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Sótúüogía

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lSBN 8~-206-7904-6
ARTE Y MÚSICA
ENSAYO ANDRÉ GRABAR
L

LAS "tÍAS DE LA CREACIÓN


EN LA ICONOGRAFÍA
CRISTIANA
Versión de
Francisco Díez del Corral

IJNIVIIISIDAO
OEBUENOS AIIHS
'ªt_j;TJ} -, ,,---;i,..,:~.il~JG ffJ..Ifü>.•i "FACULTAD Y LETRAS
DEF!LOSOFÍ:\
111..r"••-~dH~lb- ~'O'i·,•.:.,;(l' Dirección de Bibi,lioteu,s

EL LIBRO UNIVERSITARIO Alianza Editorial

l
/ f.1
Prefacio

Esta obra está dedi<.:adaa la iconografía cristiana, es decir, a las interpretaciones por
la irnagen de temas cristianos o, más exactamente, a la manera de expresar a través de
la imagen temas inspirados por la religión cristiana. Se tiene aquí en cuenta, sobre
todo, la iconografía de la Antigüedad y de la Edad Media, épocas donde se sitúan las
creaciones iconográficas más antiguas y en que las imagenes rdigimas son tratadas en
forma mis metódica y con la mayor fidelidall a las formulas consagradas. Durante este
largo período, la iconografía cristiana fue un apreciado medio de expresar lascosas de
la fe, un medio al que constantemente se recurría y que intervenía, a menudo de modo
importante, en la vida de las poblaciones, No resulta exagerado decir que, a finales de
la Antigüedad y durante la Edad Media, la enseñanza de la religión y los actos de
devoción se llevaban a cabo en forma {(audio-visuah. La palabra, ciertamente, predomí-
naba, pero la parte de figuración era asimismo consi<leraLle, si bien la relación enrre
ambas cambiaba constantemente según los diferentes países, según los diferentes mo-
mentos.
Hoy en día, el estudio de la iconografía cristiana suele confi.ane al historiador del
arte, lo que es normal dado que las imágenes son en su mayoría obras de arre, pero
en muchos casos, al hacer hincapié en el análisis de las formas artísticas y en las técnicas
de! ;irte, este histodador acabó re:,u:,cündo al estudio dd valor S('.miótico de las imáge-
nes, es decir, a su iconografía. En época todavía reciente, daba prioridad al esludio de
las formas y sólo concedía a la iconografía un escaso interés. Así, la iconografía se dejó
para los eruditos. Y aunque éstos fueran no tanto historiadores del arte como arqueólo-
gos y teólogos, o historiadores dd pensamiento cristiano en la Antigüedad y en la EdaLl
Media, estaban sin embargo lo baslaute equipados como para tratar científicamente
estos problemas. De ahí que nuestro conocimiento en este terreno se base, en primer
lug~r, en sus trabajos. Perq actualmente 1 el interés por .elv~lor semiótic_oJe las ~mág~nes
antiguas ha vuelto a aumentar y, como antafio, la h1stona del arte ttende a mclutt el
estudio iconográfico. Porque, en efecto, es ya idea común la de que no puede {(Situa.rst:i,
la ~agen en su medio histórico sin conocer su contenido intelectual. Cabe, pues,
esper.ar un~ renovación d~ ,las investigaciones iconográficas. Nuestra intención es con-
tribmr aqut a esa renovac1on.
Los estudios de iconografía cristiana se proponen generalmente describir y explicar
las imágenes, refiriéndose para ello a los textos de las Escrituras, la liturgia, los sermones
Tím!o origiml·
Les voies de iLtcréation en iconogmphfr rhritiennc Anti quité et Moyen Age

P1 imer,1 edición en ·«li.liJm:1Forrn:1 : l 985


Primera edición en «Em~yo»: ! 998

Indice

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PREFACIO 9
ANTIGÜEDAD-~
1(,-,,,,~.,d,is;,,dos In, ,h•c<xhn, r1 cc,ntcnidn ck ,-.s,.1ohr.1 s
,,,,,1,c,,,
:i,km.is de l.\\ cnm·Tn11di,·11ts, ;mirn111;,,,c·i,,nc-.s I''" I11troducción 15
,h1rih1>ynen "mm1>a>ic,,c·c,1 ¡ic'1h!ic.u,i,:n1•c. ,•nen.In o ,·n ¡,.m,· ,·i1·n,iliu,n1'1rr.m,I(,__
,,,,,~i,),1, int,T¡nc,.,,:i6i, o ,.¡ ;,, ,ni,t;c-., lij.1t!.\L"fl, 11d,¡,,i, ,· ,;i"' d.r ci rr.tcCs ,¡,. nuh¡ui"
1. Los primeros pasos 17
,,,,-dio.,¡,, !.i 1" , q, 2. La asimil:ición elela iconografía contemporánea 39

Prefacio ........ . 61
3. El retrato . 65
hi~tórica
4. T.::if'~r(:'m 39
© \979, F!AMHAIZION, r.11h S. Dogmas expresados por una imagen 107
© \979, AR(] l. l'I lOT. Sl'ADFM 6. Dogmas representados por imágenes yuxtapuestas 121
© Ed. n,t: Ali:im.~ Fdíwrial, S. A., M,d,id, 1')85, 1988, l 'l'Jl, 1993. l'J')li, 191}8
C~lk ]'-'"" lg•iari,-, l.uc~ de Ten~. l 5; ?Y027 /ví:,d,id: ick[ 91 39J 88 ~8 EDAD MEDIA
ISBN: 84-2.0G-7904-G
Dcpó~;¡n Legal: lvl. 4¡¡_4.q/4.¡ <J')ft Introducción .... -:. 139
hm,rnmposici,\n: FFJ{ h,mcornpnsicic\n, S. A. Bizancio ........ , 143
!.engu~s, S. 28!l2 l ¡.._t,c!,id La imagen cristiana en Occidente: principios y realizaciones ....... . 167
lmpre.so rn Roí'!.T.C., S. L El problema de la iconografía en la EdadMedia .. 197
Gamnn~I. 19. PoL lml. Vallccas 7.80}1 M,.d,id Conclusión .......... . 205
Prinml Í<1Spoin Bibliografía Sumaria ... . 207
Ilustraciones .. 217
Indice analítico ............. . 337
10 Prefacio Prefacio 11

y los tratados de teólogos. Este tipo de investigaci?ncs permite comprender figura~iones cia de esta clase de imágenes, tan frecuentes como esenciales en todos los repertorios
c_uyosentido, en muchos casos, no podría dcSC1f~arsede otra forma. Los t_rabaJOsde de iconografía cristiana. Pero para un estudio como el nuestro, relativo a la creación,
Emile M:1!e en Francia, y los de Sauer en Alemama, se cuentan entre los mas notables esas imágenes na:rrativas, ajustadas siempre a textos descriptivos, resultan escasamente
en este terreno. instructivas. Las diversas versiones de un mismo terna que aparecen en este caso, reflejan
Nuestro ~étodo es difer~!lte. Par~ po1e~ captar mejor el sentido r~al,dc las imág~~ generalmente las divergencias de ciertos textos (por ejemplo, las diferentes versiones
nes, las consideramos en la epoca mas prox1rna_al 1nomento en q~e ~ada una de ~Has Je! mismo acontecimiento en los cuatro evangelistas) y no una intervención creadora
aparece, una época naturalmertte que no es la misma para todas las nnagenes conoc1d~s- dd ejecutante, el cual se limita a repetir fórmulas que, sin ser completamente inmuta-
y como el repertorio que forman, idéntica~ente a lo que ocurre ~on el vocab1:1lano bles, se remontan todas a modelos antiguos. La creación sólo aparece cuando se trata
de una lengua, cambia con el tiempo y se_enriquece_con_nuevas l_ocuc1one~ manteruendo de imitar !a realidad ambiente o cuando hay una tendencia general en favor del
en circulación, sin embargo, hs más antiguas, al luscona~or le mteresa siempre ~rncho realismo. Pero, en cualquier c::i.so,se trata de preocupaciones ajenas al contenido intelec-
resaltar este tipo de nuevos hechos cuan1o aparece por prunera ve~, puest_oque dispone mal de las imágenes y, en consecuencia, a su valor semiótico.
así de más medios para precisar el sentido d_ela novedad, a partir ~el mo~elo de que Aunque hubiéramos deseado que este trabajo reflejara con b. mayor fidelidad posible
emana. Esta manera de ver las cosas pcnmte observar el hecho ,c0110graficoen su la naturaleza de la iconografía cristiana, por razones científicas hemos tenido que fijar
incorporación a lo que precede, y medir así en el nuevo hecho_ el ((vector gráfico,• ~el ciertm límites en nuestro ensayo. Límites que hay que señalar desde el primer momen-
sentido modificado de la imagen. Dicho con otras pa~ab~as:rruentras que los estudios to. Así, mis análisis sólo llegan hasta las obras anteriores al final de la Edad Media,
iconográficos habituales se iplic:i.na las imágenes con.st1tu1d.as
9-uecomprenden demen~ pues doy por hecho que, después, la interpretación de los mismos temas por pintores
tos antiguos y nuevos, y las ,,leen» como los autores qu_ernan q'.1e fueran, n_osotros y escultores no constituía ya, como hasta entonces había ocurrido, un aspecto de la
intentamos mostrar la naturaleza exacta del rasgo que, mtroduc1<lo en una mugen tradición cristiana colectiva, sino que se debía a su arbitrio y talento individuales. La
anterior, le otorga un nuevo sentido. Así, nuestr? _método, en lugar de explicar los iconografía dejaba de ser ese lenguaje visual equivalente a un lenguaje verbal. Es claro,
hechos iconográficos consagrados, busca en defimt1va {1des¡nontarlos1J,para observar sin embargo, que ninguna frontera real separa la iconografía medíeval tradicional del
el mecanismo general de b. creación en mate,~iade iconografía. principio de los riempos modernos. Se trata sólo de una convención aceptada por mí,
Dado que los casos de im'encióu pura y snnple son_lo bastante esca_soscom_opara. como otros autores anteriores la han aceptado también, para concentrarme más en la
poder ser detectados con trnh seguridad, este ,,desrnoutaJei, desn.1bre meJor los d1vers~s iconografía correspondiente a la. época de florecimiento.
procedimientos que recuerdan el caso 1c esos vocablos que, en v1rtuJ de n~evas neces:~ Y otra decisión a priori: mi texto se presenta en forma de díptico, una de cuyas
Jades, acaban experimentando adaptac10nesformales que representan cambios del sentl- partes se reserva a la Antigüedad y, especialmente, a los orígenes de la iconografía
do. cristiana en una sociedad que recurría constantemente a imágenes, sustentadas en la
Cuando se trata de la Antigüedad y de los princípios de la_i~on_ografí.i.cristia~u, viJa pública o cotidiana y en las religiones del paganismo. Y aunque el cristianismo,
un método tal nos muestra el modo en que las imágenes dd cnst1a111sm.o han podido como el judaísmo de la época, 110 terúa en el fondo ninguna razón para dotarse de un
surgir de los modelos accesibles, fueran éstos laicos o paganos. Por d contrario, en la arte religioso, crearon sin embargo uno, y una iconografía. En esta primera parre
Edad Media la formación de la iconografía nueva o renovada se ha llevado a cabo estudiaremos los procedimíentos que se aplicaron a imágenes familiares a todo cristiano,
sobre todo pl~r una adaptación a nuevos temas de ~otivos dd ~s ~ntiguo arte cr~sti_arw_- para a.ca.barinventando otras destinadas a expresar d pensamiento cristiano.
Se trataba atiuí de un movimiento ,dnternm, exc~us1v~d_~larte cnsnano '/.que se !urntab,1 En la segunda parte hemos recogido !as oh~erv;icíones ~obre !a form:1cióTIde uru
a combinat· de manera diferente demencos coa.os cnsnanos, pero nacidos en epocas Y inocografía medieval, distinta de la de la Antigüedad, a pesar de que los imagineros
países distintos. No obstante, en ambos casos, _re_sulu.ventajoso -~plic_arest~ n~étodo medievales no nieguen jamás la herencia iconográfica y mantengan o vuelvan a utilizar
(idinámicOl>,ya que da prioridad~ las observac10_11cs sobr_ed Jemno ~e las.mugenes extensas series de figuraciones creadas en la Antigüedad. Lo que hay de nuevo en el
en e1momento en que éstas expenmentan mut1e1011cs,e mduso ca~nb;os mas profun- terreno Je la iconografía cristiana de la Edad Media justifica, sí, separarla de la obra
dos. Es obvio, sin embargo, qne, en una ép_ocadada, e\ vocabul_ario 1conografico en amigua, pero no hay que minimizar tampoco !o que hay de convencional en esta
cin:ulación compre!ide tanto elementos debidos a creaciones rec1emes como rnucbos separación. Por lo demás, ya es sabido, y es fundamental, que en el momento de su
otros creados anteriormente, aunque continúen en uso. Pero dejando este proble_ma gran auge a finales del primer milenio! después de un claro período de declive, se
del volumen relativo de lo, tipos iconográficos practicados simultáneameute, nos esfor- esforzó en todas partes por reanudar las prácticas de los primeros sig:losy más a<ldante
zaremos sobre todo en poner de relieve la creación de. m:evos el~mentos y la fo~:na en conservar el recuerdo de las obras de la Antigüedad y la de la Edad Media. La
en que estos elementos se han integrado en el vocabulano iconografico en orculac1on, continuidad Je la ttadición crisriana no ha sido nunca puesta en duda por esta separación
por períodos más o menos largos, _ . , convencional: basta con recordar los numerosos elementos de transición en que esa
Hemos excluido o casi excluido de nuestro estudio el vasto campo de las 1magenes continuidad se significa.
narrativas, especialmente las que se inspiran en el relato inmuta_bl~~e la D_ibliay de En fin, si hemos tratado la iconografía medieval en dos capítulos paralelos, uno
los Ev:mgdios, o de detcrrniuadas vidas de santos. No se trata de m111un1zarla un portan- dedicado a la tradición griega y bizantina, y el otro a la tradición latina, propia de los
12 Prefacio ANTIGÜEDAD

países de Occidente, es por razones totalmente convencionales. En efecto, hemos


adoptado este sistema porque, vistas en su conjunto, y contemplando su evolución
durante los dos períodos, las iconografías griega y latina pueden caracterizarse como
?os maneras de_expresars~, comparab!es. pero distintas, que ab~rcan entre ambas la
mmema mayona de las imágenes cnst1anas en el mundo, Cierto que hubo otras
creaciones iconográficas en diferentes países de Oriente y Occidente. Pero si es obvio
que todas merecen la atención del historiador, en cualquier caso sólo se trata de
experiencias limitadas en el tiempo y en el espacio. Hemos creído, por eso, que
podíamos dejarlas fuera de la presente obra. Al dar prioridad absoluta a las experiencias
griegas y latinas, somos conscientes de perpetuar una convención, pero estamos, tam-
bién, persuadidos de que esta convención nos permite decir lo esencial, y decirlo con
más claridad.
Introducción

Puede decirse, en ténninos generales, que el estudio de los orígenes de una ímagen
que expresa un concepto religioso nos permite comprender mejor la razón de ser de
ese concepto, Al saber dónde, cuándo y por qué tal o cual imagen se creó, aprendemos
mejor h significación religiosa que esa imagen haya podido revestir para sus creadores.
Y esto es exacto, sobre todo cuando se trata de imágenes cristianas, malquiera que sea
su época. De ahí que, para captar lo más correctamente posible la significación religiosa
de cada una de esas imágenes, sea conveniente estudiar la historia desde el principio,
es decir, desde la aparición de las primeras imágenes importadas por la rellgión cristiana.
En general, a todas las figuraciones de carácter cristiano se les encomienda una
función religiosa, función que resulta indudable para las primeras iconografías de
inspiración cristi:ma, dadas las circunstancias de su aparición, En esa época, ninguna
consideración ajena a su religión habría podido inspirar la utilización de la iconografía
a un cristiano, que veía en las imágenes una transposición en pintura o escultma de
una verdad cristiana o de uu acto de piedad personal inspirado por esta religión. Ni
las leyes del Imperio pagano, ni las costumbres cristianas, apenas esbozadas, podrían
justificar un recurso a la imagen sii1 contenido religioso. Por eso, hay que eliminar de
entrada el postulado según el cual esas primeras imágenes serían figuraciones semejantes
a las que, en otras épocas, se reproducirán a menudo pasivamente, y cuyo valor religioso
re:11podri:i.:;-.zo;:i.iblcr,:¡;;¡¡tcpvn.c:r.>e
en dud.z..Lüs primetus iconógraros crisüanos, que
en alguna medida trabajaban por su cuenta y riesgo, no lo hubieran hecho nunca sin
un serio motivo religioso, sobre todo si se recuerda que las primeras generaciones de
cristianos celebraban su culto sin recurrir a las imágenes. Pero las prácticas de los
idólatras, que recurrían abundantemente a la pintura y la escultura, les <lescalificaron
al principio ante los cristianos y les irnpi<lieron servirse de ellas. No obstante, bajo la
influencia de las prácticas de adeptos de otras religiones, la iconografía llegó a utilizarse
bastante rápidamente. Por eso, a causa de ,estainfluencia, comenzaremos nuestro estudio
por un rápido examen de las anes rdigiósas que se practicaban al principio de nuestra
era, al margen de !as comunidades cristianas, entre los celadores de las grandes religiones
tradicionales dd paganismo grecolatino, así corno entre los judíos y adeptos de otras
religiones no cristianas, dentro del Imperio Romano. Nos parece importante comparar
esas representaciones contemporáneas, surgidas de otros medios religiosos, para com-
prender mejor la forma, el contenido religioso y las intenciones de sus creadores. Lo
16 Antigüedad

que obliga a dos importantes digresiones (ver capítulo 1). La primera, dedicada a la PRIMERA PARTE
forma de las imágenes cristianas iniciales, notablemente concisas y limitadas a lo estric-
tamente esencial, tratará también del lenguaje iconográfico de esas imágenes esquemáti- Capítulo 1
cas, o imágenes-signo, y del problema de los antecedentes de figuraciones cristianas Los primeros pasos
seme-jantes. La segunda digresión intentará determinar los motivos de quienes utilizaron
ciertas imágenes en el terreno específico del arte funerario, colocándolas sobre las
paredes de las catacumbas cristianas y en los sarcófagos. En su mayor parte, esas
imágenes representaban la salvación o el rescate de un fiel al que Dios ha salvado del
peligro de muerte, aunque en ciertos casos recuerden los méritos cristianos del difunto,
su bautismo o su comunión, que le han abierto la vía de la salvación de ultratumba.
¿Cuál era la intención religiosa de los autores cristianos de estas imágenes y la de los
autores de figuraciones paganas q_ue presentan evidentes analogías psicológicas? La
respuesta a esta cuestión nos informará mejor sobre las miras religiosas de los primeros
iconógrafos cristianos.
El segundo capítulo estará principalmente dedicado a algunas imágenes cristianas Las primeras ir .genes cristianas aparecieron alrededor del año 200. Lo que quiere
que nos permiten evaluar la extensión de la influencia ejercida por el a¡te oficial del decir que, en cifr .;s redondas, durante un siglo y medio los cristianos prescindieron de
.EstadoRomano sobre eljoven :i.rtecristiano en sus comienzos. Durante estos últimos representaciones figurativ,1sde carácter religioso, Hecho que casi se sentirla uno tentado
tiempos se ha discutido mucho sobre el arte que florecía en la Roma Imperial a finales a famentar, ya que este rechazo de imágenes --nunca proclamado expressis 11erbispor
de la Antigüedad, pero sus efectos sólo han sido estudiados parcialmente y, sobre todo, los teólogos- nos priva de todo testimonio arqueológico Sobre el estado espiritu;,.J y
en relación a la influencia ejercida por bs imágenes del Emperador. En realidad, esta bs controversias entre las comunidades cristi;mas antes del afio 200, a cuyo alrededor
influencia fue mucho más general y puede decirse qne, en sus orígenes, la iconografía fechamos las más antiguas pinturas de las c;itacumbas. En cmnto a las más antiguas
cristiana no recibió otro impulso más poderoso que el de esas imágenes del (icido e:~culhiras figura~ivas sobre ~arcófagos cristianos, las datamos en el primer tercio del
gubernamentah> --término con el que designamos todos los temas qne representan el siglo lll, aun s:1.btendo,por lo demás, que esta cronología es hastante incierta, puesto
poder político, militar y judicial del Emperador y de los agentes del Imperio Romano, que no se apoy;, en documentos escritos fechados. De hecho, cieto número de índices
y que testimonian sobre sus actividades. Hay todo tm terreno qlle nunca ha sido topográficos, estilísticos e iconográficos revela que !os primeros cementerios subterrá-
explorado como ta! en su integridad. neos de Roma, los de Domitila, Calixto (cripta de Lucina), Prisci!a, etc., son de fechas
Entre otras esfera_sdel arte practicado en el corazón mismo de la sociedad romana, parecidas, en general ligeramente posteriores al año 200. Los primeros frescos funera-
hay que citar también la iconografia semidecorativa, semisimbólica, que florecía en bs rios de Nápolcs y Nob son más o menos coutempor:ineos <lelos de Roma. Los primeros
villas de los grandes latifundistas. Ya veremos cómo y en qué condiciones el arte sarcófagos con temas cristianos, en Roma y Provcnza, se remontan a las proximidades
latifundiario sirvió de fuente a los iconógrafo, cristianos del período considerado. del año 213, mientras que !as pinturas murales de la capilla (haptisterio) descubierta
en la pequeña cind;,d de guarnición romana de Doura-Europos, en el Eúfrates Medio,
frnntf'r:i ir:in.í, >I' sit1.1anhir:ia el ?.fí,:, 230, L0s primeros ':'jemp!os de imágenes cristian::'!s
los tomaremos de estos monumentos. Ya he dicho antes, en el prefocio a esta primera
parte de nuestro estudio, por qué es importante considerar desde el principio toda la
primera iconografía cristiana, inclmo si el orden cronológico de los monumentos no
se respeta después.
Consideremos algunos ejemplos de pinturas de las catacumbas romanas, eligiéndo-
los entre los más antiguos. Lo primero que sorprende en estos hipogeos funerarios es
que el techo y a veces b.s paredes est_ándivididos en compartimentos por un sistema
de líneas rectas y curvas. Esta estructnta a base de líni:as dírectrices predomina est,~tica-
mentc en las pinturas de las catacunib;is y es muy caractcrfatico de un arte que, encerrado
en los cementerios, se distingue sin embargo por una nota de alegría (figura 1). Muchas
de sus figuras (en general muy pequeñas: sólo se ampliarán en el siglo IV) son graciosas
y atractivas. Este arte funerario supera los teillores y la tristeza de la muerte, y reviste
una apariencia gozosa. En las pinturas de las paredes, las pequeñas figuras aisladas en
un espacio central delicadamente enmarcado representan orantes o Buenos Pastores
18 Antigüedad
1. Los pri'mero~ pasos 19
cuyo efecto decorativo parece importar ni.ás a los pintores que su significación exacta,
ya que los emplean como motivos alternativos intercambiables, dentro de sus cercos. de Lucin.a, donde ui:ia ~amida en coi:nún se considera que representa la Multiplicación
Estas figuras, un poco esquemáticas, constituyen sin embargo alegorías dd alma de los de los Panes, como mdICa la presencia de doce canastas. Aunque esa escena esté al lado
piadosos fieles (orantes) y del Cristo Pastor (véase itifra,pág. 21). Sobre los sarcófagos, de una escena de Bautismo, lo que indi!urí~ a interpretada como un banquete que
esas alegorías podían resultar incomprensibles para ciertos espectadores, pero las pintu- representa~a la Cena. Porque es a este ep1sod10 del Evangelio, base del sacramento de
ras de las catacumbas no renunciaron nunca a esa manera graciosa pero escueta, y todas la Comuruón, al que parecería remitir la imagen adyacente del Bautismo, otro sacra-
las figuras corroboran esta actitud. En el mismo estilo, ligero y agradable, se representa mento.
a Daniel en el foso con los leones, la resurrección de Lázaro, Noé en el arca o la Pe.ro el pro~lema de_esta ~magen Jel Bautismo. es todavía más complicado y varios
Adoración de los Magos. Los protagonistas son siempre jóvenes airosos, su gesto es arqueologos, al mteutar 1tient1ficar esta escena bautismal, han dudado entre el Bautismo
siempre elegante y de noble prestancia. Ex:isten excepciones, sí, pero es raro encontrar de Jesús y el de ~n neófito. Lo que confi:ma nuestro aserto ante~ior: las imágenes-signo,
una pintura que no reproduzca un esquema convencional. tal como aparecen en las catacumb~s, solo ~umplen _supropósito en la medida en que
En la pintura de las catacumbas, como sobre los sarcófagos, la historia de Jonás so:i claras, pero el concepto de dandad esta en función de la preparación de quien las
aparece contada con el mismo encanto, pero en varios episodios sucesivos (figura 2): nura.
Jonás vomitado por la ballena, Jouás descansando a la sombra de la pérgola. Aquí Es obvio que la clari?ad de la im?gen-signo depen?e también Je! grado de compleji-
también, la intención decorativa se impone sobre el sentido. El arthta responsable de ~ad del tema que se tJUH::recomumcar. H~mos perdido la dave de la mayor parte de
esvs ~íil1;bol.osreligiosos ha separado los diversos episodi_o~de la historia de Jonás y los las escenas representadas en los muros del hipogeo de los Aurelios bajo d Viale Manzoni
ha d1stnbu1do en los pandes que le procura la dispos1c1ón general del cecho, de !a \~~ura 4), en Ro1;1a,y no podemos tampoco ponernos de acuerdo en cuanto la significa-
decoración mural o la pared de los sarcófagos. Se trata de un arte indolente, un arte c1on de la muy rntere_sante ~scena de la catacumba de San Sebastián de Roma, que
indiferente al detalle, a la expresión individual de la figura, a los rasgos determinados muestra a un personaje vestido de soldado ascendiendo al cielo ante un círculo de
lk un rostro. Hay allí una arquitectura inacabada y una negligencia sorprendente en maravilla~os ;~pectadorcs. E1;.la iconografía cristiana ~ntigua, es rara la representación
las representaciones Je los acontecimientos bíblicos de carácter narrativo. Por lo demás, de_ten:a~ msolttos. ¿Pero quien puede dar ~n_asolución definitiva al problema de la
estas pínturas de las catacumbas no se proponen dar una descripción de acontecimientos. erugmatica _escena de las catacumbas ~e Pnsnla d~nde un personaje parece designar
Se litnitan a sugerirlos. Se pensaba que bastaba con indicar uno o dos rasgos sobresalien- con)m. g~st?_;:,~n~ estrella en presencia de una IUUJCry un ni~o (figura 5)? ¿Y quién
tes para designar a una determinada persona, un acontecimiento o un objeto. pue';'~ 1dentthca:, con certeza, en las catacumbas ~e! Cementeno Mayor, a !a madre y
Estos rasgos no definen en absoluto las imágenes, pero se invita al espectador el mno acumpanados de dos monogramas de Cnsto y flanqueados de. dos donantes?
informado a utilizar esas someras indicaciones para adivinar el tema. En otros términos: ¿Se trata realm~nte de la Virgen María o de una simple mujer cristiana con su hijo?
esas pinturas son esquemáricas, es <lecir, son imágenes-signo c1ue se dirigen ante todo (figuras 6-8).?m emb:1r~o, no son sólo est:1=,lacónicas imágenes-signo las que plantean
a la inteligencia y sugieren más que lo que efectivamente muestran. Como el valor de problemas de mt~rp~etaoón. En _lascatac1:1mb~sd?scubiertas en 1955 bajo la Via Latina,
un signo es proporcional a su concisión, el método de simplificación dd esquema no las escenas descnptlv_as desprovistas de mscnpc10nes presentan análogas díficultades,
tiene límites, salvo los que impone la necesidad de que resulte inteligible. Es importante emp~zan<lo por c.sa mugen, hoy ya célebre, de un grupo de sabios o de doctores
que el signo pueda descíJrarse sin equívocos. Evidentemente, sabemos que e! uso re~mdos_alrede.dor de un cadiver yacente a sus pies .. En este caso, como en otros del
fi:ecuente de un signo en un determinado cpntexto permite abreviaciones sorprenden- mismo tipo, la imagen <lejaya de cumplir la función de:,1signo,, para la que fue creada.
rf'~, ;,brev!c1cié't'es que, fuera de ese CO!ltexto, harhn üüntdigible !a Í.'T!age:t:.A e.':ote Parece oscura, J?~rq_ueel te1:naque ~e supo,ne expresa e~ demasiado particular, o porque
respecto puede citarse las célebres pintura~ de Lucina d.onJ.e se muestra un pez que nuesrra formac1on 1conografü:a es msufic1cnte.
sirve de soporte a un pequeño cesto repleto de objetos blancos en forma de anillos. . Cierto que n? incumbe al_!tis:oria<lorjuzgar la eficacia Je la imagen-signo paleocris-
Los cristianos de la época sabían interpretar una pintura tal, tJUesugiere la comunión. t1ana como medio de expres10n iconografica. Pero reconocer los límites de su eficacia
Y sabían también que la imagen del pescador aludía a Cristo y a los apóstoles no basta para iustruirnos respecto de las funciones que pudieron ::itribuírsele. Funciones
p;scadores de_las aln:as.. Más en ciertos casos esa concisión es seg_uramente _excesiva que pa_recen comparables, en 11uestr:1opinión, a las de las <iideas generales>) en el
(tigura 3): as1, por eJer_nplo, una escena que represente una comida cualqmera está lenguaJ.e. En todo caso, se expresan por 1mágen_estriviales y sólo su repetición, en un
desprovista de todo detalle que permita distinguir entre la Multiplicación de los Panes, determmado coi:i-texto,J:ace co_mprender d sentido <(generaL1que se les confiere y que
e!milagro de bs Bodas de Cani, la Cena o el banquete del Paraíso en el mis allá. Sin les ~ valor ~e ilustrac1011de ideas abs~ractas. De ahí que la noción de píedad tenga
d~da, a los que esbozaron algu~ias de esas pinturas murales de las catacumbas no les por 1magen-s1gno .un orante; o que la idea ~e fi!antropía ---aunque esto resulte para
disgustaría del todo una cierta ambigüedad en sus imágenes~signo, toda vez que la n~sotros menos evtde:ice deb1~0 a lo e~traordmano de! concepto en términos iconográ-
Multiplicación de los Panes, por ejemplo, se consideraba como un símbolo de los ágapes ficos-:-- tenga su equivalente 1conografico en. la figura <le!Pastor con un cordero. En
del Paraíso o una representación de la Cena. Esta deliberada ambigüedad resulta eviden- la sen:, de. temas ~lás o me_nos complejos cuya utilización repetida ha trivializado la
te en ciertos casos, por ejemplo, en las llamadas ((cámaras de sacramentosi>, de la cripta exp!e~1on 1conografic~, I:-ac1cndo~sí comprender su sentido, figuran los nombres de
festmdades: la Anunc1ac1ón a la Virgen, Pascuas, la Epifanía dd Bautismo de Cristo.
20 Antigüedad
1. Los primerospasos 21

Estos vocablos, como las correspondientes imágenes-signo, bastan para sugerir los un cristiano. No es ya sólo la intervención divina, sino la participación en los sacramen-
acontecimientos evangélicos conmemorados por esas festividades, tos de la Iglesia, lo qne asegura la salvación del muerto.
Todas las imágenes cristianas primitivas pertenecen a esta categoría de signos pictó- Mt!Y :15tutamente, la iconografía cristiana de signos alusivos sólo emplea un número
ricos, cuyas características acabamos de definir. Sus más antiguos ejemplos los encontra- muy lmutado de. figuras, lo que la preserva de la confusión. Sin embargo, resulta
mos en el arte funerario {existía también una iconografía análoga para los vivos, aunque sorprendente -si pensarnos en los usos paganos de la época y en el arte funerario
no pueda decirse si comienza en hora tan temprana como la iconografía sepulcral). medieval- comprobar hasta qué purito es pequeño el lugar dedicado, en el arte
Las imágenes-signo que hemos examinado, y que abundan en las catacumbas paleocris- primitivo, a C:is~o o a los símbolos 9ue representan ª.Cristo. Y esto puede aplicarse
tianas y sobre los sarcófagos, constituyen dos categorías diferentes en lo que concierne al arte paleocnstiano antes de los edictos de tolerancia. En esta época primitiva, el
a su valor semántico. Un restringido número de signos iconográficos representa los Salvador sólo aparece bajo la forma de diversas imágenes alegóricas, que, y esto es
dos grandes sacramentos de la iglesia cristiana: el Bautismo y la Comunión (figura 9). signo de atención, ofrecen pocos rasgos individuales. Puede verse, sobre todo, al Buen
La mayor parte de los demás sirven de referencia o constituyen ejemplos bíblicos y Pastor llevando el cordero, lo que significaba que el pastor, alegoría de Jesús, s:cilvaal
evangélicos de la intervención divina en favor de la salvación concedida por Dios a cordero, alegoría dc.l alma cristiana<Los iconógrafos no intentaban ser rnás específicos.
determinados fieles: salvación ele Noé dnrante el Diluvio; salvación de Isaac, cuando Como en los techos de !as catacnmbas (véase supra, págs, 17 y ss.), en los frentes de
Abrahán se dispone a sacrificar a su hijo; David arrojado a los leones, o los tres jóvenes ciertos sarcófagos se alinean tres buenos pastores, que pueden tener indistintamente los
hebreos salvados de la hoguera. O, en fin, la resurrección de Lázaro por Cristo o la rasgos de un adolescente o de un hombre bárbaro de edad madura. Sin enumerar los
curación del paralítico que se levanta y echa a andar llevando su propid lecho. ejemplos que muestran cómo la imagen de San Pedro estuvo influida por las imágenes
Cuando esas escenas, extremadamente esquemáticas, se pintan en las catacmnbas alegóricas de Cristo (véase infra, págs. 72 y ss.), puede decirse que, como regla general,
o se labran sobre sarcófagos, Su presencia al lado del cuerpo del difunto reviste idéntica esas imágenes alegóricas eran relativamente abstractas. Recordemos simplemente que
significación que la plegaria del servicio fúnebre llamada la comendatir animae:enume~ en el arte romano pagano, la figura del pastor con el cordero entre los brazos era un
ran los precedentes de una intenrención divina en favor de un fiel y expresan el deseo sfmbolo de filantropía (humanitas). Dicho con otras palabras: la imagen alegórica de
de que, allí mismo, Dios ejerza su benevolencia hacia la persona que acaba de morir. Cristo más extendida en los siglos III y IV es una creación crístiana a partir de un
<<Diosmío, sálvale, como tú has salvado a Daniel, Noé, etc.ii, Aunque los rituales que símbolo de filosofía moral.
conocernos no son anteriores al siglo IX, no cabe poner en duda la exactitud de esta A Cristo representado como Buen _?astor corresponde, parejamente, el difunto
interpretación, ya que han llegado hasta nosotros plegarias idénticas para los vivos, orante, Pero el simbolismo pagano de los romanos se sirvió de este mismo motivo del
muchas de las cuales se remontan a la Antigüedad tardía. La extensión a los vivos de orante como de una imagen alegórica de b <(pietas)).Una vez más, el arte cristiano
las plegarias que invocan el poder salvador de Dios en el pasado bíblico explica, comienza por representar abstracciones, no solamente para designar a Cristo, sino para
también, los ciclos de imágenes análogas que decoran objetos de uso cotidiano tales indicar también al cristiano común. En ambos casos veremos cómo la historia ulterior
como vasOs, o copas grabadas y pintadas, adornadas con hojas de oro. Las plegarias de de la iconografía crisfrina muestra la tendencia inversa, que se esfuerza en sustituir los
este tipo que parecen haber servido sobre todo para el culto individual o incluso a símbolos y las alegorías por representaciones concretas, de hecho por retratos.
invocaciones mágicas, se remontan probablemente a versiones judías. E incluso puede Mas consideremos, en primer lugar, otra figura alegórica de Cristo, que aparece
ocurrir que las imágenes-sig_no de ciertas salvaciones o l_iberacionesbíblicas fuer_an en el mismo momento que el Buen Pastor y que le representa bajo los rasgos de un
creadas en principio por los Judíos para su uso personal. Se conocen eJempios Jt1d10s fiiósofo. Contrariamente al Buen Pastor, esta alegoría se olvidó dcs¡rnés, y.de ahí que
de liberación: Abrahán, en el momento del sacrificio de su hijo Isaac, Noé: y David. nos sea más difícil reconocer a Cristo hajo los rasgos del filósofo a egórico, tal como
En cuanto a la cuestión de saber si los cristianos conocieron en principio imágenes-signo se encuentra sobre muchos sarcófagos cristianos arcaicos. Pero para la exégesis moderna
de elaboración judía o únicamente plegarias judías con la fórmula (<sálvamecomo has no cabe ninguna duda de que el hombre brbado con el torso desnudo o medio desnudo,
salvado a Noé, etc.)>,la gran proporción de ~al':aciones tomadas del Antiguo Testamen- revestido con pallium y sentado en un taburete, frecuentemente leyendo un libro, sea
to que ~farecen so~r~ l?,ss~rc?fag~s,.y pnnc1pal;11ente en !as c~t~cui:nb~s,hace 11:uy Cristo, presentado como el poseedor de la <1Venbdera)> filosofía (figura 10). Natural-
verosírm una contnbuc10nJud1a ongmaL Las unagencs de salvac1on s1gmfican: (1D10s, mente, el creyente difunto reviste a veces los rasgos del filósofo pero, en general, esta
que en el pasado ha s:J.l,vadoa todas estas gentes piadosas, hará ahora otro tanto por el iconografía se reserva para Jesús, y <:l difunto se inclina ante el filósofo que le ha
actual difunto» (o por el propietario del objeto sobre el cual figuren esas imágenes). ensef:iado la doctrina de la verdad, _En las catacumbas más antiguas predominan las
La intenció~ psic?lógica difiere un P~';º en aquellos casos en que, en lugar de las imágenes de salvación tomadas del Antiguo Testamento. No obstante, pueden encon-
fórmulas antenores mvocando la salvac1on, se representa uno de los sacramentos trarse también algunos ejemplos del Cristo-taumaturgo, en particular en la representa-
-Bautismo o Comunión {véase supra).Evidentemente, en estos casos no puede ya ción de la resurrección de Lázaro. Por lo demás, durante el siglo !V, en los relieves de
plantearse la cuestión de la influencia hebraica, ni de la fórmula (<sálvamecomo ya has los sarcófagos y en las catacumbas suelen multiplicarse los ejemplos de los mibgros de
salvado a otros1•• Estas imágenes, cuando se las encuentra en el arte sepulcral, sirven Jesús, lo que parece reflejar un hecho más general e importanre: a saber, que los
para indicar, a través de la representación de los dos sacramentos, que el difunto era iconógrafos y sus dientes se-haáan de Jesús una imagen más personal, precisando
1. Los primerospasos 23
22 Antigüedad
de fácil acceso) no son más que repeticiones de frescos anteriores o reprod~cciones de
gradualmente esta individualización a través de sus obras de taumaturgo. Pero incluso pinturas de edificios de superficie, muy numerosas en las. catacumb~s rec1ent~mente
antes de mul~iplicar los m~lagro~ de Jeslls, los. ~conógrafos mostra~on ~recu?nteme11;te descubiertas bajo la Via Latina (figuras 66 y 74). Y convtene estudiar estas_pmturas
una escena aislada de su mfanc1a, la Adorac10n de los Magos. fal mteres especial pensando e11esta Ultima práctica, en materia de estilo sobre todo, pero también en lo
reservado a este tema nos parece hoy sorprc11dente, ya que desde hace siglos celebramos que respecta a su programa iconográfico.
el nacimiento de Cristo en Belén el veinticinco de diciembre, mientras que los antiguos La iconografía de los sarcófagos del siglo IV es .más ~teresante y origi~al.. Aquí
lo festejab:in bien el día de la Epifanía del Bautismo, el seis de enero, bien el día de la también el arte monumental de los grandes santuanos edificados con postenondad a
Teofanía de los Magos, el cinco de enero, costumbre muy arcaica, a la que se atenían la Paz de la Iglesia deja una huella profunda. Es en este momento cuando aparecen
los pintores del ciclo paleofunerario. Cuando la imagen de la Adoración de los Magos sobre los sarcófagos imágenes de Cristo en majestad y una nueva iconografí~ del
sustituye a todo el ciclo cristológico, se quiere signifi~~r que la iconograFía realz~, y Salvador y de los apóstoles Pedro y Pablo (véase la pág. 73), así como las más antiguas
recuerda así el principal argumento en favor de h salvac1on de cada fie-1:la Encarnac1on figuras de la Resurrección o de la Encarnación (véanse ~aspágs. 1 ;6 y ss.). ~ero, ?obre
del Salvador y la Redención que trae a los hombres. Redención que a veces se evoca todo, tamo en los sarcófagos como en los frescos del siglo IV, la llllagen-?1gno tiende
por la imagen del pecado original -Adán y Eva con la serpiente,_ separados p_orel a convertirse en una imagen descriptiva, hecho éste de capital importanna y sobre el
á'rbol- realizada con esa especie de negligencia que sude caractenzar al trabajo de que volveremos más adelante (figuras 11 y 12).
los artistas (o que denota quizás la delibera~a intención ~e representar úuicamcnre la Pero ames Je llegar a este punto, hay que plantear la cuestión del verdadero valor
promesa de la salvación, sin la menor alusión a lo que iba a retardarla). Aunque los religioso de las imágenes cristianas que consideramos iniciales, las que designamos C?n
autore:, de las imágenes de las catacumbas no suelen representar nuestr9s ancestros el término de imágenes-signo. Cabe, evidentemente, una respuesta fácil: esas figuraCio-
originales, existen sin embargo algunos ejemplos muy rudimentarios de esta imagen nes del arte funerario, como cualquier otra imagen, servirían para rememorar al perso-
(Nápo\es, Nola) y en d siglo IV aparece indui?a en_~lgunos de los conjuntos 1;1_ás naje y los acontecimientos que representaban. Pero contentarse con esta respuesta. es
completos, donde las imágenes-signo se agrupan mtemattcameute en una_demostrac,on eludir la verdadera. cuestión. Cuando los cristianos abandonaron su actitud negativa
general dd tema de la salvación, como en el célebre sarcófago de )umo Baso (359) inicial respecto a la iconografía y adoptaron un repe_rtorio~e imágenes que i_ntrodujeron
(figura 12). El pecado original sirve aquí para contrapesar todo un e1clo de !a Reden- en lugares sagrados como mausoleos y cementenos, evidentemente deb1an de tener
ción, desarrollado sobre todo para mostrar no sólo la Pasión de Cristo, sino también serias razones para actuar de esta forma. ¿Cuáles eran sus intenciones?
el marririo de los dos apóstoles romanos, Pedro y Pablo. El ciclo de la Redención se Sabemos que las primeras imágenes cristianas sólo se utilizaron corno pintura mural
abre con una Entrada en Jerusalén, una escena de la llegada del Salvador, que es un en las catacumbas y en la ornamentación de los sarcófagos, dos categoría~ del arte
sinónimo iconográfico de la Adoración de los Magos. Así, el ciclo más desarrollado cristiano cuya significación religiosa es clara y de las que hemos hablado anter1onnente.
confirma que la Adoración de los Magos e.raun_símbolo _dela Encarnación-Redención. La mayor parte de estas imágenes repres~ntan ejemplos de las salvaciones que, e1:-_el
Que yo sepa, la Adoración es la más anttgua 11nagen-s1gnode este l;1echo centra! en pasado, Dios conceJ.fa a algunos fieles, nuentras ~lu_eotras ev~can la obra de Sal~ac1on
b historia de. la salvación colectiva e individual, lo que nos explica su frecuente realizaJa por Cristo o incluso los sacramentos cnst1ar10s gracias a los cuales el difunto
aparición en el arte funerario desde el primer momento. podía esperar compartir con otros justos una vida feliz en el más allá. Pero esta
En líneas generales, la iconografía de las catacumbas y la de los ~arcófagos romanos d~finición gene~al del programa icono~ráfico del arte f~nerario cr.i~tiano,que ha prece-
son iguales, No hay tampoco diferencia esencial enrr_ela icon.ograHa J~ los s~r~ófagos dido a los <lemas, no basta para explicar totalrnente la agrupac1on alrededor de ur'.a
romanos y la de los sarcófagos provinciales ~e los siglos Ill y IV (lt~ha mend10nal y tumba individual Lleios antecedentes de salvación de otros individuos, ni la presencia
Sici!ia, Italia <ld Norte, Provenza, España, Afnca romana del Norte e mcluso Constan- de imágenes que evocan la redención del género humano, o los méritos de la piedad
tinopla, figura 11). Pero, debido al enriquecimiento progresivo <le~repertorio y a las del difunto (los sacramentos que debió de conocer).
innonciones iconográficas que se aportaron por todas partes, la urnd.ad de esta icono- Las razones psicológicas de una agrupación ta! de imágenes se hacen un poco más
grafía de us?s sepulcrales sólo _aparecesi_se ~i~neen c~e1~tah cronol<?gía de los_monu- patentes si se comparan los programas iconográficos funerarios cristianos y paganos de
mentos. Existe una mayor umdaJ al ¡;nnc1p10 en la~ pmturas y reheves del siglo III, la misma época. Sobre sus sarcófagos, y a veces en los muros de sus mausoleos, los
unidad que va disminuyendo gradua mente después del triunfo dd cristia1~mo, ya paganos solían representar escenas extraídas de los relatos m.ito!ógicos, algunas d_elas
que cada rama del arte c'rístiano tiende a una mayor autononúa y todas sufren ul.t~uen- cuales tenían conio tema general la Muerte --escenas de la muerte de un ~eroc,
cias diversas. Vo!veremos,sobre esto un poco mis adelante, al h~blar d,: las rel~c10nes Meleagro, Endimión, etc.-, mientras' que otras simbolizaban el alma del dtfunto
entre esas imágenes-signo <letemas bíblicos y las imágenes descnptivas donde figuran transportada al más allá, al cielo o a las islas_bienaventuradas: Como se v_e,se trata ~e
temas análogos --o incluso idénticos- a los de las imágenes-signo. Digamos ya que dos categorías de temas 9ue tendrían sus eqU1valentesen los crclos funerarios paleocns-
\as c~tacumbas no ~e pre~:aban a un \ibre ejerc~cio_d~las artes y que ~a pintura de las tia11os bien en las catacumbas, bien en los s:ircófagos.
1g\esiasen ~uperfic1e<le_b10 de ganar 1mportan.cta rap1damente. A partir de la segunda E;identemente, existen diferencias esenciales entre los programas funerarios pa9ano
mttad dd siglo v, las pmturas de las catacumbas de Roma (en Napoles, despues de la y cristiano. En primer lugar, mientras que el tema de la muerte está en el centro mismo
Paz de la Iglesia, se utilizaron todavía durante varios siglos vastas galerías subterráneas
24 Antigüedad
1. Los primeros pasos 25

del programa pagano, no aparece en el arte funerario cristiano. Los cristianos evitan bien describiendo las vicisitudes y los triunfos de_la experiencia religima <'n términos
sistemáticamente los temas procedentes del Antiguo Testamento o del Evangelio que de! combate y de la victoria en la arena. En el mismo espíritu de paralelismo, la
traten de una muerte: indudablemente, es la victoria de Cristo sobre la muerte lo que iconografía cristiana recurrió al repertorio iconográfico creado por el circo y tomó de
excluía este tema de la iconografía paleocristiana. En segundo lugar, cuando la icono- él varias imágenes: por ejemplo, la del atleta de píe al lado de un cipo donde colocará
grafía cristiana continúa la tradición pagana de imágenes de la vida del más allá, lo su corona, recompensa de su triunfo, o, también, la imagen del luchador en la arena,
hace en forma mucho más discreta. Durante mucho tiempo, la representación de la combatiendo con un animal feroz .. En suma, la cristiandad romana no permanecía
vida futura se limitó a !a figura alegórica del orante o incluso, en forma todav{a m;ís aislada del mundo del circo y del hipódromo. Por eso, para esta época, es legítimo
abstracta, al cordero que el Buen Pastor lleva sobre sus hombros. Ambos simbolizaban proponer otras comparaciones ~como nosotros vamos a hacer- no de temas icono-
elalmadel cristiano. Sólo a finales del siglo IV -e incluso entonces, muy raramente- gráficos, sino basadas en una determinada función de las imágenes.
aparece la imagen del difunto conducido al Paraíso por un santo, versión tardía y Estudiando un mosaico del pavimento encontrado en El-Djem, en Túnez, el ar-
excepcional de un antiguo tema de la iconografía sepulcral pagana (figuras 15 y 16). queólogo holandés J. W. Salomonson demostró que representaba un banquete de cinco
De todas las imágenes paganas de entierro, las más estrechamente vinculadas a las gladiadores (venatores) y que formaba parte de un ciclo romano establecido, inspirado
figuraciones funerarias cristianas -o al menos a una de las principales modalidades por el espectáculo del circo. Salomonson pudo también explicar la presencia no sólo
de esas figuraciones, !as imágenes de salvación- son las que aparecen en ciertas escenas del motivo profiláctico de un haz de mijo, varias veces repetido sobre la orla de la
de los trabajos de Hércules, en el hipogeo funerario privado recientemente descubierto i1:1agcn,sino :·am~ién de otro símbolo profiláctico e~ forma ¿e cetro, gue 11node los
bajo la Via Latina. El parentesco sólo aparece si se considera el sentido,religíoso más cmco person~es tiene en s11smanos< Hay otros vanos mosaicos norafricanos que se
profundo de los dos ciclos de imigem:s, pagano y cristiano. Porque, en ambos, e! asemejan al mosaico de El-Djem. Se trata también de escenas inspiradas por el circo,
verdadero sentido de las imágenes es ·, evocación de un poder divino que se consagra que muestran ahora situ:iciones de venatores combatiendo con animales. Pero también
al bien del hombre. Por el lado cristiano, recordemos que los episodios representados ahi aparecen los símbolos profilácticos que acabamos de cit:<r:el haz de mijo y el cetro,
son aquellos en que Dios salva de la muerte a un fiel; por el lado pagano, se trata de así como motivos-talismán más ahstractos de origen púnico . .Entre las imágenes de este
las hazañas de Hércules, el cual, según la creencia de aquel tiempo, fue un (isalvadorn, tipo, otro mosaico de _El-Djem resulta particularmente instructivo: aparecen allí, e.u
un héroe que dedicó su vida a actuar por la liberación de los hombres. Dicho con otras efCcto, además de las imágenes de un luchador y de algunos símbolos profilácticos
palabras: las imágenes cristianas de salvación o de liberación y las imágenes p:iganas (independientemente de los motivos que hemos observado en los mosaicos anteriores,
de los trabajos de Hércules se proponen, ambas, demostrar el poder divino puesto a! hay también una imagen protectora contra el mal de ojo), inscripciones sacadas de las
servicio de los hombres. De ahí que se las empleara en e! arte funerario. aclam.iciones de los espectadores de los jt1egos, que cxpresah:rn su admiración por sus
El paralelismo va más lejos, El ciclo hercúleo de las catacumbas de la Via L::itiua gladiadores favoritos: <(eresel único)>(elúnico capaz de realizar una hanña tal), ((para
no se limita a las hazaíhs de Hérclllcs sino que inclnye también imágenes de aquellos la eternida<li>(que tu gloria sea eterna). Tales inscriptiones revelan el carácter triunfal
que se beneficiaron de sus esfuerzos (Alceste, después de sn muerte, llevado por I Iércn- de este tipo de figuraciones, que representan así los triunfos de los venatores del circo.
les a su esposa Acmeta que, desde este momento ya inmortal, habita un mmido ideal Si no fuera por los símbolos profilácticos y las palabras de aclamación que les acompa-
en el más q.llá).Y constih1ye, pues, un verdadero equivalente de las imágenes cristianas fi.an, que muestran el deseo de quienes las habían encargado de repetir o perpetuar
que re1¡nesentan la liberación, por Dios, de Abrahán, J_saac,Noé, Lázaro o el paralítico. eternamente tales hazañas, estas figuraciones podrían clasificarse como conmemoracio-
Tal e~ .a razór:., como en b:; pinturas d:::Hércules, dd efoctc: ~ít.!e:¡;r-0dt.!::en
b~ i.:r:á~c::,c:. rres iconogdfic:1.s de b, proezas de lu:::bdores famosos. Pcrv .:ladv qnc por ddinición
cristianas de esta catan,., oa: invitaban a cada cual a ver su propio fin en la envidiable los símbolos profilácticos no tienen efecto retroactivo, hubiera sicloSllpcríluo represen-
condición de los persc,iajes bíblicos o mitológic_os que se habían beneficiado de una tarlos con una imagen simplemente conmemorativa. El hecho de que estén presentes
particular solicitud divina. -con frecucncía y en gran mímero- indica que esas composiciones se proponían
Reconocer el parentesco de Lisprimeras im:ígencs cristianas con lasversiones paga .. ejercer por ellas mismas una ;1cciónbenéfica en favor de quienes poseían tales imágenes
nas del arte funerario, su contemporáneo, nos ayuda a desvelar las signific1ciones o las contemplaban. Dicho con otras palabra.s, la presencia de esos símbolos e imágenes
religiosas de ambas. ];>ero,para captar más plenamente la intención de quienes agrupa- nos confirma aún más la significación de una importante modalidad de figuras contem-
ron esos dos ciclos en las tumbas, podemos traer también en nuestra ayuda el testimonio podneas de la iconografía p;--Jeocristi~na,las inspiradas por intenciones liberadoras del
de otro tipo de imágenes del mismo período, las imágenes inspiradas por los juegos mismo tipo, es decir, por la esperanza: de una repetición, en beneficio del que encarga
romanos. Se trata de figuraciones muy comunes en la época de las primeras imágenes la imagen, de la salvación o la liberación que en ella se recordaba. Lo que queremos
cristianas, aunque su parentesco con éstas no haya sido nunca señalado debido a b gran decir es que la razón de representar las hazañas victoriosas de gladiadores célebres,
diferencia aparente de los temas. Es bien conocida la importancia de los juegos del acompañadas de motivos profilácticos que tendían a desear su repetición, está psicológi-
circo y del hipódromo, que tuvieron innumerables repercusiones a todos los niveles ~amente muy próxima de lo que !os iconógrafos cristianos esperaban de cualquier
de la sociedad romana. El lenguaje cultural cristiano debe mucho al vocabulario del imagen de la liberación de Noé o de Daniel, que se rememoraban con la esperanza de
circo, bien en las comparaciones de un mártir, o un simple fiel, con un atleta victorioso, contemplar la misma salvación concedida a un contemporáneo, muerto o vivo,
26 Antigüedad 1. Los primerospasos 27

Dos grupos de hechos arqueológicos vienen a refor~ar los lazos de parentesco entre yuxtaponer las imágenes de los .dos ciclos'. d~sipa la~úl~imas dudas e:i cuant? a ,ta
las imágenes paganas y cristianas que acabamos de estu<l?r. Por una parte, ha): numero- legitimidad de nuestras comparac10nes con. t'.11~genesmsp1radas por el ~~co. El Jarran
sas obras romanas inspiradas por d circo, que son manifiestamente apotropaicas. Salo~ tunecino es una prueba material de la leg1tllll.ldad de nuestra conclus10n respecto al
monson, apoyándose en parte sobre estudios anteriores de Valdemar Deonna y otros valor profiláctico de las imágenes del ciclo inspira~o .por el circo (véase supra) y a la
arqueólogos clásicos, hizo observar la frecue1;-ciade l_asescenas que muestra:1 a un función análoga que podrían tener las imágenes ~nsuanas de las 7<;.tacumbas.y de l~s
hombre combatiendo con un animal, o bestias salvajes atacando a otros ammales, sarcó~agos, especialmente las que pe~tenece_n al. c~clo de la salvac1on.. Tamb1en aqm,
escenas que figuran sobre diversos objetos de uso diario como vasos, fuentes,)ar.r~s o aun sm haberlo proclamado exprems verb1s,ru mcluso haberlo. r~ahzado po~ ellos
lámparas, reconociendo la significación apotropaica de todos esos temas. _Estas1gn_lf1ca- mismos, lo que los iconógrafos cristian<?s rem~mo:a?an no eran, o~g~nalmente, simples
ción profiláctica se ve confirmada por la utilización de las es.cenas venatom.s en antiguos salvaciones anteriores, sino representaciones s1mbohcas del poder d1vmo, presente hasta
libros de oniromancia. Todas esas obras interpretan bs unágenes de esos combates el fin de los tiempos.
como un presagio favorable, interpretación que es válida también para las in:1genes Al establecer este punto, definirnos una tradición más, un~ tradición utilizada J??r
de venatores luchando con un lobo, un león o un toro y para los com~ates entre amrnales. los cristianos para interpretarla después a su manera; nos ;ervunos de la c?m_parac~~n
Tal hecho reviste una extrema imporlaucia para el estudio de la función iconográfica con i:nonumentos pag~nos d~ f~nción semeja1;1t~para prernar la probable sigmficac10n
antigua y volveremos a estudiarlo de nuevo más adelante, a propósito ~e otro ~apíh:lo religmsa y moral de cie~tas 1magene~ P.aleocnst1anas.. , , . ,
de su historia, las imágenes incluidas en los ciclos que hemos llamado ciclos lat1fund1a- Cabe también sugerir que los cnst1anos de la misma epoca -epoca que VIO sus
rios. Por d momento, lo que nos importa es dejar co1istarn~iadel sentido profiláctico primeros esfuerzos iconográficos.-- recurrieran, a veces ,aimágenes para expresar sus
de las representaciones de combates entre el homlire y el amma\, porq~e .rroyect.a 1:1~a ideas teológicas. Algo muy parecido a esto ~uced1a, p~r ejemplo, cuando. :·epresentaban
nueva luz sobre el probable sentido de algunas de las 1rnágenes-s1gno cnstianas pnrrut1- los dos principales sacramentos de la Iglesia, el Bautismo _y la Comum~n, ,en su arte
va.s. Existen pavimentos de los primeros s~glos de. nuestra.er~ dec?rados con imágenes funerario de Roma. Anteriormente (págs. 20 y ss.), al hablar de esas tmagenes, las
distiiitas a b.s del circo, que tienden ~1acia el nusmo O~Jet1vo, Se encuentran, sobre hemos incluido entre los temas destinados a caracterizar al difunto como un fiel que
todo, en Autioquí::t en las viviendas pn~adas. S'.:tr,ata ~e imágene~ que repres~?tan las podfa esperar confiadamente la salvación de s.u al~:3-. Pero también es cierto que. l~~
personificaciones femeninas de Auaneos1s, Ktes1s, Soten:i, Ap~laus1~(restauracion, fun- imágenes de los s~cramentos, .se;:mpurame:it~ m1;1bohcas(d pez y d pan), o d.::scnl?ttvas
dación, preservación, prosperidad). CaJa una de esas pers:ln:ficac10nes corresponde a (e~ce.nas del Bautisrno de C~1sto, ~~ Muluplicac1on de los Panes, la Cena), carmenen
un objeto deseado, comprendido d acto de poner u:1os c11:?ento~ o de restaurar u1:3- asm11smo, en gem1en, un aimnacion del dogma. . . ,
morada. Actos perso1ú.fiCJ.Josen los mosaicos _conla rntenc¡on de mvocar un porvetUI Lo mismo sucede con otras escenas bíblicas que hemos das1ficado entre las 1magenes
favorable para los habitantes de la nueva morada. . . que, con el mismo derecho que los sa~ramentos, s~n prueba de la r~l_igión del difunto:
, Tanto los múltiples motivos y temas de mosa¡c?s Je pav1~11e11t? com? los de los por ejemplo, Adán y Eva con la serp1ente y la EJ:~fanfa (la Adorac10n. d~ los Mago.s).
vorntvresvictoriosos que acabamos de examinar atest1gl:a~1la m1sr~1amtenc1ón; a sab~r, Pues éstas contienen, evidentemente, otra afirmanon de los dogmas cnst1anos esencia-
que, al margen de su atractivo orname11tal, esas compos1uo11es te1ua1~un valo~ profilac- les: el pecado original y la redención. Esta~ incursiones de la primera iconografía
tico. Se suponía que debían ejercer una acción b1enhechora sobre (1menes las frecuenta- cristiana en el terreuo del dogma deben ser te111dasmuy en cuenta, aunque, en co.rnpara-
ban. ción con las figuras alegóricas y las representaciorn.?. de la salvación, la cantidad de
frente a los numerosos pavimentos paganos (los preservados,yor su.empLi.z~_n:ien- imágenes de este tipo y el número de cernas dogmattcos al que se refieren s0:1 muy
t!), de.b de_muc_ciJ)n) sélc pad"r-.u.oscitar <.m r,cqwcf.oüÚü.iC:t0 d<::ªt!iur.au~uc~ cnsnanas "~k pa.rticul,_,rn-,enr,,p~ra be: ot:1curr:b:1s. Les s:!rcófagc:s del ~ig!o !V
redrn;i,k>s, lo (j'--l'-='
análogas. Pern existe un ejemplo Jd más a t<?valor. Se t.uta de un Jarror_1de plomo, van todavía más lejos en la vía de la iconografí.a del dogma, y ve~emos alguno? e)emplos
quízás litúrgico, encontrado en Túnez e1.1 el siglo XI.X. D1vulg.ado en ,su d1a P?r G. B. de esto en los capítulos dedicados a las más 1mport~;1tes creaciones. paleocns~1anas en
Drossi, desapareció después. Las superficies de este smgular objeto estan r~cub1ertas de ese terreno (tema de la Trinidad y de 1.aRe.su~r~cc1on}. Pero esta 1conografta ªP~!ias
relieves repujados, que yuxtaponen curiosamente un cierto núm~ro de motivos _toma.dos se manifiesta en el marco Je! arte funerano pr1IU1t1voque ocupa ahora nuestra aten~!On.
de los repertorios cristiano y pagano. No .cabe duda, por lo dernas, que ':1 propio obj,ctO No obstante, hay una obra aislada del arte cristiano primitivo en s~ rama onental
es cristiano, thdo el enwleo de los motivos dd cordero, los cuatro nos del ~ara1~0, que nos ofrece el caso cxtraordinario,.únic? .e,nsu época, de un ciclo de pm_~ras ~mrales
palmeras, etc. También aparece el motivo de los gladiadores, con su c~rona Je vtcton_a, en donde tanto los temas como su d1spos1e1onproclaman el valor dogmatico .. Se trata
así como escenas venatorias. Esta yuxtaposición de imágenes heteróchtas se acampana de las pinturas murales de un pequello baptisterio, construido y decorad_o ~1ae1ael año
de una i!lScripción griega en la que se formulan voto~ para 9u!enes se sirven del jarrón. 230, y que formaba parte <le un grup.? d~ locales rese~vado al culto ~nsttano e,n una
Este extraflo objeto muestra claramente que los motivos cnstianos y paganos tomados casa privada de Dou.ra-Europos, requena ~m~ad fro.ntenz~ romana a onlla~ del .Eufrates
del circo son símbolos profilácticos; símbolos que por su acción análogaJlOdían agmpar- (figura 13), Descubterta en los anos que stguteron mmed1atamente a la prtmera. gue~ra
se en las superficies del mismo jarrón, y contr~buir así a la. realización e .las esperanzas mundial, la parte del baptisterio que se conservó fue transporta~ a la Y ale Umverstty
formuladas en la inscripción, En fin, este objeto es precioso en la medida en que, al Art Gallery, donde se reconstruyó, con sus frescos. No cabe runguna duda sobre la
28 Antigüedad 1. Los primerospasos 29

fecha de este edificio y de sus pinturas y sabemos así, por el baptisterio de Doura, que, los muertos, o por los neófitos, los cristianos volvían constantemente a rememoraciones
desde el reino de los Severos, los cristianos poseían edificios de culto en las ciudades de los antecedentes bíblicos de la salvación o la liberación y, por tanto, a la idea de
romanas (aunque su religión fuera todavía ilegal) y disponían de una iconografía una apelación al poder divino (en Doura, la victoria de David sobre Goliat; el milagro
religiosa relativamente rica. Aunque se ignora si la existencia de tales edificios era de San Pedro, a quien Jesús salva de morir ahogado; el milagro de la curación del
exclnsiva de las provincias orientales del Imperio, no hay bases para creerlo. Sabemos paralítíco), lo que explica el empleo -tanto en las catacumbas como en el baptiste-
que los lugares de culto cristiano, con todo lo que contenían, fueron totalmente rio- de imágenes cuya significación religiosa es idéntica. Como en el caso de la
destrui~os durante las persecuci:mes del siglo Ill, y a rrincipios.del IV. Sólo por casual!- Resurrección de Cristo, esencíal tanto para los oficios del bautismo como para los del
dad se libraron de esta destrucción algunas partes de bapttsteno de Doura: en vísperas entierro, aunque bs figuraciones de estos ritos no aparezcan todavía en las catacumbas,
de un ataque parto, el edificio fue deliberadamente enterrado hacia el año 256 para a partir del siglo rv esas imágenes son numerosas y frecuentes en los sarcófagos. En
reforzar las murallas adyacentes de la ciudad fronteriza romana. Pero este enterramien- este punto, pues, las prácticas de los iconógrafos hacia el año 230, en Doura, y las de
to, que en principio debía de ser temporal, se hizo definitivo cuando los partos tomaron los siglos !U y lV en Occidente, se parecen bastante. E incluso se podría sugerir que
en esa fecha la ciudad. Y el edilicio no fue reconstruido. en el lugar reservado a los misterios de la iniciación cristiana, como en los lugares de
El programa iconográfico del baptisterio de Doura no es necesariamente un progra- inhumación, las imágenes estaban destinadas a algo más que recordar aconte_cimientos
ma específico de los cristianos semitas de Siria del norte. Pero, sea cual fuere su origen, del pasado: en cierto sentido, se proponían perpetuar en favor de los neófitos las
se distingue de los conjuntos iconográficos de las catacumbas por la relación que intervenciones de Dios, tal como se representan sobre los muros del ba_ptisterio, y con
establece entre los temas y su disposición mural, con ciertos motivos que tienen priori- la misma intención con que figuraban los sacramentos sobre las sepulturas,
dad manifiesta sobre los otros. La jerarquía establecida por el emplazamiento de bs La escena de la Resurrección se presenta en una versión extraüa, sin ángel y con
imágenes aparece subrayada por diferencias de proporciones y de técnicas. Así, la escena un enorme sarcófago cerrado hacia el que se dirigen las tres santas nmjercs con cirios;
de Adán y Eva -que en las catacumb;i.s puede colocarse en cualquier lugar o entre dos estrellas sustituyen las acrótcras del sarcófago. Esta escena se adelanta en más de
las salvaciones y sin ninguna relación topográfica con el Buen Pastor-- se trata aquí medio siglo a las demás representaciones del mismo tema en Roma, y precede en má.,;
en forma diferente. El lugar más central de la cámara, la hornacina del presbiterio(detrás de cien años a otras figuraciones de la llegada de las santas mujeres al sepulcro. Los
de la pila bautismal), se reserva a dos imágenes: Adán y Eva, y el Buen Pastor con su pintores que traba_j;iron en Doura tenían que disponer de un repertorio iconográfico
rebaño. Lo que quiere decir que las imágenes que representan los dogmas esenciales que no correspondía totalmente al de sus homólogos romanos. Y, aunque tomemos
del pecado original y de la redención se convierten en el centro de la ornamentación en consideración b. interpretación ele bs escenas evangélicas, rcncmos también la impre-
iconográfica en razón del esp;icio que ocupan, Por lo demás, y por razones evidentes, sión de que se refiere a trasuntos de una tradición, muy próxinu, sí, pero distinta, l'.1sí,
de esos dos ternas, el que predomina es d de la imagen de la redención bajo la forma el milagro del paralítico se presenta en dos episodios sucesivos, antes y despucs de la
del Buen Pastor con su rebaño. Mientras que la imagen del pecado original sólo ocupa curnción. Y esas escenas, como también la de San Pedro salvado de las aguas por Cristo,
d ángulo inferior de la hornacina del presbiterio, la imagen idílica de la salvación son tratadas en forma más descriptiva que bs s;i!vaciones que aparecen en las paredes
-tema capital- se extiende sobre el resto del muro. de las catacumbas :rnnquc, como ya veremos, esto no implio necesariamente que
Aunque todas las paredes del baptisterio estaban cubie-rtas de pinh1ras, como sólo procedan de ilustraciones detalladas de manuscritos de las facritur;is. En fin, para las
se conservan menos de la mitad, es imposible conocer la extensión del programa imágenes de !a nave se utilizan dos estilos diferentes, en función de su emplazamiento:
iconográfico completo. Quizás se deba a! azar el hecho de que en la parte que se las de la parte superíor del muro --los milagros- so_ncshozos d.pidos sobre nn fondo
conserva predominen ias escenas evangélicas -en una relación de cuatro a uno---, blanco con pequeñas figuras más abocetadas que pintadas; las del pedestal tienen propor-
mientras que en las primeras catacumbas de Roma y de la Campaña, ese predominio ciones monumentales y presentan grandes figuras tot;ilmente pintadas y tratadas con
corresponde claramente al Antiguo Testamento. Sin embargo, en Doma, los fragmen- un ritmo solemne y mJjcstuoso. Esta diferencia en la interpret1ción de los ternas según
tos conservados prueban qnc esas im~genes esta63:n destin~das a celebrar el rito bautis- su emplazamiento en los muros es una herencia que los pintores cristianos <le Donra
mal; la Samaritana en el pozo y el milagro de Cnsto carmnando sobre las aguas (figu- recibieron de sus predecesores paganos, quizás de los pintores de las provinci;is orientales
ra 14) rememoran el tema del agua, esenci:il en el oficio del bautismo. Se nos muestra del Imperio, a juzgar por ciertos t"jemplos de frescos de un tipo análogo (de los siglos
también la victoria de David sobre Goliat, la cnración del paralítico y, por supuesto, III y IV) en Kertch, la antigua colonia griega del Pa.nticapo, en el litoral norte del Mar
la Resurrección de Cristo (tema éste expresado iconográficamente por la escena de las Negro. Pueden verse ahí los mismos_ esbozos gráficos sobre un fondo blanco, en la
santas mujeres en la tuinba), parte de arriba de los muros, y a veces las mi.~mas figuras monumentales sohre el
Sobre este punto, es lícito hacer una comparación con las pintnras de hs catacumbas, pcdestaL A juzgar por lo que queda del baptisterio de Doura, su arte revela en primer
donde la presencia de numerosas imágenes de la salvación se debe sin duda al oficio lugar el hecho, insospechado antes de este descubrimiento, de que los locales dedica.dos
funerario. La idea en que se inspiraban las plegarias judías y cristianas, como los oficios a la celebración del culto cristiano podían estar decorados con pinturas iconográficas
litúrgicos pa!eocristianos que les siguieron, prodlljo efectos análogos sobre la iconogra~ casi un siglo antes de los edictos de tolerancia. El estilo de estas pinturas parietales y
fía de las catacumbas de Roma y del baptisterio del siglo III de Doura. Al rogar por la manera de adaptar a los muros pinh1ras figurativas prueban que sus autores se
30 Antigüedad 1. Los primerospasos 31

ajustaban a ejemplos paganos ant~riores,· ejemplo~ qu~ encontraban en, las prm:·incias rebaño en un marco idílico. Durarfte toda esa época, respecto a Doura, no hubo una
orientales del Imperio. Pero los pmtores Jel bapttsteno de Doura segwan un ?ster:na transmisión directa del arte clásico. Pero !a ausencia de todo antecedente impide afirmar
en la elección y distríbución de los temas cristiano,s que repre_sentab~n,'lo que unphc:.1. que esas pinturas dependieran de la tradición local, sin que pueda tampoco exduirse
seguramente que, en la región de Doura y en una ep~ca.anten?r, ex1st1a'.1~ntecedentes totalmente, sin embargo, la posibilidad de alguna tradición regional. En cualquier caso,
cristianos más o menos contemporáneos de !as pnmeras pmturas cnmanas de las hay que tener también en cuenta !as pinturas funerarias de Kertch en Crimea -de
catacumbas de Roma, las que se ha hablado en la página 29- muy próximas, en el tiempo, a las pinturas
En general, puede decirs~ que las pinturas Je las catacumbas r~manas se parecen_a del baptisterio de Doma, y que muestran ciertos rasgos semejantes (el zócalo con los
los frescos de Doura en la nusma medida en que se parecen entre st obras contempora- personajes monumentales opuestos ·.i.l:aspequeña~ escenas abocetadas en !a parte de arri-
neas dentro del mundo grecorromano. No obstante, ya lo hemos indicado, esta sírnili- ba).
tud no es muy rigurosa, puesto que Doura tiende hacia figuracion~s más d~sc~ptivas, En fin, no cabe tampoco excluir que las primeras experiencias en el terreno de la
r:üentras c¡ue l~s ~atacumb~s.~omanas se apegar_º°: durante_m~d_10tiem~o a !~~genes~ creación ic?110gr:ifica~ristiana ~en Ro_map~r ~1:ªparte y en Mesopotamia ~or otra---
signo de a max1ma concmon. Aunque esta ultima p~rt1cubn~ad caracterice,_ sobn:: hayan podido producirse a consecuenna de m1c1at1vaslocales, con los medios de que
todo, a !as obras romanas. En efecto, en Nápoles y no lejos de alh, en Nola, hay frescos se disponía e incluso ajustándose a exigencias de pensamientos religiosos ligeramente
Cristianos del mismo período que son mucho mis de~criptivo: y, por tanto, mucho diferentes. Si hubiera sido así, no resultaría sorprendente, por ejemplo, el hecho de
más parecidos al tipo del arte <le Doura. Por lo demas: los pmtores d~ Doura eran que esas primeras tentativas iconográficas no se propagaran, a través del Imperio, a
absolutamente indiferentes a los efectos ornamenta.les rruentras que los pmtores roma- todo el cuerpo de las comunidades cristianas.
nus no les perdían nunca de vista. Parece leg_ítirno ~u~oner que_las pintµras en salas Pero a estas consideraciones se pueden también oponer otras en favor de la hipótesis
de superficie, de acceso fácil a toda la comumdad ~mt1ana, t~nd1eran naturalmente a de una acción concertada. La m~s importante es la del sincronismo de las primeras
hacerse más descriptivas que las p~ntura~ de un h1pog~o. Ciertos rasgos_del arte de manifestaciones de una iconografía religiosa, dentro de varias religiones practicadas en
Doura se explicarían as~ por cons1d:raciones ~e es~e tipo,_ u otras sem?J~ntes, y no el Imperio Romano. Los primeros c01zjuntos iconográficos cristianos, realiza<lm en
nece,;ariamentc por una torma cualquiera <l~reg10nahsn~o, en !a_quelos cnncos moder- Roma y Doura, datan de la época de los Severos. Y dado que este sorprendente
nos suden pensar. La iconografía de los ciclos fonerar_10sdel siglo llI, en_Roma y en florecimiento (que durante los doscientos años anteriores nada podía hacer sospechar)
Provenza, y la d~Lciclo bautismal de Doura se asemepn, ya lo hemos chcho, por su era absolutamente impensable dentro de los procesos cristianos, cabe pensar fonJad.i-
tema religioso común: el poder de Dios, que asegura la salvación de los fieles. Pero mente en la intervención de la autoridad eclesiástica, aunque sólo fuera para el estableci-
en amhos casos aparecen también descritos el Buen Pastor --símbolo toma_do Je los miento de un contacto entre las ramas occidental y oriental Je e.sta iconografía. Ambas
.Evangelios-- e historias de. salvación sacadas de l~s Escrituras, lt; que constituye u_n~ familias pudieron ser creadas a consecuencia de una decisión común, o bien por influen-
especie de equivalente en m1ág~nes a bs 1::legana.s?e ,los ofiCl~S y a las__plegaria~ cia de una sobre otra. Aunque sin perder su carácter hipotético, tales consideraciones
individuales. Se diría, en este sentido, que la iconografía tiene b. misma fuuctoll; o c.ist presentan, sin embargo, una seductora apariencia de verdad.
b misma, en los dos casos; y a peaar de la diferencia de las plegarias qu.e la.ir~p:ra.Lian, Tal sería la situación, siempre y cuando se considere que la cuestión sólo es aplicable
siempre acababa adaptándose a db.. Pero tanto ei:i ~¡ caso de pleganas mdt".tduales al terreno de la iconografía cristiana. Pero, si el campo de observación se amplía, ya
como e11 el de plegarias recitadas durante lm oficio, sólo se trata del desn1:-o dd no sería exactamente igual. Pues, en efecto, entre las religiones de la Antigüedad que
iridividuo. Por eso, los oficios litúrgicos que se wmau en cuenta son los tiuc conciernen tradicionalmente no recurrieron a las imigenes, el cristianismo no fue la única que se
a !os inrl.ividuris nü~ hi1"n rnie e:, tnd'.l b ,:-orni.1ni1bd: los delbauti,1rH:i y !os dd entierro. d0tó <le una iconografía a partir de ia primera mitad dei siglo m. Si resulta bastante
I le aquí có~o l;cidcrn¿s definir !a signifioción religiosa <leeste atte, su campo de sorprendente el hecho de que el cristíanisi.no creara un arte figurativo religioso después
acción y h época de su aparición. Su carácter utíli~ario imrlíca_un im~u.lso precedente de haber ignorado su práctica durante dos siglos, más extrafio es todavía comprobar
Je los fieles, lo yue significa que r:o est~ necesanamente mspnado _mmd1:1s0cuenta una evolución semejmte entre los judíos. Entre Moisés y Septimio Severo transcurrie-
con la aprobación del dero. Cons1derac1ones_~sta.sque parecen s~t1_sfactonaspara el ron muchos siglos, durante los cuales los judíos rechazaron sistemáticamente toda
juicio de quien se asombre ante el súbito florecuruento d~l arte cnsu_ano. ., figuración de caricter sagrado, e incluso toda imagen de ser vivo. Pero de pronto, en
Sin embargo, cabe yreguntars_~ s~ no se lubrá produ~td? alguna 111tervenc1onpo~ la primera mitad del siglo III, empiezan a aparecer irnágenes de tema religioso sobre
parte de una alta aucondad edes1asnca en tavor de las 111:1-agc_nes: A pesar. de lo que monumentos judíos. Se tiene la impres¡ón de asistir a la creación de una iconografía
separa las obras romanas de b.s de Doura,_ son dos ~xpenencias indep:ndientes: una religiosa judía, una iconografía cuyas _primeras realizaciones se asemejan, en cierto
que se debería a artistas que inventan una ic'-?nografí_a de uso cementenal, y otr~ qu~ sentido, a las creaciones iniciales de los cristianos. Se trata de figuraciones simbólicas,
crea. una iconografía adaptada a las ceremonias baut~males. C~da grupo dispor:-1~<le como los relieves de la sinagoga <le Cafarnaúrn en Galilea, a las que siguen otros
sus propios recursos iconográficos. _Por parte de la 1conografia ron_:ana, se l!u.hzan ejemplos anónimos más tardíos: las monedas- de Apamea en Frigia, acuñadas por la
escenas simbólicas de inspiración dás_tca,corno 1~d~l ~~~~~-f~ que er1s:na ~ los ~nsnan~s cmnurúdad judía de esta ciudad, en las que se muestra una escena bíblica completa, la
la. verdad revelada por los Evangelios, o motivos clasicos, como d del pastor y su de Noé y su mujer o,,mdo ante el arca que acdban Je abandonar. Vernos, en fin, con
32 Antigüedad 1, Los primeraspasos 33

anrerioridad al año 243, el gran ciclo de frescos que tapizan los muros de la sinagoga Las dos e~P:",ríe1:ciasjudía_s son contemp~rá_n~as_,pero_ tan diferentes que es inútil,
de Doura, esa misma Doura de los frescos del haptisterio cristiano. en nu~s~ra opm101:,mtenta'. v:ncularlas a m:a m1ciat1vaúmca, Aunque los _judíos, como
Sea cual fuere el grado de parentesco entre las dos iconografías, judía y cristüna, los cnst1anos dd siglo III, sintieran la necesidad de crear imágenes de esencia religiosa,
e independientemente de las causas de su relativa semejanza, el historiador de la l~s qne realizaron e?- Galilea, por una parte, y en Frigía, por otra, eran completamente
iconografía cristiana, en cualquier caso, tiene que enfrentarse con la siguiente cuestión: diferentes: sus funciones e_r~notras y se trataba de otro tipo.de imágenes.
¿por qué dos religiones, tradicionalmente anicónicas, dos religiones que coexistían en En fin, para nuestra v1~1ón de modernos, la experiencia más importante de todas
el interior del Imperio, se dotaron en la misma época de un arte religioso? Se podrían e~ la d;! los frescos de la smagoga de Doma que el llorado profesor C. H. Kraling
proponer, ante esta cuestión, diversas consideraciones. En principio, a pesar de todo lo vm~ulo, seguramente con toda razón, a la gran renovacíón de las actividades judías en
q~e las se~araba, aunque enemigas, estas dos comunidades no podían ser impermeables vanos _:amp?s cultur~l~s qu~ t:1vo lugar en y al:edcdor <leEdesa, capital de uno de los
a mfluenc1as recíprocas. Sabernos perfectamente hasta qué punto la liturgia cristiana pequenos remos sem1t1cos lmutrofcs del Impeno Romano y de Persia. Me limitaré a
~independientemente de los sacramentos- se inspira en sus comienzos en la de !a h~cer obse_rvardcter~nat~as_particularidade~ de estas pinturas que tienen una relai::ión
sinagoga, tanto en su fonm como en su contenido. Por lo demás, el sincronismo de directa con los estud10s cnstunos 1ue conshh1yen nuestro ol~etivo.
l~ ~parición de_l~ iconografía sag~a1a_ei:itre los )udíos y_lo$ cristianos se explicaría En estos frescos (figuras 17-19) se combinan determinados símbolos del tipo de
facilmente adnuttendo que ambas 1mc1at1vasteman un ongen común. Para ver aquí los que hemos observado sobre los relieves de Cafornaúm en Galilea y escenas bíblicas
más claro, habría que considerar simultáneamente !as dos iconografías al nacer y comp~rahles a las de hs mo_n~das apameanas. A este respecto, la sinagoga de Doura se
comparar después sus tendencias y realizaciones. _, asemcy1 a _las~~tacu1:1bascnst1,anas y a lo_ss,:i.rcófagosde Roma, que presentan también
Pero emprender un análisis de las obr:g de la iconografía judía d~l siglo III nos una combmac10n analoga de sunbolos cnstunos y de escenas tomadas de las Escrituras.
llevaría demasiado lejos, sin hacer progresar por otra parte suficientemente nuestro :in .e•nbargo, en con:raste con la m~yoría de las imágenes cristianas del siglo m
estudio de la iconografía cristiana. No obstante, dado que no pueden entenderse los tnspiradrl.syor las Escrituras, que son siempre someros esbozos, las de la sinagoga de
comienzos de la iconografía cristiana sin conocer !as obras judías contemporáneas, nos Doma est;m tratadas como grandes cnadros enmarcados que describni detalladamente
detendremos sobre un determinado número de esas imágenes judías, para podernos L:-escena representada. Co,n otra diferencia esencial: el c01tjunto iconográfico de la
hacer una idea de la intencíón religiosa que contienen. s1:1ag?~ª ~e Dour_a_sedesphega sobre.las par~d~s de un:i sala ntilizada para las ceremo-
Sobre los relieves del dintel de las puertas de las sinagogas de Jafa y Cafarnaúm, mas liturg1cas cot1d1~nasde ~a comumdad rchg1?sa, lo que sólo mucho tiempo despllés
como sobre otras piezas análogas más tardías, aparecen figuraciones simbólicas: el de \a Paz de la Iglesia podra _encontrarse cn_la iconografía cristiana. Pues no hay que
candelabro de siete brazos del Templo, la estrella, la corona y el águila, diversos olvid::r, en efecto, qu~ 1~,fe Jt'.d~a fue ~utonzada _en el Imperio a principios del siglo
cuadrúpedos y las palmeras del Paraíso. Así como la iconografía cristiana lleva la huella Ill, mientras que la rehg1on cnst1ana solo se legalizó h~o Const:mtino.
de una influencia del arte grecorromano, la de las sinagogas de Galilea conserva La difertncia de ~lgnific~c!ón de este_ciclo iconográfico es todavfa más import:-inte
también, y es lógico, varios motivos decorativos de los templos próximos de Baal. Pero comparado con los ctclos cnstianos del siglo rn. Como hemos indicado ya, estos ciclos
observemos más particularmente un rasgo típico de esas primeras figuraciones judías: t11viero_nsiempre por ~bjetivo la salvación individual, mientras que, en Óoura, el terna
esos símbolos pueden reproducirse aisladamente en cualquier lugar para proclamar b ?e ,con_¡untoes el dcstmo de todo el pueblo. elegido. La e!eccíón y disposición de las
presencia del culto judío. Se trata, pues, de una especie de equivalencias de las imágenes- 1_magenesmuestran esto, cbrame1_1tey, también a :-ste respecto, la iconografíajndía de
sfmhnlo rri~ti:1n:1~romo r-1:mr"h, h n:ilnnu, f'"!con-le-ro, etc:, . I?nura se addanta en mas de nn sir;lo al prnzr:m1a wn¡,ngr:ific0 de bs igl~si:,écri,.ti::r::::s.
La imagen de Noé y su mujer a! f:ido del arca, en !as monedas de Apamea en Frigia Sm entrar en detalles, recordemos un peqncfi.o número de escenas que no dejan ningtrnd
(pág. 31), no plantea ningún problema de interpretación religiosa: es conmemorativa, d1:1dasobre este punto. Entre los temas simbólicos, predomina el templo, con !as doce
puesto que evoca la célebre reliquia venerada en f'-Staciudad, a saber, nn fragmento tnhL:s de Israel. En_rre las c~cenas narrativ_as, la_de Moisés_gui:indo al puc-blo elegido a
del arca, que la muy poderosa comunidad judía de Apamea había conservado. En este tu.ves del I'vbr Rojo; un ciclo ent~ro esta dedicado al Arca y al Templo (figura 17),
caso, la expresión en términos iconográficos de un acontecimiento tomado de las rememorando un capítulo de !a h1storn de la acción de Dios en favor ele S1l pueblo·
Escrituras estuvo inwirada por un vestigio tangible del acontecimiento. Lo mismo b. historia de Ester, la bi?;1.hechora de Israel (con el lri1:nfo de su hermano Mardoqueo)
harían más tarde los histianos, aunque nada semc'J;mtepueda observarse en su arte con (figura 18); la resurrec:1on de lo~ muertos ante Ezu1u1el (figura 19), En fin, el centro
anterioridad al siglo IV, momento en que se decid_ena seguir en este punto el ejemplo de c_sasescenas nar_rat1vasque t1ene:1.por héroes anónimos al cortjunl"o d.cl pueblo
judío (después del descubrimiento de la cruz del Gólgota por Santa Elena). Por consi- elegido, es un_ conJt111t?<le compom1oncs que muestran a! rey David u: 1gido por
guiente, puede decirse que los judíos se adelantaron a los cristianos. Corno ellos, pero Samud, o David entromzado. No cabe la menor duda de-que el nrogr:ima iconográfico
antes que ellos, se inspiraron en la iconografía conmemorativa de la numismática desplegado sobre !os muros de. la smagog_a de Doun trata de los intereses religiosos
romana, sustituyendo las imágenes de santuarios paganos locales, o las de ídolos, por del pueblo de fsrad en su coryunto: considere su p:.sado o su porvenir mesiánico, el
la representación del acontecimiento conmemorado por la imagen monetaria. En el tema es síempre el destino del pueblo elegido.
caso judío, esa imagen fue la reliquia del arca de Noé. ¿Qué aspecto de la historia religiosa de Israel ponen de relieve estas pinturas? La
34 A11tigiiedad 1. Los primeros pasos 35

