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ESCUELA POLITÉCNICA DEL EJÉRCITO

INGENIERÍA EN BIOTECNOLOGÍA
BIOETICA

Alumna: Jéssica Villarreal Paralelo: “A” Fecha: 12/0/2011

1.- Tema: IMPLICACIONES BIOETICAS DE LA MANIPULACION DE EMBRIONES

2.- OBJETIVOS.

2.1. OBJETIVO GENERAL


Desarrollar una actitud reflexiva ante las cuestiones éticas que surgen en atención primaria en
relación con este tema.

3. INTRODUCCION

La magnitud de la manipulación de los seres humanos en fase embrionaria ha alcanzado cotas


impensables hace 25 años, cuando comenzó la práctica clínica de transmisión artificial de la vida.
Las técnicas de reproducción artificial surgieron en el ámbito de la medicina como un medio de
“asistir”; como una solución extrema para permitir la fecundación mutua de los gametos de un
hombre y una mujer que desean procrear pero presentaban algún tipo de obstáculo, o alteración, que
hace imposible el encuentro y fusión de sus propias células germinales. Empezó siendo un medio de
solucionar, aunque sin curar, algunas formas de esterilidad.

El criterio moral es muy claro: la manipulación de la reproducción humana debe ayudar a que la
unión corporal permita el fruto natural de concebir el hijo. Es un límite racional para todas las
personas (no sólo para los católicos) que da respuesta profundamente humana a cual de los dos
derechos humanos en conflicto debe prevalecer: si el del hijo a tener su origen en el engendrar de
sus padres con su biología no programada y elegida “desde fuera” y acogido en el seno materno en
una plena unidad de concepción, nacimiento y crianza, o por el contrario, el “derecho a un hijo”, el
derecho a tener en propiedad y gestar una criatura, o incluso el derecho a tener la opción a elegir
frente a la procreación natural incluso de mujeres solas. La gama actual de situaciones aceptadas en
la práctica real (tales como donantes de gametos, madres de hijos sin padre, madres ancianas,
madres de alquiler, hijos a la carta, donación de embriones, uso de las técnicas para selección de los
embriones que no porten una tara genética heredable con eliminación de los portadores, etc.) excede
los limites clínicos planteados en los inicios, para convertirse en una medicina “del deseo” y en una
eugenesia prenatal que permite elegir “el mejor” y destruir a sus hermanos.

Es importante conocer los aspectos científicos y técnicos acerca de la práctica de la llamada


reproducción humana asistida y acerca de la situación de alto riesgo para la vida y la integridad
física de los embriones así obtenidos y manipulados en el laboratorio. Es necesario conocer qué
ocurre, de hecho, y que se disimula y oculta de la realidad, para ser capaces de comprender la
urgente necesidad de reforma de la Ley de 1988, y los aspectos positivos y la insuficiencia de la
reforma legislativa en curso; y sobre todo, poder proseguir en la tarea de reducir los graves abusos
contra el respeto a la vida naciente y a la dignidad de la procreación que se dan a diario y que
permite nuestra legislación.

4. CUESTIONARIO

1. ¿Es el embrión equiparable a una persona?


La vida humana, aquella que nos ha sido dada como regalo amoroso de Dios, tiene su origen a partir
del momento en que se da la concepción. La ciencia ha demostrado que desde el momento de la
fecundación, el cigoto (célula surgida de esta unión) combina los cromosomas del óvulo y el
espermatozoide, creando una realidad completamente nueva. Sólo horas después de surgir, el cigoto
comienza una intensa actividad celular de especialización, que permite determinar qué parte de esta
microscópica realidad terminará convertida en el cerebro, el corazón, la columna vertebral o los
músculos del nuevo ser humano. Sus dimensiones microscópicas no cambian el hecho de que este
nuevo ser es un ser humano plenamente nuevo e independiente. Desde ese instante el nuevo ser ya
es una unidad en cuerpo y alma, única e irrepetible, tiene toda la información genética necesaria
para seguir desarrollándose hasta llegar a ser una persona adulta

2. ¿Pertenece a la madre?

