuerza autónoma. El campo económico mundial se presentaba
dividido en subcampos, cada uno de ellos correspondiente a una determinada "industria" con
estructura oligopólica entre las distintas empresas que lo componen y cuya posición dependía tanto
de su posición dentro de su propio Estado como de la que ocupaba en todos los demás países. Este
campo económico mundial está fuertemente polarizado, por un lado los Estados dominantes, que
funcionan como una barrera para todos los demás Estados, solo por su peso en la estructura, suelen
concentrar tanto los créditos como las ganancias formando lo que él llama "capital nacional". Al
estar dominado por el campo financiero, se apoya sobre todo la movilidad de capital y la
deslocalización generalizada de los negocios, potenciando la explotación de las diferencias entre las
nacones en términos de capital, pero también en el costo de la mano de obra.
En este contexto de la globalización, Joaquín Arango (2003) señala que aunque las migraciones
transfronterizas se han situado en el centro del debate público, no son las más numerosas de la
historia, y es más, las migraciones internacionales actuales deberían llamar la atención por lo
escasas que son, relativamente, en un contexto donde las desigualdades económicas entre países son
muy grandes y van en aumento. Y es que, nos dice Arango, las diferencias económicas son
condición necesaria para las migraciones, pero en ningún caso son condición suficiente. Las
migraciones fueron explicadas por las ciencias sociales durante el siglo XX a través de una cantidad
enorme de teorías, renovaciones o aplicaciones de estas teorías y/o categorías de marcos
conceptuales. En su artículo pasa revista a las principales teorías utilizadas para explicarlas, pero
concluye que aunque ciertamente hoy en día se comprenden mejor las causas y mecanismos de
autoperpetuación de las migraciones, el panorama no es muy halagüeño. Arango achaca esta
deficiencia a un problema de enfoque, las teorías se centraron en bucear en las causas profundas,
dejando de lado los determinantes próximos. Basándose en principios conocidos de la economía
como la elección racional, la maximización de la utilidad, los rendimientos netos esperados, la
movilidad de factores y las diferencias salariales, la explicación neoclásica fue hegemónica en la
explicación de las migraciones hasta la década de 1970 en que aparecieron nuevas versiones. Esta
explicación era una traslación de los modelos de equilibrio predominantes en las ciencias sociales
de aquel momento - predicado neoclásico en economía, paradigma funcionalista y teoría de la
modernización -. Pronto se puso en evidencia que su talón de Aquiles era su carácter
unidimensional y, sobre todo la exclusión de la dimensión política cuando su importancia, en el
fenómeno migratorio ha ido en aumento. Si algo caracteriza, señala Arango, las migraciones
actuales es que la libre circulación de trabajadores es la excepción y su restricción la norma, porque
hoy por hoy pesan más los factores políticos que las diferencias salariales que defendían aquellas
teorías. La selectividad de las migraciones responde a los títulos jurídicamente habilitantes para
ello, como son los relativos a las agrupaciones familiares, los demandantes de asilo o los refugiados.
Entonces, se empezaron a buscar nuevas explicaciones, pero dejaron nuevamente al margen las
causas de por qué la gente no emigra, lo que él llama las fuerzas centrípetas que deberían centrarse
en el papel de los Estados nacionales, tanto en su capacidad para retener a los posibles candidatos a
emigrar como en su papel de rechazar a los inmigrantes, es decir, prestar atención a los factores
políticos, porque, citando a Davis (1988), Arango dice que las migraciones son criaturas de las
políticas. El problema fundamental a la hora de estudiar las migraciones, a juicio de Arango, es, por
un lado la complejidad de este objeto de estudio, sus causas pueden ser innumerables, están cada
vez más se diversificadas las corrientes y rutas migratorias, además se empiezan a atender otras
dimensiones del fenómeno como son los modos de incorporación en los países de acogida en los
que el estudio de las redes migratorias tiene una gran relevancia, los procesos emergentes de
transnacionalización y sus implicaciones. Pero, por otro lado, cuestiona lo que él llama "cierta
fragilidad epistemológica" de estas teorías, muy habitual, a su juicio, en las ciencias sociales en su
conjunto, y que consiste en que estas teorías explican los hechos a posteriori, impidiendo el
conocimiento acumulativo del fenómeno.