solicitud de Dios respecto a su pueblo a:través de los siglos y, por contraste, el castigo las comunidades judías y cristianas vivían una junto a otra. Uno de estos centros fue
infligido por el Dios de Israel a los enemigos de los elegidos y a los traidores. Nada sin ~uda _Ro°:-3-,donde l~sjudíos se m?straban mucho menos inclinados a practicar
caracteriza mejor al judaísmo que esta forma de asimilar el pueblo de Dios a Israel y nna 1mag1_nen~que los c~1snanos, ~e qu1e11_es p~~de pensarse por lo demás que estaban
la gloria final de Dios al reino mesiánico de Judi sobre la tierra. mucho mas abiertos que estos a la mf1uenc1a das1ca. Ambas artes comenzaron simultá-
Pero si d universalismo cristiano se aleja <le la fórmula nacioml que presenta la rie_ame:itea manifesta~se a prir:cipios del siglo III: con más o menos intensidad segun
iconografía religiosa de la sinagoga de Doura, la iconografía de después de Constantino, ~as:eg101:~sdel Impeno_de O.nente. Entre Pa!estma y la frontera persa, la iconografía
como veremos ahora, haría suyo este fecundo tema dd reino de Dios y lo desarrollaría JUdta deb10 progresar ma~ rap1damente y manifestarse a esc~la más amplia, beneficián-
a su manera, que no era la de las pinturas religiosas de Doura. No obstante, esas pinturas dose 1e los apo.rtes debidos a contactos con el arte semita y el arte iraní locales,
-tan diferentes, por lo demás, de las imágenes cristianas del siglo UI- coinciden flo_rec1e:ueel pmnero en las provincias orientales del Imperio, practicado el segundo
con aquéllas en que, en ca<launa de las figuraciones, intentan también mostrar el poder m?s alla de la frontera p~rsa hasta propagarse en las regiones limítrofes del Imperio
omnipotente Je Dios y la felicidad de los fieles (considerados en esta ocasión globalmen- (p;n1:1ras mural~s de la smagoga de: Doura y de otros santuarios de la ciudad). Los
te corno pueblo elegido). Aquí también, como en las pinturas, los relieves funerarios cnsnanos de Onente, menos poderosos y probablemente menos numerosos también,
y los frescos del baptisterio de Doun, aparecen pkgarias que invocan la salvación, comenzaron por un arte importado del interior del Imperio, mucho menos tributario
enumerando los favores concedidos por Díos a sus fieles en el pasado (plegarias judía.-,: de las influencias iranícs que el arte de sus vecinos judíos (véanse las pinmras del
como el salmo 118). Dicho con otras palabras, esta iconografía tiene una acepción baptisterio de Doura).
religiosa muy próxima a la que hemos observado en los ciclos cristianos de la misma A principios_dd siglo lll, el Oriente Romano y la Alta Mesopotamia persa conocie-
época, salvo que la salvación en cuestión concierne a todo el pueblo de Israel, elegido ron_ una ~x,cepc101:-alépoca <le fermentación iconográfica que se extendió al arte de
por Yavé. ; vanas religiones diferentes, Por el lado romano, acabamos <le mencionar la actividad
Podemos ahora darle la vuelta a esta conclusión: un programa iconográfico de este cristiana y romana. Por el lado persa, aproximadamente entre el 240 y el 270, comenzó
tipo significaba, para quienes contemplaban esos frescos, que el Dios <le !os judíos es a pr~pagarse una n.u~1:ª religión, 1~de Manes, que rec~trre a las imágenes. Surgida en
gra.ndc y que sus fieles no han dejado de gozar de sus favores en el curso Je !os siglos. Ctes~or_1te,~st~ rehg1on se propago gradualmente hacia el oeste, con1enzau<lo por las
Dios ha preservado a su pueblo de cahmiLhdes diversas, ha resucüado a los muertos provmc1:~s lurutrofes ?-el lmpeno Romano, como lo fue la región de Doura. Manes
y ha bendecido a Israel desde el comienzo de los tiempos. Una vez más, encontramos fue el pnmero en aplicar este método de propaganda audio-visual, que los adeptos de
aquí también el tema Je! consuelo y b seguridad de la protección y de la salvación, Zor~:rntro le reprocharnn después, Método llue tiene para nosotros un inrerés muy
tenu de hs imágenes cris[iauas del mismo período. Y ú unas se ocupan de !a vida parttcular, puesto que las misiones judía~ y cristianas, a finales Je la Antigüedad,
terrena! común y las otras de la salvación individual después de la muerre, en cualquier propagaron sus respectivas religiones sin recurrir a las figuraciones. Aunque estas
caso, todas esas imágenes, judías o cristianas, tienen manifiestamente como finalidad imágenes ya _no existen, reuniendo los testimonios escritos --algunos c.kbiJos a ciertos
reconfortar al espectador y bien fortificarle en su fe, bien guiarle en la práctica Je la autores rnamqueos y otros, más tardíos, procedentes a veces de enemigos de Manes
religión, cristiana o judía. {com_o~! Jel musulmán Firdusi en su Chah Nameh)-, en las pinturas que Manes y
Estas consideraciones pueden ayudarnos a comprender más claramente las razones sus d1sc~p~losmostra?~n a sus ?)'.é?1tes,podemos establecer b presencia Je lossiguientes
&.:lnacimiento simultaneo de la iconografía crísciana y judía en la época de los Severos. ternas: 1magenes de D10s, de!Ju1c10 final, con el Juez, los buenos recompensado~ y los
En ambos casos, la primera iconografía sobre la que estamús documentados reivindica m?l::s con<le_nados. ~o c\eja de ser divertido pensar_ que el segundo ejemplo de una
la salvación por medio Je las experiencias del pasado. El arte que adopta este programa m1s;on que_,mtent~- mqL:1r so~re. eve1:tmles convertidos por el espectáculo del juicio
~i1.vc:p~1et conservar a ios fieles o conseguir nuevos proseiitos. Una de las reiigiones, fim.1, se auwuya. a 1a m1s10n cnsnana. de .San Agustín de Inglaterra, cinco siglos de~pués
la judia, parece iconogd.ficamente mucho más evolucionada, mientras que la otra, b de Manes. Sabemos que los sucesores de Manes, a los temas que él utilizaba añadieron
cristiana, se adapta mejor para llegar a diferentes grupos étnicos e incluso resulta más ~t_rnsimágenes, especialm~ntc la del _be1~1a o trono, que si:n~oli~~ba su pasión y ascen-
sensible a la apelación dd creciente espiritualismo dd siglo l!L Seguramente es la nueva ~10n,.y el ~etrato del propio "."1anestndicando su presencia tnv1S1bl~a !a cabeza de su
iconogralla judfa la que primero apareció, nl.Íentra.s que la de los cristianos, también 1gles1a,Cmocad~ cerca del bema -supongo que sobre el bCma nusmo-, el retrato
nueva, habria aparecido un poco después. Y puesto que ambas religiones prometían de t-.~aneser~ objeto_ de veneración.º _adoración. Como ilustración Je esta iconografía
la salvación, hay muchas posibilidades de que la primera iconografía cristiana haya mamquea,_solo subsisten algL_masmm!al~tas, de fecha mucho más tardía, y en versión
nacido como respuesta, o como equivalencia, a la iconografía judía rival, nacida un muy mfhuJa por el arte chmo. Estas pinturas adornan un manuscrito escrito en el
poco antes. Turquestán y destina~o a una rama loca) de la c<:n:1uuida.dmaniquea. Como se sabe,
Todo esto constituye, en buena medida, uua hipótesis, que quizás no podrá confir- a pesar de las persecuciones Je que fue objeto, la rnmón de Manes, surgida en Ctesifon-
mar~e nunca. Pero c~alquiera ,¡ue ~ia~apodi~o.ser el orden cronológico <l~su aparición, te, se pr~pagó rápidamente po~ Persia y hacia el Asia Central, por una parte, y, por
lo cterto es que las tconografías Judía y cnst1ana comenzaron en la mmna época, y el hnpeno ~oma:10, hasta Afnca e Italia, por otra. Esta iconografía debió de llevarse
seguran1ente en forma más o menos simultánea, en diversos puntos del Imperio donde a cabo al nusmo t1unpo que la instalación de comunidades maniqueas por todas partes
36 Antigüedad 1. Lo.sprimerospasos 37

y tuvo muchas repercusiones. En opinión de[ dífunto Wilhelm Koehler, la gran misma región fronteriza entre el Imperio Romano y el Persa, en la región del Alto
iconografía creada en Roma a principios del siglo V y bjo el impulso del papa León Eúfrates. A principios del siglo ll!, gracias a la pax romana, religiones, sectas, gmpos
el Grande, nutrida de pensamientos teológicos, constituyó una respuesta a la muy eficaz confesionales y filosófico-religiosos convivían libremente en las ciudades del Imperio,
propaganda del maniqueísmo en Occidente. en particular en las ciudades de sus provincias orientales. La ley romana, la prosperidad
Las artes de Occidente sólo toman contacto con el maniqueísmo hacia el año 400. y la intensa agitación interna de esos grupos que se organizaban,- se aproximaban y se
Contacto que tuvo lugar también, en bs provincias orientales cid Imperio y en Persia, enfrentaban disputándose seguramente unos a otros sus miembros, quizás poco estables,
en la segunda mitad de los siglos III y IV. Investigadores modernos como Nyberg, alentaban esa coexistencia.
Wikander y Puech admiten que, en el ámbito iconográfico, en Irán, la codificación Además, en ese mundo más o menos ligado al helenismo, la costumbre grecorroma-
del mazdeísmo tradicional y la organización de la Iglesia zoroastriana, destinada a na favorecía el recurso _alarte como modo de expresio11 y de propaganda ideológica.
convertirse en la Iglesia oficial de Persia, se deben al desarrollo del maniguefsmo, con Así, la competencia entre esas religiones coexistentes estimulaba a los iniciadores y
sus libros sohre la revelación divina, su iglesia y su propaganda. Nuevos estudios podrán creadores de las respectivas iconografías. Cuanto más rivalizaban entre ellas, más se
mostrar, así lo espero, si el arte oficial de esta religión de Estado, tal como lo vemos asemejaban las iconografías de que se servían: como todos usaban el lenguaje iconográfi-
bajo los Sasánidas, fue tambif,n un trasunto de !a iconografía maniquea. co del clasicismo griego, sus diferencias sólo recaían en las interpretaciones de esa
No tenemos ninguna razón para creer que la misión maniquea, que utilizaba la herencia, en las interpretaciones de sus prolongaciones helénicas, romanas e iraníe-s.
iconografía como un instrumento de propaganda, impulsara a los judíos y cristianos Las excavaciones de Doura nos han proporcionado una excelente ilustración mate-
de Levante a abandonar su tradicional hostilidad respecto al arte figurativo. Por lo rial de esta situación y, en particular, de la impresionante semejanza de varias iconogra-
demás, semejante hipótesis tendría buems posibilidades de responder a•la cuestión que fías religiosas, diferentesentre sí pero similarespor h forma. Basta con mirar los frescos
queda en suspenso y que h_emos planteado ya anteriormente: admitiendo que los de !os santuarios alineados uno tras otro a lo largo de los muros de Doura: d baptisterio
crístianos hayan seguido a los judíos, y que el origen de esas dos iconografías se sitúe tiene por vecinos no solamente a la sinagoga sino t:1mbién a un templo dedicado a !os
en !os principios del siglo m, ¿por qué los comienzos de am)xis iconografías se producen dioses de P;ilmira, un Mitracum y los santuarios de Atarga.tis, Artemisa Azzanathcona,
en esta época, no antes ni después? El factor maniqueo podría explicarlo, dado, sobre un Zem semita, otra Artemis~ local y Adonis. De fechas diferentes pero en absolnto
t~do, que de él partió b. iniciativa de contar con la ímaginerfa para fines de propaganda. alejadas, todas las pinturas de esos santuarios coexistían en el momento de b destrucción
Sm embargo, muy felizmente para la verdad ~a la que esta hipótesis habría hecho de Doma, en el año 243. Es prob:iblc quC, algunos afios después, hubiera habido
un mal servicio~, las fechas nos invitan a rechazar esta teoría. también un santuario maniqueo.
Respuesta: las primeras imágenes judías y cristianas se sitúan sin duda poco después El singular espectáculo que ofrece la vista de las minas de las murallas de :boura.
~o incluso ligeramente antes-- del año 200, mientras que las imágenes maniqueas no resulta lÍnicamente sugestivo para un historiador <lelas costumbres militares romanas
más antiguas no podían ser anteriores al año 240, aproximadamente. y de !as religiones de la Baja Antigüedad. Explica también las circunstancias en que
No obstante, el tt"stimonio maniqueo puede servir para dos fines: Manes se pudo han nacido las artes religiosas cuyos vestigios nos ofrecen y sugieren, en fin, las
ver obligado a inventar una iconogr;iJía para la religión que había fundado y hacer de intenciones de los iniciadores de esas iconografías.
ella un instrumento de propaganda, porque los judíos y los cristianos, sus más próximos Es de creer que la aparición de la iconografía en cada uno de esos santuarios indttjera
vecinos en el terreno religioso, acabahan de crear una . .Eneste caso, debería encontrarse a la creación de una iconografía apwpiada en el santuario vecino, dedicado a otra
una similitud en los tres sistemas iconogdficos, sobre todo -y esto es !o que más nos religión. Se trataba de imaginerías al servicio de los miembros de comunidades religiosas
!!!tere~a- en el vab, rdig¡050 qüc pc,dfa «tribufrsc!cs y en los ú:>u~a que se 1es Lu n:ligium:s más rcsueirameme anicónicas, como el judaísmo y el cristia-
dfftf<::Jttf:.s.
destinaba en la vida religiosa de las tres comunidades. Sin embargo, en el estado actual nismo, aun mostrando s11sparticularidades y haciendo hincapié en lo que las distinguía
de nuestros conocimientos, lo único que se puede afirmar es que Manes creía capaz a entre sí, no res!stieron la competencia. A este respecto, es asombroso qne en Doura
la iconografía de expresar ideas y de contribuir a propagar la religión gue había fundado los cristianos h~.ya11dado prioridad a temas evangélicos mientras que en Roma, en la
y que predicó, empezando por la Alta Me~opota01ia, hacia el año 240. La iconografía misma. época, porúan de relieve temas sacados del Antiguo Testa.mento, temas, pues,
creada por él se dirigía a las multitudes, y prueba de ello es el papel que jugaba ahí el comunes con los de los judíos. En Donra, cristianos y judíos compet(an entre sí. Sus
juicio final. El testir;nonio maniqueo se podría utilizar todavía de otra forma, si bien repertorios iconográficos conservan la huella de esta rivalídad.
con mayor circunspección aún. Sin presuponer ningún nexo entre la creación de la
iconografía maniquea-y las iconografías jndía y cristiana ligeramente anteriores, cabría
limitarse a señalar la aproximación pnrame-nte cronológica de esos principios. Cualquie-
ra que fuera el orden de su aparición, no c=1bela menor duda que surgieron con breves
intervalos. Tres iconografías de tres religiones revdadas aparecen casi simultáneamente
y, en cada uno de los osos, algunas de sus manifestaciones artísticas más primitivas
actualmente conocidas -~todas dirigidas al espectador medio- se encuentran en la
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1
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Capítulo 2
La asimilación de la iconografía contemporánea

En la introducción hemos hablado de la estrecha relación que se establece entre


iconografía y lenguaje. La iconografía construye una imagen de la misma forma que
se estrnctura una frase o un discurso, utilizando y combinando elementos de origen
diferente, según reglas comparables a las de la gramática. En este capítulo y en los
siguientes, esta observación de orden general nos guiará en el estudio de cierto número
de creaciones iconográficas. Nuestro objetivo será en concreto definir !os ténn.inos
iconográficos equivalentes a las palabras y a las frases de una lengua, yue se empleaban
en el arte paleocristiano. Comenzaremos con los motivos más corrientes del tiempo
de b_forn:acióndel lenguaje irnno$dficoyaleocristiano, para examinar ~espués_lo que
esta 1magmería debe al vocabulano oficial de! Estado Romano. Al mrsmo tiempo,
observa.remo, la adaptación <le ese vocabulario al contexto paleocristiano.
En una imagen realizada por un pintor o un escultor, la parte creativa, personal,
de hecho es rrúnima: todo lo dcrnás pertenece al vocabularío normal de las artes visuales,
es decir, al lenguaje de utilización general o incluso, a veces, a un lenguaje técnico
especial ya constituido. De esta forma, d creador sed comprendido por quienes le
rodean, lo que constitt~ye el obj~tiv~ e.vidente de tod~ ~xprtsión, tan.to ~?imágenes
como en palabras. La 1eonografia cnstlana de la Ant1gúedad tardía sigma esta regla
genera!, como lo testimonian las numerosas obras hechas a base de clichés o de fórmulas
artísticas contemporineas menos triviales, pero en cualauier caso muy corrientes. En
efecto, los mismos rasgos vuelven a encontrarse en obras paganas, frecuentememe
anteriores a las primeras imágenes cristianas.
Comenzaremos por la categoría de los esqLJemasy motivos corrientes que los
autores empleaban obligatoriamente en forma automática y sin pensar siquiera en ellos.
Motivos y esquemas que son el equivalente, en el terreno iconográfico, de los lugares
comunes de los moralistas y teólogos. Esta clase de esquemas comprende la mayor
parre de las fórmulas de representación de la figura humana, tema central Je todas las
antiguas imágenes cristianas, incluidas las de Cristo, la Virgen y los santos. Así, la
iconografía cristiana aparece poblada de personajes que figuran necesariamente en una
u otra de las actitudes más comunes, de pie, sentados o acostados. Las imágenes paganas
y paleocristianas utilizan los mismos esquemaS para representarlos: esta similitud no
implica, sin embargo, que la .imaginería cristiana haya tomado esos esquemas de sus
colegas paganos, sino que te~timonia sobre la utilización de un lenguaje único de las
40 Antigüedad 2. La asimilaciónde la iconografíacontemporánea 41

formas visuales compartido con sus contemporáneos. Esta observación es válida para pericxlo clásico. Cristo, los profetas y los apóstoles conservaron indefinidamente este
todos los motivos que vamos a enumerar. . . vestido que les distingue de los demás personajes de la imaginería cristiana (figuras 22
Basta comparar la hilera. de personaj~s, ?ª la parte baJa de los muros del hipogeo y 23).
de los Aurelios en Roma (V1ale Manzoru, siglo m), con las figuras de las catacumbas, Corno no se contaba con retratos auténticos de tales personajes, se les inventó
aisladas pero todas muy semejimtes, del ~ipo d~ ~tlósofo, apóstoles Y-prof~tas, para rostros nobles y expresivos, imberbes o barbados, con diferentes tipos de barbas: estos
com robar la similih1d de las figuras de pie. As1m1smo,d~sde h~ce mucho t.1e11;pose rostros son frecuentes en las catacumbas y, todavía más, en los sarcófagos del siglo rv,
ha observado la similitud entre algunos Jonás acost'.1d?sb~o la per~ola .Y_las11?agenes dond_eCristo suele aparecer repr~sentado en medio de los apóstoles. Es fácil comprender
de Endimión tendido de los sarcófagos paganos. La 1m1tac1on es aqut qu1zas deliberad~, el ongen de las nobles y expres1v;:iscabezas de los profetas y de los apóstoles (figuras
lo que no ocurre con otras imágenes (figura 1O) en las que elJonás tu:11bado se asemeja 11 y 49) en el momento en que se las compara con los filósofos que rodean a Sócrates
a las esculturas paganas de jóvenes desnudos tumbados al sol, por eJemplo, las de l~s en un mosaico del pavimento descubierto en Apamea (Siria), (figura 51) con los (<togatil>
sarcófagos romanos que representan un niño muerto. La figura sentada so~a ~s mas anónimos de las pinturas murales dd hipogeo de los Aurelios e incluso con los siete
rara, aunque a veces se encuentren alg°:n~ en las e_scenasde asambleas y ,en tmagen~s médicos más ilustres agmpados en una página del manuscrito de Dioscórides de la
que representan un filósofo. Pagana o cnst1ana, una !ffiagen tal representa~a el _pers;:maJe Biblioteca Nacional de Viena. Muchas de las cabezas profanas de la escultura romana
-a menudo calvo- sentado, de frente o de perfil, vestido con exórrude, mdma?o imperial también se les asemejan. Los cristianos dotaban a sus personajes de rostros
sobre una filacteria. En ambos casos, la similitud no se limitará a la posición del sabio, «acos°:1mbradosa los altos pensa~ient~Sl> (St:ndhal) inspirados en ~asdiversas imágenes
sino que llegará incluso hasta su tipo físico y a la acción que en ese momento realiza, de sabios del arte pagano de la epoca 1mpcnal. Lo que no fue óbice para que algunos
a saber la lectura del rollo extendido ante él. , ,- de esos pseudorretratos conservara,n durante siglos ciertos ras~os individuales y descarta-
Pu~de encontrarse el mismo principio de fórmula _p~ralos personajes en actitud de ran otros. Tal fue el caso, por ejemplo, de las representaciones de San Andrés, San
orar con los brazos extendidos (figura 10): el arte cnst1ano ha hecho_ de~ orante _uno Pedro y San Pablo, cuyas primeras versiones ~perfiles sobre fondos de vidrios dora-
de sus temas favoritos estableciendo en seguida ese tipo de imagen, un tipo 1conografico dos- se remontan al siglo III. Así se fija, a partir de rostros nohles y expresivos, rostros
del que existen equi_valentespagan.os., orantés que son alegorías de la piedad (figura imaginarios atribuidos a los sabios, cierto tipo de pseudorretratos de características cons-
20)~ nada distingue iconográficamente a los dos grnpos. El gesto de levantar u!1 s?lo tantes.
antebrazo puede tener el sentido de plegaria, pe70 la _mayor parte ~e bs veces mdtca La composición no resulta. menos convei-icional cuando se trata de grupos de
!a sorpresa o, pard el ritual, la aclamación o el test1mo01?(qt1esigue siendo hoy el gesto personajes, por ejemplo, los discípulos alrededor de su maestro o los apóstoles con
que acompaña a la presta.ción de j11tamento). Las vers:ones paga1;-asde ese gesto, por Cristo. Los apóstoles están colocados por orden de edad (en principio, y esto es segura-
ejemplo la que aparece en el gran camafeo de Francia pertenectente al tesoro de !a mente intencional, están representadas todas las edades), desde los de más edad al más
Sainte-Chapelle de París,·o la de la basa de la co!umn~ romana de ~ntoninoJ~í~, o !a joven, imberbe. La hilera de los doce apóstoles termina, pues, con Felipe y Tomás,
de los dípticos consula~es (el gest~ ~e las personificanone; de las cmdades ~::"1g1doal representados como jóvenes. Sin embargo, en la misma época, y antes sobre todo de
cónsul) tienen sus egmvalentes cristianos: la Madre de Oros llevando al Nmo, en el que esas imágenes jerarquizadas según la edad se hubieran realizado, los cristianos
papiro de la Crónica Alejandrina en Mos~ú (figura 21), º. al~unos marfil;-~ como los utilizaron durante mocho tiempo otra fommla con arreglo a la cual todns los protago-
de la cátedra de Maximiano (profetas t(test1gosl)de_acontec1m1entosevangehcos). Pe~o nistas de una escena eran muchachos, casi niños: Moisés, Noé o Isaías, Jesús o San
más frecuente y común es el gesto del orad~r, o ~tm~!emente e~ gesto que ?':?mP,ª~ª Pablo estaban todos representados como arlolrsn•p.tes imberbes. La i.conograffa ks
ai discurso: el de ios sabios, retóricos y magmraoos paganos, ast como tamtJten e1 ae privaba de edad.
Cristo, sus discípulos y profe.ta_s, de la iconografía cristian~. Gesto este que serja después En la época imperial, los romanos del tiempo del paganísmo apreciaban mucho
confundido con elde la bendtc1on y que ocupa, por eso mismo, un lugar muy importan- este tipo de imágenes, en las que aparecían niños pequeños --los pi1tti-- desempeñan-
te y duradero en !a imaginería cristiana. . , . . do e! papel de adultos en escenas de caza, circo, combates, trabajos diversos o indmo
Entre las locuciones iconográficas comentes del penado pa)eocnst1ano, hay que en escenas de culto religioso. Muy al principio del arte cristiano, algunos artistas
incluir tambien el pequeño pliego, o rol~o,.que ta1:tos personajes llevai:, pa~a1:os y intentaron adaptar este estilo ligero -que hace pensar en el arte francés del siglo
cristianos filósofos· escribanos o memonahstas. Cristo y otros personaJes cnstlanos XVIII- a ciertas escenas inspiradas en la nueva religión, como las de las vendimias
represent:dos com~ filósofos aparecían a veces vestidos con el exómide, que dejaba simbólicas, que aludían a la vida del Señor y a la Comunión. Un ejemplo de estas
descubiertos un hombro y parte del torso. Con ello se quería mostrar '.1-ueJesús era el últimas escenas podemos encontrnrlo en los mosaicos de Santa Constanza, en Roma,
autor de la verdadera fi!osofía, que anunciaban y enseüaban otros sabrns, Ios prof~tas mientras que en el sarcófago de Junio Baso se ve a un grnpo de pr1tti cosechando. Un
y \os discípulos. Pero la desnudez que este vestido mostraba debió limitar la utilizaci¿n fresco muy antiguo de la catacutl\ba de Domitila en Roma muestra a Cupido y Psique
de esa fórmula en el arte cristiano de la _época,que emp_leaabundantem~nte, en cambio'. en figuras de putti. También aquí, las figuras son simbólicas: Psique en el Paraíso
el otro tipo convencional del pers::may noble, d sabio, poeta o mag1s;rado romano. representa el alma en el más allá. Asimismo, en una enigmática pintura cristiana de la
ese personaje aparece ahora revestido con una toga u otro manto, segun los usos del catacumba recientemente descubierta en Roma bajo la Via Latina, hay un gmpo de
42 Antigiiedad 2. La asimilaci6nde la iconogrnfíaw11temporánea 43

cinco p11ttien túnica, de pie y con palmas an~e un personaje .sentado. No '?bstante, y sirvieron de punto de .~artida a. una imagen de la visión de Dios por Ezequíel,
parece que el tema de los putti no fue muy apreciado por los cnst1anos, que sustituyeron Juntamente con la Ascens10n de Cnsto, que aparecen en una miniatura del Evangelio
enseguida a los tres rollizos niños por graciosos adolescentes. Esta variante debió de de Rabula. La visión de Ezequiel menciona las ruedas del carro, cuatro animales --en
parecerles mi5 aceptable, porque podfa asociarse nús fácilmente a una idea abstracta lugar de cuatro caballos:- y el rápido movi.mie:°to del carro divino. Pero aparte del
-en este caso la de lo eterno- que sintonizaba con las imágenes-signo de los ciclos detalle de los cuatro arumales, que rodean a D10s en su carro en sustitución de los
funerarios cristianos y permitía a la imaginería conservar ese aire de seriedad que ha caballos habituales, la Ascensión cristiana es una imitación de una fórmula iconográfica
sido una de sus características constantes. Así, al principio del arte crL'itiano podernos según la cual el carro en los cielos se eleva verticalmente, y no en oblicuo. En las
observar un fenómeno que los lingüistJ.s han advertido también en su campo: al pasar antigua~ imágene~ de la visión de Ezequiel, la .de B~ouit por ejemplo (figura 24), la
de una lengua técnica a otra, o de una generación de usuarios a otra generación de presenc1~de los.eJes, b.s ruedas y el profeta test1g°.vienen a confirmar la dependencia
usuarios, un término, cuando sobrevive, cambia de forma y de valor semántico. En de este npo de tmagen respecto de las representa.nones paganas de la ascensión.
iconograffa, como en la expresión verbal, se producen tam.bién mutaciones de una Hay una .rama de la i~ginería cl~sica t~r~ía que proporcionó gran número de
misma fom1a y de la significación de los mismos signos. temas a las pnm~ra~ generaciones de artistas cnst1anos: se trata de la imaginería pastoril,
La juventud de todos los personajes de una esce.nayaleocristiana e$ tratada como cuyos temas prtnnpales son ~l pastor, su perro, su rebaño de ovejas o cabras, mis
algo fuera del tiempo: todos. ios actor~s ~el acontecumento permane~en eternamente raramente de vacas, en un patsay: rocoso con alguno.s árboles decorativos y, a veces,
jóvenes y, por tanto, el prop10 acontec.uruento pertenec: a todos los tiempos. Muchos algunas construcciones de ::ispectorústico. En la época romana, era corriente encontrar
textos medievales han conservado esta idea cuyo corolano se encuentra en otro contex- en las ?ec?raciones m:irales este ti~o Je apacibles escenas campestres, que encantaban
to, a la vez opuesto y semejante: si lo eterno p~ede expresarse po.r la juventud inmutable a !os ntadmos. Las rumas del Palatmo conservan pinturas con esta clase de imágenes,
de un protagonista, también puede tener corno símbolo la mugen de un ~10mbre c¡ue aparecen también en los elegantes estucos antiguos de una casa romana descubierta
maduro, en !a medida en que una cara barbada, una abundante cabellera sugieren la en la Farnesina, .con nui:ierosos frescos,. r~lieves °. mosaicos de pavimento que se
duración y la plenitud de la. fuerza. Este tipo ~e imagen se eI?-pleó, sobre tod?, para remontan a los prnneros siglos de la era cnst1ana. La ilustración de las obras de Virgilio
representar al Cristo en majestad, Seño.r onm'.Pº.t~nte y onuupre~e1~te hasta s1e:npre sirvió de ocasión a los pintores romanos para tratar ese tema del pastor con su rebaño.
jamás. Desde hace tiempo se ha reconocido la sumhtu~-Ientre estas ultima~ figuraciones Tema <ld c1uea m vez se apoderó el arte funerario, que lo utilizó frecuentemente para
y las -tradicionales--·- de dioses soberanos de la Antigú.edad tardía, Júpiter, Neptuno evocar !a e:tar_iciaideal Je b. ~ida en d n,1ásallá. fa l?gico que se establez:ca.una relación
o Plutón. No hay duda. de que entre esas figuras e:'iste una relación sigtúfica:iva, y emre esas 1magenes y t.aspnmeras vers1?11~sque dieron de ellas !o~ cnst1anos, fu~sto
parece verosímil que los artistas cristianos hayan utilizad? gustos~e:1te .este upo de que en su arte funerano -la rama mas importante del arte cnst1ano hasta e siglo
iniageil para representar la soberanía todopo.derosa .d.e ~nsto. Es d.1hd,.sm embar.go, ~-. _n::scrvaro:1un l.ugar. cons.idcrable a es~ tema pastoril. Sin duda, su iconografía
hablar de wia imitación directa, puesto que nmgún cmtiano podría 1magm:use a Cnsto s1gmo ese cammo baJo d 11úluJOde las Escnturas, que comparan a Jesús con el Buen
con una cabeza de dios pagano. En efecto ~ya lo hemos visto en estas págii_iasmás Pastor, y _alo_sfie.!escon su rebaño. La presencia del mismo terna en el arte sepulcral
de una vez- la cuestión Je si el arte cristiano ha imitado directamente un arte idólatra paga110luw 111ev1t.1ble el frecuente transvase de esas imágenes idílicas a los sarcófagos
es algo c¡ueno puede plantearse nuuca.1;,a pode:osa cabeza con l~eng.~l?arba y abu~dan.- cristianos. !·!asta el punt<? de que a veces resulta difícil distinguir de qué tipo de
te cabel era formaba parte del repertorio comun en que ambos, cnst1a;1-osy .paganos, representanon se trata: visualmente, desde el punto de vista del vocabulario y del
se inspiraban. Y así como una n:lisma pala~ra puede emplearse ~n senndos d:ferente~, pensamiento son idémícas. No es extrafio, pues, que la imagen del pa.s_tor-apoyado
dlo~ se servían tambié!! de los rrmmos térm_t_nos h o:1nmpQte11cn
v1_:dnlesp-an_d_,;s1gr,..2r e;; su c.iyJ.do, tilLH.: 10~corderos- que- aparece en una miniatura de un 11tanuscrito
de Dios o de un dios, sin darles necesariamente la misma significación. .de Virgilio co11serval!oen el Vaticano, reaparezca sobre un sarcófago cristiano. Es
Hay otr:.1.5
escenas corrientes del arte contemporáneo que presentan un caso análogo: tnter~sante encontrar este tipo <le representación, no solamente en sarcófagos, sino
se trata de la ascensión de un dios o de un héroe, en la que se ve a briosos corceles tamb1~n en mamo.leos paganos corno el ~e Trebio, el de Justo, o en el hipogeo de los
arrastrando un carro, en oblicuo, a través de los cielos. Las personificaciones del sol y Aute!ios (de la misma época que las pnmeras imágenes cristianas del Buen Pastor),
de la luna, o del emperador en su gloria póstuma, se representaban también así, según donde el pastor aparece acompañado de otras pinturas que no tienen nada de crístiano.
un esquema familia~ a los artistas Je la Ant~güed_ad,mucho t~~mpo a1:tes de qu~ los , _En un sa:cófago ¡x1g:no de la basílica J~ S~n Sebasti1n, en la Via Appia, a la imagen
cristianos se apoderaran a su vez de ellas para nnagmar la ascens1on de Ehas o de Cnsto. pa.storal habitual se e anade otro tema vi-as mteresante: frente a una pequeña casa se
Con algunas adaptaciones inevitables -forzosas también en las ascensiones de la ve a una familia de pastores. ~a mujer, s'entada, t!ene un niño de pecho en sus brazos
mitología o de la imaginería imperial-, la iconogra~a cristiam _adoptó esa fórmula, (fi.g~ra 26). La escultura, del siglo ll.l, resulta preciosa para la historia del~. iconografía
lo que quiere decir (1ueutilizó, una ~ez más, esquemas _v1suale.s
.co_rnente~, en su en:orno. cns~tana, en cuanto que ofrece un eJernplo del tema de la madre con el h1:Jo,tal como
En relación con las representaciones de la ascensión, uttl1zo tamb1en otro tlpu de ha.b:tualmente debía de tratarse en esta época; las primeras imágenes cristianas lo
imagen: d carro tríunfal visto de frente (figura 54). Las escenas en qu~ se represe1:ta utilizaron para representar a María con el Niño. La versión que aparece en el sarcófago
al Emperador víctorioso conduciendo su carro son frecuentes en la Anngüedad tanha, Je San Sebastiin dio origen al tipo iconográfico <lela Theotokos Hodigitria bizantina
44 Antigüedad
2. La asimilaciónde la iconografíacontemporánea 45

(cf., más adelante, cap. sobre Bizancio}. Una estela funeraria pagana del museo arqueo~ prácti~a.~de esta religión se podían entonces expr~sar libremente, lo cierto es que no
lógico de Aquilea muestra otra imagen distinta de la madre y el niño: los dos personajes, fue as1.
cortados a la altura de los hombros, están en posición frontal, el niño_ en el eje de! L?s reino_sde Constantino y sus hijC?s,que vier?n la_formación del imperio cristiano,
cuerpo de la madre y dentro de nn medallón (figura 25). No obstante, el grupo resulta no dejaron, sm embargo, mucha matena para el lustonador de este arte. Las destruccio-
muy naturaL Por lo demás, este tipo de composición dio 9rigen también a imágenes nes masivas explica:i la aus_enciade monumentos de arquitectura de gran estilo, inaugu-
bizantinas del tipo.:'likopea (ej. de Sa1;1Zenón!, (figura 27). Hay una tercera ima~en r~dos po~ Cons~ntmo y ~1,tadosen .los,textos, P~ro _niescrito_s1:-i.m_onumentos propor-
de madre con el n1no que ofrece un eJetnplo sumlar pero con un grado de evolución cmnan ninguna 1~ormanon sobre rmagenes atnbmbles a la m1nat1va de Constantino,
más avanzado: en un fresco del siglo IV del Cementerio Mayor, en Roma, las figuras su corte o cualqmer otra persona, durante la primera mitad del siglo IV. De esta época
no solamente están colocadas una ante la otra en posición frontal, sino que la madre se conocen sobre todo sarcófagos y catacumbas cuya parte de novedad es relativamente
hace también el gesto del orante (figura 6). Es probable que representen ya a María y peque~a, ~o1:1parada,co_nla de la tr~dición del siglo lll. Citemos finalmente algunas
al Niño Jesús. Aparte de un detalle, el de que el nif10 no está en actitud de orar, la pequenas 1magenes btbhcas en mosaICo ~probablemente procedentes de manuscritos
. misma imagen sirvió de esquema iconográfico al icono bizantino de la Blacherniotissa: ilustres-:-:- colocada~ a finales del reina~o de Constantino en la cúpula del mausoleo
la Virgen orante, de pie, no toca a1 Niño situado ante ella, que suele estar dentro de de su h1Ja Constantma (Santa Constancia, en Roma), y una estatua de la hemorroisa
un medallón. a los pies del Cristo, en un jardín público de la pequeña ciudad palestina de Pancas.
Resultaría fácil alargar esta lista compuesta de ejemplos aislados y, tainbién, de El hecho de que se conserven tan pocas obras de los d{as que siguieron a los edictos
categorías completas de imágenes cristianas que se asemejan a imágen~s paganas con- de tol~ran~ia refleja quizás una sit11~ciónr~al: no parece que en e.st!lépoca los muros
temporáneas. Los esquemas habitualmente empleados por los paganos pertenecen a un de_l:1-s
1gles1asse a~or:naran con _mosaicos? pmtura~. Nada indica tampoco que se soliera
extendido repertorio de formas, que los cristianos utilizaban como se utilizan las unhzar es~enas b1bhcas en obJ~tos portat1les, o 1;1clusoen los manuscritos. Aunque
palabras del lenguaje cotidiano, sin concederles ninguna intención especial. Otras veces, re.rn}tc arnesgado sacar condus1ones de la ausenna de monumentos, el riesgo parece
era el tema elegido lo que inducía al empleo de un esquema particular, derivado de aqm menor que en otros casm, ya que todavía queda un número apreciable de imágenes
una representación pagana análoga: por ejemplo, en el c1so de las imágenes pastoriles, profanas contemporáne_as (i1:1igenesde la frimera mitad del siglo JV):los frescos con
de filósofos, ascensiones o apoteósis, y en los grnpos de la madre con el niño. Lo que retratos -uno de ellos 1dent1ficadocomo e de la emperatriz~ delpalacio de Constan-
no quiere decir que el lenguaje iconográfico cristiano bya nacido del arte del paganis- tino, en Tréveris; la serie de relieves triunfales y militares del Arco de Constantino
mo. En estas imágenes vemos más bien el efecto del empleo generalizado de términos ~crea del Foro romano, numerosas medallas constantinianas y, en fin, el calendario
o esquemas que pertenecen a un vocabulario visual único utilizado por todos los ilustrado del año 354.
realizadores de figuraciones, que atribuían a veces una nueva significación a algunos A excepción de los temas cristianos de la bóveda del deambulatorio de Santa
de esos términos o esquemas. Estos últimos desempeñaron, pues, un gran papel en la c;onsta.nza en Roma, el único equivalente a todos esos monumentos profanos -y en
formación del arte paleocristiano, que en definitiva no era más que una rama particular ciertos ca.sosfrancamente paganos como, por ejemplo, las imágenes del calendario-
del arte de la época imperial, y cuyas demás ramificaciones ofrecerían ejemplos compa- sería el monograma de Cristo, con las letras X y p entreb1zadas, que Constantino hizo
rables. De igual manera, en la obra literaria más cristiana podría encontrarse un número colocar desfués de un sueño sobre los escudos de sus soldados y sobre el estandarte
considerable de palabras de uso cotidiano comunes a todos los escritos y discursos imp_erial, e lábaro. Observemos sin embargo de paso que ese monograma era el
~~:~~e:\~d:n1!~ ;~;::d: ;r;fi~~a~t::d;::!~~;~
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privilegiadas relaciones con determinados terrenos específicos de la iconografía contem-
0
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lPntF rll! 11n signo simbólico y !!C um im::.gen figur:itiva: esa iniciativa del
ec:¡111v:1
Empern.dor hace pensar en una vuelta a las primeras tentativas cristianas de crear una
iconografía religiosa original. Como entonces, se trataba también ahora de la invención
poránea, por la misma razón que un lenguaje particular puede extraer de una determi- de un signo simbólico. Pero ese símbolo, inventado por Constantino o en su círculo
nada técnica los términos especiales que necesita (por ejemplo, las expresiones militares de íntimos, y difund,ido e_n~u nombre, tenía p~rtícularidades que las imágenes simbóli-
o eróticas en el lenguaje religioso), Así también, los artistas cristianos se inspiraron Gts del a:te funerano cnst1ano creadas antenonnente no tetúan. Puede ocurrir que
ampliamente en el ~ntiguo repertorio de los esquemas convencionales del arte romano Constantin?, .~espués d~ romper con la idolatría, descara disociar las imágenes figurati-
oficial y en las corrientes secundarias derivadas de ese arte. vas y la :ehg10n de Cnsto. El monog~ama de X y p se ajustaba particularmente bien
Las observaciones precedentes se refieren en su mayor parte a las imágenes cristianas a !a fonnón de símbolo de una religi6n a la que el Emperador vinwlaba los destinos
anteriores a la Paz de la Iglesia bajo Constantino, que hizo posible un desarrollo pleno de su país, puesto que ese símbolo evocaba el de su fundador, Cristo, Es sabida la
de la actividad creadora de los imagineros cristianos. Sin embargo, parece que este consideración 9-ur Constantino manifestaba por )os recuerdos palestinos del periplo
desarrollo no tuvo lugar inmediatamente después de los edictos de tolerancia {aproxi- terrcn~l de Jesus y, sobr: ~oda, por los lugares santificados en Jerusalén por la presencia
madamente hacia el año 313) y que la primera gran explosión de creatividad se produjo de <;nsto, Dada !a tradición judía del signo simbólico, seguida entonces en el arte de
en un sentido muy concreto: aunque en principio podría pensarse que la iconografía las smagogas -e! cande~abro de siete brazos-:-, tradición muy viva en Jemsalén y en
cristiana hubiera podido desarrollarse en cualquier dirección, puesto que las ideas y todos los lugares de la Tierra Santa, Constantmo bbrfa podido inspirarse en ella. En
46 Antigiied,id 2. La asimilMiórtde la iconografíacontemporáne" 47

todo caso, hay que tener síempre presente que, según lo que nos dicen textos y fijar en la memoria de todos la imagen del monarca invencible, el más poderoso de la
documentos respecto a b. intención de Const::i.ntino, su única contribución a la icono- tierra. S~ ~uevo cristianismo. no impidi_ó a los ~o?eranos de esta _dinastía favorecer este
grafía cristiana -el monograma de Cristo- estaba destinada exclusivamente a servir arte ambtctoso, totalmente a3eno a la vmud cr1st1ana de la humildad. De hecho, su fe
de protección al ejército imperial que mandaba (se reproducía en el lábaro o estandarte se supeditaba b.s necesidades del Estado, cuya misión cristiana recientemente reconoci-
del,Emperador, en su casco y en los escudos de sus soldados). da servía para justificar las instituciones tradicionales del Estado Romano y las conquis-
Esta intn·vención imperial nos interesa por muchos conceptos. En primer lugar, tas. E_stambién en la época de Constantino cuando se inventa una fórmula iconográfica
se trata de uno de los rarísimos casos de creación de imagen cristiana en que sus orígenes que sirve para definir lajerarquía de:poderes, de acuerdo con la doctrina de la monarquía
e inventor nos son conocidos, así como el lugar de su invención (Roma), su fecha romana u1Uversal cristianizada. Se reservó para el Emperador el esquema del pc:rsunaje
(313) y las circunscancias históricas en que se produce (la víspera de la batalla de Ponte que ocupa un trono de oro, antaño reservado a los dioses; la representación de la
Milvio). Cierto que en el plano estrictamente iconográfico, el hallazgo no es muy majestad imperial p~nnane~ía así inalterada._Pero se completó de manera signilic~tiva:
notable y c::i.belamentar su mcdiocriJ.a<l. Sin embargo, por una vez, las fuentes escritas una mano descendía del nelo para bendectr o coronar al emperador mayestático o
_Yk'.~testim?nios arqueo(ó$icos_so_nexcepcionalmente expHci_tosen ~uanto a la signi~- apoteósico. Era la mano de Dios, y mostraba así que el Dios del cielo era el soberano
cacton religiosa J.c esta d1v1sacnst1a11a,adoptada y puesta en c1rculactón por Constann- celeste del príncipe de la tierra (figura 19). El tema de la mano de Dios saliendo del
no. Se trataba de un sfmbolo de Cristo -y digo Cristo y no religión cristiana intencio- cielo por encima de un personaje que está sobre la tierr:1 tenía una intención iconográfi-
nadamente- cuya utilización estaba resavada al ejército, comprendido el propio camente tan clara como el de b majestad. Pero si este último era de origen clásico, la
Emperador, jefe Jel ejército romano, en cuyo estandarte y casco figuraba d monogra- mano procedía del arte judío. Puede encontrarse ya en los frescos de la sinagoga de
ma: ese símbolo, por tanto, tenía manifiestamente un valor profiláctie0. El ejército Doura (escenas de Moisés sobre el monte Horeb y de Ezequiel), un siglo antes de los
escogía así como protector y guía a aquel cuyo monograma llevaba. Dicho con otras med_a'.l~nesco11.Sta~~tinianos, Jo1~de se ap~ic:1bainicialn:-ente en el arte i_mperi~lcris,timo.
palabras: el nuevo símbolo, nacido durante aftas decisivos pata la victoria Je la Iglesia Desde ~u conversion, Co1:stantmo hab1a. mostrado s1~mpre un particular mteres por
y adopt:1do por d autor imperial de su triunfo, conservaba todavía una función práctíca Jerusalen y los lugares santificados por S:r7st~, tendencia que habría quizás que relacio-
~como todo lo que en la iconografía cristiana se remonta a una tradición anterior, nar con su forma de comprender el cnst1amsmo a través de la persona del Salvador.
la imaginería funeraria-~ y, por este motivo, era arcaizante. Observemos finalmente La~ irnágc_nes mayestáticas y de la mano de Dios en las monedas y medallas acuñadas
que, de acuerdo con los usos de la iconografia m:ís antigua, ese símbolo no era ni una ?ªJº su r~mado y <luranle los años que siguieron ftjarían de una vez para siempre la
explicación ni un reflejo de los dogmas o <lelos grandes principios dd cristianismo. iconografía de una manera fundamental, que ha permanecido viva durante un millar
Se le utilizaba para evocar, si no para representar, la salvación por Crism. Con una de años: la idea del imperio cristiano universal como reflejo del imperio celeste, el
característica particular: -anticipando así el porvenir <ld arte cristiano, la protección que monarca terrestre cuyo poder procede del monarca divino, el Cosrnocrator. Mientras
el símbolo implicaba no era indi.viJua.1, sino colectiva. Con la Jiferencia de que esa que ante:io~·mcnte ~as_ii:1ágencs habfan servido para e~presar hechos religiosos de
colectividad no era todavía, como después dé la victoria de la Iglesia sobre los emperado- ~kance lnmtado e md1v1dual, es ahora cuando, por pnmera vez, por medio de la
res arios lo seria, la lglesía cristiana en su cut~unto . ..End 313, Corutantino no veía iconografía se intenta expresar un hecho central de doctrina política y religiosa univer-
las cosas <le b mímu maüera que el clero y, por eso, la colectividad que <lebia ser sal. Po~ lo demás, la idea determinante de las dos monarquías superpuestas, ilustra.da
protegiJ;:i por el símbolo escogido por él era Je hecho su ejército, es decir, el imperio por la iconografía constautinüna, solamente era religiosa en parte, o al menos sólo lo
a cuya cabeza se había colocado. era en el sentido en que se entendía lo religioso durante el Bajo Imperio Romano,
Ut~ u.;;!1té'.rnp0drlc0, Et.:.seb¡o, no~ bce saber que Cr:id ·vestí.bulo d.t:,;;,.11uevo p:,.L.cio que la iniciativa Je una iconografía cristiana Je alcance univer-
fa 111uyúg,.ii.G.l...i.lÍvo
Je Constantinüpia, Constantino habla hecho realizar una imagen que, también simbóli- sal'. de~timda no tanto a manifestar actividades específicas de los individuos (caso de
ca, pertenecía esta vez. al campo Je las artes figurativas. Imagen en que se ve al propio la tcor:ografía funeraria) co:no a expresar ideas fundamentales, proc~1ª de _unjef~ del
Constantino y sus hijos, represema<los como triunfadores victoriosos de un dragón que Impeno y se haya producido en fecha muy cercana a su convers1011. Si la mmna
rampa a sus pies. Era la imagen de la victoria de Constantino en nombre de Cristo iniciativa hubiera procedido de la Iglesia, es fácil imaginar las probables consecuencias
sobre el paga_1;ismo,~l.e:1emig~ ~¡ que aplasta (y c¡u!zás más especial:11ente la vict?ria que esto lubría tenido en cuanto a la elección de los temas iconográficos prioritarios;
sobre la hereya de L1qn10, el ultuno de sus adversa.nos). Una vez mas, queda aqm Je la figuración de la totalidad dd mundo cristiano habría tenido lugar no a través del
manifiesto qu.: la iconografía de- inspiración cristiaua creada por Constantino remitía Estado Romano, sino a través de !a comunidad cristiana. La expresión en imágenes de
a preocupaciones políticas Jd Emperador y a su poder militar, igual que el símbolo a
los prin_cipios cristianos se habría lleva.do cabo a partir de las definiciones cristológicas
impuesto al ejército, con la diferencia de que en este caso se glorificaba directamente que ~st1mulaban entonces a los mejores espíritus, o bien a partir de los dogmas de la
una victoria y al Emperador, y que el propio Emperador aparecía en actitud de vence- Iglesu. Pero sólo a partir del año 400 el alto clero se dio cuenta de lo que podría hacer
dor. en el terre1;0 de la iconografia _si se encarpara de ,dir_igirsus .manifestaciones para hacer
La iconografía triunfal cristiana toma auge en numismática bajo Constantino y sus de ella un instrumento expresivo de la piedad publica y pnvada y convertirla en algo
hijos, continmnJo y enriquecíewlo así una tradición imperial romana y sirviendo para absolutamente edificante. En la época de Constantino, el clero no estaba preparado
48 Antigüedad
2. La asímiladón de la iconografíacontemporánea 49

pata una ta.rea de esta clase, dado el arte cristiano que conocía: el arte, ramplón y del universo soporta ahí la figura de Cristo, como alusión iconográfica a la universalidad
utilitario, que habían practicado los creyentes del siglo m. En compensación, el gobier- de su poder (figura 29).
no del Imperio disponía tradicionalmente de una gama completa de talleres de artistas Modelos imperiales de la representación del poder figuran en obras tan distintas
y artesanos, acostumbrados a interpretar según fórmulas sólidamente establecidas todo como las piezas romanas (por ejemplo, piezas severianas, una de ellas mostrando al
un repertorio de la iconografía oficial, cuyo principal objeto era la glorificación del Emperador en el momento de coronar a un vencedor, otra con un globo del universo,
monarca. Por tanto, no debe extra11arque, una vez convertido el emperador, el palacio sirviéndole de trono), o como una gran fuente de plata de finales del siglo IV, del
imperial contribuyera ampliamente al auge de la iconografía triunfal cristiana y que museo de la Academia de la Historia de Madrid. En el centro de esa fuente, Teodosio
esta acción del palacio haya precedido a las interpretaciones sistemáticas de la Iglesia I entrega un rol!o a un oficial del Imperio: este gesto ritual indica la delegación del
en este terreno. Progresivamente, ésta acabaría tomando el control. poder a ese alto dignatario. En otros términos: la iconografía cristiana ha heredado del
Esos principios resultan importantes rorque nos hacen comprender mejor una arte imperial no solamente esquemas, sino también temas. La prioridad de los modelos
orientación típica que entonces se dio a a creación iconográfica cristiana. Todo el imperiales queda asegurada en cuanto que las imágenes imperiales muestran ceremonias
vocabulario del lenguaje iconográfico triunfal fue aceptado por el léxico de la iconogra~ reales, mientras que las figuraciones cristianas son imaginarias y su simbolismo resulta
fía cristiana, no sin a veces limitar los medios de expresión de ésta obligándoles a incomprensible si no ~;-conocen las ceremonias palatinas.
expresar las ideas propias de la nueva religión, Su porvenir se vio profundamente La misma observación puede hacerse respecto a la escena del ábside de San Vital
marcado por esas iniciativas de partida, y las creaciones de esa época han resultado de Rávena, en la e ~-Cristo reina sobre el globo del mundo, como sobeiano universal
esenciales para todo el arte cristiano. Todavía hoy, gracias a esa tradición tenaz, la (figura 28). Pero ahora es una corona de mártir lo que Cristo tiende a San Vital, al
mayor parte de nosotros atribuimos a b.s cosas divinas la aparienciá,"más o menos tiempo que el fi.mdador de la iglesia, San Eclesio, le ofrece un modelo reducido del
precisa, de formas que se remontan al Bajo Imperio (figuras 31 y 32). Cristo ocupa monumento; los ángeles que les acompañan presentan los santos a Cristo. Esta escena
solemnemente un trono; hace el !;esto de bendición; está rodeado de ángeles o de está manifestamentc inspirada en el ceremonial de la corte, como lo confirma el vestido
santos de pie, a su lado; lleva una corom, y corona a los santos; también María ocupa que llevan los santos mártires. En efecto, sin tener en cuenta la realidad histórica, el
un trono y lleva un vestido de ceremonia con perlas y piedras preciosas, etc. Es el arte arte cristiano imperial atribuía arbitrariamente a los mártíres el vestido de los dignatarios
cristiano tal como aparece bajo el Imperio con Constantino el que nos ha proporcionado de la corte, que consistía en hermosas túnicas de seda blanca con pesados mantones
esas imágenes familiares. Paralelamente, los nsos de esta primera época de florecimiento que cubrían la espalda, ftjados por una fíbula y adornados, en un lado, con una pieza
del cristianismo_, que dotaron al clero de hábitos sacerdotales inspirados por los trajes rectangular, el tablión. Las imágenes de mártires de este tipo son tan frecuentes como
de este periodo y determinaron durante siglos los gestos y movimientos de los oficiantes, características: citaremos dos que figuran en una hilera de santos sobre un mosaico de
han dejado también una impronta indeleble en la liturgia, los ritos y la forma de las !a capilla de San Venancio, anexa al baptisterio de San fuan de Letrán. El aspecto
plegarias de la Iglesia. oficial, expresado por el traje de ceremonia, impregna también el estilo de esos mosai-
La huella de la iconografía imperial sobre el arte cristiano se reconoce en todo, cos, y de todos los de esta época: esta uniformidad no se debe ni a una falta de buen
aunque aparezca de diversas maneras: por la apropiación de asuntos y temas, por la hacer artístico de los mosaístas, ni a ninguna influencia oriental sobre el estilo, sino a
imitación de detalles iconográficos, por la utilización de modelos más antiguos para la una voluntad consciente de hacer perceptible la presencia de lo divino o de lo sagrado.
creación de imágenes análogas, El tema al que más contribuyó el arte imperial fue, Es indispensable repre;entar al Emperador con aspecto severo, con una fijeza e impasibi-
evidentemente, el del poder supremo de Dios, puesto que éste era precisamente d tema lidad de piedra, pensaba Amiano Marce.lino en el siglo IV. El soberano manifestará así
clave de toda la imaginería del jefe del Imperio. Los monumentos oficiales del Bajo la sobrehumana inflexibilidad del hombre henchido por la gracía divina. A su simbólica
Imperio proporcionaron a los artistas cristianos series de modelos ya experimentados, severidad corresponde la inmovilidad de los dignatarios y el ritmo calculado de los
de los que se aprovecharon ampliamente. Es a través de las diversas aplicaciones del movimientos durante las ceremonias, orquestadas. Eso es todo lo que los iconógrafos
tema de la omnipotencia divina, revelada por Cristo, como primero se siente la influen- cristianos imitarán.
cia del arte imperial._ Las adaptaciones de este tema al arte cristiano no datan todas de La influencia del arte imperial en la imaginería cristiana se hace sentir también en
la misma época, ya 9ue fueron creadas a medida de las necesidades o según ocasiones otras formas, como en las dos variantes del tema de Cristo reinante, una de las cnales
diferentes, aunque su prototipo fuera siempre igual. está estrechamente emparentada con la escena de 1a transmisión de la Ley, ya citada.
La más antigua esyena inspirada en este tema es la de Cristo dando a San Pedro el Cristo aparece de pie y sostiene la c11¿zcomo el Emperador sostiene su lanza. en las
rollo de la ley, en presencia de San Pablo (figma 31). Los tres personajes, de apariencia imágenes oficiales; en ambos lados, los apóstoles hacen el gesto de la veneración. El
solemne, están simétricamente colocados. En un mosaico de Santa Constanza de Roma mismo esquema se emplea a veces pará ciertas imágenes de la transmisión de la Ley.
(quizás hacia el año 350) puede verse una versión muy antigua de esta escena c¡ue En otra versión, Cristo está en actitud reinagte, pero el universo en el que descama
simboliza a la Iglesia, representada por la ley confiada a! más venerado de los apósto es, no es la esfera simbólica de San Vital; en sn lugar puede verse una especie de asiento
Pedro. El mismo tema aparece en otro mos:i.ico, de un siglo después, en la cúpula del arqueado, formado pór el manto de un personaje alegórico que representa el universo.
bap~isterio de San Giovanni in Fonte, de Nápoles. Con un detalle curioso: el globo Hinchado por el viento, este manto forma un arco por encima de su cabeza, y es ahí,
50 ,1ntigüedad 2. La asimilación
de la iwtwgrafíacontempuránea51

sobre este arco, Jonde está el príncipe. Fórmula muy particular que había sido ya Egipto (figura 24), durante el siglo VI y posteriormente, son frecuentes las representa-
aplicada a las imágenes de los emperadores que decoran el arco del triunfo de Galera ciones de este tipo de visiones: todas difieren entre sí por la elección de la visión
en Salónica (figura 30). particular representada, que se define por los motivos agrupados a su alrededor. La
El tenia de Cristo presidiendo una asamblea de apóstoles fue uno de los primeros aureola de !uz está siempre presente, pero los visionarios y te~tigos de la visión cambian.
que introdujeron un tipo iconográfico del arte oficial en la iconografía cristiana.. Esta El papel de visionario unas veces está representado por Ezequiel y otras por los apóstoles
escena aparece también en los frentes <lealgunos sarcófagos que se remontan a mediados y la Virgen, grupo que evoca en forma natural la Ascensión. La imagen aparece
del siglo IV (figura 31). Puede verse al!í a Cristo Cosmocrátor solemnemente sentado completada por personajes igualmente evocarivos de comentarios de los diferentes exe-
ante un fondo de arquitectura (palacio o ciudad) que, aunque probablemente evocara getas.
a Jerusalén, implica un recurso a un motivo iconográfico de la monarquía roma.na. Otros temas tratados a menudo por el arte paleocristiano reflejan modelos imperia-
Los apóstoles están sentados a su alrededor y el conjunto recuerda a un consejo del les: la Adoración de los Magos y la entrada Je Cristo en Jerusalén, tema iconográfica-
Palacio Sagrado de los Emperadores, el Silentium, o cualquier otra asamblea presidida mente próximo al de la huída a Egipto. Estas escenas se refieren a episodios descritos
por d soberano en person.t. Ciertas pinturas de catacumbas están quizás aún más P.ºr lo~ c".angelist~s, a textos que indudablemei~te conocían los artí.stas y .cuya_descrip-
directamente inspiradas en los usos particulares de estas asambleas: aquellas en que ción s1gu1eron. No ob~tante, en la forma de mterpretarlos se deJaron utllu1r por la
Cristo está sentado mientras que la mayor parte, si no la totalidad de los demás iconografía oficial, en particular por la muy oficial y simbólica de la ofrenda de coronas
personajes, están de pie. y presentes por parte <le los orientales y los birbaro.s. vencidos por un emperador,. y
La placa Je barro cocido llamada Barberini, una obra aislada, ahora en Dumbarton por la Jd ritual helenístico y romano dd soberano VlSltando una plaza de su lmpe-no,
Oaks, es otro ejemplo de representación de un consejo de apóstoles presidido por o una ciuJtJ conquistada («liber:illaJ>,como se decía). Las imágenes de este tipo, antes
Cristo. En esta ocasión la asamblea es un cokgio judicial ante el que se desarrolla un de que los cristianos se apoderaran de ellas, te1úan valor de símbolos de la extensión
proceso. La presencia de la barandilla qu,~separa al abogat~o de los litigantes y los del poder imperial sobre lvs adversarios vencidos y las plazas honradas por la visita del
objetos que designan, por una parte la recompensa, por otra, el castigo, sitúan claramen- soberano. ·
te la escena en un tribunal romano. Sin embargo, se trata verosímilm.ente del juicio Comparemos ahora algunos ejemplos de representación de los dos temas cristianos
fina!, corno indica la identidad de los jueces (Crísto y los apóstoles) y el monograma citados mis arriba con imágenes paralelas tomadas del arte oficial. Si se observa el
de Cristo grabado en la bolsa que simboliza b. recompensa prometida a los justos. Que grupo de los partos llevando ofrendas Lajo el ;n,:;o triunfal de Galera en Salónica (figura
yo sepa, no hay na&1 entre las obras puramente imperiales que pueda equipararse a 34), o los <losgrupos de-bJrbaro~ vencidos ante los emperadores senrJ.dos en sus tronos,
esta escena, Ante b falta Je imágenes de tribunales imperiales concebidos de esta forma en la base del obelisco egipcio erigido por Teo<losio I en Constantinopla (figura 33),
-ya (lue bs que nos queda-:1,a excepción de ciertas c?pias tar~ías, ruuestr~n la escena no dejará de encontrarse un gran parentesco entre estos dos monumentos y las esculturas
de perhl- volvámonos haua !os relieves del a.reo de Corntantrno, donde figuran otras del am.bón de San Jorge Je Salónica, particularmente entre la Adoración de los Magos
asambleas oficiales presididas por el Emperador y, particularmente, la escena de la que figura ahí y los relieves del arco _Je Galera: la similitud llega hasta los ni~hos
largitio, o di~tribución por d soberano de ayuda pccuni.arh a la mulütud que le rodea. arc1ueados que emnarc_an a los personajes. ~ero, sobre to<lo, los gestos y !os .vestidos
La parre central <lel relieve es la más interesante, si uno se atier1e, como actualmente de los portadores de ofrendas son muy semeJmtes en estas do~ obras. En fi'.1,citaremos
hacemos, a comparaciones formales. Los desarrollos lateralc:s,donde se ven funcionarios también la escena de la Adoración de los Magos sobre d famoso mosaico del arco
ejecutando las órdenes Je! soberano, son específicos del tema de la Íargitio. En d Museo triunfal de Santa María b Mayor, de Roo:n (figl1n 41), donde todos los detalles
J.: Brcs..:i:.,sobre un rdieve romano aún más antiguo, figura tambien
}•..::-qu:::clógtco proceden directamente de una escena de la ofrenda de los b1rbaros al Emperador, del
otra :i.sambleaoficial, concebida y ejecutada de la misma manera. MuchQ menos conoci- ane oficial.
da que los relieves cid arco de Constantino, esta obra confirma la presencia de este En cuanto al tema de la ent~a<la.ef;Jerusalén, baste Co~1recordar el ejemplo de esa
t!po Je representaciones en darte romano oficial anterior a\auge de la iconografía cris- e~cena sobre el marfil Je Echrmadzm lhgura 57), y un relieve copto en el que apar_ece
tiana. Cristo entre dos ángeles a lomos de un asno (actualmente en el Museo de Berlm).
La aJ;1,ptación, en los ábsides de iglesias, de las imágenes que evocan la visión de Dentro del arte oficial, se puede mencionar parcjameme una escena del Adventus de
Dios por profetas bíblicos, sobre todo eu e! Oriente griego y semítico, se lleva a cabo Constancia Cloro, en Londres (figura 35), representada en un celebre medallón de
a partir del esquema mayestático imperial. Para la visión en sí misma, se añade simple- oro (305-306), y un plato grabado ap.\.recido en_Ker~ch, que representa a Constancia
meme una aureola luminosa al personaje en la actitud mayestática habitual, mientras II (que reinó del 337 al 371) a caballo, con una victona alada a su derecha y un soldado
lltle los visionarios se colocan en el lugar de los acólitos del soberano. Hosios David arntido a su izquierda.
en Salóniu, que debe <latir Jd siglo IV, brinda el ejemplo más llamativo de este tipo La aportación del ai--teoficiil romano a la nueva iconografía ?e los cristianos no se
de imagen (figura 77); aunque la identificación de los profetas haya dado lugar a limitó a esos tipos de imágenes enumer_adas; se p~drían añadtr m~chas ot.~as. Las
discusión, tn.dícionalrnente se considera que los dos personajes c1ueacompañan la visión impresionantes realizaciones oficiales tuvieron también una notable mfluencta en la
divina de Salóuica rnn Ezequiel y Habcuc. En la.s capillas monásticas de Baouit, en dirección general que siguíó el arte cristiano a partir del siglo IV. El hecho de que la
[ 52 Antigüedad 2. La asimilaciónde la iconografíacontemporánea 53

imaginería cristiana apenas refleje los grandes intereses espirituales de su élite después Por el contrario, los mosaicos de la nave de la misma basílica romana tienen un
1
1, de la Paz de la Iglesia (es decir, problemas dogmáticos y cristo!ógicos), se debe a que carácter narrativo (figuras 39 y 40). El arquitecto ha forzado en este caso a los mosaístas
1, los artistas no tenían ninguna base para construir imágenes que ilustraran esas ideas, a presentar sus imágenes en paneles individuales, muchos de ellos mediocres desde el
1,,
nuevas y abstractas. Por el contrario, el precedente de la iconograBa imperial les punto de vista de la comp.osición, pero que ?.an la i~presión de una l:anda continua
í br:inda.bael medio de representar simbólicamente el poder de Dios. El objeto principal de imágenes que hubiera sido recortada con tijeras. S1 realmente se hubiera hecho este
de la imaginería no era, pues, necesariamente reflejar con fidelidad la experiencia recorte, el nexo entre tales mosaicos y los relieves de los fustes de columnas imperiales
cristiana en lo que ésta ofrecía de esencial, ya que, al parecer, tuvo que contentarse de Constantinopla (y sus modelos romanos) se habría reforzado aún más; resulta
con los precedentes iconográficos de que disponía. Las lineas maestras de la expresión sorprendente que en unos mosaicos de tema bíblico, las historias de Abrahán y de
iconográfica del cristianismo en esta época, cuando se trata de obras considerables y Moisés se hayan interpretado en términos de arte militar romano (véase más adelante).
espectaculares, procedían de vías bien conocidas por las artes oficiales.de los emeerado- Se diría que los mosaicos de Santa María la Mayor utilizaron convenciones de esos
res que -una vez decidida la conversión del Imperio-- hicieron del cristianismo la relieves {(pictóricos>} para representar el espacio: el procedimiento del plano único muy
religión oficial. elevado y el recurso a dos planos superpuestos independientes. Sorprendentemente,
La edificación de las columnas arcadianas de Constantinopla y la realización de ]os también puede encontrarse en los mismos mos~icos arquitecturas de palacio, arquitectu-
mosaicos de Santa María la Mayor en Roma permiten establecer un evidente paralelo ras que, si pertinentes para tem;is triunfales, no lo son cuando se trata, por i;-jcmplo,
que ayude a capta: mejor la unidad de dirección en las dos ram~s, ipualmente oficiales, de la vida de Moisés.
del arte de las capitales, la rama gubernamental y la rama edes1ásttca. Todo el mundo El examen iconográfico de los mosaicos de Santa María !a Mayor permite, pues,
conoce las columnas de Trajano y de Marco Aurelio en Roma, adornad;i.s con relieves comprobar la existencia de semt"janzas con los monumentos imperiales más contempo-
históricos, Estos monumentos triunfales del siglo II, extraños y onerosos, sólo fueron ráneos y célebres, semejanzas que brindan probablemente el mayor y mis sugestivo
copiados después una sola vez; hacia el 400, en Constantinopla, cuando Arcadio hizo ejemplo de esta ínfluencia, y revelan así la amplitud de lo que el arte cristiano tomó
elevar dos c?lumnas, análogamente adornadas, a la gloria de su padre Teodosio I y a de la iconogr:i.fla oriental. Al mismo tiempo ponen de manifiesto, por otra parre, lo
la suya propia. Aunque hoy están destruidas, las conocemos relativamente bi.en por los limitado que esta contribución foc en lo tocante a las ideas. Aunque las imágenes del
dibujos del Renac~iento o P?st~riº:'?s (figuras _36 y 37). ~eria difícil encontrar Ufl: ej_em- arco triunfal, que son únicas, expresen sin embargo algunas nociones religiosas intere-
plo más claro y smgular de 1m1tacion: dcspnes de tres siglos, un emperador cnst1ano santes, las mencionaremos sin detenernos mucho, en razón de la dificultad de su
hace reproducir, con grandes gastos, monumentos imperiales paganos que nada podfan int~rpretación; dificultad, no obstante, en la que hay que insistir, pues constituye un
ya rememorar en el momento en que se constn1ye esa copia en Constantinopla. rasgo común a toda imaginería excepcional. En Santa María la Mayor esa excepcionali-
Es fácil imaginar la impresión que tuvo que causar esta rcnovatio en sus contemporá- dad se debe a la dependencia de los mosaicos respecto a otro arte . .El arte triunfal de
r
n~os. En efecto, ~sta_scolum;1a~ sus basas rean~daban una tradición de representación los emperadores no estaba hecho para transmitir las ideas que los cristianos intentaron
visual de acontecimientos histoncos qne se habta ya abandonado desde el siglo 11: sus exp~esa~ a tr~vés de 61; su esf:1erzo en es.te sei:itido produjo a :eces alg.unas imágenes
niveles superpuestos describían episodios históricos o ceremonias simbólicas, escenas de s1grnficanón oscura (por <;¡emplo, la identidad del person;ue feme1~mo colocado a
de guerra y campañas militares con multitudes, paisajes montafi.osos y ciudades, todo la derecha de Cristo Niño en la Adoración de los Magos). Al arco tnunfal de Santa
ello con un sello triunfal y panegírico. Escenas de esta clase, formando ciclos enteros María la Mayor en ocasiones se le l!ama (erróneamente) (,arco efesiano», pensando que
en espiral sobre los fustes de esos monumentos, no debían ser corrientes. No hace falta el mosaico, realizado muy poco tiempo después dd III concilio ecuménico (Efeso,
esforzarse mucho para .imaginar_ eJ gran efrr:tn qiw 11ivin0rr ,::_e1e
prod~:::ir en '.:U.'; 431), se;·/;;,el 1.:::flc-ju
Jd duuu relativo a la Virgen adoptado en ese conciiio. Si fuera
contemporáneos. Prueba de ello es, en mi opinión, una gran obra cristiana de Roma, cierto -lo que está muy lejos de ser el caso- que con los mosaicos de Santa María
los mosaicos del arco triunfal de Santa María la Mayor (figuras 38 y 41). !aMayor se intentaba expresar ese dogma, tales mosaicos demostrarían que la iconogra-
. Estos mosaicos., manifiestamente inspirados en el arte triurifal, se realizaron bajo el fía derivada del arte imperial era incapaz de expresar ideas teológicas del nivel de las
remado del papa _Sixto~II (432-440), po:o después del 43.0, más de veinte años después que se diséutían en los concilios. Pero seguramente no es lícito buscar ahí intenciones
de las columnas 1mpenales de Constantmopb. Los mosaKos del arco ante el ábside no teológicas.
representan los episo9ios de una historia continua, sino escenas aisladas, ordenadas en En cambio, las imágenes cristianas de inspiración triunfal (figura 38) conseguían
niveles superpuestos.' La elección de los temas y su disposición no responden a la siempre: y muy bien, e.xpresar el poder,. de Díos: como la iconogra~ía imperial había
continuidad cronrilógica de los acontecimientos, pero apoyan una demostración icono- proporcionado una sene de temas y esquemas evocadores de la idea de poder, la
gráfica. Desde este punto de vista, esos mosaicos son par<"jos a los relieves de la basa adaptación de cada 1;1110<leesos. ~em_a,~ conve?cionales a tm marco cristi~no fue bastante
de la columna de Arcadio, donde composiciones similares, en niveles superpuestos, fácil. Entre los motivos de la s1mbohca oficial, los autores de los mosaicos del arco de
forman también un conjunto iconográfico de tema único. En ambos casos, se trata del Santa María la Mayor utilizaron el de la composición en niveles superpuestos: el más
poder supremo, el de Cristo o el del emperador, expresado según las convenciones elevado acogía a los signos abstractos del poder supremo, el siguiente estaba ocu¡,ado
iconográficas de la monarquía romana. por el Emperador y sus dignatarios, y los inferiores -o el inferior- por los extranjeros
54 Antigüedad 2. La asimilaciónde la iconografía w11tempor,foea 55

que reconocían el r-:oder_ del monarca con aclamaciones y ofrend~s de regalos, mientras representa contactos pacíficos con extranjeros. En otros mosaicos, un jefe de Israel
q~e. en la parte mas baJ1 del panel se representaba a los enenugos del Estado como sentado en su trono recibe a los enviados de una tribu vecina como un oficial romano
pns~oneros enca~ei:ados. _El gran mosaico de este arco triunfal está compuesto, pues, re~i~irfa a los representantes de un pueblo conquistado, tal como aparece en 1-• s relieves
s~gun ese croqu1S rmpe~·1al:el tr~no está situado en la cima y centralmente como nuluares, También se ven ahí los vientos, personificaciones de lugares o de ríos, o
s11?-1bolo del poder de D10~en el cielo, reservándose el primer nivel para el reconoci- mensajeros celestes (victorias) que intervienen en los asuntos humanos, personificacio-
~1ento de la realeza de Cr~to por su pueblo (los hebreos y los romanos); en el segundo nes que se encuentran también en los mosaicos de Santa María la Mayor.
ruvel, los soberan?s ~xtranJeros ?frecen rega_l<:1s y homenajes a Cristo Niño. Más abajo, Lo que la imaginería militar ofrecía a los iconógrafos cristianos solía ser inutilizable
en fin, se colocan imagenes relativas a la hostilidad y derrota del rey enemigo, Herodes. en los programas corrientes del arte paleocristiano. Su efecto se deja sentir sobre todo
El pas_odel 11:odelotriunfal a la reproducción cristiana es aquí manifiesto, lo que en las ilustraciones muy antiguas de manuscritos de los libros históricos del Antiguo
nos pe_nmte, gractas tambié:1 a algunos casos análogos, extraer la lección de tales obras Testamento, las que datan del siglo V. A juzgar por las copias medievales, las ilustracio-
co_n_vistas a nuestro estudio. La naturaleza de esta lección es inequívoca: para los nes <le los Sat1:1osruvi~ron en _esa época_igual fuente de inspiración, lo que no es
cnst1anos, las espléndidas imágenes del arco triunfal de la iglesia muestran a todos los sorprendente s1 se considera la unportanc1a de los temas de batalla y de los actos de
~~pectador~s la omnipotenci~ de Dios y de Cristo. ~mnipotencia que se extiende del violencia que figuran en el texto.
cielo a !a t1en:a y, sobre la tierra, engloba al Impeno y a los países bárbaros, es decir, I Iay que señalar muy especialmente un terreno de la iconografía cristiana que
~ t?do el ~m_v~rsohabitaJo. Los art_istas cristianos r~alizaron todo eso integrando depende totalmente del arte oficial romano: la iconografía de los tribunales, juicios,
'.~agen~s lustoncas, sacadas de las ~enturas, y algunos signos abstra~tos en un lenguaje cond~nas y ejecuciones. Como la función judicial era una prerrogativa del poder
1conogra~co 9ue todo_scomprend1an. Naruralmente, este lenguaje resultó también político, el emperador o un magistrado que oficia en su nombre preside las escenas de
capaz de msptrar creactones más específicamente cristianas, creaciones más ambiciosas juicio; se !es ve procediendo al interrogatorio del prisionero, condenándole a un castigo,
también desde el punto de v!sta de las ideas: volveremos sobre esto más adelante, ya corporal o de otra clase, mientras que sus agentes conducen at acusado o al condenado
q_uepor el momen~o nuestro mterés se centra en el recurso ·al arte oficial y su importan- vigilan la puerta de su prisión, le golpean o le cortan la cabeza. Las escenas de juici~
cia para la fonnac1ón de la iconografía cristiana. son frecuentes en los sarcófagos de magistrados romanos, aplicándose el mismo esque-
El repertori~ estrictamente imperial, que sirve de marco a las diferentes imágenes m~ i_conográficoal juicio de Salomón que al de Daniel, o a los de Jesús y los mártires
del poder de Cnsto,_puede ser el único que se asocia al arte oficial del Estado Romano, cns~anos. Se trata de una fórmula estandarizada de la que se pueden ver ya diferentes
Al comenzar por discutir relieves de las columnas triunfales históricas hemos hecho verstones en los fr_escosde una casa romana bajo la Farnesina (frescos que están ahora
hincapié e1~las rep_rese~1t_acionesdel poder y su significación para la icon~grafía cristiana en el Museo Naz1onale Romano, de Roma), donde en las escenas de juicio se hace
de la omn1pote11~1a_ dtvma {figuras 39, 40, 42 y 43), Pero lo que estos relieves nos intervenir a figuras mitológicas.
muestran ~o se hrrut_aa este aspecto estrictamente imperial. En el arte de los temas judiciales, la escena de la ejecución por decapitación es
Los fnsos esculpidos de escenas militares tuvieron también influencia en el arte probable11:ent: contemporánea. Esta clase de imige1;1esde las ~alumnas i_mpe~i~lesson
cristiano: escenas bíblicas de los mosaicos de Santa María la Mayor fueron concebidas \as que m.a.sdir~ctamente prefiguran las representaciones cornentes de eJecuc10n en la
según los esquer:1a~de escenas rnilitares de las col~mnas ro_rnanas.Este tipo de imagen 1~onowaffa hagiográfica cristiana: figuras que indudablemente proceden de la imagine-
n_~c~m1prende '."1lllcamenteescenas de batalla, smo también representaciones de los na t~mnfal, ya que es aquí donde suelen figurar -para glorificar los hechos del
CJerctt~s Je 1~ fronteras en s_itiosde ciudades fortifi~adas_o de contactos pacíficos con (;pac1ficadornejército romano- las imágenes de ejecución, puesto que las decididas
extrany:-¡os. Com()_e-nlos rehe_ves.de .b.s cclumnJ.S b~tén::a~, en bs mo~aico5 ,:;jéc:.:,1Lu~ por 1!!1_ tribu.!1~!ordU,a.ri.ot!O er:1:1dign:1.Sde ser representadas. La aporta.:iórr cristiana
Y pue?los se desplazan en multitudes mm.pactas, multitudes que -y esto suele olvidar- a este modelo es particularmente sugestiva porque ilustra una ,mrntacióm en la signifi-
se f~ctlmente- _representan tanto a los egipcios como a los hebreos: de hecho, siempre ca~i?n de un término imitado que, más allá de una posible tergiversación del sentido
se t1ene tendenua a ver alú legiones romanas en lucha con los bárbaros. Tanto sobre origmal, invierte completamente su significación. Mientras que el Estado Romano
los mosaicos como sobre las columnas, frecuentemente aparecen ciudades fortificadas. propagaba esas imágenes para glorificar al magistrado y al militar que, al cortar las
En ?t,ras esce~s de Santa María la Mayor (figuras 44,_45, 46 y 4 7), los jefes de Israel, cabezas, establecían el orden romano, imagineros cristianos utilizaron los mismos es-
Mo1ses, Josue, etc., 'l"Parecensobre montículos, donunando así a la masa del pueblo l}Uemasiconográficos para exaltar la memoria de los supliciados y proclamar la iniqui-
he~reo. En los relieves romanos de campañ~s, militares, el ~mo esqu~ma sirve para ?ad ~e los representantes de ese .Estado. Los primeros ejemplos de estas imágenes que,
designa~ al emperador; al general, al centunon o a cualquier otro ofici.al romano; el msp1radas en las prácticas y el arte del gobierno de Roma, sirvieron para condenarle,
personaje suele aparecer en una colina o sobre un podio para arengar a los soldados, surgen antes de la Paz de la Iglesia. Tres mártires anónimos, de rodillas y con los ojos
como Josué ordenando a.l sol que interntmpa su curso en uno de los mosaicos de Santa vendados, dispuestos a recibir el golpe Je esp.;idadel verdugo, aparecen representados
-!v1arfala Mayor. La imagen que muestra a Abrahán montando un caballo de combate, en los muros de una muy pequeña wn{essio de la iglesia de San Juan y San Pablo en
1gu~l que ~n general rom~no, y al encuentr~ del predicador Mel9,uisedec, que le espera el Aventino de Roma. En varios sarcófagos romanos del siglo IV aparecen San Pedro
a pie trayendo!e pan y vmo, pertenece al b.po de escen..,sdel mismo repertorio, pero y San Pablo, separadamente, en escenas de sus juicios (en esta época no se representaba
2. La asímilaciónde la iconogr,ifíacontemporánea 57
56 Antigüedad
idea de su alcance y de sus programas iconográficos. Sucede que un grupo de temas
todavía el suplicio mismo). Estas im~Senes de la pasión .d~,los ap~stoles_son tratadas pertenecientes ~ las o_rnamentaciones. de las ciud~d~s romanas sirve de modelo a una
de manera muy esquemática, y es posibleque esta tmprecmon refleje la dificultadpara categoría peculiar e importante de unágenes cnst1anas; como tenemos la suerte de
los cristianos de aceptar la inversión conceptual de la que hemos hablado: . poder observar el punto de partida y la. c?nclusión de esta rama_ iconográfica, será
Puesto que el arte tradicional había representado condenados y suphc1~dos para interesante valorar la parte puramente cnst1ana de esas representaciones.
hacer hincapié en sus crímenes contra la sociedad romana, tuvo que transcurnr mucho El punto de partida es un mosaico del pavimento de Cartago, procedente del
tiempo para convertir la imagen sagrada en tm testimonió de simpatía hacia quienes dominio de un propietario representado e identificado como (<Do.min~tsJuliu~,>.El
ocupaban el antig:10 Ii.:gar del enemigo. Esto ~s lo que a_m:nudo se ha afirri:iad?_Pªra mosaico muestra la mansión del dueño, en el centro, y los prop1etanos, mando y
explicar la ausencia primero, la escasez d~spu~s, de las 1magene_s de la cru:1~x1~n de mujer, abajo, Están rodeados de esclavos. Uno de ellos enseña a su dueño un rollo
Cristo en la Antigüedad Tardía, y la med1ocndad de las que existen. La h1potes1s del marcado con su nombre. Pienso que se trata de un acto de venta o de un documento
viraje moral no es de rechazar, pero es más difícil de probar por la iconogr~fía que en equivalente certificando los derechos de Julius sobre el dominio. Alrededor de su esposa
los casos de escenas de decapitación. En efecto, no se conocen representaciones de la otros esclavos con joyas y viandas nos recuerdan sus riquezas. En el vértice hay una
crucifixión de condenados a muerte por el poder civil romano, mientras que los re_lieves personificación femenina, con una gallina a sus pies y polluelos ante una jaula, posible
militares de las columnas imperiales romanas muestran, en el marco d?l arco triunfal símbolo del hogar. Dos esclavos se aproximan presentando los productos_ del dominio,
imperial, escenas de decapitación de los enem~gos del Esta~o, proporciona:i<lo así l~s y en los cuatro ángulos del panel figuras arcaicas personifican las cuatro estaciones y
c:iterios indispensables de comparación con las unágenes hag10gráficas del mismo supli- sus labores. En fin, a cada lado de la morada, que constituye el centro de la composición,
cio. aparecen representadas !a preparación y la vuelta de la caza, diversión favorita de la
Cierto que los temas y esquemas mencionados no son los únicos 'que pasaron del nobleza n1ra!.
arte oficial romano a la iconografía cristiana.. En algunas ocasiones, y según medios Fl mosaico representa un dominio perteneciente a un propietario particular, con-
variados, muchos otros dspectos de es:e arte proporcionaron modelos a l?s iconógrafos vencionalmente representado por medio de diferentes tem1s agrupados de manera
cristianos después de la Paz de la Iglesia. Pondremos brevemente de mamfiesto algunos precisa: en el centro, la casa, símbolo de b posesión de Jnl~us; vueltos hacia ella.:,,los
de éstos con ocasiórt de los retratos cristianos: en efecto, algunas categorías de estos portadores del frnto de sus cultivos, del que pueden verse va_nosd~talles; y acomp~nan-
retratos adoptan directamente los esq:1emas en uso para, los retra!os. de J?sdignatarios doles, en los cuatro ángulos dd panel, las cuatro escenas s1mbolrzando las estactones.
del Imperio, mientras que otros se denvan de ellos a traves de la asmnlac1on o de la ana- Es decir, se representa simbólicamente una propiedad en su extensión y su riqueza,
logía. por las ocupaciones de sus habitantes y el movimiento eterno del tiempo. Ha~ que
Aparte del arte del Estado Romano (que hace referencia al em¡)erador, los magistra- conservar también en la memoria el tema de la gallina y los polluelos, que constdero
dos, el ejército y sus respectivas actividades), otros t~r~enos de a icon?grafía_, 1.náso un símbolo dd hogar.
menos ctrcunscntos en el marco del arte romano, smn1mstraron a los artistas cnst1anos, Aunque en los mosaicos de pavimentos cristianos de Africa del Norte y Bu.ropa
en el momento de la Paz de la Iglesia, elementos útiles para el vocabulario iconográfico raramente aparezcan figuras, muchas iglesias del Oriente griego y semítico de los siglos
que en esa época estaban elaborando. Señalemos, P?r ejemplo, la icono_grafía, limitada V y V! contienen mosaicos-alfombra de imágenes alegóricas (figura 48). Lo_que es
pero no desdeñal:le, procede~1te sobre todo ?e ~asctucb.des o las pob!ac10nes rurales de verdad también para las sinagogas de esta época en Palestina. La :nayoría ~le}osejemplos
los grandes propietarios de herra, que reíle/a sm duda sus g1;1stose ideas. . conocidos se encuéntran en Tierra Santa, Líbano comprendido. Casi siempre, una
La. primera iconograf> cristiana, la de os ciclos foneranos y la de las pmtura.s de ornamentación de foiiaje de viñedos se destaca sobre un sucio blanco donde aparecen
Doura, frnto tai vez éÍt:·,. :e competencia con el arte de la sinagoga, es uu arte profunda- también figuras humanas y animales. L~ comparación con monumentos islámico5.más
mente urbano, un arte ,:iudadano que lleva la huella de los gustos e inquietudes de la tardíos de la misma región denota el ongen probablemente profano de esos mosaicos.
población de las ciudades de la l ñtigüedacl tardía. La ico!1ografía cristiar.1ainspirada En efecto, las mismas fórmulas esenciales se encuentran también en dos frescos del
por el arte imperial procede de i·:1.odeloscreados por el gobierno del Impeno Romano, siglo VIII de dos palacios omeyas diferentes: en Qasr el Heir, los follajes con fig1:1ras
en uso sobre todo en su territorio y en todos los medios sociales. Pero ariado del poder y, en el centro, una personificación de ~atierra, así como una escena de caza y r1:ús1cos
central y de la masa de la población nrbana estaba la poderosa clase senatorial, la de en Kasr'Amrah, entre las volutas de hojarasca se guarnecen bustos humanos, anunales,
los grandes propietarios de tierra, particulannente influyente en Sicilia, Africa del Norte músicos y danzañtes. En el segundo ejemplo, la composición se. extiende so~re una
y Siria, y, en general, en todas partes donde había latifu:1dia .. En al_gunosca~os,.p~rece bóveda: a finales de la Antigüedad, los temas de !as ornamentaciones de pavnnento
que en las viviendas de esos muy ric?s .Ypo<lerosos.rrop1ct,anos se mstalaron cns.t1a~10s solían ser los mismos que los de las bóvedas y los techos. .
y, por tanto, que el arte de los do~nios de esa a~1stocran~ r~mana haya conti:1bmdo Algunos pavime1itos de iglesia_presentan n_na~elccci,ó:1más o me1;os libre de moti-
más de lo que generalmente se adtrute al repcrtorn~ de las 1magenes .. Los ~osaicos de vos entre los mencionados más arnba. Otros son s1stemat1cosy a traves de ellos pueden
pavimentos descubiertos en un gran número de cmdades'. y la c.ontmua:=1011 ele este captarse los eslabones de la cadena qne les une al mosaico del señor Julius de Cartago.
arte en la ornamentación de las bóvedas de los no menos anstocrát1cos casttllos omeyas En el centro de varios de esos mosaicos (la parte que en el de Carta.go representa la
de Siria, así como varias otras series de monumentos no tan importantes, nos dan una
2. La asimilaciónde la iconografíawntemporáuea 59
58 Antigiiedad

morada del propietario del dominio, córonada. por una personificación de la casa) figura de evaluación de los elementos cristianos de esos mosaicos alegóricos no reside en la
una personificación de la tierra, marcada con una inscripción. Dos personajes le presen- determinación de lo que en esas imágenes es religioso, sino en el descubrimiento de
tan cestos de frutas, lo que recuerda de nuevo otro rasgo del mosaico de Cartago, los las significaciones precisas de las alegorías. Se sabe que a finales del siglo VU (concilio
portadores ~l;ofrendas, que las tie1;-denhacia la «casa». .En algunos mosaicos palestinos de_l?95), los griegos bizantinos renunciaron a las alegorías en las representaciones
figura tamb1en la escena de la gallma con sus polluelos y, cuando están completos, se cnstJ.anas, por la concreta razón de que la sombra de la verdad, afirmaban (se referían
observa el contraste entre la seguridad que la mamá gallina asegura a sus polluelos y a las alegorías y a los acontecimientos de! Antiguo Testamento), no es ·nunca tan útil
los p~~igr?s ~mTidos por el gallo, víctima del zorro. En .estos mismos mosaicos se ven como la verdad misma, es decir, los acontecimientos que siguieron a la Encarnación.
~mb1cn 1magenes del trabajo en los campos o en el Jardín; y aunque no conozco Después de una breve aparición en el siglo VI entre los cristianos de Oriente, la
rungún caso en que estén ensamblados según d ritmo de las estaciones, mros pavimen- iconografía alegórica más arriba estudiada acabó, pues, desacreditándose, y finalmente
tos palestinos presentan personificaciones de estaciones y meses, mostrando así que se abandonó, poco después de la invasión árabe de las provincias orientales del Imperío
todas_esas ornarnentaciones son más o menos semejantes. La escena de caza, que aparece cristiano, en el siglo VI!.
también en el mosaico de Cartago, viene a veces a añadirse a los trabajos en los campos.
Las versiones cristianas de estos pavimentos palestinos dan a la caza un carácter particu-
lar: en lugar de matar ta pieza, los cazadores parecen contentarse con rechazar a los
animales. Se diría que la intención es mostrar la defensa del hombre contra el animal
salvaje, idea que se asociará con bs imágenes de animales domesticados que figuran
en lo~ mismos conjuntos: animales que se alzan al son de la flauta, o ensillados y
embndados. El tema de esos pavimentos de iglesia pasa a ser, por tantd, la tierra y las
oc~paciones del hombre que la cultiva y la defiende contra los animales salvajes. De
la imagen convencional de un;i fracción de la tierra (la de__ un dominio real y privado),
pas~mos ahora a una repres~ntación no m~nos c::mvenciona_l,_si,pero transformada, de
la tierra en general, de b tierra en que rema D10s, el domm10 por donde se extiende
la actividad de la. Iglesia.
Para expresar esta idea por medio de la imagen, los cristianos orientales tomaron
un m.odelo del tipo del pavimento de Cartago, modificándolo en diversos aspectos,
p.or eJe1:1pto,sust1tuy-;ndo la yu.xtaposición de numerosas pequeñas _escenas(co1:10 en
los pavltnentos dd Gran PalaC10de Estambul) por un entrelazamiento de hojas de
parra. Las volutas de parra sirvieron de marco para representaciones independientes
entre sí, pero superpuestas en filas casi regulares, que invitaban al espectador a conside-
r~rlas independientemente de los follajes como una imagen única repartida en varios
ruveles, Y es así, desde luego, como debe mirarse el mosaico del señor Julius, donde
las escenas aparecen, no obstante, sin el marco de los pámpanos de viñas.
Al comparar el mosaico de Cartago con los de Madaba y del monte Nebo ( o monte
Pi.>gah) se pu11e <le mauiíiesco hasra qué punto la imagen simbólica profana de un
do1;llnio terreno )articular se convierte, en manos de los cristianos, en la imagen de
la tierra. en g~nera e incluso en la de la tierra ideal gobernada por Dios. Las posibilidades
de,esl~ n::nagmería alegórica_para la interpre.tació~ de la.sverdades cristianas eran todavía
mas lunnadas que los medios que el arte 1mpenal bnndaba. Pero el arte de las villas
de los grandes propietarios provinciales ha contribuido, sin embargo, a la expresión
del tema de la tierra: apacible y en calma bajo el reino de Dios, Este tema tuvo un
ci~rto éxito a finales de la Antigüedad, quizás sobre todo en Palestina y en las provincias
onen~ales del Imperio,' donde vino a coincidir con el de la paz mesiánica esperada, un
tema Judío fundado en las profecías del Antiguo Testamento. E.l motivo de los animales
rechazados corno hostiles por el hombre desde el pecado original, pero cuya vuelta,
ya domesticados, está asegurada cuando venga la paz, pertenece a este tema.
No discutiremos aquí la cuestión de las representaciones narrativas. La dificultad
SEGUNDA PARTE
Prefacio

