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La realización de dicho trabajo tiene por finalidad dar a conocer a los estudiantes y a la
sociedad en general sobre el conocimiento de la disciplina de las instituciones
armadas y sus subtemas que se encuentran relacionados al tema antes mencionado
como son los siguientes:
Del insulto al superior, subordinación, la desobediencia, de los delitos de los
deberes de función, las infracciones de mando de autoridad, abuso de autoridad de
la usurpación de la autoridad, de la arbitrariedad punible en el ejercicio de la
función y delitos que afectan al servicio militar. Dichos temas nos ayudaran a
despejar las dudas que hemos tenido antes de iniciar la elaboración de dicho trabajo ya
que desconocíamos algunos temas mencionados.
La elaboración de dicho trabajo no se nos ha sido fácil hemos tenido ciertas dificultades,
pero no hemos desistido en su elaboración, ya que consideramos que es un tema de
mucha importancia, cabe decir que al realizar su elaboración nos estamos
enriqueciendo intelectualmente.
Agradecer al profesor Guevara Mejía César Alberto quien nos asignó dicho tema que
por hoy venimos realizando, esperamos que a la vez sirva de mucha importancia para
los lectores de dicho trabajo y se asemeje con sus interrogantes que tengan.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPITULO I
MILITAR POLICIAL
1.2.1. GENERALIADES
1.2.2. PRECEDENTES NORMATIVOS DEL CÓDIGO PENAL MILITAR
POLICIAL
CAPITULO II
(LOS DELITOS)
MILITAR POLICIAL
1.5. INFRACCIONES
Derecho militar, rama jurídica especializada de ningún modo “autónoma” que se ocupa
de las peculiaridades que presentan las relaciones humanas derivadas del cumplimiento
de las funciones constitucionales de las Fuerzas Armadas, de la vida castrense y de la
profesión militar.
En lo que se refiere a la disciplina, desde la misma definición del derecho militar la
doctrina la destaca como un especialísimo valor que singulariza a la vida castrense, y
que precisamente, constituye un objeto o materia que se proyecta a la regulación
Jurídica.
El derecho militar es la rama de la ciencia jurídica que se encuentra inspirada en la
existencia de la sociedad armada, la que a su vez se funda en el principio de la
disciplina, elemento que otorga cohesión y eficacia a las Fuerzas Armadas; por tanto el
derecho militar se ocupa del estudio correspondiente a la conformación y
funcionamiento de las instituciones armadas, su normatividad y el cabal cumplimiento
de la disciplina castrense.
La disciplina, que se considera como el bien jurídico tutelado de mayor importancia en
las instituciones armadas, puede encontrarse, explícita o implícitamente, en el contexto
de numerosas normas de carácter militar policial.
“Las Fuerzas Armadas, para el cumplimiento de su misión de seguridad y servicio a la
patria, exigen de sus miembros una disciplina severa, estricta y consciente, que se
traduce en el fiel cumplimiento del deber”
Como puede observarse, la disciplina militar policial es una elevada calidad moral que
posibilita el cumplimiento de la misión particular que tiene el personal castrense según
las disposiciones constitucionales, las mismas que pueden resumirse en los propósitos
de conservación de la soberanía nacional, garantía del orden jurídico, preservación de la
seguridad interior y defensa del Estado.
El presente trabajo tiene por objetivo explicar los fundamentos que justifican la
regulación jurídica particular que requiere la disciplina militar policial, considerando
que constituye un elemento axiológico que distingue a la profesión militar y que se
impone por la función que cumplen las Fuerzas Armadas.
CAPITULO I
(DISIPLINA EN LAS INSTITUCIONES
ARMADAS, EL DELITO DE INSULTO AL
SUPERIOR EN EL CÓDIGO PENAL MILITAR
POLICIAL, DELITO DE INSUBORDINACIÓN,
LA OBEDIENCIA DEBIDA)
1.3. DISCIPLINA DE LAS INSTITUCIONES ARMADAS
MILITAR POLICIAL
1.4.1. GENERALIADES
La comisión de este delito importaba una acción dolosa (elemento subjetivo), el sujeto
pasivo del delito era el “superior en empleo o mando” y la pena que le correspondía era
la de muerte. No siendo en acto del servicio ni con ocasión de él (Art. 263), las penas
eran privativas de libertad (reclusión en distintos grados), dependiendo incluso del
grado del agraviado (oficial, sargento o cabo); no obstante, cuando del maltrato al
superior resultaba la muerte de éste o lesiones que lo dejaban impotente o inutilizado
(agravantes) para el servicio, la pena era de muerte.