Zygmunt Baumann , en su artículo "Turistas y vagabundos" (1999), nos recuerda que nadie elige la
sociedad en la que se nace, pero que esa circunstancia marca una diferencia entre las personas como
la que existe entre la vida y la muerte, porque la sociedad global está estratificada, como lo han
estado siempre las sociedades, pero la actual que denomina posmoderna, de consumo, se distingue
por su escala de estratificación, siendo ahora el grado de movilidad, "los de arriba" tienen libertad
para elegir el lugar que ocupan, incluso pueden alejarse de "los de abajo" a los que echan una y otra
vez del lugar que quisieran ocupar, al tiempo que crece la incomunicación entre ambos mundos. En
el primer mundo, el espacio ha perdido sus cualidades restrictivas de modo que lo podemos
atravesar fácilmente, tanto en el mundo real, como en el virtual. En este mundo se vive en el
tiempo. Para el segundo mundo la vida transcurre en el espacio, el espacio se ha vuelto incluso más
restrictivo. Como consecuencia, el tiempo queda abolido de forma que en el primer mundo se vive
en un perpetuo presente, tiempo siempre escaso, al contrario de los que Baumann denomina
"localmente sujetos" para los que el tiempo es abundante, innecesario e inútil, están atados al
espacio. Las fronteras han sido abolidas para los privilegiados del primer mundo, mientras que para
los del segundo se han vuelto prácticamente infranqueables. Baumann habla de que la globalización
ha sido estructurada para satisfacer los deseos de los turistas lo que ha conllevado al aumento de los
vagabundos, a los que define como desechos de un mundo hecho para los turistas y a los que se les
niega el derecho a convertirse en uno de ellos aunque se le impide permanecer en un lugar. "Luz
verde para turistas, luz roja para los turistas". Con esta metáfora, Baumann se refiere a la paradoja
que se produce con la globalización: mientras se eliminan barreras entre las naciones para el
movimiento de dinero, de las mercancías y de la información se crean nuevas y profundas barreras
para evitar los desplazamientos de aquellos que están desarraigados espiritual o físicamente. Esta
polarización del mundo es una consecuencia importante de la globalización.
CONCLUSIONES
Saskia Sassen en su artículo hace hincapié en el papel del Estado en el proceso de la globalización y
como, poco a poco, va cediendo funciones propias del Estado a la iniciativa privada, nacional o
internacional, al tiempo que mantiene la soberanía territorial. Su enfoque es positivista, como
demuestran los datos cuantitativos en los que basa su argumentación y su conclusión se podría
resumir en que a través del control de las economías nacionales por medio de empresas
transnacionales se materializa la globalización dentro de los Estados nacionales asumiendo la
imposición de nuevas normas, a través de canales institucionales específicos de cada Estado
mostrando distintos niveles de resistencia, consentimiento y sumisión. Bourdieu, por su parte,
marca el énfasis en desmontar la utopía de la globalización, pone en duda que ese predicamento de
apertura de fronteras y desmantelamientos de los Estados sea real. Para él, la globalización polariza
el mundo entre Estados dominantes y dominados, sigue el modelo ideal de EEUU, pero sin
embargo, los Estados dominantes mantienen para sus Estados prácticas de proteccionismo, más o
menos sutiles, que se niegan a los demás estados lo que termina impidiendo una verdadera
universalización, termina su texto con una llamada al optimismo diciendo que no es del todo
imposible conseguir un control económico subordinado a fines universales. Baumann, desde una
perspectiva hermenéutica, nos sitúa ante una realidad rápidamente cambiante: "desaparece sin
darnos tiempo de leer las instrucciones", esta volatilidad es fruto de la globalización y es
característica de nuestra sociedad de consumo que nos convierte a todos en consumidores-viajeros,
sin embargo ese todos consumidores no incluye a todos porque la globalización ha polarizado al
mundo y al tiempo que elimina barreras para las mercancías, el dinero y los viajeros-consumidores
del primer mundo, refuerza las existentes para los habitantes del segundo mundo, de modo que,
como señala Arango, la restricción es la norma para los migrantes laborales. el mundo está
polarizado entre los que dominan el espacio y son libres para moverse por él y los que son
dominados por el espacio y se ven impedidos a desplazarse.