En las páginas anteriores hemos intentado definir las bases más generales del voca-
bulario iconográfico paleocristiano y sus elementos constitutivos fundamentales. Para
captar su sentido, hemos analizado las primeras obras cristianas en el terreno de la
imaginería y las antiguas representaciones cristianas ímpiradas por el arte romano oficial
y sus derivados. Estas dos aproximaciones, en coajunto, permiten medir lo que el
antiguo arte cristiano debe a los términos iconogr_áficos de la imaginería corriente y
lo que debe, después de la Paz de la Iglesia, al arte apoyado por los emperadores y la
Administración del Imperio y que, por eso mismo, llegó a gozar de un gran prestigio.
En los dos capítulos de esta segunda parte de nuestro estudio, consideraremos las
imágénes cristianas bajo otro ángulo, Aislaremos sucesivamente dos importantes cate-
gorías de temas --los retratos y las escenas narrativas fundadas en las Escrituras-- con
objeto de poner de manifiesto sus orígenes y examinar sus relaciones con el arte que
las rodea, Un método tal presenta ventajas indudables para un estudio histórico cuando
afecta a tipos de imágenes netamente definidas y representadas por un número suficiente
de ejemplos. Mediante la comparación de obras de la misma familia, paganas, profams
o cristianas, podremos deducir lo que hay que atribuir a la invención o a la interpreta-
ción de los imagineros cristianos.
Veremos que se pueden sacar conclusiones particularmente claras e interesantes de
k,5 r':"tGtos, debido j!!st:i:nentc ::,b mu-y segura cksificación que en este caso se pudt:
hacer, sean individualizados o pertenezcan a una cierta variedad tipológica. En el
análisis de las escenas bíblicas resulta más difícil extraer conclusiones de interés general.
Una escena só!o pertenece a la historia sagrada si está relatada en los líbros de los dos
Testamentos: sin embargo, el número y variedad de los temas bíblicos posibles son
evidentemente inmensos. Incluso la parte más importante, la historia de Cristo tal
como se cuenta en los Evangelios, ofrece tantas posibles opciones de temas a partir de
las Escrituras (selección que, por lo d_emás, se ha hecho) que queda excluida una
clasificación rigurosa de las escenas sacadas de estos textos sagrados; la comparación
con imágenes profanas o religiosas-paganas -es decir, mitológicas-- es aún menos
instrnctiva,
Para encontrar un terreno estable en el qt1e poder asentar comparaciones, de la
masa de escenas bíblicas he elegido las que pe_rtcneccn a ciclos de tipo definido y
aquellas (a veces !as mismas) a las que. por su localización, puede suponerse una función
Capítulo 3
El retrato

Este capítulo tratará del tema general del (ffetrato1> paleocristiano. Lo estudiaremos
clasificando representaciones y documentos escritos en categorías que, en este caso
concreto, se definirán principalmente por !a funóón de los retratos que tengamos que
analizar, función que aparece a su vez determinada fºr dos factores esenciales: el rango
y la posición social de la persona representada, y e uso al que se destinaba el retrato.
Es evidente -y esto es de primordial importancia- que trataremos siempre y exclusi-
vamente del retrato, conoci,lo como tal, en b. época y en el medio que produjeron bs
imágenes crístíanas; se tratará, pues, de Ímágenes-retrato específicamente cristianas,
pero también de imágenes contemporin,::as nu cristianas, cuando por una u otra razón
éstas pueJan ayudarnos a comprender mejor los retratos de esos creyentes.
Como ocurre en nuestros días, hay una clase particular Je retratos antiguos, de uso
familiar y privado, donde todos son muy semejantes entre sí; servían para recordar los
rasgos de la persona y es facil imaginar las razones y ocasiones que había para realizarlos .
.Estos retratos privados po<lfan representar personajes aislados, o grupos, o varios miem-
bros de una misma familia. Observados desde un punto Je vista esencial para su estudio,
pueden diví<lirse en dos categorías. Al restituir los rasgos físicos reales de una persona,
cada retrato se convierte en un recuerdo silencioso; es, pues, muy naturalmente una
obra conmemorativa .. Lto es cierto para la m::i.yorparte de los rerratos de vivos destina-
dos a los vivos, pero quiere decir también que el tema anístico del retrato se extiende
evidentemente al vasto ámbito <le! arte funerario: retrato del difunto destinado al vivo,
o retrato del llifunto colocado al lado de su cuerpo, para su vida en el más allá .. E!
retrato privado constituye, por tanto, una amplísima categoría, que, por lo demás, no
ha dejado nunca de cultivarse.
A estos retratos de familia, activamente cultivados durante los últimos siglos de la
Antigüedad, vienen a añadirse otra clase de obras, de igual ímportancia. Se trata de
retratos públicos, destinados a ser vistos. por todos, o por b fracción de h. sociedad a
que pertenece d retratado. Las razones que justifican un encargo de este tipo de efigie
pueden también responder a una iniciativa pública, la de una. comtmidad rdigiosd o
profesional, la Administración del .Estado, d Ejército, la Corte, etc. Según la función
social dd retrato, la propia irn::igeu tiende a identificar al o a los personajes representados
como rrúembros de tal o cual grnpo, corno agentes de la Administr::ición, magistrados,
oficiales, emperadores. Cuando su finalidali va más allá del simple parecido físico,
62 Antigaedad
Prefacio 63
religiosa particular. Estos datos suplementarios -composición de los ciclos y función
elegían en función del IUgar o del objeto en que se hallaban. Este aparente lugar común
de las imágenes- nos ayudarán a veces a precisar lo q_ueen otros casos podría resultar
incierto: de hecho, harán posible el descubrimiento de los primeros pasos de la creación nos ayu~~á a distinguir l_asr:i-zonesde quie_nescrearon tales imágenes (razones .relativas
a la func1on, lo que esta lejos de ser el simple deseo de establecer una eqmvalencia
de las imágenes narrativas cristianas de las Escrituras y la determinación de las fuentes
de inspiración de sus realizadores. visual con el texto), así como los usos particulares que se adoptaron para esas obras
con funciones especiales.
La elección del retrato y de escenas na.rrativas procedentes de las escrituras podría
sorprender en un estudio de este género. Se podría pensar- que en estos dos ámbitos,
el imaginero estaba libre de toda influencia de una religión anterior y que se guiaba
solamente, bien por la apariencia física de los personajes cuyo retrato hacía, bien por
el texto de las Escrituras del que daba un equivalente pictórico. Esto ha sido -y
todavía sigue siéndolo- tácitamente admitido: de ahí que el retrato cristiano y las
escenas narrativas tomadas de· las Escrituras raramente hayan sido objeto de estudios
comparativos que sobrepasen el ámbito cristiano. Una suposición tal es sin duda erró-
nea. Lejos de ser excepciones a la regla general, estos dos tipos de imágenes llevan
como los otros la huella de diversas influencias de los usos artísticos corrientes, com-
prendidos los esquemas iconográficos comunes del momento. Nuestras conclusiones,
aunque presentadas con precaución, descartarán o reducirán notablemente el peso de
la opinión que tiende a considerar todas las imágenes bíblicas como ilustraciones directas
del texto del Antiguo o del Nuevo Testamento. Cabria pensar naturalmente que el
fin de las imágenes narrativas era ilustrar los textos, puesto que constituyen la imagine-
ría de una religión revelada, y la revelación está inscrita hásta siempre en las Escrituras.
Con lo cual todo el arte cristiano sólo sería un equivalente visual de la revelación
conservada verbalmente en los libros santos.
Mas los monumentos no confirman esta visión, por natural que a priori parezca;
o, al menos, invitan a considerar la expresión iconográfica de temas narrativos cristi.anos
como algo que no es ni principal ni tampoco exclusivamente una ilustración directa
del texto de las Escrituras. La validez de esta aproximación ha quedado demostrada
por el examen sistemático de las pinturas de los manuscritos más antiguos de los
Evangelios, y de escenas bíblicas aisladas o agrupadas en ciclos, que adornan monumen-
tos o pequeños objetos del primer arte cristiano.
Podría pensarse que el lugar lógico inicial para imágenes que representan d equiva-
lente visual de un texto está entre las ilustraciones de los manuscritos de los Evangelios.
Ahora bien, los más antiguos de esos manuscritos no ofrecen ningún ejemplo que
con.fo:mc esto. Tin su lugar se encuen.tr<1.11Lien irnigcúcs-~ig11uy_ucevocan por alusión
un episodio bíblico, bien imágenes narrativas pero que interpretan o comentan una
historia evangélica. Igual que las imágenes de temas bíblicos en la Antigüedad tardía,
primero sobre los muros de los hipogeos, más tarde en las iglesias, los sarcófagos, el
mobiliario litúrgico, las tapas evangeliarias, o sobre cajas de medicamentos, o en amule-
tos, veremos que las de esos manuscritos casi siempre forman parte de la categoría de
imágenes-signo, qu~ hacen reflexionar, pero no describen. Los pocos acontecimientos
evangélicos elegidos-por esas imágenes muy esquemáticas no implican que el imaginero
haya tenido que consultar el texto de las Escrih1ras para realizarlas (de hecho, todos
los cristianos debían conocerlo); para que fueran comprendidas por las masas a quienes
se destinaban, según autores de la época (como Gregario el Grande), el pintor tenía
que basarse en la poca información capaz de hacer reaccionar a esa's masas. Veremos
que las irnágenes de esas categorías -imágenes-signo e imágenes narrativas- se
66 Antigüedad 3. El retrnlo 67

como en los retratos privados, y se busca identificar a un hombre socialmente con otra religión se ha~ía vinculado hasta tal punto a la evocación por la imagen de todos
ar~e.glo a su clase, profesión y lugar en una jerarquía, ofrecen la particularidad de a~1udlos que h~n sido los grandes ~eles_de ~ios a través de los siglos. No obstante,
utilizar un gran número de coordenadas: accesorios característicos, trajes, actividades esas ~epr~sentac1onesde los personajes lustóncos ~retratos en el más amplio sentido
típicas o cualidad de los personajes Gueces, poetas, apóstoles) a cuyo lado aparece el re- del terrruno-;- carecen e;1 general de aquello que, con algunas excepciones, permite
tratado. en _nues~ros.~1as caracter~ar a un retrato: la búsqueda de una semejanza física y los
Dentro de esta categoría, las intenciones de los responsables del retrato pueden detalles mdtv1duales ~rec1sos que definen el rostro de la persona representada. Cierto
vari~r y, al variar és~as,can.ibiatambién la función de las imágenes. Los retratos públicos que no c~:10cemos tu los rasgos de Jesús, ni los de la mayor parte de los santos. La
pod1an ser de :uso funerario, o al menos colocados en el lugar de la sepultura. Puede comparac1~n de dos o t7es «:e_tratosi). de esos.personaje~ e1: ~onumentos antiguos basta
encontrárscles también en las paredes de ciertos edificios públicos, en el mobiliario, en para demostrar que su tipo fmco esta demasiado poco md1v1<lualizadopara que puedan
objetos de uso especial ligados a la vida publica -arcos triunfales, columnas, mobiliario corresp?nder ª.una cara r~al y ':!ue, a~~mis, cambia de una obra a otra; parece, ues,
de los tribunales o de las oficinas-, en el vestido de los funcionarios públicos, dignata- ~or:1.o_
si los artistas no tuvieran 1':tenc1on de reproducir la verdadera apariencia Je un
rios o militares y en la armadura (cascos y escudos) de los soldados. mdtv1duo dado. Pongamos, _por ejemplo, los retratos de los papas de San Pablo Extra-
Podría uno preguntarse qué ventajas se pueden obtener analizando esta masa de m~1ro_s,,en Rom~: ~iay ~qui decenas de ellos, _per~, desde siempre, lo que permitía
~ocut1;1entosrelativos a los retratos grecorromanos, privados y públicos, de la época prmc1palme~1ted_tstmgmr!o~eran los nombres mscntos al lado de sus efigies.
unpenal, y que en su mayor parte no tienen nada de cristiano, en una obra dedicada ¿Por, que razon los c~1st1anosse mostraban tan indinados a multiplicar los relatos
a la iconografía cristiana. Este análisis resultaría superfluo sí, como a veces se sigue d~ los heroe~_de.sufe, olv1dand? lo que pa~eceser su característica esencial? La respuesta
todavía creyendo, una efigie de retrato no tuviera otra fuente de inspiración que la hay que bus~arta en la men~ahdad de quienes fueron los autores de esas efigies, y en
apariencia física del personaje que pretende evocar. Cierto que en la época moderna, la d~ su_sc_h.entes,que debieron ver ahí algo diferente al recuerdo de una exacta
especialmente en el siglo XlX, este tipo de retratos se ha realizado a veces. Pero no ~rnencta fis,1ca~el~-persona rep~·~seutad~.Nu:stro análisis aportará, por tanto, algunos
siempre ha sido así, y parcicnlarmente durante el período que nos interesa. Cada retrato, e en:ientos de respuesta a la cuestton: ¿que ped1an a los retratos los cristianos de la Baja
Antigüedad?
o casi cada retrato, llevaba entonces la señal del tipo concreto a que pertenecía en razón
de la identidad del tema, el uso al que se destínaba, las intenciones que subyacían en .Y, en primer. lugar, ¿Jebemos !!amarlos retratos? Pienso que sí, puesto que !os
su realización, etc. Los retratos paleocrístianos comparten esta característica con las antiguos los consideraban como tales: su nombre está inscrito al lado de la efigie, sin
efi.g~espagana~ y laicas que le s~n contemporá1,1eas:como ellas, estaban conceb_idosy que. se te!1ga en cuenta el carácter a menudo sumario dd boceto dd rostro. El nombre
realizados segun los usos de la epoca. Al erudito que busque comprender meJor bs !~~ t1e1~t1ficacomo retrato. Rdatos hagiográf!cos, a veces muy antiguos, revelan que
condiciones en que se crearon las primeras efigies cristianas le conviene estudiar los ~s,<s1:nagenes, que nos parecen tan poco precisas, bastaban a sus contemporáneos para
métodos y convenciones aplicados a la creación del retrato romano a principios de ident~ficar.al santo t1ue se les aparecía en un sueño o en una visión. Este testimonio
nuestra era. Encontrad. ahí la clave Je nmchos Je los rasgos del retrato paleocristiano de la 1dent1daJde un santo establecido con referencia a una imagen vista anteriormente
y_p~drá explicarse así algunas de sus particularidades, particularida.Jes que a veces ni es .muy frc.cueute ei:i Ia hagiografía. Los primeros ejemplos que conozco datan de la
stqmera observaba, por falta de un examen atento de las obras roillanas corrientes de pnme_rarmtad del s1g!~ Vll (San Cir, San Dernetrio), es decir, de un período que nos
la misma época; llegará a esa explicación determinando sobre todo la categoría a que ha dejado retratos particularmente esquemáticos.
pettenece el retrato cristiano considerado, que establecerá por analogía con _retratos En b categod~ ;=fe.r~trat~s, _hayque incluir también imágenes que no se preocupan
1.n~cho de l~ ~esc:1p~1l~n plas~~a del rostro, pero 9ue buscan sin en.ibargo poner de
pagan~s anteriores y contemporáneos. Así, podrá reconstruir el camino seguido por el
autor del retrato cristiano, partiendo de los esquemas típicos de la época, y deduciendo leueve ~n ra~go md1v1dual. 1:1 arte de nuestro t¡ernpo suele mamfostar la misma
finalmente de ese esquema lo que es verdaderamente cristiano en el retrato. Distinguirá, tendencia, y, como los artistas de la Antigüedad tardía, con.serva la misma estmctura
P.ues, lo 9ue ~! artista habrá .extraído del contexto y lo que la tradición le habrá dictado d~ un retra_toa otro. El pintor Modigliani trabajaba así. Y ello porque, como muchos
sm que d nusmo sea consciente de ello. pmt::n.~sY es~ultores Je nuestra época y como los retratistas de los últimos siglos de la
Una observación general demostrará la utilidad de este método de investigación o mt~nt~b~ representar su tcn_iapor otros 1:1-ediosdi~tintos al de la descrip-
•\t_it1gue.da.d,
al menos recordará que no debe asimilarse el retrato cristiano de la Antígüeda4 tardía Cion objetiva y detalhda de su fisonom1a. Estos medios son diferentes en el caso de
al retrato moderuo, 1 en cuanto a su significación y función. Si se piensa en la primera nues~r~scontemporáneos y_e~ el de los.antigu~s ~etr~tistasde que tratamos aquí. Pero
inuginería cristiana c,omo en un todo, uno se enfrenta con una aparente contradicción. ~l rech':20 del retrat~ Jescnpt1v_oa partir <:lela 11:11taciónexacta de los rasgos del rostro
Si se intenta abarcar de una sola mirada el conjunto de las artes figurativas cristianas es comu,n a ambos tipos, y no unp1de que consideremos sus obras como retratos.
de la Antigüedad y de la Alta Edad Media, se comprueba, no sin sorpresa, que más de , ¿Cu~{es~on, pues, las_ca:a~ter~s:icas de est~s imágenes _que, a pesar de la ausencia
la mitad de las imágenes que pertenecen a este largo período son retratos de Cristo, de [arec1do ~~.n~na fisonomta mdtv1dual,'son sm embargo ~mágenes? Antes de enume-
de la Virgen y Je personajes distinguidos por Dios, desde Adin y Eva y los jefes de rar as ? anahzarl_as?etalladamcnte, h~bna que recordar pr~ero que, como las demás
Israel del Antiguo Testamento hasta los innumerables santos de la Iglesia. Ninguna rnodahdades de unagene-s conternporaneas, el retrato era tipológico. Para evocar a un
68 Antigüedad 3. El retrato 69

persoi:aje'. lo quese quiere y se puede representar es un cierto número de esquemas d:, la técnica. P~ro_esosargumentos no tienen ningún valor para justificar la generaliza-
cuya s1~~cac1ón conocían los contemporáneos. Esta manera de hacer es esencial para c~on del procedinuento que n?s ocupa, el que atribufa los mismos rasgos a emperadores
la .de~1r1;1e1ón
del retrato en esta época. Y deberá, pues, interpretarse según los mismos diferentes en sus retratos ofic1ales. Porque estas máscaras convencionales, todas idénti-
P~1:-c1p~~sque las demás clases de imágenes, cuyo carácter tipológico (es decir, la cas, pueden encontrarse en determinados retratos de dimensiones mucho mayores,
utilizac1on de esquemas para representar el cuerpo huma1.10,la acción, el movimiento como los de varios cónsules del siglo VI, y como ocurre en el caso del mosaico del
dramático, el espacio, el paisaje) es bien conocido por todo el mundo. siglo X-XI del vestíbulo de Santa Sofía, donde a las figuras simétricas de Constantino
_ El carácter tipológico_ de l~s retratos c:i_scianosd~ la ~aja Antigüedad aparece y Justiniano se les ha do~do de cabezas exactamente iguales. Las efigies más esquemati-
pn~eramente en una parttculandad que facilita su das1ficac1ón. Los esquemas que se zadas pueden contener, sm e1:1-~arg.o, una sorf:rend~?te intensidad de expresión, lo que
mamfiestan corresponden a la utilización que se hace del retrato y suelen estar en excluye de ~ntemano toda h1po~es1s_ ?e una eJecu~mn torpe o de ~n fallo técnico.
relación con las funciones religiosas, políticas o sociales que se les atribuye. Lo más Este fr:~ome_no_de esq~emat1z~c10nde la efigie se P?dría explicar atribuyéndolo a
sorprendente y a veces ~enos dar? resulta la aplic_aciónde fórmulas tipológicas, separa- la percepcton mas b1en mdm1entana de la Alta Edad Media, cuando toda esa sensibilidad
da~~e todo «c,:ontexto)),!ndepen~1entes de todo ciclo y aparentemente de toda función por los rasgos sobresalientes de los rostros, que había hecho de los griegos helenísticos
religiosa o \atea. d_etern~nada. Sm embargo, t~les. retratos esquemáticos existen y su y de los romanos excelentes retratistas, parecía perdida. Artistas de esta época no habrían
naturaleza t1polog~caes mdudable, pero sería d1f!c1lextraer de aquí conclusiones útiles escm~ado tanto las fisonomías. como sus predeces,ores de la Baja Antigüedad (en una
para nuestro estudio. Tendremos, pues, que contentarnos con una explicación de tipo ª1:1-phaobra, ~bund.antemente ilustrada, titulada Etudes comparatives:le po,rtrait,Vladi-
general, pero más sumaria, aplicable a casos particulares. nu.r de G~neisen ha hecho sobre todo hincapié en esta simplificación, que atribuye a
Ha~rá que recordar que a finales de la Antigüedad la utilización dt. imágenes parece la 1nf!uenc1~de a_-rtesa~1?sllegados del p;1~blo y a «iníluenc~as orientales)) mal definidas;
haber stdo más frecuente que en otros períodos hi.stórícos, y su importancia absoluta- p_ar~el, la us1;11plificactom>
del re~ratoclas1co era algo negativo, una especie de empnbre-
mente extraordinaria. Algunas modalidades de retratos, empezando por los de los cmuento grafic_o,_m!adecad,enoa). C_íerto que no debe subestimarse el papel de los
emperadores, mu_estranesto con una particular nitidez. L_asefigies de los emperadores artesanos del prmctp10 de la Edad Media (en efecto, conocemos sobre todo reproduccio-
aparecen corrientemente en las monedas, pero también en los cetros de los cónsules, nes de retratos originales e:1 l~s monedas, mosaicos o en objetos como vaso.slitúrgicos).
en los cascos, en los escudos, en los trajes oficiales de los dignatarios civiles; y se las Pero _creoque la razón pnncipal del carácte.r genérico y tipológico de los retratos de
encuen~ra asimismo_ en la encuadernación de los códices de leyes. Es sabido que !as este tipo debe buscarse por otro lado. ,
sentencias de los tnbnnales romanos sólo podían pronunciarse ante una imagen del Así -:omo .en !a vida ?fi~ial, ~nte e! augusto portador del poder supremo, las
Emperador, costumbre esta que constituye un simbolismo particularmente claro: el c~:emornas ,Yr:tos del p_alac101mper_1~l ree_mplazaban a la accíón espontánea y la persona
~etrato del soberano reemplazaba al s?berano en p~rsona. Por su retrato, el Emperador fmca de! pnnc1pe se eclipsa?a, tam?1e11la imagen, cuando se trataba de la representacíón
estaba presente en la sala donde el Jtlez pronunnaba la sentencia en su nombre. El de un emperador o un dtgnatano, tendía sobre todo a reproducirlo en tanto que
retrato de! Emperador tenía un valor jurídico equivalente y era virtualmente obligatorio s?berano, conde o silentar\o 1:1l_icho más reconocible por sus insignia, actitud y gesto
en los pesos y sobre los sellos de la justicia: también aquí, la presencia del soberano, ntua~ c_i,uepor sus rasgos 111d1v1duales. Como el protocolo impedía toda libertad de
sustituida por su efigie, garantizaba el coeficiente del metal, la exactitud del peso o la mov1m1ento al prínci[e y a sus d~gnatarios, e incluso insistía en !a perfecta inmovilidad
:mtentícidad del documento. de su porte, el ar~e_de .retrato, al mtenta~ expresar esta manera de concebir la apariencia
Si en este aspecto estamos partic---ularmentebien informados en cuanto a los retratos de esos seres pnvdeg1ados, tuvo que mventar una formula plástica adecua.da. Para
imp,,.rial,,.~,pno,,.,,.,-ri,..,o
t:unhih,-, te>otin-"::)J--,;"~º"""'ej..,,...~,.º
p.,.,.,,,...;,,_.,..¡.,,~
,.,.::-;,,.~...J,,.~,,.,.~,,•~~ permitir la identificación, el imaginero se limitaba a lo que haría rcrnnodbll' a tal o
vinculados a funciones de algunos grandes dign,;tarios del Imperio, entre los cuales cual portador de la autoridad: algunos rasgos del rostro, comprendidos un pequeño
hay que contar a los obispos de la Iglesia; las efigies de persomjes de tales rangos tienen número de característícas destacadas, como la forma de la barba, pero apenas algo más
valor de atestación jurídica o de firma. Estamos en condiciones de afirmar que el ?e 1~q~te podría verse en un boceto rápido o en un dibujo infantil. Se añadía una
número y la importancia de los retratos oficiales fueron mayores bajo el Imperio ~nscnpc1~n con el nombre del personaje, pero, sobre todo, lo que parecía esencial
Romano que en otras épocas o en otras condiciones políticas y sociales. mdependientemente del nombre: los símbolos y accesorios convencionales, que se
Por eso es sorprendente ver la indiferencia de los imagineros hacia las características representaban con el ma¡;or cuidado.
individuales de lo_sretratados en cuestión, sobre todo en las obras utilizadas como Se podría decir, en e efinitiva, que tal o cual emperador o dignatario no existían,
garantes Je la (<presencia,>ideal d~I soberano (p~r ej_emplo'.en las efigies de las monedas, o apenas existían, en tanto que temas di retratos, sino por su rango y función púhlica,
de los sellos y de la.s salas de tnbunales). La md1ferenc1a llegaba a veces muy le-jos, parámetros a la vez soc~a~esy místicos ~para~¡ emperador¡. El primer deber del retratista
puesto que, en ciertos casos, no se dudaba en atribuir los mismos rasgos a los emperado- era, por tan.to, transmtttr por la efigie la idea de que a persona representada era el
res que se sucedían en el trono, contentándose con cambiar el nombre del soberano. <(Verdadero~basileo, con su dignatario u obispo. Para conseguirlo, el retrato debía
Esto era habitual para los bustos de perfil de los semises y temises. Se podría intentar mostrar que el personaje poseía todas las características esenciales: rasgos graves y
explicar esta similitud de las efigies por la pequeñez de las monedas y la degradación nobles, porte majestuoso, actitud protocolaria, que no carecía de las insignia de su
70 Antigüedad 3. El retrato 71

rang?, que su vestido era apropiadO a su posició,n soci~I. C~a~~o se. ve, por e~emplo, en el retrato y dijo: <{Porvida del Señor Jesucristo, este retrato se me parece. De hecho,
una mugen de San Teodoro como soldado, se s1e11t~la_tentac1on de decir q:-1ees_una se parece, no a rrú, querido amígo, sino a mi imagen carnal. Porque si este pintor, que
imagen de soldado bizantino que se parece a o.tras unagencs de soldad~s bizan~mos. ha imitado mi cara, quiere hacer mi retrato, los coloreS que acaba de darme, las taslillas
Pero, de hecho, hay que considerarla como una imagen de San Teodoro, iconografica- de madera, el esbozo ... el aspecto, la forma, !a vejez, la juventud, en suma, todo lo
mente definida como soldado bizantino. que es visible, le panJd en un aprieto.1) iiPero tú, Lícomedes, sé un buen pintor para
Espero que las página~ anteriores, dedicadas a lo_~ue _I~ey~rnad~ 1~t~P,°,l~gíadel mi. Tú posees colores que a través de mí recibes de quien nos ha pintado a todos,
retrato a finales de la Antigüedad, nos ayuden a analizar lo:; eJcmplos e~pe~1ficam~nte Jesús, que conoce las formas, rasgos, disposiciones y contornos de nuestras almas ... ,
paI:ocristianos conten_iporáneos. I¿-edicho an:eriorme~~e que e_sospr?_ced1:1"11~1~tos ttpo- mas lo que acabas de hacer es pueril e imperfecto: has pintado el retrato de un muerto.1¡
lógicos no sólo se aphcan al propto retrato, smo tambren y pr1t;11ord1alm~n.tea todo lo Parecería así que el apóstol Juan no tenía mucha simpatía por el arte del rerrato,
que afecta a la manera en que el retrat':1 se presenta. Las ~ormulas t:p17a.~d~ esta si ha de creerse este relaLo del siglo II. Pero es extremadamente interesante contar con
presentaci.ón, que erróneamente se ha co~s1~erado como •:e~teno~>1,7onst1tmranla base este testimonio escrito sobre un retrato de San Juan realizado en alguna manera sobre
de la clasificación tk los retntos paleocnstrn.nos en las pagmas s1gmentes. . lo vivo, aunque fuera lleva.Jo a cabo por un pintor que al parecer no había conocido
En fin, recordemos que para los cristianos de la Antigüedad, c~lqmer retr~to al santo. No es meum iristrnctivo leer que uno Je los discípulos del apóstol, que se
religioso planteaba un gran problet_na de orde°: mora~, puesto que, mas que c~~lqmer consideraba cristiano, encontrara normal el poseer un retrato de su maestro, e incluso
otra. imagen, les recordaba los pdigros de la 1dolatna._El problema de la ut1hdad e hacer de él el objeto de un culto de veneración que, según el relato, se practicaba
incluso de la legitimidad de las efigies cristianas fue part1culannente agudo en los casos respecto a las imágenes de los bienhechores para quienes se debía conservar gratitud.
en que se trataba de los retratos de Cristo, de l?s apóstole_sy lo~ santos más v~n~rados. El segundo texto que evoca un retrato cristiano de los tiempos evangélicos habla
El historiador cometería un error si al exammar las mas antiguas de esas unagenes de un retrato dd pro¡)io Cristo, esta vez esculpido. Este texto, posterior al primero
olvidara esto. . . . . citado -mediados de siglo IV-, es también dígno de c01óderación. En primer lugar
La historia del retrato cristiano comienza con algunos test1momos hceranos sobre pon1ue su autor, Eusebio, solía inspirar~e en fuentes anterior-es, y debía conocer perso-
obras muy antiguas desaparecidas después. ~i no me _equivoco, ~¡ primero de esos nalmente la estatua en cuestión, que se encontraba no lejos de su domicilio; además,
testimonios se encuentra en los hechos apócnfos del ~postal Jua:1. Se t~ata de_un texto la manera que tiene de explicar o justificar la presencia de este retrato cristiano es
griego, atribuido por los filósofos al si&lo JI, y Jd Asta f\1:e_nor.El pasaJe cormenza por prácticamente, palabra por palabra, iJé:ntica a la del apócrifo del siglo n excusando al
un relato muy vivo de las circu11st:1ncta.sen y_1;1e ~e realizo un retrato ,de Juan. Se. lee hombre que había niandado hacer el retrato del apóstol Juan: se trataba de la írnagen
ahí que el discípulo de Juan, Licomedes, había mv1tado,a su ca_saa un,pmtor de ªI?1.gos de un bienhechor, según la costumbre pagana conservada por los cristianos.
suyos, y le había pedido que realizara un retrato de'. aposto!,. sm que este ?e_aperc1b1era Eusebio (1-IisroriaeEcdesiastícae VII XVIII; cf. Migne PG, XX, 680) describe un
Je dlo. El pintor est~vo trabajando Jur~nt~ dos <.has;e~ pr_m1c~~lo de~1~0 ~~ esboz~, gmpo esculpido, erigido en ta ciu&.u.l palesJina de Paneas, y considerado como una
el segundo a la extensión Je los colores ..El I?:ntor entrego ?cspucs su obra a L1eomeJes, representación J;:;Cristo curando a la hemorroísa. Frente a la mujer arrodillada se alza
el cual encantado la colocó en su hab1tac10n y la corono de flores• una figura de hombre, Je pie; Eusebio añade: <(Dicen que la estatua es un reLrato de
Al~Un tiempo después, Juan observó que Licomedes solía r~tirarse ;1-su habi_tación, Jesú~,1(cixóvet. 100 'IqaoG (j)ÉpELV).Y continúa: ;(No es extraño que aquellos gentiles
y \e preguntó: uPero, querido amigo, cuando ~uelves del barro,_ ¿que ha~es s1e:npre (rolle; rrcif.et.l U;, t8vWv t\Jtpyi::n16tv-r;0s)de quiene&, en los antiguos tiempos, fue
solo en tu ]1abitación? ¿Acaso no rezo yo contigo, y con el resto de la comurudad? bienhechor el Sakador, hayan hecho ta!es cosas (es decir, hayan erigido estatuas), ya
(Con lo que quería decir: 110 debes r..-:tirartesolo p~ra_rezar.) ¿O es qu:,hay _algo que que sabemos que en b, pinturas se conserva el aspecto de sus anó~tol,:,~;Pedro y Pablo,
criier;i;;ccultarnos?;; D.::spués de decir este en tono pv1d, Je.ar.. acomp;;.no a L1eo~1cdcs y del propio Cristo ("rlX<; l:':lxóvw; ... fü&. XPWFÚ.!DJVlv ypa:<po:(c;
awi;o~iÉvac;t0-rop1í-
a su dormitorio y descubrió allí el retrato de un hombre de edad, coronado de gmrnal- GCt.ttBV), dado que, al parecer, los antiguos acostumbraban, segll.n el uso de !os genti-
das, en un altar y con cirios ante la imagen. . . . les, a rendir este tipo de honor a todos aquellos que consideraban como liberadores))
El apóstol se dirigió a él y le dijo: 1!¿Qué quieres d~ur,_L~comedes, con ese retrato? (oh awTT](po:,;lOvtx~ crvvq8sío: no:p' lo::utoi<; -roütov -rt~t&.v dwüórwv róv
¿Será acaso uno de tus dioses lo que aparece aqu! pintado( Ya ve_o, e!1 efecto, que HpÓ1tOV).
todavía vives como pagano.1> Licomedes le res.eond1ó: s!Nü ten~o mas ~1os qu~ el que Vamos a estudiar ahora uno de los grupos de los primeros retratos cristianos que
nos ha despertado 4e la muerte, a mí y a rru esposa: per~, s1 dé.Spues de ~1os, ~ay se han comervado. Empez:1remos por los retratos de los apósmles, de los cuales aparecen
también que llamar dioses a los hombres que son nuestros b1e11hed1~res,es a t1 a qu'.1cn pequeüas series si 110 en el siglo 11como se ha afirmado, al menos en el siglo IV. Estoy
se pinta en ese retrato,-a ti a quien yo corono, amo y venero, porque tu te has convertido pensando ante todo cu irnigenes muy antiguas de Pedro y Pablo representados juntos
para nú en un buen guía.>) . , " , en ciertos medallones de bronce, la m:1yor pltte de ellos encontrados en Roma.
Juan, que nunca había. visto su propio rostro, comcsco_:_"fe estas.burlando de mi, Por extrafio c1ue e,to pueda parecer, esas ripresernaciot1es serían de una época gue
muchacho, ¿acaso soy yo así? Por tu S~ñor, ¿cón70 podnas pe~sL;a<lur:1ed~, qu~ e~te 110 nos ha dejado ninguna imagen equivalente de Cristo. ¿Se debe ello a. una casualidad
retrato se me parece?>, Licomedes le ttaJ0 un espeJº· Juan se nuro en el, fiJo lo~ OJOS o es qne los medallones con Pedro y Pablo reflejan la realidad y testimonian sobre su
72 Antigüedad
3. El retrato 73

prioridad con respecto a los retratoS de Cristo? En el segundo caso, tendrían una adornadas con representaciones de Cristo. Obras que nos recuerdan que, para los
considerable importancia y corresponderían a un primer impulso del arte cristiano, cristianos y su círculo de allegados en la época de esos medallones, el retrato tenía un
extinguido después, siendo entonces comparables a los testimonios escritos sobre el valor esencialmente conmemorativo, y que sólo servía por tanto para registrar la
mismo tema del principio de nuestra era, como los que acabamos de citar según un apariencia física del personaje representado. Las primeras generaciones de cristianos
apócrifo y Eusebio. ¿habrían deseado realizar retratos de este tipo para Cristo?
Los medallones de Pedro y Pablo juntos debieron de· tener la misma función que Sí los retratos de los apóstoles tienen prioridad cronológica sobre los de Cristo y
las demás medallas romanas del mismo tipo (es decir, !as que no son monedas). Conme- otros santos (hablo de imágenes pintadas o esculpidas mostrando al personaje fuera de
morativos, debieron de ser distribuidos o vendidos a los cristianos que veneraban la todo contexto, porque las representaciones de Jesüs en escenas evangélicas aparecen
memoria de Pedro y Pablo, exactamente como Licomedes, el discípulo de Juan, venera- mny pron.to), esta prioridad d.esaparece en ~l siglo IV. A partir ~e ~ste momento, la
ba la imagen de su maestro, según el texto apócrifo, Así como su veneración había precedencia corresponde a la imagen de Cnsto, y el proceso se mv1erte, es decir, se
llevado a aquél a encargar un retrato.del apóstol, otros fieles cristianos en los siglos 111 comienza a ver retratos de San Pedro (únicamente de San Pedro) que son parejos a los
y IV en Roma, quisieron contemplar los raSgos de San Pedro y San Pablo procurándose retratos de Cristo tal como se crearan en la época bajo influencia del gran arte oficial.
uno de esos medallones en que se veían sus cabezas, de perfil, frente a frente. Teórica- Como Cristo, Pedro domina majestuosamente la escena, o aparece más bien como un
mente, han podido existir piezas análogas, troqueladas con la imagen de Jesús. Pero filósofo (cf. la famosa estatua de la basílica de San Pedro). Como Cristo, aparece de
no las hay y, habida cuenta de los textos apócrifos de San Juan que hemos visto, no pie, llevando la cruz, combinada con el monograma del Salvador, a la manera de un
han debido existir en esta época. El texi:o hace una distinción muy clara: la pintura de trofeo romano. Como Cristo, en fin, está representado como Buen Pastor (en los
Licomedes no es una imagen de Dios, sino la de un discípulo de Cristo, que es el sarcófagos), con un cordero sobre los hombros.
maestro venerado por el propietario de esta pintura. El retrato que Licomedes ha . Se podría pensar, si los hechos no hubieran demostrado lo contrario, que esta
encargado realizar y que vi::nerasegún las costumbre del momento, con cirios, un altar Iconografía se desarrollara en sentido inverso, es decir, que tanto en el siglo IV como
y coronas de flores, es la imagen de su maestro, el apóstol, que es un hombre. Cabe en el siglo III, antes de haberse empleado para Jesucristo, se crearan tipos representativos
suponer que los medallones de Pedro y Pablo reflejen una idea semejante, que se para San Pedro; por igual razón, el retrato conmemorativo, aceptable para un apóstol,
remonta a una época en la qne una efigie de Cristo (un retrato, a distinguir de una no !o sería para el Salvador. No obstante, esta hipótesis no explica ni la famosa estatua
figura en una escena evangélica) hubiera sido imposible mientras que, por el contrario, monumental de San Pedro, ni !a estatuilla de bronce del Museo de Berlín; y resulta
retratos de {(maestrosvenerados>• (filósofos, sabios, pensadores ilustres) eran tan norma- atín menos aceptable para las estatuas de Pedro como Buen Pastor. En todos estos
les como el culto conmemorativo que se les rendía. casos, la prioridad de una imagen de Cristo resulta indudable. Estos retratos son mani-
Los medallones de los dos apóstoles son copias de medallones romanos contemporá- fiestamente sus copias. No podría ser de otra manera.
neos que, como ellos, muestran !os rostros vistos de perfil y vueltos el uno hacia el Por otra parte, parece establecido que las escenas conmemorativas de los martirio$
otro, de dos emperadores, dos dioses, o dos héroes (los dioscuros). Que ese esquema, de Pedro y Pablo en !os sarcófagos romanos del siglo IV precedieron a la aparición de
específico del medallón, sea idéntico en las tres versiones aclara completamente el las representaciones de la Pasión de Cristo. Son estas últimas las que se adaptaron a
origen del medallón cristiano, que se halla así más cerca de los ejemplos paganos que partir d~ las imágene~ del s~1plicio?e los apóstoles y nb lo_contrario. Lo q~e presupone
de las figuraciones posteriores de los apóstoles Pedro y Pablo. necesanamente la ex1stenc1aantenor, en Roma, de una iconografía particular de San
En las medallas romanas aparece a veces ull shnbolo cristia_noentre los dos perfil_es, ~edro y ~an Pablo, que adquiere enton~es prioridad, cuya primera manifestación son
o incluso una minúscuia figura, que indica con lm geSto ia rChcíón existente entre los los medallones conmemorativos. Así se debieron crear, en el siglo II _om, no solamente
dos personajes representados. Estos elementos accesorios y explicativos encuentran un l?s retratos de los apóstoles de Roma, sino también las imágenes que celebran su marti-
equivalente en las piezas con Pedro y Pablo, pero solamente en ejemplos ligeramente na.
poste~iores (siglo IV o quizás v): en.tre los apóstoles ap~recía entonces ~l monograma La estrecha relación entre las imágenes de Pedro y las de Cristo, a partir del siglo
de Cnsto tal como se adoptó en los tiempos de Constantmo. Representaciones paralelas IV, me parece tan interesante como la muy antigua creación de un determinado tipo
se encuentran en _vasosdorados (aproximadamente del 400), con la misma imagen de imágenes de Pedro y Pablo, anterior a las representaciones de Cristo. Otra imagen
doble de Pedro y 1Pablo, y en determinadas piedras funerarias grabadas en las que el de San Pedro, perteneciente a ese ciclo cristiano del siglo IV, la que le muestra haciendo
monograma se sustituye por una mano que corona o por el C_ristode pie coronando manar agua de una roca reseca, es ta~bién una copia; pero en esta ocasión, se ha
a los apóstoles. Dicho con otras palabras, este pequeño motivo central (como ocurre recogido un milagro de Moisés renovado por el apóstol {el mismo procedimiento se
con los medallones romanos que sirvieron de modelo a los medallones de los apóstoles) encuentra en ciertos apócrifos); en suma, la primera iconografía de San Pedro (y parte
permite conocer la religión_del personaje retratado. En los casos concretos que acabamos de la de San Pablo) está muy estrechamente lig_?-daa la de Cristo (y en un caso adopta
de poner de manifiesto, i.tidica que se trata de cristianos y de apóstoles mártires. un tema sacado de la vid.a de Moisés). Lo que no es muy sotprendente, pltesto que es
.Estos medallones son piezas extremadamente modestas, pero cuyo testimonio es el apóstol que ha sucedido a Cristo a la cabeza de la Iglesia primitiva. Por tanto, en
en mi opinión muy significativo, sobre todo en ausencia de otras piezas equivalentes Roma sobre todo, cabfa esperar esta clase de copias iconográficas, al menos en lo qne
74 Antigüedad 3. El retrato 75

se refiere a las imágenes que muestran a Cristo en el trono, o de I?ie como Buen Pastor, de la mano derecha de Cristo, en la marquetería, que está plegado en símbolo de
0 portador del trofeo simbólico cristiano (el monograma de Cristo). _, _ bendición. Pero se manifiesta ahí un detalle arcaico: el busto no está en posición frontal,
Lo que resulta ya más sorprendente es obs_ervar d orden de creacwn ~nv_ersopara aunque la frontalid.ad haya sido regla a partir de esta época; adelanta el hombro derecho,
algunas representaciones de Cristo, que se denvan ei:-~alescasos d_eotr~ 1r:i~genesde de manera que Cristo aparece ligeramente vuelto hacia la derecha. Esta posición, que
Pedro y Pablo, aquellas en que se cel~bran sus m~rt1~10s: ahora bien, h1stoncamente, me asombra por su rareza, al menos para las imágenes en busto, es el único rasgo
como en la doctrina, la pasión de_los discípulos ha mutado la ~el Salvador~ s;1 ;1a~str~- arcaico del retrato de Ostia. Indica quizás el deseo de dar un aire de autenticidad al
En este caso, como en el de los pnmeros retratos conmemorat1vos dobles, la t~gmena retrato, pero ese rasgo es insuficiente para probar la existencia de un modelo anterior
local, destinada a perpetuar_ la memoria de los mártires del lug_a_r,ha debido ser el a la Paz de la Iglesia. Aunque nos falte todavía un retrato de Cristo que date ?e este
origen de la interpretación iconográfica de las es~en.asde la Paston. En R~ma, estas período más lejano, se puede encontrar en otros casos rasgos de sus características. A
imágenes de los dos apóstoles pr~ba?lemente hab:an comenzado por corr~~pondcr_al finales del siglo III surge un tipo de composición, más frecuente aún en el siglo IV,
culto que se les veneraba como martires locales, nuentras que las de Pedro solo refleja- que se podría describir como el retrato colectivo. Aparece en los muros de las catacum-
ban una afirmación de la primacía de éste sobre los demás apóstoles. . bas, en fachadas de sarcófagos y más tarde en !os ábsides de iglesias construidas después
Ya he dicho más de una vez en esta obra fºr qué razón un retrato de Cnsto, de los Edictos de Tolerancia. No se representa ninguna acción, sino solamente a Cristo
retrato en el sentido moderno del término, ague en que figura solo e independient~- en medio <lelos apóstoles. Las trece figuras están alineadas y en la versión más antigua
mcnte de cualquier otra escena, no haya aparecido pr~bablemente en el re_pe:tono y extendida aparecen todas sentadas: estas imágenes muestran al maestro catequista y
iconográfico cristiano con anterioridad a la Paz de la Iglesia (~alvo los ret~atos cmt1anos, al círculo de los discípulos que le escuchaban. Más tarde, la fórmula se modificó
quizás, del primer siglo, Je los que se h~bla en los textos citados an~epormente,_ y las ligeramente para dar a Cristo el aspecto real de Pambasileus.
imágenes de Cristo creadas por los gnósticos, etc.): segur~mente por nuedo a la idola- Este tipo de retrato colectivo merecería una particular atención; es, en efecto, bajo
tría. Un descubrimiento reciente llevado a cabo en Ostra puede poner en duda esta esta forma colectiva como los primeros retratos de Cristo rodeado de los apóstoles han
prudente teoria. Se trata, en efecto, de un retrato en. busto de Cristo que ad~rn~ _el llegado hasta nosotros, lo cual no eS nad~ sorprend~n~e si se coruüdera la popul~ri?ad
muro interior de un pequeño edificio de uso desconoci~o. Los muros de la hab1tac1on del retrato en grupo en d arte de la Antigüedad dastca desde el período helerustico.
están cubiertos por una marquetería de mármoles multt~olores, y el retrato que forma Las imágenes de esta modalidad están todas compuestas con arreglo a la misma fórmula:
parte de esta ornamentación aparece. reali~ado de la 1;11s_ma_-~11anera. No ~e t_rata,por los personajes agrupados están en semicírculo en una exedra o un ábside; poetas, sabios,
tanto, de una pintura o de un mosaico, s1110de una ~m1tac1onpor una tecmca capaz doctores, geómetras (agrimensvri)o profesores, todos presididos por su maestro o su
de asegurar una semejanza superficial con una o!:m.pintada. . . jefe . .Este tipo de retrato colectivo profesional estaba bastante extendido, y bastará pues
Cabría deducir de esto que d modelo, es decir, un r~tra.to_de Crn50 pmta;1o, ~udo con que cite algunos especímenes: el ejemplo más antiguo, y algunos otros pocos
existir antes que la rnarqueteria de Ostia, _quedata .de pnnc~p1os de) siglo V. Su orig~_n conocidos. El primero y más curioso se descubrió con ocasión de las e~cavaciones ?e
hipotérico se remontaría, pues, como mím~no a la epoc_ade feod~s10 I: au1:-~ueplausi~ Menfis en Egipto (figura 50). En una exedra real de un templo helenístico de Serap1s,
ble, semejante conclusión no nos proporciona desgraciadamente mf?rmacion sobre la aparecen representados sabios y poetas sentados a lo .l~go de un muro curva_do:El
eventual existencia de retratos de Cnsto contemporáneos de los pnmeros retratos de mosaico de pavimento de una villa de Apamea, en Stna, presenta un grupo s1m1la.r,
Pedro y Pablo en el siglo m. . presidido por Sócrates (figura 51). La catacumba descubierta hace algunos años baJO
La cabeza de Cristo en la marquetería de Ostia (los largo~ cabello,<;,la barba ba_stante la Vía Latina ha vuelto a revelar un conjunto semejante, compuesto de sabios -que,
abundante, la expresión gener.i.l) es semejante~ l;:,.del mosaico dt Santa P.udencia1:-ay c01uu en el caso de Meufis o Apamea, no han podido ser identificados- agrupados
a la de un fresco de la catacumba de Comodila, obras romanas de la prnnera mitad alrededor de un ca~áver desnudo que el jefe.del grupo (¿Ar~tóteles?) toca con su b1;5t~n.
del siglo v. La figura de Ostia debe datar aproximadamente de~~ misma época.' ~om? La representación de la asamble.a de Cristo con sus apostoles que fi&ura en el abs1de
parece confirmarlo por lo demás otro detalle q~~ ~escareadefinitlvame~te la ~ipotes1s de un lugar de culto, como era Santa Pudenciana, en Roma (figura 49), o en la capilla
de un modelo muy anterior: se trata de la pos1c1onde la mano de Jesus, haciendo_d de San Aquilino de San Lorenzo de Milán, se deriva, pues, de un tema de tradición
gesto de la bendición (la mediocridad del dibujo se debe a las dificultades de la técmca clásica. Sentados en semicírculo, esos grupos de los discípulos de Cristo van a volver
de la marquetería y; no podría servir para fechar la obra). . a encontrarse después hasta en los usos y la iconografía medieval, siguiendo dos desarro-
Por tanto, en dd"initiva, esto querría decir que un retrato de Cnsto creado a finales llos paralelos: en el ábside de las iglesias episcopales el clérigo aparece sentado habitual-
del siglo IV, fue copi,}doen marquetería .de mármol poc? tiempo después de 1~confec- mente en un banco en hemiciclo o synthosronon;en iconografía bizantina y carolingia,
ción del original. Algunos rasgos de esta imagen nos 1nclmana pensar que, hacia finales hay imágenes de Pentecostés y de los concilios que han conservado la estructura de
del siglo JV, !a idea de un retrato de Cristo era tan comú1_1menteaceptada como la de las imágenes antiguas Je esa fes ti vidad y, partiendo de ahí, han representado las escenas
cualquier otro y se le podía aplicar pues los esquemas _habitualesde esca clase de obras. de los concilios ecuménicos, y otras, instalando a los miembros del sínodo y a los
Lo que se confirma por un detalle: al busto de Ostta se le ha_dotado de. ~n marco apóstoles en su synthvsro11on semejante.
rectangular de un tipo muy corriente en la época. Esto puede aplicarse tambien a! dedo El retrato colectivo del colegio apostólico presidido por el fundador de la religión
76 -Anl!'gaedad
3. El retrato 77

cristiana reviste a veces una forma diferente, sin que por ello cambie en absoluto de y en San Pablo Extramuros (ahora en el museo del monasterio). Pero no todos los
significación. En ciertas iglesias del siglo VI -San Vital, monte Sinaí, Chipre-, los retratos de obispos conservados en los obispados lo estaban necesariamente en forma
retratos de Cristo y de los apóstoles siguen apareciendo en el ábside o alrededor del de imagines clipeatae.Así, es posible que en Rávena o en Milán los obispos fueran
coro, presidiendo el conjunto litúrgico, pero ahora en medallones individuales: se dirian representa~os. de pie, igual q.ue e_nlas copias en mosaicos que pueden verse en los
escudos colgados en el muro. La serie de las trece imagines clipeataeagrupadas en una mur~s del abs1de de San Apolmar m Classe, de Rávena (siglo VI), y en los de la capilla
composición única existía~ ya en el siglo IV, y puede verse aún un ejemplo en el célebre del siglo V de San Víctor, junto al presbiterio de San Ambrosio, en Milán.
cofre de marfil llamado L1psanoteca de Bresc1a, en el que figuran además dos retratos A Juzgar P<:rlas versiones medievales bizant~as de retratos de obispos. parece que
n? identificados. La primera de las imagines clipeataede los ábsides (Chipre, monte los &negos ~phcaron las tres formulas más comentes del retrato antiguo: la figura
Smaí) se completa también con rétratos de otros personajes que no son los apóstoles. ergmda .de pi~, el busto encerrado en un clipeusy el busto en un marco rectangular.
~e trata de los bienhechores del santuario que los cobija. Por un artificio puramente ?5te últtmo tipo está represe.l1:tadopor varios ejemplos antiguos (siglos V! y Vll): un
iconográfico, los encargados de ordenar los mosaicos del siglo VI asimilan así esos tcono en madera de ~an Bastho, en el Sinaí (figura 52 6). una pintura copta también
personajes a los apóstoles, sentándoles simbólicamente al lado de Cristo. La serie de en madera en el Gabmete de Medallas en París, y otro icono de obispo en el Museo
medallones que siguen son un motivo corriente del siglo VI; se les vuelve a encontrar de Berlín.
en amuletos y en ciertas crismeras de Tierra Santa, en las que Cristo y los apóstoles . ,:'Jgunas copias de estos retratos preservan la individualidad de los ·rasgos de los
rodean la cruz, símbolo de la religión fundada por ellos, o en otros medallones donde ongmal~s. Lo más notable a este respecto es sin duda el retrato en mosaico de San
las es~enas evangélicas resumen a su manera la obra de Cristo. No .se debería, pues, Ambros~o: sobre un 1;11uro de la capilla de San Víctor. Otro ejemplo de retrato antiguo
excluir el tema de la cadena de los medallones del número de artificios iconográficos cuyoongmal ha temdo que ser excelente y que resalta con arte la individualidad del
heredados de la Antigüedad, que sirvieron para demostrar el nexo profundo que existía sujeto e~el que representa a Sa? Basilio de Cesarea. Tal es la conclusión a que se llega
entre esas dos imágenes a primera vista independientes. al exammar las dos buenas coplas .de este retrato que nos han llegado. Una es un icono
Es probable que los retratos en forma de imago clipelltahayan ocupado numérica~ e? madera, probablemente del siglo V!, que está en .el monte Sinaí, y la otra, una
mente el primer lugar en el amplio campo de la iconografía del retrato cristiano. Sus p~tura mural del sigl~ IX en Santa. María la Antigua, en Roma (figura 52 a). Estos
antecedentes en el arte romano, e incluso ante.~ en el arte griego clásico, son bien eJe.mplos nos dan una tdea de la calidad de· algunos de los retratos palcocristianos de
conocidos. Originariamente, la imagoclipeataes nn retrato funerario cuya utilizaéión obispos, pero nos hacen conocer también en qué manera esos retratos se transmitían
estaba todavía extendida en el arte contemporáneo de los principios de la imaginería a partir d: los origi1:1a\es,que seguramente eran pin1:1rasde caballete. Las copias podían
cristiana. Los sarcófagos romanos brindan innumerables ejemplos, con uno o dos serlo de pmturas moviles, así como de las reproducciones sobre los muros de las iglesias.
retratos dentro de un disco circular o en una concha. En las estelas, y en las tumbas, En ambos casos, lo que guiaba a los artistas y sus clientes era el uso que se hacía de
aparecen así representadas familias enteras dentro del mismo disco circular (figura 11). los retratos de santos para veneración religiosa.
Los sarcófagos cristianos recogen el mismo esquema, sin cambiar, como por ejemplo Entre todos estos ret:atos de obispos -santos o no,. aislados o en grupo, en pie o
en la tumba de San Prosdocimo en Padua (siglo VI) mientras que en el mosaico de la en busto, en .un marco cucular o rectangular- y la sene de las imaginesclipeataccon
bóveda de la capilla de mártires de San Víctor perteneciente a San Ambrosio, en Milán, bustos de Cristo y los apóstoles, existe de principio una diferencia, fundamental. Los
se utiliza también P~1;ªun retrato tr_iunfal. . , .
Lm romano:; utlhzaron cn-oca:;;vnes !as m·,agene:; c!;pwt,-;cpar:. representa.:- ;;.los ~~!~ato~P~~
--~--, nu ____
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~~:~::?
rl~ ~~~~~ .~e~s3;~~~)A~~
_._ ....,~,.,,v J dL-
·---·--:., 1~~1á~=~~~ni~sf!ra~~
lv,, ".t-"'--'"''-'''-~ p~vc.<.uLu
~~r la _vida
u,J gc:uelu COllVtll-
poseedores de títulos particulares, como lo prueba la ornamentación parietal de una Cto?-3-1
de los retratos colectivos laicos, de los que hemos apuntado algunos ejemplos
simple oficina del siglo XIII, encontrada en las excavaciones de Doura, sobre el Eúfrates: ant1?u~s..Esto, naturalmente, no excluye que a veces se haya podido intentar caractcri-
colocados uno frente al otro en el techo, los medallones forman ahí una especie de ~ar i~dmd,ualmente a los apóstol~s, como se hizo para los obispos en las galerías de
galería de retratos de funcionarios que habían trabajado en la oficina en cuestión. Los imaginesclipeatae.
cristianos conservaron esta práctica para los emperadores, las emperatiices y los cónsules Otro tipo de retrato muy extendido en esta época muestra al modelo de pie y de
(en los dípticos cqnsulares en marfil) extendiéndola a aquellos obispos a quienes los frente, con los dos brazos simétricamente levantados (figura 53). Este gesto era el de
emperadores cristianos habían concedido el derecho a retratos oficiales, a partir del la plegaria, y se utilizó primeramente para las figuraciones alegóricas, En los retratos
mome,1to en que fueron asimilados a los altos funcionarios del Imperio. Esto explica, de orantes, que proce?en 4e símbolos, ·al personaje represen~ado no se le presenta por
entre otras cosas, por qué las imágenes de obispos han experimentado ocasionalmente tanto completamente mact1vo, puesto que ora. Mostrar a algmen en esta actitud equiva-
las consecuencias tradicionales de la damnatio memoria.eimpuesta a los soberanos deste- lía a dar la prueba de su piedad -de ahf la frecuencia de retratos de santos como
rrados. orantes, de mártires con la Virgen intercediendo por el género humano. De manera
Mientras que los retratos originales de obispos se conservaban probablemente en ge~~ral, quiere decirse 9,u~ el origen simbólico de la imagen del orante explica la
sus palacios, a veces se reproducían copias en los muros de las basílicas. De ahí que f~cili1~d con que los crnt1anos dotaron a esta imagen de una nueva significación
pueda verse en Roma galerías enteras de papas en imaginesclipeatae,en San Crisógono sJmboltca. Tal fue el caso de la Madre de Dios (figura 54), cuyo gesto mismo de orante
78 Antigüedad 3. El retrato 79

ha podido dar lugar a varias interpretaciones simbólicas que incorporan esas imágenes se h~ce de nu~vo simbólico cu~ndo se emplea para demostrar la santidad de la persona
al nústerio de la Encarnación (por medio de una iconografía específica de la Anuncia- ~ q.men se a~1buye el gest~ piadoso,_lo que aparece to?avía más ~larame:1te con las
ción y después de la Asunción). Los retratos de la Virgen como orante hacían de María rmagenes _dela Madre de_D10s. Cons1dere~os algunos ejemplos annguos bien conoci-
el i.nter;esor del hombre por exce;enc~a'.y una imagen tambíén de la Iglesia. Volvere- dos de la imagen de Mana orante, y exammemos el valor simbólico que se les atribuía
mos mas tarde sobre todo en la s1mbohca de esas figuras de la Madre de Dios como a través d~ una cierta inter_pretación teológica de la Anunciación y de la Asunción, y
orante. del papel j1:J-gadopor la V1rgen durante estos acontecimientos. Así, por ejemplo, un
La historia de este tipo de retratos, que yo llamaría retratos de orante, es particular- fresco del siglo. l'(_del Cementerio Mayor de Roma (figura 6) nos muestra una madre
mente instructiva, ya que, por una oportunidad excepcional, estamos en situación de orando, con su m:10 ante ella: podría tratarse de María orante con el Niño divino. Los
pod~r fijar varias e_tapasde su evolución y de captar así los diferentes sentidos dados otro~ dos personajes del arcosolio hacen el núsmo gesto que la Madre. La piedad de
al nus~o esquema 1c.011ográfico, ~e trata de uno, de !os ~uy raro~ casos,e:1que se puede la Virgen se expre~a ror su gesto, el de la antigua pietas, que repite aquí el que hace
ser testigo de sucesivas adaptacmnes de un ternuno 1conografico umco, segun un ~urante la Anunnacton, cuando se somete al deseo de Dios y acepta su papel de
proceso de mutación sin duda análogo a los cambios semánticos experimentados por mstrumento de la Encarnación.
un término verbal. Maria hace el ~ismo gesto en la Ascensión (figura 54). Como los ángeles que
Según Th. Klauser, al principio, el orante era una figura simbólica, que terúa el prometen a los apostoles presentes la vuelta de Cristo, María da testimonio de la
mismo sentido que en el arte de la época imperial: representaba la piedad (pietas). s~gunda llegada rehaciendo el gesto con el que, en la Anunciación, indicaba la primera.
Como hemos visto (p~g.. 21) es el orante pietas el que figura en num~rosos sarcófagos Stn embargo, en esas escenas de la Ascensión en las que, históricamente, no debería
tant';>pag~n~s o~m10cmtt~nos, ?onde el pastor llevando al cordero le su;ve de elemento es a 1~vez eHa ~isma Y.el ,símbolo de la I~lesia sobre la tierra,
aparece:, J'.:'1-aría_?rante
· pareJO (ongmanamente sunbolizaba la human/tas, y después al Buen Pastor cristiano d~b!e s1gmficac1on que revisten tambten las una.genes de los siglos V y VI de las
y gnóstic?)· s.¡~ernbar~o, la personificación de la pie~ad no tardó en transformarse en crismeras de Jerusalén, ahora en Bobbio, imágenes más abstractas en cuanto al sentido,
mugen stmbohca del difunto (para mostrar que era piadoso) y no es sorprendente ver y en un panel labrado de las puertas de Santa Sabina en Roma. En las imágenes de la
que, en varios sarcóf~gos, los ora1'.-testienen marcados rasgos individuales, semejantes Ascensión,_el gesto detlegaria de María significa la Encamación y la Redención de
a los de un retrato (citemos, por ejemplo, el orante rodeado de palomas del Museo de que ella.es 111.S~rumento rec~~dindonos así.su actitud durante la Anunciación) y simboli-
Letrán), La misma evolución, que va del símbolo de la piedad al retrato del hombre za al n:nsmo tiempo la ncton Je l.a Iglesia, que .es la de asegurar a Dios una perpetua
piadoso, puede observarse también en las pinturas de las catacumbas. Ahí también, en plega:1~ de los fi~l_es._ Un manuscnto de Trévens, el Salterio de Egberto, conservado
efecto, el orante simbólico se transforma en retrato, y tanto los marcados rasgos indivi- en Civi~ale ~e F_rmli (Museo Arqueológico, uº CXXXVI), presenta una galería de
duales com? los detalles del vestido restituidos cuidadosamente, expresan claramente re~atos tm.agmanos ~e obispos, todos en. la misma actitud orante y sin duda, por la
esta evolución. La fase final está admirablemente ilustrada por los retratos de dos misma razon, como s1mbolo de la plegana perpetua que la Iglesia dirige a Dios.
muchachas orantes en la catacumba de Traso y Saturnio en Roma (siglo IV), y por la El. retrato de orante nos ha llevado a considerar ciertas imágenes de la Virgen.
de una cierta Teodosia de Antinoe (siglo VI), (figura 53). En una tercera etapa de la Exanunemos ahora ?tros retratos de la Madre de_Dios, o de Cristo, en los que todavía
misma evolución, el simple cristiano -fallecido o en vida- no aparece ya representa- no n~s hemos _d~:emdoporque no ocupan, e_nla iconografía cristiana de la Antigüedad
do como orante. Pero no por ello desaparece el tipo iconográfico. En virtud de una Tard1a, la pos1c10ncentra\ que se podría esperar de ellos (posición que ocuparán, sin
nueva selección, éste se reserva ahora al retrato de los santos y, sobre todo, de los emb~rgo, en la Edad Me?ia}. :Veremos que las imágenes paleocristianas de Cristo y de
mártires. De ahí que en el südo IV. en Roma. Santa Inés fuera renrt':st':ntadaf'Il h mf'q la V1rgen rep_re~e~tadas111d1".idual1:1ente, como ret~atos (y no como protagonistas de
del altar de la antigua wnfesÍón s~bterránea de la iglesia de San'ta Inés E:X:r:~~~~~;-y una :scena lus_tonca), se realizan siempre por medio de esquem~ tipológicos de uso
que, en una época próxima, se representara también a un mártir anónimo en San Juan comrn_1en la ~poca y con respecto a los cuales no debe verse runguna búsqueda de
y San Pablo, en un rnbirnfom subterráneo. Un siglo después, en el mosaico de h. cúpula {(semejanza1 • directa o espontánea ..

de_la iglesia de San Jorge, en Salónica, rueden verse vario~ mártires_ que, hacen el Hemos considerado ya anteriormente las imágenes de Cristo en medio del colegio
Imsmo gesto, gesto. con el que aparece igualmente el patron de la 1gles1a de San apostólico h~ciendo observar que éstas se realiz~ban según una fórmula iconográfica
Demetrio, también yn Salónica, y muchos otros santos de la Antigüedad tardía en sus del arte antiguo reservada a los grupos de sabios o a miembros de una profesión.
retratos corrientes. !;>erosólo se trata de una formula iconográfica que define como Veret1_1-0S q~e otras imágenes paleocristia~s de C!isto eran también del tipo iconográfi-
s~nto, o_como mártii:,.al personaje cristiano represen~ado, Más claramente que en otro co 1:1-as~nttgu~:l. Se tratab_ade_retratos ·concebidos para mostrar a Cristo bajo una
tipo de unágenes, pueden registrarse aquí las etapas: figuras simbólicas, retrato de un apanenc1a par~tcul~r, p~ra 1lununar un aspecto determinado de su persona (y no sola-
buen cristiano, retrato de un santo y fórmula iconográfica para representar un mártir. mente su apanenc1~ física, como ocurre con l~s retratos realistas habituales). Cuando
Este tipo de imagen, en que el personaje representado no lo es independientemente se representa a Cnsto sentado entre los apóstoles, se muestra la imagen del sabio
de una acción, puesto que ora.,procede, ya lo hemos dicho, de una figuración simbólica. ens_e~ando;por lo de~ás, Cristo es el soberano universal reinando majestuosamente y
Esta procedencia explica seguramente la facilidad con que el retrato cristiano de orantes renb1endo el homenaje de sus súbditos, es decir, de los fieles; o se dirige desde los
80 A 11tigüedad 3. El rrtrata 81

cielos al príncipe cristiano que es su lúgarteniente en la tierra, asegurándole la victoria. del. grande es equi~al~nte: Pedía ~ólo es un apóst?I y un s~nto por Cristo y .la Virgen,
Dicho con otros términos, en todas esas imágenes no aparece expresada la realidad y t:1enecomo condisc1pulo de Jesus a ese otro aposto!. El icono de monte Smaí ofrece
concreta de la acción o de la actividad de Cristo: se trata de retratos dramáticos, en los ~í un ejemplo de imagen de apóstol inspirada por la iconografía romana oficial. Otras
que esta realida~ es sustituida por tipos iconográficos convencionales que pretenden ,mágenes muy antiguas de los apóstoles, y las de Cristo, proceden a veces bien de la
evocar su síntesis. imaginería imperial, bien de la iconografía del ma5?íster.
La propia Virgen María sirve de tema a retratos también funcionales y tipológicos, A través de algunos ejemplos conservados, puede demostrarse también que algunos
con una diferencia, sin embargo, en relación a las figuraciones equivalentes de Cristo: otros retratos de Cristo y de María dependían asimismo del arte oficial. Aquí, hay que
lo que define a Maria en su relación con Dios y con los hombres, es el carácter buscar los m?dclos entre las imágenes sagradas de los propios soberanos. Pero seguir
excepcional de los lazos que la unen a Cristo. La tipología de los retratos funcionales la_demostración_ resulta_ menos cómodo que con los dípticos consulares, ya que el
de la Virgen procede totalmente de esta relación. numero de efigies oficiales de emperadores y emperatrices que nos ha llegado es
El esquema de los retratos tipológicos de Cristo y de la Virgen no procede de los extremadamente pequeño; las comparaciones sólo pueden hacerse con un puñado de
retratos corrientes de personas privadas, hechos en vida o después de la muerte, _para docu?1entos que están muy lejos de representar todos los tipos iconográficos que
una utilización funeraria. Para Jesús y María, los esquemas dimanan de las efigies p~act1eabal~ IT?agineria oficial de los emperadores. Por lo tanto, me limitaré a algunos
ofic~~lesd~ los sobera1.1os(sa?ae imagines1,? a .veces de los. cónsules. Un tipo .de copias eJemplos, ~tn mtentar establ?ce_rcorrespondencia directa térm~no, a té~mino .. Po~ lo
deb10 realizarse a partir del trmnfo del cnst1amsmo en el siglo IV, cuando las imágenes <lemas,esta ya ace- .;.tdoa priori por todos el hecho de que las tmagenes mayestáticas
oficiales del Imperio dejaron probablemente de ofender a quienes habían sido antes de Cristo_y de la ·f 1Igen son copias de la imaginería oficial del Imperio. Bastará, pues,
perseguidos P?r !_asa_utori?ades romanas. El pro~eso h~ po~ido induso,comenzar antes, con considerar esta cuestión en fonción de nuestro problema actual, a saber, el estudio
no como una un1tac16n duecta del arte romano tmpenal, smo a través de determinados de los primeros retratos cristianos.
clichés iconográficos que se refieren en forma general a las ideas de soberanía, victoria, Como punto de partida, tenemos el famoso icono del Cristo de Letrán, llamado
poder, justicia, o a las relaciones entre el soberano y los_dignatarios de su corte. Sin aclier~poetos, pintura en madera provista de una tapa decorada con una cruz. Esta tapa,
embargo, los más antiguos retratos de Cristo y de la Virgen que se puedan clasificar también en madera, servía de protección al retrato de Cristo, como en las reliqnias o
en ese grupo no son anteriores al siglo IV: pienso, en efecto, que fue durante el reinado las encuadernaciones de manuscritos de principios de la Edad Media. La pintura, que
de Teodosio II cuando comenzaron a aparecer, o al menos cuando ern_pezóa ampliarse está casi borrada, representa a Cristo majestúosamente sentado en su trono como un so-
su uso. berano.
Para explicar por qué los cristianos tomaron como modelos de sus retratos las sacrae Data del siglo VI y tiene la misma forma, estrecha y alargada, que los dípticos
imagines de la monarquía romana, de las que han sobrevivido muy pocas, conviene consulares. Esta similitud se debe a que los retratos de los emperadores, que probable-
examinar obras sobre las 9ue se dispone de do~u1;1~ntos fª1:ticularmente fehacientes. mente inspirar_ona! ª?tor de esta imagen, ten1an la misma forma que los dípticos, a
Tal es el caso de los dípticos consulares de pnnctptos de siglo VI (figura 55). Estos los que en realidad m11taban. El parentesco entre dípticos consulares y retratos imperia-
dípticos se confeccionaron en Roma o Constantinopla por orden de los cónsules, cuyo les puede ~~duc~s~ a partir ~e las imáge:ies .~e los eID:peradores reinantes repr:.sentadas
mandato se abría el 1 de enero de cada año, y que anunciaban oficialmente sú nombra- e.n la Not1t:a dignitatum, celebre compilac10n del siglo V; en efecto, esas unágenes
miento por medio de un texto comprendido entre dos tablillas de bronce o marfil. En tienen la misma forma que los dípticos consulares y que el icono de Cristo_mayestático
estas tablillas_,se representaba al cónsul sentado en su trono oficial en la logia del circo, que hemos citado más arriba.
prc3idkndv los jücgvs qüc tü. esa 0casitSJ1 se le uftcu':11. Está semado bajo un paiio, Eu cuanto al propio rerrato imperiai, en ei l.ibro de h Notiti~ dignitatum,. no sigue
encima del cual pueden verse los retratos oficiales del emperador y de la emperatriz y el esquema del soberano sentado en su trono, smo el de las efigies del príncipe en las
de otro personaje, probablemente su colega, el segundo cónsul del año. Este grnpo de monedas, en las que aparece cortado a la altura del cuello o de los hombros, o las del
retratos colocados encima de él significa que recibe su poder de los soberanos, y que cónsul representado de pie, cm_110 p_uede.verse en numerosos dípticos de marfil. Que
lo comparte con el otro cónsul. yo sepa, aparte de algunas copias bizantmas y otomanas de la Edad Media, no se ha
Un icono al encausto de forma semejante a los dípticos consulares ha sido reciente- conservado ningtin retrato dd Emperador en su trono rodeado de sus dignat:1rios. Sin
mente descubierto ,en el monte Sinaí (figura 56). Esta pintura es quizás un poco más embargo, el es~uema mayestáti~o (el soberano en su trono) debió de emplearse para
tardía que los dípticos, pero no más de medio siglo. Tiene forma estrecha y alargada los retratos oficiales al mismo tiempo .que el que figura en la Notitía dignilatum; por
y presenta los mismos elementos, agrupados de la misma manera. Sin embargo, es lo demás, contamos con dos series de 'testimonios indirectos. Por una parte, algunos
cristiana: San Pedro, con una cruz en forma de cetro, ocupa aqtú el lugar del cónsul marfiles de este tipo muestran a la Emperatriz de pie o sentada en el trono (de pie, en
y aparece ante un segundo término arquitectónico en exedra. Por encima de él, en el el Bargello de Florencia; sentada, en el Antiken Sammlung de Viena). El retrato tiene
mismo orden que los dípticos consulares, vemos a Cristo (en el lugar del emperador) en estos casos un carácter totalmente oficial, tañto por los vestidos como por las insignias
y a la Virgen (la emperatriz) con un segundo apóstol, probablemente San Juan, en el del poder, y la soberana aparece bajo el mismo palio simbólico que el de los cónsules
lugar del segundo cónsul. La significación de estos pequeños retratos colocados encima en los dípticos. El otro grupo de testimonios indirectos es el qne representa a emperado-
! 1 3. El retrato 83
82 Antigüedad

res sentados mayestáticamente en el tron<?, sin que se_trate propiamente habl.ando de esquema de piezas de marfil análogas que servían quizás como encuadernaciones para
sacrae imagines de monarcas, sino de copias de estas :111!genes adaptadas_ a diferentes los edictos imperiales y otros actos judiciales que emanaban del soberano: en estas piezas
objetos. Por ejemplo, en Halberstadt, coronando un d1pt1coconsular del ~1glo y se ven los emperadores y sus altos dignatarios aparecían representados en el centro, y, a su
dos emperadores correinantes en un trono. ú:üco y! a su lado! las personificac1ones de alrededor, en los compartimientos del cuadro, escenas de las hazañas del príncipe. Así,
la::.dos Romas y los miembros de la guardia unpenal. En v~nos medallones de oro ~e los modelos imperiales no sólo habrían dado origen a las imágenes colocadas en el
la época constantin.iana, comervados en Viena y e1:-el Gabir:ete 4e
Meda.lla_sde Pans, centro de la composición, con lo, retratos de Cristo y la Virgen en el trono, sino que,
así como en la famosa fuente de plata de la Acadenua de la H1stona de Madrid, aparece en tanto que tapas de Evangelios, habrían <lado también origen al sistema de pequeñas
también el Emperador sentado en su trono: estas oh.ras muestran_.no solamente al e:cenas narrativas ext1;aídas de _la_historia evan.gélica, canónica ? apócrifa: imá&enes
soberano en su trono si.no, además, a los césares corremantes (los htjOS dd soberano) b1ogrificas para la Virgen, e 1magenes de milagros (cf. el mismo emplazamiento
y los miembros de la guardia. En fin, el palio aparece siempre. Va toman~o g_rad_ualrnen- reservado a las ,igranJes hazañas1¡ Je Hércules, de Mithra) (figura 59) para Crísto.
te el aspecto <le un frontón monumental y frecuentemente su presencia s1grufica que Puede afirmarse, pues, que uno de los tipos más extendidos de imágenes de Cristo
se le atribuye una función simbólica, _ _ . . y de María, el amplio grupo de la~ ,,majestades», se formó según el mismo proceso
En suma, a pesar de la falta de cualqme,r clase ~e ejemplo de una 1magasacraoficial que los tipos de retratos estudiados por nosotros antes: se trataría, una vez más, de una
del Emperador en su trono, el retrato de este maJestuosarnellt~ ~entado y rodeado ?e adaptación de los esquemas corrientes del retrato de príncipes de la época a temas
sus asistentes forma parte sin ninguna duda de !os esquemas uttl~zados para ;as efigies cristianos. Los esquemas de representaciones <le Cristo y la Virgen en el trono, que se
oficiales de los monarcas romanos, comprendidas las emperacnces, en la epoca del aplicaron a varias series de imágenes, proceden seguramente de la imaginería oficial ro-
Imperio cristiano. Esto aparece confirmado por otro tipo de representac.iones con_sulares rnana.
que eran copias _delas imágenes imperia,les. Un marfil de ~a.rmst~~t bnntla un ejemplo Así ha sido también para otros tipos de retratos de Cristo, que proceden de una
de esto: el magistrado ?e representa alu sentado entre dos lictores. _ asimilació11 por la iconografia cristiana de modelos del arte oficial romano. Los cristia-
De esas efigies oficiales proceden seguramente nurne~osos retratos de Cnsto y de nos, por tanto, se adaptaron a b moda (que debía remontarse a_los primeros libros en
la Virgen, particularmente los que les r~present~n sentados so~emnemente ,en el trono, fo~rna de código) de colocar el 1:ecratod~l.autor de~ libro como frontispicio 4e1 manus-
Je frente y flanqueados por una o vanas pareyi.s de acompan~ntes; dos ª~?eles para cnto. Conocemos esle uso segun la c<l1c1ones antiguas de las obras de vanos autores
M·aria, dos apóstoles par:1 Cr~to. Estos gruros, qu~ p_ueden mclmr tamb1~n santos, paganos (como Terencio). Aunque después la veamos aplicada también a los libros
prefiguran las «sacras conversaciones)) de los pmtores italianos de la Edad Media y el Re- cristianos a partir del siglo VI, lo más tarde (.Evangelios, Antiguo Testamento, etc.), y
nacimiento. . ello en las dos versiones empleadas por los predecesores paganos_: ~¡ retrato del. autor
Veamos algunos ejemplos, la mayor parte de ellos muy célebres, de Cnsto y de la en busto sobre una inuigo c/ipeata o sentado en su despacho, escnbtcnJo o meditando
Virgen sentados en sus tronos. . , ._ sobre su trabajo.
Para Cristo: el niosaico del arco trmnfal de Santa Mana la Mayor, donde el n~no Al apoderarse de una tradición iconográfica ya escableci<la, los cristianos, como se
Jesús recibe !as ofrendas de los Magos (fig~ra 41); el mosaico del ábside <le San ~1:a_! ha dicho, adaptaban continuamente los modelos a sus ne.:esidades particulares. Mas
de Rávena (figura 28)·, dos frescos, <le los siglos !V y~• en las cata~umbas de Dom1tila esta adaptación se hizo de manera diferente. A veces, adaptaron sus temas específica-
y Comodila, ambos con Cristo en su trono en 1ned10 de los ªP?stoles. Rccor~emos
también, en Roma, Mihn, Rávena y otros lugares, un buen num~ro de sarc?fa~os
m~nte cristianos ~ esquem~s- de re~rese11ta~ión 1e :1so co_rriente que tenían un ~cntido
analogo. Pero su mterveuc1on podía ser mas energica; as1, los orfebres de las cnsmeras
paleocristianos (si&los ¡~ y_v)donde Crist~ apar~ce er~su tro~'.º ~n medio d~ l~s aposto es de Tiern S:mta, ~ fodes del siglc \'l, recLb0rar0u d t:~L1ucaua iconográfico descriptivo
{figura 31 ); y vaw)S diptKUS de ü:i.arfü .ua11u.uu:, 1(uc lo:; _une.o compartu_mentos>> del de la Adoración de los M.1gos y los pastores para hacer de él una imagen de la majestad.
siglo VI en los ,pe Cristo, en el centro d~ 1~ cara de, la 1zqu1erda (supenor), aparece Sorprende encontrar aquí a la Virgen como .Emperatriz, sentada en un inmenso trono
sentado en el trono rodeado de los du_spm:-ci_pales apostol_es (~gura 57). . en el centro de la composición, eón dos grupos simétricos de personajes -magos y
Para la Vi.rgen, ci.temos un mosaico (s:glo VI) de la iglesia de ~a~ Demetno de pastores~ indinándose ante ella. Esta clase de adaptación con retoque pero sin cambiar
Salón..ica; dos famosos iconos en madera (siglos VI y V!I), _uno en Sma1, y el otro ~n el sentido del modelo ha debido de ser frecuente, favort:cido por las muy poderosas
Santa María de Trastevere en Rom,1; varias crismeras de Tierra Santa; y, una ve~ mas, influencias monárquicas a finales de la Antigü:'dad. In:~genes de este tipo 1_10 pueden
el centro de la placa d_érecha (posteri<?r) de los dípti~o~ ,de cinco compartimientos _c1taJos ya considerarse como retratos, pero prueban la mtegrac1on en escenas narrativas y dra-
anteriormente. La Virgen aparece siempre en posK!?n frontal, generalmente con dos máticas.
ángdes por acólitos, aunque a veces se la vea tamb1er1:~anq_uea<lapor santo~. , Ciertos procedimientos de los imagineros cristianos, en_particular el de co_nstruir
En los dípticos de cinco comp~rtimientos (L11;1e ongmanamente ~r~n qu1zas t~pas retrato~ o pseudon-e_tra_tossobre la liase de e~quemas ~s~b,lec1.Jos, e,ncu_enrran e~ide~tes
de Evangelios), los retratos de Cnsto y de ~a Virgen en su trono estan rodead?~. ~e analogias en las practtcas de otras comunidades religiosas de los prrmeros siglos de
pequeñas escenas narrativas. En la parte supenor de cada plac_a~parece una c~m~os1c1~11 nuestra era. Hasta ahora, sólo hemos considerado los retratos cristianos derivaJos de
triunfal con victorias volando. Cabe pensar que el arte cnsnano haya recogido este los retratos profanos, entre los cuales he incluido las imágenes oficiales de los magistra-
84 Antigüedad 3. El retrato 85