Cometía también insulto al superior, de acuerdo con el CJM-1898, el que echaba mano
a un arma ofensiva o revelaba con actos tendencia a ofender de obra a un superior (Art.
266) y el que en acto del servicio o con ocasión de él ofendía al superior en empleo o
mando, “de palabra, por escrito o imagen”; igualmente, el militar que “con
demostración de menosprecio devolvía títulos, despachos, diplomas o nombramiento, o
se despojaba de sus divisas o condecoraciones” (Art. 267).
El artículo 274 describía las conductas antijurídicas básicas del “militar”, respecto del
“superior en clase (grado), empleo o mando”, que importaban la comisión del delito de
insulto al superior: pasar o intentar pasar a vías de hecho; y, (ii) las ofensas al superior
de palabra, por escrito o imagen, o mediante la propagación de manuscritos o la
publicación de impresos o láminas. El pasar a “vías de hecho” (Art. 274°) es
equivalente a “maltrato de obra al superior” (Art. 275°- elemento objetivo) que se
ejecuta “empleando arma blanca o de fuego, ferro, palo, piedra u otro objeto
contundente capaz de producir la muerte o lesiones.” (Elemento normativo), siendo la
pena a imponerse la de internamiento (Absolutamente indeterminada, más allá de un
mínimum de veinticinco años) si tal maltrato de obra se producía en “acto del servicio o
con ocasión de él”.
Cuando el agresor, en acto del servicio o con ocasión de él, no hacía uso de las armas,
no obstante portar las reglamentarias, o de los objetos arriba mencionados (ferro, palo,
etc.), para “maltratar de obra al superior”, la pena que se imponía era de penitenciaría
(de 06 a 25 años de pena privativa de libertad). No habiendo ocurrido el insulto al
superior en acto de servicio, o con ocasión de él, la pena que se imponía era la de
prisión (de 02 a 05 años), estimándose si se causó lesiones leves, si fue el agresor un
oficial, clase o soldado.
Cuando la agresión causaba lesiones graves o la muerte del superior, fuera de los actos
del servicio,
La pena era de penitenciaría; no pudiendo ser menor de doce años en caso de haberse
producido la muerte (Art. 279).
Los elementos subjetivos, objetivos y normativos de estos artículos son muy semejantes
a los previstos en los Códigos de 1939, 1950 y 1963; así, conforme al Art. 142°,
cometía delito de insulto al superior el militar que: (I) pasaba o intentaba pasar a vías de
hecho contra el superior en grado, empleo o mando; y, (II) ofendía al superior de
palabra, por escrito, imagen o mediante la propagación de manuscritos, o la publicación
de impresos o láminas, “cualquiera que sea la situación militar en que se encuentren
agraviado u ofensor”; es decir, en situación militar de actividad disponibilidad o retiro,
aunque, se tomaban estas condiciones como atenuantes, conforme al Art. 150°, como ya
se preveía en el CJM-1950, en el entendido de que la condición de militar no se pierde
ni siquiera después de muerto y que ciertos honores y privilegios concedidos se
mantienen en el tiempo, en atención al grado militar obtenido en actividad y a los muy
altos servicios prestados, que incluso autorizan al militar en situación de retiro a vestir
uniforme en determinadas situaciones que se hallan reglamentadas.
El militar o policía que coaccione, injurie o difame, de palabra, por escrito o con
publicidad a un superior, en acto de servicio y que afecte gravemente la disciplina, será
sancionado con pena privativa de la libertad no mayor de tres años.”
Como se podrá apreciar de los artículos glosados, estos estaban referidos: (I) a la
agresión física en acto de servicio que causare lesiones leves, graves o la muerte (Art.
121); (II) al acto tendiente agredir o amenazar (físicamente), con ocasión del servicio
(Art. 122); y, (III) al acto de coaccionar, injuriar o difamar al superior, mediante la
palabra, por escrito o con publicidad, conductas penales militares que meridianamente
apreciados no son “creación heroica”, sino más bien, “calco y copia” de los tipos
penales considerados de forma semejante en los cinco Códigos de Justicia Militar que lo
antecedieron (1898, 1939, 1950, 1963 y 1980) entonces, ¿son entendibles los
argumentos que esgrimió el Tribunal Constitucional en la Sentencia recaída en el
Expediente N° 0012-2006-PI/TC, del 15 de diciembre del 2006, para declarar
inconstitucionales, entre otros, extremos de los artículos 121 y 123 del CJMP-2006,
relacionados con el insulto al superior, alegando la vulneración de bienes jurídicos
comunes vida, integridad física, honor y libertad personal- que no serían propias de las
Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional?
