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INGENIERÍA EN BIOTECNOLOGÍA
BIOETICA
2.- OBJETIVOS.
3. INTRODUCCION
El criterio moral es muy claro: la manipulación de la reproducción humana debe ayudar a que la
unión corporal permita el fruto natural de concebir el hijo. Es un límite racional para todas las
personas (no sólo para los católicos) que da respuesta profundamente humana a cual de los dos
derechos humanos en conflicto debe prevalecer: si el del hijo a tener su origen en el engendrar de
sus padres con su biología no programada y elegida “desde fuera” y acogido en el seno materno en
una plena unidad de concepción, nacimiento y crianza, o por el contrario, el “derecho a un hijo”, el
derecho a tener en propiedad y gestar una criatura, o incluso el derecho a tener la opción a elegir
frente a la procreación natural incluso de mujeres solas. La gama actual de situaciones aceptadas en
la práctica real (tales como donantes de gametos, madres de hijos sin padre, madres ancianas,
madres de alquiler, hijos a la carta, donación de embriones, uso de las técnicas para selección de los
embriones que no porten una tara genética heredable con eliminación de los portadores, etc.) excede
los limites clínicos planteados en los inicios, para convertirse en una medicina “del deseo” y en una
eugenesia prenatal que permite elegir “el mejor” y destruir a sus hermanos.
4. CUESTIONARIO
2. ¿Pertenece a la madre?
Es sabido que desde el momento de la concepción, es decir desde la mezcla de la carga genética de
los dos progenitores, el nuevo ser unicelular, pero en pocos minutos duplica su número de células, y
este proceso sigue en forma increíblemente rápida, siguiendo aproximadamente las reglas de la
progresión geométrica.
Este nuevo ser resulta ser un "cuerpo extraño" para la madre. Podemos fácilmente comprobar esto
debido a que el sistema inmunológico de la madre, si se pusiera en contacto con el, lo destruiría.
Esto es lo que ocurre en algunos casos de embarazos con problemas. Lo que ocurre en la mayoría
de los embarazos es que existen mecanismos fisiológicos, en particular la "barrera placentaria", que
separa a la madre del embrión, aunque permitiendo el intercambio de nutrientes y de desechos
metabólicos. La placenta es el órgano intermediario que vincula a la madre con el nuevo ser
humano, y es la que permite entonces que no ocurra este rechazo. Si por algún motivo, este
mecanismo no funciona, el sistema inmunitario de la madre destruye al embrión. Esta es una prueba
irrefutable para demostrar que el embrión no forma naturalmente parte del cuerpo de la madre,
porque lo que naturalmente forma parte del cuerpo no es rechazado por el sistema inmunológico.
Justamente, la función del sistema inmunológico es reconocer cuerpos extraños, es decir, ajenos al
propio cuerpo.
La dignidad del ser humano es el valor más alto que se puede predicar de él. Dicha dignidad viene
dada porque el hombre tiene valor por sí mismo, no como instrumento para otras personas o fines.
Como reza la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 en su artículo 2: “Toda
persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna
de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
El hombre, como ser superior de la Naturaleza, tiene derecho a usarla en su propio beneficio. Por
eso domestica a los animales de granja, cultiva de forma eficiente los vegetales, y deriva los
recursos naturales en su beneficio. Por algo el hombre es el ser superior de la Naturaleza. El límite
ético en el uso de la Naturaleza está en el respeto a su propio equilibrio ecológico, para garantizar la
vida sobre la Tierra a las generaciones futuras. Lo único que el hombre no puede usar en ningún
modo y bajo ninguna circunstancia para su beneficio es a otros hombres. No sería lícito ni
moralmente aceptable por ejemplo que alguien matara a una persona que tiene un órgano
compatible con él para realizarse un transplante de ese órgano literalmente robado, y mediante ello
salvar su propia vida. Los medios de comunicación nos han sobresaltado a veces con noticias de
este tipo que nos hacen temblar: Desaprensivos que son capaces de encargar la muerte de otra
persona (habitualmente, sin recursos) para arrancarle un riñón u otro órgano compatible con el que
curar su enfermedad. En todos los países civilizados está prohibido, por esta misma razón el
comercio de órganos. Los transplantes han de realizarse siguiendo unos estrictos protocolos en los
que, entre otras cosas, se garantice el altruismo y la confidencialidad de la donación. Resulta hoy
universalmente aceptado que nadie puede usar la vida de otra persona en provecho propio. No varía
la gravedad del asunto el hipotético hecho de que todos los órganos de una persona pudieran ser
utilizados para salvar a varios enfermos. La oposición del valor de varias vidas humanas frente a
una sola no quita gravedad al asunto: Jamás se legitima desde un punto de vista ético la utilización
hasta la muerte de una persona para beneficio de otra u otras.
Así pues, el embrión generado naturalmente tiene una mejor viabilidad intrínseca que el creado in
vitro; es decir los embriones creados en el laboratorio están más enfermos. Esto lejos de ser una
“indicación médica” para producir mayor número (como pretenden los diverso centros a través de la
Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida), y seleccionar, debería ser una llamada de
atención para mejorar la calidad técnica por la vía de análisis y selección de los gametos y reducir
las indicaciones de uso de la reproducción asistida.