dos del Imperio. Pero la iconografía religiosa de las demás creencias extendidas dentro piezas del monte Sinaí dan una idea de las etapas intermedias entre los trípticos paganos
del Imperio en la época de los principios del cristianismo, un poco antes de que el arte y los del arte cristiano de la Edad Media.
cristiano naciera, parece haber seguido las mismas trayectorias de creación. Limitándo- En fin, hay también <<iconos)> paganos donde el retrato de la divinidad ocupa el
nos a los retratos, o a las obras que razonablemente pueden catalogarse como tales, centro de la composición, mientras que los episodios de su vida y hazañas se sitúan en
recordaremos en prin:ier lugar las_representaciones de Zeµs o Júpiter en el trono, de el marco que lo rodea. Se trata de una fórmula que se aplicaba a divinidades diversas,
frente, soberano del cielo y de la t1.erra.Naturalmente, el tema iconográfico es mucho pero que fue particularmente frecuente en lqs antiguos Mithra, bien en forma de
más antiguo que las monarquías helenísticas y romanas. Pero la versión compuesta a pintura, como en el Mithraenm de Doura o en el de Santa Prisca de Roma, bien sobre
finales de la Antigüedad (por ejemplo, en el Virgilio ilustrado del siglo VI del Vaticano) baldosas esculpidas donde el i<retrato» de Mithra aparece rodeado de escenas de su
indica la imitación directa de las majestades del emperador romano. Y los ilustradores ((vida».El mejor ejemplo antiguo de este tipo de composición es un relieve del Museo
del manuscrito del siglo VI de La Ilíada, en la Ambrosiana de Milán, muestran un Nacional de Nápo\es (figura 59), en el que Hércules y Onfale aparecen enmarcados
grupo de dioses o jefes militares sentados en un banco curvo, según la fórmula citada por pequeñas escenas que representan los trabajos de aquel dios.
anteriormente para los retratos colectivos cristianos. No cabe la menor duda de que este esquema iconográfico sirvió de modelo a ~ •.
Las_representaciones de soberanía se multiplicaron en esta época, y el esquema se innumerables iconos griegos de la .Edad Media. El tesoro de Vatopedi, en el monte
aplicó a Dionisio, Isis, Ariana o Venus. Las imágenes de estas divinidades las presentan Athos, cuenta con un ejemplo del siglo XII que rnnestra una crncifixión rodeada de
como reyes o reinas mayestáticas. Su coronación figura en un mosaico de Venus-Ariana escenas evangélicas. Más antiguamente, en el siglo VI, un arreglo semejante aparece
de Cartago. En u~ mosaico de Antioquía (Dafne), Dionisio-Baco aparece como triunfa- en los dípticos de cinco compartimentos que sirvieron probablemente de tapa de
dor rodeado de animales hostigados, como si fueran enemigos vencidos. La popularidad Evangelios. Recordemos aquí que, en esas placas de marfil, es Cristo o la Virgen
de esta clase de imágenes está segura.mente vinculada al auge de la monarquía en los quienes ocupan el lugar central, con las escenas de su <(historia)>
enmarcando sus figuras
reinos helerústicos primero, y en Roma después. En la imagen de David mayestático, mayestáticas (figura 57).
como rey ideal de Israel, tal como aparece en un fresco de la sinagoga de Doura, donde Se sabe poco sobre !as ideas que los primeros cristianos se hacían de los retratos y
se le reserva el panel central (en medio de todas las escenas simbólicas e históricas), sus relaciones respecto a ellos, particularmente respecto a esas efigies de santos que
hay que ver también un reflejo de la iconografía de los reyes helenísticos. El pintor suelen ocupar un lugar tan considerable en el repertorio de la iconografía cristiana.
muestra al rey de frente, en el trono, rodeado de sus acólitos y dignatarios. También Dos o tres datos son dignos de interés: aunque no nos aclaran mucho sobre las formas
hay que snpo1~e~aquí la existencia de modelos procedentes del arte helenístico, quizás efectivas de esta clase de imágenes, nos permiten ftjar algunos datos y algunas zonas cro-
el modelo, prox1mo, de los maestros de Osrone, esos abgaros cuya capital era Edesa y nológicas.
que se convirtieron primero al judaísmo, y después al cristianismo. Creo haber sido el primero en hacer observar que las prnebas de un culto dedicado
En Siria y Egipto, siguiendo en la época imperial, los adoradores de los dioses a las imágenes cristianas, al principio con representaciones de Cristo, comenzaron a
locales realizaron también una especie de iconos, pinturas murales o dibujos sobie finos multiplicarse a partir de la segunda mitad del siglo VI (Martyrium II, 1946). Este punto
paneles de madera en forma de trípticos, comparables a los pequeños tabernáculos de ha quedado ya establecido, particularmente desde la publicación de la colección de
los lararia de las casas romanas. Y en estos (<iconos»,una vez más, los dioses aparecen Ernest Kitzinger, con un gran número de textos contemporáneos, que hablan de las
como principes en sus tronos, rodeados de otros dioses menos importantes alineados a
sn lacto 0 próximos a ellos, -eDct:imen-te ccma er1 bs im:i¡;enes m:::.ye~tática~
~~~:n:s ~e~{C~~~t~ t~e.~7s s:1~~~s,!.~e: 1 ~~.lt~oj~f~se~~esa~~~ll.:.ªsu al~ededoy.. ~in
imptriaks ~u•~u•g~, ~e.. a .u,Sv ~---t:-,r dv v~•ª '1u.. ,._.,....!.o,.__.,...
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...,tl,ulO comienza Ullh,a-
o cristianas que acabamos de ver. Dos frescos del siglo Il, procedentes de Karanis, en mente en la segunda mitad dd siglo VI. Y sobre eso quiero insistir aquí.
Egipto, podrán servir de ejemplo: uno muestra a Harpocratcs en el trono y otro a una Los textos que voy a citar no son desconocidos. Pero no hay que olvidar que la
divinidad no reconocible, rodeada de otros dioses. Copias de estas interesantes pinturas, mayor parte de ellos son contemporáneos y perten_ecena finales del siglo lVy principios
raramente citadas, se encuentran actualmente en el Museo de Arqueología Kelsey de del siglo v. Son éstos:
la Universidad de Michigan: proceden de excavaciones emprendidas por esta universi-
1. La célebre frase de San Agustín afirmando que muchas gentes reverencian los
dad ha;i~ 1920. qtr? _ej~mplo de <ácono)>en tríftico, en este c_asocon la imagen
mayestática de una d1vm1dad local en la parte de centro y con imágenes de dioses sepulcros y las pinturas: novi mu/tos esse sepulcrorum et pir.turarum adorantes (De moribus
ecclesiaecatholicae... I, XXIV, Migne,:_PL XXXII, pág. 1.342). Aunque el texto no
palmirianos en uno de los paneles, se halla en d Museo de Berlín.
precisa a qué pintura se refiere, la yuxtaposición de sepulcros y pinturas sugiere que
Esta clase de (<iconos»prefiguran otros trípticos medievales cristianos como el marfil se trata de retratos funerarios.
bizantino del siglo X, llamado Tríptico Harbaville, que se encuentra en el Museo del
2. En esta época, en Antioqufa, San Juan Crisóstomo menciona el entusiasmo de
Louvre (figura 58). Recientemente se han descubierto en el monte Sinaí algunas placas
sus compatriotas cristianos en producir un nUmero cada vez mayor de retratos de su
de trípticos análogos, pero en madera, y fechados en los siglos VTI y vm. En este caso
obispo, Sa.nMelecio: esos cristianos atribuían a tales imágenes una significación religiosa
se ven las imágenes superpuestas de diferentes santos (la costumbre de superponer las
(Homilia encomiastica in S. Patrem Nostrnm Meletium ... Migne, PG, L, pág. 516).
imágenes secundarias aparecía ya en los paneles de los trípticos paganos de Siria}. Las
3. De_ Antioquía procede también la costumbre, recogida de Roma, de colocar
3. El retrato 87
86 Antigüedad
información, lo que no se puede hacer es negarla. Y, habida cuenta ~e todo esto, habría
imágenes de San Simcón el Estilita en las tiendas, por razones profilicticas (Theodoret, que concluir que la hipótesis de que_ese culto d.e los :erratas de Cnsto y de los sant~s
ReligiosaHistoria XXVI, lvligne, PG, LXXXII, págs. 1.463 y ss.). . apareciera en el siglo VI es menos sólida que la hipótesis con arreglo a la cual pr~cedena
4. Después, y en forma menos creíble, otros textos afirman que el famoso icono de una antigua costumbre de veneración de ciertos retratos, cuyo uso habría conttn_uado,
de la Virgen con el Niño llamado Hodigitria, durante siglos casi un Palladimnpara el sin interrupción real, con los prime~os cristianos, m~s o m~nos re~ervados o entus~astas,
Imperio de Oriente, fue enviado desde Tierra Santa, donde se había descubierto, a según los casos. Nuestras observaciones sobre la ex1stenc1a de diferentes categonas de
Constantinopla, para Pulqueria, hermana de Teodosio 11(408~450). Envío que llevó antiguos retratos sagrados en el arte paleocristiano tienden indirectamente a confimiar
a cabo la esposa del soberano, Atenais Eudoxia. Esta.pintura, que se pensó era obra de esto, puesto que muestran numerosos casos de continuidad de la práctica del arte del
San Lucas, fue consider'a.<lapor los bizantinos como un retrato auténtico. A su llegada retrato después de haber pasado a manos de los cristianos.
a la capital, fue objeto de culto, y Pulqueri.a la colocó en una iglesia (o un oratorio) Es probable que la primera generación de cristianos, si poseía retratos de Cristo,
especialmente construida para ella. Todo esto ocurría durante la primera mitad del de los apóstoles o de mártires, no viera ningún mal en rodearlos de los símbolos
siglo V, probablemente en los años que siguieron al concilio de Efeso, en el que María materiales de respeto debido a la memoria de la persona representada. Acwando de
fue proclamada Madre de Dios, lo que favorecía el desarrollo de los diferentes cultos esta forma, se comportaban de acuerdo con los usos del medio social al que pertenecían.
de la Virgen. Cabe, pues, pensar que el culto dedicado a estos retratos en icono se Más particularmente, era habiwal en la época que los discípulos de un gran hombre,
estableció, o se extendió, en esta época, quizás incluso antes del culto de los retratos fundador de una secta religiosa o de una escuela filosófica, poseyeran y veneraran
de Cristo (textos de la segunda mitad delsiglo VI y del principio del siglo VII se refieren también su retrato. Así nos lo dicen Santa Irene (Adv, haereses,I, XXIII 4, Mígne,
mis particularmente a los retratos de Cristo). PG, VI, págs. 672 y ss.) y Eusebio (Carta a Consta11tina,Migne, PG, XX, págs. 1.545
. De forma, pues, muy rápida, hacia el 400, o durant~ los pri..me~osañ:osd~l siglo V, y ss.) en relación con los discípulos de Simón el Mago; y otro tanto conocemos para
se creó un culto de retratos de santos, entre ellos la Virgen, en diferentes cmdades o Manes (en el mismo texto de Eusebio y en otros testimonios). Es probablemente más
regiones del Imperio cristiano. Los testimoníos, aunque incompletos (en ~uanto a la tarde cuando el clero, por temor a un retomo de la idolatría, prohibe no solamente su
forma o extensión del culto), nos retrotraen a un período·antenor en doscientos años veneración, sino también los propios retrátos funerarios. Sólo hacia el 400, época en
aproximadamente a la segunda mitad del siglo VI. que comienza el gran florecimiento del arte figurativo cristiano y cuando éste se apodera
Todavía nos podemos remontar más. Hablando del origen dd cristianismo, Euse- de tant9s_~sos artísticos <le!pasado, esa prohi~ic_ión, aunqu~ m~nca_expresada verb_,1ti111,
bio, como hemos visto anteríormente (pág. 103), declara que los retratos dd propio fue <lefm1t1vamentelevantada. Los retratos cnsnanos y sus lnst1tuc1onesse extenJ1eron
Cristo y de sus apóstoles hari sido reali~:ldos_en vida de é~tos, y venerados por_ sus y fueron tolerados por los doctores de la Iglesia. Es exactamente en la misma época
comcrnporineos. Por supuesto, este tcstunomo .puede considerarse ~orno de~as1ado cuaa<lo Teodosio II prolube d culto pagano de lo~ ancestros, lo que habría de resultar
tardio y ser descartado como un anacronismo. Sm embargo, esta actitud negativa me fatal para el arte del retrato funerario. No obstante, una rama de este arte fue salv:1Ja
parece inadecuada, ya que, a mí entender, en la época de Eusebio los retratos 1e S:risto por b Iglesia: la de los retratos de los difuntos reconocidos como santos y, por ello,
y de los apóstoles no eran ni corrientes ni particularmente venerados. Por consiguiente, objetos legítimos de un culto autorizado. .
sería un error ver en su texto el reflejo de una situación determinada que hubiera Hemos observado ya que el retrato funerario del simple mortal desapareció en el
podido conocer, máxime cuando él inismo era un adversario declarado del uso de los siglo JV, mientras que esos esquemas iconográficos se conservan exclusivamente para
retratos de Cristo y de los santos. las imágenes de santos crisüanos. Lo mismo debió ocurrir con la veneración de la que
El pa$aje de Eusebio se interpretará más correctamente examinándolo a la luz de rlifonto y que,' hacia el 400, a::bó reservin-
originariamente era ob¡·eto todo retrato rl_r>
!os relato::: ;i.pécr-ifosde San Juau el .Ev<>ngdist:-..,
qu-.::haLh Je -la rcaiización -de un dose a los retratos de os santos. Es obv10 que en esta epoca la venerac1011respecto a
retrato del apóstol, y la veneración que le profesaba uno de sus discípulos en la casa los santos tenía carácter conmemorativo e implicaba únicamente las formas -coronas'.
(véase pág. 71). Pero hay que añadir que esta devoción revestía las formas habituales lumina- que los primeros cristianos reservaban al culto de todas las clases de retrato~
de h época: el retrato se coloca~a en una mesa con mintel, ante dos velas y u? altar conn1ernorativos. Los progresos ~1ueeste culto experimentó en Constantinof'.la durante
y coronado de flores. El apócrifo no duda en poner en boca de San Juan un drscurso los siglos siguientes deben relacionarse con el hecho de que, a finales del stglo Vl y a
en que éste desaprueba el hecho de realizar retratm, prohibiendo la veneración y su principios del siglo VJI, la semejanza entre las imágenes sagradas de los emperad?res y
propia representación,. A pesar de todo, lo cierto es que un d~scípulo de Juan, que se h de Cristo se hizo mayor. Es en este momento, creo, cuando el cult0, muy exigente
consideraba como cristiano, no veía ningún mal en la posesión de un retrato de su y religioso, profesado tradicionalmente a los retratos oficiales del monarca, se transfirió
padre espiritual, el apóstol, e incluso en fr?fesarle un cierto cult?· Recorde~os 9ue a las imágenes de Cristo soberan~ y, a través. de ellas, a ~º?,os l~s retratos de santos.
este texto, según los filósofos, se remonta a siglo ll, y procede de Asta lvlenor. Constltu- Lrnovedad de esta época no reside, pues, f::Ien la apancion m en el aurr:~nto d~l
ye, pues, un testimonio válido de las costumbres de los tiempos de los apóstoles. número de los retratos cristianos; consiste en el desarrollo de una devoc1on, mas
Ambos, el apócrifo y Eusebio, atribuyen por tanto el uso del retrato y su veneración religiosa que puramente conmemorativa, respecto a los retratos cristianos, el de Cristo
a la primera generación de cristianos, acosmmbrados a manifest~r grati~d a sus bienhe- en particular.
chores por medio del culto profesado a sus retratos. Por fragmentaria que sea nuestra
Capítulo 4
La escena histórica

A veces se ha dicho que el cristianismo dio un giro históríco al artC religioso del
Imperio Romano; en lugar de representar acontecimientos imaginarios, inspirados en
la mitología cristiana., tos cristianos representaron las escenas y personajes mencionados
en las Escrituras. Esto, como todas las generalizaciones, es solamente verdad a medias.
La iconografía cristiana solía limitarse a figuraciones extremadamente esquemáticas,
que evocaban los acontecimientos o los personajes.descritos por la Biblia, pero que no
los representaban. Es una iconografía, ya lo hemos visto, generalmente más producto
de las ímágenes*signo que de escenas narrativas o de retratos de los protagonistas de
la historia religiosa. Por io demás, es cierto 'que el objeto de la imaginería cristiana fue
originariamente la referencia a los acontecimientos de un pasado histórico. El resto es
una cuestión de forma y de realiz;iciones. Pero las realizacio11esy las formas tienen,
sin embargo, una gran importancia para el hístoriador; estudiándolas se llega a com-
prender mejor cómo esas imágenes históricas cristianas se crearon, la parte que deben
a los modelos anteriores, y la que es original y verdaderamente cristiana. En el capítu-
lo 3 hemos visto hasta qué punto los retratos cristianos eran deudores de los tipos
corrientes de la época, Las páginas que siguen mostrarán que las imágenes históricas
llevan también la huella de las tradiciones propias a este género en el arte contemporá-
neo.
Cu:.ndo hablo de irn,ígeuc~ históricas crisriams, me refiero a las imágenes de
acontecimientos tomados de la vida terrenal de Jesús y de las biografías de santos, y
también de los libros del Antiguo Testamento .. Todo el mundo conoce centenares de
representaciones (pinhiras y relieves) de la Anunciación a la Virgen o de Lis santas
mttjeres en la tumba, o de Moisés en el monte Oreb; pero no sabemos cómo se crearon
esas imágenes. Para que nuestras posibilidades de descubrirlo sean mayores, agrnpare-
mos las que aparecen referidas a objetos de la misma naturaleza: en efecto, es frecuente
que_una tradición iconográfica se _vinci+lca imágenes qne cumplen la misma función
religiosa. Comenzaremos la experiencii con imigenes utilizadas para la ilustración de
manuscritos de las Escrituras, por la razón expuesta en el prefacio de esta parte de la
obra: después de todo, el arte que estudiamos es el de una religión revelada en esas
Escrituras. Por consiguiente, es bastante probal5!e que encontremos, en los manuscritos,
el primer florecimiento de la iconografía cristiana.
Pan el período que va de la Antigüedad tardía. al siglo XI, sólo contamos con un
r 92 Aritigiiedad

de hecho d primer ejemplo conocido de un medio iconográfico que los artistas utiliza-
4. La escenahistórica 93

del texto de c~da, una de las cuatro pá~inas y el principio de la siguiente. Este sistema,
ron abundantemente, la varíante específicamente cristiana de un proceso típico de cada al separar las 1magenes del texto, equivale a agrupadas junto a las tablas de cánones
lenguaje iconográfico: la comparación, o !a yuxtaposición, de los semejantes y de los pero 1~presentación es materialmente diferente y absolutamente original; alguna~
opuestos (los acontecimientos de los dos Testamentos aparecen aquí agrupados, pero pequenas escenas se ~uperponen _a cada lado del retrato del evangelista que precede a
en forma ta! que d Antiguo Testamento, representado únicamente por las profecías, su texto, y otr~s, casi :an. pequenas., se agrupan de nuevo al final del Evangelio. Estas
anuncia al Nuevo). Volveremos a este dispositivo con los métodos de creación en ~os clases de pinturas llilltan ~os ~'.ferentes gé1:ero; de rel~ev:esde culto paganos de la
iconografía teo!ógica. epoca r~mana, como veremo:; mas adelante. El pmtor cnsnano que ha ilustrado los
Una tentativa análoga de interpretación, _pero bajo otra forma, aparece al analizar Evangelios del Corpus Christí CoHege no se ha contentado con la lectura del texto
pinturas Je los eva11gelios siriacos Jd 586 (Evangelios de Rabula) de la Biblioteca sagrado. Conocía, y ha imitado, una especie de imagen-signo comúnmente empleada
Laurenciana de Florencia. Todas las pinturas aparecen allí a la cabeza del volumen, un en el arte de su época.
poco como en el Evangelio de Rossano, pero con una diferencia, sin embargo: en este Volvamos a nu~stras. ob_servacione,;sobr~ los Ev~ngelios ilustrados del siglo IV: nm-
caso ha)' Jos clases de pinturas, pinturas a toda página y pinturas de las ornamentaciones guno de ellos coritiene nnagenes que sean 1lustrac10nes directas, como las miniatura~
marginales. Entre las pinturas a toda página, dos están dedicadas a escenas evangélicas del Génesis de Viena, que acompañan al texto que ilustran, o como las del Pentateuco
(Crucifixión con las santas mujeres en la tumba ffigura 63], y la Ascensión) y otras Ash?uruham que ~itúan varias escenas en una página, lo mis cercanas posible de los
dos a los Relatos de los apóstoles (el Pentecostés y laelección de Marías), mientras que pasajes corresp?nd1e1~te~del texto: Salvo la excepción única del Evangelio de Sinopc,
las demás miniaturas, numerosas, aparecen pintadas en los márgenes de las tablas de en los Evangelios l~s ~genes ~stan complet:mente ~epa.radasdel texto, y generalmen-
cánones (figura 64). La mayoría de las escenas representadas no aparecen, por tanto, te ag:11padasal pnnc1p10 del hbro. En los Evangd1os J.e Cambridge, una miniatura
al lado del pasaje correspondiente del texto evangélico, sino al lado de una especie de que s11;1_ede frontispicio_ sigue el ín,dice ~e las cabe.ceras de capítulos y precede al texto
índice de concordancia. Esta combinación es muy parecida a la del manuscrito de evar:gehco, p~rootra viene despue~ al. f:nal del texto. En los _Evangelios de Rabula,
Rossano, donde las imágenes aparecen también separadas del texto y agrupadas al escntos en smaco, y en el Evangelio smaco de París (syr. 33) las imágenes aparecen
comienzo del libro; !a semejanza se extiende asimismo a las figuraciones de los profetas, ~recuen.temente ~l lado d~ las tablas de cánones. En los Evangelios de Rossano, las
que acompafian también las escenas enngélicas. Pero en los .Evangelios de Rabula, los il~s~rac10nesson md~pend1cntes de las tablas de cánones, pero aparecen en las primeras
profetas aparecen encima de las escenas de acontecimientos neo-testamentarios, coloca- pagmas del m.anuscnto, con lo que pueden compararse a un índice iconográfico. Es
dos en una fila que se continúa en doce páginas, como una galería de retratos, sin estar preciso insistir en este disp~s,itivo, típico_ de los Evangelios del siglo V!, porqut: nos
pues represem:ldos en cada escena individual. Su presencia h1sta para recordar sus ayuda a comprender la func1on de esas pmturas. En los dos manuscritos siriacos y en
profecías mesiánicas. La representación de los profetas en los librns dedicados a los el de .Cambrid_ge,_esta semejanza con LI:ní;1dice parece conf1:mada hast~ por el a_srecto
textos evangdicos llevaba a cabo, pues, un comentJ.rio del propio texto, mostrando e:xtenor de las 1magenes: en efecto, son nnagenes muy pe.quenas y resumidas al maxnno.
que Jesús era d mesías esperado por aquéllos, y que d Nuevo Testamento comtituía Co~o las gequeñ_as pinturas de las catacumbas o los re_lievesde los sarcófagos, se trata
b culminación dd Antiguo. Pero estos comentarios no esdn integrados en imágenes aqm tamlHen de s1gnos, encargados de recordar deternunados acontecimientos evangé-
históricas, sino sugeridos por persom~es colocados al lado de esas escenas, o a veces licos, más t¡ue d~ pinturas que intentar_an describirl~s. Nos podemos imaginar al lector
incluso en otras páginas. de esos manuscntos buscando un pasay~ dado, med1ante el procedimiento de recorrer
En otro .Evangelio siriaco (syr. 33) de la Biblioteca Nacional Je París, las imágenes !a serie de pequeñas i..t~ágenes_marginales de las hojas (o los agrupados como en un
"-pare,:cri t2!E6ién dispuesta~ en los m:irge!ies de hs t:ibh~ de dnQne~, ...ero ~e omiter. icono al f'im[ df': cada librn, ,d !g1_p.l_
que en !os Evangelios de Cambridge). Es también
los profetas (bs ilustraciones de un Antiguo Testamemo siriaco [syr. 341 C.le b Bibliote- así, en forma de muy breves signos iconográficos, como aparecen los retratos y escenas
ca Nacional, apenas van más allá de los retratos de los autores de los diÍerentes libros). resumid~s que evocal1; acontec~ient~s de la historia cristiana, en los márgenes del
El Evangelio armenio de Etchrniadzin (Erevan, número 2.374, primitivamente núme- m.anuscnto s~bte paptro conoetdo ba30 d nombre de Crónica de Alejandría (en el
ro 229) presenta cuatro miniaturas del siglo VI o VI!, a finalc:s de la obra. Museo Pushkm de Bellas Artes, en Moscú; figura 21). Seguimos aquí en la categoría
Queda por mencionar un último manuscrito ilustrado Je los Evangelios: los Evan- de las imágenes-signos.
gelios de San Aguspn, en el Corpus Christi Co!!ege de Cambridge, manuscrito latino . Es nah1ral que nos preguntemos si, en los manuscritos rnás antiguos de los Evange-
que se remonta al siglo VI (figura 65). Una vez más, vemos aquí también un cambio lios, las a~>r~via~ionesproceden. de fig~raci'?nes más completas o de descripciones
cu d sistema de presentación de las imágenes, que no aparece en ningún otro caso. creadas o~tgmana1_nent~ para la ilustración duecta del texto, que después se habrían
Las ilustraciones de los l~vangdios corresponden a pasajes precisos, pero, quizás debido esquematizado y smtenzado pa.ra las tablas de cánones y los indices de cabeceras de los
a su pequeño tamafio, son tan lacónicas como bs escem.s de los frescos en las catacumbas capítulos, o si se trata más bien de imágenes especialmente compuestas para esta función
o en los relieves de los sarcófagos. Uno o dos personajes, acompafiados dd mínimo observable por nosotros a través de algunos ejemplos conservados. A favor de la segunda
estricto de accesorios, bastan para representar una escena, De nuevo, bs imágenes a_lter~ativa, además de la prueba di;ecta aport_ad~por la ma yorfa de los antiguos Evange-
aparecen separadas de los textos a que se refieren, pao esta vez agrupadas entre el final lios ilustrados, tenemos la analog1a con las tmagenes de las catacumbas romanas y de
1 4. La escenahistórica 91
90 Antigüedad
que podía recibir del propio texto. Pero ignoro si las imágenes de personificaciones
pequeño número de manuscritos apro_f'iadospara este estudio particular: especialmente aladas de los días de la creación fueron obra exclusiva suya o si las tomó de un imaginero
dos manuscritos de los libros del Antiguo Testamento, y cuatro del Nuevo. En todos (1platonizante)) anterior. Pues, en efecto, este motivo aparece en la tradición de la
esos casos, los libros no contienen más que una parte del texto sagrado (del Antiguo pintura alejandrina de época imperial (cf. los frescos de Hermópolis Oeste, Tuneh d
Testamento o de los Evangelios). Nuestra experiencia deberá, pues, desarrollarse en Djebel, en Egipto).
condiciones científicas inadecuadas; no obstante, a falta de otra cosa, no renunciamos La ilustración de los otros dos manuscritos bíblicos más antiguos (Génesís de Viena
a estas posibilidades. y Pentateuco Ashburnham) es absolutamente fiel a! texto (figura 60}. Nada nos indica
Para el Antiguo Testamento, contamos en Viena con un manuscrito griego del quiénes pudieron ser sus autores. Puede uno preguntarse si detrás de !a ilustración de
siglo VI del libro del Génesis; en París con el Pentateuco de Tours, en latín, y primitiva- esos dos manuscritos cristianos no habría. que buscar modelos judíos. Es imposible ser
mente en la colección del conde Ashburnham. Atribuido al siglo Vlll, posee ilustracio- más preciso, pero se puede sugerir la siguiente hipót~sis: podr_ía~h_aberexistido varios
nes inspiradas en un modelo anterior, probablemente del siglo VI. Se ignora de dónde manuscritos hebreos ilustrados del Pentateuco mosaico y, qu1Zas, mcluso más de una
proceden esos manuscritos y sus ilustraciones: como son piezas aisladas, probablemente versión para sus ilustraciones. Es~a hipót_esises parcialmente ~osteniblc ~do que, contra-
no lo sabremos nunca. Su aislamiento se acentúa más debido a que las ilustraciones se riamente a lo que ocurre con las 1lustrac10nesde los manuscntos del Antiguo Testamen-
conciben ahí de modo diferente. La prueba de esto nos lo da la comparación con varios to, de las que ya hemos hablado, !as imágenes de los primeros evangeliarios decorados
otros manuscritos. Uno de ellos es hoy casi una rt.iina: se trata de una Biblia griega de miniaturas no son más que un simple equivalente visual y pictórico del texto.
del British Museum, antiguamente en la colección de sir Robert Cotton, y llamada Examinemos ahora los Evangelios griegos del tesoro de la catedral de Rossano, en
por esta razón Biblia Cotton, de la que únicamente nos quedan algunas páginas más Italia. Las pinturas se alejan con~iderablementc del texto, y ello por iniciativa del artista.
o menos quemadas durante un incendio ocurrido en el siglo XVJ!I; citarrmos también Aparte de los retratos de los evangelistas, que preceden a su ,Evangelio, todas las pinturas
el Antiguo Testamento siriaco de la Biblioteca Nacional (syr. 341 de París). En todos están agmpadas al principio del volumen y aparecen así separadas del texto que se
estos manuscritos pueden encontrarse no solamente diferentes imágenes, sino también supone ilustran< De hecho, las ilustraciones no son ya imágenes que siguieran un texto
una diferente concepción del papel del ilustrador del texto divino. específico de las Escrituras, sino pinturas que evocan l.os acontec:1;1ie:1tosdes_critosen
No tengo la intención de describir aquí cada una de esas ilmtraciones. Es preciso los Evangelios. Más de una vez aparecen huellas de rntcrpretac10111conografica que
observar, sin embargo, que de los tres ejemplos que han sobrevivido de Biblias ilustra- aportan un elemento adicional al texto que las acompaña. En la cena, por ejemplo, a
das, dos, los más importantes, están adornados con pinturas que son ilustraciones en
el sentido más estrecho del término. La intención de estas imágenes no era la ·de
la imagen de Cristo sef!tado a b mesa con !oS apóstoles, le sigue. una doble proc~s~~n
de éstos últimos, recibiendo e! pan y el vtno de manos de Cnsto. La compostcton
interpretar la historia bíblica, sino dar de ella una versión pictórica tnás o menos procede indudablemente de la pintura monumental y testimonia corno ella el deseo
completa. En el caso del Génesis de la Bihlioteca Nacional de Viena, las imágenes se de recordar al espectador que la cena de Cristo y los apóstoles representaba la instaura-
sitúan en la parte baja de las páginas, lo que les permite servir de acompañamiento a ción de la Eucaristía . .En otra página, se hace hincapié excepcionalmente en !a parábola
los textos a que se refieren. En el Pentateuco Ashbmnham, conservado en París, las de las vírgenes prudentes y de las vírgenes necias, viéndose a las primeras en un jardín
ilustraciones engloban varias escenas, extraídas de parágrafos sucesivos, y agrnpadas en paradisíaco. :Esto procede de una simple traducción del aporte de lo sagrado al terreno
composiciones convencionales que se extienden sobre toda la página. A juzgar por los iconográfico, introduciéndose la !iturgia entre el texto evangé\íco y la miniatyr~.
fragmentos conservados, las pinturas de la Biblia Cotton eran pequcftos paneles rectan- Las hojas que quedan del Evangelio según San Mat:o del ~1gloVI, en 1aBibh_oteca
gulares insertos en el texto cerca de los pasajes que ilustraban. A pesar de las fonnas Nacional de París, conocido bajo el nombre de Evangelio de Smope (figura 62), tienen
muy diferentes de sus respectivas imágenes, tanto_el Génesis de Viena como el Pentateu- un ra:;ga_(:;-¡ común con d evang,diario dt: Russano: las interpolaciones inspiradas en
co A.~hburnham intentaban crear equivalentes visuales del texto, y no convertir la la liturgia. La instauración de la Comunión se representa ahí bajo la forma de un
imagen en un comentario de éste. retorno de la multiplicación de los panes y los peces. Encuadrado en un grupo de tres
Esto puede parecer trivial y habitual; no lo es, sin embargo. La Biblia Cotton figuras y separado de la multitud instalada en la hierba, Cristo bendice lo? panes y los
presenta ya comentarios pintados: por ejemplo, las imágenes de la creación, donde los peces aportados por Pedro y Andrés, acto que es un símb?lo d~ !a Et;~anstía. . .
ilustradores, inspirados por los teó_logos alejandrinos, no representan sólo lo que cada Los manuscritos de Sinope y de Rossano expresan la misma mtenc1011,la de m:'1tar
día se creaba, sino tainbién la idea personificada de la obra realizada cotidianamente. al espectador a interpretar los .Evangelios en la forma deseada. En ambos ma_nuscntos,
Como cada personifi2ación correspondía a cada día de la creación, la imagen del tercer cada escena descriptiva aparece acompañ~da, a los lados o en !a parte el.eab1:10,de dos
día mostraba tres y la,del sexto, seis (figura 61). Estas personificaciones, que no se o cuatro imágenes de los profetas del Antiguo Testamento que señalan la escena y
encu.éntran en el t:xto, no modifican en absoluto la_propia hi~t?ria bíblica. Pero por tienden hacia los espectadores grandes rollos abiertos. Cada p~ed~cciónp~ofét_icareferida
medio de ellas el ilustrador añade un elemento de tnterpretanon que corresponde a al acontecimiento evangélico representado en. la escena pnnc1pal se mscnbe en este
ciertos comentarios de teólogos cristianos. Es preciso no olvidar que, aquí, y por primera rol!o. Se trata de las primeras :ipariciones de una convención que luego será frec~1ente
vez, el ilustrador intercala dentro de imágenes bíblicas un factor ajeno al texto sagrado. en Occidente, y que se mantendrá hasta un avanzado período de la Edad Mcdta. Es
En la Biblia Cotto11,el pintor, al crear las escenas históricas, no se limita a la inspiración
94 Antigüedad
;\ los sarcófagos y con las colocadas en la parte. de arriba de lo~ m:1-ros del bat:tiste~o Qe
4. La esceua liistórirn 95

explicar las pinturas de esos dos manuscritos, Creo que las pinturas agrupadas al
Doura.-Europos (cf. más arriba, pág. ~7). D1ch? en º°:ºs terrm~10s, las. mas ant1,guas
principio del Rossaneusis deben ser el reflejo de ornamentaciones monumentales, adap-
imágenes cristianas van todas en el mismo senndo: la 1ma.gen-s1gno pnme_ro. S?lo a
mediados del siglo IV aparecen algJJ?OScasos 1'.lUYmst1:-1c~1vos que dan t~s~momo de
tadas d~pués a las páginas d~l n~anuscrit~ (véase ~ambién pá~ . .91 y s.). En mi opinión,
ni las pmturas del RossanensIS rulas del SmopenslS fueron ongmanamente creadas para
una evolución del gusto, en el sentido de sust1tmr las 1mage-:ies esquero.aucas por. l_as
manuscritos. Sólo más tarde se adaptaron, por comodidad, al papel de ilustración de
pinturas descriptivas. Volveremos más adelante a esta e~oluc1ón, ~ºll;º confirma~10_n
libro que desempeñan en el SinopeIISis, situándolas al lado del pasaje textual al que
de la hipótesis según la cual Jas imágenes-signo son antenor_es a las mLl:genes descnpt1- hacen referencia.
vas. Esto parece al menos haber sido la regla. Las pequeñas 1mágenes-s1gno que vemos
La evolución de la pintura paleocristiana. muestra que las imágenes-signo son más
en los Evangelios no se derivan, pues, necesariamente de pinturas más,.descriprivas y
antiguas que la pintu~a descriptiva. En efecto, la com_par~ci.ónde imágenes ~un~rarias
completas. Su función en los libros, servir de ,dndicel>, va a la par con los _programas
romanas de fechas diferentes así lo prueba: en un prmopto, encontramos unagenes
iconográficos muy generales y esquemáticos, que grosso.modo eran los n11smos P~;"ª
esquemáticas, de la máxima concisión; se tiende después a completarlas, a hacerlas más
!as ilustraciones de manuscritos, para las pinturas funerarias, o para la ornamentacton
exactas, de tal forma que a finales del siglo IV tenemos ya figuraciones de escenas o
de un pequeño baptisterio o de pequeños objetos variad~s ~e uso doméstic? o edesiásti~
de personajes con carácter bien individualizado. Esta evolución es irreversible.
co, en los que habítualmente se rep~esentaban temas rel1g1?so~. N~ hay lllllg~~ razón
Numerosas imágenes paleocristianas del orante lo demuestran. La serie comienza
para pensar que las ilustraciones <lehbros santos hayan pod1d~ mflu1r en estas 1mag~nes,
con las más antiguas pintmas de catacumbas, a principios del siglo III, en las que el
que solían realizarse en muy poco tiempo. P~ra l:ac~r un. ráptco boc~to de un bautismo
orante es un signo semiabstracto. Simple esquema de una figura frontal, sin edad ni
de Cristo o de una entrada en Jerw;alén, mngun 1magmero necesitaba c<;msultar los
sexo, lo único que sabemos de él es una cosa: levanta los dos brazos en actitud de orar.
Evangelios. Componía bs escenas de memoria, sobre todo cuando se dirigían a todos,
Después, en forma no sistemática pero progresiva (si se torna en cornideracióu un gran
comprendidos los iletrados, como era el caso para las pinturas de los luga~es de culto,
número de monumentos, comprendidos por orames pintados o labrados en los sarcófa-
o para los objetos de uso cotidiano. Según la célebre frase del papa Gregono el Gra'.1-de
gos), el personaje en actitud de orar se hace más consistente, para concluir finalmente
(en una carta privada, hacia el 600), una imaginería de "este tipo, la más ext:nd1da,
en el retrato funerario de un indivíduo, Se reproducen los rasgos de su cara, los detalles
servía como suscituto de los libros para quienes no sabían leer. El papa no precisa que
de su vestido. Hacia el aüo 400 quizás la Iglesia recoge este esquema para los retratos
bs imágenes a las que atribuía este papel se encontraran en ~os mur.os de las bas!licas
de mártires, probab!ernente porque el gesto del orante conviene perfectamente a la
y en los objetos de uso común; pero es obvio que no eran las ilustrac10nes de los libros
expresión de esta idea de intercesión de los santos. Sea lo que fuere, la evolución de
lo que podía ~ervir para la instrucción religiosa de los iletrados, que apenas tenían
la ima.gen del orante sigue la curva que hemos descrito, del signo a la imagen descriptiva
ocasión de tenerlos en sus manos.
(véase la pág. 78).
Recordemos que, a primera vista, uuo de los Evangelios del siglo VI, al mos~rar
Otras categorías de imágenes típicas del arte paleocristiano siguieron también curvas
pinturas que pueden pasar por ilustraciones directas del texto, parecería ser la excepción
análogas, por ejemplo, las escenas de banquete. Al principio (siglo lll), la escena contie-
a la regla general. Se trata de las páginas dd Evangelio. de Sino¡ie. Se diría al men?s
ne grupos de comensales en número variable, sin edad, sexo ni nombre, de tal manera
que esas pinturas difieren de las de los otros Evangelios del siglo. VI en que estan
que no se sabe si se trata de una comida ritual de cristianos o de una escena sacada de
distribuidas eu las páginas del texto (eu lugar de agruparse en las hojas que preceden)
los Evangelios. Cualquiera de las dos interpretaciones, y esto es importante, puede ser
y colocadas cerca de los versículos que evocan. Pero ya hemos vist? (pág .. 91) que buena; esas imágenes pueden aludir a la vez a un acontecimiento evangélico preciso y
varias de las pinturas del Sinopensis no son, indudablemente, t:ªd:1"cc1ones ~irectas en
a ün:. c,;,mida riti.i;,,lqu.¿-lo renueva lilllrgícamente .. Más tarde, esas representaciones
lenguaje i€onográfico de pasajes del texto. Entre las frases y las 1magenes, se mtercalan
van siendo más concretas, los eer~onajes y lo_sacces~ri?s van haciéndose ,lo sufi~iente-
otras imágenes ~uya inspíraci:'m hay que buscar fuera; por esta mis_n_i.a.razón los profetas
mente detallados como para elimmar cualqmer amb1guc<lad; pero des¡mes del siglo V,
aparecen sostemendo filactenas a cada lado de las ~scenas evan.gehcas.. .
!as imágenes de ágapes riruales desaparecen, mientras que el esqL:ema 1conográfico.del
, Todas ;as característica~ de present~ción de las prnturas del Smopensts -pergan11;n_o
banquete se dedica definitiva y exdusiva111ente a temas evangélicos, como la Ultima
purpura, pmturas en los margenes horizontales, p~ofetas al la~o de las escenas ~v~ngeh- Cena o la Multiplicación de los Panes y los Peces.
cas-, volvemos a encontrarlas en el RossanensJ.S, donde, sm embargo, las tmagenes
Otras series de imágenes paleocristianas permiten observar y confirmar que la
aparecen mejor dispuest.ls y los profetas más armoniosamente situados, b<;jo los P.asajes evolución normal de las imágenes cristia_nas ha partido del signo alusivo o de la
evangélicos con que se relacionan, sin sobrepasar !os márg_e~1es.En el Sm<:pens1s, los
imagen-signo para llegar a la representación descriptiva. Citaremos únicamente un
profetas, que aparecen en los márgenes debido a la taita de s1t10, son proporc1onalmen-
te mucho rnay;)res l¡ue los per~<?najesde _las escenas e_vangé:i~as_-.
~n el Rossanensis,
peq~eño número de ~je~nplos recogidos de los temas históric?s a que e~te capítulo está
dedicado. El descubnnuento en 1955 Je los frescos de un hipogeo pnvado de finales
los profetas estan co ocados a diferentes m veles, a par tu Je las e:;cenas del texto, por
dd siglo IV, bajo la Via Latina, nos ha propoicionado un.a serie de notables pinturas,
ejemplo, en San Apolinar el Nuevo de Rávena y en las grandes basíli~as roman~s; esta
correspondientes a la última fase de desarrollo de la escena histórica cristiana en el arte
semejanza con el arte monumental nos señala probable.mente el camrno a segurr para
paleocristiano (figura 74). Entre estos textos elegiremos ejemplos del estadio final, que
96 Antigüedad 4. La escenahistórica 97

comparare1;11oscon ot~as imágenes de los mismos temas, y con otras escenas históricas, escenas que integran multitudes, arquitecturas y colinas que intentan representar el
en sus versiones antenores. espacio. De esta misma época, hay pinturas cristianas del mismo estilo en la Capilla
El sacrificio .de Abrahán es el tema de una imagen-signo en un fresco de una Griega de la catacumba de Priscila (particularmente las de la parte baja de las bóvedas
cat~cumba del siglo III, comparable con el mismo sacrificio en el hipogeo de la Via y los tímpano~: la gran re~urrección de Lázaro,_un sac:ificio de Abrahán, _etc.).Podrían
~tma, donde se presenta en fonna mucho más descriptiva. La escena de la samaritana citarse otros eJemplos eqmvalentes entre las anhguas pmturas romanas. Dicho con otras
JUnt? al pozo, q~e _en las muy a~tiguas catac~mbas de Calixto (la llamada cripta de palabras: la evolución del estilo, de lo esquemático a lo descrirtivo, evidente en el arte
Lucma) es del maxuno esquematismo, en la pmtura de la Vía Latina se convierte en romano cristiano entre los principios del siglo III y finales de siglo IV, no es el reflejo
una escena g~né~ca .(figura 66). La IT:1vesíadel ~ar Rojo, ~oisés rei::ibiendo la Ley cristiano de una evolución general de la píntura romana en esta época. La pintura
en :I mont~ Slllal, e maugurando el pnmer santuario, proporctonan al artista de la Via romana ha conocido y practicado todos los géneros, simultánea y alternativamente.
Latina ocasión de pintar grandes multitudes, espacios y paisajes. Este estilo narrativo, Pero esta observación, limitada a la pintura cristiana no es por ello menos importante.
9ue hac; hincapié en la ~cc~óny en lo pintoresco, y que tiende a crear un equivalente Permite afirmar que los cristianos, al menos los de Roma, hicieron una elección
1conografico de las descnpciones textuales, está presente en todas partes en la catacum- deliberada para sus imágenes históricas: al principio, eligieron imágenes-signo; al final
ba. del siglo IV, imágenes descriptivas.
El ~e_pertoriode temas históricos se amplió también 11otablemente, sobre todo para Las pruebas de la evolución de las imágenes cristianas de Roma concuerdan entre
el Antiguo Testamento, donde encontrarnos la escala de Jacob, la bendición de Jacob, ella-sy confirman lo que hemos dicho de las otras series de imágenes históricas: las
los sue~os de José, Moisés salvado por la hija dd Faraón, las hazañas de_,Sansón, Lot imágenes-signo tienen prioridad cronológica sobre las imágenes narrativas.
Ysus huas, y muchos otros episodios históricos recogidos del Antiguo Testamento que_ Si nos atenernos estrictamente a lo que aporta el estudio de los monumentos
no figuran en ningún otro monumento anterior. conservados (sin partir de la hipótesis habitual de prototipos perdidos, que a priori se
. ~Sta an:ipliación del rerertorio no es solamente señal del desarrollo de la iconografía suponen más completos y más inteligentemente compuestos gue las obras comervadas,
cnst1~na, smo también de cambio de sentido de las imágenes de terna histórico. Estos las únicas, de hecho, 9ue podemos examinar), los evangeliarios ilustrados del siglo VI
amplios grup.os de imágen.es bíblicas (en ocasiones, cerca de veinte) no son ya, en no ofrecen ningún ejemplo de ilustración dir~cta, es decir, narrativa y exenta de
efecto_,colec~10;1:sde parad.1gmasde la salvación? redención de creyentes individuales. intervenciones inspiradas por otra cosa que no sea el texto evangélico. Cierto que es
Los c1d?s histoncos del hipogeo de la Via Latina prefiguran los de las basílicas de imposible afirmar que no haya existido bajo Justiníano (527-565) ilustraciones directas
superfi:1e, construid~s ~ partir de princiJ:ios del siglo IV (puede también que los frescos de los Evangelios. La prueba de su existencia en esta época sólo la tenemos para un
~ubterra~eos sean _as1m1smoel e.ca de ptnturas de las basílicas). Además, ciertos tipos libro del Antiguo Testamento, el Génesis, pero no para todo el Nuevo Testamento.
t~onograficos particulares (eor eJemplo, la escala de Jacob, la bendición de Jacob, etc.) fa preciso insistir en esta conclusión: de esa época, no se encuentran ciclos de imágenes
t1~nen precedentes e°: las pinturas murales de la sinagoga de Doura, as! como la idea evangélicas de carácter descriptivo detallado; en los manuscritos, es decir, allí donde
m1~ma de un ciclo htst?rico dedicado a la historia providencial del pueblo elegido a más se esperaría encontrarlos, las ilustraciones de_esta clase ofrecen generalmente un
quien se le--ha prometido !a salvación (que hay que distinguir de !os ciclos de las reflejo directo de una elección de textos de las Escrituras.
redenciones ~ndividuales). Esta semejanza entre los frescos del hipogeo de la Via Latina Si en los manuscritos no han existido, quizás se puedan hallar semejantes imágenes
y l:'s de la s!nagoga de Doura nos ~ueve a prestar mucha atención a la prioridad de en otros objetos. En efecto, en el siglo V, y sobre todo en el siglo VI, frecuentemente
l~ :conografia rnoi:urne1:tal de las sma~oga.~,<_~º-~-~e ~e d-::::J:tó,desde d j_JÓht:ipio del se han representado temas extraídos de los Evangelios, en mosaicos, marfiles, tejidos,
siglo III, una espec1_e?e imagen narr~ttva e h1~ton~a que solo un siglo después sería piezas de orfebrería, iconos en madera y otros tipos de objetos. Aisladas o en ciclo, las
aceptada por los cnst1anos. Esta semeJanza sugiere rnduso algunos contactos directos imágenes evangélicas se hacían cada vez más corrientes. Pero nada permite pensar 9ue
e_ntrelas obras judías y c~stianas no solamente al principio de la experiencia cristiana, tales representaciones hayail sido originariamente creadas para ilustrar los manuscritos
srno du:ante toda la Antigüedad tardía y, sobre todo, quizás en la época del hipogeo de los Evangelios.
de la Via ~atina, ~1período teodosiano: Se tra~a 41: una ~ipótesis, _pero una hipótesis Consideremos algunas muestras características de escenas históricas recogidas de
~u?' plaus1_bl: habid~ CUfnt~de detenmnadas similitudes iconográficas entre las obras monumentos y de objetos varios. Por ejemplo, una curación milagrosa de Cristo en
Jud1as y cnshanas. S1 se Verificara, se podría postular la existencia de un nexo entre una caja de medicinas en marfil. La escena e~tá manifiestamente inspirada en un pasaje
esta supuesta influencia judía y la imaginería de las catacumbas romanas: los frescos evangélico, pero nada indica que el escultor la haya sacado de una miniatura y, aún
de la sinagoga de Doura muestran ya, en efecto, las mismas tendencias estilísticas a menos, que· esa hipotética miniatura formara parte de ~r:a ilustración sis~emá~ca del
principios del siglo III. texto evangélico. El milagro aparece en una caJa_de medtetnas fºr una razon evidente,
No obstante, sería un error insistir demasiado en esta idea, ya que algunos pintores que no_ tiene nada que ver con imágenes de ilustraciones: a referirse a un caso de
roman~s cultivaban tamb~én el estilo descriptivo durante el pr~er tercio del siglo III curación, el autor de la caja expresa así su esperanza, o su convicción, de c¡ne los
(~n la _epoca en que s~ pmtaron !os frescos d.c Doura). P~r eJemplo, en d hipogeo utilizadores de los medicamentos que contiene la caja puedan esperar una curación se-
stncret1sta de los Aurehos en el V1aie Manzoni, los arcosohos aparecen adornados con mejante.
Í04 Antigüedad 4. La e.sernahistórica 105

que procede de la Baja Antigüedad, la intervención cristiana resulta evidente. Todo el que ~xpresan la esperanza de la resurrección para los discípulos de Cristo. Por lo demás,
ciclo debió_crearse en el .sig!o ~• probablemente en Roma, y este modelo, entre los que glorifican el poder del Dios de los cristianos, el vencedor del paganismo y el jefe del
se han podido reconstrmr sm nesgos tomando como base una sola copia, sería la mejor Imperio Romano renovado; e incluso en muchos casos, se refieren simplemente al
prueba de una ilustración cristiana continua de al menos un libro de la Biblia, ilustración autor de esta revelación, Jesucristo, o a sus discípulos, y a los acontecimientos en que
que cronológicamente debe fecharse a finales de la Amigüedad. participaron. Estas últimas imágenes podrían compararse a ,1biografías»pintadas. Como
Otras pruebas del mismo tipo proceden de obras otonianas, como el códice de ya se ha dicho, para los artistas cristianos resultaba, por supuesto, difícil !-imitarse al
Egberto. y l';ls Evar:g~lios de .~q"?-isgrán,.etc. Su testimonio es menos impresionante, papel de ilustradores desinteresados de la vida de Cristo; hemos observado también sus
porque unphcan adiciones estilisticas medievales. Nos contentaremos aquí con mencio- frecuentes intervenciones en el campo de la significación religiosa de los acontecimien-
narlos, aunque un estudio detenido de esos manuscritos nos permitiría probablemente tos que vivían. Así es como la teología retocaba la biografía. Pero sigue siendo cierto,
ver en ellos el ec~ de una ilustración amplia y directa de los Evangelios, realizada antes s!n embargo, qi.:: los ciclos evangélicos -sobr~ to~o en los manuscritos de los Eva:1ge-
del fin de la Anttgüeda.d en un país latino, probablemente en Italia. hos,.p~ro tamb1en en otros casos--:- llegaron indirectamente a esos temas teológicos.
I?etrás de !as Biblias .mozárabes españolas se puede todavía reconocer los rasgos de Rev1St1eron la forma de comentanos de texto y, en general, no se salieron de las
otra 1conog~aframuy antigua, probablemente ta.u desarrollada como la de los oronianos, front~r~s impuestas por lo~ esquemas de las representaciones biográficas del período pa-
Y que se ex!1~:1dea _losdos Testamentos. Aunq~e esta iconografía al parecer pertenezca leocnstlano.
a un~ tradtnon onental,. seguramente tan antigua como los prototipos de las obras Los imagineros cristianos de finales de la Antigüedad trabajaron generalmente
otomanas. Nuevos estudios en este terreno nos permitirán quizás un día saber más de dentro de este marco. Sin embargo, a veces emprendían tareas más ambiciosas, intentan-
ese tema. do crear imágenes cuyo objetivo principal y directo era explicar ideas teológicas difíciles
, ~ falta ~l~ ~je_mplosantigu~s, resulta ciertame_nte difícil ~ener ~na idea precisa de de adaptar al lenguaje iconográfico existente.
_ e~ta ilustracton directa y narrativa de _losEvangelios cuya ex1stenc1a, una vez más, es ¿Cómo actuaban en estos casos? Nuestra atención se dirigirá ahora hacia las creacio-
solo sup1_1esta, sin embargo, antes se pensaba t\ue, por una serie de inducciones y de nes iconográficas de este tipo, limitando la cuestión ...a._un pequeño grupo de grandes
ra~o~am1e~tos analógicos, ~e podrían imaginar as creaciones iniciales de la iconografía temas teológicos: la Trinidad, la Encamación, la Resurrección y los sacramentos del
cr~t1ana e incluso distinguir versiones alejandrinas y antioquianas de esta iconografía Bautismo y la Comunión.
(c~udadeséstas que se habían ele~ído por ser .5edesde i~port~ntes ,escuelas_de teol?gía). Intentemos imaginarnos a los primeros imagineros cristianos que tratan estos temas.
~ero nada de esto me parece posible. Para la 1conografia, AleJandna y Ant1oqufa siguen No hay que olvidar que en la época de esas creaciones iconográficas, en la región
sie!i<lº.prácticamente terraeincognitae;en cuanto a las demás ciudades del Imperio, son mediterránea habían transcurrido más de mil años desde que la escritura sustituyó a la
mas bien Roma, Rávena, Salónica, Nápoles o Milán, es decir, ciudades occídentales, imagen como principal medio de comunicación del pensamiento humano. Para estable-
las q~e nos .Proporcionan documentos iconográ~c~s antignos. Lo que se ha conservado cer la verdad de teología cristiana, los Padres de la Iglesia no se volvieron hacia la
n~ basta, sm. embargo, 1:ar_aque podamos dec1d1r respecto a la fecha o al lugar de iconografía como todos los que les rodeaban; escribieron mllcho. Y, como trataban de
on~en de las Hnágenes cnst1anas que habrían podido proceder de ilustraciones íntegras todo, incluidos dogmas, utilizaban a veces comparaciones poéticas: por ejemplo, reco-
de hbr?s bíblicos; es mejor reconocer esto que obstinarse en exigir a una documentación nocían la cruz en los contornos de un carro, un velero o un ancla. Una vez que los
demasiado pobre h.s informaciones que esa_do.cumentación no pue_de darnos. Evangelios y las Escrituras les habían abierto la vía, convertían al Cordero o al Buen
Como hemos visto, estamos mucho tneJor mformados sobre las imágenes evangéli- Pastor en un símbolo de Cristo, llamaban a los apóstoles «pescadores de hombres)) y
,G:::.5abr-cviad;;_s,
dcstlii.l.J.1..s
a :,civir de resúmenes o de croquis a temas dados. Tenemos al reino de los cielos su «red». Sin embargo, todas estas alegorías no habrían bastado
aquí l.ª-vcn~aja de f?Oderexa_minarlos documentos directamente, examen que nos revela para fijar una iconografía teológica comprensible y adecuada. Bajo el Imperio, en la
la ex1stenna d~ ~idos de ~iá_genes con. función religiosa particular procedentes de región mediterránea, a muchos intelectuales el uso de la iconografía para explicar al_tos
n~11:ero_sastradtc1ones precnstianas, contrnuadas y adaptadas a temas espedfi.carnente grados de pensamiento religioso les habría parecido una empresa singular y anticuada:
cnst1anos. de hecho, se trataba de una especie de fósil. Porque al prinéipio de nuestra era, en el
Ni.:estros dos últimos capítulos tratarán de las imágenes dedicadas a las ideas teológi- territorio del Imperio, la iconografía no era más que un pobre y raro medio de expresión
cas. Cierto que toda imagen que represente a un personaje o a un acontecimiento de la filosofía y de las doctrinas religiosas contemporáneas. A pesar de todo, como
evangélico ti~r~eun conte_nidoteológico: puesto que. muestra lo que e~ti comprendido nosotros; las gentes de esta época sabían hasta qué pnnto tarda en desaparecer una
en la Revdac1on. Desde este punto de vista, toda la mugen de la Natividad de Cristo, costumbre caduca; todas las religiones donde se fraguó la iconografía cristiana seguían
o de la entrada en Jerusalén, constituye una afirmación de la doctrina cristiana. empleando figuraciones simbólicas.
Hemos tratado ya estos temas históricos y hemos visto CJ.ueimágenes de este tipo Los cristianos hicieron como los demás. Pero el esfuerzo creador que esto les exigió
-como l';ls comentarios de las Escrituras por los autores de homilías o los teólogos- sobrepasó en mucho al de otras religiones, yi que las imágenes, en lugar de evocar
apar~c~n siempre, pero e_ncontextos que no pueden compararse con demostraciones simplemente los personajes y los acontecimientos históricos, o de ser alegorías esquemá-
teolog1cas. A veces, estas unigenes están en relación con las plegarias para los difuntos, ticas, tuvieron que expresar las ideas abstractas del dogma cristiano. Ningún repertorio
4. La escenahistórica 103
102 Antigüedad

Este argumento puede verse reforzado si recordamos ciertas ~al?gías con al~unos sante de este ciclo de la infancia (figuras 71-73). El ciclo biográfico es aquí más extenso
monumentos no cristianos contemporáneos. Conocemos ya las 1magenes que sirven que en otros casos, y se extiende en una delgada banda alrededor de la parte superior
de marco a los retratos de Cristo y de la Virgen, compuestas ¡x,r pequeñas_escenas del sarcófago. Después del baño del recién nacido, puede verse al niño dando sus
históricas. Como ya hemos visto anteriormente, estos retrat~s t1ene!1 ~u duphca~o en primeros pasos, con ayuda de un objeto que se parece mucho a nuestros patinetes. La
el arte pagano contemporáneo, como o~urre ~n el caso ,de los ctdos cnsttanos estudiados historia _delniño se. continúa con una escena de escuela, y diversas imágenes de juego.
antes. Los episodios biográficos. de ~a infancia de Jes_usque _apar~cenalreded?r de los Dado que estos relieves están borrados por el tiempo, no todas las escenas siguientes
retratos de la Virgen tienen su eqmvalent~ en los ciclos ((biográficos» de M~tra o de del friso de ese sarcófago pueden identificarse.
Hércules, esculpidos o pintados para servu d~ marco a los ((tetratosn_~el dios o del El estudio 1e ciclos ~aga~o~ de es.te _tiporesulta especialmente interesante para el
héroe. Se conocen varios ejemplos característicos; en todos, algunos· s11:3-ples r~sgos examen de la tconograBa cnsttana histonca; en efecto, demue-.stran la existencia de
bastan para distinguir unos acontecimientos de otros. U no o dos perso?~es, un arbol ciclos biográficos establecidos, y también de escenas tipológicas dentro de tales ciclos,
una montaña resumen los episodios de J_aleyenda. Estas repres~n.tactones so? muy mu~hos de cuyos element?s servirán. de m?delo para las composiciones cristianas:
0
semejantes a las.de varios peq1;1eñosicon?s 7ristianos Y.ª las de las numaturas del siglo VI particularmente para los ciclos de la mfancta de María y de San Juan, o de otros,
de los Evangelios de Cambridge. Las 1magenes crst1anas Y.paganas_se compoi:ien .de equivalentes, dedicados a David o a los santos de la Iglesia (véase anteriormente).
series de croquis, presentados como si formaran una suces.tón contmu~ de ep1sod10s Sabemos así que los cristianos no debieron crear totalmente sus propios ciclos p_artiendo
históricos; y, en ambos casos, los croquis están tan esqt:ema:1zados que sol_oun especta- de la_lectu~a de l?s Evangelios y de las vidas de los santos; sólo tuvieron que adaptar
dor familiarizado con la historia representada puede ident1fi~ar las es:enas. Entre los los ciclos t1pológ1cos de uso constante que tenían a su alrededor.
paganos como entre los cristianos, asistimos al reinad~ de _la1mag~n-s1gnp. , Hay que recordar también que estas conclusiones están fundadas en el examen
Los ciclos de las imágenes-signo inspirados en las h1stonas de Mtthrn. y de Hercules directo de los monumentos consef:"a.c~os.~udo haber otros ciclos iconográficos que
alimentaban la piedad de los fides de ese ~ios y ~e _ese~éroe. En resp_uestaa formas fueran el resultado de una transpos1c10n directa y espontánea de los Evangelios y de
de devoción paralelas se crearon, para el mismo Pt:bhco, _mnumer~bles tcon~s ~aganos otros textos, formando entonces una ilustración original, completa y detallada de la
en bajorrelieve de madera, piedra o metal. Y lo mismo pne~e decm~ d.e las 1magenes- historia evangé~ic~. Pero esos ciclos, de existir, no dejaron ninguna huella en los
signo, siempre concisas, con función profilác~ica o _apo~ropmca:los cristianos prolo~ga- monumentos_cnst1anos que nos han llegado de la.Antigüedad tardía. La única manera
ban éon estas imágenes las prácticas de una 1magtnena popular que no aparece ll1 en de que podamos hacernos una idea de su espíritu y su forma es el examen de alguna
los lujosos te:x:t?smanuscritos ilus~rados_ni e~_las obras de los &rand:s artistas. . serie_de pinturas de manuscritos de los principios de la Edad Media (del siglo IX a! x),
Los-~iclos biográficos de la era unpenal, so!tdame~te establec1~os_y de uso corr~ente, considerados, muy justamente, como copias de originales paleocristianos.
sirvieron sin duda de modelos pata diferentes ciclos biográfico~ cnst1:mos, en par_t1cular De los manuscritos griegos, sólo citaré las pequeñas pinturas, de estilo asombrosa-
para episodios tradicionalmente empleados en. las r_epr~sen~act~nesde la Infan;1a. mente clásico, que figuran en los márgenes de un Evangelio (gr. 115) de la Biblioteca
Es preciso examinar algunos ejemplos de unagmena b1ografic~ rom~na. F1e~plos Nacional de París. Esta obra del siglo X, aunque seriamente dañada, conserva sin
que se encuentran, sobre todo, en _reli.e;esde sarcófagos de la ép?ca 1mpe_nal.En pnmer embargo los elementos de una ilustración directa y detallada del texto; su estilo, sus
lugar en los sarcófagos de temas d1oms.1aco~, dond~ pueden ~cgmrse las diferentes et_apas colores y varios detalles concretos (la cortina detrás de la escena, el paisaje amenizado
de la carrera de Dionisos, o de la h1stona her01ca de M1thra, en Doura. La tmsma en parte por los árboles, las construcciones, etc.} implican un modelo de finales de laAn-
«biografía)i de Dionísos vuelve a encontrarse en El vela de Anttnoe,. :n el Louv~e, una tigüedad. -
seda impn:c:a el siglo IV, en !a que, enci1:1a ?e un::. gr~n procesmn del Tht;:,se de Los salterios griegos con ilustraciones marginales (Pantoctor 61, Athos; salterio
Dionisos, aparecen representados vario.s ep1so:f1osd~ su vid.a, empezando por el ~e su Cludov, Musco Histórico del Estado, Moscú; gr. 20, Biblíoteca Nacional, París), un
nacimiento milagroso y el baño de renén nacido. Cierto n_umero de te':'1as ?el mmno poco m.'Í.santiguos (finales del siglo IX, príncipios del X), contienen también numerosas
ciclo «biográficrn) figura en mosaicos de pavimento, po~ CJemplo en ~Je~la. . . escenas narrativas, extrañamente realistas, que representan acontecimientos del ·Nuevo
Dentro de este ciclo, algunos temas pertenecen. propiamente a la lust~na de_D1om- Testamento \como Cristo en el huerto de Getsemaní y muchas otras escenas de la
sos. Pero otros son de naturaleza tipológica, particularmente los de la mfanc1a. Una Pasión), en e estilo de la Antigüedad tardía. Sus probables modelos son ilustraciones
prueba de esto la tenemos en los relieves de sarcófagos mm.anos que r~presentan la de las Escrituras del siglo VI, creadas bien para los propios Evangelios, bien para los
vida del difunto. Estos :relieves biográficos que resumen la v:1dade un simple. ~ortal Salmos, donde solían .insertarse los temas evangélicos para ilustrar la exégesis del texto,
apart:cen en general en la·parte frontal de_los sarcó(agos. Co~1enza~ por su nact~ento que los cristianos venían practicando desde hada mucho tiempo.
(una mujer sentada, ayudada por otra muJer~, segut~o d~l bano del 1;11n?.Estos p~1m:ros Otro manuscrito del siglo IX, el salterio latino de Utrccht, extraordinaria obra
episodios están emparentados con los del ciclo <1b10gra~COl} d: D~omsos o, mas b1~n, carolingia, presenta otras copias de ilustraciones de textos bíblicos de finales de la
siguen todos la misma tipología. Después, apate,cen vanos ep1sod1osrelatand~ la vida A~.tigüedad. El salterio forma evidentemente J?arte del Antiguo Testamento, y la
del personaje a una e~d más avan~ada. Un sarcofago romano del Museo Nac1~nal de pnmera ilustración del texto, como la del Génesis de Viena, podría haber sido llevada
Roma, que data del siglo JI O del siglo IU, presenta un desarrollo enormemente mtere- a cabo por los judíos. Pero sucede gue en casi todas las imágenes del salterio de Utrecht,
4. La escenahistórica 99
98 Antigaedad

En un medallón para llevar colgá.do del cuello, aparece una Anunciación, por un responden a la _pr~ocupación co~ta~te de los portadores de amule~os. La aclamación
lado, y el milagro de Caná, por otro. Ambas escenas tienen una función mucho más de 1os Magos significa el reconocirruento del poder supremo de Costo, designado por
precisa que la de ilustrar !os pasajes en cuestión de los Evangelios~_el milagro de Caná la pala~ra Basileo. Dicho de otra forma, el ciclo comienza con la palabra «salveJ>,
esti acompañado de una inscripción griega, <d primero», recordando con ello las afirmación de que el señor está con el poseedor del medallón, y termina con el recuerdo
palabras del evangelista, según las cuales Cristo manifestó en Caná por primer¡1 vez de su omnipotencia. Los portadores de esos medallones podían, pues, tener confianza
su_poder, el signo de su divinidad. En el otro lado, con la Anunciación, aparece la en su eficacia.
pnmera palabra del arcángel a María, xmpe o {(salve»,invocando la integridad y la Otras ramas de las artes aplicadas, las telas en particular, ofrecen numerosos ejem-
buena salud, lo que permite comprender la presencia de esta escena en amuletos. plos de imágenes cristianas históricas. Algunas de estas telas cubrían los altares en las
Utilizada por el mensajero de Dios para María, la salutación podría muy bien transferir- iglesias paleocristi;mas, y otras servían de cortinas entre las columnas de balaustradas
se al portad~r del medallón. De estas dos imágenes, una se refería al poder de Dios a o en las naves. En las pinturas de Santa María la Antigtla, en Roma, pueden verse
través de Cnsto, y la otra al deseo y la promesa implicados por la palabra <(salve)).De representaciones de éstas. Las escenas históricas de las telas son muy parecidas a las
donde se deduce que esas imágenes apare din juntas en un collar por razones profilácti- imá~enes que adornaban el mobiliario litúrgico y los muros de las iglesias (hemos visto
cas, razones que, si pudiéramos determinarlas exactamente, tomarían diferentes aspec- ya eJet:ipios de los dos_casos). Otros tejidos con la misma clase de imágenes adornaban
tos, desde !a bendición de la Iglesia hasta la creencia en la magia. De todas fonnas, la los trajes de ceremorua. En un mosaico de San Viral de Rávena, Teodora lleva un
colocación de estas escenas nos garantiza que estamos aquí muy lejos de una simple vestido en cuya parte inferior está bordada la Adoración de los Magos: la elección de
referencia a dos episodios evangélicos. Al asociados a un collar y a una caja de medica- este tema, para una escena que muestra a la Emperatriz realizando una ofrenda, denota
mentos, aparece una intención profiláctica, y se explica su función. , una intención simbólica. Un célebre texto de Asterio de Amasia relata que los cristianos
-·· Un par de medallones (figura 67), hechos de una. delgada lámina de oro, va a de Asia Menor solían llevar sobre sus vestidos imágenes de escenas evangélicas (.Homilia
_ampliarnos incluso este uso profiláctico de las imágenes evangélicas a los ciclos comple- iti locum Evangelii secundurnLucam... .M.igne, PG/XL, pág. 164 y ss.). Se trataba de
tos de escenas yuxtapuestas y superpuestas en bandas horizontales. Los dos ol*tos se milagros, lo (1ue una vez más pone de manifiesto una intención profiláctica.
encontraron en Adana, en la parte oriental de Asia Menor, y han sido atribuidos, al Como los collares y los brazaletes apotropaicos, los vestidos que llevaban estampadas
parecer correctamente, al siglo VI. Ambos objetos son idénticos y proceden del mismo las imágenes de los mismos milagros poseían la ':irtud de proteger a sus portadores de
molde, lo que permite imaginar un taller que produjera cantidades de medallones la enfermedad o de la desgracia. Una utilización tal de las imágenes le parecía a Asterio
idénticos, medallones para llevarse bien en colgantes independientes, bien en collares. de Amasia indigna de cristianos: en efecto, la Iglesia. debió de combatirla, porque
Dentro de un marco compuesto de retratos esquemáticos de Cristo y de los apóstoles desapareció antes del siglo VI. Era una costumbre, efectivamente, pagana: basta con
se encuentran, por un lado, un ciclo completo de las escenas de la infancia de Cristo recordar las innumerables túnicas coptas adornadas con motivos báquicos o el vestido
y, por otro, el de sus milagros. El primero de esos ciclos podría considerarse como una con símbolos divinos y astrales que lleva un emperador del ~iglo IV en una miniatura
ilustración de los primeros capítulos de los Evangelios de Mateo y Lucas, pero el del Calendario del 354. Originariamente, la utilización de tales imágenes sobre telas
segundo, donde los acontecimientos no se presentan según una continuidad cronológi- era, p~es, sin duda tan religiosa como profiláctica. Paganas o cristianas, las escenas
ca, excluye inmediatamente una hipótesis semejante. En efecto, los milagros de Cristo ~arratlvas relatadas en las telas eran por necesidad esquemáticas y concisas: imágenes-
aparecen ahí agrupados arbitrariamente; puede concluirse que, si han sido escogidos signo.
entre otros, ello se debe a que todos representan curaciones. Estos temas, como el del Examinemos ahora las obras monumentales, comenzando por la célebre serie de
tarro de medicamentos, recuenhn :;icontecimientos que dan testimonio...dd puJtr salva- p.-.ndcs c:11 mosaico de los muros lateraies de la basílica de San ApÜlinar el Nuevo, de
dor de Cristo; se le 'reproduce, pues, con objeto de hacer actuar este poder en favor Rávena. Se puede ver ahí un cierto número de escenas evangélicas alineadas por orden
de! portador del medallón. El valor apotropaico del éido de la infancia es menos cronológico (figura ~3). Pero faltan episodios importantes (Anunciación, Natividad,
evidente. Sin embargo, se le vuelve a encontrar en varios objetos de la misma clase Bautismo, etc.) mientras que otros, secundarios, ocupan paneles enteros; más de la
(vé.ase,por ejemplo, más .arriba, el medallón de la Anunciación) y en los medallones mitad está dedicada a las escenas de la Pasión, aunque falte la Crucifixión. Si se suscribe
de Adana. Aquí, cerca del anónimo donante, es decir, de 1;ipersona que lleva sobre sí la id.ea de que l~s ciclos evang~licos constituyen siempre ilustracioi:es del texto de l~s
el. medallón r_epresentaqoal principio_ del ciclo, podemos leer la palabra (<salve)),la Escrituras, ese ciclo, se ha verudo observando desde hace mucho tiempo, presentana
primera del discurso que el arcángel dirige a María con ocasión de la Anunciación, y anomalías: si tal fuera el caso, los autores de rsos mosaicos no habrían podido desdeñar
que hemos visto ya en otro medallón profiláctico del siglo VI. tantos a~ontecimientos esenciales de la vida terrenal de Cristo. Se supuso que la elección
Pero ahora, este pasaje reproduce también las palabras: «el Señor está contigo)). de es~ unágenes se debió a la influencia de la liturgia y, más particularmente, a la
Nada podría responder mejor a los deseos del poseedor del amuleto. El ciclo concluye selecc1?n de _lospasajes evangélicos leídos dura}J.tela misa en ciertos períodos del año.
con la Adoración de los Magos, acompañada de la leyenda, muy poco común: «He Esta h1pótes1sse acepta toda vía, aunque no se refiera ya al calendario jacobita, sirio o
aquí al Basileo». Estas palabras, que están puestas en boca de los Magos, no proceden ~10nofisita, sino al de Roma o al de Milán. No obstante, hay que hacer notar que !a
de los Evangelios, pero al reiterar la afirmación del poder de quien esperan protección, lista de las escenas de los mosaicos sólo aproximadamente coincide con la de los pasajes
fl\\...ULJi\JJ ur., rJ.Lv,:,V.l'U'.l I J.,C,U\.,~ v.>iuc.t , ,.n:o~c.1~·i
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4. La escena histórica 101
100 -Antigüedad l>itecciótl de Bibiliotecas &K".l.!'tuí~dí8 :,b i'Jé.b...qj(l
leídos en los oficios durante los servícios de un año, sea siria o itálica la iglesia considera- c~n a la ornamentación de iglesias y pneden,_por tanto, examinarse desde el p_ur~tode
da. Habría, pues, que buscar una solución mejor, Sea lo que fuere, en los muros de vista del arte monumental. Es el caso de los mas notables de todos los marfiles cnstiañ.os,
esta iglesia, construida y decorada en tiempos de Teodorico, se observan ciclos de los de la cátedra del arzobispo Maximiano de Rávéna (figura 69). En primer lugar,
escenas evangélicas comparables a los de los medallones de Adana. Mas sobre éstos recordemos los dípticos de cinco compartimientos estudiados anteriormente con los
últimos aparecían las escenas de la infancia y de los milagros de Jesús, mientras que retratos, ya que representan a Cristo o a la Virgen enmarcados por pequeñas escenas
en el ?e Rávena vo!;emos a encontrar l~s milagros, com1:l~~adospor a!gunas parábolas tomadas de sus biograflas. Antes nos hemos centrado en los propios retratos, Considere-
y el ciclo de la Pas1on (figura 68). El metodo de compos1C1onde los ciclos es sensible- mos ahora las imágenes que los enmarcan. Generalmente son cinco, dos a cada lado
?1ente e} mismo en los amuletos y en ~os 1;11-uros de la ~asílic~, aunque el programa y una debajo, y presentan, como siempre, escenas extremadamente esquemáticas. De
tconografico de los medallones se haya msp1rado en cons1derac10nesprofilácticas, y el acuerdo con los prototipos oficiales de los retratos (véase más arriba), los episodios
de lo~ mosaicos en fuentes litúrgicas, si bien este último punto no es seguro. En San biográficos 'jne los rodean están elegidos con la intención de insistir en la gloria de
Apolmar el Nuevo 110 hay nada que pueda sugerir que la única intención de los Cristo o de a Virgen. Para la Virgen, el ciclo es de carácter biográfico; para Cristo,
cread_oresde esos mosaicos fuera mostrar a los fieles uria selección de escenas evangéli- se trata de una selección de sus milagros. El ciclo está compuesto sólo de algunos
cas, sm otro fin que recordarles ciertos episodios de la historia de Cristo. Una observa- episodios, y el pequeño tamaño de las imágenes excluye todo desarrollo narrativo
ción cuidadosa permite comprobar que los mosaicos no corresponden en absoluto a la (aunque a veces aparezca por casualidad un episodio realista). Se trata de los iffesúmeneSl>
idea que se tien~ d_euna imaginería narrativa: e_nlugar de ser precisos y explícitos, sólo de cinco escenas de una vida o de una actividad, una selección de episodios característi-
presentan un nummo de detalles, apenas suficientes para hacer reconocible la escena. cos de una historia mucho más larga (véase también un pequeño icono en el Vaticano;
Se puede admirar, desde luego, esta discreta reserva y la extrema simpljcidad de las figura 70). Pero esta selección no sugiere la prioridad cronológica de ciclos más compb
for~: no obstante, aparte de algunas cabezas expresivas, este arte no pasa de un nivel tos sacados de los mismos panegéricos o de las mismas biografías.
~e cliché; y, en última estancia, estas imágenes no son muy diferentes de las imágenes- El más hermoso, y el único ejemplo monumental de este tipo de resumen iconográ-
signo de las catacumbas o de .las miniaturas que apare_cen en las tablas de cánones fico, es la ornamentación esculpida de la famosa cátedra de Maximiano, arzobispo de
mencionadas anteriormen,te. No es, pues, de extrañar que estos paneles hayan sido Rávena y contemparáneo de Justiniano. El ciclo histórico está aquí más desarrollado,
relegados a la parte supenor de los muros, ya que una visión más cercana no añadía tanto por el número de escenas evangélicas como por la manera en que están interpreta-
nada al espectador, das. Cada tablilla de marfil trata generalmente ·de un tema diferente, pero sucede a
1:odos estos ciclos de Evangelios, d~ los más resumidos a los más extensos (San veces que la misma escena aparezca en_ dos tablillas. Estas tablillas son numerosas y
A~ol~nar el Nuevo), f:ertenecen .ª la mis~a categoría de :6-guracionescon imágenes están todas muy cuidadosamente ejecutadas, presentando detalles naturalistas (la repre-
multtples, que han debido crearse independientemente de la ilustración de los manuscri- sentación de María encinta durante el viaje hacia Belén). Se trata del mismo tipo de
tos y para otros fines distintos al de esas ilustraciones, unidas al correspondiente texto iconografía que la de las imágenes que sirven de fondo en los dípticos eón retratos de
de los Evangelios, Destinadas a un público muy amplio y en gran parte iletrado, estas Cristo y la Virgen, pero la mayor habilidad técnica del escultor de la cátedra, y su
imágenes, que aparecen en los muros de las iglesias o en el mobiliario litúrgico, deseo de dar más vida y realismo a las escenas evangélicas, le han llevado a transformar
r;cordaban los _pasajes_ evangélicos importantes leído~ d~rante los oficio~;cuando apare- las imágenes-signo habituales para asemejarlas a figuraciones descriptivas, La presencia
nan en pequenos objCtOs,se les encomendaban pnnc1palmente funciones profilácti- de otras innovaciones propias, como por ejemplo la separación de algunas escenas en
cas. dos partes, cada una de ellas cubriendo una de las tablillas rectangulares que adorn;in
Na~ralmente que algunos ciclo.~ monnrn.1tnt~l<?s narntiYo~-y-·dc::alt,dvs Je esta la.cátcd1a, parece indicar, en eÍecto, quC esas transformaciones se deben al artista. Las
época podrían asemejarse a_lasilustraciones de determinados manuscritos contemporá- escenas históricas del trono de Maximiano no se inspiran ciertamente en los manuscritos
neos; pero no conocemos a este respecto· ejemplos. Un retórico del siglo VI, Coricio ilustrados, Son ampliaciones de los temas habitualmente tratados en los dípticos de
de Gaza, nos ha dejado una descripción de los mosaicos de una iglesia de esta ciudad marfil, aunque las imágenes sean aquí de escala mucho m__ ás reducida que en la cátedra.
~alestina, la iglesia de San Sergio. Coricio de Gaza habla largamente de los mosaicos Todos estos ejemplos se han elegido porque nos inuestran imágenes históricas,
(que .Yª no existen) y los numerosos ~etalleSque ~a~! reseñar las escenas de la Iufancia aisladas o agrupadas en ciclos más o menos desarrollados, sin relación con las ilustracio-
podnan hacer creer que se trata de prnturas descnpt1vas, como las de los manuscritos. nes de los libros de las Escrituras. Como ya hemos visto, estas imágenes históricas
Pero su E~phrasis es un '.trozo_de_~etórica; hay,pues, que admitir la posibilidad de que cristianas son en general muy concisas y, por filo, se parecen mucho más a las imágenes~
~! texto, sm estar en contradiccion con las imágenes de Gaza, las haya enriquecido signo de las catacumbas y de los sarcófagos romanos que a las ilustraciones descriptivas
mterpretando la iconografía en un sentido dramático y narrativo, Sea lo que fuere, al de un texto, Además, a menudo es posible, cuando no siempre, definir la función
no existir ya esos mosaicos, no podemos comiderar este texto como una prueba, dado religiosa o supersticiosa de los objetos adornados con imágenes históricas, y esta función
que los monumentos conservados no presentan imágenes que pudieran corresponde·r sugiere la razón de su creación. La elección def tema, y el lugar en que se utiliza, en
a las descripciones del retórico Coricio de Gaza, . un edificio e;,en ciertos objetos, ofrecen un sólido testimonio de la intención con que
Consideremos, en fin, algunos marfiles cristianos del siglo VI, que en parte pertene- se empleó,
106 Antigüedad

iconográfico pagano podía entonces servir de modelo al imaginero cristiano, porque Capítulo 5
las religiones paganas no poseían iconografía de sus dogmas, toda vez que no tenían Dogmas expresados por una imagen
ningún dogma que expresar. Quizás más addante sepamos que el mesianismo judío
concibió antecedentes de la imagineria dogmática cristiana; por el momento, nada
positivo aparece en este campo, mientras que, por el contrario, hay que insistir en la
n<=;v~dady orig~lidad de las exper:1-enciascristia~s. Es evidente_que los imagineros
c~tstianos no partieron de la nada, ru en cuanto al tipo de los motivos que emplearon,
m en cuanto a 1a manera en que los organizaron y les dieron el sentido dogmático
deseado. La novedad de este tipo de iconografía no por ello deja de ser menos notable.
He elegido algunos ejemplos (y hay muchos más) para mostrar en que consisten
esas más antiguas ímágenes dogmiticas. Antes de examinarlas, me gustaría insistir en
el h~cho de que, desde el primer momento, la tentativa de expresión iconográfica de
esas ideas, tan poco adaptables a la interpretación pictórica, revistió dos formas diferen~
tes. P.or una parte, las imágenes que llamaremos simples y directas: una sola basta para
de.firur el dogma, lo que la hace comparable a una expresión verbal compuesta de una La iconografía teológica cristiana de la AntigücdaJ. tardía, incompleta e inestable,
sola palabra. La otra manera de expresar esas ideas teológicas, aparentemente tan antigua propuso diferentes formas de expresión siu que ninguna de ellas :e conservara :furant~
como la primera, es traducidas en dos o más imágenes. Lo que define e,1dogma. es mucho tiempo, ni perviviera para todos. Aunque se encuentren, sm embargo, ejemplo~
entonces el corijunto, como si se tratara de una frase compuesta de más de un.a palabra; que no carecen de interés. . . . .
pues es inherente a la naturaleza de las artes plásticas el yuxtaponer los términos que La dificultad de trasladar eu imágenes los pensamientos de la doctnna cristiana no
se siguen en el lenguaje escrito o hablado. impidió que los artistas se lanzaran sobre ciertos temas esenciales. Sus realizaciones,
Hay un campo donde la interpretación en imágenes del pensamiento cristiano muy desiguales, sufrieronyn cierto ~1úmerode. frac~sos, entre ellos e~ ~e la repres~nta-
produce invariablemente una yuxtaposición topográfica de imágenes que se completan CÍÓ!l de la Trinidad. La falta de éxito de los 1magmeros de la Annguedad tard1a no
entre si. Se trata de la tipología, en el sentido particular que dan a este término los res:1~tasorpr~ndcnte, P:1esto que d t:1:1as,epres~a?a realme;~t~-11;-~1:)'
ma~ a.una interpre~
teólogos medievales y los imagineros: es decir, en el establecimiento de relaciones entre tac1onpor la 1conografra. No se llego Jamas a una .1conograftas<;tl?factonade los dogmas
personas y acontecimientos del Antiguo y dd Nuevo Testamento. Los resultados más trinitarios: P:U~ba de ello es que tod~s las_tentatr:7as fueron ra1:1damente abandonadas
. ricos de estas yuxtaposiciones pertenecen a la pJad Media occidental. Pero el método para ser sust1turdas por nuevas, _cand1scut1bl_es. e 1gualme~te efímeras ...
r
comie~a en la éf:oca paleocristiana, ya ve~emos algun:3s antiguos ejemplos completos Tres ensayos de representación_ de la Tnmdad en la epoca paleocnst1aI1~.1:1erecen
de_e~ta iconografía,. observando al nusmo tiempo, no sm sorpresa, que los llllagineros atención. El primer esfuerzo, parttcularme_nte desafortunado, y que se rep1t10_con la
cnst1anos de.la Ax:-t1güedadtardía llevaban varios siglos de retraso respecto a los teólo- misma falta de éxito durante la Edad Media, es el de los escultores de los sarcofagos.
g?s. El propio Cnsto, San Pablo en sus epístolas y todos los Padres de la Iglesia había Más bien habría que hablar de un escultor, porque sólo conocemos u? 7jemplo (d dd
visto ya e? los acontecimientos del Antiguo Testamento prefiguraciones del Nuevo. antiguo Museo de Letrán), lo que prueba por l_od_emássu falta de ex1to, fª que los
Termrnarcmos esta parte de nÍlestro estudio con algunos ejemplos de esta tipología talleres de sarcófagos tenían tendencia a repeti.r s1~mpre aq~ello que sab1an ~acer.
y completaremos el examen de la forma y del contenido de la iconografía paleocri.stian:!. Ex<.:epL.ionalmente,uos encomramos aquí ante la ú~uca centanva de representacton ~e
la Trinidad mediante uru imagen de tres per~onas, JU:i:itas,uru sen~ada, las otras de pie
(representadas en el extremo ~quiero de la fila s1;1penor,<lelos rel_1eves).El fracaso de
esta composición es comprens1ble;ya que no. retiene mas que la 1denndad de las tres
personas divinas, olvidando totalmente su umdad.
Hay otro esquema, ilustrado también por un monument? antigu~, que habría
podido resultar más atrayente: se trata de ur~ fresco 1e Baot-:1t,_en_Eg1pt?, fechado
alrededor del siglo VI. Puede verse en él un á;guila, sen1eJantea_lagu~la,un_perialrornana,
cuya cabeza y alas aparecen rematadas con tres coronas de laurel 1dent1cas,dentro de
las cuales aparecen las letras alfa y omega, letras que suele:1 encontrarse al lado de
Cristo (quien había dicho {<Yosoy d alfa y el ()mega, el comienzo y el fin))), o al lado
de la cruz con que se sustituye su imagen. En el fresco .copt?, las tres person~s de la
Trinidad son representadas por un esquema abstracto, que repite tres veces un s1mbolo
de Cristo y que agrupa esos tres signos bajo el soporte único del águila con las alas
5. Dogmas expresados por una imagen 109
108 Antigüedad