121° que las “lesiones leves” afectan el bien jurídico integridad física, que no es un bien
jurídico institucional de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional y que en la referida
norma legal no se presentan todos los requisitos que identifican a los delitos de función.
Dice el Tribunal Constitucional, textualmente:
“se aprecian en la referida norma penal no se presentan todos los requisitos que
identifican a los delitos de función. Así, mediante esta norma penal se pretende
sancionar La conducta del militar o policía (en actividad), que en acto de servicio o con
ocasión de él, agreda a un superior, causándole LESIONES LEVES, afectando el bien
jurídico INTEGRIDAD FÍSICA de una persona (que no es un bien jurídico
institucional delas Fuerzas Armadas o Policía Nacional.” (FJ 79).
Respecto de los incisos 1 y 2 del -artículo 121° del CJMP, por idénticas razones a las
expuestas en el párrafo precedente, el Tribunal Constitucional estima que resultan
inconstitucionales los siguientes extremos “o si se causa lesiones graves al superior” y
“o si se causa la muerte del superior”, respectiva - mente”.
Como se aprecia, en la referida norma penal no se presentan todos los requisitos que
identifican a los delitos de función. Así, mediante esta norma penal se pretende
sancionar la conducta del militar o policía (en actividad), que en acto de servicio o con
ocasión de él, COACCIONE, INJURIE O DIFAME, de palabra, por escrito o con
publicidad a un superior, afectando bienes jurídicos como el HONOR DE UN
INDIVIDUO O LA LIBERTAD PERSONAL (que no son bienes jurídicos
institucionales de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional). En consecuencia, teniendo
en cuenta que el extremo del artículo 123° del CJMP que establece: “coaccione, injurie
o difame, de palabra, por escrito o con publicidad a un superior” no forma parte de las
características básicas del delito de función, tal como lo exige el artículo 173° de la
Constitución, el Tribunal Constitucional considera que tal extremo es inconstitucional”
(FJ 81).
El militar o el policía que agreda al superior en grado, empleo o mando, será sancionado
con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cinco años, con la accesoria
de separación absoluta del servicio y el pago de ciento ochenta días multa.
Si el autor incurre en la figura agravante del inciso 16 del artículo 33, la pena privativa
de libertad será no menor de cuatro ni mayor de diez años, con la accesoria de
separación absoluta del servicio y el pago de trescientos sesenta días multa.
El militar o el policía que ejecuta actos o toma las armas con demostración manifiesta
de agredir o amenazar a un superior, será sancionado con pena privativa de libertad no
mayor de cinco años y el pago de cientos sesenta días multa.
Si el acto tendente a agredir o amenazar, se comete durante enfrentamiento contra grupo
hostil o conflicto armado internacional o frente al adversario o en situación peligrosa
para la seguridad de un establecimiento militar o policial, nave o aeronave, será
sancionado con pena privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años,
con la accesoria de separación absoluta del servicio.”
(iii) ataque armado de una nación contra otra, sin declaración previa.
En términos generales, es la disciplina el bien jurídico que se pretende proteger con los
tipos penales del insulto al superior. En un sentido más estricto, para Jiménez Jiménez
el bien jurídico protegido es la subordinación y el respeto al Superior y Querol y Durán
afirma que en este delito “el interés lesionado es la disciplina, y dentro de ella la
subordinación, que es su parte más esencial”
Este deber de subordinación que debe concretarse en la obediencia, no está solo referido
a los jefes inmediatos, sino además, en términos generales, a todo superior con
independencia del instituto al que pertenezca (Ejército, Marina, Fuerza Aérea o la
Policía Nacional) y las manifestaciones exteriores de la disciplina que se encuentran
previstas en los reglamentos militares, como el Reglamento de Servicio en Guarnición
que es común a los cuatro institutos armados.
Solo personas de una determinada condición jurídica –militares y policías– pueden ser
sujetos activo y pasivo del delito de insulto al superior.
El sujeto activo del delito será el “inferior” (subalterno) y el sujeto pasivo el “superior
en grado, empleo o mando”. Estos sujetos, activo y pasivo, deben encontrarse en la
situación militar o policial de actividad; en tal sentido, los militares o policías que se
encuentren en la situación militar o policial de retiro no cometen insulto al superior
(como se preveía en Códigos anteriores), pues si bien conservan el grado y los honores
y preeminencias que le son consustanciales en determinados casos, no tienen empleo o
mando militar o policial, por lo tanto, no pueden cometer ya delitos de función militar-
policial.
