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Religiones políticas
UIS VALVERDE
MICHAEL BURLEIGH
Poder terrenal. Religión y política en Europa
(De la Revolución Francesa a la Primera Guerra
Mundial)
Taurus, Madrid 2005, 600 págs.
yecto más humilde, el de comparar las Más cerca de nosotros, ya en el siglo XX,
celebraciones y los rituales cívicos du- el término fue auspiciado más o menos
rante la Revolución Francesa con los del explícitamente por el escritor expresio-
comunismo y los del nazifascismo. La nista checo Franz Werfel; por la historia-
ambición de la obra creció a medida que dora austriaca Lucie Varga, el periodista
se afirmaba como instrumento de análi- católico Fritz Gerlich, el teólogo protes-
sis el término «religión política», que tante Reinhold Niebuhr, el sacerdote
desagrada a muchos historiadores de la italiano Luigi Sturzo, el politólogo austria-
izquierda tanto como el de «totalitaris- co Eric Voegelin, quien inspiró a Raymond
mo», aunque estas ideologías y los regí- Aron el concepto de «religiones laicas»
menes que secretaron «aspiraron a nive- («doctrinas que ocupan en las almas de
les de control sin precedentes…, pero los contemporáneos el lugar de una fe
que son algo familiar en el mundo de las desaparecida –afirma en su artículo
religiones». «L'avenir des religions séculièrs»–, y que
Para Burleigh, los críticos de izquierda sitúan la salvación de la humanidad en
tampoco toman en consideración «de este mundo, en el futuro lejano, en la
qué forma los movimientos totalitarios forma de un orden social que hay que
parecían iglesias o, trascendiendo la se- crear»); e influyó en el intelectual cató-
paración de la Iglesia y el Estado, cómo lico Christopher Dawson, el periodista
representaban un regreso a épocas anti- Feredrick Voigt, o más recientemente, en
guas y primitivas en las que deidad y go- el sociólogo norteamericano Robert
RESEÑAS bernante eran uno». Y es que a esos his- Bellah quien habla de una «religión cívi-
toriadores no les gusta que sus ideales ca» paralela a las iglesias oficiales y que
progresistas sean vinculados a esas sustenta «la idea de Estados Unidos co-
otras ideologías del progreso, como efec- mo una nación elegida, con la misión de
tivamente lo fueron el nacionalsocialismo sostener ciertos valores y principios da-
y el fascismo, ni que se les recuerde los dos por Dios». El recurso que George
«rasgos mesiánicos» del socialismo y del Bush y Tony Blair hacen al «mal» en su
marxismo. Aun así, pese a esas reticen- lucha contra el terrorismo islamista remi-
cias, «religión política» no es sólo un con- te inquietantemente a ella.
cepto que, en su opinión, se ha ido acre- La originalidad de Burleigh no reside en
ditando entre los investigadores, sino que haber recurrido a ese instrumento con-
tiene una noble genealogía que se re- ceptual, sino en haberlo aplicado a toda
monta a Alexis de Tocqueville, cuando la historia contemporánea europea. Y en
anticipa en El Antiguo Régimen y la Revo- haber advertido que el espíritu evangeli-
lución que ésta «se convirtió, más bien, zador y las grandes ceremonias litúrgicas
en un nuevo género de religión, una reli- se continuaban en el proselitismo, la pro-
gión incompleta, bien es verdad, sin Dios, paganda y el martirologio revolucionarios,
sin ritual y sin vida después de la muerte, en nuevos calendarios y santorales, en
pero una religión que, como el Islam, funerales y tedeum republicanos, colorea-
inundó la tierra con sus soldados, após- dos y animados por artistas como Jac-
toles y mártires». ques-Louis David, pero también con per-
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Cuadernos de pensamiento político
En cualquier caso, el originario naciona- Nuestro país había vivido guerras civiles
lismo alemán también nació como una en el siglo XIX, pero ninguna, a pesar de
reacción contra el racionalismo y, en me- la dureza y duración de las carlistas, de
nor medida, el cosmopolitismo de la Ilus- consecuencias tan devastadoras. La
tración. Su gran formulador, Johann guerra de 1936 fue terrible por muchas
Gotfried Herder, consideraba que la na- razones, pero fue la terrorífica cifra de
ción era la intermediaria entre el indivi- personas asesinadas más allá de las víc-
duo y la humanidad y que la auténtica timas estrictas del combate lo que hizo
cultura no se producía en las élites de ella un ejemplo escalofriante de la
desarraigadas sino en las canciones y el maldad humana. La mortandad por com-
folclore popular. Esa diversidad de pue- bate fue alta, muy alta si nos fijamos en
blos que exigen ser naciones y de idio- algunas batallas específicas, pero lo más
mas que encapsulan la esencia nacional desolador fue ese reguero de muertes
era, para él, «un jardín». Pero también ocurridas en uno y otro bando y que
esos nacionalismos apelarían al imagi- nada tuvieron que ver, salvo casos con-
nario religioso con conceptos como pue- cretos, con el desarrollo del conflicto
blo elegido, redención y sacrificio; tam- militar. Y es que la guerra española fue
poco hay que olvidar que su Espíritu del muchas más cosas que un enfrenta-
Pueblo tendría un aciago apogeo en el miento militar entre dos combatientes.