Es sabido que desde el momento de la concepción, es decir desde la mezcla de la carga genética de
los dos progenitores, el nuevo ser unicelular, pero en pocos minutos duplica su número de células, y
este proceso sigue en forma increíblemente rápida, siguiendo aproximadamente las reglas de la
progresión geométrica.
Este nuevo ser resulta ser un "cuerpo extraño" para la madre. Podemos fácilmente comprobar esto
debido a que el sistema inmunológico de la madre, si se pusiera en contacto con el, lo destruiría.
Esto es lo que ocurre en algunos casos de embarazos con problemas. Lo que ocurre en la mayoría
de los embarazos es que existen mecanismos fisiológicos, en particular la "barrera placentaria", que
separa a la madre del embrión, aunque permitiendo el intercambio de nutrientes y de desechos
metabólicos. La placenta es el órgano intermediario que vincula a la madre con el nuevo ser
humano, y es la que permite entonces que no ocurra este rechazo. Si por algún motivo, este
mecanismo no funciona, el sistema inmunitario de la madre destruye al embrión. Esta es una prueba
irrefutable para demostrar que el embrión no forma naturalmente parte del cuerpo de la madre,
porque lo que naturalmente forma parte del cuerpo no es rechazado por el sistema inmunológico.
Justamente, la función del sistema inmunológico es reconocer cuerpos extraños, es decir, ajenos al
propio cuerpo.

3. ¿Tiene valor por sí mismo?

La dignidad del ser humano es el valor más alto que se puede predicar de él. Dicha dignidad viene
dada porque el hombre tiene valor por sí mismo, no como instrumento para otras personas o fines.
Como reza la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 en su artículo 2: “Toda
persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna
de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

El hombre, como ser superior de la Naturaleza, tiene derecho a usarla en su propio beneficio. Por
eso domestica a los animales de granja, cultiva de forma eficiente los vegetales, y deriva los
recursos naturales en su beneficio. Por algo el hombre es el ser superior de la Naturaleza. El límite
ético en el uso de la Naturaleza está en el respeto a su propio equilibrio ecológico, para garantizar la
vida sobre la Tierra a las generaciones futuras. Lo único que el hombre no puede usar en ningún
modo y bajo ninguna circunstancia para su beneficio es a otros hombres. No sería lícito ni
moralmente aceptable por ejemplo que alguien matara a una persona que tiene un órgano
compatible con él para realizarse un transplante de ese órgano literalmente robado, y mediante ello
salvar su propia vida. Los medios de comunicación nos han sobresaltado a veces con noticias de
este tipo que nos hacen temblar: Desaprensivos que son capaces de encargar la muerte de otra
persona (habitualmente, sin recursos) para arrancarle un riñón u otro órgano compatible con el que
curar su enfermedad. En todos los países civilizados está prohibido, por esta misma razón el
comercio de órganos. Los transplantes han de realizarse siguiendo unos estrictos protocolos en los
que, entre otras cosas, se garantice el altruismo y la confidencialidad de la donación. Resulta hoy
universalmente aceptado que nadie puede usar la vida de otra persona en provecho propio. No varía
la gravedad del asunto el hipotético hecho de que todos los órganos de una persona pudieran ser
utilizados para salvar a varios enfermos. La oposición del valor de varias vidas humanas frente a
una sola no quita gravedad al asunto: Jamás se legitima desde un punto de vista ético la utilización
hasta la muerte de una persona para beneficio de otra u otras.

4. ¿Merece protección? ¿Qué nivel de protección?


El embrión humano merece la misma protección, sea viable o inviable para su transferencia al
útero, mientras esté vivo. Distinguir entre embriones viables y no viables a efectos de darles un
tratamiento jurídico diferenciado, sería contrario a la protección que el embrión merece en cuanto
ser humano.