- PRECISIONES SOBRE LOS TIPOS PENALES DE INSULTO AL
SUPERIOR
Los tres artículos relativos al insulto al superior en el Código Penal Militar Policial-
2010 están relacionadas con la agresión física que cause Lesiones leves, graves o la
muerte (Art. 112°); (ii) al acto tendiente a agredir o amenazar (físicamente) (Art. 113°);
y, (iii) al acto de ofender al superior, “mediante la palabra, por escrito o con publicidad,
etc.” (Art. 114°).
De acuerdo con el tipo básico del Art. 112° (Agresión al superior en grado), comete
insulto al superior el “militar o el policía”(sujeto activo) que “agreda al superior en
grado, empleo o mando” (elemento objetivo). La comisión de este delito importa una
acción dolosa (elemento subjetivo), el sujeto pasivo del delito es el “superior en grado,
empleo o mando” y las penas previstas son: (I) pena privativa de libertad “no menor de
dos ni mayor de cinco años, con la accesoria de separación absoluta del servicio y el
pago de ciento ochenta días multa”, para el primer párrafo del artículo, cuando haya
agresión física ( Empujar al superior) y se cause o no lesiones (las lesiones leves están
comprendidos en este párrafo; )( pena privativa de libertad “no menor de cuatro ni
mayor de diez años, con la accesoria de separación absoluta del servicio y el pago de
trescientos sesenta días multa”, si el autor incurre en la figura agravante del inciso 16
del artículo 33 (causar lesiones graves); y, (III) Con pena privativa de libertad “no
menor de diez ni mayor de veinticinco años”,
Debo decir más, los bienes jurídicos que los artículos relativos al delito de insulto al
superior del CJMP-2006 pretendían proteger y que pretende proteger los del Código
Penal Mi - litar Policial-2010, no son la integridad física, la vida, el honor o la libertad
del individuo, como lo afirmó el Tribunal Constitucional, sino otros distintos y
esenciales para que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional puedan cumplir con las
misiones que la Constitución les ha señalado y que siguiendo a Querol y Durand
diremos que el bien jurídico lesionado es la disciplina, y dentro de ella la subordinación,
que es su parte más esencial. Las lesiones, la muerte, la afectación del honor del
individuo o la libertad personal, son tomadas en los tipos penales militares solo como
circunstancias agravantes.
Sobre la disciplina y la subordinación habría mucho que decir, sin ellos habrá hombres
armados, pero sin mística, sin valores, sin ideales, hordas que se desboquen con el
vaivén de las circunstancias, sin respeto a los ideales democráticos y a la convivencia
social. Los ejércitos técnica y tácticamente preparados, con soldados disciplinados,
subordinados, con clara visión de que los mandatos constitucionales son de obligatorio
cumplimiento, que cuentan con soldados dispuestos a sacrificar la vida por el
cumplimiento del deber, que están poseídos de una mística excepcional y saben que el
respeto a la autoridad del superior es esencial, esos serán los ejércitos que perdurarán
para la gloria de su nación. ¿Qué queremos nosotros para el Perú, el relajo, la anarquía,
la destrucción de sus instituciones tutelares? El hombre no es solo sujeto de derechos,
sino también de obligaciones..., dejemos esto allí suspensivamente y cederemos la
palabra a quienes han meditado sobre disciplina y subordinación autorizadamente:
“La victoria en la guerra no depende completamente del número o del simple valor; solo
la destreza y la disciplina la asegurarán .Hallaremos que los romanos debieron la
conquista del mundo a ninguna otra causa que el continuo entrenamiento militar, la
exacta observancia de la disciplina en sus campamentos y el perseverante cultivo de las
otras artes de la guerra.” (Lo resaltado es nuestro) Vegecio
Respecto de la subordinación militar, he aquí una historia muy antigua que pinta de
cuerpo entero al soldado subordinado: “Cierto soldado que en una carga de caballería
estaba al alcance de un enemigo y a punto de darle muerte, oyó tocar retirada, y parando
su caballo, dejó libre y sano al que huía, y se volvió.
3. Estos tres artículos están referidos: (i) 112° a la agresión física (que cause
lesiones leves, graves o la muerte); (ii) El Art. 113° al acto tendiente a agredir o
amenazar (físicamente); y, (iii) El Art. 114° al acto de ofender al superior,
“mediante la palabra, por escrito o con publicidad…”.