nazismo. Lo que hizo de ella un acontecimiento
En fin, ni que decir tiene el interés que moderno, lo que la convirtió en una gue-
RESEÑAS esta ambiciosa exploración de las pato- rra del siglo XX, fue su condición de
logías políticas de naturaleza religiosa guerra total, de guerra de destrucción y
alcanza entre nosotros donde a diario eliminación del enemigo, entendido éste
resucita el anticlericalismo jacobino y no como un soldado combatiente al otro
donde los nacionalismos, aquí siempre lado del frente, sino como la otra parte
amparados por el bajo clero, giran en el de la sociedad. O estás conmigo o estás
bucle melancólico del victimismo sacri- contra mí, y si estás conmigo tendrás que
ficial. demostrarlo reiteradas veces, de forma
palmaria y sin que quepa la más mínima
TULIO DEMICHELI posibilidad de que pueda considerarte,
por acción u omisión, un enemigo de mi
causa. Con esa lógica, no es de extrañar
La Guerra Civil que a uno y otro lado del conflicto, las
detenciones ilegales, los encarcela-
española mientos arbitrarios, los asesinatos, las
farsas judiciales, las torturas, las humi-
ANTHONY BEEVOR
La Guerra Civil española llaciones… y un sinfín de acciones inhu-
Ed. Crítica, Barcelona, 2005 manas y vergonzosas se convirtieran
desde muy pronto en una actividad nor-
La guerra fue el episodio más triste de la mal y necesaria para ganar la guerra. No
historia de la España contemporánea. es extraño, por tanto, que la historia de
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gido con parecido entusiasmo en medios ejemplo de una forma de hacer historia
tan poco afines como El País y ABC, no alejada del histerismo y del radicalismo
se debe tanto, en mi opinión, a que el –en fin, una historia de la guerra civil
análisis del libro resulte especialmente equilibrada–, lo veo normal. Siempre es
consistente sino a que, como suele pasar muy cómodo utilizar a los autores anglo-
con otros tantos autores anglosajones, sajones, al parecer exentos por natura-
practica una forma de relato histórico leza de toda parcialidad, para demostrar
aparentemente equilibrada, basada en un cómo se debe contar la convulsa histo-
obsesivo reparto equitativo de las culpas, ria de España del siglo XX. Es un recurso
errores y responsabilidades. A poco que legítimo, muy al uso entre una parte im-
nos fijemos, sin embargo, el relato resulta portante de la historiografía española,
muchas veces confuso y la equidistancia quizá demasiado convencida todavía de
se convierte, gracias a la comparación que los historiadores españoles necesi-
inadecuada o la disculpa moral, en un tan de buenos ejemplos de cordura pro-
sesgo marcadamente prorrepublicano. cedentes del exterior.