TEMA 2: Nuevas concepciones del espacio migratorio
Daniel Mato (2007), señala la importancia de los referentes territoriales para numerosos agentes
sociales vinculados a procesos transnacionales, y critica el uso tan amplio a la vez que descuidado
del adjetivo "desterritorializado" que niega o desacredita la relevancia de las referencias de "lugar"
hasta el punto de llegar a considerarlo un "obstáculo epistemológico" (Gastón Bachelard, 1948)
porque, dice, induce modos de análisis problemáticos y mistificadores, como respuestas a preguntas
no formuladas que consiguen inhibir las preguntas adecuadas. Mato sostiene, apoyándose en sus
propias investigaciones, la importancia de los referentes territoriales en los procesos de
globalización y señala que el hecho de que un fenómeno o proceso deje de responder a los mismos
referentes territoriales inmediatos que tenía y empiece, de forma creciente, a relacionarse con otros
espacios territoriales, aunque sean muy lejanos, no indica que dicho proceso sea
"desterritorializado", en todo caso, podríamos hablar de "re-territorializado", "trans-territorializado",
"multi-territorializado" o "multi-localizado", porque los nuevos actores sociales involucrados en
dicho fenómeno, que ahora serían significativos, están a su vez relacionados con fenómenos o
procesos que tienen lugar en contextos territoriales específicos, por muy lejanos que estos sean. Por
tanto, a la hora de analizar estos fenómenos es necesario hacerlo con mirada "transterritorial", es
decir, ver qué ocurre no solo dentro de un territorio, sino también en otros, a través de otros, sin
asumir, a priori, que existen procesos "desterritorializados". Esta asunción se debe, en gran parte, a
la fetichización de eso que se llama "globalización" ya que con este término se suele designar un
proceso singular y no una tendencia histórica resultante de procesos sociales de largo plazo que
consigue que se interactúen distintos actores sociales a escala mundial. Como la importancia de la
globalización ha crecido en estos últimos tiempos en dos niveles, Mato propone el uso de "tiempos
de globalización" y el de "formas de conciencia de globalización" de forma que quede claro que no
se trata de una fuerza suprahumana o destino histórico de la especie y se analice el papel de los
actores humanos en la producción de formas específicas de globalización, es decir, sus prácticas.
Mato indica que sus investigaciones le llevan a concluir que en los procesos de la globalización,
estudiados por él, los referentes sociales territoriales en general y geopolíticos en particular son muy
importantes, tanto en la interpretación de las experiencias como en las prácticas de los diversos
actores.
Mato, para demostrar su tesis hace un recorrido histórico por la expansión territorializada de
distintos procesos. En primer lugar, analiza el uso de la expresión "sociedad civil" y cómo en
función de cada territorio se le asigna un distinto significado que va asociado a distintas prácticas,
lo mismo sucede con los sucesivos análisis que hace del término "neoliberalismo" y de la expansión
de la industria de la telenovela. Con esto nos demuestra que estos procesos aunque nominalmente
homogeneizadores, están marcados por referentes territoriales tanto en su origen como en sus
modalidades específicas de aplicación, es decir, en las prácticas que con ellos llevan a cabo los
distintos actores sociales involucrados en tales procesos.