4. Los bienes jurídicos que los artículos relativos al delito de insulto al superior
del CJMP- 2006 pretendían proteger, no eran la integridad física, la vida, el
honor o la libertad del individuo, como lo afirmó el Tribunal Constitucional en
la Sentencia recaída en el Exp. N° 0012-2006-AI/TC y que dio lugar a que
ciertos extremos de los tipos penales en cuestión fueran declarados
inconstitucionales, sino otros bienes jurídicos esenciales relacionados con el
quehacer de los Institutos Armados.
Este tipo de delitos son castigados con pena de prisión, oscilando esta entre los tres
meses y los seis años de prisión, pudiendo establecerse una pena de entre diez y veinte
años de prisión si los hechos se producen mediando las circunstancias que señala el art.
42.2 del CPM, siendo estas:
“1. º En situación de conflicto armado o estado de sitio, y se ejecutare en acto de
servicio o con ocasión de este.
Por último, hay que tener en cuenta que en lo no dispuesto por el CPM, será de
aplicación supletoria el Código Penal, tal y como prevé el art. 1.2 del CPM.
A la luz de lo anterior, cabe preguntarnos cuál es la fina línea que separa la falta de
subordinación de un delito de insubordinación. Es doctrina del Tribunal Supremo la que
afirma que el elemento determinante es la gravedad de la conducta (STS 172/2016, de
28 de enero). No pueden existir criterios objetivos genéricamente predeterminados que
permitan trazar con precisión una línea diferenciadora. Habrá de acudirse en cada
supuesto a las circunstancias concretas del caso, tales como la trascendencia del acto, el
lugar, modo y tiempo en que se produjo, el origen del mandato y sobre todo la
relevancia y trascendencia de la orden, siendo determinante el juicio sobre el grado de
peligro que para la disciplina y para el servicio haya supuesto la conducta.
Por otra parte, el dolo o la imprudencia deben presidir la actuación de quien comete la
acción u omisión que a su vez se tipifica como delito militar por la ley. Así, el CPM nos
ilustra afirmando (art. 9): “Son delitos militares las acciones u omisiones dolosas o
imprudentes previstas en el Libro Segundo de este Código.
En cuanto al dolo, tiene afirmado la Sala Quinta de lo Militar del Tribunal Supremo, y
así lo ha recordado en su reciente sentencia nº 172/2016, de 28 de enero de 2016: “sólo
se exige el dolo genérico o neutro, integrado por el conocimiento del componente
objetivo de la infracción y por la actuación del acusado conforme a dicho conocimiento,
sin que se requiera cualquier otro elemento subjetivo del injusto a modo de
intencionalidad o motivación específica que la norma penal no requiere”, es decir, la
clara y determinante intención de atentar contra la disciplina – nuestras Sentencias de18
de junio y 16 de diciembre de 1998 , 23 de abril de 2001 , 20 de marzo de 2002 , 20 de
junio de 2003 , 6 de febrero y 14 de junio de 2004 y 21 de febrero de 2005 -, y cabiendo
tanto el dolo directo, de primer o de segundo grado, como el dolo eventual, cuando el
actor albergue dudas sobre la existencia del mandato o la cualidad de superior del
emitente del mismo.
Por último, destacar uno de los principios más relevantes a tener en cuenta cual es el de
intervención mínima. Sobre el mismo, una recentísima sentencia de la Sala Quinta de lo
Militar del Tribunal Supremo (nº 172/2016, de 28 de enero de 2016), sintetiza la línea
jurisprudencial al respecto: “(el principio de intervención mínima) supone que la
sanción penal no debe actuar cuando existe la posibilidad de utilizar otros medios o
instrumentos jurídicos no penales para restablecer el orden jurídico. Se trata de la última
razón a la que debe acudir el legislador que tiene que actuar, en todo momento,
inspirado en el principio de intervención mínima de los instrumentos punitivos.
Principio de intervención mínima que forma parte del principio de proporcionalidad o
de prohibición del exceso, cuya exigencia descansa en el doble carácter que ofrece el
derecho penal:
Igualmente se recalca que: “No puede ser invocado como fundamento de la infracción
de Ley en el recurso de casación, toda vez que sólo es un criterio de política criminal
dirigido particularmente al legislador y sólo mediatamente puede operar como criterio
regulador de la interpretación de las normas penales, que en ningún caso puede servir
para invalidar una interpretación de la ley ajustada al principio de legalidad.”