Así pues, la lectura de Beevor exige, para Sin embargo, el libro de Beevor no es, a
empezar, que tengamos presente que mi juicio, un ejemplo de historia desapa-
bajo el mito de una historia desapasio- sionada al que debamos rendir pleitesía.
nada y equilibraba, alejada de todo secta- Es verdad que muy al estilo británico,
rismo ideológico, no es raro encontrar un Beevor trata siempre de dar una de cal y
falso apoliticismo y, aunque matizadas, otra de arena y que eso gustará mucho
RESEÑAS gran parte de las interpretaciones más
a los lectores que piensan que los pro-
comunes de la historiografía prorrepubli-
blemas políticos siempre hay que expli-
cana en sus distintas versiones.
carlos repartiendo las responsabilidades
No discuto que merezca la pena leer el
de forma equilibrada. En mi opinión, no
libro de Beevor, documentado, bien cons-
hay forma de hacer historia que no esté
truido y ameno. No creo, sin embargo,
exenta de juicios personales, ni hay for-
que sea un trabajo imprescindible, entre
ma de contar la vida política que no impli-
otras razones porque no aporta nada
sustancialmente nuevo en el debate so- que, finalmente, un análisis de valor y, por
bre los temas más polémicos del con- tanto, una preferencia más o menos disi-
flicto, incluidos sus orígenes –más atrac- mulada. El propio Beevor ha reconocido
tivo y menos prorrepublicano parece El en una entrevista a ABC que la historia
Infierno fuimos nosotros. La guerra civil no es una ciencia y que la mirada de un
española (1936-1942), último libro de inglés sobre la historia de España siem-
Bartolomé Bennassar. Que ciertos inte- pre conlleva un cierto sesgo romántico.
lectuales indiscutidos de los que escri- No se equivoca, las páginas de su libro
ben en los medios de centro-izquierda demuestran una y otra vez que es impo-
consideren que la edición en español del sible hacer la historia de la guerra civil
libro de Beevor (original inglés de hace española sin emitir juicios de valor, y que,
ya varios años) es una magnífica noticia, en su caso, estos son, por lo general, de
y que cataloguen a Beevor como un claro sesgo prorrepublicano.
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Por otra parte, toda buena historia de la ciamiento militar, sin querer atender –sal-
guerra civil debería contar, a mi juicio, vo contadas excepciones y ya muy avan-
con un requisito: que el autor demostrara zado el libro– al hecho cierto de que la
un buen conocimiento de la historia de situación prerrevolucionaria de la prima-
los dos o tres años anteriores al estallido vera de 1936 no era ninguna entelequia.
de la guerra, pues sólo partiendo de esas Hay que esperar, de hecho, a la página
condiciones podrá realizar un juicio com- 352 para que Beevor, a propósito de la
pleto de lo que aquella guerra represen- guerra de propaganda, haga un juicio tan
taba en términos políticos y huirá de sencillo pero importante para entender
presentar al bando republicano como el el comienzo de la guerra como es éste:
defensor de la causa de la democracia «Los argumentos de la República eran
liberal. Beevor tiene, a la luz de los prime- simples, quizá demasiado simples: su go-
ros capítulos, una visión demasiado tópi- bierno, que había sido elegido demo-
ca de la República, por mucho que afirme cráticamente en febrero de 1936, había
luego en la prensa que «El mito de una sufrido un golpe de Estado a cargo de
República inmaculada, como edad dora- generales reaccionarios apoyados por
da que fue destruida, no existe» (véase, las dictaduras del Eje. La República lu-
sin embargo, su análisis de las relacio- chaba por la causa de la democracia, la
nes Iglesia-Estado nada más producirse libertad y la ilustración contra el fran-
la caída de la Monarquía en 1931 (p. 32), quismo. Aunque entonces y más tarde
aspecto en el que se ha ignorado la parte todos estos argumentos se defendieran
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más sustantiva del comportamiento tem- con vehemencia, las propias credencia-
plado de la Iglesia para sustituirlo por una les democráticas de la izquierda dejaban
versión ciertamente sectaria. Y no menos mucho que desear, como había demos-
insultante es el juicio general sobre Gil trado palmariamente su rebelión contra
Robles que podemos leer en la página 52, un gobierno legal en octubre de 1934. Los
valoración negativa que produce abso- partidarios de la República no constata-
luta perplejidad si se compara con las ron tampoco lo que era obvio, es decir,
declaraciones de Beevor en ABC en las que la derecha, amenazada de extinción
que asegura que «es exactamente ver- por la izquierda y por una situación pre-
dad» que hubo una «derecha posibilista, rrevolucionaria en la primera mitad de
menos monolítica y más plural que la que 1936, tenía que reaccionar».