5. ¿Encarna sólo valores simbólicos?


Es frecuente que los que no conceden estatuto moral significativo al embrión, señalen que
sin embargo éste merece un respeto especial y una "consideración moral seria como forma
en desarrollo de vida humana". De hecho, el informe de 1994 del Panel sobre Investigación
en embriones humanos del NIH se basa en esto para establecer restricciones en la
investigación.

Si previamente se ha argumentado que el embrión no tiene ni intereses ni derechos, ¿cómo


se sostendría que merece respeto y alta consideración moral? Y a la inversa, si el embrión
merece especial respeto, ¿no debería esto incluir el derecho a no ser sometido a una
investigación que terminará con su destrucción?. Para algunos esta paradoja se resolvería
por el hecho de los poderosos símbolos sobre la vida humana que adscribimos a los
embriones de nuestra especie.

La oposición a crear embriones expresamente para investigación y su aceptación a


experimentar con los sobrantes de programas de FIV (fecundación in Vitro) sería un
ejemplo de línea simbólica, aunque evidentemente es difícil articular el significado
simbólico que está en juego. El crear embriones para investigar sería un símbolo del deseo
de no usar la vida humana solo como medio para los fines de otras personas.
Los valores simbólicos son personales y variables, y no ejercen obligaciones morales
absolutas como las personas y las entidades vivas con intereses. Esta es la razón por la que
subordinarlos eventualmente a objetivos de investigación no violaría deberes éticos.

6. ¿Tiene el mismo estatuto un embrión in útero que un embrión in vitro?


Diversos análisis han estudiado la mortalidad de los embriones producidos in vitro. Existen
parámetros que definen qué morfología se corresponde con el grado de viabilidad intrínseca del
blastocisto in vitro. Y varias causas podrían explicar esta detención del desarrollo: la misma
infertilidad de los progenitores, defectos intrínsecos del oocito y sobre todo las anormalidades
cromosómicas. El análisis cromosómico de embriones humanos generados y cultivados in vitro ha
puesto de manifiesto que hasta un 40% de ellos contienen anomalías cromosómicas.
Aproximadamente el 50% de los embriones preimplantatorios de 2 ó 4 células que se cultivan in
vitro no llegan al estadio de blastocisto. Además, sólo aproximadamente el 20% de los embriones
de 4 células transferidos se implantan en útero. Además hasta un 75% de los embriones humanos
cultivados in vitro presentan fragmentación del citoplasma de sus células. La viabilidad de estos
embriones tempranos está comprometida cuando esos fragmentos contienen proteínas que son
esenciales para continuar con el desarrollo. Sin embargo, en ocasiones, la existencia de fragmentos
no es letal y constituyen estructuras transitorias que desaparecen por reabsorción o lisis.

Así pues, el embrión generado naturalmente tiene una mejor viabilidad intrínseca que el creado in
vitro; es decir los embriones creados en el laboratorio están más enfermos. Esto lejos de ser una
“indicación médica” para producir mayor número (como pretenden los diverso centros a través de la
Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida), y seleccionar, debería ser una llamada de
atención para mejorar la calidad técnica por la vía de análisis y selección de los gametos y reducir
las indicaciones de uso de la reproducción asistida.

De hecho cuando se recurre a la fecundación artificial se pierden o se debilitan una serie de


relaciones moleculares e intercelulares de modo que la situación biológica primordial de hijo
generado técnicamente respecto del hijo engendrado normalmente es más deficiente. Al menos en
tres momentos hay deficiencias en lo que se refiere: a) al “dialogo molecular” de los gametos
paterno y materno; b) al “dialogo molecular” entre madre e hijo al paso de éste por las trompas en
su camino al útero y, c) al establecimiento de una vida en común, una autentica simbiosis, al anidar
en el seno materno.

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