El término naciones desterritorializadas es utilizado por Steven Vertovec (2003) que lo toma de
Basch (Basch et al, 1994) para indicar que con la globalización aparece un nuevo actor político, es
el caso de los transmigrantes que desde su lugar de acogida participa de la política de su lugar de
origen, es decir, representa un sistema político que utilizan los gobiernos con actores significativos
distribuidos por varios Estados distintos del país de origen. Esto queda ilustrado con el caso del
arresto de Abdullah Ocalan que provocó manifestaciones kurdas en más de 25 ciudades en todo el
mundo, sin embargo, al hilo de lo que señalaba Mato, esta involucración de los migrantes con la
política de su país de origen está afectada por condiciones específicas territoriales, tanto en su lugar
de origen como en el de acogida. Los países de acogida pueden limitar las actividades que tolerarán
y hasta el grado en que lo harán, pudiendo restringir severamente muchas actividades políticas de
los inmigrantes tanto en lo que respecta a la política de su lugar de origen como a la de su lugar de
acogida (derecho a voto, a ser elegidos,...). Vertovec indica que se ha señalado constantemente que
la globalización trajo consigo una disminución en la capacidad del Estado-nación, especialmente en
el ámbito económico, que tiende a minar el papel del estado en beneficio de instituciones
transnacionales, dinamitando la idea de que el Estado-nación es el contenedor de poder de los
procesos sociales y el ser nacional. Desde el punto de vista de la migración transnacional, Vertovec,
al igual que Mato, señala que esta migración transnacionaliza tanto a las sociedades de origen como
a las de destino al extender las formas relevantes de membresía más allá de los límites territoriales y
de ciudadanía, sobre todo a través de fórmulas jurídicas como la doble nacionalidad que ponen de
manifiesto que la ciudadanía puede adquirirse, perderse o acumularse; la nacionalidad puede
recombinarse, puede ocultarse o mostrarse dependiendo de las circunstancias o la situación
(Micheline Labelle y Franklin Midy, 1999:221). Estos migrantes, señala Vertovec basándose en
Sassen (1998) portan la identidad nacional combinada con la búsqueda de membresía en más de un
lugar. Esto choca con la concepción implícita de suma-cero de la pertenencia
social/cultural/política: se está dentro o se está fuera. Y es que la idea de nación representa una
pertenencia cultural territorializada, mientras que el Estado formaliza y controla la membresía legal.
Sin embargo, en la práctica señala con el ejemplo de los transmigrantes senegaleses descrito por
Bruno Riccio (1999) a los que dice, se les ofrece una condición sociopolítica que no es la
integración ni la exclusión, sino algo nuevo y diferente: es una comunidad, parte de la sociedad, que
no goza de la ciudadanía, y se pregunta cómo conceptualizarla. Para ello disponemos de dos
estrategias, por un lado, el multiculturalismo convencional que nos llevaría a entenderla como una
comunidad con su particular equipaje cultural a la que ofrecer tolerancia, derechos e instituciones
multiculturales a cambio de aceptación de los principios básicos y regulación de la ley, para
convertirse en connacionales plenos y asimilados; la otra estrategia, el multiculturalismo repensado
nos indica que es incorrecto pensar que los miembros de estas comunidades piensan de manera
similar y no son alterados por los que viven a su alrededor, porque no son enclaves separados,
interactúan en todos los niveles de la vida social dominante y los límites de estas comunidades no
son fijos y suelen permitir la pertenencia simultánea a distintas comunidades.
En este sentido se pregunta Néstor Canclini si la globalización produce culturas híbridas, es decir si
se producen procesos socioculturales en los que estructuras o prácticas discretas, que existían
separadamente, se combinan y generan nuevas estructuras, objetos y prácticas. Contesta diciendo
que a veces esto ocurre de forma espontánea o como resultado imprevisto de procesos migratorios,
aunque a menudo surge de la creatividad individual y colectiva, porque se trata de reconvertir un
patrimonio para reinsertarlo en nuevas condiciones de producción y mercado y este proceso tanto
incluye a las élites económicas y culturales como a los sectores populares, por lo que, para él, lo
interesante es el análisis de los procesos de hibridación que nos llevan a relativizar la noción de
identidad hasta llegar a anular la pretensión de establecer identidades puras o auténticas, porque
niegan la posibilidad de los cambios culturales. Señala Canclini que ya no basta con señalar que no
hay identidades autocontenidas y ahistóricas, porque en un mundo globalizado, es decir,
fluidamente interconectado, las identidades organizadas en conjuntos históricos más o menos
estables se reestructuran en medio de conjuntos interétnicos, transclasistas y transnacionales. Por
eso dice que el concepto de hibridación es útil en algunas investigaciones porque abarca
conjuntamente contactos interculturales que se nombran de formas distintas: mestizaje,
sincretismo... que son insuficientes para nombrar y explicar las formas más actuales de
interculturalidad.
La migración constituye solo un elemento de un conjunto de procesos sociales que trascienden las
fronteras nacionales, señalan Peggy Levitt y Nina Glick Schiller (2004), y quienes viven en los
campos sociales transnacionales participan simultáneamente de otros procesos transnacionales, por
lo que se hace necesario explorar estas prácticas y procesos -económicos, de comunicación, de
comunidades epistémicas, de movimientos sociales,...- para entender cómo afectan en el desarrollo
de estas nuevas formas de vida social.

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