nos ha legado la leyenda…»). Una visión Primero, la violencia en la zona republi-
así de la República y de lo ocurrido inme- cana estuvo caracterizada por «el des-
diatamente antes del golpe de Estado, no control, la corta duración del proceso y
es que le reste fuerza al libro, es que lo la casi inmediata intervención de las
mutila, pues todo el análisis de la histo- autoridades republicanas y de los diri-
ria de la guerra en el bando republicano gentes de los partidos para intentar dete-
parte de la premisa, más o menos mati- ner la locura homicida», amén de que
zada, de que una democracia liberal y «esa violencia de los primeros días fue
reformista fue abortada por un pronun- como un brutal estallido (…) de los de-
seos de venganza por las miserias sufri- tares. Creo no descubrir nada a un lector
das, pero no fue tan ciego ni tan indis- bien informado si le digo, para terminar,
criminado como a veces se ha dicho» que ninguna de ellas está exenta de polé-
(126 y 121). Segundo, para comprender la mica ni es excesivamente original. No es
represión en el bando nacional «hay que Beevor, desde luego, ese autor desapa-
tener presente que la idea de hacer sionado que, por fin, va a aclararnos los
‘limpieza’ formaba parte de los planes episodios más oscuros y polémicos de la
golpistas» y que «no fue tanto conse- guerra. En realidad, su libro, como todo
cuencia de los enfrentamientos como nuevo libro sobre la guerra civil española,
uno de los requisitos del golpe de Es- debiera ser leído con cierta cautela y con
tado». «Los sublevados justificaban la la mirada puesta en los datos y el análi-
brutalidad de sus actos como represalia sis con los que contamos hasta ahora,
contra el ‘terror rojo’, pero, como había recordando la fuerte polémica que han
pasado en Sevilla, en Córdoba o en despertado algunos trabajos recientes
Badajoz y como sucedería con la caída y las diferencias tan substanciales que
de Málaga seis meses después, la repre- siguen dándose en el balance de los
sión nacional sobrepasaba en mucho a muertos y la represión.
las ejecuciones republicanas» (129 y
136). Tercero, respecto de la intervención MANUEL ÁLVAREZ TARDÍO
extranjera, asegura Beevor que si bien la
ayuda alemana fue decisiva para contra-
RESEÑAS
rrestar las ofensivas republicanas de
1937 y 1938, no lo fue al comienzo de la España no es
rebelión, pues «la incompetencia y el
caos revolucionario» de la flota republi- un mito
cana habrían hecho posible tarde o tem-
GUSTAVO BUENO
prano que las tropas de África se despla-
España no es un mito. Claves para
zaran a la península. Admite, además,
una defensa razonada
que «es posible» que la ayuda soviética Temas de hoy, Madrid 2005
fuera decisiva para salvar Madrid en
noviembre de 1936. Y cuarto, respecto a El mismo día que el octogenario filósofo
la pésima estrategia militar de los res- Gustavo Bueno gritaba ¡Viva España!
ponsables republicanos y a los méritos ante la emocionada multitud congregada
de Franco: «El general Franco no ganó en la Puerta del Sol, aparecía en las libre-
por sí solo la guerra. Fueron los jefes mili- rías su última obra; España no es un mito.
tares republicanos quienes la perdieron, El título, combativo por sí solo, convierte
desperdiciando miserablemente el valor al último libro de Bueno en un alegato en
y el sacrificio de sus tropas» (679). defensa de España que nos provoca
Éstas son algunas de las conclusiones desde los estantes de las librerías. Un
más importantes del libro, más allá del libro que el propio Bueno define como
relato exhaustivo de las acciones mili- «uno más de los libros españoles de con-
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traataque, escritos frente a los enemigos de la lógica, hace tambalear sus argu-
de España, los que desprecian su esen- mentos buscando su contradicción: «Si
cia y los que llegan a poner en duda, y España no existe ¿qué puede querer
aun a negar, su propia existencia». Es decir el proyecto de separarse de ella?,
decir, un libro escrito contra aquellos que ¿cómo puede uno separarse de lo que no
vocean que España es una entelequia o existe?».