desplegadas. La unidad de las tres peisonas de la Trinidad se expresa por esta imagen mente sentados a la mesa, servidos por el patriarca (figura 76). Pero ahí también,
de manera evidente, ya que, en la iconografía imperial, las alas aesplegadas del águila aunque no haya aureola, se puede distinguir a la persona central, que se ~iferencia de
soportan siempre el busto o el monograma del soberano. Cuando hay dos o tres bustos los otros dos por la posición de los brazos y por su gesto, exactamente igual que en
imperiales, se trata de dos o tres emperadores correinantes, que asumen coajuntamente los retratos de busto de Jesús. Como él, uno de los personajes que está a su lado hace
,i el po?er supremo (así en l?s cetros consulares, uno, dos o tres bustos de emperadores el gesto de la bendición; por lo demás, las tres figuras son semejantes en todo. En la
¡¡; c_orre1~antes;figura 55): Dicho cor:,otras ralabras, la fór1!1~1~de Baouit, que representa Edad Media, particularmente en el Imperio Bizantino, los tres visitantes de Abrahán,
!i sunultaneamer:,te la umdad y la diferencia de las tres d1v1rudades en la Trinidad, era reunidos alrededor de la mesa, se utilizaban normalmente para representar la Trinidad~
1 totalme~te sat1sfactoria teológicamente. Pero, a nuestro entender, tuvo también tan ello se debe evidentemente a! texto del Génesis que afirma el carácter teofánico de la
poco éxito como la del sarcófago de que hemos hablado anteriormente. Desconozco visión del patriarca. Por eso, la presencia d~ tres personajes ~11: esta teofa_túa ~a sido
las razones ~e este fracaso. Quizás sus elementos iconográficos eran demasiado abstrae~ aceptada por los teólogos cristianos como unagen de 1~,rnmdad. ~os 1ma~m~r?s,
tos, o., ~ambién puede ser, por la imposibilidad de la elección, para las tres personas de acabamos de verlo, han seguido las huellas de una trad1c1ón establecida a pnnc1p1os
la Tnrudad, de un símbolo generalmente reservado a Cristo, con lo que parecería que del siglo IV o lo más tarde del siglo V, haciendo de ella una interpretación de la Trinidad
sólo procedía de la ~egunda per~ona. En otros términos, si el esquema del sarcófago que nunca ha caído en desuso. . . .
acentu.aba la separación o la antmomía de las tres personas, el segundo insistía quizás -· Sin embargo, hay otros dos intentos de representación de la Tnmdad, esta vez en
demasiado en su unidad y en las características del hijo de Dios. forma más abstracta, que implican elementos tomados de escenas evangélicas, Ambos
Otr~ :epresentaciones de la Trinidad en la época paleocristiana se fundan en los son únicos, lo que pcdría explicar su poco éxito, quizás por falta de claridad. El prime.ro,
acontecuruentos del Nuevo Testamento y en sus equivalentes vetero-tes,tamentarios. un relieve repujadosobre la crismera número uno de Monza, muestra la Ascensión
Se_trata de repres•e.ntaciones que ct:?mbinana veces conceptos_.bastantes abstr:1.ctosy combinada, al parecer, con d Pentecostés (figura 54). Por la mayor parte de los detalles,
tomados de elementos de escenas históricas. Por lo demás, la escena histórica se repre- se trata de una imagen habitual de Ascensión, pero bajo los pies del Cristo en el trono
senta completa, pero se insiste en los motivos trínitarjos. Así, hacia finales de la ascendiendo al cielo pueden verse una mano de Dios (el Padre) y una paloma (el
A11;ti~üedad,se utiliza en ocasiones la Adoración de los Magos para representar la Espíritu Santo). Una probable interpretación de estos símb_ol.ossería que la gra~ia que
Tnmdad, a causa de tres antiguas leyendas senúticas que relataban cómo cada uno de desciende sobre la Virgen y los apóstoles procede de la Tnrudad. El segundo eJemplo
los tres Magos .había tenido una visión distinta de la teofania. Según la leyenda, cada está relatado en un texto de San Paulina de Nola (Epístola XXXII a Severo, reprodu-
u~o 1e. ellos vive una persona diferente de 1a Trinidad: las imágenes bizantinas de ciendo una inscripción en verso del mosaico absidal de Nola), donde señala detenida-
prmc1p1osde la Edad Media prueban que sus autores conocían esos relatos. Un miniatu- mente. que en el ~bside de una iglesia de su ~iempa, determinadas imágenes des!if;adas
rist.a constantin?politano del siglo XI (Codex Tapho 14, Biblioteca del Patriarcado a ser vistas en conjunto (en este caso una encuna de la otra) representaban a la Truudad:
Gn~go, Jerusalen) llega hasta mostrar uno de los Magos llevando en sus brazos al la mano de Dios (el Padre), la paloma (el Espíritu Santo), la cruz y el cordero (el Hijo).
Antiguo en Días, un anciano que simboliza al Dios padre; d segundo llevando a Cristo, Esta imagen no tuvo más éxito que la anterior. Es claro que el or~en de los tres
con 1~pequeña barba con que se suele representar habitualmente; y el tercero llevando elementos de esta composición resulta más normal que el de los tres motivos empleados
al Niño Enmanuel, que es aquí el Espíritu Santo. Una pintura mural recientemente juntos en la crismera. Pero ambas figuraciones h~n tomado sin duda el tem~ de la
descubierta en el centro de Asia Menor, obra provincial medieval, enmarca separada- paloma descendiendo del cielo y de la mano de Dios que la s:1dta (sobre la cnsm_era)
n:1-~ntea cada Mago y co)oca ante cada uno d~ ellos ~na imagen de Dios: una intepreta- de la iconografia del Bautismo de Cristo, donde la presencia de esos dos motivos
c1on menos osada dd mismo tema. E.~tas v::.n:iritr-sKori.0gri!lc1s ~e :rem::mt-an quizás a procede diredamenle Je los Evangelio::.:.
finales de la Antigüedad, aunque esto no pueda probarse, Aparte de la visión de Abrahán, la es~el?-adel Bautismo_d_e,Cristo (figura 70) .es.la
Por el contrario, ese antiguo origen es seguro para otras imágenes de la Trinidad. única interpretación iconográfica de la_Tnmdad que sobrevivio al J;>eríodopa!eocnstta-
Las mejor conocidas -debido a su calidad- la representan bajo la forma de los tres no y se conservó durante la Edad Media y la Epoca Moderna. Tenia la ventaja de estar
misteriosos visitantes de Abrahán en el roble de Mambre. Incluso la más antigua versión justificada por una frase de los Evangelios que afirma que, en el momento del Bautismo
de este tema, una pintura del hipogeo del siglo IV bajo la Via Latina de Roma (figu- de Jesús, hubo una teofania simultánea de las tres personas: se oyó la voz del Padre
ra 74), alu:fe pr?bablen:¡ente a la Trinidad, como parece mostrar la insistencia que se descendiendo del cielo; el Hijo caminaba por ~as aguas d~l Jordán; y el Es1-:irituSanto
hace :n la identidad de los tres visitantes celestes. La intención trinitaria del imaginero aparecía en forma de raloma planeando encima del HIJº· A partir del siglo VI, los
rs evtdent~ en un mosaico de Santa María la Mayor de Roma (hacia el 430), donde imagineros siguieron e texto revelado, a.ña'diendo únicamente 1;1nainterpretaci~n «téc-
el per~onaJe central de los tres invitados de Abrahán aparece rodeado de un círculo, o nicai> que no procedía de los Evangelios. Para evocar al D10s Pad~e, manifestado
más !nen de un óvalo de luz (figura 75): esta distinción iconográfica sólo puede designar únicamerite por su voz, eligieron el motivo d~ la mano que ~ale del cielo (figura 19),
a Cnsto (c?mo ocu:1'fecon la Transfiguración). Los otros dos personajes son, por tanto, tomada sin duda del arte judío contemporáneo, como ocurnó por lo demás en otros
el Padre y el Espíntu Santo, puesto que, aparte de la aureola, no hay diferencia entre ca.sos(medallas del emperador Constantino). La mano significaba la presencia de Dios.
ellos y Cristo. En San Vital de Rávena, los mismos visitantes son representados simple- Los dedos extendidos hacia Cristo, o sobre la corona dispuesta a ser colocada sobre su
110 Antigüedad 5. Dogmas expresadospor una imagen 111

cabeza, e-:<presanel te.xto ~vangélico': ,cEs.tees mi h1o.bienamado, en quien yo he Contamos con varios ejemplos antiguos de este tipo de imágenes, todas compuestas
puesto ~1 complacenc1aJ). .Esta__:epre~~ntac1óll.de la Tnmdad, como la de_Abrah.án, de de la misma manera: la visión aparece frontalmente en una nube de luz; el visionario
hecho solo evocaba una mantlestac10n partlcular, y no su naturaleza, macces1ble al la contempla y la muestra a un acólito, o bien aparece caído en el suelo por el terror
imagine_ro. Lo que pr?~ablemente explica, sin embargo, el éxito de este tipo de imagen: que esta visión le provoca. Los frescos de Baouít nos proporcionan un espléndido
ver~símilmente la Truuda~ 110 p,adría reprnd~cirse pictóricamente en su esencia y sólo ejemplo de la visión de Ezequiel (figura 24), donde se, ve al profeta caído en el suelo
pod1a captarse en sus ma111festac10nes,como fue el caso en las teofanfas de Abrahán o y -por licencia iconográfica- a !os discípulos de Cristo simultáneamente representa-
de Juan Bautista, durante el Bautismo de Jesús.
dos, como si fueran otros visionarios, asombrados por la visión que contemplan. Los
Hay t_ambién que citar otra representación antigua de la Trinidad, que aparece en mismos elementos combinados se vuelven a encontrar en la imagen de la Transfigura-
el arco triunfal de _SantaMaría la Mayor, y que muestra el trono vado (que sustituye ción tal como aparece desde el siglo VI: la aureola de luz rodea a Cristo, quien manifiesta
al Padre), con el libro de los Evangelios debajo (para el Hijo). En la misma imagen su divinidad transfigurado, mientras que los tres apóstoles preserites en esta teofanía se
d~ Cai;ma Veter~, la paloma aparece sobre el libro (el Espíritu Santo). En la Edad Media representan como visionarios, cayendo de rodillas o'proyectados hacia atrás por la
b1zantma se r~p1te.a v~:es esta imagen que, sin embargo, tiene el defecto de despertar misteriosa luz. Un muy hermoso mosaico del siglo V, en la capilla de Hosios David
m1:-ypo_co la unagmacion del espectad?r, y emplear ~í~bolos que no tienen en cuenta (o Cristo Latome) de Salónica, muestra una visión de Cristo en una nube de luz, y
la 1dent1dad de las tres personas. En runguna de las unagenes que acabamos de ver se dos testigos, uno de los cuales mira con terror la teofanía, mientras que el otro despliega
rreten?e represent.ª':, b. Trinidad _en su esencí.a, sino sol~1énte una. de s~s t~ofanías un código (figura 77). En todos los casos, la imagen, que no podía inspirarse en la vida
tademas, para la v1s1011 de Abrahan y el Bautismo de Cnsto, los a.rt1stas siguieron el cotidiana, procede de un esquema iconográfico romano anterior al florecimiento del
texto revelado, excepto en un detalle convencional). r
arte cristiano. Es este esquema el que servía para representar la salida del sol; se emplea
P?r tanto, e~tas anti~uas imágenes de 1aTrinidad son excepcionales e imperfectas, también, por derivación, para representar la ascensión del alma del emperador difynto.
espenalment~ ~1 s~ considera la gran importancia que tuvieron las disputas sobre los En lapr~mera versión, un pájaro (el águila), llevando la personifi:ación del sol, asciende
pro~!em~s tnrntanos durante todo el fin de la Antigüeda_d. Se comprende claramente al cielo, mientras que en la segunda, se eleva una cuadriga, gmada por el emperador,
la Situación de los ~magi:ie.ros,.en la medida .de b dificultad que para ellos suponía de ahora en adelante, divino; en ambos casos, un personaje sentado levanta los brazos
repr~s_entarla doctrma truutana con los medios de que dis~on~an. Estos imagine~os hacia el nuevo Dios. Para el sol, se trata de Telus, una personificación de la tierra;
selecc1on~oi:-, retocaron y adaptaron, pues, algunos de los termmos de su repertono, para la apoteosis <le los emperadores, de un testigo visual de la ascensión del ditnis,),
como. el agml~ romana llevando el monograma imperial, o incluso el trono, tomado cuyo testimonio ha sido requerido por la ley. El más antiguo esquema iconográfico
del 1rusr~10 léxico ofic!~l; la Íconografía simbólica conte~poránea debió probablemente de b.apoi:eosis,sin duda romano, muestra la cuadriga celeste ascendiendo oblicuamente
propornonarles tamb1cn la paloma sobre el trono y el libro cerrado que representaba (sin que aparezca envuelto por la aureola de luz). La iconografía cristiana heredó este
al libro sagrado.
esquema del siglo IV, aunque no hizo gran uso de él.
. Los E".angelios ensefian 9l!e el Dios del cielo, el Dios Padre, es invisible: lo que Entre las más antiguas representaciones cristianas de la teofanía, hay que seña.lac
quiere decir que nunca ha podido ser representado tal como es, es decir, en su esencia. un curioso fresco del hipogeo de la Via Latina, y algunos ~elieves de sarcófagos, que
Pero existen varias excepciones célebres a la regla de la invisibilidad de Dios. Los describen la ascensión de Eiías. En el fresco se observa particularmente la gran figura
p~ofetas, en particubr fsaías y Ezequiel, pudieron contemplar a Dios por sus propios semiextendida de un rastor, que ocupa el mismo lugar y con la misma actitud de T~lus
OJOS. De ~!ondese d~du·c,epues q~e'. dado que a esos vi~i.on·a·
rios proféticos se les concedió en las ascensiones de sol irivictusde las monedas romanas. En las teofanfas aparecidas"
l~ :eofarua, la descnpc1~n 9-ue h1c1eronde ella perm1t<"b represerrt'.!.ÓÓ!s pictérica. De a les profetas se adaptó una varían.te más ta,dfa y hieritica dd tema de la ascrnsió,,,
a~u. que en el_repertorio iconográfico cristiano se introdujeran las imágenes de las con el carro de frente. Este esquema era fácilmente adaptable a las bóvedas d~ los
v1s1oues.de D10s por los profetas -y _enconsecuencia, la del autor del Apocalipsis. ábsides, cuando la imagen se situaba ahí. Como en las escenas de .tra.nsfi.guranones
Contr~r~3:mente a las numerosas afirmaciones de los teólogos, que contínuaban negando (véase más arriba), aparece también la aureola de l~z alrededor d_eD1~s, mientra~ que
la pos1b1l1d~dde r~present~ción pictóri~a de Dios Padre, estas imágenes aparecieron los profetas suelen ser testigos de la teofanfa y, con vistas a este testtmomo, se desphe_gan
poco despues dd ano 400, sm que postenormente se abandonaran ya nunca. Sin embar- a sus pies o a su lado. Fueron los cristianos quienes añadieron la aureola, un disco
go, para no entr~r en. forillicto con el principio s.egún el cu~l D.ios no puede ser ovalado <leluz, que rodea a todo el pers~naje;. su origen ~s el mismo que el de~ limbo
represe:itado, los 1magmeros se tomaron la precauctón de explicar mequívocamente, luminoso alrededor de la cabeza de un 111div1duo,por ejemplo, el sol persoruficado.
por la .1conogr~ía, que se .trataba de u~a visión momentánea y excepcional (visión Originario probablemente de la Persia mazdeísta, aparece por primera vez en Occid:nte
conced1<laa testigos excepc10nales). Esta idea se expresó de dos formas: bien represen- sobre un mosaico <le la na.ve de Santa María la Mayor, en Roma (figura 75). Sirve
ta1;do al visionario ante su visión, bien aislando la visión, lo sobrenatural, del resto de sobre todo, ya lo hemos visto anteriormente, para indicar que los tres misteriosos
la image.n, p_orrned~o de un disco.~ ,de una ~ureola de luz. En el le.nguaje de la época, visitantes de Abrahán del roble de Mambre són figuras teofánicas, aunque en Rávena
esto eq~uvalía a decir que !a apanc1on era aJena al mundo perceptible que nos rodea, (figura 76) esta aureola de luz sólo enmarca al personaje central (véase también en
y accesible sólo al visionario (o a algunos visionarios).
Santa María la Mayor, de Roma, una nube de polvo -que no era luminosa y servía
5. Dogmas expresadospor una imagen 113

para. sustraer de las miradas a aquellos a quienes cubría- rodeando a tres siluetas). (figuras 78 y 22), los imagineros querían sugerir sutiles diferencias en sus representacio-
Para la teofanfa esto constituía un nuevo motívo pictórico, independiente del texto nes del Cristo resplandeciente, Lo que parece erróneo. Imberbe o barbudo, con los
bíblico, texto en el que no se aludía a una aureola. bucles flotantes o los cabellos cortos, la expresión dulce o severa (figura 49), en ningún
Las imágenes más antiguas de Dios Padre" (independientemente de las figuraciones caso parece que esos rasgos se hayan utilizado con intención de establecer diferencias,
del lagos) se inspiran, pues, esencialmente en las figuraciones simbólicas de las apoteosis al menos normalmente, aunque puedan haber servido para una iconografía teológica
de los divi, completadas después por el nuevo motivo de la aureola luminosa. Por una de Cristo más precisa. Lo que quiero decir es que, al representarle en ocasiones como
analógía incompleta, este nuevo tema se extiende a las imáge_nes de Transfiguración un adolescente, un airoso soñador, y a veces como un hombre barbado, maduro y
1 I que, com~ la Trinidad, resultan un buen ejemplo de creación iconográfica limitada a
la adaptación aproximada de un esquema más o menos adecuado.
enérgico, ·los escultores cristianos han podido querer expresar una idea religiosa, o
evocar algunos caracteres de la segunda persona, o poner de manifiesto determinados
A veces es dificil distinguir en esas visiones divinas el Dios Padre, el del Antiguo aspectos de su obra: sus intenciones efectivas no pueden describirse ni explicarse con
Testamento, del Dios Hijo como logos, que, como el Padre, es eterno e increado, certeza. La cuestión es la siguiente: en estas obras de escultores diestros en la imaginería
salvo cuando aparece representado con los rasgos de Jesucristo, durante el período de realista, ¿hasta qué punto se trata de un símbolo o de la simple imitación de una cabeza,
la encarnación, Esta incertidumbre podría ser intencional si se piensa en los pasajes de airosa y expresiva, que ,efleja los gustos y talentos del artista?
San Juan donde Cristo declara «Quien me ve, ve a ·quien me ha enviado)), o más aún La existencia de una iconografía teológica de Cristo en el arte paleocristiano parece
«Quien me ha visto, ha visto al Padre;>, La esencia respectiva de las dos personas es dudosa, si tenemC' ,~ncuenta que resulta imposible distinguir la si~nificación de !as
siempre distinta, pero el aspecto que ofrecen a la vista de los hombres -lo que se ve imágenes de Crist.o hecho hombre (o Verbo encarnado) de la de las imágenes de Dios
y lo que ~¡imagine~o es capaz d.e repres~n!ar- es idénti~o para el Padn;: y el Hijo, Verbo, eterno e increado, con independencia de la Encarnación. Cristo adolescente,
De ahí que los pnmeros -u:nagmeroscristianos, en Salómca, por ejemplo, amalgama- r-or ejemplo, puede representarse bien eti una escena evangélica, como en la entrada
ran las teof~nías profétic~s y apocalípticas 11:ezclandoa~í las vis~ones dé Dios vetero- en Jerusalén que aparece en el sarcófago de Junio Baso (figura 12), bien como rey
testamentanas }'." las de Cnsto al final de los tiempos. ~a ~fluencia d~l Apocalipsis, por triunfante por toda la eternidad, reinando en ef Paraíso, como en el ábside de San Vital
tanto la presencia de la segunda persona, aparece.aquí mdicada por el libro que sostienen de Rávena o en algunas capillas de Baouit: en estos últimos casos, no se trata ya, pues,
los cuatro animales simbólicos. Las teofanías de los frescos y de los mosaicos son a! de Cristo encarnado. Además, en una escena mayestática, puede aparecer un Cristo
mismo tiempo, pues, visiones de la primera persona en el cielo, Dios _Padre, y de la diferente, un Cristo barbado, severo, autoritario (figura 32). La única conclusión posi-
segunda, en el lagos, aparte de la Encarnación. La segunda llegada aparece también ble es que, para los imagineros, los rasgos de Cristo, sus cabellos o la expresión de su
evocada P?r los testi~os que contemplan la visión, es decir.',los apóstoles: en los He~hos rostro, no disting1úan el Logos no encarnado del Verbo encarnado. ¿Implicaría esto
de los Apostoles se dice que en el momento de la Ascens1on, «dos hombres .., vestidos que los imagineros rehusaban dar un sentido preciso a los términos particulares del
d_eblanCQ))se aparecieron a los apóstoles y dijeron: «Ese mismo Jesús que se elevó al lenguaje iconográfico que empleaban? ,
cielo ante vosotros, volverá de la misma manera como le habéis visto partir al cielo)), Barajemos otra posibil_idad:admita~os _quelajuveni:ud de Crist_oLogos_rerrese1:ta-
En suma, se podía describir una imagen de la segunda persona de la Trinidad sin do en la eternidad, por eJemplo en el abs1de de la capilla de Hos1os David {o Costo
recurrir a otro esquema que el de las visiones teofánicas y sus testigos; la presencia del Latome) de Salónica, no tenga el mismo significado que el Cristo de los escultores del
lagos se e:xplicaba por los detalles, aunque no siempre aparecieran suficientemente sarcófago de Junio Baso (molesta coincidencia, de todas formas, que ilustraría por lo
e:xplícitos.Pero el lagos -aparte de la Encamación- podía representarse de otras for- demás la pobreza del lenguaje iconográfico). Consideremos también gue en San Vital
mas, la juventud de Cüsto c:H d Paraíso sea el símboio de la impotencia del tiempo sobre
Contrariamente a las imágenes que acabamos de estudiar, las del logos sitúan la el Lagos. Como el tiempo no actúa sobre él, se conserva eternamente joven. La
es~ena fuera del mundo material, allí donde, salvo durante el tiempo de la Encarnación, eternidad es, pues, igual a la inmutable juventud. Pero en otros casos, podemos ver al
Dios sólo era visible para un pequeño número de hombres e:xcepcionales, durante mismo Cristo, Verbo increado, y por consiguiente eterno, representado como hombre
breves instantes. Así, a través de la imaginación se nos transporta a la morada celeste de edad. Tiene los cabellos blancos y la barba de un viejo: y, sin embargo, no se trata
de Dios, donde Je vemos rodeado de otros habitantes del Paraíso, los santos y los ciertamente de un viejo. Los rasgos de la edad son aquí un símbolo invertido de la
ángeles. Ningún texto d~ las Escrituras reveladas va más allá en esta descripción, pero eternidad, que implic~ tlll muy largo período, como la cabeza de un viejo sugiere. En
varios pasajes diseminados en los Evangelios y en el Apocalipsis nos permiten poblar resumen, iconográficamente la misma concepción de la eternidad podía expresarse por
ese Paraíso, de hecho más bien vago: se trata de un jardín con cuatro ríos, y una ciudad una cabeza joven o por una cabeza de VÍ(':jo.
fortificada, donde Cristo está sentado en un trono rodeado de santos y de ángeles La incertidumbre va aún más lejos. Se ha dicho que el Cristo imberbe era una
(figura 28). En los siglos IV y VII numerosos sarcófagos y varios mosaicos absidales figura que encajaba bien con el arte gracioso y supe~c!al de esa época imperial, arte
~uestran a Dios Hijo en el esplendor de su estancia paradisiaca. Se ha pensado qt1e al que su8tituía, por ejemplo, con putti o bebés a los partlcipantes reales y adultos de una
pintarlo con los rasgos de un hombre joven imberbe, o por el contrario, como un actividad cualquiera. En las imágenes paganas y cristianas, estos ni.fios sustituyen a los
adulto, incluso de edad, pero viril, con una hermosá barba, de majeshlosa estatura adultos en las escenas de trabajos en los campos, labores de jardinería, vendimia o
114 Antigüedad 5. Dogmas expresadospor una imagen 115

cosecha, en las carreras de caballos, en escenas de caza, etc. Las imágenes de Cristo iconográficos lo bastante precisos como para expresar nociones teológicas difíciles de
adolescente, amable e iusigníficante, habría que situarlas en el contexto de una prolon- traducir en imágenes. Conclusión que puede parecer sorprendente, sobre todo al lector
gación de este arte, mientras que las imágenes de Cristo barbado, al menos las que de l?s. :scritos de num~rosos arqueólogos de estos .últimos años, que trab:4jaron en la
~parecen en los 1:1osai~os,~arece~ denotar una preocupación realista, q1;1e~l:stituiri~ el tradtc10n de Joseph Wilpert, Oskar Wulff y Ludwig Von Sybel, por no citar más que
Juego por lo seno, el 1deaiismo ligero de los romanos por la verdad hmonca (Cnsto a los ya desaparecidos. No obstante, creo que estas obras notables, escritas por hombres
semita). Recordemos algunos ejemplos de Cristo barbado de aspecto oriental. Hay uno en su mayor parte duchos en teología, han cambiado el problema. En lugar de atenerse
en un fresco de las catacumbas de Pedro y Marcelino, cuyo tema es una majestad, lo a un segundo plano religioso de los monumentos conservados -como nosotros inten-
mismo que en los ábsides de basílicas. La ornamentación del techo de la catacumba de tamos hacer- estos hombres quisieron considerar los monumentos como ilustrJ.ciones
Comodila y la marquetería recientemente descubierta en Ostia presentan ambas una de sistemas teológicos. Es preciso, indudablemente, abandonar este método, ya que
hermosa y noble cabeza, de largos cabellos y abundante barba, pero sin rasgos orientales. conduce a hacer decir a los monumentos aquello que se quiere que digan.
Es el momento de denunciar el error de quienes atribuyen a una influencia oriental, Cierto que es posible que una élite de espectadores de la Antigüedad tardía hayan
siria o aramea, las imágenes de Cristo barbado con cabellos largos. ¿Acaso no eran podido leer en las imágenes que veían a su alrededor la expresión de tal o cual doctrina
barbados todos los Zeus y Júpiter de largos cabellos, fueran griegos o romanos? Descar- trinitaria o cristológica. Pero mientras un texto contemporáneo no nos revele una
temos por tanto la influencia oriental. Se trata más bien de determinar las dos diferentes interpretación particularmente erudita -c1ue, verdadera o falsa, pueda interesar por sí
categorías a que podían pertenecer esas imágenes de Cristo barbado con cabellos largos. misma al historiador-, lo que debe guiarnos es la prueba que el propio monumento
Como ejemplo de una, recordemos el tipo que figura en un dipeus de mosaico en San aporta y debemos detenernos donde esa prueba se detenga, ya que todo nuestro estudio
Apolinar in Casse Je Rávena y, en cuanto a la otra, el retrato de un hoITJ-brede edad está fundado en su desciframiento. Poi tanto, diremos que, en la época paleocristiana,
madura que se ha dejado crecer la barba y los cabellos, como puede verse en el mosaico los monumentos tienden a mostrar la insuficiencia de la expresión iconográfica de las
absidal de San Cosme y San Damián de Roma. principales ideas teológicas, especialmente la Trinidad, y en lo que afecta a la segunda
Las dificultades existentes para determinar las intenciones (supuestas pero no proba- persona.
das) de los imagineros pueden revestir diferentes as_pectos.Nuestro último ejemplo lo Se trata aquí del tipo de iconografía que he llamado «directrn}, y que expresa un
sacaremos del Eva11gelio siriaco de Rabula (del 585) en Florencia (figuras 78a y 786). pensamiento por los rasgos característicos dados a un personaje, a otros seres vivos o
Aquí se trata de otro caso, ya que en d mismo manuscríto, y procedentes de la mano a accesorios. E! equivalente lingüístico de este sistema de representación reside en la
del mismo pintor, pueden verse Cristos con tipos físicos diferentes. A todo lo largo utilización que se hace de una palabra corriente para expresar una nueva idea, añadiendo
del manuscrito, Cristo aparece como un hombre mis bien joven, con una pequeña ahi cualificaciones y entonaciones de voz. El capítulo siguiente mostrará cómo métodos
barba. Pero a veces su rostro ·es triangular, Je frente baja, con barba corca, una barba diferentes han permitido l veces a los imagineros mejorar esas modestas realizaciones,
que sigue la línea de _lamandíbula y del mentón, y cabellos también cortos y rizados. igual tJue ocurre con la lengua, escrita o hablada, que permite expresar el pensamiento
Además, en el mismo Evangelio de Rabula, tiene una faz redonda, la barba más larga agrupando las palabras según una sintaxis. Antes de llegar a esos otros métodos, hay
y abundante, y largos cabellos que caen sobre sus espaldas. Este último esquema sólo algunos ejemplos suplementarios de creación, por la vía directa de imágenes autónomas,
aparece una vez, en la Ascensión, donde Cristo está representado como una aparición que reclaman nuestra atención.
teofánica; los otros esquemas utilizan d Cristo de las escenas evangélicas. ¿Hay que A este respecto, el caso de la tercera perso!1a de la Trinidad es interesante. En el
concluir Je todo e.<,toque el miniaturista sirio quería diferenciar el Lagos hecho hombre período que nos atañe, creo que sólo había un símbolo dd Espíritu Santo, la paloma.
del Logos no encamado? Aunque tentadnr:1, h hipótesi, es difü:il de ::8~tener ún La paloma aparece, comó hemos visto ya, en el siglo V, en una escena del Bautismo
estudios comparativos. Que un pintor o un escultor quisieran o no poner al servicio de Cristo (en un mosaico de-1baptisterio de los Ortodoxos de R.ávena), y desde princi-
de una idea tal los elementos de expresión suministrados a la representación masculina pios de ese siglo, en d trono de Dios (mosaico de Santa Prisca, en Capua Vetere).
por la barba y los cabellos es algo que no puede decirse con certeza. Las dos partes de Aparte de pocas representaciones de la Trinidad, los imagineros de finales de la Antigüe-
la alternativa son también posibles, pero ninguna es segura, al rnenos para elperíodo pa- dad no parece que se hayan planteado el problema de una imagen del Espíritu Santo
!eocristiano. que tuviera en cuenta todo aquello que, según los teólogos, define su naturaleza, en
Los esrndios compar¡i.tivos de las antiguas imágenes de Cristo muestran (1ue existía particular sus rdacioncs con el Padre y el Hijo. Esta parte del Credo del primer concilio
una gran variedad en la utilización Je los rasgos que servían para caracterizar el ecuménico no encontró ningún eco en el ar_tecontemporáneo, lo que debería subrayar-
personaje, particularmente en cuanto a su cara, con objeto de crear equivalentes a las se, ya que esta laguna es reveladora de la distancia que separaba la gran teología de la
definiciones teológicas de l.asegunda persona de la Trinidad, en el tiempo o fuera del época de la iconografía contemporánea. Pero es muy curioso. observar lo que ocurrió
tiempo de la Encarnación. Que este problema (primordial para los teólogos en la época con el único esquema iconográfico entonces utilizado, la paloma: esta alegoría procede,
de los concilios ecuménicos) rreocupara o no a los imagineros, es algo que nadie podría claro es, del texto evangélico que describe el Bautismo de Cristo. No obstante, hay
afirmar. Y si el tema centra de la crisrologfa del s_iglo!V al siglo Vil resulta tan vago que reconocer que es arcaica, sobre todo comparada con las otras imágenes teológicas,
en sus obras, cabe dudar razonablemente de la existencia en esta época de términos y que está más cerca de todos !os primeros símbolos cristianos, como el áncora y el
Antigüedad 5. Dogmas expresadospor una imagen 117

cordero. En general, estas alegorías ahtiguas fueron sustituidas por figuras humanas a ha tenido también intención de comparar a las Marias llevando sus velas con los neófitos
partir d~l siglo rv; pero la paloma del Esp~ri.tu Santo term~neció, y sirve todavía hoy que avanzan en procesión hacia las pilas bautismales.
para d~s1gnar a la tercera per~ona de la Tnmdad. Los 1magmeros debieron de recono- Una segunda versión de esta escena, creada hacia el 400, ha seguido en todos los
cer tácitamente que el tema iba más allá de los medios de que disponían. . casos el repertorio cristiano. Esta segunda versión hace hincapié en la conversación
Sin embargo, inc~uso conser:ando la paloma simbólica, los artistas hubieran podido entre María y el ángel, que hablan de la Resurrección de Cristo. Uno de los ejemplos
?1ostrar la procedencia del Espínht Santo, a fin de expresar el_Credo. Algo que se hizo más perfectos es el mosaico de San Apolinar el Nuevo de Rávena, bajo la rotonda del
innumerables veces en la Edad Media. Hay muchísimos casos, en efecto, en que puede santo sepulcro, de apariencia totalmente clásica. Otra variante aparece un siglo después
verse a la r,~loma aband_onando la ma:10 del Dios Padre, o colocada en forma que en una mini~tura siria 1e los Evangelios d:, Rabula de ~lorencia (figura 63), y en
exprese la jilwque, es dectr, que el Espíntu Santo procede a la vez del Pádre y del Hijo. pequeños relieves que sirven como decoraaon de las cnsmeras de plata hechas en
Al parecer, la Antigüedad no ha tratado nunca este tema. Jerusalén a finales del siglo VI para contener los santos óleos.
Coi:isid~remos a~ora los dos mo~mmentos más importantes, en el plano dogmático, Como los Evangelios, la iconografía paleocristiana no se contenta con el testimonio
de la hist<?~Iadel Huo: la Encarnación del Verbo y, después de la muerte de Jesús, la de las tres Marías, y añadé los relatos de otros testigos visuales, de los apóstoles en
Resurr~cc10n. De entrada hay que hacer notar el predominio aplastante de las imágenes particular. En diversos momentos, algunos de ellos tuvieron ocasión de ver a Cristo
de la vida terre!1al de Jesús. No hay necesidad de explicar esa fredilección, dado el resucitado, e incluso de tocarle. Le hablaron y le oyeron. Las imágenes representan
papel del Verbo encarnado en 1~ salvación del hombre. En e Credo se puede ya todas esas escenas en que aparece Cristo, y sobre todo la de Tomás sin llegar a creer
comparar la br~;"edad de los pasajes consagrados al Padre y al Espíritu Santo con los inmediatamente en la Resurrección, cuando la aparición de Cristo por sí sola bastaba
re~ervados al,H!)o: en efecto, t~l~s son los_p~oblemas cri~tológicos que han-preocupado para convencer a los más escépticos. ,
mas~ los te_ologosde los couc1ltos ecumen,cos de los siglos IV, V y VI. La iconografía Todas esas imágenes -comparables a actas que levantara una autoridad pública-
refleja este mteré~ reforzando aún más el predominio de los temas cristológicos. constituyen de hecho representaciones de la Resurrección. Las pequeñas crismeras de
Es~o_stem_asson ~e dos clases: en primer lugar, la eyocación de acontecimientos Tierra Santa conservadas en Mbnza y Bobbio podrían constiruir sus mejores ejemplos.
eva;1gehcos sm relación particular con el dogma -tema que hemos tratado ·en el A este respecto, la imagen que representa a Santo To más tocando la llaga de Cristo
capitulo 4, y ?el que no hablaremos ya más- y, después, las representaciones que es la más interesante, ya que aparece acompañada de una inscripción, colocada debajo,
expr~s,an de dt~erentes maneras los dogmas esenciales de la Encarnación y de la Resu- que recuerda las palabras del apóstol, por fin pérsttadido: <iMiSeñor y Mi Dios)>.
rrecc1on. Efectt_vamente esas representaciones se hacen en diversas formas, y como no Este primer tipo de imágenes de la Resurrección, que yo llamaría jurídico y evangé-
podemos estudiarlas todas, elegiremos varios ejemplos que rne parecen sugestivos. lico (puesto que, como en los textos, evoca al dogma mostrando la historia de los
~Por una.razón que me parece fácil de comprender, en iconografía, los dogmas de testigos visuales de la Resurrección), no fue el único inventado por los imagineros. Sin
la Encar~~ctón y de la I\esurre_cción no fueron _tr.a,tadospar_eja:nente. Mientras que la embargo, desde el 400 aproximadamente hasta el siglo XI en Occidente, y hasta nues-
Encarna_non se mterpr:=t'? mediante la yuxtapos1c1on de vanas imágenes (y de ahí que tros días en el mundo bizantino, es el que prevalece sobre los otros. En el siglo IV,
la estudiemos en el prox1mo capítulo), para la Resurrección se crearon diversas series seguramente en Roma, se inventó otra imagen de iconografía simbólica, que al princi-
de figurac_i?nt"sdirectas, c?mpletas y autón?mas· Una_ serie antigua de imágenes de la pio hlvo un gran éxito, pero que un siglo o síg;lo y medio después se ab_andonó, _q?izás
Resu1:ecc1on (que !1ºes, sm embargo, la pnmera) se ajl1Staa los Evangelios que, como porque su sentido se había vuelto oscuro. Inspirada por el arte de los triunfos militares
es sabido, no descnben el acontecimiento: Cristo, vuelto a la vida, en el momento de de tradición romana, esta imagen debió de parecer cada vez menos clara a medida g_ue
abandonar su tumba, rompiPr,rlo b p!edr:i que ~elb.ba !;;.b.)v·cdase_µu.lcúLEs en Occi- se iba aiejando de ia época pagana_. Casi todos los ejemflos de est~ .tipo de imág~n~s
d;nt,e,_probablement~ en la Alemania oto~iana, do1:de por primera vez se osa imaginar se encuentran en sarcófagos del siglo IV. Vemos ahí e trofeo m1htar, con el fernx
pictoncamente los pr_1merosgest?s de Cristo resucitado. Más atenta a no sobrepasar el -símbolo de la resurr:ección- rodeado de personajes sentados o de pie. Los orí~enes
rela_tode_los evangelistas, la Antigüedad tardía no representó la Resurrección, sino el de esta iconografía pueden reconocerse en los relieves_de un sarcófago pagano (fig~-
test1mon10 de_fas dos o tres Marías (el número de testigos requerido por la Ley judía) ra 79), donde el trofeo militar habitual, adornado de spolia, aparece representado enci-
que se enca~maron a la tumba encontrándola vacía, según el texto de aquéllos .. En ma de los bárbaros vencidos por los romanos. El esquema cristiano sustituye el trofeo
lugar ?e Cnsto, cuyo 71;1FPºhabía desaparecido, vieron y oyeron a un ángel que les por la cruz, de la que_cuelga una corona triunfal, y reemplaza a los c_autivosbárbaros
anunc1ab_a1~I_lesurrec~ton. Entre los años 200 y 230 aproximadamente, es decir, justo por dos soldados dormidos, alusión a los guardianes de la tumba de Cristo: sus armas
en los p~mc1p1osde la 1co?ografía cr~s?ana, se debió de crear una versión muy antigua resultan tan impotentes para impedir la Resurrección victoriosa de Cristo, como lo
de esta Imagen en Palestu~a o en Sma. Y entre los frescos del baptisterio de Doura fueron las de los bárbaros ánte los ejércitos imperiales.
(fi?ura 13), en Mes_opotamta del Norte, se refleja esta versión. Algunos detalles icono- Esta íconografia singular seguramente está_emparentada con ese otro símbolo cris-
g7a,ficos son ~quí smgular~s (el_ sarcófago de Cristo está cerrado y falta el ángel). Se tianó de carácter militar que es el monograma de Cristo sobre el lábaro,que debe
~m~ que el pintor h~ quendo representar el momento que precede a la Resurrección, atribuirse a Constantino. Como el símbolo constantiniano, esta imagen de la ResurrecH
msprrado tal vez por imágenes de patemalia (visitas a.las sepulturas de la familia) y que ción no debió tampoco sobrevivir mucho tiempo a los reinados de los dos Teodosios
'·!'•~
tf.• 118 Antigüedad 5. Dogmas expresadospor una imagen 119
:,
,
(1:'eodosio II murió en el 4~0) y al breve, pero impresionante, retorno a la imaginer~a de sus tefl1:1sesenciales, como se h~bria podido esperar. No obstante, ha tratado este
tnunfal que éstos promovieron (figura 36). En la base de la columna de Arcadio tema de diferentes maneras. Los. lmgüistas dirían: hay aquí un campo iconográfico
encontramos simultáneamente el trofeo de la victoria romana, con bárbaros apelotona- cuyo terna cenera! es la Resurrección, y una elección de los sinónimos que se refieren
dos debajo, y ·dos soldados a cada lado de la cruz (figura 37). Sin embargo, en este a él. ~uran~e cierto tiempo la iconogr~fía cristiana se contentó con símbolos alegóricos,
homónimo iconográfico de la imagen de la Resurrección, los soldados no son guardias los~ antiguos tornados del repertono de los símbolos más corrientes de resurrección
paganos vencidos por la cruz triunfante, sino soldados del Imperio Romano-cristiano peno~1ca, como _elfénix. Bajo Constantino, o después, estos símbolos fueron sustituidos
que, como en tiempos de Constantino, hacen guardia de honor al trofeo cristiano. En por ~ur~bolos trmr:i-fales,coi:io :01:"fespondíaal carácter militar que los emperadores
realidad, el tema iconográfico no es ya el mismo: en lugar de represent_ar la Resurrec- unprurueron a la tconografi~ ,cnsttana después de su co.nversión. Con independencia
ción de Cristo, es decir, un dogma cristiano, esta composición muestra una consecuen- de estos es'!uemas, hay .tam?1en una tercera representación de la Resurrección, igual-
cia de esta resurrección. De hecho, al nivel político evocado por los relieves de la base ~ente al~s1va, que se msp1raba e?- ~extos evangélicos y usos jurídicos judíos. Esta
de la columna de Arcadio, la consecuencia de la Resurrección de Cristo es la victoria, rcor:iograf!arememoraba el acontecuruento de la Resurrección de Cristo mostrando los
que la cruz, instrumento de la victoria d"eJesús, ha procurado a los ejércitos del testigos visuales que lo dieron a conocer.
emperador cristiano. Est3: ~í:l~masobservacio1:es respecto a las más antiguas imágenes de la Resurrección
. Hay también otra interpretación iconográfica de la Resurrección inspirada por las de~e:1 anadlrse a las conclus1ones s~bre la expresión ic01~ográficade los dogmas de la
imágenes romanas de victoria. Este nuevo esquema iconográfico se creó probablemente Tnrudad y de cada persona de D~os que hemos estudiado en el capítulo anterior.
a finales de la Antigüedad, después de las imágenes de los ciclos constantinianos pero Hemos Vls~oque, aunque en ocas10nes se ensayen representaciones tales, los temas
en una época en que se utilizaban todavía las imágenes alegóricas del triunfo de los co_rrespond1entes.a _los dogmas no parece que hayan gozado de mucho favor en las
emperadores. El tema es aquí la consecuencia inmediata de la Resurrección, y mis pnmer~s obras cnst1a.nas;hemos P?d~do también observar qué creaciones en este terreno
especialmente la escena en que Cristo arranca de los infiernos a Adán y Eva. Este depend1an de antecedentes no cnst1anos. Al adaptar los esquemas iconográficos que
acontecimiento se interpreta como el triunfo de Cristo sobre Hades, príncipe del reino encontraba_:1a su alr~dedor, o a] comp~ner 1~uevosesquemas por analogía, o ayudándose
de los muertos, que obliga a los difuntos a permanecer eternamente en su mundo con _pe9.uenoscambios, los primeros 1magmeros cristianos dotaron a sus sucesores de
subterráneo. Esta conceptualización del descenso a los infiernos definió para el futuro ?e
un lmutado núme~o. repres~ntaciones que correspondían a las concepciones funda-
u~ tema. que siguió siendo particularmente popular en el Bizancio medieval. En efecto, mentales de su rehg10n. Este sistema de creación iconográfica no resultó conveniente
baJOel nombre de Anastasis, esta escena sustituyó frecuentemente a las otras representa- Pª? la expresión satisfactoria de todas esas ideas, y tuvo que ser completado por otros
ciones de la figura de Cristo. metodos.
Iconográficamente, el descenso a los infiernos creado a fmales de la Antigüedad
constituye una reproducción de las im:í.genesalegórícas del emperador romano victorio-
so atrayendo hacia él a las personificaciones arrodilladas o postradas de las provincias
o ciudades conquistadas, o a representantes de estas últimas. El lenguaje oficial del
Imperio las describía corno imágenes de «liberación» de los vencidos, arrancados así de
la «tirarúa)>de sus jefes por el Emperador. Esta interpretación permitió a los cristianos
emplear el mismo esquema iconográfico para Cristo descendiendo a los infiernos
(figura 133): vencedor del tiránico prfncipc de fa.mucrt.::, libera-y atrae j1.mt0 a ti .a
los habitantes involuntarios de su r~ino, empezando por Adán y Eva. El ejemplo más
antiguo de esta imagen aparece en un fresco del siglo VU u VIII, en Santa Maria la
Antigua, sobre el foro romano. _
Las imágenes de Cristo en majestad, de Cristo triunfante y de Cristo donador de
la Ley y fundador de la Iglesia se relacionan a veces con las representaciones de la
Resurrección que acabamos de ver. Pero estas imágenes, que constituyen evocaciones
del futuro escatológico, o que nos colocan frente a visiones celestes, no representan el
dogma de la Resurrección, cuyas consecuencias son naturalmente la salvación final del
hombre, el reino eterno de Dios y la fundación de la Iglesia por Cristo. Aunque se
trata manifiestamente de una serie de temas que no deben confundirse eón la propia
Resurrección. Volveremos sobre algunos de ellos a propósito de la iconografía de la En~
carnación.
Como ya hemos visto, el arte paleocristiano no convierte la Resurrección en uno
Capítulo 6
Dogmas r_epresentados por imágenes yuxtapuestas

Continuaremos nuestro estudio de las imágenes paleocristianas que intentan una


interpretáción de los temas teológicos abandonando aquellas que, tomadas aisladamen-
te, se bastan por sí mismas, para volvernos hacia temas cuya traducción en imágenes
ha necesitadola yuxtaposicióndé variasfiguras o de varias representacioneso escenas.
Comencemos por las imágenes de la Encarnación.
El primer grupo que estudiaré tiene como común denominador el tema de la
Concepción. Para mostrar la realidad de la Encarnación del Verbo en la persona de
Jesucristo, los imagineros se propusieron representar el momento en que comienza su
vida prenatal en el seno de su madre. Este tema iconográfico tiene por origen el texto
evangélico que, con palabras del arcángel de la Anunciación, revela la inminencia de
la Concepción por elEspíritu Santo; en todas lasépocas, lasimágenes de la Anunciación
se han interpretado con esta idea. Por lo menos desde el síglo VI, se ve descender un
rayo de luz sobre María, y la paloma del Espíritu Santo planeando debajo, o descender
hacia el oído de la futura Madre de Dios. A partir de esta íconografía habítual de la
Anunciación, hacia el siglo IX se desarrollará otra en el Imperio Bizantino, que muestra
a María rezando, con los brazos levantados, y al Niño encerrado en nn círculo sobre
su pecho (figura 101). _Estemotivo sorprendente era una convención destinada amos-
trar, en alguna medida por transparencia, el Niño ·que va a venir. .El nexo entre esta
imagen y la Anum::iaCión queda reflejado en varias piutura-;, entre ellas J.us icouus Jel
más alto nivel artístico, que datan de finales del siglo XII o principios del siglo XlII
(uno en el monte Sinaí y el otro en la Galería Tretiakov de Moscú). Se trata en estos
casos de iconos de la Anunciación, pero Jesús aparece ahí por anticípación en el seno
de la madre, con objeto de mostrar claramente el rrincirio de la Encarnación en el
momento mismo en que !a Virgen acepta cumplir e pape de madre, por intervención
del Espíritu Santo, anunciada por el arcángel.
Otra variante de la escena convencionaJ de la Anunciación resulta particularmente
interesante para nuestro estudio de !os métodos de creación en iconografía cristiana.
La mayor parte de los ejemplos conservados son tardíos, pero hay que mencionarlos,
ya que ayudan a comprender el sentido de la representación. En algunas raras versiones
de esta escena, en el momento de recibir la gI:acia, Maria aparece sostenida simétrica-
mente por dos muchachas que la tienen cogida por los codos. El mejor ejemplo de
esta variante es un fresco de Ohrid, en Yugoslavia, hacia 1300. La actitud de las dos
122 Antigüedad 6. Dogmas representados
por imágenesy11xtap11estas123

asist?ntes muestra q~1e ~n el momenÍ:o en _que la gracia anunciada por el arcángel actitud de José no es un símbolo, en la medida en que la iconografía cristiana no
desc1en~e sobre M~~a, esta se desvanece y nene que ser ayudada. encontraba otro medio para mostrar que no era él el padre del Niño que acababa de na-
Tal_111te~pretac1on se ve confirmada por la existencia de una versión m.ás hierática cer.
de la misma imagen de conce~ció:1 p~r intervención divina, que esta vez hace referencia Un mosaico de pavimento, recientemente descubierto en Líbano, hace muy plausi-
a Santa Ana,. la madre de Mana. Esta 1II1a.genaparece en el muro de una capilla rupestre ble esta hipótesis. Este mosaico representa el nacimiento de Alejandro, otra escena,
de_Capado~ta. en el pequ~ño valle de Kizil<;ukur, cerca de <;avusin (figura 80). Sus pues, de nacimiento por intervención divina, en donde Filipo, el esposo de Olimpia,
pnm~ros d1_vulgadoresatnbuyeron esta pintura al siglo IX. Y o creo que ertenece a es ajeno a la concepción del niño (Alejandro). La imagen es significativa: sentado en
Jna epoca hgerament~ más tardía, probablemente al siglo X u XL IndepencÜentemente segundo plano a la izquierda, Filipo vuelve la espalda a Olimpia y al recién nacido
_e la f~cha, ~sta versión representa una segunda fase de la evolución de ese primer (figura 82). Tiene, por tanto, la misma actitud que José durante el nacimiento de
tipo, mas realista, del fresco de Ohrid en el que María aparece sostenida por dos mucha- Cristo. Además, si las inl.ágents de la Natividad de Cristo incluy~n un rayo de luz
chas. cayendo sobre_el Niflo Jesús, aquí una serpiente (poco visible en las fotos) se des!iza a
He dicho (spnmera fase)>,lo que es correcto en tanto se trate de esta adaptación lo largo del cuerpo de O limpia, simbólicamente Zeus, elverdadero padre de Alejandro.
iconografica de un tema cnsttano La 1conografia cristiana ha llevado a cabo ciertamente En suma, la actitud de José volviéndose en las escenas de Natividad sería otro
e¡a adapta.non de unagenes realistas de nacmuentos que el arte antiguo representaba motivo, discreto, pero evidente, introducido por los imagineros paleocristianos para
a pnnc1p10 de los e1do~ b1ograficos de d10ses y de héroes, corno Diorusos O Alejandro representar el nacimiento virginal de Jesús e, indirectamente, la paternidad del Espíritu
(véase antenormente), o e~ los monumentos fuueranos de simples mortales. A veces Santo.
-en una mm1atura del l entateuco precarohng10 llamado de Ashburnham en la En fin, me gustaría proponer una hipótesis (hipótesis que necesita algunas informa-
fü.bhothequ~ Nationale, por ~jemplo, o en otro manuscrito griego del Libro' de los cio11es suplementarias) sobre la Encamación y las imágenes de tipo histórico que
R~yes: del siglo Xll, en el Vaticano-, los artistas describían los nacimientos en forma sirvieron para expresarla iconográficamente.
:11-ª:
1
!nen cruda, co_n la madre sentada y una o dos mujeres sosteniéndola, como en las En las ilustraciones del Libro de los Reyes encontramos im.á.genes que resumen
-:nagenes convenc10nales d~ la concepción de María o Ana. Un relieve romano del esquemáticamente la vida de un príncipe. La primera de ellas muestra a su padre y su
st,glo II. ~ Ill, de! Museo f'!ac10nal d~, Roma, o[rece un ejemplo mucho más antiguo de tnadre aproximándose uno hacia el otro y enlazándose, pero de pie; la segunda, el
esta _nusn1aescena, .que tiene tarnb1e:1su eqrnvalente en el arte indio del princifio de nacimiento del príncipe. La misma secuencia vuelve a encontrarse en los ciclos de la
nuestr~ era: la madre de Buda, de pie, se apoya en la espalda de otra mujer. E niño infancia de Ma.rfa: su nJ.cim.iento está precedido por d famoso encuentro en la puerta
~ale milagrosamente ~~ un~ de sus c~deras (según la vida legendaria de Buda). Un de oro de Jerusalén, en el que Joaquín y Ana se abrazan, como sobre el fresco de
ilustra~or de una ~ers1on latma de la vida de Alejandro el Grande, remontándose a un Giotto en Padua. En ambos ciclos, profano y mariológico, la escena ha sido llamada
prntotip~ :31uyantiguo, nos muestra un grupo de tres mujeres, como en la Inmaculada <<elabrazo,); y en la historia de los padres de la Virgen, pasa por ser el momento de la
Concefc1on: b madre d.e AleJa:1dro, Olimpia, está representada durante los rimeros Inmaculada Concepción. De donde hay que concluir naturalmente que en las biografías
dolores del pa.rro. El ongen nulagroso de este acontecimiento está puesto /e relieve ilusrradas de los reyes judaicos, el abrazo es también un símbolo de la concepción.
3,~{ la i::re~enciaY l~s p~b.61:asdel mago. Necranebo. Cuando se aproxima el ruomento Cuando se trataba de un rey, era importante para el ilustrador rememorar no solamente
e_ ;ucumento, Olunp1:1,siempre de pie, es agarrada por sus dos compañeras, que la su nacimiento, sino también la concepción.
~os:ienen por los brazos, de acuerdo con la costumbre reflejada en todo este grupo de Si tal era la importancia. y el sentido dd abrazo antes del nacimiento, ¿acaso no
unagenes. <leberb. llduirse entre b im:i¡;;enes si..,r!b61ic~~:le !:::.C8!"lcep;;i6r. de María esa e~cena
l~~~ :alta, ~e ej:mplos antiguos, h? tenido que volve~me hacia pi~turas y esculturas del abrazo que, desde los más antiguos ciclos evangélicos, fue representada antes de la
para mostrar as1 las etapas de la lmtoria del motivo iconográfico
de diferentes <:'i!ocas,_ Natividad,y que en griego lleva el mismo nombre, el abrazo (Ucmaaµós)? Las crisme-
de b concepnon nula~rosa -o más bien, la historia de su formación. Básicamente ras para los santos óleos de Palestina presentan ejemplos característicos. En francés y
tenemos la l~nagen realista Je dos mujeres que sostienen a una tercera antes o durante en inglés esta escena se conoce con~o la Visitación y se interpreta como un encuentro
el parto: ~n~s tarde, esquematizada y ennoblecida, se la emplea par~ representar un entre María e babel: como las dos mujeres estin encintas, Isabel va hacia María y es
dogma cnstlano. , la primera mujer sobre la tierra en proclamar la divinidad del Niño que lleva en su
Un r~sgo ca.racterísti~o del dogma de la Encarnación dio lugar a la creación de seno María. Un mosaico del siglo VI, en Parenzo, Istria (ahora Porec, Yugoslavia), nos
otro mot1_v?denvado _deuna es~ena .genérica (figura. 81}. En las im.ágenes medievales proporciona un notable ejemplo antiguo que busca muy visiblemente hacer evidente
de_l~ Nat~v•d~~ de Cristo, en Bizanc~~' José aparece a veces representado vuelto hacia el embarazo de María. Este episodio evangélico no ha sido objeto de un culto litúrgico
~aua Y el N:~o, pen? a veces tat:1l11~~se sef:ara ostensiblemente de ellos. El primer particular: no había fiesta de la Visitación. Sin embargo, aparece en todos los ciclos
tir~ no_necesita de mnguna exp!tc~cton particular: esposo de María y protector del antiguos de imágenes evangélicas, incluso cuando se li.mitan a un número muy restrin-
Nrno,, es n~rmal que se vuelva hacia ellos. Pero cuando hace lo contrario, lo que a gido de escenas. El ábside de Parenzo sólo incuye dos imágenes: la Anunciación y la Vi-
veces aparece muy claramente expresado, puede uno legítimamente preguntarse si la sitación.
124 Antigiiedad 6. Dogmas rrpresentados
por imágenesyuxtapuestas 125

Los primeros cristianos tuvieron, pues, buenas razones para dar tanta importancia Todo el con¡"únto es la transposición, en un lenguaje más abstracto, y al mismo
a \a _escena de la Visitaci~n. Se podría formular la siguiente hipótesis: los imagineros tiempo más exp ícito, de las ideas expresadas en las. imágenes que hemos visto antes.
cnsaanos de la Baja Anh~ü~dad estaban habituados a los ciclos biográficos, donde, La Virgen orante r,rocede de la Anunciación. El rayo de luz y la mano de Dios que
a_ntes,~e la escena del -~aam1ent?, fi~~raba el ab~a~o.de los padres como referencia bendice desde lo a to, o la paloma que desciende en la banda luminosa, se sustituyen
s1mbohca a la concepc10n. En nu optruón, la fanuhandad que tenían los artistas con por la gran estrella que aparece habitualmente encima del pesebre de la Natividad, o
esta imagen !es predispuso a representar un abrazo antes del nacimiento de Cristo. El encíma de una. imagen de María con el Niño, cuando esos motivos representan la
encuentro. de María e Isabel les dió ocasión para ello, ya que las palabras de Isabel Encarnación futura anunciada por un profeta (como en la catacumba de Priscila, y en
respect? al ~ño todavía no n~cido de María les permitían considerar el episodio como otros casos) o también el reconocimiento de la Encarnación por los Magos y los pastores,
un testimomo ~e la concepc1ón _de la Virgen. Pero como, según los 'Evangelios, el como en las pinturas de catacumbas, en las crismeras de Palestina, etc. La estrella es
m_o~e~~o :fect1vo de la con~ep_c1ónes !a Anunciació:1, situaron la Anuncíación y la el símbolo de la gracia que desciende sobre María, de la misma manera que en la
V1S1tac1onJuntas, com? -~os_1magenesparalelas del mismo tema, la segunda añadida, iconografía pagana e iinperiaf simboliza la existencia astral de aquellos personajes sobre
de acuerdo con la trad1c10111conogr:ifica normal, para mostrar al primer testigo de la quienes aparece colocada: los dioscuros, o determinados hombres después de su mu_erte,
Concepción de Cristo. Si se aceptara esta interpretación de un parentesco entre las dos héroes o emperadores. Los imagineros cristianos han tomado naturalmente su estrella
escenas, tendríamos aquí otro interesante ejemplo de adaptación cristiana de un motivo del texto evangélico que menciona la estrella de Belén. Sin embargo, la utilización de
más antiguo. Para algunos de !os imagineros cristianos adquiere incluso el valor de la estrella encima de María, en otras escenas distintas a la Natividad o la Adoración
evocación directa de un dogmá. de los Magos, les fue sugerida por la iconografía pagana, donde la estrella era el símbolo,
Las imágenes de la Encarnación que hemos visto hasta el momento expresan comprendido por todos, de la presencia divina. La gran estrella de la crismera indica
d?gmas por medio de esc_enashistóricas que evocan, o sugieren, los principios de la claramente que el dios representado encima y de cuyos pies emanan los ráyos que le
:r1da terrena de Cristo, b1e:1su concepción.' bien su nacimiento. Es obvio que toda enmarcan, está al mismo tiempo presente -aunque invisible- en Maria.
ir:nagen que represente a Cnsto durante su vida terrenal es. una referencia a la Encarna- No obstante, el imaginero debió pensar que la parte central de su composición no
ción, Y esto es particularmente verdad en cuanto a las llnágenes de su muerte en la estaba bastante clara y la completó de manera tal que excluyera toda ambigüedad. Así,
cruz, muert~ que ha constado siempre entre las pruebas esenciales de una Encarnación además de los dos ángeles que adoran a María, Madre de Dios, añadió, a cada lado de
~omr!eta. Sm embargo, sólo en los principios de la Edad Media comenzaron los la Virgen, a Juan Bautista y al profeta ZacaríaS. Juan sostiene una filacteria en que
rmagmeros a ut~lizar el tema de !a Cmcifixión para representar la muerte de Jesús. A aparecen escritas las palabras que dir~ge, fºr anticipación, al niño que va a nacer: <(He
finales d: la Antigüedad, la escena ~elGólgota, a veces realista en el detalle, no ampliaba aquí al cordero de Dios, el que quita e pecado del mundm> (Juan 1, 29). Zacarías,
este realismo a la figura del crucificado, y no le representaba nunca después de la padre de Juan Bautista y sacerdote del templo de Tcmsalén, balancea un ~ncens~rio; la
muerte_;en efecto, aquí como en otros casos, la escena evangélica servía para proclamar razón de su presencia hay que buscarla en su pro(eda: <i••• con que nos visitó desde lo
una verdad,- Se ha dicho frecuentemente que los imagineros no osaban abordar el tema alto de la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerteJ>(Lu-
de_la Crucifixión: es una afirmación tanto más gratuita cuanto que los teólogos de la c,s 1, 78-79). . . .
misma época tratab~n const~nternente este tema. Más juicioso seria que_conserváramos La presencia de los dos profetas y las palabras mscntas en el rollo de Juan Bautista
nuest_ro punto de YLStahabitual, afirmando que en ese momento las imágenes de la indican claramente las intenciones del imaginero. Se trata de una representación culta
Crucifixión no servían para recordar la realidad de la muerte de Cristo, sino .para de la Encarnación-Redención, que, una vez más, nos da ocasión fara ver la solución
m~stfar s_u gloria, .~nvirt:,ri" sobré':b muerte (cerne ~ímbo!o ·de fa Resrnw:ciún;, ia e.scugitla pur un imaginero cristiano enfrentado con un rema aosrracto. Todos los
umversalidad de la salvación por la crnz, etc. elementos están tomados de la historia evangélica y su adaptación está inspirada por
.~s importante hacer hincapié en un segundo método de representación de la Encar- las visiones de Dios de los profetas. En fin, el imaginero yuxtapone imágenes tan
nac1on. El dogma no se expresa ya por escenas históricas, sino por medio de varias independientes como profetas y acontecimientos que, aunque anunciados por ell_os,
imágenes más abstra_c,tasyuxta_puestas y agmpa~as de una cierta forma que permita sucedieron en otro tiempo y en otros lugares. Evoca así, a la vez, la profecía y el sentido
comprender su relac1on. Exammemos algunos eJetnplos de esto, antes de estudiar de profundo del acontecimiento histórico. Por las palabras de Juan y el incensario de
más cerca el principio d~ este procedimiento iconográfico. Zacarías, la composición de la crismera recalca el nexo entre la Encarnación y la
Un relieve de una crismera para los santos óleos realizada en Jerusalén nos brinda, Redención de los pecados y el sacramento .de la Eucaristía, que renueva en cada misa
a pesar de su pequ~ño tamaño, un magnífico ejemplo. Una Maria orante aparece el sacrificio del cordero. ·
coronada por una bnllante estrella rodeada de antorchas portadas por las personificacio- Es nonnal, dado su sentido, que las composiciones de este tipo se sitúen habitual-
nes del sol y de la luna que, deslumbradas, se apartan protegiéndose los ojos con la mente en los coros de iglesía_s.E in:Iuso es__probable que . originariai_nente fueran
mano. La estrella desciende sobre la Virgen, enmarcada por los rayos de luz que parecen imágenes absidales. En el mosaico del siglo VII de San Venanc10, una capilla adyacente
emanar de la aureola estrellada que circunda a Cristo llevada en los cielos por cuatro án- al bartisterio de San Juan de_Letrán, como en la crismera, se muest:-1 también a C:risto
geles. en e cielo y a María en actttud orante, rodeada de santos, en la tierra. Su semeJ3nza
126 Autigardad
6. Dogmas representados
por imágenesyuxtapuestas 127

con la imagen más típica de la crisméra certifica la identidad de significación de las aquí directa y evidente. De hecho, la presencia de la Virgen con el Niño (o en actitud
dos representaciones. Una audaz figuración esquemática de la obra de Dios, que nos orante) tiene la misma significación: Encarnación y Comunión, ya que la segunda está
invita a contemplar simultáneamente, y en un orden correspondiente al de la estructura en función de la primera. ,
del cosmos, Dios al margen de la Encarnación (encima), y, por alusión, Dios hecho Los frescos de Baouit ilustran el dogma de la Encarnación mediante escenas diferen-
hombre para la salvación universal (debajo). tes de la de la llegada del Lagos a la tierra.
En Baouit, varias pinturas de ábsides tratan del rnismo tema general. Lo que prueba Este sistema de representación utilizaba, pues, esquemas más abstractos que los
que este tema podría interpretarse por medio de motivos análogos pero no idénticos, anteriores. Tenía dos o tres rasgos particulares que el historiador de la iconografía debe
motivos que, a pesar de sus orígenes diferentes, se emplearon para representar lo mismo hacer notar:
(figura 84). Cuando formaban parte de composiciones complejas como· las de Baouit,
se consideraban, pues, como signos equivalentes. 1. Te nía en cuenta la liturgia, ya que sus temas especiales y sus actos estaban ligados
Varios frescos de Baouit muestran a Cristo en una aureola y apóstoles que aparecen a los lugares del culto. Encontraremos otras realizaciones del mismo tipo, siempre
representados debajo. Estos dos elementos de composición se tomaron de la iconografía claras, aunque más complejas.
de la Ascens!ón, mientras que otros motivos incluidos en la misma pintura son ajenos 2. Agrupando motivos y escenas variados en una composición única, llegaba a
a esta escena, Los pintores de Baouit no vacilaban ante otras mezclas igualmente lograr nuevas representaciones. Como se ha dicho anterionnente, este método produjo
curiosas: en u.~ª de las capillas,_1:or ej~mplo, E~eq~úelaparece en medio de los apóstoles algunas de las más interesantes y explícitas creaciones en el terreno de la iconografía
de la Ascens1on, como un v1s1onano, para md1car que esta teofania de Cnsto fue dogmática.
contemp_lada_porel pr~feta. Sin embargo, también est~n presentes ,los após~ples, ya que El primer sistema que hemos estudiado, antes de observar la crismera y las composi-
la parte mfenor de la imagen debe de evocar necesariamente la. Encarn.actón, aunque ciones absidales que muestran la Encarnación, empleaba términos iconográficos direc-
:b visión de Dios en d cielo corresponda al tema de Díos con independencia de la tos, cada uno de los cuales definía una idea teológica (exactamente igual a lo que ocurre
Encarnación. Eso tendría sentido para una imagen, aún parcial, de la Ascensión, pero con un término de la lengua escrita o hablada hecho de una sola palabra o de una frase
no para una figura de profeta que pertenece al mundo de antes de la Gracia. breve y simple). Pero, en la crismera, en .Baouit y en otros ejemplos que seguirán, las
A excepción Je la capilla 45, debido quizás a falta de espacio, en Baouit es la i:c_nág_enes~e forman por yuxtaposición de -~os o varias locuciones icon':grá~cas. Ca~a
Virgen, colocada en el eje de los ábsides, debajo de las visiones de Dios, sola o con el termmo solo toma entonces valor en func1on de los otros y de la combmactón preCisa
Niño, !a que sirve de signo iconográfico de la Encarnación. Ella es, reproducida debajo así realizar.la. El equivalente verbal es un enunciado que necesita del concurso de varias
de la imagen de Dios en la eternidad, la encargada de representar el misterio del Verbo palabras o frases, donde el contexto, vocabulario y sintaxis, dan el s_entido deseado a
encarnado. Y es precisamente por medio de este grupo de opuestos (Dios en la eterni- cada ténnino empleado. El segundo tipo de procedimiento iconográfico produjo mu-
dad, Dios encamado) como el imaginero intenta manifestar el dogma de la Encama- chos frutos en el período que nos ocupa: se conocen ya numerosas aplicaciones, que
ci~n, expresándolo por una imagen de la maternidad de María. Algo que resulta comprenden las más significativas creaciones que transponen felizmente un pensamien-
evidente en estas pinturas de ábsides en que la Virgen tiene al Niño en sus brazos o, to religioso profundo.
más aún, le da Je mamar. Incluso cuando esti sola, con los brazos levantados hacia el Empezaremos con los ejemplos más simples. Se traca de obras paleocristianas en
cielo, representa a la Madre de Dios, puesto que ese gesto -como hemos visto en la las que, como sobre los sarcófagos itálicos <lelsiglo IV, hay dos niveles de relieves. En
crismera de Bobbio y en el mosaico de San V enancio- corresponde a la idea de la el nivel principal de un sarcófago como el de San Ambrosio de Milán, Cristo aparece
gracia descendiendo sobre ella, es decir, la Concepción y el principio <leh Encarnación. representado con la asamLlea de ap0stúl,:;~,i11ÍcHi:1as y_ucen d estrecho nivel inforior
A ese ·significado de la imagen de María orante se debe qúe la iconograBa de la una hilera de ovejas flanquean al cordero. Naturalmente, i;:1cordero es Cristo y las
Ascensión, en la que aparece así, tuviera tan buena fortuna en Baouit, donde, al parecer, ovejas los apóstoles: la elección de estos símbolos procede de los Evangelios, donde
el terna de las composiciones absidales no era para los artistas la Ascensión, sino la cordero y ovejas aparecen específicamente nombrados. Pero, ¿por qué dos imágenes
Madre de Dios colocada bajo una teofanfa celeste. :Esto se deduce claramente de la de forma diferente pero de terna idéntico -sinónimos, por así decirlo- aparecen
variedad de tipos iconográficos de la Virge'n que aparecen en esas pinturas, mientras juntas en el mismo frente del sar~ófago?
que la visión y los apóst<;:>les son siempre los mismos. Era éste un procedimiento muy estinudo por los primeros imagineros cristianos.
También es compren:Siblepor qué este tipo de composición aparecía en general en Los apóstoles y Cristo asociados a las ovejas y al cordero aparecen en los mosaicos
el ábside de iglesias o de capillas: la idea d:: la Encarnación estaba íntimamente ligada absidales <lelas primeras basílicas cristianas, e incluso mucho tiempo después (se cono-
a la del sacramento de la Comunión, celebrado ante d ábside. La Comunión presupone, cen ejemplos Je esto en el siglo XII en Roma). El mismo método se emplea para adornar
en efecto, la Encamación, y de ahí la frecuencia de las imágenes de María en los ábsides. pequeños objetos, como el cofre de Pola, y todos esos casos plar1tea11la misma pregunta:
En Baouit, 1~composición se ~asa a veces particu_larmente en la idea de la Comunión, ¿por qué repetir el mismo pensamiento cambiando únicamente los términos? Es como
como por ejemplo en la capilla 51, donde los Jefes de los apóstoles, colocados por si se dijera dos veces la misma frase, una vez de forma clara, la otra en clave o, mejor
encima de los demás tienen el cáliz y el pan eucarístico: la alusión a la Comunión es aún, una primera vez en términos directos y la otra en metáforas.
128 Antigaedad por imágenesyuxtapuestas 129
6. Dogmas representados

Que yo sepa, nadie se ha ocupadó de este pequeño problema. Un problema, sin Santa Costanza de Roma. Los mosaicos de las cúpulas, de los que sólo se han conservado
embargo, que puede decirnos mucho sobre la psicología del primer arte cristiano. Los antiguos diseños, presentaban dos hileras de pequeñas escenas: una dedicada al Antiguo
Evangelios, como acabamos de decír, hablan de las ovejas y del cordero, de la paloma Testamento y la otra, encima, a los Evangelios. Dado el estado actual de nuestros
del Espíritu Santo y de otros animales alegóricos. Por otra parte, el arte romano conocimientos, el ciclo no puede reconstituirse, y en el nivel del Nuevo Testamento
contemporáneo favorecía este tipo de imágenes, y concedía un importante lugar en su sólo es identificable wia escena: la escena de la curación del servidor del centurión.
a los animales y a los pájaros que simbolizaban los_dioses,el Imperio y las
ico'.1-ografía Parece probado, a pesar de todo, que no había correspondencia escena por escena. Por
leg10nes: el águila de Júpiter y del Imperio, el pavo real de Juno, los leones, toros, lo demás, todas las escenas del Antiguo Testamento representadas (Adán y Eva en el
halcones y otros animales que representaban unidades particulares del ejército romano. Paraíso, el sacrificio de Caín y Abel, Moisés haciendo surgir el agua de la roca, Susana
Los monumentos paganos acosrumbraban a mostrar bien la efigie del dios, bien su y los ancianos, Tobías y el pez, el sacrificio de Ellas) pertenecen a la extensa categoría
animal simbólico. Si excepcionalmente encontramos a un Júpiter con su águila al lado, de paradigmas de la salvación concedida a diferentes personajes bíblicos como efecto
a Juno con su pavo real, o la personificaci6n de una provincia con los tótems de las de su plegaria. En otros ténninos, se trata de otra versión del más antiguo ciclo
legiones: eso quiere decir que, más que sus dobles, esos animales eran los accesorios paleocristiano, el de la salvación o la liberación del fiel individualmente, muy frecuente
de los dioses y las diosas; y en el caso de los tótems de las legiones, está claro que en el arte funerario, pero que aparecía también en pequeños objetos de uso cultual.
completaban, pero nunca reemplazaban la personificación de una provincia. Otro ejenip!o de escenas de los dos Testamentos yuxtapuestos, pero sin correspon-
~~ parece, po_r tanto, que .es.ta man~ra de duplicar las imágen~s, la reali_stay la dencia una a una, pertenece al séptimo decenio del siglo IV; estoy pensando en la
alegonca, es espec1ficamente cr1st1anay tiene su ongen en el lenguaje evangéltco y en arquílla de Brescia, Los términos vetero-testamentarios son aquí más numerosos y el ..-:;-✓,:f

.(.ci;:V:·
la iconografía romana. La duplicación sólo es parcial: el cordero añadido a Cristo no predominio moral vuelve al Evangelio, dada la sitnación central y las mayores dimen-
tiene exactamente la misma significación que él, sino que es un símbolo de Cristo siones de los pandes que se le dedican. En los cuatro costados de la arquilla hay tres
víctima sacrificado por la salvación de los hombres; las_ ovejas son apóstoles, pero niveles superpuestos {y encima, además, una hilera de cabezas en clipei).El nivel central
representan también los mártires y los fieles, no a todos, y sin distinción, sino a los es amplio y está ocupado por representaciones propiaínente cristianas, mientras que las
discípulos y a \os demás cristianos, el rebaño dd Bu~n. ~astor, es decir, a quiene~ le numerosas alusiones al Antiguo Testamento se amontollan en las estrechas bandas que
obedecen y seran por El recompensados. Esta yuxtapos1c1on de dos modos de expresión lo bordean, por encima y por debajo. Es fácil p_robar la ausencía de todo nexo, por
diferentes, de apariencia superficial y, por tanto, inexplicable, constih1ye de hecho el confrontación de imágenes seme¡·antes u opuestas, entre las escenas de los dos bordes
medio de hacer surgir un matiz particular, que no aparecía en la imagen de base. La y las del panel central del mismo ado. Vemos solamente la cara principal de la arquilla:
imagen central del sarcófago de Milán mencionado más arriba se compone de una los bordes muestran las historias de Jonás, Susana y Daniel, y el panel central está
muy hermosa figura, en que se reconoce fácilmente a Cristo; e! cordero, representado ocupado por el No!i me tangere, Cristo enseñando y Cristo a la entrada del aprisco.
en la misma imagen, nos recuerda que ese Cristo es el salvador que se ha sacrificado, Los otros costados y la. tapa de la arquilla sólo presentan escenas evangélicas que llevan
como se sacrifica un cordero en el altar de un templo. Aquí, como en la lengua, la a la misma conclusión. Por falta de términos de comparación apropiados, no fueden
metáfora sirve para dar a una historia un sentido más preciso. cotejarse nna a una el conjunto de las escenas del Antiguo Testamento con e de las
Este primer tipo de creación iconográfica por yuxtaposición es original pero poco escenas del Nuevo Testamento.
flexible, y a_penasda ocasión de expresar ideas religiosas más sutiles y complejas. Y fue En Santa Constanza volvemos a encontrar aún e! ciclo bíblico de los comienzos,
por ello rápida y completamente abandonado. Después del siglo V! han quedado de él el de la salvación ..El mismo ciclo en principio que tanto éxito tuviera en las catacumbas
!ta!ia e la Galia.
m11ypocos vestigios, se:i.e!! füz:::.:-:.óo, y en los sarcófagos. Pero enriquecido aquí con episodios que el arte fonerario no llegó
Por el contrario, cuando los imagineros cristianos comprobaron que la iconografía a utilizar nunca o casi nunca. Hacia el 360, pues, el ciclo bíb_licode los paradigmas de
podía seguir perfectamente !a dirección de los teólogos y de los exégetas de las liturgias la salvación crecía y se enriquecía.
asociando inteligentemente temas vetero y neo-testamentarios, se les abrió un nuevo Este crecimíento se muestra con particular fuerza en los frescos del hipogeo recien-
campo. No se trataba ya de una simple semejanza material, como en los muros de las temente descubierto bajo la Via Latina en Roma, que· data probablemente de finales
catacumbas y en los sarcófagos, sino de una yuxtaposición pensada a la que debía del siglo IV. Los temas bíblicos, y, sobre todo, las escenas tomadas del Antiguo Testa-
vincularse un nuevo sentj.do. Yuxtapuestas de diversas formas, las mismas imágenes mento, son aquí más !J.Umerososque en ninguna parte: varios temas que nunca se
cambiaban también de sentido. habían visto anteriormente en el arte funerario romano. Para el historiador de la
En ciertos casos se representan juntos temas extraídos de los dos Testamentos, sin iconografía de la Baja Antigüedad, este descubrimiento tiene un gran interés. Sin
q~erer establecer ninguna correspondencia directa ·entre las personas o los aconteci- embargo, no nos detendremos en él más tiempo, ya que las pinturas bíblicas de este
m1e:1tosrepresentados. El sentido es entonces el siguiente: comenzada en tiempos del hipogeo, dispersas en diversos cubicula,no presentan conjuntos iconográficos de temas
Antiguo Testamento, la historia continúa bajo la Nueva Alianza y la imagen refleja intencionalmente elegidos y agrupados para expresar alguna idea teológica. Estas pintu-
el desarrollo de los acontecimientos en las dos etapas sucesivas. Este procedimiento es ras son una simple extensión del habitual ciclo funerario paleocristiano, donde, en
quizás la forma más antigua de_yuxtaposición; contamos cou un ejemplo arcaico en principio, cada tema es tratado aisladamente: Tal es aquí el caso, a pesar de la tendencia
130 Antigiledad 6. Dogmas representadospor imágenesyuxtapuestas 131

del pintor a t~ansfonnar las imágen:s-signo iniciales en imágenes narrativas, y a pesar hilo cond.uc_tor,esas imágenes del Antiguo Testamento habrían podido ser recogidas
de la ~resencia_y el aspecto d~ vanas escenas, que no entran en la categoría de las tal cua~ ~arti~ndo de otros ~n?nu:nentos, los monumentos para los cuales se compusie-
«salvac1ones,1,smo que hacen simplemente referencia a la historia sagrada (la historia ron _ongmanamente. La h.1potes1sque me p~ece n~ plausible es que las escenas del
de Isaac y de Jacob, etc.). Las pinturas del hipogeo reflejan probablemente la pintura An~iguo ~estamento eleg1~as para es~s conjuntos 1conogri~cos complejos proceden
mural monumental de ciertas iglesias de su tiempo. de ilustraciones de manuscritos del Antiguo Testamento, del tl.po del Génesis de Viena,
. Algunos monum~mos de los siglos V y VI presentan, por el contrario, ciclos sistemá- o del Pentateuco Ashburnham. Indudablemente las ilustraciones de manuscritos sumis-
ticos .basados en los .libros de los Jos Testamentos, pero donde el método sigue siendo tran el repertorio de imágenes vetero-testamentarias al que se recurría cuando la necesi-
el rrusmo que antenor~nen~e: los temas vete~o y neo-testamentarios así agrupados no dad se hacía sentir. Después de todo, había muchas menos ocasiones de utilizar estas
for~n corr~spo:1-denctasd~ectas, sea en conjunto, sea tema por tema, dentro de cada ~~genes (excepto para los ciclos funerarios de los siglos III y IV) que de utilizar las
?el
sene. Los ep1~0J1os Antiguo Testamento y los del Nuevo forman conjuntos cuida- rmagenes tomadas dd Nuevo Testamento.
dosa~ent~ d1ferenctad?s en el plano topográfico. Pero la composición binaria no va La o_rn~mentación en mosaico de Santa María la Mayor y los marfiles de la cátedra
y~ m,as lejos, y cada nclo se ªJusta al texto narrativo de las Escrituras, sin despertar de 0-a.x:1m1anoplantean otro _proble:11-a iconográfico. Si se prevé_utilizar un ciclo del
mngun eco en el ciclo vecino. A.nt!guo Testamento al la.do_de 1;1-n Ciclo del Nuevo Testamento, ¿por qué recoger del
Así son, por ejemplo, los mosaicos de Sinta María la Mayar de Roma o los marfiles Antiguo Test:..mento una h1stona (como en el caso del trono) o diferentes historias
del .trono_ de Maximiano en Rávena. Estos dos célebres monumentos implican un (como en Santa María la Mayor) que no corresponden en absoluto al ciclo evangélico
conjunto iconográfico que comprende un ciclo del Antiguo Testamento y un ciclo del de base? Consideremos los hechos.
Nuevo. E:1 Santa María la Mayor, ambos cidos están separados por sus diferentes En Sant.a María la Mayor, los ciclos, alineados unos tras otros, representan las
emplazamientos: las escenas del Evangelio aparecen en el arco triunfal, y las del Antiguo wandes acciones de_Ab~ahán, Moisés y J?sué. Se trata sin lugar a dudas de capítulos
Testam_ento en la nav~ (figuras 38 y_40-42). Una separación semejante aparece también importantes de la hLStona del pueblo elegido, antes y después de las transmisión de la
en la catedra de Max.m:uano, en pnmer lugar en la utilización de una parte diferente Le_Y, capítu_lo~que contienen en abundanci::t episodios famosos y significativos que los
del trono_ para _cadaciclo: los .dos lados del respaldo llevan escenas de los Evangelios, ceologos cr~ttanos ~an comparado a ~i:ersos ~contecimientos de la historia evangélica
Y los r~ch_natonos, las del Antiguo Testamento. ¿Se debe acaso a un simple azar el que o a. detennmadas ideas de la fe cnst1ana. Sm embargo, estos episodios no tienen
procedumentos tan semejantes se empleen por los realizadores de obras tan diferentes? equivalente evang_élico_enl?s pocos temas de la infancia de Jesús agrupados en el arco
Pero la simili?J,d va mis lejos. .En an:ibos casos, el grupo de imágenes evangélicas a tnu1al de esta ITllSma1gles1a.No_sería falso exponer los hechos como sigue: en Santa
cuyo lado _semuan las esc~t?s del Antiguo Testamento evoca los principios de la edad Mana la Mayor, los temas del Antiguo Testamento representan algunos de los primeros
de la gracia y la Encarnac10n, y en ambas obras, cada uno de los ciclos se caracteriza ~apírulos de la historia de la sal~ación. Ciertos r.asajes que se remontan a los grandes
por un trat~núento ~it".ilar: los episodios del Antiguo Testamento se _presentan como Jefes de Israel se evocan en prnner lugar, contmuan<lo luego con la historia de la
cscena_sde_tipo desc~1pt1vo_, recordan~o !as etapas sucesivas en la historia, mientras que salvación más allá de los principios de la edad de la gracia, en las escenas de la infancia
los ep1sod1os de la mfanc.a y de la Juventud de Cristo se presentan de manera más de Jesús. No hay razón, creo, para buscar ningún otro nexo entre los mosaicos de la
solemne y pensa_da,co.rno elementos de una demostración. En Santa María la Mayor, nave y los del arco absidal.
las escenas de .1~mfanna de Jesús en el ~reo triunfal adquieren solemnidad por el hecho ~l caso de la cátedr~ de Ma1:imi~no es a:iálogo, en cuanto que la historia de José
de su a1apt~cton a los esquemas de la iconografía imperial; en el trono de Maximiano no ti.ene conespondenc1a en la h1stona de la mfancia de Jesús y sus milagros. Natural-
S:!(.h ep_~sod10 (0 a Vt':c:;:; h? d.0s rr..it;,,dcsseparada;: de un.J.e:.crna aníficialr:neme cortada r:1ente, c:ibe e~t::.ble~er:..:!l p.;.raldo, en la medida en que J05¿ ha siJo cornideradu
~n dos unágenes) se transforma en un cuadro autónomo con su ambiente, y cada tema, s1emp:e ~orno un antetipo de Cristo. Pero el artista no se ha apoyado en esta semejanza
mduso el más íntimo, se convierte en un acontecimiento solemne, Y los urucos paralelos que pueden encontrarse entre los dos ciclos son las alusiones al
Am~os ~onumen!os constituyi:n b_uenosejemplos del procedimiento que nos ocu- tema de la com.ida, y, quizás, por tanto, al de la Comunión. La ausencia de la Pasión
pa. ~u stgn~fic~do reside en la ut1hzactón d~ temas vetero-testarnentarios para apoyar y de la Res~~re~ción eu las esc~nas _evangélicas parece indicar que el responsable de
un ,ciclo de 1mag~ne~tornadas d.e los Evangelios. La mayor importancia de estos últimos esta adaptac10n iconográfica se mteresaba poco por establecer relaciones entre la vida
est.a ~bramente mdrcada, y hay varíos modos de ftjar o de establecer su presencia. El de José y la de Cristo. La explicación m.is plausible es la m.isma que hemos dado m:is
~nas mesperado es aquel del que hemos hablado en el capítulo 4: las imágenes del amba: esta organización no está en función ~e ningún paralelo establecido entre ciclos
Nuevo Testar~ento se convier~en en el objeto de interpretaciones más o menos delibera- de los d~s Tes:ame_ntos, sino en función de la evocación de dos capítulos importan'tes
das (par_aservu de pruebas) ~~ntras que; en la mayor part~ de los casos, las imágenes de la misma lustona sagrada, comenzada entonces con la Creación y continuada más
del Antiguo Testamento se lmutan a ser srmplemente narrativas. De ahí la observación, allá de la Encarnación.
para nuestro estudio directamente pertinente, de que los temas del Antiguo Testamento, . Es pr:ciso subrayar dos cosas en lo que respecta a los temas del Antiguo Testamento
cuando figuran en corijuntos iconográficos que agrupan los dos Testamentos, tienen mtro<lucidos en las dos obras cristianas de que acabamos de hablar: la tentativa de
un aspecto descriptivo. Se diría que, si sus vecinas, las imigenes evangélicas, sirven de probar la unidad de la historia sagr,adadesde el comienzo del mundo, y la presentación
132 At1tigüedad 6, Dogmas representados
por imágenesyuxtapuestas 133
r.1/
i! de esta historia en dos períodos sucesiYos,correspondientes al Antiguo y al Nuevo Tes- cionados en los libros mosaicos; al' hacerlo, abrió así la vía a una exégesis tipológica
tamento. del Antiguo Testamento comparado con el Nuevo. .
Existe, sin embargo, cierto número de monumentos paleocristianos donde los temas Desconozco si los textos bastante antiguos (San Nil, Prudencio, etc.) que mencio-