Si bien se estima que ha sido suficientemente estudia da y que existe amplio acuerdo
sobre sus elementos esenciales, las divergencias subsisten en cuanto a considerarla
como causa de justificación o como circunstancia que excluye la culpabilidad. Nos
estamos refiriendo, evidentemente, a lo sucedido fuera de nuestro país, pues entre
nosotros son breves y diferentes las exposiciones sobre la obediencia debida.
Aún autores que, inicialmente, parecen partir realmente del hecho de que el texto legal
se refiere, en general, al cumplimiento de un mandato de autoridad competente, luego lo
explican, en particular, con relación a la obediencia jerárquica. Así, se dice que con
razón que el fundamento dogmático de la obediencia debida está alrededor de la
permisibilidad o no de mandatos antijurídicos obligatorios, esto es, del carácter
vinculante de las órdenes antijurídicas y de las condiciones de su tratamiento en
Derecho Penal, se afirma que es de centrarse en el deber de obediencia de los
funcionarios públicos, puesto que es sólo respecto a ellos que rige la eximente en
estudio, ya que, el deber jurídico de obedecer debe provenir del Derecho Público». En
el caso de Cornejo, parece que el peso de la práctica y de la doctrina basadas en el
Código de 1863 determinó que, en su breve comentario, se limitará a aludir a la
obediencia jerárquica. En los demás autores, nos parece que el factor decisivo es la
manera como se aborda la interpretación de la disposición legal. En lugar de partir,
principalmente, del texto legal, se tiene sobre todo en cuenta la discusión teórica, la
misma que ha tenido lugar en el extranjero. Al proceder así, no se considera que,
muchas veces, esa doctrina está elaborada sobre textos legales diferentes al nuestro. Por
ejemplo, en el Código argentino, art. 34.5, se dispone como eximente que el agente
«obrare en virtud de obediencia debida»; mientras que, de manera más detallada, el
legislador uruguayo prevé, en el art. 29 de su Código Penal, que está exento de
responsabilidad el que ejecuta un acto por obediencia debida». La misma que debe
reunir las siguientes condiciones: a) Que la orden emane de una autoridad; b) Que dicha
autoridad sea competente para darla; c) Que el agente tenga la obligación de cumplirla».
La referencia a la existencia de una relación de jerarquía es hecha al establecer, en la
misma disposición, como debe apreciarse el error. Al respecto se dice que éste será
apreciado por el Juez teniendo en cuenta su jerarquía administrativa, su (del agente)
cultura y la gravedad del atentado.
Por el contrario, el Código español no contiene más una norma referente a la obediencia
debida. Esto se debe, en particular, a que se ha impuesto la concepción que afirma el
carácter superfluo de esta eximente, porque los casos comprendidos por ella ya son
resueltos teniendo en cuenta el estado de necesidad, la coacción o el error de
prohibición.
Los artículos 20.9 del Código Penal común y 25.7 del anterior Código de Justicia
Militar no regulan de la misma manera la eximente. En ambos se trata de un deber de
obedecer, por la manera cómo han sido redactados, aparece como si las órdenes no
fueran dictadas por las mismas personas. Sin embargo, la interpretación sistemática de
la noción de autoridad permite llegar a la conclusión que mediante los términos de
autoridad y superior se designan a las mismas personas. En este sentido, como lo
señalamos anteriormente, las dos categorías son explícitamente mencionadas en el
Proyecto de reforma del Código de Justicia Militar.
Autoridad es quien ejerce el poder público conforme a la Constitución y a las leyes.
Por tanto, el derecho público (constitucional y administrativo) constituye el marco en el
que debe determinarse quién ejerce esta potestad. No obstante, el derecho penal, de
acuerdo con sus fines, proporciona también criterios para precisar quién debe ser
considerado autoridad. El Código penal, parte general, no contiene elementos que
permitan establecer cómo debe ser comprendida la expresión «autoridad» utilizada en el
art. 20.9. Por el contrario, en la parte especial, contiene los delitos de abuso de
autoridad, delitos especiales en los que sólo puede ser autor la persona que ejerce el
cargo de autoridad, la misma que debe actuar «abusando de sus atribuciones». En los
arts. 376 a 381 del Código Penal Peruano, se indican como agentes de estos delitos a los
funcionarios y servidores públicos, así como a los policías (art 378). En el art. 366, se
establece que el autor del delito de violencia y resistencia a la autoridad debe actuar
contra una «autoridad», un «funcionario o servidor público». Estas referencias que
deben ser consideradas teniendo en cuenta lo dispuesto en el art. 425, disposición
común del Título XVIII, intitulado: Delitos contra la administración de justicia.