un mito. Desde la constatación de que España
A lo largo del libro, Gustavo Bueno se está amenazada de diversas formas, el
interroga y nos responde a las sucesivas autor no olvida referirse a una de las más
preguntas que son cabecera de cada perniciosas: el «tabú que conduce a la
uno de los capítulos: ¿España existe?, evitación de la pronunciación y de la
¿España amenazada?, ¿desde cuándo escritura» del nombre de España y su
existe España?, ¿España es una Nación?, sustitución por eufemismos tales como
¿España es Idea de la Derecha o de la Estado, que pretende remarcar el carác-
Izquierda?, ¿existe, en el presente, una ter artificial y super-estructural de Es-
Cultura española? y ¿España es Europa? paña, como si de una realidad exclusi-
De un modo absolutamente lógico –a vamente jurídica se tratara, negando su
veces la lógica y el sentido común son carácter de nación histórica, o eufemis-
revolucionarios– Gustavo Bueno respon- mos tales como «este País», que busca
de a esas preguntas de una forma metó- relativizar la trascendencia de la Nación
dica y expresa sus conclusiones sin pe- otorgándole la misma relevancia que a
los en la lengua. RESEÑAS
una dirección postal o a un paisaje.
Ya en los primeros compases del libro se
Ante la serie de amenazas que se cier-
percibe la combatividad del filósofo en
nen sobre España, Bueno brama contra
la respuesta de Bueno –narrada por el
la disposición a ignorarlas o a minimi-
autor– a un muchacho que trató de boi-
zarlas, que se convierte, por sí sola, en
cotear una de sus conferencias al grito
una grave amenaza para España y que el
de yo soy celta y España no existe: «Tú
autor conceptúa como panfilismo, acti-
no eres celta; tú eres un imbécil». Tal fue
la contundente reacción de Gustavo tud en la que encuadra al presidente del
Bueno. Gobierno de España. Pero si tal peligro
En esta obra, el autor demuestra no estar es grave, no lo es menos para el filósofo
en la inopia –como tantos compatriotas– el de la existencia y acción de los paci-
y desde muy pronto constata una evi- fistas fundamentalistas españoles, más
dencia –muy discutida en España por la perniciosos aún que quienes formalmen-
izquierda–, la de que la meta de todos los te amenazan la existencia de España.
nacionalistas es «separarse de España Gustavo Bueno también se remanga para
y, si encuentran resistencia, tratar de entrar de lleno en el debate historiográ-
destruirla», mancillándola o negándola. fico sobre el origen de España como
Pero Bueno contraataca a las insidias de Nación y comienza afirmando lo evi-
los «separatistas asturchales», «aber- dente: que España es previa a la Consti-
chales» y catalanes y, desde el terreno tución, norma que es segregada por la
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Cuando Copérnico anunció con total cer- rrollar sin trabas, el futuro deseado por
teza que la tierra era redonda, probable- los que aún viven bajo la tiranía.
mente no podría imaginar que en el siglo En el panorama mediático actual es
XXI alguien pudiera reclamar de nuevo inusual encontrarse con alguien que
que el mundo es plano. Friedman lo hace defienda al capitalismo, y, más aún, si lo
ahora como metáfora de una globaliza- hace sin complejos. Parece mentira que
ción que ya es una realidad y que cono- en la época de mayor desarrollo econó-
ceremos mejor tras esta apasionante mico de la Historia, sea una osadía rei-
lectura. vindicar los beneficios del capitalismo sin
tener que pedir perdón a los santones y
GERARDO DEL CAZ corifeos del pensamiento único progre-
sista; por que tras la caída del Muro de
Berlín y el colapso del sistema econó-
mico centralizado, los nostálgicos del
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mente sibilinas, a lo largo de la historia. nítida considera el autor las grandes ten-
La combinación de planteamientos asu- dencias de la bioética, asumiendo un
midos del «cientismo» y la tentación tota- planteamiento que se inscribe dentro de
litaria del poder serán desarrolladas en la «bioética personalista», que pone es-
el capítulo tercero, «Aspectos fundamen- pecial acento en la dignidad del hombre
tales del cientismo». y en las raíces metafísicas del concepto
Aboga José Miguel Serrano por que el de persona.