del Antiguo Testamento no constituyen simples referencias a_personas o acontecimien- nan la presencia simultánea de ciclos sacados del Antiguo y del Nuevo Testamento en
tos que tienen lugar en el desarrollo continuo de esta historia sagrada, con sus dos los muros de las naves de basílicas del siglo V se refieren a los ciclos antitéticos o no.
períodos sucesivos, sino que remiten a un nexo misterioso y extremadamente importan- San Nil habla de una iglesia ideal (EpistulaLXI: Ad OlympidoroEparcho,Migne, PG,
te, establecido por la providencia entre los acontecimientos de ambos Testamentos. LXXXIX; págs. 577 y ss.), y los demás textos de grandes basílicas occidentales. Desco-
Este nexo, del que hemos hablado más arríba, está confirmado por los Evangelios y nocemos los monumentos a que estos textos se refieren. No tenemos tampoco lista de
las Epístolas de San Pablo, bajo la forma exacta que aparece en determinadas obras de los ~emas representados. Por tanto es imposible saber si las imágenes eran ejemplos
arte paleocristianas. Pienso particularmente en el tema siguiente: una profecía, hecha equtvalentes tomados de cada Testamento, como puede verse en la Edad Media, o si
durante el Antiguo Testamento, se realiza durante los tiempos evangélicos. En términos tenían como único objetivo probar la continuidad de una sola historia iconográfica a
iconográficos, este tema se convierte en la imagen de un acontecimiento de la edad de través de los dos Testamentos, como en Santa María la Mayor.
la gracia, acompañado de la figura del profeta que, sub lege,la había anunciado (figu- Con los relieves de la famosa puerta de madera esculpida de Santa Sabina de Roma
ra 5). En la catacumba de Priscila es quizás el profeta Isaías quien se encuentra al lado surge una novedad. La basílica, si no la propia puerta, puede ser fechada durante el
de la Virgen y del Niño, para indicar que el nacimiento del divino Niño había sido pontificado de Celestino I (422-432) y de Sixto III (432-440). La obra es, pues, con-
profetizado por él. Los fragmentos del Evangelio de Sinope, en París, y del Evangelio temporánea de los mosaicos de Santa María la Mayor que hemos examinado.
de Rossano emplean el mismo método, con la máxima claridad posible, pl aconteci- Pero.ª pesar de la desaparición de algunos de los paneles esculpidos y de las dudas
miento evangélico representado aparece siempre acompañado de dos o cuatro profetas que subsisten en cuanto al emplazamiento original de los otros, puede afumarse que
que designan la escena y sostienen enormes filacterias desenrolladas. En los pergaminos las imágenes del Antiguo Testamento se utilizan aquí de manera diferente. Cualquiera
están escritas las palabras de los profetas qlle anuncian el _acontecimiento que figura al que haya sido originariamente el número de los paneles esculpidos y cualquiera que
lado, encima de dios, en el códice de Rossano, y, entre ellos, en el Evangelio de Sinope. haya sido su adapt~ción en la puerta de Santa Sabina, és indudable que van por pares.
El Evangelio de Rabula presenta una variante simplificada de este esquema, con los Su forma y contemdo los hace parecerse a las dos hojas de un díptico. No cabe duda
profetas del Antiguo Testamento alineados encima de las tablas de los cánones, que de que desde el primer momento estuvieron colocados como lo están ahora, uno al
concuerdan con el texto evangélico. El contenido de la profecía individual no es lado del otro. El primero de estos paneles simétricos estaba dedicado al Antiguo Testa-
revelado, como tampoco el acontecimiento exacto de la edad de la gracia a que se mento, y el otro a los temas evangélicos. Tomemos un ejemplo: en el primer panel
refiere. Los profetas anónimos de los muros laterales de San Apolinar el Nuevo {figu- aparecen los milagros de M?~sésen el desie1;to,la conv:rsión en a~ua dulce de las aguas
ra 23), situados debajo del hivel superior de las escenas evangélicas, fueron colocados amargas de Marah, la provtslón de codormces y mana para los ruños de Israel (en dos
allí tal vez con la misma idea: en bloque, frente al grupo de los acontecimientos que escenas) y el agua manando de la roca en el desierto. En el panel de al lado (hoy a su
han anunciado. izquierda), están representados algunos milagros de Cristo: la curación del ciego, la
Aunque los medios iconográficos de los autores de estas imágenes fueran muy multip!icaci_ónde los panes y los peces, y el milagro del :'ino en las bo~las de Caná.
limitados, revisten un gran interés para este estudio. Porque, de hecho, vemos ahí la El 1magmero compara directamente, por tanto, los nulagros de Motsés con los de
manera más simple de expresar en lenguaje iconográfico la idea de que el Antíguo !,esJL~~~st~e ~~~c.:_rl? ~~~,:J~~:~~-:m.~~-t~.si~~~~º}:1~t~slo~ dos relieves~ comparar
Testamento no solamente ha pr~cf':di<lnal N11f'v_0, sin0 '}ll"." lo ha ammci~do a prdig'.!r:i.- 1 -··~~•--' -~~
.... ~ ... ~1., ... ,, .. ,_,,."u"'-·'• p•'-:.cntdau.v <Dt .1v~ 1u1lagros de cana sene en
do. Eso es exactamente lo que quieren decirnos estas imágenes. pequeñas escenas superpuestas, separadas entre sí por un motivo horizontal que designa
Más difícil es dar una expresión iconográfica a otro tipo de nexo entre los dos el suelo. El paralelismo es aquí buscado, aun cuando la simetría no siempre es absoluta,
Testamentos, en el que aparece implicada la actividad de una determinada persona o puesto que sólo aparecen tres milagros de Jesús por cuatro de Moisés.
incluso de un acontecimiento específico. Se ha dicho que si el propio Jesús comparaba La yuxtaposición de dos series de acontecimientos·que aparentemente no tienen
su destino a la experiencia de Jonás, y su cmz a la serpiente de bronce, sus sucesores nada que ver entre si sólo resulta legítima y reviste sentido a la luz de los trabajos de
habían ido mucho más lejos, Sus sucesores buscaron y encontraron inriumerables éxegesis contemporáneos. Los autores se refieren constantemente a historias sacadas
semejanzas significativa,:,entre las personas y los acontecimientos de los dos Testamen- del Antiguo Testamento e intentan después revelar su sentido escondido, que es tipoló-
tos. Adaptaban así un procedimiento muy corriente en el pensamiento cristiano. Era gico: el árbol que convierte en dulces las aguas amargas es una figuración del propio
el viejo método, de origen estoico, que establecía misteriosas correspondencias entre Cristo o de la cruz sobre el Gólgota; el madero que hace bebible las aguas de Marah
acontecimientos ampliamente separados en el tiempo y el espacio, y que recurría es la primera versión del_madero de la cruz, y _la propia fuente anticipa la fuente de
frecuentemente a interpretaciones simbólícas de relatos mitológicos e históricos; con agua viva en que Jesús abreva su rebaño de fieles. Asimismo, la roca del desierto es el
objeto de facilitar tales correspondencias, Filón fue el primero en aplicar este método antetipo de Cristo crucificado, de cuyo costado brotaron agua y sangre. Las codornices
a la Biblia, proponierido interpretaciones simbólicas de acontecimientos y objetos men- y el maná son los antetipos del alimento que se servirá en Caná y durante la Cena.
134 Antígüedad
6, Dogmasrepresentados
por imágwes yuxtapuestas 135

La C:ena(simbolizada por la multiplicación de los panes Y.los peces) y las bo_das_ de conúendo en el desierto (figura 85) se representan de una nueva manera, porque las
Cana. figuran en el segundo panel; la cruz aparece en la miagen de la Crucifixión comidas se reconocían como futuros sacramentos.
colocada justo encima del panel que acabamos de describir, en la actual organización En los mosaicos del coro de San Vital de Rávena puede verse uno de los más
de los temas de la puerta. , notables resultados de este método de utilización de los temas del Antiguo Testamento
1
Orígenes, Tertuliano, Gre~orio de Nisa, Ambrosio y Agustín hicieron_c_Qmparacio- (figura 86). Aunque los elementos sean análogos a los que acabamos de ver, el efecto
i
-~e~~E:~rl~if P~1:!~
sd~ ~~~fuº~=~~~~~i:~fr~~:=i;~
1;1~~k es diferente: el conjunto de los mosaicos se emplea aquí para exponer en forma notable- 1
1

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sus escritos, y que consiste en reconocer alusiones a os sacramentcis__ de j."!,JgJesia en
mente armoniosa un tema general único, donde la cuestiones del Antiguo Testamento
no aparecen en series más o menos equivalentes a dípticos, como en Santa Sabina, sino
1
!
los acontecimientos del AntigUOlestament_o. Cactaaéontecimiento que mencione ef que se incluyen en un conjunto, integrados a una composición única. El tema de
agua se clas1hca asCé'ñfrltfo"S-aiit"etipOSdel·saeta.mento del Bautismo, particularmente conjunto, cualquiera que sea la manera en que se expresa, es la(QQg_de.. '.ªl.vaci~
los milagros de Moisés en los que figuraba el agua. Todas las referencias a una comida, proseguida por Dios desde el tiempo de Moisés, a .9.uien~ fue _!fª-n_s_mi!ida JaLey~·
comprendiendo a fortiorí tanto los acontecimientos milagrosos como los de Israel en ~sin.do por los eofetas, has~a el_rnom~!ltOª~~~_i,YC?_4eliJ_ted~_1~rj_Q~_(C?l_5_~~~~-y_los
el desierto, se acogían como alusiones al sacramento de la Comunión. Lo que puede evangelistas en a c1rr1acte"TaOOVéd:l);_ en respuesta, !~el hombre, ~~5.
explicar, entre otras cosas, la representación solemne y hierática del pueblo que come ofrencfas:J.-DiOS'etl.-d'Allt1guoleSfaniento (Abe!, Melqutsedec, Jonás)___y_en el Nuevo
el maná y las codornices en medio del desierto: por un notable anacronismo, se trata ~--ªg9J_.Y)~_~j~ -~~P~~l); y, en fin, en el ábside, Cr~_~()--~~~s-~á.~C<[_r_tliiando··
r ya de dos comulgantes.
Las puertas de Santa Sabina brindan otros ejemplos de correspondencia entre ternas
v:etero y neo-t<;:stam~~ios,_pero no siempre con la misma !Ortuna. A.TgUnascorrespon-
en el Paraíso hasta el fin de los tiempos.
--"-EfAnt1guo Testamento esta representado por Moisés en el monte Sinaí, los profetas
y las escenas de ofrendas de Abe!, Melquiades y Abrahán. En cambio, en el ci~!º no
dencias, incluso algunas escenas, son oscuras. Sin embargo, el método sigue siendo el se ha introducido ninguna escena del Nuevo Testamento (aparte de la adorac10n de
mismo, y hemos vísfü•ya--poí-·<j_üé"-sé" empléi e'se método. Resumamos brevemente las los Magos bordada sobre el vestido de Teodora). Los temas del Antiguo Testamento
razones. La iconografía debía revelar el sentido secreto -pero en la historia sagrada, ocupan realmente el centro del programa general. Resultan tan indispensables para el
esencial- de determinados acontecimientos relatados en el Antiguo Testamento, mos-. equilíbrio del conjunto iconográfico como los acontecimientos que recuerdan lo son
trando que eran antetipos directos e individuales de acontecimientos del Nuevo Testa- para la obra total de la salvación divina, en que cada uno de ellos encue_ntr~~u lugar.
mento, y para probar que las correspondencias existentes entre dos hechos tan simétricos Esta forma de utilizar los temas del Antiguo Testamento señala el prmc1p10 de un
s~ ampliaban incluso a la historia de la Iglesia, cuyos sacramentos tenían sus prefigura- sistema que se hizo corriente en la Edad Media, como el de las puertas de Santa Sabina.
ciones en el Antiguo Testamento. Pero creo que es sobre todo San Vital el precursor de diferentes mét~dos utiliz~dos ~n
- ,,; La ic_onogr~_(~;i_s_e_~k_y_a
__
aquí aL!_l-!y;_l
__
de comentario te.2.l,9gifo.Para esta tarea, más Bizancio en la época medieval, particularmente para la ornamentación de las 1gles1as
exigente intelectualmente, se elaboraron nuevos procedimientos materiales: la yuxtapo- con cúpulas. Se mantuvo allí, como en San Vital, un limi~ado 1;1úmerode temas del
sición física de imágenes a comparar; la repetición de las mismas dimensiones, propor- Antiguo Testamento cuidadosamente integrados en un :stncto sistema de repre~ent~-
ciones y organizaciones, para esas imágenes yuxtapuestas; y la utilización, en fin, de ciones, un sistema en el que todos esos temas, en conjunto, _rememoran la _h:stona
detalles significativos para aumentar así la semejanza. Si en la escena de las aguas sagrada desde los tiempos de la primera alianza_(sin ning':1naalus1ó1~al pecado ong1~a!~·
amargas de Marah se ve un árbol, ello no es tanto por el milagro de Moisés como por En San Vital y en los monumentos bízant1nos que siguen su eJ:mpl~, la expos1~1on
el simbolismo de la madera, la madera de la cruz. La roca golpeada por Moisés, de de acontecimentos de h edad de la gracia se ve una vez mis ennqueC1da y amphad:1
dcinde brota d agua, se ha agrandado artificialmente porque ref)resenta a Cristo. En por la referencia a sus antetipos del Antiguo Te~tamento. En San Vital (don?e el ma~co
la escena del milagro de Caná·, sólo se rriantiene a Cristo y el ánfora para ofrecer a.sí iconográfico se limita al coro) las representaciones de la edad de la g_rac1ahan sido
una equivalencia de los milagros de Moisés. Está claro que los métodos de los imagine- situadas en los lugares más visibles, reservándoseles un fondo dorado; sm embargo, la
ros de la época escolástica tienen aquí su origen. mayor parte de los muros está dedicada a los t~mas del A~tiguo Testamento .. ~arece
Los imagineros trascienden la simple exposición de antecedentes vetero- que esto se hizo con una finalidad demostrativa, y es cierto que sus dramat1cos y
testamentarios o de promesas bíblicas, referentes a acontecimientos de la edad de la pintorescos ternas se prestaban fácilmente a una transcripción en im~genes. Las escenas
gracia. Al descub\:ir la posibilidad de evocar antetipos en el Antiguo Testamento, los del Antiguo Testamento, en particular las ofrendas, tanto en San Vital como en Santa
exégetas -escritO~es e imagineros- fueron capaces de enriquecer sus comentarios de Sabma, experimentaron además la influeñcíicle!a liturgia; tales escenas expresab~n,
acontecimientos evangélicos con detalles nuevos y sugestivos. Cada antetipo amplifica- en efecto, el pensamiento de los exégetas, que, cuando evocaban esas ofrendas, hac1an
ba el acontecimiento o lo mamaba desde una nueva perspectiva. Recíprocamente, la de ellas antÍtipos de la ofrenda eucarística.
costumbre de citar los antetipos como referencia a sus equivalencias evangélicas enri- Desde e punto de vista del lenguaje icono~ráfico cri?tiano, la ut~lización de los
quecía al mismo tiempo la historia del Antiguo Testamento. Acabamos de ver un temas del Antiguo Testamento tiene una gran importancia. Incluso s1 sólo se toman
ejemplo de esto en la iconografía: las escenas que describen a los niños de Israel los libros mosaicos y !os otros libros históricos de la Biblia, salmos y libros proféticos
140 EdaJ Media
Introducción 141

dife:entes, hubo un esfuerzo para reanudar la herencia de la imaginería cristiana de la lo mismo, con la diferencia esencial de que el desarrollo de las artes se produjo aquí
Anttg.üedad. Lo que resulta capital, ya que gracias a esta actitud de los imagineros en a través de las grandes abadías del Imperio. Esto contribuyó a extender las empresas
los pnmeros mo1;1e:1rosde la Edad Me:-lia,se ha1: pod!do co~erva7 para siemrre mucho artísticas sobre amplios territorios y preparó así la vía a lo que fue el regionalismo de
de los rasgos mas importantes de la 1conografta mas arcaica. Pienso en e rostro de [as artes de Occidente en las épocas más tardías de la Edad Media.
Cristo, en ,e! de los princii:iales ap~stoles y" en el de la Virgen, en el aspecto dado a la El arte religioso carolingio, como en parte el que le había precedido en Europa
figura angehca, en lo esencial de la iconografía de las escenas evangélicas mis importan- occidental, se vio activamente alentado por los poderes públicos y políticos, y estaba
tes y en las imágenes alegóricas del cordero pascual o del monograma de Cristo, etc. destinado ·a la formación de una élite intelectual, lo que favoreció una iconografía culta
Que todo este vocabulario haya podido atravesar esos <isiglososcuros» evidencia clara- y a veces abstracta. En la mayor parte de los países latinos, esta imaginería para teólogos
mente el hecho esencial de que la iconograBa medieval es ante todo la heredera alcanzaría un éxito duradero, y volveremos a ella con más detalle. De hecho, constituirá
consciente de las creaciones de la Antigüedad. la corriente principal de la iconografía medieval en Occidente; Sín embargo, hubo
Sin embargo, aunque sucesora de ellas, la iconografía medieval se diferencia tam- también otro arte menos ambicioso intelectualmente, más lleno de vida y emprendedor,
?ién siempre de esas creaciones, y en las páginas que siguen vamos precisamente a un arte que encontraba mayor eco en capas más amplias de la sociedad, el que produjo
mtentar establecer ~¡ balance <lelo que entonces se imaginó como nuevo, y a explicar esas estatuas de la Virgen y los santos que se veneraban, el arte de tantos bajorrelieves
su ~str:ictura y sentido. Pero antes de pasar a estos análisis, es casi obligatorio plantear destin.ados a la ornamentación de las iglesias y el de las pinturas de manuscritos, de
la siguiente cuestión: ¿por qué esas mutaciones, por qué esas innovaciones? factura más o menos rústica. Las condiciones en que aparecieron las nuevas imágenes
Cabría atribuirlas a las condiciones económicas y sociales, a las técnicas, que no de esta otra categoría suelen escapársenos, sin que eso nos obligue a creer, a la manera
eran ya las mismas que en la Antigüedad, y, sobre todo, a las dif'erentes maneras de de los románticos, en un nacimiento espontineO. En compensación, a veces se pueden
considera~ la naturaleza y el pap~l de la imaginería en el marco de la religión, así como localizar las iniciativas que conducen a la realización de nuevas obras cultas, así como
al conterudo de la fe, que cambia constantemente, De una época a otra, de un medio los nombres de los insp~r~dores de esas creaciones. T~l es el caso, por ej~mplo, de esos
~ otro, este contenido varfa, como varía también la finalidad que se atribuye a la contemporáneos y fam1hares de Carlomagno, Alcumo, Teodulfo, Egmardo, que se
iconografía habitual. Pero, en la práctica, raramente se llega a certezas en cuanto a la interesan de cerca en la búsqueda iconográfica. Se sabe asimismo que un siglo después,
influencia del campo político-social y de las técnicas en la creación iconográfica medie- en España, el monje BeJ.tO, comentador del Apocalipsis, propició la creación de una
val. Y ello porgue se ignora todo, o casi todo, de las ideas que podían tenerse entonces larga serie de pinturas célebres, ilustraciones llamadas mozárabes, del libro de las
resR~cto a las posi~ilidades de una e:xpresión por la imagen ~e las nociones jurídicas y visiones misteriosas de San Juan. Los nombres Je inspiradores de imágenes que podrían
Uj políticas. _E~1 cambio, el papel de la iconografía como expresión de la fe se apoyaba en citarse para la época romana y gótica son mucho más numerosos. Pero bastará con
usos trad1c10nales y <le ahí que sean más frecuentes las posibilidades de í<situarnla que recuer1e dos e_ntr:"los más célebres_,que se remontan al siglo XII: Suge~,.el gran
imagen .medieval en ese plano, a condición de que se la conserve siempre en la coyuntu- abad de Samt-Dems, JUnto a París, hacia 1140, y una abadesa de Santa Od1ha, cerca
ra prop1a a b época de su creación. No hay que olvidar que la imagen sobrevive de Estrasburgo, Herrade de Landsberg, hacia 1180, iniciadores de dos grandes conjun-
focilmente a !as condiciones religiosas que la hacen nacer. Lo que exige mucha pruden- tos, ambos famosos. Suger inventó un extenso programa de imágenes que a través de
cia en las aproximaciones, incluso en el terreno de la religión. Pienso en un tema de esculturas, mosaicos y vidrieras se desplegarían en los pórticos, puertas y ventanas de
los más generales, el de la expresión por la imagen de los dogmas, sean éstos ortodoxos su iglesia abacial, mientras que Herrade de Landsberg compuso la inmensa ilustración
o discutibles, o incluso heréticos. ¿Qué imágenes tienen valor de exposición de los de una-colección de textos didácticos. Ambos desempeñaron sin duda un papel prepon~
L, rc;;pucsta no siempre es fácil y ios arqueólogos exageran a· veces ias
d;:;gw.;:;:;? derante en ia concepción y realización de las obras que dirigieron. Pero la parte exacta
inte:iciones de lm iconógrafos, sobre todo en la Antigüedad. Nunca puede asegurarse, que les corresponde en la invención iconográfica de las imágenes de Saint-Denis y del
particularmente en lo que respecta a esa época, que los imagineros recurrieran nonnal- l-Ior!t1sDelidarum no ha podido definirse sin e~bargo claramente. Contrariamente a
mente a la imagen para manifestar los dogmas, aunque en ocasiones lo hicieran. lo admitido no hace mucho respecto a Suger {E. Mile), está ya fuera de duda que no
La Edad Media es momento más propicio para esta fomu de utilización de las puede atribuírseles la paternidad de todos los motivos que utilizan. Se trataba de obras
imágenes y const~tuye probablemente el terreno donde podría vislumbrarse mejor una compuestas que recurrían a antiguas formas iconográficas griegas y latinas de los más
n~ profunda diferencia entre la iconografía de ambas épocas. Es en este plano donde diversos orígenes, añadiéndoles in1ágenes de nuevo cuño. Esta complejidad del vocabu-
los 1eonógrafos de la .Edad Media introdujeron innovaciones. Al recordar esas innova- lario iconográfico de la Edad Media proce~a de una larga práctica del arte cristiano,
ciones, las relacionaremos' con los movimientos del pensamiento y la devoción que nacido mucho antes de la época medieval, y de una especie de erudición colectiva en
quizás puedan explicarlas. cuanto a las imágenes cuya posibilidad de aplicación se conocía.
Estrechamente ligadas, la acción de la Iglesia y del Estado se ejerció entonces ¿Hasta qué punto esa misma erudición -que se apoyaba, por lo demás, en libretas
frecuentemente sobre las obras de arte, particularmente desde el punto de vista icono- de croquis conocidos- limitó el esfuerzo creador propiamente dicho? ¿Se habría
gráfico, .En Bizancio, esta acción de la monarquía teocrática fue determinante durante llegado, en plena Edad Media, a disponer de un itVOcabularirnievolucionado y lo
Y después de la crisis iconoclasta. En Occidente, bajo el Imperio Carolingio, ocurrió suficientemente rico como para responder a la mayor parte de las necesidades? Cierto
142 Edad Media

que, en rigor, para satisface~ todas ;sas necesidades bastaba con proceder a algunos Bizancio
retoques. Retoques que constituyen la parte de innovación que se encuentra en la gran
~arorfa de las ~genes románicas .Ygóticas, antes de que estas últimas salieran de los
lnnttes de una iconografía convencional abriéndose a la vida ambiental.
Pero la creació~ ic?nográfica que más frecuentemente se practicó en Occidente se
basaba en agrupar 1magenes consagradas, para dar a esos conjuntos un sentido que
toma~ separadamente'.,ºº te~a? las fi9u1:ciones particulares que los componían'.
E~te me~odo de agru_pac1onde unagenes s1rv1ófrecuentemente como expresión de esa
'.<ttpologt~))
tan. querida P?t los teólogos latinos de la Edad Media, Sucede que la
1conografia occ1dental, a diferencia de la iconografía bizantina, que en la misma época
tení~ como tarea la evocación de las figuras divinas, santos y acontecimientos de las
Escntu:as.P~:a .eresentarlos -evitando todo comentario- a la contemplación de !os
~eles, mststl.o siempre en la~ p:eocupaci~nes pedagógicas y didácticas. De ahí que,
Juntamente con otros procedmuentos, aplicara ese método a las imágenes.
La historia del Estado Bizantino y la historia religiosa de los bizantinos, estrecha-
mente ligadas, facilitan la ta.rea de quien se propone esclarecer la formación de la
iconografía medieval en su versión griega. En el siglo VIU, y durante la primera mitad
del siglo IX, los emperadores que reínaban en este· gran Estado fueron iconoclastas y
como tales prohibieron todo recurso a la iconografía religiosa. Con la derrota de los
iconoclastas y el triunfo de los ortodoxos, en el 843, se,-_restablecióde nuevo la utiliza-
ción de las imágenes cristianas entre los bizantinos, después de un intervalo de más de
un siglo. Es entonces cuando se produce un verdadero despegue de la iconografía
medieval bizantina, y gracias a este brusco retorno al arte religioso figurativo debido
a la iniciativa imperial, el historiador tiene el raro privilegio de poder observar las
primerísimas realizaciones de esta iconografía.
Esta información es tanto más preciosa cuanto que la larga disputa entre iconoclastas
e iconódulos tuvo precisamente por objeto las imágenes figurativas de temas religiosos,
lo que evidentemente implica que, después del triunfo de la ortodoxia, cuando de
nuevo se autorizaron, las imágenes fueron objeto de cuidados muy particulares por
parte de sus partidarios y defensores. Los iconos fueron restaurados y simultáneamente
entregados al culto de los bizantinos, en virtud de una doctrina confimiada por la
Iglesia de Comtantinopla. Una tal importancia doctrinal de las imágenes religiosas,
que nurn:::?.y en rün$"unaparte !legó a ser tw grande, tuvo su expresión w.2.terialbien
en el estilo de las obras de arte, bien en la iconografía. Esto es lo que caracteriza la
iconografía bizantina inaugurada después del 843.
Lo primero que podemos preguntarnos es si esta fecha es válida. tratándose de
iconografía. No se tiene noticia de que la Iglesia bizantina se reafirmara ei-1su adhesión
a los iconos con anterioridad a finales del siglo IX, lo que quiere decir que, hasta ese
momento, había bizantinos contrarios a los iconos. Pero después del 843 no hubo
ningún patriarca de Constantinopla ni ningún soberano que manifestara simpatía hacia
la iconoclastia, y no disponemos de ningulla obra de arte figurativa religiosa que no
sea manifiestamente iconódula. La vuelta a las imágenes se decidió y realizó bajo orden
de palacio, lo que nos ha permitido recordar la fecha en que tiene lugar. Puede haber
ocurrid'?, ciertamente, .que en los medios de oposición no se haya~ seguido l~s decisio-
nes oficiales, pero, lógicamente -dado que se trataba de una act1tud negativa- hay
pocas posibilidades de encontrar huellas de esto. En la provincia bizantina, en Capadocia
144 Edad Media
Bizancío 145

y en las islas del Mar Egeo, se han descubierto pequeños santuarios cuyas pinturas culto se dirige no al objeto material que constituye el icono, sino al ser divino o santo
murales sólo presentaban cruces (figura 87). En estos murales se podrían reconocer al que debe su parte de inteligibilidad. '
ornamentaciones encargadas por iconoclastas, algunas de las cuales pudieran ser anterio- Lo esencial en esta doctrina es -aparte de la justificación fundamental de la imagen
res al triunfo de la ortodoxia oficial (843). Pero el testimonio de estas modestas pinturas religiosa- la noción de la presencia en la figura de un elemento irracional que
no resulta totalmente convincente, ya que podrían repetir modelos de la época icono- comparte con el personaje que representa. Esta idea base incita al iconógrafo a transmitir
clasta, o no incluir imágenes iconográficas, dado que éstas nunca habían sido obligato- en sus obras el sentimiento de que éstas pertenecen en parte al universo irracional y
rias. se separan pues del mundo de las imágenes corrientes. Más aún, en la medida en que
Cualquiera que sea el valor de esos testimonios de un arte a veces folklórico, en las imágenes no son aquí <ffepresentación» de un original, contrariamente a lo que
principio tendría que adnútirse que después del 843 podrían haberse tealizado obras ocurre con las pinturas o esculturas normales, que al representar tal o cual objeto
de 1~tradición anicónica. Pero la práctica inversa, la de los iconófilos, también pudo difieren radicalmente, por su naturaleza, del «original>}que evocan, el icono asegura
pefectamente comenzar de repente, ya que fue decidida por el palacio imperial, y una presencia irracional del personaje que muestra, con el que tiene en camón una
su aplicación a las artes, como gozó del favor de los mandos oficiales, pudo ser inmedia- parte de su esencia sobrenatural. Esto no deja de recordar una [táctica de los tribunales
ta. Debido a esas iniciativas imperiales estamos ahora en condiciones de anotar las romanos, que celebraban sus sesiones en una sala donde e retrato del emperador
primeras realizaciones en este campo, después del triunfo de la ortodoxia. Llegaremos sustituía la presencia física del soberano en cuyo nombre se dictaban las sentencias. Un
a este punto enseguida, pero después de haber recordado la importancia de la doctrina icono de Cristo o de la Madre de Dios significaba su presencia en el local en que ese
de los bizantinos respecto a la naturaleza de las imágenes religiosas. No se trata, icono se encontraba. Es fácil imaginar las consecuencias que esta idea podía tener en
ciertamente, de exponer esa doctrina en toda su complejidad, y teniendo e]l cuenta las la vida religiosa e incluso civil, pública y privad.a, de los bizantinos. Y en prirner lugar,
modificaciones que experimentó entre principios del siglo VlU, en tiempos de Juan su influencia en las fonnas de las obras artísticas (sobre todo pintadas) de las propias imá-
Damasceno, y la primera mitad del siglo IX, la época del patriarca Nicéforo y de genes.
Teodoro Studita. Lo que importa para nuestro ensayo es la doctrina a la que se referían Como hemos dicho anteriormente, la presencia de lo sagrado en cada una de las·
los autores de la restauración de los iconos y de su culto, a mediados del siglo IX. En imágenes favorecía la elección de un estilo grave y majestuoso. Un hieGttismo de las
aquella época, los promotores de los iconos no tenían ya, como antes, que rechazar la actitudes y de los gestos, un rechazo más o menos afirmado de imitar la plasticidad de
acusación de idolatría. Sólo Carlomagno y el clero franco (sin duda, por razones los cuerpos y de las cosas, así como d espacio y el movimiento en que esa plasticidad
políticas) persistían. Pero dentro de la Iglesia y de la sociedad bizantinas, lo que se se despliega. Este estilo se aplica a cualquier ima.gen que trate de lo sa.grado, es decir,
trataba de hacer aceptar -y lo que la Iglesia bizantina consiguió que se aceptara en práctica.mente a cualquier imagen de tema religioso.
el 843 y en el 870- es la legitimidad de las imágenes de Cristo, de la Virgen y de La elección de los temas es más limitativa. Esencialmente se evoca en Bizancio a
los Santos, dado que ·todos ellos pudieron ser vistos y que todo lo que es visible es Dios y su reino i<leal,sus grandes servidores y su historia, es decir, a.realidades inmuta-
representable. Dios también es representable puesto que podemos remitirnos tanto a bles para todo cristiano. Al tiempo que, como regla general, se excluye todo comentario
teofanías registradas por la Biblia y los Evangeli_os,como a las visiones momentáneas por parte del iconógrafo, todo intento de explicación por la imagen de la realidad ideal
de los profetas y a la visión de la Transfiguración (figuras 104, 105). En fin, quedan tal como se muestra en las Escrituras. Mis adela.nte veremos casos en que esta iconogra-
los ángeles, que contemplan constantemente a Dios en el cielo, ejemplo particularmen- fía rechaza tal regla y tiene en cuenta la enseñan.za de los teólogos y comentarios de
te importante, y;:. que la Redención devolvió a los hombres la facultad que con ellos los doctores. Pero son casos bastante excepcionales y procedimientos que se utilizan
compartían de contemplar a Dios, facultad perdU.h d":'spués del pes::do original y muy moderad;;.mcntc. Elk. ii0 oL-istap,üa que t..1.11uJe lus ta.-;gosmás característicos de
recobrada. Como los ángeles, desde la Encarnación podemos de nuevo contemplar a la iconografía bizantina <lela Edad Media sea el de su esfuerzo por atenerse firmemente
Dios y, por consiguiente, a la divinidad en la persona de Cristo, y contemplar también al programa, a. la vez soberbio y limitado, que c011Sistíaen reafirmar incansablememe
la santidad de .tvla.ríao de otros santos. la permanente presencia de Cristo y de los santos o incluso de los acontecimientos de
Este último punto es capital para el estatuto de los iconos según los bizantinos. La la obra de Salvación, excluyendo en la medida de lo posible los temas que fueran
imagen de Cristo no es una simple representación de su naturaleza humana; la imagen tra~pos~cion~s iconográficas de obras poéti~as.o doctriria~ia~.Es aquí _donde la ícono-
de M~ría_y de otros santps ,no ~s solamente la representación de s~ ~pariencia corporal. graf1a btzantma, en la época de su florecuruento, se d1stmgue radtcalmente de la
Estas 1magencs llevan en st nusmas una huella de la naturaleza dtvma de Jesús y de la iconografía occidental, que sigue estando nwy abierta a la imagen-comentario e instru-
santidad. Como dice Teodoro Studita, así como la impronta en el lacre está comprendi- mento pedagógico. Sólo a finales de la Edad'Media los bizantinos intentarán este mismo
da en el sello con que se obtiene, y así como el objeto está en la somLra que proyecta, tipo de iconografía que se dirige sobre todo a la inteligencia, pero sin abandonar en
igualmente cualquier icono de Cristo, de la Theotokos, de un santo o de una santa, ningún caso la práctica de la iconografía de contemplación, creada en la gran época
contiene en sí mismo una parcela de la energía o de la gracia propias de esos personajes. bizantina, durante el período que siguió inriiediatamente al final de la iconodastia
La veneración qlle se debe al icono está justificada por b. presencia en él de esa parcela oficial. Nunca después se renegaría de la firme grandeza de las imágenes religiosas
de lo divino o de b santidad, sin que eso nos haga. olvidar, por otra parte, que ese creadas entonces. Su estabilidad fue notable, y sería inexacto ver en ello un reflejo de
146 Edad Media Bizancio 147

un estancamiento de la cultura bizantin:i: las fórmulas expresivas y claras expresan muy eran héroes de la lucha contra los iconoclastas, fueron honrados con retratos que les
bien las nociones religiosas fundamentales. mostraban con una imagen de Cristo entre sus rna,nos, la imagen en cuyo nombre
Para dar una idea lo más certera posible de la formación de esta iconografía, habían luchado y triunfado. Hay otra aplicación de la iconografía triunfal a las imágenes
proponemos una selección de figuraciones imeort~ntes 9.ue, al ~ostramos obras de religiosas: la composición llamada «synaxe1>o «reunión» de arcángeles vistos juntos y
arte características, nos harán conocer esas realizaciones iconogr_aficasen el contexto de frente, con la misma imagen-medallón que los santos defensores de los iconos, es
en que -cronológica y funcionalmente- han hecho su apar~ción. Creemos que es decir, un medallón con busto de Cristo. Esta composición, que representa a los arcánge-
ésta la mejor manera de darse cuenta de lo que se emprendió para dar nacimiento a la les glorificando a Cristo por la eternidad, debió de ser co'?puesta para una iglesia
iconografía que se quería realizar. · dedicada a Miguel y Gabriel por Basilio I, a finales del siglo IX. Soberano de los
Veamos los años que siguieron inmediatamente al levantamiento de la prohibición emperadores, Cristo es señor del universo. Y para proclamarlo, al mismo tiempo que
de las imágenes religiosas (843). ¿~uál fue !a icoD;ografíade las pni:ner~ imágenes que evocan su reino, los bizantinos de esta misma época, inmediatamente posterior a la
se realizaron entonces? Por una felIZ casualidad disponemos de vanos eJemplos de esas iconoclastia, llevaron a cabo su obra iconográfica más original y significativa. Pienso
imágenes y, sobre todo, de imágenes debidas a las iniciativas de los emperadores en esos conjuntos de pinturas religiosas cui.dadosamente estructurados que, a juzgar
. romanos, que tienen por eso más posibilidades de testimoniar sobre los pasos dados por la elección de_los temas y~ emplazam_1enton~serva1o a cada. uno de e~los sobre
por los mismos que pusieron fin a la iconoclastia oficial. Se tr.ata en primer lugar de las bóvedas y los muros de una 1gles1ade cupula, sunbohzan el reino de Cnsto.
las efigies de Cristo que aparecen en el anverso de las monedas de Miguel III y de su Estos notables conjuntos iconográficos fueron compuestos en los primeros decenios
madre Teodora {figura 88). La.sprimeras de esas monedas deb!a.n ser coi:itempo~áneas que sucedieron a la iconoclastia, los mismos que vieron la creación de las imágenes
del triunfo de la ortodoxia y contarse entre las más tempranas efigies de CnstQ realizadas que acabamos de describi~. Sabem~s esto gracias a dos sermones de_aproximadamente
después de este acontecimiento. Pero lo_qu: sobr:. todo llama la at~nción en esas el año 900, nno del patnarca Foc10, y el otro del emperador Leon VI. Estos textos
imágenes monetarias.de Cristo es que se 1nsp1ranvisiblemente e_nefigies de monedas muestran que, en ambos casos, se trataba de iglesias .con cúpula central y que el fondo
semejantes acuñadas más de un siglo antes, es decir, una t~eintena de añ?s antes de los de la cllpula estaba ocupado por una imagen de Cr~sto y el ábside por una figura de
principios de la iconodastia de los emperadores de Bizanc10, por un bas1leoortodoxo, la Madre de Dios. Focio añade que el Cristo de la cúpula parecía gobernar el universo
Justiniano II (fallecido .en el 711). U:1 dato a :eten_er.es que los vencedores del 843, desde lo alto del cielo, y que la Virgen orante rogaba por el mundo.
que hubieran podido mventar una iconografia ongmal, se apresuraron a volver a La significación simbólica de estos conjuntós de pinturas es, por tanto, evidente:
fórmulas iconográficas anteriores a la crísis iconoclasta, es decir, a fórmulas con una la iglesia con cúpula es un microcosmos y las imágenes que se agrupan allí muestran
antigüedad de más de un siglo. Esa imagen de Cristo-Pantocrator en las monedas de a los habitantes de este universo, mientras que sus emplazamientos respectivos corres-
un emperador reinante garantizaba también probablemente la protección que el sobera- ponden, grosso modo, a las diferentes partes del cosmos donde residen (figura 138).
no celeste concedía a su lugarteniente en la tierra. Dicho con estas palabras, garantizaba Cristo y los ángeles están en el cielo; los profetas y los santos se agrupan alrededor de
el papel que los emperadores ortodoxos deseaban hacer jugar a las imágenes sagra?as, la Virgen. y ocupan los muros que corresponden a la tierra; en fin, a la misma altura,
en la simbólica de su gobierno. Las imág_enes de Cristo elegidas son las de Cnsto los otros paneles se reservan para la evocación de los grandes acontecimientos de la
soberano. Es decir, las efigies de un Cristo que pro~ege al gobierno ?e ~izancio. Esto historia de la Salvación, comprendida la C";oruuniónde los apóstoles, recordada en el
aparece confirmado en el mosaico del tímpano debajo de la puerta pnncipal de la nave muro del coro. Los dos sermones que acabamos de citar garantizan que esta costrucción
de Santa Sofía donde se contempla a Cristo reinando mayestático en el trono imperial iconográfica se remonta por lo menos al siglo IX, pero seguramente no a una época
y ,,Mh• /41,d- ,.;,1;11,,~,:il e:r..perador reinante Le6n "'/1. La imagen de Cri:;~o .:n el tronv, anterior, ya que en aquellas fechas .era mt!Y raro que la i~lesi~ .bizantína tuviera la
de un tipo muy semejante, adorna el frontispicio de uria c<?l_ección de se~on:s de forma arquitectónica a la que ese sistema iconográfico y stmbolico normalmente se
Gregario de Nacianzo, copiada para el padre de Le?n VI, füis1ho L En otros ter.rumos, adaptaba. Pero el azar de la destrucción y de la conservación de los edificios de la Alta
esas imágenes, hechas bajo la orden de los ~res pnme~os emperadores ~e los tiempos Edad Media nos obliga a descender a los siglos XI y XII para encon~rar ejemplos conser-
de la vuelta a la imagen sagrada.,nos garantizan unárumemente que la iconografía de vados de ornamentaciones típicas de :sta clase: _losfrescos y ~osatc?S de San Luca~ en
Cristo que se adaptó ahí .no era más que una reanudación de las fór~':11as.preic(:modas- Fócide, de Dafni, de Quíos en Grecia, Nerez1 en Yugoslavia, Botana en Bulgaria y
:1
tas, y que esta reanudact\)n se llevó a cabo en marco ~e la s1:11bohca_ 1mpenaL Spas-Neredizy en Rusia.
Muchos de los textos de la época de la 1conodast1a oficial constderaban a los Las imágenes de los acontecimientos :_evangélicos,que correspondían en líneas
emperádores heréticos como enemigos de Cristo: los <cicon?macos))son <Krist?macos».
Grabar una efigie de Cristo en sus monedas, como habtan hecho los bas1leos que
generales a las grandes fiestas del año litúrgico, y la es~ena de 1: Comunió_n de los
apóstoles, en el ábside del coro, recuerdan que en el remo de D10s los oficios de la
volvieron al rulto de las imágenes, era evident~ment: procla.mar su fidelida.dal sober~o Iglesia equivalen en la tierra a las verdades_celestes, mientras que el resto de las
celeste. Un ejemplo a~n más claro de e~ta misma idea po1emos verlo e~ un.mosaico evocaciones iconográficas por las pinhlras murales se reserva para los retratos de los
de una sala de audiencia del Gran Palac10, de poco despues del 843, bd;JoMiguel III: héroes de la fe, cualquiera que sea su jerarquía, que residen pen~a:1-entemente en la
un Cristo rey aparece ahí encima del trono del príncipe reinante. Santos y santas, que ciudad de Dios. En todas las épocas y por todas las partes, los cristianos se rodearon
148 Edad Media Bizancio 149

de los retratos de sus antepasados que Dios había honrado con algún título. En los personajes, tal como se componían hacia el final de la Antigüedad, con todas las
mosaicos de San Lucas se envolvía ya al fiel con decenas de esos austeros retratos. Pero posibilidades de haber sido también aplicadas a las ilustraciones de las historias apócrifas
ese \(pueblo de Dios)) se haría mukitud en las ornamentaciones, más tardías, en que de María.
finalmente se emprende !a labor de mostrar día a día todos los santos del calendario. Sin embargo, y así lo hemos hecho notar en la primera parte de la presente obra,
En mi op_inión,la creaci~n iconográ~c.a bizantina más importante, a principios de los iconógrafos de la Theotokos, en la Antigüedad, podrían haberse servido de otras
la Edad Med1~, fu~ la grandiosa compos1c1ón de la culta ornamentación del conjunto fuentes de inspiración, pi'.lrticularmente en lo que respecta a los retratos de la soberana
de los muros 1:1-renoresde las bóvedas de una iglesia; se ha sabido, por las imitaciones en el trono. Asimila<l:.i.a la reina de los cielos y adorada por los ángeles, rodeada de
que ~rov~có fuera del Imperio Bizantino, el éxito que esta composición tuvo. Pero los apóstoles, la imagen de María en el trono tiene sus orígenes en los retratos de las
!os bizantinos de esta época se mostraron también activos en la definición de ciertas emperatrices romanas. Y puede ocurrir que algo de estos modelos, es decir, de la
1má~e_nesindividua~es, no 1'.1en_os import.antes y tan célebres. Añadamos que lo que se iconografía oficial del Imperio Romano, haya pasado a la.simágenes de la Adoración
realizo e_nlos _decemosque s1gmero11al munfo de la ortodoxia se mantuvo generalmen- de los Magos (María con d Niño en un trono), de María orante y de María con el
te,_~n füzancto, hasta final~s Je la Edad Media e incluso más tarde. Estas _imágenes se Nifio en sus brazos (efigies monetarias de las emperatrices bienhechoras). Aunque
u_tthzaron a veces durante srglos, a_unque no sin_experimentar ret?ques, a veces sustan- hemos hablado de esto en !a primera parte de esta misma obra, donde se examina la
c1~les. Y alg~nas de_esas ada1:tac1ones son típicas de la evolución de la iconografía época en que esas fuentes de inspiración pudieron influir, si lo recordamos aquí es para
gn~ga postenor a la 1cor:o~last1a,que mantuvo o retomó normalmente fómmlas muy hacer ver más .claramente lo que las etapas medievales de esta misma iconografía debían
antiguas, a veces paleocnst1anas, pero sometiéndolas a un tratamiento i1medievaL,. Tal a sus antecedentes.
es _elc3:50de esas imágenes de la synaxe de los arcángeles (véase supra), ctlyo posible Ya muy al final de la Antigüedad, en !os siglos VI-VJI, las imágenes de la Virgen
origen iconográfico es el motivo de los ángeles que, juntos, llevan la imagen de Cristo con o sin Niño nos brindan los primeros ejemplos de las versiones que se separan
e:n un medallón,_tal como se la solía proponer ene! siglo VI (figura 103). Los bizantinos daramente Je sus fuentes narrativas o imperiales (mientras que, generalmente, los
de la Edad Media no representaban ya los ángeles volantes que alzan hacia el cielo el ciclos narrativos mariológicos e imperiales reproducen las Versiones del tipo antiguo y
retrato de un vencedor, sino que los imaginaron de pie, con los pies en la tierra, se presentan aisbdamente, en tanto que «retratos)>ideales de la Madre de Dios y de su
fl?nqueando el retrato de su soberano divino, al que sirven por medio de la contempla- Hijo divino). La Edad Media prosigue sistemáticamente esta tendencia. Aísla y esque-
c10n permanente,
matiza esas imágenes que Se van petrificando progresivamente transformándose en
¡ ~n la,s imág~nes de la Virgen y de Cristo pueden observarse otros ejemplos de un s<arquetipos»convencionales de iconos (figuras 97-103). Estos típos de iconos siguieron
.
"
deshzannento s1multiueo del significado y de la iconografía. Durante los dos o tres
-siglos que siguieron al conflicto iconoclasta, los iconos de esos dos peÍ-sonajes esenciales
. dd repertorio íconográfico bizantino tuvieron un gran auge. Para el arte religioso de
su curso individualmente, recibiendo incluso diferentes nombres (Virgen Odigitria,
Eleoussa, Blachernissa, etc.). El proceso se agudizó después de la victoria sobre los
iconoclastas, debiJo :.i.lrecurso constante y más frecuente que hasta entonces a las
est,e t:ei:npo, que daba. preferencia a las imágenes estáticas y a las figuras aisladas, lo imágenes de la Theotokos, en el culto privado y público, así como a la industrialización
n1as trptco fueron los iconos. - del arte de los imagineros. Pero se debió también -y esto no se ha señalado~ a una
. Hace medio siglo, en sus fundamentales investigaciones sobre la iconografía de la época en que el arte hacía hincapié en las necesidades de la fe colectiva a la que
V1:gen, 1:J· P. Kondakov propo1úa una hipótesis sobre los orígenes de las imágenes convetúan mejor las figuraciones más abstractas. La serenidad sobrehumana de la
~na; c_ornentes de la Madre de Dios, en la Edad Media. Según esa hipótesis, tales Theotokos se juzgaba entonces más apropiada a su naturaleza que la evocación del
tm:i.genr:~se re_mont:irbn a finales de la l':1.ntigG,:;Ja<l
y habrian empezado por formar grupo fanúliar de una madre con su hijo. Los mosaicos de San Lucas en Fócide y los
parte de las diferentes escenas sacadas de la vida de ia Theotokos. No se trataría mosaicos de Sicilia que representan a la Virgen, y todos los iconos de la Odigitria,
nece~a_riamente,para este autor, de descubrir todas las versiones iniciales de la imagen constituyen los mejores ejemplos de esta iconografía bízantina de la ·Theotokos, a!
m.ed1eval.de María, aum:iue insistiera en los orígenes realistas de la figuración de la grandstyle,que conserva su a_iremajestuoso incluso en los relieves de marfil y de bronce
Vugen vista de frente o ligeramente vuelta al lado del Niño que rarece querer mostrar de dimensiones muy modestas.
al espectador. Kondakov partía del célebre icono al encausto de Museo de Kiev una Sin embargo, como el tema Je María con el Niño se prestaba a muchas interpreta-
hermosa pintura del siglo_VI, y admitía que la actitud de las dos figuras era más p~opia ciones, no se tardó mucho en vol ver a las Vírgenes de aspecto más familiar, sin
par~ una ~doración de los Magos. Ese tipo de imagen de la Madre de Dios -que abandonar por ello las versiones consagrad:¡.s por los ,1arquetipos>lque entre tanto se
sera despues una de las más corrientes- se habría tomado de la iconografía de esta constituían. Es hacia la segunda mitad del siglo XI cuando la Theotokos comienza de
escen~. ~n ~o que a mí r~specta., sigo creyendo en la verosimilitud de esta hipótesis. nuevo a ,ihumanizarsei), como puede observarse, por ejemplo, en los relieves de los
~--I1pote~1s
ql:e podría mcluso extenderse a otras imágenes, no menos corrientes, de muros interiores y exteriores de San Marcos de Venecia (figura 102).
la V1;'.genb1za11~na,y, sobre todo, a las que la muestran acariciando a su hijo o acariciada Se llega entonces a representar a la Virgen acariciando al Niño, mejilla contra
_po~el, y a la~unágenes de María amamantando al pequeño Jesús. Porque todas esas mejilla. Pero sólo en el último momento del final de la Edad Media llegan a interpretar-
Jmagenes se sitúan en la prolongación de las ilustraciones de fas biografías de diversos se estos gestos como símbolo de la ternura materna de María, ya que hasta entonces
150 Edad Media Bízancio 151

todas las evocaciones de la Theotokos representaban a la madre intercediendo al lado bizantina de la Edad Medía. No habtá ya iglesia ?rtodoxa ni incluso moderna que_no
de su hijo en favor del género humano y los movimientos de ternura sólo aparecían tenga esta imagen al fondo de la cúp~la,_y en la 1co~ografía de 1;1-umerosos~a~tuar~os,
esbozados por ella para mejor conmover al Niño Dios. en Italia y por todo el Occidente, se llllltarán esos rasgos de Cnsto ~~yestattco, b~:n
Aparte de este gran tema del culto cristiano, había también otro que se expresaba en los ábsides o en los tímpanos de los pórticos. Los bizantinos lo util~aro~ tambte,n
por imágenes de la madre dando de mamar al Niño Jesús. Estas figuraciones servían como un núcleo a cuyo alrededor crearon una de lasmás célebres fig~racmnes 1conogra-
para visualizar la realidad de la Encarnación. Se trata de una iconografía muy antigua, ficas de la Trinidad, la que muestra al Hijo sentado sobre las rod~Ilas del Padre (con
puesto que aparece ya en Baouit y en Saqqara, en Egipto, durante el siglo VI. De ahí barba blanca) y entre ellos o encima del Hijo, la paloma del Espíritu Santo.
que se examinara en la primera parte de este libro. Al principio se había pensado que Sin salirnos de esta época de la reanudación de la iconografía, después de los
se trataba de imágenes de ternura de la madre hacia el hijo. Pero G. Millet pudo iconoclastas, hay otras imágenes de Cristo (figu:as 94 y _95) donde se le define con
descartar definitivamente esta interpretació_n errónea. precisión: Cristo ((histórico» (en las escenas narrativas), Cns~o-Enmanuel, .representa?o
Durante la Edad Media, estas imágenes no fueron frecuentes en Bizancio. En como adolescente, el Antiguo en Días, inspirado por Daruel y que sustituye al. D10s
cambio, son innumerables las figuraciones iconográficas medievales de la Virgen que Padre (que escala a cualquier representación directa). Como ~n el caso de la Virgen,
la representan intercediendo en favor de los hombres. Tal es el caso, por una parte, hacia finales de siglo XII y bajo los Paleólogos, la severa majestad y grande~a de las
de todas las Vírgenes orantes (en Bizancio pueden contarse tres o cuatro variantes) sin imágenes de Cristo se fue debilitando poco a poco. Es el momento en que los diferentes
o con el Niño, y sobre todo, de las Vírgenes que llevando al Niño en·uno de sus ti os de esas imágenes tienden a aproximarse a lo que podrí~ hacer pensar en retr~tos
brazos, tienden hacia él el otro -con gesto más o menos franco- esbozando así un df un sólo y mismo hombre visto en diferentes épocas de su vida, obser:rado_por ~rt1stas
gesto de plegaria (figuras 100 y 102). Esta iconografía mariana responde' mejor a las que saben descubrir los reflejos momentáneos o duraderos de la vida mtenor del
invocaciones habituales a la Madre de Dios de las plegarias bizantinas, <1Madrede Dios, personaje representado. _ · • ¡
ten piedad de nosotros1>,plegaria que suponía la intervención natural de María cerca Estas imágenes de la Virgen y de Cristo cuyos rasgos acab~nos de defirur, de
de su Hijo. período que sigue al retoro.o a la imagen sagrada y su sµ_l.to,s~n part1cular~ente a~uellas
Y, por otro lado, al esquematizar las imágenes, al estabilizar algunos de sus rasgos en que la doctrina bizantma reconoce una presencia irracional. Ademas, habn,a que
esenciales, se transponía definitivamente las imágenes tomadas de la vida corriente en añadir iconos, arcángeles y retratos de otros sant<:s (figuras. 106-109), c.uyo_f1;U~ero
iconos hieráticos (figuras 89-95). Sin embargo, es entre estas figuraciones donde apare- aumenta en los siglos x y.XL Bien en los manuscntos (salterios, c~lendanos htu.rg~cos
cen algunas de las más notables pinturas bizantinas. ilustrados) 0 en las paredes de las iglesias, los bizantinos se cot?plac1ero1:1en multiplicar
Los iconos de Cristo que forman pareja con esas pinturas de la Theotokos tienen esos retratos de los héroes de la fe cristiana. Discípulos .de Cnsto, mártires, .co!1fesores,
el mismo aspecto y las mismas calidades de noble grandeza, un poco petrificada pero obis os O monjes, predominan a ;e~es sobre l~s evoluciones de los acontecrn::u~nt<;1s de
poderosa y a veces elegante. Estas imágenes fueron también tratadas como iconos ;I
!os dos Testamentos. Ninguna religión ha podido nunca compararse con c:is~1aru~mo
partiendo de representaciones preiconoclastas. Pero los iconos de Cristo tienen menos bizantino en cuanto al lugar que su arte reservaba a los retratos de ~us mas d1st1ngwdos
puntos de contacto con las escenas genéricas, ya que Cristo fue 'siempre representado fieles. La popularidad de estos retratos de santi::,s.presentados como iconos. estab~ proba-
inmóvil o casi inmóvil, visto de frente, de pie o sentado y, en forma más o' menos blemente en relación con la costumbre de soltc1tar de es~s santos plegan~ de mte:ce-
consciente, como soberano. E incluso contamos, a partir de los sarcófagos del siglo IV, siÓn. A este respecto, los iconos de los santos se asell;-eJan a los de la Virgen .(,vede
con imágenes de Cristo en el trono como soberano, a la manera de un emperador supra). Los amuletos bizantinos_ hi.sto~iados ~~y q~~ ~¡~arlo~ ~~~o prolongaf10n e
remano. Estos Cristos se llamaban entonces ((Cosmocraton>, aunque apenas sCdistin- esos iev,ms en Cuanto a las pleg,;_nas de mterces10J1. \ ulve1e1UO:>some esto más ~aela1:i.te.
guían, en cuanto a majestad, largos cabellos y grave belleza, del 1<Pantocrat0r»medieval El ámbito de las imágenes narrativas se vió poco afectado por las teorías ,h12antmas
bizantino. El trono, un sillón con dosel, era también semejante. Estas imágenes del sobre el valor religioso de las representaci?nes figurativas. Como hemos dicho en ~l
Pantocrator dependen probablemente de 1a del Cosmocrator del Bajo Imperio, pero prefacio de este libro, esas imágenes narrativas se esfor_zabanen toda~ partes por seguir
los Íconógrafos bizantinos de !aAlta Edad Media (siglos VHI-IX) le añadieron algo, que el texto y particularmente los libros de los Evangel10s y del Antiguo Testamento,
va a caracterizar a partir de ahora las evocaciones bizantinas de esa imagen: subrayaron canónicos y apócrifos, 0 relatos hagiográficos (figur~s 111, 112 y 113). La forma de
e ªº' 'mágenes descriptivas cuyos pritneros mtentos se remontan a finales de
los rasgos físicos y la expresión del rostro y elaboraron un tipo de facies mofletuda, de cons t 'turr'
1 s ,, · ' 6 d B' · o ºd
amplia barba y largos cabellos, fórmula que quería evocar a la vez al Padre y al Hijo la Antigüedad, era muy semejante en todas partes, so re to o en 1za~c10Y ~n cci en-
(figuras 90-93). Creían ,:¡_sí'seguir un célebre texto de Juan (XII, 45) que recordaba las te. Cierto que de un país a otro, y a veces de una época a otra,_las ilustrac10nes de un
palabras de Jesús: <Id que me ve, ve a mi Padre.,.)>. Se recalcaba en estas figuraciones mismo texto de la Escritura se interpretaban en forma. algo diferente, y que pueden
el carácter macizo de la cara y el cuerpo, lo que convenía más particularmente a la establecerse así versiol1es iconográficas locales o reg10~1ales (figur_as; ,14, 115: 116
noción dd Pantocrator de las cúpulas de las iglesias y de los tínipanos de las puertas, y 132). Gabriel Millet ha podido dedicar un extenso estudio a 1~descnpcton y clasi.fi.c~-
las cuales debían expresar el poder del monarca celeste. La creación de esta imagen del ción de esas versiones registradas en los países de la Edad ~edta, para la gran -":1ªYº:t
Pantocrator constituye uno de los mayores y más estables éxitos de la iconografía de los temas evangélicos. Esta célebre monografía, impresionante po_rla amphtud e
152 Edad Afrdia Biza11cio 153

la documentación, constituye un modelo de erudición, pero es también consultando versión iconográfica de las descripciones verbales. Veamos un ejemplo. En el más
ese meri~orio libro como mejor puede perci?irse, hasta qué pun~o las d~stintas versi~mes completo de esos Evangelios ilustrados, el Lauro VI 23, el Bautismo de Cristo se
del.os 1:11sm?stemas tomados ~e los ~':'~ngehos solo presentan d1f~renc1a,spoco sensibles representa tres veces, dadas las tres menciones de este acontecimiento por Mateo
y s1gmficat1vas. No hay aqu1 pos1bihdades de encontrar reflejos evidentes de una (3, 16-17), Marcos (1, 9- 15) y Lucas (3, 15-21). Pero las tres versiones, que se parecen,
teología particular en Bizancío, ni ecos de cualquier tipo de luchas dentro de la Iglesia están seguramente inspiradas por la tradición iconográfica corriente y no siempre por
y de la sociedad bizantinas, Pero muchas de las fórmulas iconográficas de esta imagine- el correspondiente relato ilustrado. En efecto, la primera imagen muestra el cielo y la
ría n,3:rrativabizantina cuyo núcleo se crea a finales de la Antigüedad, probablemente paloma encima de Cristo, tal como indica el texto de Mateo. Pero mientras que Marcos
en T1~rra Santa, y debido sobre todo a la sorprendente estabilidad de su simple y y Lucas mencionan también el cielo y la paloma, el ilustrador ya no las muestra (a
armonioso esquema, tuvieron un éxito universal y duradero. ¿No es acaso cierto que, pesar del importante papel de estos dos motivos). Y las tres, fieles a la tradición
todavía hoy, la Anunciación, el Bautismo de Cristo, la Cena, la Crucifixión, las santas iconográfica habitual y antigua, muestran a Cristo en el Jordán durante el Bautismo,
m?jeres en el sepulcro de Cristo, etc., las seguirnos irnaginan<lo, en un plano ideal, mientras que los evangelistas mencionan el cielo que se abre, la paloma y las voces de
baJOlos rasgos que los bizantinos dieron a las imágenes de esos acontecimientos? A lo Dios en el momento en que sigue al Bautismo y a la presencia de Jesús en el río.
lar~o de toda la Edad Media, los imagineros latinos y los de los países de Europa Cierto que se trata de detalles, pero detalles muy típicos para los procedimientos del
Onent~l convertidos desde Constantinopla, acogieron y repitieron los modelos griegos iconógrafo bizantino de la Edad Media, que no solamente ignora el espacio {tercera
de e_sta1c,on~grafíahistórica. cristiana. Habría que,añadir que ~sta irra?-lación generali~a- dimensión}, sino también el tiempo (véanse los detalles supra e infra).
da, 1rrad1ac10nque se produce durante todas las epocas, se v10 ampliamente favorecida Es fácil encontrar confirmaciones a esto. Otro tetra.evangelio del siglo IX, no menos
por el es~ec_ho nexo '/ue vir:cula las imágen~s pintadas y e.sculpidas de l~s personajes célebre que el anterior, i.ntei:itae?-varias imágenes ~ucesivasexpresar el _texto de Lucas
y acontecimientos de a Escritura con los oficios de la Iglesia, y, más particularmente, (10, 31-32) que cuenta la h1stona del Buen Samantano. Pero lo hace sm comprender
con la celebración litúrgica. de las grandes fiestas del año (figura 114}. En Biza.ncio y el relato que guería ilustrar, puesto que corta en dos una misma escena. Millet (Evange-
1 11
en los países de su misión, se formó un ciclo especial que realzaba una tras otra las lios, pág. 583), que hizo esta observación, veía ahí sobre todo una interesante prueba
doce principales fiestas, ciclo que se encuentra tanto en las pinturas murales como en de b transmisión -poco pensada- de un.a tradición iconográfica, mientras que para
los más .minúsculos iconos de bronce. Aunque los principios cronológicos de este ciclo nosotros lo importante es la elocuente confirmación que esto supone de la prioridad
se remontan a finales de la Antigüedad, lo que sigue siendo válido hasta nuestros días dada al efecto estético de la imagen, efecto al que puede sacrificarse el contenido
es su composición medieval. iconográfico (figuras 115, 127 y 129). El tetraevangelio París griego 7 4 brinda muchas
~as _il~stracionesbizantin_asde los libros de la Escritura permanecen siempre fieles páginas en que las pinturas son monótonas y poco expresivas, pero en las que cada
al pnnc1p10 que hemos exanunado más arriba: proponen una interpretación iconográfi- una de ellas, al estar adaptada a la página en que se la coloca, contribuye eficazmente
ca del acontecimiento en cuestión, excluyendo todo comentario sobre éste, tal como al efecto artístico.
encontramos entre los teólogos, predica.dores, !iturgistas y poetas. Pero sería un error Sin embargo, en este código se trataba claramente de una ilustración que quería
caracterizar la iconografia bizantina limitándose a estas observaciones muy generales ser completa y reflejar dócílmente el texto relato tras relato.
y no poner de relieve algunas particularidades de detalle, sin distinguir así determinados Cabría pensar que la negligencias respecto al texto se explican por la minúscula
tipos de esas imágenes, cada una de ellas con su propia füonorrúa, escala de las ilustraciones de los dos tetraevangelios que acabamos de mencionar, y
Veamos en Rrimer lugar los libros ilustrados más ampliamente extendidos, a saber, podría ocurrir que a veces fuera así. Pero las diferencias con respecto a los textos
los ·fa?ng'e~ios ,en sus ~r;;; variamcs bizantina~: los í:éluc:va.i;gdios y los ev~1_gd~arios evangélicos y ios contrasentidos se vuelven a encontrar también en aigunas pinturas,
o lecc1onanos; en los primeros, los textos aparecen reproducidos en su ordenliab1tual, aparentemente muy cuidadas, de los más bellos manuscritos de lujo, donde es~ i!ustra-
comenzando por Mateo, y, en los segundos, en el orden de las lecturas de los oficios ciones pueden llegar a ocupar páginas enteras. Bastará con recordar las dos m1maturas
de la Iglesia, comenzando por ia lección de Juan, leída el día de Pascua). Desde el del famoso salterio del siglo X, París griego 139,_donde aparece~ elementos de u.na
punto de vista de la formación iconográfica, hay dos series de Evangelios ilustrados misma escena atribuidos a cuadros díferentes o sunplemente olvidados. Los estud10s
que se pueden definir fácilmente. Tenemos las ilustraciones que constituyen cuadros de varias ~eneracion~s ?e arqueólogos han explicado los proced~e~tos que permitie-
más o menos cuidados y:en las que, aparte del acontecimiento propiamente dicho, se ron semcJantes desvianones (en los casos -menos frecuentes quIZas de lo que pueda
muestra todo lo que rodea a los actores -muebles, arquitectura, paisajes. Y hay pensarse- en que la ilustración inicial era más completa y pensada, y de los que no
también el tipo de bandas de imágenes minúsculas que se destacan directamente sobre se han conservado después más que fragrn'entos}.. Pero de esta fo~a se ponía en tela
el fondo del pergamino, y en donde las escenas se siguen sin solución de continuidad de juicio el discernimiento de los pintores medievales, que el ilustrador, con esas
}: con un mínimo de accesorios. Esta segunda clase es típica en Bizancio durante los imágenes, n.o terúa intención de ayudar intelectualmente al lector aparece confinnado
siglos XI y XII y se justifica por la voluntad de crear un equivalente iconográfico por los dibujos que contienen los libros científicos bizantinos: esos dibujos ignoran los
completo del texto sagrado. Si a primera vista se alcanza este fin, mirando más de cerca datos geométricos de los problemas que pretenden explicar. Sin embargo, el recurso a
se comprueba que los píntores no han llegado a ser ni concretos ni precisos en la ellos, cuya función ya no se comprendía, se remontaba seguramente a una costumbre
154 Edad Media
Bizancio 155

de los ilustradores de los libros científicos de la Antigüedad. No se ha intentado a todas las de los otros ciclos narrativos bizantinos-, o más bien 1a verslón resumida
encontrar una equivalencia del método de estos ilustradores. Ahora bien, al margen del ciclo a que anteriormente hemos al_udi~o,diera!!: lugar a un infiníto n~mero de
de las consideracio_nes sobre el espacio de q~e disponía~, lo que les, g~iaba eran búsque- copias -la versión de l~ imá~enes h1stóncas- extraíd,as_d~ los Eva~gehos, P.ero
das de orden estético. Lo que ellos y sus clientes consideraban mas rmportante no era elegidas y agrupadas con mtenc10n de ~ec.ordarlas fie~tas htur~1cas del ano, ~ste ciclo
el contenido de la imagen, sino su valor artístico. No se trata evidentemente aquí de de fiestas penetr~ en todos los países ':nsttano~ y continuó Y':- s1e1;1predespues favore-
un esteticismo del tipo del i,arte por el arte)), sino de un factor considerado esencial: ciendo la estabilidad de las formulas iconograficas, que senan faciles de reconocer y
la evocación de lo religioso irracional, el revestimiento del contenído de la imagen reproducir, Entre las imágenes :º?Sagradas de la versión. bizantina, las imágenes por
que la eleva al nível de lo inteligible. tanto más familiares para los cnsha":os, ~ay una en particular donde se_observa una
Lo que acabamos de observar respecto a las ilustraciones de los Evangelios es
escena concebida de la manera más 11b1zantma1} (figuras114 y 116), es decir, una escena
también válido para los ciclos de imágenes mucho más escasos, pero detallados, que en que se recurre a uno de los pr:'cedimientos más típicos de es_t~arte, y qu~ hemos
acompañan las ediciones de htjo de los diversos libros delAntiguo Testamento. Algunos tenido ocasión de observar ántenormente, pero con menos mudez y consideradas
de estos manuscritos contienen los ocho primeros libros de la Biblia; otros no reprodu- separadamente. Se trata en todos los casos de las vistas de una :olina más o ~enos
cen más que uno, como el célebre rollo de Josué en el Vaticano. Los Libros de los simétrica, en cuyo flanco, en y delante de una gruta, aparecen msta!~dos la Vu~en
Reyes y el de Job existen tanto en ediciones ilustradas como en los salterios; y había acostada y el Niño en su belén, acompañados del asno y del buey. Al pie de la colma,
probablemente también ediciones ilustradas de libro_sde algunos l?rofetas, pero de los en dos emplazamientos que suelen ser ~imétricos, aparecen José ~entado y la escena
que sólo se conocen fragmentos en forma de e~cenas aislad~s. (visiones te?fánicas) o del baño del Niño; en el borde de la colma, a veces pedregosa, estan los pastores y sus
pequeños ciclos (historia de Sansón). A excepción de las v1stones teofátilcas de los rebaños y, en frente, los Reyes Magos avanzando hacia el Niño, a~tiemp? que, guiados
profetas, se trata siempre de series de imágenes narrativas, regidas por los mismos por una estrella, desde lo alto .del cielo los án~eles adoran al recté? nacido. N? todas
principios y procedimientos' de ejecución que las ilustraciones de los Evan~elios. Cuan- las pinturas contienen necesariamente _lato_tahdad de e~t~, fig~racmnes, pero s1e1:1pre
se encuentran varios episodios de la lustona de la I;Jat1v1dad mtegrados ~n la mmna
do el relato se refería a las biografías de los santos, empezando por la biografía de la
pintura. A diferencia de las ilustraciones narrativas de los tetr~e_v,angehos, que las
Virgen, el método seguía siendo el mismo que en numerosos apócrifos, donde hay
tanta ternura hacia María y Jesús como afición por lo novelesco (figur~~ 138-142). representan sucesivamente, aquí se a_grupan en una sola compos'.c10n, co:1 lo _que se
Algunos capítulos de relatos sobre María venfan a completar las colecciones de los pone de manifiesto en forma más evidente que nunca, la tendenna de los 1conografos
Evangelios canónicos y en las pinturas marianas de aire más popular, como también bizantinos de la Ed~d Media que, indiferentes al tiempo y al espacio reales, los supr1?1en
en iconos, se rememoraban episodios evangélicos, sin fijar línea de demarcación alguna decididamente presentando como un acontecimier:-to único y perpetu? per.sona1esy
.,
., entre unos y otros. Desde el punto de vista de la estructura iconográfica, se descubren actos que en el relato se describen sep~rada_y sucesivamente. Y esta mudad 1rr~c10nal
conducía al objetivo final de toda esa unagmería: asegurar hasta el fin de los tiempos
ahí los mismos prOc_edimíentos que en las imág~nes evangélic.as'. pero también reminis-
la presencia ideal de los acontecimientos sagrados. . ,
cenci~s de la i1:1aginería «biopráfica)) de la Antig?edad precnshana (fi~ura_s 14?-; 4'.J). Estas ilustraciones bizantinas de textos narrativos sólo siguen el relato y ~ehusan
Los ciclos inspirados en las vidas de los santos mas populares, como N1colas Dllilltnos
reflejar 'a través de la imagen los ~omentarios o expli~aciones de e~os textos. Sin intent~r
y Jorge, pertenecen a la misma familia de imágenes. Las reproducciones de los tnenolo-
crear imágenes que expresaran directamente cualqmer con:3-~ntanoverbal del aconteci-
gios y otros calendarios litúrgico_s se conten.tan ..con repre.senta.r la muerte ~a~ral o miento considerado, sólo éste se representaba, aunque sugmendo a veces al es1:ec:ador
violenta de cada santo. Ahí también se saca partido de la estnictu.ra ya const1tmda de.
d medio de descubrir ,ma alusión a tal coment;J.rio. Por lo dem5.s, este pwcedinuento
las imágenes romanas para temas semejantes.
No obstante, hay un tipo de imágenes vinculadas a la iconografía hagiográfica, sin sutil se aplica muy raramente y sieI?:pre se_corre el riesgo de que el espectador no lo
capte, De los dos ejemplos que qms1era ntar, uno ~e ellos se remonta a finale~ del
que necesariamente hayan tenído que servir de acompañamiento a los textos de las
siglo IX y el otro al XII. Las ilustraciones de la cole~c1ón de ser~on_es de Gregon? de
vidas correspondientes, que debe ser objeto de una mención especial. Citaré dos ejem-
Nacianzo en manuscrito París griego 510, suelen figurar acontee1m1ent.osdel Antt~uo
plos célebres, puesto que estas pinturas ~parecen integrad_as,en la ilustr_ación de impor-
tantes colecciones. Pienso en los salterios con yuxtapostctones margmales, donde se
y del Nue~o Te~tamen:o y son sólo reproducciones d~ ~ágenes de los ciclos narranvos
recogen ciertas escenas qu'e muestran a la vez los daños de los iconoclastas y los valerosos habituales que siguen simplemente el ~exto de las 1?~cntuns (figuras ~37 y 149). Pero
los temas de esas miniaturas cstin elegidos, en func10n de los pensamientos expresados
defensores de la ortodoxia,, y en otras pequeñas escenas históricas que adornan las mis
por el autor de los sermones y, para un espenador_avisado, tienen por tanto el valor
hermosas colecciones de los sermones de Gregorio de Nacianzo (figura 159). La histo-
de comentarios pictóricos de esas homilías. Lo mismo puede decme respe~to a los
ria de este santó, que en ocasiones llegó a rememorar las actividades y acontecimientos
ilustradores de dos manuscritos de las colecciones de sermones de Jacobo Kokkmo?afos
de la época de Juliano el Apóstata, está estrechamente ligada a la política religiosa de
(Vat. griego 1162 y París griego 1208), que' se_co~tentan ta~bién con evoca~1ones
Teodosio l. Las ilustraciones de esos pasajes tratan de acontecimientos reales, más o
descriptivas de acontecimientos tomados de la lustona de la Vugen y de otros cttados
menos importantes, de la gran historia de finales del siglo IV (figura 142).
por el autor de los sermones. Pero igualmente aquí un espectador av,1sadose da cuenta
Las ilustracio'nes de los Evangelios -que numéricamente sobrepasan, por supuesto,
156 Edad Media
Bizancio 157

de que esas pintur~ narrativ~s se h~n ·incluido en las colecciones porque constituyen costumbre bizantina (aproximándose al mismo tiempo al método que sería corriente
de hecho comentanos, a traves Je la mugen, de las palabras y los desarrollos teológicos en Occidente), al mostrar, frente a tal o cual versículo de un salmo, un tema -Crucifi-
de su autor.
xión, Anunciación, Ascensión, etc.-, que sólo los eruditos exégetas cristianos de esos
_Las ilustraciones de las homilías del monje Jacobo Kokkinobafos nos proponen una salmos podían anticipar. Se trataba de la iconografía de los comentarios que, como
sen~ de escenas en estrecho contact? co.n el texto del sermón. Aunque a veces, por regla general, los bizantinos evitaban sistemáticamente. Precisemos que estas imágenes-
encuna o al lado de este o aquel ep1so~o sobre la vida de María, el pintor muestre comentario podían también evocar tenus ajenos a la Escritura y basarse en los relatos
ot-:as _e~cenasque se desarrollan en el cielo: el gozo de los ángeles al enterarse de los hagiográficos e incluso en la historia reciente de la Iglesia griega.
p_r~nctptosde la obra de Redención, la vuelta al cielo de Gabriel después de la Anuncia- Algunos ejemplos precisos de utilización de este tipo de imágenes, equivalentes a
cion, Y los tronos_celestes ~e las tres personas de la Trinidad. Estas pinturas cuya acción las imitaciones de las homilías, nos darán una idea de los procedimientos reales de esta
transcurre en el cielo queman hacer comprender al lector de la vida de María el sentido imaginería exegética que casi nunca se basa, por lo demás, en tratados originales de
profl:n1o de los acontecimientos de que ella es protagonista, es decir, la realidad los teólogos, sino en citas de esos originales para los oficios corrientes de la Iglesia y
anagog1ca que está detds de los actos de la Virgen. Independientemente de su celebri- _ que por eso todo el mundo conocía. Desde los más antiguos, que son del siglo IX,
dad, lo que q:1erem?s poner aquí de manifiesto es en primer lugar el recurso al método todos los salterios griegos con ilustración marginal proporcionan ejemplos de esas
?e. !~s ~os sen~s de unágenes complementarias que parece haber sido adoptado bajo la imágenes exegéticas, sobre todo el códice copiado en 1066 en el convento de Studios,
1~c1at1va ,d~l ilustrador (y .no del autor de los sermones), y la yuxtaposición, en las en Constantinopla (Museo Británico, add. 19.352).
m:-5mas pa~rnas, de .dos senes de imágenes concebidas de igual forma y tratadas en el Así, el salmo XXI, versículos 17 a 19, recurre a imágenes de tres episodios de
mismo estilo narrativo, aunque algunas Je esas escenas se desarrollen en d universo la Pasión, comprendida la Crucifixión; el versículo 3 del salmo XXVIII está ilus-
celeste, invisible e irracional, y otras en el mundo material y terrenal. Dicho con otras trado con el Bautismo de Cristo. En las pinturas que acompañan los versículos 4
palabras, ~os auto.res_de es~as imágenes penn~necen ~ele~ ~l principio bizantino de la y 5 del salmo XXV, no se duda en rememorar los daños causados por los icono-
1
conogra~1a descnpt1va, tratese de temas sensibles o mteltg1bles. No hay aquí ningún clastas, es decir, por heréticos casi contemporáneos. En fin, en muchos casos {sal-
comentario P?r la mugen d~l relato ilustrado y, cuando las imágenes de cariz narrativo mo XXIV, 10--13, salmo XXVI, 12, etc.) se evocan santos y aquellos acontecimientos
aluden a posible~ especu.lac1ones teológicas, éstas sólo se manifiestan por pequeños de su vida que parecen responder al pensamiento del salmista. Estaiconografía exegética
reto.q~e~ de las fommlas iconográficas normales del relato y sólo son discernibles para bizantina, que se parece a !ade los latinos, sólo se realiza en los salterios con ilustración
"' los 1mc1ados. Se tr~ta d~ramente de un método propiamente bizantino de expresión marginal (véase supra, las discretas alusiones en las colecciones de homilías) y no
por el ~fte de cons1derac1ones teológicas o morales (Inngard Huttcr). modifica los principios fundamentales de la iconografía bizantina. Y hasta se debería
Jun~o a los serm~nes c1ueinducían a una actítud particular del iconógrafo deseoso añadir, para precisar la diferencia entre la actitud griega, incluso cuando ésta afecta a
de ref.1eJarel pensa1,1uentode su autor'. que debia expresar por la imagen, hay también la ilustración exegética, que las obras que atestiguan esta diferencia, como el salterio
el caso d? las ~ol~ccwnes <l~p_oemas:~tenso. sobre todo en los salmos,_que no solamente de 1066 que acabamos de citar y el tetraevangelio París griego 74 del que hemos
esta~1an mdmd~s en la _Biblia canom~a, s:_no que ocupaban un pnmer lugar en los hablado también, son obras contemporáneas y procedentes, con toJa probabilidad, del
ofic1o_sy en la piedad pnva?a del público (hguras 112 y 113), o al menos un lugar tan mismo taller, el asentado en el convento más importante de la capital bizantina, el
~sencial como los Evangel10s. Los salterios fueron pues frernente y abundantemente Studíos. En el Studios se estaba muy al corriente de la alta política de los emperadores
il.ustra<losy la diferencia Je versi.anes conocidas no hace más que confirmar la importan- y se les apoyaba de modo activo. En ambos manuscritos, algunas pinturas reflejan esta
cia para el culto de estas colecctones (figuras 111, 156 v 161). Ahora bien, el s:i.heri.o
e~ una colecc.ión de cient~ ,cincuenta y un poen:ias -Plegarias atribuidas al rey Da-
vid-, es denr, una c?lccc:on de poemas. Y es evidente que una imaginería descriptiva,
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~;~~:~i•ar~:r:jd?f~~ :::~~séJ~ Ío:uE~~~;:ü~:1'i
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J:1~~s-:~~~~t~~: i1aeu:ib1:~:~~~
les sirven de punto de partida para proclamar la cualidad de nueva Jerusalén de la
tal como la que los ?1.zantmos solían c_asisiempre realizar para las ilustraciones de los ciudad de Constantinopla, con su iglesia de Santa Sofía, aceptar la idea de que las
textos, en esas co_nd1c1one_s no era posible, Conscientes de esta dificultad, los editores misiones de evangelización de los vecinos de Bizancio prolongan la obra de los apósto-
d~ algunos salter~os de lujo se conten~a~on con ilustrar la vida del autor, David (por les, definir la doble cualidad del basileo bizantino, a la vez soberano y sacerdote, etc.
eJ~mplo, _elsalteno del ef:!1peradorBasil10 II de Venecia, y todos los salterios llamados
anstocrát1cos). :
A este respecto resulta muy instructiva la imagen de los antepasados de Cristo,
. Para ilus_trar los propios salmos, hubo que proceder de diferentes maneras, ,_·ecu- según Lucas III, 23-38, que aparece en los tCtraevangelios casi contemporáneos Lauro -
rnendo a l~ mugen narrativa siempre que el texto evocara abiertamente o por alusión VI, 23 y Paris griego 7 4 (figura 115). El primero sigue el texto y muestra, como éste,
un acontec1mi~nto de la historia bíblica. Pero este procedimiento sólo era aplicable en tres grupos de cuarenta antepasados de Jesús, mientras que el segundo, donde acabamos
muy ra~as ocasiones. Se sumaban entonces a esas imágenes narrativas numerosos retratos de observar otras intervenciones «imperiales», imagina dos hileras de personajes super-
de David, de ac~erd? con el uso antiguo .de colocar e! retrato del autor al principio puestos. Bn _la 12rimera, se representa el Paraíso y sus ~abitantes, designa.do el pie con
de su obra. Los 1conografos se comprometieron aún mis en la vía del abandono de la la palabra <nerelS)>o sacerdote, y en la segunda, debajo, se ven personajes agrupados
158 Edad Media
Bizando 159
alrededor de David y designados comO <ibasileos»o reyes, Se trata sin duda de los dos también podía tratarse de plegarias para la ultratumba y la salvación de las almas, la
aspectos del poder soberano de Bizancio, · Deisis formaba asimismo parte de la ornamentación general de las iglesias funerarias
He aqui un tipo de exégesis mediante la imagen que se manifiesta poco o no se y sustituía las imágenes más desarrolladas del Juicio Final. Todas las imágenes medieva-
manifiesta en las iconografías-comentario de Occidente, salvo si se trata de retratos les del Juicio Final comprendían este grupo de tres figuras de la Deisis. En este caso,
oficiales de emperadores o de reyes, pero que sin embargo debe ser considerada entre Maria y Juan Bautista se dirigían al Cristo juez.
las tendencias más características de la parte original_de la iconog_rafíareligiosa medieval La imagen medieval bizantina del Juicio Final es compleja y sólo aparece definitiva-
bizantina. Este contacto con el palacio, que tan importante ha sido para la definici6n mente constituida en las pinturas del sigo XI (pinturas murales de la iglesia de la Virgen
del estilo bizantino de la Edad Media, no dejó de contribuir también al talante general tün chalkeón de Salónica, fechadas en el siglo XI; dos iconos del monte Sinaí, dos
de su iconografía religiosa. _ miniaturas del tetraevangelio París griego 74), Es en esta época o un poco antes, cuando
En conjunto, las ilustraciones bizantinas de textos narrativos se contentan con seguir la iconografía delJuicio Final debió de establecerse definitivamente. Pues aunque más
el relato y se niegan a introducir en sus imágenes reflejOs directos de los comentarios adelante esta grandiosa imagen fuera enriquecida y completada, conservará, sin embar~
'' o explicaciones de esos textos por los doctores de la Iglesia (hemos visto _anteriormente go, la estructura general y todos los elementos ensamblados durante el siglo XI, para
por qué razón semejantes comentarios forman parte de la ilustración de ciertos salmos, evocar el Juicio Final. Pero lo realizado entonces sólo consistió en un acercamiento,
que son poesías y no relatos descriptivos). quizás una ordenación de elementos iconográficos más antiguos, algunos de los cuales
Salvo a finales de la Edad Media, las creaciones totalmente nuevas son muy escasas, nos son conocidos a través de las pinturas y esculturas cristianas anteriores al siglo XI,
y más adelante citaremos ejemplos de esas innovaciones iconográficas de última hora, mientras que la propia estructura de todos los juicios finales conserva la huella de estas
Hasta ese momento, los iconógrafos se contentaban generalmente con cap.servar los imágenes arcaicas. Pienso en su presentación -insólita y excepcional en la obra bizanti-
modelos de imágenes creados antes de la iconoclastia; tal es sobre todo el caso de las na medieval- en varias imágenes superpuestas. En la Edad Media, sólo eljuicio Final
imágenes de las visiones teofániéas de los profetas: lsaías, Ezequiel, Daniel, Elías, se despliega así, forma utilizada en el arte triunfal romano y bizantino antiguo, a finales
; Aunque simplificando el detalle y suprimiendo las figuras del diccionario, se repiten. de la Antigüedad. En la propia Constantinopla, los.relieves de la basa de la columna
Como ocurre con las imágenes de la Virgen y con las de determinadas escenas evangéli- de Arcadio brindan excelentes ejemplos de este tipo de composición, de la que se sirvió
cas, ya lo hemos dicho anteriormente, la Edad Media esquematiza y simplifica los en el siglo VI un autor cristiano, Cosmas Indicopleustes, para ilustrar un pasaje de su
datos iconográficos heredados de la Antigüedad. Estos retoques contribuyeron a dar a «topografía cristiana))que evocaba la resurrección de los muertos, a! final de los tiempos
las imágenes un talante más abstracto, sin impedir al mismo tiempo que se reconociera (figuras 37 y 37 bis). El pintor imagina un corte del universo y, dentro de ese cosmos,
inmediatamente el verdadero tema. superpuestos, Dios en el cielo, los ángeles, los vivos y los muertos que resucitan. Se
Sin embargo, hay dos tipos de imágenes que deben su iconografía a un esfuerzo trata de un esquema iconográfico tomado de la iconografía cósmica, que encajaba
creador real de los bizantinos. Y aunque no se pueda excluir la existencia de esbozos perfectamente en una evocación del Juicio Final, que pretendía la mistria universalidad.
preiconoclastas de esas figuraciones, se trata esencialmente de iconogra~ía medieval. La iconografía bizantina medieval se sirvió seguramente de una estructura excepcional
Pienso en la Deisis y en el Juicio Final, dos temas por lo demás semeJantes y que y arcaica, proponiendo para el Juicio Final un grupo de imágenes superpuestas agrupa-
tuvieron que basarse en modelos del arte del palacio imperial, alia?Za típka para das alrededor de un eje verticaL Así ocurre ya con los relieves de la basa de la columna