A diferencia del art. 20.9 del Código Penal común, el art. 19.7 del anterior Código de
Justicia Militar supone, como es lógico en el campo órdenes ilícitas, ni es deber de sus
destinatarios cumplir las hemos visto, si la orden es formal y materialmente lícita. En
caso contrario, no será responsable que si se presenta alguna otra eximente.
Si en el ámbito civil resulta comprensible que quien debe obedecer controle el carácter
lícito o ilícito de la orden que recibe, lo es menos en el dominio militar. En éste, la
cohesión de la institución, se dice, requeriría una disciplina más estricta, de modo que el
subordinado debe confiar en su superior y sentirse amparado en lo que hace por el
mandato que obedece, salvo que la orden sea manifiestamente ilícita. Esto supondría
que el subordinado sólo podría ser reprimido cuando tuvo consciencia del carácter
ilícito del mandato y, por tanto, del comportamiento que ejecutaba en su cumplimiento.
Es decir que se aplicaría la teoría del dolo, según la cual actúa dolosamente sólo quien
es consciente de que comete un acto contrario al ordenamiento jurídico. El subordinado,
en este caso, no es responsable penalmente porque no ha obrado con dolo.
Según el art. 20.9, la situación es diferente porque quien recibe la orden debe controlar
si ésta es o no lícita. En caso de no hacerlo, actuaría creyendo que se trata de un
mandato lícito que debe acatar. Incurriría así en un error de prohibición, cuya influencia
en la represión depende si era inevitable o no. De haber sido evitable, será reprimido de
manera atenuada, conforme el art. 14, segundo párrafo. Así, se pone en evidencia que la
regulación del art. 20.9 se conforma a la teoría de la culpabilidad, de acuerdo a la cual el
dolo no requiere la consciencia de la ilicitud del comportamiento y de que para la
culpabilidad basta que el agente tenga la posibilidad de conocer el carácter ilícito del
acto.
Sin embargo, la regulación del Código de Justicia Militar debe interpretarse conforme a
la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico. De modo que no puede
considerársele como una excepción a la regla de que no hay deber de obedecer órdenes
ilícitas. Debe más bien procederse, como punto de partida, a una interpretación
sistemática del mismo Código militar. Así, hay que tener en cuenta que el delito de
desobediencia, conforme al art. 158 del anterior Código de Justicia Militar, supone que
el subordinado no cumpla la «orden del servicio sin causa justificada». Lo que deja la
posibilidad de que el subordinado alegue, precisamente, que la orden es ilícita para
explicar su desobediencia. También hay que considerar que se reprime, por ejemplo,
como abuso de autoridad, art. 180.8 del anterior Código, el hecho de que se «den
órdenes que no tengan relación con el servicio». En este caso, la víctima del abuso
(subordinado) no tiene la obligación de obedecer y esto sólo es factible sólo si tiene la
posibilidad de controlar el carácter indebido de la orden en cuestión. Además, hay que
tener en cuenta la manera cómo debe comprenderse la locución «notoriamente ilícita».
Para lo cual debe tenerse en cuenta los criterios que se aplican con relación al error de
prohibición. En este sentido, es evidente que con dicha expresión se está aludiendo, en
principio, a los delitos más graves, los mismos que constituyen una violación a las
reglas fundamentales de la convivencia social. Así, ningún subordinado puede alegar
que no sabía que era ilícita la orden por la que su superior le ordenó privar de la libertad
y matar a una persona, violar una mujer o asaltar un banco. Los problemas surgen en
relación con mandatos cuya realización supondría la ejecución de comportamientos
delictivos de menor gravedad o de índole bastante compleja. La solución, en nuestra
opinión, sólo puede darse si se precisan los alcances de la expresión «notoriamente
ilícita».
En esta perspectiva, hay que admitir que tanto en el ámbito civil como en el militar,
invocar la obediencia a una orden supone que quien debe ejecutar la orden cree que
tiene el deber de cometer el acto ordenado, por un lado, porque no conocía que la orden
y, por tanto, el comportamiento mismo eran ilícitos. Por otro, porque suponía que estaba
amparado por una causa de justificación. De este modo, se alega, principalmente, el
haber actuado bajo la influencia de un error relativo al deber de obediencia y, de manera
subsidiaria, que se ha actuado coaccionado o en un estado de necesidad creada en razón
de las circunstancias particulares en que tiene lugar la actividad militar.