principio de prudencia y la consideración Los principios sobre los que se asienta
que conlleva de las consecuencias de los esta «bioética personalista» son la de-
actos, que se esgrime en el campo de la fensa de la vida física, pues el cuerpo es
ecología, sea tomado en consideración coesencial a la persona; la libertad y
en los debates que se plantean en el responsabilidad, siempre presentes en la
seno de la bioética. Otro aspecto a desta- génesis del acto moral; el principio tera-
car es la necesidad de sopesar los ries- péutico de «totalidad», que considera al
gos que suponen, como la otra cara de la ser humano como un todo en referencia
moneda, ésta de carácter negativo, el a qué ha de entenderse por el bien de la
progreso científico y los avances tec- persona, y el principio de sociabilidad, del
nológicos, auténtico peligro para un ver- que derivan obligaciones hacia el con-
dadero progreso civilizador de la socie- junto social y el bienestar común.
dad occidental. Muchas de las paradojas Acerca de las cuestiones morales trata
de nuestro mundo actual son destacadas el capítulo cuarto, «Dificultades del de- RESEÑAS
y analizadas en la obra, como el avance bate moral» y toda una serie de reflexio-
de la medicina en la segunda mitad del nes acerca del derecho y su relación con
siglo XX y del bienestar creciente de una la bioética son abordadas extensamente
parte de la humanidad, por un lado, y, por en los capítulos quinto –«El papel del
otro, el desarrollo de un nuevo materia- derecho»– y sexto: «Principios informa-
lismo, con ribetes nihilistas y hedonistas, dores del derecho». Finalmente, cabe
que reduce el valor del ser humano. destacar el capítulo décimo –y último–,
En «El origen de la bioética», capítulo dedicado a «Matrimonio, derecho y bioé-
segundo, se analiza la irrupción y evolu- tica», donde se aborda la cuestión de la
ción de esta novedosa y pujante disci- reciente modificación del derecho de fa-
plina, así como los vínculos que presen- milia español que ha supuesto la des-
ta con la ecología, la política o el derecho, virtuación del núcleo social básico que
considerando sus tres grandes áreas: los representa la institución matrimonial.
aspectos éticos relevantes a las relacio- Retos jurídicos de la bioética constituye
nes entre los profesionales de la salud y un importante y formativo libro que sirve
los pacientes, las cuestiones de justicia de guía útil para comprender las nuevas
en el campo de la salud y los aspectos realidades, sin caer en los habituales
éticos surgidos a raíz del avance cientí- tópicos, escrita por un fino jurista e inte-
fico y tecnológico. De forma sintética y lectual sólido, desde una actitud incon-
formista que se resiste a sacralizar lo biar nada». Para ello cita dos ejemplos
impuesto por el poder y a asumir los concretos: el estancamiento económico
planteamientos de moda por la mera y la pérdida de influencia diplomática.
seducción de los usos y tendencias En primer lugar, la crisis económica. Tras
triunfantes. la extraordinaria expansión de los «30
Años Gloriosos» (1945-1975 1), Francia
JOSÉ DE LA TORRE MARTÍNEZ está inmersa en un largo periodo de es-
tancamiento. Desde la primera crisis del
petróleo, apenas en dos breves periodos
(a finales de los 80 y de los 90 respecti-
Francia en vamente), sus tasas de crecimiento
superaron el 3 por ciento; en el resto, se
declive mantuvieron por debajo del 2. El desem-
pleo ha permanecido por encima del 10
NICOLAS BAVEREZ
por ciento durante 30 años. Y, para agra-
Francia en declive
var las cosas, mientras la tasa de ocupa-
Ediciones Gota a Gota, 2005. 118 págs.
ción se mantenía en los niveles más ba-
En Francia, la literatura sobre el «décli- jos de los grandes países industriales (58
nisme» tiene una larga tradición. Son por ciento), y mayores eran las exigen-
centenares los libros publicados sobre el cias internacionales de productividad, el
RESEÑAS tema. Por eso, que Nicolas Baverez, his- país se embarcó en uno de los experi-
toriador y economista, consiguiera levan- mentos sociales más disparatados que
tar una gran polvareda con esta breve se recuerdan: la «eutanasia del trabajo»
obra dice bastante sobre sus méritos mediante el recorte obligatorio de la jor-
como polemista. nada laboral. Los resultados están a la
Francia en declive no es, como tantos vista.