Bizancio. En la Deisis o «plegaria)>aparecen juntos la Madre de J:?tos y S~ Juan de Arcadio y con lapintura de Cosmas Indicopleustes. Pero las imágenes que agmparon
Bautista, rezando alrededor de Cristo, rneralmente en su trono. Este imagen tnmorfa los autores del Juic_ioFinal medieval, en .Bizancio, aunque obedecían a esta estructura,_
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!nºI;·¡~~~~;;;sa deuf:Edad~~~~i;~ fi~--a~~í~~~~= Íorman un conjumo particuiar y nuevo. Todo el nivel superior apar{':ceocupado por
los jueces presididos por Cristo y rodeados de los doce apóstoles, Todos los personajes
reconocer en esta representación, como ya se ha hecho, un eco de una ceremorua de están sentados en tronos alineados y aparecen acompañados por una guardia del cuerpo
la corte, donde se veía a cortesanos"reunidos alrededor del soberano en su trono, para angélico. A los pies de Cristo, la cruz del Gólgota, y ante ella, de r?dillas, Adán y
aclamarle y dirigirle sus súplicas? Sea lo que fuere, el Cristo de la Deisis está en su Eva, que proclaman en esta forma convencional la realización de la obra dé Redención:
trono como soberano y recibe la plegaria de; Maria y de Juan Bautista, tema éste que la muerte en la cruz ha lavado el pecado original de los protoplastas. Por otra parte,
refleja una constante de, la piedad de todos y cada uno de los b_izantinos:pedir. la el día del Juicio Final e_sel momento en que todos los humanos serán juzgados
intercesión de la Madre d,eDios y de los santos (cuyo guía es el Bautista, cJlas plegarn.s individualmente. Todos tendrán que¡resen,tarse ante susjueces antes de verse condena-
de la proskomedla en cada misa). Hemos visto anteriormente que la iconografía bizanti- dos o absueltos por toda la etemida . Los juicios finales bizantinos muestran siempre
na de ~a Virgen .c?ncedí~ priorida1 al tema de la Mad_rede Dios, intercediendo. cerca a quienes se presentan ante Cristo y los apóstoles, aunque no consideran nunca el
de Jesus. La Dems ampliaba el 1msmo tema, y de ahí que se la ~ncuentre asociada a momento anterior a la sentencia, cuando justos y pecadores estarían mezclados. Los
div_ersosproc_esosde la devoción bizantina, li~gic?s y de '?tr~ ~po. Se la reprod~cía iconógrafos presentan al mismo tiempo la esCena de la pesada de las almas por un
encima de las puertas de entrada de las casas e 1gles1as,al prmc1p10 de los manuscntos ángel, escena que simboliza el Juicio propiamente hablando, y a los personajes que
y en anillos, como evocación de la plegaria por el bienestar en la tierra. Pero como han pasado por la prueba de la balanza y que son entonces ora recibidos, ora rechazados
160 Edad Media
Bizancio 161

p~r Cristo_. Para los adm~tidos, hay ?os ~neras de celebrar iconográfic~ente su evoca no un episodio único de la historia providencial, sino un conjunto de escenas
tnunfo: pnmero, por medio de la equtparaaón a los santos, tal corno les clasifican los particulares unidas y agrupadas de manera que puedan interpretar en conjunto el tema
hagiógrafos bizantinos, avanzando procesionalmente hacia Cristo con los brazos exten- del Juicio Final, lo que nos permite mejor darnos cuenta de los medios habituales de
didos en signo de plegaria, y, segundo, sustituyendo los elegidos por sus almas, que el expresión de los iconógrafos bizantinos. Una vez más puede comprobarse aquí que sus
iconógrafo identifica con niños. Así son instalados en el jardín paradisíaco y .recibidos imágenes no son sensibles a las nociones de tiempo y espacio. En efecto, las escenas
en el seno de Abrahán, Isaac y J acob. Sólo estos patriarcas y la V~gen aparecen vestidos yuxtapuestas no se .suceden en el tiempo. Una~ son simultáneas (el tribunal y los
en el Paraíso, donde se encuentra también el buen ladrón. Fuera de la puerta del espectadores conducidos ante él; el Paraíso_y el Infierno), y las otras se siguen inmediata-
_Paraíso,se muestra a San Pedro y, una vez más, a los santos que se apresuran a entrar. ?"Iente (el_juicio y los efectos ?e la sente~cia), sin que .esto aparezca sugerido por la
Todo lo que se refiere a los justos aparece en la mitad izquierda de la pintura (el lado 1conografia (los santos que sustituyen a los Justos ante elJuez, los réprobos en el castigo
derecho de Cristo). del fuego y los condenados en los infiernos). En fin, algunos episodios están fuera del
Por el contrario, toda la mitad derecha de la gran composición (a la izquierda de tiempo: Adán y Eva ante la cruz; los elegidos ante las puertas del Paraíso. El espacio
Cristo) se reserva para los fecadores. Contráriamente _alos justos, se les ve dos veces, está también ausente de esta gran composición con motivos autónomos: contrariamente
primero avanzando hacia. e juez, conducidos por San Pablo, y después arrebatados por _alo. que se ve siempre en l:15i_mágenesantiguas y bizantinas, la parte alta y baja, la
el río de fuego que nace bajo el trono de Cristo. Diablillos con tridentes les arrojan a izquierda y la derecha, no s1gmfican nada en cuanto a la posición de las escenas y la
las llamas, aunque conservando aún su identidad terrenal, comprendidos los vestidos transició1;1~e u~as con relación a las otras. Est?s emplazamientos sólo corresponden a
que llevan (y a veces sus nombres, que el iconógrafo se ha tomado el trabajo de escribir un espacio 1rrac1onal que depende de las relac10nes de orden moral definidas por una
sobre el fondo de las llamas). Hades reina ahí en medio de oleadas de fue;go. En ese jerarquía de valores: el juez sólo podría estar representado en la parte de arriba de la
lado de la composición aparece también la resurrección de los muertos y, sobre todo, visión y es a su derecha y a _suizquierda donde se sitúan los desplazamientos laterales
la horribk,representación de animales y monstruos que vomitan los miembros de de la composicion, que se tocan entre sí ignorándose.
-01 hombres ingeridos antes y que la resurrección oblíga a recomponer. En fin, simétrica- Si las etapas de la historia de la iconografía del Juicio Final no nos resultan completa-
mente al jardín paradísíaco con las almas de los elegidos, se ve también una singular mente_daras, en su forma medieval, esta imagen nos brinda un ejemplo particularmente
evocaciÓJ!de los propios inflemos, que tienen la forma de rectángulos alineados, negros llam~t1v:ode la naturaleza de las imág~oes ~eligiosas biza~tinas, imágenes por un lado
o rojos, o de células en cuyo interior aparecen los cráneos y los huesos de los condenados
,, a suplicios eternos. Como los elegidos del Paraíso, estos supliciados son anónimos. Su
descnpttvas y, por otro, abstractas e irrac10nales. E! pnmero de esos contenidos se
presenta explícitamente, mientras que el segundo queda reservado a los iniciados. El
~: identída4 terrenal ya no existe. camP;o de acción de la iconografía bizantina sólo se amplió hacia finales de la Edad
En suma, la gran imagen del Juicio Final que los bizantinos realizaban en la Edad Media. Es entonces cuando puede observarse que los bizantinos se desentienden de
¡""" Media permanecía fiel o casi fiel a esa iconografía que no es más que el reflejo de los uno de _losprincipios fu1;1d_amentales de su t~adición iconográf~ca, a saber, la regla _de
1 textos descriptivos de la Escritura, sin recurrir a los comentarios de los teólogos. Lo tratar solo del tema sumtmstrado por la Escntura, con excepc1on de todo cornentano.
que por cierto se hará, pero sólo después de la caída de Bizancio y al principio de la Los signos precursores de esto pueden observarse hacia mediados del siglo XI, por
Epoca Moderna. No obstante, lo que distingue el contenido de la imagen medieval ejemplo, en los mosaicos de Santa Sofla de Kiev y los frescos de Santa Sofía de Ohrid,
de! Juicio Final de las demás fórmulas iconográficas bizantinas de la Edad Media es la seguidos de las ilustraciones de un rollo litúrgico (al patriarca griego de Jerusalén).
unión en una sola imagen de ilustraciones de textos diferentes tornados de libros Todas estas imágenes evocan la misa y se toman la libertad de introducir figuras de
d\sünros de la E_~critun,y esjustat!.1ente ;i.híd.0!1de_tenen~csque ~dmitir !as inici«tiva.s ingeles ve~ddos cGmo diácvnos en l;;_5n.:p;:-cscTI.tacior.eS Jt L. Cvmuuiún de los apóstoles
de los teólogos. Se trata probablemente de teólogos <le finales de la Antigüedad, más por Cristo o de la {(gran entrada)) <lela mísa bizantina. Ilasta este momento, la imagen
que de principios de la Edad Media, y cuyo aporte consist~ó no en suministrar comenta- sólo mostraba a Cristo_ y los apóstoles. Completar esta escena con ángeles-diáconos
rios destirui.dos a ser interpretados iconográficamente, sino en la elección de diversos equivalía ~n alguna ~eJ.ida a comentarla y mostrar lo que los .teólo$"osse imaginaban
textos que, cotejados entre sí, harían entrever el Juicio Final. Puede citarse el nombre ~esdc. hac1:1mucho t1en:ipo (Teodoro de Mopsueste, en el siglo V), a saber, que la
de uno de ellos, Efrem el Sirio, un autor de finales del siglo IV. En efecto, se conoce liturgia ~elebrada en la tierra por ~¡clero ~ra un eco o una r~pr?~ucción de la litu~gia
de este autor un texto qµe hace pensar en la descripción de una pintura del siglo XI que los angeles celebraban en el Ciclo. La mugen, que en pnnc1p10 era sólo narrativa,
del Juicio Final. Aunque la existencia de una obra de este tipo en una época tan antigua se acababa deslizando así hacia la irnagen-¡::omentario inspirada por especulaciones
no pueda afirmarse con certeza, d texto de Efrem implica que la integración en una doctrinales de los teólogos.
sola imagen de los diferentes elementos del Juicio Final medieval se basa en visiones De momento sólo eran los primeros pasos en esta dirección y, con anterioridad al
de poetas y teólogos que vivían varios siglos antes de las imágenes conscrvá.das del si&loXlII, los intentos de una ~conografía qu~ sobrepasara la descripción de los aconteci-
último juicio bizantino, mientos relatados por la .Escntura segWan siendo taras, cuando no excepcionales. En
La imagen bizantina del Juicio Final no constituía, pues, ninguna. excepción, y efecto, es durante los siglos XIII y XIV, en la época Je los Paleólogos, cuando se
sería también un reflejo de los textos escritos. Pero queda aislada en la medidá en que multiplicarían iniciativas de este tipo, contribuyendo a enriquecer sensiblemente el
Bizancio 163
162 Edad Medía
El método de los íconógrafos de la época paleóloga consistió esencialmente en una
repertorio iconográfico b_izantino. Esta extensión del campo de la iconografía religiosa adaptación a los nuevos temas de fórmulas antigua.s, Yª.f?-P:riment.adas. ~í se compuso
ue se produce a finales de la Edad Media constituye uno de los rasgos más evidentes el Tropariode Navidad con el modelo de las_ant1guas 1ma9enes 1~periales en que se
de la originalidad de la obra bizantina de esta é_poca. Pero se llevó a cabo de dos maneras ve al soberano recibir el homenaje de sus súbditos y adversanos vencidos, en dos form~s
diferentes. Por una parte, la innovación de imágenes se debió a la afición por el relato paralelas, aportándole los_primeros_sus _regalos, y rindiénd?le los segundos el homena3e
detallado propia de una mayor sensibilidad y del deseo d~ ver reflejada esa sensib~idad de su aclamación. En efecto, la iconografía del TroparlOmuestra a los Magos, los
a través de la imagen. Esta afición se mamfiesta ostens1blemente en la frecuencia de hombres, el desierto y la tierra., todos alrededor d~l Niño en el pes~bre, mostrándole
los ciclos de la irúancia de María Y.de Jesús, o en el ciclo de la Pasión de Cristo o de sus ofrendas (la ofrenda de los humanos era la Virgen; la del Des1ert~, la gr:uta del
los que describen la vida y el martirio de los santos. Sin salirse del ámbito narrativo, Nacimiento, etc.). En fin, los á_ngeles y los pastores aportan al recten nacido sus
los temas dramáticos, conmovedores y pintorescos se apreciaban entonces visiblemente, plegarias. Detalle típico en estas nuevas creaciones iconogr~ficas, el Tr~pariohace
lo que se reflejaba también en la iconografía.
aparecer también personificaciones femenin~ :iue evocan la tierra y el desierto. . ,
Pero esta iconografía se enriqueció asimismo creando imágenes que superaban la El «Himno Acathista» es un paema en vemttcuatro estrofas. Para 1ln~trarlo_se realizo
descripción de los acontecimientos de la historia providencial y propon!~n otras que un ciclo del mismo número de composiciones comprendidas en dos senes de unágenes,
rememoraban también los comentarios de los teólogos a través de las vmones de los sólo doce dr: las cuales se crearon con vistas a esta ilustración, ya que las otras doce no
poetas. Tal es el caso de célebres composiciones que se proponen mostrar simbólicamen- eran más que copias de escenas evangélicas. ¿Hasta qué punto _pued~ decirse, _que esa
te la sabiduría divina o evocan los panegíricos de la Virgen, como el «Himno Acathista)) manera de limitar la parte de la investigación atesti~ua una cierta unpote1:c1a de la
11 o el Tropario de Navidad. En estos casos, se abaridonaba manifiestamente el terreno iconografla? No lo creo, dado que el .te~to de las pn_~eras ~strofas del <!H1r.nnm>no
habitual de la iconografía bizantina, comprometiéndose en una vía que,junto a algunos hacía más que rememorar los acontec1m1eht•S evangel1~os v:nculados a la vida de la
ensayos de !os iconógrafos de finales de la Antigüedad (quizás sobre todo loS de Virgen. Pero la insp~ación creadora de ~os.iconógrafos btzantmos de finales de la E:=lad
Alejandría), fue la tradicionalmente adoptada por los iconógrafos de Occidente. Media no por ello depba de ser menos !mutada, ya que.l_asescer~asde la segunda m~tad
A finales de la Antigüedad, estas imágenes-demostración aparecían acompañando del ciclo, que debieron componerse expresamente para el.<<Acat~tsta)),re.sultan ~-wnoto-
a la imagen principal que mostraba un personaje histórico o un acontecimiento (figu- nas y poco exfr~sivas. Son esce~a.s que adoptan_ la m1s_mafor~ula 1conografic~ de
ra 153). Se veían ahí personificaciones qtie, sin limitarse ya a temas profanos (ornamen- origen imperia, como la compos1c1ón del Tropano; la Virgen (ma~ raramente Cnsto)
tación de los cánones de los Evangelios), visualizaban de algún modo las virtudes de ocupa el centro de la composición. Sentada o en el trono o de pte, aparece rodeada
la Virgen (frescos de Baouit) o de los monjes (miniaturas del tratado llamado de Juan por dos grupos simétricos de personajes que la adaman o la veneran con ?l 9esto. Los
!I Klimax) o rememoraban a los profetas que habían anunciado el acontecimiento que iconógrafos se han contentado con peq~1eños retoques para hacer de esas 1mage~es los
se evocaba. Los iconógrafos de finales de la Edad Media multiplicaron las ocasiones
~: de yuxtaposiciones de este tipo. Las imágenes de la Virgen rodeada de los p:ofetas
equivalentes de los texto~ del ,,Ac~th1sta_i> .. Est~s _retoques afectan a la elecc1on_c~e
personajes que no son la Virgen o Cristo, d1stmguidos a veces por un d.etalle caractenstt-
acaban siendo triviales en sus obras (figura 148). Pero, sobre todo, se desarrollan teono- co. La mayor novedad se refiere a las dos e~cenas fmal~s de este cicl_o, en las.,que a
1 gráficamente esos paralelos y en lugar de citar la persona de !os profetas, se representa veces la persona de la Virgen aparece sustit~!?ª por un 1co~o que r~;1be ta~b1en, en
alrededor de la Virgen escenas enteras que correspanden a !as profecías, como por sú lugar, las plegarias de la asistencia. ParadoJtcamente, esta m:1ovac1on, la mas. au~az,
ejemplo, en la capilla sur de Kahrie Djami, en Constantinopla, donde cada pro~ecía no tiene equivalente en el texto de las últimas estrofas del «H1mna_> •- Lo qu; s1gm0ca
relativa a la Madre de Dios da lugar a una escena completa tomada de los ciclos que b. cre;;.ciór. iconográfica, por riguros_0s qüe puedan se.- SU51,efo.\ ~~or110s lt:xrns,
hi:;tó::icm de la Diblia (hai..ia í 340). O bien, sin limitarse a ios _profetas, se amp!~a este siempre que se impone i:n factor má~ ~ct1vo (como ;1 culto de los iconos, a finales de
paralelismo a los doce apóstoles, cerca de los cuales se muestra a los doce lujos de la Edad Media), acaba separándose v1s1blemente de estos. . , .
Jacob, fundadores de las doce tribus de Israel, como puede vers_e ~n el coro de ~~n Entre otras imágenes-comentario tardías inspiradas en la poesía liturg1ca (mucho
Clemente de Ohrid (hacia 1300). Más adelante se pasa a proced1m1entos de creac10n más, al parecer, que en las especulaciones cultas de los doctor.es, como f~e el caso en
más complicados. Se crean composiciones e incluso grupos y ciclos de imágenes inspira- Occidente), podemos citar composiciones m_ásraras, concernientes a Cnsto: _Una ~e
dos por himnos religiosos que deben sU celebridad a los oficios litúrgicos. Los autores ellas propone la vísión de Cristo alado, mientras que otr~ muestra al Nmo Jesns
de estos poemas pudieron vivir en una época mucho más an~igua, como _es el caso, donnido y, a su lado, un ángel, su Madre y a veces un !con. La leyenda reproduce
por ejemplo, de Román- el Melodo, presunto autor del 1{H1mn? AcathLS·ta·))y d:I una parte de la famosa profecía de Jacob (Gen. XLIX, :), qu.e _precede ~ un profet~
Tropario de N,widad, ambos' glorificando a la Virgen. Aunque Roman haya v1v1do bajo mesiánico, y en donde se trata del león que, aún donmdo, v1g1!a. Esta .1m~gen, casi
Justiniano, las imágenes que proponen una expresión iconográfica de sus poemas no sentimental, evoca la victoria de Cristo sobre la muerte, así c?mo el sacr!fic1~ que ha
parece que hayan sido compuestas antes del siglo XIII. Pero, en la época de los Paleólo- precedido a la Resurrección y que se conmemora en cada misa; ~n las 1gles1asde la
gos, los iconógrafos no debieron de remontarse directamente a los poemas de un autor época, este niño dormido aparece representad? en.un muro prox1_~0 al.c_oro (donde
del siglo VI, sino a la liturgia que, a finales de la Eda~ Media, continuaba recitando se celebra la Comunión). En las paredes de la iglesia aparece tamb1en la unagen de la
esos himnos.
, ·····
J·'.··.' 164 Edad Media
Bizancio 165

«sabiduría divin_a;>(figura 15 ,1)-


Se trafa una vez más de una imagen simbólica de Cristo en los textos. El carácter excepcional de los casos de extensión de la imagen a los
y de la Comuruon. lcon?gr~fic~Il';-ente, se basa en un texto de los _Proverbios (IX, 1 y comentarios de los teólogos constituía un rasgo fundamental de esa imaginería, que
ss.}que af1?11aque la sab~dunad1v1,naha puesto la mesa para la comida y ha congregado podía así responder a la doctrina de los iconódulos y hacér de esas figuraciones objetos
a los convidados. La Sab1durfa reviste ahí los rasgos de un ángel o Je un Cristo-ángel, de adoración. Todo eso era igualmente válido tanto para Constantinopla como para
sentados ante una mesa de festín (figura 152). Aquí también el texto resulta indispensa- cualquier otra región del Imperio y del mundo ortodoxo y frenaba necesariamente los
ble para <<d~scodillcarnesta imagen simbólica. En ambos casos, el iconógrafo ha procedi- eventuales impulsos de originalidad de los artistas. A este respecto, la comparación con
do de la mmna manera, expresando bastante someramente el tema: la imagen del niño Occidente resulta útil, pues permite comprobar la temprana aparición en este espacio
derruido y la de Cristo o la del ángel sentado a la mesa carecen de precisíón, Acostum- de las particularidades regionales y nacionales en iconografía, dado que las imágenes
b~ado a la imaginería ruu:rativa, el iconógrafo no ha sabido en este caso arreglárselas que se producen en Occidente constituyen interpretaciones y comentarios de los tex:tos
bien para tratar temas abstractos o no ha querido limitarse a un recuerdo de aconteci- sagrados y no solamente ilustraciones directas de las Escrituras (donde la evenrual
mientos históricos, sino que, a través de esos acontecimientos, ha intentado tratar originalidad generalmente sólo se manifiesta por aportes de observaciones de la vida
simbólicamene temas abstractos. ambiental; más prudentemente, los iconógrafos bizantinos de todos los tiempos tam-
. Es después <lela caída de Bizancio cuando se prolongan, en Rusia, las experiencias bién la practicaron).
tco~o~ráficas de este ti.po, a~nq~e recurriendo a medios de expresión más adaptados a 2. La estructura política, económica, administrativa y eclesiásrica de la sociedad
las 1:111age1;es-comentano,e rnspira<los en parte por obras de arte occidentales. Lo que bizantina en la Edad Media hadan mucho más excepcionales que en Occidente las
no 1mped1a que fueran a veces oscuras y resultaran verdaderos jeroglíficos. Se trata manifestaciones de un regionalismo más afirmado en las artes, y particularmente en
probabl~mente de_~n terren~ de experien~ias i~onográ~cas que resultab~n ajenas, en iconografía. En este Estado monárquico gobernado desde Constantinopla, las iniciativas
l? esencial, al esptntu de la iconografía btzantma med1eval tal como éste había sido procedían de la capital, pero muchas veces también de los realizadores de obras de arte,
,, formulado en el canon del concilio de Trullo (692), a finales del siglo VII: a partir del
momento en que estamos en presencia de la realidad (Cristo, Dios encarnado), no
enviados a las provincias de países vecinos. Contrariamente a lo que, por analogía con
Occidente, algunos autores modernos intentan descu~rir sin demasiado éxito, nunca
pu~de ya recurrirse a su sombra (imagen alegórica de Cristo, cordero). El terreno de ha existido un <<artecoloniali> bizantino. Sea en Constantinopla, o en cualquier parte
la iconqgrafía sagrada es la realidad de la historia providencial, sus acontecimientos y más allá o más acá de las fronteras del Imperio, junto a las inevitables obras mediocres
11
héroes,_ y nada más que esto, es decir, al margen de las especulaciones de quienes podernos contemplar también obras maestras igualmente auténticas, Y quienes lejos
creyero~1.que debían y podían explicarlos. de la capital practicaban las mismas técnicas de arte, y técnicas difíciles, se esforzaban
Ate1.1tosa 'una dirección de estudios muy apreciada en nuestros días, son numerosos sobre todo en imitarlas correctamente. Como acabo <le decir, esto es más sensible en
los esp~cialistas _queintentan reconocer y subray~r las fórmulas iconográficas que tenían iconografía, dado que ese aspecm de las artes religiosas aparece más estrechamente
un caracter _reg1ot~l (sobre todo cuando las reg1ones consideradas aparecían ocupadas vinculado a la confesión cristiana. Quienes eran ortodoxos a la manera de Constantino-
por una _etnu parttcu_lar)._Pero, por frecuentes que sean, la mayor parte de los ensayos pla expresaban así, conscientemente o no, su vinculación a la misma Iglesia. En atqui-
de este tipo, en !o que respecta a la iconografía bizantina, no han conducido ni a una tectura, las manifestaciones !ocales anteriores a la dominación bizantina seguían mani-
definición de la noción de <ffegióllJ>,ni a la del contenido de lo que debería considerarse festándose más fácilmente (ver sobre todo Armenia y Georgia, pero también Servia).
como creación iconográfica regional. Por una parte, nuestro conocimiento de la obra En fin, el estilo de las imágenes, con todo lo que implica de reflejo del inconsciente
propiamente bizantina es demasiado fragmentario para poder negarle tal o cual rasgo de los artistas, es el.terreno predilecto de los.rasgos º.rigin.ales propios de provincias y
iconográfico registndo únicamente en una región oarabizantin:L Y b ev~~,,.7 tire:,--1,.,r,,~ etnias detennin~das y <1ond,-,.se puede p~e-sf'ri.t~run~. ci"."rta co!!tinuidad que podrh
mentos en estas mismas regiones n~s impide vincufar los rasgos en cuestión a la reg{ón atribuirse con razón al gusto regional o nacional.
donde se han detectado uno o dos ey.'mplos. Por otra parte, hay que decir honestamente Las condiciones geográficas hicieron de la Capadocia, una provincia bizantina de
que no_ existe ning~na escala de g_rande¿-ao de. importancia relativa para distinguir !a Edad Media, una región favorable a la instalación de numerosos pequeños monaste-
en_tr~diferentes vers1011esde una illlsma fórmula iconográfica y auténticas invenciones rios y a la conservación de un gran número de iglesias rupestres con sus pinturas murales
ongtnales dentro del mismo ámbito. Ahora bien, las versiones del mismo tema icono- (al contrario, cuando !as iglesias eran edificios de superficie, los santuarios cristianos
grá~co suelen ser obra ,de individuos y no tienen nada que ver con las iconografías fueron demolidos y suprimidas sus pinturas murales, incluso eu los casos en que todavía
regionales, mientras qtie las creaciones originales mis importantes, sobre todo si se conservaban las ruinas de esas iglesias). Gracias a los perseverantes trabajos de varios
se repiten, cuentan con más posibilidades para caracterizar la obra de una regióa o de arqueólogos modernos, aún podemos hacerhos una idea de la iconografi:a y del arte
un país. de las pinturas murales de !a Capadocia. Lo que nos permite decir que, en conjunto,
Es facil darse cuenta de la razón profunda de estas dificultades con sólo recordar esta pintura -cpe comprende varias escenas de pequeüos monumentos medievales-
dos hechos esenciales relativos a la imaginería de tradición bizantina de la Edad Media: tiene una fisonomía artística propia. El hecho, sobre todo, de que las obras, algunas
. 1._ ~amo hemos subrayado anteriormente, esta imaginería religiosa se contenta en de las cuales están fechadas c0n precisión, se extiendan cronológicamente a lo largo
pnnc1p10 con la ex:presión de los acontecimientos y de los personajes de que se trata de quinientos años -de la época iconoclasta al siglo XIII- y de que no representen
166 Edad Media

ni por asomo el núsmo estilo, creo que nos autoriza a admitir que la pintura mural La imagen cristiana en Occidente:
capadociana tiene un carácter region:il. Este regionalismo es quizás más ma_rcado por
un posible desfase en cuanto a la cronología de evolución de su arte, en coryunto: por principios y realizaciones
diversas razones políticas y religiosas, en Capadocia ese arte pudo limitarse durante
más tiempo que en otras partes a ese tipo de iconografía regional o evolucionar en
forma distinta a como evolucionó en la capital del Imperio o en cualquier otra provin~
cia. Pero los argumentos de orden iconográfico en favor del regionalismo de Capadocia
deberían emitirse con mucha prudencia, dado el carácter fragn:entario de nuestras
fuentes de información. Por lo demás, nadie duda ya que una .unportante clase de
pinturas murales de esta provincia, pinturas del tipo Ayvali Kilise, in:i,itab~mo?elos
que durante el siglo XI y después fueron de empleo comente en la capital btzantma y
los países que la seguían. Pero recientemente se ha podido demostrar que las pinturas
" de Ayvali Kilise, que tienen un aspecto muy particular, se inspiraban también en
modelos propiamente bizantinos, pero más antiguos (mosaicos de la cúpula de Santa
Sofía en Salónica). Es la diferencia de estilo, muy sensible, lo que en principio disimul~ GENERALIDADES
11 este parentesco. Por lo demás, en este caso y en muchos otros, hay que p~eguntarse s1
las pinturas capadocianas que siguen modelo~ de pinturas murales arc~icas son tan Los orígenes de la manera occidental de comprender la iconografía cristiana se
antiguas como su iconografía e incluso su estilo podrían hacer s~poner. En pa~t~,, y remontan a los últimos siglos de la Antigüedad. A finales del siglo VI, después de
después de haber dudado mucho, yo creo ahora que sí, y lo suscribo ante la_opmion algunas tentativas que tie1;en lugar en el siglo V, el papa Grego:io el Grande defi;na
de quienes hace"nremontar algunas de esas ornamentaciones pintadas a la época icono~ el papel de la imagen cristiana de una manera que será ya determmante, para los pa1scs
dasta .. Pero creo también que la vida artística dentro de una comunidad mon~cal de lengua latina, durante toda la Edad Media:
instalada en los confines orientales del Imperio no pudo plegarse paso a paso, n1 al (1Laimagen es la escritura de los iletrados.)> Dicho con otras palabras, para el papa
núsmó:,tiempo, a idénticos cambios de gusto y de piedad que los experimentados por Gregario el Grande la imagen es un medio de conocimiento, especialmente del conoci~
1 .:'. los habitantes de la capital y la región central del Imperio. En lo que respecta al miento de las cos;is de la fe y, por tanto, un medio de ensefiar la religión y sus misterios.
siglo VIII, nada se sabe de la pintura monumental de esta región, como nada se sabe La cristiandad occidental permanecerá fiel a esta idea básica que los lectores de la Edad
1~I!:
tampoJo de las pinturas murales medievales de las demás pro~incias del Asia Menor Media recordarán después de muchas veces, y que con.firma así el papel pedagógico
bizantinas. Habría que tener en cuenta al menos el gran conJunto de frescos de los de la imagen cristiana, .
siglos VI-VII de Perustica, en Tracia, es decir, en el corazón mismo del Imperio. Por Y así ocurrió, sobre todo durante la época de Carlomagno, en el círculo de eruditos
borrosos que se conserven los frescos de esta iglesia en ruinas, prueban que, en Constan- que más activamente contribuyeron a la obra política y cultural del gran histor~a~lor,
tinopla y durante la época justiniana, no se desconocían ni los largos ciclos narrativos como Alcu~no, Teodulfo y E~!nardo. S~ r_eafirmó en ese círculo que el arte r:el~gioso
ni la infancia de Jesús con su parte de episodios apócrifos, ni las escenas de martirio, tenía esencialmente una functon pedagog1ca y, como en otros muchos domnuos, la
ni las pequeñas escenas bíblicas del ciclo de las {(salvaciones)¡de las catacumbas, que actitud definida en la época carolingia. seguirá siendo determinante durante toda la
apai::ecenen medallones. A falta.de este 1,nir.o testigo, es Bril tom:cir.pnr r,i~go5rl:'gi0!1;i- E<lad_Me<lia,en Occidente.
!Cs los cas0s en ciue se recurre a imágenes de este tipo, en Capadocia o fuera de Fue también entonces, y en el mismo círculo de Carlomagno, donde se formuló
Capadocia, en cualquier otra provincia leja.na.d~la Anató!ia (Capado_ciabrin~a efectiva- el segundo pensamiento fundamental relativo a la imagen religiosa, que se mantendrá
mente ejemplos retrasados de temas paleocnst1anos y ciclos narrativos ded~cados a la por la sociedad cristiana durante toda la Edad Media: la imagen puede recordar los
infancia de María y del Niño, en versiones raras y arcaicas). _C?mo hemos d1ch? antes, rasgos físicos de un personaj_eo un acontecimiento,, cualesq\1iera que. se~n éstos. Pero
la originalidad de esta. recuperación de los temas paleocr1st1anos, comprendidas las la imagen es una obra matenal y, como tal, :1~podna ser objeto de mngun culto. Esta
numerosas cruces que l9s iconoclastas había multiplicado aún rechazando las imágenes manera de ver las cosas no tenía nada de ongmal y se había formulado antes muchas
figurativas, o incluso l:i.elección de versiones particular~s de la vida de M:Tia en las veces y en diferentes p~íses, desde l.a ~n~ig~edad. Pero lo~ teólogos del c~~áculo de
pinturas más antiguas de h región, nos hablan de invenc10.nesde talan_teregional. Por Carlomagno y el propio s?b~rano ms1st1eron en la negativa d_ela _adorac1onde los
desgracia la destrucción de los monumentos de superficie no permite afirmar esto iconos, y puede que su conv1coón respecto a este punto no haya sido aJena a la voluntad
definitivamente. Este tipo de indecisión hace frecuentemente decepcionantes los inten- de señalar claramente su oposición a la doctrina 4e los bizantinos (véase nuestra exposi-
tos de responder con todo el rigor científico indispensable a la siguiente cuestión: qué ción de esta doctriha en pág. 143). Cierto gue se trataba de una. doctrina que acababa
es lo que nosotros sabemos respecto a los regionalismos de la pintura medieval de de ser aceptada por toda la cristiandad, en el concilio ecuménico del 787, con el
Bizancio, después de las conquistas ~abes y la época de la iconoclast:ia. asentimiento del papa y los prelados latinos. Pero la rivalidad ehtre l~s dos Imperios,
''
168 EduJ Media La imagen cristianaen Oaidente: principiosy realizaciones 169

el Griego y el Latino, pesó más en el ánimo de Carlomagno que la un.idad' de la ras, como hacían los bizantinos, sino a poner la imagen al servicio de la ciencia cristiana
cristiandad, y este incitó personalmente (se conserva un manuscrito que lo prueba, y reflejar l~s ~nterpretaciones ~ las Escrituras debidas.~ teólogos, liturgistas y predicado-
donde se muestran las alentadoras observaciones realizadas por el propio emperador res. De alu sm duda la ausencia de una clara separac1on entre lo sagrado y lo material,
en las márgenes del texto de los Libri Carolini)a los autores de un tratado que lleva en~~ la rememoración de un pasaje de las Escrituras y las referencias iconográficas a
ese nombre y que proclama, entre otras cosas, el rechazo por parte de la Iglesia ºP1:1ºnes de los_comentaristas. Más aún, desde el momento en que la imagen estaba
carolingia de cualquier tipo de veneración de las imágenes religiosas. Como ya hemos destmada a explicar la fe, se podían yuxtaponer en ella personajes y acontecimientos
recordado, los autores de los Libri Carolini hacen suyo este credoa raíz de una violenta q.ue, en. realida~, estaban .separados por el tiempo y.despacio. En este tipo de dcmostra-
polémica contra los griegos que aceptaban ese culto, y su argumentación -en retraso c10n_es~conograficas, lo unportant~ no .e~a la realidad aparente de la figuración, sino
con respecto a su tiempo- testimonía una voluntad más política que teológica. Esta su s1gmficado profundo, su valor mtel1g1ble. De ahí que no se tuviera en cuenta la
querella alre~edor de las i.magenes, y po~ tant~ del art~ figurativo, precede en medio falta de verosirnilitu~ respecto a la c~.r~atúade personas yepi~odios que nunca c?in_cidie-
siglo a la pnrnera ruptura entre las Iglesias latma y gnega (cf. Focio y el desacuerdo ron como, por eJcmplo, en el caso de los profetas bíblicos y los acontecmuentos
sobre las alabras. «filioque)>del ered~); Los historiadores no su~l~n valorar en todo su que predijeron- ni en las historietas con inscripciones que atraviesan las imágenes
1
alcance ta precornlad de una separac1on en el plano del arte reltg1oso; pero es un error, para explicar su sentido, inscripciones que, cuando reproducen las palabras de sus
ya que el terreno de las artes -bien por la propia creación artística, bien por el papel persm!aJes,parecen salir de sus propias lmcas (procedimiento que durante la Edad Media
de las obras de arte en la devoción religiosa- es un potente revelador del contenido ganara constantemente terreno, antes de que vuelva a reaparecer en nuestros «cómics»).
•J real de la fe, en las conciencias de los diferentes grupos étnicos, políticos y sociales. . También por_la misma razón -es d~cir,.por9ue la imagen es un instrumento que
Los Librí Carvlini no reflejan probablemente la actitud de todos los cristianos de sirve al conocmuento, y no una <<presenc1aJJ rrrac10nal, como en el caso de los bizanti-
Occidente respecto a bs imágenes religiosas (véase infra,sobre estas diferentes actitudes, nos- no hay por qué evitar el desmembramiento de una figura humana cuando sólo
pig. 1_69),pero sí reflejan las convicciones de los personajes más esclarecidos e influyen- se puede ref:roducir u_naparte. del cuerpo, la cabeza, un brazo o una pierna, a las que
!es, dentro del Imperio Carolingio, y su doctrina sobre las imágenes religiosas. Lo se hace surgir en med10 de hojarascas ornamentales. Todos estos temas, comprendidos
importante aquí es el hecho de que, a favor del prestigio que el Imperio Carolingio los fragmentos del cuerpo humano, no pretenden mantenerse en el ámbito de lo
ill alcanzaría durante los siglos siguientes, la Iglesia latina conservarla los principios formu- sa~rado, y sólo sirven para a~ornar .º si acaso par~ recordar tal o cual personaje, de la
lados entonces. nusma manera que, en los hbros c1entíficos, las imágenes sólo sirven de ornamento
~. fina! de la época carolingia, d mundo cristiano de Üccidente, sin llegar a puro y sin.iple o comentario gráfico. Es también en Occidente, y en época muy temrra-
rechaz~r totalmente cualquier imagen religiosa a la manera de los iconoclastas, sólo n.a, por eJemplo_en Irlanda, donde se ~ncuentr_an composiciones ornamentales (por
vio en elbs un instrumento de acción pedagógica y un medio de recordar las personas ~Jemplo en los libros). en que lo decorativo y la iconografía religiosa, fragmentaria, se
y acontecimientos <le la historia providencial. Cierto que estas imágenes tenían su ~ntegran en_un todo rnsep~rable. El hecho d~_que en las escenas religiosas aparezcan
utilidad, pero creadas por hombres con b materia, no podían ser objem de uinglln tipo ang~les y 1iablos es también en_alguna medida normal, aunque esas imágenes sean
de devoción. equtvalenc1as de los relatos hagiográficos o de los sermones, es decir, de obras que
Muc~10sde los rasgos fund~m~~tales de la iconografía cristiana de Occidente pue- enseñan y dirigen.
den explicarse a la luz de los pnnc1p10s c\ue acabamos de r~s1:mir, aunque.gene_ralmente E~ f:n, puesto que. la image~ sirve para enseñar recordando y explicando las verda-
no se renga esro en cuenta. En pnmer ugar, ese procedmuento de los 1magmeros de des cnst1anas, queda siempre abierta a retoques y transformaciones. Tal es sin duda la
!os pafaes de Occi4-::ntc en virtud dd cual, y durar.tte t0das hs ¿püCi.S, ÍHlwJ.uci.:u e-n c?ri..secuencü eseecúl que se J.esprer:de Je e~;::_n:.::.ner;ide co;-,.údcra.r b imagen religiosa
sus obras <le temas cristianos numerosos elementos -n1otivos, estructuras, ornamen- vigente en Occidente desde la edad carolingia o incluso antes. Teóricamente, todo d
r?s~ procedentes de las.imáge~es que aparecen en los tratados y otros lib~osde caráct~r mu11do podía emplear en Occidente !a iconografía, ya que era un lenguaje abierto a
cte:mfico. Dado que las ilustracmnes y estampas eran frecuentes en estos hbros -reali- todas las iniciativas, lo que explica el auge de la iconografía religiosa de carácter
za.dos primero por paganos y después por cristianos a finales de la Antigüedad-, folklórico en la época románica y gótica.
resultaba perfectamente normal que los artistas cristianos se sirvieran de ellos como Sin embargo, esta libertad teórica de la creación iconográfica estaba limitada por
:110delo,puesto que sólo reconocían~ la imagen cristiana una función pedagógica. Esa el res_peto que se terúa por. las cosas de la religión y, sobre todo, por dos factores
imagen se co:1cebia com~ prolongación de las obras científicas anterí<:res, por lo que esenciales: la voluntad de qmenes cncargab~n las obras de arte y el recurso, casi inevita-
resultaba pertectamente licito recoger algunos de sus rasgos en la medida en que tales ble, a moJelos, es decir, a obras tradicionales; Aun interpretando la tradición iconográfi-
rasgos implicaban el no reconocimiento de las religiones idólatras abolidas, y a través ca y renovándola parcialmente, unJ. parte importante de ésta permanecía indefectible-
de ellos, por el contrario, se podfa aplicar a los temas cristianos los procedimientos mente, de la misma m.aner~ que ocu.rre con la ut.ilización de palabras y expresiones de
científicos con arreglo a los cuales la imagen servía para ilustrar o simbolizar el perua- la lengua de la que nos servunos corrientemente", mcluso cuando se modifica su sentido.
miento de los doctores. En el caso de los cristianos de Occidente, esto comprometía a Dicho con otras palabras, la relativa libertad con que se utilizaba el lenguaje iconográfi-
los autores de las composiciones iconográficas a no limitarse a los textos de las Escritu~ co en Occidente produjo muchas variedades en el detalle de las imágenes, pero no
170 Edad Media La imagencristiana en Occidente:principiosy realizaciones 171

impidió que la Iglesia descartara obrás con errores manifiestos en la interpretación de nes las reprodujeron o i.tnitaron los iconógrafos de la EdaJ Media -que conocieron,
la doctrina cristiana o de los usos morales. La importancia de la participación activa a través de estas copias e imitaciones, el género iconográfico pedagógico-,_aplic~ndo
de los monjes en la obra de los imagineros tuvo que contribuir ampliamente al manteni~ el motivo de las hileras de arcadas, sobre las cuales se encuentran las personificaciones
miento de los términos convenidos del lenguaje iconográfico dentro de los límites de de las artes liberales y de la sabiduría divina que las dirige (figura 165). Sabemos, por
un vocabulario aceptable. Un vocabulario cuidado, e incluso rebnscado, cuando se tanto, a través de ejemplos conocidos de esos libros científicos de la Baja Antigüedad,
trata.ha de obras destinadas a una élite, como fue el caso de la ilustración de libros de que las bibliot~cas de la Edad Media .c,onservában eJe.~plos ilus~a~os y qu~ estos
lujo, en la época carolingia. ejemplos se captaban. Pero se sabe tamb1en que la selecc1on (~eesas 1magenes l{.Cl~ntífi-
Una vez esbozadas en sus grandes líneas las características de la obra iconográfica cas)>se trasladó a las obras cristianas integrándose así en un c01yunto de temas religiosos.
l
cristiana en Occidente y durante la Edad Media, citemos ahora ejemplos de las diferen-
.. tes clases de obras típicas. Y en primer lugar, las imágenes elaboradas con vistas a
tratados científicos o paracientíficos, imágenes que la Edad Media integraría en obras LA ICONOGRAFIA SURGIDA DE LA ILUSTRACIÓN
cristianas, También los griegos, en algun'as ediciones de lujo medievales de libros DE LOS LIBROS CIENTÍFICOS Y ESCOLARES.
científicos antiguos, copiaron durante la Edad Media las ilustracíones que, creadas a BAJA ANTIGÜEDADY ED1\D MEDIA
finales de la Antigüedad, se mantuvieron durante los siglos IX, X y XL Pienso en los
tratados sobre las plantas medicinales de Dioscórides, en un pequeño libro dedicado a La inspiración de los iconógrafos cristianos a travé~ de la ilustración de los libr.os
las picaduras de serpientes o en el libro, más importante aún, que Opiano dedicó a la científicos de la Antigüedad, que se extendería en Occidente durante la Edad Media,
caza. Pero ninguna de estas ilustraciones, ni cualquiera otra semejante cuya existencia comenzó a finales de la época romana y es un método empleado no sólo en países
conozcamos, se integró en la_iconografía bizantina, ni llegó siquiera a yuxtaponerse a latinos, sino también en Alejandría. Como en la parte consagrada a Bizancio hemos
un conjunto má_simportante de imágenes religiosas, Así, la ornamentación de las hablado muy paco de esto, dada la excepcionali_dad de tal proc~dim.iento entre los
iglesias bizantinas de-la Edad Media, que respondía a un programa bastante estricto, griegos de la Edad 1'.:1~dia,recordem~s aquí el caso ~e Co.smas Ind1copl.e1~~tes. Cos:11-as
no intentó basarse en esas ilustraciones de la imaginería científica, contrariamente a lo Indicopleustes, o «vtaJero de las Indtas*, era un aleJandrmo que descnb10 en el siglo
que era corriente en Occidente. vr su viaje e ilustró él mismo su relato, al quc_,denominó <(topografía cristiana'.>.En
11, Un calendario ilustrado del 354 realizado en Roma para un miembro importante este relato se habla mucho de la redención y se reproducen numerosos personajes de
de la comunidad cristiana, propone un ciclo de imágenes astrológicas y de personifica- la historia de la Salvación. No podría afirmarse que. Cos!flas invent~ra imáge~e~ que
ciones de las ciudades del Imperio. No tan célebre pero semejante es el testimonio de tenían el valor de comentarios iconográficos de esta h1stona. Pero vanas compos1c1ones
otros manuscritos que copian calendarios antiguos. Manuscritos que comprenden perso- de teÍnas religiosos en versión cristiana sólo pueden ser descifradas partiendo de esque-
nificaciones del año, los meses y las estaciones, y tratan de las «labores>,específicas de mas gráficos de inspiración científica. Las curiosas representaciones de. la <<topogra~~a
cada mes. Otros libros historiados de la Antigüedad, imitados en la Edad Media, cristiana), de las doce tribus de Israel instaladas alrededor del rey David y de su h1JO
presentan imágenes del firmamento, el zodiaco, estrellas y animales. Todas estas imáge- Salomón proceden ~e .esquemas.de este tipo. En e.fecto, si,dos ?e estos person~es están
nes vuelven a aparecer frecuentemente en las obras pintadas y esculpidas del~ Edad Me- vistos de manera tnvial, los miembros de las tnbus se mscnben en doce crrculos y
dia. aparecen sentados en abanico, como si un espectador imaginario estuviera encima de
Las Notitiae Dignitatum Imperii Romani (París, B.N. latín 9.66_1; figura 163), otra ellos.. Una visión de esta clase es totalmente abstracta; se deriva manifiestamente de
obra de infnrm:ci.ci0nprictic~ pero que :::cncierne a !a vrgariiza.:ión adniini~trativa del esquemas geométricos. . .
Imperio, y de la que se c~nocen varios ejemplares (medievales) comprende numerosas 1:
En otra página, el mismo C:osmas m~estra una Segunda emda de Cnsto, y la
imágenes de las ciudades del Imperio Romano, insignias de los principales dignatarios imagina mostrando un corte vertical del umverso, tal como lo ve1an algunos cosmogra-
y de los administradores dentro de un marco ornamental adornado con personificacio- fos de la época. Se trata sin duda de una imagen de la Segunda Parusía del Salvador,
nes de las virtudes o de nociones geográficas. Todos los motivos de estos cuadros serán pero su estructura general es la de los cortes transve:-"salesdel universo ~egún los
recogidos por los pintores de la Alta Edad Media, que los adaptarán a obras.de conteni-
do cristiano. 1
.En el siglo V, un autor español cristiano, Prudencia, comienza a redactar un libro
r
cosmógrafos alejandrinos de la é¡;oca, En suma, en el siglo VI,. Co~mas se srrve de la
ciencia de su tiempo de los di ujos cosmográficos que _esac1enc1ahabía propuesto
para imaginar tanto e universo como gru~os de perso~aJes ~entados en círculo. Por
que, bajo el titulo de Psicomaquia, describe la lucha entre vicios y virtudes en el lo que se ve, se trata de un ejemplo exclusivo de l~ anttpua epoca.ª que se rem?nta.
comportamiento de los hombres. Las ediciones ilustradas de esta obra (figuras 162 y y un ejemplo, de los más interesantes dada su contmuaaón, es decir, las figurac10nes
164) se extienden hasta la plena Edad Media y en las obras románicas y góticas pueden medievales de ternas cristianos que utilizan sistemáticamente esquemas tomados de las
observarse, en todos los países de Occidente, pinturas y relieves donde se reproducen obras científicas.
escenas completas. En tiempos de Prudencia se escribió e ilustró el tratado de Boecio Pero sólo en Occidente se hará este uso sistemático de las ilustraciones científicas.
sobre la Sabiduría y las Siete Artes Liberales. Con mejor o peor fortuna, esas ilustracio- Su éxito será aquí grande, probablemente a causa de las ventajas que pr,esentaba cuando
172 E'dad Media
La imagen cristiana en Occidente:principiosy realizaciones 173

se trataba de ilustracionesde
temas abstractos, tales como las interpretaciones teológicas, (como casi toda la iconografía bizantina después dd 843). Estos comentarios figurativos
tipológicas y anagógicas del relato de las Escrituras.
pueden revestir formas muy diferentes, y si en ocasiones tales pinturas-comentario no
. ~n general puede decirse que fue en la Alta Edad Media cuando los iconógrafos son más que reminiscencias de imágenes narrativas (por ejemplo, repeticiones de escenas
c~1su~~osy de~Occidente reco.gieron los dibujos esquemáticos tomados de los libros evangélicas o vetero-testamentarias), en otros la forma expresa sus funciones, como
cient1hcos de _hnalesde la Antigüedad, Estas imitacíones fueron entonces numerosas. cuando se trata de figuraciones esquemáticas: del tipo de las que aparecen en las obras
Por el contrario, apenas se conocen ejemplos en el mundo griego, salvo en los momen- científicas (pinturas en forma de mapas geográficos eu los que se han incluido algunos
tos fin~les de la Eda.dMedia (véanse págs. 161 y ss.). Se trata de los dibujos esquemáticos personajes y algunas escenas; imágenes concebidas como árboles genealógicos o vistas
de~ muverso, _del cielo o del año, que la_mayor parte de_la~ veces se repiten en países panorámicas, con personajes y lo que les rodea en el borde superior de la pintura).
·• latinos. Los pmtores de la Alta Edad Media no solamente 1m1taron en muchas ocasiones Estas pinturas mozárabes constituyen la mis antigua y evidente prueba del método de
los ras?o~ circulares, semicircula.tes y en forma irradiada, sino que utilizaron esas figuras los iconógrafos cristianos latinos que -desde el principio de la Edad Media- convier-
~e~.~etncas para _adaptarlasa otros temas coi:no, por ejemplo, d ho1:nbre micro~osrnos ten determinadas ilustraciones de un libro religioso como el Apocalipsis en comentarios
mstalado en ~ed10 del cosmos, o el coro de angeles, la rosa de los vientos y el s1mbolo de las Escrituras, recurriendo para ello, entre otros, a procedimientos o fórmulas de
de l~s evang_el1stas(~g~ua 169); Supieron apro~echar de mi_l~armas diferentes_y origi- imágenes-comentario heredadas de la íconografía científica de finales de la Antigüe-
n~les el tema geometnco _delcrrculo; formas diversas, de dtstmto tamaño y dispuestas dad.
d1ferememente; formas ligadas unas a otras, rodeadas de figuras y emnarcadas en E! camino seguido por los pintores mozárabes del Apocalípsis implicaba una gran
co:npaúfa de numerosas inscripciones explicativas sobre estrechas bandas integradas en audacia. Pero después de ellos muchos iconógrafos occidentales también lo practicarían,
la imagen y ~u~ desembocan a veces en composiciones muy complejas, pero equilibra- dejándonos obras, románicas y góticas, muy conocidas. Pienso más concretamente en
das. Compos1ci?n~s comparables a fórmulas cstereoquímicas, que intentaban expresar los ciclos inspirados por los calendarios, la cosmografía y la astronomía, que suelen
por este p~ocedmue~to las más abstractas nociones, especialmente la tipografía medie- encontrarse en las páginas de muchos de los manuscritos de libros cristianos, en los
val, es decir, la doctrina de los nexos secretos que vinculan entre sí los acontecimientos pavimentos de mosaico y en las fachadas y pórticos de las iglesias, Laspersonificaciones
de. los -~os Testamentos y penniten captar el sentido profundo escondido en cada y las labores de los meses, los zodiacos y astros, las estaciones, las virtudes y -los vicios,
episodio de la historia de la Salvación.
los cuatro ángeles del hombre, las artes liberales y los sabios de la Antigüedad, vienen
CretJcionesiconográficasen la épocaprerrománica aquí a unirse a los personajes bíblicos, evangélícos y hagiog~áficos, y sus acciones se
rememoran al lado de los acontecimientos de las Escrituras. Emile Male, maravillado
_ .Es en, Esp_a~adonde. se descubren_ algunos de los mis antiguos ejemplos de la por la riqueza de este repertorio iconográfico, y no sin razón por lo demás, decía de
1co~10grafia cnst1ana medieval, y, también, de esos transplantes de imágenes científicas
estos conjuntos de imágenes representados en las fachadas de las iglesias que eran
~nt1gua~a la imagine7ía cristiana. Estas _obras, llamadas mozárabes, son en gran parte <,enciclopedias)>del conocimiento de su época. ·
ilustrac101_1esde un rrusmo texto de las Escrituras, el Apocalipsís de San Juan, y de los El gran número <le temas, e incluso de ciclos de imágenes, y la variedad de lo que
comenti.nos de este texto por el llamado Beato de Liébana, de Asturias, redactado antes cuentan hacen pensar en una fuente de conocimientos muy amplia, e incluso en una
del 785. Los B~atos ilustrados de los siglos X y XI son aproximadamé:nte veinte (figu~ intención sistemática. Sin embargo, un examen mis atento de esas figuraciones no lo
~a ~6.8),y constituyen ?_brasde a~te catalogadas justamente entre la_smis im1:1r~sionantes confirma en absoluto. En primer lugar porque, considerado separadamente, ningún
creactones de la ~ta ?dad Media. DetaUados colofones proporcionan casi siempre la rnonumento románico o gótico propone al espectador una presentación sistemática de
1lu:;trado, d lugar dt su cvw.:cpcióu y a veces ios nombres-de ios
fed~a del :-"...anusc.r1t0 la visión ({enciclopédica)),Unos incluyen el zodiaco; otros, los trabajos de los meses, e
escnba~-pmtores. Pero por útil que sea esta información, la tarea de explicar las pinturas incluso, en muchos casos, ninguno de esos ciclos se reproduce completo, ni los ternas
Y d~firu.rsobre tod? su sorprendente iconografía -que en lo esencial debió de realizarse que lo componen se alinean en el orden exigido por la ciencia. Se obedecía fácilmente
hacia finales del siglo Vlfl, es algo que corresponde al historiador de arte. Dicho de a modas. Además, en las portadas románicas de Saintonge, los escultores insisten en el
otra_ forma, consti~irfa el mis antiguo ejemplo de un ciclo de imágenes religiosas tema del combate entre vicios y virtudes (en recuerdo lejano Je las ilustraciones de
realizadas en los pnmeros momentos de la Edad Media. Ahora bien, se trata de una Prudencia), mientras que en la región parisina y en Borgoña mantienen los doce meses
la~ga serie de pinturas qqe, a excepción de algunos casos, no corresponden a aconteci- del año. Pero si esa intención enciclopédica, a través de las escenas en las fachadas de
~r11ento~diistóricosi1 susceptibles de ser representados de acuerdo con los usos de las las iglesias, no se confirma en absoluto, la; que resulta manifiesto y significativo es la
ilustraciones de los relatos'narrativos. Pues tales sucesos hístóricos son acontecimientos voluntad de completar las imágenes inspiradas en las Escrituras y otros libros cristianos
escatológico~ que el iconógrafo sólo podría rememorar obedeciendo a su imaginación o las creadas a füules de la Antigüedad para ilustrar las obras científicas. Se trata de
o ~ referencias de <:::tr~s ac~ncecimientos, o a personajes aislados citados por el Beato, una nueva etapa ~n la historia de procesos aµálogos que hemos podido seguir desde
exegeta. del Apocalipsis. Dicho con otras palabras, las pinturas de los siglos XI y XII finales de la Antigüedad, y a este respecto ~abría que hacer .observar, para cap~ar 1:1-~jor
dd Bea~o son comentarios figuratívos del texto fundamental (el del Apocalipsis) y, por la conexión de este proceso, que las figuraciones correspondientes a los temas c1entihcos
tanto, a_¡enosa la imaginería de acontecimientos que se limita a comprobar y no explica no hacían mis que reproducir los modelos de la Baja Antigüedad, mientras que durante
'I' 174 Edad Media
La imagencristianaen Occidente:principiosy realizaciones 175

Los procedimientos de ilustración d.e esta Biblia (figura 170}, so~ r.nuy matizad~s
toda la Edad Media, en Occidente, los programas iconográficos suelen comprender y, por tanto, muy difícil~s de describ1,r..De mant;1:3-no me:10s ~ngrnal, per_o ~
series de imágenes que se remontan a las ilustraciol1es de los libros científicos y sus accesible, y de ahí que tuvieran may~r extto, pro<:ed1eron los 1c<?nografoscaroltn!:sos,
derivados de finales de la Antigüedad. Esta parte <Kientífica»se trataba entonces de la después !os otonianos y romanos, al m~orporar pmturas figurat:tvas en las po~ Y
misma manera -idénticos emplazamientos, idénticas técnicas, idénticos estilos- que otras páginas adornadas de los manuscntos. No se tra:3ba ya de reservar a la pmtura
las imágenes propiamente cristianas. el campo principal, limi~ándose a acompa~rla de un tttulus relegado en :,1marco o al
Como decíamos anteriormente, la iconografía latina de la Edad Media, aun recu- margen. Los papeles se mvertían: ~o.dommante es ~hora l~ or1;1a~entac1onabstract~,
rriendo a las imágenes de origen científico, tenía como misión enseñar la fe cristiana. mientras que la pintura de tema rel1g10sono hace n:ias q~e mscnb1rse en !-1nacomposi-
Se encargaba de una tarea pedagógica, Los intentos de una imaginería cristiana de ción decorativa que la co~l:'rende. No obstante, mscntos ª.veces ve7t1calmente, en
,. finalidad didáctica se remontan al siglo V o posteriormente. Es entonces cuando en las
paredes de los santuarios latinos se rememoran acontecimientos evangélicos, acompa-
ocasiones aparecen tituli, s1bien ~n forn:ia menos patente; ? bien se onute la rerroduc-
ción de las palabras y, para explicar la 11?3-gen,se !as sust:ttuye e~ alguna medida por
..
,.
f
ñándolos de muy largas inscripciones, a veces versificadas, Estos tituli, escritos en prosa
y en verso, explicaban en un estilo florido o más directo las escenas representadas, o
comparaban el tema de la escena en cuestión con otro texto. El Baptisterio de los
el texto de base del manuscrito en cuestión. Este sistema es comente. De ahí que. no
sea ya extrario ver en muchos de los manuscrit~s esas port~as más o menos comphca-
das, donde se integran en un conglomerado diversos motivos ornamentales, grandes
Ortodoxos de Rávena constituye el más antiguo ejemplo que se conserva de este iniciales y personajes o figuraciones de esce~s {figuras 172, 173, 176 y 200). L~s
procedimiento. Hay tituli eruditos que llegan incluso a sustituir a las escenas y que pinturas murales no desconocían estos procedtnuentos, per,o los emplea~an con mas
probablemente no han sído nunca representados. Las grandes basílicas de Roma, de comedimiento en cuanto a la parte ornamental y a las unage_nes fi.gu1:3t1vastratadas
Milán y de otras partes (Nola, Fundí} brindan ciclos de imágenes acompañadas de esos como ornamentos. Mas si hablamos aquí de esto, en un estudio sobre ic?nografía, es
textos explicativos, destinados a orientar al fiel colocado ante esas figuras. El procedi- para poner de relieve una consecuencia más del principio según el ct~~lla imagen e1;tra
,,, miento conocería mucho éxito en diferentes países de Occidente y sería aplicado
durante siglos, aunque no en las provincias-griegas, ni siquiera en Rávena, do":de esos
en la categoría de los n:edios d~ exp~esión que ca~'!-cual puede ~t,thzar com,o q°:iera
(fi ura 174), en princip10 para mstrutr pe~o, tamb1~n, por extenston, pa_rad1verti! al
J
comentarios unidos a la imagen faltan sistemáticamente, se asemejaría al sentido que
los bizantinos iban a dar a la imagen religiosa de la Eda Media (véase pág. 144).
fief. Se trataba, evidentemente, de un medio de ennquecer esos manuscntos de lujo a
que tan aficionada era la época carolingia y oto.niana (figura~ 75}; pero que seguía. en
Después de muchas realizaciones aisladas y más o menos modestas anteriores a la este punto el ejemplo de ~osirlandeses y anglo~aJones. Ahora bien, en todos eso~códices
época carolingia, en la Edad Media la iconografía didáctica tendría un éxito excepcional destinados a algunos aficionados al arte escogidos entre los pod~rosos, se pract:tcaba,ese
y decisivo para la obra iconográfic_aoccidental. Así, en el Imperío Carolingio se alzan método que consiste en utilizar .imágenes iconográficas como. st se tratar~n de motivos
por todas partes grandes basílicas cubiertas de pinturas murales que ªfarecen acomparia- ornamentales que pudieran des~ontars~ y re~~mpon~rse segun l~s n:cesi~~e~ de una
d.asde largas inscripciones explicativas. Se trata de una repetición de uso paleocristiano composición ornamental, pero sm cons1derac1on haci~ su valor cienti~CO 1r.uc1al.Y es
romano antiguo, comprendido el florido estilo de los titt-1/i,compuestos por los eruditos a partir del siglo IX, momento en que los elementos iconográficos se mscn~en en los
del círculo de Carlomagno y sus herederos. Los mosaicos que se conservan d_eGer- esquemas decorativos en boga en esa época, cuando se llega a la consecuencia final ~e
migny-dés-Pres (figura 171), ofrecen otro ejemplo intacto y que pernllte_ enjuiciar esta manera de utilizar la iconografía (figura 176) que durante toda la Edad Media
sobre el rebuscado y a vec?s oscuro ~sti,lode estos. tituli, cuya función er~ ~videntemente tendría en Occidente un duradero éxito. Pienso en las composiciones orna1?1e:1tales
desvelar el profunao sentido de las 1magenes y re_cordar las verdades cnsttanas que tales que se cre2ban :i.lrddor de !etr:i.s mayúsc-1-1!as,en !as que orm!!lentcs _geometnc-os Y
debtrían inculcar eri ei eSpeérador. Ef arte"caroiingio, incluso en sus realizacio-
ir.,1áge11_ts vegetales y motivos zoomorfos y antropomorfos ocupan un lugar considerable. ~n el
nes iconográficas monumentales, se dirigía de hecho a una élite de clérigos i_nstruidos sacramental de Gellone, y en el salterio Amiens 18 después, pueden verse y~ creac10nes
que se complacían visiblemente en recitar las frases de los tituli, compuestas por erudi- de este tipo, cuya presencia y creciente éxito prueban q1;1eel terr~no de_la ~conografia
tos. cristiana el de las artes ornamentales pueden confundirse o casi confundr:se, lo que
E igual preciosismo erudito pu~de contemplarse en la ~anera 1e compone~ l~s dice mucho en cuanto a las posibilidades de intervención de cada cu~ _enla mterpr~ta-
propias pinturas. Tal es el caso, por ejemplo, de !as muy bellas ilustraciones de_la Biblia ción iconográfica de los temas ,cristia~o~:liberta~ _parahacer ~011;1pos1e1ones
decorat:tvas
de Carlos el Calvo, en San Pablo Extramuros, de Roma. Para rememorar iconográfica- aun a riesgo de perder su función r;hgtosa ,tradic~onal, la de m1ag~:1es.que no son otra
mente los acontecimientós descritos por la Biblia, agrupados por libros del Antiguo cosa-que un equivalente de los relatos ~e las,Escntur~s,yero .tamb1en_libertad~e crear,
Testamento, se integran dentro de un mismo marco escenas interpretadas en forma con vistas a un arte de expresión que sigue siendo rel~gtoso stn recur1;1rneces~1amente
muy convencional, de manera que produzcan un efecto de coajunto, pero también y a un re"flejo directo de esta narración. En este sentido, l,a alt~rn.at1vapracticada fue
sobre todo para mostrar detenninado número de hechos juzgados esenciales, entre los principalmente la primera, pero la se~d~ es mu.ch~ mas vahosa y es sobre todo la
que contienen el texto bíblico. Sea Moisés, Josué o Salomón, en cada página de que aquí nos interesa (figura 177), La Bibh~ carolmg1a de .san Pablo ..Extramuros nos
ilustr:aciones hay un protagonist~ principal, que el pi~t?: se .esfuerza en resaltar en ofrecía ya un ciclo de imágenes que, cualquiera que sea la un_portanc1aque tengan en
relación con el tema general elegido para cada compos1C1onpmtada.
176 EJad Aiedia La imagm cristia11aen Occidente: principiosy realizaciou~ 177

ella los modelos en que se inspiró, se ájustan tan manifiestamente a la agrupación de ? de .la escena del~ Nativi~a~ en todas ~us partes esenciales. Porque, para él, la imagen
escenas en la misma página y a los juegos de movirrúentos, de lleno y de vacío, como t~phcaba un refleJo del ongma.l; por ejemplo, la persona que evocaba. De ahí que en
para afirmar que la parte de originalidad iconogrifica de esas escenas resulta ahí conside- nmgún caso se pudiera mutilar.
rable. La iconografía de estas pinturas carolingias debe seguramente mucho al espíritu Evident~mente, en este s-:ntido, como en cualquier utilización iconográfica que
creador de sus autores. Lo que no significa, naturalmente, que este espíritu creador se tenga su 0~1gen en una doctnna sobre las imágenes religiosas, los iconógrafos no se
aplicara a todas b.s pinturas carolingias; las célebres ilustraciones <lelsalterio de Utrecht adaptan umformemente a la teoría: hay muchas imágenes latinas atentas a la integridad
siguen generalmente un modelo del siglo V y, por notables que sean, el efecto creador de una escena o de un cuerpo humano, a la verosimilitud de sus movimientos, rasgos
es ahí ilimitado. ~-1"'.:e.en
la _icon'?grafiabizantina no son nomiales. Y, a la inversa, se pueden encontrar
En otras obras de la Edad Media, sobre todo en obras que aparecen en las Islas 1ruc1alesb1zantmas adornadas. con l:na.figura aisl~da tomada de una escena que normal-
.Británicas (figura 178), la parte de originalidad iconográfica es particularmente grande mente comprende ot~as :1anas. Sm embargo, mcluso en estos casos excepcionales,
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y de efectos más evidentes. Algunos relieves de las grandes cruces irlandesas, de los p~~den comprobarse Slll dificultad dos formas de tra~ar ~afigura humana.: en una inicial
siglos VHI y IX, nos proponen visiones más o menos desarrolladas del Juicio Final, latma, 1~~~ura ~mm_anao la escena muestran un d1buJOadaptado al rasgo general de
visiones que trata.u este tema escatológico en forma muy original, y no siempre igual, la letra 11uc1alhtstonada, frecuentemente a costa de transformaciones aportadas a las
por lo demás, en los diferentes ejemplos (figura 179}, lo-que resulta tanto más notable proporci:ones y al diseño de las figuras, mientras que la inicial bizantina, incluso cuando
si se tiene en cuenta que en el continente, de Mesopotarnia hasta Francia y España, se es muy esquemática y concisa, no deforma al cuerpo humano y sus movimientos. Estas
seguía grosso modo el mismo esquema del Juicio Final, inventando en alguna parte de dos maner~s de tratar la ir.ücialpueden o~serva.rse durante todo el período de su empleo,
la zona medíterránea.a finales de la Antigüedad. Esquema del que pued~ri observarse entre los siglos VUI (Occidente) y IX (füzanc10) y el final de la Edad Media.
esbozos o elementos separados en el siglo Vl, y más tarde en el IX (Cosmas, París griego . ~o_ obstante, a pesar de todo, por amplio que sea el campo de aplicación de los
923, Mustaír), antes de los ejemplos completos bizantinos del siglo XI. p~1nc1p1osgenerales que rigen la iconografía medieval, el lugar correspondiente a las
Contínuando en las Islas Britárúcas, pero ahora en Inglaterra durante los siglos X-XI, pmrnras y esculturas evocadoras de temas iconográficos que permanecen al margen de
otros iconógrafos pudieron y supieron crear imágenes notables y radicalm.ente origina- las preocupaciones religiosas no es primordial. Pero es importante ya que, en Occidente,
les. Se trata ahora de dibujos en manuscritos, Basta con que recuerde dos imágenes y durante todas las épocas, !os iconógrafos insisten una y otra vez en el valor didáctico
justamente celebres, una, la que muestra una Trinidad y la Virgen con el Niño en el de las pinturas. La parte debida a la invención del autor tiene ahí el valor de un
trono, sobre un arco colocado encima de un Satán vencido en compañía de Arios y de comentario del núcleo iconográfico tradicional. Las famosas imágenes de los evangelis~
Judas (British Museum, Cotton Ms. Titus D. fol. 75), y, otra en la que se ve a Dios, tas, en el evangeli~io de ~tón III de la Bi?lioteca de ~unich 1.B~yer.S~aatsbi?L Clem.
al Espíri.h1 Santo volando sobre las aguas (Oxford, Bodl. Ms. Janius, p. 6; figura 185). 4453), son los mejores ejemplos de este tipo de creacmnes. E pmtor sigue stendo fiel
A cada paso, el ilustrador inglés de los libros aparece deseoso y capaz de inventar a una vieja tradición que hace preceder cada libro de los Evangelios por un retrato de
iconográficamente, y nada se opone a estas intenciones. su autor (figura 186). Instalado bajo un arco ornamental, cada uno de los evangelistas
En efecto, en las Islas Británicas l~s nuevas irnágenes son demasiado numerosas e_5tásentado de frente. Pero en !ugar de escribir, ha depositado sobre sus rodillas cuatro
como para suponer que haya habido creaciones de esta clase que fueran condenadas !il:ros encuadernados y soporta con sus manos, por encima de d, una aureola de luz
por la autoridad eclesiástica. Nadie piensa tampoco en frenar al artista que ejerce sus enzada de rayos en los que aparece su símbolo y los bustos de varios profetas (con sus
ulentos de iconógrafo, llevando a las páginas de los manuscritos irlandeses personajes nombres}, que presentan ángeles voladores.
de ,las Escritur_;l.Sy composicioucs ornat1:-emalF-s~!rededor de h~ iniciales (~gura 183). El sentid0 <:.fo
estas imágenes de lo~ evangelist;is es daro: los profetas cuyos retrato~
As1 aparece el esfuerzo creador de los pmtores cuando se trata de manuscrttos; donde muestra triunfalmente el evangelista son los que habían anunciado los acontecimientos
abundan los hallazgos iconográficos originales, ca.si siempre en forma de fragmentos descritos por éste. Los libros que el evangelista tiene en sus rodillas son las obras de
de escenas e incluso de personajes. Este notable desarrollo creador sólo pudo desarrollar- esos profetas, y su presencia recuerda que la obra de los evangelistas es una obra sabia
se ,1 favor de la actitud adoptada en Occidente respecto a las imágenes. Por evidente e inspirada que desvela los designios de la providencia. Los ángeles hacen sonar la
que pueda ser la intención didáctica de las figuraciones incorporadas a las iniciales, no trompeta para celebrar la victoria. Dicho con otras palabras, los simples y tradicionales
siempre lo es. Creo, sin :embargo, que esa intención no falta tampoco en las iniciales retratos de los autores se han convertido en panegíricos de éstos y Je los cuadros que
historiadas donde predomina la búsqueda ornamental (figura 184). Porque esjustamen- pretenden caracterizar su obra.
te la manera de definir la naturaleza y función de la imagen religiosa propia del Veamos otro ejemplo de un comentarid a través de la imagen de un texto sagrado.
Occidente cristiano lo que pennitla que bastara con un sólo fragmento de un tema Se trata ~e una miniatura colocada en la cabecera dd Cantar de los Cantares, en un
para e".o~ar el asunto correspondiente. Por ejemp_!o,la figura de un_pastor debió evocar manuscnto del siglo X de Bamberg (Scaatliche .Bíbliothek, Mise. bibl. 22, fol. 4v - 5;
la Nat1v1dad, y un brazo con una cruz, un mártu-. Podemos percatarnos del grado de figura 18?)- Esta miniatura parece haber precedido a los textos que proponen el misrllo
orígi_nalida~de e_stamanera de actu~r s!tenemos_en cuenta que, en ocasiones semejantes, comentano del salmo 84, 11 ((<Labondad y la fidelidad volverán a encontrarse, la
un pmtor bizantmo no podía prescmd1r de una imagen de la figura completa del santo, justicia y la paz se abrazarám) y nos muestra personificaciones de esas «matra hijas de
178 EdadMedía La imagencristianaen Occidente:principiosy reaUzacfones 179

Dios» reconciliadas ante la Crucifixión Yatrayendo tras ellas a una larga fila de fieles. Durante los siglos XII y XIIJ esta iconografía cerebral tuvo en Occidente un sorpren-
Numerosas páginas entre las más adornadas de los manuscritos latinos del siglo X dente éxito por todas partes, éxito asegurado sobre tqdo. por los pensadores monaq.les,
y de los tres siglos siguientes y las vidrieras de iglesias y catedrales, nos muestran otras hombres y mujeres, que experimentaban una asombrosa satisfacción en hacer de las
imágenes igualmente singulares, (figura 190), pero que pueden analizarse más fácil- imágenes vehículos de reflexiones teológicas y moralizantes que su erudición les pernil-
mente, ya que los elementos que las componen aparecen representados uno junto a tía extraer de los autores eclesiásticos antiguos y modernos (figuras 190 y 191). Se
otro, mientras que los comentarios de los autores de esos esquemas se despliegan en trataba de una adaptación al terreno de las artes cristianas de trabajos científicos, y era
las bandas cubiertas de inscripciones y sobre los marcos de la pintura. Se trata evidente- natural que, para conseguirla, se sirvieran de los cuadros esquemáticos de los cosmógra-

¡· mente de estructuras intelectuales, de lecciones de doctrina expresadas por un haz de


imágenes, a cuyo espectador se invita no tanto a contemplar como a desvelar. Lo que
no es óbice para que la sensibilidad y el talento del miniaturista, orfebre o vidriero·
fos y astrónomos (véase supra, pág. 170) que utilizaban esquemas gráficos análogos
_pararesumir doctrinas sobre d tiempo (calendarios) y el espacio {cosmografía), o para
simbolizar conceptos abstractos (artes liberales y sabiduría).
1· iluminen esos relatos iconográficos con un destello de poesía. Los ejemplos que mejor Ningún ejemplo mejor de creaciones iconográficas de este tipo que la ilustración
¡:~ muestran la derivación de este tipo de imágenes bíblicas de la pintura aplicada a los
textos científicos o pedagógicos se encuentran en los rr.ianuscritos. Aunque la variedad
de la gran colección de lecturas doctrinales y moralizadoras compuesta, gracias a los
cuidados de la abadesa de Santa Odilia de Alsacia, Herrade de Landsberg, hacia 1180.
de soluciones iconográficas propuestas es grande, algunas fórmulas se repiten más Observemos, por ejemplo, el sorprendente dibujo que evoca la Sabiduría divina y las
frecuentemente, y observándolas más de cerca es cuando mejor se puede reconstruir siete artes liberales. Este tema, lo hemos dicho anteriormente, debió de tratarse icono-
lt la forma en que procedían los creadores de esas composiciones iconográficas, gráficamente a partir de la Baja Antigüedad, y después en la época carolingia.
1
A principios del siglo Xl, en Ratisbona, se realizó la ilustración de ün ievangelio Afüyándose en esta tradición, con el Hortus Deliciarum de Herrade de Landsbcrg
encargado por la abadesa U_ta (1002-1025), evangelio que está hoy en la Bayerische se consiguió la versión más armoniosa, pero también la más «científica». Se llegó a
Staatsbibliothek (figura·l89). Una página entera de este manuscrito aparece ocupada este resultado adoptando el esquema genético de la rosa de los vientos o de los meses
por una pintura cuyo tema principal es la Crucifnción, o más bien reflexiones de los del año (figura192): en el círculo central se sientada Sabiduría, a cuyo lado surgen
teólogos sobre la Cmcifi.xión. El espacio principal de la página corresponde a una cruz siete manantiales, mientras que a sus pies, Sócrates y Platón redactan sus obras de
que se perfila sobre dos óvalos adornados con inscripciones. Estos óvalos superpuestos filosofía. En un círculo mayor, que engloba al primero, aparece un pórtico de siete
-ajenos a la imagen narrativa de la Crucifixión- se inspiran en esquemas de los arcos y, bajo ellos, en abanico, las personificaciones de las siete artes liberales, hijas de
tratados científicos. En la parte de la cruz que corresponde al óvalo superior se encuentra la Sabiduría. En fin, fuera del gran círculo de las artes liberales, en la base de la imagen,
el Crucificado, y en el óvalo inferior se inscriben las personificaciones de la Vida y de se ven cuatro autores ante su púlpito, pero esta vez «poetas y magos)), inspírados por
la Muerte, una triunfante y la otra desfalleciente. El marco ambiental gue rodea esta el Mal (pájaro negro posado en una de sus orejas); no pertenecen al reino de la Sabíduria.
imagen central es rico y se remonta a modelos de la Baja Antigüedad (véase supra el Como siempre, en los bordes y en otras partes, muchas inscripciones completan esos
manuscrito parisino Noatiae Dig11itatrm1 (figura 163), con personificaciones del sol y esquemas iconográficos que sin ellas no serían más que jeroglíficos.
de la luna, la Iglesia y las sinagogas, y pequeñas imágenes que podrían visualizar una Otra compleja imagen del Hor/11sDelícíarum nos permite ,observar otros procedi-
correspondencia entre las cuatro etapas de la Redención y los cuatro conceptos de !a mientos del iconógrafo alsaciano. Pienso en las visiones del profeta Zacarías (fols. 64r
geometría y de la música (el punto, la línea, la superficie y el volumen; el sonido y el y 65; figura 193). En esta ocasión resume un texto narrativo y, gracias a las núniaturas
intervalo). El lenguaje cifrado de este tipo aporta mu<;hos otros matices al contenido de la Biblia catalana de Roda, dedicadas a las mismas visiones,:estamos en condiciones
1:
de la pintura (por eje~plo.' el vestido del Crnc~cado, que convierte en_sac_e_rdote). de comprobar que ia gran composición del Hortus procede de un relato por imágenes
sucesivas del tipo de los dibt~os de Roda, arrancados esta vez del friso iconográfico al
Algunos marfiles carolmg1ós ofrecen otras verstones complejas de la Cruc1fix10n.
que pertenecían para reagruparse de manera que formaran uh conj~nto único armonio-
No hay necesidad de precisar los textos de los comentaristas de la Crucifixión en samente constituido, pero que no había ya que <ileer»como una sucesión de episodios
que el pintor se inspiró, ya que lo que nos importa aquí, cualesquiera que sean esos de un mismo relato. Esta composición (figura 194) se despliega en una única superficie
textos, son los procedimientos del iconógrafo que la creó, con los elementos figurativos ideal, sin que ~eestab!ezca ningú1: nexo espacial entre las diversas p~rtes ~el ;o'.1juntb.
y la forma del rico maq::o ornamental. Al pintor correspondía elegír los motivos En compensac1ón, el iconógrafo tiende a asegurar una estn1Ctura axial y stmetnca a su
figurativos, tanto para la imagen propiamente dicha como para el marco en que ésta obra y a dar consisreñcia al conjunto, pero también a hacer resaltar más el valor
se inscribe, e instalar todos' esos elementos en medio de un conjunto de rasgos y de simbólico de los personajes y de las escenas; completando los motivos hereda.dos del
bandas con trazados geométricos regulares ~red de líneas que forman el esqueleto de ciclo narrátivo por otros inspírados en textos de los comentadores. Lo más asombroso
conjunto conservando y uniendo entre sí las escenas figurativas, los motivos geométri- de estas adiciones ocupa la mitad de la compostción y representa una piedra con siete
cos y las bandas de inscripciones. Como siempre en semejantes casos, esos múltiples ojos y las siete palomas del Espíritu Santo volando, es decir, un conjunto de motivos
textos escritos resultaban tan indispensables para la claridad de la imagen como el que muestran la injusticia (un niño en un ánfora) y a la vez la torre de Babilonia hacia
conjunto de las figuras geométricas. donde la llevan los ángeles (figura 193); son también motivos inspirados por los comen-
180 Edad Media principiosy realizaciones 181
La imagen cristianaen Occide11te:

tadores de Zacarías. La escena central, que comprende a Cristo y las siete palomas de Verdún en Klosterneubourg, esas imágenes forman largas secuencias de escenas
encer~~das.en círculo alrededo~ de h piedra de siete ojos, nos introduce en los ejemplos par~lelas. Aquí y allí aparecen inscripciones junto a los personajes para hacer resaltar
de utilización de esquemas <ic1entíficos11, Pasar de las miniaturas de la Biblia de Roda mejor aquello que más se valoraba, a saber, el valor providencial del paralelismo de
a esta composición es sustituir un «cómiCJ)narrativo por una figura de síntesis gráfica. los temas acercados. En todas esas obras, se trata de una evidente adaptación de la
Las fórmulas circulares tan caras a los cosmógrafos y geómetras debieron de tentar i':onograffa a labores pedagógicas. Puede también observarse que la iconografía tipoló-
a los icon_ógrafos de esta línea por la perfección simple de sus trazados, fácil de aplicar gica generalmente no recurría a la creación de imágenes originales. El contenido y
a temas diferentes y de adaptar a obras de arte que no fueran las ilustraciones de libros. estructura _sonlos mismo~ de las ob_rasdescripti:as, directame.~te inspiradas por el r:xto
En cuanto al Hortm De/iciamm, adapta esas fórmulas una tras otra a los temas de las de las Escnturas. Lo creativo no reside en esto, smo en la elecc1011de los temas narrativos
,ivíc:imas expiatorias de la antigua ley» y «víctimas expiatorias de la edad de la gracia1•• cuyo paralelo se busca y en la idea previa que guía los acercamientos materiales de
Las trnágenes que las evocan están todas construidas de la misma manera: se ve a un
,. pe~sonaje sentado o de pie (Moisés o Aarón,_o Cristo) rodeado de diez arcos radiantes
bajo los cuales aparecen los bustos de otros personajes, relacionados con la figura central
escenas del Nuevo y del Antiguo Testamento. Muchas de estas yuxtaposiciones de
base tipológica se repiten frecuentemente, pero hay otras que lo hacen más raramente,
sobre todo en los casos en que los ciclos son más desarroHados, como ocurre en el
por. bandas con inscripciones. En el primer ejemplo, esos personajes tienden hacia frontal del altar de Nicolás de Verdún. Pueden contarse aquí cincuenta y una imágenes
Mmsés y Aarón animales para el sacrificio y, en el segundo, palabras relativas -inscri- esmaltadas distribuidas en tres filas: las de la fila de arriba rememoran los acontecimien-
tas en las bandas que remiten a la figura central- al sacrificio de Jesús. Bajo los pies tos ante legem, es decir, anteriores al decálogo de Moisés; en las del medio se agrupan
de las fi~~ras d~l medio pue~foreconocerse el candelabro de siete brazos y la cruz que, los acontecimientos sub legede Moisés a la Encarnación. En fin, las de abajo se refieren
en definmva, tienen por objeto real la aproximación a la idea del sacrificio de Dios, al período rnbgratia,es decir, a los acontecimientos_escritos en los Evangelios. Cada
tal como se _presentaba antafi.o en el templo y tal como se muestra en la iglesia actual- una de esas tres ramas históricas está. ilustrada por el mbmo número de imágenes y,
mente. El artista alsaciano tuvo ladelectación de trasladar imágenes de un gran conjunto de esas imágenes, las superpuestas tratan de los acontecimientos que pueden compararse.
de hechos escrirurales y comentarios en esquemas de una notable regularidad geométri- Las tres escenas de la primera rama. vertical comprenden la anunciación a Isaac, la
ca: Los Jos rosetones del crncero de la catedral de Estrasburgo, donde una vez más los anunciación a la madre de Saillón y la Anunciación a María, mientras que las tres
nmmos temas s~mtratados en parejas e interpretados con esquemas análogos (medallón escenas de la última rama vertical muestran a Di9s y los elegidos en la Jerusalén celeste,
central y dos hileras de medallones a su alrededor), prueban el éxito de este intento. el Juicio Final y el Infierno. Angeles, profetas y personificaciones ocupan las mochetas
{!n_ode los procedimientos más típicos de los iconógrafos latinos de la Edad Media entre las escenas, con inscripciones versificadas que intentan explicar cada escena y el
•.
•11:: cons1suq_en aproximar entre sí las imágenes del Antiguo y del Nuevo Testamento.
~ste prC!:~edimientorefleja una doctrina cuyos principios se remontan a los propios
lugar que ésta ocupa en la historia providencial de la humanidad. El contenido icono-
grifico de esta larga serie de figuraciones sólo muy raramente se separa, y en muy
libros :1e'los Evangelios Y,a !?s t:atados de lo~ Padres de la Iglesi~, especialmente a los pequeña medida, de las fórmulas corrientes. Y si el altar de Klosterneubourg se ha
de Ongenes y San Agustm. Segun esta doctrma, que tuvo un éxito duradero en todas considerado siempre como una obra maestra, lo es ~al inargen de su valor artístico~
partes, existen vínculos misteriosos entre los acontecimientos de los dos Testamentos en tanto que gran panorama de la historia de la Salvación, respecto a la cual el
o, como decía Agustín, ,(elAntiguo TeStamento es e! Nuevo cubierto con un velo, y iconógrafo supo valorar la muy finne estructura ritmada, tal como él la comprendía,
el N.uevo es el Antiguo desveladoi> {Citulad de Dios, XVI, 26. P. L. XLI, 505). Se que dio origen a la repetición de acontecimientos comparables en cada una de sus
~mp1.ezapor realzar un pequeúo número de correspondencías entre los acontecimientos grandes etapas. En obras como el altar de Nicolis de Verdún, la creación iconográfica
1n~cntos en h B.ibli:::y en lo'.:Evangelios. Después se ruultiplican los eje:mplos a costa
~e HUI1ifiesrasobre todo en ei esfuerzo por expresar ei determinismo de la obra p,rovi-
de paralelos cada vez más aventurados, y finalmente se llega a extender este sistema dencial y en el orden ineludible que puede admirarse ahí, si se sabe descifrar el mensaje
de yuxtaposiciones a toda la obra de la Salvación. Los iconógrafos se apoderaron de secreto transmitido por !as Escrituras.
e~te metodo de demostración teológica proponiendo grupos de imágenes e incluso Salvo algunas excepciones, es en las pinturas de los manuscritos donde podemos
ciclos completos <le figuraciones destinados a confirmar el paralelismo de los dos observar, al lado de las imágenes tradicionales, nuevas creaciones iconográficas, lo que
T~stamentos, el primero como abastecedor de las «figuras o prefiguras11de los aconteci- es perfectamente lógico: desde el momento en que, para la Iglesia latina, la imagen