Los militares permanecen sometidos al principio general de que el deber de obedecer
está basado en la ley. El superior sólo debe esperar serobedecido cuando dicta órdenes
lícitas y el subordinado no debe obedecer los mandatos contrarios al ordenamiento
jurídico. Si ambos incurren en error de apreciación su responsabilidad será determinada
de acuerdo con las reglas sobre el error de prohibición. Fuera de estos casos, debe
considerarse que no deben darse la coacción (obediencia debida impuesta), ni las
condiciones de un actuar en estado de necesidad (obediencia debida resignada).
CAPITULO II
(LOS DELITOS)
3.1. EL DELITO DE FUNCIÓN MILITAR POLICIAL
Para que estas funciones se cumplan cabalmente resulta indispensable que se asegure la
disciplina y el orden en estas instituciones, lo cual se logra cardinalmente con la sanción
de los delitos de función. Máxime, cuando la Constitución (artículo 163º) señala que la
defensa y seguridad de la Nación es integral y permanente.
Por tanto es responsabilidad de la jurisdicción militar policial velar por que las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional cumplan con valor y disciplina las funciones que la
Constitución les ha encomendado respecto a la defensa y seguridad de la República.
La CORTE IDH ha definido el delito de función como una conducta que afecta los
bienes jurídicos vinculados a las funciones de las fuerzas armadas, cuyo agente es un
militar en actividad que ha cometido dicho ilícito en el ejercicio de sus funciones. Así
pues, la CORTE IDH ha señalado al respecto que:
“141. Es necesario señalar, como se ha hecho en otros casos, que la jurisdicción militar
se establece para mantener el orden y la disciplina en las fuerzas armadas. Por ello, su
aplicación se reserva a los militares que hayan incurrido en delito o falta en el ejercicio
de sus funciones.
1. Que el sujeto activo sea un militar o un policía que ha realizado la conducta cuando
se encontraba en situación de actividad;
3. Que se trate de conductas que atenten contra bienes jurídicos vinculados con la
existencia, organización, operatividad o funciones de las Fuerzas Armadas o de la
Policía Nacional.
Esta triple identidad del delito de función ha sido recogida íntegramente en la Ley de
Organización y Funciones del Fuero Militar Policial y coincide plenamente con los
criterios establecidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
Es importante señalar que no pueden ser tipificados como delitos de función los
crímenes contra la humanidad ni delitos preeminentemente comunes.
MILITAR POLICIAL
- Delitos que afectan los bienes destinados al servicio militar policial: Afectación
del material destinado a la defensa nacional. Apropiación ilegítima de material
destinado al servicio. Hurto de material destinado al servicio. Utilización indebida
de bienes destinados al servicio. Sustracción por culpa.
Sanciones
El Código Penal Militar Policial establece el tipo de sanción que corresponde
aplicar según las características y la gravedad del delito cometido. Las penas
pueden ser: multa, limitación de derechos, privación de libertad y pena de muerte
solamente para el caso de traición a la patria en caso de conflicto armado
internacional.
El juzgamiento a los militares y policías que infringen el Código Penal Militar
Policial se lleva a cabo en los Juzgados Penales Militares Policiales, los Tribunales
Superiores Militares Policiales y el Tribunal Supremo Militar
3.5. INFRACCIONES
2.7.6. Conclusiones
1.- Para que se configure el delito de usurpación de funciones es necesario que el sujeto
activo realice actos compatibles con la función que usurpa.
2.- El bien jurídico protegido es el buen funcionamiento de la actividad del Estado.
3.- El tipo penal del artículo 361°del código penal, contiene tres comportamientos
típicos diferentes, cada uno de los cuales configura un supuesto de hecho distinto:
– Usurpar una función pública o la facultad de dar órdenes militares o policiales.
– El hecho de continuar ejerciendo el cargo, no obstante haber sido cesado, suspendido,
subrogado o destituido.
– Ejerce funciones correspondientes a cargo diferente del que tiene.
4.- El sujeto activo puede ser cualquier persona que usurpe una función sin tener titulo
de nombramiento, o que teniendo realice conductas diferentes al cargo que ostenta; o si
sigue actuando y disponiendo funciones cuando esta cesado, sustituido o suspendido.
5.- El sujeto pasivo es el Estado, sin embargo pueden existir sujetos agraviados
complementarios distintos al ente estatal.