otros libros similares, un mero ejercicio En segundo lugar, la confusión diplomá-
de autoflagelación. No es, en rigor, una tica. Baverez subraya cómo Francia no
obra periodística ni tampoco un ensayo ha sabido digerir las consecuencias del
económico. Es un libro esencialmente derrumbe del Muro de Berlín y de la pos-
político, que quiere denunciar «la sinies- terior reunificación europea. Recuerda
tra continuidad entre los 14 años de con acierto los intentos de última hora de
Mitterrand y los 12 de Jacques Chirac, Mitterrand para intentar frenar la reuni-
unidos en su talento en ganar elecciones ficación alemana, o cómo trató de apun-
y arruinar a Francia». talar a la URSS de Gorbachov, cuando su
El autor parte de una constatación: Fran- proceso de descomposición era ya a
cia no ha sido capaz de adaptarse a un todas luces irreversible.
mundo que ha acelerado su ritmo de
transformación. La posición francesa pa- 1
Esta habitual expresión francesa «Treinte Glorieu-
rece haber sido que «cuanto más cam- ses» no debe confundirse con unos supuestos «glorio-
sos Años Treinta» (que más tuvieron de pena que de
bie el mundo, más necesario es no cam- gloria).
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Cuadernos de pensamiento político
Desde hace quince años, nos apunta Antiguo Régimen y la Revolución, una
Baverez, Francia parece jugar en un ta- nación «embriagada por el mito de la
blero europeo e internacional que le re- revolución y que cultiva el rechazo de la
sulta extraño. El 11 de septiembre ha reforma». Es precisamente esta dificul-
agravado, si cabe, un malestar que venía tad de reformar la que ha llevado al país,
de antes. El confort de la antigua división a diferencia de otras naciones industria-
en bloques, que le otorgaba un ilusorio les, de la crisis al declive.
papel de mediador entre las superpoten- De hecho, quizá las páginas más intere-
cias, se ha desvanecido. La diplomacia santes de la obra se encuentran en el
gala no sabe qué actitud tomar ante los capítulo titulado precisamente «Quieta
«pequeños países» de la Nueva Europa; non movere», en el que se denuncia el
está asustada ante las auténticas inten- culto a los intereses creados: de los
ciones de la Alemania reunificada; duda agricultores a los cineastas subsidiados;
incluso de su influencia real en el mundo de los empleados de EDF o la SNCF a
árabe o africano. El discreto y amable esa auténtica excepción francesa que
papel de potencia media, que tan grato constituyen los «intermitentes del espec-
sería para otros, para la élite diplomática táculo». Como apuntaba un importante
francesa resulta insufrible. empresario galo, en un país en el que la
Esta doble combinación de pérdida de mayoría absoluta de los votantes está
peso económico y de desorientación compuesta de funcionarios, empleados
estratégica ha conducido a Francia a la de empresas estatales y jubilados, cual-
RESEÑAS
situación de aturdimiento en la que hoy quier reforma se convierte en un riesgo
se encuentra. Baverez describe sus ras- electoral de consecuencias imprevisi-
gos de forma brillante. No duda en narrar bles.
con palabras duras el autismo de sus ¿Exagera Baverez? Una de las acusa-
élites, su miopía sobre la evolución del ciones más frecuentes ha sido la de pin-
mundo, su preferencia por la gesticula- tar un panorama demasiado negro, tanto
ción antes que por las realizaciones con- de la situación social y económica del
cretas. El autor cita numerosos ejemplos; país como de las carencias de su clase
otros tantos acuden inmediatamente a la política. Es sabido que el libro fue muy
memoria del lector. mal recibido por políticos de uno u otro
Sin embargo, Francia no es el único país signo. La izquierda acusó las críticas a
en haber atravesado épocas de dificul- sus fallidos experimentos de «moderni-
tades. Japón o el Reino Unido han vivido zación social»; la derecha, su denuncia
también fases de conflictos. La economía del pánico, tras la traumática experien-
alemana está estancada desde la reuni- cia de Juppé, a la contestación callejera
ficación. Incluso los Estados Unidos atra- y la consiguiente parálisis reformista.
vesaron a finales de los 70 una grave Tampoco los medios de comunicación
crisis de confianza. franceses –de uno u otro signo– fueron
Lo que resulta singular en el caso fran- más benévolos. Aparte de calificar al
cés es, retomando al Tocqueville de El autor con todo tipo de epítetos, hicieron
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