rrnentos del segW1do, e iµduso de los (<antetipos o tipoSJ>de esos acontecimientos, y religiosa era principalmente un medio de enseñar, es en los libros que servían a la
?e ahí d térmíno de tipología aplicado a esta clase de método de aproximación de misma causa que esas imágenes donde mis posibilidades existían de contribuir a esa
unágenes. Los ejemplos soh innumerables y pueden descubrirse en las obras de todos enseñanza. Hemos visto que las nuevas cre'aciones en materia de iconogralla didáctica
los países y en todas las técnicas de ane, sobre todo en los siglos XII, XIII y XIV: pueden observarse a partir del siglo IX, y que este linaje de imágenes se prolonga hasta
manuscritos, ~uebles y jarrones litúrgicos, telas historiadas, esculturas, vidrieras y la época gótica (figura$ 198-201). A este resp~cto se observará., pues, que el esfuerzo
frescos. En ocasiones, como en los célebres candelabros de Saint-Bertin, obra de orfebres creador en este terreno del contenido de las imágenes es anterior al auge de las artes
mosano~, l_osiconógrafos se contentaban con un pequeño número de ejemplos de esos y de las técnicas artísticas en Europa Occidental, cuyos principios no suelen remontarse
acontecm11entos simétricos; en otros casos, como el célebre ejemplo del altar de Nicolás más allá del año 1100 aproximadamente. Dicho con otras palabras, la creación en
11
¡ 182 Edad Media
La imagencristianaen Occidmte:principiosy realizaciones 183

de estar muy-versadas en las demostraciones teológicas ní incluso litúrgicas. Pero se


materia iconográfica precedió a la de las técnicas artísticas y a la de las propias artes, sentían más abiertas a todo lo que atañe al culto de la.Virgen, ~e lo~ santos, apóstoles,
y no puede ser, por tanto, su consecuencia. Esto se ve sobre todo cuando se co~ideran confesores y mártires -cuyas reliquias solían conservarse en las 1gles1ascon ornam7nta-
las obras de arte más notables de la época de este auge, como las ~scult:nras, las.pmturas ción plástica. Los escultores de esas fachadas sin duda lo sabían. Y de ahí que los relieves
monumentales y las vidrieras de las catedrales del norte de Francia, Samt-Derus, Char- y las estatuas sean tan minuciosas en la narración de sus «vi~S>) y propongan escenas
tres, Amiens, París o Reims. Vemos aquí multitud de imágenes figurativas, estatuas, inspiradas en ellas. Dicho de otra forma, l_asfachadas esculpidas apenas desplegaban
relieves, ciclos de escenas pintadas, que rememora~ i.tinumerables per:onajes y ac~nteci- ciclos didácticos muy eruditos, pero multiplicaban temas que reflejan los cultos más
mientos de la historia cristiana. Ningún arte antenor ha llegado s1qu1er~a apro~arse corrientes o las leyendas más extendidas. A este ambiente pertei:-ecen las fórmulas
a esta obra de la Europa Occídental en cuanto al número de rep:esentac10nes r~lt~posas, iconográficas aplicadas a esos temas, fórmulas más o menos estereotipadas, que pueden
número tanto más impresionante cuanto que imágenes semeJantes se multiplicaban leerse fácilmente y que, mejor o peor, se adaptan al relato hagiográfic?. .
también en objetos móviles de uso litúrgico y cultual. . . . En definitiva, el desarrollo de la escultura monumental no favoreció en el nusmo
Podríamos esperar encontrar, entre los realizad~res de esas figurac10nes,, e~ reflejo grado la creación iconográfica. En este terreno, en lo _esencial, la creación es anterior
de una investigación creadora en iconografía eqmvalente al esfuerzo artístico que a este progreso, y no habría por qué extrañarse; evidentemente, una obra de arte
testimoni;m y que ha hecho decir -en cuanto al insólito flore~imiento de ~aescultura evolucionada favorece las invenciones individuales, pero éstas se expresan mejor -tan-
monumental- que se estaba ante un (imilagro». ~ero ese equivalente en 1con~grafia to para el religioso como para el laié:o- a través de la creación verbal, algo que no
apenas existe fuera de las pinturas de los manuscn~o_sdonde -ya. 1~h_emosvisto- pertenece ya al terreno de la iconografía. El valor religioso de una bella escultura gótica
constantemente se creaban nuevas imágenes para ilustrar textos d1dacticos. Pero, en no reside en lo que su_contenído iconográfico transmíte al espectador, sino en lo que
conjunto, los ternas tomados de las Escrituras continúan ajustándose a los modelos debe al genio del artista, poeta y visionario, y en lo que el creador ha sido capaz de
tradicionales. La rama más creadora del arte de esta época, la escultura monumental, decir por las formas de su obra. Esta procede absolutamente del ámbito de la materia,
apenas se inspira en 1~nueva iconografía .de estas ilustraciones. Sigue otras vía~ y, sí, pero, de acuerdo con los términos de una inscripción que el abad Suger hizo grabar
heredera de las más antiguas fachadas esculpidas, que generalme.nt~ solían.ser exclusiva- encima de la puerta de su iglesia, Mens hebesad verum per materiali~surgit: la inteligencia
mente decorativas, sólo gradual y lentamente se apodera de las 1mag~nes 1c<=;no.gráficas,
''
embotada se eleva a la verdad (inmaterial} por las cosas matenales (lo que recuerda
ll sin renunciar nunca al principio de la prioridad de los valores artí.st!COS,pnondad que también la convicción de que la obra de arte, en sí misma, pertenece completamente
sólo se observari en forma atenuada en los monumentos de estilo gótico avanzado;
1., al mundo material).

f~
esta constante actitud entre los escultores de los pórticos y de las fachadas permite En cuanto a la presencia en la obra de arte de un toque poético, hay que ~ecir que
comprender mejor la escasez de creaciones de nuevas. fórmulas ico~~g~áficas en estas este toque poético sustituye a la demostración científica. Como se dirá en el siglo XJV,
esculturas, que permanecerán siempre estrechamente v1:1culadasal .ed1fic10que decoran. <1lateología no es más que una poesía cuyo objeto es Dios)) (Petrarca; Rerum f~milia-
Sucede más bien que la vinculación a prob!emas artís,ucos y técmcos ~ue plantea~a la rum X, 4: <<parum abestquin diram theologiampoeticamessede Deoi>). Y Boccacc10 (De
arquitectura incita a los escultores a P.ract1ca~un metodo de. e~pres1on 1eon.ogra~ca genealogiisgentilium, libro 14): (ffambién la poesía es un saber, un conocimiento, una
1
desconocido por los ilustradores de los libros e mcluso por l?s ;1dneros. ~stos d1spon1an _verdad)).Dicho con otras palabras, un arte cristiano como la escultura de las fachadas
de superficies planas suficientes como para extender sus 1magenes,. nuentras 9-ue los de los siglos XIl-X!V expresa las intellciones didácticas de sus promotores, contando
escultores de fachadas no estaban en el mismo caso. Pero al alojar sus relieves y más con el efecto artístico de sus obras que con la iconografía.
enseguida sus estatuas en las diferentes partes de un pórtico o de una fachada, se hacían Err !::.medid:! e:1 que eón e3ta vbra intentamos cc.mprender mejor l.1 forlllaciún dt:
soiidarios de una composición de conj~nto que no solamente obed7~ía a su propia la iconografía en todos y cada uno de los tipos de las imágenes medievales, el estudio
estructura, sino que daba un nuevo sentido a cada una de las figur.ac1ones que alh se de las esculturas de las fachadas de los siglos XIJ-X!V nos invita a recordar en primer
instalaban. Por ejemplo: agrupados alrededor de una p~erta los relieves del tímpano, lugar lo que era la ornamentación plástica de las fachadas anteriores a esas obras.
los dovelajes y los pilares evocan un pensamiento teológico. Esta manera 1e expresarse Como veremos, en comparación con los manuscritos y los objetos móvíles en metal,
iconográficamente se podría denominar iconografía de grupos o de conJuntos, y eso el aprovechamiento del lenguaje iconográfico en las fachadas de las iglesias y en su
es lo que normalmente se practicó en el terreno de la nueva escultura. En suma, escasez estructura decorativa se produce con un notable retraso. Podríamos citar en primer
de nuevas creaciones icon6grificas del tipo habitual, es decir, consideradas en el marco lugar las fachadas cubiertas de pinturas, d~ hs que se conocen ejemplos de todas las
de una íinagen tomada ai~ladamente, pero agru_pación de imágenes a l.as que ese épocas, principalmente en Italia, a partir 'del si~lo V! (en San Pedro de Roma, en
contexto confiere un nuevo sentido. En algunos ejemplos veremos hasta donde puede Parcnzo, en Civate, cerca de Milán). Pero tales eJemplos son demasiado escasos como
!legar esta iconografía. de ~onju~tos. . . . . para que podamos deducir de aquí los rasgos típicos de esas fachadas pintadas. Se diría
Procuraremos distmgurr las mtenctones de las realizac10nes, precauciones que no sin embargo que los mosaístas y los pintores qüe aplicaban sus imágenes iconográficas
siempre toman los autores modérnos. Nuest~s ob~ervacioncs. at:ili:n sobre todo al a las fac!iadas de las basíli~a~ no hacían ot~a cosa qu~ r?producir tal cual las .imágenes
linaje principal de las imágenes cristianas, cns.tológ1cas y manolog~cas .. Las masa~ a que habitualmente se exhib1an sobre la boveda del abs1de o sobre el arco tnunfal del
cuyo uso se destinaban las esculturas de los pórticos y las fachadas de 1gles1asno debtan
La imugo¡ cristiana en Occidente: pri11cipivsy realízaciiJne5 185
184 Edad Media

coro. Esto es cierto particularmente para 1agran composición de la fachada de laantigua griegos iconófilos que combatieron la iconoclastia (Teodoro Studita). Gracias a las
San Pedro, que muestra la Majestad de Dios adamada por los veinticuatro ancianos traducciones de Juan Escoto Eriúgena y otros, se descubre el nexo que vincula. la visión
del Apocalipsis, o para los mosaicos de Parenzo que evocan la Transfiguración y una mística de Dios con los valores de una obra de arte, con cuya contemplación se invitaba
visión del Apocalipsis. Las grandes composiciones teofánicas, del siglo Xll, que se a la unión con lo divino. Al igual que la influencia de esos escritos, el arte figurativo
extienden sobre toda la superficie del frente de la catedral de Angulema y de Nuestra religioso se extiende a partir del siglo XI y se desarrolla plenamente en el XII. Es
Señora la Mayor de Poitiers, transponen en esculturas pinturas de_fachadas más arcaicas entonces, en el momento en que se lleva a cabo esa aproximación entre contenido y
y que tenían Laparticularidad de ocupar todo el frente con un solo tema principal. valor estético, cuando los conjuntos de esculturas se multiplican en las fachadas y
•' Pero estas dos últimas fachadas intentan ya combinar la imagen evangélica principal cuando más llega a cuidarse la calidad estética del conjunto y sus armoniosos nex:os
;¡¡ con la arquitectura a que se adosa. Dicho con otras palabras, es después de haberse
(ta Ascensión) con figuraciones adicionales -que se apoyan en otros textos- y
proponen así al espectador una especie de comentario plástico de las Escrituras. Sin aprovechado de la lección neoplatónica y bizantina contemporánea (a pesar de los Libri
embargo, sólo se trata aquí de tentativas bastante aisladas en la región, ya que durante Carolini) cuando la imagen iconográfica logra obtener en Occidente el importante
todo el período románico los iconógrafos se niuestran muy reacios en cuanto a desarro- lugar que ocupa desde el siglo XII. Estas condiciones facilitaron las penetraciones en
llos sustanciales y coherentes de la imaginería sagrada (figuras 211 y 212). Lo que salta Occidente de modelos bizantinos contemporáneos. Lo que no es óbice para que, en el
a la vista en Saintonge, donde la ornamentación esculpida de las fachadas es muy rica plano de las ideas, esa aproximación tuviera lugar antes, desde los tiempos de Juan
y variada. Pero esta plástica desconoce la escultura figurativa, o al menos Lultiva Escoto Eriúgena y sus sucesores del siglo XI.
!,~ En la época en que la.sfachadas de las iglesias sólo alojaban esculturas iconográficas
¡tt.: principalmente motivos zoomorfos y clásicos, comrrendido el tema delcombate entre
vicios y virtudes y el de los calendarios, o incluso e de los ángeles. Los ángeks pueden en los tímpanos y los dinteles de los pórticos, la iconografía esculpida invadía también
llegar a ser muy numerosos, mientras que las vírgenes prudentes o las necias sólo son los interiores de ciertas basílicas, tanto en Borgoüa como en el mediodía de Francia,
ocho o diez (Chadenac, Fenioux) y los veinticuatro ancianos se multiplican muy por en Italia y en España, y en seguida_en todos los países de la Europa Occidental.
1
~l, encinu de la cifra dada por el Apocalipsis (treinta y dos o cincuenta y cuatro). Estas Recogiendo un uso antiguo, pero superando inmediatamente los modelm romanos,
libertades, que los escultores 5e toman con el texto de las Escrituras o el texto de los personajes y las escenas cristianos se labraban sobre los capiteles. Estos emplazamien-
i: titi Prud_encig-(autor de_una célebre ob_rasobre las virtudes y los vicios) muestra_nque no tos resultaban poco favorables para la iconografía, debido a la forma del capitel y a
lt. se at1enefi;al contemdo real de sus imágenes. Se ocupan en adornar las arqutvoltas de que una gran parte de esos capiteles historiados, estaban tan altos y con tan poca luz
¡...:. los pórticos y no pretenden influir en el espectador. En Nuaillé-sur-Boutonne (figu- que los fieles no podían analizar y comprender las imigenes. Por tanto, normalmente,
ra 210) se_llegó a descomponer una imagen de la Natividad en veintisiete elementos a las imágenes esculpidas sobre los capiteles no se les encomendaba una enseñanza
l~J y a distribuirlos en todos los campm de un dovelaje sin preocuparse por el orden de teológica, y sólo muy raramente servían para ese fin. En particular, cuando había que
¡::: los moti Vos. Otras escenas cristianas no han sufrido la misma suerte y pueden leerse desplegar un tema iconográfico más generJ.! en varios capiteles próximos, ese carácter
normalmente, por ejemplo sobre los capiteles. Pero la demostración a través de la didáctico era poco corriente. Así, por ejemplo, en Auvernia, Notre-Dame-de-Port de
iconografía raramente se pretende, habida cuenta del pequeño número de escenas Clermont-Ferrand, en Issoire y en otras partes, los temas iconográficos (escenas evangé-
esculpidas y de la discontinuidad de !as imágenes. A,sí, en la abadía de las Damas, en l~cas,vicios y virtudes) aparecen únicamente en algunos capiteles entre otros muchos
un dovelaje, h Cena se codea con atlantes desnudos y diablos. En todos esos casos, los sunplemente adornados. Sólo en las más célebres basílicas borgoñonas, la catedral de
auton.'.sde las fachadas esculpidas de b Sainconge no tuvieron la pretensión de congre- Autun o la Madeleinc de Vezday (figuras 213 y 214), pueden encontrarse verdaderos
gar ahí itn;igr,rn.•~ destinadas a la enseñan.za rdigios2.. fate tipo de arnamenta~ióti de cido3 cohcrcntc5, Eva11gdic0~y h.i.g,iug,d.ficv~,tu h,:,, capüdc:s de la nave principai.
hchadas sólo persigue fines estéticos, sin sacar ningún partido, para esas bdlas composi- Porque las condiciones de iluminación permiten siempre en estos casos analizar las
ciones decorativas, del contenido J.e los relieves. esculturas. En los demás casos aparecen escenas narrativas que no tienen encomendada
Pero no es ésta la única actitud que puede verse en el siglo XII. Basta cou record.ar ninguna enseñanza teológíca comparable a la de los grandes tírnpanos del pórtico de
los grandes tímpanos esculpidos de Moissac, Autun, Vezelay, Charlieu y en otro tiempo estas dos iglesias (figura 215). Esta enseñanza -sobre la teoria. de la música religiosa-
de Cluny, ejemplos todos ellos donde las cualidades puramente estéti.cas de considera- se proponía en forma bastante evidente en los cuatro célebres capiteles del crucero de
bles coqjuntos de relieves yana la par con un alto pensamiento teológico. Estos temas Cluny. Aquí sí se trataba de un ciclo <lidáccicoreservado a los capiteles, aunque su
iconográficos se remontan a las obras de finales de la .Antigüedad, pero los autores emplazamiento a gran altura del suelo lucía muy difícil su «consultai1,si no imposible.
medievales de estas nuevas ve;:siones de temas antiguos supieron enriquecerlos y reno- En suma, sólo aplicado a lo$ capiteles de lós claustros, este recurso a la iconografía-
varlos, precisando su pensamiento. Y de ahí que se haya querido reconocer con razón comentario resultaba verdaderamente razonable; sólo entonces las series de capiteles
en esas considerables obras esculpidas, como en los textos de Suger (a.próposito de aparecían bien llurninadas y sucediéndose a una altura conveniente. Mejor que dentro
Saint-Denis), la huella de contactos -para Occidente bastante recientes- con la de las iglesias, los monjes podían examinar esta imaginería cuando era instructiva. De
tradición de la filosofía neoplatónica transmitida a los clérigos eruditos de la época por ahí que San Bernardo protestara contra la multiplicación de las imágenes de animales
las traducciones de Pseudo-Dionisia el Areopagita., Máximo el Confesor y teólogos y monstruos precisamente en los capiteles de los claustros. Los hc:rmosos capiteles de
La imagencristianaen Occidente:principiosy realizaciones 187
186 Edad Medía
invención de Suger, y lo mismo ocurre respecto a los ciclos de las escenas que aparecen
Moissac y de Monreale, en Sicilia, presentan a los fieles las más coherentes, largas y en los dovelajes alrededor de los tímpanos. Pero en_todo caso, fue de la portada de
mejor ilunúnadas series de imágenes esculpidas, que pretendían aportarles el máximo Saint-Denis así concebida de donde partieron las pi:ir.qerasiniciativas de esos nuevos y
de conocimientos en materia de religión. Evidentemente, esta enseñanza a través de célebres conjuntos iconográficos. Unicamente hay que lamentar que ni.Jos escritos. ~e
las esculturas en los claustros no podía llegar a los laicos, y para extenderla a estos Suger ni los fragmentos conservados Íll situ de las esculturas nos penmtan ya decidir
últimos hubo que ampliar los programas iconográficos de las portadas esculpidas y · si los temas, en los tres tímpanos, de los dovelajes y de los pilares de las puertas de
enriquecer su composición. Esto es lo que se hizo, sobre todo hacia 1140 y en los Saint-Denis se eligieron y agruparon con objeto de proponer una vigorosa demostrac~ón
decenios que siguieron, en el norte de Francia, en Saint-Denis, cerca de París, en Senlis, de pensamiento. De una obra inspirada por Suger se podría esperar una presentación
Chartres y en las fachadas de Nuestra Señora de París, de Amiens y de Reims, donde iconográfica sistemática. Pero aquí quizás sólo pueda sostenerse esto .respecto: layuerta
más vasto es el programa iconográfico. central, con su gran Juicio Final en d tímpano y en algunos dovelajes, los vemttcuatro
Examinemos de cerca algunos de los más célebres de esos conjuntos de esculturas ancianos sobre otros dovelajes y las vírgenes prudentes y necias en los pílares (el Cristo
religiosas, y observemos a la vez las realizaciones artísticas y los programas iconográfi- del entrepaño central, retirado en el siglo XVIII, estaba en el centro de este conjunto).
',,
,,. cos. Veamos, en primer lugar, Saint-Denis. A parte de los zodiacos y los trabajos de los meses, en los pilares, el programa iconográfi-
;
El lugar de Saint-Denis en la historia del arte, comprendida la iconografía, es muy co inicial de los dos pórticos laterales sigue siendo incierto, Puede uno preguntarse si
particular. Por una parte, se trata de uno de los más venerables santuarios de Francia, Suger tenía un pensamiento guía que dirigiera la selección y _agrupac~ón de. tod?s _los
santuario del que ....;..caso!'.mico- se conservan los textos contemporáneos relativos a relieves de la fachada, Resultaría sorprendente que se hubiera limitado al portlco
su construcción y decoración, donde el iniciador y réalizador de esos trabajos, el abad central, y a este respecto lo que me parece esencial es que hiciera instalar ant~ cada
Suger, describe su obra. Pero, por otro lado, la iglesia de Saint-Denis, que 'álojaba las una de las tres puertas de la basílica estatuas-columna representando a persona_Jesdel
rumbas de los reyes de Francia, si:;-deterioró terriblemente durante la Revolución (e Antiguo Testamento. Estos personajes, ent_relos cuales puede r.econocerse a Mois~s (a
incluso antes) y no quedan ya más que pobres fragmentos de esculturas de las portadas causa de !as Tablas de la Ley), pero también a rey1.;s,evocan mdudablemente veinte
y de las vidrieras del coro, es decir, lo que más interesante resultaba para el estudio de los (!antepasados¡)terrenales de Cristo. No es éste el lugar para e:xylicar deta_l!adam~?-
iconográfico (figuras 218-222), Saint-Denis constituye, pncs, uno de los rarísimos casos te la composición de este sorprendente ciclo, pero conocemos un CJemplo de ilustracion
en que las descripciones medievales predominan respecto a la obra conservada (general- de un tetraevangelio griego perfectamente explícito y anterior en un siglo (París, B.
mente es lo contrario). Pero por preciosos que sean, los textos de Suger -como las N. griego 74). En efecto, frente al primer_ capítulo de Mateo con su genealogía de
«ekphraseis1• bizantinas de obris de arte- resultan de una sorprendente imprecisión Jesús, en lugar de una serie de personajes anónimos, como ~curre en otros casos, se
cuando se trata de lo qne aquí nos interesa, a saber, los temas generales de los programas ven aq1ú personajes del Antiguo Testamento, Adán, Eva, Motsés y Aarón, profetas y,
iconográficos y el contenido exacto de los ciclos. naturalmente, los reyes de Judea, desde Samuel, David y Salomón, ~s una <{genealogía))
Suger es célebre -y es lo que se deduce de sus escritos- por su voluntad de de este tipo, es decir, los comiel17.0Sde la historia de la Salvación, lo que Suger
crear, en la basílica renovada gracias a él, una obra armoniosa y cuidadosamente representaba a la entrada de su basílica; y en med~o de sus ((ant?easa1osJ>,sobre el
estructurada y decorada, recurriendo a los mejores técnicos artísticos en todas las entrepaño (destruido en el siglo XVIII) colocaba a Cnsto, con unJmc10 Fmal en lo alto
especialidades. Se sabe también por estos textos, y por lo que queda de las realizaciones de· la portada anunciando el fin de los tiempos.
de Suger, que éste estaba también preocupado por los problemas prácticos planteados Otros pasajes de los mismos escritos de Suger muestr_an que, en. su orden~do
por el culto y por el aspecto estético, y que el arte al que recurrió era por una parte nrovecto. el coherente tJtoQ"rarn::i:
iconoP-ráfico qnc tnvo b 1rif'~ de rt':thzar f;ll S:nnt-
t.tdJkioHal y, por otra, muy innovador. be~is se· extendía también~ vidrieras historiadas (figuras 221 y 222). Estas vidrieras
Lo antiguo y lo nuevo se codean aquí hasta tal punto que los historiadores del arte eran catorce, en las ventanas del coro, y se completaban con las del gran rosetón de
no siempre consiguen <{situar»exactamente algunas de las más notables partes del arte la fachada. Aunque tales vidrieras se vieron aún m~s mu.tiladas que las :scnltura~ de
de Saint-Denis. Felizmente, no es de estos problemas de lo que tenemos que ocuparnos las portadas, nos quedan algunos ejemp!os que restun.01:1anuna excepcional cal1da,d
aquí y, sobre todo, de la espinosa cuestión de las relaciones entre el arte de las esculturas artística. Suger afirma haber empleado diferentes espe~1ahstaspara reah':ar esta_~al_e,na
de Saint-Denis y el de la fachada oeste de Chartres. Bastará por ello que recordemos de vidrieras, y puede comprobarse que la convocat?r1a para este tra~aJO se d1ng10 a
solamente que esas esculturas de Chartres, comenzadas hacia 1175, son muy ligera- técnicos muy competentes. Pero desde el punto de vista que aquí nos mte~esa, a saber,
mente posteriores a los relieves de la portada de Saint-Denis (aproximadamente 1135- el grado de valor pedagógico de ese cmajullto deseado por Suger,.sus escritos -:-dadas
1140). Cierto que, en Chaítres (figuras 224-227), se realizaron esculturas más bellas, las destrucciones masivas de los originales- nos llevan a las nusm.as conclns10nes a
y se amplificó y enriqueció sensiblemente el programa iconográfico de la iglesia abacial; que nosotros habíamos llegado Fespecto a las esculturas de las portad:1-,s,conclusiones
pero, para el historiador de la iconografía de los conjuntos monumentales, lo esencial a las que volveremos a continuación del examen de Chartres: La elecc1on de l~s temas
es que la nueva y magnífica fórmi.tla de la portada esculpida con estatuas-columna, en representados en las vidrieras de Saint-Den.is no obedecía a rnng~n progr,am_ariguroso,
el punto donde se juntan los muros que enmarcan 1~puerta, se realizó por primer~ y es muy significativo a este respecto la manera en que Suger cita esas 1magenes,
vez en Saint-Denis. No se puede ya afirmar, como Emile Male, que se trate de una
188 Edad Media La imagen aistiana en Occidwte: principíos y realizaciones 189

Nos enteramos primeramente de gtie de las dos ventanas de la capilla axial del la calidad excepcional de la mayor parte de sus esculturas y el número de temas
coro, la capilla de la Virgen, una de ellas está dedicada al Arbol de Tesé y la otra a un iconográficamente interpretados (figuras 225 y ss.).
ciclo de la infancia de Jestis. Tanto un tema como otro, a pesar de la diferencia de Chartres fue sede de la escuela de estudios superiores más célebre de Francia en la
estructura (el Arbol de Jesé se alza de un solo trazo desde abajo hasta lo alto de la época de la construcción de la actual catedral. Resulta por tanto justificado admitir a
ventana, mientras que el ciclo de la in±"anciacongrega varias imágenes encuadradas priori que las imágenes de las esculturas y de las vidrieras que aparecen allí estaban
individualmente), tienen un carácter descriptívo, y ~n el eje de un santuario mariano mejor colocadas que en otros monumentos para testimoniar sobre la función intelectual
están perfectamente en su lugar. En otras vidrieras, especialmente en San Benito, se y pedagógica atribuida al arte religioso monumental en los siglos XII y XIII.
¡: <lesplegaban'temas narrativos semejantes, pero dedicados a santos. Chartres y muchos Las esculturas enmarcan nueve puertas de entrada, formando a su alrededor conside-
otros santuarios góticos insisten en ciclos hagiográficos análogos, gue correspondían rables col?p?siciones plásticas, y pueden conta~se cerca de dosc~entas ventanas adorna-
visiblemente a las capillas dedicadas a diferentes santos y a menudo guardianas de sus das con v1dneras compuestas generalmente de imágenes figurativas. Toda la ornamen-
reliquias. Pero las vidrieras del coro de Saint-Denis, que iconográfica e históricamente tación, y especialmente los conjuntos esculpidos de las fachadas, resultan de un gus'to
,. son las más interesantes, entran en la categoría de imágenes tipológicas, imágenes gue impecable y atestiguan un gran talento y sorprendentes conocimientos técnicos por
constit½ían lo más nuevo y original de la imaginería occidental de los siglos XII, XIII parte de los artistas, El conjunto y los detalles se ajustan perfectamente a la arquitecntra
y XIV. Emile Mile pensaba que Suger era el inventor de la tipología iconográfica. Pero que lo contiene, lo que supone la existencia de un plan de conjunto y mucho método
si tal hipótesis no es ya aceptable -tan poco aceptable como la que convierte a Suger en la realización de este plan. Esto puede apreciarse, sobre todo, en la ornamentación
en inventor de las estatuas-columnas-, sí pudo ser el primero en introducir la icono- de la fachada de entrada, con sus tres puertas simécrícas, sus tímpanos, gabletes, dovela-
grafía tipológica en el arte monumental, al encargar los ciclos de imágenes que decoran jes y _estatuas-columna en ambas partes de cada puerta. Estéticamente, no se podría
dos de las ventanas de Saint-Den.is. La destrucción casi completa de estas vidrieras nos imagmar nada más conseguido. E igual equilibrio predomina en las fachadas laterales,
impide conocer en conjunto y con precisión el contenido de esas secuencias tipológicas a pesar de un sensible enriquecimiento de la ornamentación plástica y de una mayor
de imágenes (ya Lpe, para nuestra sorpresa, a pesar de la novedad de una alternativa diversidad de las figuras y escenas esculpidas.
tal, Suger sólo la precisa para una de esas ventanas). De las dos, una se basaba en la A priori 1 podría pensarse que en el contenido iconográfico de los conjuntos plásticos
vida de Moisés y comprendía a la vez imágenes narrativas e imágenes alegóricas de~plegados alrededor de las pue~tas <le la catedral vamos a encontrar igual sistema,
({(molinode San Pablo))). En otra vidriera, en un contexto iconográfico desconocido, utudad y orden. Pero no es así. Cierto que todos los ternas tratados allí son los mismos
aparecían dos imágenes surgidas de especulaciones tipológicas, qtie se han conservado. que el arte cristiano solía tratar a través de la imagen, y de ahí que el observador
En una de esas imágenes (figura 222) aparece la escena de ,da cuádriga del rey Amina- moderno no se sorprenda ni por la elección de esos temas ni por !os emp!azam.ientos
dab> (Cantar de los Cantares), que muestra d Crucificado colocado sobre el Arca de que se les ha reservado en d conjunto. Así, en lo que respecta a los tres tímpanos de
la Alianza -símbolo de la salvación por Cristo-, y, en la otra (figura 221), Cristo la fachada oeste, la teofanía central, inspirad.a por el Apocalipsis, resulta normal, como
entre las per~onificacione~ de la Iglesia y de.la Sinagoga: bendi~iendo ª,u.na y desve~ando idóneo pare:e el lugar que se le ha resc::vad? eu el eje Je la. basílica. ¿Per? por qué,

r a otra, al tiempo que stcte palomas --imágenes de los siete esptntus de D10s-
convergen hacia el pecho de Jesús. La forma esqucmátíca de representar esta escena
abstracta se ajusta al procedimiento habitual de los creadores de imágenes tipológicas.
Si Suger pudo ser el primero, en Saint-Denis, en extender la iconografía tipológica a
en los dos t1mpanos laterales, un pequcno C1clode la Infancia forma pareJa con una
sola escena, la Ascensión? ¿Basta con mostrar a los apóstoles sentados para sugerir el
Juicio Final? ¿Por qué se han repetido algunas escenas de ese cido de la Infancia en
el friso de pequeños relieves narrativos agrupados a la altura de los capiteles de las
las vidrieras, contamos con numerosos y a veces notables ejemplos posteriores de esto, columnas de lm pibrr-~? ¿Y ror q1.1he~ü~relieves, donde h~y :i.lgunos tem:is importmte~,
como en Chal6ns-sllr-Marne y, sobre todo, en la catedral de Bourges. se han realizado a una escala tan pequeiia, pequeücz LlUeresalta además poi las gigantes-
_Por sorprendente que pueda parecer la ausencia de cualquier referencia precisa a cas proporciones de las efigies de las escatuas-colurnna? !vial definidas iconográficamen-
las mügenes de este tipo por parte de Suger, autor de la iniciativa de integrarlas én el te, esas efigies se han identificado de diversas maneras (antepasados de Cristo, reyes de
progr~ma iconográfico de su basilica, disponemos de una clamorosa confirmación de Francia). Seguramente es lógico que se las iJentifique, tanto en Saint-Den.is como en
la afinón que éste tenía hacia esa imaginería intelectual, inventada poco tiempo antes la fachada oeste de Clurtres, con los (1antepasados11 de Cristo, patriarcas de la Ley y
en el norte de Europa. Pµes Suger dotó también a su basílica de una enorme cruz profetas. Pero, si así fuera, se trataría de personajes cuya importancia es infinitamente
procesional, que se alzaba' detrás del altar mayor, y en la que se representaban varias menor que la de los acontccinUentos evocad?s en los pequeños relieves de los capiteles.
escenas del ciclo tipológico. Esta cruz, que subsistió hasta la Revolución, fue célebre Algo '/ue debió saltar a la vista desde d siglo XII. Y de ahí que, en las portadas de las
y objeto de imitaciones, así como las imágenes tipológicas de su base, como puede fachat as laterales de Chartres y en las fachadas de otras catedrales del siglo Xll, las
verse todavía en !a cmz de Saint-Bertin, hoy en el Museo de Saint-Omer. grandes estatuas que flanquean las puertas sean los apóstoles y personajes del Nuevo
Después de Saint-Denis, veamos ahora la catedral de Chartres, que le debe mucho Testamento. En fin, ¿cómo puede ser que los relieves de la fachada oeste repitan dos
como también las de Senlis, Laon y otros varios monumentos ligeramente anteriores, veces la Anunciación y la Visitación pero muestren series incompletas de personificacio-
pero a los que supera por la extensión de la ornamentación labrada en sus tres fachadas, nes de vicios, virtudes y artes liberales, ciclos que parecen haber sido amputados de
190 Edad Media La imagen cristiana en Occidente:prfndpios y realizaciones 191

figuras indispensables {quizás por falta de sitio), mientras que se han dado proporciones laterales el tema de la coronación de la Virgen, que ocupa el pórtico central; lo que
gigantescas a personajes mal definidos del Antiguo Testamento y no se ha reservado constituía manifiestamente una especie de licencia que compromete el rigor de !a
ningún lugar a la Crucifixión?¿ Y por qué también -incoherencia que llega a poner demostración iconográfica e incluso la hace incierta (figura 227), Aun'/ue es cierto
en duda la existencia de un proyecto o programa iconográfico adaptado a los emplaza~ que, prácticamente, cuesta mucho trabajo descifrar una gran parte de as pequeñas
mientas dados-, por qué, en efecto, agmpar en el tímpano sur tres niveles sucesivos escenas bíblicas sumergidas en la sombra.
de escenas que parecen hacer hincapié en símbolos eucarísticos, y no oponerles más La ornamentación esculfida de la fachada. sur, cronológicamente la última, recoge
que la sola escena de la Ascensión? En resumen, en lo que se refiere a la fachada oeste, la misma estrvctura genera de la fachada opuesta que acabamos de ver, aplicándose
las esculturas, aunque constituyan una gran obra maestra del arte del siglo XII, están también ahí el principio de la iconografía por agrupación de temas. Pero hay aquí más
" muy lejos de presentar igual perfección en el plano iconográfico. Si artísticamente estas unidad en el conjunto de los relieves y. 11:ás ~oherencia e~ su presentación. ~os tres
esculturas están en función del edificio que decoran, y si su contenido iconográfico tímpanos resaltan grandes temas: el Jutc10 Fmal y las vidas de los santos Esteban,
está en función de esta obra de arte, el lugar, las dimensiones y las técnicas adoptadas Nicolás y Martín. Todo lo demás, es decir, los numerosos dovelajes y los pilares de
para cada parte de ese conjunto están predeterminadas por el plan arquitectónico previo los pórticos, se reserva para los ángeles y los habitantes del Paraíso, por una parte, y
1 •
al que esas esculturas, con sus iconografías, se vinculaban. El escultor se ve obligado a santos de toca clase, por otra. Aquí, los temas generales -Juicio Final y fieles de
i .¡ a las elecciones que la arquitectura le imponía y su esfuerzo ha recaído no tanto en la Dios- hacían más fácíl que en el caso anterior la tarea del ordenador de este tercer
1:
,. creación desde dentro de las imágenes como en la disposición de los ternas iconograficos conjunto. El hecho es que supo agrupar esculturas cuyo tema exigía esa agrupación, ·;,;e_,
)[ con arreglo a la composición arquitectónica y decorativa qne el edificio le _exigía. sin perturbar la estructura arquitectónica del conjunto deco!ativo .. se trata probable-
1 El arte de las esculturas de la fachada norte de Chartres, de una generació_µposterior mente -de un progreso en el manejo del método de agrupación de. rmágen~s cargadas
:l... a la de la fachada oeste, es mucho más evolucionado. La intención de quien imaginó de un determinado sentido, en donde el emplazamiento de cada una de esas imágenes
esta fachada se manifiesta claramente en la elección que hace de un importante tema en el grupo está en relación con su significado. . , . .
l. mariológico para el tímpano central de la portada norte. Se representa ahí el nuevo Estos ejemplos de esculturas monumentales de !os siglos XH y XJH podnan mult.1ph-
' motivo de la coronación de la Virgen por Cristo. Evidentemente, una imagen tal carse, 1o que no haría más que confirmar lo frecue:1te que era en la Edad Med1~ el
colocada sobre una de las entradas de una iglesia dedicada a Nuestra Señora evoca el procedimiento de expresión i~onográfica .eor ªf?':1_pae1ón.Como en los trata.dos~scntos
culto que allí se celebraba. En Laon, Senlis y París se eligió el mismo motivo para la de los teólogos, la demostración en matena rel1gtosa evoca los hechos cons1derandolos
ornamentación esculpida de uno de los tímpanos de sus entradas (figura 228). Aquí y unos junto a otros. Pero, en !os libros, se les reproduce unos después de los otros;
allá, está'-coronación de la Virgen nos muestra un tipo iconográfico de nueva creación, mientras que, en las fachadas, las imágenes están juntas (leyéndolas como se lee un
uno de los raros tipos iconográficos (al lado del Arbol de Jesé) realmente nuevos de libro, una tras otra). Nada recuerda mejor que este método de los iconógrafos latinos
esta época. Porque, hablando en términos generales, en Chartres y en otros lugares, procede de su vinculación a la función pedagógica de las imágenes: Porque lo que
se prefirió enriquecer la iconografía por el método de nuevas agrupaciones de fórmulas dicen los teólogos y lo que representan las esculturas, son comeutanos de los textos
usuales. sagrados. El hecho mismo del ensamblaje de los personajes y del episodio histórico,
Pero los relieves de los dos tímpanos laterales delmuro norte y los de las arquivoltas cualquiera que éste sea, es ya un comentario.
que les enmarcan nos llevan a los mismos problemas de antes. ¿Por qué elegir, para En el plano de las ideas, la _importancia de la. ag.rupación de ~m.ágenes!ª' ~omo
uno de los tímpanos, una escena de !as desgracias de Job y, para el otro, que forma hemos visto en las fachadas es evidente. Este procedurnento y sus rnult1ples aplicac10nes
oareia, un J11ir.ioPin::i1?(',iFrt0 111eerr este caso y t!l m'lch0.<:otro.<:b.<:e::-'.1ditc$
::.co~h:rr. no han sido objeto de estudios profundos reÍeridos a.l método mismo. Espero que en
bradüs al manejo de las Escrituras -los de la Antigüedad y los de la Edad Media~ el futuro tales estudios se realicen. Por el momento, limitémonos a recordar, en lo que
pudieron encontrar textos que reconocen en la historia de Job un símbolo del Juicio respecta a las agrupaciones iconográ~cas d~las fachadas, que éstas estaban canalizadas
Final, lo que probablemente pudo también pensar el escultor de Chartres. Pero la por datos arquitectónicos~ los que obhgat~name11te.tenia~ que some.ter~e.l~sesculturas:
erudición y los vestigios de aproximaciones anagógicas están fuera de lugar cuando el tema general debía ser 1lustr:do por relieve~ de tipos dtfer~ntes d1stnbmdo entre los
uno se pregunta por qué alrededor de las escenas de la Infancia de Jesús (ciclo que tímpanos, el dintel, los dovelays de las arqutvoltas y los ptlares de la puerta con su
aparece por primera vez en !a fachada oeste) se muestra la lucha de los vicios y las
1
7.ócalo, etc.
virtudes, las vírgenes prudentes y las vírgenes necias. ¿Por qué? Sé trata de los símbolos Topográficamente, dado que las diferentes partes del cot~unto eran constantes y
de la Virgen y, sí se les muestra alrededor de las escenas de la Infancia de Jesús, ello las relaciones entre ellas generalmente iguales, es la elección de los emplazamientos lo
se debe seguramente al papel que María juega también ahí. Pero, en este emplazamien- que decidía en cuanto a la importancia relativa de los temas que Setrataban. La distancia
to, más bien se esperaría encontrar imágenes cristológicas. Tam_poco está justificada entre la escultura y el espectador, la desiguald~cl de iluminación, la escala variable de
asimismo la presencia de los ciclos bíblicos de Gedeón, Judit, Esther, Sansón, Tobit .y los relieves y muchos otros factores permitían realzar tal o cual escultura o tal o cual
Tobías, desplegados alrededor de la gran escena de Job. También aquí el arquitecto serie de esculturas con respecto a las otras. El artista tenía que proceder a esa elección,
debió decidirse a poner otra vez en todos los relieves de los dovelajes de los pórticos que incluía también las consideraciones respecto a la proximida~ de los relieves coloca-
194 Edad Media La imagen cristiana en Occidenu: principios y realizaciones 195

los temas de las vidrier.a.s en una sucési6n de ventanas. Veamos, en efecto, los temas la pintura Guntamente con las vidrieras) aporta uno de los más ricos y preciosos
de las ventan.as del ábside. En la primera hilera, ciclo de San Juan Bautista: dos profetas testimonios. Con relación a los grandes temas cristianos, esta imaginería suele resultar
y querubines, Moisés ante la zarza en llamas, Anunciación, Visitación, Virgen en el marginal y, para esta obra, nos ha parecido secundaria: en tanto que imaginería descrip-
trono, Aar6n y el ángel, Ezequiel, David y querubín,Jesús entregando las llaves a San tiva sólo resulta creativa, en el plano iconográfico, en la medida en que tiende gradual-
Pedro. En esta primera fila no hay más que una vidriera con la Virgen en el trono, mente a aproximarse a la realidad ambiente, tendencia que desde el principio de este
colocada en el eje del ábside, que tenga en cuenta el emplazamiento de la imagen, estudio hemos marginado de nuestro campo de observación, puesto que se trata de
Segunda fila: las veinte vidrieras representan santos o narran su vida, mientras que la una vía de evolución que anuncia el declive y fin de la expresión iconográfica de los
ventana central se dedica a la historia de los apóstoles. De donde se podría deducir valores espirituales. Lo 'que no es óbice para que mostremos al lector cierto número
que, en d ábside, en cada uno de los dos niveles de las ventanas, el tema de la imagen de pinturas occidentales tomadas de las vidas de santos.
que aparecía en el eje de la iglesia se elegía sin duda en función de este emplazamiento:
la Virgen en el trono con el Niño, la historia de los doce apóstoles. Pero los demás
\lo.,,
,,.,, temas no corresponden a ningún sistema, salvo quizás a la idea de que las vidrieras
"",, dedicadas a santos y a sus vidas estén al lado de las capillas del coro dedicadas también
a santos.
" La elección de temas para las tres ventanas del muro de entrada -en el lado
ii: opuesto al coro- implica una intención comparable a la que se vislumbra en éste. La
ventan.a que está en el eje presenta las escenas de la Infancia coronadas por la de la
Virgen mayestática en el trono -reproducción de la que aparece en la vidriera axial
del coro. Las dos vidrieras laterales muestran, una de ellas el Arbol de Jesé, es decir,
11.., una introducción a !as imágenes de la ventana central, y la otra, un ciclo de la Pasión
<: de Cristo. Es evidente que, como en el coro, la imagen axial no requiere en ningún
1
~LJ ' modo !as imágenes laterales. Los ciclos que se ven ahi son independientes y no simé-
tricos.

b
¡-
Esta última observación se podría ampliar a todas las vidrieras de los muros laterales,
el coro; el transepto y la nave. Dado el elevado número de ventanas, nQ podemos
esperar :encontrar aquí ciclos coherentes comunes para el conjunto de esas ventanas.
La práctica de los encargos de vidrieras una a una debió imponerse en este caso más
que en otros. De ahí que a veces aparezcan dos o más temas sucesivos: dos vidrieras
para Pedro y Pablo, o las cuatro vidríeras ljue repiten la imagen de un profeta llevando
a hombros un evangelista (transepto sur . Pero en la mayor parte de los casos las
vidrieras sucesivas presentan temas totalmente diferentes entre sí.
En suma, en lo que respecta a las vidrieras de Chartres, puede decirse que su
irnrrogr;iffa proporciona a lm fide~ alguno~ ejemph> de ddc.s na¡-¡-;;,fr,,rus,cv;;.ügélicus
y hagiográficos más o merios concisos y muchos retrat0s de santos, mientras que los
comentarios didácticos constituían la excepción (los profetas llevando a hombros a los
evangelistas). El emplazamiento de las imágenes de la santa patrona de la catedral en
sus dos extremos, y la situación de las vidas de los santos a1lado de las capillas que les
son dedicadas, resaltan aún más la función rdigíosa de las imágenes de las vidrieras,
es decir, una rememoradón del culto litúrgico celebrado en la iglesia y sus capillas,
rememoración que no tíene equivalente en las esculturas de las fachadas.
En fin, después de haber analizado el auge de !as imágenes esculpidas y de las
vidrieras, bastará con que recuerde el papel que se concedió a la pintura mural de las
iglesias y a la pintura de los manuscritos en todos los países de Occidente, desde la
época. carolingia y, sobre todo, en los siglos románico y gótico (figuras 234-239). La
pintura sirvió para tratar todos los temas que hemos observado anteriormente en la
escultura y en las vidrieras. Pero en el caso de la iconografía de las vidas de los santos,
l
192 Edad Media La. imagencristianaen Occidente:principiosy realizaciones 193

dos en series, uno tras otro. A partir del'siglo XII, cuando se trataba de obras complejas, que cada uno de los dos pórticos laterales de París llega por su cuenta al terna mariológi-
como lo son las esculturas de las fachadas y, sobre todo, las esculturas agrupadas co común. Los motivos <<científicos))están aquí también ~ucho menos desarrollados
alrededor de un mismo pórtico, todo esto formaba parte de la creación en materia de que en París. No obstante, en los pilares del pórtico norte se repiten también los signos
iconografía. Así, pues, es el pórtico, y no la fachada, lo que constituye la unidad del zodiaco y los meses.
iconográfica de esos grandes conjuntos de figuraciones. Pero, por lo demás, con sus tres pórticos en alguna medida autónomos, esta fachada
Al lado d_elenorme repertorio iconográfico que presenta la catedral de Chartres, obedece a una estructura perfectamente equilibrada: el emplazamiento de los pórticos,
habría que examinar también los de todas las grandes catedrales góticas y muy especial- sus proporciones y siluetas son armoniosos y muy hábiles. En París, a todo esto viene
mente las esculturas de las fachadas de Nuestra Señora de París, Reims, de Amiens y a añadirse la <1Galeríade los Reyes» que atraviesa todo lo largo del muro y contribuye
de Bourges, y las vidrieras de algunos de los grandes santuarios de la misma época, poderosamente a realzar la unidad estética de la fachada. Dicho con otras palabras, en
comprendidos los de Estrasburgo y los de Chalóns-sur Marne. El estudio de cada uno París, como en Chartres, las preocupaciones estéticas rriman sobre las demostraciones
de esos notables conjuntos responde a su manera al problema de la función intelectual iconográficas. No voy a extenderme a los pórticos de transepto, sensiblemente poste-
' " y pedagógica de las imágenes, confirmando en nuestra opinión las conclusiones a que riores. Este caso es comparable al de Chartres y los temas se asemejan a los de los
habíamos llegado (véase supra)en el examen de Chartres: en todas partes se descubren_ pórticos laterales de la fachada, añadiendo a los temas mariológicos algunas representa-
'1:"'~:
,, ecos de ese tipo de preocupaciones, pero en este sentido los efectos son raram_ente ciones tomadas de los Evangelios.· Los pórticos de los muros laterales de Chartres, ya
,, sístemáticos, e intelectualmente hablando no se trata aquí de un edificio completo, ni lo hemos visto, muestran también programas iconográficos emparentados_ con los de
le
1
de una fachada completa, sino de un pórtico que presenta unidad intelectual. Asimismo,
en cuanto a las vidrieras, se trata de una ventana {y no de series de ventanas) t;:onsiderada
la_fachada, pero más desarrollados y distintos.
En Chartres pueden contarse ciento ochenta y seis ventanas con vidrieras que, con
.

como una unidad semántica. Esto se debe en gran parte al elevado número de esculturas raras ~xcepciones, ca.befechar en dos épocas precisas. Tres de estas vidrieras, las del
que se pedía a los artífices y a la inevitable lentitud de s11trabajo, así como al considerable muro oeste, se remontan a 1150-1155, y las demás se realizaron entre 1200 y 1235
gasto que representaba la realización de un pórtico o de una vidriera de gran ventana. (figura 233). Aunque en muchos casos esta cronología ¡mede precisarse más, dada
No es, pues, de extrañar que solieran remontarse a fechas diferentes, e incluso que nuestra intención de no extendernos aquí, podemos evitar e detallarla. Por el contrario,
fueran o~ra de generaciones diferentes. nos interesa recordar que, contrariamente a las esculturas de las fachadas podemos en
Las catedrales de París y de Reims están en este caso. El conjunto de las esculhlras este caso conocer la identidad de quienes encargaron la mayor parte de las vidrieras,
de las portadas no es contemporáneo, por lo que resulta superfluo buscar una unidad ya que sus nombres y a veces sus retratos aparecen en la parte baja de las ventanas.
de pensamiento para la totalidad de los relieves de la fachada, algo que puede hacerse Sabemos así que no encargaban nunca más de una ventana historiada, y en una cuaren~
solamente para una portada, Y lo mismo ocurre con las vidrieras, donde la expresión tena de casos (más de la mitad de las vidrieras comervadas) el encargo se hacía en
iconográfica de un mismo tema no sobrepasa la superficie de una misma ventana. Esta nombre de una colectividad, especialmente en nombre de una cofradía de artistas o
es al menos la regla, que sólo por excepción se abandona. mercaderes, ya que los eclesiásticos y los nobles actuaban de forma tradicional. Dicho
Veamos, en efecto, los temas de las tres portadas de la fachada de Nuestra Señora en otros términos, las vidrieras eran algo así como ex-votos independientes entre sí y
de París, que ciertamente no son contemporáneos y no parecen obedecer a un programa respondí~ a distintas iniciativas. Esta manera de actuar se confinna también a finales
de conjunto. Además, hay aquí sospechas de la presencia de relieves_procedentes de de la Antigüedad a través de muchas obras de arte de envergadura, como los frescos
una puerta anterior. De todas maneras, conviene considerar cada pórtico separadamen- de la sinagoga de Doura-Europos -siglo m- y los mosaicos de pavimento paleocris-
te. El pórtiro n·ntr;i.l e-stá dedicadoa los diversos elem':'ntos del Jui.cic Fi.m.!,rriientr:l.'; ti:mcs{Aqui!ea, Sitia). Lo que prueba ur..aextensión de este recursú al arte, utilizado
que los dos pórticos laterales se dedican a la Virgen. Tal es al menos lo que se deduce ahora por más amplias capas de la sociedad. Pero en todos estos casos se plantea la
del examen de los relieves de los dos tímpanos: uno muestra a la Virgen con el Niño cuestión de saber si tal fragmentación de las iniciativas no se refleja en las formas y
y los Magos, y escenas de la infancia de María. El otro presenta una Coronación de significación de las obras encargadas. Pues si a veces esa fragmentación no s_emanifiesta
la Virgen por Cristo, seguido del enterramiento de María y su resurrección. Los dos en el estilo de la iconografía de la obra, en otros casos se refleja en el arte y sentido
tímpanos tratan de temas mariológicos semejantes y podrían corresponder a un progra- de las imágenes procedentes de encargos diferentes.
ma único, aunque su realización haya podido hacerse en dos til;mpos. Pero, en ambos Esta segunda hipótesis es la más probable en el caso de las vidrieras de una iglesia,
pórticos, los numerosos ielieves de los dovelajes no siguen con tanta nitidez la misma en que cada una de ellas estaba estrictamenre circunscrita a la abertura de la ventana
dirección. Los dovelajes de la portada. sur congregan ángeles, reyes del Antiguo Testa- dada. Y esto es lo que confirma un exameri más atento de las vidrieras de Chartres,
mento y profetas, así como los ancianos del Apocalipsis. Este último tema corresponde cuyo carácter individual resulta tanto más asombroso cuanto que proceden de fechas
mejor al pórtico central con su Juicio Final, y se ha pensado si no procedería de una. muy próximas. .
puerta más antigua. En cuanto a los dovelajes de la rortada norte, encontramos ahí No cabe reconocer aquí un programa icono"gráfico más general, como tampoco la
los reyes del Antiguo Testamento y los profetas de pórtico sur (figuras 230-233). existencia de un nexo entre los temas de las vidrieras y su emplazamiento en la iglesia.
Repetición sorprendente si se piensa en la riqueza del repertorio de Chartres. Se diría Para persuadirse de esto, basta con proceder a algunos sondeos y observar sobre todo
1

1 El problema de la iconografia
en la Edad Media

¿'"

En lós capítulos precedentes, trátese de Bizancio o de Occidente, hemos considerado


principalmente las obras de arte más conocidas, sean éstas obras maestras o realizaciones
más modestas, rero que en cualquier caso siguen el ejemplo Je las más notables
creaciones. Es e cot~unto de estas obras lo que aporta el más autorizado testimonio
para juzgar la iconog,raffa típica de un medio dado. Por lo demás, esto es lo básicamente
.1 admitido por todos los especialistas en h iconografía medieval.
Pero de acuerdo con e!los cuando se trata de establecer las características típicas de
la iconografía practicada por los artistas del gran arte, el de los poderosos de este mundo
y el de los intelectuales más cualificados, tenemos también que hacer observar, paralela-
mente, que hubo tipos de obras de arte que siguieron otras vías, dirígiéndose a otro
público y encargándose de tareas que la iconografía predominante ignoraba, voluntaria-
mente o no. Estas tareas podían vincularse al culto de las imágenes o aproximarse al
periodismo -dos preocupaciones desconocidas en el ambiente del arte del nivel más
superior. Se tratarla del equivalente, en iconografía, del lenguaje vernáculo que en
literatura viene a sustituir a la lengua culta. .
La iconografía en la que estamos pensando se podría llamar popular, a condición
de ampliar el sentido que se <la a ese término, al que se recurre para designar cosas

~;r:~~~;:·
~E~ d~~i:f:r~:~~\r~:1~
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opuesto al de las figuraciones de técnicos cultos. Porque, en todas partes, el artista
cultivado y de talento se ha hecho siempre pagar más caro que los otros. Y de ahí que
haya tenido por clientes a los mecenas que pertenecen a la cima <le la jerarquía. social.
Esta clase de obras era inseparable de las imitaciones que inspiraban, sin que estas
imitaciones Hegaran a retener las cualidades estéticas intelectuales de los moddos que
seguían. Pero de imitación en imitación, van a acabar alterándose esas cualidades y las
imágenes, sin separarse al principio de sus modelos, sólo terminarán conservando de
ellos vagos iecuerdos. Las obras de este tipo tonstituyen la primera categoría de imáge-
nes populares. Responden al camino que han podido seguir los iconógrafos sin cultura,
o no muy cultivados, para asimilar las creaciones de la élite intelectual y artística. Algo,
por lo demás, muy frecuente, aunque convenga añadir que este arte donde se reflejan
obras de otra capa social, aun perdiendo otros valores del original, crea otros en su
lugar, concernientes tanto a la estética como al contenido intelectual (por ejemplo, la
198 Edad Media El problemade la iconografíaen la EdadMedia 199

simplificación de las imágenes favoreció la significación simbólica). Pero el principal los griegos, pero según un principio corriente en el Occidente latino, en los países
defecto de esta manera de definir el arte popular estriba en la dificultad de trazar la católicos, contrariamente a los usos establecidos PºF la· Iglesia latina como mínimo
línea de demarcación con las obras cultas: como la degradación se hace por etapas y desde los carolingios, se rindió culto sistemáticamenté a determinadas imágenes esculpiN
en forma desigual, cuesta trabajo afirmar dónde comienza la obra propiamente popular. das. En ninguna de las dos partes esas prácticas llegaron a extenderse más allá de un
Los mejores ejemplos de este tipo de dificultades nos los proporcionan las estampas de limitado número de pinturas y esculturas. La Iglesia oficial permaneció muda respecto
los manuscritos. Si las ilustraciones de algunos de ellos pueden ~er todo lo rústicas que a este tema, aunque sin desaprobarlas, probablemente porque todas esas obras, a pesar
.,,
,.,,
,,,
se quiera, está claro que sólo los lectores del manuscrito en cuestión van a utilizar esas
imágenes, es decir, gentes que saben leer y tienen la costumbre de manejar libros. Lo
de los elementos iconográficos particulares que contenían, no contradecían ninguna
doctrina y encontraban apoyo en medios populares fervientes.
que, en la Edad Media sobre todo, no es nada s1populan>.No obstante, cualesquiera Por la parte griega, los ejemplos más espectaculares de esta iconografía ajena a los
que sean las dificultades de una definición de los límites de las obra.~populares de esta gustos y usos oficiales no los proporcionan los salterios con ilustraciones marginales,
~11 época, citemos algunos ejemplos, elegidos entre las ilustraciones de los manuscritos que se remontan a !os siglos IX y x. Las miniaturas de estos manuscritos son célebres
" que hemos podido manejar. En la serie griega, citemos el Juan Damasceno, París griego y han sido objeto de muchos estudios concernientes a su arte e iconografía {figs.240,
923 (del siglo IX), el Libro de Job, París griego 134, o el Fisiólogo de la Ambrosiana 245}. Nadie .ignora,' por ?1nto, que el a:te de estas pequeñas pinturas, _sobr: todo en los
de Milán. dos manuscntos mas anhguos, el salteno Cloudov en el Museo de H1stona de Moscú,
En la serie latina, el Apocalipsis carolingio de Cambrai o los Evangelios de Bretaña y el salterio ms, núm. 61 del monasterio del Pantocrátor del monte Athos,'' es muy
en la Biblioteca Municipal de Troyes y de BoulogneNsur-Mcr o también el Evangeliario diferente del de las demás miniaturas bizantinas, incluso aquellas que, en el siglo XI y
de la Biblioteca Nacional, latín 9386, v los manuscritos románicos y góticos, como el después, se esforzaron en copiar b.s ilustraciones de los salterios del siglo _IX. Estas
Salterio de la Bodleian, ms. Dance 293; un misal de la catedral de J3urgo de Osma y, ilustraciones debieron ser creadas en Constantinopla en un medio de clérigos que
en fin, una vída de :San Wandrila (SaintNOmer, ms. 764), seguían el Typicon litúrgico de Santa Sofía y se inte~esaban vivamente por las contro-
_/
Naturalmente, a todas estas pinturas, cuyo rasgo común es una rusticidad más o versias entre amigos y enemigos de las imágenes religiosas en la época inmediatamente
menos afirmada, conviene añadir numerosos relieves de pórticos y capiteles, en su posterior al triunfo definitivo de los iconófilos. Como casi siempre ocurría en la Edad
mayoría románicos. La serie popular suele manifestarse aquí de manera evidente, en Media, el taller que realizó esta ilustración (y la difundió repitiéndola simultáneamente
lo que respecta a la expresión de los movimientos y de las caras, al vigor dramático o en varios manuscritos) se hallaba en un monasteiio, quizás en el Studios, como fue el
al carácter divertido de las escenas representadas. Pero aparte de un pequeño número caso de una de las copias del siglo XI de esos salterios ilustrados.
de temas, como el Juicio Final o las historias de santos, estos relieves y estas miniaturas Pero lo que hasta este momento no se había observado es otro aspecto que estas
sólo raramente se atreven con la creación iconográfica. Porque en el terreno iconográfi- pinturas del siglo IX planteaban: si resulta interesante conocer la cualidad social de los
co las invenciones podía_ndar a la imagen un sentido que la Iglesia desap_ro~arfa.Por autores, todavía es más_ importante descubrir los reflejos de su origen social en sus
esta razón, la mayor vaneda.d que puede comprobarse en el detalle de las unagenes de obras. Y eso es lo que nosotros creemos discernir: una serie de rasgos que dístinguen
los juicios finales, no hace más que confirmar esta regla, ya que esos detalles, _q~e los esas miniaturas de las pinhuas bizantinas típicas y que parece plausible atribuir a
artistas populares enriquecen y modifican, se refieren esencialmente a las represéntacio- iniciativas de artistas que carecen de la formación de los pintores cultos, de artistas popuN
nes de pecadores juzgados y condenados, a.sí como a los demonios que les gobiernan, lares.
es decir, a una categoría de temas que los teólogos dejaban para la imaginación ~e los De entrada, hay un rasgo negativo que asombra: contrariamente a lo que ocurre
laicos. ·· con todas ias obras bizantinas, incluso triviales, no aparece aquí ninguna tentativa de
Por consiguiente, en suma, esa primera categoría de imágenes que proceden del organizar estéticamente una página que contenga ilustraciones, o que englobe texto e
arte popular no va a ocupar un lugar muy particular en la historia de la iconografía. imagen (o siquiera el emplazamiento y los contornos de ést_a);como tampoco hay señal
A un nivel más rústico y a veces en versiones estéticas diferentes y simplificadas, alguna de una búsqueda de elegancia en las figuraS_,típica del arte bi_~antino, de sus
volvemos a encontrar aquí la iconografía de obras magistrales. Es lógico que, en las rostros, gestos y movimientos. Por el contrario, lo que sí aparece es un manifiesto y
obras de esta clase, se encuentren, por ejemplo, reflejos de los mismos principios que, a veces notable esfuerzo por dibujar cabezas grotescas, perfiles caricahlrescos, gestos y
en el nivel superior, diferenciaban tradicionalmente la iconografía grieg~ de la icono- actitudes expresivos, con la volunttd a veces de distinguir las razas (griegos, judíos,
grafía latina·. · iraníes; figuras 240, 242 y 244). \
Pero existe otra categoha de obras 11populares))que contienen creaciones iconográfi- Los personajes son de diferente estatura, delgados o gruesos. Los personajes sagra-
cas originales y reflejan un estado de espíritu distinto del de los doctores de la Iglesia dos, como Jesús, no son más distinguidos ni de mayor tamaño que los demás. En fin,
y del de la iconografla que seguía esas direcciones. Prueba de ello es que las obras de a veces el pintor no vacila en interpretar en forma infantil_ las palabras de los salmos,
arte religioso de esta clase se diferencían fácilmente de la tradición q_uese observa a su por ejemplo, cuando imagina personajes cuyos labios se prolongan hasta el cielo,
alrededor: así, mientras que en Bizancio, en ciertos manuscritos, se da a las miniaturas mientras que sus lenguas tocan el suelo. En el marco de las pinturas bizantinas de la
el sentido de comentarios de los textos ilustrados, contrariamente a las costumbres de Edad Media, todo esto resulta excepcional y nada realza más de este carácter de
200 Edad Media El problemade la iconografíaen la EJ11d.Media 201

excepción .que la sis.temáti'? tendencia de lo~ copistas de los siglos XI-XIV que, idolatría. Y se acusaba entonces a los griegos iconoclastas, al adorar las pinturas de
temas religiosos.
aun recog1e1~d? las ilustrac101:-esd.e los salte~1os,_se. esfuerzan por llevarlas a las
f~~ «canoruc~si>d~l arte bizantmo. I~ual msprrac1ón popular -ajena a la tra- ~ero eso_s~mas país~s,' desde ~l período precarolingio, fueron testigos de la mis
dic10n del arte b1zantmo culeo- se marufiesta en el interés mostrado por los temas ferviente praetlca de devoc1on.por c1~rtas estatuas de•santos y de la Virgen con el Niño
que evocan las luchas contemporáneas entre iconófilos e iconófobos vistas a través de (fig. 246), culto que no se diferenciaba en nada del de los devotos de los iconos en
lo~ actos de los persoI?-aje~más e~ boga de ªI?bos campos, y acompaiiados sus enfrenta- países ortodoxos, los del mundo bizantino, ámbito este donde a veces incluso se conside-
l..,
:i;:
mientos de comer~tar_10s 1conogr~ficos tan v10le:itos en la for1;11~con:_10en el_conterúdo raba que la venera~ión cultural_?e las esta~as estaba i:n,íscerca de la idolatría pagana
~
~: (fig. 24). E~!epenod1.Smopor la miagen no cabia en el arte d1Stmgmdo habitual y sólo que l_acorrespondiente adoracion de las pmturas. Cierto que esas acusaciones eran
también .absu~das, dad_oque en ningún país cristiano, y en rúnguna época, se llegó
L· podía marnfestarse en un .~~di() 9-ue desconocía las buenas formas. Otfo rasgo que
:iunca a identificar la unagen vener~da -fuera bi o ~~dimensional- con quien esa
1,; sup?ne un ~arte con la tradte101:-gnega culta, la que .seguía las directivas de los teólogos:
las ilustra~1ones de estos salterios agrupan las cuahdades de imágenes que evocan los 1mag~n prete:1-~íarepresentar y a quien el devoto se dmgfa. En cualquier caso, fue en
i.:
!,i
come.ntanos de textos bíblicos, en lugar de limitarse a anotar los acontecinúentos
descntos por el :e~to. De hecho, se trata de te~as inspira.dos por las ideas más simples.
el Onente cnsttano donde ese culto estaba excluido tradicionalmente en su totalidad.
Aunque fuer~ aquí, más que -~ulos países occide~tal~s, dond~, ~príori, podría esperarse
•l
Los e~e.getas cmtia1:-os de los salm?s reconocieron allí antetipos de acontecimientos que se produjera. una extens1on del culto de las unagenes cristianas a las estatuas.
' ,\
'.~: evangehcos -~octrtna que \a lg.le;na.mantuvo dur,ante sig!os¡llevó al conocimiento Pero con~iene s~tuar las estan:as que se veneraban en Occidente y el propio culto
de todos a traves de los ofic10s hturg1cos. No hab1a neces1da de ser teólogo erudito dentro d~l m1;smo.tipo de expres10nes de la fe popular que las curiosas miniaturas de
,. par~ recor~r esto, por lo que no resulta sorprendente hallar imágenes cristológicas en l?s saltenos ~izantmos d~ los siglo~ IX y X. Por lo demás, disponemos de un texto del
1~ 1_lustrac1onesd~ los salmos 1e_aspecto popular, al lado de un ertjambre de figuras siglo, XI, escnto_por un jOVen cléngo de Angers, ante la sorpresa y escándalo que le
1·" causo la presenc1_a<leestatuas de santos y el culto de que éstas eran objeto en el mediodía
b~bhc~s de todo t:tpo. Y lo nusmo ocurre con algunas imágenes que aluden a las
f.1 d1scus1ones y violentos en~rentamíentos entre amigos y enemigos de las imágenes, de Francia. Los mtelectua!es del Norte, como este ecólatra no se separaron pues de la
durante: !a querella de los 1conodasras (figs. 243 y 245), Por el contrario, debemos doctrina hahitt13;lde. la Iglesia latina. Pero se ha podido cor:i.probar (l. H. Forsyth) que
subrayar la aplicación, en medio griego, del método de la ilustración-comentario en la Edad M~d1a e mcluso más tarde, sobre todo en Francia, aunque también en otros
-proc~<limiento que, entre los griegos de los siglos IX y X, implica una ignorancia o países de Occ1_dente,el número de estatuas de la Virg~n fue elevado (al que habría que
un.a negativa a utilizar el método de los iconógrafos cultos de Bizancio. Las ilustraciones sumar en ocas10nesnumerosas estatuas de santos, que fueron objeto de culto). Numero~
de esto"s salterios son un poco como las imágenes de ~pin.al de los bizantinos, que, sos devotos veníanª. rezar a estas_imágenes, ante eHasse encendían cirios y se las llevaba
desde el-siglo XI, se intentó (1civilizarna costa de una lamentable trivializacíón de las en s<;>lemnesproces1one~ patrocma<las por el clero local. Algunas de estas estatuas se
pin~ras. Las imágenes iconográficas que los mismos bizantinos aplicaban en la Edad constderaban taumatúrgtcas, como determinados iconos de la Theotokos bizantina.
Media ª.cruces rectorale~ y r_ncdallone.5de función pr?filáct~ca debieron de destin_arse En algunos casos se trata de obras rústicas; en otros, de un arte de mayor nivel.
a los nusmos dientes e rnsp1rarse en iguales repertonos (V1rgen, santos, demontos), Pero, en cualquier caso, solían diferir de las características habituales de los productos
aunque ahora puestas al servicio de preocupaciones de orden práctico. Las imágenes de los talleres de es~ultura prerrománica, románica_o gótica, definidas por los histofia-
de los demonios son de una notable inspiración popular. ~ores del ~te y ~phcables a la mayor parte de las unágenes esculpidas religiosas de la
Edad Media, alojadas en las iglesias. A veces se trata de imitaciones de estatuas más
, El, equivalente. ,occid~ntal, d~ est~ típo ~e icor~ografí~ popular, que n~ solam~n-
te sena una vers1on mas rusuca ue las ug;mauu.uc:c.D.Ci arte, u¡;:;¡-¿ccxiaestud10s antiguas, lo cual es pe~ectamente nor~al, dado que m1:1chasde esas estatuas culturales
más extensos y profundos de todas sus técnicas. Como indicamos más arriba, se tra- son de madera, es dectr, de una maten.a perecedera. Cierto que había otras realizadas
taría .de registrar categorías de imágenes que fueran creaciones de talante popular en metales preciosos y que, en o:ro tier1;-p~,estas piezas d_e_orfebrería debieron de ser
Y,quizás creaciones que distinguieran las obras de arte cargadas de funciones par- muy, numerosas. ~ero desaparecieron v1ct1mas de la cod1c1ade las gentes, y fueron
ticulares. fundidas con motivo 1e una guerra o _deun movimiento _i~onodasta. Corno ejemplo
~os limitaremos aquí a una sola categoría de obras de esta clase, que se pueden de Madonas de este tipo ((culturab>,citemos la de San F1hberto de Tournus o la de
considerar como equivalentes a las ilustraciones de los salterios griegos. En las páginas Mont-devant-Sassey (Marne), entre muchas otras; en cuanto a los santos sólo contamos
anteriores hemos repetido varias veces que, desde antes de los carolingios y durante con la célebre estatua de Santa Fe en Conques y la menos conocida de San Chaffre
toda la Edad Media, la doctrina profesad.a en Occídente con firmeza y continuidad en Le Monastier; ambas son de madera re6ubierta de láminas de plata.
hacía de las imágenes religiosas sobre todo un instrumento de pedagogía. De acuerdo C~?e preguntarse por qué esas estatuas, ~~ que otras, fueron seleccionadas por la
co_nesa doctri.tu las ~mágenes tenían como misíón recordar los personajes y aconteci- devoc1on del pueblo con v1stasa un culto rehg10so que en ciertos casos tuvo un éxito
nuentos de la histona de b salvación y de los santos, servidores ejemplares de Dios. dura~e_ro entre las 1:1ultitudes. Aunque actualmente no puede darse una respuesta
Así, debían ayudar ai fiel a elevarse por el espíritu a las cosas divinas. Pero no se trataba defimttva a.e~ta cu~~nón, no pare~e que se trate de movimientos de piedad patrocinados
de rendirles un culto cualquiera, puesto que, entendido de esta forma, conduciría a la por la admirustrac10n de la Iglesia, como a veces se ha supuesto (según esta hipótesis,
202 Edad Media El problemade la iconografíaen la Edad Media 203

estas estatuas habrían servido para la evangelización de los habitantes incultos de las se la ve en un mosaico del ábside de Parenzo y en un muro de Santa María la Antigua,
regiones alejadas). Y ello porque la administración de la Iglesia se limitó únicamente de Roma, y con ejemplos de tronos simbólicos de santos, instalados al fondo del ábside,
a tolerar la devoción por algunas de esas estatuas de madera y plata. La causa habria en el emplazamiento ideal de la sede del presidente de las·sesiones eucarísticas, es decir,
que buscarla por otro lado, en relación con los usos inmemoriales que, en los medios de Cristo o de su sustituto, un santo (trono llamado Sedia di San Marco en Venecia,
rurales, se transferían a esas estatuas. Algunas de las particularidades de esas esculturas cattedrade San Pedro en su iglesia de Roma). Pero estos tronos estaban vacíos (a la
primitivas podrían secundar explicaciones de este tipo. espera de la llegada del titular de la iglesia donde se encuentra), como el «Hetimasia»,
, Todas e_stasestatuas, o casi todas, se atienen a la misma fórmula iconográfica: se
J trono vacío de Cristo, espera el día del Juicio Final para ser ocupado por Jesús.
•. ve a la Virgen (generalmente con el Niño) o el santo, en una actitud estrictamente Las estatuas arcaicas de la Virgen o de mártires objeto de un culto popular se
frontal y rígida, sentada en un trono. Todas ellas tienen el mismo aire de grandeza e
.,' impasibilida1expli:ablepor !a tosquedad del arte que practicaba1: los autores, aunque
sentaban en tro~os col<;>cados bien ~obre el altar, bien detr~s del altar ;¡ue se ~esdedi.caba.
En alguna medida sustlttúan a los titulares de esos santuanos, y por e o se d1ferenc1aban
j pudo haber sido dehberadoramente buscado. Recordemos que, en tiempos de Pausanias, radicalmente de todas las esculturas de temas religiosos agrupadas dentro de las iglesias
a finales de la Antigüedad, las multitudes idólatras se inclinaban preferentemente por y sobre sus fachadas. Resulta natural que el culto, que se rehusaba a las otras efigies,
'
,, los «xoann, ídolos informes realizados en madera: la distancia que separaba estas pudiese dedicarse a estas estatuas a través de las cuales el devoto creía llegar a la Virgen
",, imágenes de las bellas esculturas realistas que se realizaban en la época de este escritor o a tal.o cual santo en persona. Se conocen sueños de estos testigos, sueños que se
' pareda tener más posibilidades para reflejar el mundo divino. ¿Acaso las Vírgenes remontan en los siglos VI-VII, que hablan ya de un Juan Bautista en el trono en su
negras o la Santa Fe de Conques no debían su aire de ídolos sin edad a una razón iglesia de Sebaste, o de San Demetrio, también en el trono cerca de su tumba, en su
análoga? Estas esculturas objeto de culto debían quizá distinguirse de las estatuas del gran santuario de Salónica. Como se trata de creencias populares y no de doctrinas
gran arte de la época, Prácticamente, esas rígidas efigies instaladas cri su' trono no teológicas, no se podría precisar más la fecha de la transformación de esos sueños en
llegaron a perder ntinca totalmente determinadas características del arte propio de la realidad, aunque hay muchas posibilidades de que estatuas de ese tipo y el culto que
última época del mundo antiguo {siglos Vl-VIII). Con ligeros retoques, se les aplicaban se les profesaba, culto que la Iglesia oficial se limitaba;_;i_ tolerar, hubieran comenzado
formulas de otra época. En alguna medida eran «anacrónicas¡•, como tantas otras en una fecha anterior a la de la famosa estatua-ídolo de··Santa Fe de Conqües o de la
~: creaciones entroncadas con las obras folklóricas. primera Virgen de Clennont-Ferrand, atribuida al siglo X, Estas estatuas cultuales, de
i·'
.. Todo esto parece confirmado por otro rasgo común a varias -de las más notables las que sólo para la Virgen y en la época. prerrománica y románica se conocen más de
lp:.. y antiguas- de esas estatuas cultuales: a todas se las llamaba <lmajestades»,nombre
que debe relacionarse, por supuesto, con el trono en que estas estatuas se sentaban y
cien ejemplos, nos proporcionan un estupendo conjunto de una iconografía occidental
de la Edad Media que pudo mantenerse durante siglos para responder a una creencia
con su principesca actitud. Un texto de finales del siglo IV, escrito eor Victrice, obispo f:opular, diferente del pensamiento doctrinal que la Iglesia aplicaba a las imágenes cris-
1· de Rouen, describe la llegada solemne de varios relicarios a esta ctudad, hablando de tianas.
ella como si se tratara de un advenimiento de varias <itnajestades)).Pero las estatuas de En la época románica y gótica el númen popular se manifiesta constantemente a
santos o .de la Virgen en el trono llamadas <<majestades> • no siempre servían como través de invenciones de orden realista que vienen a reanimar las escenas sacadas de
relicarios. En muchos textos de la Alta Edad Media (por ejemplo, en Roma, a propósito las vidas de santos. No vamos a señalarlas aquí, dado que los nuevos elementos que
de la iglesia de San Crisógono, y al norte de Francia, a propósito de la iglesia carolingia con ellas penetran en las escenas iconográficas tradicionales muy raramente responden
de San Riquier) con la palabra ((Thronus»se designaba el coro de la iglesia consagrado a creaciones de orden religioso, sino que pertenecen al deslizamiento general de la
a esos santos. La famosa <1cattedra»carolingia de San Pedro oodría vincuh.r~e ::i PSa !-::cncg!'2ffare!igios2.h:ich !.:!n:1
!:rr.2.ginerfa.
ré~isb. 1'.1i<:
que en ningún otro caso, este
misma tradición que asimilaba el mártir a~un soberano en ~l trono en me di O del tipo de reajuste se produce en las imágenes hagiográficas.
hemiciclo de una exedra presidiendo una reunión de dignatarios. Por lo demás, no No obstante, citaremos expresamente una categoría de pequeños monumentos
hay por qué suponer un ~exo directo con la. iconog,raffa oficial del .E~perador. Como occidentales dado que, mejor que en otros casos, podernos aislar aquí la vena de la
hemos puesto ya de marufiesto en un estudio publicado hace una vemtena de años y iconograBa popular. Pienso en esos broches de metal barato qu~ se fabricaba~ ~n honor
dedicado a los (itronos de los mártires)), la época final de la Antigüedad convirtió el de los peregrinos y que éstos enarbolaban como pruebas tangibles de sus visitas a los
tema del trono en una «locución» verbal e iconográfica constantemente utilizada; a lugares santos y a las reliquias célebres. El estudio de algu_nas de las _imágenes que
diversas dignidades paganb.s, dignatarios, poetas y filósofos, jefes de grandes familias,
se les imaginaba sentados en un trono que antaño se reservaba a Zeus, más tarde al
~doman estas «insignias)>resulta partic~larme~te _instructivo para d historiador ?e la
iconografía, cuando se trata de düs senes de 1magenes creadas alrededor del mismo
Emperador, posteriormente atribuido a Cristo, y después a la Virgen, obispos y márti- santuario, una correspondiente al arte de los fieles atentos a los valores_íntelectuales y
res. Las adaptaciones cristianas hadan referencia al tróno de Cristo, se tratara de la artísticos, la otra _alservicio de las masas populares. Tal es el caso de las obra!; surgidas
Virgen, de los obispos, de los mártires. Sus respectivos tronos evocaban tácitamente la de los talleres de Nuestra Señora de Chartres: por una parte, las esculturas y las vidrieras,
sede del Señor-Cosmocrátor, que sólo ocupaban «por delegacióm>. verdaderas obras de arte, pero reflejos también del pensamiento de los teólogos de la
La sede cristiana comienza por imágenes pintadas de la Virgen en el trono, como escuela de _Chartres y de otros lugares. Todo lo que en la catedral de Chartres es arte
Bibliografia sumaria

.,
,,''
.,
'
.,
.,
' Todos los trabajos e incluso todos los artículos de erudición que tratan de obras
figurativas medievales sobre temas cristianos, pintadas o esculpidas, se refieren necesa-
riamente a ejemplos de imágenes iconográficas y suelen aportar ejemplos de esas
imágenes. La historia de la iconografía medieval recurre constantemente a multitud
de publicaciones de historia del arte, encontrando en ellas ejemplos de realizaciones
que pertenecen a su propio ámbito.
Pero como aquí no podemos, obviamente, señalar todas esas obras, esta bibliografía
sumaria sólo comprende aquellos libros y estudios cuyo objeto principal es la iconogra-
fía (y no d arte en su conjunto). Sólo a manera de ejemplo añadiremos a esas obras
esenciales de referencia los títulos de cierto número de monografías que pueden resultar
más particularmente interesantes para los estudios iconográficos, monografías relativas
,. a la historia de la iconografía, o sobre monumentos que presentan series particularmente
¡· importantes de imágenes religiosas medievales, investigaciones iconográficas esencia-
' les.

ANTIGUEDAD

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204 Edad Media Conclusión

monumental puede catalogarse grossoniodoen la primera categoría: y en cuanto a las


imágenes de la santa patrona de la Iglesia, la Virgen, se trata de figuraciones que la
presentan siempre sentada en el trono y vista de frente con el Niño en sus brazos.
Mientr'.1-5que esas imágenes de la Reina de los Cielos no aluden nunca a la reliquia de
su vest1do que atraía a las multitudes hacia la propia ,;atedral (gran ventana de la
fachada, ventana central del coro, tímpano sur de la fachada}, las imágenes de las
., «enseñas1)de los peregrinos a este santuario, aunque también con la Virgen sentada en
el trono, yuxtaponían, en el reverso, una representación de la túnica de María, es decir,
de esa reliquia. ,

,,'
.¡ Dicho con otras palabras, en Chartres, y podríamos citar otros ejemplos (recorde-
mos la sorprendente iconografía de la reliquia de «la lágrima de Cristoll, venerada en
Vendóine), desde la Edad Media se producen·dos iconografías paralelas: la iconografía
.,'
·i{
culta, siempre objeto de diferentes opiniones y asociada a la más grandes obras de arte, En esta obra, al afirmar que la iconografía era un lenguaje, hemos seguido una
y también una iconografía más discreta y popular, de obras artesanales, pero que debió determinada práctica. Queremos decir con ello que era un medio de expresión y
de tener tanto éxito como la otra. transmisión de pensamientos y sentimientos, exactamente como la lengua verbal.
Pero en el estado actual de nuestros estudios, nos parece preferible no insistir
demasiado en el paralelismo de la expresión a través de la imagen y a través de la
palabra. Por interesante e instructivo que sea resaltar algunos de esos paralelismos,
evidentes, seria inútil e incluso desconcertante insistir en otros, discutibles.
[;
IC.-
En este libro hemos querido esclarecer los procedimientos psicológicos y técnicos
puestos en práctica cuando se trata de la creación de imágenes cristianas, bien en la
Antigüedad, en la época de las originales figuraciones cristianas, o en la Edad Media,
,.t
siempre que se quería definir iconográficamente un pensamiento cristiano o recoger
una nueva forma de piedad. Frecuentemente hemos podido comprobar ciertas analogías
con la historia de las palabras y de las expresiones verbales, especialmente cuando se
trataba de la formación de nuevos temas, de un deslizamiento de sentido de las imágenes
,. más antiguas o del nuevo valor semiótico dado a una expresión heredada de otra Edad.
Nuestros análisis nos han hecho también comprender mejor que el sentido profun~
do de las imágenes religiosas no era el mismo para los cristianos de tradición griega
que para los cristianos de tradición latina.
Creemos que estas observaciones son apropiadas para captar a lo vivo y para poder
seguir desde muy cerca la obra efectiva de la iconografía cristiana, en la Antigüedad
v en la Edad Media.
, Para acabar, recordemos que se ha tratado aquí de iconografía y no de historia del
arte.
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'."''d•'r., Vd,tcn d~ s.,im-
11,.,_,,.-r,,, ,,,, 1,1,,,,_ ¡,·,,1
D.l:.M ', I'.:\ ·

212. El í•""' d,· .-\,n,,a,,d,,/,_1/,,l,tn:, de


S.!L¡it-l!cní:,. ¡ ,_,, ,\,d,. l'h.,,. P:.!t'
S.l':\XU'..M ,
223. CnHijb:íti" y
'
figura, trp:,/~~inu.
Vídrier:., Ch:Jóm-
:SUr-Man,,,_ fut.
Arch. l'hc,t_ brís.
S.P,J\.D.E.M.

224. E,c,r,11s Je /.,


i,,J.nui,, ,!~ Cri;ro y
Virgw e,, maj,w,,!.
Chlrtres. pomda
ri:~l, pnt:rt.:I J,:,~~
d,~, h,r. l..ef,;vw-
f'onuli~. ,\n:h.
Pbót. P.t,k S.P.J\.-
D.E.M.

2:!5. ,Jmli,rÚri,-í,t. Cbrte.<. pórt,,b Íc3!, 1-'",;n:,,lcredu. dcr:aJ],:dcred,o J,; l«s <limdc<. fnt. Ldt'nc-l'nm.dl,. Anh.
!'!mi._l'arí1.S.P,A.D.EJ,,t.
23J v,,~m y i\'i,.,, Cli.«rrc1, v«J,;~,~-Fc.<. ,\,-ch.
Ph.;,t bti>. S.l'.AUJ;_.\1_

2.'H. f_,;piJ,,;J,. d, S',,n Ei,1d,a,1, F«·,;_,, ,\rncnc:,r


3[ 85:i. AH<cttt,, h;k '" ,k S,i, Ccw,,rn, c,1,.U., ,k $:.n
fatdmL n,,. $lir:,
2J7.
(S" ('Vil,- J1, ,; ()t1i•,!i M
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f·· .'. <"""'"7, fr->L·ll) }'.·- :,nmni,,,1
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24.4. ~.,l,c,io <":=l,rn,1-,,· M,t<ú, ,k
!!1:,¡;,n;,_ F.-,,.hdc d~, ! l.«""" !\u,k1

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!Lts,,n. l'ot. b.,,lc ,]c.. !butcs Í:mdc;s

2-lh L, Vir_~,,,y el ,V,,;,,. Lr.m,.<- lsbi., el,; \l,,iv~I


(l'tty .!e [J,,n,~J- [\ r_ '.wicc!w,,\_,.
Indice analítico

Aarón, 19J, J<ll


,'\bcL 129, lJS
1\,,rcho1 (Hi¡:0¡;c<) rlc lo',, [((1m1), ]IJ.. lfl, -11,
t\hnhfo, W, n. 5-1, 96,-108-111, 131,135, 4J,96, l.
160.
APtun, !81, 18'i, ?l.l, JI/
Adfo, 22,é'.3, l !8, 12'1, 1J9, 161, 187 r\1n:erre. ]_!/
Arbrn, 98-100
Á}TJli Kilix(C~pido..-iJ), lM,
,\rfor-1r:iún de h,, J\.bg0s, lB, zz, 27, 51, ')8, 108 !'hmbr:rg, l TI; IS?
!\gustín (S,rn), 15. 92. !J~. !80: 65
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